Guerra Del Chaco
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Guerra del Chaco
Parte de Período de entreguerras y Conflictos territoriales de América del Sur
Mapa de la Guerra del Chaco es.svg
Teatro de operaciones militares entre Bolivia y Paraguay.
Línea celeste: máximo avance boliviano.
Línea roja; máximo avance paraguayo.
Fecha 9 de septiembre de 1932 - 12 de junio de 1935
Lugar Chaco Boreal
Coordenadas 21°19′38″S 59°44′12″OCoordenadas: 21°19′38″S 59°44′12″O (mapa)
Casus belli Problemas limítrofes
Conflicto Disputa territorial boliviano-paraguaya
Resultado Victoria Paraguaya 12345
Fijación definitiva de límites6
Cambios territoriales Reconocimiento de la mayor parte del territorio en
conflicto como perteneciente al Paraguay 7
Beligerantes
Bandera de Bolivia Bolivia Bandera de Paraguay Paraguay
Figuras políticas
Daniel Salamanca
José Luis Tejada Eusebio Ayala
Comandantes
Filiberto Osorio
José Leonardo Lanza
Hans Kundt
Enrique Peñaranda José Félix Estigarribia
Fuerzas en combate
250 000 hombres
150 000 hombres
Bajas
60 000 - 80 000 muertos
40 000 heridos
21 000 prisioneros89 10
15 000 desertores 11 30 000 - 50 000 muertos 1213 14
2 556 prisioneros 15
70 000 civiles muertos 16
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Principales batallas de la Guerra del Chaco
9 de septiembre de 1932-12 de junio de 1935
Boquerón • Kilómetro Siete • Nanawa I • Corrales • Toledo• Fernández I y II •
Alihuatá I • Campo Jordán • Nanawa II • Gondra • Campo Grande • Alihuatá II • Campo
Vía • Magariños • Tarija • Strongest • Algodonal I • Carandaytý • El Carmen •
Yrendagüé • Ybybobó • Villamontes • Ingavi
La guerra del Chaco es la denominación del conflicto bélico entre Paraguay y
Bolivia librado entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935 por el
control del Chaco Boreal. Fue la guerra más importante en Sudamérica durante el
siglo XX. En los tres años de duración, Bolivia movilizó a lo largo del conflicto a
250 000 soldados y Paraguay a 120 000, que se enfrentaron en combates en los que
hubo gran cantidad de bajas (aproximadamente 60 000 bolivianos y 30 000 paraguayos)
y gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos. Los distintos tipos de
enfermedades tanto físicas como psicológicas, la característica hostil del teatro
de operaciones y la falta de agua y mala alimentación produjeron el mayor
porcentaje de bajas y afectaron la salud de los soldados sobrevivientes, a muchos
de por vida.
Índice
1 Descripción de la región en litigio
2 Antecedentes y causas
3 Comandantes en jefe de los ejércitos
3.1 Comandantes bolivianos
3.2 Comandante paraguayo
4 Estrategias de los ejércitos
4.1 Estrategia boliviana
4.2 Estrategia paraguaya
5 Ataque al fortín Carlos A. López
5.1 Escalada boliviana
5.2 Reacción paraguaya
6 Primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932)
6.1 Batalla de Boquerón
6.2 Caída del fortín Arce y retirada hacia Saavedra
7 Ofensiva boliviana (diciembre de 1932-agosto de 1933)
7.1 Nombramiento del general Hans Kundt
7.2 Primer ataque a Nanawa
7.3 Primera batalla de Fernández (Herrera)
7.4 Batallas de Corrales y Toledo
7.5 Primera batalla de Alihuatá
7.6 Retirada paraguaya de Campo Jordán
7.7 Segunda batalla de Fernández (Herrera)
7.8 Actividad diplomática y declaración de guerra
7.9 Segundo ataque a Nanawa
7.10 Cerco en Gondra
7.11 Ataque al fortín Rojas Silva (Falcón)
8 Segunda ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1933)
8.1 El cerco de Campo Grande
8.2 Segunda batalla de Alihuatá
8.3 Rendición en Campo Vía
9 Armisticio y creación del segundo ejército boliviano
10 Tercera ofensiva paraguaya (enero-diciembre de 1934)
10.1 Caída del fortín Magariños y batalla de Cañada Tarija
10.1.1 Magariños
10.1.2 Cañada Tarija
10.2 Batalla de Cañada Strongest
10.3 Estancamiento de las operaciones
10.4 Avance relámpago hacia Carandaitý
10.5 Avance boliviano en el desierto
10.5.1 Cerco en Puesto Burro
10.5.2 Cerco en Algodonal-La Rosa
10.6 Batalla de El Carmen
10.7 «Corralito de Villamontes»
10.8 Maniobra de Yrendagüé
10.9 Batalla de Ybibobó
11 Creación del tercer ejército boliviano y batallas finales
11.1 Batalla de Villamontes
11.2 Batalla de Pozo del Tigre-Ingavi
12 Fin de la guerra
13 Acuerdo limítrofe
14 Referencias
15 Bibliografía citada
16 Bibliografía recomendada
17 Enlaces externos
Descripción de la región en litigio
La región central sudamericana conocida como el Gran Chaco se divide, de norte a
sur, en tres regiones: Chaco Boreal ―al norte del río Pilcomayo―, el Chaco Central
―entre ese río y el río Bermejo―, y al sur de este último el Chaco Austral. El área
disputada entre Bolivia y Paraguay correspondió exclusivamente al Chaco Boreal.
El Chaco Boreal posee una extensión de aproximadamente 650 000 km² (semejante a la
de Francia) y hasta fines de la década de 1920 estuvo casi despoblado y sin
explorar. Sus límites son: al sur el río Pilcomayo y Argentina; al este, el río
Paraguay y la región oriental de Paraguay; al noroeste, la precordillera boliviana
y al noreste, las regiones selváticas de Brasil y Bolivia.
Antecedentes y causas
Artículo principal: Antecedentes de la Guerra del Chaco
Los antecedentes y causas de la guerra del Chaco son complejos. Cuando Bolivia y
Paraguay se volvieron estados independientes heredaron de la época colonial una
vaga determinación de los límites de esa zona inhóspita y despoblada por lo que
tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones de acuerdo con documentos muchas
veces contradictorios o mediante el trazado de líneas geodésicas. Los cuatro
tratados de límites que se acordaron entre 1879 y 1907 no fueron aceptados
definitivamente por ninguna de las partes. Cuando Bolivia perdió la salida al
océano Pacífico, como consecuencia de la guerra del Pacífico (1879-1884), esa
región adquirió un valor estratégico para ese país: la ocupación del Chaco Boreal
fue necesaria para salir al océano Atlántico por el río Paraguay. Ambos países
realizaron pocas expediciones al Chaco. Otra causa fue la supuesta existencia de
petróleo en el subsuelo chaqueño que la empresa estadounidense Standard Oil ya
extraía en sus bordes serranos. Esta empresa había fracasado en su intento de
transportar el petróleo boliviano a través de un oleoducto en territorio argentino
hasta la refinería que tenía una subsidiaria suya, en Campana, sobre el río Paraná,
quedándole como única opción cruzar por el Chaco Boreal hacia el río Paraguay, lo
más al sur posible.18
Paraguay, unas décadas antes, había sido devastado por la guerra de la Triple
Alianza (1865-1870). Una de las consecuencias fue la pérdida de enormes territorios
en la zona oriental. Respecto del Chaco Boreal, Argentina pretendió incorporar una
parte a su territorio recurriendo al arbitraje del presidente estadounidense
Rutherford Hayes en 1879; este falló determinando que la zona comprendida entre el
río Pilcomayo y el Verde, al norte, correspondía a Paraguay. Con estos
antecedentes, era difícil que ese país pudiera aceptar las pretensiones bolivianas
sobre el Chaco Boreal.
Enrique Peñaranda.
Comandantes bolivianos
Durante la guerra del Chaco, el ejército boliviano fue dirigido sucesivamente por
cuatro generales:
Hans Kundt fue la principal figura militar en Bolivia en las dos décadas anteriores
a la guerra. Llegó al país el 11 de marzo de 1911, con el grado de mayor,
encabezando una misión de 18 militares alemanes contratada por el Estado boliviano
para reorganizar el ejército. Su buena actuación, exclusivamente técnica, le valió
el ascenso a general del ejército boliviano.
En 1914, estando de vacaciones en Alemania, estalló la primera guerra mundial.
Participó esencialmente en el frente oriental y luego en el frente occidental. Se
retiró del ejército alemán con el grado de general y regresó a Bolivia en 1921 como
un civil. Fue nuevamente contratado por el presidente Saavedra, se nacionalizó
boliviano en 1921 y asumió la jefatura del Estado Mayor hasta 1926, pero con
funciones cada vez más ligadas con la política interna boliviana. A mediados de
1930, intentó orientar a los oficiales bolivianos en cuestiones políticas a favor
de la reelección del presidente Hernán Siles. Cuando este fue derrocado, tuvo que
exiliarse.
En diciembre de 1932, ya con 63 años, fue llamado por el Gobierno para dirigir al
ejército boliviano en campaña. Fue calificado como oficial tropero, por no poseer
estudios de Estado Mayor, lo que influyó en la deficiente movilización del ejército
boliviano en 1928 con su secuela de saqueos, disturbios, amotinamientos y
deserciones. No solo tuvo que enfrentar al ejército paraguayo, sino también a las
intrigas de los oficiales del alto mando boliviano. En diciembre de 1933, tras los
sucesivos fracasos en Nanawa, Campo Grande y en Alihuatá-Campo Vía, fue destituido
por Daniel Salamanca. Abandonó Bolivia y falleció en Suiza seis años después.
Enrique Peñaranda Castillo fue elegido por el presidente Salamanca como sucesor de
Kundt por haber escapado del cerco de Campo Vía, hecho que no fue cierto y que
Peñaranda evitó aclarar.19
Participó, antes de la guerra, en el engaño del alto mando boliviano al presidente
Salamanca con motivo de la ocupación del fortín paraguayo Carlos A. López,
amparándose en la obediencia debida.20
Poco tiempo después Peñaranda no pudo evitar el colapso del Segundo Cuerpo
boliviano frente a La Faye al no imponer su autoridad al coronel David Toro para
que se retirara a un lugar más seguro.24A partir de ese momento, y con el ascenso
del coronel Toro al cargo de jefe del estado mayor, comandó el ejército casi en
forma colegiada con él. El historiador Bruce W. Farcau sostiene que está pendiente
de evaluación si la conducción de Peñaranda no fue peor que la del denostado
Kundt.25
Comandante paraguayo
El teniente coronel Ángel Rodríguez consideraba que solo había agua suficiente para
enviar a cinco mil hombres, y que solo las unidades no más grandes que una compañía
podrían maniobrar entre los arbustos, mientras que Kundt seguía firmemente
convencido de que tres mil hombres bastarían para tomar Asunción.
(Dunkerley, 1987, p. 207)
No se tuvo en cuenta la historia de ese pequeño país ubicado al sur y a la
importancia que le daba a la posesión del Chaco Boreal. En 1928, el doctor
Salamanca, para quien Paraguay era «la más miserable de las republiquetas de
Sudamérica»,26 decía:
Dígame señor general, ¿qué piensan hacer con los 600 camiones y qué han hecho con
los últimos 20 que he comprado hace dos meses?
(Dunkerley, 1987, p. 214)
Para cubrir las seis etapas del tramo Villazón-Muñoz se necesitaban 480 camiones.
Como solo había unidades para los pertrechos y sobre todo el agua, los soldados
tuvieron que movilizarse a pie durante toda la guerra. Los vehículos estuvieron
limitados a su vez por los malos caminos, todos de tierra y que las lluvias hacían
intransitables.29
Bolivia priorizó la ocupación territorial para justificar «de facto» sus derechos
(Véase Incidente de laguna Pitiantuta). La pérdida de un fortín fue vivido
dramáticamente por el pueblo, el Gobierno y el ejército boliviano hasta el punto de
ocultarse la información entre sí.30Los partidos políticos, el regionalismo y la
prensa de la oposición no perdieron ninguna oportunidad para criticar al presidente
Salamanca y al alto mando con el único objetivo de lograr una mayor cuota de
poder.31
Para los soldados que venían del altiplano fue difícil adaptarse física y
psíquicamente al hábitat chaqueño. La unidad del pueblo frente a la guerra fue
débil debido al anacrónico feudalismo agrario boliviano.36En 1927, al norte de
Potosí, los llamados «campesinos» se levantaron contra la oligarquía terrateniente
boliviana en tres oportunidades; Eduardo Nina Quispe (1930-1933) luchó por una
República de Naciones y Pueblos Originarios y en 1935 se masacró a campesinos en
Pucarani para obligarlos a ir a la guerra.
En 1932, Bolivia sufrió serias dificultades económicas por la caída del precio y el
volumen de las exportaciones del estaño que en 1929 habían sido de 46,9 millones de
dólares, reduciéndose a 10 millones de dólares en 1932. Además, careció de crédito
internacional por haber entrado en mora en los pagos de su deuda externa. La
producción minera concentraba, en 1930, el 95 % de las exportaciones bolivianas
absorbiendo mano de obra campesina que impedía el desarrollo de la agricultura y
favorecía la dependencia de la importación de alimentos provenientes de los países
vecinos, especialmente de Argentina. En 1931, el general Osorio, en un informe al
Ministerio de Guerra, advertía sobre esta debilidad estratégica:
[...] en una emergencia bélica con el Paraguay […] existe el peligro que nuestro
abastecimiento y aprovisionamiento […] casi total y obligadamente efectuados en los
mercados argentinos, quede obstruido con gravísimo perjuicio para nuestros
intereses militares.
General Osorio en (Seiferheld, 1983, p. 283)
Si bien existieron problemas, las importaciones de alimentos y otros insumos desde
Argentina y otros países vecinos se mantuvieron durante toda la guerra. Hasta
productos de Paraguay ingresaron a Bolivia con el visto bueno del gobierno
paraguayo.41
Estrategia paraguaya
Tren transportando soldados paraguayos desde Puerto Casado al frente.
El estado mayor paraguayo planeó la defensa del Chaco utilizando las comunicaciones
existentes en la zona. Se trasladaron hombres y recursos desde Asunción por el río
Paraguay hasta Puerto Casado y desde allí por un ferrocarril de trocha angosta,
usado en la explotación de tanino, hasta muy cerca de Isla Poí, la principal base
militar en el Chaco. Durante la primera parte de la guerra, esta ventaja compensó,
en cierta medida, la superioridad boliviana en recursos.
Sin embargo, la falta de camiones fue crónica y permitió muchas veces que el
enemigo, totalmente desarticulado, pudiera escapar. El abastecimiento de agua, por
igual motivo, fue otro problema difícil de resolver. El 5 de octubre de 1934, en su
visita al frente, el presidente Ayala le manifestó al general Estigarribia que no
podía proveerle de los 500 camiones que el ejército necesitaba con prioridad
absoluta debido al alargamiento de su línea de abastecimiento. Estigarribia
justificó entonces su plan de atacar a los bolivianos en Cañada El Carmen diciendo:
En este caso [...] no se debería perder tiempo esperando mejores perspectivas sino
por el contrario actuar pronto y decididamente porque nosotros no podemos movernos
[por falta de camiones] pero tampoco podemos quedar donde estamos.
(Vittone, 1986, p. 198).
Las ofensivas paraguayas se realizaron en las estaciones de poca lluvia, cuando el
calor era preponderante. Se utilizó la táctica del «cerco y aniquilamiento», el
popularmente llamado «corralito»: ruptura o envolvimiento del frente, penetración
hacia la retaguardia enemiga, corte del abastecimiento y mando enemigos. Se
priorizó el movimiento, rebalsando por los laterales las defensas fijas bolivianas,
evitando los ataques frontales de gran intensidad. El objetivo fue el
aniquilamiento del ejército enemigo y no la ocupación territorial. En febrero de
1934, un informe del Comando Superior boliviano sobre el modus operandi del
ejército paraguayo decía:
Tener abiertas las líneas de comunicación que pasaban por Argentina: vías férreas y
de navegación.
La escasez de recursos y de créditos.
La necesidad del secreto para no provocar una reacción boliviana que acelerara la
guerra antes de que las mismas llegaran al Paraguay.
El envío del general Manlio Schenoni, en septiembre de 1926, a recorrer las
fábricas de armamento europeas tuvo como objetivo desviar la atención de los espías
bolivianos, pues la compra fue realizada por el doctor Eusebio Ayala utilizando
secretamente los estudios técnicos que el ejército argentino había realizado para
su propio equipamiento y los informes que enviaban los oficiales paraguayos que
estudiaban en Europa.
Escalada boliviana
La recuperación paraguaya de la laguna Pitiantuta, que volvió las cosas a su estado
anterior, no lo fue para Salamanca. Como si se tratara de una afrenta al honor
nacional pidió al general Osorio el enjuiciamiento de los responsables. Poco
después, debilitado políticamente y empujado por un clima guerrerista que él mismo
había incentivado, ordenó al general Quintanilla que en represalia se apoderara de
los fortines paraguayos Corrales, Toledo (del 27 al 28 de julio) y Boquerón (el 31
de julio de 1932).
Ejecute bien la orden, si hay en ello algún mérito, sería suyo; si surgen
responsabilidades, serán mías.
(Dunkerley, 1987, p. 219)
En el frente diplomático, ante la protesta paraguaya como país agredido, Salamanca
se mostró firme en no devolver los tres fortines y exigió que fueran incorporados a
una «zona en litigio». Previamente, el 22 de julio de 1932, ordenó que la
delegación boliviana abandonara la Comisión de Neutrales, que actuaba de mediador
entre ambos países. Ante el pedido paraguayo de que se investigara lo sucedido en
Pitiantuta, Julio A. Gutiérrez, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia,
descolocado por la acción militar realizada por el alto mando, intentó defender lo
indefendible mediante un lenguaje cada vez más agresivo:
Después del ataque [se refiere a la recuperación paraguaya del fortín Carlos A.
López] [el Paraguay] se presenta nuevamente en Washington alardeando pacifismo.
Esto es un sarcasmo de la realidad de los hechos, una burla, no solo para nosotros,
sino para los mismos neutrales.
(Paraguay. Ministerio de Relaciones Exteriores, 1933, p. 188)
Finalmente el canciller Gutiérrez, en una arrogante nota del 1.º de agosto, agregó:
«No nos interesan las investigaciones que no definen la cuestión fundamental».48
Con esta excesiva reacción sin razones valederas, el Gobierno de Salamanca avanzó
desde una política de desmilitarizar el Chaco a una guerra con miles de muertos y
heridos. Pero el ejército boliviano, a fines de julio de 1932, no estaba preparado
para una operación militar en gran escala en el Chaco. El 30 de agosto de 1932, a
solo 9 días del ataque de todo el ejército paraguayo sobre Boquerón e inicio de la
guerra, el general Osorio envió el Memorando 507/32 al presidente Salamanca. Con un
tono casi altanero e irrespetuoso, expuso que el alto mando no tenía directivas
precisas ni existía un Plan de Operaciones que guiara al ejército boliviano en el
Chaco. En el mismo memorando propuso un plan que consistía en avanzar por el norte,
en el alto Paraguay, zona diametralmente opuesta al que se estaba realizando en el
sur.49El plan de Osorio tenía como objetivo ocupar la costa del río Paraguay frente
a un país neutral (Brasil), fácil de aprovisionar y mantener indefinidamente. Al
mismo tiempo, en la zona sur, el general Carlos Quintanilla, jefe de las fuerzas
bolivianas en el Chaco, pidió autorización para ocupar dos fortines más: Nanawa al
sur y Rojas Silva al este. Este último fortín fue ocupado el 6 de septiembre de
1932.
Reacción paraguaya
El teniente coronel Juan B. Ayala, del Estado Mayor, el oficial que había recibido
la mayor capacitación en Francia y que había analizado las causas del fracaso de la
movilización del año 1928 que impidió que la guerra de iniciara aquel año, logró
ahora triplicar planificadamente, en solo 30 días, las fuerzas del ejército en
tiempos de paz. El teniente coronel Estigarribia estimaba que el ejército boliviano
recién podría completar su movilización masiva, y alcanzar la inevitable
superioridad en hombres y recursos, en 90 días, tiempo suficiente para llevar
adelante, con esa ventaja estratégica, la primera ofensiva paraguaya en el Chaco.
El teniente coronel Manuel Marzana asumió el mando de las fuerzas que ocuparon
Boquerón el 31 de julio de 1932 a causa del fallecimiento del teniente coronel Luis
Emilio Aguirre (junto con otros oficiales y soldados), en la emboscada preparada
con antelación por las fuerzas paraguayas que defendían el fortín.53Este competente
oficial fue el responsable de sostener el cerco de Boquerón resistiendo los embates
del grueso del ejército paraguayo que, desde el 9 al 29 de septiembre de 1932, lo
atacaría sin cesar.
En estos momentos mi división atraviesa una situación muy delicada. Todos los
informes que recibo me hacen saber que las tropas se encuentran totalmente
desmoralizadas y agotadas. Hemos intentado tres ofensivas con fuerzas frescas,
llenas de entusiasmo a objetivos bien definidos, ninguna ha podido ser culminada
por la superioridad aplastante del adversario, tanto material como de especial
instrucción de combate en el bosque; cualquier nueva ofensiva con los elementos que
dispongo seria de resultados negativos, llevando a nuestro personal a un sacrificio
estéril. Me permito sugerir buscar una defensa sólida en Arce y una momentánea
intervención diplomática para salvar al destacamento Marzana en Boquerón y
completar nuestra preparación.
Informe de Peña a Quintanilla,
en (Arze Quiroga, 1952, p. 159 v. 2)
El Gobierno boliviano se enteró de la caída de Boquerón por las noticias
provenientes de Paraguay y Argentina. Esto lo obligó a retacear la información al
pueblo boliviano. Salamanca destituyó a Filiberto Osorio y lo reemplazó por el
general José L. Lanza en medio de manifestaciones populares, principalmente en La
Paz, que acusaban al Gobierno y especialmente al alto mando por la derrota pidiendo
el retorno del general Hans Kundt. El 8 de octubre de 1932, Salamanca recibió una
nota de «protesta» (supuestamente en nombre de oficiales de la 4.ª y 7.ª División)
donde el general Quintanilla y su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel David
Toro, al borde de la insubordinación, hacían responsable al presidente del fracaso
militar y se manifestaban ofendidos por la remoción de Osorio.5657
Por su parte, las tropas del Destacamento Peñaranda y fuerzas auxiliares, agotadas
y desmoralizadas, se replegaron hacia Arce ofreciendo ligera resistencia a unos 11
km de ese fortín. La presión paraguaya provocó que tres regimientos bolivianos
abandonaran sus posiciones sin combatir:
En la tarde de hoy [30 de septiembre de 1932] se nota movimiento entre los soldados
y se ve alejarse varios grupos con dirección al camino. Nosotros hacemos lo mismo y
en el tropel abandonamos nuestras posiciones. Es un acto vergonzoso. Se deserta en
conjunto frente al enemigo. Pero en estos momentos nadie piensa. Llegamos a Arce
[que dista] 5 leguas.
Diario del teniente boliviano Germán Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 222)
Estigarribia, con mucha cautela, envió una división por el camino Yujra-Arce
mientras que una segunda avanzó por la derecha para ganar la espalda del enemigo.
La tercera quedó como reserva asumiendo que tomar Arce sería más difícil que
Boquerón donde había sufrido unas 2000 bajas, entre muertos, heridos y enfermos. En
el avance, una patrulla paraguaya capturó al teniente coronel Humberto Cárdenas
(comandante del RI-35 boliviano) que con 5 camiones quedó empantanado en el camino
Arce-Yujra.60Frente a Yujra, una fracción del regimiento boliviano Loa fue rodeada
por el RI-1 Dos de Mayo y el RI-3 Corrales y en el curso de una confusa
capitulación fueron capturados el mayor boliviano Francisco Arias, 7 oficiales y 80
soldados.61
La captura paraguaya del fortín Arce, base del comando de la 4.ª División
boliviana, implicó una gran ventaja estratégica pues tenía un gran reservorio de
agua y era nudo de caminos que se dirigían hacia el sur y el oeste. Desde allí, el
ejército paraguayo ocupó el fortín Falcón (Rojas Silva) el día 25; Alihuatá el día
26 y Fernández (Herrera) el 30 de octubre. Aunque resulte paradójico, esta retirada
general era lo mejor que podía hacer el ejército boliviano ante un enemigo
superior, ganando de esa manera un tiempo valioso hasta que pudiera movilizar sus
recursos. Estigarribia hubiera deseado que presentaran batalla para poder
aniquilarlos.
Una visita hecha a las distintas enfermerías del regimiento, póneme en condiciones
de afirmar que persistiendo en causas pauperizantes anotadas en informes anteriores
(ración insuficiente, vigilias, cansancio, desnudez, etc.) los soldados van
desmejorando ostensiblemente día a día. [...] desde hace días van tomando
incremento alarmante un mal cuyas manifestaciones aparentes son: edema
generalizada, laxitud muscular y ligamentosa, y disturbios digestivos que
atribuimos a la ración insuficiente en vitaminas.
Informe del doctor Cañete, de la sanidad paraguaya,
en (Fernández, 1955, p. 330 v. 2)
El 4 de diciembre de 1932, sobre las trincheras de "km 7", el capitán de la
aviación boliviana Rafael Pabón, piloteando un Vickers Scout type 143, se enfrentó
al teniente Benítez Vera que piloteaba un Potez 25 A2, n.º 6, que llevaba de
observador a un oficial del estado mayor y que terminó con la destrucción del
aparato paraguayo y la muerte de sus dos ocupantes.64
Kundt solicitó a Salamanca solo una fuerza de 25 000 hombres porque «más soldados
[...] le estorbarían y no quería imponerle al país más gastos».66Su llegada como
salvador levantó la moral y el ánimo de los ciudadanos que pedían su vuelta a
Bolivia después de los tres primeros meses de fracasos lo que molestó a los
oficiales del alto mando boliviano que sentían menoscabadas su capacidad por el
anciano oficial alemán. Muchos le temían y ya sea por esa razón o por cálculo
escondían la verdad lo que motivó que en situaciones tácticamente peligrosas le
comunicaran que no tenían problemas.67
Insuficiencia en la coordinación.
Falta de información necesaria antes de la acción.
Violación del principio de economía de las fuerzas.
Subestimar al adversario.68
Primera batalla de Fernández (Herrera)
Artículo principal: Batallas de Fernández (Herrera)
La 8.ª División boliviana, al mando del coronel Roberto Schnor, desalojó fácilmente
al regimiento RC-1 paraguayo del fortín Platanillos, nudo de las comunicaciones
entre los fortines bolivianos antes de la guerra. Desde allí, el 14 de enero,
avanzó contra el fortín Fernández (Herrera) con solo 575 soldados asumiendo que los
defensores serían unos 200 soldados.
Sin embargo, el fortín estaba defendido por el regimiento RI-1 Dos de Mayo al mando
del mayor Paulino Antola que contaba con unos 1000 hombres. Recién el día 21, las
fuerzas bolivianas atacaron el fortín pero la falta de coordinación, el ataque
frontal, la ausencia de reservas y la sorpresiva resistencia de los defensores que
quintuplicaban lo esperado produjeron unas 300 bajas. Dos días después, ya con 2400
hombres y el apoyo de 4 cañones, el coronel Schnor reinició las operaciones.
Entre la 4.ª División, que seguía en Kilómetro Siete y la 8.ª y 3.ª Divisiones, que
actuaban en el ala izquierda, existía un vacío de más de 50 km, sin solución de
continuidad. Kundt planeó atacar por ese sector para aliviar a la 4.ª División que
seguía combatiendo en Kilómetro Siete. Con la recientemente creada División de
Reserva (9.ª División) salió sorpresivamente en el flanco derecho paraguayo
capturando el 13 de marzo el fortín Alihuatá.
Este ataque, pese a estar bien organizado, tuvo errores de ejecución lo que produjo
bajas desproporcionadas al objetivo y los pocos soldados paraguayos que defendían
ese fortín de tránsito logístico.76
Retirada paraguaya de Campo Jordán
Artículo principal: Batalla de Campo Jordán
El coronel Morant envió al coronel Luis Saavedra con dos regimientos para que
rodeara el fortín y cortara el camino que lo unía con Arce. La columna Saavedra se
desorientó en el monte. Sin saber donde estaba el grupo Saavedra, Morant inició
sucesivos y sangrientos ataques frontales que fueron repelidos por los defensores
paraguayos. Cuando Saavedra llegó finalmente a su objetivo fue atacado por fuerzas
que venían de Arce y tuvo que volver a su base de partida.79
En seis meses de ofensiva, el general Kundt solo había logrado tomar Corrales,
Alihuatá y corregir la penetración paraguaya en Kilómetro Siete y Doce. Entonces
volvió a su plan original: capturar el estratégico fortín Nanawa, al sur.
A pesar de estas medidas no han figurado muchas. Se cita este asunto vergonzoso
para dejar constancia de cómo la colaboración de los comandos subalternos no
siempre estuvo a la altura de las operaciones ni fue tan activa como los intereses
de Bolivia y el Ejército lo exigían.
General Hans Kundt,
en Kundt (1961, p. 90-91)
Las posiciones paraguayas de Nanawa se mejoraron substancialmente en los meses
posteriores al primer ataque. Los bolivianos utilizaron la fuerza aérea y tanques
como apoyo cercano y contaron, además, con una enorme superioridad en artillería,
pero los ataques frontales carecieron de una coordinación precisa entre aviones,
artillería, tanques y la infantería.
El ataque produjo más de 2000 bajas bolivianas en comparación con las 189 muertos y
447 heridos paraguayos, proporción esperable en un ataque de este tipo. Fue la
primera derrota importante de Kundt y le permitió a Salamanca insistir en que las
operaciones debían hacerse economizando hombres. Ya desde junio de 1933, Kundt
quería dejar su cargo a causa de las intrigas de los oficiales bajo su mando pero
recién en septiembre puso su renuncia a disposición de Salamanca, la que no fue
aceptada.25El teniente coronel Luis Irrazábal fue ascendido a coronel por su
desempeño en la defensa de Nanawa.
Cerco en Gondra
Aprovechando la concentración de fuerzas frente a Nanawa y el posterior fracaso del
ataque boliviano, el teniente coronel paraguayo Rafael Franco planeó la destrucción
de la 4.ª División boliviana al mando del coronel Peñaranda.
El comando de la 4.ª División, que durante la noche había dado parte de un gran
triunfo obtenido (en estos partes nunca faltan la indicación de que el campo está
cubierto de cadáveres [enemigos]), se ve a la luz del próximo día completamente
cortado y amenazado por el ataque de fuerzas superiores desde su retaguardia. El
desarrollo es muy típico. No hay reservas disponibles. No obstante todas las
indicaciones del Comando Superior, las picadas a retaguardia están completamente
abandonadas.
General Hans Kundt,
en Kundt (1961, p. 114)
Sin embargo, tres factores jugaron en contra de esta ambiciosa operación:
Kundt repitió el error de enviar fuerzas insuficientes a gran distancia, sin apoyo
de reservas y con pocas posibilidades de lograr un resultado favorable pese a que
en esta circunstancia había logrado una sorpresa total.
Los regimientos RI-4 Loa y RI-8 Ayacucho, fueron trasladados desde el sur para
ayudar, pero el regimiento Loa también cayó en el cerco y el ataque del Ayacucho no
pudo romper el envolvimiento paraguayo. Tanto el general Kundt como su jefe de
operaciones, el teniente coronel Toro, apreciaron erróneamente la intención,
magnitud y la dirección principal del ataque paraguayo lo que produjo una mala
distribución de las fuerzas bolivianas.84
Durante todo el mes de noviembre las fuerzas paraguayas avanzaron sobre el ala
izquierda de la 9.ª División desbordándola permanentemente pese a los refuerzos que
enviaba Kundt que no se percataba de la enorme superioridad enemiga en ese sector.
La iniciativa está en manos del coronel [paraguayo] Ayala que hace uso de ella con
enérgica decisión. El ejército boliviano combate sometido a la voluntad implacable
de su adversario. Los regimientos paraguayos atacan, aferran, se infiltran, asaltan
en todos los sectores del amplio frente de batalla.
(Antezana Villagrán, 1982, p. 209 v. 2)
El 3 de diciembre de 1933, aprovechando una fuerte tormenta que dificultaba la
logística y las comunicaciones radiales, la vanguardia de esta poderosa masa de
maniobra paraguaya llegó hasta Campo 31 y cortó el camino Saavedra-Alihuatá
colocando a la 9.ª División en peligro de ser copada. Ese día, el general
Estigarribia asumió personalmente la dirección táctica de las operaciones en
reemplazo del dubitativo coronel Ayala. Otras fuerzas paraguayas cortaron una
segunda ruta que por Pozo Negro también iba hacia Saavedra. Viendo que no iba a
recibir una ayuda masiva para contener el cerco en ciernes, Banzer decidió, el 7 de
diciembre de 1933, replegar su división por una tercera ruta que todavía quedaba
libre. El fortín Alihuatá fue evacuado e incendiado, noticia que el Gobierno ocultó
al pueblo boliviano. Los 7000 hombres de la 9.ª División abandonaron
silenciosamente las trincheras y exponiéndose al asedio enemigo y a la sed se
dirigieron penosamente en dirección sureste, hacia la 4.ª División que combatía en
la zona de Gondra.
En ese mismo momento, en la lejana Muñoz, sede del alto mando, las comunicaciones
cifradas de algunos oficiales bolivianos mostraban otras preocupaciones:
De Muñoz. 5/12/33. 11:40. Para Villamontes. Cifrado 1/150. Favor aumentar a pedido
10 botellas de Cinzano. Para mí otras 10. Un tarro de cerveza para el coronel
Vázquez. Dígale a Acosta que me preste el dinero que falte.
Cifrado de Muñoz a Villamontes,
en (Querejazu Calvo, 1995, p. 191)
Lo que Banzer no pudo prever fue que el mismo 7 de diciembre de 1933, a las 4:35,
el frente de Gondra a cargo de la 4.ª División boliviana colapsó por el sorpresivo
ataque nocturno, que por propia iniciativa, realizó el teniente coronel Rafael
Franco al mando de la 1.ª División paraguaya. La división boliviana, rebasada en
varios sectores, no tuvo otra opción que replegarse hacia la misma zona donde
convergía la 9.ª División. Esta imprevista ruptura sorprendió incluso al general
Estigarribia, que pidió varias veces la confirmación de que efectivamente Franco
estaba avanzando por el sur cerrando las vías de escape de dos divisiones
bolivianas.
De Muñoz, n.º 319, diciembre 14, 1933, 18:00. Para Director Etapas. Villamontes.
Cifrado 724/171. Si no hay carga urgente para trimotor, puede traer mañana
cigarrillos, coca, alcohol, unas botellas de pisco y pastillas agridulces para
tropa que llega en malas condiciones físicas.
Cifrado 724/171,
en (Querejazu Calvo, 1995, p. 191)
Ese mismo día, a 50 km al este, con la presencia del general Estigarribia, la
bandera paraguaya reemplazó a la boliviana en el mástil del fortín Saavedra donde
había ondeado desde su fundación, en el año 1924.93El fortín Muñoz comenzó a arder
al atardecer del 19 de diciembre de 1933. Al día siguiente, luego de un ligero
bombardeo de la artillería paraguaya, ingresaron lentamente los soldados del RC-7
San Martín.94
Los nuevos jefes se reunieron alrededor de una larga mesa para celebrar su
encumbramiento. El desastre de Campo Vía quedó olvidado. El principal culpable
[Kundt] estaba confinado […] sus espíritus retozaban de libertad y alegría. Ellos
eran ahora los dueños de la situación y sabrían demostrar al país y al mundo que
podían bastarse a sí mismos, conduciendo la campaña como no lo pudieron hacer ni
Quintanilla, ni Guillén, ni Lanza, ni Kundt. El licor corrió sin tasa. Era la
primera de las parrandas con que los integrantes de esos comandos, con contadas
excepciones, iban a sumar, a su fracaso como estrategas, la fama de intemperantes.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en (Brockmann, 2007, p. 362)
Armisticio y creación del segundo ejército boliviano
Con la derrota sufrida en Alihuatá y Campo Vía al ejército boliviano solo le quedó
la 7.ª División la que tuvo que retirarse de la zona de Nanawa hacia Magariños. La
propuesta del teniente coronel Franco de utilizar todos los camiones disponibles
para avanzar rápidamente hacia Ballivián-Villamontes y acabar con el resto del
ejército boliviano no prosperó. El presidente Ayala creyó que había ganado la
guerra y que Bolivia, sin ejército, no tenía otra opción que capitular y solicitar
la paz y, para dar tiempo a la diplomacia, propuso un armisticio que el Gobierno
boliviano aceptó de inmediato.
Si hoy come la tropa 600 gramos, aumentando el efectivo del ejército, se tendría
que racionar por 300 gramos por soldado [...] Se ha citado a mi comando por no
haber pedido más gente. Las razones se encuentran en este informe. Hubieran muerto
de hambre.
General Kundt al presidente Salamanca;
en (Dunkerley, 1987, p. 248)
El cuadro de oficiales estaba muy raleado. El mando de los regimientos se dio a
capitanes o mayores con poca experiencia y se contrató oficiales mercenarios
extranjeros, especialmente chilenos, que en número de 105 ingresaron desde abril y
hasta fines de 1934.101102
Para sorpresa de muchos, los oficiales chilenos pudieron superar las barreras de la
nacionalidad, raza, color, clase y lenguaje que los separaba de sus soldados. A
diferencia de los oficiales bolivianos, que preferían mantenerse en la retaguardia
y huir al primer problema, los oficiales chilenos permanecían con sus hombres en el
combate, la retirada o cuando se rendían.
De la Pedraja Tomán (2006, p. 468, nota 10)
Pese a que esto motivó roces diplomáticos entre el Paraguay y Chile, los
mercenarios chilenos fueron tratados por el ejército paraguayo bajo los mismos
derechos que la Convención de Ginebra amparaba a los combatientes y prisioneros
bolivianos y no bajo la figura jurídica de «combatientes ilegales» (con penas de
prisión y fusilamiento).
La derrota de Alihuatá-Campo Vía no mejoró la unidad del alto mando del ejército
con el Gobierno sino todo lo contrario. Las camarillas se fracturaron aún más.
Cuando el nuevo comandante en jefe quiso nombrar al coronel David Toro como Jefe
del Estado Mayor, se opusieron varios altos oficiales, por lo que Peñaranda recibió
una severa advertencia de Salamanca:
Está usted al borde de una rebelión militar frente al enemigo extranjero.
Reflexione bien y deténgase a tiempo [...] Su deber es cumplir la orden que le he
reiterado ya cuatro veces y que ahora le reitero por quinta vez.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Dunkerley, 1987, p. 224)
Como solución, Toro fue nombrado comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Este
nombró a su vez, como jefe de Estado Mayor de esa unidad a Germán Busch, un joven
oficial de 29 años sin ninguna capacitación ni experiencia en esa función ni en el
mando de grandes unidades, que a partir de entonces figuró como su «protegido» en
la corte que Toro organizó a su alrededor con oficiales jóvenes, socialistas,
bufones y poetas donde reinaban los placeres de la buena mesa, las bebidas y las
mujeres.
Como síntoma de este clima de insubordinación dentro del ejército contra el
presidente Salamanca, el 5 de abril de 1934 se amotinaron los cadetes del Colegio
Militar y apoyados por la policía salieran de su cuartel y ocuparon gran parte de
la ciudad de La Paz. Este motín fracasó por la falta de apoyo popular y del sector
militar que lideraba Peñaranda.106
Cañada Tarija
En febrero de 1934 la nueva 9.ª División boliviana fue puesta al mando del coronel
Francisco Peña. Su misión era defender la desértica zona de Picuiba a cuyo efecto
desplazó al RI-18 Montes, con 1500 hombres, al mando del teniente coronel Bavía
hacia Garrapatal con rumbo a Cañada Tarija. Peña ubicó su puesto de mando en
Carandaitý, fuera del desierto y a 250 km de Garrapatal.
El alto mando paraguayo supuso que estas fuerzas podían afectar sus operaciones
frente al fortín Ballivián y decidió atacarlas.109
Pasada la sorpresa inicial y gracias a la demora en cerrar las dos tenazas, los
regimientos paraguayos lograron salir por sendas construidas al efecto o aún no
controladas, o se abrieron paso a la fuerza. Varios batallones de la 2.ª División
paraguaya que se desorientaron en el monte durante la retirada no tuvieron otra
opción que rendirse.
Será menester apuntar que la fatiga y otros factores [...] quebró en más de una vez
la moral de nuestras aguerridas unidades, como en los casos de la ruptura de la
línea fortificada del denodado regimiento Pérez (R-3) en la madrugada del 18 de
junio [en Ballivián]. Se creyó o arguyó que esta ruptura se debía a un descuido
[...] Sin embargo [...] el 8 de julio, el regimiento Manchego (R-12), a pesar de
las medidas de precaución tomadas la noche anterior, a la primera presión del
enemigo dejó sus posiciones [...] dos días después, el desarrollo de una operación
tendiente a envolver al enemigo en sus posiciones nos fue malogrado por el desbande
del regimiento Colorados (R-41), uno de los mejores del 1er Cuerpo de Ejército.
Oficial boliviano Hugo René Pol,
en Pol (1945, p. 91)
Estos comentarios denuncian la afección psicológica que años después se llamó
«fatiga de combate», y que por entonces se la confundía equivocadamente con
cobardía.
A gran velocidad y riesgo, el día 20, el regimiento paraguayo RI-14 Cerro Corá,
después de recorrer 100 km desde el fortín 27 de Noviembre, llegó cerca del cruce
de Huirapitindí, a 45 km del río Parapetí. Por su parte, más al sur y en forma
paralela, la 6.ª División paraguaya avanzó 160 km en 13 días, a través de un
desierto con colinas de arena y malezales, dejando en la retaguardia su propia
artillería y a fuerzas enemigas en retirada. El 22 de agosto aniquiló en Algodonal
a un destacamento boliviano al mando del experimentado teniente Hugo René Pol lo
que produjo muchas bajas bolivianas y la captura de un depósito de armas sin usar.
El alarmado presidente Salamanca viajó con urgencia al Chaco para solucionar este
inesperado y vertiginoso avance paraguayo.
Era [un] conjunto [de] 20 000 hombres de magnífica tropa y dotada de gran potencia
de fuego: vale añadir, la flor y nata del ejército.
Vergara Vicuña (1944, p. 19 v. 6)
Se comenzó a cumplir así lo que había planeado Estigarribia con la maniobra de
Franco hacia Carandaitý: que la zona central (Cañada El Carmen) se debilitara
posibilitándo la fractura en dos del ejército boliviano y el aislamiento de las
fuerzas ubicadas en el fortín Ballivián, en el extremo sur.
El día 10, el mayor Ichazo informó al coronel Ángel Rodríguez, del Estado Mayor
General, que el cerco había fracasado. Este aprovechó para advertirle que las
fuerzas bolivianas, teniendo en cuenta los problemas logísticos que planteaba el
desierto, no deberían ir más allá de Algodonal y solo con pequeñas fuerzas mientras
que el grueso debería concentrarse en Santa Fe, sobre el río Parapetí, y desde allí
emprender una acción ofensiva contra el fortín 27 de Noviembre. Toro rechazó de
mala manera estas sugerencias porque lo dejaban en un papel secundario:
Pensamos con Ichazo que sus medidas para futuras operaciones son prematuras. No
encontramos explicación enorme acumulación fuerzas en el norte, ya que con las que
tengo, reforzadas tal vez con [el regimiento] Ingavi, podemos tomar La Faye,
operación rápida pues efectivo total enemigo [que] opera [en] este sector es solo
2461 hombres.
Mensaje del coronel Toro al coronel Rodríguez,
en (Tabera, 1979, p. 246)
Los siguientes tres meses de combates para llegar a La Faye mostraron la certera
visión estratégica del coronel Rodríguez de no caer en la trampa diseñada por
Estigarribia que ni Peñaranda ni Toro tuvieron en cuenta.126
Con angustia veo que el enemigo nos empuja rápidamente y que luego nos detiene
donde quiere. De un golpe nos lleva a Carandaitý y ahora nos ataja en Algodonal y
27 de Noviembre. Lo peor es que nos cierra el paso [al fortín] Ingavi, desbaratando
los proyectos tardíamente acogidos por ese comando.
Mensaje del presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 336)
Cerco en Algodonal-La Rosa
El 22 de septiembre nuevamente Toro rodeó a la 6.ª División paraguaya en Algodonal,
maniobra que consideró como «la operación mejor ejecutada» de toda la campaña.127
Este rodeo lineal también fue imperfecto porque:
a) El ala sur, por donde era de esperar que el enemigo intentara escapar, era el
más débil.
b) No existió coordinación en tiempo y lugar entre ambas alas.
c) No se fijó un punto de encuentro de las mismas.
El coronel Franco dispuso, como método de seguridad, rodear exteriormente sus
fuerzas con gran cantidad de retenes compuestos por 3 o 4 hombres diseminados en el
desierto, unidos por picadas de enlace que eran recorridas por un soldado 2 o 3
veces por día. Esta tenue y sensible telaraña le permitía descubrir con
anticipación el movimiento del enemigo sin que este se diera cuenta de que había
sido detectado.128
El teniente coronel paraguayo Paulino Antola, antes de que las fuerzas bolivianas
consoliden sus posiciones, concentró todas sus fuerzas en un punto. El regimiento
paraguayo RC-1 Valois Rivarola rompió las líneas del RC-3 Chuquisaca y abrió el
cerco a toda la División hacia La Rosa de donde también logró zafarse sin
problemas.129El ejército boliviano realizó estas maniobras de envolvimiento y
búsqueda con mucho sacrificio y bajas.24
Cerco en Yrendagüé
El 9 de noviembre, el coronel Toro, con tres divisiones más dos regimientos que
logró sacarle al Segundo Cuerpo, volvió a cercar en Yrendagüé a la 6.ª División y a
la DRG (División de Reserva General). Toro esperaba lograr una gran victoria que lo
llevaría políticamente a la presidencia de Bolivia. Invitó a los generales
Peñaranda y Rivera y los ministros Alvéstegui y Sanjinez a su puesto de mando para
presenciar el curso de la batalla.130
Una vez más el lento aferramiento boliviano permitió que las fuerzas paraguayas
tuvieran plena libertad para reagruparse. El 11 de noviembre de 1934, el coronel
Franco concentró todas sus fuerzas sobre el Regimiento boliviano Cochabamba, rompió
el cerco y se retiró hacia Picuiba. El historiador boliviano Luis F. Guachalla
definió como «torista» a estas maniobras del coronel Toro, que se caracterizaron
por ser:
Rodeos lineales con reducido radio y con una fuerza equivalente en ambas alas de
maniobra, la cual anulaba en la práctica la eficacia de un centro de gravedad
(...). El Comando paraguayo, conocedor de esta modalidad estereotipada, disponía
siempre, con acierto y oportunidad, lo que procedía hacer para burlar estos ganchos
destinados a cerrarse detrás de sus efectivos, vale decir: escurría sus tropas por
el espacio todavía abierto, o rompía la línea cercadora necesariamente débil, o
accionaba enérgicamente contra una de las dos alas del rodeo impidiendo o
retrasando el cumplimiento de su cometido.
Luis F. Guachalla, historiador boliviano,
en Guachalla (1978, p. 202)
Toro atribuyó el fracaso al coronel Ayoroa e indirectamente a su eterno rival, el
coronel Bilbao Rioja, por no haberlo ayudado con sus fuerzas. Se burló además de la
captura del fortín 27 de Noviembre realizada por este último:
No faltó la nota teatral en esta memorable jornada. Las fuerzas del Segundo Cuerpo
que avanzaron sobre el fortín 27 de Noviembre, anunciaron por orden del comando
[Bilbao Rioja] que habían cercado a un regimiento enemigo. El parte dirigido a los
ministros Alvéstegui y Sanjinés fue prontamente rectificado. Se trataba solo de un
batallón enemigo, resultando luego que no había ni una sombra dentro del cerco,
acabando los cercadores por hacerse fuego entre ellos.
Coronel David Toro,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 345)
A fines de noviembre las fuerzas paraguayas tuvieron que abandonar el fortín
Picuíba a donde habían retrocedido. Así, lo que el coronel Franco logró en 16 días
(de Picuíba a Carandaitý), el coronel Toro lo revirtió en agotadores y costosos
tres meses de lucha (septiembre a fines de noviembre de 1934). Años después de
terminada la guerra, el coronel Toro escribió en su libro que «esas acciones
constituyeron las páginas más brillantes de nuestra historia».131En 1944, el
coronel Ángel Rodríguez criticó estos comentarios de Toro diciendo que si él se
había adjudicado como una «victoria» la retirada de Conchitas con más razón los
paraguayos debían adjudicarse como victorias las retiradas de Carandaitý,
Algodonal, La Rosa, etc., donde además de burlar las tenazas se llevaron
prisioneros y armamentos bolivianos.132
Batalla de El Carmen
Artículo principal: Batalla de El Carmen
Batalla El Carmen. Situación al 16 de noviembre de 1934.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
El presidente Salamanca, como si intuyera lo que iba a suceder, intentó hacer
algunos cambios en el comando del ejército boliviano. Pidió que, en el cargo de
jefe del estado mayor, el coronel Bilbao Rioja reemplazara al coronel Rivera.
Peñaranda y Toro se opusieron, el primero porque prefería que su pariente siguiera
en ese cargo y el segundo porque temía que Bilbao Rioja lo opacara totalmente.133
Poco después Salamanca acordó con Peñaranda que el teniente coronel Moscoso
reemplazaría al coronel Ángel Rodríguez en el cargo de jefe de operaciones
militares pero Moscoso terminó haciéndose cargo del Cuerpo de Reserva cuyas dos
divisiones, bien equipadas y con 10 000 hombres operaban en la zona de El Carmen.
El teatro del cerco [...] no podía ser más desolado y triste. Bosques en formación,
con arbustos raquíticos [...] con hojas chicas y espinosas [...]. En este panorama
triste y hostil estaban agrupados los cercados. Reinaba la desesperación. Todos
tenían el semblante desencajado, la mirada ausente, las pupilas dilatadas, los ojos
hundidos, los labios resecos y agrietados, la gran mayoría sufría de alucinaciones.
Algunos se desnudaban, cavaban con las manos hoyos profundos donde penetraban,
otros gateaban yendo de un lugar al otro [...].
Informe del director general de la Sanidad Paraguaya,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 379)
El ejército paraguayo tuvo que proveer de agua y alimentos, en forma perentoria, a
esa gran cantidad de prisioneros que duplicaba su capacidad logística.
Muchos prisioneros bolivianos estaban tan debilitados que por el zarandeo de los
camiones que los llevaban a nuestra retaguardia perdían el equilibrio y caían al
camino, donde nadie los recogía. Así se llenó la ruta de un tendal de cadáveres,
algunos muertos por la sed, otros atropellados por los camiones que, debido a la
oscuridad o la polvareda, no los podían esquivar.
General Estigarribia (1950, p. 323-326)
Hago saber a ustedes que el pueblo ya no tiene confianza en la pericia del comando.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 363)
La respuesta de Peñaranda no fue menos violenta:
Tropas al mando del mayor Germán Bush cercaron el chalet de la casa Staudt donde se
había alojado el presidente Salamanca. En medio del mayor aparato de fuerza se
apresó al presidente y capitán general del Ejército [...] quien no tenía siquiera
una pequeña escolta.
(Urioste, 1940, p. 137)
De todas las revoluciones o golpes de Estado en Bolivia, esta fue una de las más
grotescas. Se extrajeron tropas de las trincheras y en plena zona de operaciones, a
doce km del enemigo, los principales jefes hicieron apuntar cañones a la residencia
donde se alojaba el envejecido jefe del Gobierno, la rodearon de soldados armados
con fusiles y ametralladoras, y con actitudes valentonas, incitadas en algunos de
ellos por el alcohol libado durante la noche de vigilia, aprisionaron a su víctima
y más tarde le exigieron su renuncia. Salamanca firmó el documento casi gozoso de
que los militares, a quienes nunca había estimado y a quienes culpaba de los
desastres de la guerra, quitasen de sus espaldas una cruz que se le había hecho
demasiado pesada y se condenasen a sí mismos ante el juicio de la historia, con un
acto que por el lugar y las circunstancias en que se producía tenía las
características de una traición a la Patria.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en Querejazu Calvo (1977, p. 185)
Luego los insurrectos acordaron con el vicepresidente Tejada Sorzano para que
asumiera la primera magistratura. Fue el mejor cerco que lograron realizar los
comandantes bolivianos en toda la guerra y Salamanca no se privó de decírselos.
Daniel Salamanca retornó por vía aérea a Cochabamba. Once días después hubiera
tenido que soportar el desastre de Yrendagüé. Se liberó así de la responsabilidad
pero no del temor que acrecentaba su enfermedad desde un año atrás: la de que
Bolivia tuviera que firmar la paz en condiciones de inferioridad, con el ejército
paraguayo pisando territorio históricamente boliviano por culpa de los errores de
los comandantes insurrectos. Ahora esa tarea era responsabilidad de Tejada Sorzano,
de Elio y sus correligionarios liberales, o del ejército que iniciaba de nuevo su
marcha para apoderarse del Gobierno de Bolivia.
Maniobra de Yrendagüé
Artículo principal: Batalla de Yrendagüé
[…] las tropas del Cuerpo de Caballería, […] agotadas en su estúpido avance hacia
el desierto de Picuiba, donde era sobradamente conocido por todos, llegaron piel y
huesos, fueron obligadas a trabajar día y noche en los forzados servicios de
exploración y seguridad en el caprichoso y disparatado dispositivo «ofensivo-
defensivo» ideado por Toro.
Teniente coronel boliviano Félix Tabera,
en Tabera (1979, p. 408)
Luego de equiparla a nuevo con las armas capturadas a los bolivianos en El Carmen y
un breve descanso dado a los soldados, el general Estigarribia devolvió la 8.ª
División al Segundo Cuerpo paraguayo por lo que a principio de diciembre de 1934
este tenía 5500 hombres. Aun así su situación era difícil.
Antes que Toro concentrara más de 12 000 hombres sobre La Faye, el coronel Franco,
fiel a su estilo de conducción, planeó la maniobra más audaz y sorpresiva de la
guerra por lo casi imposible de su realización. La recién llegada 8.ª División
debía infiltrarse entre dos divisiones bolivianas con rumbo a los pozos de agua del
fortín Yrendagüé. Para ello debía recorrer 70 km de desierto, en pleno verano, con
más de 45 grados de calor a la sombra, atravesar los montes sin abrir una picada
para no ser detectada por las patrullas y la aviación enemiga y tomar el fortín
para dejar sin agua a todo el Cuerpo de Caballería boliviano desplegado en el
desierto, entre Picuiba y La Faye.
La 8.ª División paraguaya, al mando del coronel Eugenio A. Garay, inició la marcha
el 5 de diciembre de 1934 y con gran esfuerzo y con sus hombres al borde de la
deshidratación llegó a Yrendagüé tres días después, tomó el fortín y los pozos,
cortando así el suministro de agua y las comunicaciones enemigas.
El sorprendido coronel Toro, su jefe de estado mayor y los comandantes de las dos
divisiones quedaron aislados en la placentera Carandaitý a 160 km de distancia de
sus fuerzas que combatían en el desierto frente a La Faye. El teniente coronel
Félix Tabera, circunstancialmente a cargo de esas unidades, ordenó la inmediata
retirada hacia el fortín 27 de Noviembre asumiendo la responsabilidad de esa
decisión y en contra de las órdenes que sin conexión con la realidad enviaba Toro
por avión desde Carandaitý. Sin agua, las fuerzas bolivianas comenzaron a
desintegrarse. Muchos soldados salvaron sus vidas entregándose. El 9 y 10 de
diciembre, miles de soldados bolivianos, que habían abandonado armas y equipos,
murieron de sed o se suicidaron desperdigados por el desierto.
Fue una de las batallas más crueles de la guerra y produjo una profunda impresión
en el pueblo boliviano cuando conoció el padecimiento sufrido por los soldados. El
coronel boliviano Díaz Arguedas evaluó en varios miles los muertos por falta de
agua, en 3000 los prisioneros, y la pérdida de gran cantidad de armas abandonadas
en el desierto: 60 morteros Stokes Brandt, 79 ametralladoras pesadas, 498 livianas,
590 pistolas-ametralladoras, 11 200 fusiles y 200 camiones que fueron a parar al
ejército paraguayo.139En los depósitos de Yrendagüé los soldados paraguayos
lograron rescatar de las llamas cajas con botellas de champagne, vinos finos del
Rhin y una enorme cantidad de botellas de cerveza.140
Toro ―que por ese tiempo gustaba hacerse llamar el «Mussolini boliviano»― acusó a
sus subordinados.141
Uno no debe tener finalmente ninguna consideración con la fatiga de los soldados a
quienes es de vital importancia exigir el máximo esfuerzo. Uno o dos días de
sacrificio…pueden ser suficientes para lograr el total aniquilamiento del enemigo
que nos ha dado más de un ejemplo sobre este tema, mostrando que es posible vivir
incluso meses careciendo de la mayoría de recursos (...) Le exijo mayor decisión y
energía en el comando.
Mensaje de Toro a Tabera,
en (Farcau, 1996, p. 215)
El coronel Ángel Rodríguez justificó corporativamente el desastre atribuyéndolo a
la falta de oficiales, a la «mala suerte» y al «optimismo» de Toro.142Ante la falta
de un castigo ejemplar por parte de Peñaranda, oficiales de la 8.ª División
boliviana intentaron hacer justicia por mano propia, eligieron por sorteo al
teniente Gualberto Villarroel para que liquidara al coronel Toro por ser el
principal responsable del desastre de Picuiba, intento que no pudo llevarse a
cabo.143
Batalla de Ybibobó
Artículo principal: Batalla de Ybybobó
Después de la derrota en El Carmen y el abandono de Ballivián, el Primer Cuerpo
boliviano (Divisiones 4.ª y 9.ª ) al mando del coronel Enrique Frías, estableció
una nueva línea defensiva en Ybibobó, a 70 km al noroeste de El Carmen, donde
comienzan las primeras estribaciones andinas. Los 2500 hombres de la 9.ª División
(al mando del coronel Jenaro Blacutt), protegían un frente de 18 km.
Pese a que la aviación boliviana descubrió partes de una picada que construían los
paraguayos hacia ese lugar, el comando boliviano desestimó toda posibilidad de
ataque en ese sector. El 28 de diciembre de 1934, aprovechando una tormenta, una
división paraguaya al mando del mayor Alfredo Ramos se infiltró entre la 9.ª y 8.ª
División boliviana y cortó el camino de retirada de la 9.ª División.
Una noche de lluvia, mientras nuestras tropas, a causa de la fatiga ocasionada por
el repliegue, descansaban y dormían tapadas con sus carpas, el enemigo pasa por
nuestras líneas sin disparar un solo tiro, cerrando a los regimientos Sucre y
Aroma, [...] Los comandos no pueden hacer nada si la tropa no duerme [...] y si
existe falta de oficiales que deben vigilar a la tropa.
Militar e historiador boliviano Lechín Suárez,
en Lechín Suárez (1988, p. 395)
Todas las líneas de mando colapsaron produciéndose una gran confusión. La
artillería divisionaria abandonó sus posiciones al iniciarse el ataque, muchos
soldados huyeron hacia el río Pilcomayo, otros rompieron el cerco por iniciativa
propia y el resto se rindió. En los primeros días de enero, 1200 soldados
bolivianos fueron hechos prisioneros y unos 200 se ahogaron en el cruce del
Pilcomayo. La 9.ª División se desintegró, pero se salvaron los coroneles Frías y
Blacutt y otros oficiales.
Ybybobó era uno de los tres pasos para acceder a las primeras serranías andinas y
un importante punto estratégico para atacar Villamontes desde el sureste.
La guerra del Chaco se había hecho para los indios y los obreros. Los parias, que
nunca gozaron de derecho alguno, ahora se ven abrumados por obligaciones; la
patria, que nunca les dio nada, les obliga ahora a ofrendar sus vidas en defensa de
la soberanía nacional. Una vez que son diezmados, los adolescentes y los ancianos,
aquellos que por su temprana o avanzada edad no pertenecen a aquel anfiteatro
macabro, son Ilevados al frente, a seguir rindiendo su vida para una causa que
desconocen y no entienden. Mientras que los burgueses, que antes vendían salud,
ahora forman legiones de hombres aquejados por las más diversas enfermedades.
Willy O. Muñoz,
en Muñoz (1986, p. 225 a 241)
Este nuevo ejército boliviano, con sus 36 regimientos, duplicó al anterior y, por
tercera vez desde el inicio de la guerra, Bolivia tuvo una superioridad
significativa de efectivos y medios sobre Paraguay. Pero los problemas siguieron
siendo los mismos: los soldados reclutados masivamente, aunque estaban bien
armados, carecían de preparación y experiencia para el combate, a lo que se sumaba
defectos muy ostensibles en la conducción. Por esa razón, y en contra de todo lo
esperable, el ejército paraguayo, pese a su inferioridad numérica, escasos recursos
y extensa línea logística, mantuvo la iniciativa.
Avance directo e indirecto del CE-2 paraguayo hacia Carandaitý y retirada boliviana
hacia Boyuibé en enero de 1935.
Rojo=Fuerzas bolivianas.
Azul=Fuerzas paraguayas.
El día 23 de enero cayó Carandaitý en poder de la DRG (División de Reserva General)
paraguaya. Desde allí las fuerzas paraguayas avanzaron sobre Boyuibé y el día 28
desalojaron de esa posición a las divisiones bolivianas DC-1, DC-2 y DI-7 cortando
el camino que unía Villamontes con Santa Cruz de la Sierra.
Diez días después, en febrero de 1935, las mismas fuerzas envolvieron el flanco
derecho del regimiento boliviano RI-12 Manchego en Ñancorainza, en plena sierra,
pero este, al recibir ayuda de los regimientos de la 1.ª División de Caballería
(DC-1), pudo salvarse y las fuerzas paraguayas tuvieran que retirarse nuevamente
hacia Boyuibé.
Los bolivianos capturaron Pozo del Tigre (Kilómetro Catorce), una posición
adelantada a 14 km del fortín Ingavi y a fines de mayo atacaron sin éxito el fortín
sufriendo unas 100 bajas. Mientras el coronel Arrieta reemplazaba al coronel
Ayoroa, Cazal Rivarola, con no más de 850 hombres, comenzó a rodear al regimiento
RI-14 Florida en Pozo del Tigre. El 5 de junio de 1935, las fuerzas paraguayas
cortaron el camino Ingavi-Ravelo, en la retaguardia del RI-14. El regimiento RC-2
Ballivián acudió en su ayuda e intentó abrir una brecha sin éxito. Tampoco sirvió
el apoyo de la 5.ª División boliviana.
Se capturaron 2 jefes, 7 oficiales y 361 soldados. Los días siguientes, las fuerzas
paraguayas aceleraron su avance hacia Ravelo persiguiendo a fuerzas bolivianas
dispersas. La velocidad del avance impidió que estas pudieran sostenerse en
Kilómetro Veinticinco ni en Kilómetro Treinta y Cinco (o Pozo del Bárbaro) donde
existía una importante fortificación. En el avance se capturaron prisioneros y
sobre todo camiones, armas y provisiones que facilitaron el avance de Cazal
Rivarola.156
El coronel Toro culpó del resultado al comando del Tercer Cuerpo «por la mala
interpretación» dada a sus terminantes directivas. Nueve años después, el coronel
Ángel Rodríguez no solo criticó esta actitud de Toro de descargar culpas sobre los
subordinados sino que lo acusó de querer implementar «tenazas» en el Chaco y
sostener ideas «hinderburguianas» de cortar las comunicaciones enemigas lejos y con
bastante tropas.157
En ese mismo momento, en Buenos Aires (Argentina), las partes acordaron firmar, el
12 de junio de 1935, un protocolo de paz. Ese día, las tropas de Cazal Rivarola,
que ya habían avanzado 32 km desde Ingavi, estaban a solo 15 km de su nuevo
objetivo: Ravelo y las instalaciones petrolíferas bolivianas. Estos hechos
influyeron en la delegación boliviana para firmar el protocolo de paz.158
Reunión en Puesto Merino de los comandantes en jefe de ambos ejércitos después del
armisticio, 18 de julio de 1935).
E. Martínez Thedy (Uruguay), Luis Alberto Riart (Paraguay), Tomás M. Elío (Bolivia)
y Carlos Saavedra Lamas (Argentina) negocian la Paz del Chaco.
La duración, los malos resultados y la lista de bajas acrecentaron el descontento
del pueblo boliviano ante la guerra. Solo los militares sostenían que con tiempo y
recursos todavía se podía alcanzar la victoria. Pero esta actitud era solo para
salvar las apariencias. En mayo de 1935, en plena ofensiva boliviana sobre el río
Parapetí, el coronel Ángel Rodríguez expuso que para alcanzarla se necesitaban 50
000 hombres, 500 camiones, gran cantidad de municiones y recursos monetarios
suficientes para sostener el aprovisionamiento del ejército por largo tiempo.159
Tenía en mi conciencia que esta afirmación podía hacerla con más derecho que
cualesquiera de los dos que habían quedado en Villamontes, planeando disparates [se
refiere a Peñaranda y Toro] […] enseguida pregunté al ministro de Hacienda, señor
Carlos Víctor Aramayo si se contaba con dinero para continuar la guerra. El señor
ministro contestó que no había dinero. Inmediatamente repuse, en mi calidad de
asesor militar y personero del comando: «Es mi opinión que se acepte la cesación de
hostilidades PORQUE TAMPOCO HAY COMANDO». Como me mirasen asombrados por esta
afirmación pase inmediatamente a explicar las actuaciones desacertadas del coronel
Toro [...] y terminé con esta frase: «Tengo el convencimiento de que al paso que
vamos, acabaremos por entregar nuestras petroleras».
Coronel Ángel Rodríguez, jefe de Operaciones EMG boliviano;
en (Vergara Vicuña, 1944, p. 672, v. 7) y (Querejazu Calvo, 1981, p. 463)
El 12 de junio de 1935, en Buenos Aires (Argentina), se firmó el Protocolo de paz
donde se acordó el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las
posiciones alcanzadas hasta ese momento por los beligerantes.
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Bibliografía citada
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