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Marguerat La Trama

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LA TRAMA 4.

2 El esquema quinario
Para que hay relato, hace falta una historia. La es- Larivaille ha hecho notar, que el cambio ocasionado
tructura de la historia es la trama. por la acción central hace pasar de un universo tur-
bado aun universo restablecido, como son los casos
4.1 La trama hace relato de los milagros que comienzan con un estado de
“El hambre arreciaba en Samaría” (I Re 18, 2b): si enfermedad y terminan con una curación. Así, el
el narrador se queda en eso, se limita a describir; relato se define por la presencia de dos lindes narra-
todavía no cuenta, pero si crea una relación causa- tivas: situación inicial y situación final, entre las
efecto ya hay relato. (I Re 18, 2b.3.5). Llegar ahí es cuales se establece una situación de transformación.
contar si no una historia, si el comienzo de una his- La transformación hace pasar al sujeto de un estado
toria, por lo que entre relato y lo que no lo es la a otro, pero ese paso deber ser provocado (nudo) y
diferencia estriba en la relación causa-efecto cons- aplicado (desenlace), de ahí el esquema quinario (de
truida por el discurso. Entre “El hambre arreciaba cinco).
en Samaría” y “Ajab llamó a Abdías”, el narrador
establece un vínculo de consecuencia. 1. Situación inicial (o exposición)
2. Nudo
A qué se denomina trama. 3. Acción transformadora
La trama asegura la unidad de acción y da sentido a 4. Desenlace
los múltiples elementos del relato. Mediante la tra- 5. Situación final
ma, el desorden de lo real queda sustituido por un
orden causal, por lo que la trama es el principal Sin el par nudo-desenlace, la trama no existe, pero
unificador del relato, su hilo conductor permite para identificar la trama lo más común es discernir
organizar en un guión coherente las etapas de la cuál es la acción transformadora.
historia contada.
Los elementos en la trama
La trama clásica Lo indispensable y lo facultativo
Para Aristóteles un drama se estructura en dos ver- ¿Cuáles son los elementos necesarios para la cons-
tientes: el nudo y el desenlace. Este modelo tiene trucción de la trama, y de cuáles puede un relato
una estructura piramidal: en la base un obstáculo o prescindir? La acción transformadora y el nudo
una dificultad a resolver (nudo o complicación), en desencadenante de la acción son necesarios. La
la cima, la acción transformadora que resuelve el situación inicial se puede evocar subrepticiamente.
conflicto (desenlace o resolución) y la trama gira en En cuanto al desenlace y la situación final el narra-
torno a un paso a la acción, paso que el relato ha dor puede saltarse uno de los dos, pero no los dos a
preparado antes y cuyo resultado expone (cambio o la vez. Cuando se da ausencia de estado final (histo-
clímax: entre nudo y desenlace). ria interrumpida) se está empujando al lector a im-
plicarse personalmente imaginando cómo concluirá
Por ejemplo Lc 4,40: (1)”A la puesta del sol, todos la historia.
cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los
llevaban (2) y él, poniendo las manos sobre cada Buscar la cima
uno de ellos, (3) los curaba”. Para buscar la cima (clímax) es necesario primero
distinguir entre quicio y noción de tensión dramáti-
“La trama, como encadenamiento de hechos, des- ca. El quicio es el momento central de la trama, es
cansa sobre la presencia de una tensión interna entre el momento en que las cosas cambian y normalmen-
tales hechos, tensión que debe ser creada desde el te coincide con la acción transformadora. La tensión
comienzo del relato, mantenida durante su desarro- narrativa es constitutiva del nudo.
llo y que debe encontrar su solución en el desenla-
ce”. “La trama es la estructura de sus acciones tal En el relato del encuentro entre el Resucitado y
como están dispuestas y ordenadas con vistas a María de Magdala (Jn 20, 11-18), el nudo queda
producir un efecto particular en el plano emocio- incrementado por la repetición de la pregunta “Mu-
nal...”. jer ¿por qué lloras’” y el quicio aparece tarde, en el
v. 16, cuando María reconoce al Resucitado. Por

1
otra parte, quicio y tensión dramática no coinciden y discursos. Esta alternancia de lo narrativo y lo
siempre. discursivo es típica del libro de los Números, del
cuarto evangelio y de los Hechos de los apóstoles
4.3. Combinación de tramas (cf. Hch 2, 42-5,42), donde se inicia con un sumario
La mayoría de las veces, la composición de las tra- y se sigue con episodios y discursos más o menos
mas se presta a numerosas combinaciones: encade- alternados.
namientos de tramas, superposiciones, tramas en-
gastadas o entrelazadas... 4.5 Trama unificadora y trama episódica
La parábola de los talentos (Mt 25- 14-30) expone Cada episodio narrativo (o micro-relato) tiene lugar
una situación inicial (vv. 14-15): un propietario se en una cadena narrativa que se puede fragmentar o
va, repartiendo de forma desigual sus bienes entre considerar en su totalidad. Los complejos narrativos
sus tres siervos. El nudo es introducido por las ini- más vastos construidos por el narrador (secuencia y
ciativas diferentes tomadas por los siervos: dos macro-relato) están dotados de su propia trama, que
acrecientan lo recibido, el tercero lo entierra (vv. engloba y domina la trama de las unidades menores.
16-18). La acción transformadora se desarrolla de Habrá entonces que distinguir entre una trama
forma idéntica con los dos primeros siervos y tiene episódica (micro-relato) y una trama unificadora
un desenlace feliz, no así con el tercero que es arro- (secuencia o macro-relato).
jado a las tinieblas (v. 30: situación final).
4.6. Trama de resolución, trama de revelación
Sobre la base de un comienzo idéntico, la acción P.e. en la secuencia de Lc 7 se ventila la trama uni-
transformadora se ha desarrollado tres veces; con ficadora que es el reconocimiento de Jesús como
ese efecto de repetición ha acumulado la tensión profeta, eso significa que el objeto-valor en torno al
dramática sobre la suerte del tercer siervo, y sobre cual gira dicha trama no es del orden del hacer, sino
el terrible veredicto que se le impone. La repetición del saber, por lo que la trama se llama de revelación
en cadena de una etapa de la trama crea así un efec- y si el orden es del hacer se llama de resolución
to de costumbre que hará resaltar de manera tanto (petición de curación, búsqueda de paz, etc...). P.e.
más llamativa la anomalía de la tercera vez. la trama episódica de Lc 7, 1-10 (curación del sier-
vo del centurión) es de tipo de resolución, mientras
Sea por acumulación, por adición o por oposición, que la trama unificadora de Lc 7, (reconocer a Jesús
el encadenamiento de tramas provoca un efecto de como profeta) y la del macro-relato que es el evan-
repetición; el narrador construye dicho efecto con el gelio (reconocer a Jesús como el Cristo), son de tipo
fin de aumentar la tensión narrativa, conduciendo, de revelación.
sea al esfuerzo, sea a la sorpresa.
LOS PERSONAJES
El engaste La trama funciona como el armazón de un paraguas;
El evangelista Marcos es el campeón del engaste de gracias a ella se mantiene unido el objeto. Sin em-
tramas, que también se denomina “Sandwich”, p.e. bargo lo que se nota primero es la tela que da la
Mc 5, 21-43: historia de la resucitación de la hija de paraguas porte y color. Trama y personajes son
Jairo. En los versículo 25-34 encontramos una his- indisociables: mover uno, mueve al otro. Los perso-
toria engastada: la mujer que padecía flujo de san- najes son el rostro visible de la trama; la suscitan, la
gre. ¿Para qué engastar historias? Este efecto de alimentan, la visten; sin ellos, la trama queda redu-
encaje ha sido introducido en atención al lector para cida al estado de esqueleto. Pero un puñado de per-
darle una información necesaria para la historia sonajes no hace trama mientras no venga una trama
englobante (la resucitación de...). En este caso es la a ponerlos en recíproca relación.
fe de la mujer: cf. V. 34 con v. 36. Por lo que el
llamado a no tener miedo es creíble desde el mila- 5.1. Los personajes, animadores de la historia
gro hecho a la mujer. contada
Para Aristóteles, lo más importante en el papel de
Las secuencias mixtas los personajes es que conducen la acción: el tipo de
El narrador también puede mezclar los géneros y conducción (felicidad o desgracia) determinará el
componer secuencias mixtas donde alternan relatos género del relato.

2
Para los narratólogos norteamericanos los persona- La idea es que todo relato pone en escena un sujeto
jes de un relato tienen posibilidades abiertas, sujetas que corre en pos de un objeto valorado salud, dine-
a cambios, a enriquecimientos, a revisiones, y lo ro, paz, etc.). El emisor moviliza al sujeto para la
que se trata de observar es el itinerario del personaje búsqueda del objeto, que debe entregar al destinata-
construido por el relato. rio; para hacerlo, emisor y sujeto se unen (explícita
o implícitamente) por contrato. En la realización de
5.2. Clasificar a los personajes la búsqueda, el sujeto puede ser ayudado (el ayu-
La clasificación puede ser según su número, la in- dante) o encontrar obstáculos (el oponente).
tensidad de su presencia o sus rasgos constitutivos. Un ejemplo:
El número a veces es en singular o a veces en plu-
ral, como el caso de los discípulos. El grado de pre- Cenicienta Mc 10,46-52
sencia es más complejo y puede dar lugar a prime-
ros papeles (protagonistas), papeles secundarios y Sujeto: Cenicienta Jesús
figurantes. Los protagonistas aparecen en primer Objeto: El amor del príncipe La curación
plano de la historia y los figurantes al contrario, se Emisor: hada madrina Dios
limitan a servir de telón de fondo. Entre estos dos Destinat: Cenic + Principe Bartimeo
encontramos los papeles secundarios, a los cuales Ayudante: hada madrina Fe del ciego
los narratólogos han bautizado con el nombre de Oponente: Madrasta+hijas Muchedumbre
cordel.
5.4. ¿Autonomía de los personajes?
Los redondos y los planos Los relatos bíblicos construyen sus personajes en el
Si el criterio son los rasgos de los personajes, los interior de un sistema completamente gobernado
podemos clasificar en personajes planos y redondos. por una figura central: Dios o Jesús. A esto es a lo
Los personajes planos se reducen a un solo rasgo que se le llama ausencia de autonomía, pues el per-
(p.e. fariseos en las espigas arrancadas de Mc 2, 23- sonaje no existe por sí mismo, sin en relación con la
28: sólo plantean una objeción. No así en Mc 3, 1-6: figura central del relato. Así tenemos el caso de los
curación en sábado, donde los personajes son más doce. La pregunta es ¿por qué le interesan a los
consistentes: observan a Jesús (v.2), se callan (v.4), evangelistas los discípulos solo en relación a Jesús,
buscan motivos para acusarlo (v. 2), se confabulan dado que no les interesa que sean títeres? Por que
v.6). Existe una variante: el personaje bloque, que les interesa su relación con Jesús y si son ejemplares
conserva un papel invariable a lo largo del relato, o no lo son bajo la medida Jesús. Dicho de otro
como es el caso de los fariseos en Mt. modo, cada uno de ellos ilustra una actitud posible,
una palabra posible... ante Jesús. Ofrecen así al
5.3 Esquema actancial lector un abanico de posturas que éste es llamado a
adoptar, rechazar...
Greimas llega a formalizar los papeles-tipo de todo
relato en un esquema que articula entre sí seis posi- 5.5. Identificarse con los héroes del relato
ciciones actanciales. ¿Por qué los lectores se identifican con unos perso-
najes y no con otros? Eso es fruto de una estrategia
OPONENTE narrativa. La regla es simple: cuanto más se parez-
can los personajes a los seres reales, -es decir, cuan-
EMISOR DESTINATARIO to más coincida su vida con la (real o inventada) del
lector-, más atracción ejercerán dichos personajes
SUJETO OBJETO sobre el lector. Este efecto nace entre el texto y el
lector.
AYUDANTE
De ahí la atracción que puede ejercer sobre él, en la
Un actante es el titular de una función necesaria medida en que, precisamente, permita al lector vivir
para el cumplimiento de la transformación situada con la imaginación un destino que se parece al suyo.
en el centro del relato. La lectura se convierte en un destino en el que me
es dado explorar diversos “yoes” posibles, por lo

3
que se puede decir que el narrador no carece de después Jesús les explica las escrituras y lo saben
medios para guiar al lector. ¿Por qué nos es más los discípulos, pero el lector no sabe el contenido de
simpático María de Magdala y no Herodes? esa explicación (la frustración que genera este pro-
cedimiento de retención de información desapare-
5.6. El punto de vista evaluativo cerá hasta con Hechos: 2, 14-36; 3, 12-26; 7, 1-53;
El narrador puede generar en el lector una serie de 13, 16-41, etc.). Lucas termina (v. 28) con un dato
apreciaciones que puede o no tomar. P.e. en Lc 7, que los sitúa en posición de igualdad: “Al acercarse
12 el lector queda conmovido, en 19, 3, sonríe y en al pueblo a donde iban”, pues ambos lo saben.
16, 14 frunce el gesto. Tales reacciones ilustran el
abanico de sentimientos que puede experimentar el 5.9 El juego de las focalizaciones
lector por un personaje o un grupo de personajes. ¿Quién percibe el acontecimiento? El lector contes-
En resumen, el lector puede experimentar un senti- tará que el narrador, lo cual es cierto, pues el narra-
miento de empatía, de simpatía o de antipatía. dor revela lo que bien le parece. ¿A través de la
mirada de quién a decidido revelarlo? El narrador
5.7. Decir y mostrar dispone como el cineasta de varios ángulos para dar
El evangelista Mateo escribe acerca de José. “Su a conocer lo que quiere. El narrador puede adoptar
marido José, que era justo...” (1, 19a) y “Él se le- tres tipos de focalizaciones (como en el cine): foca-
vantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se lización interna que corresponde al plano próximo
retiró a Egipto” (2, 14). En el primer caso dice sin (da acceso a la interioridad de un personaje); la
describir, en el segundo cuenta cómo José obedece focalización externa que corresponde al plano fijo
la orden del Ángel del Señor (2, 13), por lo que el (coincide con lo que vería un observador); y la foca-
narrador puede presentar a un personaje diciendo lo lización cero que corresponde al plano amplio (su-
que es o mostrando lo que hace. Esto nos permite pera el marco temporal y espacial de la escena).
afirmar por tanto que hay relatos de palabras (dis-
curso) y relato de acontecimientos (descripción). EL MARCO

Los autores bíblicos están más cerca de la mimesis La acción de los personajes, en el interior de la his-
que a la diegesis. La mimesis se define por un toria contada, se desenvuelve dentro de un marco
máximo de información y un mínimo de informado- determinado: en un tiempo, un lugar y un entorno
res; la diégesis, por la relación inversa. Esta es la social determinados. Estos indicadores pueden estar
regla: cuanto más presente está el narrador en su al comienzo del relato o diseminados en él (cf. I Re
relato, más nos acercamos al modo narrativo pro- 20,42-21,1-2).
piamente dicho (diegesis o telling); cuanto menos
interviene, más nos acercamos al modo dramático 6.1. El marco: ¿qué valor tiene?
(mimesis o showing). Contribuye ciertamente a construir la atmósfera de
la historia contada. Cuando el Jesús de Marcos pasa
5.8 Las posiciones del lector a la orilla del mar, donde enseña en parábolas (Mc
Cuando hablas con alguien sobre un tema las posi- 4, 1), a un lugar “apartado” (4, 10), su discurso
bilidades son tres: sabes más que él (en tu opinión), cambia de auditorio, pero también de función: se
sabes lo mismo, o sabes menos. Se trata de saber pasa, de la enseñanza pública, al discurso para ini-
qué posición ofrece el narrador al lector en relación ciados.
con los personajes: sabe más, lo mismo o menos.
Según el caso el efecto variará completamente. Si El marco no siempre reviste un valor fáctico, a ve-
dispone de una información mayor, se hablará de ces reviste un valor metafórico. El lector debe valo-
una posición superior del lector sobre el personaje; rar en cada caso el plano de significación en el que
si sabe lo mismo, de una posición igual a la del el narrador le invita a situarse.
personaje; si su información es deficiente respecto a
la del personaje, se hablará de una posición inferior 6.2 El marco temporal
del lector (cf. Lc 24, 13-35: los discípulos de El análisis del marco temporal no concierne a la
Emaús. Al principio el narrador informa que se trata enunciación; se aplica exclusivamente a la historia
de Jesús y el lector lo sabe, pero no los discípulos, contada. Las referencias al marco temporal son de

4
tipo cronológico: nos informan sobre el momento en Genette ha distinguido a este respecto cuatro tipos
que se ha desarrollado la acción, o sobre la duración de narración: ulterior (posición clásica del relato en
de un proceso, pero puede también designar el géne- pasado), anterior (relato que predice, en futuro),
ro de tiempo en el interior del cual tiene lugar la simultánea (relato en presente, contemporáneo de la
acción (noche, invierno, sábado, etc.). A esos datos acción) e intercalada (narrador situado entre los
históricos P. Ricoeur les dio el nombre de tiempo momentos de la acción), como lo podemos en Lc
mortal, para distinguirlo de otro mucho más vasto, 22, 7-13. Lucas, el narrador primario (posición ex-
que incluye la historia, pero también la trasciende: tradiegética) cuenta un relato en pasado; es una
el tiempo monumental, que comprende el tiempo de narrador ulterior, pero Jesús, narrador en segundo
los orígenes y el del final (el tiempo escatológico). grado (intradiegético), cuenta a los discípulos a
quienes envía un relato predictivo, anterior a los
6.3 Marco geográfico acontecimientos.
El marco geográfico puede adoptar diversos aspec-
tos. Se enuncia en un primer tipo de oposición, fre- 7.1 Duración y velocidad del relato
cuente en la Biblia, entre la patria judía y las tierras La velocidad del relato se mide siempre en su rela-
extranjeras, o entre Galilea y Judea (esquema geo- ción con el tiempo de la historia contada: el narra-
político). Otros relatos están centrados en una opo- dor, ¿cuenta poco acerca de un largo período histó-
sición que depende de la topografía (mar-tierra; rico o se detiene sobre un instante?
tierras habitadas-extensiones desérticas; ciudad-
campo). Por ejemplo en Hch 10-11, en el plano La diferencia más marcada se puede captar en el
arquitectónico, se observará un marcado predomi- cuarto evangelio, donde los doce primeros capítulos
nio de los movimientos del exterior hacia el interior describen el ministerio de Jesús entre Galilea y Je-
(Hch 10, 3; 10, 23, 10, 27 y solo se señala una ver- rusalén, que abarca tres años, mientras que los nue-
dadera salida: la del Ángel: 10,7). En este marco ve últimos capítulos (13-21) cuentan la semana de
son importantes palabras como subir, bajar, entrar, la Pasión y las apariciones del Resucitado que es un
salir, colgar y sus declinaciones. tiempo histórico muy breve. Resulta inútil decir que
el alargamiento del tiempo de contar coincide con
6.3 Marco social una insistencia en la significación.
El marco social de la historia contada no se podría
estudiar al margen de un conocimiento del marco Escenas y sumarios
social de la historia a secas. El análisis del marco El sumario funciona ante todo como una síntesis,
social recurre a una cultura histórica nacida princi- una recapitulación (cf. Mc 4, 33-34; Jn 2, 24-25, Hc
palmente de los campos siguientes: antropología 2, 42-47). El narrador suele alternar los sumarios
cultural, historia social, historia de las instituciones, con escenas, donde la velocidad del relato se acele-
derecho político, derecho económico, dado que el ra).
narrador compone el mundo de la historia contada,
parcialmente en todo caso, a imagen de su propio En Hechos, del capítulo 1 al 28, el relato adopta un
mundo. Aquí es importante lo que aparezca o se ritmo de tiempo cambiante, según el interés y la
diga de las instituciones sociales y religiosas, de las voluntad del narrador de captar la atención del lec-
tradiciones, de la tierra, de la mujer y de los grupos tor. El tiempo de la historia contada, si se hace un
sociales y políticos, de las leyes, de la organización diagrama es el siguiente:
social, etc.

7. EL TIEMPO NARRATIVO

El estudio de la temporalidad narrativa se consagra


a ese juego de relaciones entre el tiempo narrado,
que el tiempo de la historia contada, y el tiempo
narrante, que es del relato.

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Capítulo años cap. y años ritmo En análisis narrativo, la elipsis temporal es un indi-
cador de la orientación del relato, revela el punto de
1-9 30-32 9 caps. -3 años lento vista que configura en secreto la trama.
10-14 32-48 5 caps. -16 años allegro
5,1-21,16 48-53 10 caps. -7 años adagio 7.2 El orden
24, 27 54-55 1 vers. -2 años prestissimo El juego del narrador con el tiempo no se limita a
25,1-28,28 56 3 cap. -9 meses? Moderato escoger la velocidad del relato, puede jugar con la
28,30-31 57-58 2 vers. -2 años prestissimo sincronía (relato que se calca sobre la cronología de
la historia contada) y la anacronía que surge desde
Lucas alterna con mucha habilidad sumarios gene- el momento en que el relato da un salto, sea hacia
ralizantes (que aspiran a la universalidad) y escenas atrás, hacia el pasado, a lo cual se la denomina ana-
singularizantes (que buscan la ejemplaridad), como lepsis o hacia delante, lo cual se llama prolepsis.
en el caso negativo de Ananías y Zafira.
Si el alcance de la anacronía es considerable y des-
Las pausas borda los límites del relato, se hablará de anacronía
En un relato, la pausa tiene a menudo por función externa, si no sale del marco del relato se la llama
insertar en elemento descriptivo. En ese momento, anacronía interna, y es mixta cuando evoca una
el tiempo de la historia contada es nulo, mientras cadena de acontecimientos que sobrepasan parcial-
que el relato continúa. Por ejemplo en Jn 2, 1-2 (el mente uno de los límites del relato (principio o fin).
agua convertida en vino): la narración se interrumpe Los anuncios de la Pasión-Resurrección son prolep-
tras el consejo de María (“Haced lo que él os diga”), sis internas pues no desbordan el marco del relato
para insertar una descripción útil a la comprensión evangélico. Los discursos escatológicos de Jesús
de lo que sigue (2,6). Esta pausa proporciona al son prolepsis externa (Mt 24, 3b).
lector una doble información: 1) atrae su atención
sobre la gran capacidad de tinajas y por lo mismo 7.3 Frecuencia
sobre la enormidad del milagro, y 2) al subrayar que El narrador puede contar “n” veces lo que pasó una
estaban destinadas a los ritos de purificación, el sola vez: es el relato repetitivo. Puede contar una
texto da entender una prioridad de la fiesta mesiáni- vez los que pasó “n” veces: es el relato iterativo y el
ca sobre la preocupación ritual de la pureza. relato singulativo coincide con las veces que suce-
da.
Cuando se produce una pausa, aun cuando la acción
no siga progresando, el conocimiento del lector En el relato singulativo es el ejemplo más común de
puede aumentar de manera apreciable (cf. Lc 3, 23- acontecimientos únicos relatados en la Biblia.
38, texto entre el bautismo de Jesús y el relato de las
tentaciones). En el relato repetitivo el ejemplo más notable figura
en los Hechos de los apóstoles, donde el cuadro de
Las elipsis la conversión de Pablo se cuenta tres veces, con
Al contrario de las pausas, las elipsis temporales diferencias notables. La primera vez, la experiencia
pasan acontecimientos en silencio. El relato no dice es referida por el narrador en tercera persona (9, 1-
palabra, mientras que el lector puede suponer que se 25). El segundo relato es un discurso de Pablo ante
produjeron cierto número de cosas aun cuando el los judíos de Jerusalén (22-121), donde el apóstol
narrador no tenga interés en revelarlas. Jn 11, 54 justifica su misión en tierra pagana. El tercero es
nos da un ejemplo. Después de la resucitación de también un alegato de Pablo, pero ante el rey Agri-
Lázaro y desvelar el complot de los sacerdotes, el pa (26, 1-23).
narrador prosigue: “Por eso Jesús no andaba ya en
público entre los judíos, sino que se retiró de allí a Pero la redundancia narrativa no produce un efecto
la región cercana al desierto, a una ciudad llamada únicamente de repetición; también produce median-
Efraín, y ahí residía con sus discípulos”. Segura- te la diferencia, porque repetir no es calcar. Por
mente algo pasó en esa ciudad, pero Juan no dice ejemplo el punto de vista no es el mismo entre un
nada. Lo que sigue no trata este asunto. relato similar y el otro: importancia de los compañe-
ros para la conversión (Hch 9), continuidad entre su

6
pasado judío y su fe en Cristo (Hch 22), la acción que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en
del Resucitado sobre Pablo, para establecer la nueva las palabras que había dicho Jesús (historia de la
fe en la resurrección y la fe farisaica. recepción)”.

En cuanto al relato iterativo el sumario es un buen Mediante ese comentario explícito, el lector atravie-
ejemplo. sa el espesor del tiempo que hizo falta para que la
incomprensión pudiera dar paso a la verdadera
LA VOZ NARRATIVA Y SUS CUCHICHEOS comprensión de las palabras de Jesús, a la luz de la
Resurrección.
La voz narrativa es una voz que se las ingenia para
guiar al lector o lectora, proporcionándole toda cla- La glosa explicativa
se de aclaraciones necesarias para que comprenda el Una glosa es un comentario añadido, como los co-
texto, como los comentarios explícitos que aporta el mentarios bíblicos, la explicación, la traducción, la
narrador. Ya se ha dicho algo cuando se habla que visión interior y la visión por detrás, la evaluación.
el narrador crea u orienta la empatía, simpatía o
antipatía hacia ciertos personajes. Pero esta voz Argumentos bíblicos son p.e. Mt 1, 22-23, 2, 15, 2,
puede ser tenue, discreta y tomar forma de cuchi- 17-18, 2, 23. Esta ráfaga de citas martillea el mismo
cheo; el lector debe aprender a percibir los comen- mensaje: nada se debe al azar, los acontecimientos,
tarios indirectos dados por el narrador. Tales, incluso los trágicos entran en el plan divino. Con
transmiten, más que cualquier otra cosa, el sistema otras palabras, Mateo injerta la trama “vida de
de valores del autor implícito. Jesús” en una trama unificadora que la domina y le
da sentido: la trama de la historia de Dios con Israel.
8.1 El comentario explícito
En la conducción de la lectura, el narrador puede El mismo Mateo, para el caso de las explicaciones
alcanzar sus fines gracias a comentarios abiertamen- está lleno de ejemplos: 1, 22; 3, 21; 5, 8; 5, 42; 6,14;
te interpolados en el relato. 6, 20, etc.

El apóstrofe es la formal más directa de intromisión En caso de la traducción, la expresión que requiere
del narrador. La intromisión es fuerte en los nume- de explicación puede ser un nombre propio, de lugar
rosos casos de exhortación en imperativo: “Escu- o de persona o a expresiones poco conocidas por los
chad” (Mc 4,3), “Quien tenga oídos para oír, que lectores (cf. Mt 1,23; 27, 33; Mc 3, 17; Jn 9, 7; Hch
oiga” (Mc 4, 9)... 1, 19; 4, 36; 9, 36; 13, 8; Mt 27, 46, Mc 5, 41; 7, 2,
15, 42.
La marcada intervención del narrador es una señal
intensa enviada a los destinatarios. Por ejemplo en En cuanto a la visión del interior, el narrador sabe
Mt 28, 15, con la expresión “hasta el día de hoy”, el como cavilan sus personajes, en tanto narrador om-
autor salta de aquel tiempo al suyo, con un propósi- nisciente y sabe cosas o hace que las sepan sus per-
to polémico: intentar salir al paso de los rumores de sonajes cuando en ningún lugar se había dado esa
robo del cadáver de Jesús que circulan en su tiempo. información (cf. Jn 9,1), donde el narrador desborda
el tiempo y el espacio (focalización cero), y realiza
Incluso puede suceder que el narrador proporciones una visión desde atrás.
la interpretación de una palabra y bosqueje la rese-
ña histórica de su recepción, como es el caso de Jn La evaluación puede tomar forma positiva: bendi-
2, 19-22, sobre la destrucción del templo: “Jesús les ción p.e., o negativa.
respondió: “Destruid este santuario y en tres días lo
levantaré”. Los judíos contestaron: “Cuarenta y seis 8.2 El comentario implícito
años se ha tardado en construir este santurario, ¿y tú El narrador puede comunicarse de manera tácita,
lo vas a levantar en tres días? (interpretación falsa). por la trama, los personajes, las palabras, e insinúa
Pero él hablaba del santuario de su cuerpo (interpre- un sentido oculto, contando con la capacidad del
tación correcta). Cuando fue levantado, pues, de lector para percibirlo, como los apocalipsis.
entre los muertos, se acordaron sus discípulos de

7
La incomprensión en Juan, p.e. se levanta sobre
Intertextualidad expresiones que se han de tomar en sentido figurado
Este fenómeno se puede definir como la presencia (“donde yo esté”, “adonde voy”), mientras que los
efectiva de un texto en otro y la manifestación más interlocutores de Jesús las entienden literalmente.
visible es la cita, el plagio o la alusión. Cuando se Normalmente el malentendido pertenece al lenguaje
cita, no es una empresa neutral, pues el discurso que del iniciado, lo que confiere a cierto tipo de lectores
cita apunta a sus propias categorías apoyándose en una posición superior a la de los personajes de la
otros discursos. historia.

Transtextualidad El malentendido puede ser utilizado igualmente


La transtextualidad se define, según Genette, como como un procedimiento retórico con objeto de aler-
todo aquello que pone un texto “en relación, mani- tar al lector y señalarle las vías de comprensión
fiesta o secreta, con otros textos”. La curación del erróneas; es lo que sucede en el cuarto evangelio.
hijo de una vida de Naím (Lc 7, 11-17) retoma la
curación del hijo de una viuda de Sarepta (I Re 17, La ironía
17-24). Los personajes son los mismos, pero la tra- No hay que confundir la ironía con el humor. La
ma es análoga. ironía es un modo de discurso que dice lo falso para
hacer comprender lo verdadero, sin buscar ningún
El “abismado” efecto cómico. El lector debe comprender que la
Es un procedimiento de retorno a la propia obra. El verdad es lo contrario.
término está toma de la heráldica, para designar la
repetición miniaturizada de un blasón en el centro En lo relatos bíblicos la ironía se manifiesta en dos
(“abismo”) de un escudo que lo engloba. Es un rela- formas: la ironía verbal se produce en el momento
to sobre el relato. Por ejemplo en Jr 36, después de en que alguien dice conscientemente una cosa, pero
que le destruyen el rollo que “escribió”, hace otro y piensa lo contrario. La forma más aguda de esta
en el nuevo que es más grande en extensión, hace ironía es el sarcasmo (cf. IRe 18, 27; Jn 9,27). La
un “resumen” del anterior, pone el “cuadro ante- ironía dramática o de situación traduce la discor-
rior”, dentro del “cuadro nuevo”. Hch 10, 37-38 es dancia existente entre una situación de la historia
otro buen ejemplo. contada y las señales contradictorias emitidas por el
narrador en cuanto a su significación, para atraer al
La paradoja lector a su mundo de valores, a su ideología (cf. Jn
En los Hch Cornelio es descrito como un hombre 9, 40; 9, 24, Mc 14, 71: donde Pedro miente en el
rico (10, 2) y le pide a Pedro (pobre) que le de la primer plano, pero al desconocer a Jesús, abando-
“Palabra”. ¿Cómo un pobre puede ofrecer al rico? narlo, es efectivamente no conocerlo).
El relato lo lleva a cabo volviendo al pobre rico (en
Palabras) y al rico pobre (Cornelio que pide a Pe- Humor
dro). Cornelio será enriquecido no por lo que Pedro En la ironía hay una discordancia no graciosa, en el
le da, sino por la Palabra de Jesús, de la que Pedro humor existe la discordancia pero es graciosa. Así
es portador (11, 16). La paradoja da dinamismo es el caso de la predicación de Jonás a Nínive para
dramático al relato como en el caso del sacrificio de que no sea destruida. Los ninivitas se convierten y
Isaac por Abraham, donde Dios pide el único hijo y Jonás se enfureció (4, 1). Jonás se irrita por el éxito
prometió una gran descendencia y donde Abraham de su predicación. Además resulta cómico (imagi-
tiene que amar a Dios y a su hijo y a la vez sacrifi- nar) a los animales vestidos con sacos. Todo el libro
carlo. de Jonás es cómico, nada es normal: Jonás, la tem-
pestad, el pez, los ninivitas, el ricino...
El malentendido
A veces el relato explota el malentendido con fines La polisemia
teológicos. Con la expresión ¡Elí, Elí! ¿lemá sabac- Con polisemia, la narratología da precisamente con
taní?, el primer evangelio señala la equivocación un efecto original de la retórica narrativa: la impre-
que se produce, pues creen que llama a Elías. cisión voluntaria. Polisemia es pluralidad de senti-
dos. Por ejemplo en Hechos 17, 22, (los atenienses,

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¿son muy religiosos o muy supersticiosos?) y en es una comunicación diferida? De ahí la paradoja; el
Hch 27, 20-44 (“salvar”, ¿designa el salvamento o lector se plega al texto sin obtener del autor infor-
la salvación?). Con esta técnica se apela a la re- maciones suplementarias y por otro lado, ninguna
flexión del lector. En este marco, la solución elegida ley impone al lector cómo leer.
para eliminar la ambigüedad importa menos que el
trabajo interpretativo; es dicho trabajo el que sitúa Sin que sea siempre consciente de ellos, todo lector
al lector ante la dimensión real de la obra que inter- aprovecha esta paradoja en la práctica ordinaria de
preta. la lectura, colocando en el texto efectos de sentido
inesperados, procedentes del exterior del texto o
La opacidad suscitados por el texto en él. Este juego entre orien-
La opacidad aparece en el relato en el momento en tación del texto (coacción) y libertad del lector,
que el narratario ve algo que los personajes no pue- plantea el problema de los límites de la interpreta-
den percibir, o al revés, como cuando Jesús ora en ción: ¿un texto autoriza todas las lecturas? ¿Se pue-
Getsemaní, (Mc 14, 36-38) y sus discípulos, a pesar de, se debe regular-programar la lectura? Empece-
de la orden, se quedan dormidos. El único que asiste mos por la segunda pregunta.
a toda la escena (restrospectivamente, pues sabe
hasta el v. 37 del sueño de los discípulos) es el na- Un texto inconcluso
rratario (lector). En este caso la opacidad está a El carácter incompleto del texto se desprende de
favor del lector y a costa de los personajes. una simple constatación: el texto no lo dice todo y si
lo dijera todo sería tan exhaustivo que sería fastidio-
En resumen, todos estos son ejemplos de comunica- so. El texto pide al lector que colabore colmando los
ción indirecta. Cuanto más implícito es el mensaje, espacios vacíos.
más activa debe ser la participación del lector en el
acto de lectura. Allí donde el comentario implícito No queriendo o no pudiendo el narrador decirlo
cobra toda su amplitud, el relato está, en efecto, todo, el lector completa imaginariamente el relato
resueltamente “vuelto hacia el lector”. en virtud de lo que le parece verosímil. Lc 6 36-37a
dice “Un fariseo le rogó (a Jesús) que comiera con
PAPEL DEL TEXTO Y PAPEL DEL LECTOR él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la
mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora públi-
Como en el tenis, la lectura es cosa de dos y para ca”. Nada se dice de los demás comensales, del
que se juegue bien, se requiere habilidad de ambas comportamiento de Jesús, de la aparición de la mu-
partes. jer, del número y reacción de los invitados... Los
pocos rasgos seleccionados bastan al narrador, que
La lectura es una magia que hace vivir el texto, pues se apoya en la cultura y la imaginación del lector
el texto sin lector que lo descifra está muerto. Para para acabar el cuadro.
que una lectura se haga, es preciso, pues, que cada
uno cumpla su función: el texto ayuda al lector a Al omitir el narrador la descripción de gestos me-
recorrerlo marcando una ruta, y a su vez el lector da nores, el lector los reconstruye por su cuenta. Así,
vida a ese ser incompleto que es el texto. en el ejemplo anterior decimos que “entrando en la
casa”, con lo cual ya es una indicación suficiente,
9.1. El carácter incompleto del texto pues eso indica que encontró o le mostraron la en-
Para llegar a su destino, el texto necesita de la parti- trada, pasó por la puerta y dio algunos pasos hacia
cipación del lector. El texto es un máquina perezosa el interior, por lo que “Jesús entro”, es una indica-
que delega en el lector una parte del trabajo. Para ción suficiente. Leer consiste en apoyarse en lo que
que haya lectura y, por tanto, producción de sentido, se dice, como en lo que se da a entender.
es necesario la cooperación activa del lector.
Sin que el narrador se lo recuerde a cada rato, aun-
La paradoja de la lectura que a veces lo hace, el lector ubica los episodios
Entre narrador y narratario existe una distancia cro- dentro de la significación general de la obra, o, si
nológica y espacial. ¿Cómo va el narrador a solicitar se prefiere, dentro de la trama del relato portador.
esta interacción, puesto que por definición el texto

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A veces el autor, como en el caso de los Hechos, Sincrisis
recuerda a intervalos regulares que el hilo conduc- Es una variante de la redundancia. Cuenta más de
tor de su relato es el crecimiento irreprimible de la una vez el mismo acontecimiento pero en otra esce-
Iglesia (cf. 2, 41.47b; 5, 14; 6, 7; 9, 31; 11, 21; 12, na. Cuenta en términos muy semejantes p.e. la cura-
24, et.). ción de enfermos por parte de Jesús, de Pedro y de
Pablo (ver dibujo), o cuando atribuye la resurrec-
9.2. La programación de la lectura ción de un muerto a Jesús, después a Pedro y luego
Sin decirlo expresamente, el texto propone a su a Pablo (Lc 8, 49-56; Hch 9, 36-43; 20, 7-12). La
lector cierto número de convenciones que cierran intención de marcar la continuidad entre el evange-
con él una especie de contrato ( pacto) de lectura. lio de Lucas y el libro de los Hechos es manifiesta.
En el primer caso, la curación por los apóstoles
Así, en aquel entonces no se esperaba de los histo- repite el gesto curativo de Jesús. Este es pues un
riadores antiguos la visión documental que hoy se procedimiento narrativo llamado sincrisis que el
exige en los manuales de historia; resulta, pues, discurso de estos pasajes o episodios explicita y
fundamental informarse sobre el contrato tácito de confirma.
lectura que implicaba la adopción de un género
literario en la época. En aquel entonces no sorprend- El fenómeno de la intertextualidad, antes mencio-
ía que se narraran grandes milagros, obras portento- nado, se puede colocar también entre las señales de
sas. Hoy, al lector moderno, le cuesta trabajo creer orientación de lectura. Apela a la memoria del lector
en “milagrerías” cuando cuenta con tecnología de y guía su interpretación mediante la referencia a
punta si no hace previamente un “contrato de lectu- figuras prototípicas.
ra”, sino sigue las señales que el género literario le
indican. Los blancos del texto
¿De qué se trata? Un narrador puede determinar la
El peritexto lectura con la ayuda de señales concretas, como
El peri-texto es lo que rodea al texto. Todo lo que hemos visto, pero también puede requerir la coope-
se inserta antes del relato propiamente dicho, con ración del lector dejando espacios de indetermina-
objeto de orientar su lectura: prefacio, introducción, ción: escoge elementos que abandona a la creativi-
proemio, prólogo... dad del lector. Así, el relato del diluvio no cuenta de
dónde provienen los animales necesarios para el
Así, Lc 1, 1-4 confiere a la obra de Lucas la cate- holocausto, sacrificados por Noé una vez que salió
goría de crónica histórica (en el sentido grecorro- del arca (Gn 8, 20-21); el narrador antepone la im-
mano) y no de testimonio ocular; el autor de la obra portancia del culto a la coherencia con 6, 19-20.
dirigida a Teófilo se presenta allí como historiador y Igual pasa cuando José es vendido por sus herma-
señala los factores determinantes (cuidado de la nos. No sabemos las reacciones de José (Gn 37).
información y ordenación del relato) a los cuales
obedece su trabajo. En casos extremos, el narrador puede pretender el
efecto de despistar al lector. En la parábola de los
El incipit obreros de la hora undécima, el amo de la viña con-
Son las primeras palabras, las primeras frases de un trata obreros a horas diferentes prometiéndoles “lo
texto, y todo mundo sabe la importancia de los pri- que se justo” (Mt 20, 4); ellos concluyen (y el lector
mero: es a través de ellas como el autor entabla con ellos) que el salario será proporcional a la dura-
contacto con su lector. El comienzo es, pues, el ción del trabajo; la parábola funciona narrativamen-
primer paso en la producción intencional de sentido. te gracias a ese “lugar de incertidumbre” que servirá
para poner en crisis la noción de justicia que el lec-
La redundancia tor comparte con los personajes del relato (20, 13-
Repetir un acontecimiento o una fórmula permite al 15).
lector tejer vínculos, establecer paralelos, recordar
la línea general de la obra... 9.3. Las competencias del lector
Lo dicho anteriormente, sobre los inesperados efec-
tos de sentido suscitados por las representaciones

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imaginarias del lector confirma la posibilidad de Preguntas sin respuesta
que éste pida al relato que se salva de las vías pre- El número de preguntas que aparecen en el segundo
vistas por el autor. Eco piensa sobre todo en la fa- evangelio es asombroso. De las 114 que según R.
cultad de anticipar, que, junto con la memoria, cons- M. Fowler se formulan, 77 carecen de respuesta. La
tituyen las dos competencias del lector. mayor parte carecen de respuesta en el plano de la
historia, pero reclaman implícitamente una respues-
La lectura-previsión ta del lector en el eje de la comunicación. Proceden-
Anticipar la continuación es un reflejo básico de tes de los personajes, entran en la estrategia narrati-
todo lector. Si el resultado del relato bíblico no deja va sin que el lector perciba de primeras en ellas
lugar a dudas (Dios triunfará sobre el mal), el sus- preguntas que le dirige el narrador.
pense radica en el cómo y el por qué. Anticipando
sin cesar, el lector se ve llevado continuamente a Mediante la serie de preguntas sin respuesta, el lec-
validar o invalidar las hipótesis que emite. El narra- tor llega a situarse más cerca de Jesús de lo que sus
dor tiene que vérselas para desmadejar las previsio- amigos parecían estar.
nes del autor. Por ejemplo un lector bíblico prevería
que la suerte de un profeta sea el asesinato, como es EL ACTO DE LECTURA
lo común, pero con Jeremías se lleva un sorpresa, es
exiliado a Egipto y no a Babilonia. Así el narrador El encuentro entre el texto y el lector no es un abra-
sale al paso del lector y le avisa que esté dispuesto a zo tranquilo. Entre la solidez del texto y la aparente
la sorpresa. infinidad de sus lecturas se produce una dialéctica
que hace de la lectura una irreductible tensión.
Lo anterior pide de parte del narrador al lector que
tenga una serie de conocimientos previos que le Por el lado de la escritura, el texto no permanece
ayuden a transitar el vía que se le propone. Esos inerte. Una vez leído, el texto obra sobre el lector
pre-conocimientos no le permitirán preveer capri- como sobre alguien que yace y al que la lectura
chosamente, sino con memoria previa. En todo – despierta. Al decidir contar, los autores bíblicos
caso, previendo que el lector no tenga dicho cono- despliegan una retórica narrativa que pretende con-
cimiento, el narrador sale al paso y le indica lo que vencer sin descuidar el placer del relato
ha de entender, así p.e. Mc 15, 22: “Le conducen al
lugar del Gólgota, que quiere decir Calvario”. 10.1 Mundo del relato y mundo del lector
Si contar consiste en edificar una trama en la exis-
9.4. La construcción del lector por el texto tencia temporal, ¿cómo se desarrolla la relación
Prever a su lector cooperador no significa única- entre lo que cuenta el relato y lo que vive el lector?
mente “esperar” que exista, sino que significa tam-
bién construirlo, actuando sobre el texto. Un texto Se percibe entonces que el relato se encuentra en la
descansa sobre una competencia, que ayuda a pro- intersección de dos mundos: antes del texto, el
ducir. mundo experimentado por el autor; después del
texto, el mundo experimentado por el lector. P. Ro-
El texto no sólo se ofrece para ser leído, sino que coeur dice que el arco que transita entre ambos la-
proporciona al lector, con este fin, sus propias ins- dos puede esquematizarse de la siguiente manera:
trucciones de monstaje. Así, gracias al entrelaza-
miento de las metáforas, el lector de Juan va apren- Mímesis I mundo al que prefiguración
diendo progresivamente a descifrar los símbolos. se refiere el relato

El entrelazamiento de las metáforas introduce, pues, Mímesis II mundo del relato configuración
al lector en un proceso de iniciación que le lleva,
poco a poco, a profundizar en la identidad de Aquel Mímesis II mundo del lector refiguración
hacia quien apunta el dispositivo simbólico: el Cris-
to del Evangelio. El lector construido mediante esta
estrategia narrativa entra progresivamente en un
lenguaje de iniciado, cuyo acceso le indica el texto.

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Las tres mímesis ciso que el texto (mímesis II) no coincida en todos
La actividad de contar supone que autor y lector sus puntos con el mundo del lector (mímesis III). Si
comparten la misma percepción del obrar humano y el mundo del relato y el mundo del lector son su-
de su simbolismo (mímesis I) perponibles, la lectura no produce más que un efec-
to de espejo. El lector se encuentra a sí mismo. En
La mímesis II es la etapa de la configuración narra- cambio, cuanto mayor sea la distancia entre relato y
tiva o fabulación. Es, propiamente hablando, el lector, más fecundo en interrogantes será el regreso
momento del relato en que el pensamiento se arran- al mundo del lector.
ca de la experiencia inmediata y se convierte en
texto. Es preciso pues, poner como postulado la extrañeza
del texto frente al mundo del lector, extrañeza que
La mímesis III corresponde a lo que se llama aplica- hace de la lectura una operación de descontextuali-
ción o apropiación: el lector se apropia el mundo de zación (la trama es arrancada del mundo histórico
la obra y lo importa a su propio mundo. Es el mo- al cual remite) y de recontextualización (en el mun-
mento en que el lector registra el impacto del mun- do actual del lector).
do del relato (con sus sistema de valores, su aparato
de convicciones, su programa de vida) sobre su Hay que tener en cuenta la distinción entre el efecto
propia visión del mundo, y en que decide adoptar (o del texto (determinado por la obra) y la recepción
no) esa visión de las cosas. del texto (que depende de la libertad del destinata-
rio).
Seguir una historia es actualizarla en la lectura. Se
ve, pues, que el momento de la mímesis III, por el La paradoja de la lectura consiste en que por una
cual el lector se apropia el mundo de la obra, no parte, está prisionera del texto tal como es, y para
pertenece exclusivamente a la psicología del lector, comprenderlo debe plegarse a él sin la posibilidad
sino todavía a la obra misma. de obtener sobre la marcha, precisiones o suplemen-
tos de información. Pero, por otra, puede gozar de-
La necesaria distancia ntro de esos límites de una gran libertad: aun cuan-
Si se acepta el paradigma ricoeuriano de las tres do el texto está fijado, el lector puede efectuar entre
mímesis, se impone una conclusión: para que la los elementos que lo componen cotejos y conexio-
lectura sea verdaderamente una experiencia, es pre- nes que el autor no había previsto necesariamente.

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