EL CIERVO, EL MANANTIAL Y EL LEON
(Esopo)
Cierto dia de mucho calor, vagaba un ciervo por el bosque. De
pronto sintié mucha sed -y corrié en busca de un manantial que alli
cerca habia. Una vez que bebié y calmé su sed, se qued6 contemplan-
do su figura reflejada en el agua limpia.
—iQué hermosos cuernos! — exclamé —. Parecen ramas erguidas.
En cambio, mis pobres patas, tan finas como palillos, no lucen nada.
En eso estaba, cuando un crujido en el sendero le hizo volverse
y vio avanzar un leén. No lo pensé mAs. Valiéndose de sus 4giles pa-
tas eché a correr poniendo cada vez mas distancia entre él y su cruel
perseguidor. Pero de pronto, el sendero se hizo mds angosto, y sus
hermosos cuernos se enredaron en las ramas de los Arboles. Alli que-
dé prisionero y el leén no tardé en alcanzarlo. El ciervo herido bajo
los zarpazos de la fiera, sintié que se moria.
—iQué tonto he sido! — murmuré—. Mis patas, que me pare-
cian tan despreciables, me hubieran salvado la vida, en tanto que
los cuernos, cuya hermosura me llenaba de orgullo, han servido sélo
para perderme.
Asi ocurre muchas veces que equivocamos el valor de las cosas:
confiamos en lo que no vale y dejamos de lado lo que es itil.