Smith, Mujeres en El Mundo
Smith, Mujeres en El Mundo
Smith, Mujeres en El Mundo
Valencia, Venezuela
2007
Título: Mujeres en el Mundo: Historia, revoluciones, dictaduras, trabajo, religión y poesía
Autores: Yamile Delgado de Smith, María Cristina González, Claudia Hasanbegovic,
Mariana Pucciarello, Willians J. Alcalá, Alejandra Restrepo,
Carmen Ascanio Sánchez, Pilar Domínguez, Lety Elvir, Marta Raquel Zabaleta,
Adalberto Santana, Cirila Quintero, Silvia Soriano Hernández,
Reina Cristina Rosario F., Edmé Domínguez R., Lucia Chen, Yin-Zu Chen,
Adícea Castillo, Adriana Delgado, Belkis Rojas, Emma Martínez Vásquez,
Jacqueline Richter, Juan Montserrat, Rolando Smith.
Primera edición
diciembre de 2007
Juan Montserrat
Investigador Asociado
Esta publicación es el resultado de reuniones, intercambios
y simposios del Grupo de Trabajo de Género del Consejo
Europeo de Investigaciones Sociales de América Latina
(CEISAL) coordinado por la Dra. Marta Raquel Zabaleta,
Universidad de Middlesex, Londres, el Grupo de Estudios
Latinoamericanos (GEL) coordinado por la Dra. Yamile
Delgado de Smith, Universidad de Carabobo, Venezuela y
el Laboratorio de Investigaciones en Estudios del Trabajo
(LAINET) coordinado por el Dr. Rolando Smith, Universidad
de Carabobo, Venezuela.
del distrito judicial sur de la Provincia de Tierra del Fuego (Argentina) designada
por concurso –1997/2000, Exbecaria de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), Becaria del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Italiana (1991)
obtenida por concurso de oposición a fin de participar del curso sobre “Derecho
del Trabajo” correspondiente al año académico 1990-91 a cargo del Prof. Umberto
Romagnoli de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia, Fiscal
de 1ª Instancia en lo Contencioso, Administrativo y Tributario de la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires (desde el año 2000), designada por concurso de oposición,
Autora de artículos de su especialidad y coautora en obras jurídicas colectivas. Doc-
torando de la Universidad Castilla La Mancha.
Correo electrónico: mbpush@hotmail.com
10
Revista Polis de la Universidad Bolivariana (Santiago, Chile) y Le Monde Diploma-
tique (edición Colombia). Sus líneas de investigación son: Feminismo, Discurso de
Género, Movimientos Sociales y Género Testimonial en América Latina.
Correo electrónico: alejares@gmail.com
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y lobo, 2001, y el libro de cuentos: Sublimes y Perversos, 2005. Directora de la
página literaria “Poesía Nómada” del semanario bilingüe El tiempo Hispano del
Estado de Delaware, y miembra del Cuerpo Consultivo de la Revista GénEros de la
Universidad de Colima, México.
Correo electrónico: letyelvirlazo@yahoo.es
12
Cirila Quintero (México)
Mexicana, Doctora en Sociología por el Colegio de México, Investigadora Titular
de El Colegio de la Frontera Norte, Dirección Regional de Matamoros, Investiga-
dora Nacional, Nivel II. Autora de diferentes artículos sobre sindicatos, condiciones
laborales y mujeres en las maquiladoras fronterizas en revistas internacionales como
/Estudios Sociológicos, Frontera Norte, Región y Sociedad, Nueva Antropología,
Comercio Exterior, Labor Studies Journal, World Migration, Internacional Feminist
Journal of Politics y Asian Journal Latin American Studies.
Correo electronico: cirilaq@yahoo.com.mx
13
Diseñó y Coordinó la maestría en la Enseñanza de la Ciencias Sociales y fundó y coor-
dinó la cátedra de Pensamiento Antillanista en el INTEC. Ha sido profesora invitada
en varias universidades y Profesora residente en Armstrong atlantic State university,
Savannah, impartiendo cursos sobre “Historia Cultural del Caribe”. Ha publicado en
revistas nacionales e internacionales, los temas de investigaciones y publicaciones se
encuentran relacionado con temáticas de: migraciones caribeñas, negritud, identidad
y pensamiento antillanista. Actualmente cursa el Doctorado en Historia de América
Central y el Caribe en contexto comparado de la Universidad de Costa Rica.
Correo electrónico: reinacrf@gmail.com
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Ha sido Director de la Escuela de Relaciones Industriales, Secretario y Vicerrector
Académico de la Universidad de Carabobo. Actualmente es Miembro del directorio
de la Fundación de Ciencia y Tecnología del Estado Carabobo, Coordinador de la
Comisión de Reflexión y Acción Universitaria de la Universidad de Carabobo y
Coordinador del Laboratorio de Investigación en Estudios del Trabajo (LAINET).
Correo electrónico: rsmith@uc.edu.ve
15
Industrial. Línea de Investigación: Trabajo y Género, Salud y Riesgo Laboral, Ética y
Responsabilidad Social Empresarial.
Correo electrónico: belkisred@gmail.com
16
Juan Montserrat (Venezuela)
Licenciado en Relaciones Industriales, egresado de la Universidad de Carabobo,
Maestrante en el Programa de Administración del Trabajo y Relaciones Laborales de
la Universidad de Carabobo. Profesor de Sociología del Trabajo y Antropología en
la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y de Ciencia, Tecnología y Sociedad
en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Carabobo. Investigador
adscrito al Laboratorio de Investigación en Estudios del Trabajo (LAINET), de la
Escuela de Relaciones Industriales de la Universidad de Carabobo. Ha publicado
artículos en el área de Estudios del Trabajo y Ciencia y Tecnología. Forma parte del
comité técnico de LAINET. Es asesor de empresas de producción social y Promotor
Comunal.
Correo electrónico: juan.montserrat@gmail.com
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18
Índice
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
Marta R. Zabaleta ................................................................................................ 147
Revolucionarias latinoamericanas
Adalberto Santana . .............................................................................................. 173
20
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
Juan Montserrat ................................................................................................... 369
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Del amor y el estado ¿Violación a los derechos
humanos de las mujeres víctimas de violencia?
Claudia Hasanbegovic
Argentina
Introducción
La violencia masculina contra la mujer en las relaciones de pareja1 (VM)2, es
una de las formas de violencia basada en el género más extendida, y representa una
grave violación a los derechos humanos3 que sufren las mujeres mundialmente. La
VM es un serio problema de déficit democrático, criminológico, social y de salud,
constituyendo la principal causa de muerte e incapacidad para las mujeres entre los
16 y 44 años de edad (Council of Europe, 2002), más que la causada por el cáncer,
los accidentes de tránsito y la malaria combinados (WB, 1993). La VM además
puede ocasionar el síndrome de stress-postraumático (Lewis, 1992); el síndrome de
Estocolmo (Graham et al, 1989); suicidios (Walker, 1979), y se halló como ante-
cedente en mujeres con problemas de alcohol, adicciones a drogas, y problemas
psiquiátricos, en un 50%, 55% y 60%, respectivamente (Stark y Flitcraft, 1996). El
flagelo de la VM es también, un serio obstáculo para el desarrollo de las sociedades
(Bunch y Carrillo, 1991); una carga para la economía de los países (Waters et. al.,
2004), y sus impactos se extienden más allá de la víctima y sus familiares directos
incluyendo a toda la sociedad.
A pesar de los grandes avances tanto en lograr el reconocimiento del carácter de
problema público, social y de salud de la VM, de la prolífera producción de inves-
tigaciones en las últimas cuatro décadas, y de la inclusión de este fenómeno en la
agenda internacional como una violación de derechos humanos de las mujeres, la
VM continúa siendo una constante realidad para millones de mujeres, y una amenaza
latente para las demás. Sugiero que para lograr una adecuada prevención, investiga-
ción y castigo de la VM se debe investigar la naturaleza política de la VM, la relación
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Del amor y el estado ¿Violación a los derechos humanos de las mujeres
víctimas de violencia?
del Estado con sus ciudadanas y ciudadanos, y el rol del primero en controlar o, por
el contrario, perpetuarla en la sociedad.
En este artículo presento los principales resultados de mi investigación de doc-
torado en Políticas Sociales, en la cual comparé la respuesta de los Estados cubano
y argentino a la VM a finales de la década de los 90 y comienzos del 2000. Ello
permitió, observar las limitaciones materiales impuestas a dichos Estados por el
impacto negativo de la globalización en sus economías e instituciones, y por ende en
sus políticas sociales en materia de VM. Justamente por ello, la naturaleza política
de la respuesta estatal a dicho fenómeno quedó al descubierto y pudo ser explorada
con más claridad, en particular, el acceso de las mujeres a sus derechos civiles, como
es la Justicia, para obtener protección frente a la violencia.
Magnitud de la VM en el mundo
Es muy difícil contar con cifras exactas que midan la VM4 tanto a nivel mundial,
como en los países de estudio del presente artículo, tanto porque la investigación de
este fenómeno es relativamente temprana, como porque hasta tiempos recientes no
existían estudios a escala mundial sobre naciones, que hubieran utilizado la misma
técnica investigativa, y fueran congruentes en sus definiciones de violencia; selección
de las participantes del estudio; similitudes en las fuentes de datos; etc. (Krug et. al,
2002, y OMS, 2005), y que por lo tanto, brindara un panorama de este problema. De
acuerdo a la OMS en su estudio multipaís sobre la VM (OMS, 2005), entre el 24% y el
53% de las mujeres entrevistadas en todos los continentes, sufrieron violencia física o
violencia sexual, o ambas formas de violencia, infligida por su pareja masculina hacia
ellas, alguna vez en su vida. Otro estudio mundial halló que la VM afectó a entre el
10% y el 69% de todas las mujeres (Krug et. al, 2002).
Entre los impactos de la VM se encuentra la muerte infligida a la mujer por su
compañero o ex compañero íntimo. El aspecto de violencia de género que reviste
este tipo de asesinatos, fue denominado femicidio (Diane Russell) por su especifi-
cidad. Este aspecto se refleja a en las estadísticas de homicidios violentos segregados
por género. Así, en Australia, Canadá, los Estados Unidos, Israel y Sudáfrica los
datos señalan que entre el 40% al 70% de los asesinatos de mujeres las víctimas
fueron muertas por su esposo o novio, a menudo en una relación de maltrato (OMS,
2005, p.101) sólo el 4%, y 8,6% de los hombres asesinados en Estados Unidos, y
Australia, respectivamente (OMS, 2005, p.101).
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Claudia Hasanbegovic
Los mismos no se han realizado, en mi opinión, no por falta de fondos sino por falta de
voluntad política para hacerlo, ya sea, por temor a lo que esas cifras pudieran mostrar
(Cuba), o por desinterés en el tema (Argentina). A modo ilustrativo para acercarnos a
la dimensión de este problema en Argentina, ofrezco los datos suministrados por la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Nación (en Cladem, 2006) donde
ingresan las denuncias por la Ley Nº 24.417, de Prevención de la Violencia Familiar,
que rige para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tabla Nº 1
Año 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Cant. 1009 1601 1820 2167 2160 2269 2598 2736 3115 S/I 3779 4386
Dimensión de la VM en La Habana
Las distintas fuentes consultadas señalan que no existen en Cuba cifras que
brinden una aproximación a la magnitud del problema en la isla, y esto es corro-
borado por las investigadoras cubanas (Proveyer, 2002). A pesar de los numerosos
estudios que vienen desarrollando distintos sectores gubernamentales y educacio-
nales cubanos desde comienzos de los años 1990 (Proveyer, 2002; CEDAW, 2006),
no existen estadísticas de la VM que puedan ser generalizadas a toda la sociedad.
Losdatos, en general, son bde carácter cualitativo de muestras pequeñas de pobla-
ción. En el último informe al CEDAW (CEDAW, 2006, p.31 a 35), el gobierno
cubano presentó como cifras de la VM en la isla aquellas obtenidas del tipo de las
consultas recibidas en las 185 Casas de Orientación a la Mujer y la Familia5, que
tiene la Federación de Mujeres Cubanas6, alrededor de toda Cuba y que reproduzco
a continuación en la Tabla Nº 2:
Tabla Nº 2
Año 1998 2001 2002
VM 75 151 329
Violencia Femenina contra el hombre 6 5 27
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víctimas de violencia?
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Claudia Hasanbegovic
El alcohol, la pobreza, el desempleo y el estrés (de los hombres violentos) han sido
detectados como factores de riesgo de producción y/o de gravedad de la VM (OMS,
2005), pero no, como algunos investigadores creyeron en un comienzo, la causa de
la misma. La VM existe se presenta en todas las sociedades, y atraviesa las clases
sociales, etnias, nacionalidades, etc. (UN, 1990; 1996; WHO 2002, OMS, 2005).
Marco Teórico
Las herramientas teóricas y analíticas que utilicé en mi estudio son, el marco
jurídico nacional e internacional de Derechos Humanos, la teoría del Patriarcado
aplicada a la VM, y el análisis de género del fenómeno legal.
Derechos Humanos. Los mayores avances de Derecho Internacional en materia
de derechos de las mujeres comenzaron a partir de 1993, la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, a través de su Asamblea General, declaró que “los
derechos de las mujeres son derechos humanos”, y que “la violencia contra la mujer
es una violación de derechos humanos”9
En 1994, dicha Comisión de la ONU creó la Relatoría Especial de Violencia
contra la Mujer, sus Causas y Consecuencias, que entre otras cosas realiza visitas a
países para constatar la situación de violación de derechos humanos de las mujeres;
recibe denuncias de todo el mundo; elabora informes y propone recomendaciones.
Ya con anterioridad a dicha fecha, comenzó a funcionar el Comité de Seguimiento
de la Convención de Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW). CEDAW surgió luego de la sanción y ratificación por los gobiernos, de
la Convención Internacional del mismo nombre en 1979 (http://www.un.org/millen-
nium/law/iv-7.htm). La Directiva 19 del año 1992, sancionada por CEDAW, incluyó
la VM como una forma de discriminación y obstáculo para las mujeres en el goce de
otros derechos fundamentales (UN, 1993; Benninger-Budel y Lacroix, 1999; Pick up
et. al., 2001). Periódicamente los gobiernos que han ratificado la convención (entre
ellos, Cuba en 1980 y Argentina en 1984) deben presentar informes al CEDAW
sobre los avances realizados en sus territorios para eliminar la discriminación contra
las mujeres, para su evaluación por el CEDAW. En el ámbito regional americano10,
la Convención Interamericana de Do Belem Do Para, para la Eliminación, Cas-
tigo y Erradicación de la Violencia contra la Mujer sancionada en 1994 (Binstock,
1998) ha sido el antecedente de derecho internacional vinculante para los Estados
de la región, que llevó a la sanción de leyes de “violencia familiar” o “violencia
doméstica”. En este espacio, también existe desde el año 2004, un Mecanismo de
Seguimiento de la Implementación de la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, (el Mecanismo), el cual cons-
tituye, junto con la Conferencia de los Estados Parte, los cuerpos representativos
de la Convención, ante quienes los Estados deben informar en forma similar a los
mencionados precedentemente.
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víctimas de violencia?
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Claudia Hasanbegovic
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víctimas de violencia?
del contexto cultural, de sus relatos y hechos más importantes para la investigación,
y de la respuesta comunitaria que pudiera observarse. Asimismo se analizaron docu-
mentos jurídicos, leyes y sentencias dictadas por tribunales en juicios sobre VM13 en
ambos países, y se compararon las leyes nacionales de Argentina y Cuba, entre sí y
en relación al marco jurídico internacional de derechos humanos.
Esta estrategia investigativa por un lado, reforzó los métodos cualitativos y por
el otro, posibilitó explorar la respuesta al Estado a la VM desde una perspectiva de
género del fenómeno legal y desde las experiencias de las mujeres con los agentes del
Estado. En este estudio seguí los principios de la investigación feminista, de derechos
humanos y de violencia masculina contra la mujer (Beasely y Thomas, 1994; Mies,
1994; Kelly et. al. 1994; Harding, 1987, 1991; Herman, 1992, Finkerlhor et. al. 1988;
Stanley, 1993; Stacey, 1992; Scott, 1986; Cancian, 1992; Fenow y Cook, 1991); uti-
lizando la entrevista con las mujeres como elemento de empoderamiento, toma de
conciencia y de “sanación”. Antes de comenzar la entrevista las interioricé sobre el
objetivo de mi estudio, y de su derecho a hacerme preguntas sobre el mismo, o sobre
mi vida puesto que compartir la historia personal no es solamente necesario, sino parte
esencial de una verdadera investigación feminista. (Oakley, 1981).
En relación al proceso de entrevistadas con las mujeres, ni primera observación,
fue la diferencia hallada en la duración de las entrevistas con ambos grupos de
mujeres. A pesar de haber utilizado con ellas los mismos cuestionarios, las entre-
vistas en Argentina duraron 6 veces más que en Cuba. En Argentina, las mismas
tuvieron un promedio de nueve horas (una entrevista duró un máximo de 15 horas
divididas en cuatro encuentros), en tanto que en Cuba, el promedio fue una hora y
media (y la máxima fue de tres horas). Del análisis de las mismas surgió que ello
se debió a que las argentinas tenían más historias de maltrato para contar, pues con-
tinuaron sufriendo VM luego de separadas, sumado a la violencia institucional que
experimentaron al pedir al Estado que frenara al agresor. En tanto que ésto no se
presentó entre las cubanas, quienes lograron frenar la violencia luego de separadas
en un brevísimo tiempo, gracias a la intervención del Estado.
La situación de las mujeres, al momento de ser entrevistadas era la siguiente:
en Argentina las 20 mujeres entrevistadas se hallaban separadas de las parejas
violentas y solamente dos estaban en pareja. En Cuba, por el contrario, seis14 de las
mujeres aún vivían con sus compañeros violentos, en tanto que 17 vivían con otra
pareja. El promedio de duración de la relación violenta entre las argentinas fue de
un poco más de 14 años, en tanto que para las cubanas fue de 7 años15. Asimismo, las
cubanas comenzaron la relación, en general, con menos de 20 años (45% del total),
y las argentinas con 20 a 25 años (40%).
Ambos grupos de mujeres entrevistadas eran heterogéneos, tanto en su situación
migratoria, etnia, educacional y de clase social. En ambas ciudades predominaban las
migrantes y la raza blanca (48% y 56% respectivamente, en La Habana, y 60% y 85%,
respectivamente en Buenos Aires). Entre las cubanas también se hallaron mulatas y
30
Claudia Hasanbegovic
negras, y entre las argentinas, mestizas. No hubo analfabetas entre las entrevistadas, y
las cubanas aparecieron con mayor nivel de escolaridad que las argentinas, con un 39%
de ellas con capacitación vocacional o técnica; y un 27% con estudios universitarios
y de postgrado, en relación con las argentinas entre quienes predominó el secundario
completo en un 50% y solo un 15% tuvieron estudios universitarios. Finalmente, en
cuanto a clase social, en Argentina predominó la clase media (60%), en tanto que entre
las cubanas, la clase trabajadora (Kakebeeke, 1998; Milano, 1999)16.
Resultados
A continuación presento los hallazgos divididos en: el análisis de género del
fenómeno legal (1.componentes sustantivo, 2.estructural y 3.político-cultural); 4) el
patriarcado privado, es decir la opresión contra la mujer en la familia, y en la pareja
y; 5) el patriarcado público, a través de la exploración de las experiencias de las
ciudadanas con el Estado.
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víctimas de violencia?
agresor, aún cuando viole las medidas cautelares dispuestas por el juez o jueza en base a
dicha norma (Birgin y Pastorino, 1995; Motta y Rodríguez, 2001). También se observó
que la efectividad de la ley depende de la implementación que de la misma hagan los
jueces, evitando cumplir roles psico-sociales de otras disciplinas, e implementando
la misma para frenar la violencia (Birgin, 1998). Otra crítica es la falta de recursos
jurídicos para acompañar a la persona denunciante, ya que durante el proceso, ésta
necesitará patrocinio jurídico y sociales, y el mismo, cuando es gratuito es escaso, y
por lo general de dudosa especialización (Birgin, 1998; Motta y Rodríguez, 2001). En
Argentina tanto los abogados/as como las mujeres entrevistados/as para este estudio se
quejaron de la falta de patrocinio jurídico gratuito especializado en VM, y enfatizaron
lo oneroso que les resulta llevar a delante un juicio por VM, que como este estudio lo
prueba, lleva un promedio de cinco años de litigio. Asimismo, abogados/as y jueces/
zas entrevistados informaron la falta de protección estatal con que deben trabajar, ya
que sufren amenazas de muerte, y/o atentados violentos por parte de los agresores sin
recibir una respuesta adecuada de la justicia penal ante sus pedidos de protección. Es
decir que representar a una mujer en esta materia es una actividad riesgosa, que segu-
ramente no todos los/as abogados/as estarán dispuestos a emprender.
Motta y Rodríguez (2001) sostuvieron que la Ley Nº 24.417 no cumple con los
lineamientos de la Convención de Do Belém Do Pará, pues no conceptualiza la VM
como violencia de género, por ello, homologa diferentes situaciones de violencia
dentro del ámbito familiar, ofreciendo respuestas similares a problemáticas dife-
rentes. Asimismo, la ley prevé un diagnóstico de interacción familiar preliminar
para que el juez evalúe la situación de riesgo y decida las medidas cautelares, que
debe ser remitido en 24 horas. Sin embargo, los servicios públicos están colapsados
y se demoran varios meses en llegar al juzgado20. La ley establece una audiencia de
mediación, desconociendo que el maltrato ocurre en un contexto de una relación
abusiva, donde impera el abuso de poder y el terror, y que por consiguiente, no están
dados los presupuestos básicos para que pueda existir una “mediación entre dos
partes iguales”. Y, entre otras críticas la ley evidencia un problema ideológico en
relación con los bienes jurídicos en juego: preservación del vínculo familiar versus
integridad de las mujeres. En la mayoría de los casos prevalece la noción de que ante
todo “hay que preservar la unión familiar”. (Motta y Rodríguez, 2001, p.37 a 42).
Mi estudio corrobora las críticas mencionadas precedentemente. De las entre-
vistas con los jueces y juezas de familia en Argentina surgió que el entrenamiento
que recibieron para implementar la Ley Nº 24.417, reforzó la idea de que el objetivo
de la misma, aunque no escrito, es “salvar el matrimonio”. Si a lo dicho le sumamos
que estudios e informes previos señalan el rechazo de la justicia en intervenir en
casos de VM cuando la mujer lo solicita, (Grossman et al, 1990; Finkelstein, 1996;
Laje Anaya, 1997; CEDAW, 1999; Motta y Rodríguez, 2001) encontramos que la
Ley Nº 24.417 no ha mejorado substancialmente la situación de las mujeres some-
tidas a VM. Sin embargo, es del caso señalar sus efectos positivos. Estos son: a) la
sensibilización sobre la VM en la sociedad, que hizo visible un problema que hasta
antes de los años 1990 se consideraba “privado”, y b) la divulgación del derecho de
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Claudia Hasanbegovic
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Del amor y el estado ¿Violación a los derechos humanos de las mujeres
víctimas de violencia?
Tabla Nº 3
Ella es víctima El es un La VM no debe
de un delito24 delincuente disolver la familia
Argentina Nº 18 =en % 17 44 61
Cuba Nº 18 = en % 89 83 28
La Mujer Víctima de VM
Solo el 17% de los/las agentes del Estado argentino dijeron que la mujer que
sufrió VM es víctima de delito. Ello contrasta con el 89% de su contraparte cubanos/
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Claudia Hasanbegovic
as, quienes consideraron a la mujer que sufrió VM, víctima de delito. A continuación
presento la reconstrucción obtenida del análisis de las respuestas a la viñeta 1, en
ambos países, que dice:
Las ideas argentinas citadas indican una ideología de género patriarcal personal,
pues legitima la “superioridad” del hombre por sobre la mujer, y re-victimiza a
las mujeres por “desobedecer” a sus parejas. Lo hallado confirma otros estudios
argentinos que identificaron ideologías similares entre jueces, juezas, abogados/as
y policías (Grossman, et. al. 1990; Acosta y Goggi, 1998; Zanoni, 1999; Pettigiani,
1999; Motta y Rodríguez, 2001). Por el contrario, la ideología cubana reconstruida
sugiere que la misma es consistente con la ley escrita cubana. La situación hipotética
presentada ofreció el caso de VM no severa, pero reiterada, y por lo tanto, concuerda
con la definición de “violencia anti-social”, la cual es delito que puede ser castigado
con cuatro años de prisión (Art. 72 Código Penal Cubano).
Caso judicial hipotético Nº 1, ¿Qué opina de una mujer que ha sido golpeada por
su marido, y usted sabe que esta no ha sido la primera vez que sucede?
a) Ella es víctima de un delito Si/No ¿Porqué?
Argentina Cuba
Una mujer que ha sido golpeada por su Una mujer golpeada, a quien el marido ha
pareja en más de una ocasión no es víctima maltratado en más de una ocasión es víctima
de un delito sino víctima del maltrato de de un delito. Ella se encuentra sometida a
su pareja. Tal vez ella lo provocó haciendo una situación insoportable, que es humillante
algo que él no quería que ella hiciera, o para cualquier ser humano. También hay
poniéndolo celoso, teniendo relaciones casos de violencia marital en los cuales la
sexuales con otro hombre, o reclamándole mujer casi se ha vuelto loca como resultado
su participación en las tareas del hogar. Para del abuso psicológico. Están desoladas.
un oficial de policía, solamente mujeres de
clase media, blancas, profesionales y con
niños merecen ser atendidas por la policía
cuando van a denunciar el maltrato de sus
compañeros íntimos. Para otro oficial, las
“mujeres golpeadas” tienen la fantasía de
que la policía está para protegerlas, pero
según él, ésa no es la función de la policía,
sino, dirigir el tránsito y retirar cadáveres del
pavimento luego de un accidente. (Énfasis
agregado)
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Del amor y el estado ¿Violación a los derechos humanos de las mujeres
víctimas de violencia?
Caso judicial hipotético Nº 2: ¿Cuándo una mujer que ha sido golpeada por su
marido, y usted sabe que esta no ha sido la primera vez que le sucede, qué opina
usted del hombre que la golpeó?
a) El es un delincuente Si/No ¿Por qué?
Argentina Cuba
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Tabla Nº 4
Tipo de VM Sexista Psicológica Sexual Física Económica
Argentina Nº=20% 100 100 95 95 100
Cuba Nº=20% 100 100 97 97 70
Nota: por razones de espacio la relación entre VM y maltrato infantil no se trata en este artículo26.
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víctimas de violencia?
Tabla Nº 5
Las razones para intentar suicidarse esgrimidas por las argentinas, fueron jus-
tamente, “salir de la situación de entrampamiento” y “lograr que se frenara la vio-
lencia”. Por otra parte, el temor a volver a vivir con un hombre también apareció aso-
ciado a la idea de entrampamiento en las que habían quedado por culpa del Estado,
tal como el siguiente extracto de entrevista:
(Alicia, argentina, blanca, empleada administrativa)
¿Yo casarme? ¡Ni loca! Al tercer mes de casada ya quise separarme de mi marido.
Me llevó 13 años poder lograrlo, y luego, me llevó otros 10 años lograr que la jus-
ticia me protegiera. Yo se que no todos los hombres son violentos pero ellos no te lo
muestran hasta que no están casados y se sienten seguros en la relación, y entonces
ya es muy tarde (Énfasis en el original).
La diferencia entre la movilización política de las mujeres es remarcable. El 40%
de las argentinas al momento de ser entrevistadas participaban de grupos de madres
por los derechos de sus hijos e hijas, que eran agredidos/as por el hombre violento;
hacían campaña contra algunos tribunales; y/o denunciaban al gobierno argentino
ante organismos internacionales de derechos humanos por la violación a sus dere-
chos humanos, y los de sus hijos e hijas. Sin embargo, ninguna cubana formaba parte
de organizaciones no gubernamentales, ni manifestó querer modificar la respuesta
del Estado, ni denunciar a su gobierno. Mi carácter de extranjera, no residente en el
país, ni asociada a institución y/u organización de masa o política cubana, ofrecía a
las entrevistadas una posibilidad segura de al menos denunciar su posible descon-
tento, no obstante ello ninguna lo hizo.
Además de lo dicho, el patrón hallado entre las argentinas respecto a su percep-
ción de la administración de justicia y acceso a la misma, fue de: a) corrupción; b)
impunidad de aquellos agentes que las victimizaron, o que fueron cómplices con
su agresor; c) falta de capacitación y de empatía por parte de quienes las asistieron
para tratar temas de VM; d) ideología patriarcal de los/las mismas idéntica a la de
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sus agresores; e) negación a recibir las denuncias por VM, minimizándolas como
“cuestiones domésticas”, pero, interés en intervenir en el mismo tipo de denuncias
cuando sus agresores las formulaban; f) el sistema judicial funciona para el agresor
pero no para las mujeres víctimas; g) los Juzgados de Familia centran su atención
en “reconciliar” antes que en “proteger” a la mujer y sus hijos/as; h) falta de protec-
ción, y sentimiento de ser desvalorizadas como “seres humanos” por el solo hecho
de ser mujeres; i) el agresor nunca es castigado y continúa infligiéndoles violencia.
Algunas ilustraciones se ofrecen a continuación:
(Alicia, empleada, blanca) La policía solo sirve para humillar a las mujeres.
Siempre te acosan sexualmente. Nunca me sentí protegida por la policía. Es más,
muchas veces sentí que lo protegían a él. (Énfasis en original).
(Adriana, empresaria, blanca) No denuncio más porque en los tribunales nunca
me prestan atención. Ahora me encadené a la puerta de tribunales, salí en el noti-
ciero y ésta fue la primera vez en siete años de juicio que la jueza aceptó recibirme.
(Énfasis en original).
(Claudia, empresaria, blanca) Llegué a la policía de madrugada. Me había esca-
pado de mi casa y estaba vestida en camisón, sangrando y con mi bebé en brazos.
Mientras esperaba a que me atendieran escuché a los oficiales hablar de mí en el
cuarto de al lado. Uno le preguntaba al otro, “¿y ésta quién es?””Es la loca del barrio,
el marido la faja todo el tiempo”. “Dejala que espere, así no viene más. Lo que estas
mujeres necesitan es pija y palo”. (...) en el tribunal… me gritaron que si yo seguía
insistiendo en ir a denunciar a mi marido ellos se encargarían de sacarme mis hijos.
(Énfasis agregado).
La tendencia en las opiniones cubanas respecto a su percepción de la administra-
ción de justicia y acceso a la misma contrastan con aquellas mencionadas más arriba
respecto al Estado argentino. Sin embargo, hay que mencionar que en general: a) des-
conocían sus derechos a denunciar al agresor; y b) que la policía y la justicia debían
acudir en su ayuda; c) no sabían dónde hallar asesoramiento legal para la VM; d)
vieron el contactar al Estado como una decisión definitiva en sus matrimonios debido
a la presión social y familiar, que a partir de ello, recibirían para que se separaran; e) la
VM física fue esporádica; d) se sintieron, en general, protegidas por la policía y por la
fiscalía una vez que contactaron al Estado.
(Maritza, ama de casa, negra) Mi experiencia con la policía fue muy buena. Cuando
llegué a la policía no tuve que esperar mucho tiempo. Me sentí cómoda. Los policías
me trasladaron al hospital y allí me examinaron y me extendieron un certificado por
las lesiones, que llevé a la comisaría. Eso fue para adjuntar a la denuncia. El oficial que
me tomó la denuncia me preguntó sobre la dirección de mi pareja, sus padres y amigos.
Al día siguiente, otro oficial vino a mi casa a hacer más preguntas. La policía ya había
ido a su casa, y a la de sus amigos, pero no lo habían encontrado. Me pidieron que les
avisara si volvía a saber de él, ya que se había dado a la fuga.
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Del amor y el estado ¿Violación a los derechos humanos de las mujeres
víctimas de violencia?
Dejé este tema en manos de la policía. Ellos se van a ocupar. Si, claro que me
siento protegida. (Énfasis agregado).
Como un mes después de la entrevista con Maritza, la encontré en la calle, en
el barrio, y me comentó que la policía había arrestado a su ex pareja. Según me
contó, unos vecinos vieron al compañero de Maritza en la calle espiándola desde
detrás de unos árboles, y se lo comunicaron. Ella informó a la policía y él fue arres-
tado. Cuando nos encontramos, su compañero estaba preso y esperando ser llevado
a juicio. Para Maritza, la intervención de la policía fue muy efectiva porque su ex-
pareja no volvió a golpearla ni a acosarla.
Conclusión
Los hallazgos de este estudio, como he mostrado precedentemente, son consis-
tentes en apuntar al rol decisivo del Estado como facilitador del entrampamiento
(violador de los derechos humanos) o, del empoderamiento (garantizador de los
derechos humanos) de las mujeres que sufren VM. Muestran la naturaleza política
de la VM, y la directa responsabilidad del Estado por la perpetuación de la misma,
y sus impactos en la salud y vida de las mujeres que la sufren. También, señalaron
que la socialización recibida por las mujeres en ambos países, les creó ciertos con-
dicionamientos y vulnerabilidades, pero, de ninguna manera, provocó la VM. Esta
surgió, en todos los casos, como responsabilidad exclusiva de los hombres violentos,
quienes la utilizaron para controlar a sus compañeras, imponerles sus deseos, man-
tener sus privilegios, o castigarlas por conductas que ellos determinaron como cas-
tigables. Las mujeres mantuvieron una constante lucha por su supervivencia y por
obtener la intervención del Estado para frenar al agresor. Sus estrategias se vieron
condicionadas por el tipo y severidad de la violencia, sus propios recursos y nece-
sidades y, por la ayuda externa que tuvieron a su alcance. El impacto de la sociali-
zación de las mujeres entrevistadas en su niñez se reflejó en las circunstancias que
rodearon su separación, que, como ya mencionamos permitió a las cubanas dejar
la relación violenta en los principios de la misma, a las argentinas les llevó más
tiempo, y en general, el detonante fue que la violencia se extendiera a sus hijos e
hijas en forma directa. Las argentinas tuvieron que romper con la mujer patriarcal,
dependiente y sumisa, y retomar aquel momento en su adolescencia donde quisieron
ser independientes.
El caso argentino aporta pruebas de primera mano que, si bien no son representa-
tivas, sumadas a resultados de otros estudios e informes internacionales citados a lo
largo de este artículo señala que cuando el Estado promueve –ya sea expresamente
o en la práctica- la desigualdad entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito privado
como en el público, las mujeres, encuentran muy difícil tener relaciones de pareja
libres de violencia. Por el contrario, el caso cubano enseña que cuando el Estado
promueve la igualdad entre hombres y mujeres, en particular, la participación de las
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víctimas de violencia?
con su salud, recursos, futuro, y vida. Las mujeres que sobrevivieron al patriarcado
privado y al patriarcado público en Argentina, y que han logrado, luego de muchos
años terminar con el acoso de sus ex compañeros, muestran la alegría de las sobre-
vivientes y de las adolescentes, haciendo muchas actividades que quisieron hacer
cuando eran más jóvenes y nunca las dejaron.
El caso cubano muestra por el contrario, que cuando el Estado garantiza los derechos
humanos de las mujeres, la VM pasa a ser un hecho histórico en sus vidas. La intimidad
de las mujeres entrevistadas no quedó nulificada, sus esperanzas en encontrar una pareja
no violenta no desaparecieron y pudieron continuar con sus vidas. Tal vez, sea por eso
que las cubanas no se transformaron en activistas políticas ni denunciaron a su gobierno,
ni siquiera, ante una investigadora como yo, extranjera y políticamente independiente
que les garantizaba anonimato en el caso que hubieran querido hacerlo.
Por último, este estudio sugiere que el valor que un Estado da a sus ciudadanas se
evidencia en la forma en que legisla, interpreta y ejecuta sus leyes para garantizarles
una vida íntima libre de violencia. También, en la forma en que activa o tácitamente,
garantiza su pleno desarrollo económico, social, intelectual y político. Propongo
entonces, que no se puede hablar de democracia cuando existen ciudadanos de pri-
mera y ciudadanas de segunda clase, cuando se discrimina por el género, cuando los/as
agentes del Estado con total impunidad implementan sus prejuicios sexistas antes que
la ley. En otras palabras, la existencia del “Estado paralelo” es expresión de la falta de
democracia para las mujeres víctimas de delitos cometidos contra ellas por sus parejas.
La ideología de género sexista, manifestada por los/las agentes del Estado, especial-
mente en Argentina, pareciera no poder resolverse solamente con cursos de entrena-
miento, ni con leyes específicas contra la Violencia Familiar o Doméstica. Es impor-
tante incorporar y difundir el concepto de género del fenómeno legal, para reclamar
reformas legislativas que incluyan la creación de mecanismos efectivos de control de la
actividad de los/las agentes del Estado, a fin de garantizar la implementación de la ley
en forma no discriminatoria. Estos mecanismos deben, asimismo garantizar, el castigo
a quien implemente su ideología en vez de la ley. Hasta que esto no suceda, las seudo-
democracias en las cuales las mujeres golpeadas resisten la violencia en su intimidad,
son para ellas verdaderas dictaduras de género.
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Claudia Hasanbegovic
Notas
1 Aún no existe en los movimientos, de mujeres y feminista, las organizaciones no
gubernamentales e internacionales, ni en los textos académicos un “nombre” único
para hablar de este fenómeno. Baste señalar que, refiriéndome en este artículo cuando
hablo de VM me refiero a “violencia de género, violencia doméstica, una forma de
violencia familiar o intrafamiliar, violencia marital, violencia conyugal, o malos
tratos”. Todos estos nombres han ido surgiendo a lo largo de las últimas tres décadas.
2 La definición que elaboré sobre VM y que utilizo en este artículo se refiere al ‘proceso
llevado a cabo por el hombre hacia su pareja mujer (esposa, concubina, novia, ex pareja,
ex esposa, amante o ex amante), por medio de la violencia física, psicológica, sexual,
económica y/o violencia del sexismo o la amenaza de alguna de ellas, para forzar a
la mujer a hacer lo que ella no quiere hacer, o prohibirle hacer lo que ella desea. Este
proceso causa el progresivo deterioro de los recursos físicos, emocionales, sexuales y/o
económicos de la mujer, daña su autoestima, su dignidad humana, y su salud, pudiendo
llegar a provocarle la muerte. La prolongación de la VM a través del tiempo indica la
complicidad del Estado con el agresor, y su responsabilidad en términos de derecho
internacional.’ Si bien la manifestación física de este fenómeno es fácil de reconocer
por las marcas visibles que deja en el cuerpo, los otros tipos de VM son igualmente
devastadores, y generalmente acompañan a la violencia física. En el caso particular de
la violencia sexual se discute frecuentemente cómo puede llegar a probarse una viola-
ción que comete, un marido contra su esposa, y en los países donde existe el Estado de
bienestar que da subsidios a madres y sus hijos, resulta muchas veces difícil identificar
la violencia económica ejercida por las parejas o ex parejas hacia las mujeres. Aquellos
casos en que un marido no pasa manutención a su familia estando casado o separado,
o que roba a su mujer su sueldo, sus propiedades, o bienes que le pertenecen a título
propio, son actos de violencia que impactan el patrimonio económico, empobrecen
a la mujer y a los y las hijas, y es habitualmente ignorado por la justicia al momento
de castigar al agresor. Por otra parte, las sociedades tienen tan naturalizados los actos
de discriminación contra la mujer en el hogar, que el sexismo, se halla invisibilizado.
Clasifico al sexismo como una forma de VM, que impone la división sexual de tareas,
adjudicando el ámbito doméstico y el del trabajo no remunerado a la mujer, y el ámbito
público y del trabajo remunerado al hombre, respectivamente, que otorga a este último:
a) derechos a tomar todas las decisiones en el hogar, b) a determinar el rol de la mujer,
c) a esperar que ella se encargue de todas las tareas domésticas y del cuidado de los
y las niñas, d) a supervisar las tareas domésticas; e) a tener relaciones extra-matrimo-
niales; d) a controlar la movilidad física de la mujer y su sexualidad, y e) a utilizar la
violencia contra ella para imponer su voluntad.
3 Entiendo por derecho, como un conjunto de principios, preceptos y reglas a que están
sometidas las relaciones humanas en toda relación civil, a cuya observancia, las per-
sonas pueden ser compelidas por la fuerza. Por ello, los derechos humanos son inhe-
rentes a nuestra naturaleza y sin los cuales no podemos vivir como seres humanos.
Estos son, innatos y congénitos, porque todos nacemos con ellos; 2. universales, en
cuanto se extienden a todo el género humano en todo tiempo y lugar; 3. absolutos,
porque su respeto se puede reclamar indeterminadamente a cualquier persona o
autoridad; 4. necesarios porque su existencia deriva de la propia naturaleza del ser
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víctimas de violencia?
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Claudia Hasanbegovic
la Mujer en el año 2006. Sin embargo, el gobierno brasilero no cumplió con el pago
de la indemnización económica a la víctima, con que también fuera sancionado. (Ver:
Informe de fondo No. 54/01, Caso Nº 12.051, http://www.cidh.oas.org/annualrep/
2000eng/ChapterIII/Merits/Brazil12.051.htm. Para un análisis sobre las estrategias
realizadas para alcanzar el fallo de la OEA, ver http://www.cladem.org/english/
regional/litigio%5Finternacional/cas2strai.asp).
13 Las sentencias revisadas fueron realizadas en juicios, donde el contenido se refería a
VM aunque el delito no tuviera ese nombre.
14 Estas seis entrevistadas tenían un mayor grado de vulnerabilidad y/o dependencia eco-
nómica, y compartían ideas patriarcales sobre las relaciones entre los géneros.
15 Este punto se completa más adelante en la sección del patriarcado público.
16 La forma de determinar la clase social entre las argentinas, tomó en cuenta nivel de
educación, tipo de empleo y situación de tener propiedades a su nombre los padres de
las mujeres entrevistadas, en tanto que entre las cubanas, las clases sociales se dividen
en “clase trabajadora” y “clase trabajadora intelectual” según el tipo de empleo que
realizan relacionado con su nivel educacional.
17 Para un detalle de todas las formas de VM que son castigadas como delito, en el
Código Penal, ver (Hasanbegovic, 2001a, p.119, tabla 4.2) donde elabore la “traduc-
ción jurídica de género” de los tipos de VM que están protegidos en el Código Penal.
18 El estudio solamente investigó la respuesta del Estado respecto a la solicitud de inter-
vención en VM por la mujer. Sin embargo, surgió que muchos hombres violentos en
Argentina, utilizaron el sistema penal argentino denunciando falsamente a sus com-
pañeras por violencia hacia ellos, y que en esos casos, el Estado intervino, aunque se
negaba a hacerlo cuando eran ellas quienes pedían la intervención.
19 Las leyes dictadas en la región americana, como resultado de la Convención de Do
Belem Do Pará, se refieren a la “violencia intra-familiar, familiar, o doméstica”.
20 Una iniciativa de la Corte Suprema de Justicia de la Nación abrirá a partir del año
2007/2008 una oficina de Atención en Violencia Doméstica abierta las 24 horas, todo
el año, con equipos interdisciplinarios y rotativos, para brindar asesoramiento legal
a las víctimas, y realizar el informe de riesgo en el momento, para así derivar a la
denunciante con el mismo, al juzgado que deba intervenir. (Carbajal, 2007).
21 Entrevista personal con la Lic Ardanza, La Habana, Octubre 1999.
22 La elección de estas tres leyes fue basada en la consideración de que las mismas eran
las más avanzadas entre las existentes en América Latina. (Entrevista personal con
Saborit Quevedo, una de las juristas de la comisión que analizó la legislación, La
Habana, Octubre 1999).
23 La palabra ´delincuente´ se aplica en términos jurídicos, a toda persona que realiza la
conducta que la norma legal prohibe. En los casos hipotéticos judiciales empleados en
las entrevistas, el ´delito´ consistió en: lesiones reiteradas, y disparar un arma de fuego
intentando asesinarla y dejándola incapacitada de por vida.
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víctimas de violencia?
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico
de la prostitución
Mariana Pucciarello
Argentina
Introducción
El presente trabajo constituye una primera aproximación al tratamiento jurídico
de la prostitución. Sin pretensiones de exhaustividad, de diagnósticos ni de conclu-
siones, la idea es tratar un tema antiguo a la luz de algunas de las modernas regula-
ciones que lo han abordado, recurriendo a una escueta referencia histórica que sirva
para ubicar el tema en contexto y para recoger experiencias pasadas que enriquezcan
la exposición.
La importancia del tema es mucha no obstante su tratamiento es escaso, no tanto
en los medios de comunicación como en las publicaciones jurídicas especializadas
–con excepción del área penal que le dedica algunos estudios–.
Esta importancia radica en que existe un colectivo de personas numéricamente
relevante dedicado a la actividad que se encuentra excluido de muchos de los dere-
chos considerados como “de ciudadanía”, tales como salud, seguridad social, a un
trabajo decente, etc.
Sin embargo, el punto más dramático de esta importancia está dado por el cre-
ciente número de casos relativos a desapariciones de personas (casi en su totalidad
mujeres y niños) que se presumen relacionados con la provisión del mercado de seres
humanos utilizados para la prostitución. También continúan los reportes de personas
dedicadas al “reclutamiento” de –principalmente- mujeres para destinarlas a la pros-
titución mediante engaños, práctica que se utiliza sobre todo con extranjeras.1
En un informe presentado en setiembre de este año en la “Primera Jornada sobre
Trata y Tráfico de Personas”, el Defensor del Pueblo de la Nación señaló que “la
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
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Mariana Pucciarello
Ya a fines del siglo XVIII y principios del XIX el modelo prohibicionista estaba en
crisis. Los primeros en proponer una nueva reglamentación de la prostitución fueron
el conde de Cabarrús (1752-1810) y Antonio Cibat (1771-1811) sensibilizados con el
desarrollo de las enfermedades venéreas. Estas medidas se hicieron efectivas durante
el trienio liberal y particularmente, durante el reinado de Isabel II.
Esta situación, con distintas variantes (tolerancia de la prostitución sin encarce-
lamiento de prostitutas según la idea de Leoncio de Sobrado, la prostitución como
delito y la vigilancia policial de las prostitutas, además de su represión según el cri-
terio de Gabriel Ugarte y Alegría, la promoción de barrios reservados al ejercicio de
la prostitución, la creación de una policía sanitaria, etc.10) se mantiene hasta el último
cuarto del siglo XIX, con la irrupción en la escena de Josephine Butler, quien fuera
impulsora de lo que se conocerá con posterioridad como Federación Abolicionista
Internacional. Esta inglesa, casada con un pastor protestante, comenzó su militancia
femenina abogando por la educación superior de las mujeres, aunque se hizo famosa
por un manifiesto publicado en 1870 por el períodico londinense “Daily News” contra
la legislación británica que obligaba a las mujeres sospechosas de ejercer la prosti-
tución a someterse a un control médico. Los argumentos que se esgrimían eran los
siguientes: ilegalidad del reglamentarismo en un estado de derecho, profunda injusticia
hacia la mujer, inmoralidad para el Estado, ineficacia sanitaria y moral del sistema,
solución del problema venéreo por una legislación que ataque las causas reales del mal
y mediante un esfuerzo de educación moral.11
En la actualidad, el principal escenario del debate sobre el tema se ha dado en
ocasión de sancionar los reglamentos del Ayuntamiento de Bilbao y de la Gene-
ralidad de Cataluña. También cabe citar el informe de un grupo de expertos que
sirvió de base a las normativa catalana sobre ejercicio de prostitución en lugares de
pública concurrencia (que para los autores consultados acierta en el diagnóstico del
problema pero no tanto en las posibles soluciones) y otro elaborado por el Defensor
del Pueblo de Andalucía12.
• Ordenanza municipal sobre establecimientos dedicados a la prostitución
de la ciudad de Bilbao (B.O.B. de 4-6-99). La norma es novedosa por
ser la primera en España de este tipo de la era contemporánea aunque
adolece de la falta de consideración de los derechos de los trabajadores
sexuales, por lo que parece pretender únicamente que no se creen “zonas
calientes” y garantizar condiciones mínimas de higiene. Está dividida en
cuatro capítulos:
1. preliminar.
2. condiciones urbanísticas de implantación, que son dos: distancia
mínima entre establecimientos en los que se desarrolle habitualmente
la prostitución debe ser de al menos 500 metros y en la obtención de
una nueva licencia para establecimientos en funcionamiento que pre-
senten la “ampliación” de su actividad a este rubro.
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
• Decreto del Gobierno Catalán 217/2002 por el que se regulan los locales
de pública concurrencia donde se ejerce la prostitución (Diari Oficial de
la Generalitat de Catalunya, Nº 3695 de 8-8-02). Las razones por las que
se adopta la norma están explicadas en la exposición de motivos y entre
ellas se destaca la preocupación por el aumento de la práctica de la pros-
titución especialmente entre personas que se encuentran en la esfera de la
exclusión social. El gobierno catalán encomendó dos informes (uno de los
cuales es el que se detalla a continuación) y además de dictar el decreto
de referencia , adoptó el Acuerdo de 16-4-02 de “presentar al Parlamento
de Cataluña una propuesta de resolución por la que se acuerda solicitar al
Gobierno del Estado que adopte tres proyectos de ley: uno de modificación
del Código penal, otro para regular la prostitución y un tercero para modi-
ficar determinadas normas procesales”. La competencia en la que la norma
se basa, a diferencia de la de Bilbao, no es el del urbanismo o la protección
de la salud pública sino el poder de policía sobre espectáculos públicos,
actividades recreativas y establecimientos públicos, que son competencias
exclusivamente autonómicas. La prostitución a la que se hace referencia
puede ser masculina o femenina y ha de ser absolutamente voluntaria, ejer-
cida en locales públicos (no se aplica la norma a las viviendas particulares
en las que se presten servicios de naturaleza sexual). El decreto establece
los requisitos de:
1. las instalaciones
2. la protección de menores de edad
3. los servicios de vigilancia y sanitarios
4. el procedimiento de concesión de licencias, de infracciones y san-
cionador
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
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Mariana Pucciarello
El Derecho Internacional
• Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de
las prostitución ajena de Naciones Unidas (2-12-49) por medio del cual se
castiga a quienes concerten la prostitución de una persona y/o exploten la
actividad aún con el consentimiento de quien preste la misma. Asimismo
se castiga a quienes mantuvieren casas de prostitución o participare en el
suministro de un local para el ejercicio de la actividad.
• Convenio sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra
las mujeres de Naciones Unidas (18-12-79) que persigue la toma de medida
por parte de los Estados a fin de que se supriman todas las formas de trata
de mujeres y de explotación de la prostitución de las mujeres.
• Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, espe-
cialmente mujeres y niños, que es complementario de la Convención de
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Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
El derecho europeo
Existen distintos programas y acciones enfocados principalmente a la trata de
personas. Podemos mencionar los siguientes:
• Programa STOP (1996), tendiente a estimular el intercambio y el
trabajo en red de los responsables en la prevención y lucha contra la
trata de seres humanos y la explotación sexual de los niños
• Acción del Consejo Europeo por la que se invitó a los Estados miem-
bros a revisar su legislación penal nacional respecto de la trata de
seres humanos y la cooperación judicial y a fomentar la protección
de las víctimas en los procedimientos judiciales
• Iniciativa DAPHNE (1997) para combatir la violencia ejercida contra
los niños, los adolescentes y las mujeres
• Consejo Europeo de Tampere (1999): da clara prioridad a la lucha
contra la trata de seres humanos
• Programa DAPHNE (2000) dirigido a instituciones públicas
• Foro europeo sobre la prevención de la delincuencia organizada
(abierto en 2000), que presta atención especial a la prevención de la
trata de mujeres con fines de explotación laboral o sexual.
Jurisprudencia europea
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea se pronunció el 20 de noviembre de
2001, sobre una de las libertades básicas de la Unión (la libertad de establecimiento)
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Mariana Pucciarello
que se extendían a países que en esa época eran candidatos a ingresar a la Unión
(concretamente en este caso se trataba de Polonia y República Checa), en el caso
“Jany y otras”.
En las Conclusiones del Abogado General se detallan claramente los hechos del
caso: “El litigio principal enfrenta a dos nacionales polacas, las Sras. Jany y Szepie-
towska, y cuatro nacionales checas, las Sras Padevetova, Zacalova, Hrubcinova y Über-
lackerova, con el Staatssecretaris van Justitie. Dichas nacionales de países terceros
establecieron su residencia en los Países Bajos en distintas fechas, comprendidas entre
mayo de 1993 y octubre de 1996, amparándose en la Ley de extranjería, y todas ellas
trabajan en Amsterdam (Países Bajos) como prostitutas. Las seis solicitaron al Jefe
del cuerpo de Policía de Amsterdam-Amstelland permisos de residencia con la fina-
lidad de ejercer una actividad como prostitutas por cuenta propia. Dichas solicitudes
fueron desestimadas por el Immigratie- en Naturalisatiedienst (servicio de inmigración
y de naturalización) del Ministerio de Justicia. Las demandantes en el litigio principal
presentaron reclamaciones contra estas decisiones ante la misma autoridad, reclama-
ciones que también se declararon infundadas mediante decisiones de 6 de febrero de
1997, debido a que la prostitución es una actividad prohibida o, al menos, no es una
forma de trabajo socialmente aceptada y no se puede considerar un trabajo regular ni
una profesión liberal. Mediante sentencias de 1 de julio de 1997, el Arrondissements-
rechtbank te ‘s-Gravenhage (Países Bajos) declaró fundados los recursos interpuestos
contra las decisiones desestimatorias de las autoridades neerlandesas de 6 de febrero
de 1997 y las anuló por falta de motivación. Mediante decisiones de 12 y 23 de junio y
de 3 y 9 de julio de 1998, el IND, pronunciándose nuevamente sobre las reclamaciones
de las demandantes en el litigio principal, las desestimó por infundadas. Los recursos
que aquéllas interpusieron ante el órgano jurisdiccional que plantea la cuestión pre-
judicial tienen por objeto que se anulen estas nuevas decisiones de las autoridades
neerlandesas. Las demandantes en el procedimiento principal consideran que de las
disposiciones del artículo 44 del Acuerdo europeo de 16 de diciembre de 1991 por
el que se crea una asociación entre las Comunidades Europeas y sus Estados miem-
bros, por una parte, y la República de Polonia, por otra, y del artículo 45 del Acuerdo
europeo de 4 de octubre de 1993 por el que se crea una asociación entre las Comuni-
dades Europeas y sus Estados miembros, por una parte, y la República Checa, por otra,
se deduce directamente un derecho de entrada en los Países Bajos como prostitutas por
cuenta propia y, en particular, el derecho a un trato no menos favorable que el que el
Reino de los Países Bajos dispensa a sus propios nacionales. Según las demandantes,
el concepto de «actividades económicas por cuenta propia» que figura en los Acuerdos
de asociación tiene el mismo significado que el de «actividades no asalariadas», en
el sentido del artículo 52, párrafo segundo, del Tratado CE (actualmente artículo 43
CE, párrafo segundo, tras su modificación), que delimita el ámbito de aplicación de la
libertad de establecimiento.
Además, las demandantes en el procedimiento principal creen haber demostrado
que trabajan realmente por cuenta propia y que cumplen todas las obligaciones
legales correspondientes. Alegan que no se puede poner en duda su condición de
67
Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
trabajadoras por cuenta propia por el mero hecho de que su actividad requiera pocas
inversiones, al ser decisivo el factor trabajo. A su juicio, el Secretario de Estado de
Justicia actúa erróneamente al hacer hincapié en la exigencia de establecimiento y
gestión de una empresa. Ante el órgano jurisdiccional remitente, el Secretario de
Estado de Justicia alegó que la prostitución no es una actividad económica com-
prendida en el ámbito de aplicación de los Acuerdos de asociación. A su juicio,
la prostitución no se excluyó expresamente de estos últimos porque ya está legal-
mente prohibida en el territorio de la mayoría de las partes de los Acuerdos. Según
el Secretario de Estado de Justicia la admisión en los Países Bajos de prostitutas de
los países asociados al amparo de la libertad de establecimiento entrañaría riesgos de
fraude, puesto que se podría simular la existencia de una empresa independiente o la
participación en una sociedad con el único fin de obtener un derecho de residencia
con arreglo al Acuerdo de asociación. Destaca que no hay forma de asegurarse de
que las demandantes en el litigio principal trabajen realmente por cuenta propia ni
de que llegaron a los Países Bajos por su propia voluntad. Tampoco se puede saber
si pueden disponer libremente de sus propios ingresos o si las recluta un proxeneta
al que deben ceder una parte de estos ingresos.
El Secretario de Estado de Justicia estima que, aunque se diera por sentado que la
prostitución es una actividad económica, en el sentido de los Acuerdos de asociación,
es evidente que, en el caso de autos, las demandantes en el litigio principal invocan
derechos basados en los Acuerdos de asociación sin tener la intención de establecer
y gestionar sus propias empresas. Alega, a este respecto, que las demandantes en el
procedimiento principal sólo residen en los Países Bajos durante un breve período
del año y «aportan principalmente su propio trabajo y no un capital a riesgo»”13.
El Tribunal de Justicia se pronunció a favor del efecto directo de los acuerdos
celebrados entre las Comunidades Europeas y Polonia y la República Checa, es
decir que podían ser invocados por los nacionales de estos Estados en lo relativo
a la libertad de establecimiento. Asimismo, consideró incluida en las actividades
económicas al ejercicio de la prostitución. Y toda vez que a la época del dictado de
la sentencia (todavía no se había aprobado la ley de 28-10-99 por la que se dejó de
penar el proxenetismo y que reguló la prostitución en todo el país) la prostitución era
una actividad tolerada, por el principio de no discriminación se reconoció el derecho
de las actoras a desempeñar la actividad en Holanda. El Tribunal descartó las argu-
mentaciones referidas a ilegalidad, moralidad y control de la libertad en el ejercicio
de la prostitución. Señaló que si en los Estados miembro no se tomaban medidas
represivas para combatir el ejercicio de la prostitución por parte de los nacionales, la
misma actitud cabía tener para con los extranjeros.
La situación en Argentina
Se ha señalado que “En las últimas décadas del ochocientos, el tráfico de mujeres,
la “trata de blancas” como se la llamó entonces, alcanzó un desarrollo sin precedentes
68
Mariana Pucciarello
69
Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
la salud del hombre) y, finalmente, creaba un estigma social en las personas que
estaban registradas oficialmente como dedicadas a la prostitución. La ley tuvo como
objetivo la protección de la dignidad de la mujer. El ejercicio de la prostitución dejó
de ser delito17 y se prohibió el establecimiento de casas o locales donde se ejerciera
la prostitución o se incitase a ello18. También se penalizaba a quienes sostuvieren,
regentearan o administrasen las casas de tolerancia de manera encubierta u osten-
sible.
La República Argentina es signataria de los siguientes instrumentos internacio-
nales:
1. Convención americana sobre derechos humanos, que en su artículo 6
inciso 1 prohibe la trata de mujeres en todas sus formas y la equipara a la
servidumbre
2. Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer
3. Convención para la represión de la trata de personas y de la explotación
de la prostitución ajena, que en sus artículos 1 y 2 exhorta a los Estados
firmantes a reprimir las siguientes conductas: concertar la prostitución de
otra persona, aún con su consentimiento; explotar la prostitución de otra
persona, aún con su consentimiento; mantener una casa de prostitución,
administrarla, sostenerla o participar en su financiamiento; dar o tomar
en arriendo un edificio y otro local para explotar la prostitución ajena. El
artículo 6 de este cuerpo normativo exhorta a derogar o abolir cualquier
tipo de norma en virtud de la cual las personas dedicadas a la prostitución
tengan que inscribirse en un registro especial o deban contar con algún
tipo de documento especial o requisito especial a los fines de su vigilancia
o notificación.
4. Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas especial-
mente mujeres y niños, complementaria de la Convención de las Naciones
Unidas contra la delincuencia organizada transnacional, cuyo artículo 3
define como trata de personas la captación, el transporte, el traslado, la aco-
gida o la recepción de personas recurriendo a la amenaza o al uso de la
fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de
poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de
pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga
autoridad sobre otra, con fines de explotación.
70
Mariana Pucciarello
71
Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
cida por la visión de “personas que duermen a la intemperie en la casa de uno, un día
de invierno; del mismo modo que ver decenas de púberes mezclados con jóvenes a
punto de entrar a un local bailable, del mismo modo que, finalmente, ver que en los
mismos lugares, haga frío o calor, niños, adultos o ancianos rompen bolsas de basura
con el objeto de verificar si encuentran algo que pueda ser reciclado, en un caso más
extremo, si encuentran algo para comer. Es claro en todos estos ejemplos que ninguno
de ellos, con independencia de la reacción de molestia, desagrado, simpatía o indife-
rencia que despierten en los vecinos, tiene la entidad suficiente como para configurar
el daño a terceros que se debe exigir para prohibir esta acción. Se adelantará aún más
el juicio con estos ejemplos, si se piensa que dos paradigmas característicos y acadé-
micos de aquello a lo que se llama <Derecho penal de autor> (erradicado de nuestras
prácticas por el art.13, inc.9 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires) son,
precisamente, la mendicidad y la pobreza extrema. Ellas, por lacerantes y por molestas
que sean –por motivos que escapan a la valoración de este fallo- para quienes tenemos
la suerte de no conducir nuestra vida según esos parámetros, no pueden justificar la
imposición de una pena”.
El juez puntualiza que lo que constituye un daño a terceros son los ruidos, escán-
dalos o perturbaciones de tránsito o del espacio público en general que tengan lugar
con motivo de la oferta o de la demanda de servicios sexuales, actividad que sí podría
realizarse sin que se produjeran ninguna de las circunstancias reputadas antijurídicas
por la norma.
También consigna que “la prostitución no es un delito. Lo que sí es un delito es la
facilitación o promoción de la prostitución de una persona. Esta decisión del legislador
nacional recoge la opinión tradicional y universal, histórica para nosotros, según la
cual la prostitución puede ser considerada una actividad contraria a la moral pero no
delictiva...Por lo tanto, aquello que el legislador ha decidido despenalizar no podría en
ningún caso ser materia de sanción en el ámbito local bajo la forma de una pena con-
travencional, la que, como ha quedado establecido, integra el universo de las normas
penales en sentido material”. En definitiva, para el votante queda claro que lo que la
figura penaliza son los daños que estarían causados por “otras acciones voluntarias que
pueden –o no pueden- estar relacionadas desde el punto de vista causal, con ese daño
–por ejemplo gritos, bocinazos, perturbación del tránsito o de la circulación de vehí-
culos o de personas, exhibirse sin ropas, etc.- pero que, de modo abstracto, no necesa-
riamente están vinculadas con la actividad prohibida y, cuando lo están, el vínculo del
daño con la acción prohibida es remoto y meramente circunstancial”. El juez aludido
concluye que “...la tranquilidad pública no es protegida por la norma cuestionada” y
que asimismo “se dirige a sancionar acciones privadas reprobadas por agentes con
diferente criterio moral individual respecto de esas acciones que el que puedan tener
otros agentes individuales en la misma comunidad”.
Otro fallo, de fecha más reciente y dictado por un tribunal de 2ª instancia, en otro
caso referido al artículo 81 del Código Contravencional, destaca que “Si perjuicio
72
Mariana Pucciarello
Colofón
Sería prematuro efectuar una conclusión definitiva sobre este tema. Sin embargo,
de la reseña efectuada surgen algunas circunstancias que es necesario destacar:
1. Que si bien la prostitución no es una actividad prohibida en la mayoría de los
países, por obra de algunas regulaciones, generalmente de tipo local y vinculadas
73
Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
Bibliografía
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74
Mariana Pucciarello
Direcciones electrónicas
www.defensoria.org.ar
www.ilo.org
www.clarin.com.ar
www.lanacion.com.ar
www.pagina12.com.ar
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www.tsjbaires.gov.ar
www.cedom.gov.ar
Notas
1 Diario Clarin, “Redes de prostitución: las rutas argentinas del tráfico de mujeres” (28-
1-07); Diario La Nación : “Crece en el país la explotación laboral y sexual de personas”
(11-3-07); también el diario “Página 12” ha dedicado varios artículos al tema
2 Boletín Informativo sobre Derechos Humanos de Mujeres y Equidad de Género de la
Defensoría del Pueblo de la Nación, año 1 Nº7
3 En España, la defensa de la prostitución como trabajo viene siendo defendida desde la
óptica empresarial por la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne
(Anela) y por la asociación Hetaira formada por personas que ejercen la actividad, al
igual que la estadounidense Call off your tired ethics (COYOTE). En la Argentina, la
posición es sostenida por la Asociación Nacional de Mujeres Meretrices de la Argen-
tina (AMMAR)
4 La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
considera que “La palabra <esclavitud> abarca en la actualidad diversas violaciones
de los derechos humanos. Además de la esclavitud tradicional y la trata de esclavos,
comprende abusos tales como la venta de niños, la prostitución infantil, la utilización
75
Apuntes sobre el tratamiento jurídico de la prostitución
76
Mariana Pucciarello
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Algunos efectos de la reforma laboral australiana sobre
el trabajo de la mujer
Willians J. Alcalá P.
Australia
Introducción
Además de la gran distancia física que nos separa, hay muchas otras disimili-
tudes entre Australia y Venezuela. En el área de las relaciones industriales, quizás
la mayor diferencia se encuentra en las contrariedades relacionadas con los índices
de empleo y/o desempleo. De acuerdo con la Oficina Australiana de Estadísticas
(ABS, por sus siglas en Ingles), el desempleo en ese país se ubica en poco menos
del 5% (ABS, 2007a) lo que se traduce en escasez de mano de obra calificada en
muchos sectores. Venezuela, por otro lado, mantiene altos índices de desempleo y,
peor aun, a un gran número de personas parcialmente ocupadas en actividades no
productivas incluyendo a la economía informal. Esto se traduce en el subempleo de
un alto numero de personas profesionalmente bien calificadas. En otras palabras, lo
que a ellos les falta (profesionales y técnicos deseosos de ocupar vacantes de trabajo)
a nosotros nos sobra.
A pesar de estas y muchas otras diferencias, hay ciertas similitudes. Y uno de los
lugares donde ambos sistemas de relaciones industriales se encuentran es en la reforma
del sistema legal que las rige. Hace diez años se aprobó la Reforma Parcial de la Ley
Orgánica del Trabajo en Venezuela. Hace un año se reformó la Ley de Relaciones
Laborales en Australia (“Workplace Relations Amendment (Work Choices) Act”).
Ambas reformas fueron promovidas por Gobiernos conservadores. Ambas reformas
prometieron mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. Ambas reformas
han sido criticadas por no lograr lo que prometieron.
Este documento da un breve análisis del impacto que Work Choices (el nombre
popularmente dado a la reforma laboral Australiana) ha tenido sobre la fuerza laboral
79
Algunos efectos de la reforma laboral australiana sobre el trabajo de la mujer
80
Willians J. Alcalá P.
ganar más, trabaja más. Como resultado de esta reforma se espera que a largo plazo
se incrementara la productividad de las empresas y de la economía nacional.
Un año después de la reforma cifras muestran un fortalecimiento de la eco-
nomía en Australia. El gobierno insiste que este mejoramiento es producto de Work
Choices (“A new workplace relations system,” 2007) pero recientes investigaciones
no apoyan estas conclusiones. Por ejemplo, el profesor D. Peetz, quien produjo hace
poco un documento considerado como el mas exhaustivo en este tema, sostiene que
el fortalecimiento económico en Australia no solo se ha producido por razones dis-
tintas a los efectos de Work Choices sino que además este crecimiento seria mayor
de no ser por la mencionada reforma (Peetz, 2007a). Peetz alude al ‘boom’ de explo-
tación de recursos naturales la mayor responsabilidad por la positiva condición eco-
nómica de Australia.
81
Algunos efectos de la reforma laboral australiana sobre el trabajo de la mujer
pago. Además, en las áreas donde predomina el trabajo de la mujer, el tipo de adies-
tramiento es más informal, pobremente reconocido o pagado (Butler & Ferrier,
2000). Debido a que esas industrias tienen más bajo índice de sindicalización es
más problemático lograr adiestramiento de mayor calidad. Por lo tanto, la tendencia
a la individualización de las relaciones de trabajo debilita a las ya marginalizadas
mujeres trabajadoras.
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Willians J. Alcalá P.
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Algunos efectos de la reforma laboral australiana sobre el trabajo de la mujer
Conclusión
La reforma del sistema de relaciones industriales en Australia conocido como
Work Choices tiene poco más de un año de vigencia. Esta reforma ha sido fuerte-
mente defendida por el actual gobierno federal y duramente criticada por sindica-
listas y académicos. En cuanto a sus efectos sobre el trabajo femenino, los resultados
de varias investigaciones resumidas en este estudio indican que las trabajadoras son
las que han sufrido de mayores desventajas.
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Willians J. Alcalá P.
Todo parece indicar que la tendencia neo-liberal de esta reforma tiene como
objetivo ultimo disminuir al máximo cualquier intento de mediación de parte de ter-
ceros (gobierno, sindicatos, etc.) en las relaciones obrero-patronales. Sin embargo,
esta tendencia hacia los acuerdos individuales de trabajo esta perjudicando a las
trabajadoras ya que ellas han sido las mas beneficiadas por el tradicional sistema
de ‘Awards’, los contratos colectivos y los Tribunales Laborales. Adicionalmente,
la disminución en el poder de los sindicatos deja a las trabajadoras sin su principal
aliado en la lucha por la igualdad de pago entre géneros y en contra de la discrimina-
ción y el acoso sexual en el lugar de trabajo.
Un año parece poco tiempo para hacer una evaluación completa del impacto de
esta reforma. Sin duda alguna, en los próximos meses habrá mayor disponibilidad
de estudios que permitan evaluar los temas aquí discutidos. Pero de no haber un
nuevo rumbo en la legislación laboral, parece que no habrá mayores cambios. Por
lo tanto, no seria sorprendente ver mayor participación de las mujeres trabajadoras
Australianas en la lucha por sus derechos laborales.
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“Las mujeres juntas, ni difuntas”
y las ideas feministas de Francesca Gargallo1
Alejandra Restrepo
Colombia
Introducción
La expresión: “las mujeres juntas, ni difuntas”, la escuché de una mujer tabas-
queña, que la recordaba como parte de las enseñanzas de su padre. Inmediatamente
me sugirió que las provocaciones patriarcales, que ya había mencionado unos
meses antes refiriéndome a la primera edición de “Ideas feministas latinoameri-
canas” de Francesca Gargallo, tenían una concepción más que las acompañaba y
una idea fuerza como trasfondo, aquella que limita la posibilidad de relacionarnos
siendo tan diferentes, la idea de rivalidad entre nosotras, bastante conveniente para
un sistema que también se fundamenta en la individualidad y la desorganización.
Elaboraciones teóricas como las de Francesca, combaten este tipo de ideas desde
una perspectiva crítica, que evidencian la diversidad, la cuestionan y nos ponen a
discutir pero juntas.
La segunda edición de la UACM, antecedida por la publicación colombo-cos-
tarricense y una digital en fem-e-libros con el título de “Las ideas feministas en
Latinoamérica”, cuenta con un capítulo más “¿Hacia un feminismo no occidental?”
y algunas revisiones a lo ya escrito. Tanto lo uno como lo otro, revelan la capacidad
que tiene su autora para la escucha entre nosotras, en cada reelaboración, aunque sea
de una frase y no por razones de estilo, se pueden reconocer discusiones, conversa-
ciones y libros compartidos.
Cuando Francesca me invitó a hacer algunos comentarios sobre su libro, que
enlacé con algunas reflexiones propias sobre el tema del feminismo en Latinoamé-
rica, me compartió la inquietud que la motivaba. Se preguntó qué podía decirle el
pensamiento feminista en América Latina a una militante de mi generación. Se
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“Las mujeres juntas, ni difuntas” y las ideas feministas de Francesca Gargallo
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Alejandra Restrepo
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“Las mujeres juntas, ni difuntas” y las ideas feministas de Francesca Gargallo
Provocación feminista
Las mujeres en movimiento hemos sido liberadoras de territorios, inicialmente
del territorio cuerpo: carnal, material, repleto de ideas, colonizado por el imperio
patriarcal o por el patriarcado imperializado. Nacimos haciendo resistencia desde lo
local a lo global, pero lo local entendido como el nosotras.
Pensarnos mujeres sujetas sociales y políticas es tal vez uno de los principales
aportes de nuestro movimiento a otros. Cuestionar la identidad y hacerla la base de
la emancipación ha dado pie a una nueva manera de ser y hacer movimiento social,
que desafía los referentes con que pensábamos la forma de luchar contra el poder
opresor.
El movimiento feminista nació diverso y así se manifiesta en cada región, cul-
tura, corriente de pensamiento, en diferentes formas de acción política y en cada
momento histórico. A veces nos asusta encarar esta condición, a veces buscamos
homologar posturas, sin embargo concebir lo que nos une y ser concientes de tal
diversidad nos ha llevado a lugares impensados, de autocrítica y de efectos que a
partir de los cambios en “lo personal como político” se han transferido a las dimen-
siones cultural, social y económica. La emancipación de las mujeres nos ha llevado
a repensar el feminismo en su historia de vida, a encontrar fracturas y a la necesidad
de recuperar vitalidades e indicios de nuevos caminos.
En Latinoamérica el movimiento cuenta con algunas particularidades acordes
a los procesos históricos de la región, tales como las dictaduras civiles y militares
y los posteriores procesos de democratización y profundización de la democracia
que parecían una oportunidad para incidir públicamente, pero en los que paralela-
mente fuimos profundizando nuestras diferencias y asumiendo menos la diversidad
originaria.
Hoy ¿Qué podemos decir al respecto del feminismo? ¿Todas nuestras acciones
están siendo realmente liberadoras? ¿Qué le estamos concediendo al sistema? Ahora
todas nos enfrentamos a la amenaza mundial de la arremetida del capitalismo ultra-
salvaje, al imperialismo global, a las guerras preventivas, al reparto económico del
planeta y con ello a su devastación. Entre tanto, parafraseando a Virginia Woolf,
aún no expulsamos completamente a Hitler de nuestras camas y tenemos que seguir
defendiendo nuestra habitación propia.
Provocaciones patriarcales
En numerosos espacios nos encontramos las persistentes réplicas de los ataques
ideológicos del sistema, puestos en los labios de hombres y mujeres que quieren
comprender el feminismo, pero que reproducen incesantemente el discurso de con-
trataque del patriarcado. Hablaré de algunas de tantas provocaciones:
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“Las mujeres juntas, ni difuntas” y las ideas feministas de Francesca Gargallo
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Provocación final
Cada vez voy convenciéndome de que es hora de definir el feminismo por lo que no
es. Es hora de decir que adherirse a gobiernos corruptos, autoritarios, que degradan lo
humano, guerreristas, a nombre del feminismo no es feminismo. Que apoyar la inicia-
tiva de políticas públicas que simplemente redistribuyen la mísera inversión social, no
es feminismo. Que hacer lobby internacional en nombre de las mujeres para sostener
agencias de cooperación y ONG no es feminismo. Que hacer parte de sindicatos y no
cuestionar el ejercicio patriarcal del poder no es feminismo. Que la producción acadé-
mica acrítica y que no reconoce el poder intelectual de la acción no es feminista. Que
las posturas que no cuestionan las diferentes expresiones opresivas del orden cultura
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“Las mujeres juntas, ni difuntas” y las ideas feministas de Francesca Gargallo
Referencias Bibliográficas
Equipo Desde Abajo. Entrevista a Orlando Fals Borda. “A esta construcción hay que
ponerle pegante ideológico”. Disponible en:
Gargallo, Francesca. En entrevista con Dick Emanuelsson. México DF. Septiembre 17
de 2006.
Gargallo, Francesca. Ideas feministas latinoamericanas. Ediciones desde abajo, Departa-
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Gargallo, Francesca. Ideas feministas latinoamericanas. Universidad de la Ciudad de
México –UACM -. Edición ampliada. Ciudad de México, 2006.
Woolf, Virginia. Tres guineas. Suramericana, Buenos Aires, 1979. 241p.
Woolf, Virginia. Una habitación propia. Seix-barral, Barcelona, 1967.
94
Alejandra Restrepo
Referencias Internet
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http://webs.uvigo.es/pmayobre/descargar_libros/las%20ideas%20feministas%20latinoa
mericanas.pdf
Notas
1 Este texto fue presentado en una primera versión en la XXVIII Feria Internacional del
Libro del Palacio de Minería, UNAM, México, marzo 2 de 2007
2 A finales de la década anterior, Olga Amparo Sánchez, en ese momento Directora
Nacional de Equidad para las Mujeres y luego nuevamente como directora de la Casa
de la Mujer de Bogotá, advertía con insistencia los usos más bizarros de la palabra
género que incluso llegó a convertirse en el eje mismo del planteamiento de objetivos
estratégicos, desconociendo su carácter de perspectiva de análisis.
3 Entrevista a Orlando Fals Borda. “A esta construcción hay que ponerle pegante ideo-
lógico”.
4 Gargallo, 2006: 35
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96
Democracia paritaria o sobre la participación política
de las mujeres. El caso de las Islas Canarias (España)
Carmen Ascanio Sánchez
España
Introducción
Después de más de un siglo de que en el mundo se aprobase el sufragio feme-
nino (Nueva Zelanda, 1892), todavía existen países en donde las mujeres siguen
sin tener derecho a votar y a ser elegidas. A pesar de ello, con una simple mirada al
pasado y al tiempo transcurrido, puede apreciarse que ha habido logros importantes
respecto a la participación política de las mujeres, aunque también deben analizarse
los retrocesos, las barreras y las evidentes discontinuidades del proceso. Un claro
ejemplo de ello es el caso español, donde se consiguió primero el derecho a ser
elegidas que el sufragio universal, y donde la evolución ha sido dispar ya que si bien
la II República otorgó amplios derechos de representación política a las mujeres, los
mismos se vieron truncados con la Guerra Civil y la época franquista. De la reciente
etapa democrática es ahora, tras tres décadas, cuando comienzan a publicarse tra-
bajos sobre las relaciones entre poder y género (Astelarra, 1998; Genovese, 1997;
Montero Delgado, 1996), así como la evolución de la participación en las elecciones
democráticas.
El presente artículo es parte de un estudio realizado a finales de los años noventa
sobre la participación política de las mujeres en las Islas Canarias. El mismo surgió a
raíz de diversos encuentros y debates que abordaban la situación en varias zonas del
Estado Español y la necesidad de avanzar en la representación paritaria. A comienzos
de 1998 se dio a conocer la investigación “Más mujeres en los poderes locales”
(1998), realizada por la Fundación Dolores Ibárruri (Madrid), así como otros análisis
que se venían llevando a cabo en el Estado. Iniciamos de este modo la recopilación
de esta producción, tanto en el ámbito estatal (Emakunde.Instituto Vasco de la Mujer,
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1994,1995 y 1996; Ides, 1988; Instituto de la Mujer, 1993, 1994 a,b,c y 1995) como en
las Islas Canarias. Esta última demostró que en las islas apenas se contaba con varios
artículos generales sobre política y dos estudios recientes de interés: uno La liberación
de la mujer en Gran Canaria. Cambios en la estructura familiar (Romero Navarro,
1996), donde se dedica un apartado a la actual estructura política en la isla de Gran
Canaria; otro La igualdad no resulta: mujer y participación política. Un estudio en
Gran Canaria (Molina Petit, 1995), que centrado en la participación de la mujer en la
esfera pública es un estudio pionero en el tema.
Con este bagaje, a comienzos de 1998 el Instituto Canario de la Mujer1 me planteó
el diseño y ejecución de una investigación que abarcara la Comunidad Autónoma de
Canarias. El objetivo era conocer la presencia real de las mujeres en las diferentes
Instituciones y su evolución a lo largo de la reciente democracia, de modo que se avan-
zara en las motivaciones, estrategias y barreras estructurales que impiden el acceso
igualitario de las mujeres al poder político.
Los únicos datos globales con los que contábamos eran los expuestos por la Fun-
dación Dolores Ibarruri en el estudio citado. Sin embargo, y respecto al ámbito local,
sólo se tomaba en cuenta a los municipios de más de 10.000 habitantes. Este universo
podría ser representativo para otras zonas del Estado Español pero en Canarias, debido
a la importancia de los núcleos de menor población, se dejaba fuera a toda una serie
de municipios rurales, de medianías-cumbres o de interior, e inclusive alguna isla. Por
ello, se consideró que un estudio realizado en el ámbito geográfico de Canarias debería
tener en cuenta variables como la insularidad, la diferencia entre lo rural/ urbano, así
como los elementos diferenciales que conforman los ecosistemas insulares de la costa,
medianías y cumbres o, en su caso, norte y sur2.
A partir de estas primeras inquietudes metodológicas, se planteó un estudio en
dos partes: una primera que diera a conocer la presencia real de las mujeres en las
diferentes Instituciones. Esta especie de “foto” sobre la participación política de las
mujeres debía profundizar en aspectos como: la presencia real de las mujeres en las
diferentes Instituciones, la evolución de dicha participación a lo largo de la reciente
democracia y, a ser posible, datos más completos sobre las últimas elecciones; otra
segunda parte, basada en los resultados del estudio extensivo, donde se proponía un
estudio cualitativo, centrado en determinadas zonas e islas, estructuras, estrategias
y ámbitos de poder.
Como vía para avanzar de la fase cuantitativa inicial a la segunda, se diseño una
especie de puente entre ambas: la realización de una encuesta a mujeres concejalas de
la última legislatura. Al mismo tiempo se constató como una técnica de utilidad para
avanzar de los datos a la interpretación e iniciar el diseño de hipótesis de trabajo que
ofrezcan las vías, los ámbitos y los temas de análisis de la fase cualitativa.
El estudio que aquí se presenta, y que fue difundido en el transcurso de las Jor-
nadas “Más mujeres a los poderes políticos”, que tuvo lugar el 20 de Noviembre de
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Recabar todos los datos de estas instituciones fue una tarea más compleja de lo
inicialmente previsto. Las razones principales han sido dos: primero, el descono-
cimiento que algunas Instituciones públicas parecen tener sobre sus propias com-
petencias y deberes respecto al depósito y difusión de determinados datos. Esto ha
hecho que al solicitar información hayan pasado, literalmente, “la pelota” a otras
Instituciones que, a su vez, nos remitieron a la inicial. Esto, por supuesto, en los
casos de una pronta respuesta. En este sentido, ha habido notables excepciones: el
Congreso, el Senado, el Parlamento Europeo y la Subdelegación del Gobierno Civil
de Tenerife; en estos casos no sólo se contó con una información rápida y precisa
sino con datos y bibliografía adicional que creyeron conveniente para este estudio.
El segundo motivo ha sido la reciente implantación de sistemas informáticos en
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imposible reflejar todos los datos isla por isla, si habría que señalar diferencias, tanto
de datos como de su evolución, nos hacen establecer la siguiente distinción:
• Aquellos Cabildos donde, en general, parece existir cierta estabilidad,
puesto que el aumento es lento pero progresivo. Este es el caso de los de
Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote.
• Aquellos en los que se aprecia una clara discontinuidad. Así, Fuerteven-
tura ha tenido una representación dispar.
• Aquellos que comenzando con escasa o nula representación de las mujeres,
han sido inestables en su evolución, pero han logrado aumentar sus porcen-
tajes tras las últimas elecciones de tal forma que se han constituido en los más
elevados de todo el Archipiélago. Este es el caso de La Gomera y El Hierro.
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a) Ambito rural/urbano
Para esta tipología se han separado los datos de los municipios capitalinos o de
más de 40.000 habitantes, del resto de la isla. Teniendo en cuenta los rasgos de rura-
lidad y escasa población de los municipios – capitalinos o no- de determinadas islas,
esto sólo ha sido posible en Gran Canaria y Tenerife, mientras que se ha planteado
con reservas para Lanzarote, Fuerteventura y La Palma.
Siguiendo la línea de análisis de otros espacios y zonas, el ámbito urbano en
Canarias tiene una mayor representación política de la mujer que en el nivel rural. En
Gran Canaria llega a ser del 24% frente al 14% de los espacios rurales. En Tenerife,
el contraste es inferior con un 20% en los espacios urbanos y un 18% en el resto. La
excepción es la isla de La Palma, aunque con diferencias poco significativas, ya que
la capital tiene un 17,6 % frente al 18,7% del resto de la isla.
b) Número de habitantes
Lo anterior, es decir, la mayor participación de la mujer en las zonas urbanas que en
las rurales, podría indicar que a mayor número de habitantes se corresponde una mayor
participación. Sin embargo, esta asociación no resulta tan simple. Una nueva tipología
diferencia tramos entre: menos de 5.000 habitantes, de 5.001 a 10.000 habitantes, de
10.001 a 20.000, de 20.001 a 40.000, por último, más de 40.000 habitantes. Con esta
división, si bien es cierto que en las zonas urbanas, o de más de 40.000 habitantes, el
índice de participación de mujeres en la política es superior al resto, también se evi-
dencia que en tramo inferior (de 20.001 a 40.000 habitantes) los tantos por ciento bajan
considerablemente. Así, en Gran Canaria apenas acogen a un 12% de participación de
la mujer en Tenerife suben al 17%.
Al contrario, en los municipios intermedios, es decir entre 10.001 a 20.000 habi-
tantes e incluso, dependiendo de las islas, en los de 5.000 a10.000 habitantes, vuelve
a subir el índice de participación femenino.
c) Espacios: costa/medianías/cumbres
El objetivo de esta tercera tipología ha sido la de intentar una aproximación más
allá de la dicotomía rural/urbana, de tan difícil aplicación en las islas, como la del
número de población. Ello hizo que se elaborara esta aproximación desde los espa-
cios insulares, o sea, que recogiera las posibles diferencias entre medianías/cum-
bres/costa y norte/sur, dependiendo de las islas. Esto sólo se ha realizado en las islas
de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, por las dificultades de hacerlo en el resto de
espacios por la propia conformación territorial de los municipios. Aún así, tanto
la tentativa como los resultados deben ser tomados con prudencia, ya que las divi-
siones en este sentido tienen siempre un amplio margen de subjetividad, más cuando
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El perfil de las encuestadas aporta datos tales como la edad, el nivel de estudios,
titulación, ocupación laboral, y otros. La media de edad de las encuestadas se sitúa
entre los 26 y 45 años, ya que el 66% se incluyen en este tramo; otro 24% se sitúan
entre los 46 y 55 años. Respecto al nivel de estudios de las encuestadas resulta bas-
tante elevado, ya que un 60% han realizado estudios de grados medios y superiores.
Casi un tercio ha realizado estudios de BUP o Formación Profesional y, el resto, han
cursado niveles inferiores de formación reglada. Entre las titulaciones concretas de
los grados medios y superiores, varias se repiten: las de Derecho, Humanísticas y
Diplomadas en Magisterio. Sólo un pequeño porcentaje (13%) dice haber realizado
alguna parte de esta formación mientras estaba en la política, por lo cual la mayoría
llegó a la política activa con una elevado nivel educativo. Pero, ¿qué hacían antes
de entrar en la política activa? El 78 % tenían un empleo remunerado, mientras el
resto trabajaban en las tareas del hogar, estaban en paro o estudiaban. En cuanto a la
ocupación actual, los resultados nos muestran que ha habido cambios importantes en
su situación. Por ejemplo, hay que destacar que, en la actualidad, sólo el 38% tiene
otro trabajo fuera de la política activa y un 40% de las mujeres han dejado su trabajo
(o han solicitado excedencias) para su dedicación a la política activa.
Referente a los aspectos socio-domésticos es un bloque de compleja delimitación
pero nos referimos a todas aquellas cuestiones que indagan en las relaciones que
se establecen entre la mujer, el grupo doméstico y la política. De las encuestadas,
un 53% están casadas o en convivencia, un 12% separadas/divorciadas o viudas, y
un 35% son solteras. Del total un 56% tiene hijos; es decir, más de la mitad de las
encuestadas tienen una elevada responsabilidad familiar. Pero, además, si se atiende
al número de hijos se puede comprobar que predominan las que tienen dos y tres
hijos y que, aunque con edades diversas, predominan los menores de edad. A pesar
de estas responsabilidades domésticas, un escaso número de mujeres declara recibir
ayuda externa. En concreto, sólo un 25 % de encuestadas dice tener ayuda en el
hogar: es decir, pagar a tercera personas para que se encarguen de estas tareas. Casi
un 70% no recibe ayuda y el resto sí declara recibir algún tipo de ayuda familiar. En
este sentido, aunque cruzamos diversas variables (partidos políticos, islas de proce-
dencia, años en la política, etc.) no encontramos tendencias de interés. Se pueden
resaltar otros datos que se encuentran entre lo doméstico y el ámbito público de las
mujeres encuestadas, como los a continuación reseñados:
• Un 14% de las mujeres casadas indican que su esposo o compañero parti-
cipa o ha participado en la política activa. Ellas mismas han tenido una tra-
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Otra de las cuestiones hacía referencia a si estas mujeres tienen otro tipo de par-
ticipación política que no sea la del ámbito local. Un 34% dice participar en otras
actividades. Éstas se desglosan en: un 75% en cargos dentro de su partido político
y otro 12 %, en cargos de Cabildos y otro tanto en la política nacional o regional.
Es decir, que fuera de sus partidos, estas mujeres tienen escasa participación. Lo
cierto es que la mayoría de ellas tienen una fuerte relación con los municipios donde
ejercen su labor política. Por ejemplo, un 62% gobiernan en los mismos municipios
en los que nacieron, mientras que el resto han nacido fuera del municipio, pero
mayoritariamente en áreas limítrofes. Solo un 3% han nacido en otras zonas del
Estado Español y un 2% nacieron en Venezuela, aunque suponemos que son hijas de
emigrantes retornados.
En último lugar, se preguntó a las mujeres sobre su evolución política. La mayoría
indican que llevan pocos años en la política activa, ya que casi un 58% llevan menos
de cuatro años, o sea, desde las últimas elecciones. Del resto, un 23% participan
desde hace cinco a siete años en la política, y un 19,5% más de ocho. Esto explica
que un 60% declare que el actual es su primer cargo político, apreciándose un mayor
índice de “repetidoras” en el Partido Socialista Obrero Español (un 36% de las que
han tenido un cargo), seguido de Coalición Canaria y Partido Popular con índices
similares (18 y 16%) . De todas las encuestadas, sólo un 15,4% han sido cabezas de
lista en sus partidos.
Por último, avanzar en las opiniones y percepciones de las mujeres se hacía nece-
sario para ir más allá de datos cuantitativos. En este sentido la dificultad se encon-
traba en la tabulación de los datos ya que la mayor parte de este tipo de cuestiones
fueron de tipo abierto. Una de las mismas indagaba sobre las ventajas y/ o satisfac-
ciones de participar en política. Sólo tres mujeres dijeron que “ninguna satisfacción”
y una de ellas explicaba que la razón radicaba en el hecho de estar en la oposición.
El resto, en el gobierno o la oposición, indicaron algún tipo de beneficio. En las res-
puestas, resaltan dos aspectos: uno es la cercanía que todas las mujeres dicen tener
con su “pueblo”, apreciando esto como una de las mayores ventajas. Así, destacan
expresiones como:
• “ayudar a la política municipal”.
• “hacer cosas por nuestro municipio”.
• “conocer los problemas del sitio donde vives”.
• “saber que colaboras con el pueblo”.
En algunos casos se dice claramente que la mayor ventaja es el contacto directo con
los problemas del municipio que en otros tipos de actividades resulta difícil de conseguir.
En dos casos se dice que lo más positivo es su propia participación como mujer, ya que la
política está masculinizada y su inclusión es importante. Por otra parte, muchas resaltan
la importancia de la labor social, expresándose en respuestas como:
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Por otra parte, tenemos una mayoría de mujeres con pocos años en la política,
en su primer cargo, identificadas con lo local, con alto nivel de satisfacción y de
“ganas” de continuar en su labor. Este es el principal indicador positivo para afirmar
que muchas de estas mujeres continuarán en la política, aunque su paso de lo local a
instituciones insulares o estatales resulta más que dudoso.
Referencias bibliográficas
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Carmen Ascanio Sánchez
Unión Interparlamentaria. 1997 Men and Women in Politics: Democracy Still in the
Making. Ginebra, Unión Interparlamentaria.
Notas
1 El Instituto Canario de la Mujer (I.C.M.) fue creado en 1994 como organismo encargado
de impulsar las políticas de igualdad de oportunidades del Gobierno de Canarias.
2 Las Islas Canarias están formadas por siete islas principales (Tenerife, Gran Canaria,
La Palma, Fuerteventura, La Gomera, El Hierro y Lanzarote) y seis menores (Ale-
granza, Graciosa, Montaña Clara, Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste). De las
primeras, las de mayor densidad de población son Gran Canaria y Tenerife, denomi-
nándose en diversos textos como “islas centrales” (al ubicarse ambas en el centro del
archipiélago) o mayores, frente a las menores que serían el resto. Esta última deno-
minación es incorrecta ya que por la superficie, de mayor a menor, serían: Tenerife,
Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote,La Palma, La Gomera y El Hierro.
3 Las Islas Canarias están constituidas en Comunidad Autónoma y su Estatuto de Auto-
nomía fue aprobado en 1982.
4 Los Cabildos son unas unidades administrativas que gobiernan cada una de las siete islas
principales, poseyendo gran autonomía financiera y competencias administrativas.
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Pilar Domínguez
España
Introducción
Se recoge aquí una parte de los resultados de un proyecto más amplio que se
proponía analizar la posguerra en Canarias, centrándose en el trabajo y la vida coti-
diana de las mujeres y los hombres de las clases populares de las Islas y en especial
de Gran Canaria1.
Con este objetivo empezamos a investigar en el medio rural canario, realizando con
la ayuda fundamental de los estudiantes de la Universidad de Las Palmas una serie de
entrevistas orales, planteadas como historias de vida con un cuestionario abierto.
Uno de los muchos interrogantes que se abrían en este proyecto era cómo recor-
daban las instituciones franquistas, y en especial la Iglesia católica, los hombres
y mujeres canarios que vivieron su infancia o su juventud en los años de la dura
posguerra española. Partiendo de estos relatos orales y de otras fuentes escritas
como son los manuales eclesiásticos o las cartas de los obispos, tratábamos de
rastrear la influencia de la Iglesia en la mentalidad y en el comportamiento de esos
actores sociales.
Pudimos constatar que las mujeres eran quienes más hablaban de la Iglesia de
forma espontánea a lo largo de las entrevistas, con numerosas referencias a esta
institución en relación con su educación y su vida cotidiana desde la infancia. En
los años 40 y 50, la Iglesia se había mostrado especialmente preocupada por el com-
portamiento femenino y había destinado un gran número de monografías a la guía
de las jóvenes. Entre estas obras hemos utilizado para este trabajo el manual escrito
por el presbítero Carlos Salicrú Puigvert. La importancia que adquiere el género en
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relación con la religión nos dio la idea de tratar el tema considerando esta perspec-
tiva, es decir, tomando el género como una categoría, una herramienta útil para el
análisis histórico (Scott, J.) para un estudio que abarque al conjunto social y no sólo
del colectivo femenino.
El fenómeno conocido como la feminización de la religión, es decir “el aumento
de la práctica religiosa de las mujeres, junto a la disminución de la misma por parte
de los hombres” se ha estudiado desde su consolidación en España en el siglo XIX2.
Tal y como lo señala I. Blasco (2005, 121), el hecho de ver la religiosidad como
una parte del imaginario atribuido al género femenino y no sólo como una práctica
social es un enfoque bastante reciente, pero que puede ser muy útil para analizar la
influencia de la Iglesia católica en la mentalidad y el comportamiento de las mujeres
de las clases populares durante el franquismo.
En el presente trabajo la memoria de las mujeres toma la forma de testimonio oral,
en el que a lo largo de una entrevista se revive toda una trayectoria vital. El resultado
son los cinco testimonios orales recogidos entre un pequeño grupo de mujeres y un
hombre de la clase trabajadora del medio rural en Gran Canaria, a los que hemos
entrevistado entre el año 2003 y el 20053. Los relatos orales aquí recogidos no pre-
tenden constituir una muestra representativa, sino un testimonio elocuente de las
vivencias del franquismo de este pequeño grupo. No por ello su valor es menor, si
tenemos en cuenta que los relatos individuales son los que conforman una memoria
social y de grupo ( Halbawchs, 2004).
Antes de introducirnos en el contenido de los relatos orales, interesa resaltar una
serie de referencias sociales básicas que les dan significado. Las cuatro mujeres
entrevistadas nacieron en la isla de Gran Canaria entre 1927 y 1939. Proceden de
familias pobres del campo, que por lo general contaban con gran número de hijos (de
6 a 12) siguiendo una tradicional estrategia de supervivencia familiar; en el medio
rural isleño cundía el analfabetismo, ya que la asistencia a la escuela estaba reñida
con el trabajo infantil que casi todas realizaron desde corta edad. Trabajaron durante
toda su vida en las labores del campo y en la casa familiar, donde no había agua
corriente ni luz eléctrica; al mismo tiempo realizaban otras actividades remuneradas,
ya fuera como jornaleras, como asalariadas en fábricas, en los almacenes de fruta o
en la costura a domicilio.
El hombre entrevistado es un miembro de la Iglesia canaria, de procedencia
campesina y formado como sacerdote durante la guerra civil; su relato es muy
representativo de la mentalidad de los sacerdotes activos durante la posguerra
española y es de gran ayuda para completar la visión del nacionalcatolicismo
desde las fuentes orales.
Las entrevistadas evocan con viveza en sus relatos la presencia de la Iglesia y de
algunas instituciones franquistas como la Falange. Sus testimonios orales reflejan muy
bien -desde una óptica individual- aquellas circunstancias en las que el poder del clero
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bastante hambre…Mi madre no era tan apegada (a la religión), mi abuela sí, pero
también una señora con la que yo me fui a estudiar, esa señora siempre rezaba por las
noches, rezaba al levantarnos, y después yo también por el hecho de estar estudiando
me acerqué más a Dios, pidiéndole y pidiéndole, casi todos los días iba a misa13.
Es curioso que su identificación con la religión no provenga de su ambiente rural
ni de su familia más directa, la madre, sino de sus años de estudios de magisterio en
Las Palmas. Fue entonces cuando empezó a interiorizar los principios nacional-cató-
licos. Más adelante añade otros datos sobre su educación en estas ideas, que luego
transmitiría a sus alumnos. Aquí aparece la influencia de la Falange, a través de la
Sección Femenina:
Después me dieron el título que tengo de maestra, era de Franco,…y claro,
estudié los puntos de la Falange, todo alrededor de la dictadura que teníamos, pero
vivíamos bien en cuanto que había orden y necesidad, claro, al salir de una guerra
civil no fue fácil, porque a España la deshicieron y había que recomponerla y para
recomponerla teníamos todos que amarrarnos el cinturón. Con Franco empecé a
dar clases y dábamos clases con las ideas que había en aquella época, pero yo las
encontraba bien, había orden y estábamos bien, ganábamos poco pero la vida se
ajustaba a lo que ganábamos14.
En la frase que he destacado, Carmen intercala en su relato los argumentos de la
propaganda franquista que presentaba a una España destrozada por la guerra, causante
de la pobreza en que se vivía, cuando en realidad en Canarias no hubo conflicto bélico.
El argumento del “orden” reinante en la España franquista es algo recurrente en los tes-
timonios orales de este período, según hemos observado en anteriores trabajos. Junto
a esta identificación ideológica con el franquismo, la maestra hacía suya la tradicional
división del trabajo según el género en el seno de la familia enaltecida por el régimen.
Sin embargo, su experiencia posterior ha hecho que reelabore este recuerdo y ahora
considere “machista” este comportamiento:
A mis hijas, como yo era la que trabajaba, desde pequeñitas las enseñé a ayu-
darme, me limpiaban, es decir, a ellas las empleé, a los niños no, los niños siempre
fueron los niños. Había esa idea de machismo que ellos eran hombres, igual que mi
marido nunca me ayudó. Los hombres eran tratados como hombres y las mujeres
como mujeres15.
Como vemos, los estereotipos de género se aplicaban tanto en casa como en
la escuela, donde se enseñaban contenidos específicos para que las niñas supieran
desenvolverse en su trabajo doméstico, por ejemplo en la clase de “enseñanzas del
hogar”. Las lecturas morales para niñas, que se daban en las escuelas canarias: Niñas
y flores, Vayamos a María, etc, contribuían también a formar en ellas un carácter
abnegado, sumiso y maternal (González, 1998, p.78).
Para explicarnos su comportamiento debemos tener en cuenta que durante el
franquismo se ejercía un control político específico sobre el magisterio, con obliga-
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Gracias a eso salí tres meses del pueblo…La Falange te daba clases de política
y te enseñaba a cocinar. Un par de veces al año venían a dar cursos. Después me
apunté y me invitaron a ir a Tenerife (…).Teníamos que ir a la Casa Cuna de Santa
Cruz. (…) Había dos cursos, uno de Educación Física y Deporte y otro de Divulga-
doras Rurales. (Se llamaban así) porque eran de pueblos. Para hacer curas, poner
una inyección, como si fuera una auxiliar de enfermera, ¡cuántos años estuve yo
poniendo inyecciones!19.
A la Sección Femenina, aparte del adoctrinamiento político y moral, le interesaba
que sus afiliadas pudiesen desempeñar el papel de enfermeras, pues el medio rural
carecía de ellas. De esta manera las jóvenes recibían una formación ligada a los
cuidados sanitarios o a las labores domésticas que luego podían aplicar al resto de
su comunidad.
El poder omnímodo de la Iglesia, compenetrada con las instituciones del Estado
como la Falange, era algo evidente para la población en las primeras décadas del fran-
quismo: “el cura los tenía a todos metidos en un puño”. También se refiere al control
sobre las mujeres y su forma de vestir, de acuerdo con las rígidas normas eclesiásticas
impuestas por el obispo Pildain. “La gente (iba) siempre muy cerrada, muy decente, no
es como hoy, con los escotes, no había escotes”. Sin embargo, la influencia social de la
Iglesia fue disminuyendo con el tiempo, según ella misma advierte:
Ya después la cosa fue cambiando, se espabiló (la gente), vaya, ni caso le hacían
al cura y el cura tuvo después que adaptarse a la gente del pueblo; después el pueblo
“pasó” de él y era por eso, en aquella época quien mandaba era el cura20.
En este sentido, es interesante observar que en su caso, pese a haber pertenecido
a la Sección Femenina, y a las Hijas de María, ahora no existe una identificación con
el nacionalcatolicismo que, desde el presente, se critica como algo impuesto.
La potestad de los representantes del clero para juzgar a sus congéneres, que
utilizó ampliamente la Iglesia católica durante el franquismo, es criticada en la
siguiente entrevista, aunque de una forma velada, pues se trata de una mujer que
se considera muy religiosa. Lola, nacida en Gáldar en 1930, procede de una familia
campesina dedicada a la labranza. Ella siempre trabajó en familia, tanto en la tierra
como en el trabajo doméstico y al cuidado de sus cinco hermanos, por lo que se
identifica en gran manera con esa cultura propia del medio rural. Revivir su niñez
es para ella recordar las penurias de esos años, que de nuevo van unidas a la imagen
de andar descalza: había mucha miseria y se pasaba hambre, no teníamos zapatos,
rememora Lola. Además, al ser mayor que la mujer anterior, recuerda con viveza la
violencia desatada a raíz de la guerra civil; en ella tuvo un papel destacado con sus
injustas delaciones el cura de su pueblo, que apoyaba la represión llevada a cabo por
las milicias ciudadanas junto a la Falange:
Sí, enfrente de mi casa vivía Fulgencio,” en paz descanse”, él fue a la Guerra y
siempre contaba que un día lo llamó el Capitán y le dijo que los informes que hablaban
mal de él habían salido del cura de su pueblo, pa’ que lo supiera pa’ siempre.
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La iglesia en la memoria de las mujeres canarias
- ¿ Y no se acuerda de nadie más del pueblo que fuera a la guerra, alguien más?
Cuando acabó la guerra a mi padre lo detuvieron y lo llevaron al campo de
concentración de La Isleta. Y allí lo pasó mal. Lo detuvieron porque tenía un local
alquilado a la Federación de Trabajadores, y aunque él no fuera afiliado lo detu-
vieron igual. También lo denunció el cura del pueblo que era quien decía quien era
bueno y quien era malo. También me acuerdo21.
En otra entrevista, la realizada a Carmen, una jornalera nacida en Gáldar en 1928,
aparece una posición muy distinta respecto a la religión ya que su visión crítica
sobre la Iglesia en el pasado le lleva a que en la actualidad se considere agnóstica.
Ella rememora cómo desde la primera infancia combinaba la escuela con el trabajo,
acarreando agua primero y luego en los tomateros. Sus recuerdos de la escuela van
unidos también a la religión, los curas y a la maestra, buena pero autoritaria:
(La escuela era) por la mañana de nueve a doce y por la tarde de cuatro a cinco
o seis. Si y la maestra, era una maestra más buena, todo lo que sé, se lo debo a ella,
aunque pegaba leña, esa pegaba leña ... Además, los miércoles iban los curas a la
escuela, entonces todo el mundo de pie, todos colorados, aquello era como si llegara
Dios a la escuela, y los domingos había que ir a misa y nos daban un papelillo y
eso era la asistencia a misa, entonces el lunes tenías que llevar el papelillo a clase,
era obligado, obligado22.
La obligatoriedad de la misa, materializada en ese papelillo, el certificado que
daba el sacerdote los domingos –tanto a los niños como a los adultos, por Pascua,
por ejemplo- y su autoridad, entonces incuestionable, es un buen reflejo de lo que
representaba entonces la Iglesia para los pobres. Como ella repite, lo importante
entonces era que ellos no tenían siquiera un par de zapatos para ir a la escuela, ni
luego cuando tenía 12 años y se iba a trabajar en la cosecha del tomate (zafra) por un
sueldo mísero, inferior para las mujeres que para los hombres:
Por la mañana fui a la escuela, y al mediodía mi hermana Lola vino diciendo que en
casa de Mister Harris estaban admitiendo muchachas, entonces fui a trabajar y ya no
volví a la escuela… Pues desde los 12 años me pusieron a trabajar y no me pagaban,
me pagaban poco porque no tenía los 18 años, y estuve 4 años trabajando y me pagaban
una porquería, pa que me pagaran como a las mujeres, y las mujeres ganaban 4 pesetas.
Yo estaba trabajando toda la zafra y el dinero era todo para la comida, y después pa el
día de Santiago me compraban uno traje y unos zapatos y aquello no se lo podía poner
uno mucho, porque no sabíamos si podíamos comprar pal año siguiente otro, aquello
era pa ir a misa. Mi madre era muy “misera”, todo el mundo a misa…23.
La formación religiosa, transmitida por vía materna en el hogar y remachada en
la escuela, fue un componente fundamental de su educación que ahora, visto desde
la vejez, es juzgado como algo negativo:
Era la primera en religión, yo me sabía el catecismo de memoria, las histo-
rias de Jacob, de no se quién, yo no estudiaba la gramática pa no tener faltas de
126
Pilar Domínguez
ortografía, que es lo que estoy haciendo ahora, sino por la religión; si yo empiezo
a saberme todo lo de las letras, pa’ no tener faltas de ortografía, “otro gallo me
hubiera cantao” a mi. Pero es lo que pasaba en mi casa, en mi casa mi madre rezar,
rezar y a misa de madrugada.
¡Oh, te voy a decir lo que yo hacía cuando estaba trabajando!: estaba traba-
jando toda la santa noche, cuando yo era ya más grande y a las 5 de la mañana nos
íbamos pa volver otra vez el domingo y cuando íbamos por el camino a mi casa
oía tocar la misa entonces en vez de acostarme dos horas pa’ volver a trabajar el
domingo, iba a misa, porque me condenaban si no iba a misa, había que ir a misa,
porque si no te condenaban24.
Su testimonio refleja de una forma crítica, que revisa totalmente sus anteriores
creencias, el miedo al infierno, “a condenarte”, como argumento principal que usaba
la Iglesia para someter a la población infantil y a la gente humilde:
A misa, los domingos seguro, aunque reventaras tenía que ir, aquí una vecina
santurrona que iba los nueve primeros viernes de mes pa no condenarte, entonces
todo el que hacía nueve primeros viernes de mes no se moría sin confesar y comulgar
porque el que se muera sin confesar y comulgar va al infierno y entonces yo para
no ir al infierno hice los nueve primeros viernes. Los nueve primeros viernes de mes
había que ir a confesar y comulgar, y tenía un escapulario para ponerlo por delante
y detrás... (risas) un escapulario pa ir a comulgar y entonces ese día que era el
primer viernes había que ir con el escapulario a comulgar y a misa, íbamos después
por la noche a la hora santa que le decían, ese día, en los alumbrados de mayo todos
los días a rezar el rosario....
-¿Y en Semana Santa?:
Bueno, había que ir a todo lo que hubiera en Semana Santa, porque si no te
condenaban, es lo que los curas también decían,- ahora ya no predican que te con-
denan-, ese Dios tan bueno, tan bueno ¿te va a condenar? Dios es nuestro padre,
pues los padres no quieren nada malo para los hijos. ¡ Ya no creo yo en nada,
muchacho!25.
Conclusiones
Este último testimonio es una buena muestra de la permeabilidad de la memoria
respecto a “lo nuevo”; desde la situación actual los hechos del pasado que son recor-
dados por las mujeres en las entrevistas tienen una clara significación en el tiempo
presente, e incluso han sido reelaborados para reinterpretarlos de acuerdo con cam-
bios paulatinos ocurridos. Se ha transformado la memoria social del franquismo pero
también lo que atañe a la visión actual de los modelos de género y del papel de la
Iglesia que tienen ahora las personas entrevistadas.
127
La iglesia en la memoria de las mujeres canarias
Entrevistas consultadas
Entrevista a Carmen Díaz Molina, nacida en Gáldar, Las Palmas, en 1927, realizada por A.
Godoy en 2002.
Entrevista a C. A., nacida en San Bartolomé de Tirajana, Las Palmas, en 1928 realizada por I.
Rodríguez en 2005.
Entrevista a L. M., nacida en Gáldar, Las Palmas, en 1930, realizada por C. Ferrero en 2005.
Entrevista a I. M., anónima, nacida en 1939 realizada en 2005.
Entrevista a J. S., nacido en Ingenio, Las Palmas, en 1923, realizada por D. Alemán en 2005.
128
Pilar Domínguez
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tense, pp. 45-66.
Salicru Puigvert, C. (1951): La educación: Estudio normativo acerca de las obligaciones
que impone la vida social. Barcelona, La Hormiga de Oro.
Notas
1 Proyecto financiado por el Gobierno de Canarias UNI 2003/O7. Una primera versión
de este artículo fue presentada al XIV Congreso Internacional de Historia Oral, cele-
brado en Sydney, 12-16 de julio de 2006.
2 Sobre el tema de la religiosidad femenina ver el interesante dossier de Historia Social,
nº 53 (2005).
129
La iglesia en la memoria de las mujeres canarias
3 Las entrevistas citadas han sido realizadas bajo mi dirección por alumnos del Docto-
rado en Historia y de la asignatura de Historia Social del Trabajo (Relaciones Labo-
rales) de la ULPGC .Ver referencias al final.
4 Pemartin, J., 1937, ”Qué es’ lo nuevo’. Consideraciones sobre el momento español
actual, p.30. Di Febo, G. 2003, ha estudiado en profundidad a Pemartín y otros autores
de manuales dirigidos a las mujeres, como C. Salicrú.
5 Pemartin, J., 1937, p. 32.
6 Salicru Puigvert, C. 1951, p. 152. La Educación: Estudio normativo acerca de las
obligaciones que impone la vida social.
7 Salicru Puigvert, C. 1951, (O.cit. p. 152)
8 Testimonio recogidos por el Grupo de estudio de la guerra civil en Canarias, integrado
por A. Anaya, S. Millares, Alcaraz, Orihuela y Suárez Bosa, 1988: “Algunos aspectos
de la actuación del obispo Pildain durante la guerra civil y el franquismo” en Almo-
garén. Los autores señalan que trató de conseguir el indulto para un famoso guerrillero,
“El Corredera”, ejecutado en 1959. J. S.,el sacerdote entrevistado, que le conoció y trató
personalmente, corrobora esta versión: Pildain fue un obispo enérgico, pero al mismo
tiempo era un Santo… El personalmente se preocupó de sacar del campo de concentra-
ción a tantos que fueron encarcelados por el régimen de Franco, como sospechosos de
comunistas.
9 Pastorales publicadas por el Sínodo Diocesano de Canarias, 1947 y citadas por Chil
Estévez, A. 1987. El Obispo Antonio Pildain, Las Palmas.
10 Entrevista a J. S.
11 Entrevista a J. S. La Sima de Jinamar es una profunda sima volcánica donde los ven-
cedores tiraron a muchos republicanos en la represión del verano de 1936.
12 Entrevista a J. S.
13 Entrevista a C. A.
14 Idem
15 Idem
16 Entrevista a Carmen D. M.
17 Entrevista a I.M.
18 Entrevista a I. M. (2004).
19 Entrevista a I. M. (2004).
20 Idem.
21 Entrevista a L. M. (2005).
22 Entrevista a C. D. M.
23 Idem.
24 Idem.
25 Entrevista a C. D. M.
26 Entrevista a C. D. M.
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Cuando la primera persona habla en femenino:
Cuerpos e identidades en la poesía contemporánea
escrita por mujeres centroamericanas
Lety Elvir
Honduras
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Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
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Lety Elvir
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Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
Soy mujer
[...]
Soy casa/ refugio de una pena.
Tengo antesalas, cortineros
(que uso y desuso en cada caso).
Un techo remendado
y un cuadro colgado en la memoria
Habítame en los cuartos de luna
[...]
cuando no sea suficiente:
sentarse y leer.
Cuando no veas más allá de tus noches
sin tiempo, ni espacio.
Habítame y enciende esta oscuridad.3
134
Lety Elvir
En este poema, el Yo juega con los nombres de la escritora, Regina José: ”si
yo fuera José/ sólo José”. José/ hombre, Regina/ mujer, entonces, si el “yo” fuera
hombre, y no mujer, rompería (o no) con algunas de las características del estereo-
tipo masculino: con pene, violador de mujeres, lleno de pelos, descuidado con su
cuerpo/ nalgas, lo contrario de lo que se supone ser mujer: con tetas, sin pene (pene
atrofiado), sin pelos y cuidadora de su cuerpo/ nalgas.
Aquí se denuncia la apropiación metonímica de la mujer a través de su himen,
por el cual es valorada o despreciada, de ahí la desmitificación de la inmaculada con-
cepción de María y propone de manera irónica sustituirlo por el himen, símbolo de
la represión sexual impuesta a las mujeres. Hombre e iglesia aliados (y acusados) en
las imposiciones mutiladoras para las mujeres, obligadas a rescatar su himen/cuerpo
como instancia que les pertenece solamente a ellas.
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Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
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contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
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Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
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Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
Hoy he conjurado
mi propio enigma
yo soy esa otra,
la hembra primitiva.12
¿Quién soy yo? “Yo soy esa otra” [y no la que dicen que soy]. El sujeto femenino
en sus procesos de construcción ha descubierto que necesita desvelar los mitos para
autonombrarse; uno de ellos, quizá el más importante en la cultura occidental por su
carácter religioso fundacional judeocristiano, es el mito del génesis: Eva, la mujer,
nombrada por el otro, nacida para el otro, de la costilla del otro y no del polvo ori-
ginal divino; Eva, la mujer, tentadora y maldecida, la culpable de la expulsión del
paraíso. En este poema el Yo femenino se rebela y subvierte el mito: Yo, la mujer,
soy costilla pero de la lluvia, soy dadora de vida y de muerte, huelo a manantial pero
también soy guerra y terremoto, por fin he desenterrado lo escondido, yo soy la otra
(¿la otra Eva o Lilith?); Yo soy la que yo digo que soy: Hoy he conjurado/ mi propio
enigma/ yo soy esa otra/.
142
Lety Elvir
enterraré
tu amor
en el foso profundo
de mi indiferencia.13
El amor, los sentimientos, son el lazo principal de las ataduras del sujeto feme-
nino hablante en el poema anterior. Se podría pensar erróneamente que sólo los
bajos niveles de ingreso económico o de escolaridad son los factores que coartan la
libertad y realización femenina; pero no debemos olvidar que las mujeres también
están atadas por una ideología del amor y de las formas de amar que impera con
doble moral, una para los hombres y otra para las mujeres. De eso trata aquí el Yo
femenino que no obstante se aferra a la esperanza del desapego y renuncia de un
afecto que provocaba miedos y baja autoestima.
“Esta galaxia que yo soy”. Versos finales, pero punto de partida en la definición
de un sujeto femenino que conoce su valor, que sabe que el horizonte es movible y
que depende de la perspectiva desde donde se le mire. Aquí el Yo mira desde la posi-
bilidad de la rebelión del tiempo, del regreso y capacidad de la muchacha para ins-
talarse y convivir en el presente a pesar de la ceguera de los profetas que olvidaron
escribir su nombre, y excluyeron de las profecías el destino del sujeto femenino que
143
Cuando la primera persona habla en femenino: Cuerpos e identidades en la poesía
contemporánea escrita por mujeres centroamericanas
no es un punto negro sobre una piedra negra localizada desde las nubes, sino una
galaxia inmensa, entera, como la Vía Láctea.
A manera de conclusión
En este breve recorrido por la poesía escrita por poetas centroamericanas en la
década de los años noventa y principios del nuevo siglo es innegable que las mujeres
están recurriendo al recurso (capacidad y riqueza) femenino del mirar de reojo, o “la
mirada bizca”, como lo ha llamado Sigrid Weigel15; están descodificando los mitos,
recuperando su cuerpo, placer y sexualidad, para la desconstrucción / construcción
de las identidades de un sujeto femenino en transición.
Notas
1 Esta muestra poética no incluye poetas de Belice debido a lo inaccesible de su litera-
tura y la incomunicación que padecemos en Centroamérica.
2 Este poema está fechado en 1986. Hay que recordar que para ese entonces Centro-
américa se debatía en plena guerra civil; en Honduras los movimientos sociales exi-
gían la clausura de la base militar estadounidense en su suelo patrio, y “Nosotras esas
sujeto” se volvió parte ineludible de la agenda callejera.
3 Aparece en Pineda, Adaluz: Honduras: Mujer y poesía. Antología de poesía escrita
por mujeres 1865-1998. Tegucigalpa: Guardabarranco. 1998. Pág.547.. Es importante
decir que en el poema aparece un epígrafe de la poeta panameña Bertalicia Peralta:
“La única mujer que puede ser/ es la que sabe que el sol para/ su vida comienza
ahora...”.
4 En Estrada Búcaro, Rossana y Romeo Miguel Estrada (compiladores.): Voces de pos-
guerra (Antología poética de Guatemala). Guatemala: FUNDARTE, 2001, pág. 100.
5 Ídem. OP. Cit. Pág. 63.
6 Poema escrito en 1990, según publicación en Mathus, Silvia Ethel. Insumisa prima-
vera. San Salvador: Universidad Tecnológica de El Salvador. 2002. pág.23-24.
7 En Regalado, Silvia Elena. Izquierda que aún palpitas. San salvador: Universidad
Tecnológica de El Salvador. 2002.pág.33
8 En Zamora, Daisy: La mujer nicaragüense en la poesía. Antología. Managua: Edito-
rial Nueva Nicaragua, 1992. Pág. 436-437.
9 Op. Cit. Pág. 460.
10 Costarricense nacida en Francia.
11 En Montero, María: La mano suicida. San José: Ediciones Perro Azul. 2000. pág.
25-26
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Lety Elvir
145
146
Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
Marta R. Zabaleta
Inglaterra
Introducción
En este artículo se postula que los textos de mujeres sobrevivientes del terrorismo
de estado que se presentan a modo de ejemplo, constituyen soportes importantes del
proceso de reconstrucción de la memoria social del Cono Sur, al tiempo que su pro-
ducción ayuda a sus narradoras a superar síndromes postraumáticos, y les otorgan
la sensación de pertenecer a una nueva comunidad, etapa esta imprescindible en la
recuperación de sus identidades desgarradas. La variedad de las formas estilísticas
utilizadas cuestiona la esencia misma del canon literario y escapa a la lentitud de la
crítica. Luego, en la segunda parte, se ofrece un ejemplo concreto de este tipo de escri-
tura, en el afán de reafirmar la necesidad de desechar la rigidez de la escritura científica
tradicional, firmemente centrada en el Hombre y adaptada a sus necesidades y domina-
ción social genérica. Con dicho acto de transgresión se invita a repensar las diferencias
entre lo así llamado escritura femenina, escritos feministas y textos de mujeres, etc.,
abogando por el respeto básico a las diferencias inmanentes a cada ser humano, que
trascienden la pobreza implícita en aquellas propuestas teóricas que tratan de adaptar
la interpretación de una realidad muy cambiante a marcos y normas teóricas preesta-
blecidos, y que las más de las veces funcionan obscureciendo o paralizando la creación
científica y /o la crítica literaria de las mujeres que escriben en cuanto mujeres.
2‘Esto pertenece a una zona muy profunda de la identidad, a una zona que no
se puede discernir puesto que es más profunda que cualquier identificación
sentimental. ¿Qué persona revolucionaria - en arte, política, religión, o en
otra cosa - no ha experimentado aquel momento extremo en que él o ella no
era nada más que una bestia, en que se sentía responsable, no por las crías
que murieron, sino ya antes de que las crías murieran?’
Gilles Deleuze, 1981
147
Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
Escritos de mujeres
Un fenómeno sacude al mundo, aunque no revolucione al mercado global ni
conmueva a la crítica especializada: la escritura de mujeres en cuanto mujeres. Y
las mujeres latinoamericanas, lejos de quedar excluidas de esta tendencia que espe-
ramos se prolongue y expanda, han contribuido a ello decididamente. En efecto,
un número cada vez más importante de mujeres ha publicado durante las dos o tres
últimas décadas novelas, poemas, ensayos, obras de teatro y narrativas testimoniales,
(Judy Maloof: 2000), y con ello se habría creado según la autora un cuerpo literario
importante, que está lejos de ser homogéneo, dado que en su interior- siempre en su
opinión- contrastan estilos altamente estéticos, ‘metaficcionales’, y de prosa hermé-
tica como serían por ejemplo los de Diamela Eltit y Julieta Campos, con otros mucho
más accesibles.
Tal vez es por eso que, valdría la pena formular, sólo un pequeño grupo de estas
autoras ha logrado premios importantes y fama internacional. ¿O será acaso que lo que
ocurre es más bien, como dice Jean Franco (Franco, 1992: 73), que esta nueva apertura
del mercado literario se debe en cambio a la proliferación de los estudios sobre la
mujer (¿adónde, en el Primer Mundo?, valdría la pena que Jean hubiera especificado),
y a la incorporación de mujeres escritoras del Tercer Mundo en el currículo, lo que
repentinamente ha provisto a estas con esa masa de lectores internacionales que los
escritores del ‘boom’ ya han venido gozando desde hace bastante tiempo?1
Sea verdad lo uno o lo otro, o una combinación de ambos, cabría sin embargo
preguntarse algo más , y es por qué es que existe todavía toda una serie de escritos de
mujeres que no sólo no han sido en su mayoría todavía estudiados sistemáticamente
ni siquiera por la crítica literaria feminista - ni por ninguna otra tampoco para ese
efecto, que yo lo sepa -, sino que además en su mayoría no han sido tampoco incor-
porados a los programas de Literatura Comparada ni a las cursos de Estudios sobre
las mujeres y /o de género, ni a los de Historia de la izquierda de América Latina; no
ciertamente aquí, en el Reino Unido.
No obstante todo lo anterior, es precisamente por la importancia implícita que
creo que revisten para el proceso de construcción de la memoria social este conjunto
todavía ‘segregado’ y ‘marginado‘ de ciertos textos producidos por mujeres, que
algunos de los mismos han sido objeto del presente artículo, al que para ese efecto
se ha dividido en dos partes. La primera, estará destinada a presentarlos y a tratar de
explicar por qué considero que estos textos contienen la materia prima esencial de
que puede nutrirse la memoria social. Son estos escritos todos producidos por víc-
timas directas del reciente terrorismo de estado en el Cono Sur de América Latina,
fuentes primarias que contribuyen a la reconstrucción de la memoria fragmentada
por el trauma, a la cristalización de un cierto sentido aunque todavía larvado de per-
tenencia a una comunidad, etapa esta última que es importante para la recuperación
de las identidades desgarradas. En la segunda parte, se ofrece un (auto) ejemplo de
recopilación y uso que hacemos las mujeres de las memorias traumáticas, más vale
148
Marta R. Zabaleta
con el afán de hacer a las lectoras y lectores testigos y cómplices de un estilo exposi-
tivo ‘no académico’ que trata de apelar a sus valores éticos en cuanto personas, más
que a alcanzar la tradicional formalidad heredada en materia de metodología de las
Ciencias Sociales, aquella que tiene tan férreamente por centro al Hombre, tal cual
como con reiterada insistencia lo reiterara hasta un hombre, el filósofo Foucault.
149
Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
locutor válida/o. No tanto para efectuar la trasferencia sino más vale para reflejarse
integrándose en el otro, o la otra. Para tratar de adquirir conciencia de una misma
en ese salirse de sí misma, de ese pozo casi inagotable de desconfianza del prójimo,
salirse digo con pasos de libélula de la identidad destrozada y rehacerla con la cohe-
rencia que exige quien nos escucha al leernos, pero que al mismo tiempo prefabrica
nuestra nueva identidad con la identificación fragmentaria de aspectos de la suya. He
ahí el centro de nuestro universo, desde ese ‘allí’ desde donde volamos por fin libe-
radas, como mariposas que mimetizan su ancianidad en el reencuentro con la nueva
existencia. En la que, en mi caso, seré para siempre joven, inmadura y tan dispuesta
al cambio, aunque o porque ya, por mi edad cronológica, me acerque cada vez más a
la pampa de mi infancia en Argentina., en donde quisiera esparcirme al morir.
De modo que decíamos, es posible volver a ser, sentir lo nuevo que somos en
lo viejo, sin despojarnos por ello de nuestro papel protagónico en lo que hicimos.
Volver a ser, a pesar de todo lo que nos hicieron, en suma, pero sin por ello dejar de
ser lo que fuimos. Este escribir nuestro es también un retorno a aquellas primeras
lecturas que nos proveyeron raíces multiculturales en la adolescencia, y nos consti-
tuyeron como sujetos pensantes e independientes.
Es un apresar este mundo que parece ser cada día menos nuestro. En mi caso,
entonces, es regresar a la escritura existencialista a la Beavour, feminista a la Wolf,
de viaje a la Tristán, y con ello retornar mas atrás, adentrándonos en la psiquis de
nuestra madre a quien cargamos a cuesta en el brutal momento de su muerte para
hacerla volver: posEvitiana, posGardeliana, posJuana de Ibarburu, más Mistral, o una
Storni. Más yo a la posPizarnik, y ciertamente, posCarlos Marx. Rosa Luxemburgo y
Paulo Freire, pero hija siempre. Y a la memoria más pareja de nuestro padre, muerto
en ausencia mía y con el gran vacío dejado por mi exilio durante la última dictadura
militar de Argentina (1976-1984. O sea, que mi canto es por supuesto el suyo, el de
Martín Fierro y Una excursión a las Indios Ranqueles, el de la Desilusión de un Sacer-
dote y el desprecio a El hombre mediocre, a lo José Ingenieros y a lo Lisandro de la
Torre, como nuestro ritmo es su tango, la milonga, su chacarera, el malambo, la zamba,
todo lo que nos enseñara a bailar cuando teníamos cuatro o cinco años. Las marchas
de los circos de pueblo alrededor de la plaza, el olor de la alfalfa cortada, el girar de
los girasoles marcando el paso del radioteatro de la hora de la siesta y yo conver-
sando con las iguanas, alimentada por mis niñeras, que me llenaban la panza con mate
amargo y los días de fiesta mi padre de nuevo con asado con cuero. Y mis perros y mi
caballo, y las nutrias salvajes y los miles de vacas, muchas vacas con sus toros puestos
y luego sus crías y los caranchos y las liebres y los zorrinos y las víboras yarará y los
bagres sapo y los escorpiones, las vinchucas, los teros, tornasoles de un sol que se
quedaba dormido sobre las vías del tren que regresaba de la gran ciudad, Rosario, en
un atardecer de verano caminado. Y pan para la mano hambrienta, vino y agua para el
sediento, derechos igualitarios para las mujeres y hombres de trabajo de la ciudad y el
campo... Y volver, volver, volver, que sesenta años no es nada, que febril la memoria
os guarda y os nombra. Volver a casa. Por fin, volver.
150
Marta R. Zabaleta
De las narradoras y sus estilos ¿un nuevo género o necesidad de un nuevo canon?
Así entonces, estoy de acuerdo con otras autoras en cuanto creo que debemos
referirnos a esta nueva forma de escribir como si fuera un nuevo estilo, literario
o no, en un sentido amplio, pues se trata como se he dicho, de textos con formas
confesionales, de diarios, auto ficciones, autobiografía, o lo que fuese; pero todas
modalidades, en suma, de escritura básicamente para sí, en que la autora procura dar
a su narrativa la forma pública de un testimonio y al mismo tiempo comprenderse
en su propia auto revelación, para establecerse frente al mundo y en el mundo con
un nuevo sentido de agencia, y al hacerlo ayudarse a desenterrar, y forzarse a des-
madejar un ovillo de temas que le interesan a ella misma ‘qua woman’, por cuanto
implican valorizar su subjetividad como hembra. Estoy de acuerdo, por tanto, con
los hallazgos pioneros de Suzette A. Henke en materia de lectura de escritos de
mujeres. Y ellos me han estimulado a construir mi propia interpretación que aquí
brindo. Al hacerlo no sólo me inmerso en la cuna proporcionada por mis congéneres
desde los años ochenta en adelante, sino que como tantas otras me convierto en una
narradora más, remo a la proa en busca de un nuevo paraíso en donde no aspiro a
compartir manzanas mágicas con ningún hombre desnudo sino más bien con mi
conciencia. Es decir, creo con Suzette (Henke: 2000) que procuramos reinscribir
nuestro derecho al deseo femenino en el marco de los textos prescriptos por la cul-
tura patriarcal tradicional.
En un punto, al celebrar nuestra propia manera de decir y nuestra propia manera
de experimentarnos en cuanto frutas maduradas que somos en sociedades muy
machistas, me permito disentir con Henke. O dicho de otro modo, vía la antivalida-
151
Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
ción de parte de una propuesta suya de la cual de todas maneras en términos gene-
rales como he dicho partí, para ofrecer las ideas abigarradas en este artículo como en
chaleco de fuerza. Yo creo que este artículo me ha servido como plataforma de algo
que me parece que es igual en lo diferente. Me explico. Henke afirma haber dejado a
propósito afuera de su fascinante estudio acerca del valor terapéutico de la escritura
de vida de las mujeres que sufren de síndromes postraumáticos, la experiencia de
las víctimas del holocausto por tratarse, nos dice, de ejemplos provenientes de un
contexto histórico muy especifico. Pues bien: en lo que sigo yo me propongo en
cambio, aunque ciertamente con la debida cautela, dar un anticipo de una investi-
gación más amplia, en la que me oriento a tratar de demostrar que al mostrarnos a
nosotras mismas como víctimas del terrorismo estatal, estamos de alguna manera
tratando de decir (nos) que esas nuestras experiencias traumáticas producto de ese
tipo de terrorismo, el de estado, tienen efectos similares y ocasionan sin duda sín-
dromes post traumáticos casi idénticos a los que ella, Henke, describe en las autoras
que analiza, que son mujeres narradoras que han sido víctimas de incesto, violación,
etc, tales como Collette, Anais Nain, por ejemplo. O sea, de formas habituales del
terrorismo doméstico.3
Pero nosotras, a diferencia de las autoras de Henke, no necesariamente somos
escritoras de ficción. Más vale, escribimos como mujeres ex revolucionarias víctimas
de prácticas extremas y diversificadas por género, raza y sexualidad, de los aparatos
represivos del estado en que se apoyaran las corporaciones multinacionales para
expandir la acumulación de capital en los países de la periferia en la etapa salvaje del
capitalismo industrial, financiándose con la extracción de la deuda privada y pública,
que ahora asfixia a las debilitadas economías nacionales de nuestros países. Y sin
duda que sufrimos de stress postraumático y que conciente o inconscientemente,
queremos curarnos. He tomado esta línea interpretativa, que en esta oportunidad
no aplicaré a los escritos de autoras ideológicamente más cercanas a la izquierda
tradicional. La hubiera hecho extensiva a su obra y a la de hombres sobrevivientes
que escriben sobre su vida, de haber podido tener acceso también a sus escritos, tarea
que espero cumplir con posterioridad.4
Los textos, que habré prácticamente casi sólo mencionar, han sido producidos,
pues, solamente por mujeres que fueron brutalizadas por las últimas dictaduras del
Cono Sur, y que lo fueron por haber sido militantes (o a veces sólo simpatizantes, y
en un caso inclusive sólo pariente de una persona militante) de movimientos o par-
tidos de la izquierda revolucionaria durante las dictaduras de Uruguay, Brasil, Chile
y Argentina. de los setenta.
Desde la novela, la poesía, el ensayo, el hilo argumental de un documental, una
obra de teatro, hasta el diario que apoya a memorias de estilo pseudo ficcional unas
veces, o ’factional’ otras, pasando por cartas y emails, son éstos textos que funcionan
como verdaderos mecanismos de sobre vivencia, a mi juicio, de manera similar a los
escritos de vida de otras mujeres sobrevivientes de violencia doméstica o institucional
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Marta R. Zabaleta
analizados por Suzette A. Henke, como he dicho. Estamos entonces enfrentando ejer-
cicios del derecho a volver a vivir, y por tanto ante escrituras que cumplen también
con el rol de comunicarnos con la utopía. Y operan por ello también como manera de
desafiar a la desesperanza y evitar a veces su forma más extrema, el suicidio.
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
aunar fuerzas y del respeto por la diversidad; y nuevas tecnologías como el Internet
nos permiten intercambiar puntos de vista surgidos de experiencias de ser mujer
en distintas sociedades, varias veces al día, cada día. En suma: somos más. Y todo
esto es cada vez más parte substantiva de nuestra militancia feminista de mujeres de
izquierda.
Son las nuestras voces que aun muchas veces atrapadas en la propia autocensura
por los constituyentes que estructuran la subordinación genérica, o que son ignoradas,
distorsionadas o ridiculizadas, por las personas de ambos sexos y por las instituciones
que preservan todos los privilegios sociales; las que aun atrapadas, repito, en la historia
secular de la impotencia surgida de nuestra inserción desfavorable en relaciones de
género, raza y sexualidad profundamente discriminatorias, tratan de hablar con más
fuerza. Y muchas veces detrás de esas voces está la escuela que nos forjara como
aguerridas militantes...la irremplazable experiencia que culminó en el trauma.
Y aquí sí que el número se reduce drásticamente. No tanto porque las mujeres no
hayamos contribuido en calidad y cantidad -aunque tal vez de manera distinta y más
difícil por ello de evaluar-, tan substantivamente como los hombres a los proyectos
de cambio impulsados por nuestros partidos, sino porque varios miles de nuestras
voces fueron sesgadas por la desaparición, el asesinato, la prisión, el exilio, la locura,
el miedo, la frustración. Pero otras quedamos, que escribimos y / o hablamos, como
Rigoberta y Domitila. Plasmamos nuestro recuerdo en el quehacer de una memoria
que nos honra; leemos, escribimos y colectamos :poemas, cuentos, cartas, emails,
autobiografías, documentales, fotografías, agendas, librerías, bibliotecas, cursos,
radios, encuentros, paneles, ponencias , artículos, panfletos, revistas, paginas de
Internet, libros, o lo que sea.
Nosotras nos construimos así la ilusión de una vida mejor. Tanto como ayudamos
a construir la de nuestras hijas e hijos, amigas y amigos y colegas, y a despecho de
toda la sombra que nos echara encima tanta persecución arbitraria, tanta crueldad,
tanta indiferencia, tanto odio y tanto horror. Por eso tal vez no nos entienden muy
bien quienes gustan de simplificar los fenómenos y nos encasillan como meras
madristras; aun cuando no tenemos vergüenza de ser también madres, muy amantes
madres si hemos decidido tener descendencia. No somos madres ni todas maria-
nistas simplemente porque lo fuera la Virgen María, o por el hobby de usar los
derechos reproductivos. Si no más bien porque nos gusta plasmar la historia con los
brazos abiertos, sembrados de libros y amapola s azules, rojos y amarillas, florecidas
s y con banderas de colores de amor y muerte, y no como los colores de la firma
Benetton que reducen a nuestros pueblos nativos a la extrema pobreza con su compra
en gran escala y a precios de liquidación del patrimonio indígena de la Patagonia
argentina (950.000 Has.). Ayer lo defendimos con banderas, poemas y fusiles y hoy
lo seguimos haciendo con campanas sonando al porvenir, al viento como los cantos
de palomas con angustias de paz, haciendo del Internet una nueva arma de futuro
y de nuestro cansancio un silencio aborrecido. Con rencor a la muerte prematura,
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Marta R. Zabaleta
sin consuelo por la muerte de inocentes. Sin perdonar, sin olvidar. Porque amamos
la vida. Tuvimos derecho al fusil, como tuvimos derecho al goce libre de nuestro
propio cuerpo. Y si nada de todo eso nos fue dado, sino que debimos arrebatarlo,
pagamos más encima muy alto el precio de perderlo todo. Y con el descuartiza-
miento de nuestra psiquis y el dolor extremo del cuerpo.
No desarrollamos por ello desprecio a todos los hombres, ni nos movemos sim-
plemente por primitivos instintos de venganza contra ellos. Ni despreciamos a todos
los compañeros, colegas, amigos, hijos, hermanos, solo porque son hombres. No
definitivamente a los recuperables, por lo menos. Los quisimos, trabajamos con
ellos, gestamos con ellos y con y por ellos y ellas, amamos. Y si entre brisas de
retama se asoman los no-me-olvides de la primavera inglesa que inunda los patios
y colma de olor mi ventana, ese es el mismo cielo que silencia las brumas de donde
sopla el viento desde el mar chileno, el sol que duerme sobre la costra salitrera, cobre
y cielo, poncho y azada, trutruca y escoba, media agua levantada en las noches sin
sueño, fábricas tomadas en la oscuridad para dar pan al sediento y poner platos en
las mesas de los más pobres libros en las manos iletradas cuecas en el corazón y en
las piernas ritmo, y así como lo vivimos, así vamos reviviendo, escribiendo lo que
nos dicta una memoria abierta, tierna, generosa .Nuestra veces trágica, irrepetible,
por eso querida memoria nuestra. Marta Vasallo, hoy muy destacada periodista en
El Dipló de Buenos Aires, según Bayer, en las horas de la ignominia se aferraba a
los poemas que sabía de memoria. Estuvo en el Club Atlético: “Estábamos con los
ojos vendados tiradas en el suelo, en boxes diferentes, esperando que vinieran a bus-
carnos, escuchando cómo se llevaban y traían a otros, y los gritos de los torturados’.6
Así son las artistas.
Voces revolucionarias del Sur
‘...en mi cuarto quedó el sol
y una sonrisa de papel...’
Pipo Pescador, 1975
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
con plumitas negras le hubieran crecido otras alas para impulsarlo más rápidamente
hacia el lago. Patito estaba, en suma, encarando con coraje y con todo su cuerpo
y gran expectación, la libertad. El futuro le daría miedo, sin duda, pero al mismo
tiempo, le atraía como un imán.
Patito era, para su suerte, joven y soltero, y aunque nunca supimos de verdad cual
era su sexo, le asumimos macho. Nobleza obliga: en el mundo latino respetamos la
tradición patriarcal de nuestros antepasados como si fuera algo intrínseco a la con-
dición humana. O natural. Por eso, en una sociedad tan machista como la argentina,
este pato tenía sobre mí a su favor ciertos atributos que eran de suyos relevantes para
la construcción de la nueva cultura que se estaba imponiendo en el país a resultado
de El Proceso, liderado como era por los Superpadres. O sea, por machos al cubo,
como diría Sábato (Zabaleta: 1998)
Así pues. Después de la cotidiana valla impuesta por la consabida pregunta con
que cualquier extraña se tropieza al apenas abrir la boca aquí, o sea: ‘Where do you
come from?’- lo que de ahí en más le hace sentir a una que puede compartir este
terreno (ajeno) pero hasta por ahí nomás, dado que los nativos de esta isla pueden ser,
como ellos se creen, generosos, magnánimos, amables y compasivos, pero siempre
que se acepte, que quede bien en claro, que una refugiada argentina / chilena estará
aquí de una vez y para siempre en un estanque ajeno. ¿‘Albión perfidious’, como
decía el escocés Donald MacKaskill? O sea, que al arribar al exilio lo primero que
automáticamente me hicieron sentir fue que para los seres humanos nativos yo era
apenas una sapa de otro charco.
Pero ¿qué era en cambio lo que nos ofrecía para readecuarnos a la nueva etapa la
ideología de la izquierda cuando llegamos al exilio? ¿Y qué lo que habíamos apren-
dido de nuestra entrega por amor a la revolución, las mujeres que militábamos en los
partidos y grupos de la izquierda?
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La lorita iletrada
El exilio me convirtió automáticamente otra vez, pero ahora primero que nin-
guna otra cosa a los ojos de los habitantes aborígenes del Reino Unido, en esposa.
Eso sería como un infierno para mí. Había subido a ese avión en que iba a Europa
casi a la fuerza, una mujer de clase media, bien alimentada y blanca, muy calificada.
Con el título ganado en buena ley cuando muy pequeña, de ‘Piquito de Oro’. O de
‘Jesús Memoria’, también dado por mi papá. ¿Sería que el ‘Juan Gaviota’ no estaba
en sus estanterías? La lorita hablaba hasta por los codos, y ganaba casi todas las
lides de la palabra. Con el tiempo y con los diplomas, fue hasta capaz de discutir en
términos ‘legales’, por ejemplo, con altos oficiales golpistas del Ejército Argentino,
inéditos procesos de cómo hacer aparecer con vida a un desaparecido político ( el
entonces su marido) en 1976, sentando con cada uno de esos expedientes nuevos
precedentes prácticos.
“Larga vida a la cotorrita”, dijiste una vez, gauchito, y desde ese día trato de
no amarte más que mucho, chinito requetelindo (aunque vos no me creas: ‘y tú lo
sabes’). En 1976 el país estaba ya en estricto estado de sitio, como en 1943, 1955,
1962, 1966, y la legalidad había sido suspendida automáticamente con el ascenso
de la nueva Junta de Gobierno de facto presidida por el General de Ejército, Videla.
No podía saberse de antemano cuando escuchamos la noticia del golpe mientras
tomábamos el desayuno y la oímos por la radio, que estaba yo predestinada a tener
que empezar a actuar por la libertad con la misma mezcla de desparpajo, candidez
y determinación que tipifica a casi todos mis actos, especialmente los más errados.
Ese día esperamos a la nanita Silvia, le servimos desayuno, y en lugar de preparar
a Yanina para ir a su guardería, ‘La escuelita’, le pedí a Alberto que fuéramos a
comprarle ropa de invierno a la nena. Así lo hicimos. Solo una quincena después,
yo ya estaba dedicada de tiempo completo a tratar de encontrar y devolver con vida
el padre a mi hija.
En el aeropuerto de Heathrow el 16 de noviembre de 1976, adonde llegamos los
tres expulsados de Argentina, descubrí también a una nueva persona: a mi esposo,
del que había estado involuntariamente separada por cerca de los ocho meses que
pasó prisionero sin cargo de la dictadura, y del que no tenía noción clara de que
hablaba tan bien en inglés. Ese mero hecho práctico selló mi nueva y odiosa depen-
dencia genérica de él en el exilio. Por años fue él quien tuvo que hacerse cargo de las
compras de la comida porque yo no sabía expresarme en inglés, ni manejaba nuestro
auto. Y eso no creo que lo hubiera hecho, precisamente, muy feliz. Porque siendo
una pareja de revolucionarios,- tanto en Buenos Aires, como cuando vivíamos en
Chile- de esas ‘pequeñeces’ y todas las demás pequeñeces domésticas me encargaba
yo. Además de militar y trabajar también de tiempo completo en la Universidad de
Concepción, yo participaba muy activamente en la administración popular de la JAP
(Junta de Abastecimiento y Precios) del barrio, central de Concepción en donde
vivíamos (siendo esa aparentemente una de las razones por las que me iban a matar
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Fue uno de eso días en que volvía de uno de los interrogatorios cuando los dos patos
campesinos pasaron a convertirse en patitos burgueses: los vi y los compré cerca de la
Estación Retiro. Yanina se enamoró de sus mascotas a primera vista. Uno era amari-
llito, el otro negrito. Ambos tenían ‘picos y alitas y patitas de pato’, comentó la nena,
‘como en el poema’.Unos meses después ya en el exilio, cuando Yanina con cuatro
años y medio entró en la escuela primaria de Bearsden, en Escocia, el primer libro que
le dieron a leer fue The Ugly Duckling. Así comencé a leer, ayudada por mi hija, en
inglés no académico. Yanina tenía, como dije, cuatro años y medio, y había sido ya
expulsada de dos países, igual que yo, que ya tenía cuarenta. Delicias de la necesidad
de una rotación más rápida del capital.
Pero hoy es otro día. Hoy, en cambio, es cuando de pato burgués, doméstico,
Patito pasará a convertirse en pato salvaje. Todo un Pato Nuevo. Eso lo insinuaba su
cuello demasiado alargado y empujado hacia delante como para llegar más rápido a
alguna parte segura. Así lo traté de entender yo, y fue como si me tomara un cocktail
hecho de pena, alivio, tristeza que corta el pecho como un cuchillo y un sentimiento
de gran culpa que no deja respirar, igual que cuando me soltaron del campo de
concentración en Chile: lloraba para mis adentros por la repentina ruptura de Patito
con las condiciones materiales de su anterior existencia de pato mascota, y por ende
por él quiebre impuesto sobre su identidad que le había ayudado durante estos pocos
meses a disimular su antigua condición de pato de la calle, tal vez hasta de conciencia
proletaria. Reflexionaba así que volvería, que seríamos millones de patos salvajes.
Volver... No sabía que perder (lo) todo era otra vez mi destino, ni aceptaba que ése su
nuevo lugar reflejaba el futuro que me esperaba a mí. Que eso era el exilio.
Solo voy con mi pena /sola va mi condena/ Correr es mi destino /para burlar la
ley / me dicen el clandestino / por no llevar papel / Hummmm ¿Por no llevar papel,
Manu Chao?
Espejo lleno de luces y de muchas sombras sería mi encuentro con la civilización
del otro lado del Atlántico: la Europa de mis antepasados maternos y paternos. Y yo
pensaba que... pero la conductora del auto en que retornábamos al piso que alquilá-
bamos en el barrio de Belgrano R, la Señora Vinelli, me hablaba muy nerviosamente
mientras me tocaba el brazo. Supongo que ella tampoco habrá resistido demasiado
bien la escena de la despedida de Patito, o mejor, de su abandono a su suerte patuna. Lo
cierto es que me hablaba con un acento perentorio, lo que me obligó a dejar de mirar
para atrás, y a despedirme sin palabras ni lágrimas de Patito. Como si estuviera muerto.
Me sentí moralmente obligada a concentrarme en ella e hice un esfuerzo por escuchar
y entender lo que me decía. No fue cosa fácil. Mi mente volaba ya en el limbo de una
libertad en donde no sabía que sería una extraña, anónima y no tendría ningún status.
Pero ella me pareció que estaba molesta. Como el pato, e igualmente sin una
necesidad obvia y aparente, giraba también ella el cuello hacia todos lados como
en afán exagerado de abarcar todos los ángulos de ese enorme parque al mismo
tiempo.¿Sabría ella acaso que ese espacio en el Siglo XIX estaba afuera de la ciudad,
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Marta R. Zabaleta
y que era allí adonde estaba ubicada la residencia de Juan Manuel de Rosas, el Res-
taurador, y que ahí posiblemente sus mazorqueros se llamaban así porque torturaban
con una mazorca de maíz a sus opositores políticos?¿Tal vez sentiría también ella
mucho miedo? Siempre existe en mí, desde más de dos meses antes del día del
golpe en Chile, una persistente, no localizada sensación de terror, ese pulsar agitado
del corazón, esas ganas de huir muy rápido sin saber ni por qué ni en qué direc-
ción apenas escuchaba pasar aviones surcando el cielo, sobrevolando la ciudad en
formación de combate. O cuando me acostaba a jugar a la siesta con la guagua, y
escuchaba interminables ruidos de fogueo en dirección al cuartel local.
Esa convulsión de todos los órganos y de los senos frontales que se esmeran en
no saber, en olvidarlo todo. De sentirse culpable de un crimen que no se ha cometido.
Esos vómitos sin causa aparente. Esa sangre que primero hierve en las venas y luego
me abandona por cada agujero disponible, a sobresaltos. Y finalmente ese mareo que
lo borra todo. Y el lento retorno a la conciencia pero sin entender ya quien es una,
que hace ese bebé en su falda, quien es la joven que llora rítmicamente porque la
han penetrado con un perro, sin acordarse ni decir ningún nombre, ni saber ya ni el
propio. Ni adonde se está. Nada. Amnesia. Bloqueo emocional, memoria perdida o
fragmentada, espasmos, fiebre, transpiración y nunca lágrimas. Es que entonces no
se necesitaba ni dormir para tener pesadillas: la vida era de suyo tan brutal. Es ese
mismo miedo recurrente, agazapado, tan típico de cuando veo, siento, miro, leo, o
pienso en un hecho de violencia. Cuando estoy casi treinta años después en el Reino
Unido y este país entra otra vez en guerra, con Argentina, con Irak, con Afganistán,
cuando video toda la primera ocupación y guerra contra Irak para no olvidarme ni
un detalle; cuando bombardean Kosovo tan salvajemente. Me siento como cuando
era chica y en Argentina decretaban el estado de sitio y venían los apagones y se
sentían las sirenas y los negocios cerraban, y las tortugas desfilaban por la calle
mayor, y, en fin, horrendo si nos seguían por la escalera de la Facultad en Rosario a
caballo, si lo que gobernaba era una Junta de las Fuerzas Armadas. Por eso es que
nunca pude ver películas que hablen de la guerra atómica, ni puedo mirar noticias de
muertes ni hecatombes naturales tan repetidas hoy día en la televisión. Ese miedo ha
quedado para siempre como parte constitutiva de mí misma. Es el mismo miedo que
ha paralizado a la población de Argentina desde 1976 hasta diciembre del 2001. Es
el consenso por el terror que creó la dictadura del 1976 hasta 1984. Y la corrupción
previa o posterior que sigue su curso todavía.
Así pues, y a pesar de toda mi experiencia de horrores, o tal vez por eso mismo
- dado que llegué a Inglaterra como argentina y esposa de un refugiado chileno de
los Naciones Unidas, y a pesar de tener apenas 39 años, habiendo sobrevivido ya
varios golpes de estado y horribles dictaduras militares - el 16 de noviembre de
1976, cuando el Big Ben daba un cuarto para las cuatro de la tarde, me asomé desde
la ventana del avión para ver Londres y sonreírle a sus árboles.
Pero para cuando nos dejaron salir del aeropuerto ya estaba oscuro como en
Argentina a la medianoche. Sentada en las escaleras de la gran casona, ella miraba
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
lejos, se encogía de hombros y decía: ‘Mañana será otro día’. Esa escena final de
‘Lo que el viento se llevó’ en súper Hollywood technicolor siempre la estimulaba a
no desmayar. Y en situaciones como esa, se vuelve a recitar el Poema XXIV de Juan
Gelman (Gelman, 1994: 55), y se lo envía con el primer viento fuerte que pasa al
hombre que ella más ama:
‘amarte es esto
una palabra que está por decir /
un arbolito sin hojas
que da sombra / ‘
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Marta R. Zabaleta
metros cuadrados que fotografían cuando van a Buenos Aires algunos papagayos
de la TV local. Buenos Aires, Patito, ojalá haya sido para vos también nada más, ni
nada menos, qué eso. Figuráte por un momento que tu dueño es un jugador de polo
que juega con el príncipe y los parientes de Fergie. Pero andáte con cuidado, porque,
¿sabes, Patito? Aunque en la patria hasta los chicos muy pobres pueden llegar a ser
campeones de fútbol, no por eso nunca pasan a ser propios Che. Ah, no, eso no, te
diría la Reina Isabel. Juntos sí, pero no revueltos, ¿me entendés ahora? ¿Cómo que
no? Vamos, che, ¿de qué te la tiras, boludo comunista? Mirá que te voy a romper el
pico y te voy a comer con plumas. Puto de mierda, maricón terrorista, pato peludo,
rata podrida, guerrillero.
-¿Qué decís, Pérez?
-Nada, déjamela a mi nomás a esta mina concha de su madre, ‘la seooooooñorita
que sabe jugar teeeenis’. -Vas a ver, nenaaaaaaa..., - le dice mientras la manosea-,
que después que me veás el coño te lo vas mamar entero, pero primero, dejá que te
saque una por una toditas todas, las uñas, y a los dientes todos se los baja trompada
por trompada. Y la chica cae, que del dolor no se habla, o se ríe una. Pero no se
escribe.’ Tortilleras, nenas de mamá, que se asilan en Madrid y la siguen laburando
de prostitutas’, me decía el oficial uruguayo mientras me sacaba de la cárcel de La
Plata. -¡Qué Che Guevara ni qué perro muerto!
Terrorista. Perra Muerta. Sin papeles, me los comí antes de que parara el taxi,
la noche que me escondí con la nena en San Isidro... en la casa de uno de mis dos
mejores amigos: Rodolfo Pittao. Pero ahora hacen casi 30 años. Por eso duele más
escribir, hoy no quiero recordar que no estoy allá, hoy no es día aquí, hoy es una
noche de comunión con el alma de mi pueblo. Aquella noche en que Alberto desapa-
reció cuando se disponía a viajar a Europa con Luc Banderet, su amigo el periodista
suizo, de la casa de este. Cuando nos dimos cuenta de que había desaparecido, me
había tomado un taxi desde la casa de Graciela Guilis, adonde ella había ‘escondido’
a Yanina. Ella quería separarla de mí en caso de que yo fuera también secuestrada. Y
lo hizo. Pero yo la fui a buscar y de allí nos fuimos, en la nochecita, nos fuimos, con la
nena. El papá de Andrés, vino con a saludarnos a nuestro ‘escondite’, y le trajo ropa
de varón a la nena. Con ellas volvió a su casa, el día en que regresamos del escon-
dite. Yo interpuse, previo pago de mil dólares a un abogado, un recurso de Habeas
Corpus, y Yanina lo escuchó y desarrolló su segunda depresión profunda. El juez
contestó que Ricardo Alberto Hinrichsen Ramírez no estaba registrado en ningún
edificio carcelario de los doce servicios secretos del país, me explicaron, mientras yo
sentía que me desmayaba. Ahora sabemos que mientras tanto, a Alberto lo interro-
gaban con los ojos vendados, en el Cuartel General de Coordinación Federal, a unas
pocas cuadras de allí, en la capital argentina y que para que confesara crímenes que
no había cometido, le decían que ese llanto que oí era el de Yanina. Pero eso no nos
lo dijo a nosotras nunca: lo oímos decírselo a la BBC de Escocia, dos años después.
Porque de la tortura en casa con mi marido no se hablaba. Es que el miedo da miedo,
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Acerca de la memoria: voces revolucionarias del sur
al oído desata desconfianza, la injusticia te da bronca, pero nada es tan fuerte como
el amor, que nos une para siempre, por encima del olvido en la memoria, como lo
atestigua el poema de Miguel: cuando recuerda a su querida esposa y compañera
Maria Haydeé Rabuñal, de 25 años que fue acribillada en un enfrentamiento armado,
por cierto fortuito, en 1975 (de Boer, 2003: 14 y15)
‘Me dejaron tu pullover verde
Cuando te fuiste.
Pero no pudieron llevarte
Porque estarás conmigo
para siempre’
‘Cuando reposa en la noche / su silencio me acompaña / la luna le siembra
estrellas /
para en sus sueños guiarla...’ (de Boer, 2004:74) canta el poeta en su zamba.
Y sobre el cielo plomizo de la tarde, allá muy lejos, en la patria grande, se duerme.
Mientras yo leo cómo una mujer en un pequeño trozo de papel, rememora la pre-
sencia ausente de otra mujer (Marta Vasallo, 1999: 83.84):
‘Hoy entré al café de donde te llevaron
Entré a tomar un café
Y a recordarte.
Yo que en ciudades ajenas
he creído verte tantas veces
yo que he corrido tras de alguien que se volvía
hablando otro idioma
yo que he querido dormir interminablemente
para volver a soñar con vos
para volver a creer que estabas viva.’
‘Freedom is not something you are given,
but something you have to take’
Meret Oppenheim
‘The body is our common denominator and the stage for our pleasures and our
sorrows. I want to express through it who we are how we live and die’ Kiki Smith
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Marta R. Zabaleta
Society for the Protection of Science and Culture Ltd, creada bajo los auspicios de
Albert Einstein ,el cual financió parcialmente sus estudios en el Institute of Develop-
ment Studies ( IDS), Sussex University ( D. Phil 1989), para formar parte del grupo
de diez académicos/as que contriburían al Proyecto de Historia Oral de la ciudad de
Londres. Así, aspectos relevantes de su obra y su vida han sido recopilados científica-
mente por Zibby Alfred, y luego de exbihirse al publico entre octubre 2006 y marzo
2007, serán conservados para orientar/apon/ar el estudio de nuevas generaciones, en el
Museo de la ciudad de Londres.
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Notas
1 Traducción de MZ.
2 MZ es, por ejemplo, Trustee de CHANGE INTERNATIONAL, Coordinadora de Grupo
de Trabajo de CEISAL( Congreso Europeo de Investigaciones económico-sociales de
América Latina) y miembro del jurado de cinco jueces y el Presidente que otorga anual-
mente el premio CEISAL al mejor trabajo o institución dedicada a Estudios Latinoame-
ricanos en Europa.
3 La similitud de los síndromes ha sido brillantemente analizada entre otras autoras
porJules Falquet, 2002. Para cifras recientes de aumento de la violencia doméstica en
Argentina ver Selser 2003.
4 A manera de ejemplo, para alguien proveniente de la izquierda tradicional, ver Clelia M.
Garbulsky 2001 y para ejemplos de escritos de un hombre, ver Miguel Angel de Boer,
2003, 2004 y su libro en preparación Aquellos fueron los días; véase también entre otros
Emilio de Ipola, 1982.
5 Mi única copia ‘se perdió’ en Chile, al igual que el resto de nuestra nutrida biblioteca y
todo lo que contenían nuestra casa y nuestras oficinas, cuando nos expulsaron del país
luego del golpe del 11 de septiembre de 1973. No he tenido tampoco acceso a otra.
6 Osvaldo Bayer, Una síntesis argentina, Página/12, 28/4/2001
7 Lumi Videla, dirigenta del MIR, arrojada muerta por la tapia de una embajada
8 Me remito a Rojas, Carmen, Pág. 91 y Los Soporopos, Pág. 92. Cuando visité Villa
Grimaldi en 2003, sentía que estuviste / estuvieron Carmen, Muriel, Edgardo Enrí-
quez, el Trosko Fuentes, Lumi Videla, el Bauchi, y que nos sentábamos todos otra vez
cantando todas las manos todas.
9 La que valientemente escribió:‘Volvemos a la carga con más fuerza, en esta larga
batalla por torcer las líneas implacables, para llegar a celebrar nuestro aquelarre con
bases nuevas para una nueva historia’. Orinda Ojeda, Ventoleras, Ediciones BRUJAS,
Concepción, 1993, Pág. 92.
10 Hay después del juicio a Pinochet, numerosos testimonios. Pero en general, se acon-
seja ver el excelente libro de Joan Smith, Moralities. Sex, Money and Power in the 21st
Century, Allen Lane, The Penguin Press, London, New York, Victoria, Toronto, New
Delhi, Auckland, Johannesburg, 2001, Chapter First, Sin of the fathers, Págs 3-40
(especialmente la página 15, sobre las torturas a mujeres en Chile).
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Revolucionarias latinoamericanas
Adalberto Santana
México
Presentación
A lo largo de la historia de la región en el escenario latinoamericano han des-
tacado una serie de personajes que por su incidencia en la vida política y desde
una perspectiva revolucionaria para su época han trascendido. Personajes que en los
inicios del siglo XXI se han convertido, en referentes y verdaderos paradigmas fun-
damentales de las revolucionarias en nuestra América. De eso precisamente trata de
dar cuenta la presente reflexión, en la que, hacemos una breve ponderación de la sig-
nificación que un determinado grupo de mujeres por su calidad de revolucionarias en
la historia latinoamericana han desempeñado y que han logrado trascender el ámbito
parroquial, nacional o latinoamericano, e incluso mundial. Por su obra política, pero
también por su labor cultural o social, se han convertido en un verdadero paradigma
de lo que es la auténtica emancipación del género humano en nuestra historia.
El género revolucionario
En la calidad de mujeres que han participado en las luchas de liberación, las revo-
lucionarias latinoamericana pueden ubicarse claramente en lo que el comandante
Ernesto Che Guevara llamó la escala más alta de la especie humana, nos referimos
a un auténtico revolucionario (a). El mismo comandante Guevara, al reflexionar éti-
camente sobre el papel de los hombres y de las mujeres como verdaderos revolu-
cionarios, apuntaba que ellos y ellas se distinguen por estar guiados por grandes
sentimientos de amor. Al señalar:
Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizá
sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apa-
173
Revolucionarias latinoamericanas
sionado una menta fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un
músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese
amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible.
No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los
lugares donde el hombre común lo ejercita.1
Más adelante agrega que esa calidad del revolucionario o de la revolucionaria, si
así se prefiere, tiene que tener la calidad de libertadora en la medida de su amor a la
humanidad.
En esas condiciones, hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran
dosis de sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dog-
máticos, en escolasticismos fríos, en aislamientos de las masas. Todos los
días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme
en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización.2
Esto significa, en sentido guevariano, reconocer a las mujeres verdaderamente
revolucionarias en virtud de haber logrado “salir del reino de la necesidad y entrar
al de la libertad”.3
Siguiendo la lectura de la importancia de la mujer revolucionaria como ser
emancipador el mismo Che Guevara apuntaba, al reflexionar sobre la historia de
la mujer en nuestra América, que el papel que puede desempeñar en un proceso
revolucionario es de una importancia extraordinaria. Asimismo apuntaba que era
“bueno recalcarlo, pues en todos nuestros países, de mentalidad colonial, hay cierta
subestimación hacia ella que llega a convertirse en una verdadera discriminación
en su contra”.4 En esa misma tesitura apuntaba el guerrillero heroico: “La mujer es
capaz de realizar los trabajos más difíciles, de combatir al lado de los hombres y no
crea, como se pretende, conflictos de tipo sexual en la tropa”.5
Esta condición, por ejemplo, se demostró ampliamente durante las campañas del
Ejército Rebelde en la fase insurreccional de la Revolución Cubana (1957-1959), pero
también se constató en procesos revolucionarios que le antecedieron y le precedieron,
tales como las fases armadas de la Revolución Mexicana (1910-1919) y la Revolución
Popular Sandinista (1975-1979)6, o bien en los procesos insurreccionales de Guate-
mala, El Salvador, Colombia y Chiapas en la década de los años ochenta y noventa
del siglo XX, así como en diversas situaciones que no necesariamente han sido etapas
revolucionarias. Por el contrario, en situaciones mucho más complejas como fueron
las dictaduras en diversos países latinoamericanos o en procesos de relativa calma y
paz. Ahí también las revolucionarias desplegaron con gran habilidad y entereza su pro-
yección y papel revolucionario. Tal es el ejemplo de Graciela A. García, quien nació a
fines del siglo XIX en El Salvador y murió en México a fines del silgo XX y desarrolló
una militancia revolucionaria en la formación de distintas organizaciones sindicales
y socialistas tanto en Centroamérica como en México. En uno de sus libros donde da
cuenta de una serie de testimonios manifiesta su compromiso:
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Adalberto Santana
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Revolucionarias latinoamericanas
las columnas en la Sierra Maestra de las combatientes que en la división técnica del
trabajo insurreccional, desarrollaban importantes tareas que a decir, del mismo coman-
dante he Guevara, eran de comunicación entre diversas fuerzas combatientes, sobre
todo las que están en territorio enemigo. El acarreo de objetos, mensajes, o dinero, de
pequeño tamaño y gran importancia, debe ser confiado a mujeres en las cuales el ejér-
cito guerrillero tenga una confianza absoluta, quienes pueden transportarlo usando de
mil artimañas y contando que, por más brutal que sea la represión, por más exigentes
que sean en los registros, la mujer recibe un trato menos duro que el hombre y puede
llevar adelante su mensaje o alguna otra cosa de carácter importante o confidencial.10
Esta interpretación de la combatiente que en su labor revolucionaria llega a afrontar
múltiples peligros y con ello también distintas prácticas conspirativas donde la ima-
ginación y la creatividad juegan un papel determinantes para la consecución de los
planes libertarios. Así los describe Haydée Santamaría en su inserción a los planes del
ataque al Cuartel Moncada en la ciudad de Santiago de Cuba en 1953, cuando señalaba
testimonialmente después del triunfo revolucionario:
Volvimos a los cuentos, a la anécdota de mi llegada a Santiago con dos
maletas llenas de armas, de tal modo pesadas, que un soldado que las movió
al pasar junto a mí en el coche del tren, me preguntó si llevaba dinamita.
–Libros-le dije-. Acabo de graduarme y voy a ejercer en Santiago Aprove-
charé el Carnaval para divertirme un poco después de los estudios. Usted
sería un buen compañero para divertirme en el Carnaval. El soldado sonrió
amistoso y me dijo dónde debíamos encontrarnos. Bajó conmigo al andén,
llevando mi maleta. Abel y Renato estaban esperándome en la Terminal. Yo
me acerqué para decirles: “Esa es la maleta “y agregué: “es un compañero
de viaje”. Y al soldado: “Son dos amigos que vienen a esperarme “. El sol-
dado entregó la maleta y partimos.11
Como todo revolucionario que vive la represión y muchas veces también la cárcel.
Las mujeres revolucionaras no han quedado en la historia ajenas a ello. Muy por
el contrario han padecido con mucha crudeza esa injusticia. En otro testimonio de
Haydée Santamaría, refiriéndose a la vivencia de esa situación señalaba:
Iba presa, esposada, maniatada y me sentía más fuerte y más libre que aquellos
que con la toga de la injusticia me iban a juzgar. Y así fue cuando me fueron a juzgar.
Cuando me paré allí no sentí deseos de hablar porque para mis compañeros no tenía
que hablar, el pueblo no estaba allí: estaba la represión y aquellos que se llamaban “la
justicia”. Y sentí un momento el deseo de pararme y decir: “Ante ustedes no declaro,
declararé alguna vez ante los hombres, porque ustedes me dan la impresión de mama-
rrachos. La justicia no se lleva en una gorra ni se lleva en un trapo negro; se lleva en
la dignidad, se lleva en la verdad, se lleva en morir por defender la justicia.” Y sabía
que ninguno de aquellos estaba dispuesto no ya a morir, ni siquiera a oír. Pero entonces
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Adalberto Santana
pensé también: “Como no quieren oír, van a oír.” Y allí declaré y dije, los emplacé y
les dije: “Salí del hospital civil con 25 compañeros y hay dos, faltan 23. Ustedes que
son la justicia digan dónde están.” Y no me contestaron.12
Así, el subvertir lo establecido aquello que se hace presente desde la perspec-
tiva de la militancia de una revolucionaria, de una mujer políticamente emancipada,
simboliza lo que señaló Raquel Gutiérrez Salazar, quien fue miembro del Ejército
Guerrillero Tupac Katari (EGTK), matemática, filósofa, luchadora social y mujer
boliviana, para quien, desde su visión como mujer revolucionaria, “no existen dos
luchas ‘separadas’, una de las mujeres contra la opresión patriarcal y otra ‘social’
contra la explotación y el Estado. O ambas se funden en un solo torrente subversivo y
transformador o nos quedamos en medio de absurdas ilusiones”.13
En ese corte de mujeres revolucionarias latinoamericanas, es como podemos encon-
trar los ejemplos de una gran cantidad de luchadoras de ese tipo de mujeres excepcio-
nales. Mujeres que en gran medida han sido conocidas por la magnitud y presencia de
su obra, la cual ha quedado como huella imborrable en la memoria histórica. Desde
las luchas de la independencia podemos recordar en ese proceso histórico latinoameri-
cano los nombres de Manuela Sáenz (la libertadora del libertador), Manuela Beltrán y
Policarpa Salavarrieta, todas ellas lucharon contra la dominación española en la Nueva
Granada; las mexicanas Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Margarita Maza
de Juárez, Frida Khalo; las cubanas Haydée Santamaría, Celia Sánchez, Vilma Espín;
o de las hermanas Miraval de República Dominica o de las centroamericanas: Graciela
García, Blanca Aráuz, Arlen Siu, Doris Tiberino. En el caso de colombiano del siglo
XX destacan: la guerrillera Carmenza Londoño que era conocida como ‘La Chiqui’14
,Vera Grabe y la senadora en la primera década del siglo XXI y luchadora por la paz,
en Colombia, Piedad Córdoba. En Argentina destacan las Madres de la Plaza de Mayo.
Pero también una gran cantidad de mujeres que han quedado en el anonimato en todos
los países de la región, pero que a lo largo del tiempo histórico latinoamericano han
dejado su huella revolucionaria. Millones de mujeres han hecho posible en el proceso
de la actual Revolución en Venezuela el desarrollo de las llamadas misiones boliva-
rianas. Por ello caben las palabras del presidente Hugo Chávez cuando el 7 de marzo
de 2006 se ha referido a ellas y ha señalado:
Ratifico mi admiración por las mujeres venezolanas, por las mujeres que
luchan, batallan e imprimen pasión y amor a todo lo que hacen; sobre todo
por esa legión de mujeres que hoy batallan por la liberación definitiva de
Venezuela, de nuestra madre Patria, de la gran mujer que es Venezuela.
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Revolucionarias latinoamericanas
Vilma ha muerto. No por esperada la noticia dejó de golpearme. Por puro respeto
a su delicado estado de salud nunca mencioné su nombre en mis reflexiones. El
ejemplo de Vilma es hoy más necesario que nunca. Consagró toda su vida a luchar
por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano
al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias.
No siempre fue así a lo largo de la evolución histórica de nuestra especie, que la
llevó a ocupar el papel social que le correspondía como taller natural en que se forja la
vida. En nuestro país la mujer emergía de una de las más horribles formas de sociedad,
la de una neocolonia yanqui bajo la égida del imperialismo y su sistema, en el que todo
lo que el ser humano es capaz de crear ha sido convertido en mercancía.
Desde que surgió en la lejana historia lo que se llamó la explotación del hombre por
el hombre, las madres, los niños y las niñas de los desposeídos soportaron la mayor
carga. Las mujeres cubanas trabajaban en los servicios domésticos, o en tiendas de
lujo y bares burgueses, donde además eran seleccionadas por su cuerpo y su figura. Las
fábricas les asignaban los trabajos más simples, repetitivos y peor remunerados.
En la educación y la salud, servicios que se prestaban en pequeña escala, su impres-
cindible cooperación era realizada por maestras y enfermeras a las que solo ofrecían un
nivel medio de preparación. La nación, con 1.256,2 kilómetros de extensión, contaba
únicamente con un centro de educación superior ubicado en la capital, y más adelante,
con algunas facultades en centros universitarios de otras 2 provincias. Como norma
solo podían estudiar en ellas jóvenes procedentes de familias con ingresos más altos.
En muchas actividades ni siquiera se concebía la presencia de la mujer.
He sido testigo durante casi medio siglo de las luchas de Vilma. No la olvido en las
reuniones del Movimiento 26 de Julio en la Sierra Maestra. Fue enviada finalmente por
la dirección de este para una importante misión en el Segundo Frente Oriental. Vilma
no se inmutaba ante peligro alguno.
Al triunfar la Revolución, se inicia su incesante batalla por las mujeres y los niños
cubanos, que la llevó a la fundación y dirección de la Federación de Mujeres Cubanas.
No hubo tribuna nacional o internacional a la que dejara de asistir por distante que
fuera el camino a recorrer, en defensa de su patria agredida y de las nobles y justas
ideas de la Revolución.
Su voz dulce, firme y oportuna, siempre se escuchó con gran respeto en las
reuniones del Partido, el Estado y las organizaciones de masas.
Hoy las mujeres en Cuba constituyen el 66 por ciento de la fuerza técnica del país,
y participan mayoritariamente en casi todas las carreras universitarias. Antes, la mujer
apenas figuraba en las actividades científicas, pues no había ciencia ni científicos, salvo
excepciones. En ese campo también son hoy mayoría.
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Adalberto Santana
Notas
1 Ernesto Che Guevara, “El socialismo y el hombre en Cuba”, en Obra revolucionaria,
México, Era, 1976 pp. 637-638.
2 Ibid., p. 638.
3 Ibid., p. 639.
4 “El papel de la mujer”, en Ernesto Che Guevara, Escritos y Discursos, tomo 1, La Habana,
Editorial de Ciencias Sociales, 1977, p. 131.
5 Ibid.
6 Cf. Margaret Randall, “Somos millones…” (La vida de Doris María, combatiente nicara-
güense), México, Extemporáneos, 1977.
7 Graciela García,.Páginas de lucha, Tegucigalpa, Guaymuras, 1981, p. 16.
8 Ibid., p. 29.
9 Rina Villars, Porque quiero seguir viviendo... habla Graciela García, Tegucigalpa, Guay-
muras, 1991, p. 252.
10 “El papel de la mujer”, pp. 131-132.
11 “La Respuesta: El Moncada”, en Fidel Castro, et al., Todo empezó en el Moncada, México,
Diógenes, 1973, pp. 31-32.
12 Haydée habla del Moncada, La Habana, Casa de las Américas, 1985, pp. 69-70.
13 Raquel Gutiérrez Salazar, ¡A desordenar! Por una historia abierta a la lucha social,
México, Casa Juan Pablos/Centro de Estudios Andinos y Mesoamericanos, 2006, p. 107.
14 http://www.eldiariony.com/noticias/especiales/detail.aspx?EspecialId=15&id=1092485
15 http://listas.laneta.apc.org/mailman/listinfo/solidaridadconcuba
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y
apoyos transnacionales en el caso de México
Edmé Domínguez R. (Suecia)
Cirila Quintero (México)
Introducción
El objetivo de este artículo es presentar diversas experiencias de organización y
construcción de redes feministas de mujeres sindicalistas. Consideramos que estas
redes son nuevas formas de organización que integran la cuestión sindical con la de
género, situación derivada en parte por el apoyo y la inspiración del contacto con otras
instancias nacionales y transnacionales. Postulamos como estas redes u organizaciones
confrontan diversas contradicciones y obstáculos tanto internos como externos, sus
propias estructuras sindicales y sus colegas en sus respectivos sindicatos, pero también
las organizaciones de mujeres o feministas, cuyas metas o estrategias muchas veces
se contraponen con las de las mujeres sindicalistas, evidenciando la dificultad para
articular alianzas de género que superen las contradicciones de clase. Dentro de esta
situación, los contactos internacionales en forma de solidaridad pueden jugar el papel
de catalizadores de estas contradicciones.
Este trabajo está basado en entrevistas1 con diferentes líderes y participantes de
dos redes de mujeres sindicales: el movimiento de mujeres del FAT y la Red de
Mujeres Sindicalistas de México (RMSM). Previo a los análisis de caso, el artículo
reconstruye el contexto nacional e internacional de la entrada de las mujeres trabaja-
doras al escenario de la lucha por abrir espacios de “género”.
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
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Edmé Domínguez R. | Cirila Quintero
A pesar de sus avances, las propuestas de ICFTU, que se han derivado sin duda de
la lucha de las mujeres a nivel internacional, siguen estando enmarcadas en una idea de
tipo liberal y hasta cierto punto tradicional de lo que es una perspectiva de género. Esta
es entendida como una mayor participación numérica de la mujer especialmente en
cargos directivos de los sindicatos, sin enfatizar demandas qu afectan particularmente
a la mujer trabajadora, como la discriminación salarial o el hostigamiento sexual. Por
otra parte, a pesar de ser una agenda no tan avanzada en materia de género lo solici-
tado por ICFTU, son muy pocos los sindicatos que estarían dispuestos a adoptar estas
recomendaciones. Se trata sobre todo de organizaciones masculinas y masculinistas,
producto de una tradición patriarcal basada en considerar al hombre como el principal
proveedor del hogar y el principal responsable de tareas públicas. Dentro de éstas se
consideran la organización y la discusión de mejores condiciones salariales y labo-
rales, derivadas de una identidad de trabajador hasta ahora básicamente entendida
como masculina.
El sindicato como organización laboral construida en un mundo del trabajo mascu-
linizado ha sido incapaz de representar las demandas de las trabajadoras. El argumento
central de los sindicalistas ha sido que hombres y mujeres trabajadores luchan por lo
mismo: mejores salarios y prestaciones. Pero, como expresa Solís:
“los sindicatos se concentran exclusivamente en la contradicción entre
capital y trabajo, descuidando las divisiones internas, correspondientes a
cada uno de ellos. Los trabajadores son representados como un grupo uni-
forme, que se relaciona de manera homogénea con el trabajo y que esta
influido del mismo modo por (el capitalismo)” (Solís de Alba, 2002: 31).
En ese sentido, “los rasgos distintivos que presenta la fuerza de trabajo feme-
nina son considerados por las perspectivas androcéntristas, como desviaciones y no
como contenidos consustanciales a la forma que adopta la relación entre el Estado,
el capital y los sindicatos” (Solís de Alba, 2002: 31).
La no consideración de una diferenciación entre hombres y mujeres, enmarcado
en un sistema patriarcal que privilegia al hombre sobre las mujeres en los ámbitos
públicos, ha conducido a una segregación y discriminación en los espacios laborales,
que son repetidos en el trato interno que los sindicatos han dado a sus miembros
mujeres.
Por otro lado, a pesar de la importancia de las mujeres en la membresía sindical,
es evidente, que un porcentaje importante de ellas permanece fuera de la esfera sin-
dical debido a ´su trabajo en la informalidad, por ser sus propias empleadoras o bien
por no recibir salario alguno´. De hecho, existen fuertes obstáculos para la integra-
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
ción de la mujer a los sindicatos, según ICFTU, estos obstáculos se derivan de que
las mujeres no entienden como los sindicatos pueden ayudarle; no tienen tiempo
(para el sindicato) debido a sus responsabilidades familiares; los sindicatos no se
acercan a las mujeres; no son sensibles a las necesidades femeninas, son visuali-
zados de manera negativa, están dominados por hombres, existe miedo de represión
por parte del empleador; hay objeciones por parte del esposo o de la familia; es
necesario pagar una membresía y hay falta de confianza para afiliarse (ICFTU, 2006:
3). A estos obstáculos habría que agregar el desinterés y la pérdida de importancia
que han experimentado los sindicatos en los últimos años.
Aunque también habría que decir, que distintas organizaciones de apoyo a los tra-
bajadores han estado impulsando programas de capacitación muy interesantes. Uno
de ellos, organizado por la Fundación Friedrich Ebert en México, trata de preparar a
más mujeres para acceder a puestos directivos de los sindicatos e impulsar a mujeres
sindicalistas ya líderes a acceder a órganos de gobierno local y nacional.3
Pese a esta situación o debido a ella y a las transformaciones económicas se han
desarrollado múltiples estrategias de resistencia y de búsquedas de cambios en las
estructuras sindicales masculinizadas.
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También se formó, con representantes de los 4 sectores del FAT y de las regiones, la
Coordinadora Nacional de mujeres del FAT, encargadas de llevar a cabo la transversa-
lización de la perspectiva de género en todas las organizaciones adheridas al FAT.10
Pese a estos avances, la relación con otros movimientos laborales en la maquila
o con grupos del movimiento feminista en México era problemática según Arteaga.
En relación a los grupos internacionales que apoyaban a los trabajadores de la
maquila Arteaga veía la necesidad de un frente mexicano con discusiones internas
de tácticas y estrategias que estableciera sus prioridades antes de solicitar el apoyo
internacional. La falta de este frente había llevado a manejos inadecuados de con-
flictos laborales en esas zonas por lo que el FAT estaba promoviendo – a fines de
los 90s- un encuentro nacional donde sólo estuvieran representantes mexicanos de
organizaciones laborales para después organizar un encuentro internacional.11 Parte
del problema, según Arteaga, era que la financiación internacional podía ser útil y
valiosa pero también divisoria. En el caso de las organizaciones laborales fronte-
rizas, ese apoyo internacional había creado muchas divisiones, mucho paternalismo
y en algunos casos había sido directamente contraproducente a la lucha de los tra-
bajadores (M.A, 1998).
Por otra parte, las mujeres del FAT ya habían empezado a establecer contactos con
ONGs trabajando con trabajadoras en las maquilas del norte. Estos contactos fructi-
ficaron en la organización en conjunto con una de estas ONG, SEDEPAC (Servicio
de Desarrollo y Paz A.C.) de 4 encuentros en distintos puntos de la frontera entre
1999-2001. Estos esfuerzos condujeron incluso a enlaces bi-nacionales con grupos
como WOC (Women Organizing Committee, que trabajaban en los Estados Unidos
con grupos de mujeres sindicalizadas a nivel local) para articular redes de trabajadoras
de bajos sueldos (MA, 2001). Otro resultado de estos contactos fue la elaboración del
documento “Impactos del TLC en las mujeres, a 7 años de vigencia” en 2001.
La relación con activistas feministas mexicanas con contactos en el exterior tam-
poco había sido muy satisfactoria. El grupo del FAT había tenido contactos desde
1992 con ambientalistas mexicanas que habían estado en diferentes foros interna-
cionales y se les habían mando propuestas de tipo laboral y de género. Pero según
Arteaga, había sido muy difícil entrar en la mecánica de las conferencias interna-
cionales:
“Cuando empieza a venir la conferencia de Pekín.... aquí es muy difícil
porque casi todas las conferencias internacionales son como copadas por un
cierto grupo, ciertos grupos de mujeres como más ilustradas o más movidas
en el ámbito internacional, incluso que tienen bastante financiamiento, que
ya saben cuál es la mecánica de cómo operan todas estas conferencias a
nivel internacional, entonces nosotras que generalmente siempre estamos
en el trabajo de base, de sindicatos, de grupos comunitarios, a veces es muy
difícil que tengamos siquiera acceso a la información de qué cosa es lo que
está pasando ¿no?” (M.A., 1998)
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Arteaga fue invitada por estos grupos a colaborar, como representante del FAT,
en las propuestas relativas al aspecto laboral, de maquiladoras y de libre comercio,
pero no a viajar a Beijing ya que el proceso de selección se había llevado con mucha
anticipación y la información del mismo no circuló entre los grupos de mujeres sindi-
cales.12 Situaciones similares en cuanto a otros encuentro internacionales se repitieron
en muchas ocasiones. Pero no todos los vínculos con grupos feministas o grupos de
mujeres en México habían sido negativos. Las mujeres del FAT habían participado en
varios foros organizados en torno a la propuesta de una Nueva Ley Federal de trabajo
con perspectiva de género. Esta participación se había extendido al Parlamento de
Mujeres organizado en 1998 (Domínguez, 2004) y a proyectos, talleres y otros eventos
organizados por los nuevos programas sobre la mujer organizados por el gobierno del
Distrito Federal en México.13 Asimismo se había colaborado en campañas nacionales
como la de lucha contra los feminicidios de Ciudad Juárez.
De hecho, la organización de la Campaña de la Marcha Mundial de las mujeres
hacia el 2000 había llevado a las mujeres del FAT a entrar en contacto con un gran
número de grupos de mujeres (incluyendo a mujeres indígenas de Chiapas) en todo
el país e ir recogiendo sus demandas. Pero esta misma campaña y la búsqueda de
recursos y contactos había planteado nuevos dilemas: por ejemplo, ¿cómo establecer
la colaboración con feministas ya insertas en las estructuras de gobierno, de filiación
de izquierda, cuando la campaña por definición tenía que ser de la sociedad civil y
no política?; ¿cómo confrontar posiciones feministas (de ONGs) que no asumían
una identidad de clase? Aunque estos dilemas se fueron resolviendo a medida que el
proceso avanzó (se acordó aceptar la participación de las feministas del gobierno del
DF pero conservando la coordinación por parte de las mujeres del FAT) las contra-
dicciones apuntadas: género-clase, feminismo-movimientos populares, movimiento
feminista-institucionalizadas, necesidad de apoyo externo-solidaridad contraprodu-
cente, seguirían presentes en las futuras actividades de las mujeres del FAT.
En cuanto a la reacción que los compañeros del FAT habían tenido a los esfuerzos
organizativos de sus compañeras ésta había sido más de tolerancia que de toma de
conciencia. Se había aceptado la necesidad de la transversalización de la perspectiva
de género en los diferentes sectores pero también había una especie de crítica a la
dispersión de recursos y tiempo en estas actividades cuando “ni lo uno ni lo otro”
sobraba en las actividades del FAT. Había además a veces reacciones de cuestiona-
miento cuando compañeras mujeres asumían cargos directivos o más visibilidad en
sus actividades. Y en cuanto a tomar los cursos de género organizados por ellas, la
resistencia era todavía bastante grande (MA 1998, 2001, 2002).
Pero para Arteaga era necesario seguir adelante, sobre todo en cuanto a los lide-
razgos de mujeres porque éstas, fueran de la afiliación política que fueran, tenían una
consciencia y una recepción en cuanto a las necesidades de las mujeres que era muy
dificil encontrar entre los hombres lideres. Aunque admitía que podía haber casos
de mujeres con cargos que no tuvieran la experiencia de la triple responsabilidad-
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logró un ambiente de más respeto a nivel del lenguaje en el trato a las trabajadoras,
es decir una parte de la cultura machista sindical empezó a cambiar y sobre todo los
derechos de las trabajadoras se fueron legitimando. Pero la cultura sindical jerárquica
y masculinista seguía imperando y las mujeres dirigentes sindicales aún no perdían
el miedo a plantear el tema de sus derechos en las estructuras de decisión de sus
sindicatos. Existía aún una autoridad masculina en términos sexuales’: machismo
traducido en juegos sexuales de poder pero también en términos de autoridad “moral
y política”:
“..de poder, si, yo soy el jefe pero también soy galán y puedo atenderte
en todos tus niveles, tanto en tus derechos como en la parte de la galan-
tería ¿no?.. esos comentarios y actitudes que ellos tenían de manera muy
explícita, se han ido reduciendo, haciendo más sutiles...si uno hace una pro-
puesta o demanda de trabajadoras uno sabe que se esta arriesgando a que te
hagan a un lado, a que te digan si ahorita lo vemos y que no se los puedas
presentar dentro de la agenda porque hay como un cierre...muy sutilmente
duro, es muy contradictorio...cierran la discusión, la prioridad y entonces a
uno le cuesta mucho trabajo buscar el resquicio de como y cuando haces esa
demanda de las trabajadoras en un contexto que aparentemente nada tiene
que ver....” (R.Ortiz, nov 2004)
La cita evidencia ese techo de cristal que mencionábamos en la primera parte
de nuestra exposición, en el sentido de reconocer a las mujeres a nivel del discurso
y estatutos pero sin integrarlas de manera formal ni real en el meollo de las priori-
dades del quehacer sindical. En ese sentido, la integración de esta perspectiva de
género significaba construir herramientas que permitiesen a las mujeres confrontar
esta cultura masculinista autoritaria y paternalista. Rosario Ortiz pone el ejemplo de
la discusión de la reforma hacendaria y de la dificultad de insertar en la discusión
los impactos a nivel de género de esta reforma dada la falta de datos desagregados
que apoyaran la argumentación. Además existe el problema de que muchas de las
mismas mujeres dirigentes sindicales no han hecho conciencia de la necesidad de
estos instrumentos (R.O, noviembre, 2004).
Lo anterior remite a un problema central que las mujeres de la RMSM trataron
de solucionar: la necesidad de lograr continuidad mediante la integración de la pers-
pectiva de género en los estatutos, en las regulaciones e incluso en las leyes. En este
sentido Inés González, otra de las activistas de la RMSM trabajó por la creación
de un curso en conjunto con el Departamento de Género de la Universidad Autó-
noma Metropolitana, para mujeres sindicalistas que buscan ser líderes en distintos
ámbitos, sobre todo a nivel político.
A pesar de los problemas confrontados, la RMSM amplió a partir del 2001, su
trabajo hacia el sur de México: a Oaxaca y Chiapas. Se empezaron a dar talleres en
Oaxaca y a familiarizar a activistas sindicales locales con la problemática nacional
a través de invitaciones a participar en reuniones de la Coalición de Justicia de la
197
La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
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Edmé Domínguez R. | Cirila Quintero
MUSA estableció contactos con otros grupos de mujeres a nivel del estado pero
cuidando de evitar caer en la trampa de la institucionalización en que varios de estos
grupos habían caído, perdiendo el contacto con las bases populares. Y había también
el problema de los celos entre organizaciones.
Los problemas de relación con otros movimientos de mujeres, en particular con
las feministas hacen eco de los encontrados por las mujeres del FAT. Para Rosario
Ortiz, las creadoras del movimiento feminista en México, aunque siguieran siendo
un referente de reflexión política, estaban ya desvinculadas de los movimientos
sociales.26
Este escepticismo hacia las ONGs había hecho que la labor de organización de
redes sindicales a nivel regional-continental no hubiera fructificado. Los intentos de
articularse con sindicatos brasileños (por ejemplo la CUT), argentinos o uruguayos
no habían prosperado y los contactos con la Alianza Social Continental (ASC)
tampoco habían avanzado porque la mayoría de las organizaciones activas en los
temas de mujeres y género eran ONGs.27 El mismo problema se había presentado en
Centroamerica donde el sindicalismo se había replegado despues de la revolución
y los conflictos de los 80s y la actividad de organización laboral, sobre todo en las
regiones de maquiladoras, había sido asumida por las ONGs que tenían una actitud
muy anti-sindical. Además estas ONGs se manejaban básicamente con tácticas de
“códigos de conducta” hacia los que la RMSM era muy crítica por tratarse de formu-
laciones morales unilaterales por parte de las empresas que marginaban a sindicatos
y leyes nacionales. Además, este tipo de tácticas evitaban la perspectiva de clase en
la relación capital-trabajo y la reducían a un discurso moral.(R.Ortiz 2002).
Al no fructificar el proyecto de redes a nivel continental, la RMSM se concentró
en conseguir los apoyos internacionales que le ayudaran a seguir con su trabajo. Ya
se ha mencionado el apoyo de los sindicatos holandeses que le permitió a la RMSM
trabajar la cuestión de la violencia de género. A estos se agregaron nuevos contactos
con sindicatos alemanes proporcionados por la fundación alemana Ebert. Inés Gon-
záles entró a uno de estos proyectos como “coordinadora de dialogo sindical y de
género”, para incidir en la democracia sindical y abordar temas internacionales con
las trabajadoras. Eso resultaría en la organización de cursos (“diplomados”) para
mujeres sindicalistas para prepararlas a lanzar sus candidaturas a cargos de elec-
ción popular para el 2006. Por otra parte, sindicatos austriacos también empezaron
a apoyar en el tema de los impactos de los tratados de libre comercio (TLCAN y el
acuerdo México-Unión Europea) en las mujeres trabajadoras.28
Para Inés González era necesario que la RMSM trabajara más los enlaces de la
situación mexicana con la globalización.
...mi papel en esta fundación me ha dado la visión como...internacional,
por que ésta es una institución internacional y aquí nosotros tenemos un
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
Reflexiones finales
Uno de los puntos más relevantes que ha señalado este trabajo es el del enlace
entre luchas de mujeres sindicalistas y procesos de restructuración global. En ambas
de las experiencias presentadas es evidente la importancia de este enlace: tanto a
nivel de las reflexiones sobre las consecuencias de la inserción de México en estos
procesos globales como al de los apoyos de organizaciones internacionales, por
ejemplo de sindicalistas canadienses y holandesas en momentos clave de la estruc-
turación de estos movimientos-redes de mujeres sindicales. Es posible que los pro-
cesos de restructuración global –o globalización como se conoce de manera popular-
estén afectando de tal manera a las diferentes sociedades que cualquier movimiento
social sea influido por estos procesos. Pero también es importante resaltar que estos
movimientos de mujeres sindicales se sitúan justo en el post-Beijing cuando nuevas
200
Edmé Domínguez R. | Cirila Quintero
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
en México. Es este sin embargo un terreno en el que falta avanzar bastante dados los
escasos logros obtenidos hasta ahora.
Por último, se encuentra la difícil relación de grupos feministas amplios con estas
militantes sindicales feministas y el rol de catalizador que juega el apoyo interna-
cional. Constatamos la contradicción clase-género, al ser muchas de las feministas
del movimiento amplio, de extracción clase media, lo que se refleja sobre todo en la
conflictiva relación entre estas redes sindicales con las ONGs. Esto también se evi-
dencia en la lucha por posiciones de “representación”, por ejemplo, al tratarse de la
selección de representantes a encuentros internacionales de gran envergadura o en la
competencia por la obtención de fondos internacionales. Todo lo cuál demuestra que
la búsqueda de estrategias comunes dentro del movimiento feminista tiene aún que
superar serias contradicciones de experiencia y de clase y que la labor de creación de
alianzas es aún muy inestable.
Pese a todos estos obstáculos creemos que es necesario resaltar la importancia
de la lucha de estas mujeres trabajadoras y sindicalistas en tres frentes: el sindical
patriarcal y masculinista, el de la integración económica neoliberal y el de grupos de
mujeres/feministas. Sus avances y retrocesos nos dan asimismo un indicador de la
otra cara de la globalización.
Referencias bibliográficas
Arenal, Sandra. 1997 “El movimiento Obrero en las maquiladoras” en Las luchas de la
mujer trabajadora en Trabajo y Democracia, no. 41, año 7, México, p.7.
Domínguez Edmé 2002 “Continental Transnational Activism and women workers’networks
within NAFTA” in International Feminist Journal of Politics vol. 4 nr 2. 2002.
Domínguez Edmé 2004 ”Feminismo, Clase y Etnicidad: hegemonía o tolerancia” in
Women, Citizenship and Political Participation in Mexico, Haina IV Red HAINA
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Domínguez Edmé, 2007 “Transnational Class/Gender networking between the North
and the South: Overcoming diversity or reproducing dependencies? In Remapping
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Domínguez Edmé, Quintero Cirila, “Gender and Class networking between the North and
the South: the case of the CJM” artículo en proceso.
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Sánchez Díaz, Sergio Guadalupe, 2000, El Nuevo sindicalismo maquilador en la ciudad
de Chihuahua. Un ensayo sobre el poder entre la nueva clase obrera. CIESAS.
Solís de Alba Alicia. 2002. El movimiento sindical pintado de magenta. Productividad,
sexismo y neocorporativismo, Ed. ITACA, México.
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Notas
1 Las entrevistas fueron realizadas desde finales de los noventa hasta 2004.
2 La transversalización de una perspectiva de género (gender mainstreaming), de
acuerdo a ICFTU, tendría dos características: primero: la identificación de maneras
en la que las políticas y los procesos de toma de decisiones dentro de una organización
reflejan y refuerzan las inequidades entre hombres y mujeres; segundo, el desarrollo
de políticas y practicas que eliminen estas desigualdades. La transversalización de
una perspectiva de género permitiría que todas las políticas y actividades de una orga-
nización eliminaran la discriminación directa e indirecta y aseguraran una distribu-
ción equitativa de beneficios, (ICFTU, 2006: 8)
3 Un resultado concreto de este programa ha sido la publicación del libro Deconstru-
yendo paradigmas del poder sindical. Programa piloto para mujeres sindicalistas en
México, Coordinado Por Mecedes López, Inés González y Ana Lau Jaiven, y publi-
cado por la Fundación Friedrich Ebert y Universidad Autónoma Metropolitana en el
año 2006.
4 Este autor menciona la experiencia de lideres sindicales mujeres que se han caracte-
rizado por un liderazgo férreo y poco democrático, muy similar al masculino, o las
divisiones al interior de sindicatos de mujeres que como bien se expresa “..nos aleja
de una visión un tanto romántica sobre la participación femenina en sindicatos” (Sán-
chez, 2000: 76).
5 Como resultado de estos contactos se creó la RMALC, Red Mexicana frente al libre
comercio. Ver: www.rmalc.org.mx/rmalc.html.
6 Información directa de Marjorie Griffin Cohen (2004), en ese momento vice-presi-
denta de NAC (National Action Canada).
7 Entrevista con Matilde Arteaga, noviembre, 1998, Ciudad de México. Utilizaremos la
clave MA y la fecha al final de cada cita.
8 De acuerdo a Hilda Ramírez (H.R), en el año 2001, durante el 12 Congreso del FAT,
el sector cooperativo y el campesino se fusionarían y crearían el sector denominado
Economía Social (H.R.,entrev. diciembre 2004).
9 Esta campaña pretendía organizar una gran marcha de mujeres de todos los conti-
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La otra cara de la globalización: mujer, sindicatos y apoyos transnacionales
en el caso de México
nentes, a partir del 8 de marzo para culminar el 17 de octubre del 2000 en Nueva York,
en las oficinas de Naciones Unidas y en Washington frente a las oficinas del Banco
Mundial.
10 Ver: “Defensa de derechos y formación de líderes, los objetivos. Nace la Coordinadora
Nacional de Mujeres del FAT” en Doble Jornada, 5 enero 1998.
11 Un mayor desarrollo de estos temas en cuanto a las organizaciones laborales de la
frontera y sus apoyos externos los hemos desarrollado en diferentes ponencias y arti-
culos en proceso. Ver por ej: Domínguez, Quintero, “Gender and Class networking
between the North and the South: the case of the CJM” artículo en proceso y Domín-
guez, “Transnational Class/Gender networking between the North and the South
Overcoming diversity or reproducing dependencies?” En Remapping Gender in the
New Global Order, Routledge, 2007.
12 Una situación similar se había presentado en cuanto las mujeres indígenas, ninguna
de estas mujeres fueron invitadas a acompañar al grupo de ONGs que asistiría a la
conferencia de ONGs en Huairou paralela a la de Beijing. Ver: Domínguez 2004.
13 A raíz de la llegada al poder del gobierno del DF del partido de izquierda, PRD en
1997 muchas ONGs de mujeres se habían incorporado a nuevas areas de servicios
hacia la mujer.
14 Entrevista Hilda Ramírez, lideresa del FAT, diciembre, 2004, en adelante H.R., dic. 2004
15 Aunque también habría que mencionar que gran parte de la pequeña y mediana indus-
tria mexicana se encuentra no sindicalizada y resulta difícil analizar sus condiciones
laborales de manera más puntual.
16 Una entrevista con Beatriz Luján, dirigente del FAT, en el 2004, realizada por Cirila
Quintero parece demostrar esto. Tras las experiencias poco afortunadas que el
FAT tuvo en el movimiento de la maquiladora General Electric en Ciudad Juárez,
a mediados de los noventa, el FAT constituyó el CETLAC, Centro de Estudios y
Taller Laboral, A.C., en 1996, cómo una forma de hacer trabajo en la localidad donde
estaban las maquiladoras y tratar de entender más las dinámicas en las que se mueven
con el fin de conformar sindicatos independientes.
17 La posición escéptica e incluso de rechazo a los Códigos de Conducta, es una opinión
compartida por distintas mujeres sindicalistas activistas como sería Inés González,
representante de la Comisión de Género y Acción Sindical de la Fundación Friedrich
Ebert, y Rosario Ortiz, dirigente de MSM. El rechazo viene de la unilateralidad de
estos Códigos y por considerarlos un recorte de los derechos laborales que marca la
Ley Federal de Trabajo mexicana.
18 Este tipo de sindicatos -entre los más fuertes del país- tenían una heterogeneidad de
experiencias. Sin ser totalmente independientes tampoco pueden considerarse “corpo-
rativos”, como lo sería la CTM, CROC, dado que se caracterizan por tener una actitud
más cuestionadora hacia las políticas gubernamental y tener un mayor democracia en
su toma de decisiones. La mayor parte de estos sindicatos se encuentran agrupados en
la Unión Nacional de Trabajadores (UNT).
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Rostros de violencia y resistencia. Mujeres en Chiapas
Silvia Soriano Hernández
México
Presentación
Los zapatistas aglutinados en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) declararon la guerra al gobierno y al ejército mexicanos en el amanecer
de 1994, argumentaron, entre otras cosas, que hacia ellos se aplicaba una guerra no
declarada. Este ejército rebelde se ubica en el estado de Chiapas, en el sur de México,
país donde la “estabilidad” política se garantizaba con el partido oficial que a lo largo
de más de setenta años (menos, en la época de la que estamos hablando pero no por
ello pocos) se convirtió en un ejemplo no fácilmente imitable de paz social. Por lo
que refiere al campo, esta paz descansaba en la represión a quienes cuestionaran el
poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) así como a los movimientos
campesinos que querían escapar de la tutela gubernamental, asesinatos políticos,
presos sin más delito que exigir sus derechos y manifestaciones fuertemente repri-
midas fueron el marco de la estabilidad. En Chiapas sobrevivía un atraso económico,
que dio forma a muestras de resistencia diversas (García de León, 2002).
La imagen de Zapata ronda todo movimiento campesino en el país. Desde la
década de los setenta la irrupción de organizaciones rurales independientes fue una
constante. Su principal demanda era la restitución de tierras pero, además de ello,
una reivindicación repetida era la libertad a los presos políticos (Gómez y Kovic,
1994) Esto nos da una idea de que la cárcel (o la muerte) era el destino de los diri-
gentes campesinos que se atrevían a demandar la tierra. La represión en este caso,
fue selectiva pero la violencia oficial iba más allá de la dirigencia. Una característica
del estado sureño fue el uso del ejército para reprimir y la ausencia de un Estado
en cuestiones sociales pero presente para validar el uso de la violencia contra las
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Era por necesidad, por lo que me vine de allá, pues no había trabajo y tuve que salir
huyendo de mi casa porque yo no quería quedarme, yo no quería ser… ser campe-
sina, no quería ser como ama de casa, cargando hijos y sufriendo golpes del marido
(Juana) Pero para salir no se pedía permiso porque éste no se obtendría, entonces
salía huyendo, y si las cosas no eran como se deseaba, el regreso no formaba parte
de los nuevos proyectos. Trabajar como empleada doméstica significó para muchas
mujeres un ingreso monetario al que no estaban habituadas pero también una forma
nueva de mal trato, el que venía de los habitantes de la casa añadiendo la posibilidad
de abuso sexual. Una mujer joven, recién salida de la comunidad y por lo tanto
monolingüe, pero que se atreve a irse a donde no conoce, a donde no le entenderán
es, de entrada, una mujer valiente que carga con la conciencia de que lo que encon-
trará, no puede ser peor que lo que tiene. Cuando yo salí de mi comunidad, tenía yo
16 años. Pues tampoco yo no lo entiendo porqué quise salirme de la comunidad,
bueno creo que yo así lo decidí como que desde, desde antes, cuando estaba yo pues
más chica como de ocho años, diez años, como casi ya lo tenía en la mente que yo
no me voy a quedar aquí, pues yo me voy a ir a buscar mi trabajo ¿no? pero nunca,
nunca pensé si tengo que sufrir, no, como que no, eso no lo pensaba yo… pero volver
a la comunidad, ya no.
Lo primero que se aprende fuera de la comunidad y ello abre muchas puertas, es
otra lengua, la de la mayoría, ellas comienzan aprendiendo español y van ganando
confianza en sí mismas, pueden entender y pueden hablar. También descubren que no
tienen que casarse tan jóvenes ni tener tantos hijos y por esta nueva experiencia son
mal vistas, pero algunas también son admiradas cómo fui tan fuerte y tan valiente de
salir de mi comunidad a pesar de que yo tenía el niño chico (Petrona) ellas mismas,
se valoran, se significan en otro contexto y reconocen que lo que han hecho es digno
de contarse.
Para una ex zapatista, la salida de la comunidad significó mucho porque aprendió
español, en la comunidad a la que me fui, no en mi comunidad, porque allí lo que
se aprende es a tortear, a moler el maíz, a trabajar en la milpa, no se aprende nada
(Rosa). Para ella salir e incorporarse a la organización significó descubrir otros espa-
cios en los que no hubiera podido irrumpir al quedarse. Fue su padre quien la invitó a
unirse a las filas zapatistas porque no había otro camino; cuando el ejército rebelde
se desmovilizó ella no regresó a su comunidad, se fue a una ciudad, pero como no
tenía estudios previos, había terminado la educación primaria y a decir de ella, sólo
aprendí a escribir mi nombre, ¿en qué podría trabajar si lo que aprendió después de
tortear fue entrenamiento militar? El español vino al llegar al campamento militar,
así que en la ciudad, al dejar las armas, toma la escoba para volverse empleada
domestica y está contenta, porque a la comunidad no quiere volver, vivir en los pue-
blos es muy difícil. Y aunque otra afirma que le gustaría trabajar en otro lugar, dice
que no sabe hacer otra cosa. Argumenta que la razón por la que no desea volver a
su comunidad es porque ahora tiene hijos y quiere darles escuela, quiere que tengan
educación y esa sólo puede encontrarla en una ciudad, no en la comunidad.
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Rostros de violencia y resistencia. Mujeres en Chiapas
El español, para las que fueron militares de las filas zapatistas no sólo signi-
ficó el uso de una nueva lengua, también yo creo que algo bueno de haber salido
del pueblo es que aprendimos a vernos como mujeres, de otra manera, diferente a
como estamos en la comunidad, es mejor para ellas, para las mujeres, las cosas que
aprendimos fuera de la comunidad, no sólo el español que lo podemos hablar, sino
que hablamos, podemos hablar lo que sentimos, lo que queremos, lo que pensamos
(Luz). El uso de la palabra para transmitir emociones y deseos.
Estas mujeres que nacieron indígenas pero que ya no viven en una comunidad,
tienen menos hijos, y ellas mismas lo valoran como un logro si estuviera allá ya
tendría un montón de hijos, las que estuvieron en la montaña con los zapatistas
esperaron para tenerlos, una de ellas tiene ahora treinta y dos años y ha tenido sólo
un parto, otra, con veinticuatro no está pensando todavía en embarazarse. Ambas se
casaron con compañeros de la organización y piensan que allí tienes que tener hijos.
Pero como ellas estaban en la lucha, los hijos quedaban para otro momento. Otras de
las que emigraron, no tienen más de dos hijos.
Otro cambio tiene que ver con algunas tradiciones como el uso del traje. La
mayoría de las mujeres indígenas que migran a alguna ciudad deja de usarlo. Pri-
mero porque al integrarse como empleadas domésticas, a muchas de las patronas no
les gusta que lo usen, pero no es ésta la única razón yo ya no uso más el traje, ahora
siempre traigo pantalón, es más cómodo, ni cuando voy a la comunidad me lo pongo,
ya no lo uso (Rosario). Para otra yo dejé el traje desde que salí de la comunidad,
pero cuando voy, cuando voy a visitar a la familia, entonces me pongo el traje, sólo
allí lo uso, me gusta ponérmelo en la comunidad (Marta). Diferente significado que
puede tener el traje. Desde que estoy aquí, en San Cristóbal cambié mi ropa, allá
uso una blusa floreada y una falda larga, pero desde que estoy aquí cambié por esta
ropa; pero cuando voy a mi comunidad me la pongo otra vez porque no les gusta que
me ponga otra. Yo me siento más a gusto con esta ropa. También el pelo lo cambié,
allá lo usaba trenzado y con su listón pero aquí lo puedo tener de otra manera.
También me lo quiero cortar pero mi mamá no quiere. De por sí, cuando se viene
a trabajar sabemos que muchas señoras no quieren que usemos el traje así que lo
cambiamos, de por sí. Esto debemos enmarcarlo en el contexto racista de vivir en
una ciudad donde el indígena es considerado menos, es maltratado, es despreciado,
discriminado y dejar un elemento que lo significa como indio es quizá como si se
quitara de encima una razón para ser considerado menos. La violencia hacia las
mujeres aunado al consumo desmedido del alcohol es una razón de peso para que
algunas mujeres quieran irse, hay pocos hombres que no pegan, pero casi todos
pegan, por eso yo me salí de la comunidad, porque no quería que me pegaran…
sé que le puedo platicar que no me pegue pero no me va a oír. Así que la violencia
diaria es una pesada carga que algunas mujeres ya no desean traer a cuestas.
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Otra violencia
La violencia en Chiapas no apareció con la guerra. Aquí, y a partir de las palabras
de mujeres, me gustaría referirme a dos formas de violencia que las han marcado
fuertemente, la primera, la de siempre, la que parece no tener principio ni fin, la
que se vive con sufrimiento y resignación pero que se comienza a cuestionar fuerte-
mente; la otra, la que llegó con la presencia del ejército pero que para muchas de las
mujeres en Chiapas no ha diluido a la primera.
Las violaciones sexuales dentro de la comunidad son una constante, muchas
mujeres son violentadas y además de la impunidad que prevalece pues el culpable
nunca es castigado, ellas deben cargar un hijo y olvidarse del matrimonio a menos
que sea con un viudo. Pasan lo que muchas otras, primero se les cuestiona si no serían
ellas las culpables de que el hombre tuviera relaciones sexuales con ellas, como
generalmente tal es la conclusión, entonces no hay delito que perseguir, en ocasiones
ellas son apoyadas por la familia pero otras, toda la comunidad las repudia. Porque
él dijo que porque yo me había ofrecido, como siempre ¿no? después se lavan las
maños y dicen que uno es la culpable y todo eso, entonces francamente mi palabra
no me la creyeron, pues sí fue acusado, pero no lo castigaron (Petrona)
Hablar de violencia significa recrear una serie de vivencias cotidianas, pues la
verdad, como siempre he vivido la violencia ¿cómo me he dado cuenta? ¿cómo? pues
yo desde chiquita o desde mi comunidad yo he visto toda la violencia (Juana) que lleva
aparejada la impotencia. A esa violencia no se le ve el fin como tampoco el comienzo.
Mujeres que migraron la cuestionaban desde que estaban en su entorno habitual, sin
haber sido aconsejadas, algunas lograron chocar con una costumbre que parece inamo-
vible, que forma parte de la vida, como el alcohol, como los chismes, como los hijos.
Los chismes son una pesada carga en la vida de las comunidades.4 Lo que dicen los
otros, las otras, lo que le cuentan al esposo, al padre, le metieron chismes y se me fue,
me quedé con un bebé y estaba yo embarazada otra vez (Rosario). Porque ella quiso
comenzar a participar a partir de la irrupción zapatista y su actitud se veía como la de
una transgresora que merecía ser señalada y condenada, y qué mejor que la calumnia
que viene con los chismes porque ya la gente nomás estaba hablando muy mal de mí
y me fui con él, se casó con un hombre al que no quería para ver si con ello evitaba lo
que la gente decía. Una mujer sola es sujeto de muchos comentarios negativos, al igual
que la maternidad, el destino del matrimonio no se cuestiona y aquélla que no arriba
a ese fin, por elección propia, es criticada. Y llenan pues los chismes de la comunidad
¿no? lo vimos paseando, lo vimos que, que está saliendo a caminar al medianoche,
entonces que no es cierto ¿no? entonces que ni, ni salimos a pasear ¿no? entonces
nomás el trabajo que estamos haciendo y entonces como le digo a mi papá, pues si lo
creen, o sea total ni es cierto (Rosalinda). No es cierto pero pesa.
Las mujeres que a partir de la iglesia católica comenzaron una reflexión de su
realidad, encontraron en la Biblia la respuesta a sus interrogantes pero también la
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Rostros de violencia y resistencia. Mujeres en Chiapas
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Silvia Soriano Hernández
sabemos que en los retenes violaron mujeres, eso pues nosotros lo sabíamos, las
mujeres… eso nosotros no lo podíamos denunciar directamente porque las mujeres
agredidas pues no quisieron (Patricia), quiere decir que este problema es mucho más
fuerte de lo que se sabe.
Lo primero que sucedió cuando apareció públicamente un ejército declarando la
guerra al gobierno mexicano, es que comenzaron a correr muchos rumores. Cuando
pasaron los zapatistas por mi comunidad me acuerdo que la gente decía que había
que esconder el dinero porque venían a robarnos, nos decían que venían unas per-
sonas malas, que te comen, que comen los animales, que van violando a las mujeres,
que teníamos que escondernos (Marta). Después descubrieron otras cosas, que no
pasaban robando, que invitaban a unirse a la guerra, que eran muy pobres. Nos daban
miedo los zapatistas, tenían la cara tapada, pero ya después entendimos que no
nos hacen nada, que no quieren nada malo, ya les creímos un poco, pero tienen
claridad de que una guerra representa muerte y no se quieren incorporar a ella, a
pesar de la invitación, y la reflexión a nosotros ellos nos dan pena porque son pobres,
ellos son muy pobres, están caminando todo el tiempo, por eso queremos ayudarlos
porque sufren, como ellos son pobres pues sí necesitan luchar, nosotros no somos
muy pobres pues tenemos animales.
Con el estado de Chiapas completamente militarizado surgió el problema del
tránsito. Las religiosas que se convirtieron en centro de acopio debían sortear muchos
obstáculos en los retenes nos retenían tres horas, bajando absolutamente todo lo del
camión, revisando todo, o sea absurdo. Una lata de leche en polvo cerrada, que la
empiezan a mover, y te dicen que esto pesa más de lo normal (Patricia). Ahora bien,
ella afirma que a las monjas, no se les agredió físicamente de ninguna forma. Una
indígena de Tenejapa que se habituó al paso por los retenes, también fue encontrando
formas de resistencia, y aunque no nos guste, pues a veces les sonreímos y así nos
dejan pasar (Rosalinda).
Una mujer que fue militante zapatista, ahora desmovilizada, que regresó a su
comunidad y se integró a trabajar como promotora de salud, es testigo de cómo
algunas mujeres se dejan envolver por promesas de soldados y el riesgo que corren
de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual o de quedar embarazadas. Por
un lado, las familias priistas viven más de cerca con los militares, los invitan a comer
y estos enamoran a las mujeres jóvenes y solteras (a veces también a las casadas),
ellos les dan dinero. Algunas salen embarazadas, y tienen el hijo, solas. Porque
el soldado luego se va, se cambia y luego la mujer queda ahí. En la comunidad,
empiezan a decir muchas cosas, a no pensar bien lo que se está haciendo y además
mismo el gobierno viene a chingar. O sea, en vez de que el soldado lo proteja a la
gente ellos llegan a chingar. Así estas mujeres embarazadas entonces tienen a su hijo
y se quedan con su familia, algunas ya no se casan y algunas sí se casan, porque
los soldados que están ahí son indígenas también, la mayoría, pero ya ves que como
tienen mujer, en otro lado, sólo para un rato pues. Algunas de las mujeres que se
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Rostros de violencia y resistencia. Mujeres en Chiapas
van con los soldados están casadas. Algunas se abortan porque no quieren tenerlo
porque saben que después no lo van a poder mantener (Rosario)
Una indígena habitante de San Cristóbal descubrió aquel primero de enero, a
mujeres de su comunidad entre las insurgentes, ello le sorprendió mucho así que fue
a platicar con ellas en tzotzil. Quería saber por qué estaban allí y la respuesta era ya es
muchísima la violencia, lo que hacen las autoridades, no somos tomados en cuenta
y si pedimos algo pues siempre somos pisoteados de los indígenas, entonces por
eso nosotros levantamos a los indígenas, que nos vean que sí podemos levantarnos,
podemos hacer una guerra (Juana) Le sorprendió mucho ver a mujeres armadas
pero además le dijeron que se fuera, que el ejército federal podía aparecer en cual-
quier momento y que ella esta desarmada, que estaban esperando un enfrentamiento.
Se asustó y pensó en la muerte pero también tuvo otra reflexión cuando vi a esas
mujeres, bueno, yo pensé algo… dije, es que sí se puede hacer, entonces las mujeres
pueden usar armas, las mujeres también tenemos el derecho a levantar, también las
mujeres podemos hacer algo. Pero eso fue en el 94, ahora se interroga sobre si los
zapatistas se arrepintieron o qué fue lo que pasó, como que algo quedó incompleto.
La idea que tiene una ex zapatista sobre el ejército federal integrado por indígenas
es representativa de lo que puede significar la identidad: cuando regresé los volví a
ver en el 96 y sentí coraje de saber lo que los ejércitos hicieron cuando entraron. No
respetan, asustan a la comunidad, no respetan si están de militar y también había
muchos como nosotros, indígenas como nosotros pero ya vestidos de militar ya son
otros (Rosa). Son otros. Y agrega una idea que muchas otras repiten yo pienso es que
un poco bien haber hecho la guerra porque el gobierno ya dice de justicia y libertad
que nosotros decimos antes. Las palabras que los zapatistas pusieron en la boca de
muchas personas, incluyendo al gobierno.
Por último quiero mencionar el cuestionamiento que una mujer hace a las bases
de apoyo zapatistas, que sin ser parte del ejército, están identificadas con el EZ. La
crítica surge a decir de ella, de la inconsistencia entre el discurso y la realidad. Ella
considera que el derecho de la mujer no se ejercía, pues los dirigentes de las bases
sólo hablaban pero no cumplían, militantes de la CODIMUJ que a su vez formaban
parte de las bases de apoyo, fueron presionadas para optar sólo por una sola mili-
tancia, la zapatista ahí son muy así cerrados y empecé también a ver que ellos no
daban apoyo, lo que veía yo es pura violencia hacia las mujeres también, empezaron
a violar las compañeras, empezaron a darles hijos a las compañeras solteras, a
abusar de ellas, no respetaban lo que es el derecho de la mujer… (Irene)
La dignidad
A partir de la irrupción de los rebeldes, muchas mujeres comenzaron una mili-
tancia que ya no abandonarían. La palabra dignidad acompañada del derecho a tener
derechos se amplió no sólo a una cuestión política del poder o de las elecciones, sino
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llas que estaban en grupos con un enfoque productivo, también quisieron hacer
uso de la palabra mujeres de toda la comunidad venían participando, pero hay
algunas que no quieren participar, nomás quieren dedicar nada más de vender,
de sus tejidos nada más eso, entonces hay otras mujeres que quieren participar de
otras cosas... pues como de marchas, de mitin, de eso pues, como participar de polí-
tica, si no quieren participar las otras, porque queremos aprender también dicen,
o sea queremos dar nuestras palabras y entonces ahí fue pues casi poco a poco se
dividió la cooperativa, ya después del 94. No comenzaron a organizarse pero sí
comenzaron una nueva forma de organización que incluyera las palabras. Espacios
tradicionales se fueron politizando y las mujeres también.
Hay quienes se organizaron y cuestionaron su vida antes del zapatismo hemos
entendido por qué la mujer pues ha sido tan discriminada tan apartada de muchos
derechos que a ella le corresponden y de allí ha nacido nuestro deseo de organi-
zarnos también… De hecho no era a partir del conflicto que nos dimos cuenta,
anteriormente ya teníamos muchos problemas, nada más que a muchas cosas no
les podíamos poner el nombre pero hay otras que ya estaban en ese camino eso no
lo sabíamos antes y agradecemos, hasta cierto punto agradecemos al conflicto del
EZ porque se nos fueron abriendo mucho los ojos y ya le pudimos poner nombre a
todas estas situaciones que vivíamos… porque sigue siendo la misma situación, pero
en esta búsqueda de mejorar nuestra vida, en este querer vivir de una manera dife-
rente, vamos descubriendo que somos personas valiosas, que queremos estar juntas,
queremos contar nuestras experiencias porque en ese contar nuestras experiencias,
pus vamos encontrando caminos para seguir adelante, nos sentimos que somos un
poco más valiosas. (Sofía)
Reflexión final
La preparación de la guerra por los rebeldes chiapanecos, abrió un espacio a
las mujeres indígenas que no encontrarían en ningún otro ambiente. Salieron de
sus comunidades apoyadas por su familia, se desprendieron casi mágicamente de
muchas de las ataduras que cargaban sus madres y abuelas, aprendieron español, el
control de su sexualidad, supieron que podían escoger pareja de común acuerdo, se
resignificaron como mujeres en un ejército revolucionario y la marcha atrás no forma
parte de su vocabulario. Tienen palabra.
Vencer la violencia doméstica sigue siendo el reto en el estado de Chiapas. Mujeres
urbanas, rurales, pobres y no tanto, monolingües y ladinas, han debido enfrentar la
violencia dentro de sus casas. Le pusieron nombre a la situación en que viven y se
decidieron por tratar de combatirla y qué mejor que uniendo sus voces. Porque como
muchas lo repitieron mi voz es importante. La guerra, es cierto, tiene una fuerte carga
negativa, se comience desde donde se comience, ya sea como promesa de un mundo
más equitativo o como combate de la sublevación. Muchas mujeres vivieron esa carga
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Silvia Soriano Hernández
negativa pero encontraron varios aspectos positivos que modificaron su vida y no sólo
eso, sino que la volvieron mejor.
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219
Rostros de violencia y resistencia. Mujeres en Chiapas
Notas
1 Para profundizar más sobre el tema, puede consultarse: Harvey (2000), de Vos (2002)
y Viqueira y Rus (1995) entre una amplia bibliografía sobre Chiapas antes y después
del 94.
2 Sobre las mujeres chiapanecas y la guerra desde diversas perspectivas puede consul-
tarse: Soriano (2006), Rojas (1995), Hernández (1998)
3 Todas las entrevistas fueron realizadas por mí en diferentes estancias de investigación
en el estado de Chiapas del año 2002 al 2004.
4 Es claro que no es una característica exclusiva de las comunidades pero también lo es
que en un sitio pequeño causa más problemas.
5 Para una reflexión sobre esta organización de mujeres existe un trabajo sistematizado
por las propias militantes citado en la bibliografía así como el libro de Gil (s/a)
6 Como en el contexto de la guerra fría ser comunista era la peor acusación que se podía
lanzar, en el Chiapas actual, ser zapatista es una acusación que trae implícitas muchas
amenazas y miedos.
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Rompiendo el silencio: vigencia histórica de la lucha
de las Mirabal
Reina Cristina Rosario Fernández
República Dominicana
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Reina Cristina Rosario Fernández
a llegar regalos para Lina. Con el correr de los meses Lina salió de la escuela y sus
compañeras no entendían dónde estaba. Se trataba de una lamentable costumbre de
la época que tenían algunas familias, tal vez atemorizadas por el terror del tirano,
tal vez por la angustia económica. Lo cierto es que el tirano Trujillo era famoso por
pederasta al tener novias niñas. La indignación de Minerva fue enorme cuando un
día en el viejo Ford de su padre pasó por una mansión enrejada y el padre le dijo:
“Ahí vive tu compañera Lina”; y comprendió. Creció y nunca paró de crecer ante la
brutalidad del déspota.
No era solo la casa de Lina la que tenía Trujillo; personalmente recuerdo que en
mi infancia en mi ciudad natal, Bonao, habían muchas casas prácticamente iguales
como unas 40 ó 50 muy bonitas por cierto, siendo una niña le pregunte a mi mamá
el porque del parecido de esas casas, ella me explicó que esas señoras viejitas que
se ven sentadas en las galerías fueron mujeres muy bellas que Trujillo usó, destru-
yéndoles sus sueños y todo el mundo las miraba con pena pero igual la aislaban, las
segregaba, y eran muchas, muchísimas porque pronto se aburría de una y conseguía
otra jovencita y también la instalaba. ¿Quién iba a decir a Trujillo que no? Pues
Minerva y otras pocas mujeres.
Minerva, aunque disfrutaba de los privilegios de su clase, poco a poco adquirió
una conciencia política que la transformó de burguesa liberal a una activista revolu-
cionaria. En el proceso, conquistó a Patria y a María Teresa y las tres se convirtieron
en una amenaza contra el régimen de Trujillo. A tal punto llegó la influencia de las
hermanas sobre sus conciudadanos que estremecieron la dictadura: la respuesta del
dictador fue, prisión y tortura para los hombres, prisión, tortura y muerte para las
mujeres. ¿y hoy podemos preguntarnos porqué muerte para las mujeres?
La megalomanía de Trujillo tuvo un papel determinante en el destino de las Mirabal.
Que los hombres se opusieran a él, era intolerable. ¿Pero mujeres urdiendo tramas
contra él? Eso era imperdonable. Particularmente cuando la resistencia provenía de
mujeres bonitas y de la alta sociedad, a quienes él estaba acostumbrado a usar para
lograr sus objetivos políticos o para sus gratificaciones sexuales.
Minerva no paso desapercibida. También los ojos del tirano se posaron sobre
ella. Como les contaba, Minerva era de una familia de clase alta, bien acomodada. El
comercio de su padre andado muy bien. Por lo tanto, era frecuente que los invitaran
a reuniones sociales o a bailes. Los ojos de Trujillo se posaron en Minerva. Es cierto
que era bellísima. Después de todo, las mujeres a través de la historia hemos sido
perseguidas por inteligentes o por bellas, y Minerva tenía las dos virtudes.
En octubre, a una fiesta dada por Trujillo, el tirano manda una invitación especial
a la familia Mirabal, en la que dicen que había una esquela que expresaba, de puño
y letra, su interés de que en el baile estuviera Minerva Mirabal. ¿Se imaginarán en
aquella familia católica, de fuerte tradición, en plena tiranía, en este cuadro que les
he pintado, la discusión, el pavor, el temor, todo lo que se suscitó al recibir esa invi-
tación? No ir era impensable; no ir era la muerte segura.
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Rompiendo el silencio: vigencia histórica de la lucha de las Mirabal
En la fiesta, Trujillo trato de seducirla. Minerva, que para entonces ya tenía con-
vicciones antitrujillistas muy firmes, no sólo lo rechazó sino que dignamente mostró
una actitud de indiferencia hacía la persona del dictador y abandonó la fiesta junto
con su familia. Hay historias que dicen que sintiéndose indignada no solamente por el
manoseo físico, sino por la indignidad de Trujillo, lo abofeteó. Minerva supo mantener
en alto su dignidad en el momento más difícil y eso Trujillo no lo perdono nunca.
A partir de entonces, la postura de dignidad adoptada por Minerva, se convierte en un
aguijón de represalia. Al iniciarse la persecución contra Minerva, el régimen la catalogó
como comunista, es decir, enemiga del gobierno. La acusación se basaba, en parte, en la
amistad que Minerva tenía con Pericles Franco, un reconocido luchador antitrujillista. El
plan de hostigamiento no fue solamente contra ella sino también contra su familia y sus
amistades. El padre de Minerva fue conducido a la cárcel y llevado a la capital, Ciudad
Trujillo. Más tarde, Minerva fue detenida y llevada a la misma ciudad.
Durante los interrogatorios a los que diariamente la sometían en la Fortaleza
Ozama, las autoridades requirieron que ella también le escribiera a Trujillo excu-
sándose por la salida a destiempo de la fiesta. Minerva se negó. Para intimidarla,
el gobierno interrogó y puso bajo arresto domiciliario a sus amigas más intimas:
Emma Rodríguez, Violeta Martínez y Brunilda Soñé. Luego de intensos interrogato-
rios fueron dejadas en libertad.
Minerva, mostró profundas convicciones políticas. Poseía también gran temple.
Su firmeza y valentía fueron evidentes cuando fue encarcelada por primera vez a la
edad de 23 años, en 1949, al resistir estoicamente la presión de los interrogatorios.
Su firmeza de carácter impresionó a sus carceleros, por lo que uno de ellos expresó:
“Minerva es un hombre”. Por su postura vertical en contra del régimen del tirano
Rafael Trujillo, Minerva se unió a otras mujeres, cuyos nombres y activismo están
eslabonados en la trinchera de lucha por la libertad en la República Dominicana.
En julio de 1951, don Enrique acusado de ser antitrujillista porque se negó a
pagar 500 pesos por un libro que alababa a Trujillo, fue conducido preso de nuevo
a la fortaleza Ozama en Ciudad Trujillo. Cuando Minerva y su madre trataron de
lograr su libertad, fueron puestas en arresto domiciliario en el Hotel Presidente en la
Ciudad Trujillo. Esas tácticas eran concebidas para doblegar a Minerva y convertirla
en un objeto sexual de Trujillo. En tal sentido, Trujillo de nuevo intento seducirla y
la invitó a visitarlo en otro hotel. En respuesta, Minerva contesto que prefería tirarse
del balcón del hotel antes de ir a ver a Trujillo.
A pesar de todas esas vicisitudes y del riesgo que significaba mudarse a Ciudad
Trujillo, (Santo Domingo) finalmente, en 1952, ingresó en la Universidad de Santo
Domingo. Pero, al año siguiente, a pesar de ser una estudiante excelente, se le negó
el derecho de matricularse a menos que manifestara públicamente su admiración
por el gobierno de Trujillo. Dada la importancia que Minerva le daba a sus estudios,
aceptó pronunciar un discurso en octubre 1953.
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Reina Cristina Rosario Fernández
Esta alternativa le creó una crisis política. ¿Hasta donde había sacrificado sus
principios por una carrera profesional? Coincidentemente, el discurso fue leído al
tiempo que Fidel Castro actuaba como su propio abogado defensor cuando se le
juzgaba por su participación en el ataque al Cuartel Moncada.
Durante el juicio, Castro pronunció su elocuente e histórico discurso “La historia
me absolverá”. El contenido ideológico de la pieza oratoria le sirvió de inspiración a
Minerva. Se aprendió de memoria varios párrafos del mismo.
En esa época de cambios revolucionarios en la región, Minerva era una estu-
diante universitaria inquieta. No soportaba la opresión terrible de la dictadura tru-
jillista. Minerva se conecta clandestinamente con la gente que se está organizando
para resistir, combatir la dictadura y para reconquistar su libertad. Y allí le ponen el
apodo, seudónimo de “Mariposa”.
Minerva fue “Mariposa 1”. Pero al poco tiempo fue “Mariposa 2” María Teresa, que
ya era una jovencita que estudiaba en la Universidad, y también se conectó con la resis-
tencia clandestina. Vivían juntas en una pensión. Se imaginarán que después del desaire
que se le hiciera al tirano, económicamente les había ido muy mal. Apenas si podían sos-
tenerse en una pensión. Pero igualmente repartían volantes clandestinos, juntaban gente,
jóvenes, para organizar la resistencia contra el tirano. Y Patria, que ya estaba casada,
vivía más lejos y era una profunda católica, también se transformó, de otra manera, en
“Mariposa 3”. A través de su militancia cristiana, también fue juntando a su gente -sacer-
dotes, devotos católicos- para conformar un movimiento a fin de intentar, una vez más,
conseguir la libertad de la República Dominicana. Así surgen las “Mariposas”.
Según relata Galván, uno de sus biógrafos “la mariposa uno, Minerva se convirtió
en un luchadora a tiempo completo, para quien no existía tareas difíciles y peli-
grosas, con tesón y una voluntad de acero encaraba las obligaciones del momentos.
Como conducía, tenia que transportar ciertos y determinados materiales bélicos que
algunos hombres rechazaban transportar. Participaba en actividades proselitistas,
en elaboración de artefactos bélicos. Asistió varías veces a la peligrosa misión de
probar bombas que eran elaboradas con instructivos y con materiales altamente peli-
groso, coordinaba la obtención de pólvora, pertrechos militares y literatura para la
época que se avecinaba, cumplió papeles estelares como poco hombres podían llevar
a cabo con la celeridad y eficiencia, pero sin hacer alarde de valor y nunca perdió la
humildad y sencillez en sus relaciones con los compañeros”.
Minerva, la revolucionaria, era también mujer. Sin desconectarse del quehacer
político o de sus estudios, en 1955, Minerva se convirtió en la esposa de otro gran
revolucionario, Manuel Tavárez Justo (Manolo), y la madre de Minou, en 1956.
Estudiante brillante, terminó sus estudios con honores de Summa Cum Lade en
1957. Y, en 1958, dio a luz a Manolito, su segundo y último hijo.
También se casa María Teresa con Leandro, otro activista antitrujillista, cuyo seu-
dónimo era “Palomino”. “Palomino” y “Mariposa”, tuvieron hijos; fueron madres
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Rompiendo el silencio: vigencia histórica de la lucha de las Mirabal
encantadoras; adoraban a sus hijos; adoraban a sus maridos. Eran alegres y román-
ticas. No eran mujeres extrañas -eso es lo que quiero decir-, eran mujeres comunes,
como cualquiera de las mujeres de nuestro pueblo. Simplemente, decidieron luchar
por la libertad y plegarse a la causa que entendía más justa.
Después de la graduación, vino la revancha política: se le negó la licencia para
ejercer su profesión y no se le reconocieron sus honores académicos. Este nuevo
castigo no cortó las alas de Minerva. Al contrario, sin poder ejercer su carrera, estaba
libre para entregarse por completo a la lucha contra la dictadura. En enero de 1959
en una reunión familiar, donde se encontraban Minerva, Manolo, María Teresa,
Leandro Guzmán y otras personas, se pasó revista a la situación política creada en
el Caribe, y muy particularmente a la cubana después del triunfo de Castro, Minerva
examinó por primera vez la posibilidad de organizar un movimiento para el derro-
camiento de Trujillo.
Las ideas de Minerva prendieron en todos los asistentes y fue acor-
dado ese día iniciar los contactos con amigos y relacionados en todo el país.
Por otra parte, la expedición armada del 14 de junio, procedente de Cuba, si bien fue
aplastada por la dictadura, también influyó en la conciencia de la juventud domini-
cana, y esa es la razón que explica, que el nuevo movimiento político antitrujillista
que comenzó a construirse y que efectuó su primera asamblea constitutiva en Mao
el 10 de enero de 1960, adoptara como nombre el de la fecha de esa expedición.
En esa asamblea clandestina a la que asistieron delegados de todo el país, en la
cual sólo estaban presentes dos mujeres (Minerva y Dulce María Tejada Gómez),
Minerva tuvo una participación muy importante, era la líder de la nueva agrupación,
pero por razones estratégica para presidir la Agrupación 14 de junio fue elegido
Manolo Tavares.
Pero a los pocos días de la exitosa Asamblea de Mao, una delación llevó a los
servicios secretos de la tiranía informes no sólo con los nombres de los principales
conjurados, sino con muchos detalles sobre la importancia de la misma. La acción
de los agentes represivos fue inmediata. El primero en ser detenido en su residencia
en Montecristi fue Manolo Tavares, a mediados de enero. Días más tardes, Minerva,
luego su hermana María Teresa, y su esposo Leandro Guzmán y también Pedro
González.
Al final de ese mismo mes, más de un centenar de miembros del 14 de junio
habían caído presos. Todos pasaron por la cárcel de la cuarenta donde fueron some-
tidos a increíbles torturas. No pocos perdieron la vida. Simultáneamente junto a
Minerva, fueron apresadas otras mujeres: Ing. Tomasina Cabral, Dra. Fe Violeta
Ortega, Miriam Morales y la Dra. Asela Morel. Fueron sometidas por el servicio
de inteligencia militar a torturas, vejaciones, insultos y maltratos. Minerva, siempre
contestataria y digna, muchas veces fue recluida en solitario como castigo por con-
servar su dignidad y su altivez.
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Reina Cristina Rosario Fernández
Estaban presas junto a otras prisioneras que habían robado o que habían sido
encarceladas por prostitutas, y las hermanas Mirabal hicieron grupos de mujeres,
crearon escrutas y celulas políticas.
La situación de las hermanas Mirabal y la de cientos de mujeres es denunciada
por todos, se desata una persecución sin precedentes contra los miembros del 14 de
junio, los jóvenes son masacrados en plena calle. De repente suceden cosas insólitas.
La Iglesia Católica que durante 30 años había estado al servicio de la dictadura,
ante tanta represión, crítica abiertamente a la dictadura a través de su famosa carta
pastoral leída en la misa dominical en todo el país. Los sacerdotes en los pueblos
dan misa y en ella dicen que no pueden seguir siendo cómplices de la situación de
las hermanas Mirabal. ¿Y saben lo que sucede? La gente sale de misa de 10 y vuelve
a entrar a misa de 11; sale de misa de 11 y vuelve a entrar a misa de las 3 de la
tarde; sale de misa de las 3 de la tarde y vuelve a entrar... Y de esa forma silenciosa
comienza a mostrarse una gran indignación del pueblo dominicano por sus hijas, las
hermanas Mirabal.
Es tan fuerte la presión que también se hace en medios internacionales, en la
OEA, que Trujillo decide tenerlas en arresto domiciliario. Entonces, vuelven a la
casa de su madre, pero ahí están presas y rodeadas de custodios que se esconden
entre los arbustos. Hay micrófonos en toda su casa; no pueden hablar libremente en
esa familia; solo pueden hacerlo si salen al jardín. Y Patria, María Teresa y Minerva
con su orgullo, salen y combinan cosas para conseguir pases para ir a ver a sus
maridos que estaban prisioneros en la región norte.
Podría hablar muchas horas de la lucha de estas hermanas. Podría contarle, cómo
la gente se iba agolpando por los caminos para saludarlas cuando volvían en el
auto de visitar a sus maridos. Las Mirabal se habían transformado en un símbolo
de rebeldía del pueblo dominicano. Eran realmente “Mariposas”, conservaban la
belleza, el color y la sutileza de las mariposas, pero también la capacidad de movi-
miento. Y así eran vividas por su pueblo.
Cuentan que en una de las tantas fiestas, el tirano Trujillo -quien, a medida que
crecía su poder, para mantenerlo debía matar a más personas, oprimir a más gente,
encarcelar a más opsitores, comprar a los débiles, aunque también crecía su miedo,
porque era consciente de que tenía los días contados- dijo: “Tengo dos tremendos pro-
blemas: la Iglesia y las hermanas Mirabal”. Y ahí un alcahuete de turno le replico: “No
se haga problema, Jefe; yo me encargo”. Y se urdió la matanza de las Mirabal. Trasla-
daron a los maridos de prisión para que las Mirabal tuvieran que ascender a la montaña
en el vehículo para llegar a verlos. Era un camino difícil y tortuoso. Les costó mucho
encontrar a quien las llevara en el auto a visitar a sus maridos presos. Consiguieron a
un chofer joven que hacía poquito se había casado –Rufino de la Cruz.
Ese día, ese preciso día en que se avecinaba la tormenta, iba apurado para llegar a
tiempo. El camino era realmente difícil de hacer, atravesando la montaña. El comen-
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tario estaba en todos lados. “¡Cuidado!”, les dijeron. “¡Cuidado! No vayan solas. Va
a suceder un accidente”. Vieron a sus maridos. Sus maridos tenían los rumores; les
dijeron: “¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Cuídense! Puede haber un accidente”. Y todos y todas
aquí sabemos lo que “accidente” quería decir. Y así fue.
Patria, Minerva y María Teresa, en el auto conducido por Rufino, volvían de
visitar a sus maridos. Fueron emboscadas; fueron brutalmente apaleadas; fueron
bajadas a rastras; fueron metidas para adentro de las propiedades. Allí las golpearon,
las mataron sin ninguna piedad, haciendo gala de la más absoluta brutalidad. Las
pusieron de nuevo en el auto, las tiraron barranca abajo y dieron la noticia de que
había habido un accidente.
Voy a leerles lo que su asesino declaró -¡lo declaró!-: “Después de apresarlas -narra
Ciríaco de la Rosa-” -el sicario asesino “las condujimos al sitio cerca del abismo,
donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas.
Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María
Teresa).” -”Mate”- “Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a
la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a
cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas
para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas.- Ordené a
Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o
alguien que pudiera enterarse del caso. Esa es la verdad del caso”. Dice Ciríaco de la
Rosa, el asesino: “Yo no quiero engañar a la justicia ni al pueblo.” - “Traté de evitar
el desastre pero era ellas o yo.
Los instantes finales de Minerva los narró Ramón Emilio Rojas Lora, en la cárcel
de la Victoria en 1962 durante el proceso judicial. Antes de que los asesinos mon-
taran el accidente, Ciriaco de la Rosa, en un momento miró hacia las víctimas que se
encontraban en el carro, comprobó que Minerva aún conservaba un hálito de vida y
comentó: “Aquí va una desgracia viva –narra Rojas Lora- deja que lleguemos allí para
que la terminemos de arreglar. Al llegar al sitio por donde lanzamos a las Mirabal,
Ciriaco se desmontó lleno de cólera. Haló fuertemente a la que quedaba con vida. Era
la alta y delgada que tenia el pelo recordado a lo boy. Con improperios. De la Rosa la
arrastro hacia la tierra, entre la carretera y la hierba. La colocó allí y buscó un garrote y
le cayó a golpes. La remató totalmente. De la Rosa continua narrando Lora- le propinó
numerosos garrotazos. Quería estar seguro de que estaba bien muerta. Cuando paró
de dar golpes estaba lleno de ira. Cansado, sudando copiosamente, con la respiración
trabajosa. Yo me lo figuraba como la representación humana de Satanás. El era verda-
deramente uno de los diablos al servicio de la dictadura. Ciriaco se rió a sus anchas.
Parecía satisfecho y complacido de su labor criminal. Nos llamó entonces para que
trasladáramos los cadáveres de las muchachas al jeep. Lo hicimos así. Encendimos las
luces del jeep, abrimos el suiche y todos los empujamos hacia el abismo.
Así asesinaron a las “Mariposas”, pero jamás pudieron detener su vuelo.
El pueblo dominicano al enterarse de la muerte de Las hermanas Mirabal se insu-
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Reina Cristina Rosario Fernández
rreccionó de tal forma que se decidió ajusticiar al tirano, así un grupo de valientes
dominicanos a seis meses de la muerte de la Mirabal interceptaron al tirano y lo
ajustician y solo así descansó el pueblo dominicano de la férrea dictadura. Fueron
las feministas, en 1981, en el Primer Encuentro de Mujeres Latinoamericanas y
del Caribe, quienes tomaron el 25 de noviembre de 1960, día en que las hermanas
Mirabal fueron asesinadas, como el Día Internacional de la No Violencia contra las
Mujeres. Desde entonces, cada 25 de noviembre en todos los lugares del mundo
mujeres y hombres se congregan no solo a recordarlas, sino para hacer algo por
revertir esta situación de violencia que aún se vive.
Para mi es un gran honor relatar la vida de estas mujeres que desde niña me
enseñaron a amarlas, y con ellas, amar a mi pueblo a su lucha, y también con ellas a
los millones de “Mariposas” que pueblan y poblarán nuestra América Latina. Porque
nuestros pueblos latinoamericanos, han dado dictadores monstruosos, pero también
han dado luchadores y luchadoras maravillosos y maravillosas que nos han hecho
cada día más grandes y que van a hacer de esta nuestra América todavía algo más
hermoso de lo que es.
Pienso que la ocasión es propicia para que cada mujer aquí se sienta convidada
a actuar, si actuaron las Mirabal en medio de aquella férrea dictadura, a nosotras
nos corresponde seguir su ejemplo y no parar hasta lograr que cese la violencia
contra la mujer.
Hoy en el mundo, el 25% de las mujeres son violadas en algún momento de su
vida. Dependiendo del país, de un 25 a un 75% de las mujeres son maltratadas física-
mente en sus hogares de forma habitual. Cada 15 segundos una mujer es maltratada
en América por su pareja.
Actualmente, en América Latina, muchas mujeres están trabajando para que el
femicidio deje de ser impune y para visibilizar lo que, en nuestro continente, es
un grave problema social y político. El trabajo de los grupos y organizaciones de
mujeres se ha centrado, principalmente, en investigar la magnitud del problema en
algunos países, denunciar ante la opinión pública los casos de muertes de mujeres
e interponer querellas judiciales. En Republica Dominicana las investigaciones de
Susy Pola y Mirna Flores, y en Costa Rica las de Ana Carcedo, y Montserrat Sagot,
han sido pioneras en esta área.
Estas investigaciones sientan un importante precedente para comenzar a debatir
el tema. Las cifras son irrefutables: en Costa Rica, el femicidio asciende al 70 por
ciento del total de asesinatos de mujeres. El 45 por ciento de los asesinatos de
mujeres es producto de la violencia doméstica y sexual; el 55 por ciento, es cometido
por parejas o por ex parejas y, que generalmente, estos hechos ocurren en la casa.
Carcedo y Sagot concluyen que la falta de penalización y la actitud discriminatoria
de los funcionarios judiciales y policiales “priva a las mujeres de protección y de su
derecho a que se haga justicia”.
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El simbolismo de las Amazonas
Lucía Chen
Taiwán
Introducción
En el Edén hay mujer y hombre, aquélla siempre se asocia con el origen, la vida, la
naturaleza, la procreación y la maternidad, o negativamente con el pecado y la tenta-
ción. El Génesis nos revela que mujer y hombre establecen el matrimonio, que en otras
tradiciones posee el sentido simbólico de la unión del mercurio y del azufre, del Ying
(femenino) y Yang (masculino). Paradójicamente la mujer es pareja y compañía del
hombre, y Dios dice que no es bueno que el hombre esté solo, sin embargo, la mujer
es culpable de que el hombre cometa errores: “La mujer que me diste por compañera
me dio de ese fruto, y yo lo comí” (Gn. 3: 12). Como es sabido, la mujer es el segundo
sexo, pero es la primera que incita a la rebelión, dicho de otra forma, la mujer es más
bien promotora y aventurera, y no por azar representa antropológicamente a la seduc-
ción y, a su vez, al poder.
Eva es la pecadora, en cambio, la Virgen María es la salvadora. En el perfil
que el hombre plasma, cerca de la seductora siempre se encuentra una figura
virginal y materna. Una es la madre originaria, la otra, madre de las almas. Así
dice Carlos Fuentes:
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La denominación del Río Amazonas, como la del Nuevo Mundo, está asociada
con la idea de conquistar tanto la tierra misteriosa como la precultura y subcultura.
Al empezar la conquista y la expedición, los conquistadores, ante la fauna y la flora
hostiles, fueron vencidos por la naturaleza. El Amazonas es el río más caudaloso
del mundo, su selva tropical es la última tierra virgen del mundo, y se considera
como el pulmón del planeta. Todos los fenómenos naturales de la cuenca amazónica
adquieren en las creencias primitivas un matiz mitológico. Por lo cual en la aventura
de las Amazonas se despliega la codicia del oro y del sexo a la vez.
El oro y el sexo son el origen de los dolores y las desgracias del ser humano. Sin
embargo, en el Reino de Manoa o El Dorado se creen ver las nuevas tierras prometidas
del Apocalipsis para los conquistadores: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva
—porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi
la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada
como una novia ataviada para su esposo” (Ap. 21:1-2).
El oro es afrodisíaco, es como el sexo. A los pioneros de El Dorado les mataron
en la insondable selva tropical, sin embargo, la tragiepopeya no detuvo a otros bus-
cadores, que siguieron la huella de aquéllos, atraídos por el relato de Carvajal, que
mezcla el oro y el sexo:
Dijo más, que entre todas las mujeres hay una señora que subjeta y tiene
todas las demás debajo de su mano y jurisdicción, la cual señora de llama
Coñori. Dijo que hay muy grandísima riqueza de oro y plata y que todas
las señoras principales y de manera no es otro su servicio sino oro y plata,
y las demás mujeres plebeyas se sirven en vasijas de palo, excepto lo que
llega al fuego, que es barro. Dijo en la cabecera y principal ciudad en donde
reside la señora hay cinco casas muy grandes que son adoratorios y casas
dedicadas al Sol, las cuales ellas llaman caranaín y en estas casas por de
dentro están del suelo hasta medio estadio en alto planchadas de gruesos
techos aforrados de pinturas de diversos colores, y que en estas casas tienen
muchos ídolos de oro y de plata en figura de mujeres, y muchas cantería
de oro y de plata para el servicio del Sol; y andan vestidas de ropa de lana
muy fina, porque en esta tierra hay muchas ovejas de las del Perú: su traje es
unas mantas ceñidas desde los pechos hasta abajo, encima echadas y otras
como manto abrochadas por delante con muchos cordones; traen el caballo
tendido en su tierra y puestas en la cabeza unas coronas de oro tan anchas
como dos dedos y aquellos sus colores.15
El relato lleva al ánimo de cualquier lector la imagen del Paraíso Terrenal.
239
El simbolismo de las Amazonas
vincia Aván hay hombres con cola. Otra isla, del lado de levante, está poblada sólo
de hembras, las infaltables Amazonas”.16 Amerigo Vespucci trató de una Amazona
“movida de rabia vengativa o de celos, se acerca por detrás a un joven cristiano, en
una rueda de mujeres salvajes que lo tocaban y mirándolo se maravillaban, pero
aquella despiadada, con un enorme garrote, le dio tal golpe que lo tendió muerto en
tierra”.17 Aunque mantenía un escepticismo crítico en torno a estas mujeres guerreras
el historiador Pedro Mártir propuso una interpretación bastante personal: “hay una
isla en la que hombres y mujeres son excelentes arrojadores de dardos y donde las
hembras saben defenderse virilmente de los ultrajes de los hombres de ultramar”.18
Juan de Grijalva a la expedición a Yucatán en 1515 también inventó otro reino de
las Amazonas.
En el momento de explorar América, los cronistas emplean el humor negro
y el sarcasmo para jugar con un paisaje desconocido, así surgen las relaciones
de gigantes, dragones, sirenas, mujeres barbadas, cíclopes etc. La leyenda de las
mujeres aguerridas llevó a Fernández de Oviedo a someter a revisión la de las Ama-
zonas, aunque rechazó la existencia de Amazonas en el Caribe, estuvo de acuerdo en
llamar al “Para-guazú” Río de las Amazonas. Entre las relaciones, la de Oviedo es
la menos surrealista. Plasma a las indígenas valientes como “indias flecheras”; como
éstas no se cortaban el seno derecho, comenta que no podían ser identificadas con las
Amazonas. Aún más, reconoció que todos los relatos acerca de éstas se basaban en
el testimonio de indios que sólo eran utilizados para confirmar en el Nuevo Mundo
una fantasía del Viejo Mundo.19
Aunque los cronistas pintan a las mujeres como seres extraños, bárbaros y
celosos, a través de los textos y contextos, nos hemos fijado en que la narración del
cuerpo femenino está relacionado con la naturaleza, emparentándose los conceptos
de “tierra de mujeres” y “la mujer es la tierra”, con un sentido erótico. La repetición
de estos fabulosos relatos sirve como racionalización de la invasión, ya sea corporal
o territorial.20 En el mismo sentido en que los héroes griegos tienen que participar
en la guerra de Troya, la proyección de la colonización hace de los conquistadores
héroes.
Por muy valientes o muy belicosa que fueran, con la naturaleza femenina, las
Amazonas no perderían la maternidad; el ejemplo más notable fue el que Antíope le
dio a Teseo un hijo llamado Hipólito. Como fue dicho, las Amazonas se rebanaban
el pecho derecho para tensar mejor el arco, era razonable que se guardaron el pecho
izquierdo para amamantar a sus hijas.
En un sentido más filológico, Oviedo también se preocupó por la etimología
de la palabra amazona, explicando que en griego a quiere decir “sin” y zona
quiere decir “teta”, y, por esto, amazona quiere decir “sin teta”. (En una
glosa posterior sobre la palabra “amazona”, Covarrubias deriva su “teta” no
del griego “zona” sino del latín “mamma” [a-ma-zona].21
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El simbolismo de las Amazonas
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inglés Sir Walter Ralegh fue detenido dos veces por las selvas primitivas, y como
no consiguió el tesoro de El Dorado, vino a ser ejecutado por el Rey Jacobo I. Estos
son los ejemplos más notables del alto precio que los invasores pagaron a la Tierra
Madre. La pluma del realismo mágico de Uslar Pietri nos ofrece una tragiepopeya
ante la naturaleza:
Los días eran lentas manchas de luz sobre el río sin orillas, que parecía dete-
nido. Como envueltos en el sopor del agua iban los hombres. Echados sobre
los maderos, era difícil distinguir los sanos de los enfermos. Cuando se acer-
caban a la orilla, el zumbido de los mosquitos venía a aumentar la pesada
sensación de letargo.28
Obsesionados con la figura materna, los griegos esbozaron las figuras de las Ama-
zonas y de Atenea, en el mismo sentido, los españoles se apropiaron del mito de las
Amazonas para el proyecto de conquista, moldeándolo de acuerdo con sus propias
necesidades e intereses.29 Se empleaba la palabra “Amazona” simplemente para refe-
rirse a la mujer indígena. En cierto modo, las mujeres amerindias son fuertes, firmes
y resistentes, son también amantes voluptuosas y, además, madres de los numerosos
hijos mestizos de los conquistadores.
Superando la imagen fabulosa de la mitología, la mujer indígena se convierte en
Eva, la primera pecadora y la seductora, en Virgen María, la madre, la salvación y
la liberación espiritual, en Sofía, que simboliza el alma y el arquetipo de la virtuosa
mujer de la tierra virginal, en Helena, mujer tan viva y atractiva que ni los héroes
griegos ni Fausto pueden rechazarla. Estos cuatro arquetipos femeninos de Jung se
funden en una sola imagen indígena que está asociado a la esencia de la naturaleza,
tierra de poderosa y vívida presencia.
Los relatos de las Amazonas son espejo de toda América, con la variación de
geografía, la variedad de flora y fauna, y las diversas culturas precolombinas, un
espacio que permite a los forasteros revisar y revalorar circunspectamente su natura-
leza, su prehistoria y las distintas épocas culturales. La tierra y la madre constituyen
principalmente el simbolismo de las Amazonas, representando el coraje y la virtud
que proporcionan fuerza, y la fuerza a su vez proporciona la esperanza de la rege-
neración.
Los relatos de las Amazonas reflejan la fascinación del primer encuentro entre el
descubridor y la tierra americana, entre el buscador y El Dorado, entre el conquis-
tador y la india.
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El simbolismo de las Amazonas
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El simbolismo de las Amazonas
Bajo la pluma tanto de los mitólogos griegos como los cronistas del Siglo XVI, las
Amazonas son, en cierto modo, las damiselas “venenosas” o “venéreas” y representan
los ciertos aspectos misteriosos de la naturaleza. Por el efecto del ánima, el hombre
busca el amor, cuyo poder está conforme con la naturaleza, y la fantasía erótica hace el
hombre valiente para luchar contra la maldad. Sin embargo, no todos tienen la misma
suerte, algunos alcanzan el amor y otros mueren obsesionadamente por “ella”.
En torno al tema de la mujer fatal, las Amazonas pueden ser metamorfosis de
la princesa mala del cuento de Andersen, o la Princesa Turandot de la ópera de
Giacomo Puccini, que propone acertijos que el pretendiente tiene que contestar o
morir:
Una manifestación aún más sutil del ánima negativa aparece en ciertos
cuentos de hadas en la forma de una princesa que dice a sus pretendientes
que le respondan a una serie de acertijos o, quizá, que se escondan delante de
ella. Si no pueden responder o si ella los puede encontrar, tendrán que morir,
e, invariablemente, ella gana. El ánima en esa caracterización envuelve a
los hombres en un destructivo juego intelectual. Podemos notar el efecto de
esas añagazas seudointelectuales que inhiben al hombre de entrar en con-
tacto directo con la vida y sus decisiones reales. Reflexiona tanto sobre la
vida que no puede vivirla y pierde toda su espontaneidad y sus sentimientos
resultantes.38
Fuera de la imagen tradicional de una princesa que debe ser toda suavidad y
ternura, la mujer mala posee el carácter absoluto de luchadora y guerrera, y aspira
a manipular y vencer. Aunque ella evidentemente gana, tiene que ser vencida final-
mente. Si tomamos la teoría de Vladimir Propp sabremos que el ánima negativa
representa el desorden, las fuerzas malignas y la brujería. El formalista ruso esta-
blece una morfología del cuento popular en tres etapas: primero la calma, segundo
el desorden y luego el final feliz en que todos “vivieron felices para siempre”. La
vida del príncipe o héroe es al principio algo monótona, la princesa mala y sus acer-
tijos pertenecen a la segunda etapa, causando una situación caótica y peligrosa para
romper la calma de la primera etapa. Siempre el príncipe o héroe quiere introducirse
en el espacio del desorden, y cuando está en peligro de muerte recibe algún auxilio
de la divinidad, que no sólo le da sabiduría y coraje para resolver el juego intelec-
tual, sino también le regala un arma mágica con que puede aniquilar a los males
fácilmente y lograr el éxito. Por fin, después de la situación caótica el príncipe o
héroe consigue su recompensa que suele ser la fama, el reino de la princesa y a esta
última, que se ha hecho virtuosa. De acuerdo con la morfología del cuento popular,
conquistar a la tierra de las Amazonas se convierte en un espejismo del ánima, en un
reflejo de un príncipe que quiere aventurarse por la tierra desconocida.
Las Amazonas también son metamorfosis de la princesa (o mujer) víctima del
cuento popular, como Rapunzel, la Bella Durmiente, Blanca Nieves o la Cenicienta,
que espera que un Príncipe Azul la rescate. Geográfica y geológicamente la inmensa
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Conclusión
Es sabido que el matriarcado se limitó a un breve periodo en los comienzos de
la agricultura, y que posteriormente el patriarcado dominó las distintas sociedades
humanas.42 Por lo cual, en el siglo XVI el relato de las Amazonas no fue una reivin-
dicación de la sociedad matriarcal, sino una manifestación de heroísmo patriarcal.
La conquista de América fue una crónica de sueños y ambiciones, de lucha y des-
esperación, de malentendidos y aun odio, de aciertos y errores; frente a la tierra
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El simbolismo de las Amazonas
desconocida y al peligro constante, sólo los hombres más fuertes pueden sobrevivir.
Para la mayoría de las gentes del siglo XVI, la conquista fue una aventura que traía
riqueza, de modo que se confundió el relato de las Amazonas con el de El Dorado.
La novela de Uslar Pietri repite este episodio dramático:
Por esa inmensidad, veinte años antes, se aventuró Gonzalo Pizarro en busca
del país de la Canela, y uno de sus Capitanes, Orellana, resbaló hasta el mar
sobre el lomo de colosal serpiente del río más grande del mundo. Había
visto las Amazonas y el linde del país de los Omaguas, donde estaba El
Dorado.43
El relato de las Amazonas se relaciona con la riqueza y el sexo. Según el texto de
Carvajal, la reina de las Amazonas se llama “Coñori”, nombre que tiene una conno-
tación sexual; en el mismo sentido, las Amazonas son un sinónimo de las indias, son
madres que establecieron el hecho central de la civilización multirracial:
Y lo es por la tarea cultural hispana y por la carencia de prejuicio racial
existente en el conquistador. El español se unió a la india, la que obtuvo
por donativo, derecho de guerra, compra o trata. Y se unió a ella sin asco,
sin ambages, porque estaba preparado para esta experiencia biológica por
contacto con los árabes, los judíos y otros pueblos.44
Simbólicamente las Amazonas son mujeres paganas, extranjeras, bárbaras y pri-
mitivas. De acuerdo con Jung, Eva, la primera mujer representa la primera etapa
del desarrollo del ánima, en el mismo sentido que la representa la mujer primitiva.
Nos la recuerdan algunas pinturas modernas, en particular las de Gauguin, donde
la mujer de la naturaleza es desnuda, sana, encantadora y, más aún, seductora. Ave
María, Arearea, ¡Cómo! ¿Estás Celosa?y Nevermore son las mejores obras sobre
una cultura vernácula, y a su vez, una cierta lujuria primitiva que el pintor francés
vivió en Tahití. El hombre europeo o “civilizado” se enamora de una mujer primitiva,
por una parte como manifestación del telúrico amor a la tierra y a la naturaleza, por
otra parte, como consecuencia del imperialismo. En el mismo sentido, Matisse trata
a la mujer oriental como si fuera el objeto primitivo, erótico, conquistado, esclavo y
subordinado. Para Matisse y los europeos el oriente es solamente una denominación
geográfica que se refiere a la tierra ajena. Bajo la paleta del pintor se muestra una
serie de oposiciones binarias entre civilización/barbarie, conquistador/conquistado,
occidente/oriente.
Si las Amazonas son como una mujer oriental, también pueden ser la Cleopatra
que influyó con su seductora belleza en el poderío de Roma; o aluden a la Helena de
Troya, que para Jung pertenece a la segunda etapa del desarrollo del ánima, y cuya
belleza idealizada precipita al hombre en una locura amorosa. La mujer fatal es, ante
todo, mujer fatal para el hombre.45 Entre cuerpo e historia, el hombre cae en las redes
del erotismo y la belleza.
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Lucía Chen
Para concluir este trabajo, citemos los consejos del hombre sabio del Libro de
Baruk sobre el amor, esa parte indispensable de la naturaleza humana, que a su vez
nos ayudan a entender la imaginación en torno a las Amazonas:
El deseo amoroso y su satisfacción, tal es la clave del origen del mundo. Las
desilusiones del amor y la venganza que las sigue, tal es el secreto de todo
mal y del egoísmo que existe en la tierra. La historia entera es obra del amor.
Los seres se buscan, se encuentran, se separan, se atormentan; finalmente,
ante un dolor más agudo, se renuncia.46
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Notas
1 Carlos Fuentes, El espejo enterrado, México, FCE, 1993, p. 30.
2 Evelyn Reed, La evolución de la mujer: del clan matriarcal a la familia patriarcal,
México, Fontamara, 2005, p. 15.
3 Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Madrid, Siruela, 1997, p. 320.
4 Marie-Louise von Franz, “El proceso de individuación”, en Carl Gustav Jung, et al.,
El hombre y sus símbolos, p. 185.
5 Francesc-Lluís Cardona, Mitología griega, Barcelona, Edicomunicación, 1996, p.
78.
6 Ibid., p. 86.
7 Alejo Carpentier, El siglo de las luces, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1979, p.
227.
8 Carlos Alberto Montaner, Las raíces torcidas de América Latina, Barcelona, Plaza &
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En busca de espacios transnacionales de acción:
El ejemplo de movimientos feministas en América Latina
Yin-Zu Chen
Taiwán
“En este camino que hemos recorrido en nuestra trayectorias feministas, nos sen-
timos motivadas y felices de sumarnos a la construcción permanente del feminismo
en la historia de las mujeres de América Latina y el Caribe” Pronunciamiento de
Mujeres Jóvenes al X. Encuentro Feminista.1
Introducción
La construcción de América Latina como una región socio-política, económica
y cultural unitaria fue y sigue siendo uno de los grandes proyectos de la región.
La consolidación de los países latinoamericanos, guiada por el ideario bolivariano
impulsó a más de sesenta intentos de integración regionales y subregionales frente
a los cambios políticos internacionales (Emmes, Mols 1993: 47). A diferencia de
los intentos de la integración regional en las décadas de los 70s, los procesos de la
regionalización actuales se caracterizan por la participación de la sociedad civil en
busca de un modelo alternativo de integración social. Por el otro lado el concepto
de itegración se modifica desde un modelo de desarrollo cerrado entre los países de
América Latina buscando un camino de desencadenar sus relaciones de dependencia
con los países industrializados hacia una conexión de América Latina con el mer-
cado globalizado (Hurrell 1995). El nuevo regionalismo está enmarcado por la par-
ticipación social y la intervención del sector económico. Además se modifica desde
un modelo político técnico de integración hacia en este proceso de regionalización
multidimensional (Gutiérrez, Wolf 1993). La participación de la sociedad civil en
esta nueva etapa de regionalización juega un rol central.
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En busca de espacios transnacionales de acción: El ejemplo de movimientos
feministas en América Latina
cularidades locales de las situaciones de las mujeres, suelen ser dejado de lado las
diversidades existentes entre las mujeres en diferentes lugares.
Más tarde aparecen los trabajos que tratan de abordar a los movimientos de femi-
nistas latinoamericanas de una forma más extensiva y a nivel transnacional, con
métodos diferentes. Por ejemplo, Virginia Vargas escribe sobre sus observaciones y
reflexiones como activista del movimiento feminista latinoamericano (Vargas 1998),
Teresa Valdés recolecta las acciones de las mujeres en distintos países del subconti-
nente (Valdés 2000) y Norma Mogrovejo estudia y reconstruye los sucesos del movi-
miento lésbico en Latinoamérica con el método de historia oral (Mogrovejo 2000)
Los contactos transnacionales entre las feministas existían de hecho desde tiempo
remoto. Las acciones de solidaridad entre las mujeres de distintos países de esta
región data ya en el movimiento sufragista. Este movimiento comenzado por los
países del norte e impulsado por el Comité Interamericano de Mujeres, logró el
Acuerdo de Lima en 1938 que sustenta el derecho de la mujer al igual trato tanto en
el orden político como en el civil. En 1944 las mujeres de Colombia recibieron cartas
públicas escritas por grupos feministas de Venezuela y de Ecuador para apoyar su
lucha por el derecho al voto (Villarreal 1994).
Pero a partir de los 80 cobran los movimientos de mujeres una nueva cualidad.
Además de las actividades de solidaridad en caso de problemas locales y los con-
tactos personales entre feministas de diferentes países, las mujeres latinoamericanas
lograron entablar un espacio transnacional de movilización en donde se genera dis-
cursos comunes y acciones colectivas, muchas veces incluso actividades pluri-locales
al mismo tiempo para lograr la equidad de género en toda la región.
El nacimiento de estos movimientos transnacionales está relacionado estrechamente
con el incremento de contactos intercontinentales, especialmente en los eventos de con-
ferencias internacionales que organizó las Naciones Unidas. Como escribía Virginia
Vargas: ”No es casual que la propuesta de organizar los encuentros feministas en el
continente se concretara justamente en Copenhague, en 1980 [...]. Ahí por primera vez
nos descubrimos, como grupo latinoamericano, las peruanas, chilenas, colombianas,
dominicanas, puertorriqueñas, mexicanas, brasileñas, venezolanas, exiliadas latinoa-
mericanas en Europa, chicanas, etc. ” (Vargas 1994:nota de pie 4). En esta reunión
internacional, las feministas de los países latinoamericanos tuvieron la posibilidad de
conocerse e indagar sobre sus rasgos comunes. A partir de esta reunión surgió la idea de
un encuentro intra-regional.
Con la realización del primer encuentro feminista de Latinoamérica y del Caribe
en Bogotá, Colombia en 19813, que luego se realizó cada dos años y más tarde
cada tres años y la creación de la revista “Fempress” en 1980, una publicación con
noticias de mujeres de distintos países del subcontinente que constituyen un foro de
intercambio para los grupos y organizaciones feministas de la región, se iniciaron
los nuevos movimientos transnacionales de mujeres latinoamericanas. Estos movi-
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En busca de espacios transnacionales de acción: El ejemplo de movimientos
feministas en América Latina
sino ser feminista latinoamericana. Esto no sólo fue un proceso importante para la
formación de una identidad colectiva, sino que se debía al contexto histórico antiim-
perialista que vivía esta región durante los 70 y al principio de los 80. A la crítica de la
izquierda y de la sociedad sobre el feminismo como producto de los países centrales,
privilegios de las mujeres de clase media, encontrar un feminismo “latinoamericano”
fue un paso esencial. Pero al mismo tiempo las feministas reconocieron las influencias
europea y norteamericana.
Así la feminista dominicana Magali Pineda expresó en una entrevista: “el movi-
miento comienza a dar sus primeras voces en países que tenían condiciones muy
parecidas a los países centrales; es decir, eran los más desarrollados en América
Latina y, por lo tanto había cierto elementos de similitud…Pero que se asumieran
partes importantes del discurso no implica que no se tuviera una elaboración
propia.”(Isis 1986: 83).
Con la realización de los encuentros feministas comenzaron a esbozar las condi-
ciones que presenta la región, elementos que dan un toque distintivo al feminismo
latinoamericano. La iniciadora de la primera revista feminista latinoamericana
“Fempress” Adriana Santa Cruz dijo: “seremos capaces de ver los portes de que hay
en otros lados, al mismo tiempo que reconocemos la existencia de una problemática
específica como continente: el hambre, la miseria, el desempleo y salir ata que de
estas cuestiones con un énfasis propio y desde una fisión también propia que nos da
el feminismo. Son sin duda cosas que marcan el carácter de nuestra lucha. Así como
las dictaduras y los procesos de recuperación democrática.” (Isis 1986: 93).
Pero mientras que los movimientos feministas latinoamericanas crecen y amplían,
el imaginario latinoamericano de las feministas basado en la búsqueda de las carac-
terísticas regionales comunes fue difícil de sostenerse. Con el creciente número de
participantes a los encuentros y también la acumulación de experiencias y conoci-
mientos, a través de intercambios, las feministas comenzaron a cuestionar sobre esta
perspectiva homogénea sobre América Latina.
Varios ejes entrecruzan y entretejen en la búsqueda de una identidad colectiva y
el reconocimiento de la diversidad de las feministas latinoamericanas: las diferencias
entre las distintas situaciones socio-económicas vividas por mujeres, las orientaciones
sexuales, las pertenencias étnicas y también las generaciones originan intereses y
demandas diferentes entre las feministas. Esta diversidad de las participantes impulsó
la pluralización de espacios transnacionales. Desde el IV Encuentro se originó la orga-
nización de un encuentro propio para las mujeres lesbianas4. 1992 se realizó un primer
encuentro de mujeres afrolatinoamericanas y afrocaribeñas en la República Domini-
cana5 que luego se formó su red regional propia. Además de estas categorías de iden-
tidad sexual y étnica, aparecieron luego encuentros de trabajadoras rurales, de teólogas
feministas, de trabajadoras del hogar.
Reflexionar sobre los prejuicios excluyentes y reconocer las diversidades no fue
un proceso armónico, sino de aprendizaje largo entrelazados por conflictos dentro
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Fuente: Valdés 2000, Tertudia 44-/2002, Radio Internacional Feminista octubre 2005
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feministas en América Latina
Conclusión preliminar
El contexto internacional, especialmente los procesos de la Década de la Mujer
de las Naciones Unidas han impulsado por su parte la organización de las mujeres
latinoamericanas como un grupo particular dentro de los movimientos internacio-
nales de mujeres, a partir del mediado de los 80. A parte de los cambios en el con-
texto internacional surgen también intereses de las mujeres de articularse con las
feministas de otros países de la región. Las conferencias internacionales durante la
década de los 90 y los Encuentros Feminista Latinoamericano y del Caribe confor-
maron los dos primeros espacios transnacionales de movilización para los movi-
mientos feministas de la Región.
Mientras que los discursos, símbolos e identidades feministas latinoamericanas se
diversifican en estos espacios, las acciones transnacionales se concretizan hacia las ins-
tituciones regionales. Este desarrollo de las actividades hacia las instituciones políticas
regionales contribuye al proceso de regionalización desde la sociedad civil. En primer
lugar construyen una orientación colectiva hacia la región desde la búsqueda de esen-
cialidades del feminismo latinoamericano hacia el reconocimiento de la diversidad.
Las orientaciones comunes hacia las instituciones regionales mediante las acciones
transnacionales coordinadas de advocacy sustenta al imaginario latinoamericano de
las feministas. En segundo lugar las actividades feministas hacia las organizaciones del
sistema inter-americano refuerza la legitimidad de estas instituciones políticas como
un nuevo marco de referencia política para las actividades ciudadanas.
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Yin-Zu Chen
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Notas
1 Fempress 73/1987:13
2 Fempress 126/1992:15
3 Existe un grupo feminista del mismo nombre, fundado en 1996 en Lima-Perú.
4 Manifiesto Nuestro Cuerpo, Nuestra Vida
5 www.convencion.org.uy
6 La segunda versión revisada de este Manifiesto apareció en 2006, después de algunos
debates.
7 CLADEM Documento de posición de CLADEM en la Conferencia de los cancillere
de la región con la sociedad civil, 2.11.2005, http://www.cladem.org/espanol/regio-
nales/DDSSDDRR/Documentos/ConfcncilleresCumbreamericas05.asp
8 CLADEM Equidad de género en la Región y en la OEA. Una Demanda Imposter-
gable. 220-11-23, http://www.cladem.org/espanol/novedades/pronunviacaldemoea.
asp
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El área de libre comercio de las américas (ALCA):
¿ángel o demonio? sus efectos sobre las mujeres de la región
Adícea Castillo
Venezuela
Introducción
George Bush (padre) quien presidía en 1991 el Gobierno de Estados Unidos, con-
voca la llamada Iniciativa para las Américas (IPA). Esta Iniciativa concedía bene-
ficios a los países latinoamericanos en materia de reducción de la deuda externa, la
inversión y el comercio. Las propuestas de Bush señalaban tres instrumentos claves
y una serie de condiciones de obligatorio cumplimiento por parte de los países de la
región: “Los instrumentos son: 1º) conformación de una zona de libre comercio, que
abarcaría toda la región; 2º) promoción de las inversiones de capital; 3º) tratamiento
conjunto del problema de la deuda externa. Las condiciones: 1º) la responsabilidad
del desarrollo recae en cada país, 2º) orientación de las reformas económicas hacia
el libre juego del mercado; 3º) clima favorable a la inversión, incluyendo medidas
dirigidas a ‘inspirar confianza entre los inversionistas y banqueros, tanto en el inte-
rior de la región como en el exterior; 4º) aceptación de las políticas de ajuste y
reestructuración interna, propuestas (más bien impuestas), por el FMI y el BM.”
(Córdova: 1999: 77)
A partir de allí se dan pasos para elaborar, en la 1ª Cumbre de Presidentes, realizada
en Miami en 1994, ya en el período del Presidente Clinton, un Plan de Acción basado
en el libre comercio y en la integración económica de la Región, como elementos
claves del crecimiento económico de todas las Américas. Las áreas del Plan de Acción
fueron: pobreza, ambiente, libre comercio y democracia.
En 1998 se inician, en la II Cumbre de los Jefes de Estado de las Américas que
se realizó en Santiago de Chile, las negociaciones para establecer una zona de libre
comercio e inversión a nivel continental desde el año 2005. Es la llamada Área de
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¿ángel o demonio? sus efectos sobre las mujeres de la región
El ALCA sería un proceso inscrito en ese proceso mayor signado por la globali-
zación y la mundialización del capital, desde América toda. Un proceso que persigue
integrar todo el continente. Para Altvater y Mahnkopf, “Integración” es la palabra clave:
se trata de la integración del desarrollo (de productos y servicios), de la producción de
estos productos y de su consumo “en espacios de consumo”. Se están integrando tam-
bién campos de actividades que alguna vez estuvieron separados.” (Ibíd.: 243)
Es bueno tener en cuenta lo señalado por Aldo Ferrer (2001), destacado econo-
mista argentino: “las buenas respuestas a la globalización en términos, por ejemplo,
de transformar la estructura productiva y el perfil exportador, para participar en las
corrientes más dinámicas del comercio internacional, no se producen por el juego
espontáneo del mercado “(Ibíd.: 121) Después de analizar las experiencias de desa-
rrollo industrial tardío en el siglo XIX, EEUU, Alemania, Japón; y. los casos del
Asia en la mitad del siglo XX, señala que en todos ellos las políticas públicas y el
Estado jugaron un papel determinante. Además destaca que resultaron exitosos en
esos procesos, “aquellos que han tenido la capacidad de vincularse estrechamente al
sistema global manteniendo el comando de su propio destino y la capacidad de orga-
nizar sus propios recursos. No hay excepción a ese criterio general. No hay ningún
país que haya sido exitoso aislándose del sistema internacional, ni ninguno que haya
sido o sea exitoso abriéndose incondicionalmente al libre juego de la fuerza del mer-
cado y a las tendencias que existen en el orden mundial.” (ibidem: 121)
Según Ferrer, las no buenas respuestas a la globalización, están detrás de los
resultados económicos-sociales dramáticos que vive América Latina en la actua-
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Plantea los potenciales riesgos y ventajas del ALCA para América Latina y el
Caribe así:
Riesgos
• Reducir el alcance del ALCA, subordinando estructuralmente a la región,
sólo a la exportación de productos ornamentales, bienes sin mayor valor
agregado, y productos de manufactura liviana y maquila.
• Disminución del poder negociador de los países de la región si no se coor-
dinan para lograr sus aspiraciones.
• Debilitamiento de vínculos ya creados con otras regiones (Europa, Japón,
etc).
• Interrupción y/o colapso de los esfuerzos de integración en curso.
Ventajas
• Estados Unidos y Canadá abrirían sus mercados a productos competitivos
de la región, aprovechando ventajas competitivas de los países. Necesidad
de incluir los productos agrícolas, textiles y manufactureros que sufren
barreras arancelarias en el Norte.
• Si el ALCA no se convierte en un freno para políticas de desarrollo eco-
nómico y especialmente de la innovación tecnológica en los países lati-
noamericanos, la región rompería con la única “competitividad” que ha
presentado hasta ahora: mano de obra barata, poco respeto a la normativa
ambiental y al uso sostenible de la naturaleza.
• Si el ALCA no entorpece los esfuerzos para ampliar mercados internos de
los países y desarrollo científico y tecnológico de la región, mecanismos
para mejorar calidad de vida de la población.
• Si los procesos integradores en la región no se detienen. (Ibidem: 12-14)
Según Boye, sólo el consenso de los países de la región para negociar todo lo esen-
cial, la permanente coordinación entre ellos, hablar la mayor parte del tiempo con
una sola voz, garantizar la transparencia en la negociación y en el debate, permitirán
garantizar un ALCA satisfactorio para América Latina y el Caribe.
En el caso de la integración andina y el ALCA, Julio Cesar Gil (2001), afirma
que desde la Reunión Ministerial de San José, “los países andinos han enfrentado
las negociaciones del ALCA con vocería única. Es, sin embargo, desde la Reunión
Ministerial de Buenos Aires cuando el diálogo entró en la fase sustantiva de la nego-
ciación, la cual impone una mayor coordinación entre los países tanto a nivel de cada
grupo de negociación como entre los diferentes grupos. Entre las materias tratadas
en los Grupos de Negociación destaca, por su importancia para la CAN, el de Acceso
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Termina, después de analizar datos sobre las diferencias que existen entre los
países del hemisferio en cuanto a tamaño, niveles de desarrollo y los efectos que ello
tiene, proponiendo patrones alternativos a la “integración de América Latina y el
Caribe que estén orientados específicamente a elevar los niveles de desarrollo y las
capacidades competitivas de las economías más pequeñas y menos desarrolladas, al
mismo tiempo que se aborda la agenda social” (2001: 96)
Propone la integración de un modelo de seis bloques de países, en el cual “cada
bloque consolidaría su integración interna mediante el establecimiento de un mer-
cado común de mercancías, servicios y capital, e instaurando un programa social con
patrones sociales mínimos y quizá mecanismos de compensación. El objetivo que se
persigue es fortalecer la competitividad interna y una posición negociadora del bloque
como una condición previa a la participación en un esquema más amplio de integra-
ción hemisférica sobre la base de una mayor igualdad.
Jesús Puente Leyva (2001), ex embajador de México en Venezuela, corrobora
esta posición cuando afirma que “los países de la región no estaban, y algunos –tal
vez la mayoría no están preparados todavía para incorporarse a un mercado hemis-
férico de exigente competencia…En estas circunstancias, la idea de apresurar las
negociaciones para la integración hemisférica, que ofreciera recientemente el Presi-
dente de los Estados Unidos como expresión de renovado interés en América Latina,
es irrelevante e ingenua, considerando que muchos países de la región no podrían
enfrentar los desafíos exigentes de una competencia hemisférica abierta en el año
2003, ni en el 2005. De manera realista –preparándose afanosamente-, requerirían
una década para llevar a cabo la reconversión industrial, y alcanzar los niveles de
productividad para competir en el ámbito continental (2001: 106-107)
En la “Declaración de Margarita: la consolidación del Gran Caribe”, firmada por
los Jefes de Estado y/o Gobierno de los Estados, Países y Territorios de la Asociación
de Estados del Caribe (AEC), los días 11 y 12 de diciembre del 2001, en su punto 13:
(2001: 197)
Confirmamos nuestro compromiso con un sistema internacional de comercio
basado en reglas que propicien el trato especial y diferenciado a favor de
los países en desarrollo, en particular dentro de la Organización Mundial de
Comercio (OMC) y el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Por
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excluir una relación de productos agrícolas de las negociaciones; mantener los sub-
sidios a la agricultura; y considerar la política cambiaria de los países exportadores
perjudicial a la economía de los Estados Unidos.
Según Frai Beto, Decir No! Al ALCA es impedir que los países del continente
pierdan lo poco que les resta de soberanía. Somos actualmente 224 millones de habi-
tantes, de los cuales 90 millones viven bajo la línea de la miseria, o sea con una renta
mensual equivalente a menos de US$ 30 dólares. Al transformar a América Latina
y el Caribe en una mera hacienda de los Estados Unidos, todos nuestros países que-
darán aún más sujetos a la injerencias de la Casa Blanca, reforzando la dependencia.
(Fuente: Servicio Informativo “Alai-amlatina”)
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una sola perspectiva
Adriana Delgado Castillo
Venezuela
Consideraciones iniciales
La posibilidad de abordar simultáneamente, contenidos que particularmente en
el ámbito laboral son siempre vastos y vigentes, como lo son Género, Salud y Tra-
bajo, brinda la oportunidad de enlazar tres hilos conductores, con el propósito de
entretejer una red que ofrezca una visión, que no aspira ser ni total ni definitiva, pero
si enriquecedora, de manera que nos ubique desde una perspectiva más amplia, en
aspectos interrelacionados entre sí, que influyen en la calidad de vida de las mujeres
trabajadoras.
Según datos de la OIT, (1) la fuerza de trabajo mundial, está constituida por
2.800.000.000 personas, de la cuales un cuarenta por ciento, son mujeres, es decir
1.120.000.000 mujeres, concentradas fundamentalmente en la industria textil, ali-
mentación, salud, educación, confección, agricultura, metalúrgica y producción de
calzados.
Una revisión a la historia del trabajo nos muestra cómo las sociedades han cons-
truido una barrera creando una marcada diferenciación entre el trabajo productivo
y el trabajo reproductivo, asignado roles específicos a hombres y mujeres, así como
distinto valor a sus quehaceres. A los hombres se les caracteriza por ser considerados
como los hacedores del trabajo productivo, entendido éste como el quehacer que
transforma el mundo y al cual se le asigna una remuneración económica, un valor
que se traduce no solo en dinero sino también en bienes, poder, toma de decisiones,
libertad de movimientos, de expresión; se les ubica en el mundo público: la empresa,
la fábrica, la política, las calles.
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La Salud:
De acuerdo a la definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (en
adelante OMS) ésta es un:
“Estado completo de bienestar físico, mental, y social y no solamente la
ausencia de afecciones o de enfermedades” dirigiendo su atención no solo a
los aspectos médicos sino también “a la justicia de las bases sobre las cuales la
sociedad funciona con particular referencia al acceso y al control que ejercen dife-
rentemente los sexos sobre los recursos a la salud”. (http://www.who.int/es/. Con-
sultado 22/04/2007) (10)
Señala Díaz y Medel (2001:76) (11) que en el estudio de las condiciones de
salud de una población con un enfoque de género, se comprueba que la mujer, a
cualquier edad, tiende a experimentar menores tasas de mortalidad que el hombre,
pero está sujeta a una mayor morbilidad que el varón, que se expresa en una inci-
dencia más alta de trastornos agudos, en una mayor prevalencia de enfermedades
crónicas no mortales y en niveles más elevados de discapacidad. La conjunción para
las mujeres, de un mayor número de afecciones no mortales y uno no menor de
afecciones morales, significa un total más grande de años de vida, y también de más
años de enfermedad y de disfunción. Así mismo se afirma que:
“Las desigualdades en Salud con enfoque de Género han despertado el
interés de la investigación social La OMS define la desigualdad en fun-
ción de las diferencias en materia de salud que son innecesarias, evitables e
injustas. El proceso de construcción de la realidad en base al género, se fun-
damenta en dos procesos fundamentales: la institucionalización y la sociali-
zación. . Las desigualdades de salud por género son producidas socialmente,
aunque también son fruto de diferencias biológicas entre los sexos. Los pro-
cesos históricos, sociales y culturales aparecen como herramientas útiles
para explicar cómo han ido formándose las diferencias y desigualdades de
género.” (http://www.who.int/es/ Consultado 22/04/2007) (12)
El Trabajo
El tercer elemento de la tríada Género-Salud-Trabajo, lo constituye la definición
de trabajo, entendido generalmente como toda actividad orientada a conseguir un
fin, o como el esfuerzo físico o mental que se necesita para transformar las materias
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Indica el citado informe que los índices generales de trastornos psiquiátricos son
casi idénticos entre hombres y mujeres, pero en las características de las enferme-
dades mentales aparecen diferencias de género que llaman la atención. Vale decir
“el género determina de manera fundamental la salud mental y las enfermedades
mentales”.
De acuerdo con esto, se ha prestado más atención a la morbilidad asociada con las
enfermedades mentales, “que a los determinantes específicos de cada género y a los
mecanismos que promueven y protegen la salud mental y fomentan la resistencia al
estrés y a la adversidad.” (www.eurofound.eu.int/publications/files/EF9759ES Con-
sultado 12/05/2007) (20).En tal sentido, se afirma que:
“El género determina el poder diferencial y el control que los hombres y las
mujeres tienen sobre los determinantes socioeconómicos de sus vidas y salud
mental, su posición y condición social, el modo en que son tratados dentro
de la sociedad y su susceptibilidad y exposición a riesgos específicos para
la salud mental. Las diferencias de género aparecen en particular en las esta-
dísticas de trastornos mentales comunes (depresión, ansiedad y quejas somá-
ticas). Estos trastornos, que predominan en las mujeres, afectan aproxima-
damente a una de cada tres personas en la comunidad y constituyen un serio
problema para la salud pública”.
La depresión no sólo constituye el problema de salud mental más común en las
mujeres sino que además puede ser más persistente en las mujeres que en los hom-
bres por lo que se sugiere en el informe de la OMS, la necesidad de realizar más
investigaciones al respecto. Puesto que al reducir el excesivo número de mujeres
que sufren depresión, se estaría contribuyendo de manera significativa a disminuir la
carga mundial de discapacidad causada por trastornos psicológicos y sus respectivas
secuelas. En otro orden de ideas, se destaca el hecho de que no existen diferencias
de género destacables en relación a los casos de trastornos mentales severos como
la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que afectan a menos del 2% de la población.
Se han señalado diferencias de género en cuanto a la edad en que aparecen los sín-
tomas, la frecuencia de los síntomas psicóticos, el desarrollo de estos trastornos, el
ajuste social y las consecuencias a largo plazo. La discapacidad relacionada con las
enfermedades mentales afecta en mayor grado a aquellos que sufren tres o más tras-
tornos asociados. De nuevo, las mujeres predominan en las estadísticas, de acuerdo a
los datos obtenidos en el citado informe.
Así mismo, es pertinente destacar que de acuerdo al informe en cuestión, se
aprecia la existencia de una serie de prejuicios por razón de género, que influyen a
la hora de determinar tratamiento de trastornos psicológicos, vale decir, los médicos
tienen mayor tendencia a diagnosticar depresión a las mujeres que a los hombres,
aunque muestren resultados similares a la hora de medir la depresión o presenten
síntomas idénticos.
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Género, salud y trabajo. Varias miradas, una sola perspectiva
“Los estereotipos de género que indican que las mujeres tienen propensión
a los problemas emocionales y los hombres a los problemas con el alcohol
parecen reforzar el estigma social y suponen un obstáculo a la hora de soli-
citar ayuda utilizando las vías normales. Constituyen una barrera para la
identificación adecuada y el tratamiento de los trastornos psicológicos. A
pesar de estas diferencias, la mayoría de hombres y mujeres que sufren
dolor emocional y /o un trastorno psicológico no son ni identificados ni
tratados por sus médicos.”(www.eurofound.eu.int/publications/Consultado
12/05/07).(21)
El informe concluye señalando que la depresión, la ansiedad, los síntomas somá-
ticos y las altas tasas de morbilidad, están significativamente asociados con factores
de riesgo que están interrelacionados con “la presión ejercida por las múltiples fun-
ciones que deben desempeñar, la discriminación de género y los factores asociados
con la pobreza, la malnutrición el exceso de trabajo”.
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Se reconoce que los trastornos músculo-esqueléticos son uno de los más fre-
cuentes daños derivados del trabajo, siendo las lesiones que generan más pérdidas
económicas y provocan mayor ausentismo en las empresas. Señalando que aunque
estas patologías no producen efectos tan “espectaculares” como otros tipos de riesgo,
sí afectan drásticamente a la calidad de vida del trabajador, dentro y fuera del trabajo.
Los Trastornos Músculo Esqueléticos afectan tanto a hombres como a mujeres, pero
la investigación realizada por Centro Nacional de Condiciones de Trabajo indica que
las mujeres presentan el problema más frecuentemente y de forma distinta.
La Comisión Europea trata de explicar por qué hombres y mujeres presentan dife-
rencias en los efectos músculo-esqueléticos para ello se concentraron en discriminar
“qué tareas desarrollan unos y otras, durante cuánto tiempo, en qué condiciones de tra-
bajo, cómo interactúan las diferencias individuales con esas exigencias y condiciones
laborales, y también si pueden estar influyendo las exposiciones de origen extrala-
boral”. (Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo 2006:63). (28)
3. La tercera perspectiva que nos ocupa es la referida en la Guía para la mejora
de las condiciones de salud y trabajo de las mujeres, editada en el año 2004 por la
Secretaría confederal de la Mujer y la Secretaría confederal de Medio Ambiente y
Salud Laboral en Madrid, España.(29) En ella se destaca, en concordancia con los
dos documentos anteriormente presentados, la Nueva Estrategia Comunitaria de
Salud y Seguridad 2002-2006 y Género y salud mental de las mujeres según la
OMS, (30)el hecho de que a pesar que en la sociedad han avanzado los derechos de
las mujeres, todavía persiste de manera muy marcada una diferenciación de roles
de género “de las mujeres se espera que sean cuidadoras, de los hombres que sean
productivos y una situación de preponderancia y poder social para los hombres”
(Género y Salud Mental de las mujeres, 2006:12). Así mismo cabe señalar que las
mujeres se han incorporado al mercado de trabajo sin cambios sustanciales en cómo
y quién realiza el trabajo doméstico; esta realidad social también determina las con-
diciones del trabajo asalariado y de salud y provoca la aparición de riesgos que
las afectan principalmente. El citado informe con relación condiciones de trabajo
y salud identifican tres riesgos específicos de género: El acoso sexual, la doble pre-
sencia y otras situaciones de discriminación.
a. El acoso sexual es definido como
“la situación en que se produce cualquier comportamiento verbal, no verbal
o físico no deseado de índole sexual con el propósito o el efecto de atentar
contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno
intimatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo”. (Género y Salud
Mental de las mujeres, 2006:15). (31)
Fundamentalmente el acoso sexual es sufrido por las mujeres, identificándose en
la Guía para la mejora de las condiciones de salud y trabajo de las mujeres, dos tipos
de acoso sexual: el chantaje sexual y el acoso ambiental.
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3. Adicionalmente, no puede pasarse por alto que la precariedad afecta más a las
mujeres que a los hombres y en condiciones precarias la defensa de la salud se hace
más difícil. Las mujeres representan un porcentaje importante del trabajo informal
lo cual las deja totalmente desprotegidas frente a los riesgos.
4. La diversidad de género va más allá de la división sexual del trabajo. La incor-
poración de las mujeres al trabajo asalariado se ha acompañado por un escaso cambio
del papel de hombres y mujeres en el trabajo doméstico, un trabajo imprescindible para
el desarrollo de la sociedad. Esta realidad social ha provocado que la doble presencia
(necesidad de hacer compatible los requerimientos del ámbito doméstico y del trabajo
asalariado) se convierta para miles de mujeres en una realidad que atraviesa sus vidas
cotidianas. Esta realidad genera estrés e incide invariablemente sobre la salud.
5. Otra de las reflexiones del trabajo de la mujer que no fue destacado por los
documentos revisados pero que es necesario destacar, tiene que ver con la imagen de
la mujer. En muchos trabajos se exige belleza y apariencia “femenina”, aún cuando
ello suponga una incomodidad a la hora de realizar el trabajo, requiera dedicarle
un tiempo previo no retribuido y suponga un gasto, ya que del sueldo que percibe
debe emplear una parte en vestir a la moda y gastos de peluquería, para proyectar la
imagen deseada que garantice su permanencia en el empleo. La delgadez es también
una característica física que se exige en determinados puestos de trabajo: vendedoras
de tiendas de moda, vendedoras de grandes almacenes en determinadas secciones, sin
dejar de contar con el problema de la edad. Paradójicamente se exige personal joven,
de buena presencia y además experiencia. Estas exigencias en cuanto al aspecto
físico de la mujer están teniendo graves consecuencias para la salud, como la apa-
rición de trastornos en la alimentación (anorexia y bulimia). Así mismo se añaden
determinadas exigencias de comportamiento por el hecho de ser mujeres, como es
una actitud de complacencia, estar siempre disponibles, mostrarnos agradables y en
puestos de atención al público, se añade el mostrarse sonrientes.
6. La difícil conciliación de la vida laboral y familiar, se mantiene aún como
responsabilidad predominantemente femenina de la que deriva la denominada doble
jornada laboral de las mujeres con proliferación de las enfermedades psíquicas
estrés, depresión, ansiedad, ya mencionados.
Recomendaciones
1. Los estudios relacionados con género, salud y trabajo, deben tratarse desde
un ángulo multidisciplinar (antropología, sociología, psicología, ergonomía,
medicina, toxicología).
303
Género, salud y trabajo. Varias miradas, una sola perspectiva
Referencias bibliográficas
(1) Organización Internacional del Trabajo. Salud y Trabajo, Guía para la acción sindical.
Montevideo, 2006.
(2) INPSASEL. Estadísticas INPSASEL. Dirección de Epidemiología e Investigación del
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(6) Boscán, A. El feminismo, como movimiento de liberación de mujeres y varones. Edi-
ciones del Vicerrectorado Académico Universidad del Zulia. Maracaibo, 2007.Pp. 36
(7) __________ El feminismo, como movimiento de liberación de mujeres y varones. Edi-
ciones del Vicerrectorado Académico Universidad del Zulia. Maracaibo, 2007. Pp.37
304
Adriana Delgado Castillo
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Género, salud y trabajo. Varias miradas, una sola perspectiva
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La mujer y el mar: su reto laboral en la
Costa Oriental venezolana
Belkis Rojas
Venezuela
Introducción
Las mujeres por tradición histórica, social y cultural, han sido amas de casa, hijas,
esposas, madres y trabajadoras, demostrando un espíritu de lucha y constancia al
ejercer sus distintos roles. En consecuencia, es difícil pero no imposible encontrar
mujeres laborando en puestos de trabajo no tradicionales o atípicos, en los cuales
anteriormente no se creía que podían realizarlo y/o tener acceso a una labor carac-
terizada y acaparada fundamentalmente por hombres, como lo es por ejemplo, el
sector pesquero; hoy es un hecho relevante, la incorporación de la mujer a la pobla-
ción económicamente activa, queda en el pasado el tradicional enfoque, que colo-
caba a la mujer en la ejecución de trabajos conservadores en el hogar y la atención
de los miembros de la familia. La mujer con su tenacidad ha logrado ir calando
desde hace ya más de un siglo, ámbitos donde no se le permitía tener espacio; si
embargo, con los cambios que exige la realidad actual, la presencia de la mujer ha
sido determinante para mejorar y contribuir al desarrollo económico de Venezuela;
de ahí la importancia del trabajo que realizan estas trabajadoras, constituyéndose en
un elemento emblemático en la producción pesquera y como agentes cruciales para
el sustento familiar.
En esta actividad productiva se entretejen fundamentalmente tres aspectos: tra-
bajo, mujer y ambiente.
Y se toma como referencia la pesca artesanal, por ser en su clasificación y fines,
la actividad productiva que cumplen un importante número de mujeres, sobre todo
en la región nororiental de Venezuela.
307
La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
Reflexión Teórica
El trabajo es en hecho social y es inherente al ser humano, y como tal se destacan
aspectos significativos, en toda actividad se produce un despliegue de energía física
y mental; contempla un proceso de transformación de la naturaleza para obtener
bienes necesarios para la vida económica y social, estos bienes de uso pueden ser
materiales y de servicios; al trasformar a la naturaleza, el ser humano se transforma
a sí mismo produciéndose un efecto beneficioso o dañino dependiendo de las condi-
ciones en que se realice este trabajo, en consecuencia el trabajo produce, un impacto
individual.
Otro aspecto inherente a la humanización del trabajo es su carácter social y
colectivo, lo señala (Betancourt, 1995:25). “trabajando juntos, los seres humanos
hacen conciencia de su humanidad y se potencia su capacidad transformadora…¨
“el trabajo es una actividad eminentemente social. El trabajo individual es solo un
componente del trabajo social, que se expresa en los productos del consumo social ¨,
y esta presencia humana, unida a las diferentes técnicas que se utilizan en el trabajo
de la pesca, en un escenario natural, ofrece una dimensión de equilibrio entre las tra-
bajadoras y la naturaleza, siendo uno de los elementos más interesantes y atractivos
que ofrece la pesca artesanal.
Son diferentes las causas y preferencia que pudiera tener la mujer, para dedicarse
a trabajar en el sector pesquero. A veces responde a circunstancia familiares, genera-
cionales, geográficas, económicas y particulares, el aumento de personas que parti-
cipan en estas actividades, tiene un impacto en la acción y presión ejercida sobre los
recursos naturales y en el caso especifico de la mujer, debe enfrentar adicionalmente
la diferencia, desigualdad y opresión de género; igualmente es importante resaltar
que la mujer que trabaja en la pesca, tiene también una opresión estructural, muy
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Belkis Rojas
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La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
Aproximación conceptual
Múltiples variables han sido conjugadas buscando aprehender, en algunos intentos
de definición, la naturaleza compleja de la pesca artesanal, pero han sido esfuerzos
infructuosos porque no reflejan cuáles son los elementos constitutivos, no muestran
cómo se desarrolla el proceso y no toman en cuenta la especificidad que distingue a la
pesca artesanal de cualquier otra modalidad de pesca.
Señala (Salaya, J., Osorio, L y Guédez 1990:87) la pesca artesanal es aquella que
requiere trabajo intensivo y se realiza por pescadores (as), cuyo nivel de ingreso,
mecanización, cantidad de producto, radio de pesca, influencia, posibilidad de mer-
cado, empleo, movilidad social y dependencia financiera, los mantiene subordinados
a las decisiones económicas y operaciones impuestas por parte de aquellos que com-
pran su producción.
La complejidad del sistema pesquero artesanal es un obstáculo para elaborar un
análisis definitivo de todo lo que implica, este tipo de pesca; en palabras de (Freon,
P., 1988:110), se evidencia la complejidad de las interacciones del sistema pesquero
artesanal, en cuanto a los aspectos ambientales, biológicos, de explotación, transfor-
mación y socioeconómicos.
Por esa dificultad intrínseca existe una clara tendencia en los estudios multidis-
ciplinarios sobre el tema y en los distintos puntos de vista de los interesados en las
pesquerías, particularmente biólogos y economistas, a eludir el planteamiento de
una definición. El mayor interés radica en referirse a la pesca artesanal y a su com-
pleja red de aspectos para analizarlos y proponer soluciones. Al respecto (Hno.Ginés
1987:77) explica que la pesca artesanal es la realizada por embarcaciones pequeñas
que se alejan relativamente poco de la costa y cuyo patrón es, simultáneamente el
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Belkis Rojas
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La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
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Belkis Rojas
el menor lapso posible para evitar que su producción se deteriore; estos procesos exige
el uso obligatorio del hielo, y su costo varía de acuerdo a la demanda, presentando en
algunos casos dificultad para obtenerlo.
Por tal razón, la presencia de la mujer es protagónica, debido a que la mayoría de
las trabajadoras que se dedican a la pesca de sardinas, cuentan con una familia nume-
rosa (de 2 a 5 hijos promedio) en edades que oscilan entre meses y 12 años, y ellas
para laborar en el oficio de la pesca deben dejar a los niños al cuidado de hogares
materno-infantiles; ¿entonces como solucionan este inconveniente? generalmente
quedan al cuidado de hermanos “mayores” o de algún familiar o vecina, se propone
buscarle una solución a través de sistemas cooperativos con el apoyo de fundaciones
u organismos gubernamentales, debido a que los municipios hoy en día afrontan
en su mayoría un déficit económico importante. En otro orden de ideas,(Jiménez,
1992:182) considera que las tareas de pesca no tienen ni días ni horarios fijos, se tra-
baja sábado y domingo, en la madrugada o en la noche cuando se tenga que trabajar,
tanto para los hombres como para las mujeres, pero con la diferencia, que son las
mujeres las que se levantan a cocinarle a los hombres, aun cuando ellas han estado
salando y trabajando todo el día … un alto porcentaje de hogares no tienen agua
potable, tampoco cuentan con cloacas y existen un bajo índice de aparatos electrodo-
mésticos … en algunos hogares se cocina a leña, y con escasos recursos.
Existe una serie de factores que se hacen presentes, como limitantes en la par-
ticipación de la mujer en la actividad pesquera como ser tabúes sociales y mitos “la
mujer trae mala suerte” o el hecho de que la mujer “posee menor fortaleza física que
el hombre”, en consecuencia la mujer recibe menor remuneración que el hombre por
la realización del mismo tipo de trabajo, así como también se le presenta dificultades
para obtener créditos de instituciones financieras. Por otra parte los servicios de
capacitación y extensión frecuentemente se concentran en las necesidades e inte-
reses del hombre. Es así como a menudo llevan a cabo la mayor parte de las tareas
en la clasificación de los peces, fileteo, limpieza, procesamiento y posterior venta
del producto.
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La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
314
Belkis Rojas
nocen y no cumplen las exigencias, tanto deberes como los derechos de esta ley, tam-
poco cuentan con un comité de seguridad y salud laboral, a pesar que esta actividad
productiva tiene complejidad por sus características propias, además de los distintos
tipos de riesgo ocupacional, que ocasionan daños a la salud de estas trabajadoras.
Por otro lado La Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente
de Trabajo (LOPCYMAT), en el título V, Art. (59) de la Higiene, la Seguridad y la
Ergonomía, establece que el trabajo se deberá desarrollar en un ambiente y condi-
ciones adecuadas, contemplando lo siguiente:
a) Asegure a los trabajadores y trabajadoras el más alto grado posible de
salud física y mental, así como la protección adecuada a los niños, niñas
y adolescentes y a las personas con discapacidad o con necesidades espe-
ciales.
b) Adapte los aspectos organizativos y funcionales, y los métodos, sistemas
o procedimientos utilizados en la ejecución de las tareas, así como las
maquinarias, equipos, herramientas y útiles de trabajo, a las características
de los trabajadores y trabajadoras, y cumpla con los requisitos establecidos
en las normas de salud, higiene, seguridad y ergonomía.
c) Preste protección a la salud y a la vida de los trabajadores y trabajadoras
contra todas las condiciones peligrosas en el trabajo.
d) Facilite la disponibilidad de tiempo y las comodidades necesarias para la
recreación, utilización del tiempo libre, descanso, turismo social, consumo
de alimentos, actividades culturales, deportivas; así como para la capacita-
ción técnica y profesional.
e) Impida cualquier tipo de discriminación.
f) Garantice el auxilio inmediato al trabajador o la trabajadora lesionada o
enfermo.
g) Garantice todos los elementos del saneamiento básico en los puestos de
trabajo, en las empresas, establecimientos, explotaciones o faenas, y en las
áreas adyacentes a los mismos.
Para la mayoría de estas mujeres, casi todos estos aspectos se encuentran ausentes,
debido a la inexistencia de un ente oficial, que regule este tipo de actividad.
Expresa (Delgado de Smith y González, 2006:267), las condiciones de trabajo
de la mujer debe ser una cuestión de derechos humanos, justicia social y desarrollo
económico y social. Es una cuestión de derechos humanos porque, mientras exista
la discriminación por motivo de sexo (así como de raza, etnia, nacionalidad, edad,
estado civil y opción religiosa.) no puede haber respeto efectivo a los derechos
humanos ni una verdadera democracia.
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La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
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Belkis Rojas
Reflexiones finales
Después de lo señalado, con respecto a la temática de la mujer trabajadora, en
el sector pesquero, es evidente que estamos en un escenario bastante complejo, por
la forma y ámbito de aplicación de quienes están inmersos en este tipo de actividad
laboral.
Las Ciencias Sociales desempeñan un papel protagónico en el manejo de los
recursos naturales, como se ha mencionado anteriormente la producción, explota-
ción y comercialización en el sector pesquero, exige la participación, protección y
regulación de las acciones humanas, de manera de controlar los efectos antropogé-
nicos (de origen humano, social y económicos) que pudieran destruir el hábitat de
las diferentes especies marinas.
Toda esta problemática es compleja y pareciera no tener final, pero hoy, más que
nunca los científicos sociales aportan conocimientos necesarios para la compren-
sión de las diversas maneras en que las comunidades humanas se relacionan con el
ambiente, información con que se empieza a conservar los recursos, áreas naturales
y culturales.
Considera (Rojas 2005:103) que el género se refiere a las diferencias determi-
nadas socialmente entre mujeres y hombres, tales como sus roles, actitudes, compor-
tamiento y valores. En cuanto a la igualdad de género no significa recibir un mismo
trato, es contemplar derechos, responsabilidades y oportunidades iguales para la
mujer y el hombre, no es que sean idénticos, sino que las oportunidades sociales de
la mujer y el hombre no dependan de que nazcan masculinos o femeninos. Es impor-
tante introducir cambios en las estructuras organizativas, ocupacionales, culturales y
del sistema de valores, que reflejan las realidades del género masculino (pero que a
menudo se tratan como si fueran neutrales).
Cuando se hace alusión a la discriminación como, distinción, exclusión o prefe-
rencia, basada en criterios tales como: raza, color, sexo, religión, opinión política,
nacionalidad, origen social u otro criterio que tenga el efecto de anular la igualdad
de oportunidades y trato en el empleo y/o ocupación.
Entre las disposiciones que contempla la Ley Orgánica de Prevención, Condi-
ción y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT) en su Título V, de la Higiene, la
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La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
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Belkis Rojas
mujeres, que se dedican a trabajar en el sector pesquero. Por ello es oportuno señalar
que es poco lo estudiado en esta problemática, y más cuando las circunstancias están
centradas en condiciones laborales precarias e inadecuadas, en esta actividad desa-
rrollada por la mujer.
Hoy, más que nunca, es vital plantear y fortalecer la posibilidad del desarrollo
sostenible como una de las soluciones a los problemas ambientales. Las condiciones
y formas de trabajo y la destrucción de manglares naturales, han contribuido a
generar en la sociedad espacios de debate, lucha y cambio, basados en nuevos plan-
teamientos sobre la relación entre naturaleza y sociedad. Una relación repensada,
que exige nuevas salidas, arreglos, tecnología y distintas formas para alcanzarlos;
de manera que para el manejo y explotación de los recursos naturales, es el cono-
cimiento y procedimiento adecuado, el que genera un impacto en el entorno, y sus
diferentes manifestaciones: económicas, sociales, políticas, culturales e históricas.
En la 96ª Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo 2007, celebrada
en el mes de junio se adoptó un nuevo Convenio y Recomendación sobre trabajo en
el sector pesquero. Los nuevos instrumentos tienen el objetivo de garantizar con-
diciones de vida y trabajo decente para cerca de 30 millones de trabajadores de la
industria mundial de la pesca. Entre las nuevas disposiciones elaboradas para garan-
tizar que los trabajadores y trabajadoras del sector pesquero gocen de mejoras en la
seguridad y salud en el trabajo y de atención médica en el mar, descanso suficiente,
respeto de acuerdos laborales y protección social.
El Convenio, se llamará Convenio sobre trabajo en el sector pesquero, 2007 y la
Recomendación serán efectivos cuando lo ratifiquen 10 (incluyendo 8 países cos-
teros) de los 180 países miembros.
Referencias bibliográficas
Acevedo, Doris (2005). Desigualdades de Género en el trabajo. Evolución y Tenden-
cias en la Sociedad Venezolana. Producción y Reproducción. Revista Venezolana
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Delgado de Smith, Yamile y María Cristina González (2006)(Comp.). Mujeres en el
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Freon, P (1998). Condiciones y recomendaciones concernientes a pesca artesanal.
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Gines, Hno (1987). Problemática pesquera en Venezuela, Fundación La Salle de Cien-
cias Naturales Serie Ciencia y tecnología Nº 3 Caracas.
319
La mujer y el mar: su reto laboral en la Costa Oriental venezolana
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Reflexiones teóricas y metodológicas sobre
la historia de la educación de las mujeres en
Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
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Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
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Emma Martínez Vásquez
problema puesto que es producto de la reflexión teórica y en el caso concreto del trata-
miento de la mujer y su educación, es necesario reconstruir a partir de fuentes prima-
rias y secundarias. Pensar esas singularidades, esas especificidades, podrían contri-
buir a descubrir y a definir cualitativamente la educación venezolana, sus estructuras,
sus coyunturas e incluso permitiría acercarse al espíritu de la época por las relaciones
del tema con la historia de las mentalidades.
El gran objetivo se relaciona con otros más específicos que contribuyen a esta-
blecer tanto los antecedentes para la comprensión y estudio del problema de la edu-
cación de las mujeres, como la fundamentación de las relaciones entre el discurso
político, educativo y ético de la educación en general y la educación de las mujeres
y sus singularidades. Es lógico pensar que los objetivos, al menos en este caso, más
que circunstancias operativas, son los que orientan y sistematizan las ideas que han
ido madurándose hasta convertirse en las categorías de análisis con las cuales se
construyó esta investigación. Las mismas tienen una relación intrínseca con hechos
concretos: se desprenden de problemas reales. Pero lo real en este caso, no significa
sólo lo observable o documentable, más bien adquiere connotaciones de construcción
teórica. Pero, es más, todo esto guarda relación con el rechazo a las ideas apriorísticas
en el proceso de investigación. Bloch afirmaba que no hay un camino común, fijo,
para enfrentar los problemas de “la ciencia de los hombres (y de las mujeres) en el
tiempo”. (Bloch, 1952, añadido nuestro).
Es así como el concepto de la mujer y su educabilidad en el período en el cual
ubicamos el problema, hay que rastrearlo en las ideas humanistas, ilustradas, libe-
rales, positivistas. Así mismo debe trabajarse para hallar los conceptos de educación,
escuela, escolarización, oportunidades escolares y políticas públicas para organizar
el sistema educativo acorde con las ideas republicanas de la Nación venezolana.
Cada uno de estos conceptos o categorías de análisis se plantean en una historia que
se piensa no como una historia lineal y progresiva, sino como una historia caracteri-
zada por la complejidad y por las contradicciones.
De esta manera, el proceso histórico de la educación de las mujeres en Venezuela
está atravesado, igualmente, por toda suerte de movimientos sociales, políticos, reli-
giosos, éticos y por el espíritu y códigos de la época. Del mismo modo lo está por
la disidencia abierta u oculta de mujeres o de hombres o grupos de ellas o de ellos,
que se oponen al statu quo y empujan fuerzas que a su vez, hacen aflorar nuevas
contradicciones. Es así como llegamos a plantear en el trabajo de investigación, la
ruptura, o al menos el resquebrajamiento, de las tradiciones liberales-ilustradas o
liberales-positivistas, así como el peso de la coerción espiritual de la religión, tras
lo cual vemos emerger a la mujer en el escenario de las agrupaciones gremiales, en
los sindicatos, ejerciendo oficios o algunas profesiones o pujando para ser aceptada
en las Universidades. Emergencia ésta que relacionamos con el sujeto histórico y
su actividad y por las complejidades del escenario político nacional e internacional,
por el desarrollo de la fuerza laboral y las necesidades de mano de obra y en el caso
323
Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
324
Emma Martínez Vásquez
era menester para que el impulso fuese general, ni la acción general del gobierno está
bien definida y explicada en la Ley fundamental y demás que se refieren a este ramo,
como para constituirle en el deber preferente de dar el impulso saludable (que) se
requiere. (AGN. Interior y Justicia, Memoria de Instrucción Pública, signatario: José
M. Vargas, tomo CCXXXV. Año 1841. Folios 184 y ss).
La valiosa opinión de Vargas refleja un gran sentido crítico, en relación con el
papel del gobierno en el alcance de los objetivos en materia de educación y esco-
laridad de la población. Sin embargo, cuando tratamos de ver en relieve lo que en
genérico se presenta, pueden notarse las serias diferencias entre lo general y lo sin-
gular. Ejemplo franco de esa situación es la clara omisión a la situación escolar de las
niñas en Caracas y en todas las regiones y Provincias de la República de Venezuela.
Veamos algunos ejemplos:
En 1840, en las tres grandes poblaciones de la Isla de Margarita: Porlamar, Juan
Griego y La Asunción (Población: 6263 habitantes) no existían escuelas para las
niñas. (AGN, Sección Interior y Justicia, tomo CCXVI, f. 212. 1840).
En Trujillo, Provincia que no poseía ninguna escuela pública ni privada de niñas
en lo ancho de su geografía, donde habitaban 25859 personas y 293 varones recibían
educación en 5 locales públicos y 3 privados (AGN, Sección Interior y Justicia, tomo
CCXVI, f., 221, 1840).
En Maracaibo, en el mismo año, en la capital de la Provincia, existía una sola
escuela pública para niñas con 77 alumnas, mientras que se hallaban en funciona-
miento 14 escuelas para varones con 905 alumnos. La acción de grupos confesio-
nales paliaba un poco la situación: había 10 escuelas privadas de niños y 24 de niñas
que atendían la educación de 264 y 288 niños y niñas respectivamente. En total
funcionaban 49 escuelas: 24 de varones y 25 de niñas que se encargaban de educar
a 1534 alumnos, de los cuales 1169 eran varones y 365 niñas. Sin embargo, los
varones superaron en porcentaje a las niñas: el 76,2% de los escolares eran varones
mientras que las niñas alcanzaron el 23,7%. (AGN, Sección Interior y Justicia, tomo
CCXVI, f. 214, 1840).
En Barquisimeto ocurría algo semejante: en la capital de la Provincia funcionaba
una sola escuela pública para niñas que atendía apenas a 33 de ellas, mientras para
varones habían 19 que atendían a 780 alumnos. En las escuelas privadas: 5 escuelas
se repartían en toda la Provincia la educación formal de 50 alumnas y 9 lo hacían con
165 alumnos. En total en toda la Provincia de Barquisimeto había 1028 efectivos,
de los cuales sólo 83 niñas contra 945 varones. Es decir, que las niñas representaban
menos del 10% en relación con sus pares varones. Esto en una población de 102794.
(AGN, Sección Interior y Justicia, tomo CCXVI, f. 219, 1840)
En Mérida, en 1840, funcionaban 2 escuelas públicas de niñas que atendían a una
población de 59 de estas. En la provincia de 23121 habitantes había 435 efectivos, de
los cuales 296 eran varones en 13 escuelas. Se anota en el documento que hay pre-
325
Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
supuesto para la dotación de un cargo para maestra, pero no se había presentado nin-
guna candidata. (AGN, Interior y Justicia, tomo CCXVI, f. 222, 1840). Igual suerte
corrían las alumnas de la Provincia de San Cristóbal, donde tampoco funcionaba
ninguna escuela para niñas. En este caso se señala, al igual que en Mérida, que no se
había presentado ninguna candidata para el cargo de maestra, a pesar de contar con
presupuesto para el cargo. (AGN, Interior y Justicia, tomo CCXVI, f., 226, 1840).
En el mismo año de 1840, en la Provincia de Barinas, la cual contaba con una
población de 72955 habitantes (Cantones: Barinas, Santa Lucía, Totumal, Barinitas,
Guanare, Boconó, Tucuyito, Papelón, Araure, Acarigua, Sabaneta, Ospino, Guana-
rito, Nutrias, Dolores, Pedraza, San Miguel, Obispos, Libertad, Luz), existieron 21
escuelas públicas de niños y 2 de niñas, que prestaban atención a 815 y 51 alumnos
y alumnas respectivamente. En total, en la Provincia, funcionaban 23 escuelas con
866 alumnos, la mayoría varones. En terrenos de la educación privada funcionaban 6
escuelas 3 de niñas y 3 de niños. La diferencia entre ellas es el número de estudiantes
que atendían: las de varones 82 y las de niñas 31. Eso se traduce en un 91,62% de
varones y apenas un 8,37% de atención escolar en el caso de las niñas. En relación
con el total de la población, los escolarizados niñas y niños, alcanzaron a 1,34%,
cifra de la cual las niñas representaron el 0,11%.
En una de las notas incluidas en este documento, tomo CCXVI (AGN, Interior y
Justicia, tomo CCXVI, año 1840) puede leerse: “Esta jefatura tiene a bien informar
que en esta villa existen tres escuelas una pública de niños y dos privadas de niñas.
La Primera consta de 64 niños y tiene un local destinado para la enseñanza que
corresponde a las rentas; aún no siendo este de la capacidad necesaria para el número
de niños que ella contiene se toma en alquiler una casa de capacidad (...) y se paga
con lo que la (...) diputación libra para lo que el Concejo y la jefatura debe ocupar
con su despacho y este se mantiene en la que es casa de escuela. Se enseña en este
establecimiento, la lectura escritura y gramática, doctrina, catecismo y elementos de
urbanidad y geografía y se encuentra en un pie regular de aprovechamiento”.
En la misma documentación (AGN, Interior y Justicia, tomo CCXVI, año 1840),
se recoge también la situación de una escuela de niñas, donde las cosas suceden de
otra manera. Veamos: “Las dos escuelas privadas de niñas regentadas por las Señoras
Carmen y Trinidad Iruretagoyenas, constan de 13 niñas cada una, se les enseña (...)
fundamentos de religión, coser, bordar, hacer flores y otras curiosidades propias de
su sexo y son pagadas las preceptoras por los padres de las educandas”.
En otra escuela de niños: “En la parroquia de Libertad existe una escuela pública
de niños, regentada por el Señor Demetrio Hernández, consta de 38 niños, se les
enseña a leer, escribir, aritmética, doctrina, catecismos políticos y de (ilegible) local
se toma en alquiler pagado por las rentas municipales y su estado actual va en ade-
lantamiento. En la parroquia (...) existen dos escuelas de niños, una pública y otra
privada, la primera es regentada por el Señor Luis Pérez (...) materias de enseñanza
son, lectura, escritura, aritmética y doctrina por Ripalda; no extendiéndose a más por
326
Emma Martínez Vásquez
Cuadro Nº1
Escuelas Alumnos
Escuelas Escuelas
Años Alumnos Alumnos (Públicas y (Públicas y
Públicas Privadas
Privadas) Privadas)
1841 163 6.415 153 3.108 316 9.523
1839 133 5.906 83 2.039 216 7.945
Aumentos 30 509 70 1.069 100 1.578
% 22% 8% 83% 52% 46% 19%
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Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
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Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
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Emma Martínez Vásquez
Ejemplos:
• Colegio Nacional de Cumaná, 1840. Proyecto de Reglamento Interior: “En
él se han conciliado las exigencias de la enseñanza tanto intelectual como
moral y urbana con la del desarrollo físico de los jóvenes, y las de la mejor
conservación de la salud,... el gran fin de estos establecimientos de vida
común, que no es otro que el de imprimir fuertemente en los jóvenes ideas
de orden y de moralidad y el de hacerles adquirir hábitos de laboriosidad
metódica que fructifiquen en lo sucesivo en pro de la civilización del país.
• Dirección General de Instrucción. Informe por Carlos Arvelo, 1853. Con
referencia al Colegio Nacional de Niñas, expresa: “Puede asegurarse por
los resultados satisfactorios que han dado los dos exámenes presentados en
las épocas legales, que este establecimiento sigue su marcha de progreso,
haciendo concebir la lisonja esperanza de que en él se formarán buenas
esposas y virtuadas madres de familia, modelos de buenas costumbres y
de civilización.”
La educación reservada para nuestros jóvenes varones, coincidía con intereses y
valores nacionales y, además, se inscribía en las tendencias universales de elevar en
el individuo “la moral, el intelecto y los hábitos de una laboriosidad metódica”, que
pudiese entenderse como una vía abierta para una educación para el trabajo. Pero,
va más allá, cuando se declara por la enseñanza intelectual, moral, urbana, por el
desarrollo físico y la conservación de la salud de los jóvenes. Parámetros que no
están en la educación de las representantes del género femenino, a quienes se educa
para la vida doméstica, de acuerdo a las debilidades/dulzura/ características/propias
de su sexo.
Parece que el género femenino, en un primer plano, era concebido por sus fun-
ciones biológicas y reproductivas mientras que sus derechos ciudadanos quedaban
rezagados a un segundo plano. Al menos su educación estaba divorciada de la vida
pública, de la construcción de una nación libre y republicana. Su educación no tenía
nada que ver con la civilización del país, que era el lema de uno de los Colegios
Nacionales.
Es paradójico que en el caso de los varones, no aparezcan asociados ni una sola
vez a la palabra sexo, como puede ser constatado a lo largo de este trabajo y de
los documentos que lo complementan. (Véase Marie Duru Bellat, L’école des filles
¿Quelle formation pour quels rôles sociaux? y también Amelia Valcárcel en su obra
Sexo y filosofía sobre «mujer» y «poder»
Escuela y Oportunidades de educación para las niñas y mujeres en Venezuela 1870-
1912
Después del Decreto de 1870, donde se consagra la obligatoriedad, la gratuidad y
la organización de los servicios educativos por parte del Estado venezolano, se abren
331
Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
332
Emma Martínez Vásquez
Otro logro muy significativo de fines del XIX, es la salida de los estudios secun-
darios femeninos hacia la Universidad. Aunque es un logro, habla más del empuje
de ciertos sectores sociales y de sus acciones particulares, que de cambios en los ins-
trumentos legales. Es así como encontraremos que tres hermanas de apellido Duarte:
Adriana, Delfina y Dolores, obtendrían en 1893, sus títulos de agrimensoras en la
Universidad Central de Venezuela (Leal, 1981: 307) y que María de Jesús Lión, se
graduaría en 1904 de dentista en la misma Universidad y entre 1936 y 1947, se gra-
duarían en la misma casa de estudios en todas las especialidades, 97 mujeres (3,9%
del total de estudiantes graduados).
Más tarde, y en la óptica del futuro de la carrera docente en Venezuela, se asiste el
30 de septiembre de 1936, a la creación por el Decreto No 19.785, del Instituto Peda-
gógico de Caracas (AGN. Leyes y Decretos ..., Tomo XXV, Tomo LIX, p. 333, N0
19785. Caracas, 1936), en el cual se forman hasta nuestros días (hoy agrupado en la
UPEL), grupos importantes de mujeres docentes. Es preciso recordar que a la fecha
ya había desaparecido Juan Vicente Gómez del escenario político, aunque todavía
se manifiestan vivos algunos de sus vestigios en la institucionalidad venezolana. El
fin del régimen gomecista, trae como consecuencia, en términos magisteriales, una
gran efervescencia y hay gran protagonismo de las normalistas en las organizaciones
gremiales.
El cierre del período nos muestra un avance muy lento de los grupos femeninos
en materia educativa, mas sin embargo, abre las compuertas para la participación
en el mercado de trabajo no sin limitaciones; abre vías para otra participación que
está ligada al usufructo de los espacios públicos, como es el voto, la participación
política, la búsqueda de nuevas formas de participación, de agremiación (sindicatos,
partidos) y la incorporación creciente en la educación y los privilegios que de ella
se desprende.
Entre 1870-1912, se ha modificado el ingreso de las mujeres a la educación y al
trabajo magisterial, marcando el futuro a mediano y largo plazo, en una inserción
laboral más equitativa y más justa de las hasta entonces conocidas.
Formar a las jóvenes para asumir cargos magisteriales tiene por supuesto otra
lectura: la escuela y los más íntimos resortes sociales se movían en la búsqueda de
una educación-socialización de las niñas, mujeres jóvenes y adultas, guiada hacia
la adecuación de sus roles sociales en función del sexo, intentando así una vía de
destinación formal de este conglomerado humano.
333
Reflexiones teóricas y metodológicas sobre la historia de la educación
de las mujeres en Venezuela (s. XIX y primeras cuatro décadas del XX)
clarín de la educación del siglo XIX y sobran los ministros, las fechas y los pro-
yectos (la mayoría de los cuales nunca fueron realizados). En este sentido, es posible
que la documentación existente haya limitado la reconstrucción, puesto que quienes
documentaron en su momento también tuvieron una orientación y unos intereses
de clase concientes o inconcientes. Tiene un peso específico en esta problemática,
el estado general de la documentación histórica en el país, la cual es apenas ahora
cuando comienza a hacerse un trabajo de recuperación que conjugue el punto de
vista técnico-científico y artesanal.
Esa falta de equidad de la que venimos hablando, se manifiesta en el tratamiento a
las llamadas minorías, entre ellas, las mujeres, quienes fueron objeto de la aplicación
de contenidos escolares de menor condición intelectual. Esto tiene que ver con dos
razones fundamentales: la primera de las razones, se orienta por ideas preconcebidas
en torno a las mujeres, por lo que la educación debe contribuir con la formación de
las madres de familia y de las esposas para asegurar el cumplimiento de las fun-
ciones domésticas y la reproducción de patrones conservadores y tradicionalistas,
con el acento puesto en la formación para transmitir, propagar y reproducir el dogma
católico. La segunda razón es un poco más elaborada y guarda relación con el dis-
curso de la intelectualidad liberal tanto de la ilustración como del positivismo, el cual
además de todos los elementos contenidos en la primera razón, es decir, determi-
nismo, naturalismo, biologicismo y funcionalismo, encierra elementos racionalistas,
empiristas, individualistas, formulados en discursos políticos que menoscaban los
derechos humanos, civiles y sociales de las mujeres, como la educación, el trabajo y
la participación y el usufructo de los espacios públicos y políticos.
Esta es la tendencia que marcaría el camino de la escuela para el género femenino
del siglo XIX, lo cual se prolonga hasta las primeras décadas del XX.
Por supuesto que la educación diferenciada por sexo, que desfavorece en este
caso a las niñas, mujeres jóvenes y adultas, tiene sus repercusiones en el mundo del
trabajo y esta situación engendró en consecuencia, desigualdad en las capacidades
para optar al mercado de trabajo y en la actitud mental y social de las mujeres con
relación a sus oportunidades de inserción laboral. Las repercusiones se prolongan
hasta mediados del siglo XX por lo menos, cuando razones profundas en las estruc-
turas sociales, políticas y económicas, abran no sin recelo, las puertas al mundo
de la ciencia, de la educación y del trabajo para las mujeres, quienes organizadas
de distinta manera: partidos políticos, sindicatos, asociaciones femeninas, etc., tam-
bién han empujado para contribuir al resquebrajamiento de las estructuras arcaicas
y patriarcales.
Pero, aún así, ¿de cuáles mujeres estamos hablando? ¿de cuál escuela hablamos?
Todavía hay que diferenciar las escuelas por sectores socioculturales y socioeconó-
micos: pareciera que la escuela de señoritas debía hacerse extensible como un modelo
a seguir por todas las escuelas del género femenino del país en el siglo XIX y las
primeras décadas del XX; pareciera que la mentalidad pequeño burguesa blanca o
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Emma Martínez Vásquez
blanqueada, anclada en las relaciones sociales coloniales y que aún soñaba con el ayer,
sería el deber ser de la mentalidad republicana. A esto hay que agregarle el modo de
vida caraqueño que siempre ha intentado validarse como el modelo para el resto del
país y las escuelas de señoritas no escaparon a este intento de difundirse como tal. Ese
trabajo está entre las tareas que tenemos pendiente: la historia de la educación tiene
una deuda con las masas populares, con todas sus minorías y con las niñas y mujeres
de las clases populares quienes tuvieron que esperar que doblara el siglo XX para
incorporarse masivamente a la escuela.
En consecuencia, hay que profundizar la investigación-reflexión teórica sobre cuál
es la escuela de las masas y cómo historiar el concepto de educación a lo largo del
siglo XIX y primeras décadas del XX. Es necesario reflexionar desde una directriz
teórica y metodológica, que rompa con los esquemas de rigor cronológico y de orden
estructural (aunque la categoría espaciotemporal estará siempre presente en la recons-
trucción de los procesos históricos), para situarse en una historia que se haga de espa-
cios más vivos, de métodos más abiertos y flexibles o en todo caso, si los existentes
no están en la posibilidad de brindarnos la oportunidad de explicar lo social, entonces
es necesario construir nuevas herramientas para hacerlo. Es necesario ir a la búsqueda
de las ciencias sociales y humanas o a las ciencias en general; al arte en todas sus
expresiones, a las letras, a la poesía, a la pintura, a los cuentos de los niños, a las tradi-
ciones populares, a las tradiciones orales, que interrogue la documentación de manera
activa y no que la documentación arrolle su proceso de construcción y creación; que
elabore categorías que provengan de problemas reales y que además se problematice;
que imagine, que use la intuición, que estudie la realidad y la reconstruya pero que
deje de creer en la realidad solo como algo observable o sensible o predecible. Que
al pensar la realidad, la piense desde la complejidad: azarosa, caótica muchas veces,
singular, plural e infinita.
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María Cristina González Moreno
Venezuela
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Género y violencia simbólica “la verdad es dura”
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María Cristina González Moreno
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Género y violencia simbólica “la verdad es dura”
La violencia concreta se
expresa en las inequidades de
género, en el espacio laboral, en
el ejercicio de lo político, en la
familia, en el sistema educativo,
en el ámbito mediático, en el
lenguaje, en la división social del
trabajo, en la cotidianidad. En la
red simbólica, la mujer se con-
vierte en un objeto cuyo ser, es un
ser percibido. Sin lugar a dudas,
la dominación masculina tiene el
efecto de colocar a las mujeres en
un estado de permanente insegu-
ridad y dependencia simbólica.
Para Bordieu (2000), una de
las características constitutivas
de la masculinidad, reside en la libido dominante bajo todas las formas específicas
que reviste. Su argumentación parte de un anti-esencialismo que ataca directamente
el orden patriarcal. Las significaciones y valoración del orden de los sexos, son en
definitiva las que instituyen la diferencia sexual, operando en la oscuridad de la no
conciencia, invisible e insensible para sus propias victimas.
Sin lugar a dudas, el orden simbólico no es neutro, se ejerce desde dentro de los
individuos, provocando un efecto de poder hipnótico.
La violencia simbólica no se produce en la lógica pura de las conciencias sino a
través de los esquemas de percepción, de apreciación y de acción los cuales cons-
tituyen los llamados habitus, inscritos éstos en los espacios de la subjetividad. En
la visión del autor, la noción de habitus tiene una acción articuladora que pone en
relación la estructura social, entendida ésta como construcción del espacio de las
relaciones objetivas. Son prácticas sociales que los agentes desarrollan y a su vez
principios generadores de las prácticas sociales.
“La violencia simbólica se realiza a través de un acto de conocimiento y desco-
nocimiento situado más allá de los controles de la conciencia y la voluntad, en las
tinieblas de los esquemas del habitus, los cuales son al mismo tiempo sexuados y
sexuantes”(Ibíd.:2000).
La violencia simbólica, es el producto de la asimilación de las clasificaciones de
ese modo naturalizado de las que su ser social es el producto. Es una forma de poder
que se ejerce directamente sobre los cuerpos de manera perversa a través de una serie
de estructuras sutiles de dominación. En este sentido, la inferioridad y la exclusión de
la mujer, no son más que la asimetría entre sujeto y objeto en el espacio de los inter-
cambios simbólicos, en las relaciones de producción, y en la reproducción del capital
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dentro de sus objetivos esta el de identificar y apoyar las iniciativas locales, nacio-
nales, regionales e internacionales, para prevenir y eliminar la violencia contra la
mujer. El fondo es reconocido como un mecanismo multilateral que provee ayuda
financiera a proyectos innovadores en diferentes partes del mundo. La Organización
Panamericana de la Salud (OPS), viene impulsando el programa “Mujer Salud y
Desarrollo”, siendo la violencia un área fundamental de intervención. En año 2001
organizó un simposio sobre: “Violencia de género, Salud y Derechos en las Amé-
ricas”. El norte de encuentro no fue otro que el de ubicar la violencia de género en
las agendas públicas de los países.
El balance de las Naciones Unidas y el resto de organismos internacionales, ha
constituido un importante aporte para el abordaje de la violencia en todas sus mani-
festaciones; no solamente desde los organismos gubernamentales como no guber-
namentales.
Con el nombre de Beiing+5, se conoce a la convención celebrada en New York
(2000), cinco años después del encuentro en China, el lema de este encuentro fue:
“La Mujer en el año 2000 Igualdad entre los Géneros, Desarrollo y Paz”.Dentro
del cuerpo de recomendaciones se hizo hincapié en la necesidad de incorporar la
perspectiva de genero en los medios de comunicación. Por su parte, la Declaración
de Acción de Durban en Sudáfrica (2001), ratificó el papel que juegan los medios
en la lucha contra la discriminación en todas sus manifestaciones; exhortando a los
medios de comunicación a evitar los estereotipos sexistas de cualquier índole.
En marzo del 2003, se realizó la 47 sesión de la Comisión de las Naciones Unidas
sobre la Condición de la Mujer, allí se reafirmó la importancia no solo del acceso
de las mujeres a los medios de comunicación, sino la necesidad de generar acciones
sobre la creciente explotación sexual femenina .
En la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información celebrada en Ginebra
en el 2003 y en Túnez en el 2005, se hicieron entre otras recomendaciones la incorpo-
ración del enfoque de género en la programación de los medios; así como la incorpo-
ración de la mujer en la sociedad del conocimiento y de la información.
En las Américas, han aparecido toda una serie de instrumentos jurídicos para
sancionar y prevenir la violencia contra la mujer. El ritmo y profundidad de estos
avances han sido muy heterogéneos. Lo reciente de todos los marcos regulatorios
en nuestras geografías, nos lleva a intuir la existencia de dificultades para el cum-
plimiento de los compromisos. La violencia contra la mujer por las dimensiones
que ha cobrado en nuestras geografías ha pasado a ser considerada un problema de
salud pública.
En Venezuela existen toda una serie de instrumentos legales en pro de la defensa
de los derechos de la mujer. El país ha suscrito todos los acuerdos internacionales, en
función de erradicar la violencia contra la mujer en todas sus manifestaciones. Los
logros son aún incipientes.
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Género y violencia simbólica “la verdad es dura”
Huggins (2005), recopila una serie de datos relacionados con la violencia hacia la
mujer en Venezuela, los cuales confirman lo sinuoso del camino hacia el logro de la
equidad de género. Para octubre del 2003, se reportaron 8520 casos de mujeres mal-
tratadas. Refiere la autora, que dentro de los tipos de violencia, la psicológica ocupó
un 42.76 %. La División contra la Violencia a la Mujer y la Familia, en el año 2003
reportó 4472 casos de violencia contra la mujer y la familia. Otro dato interesante,
es la tasa de mortalidad femenina por homicidios la cual se ha incrementado entre
1999 y 2002 en 2.4 veces. Sin tomar en cuenta los sub.-registros y la gran cantidad
de casos que nunca se reportan. No olvidemos que la violencia de género, ha sido
una de las violencias menos penalizadas precisamente porque en ella, intervienen
una gran cantidad de factores complejos que dificultan su visibilización y por ende
la respectiva penalización.
A pesar de contar el país con una Ley de Responsabilidad Social en Radio y Tele-
visión, se sigue infringiendo la ley sin que el Estado concrete acciones contundentes
en contra de los medios de comunicación; los cuales siguen promoviendo imágenes
estereotipadas de la mujer. Tenemos una Constitución elaborada con perspectiva de
género, una Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer, una Ley Orgánica
sobre el Derecho de las Mujeres a una viada libre de Violencia, y por supuesto,
la adhesión del país a todos los acuerdos internacionales en materia de derechos
humanos de la mujer.
Es de hacer notar que todos los acuerdos suscritos por el Estado Venezolano
tienen jerarquía constitucional, lo que significa que deben convertirse en políticas
públicas.
En la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, hay varios artículos
que garantizan a mujeres y hombres por igual, la posibilidad de actuar en igualdad en
todas las áreas de desarrollo del país. Mencionamos los artículos 21-62 y 88 donde
queda claramente expresada la igualdad de género.
En el más reciente informe presentado por Venezuela (2006: s/p) ante la CEDAW
en Naciones Unidas, el respectivo comité hace interesantes señalamientos en torno a
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. “… preocupa al
comité la falta de mecanismos para evaluar las repercusiones de estas medidas”.
“Preocupa al comité la ausencia de mecanismos para supervisar la aplicación de
las políticas relacionadas con la igualdad entre los géneros, en las regiones del país
donde el Instituto Nacional de la Mujer no está presente”.
“El comité, no tiene claro si la perspectiva de género se ha integrado plenamente
en todos los planes nacionales sectoriales, incluido el Plan de Desarrollo Econó-
mico y Social de la Nación 2001-2007, y los diversos programas socioeconómicos
nacionales”
El comité en el numeral 24 del respectivo informe, insta al Estado Venezolano
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María Cristina González Moreno
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Género y violencia simbólica “la verdad es dura”
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En torno al trabajo: la necesaria redefinición de
las categorías de análisis del mercado de trabajo
Jacqueline Richter
Venezuela
Introducción
Este artículo discute las nociones básicas con las cuales se ha intentado abordar la
evolución del mercado de trabajo. Las múltiples conexiones entre trabajo productivo
y reproductivo se hacen evidentes en las actividades de supervivencia, cuya fuerza
en Latinoamérica es considerable. Por ello, la discusión sobre el trabajo adquiere
una dimensión particular cuando se refiere a una región, cuyos empleos se generan
fundamentalmente en la informalidad.
¿Cuál trabajo?
La centralidad del trabajo en todas las esferas de la vida social y su papel en la
constitución de subjetividades, identidades y acciones colectivas no fue cuestionada,
sino hasta las últimas décadas del siglo XX (De la Garza, 2000). Pero el debate
se refería a diversos tipos de trabajo mercantil y sus posibles interrelaciones. De
hecho, el concepto de trabajo que se construyó se refería exclusivamente al trabajo
mercantil.
La reflexión sobre las múltiples conexiones entre trabajo reproductivo y pro-
ductivo es más reciente. Algunas autoras la sitúan entre los finales de los sesenta
y comienzos de los setenta del siglo pasado (Torns, 1999; 2003; Borderías, 2003;
Benería, 2005). Previamente, el tema se había tocado, pero desde una perspectiva
más de los estudios de la familia, de la psicología, de la historiografía o de una
manera tangencial. La reflexión precedente no se refería a las articulaciones entre lo
productivo y reproductivo, pues aún tenía mucha fuerza la idea de que el capitalismo
351
En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
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Jacqueline Richter
Todas estas transformaciones, y otras que escapan a una reseña tan puntual como
la recién efectuada, han permitido ubicar la discusión sobre la división sexual del tra-
bajo, atravesando las esferas de lo reproductivo y productivo. Situar la discusión en
este nivel ha sido vital no sólo para entender la situación de la mujer en la sociedad,
y en particular en el mercado de trabajo, sino para ver las aristas más relevantes de
cómo se efectúa, en una conformación socioeconómica concreta, el complejo pro-
ceso de la reproducción social.
La división sexual del trabajo pasa así a ser un elemento central para entender el
concepto de trabajo, pues configura uno de los sistemas de relaciones de poder más
longevo en la historia de la humanidad.
“La diferenciación basada en el sexo es una de las formas más extendidas de
explotación humana, arraigada en la interacción personal entre sexos, en ins-
tituciones sociales básicas como la familia, y enraizada en estructuras econó-
micas y políticas. Sus manifestaciones son múltiples y se extienden por todo
los niveles de la sociedad. Estas manifestaciones constituyen en su totalidad
un complejo sistema de relaciones de poder entre los sexos que tipifica la sub-
ordinación de la mujer a diferentes niveles sociales (Benería, 1991:50)
Desde el momento en que se situó la división sexual del trabajo en las relaciones
de poder entre los hombres y mujeres se pudo avanzar en la construcción de la
perspectiva de género, como categoría central en los análisis feministas. Desde esta
óptica, el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales y es además
una forma básica de otorgar significado a las relaciones de poder (Benería, 2005).
Así, al situar la discusión sobre la división sexual del trabajo en las relaciones de
poder lo que era obvio para el trabajo asalariado pasó a ser un elemento constitutivo
del trabajo doméstico no remunerado. Ello fue otra arista que permitió ver las rela-
ciones en ambos trabajos, obligando a una reconstrucción del concepto trabajo a fin
de abarcar tanto las actividades para la producción como las de la reproducción.
La distinción entre reproducción social, reproducción de la fuerza de trabajo y
reproducción biológica fue otro aporte que facilitó la discusión sobre la situación
de subordinación de la mujer, tanto en la esfera productiva como reproductiva. El
concepto de reproducción social refiere a las condiciones que sostienen un sistema
social. En cambio, la reproducción biológica consiste esencialmente en la crianza de
los hijos, elemento importante de la conversión de los seres humanos en trabajadores,
es decir de la reproducción de la fuerza de trabajo, pero diferenciable de ésta, pues
la reproducción de la fuerza de trabajo incluye la asignación de roles en el sistema
productivo. Todo el proceso de reproducción debe asegurar que ciertas estructuras
se mantengan para que puedan darse la reproducción social en su conjunto. Esta
reproducción significa, entre otras cosas, la transmisión del acceso y el control de los
recursos económicos de una generación a otra (Benería, 1991).
Cómo se efectúa la reproducción social y qué efectos tiene para la situación de
la mujer en las diversas esferas del mercado1 fueron temas centrales en la discusión
353
En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
sobre lo reproductivo y productivo, pues ya no era tan fácil seguir sosteniendo que
esas esferas eran independientes.
Los debates abarcaron por un lado una discusión conceptual sobre la naturaleza
del trabajo doméstico y sus relaciones con el modo de producción capitalista, y por
el otro, una de carácter más político sobre la posición de clase de la mujer y su rela-
ción con el movimiento socialista (Borderías y Carrasco, 1994). Sin entrar en deta-
lles, la polémica ha pasado por varias fases que han ido decantando las posiciones
encontradas entre los enfoques feministas y marxistas.
La controversia estuvo centrada en dilucidar cómo se expresaban las lógicas
patriarcales y capitalistas en el espacio doméstico y productivo. Se discutía si las
necesidades del mercado determinaban las funciones de todo el sistema social o por
el contrario, el patriarcado arropaba a las lógicas del mercado.
Los estudios desde el marxismo habían hecho énfasis en situar la dominación de
la mujer como uno de los tantos efectos de la consolidación de la propiedad privada
y de una sociedad de clases. La situación de la mujer en la sociedad se explicaba
fundamentalmente por las lógicas del capital. El sistema familiar se había estructu-
rado fundamentalmente para cumplir sus funciones para el capital. La mujer como
responsable de la reproducción efectúa funciones para el capital, pues el trabajo
doméstico gratuito disminuye los costos de la reproducción de la fuerza de trabajo y
además genera una reserva flexible de trabajo (Astelarra, 1982; Benería, 1991; Bor-
derías, 2003). En esta perspectiva, la situación de la mujer en el mercado de trabajo
se revela por dos factores: mercado y familia. Así, los cambios en las tasas de acti-
vidad de la mujer son producto de las necesidades del mercado traducidas a través
de las fluctuaciones en la demanda, en cambio su situación desventajosa dentro del
mismo se explica por su situación en la familia (Borderías y Carrasco, 1994). Como
puede observarse existe una disociación difícil de solucionar: ingreso al mercado de
trabajo por lógicas del mercado y lugar en él por lógicas de la familia.
Desde la perspectiva marxista se hizo énfasis en el carácter de ejército de reserva de la
mano de obra femenina, sobre todo, la de la mujer casada. Además se asoció la descuali-
ficación, el parcelamiento y rutinización de ciertas actividades con el ingreso de mano de
obra femenina. Braverman fue un excelente exponente de esa visión, pues consideraba
a las mujeres como parte del ejército de reserva, cuya incorporación al mercado se hacía
en actividades sometidas a procesos descualificación, con preponderancia de rutinas sen-
cillas y parcelamiento de las actividades, lo que llevaba a la baja salarial y por ende a una
disminución de estatus de la actividad (Borderías y Carrasco, 1994).
En síntesis, los ejes de la discusión marxista fueron la consideración de la mujer
como parte del ejército de reserva, mano de obra flexible, ocupada en actividades
rutinarias sencillas y periféricas, cuya situación en el mercado de trabajo respondía a
las necesidades del funcionamiento del sistema capitalista, pero a la vez su rol en la
reproducción determinaba su lugar en el mismo.
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Jacqueline Richter
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En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
Matricentrismo y trabajo
El matricentrismo2, incluso en los casos en que exista la figura masculina, como
principal proveedor, tendrá múltiples efectos en la configuración del mercado de
trabajo. En especial, cuando se conjugan industrialización tardía con heterogeneidad
estructural y estructuras familiares monoparentales o con cambios constante en la
figura masculina3.
Venezuela, es un buen ejemplo de ello. Su proceso de industrialización fue tardío,
dependiente de la monoexportación de un valioso recurso natural, como lo es el
petróleo. Desde los inicios de la industrialización, su aparato productivo presentó serios
límites para incorporar a toda la fuerza de trabajo a empleos en el sector estructurado.
Este hecho se profundizó con la aplicación de las políticas de ajuste macroeconómico
en los años noventa, tendencia que no ha podido ser revertidas por las actuales polí-
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En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
sente” da una buena idea de cómo se han construido las relaciones patriarcales en una
sociedad matricentrista. Esta función de representación se traslada al mercado de tra-
bajo, en particular en las actividades de supervivencia, pues es usual ver a los hombres
ayudando a sus mujeres a instalar el puesto de venta, efectuar algunas reparaciones
o adaptaciones del hogar para que funcione un comercio al menor o para que pueda
realizarse el trabajo a domicilio y también llevándose parte de las ganancias del trabajo
femenino. Este segmento del mercado de trabajo, que algunos denominan la economía
de la pobreza y otros de supervivencia (Pérez Sáinz, 2003), es vital para entender el
funcionamiento global del mercado de trabajo en Venezuela. Similar situación proba-
blemente ocurra en otros países de la región, sobre todo en el Caribe.
La mayor vulnerabilidad social de la mujer va afectar su situación en el mercado
de trabajo, pues negocia sus condiciones de trabajo en un plano de mayor desigualdad
que los hombres, pues ella es la responsable de la manutención de sus hijos. De ahí
que su oferta de trabajo ingresa al mercado de trabajo con condicionantes mayores
y muy diferentes a la de los hombres. No sólo se trata que tenga que conciliar su
función reproductiva sino también asegurar su función de sustento de hogar.
El matricentrismo en algunas sociedades latinoamericanas, las insuficiencias de
todos los aparatos productivos modernos para generar puestos para todos y todas,
el crecimiento de la oferta de trabajo, los procesos de reconversión industrial, la
tendencia creciente a la tercerización de la economía y la apertura económica van
configurando un ingreso al mercado de trabajo tanto masculino como femenino
que obliga a situar la discusión sobre los conceptos de trabajo, mercado de trabajo,
segmentación y segregación ocupacional en una reflexión teórica que articule las
actividades productivas y las reproductivas. Parte de esas redefiniciones son impres-
cindibles no sólo hacer visible el trabajo doméstico no remunerado sino mostrar las
diversas articulaciones de la división sexual del trabajo para la reproducción y la
producción que pueden darse en una formación social concreta y cómo se van confi-
gurando los segmentos del mercado, en especial, el peso del sector informal y dentro
de él, de las actividades supervivencia (Benería, 1991; De Oliveira y Ariza, 2000).
En particular, interesa indagar cómo se van configurando los segmentos del mercado
de trabajo, cómo se expresa la segregación ocupacional en Latinoamérica, que tiene
casi la mitad de sus trabajadores en el sector informal y dentro de él, una importante
cantidad de ellos, en las actividades supervivencia. Este trabajo de supervivencia
normalmente asume la forma de trabajo autónomo no profesional, aunque no se
puede negar que pudiese estarse en presencia de una relación de trabajo encubierta.
La fuerte presencia del trabajo autónomo no profesional es otro reto para los análisis
sobre la configuración del mercado de trabajo, pues obliga a repensar los conceptos de
mercado de trabajo, de segmentación laboral y segregación ocupacional.
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Jacqueline Richter
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En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
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En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
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Jacqueline Richter
nistrativas y los hombres en la producción. Las mujeres son partes del mercado interno
de la empresa, pero segregadas a puestos de trabajos con menos valor y reconoci-
miento social. Ello ocurría claramente en el Metro de Caracas, donde las mujeres se
concentraban en las actividades administrativas y los hombres en las operativas.
Otra forma de segmentación laboral hace referencia al nivel de calificación de la
mano de obra. Se trata de algunas ocupaciones para cuyo acceso se requiere algún pro-
ceso de formación. Se habla de mercados profesionales o semiprofesionales o sin cali-
ficación profesional. Los primeros son aquellos que se estructuran con base a las habi-
lidades de las y los trabajadores, que son apreciadas por el mercado, lo que les permite
negociar buenas condiciones de trabajo. Esas habilidades se adquieren por largos pro-
cesos de formación o por una amplia experiencia laboral, en ambos casos normalmente
esos procesos son controlados por miembros de la misma profesión. Ello ocurre incluso
en las profesiones que requiere título universitario, pues parte importante del aprendizaje
se efectúa trabajando para otros colegas con mayor experiencia (Recio, 1997).
Otra característica de los mercados profesionales es su considerable grado de
institucionalización. Normalmente su ingreso requiere el reconocimiento formal de
las cualificaciones, ya sea con la inscripción en colegios profesionales, en el gremio
o aceptación de códigos de conductas. Su institucionalización también tiene que ver
con el poder que alcanzan ciertos grupos profesionales, quienes tratan de proteger
su mercado de trabajo, reforzando los requisitos de entrada. La protección de los
usuarios y clientes es otra razón de la regulación de la entrada y funcionamiento de
algunas profesiones, pues su ejercicio por personas sin preparación puede ocasionar
graves daños a la colectividad (Recio, 1997).
En la actualidad en cualquier gran empresa se puede observar trabajadores perte-
necientes a los diversos segmentos del mercado de trabajo. En la industria automo-
triz se ve con claridad un grupo de trabajadores con buenas condiciones de trabajo,
sindicalizados y contrato estable, otro con contratos temporales y un tercer segmento
subcontratado. En la industria de la construcción los mercados profesionales con-
viven con naturalidad con los segmentos internos y externos. Algunos trabajadores
de la construcción prefieren conservar su autonomía y trabajan para las obras bajo la
modalidad de trabajo autónomo.
En el mercado interno se pueden observar configuraciones especiales por ocupa-
ciones y profesiones. En las actividades administrativas de la empresa se concentran
las mujeres y en la producción los hombres. Normalmente, las mujeres tienen mayor
presencia en los subcontratados y en los que se contratan temporalmente. Como
se decía en párrafos anteriores, la segregación ocupacional atraviesa todos los seg-
mentos del mercado de trabajo.
Los procesos de organización del trabajo llevan a que la figura descrita pueda
encontrarse hoy en casi todos los sectores económicos. De esta tendencia no se
escapa ni siquiera el sector público.
363
En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
2005
48,5 25,1 6,3 17,0 49,3 12,8 36,5
Total
46,3 25,0 0,6 20,7 51,4 10,4 41
Hombres
51,4 25,1 14,2 12,1 46,2 16 30,2
Mujeres
364
Jacqueline Richter
A modo de cierre
Hablar de trabajo en Latinoamérica refiere a múltiples formas de inserción laboral,
y en el caso de la mujer, los espacios de trabajo productivo y reproductivo pueden
compartirse. El trabajo en las actividades de supervivencia en la informalidad es un
buen ejemplo de ello. Por ello, tal vez es más fácil visualizar las interrelaciones entre
ambos trabajos y es casi imposible asumirlos en esferas independientes.
La noción de segmentación del mercado de trabajo adquiere significados espe-
ciales, pues no se puede hablar sólo de mercados primarios y secundarios, sino que
además debe mirarse cómo se expresan los diversos tipos de empleos en la forma-
lidad e informalidad.
La mirada sobre los diversos tipos de trabajo muestra una realidad tan hetero-
génea que se hace difícil cualquier intento de clasificación y las categorías analíticas
existentes suelen ser insuficientes para entender las dinámicas del mercado de tra-
bajo latinoamericano. Pero, ello no debe ser un obstáculo para intentar aproximarse
a una realidad cada día más compleja. El trabajo sigue siendo la forma principal de
365
En torno al trabajo: la necesaria redefinición
de las categorías de análisis del mercado de trabajo
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Notas
1 Las relaciones abarcan no sólo el trabajo mercantil sino la capacidad de la mujer para
celebrar todo tipo de negocios jurídicos.
2 Concepto que refiere a la estructuración de una familia, donde la madre es la figura
primordial que preside los procesos afectivos al ejercer el rol del centro de las rela-
ciones del parentesco; asume el cargo fundamental de socializar a los niños y de
identificarse fuertemente con los hijos, especialmente con las hijas; como alternativa
establece una confrontación negativa con el hombre, padre de sus hijos e hijas, y con
la mujer, es decir, con su otro yo femenino, cargado de elementos afectivos (Hurtado,
1991).
3 Un estudio sobre la estructura de la familia popular venezolana sugiere que la alta
participación de la mujer en el mercado de trabajo ha reforzado su independencia
económica y social, influenciando notablemente la estabilidad de la pareja. Se vincula
este hecho al boom que tiene en el país, la formación profesional de la mujer (Hur-
tado, 2003).
4 En Venezuela, se contabiliza hasta 4 trabajadores.
5 La formación profesional puede ser habilidades aprendidas en el puesto de trabajo o
por estudios formales.
6 En la banca española se ingresaba como botones y se iba ascendiendo con el trans-
curso del tiempo. En muchas empresas industriales era habitual que quien ingresase
como peón llegase a encargado de taller (Recio, 1997). Similar situación ocurría en
algunas empresas latinoamericanas.
368
Participación de la mujer en lo público:
una perspectiva comunal
Juan Montserrat
Venezuela
Introducción
Al hablar de los problemas de género en Venezuela se plantean innumerables
imponderables, los cuales tienen su origen en percepciones diversas, y en muchos
casos en la no tan clara noción, por parte de los y las protagonistas, en relación a
las numerosas aristas que componen los fenómenos derivados, cabe decir, el reco-
nocimiento de los esquemas relacionales dispuestos entre hombres y mujeres, sus
bases históricas, las distintas tendencias, la reproducción de esquemas culturales,
entre otros. En tal sentido, y en la medida en que los roles de las mujeres empiezan a
cobrar mayor heterogeneidad, surgen situaciones particulares que instruyen nuevos
estudios, desde dimensiones inéditas. Así, se enarbola el problema de la participa-
ción de la mujer en lo público, desde una perspectiva comunitaria, como una salida
natural a las reproducciones patriarcales que operan como constantes en la historia
venezolana, y con algunas variantes, en todos los países latinoamericanos.
Se asume pues, que la movilización de las mujeres hacia actividades públicas con
menores posibilidades de defensa institucional, en cuanto a derechos para el trabajo, en
el trabajo y después del trabajo se refiere, puede convertirse en una nueva dimensión de
la discriminación; probablemente una de las más peligrosas.
Debe acotarse que, sin vislumbrarse un cambio en la percepción del género por
parte de los actores sociales, y en consecuencia, de los actores políticos (por com-
prensión), se estaría al encuentro de formas de organización de lo público que per-
petuarían de manera dramática, sobre mecanismos racionalizados, una visión del
género desde lo masculino y para lo masculino. Al respecto, MacDowell y Pringle
(1992), citados por Woodward (1998:47), señalan que “un punto fundamental en
369
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
los estudios de las mujeres es que los hombres reciben la consideración de repre-
sentantes generales de la humanidad, como si ésta fuera una subjetividad universal
desprovista de género”, razón por la cual el análisis de las variantes en la racionali-
zación de la noción de género es imperativo para reconocer los cambios inherentes
en una sociedad en pleno proceso de reforma o revolución (este último sería el caso
venezolano).
Se pretende demostrar que los cambios superficiales en la organización y disposi-
ción de lo público, no impactan de manera significativa las posibilidades de partici-
pación de la mujer en su condición de ciudadana asistida por derechos y deberes en
el contexto público y privado, siempre que se reproduzcan las brechas históricas sur-
gidas en los modelos productivos que han dado sentido y orientación a los sectores
económicos. En tal sentido, las mujeres constituyen el eslabón débil en el conjunto
relacional que se dispone en ocasión del trabajo, lo cual va modelando una delgada
línea entre las representaciones sociales referidas al género y los derechos prístinos
de las mujeres en sus prácticas ciudadanas.
Unido a lo anterior, resulta lógico pensar que las mujeres constituyen factores
fundamentales en la reproducción de las constantes culturales que terminan subyu-
gándolas y en cierta medida supeditándolas a las definiciones que, desde lo mascu-
lino, se tienen de todos los procesos sociales, y en consecuencia, de conceptos como
la equidad, la igualdad, la moral y la participación ciudadana, entre otros aspectos
importantes.
El Estado, definido como la suma de los actores institucionalizados, es en muchos
casos reproductor de esquemas patriarcales que impactan la noción de género, aún
en procesos revolucionarios o de reforma social, esto debido a que en el centro de
las orientaciones del Estado están los hombres como representantes del sinalagma
social, con lo cual todas sus acciones, aunque aparentan ser “neutrales”, en términos
de género, terminan colocando a la mujer dentro de una visión de otredad particular,
donde el otro, en términos de su participación en lo público, y en el peor de los casos en
la aplicación y defensa de los derechos ciudadanos, es la mujer (Woodward: 1998).
370
Juan Montserrat
mentación, lo cual es un recurso importante en la teoría pero que puede generar con-
fusiones al estudiar las prácticas específicas. Al respecto, Daune-Richard y Devreux,
citados por Acevedo (2005), afirman lo siguiente:
“…la separación entre trabajo productivo y reproductivo es meramente teó-
rica, y que, sobre todo, en la vida de las mujeres el trabajo productivo y el
reproductivo se entrecruzan, frecuentemente, se dan de forma simultánea y
en el mismo espacio. Las mujeres participan a la vez de la actividad econó-
mica y de la producción-reproducción de la vida humana y ambas funciones
proceden de la misma lógica, aunque separados por la economía de mer-
cado, pero en la vida de las mujeres resultan entrelazadas”. (Pág. 168).
Queda claro que, en relación a las actividades de las mujeres, pensar en ubicar
el trabajo reproductivo como central y el productivo como agregado opera como
una práctica evidentemente discriminatoria, que suele obrar como punto de apoyo
para definir y orientar los roles de las mujeres. De esta manera el sistema impregna
el trabajo de las mujeres de ingentes sacrificios, construyendo representaciones en
éstas, que terminan por socavar los intentos de lucha abierta por un cambio en las
percepciones de género, derribando a su vez la configuración de una conciencia de
género, que permita, en última instancia, reconstruir a la mujer desde sí misma y
abrir espacios para la participación en términos de igualdad, entendida ésta a partir
del consenso entre hombres y mujeres. Es pues la mujer, un agente utilitario del
sistema capitalista, que cuesta poco y adolece de ingentes responsabilidades, por
lo cual su participación en los esquemas productivos será siempre observada con
carácter accesorio (con lo cual se refuerza la sumisión), es decir, conviene al sistema
desde su rol doméstico, de soporte al trabajador hombre, y cualquier variación a esta
realidad, deberá encontrarse con fuertes barreras que van más allá de lo expresa-
mente económico y político (Saltzman: 1989).
En el mismo orden de ideas, existen algunas tesis que han limitado la partici-
pación de la mujer en lo público, ubicando el problema en un contexto ontológico,
que impacta significativamente la cotidianidad. Al respecto Fernández (2005: 334)
señala que “lo femenino…se ubica de modo exclusivo en el ámbito privado, domes-
tico, familiar. El ámbito privado aparece como el propio de la mujer, la cual por
naturaleza podría desempeñarse mejor en este sentido. Este es su espacio…, el de
la reproducción de la vida, el del trabajo no remunerado-invisible”, es así como las
mujeres se erigen como trabajadoras de difícil inserción, aún cuando esta afirma-
ción sugiere intencionalidades orientadas a la discriminación (Acevedo: 2005). Cabe
argüir que el andamiaje conceptual que se erige desde la masculinidad a favor de la
exclusión de la mujer encuentra algún soporte en la parca racionalización que de su
status actual tienen las mujeres, situación que se agrava con el incremento de una
participación en lo laboral en condiciones altamente precarias.
La inserción de la mujer en el ámbito público, luego de saldar las evidentes trabas
impuestas por la sociedad patriarcal, debe hacerse de instrumentos para paliar los
371
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
372
Juan Montserrat
No existen hasta ahora razones, salvo las de índole cultural, que puedan justificar la
exclusión de la mujer de empleos dignos, entre otras cosas porque sus niveles de capa-
citación para el trabajo son muy altos y sus posibilidades cognitivas muy marcadas. En
sintonía con lo anterior, Acevedo (2005), afirma lo siguiente:
“Las limitaciones en el acceso de las mujeres al empleo no se corresponden
con los niveles educativos alcanzados por ellas. Actualmente, las mujeres
incorporadas a la fuerza de trabajo están mejor preparadas que los hombres,
pues tiene, en promedio, mejores niveles educativos que ellos” (Pág. 176).
En general, el trabajo de las mujeres opera sobre esquemas de precarización
regularizada, racionalizada a partir de la noción de “eslabón débil” que de la mujer se
tiene, unido a las justificaciones de orden biológico que se esgrimen desde siempre.
La precarización asociada al trabajo femenino obedece además, a la propia natu-
raleza del sistema capitalista, el cual privilegia, a los efectos de la explotación, a los
sectores con mayores desventajas culturales. Al respecto Acevedo (2005: 177) señala
que “la precarización del trabajo de las mujeres es estructural en el sistema capitalista
por entrar en la lógica de la rentabilidad del trabajo el que los atributos de género,
como sumisión, obediencia y habilidad, hacen a las mujeres más rentables”.
Se puede apreciar que el traslado de las mujeres a sectores productivos, sacri-
ficando en algunos casos sus roles reproductivos, constituye para el sistema una
invectiva, que sólo encuentra remedio en la exclusión frontal y en el destierro hacia
la informalidad y sus consecuentes efectos precarizantes.
Otro elemento que debe ser tomado en cuenta en virtud de la precarización en el
trabajo de las mujeres, lo constituye el trabajo voluntario, el cual alude a la no remu-
neración y se asocia a las actividades públicas a niveles que no connotan posibilidad
alguna para la toma de decisiones, es decir, las acciones comunitarias sobre formas
no institucionalizadas. Esta situación no varía, aún cuando las estructuras de acción
pública, dispuestas por el Estado, promueven el trabajo comunitario, por lo que suele
suceder que la brecha entre la labor con carácter remunerativo y el trabajo voluntario
se estrecha tanto que se pierden de forma sostenida los derechos en el trabajo en aras
del bien común; tal es el caso venezolano, en algunas experiencias.
373
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
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Juan Montserrat
375
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
376
Juan Montserrat
solidados. En este sentido, González (2006: 150) elabora un listado de las leyes
venezolanas que, de manera directa o indirecta, garantizan la defensa de los dere-
chos de la mujer y promueven la participación de ésta en la sociedad en igualdad de
condiciones:
• Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
• Ley Orgánica del Trabajo. Título VI
• Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer
• Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia
• Ley de Tierra y Desarrollo Agrario (Art. 14)
• Ley de Micro finanzas y el Decreto de Creación del Banco de desarrollo
de la Mujer
• Ley nacional de la Juventud. Art. 8
• Ley de Paternidad Responsable.
A manera de conclusión
Las acciones públicas de los individuos se construyen a partir de la noción de
ciudadanía, sin embargo, es de indicar que un gran número de ciudadanos, lo son
sin tener conciencia de ello. Esto no constituye un problema central para los hom-
377
Participación de la mujer en lo público: una perspectiva comunal
bres, tomando en cuenta que el “ser ciudadano” es una construcción forjada desde
lo masculino y para lo masculino. De esta manera, el problema de la ausencia de
identidad ciudadana, elaborada desde sí (lo cual es condición necesaria para garan-
tizar la igualdad), es estrictamente de la mujer, por lo tanto, la inserción definitiva
de ésta en los espacios públicos, en igualdad de condiciones, parte por construir su
propia ciudadanía sin que medie lo masculino como único y natural referente. En tal
sentido, la acción pública de la mujer, propuesta desde las comunidades, es una clara
oportunidad para saldar el óbice de la ausencia de definiciones de ciudadanía desde
lo femenino, y permite a su vez, la construcción de una sociedad donde se reconozca
a las mujeres como lideres potenciales, que puedan elegir sus roles con libertad y
confirmen sus capacidades a partir de la acción comunal; se trata de incrementar
la participación femenina con criterios de igualdad, soportados por elementos fun-
damentales como la calidad en las labores y la posibilidad de alternabilidad en los
niveles decisorios en la administración comunal, allanando el camino para la inser-
ción de la mujer en la esfera política con mayores ventajas.
En Venezuela el trabajo de la mujer ha sido hasta ahora susceptible a la precariza-
ción, sin embargo, a partir de la neo-institucionalidad, propia del gobierno de Hugo
Chávez, se viene forjando una conciencia de género que cruza transversalmente las
acciones públicas y privadas, desde lo colectivo a lo individual, conectándose con lo
endógeno, y a su vez con las nociones de sustentabilidad, con lo cual cobra fuerza
desde diversos ángulos y aumenta su dimensión e impacto, al punto de erigirse como
uno de los resultados más notorios de las gestiones de gobierno, donde convergen
esfuerzos de todos los sectores de la sociedad. En tal sentido, puede afirmarse que la
nueva percepción de género propuesta en Venezuela, con base en la acción comunal
de la mujer y soportada por las leyes, se constituye en punto de encuentro de los
actores sociales que construyen día a día la realidad política y económica del país.
Es pues, la participación de la mujer en lo público, desde una perspectiva comunal,
un paso importante para la construcción de una sociedad con mayores posibilidades
para los consensos, con lo cual se brindaría forma, contenido y concreción al sistema
de democracia participativa y protagónica.
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Juan Montserrat
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379
380
Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
Rolando Smith
Venezuela
Introducción
A finales de la década de los setenta, en San Cristóbal, Estado Táchira, Vene-
zuela, en el marco de un evento referido al rol de la mujer en la sociedad, aparecieron
un conjunto de panfletos, reivindicando el rol de la mujer en ser artífice sustancial
de las transformaciones de la sociedad. Trascender el rol de ser simplemente agentes
básicos de la reproducción, para ser protagonistas de la transformación socio-histó-
rica bajo contenido de justicia y equidad, ser visibles en el proceso social de trans-
formación, en una sociedad nueva. Uno de esos escritos pone de relieve el drama y
la dualidad de opción con la cual se expresa ese rol. Estar sometidas a la dictadura
del hogar y/o a la clásica explotación ligada a la industrialización o las formas eco-
nómicas dominantes, con lo cual se imprimió una suerte de ideario, que implica a su
vez un proceso de liberación de lo cotidiano hogareño, en un ámbito de libertades y
de no explotación.
Dos funciones estructuradas históricamente, reproductoras y producción, asig-
nadas por razones culturales e históricas a la mujer y al hombre respectivamente,
comienzan a ser de contenido dual en la mujer, signando, por ende los espacios
sociales de contenidos variados bajo argumentos o proyectos liberadores en sus ins-
tancias prácticas militantes.
381
Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
con y a través del cual es posible establecer los parámetros explicativos de aque-
llos. La estructuración de los sistemas productivos, la organización del trabajo y la
determinación de los espacios de relaciones sociales expresadas en términos de dis-
tribución de roles y funciones (división del trabajo), constituye una trilogía analítica,
que girando alrededor del trabajo, expresa acción y/o prácticas que se generalizan y
se imponen al todo social invocando a veces situaciones de separación en funciones
pero de contenido único en los espacios sociales.
El trabajo como actividad socialmente organizada, como hecho social, es una
expresión de cultura, en tanto, relaciona de una manera dialéctica capacidades, rela-
ciones sociales, transformación de los espacios naturales y/o sociales e invoca una
actividad dirigida a satisfacer necesidades.
Como hecho histórico y social, relaciona en sus contenidos las formas y maneras
con las cuales se ejecuta, su organización y el rol que desempeñan sus protagonistas.
Su visibilidad en términos de la sociedad de hoy viene determinada por la fuerza ins-
titucional que la regula, su reconocimiento y su acción en el ámbito público por la
capacidad de los actores de hacer valer sus derechos en un marco que reivindique su
ciudadanía laboral1 y que ubica al factor laboral, de contenido esencialmente mascu-
lino, en proveedora de bienestar en el ámbito de las relaciones privadas, léase familia.
El trabajo en el vínculo social opera como acciones sociales sustentables de las
funciones básicas de la sociedad, en tanto configuradoras de los mecanismos sobre
los cuales se producen los bienes y servicios que demanda la sociedad y como
acciones sociales de reproducción del quehacer social.
El trabajo entonces, como actividad humana, como hecho social y cultural,
articula dimensiones concretas de transformación de insumos en productos, que
modifica en términos genéricos el entorno, transformando a su vez el sujeto histó-
rico. Invoca una complejidad manifiesta, de legitimidad y aceptación social en sus
acciones visibles, reconocidas y protegidas pero implica una gama inmensa de posi-
bilidades de realización, en lo cual el resultado final invoca resultados de la acción
del trabajo en la producción de un bien o la prestación de un servicio integrado
del mundo de las necesidades y aspiraciones2. El trabajo en ese sentido relaciona
lo sustancial tangible con las acciones de producción de intangibles, lo manual, lo
intelectual, lo transitivo, lo intransitivo, en un continuum que se diferencia en el
contenido que asume en la sociedad.
Bajo este espectro recolocamos el análisis del trabajo para trascender lo sala-
rial e intentar visualizar una gama inmensa y muy rica de trabajo no visible, en
la mayoría de los casos no compensados. Se trata, entonces, de visualizar formas
y contenidos de actividades consideradas como secundarias al estatus de trabajo
(formal), como acciones humanas necesarias, articuladas a la producción de bienes
y servicios, en tanto, implica movilidad, actividad dirigida, que involucra acciones
subjetivas, intangibles, además de las consabidas acciones de transformación de
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Rolando Smith
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Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
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Rolando Smith
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Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
social, de una sociedad intermediada por en su acción social por sistemas de rela-
ciones laborales institucionalizados y reconocidos, nos remite a la necesidad de con-
figurar, para tales efectos, conceptos y /o estructuras de relaciones entre las fuerzas
laborales y los medios cuya denominación privada, de corte familiar en la mayoría
de los casos le dan su forma o moldea su dinámica. Se trata por consiguiente de
pensar si el trabajo inherente a la función reproductiva es socialmente sustentable,
económicamente cuantificable y lo mas importante cuál es el rol que desempeña en
el contexto de la división orgánica del trabajo. El modo de ser y de construcción
laboriosa que emana del conjunto de acciones sustentadoras del trabajo asalariado
en tanto funge como escenario reproductor de la vida social invoca una suerte de
destino…contribuir a la reproducción de la fuerza de trabajo asalariado (valor de
subsistencia).
La diversidad de los mercados laborales, su fragmentación, el contenido selec-
tivo que asume en determinados estratos, su vulnerabilidad, la flexibilidad permite
asociar su desarrollo a una suerte de mercantilización de lo laboral donde lo salarial
pierde vigencia surgiendo en consecuencia una tendencia a desmantelar los meca-
nismos construidos alrededor del trabajo subordinado.13
A modo de conclusión
El campo de lo social, en términos de género, invoca un espacio de relaciones,
donde se legitiman por la vía institucional y cultural, un conjunto de prácticas, man-
tenidas como elementos de cohesión social sometidas, por supuesto, a evidentes
contradicciones. La naturaleza de la cuestión social, definida por los contenidos de
la integración social, define a su vez la naturaleza de los roles dominantes, sostenidos
y/o difundidos socialmente. En las relaciones salariales derivadas de las acciones
contractuales, protegidas socialmente, se da por sentado que el hombre es proveedor
de bienestar a los espacios familiares14 y la mujer agente de la reproducción social.
Sin embargo, en la dinámica de lo social, su metamorfosis (cuestión social) deriva
conclusiones desafiliadoras de lo salarial contractual hacia formas de asalarización
distintas y sometidas a variedades de corte precarizante o reguladas por acciones
públicas como opciones de distribución de riqueza15.
Ese proceso, entonces, sometido a mutaciones, se constituye en la variable clave
con la cual es posible entender el posesionameinto de las personas en la escena
social, la división del trabajo, como soporte privilegiado de inscripción en la estruc-
tura social16, con dinámicas salariales distintas17
El estatus actual del proceso de determinación de lo salarial está en una etapa de
desestructuración, implicando vulnerabilidades estatutarias y dominadas por el mer-
cado a través de la empresa, redefiniéndose nuevas posturas públicas del Estado del
bienestar social. Hoy en Europa por ejemplo se habla de la necesidad de acompañar
la flexibilidad laboral con acciones públicas de flexiseguridad.
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Rolando Smith
Notas
1 Las demandas por mayores niveles de igualdad, libertad y justicia social, de inclu-
sión social plantea la necesidad de construir nuevos contratos que se traduzcan en
una democracia más inclusiva, equitativa, participativa y solidaria. Estas nuevas rela-
ciones contractuales exigen y demandan agendas sociales haciendo emerger formas
de ciudadanía laboral.
2 Pablo Guerra (2001:39) define el trabajo como…aquella actividad propiamente
humana que hace uso de nuestras facultades tanto físicas como morales e intelec-
tuales, conducentes a obtener un bien o servicio necesario para satisfacer necesidades
propias y a veces ajena de algún tipo de necesidades.
3 Al respecto Elsa Santamaría López, Sobre la diversidad de experiencias sociales
del trabajo en contextos urbanos Papeles del CEIC # 3, marzo 2002 (ISSN: 1695-
6494) nos indica…fruto de la necesidad de una definición normativa del trabajo, en
la que colaboran, el Derecho (derecho laboral) y distintas, Ciencias Sociales, como
la Economía Política y la propia Sociología, se configura lo que hoy entendemos
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Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
por empleo. Varios autores recurren a la imagen del Iceberg para representar la idea
de que sólo es la punta del Iceberg, es decir, el empleo remunerado, lo que se hace
visible a los científicos sociales y economistas, quedando en la zona sumergida la
otra cantidad de trabajos no menos importante, cuantitativa y cualitativamente, tanto
para la sociedad como para las personas que los realizan. Como indica Durán, “La
conceptualización del trabajo como trabajo / mercancía es una elipse lógica que choca
frontalmente con la experiencia cotidiana de la mayoría de la población” (Durán,
1991: 9) El trabajo reducido al empleo y ubicado exclusivamente en el campo de la
producción económica, hace invisible tanto social como conceptualmente otros tipos
de trabajo, como son el trabajo familiar y doméstico, el trabajo informal, el trabajo de
voluntariado y comunitario.
4 En ¨Mujeres, trabajo doméstico y relaciones de género: Reflexiones a propósito
de la lucha de las trabajadoras bolivianas¨ Elizabeth Peredo Beltrán nos señala
que …trabajo doméstico o trabajo reproductivo puede conceptualizarse como «el
conjunto de actividades encaminadas hacia la reproducción cotidiana y cuya sede
de producción es el hogar... incorpora las siguientes actividades: las vinculadas a los
alimentos...; la limpieza y mantenimiento de la ropa; la limpieza general de zonas
interiores de la casa; el cuidado de los niños; la limpieza y el mantenimiento de las
zonas exteriores, incluyendo tareas de jardinería...; cuidado de animales domésticos;
tareas de servicio personal... labores que aparentemente no son trabajo como: vigilar
la casa y que sobre todo estén vinculadas a la conservación del patrimonio del hogar»
(Goldsmith, salud o educación, que generalmente son una prolongación de la res-
ponsabilidad doméstica. En este ámbito se pueden distinguir diferentes niveles de
actividad reproductiva: niveles de reproducción biológica, reproducción de la fuerza
de trabajo y reproducción social, que así clasificados permiten una aproximación más
precisa al concepto del trabajo doméstico. http://www.funsolon.org/publicaciones/
trabajadoras-pereda.rtf
5 Se recomienda ver De lo cotidiano a lo público: visibilidad y demandas de género
Patricia Amat y León En http://168.96.200.17/ar/libros/genero /amat.rtf
6 A respecto, Nora Das Biaggio Las relaciones entre producción y reproducción
social en las familias de sectores populares. Incidencia en la reproducción de
la pobreza plantea que “…La tarea reproductiva puede también entenderse como
productiva, y en cuyo caso deberá comprenderse el trabajo desplegado en ese ámbito
como aporte al PBI; de ser entendido de esa forma merecería un tratamiento especí-
fico a la hora de subsidiar a las familias de pobres estructurales. Es decir, el trabajo
doméstico (realizado mayoritariamente por mujeres) es un aporte a la renta nacional
per. cápita, que el Estado debería contabilizar, en función de ello, el gasto social no
sería entendido como tal, gasto, sino como remuneración salarial por una actividad
desarrollada. Planteado de este modo el circuito de reproducción de la pobreza, vía
política clientelísticas de cooptación de sectores pauperizados no sería tal. Entender
el acceso a un salario básico por tarea o actividad de reproducción social, implicaría
reconocer al trabajo doméstico como tarea productiva y no meramente como tarea
socializadora de sujetos. En el caso del trabajo de reproducción uno de los problemas
fundamentales es formular un planteamiento analítico capaz de expresar de manera
rigurosa la relevancia que la experiencia cotidiana tiene. http://www.cinterfor.org.
uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/publ/gen_sur/pdf/biaggio.pdf
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Ni esclavas de un fogón, ni explotadas por un patrón
• Al mismo tiempo, más mujeres que nunca antes están desempleadas. La tasa de
desempleo de las mujeres es de 6,6 por ciento, más elevada que la de los hombres, de
6,1 por ciento.
• Las mujeres tienen más probabilidades de ocupar puestos de trabajo de baja pro-
ductividad en la agricultura y los servicios. Su participación en el trabajo industrial es
mucho menor que la de los hombres y ha tendido a decrecer los últimos 10 años.
12 González María (1998) en El trabajo femenino en el sector informal. Los mer-
cados de trabajo femeninos. Tendencias recientes, Instituto de Investigaciones
Económicas/UNAM-Porrúa, México. Plantea que estos cambios están teniendo con-
secuencias de un amplio alcance; por un lado, el avance de la flexibilidad laboral ha
sido posible por el crecimiento de la desocupación, la revolución tecnológica y la
derrota política de la clase obrera; mientras que en el plano de los hogares se trans-
forman las relaciones entre hombre y mujeres y entre generaciones. (p.27)
13 La dimensión social del trabajo presenta actualmente altos índices de desocupación,
subocupación, inestabilidad, precariedad laboral, bajos salarios, pobreza estructural y
la exclusión de amplios sectores de la población del sistema productivo. Los sujetos
que viven de su trabajo se encuentran en un estado de indefensión frente a la ausencia
de una acción proteccionista del Estado en el ámbito individual y colectivo dado que
además ha quebrado intencionadamente a las organizaciones gremiales dejando a los
trabajadores sin representación colectiva organizada. la ausencia total de organiza-
ciones sociales le hacen mal a la democracia.( tomado de http://html.rincondelvago.
com/la-metarmorfosis-de-la-cuestion-social_una-cronica-del-salariado_robert-cas-
tell.html)
14 Al respecto se recomienda Roles sociales y acción: los riesgos de la inestabilidad
laboral y los avatares de la figura del proveedor de Salles, V. y Olivo, M. en Teorías
sociales y estudios del trabajo: nuevos enfoques Anthropos / Universidad Autónoma
Metropolitana. México 2006
15 Neffa, Julio Cesar en Evolución conceptual de la Teoría de la Regulación (Teorías
sociales y estudios del trabajo: nuevos enfoques Anthropos / Universidad Autónoma
Metropolitana. México) redenomina esta circunstancia con el nombre de salario indi-
recto. Ob cit Pág. 192
16 Castell, R (1997) en Las metamorfosis de la cuestión social, Paidós Argentina 1997,
nos indica la existencia de relaciones laborales difusas sin colocación en la estructura
social, desafiladas, vulnerables o integradas. Ese continuum define diferentes cues-
tiones sociales intermediadas por razones salariales en cuya trayectoria es posible
ubicar distintas formas de articulación al todo social
17 Alain Lipietz (1996) habla de una cuatripartición del colectivo asalariado en: (1) un
segmento altamente cualificado y remunerado, (2) un segmento de asalariados perma-
nentes y relativamente cualificados, (3) un segmento de inserción precaria y de bajo
salario (no necesariamente de baja cualificación) y (4) un segmento permanentemente
excluído del sector asalariado. Y señala el carácter sexuado de esta segmentación con
un gran número de mujeres en los grupos (3) y (4), sobretodo en el primero que cons-
tituye la vía de acceso privilegiada de muchas mujeres tanto jóvenes como adultas
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Introducción
Este trabajo se presenta en tres ejes. En primer lugar, se realiza un análisis de
la situación del trabajo de mujeres haciendo un correlato con el crecimiento del
Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina y el Caribe. En segundo lugar, se
analiza la configuración del trabajo de mujeres y el carácter segmentado que persiste
en la región. En tercer lugar, se ha creído importante realizar un detenimiento en el
análisis de las políticas sociales por el impacto que supone éste en los dos segmentos
anteriores.
Para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe los últimos años
han sido de crecimiento económico. Los indicadores de este aumento han tenido su
correlato en el fortalecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), acciones dirigidas
al aumento del gasto público y el control fiscal. Adicionalmente, en este contexto,
se observaron crecientes demandas de insumos por parte de varios países industriali-
zados, aspecto éste que hizo posible el aumento de las exportaciones en los países de
la región. No obstante, a pesar de este escenario positivo, la situación de las mujeres
se mantuvo dentro de un paisaje de inequidades y lamentables prácticas laborales
(OIT: 2006 a).Tal situación de contrariedad evidencia que el crecimiento económico,
no es sinónimo de desarrollo, por cuanto como señalan Briceño y Álvarez (2006:66)
el desarrollo es un proceso complejo que comprende elementos biológicos, econó-
micos, políticos y culturales que deben analizarse desde una perspectiva sistémica.
Al margen de este lógico comentarios a continuación se hace un alto con el propósito
de analizar que ha sido el crecimiento económico en países de la región de América
Latina y el Caribe.
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Palabras finales
Muchos países de América Latina y del Caribe adolecen de un crecimiento que
promueva el empleo de calidad para todos. De 1990 a 2003, el producto creció a una
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tasa del 3,1 por ciento anual, en tanto que el empleo total lo hizo a una tasa del 2,5
por ciento. El empleo asalariado creció un 8 por ciento durante todo el período o, lo
que es lo mismo, a un escaso 0,6 por ciento anual. Asimismo, el porcentaje de traba-
jadores con protección social disminuyó en ese período del 66,6 al 63,6 por ciento.
El crecimiento económico es fundamental para conseguir mejores resultados en
el mercado de trabajo. Sin embargo, los plazos en que sus, beneficios llegan a la
población pueden ser muy largos, si las tasas de crecimiento son bajas. Es necesaria
una tasa sostenida de crecimiento de al menos un 5,5 por ciento anual para mantener
en 126 millones de trabajadores el volumen de este gigantesco déficit (OIT: 2006b).
Diversas son las causas de estos problemas. Una de las más importantes, desde el
punto de vista de sus consecuencias sobre el mercado de trabajo, es la baja produc-
tividad del trabajo que se observa en gran parte de las economías de la región, más
aún si se considera que esta cifra casi no se ha alterado en los tres últimos decenios
pese a las diversas reformas realizadas.
Cimentado por estas consideraciones, subyace el problema de la participación de
la mujer en los esquemas de crecimiento y desarrollo, como una variable de difícil
tratamiento, tomando en cuenta que el balance desde lo teórico, en algunos casos
permite justificar argumentaciones que aluden claramente a la necesidad de perpe-
tuar un sesgo desde lo masculino y hacia lo masculino, en cuanto a la explicación de
los fenómenos sociales y las implicaciones de un modelo de desarrollo masculini-
zado que pueda, en su propia dinámica, movilizar las perspectivas de género desde
una visión racional-femenina hacia una más intrincada y compleja que promueva
acciones públicas y privadas en pro de la participación de la mujer en los diversos
sectores económicos, pero con sentido y orientación, desde lo masculino.
En tal caso, aún cuando pueda aumentar la calidad en el trabajo femenino, dis-
minuiría proporcionalmente su coto de participación en ese modelo de desarrollo;
patriarcal por excelencia. Lo anterior se confirma con Theile, quien citado por
Woodward (1998), señala que
“la oposición de la mujer, la familia y la naturaleza, por un lado, al hombre,
la sociedad civil y política, por otro, es fundamental para comprender la
definición de lo que es político…incluir a la mujer requiere un cambio de
dirección fundamental para la disciplina…La teoría social y política es
parte de la praxis del hombre. Es a la vez un indicativo y un agente de la
opresión de la mujer por el hombre” (p.49)
Como se observa, las fuertes contradicciones que operan en las estructuras rela-
cionales dispuestas entre hombres y mujeres, se erigen como limitaciones meridianas
para la creación de un modelo de desarrollo que propicie los encuentros y motive las
elaboraciones teóricas que fracturen las construcciones patriarcales que han signado
conceptos como Estado, Igualdad, Democracia, Trabajo digno, entre otros.
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Mujeres trabajadoras: Una paradoja
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