Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

La Trinidad Misterio de Comunión

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 122

l:uis F~ Ladaria - - - - - - - - - -

Luis F. Ladaria (Manacor, Mallorca, 1944) hizo sus estu-


dios teol6gicos en la Universidad de Comillas, en 1a Philo-
sophische-Theologische Hochschule Sankt Georgen de Frankfurt
am Main yen la Universidad Gregoriana, en donde obtuvo el
La Trinidad
doctorado en teologfa. Ensen6 teologfa dogmatica en la Univer-
sidad Pontificia de Comillas y desde 1984 fue profesor ordi-
nario de esta misma materia en la Facultad de Teologfa de la
misterio
Universidad Gregoriana. Fue miembro de la Comisi6n Teolo-
gica lnternacional (1992-1997) y Secretario Generai de la de comuni6n
misma (2004-2009). Desde el ano 2008 es arzobispo de
Thibica y Secretario de la Congregaci6n para la Doctrina de
I

la Fe. El Papa Francisco lo ha confirmado corno tal Secretario.


Entre sus publicaciones, podemos destacar: El Esp(ritu Santo
en San Hilario de Poitiers (1977); El Esp(ritu en Clemente Alejan-
drino (1980); Antropologra teolog ica (1983); San Hilario de
Poitiers. La Trinidad (1988); La cristologra de Hilario de Poitiers
(1989); lntroduccion a la antropologra teologica (1993); Teologra
del pecado originai y de la gracia : antropologra teologica
especial (2001); Jesucristo, salvacion de todos (2007); El
hombre en la creacion (2012) . Muchas de estas obras han
sido repetidamente reeditadas y traducidas a diversas lenguas.
Luis F. Ladaria

LA TRINIDAD
MISTERIO
DECOMUNI6N
Tercera edici6n

SECRETARIADO TRINITARIO
Filiberto Villalobos, 80 - 37007 SALAMANCA
I
lntroducci6n

Il
I I
I
lii Este pequefio volumen se coloca en una cierta continuidad con el
manual que vio la luz hace algunos afios, El Dios vivo y verdadero. El
I misterio de la Trinidad, y lo presupone. Pero responde a una preocu­
paci6n distinta. La obra anterior debfa ofrecer una panoramica de los
111 problemas de la teologfa trinitaria, tanto desde el punto de vista hist6-
rico corno sistematico. Ahora se trata de abordar solamente algunos as­
I pectos de la doctrina acerca de la Trinidad que han sido objeto de de­
I bate en los ultimos tiempos y lo son todavfa. Son todos ellos temas
estudiados en la obra precedente; pero entonces la exposici6n debfa ce­
'il fiirse necesariamente a lo esencial y no se podfa entrar en una reflexi6n
mas detallada. Me he propuesto tratarlos ahora con mas detenci6n. Me
I he dejado llevar por el interés persona! en la elecci6n de las cuestiones;
no se pretende por tanto una visi6n de conjunco ni una siscemacizaci6n
I exhaustiva de los problemas suscicados en el dialogo teol6gico acerca
del Dios uno y trino. De ahf el caracter fragmentario de las reflexiones
que se proponen. Pienso con rodo que se puede hallar un hilo con­
ductor que une los diferences cemas objeto de escudio. Trato de poner­
111 lo de relieve con el dtulo que, después de ciertas vacilaciones, he dado
1 al libro, La Trinidad, misterio de comuni6n. Explico brevemente el por­
11 qué.
Las tencacivas de renovaci6n de la teologfa trinitaria a las cuales ten­
I dremos que referirnos han insistido fuercemente en esce aspecto; han
I I tornado corno punto de referencia lo que, provisionalmente, podemos
llamar los modelos «sociales», sin duda m:is acordes con la mentalidad
de nuestros tiempos que algunas interpretaciones demasiado estrechas
I de los modelos «psicol6gicos» inspirados, de manera m:is o menos di­
I I recta, en san Agusdn, o que los incencos de salir al paso de los peligros
de tritdsmo que algunos de los grandes te6logos del s. XX (K. Barth y
I, K. Rahner) han visto en la aplicaci6n a la teologfa trinitaria del con­
cepto moderno de «persona». Dedicamos a este problema el capftulo
I segundo, e! m:is extenso de la obra. El problema es antiguo y no aca­
bara nunca de resolverse. ,:Qué significa hablar de «cres personas» en
I
I. Ed. Sccre1ariado Trinitario, Salamanca '2000.

:t
8 INTRODUCCIÒN INTRODUCCIÒN 9
Dios? El nosocros divino, y no solo el yo que se repice, ha sido acepca-
do generalmente en la ceologfa cacolica de los ulcimos ciempos. No fal- zo un gran uso la Comision Teologica lnternacional en su documento
can par~ elio buenas bases en la cradicion. La nocion de la comunion ciculado Teologia-Cristologia-Antropologia. La reflexion previa sobre es-
ayuda sm d~da a_la ceologfa trinitaria. Unidad y crinidad son en Dios cos temas fundamentales nos sera de ayuda en el tracamiento de los
dos dac~s pnmanos, no se da la una sin la ocra. La unidad maxima es problemas de los capitulos siguiences, que cracan mas directamence de
co~panble, c~n la m~i~a ?iscincion. La unidad divina no significa re- problemas de concenido. Apenas hay una cuestion de la teologia trini-
duc1r al max1mo la dimnc1on de los cres en sus propiedades irrepeci- taria en la que no nos enconcremos confroncados con la primera parte
bles. del axioma: solo a partir de la economia de la salvacion podemos aden-
Pero si la unidad divina no es un dato sucesivo a la crinidad de las trarnos, con temor y temblor, en lo que es Dios en si mismo. Pero so-
personas es porque ambas cienen su fuence en la persona del Padre. A lo si creemos que en Jesucrisco Dios se ha revelado y comunicado de
algunos problemas en corno a _la ceologfa del Padre dedicamos el cap. manera definitiva tiene sencido pensar que accedemos a él en vircud de
3. El Padre es la fuenc: y el ongen de la divinidad, pero lo es solo en su accion salvadora. Las dos partes del axioma se sostienen mutua-
cuanco es Padre,_es dec1r, en su relacion al Hijo y al Espfricu Santo. En mente. Deberemos cratar de aplicarlo en coda su complejidad en los ca-
cua~c~ !a pacernidad de Dios significa donacion coca!, el hecho de que piculos segundo a cuarco a que ya nos hemos referido.
la divmidad c~_nga en el Padre su fuence no comporta inferioridad nin- La obra se dedica preferencemente a problemas de teologia sistema-
g~~a en el ~iJo_ y en el f:5pfricu Samo. La doccrina de las procesiones tica, pero sin renunciar a indicaciones de la hiscoria del dogma y de la
d1~mas no s1gn1fica ocas1on de subordinacionismo, ni es por consi- teologia a partir de las cuales se pueden encender mejor los problemas
g~ience un obscaculo para la plena comunion encre las personas. Mas accuales o cambién se pueden adquirir criterios para su solucion. Una
aun, esca_ f lena comunion no puede enconcrar mejor fundamenco que gran parte del volumen se dedica al dialogo con aucores concempora-
la donacion cocal del Padre que se encuencra en el Hijo y el Espfricu neos, cacolicos en generai, pero no exclusivamence, que han determi-
Santo la piena respuesca de amor. nado de modo decisivo la discusion teologica acerca de los cemas que
J?~dicamos el ulcimo ;~pitulo a algunos aspectos de la ceologfa del nos ocupan. Al filo de la exposicion del pensamienco de estos teologos
Espmcu Santo com~ Espmcu del _Padre y del Hijo, amor y comunion craco de desarrollar las reflexiones personales. Pienso que codos los au-
de .ambos. Es esencial la presencia del Espfritu en la vida terrena de tores escudiados han hecho concribuciones de interés, y que por tanto
Cnsco, lo es espec!almence en s~ resurreccion. Jesus, en cuanco Hijo resulta enriquecedor el escudio de su pensamiento, aunque no me en-
e?carnado,, ~s precisamente el Crmo, el Ungido, el lugar de la presen- cuencre en algunos puncos en coca! coincidencia con ellos. Dado que
c~a del Esp~ntu Santo en el mundo. La éncarnacion del Verbo y la un- no he pretendido escribir una monografia sobre ningun teologo ni an-
cion de Cnsc~ en el Espiricu ~se.in en intima relacion, aunque no pue- ciguo ni moderno he prescindido en gran medida, aunque no del rodo,
d~n conf~nd1rs~. La presenc1a_del Espfricu en Jesus ha dado lugar a de bibliografia secundaria. He citado sobre rodo la que ha aparecido en
dive~sas hipotesis sobre la relacion Hijo-Espiritu en el seno de la Trini- los ulcimos afios. En particular he evicado reperir, cuando no me ha pa-
dad tn~~nente. Examinaremos los incencos que propugnan una accion recido necesario o muy conveniente, las referencias ya ofrecidas en la
del ~p1r!cu ~anto en la generacion del Hijo. Est.in movidos por el de- obra anterior. A ésta me remico por tanto para ulceriores decalles. Asi
seo b1en Jumficado de_no rele?a_r al_Espiricu Santo a un lugar «inferiorn se aligera el presence volumen. Por ocra parte no es dificil en los tiem-
en el seno ,~e las relac1ones cnmcanas. Pero la doccrina agusciniana so- pos que corren acudir a repertorios para completar la informacion.
bre e! Espmt~ corno amor del Padre y del Hijo permice hacer ver co-
rno las dos pnmeras perso?as pueden ser solo en la relacion al Espfricu
~e ambos, que con_ ellos vive en la unidad perfeccfsima de la Trinidad,
sm q~e- haya neces1dad de alterar el orden cradicional de las procesio-
nes d1vmas.
Precede a escos cres capiculos un escudio de la discusion en corno a
las relaciones encre la Trinidad economica y la Trinidad inmanente a
partir del «axioma fundamencal» formulado Karl Rahner, y del cual hi-
Capitulo 1
La relaci6n entre la Trinidad economica
y la Trinidad inmanente

l. LA FORMULACI◊N DEL «AXIOMA FUNDAMENTAL» POR l<ARL RAHNER

Aunque no ha sido el primero en captar la relacion encre la Trinidad


economica y la Trinidad inmanence, K. Rahner, esca en el origen de la
discusion en torno a lo que él mismo ha llamado e! axioma fundamencal
de la ceologfa trinitaria: la idencidad de la Trinidad economica con la
Trinidad inmanence y viceversa 1• La preocupacion fundamencal que le
hace llegar al conocido principio es mostrar que la Trinidad es un miste-
rio salvador (mas aun , es e! miscerio salvador por excelencia) . Solo asf
tiene el axioma su justifìcacion. Y esco nos coloca en el centro del miste-
rio de la salvacion del hombre y de la gracia que Dios le otorga; a saber,
que es Dios mismo el que se da al hombre tal corno es y que no se limita
a crear en él una realidad nueva por sublime que la podamos imaginar. La
salvacion del hombre esca en el don de sf que Dios le hace. Esca comuni-
cacion se produce en Cristo y en el Espfricu. Las personas divinas actuan
en esca donacion de manera diferenciada. Solo porque se nos manifiescan
en su discincicSn en la economia salvadora podemos llegar a la afìrmacicSn
de que Dios es uno y trino. Se ha insiscido mucho en la cradicion en la

I. El Dios trino como fimdamento trascende/tal de la /ustoria de la salvacion, en MySal


II/I, Madrid 1969, 359-449, 370: «La usis fimdamental.. que pone de relieve a la Trinidad
corno misterio salvifico para nosotros (en su realidad, no corno doctrina), podrfa formu-
larse asi: La Trinidad "economica" es la Trinidad inmanente y a la inversa». K. Rahner
habla anticipado sus ideas en, Advertencias sobre el tratado dogmdtico Kde Trinitate», en
Escritos de Teologia N, Madrid 1964, 105-136, cl cnunciado del principio en la p. 117.
Abundante informaci6n se cncontrara en M. Gonzalez, La relacion entre la Trinidad econo-
mica y la Trinidad inmanente. El "axioma fondamenta!" de Karl Rahner y su recepcion.
Lineas para continuar la reflexion, Roma 1996. Espcdfìcarnente para otras formulacio-
ncs del principio, cf. p. 63-73. Sobre la teologia trinitaria de K. Rahner cf. también el
redente cstudio dc G. J. Zarazaga, Trinidad y comunion. La teologia trinitaria de K Rahner
y la pregunta por szis rasgos hegelianos, Salamanca 1999, csp. 123-162.
12 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 13

acci6n unitaria de Dios en las accuaciones ad extra. Pero esco no significa consiguiente, aunque Rahner no haya insiscido en el contenido del «a la
que cada persona no accue en la obra comun segun su propiedad perso- inversa» (umgekehrt) de su axioma fundamental, hay que tener presence
na!. Hay un caso en el que esca discinci6n es una verdad de fe: la encar- esca imporrante afìrmaci6n para una adecuada incerprecaci6n de su pen-
nacion del Hijo. Solo él, y no el Padre ni el Espfricu Santo ha asumido la samiento. La comunicaci6n que Dios hace de su mismo en Cristo yen el
humanidad. Hay por tanto una "mision", una presencia salvffìca divina en Espfricu es coralmente libre, no debida y "graciosà'. Esca precisi6n, creo,
el mundo, que es propia y especffìca de una persona divina. A partir de no siempre ha sido cenida debidamente en cuenta por los cr!ticos de
esca misi6n del Hijo se ha llegado en el desarrollo dogmatico de la Iglesia Rahner. En nuestra exposici6n sucesiva volveremos sobre el parncular.
a la idea de la procesion eterna del Hijo. Tenemos aqui un caso de iden- Pero no vamos a detenernos ahora en el estudio directo del pensa-
cidad, o tal vez mejor podriamos decir correspondencia, entre la Trinidad miento rahneriano. Nos interesaba s6lo recordar los origenes y la raz6n de
economica y la Trinidad inmanence. ser del «axioma fundamental», que tanta importancia ha tenido en la teo-
Del hecho de que solo el Hijo se haya encarnado no se deduce que las logfa catolica y cambién en la protestante de l~s ulcimos tie~pos6, con el
ocras personas no cengan nada que ver en esce acontecimiento. Sabemos objeco de profundizar sobre el contenido del m1smo. En real1dad su acep-
bien que ha ocurrido rodo lo contrario. Pero esce hecho confìrma la ver- caci6n en la ceologfa cac6lica ha sido can generai, al menos por lo que res-
dad de cuanto estamos diciendo: si el Padre envfa al Hijo, es evidente que pecra a la primera parte del axioma, porque nos viene a recor?ar de suyo
se da u .discinci6n en la accion de uno y ocro. De esce hecho claro dedu- una verdad elemental, que de un modo o de ocro ha estado s1empre pre-
ce Karl Rahner que el principio segun el cual no hay nada en la hiscoria sente en la conciencia de la Iglesia. S6lo a partir de la economi,! de la sai)
de la salvacion que no se pueda predicar del mismo modo del Dios trino vaci6n y de la revelaci6n que en ella hace Dios de sf mis_mo podemos acce-
corno un rodo y de cada persona en particular es falso 2• El axioma fonda- der al miscerio de la vida intima del Dios uno y crino7 • A la vez, en cuan-
menta! tiene sentido en la mente de Karl Rahner, corno ya hemos insi- to Dios sale de sf y se nos da a conocer en la econ°'omfa, se nos hace evi-
nuado, corno fundamentacion del.caraccer salvador del miscerio crini cario, dente que esce Dios existe ya y, por tanto, que ~n la Trinidad inmanente
en su conexion irrenunciable con los miscerios de la encarnacion y de la esca la fuente y el origen, a la vez que el necesano fresupu~sco, de la eco-
gracia; entendido esce ultimo en el sentido amplio de la comunicaci6n nomia de la salvacion. fsca, sencillamence, no hub1era pod1do tener lugar
que en Cristo yen el Espiricu hace Dios de sf mismo a los hombres' . La sin la exiscencia previa del ser divino que ama al hombre que ha creado:
preocupaci6n de K. Rahner, en esce sentido, es mas la de poner de relieve «Tanto am6 Dios al mundo que dio a su unico Hijo ... » (Jn 3,16). La eco-
la comunicaci6n de Dios a los hombres que la de la de reflexionar sobre nomfa de la salvaci6n permice y nos lleva de hecho a hacer afìrmaciones
el misterio de la Trinidad inmanente. De ahi que la segunda parte del consentido sobre Dios en si mismo (cf. Jn 1,1-2), sin que el miscerio desa-
axioma, «a la inversa», que formula con frecuencia en éste y en otros con- parezca. El axioma fundamental y la discusi6n en corno al mismo ha ~e~-
texcos, no reciba praccicamente aclaracion ninguna en el conjunto de su mitido poner de relieve el consenso que se da en muchos puntos teologi-
obra4• Lo que si precisa el aucor aleman, en algunas ocasiones en que insis-
te en que la comunicacion de la Trinidad divina en la economfa de la sal-
vaci6n es real, es que esca comunicaci6n es libre y por pura gracia5• Por gen o una analogfa de la Trinidad interna, s!no que es esa _misma comu~icada de manera
libre y graciosa (frei 1111d gnadenhaft) ... »; cf. 1b. 4 I~; ramb1én Advme~cuu... , 127. .
6. No olvidemos que aunque K. Ralrner ha s1do cl gran populan~do~ ?e esce :ix10-
2. Cf. El Dios trino... 370-371. No nos interesa exponer la doctrina de Karl Rahner ma, su hom6nimo K. Barth habia enunciado ya con anterioridad un pnnc1p10 semeJante
con deralle. Pero he querido brevemente recordar esros principios fundamentales, necesa- aunque ral vez de un modo menos llamativo: «Hemos seguido la regia -y la c~n~ider!mos
rios para la exposici6n que seguir:i. fundamental- de que las afìrmaciones sobre la realidad de los mo~os de ser d1vinos ante
3. K. Rahner ha subrayado reperidas veces en su obra la inseparabilidad y mutua cone- rodo en si mismos" no pueden ser disrintas en cuanto al _conteni?o d_e aquellas q~e hay
xi6n de esros rres misren s centrales; a modo de ejemplo, Sobre el concepto de misterio en que hacer precisamente sobrc su realidad cn la revelac16n»;_ Kirch/,che J?~gmat1k lii ,
teologia catolica, en Escritos e Teologia lV, 53- I OI, 91 ; Rejlexiones fimdamentales sobre antro- Munchen 1935, 503; cf. rambién 352. Del texto parece deduc1rse que la Tnnidad econ6·
pologia y teologia en el marco de la teologia, en MySal 11/1, 454-468,458. mica es cl punto de partida para cl conocimiento de la inmanente. .
4. Asi lo ha consrarado jusramente M. Gonzalez, o.e., 103. Se puede ver rambién K. 7_ Juan Pablo II, enc. Fides et Ratio 93: «El objeti~o fundament~ al que nende la teo•
Rahner, El co11cepto de misterio..., 97. logia consiste en presentar la i11telige11cia de la Revelac1011_ y el co11te~11do _de la_ft. Por tan~o,
5. El Dios trino..., 380: «Dies se comporta con nosorros de una manera trinitaria, y ese cl verdadero centro de su reflexi6n sera la contemplac16n del m1steno m1smo de D1os
mismo comporramiento trinitario (libre y no debido) para con nosorros es no s6lo una ima- Trino. A Él se llega reflexionando sobre cl misterio de la encarnaci6n del Hijo de Dies».
J

14 LA TRINIDAD. MISTERIO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 15

cos de primera imporrancia, empezando por la relevancia, m:is aun, el con norables precisiones, en las conocidas formulaciones de Karl Rahner:
lugar centrai que el misterio de la Trinidad ocupa en la vida cristiana y por «Por elio, e! axioma fondamenta! de la teologfa actual se expresa muy bien
consiguiente el car:icter salvador que lo caracteriza. La imposibilidad de con las siguientes palabras: la Trinidad que se manifìesta en la economfa
!legar a él por caminos que no sean los que la revelaci6n y donaci6n de sf de la salvacion es la Trinidad inmanente, y la misma Trinidad inmanente
mismo que Dios hace de sf mismo en Cristo yen el Espfritu se da por des- es la que se comunica libre y graciosamente en la economfa de la salva-
contada. Con elio aparece claro que Dios nos revela la profondidad de su cion»11.
ser s6lo en la medida en que nos introduce en él y nos hace partfcipes de Son claras las coincidencias con el modo de expresarse de Karl Rahner.
su vida. No en vano el baurismo que nos perdona los pecados y nos con- Es su intuicion la que en el fondo se acepta. Pero hay rambién algunos
fiere la dignidad de hijos de Dios se administra en el nombre del Padre y cambios. En lugar de la Trinidad economica se habla de la «Trinidad que
del Hijo y del Espfritu Santo (cf. Mc 28,19). se manifìesca en la economfa de la salvacion». Es una formulaci6n m:is
lograda. Pero sobre rodo no puede pasarse por alto que aquf recibe un
conrenido concreto la segunda parre del axioma de Rahner, el «a la inver-
2. EL AX.IOMA FUNDAMENTAL EN EL DOCUMENTO DE LA COMISI6N sa». De rodas maneras la Comision se sirve del lenguaje de Rahner para
TEOL6GICA lNTERNACIONAL TEOLOGIA-CRISTOLOGIA-ANTROPOLOGIA llenar de contenidos esca segunda parre del axioma. Ance rodo, se nos
dice, la Trinidad se comunica. K. Rahner ha acufiado el término
De la imporrancia y de la acogida del axioma fundamental de Karl Selbstmitteilung, comunicacion de sf mismo 12 , que ha cenido mucha acep-
Rahner da fe el uso que de él hace la Comisi6n Teologica lnternacional en taci6n en la teologfa carolica, sobre rodo en la teologfa de la gracia. Esca
su documento Teologfa-Cristofogfa-Antropologfa del afio 1981 8 • Se trata sin comunicacion se produce adem:is «libre y graciosamente». Hemos nota-
duda de uno de los documentos de mayor altura teologica que ha produ- do ya que el propio Rahner se sirve de esca expresion 13 • En la mayor pre-
cido la Comisi6n y que, a pesar de los afios transcurridos, merece un estu- cisi6n de términos que la Comision aporra, no se ha apartado ni del espf-
dio ateneo. Lo seguiremos en alguno de sus capfculos9, donde se ofrece a ritu ni de la !etra de quien ha formulado el axioma por vez primera en la
mi juicio una muy buena paura para desarrollar los ·problemas que se ceologfa cat6lica. Los tres nombres divinos de Padre, Hijo y Espfritu Santo
plancean en torno al axioma fondamenta!. Nos dejaremos guiar por el son en la "teologfà' corno son en la economfa de la salvacion 14 • El docu-
texto de la Comision para tratar estas diversas cuesriones. mento se hace eco de la ancigua distinci6n patrfstica entre "teologfa" y
· La relaci6n entre la crisrologfa y la revelaci6n de la Trinidad es el marco "economfà' para subrayar la fntima relaci6n entre las dos. Si la segunda
en el que la Comision Teologica aborda nuestra cuestion. Se nos recuerda nos da acceso a la primera, ésta es el necesario principio y fondamento de
que en e! acontecimiento de la encarnacion de Jesucristo y en el don del la economfa de la salvaci6n.
Espfritu Santo Dios se nos ha revelado corno es. La economfa es k unica Pero codav{a m:is inreresante que esca aceptaci6n en términos genera-
fuence de la reologfa trinitaria; solo en ella ha podido tener origen la refl_e- les del axioma fundamenral es el desarrollo que de él se hace a continua-
xi6n sobre lo ue es D" en sf. Pero a su vez la Trinidad economica pre- cion. lnspir:indose en la cerminologfa cl:isica del concilio de Calcedonia,
supone siempre, necesariamenre, la Trinidad en sf misma 111 • A partir de la Comisi6n prosigue afìrmando que hay que evitar coda separaci6n entre
estos principios generalmente aceprados, la Comision torna posicion de la cristologfa y la docrrina trinitaria, ya que el miscerio de Jesucrisco se
modo directo en favor del «axioma fondamenta!» inspir:indose, aunque inserta en la estructura de la Trinidad. La Comisi6n indica que pueden
darse dos formas de ~sta separaci6n entre cristologfa y doctrina trinitaria.

8. Comisién Teologica Inrernacional, Documentos 1969-1996, ed. C. Pozo, Madrid


1998, 243-264; ciraré por esca edicién mienrras no se indique ocra cosa. El rexro latino se
enconrrara en Gregorianum 64 (1983) 5-24; usaré esca edici6n al citar el rexro ofìcial lati- 11. !b. I C) 2 (249).
no; rambién Commissio Theologica lnrernarionalis, Documenta (1969-1985), Cirrà del 12. Cf. El Dios trino... , 374; 380, enrre otros muchos lugarcs.
Vaticano 1988, 352-418; rambién en Enchiridion Vaticanum, rexro latino con rraducci6n 13. Cf. la n. 5. El rcxro ofìcial !arino (p. 10) dice «libere er graciose sese in saluris
italiana, Bologna I 984, 344-399. oeconomia communicar».
9. En especial el epigrafe I C, pp. 248-250 de la rraducci6n espafiola. 14. Cf. C) 1.2 (I O): «qualia sunr tria nomina divina in saluris oeconomia, calia sunr
10. Cf.!Cl.1;1,2(249). in "reologia"».
16 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TIUNIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD IN MAN ENTE 17

Una neoescolastica y otra moderna 15• Las trataremos por separado cemen- misma 18 • Se producirfa una disociaci6n entre las "procesiones" y las
tando las afìrmaciones del documento. "misiones", que romperfa la relaci6n entre las unas y las otras que se
encuentra en la mejor tradici6n teol6gica 19 •
A. La separacion neoescolastica entre /,a Trinidad y /,a cristologia
El problema en la época patristica
Esta forma de separaci6n es caracterizada en estos términos: «A veces,
~Se pueden encarnar las tres personas? Probablemente la pregunta
los autores de la llamada neoescolastica aislaban la consideraci6n de la
misma sea ociosa. Mejor es ver la coherencia interna, en el contexto de la
Trinidad del conjunto del misterio cristiano y no la tenfan sufìciente-
salvaci6n y de la revelaci6n de hecho acaecidas, de la encarnaci6n del
mente en cuenta para entender la encarnaci6n o la deifìcaci6n del hom-
Hijo. En la época patrfstica el asunto no se ha puesto en generai a discu-
bre. A veces, no se mostraba en absoluto la importancia de la Trinidad en
si6n. Se ha parrido de los hechos. Mas aun, en la medida en que la teolo-
el conjunto de las verdades de la fe o en la vida cristiana» 16 • No necesita-
gfa prenicena considera que la generaci6n del Hijo emi en funci6n de la
mos esforzarnos para justificar estas afirmaciones de la Comisi6n
mediaci6n creadora, resulta coherente que la salvaci6n sea realizada por
Teologica. La primera y la segunda parte del texto que acabamos de citar
aquel que desde el principio ha mediado entre el Padre y los hombres,
se completan e iluminan mutuamente. En realidad el hecho de que la
aquel que siempre esca presente al género humano, en ulcimo término al
Trinidad quedara en segundo plano en el entendimiento de la encarna-
mundo creado con su mediaci6n 211 • Por elio es natural que, desde Justino,
ci6n o de la divinizaci6n del hombre equivale a no darle la debida rele-
todas las manifestaciones divinas del Antigua Testamento sean atribuidas
vancia en el conjunto de la fe y de la vida cristiana. No hace falta por tanto
al Hijo 21 • Es el Hijo el q ue da a conocer al Padre, es el conocimiento del
que nos detengamos mucho en esta afìrmaci6n generai. Ya que en todo
Padre, segun lreneo 22, y ademas solo porque el Hijo de Dios se ha hecho
este fragmento resuena la problematica de la teologfa trinitaria de K.
Rahner bastara remitir a sus indicaciones sobre el aislamiento de la
Trinidad en la piedad y en la teologfa escolar 17• Este aislamiento alcanza- 18. C( EL Dios trino... , 372-383 . Como ya hemos indicado, no cratamos ahora de
rfa el grado maximo en los dos casos que la comisi6n explicita: la encar- cxponer el pensamiento de K. Rahner.
19. A continuaci6n deberemos entrar en algunos detalles sobre la cuesci6n. Sobre la
naci6n y la divinizaci6n del hombre. También parece muy probable que relaci6n cntre procesiones y misiones cf. Sto. Tomas STh I 43, 1:« Missio igicur divinae per-
aquf resuenen los problemas suscitados por K. Rahner en torno a la posi- sonae convenire pocesc, secundum quod importat ex una parte processionem originis a
bilidad de la encarnaci6n de cualquiera de las divinas personas y en la mittente»; I 43,3: «Missio in sui catione importar processionem ab alio». Y. Congar, EL
cuesti6n de las relaciones propias o apropiadas con cada una de las perso- Espirit11 Santo, Barcelona 1983, 211, se hace eco de esca cradici6n cuando escribe: «Que el
nas divinas. Nos detendremos en cada uno de estos problemas. Verbo y el Esplricu 11mg1111 no significa que se desplacen; significa que hacen exisrir una
creatura en una relaci6n nueva con ellos. Significa que la procesi6n que les coloca en la
crernidad de la Uni-Trinidad se termina libre y efcazmente en un efecco creado».
La posibilidad de /,a encarnacion de /,as tres personas divinas 20. Podriamos mulciplicar las citas. Ireneo de Li6n, Adv. Hrur. III 18,1 (SCh
2 11,342): «... Verbum existens apud Deum, per quem omnia facta sunt, qui et semper ade-
Es conocida la tesis de K. Rahner sobro la imposibilidad de la '"encar- rar generi humano, hunc in novissimis temporibus secundum praefinicum cempus a Pacre
naci6n del Padre o del Espfritu Santo, porque, en el caso de que esto fuera unicum suo plasmaci ... ». El cexro une la mediaci6n creadora con la encarnaci6n, la uni6n
asf, la economfa de la salvaci6n no nos dir.fa nada de la Trinidad en sf a su plasma, pasando por la permanente cercanfa del Logos al hombre; también,V 16, 1
(SCh 153,214): ,,ab initio usque ad finem formac nos et coaptac in vicam et adest plasmaci
suo». Sobre la perenne cercania del Hijo al hombre, c( ademas ib. III 16,6 (312) ; IV 6,7
15. C(C)2.1. (SCh 100,454); IV 20,4 (634-636) ; IV 28 ,2 (758) , ecc.
16. lb. 21. Cf. Juscino, Ap. I 62-63 (Warcelle, 184-186) y sobre rodo Dia/. Tryph. 56-60
17. C( EL Dios trino..., 361-365. Ademas de los casos de la encarnaci6n y de la gra- (Marcovich, 161 - 174); Te6filo de Ancioquia, Ad Aut. II 22(BAC116,814); Terculiano,
cia a que en seguida nos refereriremos mas despacio, Rahner menciona que e] Adv. Mare. II 27 (CCL 1,505-507); Prax. XIV-XVI (Scarpat, 178- 190); Ireneo, Adv. Haer.
Padrenuestro se dirija a las tres personas de la Trinidad, que a ellas se ofrezca por igual el IV 6,1-9,1 (SCh 100, 436-458); Demonstr. 12 (FP 2,81 -82) .
sacrificio de la misa, que se conciba la posibilidad de una acci6n redentora atribuida a las 22. Ireneo, Adv. Haer. IV 6, 1 (SCh 100,436) : «quia ipse est Verbum qui agnitionem
tres personas divinas, que no se trace de la Trinidad en relaci6n con la creaci6n, etc. Pacris facie» ; 6,3 (442) : «Agnicio en im Patris est Filii manifestatio: omnia enim per
Evidentemente muchos de escos problemas son ya historia en el escado accual de la teolo- Verbum manifesrancur» ; 6,6 (448-450): «Et per ipsum Verbum visibilem et palpabilem
gia car6lica. Pero vale la pena tenerlos presentes para entender el contexco en que se mueve faccum Pacrem oscendebacur... invisibile etenim Filii Pater; visibile aucem Patris Filius».
el documento de la Comisi6n Teol6gica. Mas decalles en A. Orbe, Espiritualidad de san Ireneo, Roma 1989, 241-258.
LA RELACIÙN ENTRE LA TRINIDAD ECONÙMICA Y LA TRINIDAD IN MAN ENTE 19
LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIÙN
18
En otros pasajes, también del mismo concexco, se repice la idea del
hombre podemos los hombres ser hechos hijos de Dios, segun el conoci- 23 Verbo corno el modelo segun el cual el hombre ha sido creado. Se trata
do principio del intercambio que Ireneo ha formulado por primera vez • segun las lfneas clasicas de la escuela alejandrina, ciertamence del Verb~
Evidentemente conviene la encarnaci6n del Hijo si el hombre ha de ser eterno, no del Hijo en cuanto se ha de encarnar26 • Mucho mas clara esta-
hecho hijo de Dios. Revelaci6n del Padre, fìliaci6n divina del hombre rfa to?avia la respuesta a partir del pensamienco de san Ireneo y de
corno salvaci6n, rodo elio en el ambito de la mediaci6n universal del
Tertuhano, ya__q~~- para ellos e~, modelo a partir del cual el hombre es
Logos por quien rodo fue hecho, son las razones que imponen, casi espo_n-
crea?o es el H1Jo mcarnaturus ; a su imagen y en la prevision del futuro
caneamente, la encarnaci6n del Hijo de Dios. Pero la pregunta expHctta
ha s1do _plasm~do el hombre. Es el designio origina! de la encarnaci6n lo
sobre la conveniencia o necesidad de la encarnaci6n de la segunda perso- ~ue esta en pnmer plano, no aparece tan inmediatamence la cuesti6n de
na no parece que se haya planceado expresamente. s1 esca encarnacion deba corresponder a una determinada persona divina.
Una reflexi6n un poco mas expHcita sobre el tema, aunque no se haya La pregunca no se plancea por la obviedad de la respuesta. De codas
puesto rodavia la cuesti6n en los claros cérminos de los autores medieva- maneras, no es _del rodo ajen_o Ireneo al planceamienco que mas clara-
les, se halla en san Atanasio. Dice asf el obispo de Alejandda: mente hemos visco en At;n~10. Segun el o?ispo de Lion el Hijo debia
Después él mismo [el autor de la carta a los Hebreos] da la raz6n por la salvar al hombre que hab1a s1do hecho a su 1magen y semeJ·anza es decir
que no se dcbla hacer hombre ocra sino el Hijo de Dios. «Convenia en efec- aAdan 27 • ' '

to que aquel a causa del cual y por e\ cual son codas las cosas, que habla de Con [recuencia se atribuye a Agusdn la responsabilidad del cambio de
l\evar a muchos hijos a la gloria, perfeccionara mediante la pasi6n al auror de p~r~pect1v:i~ y la afìrmaci6n de la posibilidad de la encarnaci6n de las cres
su salvaci6n» (Heb 2, l O). Con escas palabras significa que no era propio de d1v~nas perso_n~S 28 - No parece que la acribuci6n sea correcta, aunque es
orro sacar a los hombres de la corrupci6n que habia surgido, sino del Verbo
4 anugua la opm16n en esce sentido, que se remonta al menos a san Alberto
de Dios, mediante el cual al principio habian sido creados-' •
Mag?o 29 • De todas maneras hay que tener presence que Agusdn ha dado
Combinando la carta a los Hebreos con una cita implicita de J n un c1erto paso en esca direcci6n al afìrmar, en contra de la tradici6n que
1,3.1 O, Atanasio escablece una intima relaci6n entre la mediaci6n crea- se remonca a Jus~ino, que c~alquicr persona podrfa tornar apariencia visi-
\ dora del Logos y la salvaci6n llevada a cabo por Cristo, qu~- presupo~e su ble en _las teofamas del Ant1guo Testamento, aunque tiene buen cuidado
,\ encarnacion. Si la creacion ha sido llevada a cabo por el H1JO, cam~1én la de dec1r que en el caso de que fuera el Padre el que se manifescase visible-
salvacion debe ser realizada por la segunda persona. Se pone de rel1eve la mence, no podria decirse que ha sido enviado ni por el Hijo ni por el
unidad del designio divino, que abraza la creacion y la recreacion del Espfricu Sanco3" . Pero Agusdn no ha dado el paso de las ceofanfas a la
hombre. Pero hay mas. Corresponde al Hijo la encarnaéion y la salvacion
del hombre porque él es el modelo segun el cual los hombres han sido cre-
' ados . Si el hombre foe creado a su imagen, a él corresponde también reno- 26. Ib. 3,1 (270-272); 11,3 (304); 13,7-14,2 (212-314); también Contra Gentes 8
(PG 2S, 16D).
varlo: 27._ Ireneo de Li6n, Adv. Haer. Ili 23,1 (SCh,211,444): «illum ipsum hominem sal-
De la misma manera, el Hijo santfsimo del Padre, que es la imagen del vare qut faccus fuerac secundum imaginem et similicudincm cius, hoc est Adam ... ».
Padre, ha venido a nuescras regiones para renovar al hombre hecho segun él y . 28 . Asf repec_idamence K. Rahner, El Dios trino... , 362; Gmndkurs des Glaubem,
para volver a enconcrarlo, cuando escaba perdido, mediante la remisi6n de sus Fre1burg-Basel-W1en 1976, 213; también H.U. von Balthasar, Theologik 11, Einsiedeln
pecados, corno dice él mismo en los evangelios: «he venido a encontrar y sal- 1985, 15?-. Cf. cn cont~a, G. Lafonc, Peut-on connnitre Dieu en jtsus Chrut?, Paris 1969,
219, comg1endo ya cscmos anteriores de K. Rahner.
var lo que escaba perdido»(Lc 19,10) 21 • 29. Cf. mas adelante la n. 40.
30. Agusc!n, Trin. II 18,3S (CCL 50,126): «Per subieccam vero creacuram non
solum _fìlium, v~l spir!tu~ sa~ccum, sed etiam parrem corporali specie sive similic~dine
23. Cf. abundantcs ejemplos en L.F. Ladaria, Teologia del pccndo origi11n/ y de In grncin,
mo_rraltb_us senstb~s s1gntfi<:3-t1onem sui dare pocuissc credendum est»; III 11,26 (l 57):
Madrid ' 2001 , 15 I. Volveremos mas adelance sobre esta cuesci6n; cf. n. 59.
24. De Incnr. Verbi IO (SCh 199,300); la misma doccrina en Co11traArin11os Il S3 (PG
"·:·m qu1bus_ angel_is erat unq_u~ et pater, et ~lius, et spiritus sanctus; et aliquando pater,
al1q~ando fihus, al1quando spmrus sanctus, al1quando sine ulla distinctione personae deus
26,260): «Porque él es diference de sus obras, o mejor, porque es su cread_or, era conve-
per 1llos_figurabatur»; cf. Il~ ~ 1_,~7 (158); N 21,32 (20S): «quia etiam si voluisset deus pater
niente que fuera él quicn realizara la renovaci6n en él... Él recrea cn sl m1smo rodas las
per sub'.~am crcacu~ v'.s1b1hter ap_pare~e, abs~rdissimm ramen aut a filio quem genuit,
cosas; se ha hecho hombrc para renovarlas». aut a spmcu sancco, qui de 1110 proced1t, m1ssus d1cerecur». Cf. rambién la Ep. 11 ,2.4 (CSEL
2S. De l11cnrn. Verbi. 14,2 (31S) .
20 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 21

encarnaci6n. Hay una diferencia fundamental entre ambos eventos. Mas Pocos afios después, Fulgencio de Ruspe da una respuesta en términos
aun, sin plantearse directamente la cuesti6n que nos ocupa, es sensible a muy 5emejantes a la cuesti6n que explfcitamente no se plantea:
la correspondencia entre la Trinidad economica y la Trinidad cuando al Por ranco, corno segun aquella divinidad en la cual el Padre, el Hijo y el
hablar de la encarnaci6n del Hijo dice que dado que el Padre es el que Espfricu Samo son una sola cosa no creemos que el Padre haya nacido, ni
engendra y el Hijo es el engendrado, es congruente que sea el Padre el que tampoco el Espfricu Sanco, sino solamence el Hijo, igualmence la fe car6lica
envfa y el Hijo el enviado 31 • cree y anuncia que solamente el Hijo ha nacido segun la carne. Pues tampo-
Después de Agustin encontramos en algunos autores occidentales alu- co en aquella Trinidad seria propio solamence del Padre no haber nacido, sino
siones a lo que sera después el problema medieval, evidentemente sin haber engendrado un solo Hijo (ni seria propio solamente del Hijo el no
plantearlo expresamente. La coherencia entre la fìliaci6n eterna y la tem- haber engendrado, sino haber nacido de la esencia del Padre; ni propio del
pora!, entre el ser, corno Dios, Hijo del Padre y, corno hombre, hijo de Esplritu Sanco ni haber nacido ni haber engendrado, sino ser el unico que
Marfa, es objeto espedfìco de reflexi6n. Es otro punto de vista que pone procede de la erernidad inmutable del Padre y del Hijo) si Dios Padre que
de relieve la relaci6n encre economfa y teologfa. Genadio de Marsella ha segun la naturaleza divina no ha nacido de ningun Dios, naciera no obsranre
desarrollado este pensamiento en una bella pagina: de la Virgen segun la carne. Pues si el Padre naciera de la Virgen, una sola per-
sona seria Padre e Hijo. Aunque esca unica persona, por el hecho de no haber
No asumi6 la carne el Padre, ni el Esplricu Sanco, sino s6lo el Hijo; de nacido de Dios sino s6lo de la Virgen, no seria llamado con verdad Hijo de
manera que el que en la divinidad era Hijo de Dios Padre, él mismo se hicie- Dios, sino solamence hijo del hombre31•
ra en la humanidad hijo de una madre humana (ipse fieret in homine hominis f
matris filius) y asi el nombre de hijo no pasara a orro que no fucra Hijo a causa Las formulaciones son semejanres a las de Genadio. La raz6n de la

I
de la generaci6n eterna. Por ranco el Hijo de Dios se hizo hijo del hombre, encarnaci6n del Hijo, que en Atanasio era mas hist6rico-salv.1fìca, recom-
nacido de Dios corno Hijo de Dios segun la vcrdad dc la naruraleza y segun poner la imagen por parte de aquel que es el modelo de la misma, se rela-
la verdad dc la naturaleza hijo del hombre [nacido) del hombrc (ex homine ciona en este momento mas con las caracterfsticas de las personas en su
hominis filius). De ral manera que el que ha sido verdaderamence engendrado vida inmanente y su repercusi6n en la economia: aquel que ha sido eter-
{veritas generationis) cuviera el nombre de Hijo no por adopci6n ni por deno- namente generado debe serlo también en el tiempo, el que es Hijo en
minaci6n, sino por el hecho de nacer scgun uno y orro nacimienco, y el ver- cuanto Dios debe serio también en cuanto hombre. Esta correspondencia
dadero Dios y verdadero hombre fuera un solo Hijo. Pucs no confesamos ni no se dada en las demas personas. En concreto se darfa una cierta contra-
dos crisros ni dos hijos, sino un solo Hijo, Dios y hombre (Deum et hominem dicci6n si se encarnase el Padre, que serfa al mismo riempo Padre e Hijo.
unum filiumJ 2•
Sus caracterfsticas "inmanentes" son por tanto las que excluyen su encar-
Tendrfa poco sentido la encarnaci6n de quien no es, corno Dios, eter- naci6n, corno hacen congruente la del Hijo. Pero Fulgencio no solamen-
namente Hijo. Un solo Hijo es Dios y hombre verdadero, hijo en cuanto te se detiene en la exclusi6n de la encarnaci6n del Padre, sino también da
Dios y en cuanto hombre. Parecerfa que, para Genadio, en otro caso, no razones para mostrar que no serfa congruente la del Espfritu Santo:
se salvarfa la unidad de la persona que se encarnase. Con la encarnaci6n
Del mismo modo, si no hubiera nacido de la Virgen aquel que propia-
del Hijo el que es verdadero Dios y verdadero hombre es un solo Hijo. meme es el Hijo unigénito de Dios Padre, sino el Espfritu Samo, la sanca
«Deum et hominem unum fìlium», sin duda una formulaci6n cristologi- Iglesia no creerfa en el coraz6n para la jusricia, ni confesarla con la boca para
ca lograda. la salvaci6n (cf. Rom 10,9-10) al mismo Hijo nacido de mujer, nacido bajo
la ley (cf. Gal 4,4), del cual se dice en el simbolo nacido del Esplritu Santo de
Maria virgen. Pero si el mismo Esplriru Sanro, que es el Espfricu del Padre y
del Hijo, hubiera recibido la forma de siervo (cf. Flp 2,7) no hubiera venido
34, 26;28) , que insiste, en términos no muy precisos, sobre la unidad de acci6n de las cres
del cielo el mismo Espfricu sobre sl mismo en cuanro hecho hombre en la
divinas personas, pero no dice que las tres se puedan encarnar.
31. Trin. IV 20,29 (I 99) :«Sicur ergo parer genuir, fìlius genicus est, ira congrue parer forma de una paloma (cf. Mc l,IOpar)l-l.
misir, fìlius missus est»; 20,28 (198): «ab ilio mirricur de quo narum esr; mirricur quod
genicum esr».
32. Genadio de Marsella, De eccL dogmatibus 2 (PL 58,981AB); cf. F. Neri, C11r 33. Fulgencio de Ruspe, De Fide ad Petmm 7 (Il) (CCL 91A,716); cf. rambién ib. 7-
Verbum capnx hominis. Le ragioni de/L'incarnazione della seconda persona della Trinità fra teo- 8 (717).
logia scolastica e teologia contemporanea, Roma 1999, 58-59. 34. Ib. 9 (717-718).
22 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACI◊N ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 23
Estas razones, corno se ve facilmente, no son de tanto peso corno las clan razones no s6lo positivas a favor de la encarnaci6n del Hijo, sino tam-
que excluyen la encarnaci6n del Padre. No hay ninguna alusi6n a motivos bién negativas para excluir la de las otras personas.
de la vida intratrinitaria. Simplemente la confesi6n de fe no seria la que
es, no podrfamos profesar que el Hijo naci6 por obra del Espfritu Santo La teologia medieval
de la virgen Maria, no podriamos confesar su resurrecci6n de entre los Antes por tanto de que la escolastica se plantease la cuesti6n de la posi-
muertos (cf. Rom 10,9)3~. Igualmente el Espfritu Santo no podria haber bilidad de la encarnaci6n de las tres personas, encontramos en algunos
descendido en forma de paloma sobre s1 mismo hecho hombre corno des- autores la respuesta a ella, sin que se hayan formulado la pregunta expH-
cendi6 sobre Jesus, el Hijo. La brevedad del comentario no permite ver el cita. No debemos entrar en un esrudio muy extenso de estas cuestiones en
alcance que da Fulgencio al descenso del Espfritu sobre Jesus. Como tam- la teologia medieval, investigadas ya de manera casi exhaustiva37• Bastara
poco la signifìcaci6n del inciso «qui Patris et Filii Spiritus est». (Considera dar en pocas Hneas un resumen de la evoluci6n.
que la salvaci6n no podria haberse realizado de otro modo mas que con La cuesti6n explkita ha sido planteada por vez primera por san
las misiones del Hijo y del Espfritu tal corno han acontecido de hecho? Anselmo, y ha encontrado una respuesta negativa. También él, corno
(Relaciona el orden de las misiones con el de las procesiones? Es posible Genadio y Fulgencio encuentra inconveniente que se haga hijo en la eco-
que asi sea, ya que en Agusdn es clara la relaci6n entre e! Espfritu corno nomia quien no lo es en la vida inmanente. Se seguirian por tanto incon-
don del Padre y del Hijo y su procesi6n de los dos. En rodo caso parece venientes de la encarnaci6n de otra persona, y en Dios, segun Anselmo,
que nos hallamos ante una tentativa de excluir la posibilidad de la encar- cualquier inconveniente equivale a la imposibilidad. Como razones posi-
naci6n del Espfritu Santo, aunque las razones de esta exclusi6n no parez- tivas el obispo de Canterbury se.fiala que la persona encarnada debe inter-
can de especial peso ni se haya razonado mucho sobre ellas36 • ceder por los hombres ante Dios; mas justo es que el Hijo interceda ante
No parece por tanto que san Agusdn haya defendido la tesis de la posi- e! Padre que al revés. Al Hijo imagen de Dios se ha hecho la injusticia
bilidad de la encarnaci6n de las tres personas, aunque en algunos extre- principalmente cuando e! diablo y Adan quisieron hacerse semejantes a
mos puede haberse aproximado a ella. Tampoco se ha generalizado esta Dios con un robo (per rapinam), y es evidente nadie castiga mas justa-
opini6n inmediatamente después de él, ni siquiera en drculos que han mente al culpable que el ofendido38 • Pero si Anselmo se inclina por la
recibido su influjo. Mas bien vemos testimonios de lo contrario. Pero lo repuesta negativa a la cuesti6n, Pedro Lombardo sera el primero que se
que s1 es probable es que el influjo de la doctrina trinitaria de Agusdn inclinara por la soluci6n positiva, no sin haber antes indicado las razones
haya determinado un cierto cambio a la hora de justifìcar la necesidad o de conveniencia de la encarnaci6n de la segunda persona: en primer lugar
conveniencia de la encarnaci6n del Hijo. Tienen mas peso los motivos de él es la idu 'a__creadora mediante el cual rodo fue hecho y por tanto
la "teolog1à' que los de la "econom1à', yen concreto desaparece el de la puede reconducir al hombre a la imagen del Padre. En segundo lugar debe
imagen de que el Hijo debia restaurar dado que él era e! modelo ya en la haber una correspondencia entre la generaci6n y la misi6n; Agusdn, cuyo
creaci6n inicial del hombre. Para Agusdn, corno es bien sabido, el alma pensamiento conocemos, es aqu1 la gran autoridad. Por ultimo, es cohe-
humana es imagen de la Trinidad entera. Por otra parte se nota también rente que quien es Hijo en la vida eterna de Dios lo sea también corno
una cierta evoluci6n en los ultimos autores citados en el sentido de que se hombre3 9• Pero inmediatamente después de hacerse eco de estas razones
tradicionales, el Lombardo se.fiala que si el Hijo se ha encarnado podrfan
y pueden hacer lo mismo el Padre y el Espfritu Santo. Parece insinuarsela
35. El cexco no se refìere direccamente a esce aspecco, que es el esencial en el pasaje de
Rom 10,9-10 al que se alude.
36. En esce sentido las razones de Genadio parecen mejor elaboradas. Genadio insis-
te mas en las razones de conveniencia de la encarnaci6n del Hijo, es decir, en la congruen-
cia de que la misma persona sea Hijo en cuanco Dios y en cuanco hombre. Fulgencio por 37. Nos podemos remicir a la obra de F. Neri, C11r Verb11m capax hominis (cf. n. 32),
el contrario se centra en la difìculcad de la encarnaci6n del Padre, en el que una sola per- 49-207. Si me he decenido un poco mas en los aucores mas anciguos es porque éscos
sona sea a la v~ Padre e Hijo. El nombre del Esplricu Santo no plantea esca difìculcad can encuencran menos espacio en la invesrigaci6n de F. Neri.
claramence; cal v~ por esce morivo se ucilizan argumentos discintos para la exclusi6n del 38. Cf. Anselmo, Epistola de lncarnatione Verbi (Opera Schmicc 2, 25-28) ; cf. Neri,
Padre y del Esplricu Santo, mientras que en Genadio, al partir de las razones posicivas para o.e. 59-62.
la encarnaci6n del Hijo, el mismo argumento valla para los dos casos. 39. Cf. Pedro Lombardo, Sent. III d. I . c. I.
24 u\ TRINIDAD. MISTERI O DE COMUNI ON u\ REu\CION ENTRE u\ TRINIDAD ECONOMICA Y u\ TRINIDAD INMANENTE 25
omnipotencia divina corno raz6n de esta afìrmaci6n, que el maestro de las cido por Dios. Por lo que respec;ra al primer punto, se sefi.ala que la poten-
Sentencias no se preocupa de fundamentar explkitamente40 . cia divina es posefda igualmente por las tres personas y la misma es tam-
Tomas y Buenaventura complicaran mas la cuesti6n, porque a las razo- bién la «ratio personalitatis», aunque sean distintas las propiedades perso-
nes positivas a favor de la encarnaci6n del Hijo afiadiran las razones apa- nales. La omnipotencia divina por ello podfa unir la naruraleza humana a
rentes que favorecen la encarnaci6n del Padre y del Espfriru y los motivos la persona del Padre o a la del Espfritu Santo corno la uni6 a la del Hijo 4\
que se oponddan a estas hip6tesis. Prescindiremos de estos problemas en Debemos notar en este contexto un punto de clara procedencia agusti-
nuestra exposici6n y nos limitamos a las razones positivas a favor de la niana: en la hip6tesis de la encarnaci6n del Padre éste no seda enviado,
conveniencia de la encarnaci6n del Hijo por una parte, y a las razones a corno lo ha sido el Hijo 46 • Santo Tomas introduce las razones de la conve-
favor de la posibilidad de la encarnaci6n de las tres personas por otra41 . niencia de la encarnaci6n del Hijo indicando, corno ya hiciera en su obra
Para santo Tomas, en el Comentario a las Sentencias, las razones a de juventud, que fue "convenientfsimo" que se encarnara la segunda per-
favor de la gran conveniencia de la encarnaci6n del Hijo 42 son la rescaura- sona47. Escas razones de suma conveniencia son que el Verbo es el ejem-
ci6n de la imagen creada (el hombre) por parte de la increada (el Hijo de plar de coda criacura y es en parcicular la Sabiduda de la cual deriva la
Dios); la correspondencia entre la filiaci6n eterna y la filiaci6n tempora! sabidurfa humana; por ello era mas conveniente que se uniera a la criacu-
de tal manera que por medio del que es Hijo por naruraleza pudiéramos ra, y a la criacura humana en parcicular. La predescinaci6n de los hombres
los hombres recibir la filiaci6n de adopci6n; el Hijo, al ser el Verbo, la es a la filiaci6n divina; fue por tanto conveniente que mediante el que es
Palabra, es el mas id6neo para la revelaci6n del Padre; el que es la perso- Hijo por naruraleza los hombres participaran por la adopci6n de la seme-
na "intermedia" en la Trinidad es el que mejor puede mediar entre Dios y janza de esta filiaci6n. Por ultimo, en el parafso el hombre pec6 porque
los hombres4'. Razones estrictamente "teol6gicas" se combinan con otras quiso poseer la ciencia del bien y el mal; es conveniente que fuese recon-
que muestran la coherencia de la hiscoria de la salvaci6n. Pero a pesar de ducido a Dios por el Verbo de la verdadera sabidurfa48 • Respecco al
codas estas razones Tomas acepta y explica por cuenta propia la hip6tesis Comencario a las Sentencias llama la acenci6n en la Summa, ademas del
de Pedro Lombardo sobre la posibilidad de la encarnaci6n de las otras cambio de orden de las cuestiones, que las razones de la conveniencia de
personas: la encarnaci6n de ocra persona no implicarfa en s{ misma nin- la encarnaci6n del Verbo tienen un menor desarrollo. Ha desaparecido, en
guna contradicci6n ni significarfa una disminuci6n de la potencia del que concreto, la de la revelaci6n, y también la de la restauraci6n de la imagen.
se encarnase; tampoco presentarfa en sf misma ningun inconveniente; las Las dos cienen sin duda una base en el Nuevo Testamento (cf. entre otros
dificulrades vienen s6lo si se considera el orden libremenre instiruido por lugares Jn 1,18; 14,8; Rom 8,29; 1 Co 15,49) y un fuerte apoyo en la
Dios, no son por tanto decisivas 4 ◄• rradici6n. No deja de ser llamativo que en su obra de madurez santo
En la Summa santo Tomas, de modo significativo, cambia el orden de
las cuesciones. Afirma primeramente la posibilidad de la encarnaci6n de
cualquier persona, para pasar después a la conveniencia del orden estable- 45. STh III 3,5.
46. Cf. ib, ad 3. Y sobre codo I 43,4: «cum Parer non sic ab alio, nullo modo conve-
nic sibi mirci; sed solum Filio et Spiricui Sancco, quibus convenir esse ab alio». Cf. los rex-
ros cicados en la n. 19.
40. Ib. III, d. 1, c. 2. Sigue al Maestro de las Sencencias en esce parecer san Alberto 47. STh III 3,8: «Respondeo dicendum quod conveniencissimum fuir personam Filii
Magno, que ademas acribuye la misma opini6n a Aguscln. Asi escribe en In III Sent. d. I incarnari». Ésra es tal vr:z. la raz6n, unida a cuanco hemos indicado en las noras 19 y
C, a. 10 (Opera 28,15-16): «Dicendum cum Magiscro, et Auguscino, quod Parer et 46, por la que H. C. Schmidrhals, Pmonarum Trinitas. Dei trinitarische Gotuskhre t:ks
Spiritus sanctus poruerunt er possunt incarnaci; sed non congruir, nec necesse fuir ...». No heiligen Thomas von Aquin, Sr. Orrilien 1995, 651, afirma que, segun santo Tomas, a
hay en e1 contexro ninguna referencia o cita de Agust!n que pueda juscifìcar la arribuci6n causa de las procesiones trinirarias s6lo e! Hijo pod!a encarnarse, «nurdem Sohn zukom-
de esra opini6n al doccor de Hipona. men konne, die menschliche Nacur anzunehmen»; cf. también la p. 660. Estas afirma-
41. Para codo esre conjunto podemos remicir de nuevo a F. Neri, o.e., 104-162. ciones expl!citas parecen muy fuerres y diflcilmente juscificables a la luz de STh III 3,5,
42. In Sent. III d. l,q.2,a.2: «Ergo er incarnario convenientissime Verbum aeternum donde e1 «sed contra» no parece dejar lugar a dudas: «quidquid potest Filius potesr Pater:
decuir». alioquin non esset eadem potencia rrium. Sed Filius poruir incarnaci. Ergo similirer Parer
43. Cf. Sto. Tomas. In Sent. ib .. Orras razones a partir de las "apropiaciones" ser!an la cc Spirirus Sanctus»; cf. e1 resto del art!culo. De rodas maneras son dc apreciar las
rescauraci6n de rodo por la Sabidur!a creadora; el que es la porencia de Dios (cf. 1 Cor r:u.oncs que da Schmidthals para mostrar que las propiedades personales de cada una de
1,24) vence al diablo; e! que es la belleza restaura la imagen afeada por el pecado. las personas divinas constiruyen a ésras en «sujeros inconmesurables».
44. Ib. III d .. l, q.2, a 3. 48 . Cf. STh III 3,8.
I

26 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA y LA TRINIDAD INMANENTE


27
Tomas haya dado esce paso en la lfnea de un mayor alejamienco de la base
hom?fie al conocimienr? de Dios, cl Verbo en cl cual cl Padre se
positiva, aunque el paso resulca acenuado de alguna manera por el hecho man_1 Jesra y pu_ede umrse a la carne, corno la palabra a la voz
de que mantiene su acencuaci6n de la suma conveniencia de la encarna- A nmguno conviene reconducir al hombre a la semeJ·anza D' .
ci6n del Hijo ya presence en el comencario a las Sencencias. mas que al 1 · d con 10s
cir a la filiacI~: :~oap:;nage: cl Pajdre; a ningu~? conviene recondu-
De modo no muy diverso ha procedido san Buenavencura, que ya en . va m que a que es cl HtJO natural y Il
el Comentario a las Sencencias ha alcerado el orden de las cuesciones en el ~t;i~~~ conviene hacerse hijo del hombre mas que al ~isit~ij:
mismo sencido en que lo hara santo Tomas en la Summa. La posibilidad
de la encarnaci6n de cualquiera de las cres personas se funda en que la dis-
cancia que separa la criacura de las cres personas es la misma; lo mismo se Alguna consideraci6n final
diga de la dignidad de las personas. Para que se produzca la encarnaci6n .Jl Hijo es el revelador del Padre, por él ha sido engendrado y de él ha
son necesarios dos excremos suscepcibles de unirse, una persona en la que 11
~a éi°' es su pal~bra Y su imagen. Dios ha creado codas las cosas por medio
la unidad se realice y una potencia capaz de unir los dos excremos. Todos e Y p~r med10_ de él nos salva. A su imagen han sido creados los hom-
los requisicos esca.o presences en el Padre y el Espiricu Santo, corno lo esca- bres ~egun la anngua teologia de la Iglesia, y es la imagen de Jesucrisco
ban en el Hijo. Por ulcimo, se pregunta el Serafico si el Hijo se ha encar- resuc~cad? la que escamos _llamados a reproducir (cf. 1 Cor 15,49; Rom
nado en cuanco persona o en cuanco Hijo. Él es Hijo del Padre, no de la
criacura que asume. No se ha encarnado por canto en cuanco Hijo, sino
82
, ~~d1
a el_ t?ca repar~~ la, t~agen deceriorada y devolvernos la semejanza
per , . a. S~ el es el HtJo umco por nacuraleza, a él corresponde hacernos
en cuanco persona; por consiguiente el Padre y el Espiricu podrfan igual- parttcipes es~ ~~ndici6n fìlial. Éstos y ocros mocivos que hemos encon-
mence haberse encarnado 49 • Las razones posicivas para la encarnaci6n del trado en la trad1c1~n (e! Hijo corno la Sabidurfa, la belleza, ecc.) nos mues-
Hijo son que siendo el Hijo imagen del Padre era conveniente que se tran la co?gruenc1a de la encarnaci6n del Hijo. Si Dios se nos ha mani-
uniese al hombre, que podria ser asumido precisamente en vircud de su fescado as~ debemos pensar_que esco no es simplemence casual, sino que
condici6n de imagen de Dios. El Verbo eterno, la Palabra, es escuchado co_rrespo? e ~ ~o que es D1os en sf mismo, que es congruente con su
asf cambién en la carne humana. Era mas conveniente que fuera engen- misma vida divma. ,iHay espacio codavfa para cuesciones hipocécicas? No
drado cambién corno hombre el Hijo que ha sido engendrado corno Dios r;ec{ Prob~blemence la pregunca misma sea ociosa. Dios no nos ha reve-
desde la ecernidad 50 • Ocras razones mas direcramence oriencadas a la O
a asta donde ~canza su omnipotencia, en la misteriosa relaci6n encre
redenci6n de los hombres son que corresponde al Hijo, en cuanto primer su nacuraleza y su l1berrad a la que haremos referencia dentro de poco· ni
ofendido en el pecado de quienes quisieron usurpar la imagen de Dios, el tampoco todas las caracceriscicas de la profunda congruencia, que' sin
castigo y el perd6n. Por ocra parte al Hijo corresponde obedecer al Padre d~da debe~os poscul_ar, encre su ser y su obrar. Por ocra parre tampoco
e interceder ance él mas que a la inversa. Al Hijo corresponde también sa ~~os donde termma lo que es propio de cada persona divina una
incroducirnos en la relaci6n fìlial con el Padre~ 1• En ocra ocasi6n, olvida- nocton _que_usamos y que cierramence tenemos que usar, pero siempr~ con
do Buenavencura de problemas escolascicos y de hip6cesis de pura espe- la conc1enc1a _de que es la necesidad de no callar la que nos obliga a ucili-
culaci6n ha resumido en un bello cexco las razones que muescran que la za~ esce térmmo para referirnos al Padre, al Hijo y al Espiricu Sancos-'
encarnaci6n conviene al Hijo: D1versas voces han adverrido en la teologia cat6lica de los ulcimos tiem~
La mediaci6n convive al Hijo de Dios, ' a él convive rambién la pos_ contra _uns~so demasiado univoco del concepto de persona en su apli-
encarnaci6n. Porque es propio del mediador ser medio enrre cl cac16n a D1os .Por ocra parte el Nuevo Testamento nos dice que el Verbo
hombre y Dios y reconducir al hombre al conocimiento de Dios, a la
semenjanza y a la filiaci6n divina. Pero a ninguno conviene ser medio
mas que a la persona que crea y es engendrada y es media entre las
52. Breviloq11i11m IV 2,6.
personas. A ninguno corresponde mejor que al Verbo reconducir al
53. Cf. Agustln, Trin. V 9,10 (CCL 50,217); VII 4,7 (255).
K 5~ Cf. ~/ lfj _von ~alrhasar, Theologik Il Dei Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985 137·
49. Buenavencura, /11 Senr. III, d. I a. I. ·. .. n~r, tos ~mo... , 373s; 433; H. Miihlen, Der Heilige Geisr als Person in de~
50. Cf. 16. III, d. I ,a . 2, q. 3. Tr,mar, m der lncamation und im Gnadenbund Miinster 1963 106 f
r e • ' , s, as personas en
51. Cf. ib. da~ o lque personaals, lno r_1e~en nada en comun. Lo que rienen en comun es la di:ini-
a , e ser person es d1st1ngue.
'
28 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 29
se ha hecho carne, pero no conoce un concepto abstracto de encarnacion. sea una excepcion a esta regia, sino mas bien es el caso paradigmatico en
El desarrollo conceptual, sin duda legftimo, no nos debe hacer olvidar la el ~ual roda la actuacion de Dios ad extra encuentra su culmen y de la cual
fuente de que arranca. La espeçulacion escolastica a la que hemos hecho rec1be el sentido ultimo, comenzando por la creacion; la mediacion de
unas pocas referencias nos debe fa advertir de lo que puede ocurrir cuan- Jesus el Hijo abarca la salvacion y la creacion ~cf. 1 Tm 2,5; Col 1,15-20;
do la especulacion teologica se desliga demasiado de su base positiva55 • 1 Cor 8,6; Jn 1,3; Heb 1,2-3). Para la comunicacion a los hombres de la
Quedémonos con las razones que nos hablan de la coherencia de la encar- vida divina es de importancia decisiva la encarnacion del Hijo. La cristo-
nacion del Hijo. Pensamos que a su propiedad persona! irrepetible con- logia y la doctrina trinitaria no pueden por tanto separarse.
viene este modo de manifestacion y autodonacion; y lo mismo podemos
decir del modo de donacion del Espfritu Santo en nuestros corazones, en La Trinidad y fa divinizacion del hombre
la relacion intrfnseca que existe entre encarnacion del Hijo y don del
Espfritu para nuestra salvacion. La "economfà' no solo nos remite a la La Comision Teologica lnternacional, en el texto que nos ocupa, sefia-
"teologfa'', sino que es la unica via legftima de acceso a ella. la ~~a segunda ''.separa~ion" ent_re la doctrina trinitaria y la cristologia: la
La cristologia no puede separarse de la doctrina trinitaria, y ésta ha de Tn~1~a1 n~ ~a s1do temda sufìc1entemente en cuenta en la explicaci6n de
ser tenida en cuenta al hablar de la teologfa de la encarnacion. Jesus es el 1~ ~1~1m~~c1on del hombre. ~a doctrina sobre la encarnacion y sobre la
Hijo de Dios hecho hombre, no simplemente «unus de Trinitate». La con- d1v1mzac10n son dos aspectos mseparables de un mismo misterio. La divi-
dicion fìlial de Jesus, y no solamente su divinidad, es fondamenta! para la nizacion significa adopcion filial, participaci6n en la fìliacion divina de
cristologia. Es esta condicion fìlial, la relacion al Padre que Jesus nos Jesus por el don de su Espfritu (cf. Gal 4,4-6; Rom 8,14-16). S6lo
muestra en su vida, la que ha dado la posibilidad a la tradicion de la Iglesia siguiendo la ensefianza de Jesus, el hijo hecho hombre, podemos llamar a
de hablar de la generacion eterna del Hijo, del Padre corno foente y prin- Dios "Padre" (cf. Mt 6,9; Lc,11,2). Tampoco podemos separar la divini-
cipio de la divinidad, etc., y también del Espfritu Santo corno don del zaci6n del hombre del designio divino para el cual hemos sido predesti-
Padre y del Hijo. La Trinidad economica es la Trinidad inmanente, aun- nados, la conformaci6n con la imagen del Hijo, ,lprimogénito entre
q ~ desde el primer instante, también en relacion con la primera parte del muchos hermanos (Rom 8,29; 1 Cor 15,49; Ef 1,3-10). La divinizaci6n
«axioma fondamenta!», debemos sefialar que la economia salvadora nos del hombre (cf. 2 Pe I ,4) no puede considerarse mas que en relacion con
remite a un rrristerio siempre mayor y mas profondo. la fìliaci6n, mas aun, solamente a la luz de ésta es bien entendida.
En la encarnacion del Hijo enviado por el Padre, hecho hombre en vir- Podemos ser divinizados en la medida en que participamos de la condi-
tud del poder del Espfritu Santo, se da un caso de especial corresponden- ci6n filial de Jesus 57 • Precisamente en Gal 4,-6, donde se nos habla de la
,cia entre la Trinidad economica y la Trinidad inmanente. Esta correspon- ?liaci6n d_ivina del hombre, esta el germen de la teologia patrfstica del
dencia seda ya tal aunque nos quedaramos en los motivos de mera con- mtercamb10: porque e! Hijo de Dios comparte nuestra condici6n huma-
veniencia de la encarnacion del Verbo. En la economia de la salvacion na podemos nosotros compartir su condicion divina siendo hijos en él.
actuan inseparablemente las personas divinas, pero a la vez cada una No tener presente la importancia del misterio de la Trinidad para la teo-
segun aquello que le es propio 56 • No podemos pensar que la encarnacion logia de la encarnacion y de la divinizaci6n equivale a no tener presente la
relacion fntima que existe entre estos dos ultimos misterios entre sf. S6lo
a partir de la doctrina trinitaria se puede iluminar e! nexo entre ellos. La
Comisi6n Teologica, en el documento que nos ocupa, se ha referido a la
55. Se puede escarmencar en cabeza ajena, aunque sea en las cabe-ias de los mas gran- teologia de la divinizaci6n y del intercambio relacionandolas explfcita-
des. Tanto santo Tomas corno san Buenavencura, para defender la posibilidad de la encar-
naci6n de las tres personas, y en concreto del Padre, han de enfrencarse a la objeci6n de ~ente con la encarnacion y la fìljacion . Podemos pensar por tanto que
que en esce caso habria en Dios dos personas que serian "hijos". Responden diciendo que tiene presente este problema cuando se ha referido a la separacion neoes-
la encarnaci6n no se produciria en este caso a través de un nacimienco: el Padre podria for- colastica entre la doctrina trinitaria y la de la divinizaci6n del hombre. La
marse a si mismo un cuerpo corno en el caso de Adan (Tomas, S11p. Sent III ,d. l ,q.2 a.3) ;
mas genéricamence, es falso que Dies no pueda asumir la carne mas que tornandola de una
mujer corno de una madre (Buenaventura, In Sent. III, d .. 1,a.. l, q. 4). El parecido que
57. Gregorio Nacianceno, Or. 7,23 (SCh 405,240): «Debo ser sepultado con Cristo,
estas posibles "encarnaciones" tenddan con lo que el evangelio nos narra es nulo.
resucirar con él, ser coheredero de Cristo, ser hecho hijo de Dies e incluso dies»; la idea
56. Cf. CCE 258, con cita del segundo concilio de Constantimopla (cf. DH, 421). se repite en Or. 14,23 (PG 35,888).
30 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 31
relacion entre ambas pasa necesariamente por la encarnacion 58 • nente de la Trinidad economica no se pueden separar tampoco la cristo-
Solamente con la referencia al misterio trinitario podemos determinar el logfa y la doccrina trinitaria porque corno nos recordaba la Comision
significado de la encarnacion del Hijo, y a la vez el de la actuacion de cada Teologica lnternacional, «el miscerio de Jesucrisco se inserta en la estruc-
una de las personas segun su propiedad personal en la obra comun de la tura de la Trinidad» 60 •
salvacion. Solo asf se puede contemplar la posibilidad de relaciones pro- Hay que reconocer que en esce momento, esce problema que sefialaba
pias y no solo apropiadas con cada una de las personas. En efecto, si esta- la Comision Teologica hace ya dos decenios no es muy accual en la ceolo-
mos en relacion con la Trinidad considerada solo en su unidad no se llega gfa catolica. En un cierco sentido no lo era ya cuando se publico el docu-
a entender el valor de nuestra insercion en la vida trinitaria. Nuestra divi- mento a que nos referimos. Los principios en que se inspiraba han sido
nizacion no tiene sentido sin la filiacion, de la misma manera ~ de ampliamente recibidos en la teologfa cacolica. Pero la relacion entre teo-
modo todavfa mas radical, no podemos separar la divinidad de Cristo de logfa y economfa sigue y seguira siempre suscitando problemas, dado que
su filiacion divina: él es Dios Hijo, es Dios en cuanto ha recibido todo del no podemos pensar que la economfa salvadora · agote el miscerio de Dios.
Padre, en cuanto en la generacion el Padre le ha comunicado su divinidad. En la conciencia de la Iglesia ha escado siempre que en el acontecimienco \
Con la encarnacion del Hijo y el don del Espfritu derramado en nuestros de Jesucristo y en el don de su Espfritu Dios se nos revela corno es, pero
corazones se nos muestra realmente algo de la Trinidad inmanente. Solo la mayor cercanfa de esca revelacion nos muescra un Dios mucho mas
con esta referencia trinitaria que parte de Jesus Hijo, la Palabra y la ima- grande y misterioso 61 • Precisamente a la recra comprension de esce miste-
gen perfecta del Padre, entendemos el sentido de la encarnacion, que rio apunta la otra separacion entre crisrologfa y docrrina trinitaria que la
tiene lugar «propter nos homines et propter nostram salutem». Esto ha CTI seriala.
de tenerse también en cuenta para entender la dgg_rina del "intercambio",
que se encuentra en los Padres con formulaciones distintas. En muchas
ocasiones se habla en términos mas o menos generales de divinidad y
biendo la adopci6n, se hiciera hijo de Dies .. . Porque <de qué manera poddamos unirnos
humanidad, pero en otras ocasiones se explicita la idea de la filiacion, la a la incorrupci6n y a la inmortalidad si antes la incorrupcién y la inmortalidad no se
de Cristo y la de los hombres 59 • Si no se puede separar la Trinidad inma- hubiera hecho lo que somos nosotros?». Cf. también ib. III 10,2 (1 16- 118): «[Deus) qui
per legem et prophetas promisit Salutarem suum faccurum se omni carni visibilem, ut fie-
rec Filius hominis ad hoc et homo fierec filius Dei». Ireneo, el primero que de modo explf-
58. Comisi6n Teologica lnternacional, Teologia-Cristologia-Antropologia I E) 1 (253) : ciro ha formulado este principio, ha insistido corno vemos expllcicamente en la fìliaci6n
«"El Verbo de Dies se ha hecho hombre para que el hombre se hiciera Dies" (Atanasio, divina, y no se contenta con formulaciones mas genéricas sobre la divinizaci6n. Los dos
Oratio de lncarnatione Verbi 54,3) . Este axioma de la soteriologia de Ics Padres, sobre rodo clemcntos debcn ir junros. Lo mismo encontramos en época mucho mas card/a en
de Ics Padres griegos, se niega en nuestros tiempos por varias razones. Algunos pretenden Agustln, Sermo 185 (PL 38,999) ; Le6n Magno, Ser. 26, 6 in Nat. Domini (PL 54, 213).
que la "deificaci6n" es una noci6n tipicamente helenista de la salvaci6n que conduce a la En esce sentido no es tan completa la f6rmula de Atanasio citada por la CTI (cf. n. ante-
fuga de la condici6n humana y a la negaci6n del hombre ... »; ib. 3 (254) : «El hombre, que rior). Ocras indicaciones sobre el motivo patrfstico del intercambio se encontraran en L.F.
ha sido creado a imagen y semejanza de Dies, es invitado a la comuni6n de vida con Dies, Ladaria, Teologia del pecado origina/ y de /a gracia (cf. n. 23).
el cual es el unico que puede colmar Ics deseos mas profundos del hombre. La idea de dei- 60. Teologia-Cristologia-Antropologia I C) 1.2 (249) .
ficaci6n alcanza su culminaci6n en la encarnaci6n de Jesucristo: cl Verbo encarnado asume 61. Juan Pablo Il, Fides et Ratio, 13: «De codos modos no hay que olvidar que la
nuestra carne mortai para que nosotros, liberados del pecado y de la muerte, participemos Revelaci6n esca Ilena de miscerio. Es verdad que con teda su vida, Jesus revela el rosero del
de la vida divina. Por Jesucristo en el Esplricu Santo somos hijos y asf también coherede- Padre, ya que ha venido para explicar Ics secrecos de Dies; sin embargo, el conocimiento
ros (cf. Rom 4,17), "participes de la nacuraleza divina" (2 Pe 1,4). La divinizaci6n consis- que nosocros tenemos de esce rosero se caracteriza por el aspecro fragmentario y por el lfmi-
te en esta gracia, que nos libera de la muerte del pecado y nos comunica la misma vida ce de nuestro entendimiento»; ib. «El conocimiento de fe, en definitiva, no anula el mis-
divina: somos hijos e hijas en el Hijo»; ib. 4 (254): «El sentido verdaderamente cristiano terio; s61o lo hace mas evidente y lo manifiesca corno hecho esencial para la vida del hom-
de nuesuo adagio se hace mas profondo por el misterio de Jesucristo. De la misma mane- bre»; esro no significa que la revelaci6n no sea aucéntica y que la palabra de Dies, palabra
ra que la encarnaci6n del Verbo no muda ni disminuye la naturaleza divina, asf tampoco divina en lenguaje humano, no exprese nada sobre él; cf. ib., 84-85 ; H .U . von Balchasar,
la divinidad de Jesucristo muda o disuelve la nacuraleza humana, sino que la afìrma mas y Teodramtitica 3. Las personas del drama. El hombre en Cristo, Madrid 1993, 465 : «Si d prin-
la perfecciona en su condici6n creatura! originai .. . Cuanto mas profondamente desciende cipio divino, el Padre, se despliega real y hasca exhauscivamente en el Hijo hecho hombre,
Jesucristo en la participacién de la miseria humana, tanto mas alto asciende cl hombre en
la participaci6n de la vida divina». I entonces el misterio santo se hace publico y manifiesco, pero sin dejar de ser miscerio, por-
que son precisos siempre la iniciaci6n, el don del Esplricu, y Ics "ojos de la fe" para perci-
59. Asi p. ej, muy claramente en Ireneo de Li6n, Adv. Haer. III 19, 1 (SCh, 211,374): bir el misterio desvelado»; ib., 486: «No porque Dies se revele es menos Dies y menos
«... el Hijo de Dies se hizo hombre para que el hombre, unido al Verbo de Dies y reci- incomprensible» .

I
32 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 33
B. La separaci6n moderna entre la Trinidad y la cristologia Se trata de buscar una incerpretaci6n ce6rica de la pluralidad religiosa,
Ocra separaci6n tiene en cuenca la CTI, la separaci6n que denomina teniendo en cuenca las riquezas espirituales que se descubren en el dialo-
"modernà'. Se refìere con esca expresi6n al "agnosticismo" freme a la reve- go con las diferentes religiones. Puede resultar dificil a partir de esca expe-
laci6n cristiana, corno si ésca no ofreciera al hombre el verdadero conoci- riencia seguir afìrmando la superioridad del cristianismo. Mas bien esce
mienco del Dios uno y trino y la parcicipaci6n en su vida: encuentro hace pensar que en las grandes religiones se da una mezcla mas
o menos igual de bien y de mal, que son mas o menos de valor equiva-
La separaci6n moderna coloca una especie de velo encre los hombres y la lente corno respuestas salvadoras a la trascendencia. Desde el punto de
Trinidad eterna, corno si la revelaci6n cristiana no invicara al hombre al cono- vista cristiano estas hip6tesis se fundan en la cristologia y en la doctrina
cimienco del Dios trino y a la parcicipaci6n en su vida. Conduce asf, respec-
sobre Dios. Dado, se dice, que Dios es inabarcable e incognoscible, nin-
co a la Trinidad eterna, a un cierco "agnosticismo" que no se puede acepcar en
guna figura reveladora puede darlo a conocer pienamente. Por ocra parte
modo alguno. Pues aunque Dios es siempre mayor de lo que de él podemos
conocer, la revelaci6n cristiana afìrma que esce "m~yor" es siem re crinicario62 • se insiste en el teocentrismo de Jesus (indiscutido e indiscutible), que nos
remite siempre al Padre, ante el cual esca siempre totalmente abierco. La
La reologia cristiana siempre debera evitar el escollo de considerar que fe cristiana en la encarnaci6n no excluye que el Logos presente en Jesus lo
la revelaci6n del Dios uno y trino agoca su miscerio, Dios siempre esté también en otros hombres elegidos. En la pluralidad de mediaciones
mayor63 , pero a la vez ha de quedar claro que verdaderamence ~ permanece siempre el unico amor de Dios corno unico mediador. Por lo
vemos al Padre, y que por consiguience un apofacismo cocal ha de ser que respecca a la doctrina sobre Dios, la fe cristiana afìrma su incom-
excluido de la misma manera. No podemos concencarnos con afìrmar que prensibilidad; Dios es inabarcable, supera-yiempre nuestros conceptos.
«a Dios nadie le ha visco» sin afiadir a la vez que «el Hijo unico , que esca Pero de ahi no se sigue que Dios no se haya revelado; hay que sostener
en el seno del Padre, él lo ha revelado» Un 1, 18)64. Si la separaci6n neoes- precisamente lo contrario. Dios se ha revelado en coda la historia, no s6lo
colascica no parece ser hoy problema en el campo de la reologia, adquie- en un fragmento de ella, seguo las capacidades propias de los hombres.
re en cambio ahora una gran accualidad esca advercencia contra el "agnos- Dado que éstos son diferentes, la revelaci6n ha acontecido en formas
ticismo" que algunas veces quiere juscificaq;e cambién en nombre de la diversas; asi ha dado origen a distintas experiencias religiosas; para expli-
revelaci6n y de la reologia cristiana. La Comisi6n Teol6gica no nos ofrece carlas los hombres se han servido de los conceptos y nombres que han
ninguna indicaci6n acerca de las posiciones a que se refiere al hablar de cenido a su disposici6n en cada riempo y en cada contexto. Todas ellas
esca separaci6n moderna. Pero no hay duda de que su advercencia ha validas porque en la raiz tienen la comun revelaci6n que Dios hace de sf
cobrado accualidad en lQs ulcimos decenios, en los que se han desarrolla- mismo a la humanidad. De ahi se puede sacar la consecuencia que esce
do cendencias ceol6gicas que se comenzaban s6lo a insinuar en los Logos ha dado lugar a mulciples mediaciones salvadoras en la historia, una
momencos de la redacci6n del documento. Son algunas de las hip6tesis de las cuales es Jesucristo; éste es decisivo para los cristianos, pero otros
propuestas por el llamado "pluralismo" en la teologia cristiana de las reli- grupos religiosos pueden ser beneficiarios de otras manifestaciones del
giones. No nos corresponde ahora entrar en decalles sobre el parcicular; amor divino y de ocras mediaciones de salvaci6n66 • En las posiciones mas
bastaran para nuestro intento algunas pequefias indicaciones65.

propio editor, Jesm and the World Religions, ib. 172-184; id, Problems of Religiom
62. Ib. 2.1 (249) . Cf. ya el concilio Lateranense IV (DH 804). Pl11mlism. , London 1985; id., The Metaphor ofGod Incarnate, London 1993; P.F. Knitter,
63. Agustin, En. in Ps. 62, 16 (CCL 39,804): «Semper enim ille maior est, quantum- No Other Name? A Criticai S11rwey of Christian Attit11tks Toward the World Religions,
que creverimus». También aquf podemos citar al concilio Lateranense IV (DH 806): Maryknoll-New York 1985; id. jes11s and the Other Names. Christian Mission and Global
«Quia inrer creacorem et creacuram non poresr tanta similirudo notaci, quin inrer eos Responsibility, Maryknoll-New York 1996 ; J, Hick-J.P. Knitter (eds), The Mythe of
maior sir dissimilicudo notanda». Christian Uniq11eness, Maryknoll-New York 1988.
64. Cf. E. Jiingel, Dios coma mismio del m11ndo. Salamanca 1984, 303-307. 66. La Congregaci6n para la Doccrina de la Fe, decl. Domim,s Iems, 9, describe asf
65. Tomo corno ejemplo una contribuci6n relativamente recienre, en la que se estas posiciones: «En la reflexi6n ceol6gica contemporanea a menudo emerge un acerca-
encuenrra ademas abundanre informaci6n sobre el tema: P. Schmidt-Leukel, War will die miento a Jestis de Nazaret corno si fuese una figura hisc6rica parcicular y finita, que reve-
plumlistische Religionstheologie?: Miinchener Theologische Zeitschrifr 49 (I 998) 307-334. la lo divino de manera no exclusiva sino complementaria a otras presencias reveladoras y
A esce artkulo me remito para lo que sigue. Enrre los escritos ya dasicos en esca lfnea: J. salvlficas. El Infinito, el Absoluto, el Misterio tilcimo de Dies se manifestarla asl a la huma-
Hick (ed.), The Myte ofGod Incarnate, London 1977, y especialmente la contribuci6n del nidad en modos diversos yen diversas figuras hist6ricas: Jestis de Nazaret seria una.de ésas.

,
34 LA TRINIDAD. MISTERIO DE COMUNION LA RELAC!ON ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 35

extremas de esta lfnea se plantea incluso el problema de la divinidad de torica de Jesus con la plenitud del Dios invisible69 • La dificultad que
Jesucristo. En estos casos es evidente que ni siquiera se podrfa plantear la puedel). suscitar estas opiniones y otras parecidas desde el punto de vista
cuestion de la Trinidad, ni en el ser de Dios en s1 mismo ni tampoco en que ahora nos interesa es la de si se acepta en codo su realismo la encar-
la economfa de la salvacion. El solo hecho de hablar de la «Trinidad eco- nacion del Hijo; éste, en efecto, a partir del momento en que se hace
nomica» presupone que Jesus y el Espiri tu Santo son Dios corno el Padre hombre, existe s6lo unido a la humanidad que ha asumido «segun la
y consustanciales con él. hipostasis» 70 • Parece sostenerse en la practica una accion salvadora del
Verbo eterno de validez mas universal que la del Verbo encarnado. No
Otros autores, de forma mucho mas matizada, tratan de dar razon del resulta facil entender c6mo a partir de algunas de estas posiciones pueda
pluralismo religioso y del valor de las religiones no cristianas para expli- afirmarse que «con la encarnaci6n, todas las acciones salv1ficas del Verbo
car sobre todo la universalidad de la salvacion. No se niega ni se cues- de Dios se hacen siempre en uni6n con la nacuraleza humana que él ha
tiona la encarnacion corno evento unico acaecido en Cristo ni el d.racter asumido para la salvaci6n de todos los hombres» 71•
definitivo de la ravelacion que él nos trae. Pero se sostiene que la parti-
cularidad historica de Jesus impone ciertas limitaciones a la significacion No es el caso de detenernos en mas parricularidades que no son ahora
del evento Cristo. No podemos pensar que la manisfestacion historica de nuestra directa incumbencia. Que yo sepa esce problema del «pluralis-
de Jesus de Nazaret sea absoluta, ya que no lo puede ser ninguna singu- mo religioso» o, si se quiere, el de la unicidad y la universalidad de la
laridad historica. Toda criatura puede encontrar a Dios también fuera de mediaci6n salvadora de Jesucristo, no se ha puesto en relacion directa con
Jesus en nuestra historia. Dios, en Jesucristo y el Espfritu, nos remite a la cuesti6n de la trinidad economica y la trinidad inmanente. Pero es evi-
s1 mismo, corno creador y redentor, al Dios de la humanidad entera. dente que la relacion entre los dos problemas es muy grande. Si Jesus es
Dios es absoluto, pero ninguna religion lo es. Por esto, la manifestacion solamente una de las figuras mediadoras, junto a otras que puede haber,
de Dios en Jesus no concluye la historia de la religion 67 • Si, por una y si se colocan todas en el mismo nivei, el concepto mismo de la encar-
parte el Logos -ha tornado forma de modo unico en la encarnacion, por nacion y por consiguiepte el de la Trinidad queda en entredicho. Si otras
ocra coda creacion esca Ilena del Logos divino. Por elio, en una lfnea seme- figuras de salvacion son posibles junto a Jesus y complementarias con él,
jante, se puede afirmar que la economfa del Verbo encarnado puede tenemos indudablemente una separacion entre la Trinidad economica y la
considerarse corno el sacramento de una economfa mas vasta, que es la Trinidad inmanente, ya que ésta, envuelta en su misterio trascendente, no
del Verbo eterno de Dios, que coincide cop la histocia religiosa de la-huma- se ha comprometido "definitivamente" en el evento de Jesus72 • iPodemos
nidad68, y que el cristianismo no excluye otros modos de presencia de Dios decir, desde estos presupuestos, que la Trinidad economica es la inma-
en la historia, porque de lo contrario se confundirfa la particularidad bis- nence? En ultimo término, si se insiste tan fuertemente en la incognosci-
bilidad de Dios, el mismo concepto de economfa salvadora queda en
entredicho. Habrfa que hablar mas bien de "economfas". Y dado el pre-
Mas concretamente, para algunos él seria uno de los tantos roscros que el Logos habria asu-
mido en el curso del ciempo para comunicarse salvifìcamenre a la humanidad»; cf. cambién
ib. 4;6. 69. Cf. id., La verité d11 christianisme à l'!Jge d11 pl11ralisme religie11x: Angelicum 74
67. Cf. E. Schillebeeckx, Umanità. Storia di Dio, Brescia 1992, 219-220: «Dios es (1997) 177-191, 182. A la vez se indica la necesidad ineludible del anuncio de Cristo.
demasiado rico ... para poder dejarse agotar en su plenicud por una cradici6n experiencial . 70. Reflexionaremos mas adelante sobre la incidencia que esce hecho tiene en las rela-
religiosa, siempre decerminada y por elio limicada»; se afirma claramente por ocra parte la c1ones entre la Trinidad econ6mica y la Trinidad inmanente.
singularidad de Cristo y su divinidad en Crisro habita corporalmente roda la plenicud de 71 . Dominus l ems, 1O. Se dice in mediatamente a continuaci6n: «El unico sujero que
la divinidad (Col 2,9) . Pero esca "corporeidad" caracteriza la forma contingente y limicada obra en las dos nacuralezas, divina y humana, es la unica persona del Verbo. Por lo tanto
de la aparici6n del Hijo de Dios en la ti erra. no es compacible con la doccrina de la Iglesia la teoria que acribuye una actividad salvffìca
68. Cf. Cl. Geffi-é, La singolarità del cristianesimo nell'età del plumlismo religiosu: Filosofia al Logos corno tal en su divinidad, que se ejercerla "mas alla" de la humanidad de Cristo,
e Teologia 6 (1992) 38-58. esp. 53; cf. también id., La théologie des religions non chré- cambién después de la encarnaci6n». Cf. también ib. 9; 13-15.
tiennes vingt ans après ½ztican Il: Islamocristiana 11 (1985) 115-133, 132; Pour un chris- 72. 16. 11 : «... debe ser firmemente ere/da la doccrina de fe sobre la unicidad de la eco-
tianisme mondiat Recherches de Science Religieuse 86 (1998) 53-75; se sostiene la nomia salvifica querida por Dios Uno y Trino, cuya fuente y centro es el miscerio de la
insuperabilidad de Cristo y de la revelaci6n cristiana aunque se hace presente la limica- encarnaci6n del Verbo ... »; 14: «Debe ser.. . firmemente ere/da corno verdad de fe cac6lica que
Gi6n hist6rica; cambién se habla de la presencia escondida del miscerio de Cristo en otras la voluncad salvifica universal de Dios Uno y Trino es ofrecida y cumplida una vez para
tradiciones religiosas, con lo cual se expresa su signifìcaci6n universal; cf. pp. 67;72. siempre en el misterio de la encarnaci6n, muerce y resurrecci6n de Jesucristo».
36 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE
37
supuesto de la imposibilidad de conocer a Dios y de la multiplicidad de Espfritu Sa~to corno "pers~nas" divinas, s6lo sabemos gracias a la figura y al
sus manifestaciones, diffcilmente tendria sentido hablar de la Trinidad, comportam1enco de Jesucnsto. Hay que aprobar enconces el principio, fre-
cuando esta forma trinitaria serfa una sola de las posibles manifestaciones ~uencemence empleado hoy, segun el cual no podemos conocer la Trinidad
divinas; no estaria por otra parte garantizado que en esta forma se fuera a mmanencc Y arriesgar afirmacioncs al respecco, mas que por la Trinidad eco-
n6mica1s.
encontrar la revelaci6n mas piena y perfecta. Es diffcil saber, corno ya
hemos indicado, si son estas teorias las que la CTI tenia presentes en el
aiio 1980, porque, aunque habian ya empezado a exponerse, no se habf- C. La segunda parte del axioma fimdamental- «la misma Trinidad
an divulgado todavia. Pero a distancia de aiios las afirmaciones del impor- inmanente es la que se comunica libre y graciosamente en la economia de la
salvaci6n»76
tante documento que nos sirve de guia aparecen perfectamente aplicables
cambién a estos problemas que han aparecido en los ultimos decenios. . El caract~r definitivo e insuperable de la revelacion y la salvaci6n aca-
Ciertas posiciones "pluralistas" en la teologia de las religiones se colocan ec1da~ en Crmo ??s
!leva a l~ segunda parte del axioma de K. Rahner que
en los antfpodas de la preocupacion de K. Rahner y de los autores que le tamb1é~ la ~omJS16n Te~l6g1ca ha recibido. Es el famoso "viceversà' que
han seguido en la formulacion y discusion sucesiva en torno al '_'axioma tantas d1scus1ones ha susc1tado. No s6lo la Trinidad economica es la inma-
fundamental", incluida la Comisi6n Teologica. En efecto, el ax1oma se n_ente, sino que la Trinidad inmanente es la que se comunica libre y gra-
funda en la revelacion de Dios acaecida definitivamente en Cristo, unico c10samente en la economia de la salvacion. No se trata evidentemente de
salvador de todos los hombres, de tal manera que el teocentrismo y el cris- poner las dos afìrmaciones al mismo nivei. La economia de salvacion se
tocentrismo no pueden ser considerados en ningun modo corno alterna- fu~da en l~ vida interna de Dios, la salvaci6n que se nos manifìesta en
tivos o incompatibles entre sf; mas bien se implican mutuamente73 • Cnsto no tiene sentido ni serfa tal si no se fundara en Dios mismo y si no
Es convicci6n cristiana de que quien ve a Jesus ve al Padre (cf. J n fuera realmente la comunicaci6n de su misma vida. La economia de sal-
14,9), y a la vez que s6lo por Jesus se va a él On 14,6) 74 • Por consiguiente vaci6n es absolutamente dependiente de la Trinidad inmanenten. Esca
s6lo a partir de la revelacion de Dios que en él llega a su plenitud y se rea- claro que no podemos decir lo mismo del «a la inversa» 78 , la Trinidad
liza tenemos acceso al misterio de la vida del Dios trino:
La distinci6n de varios sujetos en Dios no es posible desde el punto de
7?· H.U. van Balchasar, Teodramtitica 3. Las pmonas del drama: El hombre en Cristo,
vista cristiano mas que a partir del comporcamienco de Jesucristo. S6lo en él
Madnd 1993, 466. Van Balchasar advierre en esce mismo concexco de la excrema cautela
se nos ha abierco y hecho accesible la Trinidad ... Del Padre, del Hijo y del que se requiere al aplicar a la Trinidad analoglas de fuera del cristianismo. Carecen estas
analoglas ~e base "econ6mic!"• ~o provienen de la revelaci6n de Cristo, raz6n por la cual
no son vahdos accesos al m1sreno. O son simples adiciones de principios cosmol6gicos,
73. CTI, Toelogla ... C) 1 (248-249): «La economia de Jesucristo revela el Dios trino; con lo cual no escaparlan al trirelsmo, o manifesraciones o aspectos del Uno, en cuyo caso
Jesucrisco s6lo puede ser conocido en su misi6n si se enciende correccamence la presen- se rratarla de docrrinas de tipo "modalisra". Ocras alusiones de van Balchasar al
cia singular de Dios mismo en él. Por elio, teocentrismo y cristocentrismo se iluminan Gnmdaxiom se enconrraran en ib. 150; Tt:odramdtica 4. La accùJn, Madrid 1995 295-304·
y postulan mutuamente». Cf. sobre esca cuesci6n, sin pretensi6n de ser exhaucivos, Theologik 11 Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985, 123-125. Volveremos a referi;nos avo~
Comisi6n Teol6gica Internacional, El Cristianismo y far religiones, en Docummtos (cf. n.7) Balchasar al trarar de la segunda parte del axioma fundamencal.
357-604; encre la abundance bibliografia sobre la cuesci6n, cf. KH. Menke, Die Einzigkeit 76. CTI, Tt:ologia-Cristologla-Antropologia, C) 2 ( 249).
jesu Christi im Horizont der Sinnfrage, Einsiedeln-Freiburg 1995; M. de França Miranda, 77. H. U. van Balrhasa~, Tt:od:amtitica 3, 466-467: «En la Trinidad revelada por Cristo
O cristianismo em foce das religioes, Sao Paulo, 1998; M. Schulz, Anfragen an die plura- aparecen las dos cosas al m1smo_ t1empo: que Dios corno Padre, Hijo y Esplricu se ocupa
listische Religiom-theologie: Einer ist Gott, nur Einer auch Mittkr. Miinchener cheol. del munda, y eso para su salvac16n -el dogma de la Trinidad, en su entrafia mas profun-
Zeitschrift 51 (2000) 125-150: G. Iammarrone, La dottrina del primato assoluto e della d_a, porca .~n cufio..soteriol6gico-, pero se ocupa del mundo en manto Dios, que no se con-
signoria univmak di Gesù Cristo nel dibattito attuai.e ml valore salvifico delk religioni, en v1erce en cl amor_ por el hecho de tener el munda corno su "ru" y su "parcenaire", sino
I. Sanna (a cura di), Gesù Cristo speranza del mondo. Miscellanea in onore di Marcello por ser ya en sl m1smo y por encima del munda "el amor"».
Bordoni, Roma 2000, 339-408; G.L. Miiller-M-Serretci (Hrg.), Eizigkeit und Univmalitiit
jesu Christi im Dialog mit den &ligionen, Einsiedeln 2000; M. Dhavamony, The unique- . 78. Cf. W. Kasper, Der Gott Jesu Christi, Mainz 1982, 336: «Si el axioma de la iden-
nm and univmality ofjeIUI Christ: Studia Missionalia 50 (2001) 179-216. u?ad d: la Trinida? !nm~ence y econ6mica ha de llevar a la fundamencaci6n y no a la
d1so~uc16n de la Tnmdad mmanente, enconces no se puede entender esa idencidad en el
74. Con esco no se excluyen las «mediaciones parricipadas»; cf. Vaticano II, consr. senud? de la f6r~ula ~aucol~gica A=A. El "es" en esce axioma no se puede entender en
Lumen Gentittm, 60; 62; Juan Pablo II, Redemptoris missio, 5; Congr. para la Dccrina de la el s7nc1~0 de una 1d~~t1dad: smo en el sencido de una presencia indeducible, libre, gratuita
Fe, decl. DomimtI lmtI, 14. e h1sc6nca de la Tnmdad mmanence en la econ6mica».
38 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACIÙN ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 39

inmanence no depende de la economfa. No se trata de una perfecta iden- ciliadas con el Padre (cf. Col 1, I 5-20); él es el que quita el pecado del
tidad entre las dos partes del axioma. En la segunda parte del mismo es mundo (Jn 1,29), el Padre ha reconciliado en él el mundo consigo (2 Cor
s6lo la soberana libertad divina la que cuenca; asf lo indica con claridad la 5,19). Es Dios mismo el que en Cristo yen el don de su Espfritu realiza
CTI y K Rahner lo habfa subrayado ya con las palabras «libre y graciosa- la salvaci6n y establece la alianza nueva y definitiva con los hombres. Sin
mence» (/rei und gnadenhaft), que, corno ya hemos indicado, han sido la segunda parte del axioma, la misma primera parte puede quedar vada
reproducidas por la Comisi6n Teol6gica. [El «a la inversa» ha suscitado de sencido. En efecto, ,por qué afìrmamos que la economfa de la salvaci6n
fuerte oposici6n cuando ha sido encendido en el sencido de una total nos revela a Dios si éste no se nos comunica precisamente en esta econo-
correspondencia y reciprocidad entre las dos partes del axioma. Pero esta mfa? No solamente la economfa nos remite a la teologfa (momento ascen-
incerpretaci6n parece excesiva79, y no es en rodo caso la unica posible. No dente, el primero desde nuestro punto de vista, en el orden del conocer),
creo que las palabras «a la inversa», incerpretadas con todos los matices sino que en aquélla es Dios mismo el que se hace presence en la historia
necesarios, puedan cancelarse sin mas. Si asf se hiciera, se podrfa cuestio- de un modo definitivo e insuperable (momento descendence, el primero
nar la misma revelaci6n del misterio trinitario. Jesus nos revela al Padre y en el orden del ser).
de este modo al Dios trino, pero a la vez en Jesus Dios dice su palabra ulti- Hay por tanto un «a la inversa», segun la formulaci6n de Karl Rahner,
ma y definitiva a los hombres: «<Eres tu el que ha de venir o debemos o, con mas matices segun la de la Comisi6n Teol6gica Incernacional, se ha
esperar a otro?» (Mt 11,3). En Cristo se da la plenitud y la culminaci6n de decir que «la misma Trinidad inmanence es la que se comunica libre y
de la revelaci6n, en él es Dios mismo el que obra para la salvaci6n de todos graciosamence en la economfa de la salvaci6n». Notemos la prudencia de
los hombres. No hay otro nombre en el que los hombres puedan ser sal- la formulaci6n: no se dice simplemence que la Trinidad inmanente es la
vos (Hch 4,12); él es el unico mediador entre Dios y los hombres (1 Tim ' Trinidad econ6mica, sino que la Trinidad inmanence es la que se comu- ·
2,5); Jesus es el Hijo que Dios ha enviado para que el mundo se salve por nica libre y graciosamente en la economfa de la salvacion. Podemos afia-
medio de él (cf. Jn 3,16-17); nadie va al Padre si no es por medio de él dir, con la misma Comisi6n Teologica que Dios se comunica "definitiva-
(cf. Jn 14,6); en él subsisten todas las cosas yen él han sido rodas recon- mence"80, en el evento Cristo, con roda la libertad de su amor. Sabemos
que este evento incluye el don de su Espfritu, que universaliza, actualiza e
, incerioriza en los hombres de todos los tiempos y lugares el aconceci-
mienco salvador de Jesus81 . No puede haber otra economfa de la salvaci6n
79. En este sentido interpret6 la segunda parte del axioma G. Lafont, en una de las
mas que la que encuencra en Cristo su cumplimienco. En esta economfa
primeras tomas de posici6n significarivas sobre el mismo, muy poco riempo después de
que fuera publicado el artlculo de K. Rahner en Mysterium Salutis, cf. su obra Per,t-on se ha comprometido Dios mismo y se ha hecho realmente presence, en
connaitre Dieu enfesus-Christ?, Paris 1969, 212; se indica ahi que R. quiere establecer una ella·ha mostrado de manera insuperable su amor sin reservas a los hom-
«reciprocidad perfecra,, enrre las dos partes del axioma. No me consca que R. haya afir- bres dando a su Hijo para la salvacion del mundo (Jn 3,16; cf. I Jn 4,8-
mado semejanre cosa y L. no cita ningun texto al respecto. K. Rahner ha dicho que si 11). No se trata por tanto unicamente de que la economfa de salvaci6n
Oios libremenre quiere comunicarse habra de hacerlo de esce modo, pero la reciprocidad
nos remita a la Trinidad en s{ misma, sino también de asegurar que es ésta
perfecta es una inrerpretaci6n que va mas alla de la !erra del auror aleman. B. Forre critica
cambién d viciversa en rérminos a mi juicio excesivamente rajanres, Teolagia della Storia, misma la que en la economfa de la salvaci6n se hace realmente presence.
Cinisello Balsano 1991, 54-55: «Il "viceversa" non può essere accertato: nonostante rurre Esto y no otra cosa quiere decir, a mi juicio, la segunda parte del axioma
le precisazioni possibili, esso rischia di risolvere il divino nel mondo, e perciò di ricondu- fundamencal, que, prescindiendo de la formulaci6n concreta de K
rre la reologia della rivelazione ad una filosofia della rivelazione, cararcerizzara dalla neces- Rahner, en la forma matizada que hemos visto ha hecho suya la Comision
sità, intrinseca a Dio stesso, dell'arto rivelarivo»; cf. rambién A Sraglianò, Il mistero del Dio
Teologica lncernacional.
vivente, Bologna 1996, 490, para quien la segunda parre del axioma no remaciza adecua-
damenre la libercad divina. Esca liberrad ha sido, corno hemos visco, claramenre afirmada
por K. Rhaner y por la Comisi6n Teol6gica lnrernacional. Oesde el punto de visca de la
reologia procescanre, se ha inrerprerado rambién el «a la inversa» de K. Rahner en el
sencido de una correspondencia esrricra; asi B. Oberdorfer, Filioque. Geschichu und Theo/Qgie
eines okumenischen Problmu, Gortingen 2001, 197; 261s; 571. O., corno él mismo expll- 80. Teologia-Cristologia-Antropo/Qgia C) 3 (250), en d aconrecimienro dc Cristo «Oios
ciramenre sefiala, se inspira en la reologia trinitaria de W. Pannenberg, segun la cual, efec- se revela y comunica absolura y definitivamente».
rivamenre, la correspondencia enrre la Trinidad inmanenre y la econ6mica es muy fuerce. 81. Cf. O . Gonzalez de Cardedal, Jmis de Nazam. Aproximacion a la crisro/Qgfa,
Tendremos ocasi6n de ocuparnos de esce problema en el cap. 3. Madrid 1975, 558.
40 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMU NION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD JNMANENTE 41
La Trinidad inmanence es la Trinidad economica, es decir, es la que se el punto que inceresa ahora poner de relieve, en la Trinidad economica
comunica libre y gracuitamence en la economia de salvacion. Hay una esca el miscerio de la Trinidad inmanence, no "decras" de ella. De manera
idencidad, pero nos hemos enconcrado ya en diferentes ocasiones con la semejante el documento de la CTI, en uno de los pasajes que hemos
necesidad de macizar el alcance de la misma. Dos precisiones evidences se comencado, ~os ~ablaba 1el "velo" que no existe encre Dios y los hom-
imponen, y han sido generalmente aceptadas en la teologia reciente: por bres. En el mJSteno de Cnsto se desvela e! misterio del Dios uno y trino,
una parte la Trinidad no se conscicuye en la economia de salvacion, y por n? _se oculc~. Se desvela en su caracter misterioso. Pero la presencia defì-
ocra tampoco se agoca en ella82 • De ahf por tanto que haya que escablecer n~nva de D1~s _ac_aece en Cristo, no detras de él. En él habica coda la ple-
una necesaria discincion, no adecuada, encre la Trinidad inmanence y la rncud_d: la d1vm1dad (cf Col 2,9) y quien lo ve, ve al Padre (cf. Jn 14,8).
economica83 • En la diferenciacion necesaria de Ìa economia y la teologia La Tnrndad no se esconde decras de la economia de salvacion, sino que en
hay una "correspondencià' 84. Asf corno se da una correspondencia encre el ella se hace presence. En Jesus Dios se ha comprornetido con los hornbres
modo corno la Trinidad se revela y su ser fncimo, asf la Trinidad misma de una manera irrevocable (cf. 2 Cor 1,20). La economia de la salvacion
se expresa y se comunica libre y gratuitamence, y a la vez verdadera y defì- nos lleva a Dios en la seguridad de que ésce es e! camino, no un camino
nicivamence (lo cual no quiere decir de manera exhausciva) en la revela- encre ocros, es decir, que a cravés de la revelacion de Cristo se alcanza ver-
cion de Cristo. Las dos partes del axioma se soscienen asf mutuamente. La daderarnence a Dios, porque Dios mismo ha venido a nosocros en Jesus y
primera parte, por sf misma, llevarfa solo a decir que en la revelacion cris- en el don de su Espfritu.
tiana cenemos una manifescacion verdadera de Dios, pero no que Jesus El compromiso definitivo de Dios con la humanidad en Cristo se
lleve a cumplimienco y perfeccione la revelacion y confìrme con el testi- mu;stra en los nu_merosos t~~tos del Nuevo Testamento que presencan a
monio divino que Dios esca siempre con nosotros (DV 4, «.. . revelationem Jesus corno el env1ado definmvo del Padre y la salvacion corno una reali-
compiendo perfìcit ac testimonio divino confìrmat, Deum semper nobis- dad ya presence en esce mundo (cf. Mc 1,1 ; Mc 11,2; Le 19,9; Jn 5,24;
cum essse ... »). El aconcecimienco de Cristo nos remite verdaderamence a Col 3,1, ecc.) . Pero esca comunicacion definitiva de Dios, corno acabamos
la Trinidad inmanence solo si en él esca misma se ha hecho presente de ~e recordar, tiene dos caractedsticas: es libre y gratuita, y por ocra parte il
manera insuperable en el eon accual. tiene ~n car_a,ccer kenocico. De estos dos aspeccos tenemos que ocuparnos
Desde esce punto de vista hay que tener presence y sin duda se ha de a contmuac1on.
acoger lo que dice W Kasper: «En la autocomunicaci6n hist6rico-salvifica
estd presente en un modo nuevo la autocomunicacion intratrinitaria: en pala- La libertad de la autocomunicacion divina. El problema de la libertad
bras, signos y hechos hiscoricos y en ulcimo término en la figura de Jesus y la necesidad en Dios
de Nazarec. Se craca de salvaguardar, frence a la Trinidad inmanence, el
caraccer libre y gratuito, y a la vez kenocico de la Trinidad economica y . Siguiendo con e! documento de la CTI que de alguna manera nos
con ello hacer justicia al miscerio inmanence de Dios en (no decras) de la s'.rve de guia, d_ebemos sefialar que, después de haber excluido la separa-
revelacion de sf mismo,A La discincion se ha de asegurar por e! caracter c1on encre la cnscologfa y la doccrina trinitaria (la economia nos remite a
libre y gracioso de la economia de la salvacion (K. Rahner, CTI), y por el la teologia) excluye tarnbién coda confusion encre las mismas (la Trinidad
caraccer kenocico de la misma (CTI, Y. Congar) 86 • Pero a la vez, y ésce es inmanence se con:i,unica libre y graciosamence en la economia) . La rnane-
ra diference corno inciden la libercad y la necesidad en la vida interna de
82. Cf. las reflexiones de Y. Congar, El Esplrim Santo, Barcelona 1983, 454-462; La
parola eil soffio, Roma 1985, 131.
84. Tal va hablar de correspondencia, ya en la primera parte del axioma, deja m:is I~ vida humana y de la muerte en la cruz». Y. Congar, El Esplritt, Santo, 461, se funda pre-
abierto e1 misterio del Dios en sl mismo que el simple es. Us6 esta expresi6n ya en los c1~amence e,? ~ste asr.ect~ para hacer v~r la necesidad de que el uso de la segunda parte del
afios 30 A. Stolz, De Sanctissima Trinitate, Freiburg 1939, 130: « .. . oiconomiae incernae ax1oma sea discreto : «S1 la forma servi forma parte de lo que es Dios (con las debidas dis-
correspondere oiconomiam externam». Debo este dato a A Cordovilla, Gramdtica de la tinci?ne~), la ~rma Dei le pertenece igualmence. Pero ésca se nos escapa aquf abajo en una
encarnacùJn. La creacùJn en Cristo en la teokigla de K Rahner y Hans Un von Balthasar, me~1da 1mpos1ble de determinar. El modo infinito, divino, en que son realizadas las per-
Madrid 2004, 72-73. fecc1ones que afìrmamos escapa a nuestra comprensi6n. Ello debe hacernos discrecos
85. W. Kasper, Der Gott Imi Christi, 336. cuando decimos "y viceversa"». lb. 457: "<Podemos afìrmar que Dios compromete y reve~
86. Teologia-Cristologia-Antropologia I C) 3 (250): «La economia de la salvaci6n mani- la todo su miscerio en la "autocomunicaci6n" que hace de sl mismo?». S6lo en la consu-
fìesta que el Hijo eterno en su misma vida asume el caracter "ken6cico" del nacimienco, de maci6n escatol6gica tendra lugar la piena comunicaci6n de §f mismo de Dios; cf. ib. 450.
42 LA TRJNIDAD, MISTERJO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRJNIDAD ECONOMICA Y LA TRJNIDAD INMANENTE 43
Dios y en la economia salvadora es precisamente el criterio de distinci6n detenernos espedficamente en este punto89• En la economia de la salva­
entre la Trinidad inmanente y la Trinidad econ6mica: ci6n no podemos hablar en Dios de necesidad ni de perfeccionamiento de
Hay que evitar igualmente coda confosùJn inmediata entre e! aconteci­ ningun tipo (cf. por lo que respecta a la libercad de la creaci6n, Vaticano
miento de Jesucrisco y la Trinidad. La Trinidad no se ha conscicuido simple­ I, const. Dei Filius, DH 3002; 3025).
mente en la historia de la salvaci6n por la encarnaci6n, la cruz y la resurrec­
ci6n de Jesucrisco, corno si Dios necesicara un proceso hisc6rico para llegar a Libercad y necesidad en la Trinidad inmanente.
ser trino. Hay que mantener, por tanto, la discinci6n encre la Trinidad inma­ La relaci6n entre libercad y necesidad en Dios fue objeto de discusi6n
nente, en la que la libercad y la necesidad son idénticas en la esencia eterna de en los tiempos anciguos. Es sabido que la teologia prenicena ha estableci­
Dios, y la economfa trinitaria de la salvaci6n, en la que Dios ejercita absolu­ do una relaci6n demasiado estrecha, para los parametros posteriores, entre
tamente su propia libercad sin necesidad alguna por parte de la naturalez.a87• la creaci6n y la generaci6n del Hijo. Con ello ha puesto justamente el
La distinci6n entre la Trinidad inmanente y la economia de la salva- acento en la economia de la salvaci6n, pero con el peligro de crear una
ci6n es, simplemente, la distinci6n entre Dios y el munda. No parece cierca confusi6n enrre 'teologia y economia. El auror que mas explfcica­
compatible con la trascendencia divina que la revelaci6n cristiana atesti­ mente ha hablado de la volunrad en la generaci6n del Hijo ha sido tal vez
gua, la implicaci6n de Dios en el proceso y evoluci6n de la historia de tal Orfgenes: «Decimos que la Palabra y la Sabiduria, excluyendo toda pasi6n
manera que en éste se constituya o perfeccione88 • Dios se compromete corpora!, ha sido engendrada de Dios invisible e incorporai, corno la
efectivamente en la hisroria humana, pero desde su trascendencia. S6lo voluntad procede de la inteligencia. Y no puede parecer absurdo, puesto
ésta es la garanda de que Dios puede salvar al munda. Si Dios necesitara que se le !lama hijo de la caridad (cf. Col 1,13), pensar que es también
de algun modo de la historia para perfeccionarse quedaria encerrado en la hijo de la volunrad»90 • El Hijo es por tanto de la voluntad del Padre, aun­
finitud; no podrfa asf haber salvaci6n para el hombre. No necesitamos que ha sido engendrado de su sustancia, no viene de la nada. Escos dos
extremos no han sido incompatibles en la teologia de los ·primeros siglos
cristianos. Pero la crisis arriana ha obligado a un replanteamiento profon­
87. Teologfa-Cristologla-Antropologla, I C) 2.2 (250). do de éste y otros puntos de vista. �Es Dios Padre simplemente porque
88. H.U. von Balthasar, Teodramtitica 3, 466: «0esde el punto de vista cristiano, la quiere? �No significarfa esco que el Hijo no es Dios igual él? A partir del
Trinidad econ6mica aparece realmente corno la interpretaci6n de la Trinidad inman ente concilio de Nicea se ha producido una clarificaci6n sobre el significado de
que, no obsrame ser el principio fundanre de la primera, no puede ser idenrificada senci­
Uamenre con ella. Porque en tal caso la Trinidad inmanente y eterna corre d riesgo de redu­ la volunrad y de la libercad en Dios, en relaci6n con su naturaleza.
cirse a la Trinidad econ6mica; mas claramente, Dios corre el riesgo de ser absorbido en d Atanasio, ha sido tal vez el primero en formular el problema de modo pre­
proceso del mundo y de no poder llegar a sl mismo mis que a rravés de dicho proceso»; cf. ciso: la cuesci6n de la voluntariedad o involuntariedad no se planrea en
también id. Teodramtitica 4, 296: «El Hijo que carga con el pecado y con rodo lo que sig­ Dios en los mismos términos que entre los hombres:
nifica lisa y llanameme lo contrario a Dios , parece haber perdido al Padre en medio de su
abandono; ahora bien, desde aqul precisamente aparece corno si esca revelaci6n de la
Trinidad econ6mica hubiera logrado llevar ahora a su consumaci6n roda la gravedad con­
tenida en la Trinidad inmanente. Tal es, corno se sabe, la raz6n por la que Hegel incorpo­ 89. En algunos te6logos protestantes de nota se planrea esce problema de una pleni­
ra el proceso del mundo en la historia interna de Dios, porque la verdadera vida del espl­ tud escarol6gica de Dios (aunque sea por una decisi6n del mismo Dios) en su modo de
riru no es la que se protege limpiamente de la muerte y de la desolaci6n, sino la que mira abordar la relaci6n entre Trinidad econ6mica y Trinidad inmanenre.Cf. W. Pannenberg,
de freme a la misma negaci6n. Algunos te6logos, a la hora de determinar la relaci6n entre Teologia Sistematica I, Madrid 1992, 325-363; J. Moltmann, Trinitiit tmd Reich Gottes. Zttr
la Trinidad inmanente y la econ6mica, parecen dar a la segunda una preeminencia tal, que Gottes/ehre, Milnchen 1980, 166-178; Der gekre11zigte Gott. Das Km,z Christi a/s Gmnd
la Trinidad inmanente, en el caso de que se siga distinguiendo de la primera, termina por 1111d Kritik christlicher Theologie, Milnchen 1972, 222-236. Cf. mas adelante cap. 3. Sobre
convertirse en una especie de condici6n previa a la revdaci6n y donaci6n de Dios en su la teologia trinitaria de W. Pannenberg podemos ya remirir desde ahora al estudio de K.
sentido mas propio y verdadero». Entre esros te61ogos estan K. Rahner y J. Moltmann. Cf. Vechrel, Trinitiit 1md Z11k11nft. Z11m Verhii/tnis von Phi/osophie 1111d Trinitiitstheo/ogie im
la discusi6n de sus tesis en ib. 295-304. No entramos ahora en la cuesti6n del acierto de Denken Woh/jhart Pannenbergs, Frankfurr am Main 2001. Desde orco punto de parrida P.
Balthasar en esca discusi6n. Volveremos mis adelanre (c. 2) sobre la teologia trinitaria de Schoonenberg considera que la piena personalizaci6n del Hijo y del Esplritu tiene lugar
..
K Rahner y las crlricas que se le han hecho. Sobre la discusi6n del problema del hegelia­ s6lo a partir de la encarnaci6n. Desde esre punto de vista no se podrla hablar en rigor de
nismo en K. Rahner, cf. G.J. Zarazaga, Trinidad y comtmion. La teologia trinitaria rk K una Trinidad inmanente sin la economia de salvaci6n; cf. enrre otras publicaciones, Der
Rahner y la pregimta por stis rasgos Hege/ianos, Salamanca 1999, donde se sefialan, creo que Geist, das Wort tmd der Soh11. Eine Geist-Christologie, Regensburg 1992.
con mucha raz6n, las diferencias que le separan del pensador idealista. 90. 0rigenes, Princ. IV 4,1 (SCh 268,400-402); cf. I 2,6 (SCh 252,122).

"\
44 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD JNMANENTE 45
Si el Hijo es por naruraleza y no por voluntad, (es que no ha sido queri­ por la naturaleza. cQué salida le quedaba mas que callarse, si no querfa verse
do por el Padre, que exisce contra su voluntad? En absoluco. El Hijo es que- atado, a causa de su misma pregunra, con un lazo imposible de deshacer?9'.
rido por el Padre ... Pues lo mismo que su bondad no ha comenzado por
voluntad, pero al mismo riempo no es bueno sin voluntad ni designio... igual- , La alternativa libercad o necesidad en Dios no tiene senrido. De modo
mente, la exiscencia del Hijo, aunque no haya comenzado por voluntad, no I incomprensible para nosotros, ambas son idénticas con la esencia divina,
es involuntaria ni falca de consentimiento. Pues de la misma manera que el en su suma simplicidad. Podemos formular esta idea de la tradici6n en
Padre quiere su propia hip6scasis, quiere la del Hijo, que es propia de su esen- estos términos: Dios es corno quiere ser (libertad), pero quiere ser corno
cia�1. es (necesidad). La diferencia fundamenral entre la Trinidad inmanenre y
Gregorio Nacianceno formula la mi'sma pregunra92 • Y tampoco san la economica es que en esta ultima no se puede en ningun modo hablar
Agusdn es ajeno al problema, que resuelve de manera similar a la de de necesidad. Todo sucede por el libérrimo designio del amor divino.
Atanasio y refiriéndose tal vez a él: Dios no necesita de los hombres ni del mundo, aunque en la liberalidad
de su amor no haya querido ser sin nosocros:
Por esco hay que refe de la dialécrica de Eunomio, que al ser impotente
para enrender y no queriendo creer que el Hijo de Dios, mediante el cual han La Trinidad debe ser entendida corno aquella aucodonaci6n eterna y abso­
sido hechas codas las cosas, es por nacuraleza Hijo de Dios, es decir, engen­ luta, que hace aparecer a Dios, ya en sf, corno el amor absoluto, y es precisa­
drado de la suscancia del Padre, deda que no era Hijo de su naruraleza, sus­ mente desde aquf desde donde llega a comprenderse la libre donaci6n al
tancia o esencia, sino hijo de la volunrad de Dios; querfa asi afìrmar quc mundo corno amor, sin que Dios tenga la menor necesidad, para su propio
volunrad con la cual engendr6 al Hijo era para Dios un accidente... devenir (para su "aucomediaci6n"), de implicarse en el proceso del mundo y
Alguien respondi6 con agudeza a un hereje que preguncaba con mucha­ de la cruz94 •
ascucia si Dios engendr6 al Hijo queriendo o sin querer; porque si hubiera
respondido "sin querer" se seguia en Dios una absurdlsima miseria; y si hubie­ La libertad de la economia de la salvaci6n
ra respondido "queriendo", el hereje hubiera concluido inmediacamente con La propia Comision Teologica explica en parte el alcance de la liber­
razones invencibles que el Hijo no lo era de la naturaleza, sino de la volun­ tad y gratuidad que hay que sostener necesariamente en la economfa de la
cad. Por elio aquél, muy precavido, le pregunt6 a su vez si Dios Padre era Dios salvacion y en la Trinidad economica: esca economfa no es necesaria a la
queriendo o sin querer. De tal manera que, si respondia "sin querer", se seguia Tri'nidad para constituirse y, podemos aiiadir nosotros, ni para perfeccio­
aquella miseria que es gran locura creer de Dios. Y si decia "queriendo", le
nars�
hubiera respondido a su vez que el mismo Dios lo es por su voluntad y no
Uno de los primeros cdticos del Grundaxiom, G. Lafont95, mostro
temores de que una identificacion demasiado grande enrre la Trinidad

91. Atanasio, C ArinnoJiII 66 (PG 26,451). Cf. los cc. previos, 6Jss. Fides DnmllSi(DH
.,. inmanente y la Trinidad economica, en e! modo corno podrfa expresarse,
segun él, en e! "viceversà', podrfa llevar a una indulgencia demasiado
71): «Parer Filium genuir, non voluncare, nec necessitare, sed natura»; Concilio XI de Toledo, grande con la ceologfa prenicena y, por tanto, a pensar que en la econo-
afio 675 (OH 526): «quem [Filium] Deus Parer nec voluncare nec necessitate genuisse crc­
dendus est, quia nec ulla in Deo necessiras capir, nec volunras sapientiam praevenit».
92. Gregorio Nacianceno, Or. 29,6-9 (SCh 250, I 88-192): «Porque, dicen, si lo ha 93. Agu stfn, De Trrinitate XV 20,38 (CCL 50,516); rarnbién ib. 19 37 (514), el
engendrado sin desearlo, ha sido obligado; pero, <quién ha somerido su volunrad? <y cémo
Hijo de su amor es el Hijo engendrado de su susrancia. Tarnbién Dinl sexaginta quinque
puede ser dios quien ha sido obligado? Y si lo ha engcndrado queriéndolo, el Hijo encon­ quaes. q.7 (PL 40,736): «Voluntate genuir Parre Filium, an necessitate? Nec voluntate,
ces es hijo de la volunrad. <Cémo puede entonces proceder del Padre?... <Dios ha creado
nec necessitate». Ya Hilario de Poiciers, Syn. 58 (PL 10,520): «Nec dissimilem sui edidit
todas las cosas queriendo o sin querer? Si lo ha hecho obligado, tenemos aqui un acro de
natura naturarn, sed ex substancia Dei genicus naturae secundum originem attulic, non
tirania.... Y si ha creado con libre volunrad, rambién las criaruras se ven privadas de su Dios
secundum creaturas, voluntacis essentiarn»; ib. 59 (ib.): «Cum non ex voluntate, uc caetera,
y, anres que rodas, tu,... porque al poner en medio la volunrad se separa a las criaruras de !
Filius subsisrere docerecur, ne secundum voluntarem tantum, non etiam secundum naruram
su Creador... <El Padre es Dios porque quiere serio o lo es contra su voluncad? ... < Y por qué haberec essenciam... ». S. Tomas, STh I 41,2, discuce todavfa el problema en parecidos
no es rambién él, segun rus presupuesros, un producro de su voluncad? Y si es Dios sin que­ términos. Los accos nocionales no son voluntarios, aunque cabe entender la voluntarie­
rerlo, <qué le ha forzado a ser Dios? ... Gran cosa es para ti saber que ha sido engendrado. f dad en e[ sentido de que el Padre quiere ser Dios y por canto quiere engendrar al Hijo.
Respecco al modo, no consentimos siquiera que los angeles lo enciendan;· mucho menos Cf. también Contra Gentiks V1 11.

l
que lo enciendas et.i.. Pero, ic6mo quieres que te explique el modo? Pues tal corno lo cono­
94. H.U. von Balrhasar. Teodmmtitica 4, 299-230.
cen el Padre que ha engendrado, y el Hijo que ha sido engendrado».
95. G. Lafonc, Pmt-on connnitre Dim en jtms-Chist (cf. n. 79), 20lss.

'
46 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 47
mia salvadora la Trinidad se conscicuye corno tal. Evidentemente la teolo- economia. No parece por consiguiente que debamos cerner que el axioma
gia prenicena no ha pensado nunca en la posibilidad de la encarnacion del fu.n1a~ental deba llevar a formulaciones que pongan en peligro el dogma
Padre (ni tampoco del Espiri tu Santo), pero elio a cosca de una cierca infe- cnmcano.
rioridad del Hijo y del Espfritu Santo respecco al Padre. En efecco, a ésce . Dios se comu~ica libre y graciosamente. Pero es claro que, si decide
le corresponderia la incomprensibilidad y la invisibilidad, y el Hijo en l1bremente comumcarse, lo ha de hacer de manera que esta comunicaci6n
cambio, comprensible y visible, cendrfa en si la posibilidad de la encar- sea r~.al. Esca comunicaci6n gratuita y libre no p.uede hacerse masque en
nacion que habria que negar al Padre. Ciercamente la precision progresi- el HtJo y en el Espfritu; solo si se da esta correspondencia entre la "auto-
va de la nocion de la consuscancialidad del Padre y el Hijo después del comuni.c~ci6n" economica ~e D_ios y la inmanence que da origen a las per-
concilio de Nicea ha obligado a purificar ciercas nociones. El Hijo nos sonas d1vmas por la comumcac16n que el Padre hace de su divinidad, se
puede revelar al Padre precisamente porque es igual a él, es su imagen per- puede dar una aucéntica revelacion y comunicaci6n de Dios mismo. Asi
fecca, y porque es una sola cosa con él. De esca manera, muchas de las se expresa Karl Rahner:
intuiciones basicas de la teologia prenicena no se encuentran en modo
. Porque lo que se comunica es precisamente el Dios persona! trinitario, e
alguno desaucorizadas, sino que reciben una mayor luz. El Hijo es lo visi-
t~ualmence !a comunicaci6n (que se hace a la criatura por pura gracia), si
ble del Padre en cuanto es igual a él. Se puede mantener perfeccamente, Dene lugar l1bremenre, s61o puede tener lugar en la forma inrradivina de las
sin ningun asomo de subordinacionismo, que el hecho de que sea e! Hijo dos comunicaci?ne~ de 1~ e~encia divina del Padre al Hijo y al Espfritu, por-
el que en su encarnacion nos revela al Padre y no al revés, es algo que se que ocra comumcac16n dtsDnra no podria comunicar de ningun modo lo que
enraiza, misteriosamente, en el ser mismo de Dios. De las misiones ad s~ comunica aquf, las personas divinas, al no ser éstas algo distinto de su pro-
extra se ha llegado a la teologia de las rocesiones. pio modo de comunicaci6n96 •
Hasca el concilio de Nicea, la istoria de la salvacion se ha visco muy Si la comunicacion libre y gratuita que Dios hace de si mismo ha de
ligada a la doccrina trinitaria. Y por ocra parte esca doccrina en los prime- ser tal, no puede ser masque en el Hijo yen el Espiri tu Santo. De lo con-
ros siglos no ha alcanzado su desarrollo definitivo, comparada con la evo- trario no se podria hablar de una comunicacion de la Trinidad, de una
lucion dogmatica poscerior: no es siempre claro que la generaci6n del verdadera comunicacion de Dios. En este punto hay que dar la raz6n a
Hijo sea eterna, se hace depender de la voluncad del Padre, no pocas incer- Karl Rahner. Pero por ocra parte, una vez establecido esce principio gene-
cidumbres acompafian codavia a la teologia del Espfricu Santo en la vida rai, parece lo mas razonable renunciar a ulteriores decerminaciones.
eterna de Dios. Paradojicamente, cuando la ceologfa de la Trinidad se Sabemos que la economia de la salvacion no agoca el misterio de Dios, y
afìna dogmaticamente, en puncos cuya relevancia para la salvacion del parece por canto una especulacion inucil y sin fundamento rracar de esta-
hombre esca fuera de coda duda, se aleja de ella esca vinculacion a la eco- bl~cer los lf1:1ices de_ lo que Dios, en la profunda consecuencia consigo
nomia de la salvaci6n. No deja de ser excrafio, a poco que lo pensemos, m1smo, hub1era pod1do o no hacer. Debemos afirmar la libercad de Dios
que una "ceologfà' sin duda mas elaborada en muchos aspeccos decisivos, en la comunicaci6n de s{ mismo y en las caracredscicas concreras con que
se aleje de la "economfà'. La teologia trinitaria dogmaticamente mas defi- esca comunicaci6n trinitaria ha cenido lugar. Pero una vez afìrmado esco,
nida y elaborada no puede fundarse mas que en la revelaci6n que Dios debemos insiscir en la coherencia del modo que Dios ha elegido para
hace de si mismo. Esce Dios que en la economia de la salvacion (ni siquie-
ra en la creaci6n), no se conscicuye ni se perfecciona, nos crea y viene a
nosocros desde la libercad cocal y desde la plenicud de su vida. La dona- 96. K. Rahner, El Dios trino... , 380-38 I. E in mediatamente antes, 380: «Dios se com-
ci6n que Dios hace de si mismo aparece corno mas piena si se tiene en porta con nosotros de una manera trinitaria, y este mismo comporramiento trinitario {libre
cuenta la igual dignidad de las cres personas. La "correspondencià' encre y no debido) para con nosotros no es s6lo una imagen (Abbild) o una analogfa de la
Trinidad interna, sino que es esta misma comunicada de manera libre y graciosa (frd und
la Trinidad economica y la inmanence y el hecho de acencuar que esca ulci-
gnadmhaft)». Tal vez éste sea uno de los pocos pasajes en los que K. Rahner explica algo el
ma libre, pero realmente, se exprese y se comunique en la economia de la «a la inversa» de la segunda parre de su axioma. Por una parre se insiste en la idenridad
salvaci6n no tiene por qué llevar consigo la vuelca a escadios que el desa- enrre la Trinidad inmanente y la econ6mica, pero por otra se dice que el comporramienro
rrollo dogmatico ha superado. Una mas profunda concepcion de la liber- hacia fuera no es solamente «imagen y analogia». No se excluye por tanto este elemento de
cad de Dios nos pone en condiciones de relacionar mejor la teologia y la distinci6n, junto al mas subrayado de la idenridad. Nos hemos referido ya a la distinci6n
"no adecuada" enrre la Trinidad econ6mica y la Trinidad inmanenre (cf. n. 83).
48 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE
49
revelarse y obrar nuestra salvacion. Cuando santo Tomas se pregunta por Di~s siempre mayor, nos recordaba la Comision Teologica lnternacional,
la necesidad de la encarnacion para la redencion del hombre, distingue es s1empre el Dios uno y trino, y por tanto trinitaria deberfa ser en coda
dos ripos de necesidad: una es la necesidad absoluta, sin la cual no. se hipotesis su manifescacion en el caso de que quiera realmente darse a
puede de ninguna manera obrener el fin que se pretende. Pero se dice n_osotros. El modo de revelarse y salvarnos que Dios ha escogido le con-
también que algo es necesario cuando es el modo por el cual mejor y mas viene a la vez a él y a nuescra salvacion. La primera conveniencia es la
convenientemente se llega al fin. La encarnacion, dice el Aquinate, no fue dece_rmin~~te porque nuestra salvacion no es masque la parcicipacion en
necesaria en la primera de las acepciones de la palabra. Pero sf lo fue en el su v1da d1vma y hemos sido creados de tal manera que esca participacion
segundo sentido del término 97 • Aunque no podem~s hablar una ?ece- ?~ sea posible.
sidad absoluta, y también ahf hay que salvar la libertad d1vma, c1erta-
mente no conocemos ocra manera concreta y precisa por la que esca El cardcter kenotico de /,a economia de /,a salvacion
comunicacion de la vida divina puede llegar hasta los hombres. La encar-
nacion es por tanto, en esce sentido lato, necesaria para la comunicacion Si la salvacion que Cristo nos trae es ya una realidad segun el Nuevo
de la vida divina a los hombres, al ser el modo mejor y mas conveniente. Testamento, no podemos olvidar que otros pasajes del mismo nos hablan
No ocra cosa ha subrayado la teologia pacrfstica del "intercambio" a que de la s:ilvacion en el futuro (cf Mc 4,3-8 par.; 4,30-32; 8,38; Le 12,8; 1
ya hemos hecho referencia, segun la cual el hecho de qu~ el Hijo de_ Dios Tes 4,15; 1 Cor 1,8; 2 Cor 1,22; 5,5; Ef 1,14; Rom 8,23, entre otros
haya compartido nuestra condicion humana es determmante. Depndo mucho lugares). Ciertamente esce futuro esca ligado aJesus y no a ningun
pues claro que Dios es siempre mayor y que por tanto ninguna forma de otro, pero con elio se rò.uesrra que no estamos rodavfa en la piena mani-
aparicion historica puede agotar sus infinitas capacidades, queda el hecho festacion del Sefior. Jesus rodavfa no ha venido en la plenicud de su gloria
de la gran conveniencia de la encarnacion que para santo Tomas llegaba a (cf Mc 25,31), y no se ha producido todavfa la sumision total de rodo a
ser "necesidad" en el sentido lato indicado. Aunque no se haya puesto tan Cristo para que Dios lo sea rodo en todas las cosas (cf 1 Cor 15,24-28) 99•
claramente de relieve en la tradicion, a la gran conveniencia de la encar- . También esce a~~ecto de la kénosis, corno hemos visto, es puesro de
nacion acompafia la del don del Espfritu Santo corno don de Jesus98 • El rel1eve por la Com1SJon Teologica. El misterio de Dios se mantiene en la
economfa de la salvacion, ante todo porque es inabarcable, y cambién por-
que la plçna manifestacion de Dios tendra lugar en la consumacion esca-
97. STh III 1,2: «Ad finem aliquem dicitur aliquid esse necessarium dupliciter: uno tologica 100. A esco se ha de afiadir que el Hijo de Dios se nos ha dado a
modo, sine quo aliquid esse non potest, sicut cibus est necessarium ad conservationem
conocer en la forma de siervo. Seriala Y. Congar que «si la forma servi
humanae vitae; alio modo, per quod melius et convenientius pervenicur ad finem, sicut
equus necessarius est ad iter. Primo ~odo Deum incar~ari non fui~ necessarium ad repa- forma parte de lo que es Dios (con las debidas distinciones), la forma Dei
rationem humanae nacurae: Deus emm per suam ommpotentem v1rtutem poterat huma- le perrenece igualmente. Pero ésta se nos escapa aquf abajo en una medi-
nam naturam multis aliis modis reparare. Secundo autem modo necessarium fuit Deum da imposible de determinar. El modo infinito, divino, en que son realiza-
incarnari ad humanae naturae reparationem»; cf. también ib. I , I. Todos estos problemas
escan ya en la base del C11r Dms homo? de san Anselmo.
98. Probablemente en esce punto, aun reconociendo una parte de verdad, hay que
matizar las criticas a K. Rahner de G. Lafont, Peut-on connaitre... , 222-223. Aceptando el
principio de la libertad divina y que ~o s_e pueden ~xcluir ~ priori oc_ras posi_bilidades, hay
que tener cambién presente la convemenc1a del camma eleg1do por D1os. ~n 16. 224 _se afir- mente, hombres si el Logos no se hubiera hecho hombre, del mismo modo que puede
ma que segun K. Rahner «si Dieu décide de créer, i/fa11tque l'hom_m e D1eu app_arai~se, en
darse lo menor sin lo mayor. Aunque lo menor se basa siempre en la posibilidad de lo
sorte que tout homme doive ecre défini au niveau de s~ pu1ssanc_e obed1en~1elle à
mayor, y no al revés». Cf. cambién las mismas ideas en id. Gmndkurs des Gla11bens, Freiburg
l'Incarnation» (cursiva del aucor). Simplemente hay que decu que la mterpretac16n del 1976, 221.
pensamiento de R. en esce punto es incorrecta. Si es jusco el ultimo incis? no lo es la pri-
99. Con el uso de esce ultimo texco no me asocio a la posici6n de quienes de uno u
mera parte del texco. Dada la creaci6n no se sigue para K Rahner la ~eces1dad de la_ encar-
orro modo se sirven de él para pensar en una plenicud de la Trinidad que se producirla al
naci6n. Al contrario, para el aucor aleman podrla haber hombres sm la encarnac16n del
fi~al d~ los tiempos (confusi6n entre economia y la reologia). La manifesraci6n piena de
Hijo, aunque no sin su posibilidad. Esca posi~ilidad le basta para definir al_hom~re a par-
D10s, l1gada a la parusia del Seiior segun el Nuevo Testamento, es la manifesraci6n del Dios
tir de la potencia obediencial para la encarnac16n, no hace falca la ~ncarnac16n m1sma. Asf
que desde siempre ha exisrido, y que en gratuidad suma llama a los hombres a la parcici-
en Para la teologia de la encarnacion, en Escritos de Teofogia IV. Madnd 1962, 1~9-157, 152: paci6n de su vida.
«Hay hombres, desde luego, que no son el Logos m1smo. Podrla haber tamb1én, natural- 100. Cf. Y. Congar, El Esplritu Santo. 457; 460.
50 u\ TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON u\ REu\CION ENTRE u\ TRINIDAD ECONOMICA Y u\ TRINIDAD INMANENTE 51

das las perfecciones que afirmamos escapa a nuescra comprensi6n. Ello no para enconcrar allf un lugar, sino para ser condenado en la carne del
debe hacernos discrecos, cuando decimos "y viceversà'» 101 • Hijo 10J . La carta a los Hebreos, de modo implfcico, coloca la diferencia
Vale la pena reflexionar un poco sobre la condici6n ken6cica de la reve- entre la primera y la segunda venida de Cristo, su manifestaci6n en la glo-
laci6n del Hijo, hecho obediente hasca la muerce y muerce de cruz. En el ria, precisamente en que la primera venida esca en relaci6n con el pecado,
modo concreto corno se ha realizado la economia de la salvaci6n entran lo que no ocurre en la segunda: «... Cristo, después de haberse ofrecido
las consecuencias del pecado humano. La correspondencia entre la eco- una sola vez para quitar los pecados de la multitud (Is 53,12), se aparecera
nomia de la salvaci6n y la vida fntima de Dios se hace mas misteriosa por- la segunda vez sin relaci6n ya con el pecado a los que le esperan para su
que la forma en que Jesus, el Hijo eterno, vive en esce mundo la obedien- salvaci6n» (Heb 9,28). Sin que queramos entrar para nada en la vieja
cia al Padre, esca decerminada por una modalidad concreta de la "condes- cuesti6n de los mocivos de la encarnaci6n, debemos afirmar que, de
cendencià' de Dios: el Hijo no s6lo ha querido comparcir la condici6n hecho, en la venida del Hijo en la carne mortai hay una relaci6n con el
humana sino sufrir las consecuencias de nuescro pecado. La asunci6n de pecado, que se pone de manifìesto ya en el momento mismo de su con-
la condici6n creatura! abre ya una profunda discancia entre lo que es Dios cepé:i6n en el seno de Marfa (cf. Mc 1,21) 104 • Acaece en la hiscoria de la
en sf mismo y la economia de la salvaci6n 102, aumentada codavia si cene- salvaci6n la revelaci6n de Dios que es en sf mismo misterioso, en la forma
mos en cuenta aJesus hecho pecado por nosocros para que nosocros vinié- de siervo que el Hijo asume por nosocros y por nuescra salvaci6n. El
ramos a ser juscicia de Dios en él (2 Cor 5,20). La referencia del Hijo al Nuevo Testamento nos habla cambién del Sefior glorificado en su resu-
Padre se ha de arcicular en la economia de salvaci6n en un modo de obe- rrecci6n, y es claro que en esce momento aconcece la maxima revelaci6n
diencia que comporta volver atras los pasos de Adan, que quiso ser corno del Dios uno y crino 10s. Pero al conocimiento del Sefior resucicado tene-
Dios rebelandose al mandato de su Creador. Jesus en cambio asume hasca mos acceso s6lo en la fe, que no es todavia la visi6n 106 • Sigue valiendo por
el excremo la forma de siervo. Dios se nos revela e.IU:S_ta_forma, pero somos canto que en nuescro peregrinar en la cierra no podemos tener una idea
bien conscientes de que esca revelaci6n es <sub concrario_v A partir del clara de Io que significa la exiscencia en la forma de Dios.
aconcecimiento de la cruz de Cristo aparece un nuevo concepco cristiano Todo lo que acontece en la economia de salvaci6n tiene en la vida
de «teologia negativa» que no significa solo que Dios, en su majescad, esca interna de Dios su condici6n de posibilidad, y es la Trinidad en sf misma
por encima de coda experiencia y concepco humano, sino cambién que en la que se da a conocer realmente, pero sin agocar su misterio, en la histo-
la cruz la contradicci6n del pecado entra en la logica del amor trinitario, ria de la salvaci6n. La mayor proximidad de Dios, a la criatura y al peca-
dor, nos lo muescra mas grande y mas misterioso. Sirva rodo esco para
macizar el «a la inversa» y evitar incerprecaciones del mismo incompatibles
con la fe, pero para mantener a la vez su estricca necesidad si queremos
101. lb. 461 (cf. la n. 86). Como se ve, Congar aboga por un uso prudente y discreto de sostener que en el acontecimiento de Cristo Dios realmente se nos comu-
la segunda parte del axioma fundamental, no por su abolici6n. En esce punto no se puede
nica y se nos revela para la salvaci6n de la humanidad entera. No sola-
no darle la raz6n en principio, prescindiendo del mayor o menor acierto en su interpreta-
ci6n del pensamiento de K Rahner.
102. La posibilidad de la encarnaci6n del Hijo se funda y es el reflejo de la distinci6n
intratrinitaria, que hace posible que el Hijo de Dios pueda despojarse de si mismo y tornar
la forma de siervo. Asi puede devolver al pecador a la comuni6n con Dios, yéndole a bus-
car donde se encuentra, es decir, en el estado de "alienaci6n" de Dios. Cf. Comisi6n
Teol6gica lnternacional, Ctiestiones se/ectm de Cristologia, en Dommentos (cf. n. 7), 220- 103. Cf. H.U von Balhasar, Theologik Il Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985, 297.
242, 239: «La libertad creada no es tan aut6noma que no requiera siempre la ayuda de 104. Id. Gloria. Una mirica teologica I. La percepcion de la forma, Madrid 1985, 465:
Dios: una va. que se ha aparrado de Dios, no puede volver a él por sus propias fuerzas. «S6lo la culpa de los hombres obliga al Hijo a revelarse al mundo a modo de oculraci6n».
Ademas, el hombre ha sido creado para integrarse en Cristo, y por lo mismo en la vida tri- 105. Cf. L. F. Ladaria, E/ Dios vivo y verdadero, 89-93.
nitaria, y su alienaci6n de Dios, aunque grande, no puede ser tan grande corno es la dis- 106. La fe entra rambién en la misma experiencia de los disdpulos end encuentro con
tancia entre el Padre y el Hijo en su anonadamiento ken6tico (Flp 2,7) y en el escado en el Sefior resucitado; sabemos que en varias ocasiones no es inmediato el reconocimiento del
que fue "abandonado" por el Padre (cf. Mr 27,46). Se trarti aquf del aspecro econ6mico de Sefior cuando éste se aparece; cf. Mc 28, 17; Le 24, 19-32.36-33; Jn 20, 11-18. De Tomas
la relaci6n entre las divinas personas, cuya distinci6n (en la identidad de naturala.a y del se dice expresamente que después de haber visto al Sefior ha crefdo (cf. Jn 20; 29; cf. tam-
amor infinito) es maxima». Para un comentario a esre rexto, cf. L.F. Ladaria, EL Dios vivo y bién Jn 20,8); cf. J. Caba, Remcito Cristo, mi esperanza. Emidio exegttico, Madrid 1986,
verdadero. El misterio de la Trinidad, Salamanca 1 2000, 84-85 . 373-376; O . Gonz.ala. de Cardedal, Cristolagfa, Madrid 2001, 135-136.
52 LA TRINIDAD, MJSTERIO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD IN MAN ENTE 53

mente la historia de salvaci6n nos remite a un Dios siempre mayor, sino se nos revela y comunica libre y graciosamence en el miscerio de Jesucrisco,
que éste se ha comunicado en ella «absoluca y defìnitivamente» •
107 sino que el Padre, con el Hijo y el Espfritu Santo conduce la vida trinitaria de
modo profundfsimo y -al menos, segun nueicra manera de entender- casi
Ya nos hemos referido al diffcil equilibrio entre los dos extremos que
nuevo, en cuanto que la relaci6n del Padre al Hijo encarnado en la consuma-
se formulan en el pr6logo del evangelio de Juan, sin que se nos diga exac- ci6n del don del Espfricu es la misma relaci6n consci cuciva de la Trinidad 11'9•
tamente corno hemos de armonizarlos: «A Dios nadie le ha visto jamas,
el Hijo unico, que esta en el seno del Padre, él lo ha revelado» (Jn 1,18). La encarnaci6n afecta realmente al Hijo desde el momento en que ést; I
No p6demos pensar que la segunda parte anule la primera, porque es evi- a~ume el acont~cimiento ken6tico de su vida humana con todas las vici-
dente que no hemos visto a Dios todavfa cara a cara; ni que la primera s1tudes de la m1sma. Desde el momento en que Jesus viene al mundo, el
anule la segunda, porque en Jesus Dios se ha dado a conocer realmente. Hijo eterno de Dios es el Hijo encarnado. Uno y el mismo, es e! Hijo
Ni podemos encerrar a Dios en nuestras cat~godas, ni podemos defender eterno y el que se ha encarnado en e! seno de Marfa, es Dios y hombre,
el apofatismo en modo tal que la verdad de Dios quede separada de su sin que las naturalezas se confundan pero tampoco sin que puedan sepa-
manifestaci6n en la persona de Jesus el Cristo, el Hijo de Dios hecho rarse. No cabe pensar que la encarnaci6n afecte s6lo parcialmente al Hijo
hombre. de Dios, o que algunos aspectos de su ser no queden tocados por la asun-
ci6n de la naturaleza humana, de modo tal que e! Hijo pueda de alguna
D. La economia de la salvacion y la Trinidad inmanente manera seguir actuando corno si la encarnaci6n no hubiera tenido lugar o ·
"mas alla" de la misma 1w. San Le6n Magno ha sefi.alado claramente que
Hay todavfa otra dimensi6n del «a la inversa» o de la segunda ~arre_ del
cada una de las naturalezas -en cuanto cada una de ellas es principio de
axioma fundamental, «la Trinidad inmanente es la que se comumca libre
actuacion del unico sujeto, la persona del Logos- hace loquele es propio
y graciosamente en la economfa de la salvaci6n» que debe ser cratada con
en comuni6n con la otra, de tal manera que ni las acciones divinas se
cuidado sumo: -Tiene la economia de salvaci6n algun "efecto" en la
hacen sin e! hombre ni sin Dios las humanas 111 • Es el Hijo e! que se encar-
Trinidad inmane~te, o, con otras palabras, queda ésta "afectadà' de algu-
na, e! que en la obediencia al Padre muere en la cruz y el que resucita, no
na manera por aquélla? Debe quedar claro que el planteamiento de esta
es «su humanidad», por mas que se trace ciertamente del Hijo eu cuanto
pregunta no significa en absoluto poner en duda lo que hasta ahora se ha
hombre 112 • Desde el momento en que el Verbo se ha hecho carne y h
afirmado: Dios no se realiza ni se perfecciona en el proceso del mundo,
no crea para aumentar su felicidad 108 , ni empieza a ser amor c~ando nos
lo muestra. La Trinidad eterna vive desde siempre en la plemtud de su
109. CTI, Teologia... i C) 3 (250). Desde ocro punto de vista, Juan Pablo II, Tertio
vida, a la que en rigor nada se puede afi.adir. Pero volvamos al texto de la
Mi//enio Advenienu, l O: «En Jesucrisro, Verbo encarnado, el riempo se hace una dimen-
Comisi6n Teol6gica: si6n de Dios, que en si mismo es eterno».
La economia de la salvaci6n manifìesta que el Hijo eterno en su misma 11 O. Cf. cuanro esca dicho en L. F. Ladaria, Il Logos incarnato e lo Spirito Santo nell'o-
pera della salvezza: Osservatore Romano, 20 set. 2000, p. 4-5; id. Jmis y e/ Esplrim Santo
vida asume el acomecimiemo "ken6tico" del nacimiemo, de la vida humana
en fa obra de fa salvacion. En torno a fa declaracion ''Domimts lmts': Revisra Espaiiola de
y de la muerte en la cruz. Este acomecimiemo, en el que Dios se revela_y Teologia 61 (2001) 321-330.
comunica absoluta y definitivamente, afecca, de alguna manera, el ser prop10 11 I. Asi el Tom,ts ad Flavian11m (DH 294): «Agit enim urraque forma cum alterius
-

I
de Dios Padre en cuanco que él es el Dios que realiza escos misterios y los vive comunione quod proprium est»; del mismo, Promisse me memini al emperador Le6n (DH
\..,
corno propios y suyos con el Hijo y el Espfritu Santo. Pues Dios Padre no s61o 317): «Quamvis itaque ab ilio initio, quo in utero Virginis Verbum caro factum est, nihil
unquam inrer urramque formam divisionis exsrirerir, et per omnia incrementa corporea
unius personae fuerunr cotius remporis acriones ... »; (DH 318): «... in ranram unitatem ab
107. Cf. CTI, Teologia ... I C) 3 (250); Congregaci6n para la Docrrina de la Fe, decl. ipso concepcu Virginis deirare et humanitate conserta, uc nec sine homine divina, nec sine

.I
Domin11s jmts, 15: «.. se puede y se debe decir que Jesucrisco tiene, para ~I género !mman_o Deo agerencur humana».
y su hisroria, un signifìcado y un valor singular y unico, s6lo de él prop10, exclus1v~, uni- 112. Podemos remirir a los textos del concilio de Éfeso, OH, 250ss. Cf. también las
versai y absoluco. Jesus es, en efecco, el Verbo de Dios hecho hombre para la salvac16n de precisiones de Le6n Magno, Promisse me memini (DH 318): «... qua illum, sicut Doctor
todos»; cf. todo d n. 15. gentium dicir, exaltavir Deus et donavit illi nomen, quod super omne nomen excellir (cf.
108. Conc. Vaticano I, consc. Dd Filiits (DH 3002): «Hic solus verus Deus ... non ad Flp 2,9s), ad eandem intellegimus perrinere formam, quae diranda erat rantae glorifica-
augendam suam beacicudinem nec ad adquirendam ... simul ab initio temporis utramque l tionis augmenro. In forma quippe Dei aequalis erat Filius Patri ... ». También san Atanasio
de nihilo condidit creacuram, spiricualem et corporalem .. .». habl6 de la exalraci6n en el mismo sencido, C Arianos I 41-46 (PG 26,96-108) .

\
54 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACIÙN ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD IN MAN ENTE 55
unido a sf hipostaticaménte la humanidad no lo podemos contemplar al humanidad del Hijo est.i para siempre integrada en la vida triniraria115 • La
margen o mas alla de esta ultima. Santo Tomas deda que, en cuanto sub- correspondencia de que ya hemos hablado entre la Trinidad econ6mica y
sisre en las dos naruralezas, el Hijo es una «persona compuesta» 113 • Su la inmanente tiene también, en algun modo, su "viceversa": en cuanto
humanidad no le es "ajenà' en ningun sentido. La humanidad glorificada Dios vive los misterios de la economia corno propios, también ésros pro-
del Hijo ha entrado de modo definitivo en la plenitud de la vida trinita- ducen en la Trinidad inmanente una cierta novedad, que no es, no nos
ria. El Hijo no se desprende de ella al pasar de este mundo al Padre. Es cansaremos de reperirlo, ni perfecci6n ni constituci6n de la Trinidad. La
claro por tanto que la economia salvadora "afecrà' a la persona del Hijo, asunci6n de la humanidad creada por parte del Hijo no le puede afi.adir
aunque a la vez se ha de afirmar que tsto no le produce ningun creci- nada propiamente a Dios. Estamos ante magnitudes inconmensurableJ
miento o aumento de perfecci6n. Somos nosorros los unicos beneficiarios desde todos los puntos de vista.
de su asunci6n de la humanidad. La Comisi6n Teol6gica prosigue a continuaci6n del texto a que nos
Si el Hijo eterno asume en su misma vida, el acontecimiento ken6tico acabamos de referir: «Por tanto, los grandes acontecimientos de la vida de
de su encarnaci6n y de su muerre, no podemos pensar que este evento no Jesus expresan para nosotros manifìestamente y hacen eficaz, de un modo
afecre a las orras personas, dadas las relaciones que las consriruyen. La nuevo, el coloquio de la generaci6n eterna, en el que el Padre dice al Hijo:
asunci6n de la humanidad por parte del Hijo no puede dejar "indiferen- "Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy" (Sai 2,7; cf. Hch 13,33; Heb
tes" a las otras dos personas divinas, ya que en esre acontecimiento, corno 1,5; 5,5, y también Le 3,22)» 116 •
ya hemos observado, Oios se revela y se comunica absoluta y definitiva- Los misterios de la economia de salvaci6n son, por consiguiente, la
mente. En él se compromete por tanto Oios. Oios Padre es el que tiene la revelaci6n de los misterios de la Trinidad inmanente, y a la vez constitu-
iniciariva de la economia de salvaci6n, él es el que «realiza estos misrerios yen un modo nuevo de efìcacia de los mismos. Los texros neotestamenta-
y los vive corno propios suyos con el Hijo y el Espfritu Santo». La relaci6n rios mencionados, en los que se cita Sai 2,7, se refieren, con la excepci6n \
del Padre al Hijo y viceversa es ahora con el Hijo encarnado, ya que éste de Le 3,22 11 \ a la resurrecci6n de Jesus. Éste es el momento en que con
ha unido a sf la humanidad segun la hip6stasis, en h vida interna de la mas claridad se hace visible este «modo nuevo» de la vida trinitaria y del
Trinida(! ha emrado la humanida<l de Jesus de manera irreversible. Por coloquio paterno-fìlial de la generaci6n eterna, y por tanto también el
ello la vida trinitaria es ahora conducida por las divinas personas «de momento en que aparece que Oios se ha comunicado absoluta y definiti-
modo profundfsimo y - al menos segun nuestra manera de entender - ~ vamente en el evento salvador de Jesus.
nuevo, en cuanto la relaci6n del Padre al Hijo encarnado en la consuma- Algunas referencias patrfsricas nos pueden ayudar a llenar de conreni-
ci6n del don del Espfritu es la misma relaci6n constitutiva de la dos concretos estas afìrmaciones y nos haran ver c6mo esras afirmaciones
Trinidad» 11 4. La formulaci6n es ciertamente muy prudente, pero es clara, de la Comisi6n Teol6gica Internacional tienen precedenres en la tradi-
sobre rodo si la consideramos en el contexto. La encarnaci6n no consti- ci6n. Nos ocuparemos ante rodo de un pasaje de Hilario de Poitiers que
tuye ni perfecciona a la Trinidad, Oios no queda en absoluto apresado en se refìere directamenre a la resurreccion de Jesus:
el proceso del mundo (no puede haber confusi6n entre la doctrina trini-
taria y la cristologia, es decir, existe una clara distinci6n entre las dos). Pero en esro esca el culmen dc la economia de salvacion (summa dispmsa-
tionis), en que el Hijo ·entero, es decir, en cuanco hombre y en cuanco Dios
Pero a la vez, en la liberrad soberana que caracteriza toda la comunicaci6n
(ttt totw mmc Filius, homo scilicet et Deus}1' 8, en vircud de la condescendencia
de sf mismo, no se puede decir que la economia de la salvaci6n sea ~i-
ferente para Oios mismo y no tenga ningun efecto en la vida divina. La
115. O. Gonzalez de Cardedal, Cristologia, Madrid 200 I, 489: •Dios .. . s6lo existe
referido a esa humanidad del Hijo, que queda incegrada en la realizaci6n del misterio tri-
nitario»; ib. «La validez y permanencia eternas de Cristo, corno Dios-hombre, son el signo
de la validez y permanencia eternas del hombre».
1 I 6. CTI, Teologia... I C) 3 (250).
113. Cf. STh III 2,4. 117. Una variante de esce versfculo (la voz del cielo en el bautismo de Jesus) incorpo-
114. El texto latino dice: « ••• etiam Pater cum Filio et Spiricu Sancto vitam crinitariam ra la cita de Sai 2,7. ·
modo profundissimo et - saltem ut nos incelligimus - quasi novo gerit, inquancum relatio 118. Después de la resurrecci6n el Hijo encarnado es hombre y Dios enceramente;
Patris ad Filium incarnacum in Spiritus doni consummatione ipsa relatio consticuciva Hilario de Poitiers, de Tri11itau IX 6 (CCL 62A, 376): «Sed si Iesus Christus et homo et
Trinitatis est». Cf. Gregorianum 64 (1983) 11. Deus, er neque cum homo rum primum Deus, neque rum cum homo rum non eriam er

.'
)
56 LA TRJNIDAD, MISTERJO DE COMUNI ON LA RELACI◊N ENTRE LA TRJNIDAD ECONOMICA Y LA TRJNIDAD INMANENTE 57
de la voluncad del Padre, escuviera unido a la nacuraleza del Padre, y que que ha puesto fìn a la forma de siervo. Entonces, también en cuanto a la
miencras permaneda en el poder de la nacuraleza divina permaneciera cam- humanidad asumida, Jesus esca en la perfecca comuni6n y uni6n con el
bién en el modo de ser de esca naturaleza. Pues esco es lo que se ocorga al Padre. Mas aun, dada la irreversibilidad de la asunci6n de la carne, el Hijo
hombre: el poder ser Dios. Pero el hombre asumido no podia en ningun no puede existir en la perfecta unidad con el Padre que por su condici6n
modo exiscir en la unidad con Dios si no llegaba a la unidad de nacuraleza fìlial le corresponde si la humanidad no parcicipa pienamente de la gloria
con él por la unidad de la divinidad. Y por el hecho de que el Dios Verbo exis-
de la divinidad. En la encarnaci6n, la unidad del Padre y el Hijo no habia
tfa en la naturaleza de Dios (cf. Flp 2,6), también la Palabra hecha carne On
1, 14) podfa, a su vez, existir en la nacuraleza de Dios. Asi el hombre Jesucrisro desaparecido, pero la condici6n de siervo en que se encuentra el Verbo a
podfa estar en la gloria de Dios Padre (Flp 2, 11) si la carne estaba uni da a la causa de la humanidad asumida ha signifìcado de algun modo un "obsta-
gloria de la Palabra. culo" (ojfensio unitatis) para esca perfecta comuni6n 122 • Al entrar la huma-
Entonces la Palabra hecha carne podia volver a la unidad de la nacuraleza nidad de Jesus en la plenicud de la gloria de Oios Padre se remueve este
del Padre cambién en cuanco hombre, porque la carne asumida habia alcan- obscaculo. Solo con la carne pienamente glorifìcada puede el Hijo existir
zado la gloria de la Palabra. Le tenia que ser devuelca por el Padre la unidad en la perfecta unidad con el Padre. 1 1\
con él mismo, para que el Hijo que habia nacido de su nacuraleza volviera a La economia, corno vemos, tiene una repercusi6n en la Trinidad inma-
ser glorifìcado en él (cf. Jn 13,32). Porque la novedad de la economia de la nente. La relaci6n Padre-Hijo es ahora una relaci6n con el Hijo encarna-
salvaci6n habia puesco un obstaculo a la unidad (dispensationis nouitas ojfen- do . Dado que el Hijo ha asumido la naturaleza humana, solo si en esta
sionem unitatis intulerat), y ésta no podia ser can perfecta corno era ances si no relacion esta pienamente incegrada la naturaleza humana de Cristo puede
era glorifìcada junco al Padre la carne asumida" 9•
darse la unidad de las personas divinas. Una vez que ha tenido lugar la
El texto requiere un comentario pormenorizado para poder ser inter- ~ncarnacion, la "generacion" de la resurreccion es una consecuencia ine-
pretado en su justo valor. La plenicud de la economia salvadora debia ser_ vicable de la generacion eterna. Sin la nueva "generacion" que tiene lugar
que el Hijo hecho carne pudiera tener junto al Padre la gloria que tenia en la resurreccion, siempre desde el presupuesto de la encarnacion funda-
antes de que el mundo fuese (cf. Jn I 7,5), en concreto, aquella de que da solo en el amor y la libercad divina, la misma generaci6n del Hijo eter-
gozaba antes de la encarnaci6n 120 • Para elio hada falta que el Hijo entero no podrfi quedar vada de sentido. Como vemos, para san Hilario, en la
(totus Filius), es decir, también en cuanto ha asumido la humanidad, que resurreccion del Sefior prosigue y se manifìesta el dialogo de la generaci6n
le pertenece ya de un modo irrevocable, escuviera en la perfecta comuni6n eterna «tu eres mi Hijo, yo ce he engendrado hoy» (Sal 2,7) 123 • Por una
con el Padre, en la piena unidad que deriva de la naturaleza divina. parte los miscerios de la vida de Cristo, y en particular su resurrecci6n y
Ciertamente el Hijo nunca se ha despojado de la naturaleza de Oios, pero glorifìcaci6n, manifìescan los miscerios de la vida de Dios ad intra. Pero
sf de la "condici6n", de la forma divina (cf. Flp 2,6-7), es deci'r, de aque- por ocra la presencia de la humanidad glorifìcada de Cristo en el seno de
lla sicuaci6n que seria la correspondiente a la naturaleza divina del Hijo 121 • la Trinidad hace que la vida divina de ésca sea conducida por las tres per-
A esca situaci6n tenia que volver el Hijo ahora encarnado, también en sonas «de modo casi nuevo». Es la novedad de la encarnaci6n, que culmi-
cuanto hombre. L.a resurrecci6n significa por consiguience la glorifìca- na en el momento de la resurrecci6n, cuando la humanidad es piena-
ci6n, la "divinizaci6n" de la humanidad de Jesus. :Ésta no desaparece ni
queda absorbida por la divinidad, pero participa plenamente de la gloria I•

de esca ultima, existe en la «forma de gloria», después de la resurrecci6n


122. También ib. IX 39 (413-414) : «Ut enim in unitate sua maneret ut manserat,
1
glorifìcaturus eum apud se Pater erat (cf. Jn 17,5), quia gloriae suae unicas per oboedien-
ciam clispensacionis excesserat; scilicet ut in ea natura per glorifìcacionem rursus esser, in
Deus, neque pose hominem in Deo non totus homo cocus Deus... Uc cum aliud sic ante qua sacramento erat diuinae naciuicatis unicus».
hominem Deus, aliud sic homo et Deus, aliud sic pose hominem et Deum totus homo 123. Hilario de Poiciers, Tr. Ps. 2,27 (CCL 61,56): «... ut, quia ancea Dei Filius, tum
rotus Deus». quoque et hominis Filius essec, id, quod cum hominis fìlius est ad perfectum Dei Filium,
119. Hilario de Poiciers, de Trinitate IX 38 (CCL 62A,412). id est ad resumendam indulgendamque corpori aecernicatis suae gloriam per resurrectio-
120. Cf. ib. IX 39; 54 (413-414; 431-432). nis pocenciam gigne~ecur... Precacur id se quod ance erat esse, gigni scilicec ad id quod
121. Ib IX 38 (411): «Sed dispensatione adsumpcae carnis et per exinanientis se ex suum fuit»; cf. rodo el n. 27 (56-57). Sobre la generaci6n en la resurrecci6n (cf. Sai 2,7; ,
Dei forma oboedientiam, nacurae sibi nouitatem Christus homo natus intulerat, non uir- Hech 13,33), cf. ib. 2, 30 (58). Para un ulcerior analisis de escos cexcos y otros paralelos,
tutis naturaeque damno, sed habitus demutatione». cf. L.F. Ladaria, La cristologia de Hilario de Poitim, Roma 1989, 223-264.
58 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 59
mente introducida en la vida divina. Los misterios de la economia de sal- entonces con nosotros y beber con nosotros el vino en el reino de su Padre
vacion no son ajenos a Dios, que libremente y solo por amor los realiza. (cf. Mt 26,29) .. . Lo bebera de nuevo mas tarde, cuando todas las cosas le
Los pmjes que acabamos de citar se refieren directamente a la huma- seran sometidas (cf. I Cor I 5,28), y estando todos salvados y destruida la
muerce del pecado, no sera necesario ofrecer vfctimas por el pecado 12s.
nidad de Jesus, aunque insinuan que, con ella, entran también de alguna
manera en la vida divina todos los hombres. En otros lugares esta "inclu- Naturalmente hay que interpretar con suma cautela estos textos.
sion" aparece mas en primer plano. Lo que acontece en Jesus es ventaja y Debemos tener presente que Jesus vive glorificado en la plenicud de su
provecho solo para nosotros 124. La humanidad asumida "afectà' a la vida vida divina. Pero por otra parte no podemos sin mas desautorizar la intui-
del Hijo eterno en su relacion con el Padre y el Espfritu Santo. Y no sola- cion que esta en la base de las afirmaciones de Origenes. Jesus intercede
mente la humanidad asumida hipostaticamente, sino que también "afec- por nosotros ante e! Padre (idea frecuente en e! Nuevo Testamento: Jn
tà' a la vida del Hijo glorifica.do, y por tanto también de algun modo a 16,23-26; 1 Jn 2,1; Rom 8,34; Heb 7,25; 9,24). Tenemos un Sumo
toda la Trinidad, la vinculacion con Cristo de toda la humanidad (cf. GS Sacerdote que, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede "compa-
22). Evidentemente cuanto ahora decimos se coloca en un nivei muy dis- decerse" de nuestras flaquezas (cf. Heb 2,17-18; 4,14-16). En esta "com-
tinto de cuanto hemos indicado hasta ahora. La union, ciertamente real y pasion" por tanto, en un modo para nosotros misterioso, Jesus sigue lle-
bien atestiguada en la tradicion, del Hijo a toda la humanidad y a cada vando sobre si nuestras debilidades y flaquezas. Hasta el momento de la
uno de los hombres, tiene caracterfsticas diversas de la union hipostatica, consumacion final no le pueden ser indiferentes e! dolor de la humanidad
absolutamente irrepetible. cuyas llagas ha venido a sanar y los pecados de los hombres, por los que
Esta cuestion aparece en unos conocidos pasajes de Orfgenes, que todavia intercede ante su Padre. Las afirmaciones explkitas de Mt 25,31-
toman corno punto de mira el dolor de Jesus por nuestros pe...ados, que, 46 sobre la identifìcacion de Jesus con los que sufren han de ser tenidas
segun el Alejandrino, le siguen afectando una vez resucitado has'ta que en cuenta, corno hizo ya san Agustfn 126 • En este sentido es claro, en virtud
rodo le sera sometido al fin de los tiempos: de las mismas palabras del evangelio , que e! mismo Jesus glorificado, de
Mi salvador se aflige también ahora por mis pecados. Mi salvador no modo ciertamente misterioso, no es ajeno al dolor de los suyos en el
j mundo en cuanto son miembros de su cuerpo; solo al final sera comple-
puede experimentar alegrla porque yo permanezco en la iniquidad ... iC6mo
podria beber el vino de la alegria (cf. Sai 104, I 5) el que es abogado por mis ( to su gozo. Y, segun el propio Origenes, no solamente el Hijo sino tam-
pecados (cf. 1 Jn 2,1) cuando yo lo entristezco pecando? iC6mo podria estar bién e! Padre sufre la «pasion de la caridad», torna también sobre si, coino
en la alegria el que se acerca al altar en propiciaci6n por ml, pecador, aquel a ha hecho el Hijo, nuestra manera de ser y con elio se coloca en una situa-
cuyo coraz6n llega continuamente la tristeza por mis errores? cion que no corresponde a la grandeza de su nacuraleza 127 • Pero corres-
El que ha tornado sobre sf nuestras heridas y ha sufrido por nuestra causa
corno el médico de nuestras almas y nuestros cuerpos, iahora se olvidaria de
la corrupci6n de nuestras llagas? ... «No beberé del fruto de esta vid hasta 125. 0rigenes, Hom. Lev. 7,2 (SCh 286,308-3 I 4); mas informaci6n sobre la cuesti6n
beberlo nuevo con vosotros» (Mt 26,29) . Espera por tanto que nosotros nos de Cristo médico en S. Fernandez, Cristo médico segrin Orlgenes. La actividad médica como
convircamos, que imitemos su ejemplo, que sigamos sus huellas, para gozar metafora de la accùfo divina, Roma 1999, 250-251.
126. Sermo mai. 98, de Ascensione Domini, 1 (PLS 2,494): «Ille iam exaltacus est super
coelos, paticur tamen in terris quidquid laborun'I nos tamquam eius membra sentimus. Cui
rei tesrimonium perhibuit desuper clamans: Sa11/t, Sa11/e, quid me pmeq11eris? (Hch 9,4) ;
et: Es11rivi, et dedistis mihi manducnre (Mt 25,35)"; ideas semejanres en En. in Ps. 60, 1-3
124. ·Hilario de Poiriers, Trin. XI 49 (CCL 62A, 576-577): «Quod itaque Dms erir (CCL 39,765-766): «In Chrisro aurem nos omnes unus homo quia huius unius hominis
omnia in omnibllS (I Cor 15,28), adsumptionis nostrae profecrus est. Qui enim, cum esser caput est in cacio et membra adhuc laboranr in terra, ec quia laborant uidete quod dicar:
in Dei forma, reperrus est in forma serui (cf. Flp 2,6-7), rursum confìtendus est in gloria Exa11di, De11S, deprecntionem meam... Et quare clamat hoc? D11m a11geret11r cor meum.
Dei Patris (Fl'p 2,1 I): ur non ambigue in eius forma manens inrellegatur, in cuius erit glo- 0scendir se esse per omnes genres toto orbe terrarum in magna gloria, sed in magna ren-
ria confìrendus. Dispensario itaque tantum est, non demucacio: in eo enim esc in quo crac. tacione>•.
Sed cum medium est quod esse coepic, id esc, homo natus, torum ei nacurae quae antea 127. 0rigenes, Hom Ez. 6,6 (SCh 352,229-231): «En primer lugar [el Hijo) ha sufri-
Deus non fuit adquiricur, cum Deus esse omnia in omnibus post sacramencum dispensa- do porque ha bajado y se ha manifestado. <Cua.l es por tanto esca pasi6n que ha sufrido por
tionis ostendicur. Nosrrae•haec icaque lucra sunr et nostri profeccus, nos scilicet conformes nosotros? La pasi6n de la caridad . Y el Padre mismo, Dios del universo, lleno de indul-
efficiendi gloriae corporis Dei ... Cecerum nos in hominis nostri conformem gloriam pro- gencia, de misericordia y de piedad, ,no es verdad que sufre de alguna manera? ,O bien
fìciemus. In agnitionem Dei renouati ad creatoris imaginem reformabimur... ignoras que, cuando se ocupa de asunros humanos, experimenra una pasi6n humana? Dies


60 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 61

ponde por ocra parte a esca ulcima en cuanto es amor 128 • No queremos la pasion de Jesucrisco muescran que solo a partir de esce acontecimiento
entrar ahora en las cuesciones del sufrimiento de Dios 129 mas que en cuan- podemos acercarnos a este misterio. La "participaci6n" de Dios en el dolor
co e! problema se relaciona con nuescro tema, es decir, en cuanto la eco- de los hombres no puede separarse de la asuncion de la debilidad huma-
nomia de la salvacion "afeccà' al ser de Dios. (iDeja indiferente al Padre el na por el Hijo. Es por consiguiente la economia de la salvacion la que da
hecho de que el Hijo come sobre si nuescros dolores y nuescras culpas? El sentido a la compasion de Dios por sus hijos. Pero en la reflexion sobre
cexco de Origenes que hemos cicado parece insinuar que la compasion de estos temas nuoca puede ~ v idarse la resurreccion de Cristo, primicia de
Dios Padre por nuescro sufrimiento se fonda en el hecho de que el Hijo la de los hombres 13 1•
ha comparcido nuescra condicion. Pero independiencemente de la exége- Algunos pasajes de la enciclica «Dominum et vivificancem» reflejan
sis del cexco origeniano hay buenas razones para pensar que si en el envio cambién la preocupacion por mostrar la cercania de Dios al hombre en su
de su Hijo al mundo se muescra rodo el amor del Padre para con noso- compasion misericordiosa que tiene en la vida humana de Jesus su mani-
cros, no se puede pensar en una manifescacion de esce amor que no sea festacion mas piena:
reflejo de esca muescra de amor supremo y no reciba de ella su sentido mas
El «convencer en lo referente al pecado » On 16,8-9) , ino debera revelar el
profondo. Dios nos ama con amor de padre solamente en cuanto es el dolor inconcebible e indecible, que, corno consecuencia del pecado, el Libro
Padre de Jesus. Nuescra filiacion divina es parcicipacion de la de Cristo. Sagrado parece entrever en su visi6n antropom6rfìca en las profundidades de
También aqui cabe pensar en la "mediacion" de esus en quien el Padre Dios y, en cierto modo, en el coraz6n mismo de la inefable Trinidad?
nos ama y a cravés del cual puede comparcir nuescros sentimientos. La concepci6n de Dios corno ser necesariamente perfectfsimo excluye
Ciertamente esce aspecco no es can radical ni can decisivo corno el de la ciertamente de Dios codo dolor derivado de limicaciones o heridas; pero, en
encarnacion del Hijo, que no exisce a partir de aquel momento masque las profundidades de Dios, se da un amor de Padre que, ante el pecado del
unido segun la hiposcasis a la humanidad asumida. Pero muescra cambién hombre, segun el lenguaje biblico, reacciona hasca el punto de exclamar:
que la economia salvadora, libre y gratuita, en la que Dios se manifiesta y «Escoy arrepentido de haber hecho al hombre» (Gn 6,7) .. . A menudo el Libro
se comunica a los hombres sin conscriccion de ningun género, significa un Sagrado nos habla de un Padre que siente compasi6n por el hombre corno
compartiendo su dolor.
compromiso tan radical con la humanidad que no puede dejar indiferen-
ce a Dios.
La Comision Teologica lnternacional, en e! documento que nos ha
servido de guia, se ha ocupado cambién de la cuesci6n 130 • Las referencias a
modo que Dios perrnanezca indiferente a los acontecirnientos humanos. Dios, que nos
ama con amor de arnisrad, quiere que le responda con amor. Cuando su amor es ofendi-
corna sobre sf tus rnodos de ser, el Sefior tu Dios, corno un hornbre torna a su hijo sobre sl do, la Sagrada Escritura habla del dolor de Dios, y. por el contrario, si el pecador se con-
(cf. Dt 1,31). Dios corna por tanto sobre si nuestros rnodos de ser corno el Hijo de Dios viene a él, habla de su alegria (cf. Le 15,7). "La salud del dolor es rnas cercana a la inrnor-
torn6 nuestras pasiones. El Padre rnisrno no es irnpasible. Si se le ruega tiene piedad, se talidad, que el pasmo del que no siente" (Aguscln, Ennrrntio in Ps 55,6)»; ib. 5.1 «La pie-
cornpadece, experirnenta una pasi6n de caridad, y se coloca en una situaci6n incornpatible dad cristiana siernpre rehus6 la idea de una Divinidad a la que de ningun modo llegaran
con la grandeza de su naturaleza, y por nosotros corna sobre si las pasiones hurnanas»: Cf. las vicisitudes de su creatura; incluso era propensa a conceder que , corno la cornpasi6n es
otras referencias en M . Fédou, Ln 'so11ffi11nce de Dieu' se/011 Origène , en E.A. Livingstone una perfecci6n nobilisirna entre los hornbres, tarnbién existe en Dios, de modo eminente
(ed.), Stttdin Patristica XXVI. Leuven 1993, 246-250. y sin irnperfeccién alguna, la rnisrna cornpasién, es decir, "la inclinaci6n [...] de la conrni-
128. Cf. 0rigenes, Sei. in Ez. 16 (PG 13,812): «Dios se cornpadece teniendo miseri- seracién, no la falca de poder" (Leén I, Tomus nd Fl11vi11n11m; DS 293). Los Padres llarna-
cordia, pues no carece de entrafias». 0rigenes habla tarnbién de la «pasi6n de misericor- ron a esta misericordia perfecca con respecco a las desgracias y dolores de los hornbres
dia» . Cf. H . de Lubac, Histoire et Esprit. L'intelligence de L'Écritttre dizprès Origène Paris "Pasién de amor", de un amor que en la Pasién de Jesucristo llevé a curnplirniento y ven-
1950, 243. ci6 los sufrirnientos». Cf. coda la seccién II B) (259-263) .
129. Cf. recienternente sobre esta cuesti6n Th. G. Weinandy, Does God S11ffer?, Notre 13 I. Ib. II B) 5 (263): «Segun la Sagrada Escritura, Dios ha creado librernente el
Darne, Indiana, 1999. W. se opone juscarnente a ciercas exageraciones sobre el sufrirnien- rnundo, conociendo en su presciencia eterna -no rnenos eterna que la generaci6n del Hijo-
co divino que praccicarnence pueden equivaler a la negaci6n de la crascendencia divina. Nos que la sangre preciosa del Cordero inmaculado Jesucrisco (cf. 1 Pe 1, 19s; Ef 1,7) seria
podernos preguntar con rodo si la "cornpasi6n" de Dios de que nos hablan la Escritura y la derrarnada. En esce sentido, el don de la divinidad del Padre al Hijo tiene una Intima
rradici6n no se puede expresar en térrninos rnas decididos de los que se usan p. ej. en la p. correspondencia con el don del Hijo al abandono de la cruz. Pero, ya que carnbién la resu-
164. rrecci6n es conocida en el designio eterno de Dios, el dolor de la "separaci6n" siernpre se
130. CTI, Teologln... , II B) 4.2 (262) : «La afìrrnaci6n de la irnpasibilidad de Dios pre- supera en el gozo de la unién, y la cornpasién de Dios trino en la pasi6n del Verbo se
supone e incluye esca cornprensi6n de la inrnurabilidad, pero no hay que concebirla de entiende propiamence corno una obra de amor perfeccisirno de la que hay que alegrarse».
62 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LA RELACION ENTRE LA TRINIDAD ECONOMICA Y LA TRINIDAD INMANENTE 63
En boca de Jesus redencor, en cuya humanidad se verifica el "sufrimienco" en la economfa, por masque insistamos en la verdad de su revelaci6n y su
de Dios, resonara una palabra en la que se manifìesca el amor eterno, lleno de donacion a nosotros. Esca revelaci6n concreta se da ademas en Jesus que
misericordia: «Sienco compasi6n ...» (Mc 15,32; Mc 8,2) 132 • se ha vaciado de sf y ha asumido la forma de siervo. Lo contemplamos en
La realidad de la compasi6n divina no puede interpretarse en ningun un camino de obediencia que lo lleva a la cruz y solo con los ojos de la fe
modo corno limitaci6n o debilidad de ningun tipo. S6lo desde la tras- lo vemos resucitado y glorificado y exaltado a la derecha del Padre.
cendencia puede Dios salvarnos. Pero ha querido hacerlo compartiendo Cam:inamos en la fe y no en la vision. Ésta es ocra dimensi6n de la gran-
en Cristo nuestra condici6n y en la profunda compasi6n por nuestro deza de Dios que se manifiesta con mas evidencia cuanto mas se nos acer-
dolor y nuestro sufrimiento. ca en la pequefiez y en la humildad.
Pero éstas no son razones para rechazar la segunda parte del axioma,
por mas que nos inviten a una interprecacion prudente de la misma. La
3. ALGUNAS REFLEXIONES CONCLUSIVAS Trinidad inmanente se ha comunicado «absoluta y definitivamente» en el
acontecimiento de Jesucristo. En él y no en otro hombre o en ocra oca-
Dada la realidad de la revelaci6n y de la comunicaci6n que Dios hace sion Dios se ha comprometido irrevocablemente con todos los hombres y
de sf mismo en el acontecimiento de Cristo, debemos pensar que esca ha establecido con ellos la alianza nueva, universale imperecedera. No nos
revelaci6n nos remite a la Trinidad inmanente, corresponde realmente a esca permitido quedarnos en este punto en el "agnosticismo" acerca del
ella. La Trinidad economica es la Trinidad inmanente. Ha encontrado caracter definitivo de la revelacion de Cristo. Ademas, Dios, que no se
amplia aceptacion en la teologfa catolica esca primera parte del «axioma perfecciona ni crece de ninguna manera con la economia de salvaci6n
fundamental» . No creo que tenga sentido hacer hipotesis sobre otras posi- (nunca insistiremos bastante en este punto), a partir de ella conduce su
bilidades para la entrada de Dios en la historia, decidida en su soberana vida trinitaria en un modo, segun nuestra manera de entender, «casi
libertad. El modo en que se ha realizado responde a lo que es Dios en sf, nuevo». ~ la consecuencia de la asunci6n de la humanidad por parte del
aunque no agote su misterio. Desde antiguo se ha visto una relacion entre Hijo. Las relaciones constitutivas de la Trinidad son ahora relaciones de
las procesiones internas y las misiones divinas. Solamente escas ultimas las otras personas con el Hijo encarnado. Y habiéndose hecho el Hijo her-
han permitido llegar a las primeras. Pero esca remision de la economfa a mano de los hombres, a todos ellos se extiende la "compasion" divina.
la Trinidad inmanente, y por consiguiente el es de la primera parte del Las dos partes del axioma se sostienen mutuamente. Es evidente que
axioma, nos abre ya al misterio divino. La economfa de la salvacion nos sin la primera la segunda no tiene sentido. Pero tampoco la primera sin la
remite inevitablemente a un Dios «siempre mayor». Esce Dios inabarca- segunda. Si no hay un cierto «a la inversa» no podemos decir que la
ble es siempre el Dios Padre, Hijo y Espfritu Santo. Éste es un dato fun- Trinidad economica sea la inmanente. Se nos remitirfa solo a un Deus sem-
damental de la revelaci6n cristiana. Nada hay en Dios mas profundo que per maior que se podrfa creer presente en la revelaci6n de Cristo, pero que
su vida trinitaria. En esce sentido debemos afìrmar que en Cristo Dios se podria revelarse de ocros modos y en otros acontecimientos. Por otra
nos ha comunicado realmente y nos ha revelado su ser fntimo. De lo con- parte, la libertad y la trascendencia de Dios, que hay que poner de relieve
trario no podemos hablar de revelacion y aucodonacion verdaderas. en la recta interpretacion de la segunda parte ,del axioma, nos previenen
Ya la primera parte del axioma, corno decimos, nos pone en guardia contra una interpretacion demasiado unfvoca del primer es. El ser trinita-
contra una interpretacion demasiado estricta del es. Esca necesidad rio de Dios se nos revela en la economfa de la salvacion y no se constitu-
aumenta cuando tomamos en consideracion la segunda parte del axioma. ye en ella. Dado que la revelacion de Dios o es la revelaci6n de la Trinidad
La comunicacion de Dios es ante rodo libre y gratuita. Dios se revela solo o no es, podemos pensar, siempre en referencia al misterio, que las rela-
en la pura gratuidad de su amor. Esca libertad es tota! por lo que respec a ciones entre las personas que aparecen en la economfa "corresponden" a
al an sit, y en esce punto no puede caber discusion ninguna. La cuestion • las que existen en la Trinidad inmanente' 33• Es lo que de alguna manera
del quomodo sit reviste otras caracterfsticas. Pero hemos dicho ya que es
inutil también aquf perdernos en hip6tesis. Es claro que Dios no se agota
133. Hablar de "correspondencia" entre la economia y la teologia y puede ser mas
adecuado que de simple identidad, porque expresa mejor d "exceso" de Dies en sf mismo.
Cf. la n. 84 . Esca terminologia es usada entre otros por K. Vechtel, Trinitiit 1111d Z11k1111ft.
132. Juan Pablo II, Domi111m1 et vivificanum, 39. Z11m Verhiiltnis von Philosophie 1111d Tri11iriitstheologie im Denken Woljhart Pannenbergs,
64 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNJON
Capftulo 2
ha hecho la tradici6n cuando a partir de las caracted t-i e la manifes- Las «tres personas» divinas en la unidad
taci6n economica de las personas ha determinado 1 tax1s el orden de
las mismas. Naturalmente esco no significa querer determinar el grado de de la esencia
esta correspondencialj◄• Todo esco hace que el axioma fundamental, que'
podemos considerar claro en sus lfneas generales, ofrezca dificultades a,la
hora de su aplicaci6n a los diferentes problemas concretos de la teologfa
trinitaria. Tendremos ocasi6n de comprobarlo en los capitulos siguientes.

No es nuestro intento en las paginas que siguen ni un escudio exhaus-


tivo de la cuesti6n ni mucho menos proponer una nueva defìnici6n de la
persona divina. Tratamos solamente de reflexionar sobre el misterio de la
comuni6n enrre las divinas personas corno un aspecto importante en la
'aproximac1on al tema de la unidad y de la trinidad en Dios. La relaci6n
entre las personas, md1cada en sus m1smos nombres, ha sido un elemen-
to decisivo para iluminar la articulaci6n de la unidad y la trinidad divinas,
ya antes de que el concepto mismo de la relaci6n hiciera su aparici6n
corno cérmino cécnico. Tendremos presence de manera especial esce aspec-
to en el curso de nuesrra reflexi6n.

1. ALGUNOS DATOS HISTORICOS

A. La época patristica

Los primeros siglos cristianos


El Padre, el Hijo y el Espfritu Santo aparecen muchas veces juntos en
el Nuevo Testamento (cf Mt 28,19; 1 Cor 12,4-6; 2 Cor 13,13; Gal 4,4-
6 y un largo eccétera; hallamos también abundancia de textos triadicos en
los PP Apost6licos y Apologetas 1). Con su acci6n conjunta se lleva a cabo
la salvaci6n del hombre. Pero es bien sabido que no hallamos en los escri-
tos neotescamencarios · los primeros tiempos de la teologfa patristica
ningun concept0 nédco ue abrace a los tres. Hip6lico ya ha usado la
Frankfurc am Main 2001, 203-207, encre ocros lugares. Parece ma.s adecuado usar esce cér-
mino para la primera parce del axioma, menos para la segunda porque la Trinidad inma-
nence, lo primero en el orden del ser, no puede en rigor "corresponder" a su poscerior mani-
fescaci6n economica. 1. Bascar:in unos pocos ejemplos: 1 Clem. 44,6 (FP 4,130): 58,2 (144); Ignacio de
134. W Kasper, Der Gottjm, Christi, Mainz)982, 336-337, advierce concra el peli- Amioquia, Mag. 13,1-2 (FP 1,136); Efts. 9,1 (112); Jusrino, 1 Apol. 13,1-3 (Warrelle,
geo de las f.iciles excrapolaciones. 112); 60,5-7 (180); 65 ,3 (188-190) .
66 I.A TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONAS, DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 67
expresi6n «duo pr6sopa», refìriéndose al Padre y al Hijo 2 • Es la distinci6n" "personas" del Padre y del Hijo y del Espfritu Santo, en el sentido de que
entre los dos en el seno de la divinidad lo que con este término se quiere no so? uno y el mismo el que habla, aquel a quien éste se dirige y aquel
poner de relieve. El Padre y el Hijo no son el mismo, aunque estan uni- de qu1en se habla. De ah{ es fa.cii el paso del sujeto que habla, del simple
dos en la potencia3• El término pr6sopon con caract'eristicas y signifìcados personaje del dialogo, al sujeto en s1 mismo, a la "personà' en nuestro sen-
diferentes, no estaba ausente en la Biblia4 y en los escritores eclesiasticos tido del término, acepci6n ya conocida aunque no enriquecida todavfa
anteriores, en concreto en Justino5. Con Tertuliano entra ya claramente con las connotaciones que con el tiempo ira adquiriendo 7•
el término persona en el munda cristiano latino con un signifìcado trini- Es la distinci6n en Dios, la distinci6n que da lugar a la trinidad, lo que
tario (podemos dejar de lado la cuesti6n de hasta qué punto era usado con con el concepto de persona se quiere expresar. Una distinci6n dentro de
anterioridad), con Origenes el de "hip6stasis" en el mundo griego. Se la unidad, mas aun, de la unidad de la sustancia que la economfa (tam-
expresa con estas palabras, aunque sea de un modo todavfa implicito e bién intradivina), "dispone" en la trinidad de las personas 8 • Teniendo pre-
incipiente, la originalidad irrepetible que poseen tanto el Padre corno el , sentes las afìrmaciones b1blicas yen la controversia con el patripasianismo
Hijo y el Espfritu Santo. Al decir que los tres son personas decimos que la existencia de un solo Dios sera siempre el punto de parcida y el presu-
no son intercambiables, aunque inicialmente esto no acontece de una puesto irrenunciable. De ahi la insistencia en la unidad de la sustancia
manera explfcita. Un primer aspecto en la progresiva diferenciaci6n sera divina. Sera el modo de esta unidad lo que habra que explicar. La distin-
que no se pueden confundir las voces de quienes hablan. El uso del tér- ci6n de las personas no se le opone corno un obstaculo. Andando el riem-
mino persona en Tertuliano est.i en relaci6n con la conciencia refleja de po se va a acufiar y reperir la formula «unitas in Trinitate» (cf OH 441 ;
esta distinci6n en el seno de la divinidad, segun aparece en la Escritura. 501; 546) 9• Subrayar el caracter irrepetible de cada uno de los tres, y por
Asf se muestra la «distinctio trinitatis»G. Se distinguen en la Escritura las consiguiente ·su distinci6n, no puede llevar por tanto a olvidar la unidad
que se da entre ellos y que constituye un dato igualmente primario. La
afìrmaci6n a la vez de estos dos extremos de la unidad divina y de la dis-
2. Cf. Contra Noet11m 7, I; 14,2.3 (Simonetti I 66; I 76). No se usa todavla el término tincion •de las personas sera la tarea siempre inconclusa de la teologfa tri-
para el Esplricu Santo. I nitaria.
3. Cf. ib. 7,1. La unidad y la distinci6n entre el Padre y el Hijo se ven reflejadas en Jn En el esfuerzo por a~monizar la unidad y la distinci6n en Dios trope-
10,30, «yo y el Padre somos una sola cosa»; el texto sera usado constantemente en los siglos t zamos desde muy p~onto con dos datos relacionados, sobre los que lenta-
posteriores con esta misma fìnalidad. La menci6n de la unidad en la potencia recuerda a
Atenagoras, Legatio, IO (BAC I 16, 660-661) donde hallamos dos veces expresiones pare- mente se va a reflex1onar de manera cada vez mas explfcita: por una parte
cidas. los nombres de "padre" e "hijo", muestran la distinci6n de los dos, impi-
4. Evidentemente no hay nada que haga pensar en un sentido técnico trinitario. En el den una identifìcaci6n personal de Jesus con Dios Padre corno sostenfan
NT d término prosopon aparece bastantes veces. Junto a la signifìcaci6n normai de "ros- los sabelianos. Pero a la vez se torna conciencia de que estos términos se
tro", "cara", encontramos el término en las frases en las que se indica que Dies (Cristo) no
implican mutuamente. Los nombres que el Nuevo Testamento da a las
mira a (no hace acepci6n de) "personas": cf. Mt 22,16; Mc 12,14; Le 20,21; Gal 2,6. Con
esre sentido se usa ya en los LXX; cf. Dr 1,17. Orros términos derivados de "prosopon" se
usan en Hch 10,34; Rom I , 11; Ef 6,9; cf. Col 3,25. También en el sentido de persona,
individuo, I Cor 1.11. que personam in sua proprietate consricuunr». El Esplricu Santo habla en los rexros del
5. S. Jusrino conoda d término, que sirve para la disrinci6n de I is que parricipan en Antiguo Testamento, sobre rodo en los salmos. Cf. rodo el contexto.
un dialogo o identifìcaci6n del personaje que habla; asi p. ej. los proferas hablan "en per- 7. Cf. A. Milano, Pmona in uowgia, 61-88; ]. Moignt, Thtologie trinitaire de
sona" (=en nombre) del Padre o del Hijo; cf. Apol 1,36, 1.2; 37, 1.3.9; 38, I; 49, I; Tryph. Tert11l1ien, Il, Paris 1966, 589ss.
42.3; 88,6. Orfgenes, Hip6lito, Clemente Alejandrino conocen también este uso, que 8. Terruliano, Adv. Prax. 2,4 (146): «Quasi non sic quoque unus sir omnia dum ex
adquirira nuevas connoraciones para la reologia trinitaria en Terruliano; cf. A. Milano, uno omnia per substantiae scilicet unitatem et nihilominus cusrodiacur oikonomiae sacra-
Persona in teologia. Alle origini dei significato di persona nel cristianesimo antico, Roma 'I 996, mentum, quae unitatem in rrinirarem disponir». En el Hijo y en el Esplricu Sanro Dies
69-70. no se divide ni se dispersa, ib. 3,5 (148) : «Quale est ur Deus diuisionem et dispersionem
6. Adv. Prax. 11,4 (Scarpat 168): «...non posse unum atque eundem uider· qui loqui- pati uideacur in Filio et in Spiricu sancto, secundum et tertium sortitis locum, tam con-
cur et de quo loquicur et ad quem loquicur» ; 11,9-10 (170): «His iraque paucis tamen sortibus substantiae Patris quas non paticur in tot angelorum numero ...».
manifeste distinctio rrinitatis exponicur. Est enim ipse qui pronuntiat Spiricus et Pater ad 9. S. Agustln, Conf XII 7,7 (CCL 27,219): «Et aliud praeter te non erar unde face-
quem pronuntiat et Filius de quo pronuntiat. Sic et cetera quae nunc a Parre de Filio u1 rns ea, Deus una trinitas et trina unitas». Cf. mas materiai en L.F. Ladaria, El Dios vivo y
ad Filium, nunc a Filio de Parre uel ad Parrem, nunc a Spiricu pronuntiancur, unamquam~ verdadero, 369.
68 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONAS• DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 69
"personas", sobre rodo a las dos primeras, muestran que éstas no pueden resplandor13 • El Padre, ademas, no puede estar privado de su sabidurfa y
existir la una sin la ocra. Antes de que se empiece a usar de modo reflejo de su ruerza, que es el Hijo (cf 1 Cor 1,24) 1 ◄ • Propio del ser del Padre es
la categoria de la relaci6n u otras equivalentes, se ha notado ya que no el ser del Hijo 1\ Padre e Hijo se exigen por tanto el uno al otro. La dis-
pueden existir un padre sin un hijo ni viceversa, los dos se exigen el uno cinci6n persona! se da solamente en la relaci6n mutua. No de otro modo
al otro. Por ello, cuando todavfa no se explica en términos claros la eter- ha abordado la cuescion Hilario de Poiciers:
nidad de la generaci6n del Hijo, se puede dudar también de la eterni-
Pero donde exisce el Padre, existe también siempre el Hijo. Si conoces o
dad de la paternidad divina10 • Orfgenes ha sido el primero que de modo
piensas en un Dios al misterio de cuyo conocimiento pertenece el ser Padre,
explfcito ha visto que, dada la inmutabilidad divina, Dios no puede y que no es siempre Padre del Hijo engendrado, conoces y afìrmas también
"convertirse" en Padre, sino que desde siempre ha engendrado, de modo que no es Hijo el que ha sido engendrado. Pero si pertenece siempre al Padre
misterioso, a su Hijo unigénito 11 • El hecho de ser en relaci6n distinguira el ser eternamente Padre, hace falca que siempre pertenezca al Hijo el ser eter-
a las personas, pero a la vez las mostrar.i unidas en referencia mutua sin namente Hijo' 6•
la cual no pueden existir 12 •
Del hecho de la relacion paterno-fìlial se desprende con claridad, en
los tiempos de la lucha antiarriana, la comun nacuraleza divina del Padre
La reflexion posterior al concilio de Nicea y el Hijo. Si los nombres responden a la real·idad, es imposible que los dos
En el pensamiento teol6gico posterior al concilio de Nicea ~~ ha pro- no tengan la misma naturaleza 17 • Los nombres relativos de Padre e Hijo se
fundizado mas sobre la "verdad" de los nombres de Padre e' HtJO, frente muestran por consiguiente corno un camino para afirmar la consuscan-
a la concepcion affiana que consideraba al Hijo una criatura. Ello obliga- cialidad de las personas sin negar la discincion entre las mismas.
ra a dar un paso adelante en la reflexion acerca de la implicacion mutua La reflexion se hara mas explfcita cuando el concepto de "relacion"
del Padre y el Hijo, que ya no dependera s6lo de la voluntad del Padre, (OXÉaLç) encre directamente en la discusion teologica. Basilio de Cesarea
sino también, como hemos tenido ocasi6n de ver, de la misma naturaleza es el primero en imroducirlo. Hay nombres, nos dice el obispo de
divina. De esta manera la referencia mutua de las personas divinas se pone Cesarea, que se enuncian de manera absoluta y que se aplican a algo con-
mucho mas de relieve. La paternidad de Dios corresponde a su naturale- siderado .n sf mismo; pero hay ocros que no nos dicen direccamente lo
za, no es solo cuesti6n de su voluntad, y por elio tiene necesariamente un que un ser es en sf mismo, sino que nos hacen conocer s6lo la relaci6n
Hijo. La eternidad de la generacion 'del Hijo se prueba para Atanasio en con los otros seres respecto a los cuales se dicen. Si, p. ej ., hombre, caba-
el hecho de que la naturaleza del Padre ha sido siempre perfecta. Seria llo o buey son nombres absolutos, es decir, perrenecen a la primera cate-
contradictorio que existiera la luz sin el resplandor o que la fuente estu-
viese seca. Donde esta el Padre esca el Hijo, corno donde esta la luz esca el
13. Cf. Atanasio, C. Arianos I 14 (PG 26,42B) . Si el Hijo no fuera eterno la Trinidad
habria sido im_perfecca; cf. ib. l 7ss (48ss). En las ·reflexiones de Acanasio sobre la luz y d
resplandor es visible la influencia de Origenes, De princ. I 2,7 (SCh 252,124), encre ocros
lugares.
10. Tertuliano, Adv. Prnx. 7,1 (156) : «... exinde eum Parrem sibi faciens, de quo pro- 14. Cf. C. Arian. I 11 (36); 17 (48); II 34 (220).
cedendo Filius faccus est», sobre la mutua exigencia de Ics dos, ib. 10,2-3 (164): «Acquin 15. Cf. ib. III 3.5-6 (328; 329-333); tarnbién III 18 (360) .
pater filium facie et pacrem filius et qui ex alcerutro fiunc a semetipsis sibi fi~ri n_ull~ modo 16. Hilario de Poitiers, Trin. XII 23 (CCL 62A, 596-597); ib. II 3 (39): «Numquid
possunc, uc pater se sibi filium faciac..er filius s~ sibi patrem ~raescec_. Quae msmu1c _De~s, corrumpi ueritas potest, cum Pacris nomen auditur? Numquid natura Filii non continetur
etiarn ipse custodie. Habeat necesse est pater fìltum uc pater sic, et fìlms patrem ut fìlms sic. in nomine? Numquid Spiritus sanctus non erit qui nuncupatur». Otros textos se encon-
Aliud est aurem habere, alium esse ... ». tranin en L.F. Ladaria, Dios Padreen Hilario de Poitierr. Estudios Trinitarios 24 (1990) 443-
11. Orfgenes, Princ. I 2,2 (SCh 252,114): «Propter quod nos semper d~um pat~em 479; id. «.. . Patrem conmmmat FilillI». Un aspecto inédito de la teologia trinitaria de Hilario
novimus unigeniti filii sui ...»; I 2,3 .(116): «Qui autem_ ini'.ium dat uerb~ dei ud sap1en- de Poitierr. Gregorianum 81 (2000), 775-788.
tiae dei, intuere ne magis in ipsum ingenitum parrem 1mp1etatem suarn 1actet, cum eum 17. Un ejemplo que puede valer por muchos, Hilario, Trin. Il 3 (39): «... uc quod Pater
neger semper parrem fuisse et genuisse uerbum et habuisse sapientiarn in omnibus anre- est Patri adimant, dum uolunt Filio auferre quod Filius esr. Adimunt aucem quando cum
rioribus temporibus ud saeculis». his non de natura fìc Filius... Neque enim Filius est, cui alia ac dissimilis erit a Parre subs-
12. Ib. I 2,10 (132): «Quemadrnodum pater non potesr c;sse quis, si filius non sic, tantia. Pater autern quomodo erir, si non quod in se substantiae acque naturae est, agnos-
neque dominus esse quis potest sine possessione ud seruo». cat in Filio?».
70 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 71

goda, otros, corno hijo, esclavo o amigo; son relativos, pertenecen a la Los nombres de Padre e Hijo, menos, por evidentes razones, el de
segunda. Se es siempre hijo, esclavo o amigo de alguien; con estos nom- Espfritu Santo, han obligado desde el comienzo de la reflexi6n trinitaria a
bres se indica necesariamente una relaci6n a otro. A esa misma categoria ver que las tres hip6stasis en Dios existen en la relaci6n mutua. El Padre
corresponde cambién el nombre de "retofio" (y~vvru.1;a.), que usaba y el Hijo, a partir de la analogia con la realidad humana, deben ser de la
Eunomio para aplicarlo al Hijo, ya que, sefiala Basilio justamente, el reco- misma naturaleza, si estas denominaciones han de tener un valor. Las tres
fio lo es siempre de alguno o de alguien. Ser "retofio" no es por tanto la \. hip6stasis no existen solamente en la unidad de la esencia divina, segun la
sustancia del Hijo. La diferencia entre el Hijo y los otros seres no reside formula que los Capadocios han popularizado, sino que esca unidad es
en ser "retofio" (en esce caso cendrian la misma sustancia todos los reto- una unidad en la relaci6n.
fios, lo cual es un absurdo manifiesto) sino en su sustancia, que es la
misma que la de Dios Padre 18 • La relaci6n paterno-filial viene a ser por San Agustin
tanto el punto de apoyo para afirmar la consustancialidad del Padre y el
Un paso decisivo en la conexi6n mas explfcita entre las nociones d~
Hijo. Dado que esca relaci6n existe por el hecho de la generaci6n eterna
persona y relaci6n se dara en la contribuci6n de san Agustfn. Recogiendo
del Hijo la upidad de sustancia entre ellos es un dato tan primario corno
y profundizando algunas de las intuiciones de los capadocios, distinguira
el de su distinci6n persona!.
también e! doctor de Hipona entre lo que en Dios se dice «ad se» o «ad
También Gregorio Nacianceno conoce el término y lo usa en el mismo
aliquid». Todo lo que se dice «ad se» se dice de Dios en cuanto uno 21 • Nos
sentido: «El nombre de Padre no es ni de sustancia ni de acci6n, sino de
referimos a cada una de las personas solamente cuando usamos los nom-
relaci6n, y del modo corno el Padre se refiere al Hijo o el Hijo al Padre. Y
bres relativos que las caracterizan. Y éstos no indican diversa suscancia22 •
asf corno entre nosotros estas denominaciones dan a conocer el origen y
No ofrecen problemas los no'-i;nbres de Padre e Hijo, pero en la Escritura
el parentesco, muestran cambién la identidad de naturaleza del engendra-
se encuentra también para el Espfritu Santo un nombre relativo: es el de
do con aquel que lo ha engendrado» 19 • En esce pasaje de Gregorio los
don de Dios 23 • Asf se puede extender al Espfritu Santo lo que se dice del
nombres relativos de Padre e Hijo son, explkitamente, un argumento a
Padre y del Hijo. Solamente en el plano de la relaci6n, no en el de la subs-
favor de la consustancialidad. La relaci6n que distingue a las hip6stasis las
tancia o de lo que se dice «ad se», cabe en Dios la distinci6n de las perso-
une también en la misma naturaleza. Lo que hemos visto presente en
nas. Ésta no se puede dar en cuanco se dice de Dios en sf mismo, sino s6lo
autores anteriores aparece ahora mas claramente a la luz. La relaci6n
en el plano de la relaci6n. Precisamente por elio no es obstaculo a la uni-
paterno filial no seria tal sin la unidad de la esencia. La relaci6n hace que
dad divina, que se da en la sustancia. Hay que afiadir ademas que la rela-
la discinci6n en Dios no sea un obscaculo contra la unidad divina, pero a
ci6n no es en Dios accidental, porque, dada la simplicidad y la inmutabi-
la vez asegura la unidad de la esencia en la pluralidad de las personas. Se
lidad divinas, los accidentes se excluyen totalmente en Dios 24• En Agustfn,
acentua segun los casos uno u otro de escos aspeccos. La ulrima perspecci-
siguiendo la lfnea que vefamos insinuada en algun pasaje de Gregorio, y a
va pareda prevalecer en Basilio, mientras que en Gregorio, que insiste mas
diferencia de otros textos de esce autor y sobre codo de Basilio, las rela-
en la unidad divina, encontramos también ejemplos que se mueven mas
ciones, mas que asegurar la unidad de sustancia de las personas, garanti-
en la ocra direcci6n 20 •

18. Cf. Basilio de Cesarea, Contra E11nomi11m li 9-1 O (SCh 305, 36-40). Sobre el a cliferencia de los textos anteriores, el Espiritu Santo es concemplado aqul junco al Padre
pensamienco de Basilio, cf. H.V. Drecoll, Die Entwiklzmg der Trinitiitslehre des Basi/i11s 11011 y al Hijo en el tejido de las relaciones incracrinicarias.
Ciisarea, Gottingen 1996; B. Sesbotié, Saint Basile et la Trinité. U11 acu théologiq11e a11 I¼ 21. Cf. Trin. V 8,9 (CCL 50,215-216); VII 3,6 (254), etc.
siècle. Le role de Basile de Césarée dam l'é/aboratio11 de la doctrine et d11 langage trinitaire, 22. Trin. V 7,8 (214) : «quod relative pronunciacur, non indicar subscanciam».
Paris 1998. 23. Trin V 11 , 12 (219): «sed ipsa relacio non apparet in hoc nomine; apparec aucem
19. Or. 29, 16 (SCh 250, 210); ib. 31 ,7 (288) : «... el Hijo es Hijo segun"una relaci6n cum dicicur donum dei». Cf. codo el parrafo (218-220).
mas elevada, ya que nosocros no podemos expresar de ocro modo que es de Dios y que le J 24 . Trin. V 5,6 (211) : «.. .quamuis diuersum sic Pacrem et Filium esse, non est camen
es consuscancial». diuersa subscancia: quia hoc non secundum substantiam dicuncur, sed secundum relati-
20. Asi p. ej. Or. 31,9 (290): «La discinci6n de la manifescaci6n o, si pued<;> decir asi, vum; quod camen relacivum. non ec accidens, quia non est mutabile». Cf. también para lo
de la relaci6n encre ellos, crea la diferencia de nombres; asi se salvaguarda la discinci6n de que sigue, L.F. Ladaria, Persona y relaci611 en e/ De Trinitate de San Ag11stlrr. Miscelanea
las cres hip6stasis en la unica naruraleza y la unica dignidad de la divinidad». Nocemos que, Comillas 30 (1972) 245-291.
72 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LAS .TRES PF.RSONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 73

zan que la distinci6n en Dios no atenta contra aquélla. Las perspectivas Es bien conocida la respuesta del doctor de Hipona a la pregunta que
de san Basilio y de san Agusdn, corno se ve facilmente no son exacta- él mismo se ha formltlado: «ad se quipp~ dicitur persona» 28 . Por elio
mente la misma. Ciertamente no es aceptable una distinci6n radical entre Agusdn se ve obligado a admitir una excepci6n a su principio segun el
los esquemas griego y latino de la Trinidad; también segun este ultimo, y cual todo lo que en Dios se dice «ad se» se dice en singular29 • Por debajo
para Agustfn en particular que tanto ha contribuido a forjarlo, el Padre es del aspecto relacional de las tres personas, Padre, Hijo y don, parece que
expresamente el unico principio de toda la divinidad 25 . Pero es evidente hay todavfa para Agusdn un "sustrato" absoluto sobre el que esca relaci6n
que la insistencia inicial en la unidad de la esencia divina es mas intensa se apoya. En efecto, el doctor de Hipona, reaccionando contra algunas
en san Agusdn, y que en este sentido el concepto de relaci6n es usado ante ideas que conocemos, expresadas entre otros por Atanasio, seriala que el
todo porque permite afìrmar en Dios una distinci6n qt.te no atenta con- Padre no puede ser sabio por el ~ijo sino que lo es por sf mismo; de lo
tra esta unidad de la sustancia. A pesar de esta insistencia en la unidad contrario, dada la simplicidad divina (el ser y el ser sabio, bueno, etc. se
divina no podemos pensar que coda la teologfa trinitaria de Agustfn tien- identifìcan), el Padre también "serfà' por el Hijo. Pero esto signifìcarfa
da a retlucir al maximo la distinci6n de las personas. Su doctrina del para Agustfn una contradicci6n, porque equivaldrfa a decir que el Padre
EspfritU. corno amor del Padre y del Hijo abre ciertamente la puerta a no es nada en sf mismo, sino que rodo lo que es lo es en relaci6n al Hijo:
otros plll.nteamientos26 . «El Padre no serfa nada en sf mismo, y no solo su ser Padre, sino en abso-
Per~ hay otra novedad decisiva en el pensamiento de doctor de luto todo lo que es, se dirfa en relacion al Hijo. (y corno seria de la misma
Hiponà. Por vez primera Agusdn se plantea la cuesti6n de si las personas esencia el hijo cuyo padre no es respecto de si mismo ni esencia ni abso-
divinas èstan relacionadas simplemente de hecho o si la noci6n misma de lutamente nada?» 30 • Agusdn parece pensar que la relaci6n debe apoyarse
la persona implica en Dios la relaci6n. La cuesti6n puede parecer a pri- sobre un sustrato absolut9. De lo contrario no se puede dar. Asf llega a la
mera vista baladf. Si decimos simplemente que en Dios hay tres personas conclusi6n de que el Padre tiene que ser algo en sf mismo para que se
mas para no callar que para decir algo positivo cuando somos interroga- pueda predicar de él que es Padre por su relaci6n al Hijo; de la misma
dos27, (no basta decir que el Padre, el Hijo y el Espfritu Santo estan rela- manera que si un hombre no fuera hombre en sf no podrfa ser llamado
cionados? (Por qué tenemos que preguntarnos por las caracterfsticas del sefior en relaci6n a su siervo31 • Por ello la conclusion a que hay que llegar
concepto de persona? Vale la pena que nos interroguemos sobre la cues- es que las personas divinas son primero personas, que se dice ad se,
ti6n, ante rodo porque lo hace san Agustfn mismo. Pero hay mas: de la "antes", lqgicamente hablando, de estar relacionadas ejntre sf corno Padre,
respuesta que se dé a la pregunta depende la coherencia interna de la posi- Hijo y don de ambos. De ahi la aporia de Agusti{1 a la que hace un
ci6n del doctor de Hipona. La pregunta sobre el caracter absoluto o rela-
tivo de la "persona" lleva consigo la de la si e! ser del Padre del Hijo o del
Don (Espfritu Santo) se identifica con su ser Padre, Hijo o Don de ambos. 28. Trin. VII 6,11; cf. rodo el paragrafo (261-265).
O, dicho con ocras palabras, si las tres personas son antes (no por supues- 29. Cf. ib; cambién Trin. VIII proem. 1 (268); IX 1, 1 (293).
30. Trin. VII 1,2 (246). Inreresanre carnbién la conrinuaci6n del cexco (246-247):
to en sentido cronologico) de ser Padre, Hijo o Espfritu Santo; es decir, si
«Neucer ergo ad se esc, ec urerque ad invicem relative dicirur: an pater solus non solurn
tenemos que afìrmar que hay algo que se predica de Dios «ad se» tres quod parer dicicur, sed omnino quidquid dicicur relative ad fìlium dicirur; ille aucem dici-
veces. cur ec ad se? Et si ira est, quid dicicur ad se? an ipsa essentia? sed patris essenria est fìlius,
sicut pacris vircus ec sapienria, sicuc verbum pacris cc imago pacris: aut si essenria dicicur ad
se fìlius, parer aucem non est essentia, sed geniror essenriae, non est aucem ad se ipsum, sed
hac ipsa essenria quam genuic, sicut hac ipsa magnitudine magnus quarn genuir; ergo et
25. Agusr{n, Trin. IV 20,29 (CCL 50,200): «Torius diviniraris, ve! si melius dicirur magnitudo dicitur ad se fìlius, ergo et vircus, et sapientia, et verbum et imago. Quid autem
deiraris principium parer esc». Cf. los concilios de Toledo VI, XI y XVI (cf. DH 490; 525; absurdius, quarn imaginem ad se dici? ... Restar icaque uc eciarn essenria fìlius relative dica-
568). r tur ad pacrem. Ex quo confìcicur inopinatissimus sensus, ut ipsa essenria non sic essentia ...
26. Nos ocuparemos de esca cuesci6n en el cap. 4. Homo ergo cum dominus dicicur, ipse homo essenria esc, dominus vero relacive dicicur;
27. Trin. V 9,10 (217): «Tarnen cum quaericur quid cres, magna prorsus inopia huma- homo enim ad se dicitur, dominus ad servum; hoc aucem unde agimus, si essentia ipsa rela-
num laborac eloquium. Dicrum esc tarnen tres personae, non ur illud dicererur, sed ne tace- tive dicicur, essenria ipsa non esc essenria. Huc accedi e, quia omnis essenria qui relative dici-
rerur»; VII 4,7 (255) : «Et cum inrelligicur salcem in aenigmate quod dicirur, placuic ira tur est eciarn aliquid excepto relacivo ... Quaproprer si er Pater non est aliquid ad se ipsum,
dici, uc dicerecur aliquid cum quaererecur quid tria sinc, quae tria esse fìdes vera pronun- non est omnino qui relative dicicur ad aliquid».
ciar». Cf. tarnbién VII 6,11-12 (261-267). 31. Cf. ib.
74 LA TRINIDAD, MIST~RIO DE COMUNIÒN LAS •TRES PERSONAS, DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 75

momento aludfamos: hay que predicar tres personas en Dios, es decir hay to sobre el cual la relaci6n se funda, no se deja encrever a partir de sus bre-
que usar e! plural para lo que se dice «ad se». Es una excepci6n a la regia \ ves paginas sobre la TrinÌdad, en las cuales se trata mucho de las relacio-
formulada, que se debe a la necesidad de responder qué son los tres cuan- nes pero se concede poca atencion al término "persona'' 37 •
do se nos pregunca. S6lo «por la necesidad de la discusion (propter dispu- Boecio en la lfnea 'de Agustfn, ha habla90 de la imposibilidad de apli-
tandi necessitatem)» se admice esce plural que no es relativo.Yen e;te caso car a Dios el plural. No hay numero en la sustancia divina, en Dios no
hay que evitar coda distancia o desemejanza entre las personas32 • La rela- tenemos una repetici6n de unidades: «Donde no hay ninguna diferencia,
ci6n aquf masque unir, distingue, sin que la unidad quede compromeci- no hay en modo alguno pluralidad, y por tanto tampoco numero; por
da. Y cuando se llega al lfmite y hay que admicir que en esce caso de la tanto hay solo unidad. Por tanto, por el hecho de que Dios se repita tres
persona hay que predicar en Dios un plural «ad se», es logico e! esfuerzo veces cuando es llamado Padre, Hijo y Espfritu Santo, las tres unidades no
por reducir al mfnimo la distincion; en efec~o, llevando hasta e! final e! constituyen una pluralidad por el hecho de ser ellas mismas»38• Se intro-
razonamienco, ésta amenazarfa la unidad divina. duce aquf una distinci6n sutil, de compresion no facil : el numero se
puede encender en un doble sentido: por una parte los numeros de que
Severino Boecio nos servimos para contar. Pero tenemos otro sentido de la palabra, que
se refiere a las cosas que se pueden contar'9 • En el primer sencido yo puedo
El imeneo de reunir bajo un concepto unfvoco a las personas divinas,
decir p. ej . "dos", y da lo mismo que se trate de dos hombres o de dos pie-
humanas y angélicas no ayuda a contemplar los problemas espedficos de
la doctrina trinitaria cuando se trata de la nocion de persona. La defini- dras. Si consideramos el segundo sencido hay dualidad porque la unidad
ci6n de Boecio, «naturae rationalis individua subscancia»33 no incluye se repite, pero no son cosas diferentes los dos hombres o las dos piedras:
expl:fcitamence la relacion en las caracterfsticas de la persona divina. Pero «En e! numero de las cosas, la repetici6n de la unidad no constituye una
cambién él, en pura lfnea agustiniana, sefiala que «subscancia concinet uni- pluralidad (non facit pluralitatem unitatis repetitio)». Si yo digo tres veces
tatem, relacio multiplicat trinitatem» 34. La relacion es, or consiguience, lo "sol", no por elio hay tres soles. Si digo mucro, gladius, ensis, he usado tres
que crea la distinci6n, sin que la unidad de la esencia divina, quede afec- palabras para designar lo mismo, pero no esca dicho que se trate de tres
ta a. esca unidad se refiere codo lo que se dice de Dios «ad se». El rela- espadas. Algo parecido ocurre cuando decimos Padre, Hijo y Espfritu
tivo, en Dios, no indica que los términos sean diferences; en el caso de Santo: no hacemos tres dioses. Asf se muestra que «... no toda repetici6n
Dios la relaci6n se establece encre los que son lo mismo, pero no e! de unidades hace un numero o una pluralidad». Pero queda claro que el
Padre, e! Hijo y e! Espfritu Santo, siendo lo mismo, no son e! mismo. La
mismo 31• Por esco el Padre, el Hijo y el Espfritu no difieren sino en la rela-
cion'6. Si Boecio piensa, corno al parecer Agustfn, en un sustrato absolu- repetici6n de las unidades no crea pluralidad en todos los sencidos. Pero
la unidad esca conscituida por cres40• Da la impresi6n de que la tendencia
a minimizar la distinci6n encre las personas, presence ya en Agustfn, se
32. Trin. VII 6,12 (267): «Aut si iam placet propter disputandi necessitatem, etiam agudiza codavfa mas. La relacion es la categorfa que permite una distin-
exceptis nominibus relativis, pluralem numerum admirrere, ut uno nomine respondeatur,
cum quaeritur, quid tria, et dicere cres substantias sive cres personas, nulla moles aut inter- ci6n en Dios, no se ve directamence que esca relaci6n concribuya de algun
valla cogitentur, nulla distantia quantulaecumque dissimilitudinis ... ». modo a la unidad de las personas.
33. Liber de persona et duabw namris 3 (PL 64,1343) .
34. De Trin. 6 (PL 64 , 1255). lb. inmediatamente antes (1254-1255): cc .. .facta qui-
dem est trinitatis numerositas, in eo quod est praedicatio relationis: servata vero unitas in
eo quod est indifferentia vel substantiae vel opera~ionis vel omnino eius quae secundum se 37. Cf. en la nota anterior uno de los escasos ejemplos del uso de "persona" en este
dicitur praedicationis». escrito. Algun texto parece sugerir una distincion en la llnea agustiniana: ib. 5 (1254) :
35. Cf. ib. (1255s). También ib. 5 (1254): ccDifferentiae vero uhi absunt, abest plura- ccNeque accessisse dici potest aliquid Dea, ut Pater fieret; non enim coepit esse unquam
litas; ubi abest pluralitas, 'adest unitas: nihil autem aliud gigni potuit ex Dea, nisi Deus, et Pater, eo quod substantialis quidem ei est productio Filii, relativa vero praedicatio Patris».
· rebus numerabilibus repetitio unitatum non facie modis omnibus pluralitatem. Trium El interés primordial es la insistencia en que la condicion de Padre no ha empezado en un
igitur idonee constituta est unicas». determinado momento.
36. lb. 5 (1254): ccQuodcirca si Pater et Filius ad aliquid clicuntur, nihilque aliud, ut 38. Ib. 3 (1251).
dictum est, differunt, nisi sola relatione, relatio vero non praedicatur quasi ipsa sic et secun- 39. Cf. ib. (1251). Todos los texros que se citan a continuacion pertenecen a este cap.
dum rem de qua dicitur, non facit alteritatem rerum, de qua dicitur, sed, si dici potest, quo 3.
quidem modo id quod vix incelligi potuit, interpretatum est personarum» . 40. Cf. el final del texro citado en la n. 35.
I.
76 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN LAS •TRES PERSONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 77
El concilio XI de Toledo a sf, sino al Padre; y de modo semejante, el Espiriru Santo no se refìere a sf
mism_o, sino relativamente al Padre y al Hijo, ya que se afirma que es el
Muchas de escas ideas han sido recogidas en la confesi6n de fe del con-
Espimu del Padre y del Hijo (DH 528).
cilio XI de Toledo, del afio 675 (cf. DH 525-532 para la parte trinitaria) .
El género licerario de un documento conciliar no es el de una exposici6n No se puede sacar de estas breves insinuaciones si los autores de esce
decallada propia de un tracado teologico. Pero vale la pena decenernos bre- shnbolo piensah, corno al parecer hada Agu~tfn, en un sustrato absoluto
vemente en esce documento, que ha sido considerado punto obligado de ~e !a. relaci6n. Diffcilmente hallaremos indicaciones que nos permitan
referencia por diferentes ce6logos en los ulcimos ciempos 41 • Seiialamos dec1d1rnos por una u otra opci6n. Es claro de todas maneras que las cres
algunas de las afirmaciones mas imporcances para nuescro proposito. personas, en cuanto Padre, Hijo y Espfritu de los dos, est.in referidas las
La Trinidad en la que creemos, el Padre el Hijo y el Espfricu Santo, es unas a las otras. Las tres personas se dicen relative. No puede excluirse un
el Dios uno 42 , de una sola suscancia, majescad y poder. ,El P re ue no paso adelante sobre Agustfn en la consideraci6n de las personas en cuan-
tiene o_Ijgen-de_.nioguno,~a fuence el origen de coda la divini a : to tales corno relativas 45, o dicho con otras palabras, que se esté en cami-
<Ìf~ergo ipse et origo totius divinitatis» 43 (DH 525). Pero a pesar de elio no de superar la idea segun la cual el Padre, el Hijo y el Espfricu son
el Padre y e1 Hijo se requieren mutuamente, de tal manera que no hay "antes" e ser en relaci6n. El numero, el hecho de ser "tres", no indica mas
Padre sin Hijo ni Hijo sin Padre. Los dos existen en una relaci6n redpro- que la relaci6n de las personas, el hecho de que son ad invicem:
ca, pero esco no quiere decir que las posiciones de uno y otro se puedan Asf, pues, esca santa Trinidad, que es el unico y verdadero Dios, si se apar-
intercambiar: «Y, sin embargo, no corno el Hijo del Padre, asf el Padre del ta del numero ni cabe en el numero. Porque el numero se ve en la relaci6n de
Hijo, porque no recibi6 la generaci6n el Padre del Hijo, sino el Hijo del las personas; pero en la sustancia de la divinidad no se comprende lo que se
Padre». Pero esco no significa que el Hijo no sea igual al Padre, «pero el haya numerado. Luego s61o indican numero en cuanro estan relacionadas
Hijo es en codo igual a Dios Padre», consustancial a él, porque no viene entre si, y carecen de numero en cuanto son en si. Porque de tal suerte a esca
de ocra suscancia sino de la del Padre, «del seno del Padre» (cf. Sal 110,3). santa Trinidad le conviene un solo nombre de naturaleza, que en las rres per-
Dada la referencia mutua sin la cual el Padre y el Hijo no pueden exiscir, sonas no puede haber plural... Y no porque hayamos dicho que escas rres per-
el Hijo lo es por nacuraleza, no por voluntad ni por necesidad (DH sonas so~ _un sol? Dios podemos decir que el mismo que es Padre es Hijo, 0
526)44_ que es H1Jo el m1smo que es Padre, o que sea Padre o Hijo el que es Espiritu
La categoria de la relaci6n es usada de manera explfcica, en la Hnea de Santo ... , no o~sranre el Padre sea lo mismo que el Hijo, lo mismo el Hijo que
san Agustfn: el Padre, lo m1smo el Padre y el Hijo que el Espiritu Samo, es decir, un solo
Dios por naruraleza (DH 530).
Tampoco puede decirse rectamente que en un solo Dios se da la Trini d
(ut in uno Deo sit Trinitas), ~ ue el solo Dios es la Trinidad. Pero en los En codo lo que en Dios se dice «ad se» no cabe el numero; el plural
nombres relacivos de las personas, el Padre se refiere al Hijo, el Hijo al Padre, tiene sentido s6lo si consideramos la relaci6n de las personas encre sf; la
el Espirim Santo a uno y a otro. Y aunque se digan cres personas por la rela- relaci6n distingue, pero a la vez muestra la referencia, el hecho de que los
ci6n, se cree una sola naruraleza o susrancia ... Porque lo que el Padre es, no tres son en referencia el uno al otro. Evita la confusi6n, pero no separa46 •
lo es con relaci6n a si, sino al Hijo; y lo que es el Hijo no lo es con relaci6n Esca funci6n de unir las personas que corresponde a la relaci6n se expre-
sa todavfa con mas claridad a continuaci6n: «no se conoce al Padre sin el
Hijo ni se reconoce al Hijo sin el Padre. En efecto, la misma relaci6n que
41. Se debe citar ante rodo el ejemplo significativo de K. Barch, Die Kirchliche se expresa en el nombre persona! prohfbe separar a las personas; aun
Dogmatik, i /1 , Mi.inchen 1935, 368; 373; 390; 414; recienremenre, L. Scheffczyk, Der cuando el nombre no las designa a la vez, a la vez las insinua. Pues nadie
Gott der Offenbarrmg. Gotteslehre, Aachen 1996, 281-282.; L.F. Mareo-Seco, Dios uno y puede ofr ninguno de estos nombres, sin que tenga que entender también
trino, Pamplona 1998, 297-300. forzosamente el otro» (DH 532). La relaci6n no solamente muescra la dis-
42. La afìrmacion se repire diversas veces en el documento; cf DH 528; 529; 530:
«Haec sancta Triniras, quae unus et verus est Deu~ ..... También el concilio rolerano III del
589, Symbol11m Recaredi regis (DH 470): «Haec enim sancta Triniras unus est Deus, Parer 45 . Cf Scheffczyk, o.e., 282
er Filius et Spirirus Sanctus».
46. DH 531: «Tres ergo illas unius acque inseparabilis narurae personas, sicut non
43. Cf la n. 25 del presente capitulo.
confundimus, ita separabiles nullacenus praedicamus». El texto del concilio de Toledo se
44 . Cf. e1 cap. 1, "Libercad y necesidad en la Trinidad inmanenre" .
inspira en Fulgencio de Ruspe, Ep. XIV (CCL 91,394) .
78 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LAS , TRES PERSONAS, DIVINAS EN LA UNIOAD DE LA ESENCIA 79

tinci6n, sino que prohfbe la separaci6n: Aun,que no se nombren a la vez conoce y se ama a s1 hiismo, y esce conocimiento y amor se identifican
las dos personas, la menci6n del Padre impfica la del Hijo. Y lo mismo con el Hijo y el Espfricu Santo. Son claras las resonancias agustinianas 49 .
cabra afìrmar del Espfritu Santo, aunque no se diga expresamente, ya que Cada uno tiene la esencia del orro y la distinciéq entre los tres se da solo
es el Espfritu del Padre y del Hijo. Nombrando a una persona, se hace en la oposicién de las relaciones: «De tal manda se oponen por las rela-
menci6n implfcitamente de las otras. La Trinidad no es una a pesar de las ciones, que uno nunca recibe lo que es propio del otro. De tal manera son
relaciones que distinguen a las personas, sino en ellas. La misma relacién concordes en la naturaleza, que uno siempre mantiene la esencia del otro.
que al parecer las conscituye; impide separarlas. La relacién entre las per- Asi son diversos porque uno es Padre y el otro Hijo ... y del mismo modo
sonas tiene que ver por tanto con la unidad divina, y no s6lo con la dis- son lo mismo por la sustancia, de tal manera que la esenda del Padre est.i
tinci6n de aquéllas. Asi la unidad de Dios en tres personas es el modo mas siempre en el Hijo y en el Hijo la esencia: del Padre» 50•
alto de unidad que pueda pensarse. El Concilio no intenta definir en nin- Anselmo trata de la generacién del Verbo (usa preferentemente esca
gun momento la persona, mas aun, deja entrever la dificulcad de este con- denominaci6n en el Monologion) siguiendo de cerca la doctrina de san
cepto47. Agustfn. El Padre engendra, el Verbo es engendrado 51 , y asi son dos, pero
Los textos de esce concilio toledano ofrecen un gran interés. Siguen de ambos la misma cosa52 • El amor es la esencia divina, y esce amor se iden-
cerca a san Agustfn, pero tal vez con mas claridad que éste ~os muestran tifica c n el «summus spiricus», la «summa essentia», lo que son el Padre
los dos aspectos de las relaciones entre las personas divinas: a la vez que las y el Hijo y el amor de los dos que es el Espfricu Santo 53• Da la impresi6n
distinguen, las unen. La unidad de la esencia divina es a la vez e insepa- de que es la misma esencia divina en cuanco «summus spiritus» la que se
rablemente la unidad de los tres. conoce y ama a s1 misma 54. En la memoria del «sumo espfritu» se recono-
ce al Padre, en el entendimiento del mismo, al Hijo 55 • No se pueden igno-
B. Algunos autores de la Edad Media rar los rasgos "personales" que se atribuyen de modo mas o menos explf-
cito a la esencia divina. Es por elio consecuente con lo que hasta ahora
Anselmo de Canterbury hemos visco la afìrmaci6n de que el Espfritu Santo no procede del Padre
y el Hijo por aquello por lo que son dos, sino por aquello por lo que son
Iniciaremos n:uestro breve recorrido con alguna referencia a la teologfa
uno: «Pues no por las relaciones, por las que son dos ... sino de su misma
de la persona en Anselmo, que ha mostrado una gran preocupacién por
esencia, que no tolera pluralidad, el Padre y el Hijo hacen salir a la vez un
insistir en la unidad de Dios. No es la unidad de los tres lo que hay que
bien can grande» 56 • No se insiste por tanto en el amor de los dos, posible
explicar, sino la «trinidad del uno». El modo corno se plantea el proble-
s6lo en cuanto hay discinci6n de personas, sino en lo que cienen en
ma en el cap. 79 del Monologion es ya expresivo: «Tres "qué" puede lla-
comun. Por elio son una esencia suma el Padre, el Hijo y el amor de los
marse de algun modo la suma esencia». Las difìcultades del concepto de
dos, el Espfricu Santo. Las personas son sobre rodo, «puntos de cristali-
"personà' aparecen inmediatamente, ya que en la inefable «trina unitas» y
«una crinicas» que encontramos en Dios, la unidad se funda en la unica
esencia, pero la trinidad en tres «no sé qué». Pero por necesidad es posi-
ble afìrmar que «aquella suma trinidad o crinidad una es llamada una
esencia y tres personas o tres substancias [subsiscencias]» 48 . Anselmo ha
tratado de deducir las personas de la esencia espiritual: el sumo espfritu se 49. Como eI mismo Anselmo sefiala en el pr6logo de la obra (ib. 8) .
50. Ib. 43 (ib. 60); cf. De proc. Spiritrts sancti (Schmitt II, 180-181).
51. Cf. Mon. 38-41 (56-58) .
52. 16. 43 (59): «Et cum ita sic alius ille et alius ille, ut omnino pateat quod duo sunc:
47. DH 531: «Tres igitur personae istae dicuncur, iuxta quod maiores defìniunt, ut sic camen unum et idipsum est id quod est ille et ille, uc penitus lateat quid duo sunt».
agnoscantur, non uc separentur». No se puede decir sin mas que se trace de un concepco Aparece de nuevo la difìculcad de la noci6n de persona.
genérico. 53. lb. 53 (66).
48. Ib. (Schmitt I. 85-86). Cf. eI desarrollo de rodo e! capftulo. La difìcultad viene del 54. Ib. 49 (64): «Amar ergo seipsum summus spiricus, sicut sui meminit et se incelli-
concepco boeciano de la persona. Si en Dios no hay pluralidad de suscancias, no puede git».
haber tampoco pluralidad de personas. Tampoco en rigar se puede hablar de sustancia, 55. Cf. ib. 51 (64).
donde no hay accidentes. 56. Ib. 54 (66).
80 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LA5 •TRES PERSONA$, DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 81
zacion» de la realizacion de la esencia suma57 • En esce sentido son atribu- trina trinitaria de Anselmo tal corno ha sido expuesta sobre todo en el
tos, funciones del unico sujeto divino que se identifica con la comun esen- Monologioi\w.
cia, el sumo espfritu que son los cres. Es incomprensible la esencia divina, Pero para tener un panorama mas completo de la misma, debemos
y por consiguiente no se puede explicar «corno se sabe o se dice a sf. estudiar corno el obispo de Canterbury ha afrontado parecidos problemas
misma ... Y si al decirse a s1 misma, el Padre engendra y el Hijo es engen- en su obra acerca de la procesion del Espfritu Santo. Si nos referimos a
drado, "quien podra contar su generacion" (Is 53,8)» 58 • De manera seme- esta obra no es porque ahora el problema de la procesion del Espfritu nos
jante el Padre, el Hijo y el Espfritu Santo, aunque cada uno de ellos habla, interese directamente, sino porque en esce ejemplo aparece con claridad la
no son tres "dicentes", sino uno solo, y a la vez no se dice mas que una representacion que Anselmo se hace de la unidad y la trinidad divinas. Se
sola cosa, la esencia comun. Por elio una sola es la sabidurfa que «en ellos» debe notar ante rodo que las relaciones en Dios se unen con la pluralidad
dice, y una sola la sustancia que en ellos es dicha 59 • Es por tanto al par.ç- y no con la unidad divina. La oposicién de la relacion nace del hecho de
cer la esencia divina la que, en las personas, pronuncia y es pronunciada, que Dios es «de Dios» de dos modos diversos (el Hijo y el Espfritu Santo
engendra, es engendrada y procede. son ambos «Dios de Dios»); asi hace imposible que se atribuya a los otros
Aludfamos al comienzo de estas Hneas a las difìcultades de Anselmo lo qu es propio de cada uno de los tres. Las consecuencias de la unidad
con el concepto d~ "personà' en Dios. No se pueden desconocer los ras- y de la relacion se han de equilibrar, de tal manera que ni la pluralidad que
gos "personales" que, en diversos momentos de su exposicion, adquiere la sigue la relacion se traslade a la simplicidad de la unidad divina, ni la uni-
comun esencia divina. No es fa.cii desde estos presupuestos integrar un dad impida la pluralidad donde existe la relacion. Por elio ni la unidad
discurso coherente sobre las tres personas divinas. La misma vacilacion deja de ser tal donde no es obstaculo la oposicion de la relacion, ni la rela-
terminologica es buena prueba de elio. Naturalmente hay que tener pre- cion pierde lo que le corresponde donde no se opone la unidad insepara-
sente que la preocupacion del obispo de Canterbury era la de demostrar
la compatibilidad con la razon de la doctrina trinitaria. En esce sentido se
explica la fuerte acentuacion de la unidad divina, que no excluye la vida
interna de Dios en el don de s1 que es la caracterfstica del Espfritu supre-
l ble61. Unidad y oposicion relativa se corrigen, por asi decir, mutuamente.
La relacion impide que la unidad pueda interpretarse en el sentido de que
el Hijo y el Espiritu Santo sean "padres" corno lo es la primera persona.
Lo mismo se puede decir de las propiedades de las otras personas. Y
mo. Ello no obstante, se han formulado juicios muy severos sobre la doc-

!
entrando en concreto en el problema de la procesion del Espfritu Santo,
Anselmo comienza diciendo que si el Hijo y el Espfritu vienen del Padre,
corno es comunmente admitido , esto quiere decir de la esencia del Padre,
segun la cual es uno con el Hijo y el Espfritu Santo. Por lo tanto si el
Espfritu Santo viene del Padre, si el Padre y el Hijo son el mismo Dios,
ha de seguirse que procede también del Hijo «segun la misma unidad de
57. Cf. H .C. Schmidthals, Pmo111m1m Trinitns. Die trinitarische Gotteslehre des heili-
gen Thomns von Aquin, St. Ottilien 1995, 292; se puede ver el conjunto del cap .• pp. 280- la divinidad» 62 • Esta lfnea de fuerte acentuacion de la unidad divina y de
299.
58 . Mon. 64 (75) : «Nam si superior consideratio rationabil iter comprehendit incom-
prehensible esse, quomodo eadem sum a sapientia sciat ea quae feci t. .. : quis explicet quo-
modo sciat aut dicat seipsam, de qua aut nihil aut vix aliquid ab homine scire possibile est?
Ergo si in eo quod seipsam dicir, generar pater et generacur fìlius: "generationem eius quis 60. Cf. Schmidthals, o.e., 296, segun el cual la diferencia que habda entre Agustfn y
enarrabit" ». el desarrollo de su teologia por Anselmo seda la que separa a Agustln del modalismo; cf.
59 . Mon. 63 (73) : «necesse est ut, quemadmodum sigulus pater et singulus fìlius et ib. 298. Un cuadro mas matizado en P. Gilbert, Dire L1neffoble. Lect11re du "Mo11ologio11 "
singulus eorum spiricus est sciens vel incelligens, et ramen hi tres simul non sunt plures de s. Anse/me, Paris-Namur 1984, 207-246.
sciences aut incelligences, sed unus sciens, unus incelligens: ira singulus quisque sir dicens, 61. Cf. De proc. I (Schmitt 2, 180-181): «Quatenus nec unitas amittat aliquando
nec tamen omnes simul tres dicences, sed unus dicens. Hinc illud quoque liquide cognos- suum consequens, ubi non obviat aliqua relationis oppositio, nec rdatio perdat quod
ci potest quia, cum hi tres dicuntur vel a seipsis vel ad invicem, non sunt plura quae dicun- suum est, nisi ubi obviat unitas inseparabilis». Es sabido que la primera parre de este texco,
tur. Quid namque ibi dicitur nisi eorum essentia? Si ergo illa una sola est, unum solum est no la segunda, ha inspirado de cerca al concilio Fiorentino, decreto pro lacobitis (cf. DH
quod dicicur. Ergo si unum est in illis quod dicit, et unum quod dicirur -una quippe 1330). Sobre la procesi6n del Esplritu en Anselmo, cf. S. Bonanni, Il "Filioq11e" tra diakt-
sapientia est quae in illis dicit, est una substantia quae dicirur -, consequitur non ibi esse tica e dialogo. Anselmo e Abelardo: posizioni a confronru. Lateranum 64 (1998) 49-79.
plura verba sed unum». 62. !b. 183.
I

82 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUN!ON LAS ,TRES PERSONA$, DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 83


reducir al minimo la "oposicion" sera la que seguir.i Anselmo en coda su Con esca concepcion de la unidad de la esencia, freme a la cual la dis-
obra. tinci6n personal es reducida al minimo, no hay ni siquiera espacio para
En efecco, Anselmo se va a preguncar, después de haber repetido que una comprension del «a Parre per Filium». Dado que el Padre y el Hijo no
si el Espfritu procede de Dios procede cambién del Hijo, si el Espfricu difìeren en la unidad de la divinidad, y el Espfritu Santo procede de la
viene del Padre porque viene de Dios o viceversa. Solo la primera res- divinidad del Padre, si el Hijo tiene la misma divinidad, no se entiende
puesta es correcta. De lo contrario el Espfritu no procederfa de la divini- corno puede proceder el Espfritu Santo de la divinidad del Padre median-
dad del Padre, sino de la relacion. Viene de la "divinidad" y no de la te la divinidad del Hijo. A no ser que se diga que no procede de la divi-
"paternidad", si podemos expresarnos asi63 • Siendo el Hijo tan Dios corno nidad del Padre sino de la pate-rnidad, ni por medio de la divinidad del
el Padre, y viniendo el Espfritu del Padre en cuanto es Dios, se debera Hijo, sino de su fìliaci6n 68 • Pero esca posibilidad ha sido ya descartada. La
considerar que procede de los dos igualmente64. Solo si el Espfricu proce- mediaci6n creadora universal del Hijo (cf. Jn 1,3, etc.) es entendida por
6
de igualmence del Hijo en cuanto es Dios se puede d~':ir que es d~_él 5. ~l Anselmo a la luz de Jn 5,19, «rodo lo que hace el Padre lo hace el Hijo de
Espfricu procede de la esencia comun al Padre y ~ _H1Jo que _el I-:1~0 rec1- manera semejante». Por elio todo lo que se hace mediante el Verbo ha sido
be a su vez del Padre; Anselmo distingue encre rec1b1C la esenc1a d1vma por hecho por el mismo Verbo. lgualmente, aunque digamos que el Espfritu
parte del Hijo y recibir el Espfricu Santo: procede del Padre mediante el Hijo, estamos diciendo en realidad que
Porque no es lo mismo recibir del Padre la esencia, de la que pro_cede el
procede del Padre y del Hijo, ya que éste hace similiter todo lo que hace
Espiriru Santo, que recibir del Padre cl Espiriru Samo. Cuando se dice que el Padre69 • A la misma conclusi6n se llega a partir de la antigua metafora,
recibe del Padre la esencia de la que procede el Espfriru Samo no se muestra que tiene sus orfgenes en Hip6lito y Tertuliano, de la fuente y el rfo, y -
ninguna indigencia del Hijo. Pero al decir que el Hijo recibe del Padre el para Anselmo- del lago que de ellos proviene. El lago, para el obispo de
Espiritu Samo, que no tiene de por si corno lo tiene el Padre, parece que se Canterbury, no procede en rigor de la fuente, sino del agua que esca en la
dice que el Hijo tiene algo menos de lo que tiene el Padrec.6. fuente y en el rio. Es decir, no proviene de aquello por lo que la fuente y
el rfo difìeren, sino de lo que tienen en com un. El Espfritu viene por con-
Dejando de lado el problema de la indigencia del ~ijo, ~ue. en .esce
concexto nos interesa menos, resulta clara la tendenc1a a d1smmu1r al siguience de aquello por lo que el Padre y el Hijo son una sola cosa, la divi-
maximo la relacion, en este concexco concreto de la procesi6n del nidad de los dos 70 • Asi son ambos un solo principio, porque no son "otro"
Dios71 • En la Escritura encontramos numerosos casos en los que debemos
Espfritu. Éste viene de la esencia del Padre, que es la mis_ma que l~ d~l
entender corno dicho de las ocras personas lo que se afirma de una sola.
Hijo, que en todo es igual a él. Es la idencidad de la esenc~a la que JUStl-
fìca en ultimo término el Filioque. «cuando leen [los gnegos] que [el Aunque se nos diga que el Espfritu Santo procede del Padre, debemos
Espfritu Santo] procede del Padre (cf. Jn 15,26), del que dice el Hijo: "Yo entender que también procede del Hijo, ya que es de la misma esencia de
los dos72 • Y ya que ésta es posdda en el mismo modo por ambos (tam-
y el Padre somos una sola cosa" On 10,30), con~~sen con nosotros_~ue,_a
causa de la identidad esencial del Padre y el H1JO, procede tamb1en sm
duda del Hijo» 67•
68. !b. IX (201).
69. Ib. (203): «Quae facta sunt a parre per verbum (cf. Jn 1.3), facta sunt ab ipso
63. De todas maneras, aunque dijérarnos que viene de la relaci6n, no habiendo nin- verbo ... , quaecumque enim [pater) feceric haec et filius similiter facie Qn 5,19). Dicarnus
guna relaci6n del Padre que no sea del Hijo, deberiarnos decir tarnbién que viene de los igitur quia spiricus sanctus, cum procedit a parre per fìlium, procedit a fìlio similiter, sicut
dos. Cf. De proc. II (189-190). quae facta sunt a parre per verbum, facta sunt similicer ab ipso verbo».
64. De proc. II (190): «Non aucem magis est pater deus quam fìliu~, sed unus solu~ 70. Cf. ib. (204-205). Tarnbién XIV (212): «Constar inexpugnabili catione spiricum
verus deus pater et fìlius. Quapropter si spiritus sanctus est de p~rre, q~1a est de de~ qui sanccum esse de fìlio, sicuri est de parre, nec tarnen esse quasi de duobus diversis, sed quasi
pater est, negari nequic esse quoque de fìlio, cum sic et de deo qui est fìlms»; afìrmac1ones de uno. Ex eo enim quod pater et fìlius unum sunt, id est, de deo, est spiricus sanctus, non
semejantes en ib. III (190-191); V (194); VII (198-199), etc. . ex eo unde alii sunt ab invicem. Sed quoniam deus de quo est spiritus sanctus est pater et
65. De proc. I (183); IV (193). Es evidente el influjo de san Agustfn, Trm. IV 20,29 fìlius, idcircovere dicitur esse de parre et fìlio qui duo sunt».
(CCL 50,199); XV 26,45 (524). 71. Ib. X (206): « ... sicuc non credimus alium deum patrem de quo est fìlius, et alium
66. De proc. IV (193). . deum parrem et fìlium de quo spiricus sanctus est».
67. Ib. VII (199). lb. lii (I 91 ): «Quid apertius quam de solo vero deo, qui est pater 72. Ib. XI (207): «Multa huiusmodi in sacra scripcura legimus, ut quod de una per-
et fìlius, procedic spiritus sanctus, cum dicitur a parre procedere?». sona singularicer dicicur, indifferenter de rribus intelligacur.. . Quapropcer cum credimus
84 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIQN LAS «TRES PERSONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 85

bién por el Espfritu Santo, pero hay que mantener el orden de las proce- Ricardo de San Victor
siones), no tiene sentido decir que el Espfritu Santo procede del Padre
La doctrina trinitaria de Ricardo de San Vktor ha suscitado desde
mediante el Hijo. La discinci6n de las personas se reduce al mfnimo. Y asf
antiguo discusiones y sigue suscitandolas hoy. No entraremos en estos
corno todo intento de ver una distinci6n en la actuaci6n de las personas
d~t~les 75• Nos _interesa ante todo notar que su definici6n de la persona
en el «a Patre per Filium» de algunos orientales se rechaza de plano, igual-
d1vm~, _con la mtroducci6n del término exsistentid6, coloca las procesio-
mente se reduce al mfnimo la significaci6n del principaliter de san
nes d1vmas, y por ende las relaciones de origen, corno un elemento cen-
Agusdn. Efeccivamente no hay inconveniente en usar esta expresi6n por-
que el Hijo tiene del Padre lo que es, y por tanto también el que de él sea trai. ~a sust_itu~i6n de la substantia de la definici6n boeciana por el nuevo
el Espfritu Santo. Pero no se debe decir que el Espfritu Santo sea princi- térmmo se Jusufica porque en Dios las tres personas comparten la misma
palmente del Padre corno si fuera mas del Padre que del Hijo, «ya que, asf sustancia divina. La noci6n de "ex-sistencia" nos llev~ a la distinci6n de las
corno el Padre no es mas Dios que el Hijo, aunque el Hijo tenga su ser del pe_rsonas con:io ba~ada unicamente en las relaciones de origen, ya que en
Padre, igualmente el Espfritu Santo no es mas del Padre que del Hijo, D1os hay umdad «iuxta modum essendi» y la distinci6n se produce sola-
mente «iuxta modum existendi»n. La existentia incomunicable indica la
aunque el Hijo tenga del Padre que de él venga el Espfritu Santo» 73 • Mas
irrepetibilidad, un quis o aliqui?8 propio e irreemplazable, la propiedad
que del Padre y del Hijo en cuanto son ad invicem, el Espfritu Santo pro- '
persona! imposible de intercambiar, en relaci6n precisamente, corno
cede de la esencia divina comun a los dos; el Espfritu Santo es de dos, pero
hemos sefi.alado ya, con la discinci6n que viene del origen.
en cuanto son un solo Dios. Las relaciones no pueden introducir en la
unidad la pluralidad que !es es propia, ni viceversa74 • La relaci6n es asf la Ahora bien, en fntima conexi6n con la "procedencia" de las personas
categorfa que distingue dentro de la unidad, y que asf se "opone" a esta , esta el analisis del amor, yen concreto del amor entre las personas divinas,
ultima. El ejemplo elocuente de la procesi6n del Espfritu muestra una teo- ' que Ricardo lleva a cabo. Si por una parte la "existencià' distingue, por
logfa trinitaria en la que la significaci6n de la distinci6n persona! se redu- ' Q~r~ las rel~cion~s de origen se fundan en el amor en el que las personas
ce notablemente. En este sentido Anselmo ha podido dar pie al reproche d1vmas estan umdas. Se presupone en Dios, sumo bien, la plenitud de la
que se formula a veces a la teologfa latina de colocar la unidad de la esen- perfecci6n, lo cual significa que su propio bien es él mismo (si lo tuviera
cia divina por delante de las distinciones personales. Los juicios globales que buscar en otro ya no seda él mismo el sumo bien) 79 , Donde hay la
pueden pecar de precipitaci6n. Cierto es que ni san Agusdn ni santo b?ndad suma no puede falcar la caridad perfecta ya que nada hay mejor
Tomas han llevado las cosas a estos extremos. La esencia divina llega a apa- m mas perfecto que la caridad: «nihil caricate melius, nihil caricate per-
recer aquf con caracteres cuasi personales. En cierto modo, y con muchas ' fectius» 80; tampoco hay nada mas dulce y gozoso que ella, «nihil caricate
necesarias matizaciones, nos hallamos ante un precedente de lo que en el dulcius, nihil caricate iucundius» 81 • Por ocra parte el amor debe tender
siglo XX sera la Hnea desarrollada sobre todo por K. Barth, a la que nos
referiremos en este mismo capftulo. Pero no debemos olvidar que
Anselmo en otros contextos es bien consciente del valor de la distinci6n
7,5. Cf. encre la ultima bibliografia, M. Schniercshauer, Conmmmatio caritatis. Eine
de las personas en Dios y del caracter irrepetible de estas ultimas. Nos Untm11ch11ng z11 Richard von Sankt Viktors De Trinitate, Mainz 1996; P. Cacciapuoti,
hemos referido ya a su respuesta a la cuesti6n sobre la posibilidad de la «Detts existentia amoris». Teologia della carità e teologia della Trinità negli scritti di Riccardo
encarnaci6n de las tres personas divinas. di San Vittore (f 1 I 73), Brepols 1998; M. D . Melone, Lo Spirito Santo nel De Trinitate di
Riccardo di San Vittore, Roma 2001.
76. De Trinit. IV 22 (SCh 63,280) : la persona divina es «divinae naturae incomuni-
cabilis existencia», adapcaci6n a la persona divina de la defìnici6n genera! de la persona,
«nacurae racionalis incomunicabilis exiscencia», ib. IV 23 (282).
77. Cf. ib. IV 15 (260) .
spiricum sanccum de pacre procedere, quoniam deus de deo, id esc essencia spiricus sancci 78. 16. IV 7 (242s) . San Aguscfn en cambio hablaba de la persona corno un "aliquid":
de essencia pacris, qua una esc cribus esse incelligicur: necesse esc uc de fìlio eum similicer Trin. VII 6,11 (CCL 50, 263) .
esse confìceamur, si fìlius non esc de ilio. De hoc enim esc spiricus sanctus, quod esc fìl ius 79. Ib. II I 6 (138): «Conscac icaque de omnipocence quod ipse sit summum bonum,
ec quod esc pater». Ocros ejemplos escricuriscicos en ib. (208-209) . ec quod consequens esc, quod ipse sic sibi suum bonum»; cf. III 2 (168s) .
73. 16. XIV (213). 80. Ib. III 2 (168)
74. Cf. ib. XV (216) . 81. 16. III 4 (174) .
I

86 LA TRlNIDAO, MISTER10 DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONA$, DIYINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 87

hacia orro, de nadie se dice que tiene caridad si se ama a sf mismo: «Hace esca fenomenologfa !legar a las rres personas divinas, caracterizadas preci-
falca que el amor cienda al orro, para que pueda ser caridad» 82 • Pero para samente a partir de escas tres formas de amor. En el amor sumo y eterno
esco hace falca que aquel a quien la caridad se dirige sea digno de ella, sea ' se da esca discinci6n, la persona divina, segun es,te punto de vista es defì-
"condigno". En el caso de Dios, solo ocra persona divina sera verdadera- nida corno «el amor sumo, que se distingue por esca propiedad» 88 • O lo
mente digna de esce amor. La logica pide por cantQ)a exiscencia de una que es lo mismo, cada persona es lo mismo que su amor y por ello se
luralidad de personas en Dios83 • La vida divina aparece ya con estos prt- excluye que haya en Dios mas de tres personas89 • El terreno esca prepara-
supuestos corno una comunicacion de amor, que no se puede dar sin la do para pasar a la cerminologfa mas estrictamence trinitaria que caracteri-
existencia de la pluralidad y de la distincion. Pero tenemos que llegar za a cada una de las cres personas divinas segun la forma de amor que le
todavfa a la Trinidad. Ésca aparece cuando, junco al primer objeto del es propia?O. Pero es comun a las tres el sumo amor y la suma dileccion, mas
amor, el "condigno", surgela necesidad del "condilecco", imprescindible, aun la discincion de las tres propiedades se da en el sumo amor91• Nada
para que se puedan comunicar las delicias del gozo del amor. Asf de la suscancial aiiade a esce esquema cuanto se dice sobre las procesiones, la
caridad verdadera se puede pasar a la caridad consumada84. Ricardo hace generaci6n del Verbo y la procesi6n del Espfricu Santo. El Padre quiere
amplio uso de términos que indican la comuni6n en el amor: concordia, tener un condigno para darle su amor y recibirlo de él, y para comunicar
consortium, sodalitas... , y sus derivados 85 • La verdadera "condilecci6n" exis- las riquezas de su grandeza, y quiere tener un "condilecto" para tener el
:I consorcio de amor y para tener a quien comunicar las delicias de su cari-
tira cuando un tercero es amado de manera concorde por dos, es amado
en una comunidad de amor, y el afecco de los dos ·se une en el incendio dad. La comunion de la·majestad es la causa de la primera procesi6n, la
de un tercer amor. Ésca sera la "condilecci6n" perfecca86 • del amor de la segunda92 •
El pensamiento del Victorino nos coloca ante un modelo que respon-
Un paso decisivo en el desarrollo de la teologfa trinitaria de Ricardo
de a preocupaciones diversas de la de san Anselmo. Ciercamente la teolo-
sera la fenomenologfa del amor, en la triple discinci6n del amor gratuito,
gfa de Ricardo se mueve en el terreno especulativo, pero no se puede olvi-
amor debido, amor a la ve:1. debido y gratuico 87 • No es dificil a partir de
dar que es la hisroria de la salvacion la que da la posibilidad de pensar a
Dios corno comunicacì"on de amor. El amor es la capacidad de establecer
82. !b. III 2 (168) . Texro inspirado en Gregorio Magno, In Ev. hom. I 17, 1 (PL la diversidad; en primer lugar en Dios mismo, pero también fuera de él,
76,1139): «Minus quam inrer duos cariras haberi non poresr. Nemo enim proprie ad se en la creac~on9J . El amor en Dios parece coincidir con la esencia divina,
ipsum habere carirarem dicirur, sed dilecrio in alrerum rendir ur esse cariras possir». ya que el amor sumo es lo que es com un a los rres. Este amor para ser tal,
83. Cf. ib. Ili 2 (170). Para nuesrro prop6siro podemos prescindir del valor de las com·o ya hemos visto, necesita de la pluralidad, mas aun, de la Trinidad.
«rationes necesariae» para la explicaci6n de la exisrencia de la Trinidad. Podemos pensar
que solamente son rales a la luz de la fe. I Si la unidad divina esca fundada en el amor supone la discincion de las
personas. Unidad y distincion en Dios en esce sencido se iluminan mutua-

I
84. Ib. Ili 18 (208): «in sola geminarione persone non esser cui posser quivis duorum
praecipuas iucondiraris sue delicias communicare»; ib. 13 (I 98) : «Cariras aurem ut esse mente. Y no puede ser de otro modo si Dios no puede dejar de ser, para
vera possir, personarum pluralirarem exigir; ut vero consummara sir, personarum
Trinirarem requirir».
85. Algunos ejemplos: ib. III 20 (212): «Ecce quomodo ex rerrie persone consodali-
urroque permixrus est, qui alrernarim amando et gratis accepit et gratis impendit»; cf. rambién
rare in illa Trinirate agirur ur concordialis cariras er consocialis amor ubique nusquam sin-
V 19 (350); esca triple distinci6n se encuentra ya en De verbis Apostoli 9; norado por P,
gularis inueniarur»; III 11 (192): «plenirudo boniratis esse non possir, ubi volunraris nel
faculraris defecrus dilectionis consortem praecipuique gaudii communionem excludir. Cacciapuoti, o.e., 163.
Summe ergo dilectorum summeque diligendorum urerque oportet ur pari voto condilec- 88. Trin. V io (352) : «Nihil aliud esr ibi persona isra quam dilecrio summa hac pro-
tum ~equirar, pari concordia pro voto possidear». prierare disrincra; nihil aliud persona altera quam dilecrio summa alia proprierare disrinc-
86. Ili 19 (208s): «Condilecrio aurem jure dicirur, ubi a duobus tenius concorditer ra; nec aliud aliquid est persona tenia quam dilectio summa rerria proprierare disrincra».
diligirur, socialirer amarur et duorum affecrus rertii amoris incendio in unum conflarur... 89. Ib. «Quoniam ergo queliber persona, ur diximus, est idem quod amor suus ... sicur
Non enim de qualicumque, sed de summa condilecrione loquimur et qualem creatura a quarram proprierarem, sic quarram personam nullarenus ibi invenire porerimus».
Creatore nunquam mererur, nunquam digna invenirur». 90. Cf. ib. VI 14 (412).
87. Trin. V 16 (344): «Constar aurem quia verus amor poresr esse aur solum grarui- 91. V 19 (350): «Ecce in amore summo trina proprierarum disrinctio, cum sir ramen
tus, aut solum debirus, aut ex utroque coniuncrus, id esr, ex uno debitus et ex alio grarui- una eademque in omnibus, urpore summa et vere eterna dilecrio».
tus. Amor graruirus esr, quando quis ei a quo nihil muneris accipir gratanter impendir. 92. Cf. ib VI 6 (386s).
Amor debirus esr, quando quis ei_a quo gratis accipir nihil nisi amorem rependir. Amor ex 93. Cf. P. Cacciapuori, o.e., 229ss.
I-

88 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS ,TRES PERSONAS, DIVI NAS EN LA UNJDAD DE LA ESENCIA 89
s1 mismo, el sumo bien. El problema de la libercad y la necesidad en Oios, modo de "ex-sistir" determina también un modo de «ser ad», dada la fnti-
que Ricardo no se planrea explkitamenre, se vuelve a encontrar aquL La ma conexi6n que existe entre el recibir y devolver el amor. La unidad y la
comunicacion del amor no puede ser impuesta, pero por otra parte diff- distinci6n en Dios se fundan por consiguienre en el amor, que por una
cilmente se puede pensar que ésca no se realice. El mismo Ricardo se parte es com un a los tres y por otra se manifìesca en modos y formas dis-
esfuerza por descubrir las «rationes necessariae» que de la unidad divina tintos. Aunque hace uso de otro vocabulario, en cierco mod R.ic.;'.;do se
llevan al conocimiento de la Trinidad.('Solo a partir de la nocion de la cari- coloca en la Hnea que va de Agustfn a Tomas, que cada vez con mas clari-
dad o del amor puede la Trinidad ser el lugar de la comunicacion, deT dad contempla a las personas no solo corno relacionadas sino corno rela-
gozo, de la concordia y del amor "consociai". 1Para elio no basta la nocion cion en s1 mismas. Por supuesto que no hay que hacer lecturas de Ricardo
aostracra de suscancia o esencia divina, sino que es preciso recurrir a la que anticipen lo que solo un siglo después de él se formular.i claramente,
nocion biblica del Dios amor (cf. 1 Jn 4,8.16) 94. El amor fontal del Padre, ni por orra parte debe ser juzgado a partir de los criterios que encontra-
el amor gratuito que constituye su persona, es la rafz de la comunicacion ran s6lo en tiempos posteriores una expresi6n mas precisa.
de la esencia divina, y por tanto del hecho de que eternamente "ex-sistan"
las orras dos personas divinas. Creo que hay que colocar en la persona del Tomds de Aquino
Padre, en su amor gratuito, y no en la suscancia divina que seda el amor
No hace falca insiscir especialmente en la defìnici6n de santo Tomas de
mismo, la rafz del intercambio de amor que es la vida del Dios uno y
' la persona divina corno la «relal i6n subsistente». En cualquier naturaleza
trino. No parece que haya lugar en Ricardo para una unidad que "prece-
la persona es Io que es distinto «en aquella naturaleza». En Dios, siguien-
dà' el amor foncal del Padre. Ocra cosa es que su exposicion parca de la
do la doctrina agustiniana, la distinci6n no se hace sino por las relacio-
unidad divina, corno primer dato que se impone a la razon humana en la
nes. Por elio a partir de éstas habra que buscar la defìnici6n de la persona
reflexion sobre el misterio de Oios. No parece que pueda buscarse ocra
divina:
unidad sino la que se da en la dileccion suma comun a las rres divinas p_er-
sonas, y que tiene su rafz y su origen en la "comunicaci6n" fonra.Ldel La discinci6n en Dios se hace s6lo segun las relaciones de origen ... Pero la
Padre95• relaci6n en Dios no es corno un accidente inherente a un sujeto, sino que es
La comunicacion de amor del Padre y el Hijo es intercambio y con- la misma esencia divina: de donde se sigue que es subsiscente, corno subsisce
cordia, y lleva necesariamente a la expansion en el "condilectus". Parecerfa la esencia divina. Por tanto, corno la deidad es Dios, asf la paternidad divina
es Dios Padre, que es una persona divina. As{ pues, la persona divina signifi-
que una pura logica racional deberfa conducir a una multiplicacion de
ca la relaci6n en canto que subsiscente96 •
personas divinas. Pero el dato revelado regula el pensamienro y lo ilumi-
na desde el interior del mismo. La caraccerizacion de los tres tipos de Las e.ersonas_1.e discinguen también por el origen, pero mas todavfa por.
amor, y en ultimo término del modo de "ex-sistir" hace imposible que se la relaci6n. El origen no puede consticuir la hip6scasis o la persona, por-
piense en un numero ilimicado de personas. Asi la "ex-sisrencia" viene a que este origen, en sentido activo, significa la procedencia de una perso- L
determinar la "incomunicabilidad" de las personas al determinar un n~ subsisrenre, luego la presupone. Si se entiende en senrido pasivo (corno
modo irreductible del amor. Aunque no se haga apenas uso espedfìco del la natividad), significa la vfa hacia la persona subsistente, que todavfa no
concepto de la relacion, éste, indirectamente, est.i muy presente en la est.i consricuida:
reflexi6n del Victorino. El amor que caracteriza a cada una de las tres per- Por lo tanto se dice con mas propiedad que las personas o hip6stasis se dis-
sonas divinas tiene a las otras dos corno destinatarias. Inevitablemente, el tinguen por las relaciones que por el origen. Aunque se distingan de los dos
modos, no obstante en primer lugar y principalmente, se distinguen por las
relaciones, segun nuestro modo de entender. De ahf que esce nombre de
"Padre" no solamente indica una propiedad, sino también la hip6stasis: pero
94. Ya san Agustln habla visto en el amor la esencia divina, cf. Trin. XV 6, 1O (CCL
50,472); 17,28-29 (502-504; 19,37 (513-514).
95. Muy influenciado por Ricardo de San Vietar, Buenaventura usa la noci6n de la 96. STh I 29,4 . Ib. 33,2, ad I: «Relacio quam signifìcac hoc nomen Pater, esr subsis-
"comunicaci6n" por parte de Dios; Breviloq11ium I 2,3. «Et ideo ut altissime et piissime cens persona. Unde supra diccum est quod hoc nomen persona in divinis significar rela-
sentiat, dicit, Deus se summe communicare, aeternaliter habendo dileccum ac condilec- tionem uc subsiscentem in divina natura»; 42,4: «Eadem essentia quae in Parre esr pater-
cum, ac per hoc Deum unum et trinum». nicas, in Filio est fìliatio».
90 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS ,TRES PERSONA$. OIVJNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 91
el nombre "generador" o "generante" (Genitor, ve/ Generans) significa sola- Tomas diffcilmente podran sobrevalorarse. ;La relaci6n es considerada por
I mente una propieda_d . ~orque esce_nomb:e de Padre significa l~ relaci6n, ~.ue
es distintiva y consmunva de la h1p6scas1s. Pero el nombre de generador o
1
santo Tomas, corno por san Agusdn, ante todo corno el elemento de dis-
tinci6n en Dios. Dado que la unidad divina es un principio fundamental ,
J "generante" significa el origen, que no es distintivo y conscicurivo de la hip6s- la discinci6n en Dios debe ser mfnima99 • No podemos considerar estas l .
~ rasis97 • afirmaciones sin e! contrapeso de otras en las que' se subrayan las propie-
En Dios la «susrancia individua!» es decir, distinta e incomunicable, de
la definici6n boeciana es la relaci6n. Por ello en lo divino significa ésta
mucho mas que en lo humano. Por consiguiente Tomas distingue muy
dades de las personas y la imposibilidad del intercambiarse entre sf. Al
constituir y discinguir a las personas la relaci6n las considera referidas la
una a la ocra. La distinci6n y el «esse ad», la referencia mutua de las per-
1
claramente en esce punto entre la persona divina y la persona humana. Las sonas, son por tanto dos caras insepara es de la misma moneda.
personas divinas se distinguen s6lo en cuanto se relacionan. La distinci6n Discinci6n no significa separaci6n ni aislamiento. Por ocra parte, santo
es, recisamente relaci6n, no se araci6n. El ser irrepetible de cada una de Tomas es sensible también a la idea de la comuni6n entre las personas
las personas no significa por tanto e a1s amiento, la cerraz6n, sino la rela- ,.divinas cuando seiiala que Dios no es solitario 11)(), y que hace falca la tri- 1
ci6n mutua; podrfamos decir, la donaci6n de la persona a las otras, aun- nidad de personas divinas para excluir en él la soledad que no podrfa eli-
'q ue esca-noci6n no aparece explicitada en santo Tomas. De todas ~ane- minar la consociatio de los angeles y de los bienaventurados 101• La impor-
ras queda claro que las peJS_onas divinas s6l~ n en cuanto se relac1onan. tancia de la comuni6n persona! ha sido tenida en cuenta por tanto por
No hay en las tres personas un sustrato previo a su ser en a mutua re e- santo Tomas de modo explfcito, aùnque el tema no se encuentre muy
rencia. No "son" antes de entrar en relaci6n, sino que son en cuanto se desarrolladow 2•
relacionan, •l; s relacipnes las constituyen y las distinguen al mismo tiem-
po98. El alcance y la imporcancia de esca profonda intuici6n de santo
discinguir hyposrases er constituit eas ... , relinquicur quod, relationibus personalibus remo-
tis per intellectum, non remaneant hypostases».
99. STh i 40,2: «Quanto distinctio prior esr, tanto propinquior est unitari. Et ideo
97. STh I 40,2. Sobre la identidad y la distinci6n entre las propiedades y las perso- debet esse minima. Et ideo disrinctio personarum non deber esse nisi per id quod mini-
nas, ib 40, 1. Es rambién importante para esca cuesri6n De Poumia q. l 0,a.3. : « Pri~~ sec_un- mum disringuit, scilicer per relationem». La distincién primera, mas pr6xima a la unidad,
dum intellectum est persona quam acrio personalis. Relationes autem sunt const1tut1vae es la distinci6n en Dios.
personarum, processiones sunt quasi personales. Er~o priu_s se~u_n ~um in~~llecr~~ su~t 100. El motivo del Dies que no esca solo ni es solitario es conocido en la patristica;
rela~ones quam processiones... Processio... distincnone~ m ~1vm_1s_ r~qumt. D1stmct10 cf. Terculiano, Adv. Prax. V 2 (Scarpar, 152); Hilario de Poitiers, Trin. i 17 (CCL 62,17) ;
aurem non est in divinis nisi per relationes. Ergo process1ones m d1vm1s supponunc rela- I 38 (37); IV 17.18.19 (120-122), entre otros lugares.
tiones». Pero es inceresante también la distinci6n que el mismo santo Tomas establece en 101. STh i 31,3: «Licet angeli et animae sanctae semper sint cum Dee, tamen si non
ib. : «Est ergo alius modus intellegendi quo incelligimr rela_ti? ur co_nstituriva divinae per- esser pluralitas personarum in divinis sequeretur quod Deus esser solus vel solitarius. Non
sonae, et alius quo intelligimr relatio ur relario est. Und~ mh1l proh1bet quod quantu~ ad enim tollirur solirudo per associationem alicuius quod est extraneae namrae. Consociatio
unum modum incelligendi, relatio presupponat process1onem, quantum verurn ad al1um angelorum et animarum non excludit solicudinem absolutam in divinis».
sir e converso. Sic ergo dicendum est, quod si consideret~r r~latio ut relatio_est, pr~suppo- 102. H . Ch. Schmidthals, Perso11an1m Trinitas insiste muy fuertemente en el "persona-
nit processionis intellecmm; si autem considerecur const~runva personae, sic relat'.o c~ns- lismo" de santo Tom:is y en la importancia decisiva que en esca concepcion tiene la rela-
ticuriva personae, a qua est processio, est prior secundu'.11 mtelle~mm quam pro~emo; s1cut ci6n . Para Tomas est:i excluido que las personas puedan ser constituidas y diferenciadas por
paternitas inquantum est consticutiva personae Pa~ns . est pnor secun?um 111:relleccum lo que les es comun, la esencia divina. Ni la esencia divina ni el acro de la procesi6n corno
quam processio; sicut paternitas inquancum est consmunva pers~na~ Parns est pnor secun- tal pueden constimir la persona; no queda masque la relaci6n corno el elemento que cons-
dum inrelleccum quam generario. Relario aurem quae est consmunva personae proceden- tiruye la persona, aquella categoria que habla parecido basta aquel momento demasiado
tis etiam inquancum est constitutiva personae, est posrerior secundum intel)eccu'.11. quam "débil" para sostener el ser de la persona. Cf. ib. 668-669.; también 5'42, entre otros
processio, sicut fìliatio quam nativitas; et hoc ideo quia pers~n_a procede~~ mtel11g1tur ur muchos lugares. G. Emery, Essentialisme 011 pmonna/isme dans k traiti de Dim chez saint
rerminus processionis»; cf. H.C. Schmidthals, Pmonanim Trmttas, St Omhen 1995, 358- Thomas d'Aq11in?-. Revue Thomiste 98 (1998) 5-38, con algunas discrepancias con S. sobre
361. U el papel de la esencia divina subsistente en la constituci6n de la persona, piensa que la
98. Cf. STh I 40,3: «Remota proprierate personali per incellectu~, tollitur in~e ecc~~ comuni6n de las rres personas es la meta a la que quiere llevar la teologia trinitaria de
hypostasis. Non enim proprietates personales sic incelliguncur advem~e h~posras1bus dlVl- Tomas (cf. p. 17). Tambi én él pone de relieve el caracter fundamental de la relaci6n en la
nis, sicut forma subiecto praeexistenti; sed ferunt secum sua suppos1~a, •~q~anrum _su~t interpretaci6n del personalismo trinitario. No debemos olvidar tampoco esce aspecto al
ipsae personae subsistentes, sicur pare_rni~as est ipse_P~rer: ~yposras1s e~•~ s1gmfi~at ~1qu1d considerar la doctrina del Espfricu Santo corno amor del Padre y del Hijo, sobre la que rra-
disctinctum in divinis, cum hypostas1s s1t subsranna md1V1dua. Cum 1g1tur relano Slt quae taremos en el cap. 4. •
92 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNJON LAS •TRES PERSONAS• DIVlNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 93
Este breve recorrido por la historia de los conceptos de la persona y la lo que obra en los hombres: «Es Dios mismo, en indisoluble unidad, el
relaci6n nos ha hecho ver corno esta ultima ha sido usada de modos muy mismo Dios que segun la comprensi6n biblica de la revelaci6n es el Dios I
diversos. Se puede poner el acento en la uni6n de las personas distintas, que se revela, el acontecimiento de la revelaci6n, y su efecto en el hom- \
que en virtud de la relaci6n que las une se muestran corno consustancia- bre» 104 No hay ninguna tentativa en la Biblia, continua diciendo e1 autor
les. Se puede también insistir en que la distinci6n en virtud de la relaci6n suizo, de unificar estas tres figuras (Gestaften) de su "ser Dios", ni tampo-
no afecta a la unidad de naturaleza, punto que se torna en consideraci6n co de eliminar lo que en la revelaci6n les distingue, de reducirlas a un
en primer lugar. Porque en efecto, la insistencia en uno u otro aspecto
dependera en una cierta medida del punto de arrida que se adopte en la
' "cuarto" y "propio" {Viertes und Eigentfiches) sintético. Por lo tanto, al
mismo Dios, que en unidad indestructible es eL revelador, la revelaci6n y
teologfa trinitaria. Da la impresi6n de que en la escolastica ha prevaleci- el ser revelado, se le atribuye también en una irreducible diferencia esta
do la segunda linea, pero no faltan indicios de que también la otra direc- triple manera de ser.
ci6n ha sido tenida en cuenta. Debemos tener presente que el tratamien- A partir de esta unidad y diferencia de Dios en su revelaci6n, tal corno
to inicial del Dios uno no significa necesariamente dar prioridad a la esen- es atestiguada en la Escritura, nos encontramos ante el problema de la
cia divina sobre las personas, sino que aquf juega también un papel el doctrina trinitaria. Porque precisamente debemos preguntarnos por el
«ordo cognoscendi». Volveremos a encontrar, con otras claves, posiciones ~ Dios que hace santa la Escritura, y no. principalmente por ésta. Es la doc-
semejantes en la discusi6n moderna. trina trinitaria la que hace que la ensefianza sobre Dios sea cristiana. De
ahf la necesidad de tratarla al hablar de la revelaci6n. Barth ha visto muy
claramente el problema del "lugar" de la doctrina trinitaria. Nos debemos
2. LA DISCUSI6N MODERNA enfrentar con ella cuando dirigimos a la Biblia la pregunta por la revela-
ci6n:
A. Las difìcuftades del concepto de persona divina
Nos enconrramos con èl problema de la doctrina sobre la Trinidad en la
pregunra que dirigimos a la Biblia sobre la revelaci6n. Cuando pregunramos:
.Karf Barth Nuién es el Dios que se revela?, enronces la Biblia nos responde de tal mane-
Las cuestiones de la unidad y la distinci6n1 en Dios se plantean en tér- ra, que nos invita a reflexionar sobre la Trinidad de Dios. También las orras
minos distintos en los ultimos tiempos. Han suscitado discusi6n las nue- pregunras: <qué hace y qué obra esce Dios?, se responden en primer lugar,
corno hemos visto, ante rodo con nuevas respuesras a la primera pregunra:
vas propuestas terminol6gicas de K. Barth y K. Rahner, que no son sim-
<quién es él? El problema de estas tres respuestas, iguales y no obstanre dis-
ples intentos de cambiar una terminologfa tradicional, sino que suponen tinras, disrinras y no obstante iguales, a esas pregunras es el problema de la
contextos teol6gicos muy articulados a partir de los cuales reciben su sen- doctrina rrinitaria 101 •
tido. Podemos aquf considerar bien conocidas las razones por las cuales la
terminologfa de las tres personas les parece, a ambos, propicia a malen- Cuando nos acercamos a lo que la Sagrada Escritura atestigua corno
tendidos. revelaci6n nos encontramos por tanto con el problema de la Trinidad.
Barth parte del hecho de que, en una unidad indisoluble, la revelaci6n ~Por qué el concepto cristiano de la revelaci6n incluye la Trinidad? En la
cristiana nos muestra al Dios que se revela, el acontecimiento de la reve- revelaci6n es Dios el que habla. En la revelaci6n de Dios, la palabra divi-
laci6n y el efecto de ésta en el hombre. En efecto, la pregunta por el Dios na es idéntica con Dios mismo. Esto se puede decir exactamente solo de
que se revela recibe respuesta siempre en lo que ofmos sobre el hecho de la revelaci6n misma, no de la Escritura o de la ensefianza de la Iglesia, por-
su revelaci6n corno tal, y en su revelarse a los hombres. Este Dios es no que en estos casos se Èan_!!lediaciones; la identidad con Dios solamente
s6lo él mismo, sino también el hecho de su revelaci6n, ya que ésta es un es indirecta, tanto la Escritura corno la ensefianza de la Iglesia se remiten
predicado de Dios completamente idéntico con Dios mismo 103 , y ademas a la revelaci6n. Ésta reposa sobre sf misma, no tiene un fondamento ulte-
rior sobre el que se basa. La revelaci6n de Dios tiene su fondamento 6nti-
103. Kirchliche Dogmatik III, Mi.inchen 1935, 315: «La revelaci6n es ciertamence un
predicado de Dies, pero de tal manera que este predicado es totalmente idéncico con Dies
mismo». También ib. 313, en e1 hecho de revelarse y el modo de hacerlo es completamen- 104. Ib, 3 I 5. Cf. también la concinuaci6n para lo que sigue.
te él mismo. 105. Ib. 319.
94 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS •TRES PER.SONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 95

co y noético en si misma. Tanto en si misma corno para nosotros es por trinitaria. Pero si vemos de hecho c6mo de la revelaci6n se ha pasado a la
ella misma. La Escritura y la proclamaci6n de la Iglesia tienen que hacer- doctrina trinitaria de la Iglesia se nos presenta ante todo Cristo, luego
se palabra de Oios, estan remitidas a la revelaci6n. La revelaci6n es la Dios y por ultimo el Espfritu Santo. Es el orden de 2 Cor 13,13 1( 0 •
palabra de Dios, no tiene que convertirse en tal. En la revelaci6n reposa y Pero Barth continua al parecer haciendo uso del esquema l6gico. En
vive la plenitud del ser originai de la palabra de Dios, que se fundamenta las narraciones de la Biblia, sigue diciéndonos, encontramos que Dios se
en si misma106 • Esto se resume en la frase, Oios se revela corno el Sefior. ha dado a conocer. Oios es Dios con nosocros, tiene una figura 111 • El
Oivinidad en la Biblia significa libercad, autosuficiencia. Como libre tiene hecho de su revelaci6n muestra una diferenciaci6n de Dios en sf mismo;
el Sefior el dominio, y asi se revela. La revelaci6n del dominio es una en una primera forma de ser (Seinsweise) oculca, puede ser también para
caracteristica de la divinidad, que habla corno yn yo, y se dirige al otro nosocros. El hecho de la revelaci6n muestra que le es propio el discinguir-
corno a un tu, asi anuncia Dios su reinado, mostrandose y revelandose a se de si mismo, es decir, ser Oios oculco en si mismo, y a la vez ser reve-
si mismo, ya que no es posible que otro lo revele./En su revelaci6n él emi . 4'-do, es decir ser igualmente Oios en la figura de aquello que él no es en
1
con nosotros, este hecho es el acontecimiento de la revelaci6n. Esta reve- si mismo 11 2 • I;>ios puede hacerse hombre, es decir, tiene la capacidad de
1aci6n es la rafz de la doctrina trinitaria, aunque Barch precisa que la ense-
fianza concreta sobre la Trinidad es una obra de la Iglesia, es una inter-
pretaci6n de lo que se encuentra en la revelaci6n. Esta es la raiz de la doc-
trina trinitaria, evidentemente no de la Trinidad misma 107 • Esta doctrina
trinitaria reza, siempre segun' el te6logo suizo, que «el Oios que, segun el
' f
hacerse desigual a si mismo. Con elio se nos revela el que, segun su esen-
cia, no puede ser conocido por el hombre. Oios es y sera siempre miste-
rio. Se nos revela corno Padre del Hijo en la medida que coma figura por
nosotros, en su libercad de oculcarse o revelarse. Parece que masque par-
tir del hecho de la relaci6n pacerno-filial que se muescra en la vida de
testimonio de la Escritura, se ha revelado, es, en una indestructible uni- Jesus, que por supuesto no niega, nuescro aucor se funda en el hecho de
dad, el mismo, pero igualmente, en una indestructible diversidad, el la discinci6n en Oios que la revelaci6n muescra, parciendo de la unidad
mismo tres veces de modo diverso»108 • iC6mo pasa Barch de la reflexi6n del sujeto que se distingue a sf mismo 113 • Esca impresi6n se refuerza a par-
formai inicial sobre esta "trinidad" de revelador, revelaci6n y efecto de la tir de las reflexiones de Barth sobre la unidad divina que la doccrina de la
misma a los contenidos concretos de la doctrina trinitaria que tiene en la Trinidad ni niega ni pone en duda: «El Oios que, segun la Escritura, se
revelaci6n su propio fundamento? revela es uno en tres propias maneras de ser (Seinsweisen) que existen en
La problematica de la doctrina trinitaria se halla ya preparada en la sus relaciones mutuas: Padre, Hijo y Espfritu Santo. Asi es él el Sefior, es
revelaci6n del Oios corno el Sefior a la que ya nos hemos referido. Pero a decir, el Tu, que sale al encuentro del Tu humano y se comunica corno el
partir de este momento, dice expresamente Barth, ya no se procede con el sujeto indisoluble, y asi y en este modo se revela al hombre corno su
esquema de sujeto, predicado, complemento, o lo que es lo mismo en este Oios>>11 4• No deja de ser significativa la clara acentuaci6n de la unidad del
caso, de revelador, revelaci6n, ser revelado. Este esquema debia solamen- sujeto y del hecho de que el Oios Padre, Hijo y Espfritu Santo es el Sefior,
te aclarar que yen qué medida. (dass und inwiefern) la revelaci6n misma el Tu, uno solo, que sale al encuentro del yo humano y se le revela. En
nos lleva al problema de la Trinidad 109 • Parece ya con esta indicaci6n que· virtud de esta unidad, la fe que se expresa en las f6rmulas triadicas de la
el punto de parcida en el concepto mismo de revelaci6n nos acercaba a un Iglesia no tiene tres objetos, porque si asi fuera se tratada de una fe en tres
esquema mas bien formai, que en un primer momento deja de lado los
contenidos de la revelaci6n, y que necesariamente tiene que dar paso a la
forma concreta de la revelaci6n biblica y de la doctrina trinitaria. La apro-
11 O. Cf ib. 332. Volvera sobre esce orden en las pp. 351 -35 2. Es importante la con-
ximaci6n que parte del esquema revelador revelaci6n, ser revelad corres-
clusi6n de que la Trinidad se ha de entender no s6lo corno econ6mica, sino tarnbién corno
ponde al orden l6gico - objetivo de la revelaci6n biblica y de la doctrina inmanente. Cf ib. , 352.
111. Cf ib. 333.
_( 112. Cf ib. 334.
113. Ib.: «Ya el hecho de su revelaci6n dice esco: le es propio disringuirse de si mismo,
106. Cf ib. 322.
107. Sin el presupuesto de la Trinidad no se puede hablar de las propiedades ni de la es decir, ser en si mismo Dios ocultarnente, y a la vez. ser de modo completamente distin-
esencia de Dios; cf. ib. 329. to, es decir, ser revelado, y esco significa ser igualmence Dios en la forma de aquello que él
108. Ib. 324. mismo no es».
109. Ib. 331. 114. Ib. 367.

/
I f
I
96 LA TRJNIDAD, MISTERIO DE COMUNI6N
LAS •TRES PERSONAS, DIVJNAS EN LA UNIDAO DE LA ESENCIA
97
dioses. La unidad divina se da en la trinidad. Evidentemente no hay/tres
en su :evelaci?n. Asi ~s tres veces Dios corno Padre, Hijo y Espiritu» 11 9. iEs
dioses ni tampoco tres partes de la divinidad, _sino que ''.el nombre del
Padre, del Hijo y del Espiritu Santo dice que D1os es el D1os uno en una consc1ente o mconsc1ente el proceso por el cual el concepto de "persona"
se desplaza desde los "tres", corno se ha usado·en la tradicion, al Dios uno
triple repeticion (dreimalige Wi~derhol~~g): y esto de tal manera qu_e esca
repeticion esta fundada en su m1sma d1vm1da~, _Y por tanto ... q~e s~l~ en y a l~ vez con _las caracteristicas del concepto moderno, la posesi6n deÌ
esta repeticion es el unico Dios ...»115 • A la unic1~;1d de la ~sen;1a d1v1~a, pr?p10 pensam1ento y que~e~? El Padre, el Hijo y el Espiritu Santo son
1
que no puede multiplicarse por tres, pertenece la person~1dad . En D1os J? ?s c~?a uno a ~u ~odo {)e_ m ~e~onderer Wéise}' 20 ; no les distingue la par-
todo es persona!, nada es "neutro", pero no podemos de_c1: ~ue haya tres t1~1pac1on en la unica esenc1a divina porque ésta es comun a los tres. El
"personalidades". La "personali~ad" na,da tiene que ver 1_mc~almen~~ con D1os uno, el unico Dios persona!, no lo es solo en una forma, sino en la
la cuestion de las personas en 010.s. Asi se aclara lo que significa la repe- forma de ser del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Las diferencias con
ticion" en Dios con la que nos acabamos de encontrar: «No se habla de que ~parecen e?rre ellos e~ la revelacion, y que no podemos reducir a un
tres f«yo" divinos, sino tres veces del unico Yo divino» 116 • • •
comun denomm_ador, rem1ten a la dis~i~ci6n en la Trinidad inmanente y
a su ser uno precisamente en esce ser d1stmtos 121 • Las distinciones entre las
No hay antagonismo entre unidad y trinidad. Un~ uni~a~ de D1os sm
la distincion de las personas harfa imposible la revelac1on 11vma en 1~ _alte- personas o «formas de ser» derivan de las relaciones de origen que se dan
ridad corno verdadera presencia de Dios. Por o tra parte, _si la revelac1on se entre ellas. Solo_lo~ n?_mbres neotestamentarios de Padre, Hijo y Espiritu
ha de tornar en serio no puede haber hipostasis subordmadas. La revela- m,uestran esta d1stmc10n fundada en las procesiones. De ellas y no de las
cion y el ser revelado deben ser iguales al revelador. Solo la _igualdad de tnadas fundadas en el concepto de revelaci6n se deducen estas distincio-
esencia de Cristo y del Espfritu con el Padre son companbles con el • n~s,_ en_ ~stas relaciones se fondamenta la trinidad en la unidad. Pero esta
monotefsmo 117 • Es de nuevo el esquema formai de la revelac!o? el que es~a d1stmc~on se formula de nuevo en términos que suenan a unipersonales:
presente para garantizar la igualdad de las tres personas d1vmas. Es evi- «Él [D1os] es su propio " roductor" (Hervorbringer) yen un doble y dife-
renre aspect_o su propio "producido" (Hervorgebrachtes)» 122 •
dente p;r otra parte que hay que dar por descont_ado que la realidad de la
revelacion, tal corno el Nuevo Testamento la ennende, excluye el subor- Hemos 1do notando a medida que avanzamos en la exposici6n los
dinacionismo. . . . acenros que Karl ~~rth va colo.cando precisamente para evitar que las rres
· La revelaci6n del Dios uno no excluye, sino que incluye, una d1spos1- pers~~a~, de la Tnni1ad sean concebidas corno tres "personalidades". Un
cion y un orden (dispositio, oeconomia) de las tres personas, o corno pre- solo yo que se rep1te, que es el unico "tu" del hombre, tres veces Dios
fiere decir K. Barth, de las tres ' «formas de ser» en Dios (der drei corno Padr~, Hijo ~ Espirit~ Samo, e! caracter persona! de Dios parece
tender hac1~ la un1personal1da~ un yo con su propio pensamienro y
Seinsweisen)'' 8 • iPor qué prefiere Barth esta terminologia a I~ tradicional
de Ias personas? Algo nos ha indicado ya al seiialar que n~da nene 9:ue ver volunr~d, D1?s. que es el que se produce a si mismo. y el producido. En el
con las tres personas en Dios la "personalidad" que ambuye a D1os. El lenguaJ trad1c1onal esto se dice de las personas, pero no del Dios un 123_
0
concepto de persona, sigue diciendo, ni se _aclar6 suficie~temente ~n los
comienzos de su uso, ni tampoco en los nempos postenores. La mtro-
ducci6n del concepto moderno de persona no ha hecho mas que crear 119. I~. 378. El mismo B~rrch adara ~ue si ha usado el cérmino persona aplicado a
confusi6n en esce asunto. De la doctrina trinitaria se sigue con todo ~ue los _cres ha sido s6lo corno abrev1acura pracnca y por el sencido de la concinuidad hist6rica;
cf 16. 379.
Dios no es un poder impersonai, no se nos aparece solo coi;no pode: smo 120. lb. 379.
también corno "persona", es decir, «corno un_ Yo qu; es en s1 y para s1, con 121. Cf ib. 382.
un pensamiento y voluntad que le son prop10s. Asi nos sale al encuentro 1!2. l? .. 38~ . Las comillas son mlas.W. Pannenberg ha norado la subordinaci6n de la
?o~r!ma mn1tana en _K. Barth a una idea precrinitaria de la unidad divina ligada a la sub-
Jet1V1dad en la revelac16n; cf Teologia Simmdtica I, Madrid 1992, 324-325 .
115. Ib. 369. . 123. Basrara citar corno ejemplo el concilio de IV Lerran (DH 804): « .•• sed est Parer
116. Ib. 370. q_u_i generar, er Filius ~u_i gignirur,_et Spirirus Sanctus qui procedit». Es verdad que eJ con-
cilio se opone a la pos1C16n que dice que es la esencia de Dios la que engendra es engen-
117. Ib. 372. d I O
118. Ib. 374. En algunas de las cicas ameriores nos hemos enconcra o ya con e uso drada, lo cual K. Barch no ~ice. Con estas ciras se puede tal vez encender por qué decla-
de esce cérmino. mos que, aun con grandes d1ferencias, la posici6n de Barrh recuerda en algun modo la de
san Anselmo.
98 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LAS TRES PERSONAS• DIVI NAS EN LA UNIDAD DE LA ES ENCIA
0
99
La misma importancia dada al esquema formai de la revelaci6n de Dios diferencia de tiempos pasados, significa primariamente un centro de
(revelador, revelaci6n, ser revelado), que viene antes de los nombres bibli- libertad, una subjetividad y libertad. K. Rahner no propugna simple-
cos de Padre, Hijo y_J:s.plritu ~nto muescra una insistencia muy grande mente una sustituci6n del término "persona". Él mismo dice dara y
en la unicidad del sujeto divino. "Sin que pueda mantenerse la acusaci6n expresamente lo contrario 127 • Pero no obstante insiste en la aporia del
de modalismo contra K. Barth, ya que es claro que la distinci6n en Dios concepto de persona 128 • K. Rahner, de alguna manera, vuelve a la difi-
existe en la trinidad inmanente y es previa a la economia de salvaci6n, no cultad que ya encontraba san Agustin: iqué son estos tres? Cuando
cabe duda de que la disrinci6n entre las tres «formas de ser» relacionadas decimos que en Dios hay tres erso __o.hli ados es onde
resulca poco explicitada, y el caracter persona! de las mismas muy difumi- pregunta, «se generaliza y se suma preciasamente lo que no puede
nado. De todas maneras hemos visto en algun momento insinuada la.idea sumarse, porque lo unico verdaderamente comun en el Padre, Hijo y
de las relaciones entre las "personas". Se sefi.ala ademas que la unidad de Espfritu es la divinidad unica, y no se da un aspecto que esté real-
Dios consiste en la "trinidad" de las personas 124 • Por ocra parte no deja de mente por encima de ellos, bajo el que se pudieran sumar corno
llamar la atenci6n que se excluya en Dios la "soledad", con una cita de Padre, Hijo y Espfritu» 129 , Efectivamente, en esce caso no podemos
Hilario de Poitiers, «la profesi6n de una compafi.ia excluye [en Dios] la pensar que se multiplique la esencia, corno ocurre, por ejemplo, si
idea de la singularidad y de la soledad» 125 • hablamos de tres hombres. Esca dificultad, es evidente, surge en todos
los otros casos en que usamos los numeros para hablar de Dios (dos
Karl Rahner procesiones, etc.) 130 •
El influjo de K. Barth en la teologfa trinitaria de K. Rahner, y en con-
creto en su doctrina acerca de las personas divinas es evidente. También En Dios, veiamos ya, no se da mas que un poder, una voluntad, un
para K. Rahner el término "persona", en su acepci6n moderna, ofrece unico ser en si. La conciencia de sf mismos que el Padre, el Hijo y el
dificulcad cuando lo aplicamos a las tres personas divinas. En efecco, Espfritu Santo poseen viene dada por la esencia divina y por consiguien-
hablar de «tres personas» en Dios puede hacer pensar en tres centros dis- te es comtln a los tres; la conciencia es un aspecco de las personas concre-
rintos de conciencia y de acrividad, lo que facilmente llevaria al triteismo. tas, pero no es para el aucor aleman un aspecto constitutivo del ser "per-
Debemos tener presente que las palabras evolucionan en su sentido, y ni sona" que se diferencie de la esencia divina 13 1• Por esca raz6n, «la concien-
·la Iglesia ni su magiscerio pueden controlar esca evoluci6n. Esco habria cia no es un aspecto que distinga a las "personas" divinas entre sf, aun
ocurrido con el concepto de persona, identificada con el «campo de con- cuando cada "personà' divina en su concreci6n posea una conciencia. Por
ciencia». En esce contexco Rahner recuerda corno, segun numerosas decla- consiguiente hemos de apartar cuidadosamente del concepto de "persona"
raciones magisteriales, en Dios se da solamente un poder, una voluntad, todo lo que pudiera significar tres "subjetividadet »132 • Se sigue de ahi para
un unico ser en si, un unico obrar, una unica felicidad, etc, 126 • Esca K. Rahner una consecuencia que ha dado origen a muchas discusiones:
evoluci6n se habia producido con el concepto de persona que ahora, a «Por eso tampoco se da "intratrinitariamenre" un "tu" reciproco. El Hijo

127. Cf. ib. 387; 441 ; 436: «Por tanto, lo unico que resta al te61ogo parcicular en
nuestros dias es emplear tambibz el concepro de persona en la doctrina trinitaria, procu-
124. Kirchliche Dogmatik 1/1 , 369: «... su unidad consiste en la trinidad de las "perso- rando segun sus fuerzas librarlo de las falsas interpretaciones a las que tan eJCpuesto se ve
nas" ». hoy dfa. Porque si el magisterio le proh!be abandonar esos concepros por su propia auto-
125. 16. 373: «susculit singularitatis ac solicudinis intelligenriam professio consorcii». ridad, le obliga al mismo riempo a eJCplicarlos».
El teJCto parece tornado de Hilario, De Trin. IV 17 (falca en Barth la indicaci6n del capi- 128. Cf. ib. 432; también ib. 434: «Si hablamos hoy de persona en plural, dada la
tulo), aunque en la edici6n de Migne faltan las palabras ac solitudinis y enconrramos pro- c~mprensi6n accual del término, casi nos vemos obligados a pensar en varios cenrros espi-
fessione en lugar de proftssio (cf. PL 1O, 110-111 ; la misma leccura en la moderna edici6n muales de actividad, en varias subjetividades y libercades espiricuales. Sin embargo en Dios
de CCL 62, 120; las varianres de B. no aparecen en el aparato). En rodo el conrexro Hilario no se clan rres cenrros de actividad n,i rres subjetividades y libercades».
insiste en que Dios no es solitario. 129. Ib. 433.
126. Cf. El Dios trino corno principio y fimdammto trascendente de la historia de la sal- 130. Ib. 434.
vacion, en MySal II/1, 359-449, 411 ; cf. en la n. 78 abundanres referencias de teJCtos 131. Cf. ib. p. 41 ls, nota 78.
magisteriales. 132. 16. 411s.
100 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LAS •TRES PERSONAS• DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 101

es la autoexpresion del Padre, pero no puede ser concebido a su vez corno Es la exclusion de tres centros de subjetividad y de libercad en Dios lo
"pronunciando", el Espfritu es el "don" que no da ya a su vez. Jn 17,21; que lleva a K. Rahner a esta conclusion. Por una parte porque en Dios
Gal 4,6; Rom 8, 15 presuponen un punto de parcida creado del "tu" res- solo se da una esencia y es por tanto un solo ser absoluto; por ocra porque
pecto al Padre» 133. Ciercamente de estas afirmaciones de Karl Rahner no solo el Padre se pronuncia y se expresa a sf mismo, y esca expresi6n es el
se pueden sacar consecuencias precipitadas y no debedan dar lugar a exce- Logos. Este ultimo no es el que pronuncia sino el pronunciado, y por esto
sivas extrapolaciones.lDe hecho, y por lo que respecta a las procesiones cri 7 mismo es el que acepta el amor mas que el que lo devuelve al Padre, a
nitarias, el Hijo es el pronunciado y el Espfritu es el dado, sin que quepa causa de la taxis de conocimiento y amor 135 • Lo que llamamos tres perso-
\ de ningun modo el proceso contrario.~Es posible que K. Rahner se refìe-
ra solamente a este aspecto e la cuestion 134 • De todas maneras se plantea
el problema de que se presupone una realidad creada, la de la humanidad I'
'ì nas es algo consciente en Dios, «pero no se dan tres conciencias, sino que
la conciencia unica subsiste de una triple manera; solamente se da una
conciencia real en Dios, posefda de manera distinta en cada caso por el
del Hijo y los hombres agraciados, para que se dé un "tu" del Hijo y del Padre, el Hijo y el Espfritu. Por consiguiente, la triple sub~isrencia no es
Espfritu respecto del Padre. ~No se estara suponiendo entonces un per- cualifìcada por tres conciencias»' 36 • A partir de estos p~12uestos K.
feccionamiento o desarrollo de la Trinidad en la economfa de la salvacion? Rahner quiere buscar la posibilidad de otros modos de expresion de lo que
Es posible que de la afirmacion justa de que, por lo que respecta a las pro- en la teologfa clasica ha querido signifìcarse con la palabra "persona". Para
cesiones divinas, solo uno en la Trinidad es el que "dice", se pase dema- ello vuelve a su axioma fundamental que ya nos es conocido. La cues_ti6n
siado rapidamente a la negacion del "tu" redproco y de un amor mutuo se formula en estos términos:
en la vida interna de Dios. Pero ciercamente las dos cosas pueden ser bien
diferenciadas. La aurocomunicaci6n unica del Dios unico tiene lugar en tres modos dis-
cimos, en los que se nos da en sf mismo el Dios uno e idémico ... Dios es el
Dios concreto en cada una de esas formas de darse, que naturalmente tienen
unas relaciones mutuas entre sf, sin fusionarse modaHscicamence. Si esco lo
craducimos a la expresi6n de la Trinidad "inmanente", resulta: el Dios unico
subsiste en cres formas distintas de subsistencia (Subsistenzweisen). En ese
133. Ib. 412, nota 79. K. Rahner se refiere a B. Lonergan, De Deo Tn'no II, Romae caso, «discintas formas de subsiscencia» seria el concepco explicacivo, no para
1964, 196. R. hace afirmaciones parecidas en El Dios trino... , 434; «Sin embargo en Dios la persona, que significa lo que subsiste diferenciado, sino para la personalitas,
no se dan tres cencros de activiad, ni tres subjetividades o libertades. Tanto porque en que es lo que hace que la realidad concreta de Dios, que nos sale al encuen-
Dios s6lo se da una esencia y, por consiguience, s6lo un ser en sl absoluto corno también
tro de maneras discimas, se nos presente precisamente de esta manera; y esca
porque s6lo hay una autopronunciaci6n del Padre, el Logos, que no es el que pronun-
cia, sino el pronunciado, y no da propiamence un amor reciproco (que presupondrfa dos forma de presentarse es alga propio del mismo Dios. La "persona" unica (en
actos) entre el Padre y el Hijo, sino una autoaceptaci6n amorosa que fundamenca la dife-
rencia por parte del Padre (y del Hijo) a causa de la 1:ciçu; de conocimiento y "amor"».
134. Cf. en esce sencido M. Schulz, Sein und Trinitdt. Sysrem11rJsche Erortmmgen zur
Religionsphilosophie G. WH. Hegels im ontologiegeschichtlichen Riickblick 111ifJ Drms Scottts
1111d I. Kant 1111d die Hegel-Rezeptio11 in der Seimt111sleg1111g 1md Trinitdtstheologie bei W 135. Cf. K. Rahner, El Dios trino... , 434, cexto ya cicado en la n. 133. El problema
Pflnnenberg, E. fungei, K R11h11er ,md H U von B11lth11s11r, Sr. Ottilien 1997, 668. No se para R. es que el amor redproco presupondrfa dos actos, lo que él quiere a coda cosca
darla en esce sencido en Dios segun K. Rahner un sujeco absoluco, porque él tiene presen- excluir.
tes las relaciones, ib. 669. Cf. K. Rahner, El Dios... , 4 I I : «el Padre mismo ciene un modo 136. Cf. 435 . Cf. en la misma pag. la n.118, en la que K. Rahner cita de nuevo a B.
de darse y, por tanto, un "modo de existencia" que le diferencia del Hijo y del Esplritu, Lonergan, o.e., 193: «Et ideo relinquitur quod tria subiecca sunc invicern conscia per
pero que no es propiamence ancerior a su relaci6n con el Hijo y el Espfriru». Una posible unam conscienciam quae alicer ec aliter a tribus habc:tur». Pero Lonergan habla sin reparos
fuence de inspiraci6n de K. Rahner acerca del Verbo que, a su vez, no pronuncia, la pode- de «tria subiecta», miencras que Rahner, después de haber negado que se den tres subjeti-
mos enconcrar cal vez en sanco Tomas, STh I 34;1, ad 3: «Sicuc Verbum non est commu- vidades, se ve de algun modo forzado a hablar de tres sujetos, pero coloca estas palabras
ne Patri et Filio et Spiritui sancta, ica non est verum quod Pater et Fili11s et Spiritus sanc- encre comillas: «Pero esco no significa que los "cres sujecos" en Dios tengan rres concien-
tus sinc unus dicens ... Sicut ergo uni soli personae in divinis conveni dici eo modo quo cias distincas gracias a las cuales sean en si originariamente consciences. Cada una de las
dicitur Verbum ... Pater enim, incellegendo se et Filium ec Spirirum sancrum, et omnia alia "personas" divinas es "conscience" de las otras dos ... , pero esco es, por una parte, el resul-
quae eius sciencia concinencur, concipit Verbum. Uc sic coca Trinicas Verbo dicacur... Sed tado de la identidad de la esencia divina ... en el Padre, el Hijo y e! Espiricu, y, por ocra es
dicere imporcat principaliter habicudinem ad verbum conceptum: nihil enim est aliud consecuencia de que codo 11ct1ts notion11lis (idémico a la esencia divina) corno conscience
dicere quam proferre Verbum ... Et sic sola persona proferens Verbum esc dicens in divinis». (y relativo) hac~ a los demas actos juncamence conscientes».
102 LA TRINIDAD. MISTERIO DE COMUNiéN LAS ,TRES PERSONAS, DMNAS EN LA UNIOAD DE LA ESENCIA 103

Dios) seda en ese caso Dios exisriendo y saliendo a nuesrro encuenrro en esas los malentendidos y de no caer en el vulgar triteismo), y no el de la tradi-
formas dererminadas y disrinras de subsisrencia 137 • ci6 teo g· l ue la relaci6n ha tenido un papel tao relevante. Se
Es claro que se parte de la Trinidad economica, en la que Dios se nos ha de notar también que la dimensi6n de la relaci6n orma tambìenparte
da corno Padre, Hijo y Espfritu Santo. En estos modos o formas aparece del concepco moderno de la persona, con lo cual se abre asi también una
Dios ante nosotros porque esco responde a su ser inmanente, es decir, no posibilidad de hacer accesible a nuestros contemporaneos el concepto cla-
podemos pensar en una fusi6n modalista de los tres. Las maneras distin- sico de la teol6gfa trinitaria. Por otra parte los tres modos de subsistencia,
tas corno Dios nos sale al encuentro son algo propio del mismo Dios. si, indican tal vez mas claramente que en ellos subsiste el Dios uno, pero
Rahner parte de la "personalitas", el modo corno Dios nos sale al encuen- no aparece claro por el uso mismo del término c6mo se articulan unidad
tro, en las «formas de ser» del Padre, el Hijo y el Espfritu Santo. Se trata y trinidad, corno con el concepto de persona asociado a la relaci6n se ha
en primer lugar-del modo corno se nos manifiestan; de ahi, en un paso producido a lo largo de los siglos 143 •
ulterior, se llegara a lo que estos cres son en si mismos. Se nos muestran Pero volvamos a las formas de subsistencia: K. Rahner se apoya en la
en Dios estos tres distintos, que se designan corno distintas «formas de proposici6n de escos términos por una parte en el tp61roç t~ç ùmxpxEwç
subsistencia»u8 ; en éstas nos sale al encuentro la "personalitas" de Dios. de los Capadocios y por ocra en la definici6n de la persona corno «subsis-
Puede crear dificulcad la expresi6n «"p~rsonà' unica» en Dios, aunque tens distinctum in natura rationali» de santo Tomas 144 • Lo que en concre-
probablemente lo que Rahner quiere decir es una sola subjecividad 1' 9 • En to significa subsistir se ilumina a partir de aquel «punto de la propia exis-
realidad, y no es una novedad ponerlo aquf de relieve, K. Rahner usa el tencia en el que nos encontramos con lo primero y ultimo de esta expe-
concepto moderno de persona no para las "personas" sino para Dios en su riencia, con lo concreto, irreducible, e insustituible. Precisamente eso es
unidad. Evidentemente esce proceder no parece del rodo afortunado. lo subsistente. Aquf se confirma de nuevo nuestro axioma fundamental:
1 Pero esco no significa que el caraccer "subjecivo" de los tres desaparez- sin la experiencia hist6rico-salvffica del Espfritu-Hijo-Padre no podra
ca del todo en su perspectiva. La conciencia de sf, seguo el autor aleman, concebirse nada corno el Dios unico en su subsistir distinto»145 • La divini-
no puede ser idencificada con la subsistencia absoluta de la esencia, sino dad no es previa a estas «formas de subsistencia». La primera de ellas cons-
que conscituye un momento de la persona concreta 140 • De todas maneras tituye a Dios corno Padre, corno principio sin origen de la autocomuni-
no deja de ser verdad que el caraccer subjecivo de los cres modos de sub- caci6n y automediaci6n divinas, de manera que no existe un "Dios" ante-
sistencia no est.i debidamente iluminado 141• Rahner indica por otra parte rior a esta primera forma de subsistencia 146 • K. Rahner, que quiere ser fiel
que la expresi6n «formas de subsistencia» muestra qu<:_hay una uni6n a los planteamientos de la "teologia griega", parte del Padre corno origen
entre los tres que subsisten de este modo distinto, un elemento que la y fuente de la divinidad que comunica al Hijo y al Esp(ritu Santo la esen-
noci6n de persona no dada 142 • Aquf aparece el lfmite de la noci6n de per- cia divina 147• Asi corno no hay un Dios ancerior a las tres formas de sub-
sona que K. Rahner usa. cn él no entra la relaci6n. Ha seguido mas el sistencia, también encre ellas la "primera" es claramente el Padre. A partir
concepco que él llama "moderno" (movido por la preocupaci6n de evitar de él se establecen las distinciones en el incerior de la Trinidad.

137. lb. 437.


138. Cf. ib. 439; la noci6n de persona no dice masque «disrinctum subiecrum», y la 143. K. Rahner muesrra que las f6rmulas clasicas que se usan en la doctrina trinitaria
f6rmula «forma de subsistencia» ofrece la ventaja de que no insinua la multiplicaci6n de la con la palabra "persona" se pueden también usar con la expresi6n «formas de subsistencia»,
esencia y de la subjecividad. pero creo que se muema también que con esca ultima expresi6n no se va mas alla que con
139. Ya hemos visto c6mo tiende a evitar rodo lo que en Dios pueda entenderse corno el término persona; cf. ib., 440. K. Rahner por ocra parte no ha olvidado el concepto tri-
«tres subjetividades». Notemos ademas que la palabra "persona" va enrre comillas. De codos nitario de la "relaci6n", y pone en guardia contra el peligro de usar esca categoria para redu-
modos parece desafonunado el uso de una terminologia tan opuesta a la de la rradici6n. cir el alcance de las distinciones en Dios diciendo que éstas son unicamente relacivas; cf.
Cf. con rodo Tomas de Aquino, STh III 3,3 ad 1. Cf. la n. 207. ib. 431-432.
140. Cf. El Dios trino... , 411-412, nota 78 . M. Schulz, Sein ,md Trinitiit, 670, nota 144. Cf. ib. 433; 437; 470s. Para los Capadocios cf. 410, n.76.
justamente que para K. Rahner hay accos de las personas. 145. Ib., 437-438.
141. Cf. M . Schulz, o.e., 678. 146. Cf. ib. 439.
142. Cf. K. Rahner, El Dios trino... , 438. 147. En realidad también la tradici6n latina parte del mismo principio.
104 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÒN LAS •TRES PERSONAS. DIVJ NAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 1O5 .;}J"'fiP
s
,r,i ml11/
I
1 Por elio, aunque la enseiianza sobre la Trinidad inmanente quede en la la T,inidad; e.sco llmda 16gic,meme a la condusi6n de gue esce
teologia de K. Rahner de alguna manera poco desarrollada, no se puede proco» se conscicu e en _ a economia de salvaci6n, y por tanto que la
decir que no se nos diga nada de ella 148 . Probablemente no era facil para nrn ad se realizarfa o perfeccionarfa en esca ultima. Por esca misma
l él desde el momento en que se proponia plantear el acceso a la Trinidad raz6n, en algunas ocasiones la crfcica a esce aspecco parcicular de su doc-
I.I, (claramente a osteriori, no a riori a partir de las est,ructuras del hom- crina ha repercucido cambién en el rechazo del «axioma fundamental»,
~J re al cual se irige la autocomunicaci6n de Dios 149 . En este sentido, la cuando en realidad se puede discinguir perfeccamente encre lo que el axio-
v7 atenci6n se coloca mas en la manera corno Dios se comunica al hombre, ma afìrma en sf mismo y el modo c6mo se desarrolla después en concre-
~Q '-' de manera coherente con la estructura del ser humano que él mismo ha to la doccrina de la Trinidad. Ciercamence escas afìrmaciones de Rahner,
... creado, que en la vida interna de este ultimo que se autocomunica. La corno hemos indicado, se puede encender en un sencido rescringido y no
c:i justa preocupaci6n soteriol6gica que contempla a Dios tal corno se dirige generai, pero es igualmence cierco que el aucor aleman no ha explicicado
a nosotros no deberia impedir la consideraci6n sobre Dios en sf mismo, esca discinci6n 152 . En esce concexco sera uril recordar también lo que han
pero en este caso lleva de hecho a que la atenci6n se centre menos en este notado los escudiosos de Rahner desde hace riempo, es decir, su preferen-
punto 150. En este contexto debemos poner de relieve, para una justa valo- cia por el dculo "Logos" y el escaso uso que hace del dculo "Hijo"; éste,
raci6n de la doctrina trinitaria de K. Rahner, su repetida insistencia en las en la menci6n implkita del Padre que encierra, le hubiera ayudado aver
relaciones propias y no meramente apropiadas con las tres personas divi- con mas claridad el caraccer redproco de la relaci6n. Sin duda una mayor
nas y la correspondencia entre la manera de manifescarse a nosocros de las consecuencia con su mismo axioma fundamental, un punto de parcida
personas divinas y lo que son éscas en sf mismas 151 . En especial ha creado mas decidido en la economia de la salvaci6n, y en concreto en la relaci6n
difìculcad la negaci6n del "cu" y el amor redprocos en la vida interna de filial de Jesus con el Padre, le hubiera llevado probablemence a moverse en
otra direcci6n 153 . Pienso de codas maneras que se puede decir que ciertos
juicios muy severos sobre la reologia trinitaria de Karl Rahner han peca-
do algunas veces de exageraci6n. Sin desconocer las difìculrades que
148. Cf. EL Dios trino... 431-432: «En Dies exisre de suyo la diferencia real enrre cl pueda encerrar, esca teologia no ha sido valorada siempre de modo dife-
Dies unico e idénrico en cuanro es al mismo riempo y necesariamenre el ser sin origen que renciado1 54. Queda siempre el problema del unico sujeco que se aucoco-
hace de mediador consigo mismo (Padre), e) pronunciado para si con verdad (Hijo), y el munica, el Padre, sin que aparezca clara la correspondencia incratrinita-
recibido y aceprado por si mismo con amor (Esplriru) ... Esca diferenciaci6n real esca cons-
riuida por una doble aurocomunicaci6n del Padre, mediante la cual cl Padre, por una parre,
se comunica a si mismo, y por ocra (por esca misma aurocomunicaci6n), precisamente
corno quien pronuncia y recibe, esrablece su diferencia real con lo pronunciado y recibido. 152. W. Kasper, Der Gott]em Christi, 353, distingue a mi juicio de modo muy acer-
Lo comunicado, en cuanro por una parre conviene la comunicaci6n en una verdadera rado enrre relaciones redprocas y relaciones no intercambiables en el seno de la Trinidad.
aurocomunicaci6n y por ocra no suprime la diferencia real enrre Dies corno comunicador No haber visto con claridad esca disànci6n es tal vez el problema de Karl Rahner. El que
y corno comunicado, recibe jusramenre el nombre de divinidad y es por rance la "esencia" las posiciones de las personas en el seno de la Trinidad no puedan ser inrercambiadas,
de Dies»; cf. rambién 380; 382-383. El mismo H .U.von Balrhasar, Teodramdtica 4. La no es raz6n para que no se pueda hablar de un tu o un amor redprocos, o que las rela-
accion, Madrid 1995, 297, cita EL Dios trino..., 431 : «En Dies exisre de suyo la diferencia ciones deban ser en un senrido unico. También G. Lafonr, Peut-on co11naitre Dieu en
real enrre el Dies unico e idénrico en cuanro es al mismo riempo y necesariamenre el ser Jésu-Christ, Paris 1969, 155, seiiala que no es imposible encontrar una noci6n de
sin origen que hace de mediador consigo mismo (Padre), el pronunciado para si con ver- persona que dé mas valer a la correlaci6n que al sentido irreversible de la reciprocidad.
dad (Hijo) y cl recibido y aceprado por si mismo corno amor (Esplriru), y mi es aquel que 153. Ha notado ya esce mismo problema G.J. Zarazaga, o.e., 323.
puede aurocomunicarse 'bacia afuera' con liberrad». De rodas maneras se ha podido notar 154. No es ahora nuestra misi6n entrar en el juicio derallado de esras crlticas. Da
una cierra ambigiiedad en e1 uso del concepro de aurocomunicaci6n en la Trinidad econ6- cuenra de las difìculrades planreadas y las discute con equilibrio G.J. Zarazaga, o.e., pas-
mica y en la inmanenre; cf. G.J. Zarazaga, Trinidad y comtmion. La teologia trinitaria de sim. Me limiro por mi parre a algunos juicios formulados por algunos te6logos de prime-
Karl Rahner y La preg11nta por s11J rasgos Hegelianos, Salamanca 1999, 265-267. ra linea; asi Y. Congar, EL Espfritu Santo, Barcelona 1988, 459, n. 9, segun el cual Rahner
149. Cf. EL Dios trino..., 416-429. piensa la Trinidad eterna "modalmente", corno por ocra parre hace P. Schoonenberg. No
150. Cf. W. Kasper, Da Gott}em Christi, Mainz 1982, 367-369. K. Rahner habrla parece que se pueda aceptar sin mas que Schoonenberg haya desarrollado simplemente la
pensado demasiado la Trinidad s6lo corno presupuesro de la reologia de la gracia; se rema- teoria de K. Rahner, aunque él asi lo afìrme. Para H.U.von Balrhasar, Teodramdtica IV,
riza la subjerividad del hombre, pero no se llega a pensar la Trinidad en el modo de la sub- 297, la aurocomunicaci6n divina s6lo ad extra adquirirfa verdadera consisrencia; es ral vez
jerividad. excesivo, aunque Ralrner insista mucho cn esce punto y sea parco sobre la Trinidad inma-
151. Cf. ib., 364-365; 379-383, enrre orros muchos lugares. nenre; cf. Ics rexros que hemos reproducido en la n. I 48.
106 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION LAS •TRES PERSONAS. DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 107
ria del Hijo y el Espfritu a esta comunicaci6n. Sin duda algunas aporias la subjetividad abso!uta en Dios no se llega masque al monotefsmo1 51_tDe
de la «trinidad psicol6gica»15\ cambiadas de clave, se hacen presentes. El donde hay que parttr entonces para fundar la unidad de los tres, que es un
aspecto "persona!" de las formas de subsistencia no queda debidamente dato del que no podemos prescindir?
puesto de relieve. Pero también K. Rahner ha sido capaz de escribir que . La alternativa q~e se nos pr,e~enta es, segun Moltmann, la siguiente: 0
«una "apologéticà' de la Trinidad "inmanente" no puede partir del presu- b1en ~l Padre, _el H1Jo y el Espu1tu Santo son «una sola cosa» (eins) en la
puesto de que el modo mas perfecto de ser del ente absoluto es una iden- pose_s1?n de la 1gu~ sustancia divin_a, o son "uno" (einer) en el mismo suje-
tidad sin vida absolutamente no mediado ... »116. Queda el hecho de la falta to d1vmo. En el pnmer caso la unidad de las tres personas distintas estri-
de desarrollo de la teologia de la Trinidad inmanente, lo que de nuevo ba en la homogeneidad de la sustancia divina que les es comun, en el
obliga a la prudencia a la hora de enjuiciar esta reserva. Debemos recor- segundo _se funda en la identidad o la mismidad del unico sujeto divino.
dar también en este contexto que la economia de la salvaci6n es, para En el pnmer caso se ha de pensar la unidad de Dios corno un neutro
Rahner, la comunicaci6n libre y graciosa del Dios uno y trino. corno tiend~n a hacer los conceptos de ousla o de substantia. En el segun~
Prescindiendo del juicio que en sf mismas puedan merecer, las pro- ~ en ngo_r se podria hablar solo de un Dios uno, corno exige el con-
puestas de K. Barth y de K. Rahner no han encontrado gran acogida ni cepto e un SUJeto absoluto 118. Si seguimos el primer modelo sera la trini-
en el campo protestante ni en el cat6lico. En ciertas ocasiones ademas, de a e !as personas o que aparecera en el primer plano, y la unidad de la
modo mas o menos declarado, los intentos que se proponen se colocan sust,anc1a qued'.11'a en el ~ ~sfondo. Si nos inspiramos en el segundo suce-
explfcitamente en contraposici6n con la lfnea de los dos pensadores que 1d~ra, lo contrano. n la pnmera hiporesis se escara expuesto al peligro del
acabamos de estudiar. Mucho mas éxito han tenido en los ultimos tiem- tm:1smo, en la segu,nda al del mod~i_smo. Este segundo modelo, siempre
pos los modelos "sociales" o de comunion interpersonal. segun el auror aleman, parte de la logica filosofica. El primero en cambio,
al po~er c~mo dato ini~ial l_as perso?as, esca mas cerca del dato biblico, ya
B. Las analoglas a partir de la comunion interpersonal que st pam~os de la h!s~ona de CrJSto se nos aparecen en primer lugar el
Pa1re, el H1Jo y el Espmtu 159 . Éste es el punto de partida razonable. Es la
En la teologia protestante: f iirgen Moltmann umdad de las tres personas lo que habra que justifìcar si se parre del dato
Entre los autores protestantes merece especial atencion el de J. ~vangélico, no ~a distincion, que es evidente. J. Moltmann prosigue:
Moltmann, porque ha sido uno de los primeros en proponer un modelo La ~nidad del ~adr~, de_!1:ij~ y del ~pfritu es la cuesci6n escatol6gica por
fundado en la analogia de las relaciones interpersonales. Ya en el punto la ple~1tu~ de la h1scona tn?1tana de D1os.1La unidad de las cres personas de
de partida se coloca en los antfpodas de losautores anteriores. Si Barth y esca h1stona, en consecuenc1a, debe ser emendida corno una unidad comuni-
Rahner, cada uno a su modo, veian corno el problema al cual debfan hacer cabfe y corno una unidad abierta, que invita, susceptible de integracùJn. La
freme el posible "tritefsmo", Moltmann indica bien a las claras que el ene- homogeneidad de la sustancia divina puede pensarse con dificultad corno
migo que desde siempre ha tenido la teologfa trinitaria es el modalismo, co~u?icabl~ y a~ierra al otr~, porque emonces ya no seda homogénea. La
mtsmidad e tdenndad del SUJeto absoluco tampoco es comunicable o com-
y que en realidad los deseos de oponerse al peligro del tritefsmo son excu-
pletaqeme abierra al ocra, porque emonces escarfa gravada con la no-idemi-
sas precisamente para encubrir el modalismo. Los teologos citados han 'dad y diferencia. Ambos conceptos de la unidad son exclusivos, corno lo es el
recibido solo parcialmente la nocion moderna de la persona, porque no conc~pto monadico de la unidad, no inclusivos. Si buscamos un concepco de
han tenido presente el elementb relacional, que también constituye un la unida~ que ~orresponda al testimonio biblico del Dios rri-uno, que se uni-
aspecto de primera importancia del concepto moderno de la persona. Es fica cons1go m1smo, quedan excluidos tanto el concepro de la unica esencia
un error pensar en el "yo" sin un "tu" que se le contraponga; el yo impli-
ca la relacion. No hay personalidad sin relacion. Si se parte de la idea de

157. Habra que entender un monoteismo que no tiene en cuenta la rrinidad de las
155. Criricada por orra parre por K. Rahner, El Dios trino... , 441-444. personas. La fe- en el Dios uno y trino es monore/sra, mas aun, es la forma mas elevada del
156. El Dios trino, 432. El rexro continua: « ... para después librarse de la difìculrad monoteismo.
çcasionada por esre presupuesro (al planrear falsamente la "simplicidad" de Dios) acu- 158. Cf. Trinitiit 11nd R;ich Gottes. Z11r Gotteslehre, Miinchen 1980, 166.
diendo a la explicaci6n de que la diferencia que se da en Dios es "solamente" relativa». 159. Cf. ib. 166- 167.
108 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIQN LAS ,TRES PERSONAS, DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 109

corno el del sujeco idéncico. S6lo queda la uni6n de las cres personas unas con mutua inhabitaci6n muestra a los tres corno iguales, no hay en Dios
ocras, o la unidad del Dios cri-uno 160 • subordinacionismo 163 •
Nos hallamos ante una propuesta que se opone por completo a la de \
Aparece de nuevo el problema de la relaci6n entre la «Trinidad eco-
n6mica» y la «Trinidad inmanente». La unidad de que aqu! se trata es la ~a~l R~ner. Si alla el peligro era que el Dios uno apareciera corno el
un~co suJet?, y por tanto el caracter persona! de los rres quedara dismi-
unidad escatologica en la plenitud de la historia trinitaria de Dios. Pero
nu1do, aqu1 se ha de aclarar en qué consiste la unidad divina, cuando el
esta unidad, al parecer, no puede hacerse sin los hombres, porque de otro
punto de par~ida esca en las tres personas relacionadas; no se entiende
modo la Trinidad inmanente no quedada verdaderamente comprometida
corno esca unioad pueda ser un dato primario y originai y no venga dada
/ en la historia de la salvaci6n. Dado que ni la unidad de la sustancia divi-
~ segundo momento, por masque ésta no haya sido la intenci6n del
na ni el sujeto absoluto pueden ser considerados como "abiertos" o
autor. (l'!o estamos , ante una unidad que ha de construirse, y que sera
"comunicables" hay que buscar la unidad divina en el ser uno de los tres.
piena umcamente al final de la historia? El punto de partida ran radical en
Pero esta unidad del Padre, el Hijo y el Espfritu Santo se ha de considerar
_las tres personas hace diflcil seguir pensando en el Dios uno, si no es
una noci6n "abierta", en la cual pueda tener un lugar la historia de la sal-
co~o el "resulrado" de la comuni6n del Padre, el Hijo y el Espfriru. La
vaci6n. La unidad de que se trata tiene que ser por tanto la unidad de las
n~c16n de la persona divina determina esta concepci6n de la unidad en
tres personas que ha de verse sobre ~odo en su estar (o ser) unidas
D1os. Molrmann rechaza la definici6n de santo Tomas de la persona divi-
(Einigkeit), mas que en el hecho de que sean una sola cosa. S6lo de esta
na corno la relaci6n subsiscente. Piensa que esta concepci6n en el fondo
manera esta unidad podra ser abierta, capaz de integraci6n y de parcici-
es modalista, porque parece insinuar una reducci6n del concepto de la
paci6n de los ocros. La misma noci6n de la sustancia divina, desde esce
punto de vista de la uni6n entre las personas, resultada de algun modo re aci6n a u~a ~elaci6n de Dios consigo mismo 164• Las personas, primera-
mente const1~u1?as, entran en re_laci6n y son determinadas por ésta, pero
superflua:
no s~n const1tu1das por la relac16n misma165 • Parece que el concepto de
Porque solamente el concepco del escar unidos (Einigkeit) es el concepfo relac16n se usa aquf para expresar la uni6n que se produce entre las per-
de una unidad comunicable y abierca. El Dios uno es un Dios unido (eini- s?nas ya de algun modo existentes, no para "distinguirlas". El problema es
ger). Esco presupone una aucodiferenciaci6n persona! de Dios, no solamente s1 esce modelo garantiza la unidad divina, si no se aplica demasiado facil-
moda!, pues solamente las personas pueden esrar unidas (einig sein), no las
mente e~ mode_lo socia! interhum_ano para la unidad de Dios. Con la pro-
formas de ser o de subsisrencia. La uni6n de la "cri-unidad" esca ya dada por
la comuni6n misma del Padre, Hijo y Espiricu. No hace falca que sea asegu- funda d1ferenc1a de los planteam1entos teol6gicos de uno y otro, y cierta-
rada roda;-ia mas por una ensefianza espedfica de la unidad de la sustancia mente con _un concepro muy distinto de la unidad divina, nos podemos
divina ni por la ensefianza especial del unico reinado de Dios 161• preguntar s1 no subyace en Moltmann un problema semejante a aquel con
el que tropez6 san Agusdn: las personas estan ciertamente relacionadas,
Las tres personas divinas, en virmd.f{e su personalidad, a la vez son dis- pero esca relaci6n se apoya en un susrrato absoluro de las mismas. Agustfn
tintas y est~n relaci~nadas.~ onali3ad\y relaci6n al otro son dos aspec- se encontraba con el problema del plural en un nombre que se dice «ad
tos de la m1sma real1dad. El concepto de la persona lleva ya en sf por tanto se», Moltmann se ve obligado a distinguir entre la "subsistencià' y la "exis-
el de la unidad divina, corno al revés el concepto de la unidad de Dios . " d e Ias personas 166 . N o se pue d e tampoco pasar por al ro el proble-
t enc1a
debe llevar en sf mismo el de las tres personas. La unidad de Dios no ·
puede fundarse, a partir de cuanto ha sido dicho hasta ahora, ni en la
homogeneidad de una naruraleza comun, ni en el sujeto absoluto, ni en 163. Cf. ib., 191.
una de las personas, sj_o.0-~ s tres personas y su-inhabiraci6n mutua. Si 164. Cf. ib. 189.
no se hace asi, tanto el sabelianismo corno el arrianismo seran sierripre . 165. Ib. 189: «i:-io se puede decir que la persona sea rdaci6n, o que la relaci6n cons-
m_~ye la persona. C,1ercamente el Padre esca dererminado por su parernidad respecro del
amenazas inevicables para la teologia cristiana 162 • Esca "perichoresis" o HtJO, pero ~o consncuye su existencia, sino que la presupone "· Cf. la continuaci6n: per-
sona y relac16n deben entenderse en su relaci6n reciproca, en su complementariedad. No
hay personas sin relaciones ni relaciones sin personas.
160. !b. 167. 166. !b.: «La consriruci6n de las personas y su manifestaci6n en las relaciones son dos
161. Ib. caras de la misma cosa. El concepco de susrancia refleja la relaci6n de la persona a la comun
162. Cf. ib. , 167-168. natural~ divina. El concepro de la relaci6n refleja la relaci6n de las personas entre sl. Son
110 LA TRINIDAD. MISTERI O DE COMUNI ON
l LAS •TRES PERSONA$, DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 111

ma de la perfecci6n de esta uni6n en la consumaci6n escatologica, es se hace asi eco de las dificulcades que el lenguaje de las «rres personas» en
decir, el tema de la consumaci6n de la historia trinitaria en Dios mismo. Dios ha suscicado en muchos momentos de la hiscoria.
6lo cuando Dios lo sera todo en todo (cf. 1 Cor 15,28) la historia trini- T San Agustin ha seguido la via de la discinci6n entre la inteligencia y la
taria estara completa, Dios sera glorificado en la creaci6n y ésta sera glo- voluntad para iluminar de algun modo la distinci6n entre las personas.
rificada en Dios 167 • (Esta basca esce mo~enco in fieri la unidad divina? Ricardo de San Viccor ha seguido la linea del amor interpersonal. Miihlen
(No es acaso excesivo el efecto de la economia salvifica sobre el ser mismo piensa que se debe buscar una sintesis de ambas posiciones, que, en parte
de Dios? Aunque sean exageradas las acusaciones de triteismo, no deja de al menos, ha sido realizada ya por santo Tomas. Para la aproximaci6n al
ser ver:pad que la interprecac16n de la unidad divina y de la consciruci6n miscerio, el aucor aleman se sirve de los diferentes tipos de relaci6n inter-
de la misma no resulca can clara corno seria de desear. Si en Barth y personal. Escos tipos son suscancialmente dos: el modelo "yo-cu" y el
Rahner prevalece excesivamente el "yo" divino, en Molcmann prevalece el "nosocros" 172 • Son diferencias mas marcadas que las que se dan encre a
"nosocros" en una manera que no resulca del codo fa.cii de explicar si que- inte 1genc1a y la voluntad. Escos dos modos originales de relaci6n, irredu-
remos considerar la unidad divina corno un dato primario y realizado cibles el uno al ocro, escan caraccerizados respectivamente por la recipro-
,. desf1e siempre en el ser de' Dios 166• cidad y por la comunidad. En el primero de los modos, el yo y el cu se
colocan frente a frente, se subraya la discinci6n encre el uno y el ocro. En
Algzmos intentos en la teologia catolica el segundo momento no se subraya la discinci6n, sino el momento de la
comunidad, no se esca enfrente del otro, sino cort el otro. El "nosotros" es
Por el gran influjo que ha ejercicado en las ulcimas décadas, debemos
asi el plural del yo y el tu, de la primera y la segunda persona, no solo de
considerar brevemente la posici6n de H. Miihlen, a quien cabe el mérico
la primera que, en rigor y por evidentes razones, no admite e! plural; mi
de haber introducido en la ceologfa cat6lica la categoria del "nosocros"
"yo" es unico e irreperible.
intracrinicario 169, ya antes de que J. Molcmanò desarrollara sus cesis.
Segun esce esquema, la relaci6n Padre-Hijo respondeda al modo fun-
Miihlen se pregunta si en relaci6n con las personas divinas podemos
damenral de la relaci6n yo-ru. El Padre es constituido corno persona por
hablar del "numero" en el mismo sentido, en que lo hacemos al referirnos
su relaçi6n persona! de conocimiento y amor bacia e! Hijo (generaci6n
a las personas hums.nas. Siguiendo a santo Tomas 170 , niega esca posibili-
activa). Puede ser designado corno la relaci6n del "yo". El Padre se carac-
dad. El concilio XI de Toledo, que ya conocemos, ha sefialado que en
ceriza por ser ingenerado y por su paternidad. Por e! hecho de no haber
Dios el numero sugiere unicamente que las personas divinas son «ad invi-
sido engendrado el Padre puede ser llamado "yo", porque esce pronombre
cem», en la relaci6n mutua, pero que ca:recen de numero en cuanco son
persona! no presupone a ninguno, corno tampoco presupone a otro el que
«ad se». Las personas divinas son idénticas en cuanto poseen la misma
es ingenerado. La relaci6n yo-tu inicia con e! primer término de la misma,
nacuraleza divina, pero en cuanto "personas" no cienen nada en comun,
el Padre, en cuanco no es engendrado y es principio del Hijo. El Padre esca
cada una es precisamente en cuanto no es la orra, se discinguen por la rela-
consticuido por esca relaci6n. Frente al "yo", que no presupone a nadie, e!
ci6n. En esce sentido "persona", en Dios, no es un universal 171 • Miihlen
"cu" es alguien a quien se interpela y que responde personalmente. El Hijo
seria asi el "tu", conscituido por la relaci6n al Padre en conocimiento y
dos pumos de vista que se han de distinguir. Las personas crinitarias subsisten en la comun amor, relaci6n que es respuesta. En cuanco "tu" que responde al Padre, el
naturaleza divina, existe11 en sus mutuas relaciones». Hijo es la segunda persona. Si la relaci6n del Padre al Hijo es la del "yo"
167. Cf. ib. 178. Veiamos c6mo la unidad de Dios era considerada abierca, comuni- al "tu", la del Hijo al Padre es la de un "tu a un "tu". Es claro que tam-
cable, de alguna manera por tanto parece que nos incluye a nosotros.
bién el Hijo es un "yo", la relaci6n yo-tu entre el Padre y el Hijo es inter-
168. En nueme cap. siguieme dedicado a la reologia del Padre nos ocuparemos de las
cemativas de W. Pannetiberg, que, con notables diferencias, cienen algunos pumos de con- cambiable, y lo mismo cambién su mutua "perichoresis" fundada en la
racco con las de J. Moltmann.
169. Cf. sobre rodo su obra Der Heilige Geist a/s Pmon in rkr Trinitiit, bei rkr /nkamation
und im Gnarknbund: Ich-Du-Wir, Miinster '1967, sobre rodo pp. 100-169. El desarro-
llo se resume en sus pasos esenciales en 167- l 69.
170. Cf. STh I 30,4 ad. 3; 42,4 ad. 3, la persona no es un universal en Dios. pueda pensar. Dada esca diferencia, Miihlen picnsa quc es sumamenle improbable que el
171. lb. 106: «Las personas divinas, en manto son personas, no tienen nada en Espiritu Santo hubiera podido manifestarse sustencando una namraleza creada; cf. I I 3ss.
172. Cf. la descripci6n y analisis dc csros dos modos fundamcnralcs cn ib. 59-80.
' comu.n»; cf. ib. 100-107, la diferencia encre las personas divinas es lo mas grande que se
112 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN LAS •TRES PERSONAS• DIVI NAS EN LA UNIOAO DE LA ESENCIA 113

relaci6n de origen, «corno tu, Padre, en mf, y yo en ti» (J n 17 ,21) . Pero formula eclesiologica que da cuenta de la presencia del Espfricu en Cristo
queda a salvo la primada del Padre, que es el "yo" originai 173 • yen nosotros: una persona en muchas personas 176.
El modelo del "nosotros", también originario corno el anrerior, seda el Miihlen habla claramente del "yo" del Padre y del Hijo, aun con las
de la relaci6n del Padre y e! Hijo respecro del Espfritu Santo. El fin del diferencias que hemos sefialado; también del "yo" del Espfricu Santo, en

l amor divino es Dios en sf mismo; no es corno el de nuestro amor, que se cuanto referido al Padre y al Hijo 177 • La equiparaci6n del "nosotros" del
proyecta foera de nosotros mismos. Inspirandose de algun modo en e! Padre y el Hijo con la tercera persona ha dado lugar a crfticas, corno si el
"condilecrus" de Rie an-\lletor.,.l\,,fiihlen quiere mostrar c6mo el caraccer persona! del Espfricu Samo hubiera quedado disminuido o difo-
cfrculo del amor divino se completa con el Espfritu Samo, segun esce _ minado. No parece que éste sea del rodo el caso, ya que esce "nosotros",
segundo modo fondamenta! de relaci6n; siguiendo también de algun corno acabamos de indicar, no elimina su "yo". Los pronombres se apli-
modo a Ricardo, dira nuestro aucor que, no habiendo otro modelo fon- can preferentemence a cada una de las personas, pero no exclusivamente,
damenta! e relacion interpersonal, hay que excluir en Dios ulteriores corno a veces se ha reprochado también al aucor. La intenci6n de Miihlen
pro,cesiones. También aquf, corno en Ricardo, nos hallamos ante una con el uso de los diversos pronombres personales es la de hacer ver preci-
reflexion teologica que presupone el dato de la fe y de algun modo trata samente corno el caracter" ersonal" de los cres 178
• En esce sen-

de dar cuenta de él. El Padre y el Hijo espiran juntos el Espfritu Santo, en cido su intento es de notable valor, aunque el uso preferente de los pro-
un solo acro com un, que en ambos es uno y el mismo acto. Dado que es nombres, sobre rodo del "nosotros", no siemi;ire dé r ' e ca incenci6n
comun, tiene el caracter de un acro del "nosocros". Dos son los que espi- ultirri .\Por ocra parre Miihlen tiene mucho cuidado en notar que la uni-
ran (duo spirantes), pero los dos son un solo principio (unus spirator), que a de la esencia divina no significa que las personas se unen unas con
lleva a cabo un solo acro. En este sencido, la relaci6n del Padre y e! Hijo ocras y asf forman una unidad. La diferencia de las personas no es e! fon-
al Espfritu Santo es la del "nosotros" al "cu". El Espfricu Santo esca cons- damento de su unidad. Mas bien se deberfa decir que la unidad de la (}\
tituido corno persona por su relacion persona!, que incluye el amor y el nacuraleza divina, mucho mas incensa de lo que podamos pensar, es el & l
conocimiento, al Padre y al Hijo. Asf, corno cercera persona, es la relaci6n amento de la distincion, también inimaginable, entre las personas 179 •
del "nosotros". Miihlen establece una analogfa con la union matrimonial: esde esce punto e vista a 1sranc1a respecto e a pos1c1on e .
ésca, para los c6nyuges es "nuestra", no es ni tuya ni mia; corno también Moltmann es evidente. La unidad entre las personas no es un segundo
ocurre con el hijo, que es "nuescro" a la vez del padre y de la madre, corno momento respecro a la distincion de las mismas. Pero ésta distinci6n
concreci6n de la alianza en una cercera persona 174 • Igualmence desde el determina cambién el modo de la unidad. No solo la unidad de la nacu-
punto de vista del Padre y del Hijo, el Espfritu Santo es "nuestro" porque raleza divina es el fondamento de la "perichoresis" entre las personas, sino
es la uni6n de los dos, es "nuestrà' union. Es el acro del "nosotros" sub- que esca nacuraleza, a su vez, tiene la caracterfscica del "nosotros"; por esca
sistente. El Espfricu Santo no es para el Padre y el Hijo un "él", sino el razon puede ser el fondamento de que las personas que la poseen existan
,mosotros en persona». Desde el punto de vista del Espfricu Santg, su rela- unas en otras 180 •
cion con el Padre y el Hijo es una relacion del "yo" al "vosotros". A la vez, Algunos de los ~ • -a in-sinua:dorpo-r 1Jl· Miihlen han sido propuesros
la inhabitacion mutua del Padre, del Hijo y del Espfritu Santo es la ple- de forma diversa po H . U.- air,-sohre rodo en el segundo volu-
nicud del nosocros intratrinicario. Pero si la perichoresis del Padre y el men de su Theofogi 8 1• También él pretcmde un equilibrio entre la lfnea
Hijo es la de una persona en ocra, cuando entra el Espfrim Santo es una
persona en dos. Es la cercanfa absoluca de dos diferencias. De ahf la for-
176. Idea ampliamenre desarrollada en H . Miihlen, Una mystica persona. Die Kirche
mula pneumatologica que Miihlen preconiza: una persona en dos perso-
als das Mysteri11m der heilsgeschichtlichen Identitiit des hei/igen Geistes in ChristllS ,md in den
nas; o, con otras palabras, el nosotros en persona, una persona numérica- Christen: eine Person in viel.en Personen, Miinchen-Paderborn-Wien ' 1968.
mente idéntica en los dos 175 • A esca formula intratrinicaria corresponde la 177. Cf. Der Heilige Geist... , 158-159, donde aparece claramente que el Esplritu Sanco
es el tercer "yo" en la Trinidad.
178. Cf. sobre code ib. 107-108; también 159, sobre las difìcultades del intento.
173. Cf. ib. 116- 136. 179. Cf. ib. 162. Nos podemos ciertamente preguntar si es posible sefialar una prio-
174. Cf. ib. 157; ya previamente en 71-72; 76-78. Los padres tienen respecco del hijo ridad entre la unidad y la trinidad divinas.
una relaci6n comun. Esra analogfa la aplica Miihlen a la procesi6n del Espiritu . 180. !b. 163- 164. Miihlen habla de la "Wirhafrigkeit" de la naturale'J:a divina.
175. Cf. ib. 136-167. 18 I. Theologik Il. Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985.
114 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIÙN LAS ,TRES PERSONA$. DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 115 .

agustiniana y la que sigue mas de cerca la analogfa del amor entre las per- aparici6n del hijo, cuando éste ya esca ahf, y pronto se manifiesta corno
sonas. Para empezar debemos notar que el autor suizo es bien consciente una tercera persona espiritual aut6noma, corno un milagro incomprensi-
de la ificultad que encierra un uso unilateral de esce modelo social o ble y fuente de felicidad, tal vez incluso cuando antes han intentado impe-
"interpersonal": «El modelo intèrpersonal no puede alcanzar la unidad dir su nacimiento» 186 • Cuando en la teologia yen la filosofia se habla tanto
sustancial de Dios, el modelo "intrapersonal" no puede presentar el "fren- del dialogo, y el acontecimiento interpersonal de la palabra se relaciona
te a freme" ( Gegeniiber) real y permanente de las hip6stasis en Dios» 182 • con el Logos divino, tal vez sea también adecuado considerar la acci6n de
Para el autor suizo el "yo" humano no puede ser mas que una débil ima- esce ultimo en la fecundidad dei encuentro que, en el plano humano, en
gen de Dios, una imagen de la vida divina trinitaria que en ultimo térmi- cuanto significa la aparici6n de un sujeto espiritual, es mas que un simple
no resulta esencialmente fallida 183 • • proceso natural. Esca relaci6n, complemento necesario de la relaci6n dia-

El bosquejo de Ricardo de San Vfctor, que ya conocemos, apunta logal a pesar de las claras diferencias, es la mas adecuada imagen de la
hacia el amor corno plenitud del ser, idea ciertamente no desconocida a Trinidad inserta en la criacura:
Agustfn, que no la ha profundizado. Y aunque entre estos dos autores se Supera no s6lo la cerraz6n del yo del concepto agusciniano, sino que cam-
dan notables diferencias, nota von Balthasar que existe también una bién hace brocar desde dentro de la concepci6n del amor, precisamente corno
semejanza profonda. Las ideas de la "imago" en Agustfn y Ricardo en el su fecundidad, al "condilectus" que en el esbozo de Ricardo es crafdo desde
fondo vienen a coincidir en cuanto para ambos la imagen s6lo logra refle- fuera; evita as{ el peligro de los dial6gicos, de dejar que lo interhumano se
jar el modelo corno «per contrarium». Mientras en el modelo de Agustfn reduzca a un mero doble mon61ogo ... Es la prueba constante de la escructura
la imagen de las tres personas se da en una sola, Ricardo subraya que en triadica de la concreta l6gica creacural... 187 •
Dios hay una pluralidad de personas en una sustancia yen el hombre una
El autor suizo ha vuelto otras veces sobre esca analogia de la relaci60
pluralidad de sustancias en la unidad de la persona 184.
familiar, e insiste en que al amor pertenece también el fruto del mismo, y
Von Balthasar se pregunta por qué cuando se ha hablado de la 16gica
precisamente por elio el perfecto amor creatural puede ser imagen de la
trinitaria la relaci6n de los padres con el hijo siempre ha sido dejada de
Trinidad 186 • '
lado 185 • Puede haber jugado un papel el hecho de que el matrimonio ha
Las insuficiencias del modelo agustiniano son puestas de relieve igual-
podido ser considerado corno un fen6meno infralapsario, en todo caso un
mente por von Balchasar. Para san Agustfn e! espfritu tie~ que ponerse
estado inferior al de la virginidad. Tal vez haya podido influir _también el
frente a sf mismo para conocerse y, una vez conocido, )ara amarse.
hecho de que ya en la naturaleza infrahumana se da la fecundidad, y por
Anselmo lo ha formulado con la maxima claridad: Dios se conoce a s{
elio no se podria ver en ésta una imagen adecuada de la vida de la
mismo, y asf tiene lugar la procesi6n del Logos, Dios se ama a sf mismo
Trinidad. Otras veces se habla de la relaci6n y la distancia entre hombre y
y con elio se da la procesi6n del Espfritu Santo. Como ya hemos tenido
mujer corno un fen6meno originario, sin tener en cuenta la fecundidad
ocasi~n de ver por nuestra cuenta, en esce ultimo autor se plantea el pro-
organica y personal de los dos. Pero queda siempre, continua von
blema de si en el origen de las procesiones del Hijo y del Espfritu se halla
Balthasar, la experiencia cotidiana de los padres, «que experimentan la
Ìa persona del Padre o la esencia divina. Este primado de la esencia sobre

182. Ib. 35. Debemos rener presence que san Agusrin, y rambién santo Tomas, ade-
mas de la docrrina "psicologica" de la Trinidad han desarrollado cambién la ensefianza acer- . 186. Theologik Il, 56. •
ca de las relaciones divinas y por ranco del ad in11ictm1 en Dios. Hemos visco corno algunos 187. Ib. 56-57; ib. 130: «Esca reciprocidad del amor ("relacionis oppositio") es tan ini-
elementos incerpersonales no faltan en sus obras. maginable que de su fecundidad sale el Espfricu Santo, para cuya hip6scasis no hallamos
183. Cf. ib. 37. ninguna denominaci6n adecuada masque, otra ve:z, amor: a la ve:z el fruto objecivado y la
184. Cf. ib. 39; von Balthasar se refìere a Agustln, Trin. X.V 23,43, y a Ricardo, Trin. llama interior, la maxima objecividad y la subjetividad de la gracuidad del amor trinitario
Ili 9: «Ecce quomodo natura humana acque divina videncur se mutuo, et quasi ex opposi- idéntico con la esencia de Dios».
to respicere, alcerutra alteri veluc per concrarium respondere. Sic invicem respicere habent, 188. Cf. Theologik lll Der Geist der Wahrheit, Einsi~deln 1987, 146-147; rambién ib.
et mutuo respondere debent natura creata ec natura increata». 129. Esras imagenes familiares rienden sobre rodo a ilustrar la procesi6n del Espfriru. La
185. Recuerda en esce contexco, Theologik II, 54, que san Agustfn rechaza la analogia generaci6n del Hijo parece a primera vista quedar fuera de la perspectiva de von Balthasar.
familiar para hablar de la imagen de Dios; se refìere explicitamente a Trin XII 5,5. Aguscfn En todo caso no se ve c6mo puede encuadrarse de modo coherente en la analogia familiar.
repire la idea en In /oh. 99,9. Esco puede significar una limitaci6n de esce modelo.
116 LA TRINIDAD, MISTERJO DE COMUNI ON LAS TRES PERSONAS• DIVJNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA
0
117

.,la pluralidad de las hip6scasis se produciria cuando entre éscas ulcimas no una frente a las ocras, corno el hecho de que las tres son un solo Dios lo
se darfan mas que relaciones; encre ocros mocivos porque la relaci6n, desde conocemos por revelacion. Solo en el equilibrio de escas dos afirmaciones,
el punto de vista ontologico, posee la consiscencia mas débil, y por elio el cuya sfntesis no podemos alcanzar, se puede resolver especulativamente
peligro de amenazar la unidad divina seria menor 189 • Pero para von esce problema 193 • Éste es el balance que saca von Balchasar de su analisis
Balchasar, siguiendo a santo Tomas, la persona no es s6lo la relaci6n, sino de la posici6n de santo Tomas que brevemente hemos reproducido. Aun
lo que con ella se escablece terminativamente. Este resultado vendrfa del c?,n la ac~pcaci6n fondamenta! de la definicion de la persona ç9mo «rela-
concepco mism0 de la relaci6n 190 • ~10~ subs1scente», !)O parece quedar sacisfecho con ella. Como ya antes ha
No renemos necesidad de volver sobre los pasajes de santo Tomas ni msmuado y hemos nocado también nosotros, tiende mas bìen a definir la
de S1lil Anselmo 191 • Nos basca en esre momento para nuescro prop6sico hip6stasis corno lo que se conscituye cerminacivamence a cravés de una
sefialar c6mo a partir de las misiones del Hijo y del Espiritu no se puede relaci6n 194.
llegar en ningun caso a hablar de una fecundidad de la esencia divina. Al Se puede pensar que la idea del cérmino de la relaci6n se encuentra en
Padre y s6lo al Padre pertenece la fecundidad fontal. Cristo se siente s6lo conexion con la de la fecundidad del amor divino, que encontrarfa su
deudor del Padre, nunca de la divinidad fecunda en el Padre 192 • No hay e~presion en el Es~{,ricu Santo, fruto del amor del Padre y del Hijo. Y pre-
nada en el Padre anterior a la pacernidad, en rigor no hay uno que engen- cisamente la reflex1on sobre el amor ~s el camino que elige von Balchasar
dra "antes" de la generaci6n. para salir de la dificultad que presenta la concepcion
1
clasica de Agustfn y
Segun von Balchasar, san Agusdn, a partir de la analogia del espiricu Tomas. !'!o es la esencia divina la que es acc iva en las procesiones, pero la
humano, no puede llegar realmente a las cres personas en Dios, ya que las esencia divina es la que el Padre comunica al Hijo en la generacion y
accividades del interior del espiricu no pueden llevar a ver en Dios cres ambos al Espfricu Santo en la procesion. El donarse del Padre al Hijo y de
sujecos. Para santo Tomas es la "persona" la preocupaci6n fondan1ental. ambos al Espfritu Santo no es ni necesidad ni voluntad arbitraria, sino
En su defìnici6n de la misma corno «subsiscens discinccum in natura que corresponde a la nacuraleza. Si esco es as{, esca naturaleza no puede ser
racionali», con el acento primero en el "distinctum" y luego en el "subsis- mas que el amor. Si es claramente el amor lo que mueve la donacion eco-
tens in", designa el subsistir comun de las hip6scasis en la esencia divina. nomica del Hijo y el Espfricu por el Padre, esco tiene que tener una pre-
Escas hip6scasis no se discinguen masque por las relaciones, que a su vez suposicion en la esencia del Dios uno y trino:
derivan de las procesiones. Ya que éscas tienen lugar en el espfricu divino,
La esencia divina, asf considerada, seria no s6lo coextensiva con el acon-
pueden ser reales sin dividir la divinidad. iC6mo pueden las accividades cecimienco de las procesiones eternas, sino también codeterminada por la par-
espiricuales dar lugar a las personas? Por una parre las procesiones en Dios ticipaci6n en ella, unica en cada caso, del Padre, Hijo y Espfritu Santo ... Y ya
no pueden ser accidencales, y deben ser idéncicas con la esencia divina. que las personas son codas hip6stasis de la unica concreta nacuraleza divina,
Por otra, la categoria de la relaci6n es la unica que no afecca direccamen- con la cual es idéncica cada una de ellas, su unidad en la esencia se puede tam-
ce a la suscancia a la que se "adhiere", sino que crea un vfnculo entre las bién describir corno su ser en el otro, su "circumincessio'',_a través de la cual
personas y significa una direcci6n, un "hacia". El ser por una parte idén- forman jumas el unico, libre y "persona!" rostro de Dios' 95 •
ticas con la esencia divina y la existencia por ocra parte de este "hacia", de Pero en rodo momento queda a salvo para von Balchasar la donacion
esce "sentido", permice la definici6n de las hip6scasis corno relaciones sub- originai propia del Padre. «La imposibilidad humana de pensar a Dios es
sistentes; en la relaci6n esca lo unico de cada persona, en canto que sub- la misma cosa que la imposibilidad de pensar el al Padre, que nunca ha
sistentes son idénticas con la esencia divina. Y si la relaci6n no es mas que
sido una persona cerrada en s{, omnisciente y omnipocente, sino el que
la uni6n encre dos cérminos, ic6mo puede ser considerada el fondamen-
desde siempre se "desapropia" de sf en su entrega al Hijo, y no tiene bas-
to para la hip6stasis? Tanto la exiscencia real de las hip6scasis en su ser cada
t~nte con esco: y con el Hijo y mediante él se entrega al Espfricu Santo» 196•

189. Cf. Theologik II, 120. 193. Cf. ib. 123-124.


190. 16. 194. 16. 121-122, con cita de Tomas. De Potentia q.10, a.3.
191. Cf. la cita de Monologion 63, en i6. 195. 16. 127; cf. 126-127 para lo que precede.
192. Theo/ogik II, 123. 196. 16. 127.
118 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONAS» DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA I 19

Lo que en estas procesiones siempre se mantiene es la esencia divina, la En el equilibrio que von Balthasar intenta mantener, es evidente que
~ 6n ' e esta donaci6n del Padre hay que partir. En el Hijo y el sus preferencias se inclinan por insistir en el modelo del amor interperso-

f
Espfricu ésta se realiza en el modo de la respuesta al amor del Padre. La i nal, con el uso de la analogfa familiar, en la que le habfa precedido H.
donaci6n de éste es el fondamento ultimo por el cual Dios es incom- k'1iihlen 20 1, y también M.J. Scheeben, al que el autor suizo se refìere expH-
prensible y va mas alla de lo que puede abrazar cualquieJ concepto finito: citamence202. En esta misma Hnea hay que situar también la insistencia en
el amor absoluto, lo que carece de todo otr~ fundamenfo, y que es la pro- la noci6n deJa._persona-di:vina..no s6lo comoJa rel~ci6n-subsistence..,- sino
piedad mas caracterfstica de Dios 197 • Del amor trinitario deben recibir su también corno el resultado de esta relaci6n. Todo elio ha de verse también
sentido y su "color" todos los atriburos divinos; todos ellos son manifes- en conexi6n con a efìnici6n de la esencia divina corno amor. También 1

caciones del amor que s6lo se entiende a partir de la Trinidad divina 198 , von Balthasar habra de ser sicuado entre quienes defienden un "nosotros"
Von Balthasar resume con claridad su pensamienco sobre el misterio del incratrinitario mas ~~ Pero a diferencia de otros modelos que
amor de los cres-en las siguiences lfneas: privilegian la comuni6n incerpersonal que, por temor al subordinacionis-
mo, tienden a reducir el caraccer foncal del Fadre, von Balthasar, corno
En todas las propiedades divinas ... fundadas por las tres hip6stasis hay
hemos tenido ocasi6n de ver, insiste en que el misterio de Dios y el mis-
que tener en cuenta igualmente estos dos factores: el orden ~
siones la i ualdad de I~ :iufucina.s... La igual eternidad de las terio del Padre vienen a ser equivalentes; este ultimo es, en su donaci6n
procesiones del Hijo y del Espfritu tiene sus efectos, sin alterar el orden de originai, la fuence unj<:_a'-:>: el ori en de la divinidad. Esta donaci6n es el
las procesiones, en el origen; la igualdad con el Padre hace que parcicipen fundamento e misterio divino. Junto a este orden de las hip6stasis se ha
en la misma medida que él en las propiedades y modos de actuaci6n del de mantener de todas maneras la igualdad de las mismas. La esencia divi-
unico Dios, las hip6stasis en su "c· · e.essi " determinan lo que Dios na se determina asf mediante las hip6stasis20.1, con lo cual el caracter "per-
✓t es quier:e hace o olvidemos que en Dios no puede exisar un concepco sonal" de estas ultimasse pone de manifiesto 2o4. Pero en ultimo término,
/ genérico, bajo el cual se incluya un concepto unfvoco de persona, ni tampoco todos los modelos sacados de la creaci6n son inadecuados; lo hemos indi-
que e! que se hable de los "tres" en él tenga nada que ver con lo que se cado ya el principio de nuestra breve exposici6n; von Balthasar afiade ade-
puede numerar cuantitacivamence, ya que significa una plenitud que mas una raz6n mas decisiva: Jesus no los ha usado en su incerpretaci6n de
corresponde al unico ser eterno de Dios en su trascendencia199 •
lo divino en su persona205 •
La pluralidad de las personas no tiene nada que ver con una contin-
gencia, sino que es mas bien la expresi6n mas alta de la plenicud ilimita-
da del ser divino, que no podrfa ser agotada en una persona sola; de algun
modo necesita el éxtasis de las personas en su mutua concraposici6n; solo
asf puede manifestarse corno absoluto amor y corno, sencillamente, la
verdad 200 .

201. Aunque esce ultimo insiste, corno hemos visto, en el hecho de que el Esplricu
197. Cf. ib. 127-128. Otras menciones de la esencia divina corno amor en ib. 130; Santo, a diferencia del hijo en la realidad humana, no es un "él" para el Padre y e! Hijo,
137, ademas de los texcos que ya hemos citado. Sobre el misterio del Padre que nunca es sino el nosorros de ambos.
omnipotente y omniscienre sin el Hijo, cf. también ib. 163: la falsa alternativa del Padre 202. Cf. Theologik Il, 55-57; cf. M.J. Scheeben, Die Mysterien des Chrisunt11ms,
que engendra al Hijo para reconocerse corno Dios, o que precisamente porque se recono- Freiburg im Br. 1865, 173-181.
ce tal, lo engendra, es resuelta sei\alando que lo que le hace Padre no es el conocimiento, 203. Cf. Theologikll, 137.
sino el amor. La alternativa refleja de algun modo la diferencia de posiciones en el proble- 204. Esco se pone de manifìesco en las indicaciones de von Balchasar acerca del carac-
ma de si el Padre es sabio por e! Hijo que es su sabidurla, o si lo es en si. San Atanasio ten- ter persona! del Dios uno, que aparece en la mutua inhabicaci6n de las personas; también
di6 hacia la primera posici6n, cf. C. Arinn. I 19-20 (PG 26,49-53), Agusdn se inclin6 por en cuanco sei\ala acerca de las "apropiaciones", ib. 137; lo que se apropia a cada una de las
la segunda; cf. Trin. VII 1,1-3,6 (CCL 50, 244-254). personas podrfa ser entregado por ésca a las otras, a la divinidad, corno bien comun. Cf. G.
198. Cf. ib. 128-138. Greshake, Derdreieine Gott. Eine trinitnrische Theologie, Freiburg-Basel-Wien 1997, 214-
199. Ib. 137. 216.
200. Cf. ib. 165. 205. Cf. Theologikll, 61.
120 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON LAS •TRES PERSONAS• DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 121

3. ALGUNAS REFLEXIONES CONCLUSIVA$ mario de la teologfa trinitaria. Pero no tiene por qué ser necesariamente
asi. La unidad de Dios es la de la Trinidad y ésta no se da mas que en la
A. La categoria del "nosotros" en Dios unidad 2w. Pero si no existe otra unidad mas que la de la Trinidad, ésta no
puede ser considerada corno la unidad de una colectividad, corno muchos
J. Ratzinger ha notado que, corno consecuencia de la teologfa trinita-
hombres son un pueblo o muchos fìeles una Iglesia211 • Se tra~a de un dato
ria de Agusdn, la distinci6n persona! en Dios quèd6 circunscrita al ambi-
primario. El "no~tros" divino se da en la unidad de la esencia, una uni-
to intradivino; de esta manera el Dios trino, en su actuaci6n hacia fuera,
dad a la que solo muy de lejos nos podemos acercar anal6gicamente a par-
se convirti6 en un "yo", y con elio la dimensi6n del "nosotros" se perdio
tir de las realidades creadas. A esca misma esencia divina unica en las tres
en la teologfa2' 16 • Todavfa mas determinante para el afianzamiento de esta
personas pertenece el ser posefda en plenitud, y a la vez con caracterfsti-
Hnea pudo ser, seguo el mismo autor, el hecho de que santo Tomas haya
considerado legftimo hablar de Dios corno de una persona207 • En nuestro cas propias, por cada uno de los tres.
breve recorrido anterior nos hemos encontrado con que la categorfa del
"yo" se aplica a Dios también en el ambito intratrinitario (aunque en una B. El Padre, el Hijo y el Espiritu Santo son el ttnico Dios
triple repeticion) y que el vocabulario de la "persona" unica en Dios ha Es claro que en Dios unidad y trinidad son dos datos igualmente pri-
sido utilizado también en tiempos recientes. Sabemos bien que la noci6n marios. Por ocra parte es igualmente evidente que, dada la limitacion
I
cristiana de Dios concede a la trinidad la misma dignidad que a la unidad. humana, no podemos acceder a la verdad teniendo en cuenta a la vez
No existe en el cristianismo un principio de dialogo basado s6lo en la rela- todas las implicaciones de la misma. Tenemos necesidad de distinguir I~
ci6n yo-tu. No existe por parte del hombre un yo aislado, porque cada que se da en Dios en la simplicidad suma. Muchas pueden ser las aproxi-
uno de nosotrqs tiene su lugar en la continuidad hist6rica del pueblo de maciones validas al misterio divino y ninguna puede reivindicar para sf la
Dios, un nosotros que nos abraza. Pero tampoco existe por parte de Dios, exclusividad. Santo Tomas, cuando la distinci6n entre fìlosoffa y teologfa
porque nos encontramos con e! nosotros del Padre, el Hijo y e! Espfritu tal corno ahora la conocemos todavfa no se habfa realizado, opt6 por
Santo. Por ningnna de las dos partes hay UQ "yo" aislado 208 ._El "nosotros" tratàr primero del Dios uno, el dato que puede ser conocido por la razon
interno de Dios se manifìesta también en la economfa salvadora, perfec- humana, para seguir después con la Trinidad2 12 • Le ha seguido la escolas-
ciona y suscita el "nosotros" humano, hace del hombre un «ser eclesial>109 • tica, y sabemos que no han sido pocos los esfuerzos realizados en la segun-
Hay en Dios un "nosotros", en la vida divina yen la manifestaci6n exte- da mitad del s. XX por rescatar coda la signifìcaci6n teol6gica del tratado
rior. Un buen numero de te6logos lo ponen de manifìesto, aunque en «de Deo uno». Admitiendo por supuesto la legitimidad de otras opciones,
algunos casos la unidad divina aparece con difìcultad corno un dato pri- pienso que, en una aproximaci6n teologica, es mas adecuado y coherente 1
partir de la economfa de la salvaci6n y, en concreto, del Nuevo
Testamento. En la vida de Jesus, y especialmente su misterio pascual, se
nos revela el Dios uno y trino. Jesus va al Padre del que ha salido; una vez I
206. Cf. J.Rarzinger Z11m Personverstiindnis in der Theolagie en id., Dogma tmd glorifìcado por el Padre nos envfa, juntamente con él, al Espfritu Santo,
Verkiindig11ng, Milnchen-Freiburg Br. 1973, 205-223, 223. En la nota 12 de esta misma el Espfritu que ha reposado previamente sobre el propio Jesus. Ante la
pagina suaviza el juicio formulado en el texto, ya que los factores de la uadici6n contribu-
mirada del lector del Nuevo Testamento aparecen en primer lugar estos I
yen a equilibrar la llamada doctrina psicol6gica de la Trinidad.
207. Cf. ib 223, nota 12. Rarzinger se remite a STh III 3,3 ad 1. El texto en cuesti6n
dice asf: «Sicut igicur nunc, posicis propriecatibus personalibus in Deo, dicimus cres perso-
nas: ira, exclusis per intelleccum proprietatibus personalibus, remanebit in consideratiOJìe
nostra natura divina uc subsiscens, et ut persona». lnteresances las precisiones sobre este 21 O. Sfmbolo Quicumque (DH 75): «Fides autem catholica haec est, ut unum Deum
cexto de G. Emery, o.e. (n. 102), 33. El conocimiento de una cierta personalidad de Dios in Trinicate et Trinicatem in unicace conficemur»; en diferentes documencos magisceriales
es algo accesible fuera de la fe cristiana; no se craca aquf por canto de la consideraci6n de la de la Iglesia antigua se usan expresiones similares; cf. DH 441 ; 501 ; 546.
realid,ad de Dios tal corno la fe la ensefia. . 211. Cf. Concilio Lateranense IV (DH 803) .
208. Cf. J. Rarzinger, o.e., 222; cf. cambién, id. lntrod11ccion al Cristianismo, 212. Pedro Lombardo, Liber 1 Sententiamm, ha usado una sistematica muy diversa.
Salamanca 1971, 151-153. Pone corno cftulo al primer caplculo de la discinci6n II, con la que comienza a cratar de
209. Cf. el titulo de la edici6n francesa de la obra de T. Zizioulas, Letre ecclésial, Dios, De Trintate et Unitate. Los tlmlos de los capftulos siguiences se refìeren a la Trinidad
Genève 1981. - sin menci6n de la unidad divina.
l
'l
LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON
LAS •TRES PERSONAS• DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 123
122
en 1a encarnac10n · , 2 16 . po demos parttr
. por tanto, corno hace mayoritaria-
"tres", ciertamente unidos en la realizaci6n de la obra_ salvadora._ De algu-
na manera hay que dar raz6n de esca unidad, una ~nidad que c1ertamen- mente la teologfa cat6lica de nuestros dfas, del hecho que el Padre, el Hijo
y el Espfritu Santo se nos presentan en el Nuevo Testamento corno tres
te es previa al envfo al mundo del Hijo_y del_Espfntu por parte ?e~ P~~re
y que se refleja en estas misiones. La ex1stenc1a de los cres en la d1stmc1on, "personas" distintas en su mutua relaci6n, que son conscientes y que se
y a la vez en la relaci6n mutua, se nos muestra corno un dato claro. autoposeen. Ciertamente estas ideas se han hecho mas frecuentes en los
Cuando segun el cuarto evangelio, Jesus dice «yo y el Padre somos una tiempos recientes; pero ya no podemos pensar que la teologfa eia.sica se
2 13
sola cos~» Un 10,30) presupone su existencia y la del Padr~ • La unid~d planteaba solo el problema de la distinci6n de los tres en la unidad de
de los dos, en la estruccura gramatical de la f~ase, es el pr~~icado. La ex1s- naturaleza, por mas que ésta pueda parecer la perspecciva dominante 21 7 • Si,
tencia del Padre y del Hijo, y podemos aftadu la del Espmtu Santo, es el segun el significado moderno de la palabra, cres personas signifìcan tres
dato del que se parte. No se puede hah!:1' de u~ "u~um" que no se~ el de conscientes, también esce aspecto nos puede ayudar a comprender los
estos cres. Ésta parece ser la aproximac10n al miste no que nos .sug1er~ e1 datos acerca de la unidad divina que la tradici6n de la Iglesia nos trans-
Nue;, Testamento. Desde esce punto de vista el punto de parnda sera la mite. Se puede entonces compartir la afìrmaci6n siguiente:
\
trinidad que se da en ~a unidad «trinitas in u_nitate», la unidad que se da La conciencia de sf, ejercitada por cada una de las personas-en Dios, es,
en la trinidad «unitas in trinitate» sera mas b1en e1 punto de llega~a. para cada una, la conciencia de ser Dios, y esco en comun con las otras per-
sonas, y la conciencia de si corno discinta de las otras, pero en una relaci6n de
podemos remontar hasta e1 Padre de qmen el H1JO y el Espmtu Santo pro-
7
A partir de la misi6n por parte del ~adre d:! Hijo y d 1_Espfntu, nos
coda la exiscencia propia al ocro, y por tanto en la comuni6n de una total reci-
ceden en la eternidad. No podemos du?ar ?.e que los t,~es a~,ar~zc~, en l_a procidad interpersonal. Esco significa una vida divina vivida por cada una de
economfa de la salvaci6n con caracterfsncas personales , de suJetos acn- las personas divinamente, es decir, unicamente, infinitamente y totalmente
para el otro 21 8 •
vos y operantes. Esco no ofrece ninguna duda en los casos del Padre y del
Hijo, pero aun por lo que respecca al Espfricu Sant~ el Nuev~ ~escam~nto
es suficientemente claro al respecco 21 ◄• En la teologia de los ulnmos nem-
pos se ha insistido masque en la época de la neoescolascica en el cara~ter 216. S. Juan Damasceno, De fide orth. I 7 (PG 94,805), habla en términos muy "per-
"propio" de las accuaciones de las personas dentro del mar;o de la acc16n sonales", en el sencido moderno, del Hijo y del Espiritu. Asf dice del Hijo, «... tiene con-
siscencia suscancialmence, esca docado de libre voluncad, es efìcaz y omnipotente»; y del
comun de los cres; antecedences de esca doctrina se hallanan -ya en santo Espfriru (también a semejanza del Hijo) se dice poco después: « .. . es considerado una per-
, 21 ) ·Debemos pensar y ésce es el problema que hemos v1st<?.._ se plan- sona propia y por sf, procede del Padre y descansa en el Hijo, él mismo se declara y expre-
1ìo mas . ~ , d " " 1 .
tea en la ceologfa de Karl Rahner, que esce caracter e yo , e~ a rec1pro- sa a sl m1smo; no puede ser separado ni de Dios en quien esca ni del Hijo de quien es com-
cidad con un tu, se adquiere s6lo en la economia de la salvac16n? paiiero, ni por ulcimo su manera de dilacarse es ca! que deje de escar en codas partes; sino
que, a semejanza del Logos, exisce segun la hip6scasis, es viviente, quiere libremence, se
No parece que esce camino sea viable. Si e~ 1~ econo~f~, de la salva-
mueve a sl mismo, es efìcaz, quiere siempre el bien, y para cedo lo que ha decidido tiene
ci6n no podemos dudar de su caracter de suhJettvo, de yo , de las tres e! poder juntamente con la voluntad ... » . Todo elio no obsta para que roda la Trinidad sea
" ersonas" de la misma manera hemos de pensar que lo. poseen, de un «una subscancia, una divinidad, una fuerza, una voluncad, un poder, un principio, una
!odo ciercamente misterioso, en la vida inma?,ente,,de D1os: ?e lo con- potescad, una dominaci6n, un reino ... »; ib. I 8 (809).
trario caemos en la concepci6n de Dios que se hace comun10n persona! 2~ 7. Cf. F. _Bourassa, La Trinità, en K.H. Neufeld (a cura di) , Problemi e prospettive di
uolog,a ogmat1ca, resc1a , 7- 72, esp. 351s. Bourassa seiiala en esce concexco
corno en realidad la teologia medieval se habla preocupado cambién de indicar que las rela-
ciones son lo que une y la "oposici6n" de las relaciones es ante rodo reciprocidad;
Schmidchals, o.e., 542: «No es precisamente que la unica conciencia divina sostenga tres
"yos", sino lo contrario: cres "yos", sujetos incomensurables, son porcadores de la concien-
213. Dice a prop6sito de este texto Terrulia?o,_ ,:utv._Prax. 22, 11 . (Sca~pat,208): «~on cia divina, a la cual de ocra forma no corresponde de ninguna manera una subsistencia
ertinet ad singularitatem, sed ad unitatem, ad s1m1lttudmem, ad co_mun':nonem, ~d dilec- absoluca. Pero esco s61o se capta a partir del complejo trasfondo, no facil de percibir, de la
~onem Patris qui Filium diligit et ad obsequium Filii qu~ vo(untatl Pa~1s_obsequ1rur». "doccrina de la doble relaci6n" del Aquinate; segun ella no es la esencia divina corno ca! la
214. Cf. L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdaaero. El mutmo de la Tnnuiad, Salamanca que subsisce de modo triple, sino s6lo las relaciones mismas corno "esse-in", que son real-
mente idéncicas con la esencia divina».
2000, 105- 107.
2 . . . 218. Bourassa, o.e., 352-353. Ib 353: «Esca conciencia "persona!" de una exiscencia
215 . Cf. H. C. Schmidthals, Pmonarum Trinitas. Die trmztamche Gottt:skhre dt:s
heiligen Thomas von Aquin, St. Ottilien 1995, 488-501; 537-544. vivida para el otre, en una reciprocidad tan coca! e infinita, es el "culmen" de la Unidad.
124 LA TRINIDAD, MJSTERIO DE COMUNl6N LAS ,TRES PERSONAS, DMNAS EN LA UNJDAD DE LA ESENCIA 125

Cada persona es consciente de su «yo soy» viviendo en la otra y para la que podda tener un Dios unipersonal. La unidad del Dios trino, que
( otra. Ademas de la distincion y de la conciencia, la "personalidad" impli- encierra en si la pluralidad intrinseca, es la forma suprema de la unidad221.
ca ocro elemento: la relacion al otro, que es la razon de ser de la intersub- Del Padre, el Hijo y e! Espfritu Santo, que son cres "personas", debe-
jetividad219'. Lo que da su individualidad a las personas opuestas en la rela- mos predicar que son el unico Diosm, y elio no a pesar de, sino en la
cion es precisamente e! caracter mutuo de las relaciones; tota! comunica- riqueza de la comunion interpersonal y del ser el uno en el otro. En la
ciori reciproca en la plenitud de la sustancia divina que poseen y compar- comunion esca la unidad, deda san Basilio Magno 223 . Y si, corno en segui-
I ten también pienamente. El "yo" divino de cada uno de los tres es infìni- da veremos, la unidad de la esencia divina se contempla cada vez mas en
la unidad del ser en el amor, esce camino se revela necesario. jLa relacion
te, y por elio puede ser también tota! comunicacion de su infinitud,
teniendo siempre en cuenta el orden de las proces~ones. Asi la ~o!11uni~a- en las personas divinas es tanto un aspecto de la unidad divina corno el
(
cion del. Padre al Hijo engendra a ésce en su plemtud, corno umco D10s factor de distincion entre las personas. Éstas se distinguen en cuanto se
infinito juntamente con el Padre. Lo mismo podemos decir del Espfritu relacionan. No hay razon ninguna para tratar de reducir al maximo la dis-
Santo, amor del Padre y del Hijo. La persona esca conscicuida de tal modo tincion en Dios para salvaguardar su unidad. En Agustin ha podido pre-
que exisce solo en la intercomunicacion y en la donacion segun el modo dominar esca tendencia, marcadamente presente también en la Edad
Media, hasta cuajar en e! axioma «en Dios todas las cosas son uno donde
de ;er Dios, o lo que es lo mismo, el modo del amor, que le es propi~.
no es obscaculo la oposicion de la relacion» 224. Pero hemos visto también
Cada una es libre y consciente en la propiedad persona! que la caracten-
que no ha estado ausente en la tradicion la perspectiva opuesta, o mejor,
za, pero siempre en la posesion de la unica conciencia infinita. La per- complementaria. No tenemos por qué buscar un comun denominador lo
fecta comunicacion de cada persona que la constituye en su ser significa mas amplio posible que abrace las personas divinas en cuanto cales. En
la completa armonia, la unidad, la plenitud del amor en la libercad. La cuanto estan en la posesion piena de la esencia divina, las tres personas son
comunicacion persona! reciproca significa la maxima apertura, se opone a una sola cosa, son un solo Dios. Pero en cuanto son personas e~isten en
la cerrazon o al aislamiento, pero a la vez no es causa de que los tres se la maxima distincion. 1Los tres sujetos en Dios son "inconmensurables"225 •
limiten mutuamente. Todo lo contrario, la comunicacion de amor es Acabamos de ver corno teologos de tendencias y calantes diversos corno K.
] expansion llevada al infinito, canto mayor cuanco mayor es la donaci6n al Rahner, H .U. von Balthasar y H. Muhlen coinciden en insistir en que el
\ ocro. Cada persona divina es consciente de si, es consciente de que es
Dios, tiene conciencia de la divinidad comunicada o recibida en el amor.
Por elio esa conciencia, la misma posefda por tres "yo"• divinos, ha de ser 221. Buenaventura, Q11est. Dis. de Trin. Il, Il: «Perfeccior est unitas, in qua cum uni-
conciencia de comunion, posefda y ejercida por cada uno en la perfecca tate nacurae manet unitas caritatis ... Ergo si unitas divina est perfectissima, necesse est
quod habeat pluralitatem intrinsecam»; ya Gregorio Nacianceno, Or. 25,16 (SCh
i' unidad con las ocras dos personas. «l!nidad i~terior en J?io~ infinitamen-
te consciente y plenicud de amor, umdad no merce y sohtana en una per-
sona unica, sino comunidad de vida del Padre y del Hijo que es su unico
284,194): «ni caigamos en un solo principio, a la manera judfa, estrecho, envidioso e impo-
tente»; cf. también ib 17 (198) ; L. Scheffczyk, Der Gott der Offinbanmg. Gotteslehre,
Aachen 1996, 344: «La fe cristiana en la Trinidad se entendi6 siempre a si misma corno la
amor» 220 • Una unidad, en ultimo término, infinitamente mas piena que la forma mas elevada de la fe en un solo Dios».
222. Simbolo Clemens Trinitas (DH 73): «Clemens Trinitas est una divinitas»; Fides
Damasi (DH 71): «Pacrem, Filium et Spiricum Sanctum unum Deum colimus et confìte-
mur»; cf. San Agusdn, Trin. I 2,4 (CCL 50,31): XV 5,7 (468).
223. Basilio de Cesarea, De Spir. Sancta 18,45 (SCh l 7bis,406): «En la comunion
(Ko~vwvia) de la divinidad esca la unidad».
224. Concilio de Florencia, Decreto para los jacobitas (DH 1330): «... omniaque sunt
Lejos de concradecirla, ésta implica por el contrario la unidad esencial de la conciencia y unum, ubi non obviat relationis oppositio». El principio viene, corno es sabido, de san
del amor, y por canto la unidad de sustancia». . . . . Anselmo, De processione Spiritm Sancti, l (Schmict 2, 180-181): «Quacenus nec unitas
219. Ib. 354. Cf. también del mismo, Personne et conscience en théologu trmttmre: amiccac aliquando suam consequentiam, ubi non obviac aliqua relationis oppositio, nec
Gregorianum 55 (1974) 471-493; 677-720. Me inspiro en parte en él en las consideracio- relatio perdat quod suum est, nisi ubi obsistat unitas inseparabilis». La formulaci6n de
nes que siguen, esp. pp. 717-720. . Anselmo es m:i.s equilibrada que la del concilio de Florencia, a pesar de la clara llnea de
220. Ib. 719. El consenso en el punto de la unicidad de la conciencia compamda por acencuaci6n de la unidad divina que caracteriza al obispo de Canterbury.
cres conscientes parece ser generai en la teologia cat6lica; cf. los dacos recogi_d_os en _L.F. 225. Lo pone de relieve para santo Tomas, Schmidthals, o.e. 542; 543, con numero-
Ladaria, El Dios vivo y verdadero, 289; 293. Cf. ademas H. Miihlen, Der herlzge Gem..., sas cicas. El aucor pone de relieve la "inconmensurabilidad" de las cres personas, es decir, la
163; 165-166. imposibilidad de medirlas juntas.
126 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIÒN LAS .TRES PERSONAS, DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 127

concepto de persona en Dios no es genérico, de tal manera que en tanto nitud del ser que es caracterfstica de la esencia divina, y que el Nuevo
que "personas" nada tienen los tres en comun. No tiene por qué ser la Testamento, en especial los escritos de Juan, expresa en los simbolis·mos
misma la «ratio personalitatis» de los tres, era una de las ideas maestras de de la luz, la vida, el espfritu, reciben su sentido definitivo. y mas profon-
K. Rahner en la formulaci6n de su axioma fondamental, por mas que el do a partir de I J n 4,8.16. No porque Dios sea primero en plenitud y des-
caracter persona! de las tres «formas de subsistencia» no resulte sufìciente- pués sea amor, sino porque el ser amor determina y da forma a su ser en
mente puesto de manifìesto. Las relaciones intradivinas que constituyen plenitud. Una plenitud que en el fondo resultarfa contradiccoria si se,diera
las personas, a la vez q~e las distingue?, ~as unen entre sf en la perfecta en la cerraz6n o en el aislamiento. La esencia divina, a la que nos pode-
.J_ comuni6n. En una umdad mucho mas mtensa de cuanto nos es dado mos referir corno la plenitud del ser en el amor, lleva en sf esta caracte-
226
\ pensar, la distinci6n entre las personas divinas es también maxima • La rfstica de la uni6n, del nosotros 229 • Ello es asf en cuanto la divinidad tiene
unidad y la distinci6n divinas no se oponen ni se limitan la una a la otra. en el Padre la foente unica, y el Padre no existe mas que en la relaci6n al
Dios no es menos uno por el hecho de ser trino. Mas aun, la unidad y la Hijo y al Espfritu, en la donaci6n yen la entrega sin reservas 230 • Por elio
distinci6n crecen en Dios en proporci6n directa227 • Si ello es asf no tene- +10 parece del rodo adecuado establecer dos niveles de unidad en Dios: la )
mos por qué esforzarnos en reducir todo lo posible las diferen_cias encre l_as unidad de la esencia divina y la del amor23 1• El mismo ser de Dios es
personas relacionadas. Cuanto mas se acentuen a la vez la umdad y la d1s- amor232, mas precisamente, «intercambio de amor»m. Un intercambio
tinci6n en el Dios uno y trino, que conoce en sf mismo la alteridad en el I
grado maximo en la unidad mas profonda, mas clara aparecera la capaci-
dad divina corno de abrazar y de acoger en sf al hombre libremente crea- erit ergo, et lcx Domini caricas, quac Trinitatem in unitate quodammodo cohibet et colli-
do, distinto de Dios, sin que se produzca ninguna confosi6n entre gat in vinculo pacis».
Creador y criatura. 229. Nos hcmos refcrido ya a H. Mi.ihlen. Der heilige Geist... , 163-164, quc habla de
la "Wirhahigkeit" de la nacuraleza divina en cuanto tal, que seria la raz6n por la cual las
personas son unas en las otras. Si la escncia divina se identifica con la piena posesi6n en el
C. El ser de Dios, eterno intercambio de amor amor, aparece claro el porqué de esce "nosocros" Insito en ella.
La unidad de las personas divinas viene dada por la esencia divina, que 230. Hilario de Poitiers, Trin. IX 61 (CCL 62A, 440): «Nescit autem Deus aliud ali-
quando quam dilectio esse, neque aliud quam pater esse. Et qui diliget non inuidet; et qui
podemos identificar corno la perfecci6n del ser en el amor2 28 • Toda la ple- pater est, non etiam non pater totus est. Non cnim admittit hoc nomen ponionem, ut ex
aliquo pater sic et cx aliquo pater non sit ...».
231. Todavfa asl H. Miihlen, Der heilige Geist... , 165: «Las personas divinas no son
226. Comisi6n Teol6gica Incernacional, Cuestiones selectas de cristologia IV 8, en solamente una sola cosa en virtud de la unidad de la naturalcza divina, sino cambién en vir-
Doe11mentos 1969-1996, Madrid 1998, 239: «El hombre ha sido creado para integrarse en tud de la unidad del amor». Funda esra discinci6n en santo Tomas, S11per joannem c.
Cristo y por lo mismo en la vida trinitaria, y su alienaci6n de D_i_os, aunque grande,_no I 7.lec.5,2: «In Pacre et Filio est duplex unicas, scilicet essentiae et amoris ... ». Pero Miihlen
puede ser tan grande corno lo es la distancia entre el Padre y el H110 en su anonadam1en- seiiala que estas dos formas de unidad est.in intrinsecamente relacionadas. Podemos pen-
to ken6tico (Flp 2,7) yen el estado en que fue "abandonado" por el Padre (Mt 27,46). Se sar que la relaci6n es tan intima que llegan a identificarse.
crata aqul del aspecto econ6mico de la relaci6n encre las divinas personas, cuya distinci6n 232. Cf. el materiai recogido en L.F. l..adaria, El Dios vivo y verdndero, 374-376, y que
(en la idencidad de nacuraleza y del amor infinito) es maxima» . La Comision Teol6gica no tenemos por qué reproducir. Pero aiiado algunos datos que muestran que la idea ha
reflexiona explicitamence sobre la relaci6n entre la economia de la salvaci6n y la Trinidad estado presente en la cradici6n: asi Gregorio de Nisa, De a11imn et remrectio11e (PG 46,96):
inmanence. El "abandono" del Hijo en la pasi6n lleva a considerar la discinci6n interna en «La vida de la nacuraleza de arriba es amor, la vida divina se actua mediante el amor»; Le6n
Dios que lo hace posible (notemos el cambio de terminologi~, _"di~tancia" para la ec~no- Magno, Sermo 92,3 (PL 54,454): «sic enim caricas ex Deo est, uc Deus ipse sic caritas»;
mla salvadora, "distinci6n" en la Trinidad inmanence). Esca d1sunc16n es la que perm1te a Juan de la Cruz, Romn11ces sobre el eva11gelio <<!11 principio ernt Verb11m>>, ncercn de In san-
Dios abrazar en su seno al pecador que se ha distanciado de él; esco es posible en vinud de tlstima Trinidad (Obras, Salamanca 1992,41-42): «Tres personas y un amado/ encre todos
la obediencia de Jesus que, por amor y en obediencia al Padre se despoja de su rango y tres habfa,/ y un amor en todas ellas/ y un amante las hada:/ y el amante es el amad-o/ en
I I puede asi experimentar en la pasi6n la angustia y la osc~ridad.' e! "abandono" de Dios. . que cada cual vivia .. . Este ser es cada una.I y éste solo las unia/ en un inefable nudo/ que
I' 227. Cf. K.H. Menke, Stellvertrettmg. Sch/iisselbegriffchmtbchen Lebens tmd theo/og1s- decir no se sabfa;/ por lo cual era infinito/ el amor que las unia,/ porque un solo amor tres
che Gnmdkategorie, Einsiedeln-Freiburg 1991 , 434; ib. 450: '.'La unida~ de ~ios .es_ ab_so- tienen/ que su esencia se deda ... ».
luro darse (Padre), absoluro recibirse (Hijo), en la infinita umdad de la mfimta d1stmc16n 233. Asi se cxpresa el CEC, n. 221 : «ipsum Dei Esse est amor. Filium Suum unige-
del darse y el recibirse (Esplritu Santo)». . . nicum et Spiritum amoris in plenitudine temporum mittens, Deus suum summe incimum
228. Bernardo de Claraval, De di/igendo Deo 12,35 (PL 182,996): «Quid vero m revelac secretum. Ipse aeterne est amoris commercium: Pater, Filius et Spiritus Sanctus,
summa et beata illa Trinicate summam et ineffabilem conservat unicatem nisi caritas? Lex nosque destinavic uc huius simus participes».
128 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIÒN LAS •TRES PERSONA$, DMNAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 129

que, corno Ricardo de San Vktor seiialaba, presupone una "condignidad" donacion tota! a las otras dos; a la vez, en esta donacion no se da una mez-
entre el amante y el amado que responde a este amor. Sin alteridad no - ~ eia entre los tres, sino que solo en ella consiste la identidad irrepetible de
puede haber verdadero amor, éste no cabe en el que solo se ama a si cada una deJas personas 237• Poi:_ello la unidad de que se trata sera tanto
mismo; corno ya indicaba san Gregorio Magno: hace falta que al amor mas evidente cuamo mas clarasea la distincion de las personas, y vicever-
tienda al otro, para poder ser caridad234. Contemplado desde nuestro sa. No ha de afìrmarse ninguno de los dos extremos a costa del otro. La
punto de vista, el amor de Dios esta en el origen de su libre accion crea- unidad divina es la de la tota! comunion de las personas, que no excluye,
dora, hace surgir al otro, a la criatura, y la mantiene en su ser distinto de sino que afìrma, la existencia de tres "yo", pero al mismo tiempo elimina
Dios. Y sobre todo nos ha enviado a su Hijo y al Espfritu Santo para radicalmente la posibilidad de un "tuyo" y un "mio" (cf Jn 16,15;
hacernos hijos suyos. Por ello podemos pensar que el amor del Padre que 17, 10) 238; significa por tanto la tota! comunion el "nosotros", que si hace
se identifica con su naturaleza divina esta en el origen de la procesion del imposible un tuyo y un mio (excepto en los dialogos entre Jesus y el Padre,
Hijo y del Espfritu, les hace surgir también corno distintos de él, en la «Padre mio» o «Tu eres mi Hijo», a partir de los cuales se ha desarrollado
piena posesion de la divinidad unica. En ellos se da la "condignidad" que la doccrina de las relaciones constitutivas de las personas) es porque pre-
no podemos reivindicar para nosotros. Solo en e! Dios amor en la pleni- supone no un solo "yo", sino un "nosotros" de los tres llevado a la maxi-
tud de la vida divina puede encontrar su sentido pieno la "defìnicion" de ma plenitud. Pero a su vez este nosotros no puede consistir en la elimina-
la primera carta de Juan. Un mismo amor que es la esencia de los tres, que cion de los tres "yo", porque el mismo nosotros dejaria de ser tal. Mas
en cada uno de ellos asume caractedsticas propias y que no se pueden intensa y real sera la comunion del nosotros cuanto mas cada una de las
intercambiar. Debeq uedar claro que con sta defìnicion lie Dios corno personas se distinga de las demas.
amor no se cuestiona el hecho, constantemente afìrmado en la tradicion La maxima expresion de la unidad entre las personas se ha visto en la
y recogido en importantes documentos magisteriales, de que la esencia mutua inhabitacion o perichoresis de las mismas, de la que se habla en el
divina sea inefable e incomprensible23 5• En efecto, el amor divino excede evangelio de Juan (cf. Jn 10,28; 14,10-11.20; 17,21-23 239) y en la mas
nuestra capacidad de comprender y no lo podemos expresar con palabras. antigua tradici6n 240 • No es posible trazar una frontera entre la unidad de
Podemos pensar que la incomprensibilidad de la esencia divina algo tiene
que ver con la incomprensibilidad de la plenitud del ser en el tota! inter-
237. J. Raczinger, Der Gott Jem Christi. Betrachtungen uber den Dreieinigen Gott,
cambio de amor.
Miinchen 1976, 28 : «El Padre y el Hijo no son una sola cosa de ral manera que se disuel-
A partir de esta idea del Dios amor podemos volver sobre la que ya van el uno en el orro. Permanecen el uno freme al orro, pues el amor se funda en el "fren-
hemos indicado: no parece tener mucho sentido el intento de distinguir te a freme" que no es absorbido. Siendo asf que cada uno de los dos permanece siendo el
lo menos posible a las personas divinas las unas de las otras. El amor no mismo y no se eliminan el uno en el orro, su unidad no puede consistir en que cada uno
puede tender de ninguna manera a la uniformidad ni a eliminar o redu- exista para si, sino en la fecundidad, en la que cada uno se regala a sl mismo y es él mismo.
cir las diferencias. Es el amor el que crea en Dios la distincion y hace sur- Son una sola cosa por esca raz6n, porque su amor es fecundo, porque va mas alla de ellos.
En el rercero, en el que ellos mismos se regalan, en el don , son cada uno e1 mismo y a la
gir la criatura precisamente corno lo diferente de Dios. El Padre y el Hijo vez una sola cosa,,. El rexro se refìere espedfìcamente a la procesi6n del Espfriru Santo, pero
(y e! Espfritu Santo) no son una sola cosa de manera tal que se confundan a la vez ilustra muy bien el semido de la unidad divina. También el Espfriru entra en esca
entre si236 • El amor puede existir porque se dirige al otro, solo puede darse unidad y es el tercero en esca comuni6n corno el que es él mismo en la donaci6n del amor
en el estar «freme a freme». Cada una de las personas es siempre ella que, respondiendo al Padre y al Hijo, sella la comuni6n de los dos. Cf. mas adelante el cap.
misma, puesto que no son intercambiables entre s{, pero lo es solo en la IV.
238. «Todo lo mio es tuyo» (Le. 15,31), dice el padre del hijo pr6digo al hijo mayor.
La comuni6n divina puede ser participada, por gracia indebida, a los hombres.
239. En este ultimo pasaje se muestra con claridad la relaci6n que existe enrre el ser
234. Horn. in Evang. I 17,1 (PL 76, 1139). texto citado en la n. 82. Ya Agustin, Trin. uno del Padre y el Hijo y la mutua inhabitaci6n: «Que todos sean uno. Como tu, Padre,
VIII 10,14 (CCL 50,290): «Quid est ergo amor, nisi quaedam vira duo aliqua copulans ve! en mi yo cn ti ... Para que sean uno corno nosotros somos uno (tv); yo en ellos y tu en
copulare appetens, amamem scilicet et quod amarur». mi ..... , dc esca unidad deben ser parrfcipes rambién los hombres, corno ya indicamos
235. Cf. entre otros lugares DH 800; 804; 3001. en la nota ancerior.
236. Cf. Juan Damasceno, De fide orth. I 8 (PG 94. 829), las personas esran las unas 240. Cf. Atenagoras, Legatio pro Christianis, IO (BACI 16,660). Son imeresances desde
en las otras no para confundirse sino para contenerse las unas a las orras en la perichoresis, esce punto de vista algunas observaciones de X. Zubiri, El problema teologa/ del hombre:
sin comradicci6n y sin mezcla. Cristianismo, Madrid 1997, 140-145, sobre la mutua implicaci6n de las personas, la
130 LA TRINIDAD, MISTERJO DE COMUNION lAS ,TRES PERSONA$, DMNAS EN LA UNIOAD DE LA ~ENCIA 131

h esencia divina y la unidad de la mutua perichoresis entre las personas; es tìncion maxima tìenen todo en comun, incluso la unica conciencia. Nos
la unidad ~ intima que se pueda pensar, fundada no solo en el -esse , hemos referido ya al consenso en este punto de la teologia catolica ·de los
el ser en fllacion al otro o con el otro, sino en la intimidad rodav1a mas ultimos tiempos. Estas nuevas formulaciones responden a problemas que
grande del esse in, del ser en el orro; el amante en el amado y viceversa. no se plantearon en estos mismos términos en tiempos pasados. Pero
Sin pensar, por supuesro, que esta inhabiracion sea meramente estatica, pienso que se colocan en continuidad con las afìrmaciones clasicas, reco-
sino con roda la dinamicidad del movimiento que implica la perichoresis gidas en numerosos documentos magisteriales, que insisten en que las rres
griega. Podriamos decir que e! ser en relaci6n al otro lleva por su misma personas divìnas tienen en comun rodo lo que se dice de Dios en si
dinamica interna· al ser en el otro, entrar en el otro, suprema aspiracion mismo. Podemos citar algunos de estos textos. El llamado Tomus Damasi,
del amor que quiere unir lo diverso sin anulari<?,: La maxima manifesta- del afio 382 presenta un notable elenco de lo que el Padre, el Hijo y el
ci6n y realizaci6n de la unidad del Padre y el Hijo es el Espiritu de los dos, Espirìtu Santo tienen en comun: «una sola divinidad, potestad, majestad
que a la vez es e! fruto de esta unidad misma. Unidad y fruro de la misma y potencia, una sola gloria y( dominacion, un solo reino y una sola
porque solo en esce fruro, precisamente en e! Espiritu de los dos, se da la volumad y verdad» (DH 172); mas sobrio el segundo concil~o de
unidad en la que nb hay ni tuyo ni mio. El Espfritu es a su vez un "yo", Constantinopla (afio 553): «... una sola naturaleza o sustancia, una sola
/ una persona, que comparte en plenitud todo lo que es del Padre y del
vìrtud y potestad ... , una sola divinidad en tres hipostasis o personas» (DH
Hijo. Notemos que el Espirìtu viene del Padre y del Hijo, y no solo de lo 421); la Fides Pelagii papae, del afio 557, afiade una curiosa menci6n a la
que tienen en comun (unidad de la esencia), sino también del amor de l.os unica felicidad de las tres personas: « .. . tres subsistencias de una sola esen-
dos (que parte siempre del amor fontal del Padre) que presupone la d1s- cia o naturaleza, de una sola fuerza, de un solo obrar, de una sola beati-
tincion entre uno y otro. En e! cap. IV habra ocasìon de volver mas des- tud y de una sola potencia» (DH 441); en la confesi6n de Miguel
pacio sobre este particul;1r. Paleologo en el segundo concilio de Li6n, del aiio 1274, se habla de la
Trinidad consustancial «... de una sola voluntad, poder y majestad ... » (DH
D. La unidad de la esencia divina 851). Todas estas propiedades divinas son posèidas en plenirud por los
Debemos hablar por tanto en Dios de tres "personas", tres "sujetos" tres, por cada uno segun su propiedad persona! que no se puede confun-
distintos, en el sentido de que los tres se autoposeen 24 1 , pero que en su dis- dir ni Ìntercambiar.
Por ocra parte se ha de afìrmar que cada una de las personas es el unico
Dios verdadero, pieno y perfecto (DH 851). Cada persona es Dios ente-
compenetraci6n entre las mismas, y la vida persona! de Dios; asl en ib. 141: «La respecti- ramente, y éste no es la suma de los tres. Ni hay menos plenitud de la divi-
vidad trinitaria no es cuesri6n de ilEPLXWPEOLç de naruraleza, sino de implicacion de sui- nidad en uno solo ni mayor en los tres 242 • La santa Trinidad es una sola
dad, esco es, de los caracreres personales de la persona en cuanto tal ... Innegablemente, hay
cosa que no se multiplica ni aumenta con el numero 243 • Esto quiere decir
una circulacion de naruraleza, pero es corno comernencitz de esca unidad estrucrural de las
personas»; ib. 144: «si entendemos la vida desde un punto de vista persona!, entonces la que el ser de las tres personas en la relaci6n yen la inhabiraci6n mutua no
vida persona! no esca compuesra unicamente de una persona. Al revés, la plenirud de la puede de ningun modo significar que haya en ellas ninguna carencia ni
vida persona! de Dios esca compuesta por varias personas. Y enrre las varias personas, per- ninguna limìtaci6n. La comuni6n de las personas, por mas que pertenez-
sonalmente distintas, constiruyen una sola vida persona! que no es numéricamente una,
pero sl tiene una unidad intrlnseca de respecrividad ... Hay en Dios una unidad que nò es
numérica ... sino de personas que en su disrinci6n constiruyen una sola vida trinitaria, que
es real y efectivamente la vida de Dios»; «En Dios hay una vida, una unidad puramente res- 242. Asl la Fides Pelagii Papae, a la que nos acabamos de referir (DH 441): «... et
pecriva y no numérica, corno la puede haber entre .varias personas que en su dis~inci6n de omnes rres simul unus verus perfecrus sir Deus, viddicet ex plenitudine divinitatis nihil
personas, sin embargo, viven una vida personalmente una. Reciprocamente, la v1da perso- minus in singulis, nihil amplius intelligarur in tribus».
na! divina en la Trinidad misma emi esencialmente vivida en tres personas distintas. En 243. Papa Hormisdas, Inter eas q11ae al emperador Justino, afio 521 (DH 367):
Dios hay una vida trinitaria "una" que tiene una estructura en cier,to modo unitaria con «Unum est sancta Trinitas, non multiplicarur numero, non crescit aumento»; Concilio XI
unidad de respectividad». de Toledo del 675 (DH 529): «Sigulariter ergo, et unaquaeque persona plenus Deus et
241. ~ejor hablar de tres que comparten una misma auroposesi6n que tres autopose- totae t~es personae unus Deus confiterur et credirur: una illis vd indivisa acque aequalis
siones, predsamente para dar mayor rdevancia tanto a la distinci6n corno a la unidad, a la Deitas, maiestas sive potestas, nec minoratur in singulis, nec augerur in tribus; quia nec
vez. Cf. A. Gonzalez, Tt:ouigla de la praxis evangélica. Ensayo de una teologia fimdamental. minus aliquid habet, cum unaquaeque persona Deus singulariter dicirur, nec amplius, cum
Santander 1999, 401. totae tres personae unus Deus enuntiarur».
132 LA TRINIDAD. MISTERJO DE COMUNION LAS •TRES PERSONAS• DIVINAS EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 133

ca a su nacuraleza, no es una necesidad que venga de la imperfecci6n, sino prensi6n de cuanto hasca aqui hemos dicho no podemos por canto pres 7
del desbordamiento de la plei:iicud misma. No puede ser de ocra manera cindir de la teologfà del Padre. A ella dedicamos nuestra atenci6n en el
si la esencia de Dios se identifica con el ser en plenicud en el amor y con capiculo siguiente.
e! eterno intercambio del mismo. Si falcara a las personas algo para la per-
fecci6n; ésta seria e! resulcado de la unidad de las tres, y seria por tanto
algo "posterior" a la trinidad de las personas. S6lo la suma de escas ulci- APÉNDICE: LA "coMUNICACI6N" EN D1Os EN ALGUNOS AUTORE$ MfSTICOS
mas conscicuiria la divinidad piena. Pero a las personas divinas no !es falca Y ESPIRITUALES ESPANOLES DEL S. XVI
nada, porque son Dios enteramente, y ni siquiera le falca a cada una de
ellas tener la propiedad personal de las ocras dos, porque el no tenerla no Nunca seri superfluo para la teologia prestar acenci6n a los santos y a
es una carencia; nada se afiadiria a cada un-,i de ellas ni a la perfecci6n de los autores espiricuales. Aunque seamos bien conscientes de la diferencia
la divinidad que poseen si por un imposible se les diera esca comunicaci6n de los géneros literarios, la voz de quienes han cenido una profonda expe-
de las propiedades de las otras personas 244 • Segun e! concilio XI de Toledo, riencia de Dios es una foente para enriquecer la reflexi6n creyen're sobre
Dios no se aparta del numero, aunque tampoco puede ser contenido por el miscerio. No ha creado ningun problema para algunos grandes aucores
él 245• E,xiste s6lo en la comuni6n inefable de las tres personas, y las tres jun- espirituales del s. XVI hablar de la profonda comunicaci6n e intercambio
tas no son "mis" que cada una de ellas. Es Trinidad, y no triple 246 • entre las per~onas divinas . Se presupone el "nosotros" en Dios. Ofrezco
Tenemos que seguir hablando de las cres pefsonas, aunque insistamos en unos pocos ejemplos.
la "originalidad" de cada una de ellas y en la difìculcad de usar un con- Cito ante todo una bella pagina de santa Teresa de Jesus sobre el inter-
cepto comun./ Pero, aunque sea «para no callar», corno <leda san Agusdn, cambio de amor y la comunicaci6n de las tres personas divinas:
no podemos dejar de pensar que hay algo, por minimo que sea, que no
Lo que a mf se me represenc6 son cres Personas descincas que cada una
nos permite que nos apartemos del numero; pero a la vez ha de quedar puede mirar y hablar por sL Y después he pensado que s6lo el Hijo tom6
claro que Dios no se deja comprender en e! numero y que la originalidad carne humana, por donde se ve esca verdad. Escas personas se aman y comu-
del Padre, e! Hijo y e! Espiritu Santo no puede ser dejada de lado cuando nican y se con0cen. Pues si cada una es por si, ic6mo decimos que codas tres
decimos «tres personas». son una esencia, y lo creemos y es muy gran verdad, que por ella morirfa yo
La unidad divina en la comuni6n de las personas no es un dato "pos- mii muerres? En todas tres personas no hay mas que un querer y un poder y
terior" a la discinci6n de escas ulcimas porque tiene en e! Padre su rafz y un sefiodo, de manera que ninguna cosa puede una sin ocra, sino que de
su fondamento. El miscerio de Dios y e! miscerio del Padre vienen a coin- cuantas criaturas hay es un solo Criador... 247 •
cidir, nos deda von Balchasar. Precisamente porque e! Padre no es mis que No deja de tener su interés la idea de santa Teresa segun la cual cada
Padre, la naturaleza divina que tiene en él su unica foente y origen, lleva persona puede mirar y hablar por si, y ademas se aman, se comunican y
en sf la dimensi6n de la comuni6n, del "nosotros" . Para la recca com- se conocen. Escamos de algun modo ance una anticipaci6n de los proble-
mas de la teologia moderna. El intercambio de amor encre las tres perso-
nas divinas es algo que viene espontaneamente a la mente de la santa. Que
244 . Gregorio Nacianceno, Or. 31,9 (SCh 250,290-292) : «(Qué le falra al Espfricu ... cada una tiene un modo de actuar que le es propio (puede mirar y hablar
para ser Hijo? ... Por ocra parre tampoco al Hijo le falra nada para ser el Padre, porqul! la
por si) se confìrma en el hecho de que s6lo el Hijo se encarn6. La distin-
condici6n de Hijo no significa una carencia,. y no por esca raz6n es el Padre ... Estas pala-
bras no signifìcan una carencia ni una disminuci6n segun la esencia, mienrras que el no ci6n de la personas es tan importante corno la unidad de la esencia a la
haber sido engendrado, el haber sido engendrado y el proceder indican lo primero el Padre, que se alude inmediatamente después. En los tres no hay mas que «un
lo segundo el Hijo, lo tercero aquel que se llama precisamente el Espfricu Santo, de mane- poder, un querer y un sefiorio», expresiones que parecen inspiradas en los
ra que se conserve sin confusi6n la discinci6n de las tres hip6stasis en una unica nacurale- textos magisteriales que hemos citado. Esca unidad de esencia de poder y
z.a yen la unica dignidad de la divinidad. El Hijo no es el Padre, pues el Padre es uno solo,
de voluntad no es por tanto incompatible con la comunicaci6n y el inter-
pero es la misma cosa que el Padre; ni el Espfricu es el Hijo por el hecho de provenir de
Dios, porque uno solo es el Unigénico, pero es la misma cosa que el Hijo. Los tres son un cambio de amor encre ellas.
solo ser en cuanro a la divinidad, y el unico ser son cres en cuanro a las propiedades».
245. Cf. DH 530.
246. Cf. ib. DH 528 . 247. Relaciones 33,3, (Obras completflJ, Burgos 1984, 1461).
134 L,:\ TRJNIDAD. MlSTERJO DE COMU NION LAS •TRES PERSONA$, DIVINA$ EN LA UNIDAD DE LA ESENCIA 135

San Juan de la Cruz, en sus Romances, finge dialogos llenos de sabor La bondad suma no puede existir mas que en la comunicaci6n suma.
entre el Padre y el Hijo en la preparaci6n de la encarnaci6n de este ulti- Ésta puede existir porque en Dios hay que excluir tanto la esterilidad
mo248. San lgnacio, en los Ejercicios Espiricuales, nos invita a contemplar corno la avaricia, es decir, el no poder o el no querer darse completamen-
lo que hacen y dicen las cres divinas personas en su decisi6n de salvar el te251. Pero Dios Padre quiere y puede comunicar enteramence la esencia
mundo. Se presupone también un dialogo eterno entre ellas 249. Muy inte- divina al Hijo y al Espfritu, y asf Dios no es solitario. Parece presuponer-
resante es también un pasaje de san Juan de Avila, donde también la se, po r tanto, la comunicaci6n incerpersonal en la inefable unidad de la
noci6n de comunicaci6n juega un gran papel, en relaci6n con la fecundi- esencia divina.
dad y la generosidad divinas ya que Dios no es avariento; se podrfa encon-
trar una semejanza con el motivo patrfsrico de la falta de envidia en Dios:
Y pues es mejor que en Dios haya comunicaci6n suma, pues a la suma
bondad conviene suma comunicaci6n; y, si ésta ha de haber, ha de ser comu-
nicando su misma y tocai esencia, y asl habr:i en Dios suma fecundidad, corno
a Dios conviene, y no esterilidad, que es cosa muy ajena de él, segun dice por
Isalas: Yo, qtte doy fùerza a los otros para engendrar, (por ventura qttedaréme esté-
ril? (Is 66,9).
Y aunque, con criar :ingeles y hombres y el universo, se comunica Dios,
haciendo mercedes, m:is ni ésta es fecundidad ni comunicaci6n de bien infi-
nito, porque no !es da él su esencia, sino dales e! ser y vircud que ellos tienen,
ni dejara Dios de ser Dios solitario, por muchas criaturas que le acompafia-
ran, pues de ellas a él hay distancia infinita; asf corno tampoco dejara de ser
Adan solitario, por muchas bestias y otras criaturas que en e! mundo habfa,
aunque las tuviera muy cercanas a sf (cf. Gn 2,18-20). Y porque e! hombre
no escuviese solo, le dio Dios compafiera que cuviese semejanza e igualdad
con él. Y asi no es Dios solitario, pues en la unidad de la esencia hay cres per-
sonas divinas; ni es escéril ni avariento, pues hay comunicaci6n de deidad infi-
nita250.

248. Cf. Romanw 2-4; 7 (Obms compfetas, Salamanca 1992, 42-45; 47-48); reprodu-
cimos algunos versos de esce ultimo: «En los amores perfeccos/ esca ley se requerla:/ que se
haga semejance/ el amante a quien querla:/ que la mayor semejanza/ mas deleice concenla;/
al cual,sin duda, en tu esposa/ grandemente creceria/ si ce viera semejance/ en la carne que
tenia/ Mi voluncad es la tuya/-el Hijo le respondia-/ y la gloria que yo tengo/ es tu volun-
tad ser mfa ... ». Cf. Heb 10,5-10, donde parece presuponerse esce dialogo eterno del que
nace la encarnaci6n.
249. EE, nn.102: « ... corno las personas divinas miraban coda la planicie o redondez
de todo el mundo ... »;107: « . .. lo que dicen las personas divinas, es a saber: "Hagamos
redenci6n del género humano" ...». Claramence se presupone un ','nosotros" divino, no un
solo yo. Cf. también ib. 108. La mediaci6n del Hijo ante el Padre ocupa un lugar cenerai
tanto en los EE (cf. nn. 63; 148; 156; 168) corno en el Diario Espiritual (cf. nn. 8; 15; 23;
24; 27; 63, con referencia a la unidad de la inhabitaci6n mutua; 77, ecc.).
250. Audi filia (II) , 39,3 (Bac maior 64, 619-620) . Sobre la fecundidad divina, santo
Tomas STh I 27,5 ,ad 3: « .•• est in eo solum unum verbum perfectum, et unus amor per-
fectus. Et in hoc eius perfecta fecunditas manifestatur»; el influjo de santo Tomas parece
también manifìesto en las consideraciones sobre la soledad de Dios y la de Adan; cf. STh I
31.3, que hemos citado cn la n. ·101; sobre cl Dios no solitario, cf. n. 100. · 251 . Volvcremos sobre esce tema en el cap. siguience.
Capftulo 3
Dios Padre. Algunos aspectos
de la teologia sistematica reciente

El escudio acerca de Dios Padre nos coloca en el coraz6n mismo de la


noci6n cristiana del Dios uno y trino'. Es inevitable que codas las cues-
ciones que plantean la unidad y la trinidad divinas se reflejen a la hora de
tratar de la primera persona de la Trinidad, que, segun la tradici6n de la
Iglesia, es la fuente, e! principio, la rafz y la causa de la divinidad toda2 • ..La
originalidad de la noci6n cristiana acerca de Dios estriba precisamente en
que, por ser Padre, no es un Dios "solitario", sino que desde roda la eter-
nidad tiene consigo al Hijo igual a él y al Espfricu Santo. La teologfa, ya
desde los primeros tiempos, ha ido profundizando progresivamente en la
idea de que Dios no esca solo3• Los temas tratados al fìnal del capftulo

1. Esce capftulo conscicuye una reelaboraci6n del are/culo que con el mismo tltulo fue
publicado en Escudios Trinitarios 32 (2000) 263-295, y también en el volumen, M.W.,
Dios Padre envio al m11ndo a SII Hijo, Salamanca 2000, 163-195.
2. Cf. encre oti'os textos, Tertuliano, Adv. Pmx. 8.5-7 (Scarpat, 160); Gregorio
Nacianceno Or.2,38 (SCh 247,140); 30,7 (SCh 250,240); Aguscin, Trin IV 20,29 (CCL
50,200): «totius diviniracis ve! si melius dicicur deiraris principium pater est». Diferences
documencos magisteriales han subrayado esca verdad; asf los sfmbolos de los concilios de
ToledoVI. XI y XVI; DH 490 «Parrem ingenicum, increacum, foncem er originem torius
diviniraris» ; cf. 525; 568. Cf. F. A. Pastor, «Principùim totim deitatis». Misterio inefabk y
lenguaje eclesial: Gregorianum 79 (1998) 247-294. Sobre la parernidad de Dios en la cra-
dici6n, cf. E. Romero Pose, Ap11ntes sobre Dios Padre en la teowgla primitiva, en M.W.
Dios Padre envio al m1111do a SII Hijo, Salamanca 2000, 73-109; L.F. Ladaria, La fede in
Dio Padre nella tradizione cattolica: Lateranum 66 (2000) 109-128.
3. Tertuliano, Adv. Prnx. 5,2 (152): «Ante omnia enim Deus erat solus, ipse sibi et
mundus et locus et omnia. Solus autem quia nihil aliud exrrinsecus praecer illum.
Cecerum ne cune quidem solus; habebar enim secum quam habebat in semetipso ratio-
nem, suam sicilicet». Hilario de Poitiers, Trin. I 38 (CCL 62,37): «... ita Deum et te cele-
brare, ne solum, et eum praedicare, ne falsum»; VII 3 (262): «Non enim unum Deum pie
possumus praedicare, si solum, quia non erit Deus fìlius in solitarii fide ... Et eiusdem peri-
culi res est unum Deum negare, cuius est solirarium confiteri»; VIII 36 (349): «... unum
utrumque significar, non ad solicudinem singularis, sed ad spiricus unirarèm». Cf. Tomas
de Aquino, STh I 31.4 , ad 3. Texto cit. en la n. I OI del cap. 2.
138 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 139

anterior encuentran aquf no solo su continuacion, sino rambién su fon- asunco de la discribucion siscematica6 y limitar la exposicion al problema
damento. En ,las antiguas alusiones al Dios no solitario se encuentra ya un de fondo.
cierto esbozo, por supuesto bien lejano, de los problemas que en los ulti- Como es bien sabido, la discusion de los ultimos ciempos arranca del
mos tiempos se han presentado. conocido arciculo del Karl Rahner, «Theos en el Nuevo Testamento»,
Si Dios no es solitario y el Hijo es Dios corno él se plantea el proble- donde se constata el dato comunmence acepcado de que en la mayoria de
ma de la unicidad divina. (No significa esco hablar de "otro Dios? La cues- los casos en que el Nuevo Testamento habla de Dios no se refiere a las cres
tion se propuso ya en los primeros tiempos cristianos◄ • El problema de la personas en su comun esencia y divinidad, sino a la persona del Padre7 •
unidad y la crinidad divinas, que cienen en el Padre su ultimo fondamen- Con él se identifica el Dios del Anciguo Testamento, que en el Nuevo se
to, va a significar siempre un desaffo para el pensamiento teologico. No es da a conocer de modo incomparablemente mas profondo corno el Padre
solamente un interés especulacivo el que lleva al escudio del misterio de la de Jesus. A Dios corresponde de manera mur especial y propia el nom-
Trinidad. Santo Tomas juscifica la necesidad de la disciplina teologica por bre de Padre (cf. Mc 23,9; Ef 3, 14s). El mismo uso lingiifsfico del Nuevo
el hecho de que Dios, cuya comprension excede la razon humana, es el Testamento se observa en los primeros siglos de la Iglesia, y no solo en
ultimo fin del hombre. Solo con el conocimiento de Dios puede ordenar Oriente, sino también en Occidente 8• Ha sido y continua siendo el uso
a él sus intenciones y accionesS. La reflexion sobre la persona del Padre, en secular de la liturgia, yen concreto de la liturgia romana, que dirige nor-
cuanto principio y foente de la divinidad, es esencial para la teologia cris- malmente a la primera persona la oracion oficial de la Iglesia9• "Dios", en
tiana. Me propongo en esce capfculo repasar algunos de los problemas sis- esce sentido, es ance codo el Padre. El dato es suscancialmence indiscuti-
cemacicos que en escos ultimos aiios se han debatido y se debaten hoy ble. Pero en el arciculo que acabamos de citar, Karl Rahner hace algunas
todavia en el ambito de la teologia, sobre cado cacolica. Es evidente que consideraciones, sirviéndose de los esquemas de Th. de Régnon 10 , que van
no podemos cracar codos los problemas que se plantean ni tampoco tener mas alla de la simple constacacion de un uso lingiifscico y apuntan ya
en cuenta el pensamiento de codos los aucores de nota que los han abor- hacia conclusiones siscemacicas:
dado. Me referiré solo a tres puncos: la cuescion de quién es el Dios uno, La concepci6n latina parte de la unidad de la esencia divina... corno
la discusion reciente acerca de la importancia de las procesiones divinas y t
supuesto de roda la doctrina trinitaria. La concepci6n llamada griega, al con-
por canto de la condicion de origen de la divinidad que corresponde al trario, se fija primero en las tres personas - que poseen la misma esencia divi-
Padre y, por ultimo, haré una breve alusion a la ceorfa de la "kénosis ori- na-, o mejor dicho, en el Padre, que hace proceder de sf al Hijo y, mediante
ginaria" del Padre en la generacion eterna del Hijo y la procesion del el Hijo, al Espfriru. La unidad y la mismidad de la esencia divina son con-
Espfricu Santo. ceprualmenre la consecuencia de que el Padre comunique roda su esencia.

1. iES EL PADRE EL DIOS UNO? (

. 6. Véase ya el tratamienro de la cuesti6n por K. Rahner, El Dios trino como princi-


El problema es complejo y ciercamente tiene que ver con la division pio y fimdamento trflJcendente de la historia de la salvncion, en MySal II/1, 360-449, esp.
tradicional de materias de los cracados «de Deo uno» y «de Deo trino» 365-370; me permico remitir a L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la
accualmente en revision. Pero procuraré no entrar direccamente en el Trinidad, Salam;mca 1998, 17-21; 365-370; se puede ver también L.F. Mateo-Seco, Dios
Uno y Trino, Pamplona 1998.
7. K. Rahner, Theos en e/ N11evo Testamento, en Escritos de Teologia I, Madrid 1963,
93-167; algunas matizaciones a las conclusiones de K. Rahner, en J. Galot, Le mystère de
la pmonne d11 Père: Gregorianum 77 (1996) 5-31 .
. ~- A Dios corresponde de manera especial el nombre de Padre: Terculiano, De pae-
4. Asi p. ej. en san Justino Dia/ Tryph. 50,1 (Marcovich, 152); 55,l (161). A la expre- mtentla, 8 (<?CL 1,335): «Quis ille nobis inrellegendus pater? Deus scilicet: tam pater
si6n en boca de Trif6n, que la Escritura no conoce «otro Dios», Justino responde que la nemo, tam pms nemo»; en el conrexto se refìere a la parabola del hijo pr6digo.
Escricura llarna Dios a otro ademas dd creador dd universo; cf. ib. 56,4 (161-162). Cf. Ph. 9. Cf. B. Neunhauser, "C11m altari ndsistitur semper ad Pntrem dirigat11r oratio''. Der
Henne, Po11r ]11stin, jéms est-il 11n a11tre Dieu: Revue des Sciences Philosophiques et Kanon 21 des Konzils van Hippo 393: Augustinianum 25 (1985) 105-119.
Théologiques 81 (1997) 57-68. I O. Cf. Th. de Régnon, Emdes de théologie positive mr la Sninte Trinité", 4 vols., Paris
5. Cf. STh I 1,1. 1892-1898.
140 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNiéN DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 141
Segun esca concepci6n griega de la Trinidad, el Padre es considerado corno el de W Kasper' 6 es uno de los que con mas decision han sacado esta con-
Dios Kat' Èçox~v". w u..\~ ~ r,..__ · secuencia sistematic.a, que ciertamente va mas alla de las afìrmaciones de
~

No s6lo eso. Sino que el Dios que podemos conocer por la raz6n natu- K. Rahner. Kasper trata de la esencia de Dios en el capfculo dedicado a
ral es el Padre: «es necesario que "esce Dios" en el que hemos de pensar Dios Padre, aunque para ser precisos hay que reconocer que al final de la
que subsiste necesariamente la esencia divina sea el Padre, aunque noso- obra se encuentra un tratamiento sistematico de lai unidad y la trinidad
tros no lo conozcamos corno tal» 12 • El Padre es por tanto la subsistencia divinas' 7• No podemos ahora detenernos en los contenidos concretos que
absoluta a la que podemos llegar por 1~ razon. _ se desarrollan, que cierramente no coinciden con los clasicos del «de Deo
uno», escudiados en otras partes de la obra 18 • Pero es interesante la union
La teologfa nacuarl no concede s6lo una divinidad, sino juscamence un
Dios' 3 : la esencia divina tiene que subsiscir de manera necesaria en una entre la teologia del Padre y la cuestion por la esencia de Dios (que tam-
ausencia de origen absoluca en todo aspecco•◄• Ahora bien, el ser asi cono- bién tratara en otros momentos con desarrollos muy interesantes sobre el
cido es el Padre y s6lo el Padre. La necesidad de una cotal ausencia de Dios amor 19). Justifica su opcion de manera muy semejante a la de Karl
origen en Dios, bajo cualquier aspecco imaginable y posible, puede ser Rahner: «La cuesrion filosofica acerca del fondamento ultimo (&:px~) de
afìrmada por la èeolog!a natural, si bien de manera completamente roda realidad y el mensaje bfblico acerca de Dios Padre, es decir, del ori-
formai. Pero la teologfa natural desconoce en absoluto que esce origen gen persona! y de la foente de la realidad de la creacion y de la redencion,
concreto de coda realidad, carente totalmente de origen, es también se encuentran, a. pesar de todas las diferencias, en una fntima correspon-
origen, por comunicaci6n, de la esencia divina, y no s6lo por creaci6n de dencia»20.
la nada. Ignora, pues, que existe un "otro" que también posee la esencia No faltan buenas razones para esca aproximacion al problema, y los
divina. Y por tanto que tal ser, absolutamente sin origen, no posee la esencia
autores citados las han puesto de relieve. Pero no han faltado tampoco las
divina y su propia ausencia absoluta de origen mas que dentro de ... una
relaci6n a su Hijo. Ignora, en c~nsecuencia, que no cado· lo que procede crfricas, centradas en gran medida en el paso del Dios cognoscible filoso-
de Dios pertenece a la realidad finita de lo creado. Pero esco no modifica ficamente, principi.P .de rodo, al Padre origen de la Trinidad, que implica
en nada el hecho de que cuando la teologia natural conoce e! principio la relaci6n a las otras personas y por tanto no puede ser en todos los sen-
primero bajo cualquier aspecto de coda la realidad -no solo contin- tidos "absoluto" 21 • Sin negar los presupuestos del vocabulario del Nuevo
gente-, conoce al Padre ... La necesidad formal ontol6gica de una ausencia Testamento en que se fonda esca opci6n sistematica, se le pueden oponer,
de apxfi que sea absolutamente cxvapx<Sç, se refiere a priori y de manera y se le han opuesto de hecho, otras consideraciones. Si es claro que el Dios
formal a una carencia de origen en contraposici6n no s6lo a un origc.:11 del Antigua Testamento se identifica personalmente con el Padre de Jesus,
por creaci6n, sino a cualquier origen posible, real o hipocécico' 5• no es igualmente evidente que en la revelaci6n "natural" o en la del
Esta idea ha sido seguida y desarrollada por no pocos autores. Muchos Antiguo Testamento solo el Padre (aunque nuoca corno tal) sea conocido.
dan por supuesto que la doctrina del Dios uno es la doctrina acerca del El Padre es el unico principio de la divinidad, pero lo es solo en cuanr
Padre, aunque por evidentes razones, no puede aparecer en ella rodavfa relacionado con el Hijo y e! Espfritu Santo, y solo con ellos yen relacion
corno tal. Ei-me los manuales mas influyentes en los ultimos riempos el a ellos es e! principio de todas las cosas. ,No es demasiado precipitado el
paso de la ausencia de origen y del principio absoluto a la paternidad 22 ?
11. K. Rahner, Theos m el Nuevo Tesrammto, 165. Rahner usa la terminologia de de
Régnon, siendo conscienre de su inadecuaci6n; cf. ib. En realidad los rexros de la cradici6n
latina que hemos cicado en las noras precedences muescran que el Padre es considerado 16. W. Kasper, Der Gott ]tsu Christi, MainùJ8~
también en Occidente el principio de la Trinidad. 17. CT.ìb., 187-198; 354-383.
12. Rahner, TheoJ, 152. 18. Cf. ib., 92-150; 291-297.
13. K. Rahner seriala en ocro lugar que se ha opinado que bascarfa escribir un tratado 19. Cf. ib. , 371-377.
De divi11itate 1111a, «muy fìlos6fìco y abscracto y muy poco hisc6rico-salvifìco y concreto». 20. Ib. 187.
El Dios trino como principio..., 367. Se ha de cratar por ranto del Dios uno, no simplemente 21 . Cf. sobre esca discusi6n D. Kowalczyk, La pmonalità in Dio. Dal metodo trascen-
de la «divinidad una». dentale di Karl Rnhner verso 1111 orientamento dialogico in Heinrich Ott, Roma 1999, 199-
14. A la luz de la doccrina trinitaria el Padre, que no tiene origen, no puede ser pensado 206. .
mas que en relaci6n al Hijo y al Esplricu. La ausencia de origen absoluca de que aquf 22. En los tiempos de la controversia arriana Eunomio negaba la verdadera paterni-
habla K. Rahner no significa por tanto que se considere al Padre una «persona absoluta». dad divina en nombre precisamente de la "innascibilidad". Cf. Eunomio, Apologia7-9; 14-
15. K. Rahner, Theos, 151. 15 (SCh 305, 244-250; 260-264).
142 LA TRJNIDAD, MISTERJO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 143

Hemos sefialado el problema que se plantea en relacion con uno de los En una lfnea muy semejante se habia expresado ya, antes que H.U.
textos citados de K. Rahner23. El no tener origen de suyo no constituye la von Balthasar, R. Schulte, en el arcfculo dedicado a la preparacion de la
persona; el principio sin principio no se podrfa por tanto identificar con revelacion trinitaria en el Antigua Testamento en el volumen segundo de
tanta facilidad con el Padre, que, corno el mismo Rahner indica, posee su Mysterium Salutis. Schu!te da por supuesto que no hay una revelacion de
esencia y su ser absolutamente no derivado de otro solo en relacion al Hijo la esencia divina previa a la de la Trinidad; en este punto el acuerdo pare-
(y al Espfritu Santo). Los problemas del principio y los de la parernidad ce total y no son precisas ulteriores explicaciones. Tampoco se deberfan
esran relacionados, cierramente, pero habrfan de ser también distingui- considerar solo corno preparacion a la revelacion trinitaria aquellos aspec-
dos24. Es la linea que ha tratado de seguir H.U. von Balthasar. Segun él se tos que guardan alguna relacion con el numero de las personas divinas:
debe mantener una mayor correlacion en la revelacion de las tres perso-
Mas bien podda decirse que corren paralelas la revelaci6n de la plenitud
nas; existe ya una cierra revelacion de la Trinidad implicita en la revela- de la esencia «cornun» divina y la revelaci6n de Dios corno Padre, corno Hijo
cion de la persona del Padre: (Palabra) y corno Espiritu Santo. O rnejor dicho, arnbas revelaciones forman
La idea de una revelaci6n sucesiva de las tres personas divinas es àbsurda, una unidad, crecen a la vez y en una misma comprensi6n, puesto que cons-
puesto que las mismas son esencialmente inmanentes las unas a las otras; en tituyen la 1,nica manifestaci6n - que crece a lo largo de la historia hasta su ple-
la relaci6n precristiana con Dios, s6lo el Dios vivo (trinitario) puede haber nicud - de Dios uno Padre, Hijo y Esplritu Santo ... Por tanto, dado que Dios
sido revelado, aunque no formalmente en su Trinidad, coµio los Padres de la es uno y unico, y dado, por consiguiente, que la manifestaci6n progresiva de
lglesia (al menos desde Ireneo en adelante) 21 lo confirman; el hecho de que en este Dios uno y unico es cambién una y unica en la unica historia de salva-
el momento de la encarnaci6n del Hijo en el Nuevo Testamento sea en pri- ci6n de la antigua y nueva alianza, todo «progreso» del conocirniento sobre 1
mer lugar el Padre quien envia desde el cielo, el que es invocado corno «Dios» Dios «en si» («esencia») es también progreso en el conocimiento de la fe sobre
no quiere decir nada en contra, pues naturalmente el Hijo y el Espiricu remi- el misterio «especial» de este Dios que se rnanifiesra, definitivamente, corno i•
cen siernpre al Padre, el Dios de la Antigua Alianza, desde ahora interpreta- tripersonal. Y a la inversa, en rodo conocimiento de una «diferenciaci6n per-
do de una rnanera cotalrnence nueva aunque siernpre idéncica, el Dios que ha sona!» en Dios se amplia cambién, al mismo riempo, el conocimiento de la
enviado desde siernpre a su Verbo y a su Espiricu, y que sin ellos no hubiera esencia divina27 •
podido establecer ninguna alianza con los hornbres. Pero el Verbo no habia Podrfamos afiadir incluso que si el conocimiento de Dios por la razon
dado todavia el paso definitivo hasta la esfera de los hornbres, con lo que no
natural se da a partir de las cosas creadas (cf. DH 3004), tampoco en esce
era posible conocerle corno persona divina; y ésce era el caso del Espfritu que,
caso sera legirimo (ciercamente a posteriori) prescindir completamente de
aun reposando en los hombres, todavia no habia penecrado definitivamente
en su coraz6n 26 • las relaciones trinitarias y considerar s6lo al Padre corno principio de la
creacion. Se ha insistido mucho en los ultimos riempos en la creacion
corno obra de la Trinidad y no solamente del Dios uno 28 . En realidad tam-
poco K. Rahner se muestra insensible a escos problemas, de alguna mane-
23. Cf. la n. 14. ra incluso los afronta de modo mas radical, cuando caloca la creacion no
24. Debemos seiialar que K. Rahner reacciona contra la rendencia a rechazar roda
solo en dependencia de la Trinidad, sino incluso de la posibilidad de la
idea de la preparaci6n de la revelaci6n trinitaria en el Antigua Testamento; cf. El Dios trino
como principio y fimdnmento, 369. Mas directamente afìrma esta preparaci6n W. Kasper, encarnacion del Verbo. Podrfa haber creacion sin encarnacion, pero no sin
Der Gott Jem Christi, 295-297. Estos autores no son por tanto ajenos a la preocupaci6n su posibilidad, porque lo menar puede existir sin lo mayor, pero no sin su
por relacionar la revelaci6n del Dios uno y trino. posibilidad. Y viceversa, es la posibilidad de lo mas grande la que fonda la
25. Von Balrhasar podria haber mencionado en esce conrexto ya a Jusrino. ÉI es en
efecto el primero que, antes de Ireneo, seiiala que las reofanias del Anriguo Testamento
son, en cuanto preparaci6n de la encarnaci6n, manifesraciones del Hijo; cf. Apologia I, 63
(Warrelle, 184-188); Dia/. Tryph. 56-62 (Marcovich, 161-178). Cf. cap. 1 n. 21.
26. Teodmmdticn 3. Lfl.f pmonfl.f del dmmn: e/ hombre en Cristo, Madrid 1993, 470. 27. R. Schulre, La prepnmcion de In reve/ncion tri11itt1rin, en MySal Il/2, 77-116, 87.
Cf. también W. Pannenberg, Teologia Sistemdticn I, Madrid 1992, 353s, donde seiiala que 28. Ya Tomas de Aquino vio la relaci6n: STh I 45,6: «Et secundum hoc processiones
del hecho de que la palabra Dios en el Nuevo Testamento designe al Padre no se sigue que personarum sunt rariones productionis crearurarum, inquantum includunt essentialia
la docrrina de la unidad de la esencia divina en la crinidad de personas tenga que ser la arrribura, quae sunt scientia er voluntas ... Sobre algunos desarrollos en la reologia de-·los
docrrina sobre Dios Padre. Pero el aparrado siguiente nos mosrrara algunos de los presu- ulrimos tiempos, cf. L.F. Ladaria, A11tropologin teologica, Roma-Casale Mònferraro 1995,
puesros a partir de los cuales Pannenberg hace esca i!fìrmaci6n. 64-69.
144 u\ TRINIDAD. MISTERI O DE COMUNI ON DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE u\ TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 145

posibilidad de lo mas pequefio 29 • Por esca razon no parece que se puedan 2. LA PERSONA DEL PADRE EN RELACI6N CON EL HIJO
identificar sin mas el Dios uno y el Padre. El Padre, principio de la divi- Y EL EsPfRJTU SANTO
nidad, solo es en relacion con el Hijo y el Espfricu, solo en cuanto rela-
cionado a ellos es principio de las criacuras, corno solo en cuanto relacio- Ya el punto ancerior nos ha puesco en la pista de esce segundo. En efec-
nado con ellos puede darse a conocer en la actuacion del Anciguo to vefamos que, en uno de los pasajes de K. Rahner que hemos cicado, se
Testamento. La revelacion de la unidad divina y de la trinidad van juntas. planteaba el problema de en qué sencido es el Padre "absoluco". La ausen-
Seda demasiado simplisca decir que el Antigua Testamento nos presenta cia de origen del Padre, dedamos, no puede considerarse absoluca en
al Dios uno y el Nuevo Testamento al Dios trino. Precisamente la revela- todos los sentidos, porque su innascibilidad esca necesariamente en rela-
cion neotestamentaria, en cuanto revelacion de la Triniqad, significa una cion con la generacion del Hijo y la espiracion del Espfritu Santo. Pero el
profundizacion insospechada del monotefsmo, de la unidad divina. Se caraccer absoluco de la persona del Padre ha sido afìrmado ultimamente
puede afirmar la identifìcacion persona! del Dios del Antigua Testamento desde otros puntos de vista. Debemos ocuparnos de algunas de estas ten-
con el Padre. Pero a posteriori podemos decir que solo en vircud de su con- tacivas.
dicion de "Padre" puede manifestarse corno lo hace. En la consideracion
cristiana del Dios uno no podemos prescindir por canto de las tres perso- A. El Padre, ;persona absoluta?
n:rs30, aunque, por evidentes razones, es el Padre en cuanto principio el
Jiirgen Molcmann ha sido uno de los primeros en abordar esce pro-
que aparece en primer lugar. Pero el Padre es principio de todo en cuan-
blema. Nos hemos ocupado ya del pensamienco de esce aucor en el capf-
to es " Padre", es decir, es principio de la realidad creada en cuanto lo es
culo anterior. Ahora debemos aludir a él desde otro punto de vista. El teo-
del Hijo y del Espfricu Santo. Por esca razon cambién ellos, aunque no
logo alem:in, corno sabemos, considera que la defìnicion de santo Tomas
puedan ser reconocidos en su propiedad persona! sin la revelacion cristia-
de la persona divina corno relacion subsistente es en el fondo modalisca.
na, parcicipan de la condicion de principio de las criacuras. El Dios uno y
Esca idea es coherente con la concepcion de la unidad divina que
cri no Pa ce.,__HijQ_y Es fr' tu S u.m sala pci o cip io de la cceaciQJl. De
Moltmann propugna; esca unidad no es solo algo dado desde el principio,
'alguna manera el Nuevo Testamento nos lo indica cuando nos habla de la
sino una union o unifìcaci6n (Einigkeit, Vereinigung) abierca y que puede
mediacion del Hijo o del Logos en la creacion. Precisamente porque lla-
ser parcicipada~2 • La critica al concepto de persona corno relacion subsis-
mamos a Dios "Padre" no podemos pensar en él sin su relacion al Hijo y
tence se hace mas aguda en relaci6n con la persona del Padre, en cuanto
al Espfricu. Desde el momento que usamos el l!Q_mbre relaciv_g_, implica
es la fuente y el origen de la divinidad. Por esca raz6n la primera persona
una cierta concradiccion el considerarlo a él solo el Dios uno. Por defìni-
no puede ser constituida a partir de ninguna relaci6n. El Padre ha de ser
cion el Padre es el Dios no solitario. Por elio no es incompacible pensar
«conscicuido por sf mismo»". Esca idea parece a primera vista coherente
que por una parte la Trinidad es el Dios uno, y que al mismo riempo el
con la posicion que la tradicion concede al Padre en el seno de la Trinidad.
Padre es el que aparece en primer lugar ance nuestra mirada cuando nos
Si de él proceden las otras dos personas, ino sera consecuente considerar-
referimos al Dios principio de codo, y en concreto al Dios del Antigua
lo corno "independiente" de ellas? Dejamos para mas adelante la respues-
Testamento que se identifica personalmente con éP 1•
ta al interrogante, que ya en realidad hemos ancicipado en parte en el
aparcado anrerior. Sin especial insiscencia en el tema, Y. Congar ha for-
29. Cf. K. Rahner, Gmndk11rs des Gln11bms. Einfiihrung in den Begriff des mulado también, de pasada, esca afirmaci6n: «el Padre es la fuente de la
Christmmms, Freiburg-Basel-Wien 1976, 187.221. divinidad ances (hablando logicamente) de ser polo de oposici6n perso-
30. Agusdn, Trin. I 2,4 (CCL 50,31): «... quod Trinitas sic unus et solus et verus
Deus»; X:V 5,7 (468): «... unum Deum, quod est ipsa Trinitas»; DH 73: «Clemens Trinitas
est una divinitas». Terruliano, Adv. Prnx. 31,2 (Scarpat, 236): «Sic Deus voluit novare
sacramentum, ur nove unus crederecur per Filium et Spiricum». No deja de ser interesan- Hijo. El Nuevo Testamento dio a conocer abiercamence al Hijo e hizo encrever la divini-
te esca ultima fomulaci6n . En el Nuevo Testamento se cree en el Dios uno de modo nuevo. dad del Espfricu. Ahora el Espfritu esca presence en medio de nosocros y nos concede una
Cf. otros cexcos en esce sencido en las nn. 42 y 211 del c. 2. I, visi6n mas clara de sf mismo ... » (trad. de J.R. Dlaz Sanchez-Cid, en Gregorio Nacianceno,
31. En esce sentido se debe reconocer un aspecto de verdad en la idea de Gregorio Los cinco dimmos teologicos, Madrid 1995,254).
acianceno sobre la revelaci6n sucesiva de las personas; cf. Orntio 31,26 (SCh 250,326): 32. Cf. Trinitiit 11nd Reich Gottes. Z11r Gotteslehre, Mi.inchen 1980, 16'7.

--
El Anciguo Testamento anunci6 manifìestamence al Padre y de un modo mas oscuro al 33. Ib., 182.
146 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 147

nal. Es lo que confìesa e! sfmbolo: Creo en Dios (divinidad fontal) Padre Pueden ser bienvenidos en la teologfa occidental estos acentos, que en la
omnipotente»34. Parece que resulta inevitable la pregunta: ~se puede dis- teologfa orienta! son tal vez mas frecuentes. Queda con todo el interro-
tinguir entre la divinidad fontal y la parernidad? La divinidad fontal es gante: ~esca salvaguardada la igualdad de las tres divinas personas? ~No
precisamente la paternidad, y no ocra cosa. Ciertamente parece legftima la queda el Padre en un plano superior dado que, en algun aspecto, estarfa
insistencia en la posici6n unica y primordial del Padre en el seno de la por encima de sus relaciones con· e! Hijo y el Espfritu que tienen en él su
Trinidad. El problema es la manera en que ésta se explica, si se la consi- principio? Precisamente con el animo de garantizar esca igualdad y de evi-
dera de alguna manera previa a la relaci6n al Hijo y al Espfritu Santo. tar que el caracter de principio sin principio que corresponde al Padre sea
r En términos semejantes, aunque ciertamente mas matizados, se expre- obstaculo a la piena comuni6n entre las cres personas, han surgido en la
sa G. Gironés en su interesante monograffa sobre· el Padre: «El origea de teologfa de los ultimos afios tendencias que tratan de atribuir s6lo un
todo es el Padre, no la Trinidad en sf misma corno drculo cerrado de su valor relativo a las procesiones divinas y, con elio, e! papel del Padre corno
propia reciprocidad. Eso quiere decir que el Padre explica·y justifìca su rafz y fuente de la divinidad. Se colocan en esce sentido en los antfpodas
existencia por sf mismo, sin referencia al Hijo y al Espfritu Santo» 35 • Se de las posiciones que acabamos de mencionar.
1
refìere el mismo autor a la doble condici6n del Padre de principio fontal
y de relaci6n, ya que esce caracter de principio es comunicaci6n, es aper- B. La importancia relativa de las procesiones divinas.
tura. Y por elio «e! Padre eterno es principio de todo de una doble mane- La reciprocidad de las relaciones
ra, absolura y relativa. Es el principio absoluto en cuafllto su persona es la
~Seda un obsraculo contra la igualdad de las tres personas divinas, no
origina! identidad con la divina esencia; es el principio relativo en cuanto
s6lo el "privilegio" del Padre de ser una persona absoluca, sino rambién el
libremente se ha querido comunicar, constituyendo a los 'Orros' corno
hecho de las procesiones divinas, entendidas en el sentido rradicional, que
término de relaci6n» 36 • Cono~emos ya el antiguo problema de la libertad
denen en e! Padre su origen? La duda ha sido formulada por algunos te6-
y la necesidad en las procesiones divinas, que aquf aparece bajo una nueva
logos. Enrre ellos se cuenta W Pannenberg, que se ha referido a la cues-
forma. Sabemos que la soluci6n tradicional es que éstas no se deben ni a
ti6n en el volumen primero de su Teologfa Sistematica. En su opini6n, el
la necesidad ni a la voluntad, sino a la naturaleza37 • La idea de la persona
Nuevo Testamento deja abierto el problema de c6mo se relacionan la divi-
absoluta aplicada al Padre aparece también en W Kasper, pero en un con-
nidad del Hijo y del Espfritu Santo con la del Padre, puesto que en él no
texto diverso. No se trata directamente del Padre en relaci6n con las otras
se dan indicaciones precisas sobre este asunro. La patrfsrica ha entendido
dos personas, sino de la especial identifìcaci6n con su persona, en cuanto
que la divinidad del Hijo y la del Espfritu debfan ser explicadas a partir
principio sin principio, de la esencia de la divinidad 38 •
de la divinidad del Padre. Asf lo han hecho tanto la teologfa del Oriente
Nos hallamos ante una Hnea de pensamiento interesante, que sefiala la
corno la del Occidente:
relevancia de la perso·na del Padre, fuente, rafz y origen de la divinidad.
Es el camino seguido no s61o por la patristica griega, con su defìnici6n del
Hijo y del Espiriru a parrir del Padre, al que enriende corno el origen y la
fuente de la divinidad, sino también por la reologfa occidenral que, al socai-
34. Y. Congar, La.Parola e il Soffio, Roma 1985, 138.
re de las analogfas rrinirarias de Agustfn, interpreta al Hijo y al Espfriru corno
35. G. Gironés, La divina 11rq11eologi11, Valencia 1991, 25; ib. 31 : «La persona del
Padre emi conscituida por su libre apern,ra a toda comtmicacion (de amor), a toda relacion expresiones de la autoconciencia y de la aucoafìrmaci6n del Padre. Se trata en
a otro. Tiene esca faculcad originariamente (sin dependencia alguna), pero no se le habrla ambos casos de incerpreraciones especularivas globales que inregran las diver-
reconocido si no la hubiera expresado en un dialogo con el Hijo y el Esplricu, y con las sas afìrmaciones bfblicas en una visi6n de conjunro que no se encuenrra desa-
mismas personas de la Creaci6n». rrollada de esce modo en la Escrirura ... Los problemas empiezan cuando nos
36. 16., 43. Algunos ce6logos orcodoxos hablan del Padre en términos a primera vista pregunramos hasra qué punto se ha podido llevar a cabo dicha tarea sistema-
semejances; cf. Y. Spiceris, La dottrina trinitaria nella teologia ortodossa. Autori e prospettive, tica dada la tendencia de las concepciones rradicionales a subordinar por una
en A. Amato (ed.), Trinità in contesto, Roma 1993, 45-69. parte, la divinidad del Hij_o 'f. I Espfriru a la del_Padre y p...9r otra, a reducir
37. Hemos cracado ampliamence de la cuesci6n en el cap. 1, "Libercad y necesidad en
la Trinidad inmanence".
38. Cf. Der Gott Jem Christi (cf. n. 14), 192; 195-196. En realidad nos enconcramos
- -
a esas personas a la persona del Padre corno su·eto unico de la divinidad 39•
-
con el mismo problema que apareda cuando se cracaba de la idencifìcaci6n del Padre con
el Dios uno. 39. W. Pannenberg, Teologia Sistematica I, Madrid 1992, 328s.

'
148 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION OIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 149

Para fundamentar realmente la doctrin,a de la Trinidad en el conteni- corno se separ~ de él42 • Est~ distinci6n que se muestra en la vida humana
do de la revelacion de Dios en Jesucristo, tendremos que partir de 'la rela- de Jesus es para Pannenberg a la vez constitutiva del Hijo eterno en su
cion de Jesus con el Padre expresada en su mensaje sobre el Reino de Dios. relacion con el Padre. Padre e Hijo lo son desde la eternidad de modo
Porque las afirmaciones del Nuevo Testamento sobre la divinidad de Jesus semejante a c~mo se realiza esca relacion en la historia. Si esca autodistin-
presuponen su fìliaci6n divina, y por tanto se basan, en ultimo término, cion es 1necesaria para que nos demos cuenta de que hay en el Dios eter- )
en la relacion filial èle Jesus con el Padre. De la fìliacion se va a la divini- no algunos interlocutores, podemos pensar que, asi corno Jesus se distin-
dad, no al revés. El Espfritu Santo, corno tercera figura, pue e aparecer en gue respecto del Padre, también el Padre se autodistingue del Hijo, y que
este panorama corno consecuencia de la diferenciaci6n de Jesus respecto la relacion del Espfritu con los dos reposara sobre una autodistinci6n del
del Padre, corno Hijo, y a la vez de su uni6n con él. A partir de esta dife- rnisrno tipo.
renciacion de Jesus puede también aparecer el Espfritu Santo corno dife- Esca autodistinci6n no afecta al Padre solamente en cuanto persona
renciado del Padre; ésta es una novedad del cristianismo, ya que en la tra- unida al Hijo en la vida divina, sino que también se refìere al Padre en
dicion judfa no se daba una diferenciacion semejante del Espfritu respec- cuanto es Dios; es de él de quien Jesus se diferencia a sf misrno. Si Jesus
to de Dios. De la doctrina de la Trinidad, corno interpretaci6n de la rela- recibe su divinidad del Padre en el acto de autodistinguirse de él, ,no le
cion de Jesus con el Padre y con su Espfritu, se derivan consecuencias para puede acaecer lo mismo al Padre en su relaci6n con Jesus? El Padre es la
entender la relacion entre las personas divinas. unica de las tres personas, segun la tradici6n, que carece de principio, y es
La doctrina trinitaria de las procesiones y las misiones, con las cono- por tanto el origen de la divinidad del Hijo y del Espfritu. S6lo él es Dios
cidas diferencias entre Oriente y Occidente en las que no debemos ahora por si mismo desde todos los puntos de vista. Pero esta perspectiva pare-
entrar, han tenido justifìcacion, segun Pannenberg, en la logica del len- ce excluir que pueda haber una verdadera recproci_dad de relaciones entre
uaje, pero no la tienen en la exégesis biblica. De hecho, e1 concepto cen- las personas. Y no obstante, el gran argumento de Atanasio contra los
tr ç generacion del Hijo se refìere en el Nuçvo Testamento al bautismo arrianos fue que el Padre no seria el Padre sin el Hijo 43 • Con ello la depen-
de Jesus y a su resurreccion, pero no a la generacion eterna. Pannenberg dencia es mutua. Pero el Hijo no engendra ni envfa al Padre. Estas rela-
afirma claramente que las relaciones entre el Padre, Jesus y el Espfritu no ciones seguir.in siendo irreversibles. Hay que buscar otro camino para
son solamente historicas, también pertenecen al ser eterno de Dios. Pero ( ~oncretar un modo de dependencia del Padre respecto del Hijo que vaya
esto no quiere decir que solo puedan ser descritas con los conceptos tra- I mas alla de la relatividad del ser Padre y que ponga el fundamento de una
dicionales de procesion, generacion y espiraci6n40 • auténtica reciprocidad en las relaciones trinitarias. --
El camino que el autor aleman emprende es el de la "autodistincion" El fondamento de esca reciprocidad lo encuentra Pannenberg en el
mutua del Padre, el Hijo y el Espfritu41 • Segun los evange ios, Jesus habla (1 hecho de que el Padre ha dado rodo poder al Hijo (cf. Mt 28,18), y éste
del Padre en el contexto de su predicacion de la inminencia del Reino, I se lo devolvera en el momento fìnal segun I Cor 15,24-28:
invita a los hombres a subordinar al futuro de Dios cualquier otro interés, En la encrega y en la devoluci6n del poder del Padre al Hijo aparece una
y asi reconoce al Padre corno Dios. La misi6n de Jesus emi completamente reciprocidad de relaciones de la que carece la idea de la generaci6n. El Padre,
1
al servicio de la gloria del Padre (cf. Jn I 7,4), vive para esa mision, pro-
curar la realizacion del Reinado del Padre entre los hombres. Asi se mues-
tra corno el Hijo, que esca al servicio de la voluntad del Padre y sometido 42. El destino del hombre es llegar a ser corno Dios, pero los hombres yerran cuan-
a ella. Deja que el Padre decida, no quiere decidir sobre sL Asf muestra do quieren apoderarse avidamente de la igualdad con Dios (cf. Flp 2,6). Al despojarse
Jesus de la forma de Dios renemos el reflejo "econ6mico" de esca aurodiferenciaci6n del
Jesus su fìliacion divina, diferenciandose a sf mismo del Padre y dejando Hijo respecro del Padre; los hombres se hacen pardcipes de la comuni6n del Hijo con el
lugar asf a su divinidad. Esca autodiferenciaci6n del Padre en cuanto hom- Padre en cuanro se conforman con aquél en esca aurodiferenciaci6n; c( W. Pannenberg,
bre constituye su comunion con el Dios eterno, al contrario de lo ocurri- Teologia Sistematica II, Madrid 1996, 250-251 .
do en Adan, que queriendo ser corno Dios (cf. Gn 3,5), es precisamente 43. En realidad el caracrer relativo de los nombres de Padre e Hijo ha sido reconoci-
do desde los primeros esradios de la rradici6n. Y en la época posrerior al 325, no s6lo
Atanasio, sino rodos los parridarios de la orrodoxia nicena, han arguido a partir de esca
reciprocidad para afìrmar la divinidad del Hijo y la imposibilidad de que el Padre exisra
40. C( ib. 330-333. sin él. Ya nos hemos referido a esce punto en el cap. 2. Volveremos sobn: él a conrinua-
41. C(. ib. 334-346, también para lo que sigue. ci6n.
150 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMU NI◊N DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 151
al entregarle su poder al Hijo, hace depender su propia realeza de que el Hijo el Hijo. Por esca raz6n Pannenberg aprueba la idea agustiniana del
le glorifìque y de que, cumpliendo su misi6n, haga realidad el dominio del Espfricu corno vfnculo de uni6n del Padre y el Hijo. Pero no le puede
Padre. De modo que el Padre no se diferencia a si mismo del Hijo solamen-
seguir en la doccrina ~e su procesi6n del Padre y del Hijo, porque las rela-
te cuando lo engendra, sino ademas «entregandoselo cado», hasca el punto de
que su reino y su divinidad pasan a depender del Hijo. Pues el dominio, el ciones entre las personas se fundarfan en, esce caso en las relaciones de ori-
Reinado del Padre, no es algo tan extrinseco a su divinidad que el Padre gen. Pero esco, corno ya hemos indica.do, no esca para Pannenberg de
pudiera seguir siendo Dios cambién sin su Reinado. El munda, en cuanto acuerdo con los dacos de la Escricura. Mas peso que el lugar clasico de J n
objeco de su dominio, no pertenecera necesariamente a la divinidad de Dios, 15,26 («e! Espfritu de la verdad que procede del Padre»), tiene para él e!
eues su exiscencia tiene su origen en la libercad creadora de Dios, pero una hecho de que Jesus recibe el Espfricu, y lo rransmice a los suyos. Pero en
vez que exisre seria incomparible con la divinidad de Dios que Dios no cuvie- esce contexco el propio aucor vuelve, al parecer, a las relaciones de origen:
ra dominio sobre él. El Reinado es, por eso, parre integrante de la divinidad «Pero codo elio no obsca para que el origen del Espfritu escé en el Padre,
de Dios 44 • de quien procede» 46 •
En esce contexto se trata taÌnbién de la relevancia de la cruz para la El Padre, el Hijo y el Espfriru Santo se relacionan trinitariamente en la
doctrina trinitaria. El Padre e Hijo dependen en ella de la acci6n del forma de la mutua autodistinci6n. Las relaciones de origen no se niegan,
Espfriru, que sera el que resucire a Jesus de entre los muerros. pero se disminuye su importancia: «La autodiferenciaci6n reciproca por la
Encontramos asf la dependencia mutua de los tres, que Pannenberg ve que se defìnen las relaciones de las tres personas no permir.e que dichas
rambién en las afirmaciones joanicas de la glorifìcaci6n del Hijo por el relaciones sean reducidas a relaciones de origen, en el sentido de la teolo-
Espfritu (cf. Jn 16,14), Pero parece que nos podemos preguntar siesta tan gia tradicional» 47 • Porque el Padre no solo engendra al Hijo, sino que le da
claro que no haya una cierra precedencia del Padre, a la luz precisamente el Reino para recibirlo de nuevo de él; el Hijo no solo es engendrado, sino
de algunas afìrmaciorres del cuarro evangelio: «Gloriffcame, Padre, con la que glorifica al Padre. El Espfricu Samo también Ilena al Hijo y descansa
gloria que tuve junto a ci antes de que el mundo fuese» (Jn 17,5). ,No sobre él, a la vez que glorifica al Hijo y al Padre. Estas relaciones "activas"
procede del Padre la glori~ que Jesus ha renido desde el principio? son de primera importancia:
Agusdn ha caracrerizado al Espfritu Santo corno el amor eterno que No se puede cracar de las relaciones activas del Hijo y del Espfriru respec-
une al Padre y al Hijo. A partir de esca idea es comprensible, sefiala co del Padre, aresriguadas en la Escrirura, corno si no fueran constitutivas de
Pannenberg, que el Espfritu haya sido considerado corno el "nosotros" de sus respeccivas identidades por pensar que son solo las relaciones de origen las
la comuni6n de los dos 4\ aunque pueda ser jusra la critica de que con esce que consciruyen a las personas. Ninguna de aquellas relaciones accivas es
proceder se volariliza la persona del Espfritu. No se deja espacio a la dife- secundaria para el Hijo o para el Espiricu, rodas son parre integrante de la
renciaci6n que Jesus hace de sf mismo respecto del Padre y del Espfritu. peculiaridad de las personas trinitarias y de la comuni6n exiscente entre 1
Pero la idea agusriniana encierra una verdad mas profonda, ya que Jesus, 1 ellas .. . Las personas no son, en efecto, mas que lo que son en sus relaciones /I

segun los evangelios, esraba lleno del Espfritu del Padre, y por tanto el mucuas, por medio de las cuales se diferencian y entran, a un riempo, en /I
' comuni6n encre si. Cada una de las personas no puede ser reducida a una
Espfritu es la condic'i6n de posibilidad y el medio de la uni6n del Padre y
unica relaci6n, corno ha intentado hacer, en especial, la teologia trinitaria
occidental... Las personas no pueden identifìcarse simplemente con escas rela-
ciones48. Porque cada una de ellas es mas bien un foco de diversas relaciones.
44. W. Pannenberg, Teologia Sistemdtict1 I, 339-340. Evidenremenre se pone el pro- Pero con cado esco se plancea la cuesci6n de si se puede describir con mayor
blema de si Dios Padre puede renunciar a la plenicud de su vida divina y a su omnipoten- precisi6n aun esca red de relaciones de la pericoresis y cual es su relaci6n con
cia y hacerse de alguna manera dependience de la hisroria y del mundo para la plenitud de la unidad de la vida divina, unidad que la doccrina capadocia queria asegurar
su divinidad. Cf. K. Veduel, Trinitiit 1111d Z11k1mft. Dm Verhiiltnis zwischen Philosophie 1111d simplemence con la idea del origen del Hijo y del Espiriru en el Padre49 •
Trinitiitstheologie im Denken Wolfhart Pannenbergs, Frankfurt am Main 2001, 188-197. La
cuesti6n se relaciona con la de la entrega del reino al Hijo que a la vez lo ha de devdlver al
Padre. S6lo asi se garantizarfa la mutua "dependencia". Pero veremos mas adelante c6mo la
docrrina rradicional de las procesiones es capaz de garantizar la reciprocidad de las relacio- 46. Teologftl Sistemdtict1 I. 344.
nes trinicarias. 47. !b. 347.
45. Referencia a las tesis que ya conocemos de H. Miihlen, Der Heilige Geist als Person, 48. Generaci6n del Hijo y espiraci6n del Espfricu.
Mi.inster 1967. l 57ss. 49. Teologia Sistemdtim I, 347.
152 I.A TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGfA SISTEMATICA RECIENTE 153

La aucodiscincion mutua de cada una de las personas es diversa en cada quia del Padre y uno con él por el Espiriru Samo. La monarquia del Padre no
caso, y muescra las caraccerfscicas de cada una de ellas. Diversa es la forma es el presupuesto, sino el resulrado de la acci6n conjunta de las tres personass1 •
en que cada uno se diferencia a sf mismo de los demas. El Hijo fonda- Pero no exisce solamente una mutua dependencia de las personas por
menta su divinidad en la del Padre, discinguiéndose a sf mismo de él. El lo que respecta a la divinidad de las mismas, y en concreto un condicio-
Espfritu muestra su divinidad reconociendo y ensefiando a reconocer al namiento por el Hijo y el Espfritu de la monarqufa del Padre, sino que
Hijo corno el Kyrios, es decir, reconociendo y confesando la divinidad de también se abre el problema de hasta qué punto la unidad de la esencia
otra persona. Pero para el Espfritu el Hijo no es el unico que es Dios - es divina n~ esca a su vez "condicionada'' por la relaci6n de Dios con el
Kyrios solo corno Hijo del Padre - y su obra no se agota en la doxologfa, mundo:
porque habfa sido dado ya al Hijo. Tenemos por tanto en el Hijo y el
Espfritu formas diversas de diferenciarse. Caracterfsticas mas diversas Como la monarquia del Padre y su conocimiento esran condicionados
rodavfa tiene la autodistincion del Padre respecto del Hijo y el Espfritu. por el Hijo , resulta imprescindible incluir la economia de las relaciones divi-
El Padre no reconoce en su Hijo al unico Dios (a diferencia de lo que na~ con el mun~o en la cu_esri6n de la unidad de la esencia de Dios. O sea que
la idea de la untdad de D1os no se ha aclarado todavia con decir que su con-
hace el Hijo respecto de él), sino que le entrega su poder para volver a
renido es la monarquia del Padre. Si la monarquia del Padre no se realiza
poseerlo de nuevo. En el caso del Padre hay que hablar también de una direcramente corno ral, sino s6lo por medio del Hijo y del Espiritu, la esen-
autodistincion respecto del Hijo y del Espfritu en lo que coca a la divini- cia de la unidad del Reinado de Dios escara rambién en dicha mediaci6n. O
dad, porque la revelacion de la divinidad y del poder del Padre depende incluso mas, es esca mediaci6n [del Hijo y del Espiricu) la que defìne el con'-
de la obra del Hijo y del Espfritu 50• Y Pannenberg prosigue: tenido de la monarquia del Padre' 2•
De la reciprocidad emre las personas de la Trinidad y de su dependencia En los textos que venimos citando se habra observado facilmente un
mutua, no s6lo respecco de su idemidad personal, sino también respecco de constante paso de la Trinidad economica a la Trinidad inmanente: se
la divinidad misma, no se sigue en modo alguno la destrucci6n de la monar- habla de la necesidad del Hijo y del Espfritu para que el Padre sea Dios,
quia del Padre. Todo lo contrario: el Reino del Padre, su monarquia, se
pero a la vez de la necesidad de la devoluci6n del Reino para que e! Padre
impianta en la creaci6n por medio de la obra del Hijo, y se perfecciona
mediante la obra del Espiricu, que confìrma al Hijo corno plenipotenciario tenga su "monarqufà'. Aqui de nuevo las relaciones de Dios con e! mundo
del Padre glorificando asi al Padre mismo. Lo que el Hijo y el Espfricu hacen se deben incluir en la cuescion de la unidad de la esencia de Dios.
no es sino estar al servicio de la monarquia del Padre, de su puesta en practi- Ciertamente Pannenberg ve la necesidad de distinguir entre la Trinidad
ca. Pero sin el Hijo, el Padre no pose su Reino: s6lo por medio del Hijo y economica y la inmanente 53 , pero insiste mas codavfa en fa unidad de las
del Espiricu Sargo tiene su monar fila esco no va e s6 o respecco a acoì'F' , dos, en términos que no resultan inequfvocos: Asf, «a la divinidad eterna
tecimiento de la revelaci6n sino que, sobre la base de la relaci6n hist6rica de del Dios trinitario, igual que a la verdad de su revelacion, !es queda coda-
Jesus con el Padre, tenemos que afìrmarlo también de la vida interna del Dios via por delante su acredicaci6n en la hiscoria» 54; y cambién:
trinitario. El punto de vista de la autodistinci6n vuelve a ser aqui decisivo: el
Hijo no esca oncol6gicameme subordinado al Padre, pero él mismo se le
somete. De esce modo el Hijo es desde coda la eternidad el lugar de la monar- 51. Ib. 352-353. Cf. también la continuaci6n del cexro.
52. Ib. 354. Y un poco antes del rexco cirado: «La cuesri6n de la unidad del Dios tri-
7 nitario no se puede aclarar con la vista puesra en una Trinidad solamente inmanente». Cf.
lo ya dicho en la n. 44.
53. lb. 358: «Con lo dicho se rechaza la idea de un devenir de Dios en la hisroria, que
imagina que el Dios trinitario no llegaria a ser realidad rnas que en la consumaci6n esca-
50. Cf. ib. 348-349. De nuevo Pannenberg recurre a Atanasio, C. Aria11. I 20, que, tologica de la hisroria corno resulrado de un proceso hisr6rico ... ». Cf. rarnbién 359s.
fundandose en Jn 14,6 seriala que si e! Hijo no hubiera sido engendrado, la verdad no 54. Ib. 359. Sobre la reologfa de la hisroria de Pannenberg, que esca en relaci6n Inti-
hubiera escado siempre en Dios. «Con escas acrevidas ideas Atanasio ponla radicalmente en ma con esras ideas sobre la "acrediraci6n" de la verdad de Dios se pueden ver, entre otros
cuesti6n la cornprensi6n habicual de la divinidad del Padre, segun la cual esca divinidad no escricos, W. Pannenberg, La revelacio11 como historia, Salamanca 1977; Der Gott der
esca somecida a condici6n ninguna .. . Pero no, la divinidad del Padre esca condicionada al Geschichte. Der trinitarische Gott 1md die Wahrheit der Geschichte, en Grund.fragen systema-
Hijo; es éste quien nos le muesrra corno e! unico Dios verdadero. Tarnbién Atanasio habla- tischer Theofogie, voi. 2, Gotcingen 1980, 112-128; cf. el escudio critico de M . Schulz, Sein
ba del Padre corno "fuente" de la sabidurla, pero de tal manera que sin el Hijo, que proce- 1md Trinitiit. Systematische Erortenmgen zur Refigionsphifosophie G. WF. Hegels im ontofo-
de de dicha fuente, no se le puede llarnar al Padre fuente» . Ib. 349. giegeschichtfiche11 Ruckbfick aufJ D11ns Scotus ,md I. Kant tmd die Hegef-Rezeption in der
154 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 155
Hay que desarrollar una idea de Dios capaz de abarcar en la unidad de un seiialar que, al menos desde el punto de vista de la teologfa cat6lica, se han
unico concepto no s6lo d mas alla de la esencia divina junro con su presen-
formulado reparos a la nocion de la "autodistincion" entre las personas.
cia en d mundo, sino también la eterna idenridad de Dios consigo mismo
Parece que es mas bien la entrega mutua y la donacion total lo que carac-
junro con la problematica situaci6n de su verdad en el transcurso de la histo-
ria y con d hecho de que sea la consumaci6n fìnal de la historia la que deci- teriza las relaciones entre las personas mas que la distincion respecto de las
de sobre dicha verdad" . otras. El Padre ha de ser caracterizado ante todo corno el que se da del
rodo al Hijo mas que corno el que se autodistingue de él 58 •
Dos niveles de problemas se implican en estas afìrmaciones del teolo- Desde un punto de vista alga distinto se plantea también la cuestion
go aleman. Por una parte la relacion entre la Trinidad economica y la del valor teologico de la doctrina de las procesìones trinitarias en la teolo-
Trinidad inmanente. (No se hace depender de hecho la segunda de la eco- . gfa catolica. Un ejemplo significativo es la monumental obra de Gìsbert
nomfa salvffìca? La entrega del Reino por Jesus al Padre y la glorifìcacion Greshake, Der dreieine Gott 59, que ha alcanzado amplia difusìon. Sin
del Espfritu, (manifìestan o realizan la unidad del Dios trino 56 ? El segun- entrar en el espinoso problema de las- relaciones de la Trinidad con la his-
do nivei emi profondamente implicado en el anterior: la dependencia toria, considera también Greshake, y tal vez en términos mas radìcales
mutua de las personas, del Padre incluido, para ser Dios, (no implica una todavfa que Pannenberg, que la doctrina de las procesiones y de las rela-
unidad que se realiza en un segundo momento, una unidad resultado de ciones de origen constituye un obstaculo a la consideracion de la Trinidad
un proceso, precisamente del proceso histor,ico-salvffìco? De hecho nos corno comunì6n; impedirfa igualmente ver la unidad divina corno unidad
podemos preguntar si el modelo de unidad "pericorética" que Pannenberg , en la relacion y no corno alga previo a ella. De ahf que se ponga en cues-
propugna no caloca el concepto de la esencia divina en una cierca depen- - tion, aparenremenre al menos, el axioma segun el cual el Padre es el prin-
dencia de las relaciones entre las personas 57 • Queda ciertamente clara la cipio de la divinidad. A la vez insiste Greshake en que el ser es «aconteci-
reciprocidad trinitaria. Las relaciones de origen no se niegan, mas aun, se miento de la autocomunicacion» (Geschehen der Selbstmitteilung/'-0. La
mencionan expresamente, pero en el desarrollo de la exposicion quedan esencia divina es asf también la realizacion de la comunidad pericorética
en muchos momentos un poco al margen. (lmplican las procesiones nece- de las personas:
sariamente subordinacion? (Es sufìciente ver las relaciones entre las perso-
nas corno autodistincion mutua, y no, sobre todo por lo que se refìere al Communio. Asf es la essenria divina, la naturaleza divina, communio.
Padre, corno amor y donacion de la plenitud del ser, que por ser tal puede Existe solamente en el intercambio de Padre, Hijo y Espiritu. Cada una de las
personas existe extaticamente vuelta hacia las otras, y esto de manera correla-
ser enteramente comunicada al Hijo y al Espfritu? Trataremos de dar res-
tiva, en la medida en que a la vez da y recibe; el Padre realiz.a su propio ser en
puesta mas adelante a estos interrogantes, pero ya desde ahora debemos

Seinsamkg11ng 1md Trinitiitstheologit: bei W. Pannenberg, E. Jiingel, K Rahner tmd H. U. v. 58. Cf. M. Schulz, Sein 11nd Trinitiit, ~96: «No se puede pensar nada mas grande
Balthasar, Se. Occilien 1997, 468-474; 480-486. mas alla del amor del Padre que engendra ... y ninguna dcpendencia afiadida respecto
55. !b. 360; cambién ib. 424: «Con la creaci6n de un mundo la divinidad de Dios, e del Hijo hace aumentar cn absoluto la forma de donaci6n (la relaci6n) del Padre; cl
incluso su exiscencia, se hacen dependientes de la realizaci6n piena del destino de dicho Padre, digamoslo asl, no necesita nada de esco. El amor verdadcro crea libertad y auto-
mundo con la presencia del Reinado de Dies». . nomia, no relacioncs de dependencia. No se pucde hablar por tanto de una subordina-
56. !b. 361 : «El cracamiento de esca idea ha de mostrar si se puede pensar que el D1os ci6n del Hijo». Schulz critica cambién la noci6n dc la "depcndcncia" reciproca dc las
uno sea de tal manera trascendente y escé, al mismo ciempo, de cal modo presente en el pcrsonas tal corno Panncnbcrg la cnticndc; la considera consecucncia dc una concepci6n
curso de la hiscoria de salvaci6n que los aconcecimiencos hisc6ricos signifìquen realmente absoluta y no relacional de las personas, quc se dcbe corregir después con cl recurso a
algo para la identidad de su esencia eterna». . estc concepco. Una concepci6n relacional dc las pcrsonas pone mcjor de relicvc la pleni-
57. Ib., 361-362, continuaci6n inmediata del texco citado en la n. antenor: «Y tendra tud del scr y de la donaci6n mutua quc carccteriza sicmprc las relacioncs cntrc las perso-
que mostrar cambién si se puede pensar cl concepto de _l_a esencia _divina ~omo ~I compen- nas divinas: ib. 490-495; cf. cambién J. O'Donnell, Pannenberg's Doctrine of God:
dio sintético (Inbegriff) de las relaciones entre Padre, H110 y Esplmu, a d1fcrcnc1a de aquc- Grcgorianum 72 (1991) 73-98; J.A. Martinez Camino, Wechselseitige Selbstunterscheidung?
lla ocra idea ontol6gica de esencia quc Agustln se crcla obligado a presuponer». Zur Trinitiitskhre Wohlfhart Pannenbergs, en H-L. Ollig - 0 .J. Wiertz (eds.), Refaktierter
Ciertamente hay mucho de aprovechable en la idea de Pannenberg, pero viene la dud\t de .--Glaube (Festschrift Erhard Kunz), Egelsbach-Frankfurt/Main-Milnchen 1999, 131-149;
si con el olvido de las procesiones divinas esta unidad no se realiza en un segundo momen- K. Vechtel, Trinitiit und Z11kunft, 224-237.
to. Cf. los cexcos a que se refìeren las nn. 51 y 52. 59. Der dreieine Gott. Eine trinitarische Theologie, Freiburbg-Basel-Wien, 1997.
60. Ib. , 184.
156 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIQN DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 157
cuanto se da completamente al orro que es el Hijo y asi "posee" su divinidad Ocra difìculcad que se puede poner a esca concepcion desde la doctri- ·
"solo corno regalada" 61 , pero precisamente asi recibe de él el ser Padre62 ; el na tradicional esca en la doctrina de las procesiones. La pluralidad, seiiala
Hijo, en cuanto se acepta a si mismo completamente del Padre y le da la glo- nuestro autor, ha sido vista tradicionalmente corno una "caidà' desde una
ria; el Espirit11, en cuanto se recibe a si mismo corno el tercero de la relaci6n unidad originaria. La pluralidad es defìciencia, disminucion en el ser. La
I del Padre y el Hijo y a la vez glorifica a ambos. Asi las tres personas no tienen
en Dios ningun ser propio el uno ftente al orro, sino solo del otr~, con el otro
y hacia el otro (voneinanderher, miteinander und aufeinanderhin) 6J.
doctrina trinitaria ha debido defenderse de esca concepcion, aunque, al
hacerlo, se ha movido en las coordenadas de la mentalidad dominante. La
teologfa ha cenido que esforzarse por mostrar que la procesion de los
Si se parte de esca concepcion de la comunion y se entiende que el muchos no significa una cafda ni una disminucion. Por elio la pluralidad
Dios tripersonal es un acontecimiento de amor interpersonal (interperso- que viene de la unidad (de la sustancia divina o del Padre) es una suce-
nales Liebesgeschehen) no hay ningun prius logico entre la persona o per- sion, ordenada ·erar uicamente, pero de personas divinas que poseen
sonas y la esencia comun, ésta no es previa a las personas ni viene después una misma dignidad. Hay un or en entre ellas, pero con elio no se cae en
del intercambio de amor corno el resulcado del mismo. Dios es la vida çn_ el subordinacionismo ni tampoco en la manifestacion modalista de un
comunion de las personas64 • Si una ve:z establecido esco se pregunta uno '.'.u.ru>". Ahora bien, desde el momento en que se traca de la consticucion
de donde vienen estas personas, es decir, se plantea el problema de su de las personas, ésta, aunque no se quiera y aunque se niegue, se fonda en
constitucion, se produce un sin sentido, el mismo que se producida si en representaciones temporales de un antes y un después. Estas difìcultades
la concepcion eia.sica se preguntase de donde viene la innascibilidad del aconse'an,_para Greshake, renunciar a la idea de las procesiones que cons-
Padre. Todo el complejo del acontecer del amor interpersonal en Dios es ticuyen~..e.rsonas a partir del uno, y a la de las relaciones que de ahf
"innascible". Por elio la unidad de Dios no. es aquello que puede mante- resulcan. stos conceptos eran necesarios en el horizonte unitario propio
nerse a pesar de las diferencias, sino .que éstas son un momento integrai e otros tiempos, pero ahora esca concepcion tradicional puede abando-
de la realizacion de la unidad65 • Greshake es consciente de que esca idea de narse porque tenemos otras posibilidades, a partir del acontecimiento
Dios ha podido suscitar animadversion en la hisroria a causa del peligro interpersonal, para pensar la unidad y la trinidad 68 • !:,a unidad en la comu-
de triteismo que en ella se ha podido ver. Hace suya la respuesta de J. nion incluye ya originariamente las diferencias, y por elio no es el resulca-
Moltmann a esca objecion: la polémica contra el tritefsmo sirve de hecho do de algo exterior, es una unidad que se realiza precisamente en la plu-
para oculcar el propio modalismor.G_ A diferencia en cambio de Moltmann ralidad; los dos aspecros son igualmente originarios. La pluralidad no es
y del mismo Pannenberg, Greshake recoge la defìnicion tradicional de la una disminucion de la unidad, sino el modo corno ésra se realiza. Dios es
persona divina corno relacion subsistente, de tal manera que cada una de la mas alta unidad porque ésta se r~aliza en el intercambio de amor de tres
ellas es en cuanto esca en relacion con las otras dos personas. La persona personas. No hay una esencia divina que no sea la que se realiza en la
tiene su ser solo desde el otro y hacia el otro. La unidad que se esrablece comunion de las diversas personas69 • Evidentemente Greshake es bien
a partir del cejido de estas relaciones es la mas grande que se pueda pen- conscience de que los nombres de Padre, Hijo y Espfricu (de ambos) estan
sar67. · ahf, y algo deben indicar. Pero son nombres que se refìeren a la Trinidad
economica. Pueden ser trasladados en un segundo instante a la Trinidad
inmanente, en cuanro Dios en la economfa salvffìca nos muestra verda-
61. Cita de H.U. von Balthasar, Theologik II, 126.
62. Ib. 186, n. 498: «Asi la "monarquia" del Padre no es presupuesro, sino resultado
de la acruaci6n conjunta pericorética». Referencia a W Pannenberg, Teologia Sistematica I
347 (ed. espaiiola). El influjo de Pannenberg es muy visible en estas paginas de Greshake, tencia", es decir, su procesi6n. Greshake, corno en seguida veremos, tiene en cambio gran-
aunque se dan también diferencias a las que iremos aludiendo. des difìcultades con esta idea. Es igualmente evidente que para santo Tomas, el creador de
63. Der dreeine Gott, 185-1 87. Los subrayados son del auror. Greshake usa el lengua- la f6rmula de la relaci6n subsiscente, las procesiones divinas est.in fuera de coda discusi6n .
je de la donaci6n, y no el de la autodistinci6n. Las procesiones no deberian ser por tanto un obstaculo para la piena relacionalidad de las
64. Cf. ib. 188-189. personas divinas.
65. Cf. ib. 189. 68. Cf. Der dreieine Gott, 195.
66. Cf. ib. 191; cf. J. Moltmann, Trinitiit tmd Reich Gottes, 161. 69. Cf. ib. 196-200. En la p. 199, n. 547, se citan algunos textos de san
67. Cf. Der dreieine Gott, 191. Greshake cita en ese contexto a Ricardo de san Victor Buenavenrura. Uno de ellos es de particular interés, QD de Myst. Trin. II, II, que hemos
y a Hegel. Para el primero al menos es claro que lo que defìne a la persona es su "ex-sis- citado ya en la n. 221 del capitulo 2.
158 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOG.(A SISTEMATICA RECIENTE 159

derarnence quién es. Pero no pueden trasladarse a la vida div· mma- Le 4,14). No se han tenido en cuenca estos aspectos 'al desarrollar la doc-
nence aquellos aspeccos de la revelacion que se realizan en las con 1c10nes trina de las procesiones. Con evidente influjo de Pannenberg, sefiala tam-
de la histocia es decir en formas, fìguras, categodas y represeD.ti!,ciones bién Greshake la reciprocidad de las relaciones del Padre y el Hijo con los
finitas. Asf el Hijo de Dios es solo Jesus en cuanco el Logos que se ha alie- ejernplos de la glorifìcacion mutua y de la entrega del Reino al Padre por
nado de sf, no lo es el mero hombre Jesus ni el Logos eterno corno tal 70 • el Hijo (cf. Jn 17, 1-5; 1 Cor 15, 24). Todas estas relaciones recfprocas de
De todas maneras, concluye Greshake que si Dios se ha revelado asf en· la la historia salutis no habrfan sido debidamente valoradas cuando se ha
historia, su ser Padre, Hijo y Espfritu en la economfa deben tener una ha.biada de la cornunion entre las personas en la Trinidad inmanente7'. La
correspondencia real y no solo metaforica en su vida inmanente71 • Pero, conclusion es por tanto que no se pueden caracterizar las personas solo a
~cu.il es esca correspondencia? La confesion de fe caloca otros elemencos partir de las relaciones de origen. De ahf el camino por el que se quiere
junto a la generacion: «Dios de Dios, luz de luz... , engendrado, no crea- avanzar: «Si la esencia divina es literalmente e! amor, es decir es el inter-
do»; se mezclan afirmaciones con negaciones. Ninguna imagen es sufì- cqI11bio pericorético del amor, la diferencia entre las personas se ha de
ciente, todas son inadecuadas, y por elio se _han de usar muchas. Tomas determinar precisamente a partir de este intercambio» 74. A partir de este
habla de Hijo, resplandor, imagen, verbo. No se puede hallar un nombre principio del intercambio de amor quiere Greshake establecer las diferen-
para designar todas estas cosas72 • cias entre las personas, sin fundarse en la doctrina tradicional de las pro-
La cradicion teologica ha sido muy unilatera! cuando de las misiones cesiones aunque sin dejarla tampoco completamente de lado. Asf inten-
ha pasado a las procesiones eternas, olvidando orros aspectos de la econo- ta una caracterizacion de las tres personas divinas.
rnfa salvffìca. En concreto se ha de poner de relieve la presencia del El Padre, en el ritmo del amor es el don originai (Ur-Gabe). Y en la
Espfritu en Jesus, y corno lo conduce o lo impulsa (cf. Mc 1,12; Mt 4,ls; medida en que en esce citmo es el misterio inabarcable del ser don, es
aquel qu da fundamento y consistencia (Grund und Halt) a la cornrnu-
nio, la mantiene corno una unidad y la sostiene, de manera que las otras
70. Cf. ib. 201. Greshake cita en esce contexto un pasaje de W. Simonis, Trinitiit 1md dos personas ven en él su centro (Mitte), lo cual, se nos advierte, no es vol-
Vermmft, Frankfurt am Main 1972, 135.136s: «Los conceptos "Padre" e "Hijo" ... se pue- ver a· un proceso genético. Pues esce "centro" paterno es impensable si no
den aplicar a la Trinidad inmanente solo con considerables restricciones ... Ni el Logos eter- es en relacion con los otros. Para dar una base a esca vision se sirve de unos
no corno tal, ni Jesus corno mero hombre, ni el Logos corno el que cn algun modo se posee
fundarnentos historico salvffìcos y de analogfas a partir de la creaci6n.
corno alienado, sino Jesus corno el Logos que se posee corno alienado de sf, que ha sido
tornado en posesi6n y de esce modo ha sièlo introducido en el ser relacional de Dios es el Encontramos entre los primeros: e! Padre es e! fundamento del amor para
Hijo del Padre» . El texto no deja de suscitar alguna difìcultad. Es claro por una parte que Jesus, al que ha amado ances de la creaci6n del munda (cf. Jn 17,24), y
no podemos trasladar sin mas a Dios en su vida Intima nuestros conceptos, y es igualmente tarnbién para el Espfritu y los hombres. ÉI se ha elegido un pueblo, de él
claro que el Nuevo Testamento habla de Jesus como el Hijo. Pero la misma persona del vienen todos los dones (cf. Sane 1,17), es el que ha enviado al Hijo y al
Hijo preexiste a la encarnaci6n segun el Nuevo Testamento. Jesus nos revela por tanto una
Espfritu. El Padre es el ultimo fin de la creaci6n, hacia el cual rodo cami-
relaci6n eterna con el Padre. Sorprende por ocra parte la "prudencia" con que se aplica al
preexistente el dtulo de Hijo y en cambio se le aplica con coda naturalidad el de Logos. na (cf. 1 Cor 15,28). Entre las analogfas sacadas de la creaci6n se indica
También este titulo se aplica al preexistente porque lo hemos conocido hecho carne, y que en las sociedades humanas se encuentr'a con frecuencia alguien que es
también el uso de este tltulo en la Trinidad inmanente necesita forzosamente de la analo- el punto de cristalizaci6n de coda la co:nunidad, del que todos saben gue
gia. Greshake, que se declara de acuerdo con este pasaje, torna en cambio las distancias constituye el centro de la comunion. A él corresponde la iniciativa, pero
del contexto en que estos pensamientos se expresan. Cf. ib. 201 , n. 552, y 146-14?.
71. Cf. Derdreieine Gott, 201. inmediatamente después del texto de Simonis cicado .
noesfj fuera de la redde relaciones y por ellas es también constituido75 •
en la nota anterior.
72. Cf. Tomas de Aquino, STh I 34,2, ad 3, cir. por Greshake, Der dreieine Gott, 203.
Pero conviene citar el texto de santo Tomas: «lpsa enim nativitas Filii, quae est proprietas
personalis eius, diversis nominibus signifìcatur, quae Fili~m amibuuntur a~ exp_ri_men- 73. Cf. ib. 200-207. De todas maneras hay que tener presente que la glorifìcaci6n
dum diversimode perfecrionem eius . . . Non autem potu1t unum nomen mvenm, per mutua ha sido vista corno una prueba de la perfecca divinidad del Hijo y de su eternidad
quod omnia ista designarentur». Es claro que todas estas perfecciones son del Hijo y ~ él con el Padre, que no puede exiscir sin él. Asi p. ej. Hilario de Poiciers, Trin. III 12; IX 23
se aplican las diversas denominaciones para expresarlas. El tlculo ~el _artlculo en ~~est16n (CCL 62, 83s;394-396).
es «Utrum Verbum sic proprium nomen Filii». Es claro por cons1gu1enre que H1JO es el 74. Der dreieine Gott, 205. Cf. cambi-én lo que sigue.
nombre persona! por excelencia de la segunda persona. 75 . Cf. ib. 207-208.

I
.

160 LA TRINIDAD, MISTgRJO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOG{A SISTEMATICA RECIENTE 161

No vale la pena que nos detengamos ran exrensamente en las caracce-


rizaciones del Hijo y del Espiriru Sanro76 • El Hijo, en el ritmo del amor,
cesiones divinas76 , Por elio la docrrina del Padre corno fuente y principio
de toda la divinidad no puedé contemplarse independientemente de la de
Il
es el «ser corno acogida» (Dasein als Empfang). Recibe el don, devuelve sus relaciones al Hijo y al Espfritu que lo constituyen, de tal manera que
el amor y lo transmite. Es la tensi6n hacia fuera. Si el Padre es el medio y no se le puede pensar sin esras relaciones 79 • Pero precisamente por ello
el que funda y sostiene, el Hijo es el que es sostenido, palabra y expresi6n surgela pregunta: ~Hace falca para ,mantener esros principios dejar de lado
del Padre. Seguo el Nuevo Testamento es el revelador del Padre, el que lo toda la larga tradici6n de las procesiones divinas, a partir de la cual se ha
da a conocer. Por él ha sido enviado y realiza la misi6n que le ha enco- desarrollado y profundizado la especificidad del monoteismo cristiano?
mendado (cf Col 1,15; Jn 14,9). El Hijo se diferencia del Padre mayor En el Nuevo Testamento el Padre es aquel del cual rodo proviene y al cual
que él (cf Jn 14,28; Mc 10,7) 77 • En el mundo creado cenemos la expe- rodo va, es aquel ante el cual Jesus resucitado intercede por nosotros (cf
riencia de un fructuoso "ser ocro" del tu que complementa el yo, sobre Heb 7,25; 9,24; Rom 8,34; 1 Jn 2,1). En la liturgia, corno ya hemos sefia-
rodo cuando llega al exrremo de las posibilidades de la comuni6n. lado, nos dirigimos habirualmente al Padre por medio del Hijo. ~Se hace
El Espiriru Santo en el ritmo trinitario del amor es por una parre el juscicia a escos dacos, a esca relevancia de la primera persona, con una con-
puro 1recibir, en cuanro se compiace en el don del Padre y del Hijo y cepci6n simplemente pericorética. àe la unidad divina, en la cual este
corresponde por su parre en amor, en acci6n de gracias y en glorificaci6n caracter de principio del Padre no aparece con canea claridad? No deja de
al Padre y al Hijo. Por ocra parre es el vfnculo de amor del Padre y el Hijo sorprender que entre las analogfas fundadas en la creaci6n que Greshake
que les hace ser uno; de esce modo constituye la idenridad en la diferen- enumera para explicar el puesto de las personas en el seno de la Trinidad
cia del Padre y el Hijo y con elio la identidad y la diferencia de la comu- inmanente no aparezcan la paternidad y la filiaci6n humanas, que el
ni6n divina de amor. A la vez que el vfnculo, es cambién el fruco del amor mismo lenguaje neorestamencario sugiere inmediatamente y en las cuales
del Padre y del Hijo. El Espfritu Santo es en la hiscoria de la salvaci6n el se ha fundado coda la tradici6n. Es la analogfa que ha usado Jesus. La refe-
"éxcasis" de Dios, que eleva a la creaci6n y llega incluso a resucicar a los rencia mutua y la igualdad de las personas entre sf y la caracterfstica del
muercos (cf Ez 37). Seguo el Nuevo Testamento torna de lo que es de Padre corno principio van juntas en la cradici6n 80 • Por lo demas, en el
Jesus (cf Jn 16,14), y asf se abre para los creyentes la cotalidad del acon- hecho de que solo el Padre es sin principio se ha fundado la unicidad divi-
tecimiento de Cristo; en efecco, por el Espfriru son llevados al seguimien-
to, a la misi6n, al amor. La analogfa creatura! que se descubre en el
Espfritu serfa el carisma de la madre en la familia: llevar los corazones de
los padres a los hijos y viceversa (cf Mal 3,24). La madre realiza en la dife- 78. STh I 40,2: «Melius dicitur quod personae seu hyposcases distinguancur relationi-
rencia del padre y el hijo, la uni6n, el nosotros de ambos. En la relaci6n bus quam per originem»; cf. también I 40,4.
a la madre, el padre y el hijo esran a la vez diferenciados y unidos. 79. Conocemos ya el texto del conciJio XI de Toledo: «Quod enim Pater est, non ad
Si me he d~tenido en el examen de las ideas de escos aucores, es por- se, sed ad Filium est; et quod Filius est, non ad se, sed ad Patrem est; similiter et Spiricus
que pienso que vale la pena aprovechar lo mucho que hay de bueno en Sanctus non ad se, sed ad Patrem ec Filium relative refercur: in eo quod Spiritus Patris et
Filii praedicacur» (DH 538). Greshake cita en parte esce rexro en Der dreieine Gott, 188,
escos esfuerzos, y que merece ser recibido e integr;ido en la ceologfa trini- nota 185. •
taria. La igualdad de las cres personas es un dato fundamenral de la tradi- 80 . Asi en el mismo concilio XI de Toledo que acabamos de citar: «Quia nec Pater sine
ci6n cristiana, y la ensefianza de las relaciones divinas (y en concreto la Filio, nec Filius aliquando exsistit sine Parre. Et tamen non sicut Filius de Parre, ira Parer
definici6n de santo Tomas de la persona divina corno relaci6n subsisten- de Filio, sed Filius a Parre generationem accepir ... » (DH 526). Tomas de Aquino, STh l
te) ha servido esencialmente para sostener esce aspecro esencial de la fe. La 33,1 ad 2: «Quia licer amibuamus Patri aliquid aucroriraris rarione principii, nihil ramen
ad subiecrionem ve! minorarionem quocumque modo percinens, attribuimus Filio ve!
doctrina de las procesiones no puede considerarse aislada de la de las rela- Spirirui Sancro». A esca misma preocupacién responde la inrerpreraci6n que los aurores
ciones. Tomas da de hecho mas importancia a las relaciones que a las pro- nicenos del s. IV dande Jn 14,28 («el Padre es mayor que yo»), a la que Greshake se refìe-
·I re un ramo sumariamenre en Derdreieine Gott, 192, n. 518. Cf. Hilario de Poitiers Trin.
lil 12; IX 54. IX 56 (CCL 62,83; 432-433, 435-436); Syn. 64 (PL 10, 524); Atanasio,
Contra Ar. l 58 (PG 26,133); Basilio de Cesarea, Contra Ermomio l 25 (SCh 299,262);
'
76. Cf. ib. 207-214 para lo que sigue. Gregorio Nacianceno Or. 30,7 (SCh 250,240); y rodavia Agustfn, Trin. IV 20,27; VI 3,5
77. Aqui enconrramos al parecer un influjo directo del pensamiento de W. (CCL 50,195 .233). El Padre es mayor en cuanro Padre, en cuanto principio, gero el Hijo
Pannenberg. ,\ no es menor en cuanro el Padre le da rodo lo que él es. /
162 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE !'.A TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 163

I na81 • No se debe caer en el simplismo de acusar de triteistas a los defenso- también que cuanto decimos de las procesiones divinas es analogico res-
res de esce modelo de 1.,1nidad "pericoréticà'. Pero si todas las tentativas de pecco del proceder y de la causalidad que conocemos en el mundo creado.
aproximacion al misterio trinitario cienen sus limitaciones, ciercamente en El sencido ultimo de la unidad y de la trinidad divinas estan en direc-
ésta resulta diflcil de explicar corno la unidad no es un segundo momen- ta relacion con la reflexion sobre la teologfa del Padre. Si por una parte no
to, poscerior a la crinidad de las personas. Ver al Padre corno el «don ori- podemos sin mas considerar que el Padre sea, .en exclusiva, el Dios uno ni,
gina!», donacion tan cocal y perfecta de si que de él hace nacer al Hijo y consiguientemente, podemos hacer de él un principio absoluto, tampoco \
proceder principaliter al Espiricu iguales en rodo a él, ~no es tal vez el creo que haya razones convincences para abahdonar la doctrina tradicio-
modo mas convincente de fondar la igualdad y la comunion encre las per- nal que lo ve corno principio y fuence de la divinidad. Solo asf, creo, se
sonas? ~No es el recibir del Padre el ser divino en igualdad perfecca la hace justicia a las afìrmaciones neotestamentarias que, en el ambito histo-
manera mas piena de ser el Hijo «ser en acogida»? Por lo que respecta al rico-salvffico, nos lo presentan corno origen y fin de todo y, sobre todo,
Espiricu Santo, el propio Greshake sefiala con acierco su caracter de fruco nos muestran a Jesus enviado por él, obediente a él en su vida mortai, e
del amor del Padre y del Hijo. Creo que vale la pena profundizar en la intercediendo por nosotros ante él una vez glorifìcado. A él se dirige la
relacion incrfnseca que exisce entre la teologia del -Padre corno principio oraci6n oficial de la Iglesia en la gran mayorfa de las ocasiones, a él y s6lo
de la Tri'nidad, siempre en relacion con el Hijo y el Espfritu82 , que entien- a él llamamos los cristianos "Padre", en virtud de la ensefianza de Jesus y
de las procesiones no corno superioridad sino corno cotal donacion, y la en la fuerza de su Espiricu. La perfecta igualdad y comuni6n entre las per-
perfecta comunion e igualdad de las personas e11 sus relaciones redprocas. sonas en sus redprocas relaciones no sufren por ello menoscabo. Mas aun,
( Fundar la teologia de la Trinidad en el Padre, si se tiene en cuenta ~od_o lo pueden hallar un fundamento mas solido, pues en ultimo término se
1
que en la cradicion ha significado y significa esce nombre, no s1gn1fica basan en la infinita capacidad de donaci6n y de amor que caracteriza la
para nada disminuir al Hijo ni al Espfricu Santo, sino el mejor mod<;> de persona del Padre. Este amor infinito y esca donaci6n, suscitan la igual-
evitar el triteismo, el subordinacionismo y el sabelianismo. Doy por dad y la comunion perfecta de las personas en la perfecta reciprocidad de
supuesto que algunas unilateralidades a las que se presta la ceorfa "psico- las relaciones.l Si por una parte el Padre engendra al Hijo, por ocra éste
logicà' de san Agusdn y santo Tomas habran de ser obviadasu. Es claro ultimo le perfecciona en su ser de Padre y por consiguiente en su ser en
absoluco, de tal manera que el Padre no puede ser sin el Hijo. Vale la pena
I
81. Tomas de Aquino, STh I 33,4 , ad 4: «Ponere igit; r duos innascibiles, est ponere
reproducir una pagina luminosa de Hilario de Poitiers:
Dios en cada momento sabo ser solamente amor, solamente Padre. Y el
duos deos, et duas nacuras divinas», Cita encre orros a Hilario de Poitiers, Syn. 60 (PL que ama no tiene envidia y el que es Padre lo es por completo. Esce nombre
l 0,521 B): «Cum ergo unus Deus sir, duos innascibiles esse non possunc». En STh I 39,8 no admice discinciones, corno si fuera padre en algun aspecco y en otro no. El
sefiala Tomas que al Padre se apropia la unidad por el hecho de ser «principium non de prin- Padre lo es en codo cuanto en él existe, se posee enteramente en aquel para el
cipio». Cita a Aguscin, De doctr. christ. 5 (PL 34,21): «In Parre est unitas, in Filio aequali-
cual no es Padre s6lo en parte. o es que sea padre de lo que tiene para su
tas, in Spiricu sancto unicacis aequalitatisque concordia»; también Buenavencura cita esce
texco en Breviloq11i11m I 7,3; cf. también I 7,1 ; cf. Pedro Lombardo, Sent. I d. 31. c. 2. provecho, sino que en rodo aquello que él es, es enteramente Padre para aquel
82. Hay que insistir en el cad.cter relativo del Padre corno principio. J. Moltmann, a que tiene de él su ser... En Dios no hay elementos corporales, sino perfecca-
cuya opini6n acerca del Padre corno «principio absoluto» de la Trinidad nos hemos referi- mente simples; no hay partes, sino una cocalidad que todo lo abarca; no hay
do ya (cf. n. 32-33), es a la vez un defensor muy decidido de la unidad "pericorética". Cf. nada que haya recibido la vida, sino que rodo es vivo, codo él es vivience y
Trinitiit ,md Reich Gotus, 179- 182; 187- 193. W. Pannenberg, Teologia sistematica I, 352, codo él es Dios por completo, pues no esca compuesto de partes sino que es
le reprocha inconsecuencia en esce punto. _ perfecto por su simplicidad; por esca raz6n es necesario que, en raz6n de su
83 . Pienso que algunas veces se produce una confusi6n entre la doctrina de las proce- paternidad, sea en codo enceramencc Padre para el que engendr6 de s{ mismo,
siones divinas en cuanto cales y las teorlas "psicol6gicas" de san Agustln y santo Tomas. pues el perfecco nacimienco del Hijo lo hace Padre perfecco en rodo lo que es
Es evidente que escas ultimas nunca han sido adoptadas por los documencos ofìciales de (dum eum Patrem ex suis omnibus natiuitas Fili perfecta consummatJ'.
la Iglesia y pueden ser por consiguiente, objeco de la libre discusi6n teol6gica. No se
puede decir lo mismo a mi juicio de las procesiones divinas, de las que se habla ya en
el concilio de Nicea (generaci6n del Hijo por el Padre) y que han sido ensefianza cons-
tante en los tiempos posteriores. Cf. Greshake, Der dreieine Gott, 205 . Por lo demas, las 84. Hilario de Poiciers, Trin. IX 61 (CCL 62A,440--441) . Cf. rambién Gregorio
imagenes de la Trinidad en el alma humana no consricuyen el conjunto de la doctrina Nacianceno, Or. 25, l 6 (SCh 284, l 96) , el Padre no lo es corno los padres humanos, por-
trinitaria de esros aucores, sino s6lo un aspecto de ella. que lo es enceramente.
164 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGfA SISTEMATICA RECIENTE 165

La donacion completa por parte del Padre de rodo lo que es y tiene es nano debe significar el desconocimiento de los demas, mas bien se impli-
lo que consriruye la generacion del Hijo. El Padre ama enteramente, can y se relacionan mutuamente. Una unidad y una vida que son perfec-
uede darse por completo porque de él esca excluida radicalmente roda tas desde toda la eternidad. A Dios nada le afiadimos los hombres; por

i nvidia que le impediria no dar al Hijo su propia plenitud85 • Pero a la vez


in esca generacion el Padre no es Padre, solo el nacimiento del Hijo lo
hace perfecto en lo que es. Se da por tanto en las relaciones entre el Padre
pura gracia nos hace partfcipes de su plenitud (cf. Jn 1, 16).

y el Hijo una perfecta reciprocidad. El Hijo perfecciona al Padre86 .~Cabe 3. ~~NOSJS INTRATRINITARIA? UN CASO EXTREMO EN LAS REIACIONES
una mejor fondamentacion de la igualdad y de la perfecta comunion de ENTRE "TEOLOGfA" Y "ECONOMfA"
las rres personas, que el amor fontal del Padre, que es donacion tocai y que
suscita por tanto esca misma tota! entrega en aquellos a quienes comuni- El tema de la relacion entre la Trinidad economica y la Trinidad inma-
ca el ser? Autoposesion y donacion son asf lo mismo. No deben "corre- nente ha estado presente, aunque no siempre de modo manifiesto, en
girse" ni equilibrarse mutuamente. Las personas se relacionan en el des- gran parte nuestra expdsicion de esce capfrulo. La teologfa cristiana, ya
bordamiento del amor masque en su mutua "dependencia". El dejar que desde los primeros siglos, ha llegado a la conclusion de la generacion del
el otro sea viene del amor que engendra libertad mas que de la autodis- Hijo por el Padre a partir d~ la mision del Hijo y con la reflexion sobre
tincion. Y a la vez la unidad y la trinidad divinas son dos daros igualmente el valor de los términos que han sido usados en el Nuevo Testamento.
primarios porque las dos tienen su razon ultima en e! Padre que es prin-
Algo semejante podemos decir de la docrrina de la procesion del Espfritu
cipio unico de la divinidad solo en cuanto la comunica pienamente, en
Santo, a partir de su mision por el Padui y por el Hijo, aunque sabemos
cuanto es enteramente y no solo en p~e "Padre" y principio del Espfritu.
que aquf los problemas han sido y siguen siendo mayores. Pero en todo
Dicho con orras palabras, en cuanto hace surgir las otras personas iguales
caso se ha mantenido el principio de la correspondencia entre la iniciati-
a él que, corno él, existen y pueden existir solo en la relacion y el amor
va del Padre en la historia de la salvacion y su caracter de principio de la
mutuos. Hay muy buenas razones para ver la unidad divina corno la per-
divinidad roda. En muchos, por no decir en casi todos, de los problemas
fecta comunion de amor de las tres personas que llega hasta la mutua
inhabitacion, pero esca unidad perfecta encuentra su mejor - su unico- de la teologfa trinitaria, nos las tenemos que haber con esce principio fon-
fondamento en el amor fontal del Padre, «fons et origo totius divinitatis», damenta!, cuya aplicacion requiere mucha prudencia. Por una parte e!
que comunica a las otras personas la esencia divina que por esca razon paso de la "economfa" a la "teologfa" es necesario para mantener el senti-
poseen en plenitud. De lo contrario esca misma comunion no aparece en do de la economfa ·misma. El olvido del fondamento trascendente de la
la plenirud de su sentido. Un aspecto o modo de expresar la unidad divi- historra de-s-a:JV[cÌon significa privar a esca ultima de su significado. Una
cierta "correspondencia" entre la Trinidad economica y la Trinidad inma-

,J:~,:.
nente es, por tanto, necesaria. Pero la distincion, no adecuada, entre
ambas debe ser también salvaguardada. Dios es siempre mayor que su
El mm;,o d, 1, fak, d, .,,;d;, s< "P;" e, 'fon. VI 21 (220), • .. .non ;nu;dum
misma manifestacion definitiva en Cristo; en esca misma e! misterio no
I._' (r ce bonorum cuorum in unigeniti cui natiuitate esse confido»; Gregorio Nacianceno, Or.
tic 25,16 (SCh 284,194-196), no se puede pensar que Dios sea envidioso o débil.
queda anulado sino que aparece mas claramente en su condicion de tal.
86. Hilario de Poitiers, Trin. VII 31 (298-299): «La fe apostolica no confìesa dos dio- El traslado de las categorfas de la Trinidad economica a las de la Trinidad
ses porque no confìesa dos padres ni dos hijos. Confesando al Padre, ha confesado Hijo, el inmanente no es en rodos los casos evidente.
creer en el Hijo, también ha crefdo en el Padre, porque el nombre de padre contiene el de En el ambito de la discusion en torno a estos problemas, H.U. von
hijo. El Padre no lo es mas que por el Hijo y la referencia al Hijo es la demostraci6n del
Padre, porque el Hijo no viene mas que del Padre. En la confesi6n de un solo Dios no se
Balthasar ha tratado de mostrar corno la Trinidad es la donacion que Dios
habla de una sola persona, porque el Hijo da al Padre la plenitud (Pntrem conmmmnt Filius) lìal::e de sf mismo en la eternidad, y a partir de esta donacion originai se
y e1 nacimiento del Hijo es a partir del Padre. La nacuraleza no se rransforma por el naci- puede comprender la libre donacion de Dios al mundo por amor y sin
mienro, de modo que no sea la misma en la idencidad de su género, sino que es de ral necesida:d ninguna:_
manera la misma, que por el nacimienro y la generaci6'n se ha de confesar que uno y acro
son una sola cosa, no uno solo». Cf. sobre esros rexros y otros semejanres, L. F. Ladaria, La Trinidad debe ser enrendida corno aquella autodonaci6n eterna y abso-
«••• Pntrem conmmmat Filius». Un nspecto inédito de la teologia tri11it11ria de Hilnrio de lura que hace aparecer a Dios, ya en sf, corno e! amor absoluto; y es precisa-
Poitim: Gregorianum 81 (2000) 775-788. mente desde aquf desde donde llega a comprenderse la libre autodonaci6n al
166 LA TRINI°"°, MISTERI O DE COMUNI ON DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 167

mundo corno amor, sin que Dios tenga la menor necesidad para su propio en el seno de la divinidad!)(J. El amor no es tan fuerte corno el abismo sino
devenir (para su "auromediaci6n"), de implicarse en el proceso del mundo y mucho m:is fuerte aun, porque éste solo es posible en el marco de la dis-
de la cruz.87 • tinci6n entre el Padre y el Hijo. Dios no podrfa ser Dios sino en esta kéno-
S6lo porque Dios es amor en sf mismo puede manifestarse corno tal. sis intradivina91 • Todo posible drama entre Dios y un mundo cualquiera
rA partir de este principio admitido generalmente, von Balthasar da un tiene su lugar en la distinci6n del Padre y el Hijo, en este drama originai
paso mas. lnspirado en S. Bulga.kow, quiere contemplar ya en la Trinidad y trinitario que est:i por encima del tiempo92 •
inmanente la forma radical del amor que se nos muestra en la economfa, Ciertamente se distingue con claridad esta kénosis originaria del des-
el vaciamienro de sf del Hijo. Esta kénosis hist6rica del Hijo se considera pojamiento hist6rico del Hijo del que se nos habla en Flp 2,7. Pero de
fundada en una kénosis originai de las personas divinas, yen particular del algun modo constituirfa su condici6n de posibilidad. Porque no sola-
Padre, de tal manera que la generaci6n del Hijo vendrfa a ser un despoja- mente es el Padre el que se despoja de s{ mismo segun H.U. von Balthasar,
miento o vaciamiento de sf por parte del Padre. En la generaci6n Dios sino que a esta kénosis del Padre corresponderfa ya una kénosis intratri-
Padre se desapropiarfa de la divinidad al transmitirla al Hijo y compartir nitaria del Hijo y del Espfritu en la que se funda el vaciamiento de sf de .'
con él todo lo que le pertenece: Jesus en la encarnaci6n: «Esta "kénosis de la obediencia'' ("en el deponer
la figura de Dios" flp 2,7) est:i basada en la eterna y redproca kénosis de
...cabe designar con Bulgakow la auroexpresi6n del Padre en la generaci6n las personas divinas. Como un aspecto entre los infinitos aspectos siempre
del Hijo corno una primera «kénosis» inrradivina que rodo lo abarca. En efec-
reales de la vida eterna»9J. La eterna relaci6n de amor entre las personas
ro, el Padre se desapropia por complero de su divinidad y se la rransfìere al
Hijo; no la «parte« con él sino que comparre con el Hijo rodo lo suyo: «Todo divinas se interpreta por tanto en términos de kénosis y de vaciamiento de
lo ruyo es mio» On 17,10). El Padre, al que no hay que concebir corno exis- sf mimas. La generaci6n del Hijo serfa, por decido asf, el primer momen-
riendo «anres de» esra aurodonaci6n, se revela corno esre movimienro de to y el principio de esta kénosis originaria que de esta manera tendrfa al
donaci6n roralmenre desinreresada, que no se reserva nada para sl88 • Padre corno primer sujeto.
<Qué juicio merece esta teoda? Hay que aceptar un aspecco irrenun-
En el amor del Padre al engendrar al Hijo, sigue diciéndonos von
ciable de verdad en la intuici6n de von Balchasar: el vaciamiento de Cristo
Balrhasar, «hay una renuncia absoluta a ser Dios para sf solo, un abando-
'u en la encarnaci6n tiene su condici6n de posibilidad en la vida interna de
no del ser de Dios» 89 • En el acro de la generaci6n del Hijo se crea en Dios
o Dios: «Lo que rige entre Jesus y el Padre corno mediaci6n de la misi6n es
una distancia infinita, en la cual puedan tener cabida rodas las distancias
la forma economica del acuerdo eterno entre Padre e Hijo» 94. La Trinidad
creaturales. En Dios est:i asf la condici6n de posibilidad del dolor del
mundo, del dolor de Cristo del que Dios mismo llega a partici ar. En la
entrega de la divinidad del Padre al Hijo se revela en Dios un separac16n 90. Ib. 301: «Que Dios (corno Padre) pueda entregar asl su divinidad, que Dios
insuperable, de tal manera que roda divisi6n posible, inclus as (corno Hijo) la reciba no corno un simple présramo, sino poseyéndola "consusrancial-
amarga, no puede tener lugar m:is que dentro de esta separaci6n originai mente", rodo esro esca revelando una "separaci6n" en Dios ran inconcebible e insuperable
que roda divisi6n posible (mediada por ella), aunque fuera la mas oscura y la mas amarga
lì\) ,., o podrla darse mas que dmtro de esce primer gesto de Dios».
/ I. Cf.-ib~G-1--302::--
. - -;~-:---;-----,---.--~
87. H .U.von Balrhasar, uodmmdtica 4. La accion, Madrid 1995, 297. Sobre la pro- 92. En diversas ocasiones se habla dc esce drama que uene ugar en la vida interna de
puesra y la intenci6n del auror en esce punto de su reologia trinitaria, cf. A. Cordovilla, Dios. lb. 302: «...drama originai que esca por encima del riempo»; 303: «El drama trini-
Hans Urs von Balthmar: una vocacion y existencitt teologica: Salmanricensis 49 (2001) 41- tario tiene duraci6n eterna...
79, esp. 68-73. 93. H.U. von Balrhasar, uodrdmdtica 5. EL ,i/timo acto, Madrid 1997, 118. Aun con
88. H.U. van Balrhasar, uodmmdtica 4. La accion, Madrid 1995, 300. Cf. también la nocables diferencias, en primer lugar terminol6gicas, se puede notar tal vez un cierto pare-
continuaci6n del rexro, ib 300-304. El auror vuelve sobre el rema en otras ocasiones; cf. cido entre la kénosis intratrinitaria de van Balrhasar y la autodiferenciaci6n de las perso-
uodmmdtica 4, 253; 289; Theologik Il Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985, 163, ademas de nas de W. Pannenberg.
los texros que ciraremos. Cf. S. Bulgakow, Le ¼rbe lncamt, Paris 1943, fuente de inspira- 94. uodramdtica. 3. LllS perso1111S del dmma: el hombre m Cristo, Madrid 1993, 468 .
ci6n inmediata de van Balthasar. Bulgakow habla rambién de la kénosis del Espfritu Santo Es posible que las afirmaciones de von Balrhasar sobre la kénosis intratrinitaria estén en
en la economia salvifica, cf. Il Pnmclito, Bologna 1987, 484. Mas bibliografia sobre el par- relaci6n con su reologia del s:ibado santo; cf. H .U. von Balthasar, El misterio p11Sct1al. en
ricular se encontrara en L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero, Salamanca 1998, 317. 319. MySal III /Il, Madrid 1971, 143, 335, esp. 237-265. Sus afirmaciones en el orden de la
89. Cf. uodmmdtica. 4, 300. economia darlan· tal vez la base para el paso a la teologia. Pero la teoda del abandono no
168 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIQN DIOS PADRE. ALGVNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 169

inmanente es realmente el "principio y fondamento" (K. Rahner) de la ferible reservar para esca ultima el cérmino neotestamentario, tan caracte- 1
economfa de salvaci6n. Todo cuanto en ésta ocurre tiene su condici6n de dstico? De otro modo se corre el riesgo de ver en la economfa de la salva-
posibilidad en la vida fntima de Dios: «En la vida interna de Dios esta pre- ci6n la expresi6n temporal de un drama eterno del cual no parece encon-
sente la condici6n de posibilidad de aquellos acontecimientos que por la trarse rasero en la revelaci6n divina. Es daro de todas maneras, y sin duda
incomprensible libertad de Dios encontramos en la historia de la salva- hay que acogerlo, lo que se pretende mostrar con el concepto de la kéno-
ci6n del Sefior Jesucristo»95 • Es también legftimo afirmar que el "espacio" sis inrratrinitaria: el amor que es inmanente a Dios no es menos total ni
intradivino posibilicado por la distinci6n entre las tres personas es la con- menos radical que el que se muesrra en la economia de la salvaci6n. Mas
dici6n de posibilidad de la creaci6n y del anonadamiento del Hijo hasta aun, en e! primero tiene esce ultimo su fondamento y su raz6n de ser. El
la pasi6n y la muerte de cruz, en la que puede experimentar, en la angus- amor de Dios es la primera y la ultima palabra tanto ad intra corno ad
tia de su agonfa, la "distancià' que le separa del Padre. Una distancia por extra, en su identidad eterna que no puede ser cambiada por ningun even-
otra parte siempre superada por la obediencia y la entrega confìada, acti- to hist6rico. En el orden del ser es ~l amor de Dios ad intra el primer ana-
tudes fondamentales de Jesu.s frente al Padre en el riempo de su vida mor- logado. Es absolucamente previo al pecado de los hombres, y éste no tiene
rai. Pero una vez escablecidos estos principios, nos debemos preguntar de ningun m do el poder de determinar internamente esce amor o de 1
necesariamence por el grado de la correspondencia que debemos afìrmar acrecentarlo 97 Con una formulaci6n no del todo libre de ambigiiedades /
entre la ceologfa y la economfa. El hecho de que en la vida fntima de Dios se expresa una verdad capitai: lo que aparece en la historia de la salvaci6n
escé la condici6n de posibilidad de lo que se realiza en la hiscoria de sal- tiene en la vida inmanente de Dios su fondamento ultimo. La entrega de
vaci6n no significa que lo que en ésca ocurre tenga que ser una realidad Jesus en la cruz es posible porque el amor del Padre ha dado desde siem-
en la Trinidad inmanente. ~Se vada el Padre de sf en la generaci6n del pre rodo al Hijo. La forma econ6mica que el amor adopta en la kénosis /
Hijo cuando su ser esca consticuido por la paternidad y no puede existir del Hijo tiene su raz6n de ser y su condici6n de posibilidad en la Trinidad
si no es en esca generaci6n ecerna96 ? ~Es despojamienco la donaci6n total misma, pero no es la reproducci6n temporal de la forma eterna del amor.
que el Padre hace al Hijo y al Espfritu en el eterno intercambio de amor Es mejor por tanto, a mi juicio, renundar a esca cermi.nologfa, ante codo
sin el cual Dios no es? La economfa de la salvaci6n es cocalmence libre, y porque no parece precisa, ademas de que puede dar lugar a graves malen-
ademas, en su modo concreto de realizarse ha intervenido la libercad de tendidos. En el intercambio toral de amor en el seno de la Trinidad hay '-
los hombres. No se explica sin el pecado humano la muerte de cruz, en la donacion piena de las personas, pero asf la vida de Dios se realiza en lo
que el despojamienco del Hijo llega a su expresi6n maxima. Si el «analo- que le es mas propio; en esce senrido las personas divinas no se despojan
gatum princeps» de la noci6n es la kénosis hist6rica de Jesu.s, ~no sera pre- de nada en_cuanto su ser es en relaci6n, su subsistencia propia y su dona-
cién a los demas son lo mismo 98 • El Padre es Padre en cuanro, en la per-
A0 (= L-'L~\k>t' }),Q, ?'ì
esca exenra de difìculcades; no es por tanto seguro que puedan ofrecer base "econ6mica" a
estas especulaciones "ceol6gicas". Cf. L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero, 72-89. 97. M. Schulz, Sein und Trinitiit (cf. n. 54), 774: «Seguo la alusi6n de von Balthasar
/ 95 . Comisi6n Teol6gica Inrernacional, Teologia-Cristologia-Antropologia I C) 3 (250); a Fil 2, corno analogatum primarium para el discurso sobre la kénosis originai en Dios, se
ib., II A) 5 (258s): «Encre el Hijo en la vida eterna de Dios y el Hijo en la hisroria terres- debe negar en la trasposici6n al ser divino, lo que pertenece a la pura semantica hamartio-
tre de Jesus se da una Intima correspondencia; mas aun, una idenridad real, que s~ nutre l6gica de las expresiones sometidas a discusi6n. Pero a través de esca abstraci6n el amor
I con la unidad y comuni6n fìlial de Jesucristo con Dios Padre»; cf. W. Kasper, Der Gott Jem
Christi, Mainz 1982, 244.
inmanenre de Dios no se hace mas pequeiio, o menos "serio", o se disuelve en un mero
"juego", sino que aparece antes del pecado en su identidad que no se puede manipular ni
96. Seguo la cradici6n, el Padre, que lo es s6lo en cuanro engendra al Hijo, dando modelar. Dicho de otra manera: segtln el orden del ser el analogatum primarium es el amor
rodo lo que tiene no lo pierde. Mas aun s6lo dandolo lo tiene. La preocupaci6n por man- de Dios en sL.. El pecado no tiene el poder de determinar internamente esce amor ni de
tener la inregridad de la divinidad del Padre en la generaci6n del Hijo arranca de san
Justino; cf. Dia/ Tryph. 128,3-4 (Marcovich,292-293) . Concilio Lateranense IV: (OH
805): «Ac dici non potest, quod panem substantiae suae illi dederit, et panim sibi ipse reti-
nuerit, cum subsranria Patris indivisibilis sir, utpote simplex omnino. Sed nec dici potest,
quod Pater in Filium transrulerit suam substantiam generando, quasi sic dederit eam Filio,
acrecentarlo».
98. O . Gonzalez de Cardedal, Cristologia, Madrid 2001. 397-398: «Hablar sin mas \·
de una kénosis inrratrinitaria en senrido escricto carece de fundamento biblico y es una
aplicaci6n indebida del' principio de reciprocidad entre la Trinidad inmanente y la Trinidad
econ6mica. Dios revela y realiza en el mundo lo que es su vida trinitaria, pero la exiscen-
t y
quod non retinuerit ipsam sibi; alioquin desiisset esse substantia». El mismo von Balthasar eia encarnada del Hijo tiene elemenros de novedad, libercad e historia que son consecuen-
es bien conscienre de esce punto; cf. Theologik. II. Wahrheit Gottes, Einsiedeln 1985,126. cia del pecado humano, y que no preexisten ni tienen su fondamento en la vida trinitaria».
170 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE 171

fecta donaci6n de su amor, es principio del Hijo del Espiritu que son Dios Cierramente es el Dios uno, Padre, Hijo y Espfritu e! que se nos mani-
exactamente corno él 99 • «Es el Padre en el engendramiento infinito del fiesta en la obra de nuestra salvaci6n. Pero las formulaciones neotesta-
Hijo infinito. Su divinidad es la parernidad sin lfmires» 100 • Cuanto aqui mentarias nos hablan sobre todo de la revelaci6n de Dios Padre que Beva
hemos dicho se coloca en continuaci6n direcra con la cuesti6n del senti- a cabo Jesus (cf Mt l l ,27=Lc 10,22; J n 1, 18; 14,6.9; 17,6.26, etc.). Él es
do de las procesiones divinas que tienen en el Padre su principio. el constante punto de referencia en toda su vida. Una recta teologia del
En otras tentativas la distancia entre la Trinidad econ6mica y la inma- Padre, el Dios de Jesus, del cual Jesus viene y hacia el cual nos lleva en el
nente pareda acrecentarse demasiado, hasta el punto de dar la impresi6n Espfritu que nos otorga, debera ser siempre una preocupaci6n de primer
cle que la analogia que los nombres neotestamentarios de Padre e Hijo orden en toda reflexi6n sobre el Dios revelado por Jesucristo.
sugieren no tendrfa directa aplicaci6n a la Trinidad inmanente. La expre-
si6n de la kénosis originaria que hemos discutido brevemente parece caer
en el extremo opuesto: puede hacer pensar que se atribuye ya a la Trinidad
· inmanente la figura concreta del amor que nos muesrra el Sefi.or crucifi-
cado. La correspondencia entre la economia y la teologia no puede llevar-
se a estos extremos, so pena de que la primera deje de ser la manifesraci6n
libre y gratuita de la vida intradivina para convertirse en la reproducci6n
tempora! de eventos eternos (incluso de un eterno drama trinitario) y se
minimice la responsabilidad del pecado humano en la muerte del Sefi.or.
La cruz est.i desde siempre en e! designio divino 101, pero éste no por eter-
no deja de ser libérrimo. Si es sencilla la formula del Grundaxiom rahne-
riano no lo es su justa aplicaci6n. La relaci6n entre la Trinidad econ6mi-
ca y la Trinidad inmanente no se puede determinar con exactitud.
Solamente con sucesivos tanteos nos podemos acercar al equilibrio desea-
do y podemos hacer justicia a dos exigencias igualmente primarias: Dios
r
1
se nos revela libremente tal corno es, yen esta revelaci6n mantiene su mis-
terioio2 •

Cf. también las reservas que ya sefialaba W. Kasper, Theologie tmd Kirche , Mainz 1987,
222.
99. Gregorio Nacianceno, Or. 2,38 (SCh 247,140): «[El Padre] seria principio de
una manera pequefia e indigna si no fuera el principio de la divinidad y de la bondad que
se contempla en el Hijo y en el Espiritu Santo». La misma dignidad del Padre en cuanto
principio depende por tanto de la plenitud de la divinidad de las ocras personas.
100. F.X. Durrwell, jmis Hijo de Dios me/ Esplrittt Santo, Salamanca 1999, 113; cf.
id. Le Père. Dim m son mystère, Paris 1988, 29-33.
101. Sabemos que san Ireneo ha llegado a hablar de la «crucifìxi6n c6smica» del
Verbo; cf. Ad11. Haer. V 18,3; 19,1 (SCh 153,244-246; 248); Demostr. 34 (FP 2,130-131) .
Cf. A. Orbe, Teologia de San Ireneo II, Madrid 1987, 236-263; D. Wanke, Da.s Krmz
Christi bei lrmii11S 110n Lyon, Berlin•New York 2000, 305-335. Pero nos hallamos en el
terreno de las relaciones entre la creaci6n y la salvaci6n, en concreto se trata de asegurar
que el creador y el redentor son el mismo, no se entra en d campo de la Trinidad inma-
nente. salvaci6n. Parece que esca distancia quedarla anulada si proyectaramos ya la kénosis en el
102. Recordemos cuanco hemos dicho en el cap. l sobre el caracter ken6tico de la eco- ser eterno de Dios. Nos referlamos ya entonces a la relaci6n con el pecado humano de la
nomia de la salvaci6n. Nos fundabamos esce caracter corno uno de los motivos para expli- forma concreta de la economia de la salvaci6n, y cicabamos en este sentido algun pasaje
car por qué el misterio de la Trinidad inmanente no puede agotarse en la economia de la precisamente de H.U. von Balthasar.
Capftulo 4
El Espfritu del Padre y del Hijo

El Espfricu Santo es llamado de diversos modos en el Nuevo


Testamento. Tenemos en primer lugar la denominaci6n de Espfricu Santo
(cf. Mc 28,19; Le 1,35; Jn 20,22), can peculiar de los escricos neocesca-
mentarios si se compara con el escaso uso de la expresi6n en el Antiguo
Testamento 1• Es llamado cambién "Espiricu" sin mas, Espiricu de Dios
(Rom 8,9.14, encre otros muchos lugares), Espfricu del Padre (cf. Mc
10,20), Espfricu del Hijo (Gal 4,6), de Cristo (Rom 8,9; 1 Pe 1,11); de
Jesus (Hch 16,7); deJesucrisco (Flp 1,19), en los escritos deJuan Espfricu
de la verdad, Paraclico. Por ocra parte, y prescindiendo de esca pluralidad
de denominaciones, tenemos el hecho, a primera vista sorprendente, de
que el Espfricu por una parte desciende y reposa sobre Jesus (cf. Mc 1,10
par; Jn 1,32-34), y después de la resurrecci6n y ascensi6n de ésce es envia-
do por el pro pio Jesus, juntamente con el Padre que lo ungi6 en el Jordan.
A partir de éscos y ocros dacos del Nuevo Testamento se ha formado a lo
largo de los siglos la ceologfa cristiana del Espfritu Santo. Como no podfa
ser menos y corno en codos los campos de la teologfa, se han suscicado
cambién problemas y no falcan las cuesciones dispucadas. Algunas de ellas,
por desgracia, pesan codavfa corno obscaculos que se oponen a la plena
unidad de los criscianos. Aun sin perder de vista los problemas ecuméni-
cos, me propongo tracar en este capfculo de algunos problemas objeto de
discusi6n en la teologfa cac6lica. En primer lugar algunos aspeccos de la
relaci6n Crisco-Espfritu Santo en la vida de Jesus. Esca cuesti6n se refìere
mas bien a la «Trinidad economica». En segundo lugar el Espfricu Santo
en las relaciones trinicarias con el Padre y el Hijo. Los dos problemas men-
cionados estan eri fntima relaci6n. La economfa de salvaci6n nòs lleva a la
teologfa, y solamente a partir de la primera cenemos acceso a esca ultima.

1. La expresi6n aparece unas 70 veces en el NT, freme a s6lo cinco en el Antiguo: Sai
51,13; Is 63,10.11; Sab 1,4; 9,17.
174 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÒN EL ESP!RITU DEL PADRE Y DEL HIJO 175

Esta verdad fundamental encontrara aquf también su eco. Tanto en uno que parten de Cristo y se derraman sobre los que en él creen; Jesus en efec-
corno en otro caso, corno ya hemos hecho en algunos capftulos anterio- to derrama su Espfricu después de su ascension a los cielos3• No insiste en
res, combinaremos el estudio de la discusion actual con la mirada a la tra- el problema de la divinidad y de la preexistencia al que ha aludido Trifon,
dicion. De ella trataremos de sacar criterios que nos ayuden para el estu- aunque parece claro que las presupone. No satisfecho del todo al parecer
dio de los problemas planteados en la actualidad. Es evidente que en nin- con esca primera explicacion, Justino vuelve a proponer a continuacion la
gun caso pretendemos un tratamiento exhaustivo de las cuestiones. cuestion desde el principio: Cristo no estaba falco de fuerzas desde el prin-
cipio, corno muestra el hecho de que los magos de Arabia fueron a ado-
rarlo; y no fue al Jordan porque tuviera necesidad de baucismo, ni de que
1. EL EsrfRITU Y CRISTO sobre él descendiera el Espiritu Santo, corno tampoco nacio ni murio en
provecho propio. Todo lo hace por amor del género humano, ca.fdo en la
No cenemos por qué insistir en los datos basicos del Nuevo muerte desde Ad.in. Al Jordan por canto va Jesus por causa de los hom-
Testamento. Los recordamos simplemente. Jesus es concebido por obra bres; vuela entonces el Espiricu sobre él, viene la voz del cielo, que en la
del Espiri tu Santo (Mc 1,20; Le 1,35), Jesus es ungi do en el Espiri tu Santo version de Juscino, la llamada version "occidental" puede causar algun
en el bautismo en el Jordari (cf Mc 1,10 par; Le 4,18, Hech 10,38; Jn problema: «Hijo mio eres cu, yo te he engendrado hoy» (Sal 2,7; Le 3,22).
1,32-34); es llevado al desierto por el Espiritu Santo para ser tentado (cf Escamos en efecto ante el problema de la preexiscencia que ya ha apareci-
Mc 1, 12 par, con significativas diferencias de matiz entre los sinopticos, do. Justino sale al paso diciendo que «El Padre llama nacimienco de su
en las que no entramos) ; Jesus echa a los demonios en virtud del Espfritu Hijo al momento en que su conocimiento iba allegar a los hombres» 4
Santo (cf. Mc 3,22-30; Mt 12,28); Jesus exulta en el Espiritu Santo (Le Asf asegura Juscino la preexistencia de quien es el Hijo de Dios. La
10,21); en virtud de un Espiritu eterno se ofrece al Padre en su pasion (cf venida del Espiritu sobre él no se opone a ella. Sobre Jesus desciende el
Heb. 9,14), ha sido constituido Hijo de Dios en poder segun el Espiritu Espfritu y Cristo recibe la unci6n en cuanto hombre, no en cuanto Dios.
de santidad por la resurreccion de los muertos (Rom 1,4: cf Rom 8,11). Todo esco pertenece al orden de la economfa, es decir, tiene lugar para la
No ha sido fa.cii para la teologfa dar el justo valor a estos datos y sobre salvacion de los hombres. No explicica Justino por qué en concreto esca
rodo combinarlos con el dogma trinitario y cristologico desarrollado en venida del Espfritu sobre Jesus es beneficiosa para el gén~ro humano. Solo
los primeros siglos de la Iglesia. En concreto ha creado problemas el sig- de manera indirecca se habla de por qué cienen un sencido salvador la
nificado de la presencia del Espiritu en Jesus Comenzaremos con algunos encarnacion y la muerte de Cristo 5• De todas maneras parece claro que
datos sobre la teologfa del bautismo y la uncion de Cristo . solo en cuanto hombre puede salvar a los hombres. Si tomamos en consi-
deraci6n lo que de manera breve y de pasada ha dicho lgnacio de
A. El bautismo de ]esits. Algunos datos patristicos Antioqufa6 y lo que mas explkitamente dir.i lreneo 7 , podemos pensar que
El sentido y la significacion del bautismo de Cristo se plantea ya en san
e! don del Espfritu que Jesus recibe, y que personalmente no necesita, es,
con todo, una necesidad soteriologica. Solo a través de su naturaleza
Justino 2• Este episodio que narran los evangelios crea dificultades a quie-
humana Ilena de Espfritu podfa comunicarlo a los hombres 8 • No est.i
nes defienden la divinidad y la preexistencia de Jesus. Es facil para el
adversario, el judio Trifon, afirmar que si tiene que recibir los dones del
Espiritu de que habla Isafas (cf Is 11,1-3) es porque est.i falco de ellos. 3. Cf. Dia/ Tryph. 87 (Marcovich,220-222)
lComo podrfa en esce caso ser Dios preexistente corno afirman los cris- · 4. Jb. 88,8 (224) ; cf todo el capftulo para lo que precede (222-224) . De la adoraci6n
tianos? Justino responde que descienden sobre él las potencias del Espfritu de los magos habla hablado ya en 78,5 .7 (205) .
porque en él hab.fan de encontrar descanso, de tal manera que ya no 5. Ib. 88,4( 223) : « .. . corno tampoco se dign6 nacer y ser sacrifìcado porque lo nece-
sitara, sino por amor del género Immano, que habia caido desde Adan en la muerce ... »;
hubiera otros profetas en lsrael. Cesando en Israel se convierten en dones 86,6 (220): «a nosotros, manchados por los pecados muy graves que habiamos cometido,
nos redimi6 nuemo Cristo al ser crucifìcado en d leiio y purifìcarnos por el agua».
6. Cf. lgnacio de Antioqufa, Ad Eph. 17,l; 18,2 (FP 1.121).
2. Cf. Ph. Henne, Po11rq11oi le Christ fitt-il baptis!? La r!ponse de Justin: Revue des 7. Cf. la continuaci6n de nuestra exposici6n.
Sciences Philosophiques et Théologiques 77 (1993) 567-583; A. Orbe, La tmcion del ¼rbo, 8. A. Orbe, La tmcion del Vt-rbo, Roma 1961, 41 : «Personalmente no tenia necesidad
Roma 1961. 39ss. alguna de los dones anunciados por lsaias, ordenados corno estaban a la salvaci6n de los
176 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI6N EL ESPIRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 177

dicho esco directamente, pero no es arbitraria la suposicion. Como ya Espiricu de aquel que habia predicho que le ungiria para que nosotros fué-
hemos cenido ocasion de ver, Justino nos ha dicho que cesan los dones del semos salvados al recibir de la abundancia de su unci6n» 12 • El motivo de
Espiri tu entre los judios precisamente porque han de descansar en Jesu.s. la uncion de Jesu.s en cuanto hombre se explica aqui con mas claridad. De
A partir de su humanidad glorificada, y en concreto después de su resu- Jesus tiene que pasar el Espiricu a los hombres. En su unci6n se realiza ya
rreccion y ascension (cf. Ef 4,8), han de ser comunicados a los que en él de algu.n modo la nuestra. La idea se completa todavia con la insistencia
creen. No parece desencaminado suponer que si Jesu.s recibe los dones del en la necesidad de la mediacion de la humanidad de Cristo para que nues-
Espiritu sin necesidad persona! de ellos, sino en el ambito de la economia tra comunion con Dios pueda realizarse. Por elio en Jesu.s el Espiricu se
en la que se ha encarnado y ha padecido por nosotros, la venida del "habitua'' a habicar en el género humano, para poder después renovarnos
Espiritu Santo sobre él tenga corno finalidad el que lo pueda comunicar internamente en la novedad de Crisco 13 • El Espiricu desciende sobre el
a los hombres sus hermanos. No hay, después de Cristo, ningu.n don del Hijo humanado. La unci6n presupone la encarnaci6n, pero no es un afia-
Espiritu que no provenga de él, de su humanidad. Por eso en él descan- dido inu.til o secundario: en la fuerza del Espiricu Jesu.s cumple su misi6n
san las gracias espiricuales que terminan entre los judios9 • de evangelizar a los pobres; y la uncion por él recibida le da la posibilidad
Lo que en Justino se encuentra encre Hneas, pero con claridad sufi- de comunicar a los hombres el Espiricu que, habicando en su humanidad
ciente, se explicica en san Ireneo. El obispo de Lion seriala con coda clari- desde el momento del Jordan hasta el de la resurrecci6n, ha adquirido
dad algunos puntos que nos interesan: ante rodo el Verbo de Dios se ha familiaridad con el género humano.
hecho carne y sobre él desciende el Espiri tu que lo unge y hace que Jesu.s, Hasta bien entrado el siglo IV la ensefianza acerca de la venida del
el nombre del Verbo hecho carne, sea constituido "Cristo" y llamado por Espiritu Santo sobre el Hijo de Dios en cuanto encarnado es una cons-
canto Jesucrisco 10 • Se traca por consiguiente de la uncion en el Espfricu tante, y no ofrece dificulcad. Segu.n Atanasio, el Espiricu Santo no viene
que recibe, por obra del Padre, el Verbo hecho carne y precisamente en sobre Jesu.s para que sea hecho Dios, puesto que lo es desde la eternidad.
tanto que encarnado: «Pues en cuanto el Verbo de Dios era hombre de la Se dice que es ungido cuando recibe el Espiritu corno hombre, para que
rafz de Jesé e hijo de Abraham, en cuanto tal descansaba el Espiricu de también nosotros podamos resucitar con él y podamos ser también morada
Dios sobre él y era ungido para evangelizar a los humildes (cf. Le 4,18; Is del Espfritu 14• Cristo se santifica por nosotros (cf. Jn 17,18) cuando, una
61,1)» 11 • En cuanco·hombre Jesus tenia que ser ungido para poder cum- vez hecho hombre, el Espfritu desciende sobre él en el Jordan; en el mismo
plir la mision recibida del Padre, de evangelizar a los pobres. Se explica momento descendia también sobre nosotros el Espiricu, porque Jesu.s nos
aqu{ mejor que en Juscino la necesidad soteriologica de la unci6n del Hijo lleva a todos en su cuerpo. Por ello, cuando era lavado en el Jordan,
hecho hombre, desde el presupuesco del designio divino de salvar al géne- cambién nosotros éramos lavados en él y a partir de él. Cuando recibia
ro humano mediante la encarnaci6n. Otro pasaje viene a confirmar esca el Espiritu, nos hada a nosotros dignos de recibirlo 15 • El Espfritu viene a
dimensi6n soteriologica, explicitando aqui cambién alguna idea que pare- Jesu.s en cuanto hombre, y esca donaci6n en ultimo término va dirigida
da insinuada en san Justino: «El Espiricu de Dios descendi6 sobre él, el a la humanidad roda. La unci6n de Jesu.s con el Espiritu es sucesiva a la
encarnaci6n (tiene lugar de hecho en el Jordan), y tiene una finalidad
soteriologica de primer orden: la donaci6n del Espiritu Santo de la que
nosocros seremos destinatarios depende de la unci6n que recibe en su
hombres. Pero los recibi6 en ct1anto hombre, porque s6lo en cuanro hombre podfa salvar a humanidad el Verbo hecho carne. Encontramos ideas que ya nos son
hombres, y s6lo mediante su naruraleza humana previamente ungida con los dones del
Espfriru podrla Jesus santificar "connaruralmenre" a los hombres». Cf. rambién ib. 42-60.
9. Cf. Terruliano, Adv. Mare. V 8 (CCL 1,598): «... quo floruisser in carne sumpra ex 12. Ib. (I 10-112): «Spirirus ergo Dei descendir in eum, eius qui per propheras pro-
stirpe David, requiescere in ilio haberer omnis operario grariae spirirualis er concessare et miserat uncrurum se eum, ur de abundanria uncrionis eius nos percipienres salvaremur».
fìnem facere quantum ad Iudaeos». Cf. también III 17,2-3 (330-336). Demom. 9 (FP 2,73); 53 (165).
IO. Ireneo de Li6n, Ad11. Haer. III 9,3 (SCh 211,108): «Sed Verbum Dei, qui est I 3. Ad11. Haer. III 17, I (330): «unde ec in Filium Dei fìlium hominis faccum descen-
Salvaror omnium, et dominaror caeli et rerrae, qui est lesus ... , qui adsumpsit carnein et dir, cum ipso adsuescens habitare in genere humano et requiescere in hominibus et habi-
uncrus est a Parre Spiriru, lesus Chrisrus facrus est». tare in plasmare Dei, volunratem Parris operans in ipsis et renovans eos a verusrare in novi-
11. Ib. III 9,3 (I I O): «Nam secundum id quod Verbum Dei homo erat ex radice lesse ratem Chrisri».
et fìlius Abrahae, secundum hoc requiescebat Spirirus Dei super eum et ungebarur ad evan- 14. Cf. Atanasio, Contra Arirmos I 46 (PG 26, I 08); 47 (I 09).
gelizandum humilibus». 15. Atanasio, Contra Arianosl 47 (108-109)
178 LA TRJNIDAD, MISTERIO DE COMUNION EL ESP!RJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 179

conocidas. Pero Atanasio se aparta de la tradici6n precedente en un punto manera se ha unido a todo el género humano. Asf lo que pasa en la cabe-
importante: es el Hijo en cuanto Dios el que se unge a sf mismo corno za tiene efeccos para todo el cuerpo 19 •
hombre 16 • Se pierde asf una dimensi6n trinitaria para acentuar fuerte- También en Hilario nos encontramos corno en Justino, con la cita del
mente la divinidad del Hijo (que vefamos también afìrmada en los auto- Salmo 2,7, «Filius meus es tu, ego hodie genui te», en la voz del cielo en
res precedentes) ; se entiende claramente esca preocupaci6n en el contexto e! bautismo de Jesus seguo Le 3,2220 • Se da en esce momento un "renaci-
de la controversia arriana, pero sin duda se produce un alejamiento de los miento" de Jesus en cuanto hombre, por obra del Espfritu; esce renaci-
datos del Nuevo Testamento. miento es una etapa en el crecimiento humano del Sefior hasca llegar, en
Hilario de Poitiers es igualmente claro en la afirmaci6n de la divinidad la resurrecci6n , a ser Hijo de Dios en plenitud también en cuanco a la
de Jesus que, corno hombre, y no corno Dios recibe el bautismo. La humanidad asumida21 • El momento del bautismo en el Jordan tiene una
unci6n no afecta a su naturaleza divina, en la que no cabe el "progreso". significaci6n para Jesus mismo y a la vez para la humanidad coda, porque
L a unci6n bautismal se da para que su humanidad, que desde la encarna- e! Espfricu que Ilena al Hijo encarnado puede ser comunicado corno
ci6n es la humanidad del Hijo, crezca en la santidad, renazca y el Hijo del Espfricu de adopci6n y puede hacer de los hombres hijos de Dios.
hombre se haga cada vez mas Hijo de Dios también en cuanto hombre: Exisce una diferencia y a la vez una relaci6n entre la encarnaci6n y la
unci6n de Jesus. El Hijo preexistence se ha encarnado en el seno de Marfa,
El que es Dios por generacion no ha llegado a serio por alguna raz6n des-
pués del nacimienco, sino que, al nacer, por su nacimienco no es mas que
sobre él en cuanto hombre ha descendido e! Espfricu Santo. La distinci6n
Dios. Y cuando es ungido por algun motivo, el progreso que la unci6n pro- es clara. Facilita esca discinci6n la distancia cronol6gica entre los dos even-
duce no se refìere a lo que no necesica ningun crecimienco, sino a lo que por cos: la unci6n, en efecto, tiene lugar en e! Jordan, corno también ocurre
el crecimienco en el miscerio necesita el progreso que la unci6n ·causa; es decir, para el Nuevo Testamento (cf. Le 4,18; Hch 10,38). Esca unci6n, que no
Cristo es ungido para que mediante su unci6n fuera sancificado en cuanco es afiade nada personalmente a Jesus, porque desde siempre es el Hijo de
hombre corno nosocros 17 • Dios, no es de ningun modo accidencal o de segunda imporcancia para la
realizaci6n de su misi6n salvadora. En virtud de ella evangeliza a los
La unci6n del Jordan santifica por tanto la humanidad asumida po·r el
pobres y puede comunicar el Espfricu de filiaci6n adoptiva a los hombres
Hijo que, en su divinidad, no se ve afeccado por esca efusi6n del Espfritu.
También para Hilario la venida del Espfritu sobre Jesus en el Jordan tiene
efeccos para codos nosotros: «con la autoridad de su ejemplo lleva a la per-
fecci6n los misterios de la salvaci6n humana, santificando al hombre por 19. !b. 2,6 (110):«Nam baptizato eo, reseratis caelorum aditibus, Spiricus sanctµs
la asunci6n y el bafio del bautismo»18 • En su encarnaci6n Jesus de alguna emitticur et specie columbae uisibilis agnoscicur et istius modi paternae pietatis unccione
perfundicur. Vox deinde de caelis ira loquicur... (Le 3,22; Sai 2,7) . Filius Dei audicu cons-
peccuque monstracur... ut ex eis quae consummabancur in Chrisco cognosceremus post
aquae lauacrum et de caelestibus porcis sanctum in nos Spiricum inuolare et cadestis nos
gloriae unccione perfundi et paternae uocis adoptione Dei fìlios fieri, cum ira disposici in
16. !b. I 46 (108): «Yo, que soy el Verbo del Padre, yo mismo me doy el Espfricu a ml nos sacramenti imaginem ipsis rerum effeccibus ucritas prefigurauerit»; hemos notado ya
hecho hombre, y a ml hecho hombre me santifico en él, para que después rodos se santi- la misma cita en los textos citados en las notas precedentes; mas sobre estos pasajes en L.F.
fiquen en ml que soy la verdad (cf. Jn 14,6)»; cf. también ib. 47 (109). . Ladaria, El Esplrit11 Santo en san Hilario de Poitim, Madrid 1977, 116-124; id. La cristo-
17. Hilario de Poitiers, de Trinitau XI 19 (CCL 62A 550) . !b. XI 18 (548) : «Uncno logia de Hilario de Poitim, Roma 1989, 105-118; id. La «11ncio11 de la gloria ceksu». Gloria
enim illa non beacae illi et incorruptae et in natura Dei manenti natiuitati profecit, sed y Espirittt Santo en Hilario de Poitiers. Revista Catalana de Teologia 25 (2000) 131-140.
corporis sacramento et sanccificationis hominis adsumpti ... Et quemadmodum in Spiritu 20. A. Orbe, La 11ncio11 del ¼rbo, 635: «Entonces [en el Jordan) cuvo lugar en efecto
Dei et uinuci unctus sic (cf. Hch 10,38) non ambiguum est cune, cum ascendente eo de una nueva generaci6n, distinta de la fìliaci6n natural divina, y explfcitamente denunciada
lordane uox Dei Patris audita est: Filiw meus es t11, ego hodit genui te (cf. Le 3,22; Sai 2,7), por una variante de Le. 3,22b: "Filius meus es cu, ego hodie genui te". Mucho masque la
uc per hoc cestimonium sanctifìcatae in eo carnis unctio spiritali~ uinutis cogno~c.eretur»; extensi6n de tal variante cncre los primeros escritorcs cristianos y su signo discutible de
Tr. Ps. 2,29 (CCL 61,57-58): «Scriptum est autem cum ascend1sset ex aqua: Fzlms mms autenticidad, interesa aqul la teologia ingenua que encubre. En el Jordan Dios engendra a
es 111, ego hodit gen11i u . Sed secundum generationis hominis renascentis cum quoque ipse una nueva vida la humanidad de Jesus, en cuanto cabeza de la Iglesia y manantial para ella
deo renascebatur in fìlium perfeccum .. .». de la fìliaci6n adoptiva. Jesus es humanamente adoptado por d .Padre, mediante el
18. In Mt. 2,5 (SCh 254, 11 O) : interesante el ultimo inciso «hominem et adsumptio- Espfricu: no lo era hasta entonces, y necesitaba serio en bien de sus hermanos, corno cabe-
ne sanctifìcans et lauacro», donde hominem indica a la ve:z. la humanidad de Jesus y la za de ellos y principio de una vida divina transfcrible a los hombres ... ». Cf. ib. 634-637.
humanidad entera. 21. Cf. Hilario de Poitiers, Trin. III 16 (87-89) ; Tr. Ps. 2,27 (CCL 61,56-57).
180 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÒN EL ESPIR!TU DEL PADRE Y DEL HIJO 181

sus hermanos. La encarnaci6n y la unci6n son asf dos momentos no solo Ante tal concepci6n surge inevicablemente la pregunta de si queda
diferenciados, sino cambién relacionados: el Espfricu Santo enviado por el "espacio" para una accién del Espfricu Santo en la humanidad de Jesus.
Padre viene sobre Jesus, el Hijo hecho hombre, corno a su lugar propio y Todo parece hecho ya en la asuncién de la humanidad24. La unién hipés-
natural. La unci6n sigue a la encarnaci6n y es su consecuencia22 • tatica marca la diferencia entre Jesus y los demas hombres, en los que
La tucltt contra los arrianos y la controversia nestoriana no han favo- parece escaria presente el Espfricu Santo. Todo se contempla en la relacién
recido el mantenimienco de esce equilibrio y esca relaci6n entre la encar- encre humanidad y divinidad, el Hijo y la humanidad que asume. De
naci6n del Hijo y su unci6n con el Espfricu en cuanto hombre:. ,1por qué alguna manera se prosigue la lfnea iniciada por san Atanasio, y se da un
necesita el Espfritu el que es Dios desde la ecernidad? O por ocra parte, ies paso mas: el Verbo unge su humanidad, no comunicandole su Espfricu
personalmente el Hijo de Dios el hombre que es ungido en el Espfritu? Santo en el Jordan, sino uniéndola a sf, con su presencia tocai iHay coda-
La imporcancia cristologica de la unci6n se ha ido progresivamente debi- via necesidad de mas? Pero Gregorio ha cenido cambién presence que la
litando y resulta absorbida en la encarnaci6n o uni6n hip6scatica. Se cita obra de Jesus se realiza con la intervenci6n del Espfritu Santo: «Cristo es
con frecuencia en esce sentido a Gregorio Nacianceno: engendrado, él lo precede. Cristo es baucizado, él da testimonio. Cristo es
tentado, él lo reconduce [a Galilea]. Cristo realiza prodigios, él lo acom-
Es "Cristo" a causa de su divinidad; ésta es la unci6n de la humanidàd que
la sanrifìca, no por operacion, corno en los otros "ungidos", sino con la pre- paiia. Cristo sube al cielo, él le sucede» 25 • De codas maneras no se explici-
sencia roral de aquel que da la uncion, y por obra de esta presencia el ungido ca el sentido de esca acci6n del Espiricu que acompaiia siempre a Jesus. El
es llamado hombre y el que unge es llamado Dios 2J . contexco en el que habla Gregorio es el de la defensa de la divinidad del
Espiritu Santo. Ya Basilio hab.fa usado cambién el argumenco de la pre-
sencia del Espfricu en Jesus para insistir en que no puede ser una criacura:
22. Vale la pena reproducir algunos pasajes de resumen de A. Orbe, La 11ncion del \lérbo,
Todo lo que fue realizado con vistas a la venida del Sefior en la carne, rodo
635-637: «El Salvador ha de actuar Integramente, corno Dios y corno hombre. La uni6n
hiposcltica no connaturaliza por s[ el Espfritu al hombre. Le connaturaliza la vida Intima sucedi6 mediante el Espiritu. En primer lugar estuvo en la misma carne del
que el propio Espfritu provoca en el alma y cuerpo de Jesus, cuando le invade con nuevos Sefior convertido en unci6n y de manera inseparable: ,IA.quel sobre el que veas
conocimientos, afectos y vivencias. En cl Jordan cambi6 radicalmente la vida humana de bajar y permanecer el Espiritu Samo es mi Hijo amado» On 1,33; Le 3,22).
Jesus ... En el orden de la economia, la humanidad de Jesus fue habilirada muy en breve ... Y rambién: «Jesus de Nazarer, a quien Dios ungi6 con Esplriru Santo» (Hch
para hacer milagros y para ensefiar. Tard6 empero los XII meses de su vida publica para 10,38). Y después coda la acrividad de Jesus se llev6 a cabo con la presencia
hacerse capaz de infundir a otros su propio Esplritu. Entre tanto el Espiritu penetraba del Espiriru. fl esruvo presence en la tencacion por obra del diablo, pues se
lentamente en el alma y carne de Jesus. Mas que la asimilaci6n del Esplricu por la huma- dice: «Jesus fue llevado por el Espfriru al desierco, para ser rencado» (Mc 4,1).
nidad de Jesus era la asimilaci6n de Jesus por el Esplritu. En la salud de la Iglesia, ni el Esruvo presence de manera inseparable cuando Jesus realizaba los milagros,
Verbo corno tal ni a fortiori la humanidad escueta de Jesus pueden obrar eficazmente. El
pues éste dice: «Si yo echo los demonios en el Espfritu Santo» (Mr 12,28). No
Verbo actuara corno principio del Esplritu -en favor de los hombres- a condici6n de que
le halle ya connaturalizado al hombre, con esencias humanas, adquiridas en Jesus. En virtud dej6 al que resucir6 de enrre los muerros. Y cuando el Sefior renov6 al hom-
de su destinaci6n a los hombres, su inmediaco principio sera el Verbo Encarnado en bre, y volvi6 a darle la gracia que viene del soplo de Dios, que habla perdido,
cuanto tal. El propio Padre no le difunde direcra e inmediaramente sobre los miembros cuando sopl6 en el rostro de los disdpulos, (qué dijo?: «Recibid el Espfritu
de la Iglesia. S6lo Jesus (Verbo hecho hombre) hizo milagros y anunci6 el evangelio del Santo ... » On 20,22-23)u..
Padre, s6lo él derramara el Esplricu que primero recibi6 en el Jordan». Id. En torno a la
Encarnacion, Santiago de Compostela 1985, 218-219: «La natura humana de Jesus recibe,
a modo de cualidad, el Esplritu Santo. Y en su vircud queda habilirada para actos espiri- Darnasceno, De fide orthodoxa III 3; 17; IV 14; 18 (PG 94,989; 1069; 1161; 1185);
tuales; e inicia un nuevo régimen operativo... Era menester que, constituido mediador emre mas matizado en IV 6.9 (I 112;1120). La idea de la unci6n de la humanidad por la divi-
Dios y los hombres, actuase Jesus en lo divino a partir de su natura humana. Y a tal fin nidad se halla ya presente en Orlgenes, Princ. II 6,4.6 (SCh 252,316; 322), pero no se
recibiera, a modo de crisma, en su humanidad, el Esplritu Santo destinado a sus herma- trata de la unci6n del Jordan, sino de la uni6n del alma preexisteme con el Verbo:
nos los hombres. Tal modo de presentar el Espfritu Santo en la Encarnaci6n, y en el «anima cum uerbo Dei Christus efficitur».
Bautismo, demuestra que sablan distinguir entre lo persona! y lo dinamico ... Los eclesias- 24. La teologia del bauti.5mo de Jesus de Gregorio tiende a considerar la escena corno
ticos discurren con mayor sencillez y claridad sin confundir nunca la presencia no opera- una prefìguraci6n de lo qu'?! acaece en nuescro bautismo; cf. Or. 39,1 ; 14-17; 20 (SCh
tiva del Verbo y la presencia operativa del Espfritu que, a modo de unci6n, habilita en 358, 151; 178-188; 194); Or. 40,29-30 (ib. 246-248).
el orden salvffico la humanidad del Verbo a partir del bautismo». 25. Or. 31,29 (SCh 250,332).
23. Gregorio Nacianceno, Or. 30,21 (SCh 2;i0,272); igualmente ib. 30,2 (228): «la 26. De Spiritu sancto 16,39 (SCh 17bis, 386). También ib. 19,49 (418-420): «Tarnbién
divinidad es la unci6n de la humanidad». Las ideas de Gregorio han tenido influjo en Ju:in el Espfritu precede la venida de Cristo. La presencia de Cristo en la carne no se puede sepa-
182 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 183

Seguo Basilio es el Espfricu Santo el que se une, corno unci6n insepa- La distinci6n encre la encarnaci6n y la unci6n con el Espfritu en el
rable, a la carne del Sefior. Por ocra parte, la cita combinada de Juan y momento del bautismo se mantiene en Cirilo de Alejandrfa. La recepci6n
Lucas hace referencia al descenso del Espfricu sobre Jesus en el Jordan, con del Espfricu por parte de Jesus no afecca a su divinidad, ya que el Espfritu
lo cual la posibilidad de confusi6n con la encarnaci6n se aleja. Resuenan es suyo, sino que lo recibe en cuanco se ha hecho hombre por nosotros' 0 •
aquf, mas que en Gregorio Nacianceno, los cemas tradicionales. Es sabi- La venida del Espfritu Santo no puede dar un aumento de sancifìcaci6n
do por ocra parte que Basilio, siempre en relaci6n con la escena del ni de gracia a Jesus en cuanco Dios. Él, que no ha pecado, recibe el
Jordan, seriala que el Padre es el que unge, el Hijo es el ungido y el Espfricu para podérnoslo dar a nosotros, que nos hemos apartado de la
Espiricu Santo es la unci6n 27 • No se pierde por tanto la dimensi6n trini- gracia. Recibe el Espfritu en él para nosotros; de Jesus no se va a marchar
caria· y la presencia del Espiricu en Jesus se ve en su distinci6n y relaci6n el Espfricu, porque no tiene pecado; nuestro pecado ha hecho, por el con-
respecto de la encarnaci6n. Avanzada la scgunda rnitad del siglo IV, trario, que se alejara de nosotros. En Jesus por consiguience el Espfritu se
Basilio mantiene todavfa la teologia clasica, sin que la necesidad de defen- puede acostumbrar a habitar en los hombres 31 • El sentido del envio para
der la divinidad del Hijo y del Espfritu le fuercen a los carnbios de pers- Jesus mismo en cuanto hornbre no se pone especialmente de relieve. Todo
/r pecciva de su arnigo Gregorio. es para nosotros. Aunque es el Padre el que da el Espiritu a Jesus en el
San Agusdn ha planceado ance rodo el problema desde el punto de Jordan, y él lo recibe corno un.o de nosotros, no recibe en rigor nada para
vista cronol6gico. <Como pudo Jesus recibir el bautismo cuando concaba él, porque el es el donador del Espfritu 32 • Jesus ha preservado para la
ya creinca afi.os de edad? Lo que se nos narra corno ocurrido en el Jordan humanidad la unci6n recibida de Dios Padre, es decir, el Espfricu33 • Jesus
tiene el sencido de darnos a conocer lo que pasa en la Iglesia. La unci6n no ha recibido el Espfricu para sf mismo, sino para la humanidad toda. En
de Jesus tiene lugar en el momento en que el Hijo asurne la naturaleza esce mismo contexto el nombre de Cristo se aplica a Jesus sin que se des-
hurnana en el seno de la Virgen. Agusdn no dice que la encarnaci6n y la cubra una mfnima relaci6n con la unci6n del Espfricu34 • Nueva prueba de
unci6n sean lo rnismo. Parece incluso dar a encender que no se identifì- que ésca significa poco para Jesus mismo. El Espfritu es propio del Hijo,
can, aunque coincidan en el tiempo 28 • El sencido que la presencia del éste lo recibe corno hombre y para los hombres, pero parece que sin nin-
Espiritu pueda tener para Jesus queda abierto 29 • guna significaci6n para su humanidad misma. <Puede haber jugado un
papel en esca concepci6n la necesidad de oponerse a Nescorio?
rar del Esplricu Samo. El poder de los milagros, los dones de las curaciones se reaJizaron Hernos elegido a algunos autores signifìcativos de la antigi.iedad para
mediante d Esplricu Santo. Los demonios eran expulsados en el Esplricu de Dios. El dia- ver c6mo, en un rnovimiento que no es del rodo uniforme, el significado
blo fue aniquilado con la presencia del Esplritu». criscol6gico de la presencia del Espfritu en Jesus se va difuminando. El
27. Cf. ib. 12,28 (344). Se traca de una cira de un conocido rexro de Ireneo, Ad11. ejemplo maximo es tal vez Agustfn, en quien el comencario al descenso
Haer. III 18,3 (SCh 211,350-352). También lo recoge Ambrosio de Milan, De Spirittt sanc-
del Espiricu sobre Jesus se conviene en un cratado sobre el bautismo (de
to I 3,44 (CSEL 79,33). También para Ambrosio d Espfriru desciende sobre Cristo en
cuanco hombre para cl cumplimienco de su misi6n evangelizadora y para que de él lo reci- gran incerés por lo dernas) contra los adversarios donatistas: el bautisrno
bamos nosocros; cf DeSpiritttsancto I 8,93 (55); III 1;2.5 (150.151). que dan los ap6stoles no es el suyo propio sino el de Jesus, el bautismo
28. Aguscln de Hipona, Trin. XV 26,46 (CCL 50A, 526-527): «Nec sane rune unc- en el Espfritu que s6lo él puede dar aunque se sirva del ministerio de los
cus est Chriscus spiricu sancto quando super eum bapcizatum velut columba descendic; hombres. Dando mayor o rnenor relevancia al aspecto cristol6gico de la
nunc enim corpus suum, id est ecclesiam suam praefìgurare dignacus est ... Sed isca mysci- presencia del Espfritu en Jesus, de lo que en generai no se ha dudado es de
ca ec invisibili unccione cune intelligendus est unccus quando 11erb11m dei caro factum est
On 1, 14), id est quando humana natura sine ullis praecedencibus bonorum operum meri-
tis deo verbo est in utero virginis copulata ira uc cum fìlio fìeret una persona ...
Absurdissimum esc enim ut credamus eum cum iam triginca esser annorum ... accepisse spi- voce, Filius in homine, Spiricus in colomba». Desaparece roda menci6n de la unci6n que
ricum sanccum». velamos en autores anceriores.
29. S. Agusdn /njoh. Ev. crac. V ,5 (CCL 36.43), Jesus es bauciz.ado en el Jordan para 30. Cf Cirilo de Alejandrla In ]oh. Ev. II (PG 73. 196-210); Ad11. Nestorittm III 3 (PG
exhorcarnos a recibir su baucismo, ya que él recibié cl baucismo del siervo. El signifìcado 76,148): «Cuando lo ves ungido por el propio Esplricu, piensa en la economia de la carne».
crisrol6gico del descenso del Esplricu sobre Jesus ca! corno es narrado en Jn 1,32-34 no pre- 31 . In ]oh. Ev. II (208A); se recogc el morivo ireneano que ya conocemos.
ocupa a Aguscln en los trac. IV-VI In ]oh. (CCL 36,31-67) q_ue dedica a escos versos; cl 32. Ib. (205D) .
punto cenerai es que Jesus bauriza en el Esplricu Santo. Ve en el baucismo de Jesus una 33. Cf. ib. V (752-757, esp. 753).
manifescaci6n de la Trinidad, trac. VI 5 (56): «Apparec manifestissima Trinicas, Parer in 34. Cf ib. (753A), Cristo es el primero que recibe cl Esplricu.
184 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION
EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO l SS
que este Espfritu viene sobre Jesus que es el Hijo de Dios encarnado, y le
afecta en cuanto hombre, no en cuanto Dios. Deberemos retener estos <?risto: aunque el térm!no no se usa, se distinguen y se relacionan. La san-
datos para momentos posteriores de nuestra reflexi6n. t1ficaci6n d~,la humanidad de Cristo tiene lugar en el mismo instante de
su_concep_c,10n, y la abundancia de su gracia santificante deriva de la
B. Santo Tomds rn1srna union ~el VerboJa_ Desde el principio de su concepci6n Jesus esca
lleno de la wac1a del Espiricu Santo, y esca gracia no puede crecer. Por ello
La teologia del bautismo y de la unci6n de Cristo continuo en la Edad ~e conveme~t~ qu~ fuera bautizado con el bautismo de Juan, que no bau-
Media. Nos detendremos brevemente en algunas de las afìrmaciones prin- t1zaba
. d 1enE Espmtu,
,. smo solo en agua (cf.. Mc 3 , I l)j,. La P1enitu
· d d e 1agra-
cipales de santo Tomas. Para él la uni6n del Verbo a la humanidad no c1a e spmtu Santo es consecuencia de la gracia de la uni6n De
acontece mediante la gracia que se atribuye al Espfritu Santo, porque la también p Tc , d · nuevo
. ara santo omas_que a abierro, corno veiamos en san A usdn,
gracia, en la visi6n de Tomas, es un "accidente", y la uni6n hipostatica el sent1do que es~a presenc1a del Espfritu pueda tener en orden a la !cci6n
pertenece a la subsistencia. El Espfritu Santo ha formado el cuerpo de s~vadora que ~nst~ ha de llevar a cabo. Pero la distinci6n y también rela-
Cristo. La gracia de la uni6n es el mismo ser personal que se da divina- c1on con la um?n h1post~tica estan claras. Por lo demas, también se ha de
mente de manera gratuita a la naturaleza humana en la persona del Verbo. ;orar que la m1sma grac1a que tiene Cristo personalmente es aquella por
La gracia habitual, que corresponde a la santidad especial de este hombre, a ~u~ es ca~ez~ de la lgl~si~. Por ello, de la eminencia de la gracia ue ha
es la consecuencia de la gracia de la uni6nj 5• La "gracià' viene por tanto rec161do Jesus tiene que ir esca a los otros hombres4o_ q
de la uni6n hipostatica, es un efecto consecuente de ésta. Éste es un punto Sabernos que la. presencia_del Espfritu en Jesus ha sido considerada
que debemos retener y que se coloca, aun con una clave diversa, en la lfnea corno algo ~ec~ndano en los t1empos posteriores. Hemos nocado que para
de la antigua tradici6n, que veia la presencia del Espfritu Santo en Jesus ~amo Tomas v1e~e corno c~nsecuencia de la uni6n hipostatica:, pero no se
corno una consecuencia de la encarnaci6n. En el tratamiento que santo a much_o espac10 a la acc16n del Espfricu en Jesus◄ 1 • En otras ocasiones
Tornas hace de la gracia de Cristo no son frecuentes las menciones del hem~s visto que se habla si~plemente de la "gracià', sin menci6n del
Espfritu Santo36 • Pero no faltan los lugares en los que la gracia habitual se Espfmu Samo; ~e puede dec1r que el misterio de la unci6n de Cristo, por
relaciona directamenre con el Espfritu Santo, y se da una ilurninaci6n razone~ que fac1lrnenre pueden entenderse, qued6 en algunas ocasiones
redproca de las rnisiones trinitarias y de la articulaci6n entre la gracia de absorb1~0 por el de la encarnaci6n, en otras qued6 reducido en su signi-
la uni6n y la gracia habirual37 • La uni6n hipostatica y la "unci6n" de ficado, s~ ~e,nemos en cuenra los datos del Nuevo Testamento y de la anri-
gua trad1c10n de la Iglesia.

35. Tomas de Aquino, STh III 6,6: «Gracia enim unionis est ipsum esse personale
quod gratis divinitus datur humanae nacurae in persona Verbi: quod quidem est rerminus
adsumpcionis. Grariam aurem habicualis, perrinens ad specialem sanccicacem illius homi-
nis, est effecrus quidam consequens unionem». Cf. rodo e! arriculo. Espiricu Samo. Sobre la relaci6n enrre el Esplricu Samo y la gracia en rér · ,
generales, cf. I 43,3. • mmos mas
36. Cf. ib, ad 3. Cf. la q. 7, donde se habla de la gracia de Cristo sin especial menci6n 38. Cf. ib. III 34,1.
del Esplritu Santo. Curioso el art. 11 , ad. 1, comenrario aJn 3,34, Dios no da el Esplritu
Samo con medida; en el comenrario no es mencionado e! Esplritu Santo, sino que se habla 39. Ib. 39,2 «Chriscus aucem spirituali baprismare non indi'gebar · · · ·
suae · · · •. , qui a pnnc1p10
del don eremo del Padre al Hijo, la naruraleza divina, y el don de la uni6n dc la persona Es :oncepuorus graua spmrus sancci replerus fuir». Cf. 39,6, sobre el descenso del
divina a la humanidad. plncu Sanr~ en forma ~e paloma. De modo consecuenre con lo que se acaba de decir
37. Jb. 7,13: «Principium enim unionis esr persona Filii assumens humanam naru- no_se hSace ru~guna alus16n al efecro que el descenso del Esplriru pueda tener par~
C nsto. anto ,omas se apoya en 1 · d A
ram ... Principium aurem grariae habirualis, quae cum caricare dacur, esr Spiritus Sanctus .. . lleno del Esplriru San_ro ha_bla r~bi~::1: ib~ ~~I, f~:~l.n que ya conocemos. De Jesus
Missio aurem Filii, secundum ordinem narurae, prior esr missioni Spirirus Sancri: sicur
ordine naturae Spiritus Sanctus procedir a Filio er a Parre dilecrio. Unde er unio persona- . 40. S~h III 8,5: _«m a_ruma Chrisri recepta est gratia secundum maximam eminen-
1 0
lis, secundum quam inrelligirur missi Filii, est prior, ordine naturae, gratiae habituali, ~1::e!tt ~ ~x em~nent~ gr~tiae quan: ~ccepit, competit sibi quod gratia illa ad alios
secundum quam inrelligicur missio Spiritus sanctus». Cf. la continuaci6n: la gracia viene ·. uo pemnet a rationem capms». De nuevo en esce comexro falca la menci6n
del Es p lntu 5anto.
de la presencia de la divinidad en cl hombre, y la presencia de Dios en Cristo es ante rodo
la de la divina persona en la naturaleza humana. Como consecuencia de esta uni6n viene 4 I. Cf. STh II.II 14,1 , Jesus hace los milagros por la fuerza del Esplritu s 1
q~~ ~or fuerza de la naturaleza divinia: «... quae quidem ebat . amo a a ':ez
la gracia habicual, corno el esplendor sigue al sol. Aqul ha desaparecido la menci6n del d1v1rutatis et per operationem Spiritus Sancri quo secundumag h et p_er vmurem prlopnae
, uman1tatem erat rep etus».
EL ESPIRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 187
186 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON

C. La discusion reciente para nuestra ida al Padre a través de Jesus es necesaria la previa misi6n del
Espfritu Santo. Por ocra parte solamente Cristo es el mediador entre Dios
La presencia del Espfricu en Jesus ha sido puesca de relieve en centati- y los hombres (cf 1 Tim 2,5), el Espfriru Santo nos une a esce mediador.
vas diversas en la teologfa de los ulcimos decenios. Dejo de lado los inten- De esce orden de las misiones en la economfa de la salvaci6n la tradi- 1
tos ~~ una simple sustituci6n de la teologfa del Hijo o del Logos por la del ci6n ha pasado al orden de las procesiones en la Trinidad "inmanente".
~p1m~, porqu~ n~ parece que hayan llevado a resultados positivos. La Hay una "correspondencià' encre ambas. La personas divinas se relacio-
1mpres16n es mas b1en que han conducido a una vfa muer:Ca, ya que resul- , nan encre sf tanto en la economia de la salvaci6n corno en la vida intra-
ta muy problematica su compacibilidad con el dogma trinitario y crisco- trinitaria con un orden determinado. En esce orden contiene ya la dife-
l6gico42. Se puede compartir sin dificulcad la opini6n de que una cristo- rencia encre la encarnaci6n y la Iglesia; éstas se relacionan de manera ana-
lo?fa que parte del Espfritu llev~ al ~dopcionismo43 . Jesus es el Hijo de loga a las procesiones divinas, es decir, al modo corno se relacionan el Hijo
1;)1~s hecho hombre_. Esca _es su 1dent1dad persona! y por consiguiente el y el Espfritu Santo. Segun el Nuevo Testamento las misiones de Cristo y
unico punto de paruda valido para abordar el problema de la presencia en del Espfritu se suceden en el riempo. Miihlen es consciente de que la
él d_el Espfric~ Santo. A partir de esca base se abre un vasto campo a la dis- unci6n de Cristo, segun el Nuevo Testamento, se ha de poner en relaci6n
cus16n teol6g1ca, en el intento de precisar cada vez mas la relaci6n entre con la venida del Espfritu sobre él en el Jordan 45 • Pero piensa que, a par-
la encarnaci6n y la unci6n de Cristo y la obra del Espfritu presente en la tir del «nexus mysceriorum», se puede afirmar que la encarnaci6n y la efu- .
humanidad del Salvador. si6n del Espfritu sobre Jesus acontecen en un mismo momento, aunque
hay que dar una prioridad l6gica a la encarnaci6n ya que con ella el Logos
Encarnacion y uncion: Heribert Miihlen ha "personalizado" esca naruraleza humana46 • Existe asf una diferencia, en
Nos debemos detener brevemente en la propuesta de H. Miihlen, la relaci6n profunda, entre la encarnaci6n que funda la filiaci6n divina de
que ha sido un punto de partida de gran interés para la discusi6n sobre Jesus y la espiraci6n y la misi6n del Espfritu Santo, comun al Padre y al
esce tema en la teologfa cac6lica de los ultimos decenios del siglo XX. Hijo. Esca misi6n es la que continua en la Iglesia. Asf ésca es la continua-
Miihlen44 se mueve por una preocupaci6n ante codo eclesiol6gica, la de ci6n de la unci6n de Cristo con el Espfritu Santo: «La Iglesia no es la con-
evitar u?a idencificaci6n precipitada entre Cristo y la Iglesia si esta ultima tinuaci6n de la encarnaci6n corno tal, sino la continuaci6n hist6rico-sal-
47
es cons1derada corno la continuaci6n de la encarnaci6n del Hijo. Esce vffica de la unci6n de Jesus con el Espfricu Sanco» •
acontecimiento es, ciertamente, irrepetible. La diferencia entre la encar- No debemos continuar aquf con los aspeccos eclesiol6gicos, a los que
naci6n y la Iglesia tiene un origen trinitario, que se manifiesta en el orden en parte nos hemos referido ya48 . Nos inceresan ahora los aspectos cristo-
de las misiones del Hijo y del Espfritu. Segun e! Nuevo Testamento, e! l6gicos que, de manera mas directa, se relacionan con los problemas que
Padre envfa y no es enviado, e! Hijo es enviado y a la vez, juntamente son objeto de nuestro interés. Dedamos que Jesus, segun Miihlen, ha
con el Padre, envfa al Espfricu Santo, éste es enviado pero no envfa a su recibido, en el momento mismo de la concepci6n, la plenitud del Espfritu
vez. Este orden no se puede cambiar a capricho. Determina a su vez el Santo y de la gracia. Esco no quita que se pueda hablar de una "hiscorià'
orden de nuestro acceso a Dios: en el Espfritu, mediante e! Hijo, tenemos de la gracia en Jesus mismo. Pero se tratarfa mas bien de un crecimiento
acceso al Padre (cf Ef 2,18). La misi6n del Espfritu presupone la del Hijo, en la manifestaci6n de esca gracia "hacia afuer_à'; en el mismo baurismo
del Sefior, desde el punto de vista dogmatico, acaece solo la manifestaci6n
del envfo del Espfritu que ha tenido lugar en el momento mismo de la
42. Cf. encre ocros G.W.H. Lampe, The Holy Spirit and the Pmon ofChrist, en S.W. encarnaci6n49. Por ocra parte, Miihlen seriala el hecho de que el Espfritu
Sykes-S.P. Claycon (eds.), Christ, Faith and History, Cambridge 1972, 111-130; id., God
llJ Spirit, Oxford 1976; H. Berghof, Theologie tks Hei/igen Geistes, Neukirchen 1 1988; R.
Haight, Jesus, Symbo/ of God, Mariknoll, New York 1999, esp. 424-492; id., The CaJe 'I
far Spirit Christologie: Theological Scudies 53 (1992) 257-287. 45 . Cf. ib. 217-224.
43. Cf. W. Pannenberg, fesus, God and Man, Philadelphia 1968, 120-121, cic. por 46. Cf. ib 193-194. Miihlen se funda en un pasaje de santo Tomas que ya conoce-
H .U. von Balrhasar, Theolog,k III. Der Geist der Waf?rheit, Einsiedeln 1987, 33. mos, STh III 7, 13.
~4 . . '?f. H. Miihlen, Una Mystica Pmona. Die /(jrche a/s das Mysterium der hei/sges- 47. 16. 216. Cf. cambién 223.
ch1ch/1t/1chen Identitiit des Hei/igen Geistes in Christus und in dem Christe11, Miinchen- 48. Cf. cuanro hemos dicho en el cap. 2.
Paderborn-Wien '1968, esp. 189-200. 49. Cf. ib. 247s; 216.
188 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÒN EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 189

que desciende sobre Jesus es el Espiritu del que él, corno Hijo, es princi- Espfritu que desciende sobre Jesus es el suyo propio es claro. Pero el que
pio. Se trata por tanto de su propio Espfritu, que desciende sobre él en unge aJesus en Espfritu Santo y poder segun Hch 10,38 es Dios (cf. tam-
cuanto hombre corno algo que le sobreviene50 • La recepcion del Espfritu bién Le 4,18). Hemos visto también algunos elementos de la teologia de
presupone por tanto la encarnacion. los primeros tiempos en este mismo sentido. Siguiendo la terminologia
No hemos tratado todos los puntos que una exposicion detallada escolastica, yen concreto la de santo Tomas que conocemos, Muhlen cali-
deberia tener presente. Nos ha bastado subrayar la distincion clara entre fica de "accidental" la santidad de Jesus obrada por el Espfritu 52; pero lo
la encarnacion y la uncion de Jesus, dos eventos por otra parte relaciona- que con esta palabra se quiere decir es que no cambia sustancialmente la
dos .fntimamente; tanto la distincion corno la relacion entre ambos se humanidad de Jesus ya constituida. No en el sentido de algo de poca
funda en ultimo rérmino en la vida de la Trinidad y en las dos misiones importancia o de que se pueda prescindir. Aunque Miihlen no insiste en
ad extra del Hijo y del Espfritu. El orden de las misiones se ha de mante- los efectos del don del Espfritu para Jesus mismo, ve claramente la tras-
ner, y en esce sentido la prioridad de la encarnacion sobre la uncion me cendencia salvadora de la presencia cuando defìne la Iglesia corno la con-
parece evidente. La humanidad de Jesus no existe mas que en cuanto es tinuacion de la uncion de Cristo. La venida de Dios a los hombres en
asumida por el Verbo. La uncion viene sobre Jesus en cuanto hombre, es Cristo no se comprende ni alcanza sus efectos sin la misi6n del Espfritu;
uncion de la humanidad unida ya hipostaticamente al Hijo, porque sin éste desciende primero sobre Jesus para desde él pasar a todos los hom-
esca union esta humanidad no existe. Nada hay que objetar a una coinci- bres. Mantener el orden de las misiones (cf. Gal 4,4-6) no significa de
dencia cronologica de encarnacion y venida del Espiritu Santo, en el sen- ningun modo "cristomonismo".
tido de que Jesus existe siempre corno santifìcado en su humanidad por el
Espfritu. Mas problema puede crear, a mi juicio, el no ver en los diferen- Hans Urs von ,Balthasar y la «inversion trinitaria»
tes momentos de la vida de Jesus masque manifeséaciones de lo que desde
Pero tenemos que profundizar todavia mas en algunas de estas cues-
siempre esd. en plenitud. No se ve por qué no va a crecer la humanidad
tiones, y en particular debemos tener presente la posici6n de H.U. von
de Jesus en su camino bacia el Padre, y por qué el bautismo del Sefior, el
Balthasar, interesante y compleja. El teologo suizo no oculta su insatisfac-
momento al que el Nuevo Testamento da tanta importancia, sea solo
ci6n con las posiciones de H. Muhlen que brevemente hemos expuesto.
manifestativo de una plenitud que ya existe y no aporte ninguna novedad
Para él pensar en la sucesion de la union hipostatica y la unci6n con el
paraJesus (siempre en cuanto hombre, evidentemente). iNo significa algo
Espfritu en el orden tradicional serfa contrario a lo que dice el evangelio
el que a partir de este momento Jesus inicie su vida publica, comience a
de Lucas (cf. Le 1,35). Para von Balthasar seguir en esta optica es la con-
predicar y a hacer milagros 51? Es un punto en el que no tenemos por qué
secuencia de querer seguir el orden intratrinitario en la economia de la sal-
insistir, pero en el que cabe ciertamente una mayor precision. Que el
vacion y cerrarse a toda suerte de "inversion trinitaria", es decir, a la "prio-
ridad" del Espfritu sobre el Hijo que encontramos durante el riempo de
la vida mortai de Jesus 53 •

50. Cf. ib. 244. Miihlen se fonda en Cirilo de Alejandrfa, Com. i11 Joel II 35 (PG
71,380). Hemos visto orros pasajes de Cirilo en Ics que se insisda en lo mismo. De rodas
maneras para san Cirilo la unci6n de Jesus acontece en cl Jordan. ' 52. Cf. Una Mystica Persona, 223; pero también ib. 245, el Espfritu esca inseparable-
51. Congar, a mi juicio, ha visto en esce punto mucho mas dare, El Espirìt11 Santo, menre unido a Jesus y a su funci6n.
Barcelona 1983, 606: «En cuanto a Jesus, rendremos cuidado en evirar rodo adopcionis- 53. Cf. Theologiklll DerGeistderWahrheit, Einsiedeln 1987, 166-167. Deberemos
mo. Afìrmamos que es ontol6gicamente Hijo de Dies por la uni6n hipostarica, desde su volver sobre el rema de la "inversi6n trinitaria", porque esca en fnrima relaci6n con el que
concepci6n; que es templo del Espiritu desde ese mismo momento, santifìcado por el ahora nos ocupa. Von BaJthasar ha tratado esca cuesti6n sobre rodo en Teodramdtica 3. Las
Espiri tu en su humanidad. Pero, guiados por la intenci6n de resperar Ics momentos o 'eta- pmonas del drama. El hombre en Cristo, ~drid 1993, 173-180; 477-480. La caracteriza-
pas sucesivas de la hisroria de la sa1vaci6n y dar rodo su realismo a Ics rexros del Nuevo ci6n de la "inversi6n trinitaria" en TheoL III, 166-167, es especialmente dara: «La inver-
Testamento, nos proponemos ver, primero en cl bautismo y después en la resurrecci6n- si6n econ6mica no cambia nada en la taxis inrra1rinitaria. Pero la remire ... a la simulra-
exaltaci6n, dos momenros de act11acion nueva de la virNIJ (de la efìciencia) del Espiritu en neidad de las misiones de Hijo y Espfritu, cuya relaci6n mutua cambia segun Ias necesi-
Jesus, en cuanro es constituido (no s6lo declarado) por Dies Mesias-Salvador y, posterior- dades de la oikonomia: Si en primer lugar el Espfritu es enviado para encarnar al Hijo (11m
mente, Seiior». Cf. rambién M. Bordoni, La cristologia 11ell'oriU1nte dello Spirito, Brescia den Sohn zu inkarnieren) y conducir al hombre Jesus hasra la muerte, igualmente el resu-
1995, 239. citado puede dc nuevo disponer sobre el Espiritu y enviarlo junramenre con el Padre».
190 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 191

El primer problema que se plantea es por tanto el de una hipotética La obediencia del Hijo se remonta también al parecer a la Trinidad
"precedencià' del Espfritu Santo sobre el Hijo en el momento de la encar- inmanente. De suyo es e! Padre el que segun el Nuevo Testamento envfa
naci6n. El Espfritu Santo no tiene s6lo una actividad en la santificaci6n, al Hijo al mundo, y esca venida, para hacer no la voluntad propia, sino la
sino que se le puede atribuir también una acci6n creadora. Se presupone del Padre, podrfa ser calificada corno un acro de obediencia (cfHeb 10,7-
que es la acci6n creadora de la humanidad de Jesus. Por otra part , 9)'. Ya en la encarnaci6n, en esce sentido, habrfa obediencia. No estara de
la Balthasar justamente, no podemos pensar que el Espfrim haya "creado" mas notar de todas maneras que es la voluntad del Padre la que Jesus viene
la uni6n de las dos namralezas de Cristo 54 • El dilema se plantea si teaem s a cumplir y que esta obediencia es una caracterfstica de la situaci6n de
en cuenta que por una parte la encaruaci6n se atribuye en el Nuevo "exinanitio" de Jesus; la obediencia tiene que ver con la forma de siervo
Testamento al Espfritu Santo y por otra parte es el Logos el que se encar- (Flp 2,6-9) . Hablar de la obediencia en el seno de la vida intratrinitaria
na y no se «deja encarnar» por otra persona. El problema se puede resol- no puede hacerse, creo, sin ciertas reservas. El Hijo recibe del Padre todo
ver, segun nuestro autor, con una reflexi6n sobre la esencia del Espfritu. lo que es y existe solamente en piena referencia a él. Se puede pensar por
Vale la pena examinar despacio sus palabras: consiguiente en una actitud hacia el Padre a la que en cierta manera
El Espiricu es el Espiri tu del Padre y del Hijo; es enviado claramente corno "corresponda" la obediencia que muestra en su vida humana. Podemos
Espiritu del Padre sobre la Virgen, mientras que al mismo riempo (y no per aplicar aquf cuanto hemos ditho al tratar de la Trinidad econ6mica y la
prius), corno Espiricu del Hijo, mueve a ésce, seguo su disponibilidad fìlial, a Trinidad inmanente. Se habra de evitar al menos la univocidad, al usar los
dejar que se lieve a cabo la uni6n hiposc:icica (en obediencia apri6rica, pero mismos términos aplicados a la economfa y a la teologfa. Como ya sabe-
no pasiva) . Encarnaci6n y "unci6n" coinciden simplemente, corno cambién mos, las tres personas de la Trinidad rienen una -sola voluntad. Jesus en
coinciden (z usammenfallen) la "unci6n" de la humanidad de Cristo con la
naturaleza humana y con el Espiricu Santo (pues Dios es canto "natural" cuanto hombre tiene también una real volunrad humana, aunque en codo
corno "persona!") .. . En cuanto el Espiricu obra corno Espiricu del Padre lleva se acomode a la divina (cf OH 553-559), que es la misma del Padre. No
la "semilla de Dios" al seno de la Virgen, en cuanto es Espiricu del Hijo, ésre es por tanto evidente la rransposici6n unfvoca de la obediencia del encar-
acepra en obediencia la disposici6n del Padre; dicho de ocra manera: ya encar- nado a la obediencia en el seno de la Trinidad inmanenre.
n:indose, obedece ss. (Hay piena coincidencia entre encarnaci6n y unci6n? (Es esca coinci-
El primer punto es evidente: el Espfritu es el Espfritu del Padre y del dencia mas que cronol6gica? Von Balthasar en este contexto habla de
Hijo, asf lo afirma e! Nuevo Testamento y coda la tradici6n. En el "unci6n" enrre comillas, con lo cual no se ayuda a la precisi6n. iEn qué
momento en que viene sobre Mada para obrar la encarnaci6n, corno en sentido se usa el término? <En el de Gregorio Nacianceno, que no pode-
el otro gran momento en que segun el Nuevo Testamento viene sobre mos pensar precisamente que sea el mas afortunado de coda la patrfstica?
Jesus, el de su bautismo, aparece sobre rodo corno Espfritu del Padre. Por la encarnaci6n el Logos asume hipostaticamente la naturaleza huma-
Menos evidente es, a mi juicio, lo que se dice a continuaci6n: en cuanto na, de tal manera que esta humanidad es, a partir de ese momento, irre-
Espiri tu del Hijo, mueve la disponibilidad filial para la encarnaci6n. Surge vocablemente la "suya". Que esta encarnaci6n acontece por la obra del
inevicablemente la pregunta: <Cuando empieza la «inversi6n trinitaria»? Espfritu que desciende sobre Marfa esta claro en la Escritura, pero no
<Ya antes de la encarnaci6n para hacerla posible? <Mueve ya entonces el • parece que esca acci6n pueda ser llamada unci6n. Que Jesus, concebido
Espfritu del Hijo al Hijo mismo para que se deje encarnar? No' estoy por el poder del Espfritu sea "santo", que haya sido santificado por la
seguro que este paso hacia la Trinidad inmanente esté pienamente justifi- acci6n del Espfritu Santo es también evidente. Dios es a la vez "persona!"
cado. <No serfa la taxis misma la que sufrirfa, esta taxis intratrinitaria que y "natural". Nada hay que objerar a esta afirmaci6n, pero no se entiende
se quiere mantener? ·Q_ué elemento o aspecto de la revelaci6n da pie para a primera vista qué quiere decir "natural" en el contexto de la "unci6n".
esta conclusi6n? Ciertamente no que se comunique la namraleza divina a la humana. No
hay confusi6n entre las namralezas, segun el concilio de Calcedonia. Por
lo demas, la piena "divinizaci6n" de la namraleza humana de Jesus tiene
lugar en la resurrecci6n. Que la naturaleza humana de Jesus, por obra del
54. Cf. Theologik III. 168. Pero cf. el cexto ci rado en la n. anterior. Espfritu, sea habilitada, "connaturalizadà', para el cumplimiento de la
55. Theologik III. 168. misi6n que el Hijo encarnado debe realizar, es una idea perfecramente
192 LA TRINIDAD, MISTER!O DE COMUNION EL ESPIRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 193
coherente y aceptable. Pero esta humanidad asf santificada es la naturale- Espfritu el Hijo es ya obediente en cuanto que, segun la voluntad del
za humana del Hijo. La impòrtancia de la presencia del Espfritu en la vida Padre, se somete al criterio de la acci6n del Espfricu» 59 • La idea de la obe-
de Jesus no puede ser minimizada. Hemos tenido ocasi6n de ver algunos diencia a la acci6n del Espfritu en orden a la encarnaci6n nos es ya cono-
textos de la primitiva Iglesia que no dejan lugar a dudas. Von Balthasar cida. Se repite también en el contexto que esta obediencia del Hijo es
se apoya mucho en algunos pasajes de san Basilio y de san Gregorio activa y no asume la forma de una mera pasividad. Pero surge la pregun-
Nacianceno que ya conocemos sobre la atribuci6n al Espfritu Santo del ta, que ya en parte hemos formulado, de si las f6rmulas bien conocidas de
evento de la encarnaci6n 56 • Ésta ha tenido lugar por obra del Espfritu los credos van mas alla de la acci6n del Espfritu que posibilita la concep-
Santo y por elio es legftimo hablar, corno han hecho Basilio y Gregorio, ci6n virginal de Jesus en el seno de Maria. Es al menos legftima la duda
de una "precedencia" del Espfritu a la venida de Cristo al mundo. El de que se quiera indicar también que el Hijo, en el acto de la encarnaci6n,
Espfritu, viniendo sobre Marfa, hace posible la encarnaci6n. El problema obedezca a las indicaciones del Espfritu. No creo que sea fa.cii encontrar
es el alcance y el sentido de esta prioridad, y si es tal que pueda justificar testimonios en la tradici6n que apunten en este ultimo sentido.
el que se hable de «inversi6n trinitaria», es decir, de alceraci6n en la hisco- Ciertamente se puede afìrmar que «el Hijo en cuanto hecho hombre, es
ria de la salvaci6n, del orden de las procesiones intradivinas. Debemos ahora en un aspecto un fruto del Espfritu, que lo origina ex Maria Virgi.ne,
buscar un poco mas de claridad en las indicaciones explfcitas del autor aunque el Espfritu sea en el plano incracrinicario el fruto de la espiraci6n
sobre esta cuesti6n. comun del Padre y del Hijo» 60 • La humanidad de Jesus es sin duda fruto
Ya en el volumen III (II 2 en el origina! aleman) de su Teodramdtica, de la acci6n del Espfritu. Pero que lo sea la encarnaci6n del Hijo, de tal
von Balthasar habfa puesto de relieve algunos rasgos fundamentales de la manera que ya en la aceptaci6n del designio paterno que lleva al Hijo a
«inversi6n trinitaria». El autor suizo descubre en las f6rmulas de los anti- hacerse hombre sedé una obediencia al Fspfritu, no me parece igualmen-
guos credos, yen las formas pasivas de los verbos que indican la encarna- te claro. Creo que las dos afìrmaciones no pueden colocarse en el mismo
ci6n del Hijo, que la obediencia de éste empieza en la encarnaci6n 57 • plano 61 • \
Después de aludir a la teologfa de santo Tomas que ya conocemos, en la Von Balthasar concede que tiene raz6n santo Tomas cuando afìrma
que se inspira H. Miihlen, se refìere a la posici6n de la cristologfa pneu- que la constituci6n de un sujeto precede al acto de su "agraciamienco".
macol6gica de W Kasper, segun el cual la santificaci6n de la humanidad Por el contexco parece referirse a la encarnaci6n, que debe preceder «6nri-
de Jesus por el Espfritu no es s6lo una consecuencia accidental de la san- ca y logicamente» a la recepci6n de la gracia por parte de Jesus el Hijo
tificaci6n por el Logos corno consecuencia de la uni6n hipostatica, sino encarnado. Pero de ahf no se deduce, corno tampoco de las relaciones
que por el contrario serfa cambién el presupuesco de la misma. Jesus es el
Hijo de Dios en el Espfritu Santo. Asf el Espfricu seda el medium en e~ que
por una parte el Padre envfa al Hijo en libertad y en el que el Hijo res- 59. Teodramtitica III, 175.
ponde en obediencia de modo hist6rico a la misi6n del Padre 58 • Pero esco 60. Teodr. IIl 176.
no es suficience para von Balchasar: «El papel del Espfritu no consiste 61. Segun el concilio XI de Toledo el Hijo ha sido enviado no s6lo por el Padre, sino
también por el Espiritu Santo y también por sf mismo. Esca ins6lita f6rmula de misi6n
meramente en encontrar en el hombre Jesus el instrumento apropiado
por el Espfritu no parece tener ocra significaci6n sino la de expresar_ que las obra: _ad
para la obediencia hist6rica del Hijo, sino expr~samente en poner, gracias extra de la Trinidad son comunes a las tres personas (DH 538): «M1ssus tamen F1lius
a la sombra que cubre a la Virgen, al Hijo en el estado humano, corno ine- non solum a Parre, sed a Spiritu Sancta missus esse credendus est: in eo quod ipse per
qufvocamente lo expresan las f6rmulas de los credos. En esta accividad del prophecam dicit: "Et nunc Dominus misit me et Spiritus eius" (cf. Is 48, 16). A se ip:o
quoque missus accipitur: pro eo quod inseparabilis non solum voluntas, s:d oper~no
cotius Trinitaris agnoscitur». La idea del envlo de Jesus por parte del Espfntu ha s1do
recogida por algunos padres, con la base de Is 48, 16; cf. Ambrosia de Milan, De Spiritu
56. Cf. Basilio de Cesarea, De Spiriti/ snncto, 19,49 (SCh 17bis 418-420); 16,39 snncto III 1,7-9 (CSEL 79,152-153); Eusebio de Vercelli, De Trinitate III 88-91 (CCL
(386); Gregorio Nacianceno, Or .31,29 (SCh 250,232), cit. en Theologik III, 156-157. 9,54): no parece que escos ejemplos puedan alterar lo que es la gran lfnea de la rradi-
57. Cf. Teodrnmtitica 111 Las personns del drnmn: e/ hombre en Cristo, Madrid 1993, ci6n. Cf. R. Cantalamessa, "Utriwque spiritus''. Lizttunle dibattito teologico sui/Q Spirito
173-174. Santo nlla luce del« ¼ni Creator»: Rassegna di Teologia 38 ( 1997) 465-484, 481 . lnteresantes
58. Cf. W. Kasper, Jeszis ei Cristo, Salamanca 1978, 311-312, cit. en H.U. von las aclaraciones al respecto de Buenavencura, Brevi/Qquium I 5,1.5: «Ex quo apparer, quod
Balthasar, Teodrnmtiticn Jll 175. Volveremos por nuestra parte sobre el pensamiento de W. haec sunr impropriae et exponendae: Spirirus sanctus mictit se; Spiricus sanctus mictir
Kasper. Filium; Filius mircir se ipsum, nisi incelligatur: in quantum est de Virgine natus».
194 LA TRINIDAD. MISTERI O DE COMUN!6N EL ESP(RITU DEL PADRE Y DEL HIJO 195

intratrinitarias, que la actividad del Espiritu en el acto de la encarnaci6n Hemos notado en los textos de Balthasar el uso de las preposiciones en
deba venir después de la del Hijo: y sobre Jesus. Es un aspecto que no debe despreciarse. El Espiri tu en Jesus
Desde e! inicio de la encarnacion el Espfritu posee en e! plano econ6mi- hace referencia a la expresi6n del amor concorde del Padre y del Hijo que
co una forma analoga de mediaci6n entre Padre e Hijo, ral corno se eviden- es el Espfritu. El Espiritu es desde siempre el Espfritu del Padre y del Hijo,
cia en la manifesraci6n ofìcial de su misi6n en el momento del baurismo: des- la encarnaci6n no interrumpe la espiraci6n del Espfritu por parte del
ciende sobre el Hijo para "permanecer" suspendido en-sobre él On 1,32-33) ... Padre y el Hijo. En esce aspecto la concordancia de Jesus con la voluncad
Nosotros no conocemos ocra forma de la Trinidad economica que la unica del Padre remite al "acuerdo" intratrinitario y supratemporal de la misi6n
que ha tenido lugar en la historia ... : el Hijo, d6cil al Padre desde coda la erer- del Hijo al mundo en una carne semejante a la del pecado (cf. Rom 8,3) .
nidad, en esa forma de hombre «aprendi6 por sus padecimientos la obedien- Pero hay un segundo aspecto, que en el riempo de la vida morta! de Jesus
cia» (Heb 5,8), que representa vicariamente a los pecadores y redime desde de algun modo prevalece, el Espiri tu sobre Jesus, que asume la funci6n de
dentro su desobediencia. El Espiriru quc esca en-sobre él es e! que, en su presentar al Hijo obediente a la voluntad del Padre. De ello darian testi-
forma economica, hace posible esca obediencia segun el modo en que comu- monio los cextos que hablan del mandato del Padre que Jesus debe cum-
nica al Hijo la voluntad del Padre61 .
plir-64. El Espiritu es siempre el Espiritu del Padre y del Hijo, pero cierta-
Los textos de la tradici6n que hemos recogido mas arriba han insisti- mente en el riempo de la vida morta! de Jesus aparece con mas claridad el
do en que esta acci6n del Espiritu en y sobre Jesus tiene lugar precisa- primer aspecto. Es Dios Padre el que unge a Jesus en Espfritu y poder h
mente en cuanto se ha encarnado, es una acci6n que se refiere a la huma- (Hch 10,38), y esto mismo ha visto la tradici6n en los primeros estadios. F1
nidad del Hijo, que afecta ciertamente al Hijo, pero en cuanto encarna- La controversia arriana ha dado ocasi6n a que e insista en el don que el 1r
do. En cuanto se ha hecho hombre recibe el Hijo la unci6n del Espfritu propio Hijo se hace a si mismo. La donaci6n del Espiri tu después de la I
que en cuanto Dios no necesitaba. No se trata de minimizar en absoluto resurrecci6n pondra de manifiesto que el Espfritu es a la vez e insepara-
la importancia de esta actuaci6n, pero si de distinguir en lo que es inse- blemente del Padre y del Hijo. Pero el que aparezca mas claramente esce
parable. No hay ninguna dificultad en afirmar que el Espiritu guia aJesus aspecto no quiere decir que el otro esté oculto del rodo. En efecto, si por
en el camino hist6rico hacia el Padre, luce posible esca obediencia econo- un lado el Espiritu mueve a Jesus, también por otro Jesus obra en el
mica de Jesus, pero hay que insistir en que el Espfritu Santo viene sobre Espiritu, es decir, el Espiritu es un poder del que dispone, p. ej. para
el Hijo encarnado, santifica la humanidad que el Verbo ha asumido hipos- expulsar a los demonios 65 • Este cierto ocultamiento del hecho de que el
taticamente. Esta distinci6n de las nacuralezas, en la unidad irrenunciable Espiricu es cambién el Espfritu del Hijo esta en correspondencia con la
de la unica persona del Hijo, ha de ser tenida en cuenta, corno desde los kénosis del Hijo. Pero asi corno el Hijo no deja de ser Dios, tampoco deja
primeros siglos ha hecho la tradici6n. El Espfritu de Dios obra sobre Jesus de ser principio del Espfritu. Y no lo repetiremos nunca suficiencemence,
en cuanto es susceptible de ser samificado y de progresar en un camino Jesus de Nazaret sobre el que reposa el Espiri tu es el Hijo de Dios encar-
hist6rico, en Jesus en cuanco hombrél, en su nacuràleza humana que no nado.
\\ existe mas que en cuanto asumida por el Hijo. Asi resulta claro que coda Von Balthasar torna de hecho en consideraci6n la doctrina de los dos
la vida del Verbo encarnado se ha desarrollado con la presencia del estados de Cristo, el status exinanitionis y el status exaltationis respecto a la
Espiritu Santo, corno decfa san Basilio. relaci6n de Jesus con el Espiritu. Esca relaci6n, en el primero de los esta-
dos, significa la obediencia de Jesus en el cumplimiento de su misi6n, en
el segundo el poder de espirar el Espiritu. En este escado se supera la
«inversi6n trinitaria», aunque sigue el hecho de que la humanidad del
62. Teodr. III. 176.
63. Cf. Atanasio dc Alejandrfa, C. Arianos I 44-45 (PG 26,101-105); Hilario de
Poicicrs, Trin. XI 18-19 (CCL 62A,557-550): «Non ad id quod incremento non eget
spectat unctionis profectus, sed ad id quod per incrcmencum sacramenti profcctu eguit 64. Teodr. III. 177-178.
unctionis, id est uc per unccionem sanccifìcacus homo noster Chriscus cxisceret». Le6n 65. Cf. M . Schulz, Sein ,md Trinitiit. Systematùche Erortrmgen z11r Religiosnphilosophie
Magno (DH 318); «exalcacionem tamen, qua illum .. .exaltavic Deus et donavit illi r.omen, G. WF. Hegels im 011tologiegeschichtlichen Ruckblick a11fJ D11m Scoms 1111d l Kant zmd die
quod super omne nomen excellit (cf. Phil 2,9-1 O) ad eandem incellegimus percinere Hegel-Rezeption in der Seimawlegrmg 1111d Trinitiitstheologie bei W Pannenberg, E. }iingel, K
formam quae dicanda crac cantae glorifìcationis augmencum». Ralmer 11nd H. U 11011 Balthasar, Se. Ottilicn 1997, 801 .
EL ESPIRITU DEL PADRE y DEL HIJO 197
LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNl◊N
196 Von Balthasar hace aquf una precisi6n i
Hijo se debe a la acci6n del Espiritu Santo. Esta relaci6n de Jesus con el que parece que el bautismo del S - mportanre, en la medida en
• d l enor es un mome d
senc1a e Espfritu que ya se d b . 1 nro nuevo e esta pre-
la modalidad del «sobre él> E a ~•I ~ nofivedad afectarfa espedfìcamente a
Espiritu en los dos estadios responde, en la Trinidad inmanente, a dos
aspectos del Hijo en su eterno proceder del Padre: recibir la posibilidad de >. sta u nma or , 1 b
co-espirar el Espiritu, que corresponderia al status exinanitionis, y la efec-
66
a Patre procedit, mientras que la fo IT;t sefi1a a ase economica del
tividad de esta co-espiraci6n que corresponderia al estado de exaltaci6n •
Filioque. Hay diversos modos d rdma «e:1, e >d> o recerfa el fundamento al
d. e onac1on el Es , ·
iversos modos de relaci6n entre 1H'1. 1p d pmtu, que permiten
El Hijo recibe realmente la capacidad de espirar el Espiritu. Por ello al · · ~ e JO Y e . a re , segun ' 1o ex1Ja·· en cada
caso a m1S16n. o o e lo -•--·fì
encarnarse posee en si la disposici6n a ser conducido por el Espiritu sobre 1 . no s1gn1 ica que D10s e b. , .
él, y a enuegarse a esta guia. Von Balthasar termina asi su exposici6n sobre que-e1D1os inmutable entra en rei . , am ie en s1 m1smo, sino
· . ac1on con la cr· t d
c10nes mternas de Dios ia ura, y esco a a las rela-
la inversi6n trinitaria: «Lo que hemos designado corno "inversi6n" no es un nuevo rostro no m
a naturaleza humana un1·d h ' , . , eramente externo, porque
en definitiva mas que la "traslaci6n'' de la Trinidad inmanente al ambito 1 a 1 ostancame ··
de lo economico, en el que la "correspondencià' del Hijo al Padre se arti-
cula corno "obediencià'»67 • ,Se va de la economia a la teolog(a o de esta lde las infìnitas posibilidade p
Hemos ido d d
an o ya gunas pmcelad
nte al H1Jo saca a la luz alguna
al s que s~ encuentran en el ser de Dios10_
,.
?a nuescra exposici6n. Pero debemos h as ~mcas a me ida ~ue avanza-
d'
ultima a la economia? ,En qué razones se funda la traslaci6n del ambito
Junto. Ante rodo hay que d a~er ora una valorac16n de con-
de la Trinidad inmanente al de la Trinidad economica? ,No es mas bien el
mental de von Balthasar al pfioner 1 e rel1eve que la preocupaci6n funda-
inverso el camino a seguir, corno se reconoce universalmente en la teolo- ormu ar su teorfa e 1 , · ,.
gia cat6lica y el propio H. U. von _Balthasar ha afirmado expresamente en d a. La presencia del Espfritu en J , h 'd d s
esus a s1 o em . d d eg1t1ma y esta
.d Justifìca-
68
curso d e los riempos , y no se p ue d e evitar . 1a imp. as1a o
·0 d escu1 ada. en el
no pocas ocasiones? • momenros de la historia la teologfa no ha sab·d resi n eque en c1ertos
Otras consideraciones que se anaden al final de esta misma obra no
\ cambian sustancialmente cuanto hasta aqui hemos indicado. Una. peque- qu~ nos hablan de esta acci6n del Es fr'
Jesus «en el Espfritu» La recup
I o q~é hacer con los datos
·op d1tu sobr~ Jesus y de la actuaci6n de
fia indicaci6n complementaria hace ver que von Balthasar no es insensi- . · erac1 n e esta di ·, "
a cnstologfa es necesaria si se uiere h _mens1on p~eumaticà' de

I
ble a la cuesti6n de la "cronologià' de la unci6n de Cristo. Dado que Jesus 1por ramo por delanre este q . ~cer precisamente crzstologfa. Vaya
. reconoc1m1ento · · ·al d 1 .
es mrento emprendido que e· m1c1 e a importancia del
fruro del Espiritu que ha cubierco a la Virgen con su sombra, tiene sin Nos hemos referido ya1ealrtam:nte merece mucha atenci6n.
duda esce Esplritu en él, pero desde el momento en que el Espiritu ha des- caracter merament h · é •
cendido expresamente ("corporalmente") sobre él, tiene Jesus e\ Espiritu
tener una obediencia del H. . I . d. . e ipot neo que puede
encarnar. No parece que hai~ ~at:/n icac1ones d~l Espfritu en el dejarse
«sobre él» ... (Mc 3,16; Le 3,22). Juan precisa «permaneciendo en él» {l,33) ...
el hecho de que la encarnac·o quebnos perm1tan 1f ran lejos. Queda

I
Que Jesus tenga el Espiritu realmente «sin medida» (Jn 3,34), pero que a . I n es por o ra del Es , . S
pesar de codo lo reconozca sobre él, es la expresi6n de su abajamiento ... en el c1~ creadora del Espfritu hace osible 1 p1~1tu anto. La poten-
que, descendiendo de su condici6n divina, «se hace obcdiente hasca la muer- Vugen, la concepci6n vir inal / , a enca~~ac16n en el seno de la
te» (Flp 2,8). Pero esce Espiritu de Dios sobre él... esca a la vez en él por ejem- de Jesus en Marfa y de /e. g) M ,e Jpesus. El Espmtu forma la humanidad
,,:x ana. ero esta hum ·d d d J ,
plo cuando «echa los malos espiricus en el Esplritu de Dios» (Mc 12,28). As[ 69 a en cuanro es asumida I Vi b an1 a e esus es crea-
dla conocida formula inspp1_rorde er o. A«Ipsa assumptione creaturn, segun
esce Espiritu en él y sobre él es la presencia manifìesca de su misi6n divina ... •
I 66. uodr. III. 178-179. Naturalmente nos podemos preguncar si esca distinci6n tiene
S
o, lo en la medida en que 1aH'·
perfecra simulraneidad entr
a en san gustf n y en san Le6n Magno11 .
e IJO asume la hu
b .
·d d
man1 a es ésta creada. Hay
e am as acc1ones, pero hay que dar a la asun-
sentido en la Trinidad inmanente. En el plano econ6mico la distinci6n entre el srn111s exi-
nnnitionis y el srntrts exaltarionis es clara.
70. Cf. ib. 478-470.
68. lb.
67. Cf. 180.
sobre estos problemas, J.-N. Do!, L'inversion triniraire chez Hans Urs von . 71. Aguscfn, Contra sermonem Arinnomm 8 (PL 4
Balthasnr. Revue Thomiste 100 (2000) 205-238; sobre la inversi6n trinitaria de von pnus creacus post adsumerecur d . 2,688): «nec sic adsumptus est ut
(PL 54,807; tarnbién OH 298)' _seN ut ipsa ~dsumptione crearetur»; Le6n Magno Et> 35 3
Balchasar, cf. carnbién E. Salrnann, Neuzeit ,md Offinbnrrmg. Smdien z 11r rrinitnrischen • « acura qu1ppe n · d 'I" •
Analogik des Christent11ms, Roma 1986,303; G. Vandevelde-Daillere, L'inversion trinitnire ata post adsumeretur, sed ut ipsa adsu . ostra non sic a sumpta est, ut prius cre-
STh lii 3,3. mpnone crearecur». Cf. rarnbién Tomas de Aquino,
chez Hans Urs von Bnlrasnr. Nouvelle Revue Théologique 120 (1998) 370-379.
69. uodr. III. 478 .
198 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNION EL ESPfRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 199

ci6n una prioridad. Esta humanidad existe s6lo en la medida en que est.i es "accidencal" la presencia del Espfritu en el Hijo encarnado. Que la
hipostaticamente unida al Verbo, es creada solo en cuanto es la humani- actuaci6n del Espfritu en Jesus durante el riempo de su vida mortai mues-
dad del Hijo. Es creada por el hecho mismo de ser asumida, no al revés. tre mas bien que el Padre es la fuente ultima del mismo es aigo perfecca-
Nada en la humanidad de Jesus es previo a la asunci6n por parte del Hijo, mente cohe~en~e con los_~atos de la, ~evelaci6n.\La glor_ificaci6n de Jesus
en el cumplimiento del designio del Padre. Importante y decisiva es sin con la cons1gu1ente efus1on del Espmtu Santo mostraran que el Espfritu
duda la acci6n del Espfritu en la encarnaci6n72 • Pero no creo que dé lugar es a la vez del Padre y del Hijo. Todo elio es consecuente con los dos esta-
a hablar de un cambio del orden en la aparici6n economica de las perso- dios de la vida de Jesus. La resurrecci6n es la revelaci6n piena del miste-
nas. Me parece difkil que se pueda hablar de una preparaci6n por parre rio trÌflitario. Por supuesto que la economfa salvadora y en concreto la
del Espfritu de esta humanidad para que sea la humanidad del Hijo 73 • encarnaci6n del Hijo "afectan" a la vida de la Trinidad. Lo hemos visto ya
Simplemente, antes de ser la humanidad del Hijo no es en absoluto y es en el cap. 1. Pero necesitarfa, a mi juicio, algun comentario clarifìcador la
solamente en cuanto esca hiposcacicamente unida al Verbo. afìrmaci6n de que «la relaci6n a la naturaleza mundana, unida hipostati-
En cuanto el Hijo es hombre desciende sobre él el Espiritu Santo. En camente al Hijo, saca a la luz una de las infìnicas posibilidades que se
cuanto hombre es sancifìcado por el Espfritu, es ungido. Todo esco no es encuentran en la vida eterna de Dios» 75• Ciercamente las relaciones entre
un dato previo a la encarnaci6n, sino que es su consecuencia necesaria. las personas divinas son ahora con y del Hijo encarnado; esto es claro,
Surgen malentendidos con el uso del término "accidental" cuando se corno también lo es que la riqueza infinita de la vida divina es la que hace
habla de la santifìcaci6n de la humanidad por obra del Espfritu. El Hijo posible la encarnaci6n. Es igualmence evidente que ésta saca a la luz para
que viene a esce mundo debe ser necesariamente el Cristo, el Ungido, si nosotros una plenitud misteriosa que supera nuestra capacidad de com-
su bumanidad no esca llena del Espfritu Santo no puede realizar su misi6n prensi6n. Pero a esta perfecci6n infinita la encarnaci6n ni afiade ni puede
salvadora, y ademas no puede comunicar el Espfritu a los hombres. Jesus, afiadir nada. Estamos siempre en e! diflcil problema de la recta interpre-
en cuanco es el Hijo hecho hombre, es el lugar de la presencia del Espfritu taci6n del axioma fondamenta!. Dios es por supuesto siempre mas gran~
en el munda y el principio de su efusi6n, después de haber sido piena- de que su manifescaci6n.
mente glorificado74 • Todo esce proceso afecta a Jesus en su humanidad. No El don del Espfritu a la Iglesia a los hombres es consecuencia de la
encarnaci6n y de la glorifìcaci6n de Cristo. Es Jesus el que trae el Espfritu
al munda. Esco tiene el claro presupuesto de la presencia del Espfritu en ,'
j
72. Le6n Magno, Tomus ad Fla11inn11m (OH 292): «feJ;undirarem virgini Sanctus
Cristo durante su vida mortai. No insisciremos bastante en la importan-
Spritus dedir». cia de la acci6n del Espfricu en Jesus. Pero no pienso que sea necesario
73. Cf. W. Kasper, Jesiis e/ Cristo, Salamanca 1978, 310-311 : «En la medi da cn que cl para acentuarla hablar de una inversi6n trinitaria76 • Mas bien parece que
Esplritu Ilena coralmente la humanidad de Jesus, le hacc cl don de la apertura, por raz6n precisamente el orden encarnaci6n-unci6n es el que garantiza al maximo
de la cual ella puede ser libremente hueco y vado roral para la aurocomunicaci6n de Dios. el signifìcado de esca acci6n del Espfritu para la salvaci6n de los hombres,
Por eso... la sanrificaci6n de la humanidad de Jesus por el Espfritu y sus dones no es sola-
mente una consecuencia accidental de la sanrificaci6n por cl Logos a causa de la uni6n
hipomirica, sino rambién al contrario, es decir, representa su presupuesro. El Esplritu es,
pues, tanto la liberrad personificada del amor de Dios corno cl principio creador, que san-
tifica al hombre Jesus, capacitandolo para ser la respuesra humana a la aurocomunicaci6n del Esplritu Santo y la raz6n dc su efusi6n a la humanidad». El hecho de que Jesus sea cl
de Dios mediante su libre obcdiencia y entrega»; es interesanre cuanto se dice en cl con- Verbo encarnado parecc ser la raz6n por la cual es cl lugar de la presencia del Espfritu.
rexro sobre la liberrad del Esplritu. Este pasaje es cirado por von Balrhasar (cf. n. 38), que 75. Teod III. 480.
parece aceprar esce punto de vista; cf. rambién M. Bordoni, Cristologia nell'orizonte dello 76. J.M. Garrigues, À la mite de la cl11rificatio11 romnine mr k "Filioque''.· Nouvelle
Spirito, Brescia 1995, 227. Es posible que no ayude a la claridad cl que se hable en esce Revue Théologique 119 (1997) 321 -334, 325: «Il n'esc clone pas nécessaire de concevoir
conrexro de una sanrificaci6n de la humanidad de Jesus en virrud de la uni6n hiposrarica. una sorre d'inversion rriniraire dans l'Économie. Si c'érair le cas, la chrisrologie messiani-
Con elio la presencia santifìcadora del Esplritu corre cl pcligro de ser desvirtuada, y de ser que de l'onction du Chrisc par la puissancc de l'Esprit serait une christologie ascendente
reducida a algo, en efecro, "accidental". Se entiende que quiera evirarse esca unilareralidad. dc l'homme Jésus consideré comme una personne humaine que la personne de l'Esprit
<No serfa mas conveniente decir que el Esplritu santifica la humanidad que el Hijo ha asu- unirair progressivement à la personne du Fils éternel». Cierramente los aurores a que nos
mido? hemos referido no caen ni de lejos en esce peligro. Pero es la consecuencia a la que se puede
74. Congregaci6n para la Docrrina de la Fe, decl. Domin11s Iem.s, 12: «En cl Nuevo llegar si no se parre de que la humanidad de Jesus es desde el primer momento la del Hijo
Testamento el misrerio de Jesucristo, Verbo encarnado, consricuye el lugar de la prescncia encarnado.
200 LA TRINIDAD. MISTERI O DE COMUNION EL ESP!RITU DEL PADRE Y DEL HIJO 201

en la distincion entre lo persona! y lo dinamico que vefamos en la teolo- salvaci6n. En este momento decisivo sf se salvada la correspondencia entre
gia de los Padresn. Jesus, el Hijo encarnado, vive su fìliacion divina en el las misiones y las procesiones eternas. Pero todos los aspectos y dimen-
Espfritu Santo que esca en él, y que le gufa, en el que obra yen virtud del siones del acontecimiento Cristo son reveladores del misterio de Dios y
cual obedece en libertad al designio paterno. La condicion del Hijo uni- todos los misterios de la vida del Sefior son salvadores. El que la revela-
génito de Dios no puede ser compartida por nadie. La union hipostatica cion culmine en e! misterio pascual significa que cuanto ha acontecido en
es también irrepetible, en virtud de la unicidad persona! del Verbo de e! tiempo de la vida mortai de Jesus es profundizado y contemplado a una
Dios. Pero Jesus nos comunica su Espfritu, el «espfritu de fìliacion» (Rom luz mas piena, pero no que estos acontecimientos no tengan correspon-
8,15). El que es eternamente el unigénito de Dios, en vircud de su encar- dencia con el ser eterno de Dios. Hablar de inversion puede crear alguna
nacion y de la efusion del Espfritu, del Espfritu que ha descendido sobre difìcultad, si tenemos en cuenta que las relaciones eternas que constituyen
él y le ha guiado basta ofrecerse en la cruz (cf Heb 9,14; y también la las personas tienen que ver con las procesiones y con el orden de las mis-
resurrecci6n, Rom 1,4), se conviene en el primogénito entre muchos her- · mas. Seda por supuesto excesivo hablar, por la raz6n ya apuntada, de una
manos (cf Rom 8,29). Podemos ser «hijos en el Hijo» porque éste ha total ruptura entre e! orden inmanente y e! economico; el primero se veda
compartido nuestra condicion y porque nos ha dado el Espfritu que sobre solamente alterado durante el estado de vaciamiento y de kénosis de Jesus,
él descans6. Tanto una cosa corno la ocra son necesarias en la realizaci6n y serfa un aspecto de este estado. Pero incluso asf la difìcultad p@rmanece,
del designio salvador de Dios. y puede dar lugar a un dilema: o cambia e! orden trinitario en sf, lo cual
En relaci6n con la «inversion trinitaria» se ha planteado también el parece imposible, o en algun aspecto la revelacion del misterio de Dios no
problema de si la tesis se puede mantener a la luz del principio comun- corresponderfa a lo que es Dios en sf mismo. Pero no creo que sea nece-
mente admitido de la identidad entre la Trinidad economica y la Trinidad sario llevar las cosas basta el extremo. Pienso que para responder a la pre-
inmanente. Solamente a partir de la economfa de la salvaci6n podemos ocupaci6n legftima de dar a la acci6n del Espfritu en Jesus coda su impor-
llegar al conocimiento de Dios en sf mismo. Hemos notado algunas tancia y para apreciar en su justa medida la cuesti6n suscitada por von
expresiones de von Balthasar en las que pareda que se pasaba de la ihma- Balthasar no hace falta recurrir al concepto que él mismo ha acufiado.
nencia a la economfa, es decir, que de algun modo se aceptaba sin las debi- Una mas precisa distinci6n entre las dos naturalezas de Cristo, su natura-
das matizaciones la segunda parte del Grundaxiom de K. Rahner, mien- leza divina eterna y la naturaleza humana asumida por el Hijo por nues-
tras que pareda no tenerse en cuenta la primera parte, de genera! acepta- tra salvaci6n, seguo la cual Jesus es ungido y santifìcado, nos da un cami-
cion78. <Es la Trinidad economica la Trinidad inmanente si el orden de las no de soluci6n del problema, entrevisto ya, si no siempre explicitado, por
personas no es el mismo en uno y otro caso? <Es la tdxis de las hip6stasis los Padres de la Iglesia.
algo solamente accidental, que puede cambiar por la~ exigencias de la eco-
nomfa? <Cual es entonces el sentido de esca ultima? Parecerfa que no hay El Espfritu Santo y la resurreccion de Jesti.s
correspondencia entre el orden de las misiones y e! de las procesiones.
Se trata sin duda de un punto de importancia primordial en e! estudio
<Como se !lega entonces a conocer el orden de estas ultimas? En realidad
de las relaciones entre Jesus y el Espfritu Santo. Seguo e! Nuevo
la «inversion trinitaria» termina, seguo von Balchasar, con la resurrecci6n
Testamento el Espfritu Santo interviene activamente en la resurreccion de
y glorifìcaci6n de Jesus. También ésta y el consiguiente don del Espfritu
Jesus (cf Rom 1,4; 8, 11). La resurrecci6n es la culminaci6n del camino
son una parte fondamenta! y de relevancia primaria en la economfa de la
de la vida fìlial de Jesus en cuanto hombre, realizado «en el Espfritu».
Sobre esce particular no deberfa haber duda. No conocemos un camino
77. Cf. también sobre la imporcancia de la acci6n del Espiricu en Jesus O. Gonzalez hist6rico del Hijo encarnado que no se lieve a cabo en el Espfritu. Los
de Cardedal, Cristologia, Madrid 2001 , 430-431 ; cambién ib. 384: «El Espiricu suscita al Padres de la Iglesia han relacionado la donacion del Espfritu por parte de
Hijo una humanidad propia, que él personaliza y en la que exisce corno hombre. Esa exis-
cencia humana prolonga y expresa su copertenencia a Dios y por elio atrae al Padre y al
Jesus con la "novedad" de Jesus mismo en virtud de su resurreccion por la
Esplritu confìriéndoles una nueva presencia en el mundo». Segun lo dicho anteriormente, acci6n del Espfritu 79 . En esce punto por tanto tenemos que aceptar
habrfa que pensar que el Espiricu suscita esca humanidad en cuanto el Hijo la personaliza,
la hace suya. Es difkil concebir que la humanidad exista sin ser todav/11 propia de la segun-
da persona divina. Los texcos citados precedentemente parecen excluirlo.
78. Cf. ademas J.-N. Dol. o.e, 223. 79. Cf. L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdadero, Salamanca '2000, 96-97.
202 LA TRINIDAD, MISTERJO DE COMUNION EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 203
muchas de las intuiciones de H.U. von Balrhasar. Pero tenemos que tener Trinidad inmanente a partir de la economia de la salvaci6n81 • Tal posicion
presente, y en seguida volveremos a reflexionar sobre elio, que en rodo no deja de parecer exrrafia a primera vista; solo la economia de la salva-
caso se trata de la resurrecci6n del Hijo de Dios en cuanto hombre, segun cion es camino para la Trinidad inmanente, s61o a partir del hecho de que
la condici6n en que podfa crecer. Participa pienamente en la vida divina, el Padre ha enviado al Hijo al mundo se ha llegado a la idea de la genera-
rambién en cuanto hombre, aquel que en cuanto Dios no necesit6 ni ci6n eterna de esce ultimo. Es posible que la acrirud prudente de von
encarnarse, ni morir, ni resucitar. Pero que, una vez realizado el designio Balrhasar se deba a su teorfa de la inversi6n trinitaria a la que nos acaba-
de amor que ha llevado al Hijo a despojarse de sf mismo y a tornar la mos de referir. Si durante el riempo de la vida mortai de Jesus el Espiritu
forma de siervo, no puede vivir en plenirud la vida divina si a ella no esca Santo "precede" al Hijo, (por qué esco no ha de ser reflejo de una realidad
incorporada también pienamente la humanidad que ha hecho suya80 • Pero en la vida "inmanente" de Dios? El paso seria tal vez demasiado arriesga-
rodo esco no afiade nada a su divinidad. Es solo necesario una vez que se do. Sobre rodo si se tiene en cuenta que ha sido propuesta por parte orto-
ha llevado a cabo la encarnaci6n. Por otra parte, la iniciativa de la resu- doxa la hip6tesis de una generaci6n del Hijo a Patre Spirituque que ten-
rrecci6n y de esca donacion en plenitud del Espfritu al Hijo en cuamo deda a equilibrar la presunta unilareralidad de la posici6n latina82 •
hombre pertenece siempre al Padre (cf entre otros muchos lugares, Hch Naturalmente se plantea el problema de la viabilidad de esta opini6n teo-
2,24.32.33.36). Nuescras reflexiones sucesivas nos obligaran a reflexionar logica. Debemos reflexionar brevemente sobre ella.
rodavfa sobre esce tema.
A. El Espiritu Santo y la generacion del Hijo
Expuso por primera vez esca opinion P. Evdokimov, en su obra sobre
2. DE LA ECONOMfA A LA TEOLOGfA. EL ESPfRITU SANTO EN LA TRINIDAD
el Espfriru Santo en la tradici6n ortodoxa83 • Su punto de partida es que si,
por una parte no se puede olvidar la tdxis de las tres personas divinas, por
El principio de la correspondencia de la Trinidad economica a la inma-
ocra hay que insistir también en la igualdad de las mismas. Por elio el sen-
nente es de aplicacion siempre diffcil. Pero la necesidad de la "teologfa'' ha
tido de la formula propuesta seria que cada persona ha de ser contempla-
sido semida en la Iglesia desde los primeros riempos precisamente para
da en sus relaciones con las otras dos. Por esca raz6n, el Hijo al ser engen-
garamizar la verdad de la "economfa''. De ahi que el intento de la refle-
drado recibe del Padre el Espiritu Santo, del que es inseparable, y asi ha
xi6n sobre la Trinidad inmanente sea jusrifìcado, aunque es evidente que
nacido del Padre y del Espiritu (ex Patre Spirituque). El Espfritu Santo
requiere extremada prudencia y que las conclusiones a que se llegue no
procede del Padre y reposa sobre el Hijo, lo que esta en correspondencia
podran tener en rodos los casos la misma garanda de acierro. Las pro-
con la procesi6n mediante el Hijo o del Padre y del Hijo. Asi la genera-
puestas que aqui se haran nacen del dialogo y quieren presentarse corno
ci6n del Hijo por el Padre se hace con la participaci6n del Espfritu Santo,
contribucion al mismo. a la vez que la procesi6n de esce ultimo acontece con la participaci6n del
Es conocido el gran aprecio que H . U. von Balthasar tiene por la tra-
Hijo. Para insisrir en el caracter trinitario de todas las relaciones intradi-
dicion latina de la procesi6n del Espfriru ex Patre Filioque; una de las razo-
vinas se afìrma que incluso la misma innascibilidad del Padre supone la
nes que aduce en favor de la posici6n occidental es que de este modo las
participaci6n del Hijo y del Espfriru Santo, que dan testimonio de ella en
relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo son realmente "trini-
cuanto proceden de Padre corno de una unica fuente 84 •
tarias", es decir, implican a la vez a las tres personas; por el contrario, si se
habla solamente de la procesi6n del Espfriru del Padre se corre el riesgo de
yuxtaponer relaciones "binitarias" (Padre-Hijo/Padre-Espfritu), sin que 81. Cf. Theologik Ili, 192.
las relaciones que unen a los tres aparezcan en el primer plano. No quie- 82. Cf. al respecro las consideraciones de von Balrhasar en Teodrttmdtica Ili, 179.
re insistir en cambio, corno se ha hecho con frecuencia, en el hecho de la 83 . P. Evdokimov, L'Esprit Stti11t dam la trttdition orthodoxe, Paris 1961 , 7 1-78, esp. p.
misi6n del Espiritu por el Padre y el Hijo para llegar hasta la procesion del 72. La prcocupaci6n de E. es quc la rdaci6n hiposratica sea siempre trina. Cf. rambién cn
mismo. Piensa que no se pueden sacar demasiadas consecuencias para la es re mismo scnrido, B. Bobrinskoy, Le Mystère de la Trinité. Co11rs de théologie orthodoxe,
Paris 1986,77-78; rodas las relacioncs deben ser rrinirarias, y por elio el Esplriru esca pre-
sente en la generaci6n del Hijo.
84 . Cf. ib. 78: «Si se accpra el caracrcr ternario dc rodas las relaciones inrradivinas, se
80. C( Hilario de Poiriers, Tri11. IX 38 (e( la n. 119 del cap 1). pucdc colocar, al lado de la f6rmula per Fili11m, la formula per Spirinm1, e incluso ir mas
204 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN EL ESPfRITU DEL PADRE YDEL HIJO 205
Es un equilibrio que, corno hemos visto en otros casos, de algun modo opuestos a tal modo de pensar88 • Se ha de notar ademas otro aspecto
quiere renunciar al orden tradicional de las procesiones; de ahf las dificul- importante en la correspondencia encre la Trinidad economica y la
tades que ha suscirado en algunos aurores carolicos85 • ,Lleva al Spirituque Trinidad inmanente. Hemos visto ya que no se puede considerar total-
el hecho de que el Hijo reciba del Padre el Espfritu en su generacion? mente seguro que exista una precedencia del Espfritu respecto al Hijo en
~Cual es el alcance preciso de esta afirmacion? La procedencia del Espfritu el riempo de la vida mortai de éste. Si miramos la comunicaci6n de la
Santo del Padre y su "reposo" en el Hijo encuenrra ciercamenre mas apoyo Trinidad a nosotros y el orden con que las personas actuan en nuestra sal-
en la tradicion 86 • La doctrina da.sica de las procesiones no ha querido esta- vacion aparece con mas claridad el sentido de la tdxis. El envfo del Espfritu
blecer ninguna diferencia cronologica ni de dignidad. Pero desde sus pre- a nuestros corazones sigue a la glorificaci6n del Hijo. No ofrece duda el
supuestos surge la pregunta de si se puede seguir todavfa afirmando, con orden de las misiones que encontramos juntas en Gal 4,4-689 • El mante-
san Basilio, que e! Espfritu Santo, desde nuestro punto de vista, sea nom- nimiento del primado del Padre no significa para nada subordinacionis-

~
brado en primer lugar, mientras que si miramos las cosas desde ,el punto mo, corno el orden de las procesiones no puede significar disminucion de
de vista de la Trinidad inmanente es nombrado en tercer lugar después del ningun tipo 91 '. Pero se habra de dar cuenta de algun modo del hecho de
Padre y del Hijo 87 • Otros muchos rextos patrfsticos parecen directamente que el Espfritu sea a la vez Espfritu del Padre y del Hijo, mientras que este
ultimo aparece en su relacion al Padre que lo ha enviado, por masque su
vida filial en cuanto hombre pueda solo ser vivida en el Espfritu.
En esce contexto merece ciertamente una reflexi6n la tesis de F.-X.
Durrwell, expuesta en su libro L'Esprit Saint de Dieu 91 • Antes de Jesus, nos
lejos, y ver en el Hijo y el Espiriru Ics cescigos de la monarquia del Padre y decir que en dice el auror, se hablaba ya del Espfritu de Dios, que en el Antiguo
calidad de cales, condicionan la innascibilidad del Padre». No deja dc ser curioso que la teo- Testamento es conocido corno potencia y santidad, pero ninguno sabfa
logia orrodoxa, que siempre se ha caraccerizado por la insistencia en el primado del Padre
(cf. cap. 3, n. 36), experimence rambién la necesidad de "equilibrarlo". La teologia latina
que éste era el Espfritu del Padre. Esca fuerza y esce poder no se ponfan en
de las relaciones tiene tal vez en este punto algo que aportar. La idea del Spirituque ha sido relaci6n con la paternidad divina, de la cual, por ocra parte, tenemos s6lo
también recibida en la ceologfa protestante; J. Moltmann, Lo Spirito della vita. Per una indicaciones escasas en e! Antiguo Testamento. En su venida al mundo
pneumatologia integrale, Brescia 1994, 89-90: «El Padre engendra al Hijo en virrud del Jesus nos revela al Padre, y nos da a conocer también el Espfritu de su
Espfricu eterno y emi re el Espfriru eremo cn prcscncia del Hijo .. . No se afìrma ninguna parernidad; mas aun, se revela que Dios es Padre en el Espfritu. Esca parer-
precedcncia del uno sobre el ocre [el Hijo y el Espiriru] ».
85. Cf. Y. Congar, La parola e il soffio, Roma 1985, 119; El Esplritu San o, Barcelona
nidad en el Espfritu aparece en la economfa de la nueva alianza. Nos la
1983, 515; H.U. von Balthasar, Teodr. III, 179; cf. también id. Theologik lii, 48-51, en rela- ensefi.a Jesus: la encarnaci6n acaece por la obra del Espfriru; en su bautis-
ci6n con las tesis dc Durrwell a las quc cn seguida nos referiremos; M. Bordoni , El Espirittt mo Jesus es proclamado Hijo de Dios porque en él reposa el Espfritu; es
Santo y jmis. Reflexion biblico-sistemdrica, en Se encarno por obm del Espfritu Santo, establecido en la vida piena de Hijo, cuando Dios Padre lo resucita en el
Salamanca 2000, 13-41 , 32-34 [también en Esrudios Trinicarios 34 (2000) 3-31]; S. del Espfricu Santo. Este Dios, Padre de Jesus, no es diverso del Padre del
Cura Elena, Esplrit11 de Dios, Espfritu de Cristo: una p11ae11matologla trinitaria, en ib. 131-
173, 164-167 [cambién en Esrudios Trinicarios 33 (1999) 217-257]. Tampoco de parte
orcodoxa falcan posiciones cricicas freme a esca opini6n; cf. B. Oberdorfcr, Filioque.
Geschichte ,md Theologie eines ok11menische11 Problems, Goccingen 2000, 401; 442, con refe- 88. Cf. EL Espiritu Santo, Barcelona 1988, 515-516. No cita direccamence cexcos de
rencia a J. Zizioulas. Para superar escas difìculcades Y. Congar, EL Espfrim Samo, 514-516 Basilio, pero sf de Atanasio, C. Arianos III 24 (PG 26,373): «[El Hijo] no rccibe el Espiri tu,
indica que la unidad divina, adcmas dc en las procesiones, se funda también en la peri- sino que, mas bien lo distribuye a codos. El Espiricu no es quicn une al Hijo al Padre, sino
choresis en el "in-esse" dc Ics crcs. Nos hemos referido ya a esca cucsci6n (c. 2 y 3) y vol- que el Espiritu rccibc mas bicn del Logos»; cf. Congar, EL Espfrim Santo, 516. Podemos
veremos sobre ella. también rcfcrirnos a Ics conocidos cexcos de Terruliano, Prax. VIII 5-7 (Scarpac, 160-162).
86. La idea de la procedencia del Padre y el reposo sobre el Hijo se cncuentra ya <in 89. A esca misma prcocupaci6n respondcn Ics cexcos de Basilio cirs. en la n. 87. Pero
Juan Damasceno, De fide orthod. I 8 (PG 94,821). cl hccho dc que cl Espiri tu aparezca asociado al Padre y al Hijo en la salvaci6n muestra que
87. Cf. Basilio de Cesarea, De Spirit11 sancto 16,37 (SCh !?bis, 376): «Si el Ap6scol no csta de la parte dc las criaruras sino de Dies.
aquf [cf. 1 Cor 12,4-6] menciona en primcr lugar al Espfriru, en segundo lugar al Hijo y 90. Tom:is de Aquino, STh I 33,1 ad 2: «Quia licec accribuamus Patri aliquid auccori-
en cercero al Padre, no cencmos quc pensar en ningun modo que se haya trascocado el rari s racione principii, nihil camen ad subieccionem ve! minoracionem quocumque modo
orden, sino que comicnza desde nuescro punto de vista»; cf. cambién 16,38; 18,44-45 , el pcrtinens, amibuimus Filio ve! Spiricui Sancta».
hablar de un primero, un segundo y un cerccro no significa ni caer en el politeismo ni csra- 91 . Paris 1983. Lo cicaré por la craducci6n italiana, Lo Spirito Santo alla luce del mis-
blecer diferencias de rango cnrrc las personas. tero pasquale, Roma 1985.
206 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNIÙN EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 207
Antiguo Testamento, y el Espiritu en el que Dios engendra no es distinto sentado corno otro hijo. Su relaci6n con el Padre es diversa. Se dice de un
de aquel en el que crea todas las cosas. A partir del Nuevo Testamento hombre que engendra a su hijo, pero no que engendra su vida, su fuerza 0
sabemos que la paternidad de Dios en relaci6n con Jesus es la fuente de su amor. Éstos emanan de alguien, pero no lo "reproducen"9s. Sin nacer del
su actividad respecto al mundo yen Israel. Se sabe ahora también que la Padr~, su,, relaci6n c~~ la gene~aci6n del Hijo es muy intima, porque pro-
actividad de Dios en el Espfritu enfoentra su origen en la generaci6n del cede en la generac10n del HtJO, es el Espfritu del Padre en su paternidad,
Hijo 92 • es en la ~eneraci6n del Hijo donde el Espfritu encuencra origen. Si Cristo
En este Espiritu que es plenitud de ser y de vida, Dios da cumpli- es en !a tierra el hombre del Espfritu, en cuanto a partir del conocimiento
miento a la obra esencial de su amor, la generaci6n de su Hijo unigénito. de Crtsto nos podemos elevar al del misterio trinitario, podemos decir que
Si en la economia de la salvaci6n Dios sale de si mediante el Espfritu, tam- el Padre engendra en el Espfritu, y que éste es el Espfritu del Padre en esta
bién en su misterio eterno, y en concreto en la generaci6n del Hijo, Dios ~eneraci6n, procede en esta relaci6n del Padre y del Hijo. Si rodo el miste-
sale de si a través de su Espiritu. Si Dios realiza todas las obras en la fuer- no del Pa~re es engendrar al Hijo, el Espfritu es esta generaci6n96 • A esta
za de su Espiritu, en el mismo Espiri tu encuentra el cumplimiento la obra luz s: ennende por qué se dice en el evangelio de Juan que no habia
espedfica de Dios, la de su paternidad. El Espfritu es el aliento de Dios, ~pimu porque Jesus no habia sido glorifìcado Qn 7,39): no se habia rea-
y sin este aliento no puede haber Palabra. El Verbo sale del Padre llevado li~ado todavia la generaci6_n dentro de la creaci6n, la generaci6n que coin-
por el aliento. Por elio el Padre engendra a su Hijo en el Espiritu Santo93 • ~td: con la '.es~'.recci6n: «El lo ha resucitado, corno dice el salmo segundo:
En toda la obra de la creaci6n y de la salvaci6n el Espiritu obra en un Tu eres m1 H1Jo, yo te he engendrado hoy"» (Hch 13,33; Sai 2,7).
movimiento de flujo y de reflujo: atrae a Dios y reconduce a él a los seres El Espfri~u ~anto es poseido en com un por el Padre }'. el Hijo, pero de
que el mismo Dios crea fuera de si en el Espiritu. Asi en el Espfritu del una forma d1stinta en cada caso. El Padre engendra en el Espfritu, el Hijo
amor el Padre engendra al Hijo y en la potencia de este amor reconduce es :ngendrado en el Espiritu. Del Padre el Espiritu desborda; el Hijo lo
al Hijo a su propia unidad. Por elio «en el Espiritu» hay un Padre y un rec1b:. El Padre no lo posee mas que corno dandolo, y asi eI Hijo recibe
Hijo, en raz6n de la tercera persona hay una primera y una segunda. El tam?1én el poder de dar el Espfritu. No seria el Espiritu del Hijo si no lo
amor que los hombres experimentan da una imagen del Espiritu Santo y pud1era dar, porque el Espiri tu es donaci6n, no se tiene sino dandose. Por
puede ayudar a entender esta funci6n que el Espiritu Santo realiza en la esto en cuanto Jesus resucitado ha entrado pienamente en la vida filial da
generaci6n eterna del Hijo: «El hombre que ama desea que el otro sea, · el -~spfritu; ser fuente del Espfritu es un privilegio filial. El Padre d~ al
hasta el punto de querer ser para el otro y en el otro; asi en el Espiritu, H1Jo el p~de~ de enviar al Espiritu, le hace participe de esta potestad. Jesus
Dios es para su Hijo, y es en él esencialmente Padre en la generaci6n del en la glo'.1,a vive en la.flena vida filial. El Padre envia el Espiri tu en virtud
Hijo» 94 • de su union con el HtJo, aunque él es e! origen de dicha misi6n. Tanto e!
El misterio trinitario se desborda en la actividad creadora. Dios crea en Padre corno e! Hijo envian el Espfritu pero lo envian en la uni6n de los
7
cuanto es Padre del unigénito en el Espiritu Santo. El Espfritu que aletea dos~ . _ El Hijo comparte roda la gloria del Padre, la de poseer y enviar e!
sobre las aguas en el momento de la creaci6n es el mismo Espiritu del Espintu. Cuando llega la plenitud de los tiempos, los dos son enviados
Padre, de aquel que dice sobre Jesus: «Tu eres mi hijo yo te he engendra- "simultaneamente"_ (cf. Gal 4,4-6) 98 • Iguales en la posesi6n del Espfritu y
do hoy» (Hch 13,33). Pero segun el Nuevo Testamento el Espiritu es a la en el poder de env1arlo, el Padre y el Hijo se distinguen en la paternidad
vez el Espfritu del Hijo. Su personalidad se define por la relaci6n a los dos. y la fìliaci6n. El Padre es la fuence ultima del Espfritu, y Jesus lo recono-
El Hijo es engendrado por el Padre, pero nunca el Espiritu Samo es pre-
·'
95. Cf. ib. 170. Se puede ver aquf una relaci6n con sanro Tomas, que indica c6mo el
ser imagen esra ligado a la generaci6n; por elio el Espiriru Santo no es imagen del Padre;
92. Cf. ib., 167. cf. STh I 35,2.
93 . Cf. ib., 168. 96. Cf. Lo Spirito Santo, 171. Cf. ademas rodo el conrexro.
94. Ib. 168-169. Formulemos ya alguna pregunta: <Es esre Espfriru "anterior" a la 97. Cf. ib. I 72-173.
generaci6n? i Y si es asi, no sera rambién anrerior al Padre que, de alguna manera,_rendra 98. Cf. ib. 174. No se acaba de ver c6mo a partir de Gal 4,4-6 se puede hablar de la
que echar mano de él para la generaci6n del Hijo, es decir, para lo que es mas prop10 de su simulraneidad de la misi6n del Hijo cuando ha llegado la plenitud de los tiempos y del
ser? envlo del Espiriru a nuesrros corazones. Mas bien parece presuponersc una sucesi6n.
208 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNl<'.>N EL ESPIRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 209

ce corno cal. Jesus enviara el Espfricu que procede del Padre (cf. Jn 15,26). Espfricu esca al comienzo de la generaci6n porque el Padre engendra en el
La fuente que es el Padre hace que el Hijo sea cambién fuente. El Padre, amor yen esce mismo amor el Hijo es engendrado y responde al amor del
que engendra en el amor, da al Hijo e! poderlo amar. Amandolo, es decir, Padre. De esca manera Durrwell hace suya la idea de Miihlen, que, corno
engendrandolo, lo hace responder al amor. Esce amor es a su vez un esci- sabemos, onsidera al Espfricu Santo corno una persona en dos perso-
mulo para el amor del Padre. Por esca raz6n el Hijo no es inferior al Padre, nas103, aur que el aucor francés llega a esca conclusi6n desde ocros presu-
porque suscita en el Padre el amor en el cual es el Padre. A su vez esce puescos. Por una parte e! Espfricu Santo procede de la unidad del Padre y
amor es una provocaci6n para el amor del Padre, que lo engendra en esce del Hijo y por ocra realiza esca unidad. La primera idea no ha creado difi-
amor. El Espfricu suscita asf entre ellos un movimiento de flujo y reflujo, cultades en el marco de la teologia occidental. Mas habra que precisar la
por el cual el Padre engend~a y e! Hijo es engendrado 99 • Por esca raz6n el segunda parte, aunque la idea no se puede descartar en absoluco, sino
Espfricu Santo que esca en el Padre y en el Hijo, de manera diversa en rodo lo contrario. El Padre y el Hijo no estan unidos si no es en esce don,
cada uno de ellos, «es personai1'}lente la generaci6n» 100 • el Espfritu, que, seguo santo Tomas, procede del Padre y del Hijo corno
El Espfricu es asf el cercero porque ninguno procede de él, o porque en «amor unicivus duorum» 11 ' 4•
él culmina la profundidad del miscerio divino. Como culminaci6n y No es igualmente claro que se mantenga el orden intratrinitario en la
corno profundidad es la cercera persona en el miscerio divino. Es el mis- idea del Espfricu corno la ge~eraci6n en persona. No resulta facil adivi-
cerio en el cual son el Padre y el Hijo. El Espfricu esca al inicio, en el Padre nar lo que con elio se quiere expresar, y Durrwell es bien consciente del
que engendra, y carnbién en el cérmino, en el Hijo que es el engendrado. problema 10S. Tal vez equivale a la idea repecida con frecuencia del Espfritu
Procediendo de ellos no es después de ellos, porque son el Padre y el Hijo Santo corno el poder de engendrar. En rodo caso ha de quedar claro, y ahf
en el Espfricu. El amor es el espacio de la alceridad y del encuencro; hace radica el gran interés de la propuesta de Durrwell, que el Espfritu Santo
surgir la persona. Asf es la Trinidad, un yo y un tu, dos polos y una comu- no puede ser un apéndice del cual el Padre y el Hijo pudieran prescindir
ni6n mucua 101 • en la plenitud de la vida divina. Se puede hablar del Espfritu, corno hace
Asf, segun Durrwell, el Padre engendra al Hijo en el amor y le conce- e! aucor, corno del miscerio en el cual son e! Padre y el Hijo en su red-
de a su vez amarle, en la generaci6n. Hasca àqui nos enconcramos con proca unidad. Pero debemos cracar de verlo unido al Padre y al Hijo sin
ideas comunmente admicidas. Mas originai de nuescro aucor es la apre- alterar la caxis incracrinitaria 106 • En la economia de la salvaci6n encon-
ciaci6n seguo la cual esce amor se identifica con el Espiricu Santo. Asf el tramos al Espfritu presente en el Verbo hecho carne. Ciertamente de ahf
Espfricu del amor se encuentra encre el Padre y el Hijo en un movimien- podemos pasar a la Trinidad inmanence en el sencido de que en las rela-
to de flujo y reflujo, por el cual el Padre engendra y el Hijo es engendra- ciones incradivinas del Padre y el Hijo no puede estar ausente el Espfritu
do. La persona del Espfricu Santo se conscicuye asf en la relaci6n encre el Santo. Pero no se ve igualmence claro que la generaci6n deba tener lugar
Padre y el Hijo, y asf es la cercera persona discinta de las ocras dos. Pero
no corno el amor que une a los dos y el fruco de esce amor, seguo ideas
mas generalmente admitidas, sino,que es personalmente la generaci6n; asf
generaci6n en e! amor y generaci6n en e! Espfricu vienen a coincidir 102 • El exclusividad. iNo puede idencifìcarse el amor con el que el Padre engendra al Hijo con la
persona del Padre, que es rodo amor, corno hemos visco decir a algun Santo Padre? Por ocra
parte Ricardo de San Vfcror, corno sabemos, deda que cada persona es su amor, el amor
99. Cf. ib. 174-175. De alguna man era podrfa parecer que el punto de partida de la que es comun de los rres poseldo de manera irreperible.
generaci6n corresponderfa al Espiriru, identifìcado con el amor qu e emi en el origen de 103. Ci cado en Lo Spirito Santo, 179. Nos hemos referido a escas ideas de MUhlen en
rodo. iC6mo se relaciona con el amor fontal del Padre? En seguida volveremos sobre esra el cap. 2.
cuesri6n. 104. STh I 36,4.
100. Ib. 175. 105. lo Spirito Santo ... 175, jusco después del pasaje ci cado en el texto: «Cierramente,
101. Cf. ib. 177-178. una palabra humana no es capaz nunca de expresar el miscerio, pero reconociendo en el
102. Durrwell sefiala en orras ocasiones que en el Espiriru Samo se halla "hiposrariza- Espfriru la generaci6n eterna, corno se encuencra en el Padre y en el Hijo, se ha dicho algo
do" lo que corresponde a la esencia divina. Cf. Le Père, Dieu en son mystère, Paris 1988, esencial sobre la persona del Espiriru».
146: «rodo lo que el lenguaje ceol6gico llama esencia divina, naruraleza divina, se encuen- 106. Enconrramos en el mismo Durrwell formulaciones en las que se reconoce mucho
tra hipostatizado en él .. ; cf. también ib. 148-1491 La misma idea en Jmis Hijo de Dios en e/ mas la domina tradicional; p. ej . ib. 180: «procede de la unidad del Padre y d Hijo y rea-
Esplritt, Santo, Salamanca 1999, 106. Nos podemos preguntar sobre el porqué de esta liza su unidad .. .
210 LA TRJNIDAD. MISTERIO DE COMUNION EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 211

en el Espiritu Santo o que éste sea la generaci6n "en persona". iNo se pro- na? Y mas todavfa, ihay base en la economia de la salvaci6n para hablar
duce tal vez un poco de confusi6n entre el "espiricu" corno nacuraleza de un a personalizaci6n del Padre por obra del Espfritu Santo?
divina, fuerza en la que el Padre engendra, y el Espfricu persona!, el Ciercamence esca muy claro el problema que el autor francés observa
Espiritu Santo "tercero" de la Trinidad, que la tradici6n ha hecho apare- en ciercas teologias tradicionales de la Trinidad y que quiere justamence
cer corno el amor del Padre y del Hijo en el que los dos se unen? iNo lle- obviar: que se pueda pensar en el Padre y el Hijo, en la paternidad y fìlia-
vamos de algun modo a la Trinidad inmanente la «inversi6n trinitaria»? ci6n del uno y del otro, sin que el Espfricu Santo venga inmediatamence
Escas ideas han sido aclaradas y ampliadas en otras publicaciones. Una a la mente 109 • Hay que dar la raz6n a Durrwell en esta preocupaci6n. La
nueva idea que Durrwell ha desarrollado en los ulcimos tiempos es la del perfecca igualdad de las cres personas impide que se pueda pensar en cada
Espfricu corno principio de la "personalizaci6n", ya en la vida divina de la una de ellas sin tener presences las relaciones con las otras dos.
Trinidadl07; esca afirmaci6n se funda en la obra "personalizadora" que el Ciertamence hay para elio una base en la economia: Jesus ha vivido en la
Espiricu realiza en la humanidad de Jesus durante su vida mo real: tierra su fìliaci6n divina con la presencia y la acci6n del Espfricu Santo. En
especial en la resurrecci6n se pone de relieve esca acci6n del Espfritu. Nos
Jesus se encuencra en adelance personalizado en rodo su ser corno Hijo de
Dies. Un hombre es por su nacimienco una persona corpora!. Pero las vir- hemos enconcrado ya repecidas veces con el texto de Hch 13,33, que apli-
tualidades de esca persona .corpora! todavfa cienen que desplegarse ... Jesus ca al momento de la resurrecci6n de Cristo el Sai 2,7, «tu eres mi hijo, yo
estaba divinamente, fìlialmence personalizado desde su nacimienco; su ser te he engendrado hoyi>. La resurrecci6n se entiende por tanto enclave de
humano escaba asumido por la persona del Verbo eterno. Pero, hombre terre- generaci6n. En la resurrecci6n del Sefior esca presence de modo accivo el
no, codavia escaba en pocencia de una personalizaci6n rotal ... Esce hacerse se Espfricu Santo, segun Rom 1,4. El «Espfricu de santidad» de que se habla
realiza en el Espirittt Sa1lto, principio de toda personalizttcion. Es esce principio en este pasaje es, segun Durrwell (y otros muchos aurores), el Espfritu I
primeramence en la Trinidad: en el Espiricu es c6mo el Padre es la persona Santo, no la naturaleza divina de Jesus. Esca generaci6n de la resurrecci6n,
paterna! y el Hijo la persona fìlial . Espiricu de parernidad en uno, de fìliali- cuyo agente principal es el Padre, se realiza en el Espfritu: «Obra de Dios
dad en erro. Por su acci6n es corno la creacion ha ido evolucionando desde la en su paternidad, realizada en el Espfricu Santo, la resurrecci6n de Jesus
maceria llamada inerte hasca esa cumbre que es la persona humana. Por la
revela que Dios engendra a su Hijo en esce mundo en el Espfritu, que
fuerza del mismo Espiricu, el hombre desarrolla las vircualidades de su perso-
na a lo largo de su vida' 08 • Jesus es el Hijo engendrado en este divino poder que es el Espfricu» 110 • En
la resurrecci6n encuencra por tanto su culminaci6n la obra del Espfritu
Esca larga cita nos permite ver con claridad la relaci6n que Durrwell que ha empezado ya en la encarnaci6n del Hijo y que ha concinuado
establece entre la economfa de la salvaci6n y la Trinidad inmanente. Se durante toda la exiscencia humana de Jesus. Nueva muestra de la impor-
atribuye al Espfritu Santo el crecimiento humano de Cristo, que desde el cancia decisiva de esca acci6n del Espfricu Santo, activo en la resurrecci6n
primer instante de su concepci6n es el Hijo de Dios encarnado. Esta de Jesus, generaci6n del Hijo «en esce mundo>> .
acci6n del Espiricu seda el reflejo econ6mico de la acci6n del Espiri.tu Esca generaci6n de Jesus corno Hijo en la resurrecci6n encuencra una
corno poder de la generaci6n del Hijo por el Padre y por tanto el agente cierca prolongaci6n en nuestra generaci6n corno hijos de Dios en el Hijo
de la "personalizaci6n" de los dos. Estamos siempre en la difkil tarea de por la acci6n del Espfritu. Dios nos engloba en el Espfritu en la acci6n
escablecer los cérminos de la correspondencia entre la economia de la sal-
vaci6n y la Trinidad inmanence y el alcance del "viceversa". Que el
Espfricu Santo sea agente del crecimiento humano de Jesus, que puede ser 109. En ib. 80 se defìn e asi la posici6n a la que D. quiere oponerse: «Ni el Padre en
llamado "péésonalizaci6n" (no nos inceresa entrar ahora en esce proble- su paternidad ni el Hijo en su cngendramienro est.in marcados por el sello del Esplriru,
afcccados por el brocar de éste en la paternidad yen la fìliaci6n. Podrlamos pensar en ellos
ma), iautoriza a pensar que realiza una funci6n semejante en la vida divi- sin pensar simultaneamente en el Esplriru. Ésre viene mas tarde .. .».
110. !b. 86. También ib. 80: «Parece serque, en las discusiones que las oponen entre
si, csras reologfas [las reologla latina y griega] no buscan ni cncuenrran su legirimidad ni
en los datos que ofrece la Escrirura sobre el Esplriru Santo, ni en el misterio que la Escrirura
107. Cf. jmis Hij'o de Dios m el Esplrini Santo, Salamanca 1999 (originai francés de declara centrai: el de Cristo en su pascua, en la que el Padre engendra a su Hijo en el
1997), 59. Esplritu Santo»; también 116: «Es la obra del Padre que engendra al Hijo en cl mundo;
108. Ib. 61-62; cf. ib. 74; 116. La idea de que e! Padre engendra al Hijo en el Esplritu es la obra del Hijo que consiente en la paternidad de Dios ; la obra se realiza en el Esplritu,
Santo se repite con frecuencia; cf. ib. 23; 31; 50; 74; 92; 127. podcr del divino cngendramicnro».
212 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNIÒN EL ESP!RJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 213
paternal de engendrar al Hijo. En el Espfritu Santo los hombres nace~os el Hijo en cuanto ha asumido la humanidad el que, en cuanto hombre, es
corno hijos de Dios. Jesus es el Hijo unigénito que, no obstante, tiene engendrado «corno Hijo perfecto» en la resurrecci6n 11 ◄. Nos encontramos
muchos hermanos, de los que Dios es Padre en la generaci6n de su Hijo aquf con un problema semejante al que vefamos al escudiar el problema
unico. La acci6n paternal que el Padre realiza en su Hijo nos abraza tam- de la inversi6n trinitaria. Hay que insistir, y lo hemos dicho ya repetidas
bién a nosotros. Nos vivifica con Cristo, nos resucita con él (cf. Ef 2,5-6; veces, en la importancia de la acci6n del Espiritu en la humanidad de
Col 2, 12, Flp 3, 1 O): «Su resurrecci6n es "para nosotros" (2 Cor 5, 15), se Jesus. Pero a la vez debemos tener presente que el Espfricu actua en Jesus
hace efeccivamente nuescra, por el hecho de que Dios nos engloba en su corno hombre, en la humanidad asumida por el Hijo en el seno de Maria.
acci6n paternal que res~cica aJesus» 1 11 • Los hombres nacemos corno hijos Jesus, engendrado corno Hijo perfecco en su humanidad en el Espfritu, es
de Dios en el Espfritu Santo; la fìliaci6n divina de Jesus no se concibe sin desde coda la eternidad el Hijo perfecto del Padre. Si no se hubiera dado
el Espiricu Santo. la uni6n hipostatica, si el Hijo no hubiera asumido corno suya la natura-
Podemos terminar esca exposici6n con un cexto sintético en el que leza humana, no se hubiera dado esta acci6n del Espfritu en él y sobre él.
Durrwell reune muchos de los temas que hasta ahora han aparecido: La base "econ6micà' para la idea de la generaci6n eterna en el Espfricu no
Su papel [del Espfricu Santo] se expresa en términos de dinamismo. No parece por tanto totalmente evidente. Mas aun, la economia nos lleva, al
es el auror ni el efecto de la acci6n, es la acci6n, el poder operante. No es él, parecer, al mantenimiento del orden trinitario tradicional, fundado en el \
sino el Padre, el que resucita a Jesus, él es el poder de la resurrecci6n. No es orden de la formula baurismal de Mt 28,19. La humanidad del Hijo
el glorifìcador 11 2 ni el glorifìcado, sino la gloria que hace de Jesus el Sefior de encarnado es el lugar de la presencia del Espfritu; esto vale especialmente
la gloria. No es el que unge, ni el que es ungido, sino la unci6n. El Padre es para la humanidad del Hijo glorifìcado, que es principio de la efusi6n del
la verdad, el Hijo el resplandor de esca verdad, el Espiricu el que gula hasta la Espfricu Santo a la Iglesia y a los hombres. La venida del Espfritu Santo
verdad completa ... él no es el que habla, ni la palabra, sino e! soplo que lleva
sobre Jesus esta ya destinada a la Iglesia. Toda la economia de la salvaci6n
la palabra ... el Padre ama, el Hijo es el amado, el I;spfritu es el amor... Pues
bien, existe en Dios una operaci6n esencial, que engloba rodas las dem:is, la es en provecho nuestro y por ello la generaci6n a la filiaci6n perfecta en la
de engendrar al Hijo infìniro. De aqui se desprende la conclusi6n ya formu- humanidad por la acci6n del Espfritu nos engloba también a nosotros.
lada; en el misterio eterno el Espiricu Samo es el poder divino de engendra- Ciertamente esta generaci6n es reflejo de la generaci6n eterna del Hijo, y
mienco, el del Padre en su paternidad, que se traduce en la fìlialidad del en ella tiene su ultimo fundamento y su raz6n de ser. Pero no es sin mas
Hijo 11 '. en esca generaci6n eterna en la que nosotros somos engendrados corno
hijos. Somos hijos en e! Hijo solo en cuanto éste se ha hecho hombre y
La "generaci6n" de Jesus en la resurrecci6n es un dato biblico, corno
nos comunica el Espfritu que ha reposado sobre él. De nuevo la distinci6n
también lo es la incervenci6n del Espfricu en esta resurrecci6n. Pero el pro-
entre la economia y la teologia, en la correspondencia entre ambas, tiene
pio Durrwell, en uno de los textos que acabamos de citar, ha indicado ~~e
aquf su lugar 11 5•
esa generaci6n del Hijo en el Espiricu en el momento de la resurreccton
es «en este mundo». Se seii.ala 'àsf la distinci6n con la generaci6n eterna.
Establecida con claridad esta discinci6n, ies legftimo craspasar sin mas el
esquema a la generaci6n eterna del Hijo en el Espfricu? Notemos ~~e la 114. La expresi6n es de Hilario de Poitiers, Tr. Ps. 2,27 (çCL 61,56) : « •.. id, quod rum
generaci6n de la resurrecci6n si por una parte afecta realmente al HtJO, le hominis fìlius est, ad perfecrum dei fìlium , id est ad resumendam indulgendamque corpo-
ri aererniratis suae gloriam per resurrectionis porenriam gigneretur». Cf. rodo el capftulo
afecta en cuanto hombre, en la humanidad que ha asumido. En este 2,27 (56-57).
aspecto tiene sentido hablar de su crecimienco, de su muer~e y d~ su exal- 115. En otro aspecro podemos ver la disrinci6n entre la economia y la reologia a par-
taci6n y de su entronizaci6n a la derecha del Padre. Escas ?~stmctones son tir de la resurrecci6n de Jcsus. La iniciariva de ésra, en el Nuevo Tesramenro, se arribuye
claras en la conciencia de la Iglesia al menos desde el conctl10 de Éfeso. Es casi siempre al Padre. Pero no podemos ignorar los tcxtos en que el Hijo aparece acrivo en
esce evenro: Jn 2,20-22; 10,17; 1 Tes 4,14. Jesus por ranro no esca completamente pasivo
en esce aconrecimienro, aunque rambién en él esta referido al Padre. Cf. O. Gonzalez de
Cardedal, Cristologia, Madrid 2001, 144. Durrwell es conscienre de esre problema; escri-
be en jmi.s Hijo de Dios... , 128: «Jesus ejerce una auréntica causalidact en su fìlialidad, en
111. lb. 91; cf. rodo el conrexto.
112. Pero rengamos presenreJn 16, 14: «él me dar.i gloria, porque recibira de lo mio ... ».
su receprividad ... El Espfritu de la resurrecci6n tiene su fuenre en el Padre, pero su brorar
en la pascua de Cristo es provocado por Cristo ... En roda donaci6n, aceprar e! don es ejer-
113. Jmis Hijo de Dios... , 94-95 .
cer una causalidad sin la cual no tende/a lugar la donaci6n . En roda realidad amorosa, aco-
214 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 215

Hemos hecho alguna referencia ya al tema del Espfritu corno el poder inseparablemenre la espiracion del Espfricu Santo. Las dos est.in en rela-
de engendrar en el ambito de la Trinidad inmanente. Se plantea a mi jui- cion, en cuanto e! Espfricu es del Padre y del Hijo. Dios Padre es princi-
cio la cuesrion de la relacion y disrincion entre el Espiritu Santo corno ter- pio del Espfritu precisamente en cuanto es Padre, y a la vez no puede
cera persona y el espfritu corno la esencia divin~. Sabemos muy bien corno engendrar al Hijo sin que surja la uni6n de los dos que tiene lugar en el
fue diffcil en los primeros riempos de la Iglesia el establecimiento de esca Espfritu. Del mismo modo que en la economfa de la salvacion se ha de
distincion; por ello el cérmino "espfritu" no ha tenido siempre un signifì- recuperar la importancia decisiva de la presencia del Espfricu Santo en
cado daro y preciso. Segun la doctrina tradicional el Padre es el principio Jesus, también por lo que respecta a la reflexi6n sobre la Trinidad inma-
de la Trinidad, es el que engendrando al Hijo y espirando (en rodo caso nente es necesario evitar la idea de que el Espfritu es simplemente "pasi-
principaliter) el Espfritu Santo !es cçmunica enteramente su esencia divi- vo" en la vida intracrinicaria 118 • Las tentativas de pensar con mas decision
n~cf. DH 805, concilio Lateranense IV; OH 525, Toletano XI). El Padre la reciprocidad de las personas trinitarias deben ser bienvenidas, pero se
ademas engendra al Hijo de su sustancia (cf. OH 527). Lo engendra en plantea el problema de si elio se puede hacer respetando e! orden tradi-
vircud de su potencia de generar que es, en él, la naturaleza divina; éste es cional de las procesiones. Vefamos corno la importancia de la presencia del
el "principium quo" de la generacion 116 • iHace falca que esce poder sea Espiri tu en la vida de Jesus se puede subrayar sin e! recurso a la «inversion
accuado por otra persona? iSeguira siendo el Padre en esce caso principio trinitaria». Ciertamente e! Espfritu es la tercera persona sin necesidad de
1
y fuente de la divinidad? El Padre es, corno tal, amor que se dona en la que sea la ulrima 119/ El orden de las procesiones no implica disminucion \ VJ
generacion del Hijo yen la espiracion del Espiritu Santo. Las dos proce- en las personas divlnas. A la vez que éstas proceden las unas de las otras V··
siones se hallan en rodo caso jnternamente relacionadas, no pueden con- no son mas que en la relacion a las otras yen el ser en las demas.
I siderarse la una independientemente de la ocra. En esce punto hay que Parece inspirado de cerca en Durrwell, a quien por Io demas cita con
~ insistir, y lo haremos por nuestra cuenta a continuacion. Al Espfritu frecuencia, Th. G. Weinandy, aunque sus formulaciones son mas genéri-
Santo, en cuanto realiza la unidad del Padre y el Hijo y es el fruco de esca cas. El Padre engendra al Hijo y subsiste en la relaci6n con él en el
unidad y esce amor, le conviene especialmente lo que es comun a los rres, Espfritu Santo. Reproduzco un pasaje fundamental en el que resume su
y en parcicular el amor' 17 • Pero éste, corno ya hemos visto, puede definir tesis:
también al Padre y al Hijo.
El Espfriru no tiene un nombre distinto , porque subsiste precisamente
Ciertamente se ha de poner de relieve, y Durrwell con otros muchos , corno aquel en quien el Padre y el Hijo son nombrados. El Padre subsiste en
autores accuales lo hace justamente, en el hecho de que el Hijo y el relaci6n con el Hijo (y por eso es llamado P<Jdre) solo en el Espiritu Santo por
Espfricu son inseparables. Al Padre conviene la generacion , pero a la vez e el cual (by whom) engendra al Hijo. El Hijo subsiste en relaci6n con el Padre
(_ .
(y por eso es llamado Hijo) solo en el Esplritu que lo conforma para ser Hijo.
El Espiriru subsisce corno una pura relaci6n juntamente con el Padre y el Hijo
en cuanto sostiene su relaci6n y asi da o manifìesta sus nombres. El Espiritu
ger el amor es liberar el amor en el coraz6n del ocro, hacer que broce en él... Santo es la persona o "quién" acuita o sin nombre porque la auténtica natu-
Abandonandose al Padre, Jesus permite y provoca la acci6n resucicadora, hace que beote
raleza de su subjetividad es iluminar, o, mas profondamente, dar sustancia o
en él el Espiricu del Padre. De esca manera parcicipa fìlialmence de su propio engendra-
mienco en la plenicud de Espiricu». Es claro que escas profundas reflexiones referidas a la
personalizar al Padre y al Hijo el uno para el otro. Se podria decir que el
resurrecci6n de Jesus no pueden rrasladarse sin mas a la generaci6n eterna. El Hijo no pre- Espfriru Santo es la mas personal de las personas de la Trinidad, y asi la mas
exisce a esca generaci6n, corno preexisce a la resurrecci6n en la carne. relacional en su subjetividad, porque es la mas traslucida y transparente.
116. Santo Tomas, STh I 41,5: «Id quo Pater generar, est natura divina, in qua sibi
Filius assimilacur. Et secundum hoc Damascenus dicir quod generacio est opus nacurae,
non sicuc generancis, sed sicuc eius quo generans generar. Et ideo pocencia generandi sig-
nificar in recto nacuram divinam, sed in obliquo relacionem».
117. Cf. Aguscln, Trin. XV 19,37 (CCL 50,513-514). La especial relaci6n entre el 118. Cf. Durrwell, jes,is, Hijo de Dios..., 98: «Tampoco hay que hacer del Esplricu la
Esplricu y el amor ha sido vista por Aguscln en la uni6n del Padre y el Hijo; cf. ib. VI 5,7 persona ultima, que venga decras de las otras, que fuera corno el callej6n sin salida donde
(235); V 11, 12 (219) . También el concilio XI de Toledo (OH 527): «quia caricas sive sanc- expira el movimiento trinitario, la persona estéril de la que no sale nada». Pero el mismo
cicas amborum ess« monscratur». Dificilmeme podremos pensar que el amor preceda al D. es conscience del problema de la tdxis incratrinitaria: ib. n. 25: «en el orden trinitario el
amante y al amado, que son el Padre y el Hijo. Volveremos en seguida por nuestra cuenta Esplricu Samo es consecutivo a la relaci6n entre el Padre y el Hijo .. .».
sobre ésce tema. Cf. en parcicular la n. 132. 119. Bella incuici6n de Durrwcll, ib. 100.
216 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 217

Médianre él (through him) el Padre y el Hijo eternamente se conremplan el ha aducido en diversas ocasiones un texto de Gregorio de Nisa, que a su
uno al otro en amor 120 • parecer podrfa dar pie a hablar de una intervenci6n del Espfritu en la
Tanto los méricos corno los inrerroganres suscicados en la exposici6n generaci6n del Hijo:
de las teorfas anreriores pueden también seiialarse aquf. La preocupad6n El 6leo de la exulcaci6n presenta la porencia del Espfriru Santo, con el cual
de asegurar la funci6n acciva del Espfriru en la vida trinitaria por una Dios es ungido por Dios, es decir, el unigénito es ungido por el Padre (cf. Sai
parte, la insuficiente claridad sobre el sentido y el alcance de esta activi- 44,8) ... Como el jusro no puede a la vcz ser injusro, asi el ungido no puede
dad que se quiere llevar hasta la procesi6n del Hijo. <Tienen estas tentati- no ser ungido. Ahora bien, aquel que nunca ha dejado de ser ungido, cierra-
vas base en la tradici6n? No parece que por parte de los aucores que han menre es ungido desde siempre. Y cualquiera debe admirir que el que unge es
el Padre y el ungilenro es el Espiri tu Santo 123 •
propugnado estas nuevas hip6tesis haya habido mucha preocupaci6n por
aducirlas. Por ocra parte, los pocos pasajes pacrfsticos que podrfan tal vez Pero, corno se comprueba facilmente, esce pasaje no va mas alla de la
dar pie a estas teorfas se hallan dispersos y no parecen de gran claridad. A. afirmaci6n de una unci6n del Hijo por parte del Padre en el Espfritu
Orbe cita algunos pasajes de Eusebio de Cesarea. Segun el gran historia- desde el primer instante de su generaci6n; desde siempre el Hijo es el
dor de la Iglesia ninguno de los "cristos" o ungidos del Antiguo ungido. Pero que el Espfritu intervenga en la generaci6n o haya una
Testamento ha llegado a la perfecci6n del verdadero Cristo «que no reci- acci6n generativa del Padre en e! Espfritu no aparece de ningun modo con
bi6 la unci6n preparada por medio de elementos sensibles, sino la que claridad. Por lo demas, tampoco Gregorio de Nisa parece confundir,
conviene a Dios, con el Espfriru divino, al participar en la ingénita y corno Gregorio Nacianceno, la generaci6n tempora! del Hijo con la
paterna deidad» 121 • Pero no parece que aquf se deba ver en acci6n directa- unci6n. No parece por tanto que haya base para postular esca confusi6n
mente al Espfricu persona!; lo que mas bien se quiere decir es que el Padre respecto a la generaci6n ecerna 124.
comunica al Hijo su naruraleza divina espiricual. Comenta el mismo La posesi6n del Espfriru desde siemprf:! por parte del Hijo es sin duda
Orbe: «El "crismà' o unguento del Cristo se identifica con el Espfricu una ensefianza de los Padres de los prime·os siglos. Pero no por elio debe-
divino, naturaleza divina, o deidad que el Padre comunica al Verbo. mos pensar que elio signifique una parcicipaci6n del Espiriru en la gene-
Unguento de fragancia unica, solo comunicable, corno a Unigénito. La raci6n eterna. Se puede descubrir una cierca analogfa con la teologia de la
unci6n consiste en la generaci6n misma del Verbo, por la cual el Espfritu unci6n de Cristo en su humanidad en e! Jordan de la que nos hemos ocu-
del Padre pasa al Hijo, a manera de divina fragancia» 122 • R. Cantalamessa pado. Ésta presupone, corno dedamos, la encarnaci6n del Hijo, es conse-
cuencia de ella, lo cual para nada supone que debamos considerarla corno
algo "accidencal". Sin ella Jesus no puede realizar su misi6n. De manera
120. Th. G . Weinandy, The 'Father's Spirit of Sonship. Reconceiving the Trinity. semejante se ha pensado en una unci6n prec6smica del Hijo con e!
Edinburgh 1995, 84 . Es claro el influjo de Durrwell, cicado en nota aqul mismo. También
ib. 73: «El Hijo es Hijo porque habiendo sido engendrado por el Padre en el Espfricu de
fìliaci6n, ama al Padre corno Hijo. Este acce de amor fìlial, accuado en el Esplriru de fìlia-
ci6n, es lo que le hace el Hijo ... El Padre no serla Padre si no tuviera un Hijo que le ama
corno Hijo. Pues bien, la piedra angular que mantiene unidos esce acce paterno de genera- 123. Gregorio dc Nisa, Adv. Apollinarem 52 (PG 45 , 1249-1252); cic. por R.
ci6n del Hijo en el amor y esce acce fìlial del Hijo que ama al Padre es realizado por la Cancalamcssa, IL canto deilo Spirito, Roma 1998, 412. El aucor cita esce mismo rexro en su
acci6n del Espiritu .. . El Espiricu que broca dentro del Padre corno su amor en e! cual o por ardculo "Utriwq11e Spiritus''. L'attuale dibattito teologico mlio Spirito Santo alla luce dei« ¼ni
el cual (in or by whom) el Hijo es engendrado, conforma al Padre para ser Padre para el Creator»: Rassegna di Teologia 38 (1997) 465-484 , 479, y lo introduce asi: «... san Gregorio
Hijo y a la va. conforma al Hijo para ser Hijo para el Padre». Nocemos el uso al parecer de Nisa, que dedica un capfculo entero a iluscrar la unci6n del Verbo mediante el ..Es~lric.~
equivalente de las preposiciones i11 y by. Santo en su generaci6n eterna del Padre. Parte del presupuesco quc el nombre Cnsto ,
121. Eusebio de Cesarea, Historia Ecclesiastica I 3,10ss (PG 20,72Css), cit. por Orbe, ungido, percenece al Hijo desde la ecernidad». Realmente el cexco no parece dar mas de sl.
La 1mcion dei ¼orbo, Roma 1961 , 576. Una de las preocupaciones de Eusebio es mostrar la La posici6n de Gregorio de Nisa no parece muy discinta de la que cienen los aucores que
antigiledad del nombre y de la persona de Cristo, su preexistencia: cf. ib. «a fin de que le han precedido, y a la que en seguida nos referiremos.
nadie fuera a pensar, aceniéndose a Ics riempos de su exisrencia en la carne, que nuestro sal- 124. In illud Time ipse Fili11s (PG 44,1320): «El Logos uniéndose con la carne, la elev6
vador y Seflor Jesucrisco es can nuevo»; cf. Orbe, ib. 575 . a las propiedadcs del Logos por la recepci6n del Esplricu Santo que el Lo_gos posefa antes
122. A. Orbe, ib. 578; cf. todo el contexco, 669-592. A escas consideraciones se puede de la encarnaci6n». Parece que se distingue claramente encre la encarnac16n y el don del
afladir la falca de claridad de la doccrina trinitaria de Eusebio, que ciercamence no permice Espiricu a la humanidad asumida, aunque esce don se coloca en el momento de la encar-
ver en esros rexcos precedences de las posiciones modernas. naci6n y es obra del Hijo que desde siemprc posee el Espiricu.
218 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 219

Espfritu para que lieve a cabo su mediaci6n en la creaci6n 125 • En la fuer- Santo, que se ha desarrollado en ciempos posteriores y que no ha dado
za del Espfritu paterno puede el Hijo dar unidad y armonfa al cosmos que lugar a ninguna alteraci6n de la tdxis cradicional. A partir de la mediaci6n
el Padre crea por su medio. Nos podemos preguntar si esca unci6n ante- de Cristo en la economfa salvadora (cf. 1 Tim 2,5) se ha podido llegar ya
rior a la creaci6n puede ser un punto de apoyo valido para hablar de la en el mismo Nuevo Testamento a la mediaci6n creadora universal. De
generaci6n del Hijo en el Espfritu. No parece que haya ningun pasaje que modo semejante, a partir de la unci6n tempora! del Hijo encarnado que
abone esca tesis. La unci6n tiene por objeco hacer posible al Hijo, ya cons- en la fuerza del Espfritu realiza su misi6n y puede comunicar el Espfricu
cicuido corno tal con la generaci6n, la funci6n creadora o conservadora del Santo a los hombres, se ha llegado en la reflexi6n de la teologfa anterior a
cosmos. Escribe A. Orbe: Nicea a la presencia del Espfricu en el Verbo para la mediaci6n cosmica.
Dirfase, areniéndonos esrricramente a su ideologia [de Jusrino e Ireneo], Pero la generaci6n por el Padre y esta unci6n con el Espfritu no se con-
que el Hijo de Dios corno ral no hubiera sido ungido, a no ser llamado corno funden. La actuaci6n del Espfritu Santo en la generaci6n eterna del Hijo
mediador para la salud de las naruralezas, especies e individuos creados en el parece desconocerse por consiguiente en la tradici6n.
universo. Pero dentro' de la reologia del s. II el Verbo mismo debi6 su exis- No se ha mosuado que haya claridad sufìciente en la tradici6n para
rencia perfecra a los designios del Padre sobre la creaci6n. fundar estas nuevas hip6tesis. En esce caso no se trata del nuevo descu-
El xp1oµoc vendra sobre el nacido Hijo de Dios, Verbo perfecco, con la brimiento de una ensefianza olvidada; tendremos que juzgar el valor de
misma 16gica necesidàd con que le engendr6 el Padre para la salud del mundo cada conclusi6n segun la solidez de las premisas en que se fonda. La posi-
futuro. ble base economica para la generaci6n ex Patre Spirituque o in Spiritu no
Con una modalidad de sumo interés, por sus incerferencias con el hele- se ha moscrado tan segura corno se podrfa suponer. La accuaci6n del
nismo. La unci6n del Verbo se encamina no a darle consisrencia en su perso-
Espfritu en Jesus, desde el primer instante de su vida humana hasta la
na: el Verbo subsisre previamente a su unci6n. Sino a dorarle de aquella vida
resurrecci6n presupone la encarnaci6n. Se trata en rodo caso de una
o espfricu dinamico por el cual vivifìcara y mancendra el Universo en cohe-
si6n y unidad ... actuaci6n sobre la humanidad del Verbo. Y todo ,elio en una economfa
El Verbo, mediante su funci6n conservadora Hsica, presagia la escricca que se realiza toda entera «propter nos homines et propter nostram salu-
soteriologia que el encarnado llevara a cabo sobre la Iglesia126 • tem»; solo desde esce presupuesto Jesus necesica de la unci6n del Espfricu.
Las ideas de la "precedencia" del Espfritu sobre el Hijo en la economfa y
La unci6n prec6smica presupone la generaci6n del Hijo. Sabemos que la acci6n del Espfritu en la generaci6n eterna de esce ultimo no encuen-
en los primeros tiempos de la Iglesia esca generaci6n esca ligada a la tran razones claras a su favor.
mediaci6n creadora. Si la voluntad ·creadora de Dios "requiere" la genera-
ci6n del Hijo, igualmente pide la unci6n con el Espfricu para que la B. La relacion paterno-filial en e! Espiritu Santo
mediaci6n pueda llevarse l:a. cabo. No tenemos necesidad de pensar que
esca unci6n se realiza en el Espfritu Santo persona!, tercera persona de la Pero no por elio, corno ya hemos tenido ocasi6n de anticipar, hay que
Trinidad. Lo mas probable, corno ya hemos indicado, es que se trata de la desechar o desaucorizar escos recientes intentos. En la economfa de la sal-
unci6n con el Espfricu paterno, la fuerza de la nacuraleza divina. vaci6n se revela realmente Dios, aunque sabemos también de la difìculcad
Cierramente no podemos tampoco presuponer en los primeros siglos cris- de trasponer a su vida eterna rodo lo que aparece en su revelaci6n a los
tianos la teologfa de la uni6n del Padre y el Hijo realizada en el Espfricu hombres. Se ha producido un esfuerzo nocable en la teologfa cat6lica de
los ultimos ciempos por valorar la importancia que en la vida de Jesus
tiene la presencia del Espiritu. Podemos contar en esce punto con resulca-
dos adquiridos, mas alla de la discusi6n sobre puntos o aspectos concre-
125. Cf. A. Orbe, La tmcion del ¼rbo, esp. 32-82 sobre san Justino; 501-541 sobre tos127. Algo nos revela esca presencia sobre la vida eterna de Dios. Jesus rea-
san Ireneo; rambién los daros sobre los aurores eclesiasricos dispersos en la obra, en parri-
cular 593-627; volvemos en seguida sobre las conclusiones de esca imporrante obra. Cf.
liza en el Espfritu su vida humana de obediencia al Padre. Podemos pen-
también L.F. Ladaria, El Esplrim en Clemente Alejandrino. Estudio teologico-antropologico, sar que esce hecho esca en correspondencia con la vida de la Trinidad
Madrid 1980, 64-79.
126. A. Orbe, La rmcion del ¼rbo, 630; cf. todo e! contexro, con las referencias a la )
rransposici6n cristiana de morivos estoicos; ib. 632: «Ningun documento da a énrender 127. Cf. L.F. Ladaria, El Dios vivo y verdndero, 58-72; M. Bordoni, El Espirit11 Santo
que el Padre haya ungido al Verbo por el hecho mismo de engendrarle». y Jmis (cf. n. 85), 17-29.
220 LA TRINIDAD, MISTERJO DE COMUNI ON EL l'.SPIRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 221

, inmanente. ~Tiene el Espiri tu una funci6n en la unidad del Padre y del mantener el caracter "trinitario" de las relaciones entre las personas divinas.
ijo en la eterna vida de Dios? La donaci6n del Espiritu por el Padre y El Espfritu Santo tiene la misma dignidad que el Padre y el Hijo, la rela-
esus después de la resurrecci6n de éste muestra ciertamente la unidad de ci6n a él de las dos primeras personas es tan importante corno la que
mbos, es tal vez la prueba mas evidente de la misma. Solo si Jesus es per- une al Padre y al Hijo entre sf. No podemos pensar que la relaci6n
ectamente una sola cosa con el Padre (cf. Jn 10,30) puede el Espiritu de paterno-fìlial esté perfectamente realizada y perfeccionada sin la tercera
Dios ser también el de Cristo (cf. Rom 8,9). ~Podemos pasar de esca persona. El Espfritu no puede existir sin el Padre y el Hijo, pero el Padre
manifestaci6n a la vida inmanente de la Trinidad? Afìrmar una cierta vin- y el Hijo tampoco pueden ser tales sin el Espfritu Santo. Afìrmar lo
culaci6n del Padre y del Hijo encarnado «en el Espiritu» no parece en contrario equivale a pensar que no existe reciprocidad en las relaciones
modo alguno errad6. A la intervenci6n del Espiritu en la concepci6n vir- trinitarias. No se trata s6lo de que la generaci6n del Hijo y la procesi6n
ginal de Jesus se liga su fìliaci6n divina. La proclamaci6n de Jesus corno del Espfritu sean igualmente eternas. Manteniendo la tdxis, se han de
Hijo y la efusi6n del Espiricu sobre él van juntas en el momento del bau- ver también las implicaciones de las dos. La "precedencia" de la genera-
tismo del Jordan (incluso en Jn 1,32-34). La solemne invocaci6n de Dios ci6n no significa que la procesi6n del Espfricu no deba seguirla necesa-
corno Padre en el himno de jubilo esca ligada a la exu!taci6n «en el riamente, mas bien es lo contrario lo que hay que sostener; por consiguiente
Espiritu». Lo mismo digamos de la constituci6n de Jesus corno Hijo de no podemos considerar la generaci6n misma sin relaci6n a la procesi6n
Dios en poder en la resurrecci6n de entre los muertos. Por consiguiente del Espiritu. Por elio la doctrina latina del Filioque, si se situa en un
hay al parecer s6lidos fundamentos en la economfa de la salvaci6n, que, contexco recto, no lleva a una subordinaci6n del Espfricu Santo en la
sin necesidad de introducirnos en los intent~s, no exentos de difìculca- Trinidad 129 • La relaci6n paterno-fìlial no puede estar perfectamente
des, de alterar o de "equilibrar" el orden tradicional de las procesiones, caracterizada y complecada sin la tercera persona, de tal manera que el
nos permiten afìrmar en cérminos mas genéricos y mas sobrios que el Padre y el Hijo no pueden "prescindir" del Espiritu. Segun la tradici6n
Padre y el Hijo lo son «en el Espiri tu Santo». La expresi6n es usada por la no hay una "fecundidad" interna del Espiricu; pero esco en modo alguno
declaraci6n del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos del 13 puede implicar inferioridad o mera pasividad en el seno de la vida
de septiembre de 1995 sobre las diferencias de la teologfa griega y latina divina, corno si la fecundidad fuese la unica funci6n acciva posible del
sobre la procesi6n del Espfricu Santo 128 • Debemos dedicar un poco de Espiricu ad incra 130 • A él se debe la caraccerizaci6n "crinitarià' de la rela-
atenci6n a esce importante cexto. ci6n Padre-Hijo, lo que equivale a decir la perfecci6n y consumaci6n de
Evidentemente la declaraci6n no pretende ofrecer una soluci6n defi- la misma, que, al margen de esce caracter trinitario, no puede existir. Asf
nitiva a un problema hist6rico y especulacivo de tanta envergadura. La se expresa la Declaraci6n a que nos referimos:
fìnalidad primordial es la de asegurar que también para la teologfa cat6li-
De modo semejanre, incluso si en el orden trinitario cl Espfritu Santo es
ca el Padre es la unica fuen te de la divinidad, y que la doctrina de la pro- consecutivo a la relaci6n entre el Padre y el Hijo, ya que tiene su origen del
cesi6n del Espiritu cambién del Hijo no afecta a esce principio funda- Padre en cuanro que es Padre del Hijo unico, es en cl Espiritu donde esca rela-
mental. A la vez es preocupaci6n del documento la de mostrar que en la
teologfa de Oriente y de Occidente, con matices diversos, se ha tratado de

129. Cf. Las tradiciones... , 147. Precisamente en el caraccer "rrinirario» que deben
tener codas las relaciones funda H .U. von Balchasar su defensa de la doccrina de la proce-
128. Publicada en L'Osservatore Romano 13 de sepriembre de 1995; el originai en fran- si6n del Espiricu del Padre y del Hijo; cf. Theologik II, 189-200.
cés lleva por cfculo Les tmditions grècque et Inti ne sur In procession de l'Esprit Saint. Texco en 130. Cf. sobre esca cuesci6n (y sobre la declaraci6n en su conjunco), J.-M. Garrigues,
espafiol, Las tmdiciones griega y lntinn reftrentes a la procesi6n del Espfrim Santo: Dialogo La clarificntio11 sur la procession d11 Snim-Esprit et l'enseignemmt d11 conci/,e d11 Florence:
Ecuménico 33 (1998) 139-150 (cicarcmos por esra rraducci6n). La declaraci6n sefiala la Irénikon 68 (1995) 501-506; id., À la suite de la clarificntion romnine: le Filioq11e affranchi
base "econ6mica" de la expresi6n a que nos acabamos de refcrir recordando, enrre orros, d11 'Jìlioq11isme": ib. 69 (1996) 189-212; id. , À la sttite de la clarificntion romaine sttr k
algunos de los pasajes biblicos a que hemos aludido hace un momento. Y afiade: «Esca fun- Filioque: Nouvelle Revue Théologique 119 (1997) 321-334. D . del Cura Elena, Esplrit11
ci6n del Espfricu en lo mas fntimo de la exiscencia humana del Hijo de Dios hecho hom- de Dios, EspfriNI de Cristo: una pneumntologla trinitaria (cf. n. 83) , I 55-157. Sobre algunas
bre deriva de una relaci6n trinitaria eterna , con la cual el Espfricu caracceriza, en su miste- reacciones orrodoxas a la D eclaraci6n cf. L. Lies, Der:uitige ok11menische Bemiihrmgen 11m
rio de Don de amor, la relaci6n cncre cl Padre, corno fuente de amor, y su Hijo predilec- das Filioq11e: Zeicschrift fiir karholische Theologie I 22 (2000) 317-353; B. Oberdorfer,
co» (150). Filioq11e. Geschichte 1111d Theologie eines ok11menischen Problems, Goningen 2001, 532-545.
222 u\ TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 223

cién enrre el Padre y el Hijo alcanza ella misma su perfeccién trinitaria. Al testamencarios en los que la existencia fìlial de Jesus (y por consiguience
igual que el Padre se caracteriza corno Padre por el Hijo a quien él engendra, su relacion al Padre) se ve en conexion con la presencia en él del Espfriru
igualmence el Espfricu Santo, teniendo del Padre su origen, lo caracteriza de Santo. Si esca vida fìlial de Jesus no se entiende sin el Espfritu, podemos
manera trinitaria en su relacién con el Hijo, y caracteriza de manera trinita- por tanto pensar que esce hecho corresponde a alguna realidad en la
ria al Hijo en su relacién con el Padre: en la plenitud del misterio trinitario
Trinidad inmanence.
son Padre e Hijo en el Espfricu Santo.
El Padre es e! principio y la fuente de roda la divinidad. Pero elio no
El Padre no engendra al Hijo sino espirando (... ) por medio de él al
Espfritu Santo, y el Hijo no es engendrado por el Padre sino en la medida en
significa que pueda existir sin el Hijo. No puede ser amor foncal sin aquel
que la espiracién (... ) pasa a través de él. El Padre no es Padre del Hijo unico a quien comunica rodo sin reservas. El Padre es a la vez principio del_
sino siendo para él y por medio de él el origen del Espfricu Samo. Espiri tu Santo. Debemos pensar que rambién esca relacion perrenece a su
El Espfricu no precede al Hijo, ya que el Hijo caracteriza corno Padre al ser. Hay una relacion del Padre al Espfritu Santo, que debemos conside-
Padre de quien el Espfricu tiene su origen , lo cual.consticuye el orden trinita- rar de la misma importancia que la primera134 • Algo semejance debemos
rio. Pero la espiraci6n del Espfricu a partir del Padre se hace por medio y a decir del Hijo. No podemos pensar que éste sea constiruido corno perso-
través de (son los dos sencidos de OLCX en griego) la generaci6n del Hijo al que na solo por su relacion al Padre. Ésta ciercamence le caracteriza corno
caracteriza de manera rrinitaria' 3 ' . Hijo, pero en esca caracterizacion debe estar impHcita una relacion al
A continuacion se precisa en qué consiste el caracter trinitario que la Espiriru. Es igualmence esencial la relacion al Espiritu Santo, si no quere-
persona del Espfriru Santo aporta a la relacion entre el Padre y el Hijo. Es mos que éste ocupe una posicion subordinada. Pero asf corno esca reci-
la funcion originai del Espfritu en la economia, en relacién con la mision procidad no nos hace cambiar el orden en la relacion Padre-Hijo, no hay
y la obra del Hijo. Si el Padre es el amor en su fuente y el Hijo es el arnado razon ninguna para que lo tengarnos que cambiar en las relaciones Hijo-
li del Padre, e! Hijo de su amor (cf Col 1,13), el Espfritu Santo es el amor Espiriru. La doctrina agustiniana del Espfritu corno amor del Padre y el
ij (cf Rom 5,5) 132 • El Espfriru Santo caracreriza trinitariamente la relacion Hijo, que tanto influjo ha cenido en Occidente' 3 5, ofrece un camino para
entre el Padre y el Hijo en cuanro es el amor mutuo de los dos, el amor considerar la reciprocidad trinitaria de las relaciones divinas. Sin esce
en el que solo puede tener lugar la relacion Padre-Hijo. En esce sentido, amor de entrambos el Padre y el Hijo no pueden ser rales. El Padre no
conservandose intacca la tdxis, las rres personas se contemplan en la uni- existe ni puede existir sin la donacion tocai al Hijo, ni el Padre ni el Hijo
dad y en la reciprocidad de las relaciones muruas, y el Espfritu Santo no pueden existir sin la donacion tocai al Espiriru Santo, el amor en que se
queda desplazado ni relegado a un segundo momento 133 • Solo en cuanto unen y el fruto de esce mismo amor. Si consideramos en las procesiones
unidos en el Espfriru en el amor yen la expresion y el fruro del mismo, el divinas la tocai donacion amorosa, no hay peligro de la que la caxis se con-
Padre y el Hijo pueden ser cales. No puede pensarse que el Padre y el Hijo vierta en subordinacion. Lo hemos visto ya en algunos ejemplos de la
-exisran sin escar unidos en el amor mutuo del Espfritu Santo. La presen- ancigua teologia a proposito del Padre y el Hijo El Padre engendra al Hijo
0

cia del Espfriru corno amor del Padre y el Hijo no aparece direccamente y esce orden no puede cambiarse, pero el Hijo, por el hecho de ser engen-
en el_Nuevo Testamento. Pero no faltan puntos de partida que leg~timan drado, consuma y perfecciona al Padre, que solo es en cuanto engendra al
los desarrollos de san Agustfn. Nos hemos referido ya a los pasajes neo- Hijo, Dios igual que él. Nada nos impide, mas bien todo nos lo reco-
mienda, que apliquemos también a la procesion del Espiriru un esquema
(

131. Lns trndiciones... , 147-148.


132. Ib. 149. La Declaraci6n se hace asf eco de la cradici6n agusciniana que caracteri- 134. Tomas de Aquino, STh I 32,2: «... una persona invenitur in divinis referri ad
za a las tres personas corno el amante, el amado y el amor; cf. Agusdn , Trin. VI 5,7 (CCL duas pcrsonas, scilicet persona Pacris ad personam Filii et personam Spiritus Sancti. Non
50,236): «unus diligens eum qui de ilio est, et unus diligens eum de quo est, et ipsa dilec- autem una relati on e: quia sic sequeretur quod eriam Filius et Spiritus Sanctus una et eadem
tio» ; VIII 10, 14 (291); «Ecce tria sunt, amans et quod amatur et amor»; cf. también IX 2,2 relatione referrentur ad Patrem; cc sic ... sequeretur quod Filius et Spiritus Sanctus non
(294s) ; XV 3,5 (465) ; 6, I O (472). Para Agusrin esco es la consecuencia de la defìnici6n de csscnr duae personae»; ib.: «unde secundum duas relationes Filii et Spiritus Sancri quibus
Dios corno amor que enconrramos en I Jn 4,8 .16; cf. los dos ulcimos texros. rcferuntur ad Patrem, oportet inrelligi duas relationes in Parre, quibus referatur ad Filium
133. Hay que reconocer que ésta es una preocupaci6n muy legftima de los te6logos a et Spiritum Sancrum».
que nos hemos referido; roda reflexi6n trinitaria debera tener presentes estos problemas y 135. Y a la cual no es tampoco completamente ajeno el Oriente. Cf. el pasaje de san
debera intentar darles una soluci6n. Gregorio Palamas cir. en la n. 11 de la declaraci6n que nos ocupa.
224 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPlRITU DEL PADRE Y DEL HIJO 225

semejante. El Padre no es Padre sin el Hijo y ninguno de los dos son Padre Agusdn no puede pensar corno el Espfritu Samo es realmente del Hijo si
ni Hijo sin el Espfritu de entrambos, el amor unitivo de los dos. El orden no procede también de él. Que el Espiritu sea propio del Hijo es ense-
tradicional se apoya en el hecho de que la Escritura nos habla del Espfritu fianza también de los Padres griegos 141• No encontramos términos equiva-
del Hijo, pero no nos dice que el Hijo sea del Espfritu, corno nos dice que l~ntes o semejantes que se refìeran al Hijo en su relacion con el Espfritu.
es de Dios o del Padre 136• S1 no vemos raz6n para alterar el orden de las personas, esco no significa
Otros datos de la Escritura concuerdan con éste. Enconcramos en el que el Espiri tu Santo ocupe un lugar secundario en las relaciones intratri-
Nuevo Testamento la mision del Espiri tu por parre del Hijo, pero no que nitarias. El Padre posee la esencia divina solo en cuanco la comunica al
esce ultimo haya sido enviado por el Espiritu 137. La accion del Espiritu Hijo, el Padre y el Hijo la poseen solo en cuanto se unen en su amor
sobre Jesus en los evangelios, que lo impulsa al desierro, etc. no tiene las mutuo que es el Espfritu Santo, que es a la vez la comuni6n de los dos y
caracterfsticas de un envfo propiamente tal. Solamente el Padre ha envia- el fruco de la misma.
do a Jesus al munda. En cambio el Espfritu Santo es dado o enviado por La doctrina agustiniana del Espfritu corno el amor y la comunion del
Jesus resucicado segun algunos cextos del Nuevo Testamento (cf. Jn 15,26; Padre y del Hijo, corno insinua la Declaracion, puede ayudarnos a descu-
Jn 20,22; Le 24, 49; Hch 2,33) y es enviado también por el Padre en el brir el caracter trinitario que la persona del Espfritu Santo aporta a la rela-
nombre de Jesus, el Hijo (cf. Jn 14,26). No se dice en cambio que el cion encre el Padre y el Hijo. Vale la pena detenernos brevemente en esce
Espiritu envfe al Hijo o que éste sea enviado en nombre del Espfritu punto. En efecto, para Agusdn el Espfricu es a la vez la comuni6n y el
Sanco 138 • Escos dacos de la economia de la salvaci6n tienen su gran signi- amor del Padre y el Hijo:
ficacion, y no pueden ser dejados de lado. Precisamente en ellos tiene su
Por consiguiente el Espfritu Santo, sea lo que sea, es algo comun al Padre
base la teologia latina de la procesi6n del Espfritu Santo del Padre y del y al Hijo, o esca misma comuni6n consusrancial y coeterna. Si puede ser lla-
Hijo. Pero previo a este paso es el de la constatacion de que el Espfritu en mada de manera conveniente amiscad, llamesela asf. Pero es mas apto e! nom-
el Nuevo Testamento es considerado el Espfritu de Dios Padre y también bre de amor (caritas). Y éste es también una suscancia y Dios es amor, corno
el Espfritu del Hijo, dato que la tradicion ha mantenido 139 • Precisamente esca escrico (cf. I Jn 4,8 . 16) 1 ◄z.
para justificar el que es de los dos, ha llegado Agusdn a la formulacion de
El Espfricu Santo es algo com un al Padre y al Hijo, y esce algo comun \
su conocida ensefianza de la procesion del Espiri tu del Padre y del Hijo 140 ,
es en definitiva la comunion eterna identifìcada con al caridad. Se ha indi-
cado previamente que el Espiritu Santo es aquel en el que uno y otro se
unen, en el que el Padre ama al Hijo y el que ha sido engendrado ama al
136. Ha notado ya cl hed10 Gregorio de Nisa, /11 oratio11em dominicam, fragmento que lo engendra 143. Asi el Padre y el Hijo no se unen por uno de ellos dos,
citado poé Juan Damasceno (PG 46, 1109); cf. Las tradiciones, noca 9 (pi 48) , donde se cita
ademas otro pasaje de san Maximo Confesor: asi corno no se puede decir que la palabra es
tampoco por una autoridad que les sea superior, sino por el Espfritu que
de la voz, no se puede decir que cl Verbo es del Esplricu; Q11aestio11es et Dubbia (PG no les es ajeno 144. La donacion de esce Espfritu en comun, que para
90,813) . Agustin Trin. V 12,13 (CCL 50,220) : «Item dicimus spiritum sanctum fìlii, sed
non dicimus fìlium spiritus sancri ne pacer eius intclligatur spiritus sanctus».
137. Nos hemos referido ya y]gunos texcos en esce sentido que no parece tengan peso 14 1. Cf. Atanasio, cextos citados en la n. 139; Cirilo de Alejandrla, In ]oh. V (PG 73,
para alterar la linea predominante de la tradici6n, fundada en el Nuevo Testamento. 753) ; De Sa11ctissima Trinitate Dial VI (PG 75,1056) .
13&. Cf. R. Cantalamessa, "Utri11sq11e Spiritus'; 480-481. 142. Tri11. VI 5,7 (235) ; cf. codo cl contexco; no nos podemos detener en el analisis
139. Cf. Hilario de Poicers, Tri11. VIII 21.26 (CCL 62A,334; 337-338); Atanasio, Ad de codos los pormenores. También XV 27,50 (532) : «communio quaedam consubscancia-
Serap. I 25 ;32 (PG 26,589 ; 605); III (625); IV 4 (641 ); Cirilo de Alejandrla, /11 ]oh. IX lis».
(PG 74 ,257); Agustin, Trin I 4,7 (CCL 50,35); 8,18 (52); IV 20,29 (I 99); V 11 , 12 (219); 143. Trin. VI 5,7 (235): «Siue enim sic unicas amborum siue sanctitas siue caritas, siue
XV 26,45.47 (525.529) , etc. Del Esplritu de los dos "utriusque Spiritus" habla cambién el ideo unitas quia caritas et ideo caritas, quia sanctitas, manifestum est quod non aliquis
himno ~ni Creator. Estas formulaciones corno Espiritu del Padre y del Hijo, Espiricu de duorum est quo uterque coniungitur, quo genitus a gignente diligatur generatoremque
los dos, son desarrollo de los dacos de la Escritura, pero no se encuentran liceralmente en suum diligat»; la idea de la unidad del Padre y el Hijo en cl Espiritu aparece cambién en
cl Nuevo Testamento. Trin. N 9,12 (177) ; VI 9,10 (239); VII 3,6 (254); VIII 8,12 (286-287); Sermo212,l (SCh
140. Agustln, Trin. IV 20,29 (I 99) : «nec possumus dicere quod spiritus sanctus ec a 116,180).
fìlio non procedat; neque enim frustra idem spiritus et patris et fìlii dicitur»; XV 26,45 144. Tri11. VI 5,7 (235): «... sintque non partecipacione sed essentia neque dono supe-
(524) : «•. •et postea de arnbobus processerac spiritus sanctus quoniarn scriptura sancta spi- rioris aJicuius sed suo proprio seruantes unitatem spiritus in uinculo pacis». El don del
ritum eum dicit arnborum». Esplricu no se refìere s6lo a la Trinidad econ6mica sino cambién a la Trinidad inmanente.
226 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPIR!TU DEL PADRE Y DEL HIJO 227

Agustfn, corno sabemos, lleva a la idea de la procesi6n en comun, propi- palabra, es decir, al Padre y al Hijo, y al amor que de ellos procede (inde
cia también la concepci6n del Espfritu corno comuni6n y amor de los dos, procedmtem caritatem), es decir, al Espfritu Santo comun a ambos?» 148 •
una comuni6n que s6lo en esta procesi6n y donaci6n puede realizarse. El San Agustfn no va a desarrollar mas este motivo de la caritas procedens.
Espfritu Santo es comun a los dos, yen cuanto es de los dos es llamado Pero no deja de ser interesante la intuicion. El Espfritu Santo es el amor
propiamente amor, caritas, que une al Padre y al Hijo: «Y si el amor (cari- y la comunion del Padre y del Hijo, pero a la vez e inseparablemente es el
tas) cor: el cual el Padre ama al Hijo y el Hijo ama al Padre muestra de amor que procede de la comunion de los dos. Al Espfritu Santo conviene
manera inefable la comuni6n de los dos, lo m:is conveniente sera que sea asf el nombre del amor que es comun a coda la Trinidad, pero con la con-
llamado propiamente amor aquel que es el Espfritu comun a ambos» 145 • notaci6n, propia de su persona, del «amor que procede». Asf el Padre y el
La idea de la comunion la ve también expresada Agustin en el hecho de Hijo se aman en el Espfritu que de ellos procede 149 •
que el nombre de Espfritu Santo, que la tercera persona tiene corno pro- La doctrina del Espfritu corno amor y comuni6n de Agustfn presupo-
pio, conviene también al Padre y al Hijo. Asf el don de los dos significa ne la dualidad persona! del Padre y del Hijo. Solo en el Espfritu comun,
su comuni6n; ésta se expresa en el nombre propio del Espfritu Santo, que amor y comuni6n, existen el Padre y el Hijo. En la donaci6n mutua espi-
puede ser comun a todas las personas 146 • Yen cuanto el Espfritu, don de ran el Espfritu, amor procedente. No se puede decir que segun Agustfn
los dos, participa de la misma naruraleza divina del Padre y el Hijo, es la procesi6n del Espfritu del Padre y del Hijo acontezca simplemente en
defìnido, corno ya sabemos, corno la comunion consustancial de los cuanto los dos son uno 150 • El Padre y el Hijo se aman y est:in en comu-
dos 147 • El Espfritu Santo es la comunion entre el Padre y el Hijo y el amor ni6n en cuanto se da en ellos la distinci6n persona!. El amor presupone al
de ambos. Pero no es solo el amor con el que ambos se aman, sino a la vez menos la dualidad, segun el propio Agustfn 151 • La comuni6n tiene su ori-
el amor que procede de esta comuni6n: «iVeremos asf también al Dios gen en el Padre, que engendra al Hijo de tal manera que el Espfritu pueda
Trinidad, al contemplarlo con la inteligencia corno al que habla y a su ser comun de los dos. El Padre en cuanto principio de roda la divinidad
es el principio del amor y de la comuni6n en el Espfritu Santo. En cuan-
to es el amor que procede, también el Espfritu Santo entra en la comu-
145. Trin. X.V 19,37 (513); X.V 17,27 (501): «Qui spiricus sanctus secundum scrip- ni6n del Padre y el Hijo. La comuni6n de las tres personas y el primado
curas sanctas nec parris est solius nec fìlii solius sed amborum, et ideo communem qua del Padre non solo no son contradictorios, sino que se implican. En esta
inuicem se diligunt parer et fìlius nobis insinuar caritatem». En las dos ocasiones en que doctrina se pone de relieve la comuni6n de las personas y consiguiente-
Agustfn dice en el de Trinitnte que el Espfritu Santo procede principnliterdel Padre, la idea
mente la reciprocidad de las relaciones trinitarias 152• Por cuanto acabamos
se une con la donaci6n al Hijo de la posibilidad de que el Espfritu sea comun de los dos y
corno ral proceda corno don comun: Trin. X.V 17,29 (503-504) : «... in hac trinirare non
dicitur uerbum dei nisi fìlius, nec donum dei nisi spirirus sanctus, nec de quo genicum est
uerbum et de quo procedit principalicer spiritus sanctus nisi deus W\ter. Ideo aurem addi-.
di principalirer, quia er de fìlio spiritus sanctus procedere reperietur... Sic ergo eum genuit 148. Trin. X.V 6,10 (473).
ut etiam de ilio d.~num commune procederet, et spiritus sanctus esser amborum»; X.V 149. No es el momento de entrar en la difìcultad que significa para el pensamiento de
26.47 (529): «Filius autem de parre nacus est, et spiritus sanctus de pacre principalicer, et Agustfn la afìrmaci6n de que el amor del Padre y el Hijo se da en el Espfritu, cuando el
ipso sine ullo cemporis interuallo dance, communirer de urroque procedir». Padre no puede ser sabio por la sabidurfa que es el Hijo. En la Edad Media se vio la difì-
146. 16. V11,12 (219): «Ergo spiricus sanctus ineffabilis quaedam parris et fìlii com- cultad; si el Padre y e1 Hijo se aman en el Espfricu Santo reciben de él el ser. Son las incer-
munio, er ideo forrasse sic appellatur quia patri et fìlio porest eadem appellario conueni- precaciones que de alguna manera hemos visto reproducidas en los ultimos tiempos. Pedro
re ... Ve ergo ex nomine quod urrique conuenit urriusque communio signifìcecur, uocatur Lombardo, Sent I d. 32 c.6 ve el problema y no tiene soluci6n. Ricardo de San Vktor se
donum amborum spiritus sanctus». J. Rarzinger, Der Gott jem Christi. Betrnchtimgen uber acerca mas a la intuici6n agustiniana, en su breve escriro Q11omodo Spirit11s Snnctiis est amor
den Dreieinigen Gott, Mi.inchen 1976,89: «Este nombre de la rercera persona ... no expre- Pntris et Filii (PL 196, 1O11-1O12), en la medida en que ve que se aman en el Espfritu por-
sa algo especffìco, sino que nombra lo que es comun en Dios. Pero ah/ precisamente resue- que éste procede de ellos: «Pater Spiritu sancto diligere dicitur .. . quod Pater eam dilectio-
na lo que es "propio" de la cercera persona: es lo que es comun, la unidad del Padre y del nem qua Filius diligicur et Spiricus sanctus est spirar, et illius auctor et origo exsistat». Aun
Hijo, unidad en persona. El Padre y el Hijo son una sola cosa el uno con el orro en la medi- con ulteriores disrinciones en las que no entramos, en esca Hnea se movi6 también santo
da en que van mas alla de ellos mismos; en el tercero, en la fecundidad de la donaci6n, son Tomas. Cf. la continuaci6n del texto.
uno»; ib. 90-91 : «El Padre y el Hijo son el movimiento del puro darse, de la pura entrega 150. Cf. los cextos mencionados en las notas 142 y 145.
del uno al orro. En esce movimienro son fecundos, y esca fecundidad es su unidad, su pieno 151 . Trin. VIII 1O, 14 (290): «Quid est ergo amor nisi quaedam uica duo aliqua copu-
ser uno»; cf. rambién ib. 28. cit en la n. 237 del c. 2. lans uel copulari appecens ... ?»; cf. también VIII 8,12 (287); IX 2,11 (294) XI 2,2 (335).
147. Cf. la n. 142. 152. Bien observado por B. Oberdorfer, Filioq11e, 113s.
228 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESP{RITU DEL PADRE YDEL HIJO 229

de decir, esca reciprocidad de suyo no tiene por qué comprometer las pro- se aman en virtud de su ser esencialmente amor, pero esce ser amor, en la
piedades personales de cada una de las personas divinas. El amor del Padre medida en que es consumado por sujecos que existen en relacion, se une
y del Hijo sera siempre el amor entre quien day quien recibe, quien es siempre con la relacion de la espiracion activa y recibe asf un caracter
origen y quien es respuesta. El amor de los dos que se expresa y tiene nocional. El acto de amor interpersonal acontece en Dios "desde el prin-
corno fruco al Espfritu Santo procede asf también principaliter del Padre, cipio" como espiracion del Espfricu y asf se consuma solamente en el
no solo porque éste da al Hijo el poder de espirar, sino también por- Espfritu Samo que procede. Los dos aspectos estan unidos de tal manera,
que es la fuente del amor del Hijo de su amor 15J . En efecto el amor de que se debe decir que el amor mutuo del Padre y el Hijo es la procesion
Jesus al Padre se muescra en que hace lo que le ha mandado realizar: «El del Espfritu Santo, y viceversa. Todo el amor divino, también el amor de
mundo ha de saber que amo al Padre y que obro ' el Padre me ha cada una de las personas divinas a sf misma y a las criaturas acontece en y
ordenado» Qn 14,31). por el Espfricu Santo; se podrfa incluso decir: se consuma como procesion
Aunque en una menor medida, también sane del Espfricu Samo» 156 • Oesde esce punto de vista se entiende corno para
algunos aspectos de su pensamiento, una linea se....=..,.,.,, santo Tomas el Espfritu Santo procede corno amor unitivo del Padre y del
pregunta si el Padre y el Hijo se aman en el Espfricu Santo 154 • Su respues- Hijo 157 • Yen la misma lfnea se pueden interpretar sus afìrmaciones sobre
ta debe ser necesariamente diferenciada, seguo los sencidos que el ablati- el Espfricu corno nexusen cuanto es·el amor mutuo del Padre y del Hijo 158 •
vo «Spiritu Sancco» puede tener. Porque si lo consideramos en el sentido En el Espfricu Santo en cuamo es amor se gozan el Padre y el Hijo el uno
causa!, es claro que no es posible. Parece que el orden de las procesiones del otro 159 •
lo impide. Por ocra parte en cuanto el amor divino se torna esencialmen- La idea del Espfritu corno el amor en el que se aman y que une al Padre
te, el Padre y el Hijo se aman en virtud de su esencia comun. Pero hay y al Hijo, y corno el fruco de esce amor de los dos se hallan presemes en
otras maneras de entender e1 ablativo. Éste puede entenderse en el senti- santo Tomas 160 , aunque ciertamente no podamos hablar de soluciones
do del efecco, porque algunas veces algo es nombrado segun el efecto que
produce; el arbol florece en las flores. En relacion con esca constatacion
sefi.ala Tomas que, en su sentido nocional, amar es espirar amor. De la 156. H.Ch. Schmidchals, Personamm TrinitdS. Die trinitarische Gottesfehre des heifigen
misma manera que se dice que el Padre habla mediante el Verbo o el Hijo, ThomdS von Aquin, Se. Occilien 1995, 639.
asf igualmente el Padre y el Hijo se aman en el amor que procede, yen el 157. STh I 36,4, el Padre y el Hijo en cuanco a la virtud espiraciva son un solo prin-
mismo amor nos aman cambién a nosotros' 55 • iComo se relacionan el cipio del Espfritu Santo, pero a la vez éste procede del Padre y el Hijo en cuanco son dos;
«Si vero considerentur supposica spiracionis, sic Spiritus Sanctus procedit a Parre et Filio in
nivel esencial y el nocional? iTenemos un doble amor del Padre y del Hijo, quantum sunt plures: procedit enim ab eis uc amor unicivus duorum»; ib. : «Spiritus
por una parte en vircud de su esencia, por ocra en el Espfr~u Samo? Sanctus procedit a Parre et Filio uc sunc duae personae discinccae»; por elio, ib., distingue
Probablemente no sea facil encontrar una respuesca evidente a esca cues- Tomas encre hablar de "duo spiracores" (suscamivo), expresi6n que no le parece adecuada,
tion. Pero creo que hay buenas razones para pensar que «el Padre y el Hijo dado que son un solo principio del Espfritu Santo y por tanto hay una sola espiraci6n, y
"duo spirantes" (adjetivo) , mas correcro, porque luce referencia a las dos personas que espi-
ran; cf. cambién sobre la discinci6n del Padre y el Hijo en relaci6n con el Espfricu, I 36,2,
ad 4: «Dicitur etiam Spiricus Sanctus in Filio quiescere, ve! sicut amor amancis quiescit in
153. Cf. Aguscln, Contra Maximinum II 17,4 (PL 42,784), que discingue entre al ser amaro, vel quantum ad humanam nacuram Chrisci ... ». Es evidente la herencia de Aguscln.
"principio" propio del Padre y el propio del Hijo; el Padre es «principium non de prin- 158. Ib. I 37,1 : «Spiricus Sanctus dicicur esse nexus Pacris et Filii in quantum et
cipio», el Hijo «principium de principio». Es claro que algunas de estas reflexiones se amor... Sed ex hoc ipso quod Pater et Filius se mutuo amane, oporcec quod mutuus Amor,
pueden hacer a partir de san Aguscln, lo cual no quiere decir necesariamente que qui est spiritus Sanctus, ab ucroque procedat». El Espfricu Santo, ademas del "nexus" es
Aguscln mismo las haya considerado. cambién la "connexio", lb. I 39,8. Ulceriores reflexiones sobre sobre esros temas se encon-
154. Cf. STh I 37,2. traran en Schmidchals, o.e., 612-667. Cf. cambién R. Simon, DM Fifioque bei ThomdS von
15 5. lb.: «Sicut ergo dicitur arbor florens floribus, ira dicitur Parer dicens Verbo sed Aquin. Eine Untm11ch11ng zur dogmengeschichtfichen Steffung, theofogischen Sm1kt11r ,md
Filio, se ec creaturam; ec Parer et Filius dicuntur diligentes Spiricu Sancro, vel Amore ok11menischen Perspektive der thomanischen Gottesfehre, Frankfurc am Main, 1994. También
procedente, et se et nos»; lb. ad. 2: «Et similirer diligere, prout notionalicer sumirur, est para san Buenavencura el Espfritu Santo es el nexo y la caridad del Padre y del Hijo,
producere amorem. Et ideo poresc dici quod Parer diligit Filium Spiricu Sancro, ramquam Brevifoq11i11m I 3,9.
persona procedente, et ipsa dileccione, camquam actu norionali». Es claro el influjo de 159. Cf. ib. I 39,8.
Aguscln en la definici6n del Esplritu Santo corno amor que procede. Ib. I 37,1 : «per 160. Cf. en esce senti do el an:ilisis de WA. Kealy, The Hofy Spirit Proceding as Mutuai
amorem intelligatur amor procedens». Love: An Interpretation ofAquinM «Summa Theologiae» I 37: Angelicum 77 (2000) 533-
230 LA TRJNIDAD, MISTERJO DE COMUNI6N EL ESP!RJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 231

sacisfactorias en todos los puntos. Sin el amor mutuo que es el Espiritu en relaci6n con la procesion del Padre y del Hijo, ésca sf, corno es sabido,
Santo, el Padre y el Hijo no pueden escar unidos, y, podemos afiadir noso- frecuentemente afìrmada (cf. DH 805; 850; 853; 1300-1302; 1330-
tros, si no est.in unidos no pueden ser. La doccrina clasica del Espiricu 1331, etc.). No debemos olvidar la importancia que esca visi6n cradicio-
corno amor del Padre y del Hijo ofrece, creo, una base nada despreciable nal sigue teniendo en la teologfa cat6lica actual. No son pocos los autores
para responder a la preocupacion legitima de no relegar al Espiricu Santo que ven en el Espiritu corno fruto del amor del Padre y de Hijo, por una
a un segundo lugar en la vida inmanente de Dios. No se trata por supues- parte a la persona que muescra el desbordamiento de Dios bacia afuera,
to de afìrmar que san Agusdn o santo Tomas hayan respondido de modo pero a la vez corno la expresi6n de la mas fntima vida del Dios amor 163 • Al
claro y unfvoco al problema que nosocros nos planceamos. Pero algunas unir la idea del amor de los dos con la del fruco del mismo (con el cual se
de sus afìrmaciones nos dan pie para pensar que el Padre y el Hijo no pue- sella la uni6n), que vefamos ya inicialmente presente, aunque no muy
den ser perfeccamente caraccerizados en su relacion mutua sin la presen- desarrollada, en san Agusdn (caritas procedens) yen Santo Tomas (proce-
cia del Espfricu Santo en el cual se unen y se aman, y que por tanto no dit ut amor unitivus), de alguna manera se encuentra una salida al proble-
pueden alcanzar sin el Espfricu la plenitud de su ser persona!. ma de la subsistencia propia del Espfritu en su relaci6n al Padre y al Hijo,
Evidentemente es siempre mas diffcil la caraccerizacion de las relaciones que puede quedar desfìgurada si solo se le considera el amor que une a los
del Padre y del Hijo respecto del Espfricu Santo y viceversa que la relacion doso esca union misma. Pero .cenemos que vera la vez las dos dimensio-
paterno-filial; para esca ultima nos ayudan los nombres bfblicos de Padre nes del Espfritu corno amor mutuo y fruco del mismo. Solo en la medida
e Hijo, que han dado lugar a su vez al cérmino generacion para caracteri- en que de ambos procede el Espfritu son el Padre y e! Hijo una misma
zar la procesion del Hijo 161 • En la hiscoria del dogma y de la ceologfa las cosa, en el Espfritu de los dos se muescra de una manera eminente que
cuesciones pneumacologicas han causado y siguen causando mas proble- rodo lo que es del Padre es del Hijo y viceversa. En el Espfritu que de ellos
mas, y es natural que asf sea. En la controversia sobre la procesion del procede se realiza y se consuma la unidad de los dos, una unidad, corno
Espfritu tenemos el ejemplo mas caraccerfscico, aunque no el unico, de ya hemos dicho repecidas veces, en la que entra cambién, en pie de igual- !
esca dificultad. dad, el Espfritu Santo. Por ocra parte las relaciones entre el Padre y e! Hijo
En seguida diremos alguna palabra sobre esce particular. Pero nuestro y las que unen a los dos con e! Espfritu no cienen por qué tener las mis-
intento basta esce momento ha sido el de ver en qué sentido la teologfa mas caracceriscicas; cada una de las relaciones trinitarias, en cuanto éstas
clasica de Occidente encierra elementos que nos permiten afìrmar que son constitutivas de las personas, es irrepecible.
el Padre y el Hijo son tales en el Espiricu, sin necesidad de entrar en
hipotesis sobre la generaci6n del Hijo que puedan compromecer el
orden tradicional, y para las que no parece que hayamos hallado bases
totalmente convincentes en la economfa de la salvacién. Escas doctrinas de bina aqul con la procesi6n; concilio XVI de Toledo: «ex Parris Filiique unione procedir»;
san Agustin y santo Tomas, ademas de su gran valor intrinseco, son opinio- Le6n XIII, enc. Divi1111m illw mzmus-. «... non alirer ille, qui divina boniras est ac Parris ipsa
Filiique inrer se caritas» (DH 3326; cf. 1331); Juan Pablo II, enc. Domin11m et
nes teol6gicas de gran autoridad que han encontrado eco, aunque de modo
Vivificantem, 10: «Dios en su vida Intima "es amor" (1 Jn 4,8.16), amor csencial, comun
discreto, en diferentes intervenciones magistrales 162, en alguna ocasi6n a las tres personas divinas. El Esplriru Santo es amor personal corno Esplricu del Padre y
• del Hijo. Por eso "son dea hasta las profundidades de Dios" (1 Cor 2, 1O), corno Amor-don
increado. Puede decirse que en el Esplricu Santo la vida Intima de Dios uno y trino se hace
558. El Esplritu Santo en cuanro relaci6n entre d Padre y el Hijo (Amor) es uno en esen- enteramente don, intercambio del amor reciproco entre las Personas divinas, y que por el
cia con ellos, en cuanto procede del Padre y el Hijo es distinto de ellos (procedms). Esplricu Santo Dios "exisre" corno don. El Esplritu Santo es pues la expresion persona/ de
- 161. El vocabulario es mucho m:l.s vago por lo que se refiere al Espiritu. El rérmino esca donaci6n, de este ser-amor. Es Persona-amor. Es Persona-don» (DH 4780).
procesi6n se aplica rambién en la teologia latina a la generaci6n del Hijo, la donaci6n se 163. Cf. adem:l.s de orros aurores, H. Milhlen, Der Heilige Geist als Pmon; id. Una
aplica también al ambiro de la historia de salvaci6n; espiraci6n es el término m:is caracre- Mystica Persona; H.U. von Balthasar. Theologik II. Die Wnhrheit Gottes, 130; 140-142;
rlstico, aunque ha tardado en generalizarse en el vocabulario reol6gico latino; es muy esca- Theologik III. Der Geist der Wnhrheit, 144-150; Y. Congar, El Esplrittt Santo, Barcelona
so p. ej. su uso en san Anselmo. Por lo dcm:l.s los nombres de las dos primeras personas 1983, 578-588; W. Kasper, Der Gott ]em Christi, 273-281; G. Greshake, Der dreieine Gott.
hacen referencia a su relaci6n mutua, pero no direcramente a la relaci6n con cl Esplritu Eine trinitarische Theologie, Freiburg-Basel-Wien 1997, 210-214; L.F. Mateo-Seco, Dios
Santo. 11110 y trino, Pamplona 1998, 569-573; F. Bourassa, Q11estiom de thlologie trinitaire, Rome
162. Asi el concilio XI de Toledo: «simul ab utrisque processisse monsrratur; quia cari- 1970, 120-125, J. Galot, L'origine lternel/e del'Esprit Saint: Gregorianum 78 (I 977) 501-
ras sive sanctiras amborum esse agnoscirur» (DH 527) ; la idea del amor de los dos se com- 522, esp. 517; del mismo, L'Esprit Saint pmonne de commzmion, Saint Maur 1997, etc.
232 LA TRINIDAD, MISTERJO DE COMUNI6N EL ESPIRJTU DEL PADRE Y DEL HIJO 233
. No ha sido direccamente el problema del Filioque nuescro punto cen- por parte latina se acencu-a~a donaci6n del Espfritu por parte de Jesus
cral de interés en las reflexiones precedentes, aunque es evidente que ha resucitado, por parte griega se acencua el descenso del Espfricu sobre Jesus
escado presente en coda nuescra exposici6n. La doccrina del Espfricu en el Jordan. Por ambas partes, segì1n von Balchasar se comecerfa el mismo
corno amor del Padre y el Hijo cal corno ha sido desarrollada por Aguscfn error de pasar de la economfa a la ceologfa 166 • Pero si no es la economia a
y por Tomas esca en fntima relaci6n con la de la procesi6n del Espfricu, de llevarnos a la teologfa no hay camino ninguno para llegar a ésca; coda
tal manera que ambas se implican mutuamente. Pero de suyo no esca vin- especulaci6n sera sin base. Es evidente que debemos dar un valor de reve-
culada a una concepci6n rfgida o unfvoca de la procesi6n del Espfritu del laci6n de Dios a codos y cada uno de los momentos de la vida de Cristo,
Padre y del Hijo. Llevarfa simplemente a postular una incervenci6n del pero escos momentos escan articulados ya desde el Nuevo Testamento. La
Hijo o una esencial relaci6n a él en la procesi6n inmanente del Espfritu; vida de Jesus bajo la acci6n del Espfricu enviado por el Padre nos habla del
las caraccerfsticas de esca intervenci6n o de esca relaci6n a él podrfan que- primado de esce ultimo en coda la economfa de la salvaci6n, y por canto
dar en una gran medida abiertas 164 • nos permice llegar a la conclusi6n de que el Padre es la unica fuence y prin-
No hace falca insiscir en que el don del Espfritu segu.n el Nuevo cipio de coda la divinidad. La presencia del Espiricu en Jesus nos permite
Testamento es la obra conjunta del Padre y de Jesu.s después de la glorifì- afìrmar que ésce es Hijo en el Espfritu; el Espiricu Santo por consiguien-
caci6n de éste. De ahf precisa!"llente viene la doctrina occidental de la pro- te no es ajeno a la relaci6n patemo-fìlial. Hemos indicado ya que segun
cesi6n del Espfritu del Padre y del Hijo. Una vez mas nos hallamos en el los testimonios explfcitos de diversos Padres de Oriente y Occidente el
paso diffcil de la Trinidad economica a la Trinidad inmanente. De la pro- Espfricu viene sobre Jesus en cuanto es hombre, viene sobre el Hijo encar-
cesi6n del Espfritu Santo del Hijo nada se dice en la Escritura. nado; la unci6n presupone la encarnaci6n aun cuando no p ed-a ser redu-
Encontramos afìrmada su procesi6n del Padre en Jn 15,26, pero esce cida a algo accidencal o secundario para la vida del Sefior. Por iniciaciva
pasaje no tiene necesariamente que referirse a la procesi6n en el seno de del Padre, Jesus resucita también gracias a la incervenci6n del Espfricu
la Trinidad inmanence, aunque asf haya sido interpretado desde antiguo. Santo. Exaltado a la derecha del Padre infonde el Espfricu juntamente con
La legicimidad del camino de la misi6n del Espfritu a la procesi6n es pues- ésce. Ya conocemos las diferentes variantes y matices que se hallan en el
ca en duda por la ceologfa ortodoxa, que teme que de esca manera se pro- Nuevo Testamento sobre la incervenci6n del Padre y el Hijo en esca dona-
duzca una excesiva dependencia del Espfricu de Cristo, con las conse- ci6n. El Espfritu Santo, el Espfricu de Dios, sin dejar de ser tal, puede ser
cuencias eclesiol6gicas del primado de la insticuci6n sobre el carisma. No llamado ahora cambién el Espfricu de Jesus, de Crisco, del Hijo, de
parece que tenga que ser necesariamente asf, si consideramos la reciproci- Jesucrisco. Como tal es infundido en nuescros corazones (cf. Gal 4,6) para
dad de las relaciones trinicarias. Por lo demas, cambién a partir de la que podamos ser hijos de Dios (cf. Gal 4,6; Rom 8,14-17). iEs injustifì-
misi6n del Hijo por el Padre y de la generaci6n del mismo en la resurrec- cado afìrmar que escos dacos de la economfa deben corresponder de algun
ci6n se ha llegado a la idea de la generaci6n eterna que ha enconcrado aco- modo a la Trinidad inmanente y que por tanto algo de ella se nos revela
gida en los antiguos sfmbolos. De parte cac6lica también H.U. von cuando Jesus glorifìcado da el Espfricu juntamente con el Padre y decimos
Balchasar pone difìculcades a esce paso de la economfa a la ceologfa165 • Si que esce Espfricu es también del Hijo o que es "propio" de él? Por ocra
parte también se ha de tener presente que Jesus glorifìcado da el Espfritu
i
Santo en cuanco lo ha recibido en su humanidad, no solo durame el riem-
164. Es interesante la posici6n de W. Pannenberg, Teo/.ogla Sisumdtica I, Madrid po de su vida mortal, sino cambién en la resurrecci6n (Hch 2,33: «Y exal-
1992, 342-344, que acepta la doctrina agustiniana del Espfritu corno amor del Padre y del cado por la diescra de Dios, ha recibido del Padre el Espfritu Santo pro-
Hijo en cuanto en los evangelios la razén de la uni6n de Jesus con el Padre esca en que esca
metido y ha derramado lo que vosocros veis y ofs»). Segun los conocido
lleno del Espfritu de Dios; pero no acepta la posici6n de Agustln en la doctrina de la pro-
cesi6n; ya sabemos c6mo para Pannenberg las relaciones en la Trinidad no han de pensar- pasajes del cuarto evangelio el Padre da el Espfritu porque Jesus se lo pide 1
se exdusivafnc:nte en cuanto relaciones de origen (cap. 3). Cf. tan1bién la propuesta de B. (cf. J n I 4, 16; cf. 14,26, el Padre envfa el Espfricu en nombre de Jesus), o
Oberdorfer, Fi/ioque. Geschichu 1111d Theo/ogie eines olmmenischen Prob/ems, Gottingen
2001, 585-591. Desde el punto de vista de la teologia orcodoxa, B. Bobrinskoy considera
también positivamente la idea del Espfritu corno amor del Padre y del Hijo; cf. Le Mystère
de la Trinitl. Co,m de thlo/ogie orthodoxe, Paris 1986, 304; cf. ib. para su posici6n sobre el 166. Ib.; von Balthasar alude aqui al problema de la inversién trinitaria que ya cono-
Filioqru. cemos. Evidentemente con esca base se crea un diflcil acceso a la procesi6n del Espiricu
165. Cf. Theologik Ill Der Geist der Wahrheit, 192. Santo cambién del Hijo o mediante el Hijo.

I
I
234 LA TRINIDAD, MISTERI O DE COMUNI ON EL ESPlRIT!,! DEL PADRE Y DEL HIJO 235

Jesus lo envfa de junto al Padre (parà, cf, Jn 15,26), pero no encontramos minos de esca comparaci6n. El sentido concreto de esca correspondencia
las f6rmulas inversas. Si no hay razones que obliguen a quedarnos en lo enrre la economfa y la reologfa debe quedar en el misrerio. Las formula-
meramente econ6mico por lo que respecca al hecho de que el Espfricu es ciones pueden ser muchas, y sabemos que hay representantes de la reolo-
del Pa1re y del Hijo y es dado por los dos, tampoco el "principalirer" debe gfa orientai que no rechazan una intervenci6n del Hijo o una relaci6n a él
ser minimizado. La reflexi6n sobre el Padre fans et origo de roda la divini- en la procesi6n del Espfricu, aun cuando no puedan aceprar la estricta for-
dad no puede ser dejada de lado cuando se rrara de la procesi6n del mulaci6n del Filioque 69 • La teologfa occidental del Espfriru corno amor
Espfriru Santo 167 . del Padre y el Hijo es una posibilidad, tal vez no la unica, de expresar esa
Hemos reflexionado diversas veces sobre las relaciones enrre la relaci6n eterna del Espfritu al Padre y rambién al Hijo, y viceversa. Es vali-
Trinidad econ6mica y la Trinidad inmanente. Nos hemos encontrado con da en cuanto tiene en cuenta los daros econ6micos de la donaci6n del
Il esce problema en muchos momentos y desde diferenres puntos de vista.
La prudencia ha de ser maxima, y en algunos momentos hemos sefialado
Espfriru por parte del Sefior resucirado juntamente con el Padre y en
cuanto tiene en cuenta tambi~n que la relati6n paterno-filial durante la
la dificulrad de un paso demasiado rapido a la Trinidad en sf. Pero si la vida mortai de Jesus se da en el Espfriru. Se puede legitimamente pensar
\ Trinidad inmanente no se constituye en la economfa, sera legfrimo pen- que esros datos de la economfa responden a la vida de la Trinidad en si
sar que el Espfriru no puede "hacerse" en ella el Espfriru del Hijo, sino que misma (salvando siempre que el misterio divino supera nuestra compren-
esce hecho debe encontrar en la Trinidad inmanente alguna correspon- si6n) . De esca manera se considera al Espfriru Santo en el rejido de las
dencia168. Desde la erernidad el Espfricu Santo habra de ser el Espfriru del relaciones rrinirarias, con exclusi6n de roda subordinaci6n. El Espfritu
Hijo. Las .relaciones intrarrinirarias no se consriruyen en la economfa de Santo es el Espfriru del Padre y del Hijo, propio de los dos, y creo no serfa
la salvaci6n; se ha puesro de relieve en reperidas ocasiones que el Hijo no un correcto rraramiento de las relaciones entre la Trinidad econ6mica y la
puede llégar a ser un "tu" frente al Padre en el momento en que asume la Trinidad inmanente el pensar que se constiruye tal en la economfa de la
humanidad. Por esca raz6n podemos pensar que estos datos econ6micos salvaci6n.
responden a algo en la Trinidad inmanente. El Espfriru no se hace el No era nuesrro intento en los parrafos precedentes un esrudio exhaus-
Espfriru del Hijo, corno tampoco el Hijo se hace el Hijo del Padre, por rivo de la cuesti6n de la procesi6n del Espfriru del Padre y del Hijo en
J masque no podamos esrablecer un riguroso paralelismo entre los dos rér- cuanto tal. Interesaba s6lo hacer ver c6mo en la tradici6n hay elementos
que permiten responder a la exigencia de ver la relaci6n parerno-filial rea-
lizada en el Espfriru, que hemos encontrado reflejada en algunos de los
l 67. Esca preocupaci6n esca claramente presente en la declaraci6n del Pontificio re6logos a que nos hemos referido y rambién en la declaraci6n del
Consejo para la Unidad de los Crisrianos, Lm tradicionn ,,, 140: «Solamente el Padre es el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. Se puede satisfacer
principio sin principio (.,,) de las orras dos personas trinirarias, la fuente unica (,,,) tanto esca exigencia sin necesidad de alterar el orden tradicional de las personas.
del Hijo corno del Espfriru Santo, El Espfritu Santo tiene, por tanto, su origen del Padre Diversas voces aucorizadas se han alzado en los ulcimos tiempos en la
solo (.,,) de manera principiai, propia e inmediara,,, En esce sentido, por tanto, las dos rra-
diciones reconocen que la "monarqufa del Padre" implica que el Padre sea la unica Causa
teologfa cat6lica a favor de una consideraci6n de la unidad divina en tér-
(,.,) trinitaria o principio (,,.) del Hijo y del Espfriru Santo»; cf. rambién rodo el contexro. minos de perichoresis o mutua inhabitaci6n de las personas 170 . Nos hemos
Por lo dem:is, ésra fue la preocupaci6n expresada por Juan Pablo II el 29 de junio de 1995
en la basflica de San Pedro, en presencia del Patriarca de Consrantinopla; cf. L'Osservatore
Romano, 30 de junio- 1 de julio de 1995, La declaraci6n quiso precisamente responder al
deseo del Papa de que se hiciera luz sobre esca cuesri6n. Desde el punto de vista reol6gico 169. Cf. p. ej . B. Bobrinskoy, o.e. , 304 . aunque excluye roda noci6n de causa para el
puede ser significativa a esce respecto la posici6!) de K. Rahner, que, desde su principio de Hijo, Mas datos en Oberdorfer, Filioq11e, 513-514 . Son conocidas las afìrmaciones al res-
la aurocomunicaci6n del Padre corno fuente de la divinidad, tiende a interpretar el Filioq11e pecto de M:iximo Confesor y Juan Damasceno. Es claro por ocra parte que esras idas no
corno a Pntre per l'ilillm. Cf. El Dios trino corno principio y fimdnmento tmscentUnte de la son acepradas por todos. .
hùtorin de snlvacion, en Mysteri11m snlmù 11/1 , Madrid 1969, 359-449, esp. 405 ; 406; 410; 170. Asf Y. Congar, El Espirim Santo, Barcelona 1988, 516: «Recogemos, sm embar-
413; 442. La compatibilidad y complementariedad de ambas f6rmulas ha sido reconoci- go, esra idea dc una "in-cxisrencia" de las hip6srasis la una en la ocra, de intercambio y de
da en el Carecismo de la Iglesia Cat6lica, 248. Evidentemente m:is dificulrades ofrece para reciprocidad. Exisre una vida trinitaria que no consiste uni~ente en la~ proc_e s!on~ o
Rahner la idea del Esplriru corno amor del Padre y del Hijo; cf. ib. 434, pero también 380; relaciones de origen». Cf. rambién G. Greshake, Der drezeme Gott. Eme trmztnrtsc~e
405. Theologie, Freiburg-Basel-Wien 1997, 199-200; M. Bordoni, El Espirit11 Santo y Jmis.
168. Cf. las arinadas observaciones de Oberdorfer, Filioque,,., 505. Ref/exion bib/ico-sùtemdticn (cf. n. 85), 41.
236 LA TRINIDAD, MISTERIO DE COMUNI6N Conclusi6n
encontrado ya con esca cuescion en el cap. 2. La ceologfa clasica de las pro-
cesiones divinas desemboca en la de las relaciones que conscicuyen las per-
sonas. Y el esse ad lleva también al esse in171 • El don mutuo del Padre y el
Hijo en e Espiritu Santo puede ser un elemento que ayude a penetrar en
el misterio de esca intima comunion. En el Espiritu el Padre y el Hijo
estan el uno en el otro, corno el Espiritu esca también en los dos, ya que
no los une desde fuera sino desde dentro. En la tradicion teologica latina
el hecho de que el Espiritu Santo proceda del Padre y del Hijo corno de
un solo principio, ensefianza agustiniana recogida en el segundo concilio
de Lion (OH 850), no debe hacer olvidar que esce principio esca consci-
cuido por el Padre y el Hijo en cuanto tales, es decir, en su discincion per-
sona!; el amor mutuo es el amor que tiene en el Padre la caracterfstica de
la donacion originai yen e! Hijo e! de la respuesca al que todo se lo da 172 • El concilio Lateranense IV nos advierte que no puede afirmarse
El Padre y el Hijo se aman en el Espiricu Santo cada uno segun la pro- ninguna semejanza entre el Creador y la criacura sin que se afirme a la
piedad persona! de su amor. No hace falca desde esce punto de vista "redu- vez una desemejanza todavfa mayor (cf. OH 806). La ocasi6n concre-
cir" la peculiaridad persona! del Padre y del Hijo, y por canto olvidar el ta de la afirmaci6n de esce principio generai es precisamente la distin-
caracter de principio sin principio que corresponde solo al Padre. Es otro ci6n entre la unidad entre las personas divinas y la unidad entre los
aspecto a tener en cuenta que nos hace ver que la relacion de las dos pri- hombres. Las palabras de Jesus, «quiero que ellos sean una sola cosa
meras personas al Espiritu no es simplemente accidental respecto de la en nosotros, corno también nosotros somos una sola cosa» (Jn 17,22)
relacion Padre-Hijo que las caracteriza (aunque en un modo no exclusi- no se aplican del mismo modo a Oios y a los hombres. Si entre noso-
vo). Ello es asi aunque la relacion del Padre y del Hijo con el Espfricu pre- tros se trata de la unidad de la caridad en la gracia, en la Trinidad estas
suponga en algun sentido, ciercamente no cronologico, la relacion pater- palabras dan a entender la unidad que viene de la identidad de la na-
no-fìlial. Y todo ello acaece, corno repetidamente hemos sefialado, en el curaleza. Ya antes e! mismo concilio nos advierte que la unidad divina
desbordamiento del amor de los cres, y no por ningun tipo de carencia o no es la de una coleccividad, corno muchos hombres son un pueblo o
insuficiencia que los haga necesitados de ser complecados o enriquecidos. muchos fieles una Iglesia (cf. OH 803), contra la opini6n de Joaqu{n
de Fiore. Cuanto hemos dicho sobre el misterio de comunion que
constituye la vida divina, nos remite a una realidad que va mas alla de
cuanto podamos pensar o expresar. La unidad divina es una realidad
primaria, tan primaria corno la t~i~idad, y esco hace que _e! ~isterio de
I
la comunion entre las personas d,vmas tenga con cualqu1er npo de co-
muni6n humana una desemejanza mayor que cualquier semejanza
que podamos descubrir.
Pero la maior dissimilitudo no impide que podamos hablar de Oios
con sentido ni nos dispensa del esfuerzo de un discurso ceol6gico co-
herente1 . La comuni6n entre las divinas personas sobrepasa nuestras

171. Asi hace el concilio XVI de Toledo en una interesante formulaci6n: «Relarivurn
erenim dicitur, quod una ad alreram personam referarur; nam quando dicitur Pater, Filii
nihilominus persona signatur, et cum dicitur Filius, Pater ei sine dubio inesse monsrratur» 1. Cf. Concilio Vaticano I, const. Dei Filius (DH 3016); Juan Pablo Il, enc. Fides
(DH 570, el cursivo es mio). et Ratio, 8; 14; 66; 84, sobre el inulkctus fider, <?rego~io Nacianceno, Or. ~8,9 (SCh
172. Cf. d Catecismo de la Iglesia Cac6lica, 248, el Padre es el primer origen del 250,118): «De igual modo el que se esfuerza por mvesugar la naturale-z.a de aquel _que
Esplritu Santo en cuanto es principio sin principio, y en cuanto es Padre del Hijo unico es" (Ex 3,14), no podra decir solamente lo que no es, sino que, después de haber d1cho
es, con él, el unico principio del Esplriru Santo. lo que no es, tendra que decir también lo que es».
238 CONCLUSIÙN
fNDICE DE AUTORES
categorfas en primer lugar porque se funda en la donaci6n tota! del
Padre, que es "padre"en su totalidad y no en parte, es decir, tota! co-
municaci6n de amor y de vida. Él es la unica fuente y principio de la
divinidad. Pero al mismo tiempo el Padre es pura relaci6n al Hijo y al
Espfritu Santo, corno cambién las otras personas son solo en su rela-
ci6n a las demas. Tota! intercambio de amor, que a la vez que crea la
propiedad irrepetible cada una de las personas, significa la intimidad
mas profunda que lleva hasta e! ser de cada una de ellas en las otras. Al
ser de. cada una pertenece e! ser en las demas, y a la vez e! que éstas es-
cén en ella. Es la expresi6n maxima de comuni6n que podemos imagi-
nar, bien conscientes de que también esta representaci6n resulta ina- Agustin de Hipona, S., 19ss, 27, 31, Caba, S., 51
decuada. La maxima distinci6n persona! y la igualdad en la divinidad 32,44,45,59,61, 71-73 , 77, 79, Cacciapuoci, P., 85, 87
de las tres personas no son ideas contradictorias. 82,84,85,88, 109,111, 114-118, Cancalamessa, R., 193,216,217,224
La doctrina clasica de las procesiones no atenta contra la igualdad 125, 128, 137, 144, 162, 163, Cirilio de Alejandrfa, S., 183, 188,
de las personas ni contra la plena comuni6n de las mismas. El hecho 182, 197, 214, 222, 224-228, 224,225
de que e! Padre lo sea enteramente excluye que la comunicaci6n de la 230-232 Clayton, S. P., 186
divinidad al Hijo y al Espfritu sea "parcial" o no completa. Y corno e! Alberto Magno, S., 19, 24 Clemente Alejandrino, S., 166
Amato, A., 146 Clemente Romano, S., 65
Padre no puede ser tal sin la generaci6n del Hijo, tampoco el Padre y
Ambrosia de Milan, S., 182, 193 Congar, Y., 17, 40, 41 , 49, 50, 105 ,
el Hijo pueden ser sin e! Espfritu Santo, el amor procedente que une a Anselmo de Canterbury, S., 23, 48,
los dos en una uni6n en la que igualmente el mismo Espfricu esta pre- 146,188,204,205,231
78-84, 87, 97, 116, 125, 230 Cordovilla, A., 40, 166
sente. El origen de la divinidad en el Padre hace que la unidad divina Atanasio dc Alejandrfa, S., 18, 21, 30, Cura, 5. del, 204, 221
no sea un dato posterior a la crinidad de las personas. También desde 43, 44, 54, 68, 69, 73, 118, 152,
este punto de vista esca unidad es mucho mas profunda de lo que po- 162, 177, 178, 181, 194, 205,
Dhavamony, M ., 36
damos imaginar. 224, 225,235
Do!, S.-N., 196, 200
La ceologfà del Dios uno y trino se funda exclusivamente en la Atenagoras, 66, 240
Drecoll, H. V., 70

I
economfa de la salvaci6n. Ésta tiene su origen en el libérrimo designio Durrwell, F. X., 170,204, 205-216
Balchasar, H. U. von, 19, 27, 37, 40,
divino, pero nos muestra a Oios tal corno es a1 hacernos partfcipes de 42, 4 5, 51, 104, 105, 114-119,
su vida y comunicarnos los bienes divinos. Si no fuera asf no se darfa 126, 133, 142, 143, 156, 166- Emery, G., 91, 120
una verdadera revelaci6n. La economfa de la salvaci6n nos remite al 169, 171, 186, 189-199, 202-204, Eunomio, 70, 142
miscerio de Dios y de ningun modo lo agota, pero en Cristo Dios ha 231-233 Eusebio de Cesarea, 216
Barth, K., 13, 76, 84, 92-98, 106, 110 Eusebio de Vercelli, S. , 193
venido a los hombres de manera definitiva y ha sellado con la huma-
Basilio de Cesarea, S., 69-72, 125, 162, Eudokimov, P., 203
nidad la alianza que no pasa. La Trinidad econ6mica es la Trinidad in-
181, 182, 192,194,204,205
manente, pero ésta se ha comunicado libre y gratuitamente y de mo- Fédou, M., 60
Berghof, H ., 186
do definitivo en el misterio de Cristo. La economfa de la salvaci6n no Bernardo de Claraval, S. , 127 Fernandez, F., 59
perfecciona ni hace crecer a Dios, pero no lo deja "indiferente". El Bobrinskoy, B., 203, 232, 235 Forre, B., 38
Hijo no abandona la humanidad que ha asumido. En su humanidad Boccio, 74, 75 França Miranda, M . de, 36
glorificada contemplamos en la esperanza lo que sera nuestra suerte Bonanni, S., 81 Fulgencio de Ruspe, S., 21-23
futura. Participando en su resurrecci6n, conformados con Cristo glo- Bordoni, M., 188, 198, 204
rioso, tendremos parte en la vida divina en la plenitud de la condici6n Bourassa, F., 123, 124, 231 Galot, J., 129, 131
fìlial. Ésta es la vocaci6n a la que todo hombre ha sido llamado. Buenavencura, S., 24, 26-28 , 88, 125, Garrigues, J. M., 199,221
157, 162,193,229 Geffré, Cl., 34
Bulgakov, S., 166 Genadio de Marsella, 20-23
240 INDICE DE AUTORES INDICE DE AUTORES 241

Gilbert, P., 81 139, 143, 164, 166, 168, 179, Ricardo de San Vfcror, 85-89, 111, Sykes, S. W, 186
Gironés, G., 146 194,201,218,2 19 l 'll, 114,128,157,227
Gonzalez, A., 131 Lafont, G., 19, 38, 45, 48 Romero Pose, E., 137 Teofìl,o de Ancioqufa, 17
Gonzalez, M., Il, 12 Lampe, G. H . W, 186 Teresa de Jesus, S., 133
Gonzalez de Cardedal, O ., 39, 51,55, Leon Magno, S. , 31 , 53, 61, 127, 194, Salmann, E., 196 Tertuliano, 17, 19, 66-68, 83, 91,
170,200,213 197, 198 Sanna, I., 36 122, 137, 139, 144,176,205
Gregorio Magno, S., 86, 128 Lies, L, 221 Sheeben, M . J ., 119 Tomas de Aquino, S., 17, 24-27, 45,
Gregorio Nacianceno, S., 29, 44, 70, Lonergan, B., 100, 1O1 Scheffczyk, L., 76, 77, 125 48,54,89-91, 100,102,103,116,
71, 125, 132, 137, 145, 162, 164, Lubac, H . de, 60 Schillebeeckx, E., 34 117, 121 , 122, 125, 127, 135,
170, 180, 181, 191,192,237 Schmidthals, H. C. , 25, 80, 81 , 90, 91, 137, 138, 143, 147, 157, 158,
Gregorio Niseno, S., 127, 217, 224 Mardnez Camino, J. A. , 155 122, 123, 125, 228-229 161-163, 184, 185, 187, 193,
Gregorio Palamas, S., 223 Mateo Seco, L. F., 70, 139, 231 Schmidc-Leukel, P., 32 197, 205, 207, 209, 214, 223,
Greshake, G., 119, 155-163, 231, 235 Ma.ximo Confesor, S., 224, 235 Schniertshauer, M ., 85 228-232
Melone, M. D., 85 Schoonenberg, P., 43, 105
Haigh, R., 186 Menke, K. H ., 36, 126 Schulce, R., 143 Vandevelde-Daillere, G., 196
Henne, Ph., 138, 174 Milano, A. , 67 Schulz, M., 36, 100, 102, 154, i69, Vechcel, K., 43, 64, 150
Hick, S., 32, 33 Moingc, J., 67 195
Hilario de Poitiers, S. , 45, 55-58, 69, Mo!tmann, J. , 42, 43, 106, 110, 145, Serretti, M., 36 Wanke, D ., 170
91, 98, 127, 137, 159, 162-164, 146, 156, 162, 204 Sesboiié, B., 70 Weinandy, Th. G., 60,215,216
178,179,192,202,213,224 Milhlen, H ., 27, 110-114, 124, 126, Simon, R., 229 Wiercz, O. J., 155
Hipolico, 66, 83 127, 151, 186-189, 209,231 Simonis, W, 158
Miiller, G ., 36 Spiceris, Y., 146 Zarazaga, G . J ., 11, 42, 104, 105
Iamarrone, G ., 36 Scaglianò, A., 38 Zizioulas, J., 120, 204
Ignacio de Antioqufa, S., 65, 175 Neri, F., 20, 23, 24 Scolz, A. , 40 Zubiri, X., 130
Ignacio de Loyola, S., 134 Neufeld, K. H ., 123
Ireneo de Lion, S., 17, 19, 30, 31. Neunhauser, B., 139
142, 170, 175-177
Oberdorfer, B., 38, 204, 221, 227,
Juan Damasceno, S., 123, 129, 181,
232,234,235
204,224,235 O'Donnell, ]. , 155
Juan de Avila, S., 134, 135
Ollig, K. L., 155
Juan de la Cruz, S., 127, 134
Orbe, A., 17, 170, 174, 175, 179,
Juan Pablo II, 13, 31, 36, 56, 62, 231,
180,216,218
234,237
Origenes, 43, 58-60, 66, 68, 69, 181
]Ungei, E., 32
Justino, S., 17, 65, 67, 138, 148, 168,
Pannenberg, W , 38, 43, 97, 11 O, 142,
174-176, 179
147, 157, 159, 160, 168,186,232
Kasper, W, 37, 40, 64, 104, 105, 142, Pastor, F. A., 137
146, 147, 168, 170, 192, 198 Pedro Lombardo , 23, 121,132,227
Kealy, W A., 229
Knitter, P. F., 33 Rahner, K., 10-17, 19, 27, 36-38, 40,
Kowalczyk, D., 21 42, 47,48, 92, 98-106, 109,110,
122, 126, 139-145, 168, 234
Ladaria, L. F., 18, 31, 50, 51 , 53, 57, Raczinger, J ., 120, 129, 226
67, 69, 71, 122, 124, 127, 137, Régnon, Th . de, 139
Indice Genera!

NTENIDO ....... ... ... . ......... .... ......... ... 5

I NJ'R UCCI6N . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •. . . . . 7

e /\I~ I I A · LACI6N ENTRE LA TRINIDAD ECON6MICA


I A . INI AD INMANENTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

I IINl· I~ . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1•,I AX I MA FUNDAMENTAL EN EL DOCUMENTO DE LA
r N T OL6GICA INTERNACIONAL. Teologia. Cristologia.
Ml
Antropologia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
A. La separaci6n neoescoldstica entre la Trinidad y la cristologia 16
La posibilidad de la encarnaci6n de las tres personas divinas l6
El problema en la época patristica . . . . . . . . . . . . . . . . 17
La teologfa medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Alguna consideraci6n fìnal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
La Trinidad y fa divinizacion del hombre . . . . . . . . . . . 29
B. La separaci6n moderna entre la Trinidad y la cristologia . 32
. La segunda parte del axioma fandamental· «La misma Tri-
nidad inmanente es la que se comunica libre y graciosamente
en la economia de la salvacion» . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
La libertad de la autocomunicacion divina. El problema de
la libertad y la necesidad en Dios . . . . . . . . . . . . . . . 41
Libertad y necesidad de la Trinidad inmanente . . . . . . 43
l..1 libertad en la econom{a de la salvaci6n . . . . . . . . . . 45
N rmdcter ken6tico de la economia de la salvaci6n . . . . . 49
Il / ,, r11111omla de la salvaci6n y la Trinidad inmanente 52
J 11,l lNA llFPI E.XJ NES CONCLUSIVAS . . . . . . . . . . . . . . . . 62
244 INDICE GENERAL INDICE GENERAL 245

CAP. 2 . LAS «TRES PERSONAS » DIVINAS EN LA UNIDAD A. El bautismo de ]esus. Algunos datos patrlsticos ....... . 174
DE LA ESENCIA .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . ... . 65 B. Santo Tomds .. . ....... . ..... ... .. .. .. . .... . 184
1. ALGUNOS DATOS HIST◊RICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 C. La discusùJn reciente ... ....................... . 186
A. La época patristica .......................... . 65 Encarnacion y uncion: Heribert Muhlen .... .. ..... . 186
Los primeros siglos cristianos .................... . 65 Hans Urs von Balthasar y la «inversion trinitaria» .... . 189
La reflexùJn posterior al Concilio de Nicea .......... . 68 El Espiritu Santo y la resurreccion de Jesus ... . ... ... . 201
San Agustin ........... . .. ... ... . ...... . ... . 71 2. DE LA ECONOMfA A LA TEOLOGfA. EL ESP(RITU SANTO EN
Severino Boecio ............................. . 74 202
LA TRINIDAD .. ... .. . . . . . . . . . . . . . . ... ... . ... . .
El Concilio XI de Toledo ............. . . .. ..... . 76 A. El Espiritu Sarz.to y la generacion del Hijo ... . . ..... . 203
B. Algunos autores de la Edad Media ... ....... ..... . 78 B. La relacion paterna-filial en el Esplritu Santo ..... . . . 219
Anselmo de Canterbury ..... . ................. . 78
Ricardo de san Victor ...... ... ............... . 85 CONCLUSI0N .... ..... .... ... ..... ......... . . .. . ... 237
Tomds de Aquino ... .. ... . .. .... . ..... ..... . . 89
2. LA DISCUSI0N MODERNA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 fNDICE DE AUTORES .......... ............... ........ 239
A. Las difìcultades del concepto de persona divina ... .... . 92
Karl Bartl, ................................ . 92
Karl Rahner ............................... . 98
B. Las analogias a partir de la comunùJn interpersonal .. . . 106
En la teologia protestante: fiirgen Moltmann .... . .. . . 106
Algunos intentos en la teologia catolica ............ . 110
3. ALGUNAS REFLEX.IONES CONCLUSIVAS . . . . . . . . . . . .... . 120
A. La catego,:la del «nosotros» en Dios . .............. . 120
B. El Padre, el Hijo y ef Espiritu Santo son el iinico Dios .. 121
C. El ser de Dios, eterno intercambio de amor .......... . 126
D. La unidad de la esencia divina ........ ... . .... . . 130
APÉNDICE: LA «COMUNICACI◊N» EN DIOS EN ALGUNOS AUTORES
M(STICOS Y ESPIRITUALES ESPANOLES DEL S. XVI . . . . . . . . . 133

CAP. 3. DIOS PADRE. ALGUNOS ASPECTOS DE LA


TEOLOGIA SISTEMATICA RECIENTE. .. . . .. ... ... . 137
l. <Es EL PADRE EL DIOS UNO? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
2. LA PERSONA DEL PADRE EN RELACI0N CON EL HIJO Y EL Es-
PfRITU SANTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
A. El Padre, ;persona absoluta? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
B. La importancia relativa de las procesiones divinas. La reci-
procidad de las relaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
3. <KÉNOSIS INTRATRINITARIA? UN CASO EXTREMO EN LAS RE-
LACIONES ENTRE «TEOLOGfA» Y «ECONOMfA» . . . . . . . . . . 165

CAP. 4. EL ESPfRITU DEL PADRE Y DEL HIJO . . . . . . . . . . 173


1. EL ESP(RITU Y CRISTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174

También podría gustarte