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Fotosíntesis Historia

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Desde la Antigua Grecia hasta el siglo XIX Editar

Ya en la Antigua Grecia, el filósofo Aristóteles propuso una hipótesis que sugería que la luz solar
estaba directamente relacionada con el desarrollo del color verde de las hojas de las plantas, pero
esta idea no trascendió en su época, quedando relegada a un segundo plano. A su vez, la idea de
que las hojas de las plantas asimilaban el aire fue propuesta por Empédocles,[13] y descartada por
Aristóteles y su discípulo Teofrasto, quien sostenía que todo el «alimento» de las plantas provenía
de la tierra.[14] De hecho, esas ideas no volvieron a ser recuperadas hasta el siglo XVII, cuando el
considerado padre de la fisiología vegetal, Stephen Hales, hizo mención a las citadas hipótesis, y
afirmó que el aire que penetraba por las hojas en las plantas era empleado por ellas como fuente de
alimento.[15]

Personajes cuyos estudios fueron clave para el conocimiento de la fotosíntesis (desde arriba y
hacia la derecha): Aristóteles, Stephen Hales, Joseph Priestley, Justus von Liebig y Julius Sachs.
Durante el siglo XVIII comenzaron a surgir trabajos que relacionaban los incipientes
conocimientos de la química con los de la biología. En la década de 1770, el clérigo inglés Joseph
Priestley (a quien se le atribuye el descubrimiento del O2) estableció la producción de oxígeno por
los vegetales reconociendo que el proceso era, de forma aparente, el inverso de la respiración
animal, que consumía tal elemento químico. Fue Priestley quien acuñó la expresión de aire
deflogisticado para referirse a aquel que contiene oxígeno y que proviene de los procesos
vegetales, así como también fue él quien descubrió la emisión de dióxido de carbono por parte de
las plantas durante los periodos de penumbra, aunque en ningún momento logró interpretar estos
resultados.[16]

En 1778, el médico neerlandés Jan Ingenhousz dirigió numerosos experimentos dedicados al


estudio de la producción de oxígeno por las plantas (muchas veces ayudándose de un eudiómetro),
mientras se encontraba de vacaciones en Inglaterra, para publicar al año siguiente todos aquellos
hallazgos que había realizado durante el transcurso de su investigación en el libro titulado
Experiments upon Vegetables. Algunos de sus mayores logros fueron el descubrimiento de que las
plantas, al igual que sucedía con los animales, viciaban el aire tanto en la luz como en la
oscuridad; que cuando los vegetales eran iluminados con luz solar, la liberación de aire cargado
con oxígeno excedía al que se consumía y la demostración que manifestaba que para que se
produjese el desprendimiento fotosintético de oxígeno se requería de luz solar. También concluyó
que la fotosíntesis no podía ser llevada a cabo en cualquier parte de la planta, como en las raíces o
en las flores, sino que únicamente se realizaba en las partes verdes de esta. Como médico que era,
Jan Ingenhousz aplicó sus nuevos conocimientos al campo de la medicina y del bienestar humano,
por lo que también recomendó sacar a las plantas de las casas durante la noche para prevenir
posibles intoxicaciones.[15][17]

En la misma línea de los autores anteriores, Jean Senebier, ginebrino, realiza nuevos experimentos
que establecen la necesidad de la luz para que se produzca la asimilación de dióxido de carbono y
el desprendimiento de oxígeno. También establece, que aún en condiciones de iluminación, si no
se suministra CO2, no se registra desprendimiento de oxígeno. J. Senebier sin embargo opinaba,
en contra de las teorías desarrolladas y confirmadas más adelante, que la fuente de dióxido de
carbono para la planta provenía del agua y no del aire.

Otro autor suizo, Nicolas-Théodore de Saussure, demostraría experimentalmente que el aumento


de biomasa depende de la fijación de dióxido de carbono (que puede ser tomado del aire por las
hojas) y del agua. También realiza estudios sobre la respiración en plantas y concluye que, junto
con la emisión de dióxido de carbono, hay una pérdida de agua y una generación de calor.
Finalmente, de Saussure describe la necesidad de la nutrición mineral de las plantas.

El químico alemán Justus von Liebig, es uno de los grandes promotores tanto del conocimiento
actual sobre química orgánica, como sobre fisiología vegetal, imponiendo el punto de vista de los
organismos como entidades compuestas por productos químicos y la importancia de las reacciones
químicas en los procesos vitales. Confirma las teorías expuestas previamente por de Saussure,
matizando que si bien la fuente de carbono procede del CO2 atmosférico, el resto de los nutrientes
proviene del suelo.

La denominación como clorofila de los pigmentos fotosintéticos fue acuñada por Pelletier y
Caventou a comienzos del siglo XIX. Dutrochet, describe la entrada de CO2 en la planta a través
de los estomas y determina que solo las células que contienen clorofila son productoras de
oxígeno. Hugo von Mohl, más tarde, asociaría la presencia de almidón con la de clorofila y
describiría la estructura de los estomas. Sachs, a su vez, relacionó la presencia de clorofila con
cuerpos subcelulares que se pueden alargar y dividir, así como que la formación de almidón está
asociada con la iluminación y que esta sustancia desaparece en oscuridad o cuando los estomas
son ocluidos. A Sachs se debe la formulación de la ecuación básica de la fotosíntesis:

6 CO2 + 6 H2O → C6H12O6 + 6 O2


Andreas Franz Wilhelm Schimper daría el nombre de cloroplastos a los cuerpos coloreados de
Sachs y describiría los aspectos básicos de su estructura, tal como se podía detectar con
microscopía óptica. En el último tercio del siglo XIX se sucederían los esfuerzos por establecer las
propiedades físico-químicas de las clorofilas y se comienzan a estudiar los aspectos
ecofisiológicos de la fotosíntesis.

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