El documento discute la doctrina bíblica del bautismo cristiano. Argumenta que el bautismo descrito en la Biblia implica la inmersión completa en agua y la invocación del nombre de Jesús, no simplemente la aspersión de agua. Cita varios versículos que muestran que los conversos en el Nuevo Testamento fueron bautizados invocando el nombre de Jesús, no nombres trinitarios. Critica que la doctrina de la Trinidad ha tergiversado este significado del bautismo.
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El documento discute la doctrina bíblica del bautismo cristiano. Argumenta que el bautismo descrito en la Biblia implica la inmersión completa en agua y la invocación del nombre de Jesús, no simplemente la aspersión de agua. Cita varios versículos que muestran que los conversos en el Nuevo Testamento fueron bautizados invocando el nombre de Jesús, no nombres trinitarios. Critica que la doctrina de la Trinidad ha tergiversado este significado del bautismo.
El documento discute la doctrina bíblica del bautismo cristiano. Argumenta que el bautismo descrito en la Biblia implica la inmersión completa en agua y la invocación del nombre de Jesús, no simplemente la aspersión de agua. Cita varios versículos que muestran que los conversos en el Nuevo Testamento fueron bautizados invocando el nombre de Jesús, no nombres trinitarios. Critica que la doctrina de la Trinidad ha tergiversado este significado del bautismo.
El documento discute la doctrina bíblica del bautismo cristiano. Argumenta que el bautismo descrito en la Biblia implica la inmersión completa en agua y la invocación del nombre de Jesús, no simplemente la aspersión de agua. Cita varios versículos que muestran que los conversos en el Nuevo Testamento fueron bautizados invocando el nombre de Jesús, no nombres trinitarios. Critica que la doctrina de la Trinidad ha tergiversado este significado del bautismo.
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El Bautismo
Mateo 28:19 y el Bautismo en el Nombre de Jesús en Mateo 28:19 enseña
claramente que en el bautismo de la gran comisión debe ser invocado UN NOMBRE, pero no lo menciona explícitamente, mientras que otras porciones bíblicas relacionadas con el bautismo, hacen muy claro que JESÚS ES EL NOMBRE que debe ser invocado en el bautismo, pues esto fue lo que hizo la Iglesia Primitiva (Vea Hechos 2:38, Hechos 8:16, Hechos 10:48, Hechos 19:5, Hechos 22. 16, Santiago 2.7). El nombre de Jesús es el único nombre dado para salvación (Hechos 4:11- 12, 1. Juan 2:12) y es el nombre sobre todo nombre (Filipenses 2:8-11); por lo tanto la verdadera Iglesia hace todo en el nombre de Jesús (Colosenses 3:17), y esto incluye la celebración del bautismo invocando el nombre de Jesús. Los que Invocan Padre, Hijo y Espíritu Santo, son tres de los muchos títulos que posee el único Dios cuyo nombre es Jesús. Dios no nos mandó a invocar sus títulos en el bautismo, sino a invocar su nombre. La Biblia enseña la necesidad del bautismo como parte del plan de salvación neotestamentario, como es mostrado en Mateo 28:19, Marcos 16:16, Lucas 24:47, Hechos 2:38, 1. Pedro 3:21, etc. cropped-la-biblia.png La herejía de la trinidad ha tergiversado la enseñanza bíblica relacionada con el bautismo, aislando a Mateo 28:19 del contexto bíblico de la enseñanza sobre el bautismo. Al desligar a Mateo 28:19 de su contexto, ha salido con el pretexto de que Mateo 28:19 habla de una cierta fórmula bautismal trinitaria o que enseña el dogma de la trinidad, pero en ninguna parte de Mateo 28:19, ni en la Biblia entera, se dice que existen tres personas distintas y un solo Dios verdadero, para que uno cometa ese atropello contra la verdad revelada en la Escritura sobre el Único Dios. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19). “Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11-12). “…mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1. Corintios 6:11). En el presente capítulo examinaremos la manera en que la “teología” trinitaria ha tergiversado la doctrina bíblica del bautismo cristiano, al hacer caso omiso de la invocación del nombre de Jesucristo en el momento del bautismo y al negar la importancia de este dentro del plan de salvación establecido por Dios. Haremos un amplio análisis del texto de Mateo 28:19, estudiaremos el significado del bautismo en el nombre del Señor Jesucristo y finalmente responderemos a un buen número de objeciones que ha inventado la “teología” trinitaria. El Bautismo Cristiano El bautismo cristiano es un mandamiento bíblico que debe observar toda persona que se ha arrepentido previamente de sus pecados y que desea la salvación provista por Dios (Marcos 16:16, Juan 14:15, 1. Juan 2:4). Consiste en una ceremonia en la cual el creyente es sumergido en agua mientras se invoca el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. El bautismo en el nombre de Jesús es parte fundamental del plan de salvación establecido para la verdadera iglesia cristiana (Hechos 2:38), que consiste en el arrepentimiento, el bautismo en el nombre de Jesucristo, el bautismo del Espíritu Santo y la perseverancia en el evangelio de salvación (Mateo 10:22, Hebreos 10:38). Dentro del lenguaje común, la palabra bautismo se utiliza con frecuencia cuando se le coloca un nombre a alguien o a algo, pero a eso no se refiere la Biblia cuando se habla del bautismo. Hoy en día muchas personas dicen que son bautizadas cuando un sacerdote o un ministro adscrito a cualquier religión les rocía agua en sus cabezas o les derrama agua sobre sus cuerpos, pero a esas prácticas no se refiere la Biblia como bautismo. La palabra bautismo es una acomodación al español de la palabra griega “baptizo” que significa: inmersión, sumergir, zambullir, o sumir. De esta manera si alguien ha sido rociado o ha sido mojado con agua derramada sobre su cuerpo, aún no ha sido bautizado y por lo tanto no ha obedecido ese mandamiento del Señor. Los relatos bíblicos que se refieren al bautismo nos enseñan que las personas que fueron bautizadas fueron sumergidas en el agua y no simplemente rociadas o lavadas. Por ejemplo en Hechos de los Apóstoles capítulo 8 versículos 26 al 40 encontramos que Felipe le predica el evangelio a un etiope y ese etiope acepta el evangelio de Jesucristo manifestando su deseo de ser bautizado (ver el verso 36). El verso 38 dice que los dos descendieron al agua y que Felipe bautizó al etiope, y el verso 39 dice que una vez realizado el bautismo subieron del agua. Cuando la Biblia menciona el bautismo de Jesús dice: “Y Jesús después que fue bautizado, subió luego del agua…” (Mateo 3:16). El apóstol Pablo también sustenta esta posición al referirse al bautismo como una sepultura en el agua (Romanos 6:4, Colosenses 2:12). Algunos críticos también destacan este significado del bautismo. “ENCICLOPEDIA MUNDIAL. Vol. 1 Pág. 651 “En el principio todo bautismo fue por inmersión completa ENCICLOPEDIA CATOLICA: Vol. 11 Pág. 263 “En los siglos tempranos, todos fueron bautizados por inmersión en arroyos, lagunillas o en bautisterios.” [125] Los relatos bíblicos también nos enseñan que sobre todas las personas que fueron bautizadas, se invocó el nombre de Jesús para el perdón de sus pecados. Un bautismo sin la invocación del nombre de Jesús no está de acuerdo con el modelo bíblico y por tanto no es un bautismo válido. 1. Los tres mil judíos que se añadieron a la iglesia durante la fiesta del pentecostés fueron bautizados en el nombre de Jesús. El mandato dado por el Señor Jesucristo durante la gran comisión (Marcos 16:16, Lucas 24:47) fue obedecido enérgicamente por los apóstoles en el momento en que se vieron en la necesidad de bautizar a los primeros convertidos durante aquel día de Pentecostés en que nació la iglesia. Cuando los nuevos creyentes preguntaron a los apóstoles qué debían hacer para ser salvos (Hechos 2:37). “Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). “Así que, los que recibieron la palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41). 2. Los samaritanos que creyeron a la predicación de Felipe fueron bautizados en el nombre de Jesús. Felipe, uno de los siete hombres piadosos escogidos para atender la obra social con las viudas (Hechos 6:1-7), llegó a Samaria luego de la persecución ocurrida a raíz del asesinato de Esteban y allí predicó el evangelio. “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios, y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12). La Biblia nos enseña que Felipe bautizó a todas aquellas personas en el nombre de Jesús. “porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús” (Hechos 8:16). 3. Los gentiles de la casa de Cornelio fueron bautizados en el nombre de Jesús. “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43). “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días” (Hechos 10:48). 4. Los efesios que creyeron a la predicación del apóstol Pablo fueron bautizados en el nombre de Jesús. “Cuando oyeron esto fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:5). 5. El apóstol Pablo fue bautizado en el nombre de Jesús. Ananías, el discípulo de Damasco que bautizó al apóstol, le dijo: “Ahora, pues ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16). 6. La Iglesia de Corinto fue bautizada en el nombre de Jesús A causa de las divisiones que se presentaron en la iglesia de Corinto, el apóstol Pablo les preguntó: ¿Acaso está Cristo dividido? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Corintios 1:13). Es obvio que ninguno de los corintios fue bautizado en el nombre de Pablo y por eso no era a Pablo a quien pertenecían. Jesucristo es quien fue crucificado y por eso es obvio que ellos fueron bautizados en el nombre de Jesucristo. La iglesia no pertenece ni a Pablo, ni a Silas, ni a Pedro (1. Corintios 1:12), pues Jesús es el Señor de la Iglesia (1. Corintios 8:6, Efesios 4:5). 7. Todos los verdaderos creyentes hemos sido bautizados en el nombre de Jesús para el perdón de los pecados. “…mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1. Corintios 6:11). 8. La iglesia apostólica siempre ha puesto en alto el nombre de Jesús Era tanta la admiración y el aprecio que los apóstoles sentían por el nombre de Jesús que aún en momentos angustiosos, ellos se sentían orgullosos de poner en alto el santo nombre de Jesús. Y poniéndolos en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este JESÚS es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos… (Hechos 4:7-12). El Bautismo en el Nombre de Jesús fue Dominante Hasta Finales del Tercer Siglo A medida que la doctrina trinitaria se fue desarrollando, se vio atacada también la enseñanza bíblica relacionada con el bautismo. Con la tergiversación del monoteísmo cristiano debido a la negación de la plena Deidad de Cristo [por parte del dogma de la trinidad], también se suplantó el verdadero plan de salvación. La fórmula bautismal en el nombre de Jesús fue dominante dentro de la cristiandad hasta finales del siglo tercero, cuando fue siendo reemplazada por la fórmula trinitaria (que se basa en una errónea interpretación del texto de Mateo 28:19) en la que se ignora la invocación del nombre de Jesús y se hace énfasis en la invocación verbal “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La fórmula trinitaria se ha utilizado como un medio para justificar la doctrina antibíblica de la trinidad. La falsa cristiandad que se desarrolló con el transcurrir de los siglos, se apartó de la fórmula bautismal original, pero durante todos los siglos, siempre ha habido cristianos verdaderos que se han adherido a la creencia en Jesús como el único Dios que fue manifestado en carne y en el bautismo en su nombre. El testimonio de la Biblia nos muestra de manera fiel, que los apóstoles y la Iglesia Primitiva hacían tanto énfasis en el bautismo en el nombre de Jesús, que todos los que deseemos ser bíblicos y fieles al modelo apostólico, debemos ser bautizados en el nombre de Jesús para el perdón de nuestros pecados. La tradición nunca debe reemplazar la enseñanza clara de la Escritura, por tanto negar la fórmula bíblica por aceptar una impuesta por la tradición, significa desobediencia y rebelión contra Dios. Son muchas las referencias que hacen alusión a que el bautismo original, es decir el que practicó la Iglesia Primitiva, fue administrado en el Nombre de Jesús y además que el bautismo en los títulos fue utilizado hasta muchísimos años después, a raíz de la invención de la doctrina de la trinidad. Veamos algunas: “Teólogos e historiadores de la Iglesia reconocen que el Libro de Los Hechos da la fórmula bautismal de la Iglesia Primitiva.” [126] “ENCICLOPEDIA BÍBLICA: Es natural concluir que el bautismo administrado en los primeros tiempos, era “en el nombre de Jesucristo” o “en el nombre de Jesús”. Esta opinión es confirmada por el hecho de que las fórmulas de confesión bautismal más antiguas parecen haber sido simples -no triple-, como fue aceptado después.” [127] “NUEVA ENCICLOPEDIA, CONOZCA DE RELIGIÓN: El Nuevo Testamento registra solo un bautismo, en el Nombre de Jesús… el cual se mantuvo incluso durante los siglos II y III.” [128] “ENCICLOPEDIA BÍBLICA INTERNACIONAL ESTÁNDAR: …en el Libro de los Hechos o en las epístolas de los apóstoles no existe evidencia de la fórmula trinitaria” [129] “DICCIONARIO HASTING DE LA BIBLIA: …una explicación pudiera ser que la forma original de las palabras fueron: ” en el nombre de Jesucristo” o “en el nombre de Jesús”. El bautismo en el nombre de la trinidad fue una evolución posterior.” [130] “DICCIONARIO INTÉRPRETE DE LA BIBLIA: La evidencia de Hechos 2:38; 10:48 (cf. 8:16; 19:5), está soportada por Gálatas 3:27, Romanos 6:3, y sugieren que ese era el bautismo administrado por el Cristianismo Primitivo, no en el nombre triple, sino ‘en el nombre de Jesucristo’ o ‘en el nombre del Señor Jesús’.” [131] “ENCICLOPEDIA DE RELIGIÓN Y ÉTICA: La fórmula usada en el bautismo fue “en el nombre del Señor”, u otra frase similar, no hay evidencia del uso del nombre trino… La fórmula más temprana, representada en los Hechos, fue simple inmersión… en agua, el uso del nombre del Señor y la imposición de manos.” [132] “HISTORIA DE LA IGLESIA CRISTIANA: Esto se ve en la fórmula bautismal trinitaria que estaba desplazando al antiguo bautismo en el nombre de Cristo. En el Nuevo Testamento no se menciona el bautismo en el nombre de la Trinidad, a no ser en el mandamiento atribuido a Cristo en Mateo 28:19; los dirigentes cristianos del siglo III, mantenían el reconocimiento de la fórmula primitiva, y por lo menos en Roma, el bautismo en el nombre de Cristo era considerado válido aunque irregular ciertamente desde el tiempo del Obispo Esteban. (254-257 d.c.)” [133] “La fórmula bautismal trinitaria…fue desplazando el más antiguo bautismo, en el nombre del Señor” [134] “DICCIONARIO DE LA BIBLIA POR SCRIBNERS: La forma original de las palabras fueron ‘en el nombre de Jesucristo’ o ‘Señor Jesús’. El bautismo en la trinidad fue desarrollado más tarde” [135] “ENCICLOPEDIA BRITÁNICA: La fórmula trinitaria, y la triple inmersión, no fue usada uniformemente desde el principio”… El Bautismo en el Nombre del Señor, fue la fórmula normal, en el Nuevo Testamento. En el siglo III el bautismo en el nombre de Cristo, estaba tan extendido, que el Papa Esteban, en oposición a Cipriano de Cartago, lo declaró valido” [136] “En las antiguas fuentes, fue establecido que la fórmula del bautismo es en el nombre de Jesucristo.” [137] “La fórmula bautismal fue cambiada del nombre de Jesucristo a las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo, por la Iglesia Católica en el siglo II” [138] “ENCICLOPEDIA CANNES: La iglesia primitiva, siempre bautizó en el nombre de Jesús, hasta el desarrollo de la doctrina de la Trinidad en el siglo II… Las personas eran bautizadas al principio en el Nombre de Jesucristo… o en el nombre del Señor Jesús… Después, con el desarrollo de la doctrina de la trinidad, comenzaron a bautizarse en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” [139] “ENCICLOPEDIA HASTINGS: Cada uno era bautizado en el nombre de Jesús viniendo esto a ser su personal propietario… El bautismo cristiano fue administrado usando las palabras: en el nombre de Jesús. El bautismo fue siempre en el nombre de Jesús, hasta el tiempo de Justino Mártir (167 d.c.) cuando se usó la fórmula trinitaria.” [140] “MANUAL DE LAS DOCTRINAS: El bautismo era comúnmente administrado en el nombre de Cristo.” [141] “COMENTARIO DE LA SAGRADA BIBLIA: Sabelio (Obispo del tercer siglo), discute que todos los bautismos realizados en el Nuevo Testamento son en el nombre de Jesús.” [142] “HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO: Al principio, el bautismo fue administrado en el nombre de Jesús, pero gradualmente comenzó a usarse el nombre del Dios trino: Padre, Hijo, y Espíritu Santo” [143] “El siguiente es un registro fiel de un bautismo que tuvo lugar en Roma en al año 100 D.C. y que se reprodujo en la Revista Time, el 5 de diciembre de 1955: “El diacono levantó su mano, y Publio Decio caminó a través de la puerta del baptisterio. Marcos Vasca quien lo iba a bautizar, estaba de pie en la piscina y con el agua hasta su cintura. Publio se acercó a él. Marcos estaba sonriendo al igual que Publio quien ya se encontraba a su lado allí en la piscina. ‘¿Crees?’, le pregunto Marcos. ‘Creo’, respondió Publio. ‘Yo creo que mi salvación viene de Jesús el Cristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato; con Él yo moriré y con Él yo puedo tener Vida Eterna’. Publio sintió como aquellos brazos… lo sumergieron en la piscina, y oyó a Marcos expresar en su oído, ‘yo te bautizo en el Nombre del Señor Jesús’. En seguida el agua fue cerrada encima de él.” [144] Históricamente hablando, la primera mención aparente a la fórmula bautismal triple, se dio en la primera apología de Justino Mártir (Ver más sobre Justino en el capítulo 3. La Tradición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria). Incluso muchos trinitarios se escudan en esa cita para afirmar que la Iglesia Antigua se bautizaba en la fórmula triple: “Son traídos (hablando de los nuevos conversos) a un lugar donde hay agua, y reciben de nosotros el bautismo (lavamiento) de agua, en el nombre de Dios, del Padre y del Señor de todo el universo, y de nuestro salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo… pueden obtener en el agua el perdón de los pecados cometidos anteriormente… pero nadie puede pronunciar el nombre del Dios inefable; y si cualquiera se atreve a decir que hay un nombre, delira con locura desesperada” [145] Esta cita no sirve de mucho consuelo para los trinitarios por varias razones: (1) La solida evidencia bíblica enseña que la fórmula utilizada por la Iglesia Primitiva fue en el nombre de Jesús y ningún libro tiene más autoridad para un cristiano que la misma Biblia, (2) Justino no menciona exactamente la tradicional fórmula trinitaria ni utiliza el término “Hijo”, sino que hace mención a “nuestro salvador Jesucristo” conservando en realidad el nombre de Jesús en referencia a la fórmula bautismal original, (3) en el tiempo de Justino Mártir, aun no se había inventado la doctrina de la trinidad, por lo cual esa fórmula usada por Justino es más bien una fórmula intermedia entre la fórmula original y la fórmula trinitaria, (4) Justino Mártir perteneció a los apologistas griegos que se caracterizaron por negar la Deidad de Jesucristo presentándolo como alguien subordinado a un Dios mayor a quien llamaban el Padre (Ver más sobre los apologistas griegos en el capítulo 3. La Tradición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria), (5) Es probable que Justino, junto con aquellos que compartieron su doctrina, hayan sido renuentes a bautizarse en el nombre de Jesús solamente, para dar paso a una nueva fórmula bautismal ideada por ellos, situación que en vez de llevarnos a apoyarlo, nos debe llevar más bien a cuidarnos de seguir las doctrinas y los mandamientos de los hombres en lugar de la Palabra de Dios, (6) Justino afirma que la humanidad no tiene ningún nombre para referirse al único Dios, al que (según él) solo podemos referirnos usando el titulo de Padre, con lo que demuestra su incredulidad a la profecía de Isaías 52:6, pero mejor aún, hace claridad de que el título de Padre no es ningún nombre, y (7) por último, es interesante ver como algunos trinitarios citan a Justino, pero no pueden aceptar [como él si lo aceptaba] que el bautismo sea un requisito necesario para nuestra salvación. Otros trinitarios citan a menudo otra fuente antigua para justificar su adherencia a la fórmula triple. Veamos la siguiente cita de una reconocida escritora trinitaria: “Un libro muy antiguo llamado La enseñanza de los apóstoles (Didaché) dice: “Ahora concerniente al bautismo, bautizad de esta manera: después de dar enseñanza en primer lugar de todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Dice también: “El obispo o presbítero debe bautizar de esta manera, conforme a lo que nos mandó el Señor, diciendo: Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” [146] Respecto a esta cita tomada del Didaché, podemos afirmar que: (1) Es increíble ver como los trinitarios confían tanto en escrituras extrabíblicas como el Didaché y no pueden confiar en lo que enseña la propia Escritura con relación al bautismo. (2) La copia en idioma griego más antigua que se conoce del Didaché data del año 1056 d.C. y la copia más antigua en latín es del siglo decimo, sin embargo entre las copias existentes se presentan marcadas variaciones textuales. Es evidente que los cristianos de los primeros siglos no consideraron importante al Didaché, pues no tuvieron suficiente cuidado en su preservación. Debido a la ausencia de otras copias, no se puede asegurar que el texto sea confiable, pues no se escapa que con el paso del tiempo, el texto haya sido intervenido con doctrinas católico romanas. (3) Aun cuando el Didaché reclama ser la enseñanza de los doce apóstoles, es evidente que el Didaché no fue escrito por ellos pues de otra forma habría hecho parte del canon. Incluso no fue escrito en el primer siglo, sino que probablemente data del segundo siglo. La autoría de ese documento es engañosa lo que hace que su contenido pierda credibilidad. Así no es una fuente confiable de la Iglesia Primitiva. (4) El Didaché imparte otras enseñanzas extrabíblicas con relación al bautismo, como por ejemplo que el candidato al bautismo debe ayunar uno o dos días antes de su bautismo, que en lo posible se debe usar agua fría, que es preferible ser bautizado en una corriente de agua, y que si es imposible que la persona se sumerja totalmente, entonces se le debe verter agua en tres tiempos. (5) El Didaché también hace referencia al bautismo en el nombre de Jesús solamente, pues afirma que nadie puede tomar la Santa Cena a menos que haya sido bautizado en el nombre del Señor y hace claridad que a quien se refiere como Señor, es a Jesús. Con Tertuliano encontramos otra practica extrabíblica relacionada con el bautismo (Ver más sobre Tertuliano en el capítulo 3. La Tradición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria). Él es el primer escritor en relacionar el bautismo de manera directa con la trinidad. Tertuliano enseñó que el aspirante al bautismo, debía sumergirse tres veces en el agua para de esa manera honrar a la trinidad, invocando en cada oportunidad a cada una de las “tres personas”. Es evidente que Tertuliano y Orígenes (Ver más sobre Orígenes en el capítulo 3. La Tradición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria) omitieron el nombre de Jesús en el bautismo. En la época del emperador Constantino, se practicó la postergación del bautismo todo lo posible hasta un momento justo antes de morir. Esta costumbre surgió en el afán de lograr la salvación a pesar de vivir toda la vida en pecado. El propio Constantino “retardó su bautismo hasta poco antes de su muerte con la idea prevalente en su tiempo de que el bautismo lavaba todos los pecados cometidos previamente” [147] Incluso algunos escritores afirman que cuando su cuerpo tocó el agua, él ya estaba muerto. A finales del siglo cuarto, se desarrolló la doctrina del bautismo infantil. “Agustín sentó las bases de la liturgia del sacramento del bautismo administrado a los recién nacidos. Según él, las personas nacen con inclinación hacia el pecado ya que, como descendientes de Adán y Eva, comparten el pecado original.” [148] (Ver más sobre Agustín en el capítulo 3. La Tradición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria). Sin embargo, la Biblia no registra ningún ejemplo del bautismo infantil. El bautismo no debe ser administrado a niños, ya que para ser bautizado se necesita en primera instancia que la persona que se vaya a bautizar haya creído y se haya arrepentido. El bautismo demanda una buena conciencia (1 Pedro 3:21), e implica una gran responsabilidad para con Dios, y un niño no goza de esas facultades. La costumbre de derramar y de rociar agua en lugar de sumergir, fue promovida por las prácticas extrabíblicas de bautizar a los niños, del bautismo triple y de la postergación del bautismo hasta el lecho de muerte. Así, la gente que inventó la trinidad, es también culpable de suplantar el verdadero plan de salvación neotestamentario (Hechos 2:38). En los tiempos modernos, se ha desarrollado dentro del trinitarismo protestante una nueva doctrina para justificar su renuencia al bautismo en el nombre de Jesús, y es la negación de la necesidad del bautismo dentro del plan de salvación. Tristemente los trinitarios niegan el nombre de Jesús, al desobedecer la doctrina de los apóstoles y aun el mismo mandamiento del Señor en el bautismo. La Iglesia apostólica siempre invocó el nombre de Jesús al momento del bautismo tal y como nos lo muestra el apóstol Jacobo. “¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” (Santiago 2:7). Curiosamente La Biblia Amplificada, un trabajo (en idioma inglés) elaborado por académicos trinitarios, añade un corchete aclaratorio al versículo de Santiago 2:7 que dice: “¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros [el nombre de Cristo invocado en el bautismo]? (Santiago 2:7). Cuando la doctrina trinitaria menosprecia el nombre de Jesús en el bautismo, también está negando la enseñanza del mismo Señor Jesucristo y por lo tanto esta enseñando un evangelio diferente. La Palabra de Dios enseña que solo los que han creído en el nombre de Jesús son a los que Dios ha constituido como hijos suyos. Hay un concepto generalizado de que todos los hombres son hijos de Dios, pero la Biblia enseña que solo los que han recibido a Dios y creen en su nombre, esos son los que verdaderamente son hijos de Dios. “Aquella Luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:9-12). Ninguno de los creyentes de la Iglesia Apostólica fue bautizado en los tres títulos, pues todos fueron bautizados en el nombre de Jesús. Aun cuando toda la enseñanza relativa al bautismo cristiano gira en torno a Jesucristo, los trinitarios de manera arbitraria, haciendo interpretaciones indoctas e ignorando de manera voluntaria la evidencia abrumadora suministrada por la Santa Escritura, se aferran tenazmente a un versículo y pasan por alto todo lo demás, pues para ellos lo más importante es buscar lo que esté en sintonía con su idea preconcebida de las tres personas, así el resto quede desconectado. El dogma trinitario le resta la importancia al nombre de Jesús, desmintiendo la gran verdad de que debemos ser bautizados en su nombre santo. Con mucha razón los trinitarios han utilizado el término “Solo Jesús” para denominar al Movimiento Pentecostal de la Unicidad o Movimiento Apostólico del Nombre de Jesús, pues en todos los momentos y en toda situación tenemos muy presente lo que dice la Palabra. “Todo lo que hagáis sea de palabra o de hecho, hacedlo en el nombre del Señor Jesús…” (Colosenses 3:17). Aun cuando a muchos les moleste que prediquemos que el bautismo bíblico es en el nombre de Jesús, y que la verdadera Iglesia se bautiza en el nombre de Jesús, tenemos que hacer lo que dice la Palabra. “Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en ese nombre. Y llamándoles les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de hacer lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:17-20). Haciendo Doctrina de un Solo Versículo Desligado de su Contexto La “teología” trinitaria sostiene que al momento de bautizar a una persona se debe invocar literalmente (es decir palabra por palabra) la expresión “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Sin embargo para enseñar esta doctrina ¡solo se apoyan en un versículo bíblico! el de Mateo 28:19, e ignoran el testimonio demoledor de los demás pasajes bíblicos que hacen alusión al bautismo en el Nombre. Los trinitarios han sacado una doctrina bautismal usando un solo texto, yendo de esta manera en contra de la más elemental regla de interpretación que enseña que no se puede hacer doctrina de un solo versículo bíblico. ¿Por qué no se puede hacer doctrina de un solo versículo bíblico? Hay dos sencillas razones: 1. Porque todo texto debe ser analizado dentro de su respectivo contexto, por eso se ha dicho muy bien y muchas veces que un texto sacado de su contexto viene a ser un pretexto. “Todas las interpretaciones deben ser hechas dentro del contexto del cual fueron tomados los pasajes, para ver si se ha cometido alguna arbitrariedad en la interpretación” [149] 2. Al momento de interpretar las sagradas Escrituras se deben tener muy en cuenta los pasajes paralelos, “es decir aquellos pasajes que en otros lugares de la Biblia se refieren al mismo hecho histórico, a la misma enseñanza, exhortación o tema semejante. En estos pasajes paralelos generalmente hallamos ayuda no solo para entender mejor el texto que tratamos de interpretar, sino también para obtener una perspectiva más amplia tanto de su significado como de sus aplicaciones. Como por ejemplo “aborrecer” en Lucas 14:26 equivale a “amar menos” en Mateo 10:10-37… (Véase el contexto de Mateo 10:34-39).” [150] Desde esta perspectiva, pasaremos a analizar en primera instancia los pasajes paralelos al texto de Mateo 28:19 y luego analizaremos lo que nos enseña el contexto bíblico sobre el bautismo. Mateo 28:19 y sus Pasajes Paralelos nos Hablan de un Solo Nombre Mateo 28:19 es un pasaje que se halla inmerso dentro del contexto de la gran comisión que Jesús entregó a sus discípulos luego de haber resucitado. (Vea Mateo 28:16-20, y compare con los pasajes paralelos de Marcos 16:14- 18; Lucas 24:36-49; Juan. 20.19-23). Esta comisión consistía en que ellos debían (1) predicar el evangelio a todos los hombres (Mateo 28:19, Marcos 16:15, Lucas 24:47), comenzando por la ciudad de Jerusalén (Lucas 24:47 y 49); (2) que debían predicar el arrepentimiento y el perdón de los pecados en su nombre (Mateo 28:19, Marcos 16:17, Lucas 24:47); (3) que debían hacer discípulos en todas las naciones (Mateo 28:19, Marcos 16:15, Lucas 24:47); (4) que debían enseñarle a todos los hombres que todo aquel que creyere y fuere bautizado será salvo pero que el que no creyere será condenado (Mateo 28:19, Marcos 16:16, Juan 20:23); (5) que debían enseñar que todos los que creyeren en el evangelio podrían recibir la promesa del Espíritu Santo hablando en nuevas lenguas (Marcos 16:17, Lucas 24:49, Juan 20:22); (6) que debían predicarles que señales de poder y hechos milagrosos respaldarían la predicación del evangelio (Marcos 16:17-18, Lucas 24:49); y finalmente (7) que la Iglesia debía guardar todas las cosas que Jesús les había enseñado, para que de esa manera él estuviera con su pueblo todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). En lo referente a los pasajes de la gran comisión, tenemos que todos están hablando de un solo y mismo nombre. Veamos: 1. Según el evangelista Mateo hay un nombre. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19). 2. Según el evangelista Marcos hay un nombre. “y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas” (Marcos 16:17). 3. Según el evangelista Lucas hay un nombre. “y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:17). 4. Según el evangelista Juan hay un nombre. “Pero estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:31). ¿Cuál es ese nombre al que se refieren estos pasajes? ¿Será posible que se esté hablando de dos o más nombres? ¿Existirá algún otro nombre dónde se encuentre la salvación provista por Dios? Dejemos que la misma Palabra nos dé la respuesta. “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:11-12). El Bautismo del Verdadero Cristianismo es en el Nombre de Jesús Para que una persona diga que Mateo 28:19 enseña la trinidad o que nos indica que la invocación realizada en el bautismo debe ser de manera literal “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, lo hace basada en una enseñanza adicional jamás mencionada en la Escritura, lo hace basado en el paradigma o idea preconcebida de las tres personas. Estas gentes han concebido extra-escrituralmente que Dios debe ser una trinidad para luego buscar afanosamente en la Biblia textos que aparentemente sustenten su creencia. Fuerzan a los textos bíblicos a estar en armonía con su idea preconcebida y los desligan de su verdadero contexto para enseñar doctrinas ajenas a la Palabra, tales como el bautismo en los títulos más no en el nombre. ¡El nombre del que nos hablan los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan es Jesús! Mateo 28:19 no enseña que Padre, Hijo y Espíritu Santo sean tres “personas” de un mismo Dios, ¡algo que es completamente ajeno a las Sagradas Escrituras! Antes por el contrario, Mateo 28:19 habla de un nombre y por lo tanto de la identificación de un solo ser. El nombre en el cual tenemos salvación es en el nombre del Dios viviente y su nombre es Jesús. ¿Entonces por qué se relacionan con el nombre de Jesús los términos: Padre, Hijo y Espíritu Santo? Porque el único ser que puede poseer simultáneamente esos títulos es el Dios eterno. Veamos: (1) La Biblia indica que el único Dios que existe es el Padre (1. Corintios 8:6) por lo tanto no puede haber más Dios que el Padre Eterno. Nadie más que el Padre Eterno merece ser llamado Dios o reconocido como tal. (2) El Padre que es el Dios único es el Santo Espíritu, ya que él siendo Dios es Espíritu (Juan 4:24) y es Santo (1. Samuel 2:2). El Padre Eterno es el único que merece ser llamado el Espíritu Santo. La Biblia nos enseña que sólo hay uno al que se le puede llamar Espíritu, no a dos o a tres (Efesios 4:4). (3) Dios fue manifestado en carne (1. Timoteo 3:16) con el propósito de redimir a la humanidad. La Biblia enseña que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados (Hebreos 9:22). Dios por ser en esencia un ser espiritual no tiene ni carne ni sangre, pero él participó de la carne y de la sangre para destruir al que tenía el imperio de la muerte, o sea al diablo (Hebreos 2:14-17). La manifestación de Dios en carne fue conocida como Hijo, pues la Biblia declara que el Santo Ser que nació es el que fue llamado Hijo de Dios (Lucas 1:35) (Ver más sobre el Hijo de Dios en el capítulo 6. La “Teología” Trinitaria Niega el Misterio de la Piedad). Mateo 28:19 no soporta la doctrina trinitaria, sino que es una confesión contundente de la Unicidad de Dios, pues no habla de ningunas tres personas, sino de un nombre y por lo tanto de la identificación de un solo ser. Padre, Hijo y Espíritu Santo no son más que tres títulos que solo puede poseer en su totalidad ese ser que es identificado por ese nombre. Ese ser es el Dios único que nos enseña la Biblia y su nombre es Jesús. Padre, Hijo y Espíritu Santo no son nombres, son únicamente títulos del Dios vivo. Así la frase de Mateo 28:19, simplemente describe el único nombre del único Dios. Tristemente los trinitarios niegan el nombre de Jesús, al desobedecer la doctrina de los apóstoles y aún el mismo mandamiento del Señor. Padre, Hijo y Espíritu Santo, Son Títulos que Pertenecen en su Totalidad al Dios Único Tal como lo explicamos en el capítulo 1, Dios posee muchos títulos pero solo posee un nombre. Mateo 28:19 no está revelando ni enseñando que Dios sea una trinidad, o que tenga una naturaleza tripartita. Lo que sí nos está revelando es un nombre en el cual debemos ser bautizados, y vemos que el libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña muy bien que ese nombre es Jesús. 1. El titulo: el Hijo de Dios En primera instancia vamos a exponer lo referente al título el Hijo de Dios. Es claro y muy claro en la Biblia que Hijo de Dios es un título. ¿Por qué? Porque aunque el Santo Ser que nació fue llamado Hijo de Dios. “…El santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35b). Ese santo ser tiene un nombre, y ese nombre es Jesús. “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús”. (Lucas 1:31). “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús” (Mateo 1:25). Al analizar estas citas bíblicas podemos concluir sin temor a equivocarnos que Hijo de Dios es un título y que el Hijo de Dios tiene por nombre Jesús. Por eso cuando alguien se atreve a decir que Hijo de Dios no es un título sino un nombre, está ignorando de manera voluntaria una poderosa evidencia escritural y está forzando a los versículos a estar en armonía con la idea preconcebida (y extraescritural) de las tres personas y del bautismo en los títulos. De esa manera podemos apreciar que cualquiera que tome la cita de Mateo 28:19 y la desligue de todo el contexto referente al bautismo, para concluir que el nombre al que se refiere el texto es literalmente “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, y que fue de esa manera literal en que fue invocado en los bautismos registrados en la Biblia, está cometiendo un grave error, ya que aquel que lleva el título de Hijo de Dios tiene un nombre, y su nombre es Jesús. 2. El titulo: el Padre Cuando el Señor Jesús estaba enseñando a orar a sus discípulos les dijo: “cuando oréis digáis “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). O sea que estamos llamados a santificar el nombre del Padre. ¿Pero cuál es el nombre del Padre? ¿Será Padre? Si nos atrevemos a decir que Padre es en realidad un nombre, y además sostenemos que “Padre, Hijo y Espíritu Santo son un nombre” estaríamos contradiciéndonos tremendamente. Entonces ya no habría un solo nombre, habría por lo menos dos nombres. Un nombre sería “Padre”, y el otro nombre sería “Padre, Hijo y Espíritu Santo”. ¿Será que el nombre del Padre es Padre? ¡De ninguna manera! El término “Dios el Padre” es bíblico y se refiere a Dios mismo (Gálatas 1:1-4). Dios es el Padre en el sentido de que él es el creador de todas las cosas (Malaquías 2:10; Hebreos 12:9). Él es también nuestro Padre por razón del nuevo nacimiento (Romanos 8:14-16). De la misma manera como hemos demostrado que “Hijo de Dios” es un título, haremos lo mismo con respecto al título “Padre”. Jesucristo dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?” (Juan 5:43-44). El texto leído nos enseña dos cosas: a. Que Jesús vino en nombre de su Padre. ¿Pero cuál es ese nombre? Uno no puede decir que el nombre del Padre es desconocido, ya que la Palabra de Dios enseña en el libro de los Salmos capítulo 22 versículo 22 (el cual es un Salmo mesiánico) que el Mesías declararía el nombre del Padre. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré” (Salmo 22:22). Para que no quede duda, esta cita está sustentada en la carta a los Hebreos en una porción que se refiere al Hijo de Dios así: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré” (Hebreos 2:12). b. Tenemos en segunda medida que el Mesías anunció el nombre del Padre, razón por la cual ese nombre no es desconocido. Jesús oró al Padre y dijo: “Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez” (Juan 12:28). Ya hemos mencionado que Padre no es ningún nombre, entonces ¿Cuál nombre estaba siendo glorificado? Pues el nombre que el mismo Hijo de Dios había manifestado, o sea el nombre de Jesús. En una de sus oraciones al Padre Jesús dijo. “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra” (Juan 17:6). En resumidas cuentas, el nombre que estaba siendo manifestado y el nombre que estaba siendo glorificado era el nombre de Jesús. Recordemos que la voz del cielo dijo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”. El Padre ya estaba glorificando ese nombre y lo glorificaría otra vez. Hay un texto bíblico que describe todo esto: “por lo cual, Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. (Filipenses 2:9-11). Según Hebreos 1:4, el Hijo obtuvo por herencia un nombre más excelente que el de los ángeles. “Hecho tanto superior a los ángeles por cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1:4). Cuando se usa el término heredar, quiere decir que el nombre le pertenecía originalmente al Padre, pero que el Padre le transmitió ese nombre al Hijo. El Dios y Padre eterno, transfirió su nombre salvador a su manifestación en carne. En otras palabras, el Hijo heredó el nombre de su Padre. Como el nombre del Hijo es Jesús y ese nombre fue heredado del Padre, podemos decir sin ningún temor que el nombre del Padre es Jesús. ¿En qué nombre vino el Hijo? ¿Cuál es el nombre que Él obtuvo por herencia de su Padre? ¿Cuál nombre manifestó el Hijo? La respuesta es evidente. El único nombre que él usó fue el nombre de Jesús, el nombre de su Padre. De aquí podemos concluir, que Padre es uno de los tantos títulos de Dios. El Hijo de Dios (la manifestación de Dios en carne como una persona humana) heredó el nombre de su Padre. Como el Hijo tiene por nombre Jesús, entonces podemos concluir sin ningún temor, que el nombre del Padre es Jesús. 3. El titulo: el Espíritu Santo El Padre es el único Dios verdadero. En una oración al Padre Jesús dijo: “Y esta es la vida eterna que te conozcan a ti, el único Dios verdadero…”(Juan 17:3). No hay ninguno que pueda ser llamado Dios aparte del Padre, “pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros sin embargo hay un solo Dios, el Padre… pero no en todos hay este conocimiento…” (1. Corintios 8:5-7). Al haber entendido que el Hijo de Dios reveló el nombre del único Dios, o sea el Padre, y que el nombre revelado por el Hijo es Jesús, podemos concluir que el nombre del Espíritu Santo (que es otro de los tantos títulos del Dios único) es Jesús. “Más el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26). Además la Biblia hace claridad de que este Jesús en cuanto a su Divinidad es el Santo Espíritu, razón que da mayor peso para entender por qué el Espíritu Santo, que es Dios, se llama Jesús. “Porque el Señor es el Espíritu; y dónde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2. Corintios 3:17). Recordemos que la Biblia enseña que no hay ningún otro que merezca ser llamado Señor aparte de Jesús, ya que la Escritura indica: “pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros sin embargo solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Pero no en todos hay este conocimiento…” (1. Corintios 8:5-7). La primera vez que Pablo le escribe a los Corintios, él menciona que sólo hay un Señor y que ese Señor es Jesucristo (1. Corintios 8:6). Luego, cuando les escribe la segunda vez, él les enseña que el Señor es el Espíritu (2. Corintios 3:17) ¡El Señor Jesús es el Espíritu Santo! Cuando el Señor Jesús estuvo sobre la tierra poseyó una naturaleza dual, pues él fue a la vez completo hombre y completo Dios. Jesucristo en cuanto a su humanidad es llamado Hijo, pues el santo ser que nació fue llamado Hijo de Dios (Lucas 1:35), pero en cuanto a su Divinidad, él es el Padre Eterno. El Padre Eterno es Espíritu y es Santo. Sólo el Padre Eterno merece ser llamado Espíritu Santo, razón por la cual el Padre Eterno es el Espíritu Santo. El Señor Jesús es el Espíritu, por ende, Jesús en cuanto a su Divinidad es también el Padre Eterno. Por eso los cristianos apostólicos, predicamos que Jesús es la manifestación del Padre Eterno en carne como una persona humana, ya que Dios fue manifestado en carne. Por ejemplo usted puede leer el siguiente versículo. “Porque sé que por vuestra vocación y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación. (Filipenses 1:19). La trinidad enseña que nosotros recibimos el Espíritu de Jesús, y el bautismo del Espíritu Santo (otra persona); y además que nosotros podemos tener el Espíritu del Padre en nosotros (otra persona más). Pueden negarlo todo lo que deseen, pero están enseñando inadvertidamente que recibimos a “tres personas” en nuestro ser y por ende a tres espíritus. ¿Cuántos Espíritus de Dios existen? La Biblia declara que sólo hay un Espíritu (1. Corintios 12:13; Efesios 4:4). ¡Gloria a Dios, porque nuestro Dios, el Señor Jesús, es el Espíritu Santo! (Juan 4:24, 2. Corintios 3:17). Así, podemos concluir finalmente, que Espíritu Santo es otro de los tantos títulos de Dios. El nombre del Padre que el Hijo reveló es Jesús, y el Espíritu Santo refleja lo que Dios es, es decir que Dios es Espíritu y que es Santo, haciendo énfasis en su omnipresencia, entonces podemos concluir sin ningún temor, que el nombre del Espíritu Santo es Jesús. Padre, Hijo y Espíritu Santo, son títulos de un Dios, cuyo nombre es Jesús. En Mi Nombre Al estudiar a Mateo 28:19 dentro del contexto de la gran comisión y de la doctrina del bautismo, podemos entender que este texto se refiere al bautismo en el nombre de Jesús. Sin embargo, algunos eruditos han llegado a sospechar que las palabras originales de Mateo 28:19 fueron cambiadas a principios del siglo cuarto. Al analizar el contexto inmediato de Mateo 28:19, vemos que los discípulos adoraron a Jesús en reconocimiento de que él es el único Dios (Verso 17) y a su vez, que Jesús les dijo que él tenía todo el poder en el cielo y en la tierra (Versículo 18). Como todo está girando alrededor de Jesús, ellos afirman que lo más consistente es que el texto de Mateo 28:19 dijera: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en mi nombre”, lo que estaría en concordancia con el versículo 19 que dice que Jesús estará con sus hijos todos los días hasta el fin del mundo. Algunas razones que se exponen para apoyar esta afirmación, es que ningún escritor anterior a Tertuliano u Orígenes cita exactamente la fórmula bautismal trinitaria, sino que siempre hacen alusión al nombre de Jesús (Para mayor información sobre Tertuliano y Orígenes, vea el capítulo 3. La Tadición y la Filosofía en el Desarrollo de la “Doctrina” Trinitaria). Otra razón, es que Eusebio (aprox. 260 – aprox. 340), un historiador eclesiástico del cuarto siglo que vivió en Cesarea y que tuvo acceso a la famosa biblioteca de aquel lugar, donde probablemente se encontraban copias más antiguas de Mateo 28:19, citó el versículo muchas veces usando la frase “en mi nombre”. En los escritos de Eusebio encontramos las siguientes expresiones: “Con una palabra y voz Él dijo a sus discípulos: “Id, y haced discípulos de todas las naciones en mi nombre, enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he mandado…” “…Y Él ordenó a sus propios discípulos después de su rechazo, “Id y haced discípulos de todas las naciones en mi nombre.”” [151] Aún cuando esa polémica sigue abierta, la misma no es decisiva en el asunto de Mateo 28:19, pues el contexto bíblico de ese texto respalda el bautismo en el nombre de Jesús. El Bautismo en el Nombre De Jesús, es un Requisito Esencial para la Salvación “De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43). Cuando el apóstol Pedro estaba predicando en la casa de Cornelio confesó que todos los profetas anunciaron que en el Nombre de Jesús recibiríamos perdón de pecados. De ahí que se le encuentre sentido a esa hermosa cita que dice: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado.” (Proverbios 18:10). El justo no se pone a esperar, el justo corre para que sobre él sea invocado el nombre del Señor. Por eso el apóstol Pedro mandó que toda esa gente que estaba reunida en la casa de Cornelio, luego de haber creído a la Palabra, fueran bautizados en el nombre de Jesús. “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 10:48). Todos los profetas de la antigüedad predicaron que los creyentes recibirían perdón de pecados por el nombre de Dios. La iglesia primitiva entendió que esa invocación del nombre de Dios debía realizarse al momento del bautismo tal y como lo podemos apreciar en las citas anteriores de Hechos 10:43-48. YHWH era el nombre de Dios revelado en el Antiguo Testamento, pero Jesús es el nombre de Dios revelado en el Nuevo Testamento. El nombre Jesús incluye a YHWH porque Jesús significa YHWH SALVADOR y es el nombre de Dios que fue revelado con el propósito de salvar a la humanidad. El mismo Dios y Padre Eterno, el Señor YHWH anunció que el día que él se manifestara en carne como un verdadero hombre, el daría a conocer su nombre. “Porque así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para morar allá, y el asirio le cautivó sin razón. Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día. Por tanto mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente” (Isaías 52:4-6). ¡El mismo Dios del cielo nos salvaría! ¡Ningún otro podía darnos salvación! “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución y con pago; Dios mismo vendrá y os salvará.” (Isaías 35:4). Y en ese día en que él apareciera nos revelaría su gran nombre “Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.” (Zacarías 14:9). Por eso cuando vino el Mesías, el Emanuel (Dios con nosotros), la manifestación de Dios en carne, llevó por nombre Jesús que significa YHWH SALVADOR o en otras palabras YHWH salvando a la humanidad. “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros.” (Mateo 1:21-23). Jesús es el gran nombre, el nombre sobre todo nombre. Es el nombre dado a los creyentes para ser salvos. “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11-12). Por eso, cuando en el día de Pentecostés en que nació la Iglesia, aquellos hombres fueron compungidos de corazón y preguntaron a los apóstoles qué debían hacer para ser salvos, Pedro les dijo: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). La iglesia apostólica siempre creyó que el bautismo en el nombre de Jesús es un requisito indispensable para la salvación. El anciano Juan escribió. “Os escribo a vosotros hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1. Juan 2:12). Hay muchas otras referencias que asocian la necesidad del bautismo con la invocación del nombre para alcanzar la salvación, veamos: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1. Corintios 6:9- 11). El bautismo no es solamente importante, sino imprescindible para la salvación. Jesús así lo declaró en Marcos 16:16. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado.” (Marcos 16:16). Esto sitúa al bautismo como uno de los puntos principales en el plan de salvación, no el único. “Cada individuo que viene a Jesús siendo atraído por el Espíritu, querrá ser bautizado. Y en efecto, para obtener la salvación completa es necesario ser bautizado en el nombre del Señor Jesucristo para la remisión de los pecados (Hechos 2:38). Jesús ordenó el bautismo (Mateo 28:19) y dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Sin embargo, antes del bautismo el candidato debe haberse arrepentido por completo y creer con todo su corazón que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios (Hechos 2:38; 8:37). El hecho de ser sumergido en agua en el nombre de Jesús no traerá en si la remisión de pecados. El arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesús son requeridos. Un pecador que no tiene la intención de volverse de su vida de pecado no podrá beneficiarse con el acto del bautismo. No es hasta que el pecador se arrepiente por completo y cree que Dios le ha perdonado, que él debería someterse al bautismo en el nombre de Jesús, por un ministro debidamente autorizado. Sin embargo, la omisión de hacer esto cuando él reúne estos requisitos, hará que desobedezca al Evangelio de Cristo y le impedirá su desarrollo espiritual.” [152] La Palabra del Señor nos enseña que los que somos parte de la Iglesia, hemos muerto a la pasada manera de vivir que estaba cargada de inmundicia y de pecado, para vivir en una vida nueva, ¡una vida en Cristo Jesús! El bautismo es más que un testimonio público de que se ha tomado la decisión de vivir en novedad de vida. El bautismo es un requisito indispensable para la salvación porque a través del bautismo nos declaramos muertos al pecado. El descenso a las aguas bautismales es una representación de que somos sepultados a la pasada manera de vivir y cuando salimos del agua demostramos que hemos resucitado con Cristo a una nueva vida. Las bendiciones que nos dejó Cristo por medio de su muerte, sólo pertenecen a los que son bautizados en el Nombre de Jesús. Sólo los bautizados alcanzan la muerte de Cristo. Si esto es así, ¿qué será de los no bautizados? “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo de pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él.” (Romanos 6:3- 8). Al igual que la cita anterior, Colosenses 2:11-15 nos enseña que por medio del bautismo morimos al pecado y tenemos vida en Cristo al ser perdonados de nuestros pecados. Al obedecer el mandamiento de bautizarnos dado por el Señor, nos hacemos merecedores de la obra del calvario que Jesús obró en beneficio nuestro. Adicionalmente esta misma cita enseña que el bautismo en agua es parte de nuestra circuncisión espiritual. Dios realiza una “cirugía espiritual” echando fuera al “viejo hombre” viciado de pecados. Cuando Dios realiza la circuncisión espiritual en nuestro corazón, entramos a formar parte de la familia de la fe. En Israel cualquier varón que no fuera circuncidado se consideraba un violador del pacto y debía ser cortado del pueblo (Génesis 17:14). Tal y como la circuncisión era la señal en la carne que publicaba la pertenencia al pueblo de Israel, el bautismo es la circuncisión espiritual que proclama que alguien pertenece a la familia de la fe. “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo. Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircunsición de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:12-15). “Según Colosenses, el bautismo es una obra espiritual porque es la circuncisión no hecha a mano. El bautismo es la circuncisión de Cristo donde nuestros pecados están cortados y separados de nosotros (Colosenses 2:11). Por lo tanto, el bautismo es la obra de Dios y no de uno. El bautismo es una obra espiritual porque quedamos sepultados con Cristo y resucitados con él (Col. 2:12). Mediante la fe en el poder de Dios, el bautismo efectúa una resurrección de los muertos para recibir vida juntamente con Cristo cuando nuestros pecados quedan perdonados (Colosenses 2:12-13). Lejos de ser un mero rito, el bautismo es el momento cuando somos salvos por la fe… El bautismo es la obra de Dios y no del hombre. Dios resucitó a Cristo y Dios nos resucita a nosotros, perdonando nuestros pecados y vivificándonos. Nuestra parte en este proceso es confiar en el poder de Dios sometiéndonos al bautismo (Colosenses 2:12-13). Cristo es nuestro cirujano que corta nuestros pecados de nosotros por el poder de su sangre. Nosotros, como los pacientes humildes, nos sometemos a la operación. No obramos nada. Él es quien nos vivifica para que tengamos novedad de vida.” [153] Por eso fue que después de esa poderosa predicación del día del Pentecostés, cuando los hombres compungidos de corazón le preguntaron al apóstol Pedro y a los demás hermanos qué debían hacer para ser salvos, Pedro mencionó al bautismo como uno de los requisitos esenciales para la salvación. “Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38). Como aquellos hombres deseaban con todo su corazón la salvación, y por lo tanto deseaban hacer parte de la iglesia de Dios, tomaron la decisión de ser bautizados. “Así que, los que recibieron la palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41). Las personas que no creen que sus pecados son remitidos en el bautismo, enseñan que el bautismo se trata simplemente de una ceremonia pública o de una confesión pública de fe, pues sus pecados ya han sido remitidos anteriormente. Aunque ya hemos visto como la Biblia enseña que a través del bautismo en el Nombre de Jesús obtenemos perdón de pecados, vamos a plantear otras reflexiones. El Etiope, al cual Felipe le predicó el evangelio, fue bautizado en medio del desierto donde no había ningún otro cristiano aparte de Felipe que pudiera observar su bautismo (Hechos 8:26-39). Sin embargo vemos el afán del Eunuco por ser bautizado tan pronto como entendió el evangelio. “Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe le dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el Eunuco y le bautizó.” (Hechos 8:36-38). El carcelero de Filipos fue bautizado un poco más tarde de la media noche (Hechos 16:25). Pablo y Silas habían sido azotados y aún tenían heridas en sus cuerpos, pero aquel hombre demostró todas sus intenciones por alcanzar la salvación y fue bautizado junto con toda su familia a esas horas de la noche. “Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la Palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él tomándolos aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.” (Hechos 16:30-34). Si en realidad el bautismo consistiera simple y llanamente en una ceremonia pública que no tuviera influencia directa en la salvación, no habría razón de ser para tanto afán ni en el uno (el caso del etiope) o en el otro caso (el del carcelero y su familia). Seguramente ellos podrían haber esperado que se dieran unas mejores condiciones temporales: el carcelero y su familia, por ejemplo, podrían haber esperado a que amaneciera e incluso podrían haber esperado a que Pablo y Silas se hubieran recuperado de sus heridas. Si el bautismo consistiera en una simple ceremonia pública, tanto en el uno como en el otro caso, lo ideal sería haber esperado a que se reuniera más pueblo, pero vemos que esto no fue así, pues aquellas personas deseaban obtener de una vez por todas la salvación prometida por Dios. Ahora si el bautismo en el nombre de Jesús no fuera necesario para obtener la salvación ¿por qué Pablo mandó a rebautizar en el nombre de Jesús a unas personas que solo conocían el bautismo de Juan? “Entonces dijo: ¿En qué, pues fuisteis bautizados? Ellos dijeron: en el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.” (Hechos 19:3-5). El bautismo nos salva a través de la resurrección de Jesucristo en respuesta a una buena conciencia delante de Dios. “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.” (1. Pedro 3:21). ¿Nos salva o no nos salva el bautismo? El apóstol Pedro nos enseña que sí nos salva. El bautismo nos salva no porque haya algo mágico en el agua, o porque la invocación del Nombre de Jesús sea una especie de fórmula mágica. Somos salvos por obedecer a los mandamientos del Señor y porque en el acto del bautismo opera el poder de Dios que nos acepta como hijos suyos. En el bautismo se manifiesta la aspiración de una buena conciencia, es decir, que el bautizado expresa su deseo de pensar con una mente renovada y limpia por el Espíritu de Dios, no con sus pensamientos antiguos. Una enorme cantidad de movimientos “evangélicos” trinitarios se caracterizan por predicar que el bautismo no es un requisito indispensable para la salvación, y este error parte de otro error aun mayor: la negación del nombre de Jesús en el bautismo. Hay una tendencia que viene de la gran mayoría los movimientos trinitarios, en la que se acusa a los pentecostales apostólicos del nombre por predicar que el bautismo es un requisito indispensable para la salvación, diciendo que de esa forma estamos negando la salvación por gracia y la estamos reemplazando por una salvación por obras. Ellos dicen que solo basta con creer para ser salvos y que no hay necesidad de ser bautizados. Estas personas no han entendido que el arrepentimiento, la conversión, el bautismo y la vida en santidad, sólo las puede obtener un hombre pecador por medio de la gracia de Dios. No somos salvos por obras o actos humanos sino por medio de la obra de Dios en nuestras vidas. Veamos lo que dicen las Sagradas Escrituras al respecto: “Nos salvo, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.” (Tito 3:5). El bautismo no es una obra de justicia que nosotros hubiéramos hecho ¡No! En el momento en que nos bautizamos somos salvos debido a la misericordia del Señor. El versículo 3:4 indica que esa salvación también es debida a su bondad y a su amor para con los hombres. Dios no nos salva por habernos metido en el agua, sino porque por medio del bautismo él efectúa el lavamiento de la regeneración. El lavamiento de la regeneración sólo se logra cuando un corazón verdaderamente arrepentido y dispuesto a cambiar se bautiza en el nombre de Jesús. El lavamiento de la regeneración es una alusión al nuevo nacimiento del que se hace partícipe el creyente en Cristo Jesús. El Señor Jesucristo le dijo a Nicodemo que para ser salvo es necesario nacer de nuevo. Nicodemo le preguntó al Señor cómo podía un hombre siendo ya viejo volver a nacer, y el Señor Jesús le indicó que el nacimiento al cual él se refería era un nacimiento del agua y del Espíritu. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:3-5). “Al decir que el bautismo es imprescindible para la salvación, algunos nos acusan de decir que el agua salva; nunca hemos dicho tal cosa, lo que salva en el bautismo, no es el agua sino la obediencia a la Palabra de Dios. Otros dicen que con creer es suficiente. Les pregunto: ¿puede alguien decir que cree en Jesús, y no cumplir sus mandamientos? La respuesta es ¡NO! Creer, no es el sustituto del bautismo, sino el requisito indispensable para ser bautizado. El Maestro lo respalda con sus palabras en Juan 14:15-23 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.” [154] Existe otro grupo más pequeño de denominaciones trinitarias que aceptan la importancia del bautismo para la salvación, pero aún niegan la importancia del bautismo en el nombre de Jesús, pues bautizan en los títulos. Aún no han entendido que el bautismo sólo tiene valor si en él es invocado el nombre de Jesús. El que se ha bautizado en el nombre de Jesús pertenece a la familia de la fe, y ha llegado a ser hijo de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:12-13). Es interesante notar este paralelo entre el texto de Juan 1:12-13 con los textos de Juan 3:3-5 dónde Jesús habla con Nicodemo. Ambos textos aluden al nuevo nacimiento y en ambos se hace alusión al Nombre de Jesús y al nacimiento del agua y del Espíritu. No está demás volver a citar lo que escribe el apóstol Juan. “Os escribo a vosotros hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1. Juan 2:12). De la misma manera, en Gálatas 3:26-27, se nos enseña que somos hijos de Dios sólo cuando somos bautizados, pues así es como somos revestidos de Cristo. Los que hemos sido bautizados en Cristo, de Cristo estamos revestidos. ¿Y los que no se han bautizado? ¿Estarán vestidos de Cristo? ¡No! ¡Aún están desnudos! Aún les falta un paso muy importante para su salvación. Deben bautizarse como la Biblia lo enseña, es decir en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. “Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” (Gálatas 3:26-27). Cuando una persona se bautiza en el nombre de Jesús, el ministro invoca el nombre del Señor y esto le hace un miembro de la familia de creyentes, las personas que son de su Nombre. “… Para tomar de ellos pueblo para su nombre.” (Hechos 15:14). Tabla 10. El Significado del Bautismo en el Nombre de Jesús Por medio del bautismo ratificamos que aceptamos a Jesús como nuestro único Salvador, Señor y Dios. Oseas 13:4, Isaías 43:11, Hechos 4:12, Colosenses 2:9-12, 2. Pedro 1:1, 1:11, 3:18 El bautismo es la parte del Plan de Salvación neotestamentario en el cual experimentamos el nacimiento del agua (o lavamiento de la regeneración) por la pura misericordia de Dios Marcos 16:16, Juan 3:5, Tito 3:5, Hechos 2:38, 1. Pedro 3:21, 1. Corintios 6:9-11 Por medio del bautismo nos identificamos con la muerte de Cristo y con su resurrección. Romanos 6:3-4, Colosenses 2:12 En el bautismo “crucificamos” y sepultamos a nuestro “viejo hombre” que estaba cargado de maldad, a fin de andar en vida nueva. Romanos 6:5-6, Efesios 4:21-24, Colosenses 3:9-10 En el bautismo Dios realiza la circuncisión espiritual, y por tanto es una señal del pacto de Dios con su iglesia. Colosenses 2:11-13, Filipenses 3:3 Dios lava los pecados en el bautismo por medio de su precioso y santo nombre, el nombre de Jesús. Lucas 24:47, Hechos 2:38, Hechos 4:12, Hechos 10:43, Hechos 2:21, Hechos 22:16, 1. Corintios 6:11, 1. Juan 2:12 En el bautismo recibimos la potestad de ser hechos hijos de Dios y somos llamados el pueblo del nombre. Juan 1:12, Hechos 15:14, Efesios 2:19, Efesios 3:14-15 Después de ver todo esto ¿Cómo será posible que alguien diga que el bautismo no hace falta? El bautismo ordenado por la Palabra de Dios es en el nombre de Jesús porque “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos…” (Hechos 4:12). La iglesia del nombre, es la iglesia de Dios. “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.” (Apocalipsis 3:8). Jesús regresará por la misma iglesia que el plantó en Pentecostés. Esa iglesia bautizó exclusivamente en el Nombre de Jesús y lo ha seguido haciendo así durante toda su historia. Esa iglesia ha valorado y ha amado el nombre del Señor. Esa iglesia se goza en invocar el nombre de su Dios y Salvador. “Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre a la presencia en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel, porque yo le mostraré cuánto le es necesario que padezca por mi nombre” (Hechos 9:13-15). (Para mayor información sobre este tema, vea el capítulo 13. Pasajes Controversiales del Nuevo Testamento, especialmente la sección titulada: El Plan de Salvación Neotestamentario) Respuesta a Algunos Argumentos que se han Levantado Para Objetar que el Bautismo Cristiano es en el Nombre de Jesús En la presente sección, daremos respuesta a doce de las más reconocidas objeciones que se han planteado para refutar la enseñanza escritural de la necesidad del bautismo en el nombre de Jesús para nuestra salvación. 1. Que el bautismo no es un requisito indispensable para la salvación. Aunque este tema ya se ha tocado ampliamente en este estudio, contestaremos algunas objeciones que presentan las personas que niegan la necesidad del bautismo para la salvación. a) El caso del ladrón que fue crucificado junto a Jesús. Algunas personas afirman que el bautismo no es necesario para la salvación porque el ladrón que fue crucificado junto a Jesús fue salvo sin necesidad de ser bautizado (Lucas 23:39-43), por ende, dicen ellos, ninguno necesita ser bautizado para ser salvo. Este argumento pasa por alto un elemento esencial, y es que el mandamiento de Jesús acerca del bautismo fue dado después de su resurrección, es decir después de que Cristo fue crucificado (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-16). Los que hemos sido bautizados en Cristo hemos sido bautizados en su muerte (Romanos 6:3-4). Así, el bautismo es una representación de la muerte de Jesús. El ladrón no podía ser bautizado y no tenía necesidad del bautismo pues en primer lugar, Jesús no había dado aún instrucciones acerca de la necesidad del bautismo para la salvación, ni tampoco había muerto. ¿Cómo podía alguien ser bautizado en la muerte de Cristo sin que él hubiera muerto? El caso del ladrón en la cruz, es un argumento muy débil para intentar negar que el bautismo es necesario para la salvación. b) Que el apóstol Pablo dijo a los corintios que él no había sido enviado a bautizar sino a predicar. Algunas personas toman las palabras del apóstol Pablo registradas en 1. Corintios 1:17 dónde él dice: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio”, para asegurar que el bautismo no es necesario para la salvación. Incluso afirman que el Señor Jesucristo no nos envió a ninguno de nosotros a bautizar, pasando por alto las citas de Mateo 28:18-20 y de Marcos 16:15-16. Contrario a estas afirmaciones, y de manera paradójica, el mismo texto que ellos usan para negar la importancia del bautismo en el nombre de Jesús, antes lo confirma. Al analizar el texto dentro de su contexto nos daremos cuenta del por qué. El contexto habla de que la iglesia de Corinto sufría una gran división debido a que los corintios estaban de cierta manera “endiosando” a sus predicadores favoritos o a los hombres que los bautizaron. Unos decían: “yo soy de Pablo”, otros decían: “yo soy de Apolos, otros decían: “Yo soy de Cefas (es decir Pedro)”, y algunos, al parecer los más sensatos decían: “Yo soy de Cristo” (Ver 1. Corintios 1:10-12). Pablo les enseña que los miembros de la iglesia son discípulos de Cristo y no de ningún hombre en particular. En el verso 13 él les pregunta, “¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” La respuesta es clara. Pablo no fue crucificado por nosotros, fue Jesucristo el que fue crucificado. Como Pablo no fue el que murió en la cruz para pagar por el precio de nuestros pecados, entonces no debemos ser bautizados en el nombre de Pablo. Debemos ser bautizados en el nombre de aquel que pagó por nosotros el precio de nuestros pecados, es decir en el nombre de Jesucristo, no en el nombre de Pablo. Por eso Pablo dice en el versículo 15: “Para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre”. No es en el nombre de Pablo ni de ningún otro siervo cristiano: es en el nombre de Jesús que debemos ser bautizados para tener parte con el Señor Jesucristo. Pablo afirma que él ha bautizado a algunas personas, no a muchas (vea 1. Corintios 14-16). Si el bautismo no tuviera ningún valor, ¿por qué Pablo bautizó a algunas personas? Nosotros no debemos perder de vista que Pablo era apóstol, y como apóstol su misión principal era predicar no bautizar. El apóstol Pablo, por ninguna parte de esa porción bíblica dice que el bautismo no es importante para la salvación, y eso hay que tenerlo muy claro. Sin embargo, tras la predicación de Pablo muchas personas eran bautizadas. En realidad no era necesario que Pablo mismo bautizara a las personas, pues alguno de los hermanos acompañantes de Pablo podía hacerlo. Precisamente en el libro de Hechos capítulo 18 se habla acerca de la obra realizada por Pablo en Corinto (es decir en la misma iglesia de la cual venimos hablando). El verso 8 dice lo siguiente: “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.” (Hechos 18:8). Muchos fueron bautizados por la predicación de Pablo, aún cuando Pablo afirma que él mismo no bautizó sino a algunos pocos. Esto nos lleva a concluir que eran otros hermanos y no Pablo los que los bautizaron, pues la misión principal de Pablo como apóstol era predicar, no bautizar. El hecho de que estas personas fueran bautizadas, demuestra la importancia del bautismo en el nombre de Jesús dentro del plan de salvación. 2. Que al ser un hombre quien bautiza a otro, el bautismo no tiene valor dentro del plan de salvación Algunas personas afirman que por el simple hecho de que el elemento humano hace parte del bautismo, entonces el bautismo no tiene importancia. Pero, solamente porque un hombre bautiza a otro no significa que el hombre salva al hombre. El hombre no perdona el pecado; Dios simplemente lo usa como un instrumento para transmitir el evangelio. Por el mismo principio Dios usa la predicación del hombre para traer la salvación (1 Corintios 1:18, 21), y nadie oirá el mensaje de la salvación sin un predicador (Romanos 10:13- 17). Cuando Dios detuvo a Pablo en el camino a Damasco, Dios no le reveló el plan de salvación, sino que lo envió a un predicador llamado Ananías (Hechos 9). El ángel de Dios no le predicó a Cornelio sino que lo envió a Pedro para el mensaje de la salvación (Hechos 10). Dios usa a los humanos para llevar el mensaje de la salvación a otros, y el bautismo en agua es simplemente otro ejemplo de este hecho. “Si podemos ignorar el mandamiento de ser bautizados porque es una “obra,” entonces podemos ignorar también el mandamiento de arrepentirnos. Esto llevaría a la idea absurda que uno puede ser salvo sin el arrepentimiento.” [155] Algunas de las palabras finales que dijo el Señor Jesús a sus discípulos fueron: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:23). Los apóstoles cumplieron estas palabras cuando bautizaron en el nombre de Jesús a todos los que creyeron a su predicación, pues de esa forma recibieron el perdón de los pecados, pero también los que no creyeron continuaron con sus pecados retenidos. No obstante Dios es el único que tiene la potestad de perdonar los pecados (Mateo 2:7, Lucas 5:21). 3. Que al momento del bautismo no se necesita mencionar ningún nombre. Esta argumentación es bastante simple y sin fundamento Escritural. Estas personas han olvidado lo que dijo el apóstol Juan. “Os escribo a vosotros hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1. Juan 2:12). 4. Que el bautismo en el nombre de Jesús no es ninguna fórmula bautismal, pues al comparar los relatos bíblicos de los bautismos, se usan diversas frases descriptivas como por ejemplo: “en el nombre de Jesús”, “en el nombre de Jesucristo”, “en el nombre del Señor Jesús” y “en el nombre del Señor” Este es otro argumento bastante simple, pues todas esas frases son equivalentes, ya que todas ellas hacen referencia a un solo y al mismo nombre, es decir el nombre de Jesús. Jesús es un nombre, Señor y Cristo son títulos que distinguen al Señor Jesús. Cualquier ser humano puede llamarse Jesús, pero Señor y Cristo son títulos que solo pueden ser aplicados al Señor Jesucristo. La Biblia enseña que en el bautismo es indispensable que se mencione el nombre de Jesús, por eso las frases “en el nombre de Jesús”, “en el nombre de Jesucristo”, “en el nombre del Señor Jesús”, etc., son equivalentes. 5. Que es igualmente válido que el ministro que realice el bautismo invoque verbalmente “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” o “en el nombre de Jesús”. La Palabra del Señor enseña que sólo hay un bautismo cristiano, no dos, o tres, o más. “Un Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5). Bíblicamente hablando, no hay dos formas de bautizar, debido a que sólo hay un bautismo para el pueblo de Dios. El bautismo es en el nombre del Señor Jesús, porque: “… en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12). 6. Que en el libro de los Hechos no se menciona realmente la invocación literal que fue utilizada en el bautismo, sino que aunque diga que fueron bautizados en el nombre de Jesús, lo que realmente tenemos que suponer, es que los bautismos se realizaron invocando literalmente la expresión “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Este es un argumento muy sutil, pero que igualmente desconoce el poder que hay en el nombre de Jesús. Las personas que argumentan esto, afirman que cuando los apóstoles bautizaron a la gente, en realidad invocaban textualmente las palabras “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” pero que sin embargo en el libro de los Hechos sólo quedó registrado “en el nombre de Jesús”. Quien esto afirma, goza de una amplia imaginación y desconoce que el libro de los Hechos es precisamente eso, un relato de los acontecimientos tal y como fueron. Veamos el significado de la palabra “Hecho”. “Hecho, m. Acción u obra. Cosa que sucede” [156] Cuando el libro de los Hechos afirma que esos hombres fueron bautizados en el nombre de Jesús, es porque así fue. Cualquier otra declaración no Escritural tiende hacia la imaginación. 7. Que el bautismo en “el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” fue ordenado por el mismo Señor Jesucristo, mientras que el bautismo en el nombre de Jesús fue ordenado por Pedro, por lo cual tiene más valor el primero que el segundo, por haber sido ordenado por el propio Señor. Este raciocinio es simplemente un desconocimiento de que la Palabra enseña que solo hay un bautismo para el pueblo de Dios. “Un Señor, una fe, un bautismo” (Efesios 4:5). Cuando Pedro habló acerca del bautismo en el nombre de Jesucristo, el actuó bajo la influencia del Espíritu Santo. No se nos puede olvidar que cuando Pedro dijo esas palabras, la Iglesia de Jesucristo había acabado de ser bautizada con el poder del Espíritu Santo. Si Pedro hubiera desautorizado al Señor Jesucristo y hubiera enseñado otra doctrina, seguramente que no lo hubiera hecho bajo la influencia del Espíritu Santo sino de un espíritu de error. Además en aquel lugar se encontraba junto con Pedro, el evangelista Mateo. Si Mateo o cualquiera de los otros que estuvieron con Jesús cuando él les confió la gran comisión, hubieran escuchado a Pedro hablar cosas contrarias a las enseñanzas impartidas por el maestro, lo hubieran reprendido inmediatamente y lo hubieran acusado de enseñar falsas doctrinas. Eso no ocurrió. Mateo no contradice a Pedro, pues los dos enseñan el bautismo en el nombre. ¿En cuál nombre? Padre no es un nombre, Hijo no es un nombre, Espíritu Santo no es un nombre, pero Jesús si es un nombre. Jesús es el nombre en el cual debemos ser bautizados. 8. Que solo fueron personas judías las que se bautizaron en el nombre de Jesús, pues eso ocurrió para que ellos creyeran que Jesús es el Mesías. No solo los judíos, sino todos los que quieran pertenecer a la iglesia de Jesucristo deben ser bautizados en su santo nombre. Además la Biblia muestra que judíos (Hechos 4:21), samaritanos (Hechos 8:12) y gentiles (Hechos 10:48, 19:5), todos fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 9. Que la frase “en el nombre de Jesús” significa “bajo la autoridad de Jesús”, es decir que la expresión “en el nombre de Jesús”, no indica que el nombre de Jesús fue invocado verbalmente al momento del bautismo, sino que indica que se hizo bajo la autoridad de Jesús. Es cierto que los bautismos se realizaron bajo la autoridad de Jesús, pero eso no quiere decir que el nombre del Señor no fue invocado. Decir eso es como querer tapar el sol con las manos. Si queremos que se manifieste el poder y la autoridad de Jesús ¿qué debemos hacer? Pues invocar su nombre. Entonces, si los apóstoles realizaron los bautismos bajo la autoridad de Jesús ¿qué debían hacer? Debían invocar su nombre en el preciso momento de los bautismos. Cuando nosotros invocamos el nombre de Jesús, estamos invocando también su poder y su autoridad. Por ejemplo, cuando Pedro y Juan participaron en la curación del cojo que se sentaba en el templo de la Hermosa, Pedro dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:5). ¡Pedro tuvo que invocar el nombre de Jesucristo para actuar bajo la autoridad de ese nombre! Por eso es que luego vemos que Pedro explicó que el hombre fue curado por el nombre de Jesús. “sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos 4:10). Pedro invocó el nombre de Jesús para actuar bajo la autoridad del nombre. De la misma manera, la iglesia primitiva invocó el nombre de Jesús en el preciso momento de los bautismos para actuar bajo la autoridad del nombre. 10. Que el versículo de Mateo 28:19 enseña la doctrina de la trinidad. La gran mayoría de las objeciones al bautismo bíblico en el nombre de Jesús, están encaminadas a buscar desesperadamente un respaldo escritural para la doctrina antibíblica de la trinidad. Sin embargo Mateo 28:19 habla de un solo nombre y por lo tanto de la identificación de un solo ser. El Ser al que se refiere es Dios y su nombre es Jesús. El significado singular de Mateo 28:19 está relacionado directamente con el bautismo en el nombre de Jesús. La evidencia de la Escritura acerca de la necesidad del bautismo en el nombre de Jesús es abrumadora. Desafortunadamente son muchas las personas que desean ignorar esto de manera voluntaria para su propia perdición (1. Pedro 3:5). La trinidad es una doctrina ajena a las Sagradas Escrituras. La Biblia siempre enfatiza que Dios es uno no triuno. Además, Jesús es el Padre (Isaías 9:6), el Hijo (Mateo 1:21), y el Espíritu Santo (2. Corintios 3:17-18). Toda la plenitud de Dios reside en el cuerpo humano de Cristo (Colosenses 2:9). 11. Que las tres personas de la supuesta trinidad, son tres tocayos llamados cada uno Jesús. Por eso se habla del nombre singular, pero en la práctica se debe mencionar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Algunos trinitarios con tal de negar el bautismo en el nombre, han llegado al colmo de argumentar que el verso de Mateo 28:19 habla acerca de tres personas divinas, pero que estas tres personas tienen el mismo nombre, porque son tres tocayos llamados cada uno Jesús. Dicen ellos que aunque se habla de un solo nombre, la referencia es a tres personas distintas, y por eso al momento del bautismo se debe invocar la expresión literal, “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Con este argumento, de alguna manera pretenden confundir la explicación de que Padre, Hijo y Espíritu Santo son títulos de Dios y que uno solo es su nombre. Ellos explican que esto es similar al caso de que en un mismo hogar haya tres hijos que tengan un mismo nombre común. Por ejemplo que todos se llamen Juan. Así por ejemplo uno se puede llamar “Juan Esteban”, otro se puede llamar “Juan Carlos” y el tercero se puede llamar “Juan Pablo”, siendo tres personas distintas pero con un mismo nombre común. Entonces por analogía, tendríamos que la primera persona se llamaría “Jesús Padre”, la segunda persona “Jesús Hijo” y la tercera “Jesús Espíritu”. No obstante, en ningún lugar de ese texto, o de la Biblia entera, se dice que existan tres personas de Dios para que uno concluya eso. Tampoco en la Biblia se dice por algún lado que hayan tres personas distintas y un solo Dios verdadero, tampoco se dice que el Padre sea una persona para que uno se atreva a llamar así a nuestro Dios y Padre. Tampoco, por alguna parte de ese texto ni de la Biblia entera, se llama al Espíritu Santo “persona”. Eso es imaginación y partir de ideas preconcebidas para reinterpretar las Sagradas Escrituras. La Biblia habla que Dios es uno no triuno. La Biblia nunca enseña que Jesús sea el nombre común de tres personas divinas, sino que Jesús significa YHWH SALVADOR y es el nombre de Dios revelado con el propósito de redimir a la humanidad. 12. Que lo más conveniente es pronunciar las dos formulas de manera simultánea al momento del bautismo. Así no hay posibilidad de errar. Para un mejor entendimiento de este argumento, presentaremos las palabras textuales tal y como son presentadas en una página web trinitaria. Veamos: “Consciente de que aunque para mí esté claro que una persona debe ser bautizada en nombre del “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, lo que hacemos en mi iglesia es lo siguiente: Una vez la persona entra en el baptisterio, el siguiente intercambio ocurre: Pastor: “¿Quién es tu Señor y Salvador?” Creyente: “Jesús de Nazaret” Pastor: “Por la confesión de tu boca ahora te bautizo en “el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – en el nombre de Jesús” Así bautizamos al creyente tanto en el nombre de la Trinidad como en el nombre de Jesús. ¿Qué podría salir mal en ese caso? “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados” Mateo 28:19 y Hechos 2:38 respectivamente” [157] Esta forma de proceder refleja un desconocimiento completo de la doctrina del bautismo tal y como es presentada por las Sagradas Escrituras. No hay dos bautismos, solo hay un verdadero bautismo. El nombre al que se refiere Mateo 28:19 es Jesús, por lo cual el bautismo bíblico es en el nombre de Jesús. Hablar del “nombre de la trinidad” es algo completamente antibíblico. Según algunas personas, el nombre de la trinidad es “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, pero nosotros hemos demostrado hasta la saciedad que “Padre, Hijo y Espíritu Santo” no es un nombre. Decir que “Padre, Hijo y Espíritu Santo” es un nombre es un gravísimo error, ya que así no más, por encima, podemos decir que el nombre del Hijo es Jesús (Mateo 1:21). Si reconocemos que el nombre del Hijo es Jesús, pero seguimos empeñados en afirmar que “Padre, Hijo y Espíritu Santo” es un nombre, estaríamos en tremendas contradicciones pues allí ya no habría un solo nombre, habría por lo menos dos nombres. Así, si queremos ser salvos, es importante e imprescindible, que nos arrepintamos y nos bauticemos en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados. Ahora, pues ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16).