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Guerra Del Chaco

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Guerra del Chaco

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Guerra del Chaco
Parte de Período de entreguerras y Conflictos territoriales de América del Sur
Mapa de la Guerra del Chaco es.svg
Teatro de operaciones militares entre Bolivia y Paraguay.
Línea celeste: máximo avance boliviano.
Línea roja; máximo avance paraguayo.
Fecha 9 de septiembre de 1932 - 12 de junio de 1935
Lugar Chaco Boreal
Coordenadas 21°19′38″S 59°44′12″OCoordenadas: 21°19′38″S 59°44′12″O (mapa)
Casus belli Problemas limítrofes
Conflicto Disputa territorial boliviano-paraguaya
Resultado Victoria Paraguaya 12345
Fijación definitiva de límites6
Cambios territoriales Reconocimiento de la mayor parte del territorio en
conflicto como perteneciente al Paraguay 7
Beligerantes
Bandera de Bolivia Bolivia Bandera de Paraguay Paraguay
Figuras políticas
Daniel Salamanca
José Luis Tejada Eusebio Ayala
Comandantes
Filiberto Osorio
José Leonardo Lanza
Hans Kundt
Enrique Peñaranda José Félix Estigarribia
Fuerzas en combate
250 000 hombres
150 000 hombres
Bajas
60 000 - 80 000 muertos
40 000 heridos
21 000 prisioneros89 10
15 000 desertores 11 30 000 - 50 000 muertos 1213 14
2 556 prisioneros 15
70 000 civiles muertos 16
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Principales batallas de la Guerra del Chaco
9 de septiembre de 1932-12 de junio de 1935
Boquerón • Kilómetro Siete • Nanawa I • Corrales • Toledo• Fernández I y II •
Alihuatá I • Campo Jordán • Nanawa II • Gondra • Campo Grande • Alihuatá II • Campo
Vía • Magariños • Tarija • Strongest • Algodonal I • Carandaytý • El Carmen •
Yrendagüé • Ybybobó • Villamontes • Ingavi
La guerra del Chaco es la denominación del conflicto bélico entre Paraguay y
Bolivia librado entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935 por el
control del Chaco Boreal. Fue la guerra más importante en Sudamérica durante el
siglo XX. En los tres años de duración, Bolivia movilizó a lo largo del conflicto a
250 000 soldados y Paraguay a 120 000, que se enfrentaron en combates en los que
hubo gran cantidad de bajas (aproximadamente 60 000 bolivianos y 30 000 paraguayos)
y gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos. Los distintos tipos de
enfermedades tanto físicas como psicológicas, la característica hostil del teatro
de operaciones y la falta de agua y mala alimentación produjeron el mayor
porcentaje de bajas y afectaron la salud de los soldados sobrevivientes, a muchos
de por vida.

El enfrentamiento consumió ingentes recursos económicos de ambos países, de por sí


muy pobres. Paraguay abasteció a su ejército con gran cantidad de armas y equipos
capturados en distintas batallas a los bolivianos. Terminada la guerra, algunos
excedentes los vendió a España (Decreto-ley 8406, 15 de enero de 1937).

El cese de las hostilidades se acordó el 12 de junio de 1935. Bajo la presión de


Estados Unidos, por un tratado secreto firmado el 9 de julio de 1938, Paraguay
renunció a 110 000 km² ocupados por su ejército al cese de las hostilidades.17 El
Tratado de Paz, Amistad y Límites se firmó el 21 de julio de 1938 y el 27 de abril
de 2009 se estableció el acuerdo de límites definitivo. La zona en litigio quedó
dividida en una cuarta parte bajo soberanía boliviana y tres cuartas partes bajo
soberanía paraguaya. Bolivia recibió una zona a orillas del alto río Paraguay.

Índice
1 Descripción de la región en litigio
2 Antecedentes y causas
3 Comandantes en jefe de los ejércitos
3.1 Comandantes bolivianos
3.2 Comandante paraguayo
4 Estrategias de los ejércitos
4.1 Estrategia boliviana
4.2 Estrategia paraguaya
5 Ataque al fortín Carlos A. López
5.1 Escalada boliviana
5.2 Reacción paraguaya
6 Primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932)
6.1 Batalla de Boquerón
6.2 Caída del fortín Arce y retirada hacia Saavedra
7 Ofensiva boliviana (diciembre de 1932-agosto de 1933)
7.1 Nombramiento del general Hans Kundt
7.2 Primer ataque a Nanawa
7.3 Primera batalla de Fernández (Herrera)
7.4 Batallas de Corrales y Toledo
7.5 Primera batalla de Alihuatá
7.6 Retirada paraguaya de Campo Jordán
7.7 Segunda batalla de Fernández (Herrera)
7.8 Actividad diplomática y declaración de guerra
7.9 Segundo ataque a Nanawa
7.10 Cerco en Gondra
7.11 Ataque al fortín Rojas Silva (Falcón)
8 Segunda ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1933)
8.1 El cerco de Campo Grande
8.2 Segunda batalla de Alihuatá
8.3 Rendición en Campo Vía
9 Armisticio y creación del segundo ejército boliviano
10 Tercera ofensiva paraguaya (enero-diciembre de 1934)
10.1 Caída del fortín Magariños y batalla de Cañada Tarija
10.1.1 Magariños
10.1.2 Cañada Tarija
10.2 Batalla de Cañada Strongest
10.3 Estancamiento de las operaciones
10.4 Avance relámpago hacia Carandaitý
10.5 Avance boliviano en el desierto
10.5.1 Cerco en Puesto Burro
10.5.2 Cerco en Algodonal-La Rosa
10.6 Batalla de El Carmen
10.7 «Corralito de Villamontes»
10.8 Maniobra de Yrendagüé
10.9 Batalla de Ybibobó
11 Creación del tercer ejército boliviano y batallas finales
11.1 Batalla de Villamontes
11.2 Batalla de Pozo del Tigre-Ingavi
12 Fin de la guerra
13 Acuerdo limítrofe
14 Referencias
15 Bibliografía citada
16 Bibliografía recomendada
17 Enlaces externos
Descripción de la región en litigio
La región central sudamericana conocida como el Gran Chaco se divide, de norte a
sur, en tres regiones: Chaco Boreal ―al norte del río Pilcomayo―, el Chaco Central
―entre ese río y el río Bermejo―, y al sur de este último el Chaco Austral. El área
disputada entre Bolivia y Paraguay correspondió exclusivamente al Chaco Boreal.

El Chaco Boreal posee una extensión de aproximadamente 650 000 km² (semejante a la
de Francia) y hasta fines de la década de 1920 estuvo casi despoblado y sin
explorar. Sus límites son: al sur el río Pilcomayo y Argentina; al este, el río
Paraguay y la región oriental de Paraguay; al noroeste, la precordillera boliviana
y al noreste, las regiones selváticas de Brasil y Bolivia.

Paisaje del Chaco Boreal, el árbol es el quebracho colorado (Schinopsis balansae).


La región estaba cubierta por bosques, matorrales espinosos y palmeras. En la
franja cercana al río Paraguay, se explotaba el quebracho colorado para la
producción del tanino. El desarrollo de la agricultura en esa época era escasa.

El monte [chaqueño] es el absurdo materializado en árboles. Es el terrible mundo de


la desorientación. En todas partes es el mismo, bajo, sucio, verde terroso. […] Sus
árboles no son árboles, son espantajos de formas torturadas, en cuya corteza rumian
su miseria fisiológica espinas y parásitos [que] crecen prendidos a una tierra
estéril e infecunda, por eso viven y mueren sin adornar sus ramas con la verde
caricia de la hoja ni el milagro luminoso del fruto.
Carlos Arce Salinas, excombatiente y político boliviano;
en (Arce Aguirre, 2009, p. 32)
El clima de tipo tropical de sabana (Aw) en el sector oriental, y semiárido cálido
(BSh) en el sector occidental, climas predominantemente calurosos, con
prácticamente dos estaciones al año: veranos lluviosos e inviernos secos. La
temperatura puede llegar a los casi 50 °C en verano, y ser inferior a los 0 °C. en
el invierno. Es el hábitat de una gran variedad de serpientes venenosas y de
insectos portadores de enfermedades, como la vinchuca y el mosquito. El agua es
escasa y salobre en las zonas centrales; los pocos pozos y lagunas existentes
tuvieron una importancia vital durante la guerra pero la contaminación de los
mismos produjeron muchas bajas por disentería.

Hay un magnífico pozo de agua en Platanillos. Los paraguayos al retirarse le


pusieron una bomba. Tiene 40 metros de profundidad y se hacen esfuerzos por
rehabilitarlo. Pero su agua es intomable por lo nauseabunda. Se ha extraído ya
enorme cantidad de agua, es cristalina pero infecta, hedionda a curtiembre, a
cueros podridos. Se espera el resultado de los análisis de Villa Montes.
Luis Fernando Guachalla, pagador del Segundo Cuerpo boliviano, 5 de marzo de 1933;
en (Guachalla, 1978, p. 248)
Durante la temporada de lluvia, de diciembre a mayo, los pocos caminos, que eran
senderos polvorientos durante la mayor parte del año, se convertían en fangales
intransitables debido a la poca permeabilidad del suelo. Esta inhóspita región fue
muchas veces el enemigo principal que enfrentaron ambos contendientes.

Antecedentes y causas
Artículo principal: Antecedentes de la Guerra del Chaco
Los antecedentes y causas de la guerra del Chaco son complejos. Cuando Bolivia y
Paraguay se volvieron estados independientes heredaron de la época colonial una
vaga determinación de los límites de esa zona inhóspita y despoblada por lo que
tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones de acuerdo con documentos muchas
veces contradictorios o mediante el trazado de líneas geodésicas. Los cuatro
tratados de límites que se acordaron entre 1879 y 1907 no fueron aceptados
definitivamente por ninguna de las partes. Cuando Bolivia perdió la salida al
océano Pacífico, como consecuencia de la guerra del Pacífico (1879-1884), esa
región adquirió un valor estratégico para ese país: la ocupación del Chaco Boreal
fue necesaria para salir al océano Atlántico por el río Paraguay. Ambos países
realizaron pocas expediciones al Chaco. Otra causa fue la supuesta existencia de
petróleo en el subsuelo chaqueño que la empresa estadounidense Standard Oil ya
extraía en sus bordes serranos. Esta empresa había fracasado en su intento de
transportar el petróleo boliviano a través de un oleoducto en territorio argentino
hasta la refinería que tenía una subsidiaria suya, en Campana, sobre el río Paraná,
quedándole como única opción cruzar por el Chaco Boreal hacia el río Paraguay, lo
más al sur posible.18

Paraguay, unas décadas antes, había sido devastado por la guerra de la Triple
Alianza (1865-1870). Una de las consecuencias fue la pérdida de enormes territorios
en la zona oriental. Respecto del Chaco Boreal, Argentina pretendió incorporar una
parte a su territorio recurriendo al arbitraje del presidente estadounidense
Rutherford Hayes en 1879; este falló determinando que la zona comprendida entre el
río Pilcomayo y el Verde, al norte, correspondía a Paraguay. Con estos
antecedentes, era difícil que ese país pudiera aceptar las pretensiones bolivianas
sobre el Chaco Boreal.

Véase también: Tratados limítrofes entre Bolivia y Paraguay anteriores a la Guerra


del Chaco
Comandantes en jefe de los ejércitos

Daniel Salamanca, presidente de Bolivia entre 1931 y 1934.

General Hans Kundt.

Enrique Peñaranda.
Comandantes bolivianos
Durante la guerra del Chaco, el ejército boliviano fue dirigido sucesivamente por
cuatro generales:

Filiberto Osorio (entre septiembre y octubre de 1932);


José Leonardo Lanza (entre octubre y diciembre de 1932);
Hans Kundt (entre diciembre de 1932 y diciembre de 1933); y
Enrique Peñaranda Castillo (entre diciembre de 1933 y el fin de la guerra).
Detrás de ellos, tuvieron fuerte influencia el presidente Daniel Salamanca y la
oligarquía boliviana. Osorio y Kundt fueron sustituidos por errores de conducción y
motivos políticos.

Hans Kundt fue la principal figura militar en Bolivia en las dos décadas anteriores
a la guerra. Llegó al país el 11 de marzo de 1911, con el grado de mayor,
encabezando una misión de 18 militares alemanes contratada por el Estado boliviano
para reorganizar el ejército. Su buena actuación, exclusivamente técnica, le valió
el ascenso a general del ejército boliviano.
En 1914, estando de vacaciones en Alemania, estalló la primera guerra mundial.
Participó esencialmente en el frente oriental y luego en el frente occidental. Se
retiró del ejército alemán con el grado de general y regresó a Bolivia en 1921 como
un civil. Fue nuevamente contratado por el presidente Saavedra, se nacionalizó
boliviano en 1921 y asumió la jefatura del Estado Mayor hasta 1926, pero con
funciones cada vez más ligadas con la política interna boliviana. A mediados de
1930, intentó orientar a los oficiales bolivianos en cuestiones políticas a favor
de la reelección del presidente Hernán Siles. Cuando este fue derrocado, tuvo que
exiliarse.

En diciembre de 1932, ya con 63 años, fue llamado por el Gobierno para dirigir al
ejército boliviano en campaña. Fue calificado como oficial tropero, por no poseer
estudios de Estado Mayor, lo que influyó en la deficiente movilización del ejército
boliviano en 1928 con su secuela de saqueos, disturbios, amotinamientos y
deserciones. No solo tuvo que enfrentar al ejército paraguayo, sino también a las
intrigas de los oficiales del alto mando boliviano. En diciembre de 1933, tras los
sucesivos fracasos en Nanawa, Campo Grande y en Alihuatá-Campo Vía, fue destituido
por Daniel Salamanca. Abandonó Bolivia y falleció en Suiza seis años después.

Enrique Peñaranda Castillo fue elegido por el presidente Salamanca como sucesor de
Kundt por haber escapado del cerco de Campo Vía, hecho que no fue cierto y que
Peñaranda evitó aclarar.19
Participó, antes de la guerra, en el engaño del alto mando boliviano al presidente
Salamanca con motivo de la ocupación del fortín paraguayo Carlos A. López,
amparándose en la obediencia debida.20

Careciendo de un punto de vista estratégico propio, y engañoso casi por omisión en


sus relaciones civil-militares, Peñaranda era una misteriosa mezcla de «camaradería
de rancho», que le daba acceso a las sugerencias de los subordinados y de
intolerancia cuartelera cuando estaba irritado (complicando así sus relaciones con
Salamanca).
(Dunkerley, 1987, p. 223)
El general Peñaranda continúa siendo el hombre sin carácter ni iniciativa propia.
Esta impresión se ha hecho conciencia en el ejército y nadie la disimula.
Salamanca, en (Querejazu Calvo, 1981)
Si bien presentó su renuncia dos veces antes de la batalla de El Carmen, el
presidente Salamanca hizo caso omiso de ellas porque consideró que las distintas
fracciones del ejército lo respetaban porque no hacía sombra a nadie.21

Salamanca lo responsabilizó por la derrota en El Carmen e intentó sustituirlo.22


Este hecho motivó que el 27 de noviembre de 1934, Peñaranda encabezara el motín
conocido como el Corralito de Villamontes y que por haber sucedido en tiempos de
guerra fue calificado como de «traición a la Patria».23

Poco tiempo después Peñaranda no pudo evitar el colapso del Segundo Cuerpo
boliviano frente a La Faye al no imponer su autoridad al coronel David Toro para
que se retirara a un lugar más seguro.24A partir de ese momento, y con el ascenso
del coronel Toro al cargo de jefe del estado mayor, comandó el ejército casi en
forma colegiada con él. El historiador Bruce W. Farcau sostiene que está pendiente
de evaluación si la conducción de Peñaranda no fue peor que la del denostado
Kundt.25

Comandante paraguayo

José Félix Estigarribia.


En contraste con los sucesivos comandantes en jefe bolivianos, el ejército
paraguayo fue dirigido por José Félix Estigarribia desde el comienzo hasta
finalizar la guerra, periodo en el cual nunca abandonó el Chaco.

José Félix Estigarribia era de extracción social humilde, realizó estudios


superiores en la Facultad de Agronomía. Luego de obtener el diploma cambió de
carrera y en 1910 se alistó en el ejército con el rango de teniente de infantería.
De 1911 a 1913, asistió a la Escuela Militar Bernardo O’Higgins, en Chile. En 1917,
fue ascendido a capitán. Fue seleccionado para asistir al curso de Estado Mayor en
la École Supérieure de Guerre en Francia. Era un estudioso de la guerra de
movimiento superadora de las estrategias de la Primera Guerra Mundial. Su primera
experiencia militar en el desierto lo hizo en Marruecos, en las operaciones que
realizó el ejército francés al mando del mariscal Louis Lyautey. En 1927, culminó
el curso de tres años de duración y, en 1928, fue nombrado jefe de Estado Mayor.
Cuando la guerra parecía inevitable, el Gobierno decidió que Estigarribia era el
hombre más capacitado para dirigir al ejército paraguayo.

En abril de 1931, fue ascendido a teniente coronel y, el 18 de junio, asumió el


comando de la 1.ª División con asiento en el puerto Casado, en el Chaco Boreal.
Después de la batalla del fortín Boquerón, en septiembre de 1932, fue ascendido a
coronel, grado con el cual comandó el ejército paraguayo hasta septiembre de 1933.
Tras el exitoso cerco de Campo Grande, fue ascendido a general. Era un hombre
tranquilo, serio y austero, en su inconfundible uniforme con las mangas siempre
cortas. El buen conocimiento de cada oficial bajo su mando le permitió exigir a
cada uno el máximo de esfuerzo que podía dar. Dirigió las operaciones desde muy
cerca del frente para agilizar la toma de decisiones y dejó en libertad a sus
oficiales para que realizaran las operaciones tácticas que el momento y lugar lo
requirieran. Se lo ha criticado por haber sido excesivamente conservador en los
primeros meses del conflicto. Su mayor logro estratégico fue conducir la guerra en
el desierto chaqueño como si se tratara de una batalla naval.

Estrategias de los ejércitos

Camión Ford similar a los que usaron Bolivia y Paraguay.


Estrategia boliviana
La estrategia boliviana se apoyó en la indudable superioridad de recursos
económicos y de población (3 a 1) que tenía sobre Paraguay. Para el Estado Mayor
boliviano la ocupación del Chaco y el acceso al río Paraguay era más un problema
diplomático que militar.

El teniente coronel Ángel Rodríguez consideraba que solo había agua suficiente para
enviar a cinco mil hombres, y que solo las unidades no más grandes que una compañía
podrían maniobrar entre los arbustos, mientras que Kundt seguía firmemente
convencido de que tres mil hombres bastarían para tomar Asunción.
(Dunkerley, 1987, p. 207)
No se tuvo en cuenta la historia de ese pequeño país ubicado al sur y a la
importancia que le daba a la posesión del Chaco Boreal. En 1928, el doctor
Salamanca, para quien Paraguay era «la más miserable de las republiquetas de
Sudamérica»,26 decía:

Bolivia tiene una historia de desastres internacionales que debemos contrarrestar


con una guerra victoriosa […]. Así como los hombres que han pecado deben ser
sometidos a la prueba del fuego para salvar sus almas […] los países como el
nuestro, que han cometido errores de política interna y externa, debemos y
necesitamos someternos a la prueba del fuego, que no puede ser otra que el
conflicto con el Paraguay […] único país al que podemos atacar con seguridades de
victoria.
Salamanca, en (Antezana Villagrán, 1982, p. 12/13 v. 2)
Comenzada la guerra, Bolivia no realizó una movilización total, consideró que era
suficiente llevar adelante una guerra económica y que no alterara la vida cotidiana
de la población.27

Por estas razones no se intentó mejorar el abastecimiento hasta el lejano frente


chaqueño construyendo una línea férrea hasta Muñoz y el imprescindible puente sobre
el río Pilcomayo.28Las tropas fueron transportadas en camión y ferrocarril hasta
Villazón, desde allí en camión hasta Tarija y desde ese punto a pie hasta
Villamontes, la base principal en el Chaco. Desde allí los soldados tuvieron que
marchar hasta 400 km a través del polvo, barro y el calor sofocante del Chaco
Boreal. El medio básico de transporte fue el camión, y estos siempre escasearon. El
presidente Salamanca preguntó al Jefe de Estado Mayor:

Dígame señor general, ¿qué piensan hacer con los 600 camiones y qué han hecho con
los últimos 20 que he comprado hace dos meses?
(Dunkerley, 1987, p. 214)
Para cubrir las seis etapas del tramo Villazón-Muñoz se necesitaban 480 camiones.
Como solo había unidades para los pertrechos y sobre todo el agua, los soldados
tuvieron que movilizarse a pie durante toda la guerra. Los vehículos estuvieron
limitados a su vez por los malos caminos, todos de tierra y que las lluvias hacían
intransitables.29

Bolivia priorizó la ocupación territorial para justificar «de facto» sus derechos
(Véase Incidente de laguna Pitiantuta). La pérdida de un fortín fue vivido
dramáticamente por el pueblo, el Gobierno y el ejército boliviano hasta el punto de
ocultarse la información entre sí.30Los partidos políticos, el regionalismo y la
prensa de la oposición no perdieron ninguna oportunidad para criticar al presidente
Salamanca y al alto mando con el único objetivo de lograr una mayor cuota de
poder.31

La preparación de los oficiales y la del mismo Kundt no estaban actualizadas. El


Colegio Militar era refugio de estudiantes réprobos y bachilleres fracasados.32Muy
pocos recibieron capacitación superior una vez egresados de ese Colegio, dentro o
fuera del país.33Los ascensos se digitaron políticamente en negociaciones abiertas.
La misión militar española que llegó en febrero de 1931 observó que se enseñaba
materias elementales como álgebra a coroneles y topografía a egresados de la
Escuela Superior de Guerra.34Primaban las doctrinas de la temprana Primera Guerra
Mundial con sus ataques frontales con enorme costo en vidas y que ya estaban siendo
superadas por concepciones más modernas. Antes que comenzara la guerra, pese a los
años a cargo del ejército boliviano, el general Hans Kundt nunca estuvo en el
Chaco.35

Para los soldados que venían del altiplano fue difícil adaptarse física y
psíquicamente al hábitat chaqueño. La unidad del pueblo frente a la guerra fue
débil debido al anacrónico feudalismo agrario boliviano.36En 1927, al norte de
Potosí, los llamados «campesinos» se levantaron contra la oligarquía terrateniente
boliviana en tres oportunidades; Eduardo Nina Quispe (1930-1933) luchó por una
República de Naciones y Pueblos Originarios y en 1935 se masacró a campesinos en
Pucarani para obligarlos a ir a la guerra.

El soldado Aymará, que no conocía el castellano, fue ciegamente a la guerra (y a la


muerte) sin saber el por qué.37Uno de ellos preguntó a su sargento: «¿Y quién,
pues, jefe, es nuestro enemigo? ¿Son los cochabambinos?».38

El indio iba a la guerra, pero no le gustaba naturalmente porque no tenía


conciencia patriótica ¿cómo era posible tenerlo como soldado al indígena sin
forzarlo?
J. Espada Antezana, ministro de Guerra de Bolivia,
en (Arce Aguirre, 1987, p. 258).
¿Los indios son cobardes? No saben a conciencia qué es la Patria, pero se empeñan
en fiera lucha contra quienes intuyen que son sus adversarios o, más propiamente,
contra los oficiales que los comandan.
Subteniente boliviano Alberto Taborga,
en (Dunkerley, 1987, p. 244)
La relación entre Salamanca y el alto mando y la de estos entre sí fue difícil
durante toda la guerra ya que muchos tenían ambiciones políticas y corporativas que
afectaban la conducción de las operaciones.

La clase militar había llegado a formar una especie de casta privilegiada,


cuidadosamente cerrada a los profanos, de acceso exclusivamente oficial y cuyos
componentes progresaban masónicamente en grados y emolumentos por acción del tiempo
[…] Unidos en estrecha solidaridad de intereses, frente al Gobierno y a la nación
toda, […], acabaron por mostrar, al contacto con la guerra, toda la soberbia de que
estaban penetrados. […] Desgraciadamente tanta soberbia militar iba acompañada de
la incapacidad y de la derrota, con todas sus funestas consecuencias. […] Se
crearon en el Chaco un campo propio y cerrado en que ellos pudiesen moverse con
entera libertad. Eso sí, pedían soldados, camiones, provisiones, armas y municiones
en cantidades crecientes sin atender a las posibilidades financieras que limitaban
los esfuerzos del Gobierno (a pesar de su buena voluntad).
Salamanca, en (Guachalla, 1978, p. 90 y 91)
Algunos historiadores, Querejazu Calvo entre ellos, caracterizaron al ejército
boliviano de entonces como un «ejército colonial» porque era una fuerza
fundamentalmente dirigida a la represión interna, que carecía de apoyo popular, que
estaba dividido racialmente y que era utilizado para defender un sistema político
que ya estaba en proceso de desintegración.39

La compra de armamentos, a fines de la década del 20, fue desproporcionada frente


al probable enemigo, el ejército paraguayo. Esto despertó la inquietud de otros
países limítrofes: Chile y Perú. Esa compra, unificada mayormente en la firma
inglesa Vickers, produjo una serie de problemas en cuanto a la calidad y al
cumplimiento de las entregas.40Se compraron tanques pese a la oposición de los
técnicos bolivianos que afirmaban que no servirían en el Chaco. Al comienzo de la
guerra, un volumen importante de armas todavía estaba sin fabricar ni embarcar en
Inglaterra.

En 1932, Bolivia sufrió serias dificultades económicas por la caída del precio y el
volumen de las exportaciones del estaño que en 1929 habían sido de 46,9 millones de
dólares, reduciéndose a 10 millones de dólares en 1932. Además, careció de crédito
internacional por haber entrado en mora en los pagos de su deuda externa. La
producción minera concentraba, en 1930, el 95 % de las exportaciones bolivianas
absorbiendo mano de obra campesina que impedía el desarrollo de la agricultura y
favorecía la dependencia de la importación de alimentos provenientes de los países
vecinos, especialmente de Argentina. En 1931, el general Osorio, en un informe al
Ministerio de Guerra, advertía sobre esta debilidad estratégica:

[...] en una emergencia bélica con el Paraguay […] existe el peligro que nuestro
abastecimiento y aprovisionamiento […] casi total y obligadamente efectuados en los
mercados argentinos, quede obstruido con gravísimo perjuicio para nuestros
intereses militares.
General Osorio en (Seiferheld, 1983, p. 283)
Si bien existieron problemas, las importaciones de alimentos y otros insumos desde
Argentina y otros países vecinos se mantuvieron durante toda la guerra. Hasta
productos de Paraguay ingresaron a Bolivia con el visto bueno del gobierno
paraguayo.41

La producción de petróleo de la empresa estadounidense Standard Oil en Bolivia no


pudo satisfacer las necesidades del ejército y durante la guerra fue permanente el
reclamo por la falta de gasolina. Bolivia tuvo que importar combustible y
lubricantes, a un mayor costo, de una destilería que la Standard Oil tenía en el
Perú, o de la que ingresaba ilegalmente desde Argentina cruzando el río Pilcomayo
por Puerto Cabo Iriyoyen (Argentina) hacia Linares, según Kundt, «a un precio
exorbitante».42Después de terminada la guerra se confirmaron las denuncias de que
la Standard Oil de Bolivia, desde 1926, venía sacando de contrabando parte de su
producción hacia Argentina, a través de un oleoducto clandestino, con el visto
bueno de altos funcionarios del Gobierno argentino y boliviano vinculados a esa
empresa norteamericana.

Estrategia paraguaya
Tren transportando soldados paraguayos desde Puerto Casado al frente.
El estado mayor paraguayo planeó la defensa del Chaco utilizando las comunicaciones
existentes en la zona. Se trasladaron hombres y recursos desde Asunción por el río
Paraguay hasta Puerto Casado y desde allí por un ferrocarril de trocha angosta,
usado en la explotación de tanino, hasta muy cerca de Isla Poí, la principal base
militar en el Chaco. Durante la primera parte de la guerra, esta ventaja compensó,
en cierta medida, la superioridad boliviana en recursos.

Sin embargo, la falta de camiones fue crónica y permitió muchas veces que el
enemigo, totalmente desarticulado, pudiera escapar. El abastecimiento de agua, por
igual motivo, fue otro problema difícil de resolver. El 5 de octubre de 1934, en su
visita al frente, el presidente Ayala le manifestó al general Estigarribia que no
podía proveerle de los 500 camiones que el ejército necesitaba con prioridad
absoluta debido al alargamiento de su línea de abastecimiento. Estigarribia
justificó entonces su plan de atacar a los bolivianos en Cañada El Carmen diciendo:

En este caso [...] no se debería perder tiempo esperando mejores perspectivas sino
por el contrario actuar pronto y decididamente porque nosotros no podemos movernos
[por falta de camiones] pero tampoco podemos quedar donde estamos.
(Vittone, 1986, p. 198).
Las ofensivas paraguayas se realizaron en las estaciones de poca lluvia, cuando el
calor era preponderante. Se utilizó la táctica del «cerco y aniquilamiento», el
popularmente llamado «corralito»: ruptura o envolvimiento del frente, penetración
hacia la retaguardia enemiga, corte del abastecimiento y mando enemigos. Se
priorizó el movimiento, rebalsando por los laterales las defensas fijas bolivianas,
evitando los ataques frontales de gran intensidad. El objetivo fue el
aniquilamiento del ejército enemigo y no la ocupación territorial. En febrero de
1934, un informe del Comando Superior boliviano sobre el modus operandi del
ejército paraguayo decía:

La forma sistemática que el enemigo viene empleando en sus ataques consiste en el


amarramiento frontal, con grupos de combate y activas exploraciones de fuego para
buscar el envolvimiento, con su masa, de una o ambas alas, y la salida de
fracciones sucesivas sobre los caminos de retaguardia. Estas maniobras piden serias
precauciones para su ejecución; sin embargo, son llevadas [a cabo] por el enemigo
con una confianza imprudente, apoyado simplemente en el resultado moral de sus
éxitos anteriores.
(Guachalla, 1978, p. 114).
Los oficiales más capaces fueron enviados al extranjero: Argentina, Chile, Francia,
Bélgica, Italia, para realizar estudios superiores.4344El pueblo paraguayo, con la
convicción de estar siendo nuevamente agredido, como había ocurrido 60 años antes
por Argentina, Brasil y Uruguay, se unió nuevamente detrás del Gobierno y su
ejército en lo que se conoce como Guerra total. Nadie dudaba de que el Chaco debía
ser «defendido». El pueblo colaboró con todo tipo de actividades, tanto en el país
como en el extranjero, para aumentar la producción de bienes exportables, recaudar
fondos y todo tipo de recursos para la guerra. En abril de 1934, los ciudadanos
entregaron 800 mesas de madera de sus casas para construir 1200 cajas para 18 000
granadas de mano construidas en los arsenales y que debían enviarse al frente con
urgencia.45Había homogeneidad entre oficiales y soldados donde todos tenían las
mismas tradiciones, costumbres y hablaban el mismo idioma: el guaraní. En este
aspecto el ejército paraguayo tuvo una decisiva ventaja sobre su oponente boliviano
donde había distintos grupos étnicos/lingüísticos, pronunciadas diferencias de
clase, origen y cultura entre soldados y oficiales, y hasta mercenarios extranjeros
en los mandos superiores. Al poeta y excombatiente boliviano Ángel Lara, que
observaba a un grupo de prisioneros paraguayos, le sorprendió que los soldados
conversaran con sus oficiales «con toda naturalidad».46

La perfecta complementación entre dos hombres con características disímiles, el


comandante Estigarribia, como máximo responsable militar, y el presidente Eusebio
Ayala, en su función política y económica, permitió que Paraguay tuviera una
conducción unificada y casi sin fisuras, imprescindibles para lograr los mejores
resultados en la campaña militar.

La adquisición de armas tuvo que superar tres problemas fundamentales:

Tener abiertas las líneas de comunicación que pasaban por Argentina: vías férreas y
de navegación.
La escasez de recursos y de créditos.
La necesidad del secreto para no provocar una reacción boliviana que acelerara la
guerra antes de que las mismas llegaran al Paraguay.
El envío del general Manlio Schenoni, en septiembre de 1926, a recorrer las
fábricas de armamento europeas tuvo como objetivo desviar la atención de los espías
bolivianos, pues la compra fue realizada por el doctor Eusebio Ayala utilizando
secretamente los estudios técnicos que el ejército argentino había realizado para
su propio equipamiento y los informes que enviaban los oficiales paraguayos que
estudiaban en Europa.

Mientras se observaba a un jefe [Schenoni], las adquisiciones se hacían en otra


parte subrepticiamente; se disipaba la alarma de Bolivia mientras realizábamos
nuestros planes. Por este motivo decía el Presidente de la República en uno de sus
mensajes al Congreso: «Preferimos hacer lo que no parece, a hacer parecer lo que no
hacemos».
(Ayala Queirolo, 1985, p. 65)
Las compras se hicieron con gran meticulosidad y secreto, eligiendo las mejores
armas, a diversos proveedores. Paraguay empezó y terminó la guerra con los mismos
oficiales y soldados. Solo tuvo que reponer los muertos, heridos y enfermos. Esto
significó contar, a los pocos meses de continuos combates, con un ejército
experimentado para la difícil guerra chaqueña.

Un aspecto importante de la estrategia paraguaya fue contar con el apoyo de


Argentina como fuente de suministro de insumos vitales. A tal efecto se utilizaron
las históricas relaciones comerciales y las vinculaciones culturales, sociales y
migratorias existentes entre ambos países. Desde el punto de vista geopolítico,
Argentina consideraba a Paraguay como la primera línea de defensa o la punta de
lanza ante una posible expansión brasileña hacia el oeste. Comenzada la guerra, el
pueblo argentino apoyó la causa paraguaya con donaciones y voluntarios de todo
tipo.

El doctor Luque, redactor jefe de La Prensa, me dijo: «Yo no hablo en mi casa de lo


que en el diario se hace, y así jamás hablo de la cuestión paraguayo-boliviana;
pero es lo cierto que mi mujer, mis hijos y todo el servicio no pierden ninguna
oportunidad para expresar sus simpatías por el Paraguay. Ese es el espíritu de toda
la gente».
(Rivarola, 1982, p. 134)
Estos hechos no fueron un secreto para el Gobierno y el estado mayor boliviano, que
recibían extensos informes no solo de sus funcionarios radicados en Buenos Aires
sino del propio Luis Fernando Guachalla, embajador boliviano en Asunción hasta
julio de 1931.47

Ataque al fortín Carlos A. López


Artículo principal: Incidente de laguna Pitiantuta

Ataque del capitán paraguayo Abdón Coronel Palacios.


Rojo: defensas bolivianas.
Azul: ataque paraguayo
El 6 de mayo de 1932, el secretario de estado de los Estados Unidos, Francis White,
presidente de la Comisión de Neutrales, propuso que el pacto de no agresión entre
Bolivia y Paraguay, en curso de negociación, debía partir de los territorios
ocupados por las partes en el momento de su firma. El ejército boliviano aceleró su
plan de ocupación territorial, especialmente de la importante laguna descubierta
accidentalmente por su aviación el 25 de abril de 1932.

En su tercer intento por llegar a ese objetivo, el 15 de junio de 1932, un


destacamento boliviano al mando del mayor Óscar Moscoso atacó y destruyó el fortín
paraguayo Carlos Antonio López, ubicado al borde de la laguna Pitiantuta (o «laguna
Chuquisaca» como fue nombrada después por los bolivianos). Esta sorpresiva acción
militar se hizo contrariando órdenes del presidente boliviano Salamanca de evitar
todo tipo de provocación en el Chaco dadas las negociaciones que se venía
discutiendo en Washington desde noviembre de 1931.

Con esta «operación» de encubrimiento, mentiras y desobediencia y hasta extravío de


documentación, realizada por miembros del alto mando a espaldas del presidente, se
inició uno de los conflictos que afectarían a Bolivia durante toda la guerra, la de
Salamanca contra los responsables del ejército y que culminaría, años más tarde,
con su destitución. Un mes después, el 16 de julio, el destacamento paraguayo
Coronel Palacios recuperó la zona después de una pequeña refriega. Este hecho fue
presentado al pueblo boliviano como un artero ataque de Paraguay a Bolivia y se lo
condimentó además con falsos actos de barbarie cometidos por los soldados
paraguayos. El 19 de julio de 1932, desde los balcones del Palacio Quemado,
Salamanca se dirigió al pueblo que se había congregado para escucharlo:

Ciudadanos, hijos de Bolivia, en un momento de verdadera angustia nacional, al


presentarse una nueva agresión a la dignidad nacional, se ha producido esta
magnífica reacción que manifiesta la vida y el vigor del patriotismo boliviano. Si
una nación no reaccionara ante los ultrajes que le infieren no merecería ser una
nación.
(Querejazu Calvo, 1990, p. 29)
Miles de bolivianos aplaudieron esas palabras sin sospechar del engaño y de que
irían a la muerte poco tiempo después en la desconocida y árida planicie chaqueña.

Escalada boliviana
La recuperación paraguaya de la laguna Pitiantuta, que volvió las cosas a su estado
anterior, no lo fue para Salamanca. Como si se tratara de una afrenta al honor
nacional pidió al general Osorio el enjuiciamiento de los responsables. Poco
después, debilitado políticamente y empujado por un clima guerrerista que él mismo
había incentivado, ordenó al general Quintanilla que en represalia se apoderara de
los fortines paraguayos Corrales, Toledo (del 27 al 28 de julio) y Boquerón (el 31
de julio de 1932).

Ejecute bien la orden, si hay en ello algún mérito, sería suyo; si surgen
responsabilidades, serán mías.
(Dunkerley, 1987, p. 219)
En el frente diplomático, ante la protesta paraguaya como país agredido, Salamanca
se mostró firme en no devolver los tres fortines y exigió que fueran incorporados a
una «zona en litigio». Previamente, el 22 de julio de 1932, ordenó que la
delegación boliviana abandonara la Comisión de Neutrales, que actuaba de mediador
entre ambos países. Ante el pedido paraguayo de que se investigara lo sucedido en
Pitiantuta, Julio A. Gutiérrez, ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia,
descolocado por la acción militar realizada por el alto mando, intentó defender lo
indefendible mediante un lenguaje cada vez más agresivo:

Después del ataque [se refiere a la recuperación paraguaya del fortín Carlos A.
López] [el Paraguay] se presenta nuevamente en Washington alardeando pacifismo.
Esto es un sarcasmo de la realidad de los hechos, una burla, no solo para nosotros,
sino para los mismos neutrales.
(Paraguay. Ministerio de Relaciones Exteriores, 1933, p. 188)
Finalmente el canciller Gutiérrez, en una arrogante nota del 1.º de agosto, agregó:
«No nos interesan las investigaciones que no definen la cuestión fundamental».48

El 7 de agosto fuerzas bolivianas ocuparon el fortín paraguayo Carayá, bautizándolo


como Huijay.

Con esta excesiva reacción sin razones valederas, el Gobierno de Salamanca avanzó
desde una política de desmilitarizar el Chaco a una guerra con miles de muertos y
heridos. Pero el ejército boliviano, a fines de julio de 1932, no estaba preparado
para una operación militar en gran escala en el Chaco. El 30 de agosto de 1932, a
solo 9 días del ataque de todo el ejército paraguayo sobre Boquerón e inicio de la
guerra, el general Osorio envió el Memorando 507/32 al presidente Salamanca. Con un
tono casi altanero e irrespetuoso, expuso que el alto mando no tenía directivas
precisas ni existía un Plan de Operaciones que guiara al ejército boliviano en el
Chaco. En el mismo memorando propuso un plan que consistía en avanzar por el norte,
en el alto Paraguay, zona diametralmente opuesta al que se estaba realizando en el
sur.49El plan de Osorio tenía como objetivo ocupar la costa del río Paraguay frente
a un país neutral (Brasil), fácil de aprovisionar y mantener indefinidamente. Al
mismo tiempo, en la zona sur, el general Carlos Quintanilla, jefe de las fuerzas
bolivianas en el Chaco, pidió autorización para ocupar dos fortines más: Nanawa al
sur y Rojas Silva al este. Este último fortín fue ocupado el 6 de septiembre de
1932.

Así Quintanilla, el General de las Represalias, movido un tanto por la orden


presidencial y más por sus ansias locas por popularizarse [...] obteniendo triunfos
baratos sobre el Paraguay, indirectamente cooperó [...] para precipitar al inerme
pueblo boliviano a la vorágine del Chaco.
(Tabera, 1979, p. 154)
En julio de 1932, el ejército boliviano contaba en el Chaco con el Primer Cuerpo,
unos 4000 hombres, en la parte sudoeste, más dos divisiones, unos 2000 hombres, en
el noroeste. Durante el mes de agosto aproximadamente 6000 soldados comenzaron a
ser trasladados lentamente al Chaco debido a serias complicaciones logísticas.50

Reacción paraguaya

Eusebio Ayala, presidente del Paraguay entre 1932 y 1936.


La captura y destrucción del fortín Carlos A. López que la cancillería boliviana
seguía negando, la ocupación «en represalia» de tres fortines paraguayos que se
negaba a devolver y la actitud intransigente y belicista del Gobierno boliviano,
convencieron al Gobierno paraguayo de que la solución militar era la única salida a
los problemas chaqueños. El presidente Eusebio Ayala decretó la movilización
general para lanzar al Paraguay a una guerra a gran escala. Durante el mes de
agosto de 1932 se concentraron 8000 soldados en la base de operaciones de Isla Poí;
1500 en el fortín Nanawa y 3000 se ubicaron en el alto río Paraguay. Otros 3000
refuerzos fueron enviados a Isla Poí a fines de agosto. Estas fuerzas estaban al
mando de 8 tenientes coroneles, menores de 50 años, que en su mayoría habían
realizado altos cursos de perfeccionamiento en Europa y 12 mayores, que tenían
menos de 40 años y que también habían realizado estudios en el extranjero.51En Isla
Poí se construyó una pista de aterrizaje y se trasladó toda la fuerza aérea. Se
requisaron camiones y barcos privados, los primeros para el transporte de tropas y
recursos en el Chaco y los segundos para reforzar la logística que se hacía desde
Asunción hasta el puerto Casado por el río Paraguay.

El teniente coronel Juan B. Ayala, del Estado Mayor, el oficial que había recibido
la mayor capacitación en Francia y que había analizado las causas del fracaso de la
movilización del año 1928 que impidió que la guerra de iniciara aquel año, logró
ahora triplicar planificadamente, en solo 30 días, las fuerzas del ejército en
tiempos de paz. El teniente coronel Estigarribia estimaba que el ejército boliviano
recién podría completar su movilización masiva, y alcanzar la inevitable
superioridad en hombres y recursos, en 90 días, tiempo suficiente para llevar
adelante, con esa ventaja estratégica, la primera ofensiva paraguaya en el Chaco.

El 29 de agosto, la Comisión de Neutrales propuso una tregua incondicional de 60


días que Bolivia aceptó si se reducía a 30 días pero que el doctor Justo Pastor
Benítez, ministro de relaciones exteriores de Paraguay, con toda la maquinaria
bélica en pleno movimiento, la rechazó aduciendo: «Nos toca velar por nuestra
propia seguridad que consideramos seriamente amenazada».52

Primera ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1932)


Batalla de Boquerón
Artículo principal: Batalla de Boquerón (1932)

Primera ofensiva paraguaya (septiembre a diciembre de 1932).


El 8 de septiembre, aviones bolivianos detectaron la aproximación de las fuerzas
paraguayas en el camino hacia Boquerón y bombardearon y ametrallaron la columna,
ocasionando bajas entre hombres y caballos.

El teniente coronel Manuel Marzana asumió el mando de las fuerzas que ocuparon
Boquerón el 31 de julio de 1932 a causa del fallecimiento del teniente coronel Luis
Emilio Aguirre (junto con otros oficiales y soldados), en la emboscada preparada
con antelación por las fuerzas paraguayas que defendían el fortín.53Este competente
oficial fue el responsable de sostener el cerco de Boquerón resistiendo los embates
del grueso del ejército paraguayo que, desde el 9 al 29 de septiembre de 1932, lo
atacaría sin cesar.

Los paraguayos atacaron desaprensivamente a Boquerón el 9 de septiembre. Cuando los


voluntariosos ataques directos no tuvieron éxito, las unidades se desplegaron en
los alrededores para emboscar a las fuerzas que pudieran acudir en ayuda del
fortín. El 10, una columna boliviana que avanzaba hacia Boquerón cayó en una
emboscada sufriendo fuertes bajas. En estos primeros días pudo observarse muchas
deficiencias en el ejército paraguayo, principalmente en el abastecimiento del
agua. Acuciados por la sed, los soldados abandonaban las líneas para buscar agua en
la retaguardia. También hubo falencias en la sincronización de los movimientos
entre las unidades.

La aviación boliviana trató de neutralizar la «artillería» que bombardeaba Boquerón


y que era la que más bajas producía sin poder ubicarla. Se trataba de los modernos
morteros Stokes-Brandt que hasta Marzana creía que eran cañones de largo alcance.
Los combates iniciales sirvieron para que los paraguayos ganaran en experiencia a
costa de muchas bajas. El ingreso de ayuda al fortín cercado realizado por el
ejército boliviano con pequeñas unidades, algunas con éxito y otras no, fue con
gran costo en bajas ya que esas fuerzas debían salir nuevamente del fortín por la
falta de recursos en el lugar.

Teatro de operaciones batalla de Boquerón y alrededores


Empezamos nuestro retíro […] Paso por medio de una lluvia de balas. Sigue la
masacre. Aumenta peligrosamente el número de muertos, […]. Por fin logramos pasar
toda la zona donde se encontraba el enemigo y llegamos al Comando. Todos pedíamos
pan y agua. Ya no éramos los muchachos entusiastas y fuertes que salimos de Oruro.
No éramos más que espectros. Todos queríamos irnos.
Diario del teniente boliviano Germán Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 218)
La aviación lanzó municiones, alimentos y medicinas sobre Boqueron pero debido al
fuego antiaéreo paraguayo y la necesidad de conservar los aviones se hizo desde
gran altura por lo que se destruyeron en la caída o cayeron en poder del enemigo.

En el campo diplomático Bolivia aceptó la propuesta de la Comisión de Neutrales de


suspender las hostilidades creando un cinturón de neutralización de dos km
alrededor de Boquerón. Paraguay no lo aceptó y mantuvo la posición inicial de que
previamente Bolivia debía devolver los fortines capturados en el mes de julio.

El 21 de septiembre, 8 días antes de la caída de Boquerón y de la retirada general


boliviana, el presidente Salamanca respondió al general Osorio su impertinente
memorando del 30 de agosto diciendo que mientras el ejército había seguido sus
instrucciones se había logrado la captura de Toledo, Corrales y Boquerón y por no
haberlo hecho se había perdido la laguna Chuquisaca. Rebatió el plan de atacar por
el norte y sostuvo:

A mi juicio, una guerra con el Paraguay debe librarse en el Sudeste concentrándose


allí las fuerzas posibles para descargar golpes decisivos que nos permitan imponer
un tratado de paz en Asunción.
Nota del presidente Salamanca al general Osorio,
en (Vergara Vicuña, 1944, p. 39 v. 2)
El alto mando convenció finalmente a Salamanca sobre la necesidad de abandonar
Boquerón. Se realizó en Muñoz, sede del comando boliviano en el Chaco, una
tormentosa reunión de varios generales, que casi termina a los tiros.54Esto motivó
que el general Quintanilla, el día 27, pidiera a Marzana que soportara diez días
más mientras organizaba un contraataque. Ninguna de las dos cosas era posible por
el agotamiento de las fuerzas bolivianas y la superioridad en hombres y recursos
del enemigo. El alto mando boliviano se negaba a reconocer que no había previsto la
sorpresiva estrategia paraguaya de atacar con todo su ejército. Cuando el mayor
Julio Aguirre, el 10 de septiembre, informó al coronel Francisco Peña que los
paraguayos debían ser varios miles, porque eran más de 400 soldados solo en el
camino Yujra-Boquerón, este le contestó: «Miró usted visiones... El enemigo es
cobarde y no pasa de unos mil hombres».55Pocos días después Peña cambió de opinión
e informó al general Quintanilla:

En estos momentos mi división atraviesa una situación muy delicada. Todos los
informes que recibo me hacen saber que las tropas se encuentran totalmente
desmoralizadas y agotadas. Hemos intentado tres ofensivas con fuerzas frescas,
llenas de entusiasmo a objetivos bien definidos, ninguna ha podido ser culminada
por la superioridad aplastante del adversario, tanto material como de especial
instrucción de combate en el bosque; cualquier nueva ofensiva con los elementos que
dispongo seria de resultados negativos, llevando a nuestro personal a un sacrificio
estéril. Me permito sugerir buscar una defensa sólida en Arce y una momentánea
intervención diplomática para salvar al destacamento Marzana en Boquerón y
completar nuestra preparación.
Informe de Peña a Quintanilla,
en (Arze Quiroga, 1952, p. 159 v. 2)
El Gobierno boliviano se enteró de la caída de Boquerón por las noticias
provenientes de Paraguay y Argentina. Esto lo obligó a retacear la información al
pueblo boliviano. Salamanca destituyó a Filiberto Osorio y lo reemplazó por el
general José L. Lanza en medio de manifestaciones populares, principalmente en La
Paz, que acusaban al Gobierno y especialmente al alto mando por la derrota pidiendo
el retorno del general Hans Kundt. El 8 de octubre de 1932, Salamanca recibió una
nota de «protesta» (supuestamente en nombre de oficiales de la 4.ª y 7.ª División)
donde el general Quintanilla y su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel David
Toro, al borde de la insubordinación, hacían responsable al presidente del fracaso
militar y se manifestaban ofendidos por la remoción de Osorio.5657

En Boquerón, y en los desiguales combates que tuvieron lugar en los alrededores,


Bolivia perdió 1500 hombres, entre muertos y prisioneros entre los que se
encontraban los oficiales y soldados con más experiencia en el teatro de
operaciones chaqueño.58En mérito a los logros obtenidos José Félix Estigarribia fue
ascendido a coronel, rango con el cual conduciría a todo el ejército paraguayo
hasta septiembre del año 1933.
Caída del fortín Arce y retirada hacia Saavedra
Después de la captura de Boquerón, el ejército paraguayo con 15 000 hombres
continuó su avance en dirección al fortín Arce. Estigarribia reorganizó sus fuerzas
creando la 4.ª División al mando del teniente coronel Nicolás Delgado, oficial que
acababa de llegar de Francia donde había completado sus estudios en la Escuela de
Guerra de ese país.59

Por su parte, las tropas del Destacamento Peñaranda y fuerzas auxiliares, agotadas
y desmoralizadas, se replegaron hacia Arce ofreciendo ligera resistencia a unos 11
km de ese fortín. La presión paraguaya provocó que tres regimientos bolivianos
abandonaran sus posiciones sin combatir:

En la tarde de hoy [30 de septiembre de 1932] se nota movimiento entre los soldados
y se ve alejarse varios grupos con dirección al camino. Nosotros hacemos lo mismo y
en el tropel abandonamos nuestras posiciones. Es un acto vergonzoso. Se deserta en
conjunto frente al enemigo. Pero en estos momentos nadie piensa. Llegamos a Arce
[que dista] 5 leguas.
Diario del teniente boliviano Germán Busch,
en (Brockmann, 2007, p. 222)
Estigarribia, con mucha cautela, envió una división por el camino Yujra-Arce
mientras que una segunda avanzó por la derecha para ganar la espalda del enemigo.
La tercera quedó como reserva asumiendo que tomar Arce sería más difícil que
Boquerón donde había sufrido unas 2000 bajas, entre muertos, heridos y enfermos. En
el avance, una patrulla paraguaya capturó al teniente coronel Humberto Cárdenas
(comandante del RI-35 boliviano) que con 5 camiones quedó empantanado en el camino
Arce-Yujra.60Frente a Yujra, una fracción del regimiento boliviano Loa fue rodeada
por el RI-1 Dos de Mayo y el RI-3 Corrales y en el curso de una confusa
capitulación fueron capturados el mayor boliviano Francisco Arias, 7 oficiales y 80
soldados.61

El ejército paraguayo ocupó los fortines Ramírez y Castillo (8 de octubre), Lara


(11 de octubre) y Yujra (12 de octubre). El 22 de octubre, al amanecer, comenzó el
ataque al fortín Arce y para el mediodía los regimientos paraguayos rodearon las
líneas bolivianas saliendo a su retaguardia. Al notar esta maniobra, cuatro
regimientos bolivianos abandonaron sus posiciones completamente desmoralizados. El
coronel Peñaranda, temiendo ser rodeado, ordenó la retirada.

El ministro de Guerra, Joaquín Espada Antezana, que se encontraba en Arce, intentó


poner algún orden en el torrente humano que se dirigía al camino al sur. Fue
inevitable ordenar un nuevo repliegue hacia Alihuatá. De todos modos la multitud se
arrojó hacia el camino y las sendas, e incluso rompió monte a machetazos,
abandonando por todas partes su armamento. La sed y el agotamiento fueron
aniquilando a muchos y las rutas de retirada se marcaron con los cadáveres en
actitudes grotescas.
(Brockmann, 2007, p. 213)
En el descontrol general, el alto mando boliviano envió al fortín Arce, dentro de
cajas con botellas de whisky, dos frascos conteniendo Vibrión Colérico, para
contaminar las lagunas que se abandonaban al enemigo y desatar una epidemia de
cólera en el ejército paraguayo. Peñaranda entregó los frascos y la orden
pertinente al doctor Gabriel Arze Quiroga, quien felizmente, por razones morales y
sanitarias, desobedeció la orden y enterró el material que hubiera afectado incluso
a las tropas bolivianas.62

El 23 de octubre, a las 13:30, las fuerzas paraguayas entraron en el fortín Arce


(renombrado como fortín Francia) encontrándolo vacío y en ruinas a causa del
incendio de sus instalaciones, equipos y armamentos abandonados. Los 4000
defensores se habían retirado a Alihuatá y Saavedra.

La captura paraguaya del fortín Arce, base del comando de la 4.ª División
boliviana, implicó una gran ventaja estratégica pues tenía un gran reservorio de
agua y era nudo de caminos que se dirigían hacia el sur y el oeste. Desde allí, el
ejército paraguayo ocupó el fortín Falcón (Rojas Silva) el día 25; Alihuatá el día
26 y Fernández (Herrera) el 30 de octubre. Aunque resulte paradójico, esta retirada
general era lo mejor que podía hacer el ejército boliviano ante un enemigo
superior, ganando de esa manera un tiempo valioso hasta que pudiera movilizar sus
recursos. Estigarribia hubiera deseado que presentaran batalla para poder
aniquilarlos.

El ejército boliviano recién pudo resistir el avance paraguayo a 7 km del fortín


Saavedra, al borde de un largo y ancho pajonal que los paraguayos debían atravesar
si querían llegar a Muñoz. Allí se posicionó la 4.ª División al mando del teniente
coronel Bernardino Bilbao Rioja, que reemplazó a Peñaranda por motivos de salud.
Mientras tanto arreciaban las críticas contra el presidente Salamanca y el alto
mando pidiendo la vuelta de Kundt. El general Quintanilla contestó con amargura
diciendo que ni el general Kundt ni nadie podrían remediar la falta de efectivos,
armamentos y deficiencias orgánicas que caracterizaban la situación del ejército
boliviano en el Chaco. Quintanilla abandonó el mando el 11 de octubre de 1932 para
sufrir posteriormente persecuciones, hostilidad y confinamiento.63

A fines de diciembre de 1932, el ejército boliviano, al mando de su flamante


comandante, el general boliviano-alemán Hans Kundt, completó su movilización. Ante
esta circunstancia, más el comienzo de la época lluviosa, el alargamiento de la
logística en 200 km, la falta de camiones y el agotamiento físico de los soldados
luego de 3 meses de ofensiva, el coronel Estigarribia decidió pasar
estratégicamente a la «defensa activa» para enfrentar a la totalidad del ejército
boliviano.

Una visita hecha a las distintas enfermerías del regimiento, póneme en condiciones
de afirmar que persistiendo en causas pauperizantes anotadas en informes anteriores
(ración insuficiente, vigilias, cansancio, desnudez, etc.) los soldados van
desmejorando ostensiblemente día a día. [...] desde hace días van tomando
incremento alarmante un mal cuyas manifestaciones aparentes son: edema
generalizada, laxitud muscular y ligamentosa, y disturbios digestivos que
atribuimos a la ración insuficiente en vitaminas.
Informe del doctor Cañete, de la sanidad paraguaya,
en (Fernández, 1955, p. 330 v. 2)
El 4 de diciembre de 1932, sobre las trincheras de "km 7", el capitán de la
aviación boliviana Rafael Pabón, piloteando un Vickers Scout type 143, se enfrentó
al teniente Benítez Vera que piloteaba un Potez 25 A2, n.º 6, que llevaba de
observador a un oficial del estado mayor y que terminó con la destrucción del
aparato paraguayo y la muerte de sus dos ocupantes.64

Ofensiva boliviana (diciembre de 1932-agosto de 1933)


Nombramiento del general Hans Kundt
El ejército boliviano era obra de Hans Kundt, era el ejército que desfilaba en
formaciones perfectas los días de recordación cívica, era el ejército que realizó
maniobras en el altiplano provocando inquietud en los Gobiernos de Chile y Perú, y
era también el ejército que nunca había sido preparado para una campaña en clima
tropical y terreno boscoso.
(Querejazu Calvo, 1990, p. 55)
Salamanca convocó a Kundt presionado por la creencia generalizada de que podía
conducir a las fuerzas bolivianas a la victoria y porque le permitiría controlar a
los altos oficiales del ejército y a los partidos políticos de la oposición que a
partir de los resultados de Boquerón le negaron sistemáticamente su apoyo. Esta
elección no fue fácil porque Kundt, durante los anteriores Gobiernos de Saavedra y
Siles, se había hecho de importantes enemigos en los partidos políticos y en el
ejército. Estaban frescos los pedidos de su enjuiciamiento por delitos, reales o
supuestos, de recibir dinero por la compra de armas, vender códigos secretos a los
paraguayos, querer ofrecer sus servicios a los chilenos, dividir al ejército o
instigar golpes de estado.65

Kundt solicitó a Salamanca solo una fuerza de 25 000 hombres porque «más soldados
[...] le estorbarían y no quería imponerle al país más gastos».66Su llegada como
salvador levantó la moral y el ánimo de los ciudadanos que pedían su vuelta a
Bolivia después de los tres primeros meses de fracasos lo que molestó a los
oficiales del alto mando boliviano que sentían menoscabadas su capacidad por el
anciano oficial alemán. Muchos le temían y ya sea por esa razón o por cálculo
escondían la verdad lo que motivó que en situaciones tácticamente peligrosas le
comunicaran que no tenían problemas.67

Sus colaboradores inmediatos siempre eran muy parcos en su presencia y ocultaban su


pensamiento para luego despotricar a sus espaldas, en público o en el círculo de
sus camarillas, llamándolo «chocho», «inútil» y «vengativo».
Teniente coronel boliviano Félix Tabera,
en Tabera (1979, p. 145)
Estaba el caso del teniente coronel Ángel Rodríguez que había sido expulsado del
ejército en 1925 por haber dicho que Kundt «no servía ni para cabo de escuadra» y
que luego dio lugar a un juicio por parte de este y a la publicación de un libro
lleno de acusaciones por parte de aquel. Esta situación de tirantez entre Kundt y
sus subordinados se mantuvo hasta el día de su destitución.

No tuve un amigo en los comandos para transmitirle mis inquietudes y quejas;


parecía que todos formaban un bloque, solo para aplastarme personalmente, y hacerme
fracasar en la campaña.
General Hans Kundt,
en (Dunkerley, 1987, p. 220)
Primer ataque a Nanawa
Artículo principal: Primera batalla de Nanawa

Primer ataque boliviano a Nanawa. Situación entre el 20 y 24 de enero de 1933.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
La orden inicial de Kundt fue que el Segundo Cuerpo (8.ª y 3.ª División) capturara
los fortines Corrales, Toledo y Fernández, mientras el Primer Cuerpo (7.ª División
formado por las fuerzas que defendían las regiones de Agua Rica, Murguía y Cuatro
Vientos más algunos regimientos de la 4.ª División) tomara Nanawa.

El fortín Nanawa era importante porque abría varias posibilidades estratégicas:


avanzar hacia el norte para alcanzar Arce-Isla Poí, centro de operaciones
paraguayo; o dirigirse al este y salir al río Paraguay frente a la ciudad de
Concepción.

Después de una minuciosa preparación, el 20 de enero de 1933, se libró la primera


batalla de Nanawa. Era tal la confianza de Kundt en su plan y en la capacidad de
sus tropas que se aventuró a pronosticar la hora en que caería el fortín. La 7.ª
División, al mando del coronel Gerardo Rodríguez, una de las mejores del ejército
boliviano, con fuerte apoyo de artillería y la colaboración de doce aviones, se
dividió en tres columnas con la idea de rodear el fortín y ocuparlo mediante
ataques frontales. El fortín estaba defendido por la 5.ª División paraguaya al
mando del teniente coronel Luis Irrazábal que acababa de terminar su curso de
perfeccionamiento en Bélgica.

En el ala norte, los atacantes cerraron prematuramente su avance y chocaron con el


flanco derecho de las fortificaciones. Tampoco prosperó el ataque sobre el ala sur.
En un momento de la batalla, la 5.ª División paraguaya comenzó a quedarse sin
municiones debido a las lluvias que dificultaba el abastecimiento y al alto consumo
para frenar el ataque enemigo. Se construyó una pista de aterrizaje para que los
aviones pudieran reaprovisionar el fortín mediante un puente aéreo. Después de
sufrir fuertes bajas en su calidad de atacante, las fuerzas bolivianas se
consolidaron en un agresivo semicírculo alrededor de Nanawa. Desde febrero a junio
de 1933, este frente se estabilizó con combates menores y duelos de artillería,
período en el cual ambas partes mejoraron sus respectivas posiciones.

El historiador estadounidense Zook atribuyó el fracaso del ataque boliviano a


cuatro factores:

Insuficiencia en la coordinación.
Falta de información necesaria antes de la acción.
Violación del principio de economía de las fuerzas.
Subestimar al adversario.68
Primera batalla de Fernández (Herrera)
Artículo principal: Batallas de Fernández (Herrera)
La 8.ª División boliviana, al mando del coronel Roberto Schnor, desalojó fácilmente
al regimiento RC-1 paraguayo del fortín Platanillos, nudo de las comunicaciones
entre los fortines bolivianos antes de la guerra. Desde allí, el 14 de enero,
avanzó contra el fortín Fernández (Herrera) con solo 575 soldados asumiendo que los
defensores serían unos 200 soldados.

Sin embargo, el fortín estaba defendido por el regimiento RI-1 Dos de Mayo al mando
del mayor Paulino Antola que contaba con unos 1000 hombres. Recién el día 21, las
fuerzas bolivianas atacaron el fortín pero la falta de coordinación, el ataque
frontal, la ausencia de reservas y la sorpresiva resistencia de los defensores que
quintuplicaban lo esperado produjeron unas 300 bajas. Dos días después, ya con 2400
hombres y el apoyo de 4 cañones, el coronel Schnor reinició las operaciones.

Los defensores paraguayos rechazaron el ataque causando bajas que llegaron al 25 %


de las fuerzas bolivianas.69El regimiento boliviano Colorados resultó prácticamente
diezmado.

El 26 de enero de 1933, Schnor suspendió el ataque y se retiró a Platanillos. El


general Kundt reemplazó a Schnor y a su jefe de Estado Mayor, el mayor Raúl
Barrientos, por el coronel Rafael Morant y el mayor Alfredo Sánchez,
respectivamente.70

Batallas de Corrales y Toledo


Artículos principales: Batalla de Corrales y Batalla de Toledo.

Ofensiva boliviana de enero a marzo de 1933.


Ataque y contraataque en Corrales
El 1.º de enero de 1933, cumpliendo con la Directiva N.º 2 (del 27 de diciembre de
1932) del general Kundt, la 3.ª División, al mando del coronel Gamarra, atacó el
fortín Corrales. A las 12:00, el capitán paraguayo Aguirre, ante el peligro de ser
cercado, abandonó el fortín rumbo a Toledo, abriéndose paso a la fuerza.

Ante esta incursión boliviana, el 20 de enero, Estigarribia, informado erróneamente


sobre el número de fuerzas enemigas, ordenó al teniente coronel Ayala, estacionado
en Toledo, que atacara el sector Corrales-Platanillos para aliviar la presión
boliviana sobre Nanawa y Fernández (Herrera). Ayala, al mando del Segundo Cuerpo de
Ejército (en formación), integrado por dos divisiones, atacó Corrales desde el 27
al 30 de enero pero, dándose cuenta del error, agravado por problemas en el
abastecimiento de agua y combustible que ponía en peligro a sus hombres, decidió
cancelar el ataque y retirarse nuevamente a Toledo.69

Ataque al fortín Toledo


Kundt, ante esta inusitada retirada y la insistencia del teniente coronel Toro, su
jefe de operaciones, ordenó a la 3.ª División reforzada con partes de la 8.ª
División que ocupara Toledo y amenazara la Colonia Menonita y la ruta de toda la
logística paraguaya.

Después de una lenta marcha de 22 días por culpa de la lluvia y el barro, el 25 de


febrero, la 3.ª División boliviana, al mando del teniente coronel Luis Gamarra,
atacó, sin ningún tipo de sorpresa, a las fuerzas del coronel Ayala en Toledo. La
unidad paraguaya contaba con tropas sin experiencia en combate, carecía de los
armamentos reglamentarios o los que tenía eran obsoletos. Una peste de disentería y
tifoidea afectaba a muchos soldados. Por esa razón y para aumentar el control,
Ayala organizó la defensa no en líneas continuas sino en centros de resistencia
que, como erizos, apuntaban para todos lados y dejaban espacios abiertos que
servían de verdaderas trampas.71Pese al apoyo de la artillería y de 10 aviones que
bombardearon y ametrallaron toda la zona, el vigoroso ataque frontal de la 3.ª
División boliviana no logró su objetivo sufriendo una gran cantidad de bajas.72El
apoyo de la aviación boliviana fue deficiente porque el objetivo estaba cubierto
por densos bosques que facilitaban el ocultamiento del enemigo, por los 150 km que
debían recorrer los aviones desde Muñoz hasta Toledo y el complicado enlace entre
el comando del Segundo Cuerpo situado Yayucubas y el comando de la fuerza aérea
ubicado en Muñoz.73

Cundió la desmoralización en diversos regimientos bolivianos tras los infructuosos


ataques realizados en los días siguientes. Para descomprimir la situación Kundt
ordenó a la 8,ª División:
De Muñoz. 6-III-33. Hora 15:00. C II. CE. Cif. 86/300. Día 9 en la madrugada Octava
División debe realizar un ataque demostrativo a Fernández [Herrera].
General Kundt al general Osorio,
en (Vergara Vicuña, 1944, p. 34 v. 4)
Cuando el 10 de marzo Ayala ordenó el contraataque, algunos regimientos bolivianos,
totalmente agotados por el esfuerzo realizado, se amotinaron y huyeron sin sus
oficiales, llegando incluso a disparar contra las propias fuerzas que trataban de
contenerlos.74La batalla finalizó el 11 de marzo con la retirada de la diezmada 3.ª
División boliviana hasta 15 km antes de Corrales donde estableció una línea
defensiva.

Nuevamente el alto mando boliviano no concentró en la zona una fuerza de ataque


importante para lograr un objetivo que hubiera creado serias preocupaciones al
comando paraguayo.69Kundt destituyó al teniente coronel Gamarra y a su jefe de
Estado Mayor, el mayor Luis Añez y nombró en su lugar al coronel José M. Quintela y
provisoriamente al teniente Armando Pereyra. Este último, un excelente oficial, se
suicidaría cuatro meses después afectado psicológicamente por la ferocidad de los
combates frente a Toledo.75

Primera batalla de Alihuatá


Artículo principal: Primera Batalla de Alihuatá
La ofensiva boliviana quedó paralizada en sus extremos norte y sur, la 3.ª División
entre Corrales y Toledo y la 7.ª División delante de Nanawa. Las otras dos
divisiones tampoco progresaron hacia sus objetivos.

Entre la 4.ª División, que seguía en Kilómetro Siete y la 8.ª y 3.ª Divisiones, que
actuaban en el ala izquierda, existía un vacío de más de 50 km, sin solución de
continuidad. Kundt planeó atacar por ese sector para aliviar a la 4.ª División que
seguía combatiendo en Kilómetro Siete. Con la recientemente creada División de
Reserva (9.ª División) salió sorpresivamente en el flanco derecho paraguayo
capturando el 13 de marzo el fortín Alihuatá.

Este ataque, pese a estar bien organizado, tuvo errores de ejecución lo que produjo
bajas desproporcionadas al objetivo y los pocos soldados paraguayos que defendían
ese fortín de tránsito logístico.76
Retirada paraguaya de Campo Jordán
Artículo principal: Batalla de Campo Jordán

Teniente coronel Carlos Fernández (comandante de división) y mayor Andrade (jefe de


Estado Mayor) en el puesto de mando de la 1.ª División paraguaya (Campo Jordán,
marzo de 1933).
La captura de Alihuatá fue un contratiempo para el coronel Estigarribia que no
esperaba una penetración tan audaz. El regimiento boliviano Campos cortó al camino
Alihuatá-Saavedra, ruta de abastecimiento de la 1.ª División paraguaya, al mando
del teniente coronel Fernández, que combatía en Kilómetro Siete, Kilómetro Doce y
Campo Jordán. A su vez, la 4.ª División boliviana, con 3000 hombres, aumentó la
presión sobre esa división.

Estigarribia trató de sacar provecho concentrando fuerzas en Arce para envolver a


su vez a la 9.ª División y le pidió a Fernández que tratara de sostenerse en su
posición hasta el 20 de marzo. Fernández, pese al pedido de su jefe, viendo que la
situación logística era cada vez más delicada tomó la decisión de abandonar su
posición. La retirada de la 1.ª División paraguaya hacia la zona de Gondra fue
perfectamente planificada por un camino abierto al tránsito de camiones, sin
pérdida de hombres ni material pesado.

[...] en previsión de nuestro desprendimiento, dispuse ya desde el día 15 que desde


el atardecer la artillería bombardeara las posiciones enemigas [...] y que las
tropas efectuasen fuego de hostigamiento en forma decreciente hasta la media noche
acortando su duración en una hora [...] Cada noche ese grandioso crepitar de todas
las armas terminaba más temprano, de tal modo que en la noche del 17 de marzo de
1933, al cesar el fuego a eso de las 19:00, el enemigo no se dio cuenta en absoluto
de que la primera línea era evacuada casi íntegramente.
Teniente coronel Carlos Fernández,
en Fernández (1955, p. 260 v. 2)
Segunda batalla de Fernández (Herrera)
Artículo principal: Batallas de Fernández (Herrera)
Luego de la captura de Alihuatá, la 9.ª División boliviana atacó Arce (Francia)
llegando a 5 km del fortín. Tres regimientos bolivianos intentaron quebrar las
defensas sufriendo fuertes bajas equivalentes al 33 % de sus efectivos. Cuando
Kundt se dio cuenta de que esas líneas defensivas ni siquiera eran las principales
ordenó suspender el ataque.77Decidió entonces atacar nuevamente Fernández (Herrera)
para luego volver sobre Arce desde dos direcciones, sur y noroeste.

El 10 de marzo de 1933, la 8.ª División boliviana, al mando del coronel Rafael


Morant, avanzó hacia Fernández (Herrera). Esta fuerza estaba compuesta por 5
regimientos y 2 grupos de artillería: 61 oficiales, 1900 soldados, 52
ametralladoras, 7 cañones y apoyo de la aviación.78

El coronel Morant envió al coronel Luis Saavedra con dos regimientos para que
rodeara el fortín y cortara el camino que lo unía con Arce. La columna Saavedra se
desorientó en el monte. Sin saber donde estaba el grupo Saavedra, Morant inició
sucesivos y sangrientos ataques frontales que fueron repelidos por los defensores
paraguayos. Cuando Saavedra llegó finalmente a su objetivo fue atacado por fuerzas
que venían de Arce y tuvo que volver a su base de partida.79

El 27 de marzo de 1933, después de varios días de ataques, las fuerzas bolivianas


se retiraron hacia Platanillos. Las importantes bajas afectaron la moral de los
combatientes bolivianos.80Cuando se ordenó la suspensión del ataque y la retirada
la situación de los soldados no era buena:

Parecían seres resignados a morir, absolutamente carentes de sentimientos y


totalmente insensibles. Se empleó con ellos la persuasión, el ruego y la amenaza,
sin resultado alguno. Les aseguramos que los paraguayos acostumbraban a castrar a
sus prisioneros, pero seguían inconmovibles […] como último recurso, tomé una
medida desesperada. Di orden a los oficiales que cortaran varas de los árboles y
arrearan a palos a aquellos soldados que se negaban a marchar.
Oficial boliviano Ovidio Quiroga Ochoa,
en (Dunkerley, 1987, p. 251)
El general Kundt criticó la actuación del comandante de la 8.ª División lo que
provocó malestar por ser injustas y desconsideradas.81

En seis meses de ofensiva, el general Kundt solo había logrado tomar Corrales,
Alihuatá y corregir la penetración paraguaya en Kilómetro Siete y Doce. Entonces
volvió a su plan original: capturar el estratégico fortín Nanawa, al sur.

Actividad diplomática y declaración de guerra


El 15 de diciembre de 1932, cuando el ejército boliviano había alcanzado su máximo
poderío en el Chaco y se detenía la ofensiva paraguaya, la Comisión de Neutrales
propuso el cese de hostilidades y el retiro y desmovilización de los ejércitos. El
ejército paraguayo debía replegarse al río Paraguay y el boliviano detrás de una
línea que iba de Ballivian a Vitriones. Esta postura fue reforzada con la sucesiva
adhesión de 13 países americanos más los 5 que figuraban en la Comisión. Paraguay
rechazó la misma por no ser «ni satisfactorias ni justas» pues dejaba a su ejército
fuera del Chaco mientras el ejército boliviano permanecía en el medio del mismo.
Sostenía además que para «restablecer el imperio del derecho era menester una
severa investigación que señale al culpable de esta guerra inicua».82

En los meses de diciembre de 1932 y enero de 1933 fracasaron dos intentos de


mediación llevados adelante por Argentina y Chile separadamente, en cuanto
integrantes del grupo ABCP (Argentina, Brasil, Chile y Perú) o sea países
limítrofes de Bolivia y Paraguay. Los mediadores solicitaban:

La suspensión de las hostilidades.


Retirar los ejércitos de la zona de operaciones.
Someter la cuestión litigiosa a la Corte Permanente de Justicia Internacional.
La desmovilización y la devolución de prisioneros.
El 25 de enero de 1933, Argentina y Chile (ahora en forma conjunta), con el acuerdo
del Brasil, enviaron a los Gobiernos de Bolivia y Paraguay, en forma confidencial,
una nueva propuesta que luego se denominó Acta de Mendoza, la cual fue entregada
oficialmente un mes después, el 24 de febrero. El 27 de febrero, Bolivia y Paraguay
aceptaron el Acta con una serie de objeciones. El ministro paraguayo Vicente
Rivarola, destacado en Buenos Aires, anticipó a su Gobierno que Bolivia no iba a
aceptar la propuesta del grupo ABCP teniendo en cuenta la postura que venía
sosteniendo desde siempre. Sugirió que Paraguay debería declarar oficialmente la
guerra a Bolivia para aislarla de todo apoyo externo y dar a sus dirigentes una
justificación que les permitiera cambiar su postura:

Bolivia, si ha de ser vencida en el terreno militar o en el campo de la diplomacia,


necesitará serlo, no por el Paraguay, ni siquiera aparentemente, sino por causas
extrañas al Chaco: por las injusticias de los vecinos, por inconvenientes
geográficos, por fenómenos naturales, pues, dentro de su idiosincrasia, necesitará
siempre presentarse como víctima de los más fuertes y continuar llorando por los
errores de la geografía y por las injusticias de su destino.
Carta de Vicente Rivarola al presidente Eusebio Ayala, marzo de 1933,
en (Rivarola, 1982, p. 166)
Durante el mes de marzo y buena parte de abril las negociaciones se estancaron. Por
esa razón, el 21 y 22 de abril, el grupo ABCP insistió a las partes para que
suspendieran las hostilidades. El 23 de abril, el Gobierno paraguayo retiró sus
objeciones para facilitar las negociaciones pero Bolivia, tres días después, objetó
la presión que supuestamente recibía del grupo ABCP. El 8 de mayo los Gobiernos de
Chile y Argentina acusaron a Bolivia de hacer fracasar la negociación.
El Gobierno paraguayo, reconociendo que Bolivia solo intentaba demorar las
propuestas mientras mantenía la ofensiva desatada desde diciembre de 1932, con la
cual pretendía ganar la guerra o, por lo menos, una posición más favorable para
negociar, decidió declarar formalmente la guerra a Bolivia el 10 de mayo de 1933.
El objetivo, además de complicar el abastecimiento de armas y suministros a su
oponente, fue eliminar la mediación de la Comisión de Neutrales, liderada por los
Estados Unidos, que Paraguay presumía favorable a Bolivia. Así, dicha Comisión,
debido a sus sistemáticos fracasos desde antes de la guerra, cesó en su actividad
de mediador el 27 de junio de 1933.

Segundo ataque a Nanawa


Artículo principal: Segunda Batalla de Nanawa

Segundo ataque boliviano a Nanawa: el mayor ataque frontal de toda la guerra.


Situación inicial correspondiente al 4 de julio de 1933.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Los informes de inteligencia paraguayos indicaron que Kundt estaba concentrando
grandes fuerzas frente a Nanawa. La preocupación de Estigarribia se centró en
dilucidar si el enemigo pensaba atacar el fortín o seguir de largo y haciendo un
rodeo salir en la punta del riel de Casado, en la retaguardia de todo el ejército
paraguayo o avanzar hacia el este, hacia el río Paraguay y salir casi frente a la
ciudad de Concepción. Cuando Kundt inició el ataque frontal contra el fortín,
Estigarribia comprendió el error de su adversario y ordenó al teniente coronel
Irrazábal que resistiera hasta el último hombre para lograr el mayor desgaste
posible del ejército boliviano.

Meses antes, Salamanca había advertido a Kundt:

Permítame ahora expresarle inquietud Gobierno respecto ataque Nanawa, donde


seguramente enemigo ha concentrado sus elementos y hará máximo esfuerzo [...] si
sufrimos un rechazo, nuestra situación en el Chaco quedará perdida, o poco menos.
Presidente Salamanca al general Kundt,
en (Cuadros Sánchez, 2003, p. 195)
Teniendo en cuenta la importancia política, militar y personal que significaba la
captura de Nanawa, Kundt concentró todo lo que tenía para lograr ese objetivo. En
julio de 1933 terminó la preparación para el ataque. Tenía superioridad en hombres,
aviones y artillería. Contaba con dos grupos de tanques Vickers y los novedosos
lanzallamas pero carecía de buenos conductores. El coronel Gerardo Rodríguez,
comandante de la 7.ª División, encargado del ataque, había inspeccionado la primera
línea solo tres veces en los meses anteriores y nunca en forma completa. Kundt le
exigió que lo hiciera con más frecuencia:

A pesar de estas medidas no han figurado muchas. Se cita este asunto vergonzoso
para dejar constancia de cómo la colaboración de los comandos subalternos no
siempre estuvo a la altura de las operaciones ni fue tan activa como los intereses
de Bolivia y el Ejército lo exigían.
General Hans Kundt,
en Kundt (1961, p. 90-91)
Las posiciones paraguayas de Nanawa se mejoraron substancialmente en los meses
posteriores al primer ataque. Los bolivianos utilizaron la fuerza aérea y tanques
como apoyo cercano y contaron, además, con una enorme superioridad en artillería,
pero los ataques frontales carecieron de una coordinación precisa entre aviones,
artillería, tanques y la infantería.

Tanque Vickers Mark E, tipo B, de 6 toneladas, destruido en Nanawa.


Los atacantes lograron penetrar, con gran heroísmo y derroche de bajas, en varios
sectores del sistema defensivo paraguayo pero, agotados y diezmados por el esfuerzo
realizado, fueron rechazados por el contraataque de las reservas.83

El ataque produjo más de 2000 bajas bolivianas en comparación con las 189 muertos y
447 heridos paraguayos, proporción esperable en un ataque de este tipo. Fue la
primera derrota importante de Kundt y le permitió a Salamanca insistir en que las
operaciones debían hacerse economizando hombres. Ya desde junio de 1933, Kundt
quería dejar su cargo a causa de las intrigas de los oficiales bajo su mando pero
recién en septiembre puso su renuncia a disposición de Salamanca, la que no fue
aceptada.25El teniente coronel Luis Irrazábal fue ascendido a coronel por su
desempeño en la defensa de Nanawa.

Cerco en Gondra
Aprovechando la concentración de fuerzas frente a Nanawa y el posterior fracaso del
ataque boliviano, el teniente coronel paraguayo Rafael Franco planeó la destrucción
de la 4.ª División boliviana al mando del coronel Peñaranda.

Fiel a su estilo de conducción y contrariando los manuales militares, Franco abrió


por el flanco sur una picada hacia la retaguardia enemiga y envió un regimiento a
más de 20 km de su base buscando compensar ese riesgo con los efectos
multiplicadores de la sorpresa. El 11 de julio de 1933, el regimiento paraguayo RI-
4 más un batallón de refuerzo avanzó por esa picada y al día siguiente cortó el
único camino de aprovisionamiento enemigo casi en el puesto de mando de Peñaranda y
su artillería divisionaria. Toda la sanidad de la 4.ª División fue capturada,
especialmente un importante parque de medicamentos. Aprovechando la confusión en la
retaguardia, Franco lanzó un ataque frontal que penetró en las posiciones
bolivianas. Kundt comentó:

El comando de la 4.ª División, que durante la noche había dado parte de un gran
triunfo obtenido (en estos partes nunca faltan la indicación de que el campo está
cubierto de cadáveres [enemigos]), se ve a la luz del próximo día completamente
cortado y amenazado por el ataque de fuerzas superiores desde su retaguardia. El
desarrollo es muy típico. No hay reservas disponibles. No obstante todas las
indicaciones del Comando Superior, las picadas a retaguardia están completamente
abandonadas.
General Hans Kundt,
en Kundt (1961, p. 114)
Sin embargo, tres factores jugaron en contra de esta ambiciosa operación:

La masa de maniobra paraguaya en la retaguardia boliviana resultó ser demasiado


débil para lograr rápidamente la desarticulación de las fuerzas enemigas.
La rápida decisión de Peñaranda y Moscoso (a cargo del Estado Mayor) de ordenar la
retirada de la 4.ª División hacia Alihuatá abriendo una picada hacia el noroeste
llamada Picada de Salvación.
El clima frío que permitió que las fuerzas bolivianas subsistieran más tiempo con
las reservas de agua disponibles al momento del ataque enemigo.
Cuando el 15 de julio de 1933 las fuerzas paraguayas cortaron finalmente la ruta de
escape hacia Alihuatá, la 4.ª División se había escurrido totalmente del cerco.

Ataque al fortín Rojas Silva (Falcón)


El ataque al fortín Rojas Silva (Falcón) planeado por Kundt tenía como objetivo
cortar la ruta de abastecimiento de la 1.ª División paraguaya que defendía Gondra y
al mismo tiempo aliviar la comprometida situación de la 4.ª División boliviana.
También tenía un objetivo psicológico y político: después del fracaso en Nanawa y
la retirada de la 4.ª División de Gondra, Kundt quería tomar Rojas Silva (Falcón)
haciéndolo coincidir con el 6 de agosto de 1933, día de la independencia de
Bolivia, para borrar la impresión del fracaso de su ofensiva y la pérdida de la
iniciativa. Sin esperar los refuerzos para reconstruir sus mermadas y cansadas
unidades, Kundt inició un ataque demostrativo general en todo el frente para
ocultar su intención de ocupar los caminos Gondra-Pirizal y Pirizal-Falcón,
llegando, en este último caso, el 4 de agosto, a Campo Aceval, a 15 km de Falcón.

En forma independiente, el 3 de agosto de 1933, dos regimientos de la 9.ª División,


el RI-18 Junín (al mando del mayor Condarco) y el RI-36 (al mando del mayor Jorge
Rodríguez), comandados por este último, salieron de Alihuatá y, abriendo una picada
angosta para no ser detectados, salieron sorpresivamente el 5 frente al fortín
Falcón tras dos días de marcha agotadora. El ataque debía coincidir con otro en la
zona de Campo Aceval. Producido ese ataque distractivo, el regimiento paraguayo
Batallón 40 salió hacia el sur dejando un claro en la defensa del fortín por donde
se infiltró la columna de Rodríguez, que salió de noche en la retaguardia de un
escuadrón del RC-9 Capitán Bado y llegó hasta el puesto de mando de su jefe, el
capitán Nicolás Goldsmith que se salvó milagrosamente pues fue ametrallado mientras
dormía. Iniciado el combate, las fuerzas bolivianas, que habían capturado las
primeras líneas con facilidad, atacaron la segunda línea y pese al cansancio
intentaron tomarla. Pero, perdida la sorpresa y enfrentando fuerzas que acudían de
todas partes, el mayor Rodríguez, casi sin municiones y con sus fuerzas diezmadas,
tuvo que retirarse a los montes cercanos donde, después de un breve descanso, dejó
muertos y heridos y se retiró de vuelta hacia Alihuatá.

Kundt repitió el error de enviar fuerzas insuficientes a gran distancia, sin apoyo
de reservas y con pocas posibilidades de lograr un resultado favorable pese a que
en esta circunstancia había logrado una sorpresa total.

Segunda ofensiva paraguaya (septiembre-diciembre de 1933)


El cerco de Campo Grande
Artículo principal: Batalla de Campo Grande

Campo Grande: situación al 15 de septiembre de 1933.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
El traslado de fuerzas bolivianas para sostener los ataques y contraataques en la
zona Bullo-Gondra debilitaron el sector avanzado del fortín Alihuatá defendido por
tres unidades bolivianas: el regimiento RC-2 Ballivián, en Campo Grande, a la
izquierda de Alihuatá; el regimiento RI-27 Chacaltaya, en el centro, sobre el
camino Alihuatá-Arce; y una pequeña compañía del regimiento RI-18 Junín, en Pozo
Favorito.

La 7.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel Ortiz, al comprobar el


débil enlace entre ellas, planeó tres cercos separados siendo el principal el que
realizó contra el regimiento Ballivián.

Los regimientos RI-4 Loa y RI-8 Ayacucho, fueron trasladados desde el sur para
ayudar, pero el regimiento Loa también cayó en el cerco y el ataque del Ayacucho no
pudo romper el envolvimiento paraguayo. Tanto el general Kundt como su jefe de
operaciones, el teniente coronel Toro, apreciaron erróneamente la intención,
magnitud y la dirección principal del ataque paraguayo lo que produjo una mala
distribución de las fuerzas bolivianas.84

Debido a la falta de agua y al creciente hostigamiento enemigo, el 15 de septiembre


de 1933, los regimientos Ballivián y Loa capitularon. Un total de 509 soldados, con
2 jefes, 11 oficiales, 3 médicos y 10 suboficiales se rindieron. La compañía del
regimiento Junín, cercada en Pozo Favorito, también se rindió. En el centro, el
regimiento Chacaltaya pudo salvarse gracias a los regimientos RC-5 Lanza y RI-22
Campos, que después de duros combates, abrieron una brecha por donde pudo escapar.

«No sé qué hacer. Pienso en suicidarme, entregarme al enemigo o pasar a Argentina»,


dijo Kundt. Pero el teniente coronel Toro lo tranquilizó: «No se aflija mi general,
ya veremos la forma de redactar el informativo».85Kundt ocultó los resultados al
presidente Salamanca: no mencionó la captura de la compañía Junín (I/RI-18) en Pozo
Favorito, recalcó la liberación del Chacaltaya y con respecto a Campo Grande
comentó:

Ocurrió un hecho absolutamente insospechado e inexplicable. Después de combate


victorioso, considerables fracciones de regimientos Loa y Ballivían se dejaron
[sic] rodear completamente.
General Hans Kundt,
en (Querejazu Calvo, 1990, p. 86)
El coronel Estigarribia aprovechó que el ejército boliviano estaba atacando en la
zona de Pirizal y Gondra para golpear al norte de Alihuatá, desde Campo Grande a
Pozo Favorito. Este ataque, totalmente inesperado por el lugar y la velocidad de su
ejecución, puso a Kundt en la disyuntiva de continuar el ataque o reconocer que
había perdido la iniciativa y debía defenderse. Sin contar con la información
necesaria o no dando importancia a la que recibía de sus subalternos, Kundt asumió
que el ataque paraguayo era meramente «distractivo». Por eso, de mala gana, movió
las reservas destinadas a su ofensiva trayéndolas desde Pirizal, Bullo, Gondra e
incluso desde Nanawa para romper los cercos paraguayos cuando estos ya se habían
consolidado y era demasiado tarde.

La batalla de Campo Grande fue el primer síntoma de un cambio en la estrategia del


ejército paraguayo y un ensayo en miniatura de lo que vendría después. En mérito a
su realización Estigarribia fue ascendido al rango de general de brigada.

Segunda batalla de Alihuatá


Artículo principal: La Segunda Batalla de Alihuatá
No puedo evitar ocultar a usted el angustioso dolor que me causa el pensar en el
derramamiento de sangre en el Chaco. Confío en que usted sepa economizar nuestro
cruel desgaste en cuanto sea posible sin comprometer el éxito final de la campaña.
Presidente Salamanca al general Kundt,
en (Querejazu Calvo, 1990, p. 89)
Salamanca recomendó a Kundt no repetir los ataques como el de Nanawa, sugiriendo
una estrategia defensiva, con el menor costo posible en vidas y materiales, que
desgastase al enemigo hasta obligarlo a llegar a un tratado de paz razonable. Ya no
pensaba, como un año antes, firmar en Asunción, la capital paraguaya, el final de
la guerra.86

El mayor boliviano Oscar Moscoso le manifestó al general Kundt el deplorable estado


y la inferioridad de las fuerzas bolivianas luego de los combates de julio a
septiembre y sugirió una retirada estratégica de 150 km, a la línea Magariños-
Platanillos, hacer descansar allí a los soldados y concentrar previamente una
fuerza de 80 000 hombres antes de retomar la iniciativa. Kundt objetó que eso
significaría ceder muchos fortines y que Bolivia no tenía los recursos para crear y
sobre todo mantener una fuerza tan grande en el Chaco. Moscoso señaló que entonces
existía el peligro de perder los fortines, los hombres y las armas.87

El presidente paraguayo Ayala viajó al Chaco el 3 de octubre para ascender a


Estigarribia al rango de General. En esa reunión aprobó el Plan de Operaciones,
donde el ejército paraguayo retomaba la actitud ofensiva contra su par boliviano, y
se comprometió a enviar el máximo de recursos para llevarla a cabo con éxito.

El 10 de octubre de 1933, en su visita a La Paz, Kundt afirmó ante Salamanca y su


gabinete: «No existe absolutamente posibilidad de derrota [...] podemos esperar con
toda tranquilidad en nuestras posiciones fortificadas [...] con la seguridad de no
perder terreno».88Aprovechando esta ausencia, Toro envió a Roberto Bilbao La Vieja
a los comandos de las grandes unidades para reunir opiniones desfavorables sobre
Kundt para lograr su remoción.89

El 11 de octubre de 1933, los representantes de Argentina y Brasil firmaron el Acta


de Río de Janeiro en la que declararon que el conflicto del Chaco podía ser
resuelto por medio del arbitraje. Paraguay aceptó la propuesta pero Bolivia la
rechazó.

El 23 de octubre de 1933, luego de reunir importantes fuerzas y recursos,


Estigarribia inició la primera fase del plan que consistía en una serie de ataques
de aferramiento contra la 9.ª División boliviana al mando del coronel Carlos Banzer
para empujarla a sus líneas principales. Una vez fijadas las posiciones de los
defensores, que opusieron una tenaz resistencia, pasó a la segunda fase: rodear por
el oeste su flanco izquierdo. Esta maniobra la encabezó la 7.ª División paraguaya.

Durante todo el mes de noviembre las fuerzas paraguayas avanzaron sobre el ala
izquierda de la 9.ª División desbordándola permanentemente pese a los refuerzos que
enviaba Kundt que no se percataba de la enorme superioridad enemiga en ese sector.

La iniciativa está en manos del coronel [paraguayo] Ayala que hace uso de ella con
enérgica decisión. El ejército boliviano combate sometido a la voluntad implacable
de su adversario. Los regimientos paraguayos atacan, aferran, se infiltran, asaltan
en todos los sectores del amplio frente de batalla.
(Antezana Villagrán, 1982, p. 209 v. 2)
El 3 de diciembre de 1933, aprovechando una fuerte tormenta que dificultaba la
logística y las comunicaciones radiales, la vanguardia de esta poderosa masa de
maniobra paraguaya llegó hasta Campo 31 y cortó el camino Saavedra-Alihuatá
colocando a la 9.ª División en peligro de ser copada. Ese día, el general
Estigarribia asumió personalmente la dirección táctica de las operaciones en
reemplazo del dubitativo coronel Ayala. Otras fuerzas paraguayas cortaron una
segunda ruta que por Pozo Negro también iba hacia Saavedra. Viendo que no iba a
recibir una ayuda masiva para contener el cerco en ciernes, Banzer decidió, el 7 de
diciembre de 1933, replegar su división por una tercera ruta que todavía quedaba
libre. El fortín Alihuatá fue evacuado e incendiado, noticia que el Gobierno ocultó
al pueblo boliviano. Los 7000 hombres de la 9.ª División abandonaron
silenciosamente las trincheras y exponiéndose al asedio enemigo y a la sed se
dirigieron penosamente en dirección sureste, hacia la 4.ª División que combatía en
la zona de Gondra.

En ese mismo momento, en la lejana Muñoz, sede del alto mando, las comunicaciones
cifradas de algunos oficiales bolivianos mostraban otras preocupaciones:

De Muñoz. 5/12/33. 11:40. Para Villamontes. Cifrado 1/150. Favor aumentar a pedido
10 botellas de Cinzano. Para mí otras 10. Un tarro de cerveza para el coronel
Vázquez. Dígale a Acosta que me preste el dinero que falte.
Cifrado de Muñoz a Villamontes,
en (Querejazu Calvo, 1995, p. 191)
Lo que Banzer no pudo prever fue que el mismo 7 de diciembre de 1933, a las 4:35,
el frente de Gondra a cargo de la 4.ª División boliviana colapsó por el sorpresivo
ataque nocturno, que por propia iniciativa, realizó el teniente coronel Rafael
Franco al mando de la 1.ª División paraguaya. La división boliviana, rebasada en
varios sectores, no tuvo otra opción que replegarse hacia la misma zona donde
convergía la 9.ª División. Esta imprevista ruptura sorprendió incluso al general
Estigarribia, que pidió varias veces la confirmación de que efectivamente Franco
estaba avanzando por el sur cerrando las vías de escape de dos divisiones
bolivianas.

Rendición en Campo Vía


Artículo principal: El cerco de Campo Vía
La 9.ª y 4.ª División bolivianas se encontraron en la zona llamada Campo Vía donde
quedaron inmovilizadas por los dos brazos de la tenaza paraguaya.

Millares de hombres de color tierra circulaban sobre el pequeño campo esperando la


orden de partida. Trípodes, morteros, cajas de municiones, cañones de repuesto,
granadas, ametralladoras y fusiles, amen del equipo, se transportaban en los
hombros no en la espalda [...] [En un camino] de cinco metro de ancho a través del
bosque [...] descansaba nuestra columna de camiones [...] cargados con piezas de
artillería y municiones para las diversas armas, ora con tanques destinados al
aprovisionamiento de agua y gasolina, ora, en fin, cargados de víveres, carpas y
equipos. Una mayor parte de las tropas de la 4.ª y 9.ª. División que se encontraban
detenidas en su marcha, cubrían cuanto espacio libre quedaba sobre la ruta y sobre
todo, a lo largo de la columna de automóviles […]. Así, embotelladas [...] en la
picada, reducidas a un estrecho radio de acción, [...] toda maniobra más que
difícil se hacía imposible [...] Tal era nuestra situación el nueve [de diciembre]
en la tarde, grave en extremo y más aún si se toma en cuenta el agotamiento físico
y la consiguiente depresión moral.
Capitán de artillería boliviano Torres Ortiz de la 4.ª División,
en (Brockmann, 2007, p. 344)
El 10 de diciembre de 1933 se completó el anillo. Kundt consideró alarmistas e
incorrectos los informes de los pilotos y de Banzer ya que estaba convencido de que
el ejército enemigo no estaba capacitado para llevar a cabo operaciones coordinadas
con una gran cantidad de unidades (5 divisiones) en un frente tan amplio. Kundt
recriminó a Peñaranda porque se había retirado inexplicablemente desde Kilómetro
Veintiuno hacia Saavedra, al sur, y le ordenó que volviera a esa posición para
ayudar a las dos divisiones cercadas. Por su parte Banzer intentó abrir una picada
para poder escapar pero la presión paraguaya, la espesura del monte, el calor y el
cansancio de los zapadores bolivianos impidieron su concreción.

Mortero tipo Stokes Brandt.


El 10 de diciembre de 1933, a las 17:00, los bolivianos intentaron romper el cerco
pero por error la aviación boliviana bombardeó a fuerzas del regimiento RI-50
Murgia al mando del capitán Antezana Villagrán, hecho que a posteriori algunos
historiadores bolivianos trataron de ocultar.90Solo el regimiento Lanza, en una
lucha feroz y con grandes pérdidas, logró abrirse paso pero muy pocos soldados
lograron escapar. El 11 de diciembre de 1933, las dos divisiones cercadas, sin
ninguna opción, tuvieron que rendirse.

Las pérdidas bolivianas fueron importantes: murieron 2600 soldados y


aproximadamente 7500 cayeron prisioneros (18 jefes, 170 oficiales, 7271
soldados).91De un solo golpe, más de dos tercios del ejército boliviano fue
destruido. Solo escaparon 1500 hombres, que en su mayoría pertenecían a las fuerzas
de Peñaranda que no estuvieron dentro del cerco. Cuando se comunicó a La Paz que se
había salvado Peñaranda, este nunca aclaró la situación y la cosechó en su favor
como si fuera el héroe de la jornada, razón por la cual Salamanca lo promovió en
lugar de Kundt.92

Cuando el 11 de diciembre de 1933 los ministros y Toro llegaron a Muñoz para


destituir al general Kundt, este los recibió en su puesto de mando:
Ya no estaba en el rol del dios Thor, que molería sus míseras existencias de
funcionarios en un yunque con su martillo de trueno. Más bien deslizó con amargura
que se sentía enfermo y agobiado no solo por las preocupaciones de la campaña y sus
últimos resultados sino por la situación de su familia y sus negocios.
Brockmann (2007, p. 323)
La rendición en Campo Vía proporcionó al Paraguay gran cantidad de armas y equipos:
8000 fusiles, 536 ametralladoras, 25 morteros, 20 piezas de artillería, 2 tanques
Vickers, muchos camiones y una gran cantidad de municiones. El resto del ejército
boliviano se retiró hacia Magariños.

En Muñoz, centro del comando boliviano en el sur, el 14 de diciembre de 1933, a las


10:00, en medio del trajin para desalojar el fortín y destruir sus instalaciones,
el destituido general Kundt subió a un trimotor Junkers 52 del Lloyd Aéreo
Boliviano y partió del Chaco para siempre. A la tarde, el Servicio de Escucha
paraguayo descifró el siguiente parte:

De Muñoz, n.º 319, diciembre 14, 1933, 18:00. Para Director Etapas. Villamontes.
Cifrado 724/171. Si no hay carga urgente para trimotor, puede traer mañana
cigarrillos, coca, alcohol, unas botellas de pisco y pastillas agridulces para
tropa que llega en malas condiciones físicas.
Cifrado 724/171,
en (Querejazu Calvo, 1995, p. 191)
Ese mismo día, a 50 km al este, con la presencia del general Estigarribia, la
bandera paraguaya reemplazó a la boliviana en el mástil del fortín Saavedra donde
había ondeado desde su fundación, en el año 1924.93El fortín Muñoz comenzó a arder
al atardecer del 19 de diciembre de 1933. Al día siguiente, luego de un ligero
bombardeo de la artillería paraguaya, ingresaron lentamente los soldados del RC-7
San Martín.94

El 24 de diciembre de 1933, en el fortín Ballivián, nueva sede del comando


boliviano, a 200 km al noroeste de Campo Vía, se reunieron para festejar la Navidad
los oficiales bolivianos: Enrique Peñaranda, Ángel Rodríguez, Óscar Moscoso, David
Toro y su protegido Germán Busch.

Los nuevos jefes se reunieron alrededor de una larga mesa para celebrar su
encumbramiento. El desastre de Campo Vía quedó olvidado. El principal culpable
[Kundt] estaba confinado […] sus espíritus retozaban de libertad y alegría. Ellos
eran ahora los dueños de la situación y sabrían demostrar al país y al mundo que
podían bastarse a sí mismos, conduciendo la campaña como no lo pudieron hacer ni
Quintanilla, ni Guillén, ni Lanza, ni Kundt. El licor corrió sin tasa. Era la
primera de las parrandas con que los integrantes de esos comandos, con contadas
excepciones, iban a sumar, a su fracaso como estrategas, la fama de intemperantes.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en (Brockmann, 2007, p. 362)
Armisticio y creación del segundo ejército boliviano
Con la derrota sufrida en Alihuatá y Campo Vía al ejército boliviano solo le quedó
la 7.ª División la que tuvo que retirarse de la zona de Nanawa hacia Magariños. La
propuesta del teniente coronel Franco de utilizar todos los camiones disponibles
para avanzar rápidamente hacia Ballivián-Villamontes y acabar con el resto del
ejército boliviano no prosperó. El presidente Ayala creyó que había ganado la
guerra y que Bolivia, sin ejército, no tenía otra opción que capitular y solicitar
la paz y, para dar tiempo a la diplomacia, propuso un armisticio que el Gobierno
boliviano aceptó de inmediato.

El armisticio de veinte días, del 19 de diciembre de 1933 al 6 de enero de 1934,


favoreció enteramente a Bolivia. Este país aceptó el armisticio para ganar tiempo y
formar un nuevo ejército. Durante el primer año y medio de guerra, Bolivia había
movilizado 77 000 hombres de los cuales solo quedaban 7000 combatientes en el Chaco
(la 7.ª División) y 8000 hombres que prestaban diversos tipos de servicios. Del
resto: 14 000 habían muerto, 32 000 fueron evacuados por heridas o enfermedades, 10
000 cayeron prisioneros, 6000 desertaron.95

Cuando el armisticio caducó, el nuevo ejército boliviano tenía un total de 18


regimientos cuyos efectivos eran superiores al que había comandado Kundt un año
antes.96

Pero este nuevo ejército tenía tres inconvenientes:

Miles de campesinos cuyas tierras eran expropiadas por los terratenientes


bolivianos, dando lugar a varios levantamientos, fueron reclutados como soldados
para luchar en un desierto inhóspito y estéril. Los soldados carecían de buena
preparación y experiencia en combate; su moral y motivación eran bajas. En muchos
casos se reclutaron soldados no aptos físicamente para soportar las exigencias del
teatro de operaciones chaqueño.97
Se quejaban de la mala y escasa comida, del temor a la selva chaqueña y de los
fusilamientos de desertores que estaban obligados a presenciar.9899

A principios de 1934, el alto mando boliviano reconoció que para la defensa de


posiciones se necesitaban 2 soldados recién reclutados por cada soldado paraguayo,
siempre que estuvieran bien alimentados y con el apoyo de ametralladoras y
artillería. Para atacar esta relación subía a 4 reclutas bolivianos por cada
soldado paraguayo.100Esto complicaba la logística, problema que Kundt ya había
analizado el año anterior, especialmente en el consumo de alimentos, agua y
municiones que los reclutas solían derrochar:

Si hoy come la tropa 600 gramos, aumentando el efectivo del ejército, se tendría
que racionar por 300 gramos por soldado [...] Se ha citado a mi comando por no
haber pedido más gente. Las razones se encuentran en este informe. Hubieran muerto
de hambre.
General Kundt al presidente Salamanca;
en (Dunkerley, 1987, p. 248)
El cuadro de oficiales estaba muy raleado. El mando de los regimientos se dio a
capitanes o mayores con poca experiencia y se contrató oficiales mercenarios
extranjeros, especialmente chilenos, que en número de 105 ingresaron desde abril y
hasta fines de 1934.101102
Para sorpresa de muchos, los oficiales chilenos pudieron superar las barreras de la
nacionalidad, raza, color, clase y lenguaje que los separaba de sus soldados. A
diferencia de los oficiales bolivianos, que preferían mantenerse en la retaguardia
y huir al primer problema, los oficiales chilenos permanecían con sus hombres en el
combate, la retirada o cuando se rendían.
De la Pedraja Tomán (2006, p. 468, nota 10)
Pese a que esto motivó roces diplomáticos entre el Paraguay y Chile, los
mercenarios chilenos fueron tratados por el ejército paraguayo bajo los mismos
derechos que la Convención de Ginebra amparaba a los combatientes y prisioneros
bolivianos y no bajo la figura jurídica de «combatientes ilegales» (con penas de
prisión y fusilamiento).

Mientras el ejército paraguayo preparaba a los estudiantes para oficiales, su par


boliviano los alistaba como soldados, y suele atribuirse la poca capacitación y
cantidad de oficiales a la estructura de la sociedad boliviana, al elitismo y al
racismo.103Los amigos y parientes de los políticos y los jóvenes de la burquesía en
todas sus capas ocuparon puestos burocráticos en la retaguardia eludiendo así ir al
frente de batalla.104Según el general Peñaranda, esta carencia de oficiales y
clases transformó al ejército boliviano en un «cuerpo sin alma».105

La derrota de Alihuatá-Campo Vía no mejoró la unidad del alto mando del ejército
con el Gobierno sino todo lo contrario. Las camarillas se fracturaron aún más.
Cuando el nuevo comandante en jefe quiso nombrar al coronel David Toro como Jefe
del Estado Mayor, se opusieron varios altos oficiales, por lo que Peñaranda recibió
una severa advertencia de Salamanca:
Está usted al borde de una rebelión militar frente al enemigo extranjero.
Reflexione bien y deténgase a tiempo [...] Su deber es cumplir la orden que le he
reiterado ya cuatro veces y que ahora le reitero por quinta vez.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Dunkerley, 1987, p. 224)
Como solución, Toro fue nombrado comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Este
nombró a su vez, como jefe de Estado Mayor de esa unidad a Germán Busch, un joven
oficial de 29 años sin ninguna capacitación ni experiencia en esa función ni en el
mando de grandes unidades, que a partir de entonces figuró como su «protegido» en
la corte que Toro organizó a su alrededor con oficiales jóvenes, socialistas,
bufones y poetas donde reinaban los placeres de la buena mesa, las bebidas y las
mujeres.
Como síntoma de este clima de insubordinación dentro del ejército contra el
presidente Salamanca, el 5 de abril de 1934 se amotinaron los cadetes del Colegio
Militar y apoyados por la policía salieran de su cuartel y ocuparon gran parte de
la ciudad de La Paz. Este motín fracasó por la falta de apoyo popular y del sector
militar que lideraba Peñaranda.106

El presidente Salamanca, dudando cada vez más de la eficacia de los militares


bolivianos, intentó penetrar de dos maneras en el «feudo» que estos habían
construido en el Chaco:

En primer lugar, a fines de abril de 1934, intentó crear el cargo de inspector


general del ejército con la función de enlace entre el presidente y el alto mando.
Propuso para el cargo a un civil, el doctor Joaquín Espada. La oposición del
general Peñaranda y la inmediata e indisciplinada reacción del teniente coronel
Moscoso hizo que Salamanca le pidiera inmediatamente su renuncia a Moscoso como
jefe del estado mayor, la que se hizo efectiva pese a los ruegos en contrario de
Peñaranda.
En segundo lugar, en el mes de mayo de 1934 llegó la misión militar checa
contratada por Salamanca compuesta de cinco oficiales de alta graduación, todos a
cargo del general Vilem Placek para que asesorara al Gobierno en sectores claves
del ejército. Esta medida también despertó el total desacuerdo de los jefes de
Cuerpo y de División bolivianos.107
Tercera ofensiva paraguaya (enero-diciembre de 1934)
El ejército paraguayo, luego de este descanso, continuó su avance capturando los
fortines Platanillos, Loa, Esteros, Jayucubás, mientras el ejército boliviano, en
actitud defensiva, intentó crear diversas líneas de contención. A partir de Campo
Vía el ejército paraguayo comenzó a sufrir el mismo problema que había aquejado a
su oponente desde el comienzo de la guerra: el alargamiento de su línea logística.
Con un parque de camiones siempre escaso, con cubiertas y motores desgastados por
el uso intensivo, en condiciones de extremado calor, y la necesidad de derivar más
hombres para cuidar y sostener la fluidez de esas líneas de aprovisionamiento,
Estigarribia tuvo que sujetar sus decisiones estratégicas a estas limitaciones
logísticas. La captura de gran cantidad de soldados enemigos en las distintas
batallas y cercos, a los cuales había que trasladar a la retaguardia, alimentar y
sobre todo proveer de agua, dificultó también la persecución de las fuerzas
bolivianas en retirada.108

Caída del fortín Magariños y batalla de Cañada Tarija


Artículo principal: Caída del Fortín Magariños
Artículo principal: Batalla de Cañada Tarija o de los criptógrafos
Magariños
Tras la derrota de Campo Vía, el alto mando boliviano decidió retirarse hasta la
línea Magariños-La China. Allí el Primer Cuerpo boliviano construyó el sistema
defensivo mejor realizado de toda la guerra.

A comienzos de febrero de 1934 el ejército paraguayo avanzó sobre el sector de La


China y constató que los bolivianos trasladaban tropas desde Magariños para
aumentar la defensa. Para cortar ese movimiento, el 10 de febrero, se planeó un
ataque demostrativo sobre la zona de Magariños para fijar allí la mayor cantidad de
fuerzas bolivianas. El día 11, para sorpresa del comando paraguayo, el ataque logró
abrir una brecha de 300 m en esa poderosa línea defensiva por donde los paraguayos
penetraron 7 km hacia la retaguardia enemiga. Al día siguiente, los defensores
abandonaron las fortificaciones sin combatir. Los bolivianos tuvieron 60 bajas
entre muertos y heridos, los paraguayos 10 muertos y 27 heridos. El fortín
Magariños fue abandonado y destruido por los bolivianos.

Cañada Tarija
En febrero de 1934 la nueva 9.ª División boliviana fue puesta al mando del coronel
Francisco Peña. Su misión era defender la desértica zona de Picuiba a cuyo efecto
desplazó al RI-18 Montes, con 1500 hombres, al mando del teniente coronel Bavía
hacia Garrapatal con rumbo a Cañada Tarija. Peña ubicó su puesto de mando en
Carandaitý, fuera del desierto y a 250 km de Garrapatal.

El alto mando paraguayo supuso que estas fuerzas podían afectar sus operaciones
frente al fortín Ballivián y decidió atacarlas.109

El 20 de marzo de 1934, la 6.ª División paraguaya, al mando del teniente coronel


Federico W. Smith, interceptó en Cañada Tarija al RI-18 Montes. El mayor boliviano
Juan Belmonte, ubicado en Picuiba, fue el encargado de actuar de enlace entre Bavía
y el lejano comandante Peña. Esto lo obligó al uso intensivo de los medios
radiotelegráficos, que fueron interceptados y descifrados por los paraguayos, lo
que permitía anticipar sus movimientos. Por esta razón esta batalla se conoce
también como «batalla de los Criptógrafos».110

El comandante paraguayo rodeó a dos batallones bolivianos capturando todo el parque


de municiones del regimiento. Belmonte trató de salvar a los cercados pero tuvo que
retirarse hacia Garrapatal.111

El regimiento boliviano se rindió perdiendo más de 1000 hombres entre muertos,


prisioneros, heridos y extraviados, y todo su armamento. Su jefe, Ángel Bavía,
intentó suicidarse y fue trasladado a un hospital paraguayo donde falleció el 5 de
abril de 1934.112Fueron capturados los nuevos códigos bolivianos, importantes mapas
e informes sobre la inexistencia de pozos de agua en todo el desierto hasta
Carandaitý.

El 28 de marzo de 1934, las fuerzas paraguayas ocuparon Garrapatal y establecieron


posiciones defensivas más allá del fortín. El resultado de esta batalla afectó
seriamente a la opinión pública boliviana ya que demostraba que el nuevo ejército
no estaba aún a la altura de las exigencias de las operaciones.113Lo que el pueblo
boliviano desconocía eran las bacanales del coronel Peña y sus subalternos en
Carandaitý con mujeres traídas desde Villamontes y que fueran denunciadas por el
diputado Roberto Ballivián Yanguas que en la reunión secreta del Congreso del 20 de
agosto de 1934. Allí dijo:
«Acumuladas como fueron todas las provisiones destinadas para la orgía se llevó una
banda del ejército para que las amenizara [...] danzaban los jefes y oficiales [de
la 9.ª División] desaforadamente con las daifas [...] descuidado de la manera más
criminal sus deberes militares».
Batalla de Cañada Strongest
Artículo principal: Batalla de Cañada Strongest
La nueva línea boliviana tenía una gran debilidad: el espacio abierto entre los dos
Cuerpos de ejército que defendían Ballivián. El comando paraguayo decidió penetrar
por ella hasta alcanzar el río Pilcomayo y aislar al Primer Cuerpo boliviano que
defendía Ballivián. Pero la aviación boliviana descubrió la picada oculta que
abrían los paraguayos en el monte y en la que se trabajaba por las noches.

Plan estratégico del Ejército boliviano.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
El coronel Ángel Rodríguez, del Estado Mayor boliviano, resolvió dejar que los
paraguayos avanzaran hasta cierto límite, para poder encerrarlos mediante una
maniobra concéntrica que juntase a sus espaldas a regimientos del Primer y Segundo
Cuerpo.

El 10 de mayo de 1934, los 9 regimientos y la artillería que componían el Primer


Cuerpo paraguayo avanzaron por el claro existente entre los dos Cuerpos bolivianos
sin sospechar que se metían en una trampa. La poderosa 9.ª División boliviana con
14 000 hombres, trasladada secretamente desde el norte, y dividida en dos columnas,
cortó el camino El Lóbrego en la retaguardia de los 5500 hombres de la 7.ª y 2.ª
División paraguaya y en su avance encerró a un batallón paraguayo de 200 soldados
del RI-16 Mariscal López ―al mando del capitán Joel Estigarribia―, que
circunstancialmente quedó en el medio de las dos columnas.

Sin ninguna necesidad táctica, los bolivianos se empecinaron en aniquilarlo


rodeándolo con un triple cerco perdiendo así el objetivo central de la maniobra y
un tiempo valioso por la obstinada resistencia que ofreció esa pequeña unidad
paraguaya. Debido a esta demora fracasó también el envolvimiento que debían
realizar los regimientos bolivianos Jordán y Loa del Segundo Cuerpo, brazo norte
del cerco, que llegaron al límite de su radio de maniobra y al no poder unirse a la
9.ª División, quedaron con su retaguardia y flanco expuestos a las fuerzas enemigas
que intentaran escapar.

Pasada la sorpresa inicial y gracias a la demora en cerrar las dos tenazas, los
regimientos paraguayos lograron salir por sendas construidas al efecto o aún no
controladas, o se abrieron paso a la fuerza. Varios batallones de la 2.ª División
paraguaya que se desorientaron en el monte durante la retirada no tuvieron otra
opción que rendirse.

El combate tuvo lugar del 18 hasta el 25 de mayo de 1934. El ejército boliviano


logró capturar a 67 oficiales y 1389 soldados, más de la mitad de los que
capturarían en toda la guerra. Pertenecían a los regimientos Sauce, Capitán Bado,
Dos de Mayo y Mariscal López de la 2.ª División que primero dudó en retirarse y al
hacerlo se desorientó en el monte con el consiguiente agotamiento del personal.
Además de los prisioneros se capturaron armas livianas y diez camiones. Toda la
artillería divisionaria paraguaya logró evadir el cerco.

Los prisioneros paraguayos muestran un semblante alegre, casi jovial. Apenas se ve


alguna cara triste. Conversan con sus oficiales con toda naturalidad; ríen, parecen
satisfechos de su situación, a pesar de que traen las manos amarradas con cuerdas
[...] Los prisioneros paraguayos se han caracterizado siempre por su hinchada
altivez y ante todo por su fe absoluta en el triunfo de su ejército en esta guerra.
[...] «Nosotros somos del Dos de Mayo ―me informa un prisionero, blanco, barbudo,
que debe frisar en los 40 años―. Éramos los mejores del ejército, gente escogida».
Ángel Lara, excombatiente y poeta boliviano en Lara (1972, p. 58-59)
La batalla de Cañada Strongest no tuvo el resultado esperado por la excelente
planificación estratégica del Estado Mayor boliviano: la aniquilación de todo un
Cuerpo de Ejército paraguayo. No obstante su resultado parcial tonificó la moral
del comando, combatientes y población del país. Por su parte, el comando paraguayo
aprendió a no menospreciar la capacidad de su oponente y volvió a ajustar todos los
recaudos de seguridad que se habían violado al principio de esta batalla:
patrullajes cercanos y lejanos, inteligencia sobre el enemigo (el Estado Mayor
paraguayo no sabía que la 9.ª División se había trasladado desde el norte) y la
necesidad de la sorpresa para sus acciones ofensivas.

Estancamiento de las operaciones

Avión Potez 25.


Pese al traspié en Cañada Strongest, el comando paraguayo insistió en ocupar
Ballivián. Desde junio a la primera quincena de agosto de 1934 se sucedieron
intensos ataques y contraataques llevando la peor parte las fuerzas bolivianas. El
historiador y excombatiente boliviano Hugo René Pol menciona el estado físico y
mental en que se encontraban las unidades bolivianas después de meses de combates:

Será menester apuntar que la fatiga y otros factores [...] quebró en más de una vez
la moral de nuestras aguerridas unidades, como en los casos de la ruptura de la
línea fortificada del denodado regimiento Pérez (R-3) en la madrugada del 18 de
junio [en Ballivián]. Se creyó o arguyó que esta ruptura se debía a un descuido
[...] Sin embargo [...] el 8 de julio, el regimiento Manchego (R-12), a pesar de
las medidas de precaución tomadas la noche anterior, a la primera presión del
enemigo dejó sus posiciones [...] dos días después, el desarrollo de una operación
tendiente a envolver al enemigo en sus posiciones nos fue malogrado por el desbande
del regimiento Colorados (R-41), uno de los mejores del 1er Cuerpo de Ejército.
Oficial boliviano Hugo René Pol,
en Pol (1945, p. 91)
Estos comentarios denuncian la afección psicológica que años después se llamó
«fatiga de combate», y que por entonces se la confundía equivocadamente con
cobardía.

Teatro de Operaciones zona Ballivian-El Carmen.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
La guerra llegó a una situación de equilibrio: el ejército boliviano, al no
abandonar Ballivián, carecía de la superioridad necesaria para lanzar una ofensiva
en otro sector. En ese fortín estaban inmovilizados 18 000 soldados, 20 cañones,
600 ametralladoras pesadas, 200 camiones, 5 millones de proyectiles de fusil y 5000
granadas de cañón y mortero.114El ejército paraguayo tampoco tenía la superioridad
necesaria para capturar Ballivián lo que no impidió que realizara un ataque aéreo
con 4 aviones Potez 25 el 8 de julio de 1934, que dañó en suelo 5 aviones Curtiss-
Wright Osprey bolivianos, camiones, tanques de combustibles de aviación y la pista
aérea.115De los tres aviones bolivianos que salieron en persecución de los
atacantes uno fue derribado falleciendo el mayor boliviano Nery y su copiloto el
teniente Dorado.116

Ante esta situación, el presidente Salamanca consideró que existían condiciones


para una acción diplomática y que se podían fijar los límites sobre las líneas
alcanzadas por ambos ejércitos. Previamente, y para compensar los malos resultados
de la guerra, pensó que se podía ocupar una zona en el alto río Paraguay, sin
presencia paraguaya, para un futuro puerto hacia el Atlántico. Salamanca suponía
que esto no afectaría en nada al Paraguay ni a las negociaciones diplomáticas y
para Bolivia justificaría, en el frente interno, la guerra y su resultado. A tal
efecto comenzó a formar el Tercer Cuerpo de Ejército, al mando del general Lanza,
pese a la oposición del alto mando que consideraba este plan, propuesto por el
general Osorio en agosto de 1932, como una distracción de recursos.117Debido a la
demora en la ejecución, el 16 de junio de 1934, Salamanca reclamó al general
Peñaranda:

Su cifrado 60 me lleva a insistir a ese comando en el proyecto de preparar la


campaña en el norte para salir al río Paraguay. […] Nuestra presencia en el río
Paraguay sería un golpe mortal para el enemigo y la victoria para nosotros. Juzgo
que lo más práctico sería preparar ya una campaña o un golpe de sorpresa sobre
Bahía Negra. Como solo la estación seca es aprovechable conviene no perder tiempo.
Cifrado del presidente Salamanca al general Peñaranda, en (Guachalla, 1978, p. 37)
Avance relámpago hacia Carandaitý
Artículo principal: Avance relámpago hacia Carandaytý
Cuando el general Estigarribia fue informado de que el nuevo Cuerpo de Ejército
boliviano tenía como objetivo el alto río Paraguay, lo que podía afectar al puerto
Casado desde donde se abastecía todo el ejército paraguayo, ordenó la inmediata
exploración aérea de todo ese sector. El 31 de julio avanzó su puesto de mando al
fortín Camacho, primer síntoma de que pensaba modificar el teatro principal de
operaciones llevándolo a la zona más desértica del Chaco.118

Y este es el momento épico de la estrategia del general Estigarribia, pues mediante


pacientes fintas y gran serenidad de espíritu se colocaba en el fiel de la balanza
para poder ser más fuerte en el sitio y momentos precisos […] para poder
contrarrestar […] la nueva iniciativa y la superioridad numérica del contrincante
que él había tenido el talento de diluir en el gigantesco escenario de las
operaciones.
Vergara Vicuña (1944, p. 686 v. 5)
El 12 de agosto de 1934, el piloto paraguayo Peralta, cuando volvía a su base
después de explorar esa zona, fue atacado por un avión boliviano que terminó siendo
derribado. El piloto fallecido resultó ser el mayor Pabón, que había destruido un
avión paraguayo en diciembre de 1932.

El coronel Franco recibió la misión de ocupar el fortín 27 de Noviembre y aislar


logísticamente al fortín Ingavi, punto de partida del futuro avance boliviano hacia
el alto río Paraguay. El 13 de agosto de 1934 salió de Garrapatal y dos días
después capturó el fortín Picuiba tomando 450 prisioneros y un lote importante de
armas al costo de muy pocas bajas y heridos. El día 17 se apoderó del fortín 27 de
Noviembre dando por terminada su misión luego de avanzar 120 km. en solo cinco
días.

Blitzkrieg 2.º CE paraguayo (17 de agosto al 6 de septiembre de 1934).


Dándose cuenta de que había sorprendido al comando boliviano, Estigarribia permitió
que la fuerza motorizada de Franco girara hacia el oeste rumbo a Carandaitý,
teniendo ahora como objetivo el río Parapetí y la zona petrolífera boliviana.119

A gran velocidad y riesgo, el día 20, el regimiento paraguayo RI-14 Cerro Corá,
después de recorrer 100 km desde el fortín 27 de Noviembre, llegó cerca del cruce
de Huirapitindí, a 45 km del río Parapetí. Por su parte, más al sur y en forma
paralela, la 6.ª División paraguaya avanzó 160 km en 13 días, a través de un
desierto con colinas de arena y malezales, dejando en la retaguardia su propia
artillería y a fuerzas enemigas en retirada. El 22 de agosto aniquiló en Algodonal
a un destacamento boliviano al mando del experimentado teniente Hugo René Pol lo
que produjo muchas bajas bolivianas y la captura de un depósito de armas sin usar.

Artículo principal: Primera batalla de Algodonal


Este récord de un avance célere con acción táctica sucesiva [...] resulta [en el]
movimiento de la 6.ª División paraguaya [un] precedente de las divisiones panzer de
Guderian especialmente por la escasez de agua en el trayecto.
Militar e historiador boliviano Antezana Villagrán,
en Antezana Villagrán (1982, p. 354 v. 2)
El 27 de agosto de 1934, la 6.ª División paraguaya llegó a 5 km de Carandaitý, a
más de 50 km al norte de Villamontes, en la retaguardia de todo el ejército
boliviano en el Chaco. En ese punto tuvo que detenerse por el agotamiento de los
soldados y problemas logísticos debido a que el agua debía traerse desde
Garrapatal, a 250 km de distancia al sureste. La falta de este vital elemento fue
una constante preocupación para el coronel Franco que dispuso perforar pozos en
distintos puntos.120

El alarmado presidente Salamanca viajó con urgencia al Chaco para solucionar este
inesperado y vertiginoso avance paraguayo.

Avance boliviano en el desierto


Después de la urgente reunión en la sede del comando del ejército boliviano en
Samayhuate donde estuvieron presentes Salamanca, varios ministros y todos los altos
jefes del ejército (Peñaranda, Toro, Sanjinéz, Bilbao y Rivera) en la cual algunos
propusieron «tramitar la paz en cualquier condición» e incluso la capitulación,121
se acordó conformar el llamado Cuerpo de Caballería, integrado por los mejores
regimientos bolivianos, cuyo comando, por razones políticas, se entregó al coronel
David Toro.

Frente a esta nueva situación, el general Estigarribia cambió la misión estratégica


del coronel Franco. Ahora este debía retirarse lentamente para ir alejando
progresivamente a esta poderosa fuerza boliviana de las operaciones que se estaban
planeando en Cañada El Carmen, zona central del dispositivo boliviano. Así David
Toro se enfrentó al oficial más hábil e impredecible del ejército paraguayo, Rafael
Franco, el mismo que, por propia iniciativa, había cerrado sorpresivamente la ruta
de escape de dos divisiones bolivianas en Campo Vía.

La distribución estratégica del ejército boliviano en el Chaco, cuyo masa principal


seguía estando en el fortín Ballivián, se modificó lentamente por el traslado de
fuerzas hacia el noreste para formar el Cuerpo de Caballería de Toro y el nuevo
Cuerpo de Ejército al mando del coronel Bilbao Rioja en la zona del Parapetí:

Era [un] conjunto [de] 20 000 hombres de magnífica tropa y dotada de gran potencia
de fuego: vale añadir, la flor y nata del ejército.
Vergara Vicuña (1944, p. 19 v. 6)
Se comenzó a cumplir así lo que había planeado Estigarribia con la maniobra de
Franco hacia Carandaitý: que la zona central (Cañada El Carmen) se debilitara
posibilitándo la fractura en dos del ejército boliviano y el aislamiento de las
fuerzas ubicadas en el fortín Ballivián, en el extremo sur.

Desde principios de septiembre de 1934, el Cuerpo de Caballería comenzó la


persecución de las dos divisiones del Segundo Cuerpo paraguayo. Según el coronel
Toro, una vez destruida esa unidad, se estaría «en situación de copar el grueso del
ejército paraguayo que operaba contra Ballivián-Villamontes al oeste, aislarlo de
sus principales bases y obligarlo, por lo menos, a una desordenada retirada hacia
el sudeste».122Sin embargo, el avance boliviano por el desierto, en pleno verano,
contra un enemigo que, según el plan de Estigarribia, se debía dejar «mordisquear»
y huir, iba estirando su línea de aprovisionamiento, debilitaba su seguridad e iba
agotando física y moralmente a los soldados. Desde el lado paraguayo, los oficiales
eran conscientes de que sus soldados eran excelentes en la ofensiva pero que no se
adaptaban tan fácilmente a las maniobras de permanente retirada.123

Cerco en Puesto Burro


A principios de septiembre de 1934, el coronel Toro dispuso la ejecución, a través
de órdenes muy detalladas, de un amplio cerco lineal de 50 km de radio, en una zona
de montes muy densos y difíciles de atravesar. Los dos brazos debían unirse en
Puesto Burro, en la retaguardia de la 6.ª División paraguaya, al mando del teniente
coronel Paulino Antola. Esta maniobra adoleció de diversas deficiencias tácticas:
la amplitud del cerco; la desigual dosificación de las fuerzas envolventes donde el
brazo norte, que era el más fuerte, debía recorrer la mayor distancia; y la
apreciación despectiva que tenía el coronel Toro sobre la capacidad física y de
maniobra que tenían las escasas fuerzas paraguayas.124

El 5 de septiembre, Toro ordenó a sus hombres que cercaran a la 6.ª División, lo


que se hizo recién el día 8. [...] Sin ningún rastro de modestia en su
personalidad, el día 9, Toro anunció que su victoria le hacía recordar el triunfo
del ejército alemán en Tannenberg, en la Primera Guerra Mundial. Pero precisamente
ese día, mientras se autofelicitaba por el triunfo, los paraguayos de la 6.ª
División arruinaron la celebración escapando silenciosamente por una brecha.
De la Pedraja Tomán (2006, p. 371-374)
La aviación boliviana lanzó panfletos instando a los paraguayos a rendirse cuando
estos ya se habían escurrido del cerco. Toro acusó a la aviación por la falta de
cooperación y su poca capacidad para detectar, desde el aire, el movimiento y la
ubicación del enemigo.125

El día 10, el mayor Ichazo informó al coronel Ángel Rodríguez, del Estado Mayor
General, que el cerco había fracasado. Este aprovechó para advertirle que las
fuerzas bolivianas, teniendo en cuenta los problemas logísticos que planteaba el
desierto, no deberían ir más allá de Algodonal y solo con pequeñas fuerzas mientras
que el grueso debería concentrarse en Santa Fe, sobre el río Parapetí, y desde allí
emprender una acción ofensiva contra el fortín 27 de Noviembre. Toro rechazó de
mala manera estas sugerencias porque lo dejaban en un papel secundario:

Pensamos con Ichazo que sus medidas para futuras operaciones son prematuras. No
encontramos explicación enorme acumulación fuerzas en el norte, ya que con las que
tengo, reforzadas tal vez con [el regimiento] Ingavi, podemos tomar La Faye,
operación rápida pues efectivo total enemigo [que] opera [en] este sector es solo
2461 hombres.
Mensaje del coronel Toro al coronel Rodríguez,
en (Tabera, 1979, p. 246)
Los siguientes tres meses de combates para llegar a La Faye mostraron la certera
visión estratégica del coronel Rodríguez de no caer en la trampa diseñada por
Estigarribia que ni Peñaranda ni Toro tuvieron en cuenta.126

El presidente Salamanca, el 17 de septiembre de 1934, hizo un resumen crítico de


todas estas acciones:

Con angustia veo que el enemigo nos empuja rápidamente y que luego nos detiene
donde quiere. De un golpe nos lleva a Carandaitý y ahora nos ataja en Algodonal y
27 de Noviembre. Lo peor es que nos cierra el paso [al fortín] Ingavi, desbaratando
los proyectos tardíamente acogidos por ese comando.
Mensaje del presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 336)
Cerco en Algodonal-La Rosa
El 22 de septiembre nuevamente Toro rodeó a la 6.ª División paraguaya en Algodonal,
maniobra que consideró como «la operación mejor ejecutada» de toda la campaña.127
Este rodeo lineal también fue imperfecto porque:
a) El ala sur, por donde era de esperar que el enemigo intentara escapar, era el
más débil.
b) No existió coordinación en tiempo y lugar entre ambas alas.
c) No se fijó un punto de encuentro de las mismas.
El coronel Franco dispuso, como método de seguridad, rodear exteriormente sus
fuerzas con gran cantidad de retenes compuestos por 3 o 4 hombres diseminados en el
desierto, unidos por picadas de enlace que eran recorridas por un soldado 2 o 3
veces por día. Esta tenue y sensible telaraña le permitía descubrir con
anticipación el movimiento del enemigo sin que este se diera cuenta de que había
sido detectado.128

El teniente coronel paraguayo Paulino Antola, antes de que las fuerzas bolivianas
consoliden sus posiciones, concentró todas sus fuerzas en un punto. El regimiento
paraguayo RC-1 Valois Rivarola rompió las líneas del RC-3 Chuquisaca y abrió el
cerco a toda la División hacia La Rosa de donde también logró zafarse sin
problemas.129El ejército boliviano realizó estas maniobras de envolvimiento y
búsqueda con mucho sacrificio y bajas.24

La segunda reunión fue al día siguiente con la presencia de Salamanca, Peñaranda,


Tejada Sorzano y Rivera. Como si las relaciones entre Salamanca y los mandos
militares necesitaran ser peores, Salamanca tenía en las manos una carta de Toro en
la que reclamaba que su «victoria» de Algodonal no había tenido suficiente
cobertura en la prensa. Toro manifestaba que 7000 bolivianos habían vencido a 8000
paraguayos que, sin poder escapar a través de ninguna brecha, se vieron obligados a
un ataque masivo para salir del cerco por arriba de los cuerpos de los defensores
bolivianos. Toro parecía pasar por alto que pese a las dificultades del enemigo
para escapar esto no lo transformaba en una victoria. Incluso duplicaba el tamaño
de las fuerzas paraguayas encerradas y subestimaba las propias fuerzas.
Bruce W. Farcau, historiador estadounidense,
en Farcau (1996, p. 188)
El coronel Franco preparó la defensa de Yrendagüé y para su sorpresa Toro detuvo su
avance para concentrar mayor cantidad de unidades.

Para prever un ataque desde la zona de Ravelo, al norte, Estigarribia ordenó la


captura del fortín Ingavi. Franco envió un batallón de 150 hombres apoyados por 5
camiones que estaban estacionados en la laguna Pitiantuta desde julio de 1932. Esa
unidad, luego de una marcha de 220 km a través de un monte impenetrable, capturó el
fortín el 5 de octubre de 1934.

Cerco en Yrendagüé
El 9 de noviembre, el coronel Toro, con tres divisiones más dos regimientos que
logró sacarle al Segundo Cuerpo, volvió a cercar en Yrendagüé a la 6.ª División y a
la DRG (División de Reserva General). Toro esperaba lograr una gran victoria que lo
llevaría políticamente a la presidencia de Bolivia. Invitó a los generales
Peñaranda y Rivera y los ministros Alvéstegui y Sanjinez a su puesto de mando para
presenciar el curso de la batalla.130

Una vez más el lento aferramiento boliviano permitió que las fuerzas paraguayas
tuvieran plena libertad para reagruparse. El 11 de noviembre de 1934, el coronel
Franco concentró todas sus fuerzas sobre el Regimiento boliviano Cochabamba, rompió
el cerco y se retiró hacia Picuiba. El historiador boliviano Luis F. Guachalla
definió como «torista» a estas maniobras del coronel Toro, que se caracterizaron
por ser:

Rodeos lineales con reducido radio y con una fuerza equivalente en ambas alas de
maniobra, la cual anulaba en la práctica la eficacia de un centro de gravedad
(...). El Comando paraguayo, conocedor de esta modalidad estereotipada, disponía
siempre, con acierto y oportunidad, lo que procedía hacer para burlar estos ganchos
destinados a cerrarse detrás de sus efectivos, vale decir: escurría sus tropas por
el espacio todavía abierto, o rompía la línea cercadora necesariamente débil, o
accionaba enérgicamente contra una de las dos alas del rodeo impidiendo o
retrasando el cumplimiento de su cometido.
Luis F. Guachalla, historiador boliviano,
en Guachalla (1978, p. 202)
Toro atribuyó el fracaso al coronel Ayoroa e indirectamente a su eterno rival, el
coronel Bilbao Rioja, por no haberlo ayudado con sus fuerzas. Se burló además de la
captura del fortín 27 de Noviembre realizada por este último:

No faltó la nota teatral en esta memorable jornada. Las fuerzas del Segundo Cuerpo
que avanzaron sobre el fortín 27 de Noviembre, anunciaron por orden del comando
[Bilbao Rioja] que habían cercado a un regimiento enemigo. El parte dirigido a los
ministros Alvéstegui y Sanjinés fue prontamente rectificado. Se trataba solo de un
batallón enemigo, resultando luego que no había ni una sombra dentro del cerco,
acabando los cercadores por hacerse fuego entre ellos.
Coronel David Toro,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 345)
A fines de noviembre las fuerzas paraguayas tuvieron que abandonar el fortín
Picuíba a donde habían retrocedido. Así, lo que el coronel Franco logró en 16 días
(de Picuíba a Carandaitý), el coronel Toro lo revirtió en agotadores y costosos
tres meses de lucha (septiembre a fines de noviembre de 1934). Años después de
terminada la guerra, el coronel Toro escribió en su libro que «esas acciones
constituyeron las páginas más brillantes de nuestra historia».131En 1944, el
coronel Ángel Rodríguez criticó estos comentarios de Toro diciendo que si él se
había adjudicado como una «victoria» la retirada de Conchitas con más razón los
paraguayos debían adjudicarse como victorias las retiradas de Carandaitý,
Algodonal, La Rosa, etc., donde además de burlar las tenazas se llevaron
prisioneros y armamentos bolivianos.132

Batalla de El Carmen
Artículo principal: Batalla de El Carmen
Batalla El Carmen. Situación al 16 de noviembre de 1934.
Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
El presidente Salamanca, como si intuyera lo que iba a suceder, intentó hacer
algunos cambios en el comando del ejército boliviano. Pidió que, en el cargo de
jefe del estado mayor, el coronel Bilbao Rioja reemplazara al coronel Rivera.
Peñaranda y Toro se opusieron, el primero porque prefería que su pariente siguiera
en ese cargo y el segundo porque temía que Bilbao Rioja lo opacara totalmente.133
Poco después Salamanca acordó con Peñaranda que el teniente coronel Moscoso
reemplazaría al coronel Ángel Rodríguez en el cargo de jefe de operaciones
militares pero Moscoso terminó haciéndose cargo del Cuerpo de Reserva cuyas dos
divisiones, bien equipadas y con 10 000 hombres operaban en la zona de El Carmen.

El 10 de noviembre, mientras el coronel Toro intentaba cercar a las fuerzas del


coronel Franco en Yrendagüé, el general Estigarribia inició la maniobra militar
mejor ejecutada en todo el conflicto chaqueño.

Tres divisiones paraguayas avanzaron sorpresivamente sobre la 1.ª División de


Reserva boliviana al mando del coronel Zacarías Murillo ubicada delante de Cañada
El Carmen, en el sector central, el más débil de la línea boliviana. La 1.ª
División paraguaya la atacó frontalmente para fijarla a su posición mientras la 8.ª
y la 2.ª División se infiltraron por sus flancos norte y sur utilizando picadas
previamente relevadas a través de patrullajes lejanos.

Pese a la detección de patrullas enemigas en su flanco norte y a la emboscada


paraguaya en la que murió el mayor boliviano Celso Camacho del Estado Mayor y que
tenía en su poder importante documentación, Murillo no hizo ningún cambio ni
intentó retirarse pues hubiera dejado aislados a los 18 000 hombres del Primer
Cuerpo de Ejército boliviano que defendían el fortín Ballivian al sur de El
Carmen.134

El 11 de noviembre fui invitado a celebrar copiosamente [sic] el cumpleaños del


coronel Murillo con la acostumbrada serenata de la víspera en la que aparte de la
música se hizo nutrido fuego con toda clase de armas que disponía la división.
Edmundo Ariñez Zapata, médico cirujano del RC-20 boliviano,
en Ariñez Zapata (1996)
Dos días después, el 13 de noviembre de 1934, fuerzas de la 2.ª División paraguaya
aparecieron sorpresivamente en el fortín El Carmen apoderándose del parque de
municiones de la División y casi capturaron al coronel Murillo en su propio puesto
de mando. El 16 de noviembre, toda su división quedó cercada cuando la 8.ª
División, al mando del coronel Garay, y la 2.ª División, al mando del teniente
coronel Rivas Ortellado, se unieron en su retaguardia. También ingresó a la trampa
otra división boliviana, la 2.ª División de Reserva al mando del coronel boliviano
Walter Méndez que acudió en socorro de la primera sin conocer la magnitud ni la
intención del enemigo.

Al igual que en el cerco de Campo Vía, un año antes, el 16 de noviembre de 1934,


las dos divisiones del Cuerpo de Reserva boliviano al mando del coronel Óscar
Moscoso, con más de 7000 hombres, acosados por la presión enemiga, el calor y la
sed, mezclados y apretujados, ya sin disciplina alguna, comenzaron a rendirse. Se
capturó un parque importante de armamentos y equipos porque estas divisiones se
estaban preparando para atacar por el oeste a las fuerzas del coronel Rafael Franco
en la zona de Picuiba.135

El teatro del cerco [...] no podía ser más desolado y triste. Bosques en formación,
con arbustos raquíticos [...] con hojas chicas y espinosas [...]. En este panorama
triste y hostil estaban agrupados los cercados. Reinaba la desesperación. Todos
tenían el semblante desencajado, la mirada ausente, las pupilas dilatadas, los ojos
hundidos, los labios resecos y agrietados, la gran mayoría sufría de alucinaciones.
Algunos se desnudaban, cavaban con las manos hoyos profundos donde penetraban,
otros gateaban yendo de un lugar al otro [...].
Informe del director general de la Sanidad Paraguaya,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 379)
El ejército paraguayo tuvo que proveer de agua y alimentos, en forma perentoria, a
esa gran cantidad de prisioneros que duplicaba su capacidad logística.

Muchos prisioneros bolivianos estaban tan debilitados que por el zarandeo de los
camiones que los llevaban a nuestra retaguardia perdían el equilibrio y caían al
camino, donde nadie los recogía. Así se llenó la ruta de un tendal de cadáveres,
algunos muertos por la sed, otros atropellados por los camiones que, debido a la
oscuridad o la polvareda, no los podían esquivar.
General Estigarribia (1950, p. 323-326)

Plan estratégico del general Estigarribia: cerco y persecución.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Como consecuencia de esta ruptura en dos del ejército boliviano, el general
Peñaranda ordenó el inmediato abandono del fortín Ballivián al sur y la rápida
retirada hacia Villamontes antes que otros 18 000 hombres pudieran quedar aislados
por el enemigo. Cayó así, sin combatir, el poderoso fortín Ballivián, que era todo
un símbolo de la presencia de Bolivia en el Chaco. Esta retirada fue considerada
como la mejor maniobra realizada por el ejército boliviano durante la guerra siendo
favorecida por la debilidad, problemas logísticos y el desconocimiento del terreno
que acuciaban al ejército paraguayo.136

El 5 de diciembre, las instalaciones de Samayhuate, sede del comando de Peñaranda


desde antes de la batalla de Strongest, después de ser abandonadas por soldados,
personal hospitalario y civiles, fueron demolidas e incendiadas.137Al pasar por
allí, los desmoralizados y sedientos soldados bolivianos que se retiraban desde
Ballivián pudieron observar un montículo de casi 300 metros de largo de botellas de
cerveza vacías, consumidas por los oficiales del alto mando boliviano durante su
permanencia en el lugar. Esto confirmó que era cierto el abuso en el consumo de
alcohol que había denunciado Salamanca a Peñaranda en septiembre de 1934 y el
nombre de «alto tomando» con llamaban los soldados al alto mando boliviano.138

En un telegrama, del 17 de noviembre, dirigido al presidente Salamanca, el general


Peñaranda intentó justificar la derrota de El Carmen:

Conclusión, falla material hombre que el enemigo posee en primera calidad. No


tenemos oficiales ni clases suficientes [nuestra fuerza] es un cuerpo sin alma […].
El adversario, además de contar con iniciativa, […] tiene en abundancia oficiales y
clases […] que reúnen sus tropas y guían sus hombres. Estos hechos […] que fueron
explicados a V.E. verbalmente, se han confirmado en últimas acciones.
General Peñaranda,
en (Arze Quiroga, 1974, p. 225 v. 4)
El presidente Salamanca comentó:

Sobrevino la derrota del Carmen, que en mi concepto era responsabilidad inexcusable


del comando. El más grosero descuido o, poco más o menos, a sabiendas del peligro,
ocasionó este funesto desastre. Imaginé que el comando estaría humillado y que era
ocasión de renovarlo para salvar a Bolivia.
Presidente Salamanca,
en (Arze Quiroga, 1974, p. 19 v. 4)
En su larga lucha contra lo que consideraba como una ineptitud crónica de los
comandantes bolivianos, el presidente Salamanca comenzó a buscar un reemplazante de
Peñaranda, convencido cada vez más de que este carecía de los conocimientos y el
carácter para dirigir al ejército boliviano.
«Corralito de Villamontes»
Artículo principal: Daniel Salamanca
Con las fuerzas enemigas acercándose a Villamontes, el presidente Salamanca decidió
viajar en persona a esa localidad para destituir al general Peñaranda y
reemplazarlo por el general José L. Lanza. La relación de Salamanca con Peñaranda
fue siempre áspera, lindante casi con la insubordinación. En un radiograma a
Peñaranda, luego de la derrota de El Carmen y de la retirada de Ballivián,
Salamanca le manifestó:

Hago saber a ustedes que el pueblo ya no tiene confianza en la pericia del comando.
Presidente Salamanca al general Peñaranda,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 363)
La respuesta de Peñaranda no fue menos violenta:

Aquí en la línea se piensa lo mismo de su Gobierno y no por ello nos alarmamos.


General Peñaranda al presidente Salamanca,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 363)
Fue un error de Salamanca abandonar La Paz y mucho más sin la custodia adecuada. El
27 de noviembre de 1934, sectores politizados de las fuerzas bolivianas leales al
general Peñaranda y al coronel Toro, se resistieron a la orden presidencial.

Tropas al mando del mayor Germán Bush cercaron el chalet de la casa Staudt donde se
había alojado el presidente Salamanca. En medio del mayor aparato de fuerza se
apresó al presidente y capitán general del Ejército [...] quien no tenía siquiera
una pequeña escolta.
(Urioste, 1940, p. 137)
De todas las revoluciones o golpes de Estado en Bolivia, esta fue una de las más
grotescas. Se extrajeron tropas de las trincheras y en plena zona de operaciones, a
doce km del enemigo, los principales jefes hicieron apuntar cañones a la residencia
donde se alojaba el envejecido jefe del Gobierno, la rodearon de soldados armados
con fusiles y ametralladoras, y con actitudes valentonas, incitadas en algunos de
ellos por el alcohol libado durante la noche de vigilia, aprisionaron a su víctima
y más tarde le exigieron su renuncia. Salamanca firmó el documento casi gozoso de
que los militares, a quienes nunca había estimado y a quienes culpaba de los
desastres de la guerra, quitasen de sus espaldas una cruz que se le había hecho
demasiado pesada y se condenasen a sí mismos ante el juicio de la historia, con un
acto que por el lugar y las circunstancias en que se producía tenía las
características de una traición a la Patria.
Historiador boliviano Querejazu Calvo,
en Querejazu Calvo (1977, p. 185)
Luego los insurrectos acordaron con el vicepresidente Tejada Sorzano para que
asumiera la primera magistratura. Fue el mejor cerco que lograron realizar los
comandantes bolivianos en toda la guerra y Salamanca no se privó de decírselos.

Daniel Salamanca retornó por vía aérea a Cochabamba. Once días después hubiera
tenido que soportar el desastre de Yrendagüé. Se liberó así de la responsabilidad
pero no del temor que acrecentaba su enfermedad desde un año atrás: la de que
Bolivia tuviera que firmar la paz en condiciones de inferioridad, con el ejército
paraguayo pisando territorio históricamente boliviano por culpa de los errores de
los comandantes insurrectos. Ahora esa tarea era responsabilidad de Tejada Sorzano,
de Elio y sus correligionarios liberales, o del ejército que iniciaba de nuevo su
marcha para apoderarse del Gobierno de Bolivia.

Maniobra de Yrendagüé
Artículo principal: Batalla de Yrendagüé

Batalla de Yrendagüé. Situación al 8 de diciembre de 1934.


Rojo: fuerzas bolivianas.
Azul: fuerzas paraguayas.
Pese a la derrota boliviana en El Carmen (16 de noviembre de 1934) y la creciente
sospecha de muchos oficiales bolivianos sobre las inexplicables retiradas del
Segundo Cuerpo paraguayo desde posiciones favorables, el coronel Toro, después de
ocupar Picuiba, siguió avanzando para desalojarlo de La Faye:

[…] las tropas del Cuerpo de Caballería, […] agotadas en su estúpido avance hacia
el desierto de Picuiba, donde era sobradamente conocido por todos, llegaron piel y
huesos, fueron obligadas a trabajar día y noche en los forzados servicios de
exploración y seguridad en el caprichoso y disparatado dispositivo «ofensivo-
defensivo» ideado por Toro.
Teniente coronel boliviano Félix Tabera,
en Tabera (1979, p. 408)
Luego de equiparla a nuevo con las armas capturadas a los bolivianos en El Carmen y
un breve descanso dado a los soldados, el general Estigarribia devolvió la 8.ª
División al Segundo Cuerpo paraguayo por lo que a principio de diciembre de 1934
este tenía 5500 hombres. Aun así su situación era difícil.

Antes que Toro concentrara más de 12 000 hombres sobre La Faye, el coronel Franco,
fiel a su estilo de conducción, planeó la maniobra más audaz y sorpresiva de la
guerra por lo casi imposible de su realización. La recién llegada 8.ª División
debía infiltrarse entre dos divisiones bolivianas con rumbo a los pozos de agua del
fortín Yrendagüé. Para ello debía recorrer 70 km de desierto, en pleno verano, con
más de 45 grados de calor a la sombra, atravesar los montes sin abrir una picada
para no ser detectada por las patrullas y la aviación enemiga y tomar el fortín
para dejar sin agua a todo el Cuerpo de Caballería boliviano desplegado en el
desierto, entre Picuiba y La Faye.

La 8.ª División paraguaya, al mando del coronel Eugenio A. Garay, inició la marcha
el 5 de diciembre de 1934 y con gran esfuerzo y con sus hombres al borde de la
deshidratación llegó a Yrendagüé tres días después, tomó el fortín y los pozos,
cortando así el suministro de agua y las comunicaciones enemigas.

El sorprendido coronel Toro, su jefe de estado mayor y los comandantes de las dos
divisiones quedaron aislados en la placentera Carandaitý a 160 km de distancia de
sus fuerzas que combatían en el desierto frente a La Faye. El teniente coronel
Félix Tabera, circunstancialmente a cargo de esas unidades, ordenó la inmediata
retirada hacia el fortín 27 de Noviembre asumiendo la responsabilidad de esa
decisión y en contra de las órdenes que sin conexión con la realidad enviaba Toro
por avión desde Carandaitý. Sin agua, las fuerzas bolivianas comenzaron a
desintegrarse. Muchos soldados salvaron sus vidas entregándose. El 9 y 10 de
diciembre, miles de soldados bolivianos, que habían abandonado armas y equipos,
murieron de sed o se suicidaron desperdigados por el desierto.

Fue una de las batallas más crueles de la guerra y produjo una profunda impresión
en el pueblo boliviano cuando conoció el padecimiento sufrido por los soldados. El
coronel boliviano Díaz Arguedas evaluó en varios miles los muertos por falta de
agua, en 3000 los prisioneros, y la pérdida de gran cantidad de armas abandonadas
en el desierto: 60 morteros Stokes Brandt, 79 ametralladoras pesadas, 498 livianas,
590 pistolas-ametralladoras, 11 200 fusiles y 200 camiones que fueron a parar al
ejército paraguayo.139En los depósitos de Yrendagüé los soldados paraguayos
lograron rescatar de las llamas cajas con botellas de champagne, vinos finos del
Rhin y una enorme cantidad de botellas de cerveza.140

Significativamente, entre los 3000 prisioneros capturados no figuró ningún oficial


boliviano debido a que estos habían abandonado a sus tropas en el desierto.

Toro ―que por ese tiempo gustaba hacerse llamar el «Mussolini boliviano»― acusó a
sus subordinados.141
Uno no debe tener finalmente ninguna consideración con la fatiga de los soldados a
quienes es de vital importancia exigir el máximo esfuerzo. Uno o dos días de
sacrificio…pueden ser suficientes para lograr el total aniquilamiento del enemigo
que nos ha dado más de un ejemplo sobre este tema, mostrando que es posible vivir
incluso meses careciendo de la mayoría de recursos (...) Le exijo mayor decisión y
energía en el comando.
Mensaje de Toro a Tabera,
en (Farcau, 1996, p. 215)
El coronel Ángel Rodríguez justificó corporativamente el desastre atribuyéndolo a
la falta de oficiales, a la «mala suerte» y al «optimismo» de Toro.142Ante la falta
de un castigo ejemplar por parte de Peñaranda, oficiales de la 8.ª División
boliviana intentaron hacer justicia por mano propia, eligieron por sorteo al
teniente Gualberto Villarroel para que liquidara al coronel Toro por ser el
principal responsable del desastre de Picuiba, intento que no pudo llevarse a
cabo.143

El historiador estadounidense Bruce W. Farcau equiparó la conducción del coronel


Franco con la del general estadounidense George Patton en la segunda guerra
mundial: «La movilidad depende más de la personalidad del comandante y su estado
mental que de la velocidad de los vehículos que puedan tener a su disposición».144

Batalla de Ybibobó
Artículo principal: Batalla de Ybybobó
Después de la derrota en El Carmen y el abandono de Ballivián, el Primer Cuerpo
boliviano (Divisiones 4.ª y 9.ª ) al mando del coronel Enrique Frías, estableció
una nueva línea defensiva en Ybibobó, a 70 km al noroeste de El Carmen, donde
comienzan las primeras estribaciones andinas. Los 2500 hombres de la 9.ª División
(al mando del coronel Jenaro Blacutt), protegían un frente de 18 km.

Pese a que la aviación boliviana descubrió partes de una picada que construían los
paraguayos hacia ese lugar, el comando boliviano desestimó toda posibilidad de
ataque en ese sector. El 28 de diciembre de 1934, aprovechando una tormenta, una
división paraguaya al mando del mayor Alfredo Ramos se infiltró entre la 9.ª y 8.ª
División boliviana y cortó el camino de retirada de la 9.ª División.

Una noche de lluvia, mientras nuestras tropas, a causa de la fatiga ocasionada por
el repliegue, descansaban y dormían tapadas con sus carpas, el enemigo pasa por
nuestras líneas sin disparar un solo tiro, cerrando a los regimientos Sucre y
Aroma, [...] Los comandos no pueden hacer nada si la tropa no duerme [...] y si
existe falta de oficiales que deben vigilar a la tropa.
Militar e historiador boliviano Lechín Suárez,
en Lechín Suárez (1988, p. 395)
Todas las líneas de mando colapsaron produciéndose una gran confusión. La
artillería divisionaria abandonó sus posiciones al iniciarse el ataque, muchos
soldados huyeron hacia el río Pilcomayo, otros rompieron el cerco por iniciativa
propia y el resto se rindió. En los primeros días de enero, 1200 soldados
bolivianos fueron hechos prisioneros y unos 200 se ahogaron en el cruce del
Pilcomayo. La 9.ª División se desintegró, pero se salvaron los coroneles Frías y
Blacutt y otros oficiales.

Ybybobó era uno de los tres pasos para acceder a las primeras serranías andinas y
un importante punto estratégico para atacar Villamontes desde el sureste.

Creación del tercer ejército boliviano y batallas finales

Teatro de operaciones desde enero a junio de 1935.


Batalla de Villamontes
Artículo principal: Batalla de Villamontes
Luego de la derrota de Ybibobó, el comando boliviano estableció una nueva línea de
defensas en Villamontes. Con sus arsenales, depósitos y líneas de comunicación,
este pueblo era el último punto de apoyo de Bolivia en el Chaco. Su pérdida hubiera
abierto el camino a Tarija, y teniendo en cuenta las precarias líneas de
comunicaciones bolivianas, hubiera dejado toda esa zona en manos de los paraguayos.

La tarea de defender Villamontes fue encomendada a los coroneles Bernardino Bilbao


Rioja y Óscar Moscoso. Apoyada por la gran concentración de artillería y bajo la
protección de extensas fortificaciones, la moral del ejército boliviano experimentó
un repunte. En el sector sur del sistema defensivo, el río Pilcomayo sirvió de
defensa natural a la 4.ª División boliviana que se atrincheró a lo largo de la
ribera sur de ese río que a esa altura ya no sirve de límite con Argentina.145

Por su parte, el presidente Tejada Sorzano decretó, en diciembre de 1934, la


movilización de todos los bolivianos en edad de prestar el servicio militar.

La guerra del Chaco se había hecho para los indios y los obreros. Los parias, que
nunca gozaron de derecho alguno, ahora se ven abrumados por obligaciones; la
patria, que nunca les dio nada, les obliga ahora a ofrendar sus vidas en defensa de
la soberanía nacional. Una vez que son diezmados, los adolescentes y los ancianos,
aquellos que por su temprana o avanzada edad no pertenecen a aquel anfiteatro
macabro, son Ilevados al frente, a seguir rindiendo su vida para una causa que
desconocen y no entienden. Mientras que los burgueses, que antes vendían salud,
ahora forman legiones de hombres aquejados por las más diversas enfermedades.
Willy O. Muñoz,
en Muñoz (1986, p. 225 a 241)
Este nuevo ejército boliviano, con sus 36 regimientos, duplicó al anterior y, por
tercera vez desde el inicio de la guerra, Bolivia tuvo una superioridad
significativa de efectivos y medios sobre Paraguay. Pero los problemas siguieron
siendo los mismos: los soldados reclutados masivamente, aunque estaban bien
armados, carecían de preparación y experiencia para el combate, a lo que se sumaba
defectos muy ostensibles en la conducción. Por esa razón, y en contra de todo lo
esperable, el ejército paraguayo, pese a su inferioridad numérica, escasos recursos
y extensa línea logística, mantuvo la iniciativa.

El 11 de enero de 1935, dos regimientos de la 3.ª División boliviana fueron


rodeados en Capirendá sufriendo 330 muertos y 200 prisioneros y el resto fue
obligado a retirarse hacia Villamontes.

Un destacamento paraguayo de 1100 hombres, sin apoyo de artillería y reservas, al


mando del mayor Caballero Irala, avanzó casi 100 km desde 27 de Noviembre hacia el
río Parapetí y luego de aniquilar a los regimientos Ingavi y Junín y batallones
auxiliares capturó Amboró y Santa Fe los días 16 y 18 de enero y avanzó hacia Casa
Alta y Cambeití.146

Avance directo e indirecto del CE-2 paraguayo hacia Carandaitý y retirada boliviana
hacia Boyuibé en enero de 1935.
Rojo=Fuerzas bolivianas.
Azul=Fuerzas paraguayas.
El día 23 de enero cayó Carandaitý en poder de la DRG (División de Reserva General)
paraguaya. Desde allí las fuerzas paraguayas avanzaron sobre Boyuibé y el día 28
desalojaron de esa posición a las divisiones bolivianas DC-1, DC-2 y DI-7 cortando
el camino que unía Villamontes con Santa Cruz de la Sierra.

Diez días después, en febrero de 1935, las mismas fuerzas envolvieron el flanco
derecho del regimiento boliviano RI-12 Manchego en Ñancorainza, en plena sierra,
pero este, al recibir ayuda de los regimientos de la 1.ª División de Caballería
(DC-1), pudo salvarse y las fuerzas paraguayas tuvieran que retirarse nuevamente
hacia Boyuibé.

En un último esfuerzo por terminar la guerra, el general paraguayo Estigarribia


decidió tomar Villamontes el 13 de febrero de 1935 con solo 15 000 hombres y casi
sin apoyo de artillería.147El coronel Bilbao Rioja con 21 000 hombres, sin contar
los cuadros de oficiales y suboficiales,147 superioridad aérea, excelentes
fortificaciones y abundante artillería, pudo contener los sucesivos intentos
paraguayos de ensanchar la ruptura inicial de 3 km que se produjo en la línea
defensiva boliviana.148El ataque fracasó con importantes bajas para los atacantes
paraguayos.

El 5 de abril de 1935, un destacamento paraguayo de 2600 hombres bajo las órdenes


del coronel Garay, a pesar de su inferioridad numérica y de medios, cruzó el río
Parapetí, desalojó de la ribera occidental a 5000 soldados pertenecientes a dos
divisiones bolivianas al mando del coronel Anze y luego de empujarlas más de 50 km
hacia el oeste capturó, el 16 de abril y por unos pocos días, el poblado guaraní de
Charagua.

El impacto político que produjo la caída de Charagua y la amenaza que implicaba a


las instalaciones petrolíferas de la Standard Oil en Camiri y a la ciudad de Santa
Cruz de la Sierra obligó al comando boliviano a lanzar prematuramente su planeada
ofensiva para recuperar todo el terreno perdido desde enero de 1935. Del 14 al 16
de abril, el ejército boliviano arrolló las líneas paraguayas en el sector central
a lo largo del camino a Camatindý. En el sur, el 19 de abril de 1935, los
bolivianos retomaron Tarari, obligando al coronel Fernández y sus fuerzas a
retirarse. Entre el 24 y el 27 de abril dos divisiones reforzadas cercaron
firmemente a la 8.ª División paraguaya en Cambeiti:

Naturalmente que el futuro de las operaciones bolivianas [...] y el ritmo a


imprimir al avance, dependía [inicialmente] de infligirle al ejército paraguayo un
golpe recio que lo hubiera paralizado traumaticamente [...]. Y el pensamiento
militar boliviano y las ansias del país todo, se afincaron en el cerco de Cambeiti,
en el cual, durante cuatro días, se mantuvo en suspenso una febril incógnita.
Grande debió ser el desencanto cuando el Comando Superior boliviano [...] en un
comunicado de fecha 28 de abril de 1935 concluía con las esperanzas, muy factibles
por cierto, que se habían forjado en torno al, hasta hacia poco, bien anillado
cerco del sector central norte.
Teniente coronel Vergara Vicuña,
en Vergara Vicuña (1944, p. 328 v. 7)

Etapas (1-2-3) en que se dividía el plan de la ofensiva boliviana lanzada en abril


de 1935
La 8.ª División paraguaya rompió el cerco en el punto más fuerte y escapó por las
laberínticas quebradas de la sierra de Aguaragüe.

En el norte, las fuerzas del coronel boliviano Anze empujaron lentamente al


Destacamento Garay hacia el río Parapetí. La contraofensiva boliviana recuperó las
márgenes de ese río pero no pudo tomar el estratégico cruce de Huirapitindí desde
donde las fuerzas de Garay podían recuperar fácilmente el río.149

La ofensiva boliviana, pese a la amplia superioridad en hombres y recursos


utilizados, fue limitada en sus resultados y se realizó al costo de elevadas bajas
que llegaron al 20 % de las fuerzas empleadas.150

Dos días habían transcurrido desde el instante en que se había desencadenado la


sorpresiva contraofensiva boliviana [del 14 de abril de 1935] y ya se podía afirmar
que había fracasado en sus objetivos fundamentales [...] lo que se había visto en
Carandaitý, Algodonal, Villazón y Picuiba durante la contraofensiva del Cuerpo de
Caballería Toro, septiembre a noviembre de 1934, se había repetido con matemática
exactitud en esta nueva contraofensiva del Parapetí [...] desgraciadamente para las
armas bolivianas, el imperio de la rutina operativa y el pródromo [sic] de
debilidades de comandos afectados por el recuerdo de otros reveses en las personas
de algunos de sus componentes [...] siguió pautando con sometimiento a un exceso de
seguridad reñidos con los principios [...] de la economía de fuerzas y de la
sorpresa.
Teniente coronel Vergara Vicuña,
en (Guachalla, 1978, p. 201-202)
La ofensiva boliviana se detuvo el 16 de mayo de 1935, cuando el coronel paraguayo
Rafael Franco retomó la iniciativa con un sorpresivo ataque sobre el regimiento
boliviano Castrillo que vigilaba el estratégico sector de Quebrada de Cuevo y
recuperó Mandeyapecuá, localidad donde se presumía que existían grandes reservas de
petróleo. Días después, el regimiento paraguayo Valois Rivarola intentó cercar a
dos regimientos bolivianos y unidades menores, que escaparon apresuradamente hacia
Yohay.151

Nuevamente el general Estigarribia pensó en tomar Villamontes pero esta vez


desatando previamente sobre sus defensores un verdadero ataque de artillería. Para
ese fin solicitó a la marina paraguaya el desmantelamiento de los cañones binarios
delanteros de 6 metros de largo y 120 milímetros de diámetro cada uno de la
cañonera Humaitá para transportarlos a 15 km de Villamontes y desde esa distancia
destruir sus defensas.152Se prepararon los puentes del ferrocarril, se diseñó un
medio de transporte que soportara los 5500 kilos de peso, se planeó la construcción
de un soporte de cemento para sostener el retroceso y se transportó al Chaco un
tractor de gran capacidad para llevarlo hasta la zona de operaciones. La
finalización de la guerra impidió que los cañones del Humaitá pudieran actuar sobre
Villamontes.

Batalla de Pozo del Tigre-Ingavi


Artículo principal: Batalla de Pozo del Tigre-Ingavi
A fines de abril de 1935, la 6.ª División boliviana, comandada por el coronel Ángel
Ayoroa, integrada por los regimientos RI-14 Florida (al mando del teniente coronel
Julio Bretel), y el RC-2 Ballivián (al mando del teniente coronel René Pantoja).153
con un total de 3000 hombres inició su aproximación al fortín Ingavi ocupado por
los 370 hombres de la fracción López.154El plan consistía en tomar Ingavi primero y
desde allí avanzar hacia el fortín Aroma (al este) o hacia el fortín 27 de
Noviembre (al suroeste). Estigarribia envió al teniente coronel Cazal Rivarola con
la orden de impedir que Ingavi cayera en manos enemigas debido a las conversaciones
diplomáticas en curso y al objetivo estratégico de mantener a Bolivia lo más lejos
posible del alto río Paraguay. Cazal Rivarola organizó su fuerza en tres raleados
regimientos integrados por veteranos con años de combate.155

Los bolivianos capturaron Pozo del Tigre (Kilómetro Catorce), una posición
adelantada a 14 km del fortín Ingavi y a fines de mayo atacaron sin éxito el fortín
sufriendo unas 100 bajas. Mientras el coronel Arrieta reemplazaba al coronel
Ayoroa, Cazal Rivarola, con no más de 850 hombres, comenzó a rodear al regimiento
RI-14 Florida en Pozo del Tigre. El 5 de junio de 1935, las fuerzas paraguayas
cortaron el camino Ingavi-Ravelo, en la retaguardia del RI-14. El regimiento RC-2
Ballivián acudió en su ayuda e intentó abrir una brecha sin éxito. Tampoco sirvió
el apoyo de la 5.ª División boliviana.

Entre el 7 y el 8 de junio de 1935, la batalla de Ingavi terminó con la captura del


teniente coronel Bretel ―en ese momento comandante de la 6.ª División boliviana
cercada―, de los mayores Marcial Menacho Páez y Humberto Berndt Vivanco, mercenario
chileno que fuera contratado por el ejército boliviano en enero de 1935, y que al
caer prisionero comandaba el regimiento Ballivián.102

Se capturaron 2 jefes, 7 oficiales y 361 soldados. Los días siguientes, las fuerzas
paraguayas aceleraron su avance hacia Ravelo persiguiendo a fuerzas bolivianas
dispersas. La velocidad del avance impidió que estas pudieran sostenerse en
Kilómetro Veinticinco ni en Kilómetro Treinta y Cinco (o Pozo del Bárbaro) donde
existía una importante fortificación. En el avance se capturaron prisioneros y
sobre todo camiones, armas y provisiones que facilitaron el avance de Cazal
Rivarola.156

El coronel Toro culpó del resultado al comando del Tercer Cuerpo «por la mala
interpretación» dada a sus terminantes directivas. Nueve años después, el coronel
Ángel Rodríguez no solo criticó esta actitud de Toro de descargar culpas sobre los
subordinados sino que lo acusó de querer implementar «tenazas» en el Chaco y
sostener ideas «hinderburguianas» de cortar las comunicaciones enemigas lejos y con
bastante tropas.157

En ese mismo momento, en Buenos Aires (Argentina), las partes acordaron firmar, el
12 de junio de 1935, un protocolo de paz. Ese día, las tropas de Cazal Rivarola,
que ya habían avanzado 32 km desde Ingavi, estaban a solo 15 km de su nuevo
objetivo: Ravelo y las instalaciones petrolíferas bolivianas. Estos hechos
influyeron en la delegación boliviana para firmar el protocolo de paz.158

Prácticamente hemos perdido el Chaco. Hoy el problema de la guerra está vinculado a


la desintegración de los departamentos de Santa Cruz y Tarija y a la pérdida de
nuestras riquezas petrolíferas. Frente a esta situación no podemos cruzarnos de
brazos y espectar el drama, cuya prolongación puede causar la ruina definitiva del
país.
Tomás Manuel Elío (jefe de la delegación boliviana en Buenos Aires): Actas. Buenos
Aires (Argentina), 5 de junio de 1935;
en (Guachalla, 1978, p. 207)
Fin de la guerra

Reunión en Puesto Merino de los comandantes en jefe de ambos ejércitos después del
armisticio, 18 de julio de 1935).

E. Martínez Thedy (Uruguay), Luis Alberto Riart (Paraguay), Tomás M. Elío (Bolivia)
y Carlos Saavedra Lamas (Argentina) negocian la Paz del Chaco.
La duración, los malos resultados y la lista de bajas acrecentaron el descontento
del pueblo boliviano ante la guerra. Solo los militares sostenían que con tiempo y
recursos todavía se podía alcanzar la victoria. Pero esta actitud era solo para
salvar las apariencias. En mayo de 1935, en plena ofensiva boliviana sobre el río
Parapetí, el coronel Ángel Rodríguez expuso que para alcanzarla se necesitaban 50
000 hombres, 500 camiones, gran cantidad de municiones y recursos monetarios
suficientes para sostener el aprovisionamiento del ejército por largo tiempo.159

Si no disponemos de estos elementos, que son indispensables, la paz debería ser


aceptada ahora que ambos ejércitos están equilibrados.
Coronel boliviano Ángel Rodríguez,
en (Querejazu Calvo, 1981, p. 464)
El 5 de junio de 1935, en Buenos Aires (Argentina), miembros de la delegación
boliviana que analizaban el cese de las hostilidades consideraron que debía pedirse
la opinión del comando del ejército, general Peñaranda y coronel Toro. Ante este
requerimiento, el representante del ejército boliviano en la delegación, coronel
Ángel Rodríguez, afirmó: «El comando soy yo». Años más tarde explicaría los motivos
de aquella afirmación:

Tenía en mi conciencia que esta afirmación podía hacerla con más derecho que
cualesquiera de los dos que habían quedado en Villamontes, planeando disparates [se
refiere a Peñaranda y Toro] […] enseguida pregunté al ministro de Hacienda, señor
Carlos Víctor Aramayo si se contaba con dinero para continuar la guerra. El señor
ministro contestó que no había dinero. Inmediatamente repuse, en mi calidad de
asesor militar y personero del comando: «Es mi opinión que se acepte la cesación de
hostilidades PORQUE TAMPOCO HAY COMANDO». Como me mirasen asombrados por esta
afirmación pase inmediatamente a explicar las actuaciones desacertadas del coronel
Toro [...] y terminé con esta frase: «Tengo el convencimiento de que al paso que
vamos, acabaremos por entregar nuestras petroleras».
Coronel Ángel Rodríguez, jefe de Operaciones EMG boliviano;
en (Vergara Vicuña, 1944, p. 672, v. 7) y (Querejazu Calvo, 1981, p. 463)
El 12 de junio de 1935, en Buenos Aires (Argentina), se firmó el Protocolo de paz
donde se acordó el cese definitivo de las hostilidades sobre la base de las
posiciones alcanzadas hasta ese momento por los beligerantes.

El 18 de julio de 1935, en Puesto Merino, ubicado en la tierra de nadie camino a


Villamontes, se produjo el primer encuentro entre los comandantes de ambos
ejércitos. La sencillez del general paraguayo Estigarribia contrastó con las
condecoraciones, correaje y fusta que portaba el general boliviano Peñaranda.

Al hacerse las presentaciones el momento es emocionante y solemne [...] La oportuna


ejecución de la banda, disimuló las lágrimas que brillaron en los ojos de muchos de
los presentes. Peñaranda, hombre recio, tiembla de emoción. Estigarribia tiene la
mirada dulce y tranquila.
General uruguayo Alfredo R. Campos,
en (Querejazu Calvo, 1990, p. 176)
Acuerdo limítrofe
Después de largas negociaciones, el tratado para terminar la guerra fue firmado en
Buenos Aires (Argentina) el 21 de julio de 1938. El canciller argentino Carlos
Saavedra Lamas, que había convocado la Conferencia de Paz en Buenos Aires, obtuvo
más tarde el premio Nobel de la Paz en 1936 por su labor en pro de la paz y en
particular por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra Lamas, firmado por 21
naciones y convertido en un instrumento jurídico internacional. Desempeñó un
importante papel como mediador para dar por terminada la guerra del Chaco.

El Tratado de Paz, Amistad y Límites, firmado el 21 de julio de 1938 en Buenos


Aires, puso fin a la guerra, otorgándole a Paraguay la soberanía de cerca del 75 %
de la zona en litigio, y dándole a Bolivia el resto, incluyendo el acceso al río
Paraguay.160

El 27 de abril de 2009, 74 años después de finalizado el enfrentamiento bélico, los


presidentes Evo Morales (de Bolivia) y Fernando Lugo (de Paraguay) firmaron en
Buenos Aires el acuerdo definitivo de límites territoriales del Chaco Boreal. El
acto se realizó en presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (de
Argentina), previa aceptación por parte de sus respectivos cancilleres del Acta de
cumplimiento y ejecución del Tratado de paz, amistad y límites entre Bolivia y
Paraguay de 1938.

Referencias
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Enlaces externos
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