Album Del Vino
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“CLARI”
La fruta para elaboración del vino es la uva y aquí una muestra de las partes de la plana de la uva
para dar conocimiento de que partes tiene y como es el proceso de su plantación y cuidado para
poder hacer que de fruto.
El recorrido que lleva a llenar tu copa de vino antes de que puedas degustarlo y disfrutar de él,
pasando por los aspectos más básicos hasta los más complejos de su fascinante elaboración, tiene
su origen en la "madre del vino", planta que le da vida: la vid.
La vid (o cepa o parra) es una planta trepadora, leñosa, de la especia 'vitis vinifera' cuyo fruto es
la uva con la que se elaboran los vinos. Se llama viña (o viñedo, o pago o majuelo) al grupo de
vides claramente delimitado por una finca o parcela.
Si nos fijamos bien en la vid nos daremos cuenta lo peculiar que es, ya que no es estrictamente
un árbol, ni tiene las medidas para serlo, ni se trata de una planta que se mantenga erguida sin
ayuda de un tutor, pero tampoco es un arbusto puesto que tiene un tronco muy bien definido y
robusto.
En este sentido, se suele afirmar que la vid es una mezcla de planta vivaz y árbol frutal, que
cumple un ciclo anual de producción de frutos y un propio ciclo de vida.
Es una planta de aspecto rústico, seco, de apariencia vieja y ajada, siempre desconchada y en
invierno desolada. Sin embargo, su corteza esconde una vigorosa savia que, pasado el invierno,
llena de vida la planta, dotándola de un vistoso follaje y un preciado y dulce fruto que da origen
al vino
Entender la vid es fundamental. El conocimiento básico de la vid y de la uva nos permitirá
comprender todos los pasos posteriores que se realizan hasta obtener el vino, y lo que es más
importante, reconocer, desde su origen, cuáles son los mejores vinos.
Sus cepas pueden llegar a vivir más de un siglo, y conforme tienen más edad dan menos frutos,
pero de mejor calidad debido a que sus granos son más pequeños poseen menos agua, pero
mayor concentración de azúcares y otras sustancias. Además, sus grandes y profundas raíces
tienen una mejor penetración en el subsuelo y aprovechan más y mejor sus recursos.
Sin embargo, en la elaboración de vinos de calidad no se suele usar las vides mayores de 40 o 50
años, debido a que a partir de esa edad su productividad ha bajado ya demasiado. Por otro lado,
tampoco se elaboran buenos vinos con vides de menos de 5 años, ya que la planta todavía está
formando su sistema de raíces (radicular), por tanto, sus uvas no poseerán un nivel de calidad
suficiente.
La vid puede vegetar de formas muy distintas en función del tipo de suelo, la exposición solar, el
clima, la competencia con otras vides por los recursos del suelo, y muchos otros factores. Como
resultado de ello, una misma variedad puede tener rendimientos muy distintos tanto por lo que
respecta a la cantidad como a la calidad de sus frutos, y de ahí que, el vino obtenido en cada
viñedo puede ser distinto.
De hecho, el origen y características propias de cada vino se han convertido en uno de los
principales reclamos comerciales en la actualidad, como valor diferencial que hace único e
inimitable a un vino.
Todo esto convierte al vino, una vez más, en un producto totalmente diferente al resto de bebidas
del mercado. Tanto es así, que la primera y mejor estrategia de marketing del vino se origina en
la propia planta de la que nace, como puede comprobarse en el hecho de que el origen de un vino
lo convierte en el primer reclamo comercial como producto distinto y no reproducible ante
posibles competidores
El elaborar este vino nos da a experimentar algo nuevo, así que la elaboración del vino nos lleva
a saber que pasos seguir y como se elaboran los vino, aunque no todos tienen el mismo proceso
de elaboración.
Descorchamos y servimos el vino (poquito ¿eh?). Primero, oler el corcho. Como ya explicamos
anteriormente, nos dará pistas. Cogemos la copa, preferiblemente por el tallo o la base, así no
calentamos el vino. Inclinamos la copa (unos 45º) sobre un fondo blanco, por ejemplo, una hoja
de papel donde haya algún texto.
Primero observaremos el color, nos dará una idea de la edad del vino. Por lo general, en un vino
tinto, cuanto más rubí o cereza y brillante es el vino, más joven; si es más granate o teja tirando a
anaranjado, suele ser un vino más envejecido con crianza. En algunos casos nos será difícil o
imposible leer el texto que hay detrás de la copa, diremos que es un vino de capa alta. Cuando
podemos ver claramente a través del vino diremos que es de capa baja.
Mediremos la densidad del vino. A más densidad, más concentración de alcohol, más
graduación. Si movemos ligeramente el vino por la copa, observaremos como caen las lágrimas
de vino. A menor velocidad de caída, mayor densidad, más graduación alcohólica.
2. Fase olfativa
Sin agitar el vino, metemos la nariz y olemos. Primero localizaremos los aromas primarios, son
los propios de la uva, de naturaleza frutal o vegetal.
Agitamos la copa ligeramente para que el vino entre en contacto con el oxígeno y desprenda más
aromas, los secundarios, los que se originan en la fermentación tanto alcohólica como
maloláctica, suelen ser más numerosos en vinos jóvenes.
Seguimos agitando con más energía para dar paso a los aromas terciarios. Conocidos como
bouquet, son complicados de adivinar. Se desarrollan durante y después de la crianza del vino y
se clasifican en diferentes familias (animal, vegetal, torrefactos, frutos secos…).
3. Fase gustativa
El ataque son las primeras sensaciones que percibimos cuando el vino llega a la boca. Con la
lengua lo pasamos de un lado al otro y tratamos de apreciar los cuatro sabores básicos: salado,
dulce, ácido y amargo. Un vino redondo es aquel que logra el equilibro perfecto entre los cuatro.
En segundo lugar determinamos la textura (definida con adjetivos como seda, terciopelo o satén),
y aquí es donde interviene el tacto. Notaremos suavidad o untuosidad como factores positivos, o
astringencia y rugosidad como negativos.
Analizaremos en tercer lugar la vía retronasal. Una vez tragamos el vino – o lo escupimos… si
vamos a catar muchos vinos es aconsejable no beber cada uno de ellos, la borrachera puede ser
importante – como iba diciendo, una vez lo bebemos, expulsamos el aire por la nariz. Si durante
un tiempo percibimos las mismas sensaciones, diremos que ese vino es de larga retronasal.
Finalmente, destacaremos qué final nos ha dejado el vino. Puede ser tánico, ácido, etc… puede
no tener un final muy definido, incluso puede tener un final poco agradable (sucio). Según la
persistencia de ese final se puede hablar de un vino corto (si dura menos de dos segundos),
mediano, largo, incluso muy largo (entre nueve y doce segundos).
Pues ya lo tenéis, a grandes rasgos, así se realiza una cata. En próximas entradas hablaremos más
en profundidad de colores, aromas y otras particularidades de los vinos, tintos, blancos, rosados y
espumosos.
Boca: Es la parte de arriba de la copa. El mayor o menor diámetro provocará más o menos
concentración de aromas, además según sea cerrada o abierta dirigirá el vino hacia una parte de
nuestra lengua potenciando más o menos la sensación ácida, amarga, dulce o salada.
Balón: Es la parte abombada de la copa. El que sea de mayor o menor tamaño asegura una
mayor o menor aireación, la cual tiene relación con los aromas, la acidez y el alcohol, incluso
puede potenciar virtudes pero también defectos del vino.
Chimenea, cuerpo o cáliz: La altura de la parte que contiene el vino, puede ser mas alta o baja,
mas estrecha o ancha, además de lo aromas esta parte acentúa más o menos las sensaciones
alcohólicas de un vino, más alta para suavizar vinos más alcohólicos y más baja para los que no
tienen mucho alcohol.
Tallo, pierna o fuste: Es la parte por donde se coge la copa. Debe de estar compensado con el
tamaño del balón y no debe ser muy grueso para facilitar el sujetar y hacer girar la copa con
facilidad. Permite mantener la temperatura de la copa y evita marcar la chimenea con los dedos.
Pie, peana o base: Es el punto de apoyo de la copa. Lo importante es que guarde relación con el
resto de la copa con el fin de que asegure su estabilidad.
Un buen vino no huele, ni tiene la misma intensidad aromática, ni pasa o entra en nuestra boca de
la misma manera en todas las copas.
La copa de vino perfecta no existe, ya que depende del tipo de vino. A priori, no hay ninguna
formula matemática, física o química que nos indique cual es la copa ideal para un tipo de vino.
Para encontrarla deberemos probar y decidirnos por la más adecuada.
Elaboración de vino
Año: 2021