Guayana e Identidad Nacional Final
Guayana e Identidad Nacional Final
Guayana e Identidad Nacional Final
Reclamo Soberano
Ricardo Menéndez
Vicepresidente Sectorial de Planificación
(30/10/20)
NUESTRO ESEQUIBO 3
MAPA OFICIAL DE LA
REPÚBLICA BOLIVARIANA
DE VENEZUELA
NUESTRO ESEQUIBO 5
6 NUESTRO ESEQUIBO
Ricardo Molina
Constituyente
31/10/2020
NUESTRO ESEQUIBO 7
Quieren las riquezas del Esequibo para ellos, pero sus pretensiones, su manipulación,
agresión y crueldad infinitas, se topan con un pueblo con convicción bolivariana que dice
libre y soberanamente ¡EL ESEQUIBO ES NUESTRO!
Fragmentos de la Intervención del
Comandante Presidente
Hugo Chávez
Presidente Nicolás
Maduro Moros
“Si algo hay que reconocerle al comandante Hugo Chávez, es que como
Presidente de la República desde 1999 inició una nueva era de relaciones con el Caribe,
y particularmente con la República Cooperativa de Guyana, sin desdeñar, ni abandonar
un milímetro de los reclamos históricos por el despojo hecho por el imperio británico
contra nuestra Patria. Frente a esta agresión hemos hecho esfuerzos diversos en el
campo diplomático.”
Comunicado
(28/11/19)
Venezuela ratifica sus derechos
legítimos e históricos sobre la Guayana
Esequiba, que le pertenece y forma parte
integrante de su territorio soberano
desde su mismo nacimiento como
República en 1810, por ser parte dicho
territorio de la antigua Capitanía General
de Venezuela. Así lo establecieron ya las
primeras Constituciones, de 1811 y 1819.
El Acuerdo de Ginebra reconoció de
forma indubitable la contención de
Venezuela de que el laudo de 1899
es nulo e írrito, y sobre esa base,
las Partes acordaron en 1966 que la
controversia territorial se resolvería
mediante negociaciones amistosas para
alcanzar un arreglo práctico, aceptable y
satisfactorio para ambas.
14 NUESTRO ESEQUIBO
INTRODUCCIÓN
(1954: 29), la ciudad de Santo Tomé de Guayana habría sido fundada en 1591 por
Fray Domingo de Santa Agueda, fundador también del “convento” de San Francisco,
instalado en un bohío de dicha aldea indígena (Sanoja y Vargas-Arenas: 2005 74).
Según nuestros estudios arqueológicos, la ciudad se declaró como “fundada” sobre la
planta de una extensa aldea indígena caribe integrada por bohíos comunales (Sanoja y
Vargas-Arenas 2005: figs.14 y 40; fig.2).
Ya desde el siglo XVI el imperialismo británico había comenzado a explorar el río
Orinoco. Desde ese mismo momento, las nacientes potencias colonialistas europeas
como Inglaterra, Holanda y Francia, también habían comenzado a apropiarse de los
territorios guayaneses del litoral noreste de Suramérica que devendrían en su momento
los enclaves coloniales de la Guayana Francesa (Cayena), la Guayana Nerlandesa
(Suriname), la Guayana Inglesa (British Guiana) y la Provincia de Guayana (Venezuela).
Walter Raleigh recorrió en 1596 el río Orinoco hasta los raudales de Atures y, en años
posteriores, 1618, su escuadra asaltó a Santo Tomé Viejo sin lograr conquistarla. En ese
enfrentamiento fue muerto su hijo Walter Jr. Su cuerpo, según nuestras investigaciones
arqueológicas, fue al parecer enterrado en el sitio Barreto, sector sureste de aquella
población (Sanoja y Vargas-Arenas 2005:102-fig.23).
Aquel proyecto detonó un cambio histórico que hizo de la sociedad indohispana pseudo-
igualitaria de Santo Tomé una sociedad clasista e introdujo una organización capitalista
de la fuerza de trabajo así como de la producción agropecuaria y semi-industrial,
iniciándose un proceso acelerado de acumulación de valores.
Una vez concluida la toma de Guayana y de las misiones capuchinas por el ejército patriota
en 1817, la enorme cantidad de mercancías acumuladas en los almacenes de aquellas
(cueros de reses, tabaco, algodón, melaza, cacao, añil, maíz, casabe, posiblemente oro
y lingotes de hierro, etc.), los rebaños de mulas, caballos y vacunos, fueron expropiados
por la República para poder financiar los enormes gastos que implicaba fundar la sede
de sus órganos de gobierno en Angostura, así como para financiar la Campaña del Sur
que daría la libertad a cinco colonias españolas e igualmente comprar a los ingleses
las armas y pertrechos para el ejército, el papel y la tinta para imprimir los despachos
oficiales y, posiblemente también, el diario de los patriotas “El Correo del Orinoco”
(Princeps 1975: 61-90).
La fuerza laboral india entrenada por los capuchinos, fue enrolada en el ejército o
bien devino en peonaje enfeudado a los hacendados criollos. Podríamos pensar en el
impacto que habría tenido la permanencia de aquel proyecto para la creación de una
red regional de pueblos productivos que habrían servido de contención a la penetración
colonial británica.
Debemos confesar, desde el inicio, que no somos duchos en el manejo de las cuestiones
diplomáticas en torno al problema planteado; sin embargo, desde nuestra limitada
experiencia en el estudio de la historia y la arqueología guayanesa, y tomando en
consideración las características geopolíticas de la actual coyuntura mundial y regional,
así como la experiencia histórica venezolana en Guayana, pensamos que una de las
salidas posibles para Venezuela sería la de ofrecer al gobierno guyanés la posibilidad
NUESTRO ESEQUIBO 17
Todo lo anterior nos indica que, pasando por encima de la coyuntura diplomática y política,
los pueblos de Guyana y de la Guayana Venezolana ya han hecho la escogencia de
vivir en paz y en asociación. Por esa razón, pensamos que la alternativa de estructurar
un proyecto bilateral para el desarrollo de ambas regiones podría ser beneficioso para
las dos poblaciones.
“-Reconozco que tienen razón, pero mi patria se ve muy bonita con su Esequibo….”
Y le contestábamos siempre:
Bibliografía Citada
GUAYANA NUESTRA
Cansado de agresiones, el rey Felipe II envía contra Inglaterra una “Invencible” Armada,
derrotada en 1588. La solapada guerra de la piratería es ahora conflicto declarado: los
piratas ascienden a corsarios, se concentran de nuevo en Guayana, sus ríos e islas
cercanas. John Chidley incursiona en Trinidad en 1589, John Myddelton en Margarita en
1592. Benjamin Wood asalta Trinidad, Margarita, Coro y Cabo de la Vela en 1592. Los
corsarios ingleses asaltan Araya en 1593; el mismo año James Lancaster incursiona en
Paria y Trinidad, mientras sir John Burgh y James Langton asaltan Margarita y corsarios
anglosajones abordan el barco de las perlas el año siguiente. Jacob Whiddon asalta
Trinidad en 1594. Un año después Robert Dudley explora Trinidad y el Orinoco, y el
cortesano, poeta y pirata sir Walter Ralegh asalta Trinidad, explora el Orinoco en busca
de El Dorado y posteriormente es rechazado en Margarita y Cumaná. Su lugarteniente
el alquimista Lawrence Keymis invade el Esequibo, el Orinoco y Santo Tomé de
Guayana en 1596, mientras Anthony Sherley asalta Margarita, Araya, Cabo Codera,
Bonaire y Cabo de la Vela. El único fruto de la desventurada tentativa de Ralegh es su
libro promocional The discovery of the large, rich, and beautiful Empire of Guiana, que
recapitula y difunde el mito de El Dorado y redobla el interés por la región de todo tipo
de foragidos (Ralegh, 1980).
Piratas y unidad territorial
defensa contra ellos. El mismo año el inglés Leonard Berry incursiona en Guayana, y el
año siguiente lo hace el corsario Charles Leigh. Al saqueo se unen los holandeses, la
nueva talasocracia que compite por el dominio de los mares y de Guayana. Los corsarios
Jan Van Leyen, Adriaen Reydersten y A. Cabeliau atacan Santo Tomé de Guayana y
Trinidad en 1598. Felipe III ordena en 1600 al Gobernador de Venezuela residir en
Santiago de León de Caracas a fin de organizar la defensa contra piratas y corsarios,
consolidando así dicha ciudad como capital. Mientras, los corsarios holandeses trafican
esclavos en el Orinoco. Entre otra nube de asaltos a la costa venezolana, el inglés
Charles Leigh arremete contra Guayana en 1602, el pirata Robert Harcourt asalta
Trinidad y el Orinoco en 1608 y el año siguiente Thomas Roe invade por las bocas
del Amazonas y del Orinoco. En 1617 el cortesano, poeta y pirata sir Walter Ralegh
incursiona una vez más en Trinidad, sus hombres asaltan el Orinoco y Santo Tomé, y
es derrotado en su proyecto de hacer de Guayana colonia inglesa (Britto, 2001, 12-102).
Pero la codicia, que nunca muere, durante varios siglos mantendrá vivo el plan hasta
arrebatar a Venezuela parte fundamental de su territorio inalienable.
Corsarios esclavistas
Desde mediados del siglo XVI corsarios holandeses invaden ilegalmente las
posesiones de españoles y portugueses en las Indias, y extienden su influencia al
Esequibo y luego al Orinoco, en el corazón mismo de las Provincias de la Nueva Andalucía
y de Guayana. Los envía la Compañía Corsaria de las Indias Occidentales, curiosa
empresa privada que declara la guerra o la paz, funda colonias y nombra sus gobiernos
(Boogaart et al, 1992, 21). Así, entre 1500 y 1604 incursionan 491 urcas corsarias en
las salinas de Araya, de donde en 1605 las desaloja la Armada Real del Mar Océano. Al
poco tiempo reinstalan un enclave en el mismo sitio, del cual los expulsa repetidamente
en 1621, 1622 y 1623 Diego de Arroyo y Daza, quien erige la fortaleza que lleva su
nombre. En 1626 el corsario holandés Badwoin Hendrick asalta La Asunción, Pampatar,
Araya, Coche y Bonaire, y tres años después el corsario holandés Adrian Janzoon
Pater destruye Santo Tomé de Guayana. Benito Arias Montano expulsa holandeses
explotadores de la sal de La Tortuga en 1631, 1633 y 1634 (Britto, 1998, 357-422). Ese
mismo año los corsarios holandeses Van Baalbeck y Pierre Le Grand conquistan
Aruba, Curazao y Bonaire, islas que quedan bajo dominio neerlandés cuando se firma
la paz en 1648, con el Tratado de Munster, que además reconoce el río Esequibo como
frontera entre el dominio español y el holandés (Goslinga 1983, 43-114).
24 NUESTRO ESEQUIBO
Concertando hábiles alianzas con algunas tribus indígenas -sobre todo con los
caribes- los holandeses emprenden un nutrido tráfico de esclavos. La Corona española
está en cuenta de ello desde principios del siglo XVII. El 10 de julio de 1600, el Rey
recibe alarmantes noticias sobre la penetración de contrabandistas en la zona y escribe
en Real Cédula dada en esa fecha en Tordesillas y dirigida a Gonzalo de Piña Ludueña,
que "he entendido que en la provinçia que llaman de la Guayadres Dorado, donde se
perdió la gente que llevó el maese de campo Domingo de Vera, an quedado el hijo del
governador Antonio de Berrío y algunos españoles, y que sólo sirve aquello de acogerse
allí foragidos y rescatadores, y que un freçio Domingo de Santa Agueda, que está allí
por quien se govierna el hijo del dicho Antonio de Berrío, tiene tienda pública como
mercader y sube por río Orinoco en piraguas a captivar indios y los trae a bender a la
Margarita, y porque conviene que se entienda lo que en esto pasa y se remedie, os
encargo y mando que agáis informaçión dello, y que vos, el governador, hagáis justicia
sobre ello en lo que os tocare, y de lo que en ello se hiziere me avisaréis" (Varios
Autores, 1982. Cedularios, II, 479).
Entraron estos desventurados protestantes en aquellas costas del mar del Norte;
y conociendo que en estos países tan despoblados podía tener abundante pasto
su universal codicia, tomaron posesión del río Esequivo, y apropiándose así la
tierra ajena, fabricaron en él y en los que le siguen algunas colonias, pueblos
y crecidas haciendas, desde donde han minado toda la tierra con las repetidas
introducciones de ilícitos comercios, que tanto perjudican a las Reales Leyes y
Dominios de nuestro Rey Católico. Para conseguir este comercio y efectivo logro de
sus intereses, estipularon la paz con los caribes, sin cuya ayuda les era imposible
el penetrar la tierra y hacer tan notables daños a nuestro Rey y sus vasallos los
españoles, únicos y verdaderos señores de ella. Agasajábanlos (como hacen hoy)
con mil baratijas de espejos, cuchillos y otras herramientas de que necesitan para
sus labranzas; y después de granjearles la voluntad y muchos de ellos carnalmente
mezclados con los indios, teniéndolos ya por suyos, les fueron instruyendo en el
uso de las armas de fuego, administrándoles pólvora y balas con que los animaron
a hacer guerra ofensiva a otras naciones, de quienes apresan un sinnúmero de
esclavos que venden a los dichos holandeses para el cultivo de la tierra y mayor
adelantamiento de sus colonias (Caulín, 1965, 495).
NUESTRO ESEQUIBO 25
Caulín basa parte de su narración en una carta del R.P. Diego Davin, la cual "se escribió
por los años de treinta y cinco a cuarenta, cuando estábamos los Padres Observantes
en el principio de nuestra conversión de los caribes", es decir, hacia 1735 o 1740 (Caulín:
1965, 496). Pero datando casi de un siglo antes tanto la penetración holandesa en la zona
como la Real Cédula de 10 de julio de 1600 que condena el tráfico, se puede presumir
que el repugnante comercio se extiende durante todo el período mencionado. Como
las víctimas son los indígenas, no queda un registro documental exacto del número de
incursiones o de secuestrados: ambas cifras han debido ser elevadas. El tráfico, como
señala Caulín, sólo cesa con la administración del coronel don Manuel Venturín a partir
de 1776, durante la cual "se les ha cortado a los holandeses y extranjeros la entrada
en Orinoco y demás ríos confluentes"(Caulín: 497). Los caribes compran armas a los
holandeses para resistir a los españoles, pero el vergonzoso tráfico también les resulta
fatal, pues para evitar el secuestro algunas de las restantes comunidades aborígenes
se unen con los ibéricos, facilitando el sangriento proceso de la Conquista.
Estrategia de rapiña
por la estratégica dominación de las bocas del Orinoco y el acceso a las legendarias
riquezas de la Guayana venezolana. Es interés tan perdurable, que ya en 1796 los
ingleses controlan parte de los accesos al territorio Esequibo, y en 1797 se apoderan
de Trinidad y Tobago, islas que dominan estratégicamente las bocas del Padre de las
Aguas.
Sobre este punto de la tradicional integridad territorial, la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia en Acuerdo de 15 de julio de 2015 dictaminó “que nunca podía,
pudo o puede entenderse que era o es susceptible de ocupación legítima el área de
tierras situadas al oeste del Río Esequibo, así como tampoco el mar que hace su
frente, porque España jamás cedió título para ello y Venezuela nunca reconoció las
ocupaciones que, por vías de hecho, el gobierno de la corona británica realizó y, por el
contrario, protestó de manera enérgica y constante ante las autoridades británicas y en
los foros internacionales (…).
(Directiva del Tribunal Supremo de Justicia, 2015 http://www.tsj.gob.ve)
imperial. El primer mapa de Schomburgk, fechado en 1834, fija los límites de la Guayana
Británica en la margen oriental del río Esequivo, y apenas los extiende hacia el occidente
de dicho cauce en una pequeña franja costera de 4.290 kms2. En el segundo mapa,
trazado en 1839, la línea avanza hacia el territorio venezolano occidental, arrebatándole
141. 930 kms2 (Ojer, 1969).
El trazado no alega razones históricas, políticas ni sociales: es una simple raya, ¿Por
qué debería prevalecer un plano de un naturalista prusiano a sueldo de Inglaterra sobre
la colección histórica de mapas de cartógrafos de diversas procedencias que desde el
Descubrimiento atribuyen reiterada y unánimemente a Venezuela la soberanía sobre
el Esequibo? (Entre muchos otros, el trazado por el holandés Herman Moll en 1732; el
que sigue la descripción de la Real Cédula de Carlos III sobre la Capitanía General de
Venezuela en 1777; el de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla de 1799; la versión del mismo
impresa en Londres en 1803 por Francisco de Miranda con patrocinio del Gobierno
Británico, en el cual el río Esequibo figura como límite entre la Capitanía de Venezuela y
la colonia Holandesa, sin que ello haya suscitado objeciones del patrocinante; el Mapa
político de la República de Venezuela delineado por Agustín Codazzi en 1840; el Mapa
Físico y Político de los Estados Unidos de Venezuela de Vicente Tejera de 1876; el
elaborado por el ingeniero geógrafo F. Bianconi en 1889 (IGVSB (2015). Todos y cada uno
de ellos definen sus líneas divisorias de acuerdo con el principio de uti possideti iuris, la
posesión continuada y dominio político de Venezuela sobre la región de Guayana hasta
el río Esequibo (Tejera.2015, 28-39). El avance de la “frontera” expansible inventada
por Schomburgk es reseñado en el Mapa Físico y Político de los Estados Unidos de
Venezuela (Caracas, Imprenta Bolívar, 1896) que presenta ante el Congreso Nacional
el Ministro de Relaciones Exteriores Pedro Ezequiel Rojas, durante el gobierno de
Joaquín Crespo. En dicho documento, una leyenda explica: “En 1814 Inglaterra adquirió
de los Holandeses unas 20.000 millas cuadradas de tierra en Guayana. De 1839 a 1841
comisionó a Sir Robert Schomburgk, sin conocimiento o anuencia de Venezuela, para
trazar una línea que abarcaba cerca de 60.000 millas cuadradas de territorio. Para 1885
dicho territorio había ido extendiéndose a fuerza de alteraciones de la mencionada línea
hasta medir 76.000 millas cuadradas. El año siguiente creció de un salto hasta 109.000
millas cuadradas. Venezuela nunca ha reconocido ninguna de estas líneas ni aún como
señal de territorio en disputa”(Hernández, 2015, 40).
Venezuela contra procederes que no podía esperar de una potencia con quien siempre
se ha esmerado de cultivar la más amistosa inteligencia y franco trato” (Rojas, 1965,
22). El gobierno británico no accede, y la ruptura de relaciones queda consumada.
En 1893 todavía avanza nuevas gestiones para que el Reino Unido acepte dicho
arbitraje, y en 1895, ante la usurpación por colonos ingleses de la zona del río Yuruari, el
ministro de Relaciones Exteriores Lord Salisbury niega de nuevo la petición venezolana
de mediación de Estados Unidos para una solución arbitral.
Así se sientan las bases para que opere la cuarta fuerza en el conflicto, la negociación
diplomática en la cual la dominación territorial se transa para consolidar alianzas o
diferendos entre potencias. Ello lleva al llamado Laudo de París de 1899, en realidad
un acuerdo convocado, organizado y realizado por Estados Unidos.
Basta examinar las reglas del Tratado de Arbitraje que prepara dicho Laudo para
adivinar su resultado. Su artículo II dispone que el Tribunal se compondrá de cinco
juristas, dos de parte de Venezuela, nombrados uno por el Presidente de Venezuela y
otro por los Justicia de la Corte Suprema de Estados Unidos; otros dos designados por
el Reino Unido, y un quinto elegido por los cuatro anteriores. El elegido por el Presidente
venezolano es Melville Weston Fuller, Justicia Mayor de los Estados Unidos de América;
el quinto árbitro resulta ser el ruso Fiodor Martens, fervoroso partidario de la alianza
34 NUESTRO ESEQUIBO
entre Rusia e Inglaterra. Así se negocia nuestro territorio y nuestra soberanía sin que un
solo venezolano esté presente.
Sobre este punto, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia en Acuerdo de 15
de julio de 2015 dictaminó: “Que el Tratado de Washington del 2 de febrero de 1897
que establece las bases y reglas sobre las que funcionará la Comisión Arbitral de París
fue manipulado entre el Secretario de Estado de los Estados Unidos Richard Olney y
el embajador del Reino Unido en la capital norteamericana Julián Pauncefote, quienes
soslayaron a nuestro ministro plenipotenciario José Andrade para, a sus espaldas, incluir
la reglas de la prescripción territorial de 50 años, siendo que a partir de la constitución
de 1864, y todas las que siguieron, la enajenación del territorio nacional está prohibida,
lo que vicia de inconstitucionalidad el tratado; añadiendo a tal señalamiento el inusitado
hecho de que en este tratado se estableció que los intereses de la parte venezolana no
fueron representados por árbitros naturales de este país, necesariamente la conclusión
es que también el Tratado de Washington de 1897 es nulo de toda nulidad”.
(Directiva del Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 16 de Julio de 2015, en, http://
www.tsj.gob.ve)
A tales reglas, tal resultado. El llamado Laudo Arbitral de París de 1899 es un acuerdo
donde estadounidenses y británicos que no sacrifican nada inmolan todos los derechos
de Venezuela. Para ser válida, una sentencia requiere una motivación: en el Laudo no
hay ninguna. Fallos, actos administrativos o laudos que carecen de motivación carecen
también de validez. En el Laudo de París ni hechos ni derechos son apreciados o
evaluados. Simplemente se enuncia la lista de puntos de referencia de una línea de
demarcación enteramente favorable a los intereses del Imperio inglés, sin embarazo de
NUESTRO ESEQUIBO 35
argumentos ni pruebas, que apenas deja a los venezolanos el control de las bocas del
Orinoco, pero establece la libre navegación para los ríos Amacuro y Barima. Y así, el
Laudo dispone:
ríos; pero los derechos de aduana serán exigibles solamente con respecto de las
mercaderías desembarcadas respectivamente en el territorio de Venezuela y en
el de la Gran Bretaña. Hecho y publicado por duplicado por nosotros, en París hoy
el día 3 de octubre A. D. 1899.
Documentos. “El Laudo Arbitral, despojo ilegal de la Guayana Esequiba.Revista”
Memorias de Venezuela, (2015, 19-29).
Cabe señalar, además, que entre las materias a decidir en el Laudo no estaba incluida
la libre navegación por los ríos Barima y Amacuro, por lo cual al resolver sobre ella
los árbitros incurrieron en ultra petita, defecto de la sentencia que concede más de lo
solicitado, o bienes o derechos no comprendidos en el litigio.
Sobre el viciado Laudo la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia en Acuerdo de
15 de julio de 2015 dictaminó: “Que el Laudo de París es nulo de toda nulidad, por ser
inmotivado, tal y como lo exige la convención para la resolución pacífica de controversias
internacionales de fecha 29 de julio de 1899 en su artículo 52, toda vez que no analiza el
cúmulo probatorio provisto por las partes siendo las pruebas aportadas por Venezuela
numerosas, contundentes y muchas de ellas de data anterior al Tratado de Londres de
1814 y aún al Tratado de Münster de 1648”.
(Directiva del Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 16 de Julio de 2015, en, http://
www.tsj.gob.ve)
... una tarde recibí un mensaje del Magistrado Brewer en el cual me decía que él y el
Magistrado Fuller [abogado norteamericano por Venezuela] deseaban hablar conmigo.
... ... el Juez Brewer se levantó y me dijo muy excitado: "Mallet-Prevost, es inútil continuar
por más tiempo esta farsa pretendiendo que nosotros somos jueces y usted abogado.
El Magistrado Fuller y yo hemos decidido revelarle confidencialmente lo que acaba de
pasar. Martens ha venido a vernos y nos informa que Russell y Collins están dispuestos
a decidir en favor de la línea Schomburgk que, partiendo desde punta Barima en la costa,
daría a Gran Bretaña el control de la boca principal del Orinoco; y si nosotros insistimos
en comenzar la línea partiendo de la costa en el río Moroco, él se pondrá del lado de los
NUESTRO ESEQUIBO 37
Estas revelaciones bastarían para la anulación del Laudo que, en lugar de examinar
cuestiones legales, de soberanía y de uti possideti juris, se limitó a ejecutar un negociado
político convenido entre el imperio colonialista y una potencia asiática que no tenía arte
ni parte en la materia. El consentimiento obtenido bajo amenaza no es libre y por tanto
no es válido.
Sobre este punto, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia en Acuerdo de 15 de
julio de 2015 dictaminó que el Laudo Arbitral “Por otra parte tiene vicios del consentimiento
38 NUESTRO ESEQUIBO
como lo denunció en 1949 el asesor arbitral Severo Malet Prevost, cuando explica cómo
los árbitros británicos y el árbitro ruso Frederic Martens amenazaron, con su mayoría de
tres votos, proceder a despojar a Venezuela del delta del río Orinoco” (…).
5.-GUAYANA EN RECLAMACIÓN
Acuerdo en Ginebra
(Directiva del Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 16 de Julio de 2015, en, http://
www.tsj.gob.ve)
El Acuerdo de Ginebra, en el cual una de las partes es el Imperio Británico, se celebra
poco antes de que declare su Independencia la República Cooperativa de Guayana,
como resultado tardío del proceso de Descolonización que arranca en 1945. Es una
descolonización relativa: las antiguas metrópolis preservan en lo posible el dominio
económico y político sobre sus antiguas dependencias, y con ellos la red de intereses
de sus empresarios y la de complicidades de sus agentes diplomáticos. Los derechos
de Venezuela se encontrarán con una muralla similar a la que instauró el Imperio.
Anatomía de un despojo
A más de dos siglos del inicio de un despojo, cabe formular algunas reflexiones.
En la exposición anterior hemos visto operar en el caso de la Guayana Esequiba
cuatro procesos históricos. El primero, la tendencia de los países recién independizados
a defender su soberanía y territorios, fue debilitado por el desgaste de las contiendas
liberadoras y de los conflictos internos. Para evitar despojos, unificarse y fortalecerse.
FUENTES:
Britto García, Luis (1999) Demonios del mar: piratas y corsarios en Venezuela 1528-
1727. Caracas. Fundación V Centenario de Venezuela.
Britto García, Luis (2001) Señores del Caribe: indígenas, conquistadores y piratas en el
mar colonial. Caracas. Fondo de Tradiciones Caraqueñas.
Documentos (2015) “El Laudo Arbitral de París: despojo ilegal de la Guayana Esequiba”.
Revista Memorias de Venezuela, N” 43, julio-agosto 2015. Caracas. Centro Nacional de
Historia.
Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar IGVSB (2015). “Mapas… valen más
que mil laudos”, en Revista Memorias de Venezuela, julio-agosto 2015. 28-39. Caracas.
Centro Nacional de Historia.
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre la frontera entre Venezuela
y Guayana Británica. United Nations — Treaty Series 1966 No. 8192. (http://www.
consulvenevigo.es/subido/ACUERDO%20GINEBRA%20ONU%201966.pdf)
Pérez Rescaniere, Gerónimo (2011). De Cristóbal Colón a Hugo Chávez Frías, II,
Caracas.Fondo Editorial Ipasme.
Ralegh, Walter (1980). El Descubrimiento del grande, rico y bello Imperio de Guayana.
Caracas. Ediciones Juvenal Herrera.
Rojas, Armando (1965). Venezuela limita al Este con el Esequibo. Caracas. Oficina
Central de Información.
Sureda Delgado, Rafael (1980). Venezuela y Gran Bretaña: la historia de una usurpación,
Lifetecnia, C.A. de Artes Gráficas, Caracas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Laudo_Arbitral_de_Par%C3%ADs
NUESTRO ESEQUIBO 45
Vladimir Acosta
EL TERRITORIO ESEQUIBO
Y LA VALIDEZ DE LA RECLAMACIÓN
VENEZOLANA
No creo que haya duda de que Venezuela ha sido un país poco afortunado en la defensa
de sus islas vecinas y sus territorios limítrofes. Pero también conviene hacer notar que
los gobiernos venezolanos han sido a veces descuidados en defender unas y otros; y
sobre todo en aprovechar ocasiones y contextos favorables para hacerlo.
Es que Venezuela no parecería haber entendido nunca del todo que, ante un vecino
ambicioso, los territorios fronterizos no sólo se defienden con derechos y tratados
previamente acordados o, llegado el caso, con las armas, que es lo más problemático y
menos recomendable, sino sobre todo con lo que, además de ser fundamental, es más
sencillo: simplemente con población, ocupándolos y colonizándolos en paz en previsión
de cualquier futura amenaza. Un territorio ajeno desocupado o apenas ocupado es una
tentación para cualquier país vecino en expansión poblacional dispuesto a ocuparlo, o
para cualquier potencia colonialista o imperial que desee hacer lo mismo por ambiciones,
rivalidades o intereses geopolíticos. Los ejemplos cercanos de Estados Unidos con el
territorio mexicano de Texas en el siglo XIX y de Brasil con el territorio boliviano del Acre
a comienzos del siglo XX son paradigmáticos.
I
BREVE INTRODUCCIÓN. VENEZUELA, ISLAS VECINAS
Y FRONTERAS
Por eso me gustaría empezar haciendo una breve referencia a lo que serían los dos
casos principales y más tempranos relativos a este tema, ambos ocurridos en la
Venezuela colonial. En los dos la responsabilidad principal o total fue de España, ya
46 NUESTRO ESEQUIBO
que nuestro país era entonces colonia suya y dependía de la fuerza política y militar
y de la decisión con que ella actuara en su defensa, pero en los que, por ausencia de
ésta, la perjudicada fue al cabo Venezuela, que vio reducido su potencial territorio por la
pérdida sucesiva de dos importantes grupos de islas vecinas. Me refiero por supuesto a
los casos de Curazao, Aruba y Bonaire, y de Trinidad (y Tobago).
Desde el mismo siglo XVI y sobre todo a lo largo de los siglos XVII y XVIII las nuevas
potencias coloniales que iban apareciendo en Europa, como Holanda, Francia e Inglaterra,
enfrentadas a España, empezaron a cuestionar y a hacer frente a la hegemonía que el
Imperio español o hispano-portugués ejercía sobre los mares. Esas nuevas potencias
europeas se estaban desarrollando como potencias marítimas. Contaron pronto con
poderosas flotas, sobre todo Holanda, pero también Inglaterra. Y empezaron a disputarle
mares, islas y hasta tierras firmes a España y a Portugal. A Portugal se lo enfrentó sobre
todo en Oriente, en el Índico, lo que no viene al caso ahora, y a España en Occidente,
en el Atlántico. El Caribe, centro del poder español, se convirtió a lo largo de esos
tres siglos en un auténtico campo de batalla en el que piratas y corsarios atacaban
ciudades portuarias y enfrentaban a las flotas y galeones españoles, mientras barcos
comerciantes y negreros que a menudo eran los mismos, se dedicaban al contrabando
y a la trata de esclavos africanos.
El siglo XVII fue clave en esto. Para moverse con libertad en el Caribe, esos países
necesitaban territorios que sirvieran de base a sus operaciones, o de puertos para sus
barcos. El Caribe estaba -y está- lleno de islas de diversos tamaños; y España no estaba
entonces en condición de defenderlas, sobre todo a las menores, que eran la mayoría
y en las que la población española escaseaba. Francia se apoderó de varias de ellas, y
también lo hizo Inglaterra, que hasta logró adueñarse de Jamaica, una de las grandes.
Pero me interesa ahora sólo Holanda que, en medio de una larga guerra contra España
por su independencia, llevó esa guerra al Caribe y a la costa septentrional de Sudamérica
en la que en esos comienzos del siglo XVII se apoderó de parte del territorio poco
poblado de Guayana, el cual, con altibajos, mantuvo ocupado desde entonces hasta
comienzos del siglo XIX. Y en 1634 una modesta flota de barcos piratas holandeses se
apoderó de Curazao, isla vecina de Venezuela y asociada estrechamente a su territorio
y a su historia, también poco poblada y mal defendida, sin que España hiciera nada por
enfrentar esa invasión.
Holanda utiliza a Curazao como base de operaciones para sus barcos contrabandistas
y negreros y la isla es convertida en centro importante del tráfico de esclavos. No hubo,
NUESTRO ESEQUIBO 47
pues, respuesta española, y fue la colonia venezolana la que intentó recuperar Curazao
en años ulteriores, pero sin éxito. El gobernador Fernández de Fuenmayor, que defendió
La Guaira de un ataque de piratas ingleses y atacó a los piratas holandeses en el
Lago de Maracaibo, lo intentó en 1642 preparando una flota para recuperar la isla.
Pero el intolerante obispo Mauro de Tovar, enfrentado a él en una rivalidad feroz por el
poder, saboteó la expedición amenazando de excomunión a los que en ella participaran.
Después de eso nada más se hizo. Y Curazao se quedó holandesa desde 1634 hasta
hoy.
El caso de Trinidad a fines del siglo XVIII con la Gran Bretaña es más complejo.
Aunque avistada por Colón en 1498, Trinidad fue subestimada y poco poblada por los
conquistadores españoles. Lo mismo sucedió con la Guayana venezolana. La dominación
ejercida por España sobre ella fue inestable y confusa. Pero lo fue más sobre Trinidad,
y así se mantuvo hasta fines del siglo XVIII. Había entonces allí pocos españoles y la
principal población de la isla la formaban indígenas, esclavos negros prófugos y emigrados
franceses provenientes de otras islas. Ese descuido y casi abandono de Trinidad por
los españoles, que apenas tenían en ella una pobre guarnición mal armada, era una
invitación a la invasión inglesa, que se produce en 1797. El desarmado gobernador
Chacón se rinde sin lucha y sin que España hiciera nada para impedir la invasión ni
para recuperar la isla. Y nada hicieron tampoco la Capitanía General de Venezuela y
el Virreinato neogranadino, a los que al parecer poco o nada les importaba entonces
Trinidad. Cinco años más tarde, en 1802, la isla se convierte en colonia inglesa por
el tratado de Amiens, que España firma con la Gran Bretaña. Y la futura Venezuela
independiente quedó fuera del caso.
Y aquí hay algo que quiero destacar porque, pese a que rara vez se lo menciona o
se lo relaciona con la ambición inglesa sobre el territorio guayanés, lo cierto es que
en mi opinión el control previo de Trinidad, seguido en el siglo siguiente por disponer
de la Guayana inglesa, fue clave para impulsar el ulterior proyecto colonial inglés de
apoderarse del territorio esequibo, de la mitad de la Guayana venezolana y de las bocas
del Orinoco,los cuales, reunidos con su Guayana inglesa al sureste y con su vecina
Trinidad al norte, podían conformar un potencial, enorme y estratégico territorio colonial
británico.
en ese caso Venezuela no perdió islas o territorios isleños potenciales sino territorios
reales situados en tierra firme.
El primer Tratado que se firmó, en tiempos de Páez, apenas disuelta la Gran Colombia
bolivariana: el Tratado Michelena-Pombo, en 1833, mantenía la frontera neogranadina
lejos del Orinoco y dividía la Goajira prácticamente en dos mitades. Pero el Congreso
venezolano, que reclamaba más territorio en la Goajira, cometió el grave error de
rechazarlo.
El problema limítrofe quedó por definirse; y así se mantuvo, sin llegar a un acuerdo, a
todo lo largo del siglo XIX mientras Colombia, después de revisión de papeles y planos,
reclamaba más territorios en la Goajira y en los llanos. Agotadas las negociaciones
bilaterales, se propone un arbitraje; y Guzmán Blanco lo acepta en 1883. Pero como
el árbitro aceptado por él, que es el rey de España Alfonso XII, muere, Guzmán acepta
en 1886 que lo reemplace su viuda, la reina regente María Cristina, cometiendo el
grave error de darle carácter de árbitro arbitrador. Apoyada en mapas y planos de una
Comisión bilateral, la reina emite en 1891 un Laudo favorable a Colombia que amplía la
parte de la Goajira ahora reclamada por ésta y los territorios que reclama en los llanos
y en la vecindad del Orinoco. Y la perjudicada Venezuela se ve forzada a aceptar tal
decisión dado el carácter de árbitro arbitrador que Guzmán había aceptado se le diera
en ese caso a la reina.
La situación se complica en las décadas siguientes del siglo XX. Hay tensiones; y como
los nuevos intentos de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos países resultan
infructuosos, se apela entonces a un nuevo árbitro, esta vez suizo, y la decisión suiza,
emitida en 1922, favorece también a Colombia.
El Tratado era por supuesto desfavorable a Venezuela. De la media Goajira del Tratado
Michelena-Pombo, a Venezuela le quedó sólo la estrecha franja que termina en Castillete
y se aceptó también la pérdida territorial en los llanos de Arauca y Meta que además
NUESTRO ESEQUIBO 49
II
LA LARGA BATALLA DE VENEZUELA POR EL TERRITORIO
ESEQUIBO, LA GUAYANA VENEZOLANA Y LAS BOCAS DEL ORINOCO
Pero el caso principal, el más grave de todos, es el del territorio esequibo venezolano
usurpado por Gran Bretaña en el siglo XIX como parte de un enorme proyecto colonialista
imperial inglés que ampliaba el territorio de la Guayana inglesa incluyendo en ella el
territorio esequibo venezolano con parte de la Guayana venezolana y con las bocas
del Orinoco (y, como apunté antes, todo conectado además con su cercanía a Trinidad,
entonces también colonia suya.)
Sobre este importante tema se ha escrito y discutido mucho. Existe una enorme
bibliografía, tanto vieja como reciente; textos, documentos y declaraciones de la
cancillería venezolana de los siglos XIX, XX y XXI, y numerosos estudios, artículos y
ensayos, muchos de ellos realmente indispensables. En consecuencia, mi idea en este
corto texto que me ha sido solicitado por la Escuela Venezolana de Planificación no es
repetir todo esto ya sabido y en general bastante bien analizado. Sólo intento resumir en
forma breve las etapas del proceso, desde sus orígenes hasta el presente, detenerme
en sus hechos más relevantes, examinar algunas perspectivas posibles, y sobre todo
dar una visión de conjunto de esas etapas y esos hechos, que a menudo se descuida o
se olvida en muchos de esos análisis.
Aquí, para entender bien la agresión británica contra Venezuela y la forma en que
evoluciona a partir de ese momento, habría que recordar y dejar en claro al menos
cinco cosas importantes: cómo y de dónde surge esa Guayana inglesa limítrofe con
Venezuela; quién y con qué autoridad es el autor de ese corrimiento de límites a favor de
Gran Bretaña, dueña de la Guayana inglesa, y en contra de la desprevenida Venezuela;
cuál es la reacción del gobierno venezolano ante esta sorpresiva agresión; cómo actúa
el gobierno británico en la Guayana inglesa en las décadas siguientes; y cuáles son las
fuentes de la actitud colonialista original de la Gran Bretaña con relación a la Guayana
venezolana y las bocas del Orinoco y cómo siguen alimentando el renovado proyecto
colonial guayanés de la poderosa Inglaterra imperial del siglo XIX.
Así, la Guayana inglesa sólo aparece en 1814, porque al finalizar las guerras napoleónicas,
Holanda le cede a Inglaterra sus territorios de Guayana que más que una colonia sola
eran tres colonias definidas y relacionadas: Esequibo, Berbice y Demerara; y se quedan
solamente con la parte llamada Surinam, que marca desde entonces la frontera oriental
de esa nueva Guayana inglesa. En 1815 los ingleses reúnen esas tres colonias y forman
con ellas la Guayana inglesa, que llega entonces hasta la margen derecha del Esequibo
NUESTRO ESEQUIBO 51
británico.
El defensor de Venezuela
Aunque hubo indicios tempranos, en tiempos de la Gran Colombia, de que Inglaterra
estaba ya ocupando territorio esequibo venezolano, y el embajador de entonces en
Londres, José Rafael Revenga, por orden de Bolívar hizo un reclamo a Inglaterra en
1822, la cosa no pasó de allí. Y fue Alejo Fortique quien tuvo a su cargo librar la primera
gran batalla que llevó a cabo el gobierno venezolano apenas se tuvo conocimiento en
Venezuela del resultado de la actividad de Schomburgk. Fortique, reconocido abogado,
político y diplomático venezolano, es desde 1839 ministro plenipotenciario de Venezuela
ante la Gran Bretaña, ocupado por cierto de resolver diversos problemas relativos a deuda
y tratados con Inglaterra, y hasta de reconocimiento de la independencia venezolana
por el gobierno español. Sobrecargado de trabajo, porque no cuenta con un secretario
permanente que lo ayude, Fortique asume el problema y mediante un esfuerzo sostenido
y una tenacidad admirable logra que Lord Aberdeen, el Ministro de Exteriores británico,
acepte formalmente su reclamación y le asegure (lo que era mentira) que los pilotes de
Schomburgk en Punta Barima no constituían un límite definitivo y podían ser discutidos
cuando se discutiera un ulterior tratado de límites entre ambos países. Lo mismo dijo
en Caracas O ́Leary, que ya no era edecán de Bolívar sino embajador de Gran Bretaña.
Pero al menos Fortique logra de Aberdeen que acepte quitar los pilotes y marcadores
de la desembocadura del Orinoco ordenando al gobernador guayanés que así lo haga.
Pero agotado por su inmenso y solitario trabajo, Fortique enferma y muere en 1845. No
hay más discusión; y después de un acuerdo firmado en Caracas entre el representante
diplomático británico y el ministro de exteriores de Venezuela, Inglaterra da por congelado
el problema en 1850. Es la primera congelación del diferendo; y desde entonces no
hay más protestas de Venezuela ni se intenta por ninguna de las dos partes presentar
proyectos de delimitación de territorios en Guayana.
Cerca de Punta Barima se denuncia la instalación de una garita con bandera británica
mientras barcos ingleses empiezan a hacerse ver abiertamente en el canal principal del
gran río, y también en el vecino Caroní. Los ingleses instalan empresas en la Guayana
venezolana y empiezan a tratar amistosamente con los indígenas guayaneses intentando
ganarse su apoyo para basar en él su dominio sobre el territorio venezolano. Como
puede verse, se trataba de un proyecto colonial en forma.
Como recordé antes, Trinidad y Guayana fueron territorios descuidados por los
españoles a lo largo del siglo XVI. Trinidad estuvo casi abandonada. En Guayana el
primer conquistador que exploró el Orinoco, sin consecuencias, fue Diego de Ordaz, ex
compañero de Cortés, y eso en 1531. Los pocos intentos que siguieron fracasaron sobre
54 NUESTRO ESEQUIBO
todo por los ataques de los caribes. El cuadro cambia con la llegada del mito del Dorado
en el último tercio del siglo XVI. El mito había venido pasando de la meseta bogotana al
Perú, y luego del saqueo de la riqueza de los incas por Pizarro y Almagro, se desarrolló
la idea de que incas sobrevivientes a ese saqueo habían huido a la selva amazónica o al
norte argentino con su oro para fundar nuevas ciudades ocultas a la codicia insaciable
de los españoles. Y tras nuevas búsquedas infructuosas, ese fantástico Dorado terminó
trasladándose de la selva amazónica a la Guayana venezolana, donde se convirtió
en el mito de Manoa, la ciudad del oro, vecina de un lago dorado, y rodeada de altas
montañas que relumbraban con el sol.
El resultado de este enorme esfuerzo es nulo porque todo intento de revisión de límites, de
acuerdo y de tratado propuestos por Venezuela es rechazado por Inglaterra. Venezuela
se decide entonces a exigir un arbitraje, lo que Inglaterra rechaza, y desde mediados de
los setenta empieza a pedir el apoyo de Estados Unidos basado en la Doctrina Monroe.
Pero esto no es fácil porque Estados Unidos responde que sólo aceptaría ser mediador
en caso de que ambos gobiernos enfrentados así se lo pidieran y es claro que Inglaterra
por principio no acepta el arbitraje. Y menos para que un país inferior como Venezuela
intente colocarse a su altura. De manera que las cosas empeoran, mientras Venezuela
se ve forzada a pasar casi dos décadas pidiendo ese apoyo a Estados Unidos. Y en
diciembre de 1886, ante nuevas e inaceptables agresiones inglesas en la Guayana
venezolana y las bocas del Orinoco, en las que circulan barcos de bandera inglesa
y agentes ingleses reponen postes como marcas de propiedad británica, Venezuela
rompe todo tipo de relaciones con la Gran Bretaña. Así se lo hace saber el presidente
Guzmán Blanco al representante británico en Caracas, Saint John, en una tensa reunión
entre ambos. La ruptura de relaciones se hace efectiva el 21 de febrero de 1887.
Para resolver el problema central de mantener la unión entre ambas partes del país,
Estados Unidos había debido ir a la guerra, a una terrible guerra civil, en 1861. Ese
conflicto armado, en el que el norte manufacturero e industrial venció al sur plantador y
esclavista, terminó en 1865 y desde entonces el enorme país, ya unificado, había estado
impulsando a toda prisa un acelerado desarrollo industrial. Aunque el proceso estaba
ya avanzado para comienzos de los ochenta, cuando Venezuela pide apoyo, el país
sigue necesitando todavía más tiempo para convertirse en una potencia industrial capaz
al fin de imponer su hegemonía sobre América Latina y poder enfrentar a Inglaterra y
Alemania para empezar a expulsarlas de este continente. Es algo que le toma treinta
años y sólo en 1895 Estados Unidos decide al fin intervenir.
Ese año hace resucitar la muerta Doctrina Monroe, que ahora sí puede convertirse en
instrumento capaz de darle el control de todo el continente americano. Richard Olney,
secretario de estado del presidente Grover Cleveland, es quien la proclama y así se lo
hace saber de inmediato a la orgullosa Inglaterra. Sin apoyar directamente a Venezuela,
tratando siempre de parecer neutral, Cleveland le exige a Inglaterra aceptar que el
caso de su enfrentamiento con Venezuela sea arbitrado. Se niega, pero Estados Unidos
no acepta la negativa. Cleveland la amenaza entonces con la guerra si no acepta ir
al arbitraje e Inglaterra se ve forzada a ceder. Y cede, lo que, como era de esperar,
contenta mucho a Venezuela. Y en Caracas, donde se aplaude la Doctrina Monroe, el
embajador estadounidense se convierte en un personaje popular.
de varios libros, aceptado por ambos países anglosajones, y que por cierto es profesor
en universidades inglesas y amigo de la reina Victoria. Poca duda cabe de que el olor
a fraude va haciendo ya pesado el ambiente. Pero Venezuela, si sospecha algo, nada
puede hacer.
El Tribunal arbitral se reúne al fin en París en 1899, realiza las reuniones previstas, y
su decisión final e inapelable, aprobada en forma unánime, conocida como Laudo de
París y emitida el 3 de octubre de ese año, establece que las bocas del Orinoco y el
territorio amenazado de la Guayana venezolana son propiedad de Venezuela, pero le
entrega todo el disputado territorio esequibo a la Gran Bretaña como parte integral de la
Guayana inglesa. Las críticas a esta decisión, que despoja a Venezuela de un territorio
que era ya venezolano antes de la aparición invasiva de los ingleses en Guayana, no
se hacen esperar. Algunos periódicos progresistas europeos la consideran injusta, la
ridiculizan en caricaturas y muestran que ha sido un ejemplo más del triunfo usual del
rico y poderoso sobre el pobre y débil, un triunfo de la fuerza del poder sobre el derecho.
Y Venezuela es la primera en expresar su abierto rechazo a la injusta legalización de
ese atropello. Pero no hay nada que hacer porque se trata de una decisión inapelable.
Y al cabo Venezuela no tiene otro camino que acatarla.
En efecto, siendo una de los dos partes del juicio en que se jugaba su futuro, Venezuela,
por imposición de Gran Bretaña, que era la otra parte del juicio, estaba ausente del
Tribunal arbitral que debía decidirlo. En ese juicio, ya sólo por ello inválido, cojo
y sesgado, era inmensa la agresividad británica en su contra; y su defensa, que le
correspondía hacer a Estados Unidos, tenía límites precisos, pues no hay que olvidar
que Estados Unidos tenía en todo este asunto sus propios objetivos e intereses. Es claro
que, para lograr la unanimidad necesaria a objeto de hacer pasar la decisión por justa,
el jurado debía dar algo a cada parte. Así, Venezuela recuperó las bocas del Orinoco
y su territorio guayanés amenazado, que era lo que le interesaba lograr a Estados
Unidos a fin de limitar la peligrosa ambición territorial inglesa. Y para que pudiese haber
acuerdo y decisión unánime, Gran Bretaña también debía sacar ventaja, de modo que
58 NUESTRO ESEQUIBO
recibió como propio todo el territorio esequibo venezolano del que había despojado a
Venezuela. Y esta debió conformarse con no haber perdido todo.
Y aquí, para reubicarnos dentro del tema y examinar el nuevo contexto en que el
gobierno de Venezuela se lo fija como tarea, nos conviene detenernos, a partir de algo
que ha pasado antes de 1962 y de algo que está ahora por pasar, en las características
centrales de este nuevo contexto geopolítico, el de los años sesenta del siglo XX, que
NUESTRO ESEQUIBO 59
Mallet-Prevost
Lo que había ocurrido alrededor de década y media antes de 1962 fue algo fundamental
referente al veredicto del Laudo de París y ligado al nombre hasta entonces poco
conocido de Severo Mallet-Prevost. En la reunión de París, además de los cinco jueces,
hubo otros participantes y de ellos los principales fueron los abogados defensores de
las partes enfrentadas: uno, el inglés Richard Webster, por Gran Bretaña, y el otro, el
estadounidense Severo Mallet-Prevost, por Venezuela. Al inicio del proceso cada uno
de ellos dedicó trece días a la defensa de los argumentos del país que le correspondía
defender. En cada caso hubo preguntas y discusiones y Mallet-Prevost hizo una minuciosa
defensa de los derechos venezolanos. Luego de terminadas ambas exposiciones, los
jurados se separaron y tras una corta vacación para que reflexionaran, reanudaron su
trabajo; y en forma excepcionalmente rápida, el 3 octubre de 1899, emitieron su concisa,
unánime y sesgada decisión.
británicos se notaba totalmente identificado con los argumentos ingleses, el otro parecía
tener dudas, y hacía preguntas. Al terminar las exposiciones y decretarse la vacación,
los dos jurados británicos decidieron irse a Londres. Y Martens, el árbitro, se fue con
ellos. Al regresar a París a iniciar las reuniones del Tribunal, el jurado inglés que tenía
dudas estaba ahora firmemente comprometido con la posición británica y Martens se
veía claramente identificado con ellos dos. Desde antes, Martens estaba muy vinculado
a Inglaterra, siendo como era profesor en las universidades de Oxford y de Cambridge
y amigo de la reina Victoria. Era evidente que en su vacación los tres se habían reunido
con el poder británico en Londres y cuadrado posiciones.
Y por si había alguna duda, Martens dejó pronto todo en claro. Se reunió con los dos
jurados norteamericanos y les dijo que él apoyaba plenamente la posición británica de
que Inglaterra se quedara con todo: territorio esequibo, pedazo de Guayana venezolana
y bocas del Orinoco. Con esos tres votos, los de los dos británicos y el suyo, Inglaterra
ganaba el juicio. De modo que le dio a escoger a los jurados estadounidenses entre dos
posibilidades: mantener su defensa de Venezuela y perderlo todo tres a dos teniendo
que salvar sus votos sin la menor consecuencia, o aceptar la generosa propuesta que
quería hacerles para que la decisión del juicio fuera unánime: que se conformaran con
que Venezuela conservase las bocas del Orinoco y el trozo amenazado de Guayana
venezolana mientras Gran Bretaña se quedaba con todo el territorio esequibo, algo que,
les repitió, él estaba dispuesto a aceptar en busca de la unanimidad del Laudo.
Los dos jurados estadounidenses le contaron esto a Mallet-Prevost y luego fueron los tres
juntos a hablar con el expresidente Harrison, que era también defensor de Venezuela.
Indignados de verse sometidos a semejante trato por los británicos aliados con Martens,
pensaron mantener sus posiciones y salvar sus votos. Pero a los estadounidenses no
les gusta perder; y al final prefirieron aceptar la impositiva proposición de Martens.
Votaron a favor de ésta; y así se logró que la decisión fuera unánime y que Venezuela
no lo perdiera todo.
No obstante, esto era algo escandaloso, porque ya no se trataba sólo de una decisión
sesgada sino de un auténtico fraude, de una operación chantajista que le quitaba todo
valor al Laudo. Claro que era ya bastante tarde, que habían pasado cinco décadas y
que, a esas alturas, en términos efectivos, conocer esto no cambiaba nada, aunque sí
le permitía a Venezuela denunciar con más poderosos e incuestionables argumentos el
infame Laudo, reanudando con fuerza la prácticamente abandonada lucha por recobrar
el territorio esequibo. Y eso se había venido haciendo desde 1951.
llevando a las potencias coloniales como Francia, Holanda e Inglaterra, las mismas que
en el siglo XVII le robaban tierra a España en sus colonias, a tener que elegir también
entre la represión brutal y armada de los pueblos de sus colonias en lucha, o la necesidad
forzosa de entrar en negociaciones con ellos para acordarles la independencia.
Y esto amenazaba con complicarle todo a Venezuela, porque para ésta no iba a ser
lo mismo reclamarle el territorio esequibo a Inglaterra, poderosa potencia colonial que
se lo había robado en 1899 gracias al tramposo Laudo de París, que reclamárselo a
una futura Guayana que para ese cercano 1966 habría dejado de ser inglesa; que no
era la que le había robado ese territorio esequibo a Venezuela; que seguramente lo
necesitaba, porque constituía casi tres cuartas partes del país; y que, a diferencia de
Inglaterra, era un país pobre y débil comparado con la relativamente rica Venezuela.
En su carácter de país anticolonialista, a Venezuela no le queda otra cosa que apoyar la
inminente independencia de la Guayana inglesa, ratificando en cada ocasión su derecho
a recuperar en forma pacífica el territorio esequibo del que había sido despojada por
Gran Bretaña. Y en eso, en emisión de declaraciones amistosas con ésta y con la
próxima república de Guayana y en conversaciones con los dirigentes guayaneses, se
pasan los cuatro años y así se llega al 26 de mayo de 1966, fecha en que Inglaterra
reconoce la independencia del nuevo país, que asume desde entonces el nombre de
Guyana.
El Acuerdo de Ginebra
Lo que sigue es el Acuerdo de Ginebra. Inglaterra y Venezuela, con presencia de
Guyana y en el marco de las Naciones Unidas, se reúnen en esta ciudad suiza el 16 y
17 de febrero de 1966 para definir las futuras relaciones entre Venezuela y la Guyana
que está a punto de independizarse, es decir, que será pronto soberana, y formalmente
62 NUESTRO ESEQUIBO
libre de la tutela británica. El amistoso lenguaje entre los tres países es del más alto
nivel diplomático. Pero la realidad es que Inglaterra, que patrocina el acuerdo, se
libera hábilmente del incómodo tema de Guayana, lavándose las manos de todas sus
responsabilidades y atropellos y trasladándole a Venezuela la difícil tarea de lograr un
acuerdo limítrofe con su excolonia.
Las dos saben que será harto difícil llegar a ese acuerdo; y que Venezuela, ante la
comprensible actitud de espera de Guyana, que conserva y necesita el territorio en disputa,
deberá encontrar un casi imposible equilibrio entre su firme posición anticolonialista y
su igualmente firme decisión de recobrar el territorio del que fue despojada. No por
Guyana sino por Inglaterra que, como si no hubiese roto un plato, se despide felizmente
del enrevesado problema que creó con su piratería colonialista y su ambición territorial
atropelladora de países débiles.
Y es que -como señale antes-, con este acuerdo en gran medida prematuro, Venezuela
se dejó imponer de nuevo la tramposa voluntad británica y quedó envuelta en una
enrevesada maraña, típica obra de la “pérfida Albión”, porque Inglaterra quería
deshacerse lo más pronto posible de Guyana, y el anticolonialismo en este caso un
tanto ingenuo de Venezuela le impidió al menos intentar oponerse a que Inglaterra le
concediera la independencia a Guyana antes de resolver en algún grado el problema
limítrofe que tenía con ella. De modo que Venezuela fue convertida por Inglaterra en
la malvada de esta nueva fase de la historia colonialista opresiva que había creado. Y
de ser como era hasta entonces el país débil enfrentado a la potencia colonial rica y
poderosa, Venezuela pasó a ser ahora el país rico que quería despojar de casi todo su
territorio a una colonia pobre y débil que acababa de independizarse. Y desde entonces
esa ha sido la contradicción fundamental y hasta el presente insoluble de este problema.
El optimista Tratado firmado, cuyo texto está disponible en internet, se proponía dejar
resuelto el problema en los siguientes cuatro años. Es decir, que 1970 era su límite. Una
verdadera fantasía. Se creó para ello una Comisión Mixta formada por dos representantes
de Guyana y dos de Venezuela que, de ser necesario, debería celebrar no menos de
dieciocho reuniones en el período pautado. Se buscaba una solución justa y pacífica,
satisfactoria para ambos países. Y de no lograrse para la fecha prevista, el artículo
cuarto del Acuerdo establecía que entonces, si convenían en ello, ambos países podrían
apelar a uno de los organismos previstos en el artículo 33 de la Carta de la ONU como
la Corte internacional de justicia o acudir al propio secretario general del organismo.
Hubo optimismo en Venezuela. Por primera vez, pese a la crisis política que vivía
el país, el tema del Esequibo se hizo popular. Se produjeron reuniones políticas, se
crearon grupos de apoyo, se modificó en 1965-1966 el mapa oficial del país para
añadirle el territorio esequibo como zona en reclamación. Y hasta hubo serias tensiones
y choques fronterizos que por suerte fueron pronto controlados. Uno fue el problema
NUESTRO ESEQUIBO 63
La reunión tuvo lugar el 18 de junio de 1970 y en ella el Primer ministro de Trinidad, que
era Eric Williams, desempeñó el papel central. Pero este papel tampoco fue favorable a
Venezuela. Williams era un curtido luchador anticolonial, un consecuente revolucionario
de formación marxista, político lúcido, culto, autor de varios valiosos libros. Pero por
ello mismo, por su firme posición anticolonialista, Williams no podía estar del lado
de Venezuela. Y aprovechando que la insoluble situación seguía trancada, hizo una
proposición conciliadora que los tres países presentes acogieron: congelar el problema
por doce años renovables, es decir, por lo menos hasta 1982, manteniendo contactos
y mejorando entendimientos y relaciones, pero sin que fuese posible hacer propuestas
relativas a la reclamación. Y esta decisión, que prácticamente la mataba, era fatal para
Venezuela. Gran Bretaña aceptó la decisión acordada para salirse definitivamente del
asunto. Guyana, que tenía desde ahora la ventaja de conservar y administrar como
propio el territorio en disputa, también la aceptó; y Venezuela, que no pareció captar bien
la trampa, pues se congelaba su reclamación, pero no el derecho de Guyana a seguir
manejando el territorio en su interés, la aceptó también. El hecho es que mientras la
reclamación venezolana quedaba congelada por doce años, Guyana seguiría ocupando
el territorio en disputa, poblándolo, creando vías de comunicación y negociando acuerdos
con empresas mineras y corporaciones transnacionales. A Venezuela sólo le quedaba
vigilar y protestar. El gobierno demócrata-cristiano venezolano defendió lo acordado
en Trinidad, pero el Congreso del país, de mayoría social-demócrata, impidió que se lo
64 NUESTRO ESEQUIBO
aprobase. De todas formas, era inútil, porque incluso sin esa aprobación ratificatoria del
Congreso había forzosamente que acatarlo.
cuarto del Acuerdo de Ginebra. Pero se requiere que las dos partes acepten. Y Guyana
se mantiene firme en preferir la Corte internacional de justicia.
En 1987, de nuevo trancado por completo el diferendo, ambos países, por recomendación
de la Secretaría general de la ONU, deciden apelar al método de los Buenos oficios, que
empieza a funcionar en 1989 con un Buen oficiante elegido y aceptado por las dos partes
con respaldo del secretario general de la ONU. En el cargo se suceden tres Buenos
oficiantes, Alistair Mc Intyre, reconocido filosofo escocés que es designado en 1989 y
conserva el cargo por diez años, Oliver Jackman, de Barbados, que lo reemplaza y se
mantiene hasta 2009, y el jamaicano Norman Girvan, que sucede en 2010 a Jackman
y muere en 2014. Como era más que previsible, ninguno logra resultados; y desde esa
fecha se ve que resulta inútil seguir manteniendo el cargo.
y para reiniciar (porque se lo había ensayado antes sin éxito) un proyecto amistoso y
solidario de cogestión y desarrollo fraternal del territorio por los dos países.
Por desgracia no fue así. El agudo conflicto político que vivía Venezuela hacía imposible
generar en el país un proyecto nacional en torno a esta propuesta. La derecha venezolana,
cada vez más servil a Estados Unidos, no vaciló un instante en acusar a Chávez de haber
entregado el Esequibo, y ni siquiera el gobierno chavista y el propio Chávez convirtieron
esta valiosa idea en proyectos y planes concretos. Lamentablemente la propuesta no
pasó del plano del discurso, y en los grandes planes de desarrollo y crecimiento de
la Venezuela de esos años de liderazgo de Chávez y de auge del poder y prestigio
venezolanos, no se dejó ver ningún proyecto referente al Esequibo, confirmando así
lo antes dicho, que la ocupación y desarrollo del territorio esequibo nunca tuvieron
antes prioridad en Venezuela, y que tampoco la tenían ahora, volcado como estaba el
gobierno del país a un extraordinario proyecto de construir la Patria grande de Bolívar
que era ahora el grandioso sueño de Chávez y al que dedicó todo su esfuerzo. La que
sí captó y aprovechó la generosa propuesta de Chávez fue Guyana que, en ausencia de
los planes y recursos ofrecidos por Venezuela, continuó desarrollando libremente sus
proyectos con empresas transnacionales para explorar y ocupar el territorio en disputa,
e incluso sus áreas marinas, básicamente en busca de minerales estratégicos, de gas
y de petróleo.
enorme y bien conocido consorcio petrolero estadounidense al que años antes Chávez
había enfrentado en Venezuela. La Exxon se movía y se mueve en esa zona marítima
como si fuera propia, con autorización abusiva de Guyana, ya que es y será mar de la
zona en reclamación por Venezuela mientras no se llegue a una decisión definitva de la
ONU sobre el problema limítrofe. Incluso la Exxon ha delimitado en ella varios bloques,
uno de los
Esto vuelve a cambiarlo todo y a convertir el diferendo en un tema explosivo que lleva al
gobierno venezolano a reaccionar. La amenaza era seria. Y Venezuela venía confrontando
desde entonces una creciente crisis. El Caricom, tan ayudado por Chávez, ahora que la
ayuda económica y petrolera de Venezuela había disminuido por la crisis venezolana,
se mostraba cada vez más comprometido con Guyana, esperando compartir la riqueza
petrolera de la que pronto ésta dispondría. Estando de por medio la Exxon, era de
esperar que Estados Unidos, ya enfrentado abiertamente a Venezuela, se declarara a
favor de Guyana en el diferendo. Y así fue. Guyana estaba ampliando su área marítima
a expensas de Venezuela. Tanto Trinidad como Barbados hacían lo mismo, y todo
indicaba que el objetivo era reducir o bloquear el acceso marítimo venezolano a las
aguas del Atlántico. Y como resultado de todo esto, el asunto de las áreas marítimas
cobraba absoluta primacía.
Y hay más. En cuanto a los organismos que deben decidir la controversia, desde 2017
Guyana había empezado a pedir a la ONU que fuese la Corte internacional de justicia
la que la dirimiera. Venezuela se opuso por considerar que la Corte no era organismo
idóneo para ello. En 2018 el secretario general de la ONU, Gutérrez, acepta que sea la
Corte la que dirima la disputa, lo que implica que prefiere no involucrarse en el problema,
dándole así clara ventaja a Guyana. Venezuela se niega a aceptar la decisión de que
sea la Corte y el 15 de abril de 2019 ratifica su negativa a acudir a ella. La situación se
68 NUESTRO ESEQUIBO
va haciendo más tensa. A principios de este año de 2020, Venezuela reitera otra vez
que se niega a acudir a la Corte internacional de justicia a dirimir el diferendo. Pero
no es sólo que Venezuela es hoy un país sumido en una profunda crisis económica,
política y social, y que cuenta con escaso apoyo internacional para su cada vez más
problemático reclamo del Esequibo, sino que Guyana, para su defensa de ese territorio,
cuenta en cambio con un respaldo grande y sustancial. Y a ello viene a sumarse en este
mismo mes de agosto de 2020 el resultado diferido y finalmente resuelto de la elección
presidencial realizada el año anterior en Guyana. El ganador y nuevo presidente es
Irfaan Ali, miembro del PPP, el partido que desde un principio declaró que reconocía el
Laudo de 1899 y que rechazaba la reclamación venezolana. Apenas asumido el cargo,
Ali ha declarado que mantiene la propuesta de acudir a la Corte internacional de justicia,
añadiendo que la soberanía del estado guyanés y la integridad de su territorio son
sagradas y que Guyana es una nación indivisible.
Frente a este preocupante panorama hay preguntas que surgen en forma inevitable una
tras otra: ¿Qué puede pasar en la ONU y en la Corte internacional de justicia? ¿Cuáles
son hoy las perspectivas reales de Venezuela? ¿Es que está ya agotado este camino?
¿Qué puede hacerse? ¿Seguir reclamando ritualmente el Esequibo sin esperanza de
lograr nada, sólo por sostener un principio jurídicamente válido pero que parece cada
vez más irrealizable y más lejano? ¿Puede Venezuela seguir asumiendo un papel que
muchos países ven como el de permanente obstaculizador del desarrollo de Guyana?
¿Sería todavía posible a estas alturas, y en medio de tantas dificultades como las que
tenemos, retomar la propuesta de Chávez que abría un camino de colaboración y acuerdo
fraternal entre las partes y que lamentablemente no pasó del plano declarativo? ¿O es
que, como parece, sería ya demasiado tarde para intentarlo, debido entre otras cosas
a la excesiva tensión acumulada entre ambas partes y a la actual situación de crisis, de
acoso y de aislamiento que vive Venezuela? ¿Es que puede buscarse otro camino? Y
en caso de que así fuese: ¿cuál es o cuál podría ser ese camino?
Responder esas punzantes cuestiones no es por supuesto tarea de este modesto ensayo
personal que se contentaría con haber contribuido en algo a dar una visión de conjunto
sobre el complejo tema de la justa lucha de Venezuela por recobrar el territorio del que
la despojó la Gran Bretaña pirata, ladrona y colonialista, la misma que, como heredera
de esa arraigada tradición saqueadora, hoy le roba a Venezuela el oro depositado en el
más importante de sus bancos.
En fin, no hay nada, son meras ideas, meras preguntas. Y lo único de lo que podemos
estar seguros es de que, cualquier cosa que sea lo que se haga en los próximos meses,
nuestra cancillería, con la dignidad que ha demostrado defendiendo valores y derechos,
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tiene un enorme reto por delante, porque tendrá que buscar también la forma de enfrentar
ese grave problema con ideas y planes nuevos, de discutirlos, de hacerlos conocer, de
limar asperezas, de conseguir apoyos, y de empezar a intentar abrir caminos hacia una
verdadera y justa solución, algo que compete por igual a ambos países, y que en ningún
caso podría esperar otros cien años.