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Parábola Del Buen Samaritano

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Parábola del buen samaritano

Lucas 10, 25-37. Tiempo Ordinario. Amemos a nuestro prójimo como


Cristo nos amó, hasta el punto de dar su propia vida.

Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37

Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he


de hacer para tener en herencia vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?»
Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se
fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino
un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que
pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba
de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose,
vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre
su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día
siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de
él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos
tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los
salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le
dijo: «Vete y haz tú lo mismo».
La parábola del sembrador
Para empezar, vamos a la bien conocida parábola del sembrador,
mencionada en tres de los cuatro evangelios. A continuación, leeremos
el registro de Lucas:

Lucas 8:5-8, 11-15

“El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una


parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la
comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no
tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que
nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena
tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas,
decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga…. Esta es, pues, la
parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son
los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra,
para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que,
habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces;
creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que
cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y
recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”

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