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24 de Noviembre Sistema Circulatorio

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MORFOFISIOLGÍA DE INSECTOS

Adaptado de Torres-Nuñez, R. (2000). Biología de Insectos, por Palacino-Rodríguez, F. (2017).

SISTEMA CIRCULATORIO

Tomada de: http://sunny.moorparkcollege.edu/~econnolly/insects.htm

Los insectos como otros artrópodos, poseen un sistema circulatorio abierto, que difiere tanto en
estructura como en función del sistema circulatorio cerrado de los humanos y otros vertebrados.
En un sistema cerrado, la sangre siempre está dentro de vasos (arterias, venas, capilares y el corazón
mismo). En un sistema abierto, la sangre (usualmente denominada hemolinfa) pasa la mayor
parte de su tiempo fluyendo libremente dentro de cavidades corporales donde entra en contacto
con los tejidos internos y órganos. El sistema circulatorio es responsable del movimiento de
nutrientes, sales, hormonas y desechos metabólicos del cuerpo. Además, este sistema juega un
papel crítico en la defensa, sellando heridas mediante coagulación, y encapsulando y destruyendo
parásitos internos y otros invasores. En algunas especies produce o secuestra compuestos
disuasores o no palatables que le brindan diferentes grados de protección frente a los predadores.
Las propiedades hidráulicas de la sangre son importantes, dado que la presión hidrostática interna
que genera por la contracción muscular, ayuda en procesos como la emergencia, la muda, la
expansión del cuerpo y las alas después de la muda, movimientos físicos (especialmente en larvas
de cuerpo blando), reproducción (ej. inseminación y oviposición) y evaginación de ciertos tipos
de glándulas exocrinas. En algunos insectos, la hemolinfa contribuye para la termorregulación,
ayudando a enfriar el cuerpo y conduciendo el exceso de calor lejos de los músculos activos del
vuelo o por el contrario, ayuda a calentar el cuerpo recogiendo y circulando el calor absorbido
tras la exposición del insecto al sol.

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Un vaso dorsal (Figura 1) es el principal componente estructural del sistema circulatorio de un
insecto. Este tubo corre longitudinalmente a través de tórax y abdomen a lo largo de la pared
dorsal del cuerpo. En la mayoría de insectos, éste vaso es una estructura frágil y membranosa que
recoge la hemolinfa en el abdomen y la conduce hacia delante hasta la cabeza. En el abdomen, el
vaso dorsal se denomina corazón y está dividido en cámaras separadas por válvulas (ostia) que
ayudan a que el flujo de la hemolinfa tenga una sola dirección. Un par de músculos alares se
insertan lateralmente a las paredes de cada cámara. Las contracciones peristálticas de estos
músculos empujan la hemolinfa de una cámara hacia la siguiente. Durante cada fase diastólica
(relajación) los ostia se abren permitiendo la entrada de hemolinfa procedente de la cavidad
corporal. La frecuencia de contracción del corazón varía entre especies en un rango de 30 a 200
pulsaciones por minuto. Esta frecuencia tiende a reducirse o incrementarse con cambios en la
temperatura o nivel de actividad del insecto.

Frente al corazón, el vaso dorsal carece de válvulas o musculatura. Es un tubo simple (denominado
la aorta) el cual continúa hacia delante hasta la cabeza vaciándose cerca al cerebro. La hemolinfa
baña los órganos y músculos de la cabeza al emerger de la aorta y luego se filtra hacia atrás sobre
el canal alimentario y a través del cuerpo hasta alcanzar el abdomen, donde regresa al corazón
(Figura 2). Para facilitar la circulación de la hemolinfa, la cavidad del cuerpo está dividida en tres
compartimentos (denominados senos sanguíneos) por dos hojas musculares delgadas o
membranas conocidas como los diafragmas dorsal y ventral. El diafragma dorsal (Figura 2), está
formado por los músculos alares del corazón y las estructuras relacionadas; éste separa el seno
pericardico del seno perivísceral. El diafragma ventral (Figura 3) usualmente cubre el cordón
nervioso, separando el seno perivisceral del seno perineural.

En algunos insectos, órganos pulsátiles están localizados cerca de la base de alas o patas. Estas
"bombas" musculares actúan en unión con ciertos movimientos corporales, forzando la
hemolinfa hacia la parte inferior de las extremidades. Cerca del 90% de la hemolinfa es plasma, un
fluido acuoso transparente, verdoso o amarillento que comparado con la sangre de los
vertebrados, contiene concentraciones elevadas de aminoácidos, proteínas, iones inorgánicos y
azúcares. En las zonas geográficas con estaciones, durante el invierno, los insectos generalmente
secuestran suficiente ribulosa, trehaiosa, o glicerol en el plasma previniendo el congelamiento
durante los períodos más fríos. El restante 10º/o del volumen de la hemolinfa está constituido
por varios tipos celulares (conocidos colectivamente como hemocitos), los cuales están
involucrados en la coagulación, fagocitosis y encapsulación de cuerpos extraños. La densidad de
los hemocitos puede fluctuar desde menos de 25000 hasta más de 100000 por milímetro
cúbico, pero esta concentración es significativamente menor que los cinco millones de glóbulos
rojos, 300000 plaquetas y 7000 glóbulos blancos que se encuentran en el mismo volumen de
sangre humana. Con excepción de unos pocos mosquitos acuáticos (Chironomidae), la hemolinfa
no contiene hemoglobina (o glóbulos rojos), por lo que el oxígeno es transportado por el sistema
traqueal y no por el sistema circulatorio.

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Figura 1. Esquema general de la ubicación del sistema circulatorio en un insecto. A. Cabeza, B. Tórax, C. Abdomen, 7.
Arteria Dorsal, 14. Corazón. Tomada de: https://www.thoughtco.com/ internal-anatomy-of-an-insect-1968483.

Figura 2. Circulación de la hemolinfa en un saltamontes (Orthoptera). Adaptada de: https://www.quora.com/What-


is-the-circulatory-system-of-an-insect.

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Figura 3. Estructuras en el sistema circulatorio de un insecto. Tomada de: https://www.quora.com/What-is-the-
circulatory-system-of-an-insect.

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