Perez Prieto-Espiritualidad Ecologica
Perez Prieto-Espiritualidad Ecologica
Perez Prieto-Espiritualidad Ecologica
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manera de acercarse a Dios desde
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el mundo*
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
191
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○
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VICTORINO PÉREZ P.**
○
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RESUMEN
*
Este artículo de reflexión tiene su origen en una conferencia pronunciada en la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá, con el mismo título, el 12 de agosto de 2009. Es el fruto de un
trabajo de investigación y reflexión llevado a cabo desde hace quince años, que ha ido viendo
la luz en diversas publicaciones y que será tema de un próximo libro. Fecha de recibo: 15 de
junio de 2009. Fecha de evaluación: 31 de octubre de 2009. Fecha de aprobación: 16 de marzo
de 2010.
**
Doctor en Teología por la Pontificia Universidad de Salamanca, con la tesis “Dios, el ser humano
y el cosmos: La divinidad en Raimon Panikkar”; profesor en las universidades españolas de
Santiago (Facultad de Filosofía) y Coruña (Facultades de Filología y CC de la EE). Correo electrónico:
vitope@mundo-r.com
THEOLOGICA XAVERIANA - VOL. 60 NO. 169 (191-214). ENERO-JUNIO 2010. BOGOTÁ, COLOMBIA. ISSN 0120-3649
ECOLOGICAL SPIRITUALITY: A NEW WAY TO GET CLOSER TO GOD
FROM THE WORLD
Abstract
From a positive assessment of environmentalism, in its bio-
social dimension, it is imperative to explore an ecological
192 spirituality in connection with biblical wisdom and the old
religious traditions. This spirituality is based on three points:
(1) An empathy connection with reality that overcomes
anthropocentrism and goes further from “materiality” of
matter to open itself to its spiritual dimension. (2) A way to
conceive God and the relation with him, passing from the
Lord’s ruling to the Gardener’s care, from the dominating
God to the Trinitarian God, Father and companion, mother,
lover, and friend. (3) To see the world from a cosmoteandric
perspective.
Key words: Ecological Spirituality, Interdependence, Harmony,
Contemplation, God
Resumo
Procura-se pesquisar uma espiritualidade ecológica junto a
sabedoria bíblica e as antigas religiões. Esta espiritualidade
se fundamenta em três pontos: (1) uma conexão que se
indentifica com a realidade que supera o antropocentrismo
que vai mais além da “materialidade”, da matéria para se
abrir a sua dimensão espiritual. (2) A maneira de ver Deus, e
a relação com ele, passando do domínio do senhor ao
cuidado do jardineiro, ao Deus dominador, ou ao Deus
Trinidade, Pai, companheiro, amigo,e amante. (3) ver o
mundo desde a perspectiva cosmoteândrica.
Palavras chave: Espiritualidade ecológica, interdependência,
harmonia, contemplação, Deus
1
El discurso entero se puede ver en Boff, Ecología. Grito de la tierra, grito de los pobres, 274-
277.
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La ecología (“ciencia de la casa”) no nació con las luchas ecologistas,
sino en el trabajo de los ecólogos, los científicos que la estudian y los maestros
que la enseñan. Pero el ecologismo quiere ser más que eso: es un movimien-
to social que, desde la preocupación por la casa y su gente, lucha pacífica-
mente contra la degradación de las condiciones de vida para conseguir una
armonía entre el ser humano y la naturaleza, y entre los mismos seres humanos.
194 Y los ecologistas son los miembros activos del movimiento ecologista, que
toman muy en serio el paradigma bio-ecológico, para ir apuntando a un nuevo
humanismo que dé respuestas a los graves problemas de la humanidad y del
ecosistema.
2
Simonnett, L'Ecologisme, 4.
3
Cfr. Girardi, “Capitalismo, ecocidio, genocidio: el clamor de los pueblos indígenas”.
4
“La ecología implica una actitud básica: pensar siempre holísticamente, es decir, ver conti-
nuamente la totalidad, que no es el resultado de las partes, sino de la interdependencia orgánica
de todos los elementos […]. La ecología, o es holística o no es ecología.” (Boff, Ecología, 60)
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Es una idea muy sugerente que no debe ser anulada porque algunos la
hayan empleado de modo impreciso (un sinónimo de organicismo biologicista
o una nueva sacralización de la naturaleza). Ya escribió Teilhard de Chardin:
“Nuestra pobre e insignificante existencia forma un bloque con la inmensidad
de todo lo que existe y todo cuando deviene.”5 La actitud radicalmente ecolo-
gista propone que debemos abrirnos a un nuevo paradigma, para no estar
196 sobre la realidad natural, sino en la realidad natural, para volver a sentir de
nuevo la Tierra y el cosmos todo, como la sentían y amaban nuestros ante-
pasados. Somos tierra, “hijos de Adam” (de adamá, “tierra”).
La visión holista del cosmos sitúa el ecologismo en un nivel más alto y
profundo que el nivel biológico y el sociopolítico, para llegar a la preocupación
por una cosmovisión interrelacional que comprenda toda la realidad, desde el
aspecto biológico hasta el cosmológico, filosófico, teológico, ético y espiritual:
Eco-tecnología, eco-política... ecología social y ecología mental, pues si el mundo
está enfermo por nuestra culpa, eso es el síntoma de que nuestra mente
también está enferma.
Creo que está en esta línea el equipo Ecoteología de la Universidad
Javeriana de Bogotá, formado por un grupo de profesores y estudiantes de la
Facultad de Teología relacionados con Pastoral Ecológica, Pastoral Rural y de la
Tierra, Ecoteología campesina, Espiritualidad y Educación Ambiental.
Las palabras de Lao Tse reflejan, como otros muchos textos, la sabiduría de las
religiones orientales y en general de las religiones antiguas: el ser humano
está totalmente inmerso en la naturaleza –la “madre Tierra”–, y por eso debe
vivir en armonía total con ella. La salvación de cada ser humano está inse-
parablemente unida a la salvación de todo el cosmos.
5
Teilhard de Chardin, Escritos del tiempo de guerra, 37.
6
Cfr. Manzanera, “Ecología y espiritualidad”, trabajo centrado casi exclusivamente en el budismo.
7
Thich Nat Hanh, Buddhism and Ecology, 102.
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primer lugar, no podemos caer en una visión demasiado ingenua; la vieja
inocencia primitiva llevaba –pareja a su armonía con la naturaleza– una vio-
lencia dominadora en las relaciones humanas (vease las viejas civilizaciones
mayas y aztecas con sus sacrificios humanos). Además, hoy no podemos
pretender volver al paraíso perdido.
En segundo lugar, se hace necesario ver en qué medida es cierta o fal-
198 sa la dura acusación de los ecologistas por haber creado en el hombre occi-
dental las actitudes que llevaron al desastre ecológico. La causa sería haber
favorecido el antropocentrismo centrado en el señorío del hombre, que le
daría patente de corso para poder hacer con la creación lo que le viniera en
gana, tal como denunció Lynn White en un conocido artículo, reiteradamente
citado.
Con todo, él mismo sugiere en este trabajo que San Francisco sea pro-
clamado “el santo patrono de los ecologistas”, porque quiso derrocar la
monarquía absolutista del hombre sobre la naturaleza para “implantar una
democracia de todas las criaturas de Dios”.8 Además de ese antropocentrismo
prepotente, dominador tiránico de toda la creación, el cristianismo despreciaría
la materia en favor del espíritu, que sería muy superior a aquélla. En fin, el
“orgullo cristiano” desencadenaría, en última instancia, la tragedia de la des-
trución ecológica. Así lo reconocía en su mensaje final el XV Congreso de
Teología celebrado en Madrid el año 1995 y dedicado a la relación entre
ecología y cristianismo:
Reconocemos con dolor que las iglesias cristianas han atentado gravemente
contra la naturaleza a lo largo de su historia; desde su lectura anti-ecológica de
la creación, considerando al ser humano dueño y señor de la Tierra.9
8
Cfr. White, “The Historical Roots of our Ecological Crises”. Con razón dice L. Boff que Francisco
“vivió el nuevo paradigma de la fraternidad, de la benevolencia, de la convivencia con la na-
turaleza, vinculado íntimamente a cada cosa”. Mientras del 1500 hasta hoy los cristianos somos
discípulos de Pietro Bernardone, el padre Francisco, hombre de la burguesía y el dominio
comercial, “ahora todos debíamos hacernos discípulos de San Francisco, si queremos rescatar
la sacralidad de la Tierra en un nuevo paradigma” (Boff, “Teologia della liberazione ed ecolo-
gia: Una lotta comune per la sinfonía del creato”). Cfr. también Boff, Francisco de Asís. Ter-
nura y vigor y “Todas las virtudes cardinales ecológicas: San Francisco de Asís”, en Ecología,
253-272. “Vivió una relación nueva con la naturaleza de una manera tan conmovedora que se
transformó en un arquetipo de la cuestión ecológica para la conciencia colectiva de la humani-
dad” (Ibid., 254).
9
XV Congreso de Teología, “Mensaje final”, 1996.
10
Bradley, Dios es verde. Cristianismo y medio ambiente, 15.
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leñador’ ” (Is 14,7-8). O la catástrofe ecológica, a causa del pecado manifestado
en el afán depredador de los hombres, que anuncia Amós (Am 4, 7-9).
De ahí nace una invitación a la contemplación del mundo: la creación
es el reflejo de la belleza y la bondad de Dios. Así lo cantan los salmos 104,
147, 148; sobre todo, el 114, con su maravillosa danza de la creación. 11
Si saltamos hasta San Pablo, encontramos un magnífico y conocidísimo
200 texto en el más denso capítulo de su más teológico escrito, la Carta a los Ro-
manos, un texto expresivo que no se puede tomar sólo “poéticamente”:
La creación vive en la esperanza de ser también ella liberada de la servidumbre
de la corrupción y participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sa-
bemos, en efecto, que la creación entera está gimiendo con dolores de parto
hasta el presente. (Rm 8,20-22)
Cfr. Pérez, Ecologismo y cristianismo, 34-36; y más ampliamente, Idem, Do teu verdor cinguido.
11
13
Vetrali, “S. Francesco Ecologista: Esteta o teologo?”, Studi Ecumenici 4 (1987), 519.
14
Boff, Ecología, 264.
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Dios, su amado: se puede y se debe subir a Dios por las cosas sensibles, a tra-
vés de la naturaleza. La visión sanjuanista de la creación es la mirada del hom-
bre sensible y contemplativo, pero al mismo tiempo, del creyente y el teólogo,
que descubre la presencia de Dios en el universo.
Las cosas creadas han sido “plantadas por la mano del amado”, que
“pasó mil gracias derramando”, y por eso quedaron “vestidas de su hermosura”.
202 En la contemplación de Juan de la Cruz, toda la naturaleza está bañada por el
amor de Dios, todo el universo está grávido de su amor, pues como dice el
mismo místico, en su comentarios al Cántico: “El mirar de Dios es amar y hacer
mercedes” (Comentario Cántico 19, 6).15
Con estos grandes místicos, podemos y debemos considerar que el
compromiso ecologista, lejos de ser algo accidental en el cristianismo, es una
consecuencia fundamental de una manera auténtica de vivir la fe cristiana, no
sólo como personas agradecidas por el regalo de una creación, sino porque
constitutivamente formamos parte de ella, y sólo podemos vivir en paz si esta-
mos en armonía con toda la creación. Somos tierra y no sólo habitamos sobre
la Tierra; participamos de de la realidad material, del cosmos, somos naturale-
za, porque somos cuerpo, no sólo tenemos un cuerpo en el se sustenta nuestro
espíritu.
Por ello, una espiritualidad ecológica supone en primer lugar una co-
nexión empática con la realidad; con todo el cosmos, no sólo con la natu-
raleza “viva”, sino con toda la realidad de la materia. Formamos parte del
cosmos; nos es imprescindible vivir en armonía con él para poder estar en paz
con nosotros mismos. Para ello, debemos superar el antropocentrismo
característico del pensamiento ilustrado; un pensamiento que presupone que
el ser humano, con su poderío tecnológico, es el “dueño del mundo”, porque
es esencialmente diferente y superior a la naturaleza.
De este modo, “la dignidad humana ya no se basa en el hecho de ser
humano, sino en la capacidad de dominar a la naturaleza”, como escribe
acertadamente R. Panikkar. Pero, “el hombre, por un lado, es parte del universo
y, por el otro lado, es la encrucijada de todo el cosmos ”; más aún, “se vuelve
Un estudio de la dimensión ecologista de San Francisco de Asís y de San Juan de la Cruz, con
15
un detallado análisis del Cántico de las creaturas del primero, y del Cántico espiritual del se-
gundo, en Pérez, Do teu verdor cinguido, 149-172.
16
Panikkar, La nueva inocencia, 121.
17
Panikkar, Ecosofía. Para una espiritualidad de la Tierra, 119.
18
Teilhard de Chardin, Escritos del tiempo de guerra, 26-38. Su gran estudioso, Claude Cuénot,
escribía hace años: “Teilhard elabora ante nuestros ojos una nueva mística. A lo largo de miles
de años de vida, el hombre se sintió dividido entre sus aspiraciones elevadoras, hacia al Cielo,
y los valores terrenales de la Tierra, entre la conquista del Cielo y la llamada a poseer la Tierra.
A través de la cosmogénesis aparece posible una conciliación entre la abscisa OX (abajo) y la
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En el Himno a la Materia, Teilhard escribe de manera rotunda:
Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante la cual se
entrelaza la multitud de las mónadas y en la que todas convergen en el camino
del Espíritu.
Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal puro de donde ha surgido
la nueva Jerusalén.
Te saludo, Medio divino, cargado de Poder Creador. Océano agitado por el
204 espíritu, Barro masado y animado por el Verbo encarnado.19
coordenada OY (encima), una via tertia, OR, hacia adelante. Para el hombre moderno, a través de
la diafanía crística de la materia, a través del ascenso de la cosmogénesis al encuentro de la
gracia divina, la antigua pasión por lo divino puede sintetizarse con la antigua pasión por la
Tierra. Lejos de aceptar la idea de que la Tierra se está enfriando, podemos creer que se está
inflamando y ardiendo con una nueva llama mística.” (Cuénot, Ciencia y fe en Teilhard de
Chardin, 100-101)
Teilhard de Chardin, “La potencia espiritual de la materia”, escrito luego incorporado al Himno
19
del universo y otros escritos (que contiene los textos “La misa sobre el mundo”, “Cristo en la
materia”, “La potencia espiritual de la materia”, “Pensamientos escogidos”), 11-36.
El ser humano y la Tierra son diferentes, pero “no dos realidades se-
paradas”; su relación es adváitica, para utilizar el riquísimo concepto hinduísta
de no-dualidad. El ser humano y el mundo participan en el mismo dinamismo
cósmico y divino. Por eso, el ser humano, hombre y mujer, se salva con el
mundo, teniendo una confianza cósmica en la realidad de la que forma parte
en la aventura cosmoteándrica de la que hablaremos luego. La sabiduría de la
tierra debe ser una sabiduría global, total:
Hoy parece que la intuición totalizante vuelve a brillar como esperanza de un
número cada vez mayor de personas. El hombre nunca quedó satisfecho con
verdades parciales […]. Lo que cuenta es la realidad entera, la materia tanto
como el espíritu.22
20
Una reflexión sobre la perspectiva ecologista de Teilhard de Chardin, con las referencias y
comentarios a estos y otros textos, en Pérez, Do teu verdor cinguido, 171-180.
21
Panikkar, La nueva inocencia, 40.
22
Idem, “La intuición cosmoteándrica”, 54.
23
Idem, El mundanal silencio, 38.
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Más allá de una simple ecología, Panikkar expresa la necesidad de una
sabiduría-espiritualidad de la Tierra que busque un nuevo equilibrio, no tanto
entre el hombre y la Tierra, sino entre materia y espíritu. Su ecosofía no es
una simple “ciencia de la Tierra”, sino una “sabiduría de la Tierra” que manifiesta
una “experiencia mística de la materia”; una sabiduría que ve la Tierra como
sujeto, como “una dimensión constitutiva de la realidad”.24 En esta aventura
206 espiritual quedan superados los dualismos contemplación-acción y sagrado-
profano con lo que Panikkar llama “secularidad sagrada”, pues “la contem-
plación es la respiración misma de la vida”; la persona contemplativa sim-
plemente es, vive intensamente25, vive la tempiternidad, con un neologismo
típico del pensamiento panikkariano.26
“Los contemplativos no necesitan cielo alguno en las alturas, porque
para ellos toda cosa es sagrada.”27 La ecosofía, al relativizar el antropocentrismo
de la tradición ilustrada, supone una “espiritualidad de la Tierra”, como subtitula
Panikkar su libro Ecosofía. En la línea de la mejor tradición mística de todas las
religiones, la ecosofía viene a ser otra forma de decir que Dios-Hombre-Mundo
son interdependientes y se encuentran comprometidos en la misma aventura.
Representa una confianza y una fe cósmica, para cultivarse a sí mismo cultivando
el mundo; porque “una cultivación de sí mismo que no sea al mismo tiempo
cultura de la naturaleza no es cultura del hombre”.28
Una visión auténtica de la espiritualidad debe ir más allá de una visión
reductora de la realidad; debe tender a una experiencia de la realidad plena,
de la realidad que se presenta en toda su plenitud, y de una experiencia
integral, una experiencia en la que está implicado todo nuestro ser. Por eso, la
ecosofía es, en definitiva, una invitación a la mística, a una “mística somo-
teándrica” que incluye el mundo en la comunión Dios-hombre, como veremos
más adelante. La misma mística no es otra cosa que la “experiencia plena de
la vida”, con el subtítulo de uno de los últimos libros de Raimon Panikkar; es la
conjunción armoniosa de los tres ojos de que hablábamos más atrás.
24
Idem, De la mística. Experiencia plena de la vida, 202.
25
Idem, La nueva inocencia, 63.
Para este y otros conceptos, en el contexto general del pensamiento de Panikkar, cfr. Pérez,
26
29
Idem, De la mística, 186. Un detallado análisis de la relación del ser humano con el cosmos y
con Dios en Pérez Dios, Hombre Mundo. La Trinidad en Raimon Panikkar; para un estudio más
específico de la perspectiva antropológica panikkariana, la tesis doctoral de José Luis Meza, “La
antropología de Raimon Panikkar y su contribución a la antropología teológica cristiana”, Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá (2009).
Moltmann, La justicia crea futuro. Política de la paz y ética de la creación en un mundo
30
amenazado, 78.
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lación con otro, sino que se encuentra de por sí en relación. Por eso, deberemos
aprender a pensar cada vez más en nosotros como jardineros y amantes, co-
creadores y amigos de un mundo que nos da la vida y el sustento.
A este respecto, el ecofeminismo y la reflexión de la teología feminista,
que quiere superar las relaciones patriarcales de dominación son una ayuda
inestimable de cara a una nueva concepción de Dios que supere este aspecto
208 dominador.
Miguélez, Tenemos carta de Dios, 55. Este teólogo gallego escribe en el mismo lugar: “Dios
31
es el ecologista que recicla nuestras miserias y nos lleva a la armonía” (Ibid., 70).
3. Dios madre, amante, amigo/a. Dios es Padre, pero también madre, co-
mo manifiesta ya hermosamente Oseas: “Con cuerdas de ternura, con lazos
de amor los atraía; fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas”
(Os 11,1-4). Es necesario y urgente superar la idea androcéntrica de Dios, las
imágenes exclusivamente masculinas de la Divinidad. Dios-madre es la mani-
festación del amor gratuito (agape), que se da sin esperar recibir. La madre
alumbra y cuida a sus hijos; los ama incondicionalmente, más allá de ser
“buenos” o “malos”, aunque no le sea indiferente su bondad o maldad. La
32
A. N. Whitehead, Proceso y realidad, 471.
33
Queiruga, El Dios de Jesús. Aproximación en cuatro metáforas, 34.
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creación es la actividad maternal de un Dios madre, y la justicia, su ética
maternal.
Pero, además, podemos hablar de Dios como amante (eros), en osada
y revolucionaria metáfora.34 Una metáfora legítima que acerca el amor de
Dios a la dimensión del erotismo; una pasión amante que parecería “conta-
minar” la generosidad gratuita del amor de Dios. A pesar de lo novedoso que
210 nos suena este enfoque, el Dios bíblico aparece también como un Dios amante;
sobre todo, en ese libro cargado de erotismo que es el Cantar de los cantares.
San Bernardo de Claraval toma las palabras “que me bese con un beso
de su boca” (1,2) como analogía de la encarnación. Es conocida la carga eró-
tica de los escritos místicos de Santa Teresa de Jesús o de San Juan de la Cruz.
La imagen amatoria manifiesta con fuerza la pasión de Dios por su mundo y
su extraordinaria intimidad con él. Además, esta imagen expresa también,
como ninguna otra, la realidad del amor recíproco, de amar y ser amado. La
salvación es la actividad amatoria de este Dios amante.
Finalmente, podemos hablar de Dios como amigo/a (filía), como en-
cuentro en el que se alcanza una relación recíproca y libre, en la que dejamos
al amigo o amiga “ser el/a”. Atracción, alegría, libertad, confianza... La amistad
tiene un cierto parecido con el encuentro erótico, pero sin el componente
pasional-sexual. Por eso, es también una experiencia común para los místicos,
en quienes su experiencia religiosa de proximidad con lo divino, con el misterio,
manifiesta el amor de filía y de eros muy mezclados. La providencia, el sus-
tento en el cuidado solícito del mundo, es la actividad amistosa de este Dios
amigo-amiga, y el compañerismo, su ética de amigo.
34
Cfr. McFague, Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear.
35
Ibid., 187.
36
K.Ch. F. Krause (1781-1832) expresa este concepto, sobre todo, en su obra Ideal de la humanidad
para la vida (1811). Cfr. los trabajos de V.R. Radford Ruether y D. Tracy, en Concilium 287 (2000)
y Concilium 256 (1994).
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integrada, del tejido sin costuras de la realidad entera ”.37 Es una visión totalizan-
te de la realidad en la que Dios-ser humano-cosmos aparecen totalmente re-
lacionados e implicados; los tres están en íntima relación formando la realidad.
Dios es la dimensión abisal, transcendente e inmanente a un tiempo,
“el principio constitutivo de todos los seres”, más allá y más acá del mundo (la
materia) y de los seres humanos (la conciencia). Aunque la experiencia de la
212 totalidad es propiamente mística, inefable, más que analítica, se trata de des-
cubrir que Dios está en íntima relación con el ser humano y el mundo; por su
parte, el ser humano lo es “con el firmamento arriba, la tierra debajo y los
compañeros alrededor […] aislarlo de Dios y del mundo es estrangularlo”.
Panikkar va muy lejos en esta mutua interconexión entre Dios, el mundo
y el cosmos, consciente de su “osadía”, acaba diciendo: “El hombre no es me-
nos hombre cuando descubre su vocación divina, ni pierden los dioses su divi-
nidad cuando son humanizados.”38
La propuesta de Panikkar es vivir de tal modo abiertos a esta triple
dimensión de la realidad, abiertos a los demás, al mundo y a Dios, que podamos
llegar a la comunión armónica con el todo: la reconciliación cosmoteándrica.
“Lo que cuenta es la realidad entera, la materia tanto como el espíritu, el bien
tanto como el mal, la ciencia tanto como el misticismo, el alma tanto como el
cuerpo.”39
Podemos acabar con estas palabras de Teilhard de Chardin, que plantea,
como Panikkar el acercamiento a la realidad como un todo integrado:
Poeta, filósofo, místico, apenas se puede ser lo uno sin lo otro. Poetas filósofos,
místicos, el largo cortejo de los iniciados en la visión y el culto del Todo marca,
en el flujo de la humanidad pasada, un surco central que podemos seguir dis-
tintamente desde nuestros días hasta los confines de la historia. La preocupación
por el Todo es de todos los tiempos... Está claro a los ojos de todos, que la cuestión
vital del cristianismo hoy, está en saber que actitud adoptarán los creyentes ante
la “preocupación por el Todo”. ¿Le abrirán su corazón, o lo rechazarán como un
espíritu malo?40
37
Panikkar, La intuición cosmoteándrica. Las tres dimensiones de la realidad, 19. Con esta
concepción, Panikkar quiere superar “la tentación monista de construir un universo modalístico
super simplificado, donde todas las cosas no son sino variaciones y modos de una sustancia...[y]
la tentación dualista de establecer dos o más elementos incomunicables” (Panikkar, “La intuición
cosmoteándrica”, en La nueva inocencia, 54).
38
Ibid.
39
Ibid., 54.
40
Teilhard de Chardin, “Panteísmo y cristianismo”, en Como yo creo, 69 y 72.
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