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Arfuch, Leonor.

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Capítulo 11.

D~ biógrafos y biografías:
la pasión del genero

Pues a este modo, habiendo yo de escribir estas vidas


comparadas, en las que se tocan tiempos a que la atinada
crítica y la historia no alcanzan, acerca de ellos me estará
muy bien prevenir igualmente: de aquí arriba no hay más
que sucesos prodigiosos y trágicos, materia propia de poetas
y mitólogos, en la que no se encuentra certeza ni seguridad.
Plutarco, Vidas paralelas, T. l.

... we do not reflect that it is perhaps as difficult to write


a good lije as to live one.
Lytton Strachey, Eminent Victorians

El registro fugaz de la existencia, ese transcurrir cotidiano sujeto a


los avatares del tiempo y del acontece~, esa sensación de que todo
se fue demasiado rápido -o no nos detuvimos a pensarlo- anima
lo que podríamos llamar la tentación biográfica, el deseo de dejar
huella, más allá de las obras o del recuerdo de quienes nos rodean,
en una narrativa que perdure y que nos sobreviva. Este es quizá el
anhelo de la autobiografía, que el diario íntimo comparte en cierto
modo aunque sea esquivo a los ojos extraños, y que alienta asimis-
mo en la correspondencia, ese vaivén de cartas -amorosas, litera-
rias, científicas- cuya emergencia póstuma conlleva a menudo !ª
promesa de una revelación. Si estos géneros clásicos del espacio
. , d. . s de la es-
b1ografico intentan dar cuenta, con sus rasgos ispare , , ,
. , ·ó · a a la biograf1a? ¿Que
qu1va presencia de un yo ¿que tentac1 n an1m .,
tro1 •Es la atracc1on
es lo que lleva a andar sobre los pasos d e un ° · .,
• ·, bra la fasc1nac1on por un
de una vida, la adm1rac1on por una o ,
31
PersonaJ'e? Las respuestas varían según los biógrafos -y Por .
to, según los biografiados- pero hay tOd, aVIa ' Otras preguntas,cier.
de alguna manera nos conciernen: ¿que nos lleva a atisbar e que
lectores esas vidas ajenas, confundidas tal vez con sus obr~s :1110
• ,le deveni·r1• t.Qué es lo que sostiene la pasión del gén· eroenal
su s1mp
cabo de los siglos y hasta hoy?

Antepasados
La biografía es sin duda la más antigua_ de las narrativas donde la
vida de alguien es protagonista. Fran~o1s Dosse (2007), en El arte
de la biografía -ya una manera de definirla- evoca su lejano naci-
miento, a la par de la historia, en el siglo V, entre los antiguos grie-
gos, donde el bios remitía a una manera de vivir, entre moralizante
y filosófica, que impregnó largo tiempo la historia del género. No
era entonces la persona lo que estaba en juego sino ese modo de
vivir ejemplar que creaba modelos rectores. Llega después Plutarco
y sus Vidas paralelas (Siglo I DC), que pone en tensión, de a pares
-un griego y un romano- vicios y virtudes de personajes ilustres,
en un trayecto quizás iniciático: del carácter a la vida, de la vida
al destino. Destino que resonaría de modo peculiar en su concep-
ción helenística, en tanto sacerdote del oráculo de Delfos llamado
a interpretar los augurios de las pitonisas. Vicio y virtud -donde
triunfa esta última- y también pugna entre libertad y destino -o
Fortuna- donde un leve rasgo del carácter o el detalle mínimo de
una historia pueden pesar más que batallas o investiduras. Arte
del retrato, a semejanza de la pintura, que también deja huella en
el f~~uro del género, junto a un registro pedagógico que acepta la
ficc1on o al menos el rumiar de los poetas. i

1
Entre sus "paralelis ,, d , .
Ios gran des oradores mos estacan Teseo y Romulo, reyes de Atenas y Roma,
Demó t e· · d
Magno y Julio . César· 1· s enes
N Y 1cerón ·
' los conquistadores ' AleJan dro
Roma Al , icurgo Y uma Pompilio, legisladores de Esparta Y e
· correr de 1os añ D · d
.
Monta1gne, Racme
. Rousseos, cuenta 1 .osse, la obra fue lectura predilecta
, e
inspiración, en sus 'b ataII as.au Ye propio Napoleón solía llevarlo, quiza como
. . 1 después en la vieja Inglaterra, John Aubrey, re-
, ese rasgo' esencial que para P1utarco po d'1a defi nir
Varios Slg· os ·
ando qu1za .
tonl d destino escribía sus Vidas breves, que salen a la luz
aviayun , . . ,
un ue incluyen su propia autobiograf1a en una fluctuan-
en 168 O, Y qersona donde unas pocas paginas , . , e
y a veces un parra10
te tercera P , , .
stan para retratar a contemporaneos y vecinos fuera de todo
le. ba to moralizante y sin · re1acion
· ' a1guna con · 1a comuni'dad .2 p·i-
inten d' . .
Iósofos, maestros, bribones y esta istas, vanas muJeres, un actor
de Shakespeare y Shakespeare mismo -junto a Bacon, Descartes,
Tomás Moro, Milton, Hobbes y otros- desfilan entre las páginas
con su singularidad, sin atribución de jerarquías, "desde una per-
cepción de la vida a la luz fatalista de la astrología" -según el pró-
logo de la edición que consultamos- (Aubrey, 2010: 11), unida a
un certero conocimiento de la astronomía. Él mismo nos lo dice
al comienzo de su auto/biografía: "Su vida es más notable en el
aspecto astrológico que por cualquier progreso en el campo del
conocimiento, habiendo luchado desde su nacimiento (hasta hace
poco) bajo el influjo de planetas malignos, por cuarenta años: es-
capadas de muchos peligros en viajes por tierra y por mar" (Ibíd.:
22). Enigmática relación de la vida con los astros y sus designios,
otro rasgo de sintonía con Plutarco.
Vecina de la historia y al mismo tiempo a distancia de ella-qui-
zá con parecidos de familia, según la expresión de Wittgenstein- la
biografía sigue su derrotero clásico retratando la vida de los hom-
bres ilustres hasta encontrar en las Confesiones de Rousseau ( 1766)
el nacimiento, esta vez sí, de una hermana, la autobiografía, donde

2 Transcribimos una de ellas: "Philemon Holland (1552-1637) Era maestro


de la escuela libre de Coventry y esto por muchos años. Formó a muchos Y
grandes estudiosos. Tradujo a Livio con una sola y misma pluma que la dama
(ver al final de su traducción de Suetonio) decoró con plata y conservó entre
sus tesoros. Tenía buena caligrafía pero hacia unas raras letras griegas, como
lo atestigua el manuscrito de las Armonfas de Euclides en la biblioteca que
pertenece a la escuela. Tradujo a varios autores latinos, como Livio, la Historia
Natural de Plinio y Suetonio Tranquillus. Alguien hizo ~n epigrama ~ara él:
Philemon con sus traducciones nos llena tanto/Que no de1ará a Suetonio estar
Tranquillus." (Aubrey, 2010: 147)
33
es el yo -esa inoce . nte marca gramatical de la autoría-
. el qu·e se
.
impone a1b',
iogn:w --"o y ocupa su lugar.
. Un
'd dyo 1que inaugura . el sUJe~
.
to moderno y sus dilemas -la intenon a ,b a angustia de la t ein~
porali'dad , 1a soledad- J·unto al intento esca rosob'de la . .sinceridad.
.
Tiempo de afirmaci'ón literaria de una nueva , bl'su Jetividad, un Yo
que se delinea. en e1u mbral indeciso. entre.pu ico y Privado y en~
cuentra en d.1anos . i'ntimos, memorias y cartas una expresión . fiel·1z.
Cartas escn·tas para ser leídas en los salones o publicadas en los
peno. , di cos, p·ero también para dar a luz la novela
. moderna:
. . Parne
la, 0 la virtud recompensada ( 1740) y Clarissa, la historia de una
joven dama ( 1748) las novelas epistolares d: ,Samue~ Richardson,
ue empiezan a urdir la trama de la educacion sentimental y sus
:ionflictos psicológicos, quizá con el modelo de la biografía. 3
y ·es asimismo en Inglaterra donde James Boswell, un escocés
noble, libertino y afecto a la vida social, publicará, en 1791, la Vida
de Samuel Johnson -un célebre poeta, escritor y crítico literario-
considerada como la mejor biografía en lengua inglesa, que inau-
gura la modernidad del género. Una obra que, lejos de ser concebi-
da en los archivos, fue el resultado de la vida misma, una amistad
mantenida a lo largo de los años, en que Boswell fue llevando un
diario donde anotaba los detalles de cada encuentro, los viajes
compartidos, las anécdotas y recuerdos de otros, sus correspon-
dencias, las conversaciones con notables de la época - Rousseau,
~oltaire, Hume, Adam Smith- las reuniones en los típicos círculos
m~le~tuales londinenses y su impresión sobre personajes y acon-
teclllllentos que cambiarían el rumbo de la historia.4
3
En su H· t · ,·
. ~s orza Y critica de la opinión pública Habermas ( 1990) otorga gran
importancia a ese "racio · · ¡· • ,, ,. . , • tra-
vés de las cartas -no en vano
cmio 1iterano
ll , " 1 que delineaba el espacio intimo a n el
"raciocinio polític0 ,, , 0 amo e siglo epistolar,, - y que, junto co
4 La 0 b , , marcanan los albores de la opinión pública burguesa.
ra mas cercana ra-
mente primó la in . '. en su concepción y su temporalidad, donde segu
clásico que merec:piraci?n de Boswell, nació aquí, en nuestras orillas, Yes ~)
qllien también llev0,Pdor cierto un capítulo aparte. Es el Borues de Bioy <200 . '
~º· urante más d 32 -
donde iba registrando
o· d. · íntt-
, e anos -y 1500 páginas- un 1ano oti·
diana, la amistad los , segun el humor, todos los detalles de la vida e
, encuentros «B . ¡one
- orges hoy come en casa,, - las d1scus 5
34
Al correr del tiempo y eligiendo otro anclaje -en un camino
or innúmeras biografías- nos encontramos con el francés
d
bolla Schwob
O P · · · (1896) , quien, · ' Bor-
y sus Vidas imaginarias segun
Marce1 .
"inventó un método curioso. Los protagonistas son reales; los
fe~hos pueden ser fabulosos y no pocas _veces fantásticos. El sabor
:culiar de esta obra está en ese vaivén,,. 5 Escritor, crítico literario,
iraductor, afín a simbolistas y decadentes, contemporáneo de Ver-
laine y de Rimbaud, su genio poético se despliega en una aventura
fascinante -un nuevo género, que deja su marca aun en biografías
tradicionales- donde personajes reales viven al ritmo de su fanta-
sía, que no es del todo arbitraria: algunos detalles justamente, algu-
nos rasgos precisos, desdibujan el umbral entre ficción y realidad
haciendo más desconcertante la lectura. Y aquí, siguiendo nuestro
hilo de Ariadna, descubrimos en su prólogo una mención de Plu-
tarco -su buen genio de artista, pese a la pretensión de hacer pa-
ralelismos- y una gran admiración por Aubrey. Sobre este último
nos dice: ·
'i\.ubrey tuvo, sin duda, instinto de biógrafo. ( ... ) Nunca experi-
mentó la necesidad de establecer una relación entre los detalles
individuales y las ideas generales. Le bastaba con que otros hu-
biesen señalado para la celebridad a los hombres por los cuales se
interesaba. Casi nunca se sabe si habla de un matemático, de un
hombre de Estado, de un poeta o de un relojero, pero cada uno de
ellos tiene su rasgo único, que lo diferencia para siempre entre to-
dos los hombres". (Schwob, 1980: 8, 9)

Ycríticas sobre obras de clásicos y contemporáneos, "chismes" sobre amigos o


amigas, comentarios íntimos, referencias políticas y estados del alma.
5
Y sigue Borges, también a la manera de una breve biografía: ''En todas par-
tes del mundo hay devotos de Marcel Schwob que constituyen pequeñas so-
ciedades secretas. No buscó la fama; escribió deliberadamente para los happy
few, para los menos. Frecuentó los cenáculos simbolistas; fue amigo de Remy
de Gourmont y de Paul Claudel. Hacia 1935 escribí un libro candoroso qu: se
llamaba Historia universal de la infamia. Una de sus muchas fuentes, no sena-
lada aún por la crítica, fue este libro de Schwob. Las fechas de 1~67 Yde 190_5
abarcan su vida:• (Borges, 1988: 35). Otro de los rasgos ~ompartidos, que qm-
zá Borges conocía, era la preferencia de ambos por los ingleses.

35
Vidas imaginarias no es ento
c. t sía que a 1e
l . nta sus ..,.,bién , . eI b·ó
cr1t1co: 1 gra1o e
no nces

La 1an a . 51·no ta.u~ 1 len
, . rcicio poético . . n el caos de os rasgos hUtna e
solo un eJe erg1rse e b " nos
que ser Veraz sino sumse con el peso de a o. ra, para ello est,an,
1
tampoco d·ebe abrumar• las corresp· ondenc1as y 1os escolios. ue
las crÓn1·cas, las.memorias, ión - nos dice-
· el biógrafo
. entresaca lo· ne..
esta
grosera aglomerac
. .ner una 1•
. .corma que no se parezca a ningun
d , a
cesarlo para compo. . .ada visión de lo que poco espues, en la
Ot ra" (Ibíd. 11 ). Ant1c1p cerá como un rasgo emblemático• }
. . . na apare . , .a
lingüística saussurea , fi ativa del sentido, que mas tarde ll¡ ..
.. fiorma, con gur ., 'd e
lengua como , 1 narracion. La vi a como 1orma, y una
coeur (1984) extendera a ª. ón · otro modo de decir que en verdad
'• . en cada narrac1 . ., b' , e
forma unzca . . .
toda vida es 1mag1nana en
la concepc1on
" ,, del 10gra10, aunque
. ., el
. . y su c1rcuns
PersonaJe . tancia sean reales " . Una,, compos1c1on que
para nuestro autor Sup one atender a la rareza que retrata a una
persona
. mas, alla' de su lugar en la sociedad, y acorde a una con-
cepción democrática de los sujetos de 1~ bio~ra~ía, más cerc~a a la
pintura -el retrato- o al arte que a la h1stor1a: el arte del b1ografo
consistiría en dar el mismo valor a la vida de un pobre actor que a
la vida de Shakespeare" (Ibíd.: I 1).6 Así lo entendía el propio Au-
brey-que los incluye a ambos-, una de las razones que lo tornan
también en un adelantado.
Unos años después, "al otro lado del canal" -tomando el iró-
nico título de Julian Barnes para aludir a la eterna rivalidad entre

• Un fragmento de "Sépf "


J~'
sol africano, en la ciudad ¡na de sus Vidas: "Séptima fue esclava bajo el
~dre de ésta fue esclava ; t r~meto. Y su madre Amoena fue esclava, y la
es les revelaron filtros ,d.e o as ueron bellas y obscuras y los dioses infer-
bnl anca y1 . amor y de '
y la as Piedras de la casa d0 d .muerte. La ciudad de Hadrumeto era
arena de I 1 · n e Vlvía Sé · ul
desde la t· ªPaya estaba sembrad d ·pbma eran de un rosa trém o.
ierra de E . ~l, a e con h' 'b'
s~ete limos de div g¡pto, en el lugar dond .e .itas que arrastra el mar t1 10

19
80: 19).
r~a;r
o1a lllorir la fi .ersos colores. En I - e las siete bocas del Nilo derraman
neas azules :e plata del Med~ cas~ marítima donde vivía Séptima, se
· an ecientes se des :rraneo Y, a sus pies, un abanico de lí-
1
p gaba hasta a1 r!lc- A-1 -· 1 " /r, 1 - ·-~h
• 7 Lutton Strachey, un personaje singular, for-
Franc1a- ,, .. U · ' ·
Inglaterra y d r1'bir biografías, en un est o iron1co,
manera e ese d 1
•ó una nueva 1 b dar personajes, usos y costumbres e a
J . everente a a or b 1
ácido irr . ,, Miembro del famoso círculo de Blooms ury, a
"Era victoriana. t cían entre otros, Virginia Woolf, John May-
también per ene , , d 1 .d
que E M Forster inmerso en la renovacion e as 1 eas
d Keynes y . . , b
nar . . sas y artísticas de la época, abogó en sus o ras por

líticas, re1igio · 1d 11
. . , privilegiando la índole de un personaJe y e eta e re-
la conc1s1on, . , .c.
rsonalidad más que la acumulac1on 1arragosa e
d
velador de su Pe ,
hechos históricos quizá no significativos. Como afirma en el pro-
logo de su Eminent Victorians ( 1918):
"No es por el método directo de una narración escrupulosa que el
explorador del pasado puede representar esa época singular. Si es
sabio, adoptará una estrategia más sutil. Atacará su tema en luga-
res inesperados; caerá sobre el flanco o sobre la retaguardia; lan-
zará un reflector repentino y revelador en los recovecos oscuros,
hasta ahora no buscados,, {1918: viii) (La traducción es mía).
Una concepción en curiosa cercanía con el método benjami-
niano del rodeo, la búsqueda del rasgo sintomático, las "ilumina-
ciones" que rescatan experiencias valorables en tiempo y lugar.
Después de estos "eminentes", cuyo retrato le permite "ilustrar más
que explicar" la época, 8 aborda nada menos que la eminencia mis-
ma, Queen Victoria (1921), una biografía que será su obra maestra,
donde la vena crítica no le impide reconocer el tremendo impulso

7
Julian Barnes, un escritor "posmoderno", en Al otro lado del canal ( 1997),
aborda, en una serie de cuentos con su habitual ironía y humor, la tradicional
oposición Inglaterra-Francia, que se dirime entre la otredad y la fascinación.
La referencia viene a cuento además porque Barnes es también el autor de El
loro de Flaubert ( 1984), una novela chispeante, donde ficción y hechos reales
se articulan, un tanto a la manera de Schwob, y donde lo biográfico sobrevue•
la la trama permitiendo juegos asociativos de toda índole.
8
Los cuatro biografiados son el Cardenal Manning, Florence Nightingale, el
Dr. Arnold y el Gral. Gordon. En ese vaivén admirativo entre ambas orillas al
que nos referimos en la nota anteri.o r también se inscribe Strachey, que en el
prólogo lamenta no tener "un Condorcet o un Fontenelle" como en la "gran
tradición francesa" de la biografía.

37
. grafiada. La tentación biográfica
b10 . . lo lleva asi"".
. ,l11slll.
vital de su , • s y no earentes de atrevimiento, a escri'b•ir el· t, 0

Por caminos intimo ) tra'gica historia de Isabel I la << 1'


(1928 , 1a , rein
zabeth and Essex mado· y más tarde a la extrema , t ª
,, no consu ' 81n es¡
virgen y su amor .. t ...a (!931), donde encontramos a Car} 8
tO5 en minia u,' . . Ye
de sus Retra . h'storiadores ing1eses Junto al «pri"" 1,
G'bb n y otros 1 ...t10 de
Hume, 1 ° . ,,, .
James Boswell, a quien admira, y -co
Madame de SeVIgne' ª nera- a nuestro conocido John Aubre lllo
d , ser de otra ma , . . Y, el
no Pº.···na trólogo, arqueologo, investigador de tod
rsor geómetra, as . " as
precu , . h perto en recetas de cocina, un ser atribulad
las cosas, y asta ex - 1 . . , o
.
y complaciente que, con su extrana a,, quimia,htrasmuto un puñado
. 1•as en vida vibrante. (Stratc ey, 1995: 46) 9
de restos y rel1qu

,
Contemporaneos
Siguiendo la huella, el personaje Strachey despertará a su vez lapa-
sión de otro reconocido biógrafo inglés, Michael Holroyd, nuestro
contemporáneo, quien, en los comienzos de su carrera en los años
'60 habrá de sumergirse -literalmente- en los vestigios de su vida
y su obra. Inspirado quizá en el antecesor clásico, James Boswell,
Holroyd librará sus batallas contra la inicial displicencia familiar
-que luego se transforma en colaboración-, los viejos papeles acu-
mulados en lugares impropios, el polvo que hace insalubres las lar-
gas estancias, los cientos de microfilms en préstamo que amenazan
con ceguera y hasta los basureros presurosos por quemar los "resi-
duos" ante la mudanza del archivo. Después de un tironeo, en que

' dUn fragmento de la "miniatura": "En 1670 el pobre Aubrey había perdi~o
tL~bo.
1 Pdero entonces,.de manera inesperada la felicidad descendió sobre 8.
era o por fin de l 1 h d ' . on·
sabilidades d 1 as . uc as el amor, de las leyes y de las aburridas res~ . a
Providencia ~ :.):ºf1edades, se h~lló ante un dulce "otium". (... ) La
más que dispuest º;?1ª de un circulo de amables amistades que eSt el
campo a cambio dase ªd.af1mentarlo y alojarlo, tanto en la ciudad como ebna el
· •
mvierno en Londres ( 1s rutar de su "muy ingeniosa
• · ' "· Pasaba en
conversac1on
el caballo para hac ·· ·) Ydespués, cuando llegaba la primavera, mon~a de
nuevo orientaba lae;a~na ronda de visitas ( ... ) hasta que llegaba el otono y
eza del caballo hacia Londres". (Ibíd: 42)
'2 o
tar algunas carpetas, nos cuenta: "Entre otras cosas
logra arreba .
s que me encontré había una carta de Sigmund Freud, con
1
co: l:tra gótica y casi ilegible, escrita el día de Navidad de 1928, en
un e expresaba su opinión sobre Isabel y Essex". (Holroyd, 2011:
i~
1ª Las dificultades no lo arredran y el deseo de encontrar "la fi-
3
l ura en el tapiz" lo lleva hacia quienes habían formado parte de su
g
círculo íntimo o conoc1ºdo al personaJe, . as1' como a una obses1va
·
lectura de sus cartas. "Había cuatro cosas que quería lograr: ar-
mar una selección de sus mejores cartas, llevar a cabo una reeva-
luación de su obra, presentar una visión panorámica de la vida en
Bloomsbury y escribir una biografía moderna' (Ibíd.: 133). Todo
ello a la manera de una "conversación grupal" en torno de la figura
de Strachey. Así se encontró con la correspondencia completa que
mantuvo con Virginia Woolf -quien también se ocupó del género
con sus propias reglas de irreverencia, tal como lo expresara en el
ensayo "El arte de la biografía' - 1º le preguntó a Bertrand Russell
si le disgustaba Lytton -a lo cual el filósofo respondió dulcemente
que no-; hizo varios viajes, recorrió sus lugares y sus objetos, en-
trevistó o se escribió con un centenar de personas y le dio a la vida
amorosa de Lytton "la misma importancia que había tenido en su
carrera' (Ibíd.: 137), abordando abiertamente el tema de la homo-
sexualidad, que sólo había orillado la obra. 11 El producto de tales
desvelos, Lytton Strachey: A critical biography (1967-68) publicada
en dos volúmenes, comparte la herencia de la clásica biografía in-
glesa, que según Dosse, registra los menores detalles de la cotidia-
nidad, la subjetividad y el pensamiento, con el destello singular, en
este caso, de una escritura novelesca plena de ironía y de humor.

10 Para Virginia, la biografía es un híbrido entre ficción y realidad, ~onde el


biógrafo está "atado" a una serie de referencias mientras que el novelista sólo
se atiene a su imaginación. Quizá por ello encontró en Orlando, ( 1992),
biografía andrógina cuyo personaje atraviesa los siglos, el modo de escribir,
como un arte, en el género y fuera de él.
11 Esta revelación de algo que se había mantenido en el secreto de unos p~-
cos amigos hizo de la biografía de Holroyd una obra que tambiédn ap~rtó ª·a1ª
1·dad en su inci enc1a soc1
discusión pública sobre el tema de 1a h omosexua 1 ,
y política, entre sus comentaristas y lectores.
39
Es este reencuentro con Holroyd y su libro ,1 Cómo L se escribe unQ
• i2 del ue forma parte el Pro ogo a f tton... que ci-
vida (20l l), . algunas respuestas a las preguntas del co
el que ant1c1pa · . -
t~os, . b 1 "t tación,, biográfica. Entr.µnar los hilos de una
m1enzo so re a en · ul
·
vida buscar zonas secretas , sacar a luz rasgos s1ng ares, poner en
, · .6n. a sus interlocutores, reevaluar
conversac1 . , la obra,
1fl · rescatar per-
omentos que se escurnnan en e UJO de los días
las, escenas Ym . d 'd d ·
Hay una voluntad exp resa de vivir a 1 ntmo e esa v1 a el otro ,
una fuerza que lleva a desafiar los desaires del camino, una espe-
cie de antropofagia atenta a los mínimos detalles, y la evidencia de
que una biografía es a la vez autobiografía, que la figura del biogra-
fiado muestra en reverso, como un espejo, la imagen de ese "otro
yo': Holroyd da cuenta con agudeza de esa metamorfosis, que se
manifiesta asimismo en su relato sobre las biografías que escribió
después -Augustus John, Bernard Shaw-y si el mayor esfuerzo de
su escritura fue, como dijo alguna vez, «escapar de mí mismo': ter-
minó cediendo también a la tentación de la autobiografía.
¿Pero qué sucedía, por esos años '60, del otro lado del canal?
En el escenario francés, el estructuralismo y su «post" tensionaban
el campo intelectual y algunas veces parecían marchar en simultá-
neo. Roland Barthes había decretado «la muerte del autor" en be-
nefic~o de la "lengua que habla'' y el primado del Lector, pero no
para los ~anuales de historia literaria, las biografías de escritores,
las entrev1stas en las revistas y la conciencia misma de los literatos,
deseosos de reunir gracia d' . , . ,,
(Barthes, 1984· 64), (L t s ad su .1ano , intimo, su persona
· y su obra
. ·
me d10 rondaba sin duda 1 . . ª ra uccion es mía).
. En este . espacio
. inter-
ría más all ' d 11. . ª inquietud de definir la marca de auto-
a e mpeno del t t O p
¿Qué es un aut ? . ex - oucault y su célebre pregunta,
or. - Y1a ev1d · d
tanto pertenece al 1 . encia e que todo lo decible es ajeno en
lo concebía Bajtín (;;: ~ªl : es~ tesoro de la humanidad tal como
2 1
· quietud que va.t omando cuerpo en los
12 . .
5Iguiendo su · 10
Sebaid e eJemp , propuse «
y. hristian
tulo de m1· l'b Boltanski b una conversación grupal,, de Holroyd con
1 · · so re la rel · , '
ro Memoria y autob. , acion entre vidas y obras en un capi-
tografia. (Arfuch, 2013). ·
40
aulatino "retorno del sujeto", que se expresa, siguien-
1
e P
'70' conBarthes, en su Sade, Fourier, Loyo la ( 1971), donde acuña el
do, con
b concepto de "biogra1emase ,, -
, pequenos d eta11 es que pue d en
ce1e. retodo de un individuo, en la huella d e vanos. de sus predece-
~or ,
es. Viene luego El placer del texto ( 1973) y mas tarde Barthes por
Barthes (1975) donde 1a tentac1on
sor · ' auto /b 1ogra
· 'fi ca se resue1ve en
una breve evocación de infancia -con sus fotografías entrañables-
y el recurso a la tercera persona - ¿biografía/autobiografía? - como
rechazo de la intimidad y marcación de lo imposible. Sin embargo,
los biografemas - ligados a la desap arición , a lo que ha quedado en
la memoria- dejan entrever el universo de un sujeto y sus afectos
_"me gusta", "no me gusta" - que se define a sí mismo como "un
personaje de novela" y entonces, se deslinda hacia la ficción.
Sobre ese umbral indiscernible surge también otra inquie-
tud, esta vez estructural, tendiente a las definiciones: la de Phili-
ppe Lejeune y su clásico El pacto autobiográfico (1975), referencia
obligada de todos los estudios sobre el tema. El autor se propone
conformar un sistema de géneros afines, cuyo centro sería la au-
tobiografía, pero a medida que avanza en su afán advierte la di-
ficultad de tal empresa: no es posible hablar de rasgos comunes
-porque parecería que las variables son tantas que hacen de cada
ejemplar un caso único-, la definición de un "yo' es dudosa, se
pierde entre sus múltiples máscaras, la temporalidad es evanescen-
te en tanto la memoria lo es, y la sinceridad incomprobable, como
ya lo había advertido John Austin (1982) en su análisis de los per-
formativos. Esta (in)conclusión lo lleva por otros caminos, en un
verdadero turning point, a reencontrar el adagio de Rimbaud, '1e
est un autre" y hacer de él el título de su próximo libro (Lejeune,
1980), donde analizará las múltiples variantes contemporáneas, de
lo escrito al audio/visual, ajeno ya a todo intento clasificatorio:
"Es la forma de la circulación de las vidas tanto como la forma de
la vida misma lo que he querido aprehender -nos d~ce ~n el pró-
logo- para contribuir un tanto a la historia del espacio biográfico,
del cual el desarrollo de la autobiografía moderna es sólo un as-
pecto" (Lejeune, 1980: 9). (La traducción es mía)
41
, enfatizada, la noción de forma y s·1 b·
Reencontramos aqui, . . ,, d ' 1eh
naJe -uno e 1os requis't1 ''
"la identidad entre autor Yperso · os de s
., . de sostenerse ante una concep .6 u
primera indagac1~n- n? pue_ ara Bajtín (1982), el yo deb:1 n no
esencialista de la identidad P , trans.
realizar una exotopia, para poder dar cue
formarse en un otro, ,fi " . nta
, . .. d " . to autobiogra co conserva su interés p
&~b~e~ ffi"
ensar la relación intersubjetiva que se genera. pacto,, -que
P ., d, llamar contrato de lectura- supone un ciert
tamb1en po riamos o
acuerdo entre autor y lector respecto de lo que se esper~ del texto
'd d utenti·cidad fidelidad a los hechos, cercan1a de seres
-verac1 a , a ' . .
ycosas _ cuyo sustento es más bien la , .creencia que
. , un pnncipio de
verificación. Una alineación pragmatica que qu1za no espera tanto
de la sinceridad referencial como de las estrategias de autorrepre-
sentación, de la textura particular de la palabra -puesta en rela-
ción con ese "yo" al que se sabe esquivo-, de la selección que opera
entre presencia y ausencia: lo que muestra, lo que calla, lo que in-
sinúa. Una alineación a la que Paul de Man (1991), crítico de Le-
jeune, definió como mutuamente reflexiva, como una iluminación
momentánea, una sintonía existencial no necesariamente captura-
da en un género, libre de aparecer en cualquier escritura. Pensado
en la perspectiva bajtiniana, es la historicidad del género, su carga
valorativa intrínseca, su dimensión ética, lo que actúa sobre la re-
cepción y el reconocimiento más que una supuesta referencialidad.
Una carga que los géneros biográficos comparten en mayor medi-
da que otros Yque el autor ruso definió como valor biográfico: "el
valor
. biográfico no s0'1o puede organizar · una narrac1on · , sobre 1a
vida del otro sino que tamb'1en , ordena la vivencia de la vida mis- .
ma
fio y ladnarración de 1ª propia . VI'da de uno; este valor puede ser la
rma e comprensión, vision
¡ 3 ) V: .
· · ' Yexpresión de la vida propia" (Ibíd.:
6 . anos aspectos d .á
el que mejor ex lica lamerecen. estacarse en este concepto, qu1z
dad contemporkea. E pre~ominancia de lo biográfico en la socie-
posihilidad de al t n pn~er lugar, su carácter intersubjetivo, la
en ar una s1nt , 1
su destinatario t . t . onia va orativa entre el enunciador Y
, an o respecto d 1 "
como de la «vivenc· d . e a experiencia -la "vida propia -
ia e 1a vida m. ,, , ,.
isma , es decir, la dimension etica
de la vida en general. En segundo lugar, su cualidad deforma -una
vez más-, una puesta en forma -narrativa, expresiva- que es tam-
bién una puesta en sentido, una "forma de comprensión''. Los valo-
res biográficos son entonces comunes, compartidos entre la vida y
el arte, pueden definir los actos prácticos, "son forma y valores de
la estética de la vida". (1982: 136) (Cursiva en el original).
Si Holroyd nos daba algunas pistas para pensar la pasión del
biógrafo, estos conceptos nos ayudan quizá a entender la pasión
de los lectores, la identificación imaginaria que puede suscitar no
sólo la biografía sino también la variedad de géneros y formas con
parecidos de familia que pueblan, con diversa historicidad, el es-
pacio biográfico.

Actualidad de la biografía
No por azar la inquietu~ teórica sobre estos temas se manifiesta
con mayor nitidez en los '70 y los '80. Se daban allí varias coinci-
dencias: el creciente interés sociológico y etnográfico en autobio-
grafías, historias y relatos de vida de la gente común, 13 el auge de la
historia oral, la emergencia de nuevas formas de circulación y na-
rración en los medios, el regreso triunfal de la biografía en la his-
toria después de un cierto ocaso, la "microhistoria'' y su búsqueda
de personajes singulares que dieran luz sobre la vida de la gente
corriente de otras épocas, la eclosión de pequeños relatos que traía
consigo la postmodernidad, la primacía de la entrevista -y su én-
14
fasis en la persona- como género de la presencia, su extensión
a las Conversaciones, un nuevo rubro editorial, la revitalización
de otros géneros canónicos -las memorias, las correspondencias,
los diarios íntimos- junto al surgimiento de nuevas formas de au-
toficción que ponían en jaque la propiedad del "yd'. "Retorno del

interés podría incluir-


13 Entre las diversas manifestaciones de este renova d 0
se también el Yo, Pierre Riviere ... de Foucault ( 1976).
d · d la entrevista como género
t4 En el marco de este "giro,, abor~é e.1estu ~o e fu h 1995/2010).
discursivo, en los medios y en las c1enc1as sociales (Ar e ,

43
que 1nqu1cu1vu '-'.l. t''-'.1..1.->Q.Ullen-
.da expres1on, .,
• I

sujeto" según la conoc~ , n con lo político por la acentuac1on de un


to de lo social en relac~o narcisistas- que auguraba el fin de las
individualismo -con ribetes
utopías transformad~ras. les de los '80 cuando, llevada por algún
Es justamente hacia ~ºbª. afi'a comencé a interesarme en es-
. . d de m1 iogr , .
designio ignora O fi . . un corpus tentativo para abordar esa
, y a con gurar
tos fenomenos . , . d0 nde el yo -y sus alter egos-, las vidas
·, ulttfacet1ca
conste1acto~, m . . d la experiencia adquirían lugar protagó-
1 d.mens1on v1venc1a1 e 1 ,
Yª 1 . d d t mbién en la política. L ego as1 a postular el
nico en la soc1e a Y a .
. . • b'o,crrá¡;co - que tomo de Le1eune,para pensarlo
concepto de espacio i 1:,· ':I" . .,
. cri'ti·ca- no como una simple acumulac1on de
en una perspec t1va . . . ..
,
generosa fines , si·no como un horizonte de 1ntehg1bihdad , para dar
cuenta, en una lectura sintomática, de lo que aparec1a como una
15
verdadera reconfiguración de la subjetividad contemporánea.
Curiosamente, la emergencia de lo social a través de la revalo-
ración de los relatos de vida de la gente común, en los que se juega
la compleja relación entre lo individual y lo colectivo - Fran~ois
Dosse (Ibíd.) habla incluso de "biografías sociales" - convivía con
un énfasis del yo que ponía en escena, con la mediatización, bio-
grafías de un trazo en discordia con sus ilustres antecesoras. Así,
recordando el guiño irónico de Gertrude Stein en su Autobiografía
de ~odo el mundo (1980), podríamos decir que los nuevos tiempos
tr~ian ª~ ruedo, cotidianamente, las biografías de todo el mundo -y
aun estabamos lejos de las redes sociales.
Esta renovada
· ·' b'1ogra'fica suscitó no pocas críticas en e1
pasion
mun do académico Ent 11 " , ul0
d p· · re e as, La ilusión biográfica" un artic
e ierre Bourdieu ( 1986) d . ,
ro para da · · , onde obJeta la pertinencia del géne-
r cuenta del dev · · h. , • • d 1s
sujetos y la p . . . . enir 1stor1co a través de la vida ·e 0
· · ropia idea de «h1st0 · · d' al
que despertó lé . r1a de vida': Una postura ra 1c '
po · micas p al
ta sobre la ilusió d , ero que de todas maneras ponía un er-
n e transpa · -del lenguaje, de la veraci·dad
· renc1a
15 p
. ubliqué los res 1
Dilemas d l u tados de esa l . . áhCO·
e ª subjetividad contemparga , investigación en El esnacio
r
bto~
oranea (Arfuch, 2002).
. ...,ediata del decir de los sujetos, de la espontaneidad de ese de-
1n.1J,..
dr- distancia imprescindi~le par~, abordar el trabajo de campo y
también -a su manera- la inmersion en los archivos.
Si bien me ocupé extensamente del espacio biográfico y su rela-
ción con la política, la literatura, las artes, el testimonio y la memo-
ria, nunca ~e hab~a ~etenido en p~rticular en la biografía, aunque
había reunido, casi sin recordarlo, interesante material al respecto.
El arte de la biografía -una definición que se reitera- en su ambi-
gua relación entre historia y ficción, una relación difícil, como lo
expresara con humor André Maurois: "Exigimos de ella los escrú-
pulos de la ciencia y los encantos del arte, la verdad sensible de la
novela y las sabias mentiras de la historia". (Maurois, [1930] 2006:
170). Volviendo a Barthes en su clásico artículo "El efecto de real,,
(1984), podríamos pensar también que la "ilusión referencial" que
une, en el texto literario, un significante con un supuesto referen-
te como marcador de realidad (el famoso barómetro de Flaubert)
también está presente en la biografía, donde la acumulación do-
cumental sobre la vida de alguien produciría a su vez un "efecto
biográfico". Pero es indudable que esa acumulación no exime de la
construcción de un personaje, y esa construcción no difiere de la
de un personaje literario. La idea del "retrato", que recorre las bio-
grafías clásicas, es elocuente al respecto: por más que se respeten
ciertos rasgos la figura será otra según las artes del pintor, el gesto,
la luz, el énfasis, el tono, el color... Y por más que se pl~~tee como
síntesis de lo verídico apoyada en documentos, es tambien un pro:
' ' Que
dueto de la imaginación y de las coordenadas de una epoca. ¿
d arse siquiera a una to-
d
otra cosa podría ser si no hay mo o e acere
talidad llamada "vida real"? d tanto a b.iografi'a como la
. 1
Aunque prometan restaurar 1ª vi a, te La prime-
. . f1da con 1a muer .
autobiografía juegan también su par to de desaparecer.
ra, al ocuparse de una vida ya pasada ª pundisputar el espacio
O

·11· 1 resente para


La segunda, al dejar bue a en e P
futuro. ' a la autobiografía como una
Mic.hel de Certeau (1 975) se refiledriaMan iniciaba su argumento
" , · ,, y Pau e
necrológica por si mismo
45
b . afia, como desfiguración" ( 1991) con los E:pitQ,
sobre "La auto 10gr luir- "La muerte es el nombre que
d rth para conc . ., d 1 . e
fios de Wor swo · ,_ .. , . y la restaurac1on e a VJ.da lllort1
ro hngu1stico, . d 1 b a
damos da un apu . af' (la prosopopeya e nom re y de 1
. d la autob1ogr ia d'd a
por me d 10 e la misma me i a en que resta11r 1
a"
Y desfigura en d
voz) esposee
b 'd 118) ., d reflexionó en torno el tema, tant
Tamb1en Ho1roy "d d h o
(I 1 : ·'t· lo "Nuestros am igos los muertos , on e ace un re -
en su.do porusus antecesores -John Aubrey, el primer
capi . . eslabón
d obli-
corn
ado "un anticua . do y a 1a vez un precursor,
. un v1aJero . .fiel tiemp ,,
g(2011: • 27)- como en 1a extrema síntesis de lo d que JUStIh' ca para . 0él
la b1ogra11a:
. c., esa . rem. ota necesidad humana e contar 1 ,, (1stonas
b, en
d 1 fu
tomo e ego "para mantener a la muerte. en su ugar . I Id.: .52).
Un contar historias donde un personaJe -apreciado o 1es1sti-
do como también suele suceder- ocupa el lugar protagóuico en
el ~ontexto de una época, que a su vez cobra vida, más allá de do-
cumentos, acontecimientos y archivos, a través de la vida de ese
personaje. Ahí es donde la relación con la historia se hace nítida y
hasta necesaria: la biografía aporta a la historia un acercamiento a
la dimensión vivencia! de la experiencia del pasado, anclada en la
sinii;ularidad de un cuerpo, una presencia, y -a diferencia de la no-
vela- un "nombre propid:

Por cierto, no solamente la biografía puede cumplir ese papel.


Para Benjamín, por citar un ejemplo, la vida está presente en la
obra Yen esa vida, una época. Pero también la autobiografía o sus
derivados _se transf~rman en obra, como lo atestiguan su inolvida-
lnfanc,~
oblelos Escritosenaut
Ber/m
b · hacia
,+;
1900
(
(1990), el Diario de Moscú (1990)
1
0
narración
• de la prop· zogra_¡,cos
1 . 1996).
. Hay entonces un plus en .ª
zá la completa, aportand ª experiencia,
0
que .se integra a la obra
. y .qw-
.
de·
. in terpretac1on.
. , Porqu 1 nuevasb·tonalidades
, a futuros e1erc1cios
expresione _ e ª auto iografia -en cualquiera de sus
s es a su vez pros
ro, intenta señ 1.
t' . . . 1c. tu-
. · Pee iva, se anticipa y disputa e 1u
biógrafos. a izar - aun sin garantías- el camino de los posibles
¿Qué lugar ocupa la b º . d
en que las '<bio f' iografia en el escenario de la actualida •
gra ias de todo 1 ,. • · en
e mundo se desgranan a d1ano
46
nscurso, en la televisión y en las pantallas de las redes socia-
su tra•No ha perdido valor e1genero,
' a parf1r de sus mu' ltlp
· 1es com-
les.1 t
etidoras? Parecería que no, en tanto 1a pas10n . , sigue
. .
mtacta -se
p blican biografías de todo tipo-y los formatos cambian al ritmo
~; los tiempos, dejando atrás los modelos clásicos. Ya no se espera
"la obra" que daría cuenta de la totalidad de una vida, proliferan
las biografías "no autorizadas", los sujetos resisten a la fijeza de un
retrato y se dispersan en la temporalidad, la identidad se multipli-
ca en los plurales, la vida misma se torna una trayectoria donde lo
cotidiano y lo íntimo tienen su lugar, la subjetividad del biógrafo
prima por sobre los "hechos" -ya no está tan "atado" a la cronolo-
gía como se lamentaba Virginia Woolf- su postura no es siempre
admirativa y tampoco se limita a los nombres ilustres. El psicoa-
nálisis, la lingüística, la filosofía, la semiótica, la crítica cultural,
los estudios queer, la invención literaria y el "giro autoficcional"
-como podríamos llamarlo- han hecho su trabajo, también en el
terreno más conspicuo de la historia. Así, hay muchas biografías,
literarias, académicas, intelectuales, periodísticas, mediáticas, sen-
sacionalistas, testimoniales -el auge de los estudios de memoria
también trae al ruedo biografías traumáticas-, singulares y colec-
tivas. Tampoco se aspira siempre a la unidad de un relato abar-
cador: habrá esbozos, retratos, siluetas, evocaciones, diccionarios,
desvíos, recuerdos ...
El universo es infinito y el devenir histórico del género una ta-
rea fascinante que Franc¡:ois Dosse (2007) realiza con maestría y
erudición, haciendo verosímil la idea, que ronda en alguna de sus
páginas, de que se podría considerar la historia como biografía de
la humanidad. De ese universo, el recorrido hasta aquí Y las refe-
rencias que siguen sólo delinean una cartografía personal de afi-
nidades y cercanías - teóricas, éticas, estéticas- con autores que se
agolpan con familiaridad en mi mesa de trabajo, en una "conver-
sación grupal" como diría Holroyd, a la que no fueron convocados
antes en torno de la biografía en particular.
· Georges Perec podría encabezar la lista de rec~~rdos con su clá-
sico Je me souviens de ... (1 978) [Me acuerdo de.·· 1donde, a través
47
de casi 500 evocaciones de infancia y juventud_ ~lugares de la ci\l.
.
dad, emes, pel'1cul as, hábitos , costumbres,
. f' publicidades,
. eslóg~-..1.es,
...
PersonaJes- . traza una especie de b1ogra iadco1ectiva . de su genera,
ción en Francia . - y más· allá- a mediados
. e1 siglo
d XX, atravesada
tamb1'é n por 1a memoria traumática de
1
1· a segun .a1·guerra.
d
. . St
BenJam1n . ora, historiador arge . 1no . especia
., iza
d o en enfio-
ques b1ogr
. . áfi.cos de la historia de la dinm1grac1on
, . y, . e la guerra de
l1.berac1on,
. , publi'ca, en un gesto aca . em1co
. y .po11tico osado
h .. Para
el escenario • france's , su Dictionnatre biograp . .tque .de militants na-
tionalistes algériens, 1926-1954, (1985) [D1cc1onano biográfico de
militantes nacionalistas argelinos 1926-1954], donde recupera his-
torias de 600 de ellos, cuya articulación resulta asimismo una suer-
te de biografía colectiva.
Esbozos y retratos encuentran en Ford Madox Ford -eximio
novelista y editor de la nueva literatura experimental- y sus Amis-
tades literarias (2010) [Portraits from Lije: Memories and Criticism
(1937)] un territorio encantador. Entre la brevedad de Aubrey, el
desenfado y el humor inglés, nos cuenta sobre su abuelo, su vieja
niñera Atterbury, el "bello genio" de Turgueniev, sus amigos, Hen-
ry James, Joseph Conrad, Ezra Pound, James Joyce y ese raro inglés
nacido en Quilmes, Argentina, WH. Hudson.
Sobre las Siluetas nos habla Luis Chitarroni ( 1992), quien, tam-
bién con una cierta inspiración inglesa -reencontramos a Aubrey,
Boswell, Vrrginia y Lytton en su breve post-fado "Vidas de biógra-
fo~• -Oreúne 40 autores de distintas épocas, lenguas y estilos; reales,

y:
mas menos célebres Yficticios -un tanto en la herencia de Schwob-
P~ ~e un destello biográfico despliega su fantasía literaria en
: : t s cue~tos con final'; aventurando "hipótesis ( ... ) escenas,
E ones Ydialogos que nunca existieron''. (Ibid.: 10)
ntre los desvíos O t • . d la
identifi . •6 ª ªJos, como un mirar al sesgo elud1en °.
hili'd dcdaci n de~ yo Ye.l nombre, o mostrando más bien la imposi·
a e resunur1 'd , • a
la escritur ·ª vi a en un relato sin que hable por s1 mis~
. a, encontramos . 11 I d ph·
cación del b
nom re se al ·
ª acques Derrida (1994), que en a u
jng-
ton para d e1a como autor junto a Geoffrey Benn
' econstruir -no podría ser de otra manera- la relacióJI
48
ill

biográfica y ensayar una "biografía a dos voces", donde Geoffrey


dará cuenta de la obra en el cuerpo del libro, en principio para los
lectores de habla inglesa, y Jacques hará una "Circonfesión" en gris,
en el margen inferior que corresponde a la nota a pie - Márgenes
de la filosofía (1989 )-, consistente en "Cincuenta y nueve períodos
y perífrasis, escritos en una especie de margen interno entre el libro
de Geoffrey Bennington y una obra en preparación (enero 1989-abril
J990)" (Ibid.: 25). (Cursivas en el original). Siguiendo las huellas
de Barthes por Barthes no habrá allí relato ordenado de vivencias
sino el devenir de ideas, asociaciones, lecturas, recuerdos -escritu-
ra-, con la irrupción feliz de fotografías que puntúan un tiempo
discontinuo y unas '½.etas" finales que incluyen un "discutible Cu-
rriculum Vitae" donde conviven datos familiares, educación, viajes
y derroteros de la vida adulta y académica.
La vida y la obra, con cierto énfasis testimonial, también se re-
únen a su manera en una biografía atenta al género y al genio -Le
génie féminin- que Julia Kristeva (1999) dedica a Hannah Arendt
en un primer tomo, y que luego continuará con Melanie Klein y
Colette, las tres comprendidas en un sugestivo subtítulo: "La vida,
la locura, las palabras': Dejando de lado la idea de "genio,, como la
encarnación heroica de aptitudes extraordinarias, Kristeva explica
el alcance de ese significante en relación a sus tres elegidas:
"Llamemos 'genios' a las que nos obligan a contar su historia por-
que es indisociable de sus invenciones, de las innovaciones q~e
aportan al desarrollo del pensamiento y de los seres, del floreci-
miento de las cuestiones, los descubrimientos y los placeres que
han creado" (Ibíd.: 15) (La traducción es mía).
La elección se sustenta en una afinidad personal que nos invi-
ta a compartir en el curso de la lectura. Una elección que no ~or
azar reúne a dos J. udías de lengua alemana que exploraron end inl -
1 l1'f y las fronteras e 0
glés y en otro suelo "la gravedad de ª P ica
0 b. é lejos
humano,, -ella, una búlgara que escribe en f~a~cés,ltamte,,1q:e en-
d e su tierra- y a una f rancesa P1ena de "gracia 1nso en ,
, . fi enina "es el
tiende del sabor de las palabras Y cuya escritura em

49
al O se pue da ofr ecer a la lengua materna,, (Ihíd.,.
más bello reg que ue observa el mundo desde una clá.
15). En cuanto a Hannah, q ·zorar los "tiempos de oscuridad,,
de parece avi . . ,
sica fotografia don devenir indisoc1able donde filoso-
. ulan en un ·
vida y obra se artic , .
, . ,1· 1· pohtica no difuminan. el plano de la afecti\'i.
fia, ps1coana 1s sd Y ·as ecturas , 1·nfluenc1as,
. amores y una aveza-
1
dad. Correspon enci ' . 'ón a los reveses de la vida y hasta su
. . de la expos1c1 .,
da conciencia ·· sa especie de prefigurac1on tomando
. d K · t va destaca e · ,
fatahda • ns e h Jaspers en 1930, cuando apenas tiene
d a carta de Hanna ª ,
e un. . os su cita . . . 1.. "An 1 parecer, ciertas personas estan,
. 1n1c1a .
en su
24
·ropia
ª~ Vl,'da (y un1c
, . amente allí, en tanto personas, por eJemplo)
, . .. d . .
P
· .
tan expuestas que deVI·enen , por as1 decir, encruc1Ja
. as y obJeti-
. .
· •
vac1ones concretas de la vida"· (Ibíd.: 25, cursiva en el. or1g1nal).
Es sin duda esta mirada la que llevó a Hannah a reunir en Hom-
bres en tiempos de oscuridad ([1955] 1990), un conjunto de artí-
culos y ensayos donde se encuentran Lessing, Rosa Luxemburgo,
Karl Jaspers, Isak Dinesen, Hermann Broch, Benjamin y Brecht, y
cuyo interés mayor, según anuncia en el prefacio, "son las perso-
nas: cómo vivían, cómo se movían en el mundo, cómo las afecta-
ba el tiempo histórico,,. (1990: 9). Una afectación que tiene en la
vida de Benjamin un punto límite y paradigmático: "Un día antes,
YBenjamin hubiera pasado sin ningún problema, un día después,
la g~nte de Marsella habría sabido que en ese momento era im- ·
posible pasar a través de España. Sólo en ese día en particular era
posible la catástrofe,,. (Ibíd.: 157)
Las biog f' · 1
ra ias inte ectuales tienen en Fran<;ois Dosse un re-
presentante cabal e h' .
la larga h'istona
· . de· laorno b. istonador,
f, , ha estudiado críticamente
rritorios y di·s . 1. iogra 1ª segun biógrafos, corrientes, te-
c1p 1nas Com0 b1· , e del
género que sup · ogra10, ha elegido la variante
.
vida y la extens 1
oneunad'f' 1 ·1 1 .,
· ·. ici ª eac1on entre ciertos rasgos de .ª
1
a ectura 1nte · a
que asume en G•u.. . rpretativa de la obra. Esta es la tare
(2009), donde en'fes Deleuze y Félix Guattari Biogra+{a cruzada
renta un d bl . •,p .
retrato de cada u o e desafío: el de ofrecer un cierto
go 1 no, con su oh . d' . 1 -
en ª trama de . ra in 1v1dual, para sumergirse ue
una escntur d ara
ª e a dos, alentada por una r
. tonía teórica con visos de descubrimiento y una cálida amis-
sin d . ., D .
d de mutuo respeto y a mirac1on. osse Juega con los títulos de
ta · d o a1gunos gu1nos
sus partes, hac1en . - fil oso' fi cos: I. Pliegues: bio-
grafías paralelas; 11. Despliegu~s: biografías cruzadas; III. Sobre-
liegues: 1980-2007. El recorrido, acorde a los significantes, va
~esplegando los diversos escenarios, políticos, filosófico s, acadé-
micos, intelectuales, que permiten situar el surgimiento de con-
ceptos, su anclaje en las obras y los diversos debates que suscitan.
Hechos de las vidas de uno y otro aparecen en esa ligazón con
una naturalidad que traduce el profundo trabajo que el biógrafo
ha realizado sobre el género y su propio don narrativo que sos-
tiene la atención en un devenir teórico de alta exigencia. Ciertas
preguntas del comienzo -¿Quién escribió? ¿Uno o el otro? ¿Uno
y el otro? ¿Un "tercer hombre"?- se resuelven en una conclusión
que marca el encuentro extraordinario de dos seres -y dos men-
tes- acuciadas por la herencia de la guerra y el compromiso de
"poder pensar después de Auschwitz", junto con el entusiasmo
no truncado de Mayo del '68, cuya trascendencia ven en el con-
tinuo movimiento de la historia y del pensar. "De manera com-
pletamente original Deleuze y Guattari crearon una 'máquina de
guerra' y experimentaron su validez y sus límites en situaciones
concretas. Estas 'experimentaciones' son prueba del carácter ex-
cepcional e inédito de esta colaboración". (Ibíd.: 667) Dosse crea
a su vez una potente "máquina de lectura'' que seguramente cam-
biará algunos ejes en la visión de los lectores/seguidores de esa
paradigmática obra. R•
Una década antes, el biógrafo había publicado su Paul icoeur.
• , ea su obra maestra.
Los sentidos de una vida (2013), 1a que quiza s e f é que
1 t del filóso10 ranc s,
Me interesó en particular, como ec ora . b . ""odo en
t s de m1 tra aJO, e1 "u
ha sido esencial para mue h os aspee O ri·os geográfi-
. d 1 d'versos
1 escena ,
que el biógrafo va combinan °
os . .d con las cambiantes
cos y teóricos, en los que transc~rre suc vi ad, a y minuciosa, tan-
t ucc1ón es1orza .
etapas de su obra. Una cons r archivos personales 01
to más admirable porque no tuvo acceso amanifestó prescindente
· d 1 filósofo, que se
contó con la anuencia e
51
. afi do. 16 Sobre esa negativa y sin h b

de la 1ntenc1on e · ' d ser b1ogr b .ª oosse, llevad o por. una desmed· ª er.
lo conocido . en persona tra ªJªna profun d. a ad·miracion. . . , Hace Ida
., d brimiento Y u ., ,. un
P asion de escu · tos lecturas, recepcion, criticas d· ,
sus contex · , , . , 1a..
rastreo de la obra Y tension con otros pensamientos
. lo pone en . . , en.
logos que suscita, nas elegidas entre quienes sí lo h
· • ·d ·entas perso . an
trevista a casi osci rnigos, traductores, periodistas y
.. alumnos, a un
conocido -co1egas, · . de esa vida-otra que 1e resulta evasiv
, _ vive al ntmo b , a
largo etcetera -. bl de Ricoeur que es ozo aqui -reza
'd d "La sem anza e1
en la reah a · h bre con el que nunca me he encontrado>'
, e es la de un om . 1 d 1 .
ep1gra1e- 1 manda un eJemp ar e a prunera edi-
'd 14 ) y finalmente e , fil ,
(I b1· : '. . , ,, Poco tiempo despues e1 osofo le enVÍa
ción "no sin aprens1on . -. . .
una carta que le Produce una gran felicidad.
'¿Cuál debe ser mi gratitud a us~ed en la med~da en la que usted
expresa en su dedi·catoria?· Me siento reconocido. . . por usted, . con
mis excesos de juventud y mis errores de JUic~o, con mis desvíos
sinuosos, pero también con mi búsqueda obstmada de veracidad.
(.. .) su libro refleja también la mezcla de alegría y tristeza que
constituye mi humor. Por todo ello, gracias" (Ibíd.: 14).
El filósofo le agradece además haber confrontado su obra con
la recepción, lo cual le da una idea de lo que piensan sus colegas
y alumnos de diversos ámbitos. Pero más allá de estos logros y de
su erudición, el trabajo de Dosse pone en evidencia -casi como
un ejemplo- la justeza del concepto de identidad narrativa de Ri-
coeur: puede construir un personaje creíble a partir de intertextos
Ytestimonios, dar cuenta de su humor sin haberlo visto nunca Y

R'
16
icoeur se había avent d
Autobiografía · t 1 ura O ya en el terreno autobiográfico con una breve
todo el relato~: e ectu~~ (l 997 ), donde nos dice: "Una autobiografía es ante
tal, inevitablemenºteºª VI ad; co( mo toda obra narrativa es selectiva y en tanto
. (... ) Conscientsesga
teraria. d a .. ·),es.ªdemás, en sentido
. preciso, . una obra li-
trucción de mi desa elle ~stos limites, admito de buen grado que la recons-
auton 'dad que cualqu·
rro o 1ntelectuaI que estoy emprendiendo no tiene mas'
m ,, (lb' ier otra efe t d .
al~t id: 13-14). Es quizá este "e ua .ª ~,or un biógrafo distinto de mí mis-
ó la magna ohr~ rL-,T'\_ permiso -adPm~c .rlo "" ,..,.t__..:_... ,..:J.n_ Pl aue
hasta aventurar ((los sentidos de una vida,,. Una sabia y curiosa con-
fluencia, que tuvo un apropiado reconocimiento.
En una línea teórica afín pero «de este lado del océano,: Noemí
Goldman (2016), historiadora especializada en análisis del discur-
so, se propone abordar la vida como una trayectoria que ilumina
la obra -y entonces, un andar por tiempos y espacios- en la figura
de Mariano Moreno, un prócer de las ideas, alma de la Revolución
de Mayo de 181 O, que marcó el fin de la etapa colonial y los albo-
res de la constitución de la nación. En Mariano Moreno. De refor-
mista a insurgente, se tratará entonces de dar vida a un personaje
cuyo recuerdo mítico y un tanto escolar condensa dos imágenes
contrapuestas: el fogoso líder jacobino que encarna la revolución,
el que muere joven, enigmáticamente, en alta mar. Entre esos dos
momentos novelescos la historiografía ha transitado por caminos
a menudo trillados e interpuesto además sus propios mitos. Es en-
tonces un doble desafío el que enfrenta la historiadora, que es ade-
más estudiosa de la época: por un lado, desmitificar esa figura, por
el otro, reponer los faltantes de la historia, la dimensión vivencial,
su infancia, su ámbito familiar, sus lecturas, sus años de formación,
los inicios de su carrera de abogado, zonas en penumbra o escasa-
mente abordadas de su trayectoria previa a los años de la Revolu-
ción. ¿Cómo hacerlo? Nos lo dice la autora:
"Hoy sabemos que la biografía dejó finalmente de ser la her~ana
menor de la historia -se despojó de la glorificación de los heroes
y del puro anecdotario- para constituirse e~ un_ espacio legíti°:1º
de indagación sobre la relación entre expenenc1a y contexto his-
tórico" (Ibíd.: 12).
e ¡· , · la articulación entre
Una indagación que lleva a ie 12 termin0 d d1
G Old an consciente del po er e
la ciencia y el arte, en tanto m ' . . , de archivos en
lenguaje, realiza una profunda lectura y rev1s10:Scritura desplie-
una perspectiva innovadora al tiempo qued s~a Maurois en una
1 " como ec1 ,
ga "la verdad sensible de la noveª' . t . a casi detectivesca. Ve-
narrativa con suspenso Y hasta una in tngc0, rica esa visuah·dad - en
. y no es me a1,
mos así crecer el personaJe -

53
debates, circunstancias. Y ante nu
ámbitos, t
. lugares,
b encuen ro , que deslumbran a11uturo es-
S c. .
. turas 1nsurgent
tros OJOS se a ren 1as. 1ect duce el célebre Discurso• so bre la libert· e:d
D~guesseau, . , de quien ,.,ra lney Rousseau, Cond orcet, Voltaire F·a
de la. abogacia,
. . J 1, vo os entre
Rayna ' .
muchos .
otros. La p.ractica
, d, 11-
lang1en: Beccana, ove 11an ' . de apre a
, . Moreno como un mo d·o superior
traducc1on aparece en 1
iación de los textos, un pasaje a la lengua nata que es ~bién
°-
p d ·d· pensar conceptualmente en su lengua y en el unpac.
un mo. o, eue esos conceptos po dnan , tener en 1a propia . coyun
to -qu1za- q . . . 1 -
tura histórica. Una buscada mt1nudad con lapa a~ra -hasta lleva
cuadernillos autógrafos con citas- que desbordar~a luego en sus
propios escritos. Son los hilos secretos de ~sa ~scntura los que la
autora va tejiendo -interrogando- en esta mtnncada trama don-
de surgen nuevas ideas sobre la naturaleza humana, la libertad, los
derechos, la relación con los poderes, los límites de la monarquía
y de la religión, la concepción del pueblo y la relación entre la me-
trópoli y sus colonias, es decir, el fermento mismo de la Revolu-
ción. Si las nuevas teorías sobre la biografía inspiran el trabajo de
Noemí Goldman, ella aporta a su vez un ejemplo de la construc-
ción identitaria en movimiento, abierta a la temporalidad, a las vi-
siones cambiantes del espacio y del tiempo, así como al devenir .de
los co~ceptos, sujetos a nuevos prismas de lectura según las épo-
cas, leJOS de todo anacronismo. La biografía como una lectura del
presente.

Retomo
Si consideramos a la bio f'1
que desplegarán
1
.d tª ª .
en devenir -siempre habrá otras,
clusión sólo deJ· ª Vlb' ª ªJº otros ojos- no cabe epílogo ni con-
, · ar a 1erto su tra .
autores. Retomaré . nscurso en la conversación de rn1s
zo, sobre biógrafos stb~p1emente algunas preguntas del comien-
nuestro propio af;' y iografiados• las mottvac1ones
. . . Y
de escritura
L, an como lectores
eon Edel (1990) b' , .
Strachey decía que el -arte
iografo él. mismo-
· recuerda que Lytton
de la biografía era "la más delicada Y
1 '

humana de todas las ramas del arte de escribir". Sin estar del todo
de acuerdo, o poniéndola en equivalencia con la poesía y el dram
" a,
Edel reconoce sin emb argo una especie particular de delicadeza"
que lleva a abismarse en materiales inertes buscando -creando-
rasgos de la vida de "seres extraños y volátiles" en un esfuerzo de la
imaginación (Ibíd.: 15). La delicadeza es también una figura cara a
Roland Barthes, que en Lo neutro (2004) se referirá a ella no como
rasgos, elementos o componentes de una narración sino lo que bri-
lla por destellos, en desorden, fugazmente, el tejido de anécdotas
del libro y de la vida.
La idea de "hacer justicia'' también está presente en el devenir
del género: seres ilustres que merecen una posteridad, figuras que
la historia ha rechazado para mostrarlas bajo una nueva luz; otras,
injustamente olvidadas -los escritores "descatalogados" de Holro-
yd, que despiertan su deseo de otorgarles una segunda vida-; o
cuyas vidas se difuminan detrás de las obras; o se trasforman en
testigos de comunes sufrimientos. Pero también la fama y el gla-
mour alientan biografías, que no requieren siquiera la disculpa de
ser "novelas que no se atreven a decir su nombre», como ironizaba
Barthes. Y otras, que despiertan juicios de propiedad - "mi vida es
mi vida'' - y escándalos mediáticos. Y hay asimismo novelas que no
se atreven a decir que son retazos de improbables biografías, pro-
pias y ajenas. 17 Y lectores que leen novelas como auto~iog~afías Y~l
revés. 18 Umbrales indecidibles entonces, donde quiza la idea mas
certera sea la de Paul de Man: no 1mpor· t a el significante , que .co-
.
bije una escritura -poema, nove1a, b iogra f'1a' autobiografia-
. . d "si en
la lectura surge, como un d este11o, 1a sin· tonía ex1stenc1a1 e1 mo-
mento auto/biográfico':

fuerte impronta autobiográfica _en


17 En el juego de escribir una novela con d Coetzee (2009), es sin duda sm-
desliz hacia una "tercera_person~' ~:no~e ;repara un libro sobre J.W. Coet-
gular: el narrador es un Joven bióg q
t
zee J. oven que ha muer o. d d· escenas de la escn't ura auto-
.
' " h de propie a · d as pecuhares
i11 Sylvia Molloy, en Derec o mor e ironía los avatares e es
biográfica" (2015) aborda con hu
relaciones.
55

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