Etologia Equina
Etologia Equina
Etologia Equina
El etograma es un catálogo de expresiones faciales que incluye orejas, ojos, nariz, hocico, boca y
posición de la cabeza, y que puede ayudarnos a detectar una expresión del caballo normal o con
dolor, un comportamiento conflictivo o angustia. Muchas veces, los problemas y el dolor que sufren
los caballos son difíciles de detectar en el momento, pero este método podría beneficiar a los
animales gracias a una detección precoz de una posible patología.
Así como los humanos sufrimos a lo largo de la vida algunas lesiones de los huesos
los caballos también lo padecen. Por ello es de suma importancia contar con el
médico y a su vez con los equipos de imagenologia adecuados para realizar un
diagnóstico adecuado del equino lesionado. Por ello en esta entrega vamos a abordar
los aspectos relacionados con el Etograma en caballos. La finalidad, usos, y utilidades
de esta herramienta como servicio de apoyo diagnostico al médico veterinario que
esté tratando al animal lesionado.
El origen del termino etograma viene de ethos que significa costumbre y gramma
significa registro. Por ende el etograma, es el registro por escrito del comportamiento
y los hábitos de los seres humanos y animales.
Como bien sabemos los animales no pueden hablar por lo tanto se les hace difícil
expresar cuando siente algún dolor o molestia. Esto a veces puede complicar los
cuadros clínicos pues no los abordan como se debe. Sin embargo gracias a los
avances en el campo de la etología en la actualidad. Existe una forma de medir el
dolor en el caballo a través de la medición de sus expresiones faciales.
Todo esto gracias al Etograma en caballos. Ahora bien este es un inventario del
lenguaje facial que abarca la cabeza así como las orejas, ojos, hocico, boca.
El hecho de que los animales no puedan hablar trae como consecuencia que sufran
en silencio molestias o dolores. Por lo que su dueño o cuidador se le hará difícil
percatarse de esto. Pues bien allí entra en protagonismo el Etograma en caballos. En
efecto este novedoso procedimiento favorece a los animales ya que detecta no solo
los dolores sino posibles enfermedades en los equinos.
Según las investigaciones realizadas por Educacion Veterinaria Equina ratifica los
alcances que tiene el Etograma en caballos. Puesto que si el médico veterinario
tratante del equino realiza una correcta lectura y descifrado del etograma. Allí se
puede reflejar que padece de dolores en el sistema musculo esquelético tales como
torcedura, dolor del dorso entre otros.
Los vicios del caballo son conductas anormales que interfieren con el manejo y que ocasionan quejas de
los propietarios y entrenadores. Los comportamientos estereotípicos (estereotipias) son movimientos
repetitivos y constantes sin un propósito aparente. Los vicios involucran algunos estereotipos como son
excesiva agresividad, morder, patear e ingerir materiales de la cama (ver recuadro).
Morderse los labios Entrecruzar las manos Rascarse Patear la pesebrera (con
las patas)
Batir la cola
Causas:
Como causa primordial de todos los vicios y estereotipos de los caballos está la
domesticación, la vida confinada de un animal que desde el punto de vista evolutivo tiene su
organismo y su mente preparada para vivir en extensos ambientes al aire libre y en compañía
de otros de su especie.
No existe evidencia de que estas conductas anormales sean heredables, pero parecen ser
aprendidas imitando los vicios de la madre. Estos problemas son más frecuentes en caballos
de “sangre caliente” como los Fina Sangre de Carrera y los Árabes comparados con los
caballos de razas pesadas, lo que se puede atribuir a que los primeros son manejados
confinados en pesebreras.
Si bien las causas nutricionales aún no han sido demostradas, las dietas bajas en fibras
pueden conducir a la aparición de comportamiento anormal.
Las causas psicológicas de las estereotipias son más fáciles de identificar. Involucran las
sensaciones de frustración, de inaccesibilidad a algo deseado, de temor o miedo hacia
determinados objetos o personas. Estas estereotipias a menudo son manifestados cuando
aparece el peón o la persona que cuida del animal. Generalmente existe una situación
desencadenante, como el momento antes de ofrecer la ración.
Se pueden presentar a cualquier edad, pero son más frecuentes en equinos jóvenes
sometidos a cualquier cambio en su forma de vida: el destete, en encierro luego de haber
vivido en pasturas, o el cambio de los compañeros del establo o del personal que los maneja,
pueden originar comportamientos anormales. Por lo tanto se debe poner atención a los
cambios en el ambiente, a la nutrición y a la interacción social entre los caballos.
CONDUCTAS REDIRIGIDAS
Son aquellas conductas anormales dirigidas hacia un objeto diferente de la fuente del
estímulo (McGreevy 2004). Es un tipo de conducta de conflicto, donde se activan dos
sistemas motivacionales, pero sólo uno de ellos logra expresarse dirigiéndose a un objeto
inapropiado (Barnard 2004a).
Coprofagia. A pesar que la coprofagia es una conducta normal en equinos hasta el primer
mes de edad, generalmente no ocurre en adultos (Waring 2003). Es común que potrillos
consuman materia fecal de sus madres, por lo que se ha sugerido la existencia de una
discriminación del material fecal materno en base a feromonas (Crowell-Davies y Caudle
1989). Se ha sugerido que esta conducta le permite al potrillo adquirir microorganismos
intestinales, los que le serán de utilidad durante el cambio de una dieta basada en leche a
una basada en forraje (Waring 2003). También se ha demostrado que la materia fecal
contiene altos niveles de ácido desoxicólico, del cual son deficientes los potrillos, existiendo
evidencia de que éste provee protección contra enteritis en la fase juvenil de algunos
vertebrados (Crowell-Davies y Caudle 1989). En el equino adulto esta conducta parece
desencadenarse por una falta de estímulos orales, tal como cuando los animales son
mantenidos en áreas sin forraje o con dietas altas en concentrados (Boyd 1986).
Agresión. Existen variados tipos de esta conducta, tal como la agresión afectiva relacionada
con una respuesta autonómica que incluye interacciones simpático-adrenales. En ella el
animal muestra signos a través del lenguaje corporal, el que siempre incluye una amenaza,
pudiendo llegar al ataque propiamente tal cuando no se toman las medidas apropiadas.
Dentro de la agresión afectiva se encuentran aquellas inducidas por dolor, por miedo,
interacciones entre machos, por dominancia, protectiva, maternal, aprendida y la
redirigida, que es la que en este caso interesa (Beaver 1986, Fraser 1992).
Por otra parte, se encuentra la agresión no afectiva, la cual no está usualmente asociada a
signos de amenaza, siendo las situaciones en que ocurre generalmente predecibles. Dentro
de este grupo se encuentran las agresiones durante el juego y las asociadas a la
reproducción (Beaver 1986). Existen también otras causas de agresión, tal como la
observada en animales irritables, hipertestosteronismo en hembras, factores genéticos,
disfunción cerebral y automutilación.
Cuando la agresión es redirigida, el equino se encuentra estimulado por un aliciente que no
puede alcanzar y redirige su hostilidad hacia otro animal, persona u objeto que tenga cerca,
considerándose ésta como una conducta anormal reactiva (Fraser 1992). Un ejemplo de
este tipo de agresión ocurre cuando un equino hambriento es cepillado, mientras al del lado
se le da de comer. Probablemente el caballo, frustrado por no tener alimento, intente
morder a la persona que lo está cepillando. Otra circunstancia en la que la agresión puede
presentarse es en aquellos mantenidos dentro de un ambiente inadecuado (espacio
reducido, mucha luz, ruido, entre otros). Así, cuando una persona trate ingresar a la
pesebrera el animal intentará morderlo (Beaver 1986, Houpt 1986). Por lo general esta
conducta se da más en machos enteros, quienes exhiben la conducta de amenaza (orejas
hacia atrás, incisivos expuestos, labios retraídos y movimiento de cola) seguida
rápidamente por la mordida (Fraser 1992).
Esta conducta puede ser controlada a través de condicionamiento negativo, para lo cual el
animal debe ser castigado de manera inmediata de realizada la conducta (Fraser 1992).
Comer la cama. Esta conducta se considera como redirigida, ya que el objetivo primario del
equino es el consumo de fibra (forrajeo). Al mantenerse en pesebrera con raciones
controladas redirige esta conducta hacia el material de la cama (McGreevy 2004).
CONDUCTAS VACÍAS
Se refiere a la ocurrencia de una conducta normal sin la presencia del estímulo correcto
(Manning y Stamp-Dawkins 1995, Barnard 2004b).
Los equinos la realizan apoyándose contra un árbol, cerco o construcción, moviendo los
cuartos posteriores de manera rítmica. El resultado de esta actividad es pérdida de crin
desde la base de la cola (Fraser 1992).
CONDUCTAS DESPLAZADAS
Este tipo de comportamiento fue descrito por Kortland (1940) y Tinbergen (1951). La
principal característica es la aparente irrelevancia ante la situación en la que ocurre
(Manning y Stamp-Dawkins 1995) o como una respuesta inapropiada frente a la situación a
la que se ve enfrentado el animal (McGreevy 2004). Según Barnard (2004 a), este tipo de
conducta conflictiva ocurre cuando se activan 2 centros motivacionales incompatibles entre
sí, los cuales no logran expresarse, desplazando esta energía hacia un tercer centro
irrelevante ante las circunstancias, resultando en una conducta fuera de contexto.
Manoteo. El manoteo es una conducta normal utilizada para retirar la nieve del pasto o
llamar la atención de un potrillo en decúbito. Es considerada como desplazada cuando es
realizada de manera vigorosa y repetida como respuesta a un estado de frustración, como
puede suceder en caso de tratar de obtener alimento (Fraser 1992, McGreevy 2004),
alcanzar a otro animal o cuando se mantienen atados por tiempos largos o tratan de
escapar de su pesebrera (Houpt 1986).
Cuando la conducta ocurre sobre superficies duras puede tener como consecuencia lesiones
a nivel de casco y tendones (Fraser 1992). Esta conducta ocurre generalmente en equinos
que son mantenidos aislados, por lo que podría ser controlada al mantenerlos en grupo a
pastoreo (Fraser 1992).
CONDUCTAS APRENDIDAS
Los equinos están aprendiendo todo el tiempo, por esto es importante tener en cuenta que
"no porque no se tenga la intención de enseñarle algo al caballo quiere decir que no se
haga, y no porque no se esté consciente de haberle enseñado algo quiere decir que no se
haya hecho" (Hagerbaumer 1995).
Agresión aprendida hacia los humanos. Esto puede ser el resultado de conductas tan
simples como la entrega de alimento cuando el equino tiene adoptada una postura
agonista. Con el tiempo el equino aprende a asociar la llegada de alimento con la reacción
agonista. Esta postura de amenaza puede aumentar cuando la persona castiga al animal y
luego se retira, con lo que inconscientemente está recompensando al equino con su partida
y reforzando la conducta agresiva (McGreevy 2004).
La agresión también puede ser producto de una respuesta defensiva aprendida. Esto puede
ocurrir cuando los equinos son mantenidos en grupo en un área pequeña sin suficiente
alimento o agua, teniendo que competir por los recursos disponibles. También puede
ocurrir cuando ellos asocian el trabajo con montura a un manejo doloroso y se comporten
de manera agresiva frente a la llegada del jinete (McGreevy 2004). Otra causal es la
socialización temprana con humanos, lo que puede terminar en un mal-imprinting,
acostumbrándose los caballos a morder a las personas como forma de saludo o responder
con acercamiento positivo, en vez de alejarse cuando la persona que considera como su
cuidador se le acerca (entra en su zona de fuga) (Fraser 1992).
Patear la pesebrera. Al igual que muchas de las conductas mencionadas, el patear las
paredes de la pesebrera podría ser una manera de autoestimularse, ya que lo que el equino
busca es escuchar el ruido que producen los cascos contra la pared (Houpt 1986).
Esta actividad puede producir contusiones no deseadas en el pie, además de los evidentes
daños a la pesebrera. A veces, el eliminar la cama y utilizar suelos de madera le permite al
animal escuchar sus pisadas reduciendo la presentación de la conducta (Houpt 1986).