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Manteniendo La Unidad

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La unidad empieza por 

cada uno, de manera que la unidad se


transforma en diversidad en la iglesia. Con esto Pablo señala que la
unidad no debe ser malentendida como analogía, como si cada
cristiano es un clon de otro. Por el contrario La Unidad de la
Iglesia es interesante por su complejidad, tanto formativa como
educativa, con naturalezas diferentes en el que Cristo trata los
dones y ministerios para el beneficio mutuo. El apóstol señala dos
tipos de ministerios: aquellos que corresponden al cimiento de la
iglesia y los que conciernen a la edificación de la iglesia
El propósito de los diferentes ministerios es de proporcionar al
pueblo todas las herramientas posibles para su afirmación y a su
vez la edificación plena del cuerpo de Cristo que es la iglesia para
su vital crecimiento.
la unidad de la iglesia, aun cuando en un sentido ya ha sido dada,
en otro debe ser tenida  además de que es algo que debemos
alcanzar
que así como la unidad necesita ser tenida visiblemente, también
necesita alcanzarse plenamente. Hay niveles de unidad como hay
niveles de santidad. Y la unidad a la que debemos alcanzar un día,
es esa que es completa la cual hará posible una fe genuina y un
conocimiento pleno del Hijo de Dios
Es claro que todo seguidor de Cristo tiene el deber y la
responsabilidad de crecer hasta la madurez en Jesús, pero aquí se
trata de algo colectivo.
Aunque por un lado es colectiva, por otro, el desarrollo depende de
la madurez de los miembros. Porque la palabra dice que no se
puede ser niños fluctuantes, es decir, inestables e ignorantes. Lo
que Pablo el apóstol quiso decir es que no podemos ser de los que
son llevados de acá para allá, por diferentes tipos de corrientes

Estar juntos no es sinónimo de unidad, o dicho de otra manera,


no quiere decir que por estar juntos necesariamente estaremos
unánimes. Un ejemplo claro de este principio lo vemos en el día de
Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los ciento
veinte, “ estaban todos unánimes juntos” (Hechos 1:1) Y es que
si ponemos como referencia este sencillo y poderoso texto,
podemos llegar a la conclusión que han sido muchas las veces que
nos hemos juntado como ministros o como Iglesia pero el Espíritu
Santo no ha obrado no por falta de gente metida en una mesa de
trabajo o reunida en un determinado acto, sino porque Dios no ha
detectado una genuina unidad, o lo que es lo mismo, el Espíritu
Santo no se movió porque no halló unanimidad.
Abundando en esta línea de pensamiento, el versículo 20 de este
capítulo 18 del Evangelio de Mateo, desvorda una poderosa
afirmación:  “porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Quiero enfatizar dos
aspectos, la congregación y quién la preside. Ya he afirmado que
ser congregación no es solo estar juntos, se hace necesaria la
unanimidad, pero además, la consecuencia más inmediata es que
Jesús estará en medio de esa congregación. Esto es
vital, necesitamos que Jesús esté en medio de nuestras
convocatorias, proyectos, eventos, iniciativas, negocios,
planes, campañas, cultos, vigilias, foros, debates… Jesús debe
estar presente porque de lo contrario acabaremos dispersos en
nuestra individualidad. Debemos ser conscientes que la primera
consecuencia de la Unidad es que Jesús nos invadirá con su Gloria
y, por el contrario, la primera consecuencia de nuestra falta de
Unidad es la desintegración del cuerpo, por lo que Su Gloria se
ausentará y vendremos a ser una alternativa religiosa más en el
mundo que se verá impotente para cambiar nada porque no fuimos
capaces en nostros mismos de solucionar nuestros propios
problemas.
2. UNIDOS TODO ES POSIBLE
La unidad es la clave para salir de la crisis y avanzar hacia un
progreso sostenido. Jesús nos está dando esa clave por medio
de la frase “acerca de cualquier cosa”. En esta frase
encontramos un importante llamado a la unidad con propósito.
Jesús nos insta a que apuntemos hacia la misma meta, que no
dispersemos nuestros esfuerzos, a no despilfarrar nuestros talentos,
a focalizarnos sobre algo que nos impulse a lograr un objetivo
loable y que sea acorde a nuestra razón de ser.
En este apartado cabría preguntarnos: ¿Tenemos claro en qué
debemos ponernos de acuerdo? ¿Sabemos qué queremos o a
dónde queremos ir?Qué razón tenía el sabio Salomón cuando
afirma en Proverbios 29:18 que  “sin visión el pueblo se
desenfrena” Otra versión dice:  “donde no hay dirección divina
no hay orden”  (BHH) Claro está, leyendo este versículo de la
Biblia llego a una conclusión primaria: debo estar seguro que mi
objetivo, o lo que propongo para la unidad provenga de Dios. Es
vital porque de lo contrario puedo convocar una unidad basada en
visión propia y provocaré división, desenfreno, desorden,
desintegración. En definitiva, estamos hablando de las
consecuencias de lo que emana de la imprevisión o improvisación
que son actitudes aliadas del caos o de la desintegración.
El apóstol Pablo, en Filipenses 3:16 declara: “ Pero en aquello a
que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una
misma cosa”. Lo que nos está proponiendo nos resulta a la Iglesia
en España un verdadero desafío. En cuanto al  Qué  sintamos lo
mismo y en cuanto al  Cómo  somos instados a conducirnos bajo
las mismas reglas. Así que en cuanto al  Qué  debemos recordar
que la Iglesia está para llevar a cabo la Misión. Y respecto
al  Cómo  seguramente en forma muy diversa pero bajo el poder del
Espíritu Santo que solo es posible que sea derramado cuando hay
Unidad con Propósito.
3. DESAFÍOS PARA LA UNIDAD CON PROPÓSITO
En este apartado pretendo señalar algunos aspectos que resultan
propios de un análisis crítico pero carente de acritud. Pretendo
simplemente llamar la atención sobre aspectos que evidencian
ciertas praxis necesarias de ser analizadas y, como consecuencia,
llevar a cabo iniciativas que nos transporten a mejorar lo presente
en cuanto a la acción de la Iglesia Evangélica en España.
EL TEMPLOCENTRISMO.
Se ha hablado mucho en cuanto al  localismo  de muchas iglesias o
denominaciones. Este enfoque ha malogrado los esfuerzos por
lograr unidad en una visión  translocal  o universal. En definitiva la
Unidad no es posible verla efectiva sin una visión de Reino, o dicho
en lenguaje político, una visión de Estado y no partidista.
Las dos últimas décadas podemos ver en España una tendencia a
lo que he denominado Templocentrismo . Para definirlo de alguna
manera:  Todo gira en torno al templo.La mega Iglesia y los
ministerios de éxito se han convertido en referentes para el
impulso y desarrollo de muchas iglesias y ministerios en
España. Esto también tiene que ver con la emanación de la
llamada “teología de la prosperidad”. Este enfoque gira entorno a
una influencia empresarial y exitista del ministerio que ha hecho que
muchos hayan priorizado el templo antes que al Cuerpo, al ladrillo
antes que a las almas. Es más, el templo se ha convertido para
muchos su máxima realización. De hecho llenar un templo ha
impulsado las más devastadoras actitudes de arrogancia personal
que ha traído como consecuencia que muchas iglesias hayan
hipotecado sus arcas y se vean mermadas financieramente para
contribuir en el impulso misionero o evangelizador.
El  Templocentrismo  ha generado actitudes soberbias o
exhibicionistas, ha propiciado una prepotencia que ha aislado a
hermosos hombres de Dios en sus proyectos personales y
grandilocuentes, pero que de paso han menospreciados a los más
pequeños al manifestar falta de sensibilidad hacia su realidad más
humilde. Tristemente, lo cierto es que ciertas mega iglesias en vez
de convertirse en un foco de admiración e inspiración para los
menos agraciados en tamaño han venido a ser un foco de conflicto
por resultar una amenaza a su integridad institucional y vital.
LA EVENTOLITIS.
Es una alusión a la fiebre existente en un sector del liderazgo
por el impulso de ciertos eventos que se han convertido en una
verdadera obsesión. El evento por el evento es otro de los
despropósitos que más frustración ha ocasionado en la Iglesia de
España. Muchos de los eventos anunciados o promovidos en
nuestro país han sido la excusa para incentivar la unidad. Una
unidad que en muchas ocasiones se ha solicitado para relleno o el
engorde de una determinada ambición. Esta ambición se detecta
cuando acompañando a ciertos lemas, se dicen o se leen frases
que aluden a la numerología o al logro de hacer lo que antes nadie
hizo, o dicho de otra manera, ¡¡a ver quien la hace más gorda!!
Es triste llegar a la conclusión de que muchos de los eventos
que se han hecho en nombre de la unidad o para la unidad se
han convertido en un foco de distracción, si bien hasta podría
afirmar que han sido verdaderos despropósitos. Me preocupan
los excesos en torno a ciertos honorarios para los oradores,
músicos o cantantes, me asusta el gasto invertido en equipos de
sonido, en los alquileres de ciertas infraestructuras… y sobre todo
me asusta más cuando pienso que eso se paga con la inversión de
quienes están dispuestos a viajar de una punta del país a otra para
recibir, pero luego son miserables en la inversión para una campaña
de evangelización. Es más, no me siento muy orgulloso en pensar
que las campañas más multitudinarias de nuestro país nos las han
tenido que costear en gran medida con dinero exterior.
Debemos tomar ciertos pasos de corrección. Pensar que debemos
unir a la Iglesia para un evento es un error. Buscar completar un
gran cartel y no cumplir la misión es un grave error que nos llevará
a la frustración. Personalmente, he sido partícipe de eventos que
me ha tocado organizar, sin embargo, siempre he mantenido unas
pautas bien claras en las que me he mantenido con firmeza: El
evento debe nacer en el altar para asegurar el enfoque y la
motivación correcta; el evento debe servir para promover la unidad
de la Iglesia; el evento ha de contribuir a cumplir la Gran Comisión;
el evento deber apoyar y ministrar al liderazgo; y, por último, el
evento debe contribuir a un despertar espiritual.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Algunos medios de comunicación cristianos, especialmente la
televisión, son un verdadero reflejo de un enfoque equivocado.
Asistimos a un escenario en el que las pantallas de las
llamadas televisiones cristianas se han convertido en un medio
de promoción no del Evangelio, sino de determinados
ministerios.
Qué nocivo resulta que ciertos ministerios aterricen en nuestro país
o emerjan desde nuestra propia nación con vista a satisfacer sus
propias expectativas de influencia, crecimiento o expansión. No
resulta agradable observar como se pagan los favores de Dios, o
como se recompensan a los profetas lisonjeros esquilmando a
quienes con una sincera expectativa aportan sus ofrendas en
detrimento de sus propias economías familiares o de sus propias
iglesias locales.
Estoy seguro que la televisión o cualquier medio de
comunicación debiera ser un punto de encuentro para
proclamar el mensaje de Jesucristo y proyectar una imagen
representativa de la Iglesia en España. Es cierto que resulta
difícil conformar una imagen que unifique la pluralidad
doctrinal y de estilos que conforman la Iglesia evangélica
española. Sin embargo, lo que sí es posible es trabajar juntos
por unir esfuerzos y recursos para lograr que se proyecte el
mensaje de La Iglesia y no de una determinada iglesia .  Juntos
podemos impulsar el protagonismo de Jesús y evitar que los
personalismos distorsionen la imagen que debemos dar por las
pantallas acerca de Jesús y de Su Evangelio.
Tengo la certeza de que se nos abre un tiempo de oportunidad para
ver emerger iniciativas en televisión con un enfoque correcto que
apunte a satisfacer la necesidad de la gente y por medio de la
misma puedan conocer la respuesta a sus vidas. Creo que es
posible una televisión impulsada por convicciones que contribuyan a
la unidad de la Iglesia y dignifique al pueblo evangélico en España.

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