Paralogismo
Paralogismo
Paralogismo
El paralogismo es lo antitético de sofismo, siendo este último utilizado con cierto matriz
peyorativo, en que se incluye la intención de engañar, siendo un acto producido con
consciencia de falsedad. Y es por ello, la importancia de no caer en el error de establecer
como sinónimo de paralogismo al sofismo, debido a su diferencia en su forma de actuar.
Andreina Fernandes
A la hora de estudiar el discurso, los paralogismos forman parte del grupo de los
silogismos, que son las ideas que se forman gracias a la unión de dos planteamientos que
llevan a una conclusión. Está conclusión, en el caso de un paralogismo, es la que presenta
problemas y por ende se considera como una falacia.
Retrato de Kant, uno de los principales exponentes del paralogismo. Fuente: nach Veit Hans
Schnorr [Public domain], vía Wikimedia Commons.
Uno de los autores más importantes en tratar el tema de los paralogismos fue el filósofo
alemán Immanuel Kant (1724-1804). Hizo referencia a este tipo de argumentos en su obra
Crítica de la razón.
Hoy en día son recursos que se encuentran muy presentes en diferentes ramas. La
publicidad utiliza mucho este método para persuadir a su audiencia, al igual que los
diferentes actores políticos.
Índice
1 Historia
2 Autores y estudiosos del paralogismo
o 2.1 Immanuel Kant
o 2.2 Vaz Ferreira
3 Características
4 Tipos de paralogismos
5 Ejemplo
6 Referencia
Historia
El término paralogismo nace del griego y se da gracias a la unión de los conceptos ‘para’,
que quiere decir más allá, y de ‘logos’, que se refiere a la razón. Esto quiere decir que un
paralogismo significa que lo que se expone es algo que lleva la contraria a las normas ya
marcadas. En resumen es una conclusión a la que se llega, pero que no es la verdadera.
A finales del siglo XX, alrededor de los años 80, tuvo un auge el estudio de los
paralogismos. El francés Jean-François Lyotard hizo posible que se dejara a un lado la
teoría de este recurso y se pasó entonces a la parte práctica de su estudio y utilización.
Hoy en día no es un concepto muy utilizado ni conocido. Los filósofos o estudiosos a nivel
de lingüística suelen usar mucho más el término falacia para referirse a los paralogismos.
En este sentido, es fundamental poder determinar la intención que tiene el emisor del
mensaje para poder establecer cuál es su propósito a la hora de plantear un argumento. Si
busca engañar a su receptor entonces se estaría hablando del tipo de falacia que tiene que
ver con los sofismas.
Ya queda claro entonces que en la actualidad los paralogismos tienen la misma estructura
de los silogismos, se les considera falacias y muchos autores también los definen como
sofismas. La razón es que aunque pueden parecer explicaciones verdaderas, lo cierto es que
carecen de sentido.
La idea, los conceptos y todo el estudio sobre los paralogismos apunta casi en su totalidad a
las obras de Immanuel Kant y al abordaje que hizo sobre el recurso filosófico y retórico. En
su obra Dialéctica trascendental hay una parte en la que habló sobre la razón y fue allí
donde trató de definir por lo menos dos tipos de paralogismos.
Kant llegó a establecer que existían paralogismos formales y otro tipo que se refería a los
trascendentales.
Vaz Ferreira
Latinoamérica también contó con autores que ahondaron en el estudio de los paralogismos.
Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), filósofo de origen uruguayo, fue uno de los personajes
más importantes en este aspecto.
Habló del recurso del paralogismo en la retórica como un fase de cierto caos, compuesta
por fallos a nivel mental y de conocimiento en vez de errores a nivel de discurso como
asumen otros autores.
Características
Para empezar, hay que tener cuidado a la hora de confundir un paralogismo con un sofisma.
Aunque muchos autores a veces los comparan y se refieren a ellos como si fueran lo
mismo, tienen algunas diferencias (obviamente también similitudes).
Para empezar, son planteamientos que no se pueden considerar como verdaderos; lo que
quiere decir que la conclusión a la que se llega después de planteadas las premisas es falaz.
Ambos tienen la misma estructura y, en este sentido, son iguales a los silogismos o a los
entimemas, que son planteamientos que omiten una premisa pues puede ser inferida.
Ahora, la gran diferencia se encuentra en la intención que tiene el emisor del mensaje
cuando formula su argumento. Los paralogismos no tienen la intención de engañar al
receptor del mensaje planteando una idea que no es cierta. El error ocurre por culpa de un
mal análisis o una reflexión incorrecta. Contrario a lo que sucede con los sofismas.
Luego, existen diferencias según el tipo de paralogismo que ocurra. Algunos dependen de
la forma en la que se plantee el argumento, mientras que otros paralogismos se centran en
el contenido erróneo que se plantea.
Los paralogismos están conformados por dos planteamientos (uno principal y otro
secundario) que permiten que se llegue a una conclusión.
Tipos de paralogismos
Clasificar los paralogismos depende mucho de los autores. En este sentido hay tres tipos en
los que coinciden la mayoría de los estudiosos, aunque normalmente se refieren a ellos
como falacias.
Para empezar están los paralogismos formales que tienen que ver con el proceso de análisis
o reflexión del emisor del mensaje.
Luego, están aquellos que no se consideran formales y que a su vez se dividen en otros dos
tipo: ambiguos y de atinencia.
Sobre el primero habló mucho Aristóteles en sus trabajos. Tiene que ver con los problemas
con el uso del lenguaje o las diferencias en los idiomas. Pueden suceder los paralogismos
porque se confunden términos o por los diferentes significados que pueden adoptar.
Por atinencia tiene que ver mucho con la estructura de este tipo de falacia. Para empezar, si
los paralogismos tienen dos premisas, la mayor y la menor, cuando se da una falacia por
atinencia es porque no existe una relación correcta entre las dos premisas que se utilizan.
Por ende, la conclusión a la que se llega al final no tiene sentido o lógica de la cual
sustentarse.
Son muchos los paralogismos que se pueden dar de esta forma. Puede ocurrir cuando se
trata de refutar una idea y en vez de hacerlo con argumentos válidos lo que se hace es atacar
al otro participante. Aunque los ataques a veces pueden ser contra algunos de los
interlocutores o contra el contexto en el que están.
También puede ocurrir cuando se quiere imponer un argumento a la fuerza. Al final autores
como el filósofo estadounidense Irving Marmer Copi, en su obra Introducción a la lógica,
habló de este tipo de falacia de atinencia, en la que los paralogismos pueden ocurrir por 18
razones diferentes.
Ejemplo
- Cuando me fui a vivir a Argentina dejé de tomar café y empecé a tomar mate. No te
imaginas cómo mejoró mi alergia al polvo.
En este caso, para empezar hay que determinar la intención del emisor del mensaje. Si
construyó el argumento para engañar al receptor de alguna forma, entonces debe
considerarse como un sofisma, pero si no tuvo intención alguna de engañar entonces si es
un paralogismo.
Referencia
1. Hasker, W. (2015). Emergent Self. Cornell University Press.
2. Palmquist, S. (2010). Cultivating personhood. Berlin: De Gruyter.
3. Peczenik, A., Lindahl, L. and Roermund, B. (1984). Theory of legal science. Dordrecht,
Holanda: D. Reidel.
4. Sallis, J. (2005). The gathering of reason. Albany: State University of New York Press.
5. Schreiber, S. (2003). Aristotle on false reasoning. Albany: State University of New York
Press.