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La Educacion en Valores

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La educación en valores: una propuesta pedagógica para

la formación profesional

Dra. Martha Arana Ercilla


MSc. Nuris Batista Tejeda
ISPAJAE-CUBA

“El fin de la educación no es hacer al hombre rudo, por el desdén o


el acomodo imposible al país en que ha de vivir, sino prepararlo
para vivir bueno y útil en él”
José Martí
“Nuestro estudio no tiene como los otros, un fin especulativo: si
hemos emprendido esta investigación, no es para llegar a saber
qué es la virtud -en tal caso, nuestro estudio sería inútil-, sino para
llegar a ser bueno” 
Aristóteles

Los diferentes puntos de vista acerca de la Educación en valores


están relacionados a interrogantes como: ¿qué son los valores?,
¿qué es la valoración?, ¿qué relación existe entre la educación en
valores y el proyecto educativo?, ¿es tarea de la Universidad formar
valores?, ¿cómo podrá la Universidad medir la formación y el
desarrollo de valores profesionales?. Estas preguntas si bien no
agotan las inquietudes y preocupaciones existentes, al menos
introducen el análisis de los valores en la formación profesional.

Muchas de estas preocupaciones acompañan al mundo actual de


modo más general, se habla de crisis de identidad, de fe y de
epistemología. De identidad por la ausencia de un sentido claro de
pertenencia y por la carencia de proyectos comunes unificadores;
de fe, por la incapacidad de creer en algo, por la imposibilidad de
cambio y la falta de confianza en el futuro y; epistemólogica, por la
supremacía del conocimiento y la razón, que se expresa en una
racionalidad instrumental-administrativa-gerencial, capaz de aplastar
lo afectivo y sentimental.
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores; otros que
han aparecido nuevos valores asociados al nuevo paradigma
socioeconómico y cultural; también hay quien dice que el problema
está en la existencia de multivariedad de valores, lo que produce
confusión y desorientación en la actuación y valoración de los seres
humanos. Quizás esté ocurriendo todo ello, valdría la pena abordar
el asunto teniendo en cuenta que en todas las sociedades y en las
diferentes épocas el hombre como guía ha tenido que enfrentar sus
propios retos de desarrollo, ¿por qué no podría hacerse ante el
acelerado desarrollo científico-tecnológico y la globalización del
mundo actual?

No obstante a esta realidad, no es ajeno el hecho de que existen


cuestiones no resueltas en la comunicación y en la vida de los
hombres, en su educación, en su calidad de existencia, que impiden
el desarrollo de una personalidad integral y adecuada a la sociedad
en que ésta se despliega.

El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es interés de


diferentes ciencias: la filosofía, la psicología, la sociología y la
pedagogía, las que desde sus diferentes objetos de estudios
enfocan su campo de acción. Así los debates pueden ser desde los
distintos puntos de vista. No obstante, el objetivo común está en la
comprensión e interpretación de los porqué de las actuaciones de
los seres humanos, para lograr orientar el comportamiento humano
hacia las tendencias más progresistas y desenajenantes de la
humanidad, su crecimiento espiritual y material, todo ello dentro de
los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro
de su análisis se hallen los conflictos entre el ser y el deber ser, y
derivado de ello entre el hacer y el saber hacer.

Por otro lado a partir de los diferentes enfoques científicos existen


disímiles concepciones, que expresan la complejidad del fenómeno,
su carácter multilateral, sistémico y contradictorio, pero que de igual
manera contribuyen a avanzar en el esclarecimiento de su alcance.

La comprensión de ¿qué son los valores?, ha sido objeto de


reflexión y polémica por los más relevantes filósofos hasta la
actualidad. El objetivismo y el subjetivismo como corrientes
axiológicas son expresión de ello, manifiesto en “si el hombre crea
el valor o lo descubre” (Guervilla, 1994; 31). “El valor como el
poliedro posee múltiples caras y puede contemplarse desde
variados ángulos y visiones, desde una posición metafísica, los
valores son objetivos: valen por sí mismos; desde una visión
psicológica, los valores son subjetivos: valen si el sujeto dice que
valen; y desde el aspecto sociológico, los valores son
circunstanciales: valen según el momento histórico y la situación
física en que surgen” (Guervilla, 1994, 32). Por supuesto que con
ello no se puede concordar, es necesario integrar todas las
posiciones científicas en una concepción única y coherente, puesto
en cada uno existe una verdad.

Entender el valor como la significación socialmente positiva (Fabelo,


1989) es verlo contribuir al proceso social, al desarrollo humano.
Esto quiere decir, que la significación socialmente positiva del valor
está dada por el grado en que éste exprese realmente un
redimensionamiento del hombre, de las relaciones en que vive, y no
de sujetos aislados, grupos o clases sociales particulares. Esta
objetividad del valor trasciende los intereses particulares, para
ubicar en el centro al hombre como género. Pero ello no es
suficiente, pues su objetividad depende de la subjetividad y su
carácter social, de la individualidad, y viceversa, quiere decir, que en
el centro de la comprensión de los valores están las relaciones entre
lo objetivo y lo subjetivo y entre lo individual y lo social.

Muchos de los intentos y experiencias por lograr una pedagogía que


eduque en valores (entendido el término como educar subrayando
los valores, intencionándolos dentro de las acciones formativas),
pueden fracasar cuando no se tiene claridad de lo antes expuesto,
ya que podría desvirtuarse el objetivo de la propia educación,
ejemplo de ello:

 Cuando se piensa que explicando hechos históricos y actuales de


la realidad, o incorporando nuevas asignaturas por sí sólo, su
conocimiento produce valores o cambios en la conducta y
personalidad del sujeto, es decir, que sólo mediante saberes se
forman y desarrollan los valores.
 Cuando se buscan comportamientos en hechos aislados, como
participación en actividades orientadas, sin objetivos bien definidos,
ni comprendidos y asumidos por el sujeto tanto en lo racional como
en lo emocional.
 Cuando se piensa que formar y desarrollar valores sigue las
mismas reglas del aprendizaje de conocimientos y habilidades.
 Cuando se considera que no es necesario incorporarlos como un
componente de la labor educativa de manera explícita e intencional
en el proceso de formación, pues ellos se forman y desarrollan
automáticamente a través de la correcta relación alumno-profesor.

Los valores no son pues el resultado de una comprensión y, mucho


menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes
conducidas sin significación propia para el sujeto. Es algo más
complejo y multilateral pues se trata de la relación entre la realidad
objetiva y los componentes de la personalidad, lo que se expresa a
través de conductas y comportamientos, por lo tanto, sólo se puede
educar en valores a través de conocimientos, habilidades de
valoración, reflexión en la actividad práctica con un significado
asumido. Se trata de alcanzar comportamientos como resultado de
aprendizajes conscientes y significativos en lo racional y lo
emocional.

El fenómeno de cómo desarrollar y formar valores es un proceso de


enculturación (Aguirre, 1995; 498), que dura toda la vida, en el que
inciden los cambios sociales que se producen y que provocan
transformaciones en las interrelaciones humanas, en las
percepciones, y en las condiciones materiales y naturales de vida,
es decir, en la calidad y sentido de la vida. Los valores son razones
y afectos de la propia vida humana la que no se aísla de la relación
de lo material y lo espiritual y, entre lo social y lo individual.

¿Qué es valor?. Para entender este concepto se deben tener claro


un conjunto de aspectos que contribuyen a una definición en sentido
amplio.

 Los seres humanos establecen relaciones con el medio natural y


social en que ellos se desenvuelven.
 A través de su actividad (productiva, intelectual, artística,
deportiva...) se ponen en contacto con objetos materiales e ideales
(un producto tangible, una cualidad de la personalidad, una
concepción, un sentimiento...)
 En este proceso de la actividad humana, en permanente
comunicación social, surgen en el ser humano necesidades
materiales y espirituales, que al concretarse en objetos materiales
y espirituales que las satisfacen, se convierten en valores.
 Los valores se identifican con cualquier objeto material o espiritual
(o sea, productos tangibles, cualidades de la personalidad,
concepciones, sentimientos...) que al satisfacer una necesidad
humana, son interiorizados y aprehendidos a través de su propia
experiencia vital, esto da un sentido personal a las significaciones
del mundo exterior a él.
 Cada ser humano interioriza aquello que satisface sus necesidades
personales y, sobre esta base posee intereses (los intereses son
las necesidades hechas conciencia), forma convicciones, precisa
sus aspiraciones futuras y llega a analizar las posibilidades que
tiene de alcanzarlas: así se manifiestan los valores.
 Dirigen y orientan las acciones humanas de forma consciente y a la
vez, como proceso individual, permite diferenciar a unos hombres
de otros como entes únicos e irrepetibles. Dos personas pueden
realizar una misma actividad y estar impulsados por valores
diferentes. De ahí que se afirme que son significados subjetivos
que poseen un fuerte componente individual. Por ejemplo: dos
estudiantes pueden realizar esfuerzos similares por asimilar los
contenidos necesarios para ser un buen profesional, pero uno
puede hacerlo porque se siente identificado con la profesión,
aprecia su función social y otro porque esa profesión puede darle
beneficios económicos, prestigio social y otras ventajas.
 Los valores se forman en el proceso de socialización bajo la
influencia de diversos factores (familia, escuela, medios masivos
de comunicación, organizaciones políticas, sociales, religiosas, etc.
)
 No son inmutables ni absolutos, su contenido puede modificarse
por circunstancias cambiantes y pueden expresarse de manera
diferente en condiciones concretas también diferentes.
 En la medida en que los seres humanos se socializan y la
personalidad se regula de modo consciente, se va estructurando
una jerarquía de valores que se va haciendo estable, aunque
puede variar en las distintas etapas de desarrollo y situaciones
concretas.
 Son significaciones sociales que poseen las cosas, las personas,
etc. Dicha significación se refiere al grado en que se expresa el
progreso y el redimensionamiento humano en cada momento
histórico o circunstancia particular.
 Son cualidades reales externas e internas al sujeto. “ No es un
objeto, ni una persona, sino que está en ellas”. (Xavier Zubiri)
 No sólo son cualidades reales externas e internas que expresan las
cosas, personas, fenómenos, etc., sino que también componen la
estructura de la personalidad, en tanto, que permiten captar esos
significados reales a través de la capacidad de los sentidos en su
actividad de valoración o estimación, que permiten asumirlos o no,
es decir funcionan a su vez como filtros en el proceso de
socialización, incidiendo así en la función reguladora de la
conducta y por tanto en las actitudes hacia el mundo circundante,
actitudes que están dirigidas e intencionadas por motivaciones e
intereses, y que expresa una correspondencia entre lo que se
piensa, lo que se dice y lo que se hace en el plano individual, y que
posee una correspondencia con la sociedad.
 Al ser la personalidad un sistema de formaciones psicológicas, el
valor puede manifestarse en toda su estructura: el carácter, las
convicciones, las capacidades, etc., pues se manifiesta en la
actuación humana.
 “Son guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia
la autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano”
(García, 1996).

Por lo tanto, una definición en sentido estrecho de los valores sería:

Se identifican:

 Con lo material o espiritual (cosas, hechos, personas, sentimientos


y relaciones).
 Con cualidades reales externas e internas al sujeto, de
significación social. Dicha significación se refiere al grado en que
se expresa el redimensionamiento humano.
 Con cualidades de los componentes de la estructura de la
personalidad, en tanto permiten captar los significados a través de
la capacidad de los sentidos en la actividad humana.

Se manifiestan:

 A través de la actividad humana, la que permite interiorizar de la


realidad aquellas cualidades que satisfacen necesidades e
intereses individuales y sociales.
 En guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia
la autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano.
Se estructuran:

 Por las circunstancias cambiantes de la realidad, por lo que puede


su contenido expresarse de manera diferente en condiciones
concretas.
 Se jerarquizan en dependencia del desarrollo de la personalidad y
del desarrollo social del contexto.

Es impreciso y absurdo hablar de una Pedagogía de los valores


como algo independiente, dado que el valor es parte del contenido y
éste es uno de los componentes de la didáctica, pero sí es
necesario comprender las particularidades de la formación y el
desarrollo de los valores y sus relaciones en el proceso docente-
educativo.

Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y


consciente significa no sólo pensar en el contenido como
conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen
con los valores. El conocimiento posee un contenido valorativo y el
valor un significado en la realidad, el que debe saberse interpretar y
comprender adecuadamente a través de la cultura y por lo tanto del
conocimiento científico y cotidiano, en ese sentido el valor también
es conocimiento, pero es algo más, es sentimiento y afectividad en
el individuo. Así el aprendizaje de un conocimiento matemático,
físico o profesional debe ser tratado en todas sus dimensiones:
histórica, política, moral, etc., es decir subrayando la intencionalidad
hacia la sociedad, donde se exprese la relación ciencia, tecnología,
sociedad, y estén presentes los análisis cualitativos, los enfoques de
procesos y la motivación. Del mismo modo que es posible tratar un
valor desde el contenido, también lo es desde el saber hacer de
éste (la habilidad y la capacidad). Visto así el proceso de
enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su
carácter integral.

La reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en


el proceso, significa de igual modo intencionar y valorar el método
de aprendizaje no como simple procedimiento sino pensar en la
comunicación, las relaciones interpersonales, es analizar el
componente sociohumanista de la ciencia que se enseña y de cómo
hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral, holístico,
complejo y dialéctico al aprendizaje, es reconocer que no existen
“dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta,
en su historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus
métodos, en sus consecuencias e impactos y, por supuesto en su
ética. Se trata de reflexionar en el valor de la Educación.

Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente


que un buen uso del diálogo, de los métodos participativos, del
ejemplo del profesor, son condiciones necesarias para una
adecuada labor de formación, pero también son condiciones, la
precisión en el diseño curricular de las intenciones a través del
análisis del contenido, los objetivos propuestos, etc., es decir, tener
claro los fines que se proyectan en lo educativo y diseñar la
realización del proceso de formación. La formación sociohumanista
tiene su propia significación y lógica y, de lo que se trata es de
incorporarla como parte del sistema educativo, no separarla de la
realidad a que se enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este
sentido, el profesor debe prepararse y dirigir el proceso en esa
dirección, intención que no depende de la casualidad ni de los
criterios particulares de éste, sino de todo el proceso de formación,
y de la necesidad que lleva implícita como exigencia de la sociedad.

Alrededor de la educación en valores está la idea de negar la


necesidad de una pedagogía propia de los valores, puesto que
consideran que los valores están siempre presentes en el proceso
de formación, siendo suficiente una buena relación alumno-profesor,
el ejemplo de éste, la comunicación eficaz, etc. Es cierto que el
proceso de enseñanza-aprendizaje siempre forma y desarrolla
valores, el asunto a reflexionar está: ¿en qué valores se quiere
incidir en el proceso, para qué, y cómo? La dificultad consiste
entonces en eliminar el llamado “curriculum oculto” o “contenido
oculto”, la cuestión radica en la necesidad de explicitar,
sistematizar e intencionalizar en el proceso de enseñanza-
aprendizaje, “lo educativo”, que por supuesto integra el proceso
formativo.

Entre las razones para desarrollar una Pedagogía de la Educación


en Valores están:

Intencionar: Encaminar el proceso docente-educativo hacia el


modelo ideal de formación. Desarrollar el vínculo con la realidad a
través de lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente-
educativo, dando sentido a la formación sociohumanista. Determinar
estrategias didácticas que involucren a los sujetos del proceso en
una actividad consciente, protagónica y comprometida.

Explicitar: Eliminar el curriculum oculto, precisando la cualidad


orientadora del proceso docente-educativo. Connotar lo socialmente
significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano en
todos los componentes del proceso, identificando el modelo
educativo a alcanzar con la eficacia del proceso. Precisar los
contenidos de los sistemas de valores a formar y desarrollar según
la aspiración social.

Particularizar: Integrar las particularidades de la formación y el


desarrollo de los valores a la didáctica del proceso de formación
(conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones, y evaluar
las condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la
didáctica del saber y del saber hacer; del contenido y del método,
etc., así como apoyarse en ellas.

Visto de otro modo, es la reflexión del profesor sobre el valor


educativo de sus acciones en el proceso, de sus intenciones, de lo
valorativo en los contenidos, del valor del método, etc. lo que implica
establecer prioridades. “la justificación de los contenidos debe
basarse, no sólo en criterios disciplinares, derivados del lugar que
esos contenidos ocupan en la estructura de esa disciplina, sino
también en las metas educativas fijadas para esa materia en esa
etapa (Pozo,1998: 46).

Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente


que un buen uso del diálogo, de los métodos participativos, del
ejemplo del profesor son condición necesaria para una adecuada
labor de formación, pero, es condición también necesaria su
precisión en el diseño curricular, en el análisis del contenido, en los
objetivos propuestos, etc., es decir, tener claro los fines que se
esperan en lo educativo. La formación sociohumanista tiene su
propia significación y lógica y, de lo que se trata es de incorporarla
como parte del sistema educativo, no separarla de la realidad a que
se enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este sentido el
profesor debe prepararse y dirigir el proceso en esa dirección,
intención que no depende de la casualidad ni de los criterios
particulares de éste, sino de todo el proceso de formación, y de la
necesidad que lleva implícita por la sociedad.
Intencionalizar los valores en el proceso de enseñanza-aprendizaje
se refiere a:

 Determinar los sistemas de valores y sus contenidos en el diseño


curricular.
 Precisar los principios didácticos que condicionan una manera
especifica de planificar, ejecutar y evaluar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, que influyen en un nuevo tratamiento de
las relaciones de los componentes de la didáctica.

La dirección pedagógica no puede entenderse como una relación


mecánica estímulo-reacción: se trata mas bien de la sistematización
de las influencias educativas sobre la base del encargo social que
persigue la formación de un modelo de hombre o mujer.
(Viciedo:1999)

“La didáctica es la disciplina que explica los procesos de


enseñanza-aprendizaje para proponer su realización consecuente
con las finalidades educativas.” (Contreras, 1990;19) Si se acepta
dicha definición, entonces, intencionalizar y explicitar a través de la
didáctica el proyecto educativo significa definir y profundizar en los
valores y por tanto en lo educativo, haciendo que las finalidades
educativas expresen el compromiso con la realidad.

Por tanto, la didáctica se desarrolla con una u otra intencionalidad,


en dependencia de la práctica educativa que se quiera alcanzar, y
del compromiso del profesor. Pero no basta con la claridad de la
intencionalidad, sino hay que hacerla explícita y sistematizarla en la
propia didáctica, de ahí que deban precisarse un conjunto de
principios teórico-metodológicos, para dicha educación
comprometida, valorativa, reflexiva y en valores, los que deben
tenerse en cuenta en las diferentes estrategias a desplegar.

La educación en valores es un proceso sistémico,


pluridimensional, intencional e integrado que garantiza la
formación y el desarrollo de la personalidad consciente; se
concreta a través de lo curricular, extracurricular y en toda la
vida universitaria. La forma de organización es el proyecto
educativo.

La personalidad es “un sistema de alto nivel de integración de


funciones síquicas del individuo, un complejo de formaciones
estructuradas sobre ciertos principios que funcionan dirigidos a un
objetivo” (D’Angelo, 1996:1).

El objetivo constituye el sentido fundamental de la actividad del


individuo, se expresa en el proyecto de vida que es “el conjunto de
representaciones mentales sistematizadas sobre cuya base se
configuran las actitudes y disposiciones teóricas del individuo, y que
para ejercer una dirección autentica de la personalidad, este modelo
debe tomar una forma determinada en la actividad social del
individuo y en las relaciones con las personas. Es decir, la
característica directriz de este modelo ideal se expresa no sólo en lo
que el individuo quiere ser, sino en su disposición real y sus
posibilidades internas y externas de lograrlo y de darle una forma
precisa en el curso de su actividad” (D’Angelo, 1996:3).

Si se quiere incidir a través de la educación en la personalidad es


necesario adentrarse en el porqué de los objetivos de la actividad,
que lo hacen componer un proyecto de vida. Si la educación
concibe el proyecto de vida no como un modelo ideal-individual
solamente, sino que lo relaciona a su vez con un modelo real-social,
entonces podrá acercarlo a su realización.

La educación en valores debe contribuir a que el proyecto de vida


se convierta en “un modelo de vida sobre la base de aquellas
orientaciones de la personalidad que definen el sentido fundamental
de su vida, y que adquieren una forma concreta de acuerdo con la
construcción de un sistema de actividades instrumentadas, las que
se vinculan con las posibilidades del individuo y, de otro lado las
posibilidades objetivas de la realidad externa para la ejecución de
esas orientaciones de la personalidad” (D’Angelo, 1996:3).

La educación debe y puede incidir en el GAP que existe entre lo


que se quiere ser y se quiere hacer y lo que se puede ser y se
puede hacer en cada momento de la vida o al menos es más
factible, lo que al final es decisión del individuo. La posibilidad de
ayudar a adecuar estos dos aspectos, se halla en la comprensión de
la relación entre lo individual y lo social en la personalidad, siendo
éste uno de los objetivos fundamentales de la educación en valores.

La dinámica y la armonía de la personalidad desarrollada y adulta


en una sociedad se halla en el equilibrio que se alcance entre la
satisfacción de los intereses y necesidades y de los deberes
sociales. Por tanto deber ser conjuga lo que se quiere y lo que se
puede y es objeto de la educación en valores.

La educación debe preparar al individuo para el logro en cada


momento de la autorrealización, entendida ésta como: “la
orientación de la personalidad que se dirige al desarrollo de las
potencialidades, a la realización de valores e intereses
fundamentales del individuo en la actividad social” (D’Angelo,
1996:4).

La educación puede ayudar a definir un proyecto de vida efectivo y


eficaz, convirtiéndolo en un proyecto real, haciendo corresponder
las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el
desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de
razonamiento, los conocimientos, la motivación y los intereses.

La educación en valores tiene como objetivo el alcance de una


personalidad desarrollada o en desarrollo, la que se entiende, “al
caracterizar a un individuo concreto donde el sistema de procesos y
funciones que la forman se encuentran estructurados de manera
armónica, en un proyecto de vida realista, donde predomina la
autodirección consciente de los esfuerzos del individuo para lograr
el desarrollo de sus potencialidades en forma creadora, así como su
participación en la actividad social de acuerdo con valores de
contenido progresista” (D’Angelo, 1996:4).

Educar en valores significa contribuir a la función integradora del


individuo mediante la valoración de las contradicciones de la
motivación, los intereses, etc.

La educación en valores debe coadyuvar a la tendencia interna de


la personalidad a integrar y armonizar los factores internos y
externos y a la autonomía de ésta, es decir, a la autorregulación
sobre la base de fines conscientes, lo que está por supuesto, en
interacción y en dependencia de la realidad social.

Los valores interiorizados conforman la esencia del modelo de


representaciones personales, constituyen el contenido del sentido
de vida, y de la concepción del mundo, permiten la comprensión, la
interpretación y la valoración del sujeto y brindan la posibilidad de
definir el proyecto de vida, integrado por objetivos y finalidades para
la actividad social.
Los valores no se enseñan y aprenden de igual modo que los
conocimientos y las habilidades, y la escuela no es la única
institución que contribuye a la formación y desarrollo de éstos. Otra
peculiaridad de la educación en valores es su carácter intencional,
consciente y de voluntad, no sólo por parte del educador, sino
también del educando, quien debe asumir dicha influencia a partir
de su cultura, y estar dispuesto al cambio. De ahí la importancia y la
necesidad de conocer no sólo el modelo ideal de educación, sino las
características del estudiante en cuanto a sus intereses,
motivaciones, conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas
de las influencias del entorno ambiental. Una comprensión clara de
los límites objetivos del entorno, del modelo a que aspira la
sociedad y de la subjetividad del estudiante permite dirigir mejor las
acciones educativas y dar un correcto significado al contenido de los
valores a desarrollar.

Son tres las condiciones para la educación en valores:

Primera: conocer al estudiante en cuanto a: determinantes


internas de la personalidad (intereses, valores, concepción del
mundo, motivación, etc.); actitudes y proyecto de vida (lo que
piensa, lo que desea, lo que dice y lo que hace).
Segunda: conocer el entorno ambiental para determinar el
contexto de actuación (posibilidades de hacer).
Tercera: definir un modelo ideal de educación.

Incidencias de la educación en valores:

 Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y permite reflejar


adecuadamente el sistema objetivo.
 Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con
significación positiva hacia la sociedad.
 Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y
el perfeccionamiento humano.
 Transforma lo oficialmente instituido a través de las normas
morales, los sistemas educativos, el derecho, la política y la
ideología.

Los valores no son pues el resultado de una comprensión, y mucho


menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes
conducidas sin significación propia, por el sujeto. Es algo más
complejo y multilateral pues se trata de los componentes de la
personalidad, sus contenidos y sus formas de expresión a través de
conductas y comportamientos, por lo tanto sólo se puede educar en
valores a través de conocimientos, habilidades de valoración-
reflexión y la actividad práctica.

La educación en valores en la Universidad está dirigida hacia el


desarrollo de la cultura profesional. Los nuevos fenómenos y
procesos que la sociedad contemporánea engendra, las
interrogantes, expectativas e incertidumbres sobre el futuro de la
humanidad, hacen del análisis y la reflexión un imperativo para
definir desde una perspectiva estratégica y coyuntural el desarrollo
social de cada nación. Ello reclama y exige de una cultura integral
en la formación profesional de las futuras generaciones. Es por ello
que entre los temas más trascendentes que hoy se analizan en la
Educación Superior en el mundo está el vínculo universidad-
sociedad-desarrollo.

La causa de que promueve este debate, y la búsqueda del


perfeccionamiento de las Universidades, se halla en la estrecha
relación que existe entre el nuevo patrón tecnológico, guía del
desarrollo, y la educación, cuyo propósito es la formación, la
recalificación o la capacitación de los recursos humanos que
requiere la totalidad del sistema de desarrollo científico-tecnológico
para su funcionamiento.

Los cambios científico-tecnológicos determinan que las


Universidades transformen sus misiones y objetivos, para poder
cumplir responsablemente con la preparación, recalificación y
formación continua de los recursos humanos que exige la
reestructuración económica de cada país. Es decir, aquella
calificación que logre la capacitación para la investigación, el
desarrollo, la aplicación y la transferencia de tecnologías
adecuadas, por lo tanto una formación que responda a la magnitud
de los cambios y, permita un rápido accionar con criterio propio y
compromiso social.

Las Universidades tienen la responsabilidad de identificar con


precisión la dirección del cambio, y la transformación a realizar, para
proyectarse prospectivamente hacia el futuro y así promover el
cambio necesario en la sociedad, tales como: las nuevas
profesiones e investigaciones, los modelos de formación de los
futuros profesionales, las nuevas formas de colaboración con las
empresas, centros de I+D, comunidad, etc., así como, asumir la
transformación necesaria de la calificación y la cultura de los
profesionales del presente para promover los cambios.

Para los países en vías de desarrollo significa el alcance de una


mentalidad diferente, que sea capaz de enfrentar la transición hacia
el paradigma tecnoeconómico actual con optimismo, compromiso,
creatividad, solidaridad, sentido práctico, desinterés y modestia, que
permita ver una oportunidad en dicha ruptura tecnológica para el
futuro de estos países.

La sociedad requiere algo más que personas adiestradas para la


función específica del mundo del trabajo. Necesita profesionales con
motivaciones y capacidades para la actividad creadora e
independiente, tanto en el desempeño laboral como investigativo,
ante los desafíos del conocimiento e información científico-técnica y
de la realización de su ideal social y humano. El fortalecimiento de
la formación integral de los futuros profesionales es impostergable,
porque la sociedad necesita de la ciencia y la tecnología como
factores estratégicos del desarrollo.

La Educación Superior debe tributar a la sociedad con la formación


de hombres capaces de identificar, asimilar, utilizar, adaptar,
mejorar y desarrollar tecnologías apropiadas, que brinden
soluciones adecuadas en cada momento, formación que debe
combinar la calificación técnica, social y humana.

La sociedad actual o la llamada “sociedad de la información”


provoca una saturación del conocimiento como información,
facilitando su acceso y la rapidez del cambio del conocimiento
científico-técnico, ello justifica cada vez más el hecho de que la
transmisión del conocimiento no puede seguir siendo la función
principal de las instituciones educativas, no sólo por el costo social
que ello produce en el proceso de formación de los seres humanos,
sino porque se impone un nuevo modelo de formación donde lo
instructivo, lo capacitativo y lo educativo constituyan un todo, donde
su función principal sea la valorativa para organizar, interpretar,
seleccionar, estimar, criticar y asumir con criterios de por qué y para
qué la información. Dar sentido a la información significa hacer más
consciente y duradero el conocimiento y desarrollar la capacidad de
realizar juicios propios, de saber elegir lo esencial y lo duradero del
conocimiento: desarrollar el interés por el saber, desarrollar el amor
por el trabajo, desarrollar la creatividad y el criterio propio,
desarrollar el amor por la profesión.

En estas condiciones la formación integral y especializada son dos


pilares de la profesionalidad. De ahí que la formación
sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a
la creación de una cultura que permita interpretar el paradigma
vigente y lograr el desarrollo sustentable y humano.

La Universidad se halla ante el reto de asumir la propuesta de una


formación integral de los profesionales, donde la cultura
sociohumanista debe ser ampliada y los valores intencionados y
explicitados en el proceso docente-educativo.

Si bien se han obtenido valiosos resultados en la Educación


Superior Cubana en el logro de la vinculación entre la actividad
académica y la laboral-investigativa, es decir, entre el estudio y el
trabajo, aún existe una dicotomía entre la formación sociohumanista
y la tecnológica en las carreras de Ciencias Técnicas que se
expresa tanto en los planes y programas de estudio como en el
propio proceso de enseñanza-aprendizaje y en la cultura integral de
los profesores de Ciencias Técnicas y de Ciencias Sociales al
abordar los contenidos propuestos.

La actividad ingenieril en las condiciones actuales de gran impacto


social de la ciencia y la tecnología, requiere de una cultura para su
práctica tecnológica, que exige del ingeniero una serie de
conocimientos y habilidades que permitan una mayor
especialización en su saber técnico, y al mismo tiempo una
formación humanista contraria a la ideología ingenieril de una
supuesta neutralidad técnica y un marcado pragmatismo. La
formación de los ingenieros reclama de un fuerte componente
sociohumanista sistematizado en los planes y programas de estudio
para el cumplimiento de su encargo social en las condiciones del
paradigma técnico-económico-social vigente.

La definición de una concepción integral de la profesión en este


sentido, permitirá que lo sociohumano traspase, atraviese y sea
sustrato de los contenidos y los objetivos de estudio de la carrera.
Dicha concepción debe responder a las preguntas: ¿qué ingeniero
se quiere formar? y, ¿qué Ingeniería se quiere desarrollar?
La concepción de Tecnología Apropiada atraviesa diferentes
dimensiones en busca de la integralidad profesional, e incorpora
valores humanos a la profesión en cada una de estas dimensiones.

Una tecnología es apropiada cuando responde como una


alternativa a un fin, cuando corresponde a un objetivo, y se
acomoda a determinada solución, con eficiencia, eficacia y
pertinencia. Es aquella tecnología idónea, la que sus usos se
adecuan a los fines que valoren el contexto social y medio
ambiental.

Las fuentes que posibilitan el desarrollo de tecnología apropiada


están en todas las tecnologías existentes, tanto en uso, como
precedentes, independientemente del lugar de donde provengan, y
de su grado de desarrollo. Lo decisivo está en la capacidad
tecnológica existente que permita una gestión tecnológica adecuada
a los procesos de innovación, donde se identifiquen necesidades,
oportunidades, y se planifiquen diseños, desarrollen e implanten
soluciones técnicas. Pero no cualquier solución técnica, sino aquella
que responda a una pertinencia e idoneidad, por lo que es necesario
incorporar una metodología de solución de problemas tecnológicos
diferente en todo el proceso de innovación, donde el enfoque
integral de todos los factores que intervienen en la solución al
problema esté evaluado sistemáticamente en todas las fases del
proceso, es decir, lo técnico, organizativo, económico,
socioambiental y sociocultural.

La formación de los profesionales de Ingeniería y Arquitectura


requiere de estos enfoques para la innovación tecnológica.

La búsqueda de una manera diferente de hacer tecnología no sólo


es preocupación de países de menor desarrollo, sino también, de
países desarrollados, lo que se expresa enprogramas de
enseñanza en ingeniería de tecnología apropiada y de ciencia,
tecnología y sociedad.

La educación en ciencia tecnología y sociedad (“Science,


Technology and Society”, STS) o “Science and Technology Studies”
(Estudios en Ciencia y Tecnología) en Estados Unidos y Europa
respectivamente, coinciden en resaltar la dimensión social de la
ciencia y la tecnología, aunque, la primera enfatiza las
consecuencias sociales con un carácter práctico y evaluativo, la
segunda resalta la forma en que los factores sociales antecedentes
contribuyen a la génesis del desarrollo científico-tecnológico con un
carácter más teórico y descriptivo” (Ursúa, 1993: 35).

Ambas fuentes van encaminadas a eliminar las llamadas dos


culturas que en el desarrollo de la humanidad se han enfrentado, la
científico-técnica y la sociohumanista, ejemplo de ello lo vemos en
la propia evolución de la Universidad como institución social y el
desarrollo de sus modelos.

La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en


el mundo de hoy, así un humanista que no sepa de los avances
científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura
humanista y ser un ignorante ante las nuevas formas de vida
imperantes. De la misma manera un científico o un tecnólogo que
posea elevados conocimientos y habilidades profesionales, tiene
que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo que se expresa
en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las
necesidades y demandas; dirigir procesos a través de la
participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información
valiosa para la competitividad.

La idea central de estos programas está en que “todos pueden


aprender cómo la ciencia, la tecnología y la sociedad se relacionan
e interactúan entre sí y podrán hacer uso de este conocimiento en
su toma de decisiones en una época en que nuestros asuntos están
dominados por la ciencia y la tecnología”. (Ursúa, 1993: 35). Sin
embargo un obstáculo para lograr dicho objetivo se halla en el
vínculo que dichos estudios de CTS puedan establecer con el
modelo del profesional a alcanzar; ya sea para enriquecerlo en
cuanto a la cultura profesional o para concretar dichos
conocimientos en una práctica específica.

Haciendo abstracción de los debates teóricos acerca del


término tecnología apropiada (TA) que hoy existen, en estos
programas, el mismo significa:

Elegir con sencillez y sensibilidad la tecnología en beneficio del


hombre y su contexto.
Un cambio de actitudes y un nuevo examen de valores en la
Ingeniería y en su enseñanza.
La idea que se destaca en su fin educativo es la de revitalizar los
valores que debe poseer la profesión de Ingeniería, hacia sus
fundamentos básicos como profesión que tiene una fuerte relación
con la sociedad. (Ver Figura Nº 1).

"Si los ingenieros utilizan tecnologías que no son apropiadas, es


que son negligentes; si no saben lo que es apropiado es que son
ignorantes; y si no se preocupan de lo que es apropiado pierden
todo derecho a la consideración profesional". (Brancher, 1983: 125)

Los valores profesionales son entendidos como aquellas cualidades


de la personalidad profesional que expresan significaciones sociales
de redimensionamiento humano y que se manifiestan relacionadas
al quehacer profesional y modos de actuación. Los valores
profesionales no son más que los valores humanos
contextualizados y dirigidos hacia la profesión. Sus significados se
relacionan con los requerimientos universales y particulares a la
profesión. Los valores profesionales constituyen a su vez rasgos de
la personalidad profesional y contribuyen a definir una concepción y
sentido integral de la profesión.

La personalidad profesional se manifiesta a través del conjunto de


rasgos presentes en el individuo, en la actividad profesional, en los
marcos de determinada comunidad y contexto, ejemplos de ello:

 Amor a la actividad profesional.


 Sentido de respeto socioprofesional.
 Estilo de búsqueda profesional creativo-innovador.

La formación y el desarrollo de valores profesionales debe partir del


modelo del profesional, de la cultura profesional. El modelo de
formación del profesional debe ser sistémico y pluridimensional,
conteniendo en sí el sistema de valores de la profesión.

Modelo de formación del profesional

Dimensiones Valores que se forman


Intelectual Saber
Técnica Eficacia
Ética Dignidad
Estética Sensibilidad
Político-Ideológica Patriotismo
En cada una de estas dimensiones se forman valores
estrechamente vinculados unos con otros.

La dimensión cognitiva supone que a través de los conocimientos


que el estudiante va adquiriendo, se pasa del nivel reproductivo al
creativo. Para lograr este tránsito es necesario que exista una
apropiación del conocimiento, lo que implica una identificación con
el objetivo del conocimiento científico, alcanzar la verdad se
convierte en valor porque ella compulsa a la búsqueda infinita del
conocimiento, infiriéndose una actitud cuestionadora del estudiante
ante los contenidos impartidos. La verdad como valor induce por
tanto a la búsqueda infatigable del saber. Pero el saber
interactuando con los valores de las otras dimensiones permite
revelar de éste su contenido valorativo al estudiante.

La dimensión técnica enfatiza en la necesidad de intervenir a partir


de los conocimientos científicos e ingenieriles de manera eficiente y
eficaz en la actividad productiva. La eficacia como valor apunta al
hecho de poder precisar la incidencia técnico-económica de la
acción ingenieril en el proceso productivo con menor costo natural y
humano, y con máxima calidad, como también en el cumplimiento
de los objetivos y las finalidades; del mismo modo, en un sistema de
valores, ella adquiere nuevos significados en tanto que no se realiza
en sí misma, sino eficacia con creatividad, responsabilidad,
modestia, etc.

La dimensión ética subraya la responsabilidad que contrae el


profesional con su entorno natural y social. Aquí se destaca la
dignidad profesional como valor supremo a alcanzar teniendo en
cuenta que a través de ella se patentiza el respeto hacia la
profesión, pero un respeto que se significa en relación con una
comprensión de la realidad en que se vive y de un compromiso con
ella.

La dimensión estética propicia el fomento del gusto y la sensibilidad


por la actividad profesional. La belleza como valor destaca el
desarrollo de la preocupación estética por los resultados de la
profesión así como la satisfacción por la obra a realizar. Todo
ingeniero debe ser un creador y como tal en él estará presente la
sensibilidad del artista.
La dimensión político-ideológica tributa a la formación del valor
patriotismo y de poseer una identidad nacional.

En este modelo de valores profesionales se consideran valores


supremos o nucleicos a formar los que aparecen en las dimensiones
ética y político-ideológica a través de la dignidad profesional
entendiéndose por ello: la actitud moral del individuo hacia sí
mismo, y de la sociedad hacia él. Es el conjunto de actitudes de
respeto a sí mismo, a la Patria y a la Humanidad. Es un modo de
comprender su deber y su responsabilidad ante la sociedad y de
regular el respeto y el reconocimiento de la sociedad a su
personalidad, y por tanto sus derechos. Es una manifestación de
ejemplaridad. La Dignidad Profesional se refiere al desarrollo del
ejercicio de la profesión.

El modelo de valores a formar y desarrollar en el estudiante de


Ingeniería y Arquitectura lo constituye un sistema de valores a partir
de la Concepción de Tecnología Apropiada en la profesión, la que
se expresa en diferentes dimensiones: intelectual, técnica, ética,
estética y político-ideológica en el modelo del
profesional. Dichas dimensiones de la formación del profesional se
complementan e interactúan entre sí en forma de sistema.

El sistema de valores que se deriva de la concepción de Tecnología


Apropiada, se expresa en un todo caracterizado por una cualidad
sistémica, que viene dada por el propio contenido de la DIGNIDAD
PROFESIONAL cualidad de carácter ético que interpenetra al
sistema en su conjunto, indicando la búsqueda de la profesionalidad
para el real éxito profesional con sentido de identidad nacional.

Precisamente interpretado así el sistema de valores a través de las


dimensiones y jerarquizando los valores éticos y político-ideológicos
representados por la Dignidad Profesional, permite cambiar el
contenido y el significado a valores como creatividad, belleza,
eficiencia, etc. Del mismo modo que la interpenetración del resto de
las dimensiones, como puede ser la técnica y la intelectual, con un
contenido profesional, ejemplos: eficiencia, creatividad, saber,
innovación, etc., permite dar un contenido profesional a los valores
éticos, como honestidad, modestia, solidaridad, etc.

Las dimensiones son los ejes del modelo de formación de valores y


se nutren de un conjunto de valores a desarrollar, según el espacio
pedagógico de que se trate, y por sí mismas cada una conforma un
subsistema que se integra al sistema en su totalidad. Por lo que
identificar dicho sistema y sus contenidos son pasos esenciales
para la formación y el desarrollo de valores en la profesión, es decir,
definir un modelo en correspondencia con la sociedad. Así un
modelo definido puede ser:

Modelo de formación de valores del profesional de ingeniería y


arquitectura

El esquema trata de expresar cómo cada dimensión de la formación


del profesional, en el plano de los valores, se interrelaciona como
parte del sistema en su conjunto, y en dichas conexiones se
conforman subsistemas que en dependencia de los entornos y
finalidades actúan. La idea es representar cómo cada dimensión se
nutre de la otra para su fortalecimiento y el cumplimiento de su
finalidad propia y la del sistema, que no es otra que el logro del
profesional integral.

El modelo pedagógico de Educación en valores que se propone


para la formación profesional tiene además como fundamento un
conjunto de principios teórico-metodológicos que permiten definir las
estrategias a seguir en la planificación, la ejecución y la evaluación
del proceso docente-educativo, ellos son:

 La relación entre el individuo y la sociedad.


 La relación entre lo cognitivo y lo afectivo.
 La relación entre lo normativo y lo significativo-motivacional.
 La relación entre valor y valoración.
 El carácter relativo, histórico y dinámico de los valores en el tiempo
y el espacio.
 La determinación de un modelo de valores jerarquizados.
 La interrelación entre la ciencia, la docencia y la profesión que
permita modelar lo profesional en la actividad de estudio.
 El proyecto educativo como forma de organización.
 La interrelación armónica y adecuada de la personalidad, el
entorno ambiental y el modelo de educación que permita la
autorrealización.

La relación entre el individuo y la sociedad

En el proceso de interacción del hombre con la realidad, se destaca


su capacidad interpretativa hacia todo lo que adquiere significación
y por tanto, valor para él. En este proceso el hombre actúa como
sujeto y la realidad como objeto de asimilación, comprobación y
evaluación infiriéndose por tanto como dialéctica constante. Las
percepciones realizadas de la realidad, se incorporan al hombre en
calidad de referentes que guían la conducta. En este sentido, las
condiciones existentes en la sociedad constituyen patrones
referenciales del ser humano. Sin embargo estos patrones se
convierten en objeto constante de crítica por parte del sujeto. O sea,
si bien la sociedad establece a partir de condiciones histórico-
concretas determinadas, códigos y significados que actúan sobre el
hombre, es en la realidad práctico-cognitiva, donde este recibe e
incorpora en calidad de contenido propio esa realidad, a través de la
percepción que supone la valoración de la realidad incorporada.
Podemos afirmar entonces que el hombre no es un sujeto pasivo
que recibe los valores que socialmente están vigentes. Los valores
predominantes en una época pasan a través de la consciencia
social, lo individual por tanto actúa como un filtro selectivo y
asuntivo, es así como podemos entender la conformación de los
valores sociales y su diferenciación en no pocas ocasiones de los
valores individuales.

La personalidad del profesional se forma y desarrolla en el


abigarrado mundo de las relaciones sociales, del cual también
forman parte las relaciones profesionales, significa que se modela
no sólo en los estrechos marcos de la actividad profesional sino en
su vasta actividad social. “...la base real de la personalidad del
hombre es el conjunto de sus relaciones sociales por su naturaleza
con respecto al mundo, relaciones que hallan su realización
mediante la actividad, mediante el conjunto de actividades diversas”.
(Leontiev, 1983:150). Por tanto, para contribuir de modo efectivo a
la formación de una personalidad plena en el ingeniero hay que
desentrañar los avatares y regularidades de su actividad tanto
profesional como social en general.

El término personalidad ha recibido diversas interpretaciones:

En el campo de la Filosofía se define como la que caracteriza al


individuo humano como sujeto de las relaciones y la actividad
cognoscitiva; es la persona en el sentido amplio de la palabra.

Una segunda acepción es la que identifica la personalidad con el


sistema estable de rasgos sociales significativos, importantes, que
caracterizan al individuo como miembro de una determinada
sociedad o comunidad.

En la Psicología general se piensa la personalidad como cierto


núcleo o principio integrador que relaciona en una unidad diversos
procesos psicológicos del individuo infiriéndole la conducta,
consecuencia y estabilidad necesarias. Las diversas teorías
psicológicas sobre la personalidad se diferencian, en buena medida,
a partir del contenido de ese principio integrador.

La Sociología por su parte centra la atención no en las


particularidades individuales del hombre, sino en el sistema social
donde el hombre se encuentra inmerso, y los roles y funciones
sociales que desempeña en el mismo, así por ejemplo estudia la
personalidad en la organización, en las regularidades que rigen la
interacción social de los individuos, en los grupos sociales, etc.

En esta investigación se asume por personalidad una formación


humana especial “producida”, creada por las relaciones sociales en
las cuales el individuo entra a través de la actividad en el sistema de
rasgos sociales significativos, incluidos los de la comunidad
profesional.
El profesional forma su mundo interior mediante la apropiación, la
interiorización, de las formas y tipos de actividad, a la vez que
exterioriza en la actividad sus procesos psicológicos. De esta
manera lo social (incluido lo profesional) y lo psicológico se
estructuran en el individuo, en la actividad, de forma contradictoria e
interconectados uno con otro de modo genético y funcional.

Pretender modelar la personalidad del ingeniero sólo explicándole al


estudiante el encargo social que tiene ante sí como futuro
profesional es algo quimérico. Se requiere estructurar un sistema de
actividades que le permitan interiorizar su papel en la sociedad.

La relación entre lo cognitivo y lo afectivo

El proceso de enseñanza aprendizaje sólo es eficaz si se da a


través de la relación entre lo cognitivo y lo afectivo. Los sujetos que
participan en el proceso tienen necesidades, intereses y
motivaciones que influyen en la relación alumno- profesor. Por un
lado, no basta con que el profesor domine el contenido a impartir
sino que sepa comunicarlo de manera afectiva, debe conocer las
necesidades e intereses de sus alumnos, dándole una participación
activa en el proceso, escuchando sus sugerencias, opiniones y
problemas. Por otro lado, los alumnos deben estar motivados por la
actividad de estudio, para que tenga lugar en ellos un proceso eficaz
de asimilación del conocimiento. Para lograrlo la comunicación que
se desarrolle debe ser dialógica, participativa, reflexiva y con
empatía. “Por eso sólo el diálogo comunica. Y cuando los polos del
diálogo se ligan así con amor, esperanza y fe uno con el otro, sólo
así hay comunicación” (Freire, 1976:104).

En lo anterior expuesto se denota que el método actúa como


facilitador de la comunicación y de la educación emocional,
entendida ésta como “la habilidad que implica la comprensión de
nuestras emociones y de las de los demás y de cómo se las puede
expresar mejor para lograr el desarrollo personal.”
(Steiner,1998:250). El método no sólo contribuye a la realización de
los valores del contenido, sino que al permitir la actividad, la relación
interpersonal hace coherente el comportamiento mediante
diferentes técnicas que el profesor debe conocer y utilizar en
dependencia de los objetivos a alcanzar y de las características del
grupo.
El sujeto del aprendizaje coincide con el sujeto de la valoración,
pues ambos procesos coexisten en un proceso de reproducción
ideal de la realidad. En el contenido (conocimiento, habilidad y
actitud) se expresa esa realidad, la que en sí misma posee un
significado social y humano y por supuesto el profesor debe
conocer, planificar, seleccionar y enseñar en el proceso,
desarrollando la capacidad de valoración para que el estudiante se
apropie de lo mejor de su cultura. Es importante que el profesor
haga explícito en el proceso al estudiante el valor educativo de cada
contenido.

Conocer las condiciones previas del alumno tanto desde el punto de


vista cognitivo como afectivo es de suma importancia para que el
profesor pueda a partir de éstas encaminar su trabajo futuro en ese
estudiante o grupo, y darle un nuevo sentido a sus relaciones,
teniendo siempre presente “que el conocimiento trata siempre de lo
general y las circunstancias son particulares y con frecuencia las
conexiones entre ambos casos no son evidentes, al menos para el
alumno.” (Broudy. 1977; 194) De ahí la importancia del diagnóstico
participativo de manera permanente como parte del proceso.

La relación entre lo normativo y lo significativo motivacional

La relación entre lo normativo y lo significativo-motivacional en el


individuo, como principio, parte de la estrecha relación entre la
norma y la obligación , y el significado y el motivo, por lo que en el
proceso educativo se debe de ir en busca de esta relación. “Si
experimentamos algo como un deber y no sólo sabemos
abstractamente que rige como tal, el deber se convierte en objeto de
nuestras aspiraciones personales. Lo socialmente significativo se
convierte en personalmente significativo”. (Rubenstein; 1967: 700).

Las normas se establecen socialmente con el objetivo de lograr una


actuación determinada en situaciones específicas, tienen un
carácter obligatorio, pero éste se pierde cuando se actúa de forma
consciente, cuando se asume el valor que los fundamenta.

En las actuaciones puede aparecer una contradicción, pues es muy


difícil cuando éstas se realizan por factores internos, conscientes,
produciendo cierta satisfacción, o cuando se actúa bajo determinada
presión externa por temor a ser castigado o para estar a tono en
una situación. Sin embargo, detrás de estos dos tipos de actuación
hay una actitud positiva que permite la socialización del individuo en
determinada circunstancia, dicho de otra manera, hay cierta dosis
de respeto (por las normas, por uno mismo, por la sociedad).
Cumplir las normas es una premisa para la educación de valores,
“en ambos casos está presente la norma, en el primer caso como
obligación y en el segundo como deber, aunque no existen acciones
que se basen puramente en uno de ellos”. (Galbán, 1988, 93)

Cuando se habla de valores, de su formación y desarrollo, se refiere


al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se
determina sólo por lo que las personas saben o entienden, sino por
lo que pueden hacer (capacidades),lo que tienen el valor de hacer y
lo que son ( personalidad y actitud). No siempre una persona
inteligente es la más idónea y de mayor éxito en la profesión y en
las relaciones sociales. En la conducta de los seres humanos se
manifiestan estos elementos como un todo en la actividad.
(Swieringa;1992:21)

El objetivo del proceso de enseñanza-aprendizaje es incidir cada


vez más en la calidad de las acciones de los futuros profesionales,
es decir, en la calidad de sus modos de actuación que debe
contemplar a los valores para el éxito y la competencia social y
profesional.

Según Swieringa el aprendizaje puede ser de tres tipos: informal,


formal y consciente. Los dos primeros son aquellos aprendizajes
que ocurren por imitación, o por recompensas y castigos, los que
están menos asociados a las emociones y a los sentimientos y más
a las experiencias. El aprendizaje consciente, consiste en ocuparse
de manera consciente en aprender.

El ejemplo del profesor dirigido intencionalmente, la norma de


disciplina en una clase, la exigencia en la entrega de tarea, etc.,
cuando se acompañan de una reflexión, son aprendizajes
conscientes, es decir, que un “aprendizaje” del valor o de otro modo,
la formación y el desarrollo del valor lo acompaña un proceso de
enseñanza-aprendizaje donde se expresen las diferentes vías de
éste. Dichas vías deben interrelacionarse en un proceso consciente
e intencionado por los sujetos que lo integran en busca de una
conducta consciente no sólo en el proceso de aprender a aprender,
sino en la direccionalidad e intencionalidad valorativa de los
contenidos de éste.
La relación entre valor y valoración

En cuanto a la relación entre valor y valoración, la valoración se


ejecuta a través de los valores que posee el sujeto, y es la acción
más directa en que éstos se manifiestan; ello se expresa al valorar
cada objeto, suceso, idea y conducta. “La valoración conforma el
propio sistema subjetivo de valores”. (Fabelo, 1996). Sólo se valora
mediante los valores propios, es decir a través de contenidos
valorativos, que se expresan en un constante proceso de valoración.

¿Qué debemos entonces desarrollar en la educación, los valores o


la capacidad valorativa? ¿Es posible enseñar a valorar sin hacerlo?
Es evidente que a la educación en valores la acompañan los valores
y la valoración, ya que para valorar se requiere significados de valor
que permitan saber apreciar dicho valor, caracterizar el objeto de
valoración, establecer los criterios de valoración, comparar el objeto
con los juicios de valor establecidos, refutar y criticar.

La interrelación entre la ciencia, la docencia y la profesión que


permita modelar lo profesional en la actividad de estudio.

El análisis de la relación ciencia-docencia como regularidad da


respuesta a la interrogante qué de la ciencia necesita el estudiante
con qué lógica y sistema de conocimientos. Sin embargo, ante la
pregunta para qué y por qué, tiene que precisarse a qué
profesional se dirige dicho contenido y realizar entonces una nueva
relación y adecuación de éstos a la necesidad de su perfil
profesional.

Toda profesión existe con el fin de resolver determinado problema o


encargo social, que debe ser respondido por un sujeto con
capacidades y habilidades para darle solución. Es precisamente a
partir de los problemas profesionales que se determinan los
propósitos y aspiraciones a alcanzar en el estudiante, de éstos se
derivan el objeto de la profesión y el objetivo de su formación,
expresado en el modelo del profesional, como forma de materializar
la relación Sociedad- Universidad.

Al asumir el hacer como la manera de formar a los hombres, la


relación sociedad-profesión se torna núcleo central para la selección
y estructuración del sistema de conocimientos, habilidades y valores
profesionales que se deben formar en los estudiantes, no sólo en la
actividad académica, sino en la de investigación y la práctica
laboral.

El proyecto educativo como forma de organización.

El proyecto educativo debe comprenderse como parte del diseño


curricular y de los objetivos estratégicos de la Universidad, todo ello
como un sistema que integre los siguientes componentes: la misión
de la Universidad, el objetivo estratégico de formación profesional,
el modelo de formación de valores del profesional, los modelos de
formación profesional, el diseño curricular de las disciplinas y
asignaturas, los proyectos educativos de los años, grupos e
individuales de los estudiantes. Ello requiere y exige una alta
preparación de los profesores y de los trabajadores en general de la
Universidad.

El proyecto educativo es la forma organizativa de la educación en


valores, formula las finalidades educativas que se pretenden
conseguir; debe estar dotado de coherencia y personalidad propia
asociada a los centros estudiantiles, a los colectivos y a los
estudiantes de manera individual; donde deben participar en cada
instancia de su elaboración los representantes de todos los sectores
de la comunidad educativa. (Ruíz, 1996: 137).

Su estructura debe estar conformada por dos aspectos: los


componentes organizativos y el contenido educativo a alcanzar. Los
componentes educativos son: el curricular, la extensión universitaria
y la vida universitaria. El contenido educativo está compuesto por
las dimensiones del modelo de valores del profesional; éstas son:
ética, estética, cognitiva, técnica, político-ideológica, las que
expresan lo que se desea alcanzar en el educando.

Con el objetivo de mostrar algunas ideas que existen referentes a


los valores en la formación profesional a partir del modelo expuesto,
es que se resume en la siguiente metodología los resultados de
aplicaciones en el diseño curricular de diferentes carreras de
Ingeniería y Arquitectura del Instituto Superior Politécnico José
Antonio Echeverría de Cuba.

Metodología para la determinación de los valores a desarrollar


en la carrera, año, disciplina y asignatura
Primero: Definir la concepción de la profesión integrando lo
sociohumanista y lo técnico y, derivar el sistema de valores
profesionales.

Segundo: Definir para cada carrera el modelo de valores y su


sistema, según la concepción de la profesión.

Cada carrera posee sus peculiaridades y rasgos específicos dado


su objeto de actuación y su encargo social, de ahí que su diseño
curricular o su modelo del profesional presente particularidades en
los significados, sistemas y jerarquías de los valores profesionales.
Por lo que debe darse un nivel de concreción de los significados de
estos sistemas de valores a desarrollar.

Procedimiento para las comisiones de carrera:

1. Definir un modelo de profesional integral en la carrera, a partir


de un enfoque sistémico y pluridimensional (dimensiones de la
formación: ética, estética, político-ideológica, técnica e intelectual),
donde quede explícito el modelo y el sistema de valores en sus
objetivos. Ejemplos:

Desarrollar la comunicación interpersonal. Compañerismo


Profundizar en el sentimiento de identidad nacional. Patriotismo
Elevar la calidad profesional en la solución de los problemas del
país. Responsabilidad

2. Definir los contenidos del sistema de valores de la carrera. Un


momento importante es la definición de cada valor, puesto que para
poder incidir en ellos, una definición clara de éstos es la primera
orientación que se brinda para trabajar en las diferentes estrategias,
no sólo en cuanto a su significación y contenido (que por supuesto
depende del contexto), sino la relación con otros valores. Ejemplos:

En este trabajo se partió de las conceptualizaciones mas generales


de los valores y se interpretaron en relación con la sociedad
concreta y sus objetivos, del mismo modo, dicha conceptualización
general se relacionó con la profesión desde sus modos de actuación
y sus diferentes códigos de ética establecidos, determinándose
además un conjunto de principios básicos para la actuación
profesional como un paso hacia la operacionalización de los valores
en las diferentes estrategias didácticas en busca de modelar lo
profesional en la actividad de estudio: Entre algunos de ellos:

Honestidad: Cualidad de la persona que refleja rectitud en el


proceder, compostura adecuada ante lo justo, el honor y la
honradez. Significa actuar con sinceridad, sencillez y la verdad.

 Verdad
 Receptividad
 Honradez
 Sinceridad
 Autenticidad
 Valentía
 Confianza
 Fidelidad
 Responsabilidad
 Amistad

Principios:

 Establecer relaciones con honradez, fidelidad, sinceridad y verdad,


así como el respeto a las personas y al derecho intelectual y
profesional de los demás.
 Poseer una actitud crítica y autocrítica en sus relaciones, basando
sus criterios en el conocimiento científico-técnico.
 Ser sincero, no ocultar ni tergiversar la verdad, siendo veraz en los
informes que realice.
 Fomentar y ampliar la disciplina, el respeto y la fidelidad a su
Patria, a través del cumplimiento de lo establecido en leyes,
normas y obligaciones.
 Ser participativo en la toma de decisiones, brindando todos sus
conocimientos para determinar problemas, esclarecer situaciones o
resolverlas.

Responsabilidad: Cualidad de la personalidad que implica libertad


para decidir y actuar asumiendo las consecuencias que se deriven
de las acciones. Es la actuación consciente y oportuna del
cumplimiento cabal del deber contraído, y que brinda satisfacción su
cumplimiento. Es compromiso y obligación.

 Deber
 Organización
 Respeto
 Disciplina
 Sentido de pertenencia
 Crítica
 Colectivismo
 Optimismo
 Amor a la profesión
 Libertad
 Justicia
 Honradez
 Sinceridad

Principios:

 Ser exigente consigo mismo y con los demás, a través del ejemplo.
 Rechazar la pasividad, desarrollando la participación y el diálogo.
 Combatir lo mal hecho, el pesimismo y la indolencia, promoviendo
el optimismo en las soluciones.
 Desarrollar el colectivismo en el cumplimiento de las tareas
combinando la responsabilidad individual.
 Poseer sensibilidad humana para percibir en la comunicación con
los compañeros sus intereses, necesidades y sentimientos.
 Desarrollar la entrega, la consagración y el amor a la profesión en
el desempeño profesional.

Patriotismo: Sentido de amor a la historia y tradiciones de la


nación, disposición plena a contribuir con la Patria. Significa sentido
de pertenencia, que contribuye a la defensa de la independencia
nacional y a la lucha por el desarrollo. Expresión de fidelidad ante sí,
los demás y la adhesión a la realidad nacional.

 Amor
 Responsabilidad
 Sentido de pertenencia
 Fidelidad
 Justicia
 Libertad
 Valentía
Principios:

 Contribuir con la responsabilidad profesional, al desarrollo de la


sociedad cubana.
 Poseer una conducta digna de un ciudadano fiel a su identidad,
participando activamente en la solución de los problemas sociales.
 Conocer y hacer cumplir las leyes, códigos y normas que rigen su
actividad profesional y ser consciente de ello en su actuación.
 Comprender la realidad nacional y actuar en consecuencia en
cuanto a lo económico, lo tecnológico y lo social.
 Tener clara conciencia de la importancia de su profesión y, ponerla
en función del desarrollo económico y social, con eficiencia,
eficacia y pertinencia.
 Estar dispuesto a defender con valentía y decoro las conquistas de
la sociedad cubana.
 Desarrollar el cuidado y la protección a la naturaleza y ,el respeto a
la convivencia ciudadana.
 Poseer sentido de independencia
 Reelaborar los objetivos del plan de estudio de la carrera y de los
años académicos, precisando las intenciones educativas.
Ejemplos:
o Desarrollar una conciencia ecológica en la actuación
profesional.
o Desarrollar una actuación ética durante su formación
profesional.
o Profundizar en la historia de la profesión.
o Comunicar sus ideas oral y escrita correctamente.
 Definir programas directores a partir de contenidos transversales o
incorporación de nuevas asignaturas al plan de estudio que
fortalezcan la formación sociohumanista.
 Reelaborar los objetivos de la disciplina integradora.

Tercero: Determinar los subsistemas de valores de cada año


académico.

El modelo del profesional de la carrera tiene definidos el sistema de


valores del profesional y, los objetivos y los contenidos por años,
que constituyen períodos educativos en la formación, de donde
deben derivarse subsistemas de valores para la etapa, que permitan
alcanzar una coherencia de intenciones educativas por todas las
asignaturas y estrategias a realizar.
Procedimiento para la determinación del sistema de valores a
formar y desarrollar por el colectivo de año.

1. 1. Realizar el diagnóstico participativo a los grupos de estudiantes


del año, definiendo las potencialidades, las limitaciones, los
problemas y sus causas, que permitan llegar a conocer las
características de los estudiantes, sus intereses, proyecto de vida y
los valores (como aspiración y como carencias), para poder
determinar un conjunto de influencias y acciones en el proceso de
formación profesional. Ejemplos:
1. Fortalecer las relaciones interpersonales, desarrollando
actividades grupales y utilizando métodos participativos en
clases.
2. Fortalecer la motivación por la profesión, ampliando el
intercambio con especialistas de la producción, vinculando el
trabajo social a soluciones profesionales en la comunidad,
potenciando el plan de estudio desde su interior en lo referido
a los principales avances de la ciencia y la tecnología en su
profesión.
2. Determinar el sistema de valores a formar y desarrollar en el año
académico y definir sus contenidos para ese nivel de formación
desde un enfoque multidisciplinario, a partir de: los objetivos del
año propuesto por la carrera y los resultados del diagnóstico.
3. Adecuar los objetivos del año académico a las características de
los estudiantes y a las particularidades del proceso.
4. Reelaborar y adecuar los objetivos y el contenido de las
asignaturas del año.

Cuarto: Determinar el sistema de valores a desarrollar por la


asignatura en el proceso docente - educativo, teniendo en
cuenta la profesión, la ciencia y el diagnóstico.

Dichos subsistemas de valores del año, se concretan y realizan en


el proceso docente a través de los contenidos de las asignaturas del
año: conceptual o cognitivo (decir y pensar), procedimental o
capacitativo (hacer) y actitudinal (comportarse, ser); mediante los
valores de la ciencia o ciencias que la conforman, los que deben ser
identificados a partir de un enfoque integral en la comprensión de la
ciencia y de la concepción filosófica con que esta se imparte. Los
valores de la asignatura también se concretan a partir del sistema
de valores definidos en el año.
Estas propuestas deben fluir e insertarse de los propios contenidos
de las ciencias que se explican, es claro, que ello requiere una
preparación y cultura del educador que tribute a eliminar la
separación ficticia entre lo humanista y lo tecnológico, así como lo
científico-cultural y lo político-ideológico. Ello requiere de un cambio
en la concepción en que hemos estado viendo el trabajo educativo y
significa una potenciación de éste desde la propia actividad
docente-educativa cotidiana.

Por consiguiente cada profesor desde la ciencia que imparte tiene la


posibilidad de desarrollar una concepción del mundo determinada,
cuando aborda el condicionamiento histórico-social, el aspecto ético,
jurídico, estético, sociológico y político, con el fin de formar
profesionales con una cultura integral y revolucionaria.

Procedimiento para la asignatura

1. Determinar el sistema de valores a desarrollar en la asignatura.


2. Adecuar los objetivos de la asignatura integrando en ellos lo
instructivo y lo educativo intencionando los valores en los
contenidos (conceptual, procedimental y actitudinal); en los
métodos y la evaluación.
3. Incorporar al proceso contenidos y métodos que potencien lo
socialmente significativo definido en el modelo de profesional,
reforzando así la formación sociohumanista desde la profesión y el
acercamiento al perfil profesional. Entre algunos contenidos están:
o La ética profesional acorde a la realidad nacional e
internacional.
o La concepción filosófica de la ciencia que se trata haciendo
énfasis en su no neutralidad.
o El conocimiento de la historia de la profesión.
o La preparación en metodología de investigación.
o Los principales avances de la ciencia y la técnica y sus
impactos y consecuencias en Cuba y en el mundo, en el
orden ecológico, social, político y cultural.
o Las reglamentaciones jurídicas y de derecho de la profesión,
ejemplo: la propiedad intelectual.
o Los desafíos de la economía cubana y el Sistema Nacional
de Ciencia e Innovación Tecnológica.
o Intervinculación de los avances de la ciencia y la tecnología
con otras formas del pensamiento social, ejemplo: el
económico.

Quinto: Definir las estrategias didácticas de ejecución y


evaluación en cada asignatura.

Este aspecto se refiere a cómo llevar a cabo el aprendizaje a partir


de un modelo que pone énfasis en el proceso, en la relación, donde
el estudiante es considerado una individualidad a desarrollar en sus
interrelaciones grupales y sociales

Se trata de aplicar una didáctica que se dirija a preparar al hombre


para la vida.

El modelo didáctico que se propone es basado en una Educación


Integrada, que significa la integración de todos los procesos
universitarios hacia la formación y el desarrollo de los valores: en lo
académico, lo laboral y lo investigativo; también en el aspecto
curricular, el extracurricular y la vida universitaria en general; del
mismo modo los procesos instructivos y educativos, así como, de
los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje, todos con
el objetivo de incidir en la personalidad del estudiante en la
formación profesional.

Entre las cualidades de las estrategias a seguir están:


problematizadora, participativa, valorativa, creativa, integradora,
sistémica, flexible y grupal. En estas estrategias el diálogo, la
reflexión, los sentimientos, las motivaciones son el ejes centrales.

El aprendizaje grupal, basado en el desarrollo de la individualidad a


partir del grupo permite lograr la unidad entre lo afectivo y lo
cognitivo, establecer la relaciones entre lo social y lo individual de
cada personalidad, teniendo como principios:

 La unidad de la comunicación y la actividad.


 El carácter social del aprendizaje.

Entre algunas de las estrategias tenemos:


 Establecer y consensuar en el colectivo estudiantil las normas de
conducta a seguir en las relaciones interpersonales, y mostrar
éstas a través del ejemplo del profesor.
 Desarrollar estudios de casos que permitan realizar juicios de valor
y ejercer el análisis crítico y reflexivo.
 Realizar la autoevaluación como forma de evaluación .
 Desarrollar la capacidad de valoración y de estimación, mediante
los métodos y técnicas participativas y problémicas.

Hasta aquí sólo se han expresado algunas ideas que se vienen


aplicando en la formación profesional en algunas Facultades de
Ingeniería y Arquitectura, como resultado de un fuerte trabajo de
investigación educativa y metodológico, que ha conducido a arduos
esfuerzos en la preparación de los profesores, e incluso a definir un
modelo al cual se debe aspirar. Es menester aclarar que todo este
perfeccionamiento se enmarca en la Planeación Estratégica para el
nuevo milenio que tiene como uno de sus objetivos principales la
Formación de Profesionales Integrales capaces de dar respuesta a
los nuevos retos que se imponen.

“La vida debe ser diaria, móvil, útil y el primer deber de un hombre
de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías
ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con
abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles.
Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero
es servir más.”(José Martí)

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