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La Violencia de Genero

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UNIDAD 2

LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Campaña emitida por el Instituto Andaluz de la Mujer.


Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


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2.1 INTRODUCCIÓN.

Al abordar el concepto Violencia de Género se cita la siguiente definición


(según los investigadores, perteneciente a la ONU, y de la cual se omite la referencia
bibliográfica):
"Cualquier acto basado en el género que tenga o pueda tener como resultado
un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
produce en la vida pública o privada” (Naciones Unidas, 1994).

La Real Academia Española de la Lengua define violencia como: (Del lat.


violentia).
1. f. Cualidad de violento.
2. f. Acción y efecto de violentar o violentarse.
3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.
4. f. Acción de violar a una mujer.

Y maltratar como:
1. tr. Tratar mal a alguien de palabra u obra.
2. tr. Menoscabar, echar a perder.

La Violencia de Género tiene consecuencias tanto físicas como emocionales en


la víctima objeto del mismo, siendo estas consecuencias de una gravedad profunda
(incluso a partir del primer maltrato) y causando secuelas en las personas que lo
padecen y en la sociedad que conforman también dichas víctimas.

El maltrato familiar es toda acción u omisión cometida en el seno de la familia


por uno de sus miembros, y que atenta contra la vida o la integridad física o
psicológica de la víctima.

El término violencia familiar hace referencia a cualquier forma de abuso, ya


sea físico, psicológico o sexual, que tiene lugar en la relación entre los miembros de
una familia (Corsi,1994). Como todo abuso, implica un desequilibrio de poder, y es
ejercido desde el más fuerte hacia el más débil con el fin último de ejercer un control
sobre la relación. El maltrato familiar es una forma de ejercicio de poder mediante el
empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica, etc., implicando deterioro

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personal de la víctima, ya sea físico, psicológico, económico, etc., e incluso la
anulación de la personalidad de la misma con todas las consecuencias negativas que
esto implica.

Para que la violencia sea posible ha de estar presente también un cierto


desequilibrio de poder, ya sea definido culturalmente, socialmente, en el contexto
familiar o producido por el maltratador con maniobras interpersonales de control de la
relación y del equilibrio psicológico de la víctima.

Tradicionalmente, en nuestra sociedad, dentro de la estructura familiar


jerárquica actualmente predominante, los dos principales ejes de desequilibrio los han
constituido el género y la edad, siendo las mujeres, los niños y los ancianos las
principales víctimas de la violencia dentro de la familia.

El fenómeno de la violencia doméstica o familiar se ha convertido en las


últimas décadas en un asunto de máximo interés institucional y social atendiendo,
principalmente, a razones como su elevada incidencia y la gravedad de las
consecuencias que de él se derivan. El conocimiento real de la incidencia de este tipo
de violencia se ve principalmente obstaculizado por la gran ocultación social que
tradicionalmente ha ido asociada al sufrimiento de malos tratos por parte de una
figura perteneciente al ámbito familiar. Por lo que respecta a la violencia familiar
contra la mujer, y aunque existen estadísticas realizadas sobre el número de
denuncias por maltrato por parte del cónyuge, se estima que los casos denunciados
representan entre un 10-30% de los casos reales. De acuerdo con los resultados
obtenidos en un estudio del Ministerio de Trabajo y Bienestar Social hecho público en
el año 2000, se estima que alrededor de 2 millones y medio de españolas habrían
sufrido algún tipo de maltrato por parte de sus parejas en algún momento de su vida,
aunque no todas lo denuncian. Esta cifra estaría representando a un 16% de la
población de mujeres españolas mayores de 18 años. Respecto a los hijos de mujeres
que han sido maltratadas por sus parejas, según un estudio realizado por Corbalán y
Patró (2003) sobre una muestra de mujeres maltratadas residentes en centros de
acogida, el 85% de los hijos fueron testigos de la violencia ejercida sobre sus madres,
y en un 66,6% de los casos también ellos fueron maltratados, mayoritariamente de
manera física y psicológica. Debido a una mayor sensibilidad desde todos los ámbitos
de la sociedad en los últimos años, el estudio, atención e intervención sobre las
víctimas de esta violencia es hoy mayor y más efectivo. En el caso de la violencia
doméstica hacia la mujer, además de la creación de un mayor número de recursos y

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ayudas institucionales, los programas de intervención sobre las consecuencias
psicológicas que padecen las víctimas de este tipo de violencia han experimentado un
mayor desarrollo y aplicación. Sin embargo, la situación de los hijos de estas mujeres,
testigos del maltrato hacia sus madres y, a menudo, acompañantes en la salida de
éstas del hogar, todavía no ha recibido una amplia atención. Las investigaciones
llevadas a cabo hasta la actualidad sobre los hijos de estos hogares violentos,
muestran la necesidad de una intervención específica sobre las repercusiones que
conlleva para ellos la exposición a una situación altamente traumática y
desestabilizadora.

Como hemos apuntado anteriormente, el maltrato familiar no es un problema


reciente, sino por el contrario sufrido desde la antigüedad, pero es en estos tiempos
cuando comienza la concienciación como fenómeno muy grave y que daña la salud
(física y psicológica) y el tejido y construcción de la sociedad, deteriorando
especialmente a la mujer.

El reconocimiento y la intervención en este fenómeno se deben a múltiples


factores, como los siguientes:
- La familia ya no se considera como un núcleo privado, sujeto a decisiones
internas.
- Las leyes mundiales están apostando por la protección integral de la familia y
de sus miembros.
- La autoridad del “padre de familia” ha declinado, modificándose la posición de
la mujer.
- Los niños se consideran actualmente sujetos con derechos.
- Ya se considera que la intimidad familiar no excluye el apoyo o auxilio de la
comunidad.
- El concepto de familia ya no se considera como una imagen idílica.

Para poder enfrentarnos al maltrato familiar lo primero es reconocer y suprimir


los supuestos históricos e implícitos en la cultura, como:
1. La familia está organizada en jerarquías de poder desigual entre hombres y
mujeres.
2. La desigualdad proviene de un ordenamiento biológico entre sexos que otorga
superioridad al hombre.
3. Las mujeres son inferiores socialmente.
4. Las mujeres están destinadas a ejercer funciones maternales.

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5. Su condición natural le otorga características de debilidad, pasividad y
sensibilidad.
6. Los hombres dominan a través de la acción y la violencia.

Todos estos supuestos históricos están consensuados socialmente y


corresponden a un modelo autoritario de familia, donde el respeto no es entendido
como reciprocidad entre los miembros, sino que es definido a partir de una estructura
de poder vertical. La dependencia de los más débiles (mujeres supuestamente) en
relación a los más fuertes (hombres supuestamente) se ha ido reforzando y la
autonomía es un derecho no reconocido igualitariamente para todos los miembros de
la familia.

El objetivo de este temario es intentar dar a conocer las causas,


consecuencias, e intervenciones del maltrato familiar, intentando lograr una labor
informativa, además de terapéutica, a través de la sensibilización y llegando más allá
de la frase popular que suele utilizar la sociedad, diciendo o pensando: “a mí eso no
me pasaría”.

A nadie nos gusta que se nos trate mal, y si una persona, ya sea hombre o
mujer, llega a sufrir maltrato y peor aún a sufrir una prolongación de éste en el
tiempo, debemos pensar que ha de ser un entramado de explicaciones mucho más
complejo de lo que podemos suponer a priori.

Entender este “entramado” o relación causa – efecto, es lo que se pretende


conseguir en toda persona que ahora esté leyendo estas palabras.

Entender y reconocer estas situaciones es lo más importante para intervenir en


el maltrato familiar, ya que centrarse en juzgar a la víctima no ayuda en absoluto,
sólo a que ésta se vea más atrapada en su “cárcel” y afirme su posición de “no
debería haberlo contado porque no vale para nada” y además no evita que siga
pasando.

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2.2 CONCEPTOS BÁSICOS.

La OMS define la violencia como:


“El uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra
persona, grupos o comunidades y que tiene como consecuencias probables lesiones
físicas, daños psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso la muerte.”
La OMS incluye la intencionalidad de producir daño en la comisión de estos actos.

La clasificación utilizada en el informe sobre la violencia y la salud divide la


violencia en tres grandes categorías, según sea el autor del acto violento:
- Violencia dirigida contra uno mismo.
- Violencia colectiva.
- Violencia interpersonal.

La violencia dirigida contra uno mismo comprende los comportamientos


suicidas y las autolesiones.
La violencia colectiva puede ser física, política o económica.
La violencia interpersonal se divide en violencia intrafamiliar y violencia
comunitaria.

Habiendo establecido una primera clasificación vamos a céntranos en el


Maltrato Familiar, su definición y tipología.

- Maltrato familiar:

El Maltrato Familiar se define como los malos tratos o agresiones físicas,


psicológicas, sexuales o de otra índole, infligidas por personas del medio familiar y
dirigida generalmente a los miembros más vulnerables de la misma: niños, mujeres y
ancianos.

El Maltrato familiar, abarcaría todo acto de violencia, uso del castigo físico
corporal, sexual y psicológico que se ejerce dentro de la familia. Es un concepto más
amplio porque abarca no sólo hacia la persona del sexo opuesto, sino también al
cónyuge, hijos, madres, abuelos, hermanos, etc.
Es importante por tanto establecer la diferenciación con el concepto Violencia
de género, haciendo esté término referencia a la violencia específica contra las

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mujeres, utilizada como instrumento para mantener la discriminación, la desigualdad
y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Comprende la violencia
física, sexual y psicológica, incluidas las amenazas, la coacción, o la privación
arbitraria de libertad, que ocurre en la vida pública o privada y cuyo principal factor
de riesgo lo constituye el hecho de ser mujer.

La violencia de género es la violencia que pone en peligro los derechos


fundamentales, la libertad individual y la integridad física de las mujeres. Es la que
tenga o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la
mujer, que incluye las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada.

Por tanto, el Maltrato Familiar se incluye dentro de la Violencia de Género, ya


que ésta última es la violencia producida a las mujeres y el maltrato familiar es una la
manifestación de la violencia dentro del seno familiar.

2.2.1 EL MALTRATO FAMILIAR.

Vamos a definir un concepto globalizador de maltrato familiar, y las diferentes


subcategorías generales que pueden darse de maltrato (siempre considerado
familiar), y donde se destacan el maltrato físico, el maltrato psicológico, económico,
por negligencia o abandono y el maltrato cultural.

Son todas las agresiones físicas, psicológicas, económicas, de abandono o


culturales que ocasionan algún tipo de sufrimiento y/o malestar en una persona.
Pudiendo consistir estas agresiones en golpes, contusiones, empujones,
bofetadas, o semejantes, realizados en el cuerpo de las víctimas, así como insultos,
amenazas, humillaciones, vejaciones y otras agresiones de semejante naturaleza
psíquica y emocional.
Y produciéndose este maltrato dentro del ámbito familiar, por lo que se supone
que entre el agresor y la víctima existe un vínculo de esta índole.

Como maltrato familiar también vamos a incluir el maltrato bidireccional


producido por los dos miembros de la pareja de manera consciente, consentida y
mutua, donde el rol víctima–agresor varía constantemente, siendo en algunos
momentos la víctima la mujer y en otros el hombre, aunque en este maltrato exista

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consentimiento por ambas partes y práctica de sadomasoquismo (también existen
casos).

2.2.2 TIPOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO - MALTRATO.

2.2.2.1 Maltrato físico.

Se define como maltrato físico a cualquier conducta (con instrumento o no)


que produzca o intente producir riesgo físico, lesión física, enfermedad, daño o dolor,
con independencia de los resultados de dicha conducta. Se manifiesta “activamente”
mediante los golpes, contusiones, empujones, bofetadas, violaciones incluyendo
pellizcos, jalones de pelo o cualquier hecho que cause una lesión en el cuerpo de las
personas. Y “pasivamente” con la privación de cuidados médicos, no avisando
intencionadamente de evidente riesgo físico, y en general con la no actuación de
ayuda y socorro.

Dentro del maltrato físico vamos a incluir un maltrato muy habitual, como es el
maltrato sexual, entendiéndose éste como cualquier intimidad sexual forzada por
parte de la pareja, ya sea a través de la fuerza o con amenazas o coacción. Se incluye
todo tipo de conducta sexual, no limitándose sólo a la penetración vaginal o anal y
donde la víctima no dé su total consentimiento.

2.2.2.2 Maltrato psicológico o emocional.

Se refiere a cualquier conducta física o verbal, activa o pasiva, que produce en


las victimas humillación, desvalorización, culpa, sufrimiento, descalificación, etc.
También puede manifestase con amenazas de maltrato a uno mismo, a los seres
queridos (hijos por ejemplo), amenazas de divorcio, daño a propiedades valoradas
por la víctima, etc. Comprende desde insultos, burlas, rechazo, indiferencia, hasta
intimidaciones, amenazas, vejaciones y chantaje moral, produciendo una reducción
de la personalidad de la víctima y de su salud mental y/o emocional.

TABLA 1
Ejemplos de distintas formas de maltrato psicológico.

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 El maltratador controla siempre lo que la víctima hace.
 El maltratador no le permite amistades, ni relaciones
Aislamiento sociales.
 El maltratador utiliza los celos y el amor como argumento de
actuación.

 El maltratador infunde miedo con miradas, gestos, etc.


Intimidación
 Rompe cosas.

 Amenaza con daño físico.


Amenazas  Amenaza con abandonar a la víctima.
 Amenaza con el suicidio, etc.

 Culpa a la víctima del maltrato.


Culpabilización
 Culpa a la víctima de todo lo que va mal en su vida.

 El maltratador niega lo que está ocurriendo.


Negación
 Niega que algo vaya mal.

 Utiliza a los hijos como amenaza.


A través de
 Amenaza con quitar la custodia de los hijos.
otras personas
 Amenaza con maltratar a los niños, etc.

2.2.3 Violencia sexual.

Se refiere a cualquier actividad sexual no consentida incluidos chistes, bromas


sexuales, miradas, comentarios, exhibicionismo, propuestas sexuales, tocamientos,
relación sexual obligada, violación, incesto, todo ello dirigido a la ejecución de actos
sexuales.

El término violencia sexual hace referencia al acto de coacción hacia una


persona con el objeto de que lleve a cabo una determinada conducta sexual; por

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extensión, se consideran también como ejemplos de violencia sexual "los comentarios
o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de
cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra
persona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier
ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo."

Existen dos tipos delictivos sexuales considerados los más graves: la violación
y el abuso sexual de menores.

 Violación. La violación suele conllevar violencia de forma implícita (por


definición). La violación es una violencia de tipo sexual que se produce cuando
una persona tiene acceso sexual hacia otra, mediante el empleo de violencias
físicas o psicológicas o mediante el uso de mecanismos que anulen el
consentimiento de los ofendidos. También se habla de violación cuando la
víctima no puede dar su consentimiento, como en los casos de incapaces
mentales, menores de edad, o personas que se encuentran en estado de
inconsciencia.

En el marco jurídico, la violación difiere de otros delitos sexuales tales como el


estupro, el acoso sexual, atentado contra el pudor y la zoofilia. Las
circunstancias que rodean el acto se analizaran de acuerdo a las agravantes o
atenuantes que existan en cada caso. Dentro de la doctrina jurídica se considera
que han existido agravantes cuando concurren ciertas circunstancias tales como
la autoridad del agresor sobre la víctima (circunstancias tales como ser el tutor,
patrón, empleador de la víctima, de entre otros).
Es destacable que la jurisprudencia del Tribunal Supremo deja constancia de
que incluso la mujer puede solicitar al violador que utilice un preservativo y ello
no convierte el acto sexual en consentido. El máximo órgano jurisdiccional
español considera que el instar al uso del condón es únicamente para evitar un
embarazo no deseado y/o contraer una enfermedad de transmisión sexual.

Lo que califica la agresión sexual el artículo 179 del Código Penal, no es la


mayor o menor resistencia, sino la falta de consentimiento para el contacto
sexual mediante penetración anal, bucal o vaginal, que se obtiene mediante la
violencia o el miedo.

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 Abuso sexual a menores. De manera genérica, se considera abuso sexual
infantil o pederastia a toda conducta en la que un menor es utilizado como
objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de
desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder. Se trata de un
problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las
culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una
combinación de factores individuales, familiares y sociales. Supone una
interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas secuelas que
no siempre remiten con el paso del tiempo. El abuso sexual infantil no suele
comportar violencia física, aunque sí otras formas de violencia psicológica,
engaño o amenazas.

El abuso sexual constituye una experiencia traumática y es vivido por la víctima


como un atentado contra su integridad física y psicológica, y no tanto contra su
sexo, por lo que constituye una forma más de victimización en la infancia, con
secuelas parcialmente similares a las generadas en casos de maltrato físico,
abandono emocional, etc. Si la víctima no recibe un tratamiento psicológico
adecuado, el malestar puede continuar incluso en la edad adulta.
En su mayoría, los abusadores son varones (entre un 80 y un 95% de los casos)
heterosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la
sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media
de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se
producen un tercio de todas las agresiones sexuales). El número de niñas que
sufren abusos es entre 1,5 y 3 veces mayor que el de niños.

2.2.4 Maltrato por descuido o abandono.

También se le llama maltrato por negligencia, se produce cuando no se


atienden las necesidades de alimentación, salud y afecto que las personas requieren y
se merecen. Este tipo de maltrato se produce frecuentemente en niños y ancianos.

La negligencia se identifica como la falta de proveer las necesidades básicas de


un niño por parte de sus padres o personas encargadas.

Se define como aquella situación donde las necesidades físicas


(alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones

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potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados médicos) y cognitivas básicas del
menor no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo
que convive con el niño.

La negligencia puede ser:

 Física (ej., falta de proporcionar comida o resguardo necesario, o


ausencia de supervisión adecuada);

 Médica (ej., falta de proporcionar tratamiento médico o para la salud


mental);

 Educativa (ej., falta de atención a las necesidades emocionales de un


niño, falta de proporcionar cuidado psicológico o permitiendo que el
niño use alcohol o drogas).

Estas situaciones no siempre quieren decir que un niño/anciano es descuidado.


Algunas veces los valores culturales, los estándares de cuidado en la comunidad, y la
pobreza pueden ser factores que contribuyen, indicando que la familia necesita
información o asistencia. Cuando una familia falla en el uso de información y
recursos, y la salud o seguridad del niño/anciano está en riesgo, desde entonces la
intervención de la institución de protección y bienestar del niño podría ser requerida.

2.2.5 Violencia estructural.

Si bien las necesidades básicas del ser humano le deben mucho a la jerarquía
piramidal de Abraham Maslow, existen otras clasificaciones paralelas al autor
norteamericano, y mucho más cercanas al tema que nos ocupa. Como simplificación,
afirmaremos que todo ser humano precisa cuatro aspectos: supervivencia, bienestar,
identidad y libertad.

La insatisfacción de esta relación de necesidades es la que provoca la violencia


estructural. El politólogo y sociólogo Johan Galtung ha definido con mayor concreción
este término, afirmando que remite "a la existencia de un conflicto entre dos o más
grupos de una sociedad (normalmente caracterizados en términos de género, etnia,
clase nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de

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los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en
perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social".

Por ejemplo, una dictadura militar sería un ejemplo de violencia estructural,


pero muestras más cercanas son el sexismo: cuando se discrimina a un determinado
colectivo (la mujer o el inmigrante) para que acceda a un empleo.

Se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema


causa hambre, miseria, enfermedad o incluso muerte, a la población. Son ejemplos
los sistemas cuyos estados o países no aportan las necesidades básicas a su
población. Está representada por las numerosas situaciones de injusticia que se
observan: mientras unos/as comen y beben en abundancia, otros/as revuelven en la
basura, no tienen qué comer, piden limosna, etc. Otros ejemplos claros de Violencia
Estructural los encontramos en el Apartheid, en el hambre mundial, en la
obligatoriedad del servicio militar, o las dictaduras militares.

2.2.6 Maltrato cultural.

Cuando se dan situaciones que atentan contra la identidad cultural de las


personas adultas mayores o cuando se difunden imágenes desvalorizadas de éstas
hablamos de maltrato cultural. Su categoría máxima se identifica con la xenofobia o
racismo.

Esta forma de la violencia hace referencia a aspectos de la cultura que la


legitiman a través del arte, la religión, la ciencia, el derecho, etc.

La violencia cultural es menos visible que las demás, pues en ella intervienen
más factores. Detectar su origen, prevención y remedio es más complicado.

La violencia cultural se utiliza para lograr la aprobación de posturas fanáticas


en lo religioso, en lo económico, en las relaciones de género, en las relaciones con la
naturaleza, etc.

Se basa en un amplísimo entramado de valores que asumimos desde


pequeños y que luego se refuerzan con las normas legales de la sociedad para

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inculcarnos una cultura opresiva porque es acrítica y delegadora y porque nos prepara
para la colaboración pasiva y/o activa con estructuras injustas e insolidarias.

Este concepto, no por ello este tipo de violencia, es relativamente nuevo. Por
eso, con el paso del tiempo se han reconocido las grandísimas implicaciones que tiene
la violencia cultural, incluso para resituarlo al lado, en igualdad de condiciones, con
los otros tipos de violencia.

Como ejemplos de violencia cultural encontramos: el de una religión que


justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la
legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia. Otro ejemplo, son las ideas y
los conceptos que sirven para justificar la violencia, la injusticia y la pobreza que se
representa a través de las actitudes de "los ricos" que asumen la situación como
normal y continúan haciendo su vida como si nada ocurriera.

2.2.7 Abuso económico.

El abuso económico incluye el uso indebido de los bienes de una persona hasta
la apropiación y robo, aprovechado la sumisión o inducción de ésta a favor del
agresor.

Abuso económico es una forma de abuso cuando una de las dos partes
implicadas tiene control sobre la otra en el acceso a los recursos económicos, lo que
disminuye la capacidad de la víctima de mantenerse a sí misma/o y le obliga a
depender financieramente del perpetrador/a

Está relacionado, o es también conocido como abuso financiero, como el uso


ilegal o no autorizado de propiedades, dinero u otros valores de una persona
(incluyendo el cambio en la voluntad de una persona para nombrar al abusador/a
como heredero), frecuentemente obtenido de manera fraudulenta, seguido por
privación de dinero u otras propiedades o por el desalojo de su propia casa.

Una distinción clave entre el abuso económico y el financiero es que el abuso


económico también incluye el control de las ganancias presentes o futuras de una
persona, evitando que obtenga un trabajo o una educación.

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El abuso económico en una situación doméstica puede incluir:

 Impedir a un cónyuge la adquisición de recursos, tales como restringir


su habilidad para encontrar empleo, mantener o avanzar en sus
carreras y adquirir valor
 Impedir a la víctima la obtención de educación.
 Limitar la cantidad de recursos a utilizar por la víctima, poniéndola en
vigilancia o monitorizando cómo la víctima gasta el dinero.
 Gastar el dinero de la víctima sin su consentimiento y creando deuda, o
gastar por completo los ahorros de la víctima para limitar sus recursos
disponibles.
 Explotar los recursos económicos de la víctima.

Los ancianos son algunas veces víctimas de abusos financieros por parte de
personas dentro de su familia:

 Dinero o propiedades son utilizadas sin su permiso o simplemente


tomados.
 Su firma es falsificada para transacciones financieras.
 Son coaccionados o influenciados para firmar escrituras, voluntades o
poderes notariales.
 Ser engañados en la creencia de intercambiar dinero por la promesa de
un cuidado para una vida más larga.

2.2.3 TIPOS DE MALTRATO SEGÚN LOS PARTICIPANTES.

Podemos hacer dentro del Maltrato Familiar una clasificación, según quien sea
el agredido y la forma de manifestación de la agresión se puede tipificar la violencia
en Maltrato Infantil, Violencia conyugal, violencia Paterno/Filial y Maltrato a ancianos.

Cada una de ellas tiene subdivisiones en cuanto a la forma en que se produce


el daño hacia el otro.

Esta agresión puede ser pasiva o activa y ser de distintos tipos (psicológico,
sexual, físico o económico).

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Esquema de Tipos de maltrato según los participantes.
Abuso físico
Abuso psicológico
Abuso sexual
Maltrato Infantil
Abandono físico
Abandono Emocional
Niños testigos de violencia
Abuso físico
Abuso psicológico
Hacia la mujer Abuso sexual
Otras formas de abuso
(económico.)
Abuso físico
Abuso psicológico
Violencia
Violencia conyugal Abuso sexual
Maltrato cruzada
Otras formas de abuso
Familiar
(económico.)
Abuso físico
Abuso emocional
Hacia el hombre Abuso sexual
Otras formas de abuso
(económico.)
Abuso físico
Paterno/Filial Abuso psicológico
Otras formas de abuso (económico.)
Maltrato físico
Maltrato psicológico
Maltrato Ancianos Abuso financiero
Abandono físico
Abandono Emocional

 Maltrato Infantil. La Convención de los Derechos de los Niños de Naciones


Unidas en su Artículo 19, se refiere al maltrato infantil, como: “Toda violencia,
perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente malos tratos o
explotación, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de
un tutor o de cualquiera otra persona que le tenga a su cargo.” La legislación
española define al maltrato infantil en el Código Civil art. 172, como: “Situación
que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado

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ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de
menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o
material.”. Cabe destacar que se considera maltrato infantil (violencia pasiva)
cuando los niños son testigos de violencia, ya que el daño que sufren los niños es a
nivel psicológico (lo veremos más exhaustivamente en la unidad 7).

 Violencia conyugal. En el caso de la violencia en la pareja o violencia conyugal se


la clasifica de acuerdo a quien tiene el rol de abusador y abusado en la relación. En
todos los casos la violencia puede ser psicológica, física, sexual o económica:

o Violencia hacia la mujer. La Declaración sobre la eliminación de la


violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en 1993, define la violencia contra la mujer como
"todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado
posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las
amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que
ocurra en la vida pública o en la privada".

o Violencia hacia el hombre. La violencia contra el hombre (en el


contexto del maltrato familiar) se refiere a aquellas acciones violentas
donde el rol de agresor es tomado por la mujer en las parejas
heterosexuales o bien, por el varón en aquellas parejas de carácter
homosexual. Actualmente existe una inmensa variedad de literatura
existente respecto a la violencia en la pareja, la cual, muestra
principalmente a la mujer como víctima, realidad que es comprobable y
cruda, pero también es cierto que cada día se acrecientan casos de
hombres que son agredidos física y psicológicamente por la mujer, de
esta manera la mayoría de los incidentes de violencia intrafamiliar
están registrados de los hombres hacia las mujeres, debido a que la
mayoría de los hombres reaccionan permaneciendo en silencio. Este
silencio es provocado a menudo por factores tales como el miedo al
ridículo, o a la reacción violenta de su mujer, incluso, cuando un
hombre ha probado que él es la víctima, parece que la línea de
conducta que le queda es solamente salir del hogar.

o Violencia cruzada. Es cruzada cuando ambos se agreden


mutuamente.

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 Violencia Paterno/Filial. Entendemos este tipo de violencia como el
conjunto de conductas reiteradas de agresiones física (golpes, empujones,
arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos
amenazadores, ruptura de objetos apreciados), dirigida a los padres o a los
adultos que ocupan su lugar (Pereira, 2006).
Se incluyen, entonces, las amenazas y los insultos, ya sean realizados a través
de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas de cualquier tipo, o la
ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido. Además, la violencia
debe ir dirigida contra los padres o aquellas figuras parentales que les
sustituyan: tutores, educadores, etc. No se incluiría, pues, en esta definición la
violencia ocasional sin antecedentes previos y que no se repite. Esto excluye,
de manera casi generalizada el parricidio, que presenta características
particulares que lo distinguen de este tipo de violencia y que, a menudo,
constituye un episodio único, sin que se registren antecedentes previos.
Se excluyen, también, la agresión sexual a los padres y los asaltos
premeditados con armas letales por considerarse de un perfil diferente, así
como la violencia que aparece en un estado de disminución importante de la
consciencia (autismo o retraso mental grave) y que no se repite cuando este
estado remite: violencia en el curso de intoxicaciones, de trastornos mentales
orgánicos, de trastornos del curso o contenido del pensamiento, etc.
Los agredidos son los adultos responsables de su educación, de cualquier edad
y género, aunque es más frecuente en padres añosos, en familias
monoparentales, y aún más en madres que en padres. (Gallagher, 2004;
Ibabe, 2007).
Es una violencia que se produce generalmente en escalada: comienza
habitualmente con insultos y descalificaciones, pasa a amenazas y ruptura de
objetos, y finaliza con agresiones físicas de índole cada vez más severa.

 Maltrato a ancianos: Se define como maltrato a la gente mayor. El maltrato


a ancianos consta de cualquier acto o omisión que produzca daño, de forma
intencionada o no, practicado sobre personas mayores, que tenga lugar en el
medio familiar, comunitario o institucional y que vulnere o ponga en peligro la
integridad física o psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de
derechos fundamentales del individuo.
Estos hechos pueden constatarse de manera objetiva o ser percibidos de
forma subjetiva.

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53
Hay estudios que indican que entre el cuatro y el seis por ciento de la
población de edad avanzada padece algún tipo de maltrato en su hogar. Los
estudios existentes son escasos y probablemente estemos ante un problema
más importante de lo que pensamos.

2.3 APARICIÓN Y DESARROLLO DEL MALTRATO.

El maltrato surge de muy diferentes maneras, pero en general su aparición y


desarrollo se manifiestan a través de unos patrones más o menos establecidos y
generalizados.

Muy probablemente durante la época de noviazgo de la pareja, ya aparecen las


primeras conductas “suaves” de maltrato, aunque no son muy manifiestas al principio
y éstas van progresando a lo largo del tiempo.

Estos primeros detalles de maltrato, se interpretan por la víctima como


conductas de celos por parte de la pareja, atribuidas “al amor” que siente por ella, e
incluso las parejas – víctimas, lo interpretan como halago de verdadero amor.

Estas conductas suelen ser: que la pareja quiera acompañarla siempre,


recogerla de todos sitios, ir reduciéndole la salida con amigas/os o familiares, llamarla
por teléfono continuamente y enfadarse si no la encuentra, etc.

Una vez establecida la convivencia, el maltratador comienza sugiriendo que no


hace falta que trabaje, que con lo que él gana tienen bastante, comenzando las
críticas más duras a las amistades, e intentando que la víctima vaya reduciendo las
visitas y contactos con los familiares.

De este modo el maltratador va consiguiendo que su víctima vaya


prescindiendo de relaciones laborales, amistosas y familiares y se vaya tejiendo su
particular aislamiento social hacia ésta.

El cambio va siendo más evidente tras el matrimonio o a partir del primer


embarazo, teniendo esto como posible explicación, que el maltratador va sintiendo a
la víctima como suya y que ésta depende de él en la medida que él mismo necesita.

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54
La víctima, en esos primeros momentos, “cae en el error” de pensar que “sólo
son celos” y que toda su situación es fruto del “profundo amor” que su pareja siente
hacia ella. Ésta basa las primeras agresiones físicas en pérdidas de control
momentáneos por parte de su pareja, ya sea psicológica o físicamente. Además, la
mujer cree firmemente en el cambio de actuación de su pareja, en los juramentos de
ésta y más aún en su posibilidad de poder cambiarlo a él, como “verdadera crédula de
la buena condición humana” (actitud no reprochable, pero sí ante la que hay que
estar alerta).

El maltrato familiar una vez que comienza a sentar sus bases, no tiende a
paliarse, sino por el contrario irá creciendo en el tiempo y a ser más grave y
profundo.
La etiología de la violencia doméstica es compleja y multifactorial: las actitudes
socioculturales (desigualdades de género), condiciones sociales, relaciones
conyugales, conflictos familiares y los aspectos biográficos como personalidad,
historia de abusos y de violencia en la familia de origen se han relacionado con la
aparición de la violencia doméstica.
Algunas situaciones ancladas en la tradición y la cultura de muchas sociedades
durante siglos se han relacionado con la violencia específica contra la mujer: las
relaciones de sumisión y dependencia de la mujer respecto al hombre, la justificación
de la violencia masculina y su tolerancia por la sociedad e incluso por la mujer, los
estereotipos sexuales y el rol limitado asignado a la mujer a nivel social explican en
parte la violencia infligida a la mujer.

La violencia ha sido y es utilizada como un instrumento de poder y dominio del


fuerte frente al débil, del adulto frente al niño, del hombre frente a la mujer a través
de los tiempos.

Jewkes considera que los dos factores epidemiológicos más importantes para
la aparición del maltrato familiar son la relación de desigual posición de la mujer tanto
en las relaciones personales como sociales y la existencia de una “cultura de la
violencia”, que supone la aceptación de la violencia en la resolución de conflictos.

Los cambios sociales de las últimas décadas respecto al papel de la mujer,


tanto en el ámbito privado (pareja, familia…), como público (laboral, social…) hacia
una relación más igualitaria entre hombre y mujer, han hecho posible que el
problema de la violencia doméstica haya salido a la luz, debido en parte a una mayor

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


55
conciencia de la mujer respecto a sus derechos y a su papel en la pareja, en la familia
y en la sociedad, y también a una mayor sensibilidad social respecto al problema. La
no aceptación de estos cambios por el hombre, y el ver peligrar lo que para algunos
era vivido como privilegio, ha podido favorecer la aparición de violencia en ocasiones.

Quizá estas causas están en el trasfondo del problema, pero hay factores de
riesgo y situaciones de especial vulnerabilidad que explicarían por qué en contextos
similares, en ocasiones, se producen las situaciones de violencia y en otras no.

A continuación vamos a citar algunas variables predictoras del comportamiento


agresivo, teniendo en cuenta el gran número de variables que pueden predeterminar
el comportamiento agresivo. En la tabla 1 aparecen aquellas variables más
importantes y frecuentemente citadas en los diversos trabajos analizados (Pelegrín,
2001).

Tabla 1. Variables predictoras de la agresión (Pelegrín, 2001).

VARIABLES PREDICTORAS DE LA AGRESIÓN

Personales
- Género
- Edad
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
- Autocontrol
- Impulsividad
- Competitividad
- Consideración con los demás
- Retraimiento social / aislamiento
- Habilidades sociales
- Frustración
- Percepción de la situación
- Inestabilidad emocional
- Extraversión
- Psicoticismo
- Liderazgo
- Factores biológicos
- Agresión física

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56
Contexto escolar
- Valores
- Vigilancia e intervención inadecuada en el lugar de recreo
- Conducta bullying
- Factores internos de la propia institución
- Influencia del grupo de iguales / características del grupo
- Rechazo de los iguales
- Rendimiento académico

Ambientales
- Familia
- Negativismo/permisibilidad de la madre
- Nivel socioeconómico
- Modelos
- Televisión
- Video-juegos
- Malos tratos / abusos
- Castigo corporal
- Reprimendas verbales
- Consumo de sustancias nocivas

2.3.1 FACTORES EXPLICATIVOS DEL MALTRATO.

Vamos a dividir en dos los factores explicativos: los asociados al maltratador y


los asociados a la víctima.

- Factores asociados al maltratador:

o Características demográficas:
Según Riggs, Caulfield y Street, (2000) a menor edad del maltratador, mayor
tasa de violencia, y en consecuencia a medida que aumenta la edad de la
pareja disminuye la tasa. Además otros factores influyentes parecen ser un
alto estrés familiar relacionado con un nivel socioeconómico bajo y la ausencia
de empleo del agresor.

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57
o Características psicológicas:
Los hombres violentos son menos asertivos, más hostiles y son más tolerantes
con la violencia con respecto a la pareja que los no violentos. No obstante,
existen pocos estudios que ofrezcan las diferencias del maltratador con la
población general (Riggs, Caulfield y Street, 2000).

o Psicopatología:
Diversos estudios han demostrado que los maltratadotes han puntuado de
forma superior en escalas que miden los trastornos del ánimo, trastornos
límites de la personalidad y psicopatía (la cuál analizaremos más adelante).
También han puntuado más alto en escalas de agresividad y conducta
antisocial.

- Factores asociados a la víctima:

o Experiencia previa de violencia:


Uno de los factores más estudiados en la victimización es el hecho de haber
observado violencia en la familia de origen. No obstante, los estudios
demuestran que el haber observado esta violencia entre los padres no
correlaciona de manera consistente con la victimización como adulto. El matiz
a destacar, es cuando la persona integra cognitivamente la percepción de
legitimización de la violencia en las relaciones maritales. Otro factor
importante es la victimización en la niñez, aunque los estudios no emiten datos
consistentes, sobre si las experiencias tempranas de violencia discriminan
víctimas de no víctimas.

o Psicopatología:
Cuando hablamos de factores psicopatológicos, como factores asociados a la
victimización, según Riggs, Caulfield y Street (2000) se puede confirmar que
los problemas psicológicos de las víctimas (TEP, depresión, ansiedad, etc.) son
consecuencia de la violencia, pero no se puede terminar de afirmar que ya
podrían haber existido antes de la misma.

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58
2.4 MODELOS EXPLICATIVOS DE LA VIOLENCIA
DE GÉNERO.

Estos modelos elegidos darán explicación a los posibles mecanismos


psicológicos de actuación en el maltrato. Veremos un primer modelo del
mecanismo psicológico subyacente en la víctima a partir del maltrato psicológico
y/o físico. Este modelo se basa en la Indefensión Aprendida.
Este modelo se centra en factores explicativos del mantenimiento del maltrato
desde el punto de vista de la víctima.

En este modelo que hemos expuesto anteriormente, la víctima parte de una


base psicológica, tejida previamente por su maltratador, y que le ha llevado a una
situación personal de falta de autoestima y ausencia de relaciones sociales, familiares,
laborales, como consecuencia del maltrato psicológico anterior.

La escasa relación causa-efecto del maltrato crea una situación de indefensión


aprendida, donde la víctima deja de responder (psicológica y físicamente) ante la

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59
imposibilidad de poder relacionar las causas que producen o no el maltrato. Al dejar
de emitir respuesta se produce la sumisión a los “caprichos” del maltratador.
Estableciéndose respuesta o no por parte de la víctima, el maltratador
reproduce su violencia (ya que la violencia se produce por “caprichos” del maltratador
y no objetivablemente como consecuencia de algún comportamiento de la víctima).

El nuevo episodio de violencia baja aún más la autoestima y aumenta las


consecuencias negativas en la víctima, por lo que la cadena continúa dando vueltas y
aumentando su negatividad.

El siguiente modelo psicológico es aplicable al maltratador y propone


algunas de las diferentes circunstancias propicias para que se produzca el hecho del
maltrato a la víctima. Este modelo se basa en la falta de Habilidades Sociales.

El primer recuadro hace referencia a la influencia cultural machista que se ha


ido mantenido en la sociedad y la legitimación de la violencia que persistido hasta la
actualidad, propiciando esto que el maltratador vea la violencia como un “hecho
natural de expresión”.

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60
A su vez también influye la situación personal del sujeto, como pueden ser los
celos y la carencia de autoestima (como veremos más adelante, los maltratadores,
suelen ser personas que carecen de autoestima y recursos de actuación). Además, la
falta de habilidades sociales para la resolución de problemas, para comunicarse, etc.
El segundo recuadro explica la existencia en el maltratador de una actitud de
hostilidad, que aparecerá unida a alguna situación que le creen malestar (ya sea
razonada o no) y situaciones estresantes.
A continuación aparece un estado emocional de ira que junto con todas las
situaciones anteriores y los pensamientos activadores de la agresión, dará lugar a la
conducta violenta.
Su sistema de actuación violenta se basa en un gran déficit en habilidades
sociales y de comunicación, y a la percepción de vulnerabilidad de la víctima, a la cual
también ve desprovista de estas habilidades de solución de conflictos.
Este modelo que basa la ausencia de habilidades sociales como posible
explicación de la conducta violenta, también podría explicarse a través del siguiente
cuadro:

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61
Tras un suceso negativo para el maltratador (real o no) y surgimiento del
malestar que precisa una respuesta por parte de éste, se produce una atribución a la
víctima de la culpabilidad, es decir, se le atribuye a la víctima que la acción violenta
se produce por algo que ella a dicho o hecho o ha dejado de decir o hacer.

Así aparece la ira y la justificación de ésta, pudiendo a continuación ocurrir


dos hechos alternativos:
1. Que la ausencia de respuestas de afrontamiento adecuadas ante el suceso
negativo dé lugar al deseo de agresión y a la conducta violenta.
2. Que la presencia de respuestas de afrontamiento dé lugar a una eficaz
respuesta para solucionar el suceso negativo.

El siguiente modelo explicativo del maltrato familiar se asocia al desarrollo de


la violencia desde la infancia, debido a la exposición a la misma durante algún
ciclo de la vida. La exposición de los niños a situaciones de violencia familiar dará
origen al aprendizaje de la misma. Es el denominado Modelo de Aprendizaje.
Este modelo defiende que situaciones de maltratos vividas constituyen un
modelo de aprendizaje de conductas violentas dentro del hogar, algo que junto a
factores tales como los estilos de crianza punitivos, el abuso de sustancias y la
presencia de trastornos de conducta en la adolescencia, han demostrado poseer un
papel relevante en el riesgo de ejercer violencia contra la pareja en la edad adulta.

Ehrensaft, Cohen, Brown, Smailes, Chen y Johnson (2003) realizaron un


estudio longitudinal sobre un periodo de 20 años en una muestra de 543 niños,
concluyendo que entre los factores predictores del riesgo de ejercer violencia contra
sus parejas se encontraban, en primer lugar, los trastornos de conducta, seguidos por
la exposición a la violencia doméstica entre los padres y los sistemas de castigo
basados en el poder.

La vivencia por parte de los niños de situaciones de violencia y abuso de poder


cobra un significado crucial puesto que las experiencias vividas en la infancia
constituyen un factor de vital importancia para el posterior desarrollo y adaptación de
la persona a su entorno. Los niños aprenden a definirse a sí mismos, a entender el
mundo y cómo relacionarse con él a partir de lo que observan en su entorno más
próximo.
De este modo, la familia es considerada como el primer agente socializador del
niño y el más determinante a la hora de la instauración de modelos apropiados de

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


62
funcionamiento social. Las relaciones familiares, especialmente los estilos de crianza y
la relación entre los padres, influyen sobre la capacidad del niño para la
autorregularización de sus conductas y emociones y sobre el significado que atribuirá
a las relaciones interpersonales (Gilliom, Shaw, Beck, Schonberg y Lukon, 2002;
Siegel, 1999).

Los niños que han experimentado alguna forma de rechazo parental o maltrato
tienden a presentar sesgos atribucionales hostiles y aprenden a anticipar y a evitar
las conductas de rechazo, generalizando esta anticipación a contextos
interpersonales. Distintos estudios han constatado la alta probabilidad de que estos
niños presenten déficits en el procesamiento de la información social (Dogde, Bates y
Pettit, 1990; Downey y Feldman, 1996).

Por otra parte, los estilos parentales excesivamente punitivos o coercitivos


pueden servir de modelo para la resolución coercitiva de los conflictos, que se
generalizan desde las relaciones padres-hijos a las relaciones con los otros, facilitando
el desarrollo de déficits en el funcionamiento interpersonal (Cohen y Brook, 1995).
Estos primeros patrones de funcionamiento social, aprendidos y reforzados dentro de
la familia, se aplican después a las interacciones con los iguales. De esta forma, los
niños que exhiben estrategias interpersonales agresivas e inconsistentes con aquellas
del grupo de iguales normativo tienen una alta probabilidad de no ser aceptados entre
sus compañeros, con el consiguiente riesgo de aislamiento o de gravitar hacia grupos
de iguales desviados o agresivos (Dishion, Patterson, Stoolmiller y Skinner, 1991).

La pertenencia a estos grupos desviados en la adolescencia, junto con el


reforzamiento parental continuado de estrategias interpersonales coercitivas o
violentas pueden llegar a ser un importante obstáculo que limite las oportunidades de
aprender a relacionarse con los otros de manera constructiva (Cohen y Brook, 1995;
Dishion, Andrews y Crosby, 1995). Con la repetición, esos patrones de interacción y
de resolución coercitiva de los conflictos se generalizan y se aplicarán,
posteriormente, a las relaciones familiares y de pareja en la edad adulta (Connolly y
Goldberg, 1999). A ello contribuye, por otro lado, las percepciones del carácter
privado y relativamente impune del entorno familiar y la influencia de los estereotipos
y creencias tradicionales acerca del uso y reparto del poder dentro de la familia.

La supervivencia intergeneracional de la violencia, y concretamente de la


violencia de género, está determinada en gran medida por la influencia de factores de

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63
tipo cultural y educacional. Entre ellos, cobra especial relevancia los sistemas de
valores que atribuyen una superioridad innata en los hombres respecto a las mujeres
y la aceptación de la violencia como un medio válido para la resolución de conflictos.
Tales sistemas de valores juegan un papel fundamental en el potencial desarrollo de
conductas sexistas y/o violentas en nuestros menores.

Los hijos de mujeres maltratadas se ven expuestos no sólo a la influencia de


factores de su entorno sociocultural, sino también a la propia experiencia de sufrir,
bien como testigo o como víctima, la violencia dentro de su entorno familiar.

Así, los niños que crecen en hogares violentos aprenden e interiorizan una
serie de creencias y valores negativos sobre las relaciones con los otros y,
especialmente, sobre las relaciones familiares y sobre la legitimidad del uso de la
violencia como método válido para la resolución de conflictos, fruto todo ello de la
interacción tanto de factores culturales y sociales (socialización diferencial de género
y aceptación social del uso de la violencia) como situacionales (historia de violencia
intrafamiliar) (Patró, Limiñana y Martínez, 2003) (ver Figura 3).

Este tipo de aprendizaje presenta componentes diferenciales según el sexo. La


tendencia observada es que los niños aprenden que la violencia es una estrategia
eficaz de solución de problemas y que su manifestación asegura una posición de
poder y privilegio dentro de la familia, mientras que las niñas aprenden a adoptar
conductas de sumisión y obediencia (Sarasúa, Zubizarreta, Echeburúa y Corral,
1996).

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64
Figura 3: Creencias y valores asociados a la violencia de género (Patró, Limiñana y
Martínez, 2003).

Socialización diferencial de género Historia de violencia intrafamiliar

 La función social de la mujer es la  La violencia es normal.


crianza de los hijos y el cuidado del  Hay circunstancias que justifican el
hogar. Debe comportarse de forma uso de la violencia, por ejemplo
comprensiva, paciente, dulce... cuando se está enfadado o cuando
 La función social del hombre es la de los demás no hacen lo que uno
desarrollar una carrera profesional, quiere.
ocuparse del sustento económico de  El que ejerce el control es el más
la familia y de las relaciones con el fuerte y tiene derecho a castigar a
exterior. Debe comportarse de forma los demás.
decidida, segura, firme...  El castigo es impredecible. No
 El hombre es superior a la mujer, es existen normas o reglas que
más inteligente y está más aseguren su no ocurrencia.
capacitado.  Si no eres el más fuerte, debes ser
 El hombre debe ser el cabeza de sumiso.
familia, el que tome las decisiones y  Mi madre tiene la culpa de que mi
el que tiene poder y control sobre el padre la maltrate. El hogar no es
resto de los miembros de la familia un lugar seguro. Mi madre no
que deben obedecerle. puede protegerme.

MENOR

 El hombre es el que manda en la familia y todos los demás deben obedecerle.


 Las mujeres son inferiores al hombre y no tienen los mismos derechos.
 Si un hombre pega a una mujer es porque se lo merece o porque ella lo
provoca.
 El pegar a las mujeres es normal, es frecuente y no tiene repercusiones.
 Si quieres que te respeten tienes que ser violento.

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65
2.5 SEÑALES DE ALARMA.

Vamos a considerar algunas de la señales de alarma a tener en cuenta y que


pueden ser predictoras y estar presentes en una futura relación de maltrato familiar.

Muchos de los comportamientos que la sociedad enseña a la mujer a


interpretar como cariñosos, atentos y románticos, son en realidad signos de alarma
de lo que puede convertirse en una futura relación violenta. Estar atento/a puede
ayudar a prevenir el abuso.

Intrusión.
El futuro maltratador quiere saber constantemente dónde está la mujer, con
quién, adónde va, a qué hora vuelve, etc.
Al principio esto hace sentir a la mujer que él la extraña y la cuida en demasía,
pero en realidad son signos de sospechas y desconfianza.
Ejemplos: Llamadas telefónicas permanentes, aparecer en la casa de alguna
amiga o buscar a la pareja en el trabajo sin previo aviso.

Celos.
Aparecen acusaciones por parte del marido o pareja de flirteos o de que la
miran demasiado, se fija en la ropa que utiliza, cómo y cuándo se la pone y
cuánto maquillaje usa. Acusaciones constantes de intercambio sexual con
cualquier persona (maestros, jefes, amigos, comerciantes, etc.).
Ejemplos: “.... te mira demasiado” o “Me parece que estuviste hablando
mucho con...´” ¿De qué estuviste hablando con...?, “Pareces una prostituta
con todo ese maquillaje”…

Posesión.
Él insiste en que ella es suya y de nadie más. Por eso le pide que use
determinada ropa, que se arregle de una manera especial o que haga cosas
que a él le gustan. Aunque ella no esté demasiado de acuerdo, la cultura le ha
enseñado que es bueno darle el gusto y además, él la hace sentir que si no
hace lo que desea, dejará de amarle.
Esto implica tratarle como un objeto, no como el ser humano que es.
Ejemplos: “Quiero que seas toda para mi”, “No quiero que te miren otros
hombres”…

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Humor.
Cambia de humor rápidamente: pasa de estar cariñoso y afectuoso al enojo de
un momento a otro y sin motivo aparente. Muestra un comportamiento
impredecible que llega a desconcertar y se enoja sin proporción con el
incidente.
Es importante no ignorar lo que podrían parecer pequeñas sobreactuaciones.
No debe aceptarse que alguien utilice la agresión para imponer su punto de
vista.
Ejemplos: Crea un escándalo porque la pareja llega cinco minutos tarde o por
la forma en que está vestida o pintada o simplemente porque alguien le miró
al pasar. Dirige la bronca sobre un objeto, una mascota o posesiones. Puede
romper alguna foto o algo que a su pareja le importe especialmente.

Aislamiento.
Pasa todo o la mayoría del tiempo que están juntos solos. Le separa de sus
amigos y familia, con excusas que pueden parecer a veces muy lógicas. Se
burla de las actividades que le interesan. Esto hace que se sienta querida y
necesitada, ya que él dedica todo su tiempo a ella.
En realidad, corta con sus recursos (amigos y familia) de manera tal que
cuando los necesita realmente, probablemente ellos no puedan o deseen
ayudarle, o no sepan de qué va nada.
Ejemplos: Insulta a los amigos de la pareja, llamándolos estúpidos o con otros
nombres peyorativos. Los acusa de querer “llenarle la cabeza” o de querer
separarlos. Cuestiona cada vez que quiere ver a su familia. Le dificulta la
realización de actividades propias.

Relación con otras mujeres - pasado desconocido.


Es importante conocer su pasado, hablar sobre sus parejas anteriores y
mantenerte en contacto con tus propios sentimientos. ¿Cómo te sientes
cuando él degrada a las mujeres?
Cuando él desvaloriza a las mujeres también te está desvalorizando a ti.
¿Qué sabes acerca de sus parejas anteriores, de su entorno familiar, su
relación con su madre u otras mujeres? ¿Cómo se refiere a otras mujeres
(putas, objetos sexuales, tontas, locas, histéricas)? ¿Respeta a las mujeres en
su vida? ¿Cómo miran sus amigos a las mujeres? ¿Cree en los roles
estereotipados de lo que “debe” ser una mujer o un hombre?

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67
Ejemplos: “Las mujeres sólo sirven para una sola cosa”, o tocar las distintas
partes del cuerpo de la pareja, sabiendo que no le gusta.

Según el Informe Mundial sobre la Violencia y Salud del MSC., los signos y
señales que nos alertarán hacia la existencia de maltrato se muestran en la siguiente
tabla.

Tabla. Signos y señales de alerta de maltrato.

Físicos:

Heridas, huellas de golpes, hematomas, discrepancia entre características y


descripción del accidente, localización, demora en la solicitud de atención…

Psíquicos:

Ansiedad, depresión, confusión, agitación, síndrome de estrés postraumático,


intentos de suicidio…

Actitudes y estado emocional:

- Actitudes de la víctima: temor, nerviosismo, ausencia de contacto visual,


inquietud, sobresalto al menor ruido, miradas inquietas a la puerta, pasividad,
ensimismamiento, tendencia a culpabilizarse y a exculpar a su pareja, reticencia a
responder preguntas, o a dejarse explorar, incapacidad para tomar decisiones…

- Estado emocional: tristeza, miedo a morir, ideas suicidas, ansiedad extrema, etc.
Si acude el cónyuge debemos explorar también su actitud: excesiva preocupación y
control, o bien excesivo desapego y despreocupación, intentando banalizar los
hechos; debe entrevistarse a los elementos de la pareja por separado.

Otros síntomas:

Quejas crónicas de mala salud, insomnio, cefaleas, abdominalgias, disfunciones


sexuales, consumo abusivo de medicamentos, hiperfrecuentación, absentismo
laboral, abortos provocados o espontáneos, etc. Los trastornos por somatización
son una posible consecuencia de la violencia mantenida.

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68
2.6 CICLO DE LA VIOLENCIA FAMILIAR.

Aunque como hemos dicho, sus formas de aparición pueden ser variables,
hemos de afirmar que los episodios de violencia sí tienen un carácter cíclico en su
actuación. La Teoría de Walter (1989) explica de forma muy clara cómo sucede en la
mayoría de los casos:

FASE 1.
ACUMULACIÓN DE TENSIONES.

 Al principio de la mayoría de las relaciones es muy difícil que aparezca la


violencia. Durante este período se muestra un comportamiento positivo. Cada
miembro de la pareja muestra su mejor faceta. La posibilidad de que la pareja
termine es muy alta si ocurriera algún episodio de violencia.
 Hay un incremento del comportamiento agresivo, más habitualmente hacia
objetos que hacia la pareja. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper
cosas…
 El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión tras la
violencia.
 La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un
aumento del abuso verbal y del abuso físico.
 La pareja intenta modificar su comportamiento a fin de evitar la violencia. Por
ejemplo: mantener la casa cada vez más limpia, a los chicos más silenciosos,
etc.
 El abuso físico y verbal continúa.
 La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso.
 El violento se vuelve obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que
puede: el tiempo y comportamiento de la mujer (cómo se viste, adónde va,
con quién está, etc.).
 El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede decirle,
por ejemplo, que si se aman no necesitan a nadie más.

Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de semanas, días, meses
o años.

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69
FASE 2.
EPISODIO AGUDO DE VIOLENCIA.

 Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas.


 El maltratador hace una elección acerca de su violencia. Decide tiempo y lugar
para el episodio, hace una elección consciente sobre qué parte del cuerpo
golpear y cómo lo va a hacer.
 Como resultado del episodio, la tensión y el stress desaparecen en el
maltratador. Si hay intervención policial él se muestra calmado y relajado, en
tanto que la mujer aparece confundida e histérica debido a la violencia
padecida.

FASE 3.
ETAPA DE CALMA, ARREPENTIMIENTO O LUNA DE MIEL.

 Se caracteriza por un período de calma, no violento y de muestras de amor y


cariño.
 En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su cargo una parte de la
responsabilidad por el episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de
algún cambio en la situación de futuro. Actúan como si nada hubiera sucedido,
prometen buscar ayuda, prometen no volver a hacerlo, etc.
 Si no hay intervención y la relación continúa, hay una gran posibilidad de que
la violencia haga una escalada y su severidad aumente.
 A menos que el maltratador reciba ayuda para aprender métodos apropiados
para manejar su estrés, esta etapa sólo durará un tiempo y se volverá a
comenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí mismo.

No obstante, hemos de tener en cuenta:


 Que no todas las fases del ciclo se dan siempre.

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


70
 Que el maltrato puede darse también de manera espontánea, sin existencia
de este ciclo.
 Que las características del maltrato suele producir respuestas de indefensión
aprendida* por parte de la víctima, facilitando esto la aparición de conductas
agresivas por parte del maltratador, reforzando así su comportamiento.
 El patrón agresión – indefensión va aumentando y creando un círculo vicioso
por lo que los ciclos de violencia y la intensidad de ésta, va creciendo con el
tiempo.

Ejemplificación de la escala del maltrato familiar

Primer escalón:
 Amenazar, descalificar, etc.

Segundo escalón:
 Aislar, controlar constantemente, humillar, etc.

Tercer escalón:
 Abofetear, dar patadas, romper objetos, etc.

Cuarto escalón:
 Tirarle objetos a ella.

Quinto escalón:
 Golpear con puños, asfixiar, violar, etc.

* Indefensión aprendida:
Experiencia de la incontrolabilidad de una situación que incapacita a la persona para emitir una respuesta que le permita
controlar adecuadamente los eventos del medio, debido a que la víctima no puede establecer relación lógica entre su
conducta y la probabilidad o no de la agresión.
También debemos tener en cuenta la propia escala del maltrato familiar, es decir, los episodios de maltrato a lo
largo del tiempo irán aumentando en número e intensidad, así se pasa de un insulto a una bofetada y del maltrato
psicológico al físico.

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


71
2.7 MANIFESTACIONES DE LA VIOLENCIA DE
GÉNERO.

Vamos a considerar en este temario principalmente, dos tipos de maltrato con


consecuencias devastadores en la sociedad y en la integridad de sus víctimas, como
son el maltrato físico y el psicológico.
Aunque se hable principalmente en la sociedad del maltrato, considerado
implícitamente como maltrato físico, no podemos obviar un maltrato mucho más
común y con peores consecuencias como es el maltrato psíquico.

Dentro de una pareja puede ocurrir tanto el maltrato psicológico como el físico,
pero con una particularidad, antes de llegar al maltrato físico, en esa relación se ha
producido el maltrato psicológico anteriormente, como preparación para llegar al
maltrato físico, por lo que podemos comprobar que el psíquico o emocional es
muchísimo más abundante que el físico.
También puede ocurrir que en una familia se produzca el maltrato psíquico sin
desembocar nunca en el maltrato físico.

Resumiendo:
- El maltrato psicológico no siempre conlleva el posterior maltrato físico.
- El maltrato físico SIEMPRE va precedido por el maltrato psíquico.

Esto es fácil de entender, ya que sin una preparación mental previa, de


anulación de autoestima de la víctima, de gradual aislamiento social, de humillaciones
y vejaciones, el agresor no podría concluir con el maltrato físico, ya que la víctima
estaría íntegra y fuerte psíquica y emocionalmente para coger las maletas y
abandonar la situación.

Para que no se produzca la separación y abandono del agresor en esta primera


instancia, si antes no hubiese habido maltrato psíquico, también debemos tener en
cuenta la existencia o no de dependencia económica de la víctima con respecto al
agresor, así como el desconocimiento de ésta de los límites a los que puede llegar su
agresor, ya que la condición humana por defecto siempre piensa que podemos
cambiar a la otra persona y que a mí eso nunca me ocurriría, puesto que no debemos
olvidar que esa mujer anteriormente ha elegido (normalmente) voluntariamente al
agresor, como hombre de su vida y persona complementaria de su ser. Y

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evidentemente si pudiera imaginar en el infierno que se convertirá su vida, para huir
a tiempo, nunca habría formado una familia ni se habría volcado emocionalmente con
su entrega personal.

2.7.1 EL MALTRATO PSICOLÓGICO.

Para que una mujer esté abocada a soportar una relación de sometimiento y
humillación, antes, ha de darse una serie de condiciones que se han ido gestando en
su relación a lo largo de un tiempo. Y así la mujer llegará a pensar que no sirve para
nada, que todo lo hace mal, que no tiene valor social, etc., es decir, se envolverá
primero en una anulación progresiva de su autoestima, de aislamiento social, pérdida
de valores y de objetividad absoluta.

Un cóctel de todos estos ingredientes, matizado con el ciclo de sucesión de


concatenación de los hechos violentos (realizados por su agresor), crearán su “cárcel”
particular, donde se verá inmersa y con ninguna luz que le arroje al exterior de la
misma, ni posible solución.

En el maltrato psicológico, y como consecuencia de la pérdida de autoestima y


aislamiento social, el agresor consigue que la víctima esté totalmente pendiente de
sus necesidades, negándose ésta las suyas propias. Si él dice que la maltrata porque
es mala o inútil, ella llega a creérselo. De manera que pierde totalmente su
autovaloración de los hechos y piensa que merece realmente ser maltratada, y si el
maltratador demuestra algo de amabilidad, tenderá a olvidar lo malo y a sobrevalorar
lo bueno de él.

Cuando la víctima (que no ocurre siempre) decide contar con el apoyo de


familiares y amigos, en muchas de las ocasiones, cuando están a tiempo, éstos
tienden a quitar importancia a lo sucedido, bien porque no pueden entenderlo o bien
porque el agresor muestra un comportamiento ante la sociedad muy distinto y no dan
crédito a lo que la víctima relata.

La víctima sometida a una situación de maltrato va sufriendo así una serie de


lesiones psicológicas que van disminuyendo su aptitud para interpretar lo que está
ocurriendo y su capacidad de respuesta. Todo ello la llevan a interpretar la realidad
que está viviendo bajo el patrón que establece el agresor, llegándose a producir una

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disociación de esa realidad en la que la agresión se ve como normal y la culpa recae
sobre ella misma.

En estas circunstancias la víctima cree que sus sentimientos hacia el agresor


son de amor, cuando en realidad predomina el temor y la culpabilidad, unido a una
dependencia total del agresor, tanto emocional como psicológica, llegando a pensar
sólo con la mente del mismo y a no considerarlo totalmente responsable, ya que de
algún modo es ella la responsable de la situación.

Si en esta situación se le pregunta a la víctima sobre sus sentimientos hacia el


agresor, ella reflejará en su respuesta la misma situación que percibe en su interior,
una situación deformada, ocultando su verdad interna o inconciente y la realidad de lo
que está viviendo.

En esos momentos de situación deformada, le aterra la idea de denunciar a su


agresor, ya que sentirá que ella vuelve a ser la culpable del bienestar o no de su
marido, por lo que victimiza aún más su situación, se verá abrumada y superada por
la misma, por las presiones externas y se sentirá aún más culpable por el posible
futuro de la denuncia, debido a las consecuencias que ésta podría producir y a las
recriminaciones que recibirá de familiares, amigos, vecinos y de la sociedad en
general. Paradójicamente al final, existe una víctima que se siente hundida, por
permitir las agresiones, por convivir con un agresor, por no haberse dado cuenta
antes, juzgada por la sociedad, que se siente responsable de la situación, que no
tiene autoestima ni salud mental, que se siente como un “trapo sucio” y todo esto en
un momento donde no hay ganas ni de mirarse al espejo, ni fuerzas para luchar ni
siquiera con la vida “normal” y cotidiana. ¿Cómo además enfrentarse a todo eso?

La respuesta suele ser una y otra vez: “más vale callar y ya cambiará, porque
él lo intenta y me lo ha prometido. Realmente no es tan malo y yo también tendré
culpa”.

Esta afirmación trae como consecuencia a una mujer más hundida aún, que
continua en una relación de la que de algún modo ha intentado salir, pero en la que
ahora el hombre está más confiado y con una pareja que le está permitiendo de
alguna manera (según su pensamiento) mantener su conducta agresora y le ayuda a
percibir que su conducta no es tan grave como los demás piensan.

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74
La finalidad del maltrato psicológico por parte del agresor es conseguir el
control y la sumisión de la mujer, intentando hacerle responsable además de la
situación que ella misma sufre.

2.7.1.1 Manifestaciones del maltrato psicológico.

En contra de la creencia popular, el maltrato psicológico está tan presente en


la sociedad como el maltrato físico, de hecho, de todas las víctimas, el 43% recibe
maltrato psicológico y el 57%, maltrato físico.

La razón de que no se hable tanto del maltrato psicológico es porque éste no


es tan denunciado como el físico, ya que es muy difícil de objetivar (es más subjetivo
y no observable), pero las consecuencias son tan graves o más que en el físico.
El maltrato psicológico suele ser un primer peldaño del maltrato físico, pero si
se mantiene el psicológico durante 5 años, sin físico, es poco probable que surja este
último.
Otras parejas son especialistas en violencia psicológica, sin llegar a la física por
un mecanismo inhibitorio (jóvenes).

Al hecho de sufrir maltrato psicológico se llega a partir de un complejo


entramado, donde son muchas las circunstancias, como hemos visto, que conducen a
la víctima al mismo.

Este tipo de maltrato se manifiesta por mediación de:


- Insultos.
- Humillaciones.
- Amenazas de violencia.
- Aislamiento.
- Penurias económicas.
- Rotura de objetos.
- Y un sin fin de conductas vejatorias.

Todas estas actuaciones persiguen someter a la víctima, anulándola psíquica y


emocionalmente en pro del agresor. Consiguiendo de esta manera el agresor una
situación de dominancia y control total de su pareja, engordando de esa manera su
ego.

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75
No obstante, debemos diferenciar el maltrato familiar de una mala relación de
pareja.
En una mala relación de pareja se experimenta un alivio y bienestar relativo
cuando la relación se rompe, y en el maltrato familiar no.

En el maltrato familiar las consecuencias psicopatológicas (trastorno de estrés


postraumático, depresión...) son importantes, y el bienestar personal y social tardará
en llegar hasta que no se solucionen las consecuencias derivadas del mismo.

2.7.1.2 Características del maltrato psicológico.

El maltrato psicológico en sí mismo tiene un comienzo más tardío que cuando


éste es antesala del maltrato físico. Es decir, según las estadísticas, las situaciones de
maltrato familiar psíquico, comienzan cuando las parejas llevan más tiempo
conviviendo.

Con este tipo de maltrato existe un gran problema que expondremos a


continuación.
El maltrato psicológico no es objetivable ni tan demostrable como el maltrato
físico (en este se podrían ver directamente las marcas o magulladuras que el agresor
dejase en la víctima). Estas consecuencias negativas psicológicas y emocionales, a la
víctima le cuesta más demostrarlas y quedan más ocultas de cara a la sociedad, no
pudiendo ésta tampoco denunciar, porque es difícil de detectar, o por lo menos
mucho más que el maltrato físico.
Al no haber maltrato físico, es decir, al no recibir la víctima golpes físicos
traumatizantes (que parece que es el único tipo de maltrato), la víctima asume más
la situación de aguantar, ya que el maltrato psicológico (según la creencia popular) no
se divulga tanto ni es tan llamativo, ni aparentemente tan grave como el físico,
cuando evidentemente no es así.

Debido a la característica anterior, este tipo de maltrato produce menor índice


de denuncias por parte de las víctimas y de la sociedad en general, unido también a
una más difícil demostrabilidad de los hechos sucedidos.

El maltrato psicológico es mucho más probable que también se extienda a los


hijos del agresor, extendiéndose a éstos por un proceso de control, del mismo tipo del
que realiza sobre la mujer.

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2.7.2 EL MALTRATO FÍSICO.

2.7.2.1 Características del maltrato físico.

Como hemos mencionado anteriormente, el maltrato físico, generalmente va


precedido por el maltrato psicológico, siendo esto importante de comprender en todas
sus dimensiones, ya que cuando la pareja es víctima del maltrato físico, ésta se
encuentra en una situación psicológica y emocional negativa. Característica
imprescindible que necesita el agresor para empezar con los golpes, palizas, etc., y
garantizarse a él mismo que su víctima aguantará sin ser abandonado por ella.

Pasaremos a mencionar las características más relevantes del maltrato físico.

- Frecuencia mensual:
Los episodios de maltrato suelen ser de unas cuatro veces/mes.
En esta situación debemos tener en cuenta que en este mes no ocurran
“situación estresantes” para el maltratador que propicien mayor número de
actos de maltrato.
Si la víctima “se porta bien” a los ojos del maltratador, éste no aumentará el
número de agresiones, siendo esto muy relativo a los deseos del agresor.
La falta de asociación en la víctima entre “hechos que producen la agresión” y
la “agresión” arrastra a la víctima a una situación de incertidumbre ante la
manera que ha de comportarse, provocando esto mayor irrascibilidad en el
maltratador.

- Duración de cada episodio:


La duración de cada uno de los episodios de maltrato es de 30 minutos
aproximadamente, por tanto no son impulsos descontrolados que la persona
maltratadora tiene en un momento determinado.
De este hecho adelantamos que el maltratador a partir del minuto 1, es
totalmente consciente de los actos que está realizando.
Esta característica nos da la clave de que el maltratador no es un enfermo
mental, ni tiene ningún trastorno de personalidad en la mayoría de los casos,
ya que son plenamente concientes de su actitud y de la finalidad que
persiguen con ella. Por lo tanto, son responsables de sus actos y no
“incapacitados mentales”.

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- Variables relacionada con los maltratadores:
Las personas que han sido maltratadas en su infancia no han de ser
necesariamente personas maltratadoras, de hecho es poco probable, ya que
conocen el maltrato desde su interior y han padecido situaciones que prefieren
olvidar antes que rememorarlas con su propia familia. Según las estadísticas,
el 20% de personas que han sido maltratadas en su infancia son
maltratadores en su vida futura; el 80% no.
A su vez, el hecho de que una persona haya sido maltratada en su infancia, no
presupone tampoco que sea una maltratada en su adultez, ya que la
responsabilidad del maltrato es del agresor y no de la víctima.

- Variables psicopatológicas:
A continuación se van a exponer variables psicopatológicas a tener en cuenta y
que aumentan la continuidad del maltrato físico por parte del maltratador,
entendiéndose a su vez que estas variables no son las causantes de que se
realice maltrato, sino variables que subyacen detrás del maltratador y no de
justificación de actos.

o El maltratador presenta historia psiquiátrica en un 10% de los casos, no


entendiéndose “historia psiquiátrica como enajenación mental ni
trastorno psicopatológico en sí mismo. Esto sólo quiere decir que el
agresor ha tenido problemas de conducta, autoestima, valoración, etc.,
a lo largo de su vida.

o Sólo en una minoría de los casos el agresor ha sufrido un trastorno


mental y se considera no responsable de sus actos.

o Los celos patológicos del hombre a la mujer, se dan en un 38% de los


casos, incluyéndose en este porcentaje personas relacionadas con la
adicción al alcohol y la falta de coherencia que esta droga produce.
Como veremos más adelante, esto no significa que porque beba,
pegue, por el contrario este maltratador, además tiene una adicción y
ésta lo lleva a maltratar más. Pero la adicción no es responsable del
maltrato, por lo tanto, no se le puede considerar como un adicto y por
eso maltrata, sino como un maltratador que además es adicto. No por
sufrir los efectos de una adicción se es capaz de maltratar.

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o El maltratador tiende, además, a abusar del alcohol en el 50% de los
casos (sin ser alcohólico consume más de 60 gramos al día). En esta
variable se ha de tener en cuenta la misma explicación que en la
variable anterior. Se ha de considerar como un maltratador que además
bebe, no como un alcohólico que por eso maltrata.

o Los trastornos emocionales en el maltratador están presentes en un


30% de las situaciones.

2.8 MITOS ACERCA DE LA VIOLENCIA DE


GÉNERO.

La persona maltrata porque tiene una historia psiquiátrica anterior.

Un porcentaje (10%) de los maltratadores presentan una historia psiquiátrica


anterior al maltrato. No siendo la vulnerabilidad de la persona un factor importante,
aunque se haya pensado anteriormente que sí.
Por el contrario, en las víctimas, después del maltrato sí aumenta la posibilidad
de aparición de psicopatologías, como la depresión, ansiedad, y trastornos por estrés
postraumático, por ejemplo.

Si te han maltratado, maltratarás.

Un 20% de los maltratadores presentan maltrato en la familia de origen.


Los maltratadores no se transmiten en las cadenas generacionales. Los
aprendizajes vicarios (es decir, por observación) relacionados con este tema no se
producen. En 4 de 5 casos los maltratos son “esnobs”, aparecen por primera vez. Los
antecedentes familiares son importantes pero no determinantes para el
desencadenante del maltrato, aunque sí en mayor medida del desarrollo de la
personalidad de los sujetos.

El problema de la violencia familiar está muy exagerado.

El maltrato es la causa más común de lesiones o daño en la mujer, más aún


que los accidentes automovilísticos, violaciones o robos combinados.

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Las secuelas de la violencia doméstica producen altísimos costos al Estado y a
la sociedad en general.

La violencia física es la causa de un cuarto de todos los intentos de suicidio


realizados por la mujer. El 20% de las consultas de guardia realizadas por mujeres
son resultado del maltrato físico de novios o maridos.

El 50% de los hogares padece de alguna forma de violencia. Debido a la


proyección geométrica de la epidemia, estas estadísticas se irán incrementando con el
paso del tiempo si no hacemos algo para detenerlas.

Hombres y mujeres han peleado siempre; es natural.

En cada familia o relación existen conflictos ocasionales o más o menos


permanentes, pero no hay necesidad de resolverlos mediante la violencia.

El maltrato es un crimen de abuso, poder y control. El golpeador


habitualmente piensa que tiene el derecho de controlar a su pareja y/o niños por
cualquier medio, aún a través de los golpes. La violencia no es una manera aceptable
ni justificable para solucionar problemas, aún cuando sólo sea ocasionalmente.

La violencia familiar es un problema de las clases sociales bajas y de las poblaciones


marginales.

La violencia familiar se produce en todas las clases sociales, sin distinción de


factores sociales, raciales, económicos, educativos o religiosos. Las mujeres
maltratadas de menores recursos económicos son más visibles debido a que buscan
ayuda en las entidades estatales y figuran en las estadísticas. Suelen tener menores
inhibiciones para hablar de este problema, al que consideran “normal”.

Las mujeres con mayores recursos buscan apoyo en el ámbito privado y no


figuran en las estadísticas. Cuanto mayor es el nivel social y educativo de la víctima,
sus dificultades para develar el problema son mayores, por diversas razones. Sin
embargo, debemos tener en cuenta que la carencia de recursos económicos y
educativos es factor de riesgo, ya que implica un mayor aislamiento social.

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El maltrato generalmente se produce una sola vez. Debería ser un asunto familiar
privado, no un crimen.

El incidente de maltrato rara vez es un hecho aislado. En realidad el maltrato


generalmente se produce como una escalada en frecuencia e intensidad, con el
agravante de tener un comienzo insidioso (la víctima no lo nota al principio).
La incidencia posterior de la violencia es menor cuando el golpeador es
denunciado o arrestado, que cuando la policía separa a las partes o actúa como
mediadora. Las mujeres maltratadas se merecen la protección que, además, es su
derecho, del sistema judicial y policial y necesitan de los recursos que la comunidad
puede brindar. La mayor parte de las mujeres que consultan a las autoridades, lo
hacen después de haber padecido un promedio de entre 8 y 12 años de violencia
doméstica.

Si la mujer maltratada realmente quisiera, podría dejar a su abusador.

Muchas mujeres dejan a sus parejas. La violencia familiar es el motivo de un


alto porcentaje de los divorcios de clase media. Muchas mujeres que se divorcian por
abuso eligen no hablar de la violencia.
Sin embargo, existen razones sociales, económicas, culturales, religiosas,
legales y/o financieras que mantienen a las mujeres dentro de la relación.
El miedo es otra de las razones que les hace permanecer en sus hogares. Los
peores episodios de violencia suceden cuando intentan abandonar a su pareja.
Los maltratadores tratan de evitar que las mujeres se vayan a través de
amenazas de lastimarlas o matarlas, de lastimar o matar a sus hijos, de matarse ellos
o de quedarse con la tenencia de los chicos.
Si ellas de todas maneras deciden abandonarlos, un 30% de los maltratadores
son capaces de encontrarlas, acosarlas y maltratarlas nuevamente.

Las actitudes sociales, tales como la creencia de que el éxito del matrimonio es
responsabilidad de la mujer y que las mujeres lastiman a sus hijos si los privan de su
padre, sin importar cómo actúe él, mantienen a muchas mujeres dentro de la relación
violenta.
Además, las mujeres con chicos que abandonan el hogar tienen el 50% de
posibilidades de verse económicamente perjudicadas y terminar viviendo por debajo
de niveles de pobreza.

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81
No existe la violación conyugal.

Por lo menos una quinta parte de las mujeres maltratadas son forzadas a
mantener relaciones sexuales durante el episodio de violencia o inmediatamente
después. De la misma manera son forzadas a realizar actos sexuales indeseados. Un
gran porcentaje reciben abuso sexual por parte de su pareja, incluyéndose aquí todo
tipo de abuso sexual y no limitándose sólo a la penetración.

El embarazo detendrá la violencia.

Frecuentemente hay un aumento de la violencia durante el embarazo y


muchas veces el primer episodio de violencia física se produce durante el embarazo.
Generalmente los golpes se dirigen especialmente al vientre de la mujer,
produciéndole un aborto o complicaciones en el embarazo.
Muchas jóvenes inician una relación con un hombre violento al quedar
embarazadas.
Al menos, en la mitad de los hogares en los que la madre es maltratada,
también lo son los niños. También pueden ser lastimados por la violencia en contra de
su madre, a través de objetos voladores, o mientras están en sus brazos. Aún cuando
los niños sólo sean testigos de la violencia contra la madre, las consecuencias para su
salud y su supervivencia son graves. Frecuentemente son ellos quienes instan a la
madre a abandonar la relación violenta o quienes se interponen entre los padres para
proteger a la madre.

Los varones tienen más posibilidades de convertirse en violentos cuando crecen. Las
niñas aprenden que la sociedad acepta la violencia hacia las mujeres.

Los niños que viven en hogares violentos se sienten asustados y confundidos.


No reciben el beneficio de un ambiente seguro y continente como se merecen.
Están en un alto riesgo de experimentar problemas de conducta, aprendizaje,
problemas físicos relacionados con el estrés y problemas de adicción. Los niños
aprenden mientras observan y ven que la violencia funciona (se consigue lo que se
busca), especialmente si se utiliza contra alguien menos poderoso. Aprenden que está
bien solucionar problemas y controlar a los demás mediante la violencia,
especialmente cuando no hay ninguna intervención que frene la violencia.
El riesgo de que los niños se conviertan en víctimas primarias es un 50% más
alto en los hogares en los que existe violencia conyugal.

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


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Las mujeres maltratadas son masoquistas y locas, provocan y disfrutan del maltrato.

Las mujeres no provocan ni merecen el maltrato. Merecen una vida libre de


violencia. De la misma manera que sucede con la violación, se hace el intento de
acusar a la víctima del comportamiento del atacante.
Los maltratadores comúnmente echan la culpa de su comportamiento a
frustraciones menores, al abuso de alcohol o drogas o a lo que su pareja pudo haber
dicho o hecho.
La violencia, sin embargo, es su propia elección. No conocen maneras no
violentas de manejar su enojo.
Las reacciones de la mujer maltratada frente a la violencia son normales y
necesarias para sobrevivir, dadas las circunstancias. Ella no está loca ni disfruta del
maltrato. Generalmente lo que siente es miedo, impotencia, debilidad y vergüenza.
Sigue ilusionada en que su pareja va a cambiar. Él muestra remordimientos o
promete que va a cambiar.

Los hombres que maltratan a sus mujeres están enfermos y no son responsables por
sus acciones.

El maltrato es un comportamiento aprendido de las experiencias de la infancia


y de los mensajes sociales justificando la violencia contra las mujeres. Los hombres
que maltratan a sus mujeres o a sus hijos son, por lo general, sumamente seductores
y agradables. También son excelentes vecinos y cumplidores en el trabajo. Si
realmente estuvieran enfermos serían violentos no sólo dentro del hogar, sino
también fuera de él. Pocos de ellos presentan alguna patología. Los golpeadores no
están fuera de control y acusan a sus parejas de provocarlos. Este mito permite
justificar la violencia, evitando que la sociedad sancione el maltrato.

La violencia familiar es provocada por el alcohol y las drogas.

El alcohol y las drogas son factores de riesgo, ya que reducen los umbrales de
inhibición, pero no producen la violencia. La combinación de modos violentos para la
resolución de conflictos con adicciones o alcoholismo suele aumentar el grado de
violencia y su frecuencia. Muchos golpeadores no abusan ni de las drogas ni del
alcohol y muchos abusadores de drogas o alcohol no son violentos.
Son dos problemas separados que deben ser tratados por separado.

CARPE DIEM TÉCNICO EN VIOLENCIA DE GÉNERO


83
Los violentos no cambian.

Los hombres que golpean pueden aprender a ser responsables de su propio


comportamiento y pueden aprender modos no violentos de actuar o comunicarse.
Obviamente, los cambios sólo se producirán si el violento toma conciencia de su
problema y desea solucionarlo.

Una vez que se detienen los golpes, todo va a estar bien.

El abuso psíquico, emocional y sexual generalmente es anterior a los golpes y


continúa aún cuando éstos se hayan detenido. Estos comportamientos también deben
cesar para poder comenzar el proceso de reparación. Las mujeres maltratadas sienten
miedo, ansiedad, indefensión, ira y vergüenza. Se desarrolla una muy pobre
autoestima debido a los constantes insultos y desvalorización de su pareja.
Habitualmente es aislada por su pareja y ha perdido contacto con amigos y familia.
Suele estar asustada de ser culpabilizada por ellos de la violencia. El soporte de
amigos, familiares y la comunidad son necesarios para reconocer sus fuerzas y para
creer que ella es una buena persona que merece una vida libre de violencia. La
recuperación de la violencia es un proceso que puede llevar un tiempo muy largo.
La violencia emocional produce secuelas tan severas que muchas veces se
diagnostican psicopatologías graves como consecuencia del maltrato.

La violencia doméstica sólo es un problema familiar.

Es un crimen contra la sociedad agravado por el vínculo, de la misma manera


que lo es la violencia entre extraños. Problemas sociales como el alcoholismo, las
adicciones, la delincuencia juvenil, el suicidio y la fuga del hogar aumentan cuando
hay violencia en el hogar. Las empresas pierden billones al año debido al ausentismo
y la baja productividad resultante de la violencia familiar. Los costos médicos
producidos por la violencia familiar ascienden a millones. Las comunidades gastan
millones al año en intervenciones a través de los programas de asistencia y
prevención de la violencia.

En resumen, podríamos afirmar una vez que hemos destruido los mitos de la
sociedad, que las siguientes AFIRMACIONES son VERDADERAS:

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- Casi NUNCA hay una historia psiquiátrica anterior.
- La persona maltratada NO ha de ser maltratador.
- El problema de la violencia familiar NO está muy exagerado.
- Hombres y mujeres han peleado siempre; pero NO es natural.
- La violencia familiar NO es sólo un problema de las clases sociales bajas y de
las poblaciones marginales.
- El maltrato NO se produce una sola vez. No debería ser un asunto familiar
privado, es un crimen.
- Aunque la mujer maltratada quiera, casi NUNCA puede dejar al abusador.
- Existe la VIOLACIÓN conyugal.
- El embarazo NO detendrá la violencia.
- Los varones NO tienen más posibilidades de convertirse en violentos cuando
crecen. Las niñas NO aprenden que la sociedad acepta la violencia hacia las
mujeres.
- Las mujeres maltratadas NO son masoquistas y locas, no provocan ni disfrutan
del maltrato.
- La violencia familiar NO es provocada por el alcohol y las drogas.
- Los violentos sí CAMBIAN.
- Una vez que se detienen los golpes, todo NO va a estar bien.
- La violencia doméstica NO es sólo un problema familiar.

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