Pit y La Televisión Mágica
Pit y La Televisión Mágica
Pit y La Televisión Mágica
Pedro, Pit para los amigos, es un niño al que le encanta Peter Pan, de ahí su apodo y jugar en el
desván de su casa.
Allí tiene todos sus juguetes favoritos, los de sus hermanos e incluso alguno de sus padres.
Como en cualquier desván, allí se podía encontrar junto a sus juguetes, varios objetos antiguos que
ya no usaban en casa ya fueran por viejos o por feos, como el jarrón que tenían sus padres como
regalo de boda, más feo imposible.
También había un viejo tiovivo de su hermana al que sólo le quedaba un caballo, pero que aún
guardaban por esa música que tanto les gustaba y que acompañaba sus juegos.
Una de las tardes en las que subieron a jugar oyeron un ruido muy extraño, pero al que no le dieron
importancia ya que creían que era cosa de Nacho, su hermano mayor, al que tanto le gustaba gastar
bromas.
Así pasaron tres o cuatro días hasta que Nacho, cansado ya de que siempre le culpasen de los
extraños ruidos del desván, subió junto a ellos para demostrarles que allí sucedía algo y que él no
tenía nada que ver.
Entre nerviosos y asustados siguieron a ese dichoso ruido para saber de dónde salía, llevándolos al
rincón más oscuro y alejado del desván.
-Si no es Nacho, ¿quién o qué puede provocar ese ruido? – `preguntó Pit un poco nervioso.
-Pero aquí no hay más que una televisión vieja y parece que lleva muchos años sin funcionar. -
añadió Pit cada vez más asustado.
De repente y sin que ninguno de los hermanos tocase nada, la vieja tele comenzó a funcionar y Pit y
sus hermanos salieron corriendo muertos de miedo.
Al rato, cuando ya se les había pasado el susto, decidieron volver a subir para averiguar por qué
había sucedido eso.
La televisión seguía funcionando y aunque todavía estaban asustados, reunieron el valor suficiente
para acercarse a ella y preguntar por qué parecía tan triste, aun creyendo que era una locura pensar
que aquella televisión tan destartalada les pudiese contestar.
– ¿Por qué haces esos ruidos tan raros?, ¿es que nos quieres asusta?
– Nooo, solo quiero que alguien me haga caso – respondió de pronto la vieja tele.
Los demás se quedaron sorprendidos al ver que la televisión les hablaba y más que miedo,
comenzaron a sentir pena por aquella tele abandonada.
-Si aún funcionas, ¿por qué te dejaron aquí? – preguntó Lucía, las más pequeña de todos.
– Porque tus padres querían una tele más moderna y que tuviese más canales…
- ¿Más moderna que tú? – Preguntó Pit extrañado – No he visto ninguna televisión que hable
con sus dueños como lo haces tú.
– Ya… ese es el problema – suspiró la tele con tristeza – Por un defecto de fábrica me pusieron el
chip de un robot en lugar del mío y eso es lo que hace que hable y asuste a mis dueños.
– Pero… ¿nuestros padres te han oído hablar? - preguntó Nacho.
-No, no me han oído nunca. Tan solo se cansaron de mí. Pero aquí, tan apartada, me siento muy sola
y veros jugar aquí todas las tardes me da mucha envidia.
-Pues, ¿sabes que vamos a hacer? Vamos a venir a merendar contigo todas las tardes – le dijo Pit
entusiasmado con su idea.
-Podemos subir después de hacer los deberes a merendar y acompañarte un rato. A nosotros nos da
igual jugar en una parte o en otra del desván y así tú no te sentirás tan sola. - añadió Lucía
emocionada.
A Nacho, el más sensato de los tres, todo aquello le pareció una locura. Pero… ¿cómo le iba a
explicar a sus padres que su antigua televisión les había dicho que se sentía sola? Pensarían que ha
perdido la cabeza y en el fondo, la idea de tener un secreto y una tele tan especial le gustaba y
mucho.
Así fue que decidió acompañar a sus hermanos y tal como acordaron, fueron todas las tardes a
merendar junto a su tele parlanchina, mientras que esta les ponía todos los dibujos y series infantiles
de todas las épocas que ella había vivido y ya nunca más se volvió a sentir sola.
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