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LIBRO LA VIDA CAMPESINA - Web

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1

La vida campesina
frente al gigante agroindustrial

Evangelina Robles / José Godoy


compiladores

2
Primera edición México 2020

La vida campesina frente al gigante agroindustrial


Es una publicación del Colectivo por la Autonomía / Saberes Locales A. C.

Compilación: José Godoy / Evangelina Robles


Edicion: Colectivo por la Autonomía
Cuidado de la edición: Ramón Vera-Herrera
Imagen de la portada: Graciela Iturbide, de la serie San Isidro, Jalisco, 2017
Diseño de la portada y diagramación: Postof
Foto de contraportada: Francisco Meza, tomada de la cosecha de una milpa del colectivo por
la autonomía con colectivos punks y urbanos en Guadalajara, Jalisco

Todas las fotos de interiores fueron tomadas en el sur de Jalisco por: Graciela Iturbide de la serie San
Isidro, Jalisco, 2017, Oswaldo Ruíz de su serie Nos han dado la tierra (http://oswaldoruiz.net/es/proyec-
tos/nos-han-dado-la-tierra/), Patricio Meza Opazo de su cariñosa mirada del sur de Jalisco y del amplio
registro y admiración de la vida campesina de Rodolfo González Figueroa. Una de las fotos de mujeres y
semillas fue tomada por Verónica Villa en la fiesta de semillas de Cherán, Michoacán.

La vida campesina frente al gigante agroindustrial es una edición de El Colectivo por la Autonomía. Nuestra publi-
cación fue posible gracias al apoyo de CSfund y El Fondo de Acción Urgente / América Latina y El Caribe.
Los textos son responsabilidad de los autores, no mantenemos ningún derecho reservado. Pueden citar el material
aquí contenido y fomentar la recirculación libre de las ideas, mucho agradeceremos que citen la fuente.

ISBN: Por motivos de pandemia en nuestro país, INDAUTOR cerró trámites por toda vía hasta nuevo aviso. DOF
mediante acuerdos publicados en el Diario Oficial de la Federación en fechas 1o. y 17 de abril, 11 y 29 de mayo,
y 11 de junio, todos de 2020, se estableció la suspensión deactividades en este Instituto, incluida la atención
al público de forma presencial, por correo tradicional y por vía telefónica, hasta que las autoridades sanitarias
dicten las medidas necesarias para su reanudación y determine que no existe un riesgo epidemiológico, de
conformidad con el sistema de semáforo por regiones.

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico

3
Campesinas y campesinos del mundo somos pueblos, comunidades,
organizaciones y familias altamente diversas. Representamos
distintas culturas y visiones del mundo.

El proceso de discusión y debate sobre la soberanía alimentaria,


nos permitió el reconocimiento y valoración
de nuestros haceres campesinos, es decir; que las mujeres hemos sido
fundamentales para el desarrollo de la agricultura y seguimos siendo clave
para la producción de los alimentos y su transformación.

Hemos impulsado con fuerza el tema de la agricultura y de la agroecología,


no como algo nuevo que emerge, sino que recuperamos las prácticas
ancestrales de hacer agricultura, las que se han venido desarrollando
desde los pueblos originarios hasta ahora.

Nunca en la historia nos habíamos dado cuenta del valor que tenía
el campo para la sobrevivencia de la humanidad misma, somos las
guardianas de la tierra, vivimos donde están los recursos, y nuestra tarea es
luchar y preservarlos mirando hacia las futuras generaciones.

Nos enorgullecemos de ser lo que somos, no queremos migrar


forzadamente a las ciudades o al extranjero, queremos seguir cumpliendo
nuestro papel fundamental: alimentar a la humanidad con nuestro trabajo,
nuestros saberes y nuestros bienes naturales, asegurando que el derecho a
la alimentación se cumpla para todos y todas sin excepción,
y que la Madre Tierra sea cuidada mientras de ella obtenemos el sustento.

Francisca Rodríguez
ANAMURI / La Vía Campesina

4
Índice

Agradecimientos 6
Presentación
Evangelina Robles 7

CAPITULO I
El fraude del gigante agroalimentario en Jalisco.

El fraude de los gigantes agroalimentarios


José Godoy, Evangelina Robles, David Sánchez
Colectivo por la Autonomía 11
Dos imágenes de la agricultura transnacional:
¿gigantes y ecológicos?
Yessica Alquiciras, José Godoy, Evangelina Robles
Colectivo por la Autonomía 19
Cañonazos a las nubes
Evangelina Robles y Fernanda Vallejo 23
Niños orinan agrotóxicos en Jalisco
Silvia Ribeiro / Grupo ETC 27
El Mentidero (o cómo querer disuadir a la gente
de que no hay contaminación extrema)
Ramón Vera-Herrera 31
El sistema alimentario vigente: enemigo de la salud
José Godoy y Benjamín Macas 37

CAPITULO II
La Vida Campesina: una historia de saberes y cuidados.

Agroecología: una atención adicional


Colectivo por la Autonomía y GRAIN 43
De la inviable agroindustria a la agricultura post-industrial
José Godoy / Colectivo por la Autonomía 51
Quienes cuidan el mundo viven en el monte
José Godoy / Colectivo por la Autonomía 59
La agricultura: sus saberes y cuidados
GRAIN 63
Una breve historia de los orígenes de la agricultura,
la domesticación y la diversidad de los cultivos
Vía Campesina 69

5
CAPITULO III
El sistema agroalimentario industrial: una guerra contra la comunalidad,
el territorio y la vida digna.

Las mujeres frente al agronegocio


Claudia Korol 91
La memoria de un futuro campesino
Ramón Vera-Herrera / GRAIN 97
El círculo vicioso de la agroindustria
GRAIN 113

CAPITULO IV
Necesidades y equívocos alimentarios.
La lucha por el maíz y contra la chatarra.

Hay tiempo, pero es urgente y posible


detener los transgénicos
Adazahira Chávez y Camila Montecinos 117
Libre comercio y la epidemia de comida chatarra en México
GRAIN 119
Los peligros del maíz industrial y sus productos
comestibles procesados
GRAIN 133
Necesidades y equívocos alimentarios
Verónica Villa / / Grupo ETC 143
Los cuidados que sostienen al mundo
Verónica Villa / Grupo ETC 153

CAPITULO V
Nuestras semillas nuestros saberes.

Nuestras semillas, que son saberes, que son semillas


Revista Biodiversidad 163

Epílogo 173

6
Agradecimientos

A gradecemos a las mujeres del sur de Jalisco que están


generando alternativas ante tanta devastación, a las
compañeras y compañeros de la Red en Defensa del Maíz,
a la Alianza Biodiversidad, a la Vía Campesina y a quienes
colaboraron para hacer este material: Yessica Alquiciras,
Adazahira Chávez, Claudia Korol, Benjamín Macas, Camila
Montecinos, Silvia Ribeiro, David Sánchez, Fernanda Vallejo y
Verónica Villa. Al grupo GRAIN y Grupo ETC. A Paola Uribe por
su apoyo en la lectura y selección de textos.
A todas aquellas personas con quienes cotidianamente
construimos y cotejamos nuestro pensamiento, entre ellas:
Sergio Robles Manzo, Antonia González Cid, Patricia Berrueta
González, Carmen Aggi, Dora Lucy Arias, Ricardo Balderas,
Andrés Barreda, Laura Bello, Andrés Carrasco, Rocío de
Aguinaga, Eutimio Díaz, Norma Escalante, Irma Galindo,
Beatriz Godoy, Humberto González, Rodolfo González
Figueroa, Helen Juárez, Ingrid Kossman, Ana Patricia López,
Alicia Massarini, Patricio Meza Opazo, Diana Milena Murcia,
Dolly Cristina Ojeda, Gabriela de la Paz, José Paredes, Iván
Puig, Jaime Torres Guillen, Heber Uc, Mayra Vargas y Carlos
Alberto Vicente. Especialmente a Ramón Vera-Herrera por
cuidar la edición de este libro con la dedicación, cariño y
compromiso que siempre lo caracteriza y a Graciela Iturbide,
Oswaldo Ruiz, Rodolfo González, Francisco Meza, Patricio
Meza y Verónica Villa por compartirnos su mirada a través de
su fotografía.

7
Presentación
Evangelina Robles

E n el sur de Jalisco hay una situación que se agrava día con


día relacionada con la tenencia de la tierra y su uso inten-
sivo para la producción industrial de mercancías de consu-
mo humano y animal. Esta manera de producir mercancías
agrícolas ha generado una serie de problemas regionales
que impactan en la vida cotidiana de nuestras comunida-
des, porque la agroindustria acapara tierras de uso común,
parcelas, manantiales, sobreexplota las aguas profundas,
desmonta los bosques afectando la biodiversidad de flora y
fauna silvestre y con ello sus usos comunitarios tradiciona-
les, como la recolección de frutos silvestres de temporada.
Este problema se ha profundizado en los últimos diez
años y es causa importante de la precariedad en el acceso al
agua para uso doméstico, del surgimiento o incremento de
enfermedades nuevas o raras en la región, del aumento de
conflictos agrarios por la tenencia de la tierra que incluye
despojo, del desplazamiento de la población a otras regio-
nes o países en busca de mejores condiciones de vida y de
trabajo, y en general es causante de la merma en la calidad
de la vida. Esta crisis es provocada por la obsesión oficial por
promover y financiar la agroindustria o el agronegocio, ahora
también llamada engañosamente por las empresas “agricul-
tura moderna”. Todo en detrimento de la vida campesina y
rural.
Ésta es una mirada desde el Colectivo por la Autonomía
y compañeras y compañeros de la Red en Defensa del Maíz,
de la Alianza Biodiversidad de America Latina y de múlti-

8
ples colectivos hermanos como GRAIN y el Grupo ETC, además de compañeras
entrañables como Camila Montecinos, quien desde más de quince años nos ha
acompañado con una confianza incomparable en el saber campesino. Vivimos
colectivamente esta preocupación, la queremos compartir y estudiar con uste-
des a detalle y conocer más cuál es su opinión ante este problema. Considera-
mos que las mujeres del sur de Jalisco, desde diferentes ámbitos, están hacien-
do acciones y pensando soluciones ante esta situación, y que evidenciar cómo
participan y dirigen la transformación comunitaria y regional ante los impactos
nocivos de la producción industrial en nuestra región es de suma importancia
para una vida digna y feliz, por eso dedicamos este esfuerzo especialmente a
ellas, con quienes aspiramos a pensar en conjunto los caminos que deba seguir
la red alimentaria campesina.
La pandemia evidenció la crisis de salud que genera industrializar la pro-
ducción de alimentos y su alta disponibilidad en todos lados, es muy importante
analizarlo juntas para fortalecer los procesos locales y su capacidad de inciden-
cia y visibilizacion en la región para defender la vida campesina como alterna-
tiva central para el cuidado de las semillas, la soberanía alimentaria y el medio
ambiente, a través de los espacios organizativos rurales del sur de Jalisco.
Este material surge como apoyo al proceso de “Mujeres: Comunalidad, Te-
rritorio y Vida Digna” convocado por El Colectivo por la Autonomía para describir
las afectaciones de la agroindustria e identificar propuestas y alternativas desde
la agricultura campesina, la agroecología y la economía de los cuidados y apo-
yarnos en las acciones locales de las personas, comunidades y colectivos.

9
CAPITULO I

El fraude del gigante


agroalimentario en Jalisco

Sean molinos o gigantes, Sancho, lo único seguro es que allí


hay gente en peligro.

Fernando Savater
El gran laberinto

10
Fotografía: Oswaldo Ruiz

11
El fraude de los gigantes
agroalimentarios
José Godoy, Evangelina Robles y David Sánchez

Colectivo por la Autonomía

E xiste el mito oficial de que la agroindustria y todo su


paquete tecnológico son la solución para alimentar a la
población mundial y “salvarnos de la hambruna”. Ya la Vía
Campesina y organizaciones internacionales como GRAIN y
el Grupo ETC se han dedicado a demostrar y difundir que”
los campesinos somos los que alimentamos al mundo” y
que “los campesinos podemos enfriar el planeta”.
Pero los supuestos esfuerzos por “remediar el hambre”
por parte de las corporaciones no cotejan contra los esfuer-
zos reales por desmantelar —en beneficio de las grandes
corporaciones de la agroindustria— todo el andamiaje de
saberes, estrategias, cuidados y esfuerzos individuales, fa-
miliares y colectivos que conforman eso que sueltamente
llamamos agricultura campesina.
En los últimos seis años el gobierno ha promovido al
estado de Jalisco, en México, como “el gigante agroalimen-
tario” dando prioridad a pocos productos de exportación,
como “moras”, frambuesas, tequila, limón, azúcar y aguaca-
te, mientras cada vez comemos alimentos de menor calidad
y más caros, con costos de producción ambiental y de salud
humana muy altos y efectos nocivos de largo aliento.
Entre tanto, las comunidades indígenas y campesinas
tienen clarísimo el resultado de su esfuerzo, “siempre el cam-
pesino es el que produce la comida. Aunque, la gente de la
ciudad no se dé cuenta. El hambre será general si la cultura
campesina desaparece, por eso la importancia por la lucha de

12
la vida campesina”.1La variedad, calidad y cercanía del alimento depende de los
campesinos. No puede depender del flujo del capital, del mercado y del petróleo.
En México, el Estado justifica el fracasado programa de “cruzada contra el
hambre” mientras la agroindustria devasta impunemente el territorio y el saber
campesino ofreciendo nutrir a la población con los desechos de la alimentación
industrializada.
Mientras, en asambleas, talleres y denuncias, los campesinos identifican
los efectos de la agroindustria promovida por “Jalisco, el Gigante Agroalimen-
tario”: aumento de plagas y enfermedades, erosión de suelos, desabasto de
agua, cambio de clima y múltiples afectaciones sociales. Proponen hacer agro-
ecología como una vía, como una caja de herramientas prácticas para rescatar
la agricultura, que en la concepción cíclica de la historia siempre está en el
horizonte, sobre todo desde que este ataque inició con la Revolución Verde.
Por eso en los talleres de la Red en Defensa del Maíz en el sur de Jalisco se pro-
puso: “convivir con lo silvestre, cuidar comunitariamente la naturaleza, conocer
bien el territorio, recuperar la memoria de los viejos y la historia ambiental del
entorno, ser menos dependientes de la tecnología, recuperar y usar técnicas
propias, hacer parcelas comunitarias con las generaciones mayores, jóvenes,
niños y el resto de la comunidad con agricultura tradicional e involucrar a la
gente de la ciudad”. E insisten en que “se hace necesaria la agroecología hoy.
Es una manera de remontar lo que nos han quitado, despreciado y prohibido,
incluida la criminalización por usar semillas campesinas y el libre intercambio;
es crucial usar estas herramientas, pero ponerlas en su lugar, no como receta:
porque justamente la destrucción de nuestra confianza, de nuestros saberes,
de la rentabilidad en el campo hacen que sea muy difícil, pues el discurso ha
ido desacreditando la agricultura”.2Los jóvenes denuncian que “este gigante
viola el derecho de las futuras generaciones a un medio ambiente sano, al
suelo, al agua, al monte” y añaden: “queremos vivir dignamente en el campo,
cubriendo nuestras necesidades de subsistencia y recreación personal y co-
munitaria”.3
Desde el año 2000, en el contexto del Plan Puebla Panamá, ¿ahora llamado
Tren Maya?, se viene diciendo que en México se tiene que reducir de 20 millones
a 2 millones de campesinos. No quiere decir que se vayan a ir a tener una vida
mejor, quieren que la gente deje su territorio y se vaya a las ciudades u otros
países a servir a los campos agrícolas, de jornaleros u obreros de la industria y la
maquila, ya no campesinos dueños de su tierra y de su autonomía.

13
Camila Montecinos relata el fenómeno de “Chile potencia alimentaria”. Esto
comenzó en 1984 y es muy parecido a lo que ocurre en México. Después de
treinta años de potencia agroalimentaria, el resultado es que la producción de
alimentos prácticamente no ha aumentado, pero ahora el 80 por ciento de la
producción agrícola de Chile se va al extranjero, “ahora somos un país totalmen-
te dependiente de lo que llega de fuera, incluso de las hortalizas; muchas vienen
de China. En Chile había un ajo local que fue desplazado por el chino. Es absurdo
traer ajo de China. Y las utilidades de esas exportaciones se gastan en comida”.
Esto sólo empodera el sector empresarial y afecta a las comunidades rura-
les. El precio de los alimentos aumenta. La calidad nutrimental y la variedad de
la alimentación local se reducen. La huella de carbono es inmensa, pues las em-
presas del agronegocio exportan, importan, contaminan, desechan, refrigeran,
congelan, especulan y desperdician.
En el boom agroindustrial la cantidad de gente empleada en producir no
ha aumentado, sólo ha migrado del trabajo campesino al trabajo proletarizado
o explotado y desregularizado, incluso cayendo en situación esclavizada.4Esto
deja secuelas de enfermedades crónicas o terminales, drogadicción, intoxica-
ción y muerte.
En Chile, como en toda América Latina, se vive un acaparamiento de tierras
por arrendamiento, invasión y contaminación. Desplazando la población campe-
sina y destruyendo las fuentes naturales de vida en todas las regiones.
En el “Encuentro de Personas Afectadas por los Agronegocios en Costa Rica”
las y los participantes realizaron un análisis sobre las problemáticas que enfren-
tan en sus comunidades a consecuencia de la expansión de los monocultivos
de banano, piña, arroz y palma africana: falta acceso a agua potable, hay conta-
minación de las fuentes de agua a causa de los plaguicidas, un excesivo uso de
agroquímicos y fumigaciones aéreas más conflictos territoriales que provocan
que cada vez más personas sean peones sin propiedad. Las empresas convencen
a las poblaciones de que generarán fuentes de empleo. También impacta en las
formas de producción y en la economía familiar: algunos campesinos apuestan
por usar paquetes de agroquímicos, dejan de producir lo suyo, olvidan el cono-
cimiento tradicional y deciden vender sus fincas a las grandes corporaciones”.
“La piña ocupa el segundo lugar de cultivos en los que se usan más plaguicidas”.
Las ganancias no quedan en el país ni en los trabajadores; 43 por ciento de
las ganancias se van a los supermercados europeos.
El 80 por ciento de las importaciones que hace Costa Rica de plaguicidas
son altamente peligrosos, y pueden generar efectos o síntomas graves de intoxi-

14
cación a las pocas horas de trabajar con ellos si entran al organismo e incluso
causar la muerte. Costa Rica importa unos 12 millones de kilogramos de ingre-
dientes activos y formulaciones de plaguicidas por año, provenientes principal-
mente de China, India y Estados Unidos. La gran mayoría se aplican en cultivos a
lo largo y ancho de todo el territorio costarricense.5
En México el caso del aguacate (otro cultivo agroindustrial), lo documentó a
detalle la preaudiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos celebrada en Mi-
choacán, encontrando violaciones a derechos de carácter internacional con reper-
cusiones locales que resultan de un sistema caracterizado por acuerdos de libre
comercio que benefician sólo a los propietarios del capital y a los gobiernos que
son cómplices en su implementación, violando los derechos de trabajadores, mu-
jeres, campesinos, pueblos indígenas y comunidades locales. En particular el TL-
CAN es responsable “de la intensificación del desarrollo industrial, la devastación
ambiental y la violación de los derechos humanos asociada con ellos en Michoa-
cán”, así como “la expropiación de tierras para cultivos intensivos de productos
para la exportación” como aguacates, fresas, frambuesas y otros similares lo que,
a su vez facilita la expropiación de tierras indígenas y el cambio de uso del suelo
de agricultura tradicional a agricultura industrial, el uso de pesticidas altamente
peligrosos —prohibidos en otros países, pero considerados legales en México— y
la contaminación intensiva de las fuentes de agua.
En esa sesión se denunció que jornaleras y jornaleros no sólo están ex-
puestos a los plaguicidas de todo tipo durante las horas de trabajo, sino que,
también el resto del tiempo, al estar sus viviendas cerca de las zonas de cultivo.
“A los agroquímicos se les atribuye una mayor frecuencia de abortos, de niños
con espina bífida mutaciones y descerebrados, con leucemia, enfermedades re-
nales y una relación directa con el cáncer, así como la diabetes. La aplicación
en promedio de 900 mil 450 toneladas de pesticidas al año, además de 30 mil
toneladas de fertilizantes químicos en la zona aguacatera contamina los mantos
freáticos”.6
“Dados los agravios y mecanismos utilizados por el Estado en general, los
dictaminadores consideramos que hay una clara desviación de poder de manos
del pueblo hacia empresas transnacionales y algunas nacionales, que imponen
una estructura económica-productiva favorecedora de sus intereses, pero, a la
vez, provocadora de todos los daños socio-ambientales denunciados. Las resis-
tencias colectivas, comunitarias y ciudadanas llaman la atención porque actúan
del lado de la conservación, protección y buen uso de los recursos de la natura-
leza, y porque vuelven visibles nuevos derechos no contemplados aún por la le-

15
gislación vigente, tales como: los derechos a la autodeterminación o autogestión
política, social y cultural, a la autodefensa, generando sus propios cuerpos de
seguridad local o comunitaria, así como a la soberanía en todas sus vertientes:
alimentaria, energética, financiera, tecnológica, comunicadora y cultural”.7
El cultivo del aguacate se expande hacia Jalisco, que importa las crisis del
modelo michoacano. Se expanden los infernales invernaderos hiper-tecnifica-
dos de todo tipo de bayas: “moras” (azules, zarzamoras, arándanos, frambuesas
y fresas) y el emblemático agave azul tequilero que utiliza en su proceso de
producción al menos 18 agroquímicos. “Es grave que la incidencia de plagas y
enfermedades en el agave azul se acentúe con los ciclos de sobreproducción” y
dañe profundamente los suelos. Pese a todo, el “Paisaje Agavero” es declarado
patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 2006.8
El imaginario agroindustrial es la “monopolización industrial de los valores
personales” del que habla Ivan Illich. Pensar equivocadamente que las fábricas
agrotóxicas pueden producir alimentos sanos en equidad social y equilibrio am-
biental. El “ordenado” paisaje agroindustrial, que sustituye lo silvestre, está más
alto en la escala de valores que la salud o la alimentación sana, e invade todo el
espacio de la ruralidad. Esto es una confusión de orden vital que privilegia inver-
naderos y criaderos con la más avanzada tecnología “inteligente y de precisión”,
derrochando energía y polución, por encima de todas las variantes que definen
la calidad de vida de los seres humanos. El neoliberalismo pretende invadirnos
con su solución tecnocrática de la necesidad alimentaria y todas las necesidades
humanas.
“La agricultura tradicional y la soberanía alimentaria que existía antes de
la firma del TLCAN fue suplantada por una reconstrucción deformada de una
agricultura de exportación. México perdió la soberanía en la mayoría de sus
áreas básicas: granos, leguminosas, hortalizas, frutas, carne, alimentos proce-
sados, etcétera. Hoy el país importa diez millones de toneladas de maíz, a la
vez que subordina la nueva producción agropecuaria a los gustos del mercado
estadounidense: hortalizas, ‘berries’, aguacates, frutas tropicales, marihuana,
amapola, etcétera”.9Como lo señala la sentencia final del Tribunal Permanente
de los Pueblos, capítulo México, todos los programas de apoyo a la producción
rural fueron desmantelados, así como las principales leyes que protegían la
propiedad ejidal (colectiva) de la tierra, fomentando su privatización. Aun así,
la mayor parte de la propiedad rural de la tierra se mantiene, en la mitad del
país, en manos de propietarios colectivos que se resisten a registrar de forma
privada sus tierras.

16
En realidad, lo que se visibiliza es una intención de acabar con la capacidad
de los pueblos y comunidades de asegurar de manera autónoma su subsistencia
y formas de vida, para imponerles su integración en el mercado industrial glo-
balizado.
Como se señaló en el Dictamen de la Audiencia sobre Violencia contra el
Maíz, la Soberanía Alimentaria y la Autonomía de los Pueblos (19-21 de noviem-
bre de 2013): “La pérdida de soberanía alimentaria que esta política ha provoca-
do tiene como uno de sus componentes principales una modificación inducida
de la dieta mexicana con efectos catastróficos. México padece uno de los más
altos índices del mundo de obesidad, diabetes e hipertensión. Ocupa el primer
lugar mundial en el consumo por persona de refrescos y uno de los primeros
lugares en el consumo de la llamada ‘comida basura’. Al mismo tiempo, ha empe-
zado a disminuir el consumo de productos de maíz por primera vez en la historia.
A ello se ha unido la estrategia de penetración del maíz transgénico”.
Dicen los campesinos de Jalisco en reunión estatal: Con el gobierno de Ló-
pez Obrador hay un cambio de discurso, hablan de reactivar el campo con sub-
sidios y reactivar las plantas oficiales de fertilizantes. No hay, por ningún lado,
reconfiguración de la vida campesina. Se está promoviendo un nuevo extensio-
nismo rural del que resurgirá más dependencia de semillas, técnicos e insumos.
El monocultivo es la política de Estado. Lo chiquito e integral no cuenta para
ellos, aunque sea lo que realmente llega a las mesas de la gente y lo de mejor
calidad. La población no está en su horizonte.10

Notas

1
Taller: “Práctica crítica de la agroecología; desde una visión comunitaria y el saber cam-
pesino frente a la agroindustria” GRAIN: Camila Montecinos Urbina y Ramón Vera-
Herrera. Ejido San Isidro, Jalisco, México. Marzo 2017
2
Ibidem
3
Ibidem
4
https://www.proceso.com.mx/344623/empresa-mantenia-como-esclavos-a-270-jorna-
leros-en-jalisco
5
Fabiola Pomareda García, Memoria del Encuentro de Personas Afectadas por los Agrone-
gocios en Costa Rica. 21 y 22 de junio, 2017. San José, Costa Rica.
6
Silvia Rodríguez Cervantes (Costa Rica), Richard Girard (Canadá), Víctor M. Toledo (Mé-
xico) Tribunal Permanente de los Pueblos, Capítulo México, Preaudiencia sobre la
Devastación Ambiental y Derechos de los Pueblos. San Francisco Cherán, Michoa-
cán, 9 de noviembre de 2012.

17
7
Ibidem
8
Peter R.W. Gerritsen, Jesús Juan Rosales Adame, Arturo Moreno Hernández y Luis Manuel
Martínez Rivera, Agave azul y el desarrollo sustentable en la cuenca baja del río
Ayuquila, Costa Sur de Jalisco (1994-2004).
9
Tribunal Permanente De los Pueblos. “Libre Comercio, Violencia, Impunidad y Derechos
de los Pueblos en México (2011-2014)”, sentencia, audiencia final, ciudad de Mé-
xico, 12-15 de noviembre de 2014.
10
Reunión regional en defensa del maíz, las semillas y la vida campesina. Caracol Psicoso-
cial, Palos Altos, Jalisco 2 y3 de marzo de 2019.

Biodiversidad sustento y culturas,


número 100, abril de 2019.

Fotografía: Oswaldo Ruiz

18
Fotografía: Oswaldo Ruiz

19
Dos imágenes de la agricultura
transnacional: ¿gigantes
y ecológicos?
Yessica Alquiciras, José Godoy
y Evangelina Robles

Uno
1. Invernaderos y granjas en edificios inocuos y con
sistemas electrónicos de iluminación y riego de lujo
para plantas y animales. A un lado albergues precarios
para jornaleros sin ningún servicio y trabajo acasilla-
do o esclavo.

2. Se promueve la inocuidad en el campo y rocían gli-


fosato y agrotóxicos sobre las poblaciones rurales de
México: la gente se pregunta ¿estamos en guerra?

L a desocupación del campo para establecer sus soluciones


agroindustriales, que incluyen la generación contaminante
de “energías limpias” como los biocombustibles, la energía
solar o eólica en macro, ya es forzada o bajo amenaza, ya sea
de los promotores oficiales o de otros grupos. Una vez esta-
blecida esta dinámica a veces comienza, la trata de personas
y la entrada de estupefacientes para aguantar las jornadas y
condiciones de trabajo promovidas por los emprendedores
y promotores de la transformación del trabajo campesino en
asalariados proletarizados. Posteriormente se ve un paisaje
desolado, aunque con una gran presencia de infraestructura
de metal y plástico, la contaminación, la disolución del tejido
social, la enfermedad, la miseria y la muerte.
La agroindustria de Jalisco el “gigante agroalimentario
de México” produce empaquetados de aguacate, bayas, mo-

20
ras, azúcar, agave, forrajes, papas para frituras y carne industrial. Por si alguien
pensaba que producen alimentos.
“El trabajo del campesino es pesado y poco productivo”: éste es el argumen-
to de los funcionarios defensores de la agroindustria para promoverla. Sí, es pesa-
do, pero no te mata, te da satisfacción y es falso que no sea productivo. En cambio,
el trabajo en la agroindustria es pesado, intoxica y en largo periodo mata y no es
tan productivo como parece.
Incluso tienen que hacer zonas económicas especiales para justificar la ex-
plotación y la miseria.
Las comunidades que resisten hacen un doble esfuerzo: seguir reprodu-
ciendo sus alimentos y su forma de vida de un modo independiente. Están re-
sistiendo esta agresión que penetra la comunidad y la familia además de seguir
haciendo comunidad para resguardar los saberes y en algún sentido la especie
de utopía postindustrial de la que hablaba Ivan illich hace cuarenta años. Cuan-
do en su libro La convivialidad dice: “Las dos terceras partes de la humanidad
pueden aún evitar el atravesar por la era industrial si eligen, desde ahora, un
modo de producción basado en un equilibrio postindustrial, ese mismo contra
el cual las naciones superindustrializadas se verán acorraladas por la amenaza
del caos”.

Dos
Vemos en Facebook la infografía de dos grandes soluciones tecnológicas juntas:
un plantío de 3 mil hectáreas de celdas solares transformando altiplanos, selvas
o bosques en áridas zonas desertificadas, bañadas de glifosato para “sellar” el
suelo. Y la segunda: un súper invento de transformar toda la basura plástica de
la ciudad en una “pintura” blanca que supuestamente reduzca el calor en 3 gra-
dos. Los usuarios de la red lo reproducen y se desviven en likes a las soluciones
“ecológicas”.
¿En qué momento perdimos el sentido común y pensamos que un plantío
de esta naturaleza es una propuesta ecológica? Cualquier concentración, reto-
mando a Illich, cualquier superproducción industrial de un bien o servicio tiene
resultados catastróficos que se revierten a la propia solución.
Nos quedamos pensando, volviendo a los resultados catastróficos, que en
la escuela nos enseñaron que en esa selva o bosque sólo viven ositos y leones:
cuando en realidad hay toda esa riqueza natural junto con comunidades en esos
territorios. En el caso de Jalisco hay una comunidad que antiguamente fue un
bosque y ahora se dedican al monocultivo de maíz y alguna que otra moda agro-

21
industrial. Los jóvenes se han organizado porque se imaginan que su comunidad
llamada Palos Altos vuelva a ser un bosque con producción campesina. Ahora a
los padres endeudados por la agroindustria les ofrecen sembrar celdas solares
por varias décadas, ya que el precio del maíz no les está resultando. Los jóvenes
ven que conforme creció la oferta tecnológica se fue hundiendo su sueño.
Volviendo a Illich, en nuestra propia instrumentación “resulta difícil ima-
ginar una sociedad de herramientas simples, en donde los humanos pudieran
lograr sus fines utilizando una energía puesta bajo su control personal. Nues-
tros sueños están estandarizados, nuestra imaginación industrializada, nuestra
fantasía programada. No somos capaces de concebir más que sistemas de hi-
perinstrumentalización para los hábitos sociales, adaptados a la producción en
masa”. La celda solar tendría que adaptarse según el espacio, donde realmente
se requiriera.
Por miles de años la técnica fue una herencia de la humanidad para cultivar
el alimento, calentarse, hacer el techo o la vivienda, sanarse, y convivir con las
bestias.

Biodiversidad, sustento y culturas,


número 97, septiembre de 2018.

22
Fotografía: Rodolfo González Figueroa

23
Cañonazos a las nubes
Evangelina Robles y Fernanda Vallejo

Industrializar la producción de alimentos va de la mano con


controlar y estandarizar los procesos que incrementen las
ganancias de los empresarios del campo. Uno de los controles
importantes hoy para la industria agrícola tiene que ver con
el agua, su uso y posesión: manantiales, ríos, arroyos, pozos
artesanos o profundos, lluvia, granizo, nieve, escurrimientos,
lagunas, concesiones de agua; todos relacionados vitalmente
con la humanidad, la flora y la fauna, cuyo equilibrio haría via-
ble la vida de todos los seres que habitamos el mundo.
Diversas tecnologías se utilizan para controlar el agua a
necesidad de las corporaciones (pequeñas o grandes), como
los llamados “cañones antigranizo” o granífugos. ¿Qué son
éstos?
Según las empresas que venden estos artefactos, son
dispositivos que evitan la formación de granizo y su daño en
la producción agrícola.
Un cañón se acciona de manera automática mediante
una pequeña estación meteorológica digital, treinta minutos
antes de la tormenta, generando explosiones de gas acetileno
y aire con una frecuencia de 6 segundos una de la otra. Con
estos disparos se emite una onda sónica a la atmósfera u on-
das de choque que se desplazan a la velocidad del sonido e
interfieren en la cristalización del granizo, dando como resul-
tado una lluvia o granizo blando en lugar de granizo macizo.
Por lo menos desde principios de este siglo empresarios
de la agroindustria empeñados en reducir sus pérdidas por el
granizo han utilizado esta tecnología en México, en San Luis
Potosí en la región conocida como el Altiplano Potosino.

24
Compañías automotrices como Volkswagen la usan para proteger su pro-
ducción de automóviles guardados al aire libre, afectando la producción de maíz
que depende del temporal de lluvia en unas 2 mil hectáreas. En Michoacán lo
utilizan los empresarios del aguacate y en los últimos ocho años extendieron
su uso muy rápido en el sur de Jalisco los inversionistas y los agronegocios del
aguacate, las moras o “berries”, y otros monocultivos (1 por cada 2 productores).
En México no hay legislación que regule la venta y uso estos cañones. Los
científicos no acaban de tener un dictamen unificado sobre los efectos en el
clima y la precipitación pluvial en las regiones donde se utilizan. Opiniones cien-
tíficas mencionan que tampoco son útiles en disminuir las lluvias con granizo.
Lo que sí es cierto es que campesinos y habitantes de estas regiones perciben
fuertes cambios en el comportamiento de las nubes que se suceden tras escuchar
las detonaciones. El cielo puede estar negro de nubes de lluvia, y al ser atacado por
los cañones se empiezan a dispersar hasta volver a tener un cielo azul soleado. Las
detonaciones generan huecos sónicos que no permiten que las nubes se vuelvan a
compactar: hay entonces regiones que se ven afectadas por la falta de lluvia.
Pese a las denuncias, manifestaciones y exigencias de habitantes y organi-
zaciones campesinas de diferentes zonas, las instituciones de medio ambiente
y agricultura no han hecho nada por regular. Al contrario, las practicas agroin-
dustriales de control del clima y los recursos en beneficio de las corporaciones
agroindustriales son eje principal de los apoyos estatales con el argumento de
producir alimentos frente al cambio climático aun si sólo promueven productos
que no son alimentos básicos.
En Ecuador, desde los años noventa en la zona más fértil y productiva del
centro del país, en el Valle Interandino, comenzaron a instalarse en esta región
varias empresas de producción industrial de flores y hortalizas. Una de ellas,
Nintanga SA, que siembra brócoli, inició operaciones en terrenos colindantes a
las comunidades Cinco de Junio y San Isidro.
Para 2009, las comunidades empezaron a escuchar detonaciones cuyo es-
truendo y vibración al principio la confundieron con la erupción del cercano
volcán Tungurahua, pero no tardaron en darse cuenta que el estruendo venía de
unos cañones que disparaban en dirección al cielo, instalados en las plantacio-
nes de la productora de brócoli. De inmediato, los habitantes de la región —his-
tóricamente despojados del agua de riego y dependientes de la lluvia estacional
para cultivar su chacra—, se vieron afectados por una falta radical de lluvias que
se convirtió en uno de los problemas más críticos de la región.
Conversando con las comunidades de la región alta, la gente contaba que el
granizo ahuyentado por los cañonazos en realidad se iba unos pocos kilómetros

25
más hacia el occidente y provocó la pérdida de cosechas de papa en las zonas
altas: sequía estructural en el valle, granizadas inusuales en los páramos.
Ante estos eventos climáticos, claramente asociados con las detonaciones
de la empresa, las comunidades de San Isidro y Cinco de Junio se organizaron,
decidieron protestar y demandaron frente a las autoridades el abuso de Nintan-
ga SA, que acapara el agua para riego y la de las nubes con sus cañones antigra-
nizo. La empresa se defiende con el argumento de que sus vecinos son indios
ignorantes y que no saben de alta tecnología con la que protege su producción.
Por la demanda interpuesta y las acciones de resistencia, las comunidades
afectadas lograron detener el uso de estos cañones con la intervención de las
autoridades de la provincia argumentando que esta tecnología debe tener algún
tipo de permiso ambiental considerando que afecta directamente el clima, pa-
ralizando temporalmente la activación de los cañones, pero luego las empresas
regularizaron la falta de permisos logrando continuar con su uso.
La provincia de Cotopaxi, que está en la Sierra Central del Ecuador, es una
de las provincias con mayores desigualdades en la distribución de la tierra y
el agua. Pese a ello esta provincia es muy productiva, con una amplia tradición
ganadera desde 1950, y con una arraigada tradición de agricultura campesina
familiar, una fuerte historia comunitaria por su población indígena que se ha
dedicado sobre todo a producir en la “chacra” modo tradicional parecido a la
“milpa” mexicana, por su manera de asociar el cultivo de maíz nativo con otros
granos y verduras, cultivando de manera diversa los alimentos básicos de la ca-
nasta familiar. En las comunidades de San Isidro y Cinco de Junio, además, por
las características del clima, se cultivan frutales andinos y de clima templado.
Las empresas no demoraron en obtener un permiso por parte del Ministerio
del Ambiente, con lo cual volvieron a usar los cañones en diversos formatos y
ampliaron sus operaciones a otros cantones en el valle productivo de la provin-
cia: Saquisilí, Salcedo y Latacunga.
Las empresas ahora exigen evidencias de la relación entre sus cañones y la
sequía estructural que padece esta región, de modo que el testimonio de cam-
pesinos y campesinas afectadas no es suficiente ante las autoridades. Según
reiteran en las comunidades, cuando el cielo empieza a nublarse, se pone negro
y parece va a llover, lo que sigue son estruendos de cañones o la aparición de
avionetas (que sustituyeron los cañones antigranizo en algunas regiones) y de
inmediato las nubes cambian a un color naranja y luego blanco, desapareciendo
o dispersando la lluvia que ya no cae.
Hay zonas de sequía crítica donde logran mantener al menos los cultivos
de alimentación básica familiar, reciclando el agua de lavado de la ropa o el agua

26
de la cocina, es decir, el agua potable; las empresas por su parte, además de los
cañones y avionetas, concentran los mayores caudales de agua de los sistemas
de riego y han implementado enormes tanques reservorios con agua bombeada
desde pozos subterráneos. Continúan operando pese a que el gobierno provincial
aprobó una ordenanza que prohíbe el uso de esta tecnología en apego al principio
de precaución y para salvaguardar los derechos de la naturaleza, contemplados en
la Constitución.1Según el Ministerio de Agricultura, en el primer trimestre del 2016
fueron más de 550 hectáreas afectadas por esta falta de agua de lluvia.2
Lo que es común entre los casos mexicano y ecuatoriano es que no hay
información sobre el número de cañones antigranizo que operan en las regiones
afectadas por su uso, no hay estudios concluyentes sobre sus efectos e impac-
tos ni regulaciones sobre su uso aun teniendo un impacto directo en el clima
regional, porque ése es el objetivo: controlar los efectos de cierto tipo de lluvia
y alteración climática. La carga de la prueba sobre sus efectos en la precipitación
pluvial se la dejan a los afectados y la falta de certeza jurídica en la protección
del derecho humano al agua, un ambiente sano y a la alimentación respecto a los
campesinos y habitantes de la región.
Las empresas que fabrican y venden los cañones antigranizo ofrecen en sus
páginas web clandestinidad con silenciadores para evadir normas ambientales,
prohibiciones o vecinos molestos por el ruido y sus efectos. La clandestinidad
los pone en evidencia.
Quienes usan esta tecnología son los agroempresarios que emplean paquetes
tecnológicos con agrotóxicos, sobreexplotan los mantos acuíferos, usan semillas de
patente modificadas genéticamente, y requieren la desaparición de la diversidad
biológica para garantizar sus procesos de inocuidad y sanidad, desertificando los
territorios en pro de su negocio, con la protección de los gobiernos, argumentando
que generan empleos y producen alimentos ante el cambio climático.
Los cañones antigranizo y los paquetes tecnológicos agroindustriales están
ocasionando pérdida de la diversidad alimentaria; no tienen más argumento que
preservar sus negocios y garantizar ganancias aun abonando a los efectos devas-
tadores del cambio climático, a la concentración de los recursos y a la riqueza en
las manos de unos cuantos.

Notas

1
“En Cotopaxi aprueban para evitar el uso de cañones antigranizo, El Telégrafo, mayo de
2016.
2
Grave sequía destruye los cultivos en Cotopaxi, El Comercio, 4 de marzo de 2016.

27
Niños orinan agrotóxicos
en Jalisco
Silvia Ribeiro

Grupo ETC

E studios de investigadores de la Universidad de Guadala-


jara (UDG) y Ciesas Occidente han encontrado repetida-
mente que niñas, niños y adolescentes en varias comuni-
dades rurales de Jalisco tienen residuos en orina de dos o
más (¡hasta 12!) agroquímicos altamente peligrosos. Esto se
refleja en diversos problemas de salud, que van de dolores
de cabeza, vómitos y náuseas a problemas graves, como in-
suficiencia renal y, potencialmente, cáncer.
El gobierno de Jalisco presenta la entidad como gigan-
te agroalimentario, pero nada menciona sobre esto. Con casi
12 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura, prin-
cipalmente industrial, la entidad es terreno asiduo de las
mayores trasnacionales de agroquímicos y semillas, que son
cobijadas por gobiernos locales, estatales y federal. Esta re-
lación, que no tiene que ver con alimentar a la gente y sí con
aumentar las ganancias empresariales vendiendo veneno,
trata de ocultar una grave realidad: la extendida contamina-
ción con agrotóxicos de suelo, agua y aire que ha provocado
este modelo de producción, que envenena a los pobladores,
especialmente los más vulnerables: niños y niñas.
A principios de 2019 un estudio de Erick Sierra-Díaz,
de la UDG; Humberto González-Chávez, de Ciesas Occiden-
te, y otros investigadores, publicado en la revista científica
international Journal of Environmental Research and Public
Health mostró que de 281 muestras de orina tomada a niñas,
niños y adolescentes en las comunidades de Agua Caliente,

28
cerca del lago Chapala, y Ahuacapán, próxima a Autlán, todas tenían residuos de
dos o más plaguicidas.
Seis agrotóxicos fueron recurrentes en 70 por ciento de los casos: malatión,
metoxuron, glifosato, dimetoato, uniconazole y acetoclor. Los investigadores ex-
plican que en ambas comunidades hay exposición a siembras industriales, pero
además, en el caso de la comunidad de Agua Caliente, el riego y consumo de
agua contaminada con químicos del lago Chapala aumentó el nivel de ciertos
tóxicos. La mayor prevalencia fue de herbicidas, seguida de funguicidas e insec-
ticidas. En Ahuacapán, todas las muestras contenían residuos de glifosato.
El equipo de investigadores de la UDG y del Ciesas Occidente continuó
tomando muestras de orina en niñas y niños escolares y prescolares en otras
zonas de Jalisco en 2019. Una de las áreas seleccionadas, por la alta frecuencia
de enfermedades que allí ocurren, fue El Mentidero, próxima a Autlán, Jalisco.

Allí, las madres de los alumnos de secundaria les solicitaron que incluyeran en
los análisis de orina de sus hijos, explicando que, desde que comienzan los cur-
sos, los jóvenes se sienten mal y sufren constantes dolores de cabeza, vómitos
y náuseas. La secundaria está al lado de un campo de siembra, donde fumigan
varias veces a la semana, incluso cuando están los alumnos en clase o en el
patio. El equipo de investigadores tomó 146 muestras a adolescentes, escolares
y prescolares. El 100 por ciento de las muestras arrojó residuos de dos a seis
agrotóxicos. Los principales fueron el glifosato y el 2-4 D, ambos inventados por
Monsanto y declarados cancerígenos por la Organización Mundial de la Salud.
Debido al estudio y a la movilización de las madres para detener el uso de
agrotóxicos, o como mínimo que no se aplique cerca de secundarias y escue-
las, las empresas de venta de venenos están en campaña para desprestigiar los
estudios y poder seguir contaminando. La asociación civil Proccyt, en realidad
fachada de la industria trasnacional de agrotóxicos (sus miembros son Syngenta,
Bayer-Monsanto, Corteva, FMC, Basf y otras), ofreció al gobierno de Jalisco y a
autoridades de Autlán dar talleres de capacitación, especialmente en las áreas
donde se han realizado los estudios que muestran la presencia de agrotóxicos
en la orina de los niños. Las autoridades lo aceptaron e incluso patrocinaron su
estadía.
La reportera Mayra Vargas documentó cómo el capacitador de Proccyt ase-
guró en esos talleres que solamente si le hubieran dado a beber Faena (nombre
comercial del glifosato) antes de tomar la muestra a los niños, podrían aparecer
residuos en la orina. (11/11/19, Letra Fría, https://tinyurl.com/wn6xlgc). Los es-

29
tudios muestran que el Proccyt miente, pero además hay casi 43 mil juicios con-
tra Bayer-Monsanto en Estados Unidos por haber causado cáncer con glifosato
a sabiendas de su peligrosidad. Tres juicios le han otorgado razón y millones de
dólares en indemnización a los demandantes. Pero en México, las secretarías de
Agricultura (estatales y federal) le abren espacio y pagan gastos a esta burda fa-
chada de las empresas para atacar con mentiras los estudios científicos de inves-
tigadores de universidades públicas de México y así engañar a los agricultores y
pobladores sobre su inocuidad.
No necesitamos echar veneno a nuestra comida. Hay muchas alternativas
buenas y sanas en la producción local, campesina y agroecológica. Relata Hum-
berto González que son las madres las que insisten en la denuncia y están em-
pujando un cambio, las que no tienen miedo y no se van a dar por vencidas,
como no la han hecho en muchos otros temas. Defienden a sus hijos e hijas y el
derecho a la salud de todos. Hay que apoyarlas.

La Jornada,
7 de enero de 2020.

30
Fotografía: Patricio Meza Opazo

31
El Mentidero (o cómo querer
disuadir a la gente de que no hay
contaminación extrema)
Ramón Vera-Herrera

–Díganle a sus papitos que tienen que usar estos trajes pro-
tectores. Si no se los ponen, entonces los están exponiendo
a todos ustedes. Porque los plaguicidas hay que saber usar-
los. Hay contaminación porque no saben manejar los quí-
micos adecuadamente. Si luego hay daños es culpa de sus
papitos por no tener los cuidados necesarios.
Así le dijeron los instructores de Protección de Culti-
vos, Ciencia y Tecnología (Proccyt), a los niños de la escue-
la Venustiano Carranza, en la localidad de El Mentidero, en
Autlán, Jalisco, durante una capacitación que buscaba con-
vencer a madres y padres de familia de dicha escuela que
eran falsos los estudios donde investigadores del CIESAS
Occidente y de la Universidad de Guadalajara, hallaron que
el aumento desmedido en las insuficiencias renales en ni-
ños, tenían relación con la aplicación agrícola de glifosato,
2,4-D, Molinato y Picloram.
Unos meses antes, investigadores de esas instituciones
hallaron los cuatro plaguicidas mencionados en la orina de
los niños de la localidad y glifosato en el 100% de los 53
adolescentes investigados.
Esto, a raíz de que unas mamás preocupadas por los
síntomas de los que se quejaban sus hijos (vómito, dolor de
cabeza y mareo) pidieron expresamente a los investigadores
que tomaran muestras de sus niños de secundaria. En esa
tanda de estudios, se llegaron a encontrar hasta 12 plagui-
cidas en la orina de un niño de primaria en Ahuacapan, tam-
bién en Autlán, Jalisco.

32
El escándalo alcanzó nivel nacional y después, gracias a las protestas que
se elevaron desde Cuba, a raíz de un encuentro agrícola, la noticia se diseminó
a toda América Latina, en los ámbitos donde se hace la crítica contra el uso y
abuso de plaguicidas y fertilizantes químicos que han sido impugnados durante
muchos años por investigaciones, habitantes individuales, colectivos, organis-
mos internacionales y sobre todo por movimientos de afectados por las fumi-
gaciones.
En la escuela Venustiano Carranza de El Mentidero, Autlán, Jalisco, los ins-
tructores de Proccyt le insistían a los niños en ponerse el traje tipo astronauta
que, según ellos es para proteger a quienes fumigan de los efectos de los quí-
micos, demostrando de inmediato ¡que son tan nocivos que hay que protegerse!
Claro, en su “narrativa” como le dicen ahora a los discursos sesgados de las em-
presas o gobiernos, si se usara el traje, la máscara y la mochilita rociadora que se
muestran en las fotos, la contaminación ambiental del agua, suelo, aire, objetos,
alimentos, desaparecería por arte de magia. Por eso hay que usar el traje blanco
y las botas, la mochila y la máscara.
Es tan flagrante el discurso de esta ONG, cercana a Monsanto, a Bayer y a
Croplife, que buscan culpabilizar a los “papitos” de algo que ha venido hacién-
dose evidente en poblaciones de todo el mundo, pero que en América Latina
son poblaciones que comienzan a denunciar las gravísimas consecuencias que
pueden originar cánceres anómalos en núcleos de niños y adultos por todo el
continente.
Lo que sorprende en el caso de los niños y niñas del municipio de Autlán,
es que las autoridades han dejado pasar el tiempo (ya casi ocho meses desde
que se hicieron los estudios) sin que haya una respuesta concreta. A lo más que
ha llegado el presidente municipal Miguel Ángel Íñiguez es a decir que “tienen
que ver qué es lo que sucede con ese problema” y a insistir que “no hay que
satanizar al productor de al lado”.
Los instructores de Proccyt incluso llegaron a decirle a la gente que había
que lavar aparte los trajes protectores, insistiendo en que era el mal manejo lo
que hacía peligrosos los plaguicidas pese a que el estudio que halló la contami-
nación es claro en señalar que “los pesticidas pudieron haber llegado al cuerpo
de estos jóvenes por el aire que respiran, el agua que beben, por tocarlos, car-
garlos o aplicarlos y por el consumo de alimentos contaminados”.
Según el mismo estudio, coordinado por Humberto González, Felipe Loza-
no y Aarón Peregrina, y que lleva años recabando datos puntuales en la región,
“estos pesticidas, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, pueden

33
causar daño a la salud humana y sus efectos pueden ser más graves en niños
y jóvenes”.
Para Mayra Vargas, una de las integrantes del periódico digital Letra Fría,
que circula con gran público en la región, “el trabajador de Proccyt manifestó
que el estudio realizado por los investigadores está direccionado y aseguró que
no es posible que los niños y adolescentes tengan glifosato en su orina: ‘No es
posible, la única forma, yo no estoy diciendo que igual y no pasó, la única forma
de que pasara eso, es que antes de hacer el estudio hubiese dado el investiga-
dor un vasito a cada chamaco «tómenselo, pasa una hora, todos a orinar y todos
muestran», ésa es la única forma. Estamos trabajando en ello y les prometo que
van a tener resultados, pero eso no pasa”.
El movimiento agroecologista del sur de Jalisco, como parte de su lucha
contra lo que le nombran el gigante agroalimentario industrial, sigue empeñado
en lograr que se declaren zonas libres de transgénicos y plaguicidas agrotóxicos
en resonancia con los movimientos que en otras partes del continente lo están
logrando.

Alumnos recibiendo instrucciones.


Fotografía: Mayra Vargas

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En el municipio de Marcos Paz en la provincia de Buenos Aires, por ejem-
plo, han logrado desde 2009 una ordenanza municipal que prohibió las fumiga-
ciones en espacios públicos y para 2011 la fumigación aérea que es un grave
problema. En 2019, lograron también frenar las fumigaciones a menos de mil
metros de las escuelas, y se sigue impulsando una ordenanza de producción
agroecológica sin transgénicos ni agrotóxicos. Entre sus logros principales está
haber instrumentado un consejo asesor compuesto por ciudadanas y ciudada-
nos de la localidad, un censo de productores, una instancia de apoyo que impul-
se mercados agroecológicos y hasta deducciones de impuestos municipales a
quienes trabajen sin agroquímicos de un modo sustentable.
Todo esto narró Carlos Vicente de GRAIN a su llegada a El Limón, Jalisco con
su compañera Ingrid Kossman (ambos habitantes de Marcos Paz y parte de ese
movimiento opositor a los agrotóxicos), a conversar con gente de la localidad
y del ejido La Ciénega. En su intervención, Ingrid Kossman dijo: “es oportuna
la decisión de optar por la agroecología a nivel familiar, municipal y regional,
porque están en juego la alimentación, el medio ambiente y la salud de niños,
niñas y jóvenes. No esperen a que haya muchos muertos como en las regiones
agroindustriales de Argentina. Las mujeres y las madres no se van a rendir, ellas
van a apoyar las propuestas agroecológicas”.
El caso de Marcos Paz no es un caso aislado. Se inscribe en dos amplios mo-
vimientos contra los plaguicidas en Argentina conocidos como Paren de Fumi-
garnos que en su página declaran ser “organizaciones y vecinos de la Provincia
de Santa Fe, en Argentina, preocupados por salud y calidad de vida amenazada
por las fumigaciones con agrotóxicos en las puertas mismas de nuestro hábitat:
viviendas, escuelas, fuentes acuáticas y huertas. Luchamos por la prohibición
absoluta de las fumigaciones aéreas y la limitación en las terrestres a una dis-
tancia de 800 metros del límite periférico de las zonas pobladas”. También está
la Coordinadora por una Vida sin Agrotóxicos en Entre Ríos: la campaña Basta es
Basta, esfuerzo de vecinas y vecinos de dicha provincia argentina por lograr erra-
dicar tales venenos e impulsar estudios que demuestren su toxicidad a la vez de
poner en práctica una agricultura agroecológica y combatir las agroindustrias y
los monocultivos dependientes de los agroquímicos.
Sin duda, la información y las experiencias compartidas entre los movi-
mientos latinoamericanos contra los plaguicidas animan esta lucha local mexi-
cana (que encarnan sobre todo las mujeres, las madres de familia y la gente
que cultivando el campo busca una agricultura limpia y sustentable) siempre
por salir al paso del envenenamiento progresivo al que nos tienen sometidos

35
las corporaciones agroindustriales que sin frenos, y con la complicidad de los
gobiernos locales, estatales y el propio gobierno federal, siguen promoviendo
sus intereses a costa de la salud de las personas, el agua, el aire, los suelos, y la
totalidad de la vida de la que predan todo lo posible por incrementar su ganan-
cia. El contacto entre estos movimientos en México y Argentina potenciará las
luchas contra los plaguicidas.

Con información de Mayra Vargas y de la revista digital Letra Fría (letrafria.com)


sin cuya ayuda habría sido imposible precisar esta crónica.

https://desinformemonos.org/el-mentidero-o-como-querer-disuadir-a-la-gente-
de-que-no-hay-contaminacion-extrema/
20 de enero de 2020.

36
Fotografía: Patricio Meza Opazo

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El sistema alimentario vigente:
enemigo de la salud
Sanidad agropecuaria y políticas anticampesinas en América Latina

José Godoy y Benjamín Macas

E sta pandemia ratificó el gran fracaso del sistema alimentario


industrial que afecta permanentemente a los territorios y a
los cuerpos; deja gravísimos lastres en la salud y el ambiente;
debilita nuestro sistema inmunológico, la calidad, la vastedad y
la variedad de la alimentación que hasta hace no muchos años
se apegaba a los ciclos campesinos de temporada y se comer-
cializaba e intercambiaba por canales de confianza. Podía llegar
a los mercados de abastos y otros mercados exigentes.
Han surgido múltiples maneras de controlar, uniformizar y
monopolizar la alimentación desde la semilla hasta el producto
final. Ahora, los estándares de “sanidad” o “inocuidad”, parte
del libre comercio, favorecen la industrialización de los alimen-
tos y el control monopólico corporativo. Tales estándares en-
cierran un sinfín de contradicciones e injusticias y no obstante
se volverán más agresivas con las regulaciones por la pandemia
de Covid-19.
En junio de 2019 se realizaronlas “jornadas contra las po-
líticas anticampesinas en Ecuador”. Participó la Red Agroecoló-
gica de Loja con la presencia de un miembro de la Red en De-
fensa del Maíz de México, que denunció los daños provocados
por el TLCAN (hoy T-MEC) sobre el agro mexicano.
El objetivo era mirar la destrucción de la vida campesina
que instaura el libre comercio por los territorios y por el mer-
cado interno en Ecuador y en América Latina, y su relación con
tratados internacionales que amenazan la supervivencia de los
pueblos.

38
“Uno de los ejes centrales fue analizar las legislaciones de sanidad e inocuidad,
que anidan los intereses de las transnacionales agroalimentarias, el capital finan-
ciero y la sociedad de mercado. Así se tornan nuevas políticas públicas para la
dominación y despojo de los pueblos.”

A inicios del siglo XX, la agricultura sufrió una bifurcación. Hasta entonces radi-
caba en los pueblos originarios y en el mestizaje que da origen a las poblaciones
campesinas. Su base era la biodiversidad de semillas, la integración entre cul-
tivos y animales, y el respeto a los ciclos estacionales y cósmicos. Las nociones
de equilibrio dentro del ecosistema eran fundamentales. En los bosques nativos
tropicales no existe la idea de las plagas, sino interrelaciones biológicas comple-
jas desarrolladas en procesos de evolución milenaria. Del mismo modo, en los
sistemas de cultivos, sea la milpa mesoamericana o la chacra andina, los pueblos
han forjado estas relaciones, así que las “plagas” y los insectos benéficos son
un asunto muy diferente en la agricultura campesina o en la industrializada.En
este mismo periodo, la agricultura empresarial capitalista tomó un giro radical,
se desmarcó de la agricultura tradicional y tomó impulso con la energía fósil
propia de la civilización petrolera.
La agricultura industrial responde a la acumulación de riquezas de las cor-
poraciones transnacionales y se orienta, con disfraces como las políticas sanita-
ristas y el control de semillas, a destruir a la madre, a la agricultura originaria, a
la fuente de semillas y sustento de los pueblos.
Los monocultivos se expanden con el uso de semillas híbridas o transgé-
nicas donde todas las relaciones de equilibrio quedan destruidas. En el campo,
estas semillas requieren fertilizantes químicos. Al crecer son completamente
vulnerables al ataque de plagas y enfermedades, requiriendo la aplicación de
pesticidas que son venenos para nuestros cuerpos y tóxicos para nuestro cuerpo
ampliado, llámese éste territorio, ambiente o naturaleza.
Las leyes sanitaristas se basan en esta lógica y multiplican el uso de pesti-
cidas para combatir plagas y enfermedades creadas por esta forma deformada
de la agricultura. Los equilibrios se rompen. Y se necesitarán más venenos, pes-
ticidas y medicamentos, abriendo un mercado de venta de químicos y multipli-
cando las ganancias.
¿Están de verdad preocupados por lo sano quienes promueven las leyes
de inocuidad y sanidad animal o vegetal? Vemos más un modo de legitimar la
necedad tecnológica de la Revolución Verde para producir alimentos y volverla
una normalidad. El sistema de sanidad argumenta la prevención, el control y la
erradicación de plagas y enfermedades y es eso exactamente lo que provocan.

39
La concepción sanitarista está estrechamente asociada al monocultivo y a
las monocrianzas, a la reducción de la biodiversidad y la conversión de alimentos
en productos o mercancías, atiborradas con químicos, pesticidas, conservadores,
hormonas, antibióticos, vacunas. Están desprovistas de riqueza nutricional.
La concepción de la inocuidad está asociada a una asepsia bacteriana, y a
alimentos refinados, inertes, que contradictoriamente al ingerirlos son causa de
enfermedades y muertes, al alterar y extinguir la macrobiota intestinal. Afectan
el funcionamiento de todos los órganos del cuerpo humano, debilitan nuestro
sistema inmunológico y, en este tiempo pandémico, nos hacen más vulnerables
al ataque de nuevas enfermedades.
En el periodo de la pandemia se han manifestadoexpresiones de los go-
biernos que alarman por el ataque a la alimentación de la gente. En Ecuador,
Brasil, Honduras, Colombia, Perú, Bolivia y México, lejos de aliarse con el campe-
sinado nacional, se pretende suplir la demanda con importación de alimentos,
reduciendo los aranceles y flexibilizando las políticas de calidad y cuidado del
medio ambiente. Promueven y destinan los recursos a la agroindustria global y
profundizan el despojo de comunidades campesinas e indígenas, como sucede
en las selvas habitadas por pueblos mayas o amazónicos.
En plena pandemia el gobierno de facto de Bolivia aprobó el decreto su-
premo 4232, autorizando semillas transgénicas en los cultivos de maíz, caña
de azúcar, algodón, trigo y soya. Alineándose todos a la política de UPOV 91 de
privatización y propiedad de las semillas.
Para documentar la desconexión oficial, en el estado de Jalisco, en Mé-
xico, en mayo inició operaciones la Agencia de Sanidad, Inocuidad y Calidad
Agroalimentaria (ASICA) y se elaboró el Plan de Resiliencia ante la Pandemia,
cuyos objetivos en lo agropecuario son: “Aprovechar las oportunidades para la
exportación que se están generando a nivel internacional, garantizar las con-
diciones fitozoosanitarias en las semillas, insumos agrícolas, pecuarios y acuí-
colas; implementar los estándares de bioseguridad internacional; incrementar
la infraestructura para el manejo sanitario y la logística de exportación, certi-
ficación de cadenas productivas sustentables (ejemplo: agave-tequila, carne
y aguacate), y promover el control de cambio de uso de suelo y descargas
contaminantes a cuerpos de agua para el cumplimiento de estándares inter-
nacionales”.
¿Dónde está la población en sus propuestas? ¿Por qué no mencionan al
campesinado y el comercio local como estrategia de sobrevivencia? ¿Priorizar la
exportación es viable? ¿Dónde queda la soberanía alimentaria?

40
Los gobiernos quieren aprovechar la oportunidad para robustecer a sus
aliados transnacionales ignorando la crisis ambiental y de salud planetaria. Es
increíble que para solucionar la posible carencia pretendan eliminar las eficien-
tes maneras milenarias de darnos de comer a todos.
Lo más grave es que estos sistemas sanitarios en el campoagropecuario y en
el procesamiento de alimentos sirven muy poco para proteger la salud pública.
En el campo de las alternativas, requerimos retomar una mirada de lo ali-
mentario ligado a los sistemas locales de basecomunitaria y a la defensa de la
soberanía alimentaria. Las redes campesinas han sido gestoras históricas de una
fecunda biodiversidad, cuidadores de las semillas y de la calidad integral de los
alimentos y los ecosistemas.
Ojarasca en La Jornada,
número 278, junio de 2020.

Fotografía: Rodolfo González Figueroa

41
CAPITULO II

La vida campesina: una historia


de saberes y cuidados

42
Fotografía: Patricio Meza Opazo

43
Agroecología: una atención
adicional
Colectivo por la Autonomía y GRAIN

La siguiente es una de las conversaciones colectivas sobre la


pertinencia de la agricultura campesina frente a la producción
industrial de alimentos, la devastación ambiental y la
deshabilitación que provoca —surgidas de talleres organizados en
el ejido San Isidro—, en San Gabriel, Jalisco, México por el Colectivo
por la Autonomía y GRAIN entre 2015 y 2017. Ahí analizamos la
urgencia de una “práctica crítica de la agroecología desde una visión
comunitaria con saberes ancestrales y modernos”. Las ideas vertidas
configuraron este provocador alegato.

No es cierto que la Revolución Verde, la globalización,


la mecanización y los fertilizantes ayuden a que la gente
prospere en su tierra. Los fertilizantes y la agroexportación
han provocado que la gente campesina viva en un mínimo
de tierra.
Tres de cada cuatro personas en Chile son campesinos
que tienen un pedacito mínimo de tierra. En México el cam-
pesinado aún tiene la mitad de tierra del país; a corto plazo,
México puede llegar al mismo punto en el que se encuentra
Chile. La lucha más importante es la lucha agraria.
En México debemos defender que no nos quiten la mi-
tad del territorio del país, que es campesino, “colectivo”, co-
munitario o ejidal, que de hecho está mermado por el arren-
damiento de la tierra.
Tras el Programa de Certificación Ejidal (Procede) que
pretendía individualizar y parcelar los predios resultó que
había más núcleos colectivos campesinos que antes y en-
tonces el Banco Mundial dijo que México, con su sistema de

44
ejidos “certificados” era confiable y comenzaron a promover la renta y la agricul-
tura por contrato.
Con esta estrategia sí nos pueden arrebatar la tierra y la producción de
alimentos y, aunque la gente en las ciudades no se dé cuenta el hambre será
general si la cultura campesina desaparece. ¿Cómo hacer que tomen conciencia
de la importancia de la lucha por la vida campesina?

Campo-ciudad: dos polos de una misma guerra. En todo el mundo del campo se
expulsa a los jóvenes hacia la ciudad y no es casualidad. Son las políticas de des-
pojo de las tierras del campesinado, al que las instituciones tratan igual que si
fueran basura e ignorantes. Pero debemos entender que el campo también dejó
de ser un lugar para vivir bien. Hoy no se vive bien en la ciudad ni en el campo.
Es hora de hacer la lucha por recuperar la vida en el campo.
La culpa real está en los programas, en el despojo de las tierras, en las plan-
taciones forestales. Y en la escuela también, porque hay profesores que promue-
ven como natural esta deshabilitación y que la gente joven no luche. Es crucial
que muchachos y muchachas tomen conciencia de que cuando se van, se van no
porque quieran irse, sino porque se ven obligados. Y de que si se quedan en el
campo deberían tener todo el derecho a una vida digna.
Las políticas de los gobiernos se diseñaron a propósito, con ayuda de sus
profesionales y se le permitió a la industria hacer lo que quería.
Lo más tremendo que hicieron el gobierno y las empresas con sus planes
fue hacer que las personas se sintieran culpables. Y al echarles a la ciudad, les
convencieron de que el campo no era rentable, que sus semillas no funcionaban,
que todo lo que habíamos hecho antes no valía nada. Se encargaron de desa-
creditar a los campesinos, se empeñaron en lograr las condiciones, las políticas,
los programas y proyectos que hicieran que todo lo que decían se volviera una
profecía cumplida: “ya ven eso no sirve”. La realidad es que esa expulsión de
millones de mexicanos y centroamericanos demuestra que era a propósito, que
quisieron correr a la gente.
Ahora es como si fuera algo normalizado, algo común. Uno de los primeros
comentarios de los maestros cuando a los niños les va mal en las tareas es: “us-
tedes no sirven para esto, van a hacer lo mismo que sus papás”, cual si fuera un
castigo realmente trabajar en el campo, como si fuera algo malo.
Y como alternativa las otras cosas que están “de interés”, que están “de
fondo” tienen que ver con los programas de asistencia. De repente te llegan
semillas o árboles que no son especies de la región, que no se usan porque no

45
tienen ningún sentido para la gente, pero que a veces le pagan a la gente para
que “tenga un empleo”, “sembrar frutales, maderables”. Dejamos de hacer en-
tonces lo que nos daba de comer y nos enfocamos a lo otro que se supone que
nos deja dinero.
Nos van alejando de los saberes de las comunidades y de los abuelos. Todo
se sustituye con otro tipo de actividades que no tienen nada que ver con los
pueblos. Es una cadena, un sistema pensado e intencionado para deshabilitar a
la gente, a quienes tenemos relación con la tierra.
Son ideas impuestas y nos insisten en que siguiéndolas vamos a vivir bien
y no es así. Y dicen que eso es desarrollo.
En la ciudad la gente tiene que rentar casa, no tiene los medios de produc-
ción en sus manos para poder definir su propio destino.
Tenemos que pensar en la gente que se va a la ciudad y en los que se
van de jornaleros. Allí la vida está jodida. No necesariamente es una mejora en
su condición. Debemos iniciar una reflexión para proponer acciones cotidianas
para recuperar comunidad: formas cooperativas donde se puedan tener. Aun
gente con doctorados estudiados no tiene trabajo, pero de pronto tienen una
cooperativa, un lugar para reunión y poder organizarse, eso es gran cosa.

Una atención adicional. Entre 1996 y 2005 un grupo de comuneros wixárika, en


San Sebastián en Jalisco, conformó el Grupo Indígena de Protección Ambiental
(GIPA). Eran quince o veinte compañeros. Trabajaban la defensa de las semillas,
del bosque, del agua, de la milpa. Hicieron proyectos en toda la orilla de su terri-
torio para evitar que los ganaderos/narcotraficantes volvieran a invadirles tras una
recuperación de tierras. Combatían los incendios, plantaban árboles para evitar
desplomes. Fertilizaban la tierra de manera natural, instalaron tiendas coopera-
tivas, proyectos de educación propia. Eran puros jóvenes. Comenzaron a dialogar
con sus comunidades a ver qué estaba pasando y cómo iban a ocupar las tierras.
Cuando llegaban las instituciones a la comunidad decían que el GIPA esta-
ba contra el desarrollo y los muchachos cuestionaban: a ver, para ustedes qué
es el desarrollo. Los comuneros le ponían atención al GIPA porque tenía la ca-
pacidad o el valor de enfrentar a los funcionarios. La asamblea les eligió como
comisionados para asistir a la Red en Defensa del Maíz y otras reuniones y cada
vez que cambiaban de comisariado les nombraban también a ellos.
Todas estas acciones eran un intento de recuperar los cuidados que siem-
pre fueron el corazón de la vida en el campo, en la comunidad, en defensa del
territorio.

46
Cuando empezó la Red en Defensa del Maíz, se hicieron dos foros. Se co-
mentó que se había encontrado maíz transgénico en la Sierra de Oaxaca, que
se estaba regando esa semilla. Se supo que por medio de la empresa paraesta-
tal Diconsa (proveedora de alimentos e insumos para el campo) se podía estar
contaminando la semilla del maíz mexicano. Ya contaminado se podría legalizar
y eso podía afectar mucho a las semillas propias, pues el transgénico era una
semilla fuera de nuestro control porque se hacía en un laboratorio. Las empresas
querían tener propiedad sobre los saberes y las semillas campesinas. La discu-
sión en la asamblea daba vueltas.
Silvia Ribeiro insistió en que lo ideal era hacer lo que siempre hemos he-
cho, pero como antes no existía este ataque, teníamos que hacer algo más.
Si ahora nos descuidábamos nos iban a quitar la semilla como ya se la qui-
taron a muchísimos indígenas y campesinos. Y entonces insistió en que tenía-
mos que poner una atención, un cuidado adicional. Y decía: ustedes piensan que
no les va a llegar y ya les está llegando y no se dan cuenta.
En el GIPA éramos pura gente que teníamos de veinte a veinticinco años.
Y comenzamos a conocer la agroecología, la permacultura, todas las técnicas y
tecnologías. Platicamos con los ancianos y les decíamos lo que hacíamos. Y al ir
y venir y volver a ir a los talleres de agroecología nos dimos cuenta que había
técnicos que nos echaban el mismo recetario. Así no íbamos a ningún lado, no
tenía ninguna lógica. Quisimos hacer composta, lo intentamos, nos juntábamos
como veinte y hacíamos muchísimo trabajo. Nos íbamos a los potreros a juntar
cargas de estiércol para una sola hortaliza pero lo estábamos haciendo porque
así decía la receta. Nos estábamos preparando y estábamos a punto de recuperar
unas 60 mil hectáreas de tierra, que era lo que estaba en los juicios.
Nos convencimos de que había una limitación que no nos estaba dando
una respuesta a lo que necesitábamos, por la cantidad de tierra que queríamos
recuperar. Eso les pasaba a muchísimos campesinos. Entonces conocimos a Ca-
mila Montecinos y le presentamos el GIPA y le preguntamos cómo hacerle. Lo
que sí sabíamos es que los wixárika sí tenían todo el saber para hacerlo, pero ya
en el conjunto de los ranchos había unos muy erosionados por todo el desgaste
al que los sometieron los ganaderos invasores y la agricultura a la mala que prac-
tican. En esas tierras se acabaron los árboles y dejaron el suelo muy mal. Cómo
recuperar los suelos, el bosque, el agua porque los saberes de los wixaritari son
vastos pero ahora no parecía suficiente. Como grupo de comuneros no necesitan
a nadie, solos pueden nos dijo, pero el esfuerzo de repensarlo es lo que enrique-
ció esta recuperación de tierras y de saberes ecológicos: agroecológicos.

47
La práctica y los cuidados: una agroecología crítica. Qué hay que hacer para
llegar a la agricultura plena. Nos hace falta convivir con lo silvestre, con las plan-
tas medicinales y otras plantas, con flores, con animales, aves, insectos, pájaros.
Nos falta tener esa milpa [chacra] que no solamente sea maíz, que sea ca-
labaza, frijol, chile, cacahuate, chaya, jitomate, y miltomate (de cáscara), todos
los muchos quelites que hay, plantas medicinales, verdolagas, flores, miel. In-
sectos y hasta animales más grandes. La milpa era todo esto. Y lo es en muchas
comunidades.
Tenemos que revivir nuestro sentido de familia, y nuestros saberes, nuestra
espiritualidad. Buscar el apoyo mutuo, cuidar el bosque, el suelo y las plantas
para que ellas nos protejan a nosotros. Nos falta trabajar sin tener que estar
comprando y usar los que tenemos.
Nos falta aprovechar los rastrojos y los zacates, usar los estiércoles, aprove-
char a los animales, recuperar los hongos y las frutas silvestres. El árbol para la
sombra, el árbol para madera, el árbol para el paisaje, para refrenar el viento y la
lluvia, recuperar los cercos, que no se pierda el agua. Después podemos empe-
zar a trabajar con algunos caldos con las plantas que todo el mundo tiene. Con el
bosque se recupera el agua y las plantas, no usamos agroquímicos, rescatamos
todo lo que había antes. Hay que cuidar todo lo que todavía hay con el apoyo
comunitario. Tenemos que re-conocer bien nuestro territorio.
Incorporemos a los jóvenes, hay que incorporar otra vez a niños y niñas.
Recuperemos la dignidad del campo y no dejar que nos digan inútiles. No somos
inútiles nunca si practicamos los cuidados a cada momento. Producir nuestros
propios alimentos es el sentido más profundo de la agricultura; soberanía ali-
mentaria es lo que se necesita en las condiciones actuales de devastación. Por
eso necesitamos la agroecología, ese cuidado adicional consciente y eficiente
para recuperar lo perdido.
¿Es esto diferente a lo que se hacía antes?
El campo le da de comer a todos. El campo es la vida de la civilización del
mundo.
No es inútil o en vano inculcarles a los jóvenes el vivir bien, poner huertos,
árboles frutales. Y que los niños jueguen con cometas, trompos y otros juegos
en la naturaleza.
Es hacer lo que las familias hacían antes. Y los cuidados de la gente eran la
agricultura. Entonces la agroecología es una herramienta que utilizamos ahora
para recuperar la memoria de la agricultura como se hacía antes, porque es así
como la agricultura debe ser. Tal vez más que una herramienta es una caja de

48
herramienta que usamos según nuestras necesidades. No son para una sola per-
sona sino para la comunidad.
Al ser una caja de herramientas se utiliza únicamente de acuerdo a lo se
puede y se necesita en cada condición. Nunca la agroecología se impone a lo
que sabemos. Tenemos que entender cómo usar esta herramienta y las razones
de por qué se hacen las cosas. Que las comunidades deben experimentar: para
ver qué funciona, qué sirve o no sirve.
No todo lo que nos vengan a contar aquí como el último milagro va a servir.
Nosotros vamos a entender qué y decidir entre los varios criterios. Uno solo no
va decidir sobre bosques, suelos y agua. Se tiene que hacer entre todos, en co-
munidad. No podemos aceptar trabajos extra con resultados dudosos que pue-
dan desacreditar la alternativa.
Requerimos entonces una práctica crítica de la agroecología. ¿Por qué crí-
tica? Porque siendo una herramienta puede ponerse al servicio de recuperar
y fortalecer la agricultura campesina. Entender que el centro de la agricultura
campesina no es cosa de cada uno, es cosa del conjunto, es comunitaria.
¿Se puede recuperar la agricultura campesina sin usar la agroecología como
herramienta? No. La agroecología es una herramienta fundamental para recupe-
rar la agricultura en lo posible, para de nuevo poner el acento en los cuidados y
detalles que son el corazón de la agricultura campesina tradicional. Es nuestra
atención adicional.
Por eso no la podemos perder, ni podemos despreciarla ni podemos dejarla
de lado, la necesitamos. De todas las herramientas tecnológicas que tenemos
hoy en día es la que nos permite conversar con los saberes tradicionales, con los
saberes de los mayores y de toda la gente que está en el campo. Y puede rela-
cionarse con otros conocimientos técnicos, para decidir si sirven o no. En este
sentido es una herramienta fundamental. Que no va a funcionar si no la usamos
como corresponde usarla. Se hizo necesaria la agroecología por la destrucción
de la confianza en nuestros saberes, por cómo han destruido los extensionistas
la confianza en los saberes campesinos. El discurso extensionista ha desacredi-
tado a la agricultura. Y la agroindustria destruyó la rentabilidad y el contexto de
las prácticas campesinas bajo las reglas del mercado.
La agroecología es un modo de remontar todo eso que nos han quitado, todo
eso que nos han borrado, todo eso que nos han despreciado, todo eso que nos han
prohibido. Ahora hasta se criminalizan las semillas campesinas y su libre intercambio.
Si ejercemos la agroecología y la comprendemos críticamente, los jóvenes
podrán entender que el trabajo extra vale la pena. El ataque a la agricultura ya

49
está hecho. Ahora tenemos que inventar una manera de remontar, al menos in-
tentar remontar, y generar otras condiciones que prevalezcan.

La gente se va del campo porque todo se ha hecho más difícil. Queremos tener
una vida digna y feliz, gozable, con esperanza, futuro, perspectiva, con entrete-
nimiento, con descanso y todo en el campo. Una vida digna es tener derecho a
trabajar, comer, a la familia, a descansar, a pasarla bien. Cada día es más difícil
tener esta vida digna en el campo, y los jóvenes se van claramente por esto. Si
por las luchas que demos, logramos hacer que en el campo haya una vida digna,
van a volver y mantendremos la esperanza y la alternativa frente a crisis profun-
das que se avecinen.
Otra forma de mantener a los jóvenes cerca (con la posibilidad de que vuel-
van ellos o de que vuelvan sus hijos), es que se involucren en la lucha de dig-
nificar el campo. Si los padres y las madres involucran a los jóvenes, aunque no
quieran estar en el campo por ahora, en la lucha por dignificar el campo (con la
recuperación de la tierra, con la recuperación del territorio, por políticas adecua-
das, que nos dejen hacer lo que hay que hacer) los y las jóvenes que se fueron
vuelven y se involucran y eso los hace sentirse importantes, con valía propia y
digna. Mientras más nos acerquemos a la agroecología o a la agricultura crítica,
como forma de lucha, más será plena la participación de la mujer, mientras más
sea industrial, menos.
Es cierto que las mujeres se llevan la peor parte de muchas cosas que pa-
san en el campo
Es asfixiante no tener espacio para vivir bien, producto de todos los ata-
ques que estamos sufriendo. Tenemos que cambiar las relaciones, pero para ha-
cer esto no tenemos que irnos de la casa, ni a la ciudad. Salir del campo para
cambiar las relaciones de la familia es algo extraño.
La gente se va del lugar al que pertenece porque la han atacado de tal ma-
nera que no le permiten vivir bien. Cuando las mujeres puedan vivir bien en su
casa también van a poder volver y podrán decir: las mujeres podemos cultivar,
cuidamos del campo y los saberes de la casa, cuidamos la vida por venir, sean
semillas o niños, pero también tenemos que recuperar la dignidad del campo
involucrando a los jóvenes en la lucha para mantenerlos cerca.
De pronto llegas al campo y quienes están en el campo son las mujeres.
Esas mujeres que no tienen derecho agrario, que no les daban permiso de ir a
sembrar, que les bloquearon, a quienes violentan y matan y desaparecen. Y de
pronto son las que están.

50
Y entonces quién va a cuidar el territorio: ellas. Ellas son las que lo van a
defender y además son las que más se preocupan. Cuando en San Isidro hemos
tenido la oportunidad de hablar de algunos temas, las señoras siempre tienen
otras preocupaciones diferentes a las que tiene los compañeros, están preocu-
padas que si por el agua, que si la escuela, que si los niños. Las mujeres saben
que lo cotidiano es crucial para una vida digna. Lo cotidiano es el corazón de la
resistencia.
Entonces tenemos que voltear a ver la lucha como integral, si pensamos en
cómo incluimos a las jóvenes y a los jóvenes tenemos que pensar cómo inclui-
mos a las mamás. Las mamás somos parte de la lucha. Estamos en un momento
que es importante porque nos estamos dando cuenta de la crisis, nos damos
cuenta que somos personas complejas e integrales. Somos personas complejas
que sabemos tejer, manejar, cocinar, escribir, ser mamás, hemos aprendido a ha-
cer tantas cosas en la vida que claro que somos más que lo que estudiamos un
día. Sí. Como personas siempre tenemos que poder reconstruirnos, reconstituir-
nos (como sujetos, como comunidad).

José Araiza, Concepción Ceja, David de la Cruz, Isidro de la Cruz,


Leobardo de la Cruz, Mitzi de la Cruz, Raúl de la Cruz,
Eutimio Díaz Bautista, José Godoy, Rodo González,
Camila Montecinos, José Paredes, Manuel Paz,
Silvia Ramírez Dueñas, María Guadalupe Reyes,
Evangelina Robles, David Sánchez, Jacqueline Sánchez,
Heber Uc, Ramón Vera-Herrera.

Biodiversidad sustento y culturas,


número 101, julio de 2019.

51
De la inviable agroindustria
a la agricultura post-industrial
José Godoy

Colectivo por la Autonomía

E n abril de 2019 Alejandro Nadal, al igual que otras vo-


ces internacionales afirmaba “¿Cómo vamos a asegurar
la alimentación de una población de 8 mil 500 millones de
personas para 2030? La mayoría de la población piensa que
la única forma de lograrlo es mediante la agricultura comer-
cial de gran escala, que hoy domina el mercado mundial de
alimentos. Ésa es la respuesta equivocada”. Reconocía como
economista, las técnicas de producción que “descansan en
un saber campesino milenario basado en la agrobiodiversi-
dad. Esa forma de producción va contra casi todos los prin-
cipios de la producción capitalista, que prefiere la uniformi-
zación (monocultivo), la mecanización y el uso intensivo de
agroquímicos (fertilizantes y plaguicidas)”.
“La lucha por los alimentos de mañana comienza hoy. La
forma de producirlos en la actualidad afecta la producción de
una alimentación nutritiva y un medio ambiente saludable en
el futuro. La agricultura comercial de gran escala, intensiva en
capital y en insumos agroquímicos, no solamente no es la res-
puesta a las necesidades de producción y conservación, pues
pone en peligro el abasto alimentario mundial del futuro. Es
urgente revalorizar la agricultura que se rige por los principios
de la producción agroecológica”1.
En 1978 Iván Ilich planteaba en La Convivencialidad:
“Quiero trazar un cuadro del ocaso del modo de producción
industrial: dos terceras partes de la humanidad pueden aún
evitar el atravesar por la era industrial si eligen, desde ahora,

52
un modo de producción basado en un equilibrio post-industrial, ese mismo con-
tra el que las naciones superindustrializadas se verán acorraladas por la ame-
naza del caos”. Ilich llamaba a investigar críticamente el monopolio del modo
industrial de producción y cómo imaginar otros modos de proceder.
El sistema alimentario industrial va mostrando a gran velocidad que más
que ser una solución es ya el núcleo del problema. Deja a su paso enfermedades,
daños ambientales, deshabilitación de las sociedades que no pueden proveerse
sus propios alimentos y una destrucción del sistema campesino agroalimentario:
el sistema central para la reproducción de la vida humana.
Este monopolio busca controlar todos los factores relativos a las semillas,
el suelo, el agua, la mano de obra, los agroinsumos, el transporte y finalmen-
te el precio de los alimentos. Avanza con “empresas directamente beneficiadas
por actos gubernamentales del Estado, por sus políticas públicas, sus reformas
constitucionales y sus legislaciones apalancadas con tratados de libre comer-
cio y cooperación”2. Tanto desvío de poder y recursos invertidos a favor de las
empresas provoca que en México tengamos una “sobreoferta de alimentos in-
dustrializados de muy bajo valor nutricional” que provocan que “de las 600 mil
muertes que se registran al año, 300 mil muertes estén relacionadas con la mala
alimentación”3.
En México este sistema agroindustrial se discute por todo el territorio na-
cional. La disputa con el modo de producción campesino-indígena está presente
en las comunidades.

Península de Yucatán

“El cultivo de soya en el municipio de Bacalar se intensificó a partir de 2012.


Fueron los menonitas quienes la desarrollaron deforestando unas 3 mil hectá-
reas de selva.”
“De acuerdo con el monitoreo del colectivo de semillas Múuch´ KananIínaj,
en un periodo de diez años se han vendido 26 mil hectáreas de tierras ejida-
les del municipio de Bacalar. Los compradores, hasta el momento, se identifican
como menonitas, empresarios agrícolas de origen alemán, filipino y japonés que
pagaron, en promedio, 5 mil pesos (206 dólares) por hectárea.”4.
La Procuraduría Agraria en las comunidades ha jugado de “inmobiliaria”
convenciendo con artimañas a campesinos e indígenas a que vendan sus tierras.
Dicen las instancias del gobierno: “La certeza jurídica en el 98 por ciento de la
propiedad social de Quintana Roo, es un factor preponderante para promover, a

53
través de los sectores turístico, inmobiliario y de servicios, un mejor nivel de vida
para las familias campesinas de la entidad”5.
Las comunidades de los tres estados de la península han respondido inter-
poniendo juicios contra la siembra comercial de soya transgénica y contra los
programas interestatales que pretenden “ordenar” y folclorizar el modo de vida
ancestral de los mayas.
En Campeche se cultivan 50 mil hectáreas de soya que expanden la fron-
tera agrícola destruyendo la selva, esto promovido por el gobierno que otorga
subsidios a productores y compradores6. Esta soya transgénica se ha sembrado
de forma ilegal. Ahora hay contaminación con glifosato de niños y adultos en
las comunidades mayas, y de los mantos freáticos y las fuentes comunitarias de
agua7.

Jalisco

En México entre 1992 y 2015 la venta y aplicación de pesticidas creció 222% y


hoy día está autorizado el uso de 140 plaguicidas prohibidos en otros países por
su alta toxicidad y por el daño que causan a los ecosistemas. El modelo agroex-
portador de Jalisco ha convertido el estado en un mar de agrotóxicos.
“En Jalisco fallecieron cuatro mil 744 personas por insuficiencia renal entre
2013 y 2017, de las cuales 50 fueron bebés, con menos de un año de edad, mien-
tras 419 personas tenían entre uno y 24 años. Según Felipe Lozano, de la Univer-
sidad de Guadalajara, la contaminación del agua es un factor crucial que provoca
enfermedades renales, por la exposición a plaguicidas.”8. Al conocer estos datos
y con el reconocimiento oficial de epidemia un amplio grupo de investigadores
se comenzó a monitorear la presencia de pesticidas en varios lugares del estado9.
Se estudió la presencia de pesticidas, entre ellos el glifosato en 281 niños,
con promedio de edad de 9 años de 2 regiones alejadas una de otra, pero con
características agroindustriales, y se halló presencia de 2 a 12 pesticidas en las
pruebas de orina de los niños10.
En febrero de 2020, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dic-
tó medidas cautelares para “preservar la vida, integridad personal y salud de los
pobladores de las zonas hasta 5 kilómetros del Río Santiago” como afectados de
la actividad industrial y agroindustrial en esa cuenca11.
En las fuentes de agua se encontró gran variedad de plaguicidas; en lagos
y presas se encontró glifosato utilizado para contrarrestar la presencia de lirio, y
múltiples sustancias debidas a escurrimientos.

54
En la cuenca de Rio Ayuquila (que va del sur de Jalisco a Colima) se encontra-
ron de 2 a 40 plaguicidas en las muestras de agua del río provenientes de cultivos
de agave, maíz, caña, pastos, cítricos, avena y papa12.
En la región melífera del Nevado de Colima hay “evidencias de mortan-
dades de abejas producidas por neonicotinoides en cultivos e invernaderos de
aguacate y moras”, así como daños y riesgos a otros polinizadores, al ambiente
y a la salud humana13.
En la región de Chapala hay presencia del insecticida Lindano en mujeres
embarazadas14. “La epidemia de obesidad ha develado [...] que puede haber una
asociación etiológica entre la exposición uterina a ciertos compuestos químicos
y la obesidad post-natal; el 79% de las mujeres embarazadas incluidas en este
estudio se les detectó la presencia de HCH lindano”.
Cada año se producen unos 2 mil 800 químicos, y lamentablemente menos
de la mitad se han estudiado buscando conocer la toxicidad que representa para
el feto, el niño o el adulto15.
Lo más preocupante de esta guerra de agrotóxicos es la presencia mezclada
de todos juntos, su persistencia y acumulación en las personas y en la natura-
leza, su desregulación y sus efectos no atendidos en grandísimas poblaciones,
además de su mezcla con desechos industriales y urbanos. Mientras tanto, la
población de estas regiones intenta a contracorriente mantener sus actividades
campesinas.

Michoacán

En reuniones para analizar la agroindustria y promover el libre intercambio de


semillas en la comunidad purépecha de Cherán insisten que las semillas son lo
más importante, son vida, y aun así la gente está menos en el campo e incremen-
ta la migración.
Persiste la milpa y las comunidades conscientes hacen prevalecer formas
de producción artesanal. La prioridad es producir conservando y mantener el
beneficio colectivo.
Ver a las comunidades como reservas de recursos naturales es una visión
muy empresarial. A veces la gente copia modelos de empresas o iniciativas que
parten de un interés muy ajeno a los valores comunitarios. “Y luego nos imponen
la idea de que nuestros proyectos fracasan. En realidad, debemos buscar otra
vida, basada en nuestros saberes de agricultura o agroecología, nuestro comer-
cio, construcción, idea de la salud, o solución de conflictos. Todo está relaciona-

55
do, cómo producimos, con qué tecnologías, qué comemos, cómo lo conservamos
y lo intercambiamos”, nos dice la gente del Concejo Mayor.
El agronegocio arrebata, modifica e impone en toda la cadena alimentaria
y sus procesos un nivel de toxicidad y contaminación nunca antes visto. Hasta el
punto de vincularse a cadenas económicas criminales.
En Michoacán transformó a comuneros en peones de la cañada y los valles,
algunas veces forzados, en los campos de zarzamora, arándanos, fresa, aguacate,
brócoli o papa. Todo diseñado en reuniones y programas de empresas y gobier-
nos.
“Frente a este escenario la comunidad decidimos defender la autonomía, el
territorio y a la gente: ‘que es como sembrar la semilla’. Toda la riqueza viene del
trabajo y nos lo están robando. La agroindustria requiere nuestro trabajo para
generar su riqueza a partir de nuestro territorio. Eso es extractivismo puro”.
Necesitan hacer dependiente al campesino para convertirlo en mano de
obra, por eso se apropian de su suelo, su semilla, su vida silvestre, su comunidad
y su territorio para imponer extensos campos de monocultivo industrial. Son
producciones de mercancías ajenas a la comunidad con una alta dependencia y
consumo tecnológico.
En México el maíz es el alimento base, es un cultivo muy generoso que
permite hacer muchas cosas a la vez, produce lo necesario y puede convivir con
otros muchos cultivos que juntos propician una gran cantidad de beneficios, no
solamente alimentarios.
“Los movimientos comunales se vacían empujados por los agronegocios y
las cadenas de tiendas con productos industrializados caros y dañinos a la salud
producidos con insumos de nuestras regiones: papas, maíz y soya. Es un círculo
de imposición y control que genera una gran crisis de crisis: económica, de salud,
ambiental y climática”, insiste el Concejo Mayor.
El gran esfuerzo de la gente para llevar a sus hijos a las escuelas se invierte
en prepararlos para trabajar en las industrias.

La agricultura postindustrial

Nos acusan de querer “volver a las cavernas”, pero la sociedad post-industrial no es


la sociedad pre-industrial. Es mucho más complejo que eso. Es la sociedad que ya
vivió los efectos de la era industrial, que reconoce los resquicios menos impacta-
dos por la industrialización de bienes y servicios, que describe y critica la sociedad
industrial. Reconoce avances científicos o tecnológicos y propone una forma de

56
vida y de relación convival con la naturaleza y la sociedad, basada en herramientas
al alcance de todos para dotarnos en una escala asequible a toda la población de
lo necesario para vivir cuidando nuestro entorno. Por eso la pertinencia de una
agroecología que abreve del saber campesino y que haga comunitarias la tierra, el
suelo, el agua, las semillas y todas las herramientas para la reproducción de la vida
humana. Decía Iván Illich enLa convivencialidad: “Llamo sociedad convivencial a
aquella en que la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada a
la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas. Convivencial es la
sociedad en la que las personas controlan la herramienta”.
En 2009 le preguntaron a Alejandro Nadal qué lección podríamos extraer
de la epidemia de la gripe porcina: “tiene que ver con la bioseguridad. Esta epi-
demia es una muestra clara de que los sistemas de bioseguridad en México (y
muy probablemente en muchos países) no están preparados, ni de lejos, para
enfrentar contingencias. Aun así, el gobierno mexicano insiste en su afán de li-
berar cultivos transgénicos a escala comercial. Llama la atención, en especial, el
caso del maíz. Este cultivo tiene su centro de origen en México y … no hay condi-
ciones de bioseguridad en México”.
“Estamos en tal grado deformados por los hábitos industriales, que ya no
osamos considerar el campo de las posibilidades; para nosotros, renunciar a la
producción en masa significa retornar a las cadenas del pasado, o adoptar la
utopía del buen salvaje.”16
Sin embargo en plena crisis del Covid-19 Herman Bellinghausen nos re-
cuerda en su columna del 30 de marzo enLa Jornada: que “ahora, de pronto, el
futuro no existe. Lo dábamos por sentado. Pierden sentido planes, proyeccio-
nes. Peligra menos la vida cíclica de los pueblos originarios y campesinos que
la lineal en progreso e innovación constante de las sociedades urbanas; senci-
llamente ellos se preparan para la próxima siembra y las fiestas del calendario,
aunque haya que brincarse alguna por la emergencia”. “Los pueblos son los que
han demostrado que saben durar”.

Notas

1 Alejandro Nadal, “La batalla por la alimentación del futuro”,La Jornada4 de marzo de
2019
2 Demanda “Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía de los pue-
blos”.Las reformas estructurales y la integralidad del ataque contra la subsistencia.
Tribunal Permanente de los Pueblos/ capitulo México, 2014.

57
3 Hugo López-Gatell Ramírez, Conferencia oficial vespertina Covid-19 05 de abril de 2020.
4 Heber Uc Rivero,El derecho al territorio frente a la soya transgénica en Bacalar,Ceccam,
2019
5 La Procuraduría Agraria intensifica el ordenamiento y la seguridad patrimonial en el
campo de Quintana Roo. http://www.pa.gob.mx/boletines/boletines.htm
6 “El Estado, gran productor de soya”,Por esto, 24 de noviembre, 2019
7 Serapaz, “Soya transgénica en Campeche y Yucatán, una ruta pendiente”, 11 de julio de
2016, serapaz.org.mx
8 “Jalisco encabeza la lista de enfermos renales”,El informador, 15 de noviembre de 2019 .
9 Humberto González, “Un desafío ético para el desarrollo científico de México”,Este País,
Ciencia y Desarrollo, enero 2019.
10
Erik Sierra-Díaz y otros, “Urinary Pesticide Levels in Children and Adolescents Residing
in Two Agricultural Communities in Mexico”,International Journal of Environmental
Research and Public Health, 2019.
11 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Resolución 7/2020 Medida Cautelar
núm. 708-19. Pobladores de las Zonas Aledañas al Río Santiago, respecto de Mé-
xico, 15 de febrero de 2020.
12 Arturo Rodríguez Aguilar, y otros. “Análisis de residuos de plaguicidas en el agua su-
perficial de la cuenca del río Ayuquila-Armería”, México.Terra Latinoamerica-
na37:151-161. 2019.
13 José María Tapia González, y otros. “Pesticidas: insecticidas neonicotinoides y el futuro
de las abejas y otros insectos polinizadores”,Revista Latinoamericana el Ambiente
y las Ciencias10 (23), 2019.
14 Felipe Lozano Kasten y otros, “Exposición involuntaria de mujeres embarazadas al pla-
guicida hexaclorociclohexano (Hch) en Chapala, Mexico, 2011-2012”, https://im-
biomed.com.mx/
15 Diana Citlalli García Ramírez, “Efecto de la exposición materno infantil al plaguicida
hexaclorociclohexano y su relación con obesidad infantil (2 A 5 Años) en Chapala,
Jocotepec y El Molino, Jalisco, México”, Tesis profesional para obtener el grado de
maestra en ciencias. 2014- 2015.
16 Alejandro Nadal, “Desarrollo sustentable y producción del maíz en México”,La Jornada,
10 de octubre de 2012.
Biodiversidad sustento y culturas,
número 104, abril de 2020.

58
Fotografía: Graciela Iturbide

59
Quienes cuidan el mundo
viven en el monte
José Godoy

Colectivo por la Autonomía

Los campesinos embutidos en chaquetas


acolchonadas levantan la vista y preguntan
¿qué esperan encontrar en nuestra tierra?
John Berger
La llanura Maritsa

E l modo de vida campesina-indígena tiene una perspecti-


va y un saber ancestral para el cuidado de su riqueza na-
tural y espiritual. Pero el capitalismo ha impuesto, en lo eco-
nómico y político, modelos tecnológicos para “preservar” y
aprovechar los territorios indígenas promoviendo plantacio-
nes, planes de manejo, individualización y comercio de la
tierra, registros de propiedad de fuentes de agua, biopirate-
ría, semillas transgénicas y ecoturismo. Todas estas maneras
de reordenar el territorio resultan homogenizantes; aíslan y
fragmentan la relación de los pueblos con su entorno y la
base ecológica que la sostiene. Liquidan las estrategias de
cuidado que desde hace siglos guardan estos pueblos y sus-
tituyen sus saberes ancestrales de cuidado por conocimien-
tos profesionalizados. Con esta lógica, los saberes indígenas
y campesinos pierden su función social, se fragmenta la vi-
sión de los pueblos y éstos quedan sometidos al mercado.
Lo grave es que estamos ante el fracaso ecológico de
la civilización urbana industrial de consumo, y las y los úni-
cos especialistas en la conservación y el cultivo viven en las
selvas y los bosques —y miles de años de experiencia les
respaldan—.

60
Para revertir tal fracaso, requerimos librarnos del modelo capitalista de ha-
cer conocimiento en el ámbito ecológico, y potenciar la visión integral que los
pueblos y comunidades tienen de los territorios —con bosques, agua, cultivo del
maíz y autogobierno—.
Campesinos e indígenas ejercen una perspectiva humana, política y ecológi-
ca vital para nuestro futuro e insisten en que pertenecen a la tierra. Y que el agua,
el fuego, el maíz y el bosque son seres vivientes que permanecen y conviven con
nosotros. Que no son mercancías al servicio de los intereses de unos cuantos.
Hoy es nuestra tarea concreta defender el derecho de los pueblos a auto-
gestionar integralmente su territorio como lo han hecho ancestralmente. Poten-
ciar la historia de relación de los pueblos con su territorio es tal vez una alterna-
tiva a la civilización urbana, que ya se ve que no va a ser eterna.
En el proyecto civilizatorio capitalista el territorio tiene que padecer que
lo midan, lo aprovechen, lo investiguen, lo exploren, lo prospecten, lo manejen.
El territorio deja de ser sujeto que vive un ciclo interminable, una relación que
comparte y renueva con la gente y su vida, para ser objeto de un desarrollo lineal
que culmina cuando es descobijado de sus recursos y aprovechado para benefi-
cio de otros que no son quienes lo viven y cuidan: ¿a cambio de qué?
Con las nuevas políticas internacionales, está programado vaciar el campo
de campesinos para que éstos se conviertan en mano de obra de maquiladoras
y se sumen a los cinturones de miseria de las grandes ciudades. Pero vaciar de
gente el campo es retirar del ámbito rural no sólo a quienes producen alimentos
para las ciudades, sino a quienes —cuidando desde siempre sus territorios—,
han logrado conservar el bosque, el agua y el maíz.
Se podría pensar en una similitud entre en el traslado de la gente del cam-
po a las ciudades y el traslado de esclavos de África a América en el siglo xvi,
pues en ambos casos hay un crucial desarraigo del saber y del sitio que la gente
considera su hogar. Es decir, la gente no sólo abandona un sitio sino también su
forma de interpretar el mundo y vivir en éste.
Pero es más que un paralelismo. La migración actual campesina del campo
a la ciudad es en realidad el complemento al movimiento de esclavos de antaño,
es la continuidad histórica de un vaciamiento de los territorios rurales para su
predación más acabada. Y no es sólo lo que el abandono del territorio y el saber
provoca en la gente. El territorio queda abandonado, “expulsado” de su relación
milenaria con las comunidades que lo conocen, lejos del calor de las manos que
lo trabajaban y cultivaban, que son sustituidas por máquinas y ordenamientos
que fragmentan y devastan.

61
Defender que los campesinos mantengan su forma de vida, generando su
propio trabajo y alimento, sin migrar, es defender entonces la tierra y su propie-
dad colectiva. Es defender la relación ancestral de la gente con su territorio y la
posibilidad de que los pueblos intenten soluciones a sus problemas. Eso, a fin
de cuentas, es la mejor manera de cuidar ecológicamente el mundo. Intentar
romper la relación entre la gente y la tierra fue una de las causas principales de
algunas revoluciones del siglo xx en México y el mundo.
La fragmentación del territorio en propiedad individual de la tierra, promo-
vida por el Banco Mundial, los gobiernos nacionales y sus programas, hace impo-
sible el ejercicio integral comunitario del bosque y escinde a los pueblos de su
cuidado del agua. Con el pretexto de la “seguridad jurídica sobre la propiedad de
la tierra”, únicamente se garantiza la inversión privada y el saqueo.
En México la gran mayoría de los bosques son resguardados por los pueblos
indígenas y mantienen una propiedad y un cuidado colectivos, pero qué sobe-
ranía tendrán los pueblos cuando la conservación de sus recursos esté regulada
por el precio de los bonos de carbono y de servicios ambientales hidrológicos en
la bolsa de valores de Nueva York?. Cuando el control económico de fragmentos
de su integralidad ecológica esté secuestrada por patentes, certificaciones, con-
tratos con empresas, dependencia de las transnacionales productoras de semi-
llas transgénicas, y cuando los “servidores públicos” llegan con los campesinos
e indígenas con programas elaborados en oficinas nacionales e internacionales,
promueven leyes y normas, sin entablar un diálogo ni una construcción conjunta.
Como dice la gente de las comunidades: “ahora tenemos que pagar fertilizantes
y predial para cultivar la tierra y obtener nuestra comida; parece que trabajamos
para ellos y nos están ahorcando para luego venirnos a ofrecer un par de progra-
mas como subsidio, papillas y una mala educación”.
Ni la conservación, ni el manejo integral de los bosques, ni la reactivación
económica del campo llegarán por estas vías dispersas. En este camino la gente
de las comunidades no cuenta, si acaso estorba el gran negocio, por eso la farsa
de hacerlos cómplices de la destrucción del planeta mientras se planea cómo
expulsarlos.
Baste recordar los ejemplos de gente que renta sus tierras en Jalisco para
el cultivo de agave o papa a grandes empresas, y la devastación que dejan tras
explotarla al máximo: suelos desgastados, enfermedades y pobreza en la pobla-
ción, en lugares que fueran bosques y tierras fértiles.
A cómo va el mundo, hay mucha probabilidad de que, de aquí a unos treinta
años, en el corto plazo, las y los campesinos no sobrevivan a tanto embate. Pero

62
visto en una perspectiva de largo plazo (hacia atrás, a los 10 mil años de historia
del maíz, por ejemplo, y hacia adelante cuando los alimentos escaseen), la cultu-
ra y la civilización de los sencillos pobladores del campo tiene mucho más futuro
que la propuesta urbana de políticos, empresarios, industriales y narcotrafican-
tes instalados en el consumo permanente, vertiginoso e insaciable.

Las antepasadas son gramaticalmente


las que han sido
para que el presente,
nuestro presente, sea.
Ellas han heredado
y son el agua, la tierra, la semilla y el árbol,
así individualmente
o el bosque y el fuego,
territorio.

Las antepasadas
son historias del presente
narradas en otro tiempo.
Para el capital
lo que ha sido no produce nada,
para nosotras
lo que ha sido
guarda la semilla del futuro
y es el presente.

Las antepasadas se narran


son presentes perfectos
consumados
indispensables para comprender lo que nos pasa
y están más vivas que nunca
así, colectivamente,
con la tierra.

Ojarasca, en La Jornada,
número103, noviembre de 2005.

63
La agricultura:
sus saberes y cuidados
GRAIN

L a agricultura es obra y arte de los agricultores y agricul-


toras del mundo entero, una obra que comenzó y conti-
núa desarrollándose desde diez mil o tal vez veinte mil años
atrás. Pueblos de los más diversos rincones se identificaron
a sí mismos como cultivadores: en muchos de los mitos fun-
dacionales, saber y poder cultivar fue lo que nos hizo hu-
manos.
Pero la agricultura, no lo olvidemos, ha sido y es mu-
cho más que cultivos y crianza de animales. Es también el
uso y cuidado del bosque, el agua, las plantas medicinales,
los animales silvestres. Requiere de múltiples otros saberes
y habilidades: podar, injertar, trasquilar, domar, domesticar,
hilar, tejer, encurtir, salar, secar, fermentar, usar la greda, fa-
bricar cestas, seleccionar las mejores plantas y animales,
predecir el clima, cortar la madera en el momento adecuado,
reconocer la luna para sembrar, podar y cosechar, son sólo
algunos de los más comunes. Pueblos del mundo entero —
bajo las más diversas condiciones ecosistémicas, sociales y
culturales— construyeron sus saberes hasta lograr niveles
de fineza y sofisticación que aún nos cuesta apreciar en toda
su extensión.
El valor de tales saberes no ha pasado desapercibido.
Incluso en sociedades en que cultivar la tierra fue conside-
rado trabajo de clases inferiores, los saberes campesinos
han sido reconocidos. Sócrates clasifica el cultivo de la tierra
entre los saberes más importantes, en una categoría similar
al saber médico. Las crónicas europeas hablan una y otra vez

64
de las diversas formas de agricultura de los pueblos de África, Asia y América,
muchas veces con admiración por su alto nivel de sofisticación. Hasta fines del
siglo xix, el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos consultaba a los agricul-
tores estadounidenses sobre cómo enfrentar las enfermedades de las plantas
o la gripe porcina. Hace apenas una décadas que el sistema de mejoramiento
animal de Noruega dependía fundamentalmente del trabajo de sus agricultores.
Poco se ha dicho, sin embargo, de otros aspectos de gran importancia. El
primero, que los pueblos del campo han sido los que han alimentado a la huma-
nidad, incluso en el momento actual, cuando se despliega una verdadera guerra
contra campesinos y pueblos indígenas. Otro hecho ignorado es que los cam-
pesinos y campesinas del mundo han sido los creadores y diversificadores de
todos y cada uno de los cultivos que hoy disfrutamos como humanidad. Fue
la gente del campo quien llevó a cabo el largo, paciente y delicado proceso de
convertir malezas y hierbas en alimento abundante, sabroso, nutritivo, atractivo.
Fue ella —y especialmente las mujeres— quien tomó las semillas cuando em-
prendió viajes o fue forzada a abandonar sus tierras y las compartió y repartió
literalmente por el mundo. Si hoy nos asombramos frente a la diversidad del
maíz, la papa, el trigo, el arroz, los frijoles o fréjoles, es porque ha habido mi-
llones de hombres y mujeres del campo que los han cuidado, seleccionado y
cruzado, adaptándolos a las miles de condiciones que surgen de la combinación
de diversos ecosistemas, comunidades, culturas, aspiraciones, sueños y gustos.

El trabajo genético y ecológico hecho por manos campesinas, e indígenas en los


cultivos que hoy nos nutren no tiene paralelo alguno. Nada de lo logrado por el
mejoramiento genético moderno habría sido posible sin la base de domestica-
ción, mejoramiento y diversificación presente en los cientos de miles de varie-
dades campesinas a lo largo y ancho de la tierra. Ni el más sofisticado trabajo de
cruza y selección hecho en algún centro de investigación puede compararse con
la tarea de convertir el teocintle en maíz. Todos los mejoradores genéticos del
mundo serían incapaces de reproducir la variedad de colores presentes en el fri-
jol, o su capacidad para adaptarse a las más diversas y extremas condiciones de
crecimiento. Y, a pesar de todas las investigaciones, aún nos queda mucho por
aprender acerca de las finas interrelaciones establecidas en muchos sistemas de
cultivos tradicionales.
Sin embargo, hace algo menos de cien años se dijo —y se nos sigue di-
ciendo— que ser campesino o indígena es sinónimo de ignorancia, superstición,
atraso. Desde los centros de investigación, desde las universidades y especial-
mente desde las escuelas nos hacen la propaganda de que los únicos que saben

65
son los investigadores, los agrónomos, los profesores. Miles de años de observa-
ción cuidadosa, relaciones de cuidado y afecto, búsqueda colectiva y aprendiza-
je mutuo tenían que olvidarse para dar cabida a lo aprendido en los campos de
experimentación bajo condiciones controladas. Se inventaron los conceptos de
“extensión” y “transferencia”, para dejar claro que el conocimiento se producía
en determinados lugares —muy reducidos— y el resto del planeta debía recibir-
lo pasivamente.
Se abrió así el proceso que no sólo llevó a la Revolución Verde y su ya co-
nocida secuela de contaminación y degradación ambiental, sino a procesos de
homogenización en todos los ámbitos de la agricultura, incluida la homogeniza-
ción del pensamiento de quienes se presentaban como los nuevos portadores
del saber. A nadie pareció llamarle la atención que los agrónomos de Zimbabwe,
Filipinas y Argentina considerasen como óptima la misma dosis de siembra para
tal o cual cultivo que los agrónomos de Estados Unidos o Australia. Tampoco
causó alarma que en algún momento la misma variedad de tomate se sembrase
de México a la Patagonia, desde el altiplano a las tierras bajas tropicales, o que
de pronto determinados agrotóxicos se convirtiesen en la herramienta deseada
en los más diversos rincones del mundo. Mucho menos atención se le prestó
al hecho que la “transferencia técnica” se hiciera silenciando a los pueblos del
campo, ocultando o marginando sistemas complejos que llevaban siglos acumu-
lando saberes sobre ecosistemas, cultivos, animales, árboles, microorganismos y
toda su vasta red de relaciones.
A menos de cincuenta años de los inicios de la Revolución Verde, los efec-
tos los tenemos a nuestro alrededor. Tenemos un mundo rural cada vez menos
diverso, una agricultura cada vez más homogénea y concentrada. Mientras los
cultivos fuertemente controlados por el comercio internacional a través de las
grandes corporaciones —trigo, maíz, arroz— han aumentado su producción glo-
bal, la producción campesina de los mismos se ha estancado, sobre todo porque
los campesinos tienen cada vez menos tierra para sembrar. Los cultivos que si-
guen significativamente en manos campesinas —como las legumbres— también
se han estancado en su producción y disminuido la superficie sembrada. La de-
forestación no sólo ha significado deterioro ambiental, sino pérdida importante
de fuentes de alimentación humana y animal. El deterioro de los suelos es dra-
mático, y altera incluso los ciclos hidrológicos y suma sequías e inundaciones a
las difíciles condiciones vividas en el campo.
Podríamos discutir largo de por qué ocurrieron estos cambios. Fueron cam-
bios empujados desde las más diversas posiciones políticas y filosóficas, con
objetivos diversos en extremo. Sobre todo en los países del Tercer Mundo, hubo

66
gran cantidad de investigadores sincera y profundamente preocupados por el
fantasma de la escasez de alimentos y la realidad de la pobreza en el campo.
Pero después de décadas de modernización, el cuadro que tenemos delante de
nosotros nos muestra claramente que —contrario a lo que se dijo al momento de
impulsar los cambios— no fue un proceso en que ganásemos todos. Los costos
fueron severos y quienes llevaron la peor parte fueron los pueblos indígenas y el
campesinado al que supuestamente se estaba beneficiando. Durante el siglo xx,
por primera vez en la historia de la humanidad los habitantes urbanos pasan a
ser la mayoría. El cambio no fue producto de sueños cumplidos en las ciudades,
sino de la desaparición de familias campesinas, de la expulsión desde el campo
por falta de trabajo y perspectivas, por la pérdida de la tierra, la destrucción y
desmembramiento de los territorios indígenas, el estrangulamiento económico
y el proceso perverso de hacer que los jóvenes se sientan avergonzados de sus
orígenes y culturas.
Hay quienes ganan de modo dramático: los fabricantes de agrotóxicos y fer-
tilizantes sintéticos fueron los primeros, junto a las grandes empresas de alimen-
tos. La venta de fertilizantes en América Latina creció un 8% anual entre 1960
y 1990; la producción agrícola creció menos de la mitad de ello. Empresas como
Nestlé, Dow Chemical, Bayer, Merck, Unilever han crecido en las últimas décadas
a tasas mucho más elevadas que las de cualquier agricultura en el mundo.
La búsqueda de grandes ganancias a costa de los agricultores no quedó allí.
Las grandes empresas entendieron rápidamente que es posible hacer agricultu-
ra sin agrotóxicos, sin fertilizantes y sin grandes maquinarias, pero es imposible
hacerla sin semillas y sin saber lo que es necesario saber sobre ellas y sobre los
ecosistemas que las acogen. Las grandes corporaciones inventaron entonces la
propiedad intelectual sobre las formas de vida y redefinieron las reglas para mo-
nopolizar plantas, animales y conocimiento. Al principio, de manera cauta, limi-
tada y silenciosa. En los noventa, el proceso se tornó agresivo, ambicioso. Hoy se
nos impone de modo obligatorio y represivo. El acto fundamental de cuidar, re-
producir y compartir las semillas pasó a ser un delito. El impulso natural de usar,
compartir y conversar sobre los saberes —la mejor forma de protegerlos y ha-
cerles crecer— ha sido restringido, condicionado y crecientemente ilegalizado.
La presión sobre pueblos campesinos e indígenas ha sido tan brutal, que
no deja de causar alarma cómo más de alguna organización busca remediar la
situación buscando herramientas dentro de las mismas normas de propiedad
intelectual que hoy causan tanta destrucción.
Uno de los elementos más perversos de la propiedad intelectual —en cual-
quiera de sus formas— es que dice “proteger” plantas, animales y conocimiento,

67
haciendo en realidad justamente lo contrario. Plantas, animales, conocimiento
y saberes humanos son y siempre han sido un producto social y colectivo, en
evolución permanente. Se fortalecen en la medida que se comparten y fluyen
libremente, se perfeccionan a través del uso, la observación, la experimentación
y la conversación; se enriquecen en la medida que cada persona, familia, comu-
nidad y pueblo puede probarlos y determinar libremente si son útiles tal cual,
requieren ser perfeccionados o es mejor descartarlos. La propiedad intelectual
intenta privatizar lo que es por esencia obra colectiva, congela lo que debe estar
en cambio permanente e impide el fundamento mismo del saber: compartir, de-
batir y decidir soberanamente. Se protege ciertamente la propiedad, pero en el
camino se destruye diversidad, cultivos y conocimiento.
Pero iniciativas de resistencia mucho más certeras resurgen en los últimos
veinte años junto a la expulsión, la destrucción y la marginación. Quizás lo más
esperanzador es que se ha entendido que la diversidad biológica, las semillas
o los saberes no son cosas aisladas, sino el producto de procesos sociales y
ecosistémicos. Recuperar la cultura, la espiritualidad propia, fortalecer la orga-
nización, el tejido social, los mercados locales, la capacidad de control de los
procesos productivos; restaurar las tierras y territorios, reconstruir ecosistemas,
proteger y potenciar la biodiversidad, diversificar la agricultura, reactivar las se-
millas propias, son todas facetas de esfuerzos que buscan asumir la complejidad
de los procesos que determinan la vida de pueblos y comunidades y retomar el
control de los mismos.
En suma, los esfuerzos de comunidades rurales de América Latina, Asia,
África pero también Europa hoy buscan reconstruir el pleno derecho a ser cam-
pesinos e indígenas. De acuerdo a cada circunstancia, sus experiencias toman
formas muy distintas. Son un ejemplo de la diversidad cultural, social y política
necesaria para recuperar la diversidad agrícola y biológica. Son experiencias que
buscan reforzar la capacidad de tomar decisiones de manera colectiva, organi-
zada y soberana.
Una característica es especialmente esperanzadora: la reactivación de los
sistemas campesinos de construcción de saberes, sistemas que fusionan formas
colectivas y personales de observación, experimentación e intercambio, y que al
saber unen el respeto, la espiritualidad y un conjunto de normas sociales local-
mente definidas. Esta búsqueda permite la generación y reactivación autónoma
de saberes por parte de comunidades y familias y, a fin de cuentas, el floreci-
miento, de nuevo, de la creatividad social más antigua de la humanidad.

Biodiversidad, sustento y culturas, número 59, enero de 2009.

68
Fotografía: Verónica Villa

69
Una breve historia
de los orígenes de la
agricultura, la domesticación
y la diversidad de los cultivos
Vía Campesina

E l surgimiento de la agricultura es quizás uno de los pro-


cesos más revolucionarios de la historia de la humani-
dad. La agricultura cambió la forma de alimentarnos y de
vivir. También cambió los ecosistemas y los territorios y
creó las condiciones materiales para todos los procesos
posteriores de formación de los distintos pueblos y sus for-
mas de ser y vivir, incluidos los procesos que llevaron a la
formación de clases sociales y lo que hasta hoy se denomi-
na “procesos civiliza-
torios”. Sin la agricul-
tura, nuestra especie
humana podría haber
sobrevivido sólo como
algunos cientos de mi-
llones de personas re-
partidos por el mundo
o, incluso, podría ha-
berse extinguido.

¿Qué hacen estas mujeres?


¿Siembran? ¿Recolectan?
¿Cosechan? ¿O danzan
representando todo lo
anterior? (De las pinturas
rupestres de Tassili, Argelia,
norte de África)

70
Cada día se sabe más de los orígenes de la agricultura, a medida que los
métodos científicos de estudio de restos históricos y prehistóricos se perfeccio-
nan. Pero es todavía una historia a pedazos, que además la interpretan y la cuen-
tan personas —principalmente hombres— que poco o nada saben de la práctica
de la agricultura, del cuidado y el trabajo año tras año, de la selección de plantas,
semillas y animales, de depender del clima, de recolectar, de guardar para el
próximo ciclo, de cocinar y alimentar sabrosamente con lo que hay, de aprove-
char todo lo que se pueda, de la inmensa diversidad que se encuentra en los
campos y en las mesas. Por lo mismo, muchas veces es una historia que parece
tener muy poca relación con la agricultura campesina e indígena que conocemos
hoy. En este texto, además de hablar de lo que la ciencia nos dice, relacionare-
mos la historia con los saberes campesinos —y sobre todo con los saberes de
las mujeres campesinas— porque eso permite entender mejor cómo ha sido y
es la historia de los cuidados que mantienen viva la creación de la agricultura.
La creación de la agricultura. ¿Qué es la agricultura? Hoy se tiende a dar por
sentado que es el cultivo —la siembra, el cuidado, la cosecha— de plantas do-
mesticadas y la crianza de animales igualmente domesticados. Pero en sus ini-
cios la agricultura no se hizo con plantas domesticadas ni con animales domes-
ticados. Al principio, consistió en el cuidado y/o siembra de plantas silvestres y
en el encierro parcial de animales mansos pero no domesticados. Hasta el día de
hoy la agricultura incluye plantas no domesticadas, como algunas plantas me-
dicinales, hortalizas silvestres, árboles, etcétera. Aquí utilizamos una definición
amplia de la agricultura para incluir cualquier forma de cuidado y manejo de
plantas y animales por parte de los seres humanos con el fin de obtener alimen-
to, medicinas, madera, fibras y otros elementos que se consideren necesarios.
¿Cómo surgió la agricultura? Buena parte de los científicos insiste en que
surgió producto de descubrimientos hechos al azar, casi de la suerte; y que quie-
nes “inventaron” la agricultura no sabían bien lo que hacían. Pero al ver la rique-
za y complejidad de lo creado es imposible aceptar esa mirada. Por ejemplo, el
papel de las semillas en la reproducción de las plantas fue un descubrimiento
hecho por las mujeres que las recolectaban, pero eso requiere observación cui-
dadosa, no mero azar. Por otro lado, las formas de ir seleccionando, combinan-
do cultivos, cruzando plantas, determinando las fechas de siembra, inventando
herramientas, probando sistemas de riego, creando diversas formas de uso, no
pueden surgir por pura suerte, accidente o coincidencia, sino que son fruto de la
experimentación reiterada, de la observación y una cuota no menor de inventiva
e ingenio.

71
El azar y la suerte son factores presentes en todo aprendizaje, pero sólo se
pueden aprovechar tas fue unquienes
si hay descubrimiento
observen con hecho porylas
atención mujeres
luego apliquenquelo seleccion
aprendido de manera creativa y cuidadosa. Estos cuidados
las recolectaban, pero eso requiere observación cui- probablemente no así el cam
fueron muy diferentes de los que hoy hacen las cuidadoras, guardianas o cura-
dadosa, no mero azar. Por otro lado, las formas de ir mil años
doras de semillas, y que consisten en una relación y conversación interminable
con los cultivos,seleccionando,
con los animales, combinando cultivos,
con nuestro territorio. Unacruzando
conversación plan-
irre- ticadas e
tas,también
petible y viva, pero determinando
colectiva. las fechas de siembra, inventando llamado
¿Dónde y herramientas,
cuándo surgió la probando sistemas
agricultura? Entre 20 mildey 30riego, creando
mil años atrás, que hoy
todo indica quediversas
las mujeres de distintos lugares del mundo
formas de uso, no pueden surgir por pura —responsables en to, Líba
esos entonces de la recolección de alimentos— comenzaron a cuidar y después
suerte, accidente o coincidencia, sino que son fruto Mesoam
a sembrar plantas silvestres que eran de especial interés para la alimentación y
de la experimentación reiterada, de la observación y
la medicina, o para la obtención de madera y fibras, para posteriormente pasar a
mil a 4 m
una de
seleccionar semillas cuota no menor
las mejores deeinventiva
plantas iniciar así elecamino
ingenio.de la domesti- domestic
cación. Hace 10 mil-12El azar y lalassuerte
mil años, mujeres son factores presentes
ya cultivaban en todo
plantas domesticadas destacab
en al menos cuatroaprendizaje, pero sólo se pueden aprovechar si zona
regiones del mundo: el llamado Creciente Fértil (una hay pía, Áfric
12 que cubre lo que hoy es Irán, Irak, Siria, Palestina, Israel, Egipto, Líbano y Tur-
quienes observen con atención y luego apliquen lo India), S
quía), China, Nueva Guinea y Mesoamérica (México y Centroamérica). Unos 2 mil
aprendido de manera creativa y cuidadosa. Estos
a 4 mil años más tarde, las mujeres ya habían domesticado cultivos alrededor
ca, los A
del mundo, y secuidados
destacabanprobablemente
8 regiones más: Sahel no fueron
Africano, muy diferentes
Etiopía, África Oc- Norte de
cidental, Sur dede Asialos que hoy hacen
(principalmente India),las cuidadoras,
Sudeste guardianas
Asiático, Sudeste de Norteo bia, Bras
América, los Andescuradoras de semillas, y que consisten en una rela-
Centrales (Perú, Bolivia, Ecuador y Norte de Chile y Argentina) Uno d
y Amazonía (Colombia,
ción yBrasil, Ecuador y Perú).
conversación interminable con los cultivos, ceso es q
Uno de los aspectos más interesantes de este proceso es que las mujeres de
con los animales, con nuestro territorio. Una con- ron cuid
las distintas regiones fueron cuidando, domesticando y creando formas de cultivar
versación irrepetible y viva, pero también colectiva. cultivar s
Incluso se
cultivos y
rrollaron
parcialme
Así, p
manera p
Fértil; el
domestic
Andes ce
HerramientasHerramientas
agrícolas de agrícolas
piedra pulida, posiblemente
de piedra de 5 mil o más
pulida, posiblemente de 5años
mil ode
másantigüedad. A la
años de antigüedad. A la
derecha, derecha,
una hoz de
unaarcilla,
hoz deposiblemente de 8 milde
arcilla, posiblemente años o años
8 mil más.oLa hozLa
más. fue una
hoz fuede lasdeprimeras
una las primeras herra- independ
herramientas agrícolas que se inventaron. mientas agrícolas que se inventaron.
va Guine
72
el del ña
¿Dónde y cuándo surgió la agricultura? Entre 20 África), q
mil y 30 mil años atrás, todo indica que las muje- regiones
alimentación y la medicina, o para la obtención una de el
de madera y fibras, para posteriormente pasar a del Creci
Europa p
(En la tab
gunos de
La dom
forma m
mesticad
vada a ca
regiones
todos los
mil años
iniciada
y ovejas
mil años
años ya h
Regiones donde
Regiones se originó
donde la agricultura
se originó la agricultura

sin saber lo que pasaba en otras regiones. Incluso se cree que dentro de cada zona,
los primeros cultivos y la domesticación de ellos también se desarrollaron a través
de procesos múltiples y al menos parcialmente independientes entre sí.
Así, por ejemplo, el trigo fue domesticado de manera paralela en distintos
lugares del Creciente Fértil; el poroto (frijol o fréjol) y el tomate fueron domesti-
cados tanto en Mesoamérica como en los Andes centrales; el cerdo habría sido
domesticado independientemente en el Creciente Fértil, en Nueva Guinea y en
China. Un caso aún más diverso es el del ñame (un cultivo muy importante en
Asia y África), que habría sido domesticado en múltiples regiones de África, Cen-
tro y Sudamérica, Sur y Sudeste de Asia, Polinesia, Melanesia, Australia.
Son pocos los cultivos que habrían sido domesticados en un sólo lugar y
que de allí se hayan diseminado al resto del mundo. Al parecer, la lechuga sería
una de ellos: habría sido domesticada en algún lugar del Creciente Fértil, dise-
minándose desde allí hacia Europa primero, Asia después y finalmente América.
(En la tabla 1 se muestra dónde se domesticaron algunos de los cultivos que
comemos hasta hoy.)
La domesticación de animales habría ocurrido en forma más o menos simi-
lar. El primer animal domesticado sería el perro; la domesticación fue llevada a
cabo de manera independiente en múltiples regiones de Asia, Europa, África y

73
las principales domesticadoras, aunque la domestica- Amaranto
ción de los perros habría sido obra masculina por su
Avena
capacidad de ayudar en la caza.
Arroz
las Américas, en todos los casos
a partir del lobo. Ya había perros Brócoli

14 mil años atrás y se cree que Cebada


su domesticación fue iniciada Cebolla
hace unos 35 mil años. Las ca- Chirimoyas
bras, cerdos y ovejas ya estaban Cilantro
(coriandro)
presentes hace unos 10 mil a 12
mil años atrás en Asia y África, y Coliflor,
Repollo y Ka
hace 8 mil a 10 mil años ya ha-
bía también crianza de vacas y Duraznos
gallinas.
Higos
Una situación distinta se
produjo en América, donde los Lechuga
animales domesticados —lla- Limón,
naranja,
mas, alpacas, cuyes, posible- pomelo y
mente gallinas— estuvieron mandarina

presentes sólo desde hace unos Maíz


6 mil años; es posible que haya
Maní
sido así porque había gran abun-
dancia de animales de tamaño Manzanas
medio o pequeño, de baja agre-
Olivo
sividad y relativamente fáciles
Diversidad de gallinas. Fueron domesticadas en Asia hace 8 mil años y en el sur de
de cazar (distintos tipos de cier- Chile, posiblemente unos 2 mil años atrás. Orégano
vos, huanacos, la vicuña, el tapir,
gran cantidad de aves, etcétera). Puede decirse entonces que la creación de la agri- Paltas
(aguacates)
Aquí nuevamente hay indicadores cultura
de que y lalasdomesticación
mujeres fueron de los
las cultivos
principales y anima-
do-
les fue una inmensa obra colectiva, que involucró a
mesticadoras, aunque la domesticación de los perros habría sido obra masculina Papa (patata
buena parte de la humanidad existente en esos mo-
por su capacidad de ayudar en la caza.
mentos. La investigación además indica que fue una
Diversidad de gallinas. Fueronobradomesticadas
centralmente en de Asia hace 8 mil años y en el
las mujeres.
Perejil
sur de Chile, posiblemente unos 2 mil años atrás. Poroto (fréjol
frijol)
Puede decirse entonces que¿Y la creación
la caza yde lalapesca?
agricultura y la domesticación
La especie humana tiene
Quinoa
de los cultivos y animales fue unaunosinmensa200 mil obraaños colectiva, que involucró
de antigüedad. Hastaa buenala crea-
parte de la humanidad existenteción de la momentos.
en esos agricultura, La los investigación
grupos humanos ademásvivían Sandía
de la caza,
indica que fue una obra centralmente de las mujeres. la pesca y la recolección de alimentos. Tomate
La caza y la pesca eran principalmente tarea de
Trigo
hombres, aunque se sabe que mujeres, niñas y ni-
¿Y la caza y la pesca? La especie humana tiene unos 200 mil años de antigüe- Uva
ños también ayudaban. La recolección de alimen- Zapallo
dad. Hasta la creación de la agricultura, los grupos humanos vivían de la caza, la
tos —frutos, granos, raíces, tallos y hojas, así como (calabacín)

74
n distinta se produjo en América, don- Tabla 1. Domesticación de los cultivos
domesticados —llamas, alpacas, cuyes, Planta Cuánto tiempo Dónde
allinas— estuvieron presentes sólo des- domesticada atrás
mil años; es posible que haya sido así Acelga y
Al menos 4 mil años Grecia y Turquía
betarraga
an abundancia de animales de tamaño México, Panamá, Brasil, Colombia,
Ají (chile) 7 mil a 8 mil años
ño, de baja agresividad y relativamente Bolivia, Perú
(distintos tipos de ciervos, huanacos, la Ajo 5 mil años Mediterráneo y Asia
gran cantidad de aves, etcétera). Aquí Sur de México, Guatemala,
Algodón 10 mil años Honduras, Salvador, Nicaragua,
y indicadores de que las mujeres fueron Ecuador, Perú, Egipto, Asia
domesticadoras, aunque la domestica- Amaranto Al menos 8 mil años México, Centroamérica, Perú
Bolivia, norte de Argentina
os habría sido obra masculina por su
Avena 4 mil años Europa
yudar en la caza.
Arroz
India, China, Pakistán, Vietnam,
Camboya, Laos, Tailandia,
13
No se sabe, pero al La zona cercana al Mar
Brócoli menos 2 mil años Mediterráneo
Crecente Fértil, China, India,
Cebada Al menos 10 mil años Etiopía
Cebolla 5 mil años Egipto y Asia
Chirimoyas Se desconoce Sur de México, Guatemala, Perú
Cilantro
(coriandro) Al menos 5 mil años Asia, Europa y Norte de África

Al menos 5 mil años.


Coliflor, El primero en ser
Repollo y Kale domesticado habría Posiblemente el sur de Europa
sido el Kale
Duraznos 8 mil a 10 mil años China
11 mil a 12 mil años.
Es posiblemente
Higos la primera planta Creciente Fértil
domesticada
Lechuga 7 mil años Creciente Fértil, Egipto
Limón,
naranja, Posiblemente 5 mil China, India, Sudeste Asiático
pomelo y a 7 mil años
mandarina

Maíz 8 mil a 11 mil años Principalmente México, pero


también Belice, Guatemala
Al menos 4 mil años,
Maní pero ya se consumía Bolivia, Paraguay, Brasil
10 mil años atrás
Manzanas 4 mil a 10 mil años Asia Central
Turquía, Palestina, Grecia, Chipre,
Olivo 6 mil a 10 mil años Argelia, Marruecos, Córcega,
España y Francia
ueron domesticadas en Asia hace 8 mil años y en el sur de No se sabe, pero ya
s 2 mil años atrás. Orégano se consumía 3 mil Grecia
años atrás
e entonces que la creación de la agri- Paltas
7 mil a 8 mil años Mesoamérica
(aguacates)
mesticación de los cultivos y anima-
Andes Centrales: Bolivia, Perú,
ensa obra colectiva, que involucró a Papa (patata) 7 mil a 10 mil años Sur de Ecuador, norte de Chile y
Argentina. Chiloé es centro de
la humanidad existente en esos mo- diversidad
estigación además indica que fue una Posiblemente más de Grecia y las costas del Mar
Perejil
nte de las mujeres. 4 mil años mediterráneo
Poroto (fréjol,
8 mil años Zona andina desde Chile a México
frijol)
a pesca? La especie humana tiene
Perú, Bolivia, Ecuador, Chile y
Quinoa 7 mil años
años de antigüedad. Hasta la crea- Argentina
cultura, los grupos humanos vivían Sandía Al menos 5 mil años África
pesca y la recolección de alimentos. México, Guatemala, Ecuador, Perú,
Tomate No se sabe posiblemente norte de Chile
pesca eran principalmente tarea de
Trigo Más de 10 mil años Creciente Fértil, Etiopía
ue se sabe que mujeres, niñas y ni- Uva Más de 8 mil años Creciente Fértil, Europa del Este
yudaban. La recolección de alimen- Zapallo México, sur-este de Estados
6 mil a 10 mil años
anos, raíces, tallos y hojas, así como (calabacín)
75 Unidos, Perú, Ecuador, Colombia
yendo la mortalidad, especialmente de bebés. hasta ho
siendo u
diversida

La inme
cultura
el acto d
las prim
en el cu
que eran
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fibra (cá
dera (div
los que
consistid
plantas
Las enredaderas y otras plantas que dan la fibra para hacer cestas han sido domesticadas, pero
también se usan plantas silvestres. La historia de la cestería está muy ligada a la historia de la
de bosq
agricultura, por la importancia de las cestas para cosechar
plantas
Las enredaderas y otras plantas que dan la fibra para hacer cestas han sido domesticadas, pero por inun
también se usan plantas silvestres. La historia de la cestería está muy ligada a la historia de la
pesca y la recolección de alimentos. La caza y la pesca eran principalmente tarea
agricultura, por la importancia de las cestas para cosechar que se la
de hombres, aunque se sabe que mujeres, niñas y niños también ayudaban. La
recolección de alimentos —frutos, granos, raíces, tallos y hojas, así como huevos
de cuida
y miel— fue tarea central de las mujeres. La dieta resultante era de muy buena que los
La aparición
calidad, pero no alcanzaba de la grandes
para alimentar agricultura no significó
conglomerados la que
y exigía au- tera, son
todos los miembros
senciade de
un determinado
la caza, la grupo se dedicaran
recolección y la apesca.
la obtención
La pes-de la siemb
alimentos. Incluso antes de la creación de la agricultura, las plantas eran la prin-
ca sigue claramente viva hasta hoy, a pesar de los Una e
cipal fuente de alimentación. Hay autores que calculan que las mujeres proveían
efectos devastadores de la pesca industrial y de los
cerca del 75% de las necesidades alimentarias. Con la creación de la agricultura,
tura fue
se produjo una intentos crecientes
fase histórica por privatizar
en que la alimentación habría el mar. Lasucaza
disminuido con- ras de re
y la —por
tenido de proteinas recolección
lo que, porhan disminuido
ejemplo, disminuyó su importancia,
la estatura media— terísticas
pero sí fue posible
pero aumentar
siguenel total de alimentos
presentes, y así alimentar
aunque buena más partepersonas,
de la un mayo
disminuyendo la mortalidad, especialmente de bebés.
discusión científica tiende a presentar la caza y la mayor v
La aparición de la agricultura no significó la ausencia de la caza, la recolec-
ción y la pesca. recolección, por un lado,
La pesca sigue claramente y la agricultura,
viva hasta hoy, a pesar de por otro,
los efectos de pelad
devastadores decomo dos
la pesca etapas
industrial diferentes
y de los intentosque se mezclaron
crecientes por privatizar du-
el nan la el
mar. La caza y larante mileshandedisminuido
recolección años, pero que hoy pero
su importancia, ya no conviven,
siguen presen- tóxicos,
tes, aunque buena parte de
puesto que la discusión
la inmensacientífica tiende de
mayoría a presentar la caza y la
las poblaciones selección
rurales practican sólo la agricultura y sólo algunos abunda l
76
grupos muy marginales, retrasados y posiblemente enfermed
destinados a desaparecer prontamente, aún viven Son l
recolección, por un lado, y la agricultura, por otro, como dos etapas diferentes
que se mezclaron durante miles de años, pero que hoy ya no conviven, puesto
que la inmensa mayoría de las poblaciones rurales practican sólo la agricultura
y sólo algunos grupos muy marginales, retrasados y posiblemente destinados a
desaparecer prontamente, aún viven de la caza y la recolección.
La gran falla de esta visión es que no dice que los pueblos del campo nunca
abandonaron la caza y la recolección por iniciativa propia, sino que en muchos
lugares del mundo se vieron obligados a hacerlo en la medida que se les ex-
pulsaba de sus tierras ancestrales y se les reducía a tierras marginales, se pri-
vatizaban los bosques y praderas, avanzaba la deforestación y la imposición de
grandes monocultivos, e incluso la caza, la pesca y la recolección fueron seve-
ramente restringidas o se convirtieron en delito. (En Inglaterra, por ejemplo, los
terratenientes se apropiaron de las tierras y bosques comunitarios en el siglo
XVIII y luego aprobaron una ley que castigaba la caza con la pena de muerte, ley
que tuvo vigencia durante un siglo.)
A pesar de las presiones y agresiones anteriores, hasta hoy la recolección,
la pesca y la caza siguen siendo una fuente significativa de alimentación y di-
versidad.
La inmensa obra de domesticar. Aunque la agricultura hoy se caracteriza
fundamentalmente por el acto de sembrar y cuidar plantas domesticadas, las
primeras formas de agricultura consistieron en el cuidado de poblaciones de
plantas silvestres que eran de interés para la alimentación y, en un menor grado,
para la producción de medicinas, de fibra (cáñamo, lino y algodón, entre otros) y
madera (diversos árboles, arbustos y bambúes —entre los que se encontraba el
olivo). El cuidado habría consistido en disminuir la competencia de otras plantas
(por ejemplo, limpiando pequeñas áreas de bosque, quemando, arrancando o
podando las plantas no deseadas o menos deseadas), en regar por inundación
cuando fuese necesario y en evitar que se las comiesen los animales. En estos
procesos de cuidado y recolección, las mujeres aprendieron que los granos, tu-
bérculos, rizomas, estacas, etcétera, son también semilla, y a los cuidados se
sumó la siembra.
Una etapa posterior en el desarrollo de la agricultura fue la selección, esco-
giendo semillas y estructuras de reproducción a partir de las plantas con carac-
terísticas que parecían más interesantes. Por ejemplo: un mayor tamaño, la pro-
ducción más temprana, un mayor vigor, la mayor producción, la mayor facilidad
de pelado y molienda. Aunque también se mencionan la eliminación del sabor
amargo y de elementos tóxicos, las investigaciones discuten poco o nada la se-

77
lección por sabor, color, aroma, etcétera. Tampoco abunda la información sobre
la selección para resistir enfermedades y condiciones climáticas.
Son los procesos de selección los que abrieron la puerta a la domestica-
ción, entendiendo como plantas domesticadas aquellas que se distinguen sig-
nificativamente de sus ancestros silvestres y que necesitan ser cuidadas para
desarrollarse de un modo adecuado. En esto no hay categorías totalmente claras.
Las plantas anuales, por ejemplo, se diferencian más marcadamente de sus an-
cestros que los frutales y los árboles en general y también requieren mayores
cuidados.
Son varias las características que fueron adquiriendo las plantas domesti-
cadas, producto de los procesos de selección y cruzamiento que emprendieron
las primeras agricultoras y que luego pasaron a ser parte de las técnicas de cui-
dado utilizadas por todas y todos los buenos agricultores. Algunas de las carac-
terísticas más frecuentes entre las plantas domesticadas son:

a) Las semillas no presentan dormancia. Todas las semillas germinan cuando se


las pone en la tierra. Las plantas silvestres tienen semillas que pueden pasar
varias temporadas en la tierra o sobre ella antes de germinar (es lo que se llama
dormancia), asegurando con ello que quedarán semillas de reserva si algún año
es especialmente inadecuado para el crecimiento y no permite que las plantas
completen su desarrollo y reproducción.
La pérdida de dormancia está presente muy fuerte en los cultivos anuales,
pero es más escasa entre los árboles, incluidos los árboles frutales. En éstos es
más difícil romper la dormancia porque las semillas están protegidas por el fruto
o por cubiertas duras e impermeables. Se cree que los primeros árboles frutales
domesticados fueron reproducidos por estacas, evitando así depender de si la
semilla germinaba o no. Éste es el caso del olivo, la uva, la higuera, el pistacho,
que están entre los frutales domesticados más antiguos. Unos 3 mil años atrás,
se intensificó la domesticación de árboles frutales especialmente en Asia y Eu-
rasia, tal vez porque en algunas regiones se generalizó el conocimiento de que
los árboles podían reproducirse por injerto.

b) Las semillas y frutos permanecen unidos a la planta y no se dispersan al llegar


la madurez. Esto permite su cosecha y minimiza las pérdidas por desgrane. Ésta es
una característica positiva e importante en las plantas de las cuales se aprovecha
la semilla (por ejemplo, porotos [frijoles], trigo, arroz, quinoa, garbanzos, lentejas),
pero no es adecuada para las plantas silvestres, que tendrán mayores posibilida-

78
des de sobrevivir mientras más se dispersen sus semillas. Sin embargo, siempre
hay excepciones y por buenas razones. Por ejemplo, el arroz en Asia se cosecha
cortando y luego trillando la espiga, y es importante que no haya desgrane antes
de la trilla. En África, la forma tradicional de cosecha es agitando la espiga sobre un
canasto y allí los arroces domesticados han mantenido su capacidad de desgranar-
se fácilmente, disminuyendo el esfuerzo necesario para la cosecha.

c) Las plantas no tienen sustancias tóxicas o sabores poco atractivos, como lo


amargo o astringente. Es el caso, por ejemplo, de la papa, del tomate del lupi-
no, del espárrago, del poroto, las almendras, y otras, que en su estado silvestre
contenían niveles importantes de sustancias tóxicas y amargas. Sin embargo, la
eliminación no es imprescindible, puesto que también es posible eliminar los
venenos y el amargor mediante la cocción y el procesamiento. Uno de los casos
más destacados es el de la yuca o mandioca, que es venenosa cuando cruda,
pero perfectamente comestible si se la cuece o procesa adecuadamente. Tam-

uado. En
s plantas
marcada-
rboles en
os.
n adqui-
o de los
prendie-
asaron a
adas por
gunas de
plantas
15

Todas las
a tierra.
eden pa- Evolución del teocintle a maíz, Evolución del teocintle a maíz, gracias al proceso de selección, mejoramiento
gracias al proceso
y domesticación de selección,
que hicieron mejoramiento
campesinas y domesticación
y campesinos que
de México y Guatemala

lla antes hicieron campesinas y campesinos de México y Guatemala

), asegu- domesticados han mantenido su 79 capacidad de des-

eserva si granarse fácilmente, disminuyendo el esfuerzo nece-


bién es el caso del amargor de la quinoa, que se elimina mediante el lavado. No
hay que olvidar que las sustancias tóxicas y las sustancias amargas pueden, de
acuerdo a la dosis, proteger contra plagas o servir como medicinas. Por lo tanto,
no fueron eliminadas totalmente, y se conservaron a propósito en algunas va-
riedades. Encontrar estos métodos alternativos y diversos fue también tarea de
mujeres.

d) Las semillas, frutos y partes a ser cosechadas en general son de mayor tamaño.
Las exploraciones arqueológicas han encontrado semillas de ancestros silvestres
con semillas significativamente menores que las de los cultivos domesticados.
Las semillas más grandes pueden estar asociadas a una mayor producción y a una
menor proporción de pérdida al momento de pelarlas, pero no siempre es así. Su
mayor ventaja es que producen plantas de mayor vigor y tienden a presentar mejor
germinación.

e) Tienen más material genético: un número significativo de las plantas domes-


ticadas tiene su material genético aumentado. Las plantas y animales tenemos
nuestro material genético organizado en “cromosomas” y tenemos normalmente
dos copias de cada cromosoma. En el proceso de domesticación, mediante se-
lección y cruzamientos, agricultoras y agricultores lograron que muchos cultivos
adquirieran tres, cuatro y hasta ocho copias. Eso hizo que los cultivos fuesen más
vigorosos, más productivos y más resistentes a plagas, enfermedades y condicio-
nes ambientales poco favorables.

Todos estos cambios llevaron también a que las plantas domesticadas depen-
dan para crecer de los cuidados humanos, pero no todas dependen de igual
manera. Un caso de profunda domesticación, por ejemplo, es el del maíz, que es
físicamente muy distinto de su ancestro silvestre —el teocintle— y que no logra
reproducirse sin la intervención humana (ver figura). Pero tales diferencias son
mucho menos acentuadas en otras especies utilizadas en la agricultura, como,
por ejemplo, las palmas o los árboles cultivados para madera.
Los procesos de domesticación fueron largos, posiblemente tomaron más
de 2 mil años para la mayoría de los cultivos. La mayoría de los científicos ac-
tuales ven eso como el resultado de una domesticación “involuntaria” o “incons-
ciente”, sin conocimiento asociado y sin objetivos claros. Conociendo lo que
hasta hoy hacen millones de campesinos y campesinas cuando cuidan, escogen
y seleccionan sus semillas, es fácil pensar en una explicación muy diferente.

80
“cromosomas” y tenemos normalmente dos copias generación. La herramienta más utilizada ha sido la
de cada cromosoma. En el proceso de domestica- selección de las plantas y semillas que han parecido
ción, mediante selección y cruzamientos, agricul- mejores en cada momento: las más vigorosas, las más
toras y agricultores lograron que muchos cultivos sanas, las más productivas, las más sabrosas, las de
adquirieran tres, cuatro y hasta ocho copias. Eso color más atractivo, las más tempranas, las que se co-
hizo que losPor supuesto,
cultivos posiblemente
fuesen más vigorosos, más nadie
pro- que
cinanhaya trabajado
fácilmente etcétera,eletcétera.
campoPuedepensóhaberentantas
ductivos y más resistentes a plagas, enfermedades y razones para
“domesticar”; ése es un término moderno inventado por expertos que miran e seleccionar como personas involucradas
condiciones ambientales poco favorables. en la selección. Los cambios finalmente logrados, son
interpretan la historia, pero que no estaban involucrados en el proceso. Lo que
Todos estos cambios llevaron también a que las fruto de esa convivencia y conversación colectiva con-
campesinas
plantas domesticadas y campesinos
dependan parahan crecerhecho
de losa través
tinua que deha la sido
historia
parte ha sido cuidar
inseparable de los sus
cuidados
cultivos
cuidados y buscar
humanos, peromejorarlos generación
no todas dependen de tras
congeneración. La herramienta
los que los pueblos del campo se hanmás uti-
relacionado
iguallizada
manera. haUnsido
casoladeselección
profunda domesticación,
de las plantascon la tierra, elque
y semillas agua,hanlas parecido
plantas, los mejores
animales y las
por ejemplo, es el del maíz, que es físicamente muy condiciones generales del ambiente y el clima.
en cada momento: las más vigorosas, las más sanas, las más productivas, las
distinto de su ancestro silvestre —el teocintle— y Pero cada vez que alguien selecciona, por ejem-
que más sabrosas,
no logra las desincolor
reproducirse más atractivo,
la intervención las más
hu- plo, tempranas,
por vigor, las que
puede o tiene se cocinan
que descartar otras ca-
manafácilmente
(ver figura).etcétera,
Pero tales etcétera.
diferencias Puede
son muchohaberracterísticas;
tantas razones como para seleccionar
la resistencia como Si se
a la sequía.
menos acentuadas
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selección.en laLoselimina
cambios el amargor,
finalmentelas plantas se pueden
logrados, sonhacer
fru- más
agricultura, como, por ejemplo, las palmas o los ár- susceptibles a las plagas, y así muchos ejemplos más.
to de esa convivencia y conversación colectiva
boles cultivados para madera.
continua que ha sido parte inse-
Desde el punto de vista de quien selecciona, se en-
parable de los cuidados con los que los pueblos del campo
frenta el problema que se han veces
muchas relacionado
para eliminar
con la tierra,fue
La domesticación el larga
agua,y las plantas,
compleja. Loslos
pro-animales
algo queyno lassecondiciones
quiere, se pierde generales
algo que sídelse nece-
cesosambiente
de domesticación fueron
y el clima. largos, posiblemente sita. Por tanto, algo que se convirtió en una práctica
tomando más de 2 mil años para la mayoría de los común fue volver a cruzar las plantas seleccionadas
Pero cada vez que alguien selecciona, por ejemplo, por vigor, puede o tiene
cultivos. La mayoría de los científicos actuales ven con sus parientes plenamente silvestres, para recu-
que descartar
eso como el resultadootras
de unacaracterísticas;
domesticación “invo- como perar
la resistencia
al menos en a la sequía.
cierta medidaSi las
se características
elimina
el amargor,
luntaria” las plantas
o “inconsciente”, sin se pueden hacer
conocimiento aso- más
que susceptibles
se pudieran haber a las plagas,
perdido conylas
asíselecciones
mu-
ciadochos
y sin ejemplos
objetivos claros. Conociendo lo que has- anteriores, intentando
más. Desde el punto de vista de quien selecciona, se enfrenta el conseguir plantas con ambas
ta hoy hacen millones de campesinos y campesinas características o —lo más factible— para conseguir
problema
cuando que muchas
cuidan, escogen vecessus
y seleccionan para eliminarsituaciones
semillas, algo queintermedias
no se quiere, con se pierdeplantas
distintas algo que
que
es fácil sí seen
pensar necesita. Por tanto,
una explicación muy algo que se convirtió
diferente. en una práctica
tuviesen distintas común
características parafue vol-
que, sin im-
Por
versupuesto,
a cruzarposiblemente
las plantasnadie que haya tra-con
seleccionadas portar
sus los problemas
parientes que un cultivosilvestres,
plenamente pudiese enfren-
bajado el campo pensó en “domesticar”; ése es un tar, siempre hubiese plantas que pudiesen crecer y
término moderno inventado por expertos que miran producir bien. Esta práctica ha sido tan común y se


Uva silvestre a la izquierda.Uva
Los racimos eran ralos
silvestre a layizquierda
los granos pequeños. A la derecha,
. Los racimos la uva
eran en Egipto
ralos y losAntiguo,
granos tal como la conocemos hoy
pequeños.
A la derecha, la uva en Egipto Antiguo, tal como la conocemos hoy.

81
para recuperar al menos en cierta medida las características que se pudieran
haber perdido con las selecciones anteriores, intentando conseguir plantas con
ambas características o —lo más factible— para conseguir situaciones interme-
dias con distintas plantas que tuviesen distintas características para que, sin im-
portar los problemas que un cultivo pudiese enfrentar, siempre hubiese plantas
que pudiesen crecer y producir bien. Esta práctica ha sido tan común y se fue
perfeccionando en tal medida, que la cruza con variedades silvestres pasó a ser
una práctica campesina común y se ha mantenido hasta la actualidad, como una
forma de mantener variedades productivas, resistentes y vigorosas, todo al mis-
mo tiempo. Hay ejemplos documentados en plantas que se cruzan fácilmente
(maíz, todas las coles, la mostaza, tomates, calabazas/zapallos) en plantas que se
cruzan poco (trigo, frijol, habas, garbanzos, arroz) e incluso en plantas que no se
reproducen normalmente por semilla, como la papa o los ajos.

Desde el punto de vista de los historiadores y de la genética moderna, se po-


dría decir que esta selección combinada con cruzamientos con plantas silvestres
equivale a avanzar y retroceder permanentemente en el proceso de domestica-
ción. Por eso la consideran una “casualidad”, algo hecho al azar, sin conocimiento
asociado. Pero desde el punto de vista de la producción campesina, que debe
asegurar la comida bajo características tan distintas, este proceso de ir y volver
ha sido la manera de mejorar sus cultivos sin perder seguridad ante los riesgos y
los imprevistos. De hecho, este mismo concepto (el de cruzar cultivos con plan-
tas silvestres), es una técnica que hoy usan los genetistas para producir varie-
dades menos frágiles que las actuales y se le considera “tecnología de punta”.
Es decir, el desarrollo de la agricultura fue un proceso largo porque requirió
construcción colectiva de saberes, pero también porque fue un proceso cuida-
doso, con mucha observación y experimentación de por medio, porque quienes
hacían agricultura comprendían que su trabajo era producir comida hoy y en el
futuro. Una vez más, fueron mujeres las que jugaron un papel central en esto.
También puede decirse que, si bien la domesticación y el mejoramiento se
iniciaron de 10 mil a 20 mil años atrás, es un proceso que sigue en curso en la me-
dida que las comunidades campesinas sigan cuidando, seleccionando, cruzando
y mejorando sus cultivos. De allí podemos identificar una razón más para que los
intentos por privatizar las semillas y despojar a campesinos y campesinas de sus
saberes y prácticas en torno al cuidado de las semillas sea extremadamente grave.
La creación de diversidad. El desarrollo de la agricultura no sólo significó
la domesticación de cientos o miles de especies. Significó también la creación

82
de diversidad. Campesinas y campesinos del mundo fueron creando cientos y
miles de variedades de los distintos cultivos, aumentando la diversidad dentro
de cada especie. Los diversos colores del maíz, del arroz, de los porotos [frijo-
les], lentejas, de las papas y tantos otros son una muestra simple de esa diver-
sidad. Las coles son una sola especie, a partir de las cuales la selección llevó a
la coliflor, el repollo, los bruselas, el brócoli y el kale, cada uno con todas sus
variedades. Hay trigos para invierno y otros para primavera. Maíces que madu-
ran en 90 días y otros en 150 o 180. Arroces que crecen inundados y otros sólo
con la lluvia, con periodos de crecimiento que pueden variar de 80 a 280 días.
Hay uvas, duraznos, manzanas, melones, naranjas, limones de distintos colores
y distintos sabores. Hay papas redondas, alargadas, lisas, arrugadas, amarillas,
rojas, moradas. Hay calabazas de las más diversas formas y sabores, trigo para
pan, trigo para hacer pasta, lechugas a las que se les come las hojas y otras a las
que se les come el tallo. El maíz y el poroto viajaron de América a África y las
mujeres africanas desarrollaron variedades auténticamente africanas, distintas a
las americanas. El trigo se repartió por el mundo y en cada continente hay varie-
dades distintas y con sus particularidades. Podríamos escribir un libro nada más
que relatando ejemplos.
Los científicos tienen dificultades para explicar esto. De acuerdo a la cien-
cia moderna, cada vez que alguien selecciona para mejorar, se pierde diversidad,
porque hay que descartar
lo que no nos gusta y eso
ue la cruza con se pierde. La pregunta es
práctica campe-
a la actualidad,
entonces, ¿cómo es posible
dades producti- que si la selección y mejo-
mismo tiempo. ramiento lleva “inevitable-
ntas que se cru-
, la mostaza, to- mente” a una reducción de
s que se cruzan la diversidad, campesinas
, arroz) e inclu- y campesinos del mundo
n normalmente
. fueron capaces de crear tal
storiadores y de diversidad al mismo tiempo
r que esta selec- 17
que seleccionaban?
con plantas sil-
eder permanen-
ción. Por eso la
hecho al azar,
sde el punto de Ajo silvestre. El ajo fue domesticado en
que debe asegu- Asia Central y probablemente Europa.
n distintas, este Ha sido usado por milenios no sólo en la
comida, sino también como medicina
nera de mejorar

Ajo silvestre. El ajo fue domesticado en Asia Central y probablemente Europa. Ha sido usado por
ante los riesgos milenios no sólo en la comida, sino también como medicina

mismo concepto lentejas, de las papas y tantos otros son una mues- 83
vestres), es una tra simple de esa diversidad. Las coles son una sola
s para producir especie, a partir de las cuales la selección llevó a la
actuales y se le coliflor, el repollo, los bruselas, el brócoli y el kale,
La ciencia nos dice que la diversidad tiene su origen en dos procesos fun-
La ciencia nos dice que la diversidad tiene su origen Todo era posible, todo podía ser útil, cada pueblo
damentales: a) el surgimiento de mutaciones (cambios) espontáneas que fueron
en dos procesos fundamentales: a) el surgimiento y cada familia decidía cómo llevar a cabo la tarea
seleccionadas por quien
de mutaciones (cambios)cultiva
espontáneas y b)queque
fueronlosdecultivos fueron
cuidar, seleccionar, sometidos
mejorar, conservar. Ela que
muy no
seleccionadas por quien cultiva y b) que los culti- se haya impuesto un solo patrón o molde de pensar,
distintasvos condiciones
fueron sometidos dea muy
crecimiento, favoreciendo
distintas condiciones distintas
sentir, trabajar, mutaciones
comer, disfrutar, hizo posibley eldis-
flo-
tintas formas de selección,
de crecimiento, favoreciendo diferencias quey“quedaron
distintas mutaciones recimiento defijas” en losY cultivos,
la diversidad. entre
esto no significa que
distintas formas de selección, diferencias que “que- no hayan aprendido unos de otros o incluso que no
otras, cosas
daronporque
fijas” en los los diversos
cultivos, pueblos
entre otras, quehayan
cosas por- hacíancopiadola unos
selección no que
de otros, sino secada
comuni-
cual fue
caban mayormente entre que
que los diversos pueblos ellos y cada
hacían cualnosiguió
la selección libre desu propio
adoptar lo quecurso.
su experiencia y necesidades
se comunicaban mayormente entre ellos y cada cual le indicaban. Por eso no sólo tenemos distintos co-
Aunque
siguió sulos dos
propio procesos anteriores sonlores
curso. efectivamente
y distintos hábitos fuentes
de crecimiento,importan-
sino distin-
Aunque los dos procesos anteriores son efectiva- tos sabores, aromas, tiempos de cocción, texturas,
18 tes de diversidad dentro de cada cultivo, los investigadores han prestado poca
mente fuentes importantes de diversidad dentro de tolerancia a las distintas formas de conservación,
o ninguna cadaatención a otra fuente
cultivo, los investigadores fundamental
han prestado para lanutricionales
poca o características diversidad creada
o atributos y ex-
medicinales,
presada ninguna
en atención a otra fuente fundamental para la etcétera. Y en todo esto no hay duda alguna que las
cientos o miles de variedades dentro de cada cultivo: el
diversidad creada y expresada en cientos o miles de mujeres tuvieron y siguen teniendo el papel central y
hecho que
el cuidado, selección
variedades dentro dey cada
mejoramiento
cultivo: el hechode que semillas
el fundamentaly cultivos
porque han sesido
haellasrealizado co-
las responsables
cuidado, selección y mejoramiento de semillas y cul- de alimentar y de convertir los alimentos en algo nu-
lectivamente y por pueblos que no han pensado que hay un
tivos se ha realizado colectivamente y por pueblos tritivo, atractivo, sabroso, disfrutable.
solo uso, un solo
objetivo queo un solo
no han concepto
pensado que hay de lo óptimo.
un solo uso, un solo Junto con esta tolerancia y aprecio por la diversi-
objetivo o un solo concepto de lo óptimo. dad que se practicó históricamente, el otro pilar de
Es posible
Es posible dar muchos ejemplos. Los pueblos in- la creación deindios,
dar muchos ejemplos. Los pueblos diversidadespecialmente
fue lo colectivo. de
México y Guatemala, crearon miles de variedades de maíz y lo normal era que
dios, especialmente de México y Guatemala, crea- Es cierto que la selección que hace una persona
ron miles de variedades de maíz y lo normal era disminuye la diversidad porque seleccionar significa
cada familia
que cadaconservase varias
familia conservase variasdede ellas, porque
ellas, porque había
descartar algo.usos tan diversos
Pero cuando todas y todoscomohacíanlael
tortilla, el maíz tierno, las diversas bebidas, los usos rituales, la alimentación de
había usos tan diversos como la tortilla, el maíz tier- trabajo de cuidar, mejorar y conservar, porque era
no, las diversas bebidas, los usos rituales, la alimen- parte inherente de cultivar, lo que alguien descartaba,
los animales
tación y deunlos sinnúmero de guisos.
animales y un sinnúmero Nadiealguien
de guisos. dictaminó que un uso
más sí lo conservaba, lo queera
paramejor
alguien erao
Nadie dictaminó que un uso era mejor o más im- desagradable, podía ser útil o tolerable para otros,
más importante que otro, ninguna comunidad o grupo de “sabios” fue a decirle
portante que otro, ninguna comunidad o grupo de lo que alguien despreciaba podía ser apreciado por
a otra que debían
“sabios” fue a hacer
decirle aasí
otra o
queasá, o seleccionar
debían esto
hacer así o el resto, o lo otro,
la mutación que nonadie
aparecíadijo que
en un campolassí
asá, o seleccionar esto o lo otro, nadie dijo que las aparecía y era conservada en otro, lo que se descarta-
mujeres mujeres
no sabían de cultivos. Lo mismo sucedió con el sorgo en África, el arroz
no sabían de cultivos. Lo mismo sucedió ba por un estilo de selección, no desaparecía cuando
en Asia ycon África,
el sorgolos porotos
en África, oenfrijoles
el arroz en América
Asia y África, y partes
los se utilizaban otros de África,
estilos. las coles
El resultado de esto en
fue
porotos o frijoles en América y partes de África, las que, si bien lo que cada familia conservaba podía
Europa, ajíes [chiles] en América, Asia y África, etcétera.
coles en Europa, ajíes [chiles] en América, Asia y perder diversidad, lo que conservaba cada grupo, co-
África, etcétera. munidad, pueblo y conjunto de pueblos en su convi-

Diversidad de calabazas y porotos [frijoles], originarios de América Latina y domesticados en Mesoamérica y en Los Andes
Diversidad de calabazas y porotos [frijoles], originarios de América Latina y domesticados
en Mesoamérica y en Los Andes.

84
Todo era posible, todo podía ser útil, cada pueblo y cada familia decidía
cómo llevar a cabo la tarea de cuidar, seleccionar, mejorar, conservar. El que no
se haya impuesto un solo patrón o molde de pensar, sentir, trabajar, comer, dis-
frutar, hizo posible el florecimiento de la diversidad. Y esto no significa que no
hayan aprendido unos de otros o incluso que no hayan copiado unos de otros,
sino que cada cual fue libre de adoptar lo que su experiencia y necesidades le
indicaban. Por eso no sólo tenemos distintos colores y distintos hábitos de cre-
cimiento, sino distintos sabores, aromas, tiempos de cocción, texturas, tolerancia
a las distintas formas de conservación, características nutricionales o atributos
medicinales, etcétera. Y en todo esto no hay duda alguna que las mujeres tuvie-
ron y siguen teniendo el papel central y fundamental porque han sido ellas las
responsables de alimentar y de convertir los alimentos en algo nutritivo, atracti-
vo, sabroso, disfrutable.
Junto con esta tolerancia y aprecio por la diversidad que se practicó histó-
ricamente, el otro pilar de la creación de diversidad fue lo colectivo.
Es cierto que la selección que hace una persona disminuye la diversidad
porque seleccionar significa descartar algo. Pero cuando todas y todos hacían
el trabajo de cuidar, mejorar y conservar, porque era parte inherente de cultivar,
lo que alguien descartaba, alguien más sí lo conservaba, lo que para alguien era
desagradable, podía ser útil o tolerable para otros, lo que alguien despreciaba
podía ser apreciado por el resto, la mutación que no aparecía en un campo sí
aparecía y era conservada en otro, lo que se descartaba por un estilo de se-
lección, no desaparecía cuando se utilizaban otros estilos. El resultado de esto
fue que, si bien lo que cada familia conservaba podía perder diversidad, lo que
conservaba cada grupo, comunidad, pueblo y conjunto de pueblos en su convi-
vencia y conversación con sus cultivos no sólo mantuvo la diversidad, sino que
la promovió y aumentó.


Diversidad de tomates, papas yDiversidad
maíces, de tomates, papas y maíces, también originarios de América Latina
también originarios de América Latina
vencia y conversación con sus cultivos no sólo man- En algunos casos, cada cierto tiempo se mezclan en
tuvo la diversidad sino que la promovió y aumentó. un cultivo semillas de otra variedad totalmente dis-
Hay un segundo aspecto ligado a lo comunitario tinta y85
posteriormente se siguen seleccionando las 19
que además hizo que lo efectos negativos de la pér- plantas que se consideren mejores. También es posi-
dida de diversidad dentro de cada variedad fuesen ble mezclar distintas variedades y cultivarlas todas
disminuidos significativamente: el intercambio de juntas, o experimentar si surge por cruzamiento al-

Hay un segundo aspecto ligado a lo comunitario que además hizo que lo efectos
negativos de la pérdida de diversidad dentro de cada variedad fuesen disminui-
dos significativamente: el intercambio de semillas. Una práctica que continúa
hasta hoy en formas muy diversas es la ampliación de la diversidad dentro de
Diversidad de tomates, papas y maíces, también originarios de América Latina
cada variedad cada cierto tiempo; es lo que comúnmente se llama la “renova-
vencia y conversación con sus cultivos no sólo man- En algunos casos, cada cierto tiempo se mezclan en
ción” o “rejuvenecimiento” de los cultivosuncuando
tuvo la diversidad sino que la promovió y aumentó.
éstos se debilitan o “degene-
cultivo semillas de otra variedad totalmente dis-
ran”.
Hay¿En qué consiste?
un segundo aspecto ligadoEn aque cuando una
lo comunitario tintavariedad se debilita
y posteriormente se siguen porque ya se le
seleccionando las 19
que además hizo que lo efectos negativos de la pér- plantas que
ha seleccionado mucho, se busca cruzarla con otra variedad o plantas que nose consideren mejores. También es posi-
dida de diversidad dentro de cada variedad fuesen ble mezclar distintas variedades y cultivarlas todas
se hayan seleccionado
disminuidos significativamente:de el la misma forma.
intercambio La oposibilidad
de juntas, experimentar simás surgeantigua
por cruzamiento ha sido al-
fomentar
semillas. Unaelpráctica
cruzamiento
que continúa conhasta
parientes silvestres.
hoy en guna Otra es
nueva variedad que buscar
sea de interés.semillas Todo esto de
formas muy diversas es la ampliación de la diver- sumado al hecho que el intercambio de semillas
una variedad parecida pero conservada por otra familia u otra comunidad, para
sidad dentro de cada variedad cada cierto tiempo; permitió que los distintos grupos y pueblos fuesen
luego
es lo quesembrarlas
comúnmente todas se llamajuntas y que se
la “renovación” o mezclen.
probando y En algunos
adoptando casos,
distintas cada cierto
variedades o recu-
“rejuvenecimiento”
tiempo se mezclan de losen cultivos cuando éstos
un cultivo se perando
semillas de otravariedades
variedad cuando algún imprevisto
totalmente distinta pro-
debilitan o “degeneran”. ¿En qué consiste? En que vocaba su pérdida. Nada de eso habría sido posible
ycuando
posteriormente se siguen seleccionando las plantas que se consideren mejo-
una variedad se debilita porque ya se le ha si el intercambio de semillas hubiese sido coartado,
res. También
seleccionado es posible
mucho, mezclar
se busca cruzarla condistintas variedades
otra va- despreciado, y cultivarlas
prohibido todas juntas,
o criminalizado, tal como o la
riedad o plantas que no se hayan seleccionado de la industrialización
experimentar si surge por cruzamiento alguna nueva variedad que sea de inte- y privatización de la agricultura lo
misma forma. La posibilidad más antigua ha sido ha hecho y sigue intentando en la actualidad.
rés. Todoel esto
fomentar sumado
cruzamiento conalparientes
hecho silvestres.
que el intercambio
Entonces, lade semillas
riqueza inmensa permitió que los
de la alimentación,
Otra es buscar semillas de una variedad parecida de los cultivos y de la biodiversidad fue esta histo-
pero conservada por otra familia u otra comunidad, ria, larguísima, diversa, con mucho trabajo, mucha
para luego sembrarlas todas juntas y que se mezclen. experimentación y observación, con una acumula-


Feria de semillas en Ecuador Feria de semillas en Ecuador

86
distintos grupos y pueblos fuesen probando y adoptando distintas variedades
o recuperando variedades cuando algún imprevisto provocaba su pérdida. Nada
de eso habría sido posible si el intercambio de semillas hubiese sido coartado,
despreciado, prohibido o criminalizado, tal como la industrialización y privatiza-
ción de la agricultura lo ha hecho y sigue intentando en la actualidad.
Entonces, la riqueza inmensa de la alimentación, de los cultivos y de la bio-
diversidad fue esta historia, larguísima, diversa, con mucho trabajo, mucha ex-
perimentación y observación, con una acumulación de saberes invaluables, con
caminos comunes y caminos divergentes, con miradas, juicios y gustos distintos,
con técnicas únicas y otras prácticamente universales, con participación princi-
palmente de mujeres, pero también hombres, niños, adultos y ancianos, donde
la curiosidad, la inventiva, la prudencia y la “locura” eran apreciadas y respeta-
das, donde el trabajo se hacía entre millones año tras año, donde cada pueblo
y cada nación tenía su forma de hacer las cosas y así se esperaba. La riqueza y
diversidad de las semillas es reflejo de la diversidad de las personas, comunida-
des y pueblos que las fueron cuidando, guardando, intercambiando, mejorando.
Por eso es que la Vía Campesina dice que las semillas son un patrimonio de los
pueblos al servicio de la humanidad. Y por todo eso, los pueblos originarios,
campesinas y campesinos, pero especialmente las mujeres del campo deben
sentirse profundamente orgullosos y orgullosas.
La situación que enfrentamos hoy. Sin lugar a dudas esa riqueza se en-
cuentra hoy deteriorada y en peligro. Muchos factores han ayudado a ello, pero
lo central es el advenimiento del capitalismo y su avance hacia formas cada vez
más agresivas y monopólicas. La modernización de la agricultura no es otra cosa
que el avance constante del capital sobre el campo. Fue necesario para el capi-
tal convertir la capacidad de los pueblos campesinos para producir sus propios
alimentos y materiales de vestir, construir y conservar, en un proceso creciente
de dependencia de elementos comprados al mismo capital. Se les prohibió el
acceso a las zonas de caza, recolección, pesca y pastoreo, se monopolizaron he-
rramientas fundamentales como los molinos, se les expulsó de sus tierras y se
les marginó en las menos productivas, se dijo que nada sabían y debían aceptar
lo dictado primero por los señores del lugar, los extensionistas después y ac-
tualmente por las empresas. Se invisibilizó el trabajo de las mujeres en el cam-
po y se despreció sus semillas y cultivos, se agredieron cultivos fundamentales
para la autonomía porque eran “paganos”, “primitivos” o “improductivos”. Paso
tras paso, se redujo la soberanía y la diversidad y se impuso una sola forma
de pensar, disfrutar, trabajar y vivir: la que el capitalismo necesita y tolera. La

87
distintos, con técnicas únicas y otras prácticamen- otra cos
te universales, con participación principalmente de campo.
mujeres, pero también hombres, niños, adultos y pacidad
ancianos, donde la curiosidad, la inventiva, la pru- propios
dencia y la “locura” eran apreciadas y respetadas, conserv
destrucción de la diversidad humana trajodonde inevitablemente la destrucción
el trabajo se hacia de la
entre millones año tras element
diversidad agrícola. La FAO nos dice que unaño, 75% de las
donde cadavariedades
pueblo y cadacultivadas se su for-
nación tenía bió el ac
ha perdido en los últimos 50 años. ma de hacer las cosas y así se esperaba. La riqueza pastoreo
y diversidad de las semillas es reflejo de la diver- tales com
Nuestro camino hacia adelante es necesariamente recuperar la diversidad de
sidad de las personas, comunidades y pueblos que se les m
las semillas, de los cultivos 20
y de las diversaslas
formas
fueron cuidando,agricultura.
de hacer guardando, Tenemos
intercambiando, nada sa
que cuidar las semillas, reproducirlas, intercambiarlas,
mejorando. Por no eso
dejar quelaseVía
es que privaticen.
Campesina dice los seño
Para ello debemos recuperar la diversidadque en las semillas son
el pensar, un cultivar,
en el patrimonioendelalos
ex-pueblos tualmen
al servicio de la humanidad. Y por todo eso, los de las m
perimentación y creatividad, en el comer, compartir, disfrutar, utilizar. Debemos
pueblos originarios, campesinas y campesinos, pero y cultivo
organizarnos para esta defensa y recuperar especialmente
el orgullo por lasser lo que
mujeres delsomos.
campo deben sentirse la auton
En otras palabras, debemos construir soberanía
profundamentepopular y alimentaria
orgullosos y todo
y orgullosas. o “impr
lo asociado a ella: recuperación de los territorios, volver a poner en el centro la ranía y
La situación que enfrentamos hoy. Sin lugar a du- pensar,
agricultura campesina e indígena, reconocer y apoyar el papel fundamental de
das esa riqueza se encuentra hoy deteriorada y en mo nece
las mujeres, fomentar la diversidad porquepeligro.
es necesaria
Muchos para hacer
factores una agricul-
han ayudado a ello, pero humana
tura en cooperación con la natura- lo central es el advenimiento del capitalismo y su diversid
leza. Todo ello también significa la las varie
50 años
superación del capitalismo.
Nues
Lo que la historia nos en- te recup
seña es que es posible destruir tivos y
esa riqueza inconmensurable que ra. Tene
intercam
crearon las campesinas y los cam-
ello deb
pesinos del mundo. Pero por sobre en el cu
todo nos enseña que campesinas y en el co
campesinos son capaces de crear organiz
llo por
esa riqueza. De ahí que nuestra
En o
apuesta por recuperar el papel popular
central y predominante de la agri- cuperac
cultura campesina e indígena es centro l
cer y ap
una apuesta por asegurar el bien-
fomenta
estar y el futuro de la humanidad. hacer u
raleza. T
capitali
Lo q
destruir
las cam
por sob
pesinos
nuestra
domina
una apu
la huma

88
Fotografía: Oswaldo Ruiz

89
CAPITULO III

El sistema agroalimentario industrial:


una guerra contra la comunalidad,
el territorio y la vida digna

90
Fotografía: Graciela Iturbide

91
Las mujeres frente
al agronegocio
Claudia Korol

E l patriarcado capitalista y colonial, impacta con sus vio-


lencias de manera diferenciada en los cuerpos y vidas de
las mujeres. En la medida en que se expande el agronegocio,
y el capital penetra en los territorios para garantizar la gene-
ración de lucro, avanzan la contaminación con agrotóxicos,
la contaminación transgénica, la contaminación de la tierra
y el agua, del ambiente, amenazando la producción de ali-
mentos realizados por la agricultura campesina, a la propia
existencia de la agricultura campesina, a los alimentos de
toda la población, y a la salud de la población rural y urbana.
Se profundizan la mercantilización y colonización de la
vida, descargando violencias sobre el territorio-cuerpo y el
territorio-tierra. Sintetizando los impactos sobre las muje-
res, podemos identificar:

Destrucción del modelo de agricultura campesina: El agro-


negocio ocupa y / o contamina los territorios donde histó-
ricamente las mujeres sostenían la agricultura campesina,
expulsando a las mujeres de la producción de alimentos, y
consolidando la división sexual del trabajo que menosprecia
e invisibiliza el trabajo de las mujeres y las relega a la esfe-
ra doméstica y al trabajo de cuidados. También consolida la
división entre la producción agropecuaria y la reproducción
de la vida, atentando contra la sustentabilidad de la vida,
la autonomía de las mujeres, sus conocimientos y su papel
como sujeto político. En determinadas regiones se pierden

92
las agriculturas campesinas como proyectos productivos, y con ello las primeras
afectadas son las mujeres que eran / son sus primeras sostenedoras.

Conflictos territoriales: El avance del agronegocio promueve el acaparamiento


de tierras, desalojando a las comunidades campesinas e indígenas de los terri-
torios que habitaron históricamente, especialmente donde viven comunidades
indígenas, negando sus derechos políticos, económicos, sociales, culturales, y su
propia existencia como pueblos. Las mujeres de las comunidades son afectadas
por estos desplazamientos, y en algunos lugares son obligadas a migrar, despo-
jadas de toda forma de economía de subsistencia. Existen muchos campesinos/
as e indígenas asesinados y criminalizadas, en conflictos territoriales.

Acceso a la tierra: Existen en el mundo alrededor de 1.600 millones de mujeres


campesinas (más de la cuarta parte de la población), pero sólo el 2% de la tierra
es propiedad de ellas, y reciben el 1% de todo el crédito1. En América Latina y
El Caribe, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), la población rural asciende a 121 millones de personas, lo
que corresponde al 20% del total de la población. De este total, el 48% son
mujeres (58 millones). Sólo el 30% de mujeres rurales poseen tierras agrícolas,
y no tienen acceso a los medios de producción. La FAO señala también que sólo
el 18% de las “explotaciones agrícolas” regionales son manejadas por mujeres.
Las mujeres reciben el 10% de los créditos y el 5% de la asistencia técnica para
el sector2. Muchas poblaciones rurales se ven rodeadas por el agronegocio, que
arrienda y compra tierras provocando el incremento del precio de ese bien fun-
damental para la producción de alimentos. El incremento del precio de la tierra
ha llevado a que mucha gente —especialmente jóvenes— decida abandonar el
campo, lo que debilita el tejido social y provoca la pérdida de centros educati-
vos, de salud, y otros servicios.

Daños al medio ambiente: No hay medidas concretas para detener la destrucción


del ambiente que produce el agronegocio, y su impacto en la vida de las comuni-
dades y de las mujeres. En algunos casos las poblaciones están luchando por un
ambiente no contaminado, y particularmente se han logrado disposiciones en lu-
gares donde se encuentran escuelas o poblados. Las redes de pueblos afectados
por las fumigaciones, de médicos-as, de maestros-as de pueblos fumigados, tratan
de cuidar la salud de las personas, de las comunidades, y también las economías
de subsistencia que lograron desarrollar los pueblos y comunidades.

93
Señala Miriam Nobre (Marcha Mundial de las Mujeres-Brasil): “El proyecto
del agronegocio tiene costos ambientales, sociales y económicos. Ambientales,
por la destrucción directa, ya sea por la contaminación de agua y suelo, o por la
emisión de gases de efecto invernadero, ya que este modelo de agricultura es
adicto al petróleo, debido a la mecanización, los aditivos químicos, y las grandes
distancias que recorren sus productos”3.

Salud de las mujeres: “Nosotras somos las que parimos, nos afecta de manera
diferente. Nuestro cuerpo es más vulnerable a los herbicidas, fungicidas e in-
secticidas que son extremadamente fuertes. Los hombres salen de las casas. Las
mujeres quedan con los niños y niñas en las casas”. (María Ramona, Organización
Cultiva, Paraguay)4
La mayor parte de los agrotóxicos afectan los sistemas hormonales y repro-
ductivos de las mujeres. Hay estudios que revelan el impacto diferencial de los
agrotóxicos en los cuerpos de mujeres, vinculados a desequilibrios hormonales
(los llamados “disruptores endócrinos”) y determinados cánceres (de útero, de
mama). Muchos de los agrotóxicos causan, simultáneamente, enfermedades cró-
nicas como cáncer, leucemia u otros trastornos endócrinos, a la vez que malfor-
maciones y abortos.
Un estudio realizado en Mato Grosso, Brasil, revela la contaminación de la le-
che materna por elcrecimiento del agronegocio. Se señala5:
“Se encontraron variadas sustancias contaminantes en la leche humana,
que tienen efectos adversos sobre el sistema reproductivo y hormonal, pudien-
do inducir el aborto y otras enfermedades”.

Se profundiza la división sexual del trabajo. Las mujeres como cuidadoras: La


división sexual del trabajo hace que los daños del modelo del agronegocio al
conjunto de la vida familiar signifiquen sobre-explotación de las mujeres en su
rol de cuidadoras de la vida y en los trabajos precarios a los que acceden. La
división sexual del trabajo, genera la invisibilidad tanto del trabajo en la casa de
las mujeres, como de los trabajos productivos de cuidados de animales, de las
huertas, intercambio de alimentos, etc.. Por un lado el trabajo es invisible, pero
este trabajo invisible se ve recargado porque hay más familiares afectados/as en
su salud, en su posibilidad de trabajar, y las mismas mujeres quedando en la casa
están más expuestas a las fumigaciones. Las tareas domésticas relacionadas al
trato del agua, lavado de la ropa de la familia, y particularmente la ropa de los va-
rones que trabajan aplicando agrotóxicos, amplían los riesgos para las mujeres.

94
Migraciones a las ciudades de las mujeres campesinas: Una de las mayores con-
secuencias es el desplazamiento forzado de mujeres campesinas que llegan a
las ciudades o migran a países vecinos o europeos, exponiéndose a diversas
formas de violencia, como la trata con fines laborales o sexuales, o están obliga-
das a sobrevivir en empleos precarios y sobreexplotadas. Muchas de las mujeres
migrantes tienen como única opción laboral el trabajo doméstico, o son víctimas
de la explotación sexual.

Hacia un feminismo indígena, comunitario, campesino y popular: Asegurar el


enfrentamiento a los despojos del territorio tierra y del territorio cuerpo, es par-
te de la formación de los feminismos en el Abya Yala, con un carácter antipatriar-
cal, clasista, anticolonial, antirracista, comunitario y anticapitalista. La organiza-
ción de las mujeres originarias, negras, quilombolas, campesinas, trabajadoras,
migrantes, mujeres que habitan villas y favelas (desplazadas por la avance del
agronegocio), es fundamental para poder enfrentar las políticas de muerte, des-
trucción de la naturaleza y desarticulación de las comunidades.
Dicen las mujeres campesinas de la CLOC: “La lucha por la emancipación de
la mujer debe ir de la mano de la lucha para acabar con la propiedad privada, por
el derecho a la tierra y el territorio, por la reforma agraria, contra las transnaciona-
les, contra los transgénicos, contra los plaguicidas, por el fin de las mineras, etc.6
La feminización de la resistencia al agronegocio, y los procesos de forma-
ción feminista, son claves para que puedan crearse y fortalecerse las semillas no
transgénicas de estos feminismos.

Este artículo es parte del proyecto Atlas del agronegocio transgénico en el Cono Sur,
realizado con el apoyo de Misereor en abril del 2020.

Notas

1 Rural Women’s Day, “Facts on rural women”, disponible en:www.rural. womens-day.org


2 Centro de noticias ONU, “FAO aboga por mayor acceso de las mujeres a la tierra en Amé-
rica Latina y el Caribe”, 10 de agosto de 2015,www.un.org/spanish/ News/story.
asp?NewsID=33015#.VrO3ltLhBdg
3 Mujeres y soberanía alimentaria. Voces de mujeres rurales del sur. (2011). Publicado por
Amigos de la Tierra Internacional. Recuperado de: (www.mujeresenred.net/IMG/
pdf/mujeres-y-soberania-alimentaria.pdf)
4 Ver referencia 2.

95
5 DCA PALMA,. Agrotóxicos em leite humano de mães residentes em Lucas do Rio Verde
– MT. Dissertação de Mestrado, 2011. Programa de Pós-Graduação em Saúde Cole-
tiva para a obtenção do título de Mestre em Saúde Coletiva – Universidade Federal
do Mato Grosso (UFMT).
6 Feminismo campesino y popular. Debate Asamblea de Mujeres. CLOC. En:https://viacam-
pesina.or/es/feminismo-campesino-y-popular-debate-asamblea-mujeres-cloc/

Fotografía: Rodolfo González Figueroa

96
Fotografía: Oswaldo Ruiz

97
La memoria
de un futuro campesino
Ramón Vera-Herrera

GRAIN

L a devastación acumulada es hoy vertiginosa y su proceso


de destrucción permanente. El modo industrial del capita-
lismo altera con violencia los ritmos y escalas de los procesos
de la vida. Ese modo de aventurar soluciones, una especie de
monopolio industrial del entendimiento, impide que la gente
imagine y entienda otras soluciones alternas, profundas, vas-
tas, viables y más afines a la creatividad social.
Capital y poder encarnan el mismo fenómeno: la acu-
mulación de procesos, conocimientos, know-how, dinero, re-
laciones, en provecho propio y a costa de todos los demás, sin
consideraciones y sin asumir responsabilidades. Uno de sus
controles inmediatos es la privatización ilimitada: todo lo que
antes era un bien o un ámbito común —de la tierra, el agua,
el bosque o las semillas a los servicios, la educación, la inves-
tigación científica, los grandes conglomerados de producción
alguna vez estatales, pero incluso la policía, el ejército, la ayu-
da al desarrollo, los medios de comunicación mundiales, los
circuitos de informática que mueven dichas comunicaciones.
La vorágine de concentración es tan extrema que hoy son un
puñado las compañías que controlan el mundo.
Hay una nueva invasión de los territorios donde desde
tiempos inmemoriales se asientan los pueblos originarios y
campesinos. Se preda todos los recursos naturales y cultiva-
dos posibles; se barre con los modos de vida que cuestionen,
resistan y defiendan el mundo de la voracidad de las empre-
sas. Se expulsa a millones de familias que terminan viviendo
en los cinturones de miseria de las ciudades para servir de
mano de obra frágil, desprotegida. Al arrancar a los humanos

98
de los territorios con los que se cuidaban mutuamente, se deshilan tejidos com-
plejos de relaciones vivas y se borran los saberes que los hacen posibles.
El crecimiento urbano y la fragmentación de los espacios sociales que con-
lleva tal migración son un efecto concreto de la devastación del campo, y la ur-
banización desmedida que le sigue está creando problemas de sustentabilidad
irremontables para el medio rural y por ende para la ciudad.
Pero el crecimiento de las ciudades es visto como algo inescapable y se fo-
menta. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas, desde 2008 por primera
vez en la historia, de los 7 700 millones de habitantes, más de la mitad de la po-
blación mundial, 3 900 millones de personas, vive en áreas urbanas. Se calcula
que serán 5 500 millones hacia 2030. Según la agencia, tan sólo en África y en Asia
“un millón de personas llega a vivir semanalmente a las ciudades”.
Como el espacio está fragmentado, nada conecta, nada fluye, todo es obs-
trucción, porque lo único permitido para que fluya es la mercancía, el dinero o la
promesa de cualquiera de ellos.
Así vamos borrando nuestro entendimiento del mundo como flujos, tejidos,
relaciones, procesos. Todo se vuelve cosa, objeto, se homogeniza, se estandariza,
se certifica, se sanciona. Como las decisiones las toman otros, en otro tiempo, en
otros espacios, son “impertinentes”, pero su impertinencia se impone por la fuer-
za y se criminaliza que alguien la cuestione o la resista. La gente queda fuera de
las decisiones, o fuera de los cuerpos sociales que las podrían hacer posibles y
fructíferas. Entonces lo sancionado, aunque sea inútil, se vuelve norma y se acu-
mula como proceso inútil, que también es impuesto.
Las empresas-gobierno han llegado a un punto brutal de vaciamiento de
lenguaje. Lo que dicen no corresponde para nada con lo que ocurre y los tér-
minos dejaron de ser confiables. Las palabras no tienen relación con los actos,
ni éstos con sus consecuencias. Proliferan los mecanismos complejos de cop-
tación, corrupción, y violencia de baja y gran intensidad. La represión cotidiana
contempla asesinatos, desapariciones, encarcelamiento, marginación, señala-
miento, exclusión.
Pero no es pertinente quedar atrapados en una línea histórica que acaba por
ser muy roma y achatada. Buscamos ir tejiendo todas las líneas históricas que se
van entrelazando. A partir del entrelazamiento tenemos la posibilidad única de
entender lo que está ocurriendo. El mundo es más complejo, más entretejido. No
podemos tener una sola narrativa.

Una de las puntas del entretejido es el relato de la agricultura. Desde la segunda


mitad del siglo XIX la humanidad se encamina a una riesgosa pérdida de la biodi-

99
versidad agrícola que afecta no sólo a las especies cultivadas sino a sus varieda-
des silvestres.
Que las corporaciones agroalimentarias nos impongan la tendencia a usar un
número limitado de especies agrícolas defendiendo un modelo agrícola industrial
centralizado que busca altos rendimientos, conduce a un aplanamiento genético
de las semillas. Todas las crisis concomitantes conjugadas deben responder desa-
fíos pendientes si ha de vencerse ese empobrecimiento genético tan rampante. Te-
nemos que volver a preguntarnos por qué son importantes la diversidad biológica
y nuestro ancestral cuidado de las semillas, cuando se desploma la resistencia a las
enfermedades, cuando mueren polinizadores, incrementa la población y se des-
pliegan falsas soluciones que dicen que le darán de comer a la mayoría de la pobla-
ción sin comprender que eso ya lo hacen las redes y tejidos campesinos-indígenas.
Los marcos regulatorios que impulsan gobiernos y empresas golpean a la
gente, le imponen más carga, destruyen los vínculos entre la gente y las semillas,
y entre la gente, sus actividades y sus cuidados ancestrales. El embate corporativo
busca marginar la agricultura independiente.

Hay varios relatos que confluyen para tener un efecto directo sobre cómo nos
alimentamos, qué posibilidad tenemos de alimentarnos, y de ser independientes,
qué posibilidad tiene la gente que produce la comida de defender sus territorios,
en primer lugar (gente que además son quienes desde siempre han estado en
contacto con la naturaleza). Tales relatos nos permiten ver el horizonte completo
de lo que tendría que ser la alimentación, de lo que tuvo que ser la labor creati-
va de la gente que empezó a producir alimentos y los producía para sí misma y
después los empezó a producir para otros, en las cercanías de su comunidad. Era
soberanía alimentaria —sin obedecer la consigna o responder al término “sobe-
ranía alimentaria”.
Entonces no había la necesidad jurídica de establecer una soberanía alimen-
taria; era la solución directa: de una serie de necesidades, urgencias y plantea-
mientos surgía la pertinencia.
Esto se comenzó a ver hace unos 10-8 mil años en varias partes del mundo.
Aquí en Mesoamérica hay quienes disputan el encuentro con el maíz. No
sería sensato llamarle la domesticación que “el hombre” hizo del maíz porque ésa
es una narrativa torcida. Fue un encuentro de mujeres y hombres con el maíz y el
maíz de alguna manera crio, prohijó, cuidó a los humanos y los humanos criaron,
prohijaron y cuidaron al maíz: una crianza mutua.
También tenemos que reconocer los dos relatos divergentes del maíz. Recal-
car sus diferencias. Buscando distinguirlas recurrimos al inglés donde es factible

100
distinguir entre las dos narrativas apelando al nombre del cultivo. Uno es el relato
del maize, el maíz nativo que conocemos, y el otro es el del corn (el grano genéri-
co), esa cosa industrial que de algún modo nos venden como maíz. Esas dos narra-
tivas son tan diferentes que hoy más que nunca pesa su divergencia.
Dos líneas históricas que se entrecruzan, pero que en realidad son paralelas
y a la vez opuestas totalmente.
La saga del maíz industrial comienza en laboratorios que producen semillas
estandarizadas que se activan mejor sin “competencias” en un monocultivo ex-
tensivo saturado de agroquímicos, deslavando la tierra y estableciendo desiertos
verdes. Expulsando gente de su tierra.
La saga del maíz nativo tiene que ver con la confianza y el cariño y es la
relación de intercambio y resguardo de semillas ancestrales con las que se va
conversando cada vez que se siembra y es el fruto de una conversación colectiva,
interminable, siempre cambiante, de generación en generación entre el maíz y las
comunidades.

Hoy también pesa el relato de lo que fueron las reformas estructurales que dieron
pie a los tratados de libre comercio. Éstos desmadejaron, deshojaron, destrozaron
infinidad de tejidos naturales, sociales, políticos, económicos. En un principio sir-
vieron de candado para que las reformas estructurales que arrasaron con la vida en
el campo fueran inamovibles y al estatuirlas se abrió el abanico de las devastacio-
nes y los despojos que no terminan y que, al contrario, se recrudecen con los días.
En la corriente contraria de tales relatos—cual si fueran de otro planeta— el
secretario de agricultura del anterior gobierno, Juan Calzada, y ahora el actual se-
cretario de agricultura, Víctor Villalobos, y el “jefe de gabinete” o “vicepresidente”
Alfonso Romo, pasan por alto los relatos anteriores, se desentienden de la historia
de la alimentación humana, del trato con la gente que produce sus alimentos (y
que durante diez mil años ha cuidado nuestra alimentación) y destinan a esta gen-
te a servir de mano de obra.
Mano de obra, dicen, que va a regresar a los jóvenes al campo cuando en
realidad los hunden en invernaderos a cuarenta y tantos grados, llenos de agro-
químicos: trece, catorce horas. Y en esas trece o catorce horas sufren todas las
vejaciones posibles para abaratar lo más que se pueda la producción de “berries”
con las que van presumiendo por el mundo entero. “Berries” y brócoli, jitomates y
pepinos y quién sabe qué tantas hortalizas de las cuales somos de los diez princi-
pales productores y exportadores.
No sorprende que a Juan Calzada nunca le hayamos escuchado la palabra
“comida”, o “alimentos”. Siempre dijo: ganamos tanto, produjimos tantas

101
divisas. Estamos orgullosos de las exportaciones que produjeron tal cantidad
de ganancias.
Y lo que tampoco se menciona nunca son los devastadores efectos de una
guerra sostenida contra la subsistencia de los pueblos. Una guerra para provocar
la precariedad que empuja a los jóvenes a ser mano de obra semi-esclava en los
“grinjauses”, los invernaderos en jerga millenial.
Y es fundamental entender la guerra sostenida contra la subsistencia de los
pueblos. Ésta es la base de la acumulación originaria (como lo plantearon Marx,
Iván Illich y Jean Robert). Si no se quiebra la subsistencia de los pueblos no se
puede establecer la acumulación originaria. Pero a la vez, se quiere ocultar esta
relación y se culpa siempre de su condición a la gente misma.
Cuando se quiebra la labor creativa que producía alimentos, la gente se
vuelve dependiente de quienes le pongan a trabajar en cualquier circunstancia.
La libertad individual y colectiva quedan apabulladas.

Podemos establecer entonces otros dos relatos: uno que dice que es la agroindus-
tria quien alimenta al mundo y otro que dice que quienes alimentan al mundo son
los pueblos tan castigados, tan deshabilitados, tan arrinconados, tan prohibidos,
tan despreciados, tan ninguneados, tan invisibilizados.
El Grupo ETC ha hecho un trabajo muy notable, en “¿Quién nos alimentará”
(http://www.etcgroup.org/es/quien_alimentara), al igual que GRAIN, que ha con-
frontado esas dos narrativas en “Hambrientos de tierra”, www.grain.org/article/en-
tries/4956 y entre ambos, buscan respuestas a la pregunta fundamental de quién
alimenta realmente al mundo. Cuáles estrategias son cruciales para que remonte-
mos el futuro hacia un periodo de estabilidad y certeza no sólo de si comeremos
o no, sino de si podremos resolver con nuestros propios medios lo que más nos
importa, y cómo lo lograremos.
Porque tenemos que responder sobre todo a la lógica de la pertinencia, de
la importancia que pueda tener para diversos grupos humanos resolver nuestra
propia alimentación. Seamos pueblos originarios, comunidades campesinas o la
comunidad urbana. Tenemos que buscar cómo darle la vuelta a las grandes indus-
trias, cómo frenar al sistema alimentario agroindustrial global.
Este sistema agroalimentario industrial mundial es responsable de una bue-
na parte de los gases con efecto invernadero que están provocando los aumentos
de temperatura, pero también los alocamientos del clima. Ese caos climático. Y
por esto en GRAIN se insiste en que no es un cambio climático, es un robo del
clima: nos están despojando de las condiciones climáticas que teníamos. Un sis-
tema agroalimentario industrial mundial que (desde el acaparamiento de tierras

102
hasta el supermercado, los restaurantes o las tiendas que le venden comida a la
gente), establece cadenas que, sumadas en sus efectos, son apabullantes en sus
repercusiones.
Tenemos que ejercer nuestra memoria e intentar abrir nuestras estructuras
para aprehender una epistemología de campo, más que lineal, porque así son los
mapas desde arriba. Un tramado de veredas que de pronto, cuando acercamos el
foco y penetramos uno de tantos senderos, se iluminan las tramas. De regreso al
macro se va enfocando un panorama mucho más denso y a la vez preciso que si
vamos sólo por un caminito, pretendiendo que ese caminito lo refleje todo.
Es crucial que los centros de investigación independientes (que no necesa-
riamente responden a los criterios de la Academia sino a ponerse al servicio de
comunidades en lucha o resistencia) y los medios libres produzcan suficientes
estudios e información que permita que las comunidades se defiendan de cor-
poraciones, gobiernos y organismos internacionales. Tenemos que trabajar desde
el nivel de base más profundo hasta el nivel más panorámico —porque es vital
entender.
No basta proferir ideologizaciones panfletarias, sectarias o asépticas, que a
fin de cuentas resultan normativas.
Diseñemos instrumentos, de todo tipo; imaginemos nuevas herramientas que
impidan nuestra deshabilitación; que impidan el daño que nos ocasionan quienes
buscan oprimirnos rompiendo nuestros vínculos, al volvernos dependientes, frá-
giles y desvinculados de nuestros motivos. Nos perdemos si nuestra imaginación
es chata y consumista y nos rompen nuestra lucha por la subsistencia, y si nos ero-
sionan nuestros modos de vida, nuestra emocionalidad y cariño comunitarios. No
nos queda otra que trabajar en condiciones miserables para otros si nos vuelven
lo suficientemente precarizados.
Es crucial nuestra relación con el mundo material, con la naturaleza. El pue-
blo anishinaabe en Estados Unidos insiste en que “no se trata de cuidar de la na-
turaleza, sino de constituirnos con la naturaleza actuando como una sola entidad”.
Esto es profundamente político. Cualquier apropiación es un desgarramien-
to, por más que nos insistan que nos protegen cuando se apropian de nuestras
semillas, de nuestros saberes.
Los cuidados reales son vitales y están incrustados, enraizados en la cultura
material de los pueblos y sus comunidades, pese a ser menospreciados o incluso
perseguidos por los planificadores y los actores corporativos.
Nuestras herramientas liberadoras (investigación, información, reflexión co-
lectiva, construcción colectiva del saber, organización, trabajo cotidiano integral
realizado por toda la colectividad sin exclusión de nadie) deben tener la pertinen-

103
cia de encarar el universo de interacciones entre las comunidades y su entorno
de subsistencia (enfrentadas a corporaciones, gobiernos y organismos internacio-
nales). Tenemos que relacionar las comunidades, los movimientos, las luchas, las
regiones.
Entre tanto, las corporaciones acuerpan un gran núcleo de sus ataques en
esta guerra contra la subsistencia atacando el núcleo ancestral de una alimenta-
ción propia y buscan la privatización de las semillas y el monopolio de su inter-
cambio o mercadeo.

Las semillas no son cosas que puedan salirse de su contexto más vasto y regional,
de su tramado de relaciones. Son el resultado cambiante de miles de años de ma-
nejo colectivo y cuidados mutuos, comunitarios, y de los intercambios por canales
de confianza que las dotan de una fortaleza en la diversidad.
Las semillas reflejan directamente estas relaciones. Son los nudos de muy
diversos senderos, y el cruce de caminos de mucha gente que las sigue conside-
rando la clave más antigua de una nueva vida —el potencial concentrado de una
crianza mutua, un sustento mutuo, una soberanía alimentaria común y por ende
una independencia material. No por nada tanta gente las considera sagradas.
La privatización de las semillas es una ataque directo a la posibilidad actual
de contar con sistemas alimentarios independientes. Es una erosión directa de la
biodiversidad. Cualquier privatización, cualquier control impuesto a la custodia de
las semillas, a los intercambios libres y responsables, perturba la infinita transfor-
mación de la semillas, algo que atesora la agricultura campesina milenaria.
Toda patente, “derecho de propiedad intelectual” o de “obtentor”, incluidos
los derechos sui géneris o los llamados derechos de propiedad intelectual “colec-
tiva” buscan marginar a la gente de su uso y ejercer un control técnico-científico
sobre transformación de las variedades, algo imposible, en el camino de apropiar-
se y acaparar las fuentes de la vida.
En el fondo de tal control se nos impone de nuevo deshabilitación, fragilidad,
precariedad.
Las semillas modificadas genéticamente son una sofisticada escalada en el
control: el rasgo genéticamente modificado impide la libre transformación de la
semilla “invadida”, es como un grillete genético. Ese rasgo conlleva una etiqueta,
que declara la propiedad intelectual de la empresa “inventora”: un código de ba-
rras genético.
El intento es imponer una erosión. Lastimar de muerte los sistemas de pro-
ducción alimentaria independientes, mientras las empresas guardan reservorios
genéticos como si eso pudiera sustituir las interacciones reales.

104
El ataque es tan fuerte que todo el sistema campesino se ve golpeado. La bio-
diversidad general y la vida entera de las comunidades resultan dañadas, porque
se trata de un ataque fundamental a la subsistencia, a la posibilidad de producir
nuestra propia comida, con nuestra labor creativa, con nuestros medios, recursos
y herramientas. Y un empobrecimiento riesgoso de la diversidad que sustenta la
existencia.

En India, y el continente africano, pero también más y más en América Latina, hay
ejemplos de los resultados extremos que estas políticas conllevan. En India los
programas de intensificación de cultivos y las semillas de laboratorio, los leoninos
contratos, han provocado el suicidio de miles de desesperados campesinos. En
África, el sistema es tan autoritario que hay países como Rwanda donde pretenden
zonificar donde sí y dónde no cultivar ciertos productos. Hace unos años Para-
guay sufrió incluso un golpe de Estado para beneficiar a las grandes corporaciones
soyeras multinacionales y transgénicas.
En Europa hubo un momento en que, volviendo a los sistemas feudales, se
impulsó que los nuevos “señores” le extrajeran un dinero a los agricultores me-
diante la inentendible contribución “voluntaria-forzosa” por el uso de semillas y
otros materiales vegetales. Voluntaria porque el dueño de una supuesta variedad
no puede demostrar que es la exacta suya, con lo que el agricultor contribuye “vo-
luntariamente” para evitar líos, y forzosa porque el agricultor no puede demostrar
que no es la variedad del patrón. Tal contribución implica un asentamiento de la
relación feudal donde el agricultor tributa a los señores, dueños de la tierra y las
semillas.
Se dice que más del 82 por ciento de las semillas que cambian de manos
comercialmente tiene algún tipo de propiedad intelectual. Seis corporaciones te-
nían hace unos años 77 por ciento del mercado y hoy escasamente son tres que
detentan 60 por ciento del mercado comercial de las semillas y 71 por ciento del
mercado de agrotóxicos.
La biología sintética amenaza subsumir todos los esfuerzos agrícolas cam-
pesinos, todos los trabajos y saberes en unos pocos procesos de laboratorio que
recrudecen la expulsión de gente del campo.
Los tratados de libre comercio van empujando a que todos los países en-
tren al llamado acuerdo de la Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales
(UPOV) en su versión más actual, la del 1991. Los nuevos tratados como el RCEP
en Asia, el TPP-11en el Pacífico y el Eumeca o T-Mec entre México, Canadá y EUA,
o el TMUEC entre México y la Unión Europea impulsan abiertamente la sumisión
a UPOV 91.

105
Su articulado implica que las semillas se registren obligatoriamente y que
cuenten con un certificado de que fueron adquiridas en una casa comercial indus-
trial, propiedad de unos cuantos.
Uno de los aspectos más nocivos de UPOV y otras leyes, estándares y previ-
siones afines en más y más tratados “comerciales” es la criminalización de la cus-
todia, el uso y el intercambio de semillas por canales libres, de confianza. Según
éstas, cualquier semilla adquirida fuera de los canales aceptados, es pirata, con
efectos de derecho penal: es decir, penas que van de las multas, el decomiso y la
destrucción de la semillas hasta el encarcelamiento, lo que atenta contra el núcleo
más importante de la autonomía personal y comunitaria actual.
Es un ataque contra una de las estrategias más antiguas de la humanidad.
Pretenden volver ilegal el guardar tus propias semillas e intercambiarlas, una es-
trategia de subsistencia que le resuelve la vida a miles de millones de personas en
el planeta desde hace por lo menos 8 mil años.
Las regulaciones, normas, estándares y patentes que promueven los tratados
de libre comercio, además de las leyes de semillas privatizadoras, siguen avan-
zando. Todas las convenciones, las reformas constitucionales relativas a la bio-
diversidad, las leyes de semillas que se copian de país en país, los derechos de
propiedad intelectual, las patentes y otros documentos que refuerzan el derecho
privado a guardar, usar y comerciar con ciertas variedades, y no con otras, deviene
en el corto plazo en un enorme monopolio de unas cuantas mega-empresas.
El mercado lo promueven también imponiendo paquetes tecnológicos que
empatan semillas de laboratorio y agroquímicos; imponen los llamados programas
de intensificación de cultivos, y una dependencia hacia sus previsiones, fórmulas
e insumos, maneras de sembrar, contratos de asociación y su papel concreto en la
“integración vertical” de la cadena de suministro.
Es un ataque directo contra las estrategias de sobrevivencia de las comuni-
dades y desquebraja lo que han hecho por siglos. Como la gente no puede cum-
plir con tanta exigencia, se desploma su posibilidad de vivir de la tierra y termina
emigrando, vaciando territorios de tal modo que las corporaciones y sus fondos de
inversión los acaparan y los devastan sin miramientos.
Pero como las semillas no son cosas, sino complejos tramados de relacio-
nes su transformación no puede frenarse por decreto. Así que las corporaciones
necesitan garantizar que las comunidades no prevalezcan. Así, la “propiedad in-
telectual” necesita imponer sistemas de registro y certificación (de una cierta va-
riedad “ideal” que supuestamente representa a la variedad). Esto es otro modo
de erosionar el vasto universo de la semillas mediante unos cuantos ejemplos de
su vastísima transformación potencial. En el largo plazo, estas regulaciones serán
contraproducentes para sus promotores.

106
En otro punto del tramado de relatos, un reciente informe de GRAIN nos alerta
de cómo las grandes compañías de carne y lácteos son las principales responsa-
bles de los gases con efecto de invernadero. (“Emisiones imposibles: Cómo están
calentando el planeta las grandes empresas de carne y lácteos” www.grain.org/
es/article/entries/6010). Según el informe, en su conjunto, las cinco principales
corporaciones productoras de carne y lácteos del mundo, son actualmente res-
ponsables de un mayor número de emisiones anuales de gases con efecto de
invernadero que Exxon, Shell o BP.
Hoy la ganadería genera más emisiones de gases con efecto de invernadero
que todo el transporte mundial en su conjunto. No se trata del cuidado de anima-
les de traspatio sino de la enorme industria de la carne y los lácteos, que además
no sólo tiene grupos de presión que defienden sus intereses en los organismos
internacionales sino que las industrias no reportan sus emisiones de gases, o las
sub-representan al no incluir todas las emisiones de su cadena de suministro com-
pleta; todo aquello que va del acaparamiento de tierras y el cambio de uso del
suelo al momento en que se venden los “alimentos” en los supermercados, las
tiendas o los restoranes.
Si además sumamos la saga negra de las granjas fabriles se complica todo aún
más. Dice GRAIN en un reciente informe: “Las granjas fabriles deben considerarse
una de las principales fuentes para la aparición de nuevos y peligrosos patógenos,
incluyendo el coronavirus, junto a la deforestación y a nuestra invasión creciente
de los hábitats de los murciélagos y otros animales silvestres. La gravedad de: la
industrialización y la consolidación corporativa de la producción de carne generan
mayores riesgos para la aparición de pandemias mundiales como la de Covid-19.
Como señaló el biólogo evolutivo Rob Wallace, “Cualquiera que intente com-
prender por qué los virus se están volviendo más peligrosos debe investigar el
modelo industrial en la agricultura y, más en concreto, en la producción ganadera”.
En la actualidad, pocos gobiernos y pocos científicos están preparados para hacer-
lo” (ver: https://grain.org/es/article/6438)

Ese gran arco que va de un lugar a otro describe todos los procesos nocivos y por
donde van golpeando en diferentes lugares; el gran arco suma paso a paso emisio-
nes de gases con efecto de invernadero y devastaciones y despojos de diversa ín-
dole. Pensemos en la devastación de la deforestación, en el exilio de la gente que
tuvo que ceder sus tierras, en la gran gama de agroquímicos con los que la agro-
industria siembra para producir materias primas para la producción de alimentos
procesados o para alimentar el ganado confinado que estará a disposición para la
carne o los lácteos. Pensemos en el transporte y la dislocación que implica. En el

107
almacenado, la refrigeración, el empacado, la distribución local y al menudeo, o
su procesamiento y nuevo empacado como productos envasados, enlatados, en
paquetes o frascos.
Ante éste círculo vicioso de la agroindustria, nuestra visión tiene que ser in-
tegral. Defender las semillas, la tierra, la agricultura campesina, el bosque o el agua
en abstracto es cosificar de igual modo que lo hacen las corporaciones. En nues-
tra relación con la naturaleza siempre hay una socialidad, un tramado de saberes
que se refuerza mutuamente en la relación. Hoy, los teóricos quieren encapsular
esa relación indisoluble llamándole “patrimonios bioculturales”, término proble-
mático porque entraña de inmediato la idea de la monetarización y encapsula la
complejidad de infinidad de relaciones actuales e históricas en un solo letrero que
facilita su acaparamiento y privatización.
Debemos entender cuál es la relación entre el acaparamiento de tierras, el
cambio de uso del suelo, la deforestación, la imposición de métodos industriales
de agricultura, las semillas de laboratorio (con sus leyes y protecciones nocivas),
el envenenamiento del entorno general con sus insumos agrotóxicos (incluidos
el agua, el aire, los suelos, los animales, las plantas y las comunidades), la erosión
de las estrategias de subsistencia: impedir que la gente resuelva por medios pro-
pios lo que más le importa implica la destrucción de la mirada propia, del carácter
propio, de la atención puesta en la reproducción propia. Esto supone la expulsión
de millones de personas, su marginalización, el crecimiento de las ciudades y la
invasión de proyectos extractivistas en los territorios vacíos.
El círculo vicioso no parece tener fin. Sobre todo cuando todas las regula-
ciones —los tratados de libre comercio, las normas de sanidad alimentaria, los
programas y contratos que ligan empresas y agricultores individuales o colecti-
vos— van minando, destruyendo, deshabilitando, descorazonando, erosionando
el carácter, el empeño, la mirada, la imaginación para seguir ideando nuestras pro-
pias herramientas.
Necesitamos frenar estas iniciativas. Cuestionar la nueva ley de desarrollo
agrario que refuerza los impulsos privatizadores de las legislaciones energética,
minera y de aguas, y todas las políticas públicas agrícolas individualizantes, por
más que se disfracen de “sustentabilidad” o de estar “Sembrando vida”.
Las comunidades no se piensan dejar. Van teniendo clara la ofensiva. Hay
una convicción comunitaria, y saben qué cuestiones necesitan no olvidar. Su le-
gado sagrado es cuidar las aguas del cielo y de la tierra. Defender sus montes,
porque todas estas pretensiones normativas son un atentado contra la autonomía.
Todo esto, ni siquiera se consulta, ni tiene una alerta más clara que nos resal-
te la urgencia de combatir estas normatividades.

108
Los peligros aparentemente varían de país en país, pero en realidad pode-
mos emparejar muchos de estos riesgos inminentes, estas lógicas enloquecidas:
Estados Unidos, México, Guatemala, Haití, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Co-
lombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Argentina, Paraguay, Uruguay. Brasil entró en
un régimen del horror, pero no lejos están los gobiernos “progresistas” de México
y Argentina. En Canadá el gobierno y las corporaciones se enseñorean y transgre-
den los derechos territoriales, con el fracking y la búsqueda del gas shale.
Un asunto de fondo, con su torrente de futuro, es entender que una agri-
cultura campesina no implica sólo cultivar alimentos. Como bien lo saben en los
pueblos originarios de todo el continente, hablamos de cuidados detallados y co-
tidianos que pasan por la recolección, la caza, la pesca, el cuidado de animales
de traspatio, la selección, custodia e intercambio de las semillas, y la infinidad de
detalles vinculados con el aire, el clima, el agua, los signos de la luna, la cosecha
de agua, el manejo ancestral de los equilibrios, y los quehaceres cotidianos más
pasados por alto, desde limpiar y barrer, lavar, tender camas, cocinar, coser, remen-
dar, hacer prendas, atender a quien enferma, reflexionar con las demás personas,
restañar a quien sufre, y buscar entender juntas y juntos, cuidar la seguridad de la
familia y la comunidad, luchar por la justicia, implicarnos en lo urgente y lo impor-
tante. Cuidados de todo el año.
Estos detalles a lo largo del ciclo anual, van tejiendo un sentido de responsa-
bilidad que reconstituye el carácter, impulsa nuestro sentido de responsabilidad
hacia las demás personas con quienes convivimos, y sobre todo, nos recupera la
necesidad de defendernos contra los ataques a nuestra integridad.

Son mucho más de 1 400 millones de campesinos en el mundo que el capital


sigue empeñado en someter a las leyes del mercado, sustituyendo sus cuidados
agrícolas por técnicas industriales, siempre intensivas [que violentan la escala de
los modos ancestrales de trabajo campesino y de los ciclos de vida de los cultivos].
Las corporaciones buscan que tantísimos millones dependan totalmente de
las empresas productoras de semillas y agrotóxicos que les excluyen dejando
todo en manos de técnicos ajenos, de transportes ajenos, de canales de comer-
cialización con reglas de operación infranqueables. Y que los consumidores fi-
nales estén presos de un sistema de distribución que impone en los hechos una
disponibilidad de ciertos productos, en este caso productos comestibles proce-
sados vía supermercados, tiendas de conveniencia en los barrios, y otros canales
de venta al menudeo.
Como esto les secuestra muchos de los procesos y relaciones que ejercie-
ron de manera independiente durante siglos, para los campesinos el esquema se

109
vuelve inviable y terminan siendo expulsados de sus tierras o engrosando la cifra
de suicidios por la agricultura (más de 130 mil anuales en a India). Según palabras
de Christiane Lambert, vicepresidente de la Federación Nacional de Agricultores
Unidos (FNSEA), “Un agricultor francés se suicida cada dos días”. O lo que es lo
mismo, casi 600 agricultores al año acaban con su vida, según los activistas del
sector. (Ver Marc, Casanovas, “los suicidios en el campo son una epidemia casi
desconocida en todo el mundo”, noviembre de 2016, /www.playgroundmag.net/
food/agricultor-suicida-dias-Francia_0_1859214086.html)
No importa el modo, parecen decir las empresas, lo importante es que se ha-
gan a un lado y le dejen campo libre a la agricultura industrial, cada vez con menos
trabajadores en los campos, y se vuelvan trabajadores en lo que sea, con tal de
que ahora en vez de producir creativamente se sometan a un trabajo explotado, y
en muchos casos esclavizado, consuman, y gasten.
El número de migrantes alcanza ya la cifra de 258 millones de personas, for-
zadas a viajar llevando su casa (y su visión, sus saberes, su sentido del amor y la
fraternidad) a cuestas, según datos de Naciones Unidas de fines de 2017. Son más
de mil millones los hambrientos. ¿Y la gente desaparecida, asesinada, enferma,
intoxicada, afectada por la devastación que implican el envenenamiento o la mu-
tación? ¿Cómo se mide la explotación y la represión?

Invisibles aún hace veinte o treinta años, el horizonte de las luchas se hizo más
vasto y diverso que nunca antes. La figura total comienza a hacer sentido gracias
a una visión del abajo, surgida de las comunidades rurales y las barriadas urba-
nas que sufren el embate completo del capitalismo. Y es que la globalización
(junto con su control brutal, su concentración extrema, su arrasamiento de las
relaciones, su invasión de todos los ámbitos y su violencia hacia la diversidad, y
su violencia generalizada y cotidiana) también facilitó, inesperadamente, un pa-
norama que antes no teníamos. La gente pensaba que sufría sola las condiciones
de devastación, saqueo y opresión: que su lucha era única, que su historia era
única. Pero todas las historias están relacionadas. Todas las luchas están relacio-
nadas. Saber que otras personas sufren y luchan contra las mismas condiciones
ha fortalecido un modo de pensar, actuar y vincularnos con mayor perspectiva, lo
cual renueva nuestros ancestrales modos de lucha y procrea nuevas estrategias
para organizarnos.
Ahora es más difícil e inoperante ejercer la verticalidad central en una cúpula
(aunque en algunas organizaciones y partidos lo sigan practicando, y promovien-
do el sectarismo y sus culpógenas traiciones mezquinas) porque ahora es más co-
mún el pensamiento horizontal (construir saber en colectivo), buscar los vínculos

110
directos con otras personas, en diálogo. Más y más gente busca la relación directa
y se brinca las mediaciones.
Hay la urgencia por tener y entender el panorama completo de cómo es que
las corporaciones, los gobiernos y los operadores locales mueven en lo real y a
todos los niveles sus hilos y esquemas (ahora reforzados por traductores a los
idiomas regionales que el propio sistema echa a andar). Urge también entender
cómo es que los efectos de estos actores interactúan provocando enormes impac-
tos, devastaciones, crisis y catástrofes interconectadas.
Documentar y entender los detalles de ese enorme edificio de mediaciones,
regulaciones y políticas (que nos impide tomar nuestras propias decisiones y las
secuestra sacándolas de nuestro entorno inmediato), hace que los ávidos de infor-
mación nos reunamos en talleres, asambleas, seminarios y encuentros. Y que ahí
compartamos experiencias, ejerzamos una formación continua y libre con otros
en igualdad de circunstancias, e intentemos identificar, juntos, causas, fuentes,
problemas, obstáculos e interconexiones.
Hoy es común pensar el mundo en su flujo perpetuo de ideas y mercancías,
pero también en el perpetuo fluir de multitudes. Comunidades enteras van y vie-
nen, emigran y regresan, inmigran y se van —fluyendo entre campo y ciudad y de
un país a otro. La gente busca entonces entender las relaciones campo-ciudad,
con todos sus metabolismos, y la urgencia de retejer comunidad en las urbes. Esto,
interrumpido por la pandemia no sabemos dónde va a desembocar. Pero igual
debemos dejar de invisibilizar los procesos por los cuales la gente se marcha, o la
gente llega a un país particular.
El lenguaje actual termina borrando a emigrantes e inmigrantes al tildarlos
de “migrantes”, cual si fueran personas que se mueven por el mundo sin más
razón aparente que “una libertad individual y colectiva”, casi despojándolos de
una historia que lo es todo para entender sus causas profundas. En términos de
derecho internacional, es crucial regresarles su identidad, una que se construye
historiando desde abajo razones y procesos de despojo y devastación, de hostiga-
miento, que están en marcha y que les expulsan.

Muchas comunidades y pueblos van entendiendo también que los Estados los
siguen excluyendo (sean de izquierda o derecha) y que con legislaciones (nacio-
nales e internacionales) favorables a las empresas pretenden saquear de nuevo
sus territorios, sus tierras, sus semillas, su agua, sus minerales, su petróleo, sus
saberes, sus gentes, y controlar los más sistemas posibles a nivel mundial, empe-
zando por el alimentario que es tal vez el más básico y profundo. Y como además
todo es un cochinero, todo está puesto en componendas que el propio Estado

111
y su gobierno promueven al punto de configurar un modelo amorfo y fluido de
criminalidad como moneda de cambio nadando en un caos programado que hace
la vida ilegible en muchas regiones, la gente comienza a desprenderse de la con-
vicción de responderle a un Estado que los traiciona a diario.
Por tanto, con leyes o sin leyes, los pueblos, naciones y tribus, las comuni-
dades locales, refuerzan el control autónomo de sus territorios, proponen autogo-
biernos y democracia directa con el fin de resistir las enormes invasiones y explo-
taciones corporativas, resistir los esquemas, programas, proyectos y corrupciones
que los gobiernos municipales, distritales, estatales y el nacional les imponen me-
diante disposiciones y persecución.
Para estas comunidades la autonomía más fundamental y primordial es pro-
ducir los alimentos propios con sus semillas ancestrales libres, recurriendo a la ga-
nadería propia y en pequeño, recolectando fruta, moras, vainas, insectos hongos,
ejerciendo una pesca artesanal, re-equilibrando los flujos y nacientes del agua,
y ejerciendo una cacería equilibrada; es decir, habitan plenamente su soberanía
alimentaria y piensan, deciden, laboran, sueñan y celebran juntas, sin pedirle per-
miso a nadie.
No mencionamos aquí los nombres de las comunidades que ya buscan todo
esto, para que no se les antoje a las corporaciones y al gobierno ir a entrometerse.
Su invisibilidad es importante todavía.

Siempre decimos que desde la milpa se ve el mundo entero por una razón muy
tremenda que es: en la milpa se sienten todos los ataques, todos estos efectos
nocivos de todos estos procesos. La gente los vive, los siente, los ubica y está
tratando de resistir. Ahí se vuelca toda la devastación y el despojo y el desma-
dramiento —en el sentido literal de “desmadrar”, es decir, sacar de madre, sacar
de cauce, desenraizando. Eso que Karl Polanyi llamó la Gran Transformación del
Mundo. El proceso por el cual todo se desenraizó y se desmadró. Hay quien lo des-
cribe como una desincrustación. Los procesos dejaron de girar en torno a una vida
cotidiana en corto y se deshilacharon por el mundo en eso que ahora llamamos
globalización. El vaciamiento del sentido de todo aquello cercano y mutuo, y que
ocurre en la vida cotidiana.
Debemos desobedecer los dictados de esa industria que con violencia rom-
pe las escalas naturales en que ocurren los procesos que nos importan. Comenzar
a reparar cada eslabón de esa avalancha de devastaciones y despojos.
Necesitamos promover un control propio sobre nuestras propias herramien-
tas, sobre nuestras propias fuentes de subsistencia, como las semillas: clave pro-

112
funda de la producción propia de alimentos y corazón de la autonomía como
proyecto.
Respaldemos los sistemas alimentarios propios, tradicionales y contemporá-
neos impulsando la custodia y el intercambio de nuestras propias semillas campe-
sinas ancestrales. Defendamos y promovamos territorios propios y un autogobier-
no desde abajo, respetuoso de sus propias maneras. hagámonos cargo entre todas
y todos de la integridad de mujeres, hombres, niñas y niños, y de la diversidad
profunda de los seres humanos.
Esa autonomía y esa integridad podríamos lograrla si promoviéramos en los
hechos soberanía alimentaria. Ésta es una herramienta dúctil si la entendemos
como la labor creativa de hacer florecer el monte para que se plene de alimentos
al tiempo que se cuida y se potencia la plenitud y fertilidad de suelos, bosques,
aguas, y “serpientes de agua”: es decir de los vínculos de los humedales en el
monte, bosque, manantiales, arroyos, ríos, mantos acuíferos, mares y lluvias. La
clave es que cultivemos un equilibrio entre nosotros y lo que nos potencia, po-
tenciándolo.
Pero no es factible sólo hacer remiendos. Tiene que ser total la reparación.
Es decir, cambiar la narrativa implícita, y como tal el proceso real que conlleva.
Mientras sigamos en estos procesos de muerte, las narrativas sólo podrán ser de
muerte.
Las transformaciones tendrán que ser radicales y no sólo programitas de au-
tosuficiencia alimentaria y paquetes de semillas “mejoradas”, o en defensa de un
maíz “criollo” gourmet.
Por lo pronto, comenzar a hacer memoria de nuestra historia propia de certe-
zas y logros inmemoriales.

Este texto retoma de “Devastaciones y cortos circuitos” (febrero de 2018), “Desen-


cuentro vital” (abril de 2018), “La memoria de nuestros logros inmemoriales” (agos-
to de 2018) y “La integridad de las semillas y la vida campesina” (marzo de 2019),
todos aparecidos en Desinformémonos.org. No habría sido posible sin abrevar de
todo el trabajo de sistematización de más de 30 años de GRAIN. Las argumentacio-
nes son centralmente reflexiones de dicho colectivo del que soy parte.

113
El círculo vicioso de la agroindustria

114
Fotografía: Graciela Iturbide

115
CAPITULO IV

Necesidades y equívocos alimentarios.

La lucha por el maíz


y contra la chatarra

116
Fotografía: Oswaldo Ruiz

117
Hay tiempo, pero es urgente
y posible detener
los transgénicos
Adazahira Chávez y Camila Montecinos

E n México, dice Camila Montecinos, lo primero que hay


que considerar es que ya hay un proceso de los pueblos
para de detener a los transgénicos que es importantísimo.
Aunque no se ha logrado totalmente, es fundamental por-
que si no existiera, el desastre sería absoluto. El segundo
aspecto a considerar es que la contaminación es reversible
porque todos los cultivos son producto de los pueblos cam-
pesinos del mundo.
Son una construcción colectiva que te permite conocer
tu cultivo y cuidarlo. En México, sin necesidad de un produc-
to clínico o un análisis que les dijera que estaba contamina-
do, la gente aprendió qué es lo que venía contaminado y lo
que no. Son esos mecanismos colectivos los que debemos
fomentar para que la gente proteja sus cultivos, impida que
se contaminen más y logre sanarlos.
Esa es la diferencia entre un transgénico y un cultivo
contaminado. Un cultivo contaminado está enfermo; no hay
que botarlo, hay que protegerlo y cuidarlo hasta que recu-
pere la salud. En Argentina y Brasil, a pesar de la invasión
transgénica, existen pueblos que mantienen sus cultivos, y
hay un conocimiento y un proceso colectivos que permitirán
defenderlos.
Ahí la marea es tan terrible que son verdaderos bolso-
nes de resistencia, no como la resistencia masiva que se ve
en México. Detener ahí los transgénicos también es urgente.
Debemos parar el ingreso de transgénicos porque si no, la
enfermedad cundirá y, aunque sea reversible en algún mo-

118
mento, puede causar un verdadero desastre. Hay que impedir que la enferme-
dad se continúe inoculando.
La riqueza y la salud de los cultivos es una obra de muchos años, pero es
una obra que no está terminada. Por lo tanto, el proceso de recuperar vida siem-
pre es posible. Cada vez que se promueve que le gente converse, comparta sus
conocimientos y vuelva a la milpa, ese conocimiento resurge. Se ve en la agricul-
tura urbana. Esa gente ya se urbanizó y “no sabe”, ¡y resurge ahí el conocimiento!
Ese proceso es el que hay que fomentar, pero no podemos admitir que
se nos pida esa carga permanentemente, porque mientras se sana por aquí, se
enferma por allá. Ahí es donde hay que parar el crimen, que está en la contami-
nación. En las conversaciones de la Red en Defensa del Maíz de México, cuando
las comunidades conversaban acerca del qué hacer, llegaron a la conclusión de
que la pelea es eterna.
Eso me cambió el universo
Cuando dices que tu pelea es eterna, te cambia la forma en que enfrentas
esa lucha. Si dices: hay que pelear para que mañana suceda tal cosa, siempre el
tiempo está en tu contra; con los plazos inmediatos te empiezas a preguntar si
cumplimos con el plazo, si alcanzamos a hacer esto y lo otro, si llegamos a tiem-
po para tal cosa.
Y ahí estamos fritos, porque en la carrera contra el tiempo vamos a perder
tarde o temprano. Cuando dices que es para siempre, la elaboración cambia por-
que reflexionas qué hemos hecho ya, que más nos queda por hacer, y el tiempo
está a tu favor porque te permite hacer cada vez más cosas. Hay tiempo, pero eso
no significa que no sea urgente porque la enfermedad puede causar estragos. En
esa perspectiva vamos a ganar.

http://desinformemonos.org
19 de mayo de 2013.

119
Libre comercio y la epidemia
de comida chatarra en México
GRAIN

Hace varios años que las compañías transnacionales de alimentos


entendieron que los mercados primordiales para su crecimiento están
en el Sur global. Para incrementar sus ganancias necesitan “hurgar
en la pirámide”, como lo pone una corporación, es decir desarrollar y
vender productos destinados especialmente a los millones de pobres
en el mundo. Gente que se mantiene con alimentos locales producidos
por ellos mismos y mediante mercados informales que les proveen de
un sustento propio.
Alcanzar a estos consumidores potenciales implica que las
corporaciones alimentarias inunden y se apoderen de los canales
tradicionales de distribución, y reemplacen los alimentos locales con
comida barata, procesada, chatarra, muchas veces con el respaldo
directo de algunos gobiernos. Los acuerdos de libre comercio e
inversión son un factor crucial en este proceso de acaparamiento,
sustitución y mayores ganancias. El caso de México nos arroja un
retrato crudo y oscuro de las consecuencias que esto entraña.

Desnutrición, inseguridad alimentaria y “diabesidad” en


México. En México, la pobreza, el hambre, la obesidad y las
enfermedades, van juntas. La gente no sólo lucha por pagar
la comida suficiente para sobrevivir; muchos de los alimentos
que ingiere la enferman.
En 2012, el Instituto Nacional de Salud Pública de Mé-
xico publicó los resultados de una investigación nacional
relacionada con la nutrición y la seguridad alimentaria co-
nocida como Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (En-
sanut)1 El estudio de Ensanut se basó en la llamada Escala
latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria, para
medir el consumo de menos de lo requerido para una vida

120
sana y activa.2 Los resultados dejan claro que esta problemática es mucho peor
de lo que se reconoce. Veamos las tablas 1, 2 y 3.3

Tabla 1
Inseguridad alimentaria en México
Inseguridad Inseguridad Inseguridad Población
alimentaria alimentaria alimentaria Total %
severa % media % leve % total
10.5% 17.7% 41.6% 69.8% 100%
78.5 millones 112 millones
Fuente: Ensanut

Tabla 2
Número de niños menores de 5 años que sufre variantes
de la desnutrición, de una población total de 11 millones
Emaciación
Desnutrición Bajo
aguda Sobrepeso Anemia Total
crónica peso
desnutrición
0.3 5.1
1.5 millones 0.2 millones 1 millones 2.1 millones
millones millones
Fuente: Ensanut

Tabla 3
Número de adultos con sobrepeso y obesos de más de 20 años
Sobrepeso Obesidad Total
Hombres 22.5 millones 8.7 millones 31.2 millones
39.5
Mujeres 26.1 millones 13.4 millones
millones
Total 48.6 millones 22.1 millones 70.7 millones
Fuente: Ensanut

El informe de Ensanut encontró que de 1988 a 2012, la proporción de mujeres


con sobrepeso con edades de entre 20 y 49 años había incrementado de 25%
a 35.5% y las mujeres obesas en este grupo aumentaron de 9.5% a 37.5%.4 Un
asombroso 29% de niños mexicanos de entre 5 y once años tenía sobrepeso, al
igual que 35% de los muchachos de entre 11 y 19, mientras que uno de cada
diez niños en edad escolar sufría de anemia.
El nivel de diabetes en México también preocupa. La Federación Mexicana
de Diabetes afirma que entre 6.5 millones y 10 millones de personas sufren de

121
diabetes en México y que por lo menos dos millones de ellas no lo saben. Un 7%
de la población mexicana tiene diabetes. La incidencia crece 21% para la gente
entre 65 y 74 años. La diabetes es la tercera causa de muerte en México, directa
o indirectamente. En 2012, México ocupó el sexto lugar mundial en muertes por
diabetes. Para 2025, dicen los expertos, habrá 11.9 millones de mexicanos con
diabetes. 5
La obesidad y la diabetes funcionan juntas; su interacción es tan fuerte que
ya emergió un nuevo nombre: “diabesidad”.
“La diabetes asociada a la obesidad es un grave problema de salud para
México y su costo total en nuestro país pasó de 2 mil 970 millones de pesos
en 2003, a 8 mil 836 millones de pesos en el 2010, un aumento de más de
290% en sólo siete años”, señaló Alejandro Calvillo, director de la organización
El Poder del Consumidor. “De acuerdo a la Unidad de Análisis Económico de la
Secretaría de Salud, se estima que el gasto total para la atención del sobrepeso
y obesidad en nuestro país puede crecer de casi 80 mil millones de pesos que
se necesitan actualmente a más de 150 mil millones en 2017”, dijo también.6
Estos datos no se pueden explicar diciendo: “la gente come diferente por-
que tiene más posibilidades y opciones”, como sugieren algunos relatos. La rea-
lidad es que ciertos alimentos le son impuestos al país, mientras que los alimen-
tos que la gente cuidaba y producía según sus tradiciones y necesidades reales
se vuelven más y más escasos.

El efecto TLCAN. Los varios tratados de libre comercio que México ha firmado
a lo largo de los últimos veinte años han tenido un fuerte impacto en los siste-
mas alimentarios del país. Tras su misión a México en 2012, el entonces Relator
Especial para el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, concluyó: “Las
políticas comerciales que operan actualmente favorecen una dependencia mu-
cho mayor de alimentos muy procesados y refinados con larga vida en anaqueles
en vez del consumo de alimentos más perecederos y frescos, en particular fruta
y vegetales… La emergencia de sobrepeso y la obesidad que enfrenta México
pudo haberse evitado, o en gran medida mitigado, si las preocupaciones de sa-
lud ligadas a dietas cambiantes se hubieran integrado al diseño de las políticas”.7
La liberalización de la inversión provocada por estos acuerdos o tratados es
una fuente del problema tanto como los aspectos comerciales.
Según Corinna Hawkes, los instrumentos del TLCAN están, de hecho, impul-
sando aspectos cruciales, clave, que modelan el tipo de integración económica
que impulsan los socios poderosos: “deslocalización de la producción y comercio

122
global de la comida; inversión directa en el procesamiento de alimentos y un cam-
bio en la estructura del menudeo (es notable el advenimiento de los supermerca-
dos y las tiendas de conveniencia); la emergencia de las agroempresas globales
y las compañías alimentarias transnacionales; la profundización de la promoción
y publicidad global de los alimentos”.8 Los instrumentos del TLCAN también pro-
movieron el desarrollo de reglas e instituciones globales “que gobiernan la pro-
ducción, el comercio, la distribución y la mercadotecnia de los alimentos”, y “la
compra de productos y servicios de marca”, algo que crea “incentivos para que las
transnacionales alimentarias crezcan mediante integración vertical y dislocación”.9
El TLCAN requirió que México aplicara un trato igual a los inversionistas
internos y a los extranjeros, al eliminar las reglas que impedían que los inversio-
nistas extranjeros mantuvieran más del 49% de una compañía. También prohi-
bió la aplicación de ciertos “requisitos de desempeño” como el de un mínimo de
contenidos nacionales en la producción. Las nuevas leyes que hubieran podido
meter en cintura a las inversiones extranjeras una vez establecidas, fueron des-
habilitadas por el notorio capítulo de resolución de conflictos entre el Estado y
los inversionistas.
El TLCAN disparó un torrente inmediato de inversión extranjera directa (IED)
de Estados Unidos a la industria mexicana de alimentos procesados. En 1999
“Las compañías estadounidenses invirtieron 5 mil 300 millones de dólares en la
industria de procesado de alimentos, un aumento de 25 veces los 210 millones
invertidos en 1987, y más del doble de los 2 mil 300 millones del año anterior
al TLCAN”, dice la investigadora Corinna Hawkes. Entre 1999 y 2004, “más o
menos dos tercios de los 6 mil 400 millones de dólares de IED en las industrias
agrícolas y de alimentos procedían de Estados Unidos. Cerca de ¾ partes de esa
IED fue a la producción de alimentos procesados, lo que estimuló un crecimiento
considerable del sector. Entre 1995 y 2003, las ventas de los alimentos procesa-
dos se expandió un 5-10% anual en México”.10
Las ventas de productos de harina horneada, lácteos, comida chatarra y
bocadillos creció mucho más que cualquier otra categoría, en particular las be-
bidas refrescantes. Las porciones de 8 onzas de gaseosas, jugos, y preparados
envasados aumentaron de 275 por persona anuales en 1992 a 487 porciones
por persona al año en 2002.11
México es ahora uno de los diez principales productores de alimentos pro-
cesados en el mundo, y todas las mayores corporaciones transnacionales del
ramo, tales como PepsiCo, Nestlé, Unilever y Danone, han expandido sus enor-
mes operaciones mexicanas.12

123
Estas compañías están haciendo muchísimo dinero. Las ventas totales de
los alimentos procesados en México fue en 2012 del orden de los 124 mil millo-
nes de dólares, y las corporaciones del ramo se embolsaron ganancias del orden
de los 28 mil 330 millones de dólares por estas ventas, 46.6% [unos 9 mil mi-
llones de dólares] más que Brasil, la economía más grande de América Latina.13
The Economist afirma que no son sólo los bajos costos (“México ofrece aho-
rros 14.1% respecto de Estados Unidos”) sino otras ventajas competitivas que
les ofrece a las “industrias alimentarias”, tales como “la red de tratados comer-
ciales, que le permite a estas empresas acceder con preferencias arancelarias a
grandes mercados como Europa y Estados Unidos”,14 lo cual vuelve a México una
especie de refugio para las compañías procesadoras, un refugio donde pese a la
crisis económica global “las ventas de los establecimientos comerciales al me-
nudeo han crecido de manera constante en los últimos tres años.”15 Hasta ahora
México ha firmado 12 acuerdos de libre comercio con 44 naciones, 28 acuerdos
bilaterales de inversión y 9 acuerdos de cooperación económica.16

Un impuesto simbólico. En 2014, el gobierno mexicano, bajo presión para lidiar


con la creciente crisis de salud, puso en vigor una ley para aplicarle 8% de im-
puestos a todos los alimentos empacados con alto contenido calórico, incluida
la mantequilla de maní (o cacahuate) y los cereales endulzados para desayunar.
Aprobó también un impuesto especial de un peso (unos 8 centavos de dólar
hasta antes de la más reciente devaluación) por litro de bebidas refrescantes
embotelladas.17 El gobierno divulgó sus acciones como una dura medida para
frenar las ventas de la comida chatarra. Pero sin acciones complementarias que
alienten opciones alternativas saludables a los alimentos procesados que han
inundado el mercado mexicano y los barrios más pobres en particular, el im-
puesto aparece tan sólo como una manera de tomar su parte del lucrativo co-
mercio de comida chatarra que las propias medidas del gobierno han facilitado.
La única diferencia es que los consumidores mexicanos pagan más ahora por los
alimentos que los están matando.
Justo después de que se promulgó el impuesto en cuestión, PepsiCo, uno
de los principales productores de comida chatarra en el país, anunció una inver-
sión de 5 mil millones de dólares en sus operaciones mexicanas, al tiempo que
Nestlé confirmó una inversión de mil millones de dólares.18 Contrariamente a lo
que uno esperaría, la inversión no se aplica tan sólo a publicidad o comercializa-
ción sino a innovación, construcción de marca, infraestructura, y nuevos vínculos
con la agricultura, relaciones públicas y “proyectos” con las comunidades.19

124
El dominio del punto de venta. Una de las razones por las que las grandes cor-
poraciones de alimentos están tan confiadas en su capacidad para incrementar
sus ventas, pese al nuevo impuesto, es el alto nivel de control que ejercen sobre
la distribución de sus productos. Esto, dice Corinna Hawkes, fue el “segundo
efecto” del TLCAN sobre el sistema alimentario mexicano20: un explosivo cre-
cimiento de cadenas de supermercados, almacenes de descuento y tiendas de
conveniencia, “de menos de 700 a 3 mil 850 tan sólo en 1997, y 5 mil 729 en
2004”.21 El éxito de Wal-Mart en el país —hoy por hoy “la cadena minorista líder
de la nación”— y de otros supermercados, sólo la sobrepasa el crecimiento de
las “cadenas de tiendas de conveniencia” (que venden “un número limitado de
artículos y productos de conveniencia las 24 horas al día”).
En estas nuevas tendencias de la distribución al menudeo los enormes su-
permercados son, por supuesto, importantes porque concentran bienes, pero el
objetivo central es sustituir las tiendas de la esquina (“las tienditas”), apoderán-
dose agresivamente de territorios de comercio antes independientes.
Las corporaciones alimentarias comenzaron colonizando las redes exis-
tentes, dominantes, de distribución de alimento de los vendedores en pequeña
escala, conocidas como tiendas, misceláneas, estanquillos. Expendios en la esqui-
na, en los barrios. Existen todavía 400 mil de estos puntos de venta en México:
lugares menores a 10 metros cuadrados, que venden una variedad limitada de
productos y cuyo equipo de refrigeración e inventario es limitado.22
“Las tiendas fueron cruciales para la diseminación de la comida chatarra; son
el medio por el que las compañías alimentarias transnacionales y nacionales ven-
den y promueven sus productos a las poblaciones más pobres en los pueblitos y
comunidades”, dijo Corinna Hawkes en 2006. “Más de 90% de todas las ventas de
Coca-Cola y PepsiCo [a principios de la década del 2000] provenía de las tiendas”.23
Las corporaciones inundaron los canales de distribución de las tiendas con
productos que impulsaban el consumo y bajaban los costos de transportación
(empatando las entregas de varios artículos producidos por la misma compañía
a cada uno de los destinos seleccionados).
PepsiCo, por ejemplo, no sólo distribuye sus refrescos a las tiendas sino
también múltiples variantes de sus papas fritas Sabritas y otros bocadillos rela-
cionados, al igual que su línea de dulces Sonric’s. Cada producto tiene una venta
enorme por lo que la industria llama “el control absoluto del punto de venta”.
Entonces, la disponibilidad se volvió el factor crucial en la compra y el consumo.
La gente consumirá lo que encuentre a la mano, y los artículos disponibles son
en su inmensa mayoría sólo alimentos procesados.

125
Debemos entender que las tiendas, pero las de conveniencia aun más, no
sólo venden lo que se acepta como comida chatarra. Esos sitios venden una no
tan vasta variedad de alimentos procesados, empacados, embotellados, enlata-
dos, haciendo que algunos artículos comestibles procesados específicos sean lo
único disponible.
Las tiendas están perdiendo terreno ante los minoristas corporativos que
le ofrecen a las compañías procesadoras mucho más oportunidades para vender
y ganar.
Hacia 2012, las cadenas minoristas habían desplazado a las tiendas como
fuente principal de venta de comestibles, con 35% del mercado nacional, mien-
tras las tiendas mantenían un 30% y los mercados callejeros el 25%.24 Según la
Cámara Mexicana de Comercio cierran cinco tiendas por cada tienda de conve-
niencia que abre.25
Por ejemplo Oxxo (propiedad de Femsa, la subsidiaria de Coca-cola), triplicó
sus locales a 3 mil 500 entre 1999 y 2004.26 En julio de 2012, Oxxo estaba abriendo
su local número 10 mil, y busca abrir su local 14 mil en algún momento de 2015.
Esto significa abrir unas mil tiendas al año, un promedio de 3 locales dia-
rios. Oxxo estaba recibiendo 19 mil millones de pesos (más de mil millones
27

de dólares) durante el primer trimestre de 2012.28 Durante el tercer trimestre


de 2014, Oxxo recibió 72 mil 400 millones de pesos (más de 5 mil millones de
dólares), 13.2% más que un año antes.29
El crecimiento de las ventas de Oxxo fue diez veces mayor que el de Soria-
na, la segunda mayor cadena de supermercados en México.30 Durante 2014 Oxxo
sobrepasó a Soriana en ventas al menudeo, y se colocó como el segundo mino-
rista del país, dejando a las tiendas, y a las familias que las manejan, literalmente
en el polvo.31 Ahora, Soriana se apoderó de una de las cadenas más grandes de
supermercados en el país, Comercial Mexicana, y los expertos afirman que Soria-
na recuperará el segundo puesto en el menudeo, atrás de Wal-Mart.32

¿Dulce remedio para el hambre? Las compañías procesadoras de alimentos fac-


tor crucial en la emergencia de salud que vive México, gastan enormes sumas de
dinero en relaciones públicas para maquillar los enormes problemas que gene-
ran sus alimentos y sus campañas de publicidad. Por todo México, los anuncios
asocian sus corporaciones con valores familiares, sostenibilidad, caridad, buena
salud y empleos de calidad.33 Las compañías están muy interesadas en verse
asociadas en campañas gubernamentales, y lo extraño es que los gobiernos en
México buscan también su participación.

126
En abril de 2013, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), firmó algu-
nos convenios con PepsiCo y Nestlé para involucrarlos en la Cruzada Nacional
contra el Hambre, promovida por el gobierno.34 Con este convenio Sedesol se
compromete a “apoyar con subsidios federales la ejecución de los proyectos en
las zonas prioritarias seleccionadas”, mientras las corporaciones dicen que junto
al gobierno buscan contribuir a “garantizar la seguridad alimentaria y a hacerla
posible a través de productos nutritivos a la población en situación de pobreza
y extrema pobreza”.
PepsiCo se comprometió a desarrollar dos productos fortificados con base
en la avena de su marca Quaker, y a construir un Centro Global de Innovación en
Horneado y Nutrición en Monterrey, México.35
Nestlé prometió una nueva planta de procesado de café en Guerrero y la
expansión de varios proyectos, incluido uno centrado en “mujeres empresarias”
llamado Mi Dulce Negocio que la compañía ya desarrolla en Venezuela y en Boli-
via. Con el proyecto, Nestlé planea capacitar a mil 500 mujeres para que confec-
cionen postres dulces pero “nutritivos” que contengan productos Nestlé además
de darle a estas mujeres los instrumentos necesarios para que ellas, a su vez,
capaciten a otras diez mujeres cada una. En total, se movilizaría un “pequeño
ejército” de 15 mil mexicanas que se movilizarían en las “zonas prioritarias” por
todo el país promoviendo el modo Nestlé de nutrir a los niños con el respaldo
financiero de la Secretaría de Desarrollo Social.

Apoyar a los ricos, a los pobres compensarlos. México es un país donde 78.5
millones de personas sufre de algún grado de inseguridad alimentaria de lo leve
a lo severo.
Además, cerca de 48.5 millones de personas adultas mexicanas son obesas
o sufren de sobrepeso —7 de cada 10 adultos— y 22 millones de adultos sufren
de obesidad.
“Estas personas estarán enfermas un promedio de 18.5 años durante su
tiempo de vida”. Y el problema aumenta en todos los niveles de ingreso, aunque
el aumento más rápido ocurre entre el 20% más pobre.36
Las consecuencias son considerables —crecientes tasas de diabetes tipo 2,
enfermedades cardiovasculares y diferentes formas de cáncer.
La Cruzada contra el Hambre en México no resolverá el problema. Ninguna
campaña contra el hambre será eficaz con tan sólo algunos proyectos demostra-
tivos piloto esparcidos por un territorio tan grande como el mexicano. La Cruza-
da Contra el Hambre tiene como objetivo sólo 7.8 millones de personas —10 ve-

127
ces menos que el número de mexicanos que sufren de seguridad alimentaria.37
Las zonas calificadas de prioritarias por el proyecto ni siquiera son las zonas de
pobreza o hambre extremos de acuerdo a la definición del Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).38
Se requiere un enfoque mucho más complejo y radical que el impuesto a lo
dulce y la cruzada del hambre propuestos por el gobierno. Se requiere ir contra
el imperio de los alimentos procesados, cuyos tentáculos ahora llegan a todo el
espacio urbano y avanzan y se dispersan por todo el ámbito rural.
La terrible verdad es que “entre 1999 y 2006, el consumo de bebidas en-
dulzadas se duplicó y que hoy, un 10% de la ingesta energética total de los
mexicanos proviene de estas bebidas”. Y es crucial que obtengan esa energía.
Ponerle impuesto a los refrescos es tan sólo un “instrumento de política sua-
ve”, dice el anterior Relator Especial para el Derecho a la Alimentación, Olivier
De Schutter, porque “localiza el problema del sobrepeso y la obesidad en la
conducta de los consumidores, cuando de hecho el problema surge del sistema
alimentario total”.39
De acuerdo a De Schutter, para que un programa enfrente efectivamente
el hambre y la desnutrición, tiene que poner su foco en el campesinado y los
agricultores en pequeña escala. Ellos constituyen un porcentaje sustancial de
los pobres de México, y son los que mejor abastecen a las poblaciones rurales y
urbanas con alimentos nutritivos.40
Pero en México, “la mayoría de los programas agrícolas no se dirigen a los
pobres: tomados globalmente, los gastos públicos en agricultura son muy regre-
sivos [...] Aunque más de 95% de los gastos en programas sociales del gobierno
mexicano bajo su Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Sustentable
(PES) tienen como objetivo a los pobres, menos del 8% del gasto en programas
agrícolas se dirige a esa población de pobres”. El Relator insiste: “Estudios re-
cientes indicaron que las políticas agrícolas favorecen a los estados, los munici-
pios y los productores o establecimientos más ricos. En 2005, los seis estados
más pobres recibieron sólo 7% del gasto público en agricultura, pese a que esas
entidades son el hogar de 55% de los pobres en extremo”.
De Schutter finaliza: “En un país donde 80% de los campesinos tiene me-
nos de 5 hectáreas, sería deseable destinar más recursos a respaldar a los agri-
cultores en pequeño, en áreas deprimidas, ya que los programas en curso no
responden eficazmente a la pobreza rural”.41
Tras escuchar cientos de testimonios por todo el país, el jurado internacio-
nal del Tribunal Permanente de los Pueblos, que dictó sentencia en noviembre

128
de 2013 en el caso relacionado con la soberanía alimentaria, llegó a una conclu-
sión semejante.

México podría alcanzar en poco tiempo la autosuficiencia, si se apoyara a la agri-


cultura campesina con montos semejantes a los que se otorgan a la agricultura
empresarial. Una de las condiciones para ello sería reconstituir los instrumentos
de apoyo al campo inhabilitados por el TLCAN. La pérdida de soberanía alimen-
taria que esta política ha provocado tiene como uno de sus componentes princi-
pales una modificación inducida de la dieta mexicana con efectos catastróficos.
México padece uno de los más altos índices del mundo de obesidad, diabetes e
hipertensión. Ocupa el primer lugar mundial en el consumo por persona de refres-
cos de cola y uno de los primeros lugares en el consumo de la llamada “comida
basura”. Al mismo tiempo, ha empezado a disminuir el consumo de productos de
maíz por primera vez en la historia. Mientras Vía Campesina plantea que el primer
componente de la sotberanía alimentaria es la producción autónoma de alimentos
y que la propia gente defina lo que come, en México se ha realizado una costosa
campaña [la Cruzada contra el Hambre], a través de una alianza cómplice de los
gobiernos, las corporaciones y los medios, para impulsar hábitos de consumo que
bajo la cobertura de la modernización han estado destruyendo sistemáticamente
las preferencias alimentarias de mexicanas y mexicanos.42

Para enfrentar la crisis alimentaria y de salud, México requiere, ni más ni menos,


que una reformulación total de las desastrosas políticas mexicanas de comercio
e inversión y respaldar plenamente a los campesinos y productores en pequeña
escala.

Notas

1 La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) incluye documentos, encuestas,


una página web, artículos académicos y una serie de herramientas de investiga-
ción: http://ensanut.insp.mx/.
2 Ver Melgar-Quiñonez, H. 2010. “Informe sobre la aplicación pasada y presente de la
Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA) y otras herra-
mientas similares en América del Norte, Centroamérica y El Caribe. FAO/Ohio State
University.” (ver http://www.foodsec.org/fileadmin/user_upload/eufao-fsi4dm/
docs/elcsa_aplicacion.pdf).Este método divide la inseguridad alimentaria en tres:
Inseguridad alimentaria leve (midiendo sobre todo calidad de la comida dispo-
nible): Variedad limitada de alimentos, la carencia de variedad alimentaria y la
ausencia de comida sana. Inseguridad alimentaria media: (cantidad disponible

129
de comida) Adultos y niños comen menos. Los niños disminuyeron su ingesta. Tal
vez algún adulto en la familia se brinca una o dos comidas de vez en cuando. La
escasez es crónica). Inseguridad alimentaria severa: (Hambre. Los adultos pasan
hambre. Algún adulto pasa algún día entero sin comer. Los niños se van a la cama
hambrientos o se la pasaron un día entero sin comer. La escasez crónica establece
una condición de hambre). Ver Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut)
2012: “La distribución de la Inseguridad Alimentaria en México”, Instituto Nacional
de Salud Pública, 21 de noviembre, 2012. http://ensanut.insp.mx/doctos/semina-
rio/M0404.pd
3 Julio Boltvinik, “La Cruzada Nacional contra el Hambre: ve un árbol pero no el bosque”,
La Jornada, 22 de noviembre, 2013. http://www.jornada.unam.mx/2013/11/22/
opinion/029o1eco. Boltvinik es responsable de resaltar la encuesta mencionada
mostrando que las políticas públicas contra el hambre no responden ante los rea-
les problemas.
4 Julio Boltvinik, op.cit.
5 Accu-chek, “Diabetes en México” y Alianza por la salud alimentaria, “Diabetes: #1 causa
de muerte en México”, 21 de mayo, 2013
6 Alianza por la salud alimentaria, “Mueren medio millón de personas por diabetes en el
sexenio de Calderón -Ver más: http://alianzasalud.org.mx/2012/10/muertes-por-
diabetes-en-mexico/, 8 de octubre, 2012.
7 Informe del Relator Especial para la Alimentación Olivier De Schutter, adenda, Misión a
México, Human Rights Council, Decimonovena sesión, Agenda item 3, 17 de enero,
2012, A/HRC/19/59/Add.2
8 Corinna Hawkes, “Globalization and Health, Uneven dietary development: linking the
policies and processes of globalization with the nutrition transition, obesity and
diet-related chronic diseases”, International Food Policy Research Institute, Wash-
ington DC, 2006. http://www.globalizationandhealth.com/content/2/1/4
9 La integración vertical es “cuando una compañía reúne todo el proceso de producción,
distribución y venta de un alimento particular bajo su control mediante la compra
o contratación de otras empresas o servicios a nivel mundial, lo que reduce los
costos de transacción asociados con tener varios proveedores. En la dislocación
global la compañía busca sitios de producción, y puntos de venta donde los costos
son menores y donde los regímenes regulatorios, políticos y sociales, son favora-
bles. Esto permite que las corporaciones reduzcan costos y se protejan contra la
incertidumbre de la producción y de las ventas”. Corinna Hawkes, op.cit.
10 Ibidem.
11 Ibidem.
12 Roberto Morales, “Alimentos, una industria muy pesada”, 25 de octubre, 2013, El Eco-

130
nomista, http://www.informador.com.mx/economia/2013/493274/6/alimentos-
una-industria-muy-pesada.htm
13 Ibidem
14 Ver también Secretaría de Economía y ProMéxico “Inversión y Comercio, Alimentos
Procesados”, Unidad de Inteligencia de negocios, México, 2013 http://embamex.
sre.gob.mx/rusia/images/stories/Comercio/procesadospromexico.pdf
15 Roberto Morales, op.cit.
16 Pro-Mexico, “México y sus Tratados de Libre Comercio con otros países”. http://www.
promexico.gob.mx/comercio/mexico-y-sus-tratados-de-libre-comercio-con-otros-
paises.html
17 Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Servicio de Administración Tributaria (go-
bierno mexicano), Resolución Miscelánea fiscal 2014. ftp://ftp2.sat.gob.mx/asis-
tencia_servicio_ftp/publicaciones/legislacion13/M_RMF2014.pdf
18 PepsiCo, “PepsiCo Announces Plans for $5 Billion Investment in Mexico”, 24 de enero,
2014. http://www.prnewswire.com/bloggers/news-releases/?nrId=241805301
19 Eric Schroeder. “PepsiCo, Nestlé plan big push in Mexico”, 24 de enero, 2014.
http://www.bakingbusiness.com/articles/news_home/Business/2014/01/Pep-
siCo_Nestle_plan_big_push_i.aspx?ID=%7B518A090B-4D59-46D6-8195-
9EDE23F25A42%7D&cck=1
20 Corinna Hawkes, op.cit.
21 Ibidem.
22 USDA Foreign Agriculture Service Gain Report, “Mexico’s Retail Food Sector”, 16 de
febrero, 2005. http://apps.fas.usda.gov/gainfiles/200502/146118876.pdf
23 Corinna Hawkes, op.cit
24 El 10% restante, que no se toma en cuenta son los hoteles, los restoranes y los cafés.
Ver Agencia Andaluza de Promoción Exterior, “Nota sectorial alimentaria en Méxi-
co”, Mayo 2012, PDF.
25 USDA, Foreign Agriculture Service, Gain Report, Mexico’s Retail Food Sector, op.cit. Cita-
do en Corinna Hawkes, op.cit.
26 Ibidem
27 Jesús Ugarte, “Oxxo va por 1,000 nuevas tiendas anuales”, 29 de octubre, 2012. http://
www.cnnexpansion.com/negocios/2012/10/29/oxxo-abrira-1000-tiendas-por-
ano
28 Jesus Ugarte, “Oxxo, el pequeño emperador minorista”, CNN-expansión, 13 de julio,
2012. http://www.cnnexpansion.com/negocios/2012/07/13/
29 Jesús Ugarte, “Adquisiciones y Oxxo le ponen ‘gas’ a Femsa”, El Financiero, 28 de oc-
tubre, 2014. http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/ganancia-de-femsa-sube-
en-3t2014.html

131
30 Miguel Ángel Pallares, “Oxxo va por el puesto de Soriana en 2014”, El Financiero, 26 de
noviembre, 2013. http://www.elfinanciero.com.mx/archivo/oxxo-va-por-el-pues-
to-de-soriana-en-2014.html
31 Ibidem.
32 Silvia Olvera, “Desbanca Soriana a Oxxo”, El Norte, sección Empresas, 2 de febrero,
2015. http://www.negocioselnorte.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/
default.aspx?id=454511&urlredirect= http://www.negocioselnorte.com/aplica-
ciones/articulo/default.aspx?id=454511&urlredirect= http%3A%2F%2Fwww.
negocioselnorte.com%2Faplicaciones%2Farticulo%2Fdefault.aspx%3Fid&v=2
33 Vean el folleto de Sabritas: Performance with Purpose, Sabritas Sustainibility Report 2013
www.pepsico.com/Purpose/Performance-with-Purpose/Sustainability-Reporting
34 (El programa gubernamental que dice combatir el hambre desde abajo pero que se
basa en la intervención de grandes corporaciones (tales como Pepsico y Nestlé,
figuras prominentes como Grazziano Da Silva de FAO o el expresidente Lula Da
Silva de Brasil y millonarios como Bill Gates y Carlos Slim).
35 PepsiCo y Sedesol, “Convenio de Concertación que para la realización de acciones en
el marco de la Cruzada contra el Hambre, celebran, por una parte, el Ejecutivo Fe-
deral a través de la Secretaria de Desarrollo Social [...] y por otra parte la Fundación
Pepsico México AC [...]” http://sinhambre.gob.mx/wp-content/uploads/2013/04/
CONVENIO-PEPSI-CO-.pdf Su sitio ahora indica que su robot.txt impide que la gen-
te lo acceda. Se puede consultar en Aristegui Noticias, “Documentos, Los conve-
nios de Nestlé y Pepsico en la Cruzada contra el hambre” http://aristeguinoticias.
com/2304/mexico/documentos-los-convenios-de-nestle-y-pepsico-para-la-cru-
zada-contra-el-hambre/
36 Olivier De Schutter, op.cit.
37 Julio Boltvinik, “La Cruzada Nacional contra el Hambre” op.cit.
38 Las zonas están en 125 comunidades urbanas en 24 municipios en 11 estados del país.
Norma Trujillo Báez, 13 de mayo, 2013, La Jornada Veracruz en línea, http://www.
jornadaveracruz.com.mx/Nota.aspx?ID=130513_055348_602. Ver Sedesol-Nest-
lé, “Convenio de Concertación que para la realización de acciones de desarrollo
de diversos proyectos productivos...” op cit, Quinta cláusula.
39 Olivier De Schutter, op.cit.
40 El conflicto en México entre el Jarabe de Alta Fructosa de Maíz (JAFM) y la azúcar re-
quiere más argumentos e investigación. La evidencia apunta a que el JAFM está
impulsando la importación de maíz industrial a México (posiblemente GM) o aun
su producción, alterando más el objetivo tradicional de la agricultura que es pro-
ducir alimentos y no mercancías o materias primas. Ver “Rompen récord, importa-
ciones mexicanas de maíz”, El Economista, 7 de enero, 2014 [http://eleconomista.

132
com.mx/industrias/2014/01/07/rompen-record-importaciones-mexicanas-maiz];
Alicia Loyola Campos, “Azúcar-fructosa: el sabor amargo de un comercio desigual”,
febrero, 2003 [http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/15/9/RCE.pdf];
Nydia Egremy, “La amarga guerra de la fructosa”, Fortuna, negocios y finanzas,
http://revistafortuna.com.mx/opciones/archivo/2006/junio/htm/guerra_fructosa.
htm
41 Olivier De Schutter, op.cit.
42 Tribunal Permanente de los Pueblos, Fundación Lelio Basso, Mexico: Libre Comercio,
Violencia, Impunidad y Derechos de los Pueblos (2011-2014), Sentencia: Violen-
cia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía de los pueblos, Ciudad
de México, 19-21 de noviembre, 2013. http://www.internazionaleleliobasso.it.
www.tppmexico.org /wp-content/uploads/2014/01/Dictamen-Audiencia-temá-
tica-Violencia-contra-el-ma%C3%ADz-la-soberan%C3%ADa-alimentaria-y-la-
autonom%C3%ADa.pdf

https://www.grain.org/es/article/5201-libre-comercio-y-la-epidemia-de-comida-chata-
rra-en-mexico

133
Los peligros del maíz industrial
y sus productos comestibles
procesados
GRAIN

U n equipo de investigación mexicano UNAM-UAM publicó


en agosto de 2017 un estudio que muestra la presencia
de transgenes y del herbicida glifosato en alimentos proce-
sados y tortillas a partir de maíz industrial, por todo México.1
Este equipo aclara: “Los datos son preocupantes pues
el maíz es nuestro alimento básico y hemos perdido la so-
beranía alimentaria. El consumo de maíz transgénico con
glifosato puede tener consecuencias graves en la salud”. Y
continúan: “de 367 muestras analizadas, 82%, es decir 301
muestras, contenían por lo menos un transgen. De las torti-
llas analizadas, 90.4% contenían secuencias transgénicas”.
También “se detectó glifosato en casi la tercera parte
de las muestras de los alimentos que dieron positivo para
la presencia del transgen que confiere tolerancia a este her-
bicida”.
Lo que fuera preocupación de muchísimas personas y
organizaciones de científicos, consumidores y gente com-
prometida con la alimentación y la agricultura tras descu-
brirse contaminación transgénica en el maíz de la Sierra Juá-
rez de Oaxaca en 2001, se pone en el centro de la discusión
desde nuevas fuentes de evidencia, con dos aspectos clave
relacionados con el devenir de la tecno-ciencia, con la ac-
tuación de la agroindustria corporativa y la anuencia de los
gobiernos en turno.2 Primero, que la contaminación trans-
génica es vasta y generalizada en los alimentos procesados
(sobre todo cereales, harinas, botanas de frituras, tostadas
que son productos sólidos de maíz, empacados)3 y en las

134
tortillas [ese pan plano elaborado con maíz que es la base de la dieta del pueblo
mexicano]. Pero el hallazgo se refiere a las tortillas industriales, aquellas ela-
boradas con maquinaria y vendidas en expendios distribuidos por todo el país,
principalmente. Además, una amplia gama de productos contiene contamina-
ción con glifosato en “una tercera parte de las muestras (27%)” —muestras que
ya habían dado positivo para eventos transgénicos, lo que es altamente signifi-
cativo.
Lo segundo que resalta en el estudio es que las muestras de tortillas elabo-
radas a mano con maíz nativo, casi no muestran contaminación transgénica. Dice
el equipo UNAM-UAM: “Las tortillas producidas por las comunidades campesinas
y que estén hechas únicamente con maíz criollo (nativo de estas comunidades)
prácticamente NO contienen proteínas transgénicas y no contienen glifosato.
Dichas proteínas podrían estar potencialmente en el maíz nativo en una pro-
porción muy baja, producto de los casos de contaminación del maíz nativo con
transgenes. El cuidado de los maíces nativos por parte de las comunidades mexi-
canas ha mantenido [desde la aparición de los transgenes en México] sus maíces
mayormente libres de transgenes”.4
El estudio da sustento entonces a varias discusiones pendientes.

Primero. Existe una disyuntiva en el uso y vida del maíz en México y otros países.
Son dos procesos, dos metabolismos diferentes que involucran a dicho cereal.
Por una parte el maíz nativo, atesorado milenariamente en sus semillas por
las comunidades en conversaciones antiguas, que convive en el policultivo co-
nocido como “milpa” y que mayormente se “nixtamaliza” (es decir, se le agrega
cal o cenizas, y calor para romper la lignina de la cáscara del grano liberando
plenamente su potencial de nutrientes).
Por otro, el maíz industrial genérico, híbrido o transgénico, que las gran-
des corporaciones siembran en monocultivo en grandes extensiones de terreno,
con insumos químicos, buscando grandes rendimientos, y cuyo destino no es
alimentar de un modo directo, sino servir de materia prima para elaborar toda
suerte de piensos y forrajes para animales y productos procesados comestibles,
para humanos, entre ellos la tortilla industrializada. Además, dicho maíz sirve de
insumo para combustibles, pinturas, almidones o féculas, jarabes endulzantes,
plásticos “biodegradables”, pegamentos, cosméticos, textiles, papel y un largo
etcétera.
Con claridad, el estudio da peso a que los transgénicos se concentran en el
maíz industrial y sus derivados (en este caso alimentos procesados), mientras el

135
maíz nativo todavía es defendido desde los niveles más locales. Aunque no está
fuera de riesgo, su metabolismo impulsa una reflexión permanente en su órbita,
que termina promoviendo su defensa.

Segundo. Algo que sería motivo de más estudios de mayor profundidad: el des-
balance provocado por la industria y el gobierno cuando exigen la importación
de maíz industrial, principalmente de Estados Unidos, aunque la producción na-
cional (unos 23-24 millones de toneladas) sería suficiente para alimentar a la
población, pues con esa cantidad se cubre un 50% más de “la ingesta posible
digerible anual de 120 millones de mexicanos”.5 Hablamos de unos 6.8 millones
de toneladas (29.6%) de subsistencia [o maíz de soberanía alimentaria] que no
entra al mercado, más 7 millones que sumados a lo que aporta el maíz campe-
sino de temporal arrojan unos 13. 8 millones de toneladas, más de 60% de la
producción del país. El resto, son unas 10.6 millones de toneladas de maíz de
riego. ¿Por qué entonces la insistencia de importar entre 7 y 10 millones de to-
neladas de maíz amarillo?
Para Antonio Turrent, investigador de la Unión de Científicos Comprometidos
con la Sociedad (UCCS), “No hay insuficiencia de maíz blanco normal para la elabo-
ración industrial de toda la harina de maíz que los mexicanos podríamos consumir
directamente como alimento. ¿Es por tanto la decisión de mezclar el maíz blanco
nacional (no transgénico) con maíz transgénico para producir harina industrial de
maíz, una decisión voraz de mercado de nuestra industria?¿No sería ésta una mala
y hasta cruel decisión a plazo largo, equivalente a autodispararse en el pie?”6
El Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam) que
ha investigado con mucho detalle la situación, abunda: “México importa anual-
mente entre 7 y 10 millones de toneladas de maíz amarillo proveniente de Es-
tados Unidos, principalmente para alimento de ganado, aunque también se usa
para la alimentación humana. El maíz transgénico —hasta ahora sólo importa-
do— se utiliza mezclado con el maíz convencional en la elaboración de alimen-
tos balanceados, piensos y productos de maíz para consumo humano: harina y
masa para tortillas, cereales, aceite, atole”.7

Tercero. Los productos comestibles procesados son ahora uno de los destinos
principales de la materia prima que representa ese maíz industrial que es una
mezcla de maíz amarillo, y tal vez maíz blanco, pero que siempre es un maíz híbri-
do o transgénico sembrado en monocultivo, retacado de agroquímicos, promotor
de acaparamiento de tierras, devastación ambiental y expulsión campesina.

136
México es una de las 10 principales potencias productoras de alimentos
procesados en el mundo, pero decir “México” bajo las condiciones del TLCAN y
otros cuarenta y tantos acuerdos comerciales, de cooperación e inversión que
ha firmado el país, es una careta para cubrir a las corporaciones transnacionales
que operan desde nuestro país por las ventajas comparativas (léase condiciones
de desvío de poder).
Según la sistematización de Sergio L. Ornelas, editor de la publicación Mexi-
coNow, México es hoy la octava potencia productora de alimentos procesados
en el mundo y la tercera del continente americano, tras Estados Unidos y Brasil,
en un escenario donde el valor de la producción mundial equivalió en 2014 a 4
billones 900 mil millones de dólares y se supone que llegará a valer 7 billones
850 mil millones de dólares hacia el 2020.8
En México, la producción de alimentos procesados alcanzó los 138 mil mi-
llones de dólares en 2014, pero según Ornelas citando datos de la consultora
IHS, irá creciendo y en 2017 se calcula estuvo en 158 mil millones de dólares.9
Las ganancias netas de su industria de alimentos procesados, según datos de
IHS, citadas por ProMéxico, instancia del gobierno mexicano en su análisis sec-
torial de alimentos procesados, fue de 35 mil millones de dólares en 2015. La
Secretaría de Economía mexicana afirma que tan sólo en 2015 México recibió
una inversión extranjera directa de mil 304 millones de dólares y entre 2005 y
2015 acumuló inversiones por 8 mil 264 millones de dólares para la industria
de alimentos procesados.
Algo significativo, en el escenario que el estudio del equipo de investiga-
ción mexicano UNAM-UAM 10 vino a desnudar, es que tales alimentos procesados
contaminados con transgénicos y glifosato son parte del 26.9% de la produc-
ción de procesados correspondiente a panadería y tortillas, y a 10% adicional
que representan los granos y las oleaginosas.11 Es decir, la contaminación se
mueve, por lo menos, dentro de 36.9% de la producción de alimentos procesa-
dos en México, sin contar el mundo de los edulcorantes.
Tal producción de alimentos procesados incluye a PepsiCo, la gigante pro-
ductora de frituras, botanas y tostadas. Su directora en México, Paula Santilli,
afirmó que “de los 200 países donde tiene presencia, México es su segundo mer-
cado más grande —sólo detrás de Estados Unidos— y donde genera ingresos
casi tres veces más altos que en países como Brasil”.12 En México, PepsiCo cuenta
con 17 plantas “e ingresos anuales por más de 3 mil 400 millones de dólares,
según su último reporte anual”.13 Sus marcas incluyen Sabritas, Quaker y Doritos,
entre otras de las revisadas por el estudio del equipo UNAM-UAM.

137
También está Ingredion, productora de harinas, jarabe de alta fructosa y al-
midones de maíz entre muchos productos industriales elaborados con dicho cul-
tivo, que en enero de 2016 anunció que invertiría 30 millones de dólares “con la
finalidad de aumentar su capacidad de producción de su planta de San Juan del
Río, Querétaro”.14 Están también el Grupo Gruma, empresa líder mundial en la
producción de harina de maíz con 18 plantas procesadoras e investigación y tec-
nología para producir harina maicera y tortilla industrializada, que durante 2016
arribó a los 18 mil 819 millones de pesos en ventas netas (unos mil millones de
dólares al tipo de cambio actual) y el Grupo Bimbo, otro gigante mexicano de
la panadería y las botanas cuyos ingresos “a nivel consolidado, crecieron 0.3%,
ubicándose en 65 mil 390 millones de pesos [3 mil 534 millones de dólares]
respecto al tercer cuarto de 2016, y cuyas ventas en México subieron 12.2%”.15
Toda esa producción se potencia mediante la enormidad de los supermer-
cados en América Latina. Tan sólo Walmex, (la filial mexicana de Walmart) men-
cionó en su reporte del segundo trimestre de 2017 a la Bolsa Mexicana de Valo-
res que sus ventas totales crecieron 9.1%, llegando “a 135 mil 724 millones de
pesos [unos 7 mil 300 millones de dólares].16
También comenzó a aparecer en el radar de los medios masivos el creci-
miento descomunal de las llamadas tiendas de conveniencia, en particular Oxxo
(en parte propiedad de Femsa-Cocacola). Un artículo reciente de BBC Mundo,
puso por titular: “Una nueva tienda cada 8 horas: cómo la mexicana Oxxo se con-
virtió en la mayor tienda minorista de América Latina”.17
En un informe de 2015, GRAIN había documentado que este tipo de pe-
queñas tiendas situadas en los barrios establecía cierto estricto control sobre la
disponibilidad de alimentos por zonas particulares, imponiendo en los hechos el
consumo de productos comestibles procesados, justo las frituras, botanas, tosta-
das de maíz documentadas en el estudio del equipo de investigación mexicano
UNAM-UAM.18
Según BBC Mundo, Oxxo cuenta con 16 mil tiendas, principalmente en Mé-
xico, y establece una red de distribución de los productos comestibles proce-
19

sados con base en maíz industrial, lo que hace urgente revisar los criterios de
seguridad de dicho maíz, a todas luces transgénico, que está presente en cada
barrio de las ciudades e incluso en los poblados rurales mexicanos en tales pro-
ductos comestibles industriales.

Cuarto. También tenemos que considerar el envenenamiento lento (y no tan len-


to) con glifosato, si insistimos en que el estudio de los investigadores mexicanos

138
de la UNAM y la UAM, donde se encuentra la doctora Elena Álvarez-Buylla, recién
galardonada con el Premio Nacional de Ciencias mexicano, 2017, encontró que
casi la tercera parte de las muestras de comestibles procesados sometidos a
escrutinio, incluidas las tortillas industriales, también omnipresentes en los ba-
rrios, contenía rastros de ese agroquímico. Dice la investigadora del Grupo ETC,
Silvia Ribeiro: “Los resultados adquieren mayor gravedad porque el consumo de
maíz en México por persona es mayor que en cualquier otro país. Pese a que la
Organización Mundial de la Salud declaró al glifosato como cancerígeno para
animales y probable cancerígeno para humanos en 2015, la Cofepris, instancia
responsable de autorizar qué alimentos se pueden vender para consumo hu-
mano, ha autorizado sin empacho la venta para consumo de maíz transgénico
tolerante a glifosato, que deja altos residuos del mismo en alimentos”.20
Es tremenda la invasión transgénica a un flujo tan enorme de maíz en la ali-
mentación de un pueblo cuando no hay certeza de su inocuidad.

Quinto. Es inevitable reseñar la respuesta al estudio del equipo de investigación


mexicano UNAM-UAM, por parte de los investigadores paladines de los transgé-
nicos. Ésta es la repetición de todo lo que desde el gobierno, la industria y cier-
tos científicos, sigue siendo la reivindicación principal: que los transgénicos son
inocuos, que se han cumplido todas las regulaciones, nacionales e internaciona-
les, que hay una equivalencia sustancial entre transgénicos y no transgénicos. En
la respuesta más directa, los promotores de transgénicos afirman: “En más de 20
años de uso y consumo continuo por más de 1200 millones de humanos y 100
mil millones de animales, no se ha presentado ninguna evidencia científica de
daños por su consumo. El supuesto daño reportado en algunos artículos (Seralini
et.al, 2012 y 2014), no tiene sustento científico relevante”.21
Elena Álvarez-Buylla, Cristina Barros, Emmanuel González Ortega, Alma Pi-
ñeyro-Nelson, Alejandro Espinosa y Antonio Turrent de la UCCS, contestaron a
las críticas diciendo:

La “equivalencia sustancial” favorece a las corporaciones comercializadoras de


OGMs y a las industrias alimentarias que hacen negocio con su procesamiento por
encima de los intereses de la ciudadanía. Es ética y científicamente inadmisible
que la falta de evidencia de daño por la ausencia de protocolos y seguimiento
adecuados, sea tomada por las entidades regulatorias como evidencia de ino-
cuidad de alimentos derivados de OGMs. Urgen protocolos rigurosos que direc-
tamente evalúen la hipótesis de que los alimentos derivados de OGMs pueden
tener impactos no deseados en la salud humana y animal, bajo diferentes esce-

139
narios de consumo. La carga de la prueba debe recaer en las empresas y no en la
ciudadanía. [...]
Pueden existir muchos artículos con datos negativos para apoyar la equivalencia
sustancial o ausencia de daños, pero uno solo con datos positivos debería ser su-
ficiente para rechazar este concepto y regular en consecuencia, previniendo daños
[...] El estudio de Séralini y colaboradores, que desestiman los autores de la nota
en cuestión, fue republicado con datos adicionales que lo sustentan. Por otro lado,
muchos de los estudios con datos negativos, que sugieren la inocuidad de OGMs,
han sido realizados por investigadores con conflictos de interés. Estudios experi-
mentales demuestran que el glifosato es teratógeno en vertebrados y cancerígeno
en animales de laboratorio.22

Conclusiones. Es muy irresponsable que las instancias reguladoras de la sanidad


alimentaria no hayan hecho nada por frenar la presencia de productos comesti-
bles procesados que contienen maíz transgénico y trazas de venenos tan pode-
rosos como el glifosato, calificado de cancerígeno por la OMS.
La tendencia creciente a privilegiar una agricultura basada en la producción
de materias primas para la industria anuncia que, sobre todo en los ámbitos
urbanos, nos veremos sometidos cada vez más a productos comestibles indus-
trializados que no son inocuos.
El maíz con que se fabrica la tortilla industrial, vendida masivamente por
toda la república en expendios (tortillerías), debería ser un maíz libre de trans-
génicos y agroquímicos: porque la producción de tales maíces genéricos susti-
tuye y golpea la pequeña producción nacional no transgénica, campesina o de
medianos productores; y porque la promoción de la industria de comestibles in-
dustrializados fomenta la producción y / o importación de maíz transgénico, con
agrotóxicos, que es vehículo para diseminar problemas de salud como obesidad,
diabetes, cáncer y teratogénesis.
Hay que profundizar en tales afectaciones y en las tendencias que buscan
controlar la disponibilidad alimentaria de la población, principalmente entre las
capas empobrecidas, mercado cautivo de donde extraen sus ganancias las cor-
poraciones que elaboran frituras, tostadas, botanas y tortillas industriales.
La defensa del maíz nativo debe crecer y fortalecer argumentos, narrativa,
vínculos y esfuerzos por una soberanía alimentaria.

140
Notas

1 E. González-Ortega, A. Piñeyro-Nelson, E. Gómez-Hernández, E. Monterrubio-Vázquez,


M. Arleo, J. Velderrain, C. Martínez-Debat y E.R. Álvarez-Buylla, “Pervasive presence
of transgenes and glyphosate in maize-derived food in Mexico”, Agroecology and
sustainable Food Systems, volumen 41, núm. 9-10, agosto, 2017 http://www.tan-
dfonline.com/doi/abs/10.1080/21683565.2017.1372841
2 Ver El maíz no es una cosa: es un centro de origen, Casifop, GRAIN, Itaca, México, 2012.
3 El estudio no abordó las bebidas o emulsiones, mermeladas y otros productos que con-
tienen jarabes de alta fructosa de maíz.
4 Equipo UNAM-UAM: “Preguntas y respuestas en torno a la presencia de secuencias
transgénicas en alimentos elaborados con maíz en México”.
5 Antonio Turrent Fernández, “Maíz nativo mexicano: ¿propiedad privada multinacional?”,
La Jornada, 3 de noviembre, 2017.
6 Ibidem.
7 Centro de Estudios para el Cambio en el Cambio Mexicano (Ceccam), “Alerta Roja, maíz
transgénico en México, en El Surco, boletín del Ceccam, núm. 2, abril de 2013.
8 Sergio L. Ornelas, “Inside Mexico Processed Food Industry”, MexicoNow núm. 79 http://
www.mexico-now.com/index.php/past-issues/27-mexiconow-issue-79
9 Ibidem.
10 “Pervasive Presence...” op.cit.
11 Unidad de Inteligencia de Negocios, ProMexico, gobierno mexicano, Análisis Sectorial,
Alimentos Procesados, pdf, 19 de febrero de 2016. https://www.gob.mx/promexi-
co/acciones-y-programas/alimentos-procesados
12 Francisco Hernández, “México es el segundo entre 200 países para PepsiCo”, El Finan-
ciero, 14 de noviembre, 2017, http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/mexico-
es-el-entre-200-paises-para-pepsico.html
13 Ibidem.
14 Unidad de Inteligencia de Negocios, ProMéxico, op.cit.
15 Bolsa Mexicana de Valores, “Aumentan ganancias del Grupo Bimbo en el tercer tri-
mestre de 2017”, 27 de octubre, 2017, http://bolsamexicanadevalores.com.mx/
ganancias-bimbo/
16 Redacción, “Ventas de Walmex superan el crecimiento de la ANTAD”, El Economista,
27 de agosto, 2017, https://www.eleconomista.com.mx/mercados/Ventas-de-
Walmex-superan-crecimiento-de-la-ANTAD-20170727-0037.html
17 Cecilia Barría, “Una nueva tienda cada 8 horas: cómo la mexicana Oxxo se convirtió
en la mayor tienda minorista de América Latina”, BBC Mundo, 2 de octubre, 2017.
18 GRAIN, “Libre comercio y la epidemia de comida chatarra en México”, 2 de marzo, 2015,
https://www.grain.org/es/article/entries/5171
19 Cecilia Barría, op.cit. Eréndira Espinoza, “Cuántas tiendas Oxxo hay en México”, Dinero

141
en Imagen, 30 de octubre, 2017: “Al cierre del tercer trimestre de 2017, la cadena
operaba 15,999 unidades, por lo que, debido a su ritmo de aperturas, en este
momento debesumar más de 16 mil”, http://www.dineroenimagen.com/2017-10-
30/92472
20 Silvia Ribeiro, “Tortillas envenenadas”, La Jornada, 28 de octubre, 2017, http://www.
jornada.unam.mx/2017/10/28/opinion/023a1eco
21 Francisco Bolívar Zapata, Jorge Herrera Estrella y Agustín López-Munguía Canales, “Pre-
sencia de maiz transgénico de importación en México, 20 años de inocuidaden
productos derivados para consumo y animal, Gaceta UNAM, núm 4917, 6 de no-
viembre, 2017.
22 “Presencia de maíz transgénico y glifosato en nuestro alimento: sin evidencia científica
de no toxicidad”, Gaceta UNAM, número 4924, 30 de noviembre, 2017,

Fotografía: Graciela Iturbide

142
Fotografía: Rodolfo González Figueroa

143
Necesidades y equívocos
alimentarios
Verónica Villa
Grupo ETC

El producir para el mercado introdujo un obstáculo


entre la producción y el consumo. Esta mediación es que lo
producido ya no necesariamente se adecúa a lo necesitado,
sino al mercado. Entre producción y satisfacción se interpone
el mercado, y posteriormente el capitalismo.

1. Fundamentos materiales de la existencia humana. Dice


Karl Polanyi que es un hecho innegable que los seres hu-
manos tienen necesidades fundamentales materiales, y que
deben derivar su subsistencia de una interacción constante
con sus entornos naturales1. Karl Marx, en sus Tesis sobre
Feuerbach, plantea una definición de la actividad humana
(praxis) que radica en su carácter real y objetivo: la acción
transformadora que se ejerce sobre la materia prima, sobre
los medios o fuerzas productivas2. Así que la premisa de la
existencia humana es el sustrato material del que deriva su
mantenimiento, sobre el que se asienta, desarrolla y com-
plejiza.
La primera necesidad podría entenderse como lo que
Bolívar Echeverría llama la praxis económica: el proceso de
trabajo que asegura la supervivencia, que además de “ven-
cer la escasez” es una actividad “ilimitadamente creadora,
capaz de provocar y satisfacer cualquier tipo de necesida-
des”3.
No puede negarse la materialidad del cuerpo humano
y del mundo en el que existe. Esta materialidad es el susten-
to de cualquier construcción subjetiva, histórica, cultural de

144
las necesidades y sus satisfactores: si no existe el cuerpo que las anhele y las
gestione, no existe nada.

2. Las necesidades como el momento de síntesis y reproducción de la vida hu-


mana. El sujeto social humaniza la naturaleza y el resultado de esa humaniza-
ción es el punto de partida para nuevas modificaciones del mundo. Los bienes
que produjo al trabajar, al asegurar la supervivencia, son lo que consumirá para
recomenzar la dinámica de transformación, trabajo, producción o humanización
del mundo. El sujeto social es quien transforma, pero también es transformado
a partir de lo que hereda de quienes le antecedieron en la acción. Lo necesa-
rio para seguir adelante, el conjunto de condiciones, aprendizajes, instrumen-
tos, impulsos y materiales que hacen posible la continuidad de la vida humana,
constituye el “sistema de necesidades” del sujeto social4.
Producir (hacer uso y refinamiento de las habilidades, de la capacidad de
humanización y transformación de la naturaleza) y consumir (el momento de la sa-
tisfacción de las necesidades de supervivencia y la creación de nuevas necesida-
des, momento de síntesis), son dos estadios del mismo devenir social, separables
únicamente para entenderlos, pero en movimiento permanente y protagonizados
por los mismos sujetos: todos producen y consumen todo el tiempo. En el momen-
to del consumo se satisfacen las necesidades para la reproducción del individuo y
del mundo que vamos recreando y modificando. La forma natural de la reproduc-
ción humana supone esta adecuación entre capacidades y necesidades.

3. La ruptura en el flujo natural de satisfacción de las necesidades. Sin embargo


la economía de mercado, y posteriormente el capitalismo, introdujo una mediación
en este flujo de producción y reproducción, en esa adecuación de las capacidades
infinitas para con las necesidades abiertas. El producir para el mercado introdujo un
obstáculo entre la producción y el consumo. Esta mediación es que lo producido ya
no necesariamente se adecúa a lo necesitado, sino al mercado. Entre producción y
satisfacción se interpone el mercado, y posteriormente el capitalismo. En palabras de
Bolívar Echeverría, en la época moderna, “el proceso natural de reproducción [de los
seres humanos] no obedece a un telos (fin o propósito) propio capaz de sintetizarlo
sino a uno ajeno —enajenado— que es el telos cósico del valor instalado como suje-
to que se autoafirma, que se valoriza: el telos de la acumulación de capital.”5
Desde la perspectiva de la crítica del capitalismo, el hecho de que se haya
roto el metabolismo natural entre la naturaleza y la humanidad llevó a reprodu-
cir sistemáticamente la situación de escasez entendida como la permanente in-

145
satisfacción de las necesidades6. Luego esta insatisfacción se “naturalizó” como
parte de la condición humana.
David Cayley hace la crítica de este proceso a partir de Karl Polanyi, quien
llamó “falacia economicista” el pensar que la economía de mercado (definida
liberalmente como la asignación de medios escasos a fines alternativos) es la
forma en que la humanidad resuelve su subsistencia. “Hacer lo mejor con lo que
se cuenta” es dar por hecho que la gente quiere más de lo que puede tener, que
nunca hay lo suficiente para la satisfacción de todos. Equivale a decir que la
escasez es una premisa y que por lo tanto, la gente debe pelear por los bienes
escasos. Es asumir que la competencia y la insatisfacción crónica de las necesi-
dades son propiamente humanos7.
Además de considerar las necesidades como una carga que se padece y
como fuente inagotable de frustración, ocurre el sometimiento de las capacida-
des humanas a la producción de objetos que incluso se crean para terminar con
la vida misma ( por ejemplo armas).
Los debates sobre las necesidades (qué son, cómo se configuran, cómo se
resuelven) son muchos y están abiertos. Sin embargo estas breves premisas des-
de la perspectiva de la crítica del capitalismo ayudan a entender algunos de los
problemas actuales de la alimentación, siendo ésta una de las necesidades fun-
damentales innegables del ser humano, aparte de la diversidad de sus formas
históricas y culturales.
Otro matiz de la ruptura entre capacidades y necesidades. Iván Illich argu-
menta que el sistema económico dominante ha introducido una lógica de de-
sarrollo que consiste en expropiar las capacidades que tienen las comunidades
para resolver su vida en términos propios (autonomía, autodeterminación) y en
su lugar satisfacer las necesidades con bienes de mercado. Expropiar las capaci-
dades, explica Illich, incluye el despojo de los medios y los objetos de la produc-
ción, del trabajo, pero también la censura de los saberes locales, las tradiciones,
las tecnologías adecuadas, (el derecho al precedente), el lenguaje, la percepción,
y todas las formas de expresión del intelecto, el espíritu y la epistemología8.
Jean Robert llama a este momento en que se despoja a las comunidades de
sus fuentes y medios de subsistencia “la enajenación originaria”,9 el momento
en que “la destrucción de capacidades autónomas permite crear las necesidades
de bienes económicos”. Es decir, que para poder expandirse, el capitalismo des-
habilita a las comunidades y las sociedades impidiéndoles resolver de manera
congruente el metabolismo entre la producción y el consumo. Illich le llama a
esto: “man made misery” —miseria fabricada por los propios seres humanos 10.

146
Entre más deshabilitados estemos como personas y como colectivos, más
necesitaremos de alguien o algo fuera de nuestro control para satisfacer las ne-
cesidades. Y no se detiene allí: quien venga tendrá el poder de indicar qué ne-
cesitamos, lo que Illich calificó de monopolio radical: la situación en que cada
persona y cada comunidad se convencen de que lo que necesitan es lo que les
ofrecen los monopolios: la alimentación que necesito es la que promueven las
corporaciones, o los grupos de expertos (nutriólogos, funcionarios de la FAO,
médicos); la forma de obtenerla siempre debe tener la lógica industrial. En este
punto, las necesidades se hacen equivalentes a las mercancías. Se crea y se ex-
pande una red de especialistas cuya misión es convencernos de que necesita-
mos lo que ellos dicen, a semejanza de como trabaja la mafia11.

4. La canasta básica y la comida chatarra12 En México, en el momento en que


la industrialización requirió fuerza de trabajo barata (para la sustitución de im-
portaciones y procesos paralelos como el crecimiento urbano, el tendido de ca-
rreteras, puentes, comunicaciones en general) fue muy importante que hubiera
alimentos producidos a bajo costo13. Estos alimentos provenían de las unidades
campesinas que se reproducían bajo la lógica de la subsistencia, no para colocar
excedentes en el mercado, y sin embargo, siendo México a mediados del S. XX
un país aún eminentemente rural, esta agricultura de autosustento daba de co-
mer, a precios no fijados por el mercado, a toda la población rural e hizo posible
la migración de fuerza de trabajo subsidiada hacia las urbes para consolidar los
procesos de industrialización. El establecimiento de precios de garantía, los sub-
sidios directos a la producción agraria, el tope de precios, todo eso contribuyó a
mantener barata la canasta básica y por lo tanto, salarios bajos.
Esta lógica de mantener bajos los salarios manteniendo bajo el costo de
reproducción del trabajador no ha cambiado, solamente que ahora las calorías
necesarias para desempeñarse —hacer los colados de los edificios, aguantar el
trayecto a la oficina o a la fábrica, trabajar en la parte más pesada del manteni-
miento de la mega urbe, o cualquier actividad que contribuya a la valorización del
capital— provienen principalmente no de la agricultura campesina, sino del siste-
ma industrial de producción de alimentos, basado en unos pocos cultivos a partir
de los cuales se confeccionan comestibles de larga vida de anaquel, con alto con-
tenido de azúcares, sales y grasas además de los conservadores, saborizantes, aro-
matizantes y mejoradores de la apariencia (texturizadores, colorantes, etcétera).
Michael Pollan ha reconstruido la historia de las “necesidades nutricias”
en Estados Unidos. En sus recuentos explica cómo han ido conformándose los

147
modelos de nutrición promovidos desde el Estado (en su rol de garante de la
salud y bienestar de los gobernados), o los indicadores de la ingesta mínima
y máxima de diversos nutrientes, según se desarrolla la producción y venta de
ciertos cultivos. Es decir, la agricultura industrial promueve sus excedentes, y sus
mercaderes pueden incluso comisionar estudios científicos para colocar exito-
samente éste o aquel ingrediente, derivado de éste o aquel cultivo. Pollan dice
que los estudios científicos que han promovido en su turno la margarina, la dieta
baja en carbohidratos, los licuados de clorofila, los quesos y leches de soya, los
endulzantes de maíz, los súper alimentos (hoy en día tenemos al coco, la chía y
la quinua) son, más que nada, relaciones públicas e ideología en argot técnico
pagada por la industria de los alimentos procesados.14 (2008).
Está el caso de la fórmula que sustituye al amamantamiento. Aparejada con
innovaciones en la división del trabajo que posibilitaron que las mujeres acce-
dieran a trabajos (y salarios) fuera de la casa, la “leche maternizada” se ha ido
colocando hasta el día de hoy como algo necesario para que los niños sobrevivan,
incluso si la madre tiene buen tiempo de amamantar. Desde su primera noche en
la Tierra, los bebés reciben el golpe de azúcar del cual será muy difícil liberarse
por el resto de sus vidas. Las familias tienen que destinar enormes presupuestos
a comprar fórmulas y toda la parafernalia necesaria por un mínimo de dos años.
Como a los niños les hace bien lo dulce, lo pleno de glucosa, y efectivamente ga-
nan peso muy rápido, las leyes laborales sobre permisos de maternidad han que-
dado intocadas por décadas. Gabrielle Palmer afirma que si todos los bebés que
nacen en el mundo recurrieran de entrada a la alimentación en botellas, las ganan-
cias anuales de las compañías que fabrican la leche “maternizada” se incrementa-
rían más de 5 veces. Es éste el mercado tras el que van. Entre las familias pobres
del planeta la adquisición de fórmula, botellas y esterilizadores drena una buena
parte de sus ingresos. En el espejismo de nutrir al más pequeño, se empobrecen
y desnutren todos los demás. Entre más aceptada es la leche artificial, más crecen
las ganancias de los fabricantes. La fórmula para bebés es el alimento más caro
en las compras cotidianas de cualquier familia, rica o pobre. En Nigeria una ración
cuesta más de 2.5 salarios mínimos. En Uganda llega a costar 9 salarios mínimos15.
El sociólogo Jorge Veraza explica, a partir del concepto “subsunción del
consumo”16, cómo el capitalismo hace que los sujetos necesitemos lo que el
capital produce en términos de nuestra reproducción inmediata: lo que consu-
mimos en la vida cotidiana, sean alimentos, ropas, relaciones, emociones espe-
cíficas, “estilos de vida”, de tal modo que los sujetos son producidos a como el
sistema requiere.

148
La imposición de patrones de consumo y la subsunción del consumo se
complementan, o pueden entenderse como aspectos del mismo fenómeno. Por
un lado ciertas mercancías alimentarias se presentan como las mejores opciones
(porque hay excedentes o porque imponerlas en los puntos de accesibilidad y
ponerlas de moda es muy rentable) y por otro lado el “productivismo paroxísti-
co”17 que demanda el ritmo de trabajo en la actualidad, solo puede cumplirlo el
cuerpo humano a partir del consumo específico que ofrece el sistema.
Así que por un lado tenemos la “creación de necesidades”, mediante pro-
paganda, para que el mercado de bienes y servicios fluya; pero por otro tenemos
que en verdad son necesarias las calorías de rápida absorción que brindan los
refrescos, las grasas hidrogenadas, las harinas refinadas que se encuentran en
cualquier producto de las tiendas “de conveniencia” Oxxo, 7Eleven, Super-K, y
todos los supermercados. Esto constituye la “dieta neoliberal”18.
El resultado, para Illich, a la vuelta de la enajenación de las capacidades,
es la “tantalización de las necesidades”19 es decir que dentro de las economías
orientadas al mercado y la “cultura de la commodity”, los satisfactores tienen
una contrafinalidad intrínseca: lo que dicen resolver lo empeoran, en vez de dar
vida, dan muerte20. Veraza dice: “la alimentación se encuentra predeterminada
en forma sistemática y, en el caso de la nuestra, por cierto, en un sentido alta-
mente nocivo para la salud”.21
Regresando al caso mexicano: mantener a la baja los salarios resolviendo
la canasta básica con harinas refinadas y azúcar ha redundado en diabetes, hi-
pertensión y obesidad22. Cada vez hay mayor evidencia científica de que la apa-
rición y prevalencia de la diabetes se debe a factores nutricionales23. “La dieta
neoliberal coincide nítidamente con el crecimiento del sobrepeso y la obesidad
a niveles de epidemia.”24 En México la diabetes ya es la primera causa de muer-
te y se espera que aumente 40% en los próximos 10 años25. Se calculaba que
100 mil mexicanos morirían de diabetes en 201526. Siete de cada 10 personas
en México padecen sobrepeso y 3 de cada 10 niños. México es el primer lugar
mundial de obesidad y sobrepeso en niños y el segundo en adultos27.
En el ámbito global, la FAO espera que la obesidad se duplique para 2030.
Las pérdidas en productividad y en gastos por enfermedades relacionadas con la
malnutrición y el sobreconsumo excedieron ya los 4 billones de dólares por año,
equivalentes a más de la mitad del valor mundial del mercado de comestibles 28.

5. Algunas preguntas finales. Así que la pregunta no es si las necesidades actua-


les son falsas o verdaderas, sino ¿de quién son? ¿son realmente del sujeto, o del

149
capitalismo? Un sujeto en libertad para trabajar en lo que quiera, ¿necesitaría el
golpe de glucosa que hace a los obreros salir a enfrentar la ciudad y la fábrica?
Una mujer que contara con toda la certeza material y emocional para ser
madre ¿necesitaría las fórmulas? Tendríamos que entender cómo algunas “ne-
cesidades” son en realidad la imposición de ciertos patrones de consumo. El
problema con la comida chatarra es precisamente cómo los satisfactores, los
bienes que se producen para satisfacer las necesidades, en realidad tienen una
finalidad ajena, que es el apuntalamiento del sistema económico de mercado.
Es un hecho que el debate sobre las necesidades no está cerrado, pero eso
no obsta para que sea posible hacer una crítica del contenido de las necesida-
des. La crítica de la satisfacción de las necesidades es una cuestión de vida o
muerte, literalmente.

Notas

1 Es la explicación que el escritor David Cayley retoma de Karl Polanyi, a partir de La


gran transformación y otros trabajos, en su serie de programas para CBC Radio
“Markets and Society.” Programa número 3, subido a la red en octubre de 2014.
Disponible en http://www.davidcayley.com/podcasts/?category=Karl+Polanyi
2 Tonda M. Concepción (2014) La definición de cultura en Bolívar Echeverría. México:
UNAM-FCPyS
3 Echeverría, Bolívar (1998) La contradicción del valor y el valor de uso en El Capital
de Karl Marx, p. 44
4 Tonda, op.cit., p. 24
5 Echeverría, op.cit., p. 10
6 David Cayley, op. cit.
7 Ibidem.
8 Illich, Iván (2006). La convivencialidad, en Obras Reunidas I, México: Fondo de Cul-
tura Económica.
9 Jean Robert, “Crisis económica y territorialidad”, Biodiversidad, sustento y culturas
número...
10 Illich, Iván (1978). “Tantalizing Needs”, en Towards a History of Needs, Nueva York:
Pantheon Books-Random House.
11 Op.cit nota 8.
12 Definición de comida chatarra por Gerardo Otero (2015): “Entendemos por comida
chatarra aquellos alimentos altamente procesados, como harinas refinadas de
cereales complejos y azúcar refinada, aceites vegetales y, desde luego, mucho

150
de la comida de los restaurantes de «comida rápida». Los tres aditivos prin-
cipales de estos productos son sal, grasa y azúcar. Existe toda una «ciencia»
desarrollada desde los años setenta para determinar la combinación «ópti-
ma» de estos ingredientes: la que logre el «punto de éxtasis» (bliss point en
inglés) para el consumidor. El objetivo principal de la comida chatarra es que
tenga un sabor tan atractivo que cause adicción e incremento de ventas. Nada
tiene que ver con las necesidades nutricionales ni la vida saludable. Lo que
importa son las ganancias.”
13 Ésta es una explicación que proponen Armando Bartra y Blanca Rubio para dar
cuenta de la industrialización en México y el papel de la economía campesina.
Blanca Rubio habla de “la contradicción irresoluble” entre agricultura e indus-
tria en México, que es el desarrollo de la industria a expensas de la economía
campesina. Rubio, Blanca (1987). Resistencia campesina y explotación rural en
México. México: ERA
14 Pollan Michael, (2008) In Defense of Food. New York: Penguin
15 Palmer, Gabrielle (1998) The Politics of Breastfeeding, Reino Unido: Pandora Press
16 Subsunción del consumo bajo el capital: “De hecho el sometimiento del consumo
ocupa un lugar estratégico en el sometimiento de la sociedad toda porque es el
momento final en el que queda englobado el proceso de vida de la sociedad, es
decir, el momento a partir del cual se reproduce en términos celulares y espiri-
tuales cada individuo. No se extrae plusvalor en esos ámbitos, pero en ellos se
garantiza que se explote plusvalor a todo lo largo y ancho del proceso de trabajo
local, nacional y mundial. (Veraza: 2007).
17 Veraza, Jorge (2007) Los peligros de comer en el capitalismo. México: Itaca
18 Otero, Gerardo (2014) “Dieta neoliberal y comida chatarra”, en Observatorio del
Desarrollo, Volumen II No. 6. México.
19 Tantalizar: provocar deseos irrealizables
20 Ivan Illich, “Tantalizing needs”, op.cit, p. 93
21 Veraza, op.cit.
22 GRAIN (2015). “Libre comercio y la epidemia de comida chatarra en México”.
En www.grain.org/es. Versión electrónica: http://www.grain.org/article/
entries/5201-libre-comercio-y-la-epidemia-de-comida-chatarra-en-mexico
23 Periódico Crónica, “Día mundial de la diabetes”, 11 de noviembre de 2010. http://
www.cronica.com.mx/especial.php?id_nota=543505
24 Otero, op.cit.
25 Crónica, op. cit.
26 CNN-México: http://mexico.cnn.com/salud/2013/10/29/100000-mexicanos-mo-
riran-por-diabetes-en-2015-calculan-expertos

151
27 Secretaría de salud del Distrito Federal, consultado el 12 de junio en : http://www.
salud.df.gob.mx/ssdf/index.php?option=com_content&task=view&id=4034
28 Grupo ETC (2014). “En el caos climático quién nos alimentará. La cadena industrial
de producción de alimentos o las redes campesinas.” Disponible en http://
www.etcgroup.org/es/content/con-el-caos-climatico-quien-nos-alimentara

Revista Biodiversidad, sustento y culturas,


número 92, mayo de 2017.

Fotografía: Rodolfo González Figueroa

152
Fotografía: Rodolfo González Figueroa

153
Los cuidados
que sostienen al mundo
María Verónica Villa Arias

Grupo ETC

M e voy a referir a un problema acuciante, que es el proble-


ma de la crisis de alimentación en el mundo. El problema
se esboza por todos lados como insuficiencia de alimentos,
pues la población crece exponencialmente y no habrá comida
que alcance. Según los expertos en nutrición de la ONU, más
de 800 millones de personas padecen hambre y más de la
mitad de la humanidad tiene problemas relacionados con la
alimentación. Sin embargo, no solamente NO se trata de es-
casez de comida, sino que además quienes están brindando
una solución a esa crisis, quienes están subsanando la subsis-
tencia de la mayoría de la humanidad, (Grupo ETC: 2014) son
pueblos y comunidades campesinos, acusados de atrasados
e ineficaces, los pueblos vernáculos del mundo.
“Hay sistemas alimentarios que no sabemos que no
conocemos”, dice el Grupo ETC. (2014). No los conocemos
porque asumimos como inevitable que todo debe producir-
se por medios industriales. Presas de este monopolio radi-
cal, alimentar al mundo solo podría hacerse con agricultura
industrial.
Por otro lado, en las administraciones públicas se con-
sidera que lo que producen los campesinos es demasiado
poco para investigarlo y también porque los mismos cam-
pesinos no se dan el trato de la estadística formal. Una vez
que indagué a una organización de agricultores de Oaxaca
sobre sus altibajos productivos me dijeron: “no hacemos
esas cuentas porque no nos sirven. Quienes quieren saberlo

154
asumen que no somos eficientes, así que no vamos a contar para demostrarles,
nosotros mismos, que somos ineficaces en sus términos. Lo que pudiéramos re-
gistrar no entra en sus parámetros de lo que vale la pena.” Así andan los registros
de producción de más de 550 millones de parcelas campesinas en el mundo, de
los 190 millones de pastores, mil millones de agricultores urbanos y 800 millo-
nes de pescadores artesanales. (ETC: 2014). Esos son los sistemas alimentarios
que no sabemos que no conocemos.
Más del 90% de las y los agricultores del mundo son campesinos e indíge-
nas, pero acceden a menos de la cuarta parte de la tierra agrícola mundial. (GRA-
IN: 2014). Y sin embargo, con ello producen, según estudios diversos, entre el 50
y el 70 por ciento de la comida que mantiene viva a la gente. Sustentos básicos
(cereales, leguminosas, tubérculos) pero también animales, frutas y hojas verdes
que se distribuyen en mercados locales en cantidades importantes, total o par-
cialmente al margen del mercado, y llegan a sitios inaccesibles para los contene-
dores rodantes que distribuyen los paquetes de alimentos procesados de marca.
Si asumimos la perspectiva de los historiadores a contrapelo (Gilly: 2006),
que develan cómo casi la totalidad de la actividad económica la llevan a cabo
esa inmensa mayoría de seres humanos sin lugares prominentes en las cifras
oficiales, ni en las inteligencias de derecha o izquierda, ni en los liderazgos de
opinión, ni en los debates entre élites; si asumimos esa perspectiva, es fácil com-
prender el hecho de que la mayoría de la alimentación que nos mantiene con
vida la provee esa miríada de redes campesinas y urbanas de subsistencia. (Y
estamos así rompiendo el monopolio radical que presupone que sólo la indus-
tria puede resolver el problema de alimentar a una población planetaria cada
vez más numerosa).
Se trata de pueblos con diversos grados de autonomía, de soberanía en lo
que permanece de sus mundos vernáculos, pero también se trata –y esto es muy
sorprendente— de colectivos que quieren darle la vuelta vivir comprando todo:
organizaciones en el campo y en la ciudad, personas y colectivos que de alguna
forma quisieran ser como los pueblos vernáculos.
El colectivo de investigación en el que participo (el Grupo de Acción sobre
Erosión, Tecnología y Concentración) se planteó recientemente preguntas como
¿quién nos alimenta hoy? ¿cuánta diversidad alimentaria tenemos y cuidamos?
¿cuál es el estado de los bosques? ¿qué nos está ocasionando la industrialización
de la comida? ¿cómo se usa la energía para producir alimentos? ¿cuánta comida
se desperdicia? ¿cuál es la relación entre trabajo, salud y producción industrial o
campesina? Y estas son algunas de las respuestas que estamos obteniendo:

155
En estos días, con un cuarto de la tierra que se utiliza globalmente en la
agricultura y con el 30% de los recursos mecánicos, hídricos, fertilizantes y com-
bustibles, las redes de subsistencia (que incluyen campesinos, pastores, pes-
cadores artesanales, recolectores y combinaciones de todo ello), junto con los
agricultores urbanos, producen mayor cantidad, diversidad y calidad de alimen-
tos que las cadenas de la agricultura industrial.
La agricultura industrial se enfoca en únicamente 12 especies. Desarrollar
un nuevo cultivo biotecnológico puede llegar a costar 136 millones de dólares.
Las redes campesinas manejan más de dos millones de variedades de plantas
y animales, y los desarrollan sin ningún costo comercial. La pesca industrial se
especializa en 360 especies y cultiva en cautiverio otras 600, mientras que los
pescadores artesanales cosechan 15 mil especies de agua dulce y un número
desconocido de especímenes marinos. Más de mil quinientos millones de habi-
tantes obtienen su proteína de la pesca no comercial.
En el caso de los bosques, el mercado de productos maderables promueve
plantaciones de 450 especies mientras que los habitantes de los bosques cui-
dan más de 80 mil tipos de árboles, arbustos, trepadores y plantas medicinales.
Se calcula que mil 600 millones de personas habitan esos espacios “ocio-
sos” que el capital no ceja en agredir para meterlos al mercado de tierras. 80%
de las poblaciones de los países en desarrollo acuden para satisfacer o comple-
mentar sus necesidades terapéuticas a plantas crecidas en los bosques, selvas
humedales (cultivadas en traspatios, balcones o azoteas). Estos lugares “subutili-
zados” son clave para enfrentar el caos climático por su capacidad de absorción
de gases contaminantes.
La comida procesada ha ocasionado más o menos desde 1950 que se
pierdan los nutrientes (pues al procesar cultivos fumigados se destruyen sus
minerales); que las dietas se uniformen, que la diversidad se reduzca, y que
hay un aumento dramático de enfermedades crónicas como la obesidad y la
diabetes, la hipertensión, y ciertos tipos de cáncer relacionadas con la alimen-
tación.
Las emisiones de gases con efecto de invernadero provenientes de la ali-
mentación industrial (con los desmontes para monocultivos, con el uso de fertili-
zantes –cuya fabricación es origen de gases en sí misma— con la transportación
trasatlántica, el embalaje, la refrigeración y la basura resultante) dan cuenta de al
menos el 50% de los gases que ocasionan el calentamiento del planeta.
Casi el 80% del agua dulce disponible en un año se utiliza en agricultura
industrial y procesamiento de alimentos. El agua que se utiliza el procesamiento

156
industrial de alimentos y bebidas en un año podría cubrir las necesidades do-
mésticas de 9 mil millones de personas.
Entre el 33 y el 40 % de la comida producida con agricultura industrial se
desperdicia cada año, por los estándares de producción, por la transportación y
almacenamiento, en los procesos de producción y en los hogares donde llega y
finalmente se echa a perder o no se consume.
Más de dos mil millones de personas en el planeta tienen deficiencias nu-
tricionales y más de 400 millones tienen sobrepeso u obesidad. El consumo de
carne en los países ricos rebasa en más de dos veces las recomendaciones de
la Organización Mundial de Salud. Por cada dólar que pagamos en comida pro-
ducida en la cadena industrial, la sociedad planetaria paga otros dos dólares en
remediar desastres ambientales y curar enfermedades.
¿Cómo es posible que con menos de un cuarto de toda la tierra agrícola
del planeta, los pueblos y comunidades campesinos provean casi el 70% de la
alimentación que nos mantiene con vida como humanidad?
Esos pueblos, comunidades y colectivos calumniados de obstaculizar la
modernización, despliegan una potencia que no se enfoca solamente en arran-
carle la comida a los suelos. Son quienes aún mantienen un tramado de prácticas
y saberes que pese al embate modernizador de los gobiernos, de las agencias
de financiamiento y de las mega-corporaciones, persiste, a veces como aparente
inercia, otras con una reflexividad impresionante, otras veces más en el flujo del
desastre, en medio de la vorágine y la incertidumbre.
El tramado de cuidados que sostienen al mundo no se reduce a sembrar y
cosechar “cosas que se coman”. En el caso de México, los pueblos campesinos no
sólo conservan el maíz (cuyo futuro es objeto de debates mundiales). Los pueblos
campesinos son quienes resguardan la diversidad de bosques, y con ellos, los ci-
clos del agua y del aire, y en esos territorios cuyo eje es la milpa, las comunidades
tienen la posibilidad de negarse al extractivismo y la imposición de megaproyec-
tos. Así que los pueblos vernáculos de México no sólo arrancan alimentos a la tie-
rra. Con esas formas pertinentes de relación con los territorios, que se materializan
en lenguas, modos, ropas, músicas, ritos, celebraciones, organización, luchas, los
pueblos vernáculos de México son núcleo de soberanía nacional.

1) En 2013, el Tribunal de los Pueblos, en su capítulo México, escuchó el testimo-


nio de un colectivo de jóvenes de Jalisco. Hijos de agricultores comerciales, acusa-
ban a sus papás por enseñarles el miedo y la desesperanza… Denunciaban que sus
mayores los estaban desanimando a relacionarse con el campo, con la naturaleza,

157
porque la única forma que conocían, la agricultura comercial, es desastrosa, es mal
pagada y sin futuro. (¡En eso tienen razón!). Hagan algo que no los meta en pro-
blemas, les dicen sus papás. Los regañan porque quieren sumarse al movimiento
bicicletero de Guadalajara, o porque protestan contra los cultivos transgénicos.
Pero los jóvenes no dicen que quieren convertirse en empresarios agrícolas. Dicen
que quieren tener el derecho de ser campesinos. (GRAIN: 2014b).

2) Hace poco conocí un “bosque comestible”: en dos hectáreas de tierra yerma,


destruida por la agricultura industrial, alguien removió la tierra, construyó decli-
ves y se puso a reunir especies de latitudes hermanas, de lugares separados por
glaciaciones, por aumento de océanos, por desertificación, por reacomodo de las
placas tectónicas; pero también separados por guerras o tratados de paz, o luga-
res con especies extinguidas por revoluciones verdes, por agricultura comercial y
por mera urbanización. Comenzamos la caminata por el bosque comiendo rosas
de Mongolia, directas del rosal. Seguimos con manzanas silvestres de Azerbaiján,
membrillos de Turquía, peras japonesas; recogimos para la cena unos 20 tipos
de hongos; para el desayuno, avellanas, moras rojas, negras, grandes, chicas, áci-
das, dulces; kiwis, nueces, castañas, grosellas. Había frijoles silvestres de varios
tipos, almendras, higos, lentejas… Ese bosque brinda según temporada más de
400 especies comestibles. Tiene más especies de insectos y aves que los par-
ques naturales de ese país (Holanda). Lo que pide este lugar, dice mi amigo, es
acompañar los procesos libres que hacen los bosques para crecer y mantenerse.
En 6 años ocurrieron procesos que quienes hicieron este bosque esperaban que
ocurrieran en 10 o más años. Están abriendo el entendimiento para alimentarse
de otros cultivos además de los 12 “más famosos” en los que se enfoca el siste-
ma industrial de producción de alimentos. Calculan que el ciclo de restauración
total de los bosques puede reducirse 50 años de lo que ahora se calcula.

3) Acá en México, durante la presentación de un libro con recetas de platillos


elaborados con lo que hay en la milpa “estándar”, un campesino mixteco de Oa-
xaca dijo que estamos acostumbrados a ver al bosque como algo muy grandioso
y a la parcela campesina como algo pequeño en comparación. Dijo que la milpa
es precisamente un bosque donde convive todo, lleno de matices y de espesura,
donde todos los seres pueden existir y potenciarse.

4) Durante los años 1992 y 2010 en el Estado mexicano dirigió una cruzada con-
tra la propiedad colectiva de la tierra, una campaña nacional para que las tierras

158
de cultivo se “regularizaran” en títulos de propiedad individuales, y que toda esa
tierra entrara en el mercado, junto con la proletarización de sus habitantes. A la
vuelta de 20 años únicamente menos del 30% de los campesinos registró sus
tierras a título individual para poder venderlas, lo que tiene francamente intriga-
do al Banco Mundial.
En México se siembran y cosechan casi 22 millones toneladas de maíz, de
las cuales 14 millones de toneladas se cultivan con semillas que provienen de la
cosecha propia, en tierras colectivas. Más de 8 millones de toneladas se destinan
a la subsistencia de las comunidades sin pasar por el mercado. (CECCAM: 2013).
Eso es sumamente subversivo.
Puede ser que estemos viendo el momento de la historia en que no sólo
estudiamos las dinámicas económicas campesinas como parte de una etnografía
de los sistemas económicos “alternos” o “subalternos”, o cómo se hacen las cla-
sificaciones y los registros de aquello que está por extinguirse; sino que es muy
visible, muy evidente, el proceso de reflexiones y de acciones desde lo profundo
de las comunidades vituperadas, calumniadas de ineficaces, desgarradas por las
migraciones, arrinconadas en las mega-urbes.
Aún sigue sin comprenderse plenamente la distinción que hizo Iván Illich
sobre la subsistencia autónoma (con sus límites y sus problemas a resolver) y la
miseria en la que caemos cuando se nos imponen los planes de desarrollo, las
tecnologías, la modernización y lograr ese entendimiento es una tarea urgente.
En una reunión reciente de la “Red en Defensa del Maíz”, llegamos a la con-
clusión de que defender la vida campesina es un imperativo para todos, no solo
para los pueblos vernáculos que persisten. Como explica la organización GRAIN,
la tierra en manos campesinas es cada vez menor y si esta tendencia persiste no
serán capaces de continuar alimentando al mundo.
Andrés Barreda, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, cofun-
dador de la Red en Defensa del Maíz lo dijo así al resumir las disuciones de la
última reunión de la Red en este 2016:
“La resistencia campesina tiene un claro significado universal para toda la
gente porque defiende y muestra el sentido de la subsistencia autónoma, de
la posibilidad de ser libre manteniendo relación con la tierra, con el territorio.
Pero tiene un significado más, referido al peor drama de nuestro tiempo, el peor
drama que vive toda la humanidad en el momento actual, que es el de la ruptura
entre naturaleza y sociedad. Eso tiene a la humanidad no solo al borde del cam-
bio climático, la tiene al borde de desaparecer.

159
“La separación entre sociedad y naturaleza, que avanzó durante cientos
de años, en los últimos 80 alcanzó unos niveles brutales que ponen en peligro
la vida de todos los seres humanos. Los campesinos son quienes detentan en
vivo y en directo qué significa la relación entre la sociedad y la naturaleza. Es
muy importante subrayar este punto para percibir de otra manera la situación
de guerra social en la que estamos hundidos. Los campesinos se sienten solos.
Los indígenas se sienten solos en sus territorios. Imagínense cómo se sienten 9
millones de compañeros indígenas que ya se fueron a trabajar como jornaleros,
lejos de sus tierras, a los ranchos de agro-exportación. Sobre todo los que caen
en ranchos en los desiertos, nadie puede escaparse de allí. Cómo se sentirán los
obreros, sin el sentido de organización comunitaria de las comunidades campe-
sinas, cómo se sienten las mujeres víctimas de asesinatos masivos. O cómo se
sienten los jóvenes que no tienen ni en el campo ni en la ciudad —ni en la tierra
ni en el cielo— ninguna oportunidad de nada.
“Todos nos estamos sintiendo solos, pero los campesinos tienen un fuego
entre las manos. ¿Cuál es ese fuego que tienen? Es la relación con la naturaleza.
Tienen la brújula de cómo se compone el mundo. Si el capitalismo es algo, si algo
define el capitalismo, es que separa a la sociedad respecto de la naturaleza. Y
esta separación está llegando a un nivel que implica el suicido de la humanidad.
En esta situación de suicidio civilizatorio, la vida campesina tiene algo que sí es
significativo para toda la humanidad. Esto es muy importante de comprender,
que aunque seamos el último campesino en el planeta, eso no va a quitar nunca
en ningún momento, que somos quienes estamos teniendo la única posibilidad
de futuro.”

Bibliografía

Ceccam, Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, Boletín El Surco, no. 2,
2013. @Alerta roja, maíz transgénico en México”, en http://ceccam.org/node/774
GRAIN, Hambrientos de tierra. Los pueblos indígenas y campesinos alimentan al mundo con
menos de una cuarta parte de la tierra agrícola mundial, 2014.En https://www.gra-
in.org/es/article/entries/4956-hambrientos-de-tierra-los-pueblos-indigenas-y-
campesinos-alimentan-al-mundo-con-menos-de-un-cuarto-de-la-tierra-agricola-
mundial
GRAIN, Compilador. ¡No toquen nuestro maíz! El sistema agroalimentario devasta y los pue-
blos en México resisten. Sentencias del Tribunal Permanente de los Pueblos-México
sobre el eje Maíz, soberanía alimentaria y autonomía de los pueblos, 2014. México:
Itaca-GRAIN.

160
Adolfo Gilly, Historia a contrapelo. 2006, México: ERA.
Grupo ETC,. En el caos climático, quién nos alimentará. ¿La cadena industrial de alimentos
o las redes campesinas de subsistencia? 2014. En http://www.etcgroup.org/es/con-
tent/con-el-caos-climatico-quien-nos-alimentara
Iván Illich, Obras reunidas, México: Fondo de Cultura Económica.
Programa mundial de alimentos, 2006 “Hambre”, página web consultada el 10 de agosto
de 2016. En : https://es.wfp.org/hambre/datos-del-hambre

www.etcgroup.org/es
Agosto de 2016.

Fotografía: Rodolfo González Figueroa

161
CAPITULO V

Nuestras semillas
nuestros saberes

162
Fotografía: Graciela Iturbide

163
Nuestras semillas,
que son saberes,
que son semillas

»Junto a las miles de tareas que forman la diversidad de formas de


vida que tenemos los pueblos también está la naturaleza de la que
formamos parte y que nos ha permitido alimentarnos, sanarnos,
protegernos, vestirnos y gozar también de las maneras más diversas
y ricas»
En estas reflexiones, del cuidado más cotidiano y sutil a las
prefiguraciones de la ciencia crítica para oponerse a los inventos de
la tecno-ciencia, pasando por la reivindicación de la agroecología, y
lo que campesinas y campesinos impulsan todos los días desde sus
regiones, queremos mostrarles este mosaico: semillas que son saberes,
que son semillas.

La semilla es el corazón de la soberanía alimentaria. Está


tan claro para nosotras que, si nuestro corazón deja de latir,
inevitablemente se acaba la vida; si nuestra semilla desa-
parece se acaba la vida, nuestra vida, la vida de las comu-
nidades campesinas, de las comunidades indígenas. Pero
también se acaba la vida de la que respiran nuestros países.
Francisca Rodríguez en entrevista con Biodiversidad, sustento
y culturas, 2006.

Cuidar es también poder experimentar. La ribera del río Ca-


samance aloja kilómetros de manglares. Mariama Sonko nos
muestra las estructuras de madera donde tejen los cultivos
de ostras que campesinas y campesinos djola de la región
de Ziguinchor mantienen como parte de sus cuidados de la
vida y su soberanía alimentaria. Es la comunidad de Niagui,
en la costa atlántica de África, en Senegal.
Estamos en la sabana, plenas de árboles y arbustos y
humedales.

164
La gente de Niagui está muy involucrada en su soberanía alimentaria, con
semillas que les permitan sembrar sus propios alimentos.
Mariama Sonko, una de las comuneras que mantiene la tradición de cus-
todiar las semillas, nos muestra hileras de vasijas de barro de diversos tamaños
alineadas a las paredes de adobe de una casa en un barrio de la comunidad: “El
barro regula la temperatura, algo fundamental para conservar las semillas. Hace-
mos ollas especiales, y al guardarlas ahí las intercambiamos con más facilidad.
Las mujeres hacemos las ollas con sus tapas poniendo frases diversas a los cos-
tados para ayudarnos a reflexionar sobre las semillas y su importancia”.
Mariama Sonko aclara que no tienen la idea de promover bancos de semi-
llas, “porque lo más importante es la conservación a largo plazo de las semillas
‘activas’, es decir, semillas que todo el tiempo estén en los campos, y que sem-
brándose se intercambian entre cosecha y cosecha. Una variedad de arroz, de lo
más sembrada en la región, es la variedad ‘brikissa’ que todo el tiempo se inter-
cambia; y dura unos 50 días para sembrarla”. Con gran orgullo prosigue su relato:
“fue una mujer de ésas que en la ciudad llaman ‘analfabetas’ quien comenzó a
reconstituir las variedades tradicionales, porque entendió que las variedades
‘mejoradas’, convencionales, comerciales, erosionaban nuestras semillas tradi-
cionales, mucho más resistentes y adaptables a las veleidades del clima y la
humedad. Somos las mujeres quienes transmitimos los cuidados y saberes de
nuestras semillas de generación en generación. Surgen de tener confianza en
nosotras mismas. Las semillas convencionales no le permiten a la gente obser-
var, calcular, experimentar, porque vienen con recetas precisas que nos quitan
posibilidades. Hablamos de unas veinte variedades de arroz, hay sorgo, maíz y
mijo. Nosotras no queremos centralizar los cuidados. Promovemos autonomía,
porque además las condiciones están cambiando, la fertilidad del suelo se pier-
de, hay falta de lluvia, demanda de semillas. Las prácticas mantenemos, pero las
condiciones no son las mismas. GRAIN, en el Boletín Nyeleni número 38: Semillas
campesinas, el corazón de la lucha por la soberanía alimentaria, diciembre de
2019, https://nyeleni.org/spip.php?article733

En el horizonte de los milenios es difícil imaginar los cuidados que como obse-
sión continua emprendían uno tras otro —a modo de existencia— los pueblos,
las comunidades.
La gente, de sol a sol y a lo largo del año, buscaba afanosa el agua, recoger
en los días precisos las moras, las bayas, los tubérculos, las flores, las ramas, las
hojas, la sal, en los sitios especiales descubiertos en los recorridos de peregri-

165
naje estacional o simplemente cíclico. En ese recorrer el entorno fueron delimi-
tando los alcances de su saber, los alcances de lo compartido como grupo, como
familia, como colectivo-comunidad. Así fueron entendiendo dónde el agua, dón-
de los animales, cuándo la lluvia, qué iba con qué, cuáles los cuidados para hacer
más probable que algo, que todo, siguiera existiendo.
Y la reciprocidad que definía los descubrimientos, el cumplimiento de las
apariciones, fue delineando esos cuidados que, con los años y los siglos y los
milenios habrían de mantener la permanencia.
Las llamadas albarradas se fueron hallando entonces esas esas ollas, esos
cuencos que la gente descubría en sus recorridos, y que con un poco de trabajo
funcionaron como humedales “artificiales” que permitían que la gente obtuviera
agua y la almacenara, siempre con formas comunitarias de ubicarlas, trabajar-
las, adaptarlas y mantenerlas. Entender el funcionamiento del agua en la región,
su relación con las lluvias, las bajadas, el lomerío del las pendientes, y los ma-
nantiales y acuíferos subterráneos asociados, es una cultura ancestral que sigue
viva. Pueden ayudar a recargar los mantos subterráneos y a fortalecer las bonda-
des de los ecosistemas aledaños. Hablamos de unos 4 mil años de continuidad,
y se tienen noticias de tales sistemas en todo el continente, notablemente en
Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú desde donde los páramos iban alimentando los
escurrimientos filtrados por la roca hasta las caídas y luego a las pozas naturales
que se cuidan entre varias comunidades, porque es un trabajo regional, aunque
también puede ser local.
No hay que confundir los tanques reservorios familiares con las albarradas,
porque lo crucial de éstas es su relación con los pisos verticales y todo el siste-
ma de escurrimientos y trasiegos a la recarga de los mantos, en una relación de
mucho detalle y cuidado. Los tanques son sólo captadores de agua que no con-
sideran estas sutilezas. Fernanda Vallejo y Ramón Vera-Herrera, “De la naturalidad,
la reciprocidad y los cuidados”, sin publicar.

Siempre tuvimos de todo; nuestros niños no lloraban de hambre, ni éramos


gente en necesidad. Los rápidos del Río Roca nos abastecían de pescado exce-
lente y la tierra, siendo fértil, producía buenas cosechas de maíz, frijol y calaba-
zas. Nuestro pueblo estuvo aquí más de cien años, durante los cuales fuimos los
únicos dueños del Valle del Mississippi. Estábamos sanos y la caza no podía ser
mejor. Si un profeta hubiera llegado a decir que todas estas cosas dejarían de
existir, nadie le habría creído. Ma-ka-tai-me-she-kia-kiak, o Halcón Negro, jefe de
los sauk y los zorra. “Tocar La Tierra: autorretratos de la existencia india compila-

166
dos por TC MacLuhan”, traducidos por Hermann Bellinghausen, Ojarasca 228, abril
2016.

Queremos empezar a mirar y a nombrar la realidad de una forma nueva, di-


ferente, intentando trazar nuevas líneas trasversales que alcancen (porque al-
canzan) a todos aquellos espacios sociales que se nos muestran desarticulados,
escindidos, sin conexión. Queremos aportar algo de luz a la confusión reinante
en el uso de términos como “políticas de igualdad” o “conciliación de la vida
familiar y laboral”, porque tras esos términos suelen esconderse los viejos dis-
cursos, vestidos para la ocasión con lo “políticamente correcto”, pero sin variar
prácticamente un ápice el lugar al que miran y desde el que nombran: público,
mercados, masculino, occidental, blanco, heterosexual. Con los mercados situa-
dos como epicentro de la organización social, en un mundo que nos hace ima-
ginar un espacio público y otro privado, nosotras queremos distanciarnos de los
análisis que tienen a los mercados como objeto de interés preferente (aunque
sea desde una posición antagonista).
Afirmar la primacía de la satisfacción de las necesidades humanas y la sos-
tenibilidad social como objetivo básico de la sociedad, nos obliga a iluminar el
lugar social prioritario en el que se realizan dichos objetivos: el grupo doméstico.
Entendiendo por tal una red de afectos, de fidelidades, de responsabilidad y de
interdependencia, pero también una red de juegos de dominación y subordina-
ción, que tiene límites poco precisos y a la que todavía no sabemos dar otro
nombre. Una red de atención y cuidados tendida a través de la sociedad, que
se extiende y se ramifica, pero que a veces también se contrae o se rompe y se
re-crea buscando nuevas formas e itinerarios para cumplir su papel de infraes-
tructura básica de la vida humana. Queremos poner en el centro de la cuestión
los requerimientos del grupo doméstico para resolver las necesidades materiales
e inmateriales de las personas que lo integran, porque consideramos que es des-
de estos procesos desde donde se debe partir para mirar y nombrar la realidad
social en la que vivimos. Amaia Pérez Orozco y Sira del Río, “La economía desde
el feminismo: trabajos y cuidados”, Rescoldos, de la Asociación Cultural Candela,
“Mujeres”. noviembre de 2002.

“¿Usted se acuerda de aquel tiempo?” ¿Tiempo en el que para plantar, se usa-


ba nuestra propia semilla? No se necesitaba fertilizante, porque la tierra era
buena y el abuelo había enseñado a papá que se plantaba un tiempo y después
se dejaba la tierra descansar.

167
En la cosecha anterior, ya teníamos escogidas las mejores plantas, aún du-
rante el cultivo, para coger por separado y guardar las semillas para la próxima
siembra. Después de algunos años de uso de la misma semilla, papá cambia-
ba con amigos de otras comunidades, para no dejar debilitar. Eso él también lo
aprendió con el abuelo.
En aquel tiempo, se producía de todo: arroz, frijol, maíz, trigo, gallinas, puer-
cos, vacas lecheras, hortalizas, frutos. La despensa siempre estaba llena de harina
del molino colonial, el tendedero lleno de salchichas, las latas llenas de manteca
y de carne de lata, el estante con queso ya duro de lo viejo que estaba.
No se usaba herbicidas, porque las familias eran numerosas y limpiaban sus
cultivos a través de colectivos de trabajo. Esos colectivos eran una conjunción
de gente del barrio que venía a trabajar en común. Ese día, se mataba un ani-
mal capado gordo, se hacía comida en ollas grandes para poder alimentar toda
la gente y generalmente se terminaba con un baile. La gente trabajaba mucho,
pero se divertía, vivía en comunidad, se alimentaba de comida saludable, pro-
ducida en su propia tierra. Las familias campesinas eran felices…” Valter Israel da
Silva, Clase campesina, modo de ser, de vivir y de producir, https://www.academia.
edu/8334886/Clase_campesina_modo_de_ser_de_vivir_y_de_producir._Valter_Is-
rael_da_Silva._MPA-V%C3%ADa_Campesina_Brasil

Los blancos nunca cuidaron la tierra ni el venado ni el oso. Cuando nosotros


matamos carne, la comemos toda. Cuando sacamos raíces hacemos hoyos peque-
ños. Cuando construimos casas, hacemos hoyos pequeños. Cuando quemamos la
yesca para los saltamontes, no arruinamos las cosas. Agitamos los troncos para
coger bellotas y nueces. No tumbamos los árboles. Sólo usamos madera muerta.
Pero los blancos levantan la tierra, tiran los árboles, matan todo. El árbol dice:
“No lo hagas, estoy adolorido. No me lastimes”. Pero le dan con el hacha y lo
pedacean. El espíritu de la tierra detesta a los blancos. Explotan los árboles y los
remueven hasta el fondo. Asierran los árboles. Los lastiman. Los indios nunca las-
timan. Los blancos destruyen todo. Explotan las rocas y las esparcen por el suelo.
La roca dice: “No lo hagas. Me estás lastimando”. Pero la gente blanca no pone
atención. Cuando los indios usan rocas, las recogen redondas. ¿Cómo le iba a gus-
tar el hombre blanco al espíritu de la Tierra? Por donde el blanco ha pasado hay
dolor. [Los wintu de California vivían en la espesura de grandes bosques donde
era difícil encontrar un claro para las casas. Sin embargo, escribe la antropóloga
Dorothy Lee, “sólo empleaban madera muerta como combustible, por respeto a
la naturaleza”. En este pasaje, una sabia wintu lamenta la innecesaria destrucción

168
de la tierra donde vivía, un lugar al que la minería del oro y del agua le desgarra-
ron los suelos.] “Tocar La Tierra: autorretratos de la existencia india compilados por
TC MacLuhan”, traducidos por Hermann Bellinghausen, Ojarasca 228, abril 2016.

El dejar de ser campesinos y campesinas y transformarnos en “agricultores


familiares”, nos convierte en un sector atrasado frente a la modernización,
cuya única posibilidad de sobrevivencia sería especializarnos, integrarnos a la
industria y convertirnos en precarios trabajadores y trabajadoras asalariadas, y o
en meros consumidores de insumos y tecnología, con el agravante de que bajo
esta categoría la actividad productiva y el trabajo de nosotras las mujeres se in-
visibilizan totalmente. Éste es uno de los puntos centrales del libro y se refiere a
lo que es hoy una de nuestras grandes preocupaciones: cómo el capital no sólo
ha logrado aumentar los niveles de explotación de quienes trabajamos en el
campo, sino que ha dado una guerra ideológica cuyo resultado es indiferencia o
desprecio hacia nuestra labor por amplios sectores de la sociedad, incluso per-
meando en parte nuestra propia la conciencia.
Sin lugar a dudas, son estos procesos de expansión del capital y de guerra
ideológica los que han alimentado el mito del fin del campesinado. Nos encon-
tramos así, enfrentando procesos que han desembocado en un cambio radical
del paisaje y de la agricultura campesina tradicional: por primera vez en la his-
toria de la humanidad la mayor parte de la población es urbana. Desde el pen-
samiento dominante se nos dice que esto es un avance a la superación del mal
llamado “tradicional atraso campesino”, pero poco o nada se dice de cómo el
éxodo ha contribuido al aumento extremo de la pobreza y al hacinamiento que
hoy sufre la población con todos los conflictos sociales que esto acarrea.
Lo cierto que como señala Valter da Silva, “el campesinado sigue vivo y
cada año gana más visibilidad”. Para hacer más justa, habría que decir que el
campesinado sigue vivo y que hoy cuenta con la incorporación activa y en to-
dos los ámbitos de las mujeres del campo organizadas y luchando a la par con
nuestros compañeros. Francisca Rodríguez, dirigente de Anamuri y CLOC-Vía Cam-
pesina, “Un modo de ser, de vivir y de producir, razón de nuestro existir”, en Valter
Israel da Silva, Clase campesina, modo de ser, de vivir y de producir, Brasil, 2013

La agroecología no es una mera técnica de producción. Esa discusión no es ino-


cente y amerita un serio análisis político, con el foco puesto en las grietas que
hoy lucen los modelos de producción masivos. “Hoy el modelo agroindustrial
hegemónico a base de transgénicos y venenos está en crisis; la misma FAO está

169
diciendo que se llegó a un límite y que necesitamos cambiar. Y ahí la agroecolo-
gía surge como la agricultura del futuro. Lo decimos nosotros convencidos, pero
también lo dicen algunos personajes que fueron parte de la Revolución Verde
y que ahora, como ratas, están buscando cómo adaptarse a lo que viene. Ahora
dicen que abrazan la agroecología, después de denostarla durante muchos años
diciendo que era un cuento, que no era productiva. Y ésos son justamente los
que hacen ese recorte de la idea de agroecología; es el capital que intenta re-
inventarse —ahora en modo verde. Y creemos que es importante defender esa
palabra que está bajo asedio. Creemos que hay que defender la perspectiva po-
lítica amplia de esa propuesta, y defender a los sujetos que la van a sostener y a
desarrollar; los que son y fueron sus guardianes. Parece una palabra nueva pero
es una práctica que las comunidades llevaron a cabo durante miles de años. Por
eso hablamos de agroecología de base campesina, porque entendemos que es
imposible disociarla de la idea de soberanía alimentaria, que es el gran aporte del
movimiento campesino mundial. Que los pueblos decidamos qué comemos. Que
tengamos el control del proceso productivo de lo que nos alimenta, que podamos
discutir el territorio y cómo construimos un vínculo con el ecosistema y, a partir
de ahí, debatir qué pasa con nuestra sociedad. Creemos que a través del plato de
comida es posible discutir toda la sociedad”. Nicolás Esperante Alonso, Agencia de
Noticias Biodiversidadla, “Para derrumbar narrativas hegemónicas”. biodiversidadla.
org como parte del proyecto Profundizando debates sobre experiencias agroecoló-
gicas para la soberanía alimentaria”realizado con el apoyo de la Fundación Rosa
Luxemburgo.

En este punto de quiebre de la historia, es esencial para nosotros reclamar la


diversidad de nuestras semillas, nuestros ecosistemas biodiversos, nuestros
territorios, que son el soporte de sistemas alimentarios seguros y nutricios,
que salvaguardan millones de modos de vida y sustento. A la luz de la pande-
mia, exigimos una plena protección y el cumplimiento de los derechos de los
pueblos originarios y de campesinas y campesinos en pequeña escala por todo
el planeta.
Como sociedad civil llamamos a la transformación urgente de nuestros sis-
temas agrícolas y alimentarios creando economías localizadas y circulares cons-
truidas a partir de prácticas ecológicas que permitan la resistencia a todos los
niveles, y que protejan los derechos campesinos y los sistemas tradicionales
de semillas. Deben desecharse las barreras a la diversidad, en particular aque-
llas que atentan contra los recursos genéticos agrícolas, y no debemos inhibir el

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pleno y libre uso ni el intercambio responsable de variedades y razas genética-
mente diversas entre el campesinado, las comunidades o los criadores públicos.
Llamamos a los gobiernos a que reorienten e institucionalicen los subsidios
agrícolas y las inversiones en investigación hacia la agroecología, y que inviertan
y apoyen los sistemas de semillas campesinas y los mercados locales. Todas las
leyes y políticas sobre semillas y agricultura deben reevaluarse redactarse de
nuevo para que apoyen a plenitud estos sistemas alimentarios.
Juntos, debemos resistir este sistema de semillas privatizado que invade
y busca incrustarse y debemos restaurar los ecosistemas mediante una produc-
ción agroecológica y sistemas alimentarios localizados. Un sistema alimentario y
de semillas mucho mejor, es posible. Uno que responda a las necesidades de la
gente, y que tome en cuenta el cuidado de la Tierra. Hagamos nuestra la respon-
sabilidad de proteger quienes salvaguardan nuestro futuro. Más de 300 organi-
zaciones de todo el mundo, de 46 países declaran: La ciudadanía y los pueblos del
mundo nos oponemos a la propiedad intelectual sobre las semillas, y reivindicamos
restaurar nuestros sistemas alimentarios locales y la biodiversidad agrícola, 1 de
junio de 2020.

Las semillas son organismos vivos que pueden reproducirse y es por esto que
ha sido difícil la acumulación de capital basada en la apropiación privada, por
lo que fueron (y en parte aún no son) consideradas “bienes comunes” de la hu-
manidad.
Sin embargo, el capital buscó siempre estrategias diversas para sortear esa
dificultad y cuando la agricultura empezó a “modernizarse” y luego cuando llegó
la posibilidad de controlar los genes de las semillas con el fin de impedir que
otros los usen, se transformaron en mercancías negociables, sitios de contienda
política, temas de discursos antagónicos sobre los derechos, y motores de la
exclusión social y el despojo.
A partir de mediados del siglo XX, acontecieron dos hitos en las transfor-
maciones técnicas de las semillas que dieron pasos importantes en ese sentido.
Por un lado, la aparición de las semillas híbridas (masificadas en el marco de
la Revolución Verde) que rompieron la identidad semillas-grano y por lo tanto,
significaron la separación del agricultor de su capacidad de replantar y el co-
mienzo de la dependencia de las empresas que proveen los insumos. Por otro
lado, la expansión de las biotecnologías aplicadas al agro dio lugar a las semillas
transgénicas generando grandes cambios en las estrategias de privatización del
conocimiento, habilitando nuevos mecanismos de acumulación de capital.

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De manera articulada, se produjeron mecanismos jurídicos que acompa-
ñaron los cambios en las formas de apropiación de las mismas: leyes de semi-
llas, que exigen el obligatorio registro y certificación; contratos que realizan
las empresas de manera asimétrica con los productores; y sobre todo, legis-
laciones de propiedad intelectual. De esta manera, esos bienes comunes que
circularon libremente durante miles de años, ahora pueden ser privatizados y
controlados por una persona o empresa que se adjudica la obtención de una
nueva variedad. Tamara Perelmutter, “El derecho a las semillas como condición
para la soberanía alimentaria”, 20 de julio de 2020, http://www.biodiversidadla.
org/Recomendamos/El-derecho-a-las-semillas-como-condicion-para-la-sobera-
nia-alimentaria

Lo que nosotros como gente del campo buscamos es el diario vivir. Desde lo
más básico, que son los alimentos, pero para ello pues está el agua, las semi-
llas, las diferentes plantas silvestres comestibles como también las diferentes
verduras que producimos para alimentarnos día con día. A la mayor parte de la
gente del campo sus preocupaciones más grandes son tener agua, maíz, frijol y
verduras, más que otras cosas. Aunque la cultura moderna nos quiere meter en
el rol de que las cosas electrónicas también tienen que ser parte de nuestra vida,
como el celular (ya los niños, porque su mamá tiene celular y ellos no, se sienten
fuera del mundo moderno). Pero en realidad eso no es parte de la vida, porque
si no tenemos alimentos, pero tenemos celular, pues ¿para qué nos serviría? si a
ése no le podemos quitar un pedazo para comer. En cambio, si tenemos nuestro
maíz, nuestro frijol, los chepiles, las guías, las calabazas, eso sí nos ayuda y nos
alimenta, nos ayuda a tener una mejor salud, y con mejor salud no te preocupas
tanto en acumular dinero para ir al médico.
Vender lo que cultivamos no es un objetivo muy específico de nuestra or-
ganización. Nuestros principios básicos siguen siendo tener primero para comer
que para vender. Lograr tener la suficiente producción, y claro que es bueno
de allí mismo sacar un ingreso, pero no nos podemos pasar directo a la comer-
cialización si no tenemos para comer. Nuestro punto básico sigue siendo tener
primero para comer y después lo que nos sobra podemos mandarlo al mercado
para que los demás vecinos gocen también de esa producción. Y sobre todo, qué
mejor que sea de manera local, que no tenga que haber certificación (orgánica,
o pertenecer a alguna marca, pues los costos del papeleo hacen que los precios
de los productos se eleven). Si la venta es directa el precio es menos. Y seguimos
en ese reto, que es producir primero para comer.

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La idea de vender nos impulsa a tener más volumen y variedad, no es el
dinero el que nos mueve.
Queremos impulsar entre nosotros ser más productivos, más volumen y
más variedad y sobre todo contribuir a la salud de nuestras y otras familias, y
además el dinero que le daríamos a distribuidoras comerciales, que traen la se-
milla de quién sabe dónde, ese dinero se queda en la comunidad, y lo podemos
invertir en otra cosa. Es llegar a revalorar lo que ya tenemos y revalorar lo que
nosotros producimos. Pasa muchas veces que allí está nuestro árbol de frutas,
pero tenemos la idea de que es mejor lo que viene de afuera. Nuestra naranja
está allí tirada bajo el árbol y vamos a comprar a otro lado los jugos de fábrica, o
pasa con los huevos, vendemos los huevos de nuestras gallinas y vamos a com-
prar los empaquetados de granja, que ni están sanos. Yo creo que es una cues-
tión educativa, nos enseñan que todo lo de fuera es mejor que lo que tenemos lo
que somos nosotros. Tenemos que hacer un trabajo grande de concientización,
de que lo que nosotros tenemos es mejor que lo que nos están vendiendo, y
con esa intención fortalecemos la venta de los productos dentro de la misma
comunidad, no tanto estar pensando en exportar y ganar dinero; es fortalecer el
trabajo comunitario. Verónica Villa, Entrevista con Teófanes Josefina Santiago, de
la Organización de Agricultores Biológicos, marzo de 2015.

Biodiversidad sustento y culturas,


número 105, julio de 2020.

173
Epílogo

Es necesario aclarar la idea errónea de que la pro-


ducción de alimentos y la seguridad alimentaria,
sólo pueden estar en manos de la agroindustria
y sus corporaciones, pues es evidente que la de-
vastación ambiental y de salud que están dejando
a su paso son más costosas de lo que producen y
pueden llegar a ser irreversibles para la humanidad
y la naturaleza. Es urgente replantearnos este mo-
delo de desarrollo; quienes tienen las herramientas
técnicas, políticas, organizativas e históricas son las
mujeres y hombres del campo. Actuando en colecti-
vo con personas de la ciudad, ejidos, comunidades,
organizaciones civiles, científicos e investigadores
comprometidos con la sociedad, construyen una
propuesta de producción sustentable y agroecoló-
gica de alimentos en armonía con su entorno eco-
lógico y cultural, que incluya la distribución justa
de la tierra, la libertad de las semillas en manos de
los pueblos campesinos, el comercio y los sistemas
de salud locales. Todo esto es la verdadera sobe-
ranía alimentaria y conforma la vida campesina y
rural que hoy se enfrenta, como nadie, a un voraz
gigante agroindustrial.

Colectivo por la Autonomía

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La vida campesina
frente al gigante agroindustrial
Evangelina Robles / José Godoy
compiladores

Se terminó de imprimir el 22 de octubre de 2020


en Grafisma editores S.A . de C.V.
Jaime Nunó 670 / Colonia Santa Teresita, Guadalajara, Jalisco.
El cuidado de la edición estuvo a cargo de los editores y el autor.
Su tiraje fue de 500 ejemplares, y en su diseño
se empleó la familia tipográfica Aller light.

ESTA EDICIÓN ES DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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