Sentencia 4 Daño Indirecto
Sentencia 4 Daño Indirecto
Sentencia 4 Daño Indirecto
Exp. 14-1308
El 12 de diciembre de 2014, el abogado Carlos Milano Fernández, inscrito en el Instituto de Previsión
Social del Abogado bajo el n.° 130.009, actuando con el carácter de apoderado judicial de INDUSTRIAS
AUGUSTA, C.A., inscrita ante el entonces Registro Mercantil Segundo de la Circunscripción Judicial del Distrito
Federal y Estado Miranda, quedando anotada bajo el n.° 10, Tomo 183-A Sgdo., siendo dichos estatutos
constitutivos debidamente publicados en la Gaceta Municipal del Distrito Federal n.° 16.009, del 26 de noviembre
de 1979, cuya última modificación estatutaria fue realizada ante el referido Registro Mercantil el 30 de marzo de
1990, quedando anotada bajo el n.° 2, Tomo 98-A Sgdo., consignó ante esta Sala escrito contentivo de la solicitud
de revisión constitucional de la sentencia n.° 813, dictada y publicada el 22 de octubre de 1998 por la Sala Político
Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia, que declaró: 1- Parcialmente con lugar la apelación
formulada por la parte demandada Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (CADAFE) contra
el auto de admisión de pruebas del 09 de octubre de 1996; 2- Sin lugar la demanda que por daños y perjuicios
extracontractuales intentó Industrias Augusta, C.A., en contra de la referida Compañía; y, 3- Se condenó en costas
a Industrias Augusta, C.A., por resultar totalmente vencida en el proceso.
Por auto del 19 de diciembre de 2014, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado Juan José
Mendoza Jover, quien, con tal carácter, suscribe el presente fallo.
El 11 de febrero de 2015, en reunión de Sala Plena, tuvo lugar la elección de la nueva Junta Directiva del
Tribunal Supremo de Justicia; y, asimismo, se procedió a reconstituir esta Sala Constitucional, la cual quedó
conformada de la siguiente forma: Magistrada Gladys Gutiérrez Alvarado, Presidenta; Magistrado Arcadio
Delgado Rosales, Vicepresidente; y los Magistrados y Magistradas Francisco Antonio Carrasquero López, Luisa
Estella Morales Lamuño, Marcos Tulio Dugarte Padrón, Carmen Zuleta de Merchán y Juan José Mendoza Jover.
Revisadas las actas que conforman el presente expediente, pasa la Sala a dictar sentencia, previas las
consideraciones siguientes:
I
DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN CONSTITUCIONAL
La representación de la solicitante expresó, entre otros aspectos, los siguientes:
Que la sociedad mercantil Industrias Augusta, C.A., intentó en su oportunidad una demanda contencioso
patrimonial por responsabilidad civil extracontractual contra la entonces Compañía Anónima Nacional de
Administración y Fomento Eléctrico (CADAFE), hoy Corporación Eléctrica Nacional (CORPOELEC), destinada a
la reclamación y solicitud de indemnización de los daños y perjuicios causados a su representada por parte de la
entonces CADAFE, producto de la ilegal y arbitraria instalación y colocación de tendidos eléctricos de alta tensión
sobre dos (2) inmuebles propiedad de la referida Industria, constituidos por dos (2) parcelas de terreno, distinguidas
con los números 56 y 57, ubicadas en la Urbanización Industrial “El Cujial”, Sector Santa Teresa del Tuy,
Municipio Independencia del Estado Bolivariano de Miranda.
Una vez cumplidos los actos y trámites del procedimiento judicial la Sala Político Administrativa, dictó
sentencia en la cual declaró sin lugar la demanda contenciosa patrimonial por responsabilidad extracontractual.
De esta manera, la representación de la sociedad mercantil en cuestión alegó la violación del derecho a la
defensa y a la tutela judicial efectiva, por cuanto consideró que las pruebas aportadas en el juicio no fueron
valoradas por la Sala Político Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia.
II
DE LA SENTENCIA OBJETO DE REVISIÓN CONSTITUCIONAL
La Sala Político Administrativa dictó decisión el 22 de octubre de 1998, mediante la cual declaró
parcialmente con lugar la apelación interpuesta por la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico
(CADAFE) contra el auto de admisión de pruebas del 09 de octubre de 1996; sin lugar la demanda que por daños
y perjuicios extracontractuales ejerció Industrias Augusta, C.A. en contra de la prenombrada Compañía Anónima,
basándose en las consideraciones siguientes:
(…) Resuelta la apelación formulada por la parte demandada contra el auto de admisión de pruebas y
expuestas las argumentaciones formuladas por la actora en su libelo, corresponde a esta Sala analizar,
en primer lugar, las defensas de fondo opuestas por la parte demandada, distintas al rechazo de los
hechos alegados por la parte actora en su libelo.
En cuanto a la defensa relativa a la presunción prevista en el artículo 7 de la Ley de Servidumbre de
conductores Eléctricos, cabe señalar que el establecimiento de la referida presunción, en nada impide o
desvirtúa la acción planteada por la actora, ya que se trata de una simple presunción iuris tantum, que
puede ser desvirtuada por cualquier prueba en contrario.
En el presente caso existen elementos que desvirtúan la presunción de existencia de la servidumbre a
que se refiere la norma en cuestión, tal como se deriva del análisis del documento acompañado al libelo
de demanda marcado “N”, del cual se desprende un reconocimiento de la parte demandada, en relación
a que la parcela propiedad de la parte actora se encuentra afectada por el paso de varias líneas de
energía eléctrica propiedad de la COMPAÑÍA ANONIMA (sic) DE ADMINISTRACION (sic) Y
FOMENTO ELECTRICO (sic) (CADAFE). Dicho documento al no haber sido desconocido por la
parte demandada debe tenerse por reconocido y hace plena prueba contra la demandada.
Por ello existiendo un reconocimiento de la parte demandada con relación a que la parcela N° 56 de la
Urbanización Industrial “El Cujial”, se encuentra afectada por varias líneas de transmisión eléctrica
instaladas por la parte demandada, sin que hubiere mediado ninguna autorización para ello, queda
desvirtuada la presunción de existencia de la servidumbre alegada por la demandada. Y así se decide.
Por otra parte, respecto a defensa opuesta por la demandada, relativa a que el límite máximo de
indemnización procedente en este caso sería el previsto en el artículo 4 de la Ley de Servidumbre de
Conductores Eléctricos, esta Sala considera que tal límite sólo es aplicable en la medida en que nos
encontremos ante la aplicación del referido texto legal, pero en ningún caso constituye un límite para la
eventual indemnización que pudiere resultar en un caso de responsabilidad civil por hecho ilícito, como
ocurre en el presente juicio. Y así se decide.
Con respecto a la defensa de prescripción opuesta por la parte demandada, esta Sala considera que
tratándose de la alegación de un hecho extintivo de responsabilidad, deben aplicarse las reglas de
distribución y apreciación de la carga de la prueba, consagradas en el artículo 1.354 del Código Civil y
506 del Código de Procedimiento Civil.
En efecto, las normas antes citadas consagran el principio procesal de que “quien pida la ejecución de
una obligación debe probar su existencia y quien pretenda estar liberado de ella debe probar el pago
o el hecho extintivo de su obligación”. De esta manera, habiendo sido alegada por la demandada la
prescripción de la acción ejercida por la actora, en virtud de haber transcurrido más de diez (10) años
desde la fecha en que fueran instaladas las líneas de transmisión eléctrica que afectan la parcela
propiedad de la actora, correspondía a la demandada aportar los elementos probatorios que permitieran
verificar la procedencia de la prescripción alegada.
Ahora bien, del análisis de las pruebas cursantes en autos, no se encuentra ningún elemento probatorio
que permita corroborar en forma indubitable el hecho alegado por la parte demandada de que la
instalación de tales líneas eléctricas ocurrió en 1981, por lo que para el año 1996, ya habría prescrito la
acción de responsabilidad civil contra la COMPAÑÍA ANONIMA DE ADMINISTRACION Y
FOMENTO ELECTRICO (CADAFE). En tal sentido, no habiendo sido probados los hechos en que
se fundamentó la defensa de prescripción opuesta por la demandada, esta Sala la declara improcedente.
Y así se decide.
Decididas las defensas opuestas por la demandada, en los términos antes señalados, corresponde a esta
Sala pronunciarse sobre la procedencia o no de la acción propuesta en base al material probatorio
constante en autos, teniendo en cuenta que fuera de las defensas ya resueltas, la parte
demandada, COMPAÑÍA ANONIMA DE ADMINISTRACION Y FOMENTO ELECTRICO
(CADAFE), al negar todo lo que ha dicho el actor, salvo por lo que respecta al hecho admitido de la
presencia de las referidas líneas de transmisión eléctrica en la parcela de terreno en cuestión, hace que
en el presente caso la prueba debe versar sobre la existencia, inexistencia, inexactitud o falsedad de los
hechos afirmados por la actora en el libelo de la demanda.
Analizados los términos en que quedó planteada la litis, puede concluirse en que las pretensiones a
decidir por la Sala, con fundamento a las pruebas cuyo análisis hará en este capítulo, son las siguientes:
El libelo de demanda enfoca la reclamación de daños en el denominado hecho ilícito, es decir en el
incumplimiento culposo por parte deCOMPAÑÍA ANONIMA DE ADMINISTRACION Y
FOMENTO ELECTRICO (CADAFE), de una obligación, conducta o deber jurídico
predeterminado, como elemento desencadenante de la responsabilidad; que en el presente caso se
traduce en que, por el hecho de la instalación no autorizada de dos (2) líneas de transmisión eléctrica de
alta tensión, se hace imposible destinar la parcela propiedad de la parte actora a ningún otro fin.
Adicionalmente, ha afirmado que dicho incumplimiento culposo provocó un daño material, al cual
califica bajo dos modalidades: a.- El daño directo, es decir, la pérdida patrimonial que significa para la
actora, la imposibilidad de destinar la parcela de terreno de su propiedad para cualquier otro fin que no
sea el de servir de trayecto para las referidas líneas eléctricas de alta tensión, y la pérdida de todas las
mejoras realizadas en dicha parcela y b.- el daño indirecto, constituido por la pérdida económica
derivada de la imposibilidad de vender los apartamentos cuya construcción estaba prevista en el
proyecto que había sido aprobado para dicha parcela.
Al respecto, la Sala observa:
1.- La primera de las pretensiones esgrimidas por la parte actora, es la dirigida a exigir de
la COMPAÑÍA ANONIMA DE ADMINISTRACION Y FOMENTO ELECTRICO
(CADAFE), el pago de la cantidad de CIENTO VEINTICUATRO MILLONES CIENTO TREINTA
MIL TRESCIENTOS DOS BOLÍVARES CON 00/100 (Bs. 124.130.302,oo) por concepto de daño
directo al haber incurrida la demandada en responsabilidad civil.
2.- Las segundas de las pretensiones esgrimidas por la actora, está dirigida a que le sea pagada la
cantidad de DOSCIENTOS CUARENTA Y OCHO MILLONES DOSCIENTOS SESENTA MIL
SEISCIENTOS CUATRO BOLIVARES CON 00/100 (Bs. 248.260.604,oo) por el daño que ella ha
calificado como indirecto y que deriva de la imposibilidad de ejecutar y vender el proyecto de vivienda
cuya construcción había sido autorizada realizar sobre la parcela de terreno propiedad de la actora.
En relación a la primera de las pretensiones de la actora, esta Sala considera que de las pruebas por ella
aportadas, se desprende que efectivamente la demandada instaló varias líneas eléctricas de altas (sic)
tensión en la parcela propiedad de la actora. Este hecho queda verificado por el reconocimiento de la
propia parte demandada en el documento acompañado al libelo marcado “N”, el cual hace plena prueba
contra la demandada, así como por lo señalado en el primer particular del acta de inspección judicial
promovida por la actora y evacuada en fecha 24 de abril de 1997, por el Juzgado del Municipio
Independencia de la Circunscripción Judicial del Estado Miranda.
Establecido lo anterior, queda ahora por determinar los extremos requeridos por el Legislador para la
procedencia de una reclamación de daños y perjuicios por el hecho ilícito.
En efecto, el libelo de demanda contiene, como se expresó, una pretensión dirigida por la actora según
la cual el demandado es deudor de aquella por los daños y perjuicios que fueron causados en un terreno
de su propiedad.
Tales extremos para que la reclamación indemnizatoria por hecho ilícito sea procedente, son los
siguientes: a.- el incumplimiento de una conducta preexistente; b.- la culpa; c.- el carácter ilícito del
incumplimiento culposo; d.- el daño; y, finalmente, e.- que el daño sea producto del incumplimiento
culposo.
Visto lo anterior, entra la Sala a considerar si efectivamente es procedente la acción indemnizatoria por
hecho ilícito en este juicio, tomando en consideración cada uno de los extremos antes mencionados, y
su respectivo análisis:
Sobre el tema del incumplimiento de una conducta preexistente, nuestra más autorizada doctrina ha
explicado sobre el tema, lo siguiente:
“…(OMISSIS)… el legislador no la especifica expresamente, pero la presupone en todo sujeto de
derecho y la sanciona con la obligación de reparar. Esa conducta preexistente se deduce del
contexto del artículo 1.185 del Código Civil y consiste en una actuación negativa (no hacer) del
sujeto de derecho, que radica en no causar daños a otros por intención, negligencia o
imprudencia.” (MADURO LUYANDO, Eloy. Curso de Obligaciones. Derecho Civil III. (…)
Bajo tales premisas, la actora ha imputado a la COMPAÑÍA ANONIMA DE ADMINISTRACION
Y FOMENTO ELECTRICO (CADAFE), el incumplimiento de una conducta preexistente y que,
como lo expresa el libelo, ocasionó un daño en su patrimonio. La conducta cuyo incumplimiento se
atribuye a la parte demandada, se encuentra precisamente en la instalación sin autorización de unas
líneas de transmisión eléctricas de alta tensión, en un terreno propiedad de la parte actora, lo cual
impide cualquier utilización de dicho inmueble. Observa la Sala, que si bien es cierto que del contenido
del expediente se evidencia que ha habido el incumplimiento culposo de una conducta preexistente, no
existe ninguna prueba que permita corroborar que los daños reclamados han sido efectivamente
causados. En efecto, no existe ninguna prueba en el expediente tendente a la verificación de que el
terreno propiedad de la actora quedó impedido de poder ser destinado a cualquier otro fin, lo cual
constituye el argumento único y fundamental del daño alegado.
Asimismo, se observa que no existe ninguna prueba que permita verificar el daño causado a las
supuestas mejoras realizadas en el terreno propiedad de la actora. La única prueba aportada por la
actora para justificar dicho daño consiste en una factura de fecha 28 de junio de 1983, emanada de la
empresa “Complejo Químico El Tuy, C.A.”, que resulta inapreciable para esta Sala, por tratarse de un
documento privado emanado de un tercero y no haber sido promovido cumpliendo con los
requerimientos del artículo 431 del Código de Procedimiento Civil.
Establecido lo anterior, la Sala observa que del material probatorio que cursa en autos, no consta la
existencia del daño material directo que la actora alega haber sufrido, por lo que se declara
improcedente la pretensión esgrimida en tal sentido por la actora en su libelo de demanda. Y así se
decide.
Ahora bien, quedando plenamente establecido que la actora no logró demostrar, conforme se observa
de las pruebas cursantes en autos, dos extremos imprescindibles para la procedencia de los daños y
perjuicios extracontractuales, es decir, ni el daño reclamado ni la relación de causalidad, es necesario
concluir que igual suerte deben sufrir las restantes pretensiones esgrimidas en el libelo de demanda y
por consiguiente, deben ser declaradas como improcedentes. Así se decide.
En todo caso cabe advertir que aun en el supuesto de que hubiese prosperado la reclamación por daño
directo planteada por la actora, la reclamación relativa al daño que la actora califica como indirecto, no
prosperaría, ya que conforme lo dispuesto en el artículo 1.275 del Código Civil, los daños indirectos no
dan lugar a la responsabilidad civil, pues solo son indemnizables aquellos que sean consecuencia
inmediata y directa de la falta de cumplimiento de la obligación (…).
III
DE LA COMPETENCIA
Corresponde a esta Sala determinar su competencia para conocer de la presente solicitud de revisión y, a tal
efecto, advierte que el artículo 336 numeral 10, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, le
atribuye a esta Sala Constitucional la potestad de “revisar las sentencias definitivamente firmes de amparo
constitucional y de control de constitucionalidad de leyes o normas jurídicas dictadas por los tribunales de la
República, en los términos establecidos por la ley orgánica respectiva”.
Tal potestad de revisión de decisiones definitivamente firmes abarca tanto fallos que hayan sido
pronunciados por las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia, conforme al artículo 25 numeral 11 de la
vigente Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, como por los demás tribunales de la República, de acuerdo
al artículo 25 numeral 10 “eiusdem”, pues la intención final es que la Sala Constitucional ejerza su atribución de
máximo intérprete de la Constitución, según lo que establece el artículo 335 del Texto Fundamental.
De esta manera, con fundamento en las anteriores consideraciones, por cuanto fue propuesta ante esta Sala
la solicitud de revisión de la sentencia, dictada por la Sala Político Administrativa el 22 de octubre de 1998, esta
Sala se declara competente para conocerla. Así se declara.
IV
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Para decidir sobre la presente solicitud de revisión, esta Sala estima necesario referirse a la sentencia n.°
1760 del 25 de septiembre de 2001, caso:Antonio Volpe González, en la cual se estableció, respecto a la posibilidad
de revisar sentencias proferidas con anterioridad a la entrada en vigencia de esta solicitud constitucional, lo
siguiente:
(…) DE LA ADMISIBILIDAD
1.- La revisión constitucional consagrada en el artículo 336.10 de la Constitución, la cual resulta
inmanente al ejercicio del poder de garantía constitucional que le corresponde desempeñar a esta Sala,
persigue la uniforme interpretación y aplicación de la Constitución. Pero esta finalidad requiere el
cumplimiento de varias condiciones, de entre las que resalta la técnica fundamental (división del poder,
reserva legal, no retroactividad de las leyes, generalidad y permanencia de las normas, soberanía del
orden jurídico, etc.) [Ripert. Les Forces créatrices du droit, Paris, LGDJ, 1955, pp. 307 y ss.]; pues un
precepto constitucional, por integrador que sea del carácter dominante de la Constitución, no puede
servir de pretexto para vulnerar otros principios basilares del Derecho como tal (cf. sent. n° 1309/2001
de 19 de julio, caso: Solicitud de Interpretación Constitucional respecto al derecho a réplica).
Una elemental regla de técnica fundamental informa que las normas jurídicas, en tanto preceptos
ordenadores de la conducta de los sujetos a los cuales se dirigen, son de aplicación a eventos que
acaezcan bajo su vigencia, ya que no puede exigirse que dichos sujetos (naturales o jurídicos, públicos
o privados) se conduzcan u operen conforme a disposiciones inexistentes o carentes de vigencia para el
momento que hubieron de actuar.
La garantía del principio de irretroactividad de las leyes está así vinculada, en un primer plano, con la
seguridad de que las normas futuras no modificarán situaciones jurídicas surgidas bajo el amparo de
una norma vigente en un momento determinado, es decir, con la incolumidad de las ventajas,
beneficios o situaciones concebidas bajo un régimen previo a aquél que innove respecto a un
determinado supuesto o trate un caso similar de modo distinto. En un segundo plano, la irretroactividad
de la ley no es más que una técnica conforme a la cual el Derecho se afirma como un instrumento de
ordenación de la vida en sociedad. Por lo que, si las normas fuesen de aplicación temporal irrestricta en
cuanto a los sucesos que ordenan, el Derecho, en tanto medio institucionalizado a través del cual son
impuestos modelos de conducta conforme a pautas de comportamiento, perdería buena parte de su
hálito formal, institucional y coactivo, ya que ninguna situación, decisión o estado jurídico se
consolidaría. Dejaría, en definitiva, de ser un orden.
Por eso esta Sala, ya desde sus primeras decisiones sobre el tema, determinó, conforme a la disposición
contenida en el artículo 24 de la Constitución vigente (la cual prohíbe que disposición alguna tenga
efecto retroactivo, excepto cuando imponga menor pena), que las solicitudes de revisión dispuestas en
el artículo 336.10 eiusdem, así como las que la propia jurisprudencia le ha sumado (cf. sent. 93/2001,
caso: Corpoturismo), sólo tuvieran alcance respecto a decisiones dictadas durante la vigencia de la
norma configuradora de dicho medio; debido a que para las decisiones dictadas bajo el régimen
jurídico surgido bajo la Constitución de 1961 no estaba previsto una vía de revisión con este talante, ni
existía un órgano con la entidad que hoy ostenta la Sala Constitucional, es decir, titular del poder
garantizador de la Constitución, el cual, según alguna doctrina (Peces-Barba, p.ej.), es una rama o
dimensión que debe añadirse a la clásica división del Poder Público (ejecutivo, legislativo y judicial),
que en nuestro caso se ha visto ampliada con un reciente añadido (electoral y moral).
No obstante, la Sala, en reciente decisión (exp. n° 00-2548, caso: Jesús Ramón Quintero), dejó
abierta la posibilidad de revisar sentencias proferidas con anterioridad a la vigencia de este
medio. Sin embargo, debe acotarse que tal posibilidad es de aplicación restrictiva, y sólo
procederá bajo aquéllas circunstancias en que la propia Constitución permite la retroactividad
de una norma jurídica, esto es, en el supuesto que contempla el artículo 24 constitucional,
referido a la aplicación de normas que impongan menor pena (el cual ha sido extendido por la
dogmática penal a circunstancias distintas mas no distantes de la reducción de la extensión de
una sanción determinada). Así, dentro, de las normas que mejoran una condición o situación
jurídica derivada de la actuación de los entes públicos en materia penal, esta Sala considera que
se encuentra la solicitud de revisión tantas veces aludida. Por lo que la admisión de un medio tal,
en los casos referidos a la excepción contenida en el artículo 24 (que imponga menor pena,
entendido dicho enunciado en sentido amplio), no viola el principio de irretroactividad de la ley
contenido en dicho precepto. De allí que la retroactividad de la revisión quede definitivamente
asociada a la nulidad de decisiones relacionados con los bienes fundamentales tutelados por el
derecho penal, acaecidas con anterioridad a la Constitución de 1999, pero cuya irracionalidad o
arbitrariedad, puestos en contraste con las normas constitucionales, exija su corrección, aparte,
además, aquellas decisiones que evidencien de su contenido un error ominoso que afecte el orden
público, es decir, que la sentencia a revisar contenga una grave inconsistencia en cuanto a la
aplicación e interpretación del orden jurídico-constitucional.
Se atempera de este modo, el criterio que a este respecto sentó la Sala en su sentencia n° 44/2000 del 2
de marzo, caso: Francia Josefina Rondón Astor.
(omissis) De tal manera que, si bien los derechos fundamentales forman parte de ese orden y la
restitución de alguno que se vea conculcado puede en la práctica resultar restituido a través de una
solicitud de revisión, tal reconocimiento no es el fin que se persigue al poner en marcha dicho trámite.
Por ejemplo, si un tribunal desconoce el derecho al trabajo de un empleado sobre la base de una errada
interpretación de la Constitución o de un precepto legal que le refleje, pero dicho yerro, contrastado con
la cotidianidad judicial, resulta aislado, ya que existe una cultura judicial que en buen grado entiende el
alcance de dicho derecho y lo hace valer cuando está presente; la restitución del derecho
particularmente afectado a través de la solicitud de revisión (por muy plausible que parezca), no
cumple con el objetivo de la misma, el cual, se insiste, persigue: a) uniformar la interpretación de la
Constitución; b) dictar pautas de aplicación constitucional y c) reconducir a prácticas legitimadas por la
nueva Constitución, actitudes judiciales nacidas al amparo de preceptos legales o constitucionales
derogados o de principios o valores superados. Pero de ningún modo, su objetivo es corregir (aunque
en la consecución de su fin propio lo haga) los desaciertos judiciales, esto es: no constituye una tercera
instancia de conocimiento.
3.- Visto que la solicitud de revisión fue formulada contra una decisión de la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo proferida bajo la vigencia de la Constitución de 1961 –13 de octubre de
1999–, es decir, no estaba vigente la norma que prevé una solicitud de revisión contra sentencias
definitivamente firmes en materia de amparo; siendo, además, que los alegatos de violación de
preceptos constitucionales no estuvieron referidos a la materia respecto de la cual la Constitución
permite la retroactividad de las leyes, según se ha tenido ocasión de explicar en líneas anteriores; la
solicitud en cuestión no ha lugar en derecho. Así se decide.
Más recientemente en sentencia n.° 622, del 30 de mayo de 2013, caso: Oscar Enrique Torres Esteller, la
Sala ratificó el criterio precedentemente transcrito.
Atendiendo al criterio antes expuesto, se observa que, en el presente caso, la representación de Industrias
Augusta, C.A., hoy solicitante, pretende que:
(…) se declare HA LUGAR la presente solicitud extraordinaria de revisión constitucional, y en
consecuencia, ANULE la sentencia identificada con el número 813 dictada y publicada en fecha 22 de
octubre de 1998 por la Sala Político Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia (…) y en tal
sentido, conforme lo preceptuado en el artículo 35 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, esta digna Sala Constitucional pase a conocer y resolver el mérito de la presente causa,
subsanando todas aquellas infracciones y delaciones a derechos y garantías constitucionales, así como a
principios de rango constitucional, atendiendo a la determinación y alcance de la doctrina
jurisprudencial que emane de esta Honorable Sala a través de la decisión que así sea dictada y recaiga
sobre el mismo.
De esta manera, asumiendo el criterio parcialmente transcrito, esta Sala observa que la solicitud de revisión
fue formulada contra una decisión de la Sala Político Administrativa, dictada bajo la vigencia de la Constitución
de 1961 -22 de octubre de 1998-, es decir, que no estaba vigente la norma que prevé la solicitud de revisión contra
sentencias definitivamente firmes; siendo importante acotar, que los alegatos esgrimidos de violación de preceptos
constitucionales no estuvieron referidos a la materia respecto de la cual la Constitución permite la retroactividad
de las leyes. Por ello, la Sala reitera lo dispuesto en la sentencia transcrita precedentemente, en la cual estableció:
(…) De allí que la retroactividad de la revisión quede definitivamente asociada a la nulidad de
decisiones relacionados con los bienes fundamentales tutelados por el derecho penal, acaecidas
con anterioridad a la Constitución de 1999, pero cuya irracionalidad o arbitrariedad, puestos en
contraste con las normas constitucionales, exija su corrección, aparte, además, aquellas
decisiones que evidencien de su contenido un error ominoso que afecte el orden público, es decir,
que la sentencia a revisar contenga una grave inconsistencia en cuanto a la aplicación e
interpretación del orden jurídico-constitucional (…).
Por ello, en el presente caso, no se dan los supuestos para que se haga retroactiva la aplicación de la ley, ni
contiene una grave inconsistencia en cuanto a la aplicación e interpretación del orden jurídico-constitucional;
supuestos excepcionales en los cuales cabría –para estos casos- la solicitud de revisión, razón por la cual la
presente solicitud debe ser declarada no ha lugar en derecho. Así se decide.
V
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, declara: NO HA LUGAR la solicitud de revisión
constitucional de la sentencia dictada por la Sala Político Administrativa, dictada el 22 de octubre de 1998,
interpuesta por la representación de INDUSTRIAS AUGUSTA, C.A. que declaró 1- Parcialmente con lugar la
apelación formulada por la parte demandada Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico
(CADAFE) contra el auto de admisión de pruebas del 09 de octubre de 1996; 2- Sin lugar la demanda que por
daños y perjuicios extracontractuales intentó Industrias Augusta, C.A., en contra de la referida Compañía; y, 3- Se
condenó en costas a Industrias Augusta, C.A., por resultar totalmente vencida en el proceso.
La Presidenta de la Sala,
Gladys María Gutiérrez Alvarado
El Vicepresidente,
Arcadio Delgado Rosales
Los Magistrados,
Francisco Antonio Carrasquero López
Luisa Estella Morales Lamuño
Marcos Tulio Dugarte Padrón
Carmen Zuleta de Merchán
Juan José Mendoza Jover
Ponente
El Secretario,
José Leonardo Requena Cabello
Exp. 14-1308
JJMJ
http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scon/marzo/174812-140-3315-2015-14-1308.HTML