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Jacinto Convit

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Jacinto Convit

Jacinto Convit García (Caracas, 11 de septiembre de 1913–Ib., 12 de mayo de 2014) fue un


reconocido médico y científico venezolano, conocido por desarrollar la vacuna contra la lepra.
Recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1987.
Nació en Caracas, en la populosa parroquia de San José, el 11 de septiembre de 1913, hijo
de madre venezolana, Flora García Marrero, y un español de origen barcelonés, de nombre
Francisco Convit Marti, naturalizado venezolano. De la misma forma, falleció a los 100 años
de edad en su ciudad natal el 12 de mayo de 2014.12

Reconocimientos a su carrera[editar]
En 1971 Convit fue nombrado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) Director del
Centro Cooperativo para el estudio Histológico y Clasificación de la Lepra, dirección que
continuó desempeñando, hasta antes de su fallecimiento.
En 1968 fue nombrado Presidente de la Asociación Internacional de la Lepra (International
Leprosy Association) y reelecto en 1973, también fue designado presidente de la International
Journal of Leprosy Corporation. En 1976 fue elegido director del Centro Panamericano de
Investigación y Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales.
En 1980, ingresa como individuo de número en la Academia Nacional de Medicina de
Venezuela. Por su larga y fructífera trayectoria científica recibió numerosos reconocimientos
nacionales e internacionales, entre ellos, el Premio Nacional de Ciencias en la especialidad de
medicina, otorgado en 1980 por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnológicas (CONICIT).
Desde su llegada a Cabo Blanco, Convit no descansó hasta obtener la vacuna contra la
aciaga enfermedad. Gracias a sus trabajos, Venezuela se transformó en un centro de
entrenamiento en lucha antileprosa. Ello le valió en 1987 el Premio Príncipe de Asturias en su
mención científica y técnica, galardón concebido por el gobierno de España a las personas e
instituciones iberoamericanas que han hecho significativos aportes en beneficio de la
humanidad.
En el año 2013 los diputados de la Asamblea Nacional venezolana aprobaron por primera vez
un proyecto de reconocimiento a sus trabajos, con motivo del centenario de su nacimiento y
por su obra, que incluye sus logros científicos a favor de la salud del pueblo venezolano y del
mundo, por su dedicación al ejercicio de la medicina sin fines lucrativos y de enriquecimiento
personal.45
Fue amplia la carrera y proyección de la obra de Jacinto Convit a nivel internacional. En la
actualidad el Instituto de Biomedicina recibe becarios enviados por la OMS/OPS provenientes
de América, África y Asia.
Junto a Arnoldo Gabaldón y otros de su generación fueron los primeros venezolanos en
comprender el poder de una medicina institucional  y la necesidad de una alianza con las
instancias del poder político.
Vacunas contra la lepra (Enfermedad de Hansen) y la
leishmaniasis[editar]
Jacinto Convit fue un hombre cuyo compromiso con la lepra y la leishmaniasis fue suficiente
para superar su decepción por el fracaso de los intentos de desarrollar vacunas exitosas
contra ellas. Equilibrando su trabajo estos fueron sus logros indiscutibles: concientizar sobre
las enfermedades que esperaba prevenir; luchar por mejorar la atención ofrecida a los
pacientes afectados; insistir que los pacientes fuesen tratados con mayor humanidad; y
generar un sentido de urgencia en los esfuerzos para controlar y curar las dos enfermedades.
Su trabajo persistente fue reconocido por Venezuela, y otros países del mundo. Como parte
de sus celebraciones centenarias, la Organización Panamericana de la Salud lo eligió como
uno de los doce Héroes de Salud Pública.  
La enfermedad con la que más se asoció el nombre de Convit, y en la que trabajó a lo largo
de su vida, es la lepra. Su participación fue desde el comienzo de su carrera. Convit se formó
en medicina en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, se graduó en 1938, luego se
unió al personal del Hospital Cabo Blanco de la Lepra, comúnmente conocido como el
Leprosario de Cabo Blanco. Las condiciones allí eran pobres y, como más tarde recordó, los
únicos tratamientos fueron analgésicos y aceite de chaulmoogra, una terapia de dudoso valor
científico. Con el descubrimiento de los sulfones en 1940 el tratamiento se hizo mucho más
eficaz. Convit fue entonces una de las fuerzas impulsoras de un cambio en las medidas de
control de la lepra de Venezuela en las que el aislamiento obligatorio fue sustituido por varios
programas de tratamiento.
La gran ambición de Convit era desarrollar una vacuna contra la lepra. Peter Smith, profesor
coordinador de epidemiología tropical de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de
Londres, se involucró en este trabajo a través de la OMS, que coordinaba los ensayos de la
vacuna en Venezuela, Malawi e India. "Convit había desarrollado una presunta vacuna
mediante el cultivo de Mycobacterium leprae en armadillos de nueve bandas”, dijo Smith.   La
vacuna debía administrarse conjuntamente con BCG. "Viajé de ida y vuelta a Venezuela
durante varios años, ayudándole a establecer el ensayo de vacunas en las zonas del país
donde la enfermedad era más endémica, en el sur y hacia la frontera con Colombia.
Rompimos el código de prueba justo antes de una gran reunión que Convit estaba
organizando en Venezuela. Básicamente no   hubo diferencia en la incidencia de la lepra en el
grupo vacunado y en los controles que acababan de tener BCG". Convit estaba
profundamente decepcionado. "Pero él era un tipo muy flemático. Aceptó los resultados, y
luego concentró sus esfuerzos en Leishmania".6
Convit tuvo cierto éxito en inmunoterapia, pero menos en desarrollar una vacuna contra la
leishmaniasis. Smith también ayudó durante varios años con el proyecto de leishmaniasis. Las
pruebas organizadas en Sudán y en otros lugares, nuevamente no estuvieron a la altura de
las expectativas de Convit. "Una de las cosas que hizo, que probablemente fue eficaz, aunque
nunca fue evaluada completamente en un ensayo controlado”, dice Smith, "fue para dar dosis
repetidas de BCG a pacientes de lepra como una forma de inmunoterapia". Los cálculos
costo-beneficio de Convit sugirieron que su terapia era una ganga: 40 tratamientos por el
precio de una quimioterapia.6
Convit también hizo importantes aportes en el conocimiento de enfermedades infecciosas,
como la Oncocercosis y Micosis profundas.

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