Competencias Laborales
Competencias Laborales
Competencias Laborales
Los cambios que hoy se producen en el entorno empresarial, caracterizados por la globalización de
la economía, y la continua introducción de la nuevas tecnologías en los procesos de producción y
administración en las organizaciones, han provocado a su vez, cambios en las estructuras al
interno de las mismas, existiendo la tendencia el aplanamiento de estructuras y a la constante
evolución de los puestos de trabajo, lo cual hace difícil mantener la estabilidad de los mismos.
Esta nueva realidad también ha modificado el contrato entre las organizaciones y sus miembros,
basándose ahora en el desarrollo profesional de los primeros y en la búsqueda, por parte de los
segundos, de nuevas formas para potenciar al máximo las competencias de su personal.
Para dar respuesta a este gran reto, muchas empresas han optado por la aplicación de un sistema
de competencias laborales, como una alternativa para impulsar la formación y la educación, en
una dirección que logre un mejor equilibrio entre las necesidades de las organizaciones y sus
miembros.
Como en efecto, el concepto de competencias, es muy utilizado por estos días en el contexto
empresarial para designar un conjunto de elementos o factores, asociados al éxito en el
desempeño de las personas, y cuando se hace referencia a los orígenes del mismo por lo general
encontramos que se cita a David McClelland. No obstante, en la literatura se hace referencia a
algunos trabajos anteriores a los de este autor, útiles para comprender mejor el origen del
término.
En 1949, T Parsons, elabora un esquema conceptual que permitía estructurar las situaciones
sociales, según una serie de variables dicotómicas. Una de estas variables era el concepto de
Acheviement vs Ascription, que en esencia consistía en valorar a una persona por la obtención de
resultados concretos en vez de hacerlo por una serie de cualidades que le son atribuidas de una
forma más o menos arbitraria. (Resultados vs Buena Cuna).
Casi diez años después, en 1958, Atkinson lograba demostrar de forma estadística la utilidad del
dinero como un incentivo concreto que mejoraba la producción siempre que el mismo estuviese
vinculado a resultados específicos.
A inicios de los años 60, el profesor de Psicología de la Universidad de Harvard, David McClelland
propone una nueva variable para entender el concepto de motivación: Performance/Quality,
considerando el primer término como la necesidad de logro (resultados cuantitativos) y el segundo
como la calidad en el trabajo (resultados cualitativos). Siguiendo este enfoque McClelland se
plantea los posibles vínculos entre este tipo de necesidades y el éxito profesional: si se logran
determinar los mecanismos o niveles de necesidades que mueven a los mejores empresarios,
manager, entre otros, podrán seleccionarse entonces a personas con un adecuado nivel en esta
necesidad de logros, y por consiguiente formar a las personas en estas actitudes con el propósito
de que estas puedan desarrollarlas y sacar adelante sus proyectos.
La aplicación práctica de esta teoría, se llevó a cabo por parte de su autor, en la India en 1964,
donde se desarrollaron un conjunto de acciones formativas y en solo dos años se comprobó que
2/3 de los participantes habían desarrollado características innovadoras, que potenciaban el
desarrollo de sus negocios y en consecuencia a esto, de su localidad de residencia.
Estos resultados conllevaron a que los estudios de este tipo se extendieran en el mundo laboral.
Todos querían encontrar la clave que permitiera a las organizaciones ahorrar en tiempo y dinero
en los procesos de selección de personal. No obstante, por una razón u otra, la problemática
universal en torno a qué formación debe poseer la persona, y que fuere adecuada para
desempeñarse con éxito en un puesto determinado, aún no estaba resuelta.
En el año 1973, McClelland demuestra que los expedientes académicos y los test de inteligencia
por si solos no eran capaces de predecir con fiabilidad la adecuada adaptación a los problemas de
la vida cotidiana, y en consecuencia el éxito profesional.
Esto lo condujo a buscar nuevas variables, a las que llamó competencias, que permitieran una
mejor predicción del rendimiento laboral. Durante estas investigaciones encuentra que, para
predecir con una mayor eficacia el rendimiento, era necesario estudiar directamente a las
personas en su puesto de trabajo, contrastando las características de quienes son particularmente
exitosos con las de aquellos que son solamente promedio.
Debido a esto, las competencias aparecen vinculadas a una forma de evaluar aquello que
“realmente causa un rendimiento superior en el trabajo” y no “a la evaluación de factores que
describen confiablemente todas las características de una persona, en la esperanza de que algunas
de ellas estén asociadas con el rendimiento en el trabajo” (McClelland, 1973).
Otro autor muy referido en esta línea de investigaciones en R E Boyatzis (1982) quien en una de
sus investigaciones analiza profundamente las competencias que incidían en el desempeño de los
directivos, utilizando para esto la adaptación del Análisis de Incidentes Críticos.
En este estudio se concluye que existen una serie de características personales que deberían
poseer de manera general los líderes, pero que existían también algunas que solo poseían otras
personas que desarrollaban de una manera excelente sus responsabilidades.
Concluyendo aquí con lo referente al origen del término en cuestión, pensamos que se impone
precisar que son las competencias. A continuación se ofrecen algunas definiciones, las cuales
suelen ser múltiples y variadas.
1. Las competencias son repertorios de comportamientos que algunas personas dominan mejor
que otras, lo que las hace eficaces en una situación determinada (Levy Leboyer, 1997)
Según este autor, son además observables en la realidad del trabajo, e igualmente en situaciones
de test, y ponen en práctica de manera integrada aptitudes, rasgos de personalidad y
conocimientos. Por lo tanto, las considera un trazo de unión entre las características individuales y
las cualidades requeridas para llevar a cabo las misiones del puesto.
2. Las competencias son unas características subyacentes a la persona, que están casualmente
relacionadas con una actuación exitosa en el puesto de trabajo. (Boyatzis, 1982).
3. Se refiere a la capacidad efectiva para llevar a cabo exitosamente una actividad laboral
plenamente identificada (según la OIT este es el concepto generalmente más aceptado).
6. Es la idoneidad para realizar una tarea o desempeñar un puesto de trabajo eficazmente, por
poseer las calificaciones requeridas para ello. (OIT)
Esta definición es considerada como un enfoque holístico, en la medida en que integra y relaciona
atributos y tareas, permite que ocurran varias acciones intencionales simultáneamente y toma en
cuenta el contexto y la cultura del lugar, permitiendo incorporar la ética y los valores como
elementos del desempeño competente.
De una forma u otra, puede concluirse que, de manera general, están contenidos los cincos tipos
de características competenciales propuestas por Lyle M Spencer y Signe M Spencer (1993):
§ Rasgos del carácter, que justifican los tipos de reacciones ante determinadas situaciones.
§ Conocimientos.
2.1- Principales Enfoques.
Según Llorente (1999) los enfoques de competencias que se encuentran hoy en el mercado –sobre
los cuales refiere que en su esencia reducen todas las posibilidades de aplicación de las
competencias y lamenta que por fatalidad sean los más difundidos- comparten una serie de
puntos comunes:
§ Cada competencia tiene un nombre y una definición verbal precisa. Denominaciones como:
identificación con la compañía, auto-confianza, búsqueda de información, orientación al cliente,
pensamiento conceptual, flexibilidad, liderazgo... aparecieron en los primeros estudios de McBer,
(Hay Group/McBer), la consultora fundada por David McClelland, y luego se han ido extendiendo
profundamente en la bibliografía sobre competencias.
§ Cada competencia tiene un determinado número de niveles que reflejan conductas observables,
no juicios de valor.
§ Todas las competencias se pueden desarrollar (pasar de un nivel menor a otro mayor) aunque no
de manera inmediata como recibir un curso de formación. El desarrollo requiere experiencia
práctica.
§ Todos los puestos llevan asociados un perfil de competencias que no es más que un inventario
de las mismas, junto con los niveles exigibles de cada una de ellas. Con el nivel evaluado de cada
competencia se obtendrán desajustes que habrá que analizar.
Se centra en el contenido del puesto de trabajo, así como en su relación con la estrategia global de
la organización.
Los seguidores de este enfoque, comparten los puntos de vistas de McClelland en cuanto a que los
test de inteligencia y los expedientes académicos por si solos no aportan valor predictivo sobre el
éxito profesional, así como tampoco describen las competencias que posee una persona. Por lo
tanto, se requiere de establecer relaciones causales, lo cual hace a este enfoque muy potente
desde el punto de vista metodológico.
Para establecer estas relaciones se requiere definir una serie de indicadores observables que
actúen como los agentes que causan los rendimientos superiores (variables predictoras o agentes
causales).
Según este enfoque, estas relaciones son más difíciles de establecer en puestos que directamente
no generan valores o en puestos donde no se conocen los resultados concretos que de él se
esperan.
Se orienta hacia las competencias genéricas y universales, presuponiendo que cualquier país
necesita competencias muy parecidas si se tiene en cuenta que aumentar el rendimiento es una
de las “vías universales” para lograr la superviviencia de las organizaciones, aunque reconocen
también la existencia de competencias específicas.
Este paradigma ha ido evolucionando a partir de la década de los 80, y en la actualidad considera
las competencias como el lazo que une las conductas individuales con la estrategia de la
organización, la cual debe estar sostenida por una cultura adecuada, siendo aquí donde las
competencias entran en juego, a través de la gestión estratégica de los Recursos Humanos.
Por lo tanto, si la estrategia elegida implica satisfacción con el cliente y trabajo en equipos, las
competencias tienen que reflejar esta orientación, y no otra, aún cuando las competencias no
aceptadas sean eficaces.
Para este enfoque, las competencias reflejan una serie de valores que en muchos casos aglutinan
la misión y el plan estratégico, lo que posibilita que aquellas “requeridas” por la organización,
puedan ser identificadas a través de un panel de expertos, sin la necesidad de recurrir a medidas
directivas de rendimiento, por lo que en consecuencia se le confiere la utilidad que tienen para
cambiar conductas ligadas a los valores estratégicos.
Algunos de los autores más representativos de este enfoque son: R E Boyatzis, G Hammel y C K
Prahalad.
Se centra más en la persona, y al contrario del enfoque anterior su finalidad es actuar como
elemento de auditoria en torno a la capacidad individual del sujeto y el esfuerzo de la organización
por mantener su fuerza de trabajo en condiciones óptimas de “empleabilidad”.
Este enfoque se centra en los procesos de aprendizajes de las personas y considera que los test de
aptitudes así como los de coeficiente intelectual son instrumentos predictivos muy importantes en
la gestión de las competencias.
Claude Levy Leboyer es uno de los autores más citados como representante de esta corriente.
Como se observa, cada corriente pretende desde su perspectiva resolver cuestiones que
conciernen a un mismo tema, el de las competencias como una alternativa para lograr mejora en
el rendimiento de los individuos. Ambas contienen elementos que las diferencian y otros en los
que coinciden.
Un enfoque se centra en los contenidos del puesto de trabajo y el otro en las personas que lo
ocupan; uno está más orientado a las competencias de tipo genéricas y otro a las competencias
específicas, no obstante ambos reconocen la co-existencia de ambas; en cuanto al valor predictivo
de los test en el éxito profesional, un enfoque considera que la utilización de los test de
inteligencia por si solos carece de este valor, mientras que el otro enfoque le confiere a este un
gran valor predictivo. No obstante las diferencias en este sentido, puede apreciarse que en esencia
el valor del test no se niega.
En torno a esto, considero importante señalar, que cuando en una organización se decida adoptar
uno u otro, e incluso, aún cuando se decida constituir uno propio, los especialistas en Recursos
Humanos no deben obviar las implicaciones que esto trae consigo. Y coincido con muchos autores
cuando señalan que “tradicionalmente dichos especialistas se han caracterizado por realizar una
gestión burocrática de las personas: nóminas, descripción de puestos y formación genérica, y que
ahora deberán ocuparse de seleccionar, formar, valorar e incentivar a los recursos humanos de las
empresas, de manera que estas puedan contar con personas más capacitadas y comprometidas en
el futuro, que obtengan un conocimiento más exacto sobre la condiciones laborales y personales
que conforman los distintos puestos de trabajo, determinando a su vez para la organización un
conjunto de “competencias requeridas”. Deberán por tanto, jugar un papel más pro-activo, y
aportar valor añadido, además de intervenir como protagonistas en los problemas sociales de la
empresa”.
2.2-Tipos de Competencias.
Partiendo de las consideraciones realizadas por los citados enfoques de competencias al respecto,
estas pueden clasificarse en genéricas y específicas. Las primeras referidas a un conjunto o grupo
de actividades y las segundas destinadas a funciones o tareas específicas.
Otra clasificación es la que realizan Cardona y Chinchilla (1999) quienes refieren dos tipos de
competencias: las técnicas o de puesto y las directivas o genéricas.
Las primeras se refieren a aquellos atributos o rasgos distintivos que requiere un trabajador
excepcional en un puesto determinado. Estas incluyen conocimientos, habilidades, o actitudes
específicas, necesarias para desempeñar una tarea concreta.
Las segundas son aquellos comportamientos observables y habituales que posibilitan el éxito de
una persona en su función directiva. Estas aunque se consideran genéricas, según los autores, y
aunque una empresa pueda enfatizar más en una que en otra, pueden estudiarse de manera
conjunta a partir del análisis de la función directiva.
§ Una estrategia que obtenga valores económicos, empobreciendo las capacidades de sus
empleados o disminuyendo su unidad con la empresa, no sería una estrategia válida, ya que entre
otros casos, debilitaría la capacidad de la empresa para conseguir un valor económico futuro.
§ Por lo tanto, la función directiva incluye, además de una dimensión estratégica, otra a la que se
le denomina intratégica.
Las competencias directivas estratégicas son aquellas necesarias para obtener buenos resultados
económicos y entre estas los autores citan: la visión, la resolución de problemas, la gestión de
recursos, la orientación al cliente y la red de relaciones efectivas.
Las competencias directivas intratégicas, son aquellas necesarias para desarrollar a los empleados
e incrementar su compromiso y confianza con la empresa, que según el referido modelo, se trata
en esencia de la capacidad ejecutiva y de la capacidad de liderazgo, entre las cuales se mencionan,
la comunicación, la empatía, la delegación, el “coaching” y el trabajo en equipos.
A los dos tipos de competencias anteriores, Cardona y Chinchilla le agregan unas competencias
directivas, que según estos, son de carácter propiamente empresariales a las que se le denominan
de eficacia personal. Estas, que se presentan a continuación, incluyen aquellos hábitos que
facilitan una relación eficaz de la persona con su entorno.
§ Autogobierno: gestión personal del tiempo, del estrés, del riesgo, disciplina concentración y
autocontrol.
En resumen, puede observarse la presencia de dos grandes grupos de competencias: las genéricas
y las específicas, aún cuando los términos empleados varíen de un autor a otro.
Como consecuencia de estas clasificaciones encontramos que los distintos autores proponen y
presentan sendas listas de “competencias requeridas”, sean estas de un tipo u otro, como por
ejemplo la establecida por Thornton y Byham (1982) donde se intenta reunir un grupo de
competencias genéricas o supra-competencias para los llamados mandos de alto nivel, o la
propuesta por Dulewicz (1989) referida a los mandos intermedios, u otras, que como bien refiere
Levy-Leboyer (1997) son confeccionadas por los propios especialistas de Recursos Humanos de
una determinada empresa, en función de confeccionar un sistema de competencias propio, y que
en su gran mayoría aún permanecen sin editar, ya que son confeccionadas por la empresa para su
consumo.
Dentro de la técnicas que suelen ser utilizadas para determinar las “competencias requeridas”
encontramos, el Panel de Expertos, las Entrevistas, y las Entrevistas Focalizadas.
El Panel de Expertos. Uno de los objetivos de esta técnica consiste en transformar los retos y
estrategias a las que se enfrenta la organización -teniendo en cuenta factores socio-políticos,
económicos, tecnológicos, entre otros- en formas de conductas requeridas para lograr un
desempeño exitoso en el individuo.
En esta técnica participan un grupo de individuos, quienes deben ser buenos conocedores de las
funciones y de las actividades que en general deben acometerse en un determinado puesto. En mi
opinión no solo del puesto, sino también de las actividades que se realizan en la empresa donde
está enmarcado dicho puesto, así como de la misión, de la visión y de la estrategia empresarial.
Estos individuos tienen la tarea de determinar -atendiendo a estos factores- cuales son las
competencias que realmente permiten a los individuos un desempeño superior.
Las entrevistas. Se llevan a cabo mediante interrogatorios efectuadas sobre la base de incidentes
críticos a una muestra representativa de ocupantes del puesto, para obtener a través de un
método inductivo, informaciones contrastadas sobre las competencias que realmente son
utilizadas en dicho puesto.
La muestra debe estar integrada por un grupo de individuos con un rendimiento superior, y por
otro grupo menor con un rendimiento medio (proporción ideal entre 60 y 40 % del total de la
muestra respectivamente). Por otra parte, esta muestra debe ser rigurosamente seleccionada ya
que a partir de las características de las personas que la integran, se definirá la lista de elementos
o atributos por los que serán seleccionados los candidatos actuales o futuros. Para obtener los
criterios de selección, se puede recurrir a elementos en contraste existentes en la empresa, tanto
de resultados cuantitativos (objetivos de negocios, captación de nuevos clientes, entre otros)
como cualitativos (basados en la evaluación del desempeño, la trayectoria profesional entre
otros).
No obstante, cuando estas listas son demasiado grandes, o por el contrario muy pequeñas, sesgan
el proceso haciéndolo menos eficaz.
Como ventajas de este método se destacan el hecho de que permite una identificación empírica
de competencias superiores o diferentes de las generadas en el panel de expertos, se alcanza una
precisión de lo que son las competencias y de la forma en que estas se concretan en un puesto de
trabajo o en un determinado rol. Por otra parte, el perfil obtenido proporciona un modelo a partir
del cual, podemos obtener la adecuación persona-puesto, tanto a través de un proceso de
selección externa, como de promoción interna.
Este tipo de entrevistas presenta un nivel de exactitud muy elevado, y lo mismo ocurre con los
niveles de correlación estadística de los criterios valorados con los demostrados y desarrollados
posteriormente en el puesto de trabajo.
De manera general, proporcionan información valiosa sobre las competencias de los individuos y
deben llevarse a cabo por personas entrenadas en el método o por consultores externos.
Ahora, pienso que si bien resulta clave, por una parte, determinar cuales son las “competencias
requeridas”, por la otra, estas no cobrarían un sentido si no conocemos a través de la evaluación,
como las mismas se presentan en los distintos individuos, detectando de esta manera necesidades
de desarrollo con la finalidad de implementar una serie de acciones que propicien el
perfeccionamiento de las mismas.
2.4-Evaluación de Competencias.
Esto desde mi punto de vista pudiera tener sus ventajas, aunque coincido con Cardona y
Chinchilla, cuando al referirse a este procedimiento plantean que en el mismo se mezclan dos
realidades distintas: los objetivos y las competencias, lo que puede producir percepciones de falta
de justicia comparativa, las cuales resultan muy negativas para la motivación y el rendimiento de
los empleados, llegando a socavar la capacidad creativa e innovadora de estos.
Y en este sentido, no dejan de tener razón cuando refieren que las competencias resultan
“variables” nada fáciles de medir, en comparación con los objetivos, a la vez que su desarrollo
requiere de una motivación intrínseca más que de una compensación “de fin de año”. Por lo tanto,
requieren de un tratamiento diferente al ser evaluadas, ya que si bien son objetivas, en cuanto a
que son observables, también son subjetivas, en cuanto a la percepción que de ellas tiene el
examinador (Cardona y Chincilla, 1998).
A continuación, se hace referencia a algunos de los métodos y/o técnicas que son utilizados
actualmente en el diagnostico de competencias.
Este método se comenzó a utilizar con mayor intensidad a mediados de la década de los 80,
empleándose principalmente para evaluar las competencias de los ejecutivos de alto nivel. Este,
rompe con el paradigma tradicional de que “el jefe es la única persona que puede evaluar las
competencias de sus subordinados”, ya en este caso, tiene en cuenta la opinión de otras personas
que conocen al evaluado y que lo ven actuar.
El método centra su interés en el hecho de que el factor humano visualice de modo no sesgado el
nivel de desempeño que tiene dentro de la organización. De forma anónima, tanto los
colaboradores como los directivos ofrecen una visión particular de cómo perciben el trabajo de
una persona, un grupo o un área en particular.
El origen de este método se remonta a los años 50, cuando la empresa norteamericana AT&T
destinó un edificio suyo únicamente para la efectuar procesos evaluación. Desde entonces, esta
metodología ha evolucionado notablemente, y en la actualidad ha logrado dotarse de un
procedimiento aplicable a cualquier país y cultura.
Este método, considerado de gran valor predictivo, constituye en esencia, un modelo de
evaluación actitudinal y aptitudinal del comportamiento, basado en múltiples estímulos e inputs.
La metodología que se aplica para esto se basa en la aplicación de una serie de ejercicios que
pueden adaptarse a un sector en particular, o a un nivel jerárquico determinado, creando en torno
a esto, situaciones que semejen la realidad laboral en la que se desempeña el individuo. Algunos
de estos ejercicios son el in-try, los grupos de discusión (sin y con roles asignados), el fact-find,
ejercicios de organización, simulación de entrevistas, entre otros. Puede agregarse que también
emplean los test psicológicos, aunque de manera auxiliar.
La evaluación de los individuos es llevada a cabo por varios observadores, consultores y técnicos
especialmente entrenados, quienes observan y registran los comportamiento de los evaluados.
Genéricamente los Assesment Center tienen dos pasos insoslayables, devenidas en condiciones
para lograr la efectividad de método.
1. Definir el puesto de trabajo de los candidatos de acuerdo a las competencias para su éxito:
liderazgo, delegación, análisis de problemas, comunicación, entre otros.
La composición del grupo de evaluados puede oscilar entre seis y diez personas, y las actividades
que estos deben realizar pueden desarrollarse grupal o individualmente, cuyas sesiones de trabajo
se efectúan durante uno y tres días. Esto último, referido a la economía del tiempo, entre otros
aspectos como son la necesidad de formar los evaluadores, y la de desarrollar y validar una serie
de pruebas específicas, se le han señalado al método como inconvenientes, por las implicaciones
de costos económicos y de tiempo que se necesitan invertir.
Antes de adentrarnos en los detalles del test, consideramos importante hacer referencia a algunos
datos sobre su origen. La red Monster, con base en los Estados Unidos, es una web de empleos,
cuyo propósito es “poner en contacto a las mejores compañías con los candidatos más
calificados”, en lo cual es considerada una empleadora líder a nivel mundial. Tiene sucursales en
Alemania, Holanda, Gran Bretaña, Suecia, Canadá, Australia, España, entre otros países.
En función del referido propósito, se construye el test de Monster “on line”, con el propósito de
ofrecer a las empresas soluciones avanzadas para la selección de candidatos de una manera eficaz
y a bajos costos en el sitio.
1. ¿Que medir?: determinar que competencias son las más importantes en cada organización en
función de su cultura organizacional y sus necesidades.
Como consecuencia de este análisis, surge un listado de competencias (dando respuesta así a la
primera cuestión planteada en relación a qué medir). Las competencias fueron las siguientes:
Definidas las competencias, se procede a dar respuesta a la segunda cuestión del test en relación a
como medirlas. Para esto, se determinaron los puntos o items que definen cada competencia para
confeccionar el test de Monster, el cual se subdividió en dos partes:
1. Test de conductas laborales, que incluye la valoración de la competencias de personalidad
emocional, de enfrentamiento a una tarea y de relación con las personas.
2. Test de conductas directivas, que incluye además de las anteriores, las de capacidad de mando y
capacidad de negocios.
El test en cuestión, trata de abarcar la más amplia gama de conductas laborales para poder ofrecer
a la empresa-cliente un producto completo que le permita establecer un perfil ideal, dependiendo
de las características del puesto correspondiente. Cada competencia tiene de quince a veinte
preguntas presentadas en una escala tipo Likert.
Se le pregunta al candidato sobre su conducta actual manifiesta en los dos últimos meses y este
debe escoger una opción expresada en términos de frecuencia: siempre, casi siempre, a veces o
nunca.
El evaluado elegirá dentro del grupo de competencias, aquellas (máxime cinco) que considere
claves para el buen desempeño del puesto a que aspira. Las competencias se encuentran
distribuidas por áreas y con sus respectivas definiciones, lo cual resulta muy importante, ya que el
evaluado debe tener conocimiento de que es lo que se pretende medir.
La valoración que se realiza de los evaluados en cada competencia, se contrasta con las
puntuaciones obtenidas en un perfil ideal -previamente elaborado- y se traslada a una escala de
desviación típica de seis y media cien, obteniéndose así el perfil del individuo.
SOSIA integra en un solo instrumento la valoración de la personalidad (entendida como un
conjunto de rasgos relativamente estables y como la predisposición a ponerla en funcionamiento
de manera espontánea y constante; y los valores intra e interpersonales, en el sentido de
preferencias y objetivos que guían la conducta, suponen el motor y la fuente de motivación que
inspiran los comportamientos.
§ Dimensiones personales.
§ Aspiraciones.
-Resultado: atención y comportamientos que se llevan a cabo teniendo en cuenta los resultados
que se plantean en un puesto de trabajo.
-Variedad: tipos de tareas y/o funciones con las que se obtiene un mayor rendimiento.
§ Trabajo.
-Practicidad: orientación a la hora de proceder y ejecutar sus acciones, exigencias en cuanto a los
resultados esperados.
§ Intercambios.
-Comprensión: nivel de flexibilidad y adaptación que posee la persona ante las distintas
situaciones de trabajo.
§ Organización y estructura.
§ Poder y actividad.
§ Apertura y estabilidad.
§ Altruismo y convicciones.
Los resultados que ofrece la prueba, y que resultan de gran aplicabilidad en las áreas de selección
de personal, formación, planificación de carreras, orientación profesional promoción interna y
externa, desarrollo de directivos y liderazgo, evaluación de desempeño y sistemas de retribución,
pueden ser de tres tipos:
§ Informe numérico: perfil cuantitativo que recoge las puntuaciones directas y transformadas de
todas las variables.
§ Informe gráfico: diagrama de barras que redistribuyen gráficamente los resultados obtenidos.
§ Informe personal: informe narrativo que apoya la interpretación de cada uno de los aspectos
evaluados.
§ Materiales.
§ Formación. La adquisición del producto conlleva a un curso donde se prepara al futuro usuario
en el manejo del programa y de la prueba. (cuatro horas aproximadamente).
El sistema funciona por pasos que se facilitan telefónicamente. Se emplea un paso por aplicación o
uso (contestación de la prueba, corrección, informa numérico y gráfico).
Algunos autores como, Levy Leboyer (1997) también dedican un espacio al tema de la evaluación
de competencias. Desde la perspectiva de este autor, el diagnóstico de competencias implica
también diagnosticar los “medios útiles para adquirirlas” y por otra parte, considerar el aspecto
“desarrollo”, ya que este está indisolublemente ligado al concepto de competencias. Por lo tanto,
considera que deben evaluarse tres categorías de características individuales: las aptitudes, los
rasgos y las competencias al tiempo que menciona tres tipos de instrumentos que pueden ser
utilizados con estos fines, los cuales clasifica en tres categorías: los signos, las muestras y las
referencias.
Los primeros se obtienen por medio de los test abstractos, correspondientes a dimensiones
psicológicas identificadas en numerosas investigaciones y análisis factoriales y que permiten medir
aptitudes y describir la personalidad. El autor señala que este tipo de instrumentos se ha utilizado
por más de sesenta años, donde han sido controlados una serie de factores como son la
independencia subjetiva del examinador, la coherencia, las claves y el soporte teórico para su
interpretación de forma que demuestre que la evaluación se ha realizado de manera eficaz.
Test de inteligencia general. Considera que estos tiene un gran valor predictivo en la medición de
las cualidades intelectuales del sujeto, las cuales considera de gran importancia en la adquisición
de nuevas competencias, informaciones, procedimientos, y en la resolución de problemas y tareas
difíciles.
Test de personalidad. Acorde al autor, el uso de este tipo de test puede resultar efectivo siempre y
cuando el instrumento esté bien construido, y siempre que no incluya un número de preguntas
bastante reducida para evaluar cada dimensión (establece como mínimo 10 items). Refiere que en
investigaciones recientes donde se ha empleado el análisis factorial, se ha demostrado que la
personalidad puede describirse atendiendo cinco factores: extroversión, estabilidad emocional,
sociabilidad, apertura intelectual y una dimensión con diferentes denominaciones que asocia la
conciencia moral y el control de si mismo.
La segunda categoría de instrumentos son las muestras o también llamados test de situación.
Según Leboyer, estas se definen como situaciones simplificadas que tienen lugar en un
determinado período de tiempo y que son semejantes a las actividades profesionales claves que
desempeña el individuo. Estas, como en el caso de los test no son el resultado de investigaciones
teóricas previas, dirigidas a definir los conceptos que miden, aún cuando sean fiables y válidos.
Siguiendo la caracterización que realiza el autor de las muestras, podemos observar que en estas
se hace referencia a una serie de ejercicios ( los juego de roles, el in-basket, las presentaciones
orales, escritas, entre otros) que también son utilizados por los Assesment Center, con la
diferencia de que en estos últimos, estos ejercicios aparecen integrados en una concepción
metodológica que se ha fortalecido durante años.
Y por último se presentan las referencias como tercera categoría. Estas constituyen cualquier
información sobre los comportamientos pasados del individuo, que permitan describir
comportamientos futuros. No obstante, según el autor, existen cuatro razones por las que este
instrumento debe utilizarse con ciertas reservas:
1. Las competencias aún cuando no existieran en el pasado, pueden ser adquiridas desde el
momento en que el individuo posee las cualidades necesarias y tiene acceso a las experiencias
adecuadas.
2. Una competencia existente puede pasar desapercibida para los superiores y en consecuencia no
ser solicitada, siendo considerada no presente.
3. Todo comportamiento está ciertamente en función del propio individuo, pero también del
contexto, por lo que resulta difícil saber si los comportamientos que son descritos por las
referencias, son generalizables a otras situaciones.
4. Las precauciones para la construcción y las puntuaciones de los ejercicios de muestra, han
puesto el acento en la subjetividad de los evaluadores, precauciones que no siempre se toman en
lo que concierne a las referencias. Principalmente esto se refiere al significado preciso del
vocabulario utilizado y a las puntuaciones profesionales, que se ven a menudo afectadas el efecto
de halo (tendencia a puntear a todos los aspectos al mimo nivel) y el de media (tendencia puntuar
a los individuos cerca de la media).
En síntesis, el autor plantea que existe una gran probabilidad de que las referencias ofrecidas por
las distintas personas, sean en consecuencia distintas, aunque señala que el historial del individuo
es una vía para obtener informaciones adecuadas sobre sus competencias.
Finalmente, menciona tres variantes de referencias:
Historial de logros: donde se entrega a los candidatos una lista de competencias requeridas para el
puesto con sus respectivas definiciones, y se les pide que describan siempre que sea posible, uno
de sus logros pasados que pruebe que posee la competencia considerada como “requerida”.
Seguidamente las respuestas son objeto de un análisis de contenido y de una valoración precisa.
La entrevista: en este caso se presenta estructurada, con puntos preestablecidos sobre el pasado
personal y profesional, así como en casos pequeños en los que se sitúan a los candidatos en
situaciones problemáticas concretas (semejando un test se situación), donde se les pregunta que
estrategias seguirían para darle solución, obteniéndose de esta forma una mayor validez.
Como puede observarse, existen a disposición de cualquier investigador una serie de métodos y/o
instrumentos que pueden ser utilizados para diagnosticar competencias. Algunos responden a
concepciones tradicionales y otros, a partir de estas han ido evolucionando y enriqueciéndose,
hasta convertirse en sendos cuerpos teóricos con una metodología propia. Considero que sin
dudas, todo esto tiene la ventaja de poder aplicar un método u otro, e incluso de combinarlos, en
función de obtener la mayor cantidad de información posible y con toda la objetividad posible.
Por otra parte, puede decirse que, si por una parte, el diagnóstico es un momento muy importante
(no solo por que en él se revela el nivel de desarrollo de las competencias de los individuos en un
momento determinado, sino también por que de los resultados que se obtienen en este se derivan
las futuras acciones de desarrollo), por la otra, también puede afirmarse que su efectividad
depende de dos momentos esenciales que lo preceden: primero, la determinación de las
“competencias requeridas” y segundo, la definición operacional de estas, momentos en los cuales
el investigador debe proceder con el mayor rigor posible.
No obstante, pienso que con los métodos y/o instrumentos descritos anteriormente, no se agotan
todas los vías, pues la creatividad y la práctica nos abren todo un camino de posibilidades, siempre
y cuando no perdamos de vista nuestros propósitos, y los recursos a nuestro alcance.
2.5-Desarrollo de Competencias.
En este epígrafe abordaremos algunos puntos relacionados con el desarrollo de las competencias,
uno de los temas que se encuentra hoy en el “punto de mira” de muchas organizaciones. En este
sentido podemos afirmar que este interés es está más que justificado, ya que es precisamente el
desarrollo la vía para las convertir las competencias requeridas ya diagnosticadas en un medio
para proporcionar resultados óptimos para la empresa.
Respecto a lo que se entiende por desarrollo de competencias, consideramos que la definición que
ofrece Diego Escribano (1999) es bastante completa. La autora, desde su experiencia práctica
define el desarrollo de competencias como el “conjunto de actividades ligadas a comportamientos
objetivos, cuyo entrenamiento es guiado y supone la evolución de una persona en el perfil del rol
que ocupa dentro de una organización, y por lo tanto, el progreso de su desempeño.
Teniendo en cuenta esto, es obvio que el desarrollo requiere de un seguimiento si queremos que
sea efectivo: todas las competencias pueden ser desarrolladas y en consecuencia requieren,
previamente, ser evaluadas.
Un gran cúmulo de investigaciones iniciadas por McClelland y su equipo de Harvard, así como por
la Consultora Hay Group, demuestran que todas pueden desarrollarse, incluyendo aquellas que
están ligadas a un motivo básico o aun rasgo de personalidad.
Respecto a como desarrollar competencias, existen una serie de modalidades de desarrollo que las
organizaciones, en función de implementar una serie de programas con estos fines, pueden
utilizar, bien de manera exclusiva o bien de manera combinada.
El Coaching. Proceso de mejora guiado, estructurado y con un seguimiento continuo que acerca al
participante a los requisitos óptimos de desempeño, preestablecidos para su función actual dentro
de la organización. Un plan de acción individual y su seguimiento otorgan sentido al coaching.
Dentro de las modalidades de coachig pueden citarse tres como las comunes: individual, grupal y
mixto.
La individual o coaching clásico, está diseñada para dar respuesta a las necesidades de desarrollo
de una persona.
En estas tres variantes el punto en común lo constituye la figura del coach, quien personaliza en
mayor o menor grado el enfoque de desarrollo, la guía de las actividades, la individualidad en los
planes, no obstante trabajar en grupos y el tiempo que se dedica al seguimiento de la evolución de
los individuos.
Este método supone un planteamiento de desarrollo donde se requiere de una alta disponibilidad
del coach, de actividades personalizadas “a la medida”, y del seguimiento de un programa que
mientras más individualizado sea, más efectivo será para lograr el desarrollo de un conjunto de
factores de desempeño determinado. No obstante, requiere, por una parte, del compromiso serio
por parte del individuo, y por la otra, del compromiso de la organización de apoyar el proceso y
reconocer sus logros de manera real, de lo contrario, no tendría sentido la aplicación del
programa.
El Mentoring. El nombre de esta denominación, proviene del griego Mentor, amigo de Ulises, al
que dejó encargado de guiar y cuidar a su hijo Telémaco. Es otra de las modalidades utilizadas para
desarrollar competencias. Se trata de un proceso de mejora guiado, flexible y con apoyo continuo
que logra el desarrollo a largo plazo del participante, preparándolo en la comprensión de temas
personales, organizativos y/o políticos que pueden afectar tanto el desempeño actual como el
futuro del individuo.
Al igual que el coaching, la esencia radica en un plan de acción guiado, aunque en este caso del
mentoring, la esencia está en el “learning contract”, que marca la pauta del proceso de desarrollo.
No se trata de trazar objetivos, sino del establecimiento de normas de conducta, donde el mentor
y el participante definen como se va a desarrollar su relación, teniendo en cuenta los objetivos de
cada uno. “El learning contract” es precisamente lo que formaliza este acuerdo.
Esta modalidad supone un desarrollo individualizado y global a largo plazo que apoya al
participante, proporcionándole un bagaje útil en toda su carrera profesional dentro y fuera de la
organización.
Para lograr los objetivos que se plantean en esta modalidad, se requiere de precisión para
encontrar el mentor adecuado para cada participante; de un de compromiso por parte del
individuo y de la organización; y por último del establecimiento de una buena relación entre el
mentor y los participantes.
Auto-desarrollo. Es un proceso de mejora individual, y sin un seguimiento guiado por otra persona
que permite acercar a los participantes a los requisitos óptimos de desempeño en su función
actual dentro de la organización.
Esta variante tiene la ventaja de no ser muy costosa, y el programa depende fundamentalmente
del participante, lo cual posibilita que pueda implantarse con gran facilidad. No obstante, requiere
para su efectividad de un compromiso y de un alto grado de disciplina por parte del individuo. Por
otra parte, constituye un planteamiento de desarrollo estandarizado, al tiempo que es menos
individualizado donde la persona recibe muy poco apoyo por parte de una persona especializada,
lo cual puede provocar la deserción del sujeto.
En el Development Center, existen dos variables claves a considerar durante todo el proceso:
A. El reparto de los roles (monitor, evaluado, evaluador, administrador). Aquí, los consultores
externos se perciben con mayor objetividad, menor coste y menor credibilidad interna, mientras
que los consultores internos se perciben con una mayor credibilidad interna, y con un mayor coste
debido a que estos requieren ser formados, aunque esto a largo plazo constituye una inversión
para la organización.
Otra perspectiva sobre desarrollo de competencias es la desarrollada por Claude Levy Leboyer
(1997).
Acorde a Wood (1994), el Levy Leboyer expone cuatro razones que en la actualidad distinguen al
desarrollo, razones que encierran las ideas principales de este autor en relación al tema.
El desarrollo de competencias no supone una relación de autoridad entre quienes definen las
necesidades de formación y quienes se someten a ellas. Es una actitud que debe adoptar solo
quien quiera desarrollar sus competencias, actitud que debe ser compartida y reconocida como tal
por la superioridad de la empresa.
2. La relación entre las actividades de trabajo y de producción por una parte, y de desarrollo de
competencias por la otra, no son las que existen entre trabajo y formación tradicional.
Desde la perspectiva del autor, en la actualidad, la formación se centra en las personas que ya
ocupan un puesto determinado, con el objetivo de hacerlas más eficaces, a diferencia de la
formación tradicional, la cual tenía lugar antes de que el individuo ingresara a la organización.
Actualmente, la formación ya no antecede al trabajo, sino más bien la acompaña. Las experiencias
son el fruto de una experiencia buscada y explotada activamente por aquel que participa en ella,
experiencia que permite la integración con éxito de los conocimientos y del “savoir-faire” a fin de
construir competencias inéditas (Levy Leboyer, 1994).
Como puede apreciarse, el autor concibe la formación como un proceso que se desarrolla
conjuntamente con la experiencia que obtiene el sujeto en su puesto de trabajo, siendo esta a su
vez, la vía para desarrollar las competencias que este ya posee, así como de las nuevas que
requiere adquirir.
En este sentido, el autor considera que el desarrollo de las competencias y la gestión de las
trayectorias profesionales, no son más que una misma actividad, en la medida en que, las
decisiones de mover a una persona de un puesto a otro, además de estar en función de las
capacidades del individuo y de la necesidad existente de cumplir con nuevas funciones, también lo
está en función de desarrollar competencias útiles. Esto permite a cada individuo controlar la
adquisición de las mismas y lograr a su vez la manera de alcanzar confianza en si mismo, como
consecuencia de la experiencia directa emanada de la puesta en práctica de las competencias.
Completando esta idea, agrega que las competencias no pueden pasar por la creación de planes
generales de formación, puesto que “es la “movilidad” en la carrera profesional la que aporta
ocasiones de desarrollo individual y procura ocasiones de aprender.
Desde este punto de vista, introducir el concepto y las acciones de competencias en una empresa
supone la renovación de las actitudes frente al papel, las modalidades y los medios de la
formación (Levy Leboyer, 1997)
Además de reiterar el papel de la experiencia y del individuo como sujeto activo de su propias
experiencias y por ende de su formación, hace alusión a las implicaciones de cambio que supone,
al interno de la organización, el desarrollo de competencias.
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En resumen, puede decirse que la tesis fundamental del autor en relación al desarrollo de las
competencias, parte de considerar que la formación tradicional no constituye la vía para
desarrollar competencias en los individuos, ya que esta no considera el rol que juegan las
experiencias en este proceso. Más bien, afirma que en la actualidad el individuo se va formando a
través de dichas experiencias (que en su opinión, constituye la vía para el desarrollo de las
competencias) que este adquiere durante el desarrollo de su carrera profesional. Ahora, en todo
este proceso, es el propio individuo el que debe participar de manera activa en su propia
formación, aprovechando al máximo estas experiencias, lo cual resulta clave no solo para
desarrollar las competencias existentes, sino también para adquirir otras nuevas. Considera
además que en una misma experiencia pueden desarrollarse varias competencias y que a su vez,
toda competencia puede ser desarrollada por experiencias diversas. Finalmente, destaca el
importante rol que tiene la organización en la creación de condiciones favorables para que todo
este proceso sea efectivo.
Siguiendo esta línea, fundamenta su posición en el hecho de que muchas investigaciones han
demostrado que, en efecto, las experiencias constituyen fuentes de desarrollo personal. Dentro de
estas cita las realizadas por el Center for Creative Leadership; McCauley, 1991; McCauley et al.,
1989; McCall et al., 1988). En las mismas se destacan como fuentes de experiencias los cambios de
función (en esencia es lo que denominamos rotación de puestos) y las funciones exigentes, en las
que se requieren tomar decisiones importantes en situaciones con un alto grado de incertidumbre
y bajo la presión de niveles superiores.
El autor en cuestión, destaca una serie de experiencias que han sido consideradas por parte de
algunos directivos como fructíferas en la adquisición de nuevas experiencias. Entre estas podemos
mencionar: el desarrollo de un nuevo proyecto; una operación en la que se plantea un problema
que se debe solucionar, o bien preparar o bien reorganizar profundamente a menudo en
condiciones que se tornan difíciles por la presencia de un obstáculo; asumir la responsabilidad de
una actividad importante; el tránsito de un puesto manual a un puesto funcional y viceversa y el
aumento del número de responsabilidades en las funciones actuales.
En síntesis, para estos autores las competencias son comportamientos habituales, siendo el
resultado de las características innatas, conocimientos, actitudes y habilidades personales.
Las primeras, constituyen aspectos genéticos que afectan el comportamiento y que son difíciles de
cambiar. Por lo tanto, al hablar de desarrollo de competencias, se refieren al desarrollo de los
conocimientos, las actitudes y las habilidades. Y para cada uno de estos elementos, proponen tres
vías de desarrollo:
En el impacto de los conocimientos influye la claridad del interlocutor durante la exposición de los
mismos, el método empleado por este, y la existencia de un cierto grado de apertura mental y
esfuerzo intelectual por parte del receptor.
Según los autores, las actitudes son aquellas motivaciones que la persona tiene frente a la acción.
Para un desarrollo adecuado de las actitudes se requiere de un proceso de formación que capacite
a la persona para anticipar las consecuencias de sus decisiones y sus omisiones. De esta forma, su
capacidad para evaluar la realidad adquiere mayor profundidad, lo que posibilita a su vez la
formación de nuevos motivos para la acción.
Por último, definen las habilidades como aquellas capacidades operativas que facilitan la acción. El
desarrollo de las habilidades requiere de un proceso de entrenamiento. A través de la repetición
de los actos se van adquiriendo nuevos hábitos y modos de actuar que resulten más efectivos.
Con este punto, concluye la recopilación, donde se han tratado algunos aspectos relacionados con
un tema de mucha actualidad: competencias laborales.