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Chin Chul Ín

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C H I N C H U L Í N
monólogo campero

Vení, Chinchulín, pasá… sentáte, ponéte cómodo donde quieras. (Se oyen
ladridos. Grita hacia afuera) ¡Starsky! ¡Hutch! ¡A ver si se dejan de romper las
pelotas que Chinchulín es un amigo! Cuzcos de mierda… ojalá ladraran así
cuando me roban las gallinas. Ponéte cómodo Chinchulín… ¿te querés refrescar?
te saco agua del pozo no sabés es fresquita, fresquita… vos ya sabés cómo es en
esta casa: para la parte de afuera del cuerpo agua fresca y para la parte de
adentro…je je… (Hace un gesto de tomar de una botella. Va hacia fuera. Se oye
ruido de una bomba de agua manual.) Todavía no te convidé porque la heladerita
que tengo es del año de Matusalén y tarda un montón en enfriar bien… a la
cerveza hay que tomarla helada… ¿o no? (Vuelve con la camisa abierta y el pelo
mojado, que sacude salpicando.) No te quedés parado… si querés te traigo un
cajón de manzanas del gallinero para que te sientes. Antes usaba los cajones de
doce pero desde que me proveo yo mismo… Silla no tengo ¿viste? , la última que
tenía le comieron el empajado las polillas, ¿y para qué quería arreglarla si acá soy
siempre yo sólo? Si querés sentarte en el colchón a mí no me molesta… Yo me
quedo parado. Yo siempre digo: las cosas importantes de la vida se hacen parado
o acostado. Por eso elegí venir acá ¿sabés?, porque antes que ser cana de
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escritorio me pido el pase a la Antártida mirá lo que te digo…Quién hubiera dicho


que yo iba a terminar acá, viviendo en una tapera, con agua de pozo, sin cloacas,
sin gas natural… como un negro cualquiera… Porque uno tiene su estudio… acá
como me ves soy Placa de Honor del Politécnico de Berazategui Promoción
1968… No… si yo podría haber sido perfectamente un veterinario o agrónomo
como quería mi viejo… pero a mí me atrapó la policía como quien dice… desde
chiquito ¿viste?… Me puse la camisa azul a los veintidós años y se me quedó
pegada al pecho… además… en esa época… (Choca las palmas de las manos y
las sacude) ¡no sabés lo que era esa época!… a mí lo que me gustaba era la joda
(Hace gesto de baile con un cuerpo apretado contra el suyo. Tararea una
melodía.) … y yo con mi sueldito de cabo era la envidia de los pibes del barrio…
tenía mi Torino, segunda mano…¡pero un chiche!, camisas sport, perfume
importado primera marca… las volvía locas a las minas… ¡si habremos cagado a
palos hippies a la salida de los recitales! No… era una época brava… tenías la
subversión por un lado, los hippies por otro…hasta que un día (Suspiro.)… todo lo
bueno se termina en esta vida. Ese día aparece una mina astuta que se las
arregla para… (Hace un gesto redondo sobre el vientre indicando embarazo.)
¡sorpresa! Cuando te querés dar cuenta estás firmando tu condena delante del
juez de paz… ¡y encima sonriendo para la foto! ¿Vos sos casado, Chinchulín? (…)
mejor, Chinchu… lo único que ganás son quilombos, quedáte así que estás bien…
ahora, acá, entre nosotros, algún filito… (Risa.) alguna sirvientita de esas que van
a bailar tropical a los bailes del Fomento… te reís, picarón… vos alguna de esas te
estás cogiendo (…) Pero pibe, te ahogás en un vaso de agua… ¡a una negrita de
esas te la cogés arriba de un árbol y es como si la llevarás al Hilton! (…) Ah, no…
pero vos estás más verde de lo que yo pensaba… escucháme Chinchulín… vos a
la mina no le tenés que hacer caso… si te llevás por lo que la mina te dice vas
muerto porque la mina siempre dice lo contrario de lo que quiere, ¿me explico?
Vos para saber cómo viene la mano primero tenés que llevarla a los yuyos. Ya
perdiste tres semanas dele chamuyo mientras juntás la guita para llevarla al telo
de Junín y la mina no quiere eso… ¿entendés? (…) ¿Cómo qué quiere la mina?
Sos lerdo, ¿eh?(Levanta los brazos y sacude la pelvis.) ¡Arandela y pistón!
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¡Arandela y pistón! Después de eso decidís, si te la quedás o la descartás pero


primero… hacerle sentir el rigor (Se toca la bragueta.) (…) ¡No, no lo que ella diga
no importa! ¡Grabátelo bien! ¡A la mina hay que cogerla! En estas cosas las minas
no deciden… y menos una negra como esa (…) Bueno, bueno está bien… no
quise ofender… no sabía que iba tan en serio la cosa… (Camina, se despereza,
va hacia la puerta.) Chinchulín… había sido enamoradizo el Chinchulín… (Se para
en la puerta, dando la espalda al público.) Mirá vos la hora que es y las chicharras
siguen gritando como si fuesen las dos de la tarde… Como siga la seca una
semana más este pueblo se va a la mierda… (…) Sí, la otra noche cayó un
chaparrón pero con eso no alcanza… acá tiene que venir el diluvio con arca y
todo… ¿no viste lo que es la tierra? Clavás la pala hasta el fondo y te sale un
terrón más seco que lengua de loro… (Bruscamente se golpea la frente con la
mano.) ¡Hablando de loro! ¿Te conté que tengo un loro? Bah, no es mío, es de mi
amigo el tano… yo te conté a vos de mi amigo el tano Catenatti, ¿no? (…) Sí que
te conté Chinchu, lo que pasa es que vos en lo de Quiñones después de la tercera
ginebra ya no te acordás ni de tu nombre completo. Vení, mirálo al loro… vas a ver
qué divertido. (Sale. Lo siguiente se oye desde afuera.) Mi amigo el tano tenía
este loro allá en su casa de Ezpeleta… como es tan fanático, pero fanático
enfermo que se dice de River… ¿qué nombre le podía poner al loro? Orteguita le
puso… y le enseñaba de memoria al loro todos los cantitos de la hinchada.
Bueno… resulta que a los señores vecinos paraguayos del tano les molestaban
los cantitos del pobrecito animal y le metieron una denuncia por discriminación…
¿Y vos me podés creer que en fiscalía les tomaron la denuncia? No se puede
creer… la justicia de este país es un chiste. La delincuencia asola las calles… y
los señores ocupándose de lo que dijo o no dijo el loro. ¡Y el pobre tano en el
medio! ¡Como si él tuviera la culpa de que el loro también sea hincha de River! A
ver lorito, cantá… “ole lé ola lá son la mitá más uno de Bolivia y Paraguay, ole lé
ola lá…” No sé qué carajo le pasa… debe ser que no está acostumbrado a las
visitas… (Entra.) Una tarde vuelvo del laburo y a quién tengo en la puerta
esperándome… el tano Catenatti en persona. Saca la jaula del auto y me dice
“tomá… te traigo lo que más quiero en el mundo… cuidameló hasta que se calmen
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las aguas”. Se había hecho los cuatrocientos kilómetros para traerme al loro. El
tano Catenatti… genio y figura. De pendejos eramos como hermanos… entramos
a la fuerza el mismo año hasta que él tuvo esa desgracia… (…) ¿Cómo? Si yo te
conté… ¡Qué fuerte te pega la ginebra a vos, Chinchulín! O a lo mejor es que
cuando te conté estabas distraído mirándole las tetitas a la hija menor del rengo
Quiñones… ¿eh? (Se ríe. Lo codea, cómplice.) ¡Ah… picarón! ¡Eso merece un
brindis! ¡Tengo la garganta hecha una lija! (Va hacia una habitación contigua y
vuelve con una mesita de plástico sin una pata y tres o cuatro ladrillos; se agacha
y se pone a apilar los ladrillos bajo la mesa en lugar de la pata faltante.) Hace días
que estoy por traerme de la ferretería un pomito de ese pegamento fulminante que
viene ahora ¿viste?… con tanto quilombo de laburo siempre me olvido… Vos
dirás: este milico vive como un croto… Y sí, este milico hace muchos años que
mandó todo a la mierda… y ahora vive como quiere. ¿Sabés lo feliz que vivo en
este rancho yo? La ciudad es una olla de carne podrida… la delincuencia ya no es
la de antes ¿viste?, te descuidás y te cocinan vuelta y vuelta como un bife…
encima por la calle no se puede andar… las pendejas te muestran las tetas… (Se
toca el pecho.) ¡hasta acá!… ¡hasta el pezón!… tipos grande que ya peinan
canas… ¡usando arito! ¡parecen todos trolos, dejáte de joder! Y la fuerza… un
nido de víboras. A los mejores comisarios los echaron los políticos… y al más
alcahuete lo premian con un ascenso. No, si no se puede creer… en la
departamental mía lo exoneraron al comisario Magallanes, un santo varón que
honraba a la fuerza… ¡y en su lugar pusieron a una mina… una yegua trepadora
que tiene las rodillas paspadas de tanto ponerse en cuatro! ¡Me hierve la sangre
cuando me acuerdo! (Termina de equilibrar la mesita, se pone de pie, va y vuelve
de al lado trayendo una botella de cerveza con una etiqueta blanca donde está
escrito con letra desmañada “CERVEZA EL GONZA”y dos ordinarios vasos de
vidrio grueso. Apoya todo sobre la mesita.) Tambien por eso me vine para acá
¿viste?, porque a los de la vieja guardia nos tienen marcados… y antes de que
ellos me hagan la zancadilla preferí abrirme. Cuando me enteré que estaban
reclutando para la brigada contra el cuatrerismo ni lo dudé… esto es el paraíso…
aire puro… camioneta nueva… acá la gente te respeta porque saben que uno está
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para cuidar su propiedad y te hacen sentir importante. La otra vuelta cuando


agarramos a esos cacos con veinte cabezas del vasco del fortín, el hombre se
apareció en la comisaría con dos lechones y un novillito adobado… “acá tienen,
muchachos, entretengan el diente”… Gente gaucha la de este pueblo… así da
gusto laburar. (Señala con ambos brazos la jarra y los vasos, como si acabara de
llenar la mesa de manjares.) ¿Y? ¿Qué tal? Esto es la buena vida…una partida a
las cartas… los amigos… la buena bebida. (Sirve la bebida.) ¡Esta sí que es
cerveza, Chinchulín! ¡Vas a ver qué sabor! ¡Al lado de ésta la que te venden en el
almacén es jarabe de malta! (Toma de un trago.) ¡Aaah… que sed que tenía…
fresquita fresquita está! Un poco floja de espuma, pero ya le voy a tomar la
mano. Estaría rico picar algo, ¿no? Esperá… (Sale y vuelve trayendo una
morcilla, un cuchillo y una flauta de pan.) Esta morcilla la hace la suegra del cabo
Carabajal… (Corta una rodaja de pan y otra de morcilla.) Vas a ver qué rica.
Tomá, un canapé de gaucho. (Se ríe. Deja el “canapé sobre la mesa. Vuelve a
servirse.) A ver un brindis… ¡por las tetitas de la hija de Quiñones! (Risa obscena.
Se interrumpe al ver que Chinchulín no ha tocado la cerveza.) Y dale… probá.
(…) ¿Comó que no querés?… ¿Me vas a hacer ese desprecio? (…) ¿Cómo que
tenés que laburar? Sos peón a la noche ahora… (…) ¿Y eso qué tiene que ver,
hombre? Si te contrataron de asador en la estancia de Molina más razón para que
te vayas entonando… (…) Sí, ya sé que el viejo Molina si encuentra un peón
chupado lo echa a la mierda pero a vos te contrató para hacer el asado y al lado
del fuego… la sed no se pasa con agua. Dale, tomá. Toma, te digo… un vaso solo
qué te va a hacer. (Levanta el índice acusadoramente.) Esta no la esperaba de
vos, ¿eh? (…) No te hagás el desentendido. Mirá que yo escucho cuando se ríen
a mis espaldas… dicen que mi cerveza da cagadera. ¡Mentirosos de mierda!
¡Cuando pasó eso el pibe se había apurado con la fermentación… yo le pedí
disculpas al comisario y el asunto quedó ahí! (…) Te reís, ¿ves? A vos también te
la contaron. ¡Son errores de principiante! ¡Era el pibe que estaba como loco con el
chiche nuevo y se pensaba que esto de hacer cerveza es como cebarse un tereré!
¡Pero esto es distinto… acá interviene la física… la química… hay que tener la
paciencia del científico! (…) ¿Cómo qué pibe? ¡El Gonza! (…) No, no es mi hijo…
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pero es como si lo fuera. Yo a veces decía que era mi ahijado para que la gente lo
tratara bien ¿Por qué te pensás que siendo un negrito cualquiera lo respetaban
tanto? Si supieras las cosas que hice por el desagradecido ese… (Vuelve a
servirse y toma de un trago.) El laboratorio, por ejemplo… (…) ¿Cómo qué
laboratorio? ¿No viste el galpón? (Señala la puerta.) Andá fijáte… pasando el
gallinero. No será un lujo, pero… está todo lo necesario. Hasta aislación térmica le
hice hacer. La primera camada salió mal, gusto a levadura, una porquería… Yo lo
alentaba “no te desanimes Gonza, estás aprendiendo, esto lleva tiempo… si los de
bromatología nos dan el visto bueno el pueblo tarde o temprano va a caer de
rodillas… me vas a poder devolver todo y encima te voy a llevar de vacaciones a
Miami”. Sabés la de sueños que teníamos: yo jubilado, a cargo de la camioneta,
tomando los pedidos y haciendo el reparto, y él a cargo de la parte técnica
cuidando la excelencia del producto. ¡Y todo eso a la mierda por un pelo de
concha! (…) ¡¿Cómo qué concha?! ¡La Bibi! ¡¿No te diste cuenta que desde que
la conoció no sabía donde tenía la cabeza?! ¡Y pensar que yo mismo se la puse
en la puerta, envueltita en papel celofán y con moño de regalo! (…) Es un decir,
Chinchu, vos sí que no entendés nada… Yo estaba preocupado por cómo le daba
a las manualidades, ¿viste? (Hace gesto de masturbación.), se pasaba toda la
tarde encerrado en el baño y entonces pensé que necesitaba ponerla… pero las
putas de por acá son todas viejas y no le gustaron… es justo, la carne fresca
busca carne fresca. Ahí fue que el tano Catenattti me tiró el dato de esta guachita
que la madre la quería mandar a hacer la calle porque tenía como nueve hijos más
y el tipo que vivía con ella se estaba muriendo de sida en el Fiorito. La pobre mina
estaba regalada…. la largó por quinientos pesos y dos kilos de nalga para
milanesa. ¡Te lo juro por Dios, Chinchu! (Junta los dedos y se los besa.) ¡Que
denigración humana! ¡Cuando en vez de quinientos le tiré setecientos la mina casi
me chupa la pija de la alegría! (Vuelve a servirse y toma de un trago; a partir de
acá no deja de servirse y tomar a medida que el monólogo se pone más
frenético.) Al principio yo estaba contento ¿viste? … Llego una tarde acá con la
pendeja y le digo “¿no te querés dar un baño corazón?… te vas a sentir más
fresquita.…” Después lo mando a buscar al Gonza y le digo “andá al baño que te
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traje un regalito de cumpleaños”. Y el pendejo le salió con los tapones de punta.


(Choca las manos y las sacude.) ¡Mamma mía cómo cogían! ¡La guacha gritaba
que ni que la estuvieran pasando a cuchillo! Y no es para menos, parece que el
Gonza… (Sonrisa lasciva mientras indica con las manos la medida de un gran
“cargamento”.) Las primeras semanas fueron terribles, era todas las noches
mínimo dos al hilo… Te imaginás… ¡el padrillo y la potranca compartiendo establo
con el zaino viejo… y el zaino viejo no podía dormir!(Gran carcajada.) Ahí fue que
tuve la idea de empezar a levantarles la piecita en el fondo que después terminó
siendo mitad piecita y mitad laboratorio de cerveza. Yo estaba emocionado ¿viste?
… (Hace esfuerzos para parecer emocionado.) Era como el hijo que siempre quise
tener, porque el destino me tenía de punto a mí: dos chancletas, y encima putas y
vengativas como la madre. Hace once años que no las veo… ni las quiero ver.
Muertas y enterradas están. Las tres. Cogiendo con otros tipos en la casa que yo
pagué. Putas. ¡Y yo pensé que con el Gonza el destino me daba la revancha! ¡Si
estaban chochos de la vida con su piecita en el fondo! ¡Y el laboratorio… tenías
que ver la cara del Gonza cuando le dije que todo eso era para él, para que se
haga un futuro y no dependa de un jefe que lo verduguee, como me pasa a mí!
¡Se le llenaban los ojos de lágrimas! ¡”Panza… yo con usté me saqué la grande”,
me decía siempre. Porque eso sí, era como mi hijo pero me trataba de usté.
(Termina el contenido de la botella tomando del pico. Va hasta la heladera y
vuelve con otra botella de la que sigue tomando, siempre del pico. Se para en el
marco de la puerta, mirando hacia fuera.) Es complicada la vida, Chinchu. Tiene
más vueltas que una oreja. Fijáte si no la desgracia del tano Catenatti. El tano se
cogía regularmente a un putarraco de Olivos, un pendejo pituco que le gustaba
que lo cagara a trompadas y después le diera masa vestido de uniforme mientras
cantaba el himno de la fuerza. Un poco retorcido, pero al tano le gustaba y cada
loco con su tema… ¿Vos me podés creer que este putarraco era hijo de un juez
federal y que un día el tano se desayuna con una citación de Jefatura donde le
dicen que pasa a disponibilidad para evitar el escándalo? A todo esto parece que
el pendejo era menor, había sacado fotos a escondidas y las había publicado en
internet, en fin, una desgracia, una verdadera desgracia. Como tipo capaz que era
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el tano tenía enemigos en la fuerza, ni que hablar que se entera la mujer, le pide el
divorcio, le saca el auto, la casa, todo… Somos hermanos en la desgracia con el
tano. Ahora se mata el hambre como seguridad en un supermercado de Gerli. ¿A
vos te parece? Un tipo que podría haber llegado lejos… Las vueltas de la vida.
(Hace una pausa. Toma largamente de la botella. Mira hacia fuera.) Se termina el
día. A esta hora cuando estoy solo en casa me pongo triste, ¿sabés? Por eso me
voy a jugar baraja a lo del rengo. Estoy grande, eso pasa… (…) ¡Sí, sí, estoy
grande… yo sí que ya no me cuezo al primer hervor! (Otro beso largo a la botella.)
Me gasté todos los ahorros en levantar paredes, comprar las herramientas, la
materia prima, las botellas… No me compré nada para mí, nada, fijáte cómo
vivo… Lo único que quería era ver al Gonza feliz gracias a mí, cogiéndose a su
hembra como Dios manda y progresando como un tipo de trabajo. Sentir que uno
ha servido para algo. Yo lo miraba trabajar en el laboratorio, los guantes puestos,
todo concentrado en el laburo y pensaba… Si no fuera por mí este pendejo hace
años que habría aparecido culo para arriba en un zanjón. Nació de vuelta gracias
a mí, es un poco hijo mío también. Pero no hay con que darle: las minas son
como el gorgojo, vos te pasás años sembrando, fumigando, cuidando la tierra …y
ellas te echan a perder todo eso en un solo día. (…) ¿Cómo qué pasó? Vivís en
un frasco, Chinculín… lo sabe todo el pueblo. La puta de la Bibi era más rápida
que una Ferrari y se fue a Junín con otro tipo. (…) ¡No, no al contrario… yo lo
trataba de calmar… le decía “ya está Gonza, olvidáte de esta puta… te lo digo yo
que conozco bien el paño! La próxima que traiga la colocamos en el cabaré de la
ruta y te la cogés por hora. Sale más barato.” Pero el pendejo estaba como loco,
no dormía, no comía… Para peor en el pueblo lo cargaban… “cuidado con las
guampas” le decían cuando cruzaba una puerta. Decía que iba a ir a Junín a
matarlos a los dos. Y una mañana se fue… no estaba más. Mirá…(Saca un
papel.) dejó esta nota. (Lee.) Vuelvo con la puta o no vuelvo más. (Lo hace un
bollo, lo tira.) ¿Ves? Yo mismo lo eché a perder cuando le traje la mina. Me dijeron
que el tipo no era de Junín… que se fue para el sur. Andá a saber dónde mierda
andará ahora… dándose con “paco” para no pensar, como hacía cuando lo saqué
de la calle. Gonzalito... Desagradecido de mierda. Qué desperdicio. Porque no
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vuelve más ¿eh?, no… yo lo conozco… no vuelve más. (…) ¡No… qué va volver!
Ya lo dice el dicho: ¡un solo pelo de concha tira más que cinco bueyes! (Toma el
último trago de la segunda botella y la deja sobre la mesa. Va hacia la heladera y
vuelve con la tercera botella, sigue tomando siempre cerca de la puerta.) Pero
bueno, qué va a hacer… la leche ya se derramó y llorarle encima no arregla nada.
Cambiemos de tema. (Lo señala, acusador pero condescendiente.) Así que no
querés probar mi cerveza, ¿eh?… no saben lo que se pierden ustedes.(…) Sí,
reíte… reite nomás que mientras ustedes siguen tomando esos jarabes de malta
que les venden las multinacionales yo con mi cervecita, calladito, de a poco… (…)
¿Qué? ¡Ni loco! ¡Vos te pensás que porque al pendejo se le volaron los patos yo
voy a largar mi emprendimiento! ¡Es la razón de mi vida esta cerveza! (Levanta la
botella como un emblema. La abraza contra el pecho.) Mirá, si no sonara medio
político hasta le pondría ese nombre: “CERVEZA LA RAZÓN DE MI VIDA”. Pero
“CERVEZA EL GONZA” pega más para el pago chico, ¿viste? Pensá que yo
quiero empezar por el mercado del pueblo. (Deja la botella sobre la mesita. De
pronto se pone ceremonioso. Se frota las manos.) Bueno, Chinchu, llegamos al
punto que nos interesa: te propongo ser mi socio. (…) Sí, a vos, a quien va a ser.
No te la esperabas ésta, ¿eh? ¡Te vas para arriba, Chinchulín! ¡De peón de
estancia a empresario pyme! ¡¿Qué me contás?! (…) ¡No… pero… ¿qué decís?!
¡¿Cómo voy a estar jodiendo con una cosa así, che?! Lo pensé bien, sos la
persona que estoy necesitando… (…) ¿Pensarlo? ¿Qué carajo tenés que pensar?
¡No me vas a decir que querés llegar a viejo pisando mierda de vaca… y encima
vaca de otro! (Se retuerce en una carcajada.) ¡Que caso de escopeta este
Chinchulín! (…) ¿Así qué tenés otros planes? (…) ¡Matarife! ¡La pucha que volás
alto… ¿y vos te pensás que eso es para cualquiera?! Es difícil entrar a Liniers,
tenés que tener acomodo. (…) No si ya sé… me han llegado los comentarios.
Dicen que por acá en la zona para carnear una vaca no hay como el Chinchulín.
Todos lo dicen. Tenés una fama bien ganada… Pero con eso no te alcanza para
entrar a Liniers. ¡El matarife Chinchulín… con razón te dicen así! (Se acerca a
palmearlo, pero la frialdad del otro lo retiene.) Está muy bien, hay que tener
iniciativa en la vida… Pero una cosa no quita la otra. Mirá, Chinchu, vayamos de a
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poco… si tu idea es rumbear para ese lado yo te puedo ayudar. Tengo un par de
comisarios retirados allá en la zona sur que tienen frigoríficos, ¿viste? Si querés
entrar en el negocio yo te puedo ayudar… Mirá, te digo más… como que me llamo
Oficial Rebollo Aquiles de la Policía Rural Departamental Junín yo te aseguro que
te voy a ayudar a entrar al negocio de la carne… pero por derecha. (…) ¡Ah, no
entendés! ¡Me parece que vos entendés lo que te conviene nada más! Decíme
una cosa, Chinchu… yo que soy… vigilante…patrulla rural, ¿no? (…) Y vos qué
sos… un peón juntamierda que por quincena no saca ni para comprar caracú…
ahora digo yo… ¿cómo puede ser que vos usés esas botas de cuero y yo estas
alpargatas de yute? ¿cómo puede ser que el peón de estancia gane más que el
brazo de la ley? (…) ¡No te hagás el pelotudo, Chinchulín! (Lo señala extendiendo
el pico de la botella.) ¡Estás faenando clandestino, atorrante! ¡De tres vacas que
se morfan en Junín seguro que a dos las carneaste vos! (…) ¡Pará, pará… no te
vayás! ¡No te vayás que no sirve de nada… ¿no ves que ya está todo cocinado,
papá?! Ya los tenemos ubicados, sabemos donde carnean, tenemos la lista de
todos los carniceros que les compran… adentro y afuera de Junín, todo. Pasado
mañana se les acaba la joda…¿entendés? Allanamientos y clausuras para tirar
para arriba… (…) ¡Pero pará… no te vayás antes de escuchar la propuesta! Así
me gusta, ¿ves?…una conversación tranquila. De veras, Chinchu, yo no te hice
ninguna cama, lo de la sociedad va en serio. Vos de ahora en adelante trabajás
conmigo y yo te juro por lo que más quiero… (Cruza los dedos y se los besa.) por
la memoria de mi difunta madre y por el Gauchito Gil que a vos nadie te toca…
vos no estuviste nunca en ese frigorífico, vos ahora para todo el mundo trabajás
en el laboratorio del Panza Rebollo. ¿Está claro? (…) Así me gusta, nos vamos
entendiendo. Tenés que agradecer que el Gonza se fue a la mierda… yo no te
hubiera necesitado y dentro de cuarenta y ocho horas estabas hasta las manos.
Es que yo solo con el emprendimiento no puedo, ¿viste?, necesito un socio de
fierro, alguien que crea en el proyecto hasta que vengan los primeros éxitos. ¡Y
después sí… cuando la cerveza se tome en todo el pueblo vamos a ir por todo
Junín! ¡Y después por la provincia de Buenos Aires! Pero para ese entonces a lo
mejor ya no te necesito… me vendés tu parte de la empresa y te podés ir de
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matarife, nomás… Se van a pelear por laburar en esta empresa…(Se frota las
manos.) y vos vas a ser el pionero. El que creyó en mí cuando todos se cagaban
de risa. Mirá… mirá ese galpón… el laboratorio. (Va hacia la puerta y señala hacia
fuera.) De esas cuatro paredes de mierda… va a salir una gran empresa. ¿No me
vas a fallar, no? ¿Socios? (Le extiende la mano. El otro no la toma) ¿Qué quiere
decir eso, che? ¿Qué no aceptás? No tenés opción, Chinchulín. Yo sé que es
difícil cambiar de rubro, pero a la larga te va a gustar. La malta huele mejor que la
bosta, ¿o no? (Lo palmea violentamente.) ¡Cambiá esa cara, che! ¡Que no estás
en un velorio! (Va hacia la heladera y vuelve con otra botella.) ¿Sabés lo que te
pasa a vos? Que todavía no probaste el producto… Pero el que trabaja en una
empresa se tiene que poner la camiseta…¿cómo vas a vender algo que nunca
probaste? (Le estira la botella.) Probá, dale. Ahora ya no te lo pido como amigo…
te lo pido como socio. (Pierde la paciencia.) ¡Aaaah… ¿no querés tomar?! ¡¿No
querés probar mi cerveza?! ¡Tres zumbos chupapitos hacen correr la bola de que
mi cerveza le dio cagadera al comisario y vos les creés a ellos y no a mí! ¡Esta
camada salió buena, ¿me entendés?! ¡Yo mismo supervisé la fermentación! (Tira
un chorro de cerveza en el suelo, toma el cuchillo de la mesa y lo amenaza.)
¡Ahora la vas a tomar de ahí… agacháte… dale… saca la lenguita y chupá del
piso… vas ver que rica! (…) ¿¡Qué hacés…?! ¿¡Que te agachás…?! ¡Te estoy
jodiendo, pelotudo! (Larga una gran carcajada, se dobla de risa.) ¡Cómo te la
creíste! ¡Mirá si yo te voy a hacer una cosa así…a vos, que ahora sos mi socio!
¡La verdad, Chinchulín, que sos bastante más pelotudo de lo que pensaba…!
(Más risa.) ¡Así me gusta, carajo! ¡El subornidado no puede ser más despierto que
el jefe… va contra la jerarquía! (Lo palmea.) ¡Pero relajáte, che! ¡Estás más
blanco que esa pared! ¡A mí no me tenés que tener miedo… si hacés siempre lo
que te digo conmigo vas a estar mejor que con los rodeos! ¡Qué Chinchulín
éste…! (Va hacia la heladera y vuelve con dos botellas que deja sobre la mesita.)
Ya que vas a lo del viejo Molina a hacerle el asado quiero que le lleves esta
botellita… ese gallego trolo anda diciendo que mi cerveza parece pis de gato… y
nunca la probó. A ver si cierra el culo de una vez. Y esta otra es para vos, no…
para vos no… para tu señora madre que debe ser una santa si te viene
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aguantando a vos desde que naciste… Le mandás esto de mi parte para que sepa
en que trabaja su hijo a partir de mañana. A vos te espero a las siete con la cara
lavada en la puerta del laboratorio. Ah, y no te olvidés de comentarle a todo el
mundo que ahora trabajás conmigo. ¡Pará, para! ¡¿Adónde vas…?! ¡¿Quién te dijo
que te podías ir?! ¡Si todavía no terminamos! (Pausa. A partir de aquí hay un
cambio de actitud, que pasa a ser realmente amenazante.) Hay otra cosa que te
quiero encargar. (Va hacia la habitación contigua y vuelve con una pequeña valija
de cuerina.) Agarrás esta valija y la descartás lejos de acá, bien lejos, donde yo
no la encuentre nunca. (…) ¡Descartarla! ¿No sabés lo que quiere decir descarte?
Buscás un lugar cualquiera lejos de acá… en el campo, en un arroyo o en el
camión de la basura si querés, tirás la valija y te vas. Cuidando que nadie te vea.
(…) ¡No, vos no la abrís! ¡Vos llegás a meter el hocico en esta valija y te aseguro
que yo mañana nada más que con mirarte fijo me doy cuenta si anduviste
espiando! Y algo más: vos no le decís a nadie que yo te di esta valija, y mañana
cuando vengas esta valija no existió. No se habla nunca más de esta valija, ¿está
claro? (…) ¡Pará, pará… ¿qué hacés?! (Va hacia la puerta, tapándole la salida.)
¡¿Vos sabés lo que te va a pasar si te vas por esta puerta?! Vos ya no podés
elegir, Chinchulín. Hacés lo que yo te digo o pasado mañana a primera hora estás
adentro por cuatrerismo No me la hagás difícil, pendejo. Vos y yo juntos vamos a
hacer grandes cosas ¿sabés? Lo del Gonza me rompió el corazón, pero yo sé que
con vos va a ser distinto. Sos un tipo trabajador, obediente, todos lo dicen .Te doy
mi palabra: esto es lo único raro que te voy a pedir. Vos hacés esto, y después…a
trabajar duro… y progresar. (Intenta acercarse, pero el otro retrocede.) ¿Qué cosa
mejor que esto vas a conseguir en este pueblo de mierda, Chinchulín? Tomálo
como un derecho de piso que te cobro. Y no hagás preguntas. (…) ¡¿Así que eso
pensás?! ¡Repetílo! ¡Decílo de vuelta y te hago comer las espuelas así te cagás
muriendo de peritonitis! (Lo amenaza con el cuchillo, pero ahora no es broma. El
otro retrocede.) ¡Atorrante! ¡Desagradecido! ¡Todavía que te abro las puertas de
mi casa… de mi empresa! ¡¿No sabés con quién estás hablando vos?!¡Si necesito
un pelotudo para hacerle un gallito ciego busco a un pelotudo cualquiera… no al
pelotudo de mi propio socio! ¡Yo soy un policía a la antigua, tengo mis códigos!
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(Deja el cuchillo. Trata de serenarse.) Puta que me hacés calentar, pendejo. El


trato es así: descartás la valija y mañana sos un hombre nuevo, laburo nuevo,
limpito como un bebé. Si no descartás la valija mañana no vengas, lo de ser
socios queda en la nada. Pero dentro de dos días estás a la sombra. ¿Estamos?
Vos elegís. ¡Pará, Chinchulín… no te vayás! (Corre hacia la puerta y lo retiene
antes de que salga. Abandona abruptamente el tono de amenaza.) A ver si nos
entendemos… vos estás asustado, pensás que yo ando en algo raro y tenés
razón, esto es raro. Pero tenés que hacerlo. Para no cagarte la vida vos… ¿o
querés ir en cana por tres vacas de morondanga? Y sobre todo, Chinchu, si le
tenés un poco de lástima a este viejo fracasado… para no cagarme la vida a mí.
Yo no puedo tener esta valija en mi casa una noche más. ¿Entendés,
chinchulincito? Es todo lo que te puedo decir. A vos no te va a pasar nada si te la
llevás, pero a mí… si me la dejás otra noche más… (…) ¡No hagás preguntas,
pendejo! ¡¿No te alcanza con verme así… rogándote?! ¡¿Querés verme de
rodillas?! (Trata de retenerlo, pero el otro se le escapa. Sale de escena llevando
la valija. Todo lo que sigue se escucha desde afuera.) ¡No te vayás, guacho!
¡Olvidáte! ¡Olvidáte de lo que te dije de mandarte preso! ¡Yo no te quería
extorsionar! ¡La culpa es de esta valija puta que me está comiendo el cerebro, el
corazón… todo! (Se quiebra en llanto.) ¡Llevátela, Chinchulín…! ¡No te va a pasar
nada a vos… y a mí me vas a salvar la vida! ¡Si yo pudiera descartarla lo haría,
pero yo sé que adonde la deje… la voy a volver a buscar! ¡Es más fuerte que yo la
hija de puta! ¡Te doy la mitad, Chinchulín! ¡Vamos mañana a un escribano y te lo
firmo! ¡La mitad de todo lo que hay en el laboratorio es tuyo, vamos cincuenta y
cincuenta en todo… pero descartáme esta valija… por el amor de Dios te lo pido!
(…) ¡No, no me podés pedir eso! ¡Pedirme eso y matarme es lo mismo! ¡No te
vayás, Chinchulín! ¡Volvé! ¡Volvé, Chinchulín! (Pausa larga. Se oyen ladridos
lejano de perros sobre un fondo de grillos y chicharras.) Si yo la abro, ¿vos
después la descartás? (…) Jurameló, jurameló sobre la imagen de la virgencita.
Entonces la voy a abrir, pero te llegás a reír y te despanzurro como a un pejerrey,
¿está claro? (Pausa. Se oye el cierre de la valija al abrirse.) Vaya a saber de quién
mierda era. Cuando ocupé el rancho era lo único que había. Yo tendría que
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haberla tirado a la mierda ahí mismo… ¡sin abrirla! Pero me la quedé. A lo mejor
los de la macumba vivieron antes acá y me la dejaron para hacerme un daño…
me quieren volver loco. Porque cuando pasa eso es como un diablo que se me
mete... soy yo y no soy yo. ¿Entendés ahora por qué me paso todas las noches
chupando y jugando baraja en lo de Quiñones? Porque si me quedo acá, solo con
la valija… ¡Maldita noche la de los lunes que el rengo no abre el boliche! Me paso
toda la noche solo en el rancho y no me puedo dormir… doy vueltas en el colchón,
me levanto a mirar las estrellas, siento que ladran los perros y que está todo
quieto, todo dormido y entonces… la cabeza me empieza a carburar para el lado
equivocado. Y empiezo a pensar en la valija que está guardadita, y en lo que está
adentro de la valija. Y al rato estoy haciendo macanas. Por eso me tenés que
ayudar, Chinchu. Desde mañana soy hombre nuevo, y eso te lo debo a vos.
Llevatelá, dale. Descartála. La semana que viene hago venir a un parapsicólogo
que me recomendaron a que me haga una limpieza del rancho… porque a mí me
hicieron un daño, ¿viste? Si yo siempre fui un tipo normal… (Pausa.) ¿Qué te
pasa, Chinchu? ¿Por qué me mirás así? Te la vas a llevar, ¿no? ¡No me vas a
cagar ahora! (…) ¡¿Qué?! ¡¿Vos estás en pedo, pendejo?! ¡¿Por quién carajo me
tomaste?! ¡Es una enfermedad esto! ¡¿No te da vergüenza aprovecharte de un
viejo enfermo?! ¡Pará…¿qué hacés?! ¡Bajá ese facón! ¡Soltáme! ¡¿Te volviste
loco, pendejo?! ¡Soltáme! ¡Hago lo que digas! (Pausa.) Me lo puedo poner yo
solo… al fin y al cabo me lo pongo cada lunes. ¡Y yo que confiaba en vos, tanto
confiaba que me dejé la reglamentaria y la Bersa arriba de la heladera! ¡No se
puede confiar ni en tu sombra, la puta que lo parió! ¡Mejor que después de esto
me descartés la valija porque mañana te busco y te vacío el cargador en la
bragueta, negro chupapitos! ¡Ahí está! ¡¿Estás contento, ahora?! ¡¿Qué querés?!
¡¿Qué mueva el culo también?! Vení con mamita, dale. Vení a probar la matraca
de veinte centímetros de la nena Rebollo, dale. ¡AAH… ¡¿QUÉ HACÉS, HIJO DE
PUTA?! ¡AUXILIO! ¡AUXILIO! (Pausa. Se oye un quejido y enseguida vuelve a
escena arrastrándose. Tiene puesto un vestido de falda cortísima color blanco,
muy ajustado al cuerpo. Portaligas. Escote relleno con gomaespuma. Brillantina.
Peluca platinada. Labios encarnados. Sobre un costado le sangra una profunda
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herida de cuchillo. Llega arrastrándose al colchón. Se quita la peluca.)


¡Chinculín… volvé! ¡Ayudáme! ¡Yo sé que estás ahí escondido! ¡¿Estás ahí, no?!
Vení, entrá… te perdono… no tengas miedo. Acá si gritás no te escucha nadie…
Me la diste… pendejo. Sos una luz con el facón. Con razón te dicen Chinchulín.
De esta… no salgo. Me la tengo merecida. ¡Pero no dejés que me encuentren así!
¡Ayudáme a sacarme esta mierda! (Trata de quitarse el vestido, lo consigue a
medias.) ¡Yo tengo un nombre en la fuerza! ¡Tengo que morir con el uniforme
puesto! ¡Prometéme que me lo vas a poner! ¡Y que vas a descartar la valija! ¡Lo
juraste sobre la virgen de Fátima! (…) Gracias, eso quería escuchar. (Se retuerce
de dolor. Escupe sangre sobre el colchón. Está agonizando.) No te vayás,
todavía. Escuchá toda la historia. La Bibi me descubrió un lunes… paseando…
bueno, ahora sabés… de nena Rebollo. Al otro día me vino a pedir plata a cambio
de no contar nada. Aproveché para sacármela de encima con un balazo en cada
teta. Puta de mierda. ¡Hasta muerta me siguió cagando la vida! Porque el Gonza
no me creyó la historia del tipo de Junín y estaba raro, ¿viste? Desconfiaba… ¡Ya
nada volvió a ser como antes de la puta! Me hacía preguntas, me decía que yo
sabía más de lo que decía… ¡Con todos los sueños que teníamos juntos…
terminamos peleando por una negrita analfabeta! ¡Hasta que un día me acusó de
haberla matado! ¡Me dijo que se iba! ¡Que no quería saber nada más conmigo!
¿Te das cuenta, Chinchulín? Complicada la vida, tiene más vueltas que una oreja.
Lo enterré en la ruta, justo detrás del santuario del Gauchito Gil. Él era muy
devoto, ¿viste? Ibamos siempre a pedirle que nos ayudara con el emprendimiento.
Prometéme que lo vas a ir a visitar. Y que dentro de tres años desenterrás los
huesos, los quemás y tirás las cenizas en la cancha de Defensa y Justicia… él
siempre decía que cuando muriera… ¿Sabés dónde queda, no? Defensa y
Justicia digo. Chinchu, siento que me duermo. Vas a hacer todo lo que te pedí,
¿no? (…) ¡No te escucho… habláme más fuerte! Es raro esto de morirse, como
que te vas volviendo ciego y sordo de a poco… ¡Chinchulín! ¡¿Estás ahí?! Vení,
dame la mano. Prometéme que me vas a limpiar la pintura de labios. Y lleváte la
billetera y las pistolas, que crean que fue para robarme. Ah, y andá a mi
homenaje, negro guacho, ¿eh? Y llorá un poquito. (Muere.)
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Oscuridad.

La Plata, abril de 2006

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