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Inmaculada Concepcion de La Virgen Maria

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Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo

(Lc 1,26-38)

ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 61,10)


Pueblo de Sión: mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír su voz gloriosa en
la alegría de vuestro corazón.

ORACIÓN COLECTA
Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no
permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para u
podamos participar plenamente del esplendor de su gloria.

PRIMERA LECTURA (Gn 3,9-15.20)


Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer
Lectura del Libro del Génesis

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?» Él contestó: «Oí tu
ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.» El Señor le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí
comer?» Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?» Ella respondió: «La serpiente me engañó, y
comí.» El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y
todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco
hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la
hieras en el talón.» El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los., que viven.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4)


R/. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,


porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,


revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y
su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado


la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

SEGUNDA LECTURA
Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de
crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado
en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que
tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio
hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo
según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su
gloria.

EVANGELIO (Lc 1,26-38)


Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a
una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba
María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas,
Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono
de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María
dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo,
y ya está de seis meses la que llamaba estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María
contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Señor, recibe complacido el sacrificio que te ofrecemos en la solemnidad de la Inmaculada
Concepción de la Virgen María, y así como a ella la preservaste limpia de toda mancha, guárdanos
también a nosotros, por su poderosa intercesión, limpios de todo pecado.

PREFACIO
El misterio de María y de la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque preservaste a la Virgen María, de toda mancha de pecado original, para que en la plenitud de
la gracia fuese digna madre de tu Hijo y comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de
juventud y limpia hermosura.
Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente que quita el pecado del
mundo.
Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad.
Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría.
Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
¡Que pregón tan glorioso para ti, Virgen María!, porque de ti ha nacido el sol de justicia, Cristo,
nuestro Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN


Señor Dios nuestro, que el sacramento que hemos recibido repare en nosotros los efectos de aquel
primer pecado del que fue preservada de modo singular, en su Concepción, la Inmaculada Virgen
María.
Lectio

La Iglesia celebra hoy la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una fiesta mariana en medio
del tiempo litúrgico del Adviento. ¿Por qué? Porque entre las diferentes actitudes de un cristiano
respecto a este tiempo litúrgico aparecen estas tres que son relevantes: la espera vigilante y gozosa,
la esperanza y la conversión. Estas tres actitudes estuvieron presentes en la Virgen María, la mujer
de la esperanza por excelencia. La Iglesia nos ofrece en la Virgen Inmaculada una guía segura y una
ayuda extraordinaria, pues nadie mejor que ella ha vivido el tiempo de preparación a la venida de
su Hijo, al nacimiento del Salvador. María tiene una relación íntima y espiritual con el Niño
concebido en su vientre por obra del Espíritu Santo y de quien el Ángel –en la Anunciación– le dice
que será llamado Hijo del Altísimo, el Santo, el Salvador del mundo.

Con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, la Iglesia destaca la cooperación de María en el


misterio de la redención y su relación con la venida del Señor. Recordemos que el Adviento tiene
estas dos perspectivas –a veces nos centramos más en una que en la otra– es el tiempo de la
preparación a la Solemnidad de la Navidad, en la que recordamos la primera venida del Hijo de
Dios entre los hombres y, a la vez es el tiempo en el que gracias a este recuerdo, el Espíritu nos guía
a la espera de la segunda venida de Jesucristo al final de los tiempos, como lo repetimos cada
Domingo en la Profesión de Fe cuando nos reunimos como Cuerpo Místico para la celebración de la
Eucaristía: «Creo que vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos…». La liturgia contempla sus
dos venidas interrelacionadas entre sí: el nacimiento de Jesucristo prepara para el encuentro
definitivo con Él.

Con la imagen bíblica de la “Hija de Sion” la liturgia nos recuerda que en María culmina la espera
mesiánica de todo el pueblo de Dios del Antiguo Testamento. Ella nos enseña cómo ha de ser
nuestra espera: una espera ferviente, una preparación espiritual y total a la venida del Señor. María
en el misterio del Adviento y de la Encarnación, une al Salvador con el género humano, gracias a su
dócil aceptación a la voluntad de Dios: «Aquí está la Esclava del Señor. Hágase en í según tu
palabra».

El texto del evangelista Lucas que nos ofrece la liturgia de este día, –el de la Anunciación– es tan
rico e importante que la Iglesia nos lo presenta en diferentes ocasiones durante el año, por ejemplo:
el IV Domingo de Adviento en el ciclo B, el 25 de marzo en la fiesta de la Anunciación, el 22 de
agosto en la fiesta de María Reina, el 7 de octubre en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, entre
otras… De la mano de San Lucas contemplemos este gran Misterio.

v. 26, Tengamos presente que en la liturgia no leemos las primeras palabras del texto bíblico, «al
sexto mes…» lo sustituye por ‘en aquel tiempo’. Y sin embargo hemos de tenerlo presente: ‘Al
sexto mes’ es un dato cronológico histórico importante que empalma el anuncio a María con el del
ángel a Zacarías y si leemos detenidamente el texto veremos las semejanzas que encontramos en
estos dos anuncios así como sus notables diferencias como es natural: el anuncio del Precursor Juan
Bautista y el del Hijo de Dios. Es una memoria que la Iglesia ha conservado. Las fechas de las
celebraciones no son acaso sino que siguen una tradición litúrgica, una memoria histórica. Así,
Lucas nos ubica en el tiempo y en el espacio: Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad
de Galilea llamada Nazaret…

Nazaret es el lugar donde acontece el anuncio; un pueblito que se distinguía porque sus habitantes
eran poco ortodoxos, se les consideraba como paganos, impuros, poco fieles a la ley, quizá a causa
de la mezcla de culturas, al comercio que se desarrollaba allí. En definitiva, no eran bien vistos, de
hecho, recordamos la expresión de Natanael cuando le hablaron del galileo Jesús: “…de Galilea
puede salir algo bueno…” Jn 1, 46.
v. 27, «…a una joven virgen, prometida a un hombre descendiente de David»: unos meses antes de
casarse, los novios firmaban un compromiso de matrimonio, para que el esposo pudiera dedicarse
tranquilamente a preparar todo lo necesario para organizar su futura familia, con la certeza que su
prometida no se casará con nadie más que él. Su prometido es José de la casa de David, es decir,
donde se realiza la promesa de Dios.

«La virgen se llamaba María»: María significa ‘Señora’ o ‘Princesa’. Algunos afirman que este
nombre en Egipto proviene de Mar: la hija preferida, e ia: abreviatura de IAVEH: Dios, por lo cual
traduciría: la hija preferida de Dios. No nos es difícil aceptar esta acepción. El pueblo de Israel
apreciaba el nombre de María. María se llamaba la hermana de Moisés. En tiempos de Jesús este
nombre, parece ser, era popular, las mujeres que lo acompañaron en el Calvario se llamaban María.
v. 28, «Alégrate» el saludo del ángel no es convencional, sino que particularmente invita a María a
la alegría, al gozo porque ella es la Hija de Sion a quien visita su Señor; es el recuerdo de los
anuncios mesiánicos (So 3,14; Jl 2,21-27; Za 2,14; 9,9). «Llena de gracia». La «plenitud» de gracia
de María hay que deducirla de su condición de madre del Mesías, Hijo de Dios, que supone una
relación singularísima con Dios. Ahí está el fundamento de los dogmas de su Inmaculada
Concepción y Asunción en cuerpo y alma a los cielos. María no es llamada por su nombre, sino que
el ángel le dice llena de gracia, es decir “colmada de gracia por parte de Dios”; es un nombre nuevo
que expresa la plenitud de la iniciativa del amor de Dios hacia Ella.

El Señor está contigo: también supera el valor de un simple saludo, es un augurio, es el motivo de
la alegría de la presencia de Dios salvador. Dios se ha comprometido a estar con todos en la alianza
como lo hizo con Moisés (Éx 3,12), con Josué (Jos 1,5) y otros textos. Dios promete estar con
María que será la Madre del Dios con nosotros, la escoge entre todas las mujeres. Cuando Dios
llama a una misión difícil a una persona, le promete estar con ella, así con Moisés que se sintió un
instrumento inadecuado porque era tartamudo pero Él le responde: “estaré contigo”. Josué entrará al
pueblo de Israel a la Tierra Prometida y escucha las mismas palabras “yo estaré contigo”. Jeremías
es llamado en una situación complicada, responde diciendo al Señor “yo soy joven, yo no puedo”
pero Él le dice: “yo estaré contigo (Jr 1,6-8). Y Sin embargo, la misión encomendada a María, es la
más extraordinaria que nunca haya sido confiada a nadie, solo a ella: “El Señor está contigo” en
todo el sentido de la palabra, en su vientre llevará al Hijo de Dios.

vv. 32-33 La promesa divina de un trono eterno a David, hecha por el profeta Natán en (2Sam 7,12-
16), está al origen de la espera mesiánica. El objetivo particular del anuncio del nacimiento de
Jesús está en su identidad como hijo de David y como Hijo de Dios V. 32-35.

v.34 «Cómo sucederá esto pues no conozco varón», ella no pretende un signo como Zacarías sino
que revela un deseo, ella era virgen, un ideal difícil para ese tiempo; la virginidad era un estado de
pobreza, de maldición, incluso de pecado, una mujer que no concibe es considerada una desgracia
para ella. Un nacimiento cambia la vida de María, ella encuentra en Dios la solución. Dios que le ha
inspirado ser virgen, ahora le pide ser madre. El hombre solo posee lo que dona, también la
virginidad de María no es solo un valor biológico, es la expresión de la pobreza y de la
disponibilidad a la voluntad del proyecto de Dios sobre ella y de su sí pleno, total.

v.35 «El Espíritu Santo descenderá sobre ti, la sombra te cubrirá y será llamado hijo de Dios». Es
la iniciativa de Dios, su presencia especial la cubrirá. El término cubrir para proteger, bendecir…
nos recuerda a la imagen de la nube en el Antiguo Testamento: “La nube cubrió entonces la Tienda
del encuentro y la gloria de Yahveh llenó la morada” (Éx 40, 34). María llega a ser arca de la
alianza definitiva, que será ratificada en la cruz y que nosotros sacramentalmente la vivimos en la
Eucaristía. La presencia misteriosa de Dios, la hemos visto en la tienda del desierto en el templo de
Jerusalén, en los salmos, en el ‘ave’ que nos cubre con sus alas, en los querubines que con sus alas
cubren el arca Dios, la potencia del Espíritu que aleteaba sobre las aguas en la creación del mundo.
En el vientre de María se da un nuevo acto creativo: Jesús. Es la persona que estará con Moisés y
Elías, el Cristo transfigurado, cuando de la nube salió a una voz que decía: “este es mi Hijo
amado…” (Mt 17, 1-8; Mc 9 2-8; Lc 9 28-36).

v. 37 «… porque no hay nada imposible para Dios…» En María se hace presente el Señor.
También Isabel está generando en su vejez, es el signo que se ofrece a María aunque si no lo pidió.
Dios suele ofrecer signos a los hombres para hacerse más cercano, porque nada es imposible para
Dios, toda la acción del ángel recuerda la eficacia de Dios. Nos recuerda a los ángeles que pasaron
por Mambré, le anuncian a Sara y a Abran que serán padres (Gn18, 14) Job dirigiéndose a Dios le
dice que ningún proyecto es imposible a Dios. María conoce estas frases, las ha escuchado en la
sinagoga que es la expresión más pura de la fe del pueblo,

v. 38 «Entonces María dijo: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» La
aceptación de María está ligada en la revelación del ángel, ella acepta que su propio proyecto
desaparezca y se realice el de Dios, aquí estoy es una expresión que recorre 188 veces el Antiguo
Testamento. Es la expresión para cumplir la voluntad de Dios, Abraham es llamado a ofrecer a su
hijo Isaac, responde Aquí estoy, igualmente Moisés: Aquí estoy; cuando llama a Samuel: Aquí
estoy… La Sierva del Señor, es un título que la comunidad cristiana utiliza para referirse a los
Siervos del Señor.

Aprendamos de María su disponibilidad a la voluntad de Dios, su obediencia y su entrega total. En


esta II semana de Adviento, pidamos al Espíritu Santo nos conceda el don del silencio para que
nuestra espera sea gozosa y pueda animar y renovar a tantos hermanos nuestros en la esperanza
cristiana.

OREMOS
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María, preparaste una digna
morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte de Jesucristo, preservaste a su madre de toda
mancha de pecado, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada, que
lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

APÉNDICE De las Oraciones de san Anselmo, obispo


(Oración 52: PL 158, 955-956)
¡OH VIRGEN, POR CUYA BENDICIÓN QUEDA BENDECIDA TODA LA NATURALEZA!

El cielo, los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche, y todo lo que se halla sometido al poder y al
servicio del hombre, se congratulan, Señora, porque, habiendo perdido su antigua nobleza, ahora
han sido en cierto modo resucitados por ti y dotados de una gracia nueva e inefable. Porque todas
estas cosas estaban como muertas, al haber perdido su congénita dignidad de servir al dominio y
utilidad de los que alaban a Dios, que para eso habían sido creadas; estaban oprimidas y afeadas por
el abuso de los que servían a los ídolos, para los cuales no habían sido creadas. Ahora se alegran
como si hubieran vuelto a la vida, porque ya vuelven a estar sometidas al dominio de los que
confiesan a Dios, y embellecidas por su uso natural.

Es como si hubiesen saltado de alegría por esta gracia nueva e inapreciable, al sentir que el mismo
Dios, su mismo creador, no sólo reinaba sobre ellas de un modo invisible, sino que incluso lo vieron
en medio de ellas, santificándolas visiblemente con su uso. Estos bienes tan grandes provinieron a
través del fruto bendito del vientre sagrado de la Virgen María. Por tu plenitud de gracia, lo que
estaba en el país de los muertos se alegra al sentirse liberado, y lo que está por encima del mundo se
alegra al sentirse restaurado. En efecto, por el glorioso Hijo de tu gloriosa virginidad, todos los
justos que murieron antes de la muerte vivificante de Cristo se alegran al verse libres de su
cautividad, y los ángeles se congratulan por la restauración de su ciudad medio en ruinas. ¡Oh
mujer llena y rebosante de gracia, con la redundancia de cuya plenitud rocías y haces reverdecer
toda la creación! ¡Oh Virgen bendita y desbordante de bendiciones, por cuya bendición queda
bendecida toda la naturaleza, no sólo la creatura por el Creador, sino también el Creador por la
creatura!

Dios, a su Hijo, el único engendrado de su seno igual a sí, al que amaba como a sí mismo, lo dio a
María; y de María se hizo un hijo, no distinto, sino el mismo, de suerte que por naturaleza fuese el
mismo y único Hijo de Dios y de María. Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha
nacido de María. Dios lo creó todo, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se hizo
a sí mismo de María; y de este modo rehízo todo lo que había hecho. El que pudo hacer todas las
cosas de la nada, una vez profanadas, no quiso rehacerlas sin María. Dios, por tanto, es padre de las
cosas creadas y María es madre de las cosas recreadas. Dios es padre de toda la creación, María es
madre de la universal restauración. Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho, y María
dio a luz a aquel por quien todo fue salvado. Dios engendró a aquel sin el cual nada en absoluto
existiría, y María dio a luz a aquel sin el cual nada sería bueno. En verdad el Señor está contigo, ya
que él ha hecho que toda la naturaleza estuviera en tan gran deuda contigo y con él.

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