La parábola del buen samaritano enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Jesús cuenta la historia de un hombre que fue asaltado, y tanto un sacerdote como un levita lo ignoraron, pero un samaritano lo ayudó a pesar de las diferencias entre sus pueblos. Jesús pregunta quién fue el prójimo del hombre, y cuando se dice el samaritano, Jesús dice que debemos ayudar a los demás como él lo hizo.
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La parábola del buen samaritano enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Jesús cuenta la historia de un hombre que fue asaltado, y tanto un sacerdote como un levita lo ignoraron, pero un samaritano lo ayudó a pesar de las diferencias entre sus pueblos. Jesús pregunta quién fue el prójimo del hombre, y cuando se dice el samaritano, Jesús dice que debemos ayudar a los demás como él lo hizo.
La parábola del buen samaritano enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Jesús cuenta la historia de un hombre que fue asaltado, y tanto un sacerdote como un levita lo ignoraron, pero un samaritano lo ayudó a pesar de las diferencias entre sus pueblos. Jesús pregunta quién fue el prójimo del hombre, y cuando se dice el samaritano, Jesús dice que debemos ayudar a los demás como él lo hizo.
La parábola del buen samaritano enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Jesús cuenta la historia de un hombre que fue asaltado, y tanto un sacerdote como un levita lo ignoraron, pero un samaritano lo ayudó a pesar de las diferencias entre sus pueblos. Jesús pregunta quién fue el prójimo del hombre, y cuando se dice el samaritano, Jesús dice que debemos ayudar a los demás como él lo hizo.
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Parábola del buen samaritano
Lucas 10, 25-37. Tiempo Ordinario. Amemos a nuestro prójimo como
Cristo nos amó, hasta el punto de dar su propia vida.
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he
de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo». La parábola del sembrador Para empezar, vamos a la bien conocida parábola del sembrador, mencionada en tres de los cuatro evangelios. A continuación, leeremos el registro de Lucas:
Lucas 8:5-8, 11-15
“El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una
parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga…. Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven. Los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.”