Unidad I: Clasificación de Las Obligaciones
Unidad I: Clasificación de Las Obligaciones
Unidad I: Clasificación de Las Obligaciones
Clasificación de las
obligaciones
http://microjurisar.files.wordpress.com/2013/07/justicia1.jpg
Derecho Civil IV
(Obligaciones II)
Introducción
http://www.four-abogados.com.pe/images/servicio-derecho-civil.jpg
Al decir del Prof. Oscar Paciello, en su Libro Estudio de Derecho Romano II, De las Obligaciones en
General, Editora Intercontinental, Edición 2002, el patrimonio de una persona comprende los
llamados derechos reales y los derechos de crédito u obligaciones.
Corrientemente se expresa el concepto de derechos reales, expresando que son aquellos que
establecen una relación directa entre el sujeto y la cosa. Es decir, una persona cuenta con cosas sobre
“Obligatio est iuris vinculum, quo necessitate adstringimur, alicuius solvandae rei secundum
nostrae civitatis iura”
Obligación es el vínculo jurídico por el cual estamos constreñidos a la necesidad de pagar alguna
cosa según el derecho de nuestra ciudad.
a. El deudor: “Obligatus” o “debitor”: Era obligatus, la persona que por obra de los pocos
contratos primitivos (mutuo, sponsio, mancipium), se constituía en prisionero o se
autopignoraba a la otra parte.
b. El “vinculum iuris” (vinculo jurídico): La obligación establece una relación entre dos
personas. Pero las relaciones pueden ser de la más variada naturaleza, es por eso que,
El Profesor De Gásperi, el civilista con mayor lustre en nuestro país, en su obra sobre la
materia, nos da el siguiente concepto: “La obligación es un equivalente o múltiplo de una
unidad ideal de justicia entre los términos activo y pasivo de una relación jurídica, cumplida
mediante la necesidad a que éste se va socialmente constreñido para una prestación
económica y compensatoria a favor de aquél”.
Para ajustar una conceptualización coherente con los adelantos de nuestra actual concepción
de la obligación, sintetizamos algunas cuestiones fundamentales:
Desde el punto de vista del objeto, las obligaciones se clasifican, en primer lugar, en obligaciones de
dar, hacer y de no hacer. Dentro del Libro II, el Código consagra los Arts. 463 a 493 a las diferentes
obligaciones consideradas en sus diferentes tipos según su objeto.
En las obligaciones de dar existe el deber de entregar un objeto, sea para transferir su propiedad o
constituir sobre él algún derecho real, sea para transmitir el simple uso o la tenencia, sea para
restituirla a su propietario.
Es el caso de quien vende una cosa (compraventa) o transfiere un derecho, como el que cede un
crédito, o que arrienda una cosa, o que siendo depositario de un objeto cuya propiedad pertenece a
otro, está obligado a restituirlo.
Las obligaciones de hacer, importan el deber de prestar un servicio. Es el caso de un profesional que
compromete su asistencia a un cliente o el de un operario cualquiera que se obliga a prestar sus
servicios a un empleador.
Las obligaciones de no hacer suponen un deber de abstención. Es el supuesto de quien se obliga a
omitir la realización de determinados actos. Un ejemplo de este tipo de obligaciones estaría dado por
el comerciante que se obliga a no operar en determinadas áreas o zonas con determinados productos.
Sigue mencionando el maestro Silva Alonso que en doctrina se ha destacado la defectuosa
clasificación del Código. Las obligaciones que contienen una cláusula penal no son una especie
particular de obligaciones. Las obligaciones divisibles e indivisibles dicen más a los sujetos, cuando
existe más de un acreedor o más de un deudor. Por último, las obligaciones facultativas y alternativas
La expresión dar no tiene en todos los cuerpos de leyes la misma acepción. Ella pretende traducir la
expresión latina dare y en algunas situaciones la de praestare y esto ha traído una confusión en el
uso de la expresión dar en la ley que es preciso especificar.
Alguna vez la expresión praestare ha sido utilizada en el sentido de entrega de una cosa en propiedad
o en otro carácter y otras veces el vocablo de ha utilizado con un sentido amplio que implica cualquier
tipo de entrega.
El objeto de una obligación supone siempre una actividad humana, un acto o una serie de actos del
ser humano, sea que la prestación consista en un dar, sea que consista en un hacer o en un no hacer.
En última instancia, toda prestación debida en virtud de una obligación consiste en un hacer, pues
aún la obligación de dar presupone un acto del hombre que en este caso habrá de consistir en
desarrollar una determinada actividad encaminada a la entrega de un objeto. Siempre, pues, habrá un
hacer. No obstante ello, la distinción entre uno y otro tipo de prestación existe, y ella es fundamental
para los efectos que conlleva.
En la prestación de dar hay fundamentalmente la entrega de un objeto. Lo que se desea es el objeto a
entregarse. Y la actividad desplegada al efecto, se torna así en un medio de alcanzar aquel.
Por el contrario, en la prestación de hacer lo que destaca sobre todo es la aplicación de las facultades
humanas en su realización. De ahí que si en el supuesto anterior podía hablarse de entrega de bienes,
en éste puede hablarse de prestación de servicios. En el hacer, el énfasis está en la actividad del ser
humano. La prestación consiste fundamentalmente en que el deudor entregue su actividad, a través
de sus facultades o habilidades, que es lo que interesa al acreedor. En ella se tiene en cuenta
fundamentalmente una conducta humana considerada en su contenido y valor intrínseco. Puede el
hecho ser intuitu personae, o no serlo, pero de cualquier modo siempre se tiene en cuenta la aplicación
de facultades humanas a la realización de determinada obra.
El Código admite tres categorías de dar: a. Cosas ciertas; b. Cosas inciertas no fungibles o de género;
c. Sumas de dinero.
Las obligaciones de dar cosas ciertas son aquellas que tienen por objeto la entrega de una cosa
individualmente determinada desde el momento mismo de la constitución de la obligación. Así, la casa
situada en determinada localidad y en determinado lugar, una obra perteneciente a tal pintor o escultor,
un determinado mueble que perteneció a tal persona, etc. La entrega puede tener lugar sea para
constituir o transferir derechos reales, sea para restituirlas a su dueño, sea, en fin, para transferir el uso
o la tenencia de ellas.
Efectos
En la obligación de dar cosas ciertas el deudor tiene dos deberes esenciales: 1. La conservación de
la cosa prometida, 2. Su entrega en lugar y tiempo propio (Art. 419 Código Civil).
http://noticiasmicrojuris.files.wordpress.com/2012/09/shutterstock_74248396.jpg
Este deber lo responsabiliza por la falta de entrega de la cosa debida en el momento y en el lugar
convenido por su culpa, y con mayor razón, en su caso, por su dolo.
La entrega deberá efectuarse en el lugar y tiempo propio, el cual será el que hubiesen convenido el
acreedor y el deudor. A falta de convención, el pago debe ser efectuado “si se tratase de una cosa
cierta, en el lugar donde ella existía al constituirse la obligación y en el domicilio del deudor en
cualquier otro caso” (Art. 563 Código Civil).
Principio Legal
La obligación de dar cosa cierta con el fin de transferir sobre ella derechos reales alcanza su objetivo
cuando se logra la constitución del derecho real previsto. De aquí la importancia de conocer en qué
momento el acreedor mero titular de un derecho personal, pasa a convertirse en titular de la cosa
debida o del correspondiente derecho real, en su caso. O, lo que es lo mismo, qué requisitos son
necesarios para que el derecho de crédito pase a convertirse en derecho real.
Sobre el particular es de suma importancia destacar la fundamental modificación del régimen de
constitución de los derechos reales en el Código, teniendo en cuenta que hasta la vigencia del mismo
regía entre nosotros el principio romanista de la tradición, consagrado en el Código de Vélez Sársfield
y expresado en el famoso Art. 577 del mismo Código en el cual se disponía que: “Antes de la
tradición de la cosa el acreedor no adquiere sobre ella ningún derecho real”.
Los provechos y riesgos de la cosa pasan al comprador desde la conclusión del contrato, salvo los
casos en que la adquisición del derecho se produzca por efectos exclusivos de la convención, dice al
Art. 761 del Código.
Y el Art. 564 expresa: Si la cosa que debe ser transferida a título oneroso para constituir dominio,
usufructo, derecho de uso o habitación, mejorare o aumentare, después de constituida la obligación,
por hecho ajeno al deudor y aunque fuere sin desembolso alguno, podrá éste exigir su suplemento
proporcional de la contraprestación. En caso de disconformidad del acreedor, la obligación quedara
disuelta.
La norma responde a la idea contenida en el aforismo latino res periit domino, según la cual la cosa
perece o acrece en beneficio o perjuicio de su dueño.
Mejoras
Los aumentos que experimenta la cosa favorecen al deudor, que es su dueño, por lo que el acreedor
debe satisfacer el mayor valor cobrado por la cosa.
Las mejoras necesarias dan derecho al deudor a cobrar el mayor valor adquirido por la cosa, a causa
de la mejora, independientemente del gasto que hubiese efectuado.
Las mejoras necesarias no pueden ser cobradas al acreedor porque no incrementan el valor de la cosa.
Las mejoras útiles introducidas deben ser solventadas por el acreedor que como dueño de la cosa se
beneficia con ellas.
Las mejoras útiles realizadas por el deudor no son cobrables al acreedor, porque el primero estaba
obligado a conservar la cosa en el estado en que se hallaba al tiempo de constituirse el vínculo. Sin
embargo, sin el acreedor deseare mantener el estado actual de la cosa deberá abonar el costo de las
mejoras hasta la concurrencia del mayor valor introducido en la cosa. El deudor, por su parte, no
podrá retirar las mejoras si el acreedor está dispuesto a abonarlas de ese modo.
Las mejoras suntuarias no pueden ser cobradas al acreedor. El mismo puede oponerse a su retiro si
ello perjudicase a la cosa o cuando la destrucción no beneficiara al deudor o bien si él quisiera
adquirirlas reembolsando lo gastado por el deudor.
El Art. 465 del Código Civil establece: “Si la cosa que deba ser transferida a título oneroso para
constituir dominio, usufructo, o derecho de uso o habitación, mejorare o aumentare después de
constituida la obligación, por hecho ajeno al deudor, y aunque fuere sin desembolso alguno, podrá
éste exigir un suplemento proporcional de la contraprestación. En caso de disconformidad del
acreedor, la obligación quedará disuelta. Los aumentos o mejoras por hecho del deudor, posteriores
al contrato, no dan lugar a derecho alguno”.
Pudiera darse el caso de que varios acreedores apareciesen con derecho a la entrega de un mismo
inmueble. En tal caso se procederá como dispone el Art. 466 del Código.
En tal hipótesis será preferido el primero que inscribió el título. En ningún caso podrá invocarse
el conocimiento del acreedor sobre la existencia de otros títulos, aunque fueren de fecha
anterior. Pudiera asimismo darse el caso de falta de inscripción. En tal hipótesis la preferencia
corresponderá al acreedor de título más antiguo.
Restituir cosas a su propietario. Concurrencia de acreedores
sobre cosa mueble
En el caso de restitución de cosas a su dueño, el Código sólo alude en esta parte a la concurrencia de
acreedores sobre cosa mueble (Art. 467).
Frutos
Con respecto a las obligaciones de dar cosas ciertas, el Código Civil, en su Art. 463 establece: “Si la
prestación tiene por objeto cosas individualmente determinadas, comprende todos los accesorios de
ellas al tiempo de constituirse la deuda, aunque no hubieses sido mencionadas en el título. Los frutos
percibidos antes de la entrega pertenecen al deudor, y los pendientes al acreedor”.
Obligaciones de Género
Concepto
A diferencia de las obligaciones de dar cosas ciertas en las que se adeuda un objeto o unos objetos
individualmente determinados, las que estudiamos en esta parte están determinadas sólo por su
género.
En aquellas el objeto no es fungible. En éstas un individuo de la misma especie puede ser substituido
por otro de la misma especie.
Se entiende por género el conjunto de individuos que tienen caracteres comunes. Así, un caballo, un
buey, un automóvil, etc.
La expresión género puede ser tomada en un sentido más amplio o más restringido. Si yo prometiera
un libro de mi biblioteca, adeudaría una obligación de género, pues, puedo dentro de los volúmenes
No siempre resulta fácil discernir si se está en presencia de una obligación de género o una alternativa.
Si dijéramos adeudar uno de los libros de nuestra biblioteca o uno cualquiera de los varios volúmenes,
el resultado sería el mismo. El deudor debería la misma cosa, empero que hay que reconocer que en
el primer caso parecería existir una obligación de género, y en la segunda, una obligación alternativa.
En la práctica, en casos como el examinado, no existe diferencia práctica entre una y otra obligación.
No obstante, en teoría siempre es posible la diferenciación. En la obligación de género cualquiera de
los individuos de él puede substituir al otro, pues se trata de objetos fungibles. En cambio, en las
alternativas, si bien la substitución es posible, los objetos no son necesariamente homogéneos entre
sí.
La importancia de la distinción está en que en la obligación alternativa el que tiene el derecho de
elección puede elegir el objeto. El acreedor, el de mejor calidad. El deudor, el menos bueno, en tanto
que en la de género el que goza del derecho de elección, sólo puede elegir un objeto de calidad
intermedia.
Principio
Existe una máxima romana que dice “genus non periit”, es decir, el género no perece. Quiere esto
significar, que si por ejemplo, una persona se obliga a entregar un caballo, difícilmente el género
“caballo” se extinga. De manera que, aunque el obligado sea propietario de un caballo que es el que
se propone entregar para cumplir su obligación, simplemente, a entregar un caballo resulta que tiene
que adquirir otro caballo y entregárselo al acreedor. La única limitación, en este caso, es que el
acreedor no puede exigir el caballo de la mejor clase ni el deudor ofrecer el caballo de la peor calidad,
pero siempre tiene que entregar un caballo.
Los efectos de esta especie de obligaciones deben ser estudiadas en dos momentos: a. Antes de la
individualización de la cosa; b. Después de la individualización de la cosa.
Después de la elección
Efectuada la elección, la obligación deja de ser de género. Así lo dispone el Art. 472 del Código
Civil: “Después de la individualización de la cosa, serán aplicables las reglas sobre obligaciones
de dar cosas ciertas”.
Los comentaristas del Código no están de acuerdo respecto del modo como se opera la elección.
Tres doctrinas debaten la cuestión. La de la separación, la de la entrega y la de la declaración. En
nuestro derecho la cuestión se presta a controversia debido a que existen diversos principios
aplicables.
Creemos que no existiendo en el Código una definición clara sobre el particular lo más propio es
concluir que la elección de sebe tener por hecha cuando exista al respecto una declaración de voluntad.
El Código limita la facultad de elección estableciendo que el deudor no podrá escoger cosa de la peor
calidad de la especie (cuando invistiere la facultad de elección), ni el acreedor la de mejor calidad
cuando se hubiese convenido en dejar en sus manos el derecho de elección. (Art. 469).
El Código consagra una excepción muy importante al principio de que el género nunca perece cuando
se trata de obligaciones que consistieran en entregar una cosa no individualizada dentro de un grupo
limitado. En tal hipótesis, la obligación se extingue si se pierden todos los objetos del grupo.
Así ocurriría si yo debiese un caballo de mi establecimiento ganadero, y perecieran todos los que
existían en él (Art. 473).
Las deudas puras de dinero deben ser distinguidas de otras obligaciones que también suponen entrega
de dinero pero que no son deudas pecuniarias puras, como las deudas de valor. En las primeras, el
objeto es la moneda misma. En las de valor, el acreedor está facultado a exigir una prestación
equivalente, que se medirá en moneda pero que no tiene valor fijo.
La obligación dineraria es una especie particular de las obligaciones teniendo en cuenta la prestación
a que se obliga el deudor. El dinero no es propiamente una cosa sino por su carácter representativo,
según ocurre con la moneda de papel y el papel moneda.
Además, es posible que se hubiese estipulado la entrega de una suma de dinero sin curso legal en el
país. La hipótesis está contemplada en el Art. 474 del Código Civil.
El mismo preceptúa que en tal caso las soluciones se rigen por leyes especiales, no por los preceptos
del Código Civil (Art. 474).
Importancia
Este tipo de obligaciones tiene en la vida del comercio jurídico una importancia fundamental. Siendo
el dinero el denominador común de todas las prestaciones, las obligaciones que se refieren a él son
las más frecuentes de la vida diaria. La contratación de bienes y servicios de toda índole se efectúa
por medio del dinero. Además, el cumplimiento indirecto o por indemnización no puede efectuarse
sino mediante él. De ahí su importancia, y el hecho de que sea la más corriente de las especies de las
obligaciones.
La moneda
¿Qué es el dinero, la moneda? Es un medio de pago que siendo certificado como portador de valor
por el Estado o su agente autorizado, está destinado a la circulación pública independientemente de
su curso legal.
Las deudas en dinero hacen referencia normalmente a la moneda en la que se debe la obligación. Hay
que distinguir los tipos de moneda. Existen tres tipos de moneda: La metálica, la moneda de papel y
el papel moneda.
La primera es la elaborada con metales generalmente nobles, oro, plata, níquel y cuyo valor intrínseco
puede corresponder al valor representativo.
La moneda de papel consiste en un valor emitido por el Estado con respaldo de oro y que él se obliga
a canjear por su equivalente en ese metal a su presentación ante el Banco oficial.
El papel moneda es aquel que no supone la facultad del tenedor de exigir su convertibilidad en oro.
Es emitido sin respaldo metálico y tiene curso forzoso. Su firmeza depende, pues, de otros factores
de carácter económico, social e incluso político. Es el sistema universalmente aceptado en nuestros
días.
El principio nominalista
Los economistas no están de acuerdo en el valor de los signos monetarios. Para la doctrina nominalista
o estatista el exclusivo fundamento del valor del dinero descansa en la ley. Para los partidarios del
sistema del valor intrínseco de la moneda, lo que le confiere poder a ella es el que tiene en sí.
En nuestros días el nominalismo es la tendencia universalmente predominante.
Según ella, pues, existiendo una suma de dinero ha de pagarse siempre la cantidad o suma que aparece
debiéndose, al margen de cualquier fluctuación que haya padecido su valor.
Como es fácil de advertir, este sistema impone con frecuencia a alguno de los contratantes graves
penurias, sobre todo en épocas de fluctuaciones del valor de los signos monetarios, pero tiene la
ventaja de dar seguridad a las transacciones y al comercio jurídico.
Sabido es que, por Decreto Ley N° 655 del 6 de octubre de 1943, se establecía el régimen monetario
orgánico de la República del Paraguay, se crea el guaraní., se eliminaban totalmente de las
transacciones las monedas extranjeras, sea que imponga pagos en plata u oro metálico u oro sellado.
Debiéndose determinada suma de dinero corriente nacional (el supuesto más común), se cumple
entregando el signo monetario con curso legal y fuerza cancelatoria.
Como puede advertirse, el cambio es radical. No sólo se reconoce la validez de cualquier acto
celebrado en moneda extranjera sino que se afirma que los contratos serán exigibles en la moneda
pactada.
El Código Civil establece una distinción en el Art. 474. Obligaciones dinerarias en moneda de curso
legal en la República y obligaciones dinerarias en moneda que carece de curso legal en la República.
A estas últimas las comete a las leyes especiales que rigen la cuestión monetaria.
La llamada cláusula oro puede adoptar dos modalidades. La denominada cláusula moneda de oro,
por la cual el deudor se obliga a abonar una determinada moneda de oro. Y luego, la llamada
cláusula valor oro, por la cual se obliga a abonar en moneda corriente la cantidad necesaria para la
adquisición de una determinada cantidad de monedas de oro o simplemente de una cantidad de oro.
La primera de estas cláusulas si con ella se pretende exigir el pago en especie, y en consecuencia
desechar el pago en moneda nacional debe considerarse eficaz, de acuerdo al nuevo régimen
monetario.
Nada obsta a tener por válida la segunda de estas cláusulas.
Si se considera a aquella cláusula como valor oro, nada obstaría a su validez.
Intereses. Concepto
El interés es la remuneración que reciben los dueños del capital de crédito por cederlo a los
inversionistas o consumidores durante un periodo de tiempo.
Es el provecho, utilidad, ganancia, o el pago que se hace por el uso del dinero ajeno.
Mora e Intereses
El simple hecho de la mora impone la obligación de pagar intereses. No es menester en modo alguno
que el acreedor justifique la existencia de perjuicios. Los intereses se deben por el simple hecho de la
mora.
Inejecución y Perjuicio
El acreedor no puede pretender una mayor indemnización en virtud de haber sufrido un perjuicio
mayor por la inejecución, pues los intereses representan la compensación del daño, sufrido por el
retardo en el cumplimiento. Se trata de los intereses compensatorios (Art. 475, 2° p.).
Clases de intereses
Pago y Prescripciones
El pago constituye un modo de extinción de las obligaciones. El Art. 547 del Código Civil establece:
“La obligación se extingue por el cumplimiento de la obligación”.
Art. 560: “Si la obligación fue de dar una suma de dinero con intereses, el pago sólo se estimará
completo, después de satisfecho el capital y los intereses”.
Asimismo, la prescripción liberatoria, es una forma con la cual el obligado puede eximirse de su
cumplimiento fundado en el trascurso del tiempo, tal como reza el Art. 633 del cuerpo legal citado:
“Todo aquel que estuviere obligado al cumplimiento de un hecho o a abstenerse de él, podrá eximirse
de su obligación fundado en el trascurso del tiempo, conforme con las disposiciones de este Código.
No estarán sometidos a prescripción extintiva los derechos derivados de las relaciones de familia”.
Anatocismo