Análisis Funcional
Análisis Funcional
Análisis Funcional
● Una elaboración teórica mejor perfilada, aunque sencilla, para explicar tanto
el origen como la perpetuación del estado depresivo.
● Un nuevo enfoque sobre aspectos motivacionales para comprometer al
cliente en la intervención.
● Un protocolo de tratamiento bien desarrollado, organizado jerárquicamente y
formalizado a partir de las técnicas de activación conductual más contratadas
en los ensayos clínicos (en particular, la programación y estructuración de
actividades).
● Una perspectiva y un manejo genuinamente conductual de los pensamientos
en que la rumia depresiva se aborda desde una perspectiva funcional.
● El desarrollo de algunos instrumentos de evaluación originales para valorar el
curso de la terapia.
● La inclusión del concepto de valores, una temática propia de las terapias de
tercera generación, para facilitar la elección de las conductas a activar.
Así, tras emplear un manual propio en la investigación, los autores de la terapia
publicaron sendos textos donde se presentaba ya para su divulgación entre
profesionales cómo llevar a cabo esta terapia, que a partir de ese momento
denominaron “activación conductual”.
No se trata de estar bien para hacer algo, sino hacerlo para estar bien. Actuar de
“fuera a dentro”: el sentimiento sigue a la acción.
Principio 3. Las pistas para entender lo que será antidepresivo para un cliente
concreto residen en lo que precede y lo que sigue a las conductas importantes del
cliente.
Se refiere a actuar de acuerdo a una meta o algo que hay que hacer, como opuesto
a actuar de acuerdo a cómo me siento. Se trata de hacer algo que importa, a pesar
de que uno no tiene ganas de hacerlo o no se lo “pide el cuerpo”.
Principio 5. El cambio será más fácil cuando se comienza por algo pequeño.
Se refiere a que la propia actividad sea de suyo agradable o traiga como efecto
más probable una consecuencia de interés para uno. Esta preferencia no quita el
uso de reforzadores “artificiales” y autorreforzamientos, cuando sea necesario.
La metáfora del entrenador puede ser útil para la terapia. Así el terapeuta puede
hacer preguntas de manera que el propio cliente llega a conclusiones que clarifican
su situación, sugieren planes de acción y comprueba si todo va en buena línea.
El modelo contextual de la depresión y por ello mismo la terapia implicada gira sobre
dos cuestiones: a) qué condiciones ocasionan la conducta depresiva y b) cuáles son
las consecuencias de esta conducta para la propia persona. La AC se interesa tanto
en los eventos que ocurren en la vida de la persona, como en las respuestas a tales
eventos por parte de la persona. Un aspecto básico de AC es la consideración de
que buena parte de la conducta de las personas deprimidas viene a funcionar, en
realidad, como evitación conductual de importantes ámbitos de la vida. Dadas las
circunstancias actuales en las que no parece haber estímulos y en las que acaso
también predominen las situaciones desagradables sobre las confortantes, la actitud
de la persona hacia los eventos y hacia su propia experiencia es decisiva, tanto para
mantener la situación depresiva como para salir de ella. Mientras que una actitud de
evitación, por lo demás, fácil de entender dadas las circunstancias, tiende a instaurar
y mantener una situación depresiva, una actitud de activación, sin duda, difícil de
poner en juego en la situación actual, puede ser la solución. (Pérez, 2014)
Un clínico eficaz debe albergar una serie de características y actitudes, entre ellos
se pueden agrupar en: 1) aceptación, empatía y autenticidad; 2) Confianza básica o
cuidado del rappot y 3) establecimiento de la colaboración terapéutica.
Además es fundamental la presencia de cualidades básicas como a) saber hacer
resúmenes de lo tratado; b) saber hacer preguntas adecuadas para la intervención;
c) servirse del humor con delicadeza y habilidad para el adecuado clima terapéutico;
d) aprehender el punto de vista del paciente y sus propios esquemas y e) ser
expresivo, saber explicar su manera de intervenir.
Las destrezas más importantes que el terapeuta AC debe exhibir son: la capacidad
para validar los sentimientos del paciente, la actitud colaborativa, la ausencia de
prejuicios, el desarrollo de la autenticidad, y el ser capaz de reforzar durante la
sesión explicaciones o ejemplos de las conductas adaptativas del cliente (Martell et
al. 2010).
3.2.1 Validación
Estas dos cualidades son inseparables, el terapeuta debe mostrar una actitud
cálida, no impostada, ni artificial. La capacidad para reconfortar, trabajar la
expresividad, de forma que no resulte exagerada o confusa para el cliente; facilitar
que el proceso se de en un ambiente terapéutico social significativo y favorecer la
orientación hacia los objetivos. Un ambiente terapéutico acogedor estimulará que el
cliente siga acudiendo a terapia a pesar de encontrarse muy mal en determinados
momentos o aunque su progreso no sea tan bueno como esperaba.
3. Empezar poco a poco y graduar las actividades extensas de acuerdo con los
pasos en que se pueden dividir
Existen casos doce esperanzados por la recuperación, algunos clientes
quieren comprometerse con actividades muy extensas en el tiempo, que
impliquen un esfuerzo considerable. En estos casos, el terapeuta debe
transmitir al inicio un tratamiento progresivo poco a poco, pues si el cliente no
logra los resultados esperados podría caer en mayor depresión.
Por otro lado, las actividades que son extensas o poseen muchos pasos
deben programarse descomponiéndose en tareas más específicas que son
más sencillas de realizar. Por ejemplo, si el cliente quiere volver a ponerse en
forma, en este caso el terapeuta debe realizar un programa de actividades
que va desde lo más simple como es comprar la ropa deportiva hasta
ejercicios progresivos en cantidad y frecuencia.
4. Concretar la frecuencia, duración, intensidad, los días y horas en que se
llevará a cabo las actividades y otros detalles si es necesario
En la técnica de programación de tareas se debe especificar la concreción y
el detalle para hacer la actividad facilitará mucho mejor su observancia. Es
recomendable que cuando el cliente salga de la sesión tenga claro cuántas
veces realiza la actividad y que días y horas están dispuestas para ello.
Estos detalles se habrán tratado en la consulta para evitar posibles
inconvenientes o problemas que probablemente surgirán.Por ejemplo, en vez
de decidir, sencillamente que antes de la próxima sesión el cliente irá a
pasear, habrá que dejar determinado: qué días serán los de paseo fijar los
días por ejemplo lunes y miércoles , a qué horas de 10 a 11, durante cuánto
tiempo 30 minutos, si se hará solo o acompañado, qué trayecto se recorrerá
e incluso qué ropa o calzado se empleará.
Para facilitar el cumplimiento, se apuntará en la hoja de registro o en una
agenda o en un calendario sea papel o electrónico, siempre de la forma que
sea más conveniente para el cliente. No obstante, el cliente se ha
familiarizado ya por su monitorización con los registros de la AC será muy
práctico recurrir a estos. Todo esto volverá más fácil que el cliente lo haga
con independencia de su estado anímico, tal y como se indicó en el segundo
punto. De hecho, se recalcará que es conveniente que la tarea se cumpla tal
y como está programada.
En algunos casos la programación puede implicar a la participación de otras
personas como amigos, vecinos, familiares lo que puede suponer una ayuda
para su cumplimiento. De hecho, contar a otras personas el plan es una
estrategia muy recomendable, pues fomenta mayor compromiso.
5. Iniciar la programación por actividades que pueden tener un reforzamiento
más cercano, aunque también se planifica las que lo tendrán a la larga
Aunque la mayoría de los clientes depresivos se programan de acuerdo a
cómo deberían encontrarse o considerando de qué deberían ser capaces, lo
mejor es que el terapeuta tenga en cuenta de que son capaces realmente en
ese momento y no en un futuro en el que gozarán de más energía, más
capacidad de decisión, mayor automotivación, etc. Orientarse hacia metas
específicas y pequeñas o breves en el tiempo aumenta las probabilidades de
cumplimiento con independencia del estado anímico y , sobre todo, puede
dar una sensación de avance o logro que resulta crucial para contrarrestar la
situación depresiva.
Dadas las limitaciones que va a tener el sujeto para acometer tareas que, a
la larga, facilitarán el pretendido contacto con las fuentes de reforzamiento
pero que, a la corta, van a resultar difíciles o enojosas, el terapeuta
programará actividades cuyo fruto sea lo más inmediato posible. Por ejemplo,
es recomendable incluir alguna actividad como arreglarse, irse a cortar el
pelo, pasear al perro, hacerse la propia comida, dar un paseo de 20 minutos,
comprar algo sencillo, etc. Estas actividades generan pronto una sensación
positiva.
CONCLUSIÓN