Emociones Tramposas
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16/07/2010
Algo parecido habría que decir de la compasión -así se le reprocha desde antiguo-, que
reclama idéntica buena conciencia. “Siempre que sentimos simpatía sentimos que no
somos cómplices de las causas del sufrimiento. Nuestra simpatía proclama nuestra
inocencia así como nuestra ineficacia. En esa medida puede ser una respuesta
impertinente, si no inadecuada (a pesar de nuestras buenas intenciones)” (ib.) O de unas
intenciones no tan buenas o que al menos conviene someter a examen, añadimos,
mientras no nos dispongan a acabar con ese sufrimiento injusto. El recordatorio
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compasivo o indignado de los males del prójimo puede perseguir, no tanto su final y el
castigo merecido, como situar a quienes lo reclaman en un lugar teórico y práctico
inobjetable.
2. Entre las estratagemas habituales para no afrontar los daños de la iniquidad han de
contarse algunas falsas ilusiones. En esta descripción de la ilusión favorita de la gente de
edad en Alemania ante el crecimiento del nazismo, tal como cuenta S. Haffner, se
concentran varias de ellas: “Los mayores trataban de demostrarse a diario a sí mismos y a
los demás que era imposible que todo aquello continuase, adoptaban la pose típica del
sabelotodo que disfruta de la situación, se ahorraban tener que contemplar lo demoníaco
concentrando su mirada en lo más infantil, se engañaban a sí mismos haciendo de su
postura totalmente sumisa y desesperada una actitud que consistía en estar al margen de
la situación y observarlo todo con aires de superioridad…”. Esa fingida superioridad
puede brotar de la costumbre de aferrarse a sus conceptos abstractos a fin de poder
ignorar todos los hechos particulares. Al final, es un modo de preservar su propia
impecabilidad.
Varias tentaciones más acosan a los que quieren preservar su inocencia ante el daño
público. Una es la amargura, el propio abandono masoquista al odio, al dolor y al
pesimismo. Otra, en dirección contraria, es la búsqueda de una pureza imposible de
quien no desea corromperse interiormente a través del odio y el sufrimiento, sino
mantener una actitud amable. Para ello no hay otra salida que desviar la mirada y
aislarse. Es como desear los resultados de la acción pero sin acción, los frutos del esfuerzo
sin esfuerzo; mejor dicho, sin los peligros que la acción y el esfuerzo llevan aparejados.
Con el tiempo se aprende que todo el que actúa encuentra rivales y, por desgracia,
enemigos porque sus planes y las circunstancias llevan a las personas a adoptar distintos
puntos de vista. Pero el espectador cauto declara preferir ser amigo de todos, cuando sabe
bien que eso significa defraudar a casi todos y, a lo más, ser amigo de unos pocos: los que
pueden hacerle daño también a él, como ya se lo están haciendo a los demás.
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de Camus, que discurren por el mismo camino: “Le niego el derecho a creerse con las
manos limpias. Estamos en un nudo de la historia donde la complicidad es total y usted
no escapa de esa servidumbre, sino que tampoco hace ningún esfuerzo por escapar. Mi
única ventaja sobre usted es que, por mi parte, yo he hecho ese esfuerzo (…) por que
disminuya desde ahora mismo el atroz dolor de los hombres”.
Pongamos buen cuidado en contrastar esta postura con esa otra -su opuesta- que merece
mayor respeto, precisamente porque trata de mantener a raya la tentación escapista ante
la ignominia reinante. Ahora bien, justamente por haberse comprometido en el combate
por la libertad conocen lo mucho que ello les ha costado y lo que ya no están dispuestos a
entregar. Su queja –es el lamento de René Char- sonaría aproximadamente así: bastante
daño me hacen esos criminales como para que, además, me arrebaten mi vida más íntima
o más productiva; ya me han recortado mi libertad exterior, no les debo también mi
pensamiento, mi imaginación o mi tiempo libre. Con mayor motivo que en el ciudadano
corriente, la opresión colectiva se vuelve para el pensador o el artista un mal
imperdonable por lo mucho que reduce sus dimensiones a mero combatiente contra esa
opresión. Todo eso también forma parte del mal que la barbarie introduce en el mundo.
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