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La Bendición de La Obediencia

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La bendición de la obediencia

INTRODUCCION

Imaginemos, por un momento, que el presidente de una gran compañía está a punto de salir de viaje. El hace
una reunión con todos los empleados y les dice: "Voy de viaje, y estaré fuera algún tiempo. Mientras estoy
fuera, quiero que ustedes se encarguen del negocio. Les mandaré cartas con instrucciones detalladas. Quiero
que sigan mis instrucciones al pie de la letra." Todos los empleados se muestran de acuerdo.

El presidente se va de viaje, y durante un par de años deja la compañía en manos de los empleados. Durante
este tiempo les escribe con frecuencia, diciéndoles lo que quiere que hagan. Por fin, regresa a la compañía.
Al llegar a la entrada, encuentra un desorden total. El patio del edificio está descuidado. Hay varias ventanas
rotas en la fachada del edificio.

Al entrar, encuentra a la recepcionista pintándose la uñas, música a todo volumen sale de las puertas de
varias oficinas y la mitad de los trabajadores se han tomado el día libre. En lugar de ganar dinero, el negocio
ha sufrido enormes pérdidas. Al instante, convoca una reunión con todos los empleados.

"¿Qué pasó? ¿No recibieron mis cartas?" - les pregunta a todos. Ellos responden: "¡Claro! Aquí tenemos
todas sus cartas. Las mandamos encuadernar, para que ninguna se perdiera. Algunos de nosotros hasta las
hemos memorizado. Cada domingo, nos reunimos para estudiar las cartas. ¡Son muy bonitas!" El presidente
les pregunta: "Pero ¿qué hicieron con mis instrucciones?" Los empleados responden: "¿Qué hicimos?
Buenos, no hicimos nada. ¡Pero las leímos todas!"

Me pregunto si esta situación imaginaria, cortesía de Chuck Swindoll, tendrá algún parecido con la situación
actual de la iglesia. La respuesta la dejo a criterio de cada uno. Hoy hablaremos de la obediencia, y las
bendiciones que trae la obediencia. La pregunta para cada uno de nosotros es ésta: ¿me estaré perdiendo
bendiciones por mi desobediencia? Abramos la Biblia en el Salmo 112:

112:1 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en


gran manera.
112:2 Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.
112:3 Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.
112:4 Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; Es clemente, misericordioso y justo.
112:5 El hombre de bien tiene misericordia, y presta; Gobierna sus asuntos con juicio,
112:6 Por lo cual no resbalará jamás; En memoria eterna será el justo.
112:7 No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová.
112:8 Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta que vea en sus enemigos su deseo.
112:9 Reparte, da a los pobres; Su justicia permanece para siempre; Su poder será exaltado en
gloria.
112:10 Lo verá el impío y se irritará; Crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos
perecerá.

En este salmo el autor, habla con sabiduría. Compara dos formas de vivir:

1- podemos vivir en obediencia a Dios.

2- o podemos vivir siguiendo nuestra propia ambición.


Vemos aquí la comparación entre estas dos formas de vivir, con más atención puesta en las bendiciones de
la obediencia, y sólo una mención breve de los resultados de la desobediencia.

A algunas personas muchas veces le falta la sabiduría que tiene el autor de este salmo, porque nos
enfocamos demasiado en la vida de los malvados.

Vemos a una persona que parece vivir bien sin Dios, y queremos saber porqué –

en lugar de fijarnos en la bendición que Dios tiene para nosotros, si sabemos obedecer.

Vamos a enfocarnos, entonces, en las cosas que nos dice el salmista acerca de la bendición de la
obediencia.

Consideremos primeramente las cualidades de la persona obediente, la persona justa. El versículo uno la
describe así: "Dichoso el que teme al Señor, el que halla gran deleite en sus mandamientos".

¿Qué significa temer al Señor? Pensemos en un ejemplo. Todos hemos manejado por la carretera en
alguna ocasión, cuando de repente vemos a lo lejos que las luces de freno de todos los carros que van
adelante se empiezan a alumbrar en cierto lugar. ¡Ya sabemos qué hay allí! Hay un policía escondido. Los
conductores le temen al policía, y ajustan su velocidad.

Si nosotros tememos al Señor, ajustaremos nuestra vida - no sólo en ciertos momentos o ciertos lugares, sino
en todo tiempo y todo lugar. El Señor está presente siempre y en todas partes, y si le tememos, nuestra
obediencia no tendrá limitaciones de lugar o de momento. Cuando viene una tentación, cualquiera que sea,
responderemos como lo hizo José: "¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?" (Génesis
39:9).

La obediencia va más allá del temor, sin embargo, porque la segunda mitad del verso 1 dice que la persona
bendecida, la persona dichosa, "halla gran deleite en sus mandamientos". Considera, por un momento, esa
frase. ¿Consideras usted que los mandamientos del Señor son agradables? No son una carga, ni un peso. Al
contrario; conocer la voluntad del Señor es algo delicioso, pues trae bendición.

La persona sabia y bendecida tiene hambre por conocer más de la Palabra de Dios porque reconoce que es
buena. No es pesada o desagradable. Es como una receta para una vida bendecida. Cuando una mujer sigue
una receta, no lo ve como algo pesado. Sabe que, si sigue las instrucciones, resultará un delicioso pastel o un
sabroso caldo. Así es con la Palabra también.

Los versos 5 y 9 nos dan otras cualidades del justo. Se trata de su forma de usar el dinero. Para empezar, el
justo es generoso con sus bienes. El verso 5 dice: "Bien le va al que presta con generosidad". El verso 9
repite la idea: "Reparte sus bienes entre los pobres".

Esto no significa que la persona bendecida da sin discernimiento; sabe reconocer cuándo hay verdaderas
necesidades, y cuándo no. Más bien, esta persona entiende que lo que Dios le ha dado no es sólo para su
propio deleite, sino también para compartir con otros.

Comprende lo que dice Proverbios 11:24: "Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan; otros ni
sus deudas pagan, y acaban en la miseria".

Además de ser generoso, el hombre bendecido es íntegro en sus finanzas. La segunda mitad del verso 5
dice: "Maneja sus negocios con justicia". El verso 9 repite la idea: "Su justicia permanece para siempre". La
persona bendecida no recibe sus bendiciones porque hace tranzas en su negocio, porque le roba al patrón o
porque se aprovecha de los demás.

Alguien puede enriquecerse de esta forma por un tiempo, pero no es la bendición de Dios. No durará.

Recuerdo, en cierta ocasión, a mi en un banco de la localidad la cajera me entrego demasiado cambio. Al


darme cuenta de lo que había sucedido, le devolvi el exceso sin embargo la cajera insistia que no en que la
cantida que me había entregado era lo correcto.despues de contar 3 veces la cajera se quedó asombrada de
su error, y me dijo que nadie haría lo que él había hecho de devolverle la cantidad de efectivo excedente.
¿Sabes por qué lo hice? Porque tengo a Jesús en mi corazón. Sabía que Dios me estaba viendo, y que El se
complace en la integridad y la honestidad.

Estas son las cualidades del justo: Teme al Señor, y se deleita en sus mandamientos; es generoso, y es justo
en sus negocios. Hablemos ahora de las bendiciones del justo. Los versos 2 y 3 nos dicen que su hogar será
bendecido. Sus hijos serán personas de bien, de influencia en la sociedad. En su casa no faltan riquezas.

112:2 Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita.
112:3 Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.

Podemos decir es que, si tú vives en obediencia, esto traerá bendición para tus hijos. Traerá bendición a tu
hogar. Es mas que seguro que nuestros hijos sean personas de bien si tú obedeces al Señor. Tendrás la
dicha de sentirse orgulloso de ellos porque toman buenas decisiones y forman familias felices, si tú caminas
en obediencia al Señor.

La segunda bendición del justo es estar seguro, aun en tiempos difíciles. El verso 4 dice: "Para los justos la
luz brilla en las tinieblas". Aun cuando las cosas se ven muy oscuras, Dios brilla su luz sobre el justo.

Los versos 7 y 8 repiten la misma idea. Observa lo siguiente: este salmo no dice que el justo no recibe malas
noticias, sino que dice que su corazón confiará en el Señor cuando los reciba.

112:7 No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová.
112:8 Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta que vea en sus enemigos su deseo
Tampoco dice que el justo jamás enfrentará tiempos de oscuridad y dificultad; dice que, en medio de la
oscuridad, habrá una luz para él. El verso 8 dice: "Al final verá derrotados a sus adversarios". No siempre es
al instante; no siempre es de la noche a la mañana. A veces tenemos que perseverar en obediencia por
mucho tiempo mientras parece que nuestros adversarios se salen con la suya. Sin embargo, al final, veremos
la derrota de nuestros adversarios.

Recuerdo la situación de una familia de hermanos en Cristo. Ellos pasaron por una crisis económica muy
fuerte, y llegaron al colmo de tener que alquilar su casa y vivir en el sótano. Sin embargo, se mantuvieron
fieles al Señor sin titubear. Después de varios años, se recuperaron y alcanzaron a construir varias plantas
más, donde viven con sus hijos. Dios los bendijo, porque se mantuvieron fieles a El.

No creas la mentira de que el obediente nunca sufre. Más bien, la obediencia trae bendición, a pesar de las
pruebas y los problemas que vienen. Trae bendición al hogar, trae seguridad en los tiempos de prueba y trae
buena fama. El verso 6 lo dice. El justo, el que obedece a Dios, es recordado.

112:6 Por lo cual no resbalará jamás; En memoria eterna será el justo.

Ahora bien, ¿qué será del malvado? El verso 10 lo describe muy brevemente.

112:10 Lo verá el impío y se irritará; Crujirá los dientes, y se consumirá. El deseo de los impíos
perecerá.

Lo que nos dice es esto: ¡todos sus deseos vendrán a la nada! Todo lo que tanto se esforzó por lograr se
quedará en la nada. Toda su ambición será frustrada. Podemos ver muchos casos de esto ahora. Lo veremos
en su cumplimiento total cuando Jesús regrese para establecer su reino.
¡Qué gran ironía! La persona que vive obedeciendo sus propios deseos, siguiendo su propia ambición,
quedará totalmente frustrada y en la nada. En cambio, la persona que obedece la voluntad del Señor será
establecida, bendecida y fructífera. Como dijo Jesús, el que quiera salvar su vida la perderá, y el que la pierda
por mi causa, la salvará.

La pregunta para ti y para mí, entonces, es ésta: ¿cómo viviremos? ¿Viviremos en obediencia, aunque nos
cueste, aunque el mundo se burle, aunque no entendamos el por qué? Si lo hacemos, podremos confiar en la
bendición de Dios. ¿O seguiremos nuestra propia ambición? El final será la frustración. ¿Cómo nos
encontrará Jesús, cuando El regrese? ¿En obediencia, o en maldad?

El saber obedecer siempre nos traerá satisfacción al corazón. “Por tanto, como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron”.      Romanos 5:12
Quizá pienses que el pecado entró al mundo porque “comieron el fruto prohibido” pero al comer de ese fruto ¿qué
hicieron estos personajes de la Biblia? : ¡desobedecieron!  

Así que a Adán se le recuerda como desobediente a través de los años, su “consecuencia” fue el haber desobedecido y
dejado a Eva sola en, no sé que parte del jardín del edén, pero el caso es que desobedeció.

Y si Adán fue el primer hombre desobediente, Cristo fue el primer Hombre obediente, por Adán entro la muerte, y por
Cristo huyó la muerte y llegó la vida eterna, por Su obediencia.

Varios hombres fueron obedientes, pero ninguno con el peso de obediencia que llevo Cristo en la cruz:

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