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Revista Cuadernos de Arte Prehistórico

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Instituto de Estudios Albacetenses Don Juan Extremadura, España
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Editor
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Editorial Cuadernos de Sofía, Chile Instituto de Estudios Albacetenses Don Juan
Manuel, España
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Aragón, España

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Editorial Cuadernos de Sofía, Chile Río Martín, España

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Indización

Revista Cuadernos de Arte Prehistórico, se encuentra indizada en:


REVISTA CUADERNOS DE ARTE PREHISTÓRICO ISSN 0719-7012 – NÚMERO 11 – ENERO/JUNIO 2021

ISSN 0719-7012 / Número 11 / Enero – Junio 2021 pp. 53-96

LOS CAMINOS DEL ARTE RUPESTRE EN EL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA (II):


EL POBLAMIENTO PREHISTÓRICO EN LA COMARCA DEL ALTO SEGURA Y SU RELACIÓN
CON LA CULTURA DE LOS PINTORES PARIETALES

THE ROUTES OF RUPESTRE ART IN THE SOUTHEAST OF THE IBERIAN PENINSULA (II):
THE PREHISTORIC SETTLEMENT IN THE ALTO SEGURA REGION AND ITS RELATIONSHIP
WITH THE CULTURE OF THE PARIETAL PAINTERS

D. Francisco J. Muñoz López


Investigador independiente, España
ORCID:https://orcid.org/0000-0002-4688-6324
franciscojosemunozlopez59@gmail.com

Fecha de recepción: 07 de septiembre de 2020 - Fecha de revisión: 14 de septiembre de 2020


Fecha de aceptación: 10 de noviembre de 2020 - Fecha de publicación: 01 de enero de 2021

Resumen

En esta segunda parte de un trabajo sobre determinados aspectos del arte rupestre Levantino,
comenzamos haciendo un acercamiento al paleopaisaje que pudo haber en la Sierra de Segura
desde el último máximo glaciar mostrándolo frente a la biocenosis actual. Seguidamente, analizamos
el conocimiento existente hasta la fecha sobre el poblamiento y arte rupestre del Paleolítico superior
en la Sierra de Segura y sus comarcas circundantes. Sintetizamos los marcos cultural y de
poblamiento del Epipaleolítico, para, a continuación, relacionar sobre cartografía la distribución de
ambos registros, asentamientos y arte rupestre, aunque principalmente fijados en el naturalista, en
busca de respuestas a las incógnitas sobre el origen del poblamiento en las zonas que albergan las
mayores concentraciones de Estilo Levantino en esta parte del Arco Mediterráneo. Abordamos la
problemática del arte rupestre de ambos periodos, y centramos nuestras propuestas sobre un
territorio que pasó a ser más habitable tras el final de la última glaciación, las tierras más altas de la
Sierra de Segura, tratando sobre el posible origen del arte rupestre Levantino, así como sobre su
posterior distribución territorial y áreas de influencia.
Palabras Claves
Sierra de Segura – Arte rupestre prehistórico – Arte rupestre Levantino – Paleolítico – Epipaleolítico

Abstract

In this second part of a work on certain aspects of Levantine rock art, we begin by making an approach
to the paleo-landscape that may have existed in the Sierra de Segura since the last glacial maximum,
showing it against the current biocenosis. Next, we analyze the existing knowledge to date about the
Upper Paleolithic settlement and rock art in the Sierra de Segura and its surrounding regions. We
synthesize the cultural and settlement frameworks of the Epipaleolithic, to then relate on cartography
the distribution of both records, settlements and rock art, although mainly fixed in the naturalist, in
search of answers to the unknowns about the origin of the settlement in the areas that host the highest
concentrations of Levantine Style in this part of the Mediterranean Arc. We address the problem of
rock art from both periods, and focus our proposals on a territory that became more habitable after
the end of the last ice age, the highest lands of the Sierra de Segura, dealing with the possible origin
of Levantine rock art, as well as its subsequent territorial distribution and areas of influence.

D. FRANCISCO J. MUÑOZ LÓPEZ


REVISTA CUADERNOS DE ARTE PREHISTÓRICO ISSN 0719-7012 – NÚMERO 11 – ENERO/JUNIO 2021

Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 54

Keywords

Sierra de Segura – Prehistoric rock art – Levantine rock art – Paleolithic – Epipaleolithic

Para Citar este Artículo:

Muñoz López, Francisco J. Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II):
el poblamiento prehistórico en la comarca del Alto Segura y su relación con la cultura de los pintores
parietales. Revista Cuadernos de Arte Prehistórico, num 11 (2021): 53-96.
Licencia Creative Commons Atributtion Nom-Comercial 3.0 Unported
(CC BY-NC 3.0)
Licencia Internacional

D. FRANCISCO J. MUÑOZ LÓPEZ


REVISTA CUADERNOS DE ARTE PREHISTÓRICO ISSN 0719-7012 – NÚMERO 11 – ENERO/JUNIO 2021

Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 55

Introducción

En la primera parte de este trabajo, publicado en el número 8 de esta Revista 1,


planteamos la existencia de una serie de caminos prehistóricos que sirvieron de nexo entre
las tribus hacedoras del arte rupestre postpaleolítico en la fachada oriental de la Península
Ibérica, conocido en la actualidad como “del Arco Mediterráneo”. Una buena parte de esas
manifestaciones pictóricas se concentran en la mitad oriental de la Sierra de Segura,
concretamente en los municipios de Moratalla y Nerpio, y en menor cantidad en dos
agrupaciones en los de Letur y Santiago-Pontones. En esta segunda parte vamos a mostrar
en un sector de esta comarca natural, el Alto Segura, la distribución del poblamiento
prehistórico tanto del Pleistoceno final como del Holoceno inicial, concretamente el situado
en los límites actuales de los municipios de Férez, Letur, Nerpio, Socovos y Yeste, a la vez
que reproducimos la localización de los abrigos con arte rupestre Levantino. De esta forma
buscamos aproximarnos a posibles relaciones que pudieron haber existido entre aquellos
y estos, o las divergencias en su casos.

Esta tarea la vamos a soportar básicamente sobre tres fuentes: las cartas
arqueológicas de estos últimos municipios, realizadas entre 2008 y 20092, otra anterior de
Yeste3, de 2003, y las diversas publicaciones sobre arqueología prehistórica de esta
comarca4. Como consideración previa, hemos de recordar que los asentamientos anteriores
a un Neolítico Pleno, en cuevas, abrigos y campamentos, fueron el hábitat de grupos, clanes
o tribus (hay serias divergencias a la hora de calificarlos) agrupados en número reducido,
no superior a 20/ 25 individuos, con una forma de vida itinerante en la que tendrían varios
sitios de referencia en diferentes comarcas, y que apenas dejaron estructuras perdurables,
por lo que su identificación resulta ciertamente complicada. También, que será a partir del
último máximo glaciar cuando se produce un aumento de población al amparo de la mejoría
climática, y el consiguiente aumento biótico en los ecosistemas: mayor masa vegetal y
aumento, asimismo, de numerario animal, proporcionando al hombre, de esta forma, más
recursos para la recolección y la caza. Y la accesibilidad a zonas de alta montaña que hasta
ese momento habían estado bajo condiciones climáticas muy adversas para la
subsistencia, como las tierras altas de Nerpio y Moratalla.
1. Contextos ecológicos
1.1. El contexto ecológico actual

Los factores climáticos, precipitaciones y temperatura, combinados con la orografía,


la altitud y con las específicas características de los diferentes tipos de suelo, son los
elementos determinantes para la configuración y distribución territorial de las especies
vegetales, y del conjunto de la biocenosis, conformando los diferentes Pisos Bioclimáticos,
en los que a su vez se pueden distinguir horizontes en los sucesivos mantos vegetales.

1
F. J. Muñoz López, “Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica”. Cuadernos
de Arte Prehistórico num 8 (2019):75-116.
2
P. Jiménez; F. J. Muñoz; J. L. Simón y G. Segura, Cartas arqueológicas de los municipios de
Nerpio, Yeste, Letur, Socovos y Férez. Empresa ARQUEALIA (Trabajos de Patrimonio Cultural S.L.).
Toledo: Consejería de Cultura. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. 2008-2009.
3
R. Nova y T. Rico. Carta arqueológica de Yeste (Albacete), Consejería de Cultura, Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha. 2003.
4
Hemos de señalar que la información recogida en las cartas arqueológicas es escueta y procedente
en la mayoría de los casos de prospecciones superficiales, por lo que la adscripción cultural de
yacimientos en resulta abierta y generalista. No obstante, creemos que nos permite un acercamiento
de interés para el objeto de este artículo.

D. FRANCISCO J. MUÑOZ LÓPEZ


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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 56

Durante el Holoceno, en el conjunto de la Sierra de Segura se produjeron bruscos y


frecuentes cambios climatológicos que provocaron, asimismo, importantes variaciones en
las masas vegetales, con la expansión y predominio de Juniperus y Quercus en los últimos
4.700 años, ligado a la generalización de un ambiente xerotérmico en el SE, así como de
la sabina albar en el último milenio por la actividad humana5, donde la ganadería ha tenido
un papel muy importante.

En la actualidad, en el territorio de Nerpio tendríamos hasta 3 pisos bioclimáticos:


en menor medida el piso mesomediterráneo, frío y continental, hasta 1.000/1.100 msnm
donde se pueden cultivar especies como el cereal, la vid y el olivo, los cuales encontramos
en los parajes de Vizcable y Yetas. Nerpio, Góntar y Las Cañadas de Nerpio se encuadran
en el estrato superior de este piso6.

La desaparición del esparto o la coscoja estaría en el horizonte del tránsito al piso


supramediterráneo, donde hallamos la sabina albar y el pino blanco; sobrevive algo el cereal
y desaparece el olivo. Nerpio es un buen lugar para el cultivo de especies de cáscara, como
el almendro, la nuez o el pistacho; el olivo no prospera y la vid se da en una variedad que
se utiliza principalmente para elaborar aguardiente.

El piso oromediterráneo se define en las cumbres, como el Calar del Mundo y la


Sima y las Sierras de Taibilla y las Cabras (en estas últimas se superan en casi una decena
de puntos los 2.000 m de altitud) apareciendo la sabina, la encina y los pinus sylvestris y
pinus clusiana, aunque a partir de 1.700 msnm la vegetación va desapareciendo de forma
escalonada7.

En las caracterizaciones biogeográficas nuestro territorio se encuadraría, dentro de


la Región Mediterránea Occidental, en 2 distritos. En el Nerpiano-Moratallense son
dominantes, entremezcladas, las colonias de carrascales y de sabina albar, y entre Pedro
Andrés y las Cañadas la sabina albar y pino negro con preferencia, aunque abunda el pino
mediterráneo de repoblación. En los espacios mesomediterráneos se encuentran
espartales (atochares) y tomillares identificados aquí en los parajes de Góntar, la Hoya de
Fuente de la Carrasca y sobre el curso alto del Taibilla, con una media de entre 1.400 y
1.500 msnm.
El Distrito Sagrense es el propio de las altas cotas al pie y laderas de las sierras de
Las Cabras y Taibilla, dominando el piso supramediterráneo (sabina, encinar carrascal y
pino), con el oromediterráneo en las cumbres, donde se queda clareado y en exclusiva el
pinar blanco8.
5
J. S. Carrión et alii, “Abrupt vegetation changes in the Segura Mountains of southern Spain
throughout the Holocene”, Journal of Ecology num 89 (2001): 783–797. J. S. Carrión, E. I. Yll, K. J.
Willis y P. Sánchez, “Holocene forest history of the eastern plateaux in the Segura Mountains (Murcia,
southeastern Spain)”. Review of Palaeobotany and Palynology num 132 (2004): 219-236. J. S.
Carrión, “El Sabinar. Comarca del Noroeste, Moratalla, Murcia. Holoceno (5860-1350 años BP)”. En
J. S. Carrión (coord.), Paleoflora y paleovegetación en la Península Ibérica e Islas Baleares.
Plioceno-Cuaternario. Murcia. 2012: 779-782.
6
P. Sánchez Gómez y F. J. Alcaraz Ariza, Flora, vegetación y paisaje vegetal de las sierras de
Segura orientales (Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses (IEA), 1993).
7
F. J. Alcaraz Ariza y P. Sánchez Gómez, “El paisaje vegetal de la provincia de Albacete”. Al-Basit
num 24 (1988): 9-44; J. M. Herranz Sanz, J. J. Martínez Sánchez y J. de las Heras Ibáñez,
“Comunidades Vegetales del piso oromediterráneo en la provincia de Albacete”. Jornadas sobre el
Medio Natural albacetense (Albacete, 1990). IEA, 1991: 73-84.
8
P. Sánchez Gómez y F. J. Alcaraz Ariza, Flora, vegetación y paisaje vegetal… 30, 42 y 43.

D. FRANCISCO J. MUÑOZ LÓPEZ


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1.2. Acercamiento al contexto paleoecológico del MIS 2

Algunas de las hipótesis que vamos a plantear, a continuación, están íntimamente


ligadas a las condiciones medioambientales que se produjeron en torno al último máximo
glaciar, en el MIS 2. Para introducir este capítulo vamos a reproducir un fragmento de texto
que publicamos en la primera parte:

“El MIS 2 será especialmente frío…Su pico máximo se alcanza en torno al 20000
BP. La cota de nieves perpetuas se situaría en 1.600 msnm en Sierra Morena -p. ej.-, y
alrededor de los 700 m la temperatura media estaría en torno a 3ºC. Otros estudios colocan
la cota de nieves perpetuas en Sierra Mágina en 900 msnm, lo que, según López Reyes y
su equipo, explicaría la ausencia de ocupación de cuevas por encima de la cota de 900-
1.000 msnm9” 10. Si, por otro lado, consultamos el Mapa del Cuaternario de España (escala
1:1.000.000) del IGME 11, cuya última actualización sobre los ámbitos glaciares es del año
201512, la cota de las zonas afectadas por el glaciarismo cuaternario (áreas ocupadas por
hielo) en la Cordillera Bética se situaría alrededor de 2.000 msnm (Figura 1).
Inmediatamente por debajo de esta línea, algo ambigua, se desarrollaría un paisaje vegetal
escaso.

Figura 1
Máximo glaciar en el Sistema Bético, con el límite de glaciación señalado con puntos
morados. Mapa del Cuaternario de España

Dentro de los episodios glaciares, en la secuencia de estadiales e interestadiales,


los primeros, picos fríos, son cortos, en torno a mil años; los segundos, fases templadas,
son mucho más prolongados pudiendo llegar a diez mil años. Dentro del Würm reciente, el

9
V. López; G. Martínez y A. Tornero, “El Poblamiento paleolítico en el alto Guadalquivir”, Boletín
Instituto de Estudios Jiennenses num 203 (2011): 47-110.
10
F. J. Muñoz López, “Los caminos del arte rupestre en el Sureste… 82.
11
ttps://igme.maps.arcgis.com/home/webmap/viewer.html?webmap=c3156103e7ac4ed296add5a50
f76d605#
12
L. Adrados; A. Salazar y J. A. Rodríguez, “Actualización de la cartografía 1:1.000.000 del último
máximo glacial local en España”. Una visión global del Cuaternario: el hombre como condicionante
de procesos geológicos (2015):118-121.

D. FRANCISCO J. MUÑOZ LÓPEZ


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pico frío de c. 20000 estuvo jalonado por los eventos interestadiales Laugerie y Lascaux.
En este último suceso glaciar los ecosistemas fueron de ambiente frío, produciéndose
alternancias en el predominio de especies y densidad arbórea. En el continente
euroasiático, en los periodos fríos tendríamos un paisaje de tundra-estepa, con escasos
árboles, y estepas herbáceas en las zonas meridionales. En las fases templadas habría, de
norte a sur en Europa, tundra arbustiva, bosques de coníferas abiertos y, en el área
mediterránea y Atlántico hispánico, bosques de hoja caduca. En la fauna, igualmente
escasa en especies de gran porte, habría en ecosistemas de tundra-estepa, renos, mamuts,
buey o rinoceronte lanudo13; mientras en las extensas áreas meridionales de herbáceas, la
fauna grande sería de cérvidos, cápridos, équidos y bóvidos (uros), representados en las
pinturas rupestres y grabados del Paleolítico superior.

En estos momentos no disponemos de columnas estratigráficas de áreas de esta


zona de la Sierra que nos revele la secuencia paleoecológica de del final del Pleistoceno,
por lo que resulta complicado realizar un acercamiento a los paisajes vegetales en su
transición al Holoceno inicial. No obstante, en estudios realizados en la cuenca alta del
Segura que abarcan los últimos 8.000 años aproximadamente, se han detectado
remanentes de vegetación glacial propia de litología periglacial14.

Podemos, tal vez, aventurar una simulación gráfica que nos acerque a esos
paisajes. En la Figura 2 vemos la cara norte del Pico de las Cabras (2.080 m, Nerpio), con
una fuerte pendiente, en invierno (nevado) y en verano, sin prácticamente vegetación; a su
lado, las cumbres vecinas de la Sierra de las Cabras con pinos blancos que ascienden en
progresiva pérdida de efectivos.

Figura 2
Pico y Sierra de las Cabras (Nerpio)
(La foto de la derecha es de Enrique García Fernández)

Durante el último máximo glacial, en la Sierra de Segura el piso superior sería un


casquete helado, en principio, en torno a 2.000 msnm, aunque la latitud respecto de Sierra
Nevada podría bajar esta cota, digamos que alrededor de los 1.800 m de media. El
siguiente piso presentaría un bioma de tipo tundra alpina, de escasa vegetación, muy
abierta y sin apenas árboles, con pastizales y especies leñosas, musgos y líquenes,
pantanoso en las zonas llanas, y con suelos sometidos a un fuerte y permanente estrés
térmico, con un permafrost subyacente, y una temperatura media anual poco por encima
de los 0ºC. Por debajo, un tercer piso de tipo oromediterráneo, de débil pero progresiva

13
A. Rivera Arrizabalaga, “Paleoclimatología y cronología del Würm reciente: un intento de síntesis”,
Zephyrus num 57 (2004): 27-53.
14
J. S. Carrión et alii, “Abrupt vegetation changes in the Segura Mountains…

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forestación de coníferas, con predominio de pino negro y silvestre, sabina y enero,


mezclándose en cotas inferiores con quercus, especies frondosa-caduca como la encina y
el roble, y sotobosque no muy tupido; segmento que bien podría situarse en su capa alta
por debajo de 1.000 msnm en la Sierra de Segura. Este piso estaría, a su vez, nevado en
buena parte del año, de otoño a primavera, admitiendo una corta y no muy cálida estación
estival. Por otro lado, las alternancias climáticas, los periodos pluviales e interpluviales, y
las etapas cálidas con deshielo del casquete polar, glaciares y glacis, produjeron corrientes,
arrastres de materiales y deposiciones fluviales que harían de los fondos de valle zonas
complejas para el desarrollo de una biocenosis estable.

A modo de síntesis, estas condiciones admiten, en las zonas medias y altas de esta
parte de la Sierra de Segura, un paisaje vegetal poco denso y de un número corto de
especies vegetales, especialmente para la recolección, y, asimismo, de precario catálogo
para los rumiantes. Por tanto, la franja entre 1.000 y 1.500 msnm, en la que se localiza la
mayor parte de abrigos con arte rupestre del municipio de Nerpio, durante el MIS 2 sería un
territorio escasamente adecuado para la supervivencia de los grupos humanos.

El final del último periodo glacial, entre 16000 y 12000 BP, irá consolidando un nuevo
escenario bioclimático, progresivamente más cálido, con alternancias, eso sí, de periodos
áridos y húmedos, y, evidentemente, con variables territoriales dependiendo de la latitud
principalmente. El Tardiglaciar se desarrolla entre c. 13000 y 11000, con fases alternas de
frío y aridez/humedad (Dryas I, II y III) y retroceso de vegetación, con otras más cálidas y
húmedas (Bölling y Alleröd) y avance de bosques. En torno a 11000 BP se afianza el nuevo
contexto climático propiciando el progreso de prados y bosques de tipo mediterráneo
propios de condiciones ambientales templadas, con particularidades de continentalidad
hacia el interior y en macizos montañosos15. El Holoceno presenta el denominador de la
subida generalizada y global de la temperatura y fases secas (Preboreal y Boreal) con
húmedas (Atlántico), siendo esta última (7500-4700 BP) la que propiciará la mayor
extensión de bosques y superficies herbáceas16, aunque, sin embargo, en el Sureste se
asistirá, como veíamos antes, a un progresivo aumento de la aridez y de especies xerófilas.

La Sierra de Segura, prolija en ríos, arroyos y manantiales, desarrollará una variada


y densa vegetación, convirtiéndose en un espacio codiciado por los grupos del Tardiglaciar,
ya que a estos territorios accederán cabra montés, ciervo, corzo, rebeco o jabalí 17,
acompañados de los depredadores que los acechan, como gato montés, lobo, zorro, oso…
Paralelamente, y desde el Magdaleniense final, se constata en el Levante peninsular la
extensión de los hábitats humanos a cotas por encima de los 800 msnm18.

15
J. E. Aura Tortosa y M. Pérez Ripoll, “Tardiglaciar y Postglaciar en la región mediterránea de la
Península Ibérica (13500-8500 B.P.): transformaciones industriales y económicas”, Saguntum num
25 (1992): 25-48; J. Bernabeu, J. E. Aura y E. Badal, Al Oeste del Edén. Las primeras sociedades
agrícolas en la Europa mediterránea (Madrid: Ed. Síntesis. 1995).
16
M. Muñiz Pérez, “El Epipaleolítico en la vertiente mediterránea de la Península Ibérica:
Investigaciones recientes”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie I, Prehistoria y Arqueología num 10
(1997): 175-213.
17
J. Yravedra Sainz de los Terreros, “Estrategias cinegéticas durante el Tardiglaciar en la fachada
mediterránea de la Península Ibérica”, Saguntum num 34 (2022): 29–42.
18
J. E. Aura; J. Fernández y M. P. Fumanal, “Medio físico y corredores naturales: notas sobre el
poblamiento paleolítico del País Valenciano”, Recerques del Museu d’Alcoi num 2 (1993): 89-107.
https://www.raco.cat/index.php/RecerquesMuseuAlcoi/article/view/184440.

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2. Un acercamiento al Paleolítico superior. El sustrato poblacional de partida y su


localización en el entorno, contorno y corazón de la Sierra de Segura

En la Rambla Perea, en la cuenca del Río Mula (Murcia), se encuentran tres


yacimientos Paleolíticos en proceso de investigación, dos de los cuales, Cueva Antón y La
Boja, están registrando la llegada del hombre anatómicamente moderno (HAM) al Sureste
de la Península Ibérica y su encuentro con los neandertales, hecho acaecido en la primera
mitad de 37000 BP, en la transición del Paleolítico Medio al Superior; las dataciones del
Musteriense tardío de Cueva Antón y del Auriñaciense evolucionado de La Boja se
superponen. En la Boja los niveles basales del Auriñaciense se sitúan dentro del intervalo
de 34.9–38.2 ka y los tres superiores dentro del intervalo de 33.9–35.6 ka19. La Cueva de
Ambrosio, en la comarca almeriense de los Vélez, al sur de la Sierra de Segura, presenta
niveles inferiores con materiales “claramente auriñacienses” que en Gorhams Cave de
Gibraltar da fechas de 28700±200 y 27869±300 BP y en la valenciana de Mallaetes de
29690±560 BP20.

La Cueva del Arco del Cañón de Almadenes (Cieza, Murcia), en el tramo medio del
río Segura, es uno de los yacimientos más destacados de los parajes de esa zona, siendo
el único, por ahora, con facies Gravetiense21, y datación de ocupación c. 31000-30000 cal
BP22, presentando también restos del Paleolítico Medio; el final del Paleolítico y el
Epipaleolítico están bien representados en este área en el Barrando de Los Grajos (Cieza,
Murcia), tributario del río Segura23.

En La Boja, el primer Nivel estratigráfico, Magdaleniense Superior, está fechado en


12605± BP (14700 cal BP) y 12965±40 BP (15600 cal BP) sobre muestras de Juniperus sp
(probablemente enebro) y Pinus nigra (pinus laricio); un Nivel Solutreo-gravetiense24 con
diversos hogares y datación de 16580±70 BP (19700 cal BP); otro Nivel del Solutrense
Superior de 19390±100 BP (23000 cal BP); Solutrense Inferior en 20980±110 BP y
20980±120 BP (25000 cal BP), y la más reciente identificación de niveles Auriñacienses25.

19
J. Zilhão et alii, “Precise dating of the Middle-to-Upper Paleolithic transition in Murcia (Spain)
supports late Neandertal persistence in Iberia”, Heliyon num 3 (2017).
https://www.heliyon.com/article/e00435/
20
F. J. Fortea Pérez y F. Jordá Cerdá, “La Cueva de Les Mallaetes y los problemas del Paleolítico
Superior del Mediterráneo español”, Zéphyrus num 26-27 (1975-1976): 129-166.
21
Este periodo cultural define la primera fase del Paleolítico Superior y se extiende en la Península
desde la llegada de los HAM hasta aproximadamente hace 25000 años.
22
D. Román Monroig e I. Martín Lerma, “Intervenciones arqueológicas en la Cueva del Arco (Cieza)”.
En J. Lomba (coord.), Arte rupestre y arqueología en los Almadenes (Cieza, Murcia). Intervención
integral tras el incendio de un paraje protegido y Patrimonio Mundial. Monografías CEPAR num 4
(2018): 395-414.
23
L. Lomba Maurandi e I. Martín Lerma, “El contexto: Prehistoria y Arqueología de Los Almadenes”.
En J. Lomba (coord.), Arte rupestre y arqueología en los Almadenes (Cieza, Murcia). Intervención
integral tras el incendio de un paraje protegido y Patrimonio Mundial. Monografías CEPAR num 4.
(2018): 147-180; M. San Nicolás del Toro, Arte rupestre en los abrigos del Pozo, Calasparra (Murcia:
Guía de visita (Ayuntamiento de Calasparra, 2019).
24
Como referencia general, el periodo cultural Solutrense se desarrolla entre c. 21000 y 17000 BP
(25000 a 20000 cal BP).
25
A. Lucena et alii, “La ocupación solutrense del abrigo de la Boja (Mula, Murcia, España). The
Solutrean occupation of La Boja rock shelter (Mula, Murcia, Spain)”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie
I, Prehistoria y Arqueología num 5 (2012): 447-454; A. Lucena y S. Martínez, “El abrigo de la Boja
(Rambla Perea, Mula) y el Paleolítico Superior en la Región de Murcia”, Orígenes y Raíces num 4
(2013): 6-10.

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 61

Por su parte, el yacimiento Finca de Doña Martina, colindante a La Boja, contiene


un Nivel Solutrense Superior con datación de C¹⁴ c. 23000 BP26. En el yacimiento de Piedras
Blancas, situado a una altitud de 1.400 msnm en la Sierra de los Filabres (Almería), se
encuentra la figura grabada de un caballo que se adscribe al Solutrense inferior 27.

La Cueva de Ambrosio28 tiene, asimismo, un registro de ocupación alrededor de


20000 BP29, aunque las pinturas en la cueva se habrían realizado unos 1.500 años antes,
en el Nivel IV del Solutrense Superior, con datación de 21520±120 BP, presentando tanto
motivos grabados como pintados. Esta es la secuencia de la cueva: Nivel II (Solutrense
Superior evolucionado): 19110±90 BP (23300-22700 cal BP), 19250±70 BP (23380-22940
cal BP), 19950 ± 210 BP (24460-23340 cal BP) y 20150 ± 200 BP (24640-23560 cal BP);
Nivel IV (Solutrense Superior): 21520±120 BP (26070-25030 cal BP)30.

Los autores de la reciente monografía sobre la prehistoria del paraje de Almadenes,


plantean que los lugares de las pinturas paleolíticas de Losares-Almadenes (Las Cabras,
Jorge y del Arco –Cieza, Murcia) fueran una estación de paso entre campamentos
estacionales que estuvieron en uso en el Solutrense Superior, entre esta comarca y las
cuevas de Rambla Perea31.

Ya en el interior de la Sierra de Segura, el paraje del Cortijo de El Tobar, en la


Dehesa de Letur y junto al tramo final del río Taibilla, contiene restos de utillaje lítico que
van desde el Paleolítico Inferior al Neolítico, y continuidad de ocupación ininterrumpida
hasta la actualidad, sino permanente sí recurrente32. El Abrigo del Molino del Vadico, cerca
de las juntas de los ríos Zumeta y Segura, tiene una secuencia de ocupación desde el
Paleolítico Superior al Neolítico33.

26
J. Zilhão et alii, “Dos abrigos del paleolítico superior en Rambla Perea (Mula, Murcia)”. En X.
Mangado Lllach (coord.), El Paleolítico superior peninsular. Novedades del siglo XXI: homenaje al
profesor Javier Fortea. (2010): 137-148.
27
J. Martínez García, “Un grabado paleolítico al aire libre en Piedras Blancas (Escúllar, Almería)”,
Ars Praehistorica num V-VI (1986-1987): 49-58.
28
E. Ripoll Perelló, “Excavaciones en Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco, Almería). Campañas 1958
y 1960”, Ampurias num XXII-XXIII (1960-61): 31-48.
29
S. Ripoll et alii, “Historia de las investigaciones recientes en la Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco,
Almería, España). Una visión veinte años después”. Espacio, tiempo y forma, Serie I. Prehistoria y
Arqueología num 5 (2012): 47-62.
30
S. Ripoll et alii, “El arte rupestre paleolítico de la Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería,
España). Una visión veinte años después”. Espacio, tiempo y forma, Serie I. Prehistoria y
Arqueología num 5 (2012): 75-98; F. J. Jordá et alii, “Geoarqueología, radiocarbono y
cronoestratigrafía del yacimiento solutrense de la Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco, Almería,
España)”, Espacio, tiempo y forma, Serie I. Prehistoria y Arqueología num 5 (2012): 63-74.
31
J. Lomba Maurandi e I. Martín Lerma, “El contexto: Prehistoria y Arqueología de Los Almadenes”…
157.
32
L. Soria Combadiera, “Hombres y herramientas del pasado más remoto. El Paleolítico y el
Epipaleolítico”. En F. J. Muñoz y P. Jiménez (eds.), Naturaleza, piedra y agua. (Ayuntamiento de
Letur, 2009): 17-20.
33
B. Córdoba y L. G. Vega, “Abrigo del Molino del Vadico”. Arqueología en Castilla-La Mancha.
Excavaciones, 1985. (1987): 79-85; L. G. Vega Toscano, “Excavaciones en el Abrigo del Molino del
Vadico (Yeste). El final del Paleolítico y los inicios del Neolítico en la cuenca del Alto Segura”. En J.
Blánquez Pérez, R. Sanz Gamo y Mª. T. Musat Hervás (coords.), Jornadas de Arqueología en la
Universidad Autónoma de Madrid. (1993): 19-34.

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 62

Aguas abajo de este último por el río Segura, el Paleolítico superior está bien
identificado en el Abrigo del Palomar, situado en la confluencia de los ríos Tus y Segura,
con facies Gravetiense, y una datación entre 28000 y 26400 BP en el Nivel IV 34. También
en la Cueva del Niño, en el curso del río Mundo, con una cronología de 22780±60 BP,
realizada a un hueso del único nivel de ocupación del Paleolítico superior de la cueva, a pie
de panel pintado, en un estadio cultural del final del Gravetiense-inicio del Solutrense35.

Figura 3
Gráfico de localización temporal y de altitud de yacimientos paleolíticos de la Sierra
de Segura y comarcas circundantes, así como de altitud de los grandes conjuntos
de arte rupestre naturalista postpaleolítico

34
L. G. Vega Toscano, “Análisis preliminar de las cadenas operativas en el material lítico procedente
del nivel IV del Abrigo del Palomar (Yeste, Albacete)”, Zona arqueológica num 7 (1). (2006): 397-
404; P. de la Peña Alonso, Sobre la unidad tecnológica del Gravetiense en la Península Ibérica:
implicaciones para el conocimiento del Paleolítico Superior Inicial (2011). [Tesis doctoral].
https://eprints.ucm.es/16630/1/T32978.pdf.
35
D. Gárate Maidagán y A. García Moreno, “Revisión crítica y contextualización espacio-temporal
del arte parietal paleolítico de la cueva de El Niño (Ayna, Albacete)”, Zéphyrus num 68 (2011): 15-
39; A. García Moreno, “El poblamiento paleolítico de la cuenca del río Mundo (Albacete)”, Archivo de
Prehistoria Levantina num XXX (2014): 1-16.

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Encarando el trecho final del Paleolítico36, tenemos en la Cueva del Nacimiento del
río Segura ocupación secuenciada con dataciones del Magdaleniense c. 16500 BP, del
Paleolítico final de 9250 a.C. (11200 BP); Epipaleolítico, 5670 a.C.; y Neolítico antiguo c.
4830 a.C. 37 (Ver figura 3).

En el ámbito de la subsistencia, las especies más cazadas en el Levante y Sur


peninsular durante el Paleolítico superior son: en primer lugar, los ungulados (cabras y
ciervos) y caballos de pequeño porte, en este orden; en menor número bóvidos y suidos
(jabalíes); y en el tercer puesto, lagomorfos (los conejos y liebres tendrán una presencia
destacada en determinados lugares y periodos, especialmente en las etapas finales del
Paleolítico) y aves. En la parte baja de la tabla alimentaria estaría la pesca, aunque,
asimismo, variando según las disponibilidades y circunstancias medioambientales
específicas de cada territorio38.

En el siguiente mapa (Figura 4) podemos visualizar la localización del conjunto de


yacimientos del Paleolítico superior en el sureste de la Península Ibérica39. En cuanto al
arte rupestre Paleolítico, en el entorno de la Sierra de Segura son tres los lugares
registrados: Cueva del Niño (Ayna, Albacete), Cueva de Ambrosio (Vélez-Blanco,
Almería)40, estos dos con datación citada arriba, y los tres sititos del paraje de Losares-
Almadenes: Cueva de Jorge, Cueva de las Cabras y Cueva del Arco (I y II), con una
cronología propuesta del Solutrense Superior evolucionado y Magdaleniense inicial 41.

36
El Magdaleniense mediterráneo se desarrolla grosso modo entre 14000 al 11000 BP. Ver: F. J.
Fortea Pérez, “El Paleolítico y Epipaleolítico en la región central del Mediterráneo peninsular. Estado
de la cuestión industrial”. Arqueología del país valenciano: panorama y perspectivas. Universidad de
Alicante. (1985): 31-52.
37
G. Rodríguez, “La cueva del Nacimiento”. Saguntum num 14 (1979): 33-38; Mª. D. Asquerino y P.
López, “La Cueva del Nacimiento (Pontones)”. Un yacimiento neolítico en la Sierra de Segura.
Trabajos de Prehistoria num 38 (1981): 109-152.
38
M. Martínez Andreu, “Nuevas propuestas para el estudio de las sociedades cazadoras-
recolectoras en el sureste peninsular”. Estudios de arqueología dedicados a la profesora Ana María
Muñoz Amilibia. Universidad de Murcia. 2003: 145-154; M. Martínez Andréu, “Síntesis del
Epipaleolítico en el Levante y Sur peninsular. Antecedentes y estado actual de la cuestión”. Anales
de Prehistoria y Arqueología num 5-6. (1989-1990): 49-58.
39
Junto con la bibliografía citada en el artículo, lo hemos elaborado con los siguientes trabajos: M.
C. Cacho Quesada, Secuencia cultural del Paleolítico Superior en el Sureste español. Trabajos de
Prehistoria num 37 (1980): 65-108; M. C. Cacho Quesada, El Paleolítico superior en el Sureste de la
Península Ibérica (1981). [Tesis doctoral].
https://eprints.ucm.es/52491/1/5309856194.pdf; J. Martínez García, “Arqueología y prehistoria en la
comarca de los Vélez (Almería): del paleolítico al neolítico”. Arqueología en la comarca de los Vélez
(Almería): homenaje al profesor Miguel Guirao Gea. (1994): 31-54; M. Martínez Andreu, “Paleolítico
Superior”. En J. J. Eiroa (coord.), Prehistoria de la Región de Murcia. (1995): 67-114; M. Martínez
Andreu, “Nuevas aportaciones al estudio del Solutrense murciano”, Veleia num 24-25 (2007-2008):
469-482.
40
S. Ripoll et alii, “El arte rupestre paleolítico de la Cueva de Ambrosio...
41
J. Salmerón, J., Lomba y Mª. Cano, “El arte rupestre paleolítico de Cieza: primeros hallazgos en
la Región de Murcia. Resultados de la I Campaña de Prospecciones Losares-Almadenes 93”,
Memorias de Arqueología num 8 (1998): 94-111; M. A. Mateo Saura, “El arte rupestre paleolítico en
la Región de Murcia”. Yakka num 11 (2001): 19-32; Estudios recientes del conjunto de Almadenes-
Losares en J. Salmerón et alii, “El arte paleolítico de la Cueva de Jorge”. En J. Lomba (coord.), Arte
rupestre y arqueología en los Almadenes (Cieza, Murcia). Intervención integral tras el incendio de un
paraje protegido y Patrimonio Mundial. Monografías CEPAR num 4 (2018): 331-342; J. F. Ruiz et alii,
“El arte paleolítico de la Cueva de las Cabras”. En J. Lomba (coord.), Arte rupestre y arqueología en

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Figura 3
Paleolítico Superior en el Sureste de la Península: localización de hábitats y de arte
rupestre. Señalamos las cotas de 700, 1.000 y 1.500 msnm. En la Sierra de las Cabras,
calares superiores del río Taibilla, se alcanzan prácticamente 2.100 m

Los conceptos de “movilidad estacional” y “nomadismo restringido” surgieron, parcial


y primeramente, como explicación a la funcionalidad de cuevas con arte rupestre del ámbito
cantábrico como lugares de agregación de los cazadores-recolectores especializados del
Paleolítico superior42. Posteriormente, se extienden a otras facetas esenciales de su modo
de vida, cuyos movimientos tendrían como referencia tres tipos de lugares: campamentos-
base de hábitat, campamentos especializados (cazaderos, talleres, lugares de
aprovisionamiento de marisco, vegetales o materias primas...) y santuarios y lugares de
reunión43. En el territorio de Andalucía llevan siendo estudiados a partir principalmente de
la industria lítica, junto a las manifestaciones artísticas parietales y el arte mueble, donde
se plantea la ocupación estacional por parte de bandas de un territorio dual: de montaña
interior y de zonas costeras; siendo utilizado, por un clima más benigno en el sur de la
Península, en dos periodos básicos: el invierno, por un lado, y de primavera a otoño, por
otro44. En la Cueva de Ardales (Málaga) se han identificado “frecuentaciones estables y

los Almadenes (Cieza, Murcia). Intervención integral tras el incendio de un paraje protegido y
Patrimonio Mundial. Monografías CEPAR num 4 (2018): 343-366.
42
M. Conkey, “The identifcatión of Prehistoric Huntes- Gatherer Aggregation Sites: The Case of
Altamira”. Current Anthropology num 21 (1980): 609-630; M. Conkey, “Les sites d'agrégation et la
répartition de l'art mobilier, ou : y a-t-il des sites d'agrégation magdaléniens?” Le peuplement
magdalénien. Acres du Colloque de Chancelade de 1988 (1992): 19-28.
43
P. Utrilla Miranda, “Campamentos-base, cazaderos y santuarios. Algunos ejemplos del paleolítico
peninsular”. Homenaje al Dr. Joaquín González Echegaray. (1994): 97-114.
44
P. Cantalejo Duarte, “Arte paleolítico del sur peninsular. Las manifestaciones costeras y los
santuarios del interior”. En J. Ramos (coord.), El Paleolítico Superior Final del río Palmones
(Algeciras, Cádiz). Un ejemplo de la tecnología de las comunidades especializadas de cazadores-
recolectores. (1995): 211-221; P. Cantalejo Duarte y M. M. Espejo Herrerías, “Arte rupestre

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regulares” durante el Paleolítico final y el Epipaleolítico, alternándose con estancias en la


Bahía de Málaga45. En la región valenciana se ha estudiado el movimiento estacional entre
la montaña, tierras bajas y costa a partir de, principalmente, las cuevas de Parpalló,
Mallaetes y Volcán, movimientos que fueron aumentando su frecuencia y distancia hacia el
final del Paleolítico, planteándose vías de desplazamiento estacional de decenas de
kilómetros46.

Grupos que se trasladan con una dinámica anual idéntica a la que posteriormente
desarrollarán los grupos de pastores y ganaderos, la “invernada y agostada”. Un factor
determinante sería la diversidad biótica que ofrecerían territorios medioambientalmente
bien distados, con variedades diferentes de especies tanto vegetales como animales, así
como la migración de las principales especies cazadas en estos territorios, la cabra montés
y el ciervo, que de esta misma forma buscarían los mejores pastos en cada estación del
año.
Los grupos humanos se concentrarían en determinadas épocas en los lugares de
agregación y asentamientos principales y se dispersarían en bandas más reducidas para la
búsqueda de alimentos y materias primas, utilizando campamentos temporales. Asimismo,
se cumplimentaban determinadas necesidades sociales, económicas y culturales, entre
ellas el contacto con otros grupos para favorecer la exogamia y el intercambio de objetos,
sobre todo en los encuentros producidos en los santuarios o lugares de agregación, como
los grandes centros de arte rupestre en cuevas. No obstante, también se valora el
movimiento de la cultura material e inmaterial con las relaciones intergrupales y el comercio-
intercambio, sin la obligación de desplazamientos del conjunto del grupo.
Aunque menos estudiado este comportamiento de nomadismo de medio recorrido
(a modo de trasterminancia) en el Sureste peninsular, sí se han planteado “movimientos”
entre estaciones específicas por parte de un mismo grupo, como sería el caso antes citado
de los pobladores del Paleolítico superior que habitaron las márgenes del río Segura en la
zona de Almadenes y las cuevas de la comarca de Mula, representando las cuevas pintadas
esos lugares de congregación tribal.
3. Algunas claves del Epipaleolítico-Mesolítico en el este peninsular
El Magdaleniense superior se extendería hasta el final del XIII° milenio BP, dando
paso de forma gradual a la siguiente etapa cronocultural47. La transición que sucede durante
la entrada del Holoceno es el denominado Epimagdaleniense o Epipaleolítico microlaminar
(aziloide), definido por Fortea Pérez48, y que tendría dos etapas: antiguo (c.11800-11000

paleolítico del sur peninsular. Consideraciones sobre los ciclos artísticos de los grandes santuarios
y sus territorios de influencia”, Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social
num 1 (1997): 77-96; V. Castañeda Fernández, “Las bandas de cazadores-recolectores portadoras
del tecnocomplejo solutrense en el suroeste de la Península Ibérica. La articulación social del
territorio”, Spal num 9 (2000): 245-256. http://hdl.handle.net/11441/46405
45
J. Ramos et alii, “Cueva de Ardales (Málaga): Geocronología evolutiva y cambios climáticos en el
Pleistoceno Superior y Holoceno. Los testimonios de su ocupación por formaciones sociales de
cazadores-recolectores, tribales y clasistas iniciales”, Mainake num 19-20 (1997-1998): 17-45.
http://hdl.handle.net/10498/21520.
46
I. Davidson, La economía del final del Paleolítico en la España oriental. Trabajos varios del SIP
num 85 (1989).
47
M. Muñiz Pérez, “El Epipaleolítico en la vertiente mediterránea…
48
F. J. Fortea Pérez, Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico mediterráneo
español. Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología num 4. Universidad de Salamanca
(1973).

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BP) y reciente (c.11000-10000 BP)49. Aparicio Pérez50, posteriormente a Fortea, propone


una denominación de Mesolítico dividiéndolo en tres etapas: la primera de transición
microlaminar, la segunda con la aparición del geometrismo y la última con elementos
trapezoidales. Esa primera etapa tiene su base directa en la tradición paleolítica, de sustrato
Magdaleniense, consistente en una evidente disminución del tamaño de los útiles, donde
los utensilios microlíticos encuentran su arranque en el Magdaleniense medio. La segunda
sería una evolución resultante, aunque ambas coincidirían durante cierto tiempo,
desarrollada entre el XI° y el VIII° milenio51. Esta secuencia bipartita se completaría con la
aparición de piezas de tradición sauveterroide, con datación en el XI° milenio BP y “el
avance de utillaje macrolítico…”52.

Lourdes Montessintetiza así el primer Epipaleolítico: “Las culturas más antiguas que
se introducen en este Holoceno, llámense Aziliense, Epigravetiense tardío, Epipaleolítico
microlaminar..., se caracterizan por su componente microlaminar como ya destacara
Fortea, y son consideradas como una persistencia de los modos de hacer y vivir
magdalenienses en proceso de adaptación progresiva a un medio en vías de recuperación
climática desde el mismo Alleröd. Por ello, suelen ser tratadas e incluidas en los estudios
relativos al Paleolítico”53

A grandes rasgos, en el Levante de la Península Ibérica tendríamos la siguiente


secuencia en la transición del Tardiglaciar al Holoceno: Magdaleniense superior, c. 14000-
13000 PB; Magdaleniense superior evolucionado, c. 13000-12000 BP; magdaleniense
final/Epimagdaleniense, c. 12000-11000 BP; Epipaleolítico microlaminar I, c.11000-10000;
Epipaleolítico microlaminar II, c. 10000-900054.

El término Mesolítico lo utiliza Aura Tortosa como definidor de un periodo final con
elementos macrolíticos y geométricos de tradición tardenoide, en la transición del IX° al VIII°
milenio, y entre los periodos climáticos boreal y atlántico55. En el NE peninsular, el abrigo
del Filador (Tarragona) ofrece una detallada estratigrafía que define el Paleolítico final y su
transición al Epipaleolítico, primero laminar y seguidamente geométrico, en todas sus
metamorfosis sin rupturas sino añadiduras que van haciendo más diversos y ricos los
tecnocomplejos56. El microlaminar, casi mimetizado con el Paleolítico superior final, se

49
D. Roman Monroig, "Nouveautés sur la séquence du Pléistocène final et l'Holocène initial dans le
versant méditerranéen de la Péninsule Ibérique à travers l'industrie lithique", L'Anthropologie num
116-5 (2012): 665-679.
50
J. Aparicio Pérez, “El Mesolítico en Valencia y en el Mediterráneo Occidental”, Serie de Trabajos
Varios num 59 (1979) http://mupreva.org/pub/90/en
51
J. E. Aura Tortosa y M. Pérez Ripoll. “Tardiglaciar y Postglaciar en la región mediterránea…
52
J. E. Aura et alii, “Epipaleolítico-mesolítico en las comarcas centrales valencianas”. En A. Alday
Ruiz (coord.), El mesolítico de muescas y denticulados en la cuenca del Ebro y el litoral mediterráneo
peninsular (2006): 65-120.
53
L. Montes Ramírez, “El Epipaleolítico reciente o Mesolítico en la Península Ibérica: estado de la
cuestión”, Cæsaraugusta num 78 (2007): 39-48.
54
C. R. Olària Puyoles, “Las dataciones de C14 del tardiglaciar al holoceno en la vertiente
mediterránea de la Península Ibérica: una hipótesis de periodización”, Revista d'arqueologia de
Ponent num 7 (1997): 7-24.
55
J. E. Aura Tortosa. “Cazadores emboscados: el Epipaleolítico en el País Valenciano”. En V.
Villaverde (coord.), De neandertales a cromañones: el inicio del poblamiento en las tierras
valencianas. (2001): 219-238.
56
P. García-Argüelles, J. M. Fullola y J. Nadal, “El abrigo del Filador (Margalef de Montsant,
Tarragona) y su contextualización cultural y cronológica en el Nordeste peninsular”, Trabajos de
Prehistoria num 62 (1) (2005): 65-84.

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desarrolla entre el XII° milenio BP y el X°; el geométrico nace en el XI° milenio para sustituir
totalmente al anterior en el X° milenio BP, “en el momento de máxima expansión de la facies
Filador (tecnológicamente sauveterroide)”; este yacimiento, por último, no presenta facies
Cocina, con trapecios y desaparición del microburil, que supondría la transición al Neolítico,
pero sí un Nivel diferenciado, definido como de “denticulados”, y que contiene cerámica,
con una datación de entre 8150±90 BP y 8515±50 BP. En esta misma cuenca final del río
Ebro, la Cueva del Parco brinda una datación para el tecnocomplejo microlaminar entre el
XI° y XII° milenio BP; al nivel geométrico, muy antiguo, le seguiría un hiato de ocupación
que se prolongará hasta una nueva etapa en el Neolítico antiguo epicardial (6120±90 BP)57.

En términos de dataciones absolutas con C14, y para el territorio valenciano, el


Epipaleolítico ofrece a día de hoy dataciones entre c.10.300 BP de la Cueva de Mallaetes
y 7400 del Abrigo de la Falguera. El primer periodo de tradición laminar–microlaminar
ocuparía un arco temporal aproximado de los primeros mil años. El Mesolítico –geométrico-
se situaría entre 8800 y 8000 BP, seguido de un emergente neolítico antiguo -con trapecios,
en otro paso de un proceso de mayor especialización en herramientas- de cazadores-
recolectores-pastores que se encuadraría cronológicamente en el VI° milenio BC (c. 8000-
7000 BP) con inicio en su primera mitad58.

El episodio último se escenificaría en las comarcas centrales valencianas dando


paso al grupo pionero del Neolítico cardial en mitad del VIII° milenio BP59. Según García
Atiénzar, en la serranía de las comarcas centrales de Alicante-Valencia se carece de un
sustrato poblacional mesolítico, y más concretamente en la cuenca del río Serpis60, lo cual
podría ser nada más que un episodio concreto y singular en un espacio determinado.

Según la teoría del “modelo Dual” de la escuela valenciana, al primer periodo


Epipaleolítico de facies microlaminar le seguiría otro geométrico precerámico, conocido
como facies Cocina, que sería el que entraría en contacto con los primeros neolíticos puros,
de los que irían adoptando progresivamente nuevas formas económicas ya productivas,
comenzando por la ganadería; a continuación, tendríamos el Neolítico perfectamente
tipificado en todas sus facetas. Una transición definida en el modelo teórico de “ola de
avance”, difusionista, un neolitismo foráneo lanzado desde el Levante hacia el oeste
peninsular que se desarrollaría en un proceso con una doble materialización de aculturación
directa e indirecta61.

57
P. García-Argüelles y J. M. Fullola, “La cueva del Parco (Alòs de Balaguer, Lleida) y el abrigo del
Filador (Margalef de Montsant, Tarragona): dos secuencias clave para el conocimiento del
Epipaleolítico en el Nordeste peninsular”. En A. Alday Ruiz (coord.), El Mesolítico de muescas y
denticulados en la cuenca del Ebro y el litoral mediterráneo. (2006): 121-133.
58
C. R. Olària Puyoles, “La problemática cronológica del proceso de neolitización en el País
Valenciano: una hipótesis de periodización”, Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló num
16 (1994): 19-38.
59
J. E. Aura et alii. “Epipaleolítico-mesolítico en las comarcas centrales valencianas… 103.
60
G. García Atiénzar, La neolitización del territorio. El poblamiento neolítico en el área central del
mediterráneo español. (2007). [Tesis Doctoral]. Universidad de Alicante.
61
J. Bernabeu, J. “Una visión actual sobre el origen y difusión del Neolítico en la Península Ibérica.
Ca. 5600 – 5000 cal. a.C.”. En O. García y J. E. Aura (coords.), El Abric de la Falguera (Alcoi,
Alacant). 8000 años de ocupación humana en la cabecera del río de Alcoi (2006):189-211; J.
Bernabeu et alii, Al Oeste del Edén... Igualmente, existe una amplia y conocida bibliografía en esta
línea de autores como J. Cabanilles, M. Oliver, O. García Puchol y otros.

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 68

En contraposición al modelo difusionista, para este territorio levantino hay


investigadores que proponen un desarrollo autóctono de la economía productiva, como en
los trabajos de investigación realizados en la Cova Fosca de Castellón. Junto a una
economía depredadora de caza (conejos, ovicápridos, caballos, ciervos…) y recolección (el
segundo componente alimenticio en importancia lo suponían los frutos de árboles) se
constata “La presencia de ovicápridos (Ovis aries y Capra hircus) de medidas menores a
las especies salvajes, nos documentan en esta Fase III ya una economía de pre-
domesticación “incidental”, inicial, así como la importancia que la obtención de carne
(suficiente para la supervivencia del grupo) supone, hasta el punto que desde inicios o mitad
del VIII° milenio consiguen “controlar” o «aislar» a algunos ovicápridos para asegurarse el
alimento básico: la carne”62. Carmen R. Olària63 insiste en el prendimiento endógeno de un
neolítico antiguo desde una base mesolítica propia en muy diversos lugares, y pone como
ejemplo numerosos trabajos de investigación llevados a cabo en yacimientos del conjunto
del actual territorio de Francia, incluso presentando algunos de ellos evidencias de
domesticación de diversas especies animales en ámbitos paleolíticos tardíos; en estas tesis
se postula el análisis realizado ya desde los 80´ del pasado siglo por David Rindos sobre el
origen diversificado y evolutivo endógeno de la agricultura a partir de fases sucesivas de
“domesticación incidental” de control de especies recolectadas, “domesticación
especializada” y arboricultura –que etiqueta como agroecología- y, finalmente, la agricultura
de plena domesticación vegetal… el neolítico cerealista. Un proceso fruto de una relación
simbiótica plantas-humanos, y con animales salvajes, de la que al cabo germinarían la
domesticación y la agricultura en su estadio pleno64.

En esta misma línea, una sólida corriente de investigación en Andalucía plantea que
en el sur/suroeste de la Península Ibérica se desarrolló una transición, en el inicio del
Holoceno, hacia una economía de producción de forma autónoma y autóctona, en la que
se identifica la domesticación de animales y plantas, acompañado esto de una industria
lítica con peculiaridades propias, presentando fechas que nos remontan como mínimo a la
mitad del VIII° milenio65.

Resumiendo, según esta corriente, asistimos a un proceso de “evolución cultural


general”, durante el Mesolítico, que se manifiesta en la industria lítica (microlaminar

62
C. R. Olària, J. Estévez y F. Gusi, “El consumo alimentario de los grupos humanos meso-neolíticos
en Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)”, Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló
num 7 (1980): 89-98.
63
C. R. Olària Puyoles, “El origen de la economía de producción: un proceso sin ruptura o una ruptura
sin proceso. Análisis de algunas evidencias en el Mediterráneo occidental”, Quaderns de prehistòria
i arqueologia de Castelló num 19 (1998): 27-42; C. R. Olària Puyoles, “Las mujeres y los orígenes
de la domesticación. Primeros testimonios de la transformación económica en el arco mediterráneo
peninsular del 11000 BP al 7000 BP”, Cuadernos de arte rupestre num 5 (2008-2010): 43-51.
64
D. Rindos, The Origins of Agriculture: An Evolutionary Perspective (New York: Academic Press,
1983). Entre los partidarios del origen local de un neolítico incipiente estarían también Barandiarán
y Cava.
65
M. Pérez et alii, “Los inicios de la economía de producción en la Bahía de Cádiz”. En A. A.
Rodríguez Casal (ed.), O Neolítico atlántico e as orixes do megalitismo. (1997): 677-690; J. Ramos
Muñoz, “El problema historiográfico de la diferenciación Epipaleolítico-Neolítico como debate
conceptual”, Spal num 9 (2000): 279-292; J. Ramos Muñoz, “Hacia la superación de los esquemas
normativos epipaleolítico-neolítico. Reflexiones desde el estudio de la tecnología del embarcadero
del río Palmones (Algeciras, Cádiz)”, Almoraima num 29 (2003): 97-107; J. Ramos Muñoz, “La
transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a las tribales comunitarias en el sur de la
Península Ibérica. Tecnología y recursos”. En A. Alday Ruiz (coord.), El Mesolítico de muescas y
denticulados en la cuenca del Ebro y el litoral mediterráneo peninsular (2006): 17-64.

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 69

epipaleolítica / geométrica mesolítica) y en una domesticación “incidental” o pre-


domesticación, de una serie de especies animales, y proto-hortícola, de especies
principalmente arbóreas, pero también de leguminosas y cereales; acompañados en
muchos casos de necesidades de almacenamiento que conducirá a la fabricación de
recipientes cerámicos66, y a los que podríamos añadir otros con elementos biodegradables
que no han dejado huellas, todavía conocidas para este periodo, como la madera o el
esparto.

Las pruebas arqueológicas de esta propuesta parecen surgir por todo el Sur y
Levante de la Península Ibérica, y en cada territorio las estructuras basales de sus formas
económicas se adecuarán a los recursos dominantes, imponiéndose la caza y la
recolección de frutos en zonas de interior y montaña, sobre los que irán actuando de forma
selectiva y de ensayo en un lento y progresivo proceso de neolitización, de tránsito de una
economía de subsistencia a la de producción67.

En el campo de la genética, los análisis de ADN mitocondrial de individuos de hace


entre 12000 y 7000 años BP, muestran que las poblaciones del occidente europeo son
autóctonas, procedentes de los grupos cromañoides. Pobladores que deberán adaptarse a
las nuevas condiciones bioclimáticas del Holoceno y, entre otros cambios de
comportamiento, habrán de seguir a las manadas de ciervos, cabras o bóvidos que se
trasladan a territorios ahora más idóneos para ellas, las montañas del interior 68. Y es aquí,
en este punto, donde emerge como colonizable un nuevo territorio: las tierras altas de la
fachada sur de la Sierra de Segura.

4. El poblamiento Epipaleolítico-Mesolítico en el entorno e interior de la Sierra de


Segura

En el ámbito de los asentamientos, en el entorno de la Sierra de Segura contamos


con la Cueva del Búho (Mula, Murcia), en realidad un amplio abrigo, que contiene una
diversidad de muestras de útiles de sílex, cuarcitas y calizas que abarcan desde un pleno
Magdaleniense hasta un neolítico con cerámicas lisas y hachas “toscamente
pulimentadas”69. La Finca de Doña Martina, también en Mula, se adscribiría en su nivel
superior a la primera fase microlítica. Asimismo, en el Abrigo de los Grajos (Cieza, Murcia),
situado en la vertiente meridional de la Sierra de Ascoy y a 5 km del cauce del río Segura,
se documentaron dos niveles antiguos del Paleolítico superior sobre los que hubo otros dos
niveles con cerámicas, estos con datación radiocarbónica de 7200±160 BP (5293 a.C.). En
este caso, y según sus investigadores, la cerámica podría ser un “elemento foráneo” entre
gentes autóctonas con un modo de vida todavía de cazador-recolector, por lo que
estaríamos asistiendo al momento de la aculturación con las gentes neolíticas llegadas a la
costa mediterránea del Levante hispano; o quién sabe si pertenecientes a un Mesolítico
autóctono de inicio de la neolitización. Los diferentes estudios llevados a cabo sobre los
materiales depositados en el Museo de Cieza, plantean dos horizontes muy similares, el de

66
C. R. Olària Puyoles, “El tránsito hacia las economías de producción de las últimas tribus
cazadoras-recolectoras del Mediterráneo peninsular: una reflexión acerca de la validez de las tesis
difusionistas frente a las evolucionistas”, Quaderns de prehistòria i arqueologia de Castelló num 24
(2004-2005): 43-61.
67
C. R. Olària Puyoles, “El tránsito hacia las economías... 45 y ss.
68
C. R. Olària Puyoles, “El tránsito hacia las economías... 55.
69
M. Martínez Andréu, “Aproximación al estudio del Epipaleolítico en la Región de Murcia”, XVI
Congreso Nacional de Arqueología (1983): 39-51.

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 70

un epipaleolítico microlaminar70 y el Paleolítico superior o final71, aunque en este periodo


con elementos líticos con retoques propios del Solutrense72; también presenta estos niveles
la Cueva de Ambrosio. En los cercanos Abrigos del Pozo (Calasparra, Murcia), la primera
ocupación se remonta al Epipaleolítico con datación c. 8200 BP73.

Ya en el interior de la Sierra74, en la zona oriental de la provincia de Jaén, en la que


discurren los ríos Frío, el Zumeta y el Segura, han sido documentados y excavados varios
yacimientos con secuencias del Paleolítico superior, Epipaleolítico y Neolítico; también se
han estudiado varios abrigos que albergan arte rupestre tanto Levantino como
Esquemático. En este entorno cercano a nuestro territorio de interés, sigue siendo uno de
los referentes obligados la Cueva del Nacimiento, encontrándose, también, a algo más de
25 km al suroeste el Abrigo de Valdecuevas (Cazorla, Jaén), que muestra materiales del
final del mesolítico-neolítico75.

En el primer estudio de la Cueva del Niño (en el río Mundo) se proponía que tuvo
algún tipo de ocupación en el Epipaleolítico, dando ese Nivel una datación de radiocarbono
en torno al 7000 BP76. La datación de la denominada Trinchera de Arte Levantino, asociada
teóricamente a las pinturas levantinas del exterior de la cavidad, ofrecen una cronología
aproximada de 6000 BP, donde además hemos de valorar ciertas soluciones tendentes a
la esquematización de algunas de las figuras, presentando, asimismo, cerámicas tanto lisas
como con decoración impresa e incisa. Sin embargo, la mayor parte del material lítico de
este yacimiento es postpaleolítico, “con una elevada laminaridad y la presencia de
microlíticos geométricos”77. Todos estos elementos, herramientas pétreas, la cerámica, las
pinturas y las dataciones de C14, no terminan de cuadrar en un periodo cultural homogéneo,
ya que unos nos situarían en un Paleolítico final, Epipaleolítico estándar, pasando por el
Mesolítico y con referencias que nos llevan a un Neolítico definido. Especialmente
llamativas son las dataciones radiocarbónicas, que comparadas con los estadios definidos
en el área litoral y prelitoral valenciana, nos situarían entre el final del Mesolítico y un
Neolítico pleno.

Los autores de la reciente revisión de los registros arqueológicos de Cueva del Niño,
están en la línea de la llegada foránea del mundo Neolítico, y que este periodo de ocupación
registrado correspondería a su uso como campamento estacional o simplemente redil de

70
F. J. Fortea Pérez. “El Paleolítico y Epipaleolítico en la región central…
71
M. Martínez Andreu, “El Barranco de los Grajos y el Paleolítico Superior”. Historia de Cieza, vol. I:
Cieza Prehistórica: de la depredación al mundo urbano (Ayuntamiento de Cieza: 1995), 50-67; J.
Salmerón Juan y Mª. J. Rubio Martínez, “El Barranco de Los Grajos (Cieza, Murcia): revisión de un
interesante yacimiento prehistórico”, XXI Congreso Nacional de Arqueología (1995): 1995: 589-602.
72
J. Lomba Maurandi e I. Martín Lerma, I. “El contexto: Prehistoria y Arqueología de Los
Almadenes… 158-9. En este artículo de la monografía se relaciona la historia de la investigación de
este abrigo.
73
M. San Nicolás del Toro, Arte rupestre en los abrigos del Pozo...
74
Sobre el proceso de neolitización del área del Alto Segura trató M. A. Mateo Saura: “Arte rupestre
y neolitización en el Alto Segura”, Anales de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Murcia
num 13-14 (1997-1998): 39-46; y M. A. Mateo Saura: “La llamada «fase pre-levantina» y la cronología
del arte rupestre levantino. Una revisión crítica”, Trabajos de Prehistoria num 59 (1). (2002): 49-64.
75
I. Sarrión Montañana, “Valdecuevas, estación Meso-Neolítica en la Sierra de Cazorla (Jaén)”.
Saguntum num 15 (1980): 23-56.
76
I. Davidson, y A. García Moreno, “La excavación arqueológica de la Cueva del Niño (Ayna,
Albacete) de 1973: secuencia estratigráfica y materiales”, Al-Basit num 58 (2013): 91-117.
77
A. García Moreno et alii, “El Neolítico de la cueva del Niño (Ayna, Albacete) en el contexto de la
Sierra del Segura”, Complutum num 26 (1) (2015): 91-111.

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ganado, lugar satélite tal vez de asentamientos ubicados en áreas de llanura, realizándose
aquí labores de pastoreo temporal complementada con una actividad cinegética menor,
dejando abierta la posibilidad de ser grupos autóctonos aculturizados. Este mismo es el
proceso propuesto para la Cueva del Nacimiento y conjunto de la Sierra de Segura por G.
Rodríguez78, en la línea, igualmente, de los postulados de la introducción exógena del
Neolítico a través de la costa septentrional del Mediterráneo y su consiguiente difusión hacia
el interior de la Península Ibérica desde la fachada oriental79. En el caso de la Sierra de
Segura, el horizonte material está siendo asociado al del Levante, diferenciado del andaluz,
lo que a su vez explicaría la ausencia de arte Levantino más allá del grupo de Quesada y
Sierra Mágina80. Aunque, por otro lado, se han puesto sobre la mesa influencias del grupo
de Sierra Harana (Granada) con la Cueva del Nacimiento 81, y de algunas soluciones
decorativas en cerámica de yacimientos del Alto Segura y del Noroeste murciano 82. Esto
apuntaría a la frecuentación de una o varias vías de comunicación transcendentes hasta la
actualidad, en dirección este-oeste las que comunican el Levante con Andalucía, con varias
opciones, de sur a norte: a) por el ancho corredor que va desde Caravaca de la Cruz a La
Puebla de D. Fadrique; b) por el interior de la Sierra, Campo de San Juan de Moratalla y
cuenca alta del Taibilla por Nerpio; c) por el curso del río Segura o paralelo a este.
En la sierra de Segura son pocas las excavaciones sistemáticas llevadas a cabo y
ninguna para este periodo en las zonas altas de la fachada meridional, que son las que
albergan el mayor número de abrigos con pinturas Levantinas, lo cual es un importante
hándicap para profundizar en cualquier hipótesis.

En el específico ámbito geográfico de nuestro trabajo, la comarca del Alto Segura,


tenemos los siguientes yacimientos documentados para el Epipaleolítico-Mesolítico83:

Río Tus:84
1. 07020860004- Cueva de las Cañadicas. En el tramo final del río, covacha localizada en
la ladera sur de un pequeño escalón rocoso.
2. 07020860006- Abrigo del Palomar. Pequeño abrigo localizado en la parte baja de la pared
de un cerro que se asoma al pantano de la Fuensanta.

Río Zumeta:
3. 07020860057- Abrigo del Molino del Vadico. Abrigo de 14 x 4 m con una pequeña visera
de toba85.

78
G. Rodríguez, “Últimos cazadores y neolitización del Alto Segura”. II Congreso de Arqueología
Peninsular (1997): 405-414.
79
Mª. Cruz Berrocal, “The Early Neolithic in the Iberian Peninsula and the Western Mediterranean:
areview of the evidence on migration”. Journal of World Prehistory num 25 (2012): 123-156. doi:
10.1007/s10963-012-9059-9.
80
M. A. Mateo Saura, “La llamada «fase pre-levantina»…; M. A. Mateo Saura, M. A. “En la
controversia de la cronología del arte rupestre levantino”, Cuadernos de Arte Rupestre num 2 (2005):
127-156.
81
Asquerino, M. D. y López, P. “La Cueva del Nacimiento (Pontones)…
82
Mateo Saura. M. A. y Carreño Cuevas, A. “Aportaciones al conocimiento de neolitización en el alto
Segura: el abrigo del Cornibeleto II (Nerpio, Albacete)”, Al-Basit num 54 (2009): 165-184.
83
En la primera parte de este trabajo ya adelantábamos un mapa de poblamiento prehistórico y arte
rupestre. Ahora lo hacemos específicamente del poblamiento Epipaleolítico y del arte rupestre
Levantino.
84
Los siguientes yacimientos pertenecientes a la Comunidad de Castilla – La Mancha son referidos
con el número de registro de la Carta Arqueológica.
85
B. Córdoba y L. G. Vega. “Abrigo del Molino del Vadico...

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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 72

Río Segura:
4- Cueva del Nacimiento del río Segura, en el término de Santiago-Pontones.
5- 07020860107- Cueva del Pez. Abrigo localizado en la margen derecha del río Segura.
Aparecen lascas de microlitos y cerámica a mano lisa.
6- 07020860101- La Donal 3. Hábitat en una terraza en la margen izquierda.
7- 07020860107 - Loma de Tinjarra 2. En llano, en la parte más baja de la ladera sur de
una loma situada junto a la desembocadura del arroyo de Tinjarra.

Sierra de Lagos:
8- 07020860090- Cueva del Calabobos. En la parte baja de la ladera sureste de la Sierra,
con 10 m de profundidad. Tiene continuidad de uso en el Neolítico.
Río Taibilla
9- 07020420001 – Cortijada de El Tobar. En el tramo final del río, yacimiento en llano pero
sobre una gran roca de piedra toba con abrigos en alguno de sus lados. Se han recogido
en superficie materiales del periodo Epipaleolítico que corresponden a la industria
microlaminar86. A unos cientos de metros se localiza un enterramiento en abrigo del periodo
Neolítico.
10- Abrigo del Cornibeleto II87. Se encuentra en el tramo medio del río Taibilla, unos 10 km
aguas arriba del anterior. Es un abrigo grande de 20 m de fachada, 6 de profundidad y de
3 alto, cerrado con una tapia de piedras para acondicionarlo como aprisco de ganado. El
reducido número de materiales estudiados proceden de una prospección superficial tras su
descubrimiento. En productos líticos se recogieron un raspador sobre lasca y retoque
abrupto; un fragmento de lámina de dorso apuntada de sección trapezoidal; una lámina de
dorso de sección trapezoidal; trapecio talado con técnica de microburil y retoque abrupto.
De cerámica, varios fragmentos lisos y decorados con acanaladuras horizontales,
acanaladuras paralelas, incisiones y acanaladuras y cordones con impresiones.

Arroyo de Benizar:
11- 07020720037- Cueva Higuera. Al este de Peña Bermeja, la cueva conserva un aprisco
todavía en uso. En la ladera aparecen restos de lascas y de herramientas de sílex. Pudo
ser un taller.

El conjunto lítico del Cornibeleto II se corresponde técnicamente con una fase


antigua del Epipaleolítico, pero acompañado de cerámicas, en consonancia con la
documentada en otros yacimientos de la Sierra como Cueva del Nacimiento y Molino del
Vadico, y, apoyado en la datación (no calibrada) obtenida en el Nacimiento, se situaría en
la mitad del VIII° milenio BP. A continuación, aparece en la Cueva del Nacimiento y
Valdecuevas material lítico del Mesolítico, estadio en el que se comienzan a registrar los
elementos propios de la neolitización88. Un proceso que, por ahora, presenta singularidades
como el Molino del Vadico, donde, en un escenario material del epipaleolítico antiguo, los
registros de fauna domesticada de ovicápridos son superiores a los de salvaje cazada 89.

Pero el gran protagonista en nuestro territorio y en esta etapa será el arte rupestre
Levantino en abrigos y covachas, que en el siguiente mapa lo incluimos junto a la
localización de los yacimientos citados. Nos llama la atención el hecho de que el Abrigo del

86
L. Soria Combadiera. “Hombres y herramientas del pasado más remoto… 20.
87
M. A. Mateo Saura y A. Carreño Cuevas, “Aportaciones al conocimiento de neolitización...
88
M. A. Mateo Saura y A. Carreño Cuevas, “Aportaciones al conocimiento de neolitización... 177-
178
89
B. Córdoba y L. G. Vega. “Abrigo del Molino del Vadico…

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Cornibeleto II sea el único yacimiento, por ahora conocido, eso sí, que se localice dentro
del “territorio del arte rupestre”. No obstante, sería lógico y de esperar que con el tiempo se
encuentren yacimientos epipaleolíticos-mesolíticos que justifiquen la imponente presencia
de arte pintado en roca.

Figura 5
Comarca del Alto Segura: localización de asentamientos del paleolítico final, epipaleolítico
y arte rupestre Levantino. Aparecen numerados con la referencia
del texto los sitios epipaleolíticos

Saliendo de la Sierra, continuamos encontrando yacimientos del final del Paleolítico,


Epipaleolítico y Mesolítico en el itinerario que proponíamos como nexo del arte Levantino.
Siguiendo el “Camino” hacia la Meseta encontramos el yacimiento de Cueva Blanca
(Hellín)90, un abrigo situado en una ramificación de la Sierra de Enmedio y a 5 km del gran
abrigo de Minateda. Además del material lítico, se pueden subrayar dos elementos: dos
fragmentos de un mismo recipiente de cerámica lisa y un conjunto de pinturas rupestres en
rojo, de adscripción inicial Levantino pero con tendencia a la esquematización, destacando
la figura de un ciervo. Sus investigadores consideran, en el análisis del nivel más
significado, que “parece corresponder a un momento de la secuencia epipaleolítica
geométrica, facies Cocina I-II, que testimonia la ocupación esporádica de grupos humanos,

90
A. Mingo et alii, “El abrigo de Cueva Blanca: un yacimiento de la transición al Neolítico antiguo en
el campo de Hellín (Albacete)”. 5º Congresso do Neolítico Peninsular. (2015):117-122; A. Mingo et
alii, “El yacimiento mesolítico de Cueva Blanca (Hellín, Albacete): 6 años de investigación
multidisciplinar”. Actas de la I Reunión Científica de Arqueología de Albacete (2016): 271-286.

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probablemente cazadores-recolectores, que disponían de un recipiente cerámico liso” 91. El


equipo de investigación afirma que este abrigo no se encuentra en una vía de paso que
comunique las cubetas de Minateda y Jumilla, considerando que está en un punto recóndito,
apartado. De esto disiento totalmente, porque sí se localiza en una zona de paso,
concretamente en el borde de un valle longitudinal, la Cañada Vicente, entre las sierras de
Enmedio y las Cabras, por una vertiente, y del Candil, de la Tienda y del Molar, por la otra,
por donde discurre la carretera CM-3212, la vía de comunicación más directa entre Hellín y
Jumilla, y, como indica su nombre, una ruta ganadera.

A una distancia aproximada de entre 7 y 8 km al sureste de Cueva Blanca,


encontramos un conjunto de estaciones arqueológicas prehistóricas, localizadas en la
Sierra de la Tienda, en los municipios de Hellín y Jumilla. En término de Hellín se hallan
dos abrigos con arte rupestre Levantino y Esquemático (Pico Tienda I y II), y cerca de ellos
un asentamiento (Pico Tienda III). Este último ha sido excavado recientemente y los
resultados preliminares lo sitúan sus investigadores en un Neolítico antiguo, “aunque en su
fase más temprana”, destacando el alto número de fragmentos de cerámica recuperados.
La datación por termoluminiscencia sobre una muestra cerámica la sitúa, con una
desviación amplia propia de esta técnica, entre finales del VI° milenio y primera mitad del
IV° BC (5760-3652 BC)92.

Seguidamente, y hacia el NE, tenemos una relación de yacimientos que se reparten


entre abrigos con arte rupestre (Levantino y Esquemático) y asentamientos epipaleolíticos
y neolíticos, los cuales forman parte de un estudio cuyos objetivos son “relacionar las
estaciones con Arte Rupestre Prehistórico, con las áreas de captación de recursos de los
yacimientos próximos”93. Según sus autores, se puede establecer una correspondencia de
algunos de los sitios epipaleolíticos, y sus áreas de captación de recursos, con
determinados abrigos pintados con arte Levantino, así como entre otros neolíticos y arte
rupestre Esquemático, con un marco de adscripción cultural diferente al que mantienen los
investigadores de Cueva Blanca y Sierra de la Tienda. Como conclusión, exponen que “Sí
parece clara la vinculación de abrigos y cuevas con rutas, algunas olvidadas y
desaparecidas, y otras fosilizadas en vías pecuarias. Y por ende una relación directa con
manantiales y humedales, infiriéndose que los antiguos cazaderos, con el correr de los
tiempos, se transformaron en abrevaderos, pues las manadas de animales silvestres, se
convirtieron en rebaños”94. Quizás la vía más destaca se desarrolla en el amplio valle que
jalonan las citadas sierras de la Tienda y el Molar, en un lado, y las sierras de Santa Ana y
Larga en el otro, discurriendo por el centro la Rambla del Judío en dirección al río Segura,
y no lejos del paraje de Los Grajos. Este ruta que se encamina a tierras andaluzas
bordeando la Sierra de Segura por sus fachadas este y sur, a la vez que por el interior de
ella se recorre el territorio de arte Levantino desde los campos altos de Moratalla, el curso

91
A. Mingo et alii, “Caracterización del yacimiento de Cueva Blanca (Hellín, Albacete). Nuevas
aportaciones para el debate en torno a la transición del Mesolítico al Neolítico antiguo en el Sureste
peninsular”. Complutum num 23 (1) (2012): 63-75.
http://dx.doi.org/10.5209/rev_CMPL.2012.v23.n1.39531
92
A. Mingo et alii, “Resultados preliminares de los trabajos efectuados en el yacimiento del Neolítico
antiguo de Pico Tienda III (Hellín, Albacete)”, Actas de la I Reunión Científica de Arqueología de
Albacete. (2016): 287-298.
93
E. Hernández Carrión y E. Gandía Cutillas, “Arte rupestre prehistórico y territorio. El caso del
altiplano Jumilla–Yecla (Murcia)”. Sociedades prehistóricas y manifestaciones artísticas. Imágenes,
nuevas propuestas e interpretaciones. Sociedades prehistóricas y manifestaciones artísticas.
Colección Petracos 2 (2019): 179-184.
94
E. Hernández Carrión y E. Gandía Cutillas, “Arte rupestre prehistórico y territorio... 184.

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alto del río Taibilla, el del Zumeta y el del Segura para salir a la cuenca alta del río
Guadalquivir.

En estos sectores del entorno de la Sierra de Segura, el Neolítico pleno se localiza,


primero, en diversas cuevas o abrigos del río Segura o afluentes bajos, como el Argos y el
Quípar. Sitios como Los Grajos, La Serreta y El Pozo (estos dos en el Cañón de Almadenes
del río Segura), o la Rogativa (ya en plena Sierra de Segura), presentan cerámicas cardiales
e incisas, dando el Abrigo del Pozo una cronología de 5150 cal BC, y con un arco
cronológico general para este territorio de finales del VI° milenio-principios del V° cal BC95.

5. La problemática de la relación arte paleolítico-arte postpaleolítico

Uno de los grandes debates generales sobre temas de la Prehistoria europea tiene
que ver con el arte rupestre, el de los grupos de cazadores-recolectores del Paleolítico
superior, del Epipaleolítico y Neolítico. Son diversos los campos de batalla abiertos, entre
ellos estos tres: ¿qué fue del arte Paleolítico?; ¿dónde, cómo y quiénes fueron responsables
del surgimiento del estilo Levantino?; ¿puede el segundo ser heredero o resultado del
primero?

Aunque no entra entre los objetivos de este artículo a la discusión sobre la filiación,
etapas o estilos del arte rupestre Paleolítico y Postpaleolítico, si enmarcaré la problemática
en busca de respuestas para estas preguntas, aunque limitándome a referenciar las
principales tendencias en la investigación, ya que esto sí nos puede ayudar a uno de los
objetivos: aproximarnos al origen, tanto estilístico como territorial, del arte Levantino.
Hace unas décadas, Villaverde Bonilla abogaba, apoyado en datos estadísticos, que
la mayor parte del arte Paleolítico de la cuenca mediterránea era pre-Magdaleniense96, lo
que conllevaría, a mi juicio, la existencia de un “cierto vacío artístico”, tanto territorial como
temporal, y un hecho de ruptura respecto de los venideros fenómenos artísticos
postpaleolíticos. Sin embargo, en la actualidad la visión expuesta por este investigador es
muy diferente, ya que los hallazgos de conjuntos de arte grabado en roca en la fachada
mediterránea van en la dirección de un arte finipaleolítico con figuras de animales con
tendencia naturalista y signos, además en territorio que seguidamente sería de arte
Levantino97.
El arte rupestre del final del Paleolítico superior está siendo localizado en amplios
territorios de la Península Ibérica. Se ha propuesto su agrupación en cuatro grandes
sectores98: arte Cantábrico, en la cornisa homónima y tramo alto del río Ebro; en la Meseta,

95
J. J. Eiroa García, “El Neolítico”. Historia de la Región de Murcia (I). La Prehistoria. (1994): 115-
137; C. Martínez Sánchez y M. San Nicolás del Toro, “El Neolítico en Murcia. Continuidad y cambio
durante el Calcolítico”, Estudios de Arqueología dedicados a la profesora Ana María Muñoz Amilibia.
(2003):155-176; G. García Atiénzar. La neolitización del territorio… 901-902; M. San Nicolás del
Toro. Arte rupestre en los abrigos del Pozo…
96
V. Villaverde Bonilla, Arte paleolítico de la Cova del Parpalló. Estudio de la colección de plaquetas
y cantos grabados y pintados. 2 vols. (Valencia: Museu de Prehistòria de València, 1994).
97
R. Martínez, P. M. Guillem y V. Villaverde, “Grabados rupestres de estilo paleolítico en el norte de
Castellón”, Arte prehistórico al aire libre en el sur de Europa (2009): 325-236.
98
P. Cantalejo Duarte, "Las manifestaciones gráficas de las sociedades del Paleolítico superior en
la Serranía de Ronda (Málaga, España)". I Congreso internacional de historia de la Serranía de
Ronda. Las ocupaciones por sociedades prehistóricas, protohistóricas y de la antigüedad en la
Serranía de Ronda y Béticas Occidentales. (2015).

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localizado en la cabecera del río Duero y en los tramos intermedios del Duero, Tajo y
Guadiana en una alineación norte-sur coincidente en parte grosso modo con la Vía de la
Plata; el andaluz, con subgrupos en Cádiz, Málaga-Granada, Jaén-Córdoba y Almería99; en
la fachada este mediterránea, con una concentración importante de arte mueble en
plaquetas y grabados en las provincias de Alicante, Castellón y Tarragona, donde
igualmente habría que ubicar las pinturas del grupo del interior del SE peninsular:
Almadenes, Cueva del Niño y Cueva de Ambrosio (también con presencia de grabado), que
a su vez se entroncaría con el grupo del SE de Almería. Esta división territorial, apoyada en
las propias industrias líticas, situaría nuestra zona en el espacio central de la denominada
facies mediterránea del Magdaleniense, que se extendería por la cuenca mediterránea
desde el sur de Cataluña hasta el sur y centro de Portugal, recorriendo todo el territorio
andaluz100.

Diez años atrás, Viñas, Rubio y Ruiz101 realizaron un exhaustivo compendio de


trabajos en los que se documentaba la técnica de grabado con trazo fino y estriado,
acompañada en no pocos lugares con restos de pintura, y algunas con trazos someros.
Registrada en plaquetas y abrigos al aire libre en el área levantina y en la Meseta, con
temáticas zoomorfas (ciervos, bóvidos, cabras) y signos abstractos, principalmente,
coincidiendo en muchos sitios con figuras pintadas plenamente Levantinas. Según dichos
autores, “Estos hallazgos señalan, por una parte, la sucesión de temáticas faunísticas y
estilos con una técnica originada en el Paleolítico: el grabado fino y estriado, que alcanza
el final del Paleolítico con el estilo V, y el cual se transmite a las etapas postpaleolíticas”.

En la actualidad, disponemos un amplio repertorio de sitios en la Península con


grabados en roca de grandes figuras de animales, con o sin relleno, reticulados y otros
elementos geométricos, pintura figurada de zoomorfos y antropomorfos; asimismo,
numerosos yacimientos con placas o guijarros grabados. Esos lugares están acompañados
en sus territorios, como no podía ser de otra forma, por asentamientos al aire libre o en
covachas desde el Paleolítico final sin interrupción. Se tienen dataciones de estratigrafías
finipaleolíticas del XIII° milenio BP, y en los determinados por sus tecnocomplejos como
epipaleolíticos, se han dado dataciones de mitad del IX° milenio BP, habiéndose encontrado
una placa grabada similar a los de la Cueva de la Cocina con una datación para su estrato
también de ese milenio102.
En la Meseta Norte, Extremadura y Portugal, en las cuencas de los ríos Duero, Tajo
y Guadiana, están siendo también muy bien documentadas series de arte que arrancan en
el Paleolítico final y continúan sin interrupción hasta el Neolítico pleno, naturalista

99
J. L. Sanchidrián et alii, “Dates directes pour l’art rupestre d’Andalousie (Espagne)”, International
Newsletter On Rock Art num 29 (2001): 15-19; J. Martínez García, “Arte rupestre Paleolítico en
Andalucía: la evidencia simbólica de los cazadores-recolectores en el sur de la Península Ibérica”.
En I. Escobar y B. Rodríguez Álvarez (coords.), Arte sin artistas. Una mirada al Paleolítico (2012-
2013): 225-256.
100
V. Villaverde et alii, “The end of the Upper Palaeolithic in the Mediterranean basin of the Iberian
peninsula”, Quaternary International num 273 (2012): 17-32. doi:10.1016/j.quaint.2012.04.025
101
R. Viñas, A. Rubio y J. F. Ruiz, “La técnica paleolítica del trazo fino y estriado entre los orígenes
del estilo levantino de la Península Ibérica. Evidencias para una reflexión”, Préhistoire, art et sociétés:
bulletin de la Société Préhistorique de l'Ariège num 65-66 (2010-2011): 165-178.
102
H. Collado Giraldo y J. J. García Arranz, “10.000 años de arte rupestre. El ciclo preesquemático
de la Península Ibérica y su reflejo en Extremadura (España)”. Actas del Congreso IFRAO 2009–
Parque Nacional de la Sierra de Capivara (Piauí, Brasil). Fumdhamentos num IX. Vol. IV: (2010):
1167-1192.

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y geométrico, incluyendo sitios al aire libre103. Evidenciándose, del mismo modo, la


ocupación, explotación y marcaje de los mismos espacios con potencialidades económicas
y de supervivencia, que utilizarían seguidamente los grupos de cultura epipaleolítica,
neolítica y metalúrgica, en un proceso sin interrupciones104.

Y es aquí donde entra en juego el denominado “Estilo V”105, una secuencia de


transición natural entre el arte solutreo-magdaleniense y el puramente Epipaleolítico,
presente tanto en cuevas como al aire libre y en soporte mueble, con tendencias naturalistas
y geométricas, junto a una progresiva presencia de la figura humana. En lo material se
enmarcaría en el periodo de evolución magdaleniense-aziliense-epipaleolítico
microlaminar, con una cronología aproximada de 11500-11000 BP, siendo un fenómeno,
además, extensible a buena parte de la Península. Este encadenamiento sin solución de
continuidad ya fue predicho por prehistoriadores como Breuil, Ripoll o Beltrán, y está
teniendo en las últimas décadas una cada vez mayor corroboración sobre el apoyo de
numerosas excavaciones arqueológicas y revelación de nuevos paneles rocosos pintados
o grabados por toda la Península, así como en otros territorios de la fachada superior de la
cuenca mediterránea.

Recientemente, en otoño de 2019, se descubrió un enorme elenco de más de 100


figuras grabadas en el fondo de La Cova de la Font Major (Tarragona). Aunque todavía no
ha sido publicado en ámbitos científicos este sorprendente hallazgo, sí se ha transmitido
alguna información a medios de divulgación, como la datación de este conjunto en el 15000
BP, aproximadamente. En una de estas publicaciones se dice lo siguiente: “Este conjunto
de arte rupestre del Período Magdaleniense se circunscribe a grabados, la mayoría
figurativos, que representan animales como ciervos, caballos y bueyes, aunque también
hay símbolos abstractos. Algunos de los grabados podrían ser ligeramente más antiguos y
otros podrían pertenecer a etapas más recientes, como el Neolítico. Con todo, su número
y calidad lo convierten en uno de los conjuntos más significativos de este arte en lo que se
conoce como provincia paleolítica mediterránea"106.

¿Y qué hay del Estilo Levantino del Arco Mediterráneo? Existe una corriente de
investigadores que aseveran que sería una respuesta a la llegada de los neolíticos107,

103
R. de Balbín Behrmann, “El Arte Rupestre Paleolítico al aire libre en la Península Ibérica”. En R.
de Balbín (coord.), Arte prehistórico al aire libre en el sur de Europa (2009): 19-56.
104
P. Bueno Ramírez, “Espacios decorados al aire libre del occidente peninsular. Territorios
tradicionales de cazadores-recolectores y de productores”. En R. de Balbín (coord.), Arte prehistórico
al aire libre en el sur de Europa (2009): 323-346.
105
P. Bueno, R. de Balbín y J. J. Alcolea, “Estilo V en el ámbito del Duero: cazadores finiglaciares
en Siega Verde (Salamanca)”. En R. de Balbín (coord.), Arte prehistórico al aire libre en el sur de
Europa. (2009): 259-286.
106
Situada en la localidad tarraconense de L'Espluga de Francolí, viene siendo excavada desde hace
algunas décadas por un equipo del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social
(IPHES), dirigido por Josep Maria Vergès, profesor de la Universidad Rovira i Virgili.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/descubierto-santuario-arte-paleolitico-tarragona_15090
107
La lista de autores que defienden esta tesis es larga, encabezada por el profesor Mauro S.
Hernández, pero aquí citaremos algunos artículos de referencia de otros autores: R. Llavori de
Micheo, “El arte postpaleolítico levantino de la península Ibérica. Una aproximación sociocultural al
problema de sus orígenes”, Ars Praehistorica num VI-VII (1988-1989): 145-156; Ll. Molina, O. García
y Mª. R. García, “Apuntes al marco crono-cultural del arte levantino: Neolítico vs neolitización”,
Saguntum num 35 (2003): 51-67; J. Martínez García, “Arte rupestre levantino: la complejidad de una
confluencia espacio-temporal con el arte macroesquemático y esquemático en el proceso de
"neolitización"”. Actas del III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica (2005): 739-750; J.

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siendo negada y argumentada esta opción por otros muchos investigadores. Por ejemplo,
Mateo Saura considera que una manifestación cultural de tal envergadura debe responder
a necesidades propias y no a réplicas hacia otros108. En esta misma línea, Carmen Olària
afirma, a partir del análisis de multitud de escenas de arte Levantino, que “nos ofrecen
evidencias de la explotación de las plantas, siempre realizada por mujeres, que se dedican
tanto al vareo para recoger los frutos forestales, como a la recolección de plantas curativas,
plantas comestibles, y horticultura”, encontrándonos en el periodo Mesolítico, del origen de
la economía de cazadores-recolectores-pastores, y que estarían representando escenas
de la vida cotidiana de estas tribus, y en ningún caso resultante de la confrontación cultural
con grupos neolíticos puros”109.

Personalmente, me parece poco verosímil la teoría de que dos grupos culturales


diferentes, epipaleolíticos autóctonos y neolíticos exógenos, desarrollaran al mismo tiempo
y de la nada por un efecto “replicante” dos formas expresivas, y artísticas, tan definidas y
disímiles (aun teniendo puntos de encuentro en las semi-esquematizaciones) como la
Figurativa y la Esquemática (puramente Neolítica), aunque esta última con más que
evidentes paralelos en arte mueble o cerámicas. De hecho, el fenómeno esquemático
paleolítico está perfectamente representado en el conjunto de la Península, desde Portugal,
pasando por la Meseta norte110 y el Levante, tanto en pintura parietal como en grabados en
placas y guijarros, en figuras zoomorfas o antropomorfas. Empero, con una configuración
estilística muy alejada de la neolítica, con ejemplos como el Antropomorfo-triángulo del
centro del Gran Panel de Cueva Palomera (Burgos), con dataciones de 11080± 130 y 10970
± 130 cal BC. Este emblemático yacimiento cuenta con un conjunto homogéneo de pinturas
negras naturalistas, con alguna esquemática, que han sido datadas, mediante el sistema
A.M.S., entre el 11490 +/- 110 cal BC y el 10940 +/- 100 cal BC111.

Si admitiéramos el arte Levantino como “una respuesta” surgida del vacío,


estaríamos ante un hecho ciertamente insólito ¿No sería más lógico pensar que “los
semejantes” arte Paleolítico y Epipaleolítico son parte de un mismo proceso evolutivo? El
arte “naturalista” pintado y grabado Paleolítico del Levante, Sur y Meseta ha venido siendo
situado desde el XXII-XXI° milenio BP, en ámbitos del Solutrense, coincidente con el último
episodio glaciar, y del Magdaleniense; y el Levantino, “grosso modo”, desde el IX° u VIII°
BP, dependiendo de la corriente que la formule ¿Y qué sucede entre tanto, que se evapora
el primero y cae del cielo el segundo? Tal vez, podríamos plantear prolongar la vida del
primero a la vez que remontamos el segundo hacia atrás, encontrándose ambos en un
punto determinado, siendo el nexo el antes citado Estilo V.

De ser así, el arte Levantino como tal “hundiría sus raíces” por lo menos hasta el
XII° milenio, estando plenamente definido alrededor del IX° milenio. De este modo, estas
nuevas formas expresivas serían una evolución de las paleolíticas, dentro de un proceso

Martínez García, “Compartir el tiempo y el espacio: pinturas rupestres postpaleolíticas del levante
peninsular”. En R. Martínez (dir.), Arte rupestre en la Comunidad Valenciana (2005): 179-193.
108
M. A. Mateo Saura, “La cronología neolítica del arte levantino. ¿Realidad o deseo?”, Quaderns
de Prehistòria i Arqueología de Castelló num 26 (2008): 7-27. M. A. Mateo Saura, Arte rupestre
levantino. Cuestiones de cronología y adscripción cultural (Murcia: Ed. Tabularium, 2009). También
es muy amplio el grupo de prehistoriadores que defienden la adscripción epipaleolítica.
109
C. R. Olària Puyoles, “Las mujeres y los orígenes de la domesticación...
110
Mª. S. Corchón Rodríguez, “Reflexiones sobre el arte paleolítico interior: la meseta norte española
y sus relaciones con Portugal”, Zephyrus num 59 (2006): 111-134.
111
Mª. S. Corchón et alii, “Datación de las pinturas y revisión del arte paleolítico de Cueva Palomera
(Ojo Guareña, Burgos, España)”, Zéphyrus num 49 (1996): 37-60.

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de “evolución cultural general”112, material e inmaterial, técnica e ideológica. Carmen Olària


propone que el arte rupestre Levantino tenga su origen en las manifestaciones naturalistas
de “grabado somero o grafitado”, similar al que hallamos en los contextos
epimagdalenienses, epipaleolíticos y mesolíticos, expresados mayoritariamente en los
conjuntos del arte mueble, pero también en el arte parietal, abundante igualmente en la
franja mediterránea peninsular113. Para esta autora, la secuencia en esta zona oriental
peninsular sería de grabado somero, grabado y pigmentos, para desembocar, por último,
en el clásico arte Levantino de perfilado y relleno pintado. La existencia en una misma figura
de técnica con grabado y pintada se encuentra también en los grupos de Andalucía, como
el caso del caballo de grandes dimensiones de la Cueva del Vencejo Moro (Tarifa, Cádiz)114,
o en un mismo contexto, el Solutrense de la Cueva de Ambrosio, con arte rupestre mueble
y parietal grabado y pintado115.

Podríamos considerar que el nuevo estilo pictórico, tal como ocurrió con la evolución
de la tecnología de tallado de utensilios pétreos que disminuyó su tamaño y aumentó su
catálogo, tendría un proceso similar, más detallado, menor tamaño y mayor surtido de
figuras; acompañado de un avance técnico que permitió una mejor definición de los motivos;
así como la introducción de la narrativa. Tendríamos que aplicar la fórmula de la secuencia
que nos muestra como modelo el tecnocomplejo laminar-microlaminar que se desliza por
el Paleolítico superior final, imbricándose sin quebranto con el primer Epipaleolítico, y con
aportaciones transicionales.

En síntesis, como veíamos con anterioridad, la consecución material del universo


Epipaleolítico-Mesolítico en la Península responde a una transición sin brusquedades
importantes de secuencias paleolíticas, aunque sí con “novedades” tanto de evolución
interna como procedentes de territorios externos, como sería la tradición aziliense, con
mayor incidencia ésta en el área cantábrica y el cuadrante NE. En lo tocante al arte, la otra
gran columna de la estructura cultural de los pueblos de los últimos cazadores-recolectores,
especialmente desde las dos últimas décadas del pasado siglo se han ido haciendo
descubrimientos de grabados y pinturas tanto en soporte mueble como en paredes,
planteándose las primeras hipótesis, por un lado, de una extensión del hecho paleolítico
hasta los periodos en que el Holoceno está ya definido, digamos que “estabilizado” 116,
imbricándose perfectamente con el arte ya postpaleolítico117, cuestión principal para mis
planteamientos y sobre la que incidiré a continuación. A la vez que, por otro lado, se iba
conformando un corpus de técnicas, estilos (figurativos-naturalistas, esquemáticos y
geométricos) y motivos (representaciones de animales, la mayoría, humanas, manos,
signos…). Pero, también de la constatación de abundantes lugares con arte rupestre del
final del Paleolítico, especialmente grabado, en abrigos al aire libre 118.

112
C. R. Olària Puyoles. “El tránsito hacia las economías… 55.
113
C. R. Olària Puyoles, “Origen y desarrollo del grafismo rupestre naturalista postpaleolítico en el
Mediterráneo peninsular”, Espacio, tiempo y forma. Serie I, Nueva Época, Prehistoria y arqueología
num 1 (2008): 181-190.
114
J. Martínez García, “Arte rupestre Paleolítico en Andalucía: la evidencia simbólica de los
cazadores-recolectores en el sur de la Península Ibérica”. En I. Escobar y B. Rodríguez Álvarez
(eds.), Arte sin artistas. Una mirada al Paleolítico (2012-2013): 225-256.
115
S. Ripoll et alii, “El arte rupestre paleolítico de la Cueva de Ambrosio…
116
V. Villaverde Bonilla, Arte paleolítico de la Cova del Parpalló…
117
P. Bueno, R. de De Balbín y J. J. Alcolea, “Estilo V en el ámbito del Duero…
118
P. Bueno Ramírez, “Espacios decorados al aire libre…; J. Martínez García, “Arte paleolítico al
aire libre en el sur de la Península Ibérica: Andalucía”. En R. de Balbín (coord.), Arte prehistórico al
aire libre en el sur de Europa. (2009): 237-258.

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Sin embargo, para algunos investigadores estas manifestaciones “naturalistas” del


Paleolítico y las Levantinas están alejadas en el tiempo y fracturadas sin posible correlación.
Georges Sauvet afirma que las formas de arte Paleolítico y Epipaleolítico “están fundadas
en valores antagónicos”119. El primero pertenecería a un universo imaginario, alejado de la
realidad, “fuera del tiempo”; el segundo, a un mundo real, captado y representado tal como
sucede. Les diferenciaría, además, la no presencia de humanos en el Paleolítico, siendo
meros observadores, y la abundancia de gente en el otro posterior, convertidos en
protagonistas de los hechos relatados, a modo del neorrealismo contemporáneo donde el
hombre es el centro de un universo anclado al terreno. Y define como “cultura de la fertilidad
y la vida” a la paleolítica, en contraposición a la del Holoceno, que sería una “cultura de la
virilidad y la muerte”; en definitiva, con dos enfoques cosmogónicos distantes y
contrapuestos. Sauvet se cuestiona “¿cómo dos sociedades han podido llegar a visiones
del mundo totalmente distintas e ilustradas por formas de arte rupestre tan diferentes?”.
Buena pregunta, aunque disiento en que sean tan distintas…

Debemos de insistir, y de valorar, una serie de realidades, en este caso materiales,


que nos remiten a una continuidad poblacional, sobre un mismo territorio, eso sí,
fuertemente cambiante en lo medioambiental, pero que siguió ocupado por unas mismas
gentes. Así que, tal vez, habríamos de pensar en un procesamiento cultural en lo ideológico,
y cosmogónico, evolutivo, como ha sucedido en tantos otros periodos, y envuelto en unas
transformaciones o “novedades” y acaecimientos que todavía no acertamos a visualizar en
buena medida, por ahora incógnitas. Pero está la evidencia meridianamente clara de que
el hombre, y la mujer, sí están presentes en el arte del final del Paleolítico, definido por
representaciones de fauna y signos, pero también de manos y figuras humanas120.

Posiblemente, nos falte identificar algo así como un “eslabón perdido” entre ambos,
aunque puede que lo tengamos delante y no lo consideremos como tal; y me estoy
refiriendo, por ejemplo, a los grandes bóvidos pintados Levantinos (como el de Torcal de
las Bojadillas de Nerpio), o directamente al arte grabado sobre soporte mueble. Deberíamos
pensar, pues, en el Estilo V.

Tras varios milenios se produciría el encuentro de esos últimos cazadores-


recolectores-pescadores (y pastores) con los recién llegados neolíticos, procedentes del
Egeo-Anatolia y mediterráneo nororiental vía fachada norte del mediterráneo, con una
cultura donde la pintura parietal en roca es irrelevante o simplemente inexistente, pero que
poseen una cerámica decorada profusamente (impresa, incisa y pintada) con motivos
geométricos y esquematizados, entre ellos los oculados. De esta confluencia bien pudieron
los autóctonos, neolíticos antiguos algunos de ellos, asimilar el concepto representativo de
los recién llegados y aplicarlo en su técnica pictórica, mientras los alóctonos, neolíticos
agricultores-pastores, acogerían esa técnica artística para manifestar en sus territorios lo
que quiera que represente el arte rupestre. Y también pudo darse una coexistencia de
ambos grupos en determinados territorios durante un largo tiempo, aunque unas zonas
fueran más propicias que otras para las formas económicas prioritarias, de subsistencia, de
unos y otros121, resultando, a su vez, una evolución heterogénea, y con desigual secuencia
119
G. Sauvet, “El poder de las imágenes: el papel del arte parietal en los grupos cazadores-
recolectores”. Sociedades prehistóricas y manifestaciones artísticas. Imágenes, nuevas propuestas
e interpretaciones. Colección Petracos 2 (2019): 17-20.
120
J. Martínez García, “Arte rupestre Paleolítico en Andalucía…
121
J. Martínez García, “Compartir el tiempo y el espacio…”, 2005; V. Villaverde Bonilla y R. Martínez
Valle, “Consideraciones finales”. La Cova dels Cavalls en el barranc de la Valltorta. Tírig (Castellón).
Monografías del Instituto de Arte Rupestre 1 (2002): 191-202; J. Martínez García, “Frontera y periferia

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temporal, de determinadas tribus aborígenes hacia la plena economía productora y formas


de vida sedentarias. No obstante, las particularidades de la economía ganadera harían
preservar los movimientos de migración estacionales, mantenidos hasta casi la actualidad
en las diferentes formas y rutas de trashumancia, trasterminancia y travesío, herederas así
de una tradición milenaria.

Un buen ejemplo, entre otros muchos, de esa confluencia podríamos encontrarlo,


como paradigma, en el arquero de tradición levantina del Abric I del Barranc de Fontscaldes
(Cornudella de Montsant, Tarragona)122. En esta figura parecen converger elementos como
armas y abalorios de la tradición de cazadores-recolectores junto a otros puramente
neolíticos. Esto me hace pensar que el avance en el conocimiento debe pasar
necesariamente por liberarnos de rigidez en el enfoque y desarrollo de modelos y
propuestas.

6. Discusión: un territorio por colonizar y la formalización de un nuevo pero


evolucionado horizonte cultural

Partimos de uno territorio en nuestra zona de interés, el Alto Segura, deshabitado


por encima de los 700 msnm durante el último máximo glaciar. De algunos grupos a su
alrededor que utilizan formas de expresión cultural, y tal vez de comunicación, basadas
tanto en la pintura parietal como, en determinados lugares, sobre plaquetas de piedra y
guijarros. Y de unas formas de subsistencia soportadas en la caza y la recolección de frutos
silvestres. En el caso de la Cueva de Ambrosio, sus investigadores llaman la atención sobre
el hecho de que la datación calibrada sitúa su ocupación antes del inicio del último máximo
glaciar, estando a una altitud de 1060 msnm y, por tanto, en una zona de riesgo de muy
bajas temperaturas y largos inviernos nevados, en medio de dos zonas de nieves perpetuas
durante ese postrero episodio de frío extremo; pero ciertamente con una latitud inferior a la
Sierra de Segura y más cercana a las influencias climáticas del Mediterráneo.

El Holoceno traerá la habilitación de una propicia biocenosis en lugares con altas


cotas, convirtiéndose ahora, además, en un adecuado ecosistema para las manadas
salvajes de rumiantes por la conjunción de dos factores: una mayor disponibilidad de agua
y de hierba fresca y recursos vegetales en general. Estas condiciones convertirían, por
tanto, a estos territorios y a sus nuevos moradores humanos en los más privilegiados,
aquellos que dominaban las fuentes económicas más valiosas y codiciadas de este nuevo
periodo bioclimático. Pero un tercer factor habría de ser también importante: el paisaje
kárstico, muy ventajoso, asimismo, cuando se vaya introduciendo la ganadería, ya que las
cuevas poco profundas y los abrigos habrán de ser el mejor recurso de refugio, tanto frente
a las inclemencias meteorológicas como ante depredadores, para el ganado y para el
pastor, pudiendo habilitarse de forma sencilla apriscos con empalizadas de ramas o tapias
de piedras, idénticas a las que actualmente se conservan en las zonas de pastoreo en las
sierras, las conocidas en el Alto Segura como tinás o tenás. Y será, a la par, el soporte del
arte rupestre.

sur del arte rupestre levantino en Andalucía”. In J. J. García, H. Collado & G. Nash (cords.), The
Levantine question: post-palaeolithic rock art in the Iberian Peninsula (2012): 209-226.
122
R. Viñas et alii, “Análisis de una figura de arquero de tradición levantina del Abric I del Barranc de
Fontscaldes (Cornudella de Montsant, Tarragona). Datos para una aproximación cronocultural”.
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Los caminos del arte rupestre en el Sureste de la Península Ibérica (II): el poblamiento prehistórico en la comarca… pág. 82

Según mi posicionamiento, el Holoceno inicial se caracterizaría, principalmente, por


la enunciación y consolidación de dos definidores culturales. Uno del ámbito material, la
industria de sílex y cuarcitas de microlitos -microlaminar y geométrica; el otro de carácter
creativo, con nuevas formas de arte rupestre, o las mismas evolucionadas y
perfeccionadas. La distribución de este fenómeno y su enorme proliferación en algunos
territorios hasta ese momento muy fríos, e incluso de nieves perpetuas, me hace pensar en
una colonización generalizada, paulatina y al mismo compás que el cambio climático lo
permitiera. En la vertiente sur del Pirineo, en altitudes entre 600 y 1.000 msnm, la llegada
de grupos humanos se produce entre el Würm final y el inicio del Holoceno, siendo en
general la ocupación escasa y estacional, y disponiéndose de pocos registros anteriores al
VIII milenio BP123.

A partir de este punto nos hacemos la siguiente pregunta: ¿quiénes fueron los
primeros grupos que se internaron en estas tierras altas de la comarca del Alto Segura tras
el deshielo? El anterior mapa del poblamiento Paleolítico nos muestra un número escueto
de asentamientos en el entorno, muchos de los cuales, sino todos, tuvieron continuidad de
ocupación en los periodos Epipaleolítico y Neolítico; el mapa del poblamiento Epipaleolítico
del Alto Segura refleja un número algo superior de nuevos emplazamientos, en total once,
aunque ya advertíamos de la dificultad de identificar este tipo de asentamientos. No
obstante a día de hoy es evidente la ausencia de sitios Paleolíticos desde cotas, por lo
menos, de entre 1.000 y 1.100 msnm y superiores, en las zonas que hasta el final del último
máximo glaciar no gozaron de ventajas para ser habitadas. Curiosamente, en esta comarca
del Alto Segura ninguno de los sitios paleolíticos tuvo arte rupestre, ni en sus etapas
siguientes, como tampoco los nuevos Epipaleolíticos (salvo Cornibeleto II), todos ellos
situados a orillas de ríos, excepto uno que tenía recursos de agua de manantial.

¿Podría ser al arte rupestre un indicador de quiénes fueron esos primeros


colonizadores de las tierras más altas? Una respuesta afirmativa nos llevaría a presumir
como factible que el arte rupestre Levantino es una evolución del arte Paleolítico del
entorno. Y si aceptamos, pues, este planeamiento, entonces habríamos de volver la mirada
a los grupos paleolíticos cercanos que pintaban en paredes rocosas, tres en el borde y
periferia de la Sierra de Segura: Cuevas del Niño, Ambrosio y conjunto de Losares-
Almadenes.

En las comarcas del entorno de la Sierra de Segura, aun con hiatos específicos de
ocupación en las citadas cuevas habitadas, o utilizadas, desde el Paleolítico la continuidad
poblacional es un hecho no discutible; es decir, que los grupos que las recorrían no
desaparecen de súbito volviendo a aparecer pasados algún que otro milenio. Y si la
evolución en las técnicas de talla de la piedra, insistimos, nos estaría mostrando una
continuidad sin ruptura en la transición entre lo Paleolítico y lo Epipaleolítico, igualmente
pudo suceder entre las arcaicas pinturas parietales del Paleolítico superior (Niño, Ambrosio
y Almadenes) y su semejantes, evolucionadas, del estilo Figurativo/Levantino, igualmente
muy bien representadas en general en esas comarcas, con la salvedad de la pequeña, y
algo recóndita, subcomarca del curso medio del río Mundo donde se ubica la Cueva del
Niño, pero que no lejos aguas abajo se manifiesta con rotundidad en la comarca de Hellín,
encabezado por el Abrigo Grande de Minateda y los pequeños anejos, seguido de Cueva
Blanca, Sierra de la Tienda, etc. En este caso en concreto, bien podríamos considerar el
grande de Minateda como nodriza de su territorio con otros satélites (incluida Cueva del
Niño), tal como se propone para los asentamientos, con uno principal de referencia para un

123
M. Muñiz Pérez, “El Epipaleolítico en la vertiente mediterránea…

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grupo o tribu, y otros menores repartidos por su territorio de control para la explotación
cazadora y recolectora de lugares distantes.

El caso de las tres cuevas, y sus territorios anexos, del entorno de la Sierra de
Segura con arte Paleolítico y Levantino me parece paradigmático, ya que ostentan esas
dos etapas artísticas del “cambio”. En la Cueva de Ambrosio tenemos, en los Paneles I y II,
una gran figura grabada de caballo, y otra grande también de équido pintada en rojo,
respectivamente, a la vez que grabados sobre plaquetas; así como figuras esquemáticas
en ámbitos paleolíticos del valle del Almanzora, por ejemplo.

Dando un paso más en mi planteamiento, creo que el entorno de nuestra Sierra es


un buen candidato a un proceso de coincidencia de “evolución y movimiento”, del
“encendido” del arte Levantino a la vez que sus autores ascendían a tierras hasta ese
periodo más bien inhóspitas; y es aquí donde aparecen los densos escenarios pictóricos de
Nerpio, Moratalla, Letur y área del Zumeta-Río Frío, un espacio homogéneo en todos los
sentidos y con un catálogo de abrigos pintados sin parangón en la relación porcentual-
territorial.

También pudo llegar de otros territorios del Arco Mediterráneo. A mitad de camino
entre la costa y el Sistema Ibérico, enclaves como La Cova de la Font Major o Cova Fosca
bien podrían ser un ejemplo del movimiento, durante la evolución climática, de grupos o
tribus hacia las comarcas serranas más altas del interior, en dirección a las serranías de
Teruel y Cuenca, donde se localizan importantes estaciones de arte Levantino, y
representar el registro del momento de transición. En unos estudios realizados sobre
pátinas de oxalato cálcico, en diversos abrigos del Sistema Ibérico, se han obtenido
dataciones que llevan las pinturas hasta el 6000 a.C., en concreto en Marmallo III, pero, no
obstante, se puntualiza que probablemente esas pinturas estarían en unas comarcas
"periféricas” y que el origen de este Estilo provendría de otros lugares y con fechas más
antiguas124.

Creo que, incluso, podemos pensar en un episodio de “revolución artística”


protagonizada en un lugar concreto y por un artista, o grupo de ellos. Fuera más o menos
prolongada esa metamorfosis en la que se abandonaron los grabados parietales y se
impuso la pintura, pudo haber un momento de “eclosión”, en el que uno o varios artistas
materializaron un nuevo modelo a seguir, con un lugar de “prendimiento” que a continuación
se extendería por el resto de la fachada montañosa levantina. Y es aquí donde entraría en
juego el “camino o caminos del arte rupestre” que proponíamos en la primera parte de este
trabajo.

Recientemente se ha dado a conocer un conjunto de arte rupestre descubierto en


los últimos 12 años en el norte de Australia, en un lugar llamado Maliwawa, en el noroeste
de Arnhem Landen del territorio de Darwin125. En esta región han sido registradas hasta el
momento 572 figuras pintadas, repartidas por 87 refugios rocosos a lo largo de 130 km. Son
de tamaño grande, que casi llegan a los 2 metros, donde las figuras humanas parecen
124
J. F. Ruiz et alii, “Cronología del arte rupestre Postpaleolítico y datación absoluta de pátinas de
oxalato cálcico. Primeras experiencias en Castilla-La Mancha (2004-2007)”. En J. A. López Mira, R.
Martínez Valle y C. Matamoros de Villa (coords.), Actas IV Congreso El arte rupestre del Arco
Mediterráneo de la Península Ibérica: 10 años en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
(2009): 303-316.
125
P. Taçon et alii, “Maliwawa figures- a previously undescribed Arnhem Land rock art style”,
Australian Archaeology (2020). Doi: 10.1080/03122417.2020.1818361

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participar en rituales acompañadas de animales, mayormente marsupiales. Han sido


fechadas entre hace 6000 y 9400 años. Según escriben el profesor y arqueólogo Paul
Taçon y la investigadora Sally K. May, de la Universidad de Griffith (Brisbane, Queensland),
“Las figuras de Maliwawa consisten en formas humanas y animales naturalistas de rojo a
morado sombreadas con líneas trazadas. De vez en cuando están en contorno con solo
unos pocos trazos en su interior. Casi todos fueron pintados pero hay un dibujo”. Me llama
la atención, especialmente, el que sus investigadores consideran que estas pinturas fueron
hechas por un grupo reducido de artistas, con la posibilidad de que sólo un par de ellos
hubieran sido los autores de la mayoría de representaciones. Esto apunta, desde mi punto
de vista, a un “hecho singular” acontecido en un lugar determinado, en un momento preciso
y con unos protagonistas muy concretos.

7. Epílogo: territorialidad del arte rupestre Levantino

La citada primera parte de este trabajo tenía como sujeto principal un hipotético
camino que enlazaba las más destacadas comarcas con presencia de arte rupestre
Levantino126, el cual arrancaría desde una zona al suroeste de la Sierra de Segura, área del
alto Guadalquivir, y que ha sido señalada como la frontera o periferia meridional de esta
manifestación cultural127, atravesando este macizo por su parte meridional, para cambiar
en dirección noreste y salir a las tierras aplanadas del extremo sureste de la plataforma de
la Meseta hispana. Un recorrido que, partiendo de la comarca de Cazorla-Quesada, nos
lleva por los actuales términos municipales de Santiago-Pontones, Nerpio, Letur y
Moratalla, Hellín, Cieza, Jumilla, Yecla, Alpera… Otros caminos secundarios, y
perpendiculares a este, nos trasladarían, por ejemplo, a la cuenca del río Mula y afluentes.
Finalmente se desplazaría por el Sistema Ibérico en dirección norte y noroeste.

En ocasiones se muestran las cartografías del arte rupestre Levantino con una
extensa y uniforme mancha a lo largo de la fachada mediterránea, donde se podría dar a
entender la existencia de una misma cultura de pintores generalizada y explayada por toda
esta fachada prelitoral… pero muy lejos de la realidad creo yo. Entrando en detalle, lo que
hemos hecho en el mapa de la Figura 6128 es extrapolar el modelo de poblamiento detectado
en la Sierra de Segura sobre el conjunto del territorio de arte Levantino, manchando unas
zonas de influencia alrededor de la ubicación de los abrigos con pinturas.

De esta forma, podemos visualizar cómo el territorio se descompone en dos mundos


básicos, el de los pintores y el de “los otros”. Podemos ver con claridad la “delimitación
espacial” del hecho del arte rupestre Levantino, y su concreción a zonas bien definidas que
pueden sistematizarse en dos tipos: las montañas y los altiplanos con media montaña, con
un surtido de matices en ríos, arroyos y manantiales, cañones, zonas amesetadas y
planicies extensas...

126
M. Muñoz López. “Los caminos del arte rupestre en el Sureste…
127
J. Martínez García. “Frontera y periferia sur del arte rupestre levantino…
128
Recopilación de sitios con arte rupestre Levantino y principales yacimientos Neolíticos en P.
Utrilla, P. y M. Martínez-Bea, "Arte levantino y territorio en la España mediterránea". CLIO-Série
Arqueologica num 20 (2006): 17-52.

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Figura 6
Localización del arte rupestre Levantino y sus zonas de influencia y de algunos de los
yacimientos epipaleolíticos más destacados

Ese mapa y el que le sigue (Figura 7) nos muestran, al mismo tiempo, el territorio
de “los otros”, grupos o tribus, culturales o étnicos, que se apartan de los sitios con arte
rupestre, y que en el desarrollo del Neolítico estarán ciertamente más extendidos que
nuestros pintores. Así que podríamos inferir que el arte rupestre Levantino, especialmente
naturalista, es un “hecho” localizado, aunque dominante en ciertos territorios con unas
particularidades geoambientales más o menos homogéneas.

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Figura 7
Localización del arte rupestre Levantino y sus zonas de influencia (rojo), de arte rupestre
Esquemático (verde) y de yacimientos neolíticos (blanco)

En la fachada oriental peninsular, la relación entre geomorfología y distribución del


arte rupestre nos parece un indicador que apunta hacia un pueblo de pintores con querencia
–valga el término taurino- a las sierras y sus estribaciones, territorios kársticos además, y,
por tanto, a un modo de vida que se adapte mejor a las condiciones generales que les
brindan: más propicio para la caza, la recolección y, posteriormente, la ganadería; y menos
para la agricultura con asentamientos estables ocupados todo el año. Esto considerando al
estilo Levantino como propio de cazadores-recolectores, sea cual fuere el momento de su
surgimiento. En esta línea argumental, la distribución de la mayor parte de abrigos con arte
rupestre Esquemático también parece mostrar que estaría ligado a grupos principalmente
ganaderos que se expanden mayormente por grandes sierras y sus estribaciones; aunque
también hay que valorar la circunstancia de que las sierras y medias montañas ofrecen
soportes calizos que no encontramos, o escasean, en las grandes llanuras.

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Las opiniones, análisis y conclusiones del autor son de su responsabilidad


y no necesariamente reflejan el pensamiento
de la Revista Cuadernos de Arte Prehistórico.

La reproducción parcial y/o total de este artículo


debe hacerse con permiso
de Revista Cuadernos de Arte Prehistórico.

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