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La Chica Mala Del Periodismo

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“LA CHICA MALA DEL PERIODISMO”

APROXIMACIÓN A LA CRÓNICA ROJA

Carlos Andrés Londoño López

Trabajo de grado para optar por el título de Comunicador social con énfasis en
Periodismo.

Dirigido por:
André Didyme-Dôme Fuentes

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Bogotá D.C., 30 de noviembre de 2012

5
FORMATO RESUMEN DEL TRABAJO DE GRADO CARRERA DE
COMUNICACIÓN SOCIAL

FICHA TÉCNICA DEL TRABAJO

Autor (es):

Nombre(s): Carlos Andrés Apellido(s): Londoño López

Campo profesional:

Periodismo

Asesor del Trabajo

André Didyme-Dôme Fuentes

Título del Trabajo de Grado:

“La chica mala del periodismo”: aproximación a la crónica roja

Tema central:

Crónica roja

Subtemas afines:

Escritura de no ficción, sensacionalismo, periodismo judicial.

8
Fecha Día: 29 de Mes: Noviembre Año:2012
presentación:
Páginas: 134

II. RESEÑA DEL TRABAJO DE GRADO

1. Objetivo o propósito central del


trabajo:

Ofrecer una nueva perspectiva de la crónica roja que la revalorice como género
fundamental para informar los acontecimientos violentos y excesivos del país.
Haciendo uso de las herramientas del periodismo narrativo y garantizando
investigación y reportería de calidad.

2. Contenido (Transcriba el título de cada uno de los capítulos del Trabajo)

Capítulo 1
1.2 aparece la crónica
1.3.1 ¿Qué es crónica roja?
1.3.2 Sensacionalismo, el uso y el exceso
1.3.3 Una alternativa necesaria

1.4 Antecedentes y orígenes

1.4.1 De la prensa ilustrada a la popular


1.4.2 Europa y la nota roja
1.4.2.1 Sangre en Whitechapel
1.4.2.2 Canards y revolución
1.4.2.3 Sucesos en España
1.4.3 Crónica roja, espectáculo y negocio en estados unidos
1.4.4 Latinoamérica y la crónica roja
1.4.4.1 La imagen vende: Extra en Ecuador
1.4.4.2 México, el crimen y la versión oficial
1.4.4.3 Otras claves del periodismo judicial en América latina
1.4.5 Colombia en rojo

9
1.4.5.1 Una página de crímenes que recorría el país
1.4.5.2 Rojo contemporáneo
1.4.5.3 Un vistazo actual

Capítulo 2
2 Repensar la crónica roja
2.1 Realidad del género
1.2 Más allá del suceso
1.3 Literatura periodística pertinente
1.4 Detalles: Precisión e investigación
1.5 ¿La estructura?
1.6 Otros elementos
1.7 Aprovechar la crónica roja
1.8 Otras posibilidades
1.9 Policiaco y negro
1.10 Diferencia y convergencia
1.11 Ética y conocimiento judicial
1.12 El momento de escribir

Capítulo 3
3 Investigar y escribir
1.1 El caso
1.2 Investigación
1.3 Primer contacto
1.4 La búsqueda del lugar
1.5 Entrevista y acceso a documentos
1.6 Contacto con la procuradora y otros avances
1.7 Tramo final

3. Autores principales

CARDONA, Jorge. Crónica roja espectáculo y negocio. Chasqui. Diciembre 1997.


No. 60, p 24-29

ECHAVARRÍA, Rogelio. Crónicas de muertes y otras vidas, selecciones de


Sucesos. Colombia. Editorial Universidad de Antioquia. 1993.

10
KLAHR, Marco y BARATA, Francesc. Nota roja. Debate. México. 2009.

Lanza, Cecilia. La chica mala del periodismo. La Paz. Friedrich Ebert Stiftung.
2010.

SIMS, Norman. Los periodistas literarios. Colombia. Editorial Aguilar, 2009.

4. Conceptos clave (Enuncie de tres a seis conceptos clave que identifiquen el


Trabajo).

Crónica roja, crimen, sensacionalismo, no ficción, periodismo judicial.

5. Proceso metodológico. (Tipo de trabajo, procedimientos, herramientas


empleadas para alcanzar el objetivo).

Se realizó una investigación bibliográfica para la creación del sustento teórico de la


tesis. Luego a través de lectura de textos inscritos en el periodismo judicial se
determinaron elementos característicos. Finalmente se desarrolló reportería,
búsqueda de documentos, acceso a videos, entrevistas y revisión en hemeroteca de
publicaciones para lograr el producto.

6. Reseña del Trabajo

Este proyecto es una investigación sobre crónica roja que busca ofrecer un
panorama amplio, (desde sus antecedentes y orígenes hasta una revalorización
actual) el cual permita entender la importancia de un género fundamental en las
sociedades que sufren los fenómenos de violencia y criminalidad.

A partir de ese trabajo se presenta un modelo para repensar la crónica roja: con
características de estilo, relación con la ficción, responsabilidad ética y función de
la crónica.

Finalmente se expone el resultado de todo este proceso que constituye una


crónica roja inédita que pretende cumplir con los preceptos teóricos analizados
aquí.

11
III. PRODUCCIONES TÉCNICAS O MULTIMEDIALES

1. Formato (Video, material escrito, audio, multimedia).

Escrito.

3. Material Tipo: Número de


impreso páginas:

4. Descripción del contenido

Introducción, tres capítulos, conclusiones y producto.

12
II. INFORMACIÓN BÁSICA
A. PROBLEMA
¿Cuál es el problema? ¿Qué aspecto de la realidad considera que merece
investigarse?

Establecer si la crónica roja debe ser considerada como escritura de no ficción y


evaluarla en busca de periodismo de calidad.

El problema consiste en identificar cuáles son las verdaderas características de este


género que se divide entre un subgénero de la crónica que es utilizado para
vender la violencia y una forma de hacer periodismo que evidencia calidades
literarias, métodos de investigación y temáticas propias. Encontrar cómo se ha
concebido esa ruptura entre ideas y definir los elementos que componen la crónica
roja.

¿Por qué es importante investigar ese problema?

Porque es necesario realizar una nueva definición del género que permita
reconocer sus elementos intrínsecos. A partir de esto se puede construir el fondo
para una revalorización de la crónica roja que a su vez de la posibilidad de
encontrar en este género la oportunidad de denunciar las irrupciones anómalas de
una sociedad como la colombiana.

La crónica roja tiene una tradición que se extiende a lo largo del siglo XX hasta la
actualidad y en ella se deben identificar los aspectos que utilizó para representar a
un país lleno de fenómenos violentos. Así, encontrar un reconocimiento real sobre
la importancia de este género en Colombia y las características que brinda al
periodista para utilizar recursos literarios y métodos investigativos propios.

La identificación de todos estos factores dará el conocimiento suficiente para crear


un modelo teórico sobre los recursos utilizados por la crónica roja, además de los
métodos de reportería usados por el periodista judicial, el equilibrio necesario y la
influencia de otros campos como la literatura y el cine negro.

Se puede afirmar que este proyecto busca realizar un aporte en cuanto a una
manera de hacer periodismo en el país, ya que con producciones de calidad
vinculadas con los temas propios de la crónica roja se ofrece una alternativa y se
renueva una manera de contar algunos de los acontecimientos violentos y
excesivos del país.

14
¿Qué se va investigar específicamente?

La investigación tiene diferentes fases:

Primero se realizará un debate sobre el concepto de crónica roja para establecer


sus características. Haciendo énfasis en discusiones que relacionan a la crónica
roja con estereotipos de violencia y un término conocido como amarillismo.
Además se buscará hacer una conexión con aspectos de otros campos
profesionales que influyeron en la construcción de la crónica policíaca, como
también se le conoce.

Segundo, es fundamental hacer un breve seguimiento a textos escritos por autores


de crónica roja que fueron reconocidos por su talento y a periodistas judiciales
contemporáneos. A través de sus trabajos identificar el estilo, los mecanismos de
narración y técnicas adicionales específicas del género. Esto proporcionará un
modelo base para la elaboración del producto. Aquí se utilizarán recursos
bibliográficos como antologías de crónicas en Colombia, recopilaciones de los
autores escogidos y material adicional que se encuentre en los periódicos.

Finalmente esta investigación, unida al seguimiento de un caso que cumpla las


características necesarias, permitirá, a través del modelo, realizar un producto que
refleje las virtudes de una forma de periodismo perdido en el desprestigio, pero
que debe concebirse nuevamente. De esta manera ser una alternativa para
informar sobre los desórdenes sociales en Colombia.

B. OBJETIVOS

1. Objetivo General:

A través de un proyecto que combina elementos de investigación,


elaboración de un modelo y creación de un producto ofrecer una nueva
perspectiva que revalorice la crónica roja como género fundamental para
informar sobre los acontecimientos del país.

2. Objetivos Específicos (Particulares):

Responder a las siguientes preguntas:

 Por qué la crónica roja puede considerarse como escritura de no ficción.


 Cuáles son sus temáticas.
 Cuáles son sus cualidades

15
III. FUNDAMENTACIÓN Y METODOLOGÍA

A. Fundamentación Teórica
2. ¿Qué se ha investigado sobre el tema?

Para la realización del marco teórico que sustente el proyecto de grado se


realizó una revisión histórica de la crónica roja para conocer su origen como
género.

De igual forma se exploró sobre las discusiones del género a través de artículos
y libros relacionados con el tema. Se revisó material sobre periodismo literario y
periodismo judicial. Los textos consultados se encuentran en la bibliografía con
sus especificaciones.

Es evidente que la tradición de la crónica roja se sustenta en autores de


mediados del siglo XX por lo cual se investigó sobre estos escritores; lo cual
permitió encontrar características sobre su estilo.

Se analizaron algunos productos de crónica roja en la actualidad.

3. ¿Cuáles son las bases conceptuales con las que trabajará?

Para realizar el producto final es necesario tener en cuenta las características


de los géneros con los cuales se relaciona y asimismo resaltar su legitimidad
singular.

Crónica: Forma de periodismo narrativo que presenta un acontecimiento real


desde un punto de vista específico, a través de un personaje que se convierte en
el centro de la elaboración del texto. Se caracteriza por un amplio proceso de
investigación y la utilización de recursos narrativos - literarios que describen los
sucesos de manera detallada. Además, se suele contar cronológicamente, de ahí
su raíz etimológica. Ofrece la variabilidad de ser escrita en primera, segunda o
tercera persona. Representa parte de la realidad a través de una historia específica
de vida.

Crónica Roja: subgénero periodístico (dentro de la crónica) con estilo y métodos


de investigación propios, tiene temáticas particulares relacionadas con los
desórdenes sociales y aberraciones de la realidad. Con frecuencia se asocia al
mundo del crimen y la marginalidad social.

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Utiliza recursos de narración tomados de la novela negra y el cine negro como la
presentación de personajes y ambientes, además de la preferencia por atmósferas
sórdidas. A diferencia de la crónica como género principal, esta derivación tiene un
carácter más abierto en la presentación de las fuentes ya que no se centra en una
sola de ellas. Ofrece descripciones detalladas, crudas y reveladoras.

Periodismo amarillo – sensacionalista: Corriente del periodismo que nació en


Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Se caracteriza por la presentación de
sucesos violentos de manera exagerada y una referencia emocional dirigida hacia
al público, acompañada de titulares y soportes visuales escandalosos.

Tiene una variación que está representada por la producción de información


relacionada con la vida privada de las figuras públicas, utiliza la intimidad de las
celebridades para convertir los periódicos en diarios de chismes y excesos.

Periodismo judicial: Forma de periodismo que realiza seguimiento e


investigación acerca de casos judiciales y desórdenes sociales. Requiere de una
reportería exhaustiva debido a los temas sobre los cuales trabaja. A mediados del
siglo XX fue uno de los periodismos más relevantes en Colombia.

B. Fundamentación metodológica

2. ¿Cómo va a realizar la investigación?

El periodismo es un oficio múltiple debido al gran número de derivaciones que


posee, tanto en temáticas, estilos, géneros y técnicas. Por eso ofrece posibilidades
innumerables. Sin embargo, el periodismo en su carácter deontológico establece
unas características específicas que son parámetros de trabajo para garantizar
información de calidad que sirva a los ciudadanos.

Para el género que aquí se trabaja, la crónica roja, es importante resaltar este
aspecto:

Tener independencia frente al acontecimiento sobre el cual informa y recordar el


rol frente al tipo de temas que trabaja, es periodista y no puede convertirse en
investigador privado.

Garantizar un trabajo de campo exhaustivo: la presencia en los lugares en los


cuales se desarrollan los acontecimientos, la recolección de testimonios y la
elaboración de cuestionarios de preguntas que como resultado den información
relevante para la escritura de la crónica.

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La crónica, como menciona Juan Villoro, periodista mexicano, es como un
ornitorrinco “tiene elementos de muchos géneros a condición de no ser ninguno de
ellos”. Por lo tanto debe aprovechar esa variabilidad que ofrece.

La crónica roja requiere una verificación estricta de la información obtenida,


porque en muchas de las temáticas de las cuales se ocupa los rumores hacen
parte de uno de los elementos más repetitivos.

Se debe entender que la información con la cual va a trabajar la crónica roja está
siempre en las fuentes y en la investigación de los detalles que hacen parte del
hecho base, es común tener en cuenta, en algunos temas, registros de Medicina
Legal, sesiones en juzgados, declaraciones de testigos, entre otros aspectos.

La investigación debe estar estructurada, al no tener la prisa de la noticia, la


crónica permite tiempos de trabajo de campo. No obstante este proceso se debe
organizar para tener mejores resultados.

Asimismo requiere de la construcción de un modelo a través del seguimiento


detallado a crónicas rojas o judiciales. Esto permitirá identificar elementos
narrativos, estilísticos y técnicos comunes entre los productos inscritos en este
género. También establecerá las relaciones ya planteadas con el cine y la novela
negra.

Otra fase de la investigación que corresponde a un estado anterior a la elaboración


del producto es apropiarse de las dinámicas periodísticas que se usan para cubrir
esta clase de temas (algunas ya mencionadas anteriormente). Realizar
acompañamiento a periodistas judiciales.

De acuerdo con estos parámetros la investigación permitirá elaborar una crónica


roja sobre algún acontecimiento en particular que refleje la calidad informativa y
estilística.

Al reunir elementos de diferentes géneros se espera una construcción cercana, real


y documentada que evidencie periodismo de investigación y crónica roja como
revalorización del periodismo judicial, mientras al mismo tiempo rescata elementos
de la escritura de no ficción.

18
3. ¿Qué actividades desarrollará y en qué secuencia?

CRONOGRAMA

SEMANA ACTIVIDAD

1 Semana Revisión del marco teórico. Ajustes del


texto que contextualiza sobre la
crónica roja.

2 Semana Reportería para el producto final


(Primer acercamiento a las fuentes).

3 Semana Reportería para el producto final

4 Semana Documentación sobre el


acontecimiento base para el producto.

5 Semana Reescritura de algunos elementos del


marco teórico.

6 Semana Ajuste del modelo a partir de


recolección de nuevas crónicas rojas.

7 Semana Revisión de características y


estructura en el modelo a través de
lecturas complementarias.

8 Semana Entrevistas con las fuentes.


Información complementaria para la
redacción del producto.

9 Semana Escritura del primer borrador para la


redacción del producto.

10 Semana Escritura del primer borrador para la


redacción del producto.

11 Semana Entrevistas con las fuentes.


Información complementaria para la
redacción del producto.

19
12 Semana Verificación de datos. De acuerdo con
los resultados obtenidos hasta ahora
en la reportería y las entrevistas.

13 Semana Redacción del producto final.


Determinar el instrumento narrativo a
utilizar y la estructura de la crónica.

14 Semana Revisión

15 Semana Redacción del producto. Agregando


los elementos nuevos de reportería y
entrevistas.

16 Semana Redacción del producto. Atención a los


recursos estilísticos.

17 Semana Revisión del producto – Ajustes finales

18 Semana Presentación del proyecto de grado.


Producto: Crónica roja.

20
Artículo 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus
alumnos en sus tesis de grado. Sólo velará porque no se publique nada contrario al
dogma y a la moral católica, y porque las tesis no contengan ataques o polémicas
puramente personales. Antes bien, se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y
la justicia”.

21
Agradecimientos

A Dios.

Emprendí este proyecto solo pero sin un gran número de personas no lo hubiera
logrado.

Quiero agradecer especialmente a mis padres por su esfuerzo de hacerme una


mejor persona, un trabajo que aún inconscientemente hacen. A Lyanis por un
valor indispensable el cual me recordó en cada momento: la confianza. Espero el
resultado llené sus expectativas.

A Juanjo por su habilidad para despejarme en algunos momentos. A André, mi


asesor, por el acompañamiento y trabajo a lo largo de estos meses.

Especialmente quiero reconocer a Jorge Cardona, Pedro Adrián Zuluaga y Miguel


Mendoza que inspiraron la idea. Sus opiniones y correcciones contribuyeron a
lograr una mejor investigación.

A mis profesores y amigos, los cuales no nombro pero me conocen y saben mi


gratitud.

Diana López y Jaime Salgado gracias por su colaboración en el trabajo de


reportería.

Seguramente podré olvidar a algunas personas que hicieron parte de este proyecto
pero recuerden: lo más importante es la gratificación íntima que tengo con cada
uno de ustedes.

Gracias a todos por permitirme este intento por narrar nuestra violencia. Un reto
que tal vez no gane pero siempre enfrentaré.

22
TABLA DE CONTENIDO

1.1 Introducción………………………………………………………………………….………….21

1.2 Aparece la crónica…………………………………………………………………………….23

1.2. 1¿Qué es crónica roja?..................................................................24


1.2.2 Sensacionalismo: el uso y el exceso…………………………………………26
1.2.3 Una alternativa necesaria………………………………………………….……28

1.3 Antecedentes y orígenes………………………………………………………………30

1.3.1 De la prensa ilustrada a la popular…………………………………………..30


1.3.2 Europa y la nota roja………………………………………………………………..34
1.3.2.1 Sangre en Whitechapel………………………………………………………..34
1.3.2.2 Canards y revolución…………………………………………………………..37
1.3.2.3 Sucesos en España………………………………………………………………40
1.3.3 Crónica roja, espectáculo y negocio en Estados Unidos………………...42
1.4.4 Latinoamérica y la crónica roja………………………………………….……….46
1.4.4.1 La imagen vende: Extra en Ecuador………………………………………46
1.4.4.2 México, el crimen y la versión oficial………………………………….....49
1.4.4.3 Otras claves del periodismo judicial en América latina………........51

1.4.5 Colombia en rojo……………………………………………………………………53


1.4.5.1 Una página de crímenes que recorría el país………………………..…57
1.4.5.2 Rojo contemporáneo……………………………………………………………60
1.4.5.3 Un vistazo actual………………………………………………………………..62

II Repensar la crónica roja………………………………………………………………………64


2.1 Realidad del género…………………………………………………………………….64
2.2 Más allá del suceso…………………………………………………………………..…66
2.3 Literatura periodística pertinente………………………………………………....70
2.4 Detalles: Precisión e investigación………………………………………………..73
2.5 ¿La estructura? ……………………………………………………………………..…..77
2.6 Otros elementos…………………………………………………………………..…….79
2.7 Aprovechar la crónica roja……………………………………………………….....87
2.8 Otras posibilidades………………………………………………………………….....90
2.9 Policiaco y negro………………………………………………………………………...91
2.10 Diferencia y convergencia…………………………………………………….......93
2.11Ética y conocimiento judicial………………………………………………………..94
2.12 El momento de escribir………………………………………………………………95

23
III Investigar y escribir crónica roja………………………………………………………….97
3.1 El caso………………………………………………………………………….……………97
3.2 Investigación………………………………………………………………………………98
3.3 Primer contacto…………………………………………………………………………..98
3.4 La búsqueda del lugar………………………………………………………..……….99
3.5 Entrevista y acceso a documentos………..…………………………………….100
3.6 Contacto con la procuradora y otros avances……………………..………..101
3.7 Tramo final…………………………………………………………………….….……..101

Lagunas de alcohol y sangre……………………………………….….…….……...103


Conclusiones: El arte de narrar lo criminal………………………..…….…......121
Referencias Bibliográficas……………………………………………..……..……….123

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1.1 INTRODUCCIÓN

En el discurso leído luego de recibir el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García


Márquez se toma el trabajo de enunciar gran parte de las desdichas violentas de
América Latina, su atención se posa sobre los hechos que evidencian sociedades
similares que sufren perpetuas desgracias. Luego se atreve a pensar que “es esta
realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que ese año ha merecido
la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel,
sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables
muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de
desdicha y de belleza”. Ese material, ese constante aparecer de hechos
exagerados, vehementes y locos que parecen más de la fabula literaria son el reto
actual del periodismo.

El crimen, infortunadamente, hace parte de los fenómenos sociales que sufre


Colombia. A diario se producen incontables noticias de personas que mueren
asesinadas y en otras ocasiones grandes locuras afectan momentáneamente al
espectador o un sicópata instaura una manera cruel y atroz de matar.

Ese reflejo de una sociedad corrompida ha perdido la narración real. Perduran en


la literatura ejemplos innumerables que la representan. Pero el acontecimiento
explícito, el crimen vivido reposa en la prensa superficial e instantánea de la
actualidad. El relato de no ficción en los temas del periodismo judicial es el
recuerdo de una época dorada en Colombia, perdida hace cerca de cuarenta años.

Este trabajo pretende ser el comienzo de un camino que otros se han aventurado
a emprender. Es una investigación y por lo tanto una búsqueda por encontrar en la
crónica roja una oportunidad de narrar correctamente la violencia y los desórdenes
sociales. El periodismo judicial no puede vivir en el imaginario de la sangre, el
cuchillo y la pistola. Es necesario dignificarlo.

Edgar Allan Poe tiene una conocida frase: “a la muerte se le toma de frente con
valor y después se le invita a una copa". Esa invitación no es de ninguna manera
una legitimación sino una arremetida contra la violencia, ya es momento de
cambiar la costumbre de la muerte.

El proyecto que se presenta a continuación está basado en la preocupación por los


relatos del periodismo judicial, ante todo busca establecer a la crónica roja en la

25
escritura de no ficción. Encuentra necesario entender la magnitud del género y
luego es ambicioso con la propuesta de un modelo y un producto como evidencia
de que es posible su revalorización. Con seguridad deja abierta la posibilidad para
nuevas investigaciones, pero busca incansablemente un nuevo panorama del
periodismo judicial.

“Todas las criaturas de aquella realidad desaforada (continua García Márquez)


hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor
para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer
creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”. Una dificultad
narrativa que es la prueba diaria para el cronista y la cual espera encontrar algún
sentido en este trabajo.

26
CAPÍTULO I

1.2 APARECE LA CRÓNICA

Los géneros periodísticos, en una definición general, constituyen recursos de los


reporteros y periodistas para contar los acontecimientos. Su papel es fundamental
en cuanto a la realidad representada por cada género, que aunque puede ser la
misma, se muestra con recursos diferentes. Individualmente cada uno cuenta con
características propias aunque muchos elementos se entrecruzan optimizando los
productos.

La crónica es uno de los géneros más definidos del periodismo, su término deriva
de la voz griega cronos, que significa tiempo, “lo que viene a decirnos que (…) fue
ya, mucho antes de que surgiera el periodismo como medio de comunicación
social, un género literario en virtud del cual el cronista relata hechos históricos,
según un orden temporal” (Vivaldi, 1973 p. 123).

De acuerdo con este antecedente de la crónica como género literario, que luego se
convierte en recurso periodístico, se puede destacar que en ambas la narración
auténtica de los hechos está presente.

“El emperador Nerón sintió curiosidad por saber cómo había sido el
incendio de Troya y, a tal fin, ordenó prender fuego a la ciudad de Roma,
asegurando que las casas le producían gran enojo porque eran muy viejas
y muy angostas. Y la ciudad ardió durante seis días y siete noches; y las
gentes, con terror de aquel incendio, huyeron a los montículos que había
fuera de la ciudad” (Alfonso X citado por Vivaldi, 1973 p. 124)

El texto hace parte de la Crónica general de España escrita por Alfonso X El Sabio
y se remonta al año de 1270. Es evidente la preocupación por la descripción.
Igualmente se puede ver como los temas relacionados con el desorden social y el
abuso de poder también tienen un precedente en la crónica literaria.

La crónica acumula miles de historias que se han encargado de construir a su


manera un relato de país. En cada sociedad este género desarrolla y evidencia un
acontecimiento o una vida que en si misma puede reflejar la experiencia de
muchos ciudadanos.

“… apareció en la mesa el horrendo Spam, la pasta de carne de cerdo,


orgullo de Chicago, cortada en lonjas color púrpura, puestas sobre una
espesa capa de maíz hervido. Reconocí que los camareros eran
napolitanos, más que en la librea azul de vueltas rojas de la casa ducal de
Toledo, en la máscara de espanto y de asco dibujada en su rostro. No he

27
visto jamás unos rostros más llenos de desprecio. Era ese antiguo,
obsequioso y libre desprecio de la servidumbre napolitana por todo aquello
que es basto patronaje extranjero” (En Vivaldi, 1973 p. 125).

Martín Vivaldi cita este ejemplo tomado de La Piel escrita por el periodista y
novelista Curzio Malaparte. La temática llama la atención ya que es “crónica negra
de la miseria, de la humillación, de la degeneración humana cuando la Segunda
Guerra Mundial en Italia” (Vivaldi, 1973 p. 125).

Sin embargo esta narración y descripción exhaustiva, cercana a la escritura


literaria, se une a un factor adicional reconocido: la interpretación que el cronista
hace del hecho y que constituye parte central de su definición. “Se trata de narrar
los hechos a través de una subjetividad: de colorearlos con nuestra propia
apreciación al tiempo que se va narrando, de fundir relato y comentario en la
misma frase” (Vivaldi, 1973 p. 127).

Alberto Salcedo, en su trabajo “La Crónica: el rostro humano de la noticia”,


asegura que la crónica es el único territorio donde combaten con armas iguales la
realidad y la imaginación, citando a Tomás Eloy Martínez. Su creatividad estilística,
pero también el criterio informativo que demanda, hace que la crónica sea uno de
los géneros periodísticos más exigentes. Para dominarlo es preciso combinar
ciertas dotes de escritor con habilidades de investigador, apunta el cronista
colombiano.

En definitiva la crónica, que es un género periodístico relacionado primordialmente


con la prensa, aunque otros medios de comunicación la produzcan, tiene un valor
estético que resalta en la narración, descripción y elementos estilísticos, no
obstante brinda una información que siempre debe estar, es decir, forma un
equilibrio necesario entre el ¿qué? (la noticia) y el ¿cómo? (la narración).

El impulso de la crónica como un género informativo profundo y expresivo permitió


que aparecieran corrientes como las crónicas de viaje y la crónica roja. A
continuación se hace un esfuerzo por presentar una verdadera conceptualización
de esta última: la crónica roja o policiaca.

1.2.1 ¿Qué es la crónica roja?

“Agréguele un poquito más de glóbulos rojos”, dice un director a su periodista con


la seguridad de que la noticia será mejor. Esta conversación hace parte de una
anécdota que Fernando Checa Montufar, editor de la Revista Latinoamericana de

28
Comunicación Chasqui (1997), recuerda y que al mismo tiempo ilustra de manera
contundente el imaginario colectivo que se ha impuesto sobre la crónica roja.

La sangre es sin duda el elemento que primero recae sobre un posible análisis de
este subgénero periodístico y aunque es verdad que este elemento resulta un
factor reiterativo no es exclusivo del mismo. Lo cual provoca el desconocimiento de
una forma de hacer periodismo que ha caído en la especulación y el
entretenimiento violento y sexual.

La crónica roja es en primer lugar uno de los recursos periodísticos más


importantes y necesarios de una sociedad “en su función habitual de apéndice de
la política criminal” (Klahr y Barata, 2009 p 36). Además su relación directa con lo
que se ha denominado seguridad ciudadana y violencia urbana implica que tiene
unos límites específicos en cuanto a temáticas, tratamiento y narración:

“Referidos casi siempre a lo urbano, los problemas de seguridad


ciudadana tienen que ver con el crecimiento y la diversificación de
los delitos, la aparición de actores delincuenciales implicados en
antiguas y nuevas formas de violencia, el aumento de la percepción
de inseguridad, la impunidad y el miedo. La seguridad ciudadana
también se asocia a los temores que provoca lo otro, lo diferente,
desde ciertas manifestaciones de los jóvenes, hasta el encuentro con
grupos étnicos diferentes” (Rey, 2005, p. 3).

Son todos estos aspectos que se mencionan y hacen parte del entramado social los
que convierten a la crónica roja en un género fundamental, pues se encarga de
una serie de acontecimientos que importan de manera determinante en los
ciudadanos. Coincidir con superficialidad y sencillez en que la crónica roja es
sangre en los periódicos es disminuir su poder fiscalizador y narrativo de hechos
ajenos al crimen violento. Para una mejor apreciación se presenta una rama
temática poco explorada:

 Los desórdenes sociales o aberraciones de la realidad: corresponden a hechos


reales que afectan a la sociedad porque generan una irrupción anómala en la
vida cotidiana. Tienen una cercanía con ésta y al mismo tiempo la cambian por
sus características, que son un reflejo de los elementos perturbados en una
sociedad.

“El tufo de la tierra caliente se me cuela por la nariz. Bajamos por


Cambao… Calor de trópico… ¡Aroma de naranjas y de chirimoyas! Mis
compañeros de bus son burgueses, viajantes de comercio, gente

29
anodina… ¡Si ellos supieran quién soy yo! Voy a Barranca… a la
huelga de las petroleras. Conoceré a Gilberto Vieira, a Cuadros, a
Silva, los tres cabecillas comunistas que promueven la huelga.”
(Ximénez, 1941, p 621).

En este caso José Joaquín Jiménez, cronista reconocido de “la edad de oro” del
periodismo judicial en Colombia y que se movía en el conjunto amplio de temas de
la crónica roja, encuentra en otros fenómenos sociales la posibilidad de utilizar el
género. Los desmanes, grandes delitos, movimientos sociales violentos, relaciones
entre individuos y locura se unen a los asesinatos, suicidios, masacres, crímenes
en serie que son los otros temas, que aun figurando con mayor frecuencia en la
prensa, solo se complementan con los primeros para construir el universo sobre el
cual trabaja.

Una vez encontrado este presupuesto de trabajo de la crónica roja es de igual


manera necesario continuar con el proceso de conceptualización. Las opiniones
sobre la pertinencia que tiene este género provocan un debate sobre la validez del
mismo:

Klahr y Barata (2009), que buscan hacer un análisis detallado del género,
recuerdan que el concepto de Nota Roja, como se le conoce en algunas partes de
Latinoamérica, ha caído en desuso por su connotación negativa hasta el punto de
buscar su desaparición en los diarios que se presentan como serios.

Por otro lado Rubém Fonseca, uno de los escritores de novela negra más
importantes de América Latina, asegura que: “el periodismo policiaco debe mostrar
los diversos mecanismos a través de los cuales se muestra una sociedad que
parece marchar hacia su desintegración. La corrupción administrativa, el tráfico de
estupefacientes, la plutocracia, son los hilos que atrapan a la sociedad como en
una tela de araña, y hay que desenmascararlos”. En lo que sugiere una
reinvención del género de acuerdo con su estado actual.

La preocupación principal está conducida por lo que se denomina sensacionalismo


que parece tener una relación directa con la crónica roja pero que solo es un
ejemplo de su declive. Para entender esta diferencia necesaria de términos es
inevitable definirlo.

1.2.2 Sensacionalismo: el uso y el exceso

Frank Priess (2001), director del programa Medios de Comunicación y Democracia


en América Latina, asegura que prensa sensacionalista hay en todas partes del
mundo. Y, en términos económicos, es muy exitosa. El comentario de Priess es

30
acertado al reconocer el valor comercial que tiene el sensacionalismo en los
medios de comunicación. Aún así es necesario hacer una diferenciación de la
crónica roja.

El sensacionalismo es una “modalidad de publicación de las noticias que busca


provocar en la audiencia una reacción emocional. Objetivo de carácter comercial
más próximo al entretenimiento que a la información” (Klahr y Barata, 2009 p
301). Allí radica su diferencia, en el objetivo de espectáculo que relega la
información al segundo plano. El sensacionalismo no investiga de acuerdo con las
temáticas sobre las cuales trabaja el periodismo judicial sino que aprovecha sus
fuentes para excederlas con un estilo propio, caracterizado por el dramatismo
exagerado, la miseria y el morbo.

El código del Círculo de Periodistas de Bogotá establece que “el sensacionalismo es


una deformación interesada de la noticia, implica manipulación y engaño y, por
tanto, burla la buena fe del público” (Restrepo, citado por Klahr y Barata, 2009 p
302). De esta manera es la construcción de la noticia, en definitiva, lo que la
puede dotar de un carácter sensacionalista.

“Los relatos no son sensacionalistas por los temas que tratan, ni siquiera por la
apelación a la emoción, si no por emplear una forma que nos impide la reflexión
sobre las grandes cuestiones que nos pone delante” (Fernández, 2001 p. 114).
Esta premisa evidencia prácticamente la división entre la crónica roja y la prensa
sensacionalista. Una misma temática se puede representar de ambas formas.

Otro aspecto relevante es que mientras la crónica roja “evoca tres grandes ámbitos
de los acontecimientos sociales: los que tienen que ver con la actuación policial,
los referidos a los tribunales y aquellas desgracias donde se manifiesta el dolor
humano de forma visible y dramática” (Klahr y Barata, 2009 p. 53) la prensa
sensacionalista tiene una variación que no se encuentra en el periodismo judicial y
es lo que se puede denominar como ‘nota farándula’.

En 1960 aparece una película italiana llamada La Dolce Vita, dirigida por Federico
Fellini. En ella se recrea a la clase alta romana que participaba de reuniones y
fiestas. Marcello Mastroianni es el protagonista de la película y hace el papel de un
reportero de chismes, con él siempre está Paparazzo, interpretado por Walter
Santesso. Paparazzo es un fotógrafo y junto a Marcello consiguen información
privilegiada con persistencia e inmiscuyéndose en los eventos.

Es precisamente de esta película y lo que representa que nace la palabra


paparazzi, la cual tiene una estrecha relación con el sensacionalismo. A diferencia

31
de la crónica roja, este tipo de publicaciones tiene un especial interés en la vida
privada de celebridades y personajes reconocidos. Gran parte de su industria del
espectáculo está estructurada en los rumores, las fotografías y descuidos de los
famosos; estos temas exaltados se complementan con el engrandecimiento que se
hace de sucesos violentos o sexuales ocurridos en sectores populares.

En resumen se puede decir que el sensacionalismo “es una falta a la ética


periodística” (Klahr y Barata, 2009 p 303) produce intencionalmente una
información sobredimensionada, establece una narración superficial que destaca la
violencia y la sexualidad. Privilegia los valores comerciales por encima de los
periodísticos y sobre todo como lo asegura Fernández Pedemonte (2001) tiene que
ver con una carencia de recursos narrativos. Pero es ante todo una corriente
diferente a la crónica roja. Aunque aceptada popularmente por muchos
consumidores que a diario compran este tipo de información.

Con respecto a eso Macassi y Ampuero (2001), que desarrollaron un estudio sobre
prensa amarilla en Perú o prensa ‘chicha’ como se le denomina allá, recogen el
testimonio de una persona que describe el gusto por estas publicaciones:

“Por lo general somos chismosos, el que quiere decir que no, bueno, pero (…) me
gusta mirar que cuando han matado, a quien han matado, a quien han asaltado”.
A pesar de que el análisis toma una posición negativa con el género, el ejemplo es
descriptivo.

De igual forma el principal problema es la confusión que aquí se ha buscado


aclarar. Es necesario entender que la crónica roja no solo se encarga de decir a
quién han matado, cómo y dónde; tiene una relevancia superior en cuanto a lo
que pretende demostrar de la realidad, no de un caso aislado o sorprendente de
violencia. Es una posibilidad de narración abierta temáticamente que desnuda una
serie de conflictos sociales.

1.2.3 Una alternativa necesaria

“Desde una posición contemporánea lo grave no es el hecho de que los medios


hablen de violaciones, suicidios en masa o crímenes brutales sino que lo hagan con
el estilo de la “espectacularización” que nos impide quebrar nuestras certezas
sobre el tema, salir de nuestro sentido común para buscar una comprensión de
aquello que se nos presenta como extraño. Para que se produzca aquello que en la
literatura se llama “extrañamiento”, tematizar una cuestión que hasta ese
momento era parte de nuestro paisaje (Fernández, 2001 p.115)”. Esta reflexión es

32
ilustrativa en cuanto a la necesidad de encontrar en la crónica roja una posibilidad
de lo que el autor denomina “extrañamiento”.

La carga excesiva de la nota roja, como noticia, en los periódicos de varios países
de Latinoamérica e incluso diarios internacionales provoca que aquello escabroso
pase desapercibido, pues es un bombardeo sensacionalista de información que
poco permite analizar el suceso en profundidad, no es crónica.

o ‘Acribillado cuando compraba una hamburguesa’

o ‘En coma por siete puñaladas y dos machetazos’

Los titulares anteriores fueron tomados del periódico colombiano “El Espacio”,
enmarcado en lo que se conoce como prensa sensacionalista. Diariamente los
ciudadanos de Bogotá leen esos titulares. No obstante, la profundización sobre los
casos es limitada.

Esta capacidad de producción de sucesos violentos y sexuales estimula en la


sociedad un fenómeno que se puede conocer como pérdida del asombro. Así, el
“extrañamiento” desaparece y las posibilidades de la crónica roja con criterios de
calidad terminan. El género acaba por verse representado en notas de tres
párrafos donde se cuenta explícitamente lo que sucedió.

La crónica policiaca, enmarcada en el periodismo judicial, tiene la oportunidad de


renacer como un género responsable. Los públicos acostumbrados a leer la
superficialidad de la información sobre la inseguridad ciudadana, tendrán la
alternativa de encontrar un producto elaborado, investigado y con calidades
literarias. “Literatura, sí, pero una literatura ética que dé cuenta de lo que sucede
en el mundo, con objetivos que dejen de estar atrapados en la lógica del
entretenimiento y la búsqueda de la fascinación de las audiencias. Es necesario
reivindicar la tensión ética en la palabra informativa sobre los sucesos de sangre”
(Klahr y Barata, 2009 p. 59). Una demanda que como consecuencia devuelva a los
lectores la capacidad de “extrañamiento”, dándole al mismo tiempo la posibilidad
de análisis sobre estos escandalosos acontecimientos.

Durante esta etapa del periodismo contemporáneo son varios los periodistas y
teóricos de la comunicación que se reúnen alrededor de una nueva visión de este
género despreciado. Encuentran en la crónica roja una riqueza incontable de
narrar. “Más que centrarse en los hechos como espectáculo y negocio se centra en
los procesos que están detrás de la violencia y la corrupción, de una manera
responsable y creativa” (Checa, 1997, p. 7).

33
Se trata de una defensa de “un periodismo rojo, ¡sí!, pero ético y responsable que
–a través del tratamiento equilibrado de fuentes, de búsqueda de datos y de
calidad expresiva– promueva también el ejercicio de derechos humanos, de justicia
y democracia social para los sectores populares” (Hölscher, 2010). Un periodismo
popular pero no pobre.

La anterior conceptualización que se presentó también está marcada


históricamente. Para entender mejor la relación entre los conceptos, el origen y el
desenlace requiere hacer un repaso por los antecedentes de la crónica roja, las
influencias, el desarrollo, sus puntos más altos y su declive. Todo con el objetivo
de reconstruir un género que como precisa Omar Rincón (2010): solo quiere que
los ninguneados tengan mejores relatores.

1.3 Antecedentes y orígenes

La crónica roja es un género periodístico ambiguo: por un lado representa el


periodismo sensacionalista, es decir, la sobre exposición de acontecimientos
violentos o comportamientos excesivos, y por el otro construye una manera de
informar que establece una nueva relación entre violencia y medios; provocando la
aparición de temas ignorados o informados superficialmente en la agenda pública.

De acuerdo con esto es fundamental establecer los orígenes de la crónica roja en


contextos diferentes.

1.3.1 De la prensa ilustrada a la popular

El proceso que se describe a continuación refleja los cambios que provocaron una
nueva corriente periodística y una nueva manera de entender las publicaciones
escritas. Las distintas características son recogidas y presentadas para entender
cómo se realizó esta transformación.

El proceso cognitivo tiene una relación directa con la aparición de los periódicos. Es
decir, las habilidades de escritura y lectura, limitadas en los orígenes de las
sociedades, crearon un paradigma sobre la alta cultura plasmada en la prensa
escrita.

Por ello, factores como el analfabetismo y la educación fragmentada hicieron que


las primeras publicaciones fueran elaboradas y dedicadas a una población
ilustrada; ejemplo de ello es que los gobiernos las utilizaban para informar a la
población de leyes decretadas o cambios importantes.

34
Por supuesto que alguien leía esas comunicaciones ya que la mayoría de los
sectores populares no sabía leer.

Como lo asegura Maryluz Vallejo (2006) en su libro “A Plomo Herido”, se tenía la


concepción del periódico como vehículo ideológico pero no como industria cultural.
Esta perspectiva es fundamental porque sería la masificación de la prensa lo que
permitiría que la crónica roja apareciera como un género periodístico.

A pesar de este fenómeno de la prensa ilustrada que llenaba los periódicos, en


Latinoamérica existían relatos sobre las costumbres y crónicas anteriores a la
popularización del periódico. Hernán Cortés, conquistador en Centroamérica,
construye un antecedente claro de las referencias que se hacían a sentencias
criminales con castigos y linchamientos:

“Encima del teatro subió el pregonero, y en altas voces tornó a decir el delito de
aquél; y viéndolo todos, le dieron con unas porras en la cabeza hasta que lo
mataron” (Cortes, 2007)

Los pregoneros son, de esta manera, precursores importantes del género porque
su comunicación a las clases populares permitía la información, pero además
dotaba de un carácter ficcional algunas de las historias. Algo común en los relatos
que pasan voz a voz.

Esa propagación oral convertía al pregonero en el intermediario entre el suceso y


las clases populares que no sabían leer. De igual manera la exageración de la
narración provocaba en la clase ilustrada un sentimiento de repugnancia frente a
la exposición de los sucesos criminales. En lo que se puede concebir como una
diferenciación de clases.

La relevancia que tomó el conocimiento de estos hechos avanzó hacia una nueva
manera de conocer la información, esto fue la aparición de los pliegos de cordel,
nombrados así debido a que eran cuadernillos de hojas atadas a un cordel.

Jesús Martín Barbero (2001), quien hace una identificación sobre este fenómeno
que denominó del Folklore a lo Popular 1 evidencia el impacto que tiene este
proceso: “A través de una ‘industria’ de relatos e imágenes se va a ir configurando
una producción cultural que a la vez media y entre separa las clases. Pues la
construcción de la hegemonía implicaba que el pueblo fuera teniendo acceso a los
lenguajes en qué aquella se articula. Pero nombrando al mismo tiempo la

1
Así se llama el capítulo II de su libro “De los Medios a las Mediaciones”.

35
diferencia y la distancia entre lo noble y lo vulgar primero, entre lo culto y lo
popular más tarde”.

Una diferencia marcada plenamente, ya que la posibilidad que se otorgaba en el


aprendizaje de leer y escribir no garantizaba una comunión de clases sino todo lo
contrario. Había una deslegitimación del proceso, pero al mismo tiempo “les daba
a esas clases (populares) la posibilidad de hacer comunicable su memoria y
experiencia” (Martín Barbero, 2005, p110).

Esta aparición popular en la escritura hizo que fuera conocida como literatura de
‘mal gusto’; de acuerdo con la perspectiva de lo bien escrito y de los buenos
temas. “La literatura de cordel ofrece una visión vitalista de la realidad donde
entran en juego crímenes pasionales, venganzas horribles o arrepentimientos de
empedernidos pecadores. Se la ha etiquetado como infraliteratura donde se
parangona lo vulgar con el gusto popular y, aún más, como inductora de bajas
pasiones y de promover la superstición en sus asiduos consumidores” (Lorenzo,
1982). Aún con esa denominación su papel en el desarrollo del periodismo, en
especial del género judicial, es muy importante.

Vale la pena hacer una diferenciación con un proceso similar: en la lengua


española la cual abarca Latinoamérica y España se conocía como literatura de
cordel, pero al mismo tiempo en Francia se conocía como Colportage, algo que se
puede entender como publicación ambulante. Sin embargo, mientras la primera
era urbana la segunda tenía una connotación rural. Es justo decir que se presta
mayor atención a lo urbano, factor que aunque no es exclusivo, es determinante
en la crónica roja.

Jesús Martín Barbero recoge a través de la comedia “Santiago el Verde” de Lope


de Vega una referencia directa a estas publicaciones populares:

“No sé cómo se consiente

Que mil inventadas cosas

Por ignorantes se vendan

Por los ciegos que las toman.

Allí se cuentan milagros

Martirios, muertes, deshonras

Que no han pasado en el mundo

Y al fin se vende y se compra”

36
Estos pliegos de cordel no solo divulgaban literatura, también crímenes reales que
podían ser sobredimensionados pero que igualmente constituyen uno de los
antecedentes más importantes. “La otra gran veta de la literatura de cordel son los
sucesos, especialmente los relatos de crímenes, en los que el pliego sienta las
bases de lo que andando el tiempo sería el periodismo popular (…) se encontraban
las señas del periodismo sensacionalista” (Martín Barbero, 2005, p117).

Sin duda alguna, esta literatura es uno de los antecedentes fundamentales del
periodismo judicial, pero al mismo tiempo es reflejo del fenómeno de masificación
de la prensa escrita. Ambos factores coinciden y no por azar sino porque juntos
construyen la identificación de un género necesario que junta y cuestiona la
sociedad.

No es casualidad que “es justo en los relatos de crímenes donde encontramos el


salto del pliego en verso al pliego en prosa: una descripción sin adornos con tintes
de ‘objetividad’ en los detalles y su búsqueda de las ‘causas’. Esos relatos hablan
también de la obsesión popular por los crímenes” (Martín Barbero, 2005, p 117).

Más allá de las características de calidad que estas publicaciones anteriores tenían,
como las concesiones que se permitían entre la verdad y lo inventado; eran pliegos
de cuatro a ocho páginas que se reproducían en miles de ejemplares a bajo costo
y con acceso a los sectores urbanos marginados. Proceso que a pesar de las
diferencias coincide con la comercialización actual de los periódicos populares en
Colombia.

El fragmento siguiente hace referencia a un pliego de cordel de 1852 en el cual


son evidentes las temáticas y su cercanía con la crónica roja.

“Horroroso parricidio cometido por Mauricio Beltrán, el cual hizo asesinar a


su padre por manos de unos asesinos, dándoles doscientas libras y algunas
cuarteras de trigo por el asesinato. Los malvados ahorcaron y quemaron
vivo a aquel infortunado padre” (Barata, 2002: 263).

De esta manera, se construye un proceso que tuvo como factor necesario ese
paso de lo ilustrado a lo popular. La inclusión de las temáticas cotidianas de los
sectores marginados forjó una posibilidad de contar historias centradas en los
excesos, la violencia y el sexo.

Aunque existen otras circulaciones como la publicación oficial de los procesos


inquisitorios que fueron anteriores, los pliegos de cordel son el primer paso
importante hacia el género policial en el periodismo y la literatura. Luego el
proceso tendría cambios diferentes de acuerdo con los países donde se

37
desarrolla. Por ello a continuación se presentan algunos ejemplos de este
fenómeno.

1.3.2 Europa y la nota roja

El pliego de cordel es fundamental en la tradición del periodismo judicial en


Europa. Sin embargo, cada país tuvo un proceso específico. Por ello
brevemente se presentan algunas características en tres países de Europa. La
selección de los países obedece a la influencia que tenían en la prensa escrita
de Colombia.

1.3.2.1 Sangre en Whitechapel

Los periódicos en Inglaterra tuvieron el mismo proceso de prensa ilustrada y


popular. Por lo cual la aparición de las publicaciones populares desencadenó
también la llegada de los temas relacionados con la crónica roja. “Se trataba de un
tipo de publicación pensada para los que no leían habitualmente, fácil de seguir,
con ilustraciones, y que no se metía en cuestiones políticas porque le interesaba
más la literatura y los acontecimientos truculentos y llamativos” (Sánchez, 2004 P.
97)

Charles Dickens, que pasó a la historia por su carrera literaria, fue el encargado
de dirigir el primer diario popular en Inglaterra luego de trabajar en el True Sun
y en The Mirror of Parliament. Así, en enero de 1846 dirigió el primer ejemplar
del Daily News, el cual era un periódico barato, con un lenguaje directo,
destinado al gran público y enfocado en los problemas de esa clase obrera que
el escritor había perfilado con crudo realismo en sus novelas” (Klahr y Barata,
2009 p 36).

“El que por la noche ejercía de bandolero, actuaba de día de honrado


mercader en la City, y si alguna vez era reconocido por uno de los
comerciantes a quienes asaltaba en su carácter de capitán, le disparaba
atrevidamente un tiro en la cabeza para huir luego; la diligencia correo fue
atacado por siete bandoleros, de los cuales mató tres el guarda, que luego,
a su vez, murió a manos de los otros cuatro, a consecuencia de haber
fallado sus municiones, y así la diligencia pudo ser robada tranquilamente;
el magnífico alcalde mayor de Londres fue atracado en Turnham Green por
un bandido que despojó al ilustre prócer a las barbas de su numerosa
escolta. En las cárceles de Londres se libraban fieras batallas entre los
presos y sus carceleros y la majestad de la ley los arcabuceaba
convenientemente”.

38
El anterior es un fragmento de “Historia de Dos Ciudades” escrita por Dickens, allí
se puede ver un elemento frecuente en su narrativa: la violencia y la
representación de las clases marginales.

El periódico popular procuró seguir con esa línea, con el trabajo de Dickens como
editor principal. Aunque el escritor dejó el cargo tres semanas después, su
competencia con el Morning Chronicle permitió que otros diarios aparecieran.
“Nueve años después fue fundado The Daily Telegraph, el primero que costaba un
penique” (Klahr y Barata, 2009 p 36).

Asimismo es necesario recordar que “Oliver Twist”, novela de Dickens, simboliza


durante esa época el mundo del hampa en Londres con base en una atmósfera
turbia y delincuencial. Un huérfano que se involucra en una pandilla de ladrones
es la excusa para describir la realidad sombría de la ciudad. La novela fue
publicada en volúmenes en la revista literaria inglesa Bentley’s Miscellany.

Basado en el papel trascendental que tuvo Charles Dickens en el origen del


periodismo popular se puede considerar que es uno de los precursores de la
crónica roja. Aunque su trabajo estaba inscrito principalmente en la literatura, la
cercanía con el periodismo y con los acontecimientos verdaderos es evidente.
Muchos de sus relatos e historias eran un híbrido entre la realidad y la literatura.

Finalizando el siglo XIX a través del Pall Mall Gazette, un periódico que salía en la
tarde, en Londres, se comenzaron a realizar nuevas propuestas cercanas a lo que
se denominó ‘periodismo moderno’ en el cual se incluían géneros como el
reportaje y la entrevista. Además en este periódico trabajarían años después de su
creación escritores como Oscar Wilde y Robert Louis Stevenson.

“La irrupción en sus páginas de nuevas formas narrativas para tratar el suceso
criminal se hizo evidente en 1885, con una serie de reportajes que denunciaban el
tráfico de niñas en Londres” (Klahr y Barata, 2009 p 36). Los autores recuerdan el
proceso que se llevó a cabo en el cuál Thomas Stead, director del periódico,
contrató a una chica de trece años para realizar la investigación. Es importante
resaltar la advertencia que se realizó en el diario el día que se dio a conocer la
información:

“Todos aquellos que sean remilgados, y todos aquellos que sean mojigatos,
y todos aquellos que prefieran vivir en el falso paraíso de inocencia y
pureza imaginaria, egocéntrica y ajenos a las horribles realidades que

39
atormentan a quienes pasan sus vidas en el infierno londinense, harán bien
en no leer la Pall Mall Gazette el lunes y los días sucesivos”2

La crónica roja, de esta manera, toma lugar en la capital de Inglaterra y establece


una tradición de periodismo judicial. Un género que años después tendría un reto
más complicado en cuanto al cubrimiento y la crisis que provocó en la ciudad una
serie de asesinatos.

El 27 de septiembre de 1888 llega a la Agencia Estatal de Noticias en Fleet Street


una carta escrita con tinta roja que firmaba Jack el Destripador. El asesino en
serie jamás atrapado. Genera así un cubrimiento especial de los medios de
comunicación que deciden investigar las temáticas de la crónica roja. Allí se
reproducía la correspondencia del asesino:

Querido Jefe:

Constantemente oigo que la policía me ha atrapado, pero no me echarán


mano todavía. Me he reído cuando parecen tan listos y dicen que están tras
la pista correcta. (…) Odio a las putas y no dejaré de destriparlas hasta que
me harte. El último fue un trabajo grandioso. No le di tiempo a la señora ni
de chillar. ¿Cómo me atraparán ahora? Me encanta mi trabajo y quiero
empezar de nuevo si tengo oportunidad. Pronto oirán hablar de mí y mis
divertidos juegos…

Buena suerte.

Cordialmente,

Jack el Destripador3

No se molesten en ponerme un apodo.

El caso de Jack el destripador se convirtió en uno de los primeros acontecimientos


que incitaron una amplia difusión masiva. El interés de los ciudadanos por el
personaje hizo de él un tema recurrente durante la época y el fenómeno fue tan
amplio que surgieron mitos, especulaciones e incluso tuvo, y tiene todavía, una
extensa representación literaria.

Patricia Cornwell, escritora estadounidense contemporánea, publicó el libro


“Retrato de un Asesino: Jack el Destripador. Caso cerrado”, en el cual a través de
recursos literarios pero basándose en pruebas, documentos, informes y artículos
periodísticos pretende reconstruir la historia del asesino.
2
Citado por los autores mencionados en su libro Nota Roja.
3
Citado por Miguel Mendoza en el libro Asesinos en Serie Perfiles de la Mente Criminal.

40
Así, la revolución provocada por el cubrimiento del asesino en serie más famoso
de todos los tiempos hizo que se consolidara, no solo en el Reino Unido sino en
Europa, un periodismo encargado de estas temáticas, cercano al crimen y al
delito. Es al mismo tiempo el comienzo de un periodismo de masas que se
fascinaba con lo policial a pesar de sentirse aterrado.

En la actualidad la prensa ofrece variables, aunque los contenidos de la crónica


roja persisten en los diarios. Sin olvidar la reconocida degradación en
sensacionalismo y farándula; “sigue la convivencia diaria entre periódicos de élite
y populares, los famosos tabloides, estos últimos con tiradas millonarias” (Schulze,
2004 P. 215). Publicaciones que se mueven entre el territorio sensacionalista y la
noticia judicial.

1.3.2.2 Canards y revolución

Francia se destacó a lo largo de la historia por una tradición de prensa bien


afianzada. En la etapa de las gacetas fue uno de los países que a través de la
nueva estructura estableció géneros periodísticos, lo cual era un progreso
relevante para la época. Pero asimismo el uso prolongado que hizo la Monarquía
Francesa de este tipo de publicaciones limitó que emergieran otras.

Según Guillamet (2004) la importancia que hasta la víspera de la revolución tuvo


la Gazzete con el monopolio de las informaciones políticas y militares marcó la
imposibilidad de surgimiento de otras diferentes a las financiadas por el gobierno

Aún así uno de los géneros que representa la tradición del periodismo judicial en
Francia es el llamado Canard:

“La exageración de algunos aspectos, cuando se trataba de sucesos


extraordinarios como terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones,
milagros, accidentes, crímenes y fenómenos extraños dio pie a una
especialidad informativa conocida con el nombre de canard –del francés,
<<pato>>--, aplicado a las falsas noticias, bulos o engaños, el más
antiguo de los cuales esta datado en Francia en 1529 y extendido a los
relatos poco fidedignos de hechos extraordinarios” (Guillamet, 2004, P.52-
53)

De acuerdo con esto era un género impreciso; a pesar de informar caía en la


invención de acontecimientos. Eran periódicos “arrancaplumas que propagaban
especies y rumores con toda irresponsabilidad y desparpajo” (Vallejo, 2006, p. 88).

Sin embargo, es indudable que el momento revolucionario de 1789-1799 marca


definitivamente a la crónica roja, la censura instaurada por Luis XVI provocaba que
41
aunque existían informaciones sobre los canards no se diera una evolución de
estos.

“La revolución dio un gran impulso a la prensa, ya que los acontecimientos


extraordinarios del verano 1789 suscitaron una inmensa curiosidad en todas las
capas de la población” (Guillamet, 2004, P.61). Además los contenidos se
dispararon porque el desorden social impedía un control lo suficientemente estricto
para impedirlo.

Aparecieron periódicos como Revolutions de Paris y Ami du Peuple que debido a la


información alternativa que entregaban fueron muy vendidos. La relación con la
crónica roja sería más visible cuando comenzó la etapa de confusión y violencia en
Francia.

René Silva (2004) recoge las impresiones que tenían otros periódicos de la
situación. En el caso del Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá, que hacía parte
del Virreinato español en las colonias de América, se describía lo siguiente:

“Ya no hay nobleza ni pueblo que constituya la armonía política. Entre tanto la
revolución avanza como una gran carnicería entre los propios revolucionarios, en
medio de una ‘confusión criminal creciente’” (Silva, 2004 P. 108).

Las gacetas y nuevos periódicos que salieron al público empezaron a divulgar


información relacionada con la violencia y delitos provocados por la etapa alterada
del país, claro que nunca dejando de lado las intenciones políticas. Se resaltan
casos como la información entregada luego de la ejecución en la guillotina a Luis
XVII, así como el robo a la reina por parte de unos captores y los tumultos
callejeros que terminaban en desmanes. “Bajo un pluralismo absoluto, hubo una
competencia despiadada y un lenguaje que podía alcanzar una extremada
violencia política y una sorprendente grosería para llegar al público popular”
(Guillamet, 2004, P.61- 62).

Es válido recordar, brevemente, que aunque la revolución provocó cambios


positivos como La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en
cuanto a la libertad de prensa: “su artículo XI proclamaba que ‘la libre
comunicación del pensamiento y de las opiniones es uno de los derechos más
apreciados del hombre; todo ciudadano puede, así, hablar, escribir, imprimir
libremente, pero deberá responder del abuso de esta libertad en los casos que la
ley determine’” (Guillamet, 2004 P. 61), también hubo una etapa posterior en la
cual se recuperaron los controles y la censura debido a los intereses de Napoleón.

42
A pesar de esos acontecimientos la crónica roja tendría un momento más
destacado avanzado el siglo XIX, lo cual coincide con los otros países de Europa.
“Con sensacionales crónicas de tragedias humanas consiguieron los diarios tiradas
espectaculares a la par que incorporaban al pueblo llano al hábito de su lectura
diaria. Los medios alcanzaron tiradas extraordinarias” (Barata, 2008).

Le Petit Journal, uno de los precursores de este nuevo movimiento, en


septiembre de 1869 informa sobre el descubrimiento de seis cadáveres enterrados
en un parque de parís: el parque de Pantín.

“Publicó en portada que iba encabezada con el título: ‘Horrible crimen en


Pantín’, y decía que ‘París está alarmado por el descubrimiento de los
cadáveres de seis víctimas del horrible crimen, como se sabe de una
ferocidad inusitada (referido por Buck-Morss, 1995, p.162). El suceso se
convirtió en acontecimiento nacional, familias enteras viajaban desde
provincias a la capital para ver la escena del crimen y muchas otras lo
hicieron para asistir a las largas sesiones del juicio” (Barata, 2008).

En consecuencia tanto los diarios populares como los considerados diarios


serios dieron espacio a la información, con actualizaciones frecuentes sobre el
caso. El desenlace se vería marcado por la detención de Jean Baptiste
Troppmann, el asesino en serie que fue encontrado culpable de haber
asesinado a su socio Jean Kinck, su esposa y sus hijos.

El 19 de enero de 1870 fue ejecutado en la guillotina el asesino. El fenómeno


producido es realmente revelador y exagerado a la misma vez: “al llegar a París lo
aguardaba una multitud” (Klahr y Barata, 2009 p 38). La crónica roja, de esta
manera, había creado un movimiento masivo con respecto a la noticia.

A partir del caso Troppmann se siguieron presentando este tipo de


acontecimientos que la prensa francesa aprovechó. En especial Le Petit Journal
se percató del éxito obtenido y continuó con esa línea hasta alcanzar en 1890
su punto más alto de popularidad con un millón de copias. A su vez nació Le
Petit Parisien, que aunque no era destinado únicamente a los sectores
populares, logró grandes tiradas de periódicos que lo hacían uno de los medios
de comunicación más grandes para la época.

En Francia se presentan procesos sociales trascendentales para el siglo XIX, su


prensa, en parte, evidencia esa tradición y la crónica roja fue, como lo ha sido
en diferentes contextos, narrador de los conflictos internos de los países.

43
Por otra parte, España termina el ciclo que recoge la tradición europea de la
nota roja.

1.3.2.3 Sucesos en España

El periodismo judicial en España, conocido como sucesos, también se ve


influenciado por las publicaciones de los otros países europeos. A pesar de eso
España presenta un proceso interesante en cuanto a la presencia del género en
los periódicos.

Rosa Rodríguez (2011), catedrática de la Universidad de Sevilla, asegura que los


periodistas de sucesos cubren acontecimientos que se salen de lo habitual, como
los homicidios, los robos, los siniestros y los hechos delictivos de cualquier
naturaleza. Al mismo tiempo advierte que el índice de delincuencia elevado hace
que publicar un periódico sin páginas que contengan este tipo de información
especializada resulte actualmente imposible e inimaginable.

Así que el género, más allá de la apreciación sobre la calidad, ha ganado un


espacio en las publicaciones españolas. Aunque esa posibilidad de narrar se haya
entremezclado con secciones y haya terminado por desdibujarse. “Las noticias de
sucesos han dejado de contar con una sección propia y aparecen dispersas en
otras secciones. No obstante, la presencia de los sucesos en los periódicos es
inevitable y, por ello, la prensa escrita continúa publicándolos, pero mezclados e
incluso enmascarados en otras secciones periodísticas, siendo las más comunes las
de ‘Sociedad’, ‘Nacional’ o ‘Local’, según el lugar donde haya acontecido el hecho”
(Rodríguez, 2011, p 2).

Aún con esa problemática de identidad del género que este trabajo pretende
reivindicar, se debe reconocer que como en los demás países la crónica roja o
policial tuvo un momento de esplendor.

El diario “El Resumen”, fundado en 1885 se considera el primero en preocuparse


por la investigación de los temas del periodismo judicial. Allí contaba con secciones
como ‘Sucesos de Madrid’: las noticias diarias de criminalidad y policía en la forma
más a propósito para esta clase de lectura de la que desgraciadamente no puede
prescindir ningún periódico.

Pero sería un acontecimiento criminal de gran impacto, al igual que en el Reino


Unido, el detonante entre la relación crimen y periodismo en España. El 2 de julio

44
de 1888 en el número 109 de la calle Fuencarral es encontrada la señora Luciana
Borcino cubierta con unos trapos e incinerada.

De esta manera el país queda conmocionado y con la atención puesta en el


asesinato, provocando un clima ideal para el periodismo judicial: “durante varias
semanas los periódicos populares dedicaron un amplio espacio a las incidencias del
caso. Alimentaron la curiosidad ciudadana con cualquier detalle (…) En su afán por
la primicia, los periodistas transgredieron el secreto procesal. Interrogaban a
vecinos, comerciantes y cualquier persona relacionada con el caso…” (Klahr y
Barata, 2009 p 39).

Benito Pérez Galdós, escritor y cronista español, escribió a través del género
epistolar (correspondencia con un diario argentino) sobre el asesinato. Envió
durante más de un mes una narración del crimen y detalles sobre los procesos
posteriores que concluyeron con el fallo del juzgado, en un precedente importante
para el periodismo judicial.

No obstante se quejó frente a la relevancia que llegó a tener el tema en el país:


“Estamos ahora los españoles bajo la influencia de un signo trágico. Los grandes
crímenes menudean. En vano se buscarían en la prensa acontecimientos políticos o
literarios. Los periódicos llenan las columnas con relatos del crimen de la calle de
Fuencarral, del crimen de Valencia, del crimen de Málaga, los reporteros y
noticieros, en vez de pasarse la vida en el salón de conferencias, visitan los
juzgados a todas horas, acometen a los curiales atosigándoles a preguntas, y con
los datos que adquieren, construyen luego la historia más o menos fantaseada y
novelesca del espantoso drama” (De la Cruz, 2009).

El acontecimiento terminó cuando se declaró culpable a la criada. De igual manera


en los países de Europa se creó una atmósfera de violencia e inseguridad ya que
“en todos los países apareció la figura del gran criminal, del asesinato múltiple”
(Barata, 1999). Mientras en Inglaterra sufrían con la aparición de Jack el
Destripador en España todos comentaban el caso de Fuencarral. Una época de
violencia urbana que desencadenó la propagación de las publicaciones de nota
roja.

Mucho tiempo después durante la Guerra Civil Española que se dio entre 1936 y
1939, el periodismo en España tomó un rumbo diferente “la adopción de un
modelo en el que la información se identificó con la propaganda y se convirtió, por
tanto, en un arma más de combate” (Barrera, 2004 P. 292).

45
Dio origen a lo que Carlos Barrera (2004) denominó prensa miliciana:
organizaciones y sindicatos que oponían resistencia; el periodismo se fragmentó
en las dos opciones de gobierno.

La aparición de un periodismo de guerra que tuviera cercanía con la crónica roja


no fue tan clara porque aunque existieron casos como el de El Alcázar, diario
creado durante el asedio de las tropas republicanas a la fortaleza toledana, la
intención ideológica junto a la censura militar previa no permitían una prensa
popular independiente, sino que se enorgullecían de sus principios políticos y sus
victorias en los enfrentamientos.

Finalmente, el panorama europeo que construye una tradición de crónica roja


queda representado en estos tres países. No obstante es necesario centrar la
atención en otro de los lugares fundamentales para la crónica roja: Estados
Unidos, incluso allí recibiría el nombre de prensa amarilla.

1.3.3 Crónica roja, espectáculo y negocio en Estados Unidos

El desarrollo que tuvo la prensa en Estados Unidos fue fundamental para los
editores de periódicos en los países de Suramérica. La tradición de crónica roja allí
obedece a la especial atención que tuvo lo popular en siglo XIX. Fenómeno que no
solo se dio por el proceso de inclusión de las clases sino como una gran
oportunidad de los emporios económicos de medios de comunicación para vender.

“El suceso criminal fue pieza clave del primer periodismo estadounidense de masas
a partir de 1830, con la irrupción de la prensa barata o penny press” (Klahr y
Barata, 2009 p 33). Al igual que en Inglaterra, la accesibilidad de los periódicos por
parte de los sectores marginados hizo que se extendiera en los estados una tirilla
de publicaciones que tenía los hechos criminales como tema central.

Igualmente los procesos de urbanización que vivía Estados Unidos presentaron un


contexto preciso para que nacieran publicaciones de este tipo o se le diera espacio
en periódicos existentes, “el contexto de desorden y caos de las ciudades en
continuo crecimiento, que hizo posible la corrupción y la explotación de los menos
favorecidos, incitó a bastantes periodistas” (Sánchez, 2004 P. 109).

The Sun, de Nueva York, fundado el 3 de septiembre de 1833 por Benjamín Day
es uno de los diarios que primero utiliza el género policial y fantástico en sus

46
noticias. Se recuerda por el escando ‘Del gran engaño de la luna’: en éste, el diario
publicaba que en la luna habían sido encontradas criaturas fantásticas como
unicornios y bisontes.

Esta noticia, que después seria desmentida, provocó un éxito desmesurado al


periódico, la venta de las publicaciones fue sorprendente, por lo cual los editores
norteamericanos vieron en estos relatos la posibilidad de vender y posicionar sus
periódicos. De los periodistas de The Sun saldría la frase “si un perro muerde a
una persona eso no es noticia, pero si en cambio una persona muerde a un perro
eso sí es noticia”.

En cuanto a la frase, algunos suelen atribuirla al editor de la época Charles


Anderson Dana, aunque otros piensan que fue John B. Bogart, editor de la sección
ciudad.

De este gusto por lo excepcional se vería favorecida la crónica roja. El periódico


“contrató a George Wisner para que escribiera notas sobre crímenes y las
presentara con interés humano” (Klahr y Barata, 2009 p 33). A partir de este diario
de Nueva York otras propuestas similares aparecieron. No obstante es necesario
resaltar que The Sun mantuvo, con ciertos cambios, una línea editorial que le
permitiría mucho tiempo después, en 1949, ganar el Premio Pulitzer de reportería
local, con la serie de artículos “Crime on the Waterfront”.

The New York Herald fundado en 1835 por Gordon Bennet también hizo énfasis en
esas temáticas, así lo señala Klahr y Barata citando a De Fleur y BallRokeach:
“publicando materiales periodísticos sobre procesos criminales, violaciones, pecado
y depravación”. De esta forma logra convertirse en uno de los diarios más
vendidos, hasta el punto que se hacía llamar a sí mismo como ‘el periódico más
distribuido en el mundo’ con una repartición que superaba los 80.000 ejemplares.

En el comienzo del siglo XX Joseph Pulitzer, editor estadounidense, a través del


periódico New York World, comenzó a publicar una serie de noticias que tenían
relación con la injusticia social y se caracterizaban por el lenguaje sencillo y
accesible para los inmigrantes; a partir de ese momento en los medios de
comunicación de ese país se empezó a utilizar el término “prensa amarilla”.

“Siete elementos pueden resumir las peculiaridades de su nuevo


periodismo (el de Pulitzer): precio barato, lenguaje sencillo, presentación
formal llamativa, autopromoción constante del periódico, búsqueda de una
identificación entre el lector y su periódico, provocación de la noticia y
preocupación por lo mejor de los elementos informativos” (Sánchez, 2004
P. 110)

47
Pero fue realmente una tira cómica la que provocó que se le empezará a
denominar de esa manera. “ The New York World fue el primero en divulgar las
tiras cómicas de Yellow Kid, del dibujante R. F. Outcault (…) la popularidad que
adquirieron estos dibujos hizo que el periodismo sensacionalista fuera calificado de
‘prensa amarilla’, cuyo éxito motivo la crítica de las elites política y cultural” (Klahr
y Barata, 2009 p 34).

Gráfico 1: “Viñeta de The Yellow Kid” de Richard Felton Outcault”.

En el cómic de Richard F. Outcault se combinaba el relato de una historia hecha


con imágenes integrada con exclamaciones y palabras. Era “protagonizada por un
niño chino que llevaba un sempiterno camisón amarillo como única indumentaria”
(De Cuenca, 2009 P.9) y se encontraba con personas que generalmente
representaban a las clases marginadas. También constituye una iniciativa de la
prensa masiva por integrarse con la historieta.

Emery y Smith, citados por De Fleur y Rokeach, señalan que era un periodismo
vociferante, chillón y sensacionalista que había transformado el drama de la vida
en un melodrama barato. Ofreciendo un paliativo de pecado sexo y violencia.

Es importante resaltar que en los aspectos de forma se presentaron varias


innovaciones como los titulares agrandados. A su vez “el lenguaje que utilizó era
sencillo, capaz de ser entendido por gentes que tenían dificultades con un idioma
que no era propio” (Sánchez, 2004 P. 111).

48
El éxito de Pulitzer con sus publicaciones, que en el primer año había alcanzado un
tiraje de 250.000 periódicos, trajo como consecuencia un enfrentamiento con
William Hearst, magnate de los medios. “En tal contexto competitivo, los
propietarios de los periódicos rivales más importantes se entregaron a una lucha
despiadada por la conquista de nuevos lectores. En Nueva York, especialmente,
William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer recurrieron a cualquier medio para
lograr el aumento de sus cifras de circulación” (Torrico citado por Albán y Medina,
2009).

Ese enfrentamiento, periodístico y económico a la vez, llevó el género de la crónica


roja a su exceso. Las estrategias iban desde la invención de los acontecimientos
hasta la provocación y tergiversación de ellos. Como en el caso de Hearst y The
New York Journal, en el cual se dio por hundido un barco en situaciones de guerra
cuando en realidad había sido por fallas técnicas. El sensacionalismo y la crónica
de sucesos en su fase más errónea se apoderaron de las publicaciones, que aún
así, se vendían con éxito en Estados Unidos.

Aquí vale la pena resaltar un proceso: mientras Pulitzer trató de utilizar la prensa
sensacionalista para ganar un público que luego se encontraría con información
seria y de calidad, los seguidores de su método que “cayeron en el amarillismo
simplemente explotaron los recursos para tener más lectores, sin pretender
formarlos ni sacarlos de su situación de cierta carencia formativa, es decir, sin
ofrecerles nada que elevara su nivel cultural” (Sánchez, 2004 P. 111). En razón de
ese sensacionalismo exacerbado se dio como origen a la prensa de farándula que
se complementaba con los sucesos violentos.

En Estados Unidos, coherente con lo anterior, hay una especial atención a la vida
de los famosos debido a la estrecha relación que existe con el mercado de la
industria cinematográfica. Por ello el negocio del espectáculo y la comercialización
de la violencia fue un proceso, que a pesar de darse con elementos similares en
Latinoamérica y Europa, tuvo en este país un fenómeno singular que originó la
prensa de espectáculo; una radicalización de la noticia como mercancía.

Por último, vale la pena reconocer que avanzado el siglo XX, en los años sesenta,
con la corriente de Nuevo Periodismo, la crónica roja tiene uno de sus mejores
trabajos con “A Sangre Fría”, libro que, a través de un exhaustivo trabajo de
investigación realizado por Truman Capote, construye un crimen en el cual Richard
Hickock y Perry Smith asesinan brutalmente (disparos con una escopeta) a la
familia Clutter en Kansas, en la ciudad de Holcomb.

49
El relato es construido a través del proceso de inmersión fundamental en el Nuevo
Periodismo, que permite un acercamiento real hacia el acontecimiento: “las fuerzas
esenciales del periodismo literario residen en la inmersión, la voz, la exactitud y el
simbolismo” (Sims, 2009 P. 14).

En el caso de Capote, él termina por tener una estrecha relación con los asesinos,
visitándolos en la cárcel. Además habla con conocidos de la familia Clutter e
investigadores del suceso, lo cual le permite escribir lo que él denominó como una
novela de no ficción.

A partir de su trabajo una serie de periodistas de Estados Unidos continuaron con


esa corriente que algunos teóricos aseguran comenzó con Capote. El movimiento
recibió críticas en cuanto a la posibilidad de inventar aspectos del relato. Pero
contrario a eso, y pesé a los problemas del libro de Capote, la exactitud es uno de
sus principios básicos.

Lo cierto es que renovaron la manera de hacer periodismo pensando en un


enfoque narrativo mejor que el ofrecido por el periodismo tradicional informativo.
La crónica roja en definitiva se alimentaría profundamente de esta corriente
aunque luego se desestimaría. Más adelante se profundizará sobre el modelo
planteado por el Nuevo Periodismo del cual algunos elementos serán tomados para
llevar a cabo el ejercicio de recuperar el género del periodismo judicial.

1.4.4 Latinoamérica y la crónica roja

Las características de la crónica roja en los países mencionados anteriormente son


en parte las influencias que tuvo el periodismo de América Latina. Como Colombia
tiene un estudio especial, ahora solo se presentará el fenómeno del periodismo
judicial en otros países de la región, la selección está dada por el interés de esos
mismos países en el género.

1.4.4.1 La imagen vende: El Extra en Ecuador

En 1923 Pompilio Ulloa fundó en Ecuador el diario “El Extra”, “un medio de
comunicación que se ha caracterizado por años en difundir información con
contenidos amarillistas, fue el primer medio de comunicación que incursionó en
este tipo de periodismo” (Carmigniani y Zurita, 2012). A pesar de que fue cerrado
debido a la etapa de dictadura en Ecuador luego fue recuperado por Nicolás Ulloa.

50
Era un periódico que no se dedicaba específicamente a la crónica roja, pero debido
a varios factores tomó ese rumbo. Uno de ellos fue la aparición de acontecimientos
violentos que marcaron la historia del país. El 9 de diciembre de 1978, en un
crimen de Estado, es asesinado el político conocido como “el fiscal del pueblo”,
Abdón Calderón Muñoz.

En la hemeroteca virtual del periódico “El Mercurio” se puede ver cómo se registró
el suceso:

“El miércoles 29 de Noviembre, el Economista Calderón, se bajaba de su


vehículo frente al Templo Masónico de la Gran Logia del Ecuador, para
asistir a una Tenida, pues era miembro de la misma y fue interceptado por
dos sujetos llamados Guillermo Enrique Méndez y Abel Zalazar, quienes a
quemarropa le acribillaron a balazos para después huir. El Economista
Calderón quien fuera Director Supremo del Partido Liberal y fundador del
Frente Radical Alfarista, legislador y candidato a la presidencia de la
república, fue inmediatamente auxiliado y trasladado a una clínica de
Guayaquil, pero debido a su gravedad fue llevado al hospital Jackson
Memorial de Miami, en donde a pesar de todas las atenciones, falleció el 9
de Diciembre”.

A través del seguimiento que hicieron los medios, limitado debido al régimen
dictatorial, fue posible conocer que el Ministro de Gobierno, General Jarrín
Cahueñas había contratado a los sicarios para cometer el asesinato, pagándoles
cerca de cuatro mil dólares. El ministro asumiría la responsabilidad.

Es necesario decir que el impacto que tuvo este caso colaboró para que se diera
más importancia a la crónica roja. El Extra decidió centrar su línea editorial en
estos hechos violentos y agregó algunas aberraciones sexuales y criminales. “En
1988 se contrató a Henry Holguín periodista colombiano experto en temas
sensacionalistas, fue así como la crónica roja fue abarcando las páginas de todo
este diario, las fotografías eran impactantes de niños, niñas, mujeres, hombres,
ancianos, ensangrentadas, muertes, accidentes, asesinatos, violaciones”
(Carmigniani y Zurita, 2012, p17).

Precisamente Henry Holguín, periodista caleño conocido como “el verdugo”, tuvo
un papel determinante en el desarrollo de la crónica roja en Ecuador y Colombia.
Según él, desde muy temprano, a los doce años, tuvo que presenciar la muerte de
cinco niñas producto del accidente de un bus.

51
Por ello su trayectoria avanzó rápido hacía los temas judiciales; en el Diario de
Occidente, que cubre la información del Valle del Cauca, manejó la sección de
nota roja. De igual manera trabajó en El Caleño.

Su famosa crónica “La Machaca”, en la que un supuesto animal picaba a una


persona y esta debía tener relaciones sexuales para evitar los efectos negativos,
fue muy famosa. Aunque posteriormente asegurara que había inventado la
historia.

Holguín era inteligente en cuanto conocía los contenidos que interesaban al


público, por ello a través de los recursos sensacionalistas lograba que los medios
de comunicación donde trabajaba alcanzaran grandes tirajes o audiencias. Así
trabajó en Extra hasta el 7 de diciembre de 2012 cuando falleció por un infarto.

Su labor en ese periódico es imborrable pues constituye una tradición muy


importante para el género en Latinoamérica. “Nosotros gritamos donde otros
susurran” era su justificación frente al trato que daba a la información.

Este proceso, sumado a estrategias de comercialización populares, llevó al éxito


del diario que como consecuencia originó la creación de otros periódicos con la
misma línea editorial, “desde entonces en el Ecuador algunos medios se han
inclinado por el éxito que obtienen al difundir esta información, diarios como, La
Segunda (Manabí), La Roja (Machala), El Popular, y El Súper” (Carmigniani y
Zurita, 2012, p18).

Actualmente el diario, ahora llamado Extra, continúa con un enfoque hacia las
temáticas de la crónica roja, en sus páginas se pueden ver titulares como: ¡Pastor
murió con la biblia en la mano!; y Dijo a sus hijos que ‘era jarabe para ir al cielo’,
en lo que hace referencia a un suceso en el cual el padre trató de envenenar a sus
hijos. El ‘envenenador de Chilíbulo’ fue el apodo que colocó el periódico al
acusado.

La crónica roja en Ecuador posee rasgos similares a la colombiana. La creación de


publicaciones del tipo de Extra hace que Ecuador tenga una prensa popular
establecida que, a pesar de las temáticas recibidas con repugnancia, sea uno de
los periódicos más vendidos en el país.

52
1.4.4.2 México, el crimen y la versión oficial

Los antecedentes de crónica roja en México se remontan a una historia que se da


en la etapa colonial: Guillén de Lampart, irlandés con ideas liberales, fue acusado
de rebelión contra el dominio español. Fue recluido en las cárceles secretas del
Tribunal de Santo Oficio pero ocho años después escapó. En la huída aprovechó
pliegos que había escrito en la cárcel, en los cuales hacía referencia a sus
compañeros carceleros y a los jueces, y los dejó en diferentes lugares públicos y
destinados a altas autoridades del reino.

Aunque Lampart fue enjuiciado por la Inquisición y condenado a morir en la


hoguera, estos primeros escritos, que no se pueden considerar como crónica roja,
son en cierta medida pliegos de cordel en México. Constituyen la primera
experiencia cercana al género. Además de ofrecer una versión alternativa a la
oficial.

“En los siglos posteriores hubo más experiencias semejantes de impugnación


política contra el poder, muchas veces desde publicaciones periódicas, aunque son
escasas aquellas relacionadas con decisiones del aparato criminal: ha sido
ostensible un eventual consenso social y sobre todo mediático en cuanto a tomar
como única la versión oficial” (Klahr y Barata, 2009 p 39). Hasta la llegada de una
nueva corriente de periodismo la presentación de la información violenta era
basada en lo que decía la fuente de gobierno o reinado.

Definitivamente es con la aparición del reportaje y la entrevista que la prensa


popular tiene la oportunidad de convertirse en crónica roja; por ello sería hasta la
década de los ochenta en el siglo XIX que aparecería un ejemplo más concreto de
lo que llegaría a ser periodismo judicial.

El 26 de febrero de 1882 El Noticioso titulaba ‘Un crimen horrible’. Una información


en la cual se cuenta el asesinato de un ciudadano francés llamado Agustín Saget
que vivía con Toribia Alcalá una mulata que al parecer era su pareja. Klahr y
Barata hacen una presentación de la noticia:

“Saget intimidado o no por las frases de la Alcalá, se acostó a dormir la


noche del sábado y colgó a la cabecera de su cama una magnífica pistola
de Coltz, modelo número 1, que usaba constantemente.

53
La Alcalá meditó probablemente su crimen en el curso de la noche, y la
madrugada del domingo (…) Las cinco y cuarto de la mañana eran apenas
cuando ella, temiendo quizá que Saget despertase, se acercó al lecho en
que él dormía; con la mayor precaución posible descolgó la pistola de la
cabecera de la cama, y levantando las sábanas aplicó el cañón del arma a
un costado del infeliz e hizo fuego sin vacilar” (en Lombardo, 1922).

Indiscutiblemente los crímenes que revolucionan las sociedades asimismo lo hacen


con los medios de comunicación. “Con la política, la económica y lo social, una de
las temáticas que desde ese momento resultaron más propicias para vender
noticias fue la policiaca, bautizada como nota roja” (Klahr y Barata, 2009 p 32).

Recibió el nombre de nota roja en 1889 cuando El Mercurio Occidental, de


Guadalajara, salía con una mano roja que simulaba sangre sobre el periódico. Se
especuló ser una estrategia del director que hacía que un muchacho pusiera la
mano empapada de tinta roja haciendo creer a los ciudadanos que era el asesino
de la época dejando una marca sobre la prensa escrita.

Allí aparece un “creciente mercado noticioso cuya competencia se basaba en


consignar juicios célebres, muertes de personajes públicos, sangrientos
homicidios, asaltos violentos, secuestros, prostitución y explotación infantil (…)
con la mayor oportunidad y profusión de detalles capaces de sobrecoger al
público, moviéndolo a comprar ejemplares” (Klahr y Barata, 2009 p 32).

El establecimiento del género se reflejaría en la competencia entre medios


populares y el vasto cubrimiento de noticias como la del asesinato de León
Trostski, un político ruso que moriría en Ciudad de México asesinado por un
agente español en agosto de 1940; las cabezas desmembradas arrojadas al río, y
los tiroteos urbanos.

“El "estrangulador de Coyoacán", la "tamalera descuartizadora", el


secuestro del cónsul de Estados Unidos en Guadalajara, el asesinato de
Gustavo Soto, el caso de Sicilia Falcón y el homicidio del matrimonio Flores
Muñoz. Junto a ellos se incorporan hechos de menor trascendencia como el
de "las momias de Tlatelolco", por ser representativos del estilo
tradicionalmente truculento de la nota roja y otros, como el incremento de
asaltos a bancos, el crecimiento de delitos de narcotráfico y la desaparición
constante de personas, especialmente de niños, nos permite comparar,
darnos cuenta que el secuestro de niños no es una novedad de estos años,

54
sino que hace por lo menos dos décadas que los niños desaparecen
diariamente en México, DF.” (Jasquez, 2000)

Es fundamental entender que de acuerdo con el fenómeno de violencia que vive


México en la actualidad, el papel de la nota roja es fundamental en la denuncia.
Todos estos casos se reproducen de diversas formas en la cotidianidad no solo de
México sino de América Latina.

1.4.4.3 Otras claves del periodismo judicial en América latina

Aunque no se mencione la representación del género en otros países de


Latinoamérica es justo decir que la relación entre las temáticas es bastante
estrecha.

“Existen rasgos comunes en el panorama de la seguridad ciudadana en


América latina. Los delitos son bastante similares, concentrados
fundamentalmente en el homicidio, el hurto a personas, los delitos sexuales
y el secuestro, así sus contextos, causas, porcentajes y tasas de
crecimiento sean muy diferentes, la sensación de seguridad por su parte,
es muy fuerte en algunos países y genera preocupaciones a ciudadanos y
gobiernos. Sin embargo, las formas de representación mediática de la
seguridad y sus procedimientos narrativos difieren radicalmente. El paisaje
tiene similitudes, pero su dibujo, su cartografía es sensiblemente diferente”
(Rey, 2005, p 23).

En Argentina la crónica roja tiene una importancia diferente a los demás, aún
cuando existe la prensa sensacionalista se hace un intento por preservar la
narración de los acontecimientos. Germán Rey (2005) identifica las características
en el análisis que hace de dos diarios argentinos, resalta que entre “El Clarín” y
“La Nación” hay un enfoque narrativo diferente:

“Se perfila un diario que le concede gran importancia al relato de los


delitos, pero que a diferencia, por ejemplo, de los diarios salvadoreños, no
se concentra en el simple registro de los acontecimientos, sino que
estructura una forma de narrar cercana a la crónica roja, mesurado en su
representación visual del crimen pero prolijo, casi hasta la exageración, en
la narración de sus circunstancias, las motivaciones, la presentación de la
vida de las víctimas, la elaboración de una memoria de los hechos y sobre
todo la relevancia de los cuerpos en los que se inscriben los rastros del
crimen” (Rey, 2005, p 24).

55
En “El Clarín” sobresale ‘la crónica del crimen’ y la manera de narrar los
acontecimientos: el seguimiento y el manejo de la noticia. Igualmente, en
Argentina se recuerda el impacto que causó el caso del joven Robledo Puch,que a
sus veinte años ya había asesinado a veinte personas y perpetrado varios
crímenes. El 27 de febrero de 1972 el diario “La Opinión” de Buenos Aires publicó
la historia escrita por Osvaldo Soriano, un referente directo de la crónica roja.

Bolivia también ha dado importancia a la crónica roja y la encuentra como causa


directa que ha permitido una relación con lo que Ángel Rama llamó ‘la ciudad
iletrada’. La aparición del género permitía que “una enorme comunidad poco o
nada ilustrada leyera los diarios sensacionalistas por la simple razón de que
hablaban el mismo idioma” (Lanza, 2010, p 14).

Al igual que en Europa las publicaciones populares con temáticas de crónica roja
abrieron un camino para la masificación de la prensa. Aunque se miraba con
desdén los contenidos relacionados con el crimen, al mismo tiempo se llevaban
procesos sociales de inclusión. “Es un modo que (…) otorga existencia a los
marginados. Porque solo llevando al espacio público-mediático su vida privada, los
sujetos eternamente ninguneados son objeto de atención colectiva más allá de su
entorno inmediato. ‘Cholliwood’ en alusión al despreciado mundo cholo que habita
las páginas del periodismo sensacionalista, no es un nombre gratuito” (Lanza,
2010, p 12).

Agustín Morales Durán publicó en 1987 lo que según Cecilia Lanza (2010) es
uno de los únicos libros de crónica policial en Bolivia. En su estilo se ve
claramente el cuidado en la narración y la exigencia informativa:

“La mañana del 26 de febrero de 1938 amaneció lloviendo en Potosí, esta


lluvia fue persistente, prolongándose casi durante todo el día, lo que
impidió que Humberto Yutronic, empleado de la casa Hochschild (entonces
la más famosa de la capital minera), acompañado de un peón de apellido
Huanca, pudiesen salir del banco central ubicado en la plaza principal, en
pleno centro, llevando la considerable suma de Bs. 22.000, que recogieron
en efectivo para pagar al personal de la empresa (…) no anduvieron ni tres
cuadras en dirección a la oficina central, cuando en la esquina Nogales
fueron sorprendidos por dos sujetos que los habían estado esperando,
atracándolos con la decidida intención de quitarles el dinero. Los
empleados se resistieron todo lo que pudieron, defendiéndose y gritando
pidiendo auxilio, pero los atracadores, maltratándolos a fuerza de golpes
con la cacha de sus pistolas que esgrimían amenazadoramente y de

56
bofetadas propinadas a diestra y siniestra, lograron despojarles las bolsas
de dinero y emprendieron “las de Villadiego”, fugándose por las estrechas
calles, silenciosas en esos momentos de mediodía que ahuyentó a los
viandantes por la lluvia” (Citado en Lanza, 2010, p 16).

El anterior es un fragmento de “Atraco a pagadores de la Casa Hochshild”, se


puede ver en el relato que la presentación de los hechos se narra con detalle y
la descripción es ambiciosa.

Un estudio sobre la crónica roja en Latinoamérica implicaría una investigación


profunda sobre los procesos periodísticos en cada país. Aquí se busca
brevemente dejar elementos del periodismo judicial que contribuyan a crear un
concepto sobre su importancia y creación en la región. Se rescatan grandes
similitudes temáticas y diferentes procesos narrativos. En algunos países el
intento por dignificar el género es claro mientras en otros se utiliza como medio
para conseguir éxito comercial.

No obstante estos elementos lo evidente es que durante toda la transformación


de la prensa el elemento principal estuvo caracterizado por “los viejos
periódicos racionalistas que fueron abandonando su tradición literaria para
conectar con el gusto popular” (Klahr y Barata, 2009 p 37).

1.4.5 Colombia en rojo

El periodismo en Colombia tiene una característica especial: su afán por seguir los
modelos adoptados en el exterior hizo que tomará elementos del periodismo de
otros países para crear uno propio. Estuvo en muchas ocasiones influenciado por
las prácticas y modelos utilizados en Estados Unidos, Inglaterra, Francia Y España,
por nombrar algunos. Estos eran la base para los medios escritos en Colombia.

De igual manera la crónica roja comenzó a aparecer en los periódicos del exterior
para luego extenderse como modelo en el país.

En las últimas décadas del siglo XIX, “cuando llegó la modernidad al periodismo
colombiano, entendiendo ésta como la ruptura que hicieron los periódicos de los
viejos moldes doctrinarios para adoptar el estilo informativo de los grandes diarios
extranjeros” (Vallejo, 2006, p.11) aparecen las nuevas herramientas del
periodismo.

Es fundamental entender que en Colombia el periodismo fue un arma de guerra en


la confrontación bipartidista, se utilizaban como medios de propaganda política que

57
atacaban a su contrario y alababan su partido. “Entrar a la modernidad significaba
para la prensa de finales del siglo XIX despojarse de corsés doctrinarios para
informar sobre la actualidad nacional e internacional con un criterio independiente,
incluir temas de la vida cotidiana, usar lenguaje ágil, emplear géneros como la
noticia, la crónica ligera, el suelto y la semblanza y, sobre todo adaptar el periódico
a las necesidades de todos los lectores” (Vallejo, 2006 p. 15).

En esta aparición de los nuevos géneros se abre la posibilidad para que la crónica
roja tenga sus primeros antecedentes. Proceso que se realizó finalizando el siglo
XIX y comenzando el siglo XX debido a los viajes constantes que hacían los
periodistas colombianos al exterior, en especial a Estados Unidos. La impresión que
les quedaba al ver los grandes medios de comunicación de Pulitzer y Hearst traía
nuevas ideas a las publicaciones del país.

En 1890, Carlos Martínez Silva fundó El Correo Nacional, diario que al intentar
implantar una nueva forma de hacer periodismo recibió críticas ya que era
completamente innovador. A pesar de no querer caer en el modelo sensacionalista
estadounidense que pudo conocer directamente, su periódico evidencia uno de los
primeros relatos con temáticas criminales, “cuando El Correo Nacional dio cuenta
con todos los detalles y circunstancias de dos crímenes de que eran actores y
víctimas miembros importantes de la sociedad bogotana, se formó gran escándalo
y alboroto. Inquisidor llamaron a Martínez Silva los liberales, mal caballero los
conservadores, mal católico los beatos. La costumbre era callar esas cosas, formar
en derredor de ellas el silencio, por consideraciones a los miembros de las familias
de las víctimas y a los victimarios” (Vallejo, 2006 p 18).

El Correo Nacional comenzaría a romper con el esquema de prensa para liberales


y una diferente para conservadores, al igual que en los demás países la
democratización de la prensa se comenzaba a dar. Sin embargo, la llamada prensa
sensacionalista seguía siendo motivo de repudio, eso lo demuestra el editorial de
Eduardo Santos en 1914 en el periódico El Tiempo: “el periodismo que muchos
llaman moderno, que aspira solo a satisfacer la pueril curiosidad de un público
frívolo, a dar noticias sensacionales, agrandando y exagerando cosas triviales
muchas veces, y que busca solo lo interesante, lo que despierta emociones
epidérmicas –periodismo netamente yanqui y al que tienden casi todos los
periódicos suramericanos-, no es nuestro ideal” (Molano, citado en Vallejo 2000
P.203).

Además de la influencia de Estados Unidos, periódicos de España dejaron algunas


de sus características en los periódicos colombianos, Gil Blas, periódico de corte

58
satírico, utilizaba ilustraciones para representar los hechos con diálogos, con el uso
del sarcasmo por supuesto. Luego utilizarían las imágenes o fotografías de
crímenes en primera página como las de hombres asesinados violentamente, una
niña aplastada en un accidente y otros sucesos relacionados, “reproducían
imágenes impactantes y crudas aunque estéticamente bellas” (Vallejo, 2006, p.
88).

Esta influencia que se ubica en las primeras décadas del siglo XX se ve claramente
en algunas publicaciones colombianas:

“’El Espectador’, el jueves 15 de septiembre de 1928 tituló ‘Una bella


muchacha se suicidó’ y publicó una larga historia del caso acontecido en la
carrera 4 entre calles 21 y 22 de Bogotá, donde encontraron muerta a la
señora Aura Salcedo. Según la publicación, se envenenó con un gramo de
estricnina y las sospechas recayeron en un desengaño por su relación con
un boticario que le enviaba cartas comprometedoras y un médico que llegó
para tratar de salvarle la vida. Aunque nunca se publicó la conclusión del
caso, se descubrió que la mujer estaba embarazada y que posiblemente
pudo ser un asesinato con una sobredosis de morfina. (Contreras, 2008 p
22-23)

La investigación y seguimiento de la noticia que se refleja superficialmente


permite ver que el género iba teniendo espacio en los periódicos, construía sin
pensarlo lo que luego sería el esplendor del periodismo judicial.

Temas como “los rituales de muerte en el Salto del Tequendama, lugar escogido
por muchos suicidas para poner fin a sus días. Como Carmen Elewik, esposa del
ciudadano Gonzalo Acevedo, quien se lanzó dejando huérfanos a sus tres hijos, o
el caso de José Ignacio Guillen, quien según las crónicas de la época, ante los
visitantes al salto mencionó con dramatismo: ¡Retírense todos porque el abismo
atrae! y se arrojó a las aguas del Salto del Tequendama en presencia de quienes
allí estaban. (…) Del agente de policía Rosendo Abril, quien se suicidó en el mismo
lugar al leer las historias de los periódicos de la época que hablaban sobre este
tema” (Contreras, 2008 p 22-23), se narraban en las publicaciones colombianas.
Incluso años después quedaría para la historia del periodismo judicial, la crónica
de Ximenez.

Los periodistas, ante la fascinación que producían estos temas en los lectores se
convirtieron en investigadores casi policiacos que rastreaban los temas y
denunciaban tragedias que iban desde muerte a menores de edad, envenados y
robos hasta cuerpos descuartizados, “aparte de convertirse en especialistas de
investigaciones criminales, los periodistas contaban historias con tal profundidad
59
de detalles que dejaban absortos a sus lectores. Fue la primera etapa de la crónica
roja y permitió la formación periodística en varios diarios, revistas y emisoras, en
las que, sin embargo, se procuraba no caer en el sensacionalismo y relatar los
crímenes con ética” (Arteaga, 1997 p. 16).

Como Maryluz Vallejo lo recuerda (2006) algunos periódicos abrían sus ediciones
con noticias de crímenes y de sucesos asombrosos, pero esa información estaba
convenientemente equilibrada con el periodismo de denuncia y de polémica, lo
cual aseguraba criterios de calidad.

Las imágenes aterradoras de los crímenes se tomaban las primeras planas, Sandra
Contreras y Jorge Cardona (2008) recuerdan en su trabajo “Los Victimarios en
Colombia” el caso de “El Grano de Oro” que ocurrió en la década de los años 40.
La foto del dueño de la tienda que había sido asesinado refleja el interés de las
publicaciones colombianas por la crónica roja, el género se aceptaba y gustaba su
propuesta.

El periodismo judicial había obtenido, gracias a sus principales representantes, un


estatus en cuanto a género periodístico, los temas que sobraban e incluso se
exageraban eran adornados con buenas narraciones. En parte esta cualidad del
género estuvo mediada por un fenómeno que se presentó en el país durante esa
época y que le permitió obtener un lugar como escritura de no ficción: “en los
periódicos colombianos encontraron refugio quienes habrían podido ser grandes
novelistas, poetas o ensayistas, pero en un país iletrado como el nuestro no
habrían sobrevivido. Así que gracias a los periódicos estas promesas de la
literatura pudieron llevar una vida austera pero digna, y adobaron con buena prosa
todas las secciones de los periódicos, desde la judicial hasta la deportiva” (Vallejo.
2006 P.24.).

Maryluz Vallejo (2006) plantea una premisa que es perfecta para la siguiente etapa
que tuvo la crónica policial: los periodos de violencia estimulan este tipo de
periodismo.

En este punto es necesario aclarar que a pesar de que Colombia ha tenido una
historia enmarcada en la violencia, tuvo periodos específicos en los cuales los
niveles de crueldad y criminalidad tuvieron mayor intensidad. Estos coinciden con
la etapa de esplendor de la crónica roja en la cual ni los periódicos que se
consideraban ajenos a las temáticas evitaron tocarlas, incluso profundizaron en
ellas.

60
Las décadas de los años 40 y 50 representaban un país envuelto en una división
de partidos que tenía ya una tradición desde comienzos del siglo. Hechos violentos
de gran magnitud provocan conmoción y alimentan con miles de historias la
crónica roja. “Por la chicha o el partido, antes del 9 de abril de 1948, y después del
magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, como eslabones de una maldición de
cachiporros contra godos, chulavitas contra bandoleros, guerrilleros contra
soldados, mafiosos contra rambos: Un maremágnum de gente armada que
terminó por saturar las páginas de diarios y revistas” (Cardona, 1997, p. 24).

El desorden social que vivía el país quedaba en crónicas de carácter policiaco o


judicial. Como ejemplo está el conocido caso de Teresita la descuartizada, el cual
generó una crónica roja muy recordada escrita por González Toledo. En ese
momento los casos tenían mayor difusión y lograban crear una expectativa
periodística en el país.

“El domingo 13 de noviembre de 1949, la historia de la página roja se


partió en dos con el hallazgo de un cadáver descuartizado, cuyos pedazos
emergieron de las sucias aguas del río Fucha, en el sector de La Fragita, al
occidente de Bogotá. El cadáver, pulcramente diseccionado, pertenece a
una rozagante y otoñal mujer. Sus uñas y manos se ven cuidadas con
esmero. No aparece ropa interior, pero sus piernas están cubiertas con
medias de nylon, aseguradas con una liga por encima de la rodilla”
(Teresita la descuartizada)

Este fragmento de la crónica que se menciona es el reflejo de un género que se


asentó en el país y provocó la aparición de cronistas dedicados a seguir estos
acontecimientos. “Días de periodistas ávidos de aventura y color para sus crónicas,
que en materia judicial obligaba al reportero a convertirse en detective, perito de
criminalística o ciencia forense o amanuense de estrado público con alma de
sabueso” (Cardona, 1997, p. 25).

1.4.5.1 Una página de crímenes que recorría el país

Para no hacer un análisis cerrado a la capital de país a continuación se hace un


breve repaso por algunas de las ciudades en las cuales el auge de la crónica roja
se logró percibir. Se detallan algunos periodistas, periódicos y secciones especiales.

En dos de los periódicos nacionales más conocidos del país sobresalen un par de
cronistas por sus técnicas de escritura y estilo (elementos de análisis del segundo
capítulo). Asímismo escribieron crónicas que requerían una reportería que otros no
realizaron: Felipe González Toledo y José Joaquín Jiménez (Ximénez). Cada uno en

61
representación de un medio, El Espectador y El Tiempo, respectivamente. En otras
ciudades otros periodistas sobresalían.

“En cada periódico había un especialista. Por ejemplo, en Cali, Heber


Moreno escribía escabrosos relatos en el periódico El País. Cada periodista
ostentaba una forma peculiar de narrar la violencia. No por nada, Guillermo
Cano, ya por aquellos días director adjunto del periódico “El Espectador”,
calificaba a los cronistas judiciales como verdaderos chacales, por su
adaptación a los ambientes más sórdidos, en contacto con el bajo mundo
criminal, pero con la entereza de que ganaban batallas a los mismos
detectives en las pesquisas que hacían como expertos de la mente
criminal” (Vallejo, 2006, p 229).

En ese mismo periodo de tiempo aparece en Cali El Caleño “el único periódico de
formato tabloide que se edita y circula en la ciudad de Cali. Con muy pocos
anuncios publicitarios, sus rendimientos económicos provienen casi
exclusivamente de las ventas, porque es, al mismo tiempo, el diario más
comprado de la ciudad y es, por supuesto, un diario de crónica roja” (1998 en
Chasqui).

En 1946 Guillermo Pérez fundó Clarín, Semanario Popular Ilustrado “copia de los
semanarios estadounidenses dedicados a la información de policía” (Vallejo, 2006
p. 89). Con la reconstrucción de casos recordados como el del Doctor José
Raimundo Russi uno de los bandidos de Bogotá del siglo XIX y que sería
condenado a pena de muerte.

En febrero de 1950, en Cali, ocurre el asesinato de Hernando Gómez Mallarino.


“La crónica dio cuenta de que Gómez murió al saltarle el corazón por una
puñalada que le asestó un zapatero por los reclamos de una suela.” (Contreras,
2008 p 33)

Otro ejemplo relevante fue la revista Vea, revivida este año como publicación
sobre farándula, cuando durante mucho tiempo fue una de las publicaciones de
crónica roja más leídas en el país.

En abril de 1950 en Medellín, el asesinato de Carlos Mesa Castro quedó registrado


por El Espectador de la siguiente manera:

“Acaudalado caballero en Antioquia fue encontrado muerto en el patio de


su casa, y calificó el hecho como un monstruoso crimen descubierto hacia
las 5:30 de la tarde por una vecina que vio por primera vez el rostro de
Castro desfigurado con sus manos atadas en la espalda. Después del
hallazgo, la mujer dio aviso a las autoridades y las primeras investigaciones
62
concluyeron que la víctima se dedicaba a los negocios y que su grueso
capital obedecía a los intereses que recibía por préstamos de dinero a la
gente. Lo impactante del crimen fue que, según los escritos, el hombre
murió por garrotazos. Paradójicamente, su casa quedaba a una cuadra de
la intendencia de policía y los asesinos huyeron saltando la pared y
huyendo por los techos de las carreras 53 y 54” (Contreras, 2008 p 35).

El Colombiano, periódico tradicional de Medellín tuvo a Alfonso Upegui Orozco


como principal representante, el conocido ‘Don Upo’, utilizaba la ironía y sarcasmo
en sus publicaciones, Maryluz Vallejo (2006) recoge algunos de sus titulares:
“Como el amor es tan lindo la despedazó a machetazos” y “Apagó las velas de la
virgen y lo eliminaron a peinillazos”.

En Barranquilla “la noticia de moda fue el hallazgo de una mujer moribunda que
fue abandonada en el principal puesto de la Cruz Roja de la ciudad. El Espectador
tituló ‘Misteriosa tragedia en Barranquilla, mujer secuestrada y asesinada por
extraños’ y, según el corresponsal Rafael González, la ciudad quedó consternada
porque en pleno martes de Carnaval, nadie entendía como desapareció Juanita
Emilia Castro del hotel El Prado en la madrugada del 28 de febrero” (Contreras,
2008 p 33).

Sucesos Sensacionales fundado en 1954 por Jairo Zea Rendón, Flavio Correa
Restrepo y Abelardo Londoño en Medellín fue otra publicación importante en el
país, además alegaba ser un periódico que odiaba el crimen, ayudaba a
perseguirlo y condenarlo.

Luis Alberto Eslava y Rafael Eslava del diario El Siglo se destacaban por sus
investigaciones que desentrañaban expedientes. Ismael Enrique Arenas, también
desde El Tiempo, ponía todas sus capacidades en el seguimiento a los homicidas.
En Bogotá se recuerda una sección que mantenía con zozobra cada semana a sus
lectores, ‘El Detective Estampa Investiga’ de la Revista Estampa de Bogotá: cada
publicación preparaba contenidos sobre el crimen de actualidad.

Una de las publicaciones más importantes apareció en 1956 y se llamó Sucesos


“fundado por un grupo de periodistas vacantes tras la censura de El Espectador.
En la dirección se encontraban Felipe González Toledo, Paulo E Forero y Rogelio
Echevarría (…) en sus seis años de vida Sucesos se distinguió por la calidad de la
información judicial, el manejo de los temas nacionales e internacionales y por el
apoyo gráfico” (Vallejo, 2006, p. 90).

Los ejemplos de este género durante su mejor etapa son demasiados, cada
periodista utilizaba su ingenio para recrear casos, inventar secciones e incluso
63
historias. Por ejemplo, en Cartagena se recuerda que Vélez Micolao construyó una
noticia falsa sobre un crimen en el sector de Bocanegra.

Todas estas publicaciones crearon una atmósfera precisa para este género, que
encontró en otros periodistas de la época como Gabriel García Márquez, Juan
Lozano y Lozano, Plinio Apuleyo Mendoza, entre otros, una gran aceptación, la
cual, por supuesto, generó otras crónicas.

La crónica roja alcanzó su punto más alto en el país. Años después se


sobrecargaría con información inventada y recibiría dosis de violencia exagerada
solo con objetivos económicos para los medios. No obstante es indudable la
tradición de periodismo y narración de no ficción que dejaron tras de sí los
periodistas judiciales y los escritores interesados en las temáticas del género rojo

1.4.5.2 Rojo contemporáneo

Luego de esta etapa cumbre, la crónica roja sufriría cambios que afectarían
directamente sus características. Su calidad y cercanía con la literatura quedaría
reducida y los diarios dedicarían sus páginas a sobrecargar de violencia y
criminalidad a los lectores.

“En una hamaca embalaron el cuerpo sin vida hasta el necromóvil que
quedó atascado en el lodo a causa de las lluvias. La víctima fue acribillada
frente a su esposa y sus dos hijos. Sucedió en su casa.

Los gritos desesperantes de la mujer pidiendo clemencia a los criminales


para que no terminaran con la vida de su compañero sentimental,
alertaron a varios vecinos que se acercaron hasta el sitio del crimen y
dieron aviso a las autoridades.

Las informaciones conocidas indican que varios hombres fuertemente


armados ingresaron de forma violenta a la residencia, golpearon sin
piedad al ciudadano y seguidamente le propinaron varios tiros en la
cabeza, seguidamente salieron y desaparecieron por la solitaria y
desolada calle.

El hecho criminal se registró en la vereda Los Patos, jurisdicción de Santa


Fé de Ralito, Tierralata, Córdoba. El occiso fue identificado por las
autoridades como Juvenal Manuel Hernández Gómez, de 35 años.”
(Tomado de el periódico El Espacio, 24 de noviembre de 2011)

El texto anterior corresponde a una noticia que el diario El Espacio, famoso rotativo
sensacionalista de Bogotá, escribió al referirse a un hecho violento. Es preciso
observar que la calidad de las noticias o consideradas crónicas rojas es diferente,
64
la información es un rumor de violencia que se va; sin estilo, investigación y
objeto.

Llamar crónica roja a este tipo de periodismo provoca un debate sobre si


realmente lo es, estas noticias o textos sobre violencia no mantienen las
características que la prensa judicial había construido. No es el tema sobre el cual
se habla el que da la connotación al género, es un grupo de elementos que ya se
han mencionado los que construyen una verdadera crónica policiaca con calidad.

A partir de los años 60 y 70 este tipo de periodismo que trataba de acercarse a la


crónica roja comenzó a apoderarse de los periódicos, dejando atrás el trabajo de
los grandes cronistas. No se quiere decir que actualmente no existan cronistas
judiciales pero su trabajo ha quedado sometido a la dinámica de los medios de
comunicación actuales.

Al referirse a esa época de cambio que llega hasta la actual Jorge Cardona (1997)
asegura que “desde entonces hablar de crónica judicial en Colombia es aceptar
que cada 24 horas aparece una masacre, un burro-bomba o una mina antipersonal
que no volvieron a recibir titular a seis columnas. El país se acostumbro a tolerar
tanto a los violentos que el homicidio dejo de ser noticia”. Esta es una de las
principales consecuencias de la ambigüedad que sufrió el género, ya que el exceso
soportado por el país le quitó sensibilidad a un público que se adaptó a una
sociedad violenta. Cuando antes se sorprendía frente a estos acontecimientos.

Temas sobre los cuales se hacía seguimiento para garantizar investigación y gran
cantidad de detalles en la escritura pasaron a ser asuntos de un día. Cada cadáver
era una noticia más que se quedaba sin memoria y era sustituido rápidamente. “La
crónica roja ya no sugiere arte sino artículo barato que se vende en kioscos de
confites y pasatiempos” (Cardona, 1997, p. 28).

Así se consumió un género que logró provocar expectativa en el país y denunció


con calidad los desordenes sociales aparecidos en la cotidianidad. Se convirtió en
un periodismo sin asombro de su público y le enseño a aceptar
desinteresadamente la anomalía de su sociedad.

De cualquier manera como menciona Jorge Cardona (1997), periodista judicial y


editor del El Espectador: “la crónica en el periodismo colombiano guarda la
memoria de un país donde se hizo costumbre cotidiana el homicidio”.

65
1.4.5.3 Un vistazo actual

En Colombia, actualmente, abundan tabloides que siguen utilizando la información


de violencia, sexo y exceso como línea editorial. No es ninguna sorpresa que “Q’
Hubo”, periódico de este corte, con distribución en las principales ciudades del país
sea el más leído en Colombia, según el Estudio General de Medios. A bajo costo
ofrece información local con temas judiciales y es dirigido especialmente al público
popular.

El Espacio continúa siendo una publicación sensacionalista; a los titulares grandes


y escandalosos le agregó la caricatura en primera página. Además propone temas
de contenido sexual acompañados de mujeres desnudas.

El diario de todos Extra se suma a esta lista, con su acostumbrada combinación de


colores rojo y amarillo en la primera página, también con fotos sobresalientes y
llamativas para los lectores.

Además es importante resaltar que la transición a lo digital ha provocado que


todas estas publicaciones encuentren espacio en la red. Por lo tanto se pueden
mencionar periódicos como Vea Pues de Risaralda, con secciones como “En la
Juega”, que busca atraer a su público con un lenguaje coloquial.

Finalmente vale la pena resaltar un intento válido por recuperar el género: la


plataforma digital “Cosecha Roja”. Cristian Alarcón, coordinador de la Red
Latinoamericana de Periodismo Judicial la define así:

“Cosecha Roja está formada por los mejores y más comprometidos


periodistas que cubren la génesis, el desarrollo y las salidas posibles a la
violencia en América Latina. Es una Red que promueve la discusión y la
búsqueda de nuevas miradas para contar lo que nos pasa como sociedades
atravesadas por conflictos y tensiones. Cosecha Roja quiere ser un canal de
comunicación de alta calidad y confiabilidad para quienes cubren,
investigan, reportan o analizan las tramas de la ilegalidad urbana y
transnacional”.

Es necesario reconocer la labor de estos periodistas, enmarcados en el grupo de la


Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano, que a través de los diferentes
géneros periodísticos y aprovechando los recursos digitales ofrecen información
con criterios de calidad. Buscan las causas y tratan de ir a fondo con los temas
judiciales que afectan a diferentes países de centro y sur América. Esta iniciativa,
sumada a los intentos de varios periodistas, citados aquí, por evaluar el género y

66
encontrarle un nuevo surgimiento demuestra que es momento de recuperar la
nota roja.

Con base en esto, a continuación se hace un análisis preciso de elementos


fundamentales para conseguir una crónica roja de calidad. A través de diferentes
representantes se explorarán las posibilidades del género, en lo que pretende ser
un modelo, enmarcado en el periodismo narrativo, para contar la violencia y los
desordenes sociales. Se trata de encontrarle un lugar en los relatos de no ficción.

67
CAPÍTULO II

REPENSAR LA CRÓNICA ROJA

La conceptualización y la exposición de antecedentes realizada anteriormente


admite detenerse para presentar un modelo de crónica roja o mejor, una manera
de concebir el género que a través de la presentación de algunos elementos
estilísticos y de reportería permita recuperar un recurso periodístico fundamental
para la sociedad. Ya que como se pudo observar los relatos de la violencia y el
exceso necesitan de buenos relatores que construyan una realidad asociada a las
problemáticas de inseguridad social.

Vale la pena aclarar que el siguiente modelo está construido dentro del género
periodístico amplio de la crónica, por lo tanto hace uso de sus recursos. Sin
embargo debido a la especialización de la crónica roja se remarcan aspectos sobre
el tratamiento de la información y el aprovechamiento de recursos narrativos para
contar la violencia.

En resumen, se pretende establecer a la crónica roja en el territorio de la escritura


de no ficción donde se ha llegado a instalar en determinados momentos de su
tradición. Se usarán autores clásicos y contemporáneos para ejemplificar las
posibilidades que tiene la nota policial en el relato, teniendo en cuenta la forma, la
reportería y la concepción final del texto.

2.1 Realidad del género

Durante una conferencia de crónica, Alberto Salcedo citó al escritor Juan


Gabriel Vásquez el cual aseguró: “para el periodismo ortodoxo el suceso es:
‘asesinados acaudalado granjero y 3 familiares’. Para Capote es ‘A sangre fría’”.
Esta anécdota recrea de manera sencilla pero contundente las posibilidades que
tiene el periodismo judicial. Porque es definitivamente en la manera como se
concibe y se realiza el trabajo que se determina el producto.

Con frecuencia la noticia violenta se informa con agilidad y superficialidad y el


espacio para la ampliación es reducido. En una entrevista en profundidad realizada
para la investigación ‘Rutinas periodísticas y autopercepciones de los periodistas
judiciales de los medios bogotanos’, formalizada por Maryluz Vallejo y Mario
Morales (2011); Jorge Cardona, editor de El Espectador, afirmó que: “En una
metrópoli como Bogotá ocurren muchos hechos, y sólo tenemos tres o cuatro
páginas para informar. Ya no hay seguimiento pormenorizado del crimen”. Por ello

68
la narración de inseguridad ciudadana, delito, exceso o violencia queda relegada a
la espectacularización del hecho cuando necesita de todo lo contrario.

Si bien es cierto que la cantidad exagerada de crímenes que suceden a diario en


las ciudades es un material imposible de contar, la elección en las salas de
redacción se encuentra muchas veces parcializada por casos llamativos que
terminen en novelas dramáticas agotadas por el sensacionalismo. Otras noticias se
convierten en ‘breves’: pequeñas cápsulas que informan levemente lo sucedido.

Los temas de la crónica roja se pueden permitir un repaso inicial pero deberían
después ser reivindicados por el género con calidad e investigación: “esas
explosiones que siguen a la conmoción deben encontrar una primera voz rápido,
pero solo después, en la reflexión pausada, se aclararán, serán dispuestas en
orden cuando encuentren su lugar en el relato” (Fernández, 2001 p. 13). El relato
es el quiebre frente a las noticias diarias de crímenes.

Óscar Vela, reportero del periódico sensacionalista El Espacio, reconoce en las


entrevistas realizadas para la investigación (2011): “Todos los días voy a
Paloquemao, busco las audiencias en la cartelera y selecciono los casos más
interesantes. Si la audiencia oral es espectacular, la cuento de manera atractiva
para los lectores”. Así se construyen una gran cantidad de noticias que inundan de
violencia a la prensa popular. Pero es claro que no existe profundización.

Con respecto a la información destinada a las clases populares la investigación de


Vallejo y Morales (2011) plantea un elemento que representa un conflicto
periodístico en el género:

“En cuanto a la posible ‘criminalización de los pobres’ en ‘El Espacio’, donde


los actores de la información son las clases populares, los reporteros
admiten que entre ellos debaten el tema, porque les preocupa estigmatizar
a esta población, pero rara vez acceden a las fuentes de estratos medios y
altos. ‘A un cronista de El Espacio no lo dejan pasar de la portería de una
urbanización de esas fortificadas del norte; además, la Policía y la Fiscalía
protegen más a estas fuentes. En cambio, cuando vamos a los barrios
populares, todo el mundo colabora’. Agrega Ricardo Rondón (jefe de
redacción) que cuando el protagonista del hecho es de clase alta, se
registra como una noticia, pero sin mayor despliegue. Este mismo riesgo le
preocupa a Ernesto Cortés, quien reconoce que al destinar las historias de
carga humana a los zonales y al tabloide están criminalizando a la clase
popular, ‘estamos creyendo que la clase popular lo único que consume es
crimen’” (p. 219).

69
De acuerdo con esto la crónica roja se acostumbró a ser un género ocupado de
las poblaciones marginadas y se apartó de las narraciones sobre el poder. No
obstante, es necesario que exista un equilibrio en los temas porque en ambos
casos se producen fenómenos de violencia. Incluso cuando los involucrados son
actores con influencias es importante revelar las conexiones del poder que reflejan
la corrupción y el amañamiento de los aparatos judiciales. Como asegura Cecilia
Lanza (2010) el crimen no es patrimonio de los pobres.

A pesar de eso, cualquiera que sea el tema, para poder concebir una manera de
contar la crónica roja es importante ser precisos con el estilo y el tratamiento. Por
ejemplo aunque “A sangre fría” constituye un libro normalmente referenciado, al
mismo tiempo se debe tener cuidado en sufrir las imprecisiones en las que cayó
Capote, las cuales incluyen invención de escenas y diálogos. Por otro lado la
inmersión, investigación y seguimiento de lo sucedido son elementos admirables
del proceso de elaboración del libro.

A continuación se presentan elementos necesarios para la construcción de una


crónica roja de calidad. Los autores fueron escogidos con subjetividad y bajo el
único parámetro de haber concebido textos admirables en el género. Aunque
algunos son representantes naturales del periodismo judicial en sus países, otros
simplemente escribieron una crónica con temas relacionados pero consiguiendo
grandes resultados.

2.2 Más allá del suceso

Con frecuencia en la crónica roja el acontecimiento principal domina la narración:


las cuchilladas a la víctima, el cuerpo en el río, el tiroteo en un bus, el suicidio
después de la discusión, entre otros, toman la primera página y se adueñan de
ella. La investigación alrededor del acontecimiento prácticamente no existe: un par
de rumores en el barrio se toman como fuentes legítimas que no se confrontan, o
peor aún la verdad oficial de la policía se establece como irrefutable. La crónica
roja del tabloide se acostumbró a vivir de la inmediatez, lo mismo le da el muerto
de ayer, que el de mañana. La criminalidad instantánea de todos los días se instaló
sobre el trabajo del periodista.

“Turismo de la desgracia” llamó Alberto Salcedo a este fenómeno de


aprovechamiento de la noticia sin profundización. Entonces, el primer paso para
recuperar el género será un cambio en la concepción del tema, la oportunidad de
narrar estará mediada por la cantidad de detalles e información que logre

70
conseguir el periodista. “Hay que gastar bastante la suela de los zapatos para
armar una crónica desde diferentes ángulos, para persuadir al lector a ‘devorar’ un
drama de carne y hueso” (Vaca citada por Lanza, 2010 P. 24).

A pesar de que la utilización del hecho normalmente abre la crónica porque sitúa al
lector en lo que sucedió. Rápidamente da un paso hacia la investigación, a la
elaboración de un trabajo completo que dé cuenta de sus protagonistas. No busca
reivindicarlos, solo presentarlos tal y como son, sacarlos muchas veces del
territorio de lo extraño para demostrarle a la sociedad que son humanos: “los
delitos, las agresiones y la mayoría de las transgresiones que entran en conflicto
con el sistema penal tienen que ver más con las injustas estructuras sociales que
con las personalidades patológicas” (Klahr y Barata, 2009, P. 60)

“Carlos Eduardo estudia piano; la maestra dice que tiene gran facilidad y que
es un chico respetuoso. Ejercita con Hannon y la abuela está contenta con él
porque aprendió muy bien a hablar alemán y también puede conversar en
inglés. Claro que no es un chico afeminado, como esos que tocan en las
fiestas familiares para ganar el aplauso de los parientes y amigos. Él sale a
jugar a los cowboys con los chicos del barrio y juega al fútbol. Se cree
Sanfilippo y cuando le quitan la pelota protesta, dice que fue foul. Pero no le
hacen caso porque es un poco antipático, casi agresivo cuando discute. Por
eso, le dicen ‘Leche hervida’” (El caso Robledo Puch)

Osvaldo Soriano, periodista y escritor argentino, escribió estas líneas como parte
del inicio de su crónica sobre Carlos Eduardo Robledo Puch, un asesino en serie
que nació en Buenos Aires y cometió más de diez homicidios. En 2012 cumplió
cuarenta años de estar en prisión.

El recurso narrativo de Soriano le permitió construir un perfil del asesino que se


nutre durante toda la crónica. Hay que tener en cuenta algo fundamental y es el
rol del periodista al hacer la narración; en ningún momento se pretende recrear al
personaje para encontrar en él una justificación para su delito, tampoco acercarse
a su personalidad para promoverla. Se busca hacer la narración para revelar al
asesino, al criminal, verlo más allá del suceso. Aunque llevar a cabo este proceso
trae consigo los problemas intrínsecos de los medios de comunicación. Soriano lo
sabe y lo tiene en cuenta en su crónica:

“La infancia de Carlos no está grabada en muchas memorias. Su padre -


inspector de interior en General Motors-, dice que él no es culpable de lo
que pasa, aunque no sabe explicar bien por qué ocurre esta odisea que no
cabe dentro de su vida pequeña. Los amigos de Carlos recuerdan poco,

71
pero frente al periodismo imaginan, quieren participar, acercarse a la
tragedia. La infancia de Carlos Eduardo se confunde en unos pocos años,
como si los hechos se cruzaran entre sí. Pero no hay nada extraordinario
más allá de la historia que algunos narran: apenas los días apacibles del
hijo único, mimado por la abuela y la madre”. (El caso Robledo Puch)

La imaginación acecha a la crónica roja, la seduce para que caiga en la invención


de sentimientos, anécdotas y hechos que jamás existieron. Capote fue criticado
por escenas que según las propias fuentes involucradas jamás sucedieron,
conversaciones que nunca tuvieron.

Ese elemento lo tiene claro Soriano y es preciso en la construcción de la crónica.


Aunque suele imperar el principio de credibilidad el periodista debe confrontar la
información para encontrar las pruebas necesarias en la narración. Un espectador
en la calle con intención o sin ella es capaz de ver al asesino huir en situaciones
extraordinarias, luego en la investigación se revela que las declaraciones eran
invenciones de testigos no confiables.

Felipe González Toledo, considerado uno de los maestros de la crónica roja en


Colombia, recuerda en “El cadáver que tenía dos corbatas”, publicada en Sucesos,
una anécdota sobre este problema en cuanto al manejo de las fuentes, aunque es
un poco extensa vale la pena tenerla en cuenta:

El 9 de abril de 1948, a la una y minutos de la tarde, cuando acabábamos


de recibir la primera y confusa noticia del atentado y corríamos, por la
Avenida Jiménez de Quesada hacia San Francisco, por el camino dimos con
un distraído transeúnte. Por el andén del costado sur de la avenida de la
carrera quinta hacía el oriente, el transeúnte avanzaba con lentitud,
embargada toda su atención por un periódico y sin darse cuenta de lo que
ocurría a solo 200 metros de distancia. Se inquietó nuestro amigo al vernos
correr, y plegando al periódico preguntó. Como si saliera de un sueño:

− ¿Qué pasa? ¿Por qué corre la gente?

−Hirieron a Gaitán –le respondimos sin detenernos

Después a nuestra espalda, sentimos su carrera apresurada y alcanzamos a


oírle algunas confusas preguntas que no le respondimos. Ya no supimos
nada (…) Dos o tres días más tarde, en la redacción, de un diario, volvimos
a ver al transeúnte distraído, representante a la cámara y contertulio de los
periódicos, y le escuchamos el comienzo de un heroico relato, seguramente
muchas veces repetido:

72
“Gaitán acababa de contestarme el saludo, cuando oí una detonación
seguida de otras. Vi a un hombre, revólver en mano, que disparaba. El jefe
tambaleó y cayó. Por atender a Gaitán, sin medir el peligro que yo mismo
corría, no vi más al hombre del revólver. Recuerdo que era un hombre
delgado, pálido…” (El cadáver que tenía dos corbatas)

Los testimonios falsos con deseos de protagonismo están a la merced de la


crónica roja. La historia que cuenta González Toledo inicia su crónica sobre los
acontecimientos del 9 de abril de 1948, refleja el contexto que se vivía pero al
mismo tiempo muestra los retos del periodismo judicial, otro factor a recuperar.

Volviendo a la investigación sobre los protagonistas de la crónica es necesario


consultar la mayor cantidad de fuentes, algunas veces el retrato que hacen dos
implicados no es suficiente. En el caso de Robledo Puch, Soriano asegura que su
padre no entiende por qué sucedieron los terribles acontecimientos. Por ello tanto
las partes oficiales, como los testigos, familiares y víctimas tienen espacio en el
relato pues contribuyen a contar la verdad.

Otro recurso valido es el utilizado por Isabel Mercado, periodista especializada en


Derechos Humanos, en su crónica ‘El fin de la fiesta’, la cual tiene como espacio a
Bolivia, específicamente el puente de ingreso a Koani, en el sur de La Paz.

En esta crónica se narra la extraña muerte de Juan Gabriel Despot, que es


arrollado intencionalmente dos veces por una camioneta Nissan Pathfinder que
conducía el tío de uno de sus ex compañeros del colegio. El contexto plantea que
él le exigía, a Juan Gabriel y dos compañeros, que se fueran de su casa, donde se
había realizado una fiesta de reencuentro, pero ellos no podían contactar con
alguien para que los recogiera. Luego de ser atropellado, desaparece en
condiciones inexplicables y lo encuentran sin vida casi una hora después.

La crónica presenta un panorama de lo sucedido y tiene recursos que se


mencionaran en este capítulo. Sin embargo, como en este momento se habla del
trabajo de fuentes, Isabel Mercado hace uso del siguiente elemento refiriéndose a
Alejandro Zapata, presunto culpable de la muerte, al ser la persona que conducía
la camioneta:

“¿Es posible perder los estribos y no recuperarlos para ver los daños
colaterales? Puede que sí, como también es probable que el recurso de la
violencia se instituya en una persona al punto de hacerle presumir que no
es responsable de sus actos. Atropellar a alguien es una forma de
imponerse. Para Guiomar Bejarano, experta en psicología forense, es
imposible establecer ciertamente el perfil del agresor sin tener acceso a su

73
declaración ampliada y a un informe de evaluación psicológica. Bejarano
también sostiene que, en general, reacciones como las que se describe que
tuvo Alejandro Zapata la madrugada del 12 de septiembre son producto de
un ‘corto circuito’ o de un estímulo causado por razones adicionales que
desestructuran la personalidad y pueden llevar a reacciones violentas
inesperadas” (El fin de la fiesta)

La intención de la periodista en la crónica no es de ninguna manera tomar parte y


encontrar justificación por haber arrollado a Juan Gabriel Despot. No obstante
busca una diversidad de fuentes en la que incluye a expertos; al ofrecer diferentes
opiniones sobre lo sucedido se garantiza equilibrio. Klahr y Barata (2009) se
refieren a la necesidad de establecer una carga racional a una narración
acostumbrada a situarse en lo emocional: “Al situar determinados acontecimientos
sociales en el mundo de la emoción, el periodismo deja de lado la explicación
racional que obligaría a una reflexión sobre las causas”.

De esta manera es claro que uno de los factores necesarios en una crónica roja de
calidad es la investigación que se realiza en cuanto a las fuentes. Desde los
informes judiciales hasta los expertos hacen parte de la variedad de posibilidades
que puede elegir el cronista para contar. Tomas Eloy Martínez en un taller que
realizó con la FNPI (Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano) en Santiago de
Chile explica esta necesidad: “Con la actual explosión de la información, con esto
de las noticias instantáneas, el lector en general desea una información o un trato
a la noticia con mayor profundidad”. La subjetividad del cronista está en la
narración, los recursos y el estilo pero el compromiso con el periodismo es
inmodificable.

Este elemento sobre las fuentes es fundamental en el modelo porque hace un


aporte en cuanto a la manera de hacer la reportería y luego narrarla. Después de
haber concebido este factor ahora se deben analizar vehículos narrativos para
contar y por qué hacerlo.

2.3 Literatura periodística pertinente

En una entrevista realizada por Pascual Gaviria, para el programa Señales de arte,
Alberto Salcedo habla sobre la “poetización” en la narración: se declara en contra
de ella cuando no tiene nada que ver con la historia y alude al típico ejemplo en el
cual se describe el crepúsculo aunque este no tenga importancia. Por ello asegura
que sí es una manera de enriquecer la forma, pero se debe usar cuando sea útil
para la historia.

74
Esta aseveración es totalmente correcta, porque dignificar la crónica roja
narrativamente no implica entrar en líneas interminables que describen paisajes.
Es un reto aún mejor encontrar el recurso para contar los sucesos que se
presentaron. Incluso narrar lo horrible y desagradable tiene un mérito incalculable
en la literatura y el periodismo.

Antes del movimiento que se llamó periodismo literario o nuevo periodismo


algunos reporteros en diferentes países se destacaban por su talento narrativo. En
el prólogo del libro Crónicas Bogotanas (2008) Maryluz Vallejo cita a Daniel
Samper cuando describe a Felipe González Toledo: “me sorprendió su capacidad
de recordar detalles minuciosos. Era un tipo muy tranquilo y simpático; le
encantaba usar suéteres de cuello de tortuga y me parece verlo arrastrando un
poco los pies, con un cigarrillo en la boca y un texto y una foto en las manos
cuando se dirigía a la jefatura de Redacción con la noticias sobre el crimen del
día”.

González Toledo es sin duda alguna uno de los referentes de la crónica roja en
Colombia, él, junto a otro grupo de cronistas lideró la época dorara del género en
el país. Su estilo permitió que sus crónicas fueran esperadas por el público con un
entusiasmo poco visto en cuanto a los temas del periodismo judicial. La conexión
entre lo que se ha llamado la “poetización”, la pertinencia y la reportería es
evidente en este periodista que el 13 de abril de 1948 publica en el periódico El
Espectador la crónica titulada ‘Un recorrido por el centro de la ciudad’

“A las cuatro de la tarde de ayer se dio el primer paso hacia el


restablecimiento de la normalidad. Aunque con algunas precauciones de
parte de las patrullas del Ejército, se permitió el tránsito de los peatones
por la carrera 7ª y por las demás vías centrales. Mediante el sometimiento
a las requisas en cada esquina y el acatamiento de las estridentes voces de
alto de los centinelas, fue posible, desde ayer, el recorrido por las vías que
estuvieron cerradas desde el viernes, primero por la ola de bandolerismo y
más tarde por las patrullas de fusileros. Y al andar por esas calles, nos
damos cuenta de la palidez y de la inexpresión de nuestro pasado relato,
porque aun habiendo vivido momento a momento esta tremenda
calamidad que azotó a Bogotá, a cada paso es más dolorosa nuestra
sorpresa.

(…)

Los exaltados, animados por su ideal, aún presentaban dura resistencia a


los fusileros del Ejército: los bandidos, mezclados desde el viernes a la

75
masa que en todas las formas quería hacer sentir su protesta por el
asesinato de Gaitán, también combatían, sostenidos por su desmedida
ambición de apoderarse de todo; y combatían también los bandoleros,
entre ellos pugnando por apoderarse del mejor botín”

La descripción de Bogotá, luego del asesinato de Gaitán, es relatada


maravillosamente en esta crónica. El ambiente queda entre las líneas, la sociedad
se ve representada en el relato y además se prueba la amplitud de contenidos de
los cuales dispone la crónica roja. González Toledo camina las calles que sufrieron
las consecuencias de ciudadanos indignados, mezclados con ladrones
aprovechados que destruyeron edificios, transportes y también asesinaron
inocentes.

Aquí ajusta con la crítica de Salcedo Ramos: hábilmente se pone en el relato


justamente lo necesario, los retratos de la ciudad son bellos a pesar de la crueldad
de su contenido. El hedor producido por los cuerpos bajo ruinas, algunos restos
incinerados, disparos al aire para establecer el orden, entre otros detalles dibujan
una sociedad que encontró en la violencia la reacción principal.

La descripción ha sido un tema discutido con frecuencia porque parece tener sus
límites. En los medios de comunicación de Colombia se debatió sobre la
pertinencia de mostrar las fotografías de guerrilleros abatidos ¿Contribuye? ¿Es
sensacionalismo? ¿Aporta a la información? El debate en este caso tomó muchas
veces el camino de legitimación con la única excusa de asegurarle al espectador la
confirmación de lo sucedido.

Para la crónica roja la descripción es un vehículo narrativo que bien utilizado


provoca un grado de afectación positivo en los lectores. Cuando en los periódicos
ingleses se describía con exactitud el método de ‘Jack el destripador’ no se
buscaba el sensacionalismo, sino relatar un modo de operar: exponer la violencia
para que los lectores la conozcan e incluso se cuiden de ella. “Quiero remarcar
que no abrigamos intenciones morbosas al describir escenas muchas veces
repugnantes, sino solo nos guía el propósito de hacer conocer la criminalidad de
nuestro medio” (Morales Durán citado por Lanza, 2010 P.16). El objetivo es formar
conciencia sobre las distorsiones y la violencia para entender la sociedad en la que
se han presentado o incluso producido estos fenómenos.

Es justo observar algunos ejemplos en los cuales la narración cargada de detalles


macabros o desagradables está intencionalmente dispuesta para que el lector se
estremezca y piense sobre el suceso:

76
“La noche del 9 de mayo llegan (Robledo Puch y su cómplice Ibáñez) a la
calle Ricardo Gutiérrez al 1500, en Olivos. Por la pared de una estación de
servicio saltan al techo del baño de una casa de venta de repuestos para
autos. Entran por una claraboya. El encargado y su mujer duermen en
camas separadas. A un lado descansa una hija del joven matrimonio. No se
despiertan. Bianchi no despertará jamás: Robledo le pega dos balazos. La
mujer se sobresalta y Robledo gatilla dos veces más. Una bala da en el
pecho de la mujer que cae hacia atrás. Carlos Eduardo se lanza sobre el
placard y comienza a buscar. A su espalda oye gemidos débiles. La mujer
se desangra pero no puede moverse porque Ibáñez ha caído sobre ella.
Robledo los mira; no abarca la tragedia en su totalidad. Hay un muerto y
una violación, pero para él los hechos no tienen dimensión ni nombres
comunes. ‘Había que sobrevivir’, diría más tarde. Cuando salen, Ibáñez
está manchado de sangre pero no cambian una palabra. Robledo se
detiene un momento y sonríe. Ha visto la vidriera de los accesorios. Recoge
una palanca de cambios y dos instrumentos de medición "Son para el 600"
(Fiat), dice, y los mete junto a los 350 mil pesos que halló en el placard”.
(El caso Robledo Puch)

Al retomar nuevamente la crónica de Osvaldo Soriano se puede observar que es


con un propósito específico que se cuenta con detalles los delitos cometidos por
Carlos Eduardo Robledo Puch. El cinismo del asesino y la frialdad de su
comportamiento permiten crear realmente un personaje en la crónica. Un individuo
que no hace parte de la ficción sino que atracó y asesinó a personas por toda la
ciudad. Por ello es necesario concebir en un apartado especial la configuración de
los detalles.

2.4 Detalles: precisión e investigación

Los detalles en la crónica roja son un valor ineludible, al repensarla en el territorio


de la escritura de no ficción se convierten en un elemento indiscutible dentro del
relato.

Las noticias instantáneas de la actualidad están cargadas de frases concisas que se


limitan a responder ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? Sin embargo, el
ejercicio de contar está más allá de esa información superficial. Puede responder
esas preguntas pero cada una de ellas es un reto, una exploración, un proceso que
permite el viaje del reportero hacía la crónica: un encuentro con los detalles.

Pero este encuentro no es posible sin un método general. Los periodistas que se
acostumbran a estar en el lugar de los hechos simplemente por tener la primicia o

77
para que su público los vea allí sacrifican los procesos de investigación o lo que
Norman Sims, en su libro “Los periodistas literarios”, ha llamado inmersión.

El tiempo es definitivamente uno de los valores del periodismo literario o en este


caso del buen cronista rojo, su apuesta es la investigación, es invertir el tiempo
necesario para poder atender a todo lo que se mueve a su alrededor, como
consecuencia estará preparado para narrar, siempre y cuando haya encontrado la
estructura. “Uno puede captar los detalles superficiales, pero no las emociones que
uno busca (cómo funciona la gente) hasta que uno desaparece (…) Lo que hay
que hacer es convertirse en parte del decorado” (West citado por Sims, 2009,
P.23).

Mark Kramer, periodista norteamericano, hace referencia, en el libro de Norman


Sims, a la actitud de las fuentes en los primeros encuentros: se muestran
cautelosos asegura.

En cierta medida se podría decir que actúan frente a la presencia del periodista,
algunos lo ven como una oportunidad, pues la atención se ha puesto
definitivamente sobre ellos, el foco los ilumina directamente; otros simplemente se
sienten atacados y su reacción es la prevención. En ese momento es necesario
tomar en serio el trabajo y hacer que esa luz termine por desvanecerse, la
actuación terminará y los personajes estarán allí tal y como son: sin mascaras que
alejen los verdaderos detalles.

“Los detalles y lo que uno mira son fuentes silenciosas que solo hay que describir”
(Alejandra Arrien citado por Lanza, 2010 P. 21) son la carga narrativa que necesita
la crónica roja y de la cual ha sido despojada; finalmente el uso de ellos
determinará la calidad del relato y su narración.

“ ’No me mate, mi cabo…’ era cuanto hasta entonces había dicho el asesino
al policía que lo capturó. El instinto de conservación, después, lo aferró a
los hombres armados como a sus únicos posibles salvadores, frente a la
creciente furia de la multitud que a cada segundo se hacía más densa y
amenazaba reventar las cortinas del improvisado refugio.

(…)

Golpeado furiosamente sin que sus gemidos alcanzaran a ser oídos en


medio de aquel fragor, Roa debió morir pronto. Quienes a esa hora ya
habíamos llegado al lugar que fue punto de partida de la hecatombe de
abril, apenas alcanzamos a ver al asesino, todavía con vida, debatiéndose
desesperadamente, como un reptil herido, bajo la lluvia de pisotones.

78
Nunca podremos olvidar esos rostros transfigurados por la ira. Y entre los
más exaltados, entre los que más furiosamente golpeaban al asesino,
algunos lloraban.

(…)

Frente a la puerta principal del Palacio de Nariño, cabeza al sur y pies al


norte, cubierto con un capote militar, estaba tendido el cuerpo del
magnicida. Al retirar el capote, apareció completamente desnudo. Apenas,
enredado a una pierna, tenía un jirón de ropa anterior. Aunque molido a
golpes, no estaba desintegrado. Los ojos se le adivinaban bajo
impresionantes coágulos de sangre.

(…)

Es extraño, pero anudadas al cuello tenía el cadáver dos corbatas. La una


de fondo azul oscuro con franjas de color vino tinto. La otra, punteada y de
color indefinible (…) Las corbatas, el jirón de ropa interior y un anillo de
metal blanco, eran cuanto había por recoger. ” (El cadáver que tenía dos
corbatas)

Los fragmentos anteriores describen con una realidad admirable lo sucedido el 9


de abril de 1948. La crónica, a la cual ya se aludió antes, la publicó en el
semanario Sucesos Felipe González Toledo. Se rescata el valor periodístico y
narrativo que tiene. Mientras en el titular tradicional se leería ‘Mataron a Gaitán’
en la crónica roja se dibuja una sociedad enceguecida que asesinó en conjunto al
responsable.

Además, mientras avanza el relato, las corbatas que parecen simplemente un


factor descriptivo tienen un desenlace mayor: el cuerpo del asesino de Gaitán
desaparece entre la multitud de cadáveres y entre las filas de cuerpos dispuestas
en el cementerio son precisamente las corbatas, no retiradas por el secretario del
juzgado permanente, las cuales permiten encontrar el cuerpo y determinar que
Juan Roa Sierra fue el magnicida. El detalle percibido por varios periodistas que
asistieron al levantamiento del cadáver fue bien aprovechado por el cronista
bogotano que escribió un texto memorable para la tradición de la crónica roja en
Colombia.

Hay otros dos ejemplos sobre el seguimiento exhaustivo del tema que con el uso
de detalles otorgan claridad sobre lo sucedido: El primero hace referencia a la
crónica que Gabriel García Márquez realizó en Venezuela y fue publicada por
Sucesos el 7 de enero de 1958 con el nombre ‘Tras el fugitivo número uno de

79
América’ y el segundo trae un nuevo fragmento de ‘El caso Robledo Puch’, ya
mencionado.

En la crónica de García Márquez se cuenta la historia de Patricio Kelly, líder de la


Alianza Revolucionaria Argentina, que es fugitivo al escapar ingeniosamente de la
cárcel de Santiago. El periodista consigue un relato magnífico que describe a un
personaje hábil e ingenioso que estuvo incógnito en quince ciudades:

“Nadie habría podido imaginarse que un hombre perseguido por varios


gobiernos, fugitivo de trece cárceles, amenazado de muerte en su país
después de que fue depuesto el gobierno de Perón y buscado
ansiosamente por los periodistas de América, se atrevería a pasar una
noche de sábado en la pista de baile del hotel Tamanaco. Kelly ha estado
allí varias veces, protegido por el hecho cierto y comprobado de que nadie
lo habría creído tan audaz

(…)

Después del baño, vestido con un negro traje de alpaca demasiado bien
hecho, demasiado intachable para pasar inadvertido, bailó por espacio de
tres horas con la dama que lo acompañó durante todo el domingo. Muchos
de quienes se encontraban en el salón habían visto su fotografía en las
últimas 72 horas. Pero nadie lo reconoció.

Patricio Kelly no ha cambiado de nombre en Caracas. No se ha escondido


ni disfrazado. Ha llevado la vida normal de un hombre que conoce la ciudad
por haber estado en ella en dos ocasiones anteriores. Estuvo en el
‘Cinerama’. Ha comido en los restaurantes más concurridos, ha ido al cine
hasta tres veces por semana e incluso ha frecuentado el mismo bar, todos
los días a la misma hora (…) El último sábado, a las 5:30, se mezcló con la
multitud de los almacenes para comprar algunas cosas que faltaban a su
apartamento. En varias ocasiones ha sido presentado con su nombre
completo. Ha conversado ocasionalmente con hombres y mujeres que –por
lo menos algunos de ellos y por lo menos alguna vez− habían visto su
fotografía en los periódicos. Nunca fue identificado”. (Tras el fugitivo
número uno de América)

La crónica evidencia el tiempo de investigación. El tono narrativo es fluido, virtud


del periodista, pero sobre todo es contundente con lo que la crónica roja pretende
informar, no solo se queda en el seguimiento en Caracas, involucra detalles como
el truco de disfrazarse de mujer para salir de la cárcel sin siquiera golpear a un
guardia. Al estilo del mejor cuento de espías, narra con datos reales las peripecias

80
de Patricio Kelly, el fugitivo de América. Por último es importante aclarar que no
hace apología, solo con la información recopilada recrea al personaje.

En el segundo ejemplo se narra nuevamente otro de los golpes dados por el


criminal argentino. Pero en este caso queda marcada crudamente su personalidad,
lo socarrón que puede llegar a ser el asesino:

El 15 de mayo –doce días después del primer golpe importante−, Ibáñez y


Robledo visitan ´Enamour´, una boite de Olivos. En el fondo hay un jardín
que da al río. La noche es fresca cuando los dos hombres fuerzan una
ventana y entran. Revisan minuciosamente y reúnen casi dos millones de
pesos. Cuando se retiran, Robledo ve una puerta cerrada y la entorna para
mirar adentro. Dos hombres −Pedro Mastronardi y Manuel Godoy−
duermen el último sueño. Carlos Eduardo dispara varias veces sobre esos
cuerpos. No hay un gemido. Cuando le preguntaron por qué los había
matado, respondió: "Qué quería ¿que los despertara?" (El caso Robledo
Puch)

Las crónicas que utilizan los detalles con precisión y habilidad narrativa son
innumerables. Aquí apenas se rescatan algunos ejemplos que sirven como
evidencia de la posibilidad de concebir un modelo correcto para la crónica roja. Es
al mismo tiempo, una huella que busca despertar la curiosidad por un camino
atiborrado de textos memorables ubicados en los temas del periodismo judicial.

2.5 ¿La estructura?

Este elemento tendrá poco espacio en este capítulo por la sencilla convicción de
que para el género de la escritura de no ficción, el escritor o periodista tiene una
estructura propia e interna determinada por su voz y el relato.

La arquitectura del relato no podrá de ninguna forma ser establecida como una
regla a seguir, pues no funciona de esa manera ¿Cómo empezar o terminar? No es
una pregunta que tenga una sola respuesta, está determinada por el estilo y por la
información obtenida para la narración. En este caso el escritor y el periodista
literario se enfrentan al desafío de concebir la crónica, de definir el cómo sin
patrones ni pistas.

De ese diseño muchas veces depende la calidad de la crónica. La relación entre las
partes que conforman un todo determinan la fluidez del relato y el tono; la
composición de los párrafos está determinada por una pertinencia que solo
descubrirá el autor en su momento.

81
A pesar de eso, en el taller de periodismo que Tomas Eloy Martínez realizó en
Santiago de Chile en agosto de 2004 se aventuró a dar un consejo sobre la
estructura y el relato:

“Hay que tener en cuenta la frase inicial, que debe agarrar al lector de la
solapa y no soltarlo del cuello. Le decimos al lector: ‘Aquí te tengo y no te
suelto y aquí te quedas y no dejo que pierdas la atención ni un instante’. Y
le debemos dar mucha importancia al final, que debe estar todo
interrelacionado con el inicio: como en una sinfonía, que los acordes se van
oyendo todos a la vez. Estamos hablando de un texto donde el autor tiene
que tener una especie de control constante sobre lo que está haciendo,
sobre cada una de las palabras que usa, sobre cada una de las escenas
que pone, y control sobre el comportamiento de cada uno de los
personajes”

El planteamiento de Martínez tiene razón en cuanto al método de cautivar al


lector y al mismo tiempo orienta sobre la disposición que el periodista debe
planear en la crónica, pero como se mencionó antes no se atreve a determinar
una estructura fija, porque no es pertinente. Para complicar el debate Norman
Sims (2009) asegura que aunque la estructura cronológica domina la mayor
parte del periodismo, el reportaje cronológico no siempre le conviene más al
escritor.

Por lo tanto se vuelve a la idea inicial, la organización del relato es algo subjetivo,
la construye el cronista con la seguridad de que ha tomado la mejor decisión
¿Qué pasaría si “Crónica de una muerte anunciada” no comienza con el
desenlace?

En el prólogo del libro, escrito por Santiago Gamboa, escritor colombiano, cuenta
una conversación que tiene con García Márquez, él confiesa lo siguiente: “Lo que
sucede es que yo no quise que el lector empezara por el final para ver si se
cometía el crimen o no, así que decidí ponerlo en la frase inicial del libro. De este
modo, agregó, la gente descansa de la intriga y puede dedicarse a leer con calma
qué fue lo que pasó”

En definitiva, la decisión sobre cómo conformar el relato será personal, aunque no


por eso banal y caprichosa, se debe pensar, planear, pues allí está parte de su
calidad narrativa.

82
2.6 Otros elementos

Este capítulo tuvo en cuenta una recopilación minuciosa de textos inscritos en el


género de la crónica roja. A pesar de que no todos tienen fragmentos citados, sí
contribuyeron en la construcción del modelo. Para ser equitativos con algunos de
estos, a continuación se presentan una serie de apartados acompañados de breves
reflexiones.

“Aquél domingo hubo sorpresas: una calle improvisada, empinada y ancha,


como un charco, donde se bifurcan las vías que conducen a Jerusalén y a
la última etapa de Candelaria La Nueva: los cuatro puestos de fritanga,
frutas, manteles, electrodomésticos, y la línea de camperos que facilitaban
la trepada (…) sopla el viento y se agitan las emanaciones propias de los
barrios sin sanitarios” (Cabrera, 1985 P.38)

La anterior es una descripción realizada luego de una serie de crónicas sobre


Ciudad Bolívar. Se rescata la descripción de atmósferas que es común en la
crónica policial o roja; este recurso, muchas veces es compartido con la literatura
del género negro. Crear el ambiente es una manera de localizar al lector, ponerlo
en el sitio donde sucederán los hechos.

___________________________________________________________________

“Los gritos se oyeron claramente en el silencio de la tarde. Venían de muy


cerca, a lo más de media cuadra de distancia de la casa. La mujer –veinte
años, morena, bonita a pesar de su reciente maternidad− echó a correr en
dirección a donde había escuchado la voz desesperada de su marido Jesús
Benavides:

−No me mate, Sandalio! No me mate!

Rápidamente se deslizó por la falda de la pequeña colina hasta salir a una


maraña vegetal en donde estaba la siembra de café. Allí pudo ver un
espectáculo aterrador que la dejó casi sin palabras: Benavides yacía en
tierra, con el cuerpo destrozado. Su sangre había manchado la vegetación
y estaba en todas partes. A su lado, un perro aullaba dolorosamente y con
la lengua se limpiaba una grande herida que tenía en los cuartos traseros.
De pie junto al cadáver Sandalio Palomares empuñaba todavía el machete”
(Un perro fiel y una mujer infiel, las claves de un crimen pasional)

La historia anterior fue tomada del semanario Sucesos y en su página nadie firma
la nota. La narración parece tomada de un cuento latinoamericano con temáticas
criminales, la utilización de diálogos junto con la descripción detallada del lugar

83
donde sucede el acontecimiento son vehículos de narración propios de la escritura
de no ficción.

En el periodismo tradicional la manera de introducir las fuentes se convierte en


algo repetitivo y poco útil. El recurso de los diálogos propio de la escritura literaria,
le da fluidez al texto y permite que las fuentes tengan una mejor disposición en el
relato.

___________________________________________________________________

“En la tarde del 24 de mayo pasado (1956) se efectuaba la ‘contada’ de


reclusos en la Modelo. En la imposibilidad de pasar lista, las autoridades del
penal cuentan a los detenidos a mañana y tarde, pabellón por pabellón, para
estar seguros de que nadie ha escapado. En medios de la fila, ‘El cachuzo’
acosaba a Pedro Antonio Cerón. De un momento a otro se oyó un grito:

−Me mataron…!

‘El Cachuzo’ sujetándose con ambas manos el abdomen de donde


comenzaba a brotar un grueso caudal de sangre, se dejó caer de rodillas y
luego de espaldas sobre el pavimento. Cerón, todavía con el mismo cuchillo
que su víctima le había dado y sorprendido de lo que hizo quedó inmóvil.
Varios guardianes lo sujetaron y en la dirección del penal fue sometido a
interrogatorio” (“El Cachuzo” fue muerto con el puñal que dio a otro para
que se defendiera)

La descripción violenta no atiende a recursos sensacionalistas. En esta concepción


del modelo tiene fines descriptivos y racionales. La agravación del relato busca
provocar en el autor una reacción fuerte, pues en países acostumbrados a la
violencia es necesario innovar con la forma de contar; para que no sea un muerto
más en los periódicos sino un acontecimiento que provoque la reflexión del lector.

___________________________________________________________________

José Joaquín Jiménez, “Ximenez”, fue un cronista reconocido por su cercanía con
los temas del periodismo judicial, tenía un talento narrativo que se admiraba en su
época. Fue criticado por inventar algunos datos en sus relatos, como la
coincidencia de encontrar poemas en los bolsillos de algunos suicidas. A pesar de
eso, tenía un estilo muy depurado y prefería recreaciones llenas de detalles.
Trabajó la sección de crónica policial en el periódico “El Tiempo” y es uno de los
referentes de la época dorada del género en el país.

84
El ejemplo que se presenta a continuación está recopilado en su libro de crónicas.
Sin embargo la historia ha sido cuestionada. La información sobre el criminal que
describe “Ximenez”, “Mediabola”, es escasa. Por lo tanto no se consiguió una
comprobación clara. Partiendo de la base del principio ético se propone asumir
como veraz y centrar la atención en la forma, aspecto en el cuál Jiménez fue
indudablemente uno de los mejores:

“A los ochos años de edad el rencor se le hizo imposible, y la grave


inquietud, extraña e inexplicable que lo movía, comenzó a trajinarle el
cerebro. La señora Paca consultó con el cura y el notario. El chico tenía
mala entraña. Se le veía en los ojos rasgados; en las pupilas ladinas, en el
mentón voluntarioso, en el pelo grueso, ralo y lacio que le ponía sobre la
cabeza una gorra de púas.

(…)

La ciudad tenía muchas torres, gruesas, obesas, tiesas y pedantes, que se


encaramaban sobre el paisaje y mostraban sus cruces y sus veletas. La
ciudad tenía un tráfico horrendo. Tenía mujeres bien vestidas. Todo esto
era como en los meses del veraneo en el pueblo. Mediabola fue a la plaza
de mercado. Se alimentó de desperdicios y cosillas. Compró un lazo y cargó
canastos y cestas de las señoras que hacían comprar. Ingresó a la pandilla
de los desharrapados. Dormía en los umbrales, cubierto de pedazos de
periódicos y tiras de anuncios. Y una vez (todo en la vida de este hombre
fue una vez), sintió hambre y robó un pan en una tienda.

(…)

Todo el penal se alborotó. Sonó el riel su estridente alarido. Los guardianes


y los perros aullaron. La luna clara, en el cielo estrellado, parecía una arepa
antioqueña.

Emiliano y Mediabola fueron reintegrados a la cárcel. Eran las tres de la


madrugada. Se les empelotó. Se les bañó con agua fría, ´puerca,
pestilente. Desnudos, fueron azotados y golpeados con los calibres. Los
‘calibrazos’ les dejaban botones morados sobre las costillas y las piernas. El
pavor se confundió en el silencio de la madrugada. Sonó otra vez,
reglamentario, el grito del riel. Aquél mes no hubo desayuno. Se les vistió
de ‘chircates’. Les amarraron al pescuezo unas cadenas soldadas que
tenían unas cifras. Estaban al nivel de los perros.

(…)

85
Reorganizado el antiguo clan de Matasiete, Mediabola fue elegido jefe
único. Comenzó entonces la lucha de frente. Abocado a 2.000 policiales
que prestaban servicio de vigilancia. A 200 detectives que tenían el encargo
de perseguirlo, Mediabola se sintió grande, importante persona. Se vistió,
sobre el traje a rayas (de la prisión), aquellos lujosos de paño que en su
infancia envidaría a los niños veraneantes. Se arregló el pelo. Se hizo limar
las uñas. Se calzó los dientes y se construyó los dos incisivos superiores de
oro puro” (La infancia, juventud y aventuras del gran hampón ‘Sr
Mediabola’)

Es evidente la habilidad descriptiva que tiene José Joaquín Jiménez, los personajes
se recrean en su totalidad en atmósferas diferentes que tienen detalles
individuales. El lenguaje a pesar del uso metafórico que toma en determinados
momentos se mezcla con el lenguaje popular.

La investigación de cada uno de los pasos de Mediabola, criminal desde pequeño,


toca las estructuras sociales en diferentes etapas. Es una historia completa, que
abarca, casi a manera de perfil la vida del delincuente.

“Los envenenados con cianuro lloran mientras mueren.

El veneno bloquea la respiración celular y provoca una asfixia minuciosa,


pero hasta que eso sucede -hasta que el organismo es una masa de carne
sofocada- se producen temblores, vómitos, náuseas. Y lágrimas. Una
profusión severa, incontrolable –humillante- de lágrimas. El cuerpo llora, la
sangre se torna rojo encendido y el aire espirado tiene el olor de las
almendras amargas. Los músculos, por falta de oxigenación, se vuelven
oscuros, amoratados.

Entre el 11 de febrero y el 24 de marzo de 1979 tres mujeres argentinas,


amigas entre sí, murieron presentando uno o varios de estos síntomas:
Nilda Gamba, Lelia Formisano de Ayala –a quien le decían Chicha- y
Carmen Zulema del Giorgio Venturini, conocida como Mema.

Las sobrevivió una cuarta amiga de nombre María de las Mercedes


Bernardina Bolla Aponte de Murano, nacida en la provincia argentina de
Corrientes en el año 1930, casada con el abogado Antonio Murano,
habitante del barrio porteño de Monserrat y madre de un hijo: Martín
Murano. Le decían Yiya, Yiyona. Yiyi. Era alta, rubia, nadadora. Le gustaba
tomar el té en las confiterías de Buenos Aires, ir al cine, comprar ropa,
recibir regalos. Pero poco tiempo después de la muerte de su última amiga

86
la señora Murano dejó de tener una existencia tranquila. Perdió para
siempre el nombre Mercedes y fue, por el resto de sus días, Yiya. Los
diarios la mostraron en primera plana. La llamaron “la envenenadora de
Monserrat”. A todas, decían, las había matado con cianuro. (Tres tristes
tazas de té)

Leila Guerriero, cronista argentina, consigue este gran inicio en su crónica sobre
Yiya Murano, una reconocida estafadora y homicida que envenenó hábilmente, a
través de masitas de té donde colocaba el cianuro, a tres de sus amigas. Su caso
es uno de los más recordados en ese país.

El desarrollo mediático que se le dio a esta mujer, que tiene 82 años actualmente,
convirtió al personaje en una “leyenda” criminal.

En este aspecto, el texto de Guerriero es un aporte esencial al periodismo judicial


por el tratamiento que dio a la información. En su inicio se puede ver como un
elemento aparentemente poco narrativo, como los síntomas posteriores al
envenenamiento con cianuro, es utilizado con gran merito para dar inicio a la
crónica.

Igualmente las descripciones que la autora hace de los encuentros que tiene con
Yiya Murano son hábilmente dispuestos en el relato, ya que dibujan la
personalidad egocéntrica, dominante y burlona de un personaje que aprovechó su
delito para convertirse en un artículo de consumo de los medios de comunicación.

Gran parte de la virtud de este trabajo es que se aleja de esas pretensiones de


espectacularidad y desnuda al personaje. Aunque este piense que tiene todo bajo
control.
_________________________________________________________________

Una de las crónicas más impactantes de las leídas para la elaboración del capítulo
fue escrita por Álvaro Irusta, periodista y editor especializado en el área de
seguridad:

Junior, un niño de trece años, aficionado a la serie CSI Miami, se ve envuelto en


una discusión con sus hermanastros, en medio de la ira el niño asesina a su
hermanastra con un cuchillo y a su hermanastro lo ahorca, ahoga y golpea. A
partir del asesinato, al mejor estilo televisivo, usa de cómplice a su primo y lo
convence de borrar la escena del crimen como lo hacen en la serie de ficción. El

87
hecho es realmente impactante y plantea la problemática relación entre los
contenidos televisivos y los niños:

“En un momento de bronca, Junior salió de la cocina empuñando un


cuchillo de cortar carne y se abalanzó sobre el cuerpo de Yoselín, que no se
pudo resistir. La primera puñalada fue directa al corazón, allí donde los
sueños de buena estudiante y de amores futuros se guardan. Cayó de
rodillas y clavó su quijada contra el piso; aún respiraba. La segunda llegó a
su hígado. No se paró más, nunca más.” (CSI-el alto: niños que matan
como en la tele)

Antes de continuar con los fragmentos de esta crónica vale resaltar un recurso
que utilizó el cronista para apaciguar la acción violenta y cargarla de un sentido
emocional; luego de la puñada al corazón habla de los sueños y los amores, lo
cual busca quitar sensacionalismo al hecho de que un niño de 13 años asesine a
sus hermanastros.

“Junior tenía su pantalón mojado, sus manos con sangre y sudor en su


frente, por el esfuerzo. Mario, que vio todo, aún no podía creer lo ocurrido.
Junior lo tranquilizó. Le dijo que nadie se daría cuenta, que esconderían los
cuerpos e inventarían una historia, como en la tele. Sobornó al primo
(cómplice en el segundo asesinato) ofreciéndole un radio mp3 a cambio de
su silencio. Mario aceptó. ¡Quería tanto ese aparato!” (CSI-el alto: niños
que matan como en la tele)

Finalmente, es increíble en este párrafo cómo quedan evidenciados quiénes son los
actores de esta crónica roja. A pesar del hecho brutal, son niños convencidos de
estar practicando lo visto en televisión, pero al mismo tiempo fácilmente ingenuos,
por ejemplo, el caso del primo cómplice que acepta colaborar a cambio de un mp3.
Esos detalles cargan de realismo la narración.

___________________________________________________________________

Daniel Samper Pizano, reconocido periodista investigativo, fue invitado a participar


en un proyecto de construcción de relatos. En su crónica aprovecha para volver a
escribir uno de los más grandes crímenes que se recuerden en la historia
colombiana: “Teresita la descuartizada”. Aunque el acontecimiento sucedió en
1949, la reconstrucción es realizada en 1991, lo cual es un excelente ejemplo de
recreación de acontecimientos, basado en la investigación pero sin fuentes
actuales. A través de información en diarios y juzgados, se aventura a escribir una
crónica roja.

88
La reelaboración de sucesos ya pasados es una alternativa posible en el periodismo
judicial. Perfiles de asesinos, modalidades de robo o costumbres delincuenciales
antiguas pueden contarse para esta época en busca de un recuento histórico y una
narración mejorada de acuerdo con los recursos actuales para contar.

“La casa tienda de Teresita estaba situada en el número 14-54 de la calle


59. Era un inmueble pequeño y escasamente atractivo frente al cual se
agolparían luego multitudes morbosas. Con apenas unos pocos metros de
frente y media cuadra de fondo, la casa tenía una sola puerta de acceso.
Ésta permitía el paso al negocio, en cuya trastienda quedaba el comedor.
Las habitaciones estaban construidas en el costado derecho; el izquierdo
era un largo corredor que conducía a ellas. Enseguida del comedor se abría
una pequeña sala y, al lado de ésta, un cuarto pequeño donde Teresita
desplegaba una colección de santos e imágenes alumbrados con lámparas
de aceite. La siguiente pieza era la alcoba. Se abría luego un pequeño patio
al final del cual estaba la cocina.

(…)

En 1949 una cuenta de 17 pesos bien valía una riña. El premio mayor de
la Lotería Boyacá pagaba 7800 pesos; un novillo costaba 95, una guitarra
35, una entrada a cine 60 centavos y un reloj despertador valía la mitad de
la cuenta de las bebidas de aquella noche.

Vale la pena destacar este recurso para ubicar al lector. La disputa por la cuenta
de 17 pesos es un factor importante dentro de la historia pero el lector no podrá
entender las condiciones sino logra dimensionar a cuánto equivale. En este caso
Daniel Samper hábilmente encuentra la manera de explicarlo.

A medio hundir en las escasas aguas de la cañada se veía el tronco de una


mujer. Estaba envuelto en un sobretodo negro; debajo del abrigo llevaba
solo una bata azul a rayas blancas y con botones amarillos. Carecía de
blusa o de camisa. Carecía de ropa interior. Carecía también de piernas. Y
de cabeza. Un chofer de bus avisó angustiado al Juzgado Permanente de
Occidente y varios policías se trasladaron hasta el lugar, donde ya
arremolinaba un pequeño tumulto.

(…)

A veinte metros de allí, corriente abajo, apareció la pierna derecha. Estaba


estancada contra la arena y las basuras del fondo. Catorce metros más
lejos fue hallada la compañera. Ambas habían sido vestidas, post-mortem y
post-cortem, con finas medias de color negro. El hallazgo de la cabeza
tardó un poco más. Eran casi las siete de la noche cuando un policía logró

89
divisarla. Estaba cerca de la pierna izquierda, pero se encontraba
sumergida en las aguas oscuras del caño.

La muerte provoca miedo y fascinación al mismo tiempo y en el relato es difícil


que deje de producir estas emociones. El lector quiere saber cómo murió y el
periodista se lo contará: con la diferencia que será responsable y buscará hacerlo
con sensibilidad narrativa que no apele al dramatismo y la sangre como factor
fundamental

“En cuanto al caso lo más probable –aunque no haya podido demostrarse−


es que el 30 de octubre, luego de la reyerta por la cuenta de los visitantes,
Teresita y Ángelo hubieran seguido riñendo en casa. Estaban bebidos y
ninguno de los dos era un paradigma de buenos modales o de conducta
mesurada. Se cree que, al subir el tono de la riña, y para humillar aún más
a quien ya había vilipendiado en público, Teresita le echó en cara que le
era infiel con otro hombre (…) las palabras de Teresita consiguieron que
Ángelo perdiera la cabeza. Armado del primer objeto peligroso que
encontró a mano –la hachuela-martillo para macerar carne−le asestó a
Teresa un golpe en el cráneo que le produjo la muerte inmediata. Durante
los dos días siguientes, Lamarca se recuperó de la inesperada e irreparable
consecuencia de su disgusto conyugal y planeó la manera de deshacerse
del cadáver (…) esa fue descuartizarla. Se valió para ello de un serrucho
que apareció nunca. Una vez desmembrado el cuerpo, metió los trozos en
maletas, contrató un taxi para llevar el trasteo y abandonó la carga en el
caño cuyo olor nauseabundo escondía el cadáver descompuesto y cuyo
repugnante aspecto de alcantarilla garantizaba que la gente se mantendría
alejada del lugar mientras el asesino lograba urdir una coartada y
desaparecer del todo” (Teresita la descuartizada)

Finalmente el caso no llegó a clarificarse, pero de acuerdo con las pruebas el


periodista decide aventurarse con una hipótesis. Esta decisión que tomó el
cronista debe ser medida. En el caso de Daniel Samper no tenían ninguna
implicación debido a la lejanía temporal del relato, pero en procesos
contemporáneos suponer cómo sucedió todo es un trabajo más judicial y fiscal
que periodístico; por lo tanto esas licencias para hacer hipótesis deben ser
mesuradas y sustentadas con información, fuentes y pruebas.

“Escribir tiene aquí una utilidad: no toma el lugar de una terapia, sino hace que la
ira y la pasión tengan una utilidad moral y social” (Sims, N, 2009, P. 38). Esta
frase ilustra con facilidad la búsqueda de estas narraciones. No se pretende
embellecer el género simplemente con líneas mejor escritas o narraciones más
apropiadas. No se puede perder de vista la perspectiva periodística que plantea

90
una responsabilidad en el cubrimiento y un objetivo plausible al brindar la
información.

Con estos fragmentos se procura mostrar los diversos tratos que ha tenido la
información en distintos momentos. Resalta un interés explícito por narrar
adecuadamente, aunque sin inventar nada. La creación de escenas reales que
guían al relato, el intento por traer al mundo humano a los aberrantes
protagonistas de la violencia y la conciencia de la crónica roja son elementos que
quedan marcados en este objetivo de repensar un género tan despreciado y
exiliado de la mayoría de las publicaciones periódicas.

A pesar de eso es importante resaltar otro elemento porque ilustra cómo la


narración se convierte en un canal para hablar de los temas de seguridad social o
para reflexionar sobre las conductas de los individuos.

2.7 Aprovechar la crónica roja

Los periodistas judiciales se esfuerzan en la crónica roja por vincular esos


fenómenos aterradores con un proceso social que no se tiene en cuenta. Entonces
cuando hay feminicidio se buscan cifras sobre agresión a la mujer o violencia de
género, pero en muchas ocasiones ese dato frío queda como un número más que
poco importa, luego el lector pasa la página y sigue con el próximo artículo.

Alberto Salcedo Ramos ganó el premio de la sociedad Interamericana de Prensa


por su crónica ‘Un país de mutilados’. Aunque este trabajo no está inscrito en las
temáticas del periodismo judicial, vale la pena rescatar el modo que utilizó el
periodista para presentar esos datos.

“Desde el año 2005 se presentan, en promedio, tres víctimas diarias, entre


muertos, heridos y mutilados. De 1990 a 2007 se han registrado, en total,
6.637 mártires. Esta última cifra posiblemente se queda corta, pues
muchos casos no son reportados, a veces por negligencia o por ignorancia
de los afectados, y a veces por el aislamiento de los lugares donde ocurren
los accidentes.

¿Qué son 6.637 cristianos reducidos a un diagrama de barras? Un simple


guarismo en una hoja de cálculo. Sin embargo, si apeláramos a ciertas
comparaciones, los áridos números nos servirían para establecer la
magnitud del problema. Con esos damnificados se podría fundar una villa
casi tan habitada como el famoso balneario de Punta del Este y seis veces
más poblada que Ciudad del Vaticano. También se podrían llenar hasta el
tope 22 salas de cine con capacidad para 300 espectadores. Si viéramos a

91
las víctimas en carne y hueso, juntas en un espacio único, advertiríamos
que son una multitud. Y así, la cifra escueta que ahora tengo frente a mis
ojos, resaltada con tinta verde, parecería más dramática. Si esa situación
imaginaria se materializara, si cerráramos los ojos durante un tiempo y al
abrirlos nos encontráramos en un coliseo ocupado por 6.637 lisiados de
guerra, lo que más nos impresionaría sería, justamente, la abultada
cantidad. Luego nos asombraría lo insólito de la reunión. Tras más de
cuarenta años de conflicto armado, los colombianos hemos ido perdiendo
la facultad de sorprendernos frente a la violencia” (Un país de mutilados)

Indudablemente en Colombia la violencia se ha convertido en un tema tan común


y cotidiano que el asombro se ha ido perdiendo. No obstante esta manera de
presentar las cifras es un recurso muy pertinente para este modelo.

Otro aspecto para aprovechar en la crónica roja es lo que Tomas Eloy Martínez
(2004) llamó personificación: la necesidad imperativa de conseguir que el lector se
sienta afectado en el relato porque así se siente representado. “Si decimos que
480 personas murieron en el hipermercado de Asunción, estamos dando una cifra
que no nos afecta. Pero si decimos que la señora Elida Pérez y sus dos niños de
repente vieron que se caía una viga incendiada del techo, intentaron caminar
hacia la puerta y un grupo de guardias las repelieron y las obligaron a retroceder,
y vieron los cadáveres llameantes de dos o tres amigas cercanas que estaban allí a
su lado... Es así como el drama y la tragedia se transforma en comunicable, real,
de mayor intensidad. Contagia y puede identificar un conflicto que afecta a la
especie humana en términos generales y como tal es importante. La importancia
de la personalización, es porque gran parte de la base del Periodismo Narrativo se
cuenta a partir de personajes. (Tomas Eloy Martínez taller de periodismo FNPI
Santiago de Chile 2004)

Ese elemento es fundamental porque en otro caso este modelo solo serviría para
mejorar narrativamente los textos pero continuaría escribiendo diariamente sobre
violencia. El suceso es una excusa lamentable para cuestionar a la sociedad. De la
crónica ‘CSI-el alto: Niños que matan como en la tele’, ya mencionada, se pueden
presentar dos fragmentos que cumplen esta función:

“El Coronel Ramiro Cossío, comandante regional de la FELCC (La fuerza


Especial de Lucha Contra el Crimen), afirma que este modo de delinquir es
exclusivo de personas mayores y que un crimen asociado con la televisión y
con niños asesinos llama la atención en un país como Bolivia, donde a
pesar del incremento de la delincuencia en los últimos años los
protagonistas son mayores de 16 años

92
(…)

La psicóloga María Claudia Lobo cree que ‘cualquiera sea la raza, religión,
sexo, edad o nivel socioeconómico de las personas, nuestra sociedad se ha
unido alrededor de la experiencia de la televisión’. Según sus datos, los
niños escolares pasan semanalmente 26 y 20 minutos, en promedio, viendo
televisión. Si bien existe una responsabilidad de los padres en el control de
los programas que deben ver sus hijos, muchas veces este control escapa
de las manos (CSI-el alto: niños que matan como en la tele)

No solo está en el relato el hecho en el cual Junior, de 13 años asesina y esconde


a los hermanos al estilo CSI, sino la crítica sobre la relación entre ese
comportamiento y la usual rutina en la cual la televisión se convierte en la niñera
de la casa. Las estadísticas, la crítica y el suceso conforman una crónica que busca
provocar una preocupación necesaria en los lectores.

El último de los ejemplos del aprovechamiento de la crónica roja fue utilizado por
Isabel Mercado en ’El fin de la fiesta’, el desarrollo lleno de tropiezos que tiene el
proceso judicial sobre el estudiante que muere luego de ser arrollado en dos
ocasiones le permite hacer una crítica a la rama judicial de su país y una
contextualización sobre los delitos similares:

“En Bolivia, todos los días muere al menos una persona en accidentes de
tránsito. El mal estado de las carreteras y de los vehículos, y el consumo de
alcohol son las principales causas. La relación entre el alcohol y la
inseguridad vial no sorprende. Al punto que muchas veces los familiares de
las víctimas no llegan a indagar las razones que subyacen detrás de esos
decesos; como máximo esperan una indemnización

(…)

En el caso Juan Gabriel Despot, existen más conjeturas que certidumbres.


A ello se añaden que, en Bolivia, la justicia y las leyes se sientan en el
banquillo de los acusados antes que los criminales. La crisis institucional
que vive el sistema judicial por su enfrentamiento con el poder ejecutivo no
solo cuestiona el principio democrático de la separación de poderes, sino
que ha debilitado aún más a sus órganos y a sus representantes, haciendo
que la impunidad –con dinero− y la vulneración de los derechos –para los
pobres− sean tan comunes que el propio presidente de la república habla
de profundas reformas ‘que acaben con el poder perjudicial’”

Aunque la reiteración puede cansar. Estos ejemplos hablan del otro proceso del
relato, el encargado de personificar, de estremecer al público para que reaccione

93
sobre la violencia y los desórdenes sociales que presenta su medio. Una crónica
roja sin este aprovechamiento solo quedaría en virtud narrativa pero poco
periodística.

2.8 Otras posibilidades

La crónica roja tiene otras variantes en cuanto al género que puede utilizar, sin
que por eso pierda su connotación. El perfil como en el caso de “Ximenez” y
“Mediabola”, es otra posibilidad para contar.

Mark Singer en ‘Un entusiasta de los juzgados’ hace un perfil de Ben Shine, un
aficionado con mucho interés en los juicios por asesinato:

“La Corte Suprema del Estado en Brooklyn –los <<Reyes supremos>> en


la jerga de la comunidad legal− es un edifico de once pisos que cubre dos
cuadras enteras. Su exterior es de un concreto color gris talco interrumpido
por ventanas rectangulares y descansa en Cadman Plaza como un
acorazado de la Segunda Guerra Mundial en cadena permanente. Su
interior está hecho con materiales duraderos: mármol rosado, roble,
aluminio pulido. Las audiencias de todos los delitos mayores con auto de
acusación tienen lugar en la Corte suprema del Estado; el año pasado hubo
cuatrocientos treinta y seis autos de acusación por asesinato en Brooklyn.
(Un entusiasta en los juzgados)

A partir de la narración de este perfil, Singer aprovecha para dar información de la


situación criminal en Brooklyn, además nombra algunos de los casos de asesinato
tratados en estos juzgados: como el cuerpo acribillado por un fusil de caza,
después de envolverlo en un tapete en la Avenida St Marks.

Aparte de eso, el perfil le permitió conocer el estudio que el personaje hace de los
casos, lo cual ofrece la perspectiva jurista sobre el delito; otro matiz poco utilizado
en la actualidad y que bien narrado puede contar las estrategias y análisis
criminales que realiza un abogado, incluso las medidas evasivas para que alguien
culpable sea declarado inocente.

Un ejemplo más cercano al medio colombiano fue el que realizó González Toledo
en la crónica ‘Pedro León, penalista de bufete portátil’

“Eran los tiempos del Gallino cuando Pedro León Torres vino a Bogotá. El
Gallino era el más popular de los delincuentes, y Pedro León era el más
popular de los penalistas, y esta conjunción de nombres nos induce a
recordar a los unos y a los otros, a los que delinquían y a quienes defendía

94
a los delincuentes ante la justicia, hace años de años” (Pedro León
penalista de bufete portátil)

Así se puede observar que buscando otras temáticas y otros géneros cercanos a la
crónica roja, pero siempre dentro de la escritura de no ficción, se encuentran
nuevas posibilidades para contar la violencia, los desórdenes sociales y sus
vertientes y consecuencias en la sociedad.

2.9 Policiaco y negro

La literatura policiaca y la novela negra son formas de escritura que encuentran


puntos en común, pero al mismo tiempo se diferencian. Sin embargo, ambas
tienen una influencia directa en la crónica roja o policiaca. En parte, de allí se
deriva su nombre.

Se ha resuelto dedicar un apartado breve a esta relación porque es necesario ver


las otras narrativas, aunque estén del lado de la ficción, pero que sirven como
fuente para obtener ideas y recursos en la descripción y narración. En el libro
“Ficciones Verdaderas”, Tomas Eloy Martínez hace una investigación extensa y
encuentra un vínculo entre grandes relatos literarios que comenzaron como notas
de prensa. De acuerdo con esto es justo hacer un breve análisis de la literatura
más cercana a la crónica roja

Lo policial tiene una tradición extensa que inicia prácticamente con Edgar Allan
Poe, escritor estadounidense que descubre en esta literatura la oportunidad de
narrar un entorno desordenado que encuentra claridad y razón en la figura del
detective; ejemplo de ello son cuentos como “Los crímenes de la calle Morgue” y
“La carta robada”. A partir de allí aparecerán autores como Arthur Conan Doyle,
que crearía al inmortal Sherlock Holmes y Agatha Christie, que escribió las
aventuras del famoso Poirot.

Ellos provocarían una corriente literaria que afianzaría el género y al mismo tiempo
permitiría la aparición de la novela negra: género de la literatura que tendría todo
su esplendor en Estados Unidos en los años cuarenta con Raymond Chandler y
Dashiell Hammett. Luego encontraría una mayor difusión en la pantalla grande, en
lo que se conocería como cine negro, con películas como “The Big Sleep”, que
hace parte de una larga tradición de filmes sobre gánster, pandillas y estafas.

La novela negra, a pesar de tener su origen en la policiaca, se separa de ella en


algunos aspectos y crea mundos más complejos alrededor de los hechos que se
han denominado como aberrantes. Estructuras que ya no corresponden al misterio

95
de un caso específico sino involucran a una sociedad permeada por las dinámicas
violentas, excesivas y peligrosas:

“Desde sus inicios en los Estados Unidos, la novela negra ha estado


profundamente ligada a procesos que la inscriben dentro de lo que podría
llamarse una literatura social. Surgida en un clima creciente de violencia,
enmarcada políticamente en la prohibición del consumo, transporte y
elaboración de bebidas alcohólicas: por el auge de los gánster y su
extensión en el mundo de las apuestas, las drogas y la prostitución; y por
la corrupción del poder a través de sus funcionarios públicos y políticos, la
novela negra termina convirtiéndose en un instrumento que refleja sin
duda alguna los intestinos de una sociedad que convulsiona y se retuerce,
envenenada por la descomposición social y la violencia” (Salinas, 2007, p.
2).

Con estructuras adyacentes en los acontecimientos reales que enfrentaban los


cronistas judiciales, el acercamiento a este tipo de literatura no solo ayudó a darle
uno de sus nombres sino que además provocó la reapropiación del estilo y las
estéticas usadas por los escritores.

“Me puse en pie, miré los cuatro cuerpos y la acera cubierta de sangre,
anduve con pasos inseguros hacía la calzada y vomité en la alcantarilla
hasta que me dolió el pecho. Oí sirenas que se acercaban, me puse la placa
en la solapa de la chaqueta y me volví. Lee registraba los bolsillos de los
fiambres, arrojando navajas y porros sobre la acera, lejos de los charcos de
sangre” (La Dalia negra)

Este es un fragmento del libro “La Dalia Negra” de James Ellroy, uno de los
representantes contemporáneos más importantes. En éste se puede observar el
estilo: cargado de detalles, sensaciones, espacios y realidades perturbadas.

Estos elementos hacen parte de los recursos que tomaron los cronistas rojos o
policiales para garantizar una escritura de calidad que enfrentaba a la sociedad con
sus miserias. “El Caso de la Peluca” escrito por González Toledo evidencia su
estrecha relación con la literatura noir

“Cuando la discusión subió a altas temperaturas, Juan Padilla, hombre


impulsivo y de muy malas pulgas, echó mano de su revólver para intimidar a
Maruja. La mujer silenciosa y en actitud retadora se le enfrentó, y su
enloquecido esposo le hizo dos disparos que le causaron la muerte inmediata.
El marido, fuera de todo control, apenas comprendió que había cometido una
estupidez, con la misma arma se hizo un disparo en el paladar. También murió
de inmediato. El niño del matrimonio Padilla Ramírez presenció la escena, pero

96
no alcanzó a darse cuenta de la magnitud de lo ocurrido. Desde corta
distancia, una criada atestiguó de oídas la tragedia, y fue ella quien dio el
informe a las autoridades.” (El caso de la peluca)

Esta nueva perspectiva sobre la crónica y la literatura hizo que los periodistas se
preocuparan por su trabajo. En la siguiente referencia que hace Ramírez Tobón
(1992) González Toledo manifiesta su actitud frente a la combinación de estos
géneros. “De entrada se advierte la deliberada relación del cronista con la
literatura, ya que desde su temprana vocación de escritor se decidió por la reseña
policíaca como una actividad en la cual podía combinar estilo e imaginación. Pensó,
según sus propias palabras, que allí ‘podía jugar un poquito a la imaginación y
desarrollar un estilo’, a la noticia aplicarle una técnica distinta, una conformación
agradable no para falsear los hechos puesto que a tal imaginación le apliqué un
gran sentido de responsabilidad”.

Este vínculo es importante y necesario para el cronista rojo. Conocer nuevas


narrativas, incluso de ficción, sobre el crimen, le permite encontrar técnicas de la
literatura que luego con precisión, investigación y responsabilidad podrá aplicar a
los temas del periodismo judicial.

2.10 Diferencia y convergencia

Durante la teorización realizada sobre la crónica roja se han acercado conceptos


como sensacionalismo, novela negra y literatura policial. Aunque cada uno ha sido
motivo de análisis es necesario concluir que la crónica roja se diferencia de ellos
aunque tome elementos de cada uno. Lo cual permite la convergencia.

Si bien se realizó una fuerte crítica al sensacionalismo por su aprovechamiento de


la noticia a nivel comercial y su uso excesivo de recursos dramáticos para apelar a
la emoción, la crónica roja pretende de igual manera conseguir una reacción en el
lector, pero esta búsqueda se realiza a través de elementos periodísticos de
calidad; el estremecimiento llega por una presentación cruda de la realidad y no
por la espectacularidad del suceso.

Por otro lado, la novela negra y la literatura policial son una fuente de recursos de
narración que se renuevan contantemente con los escritores que aparecen. Cada
texto es una oportunidad de cazar elementos para narrar la locura y la violencia,
para concebir estructuras que pueden ser apropiadas al periodismo narrativo. Allí
radica su aporte al género. Sin embargo, es necesario aclarar que “en los textos
de periodismo narrativo la realidad se estira, se retuerce, pero jamás se convierte

97
en ficción. Lo que allí se pone en duda no son los hechos sino el modo de narrar
los hechos” (Martínez, T, 2000 P. 10).

Por lo tanto, no se permite ningún elemento de la ficción pues constituye una


irresponsabilidad. Como asegura John Mcphee (2009) el escritor de no ficción se
comunica con el lector sobre gente real en lugares reales. De modo que si esta
gente habla, uno dice lo que dijo.

La crónica roja escrita tiene la posibilidad de recuperarse como género valido en la


actualidad a pesar de la creciente aparición de nuevos medios tecnológicos y
novedosas maneras de presentar la información. Posee la convergencia que le
permite constituirse en la forma ideal de hacer el periodismo narrativo de
violencia, desórdenes y aberraciones de la sociedad. El reto es encontrar esa
comunión de elementos.

2.11 Ética y conocimiento judicial

A lo largo de este capítulo se han recopilado características y técnicas para


conseguir una revalorización de la crónica roja. Tanto en el nivel del relato como
en su preparación y concepción. Aunque estos factores ya mencionados son
fácilmente reconocibles también es necesario tener en cuenta el aspecto ético de
la crónica roja.

Los temas de los cuales se hace cargo el periodismo judicial lo ponen en una
situación complicada a la hora de elegir cómo usar esos recursos que ya se han
mencionado. Por ejemplo, aunque existe el trabajo de inmersión es necesario
evitar la complicidad con las fuentes. La responsabilidad es siempre con los
lectores.

Sucede que en algunas ocasiones el periodista desea solidarizarse con la víctima o


en otras ha conseguido una relación de confianza con el acusado. Esto le ha
permitido obtener los detalles necesarios para contar la crónica de la mejor
manera. Pero aun cuando el producto es un éxito total, se deben cuestionar los
métodos para obtener esa información.

Otro de los dilemas éticos tiene que ver con los derechos humanos. A pesar de que
el periodista en el mejor de los casos goza de libertad e independencia, eso no le
puede permitir violar los derechos de los demás, ni de sus fuentes e implicados. “El
sentido fundamental del derecho a informar viene dado por ser éste una

98
herramienta imprescindible para la consecución de los demás derechos ciudadanos
y de los derechos humanos; no para que estos sean devaluados por el primero”
(Klahr y Barata, 2009 P.83). Por lo tanto, el manejo de la información publicada
debe pasar por una autorregulación y un debate ético que garantice calidad y
pertinencia ética en lo contado. No es un modo de censura sino un compromiso
con la sociedad. Por ejemplo, no es conveniente difundir el nombre de las víctimas
hasta que las autoridades confirmen su identidad y den a conocer los hechos a los
familiares.

El siguiente aspecto tiene la misma relevancia: el conocimiento de la rama judicial


que debe tener el cronista. En los diferentes países la legislación aplica con
métodos disímiles; el modo de determinar la condena, los procesos y los
procedimientos cambian según el contexto y conocerlos es una obligación del
periodista.

Cuando un suceso está cargado de implicaciones penales, ha sido demorado para


llevar a cabo el juicio o ha tenido vicios de formas, es preciso que el periodista
cuente esos detalles porque hablan de las funciones de la rama judicial. “El
periodista judicial debe conocer cómo funciona el aparato de justicia y los distintos
órganos judiciales, y saber identificar las etapas de un proceso penal. Para un
manejo correcto del lenguaje, debe tener claridad sobre la presunción de
inocencia, para no condenar a las personas antes de que haya una sentencia
condenatoria. Así mismo, debe respetar el secreto del sumario, y en caso de
filtraciones informativas, no sacrificar el debido proceso por una ‘chiva’ ” (Vallejo y
Morales, 2001, P. 212)

Una información sin este conocimiento refleja poca investigación y provoca


pérdida de credibilidad. Por ejemplo, actualmente funciona un nuevo sistema
penal acusatorio en Colombia y éste determinó un cambio en los procedimientos.
Si no se conocen esas modificaciones no se puede hacer una narración correcta.
Este aspecto que parece menos importante es definitivo en la concepción del
relato, el seguimiento del suceso y el futuro de la información.

2.12 El momento de escribir

El reto de encontrar los recursos para recuperar la crónica roja es exhaustivo, pero
sobre todo continuo. El periodismo y la literatura sufren cambios importantes con
el tiempo; pero se sostienen sobre el primero unas bases fuertes que se fundan
sobre la responsabilidad y la calidad narrativa. La teorización de la crónica roja

99
permite la reflexión, el debate y la crítica. Pero cumplidos estos pasos es necesario
poner en práctica cada resultado obtenido.

“El periodismo popular mete miedo. Miedo en los sectores ilustrados porque nos
recuerda las pasiones y los pecados de los que estamos hechos. Miedo en los
sectores populares porque cuenta las penurias y las maldiciones de su vida diaria”.
(Rincón, O, 2010 P. 27) Ese miedo es una oportunidad para enfrentar a los
lectores con una realidad que se han acostumbrado a digerir o prefieren no mirar.

El periodismo narrativo es el canal para aprovechar esa oportunidad, Daniel


Samper Ospina asegura que se debe hacer este periodismo porque es la manera
de reivindicar la importancia de lo no importante. Cuando la forma ha adquirido
una estructura atractiva el tema se desenvuelve con naturalidad y alcanza su
objetivo: ha llegado a las audiencias, despertado curiosidad, estremecido y sobre
todo ha generado la reflexión que permite pensar sobre la sociedad a la cual
pertenecen.

“La justicia es lenta, pero una buena historia con diversidad de fuentes y contexto
puede ayudar a movilizar a la sociedad y, con suerte, a los operadores de justicia”
(Isabel Mercado citado en Lanza, C, 2010 P. 24). Bajo esa premisa vale la pena
arriesgarse por un género demeritado, acercarse a la violencia para narrarla.

A continuación se presenta el proceso para llevar a cabo una crónica roja que
intenta aplicar el contenido teórico del cual se ha ocupado esta investigación. Se
ha tomado un caso particular y a partir de éste se escribirá un informe general de
los pasos realizados para obtener la información. Finalmente, se presentará el
resultado de todo este proceso: una crónica roja que pretende ser un comienzo
para revalorizar al género como escritura de no ficción.

Virginia Woolf asegura “no son las catástrofes, los asesinatos, las muertes, las
enfermedades las que nos envejecen y nos matan; es la manera como los demás
miran y ríen y suben las escalinatas del bus”, como ignoran una realidad que
avanza con rapidez hacia la desintegración sin que los relatores de la no ficción se
tomen el trabajo de hacer un intento por contarla. Es momento de escribir, de ser
amigo de ‘la chica mala del periodismo’. 4

4
Término utilizado por Cecilia Lanza para denominar a la crónica roja y que tomó el nombre del
libro que pretende analizar sus posibilidades.

100
CAPÍTULO III

INVESTIGAR Y ESCRIBIR CRÓNICA ROJA

Desde octubre de 2012 comenzó el paro de la Rama Judicial del gobierno


colombiano que exige una nivelación salarial, además de garantizarles un aumento
en el presupuesto del año 2013. El paro continúa y no se han abierto los juzgados
de Paloquemao en Bogotá, una de las sedes principales para realizar los procesos
judiciales y solicitar información sobre ellos.

En una primera instancia se tenía pensado construir una versión sobre los hechos
ocurridos el 24 de mayo de 2012 en el Parque Nacional, en el cual una mujer de
35 años, conocida como Rosa Elvira Cely, fue asesinada, violada y empalada por
uno de sus compañeros de estudio: Javier Velasco Valenzuela.

Se realizó una recopilación de información y se buscaron los primeros contactos


para entrevistar al asesino. Sin embargo, el paro judicial, con Bogotá como
epicentro, y la sobreexposición del acontecimiento motivaron el cambio de tema.

De acuerdo con esto se exploraron otras opciones y luego de valorar tres


posibilidades se escogió un caso en Pereira obtenido de una comunicación con una
abogada que contó la historia del protagonista. Después de analizarlo en detalle se
prefirió como caso para trabajar.

A continuación se rinden breves informes sobre la manera cómo se realizó la


reportería para el trabajo y los diferentes pasos para la construcción de la crónica
roja presentada al final.

3.1 El caso

Para no quitarle expectativa a la crónica roja que dio como resultado, se enunciará
brevemente en qué consiste el acontecimiento:

Un joven de 21 años, estudiante de ingeniería, es encontrado en una finca, vía


Dosquebradas, junto al cuerpo sin vida de un hombre considerado como su “papá
adoptivo”. A la primera impresión parece un suicidio, pero luego, de acuerdo con
las pruebas de necropsia, se determina que es un asesinato. Desde ese momento
comienza una serie de especulaciones sobre lo que sucedió el 25 de marzo de
2005, en Semana Santa, en la finca conocida como Mirador de Nerón y Luna.
Como resultado judicial el joven es condenado por homicidio agravado y porte
ilegal de armas.

101
3.2 Investigación

El primer contacto realizado fue la búsqueda virtual de información. Esta permitió


encontrar el recurso de casación impuesto por la defensa del joven, el cual no fue
aceptado.

Después se contactó a una procuradora penal de Pereira. En una conversación con


la funcionaria se conocieron detalles sobre el proceso: ¿Cómo había terminado el
caso? ¿Qué había sucedido? ¿Dónde se encontraba el joven? Y la posibilidad de
contactarlo.

A partir de esta conversación, la procuradora, que no ofició durante el proceso,


pero sí tenía conocimiento de este, se reúne con el interno para averiguar si está
dispuesto a hablar sobre lo sucedido. En ese momento se hacen llamadas
telefónicas a familiares cercanos al condenado para programar unas entrevistas.

Debido a la confirmación de las fuentes se contacta el 9 de noviembre al profesor


Federico García Naranjo para que facilite una carta en la cual la universidad
respalde la investigación y pida autorización para entrar a la Penitenciaría San
Bernardo de Armenia. La comunicación se consigue.

El domingo 11 de noviembre se realiza el viaje hacia Pereira con el fin de hacer la


reportería necesaria para la crónica roja. A partir del 12 del mismo mes, día
festivo, se cuenta con las sentencias de primera y segunda instancia, por lo cual
durante ese lunes se hace un análisis exhaustivo y se preparan los cuestionarios.

3.3 Primer contacto

El martes 13 de noviembre a las siete de la mañana se realiza viaje Pereira –


Armenia, ciudad donde se encuentra recluido el condenado, en la Penitenciaría San
Bernardo.

Grafico 2: Fachada penitenciaria San Bernardo de Armenia

102
Luego de hablar con Marcela Otálora, asesora jurídica de la prisión, ella se
comunica con el director de la cárcel Gonzalo Patiño Moreno. Ellos no autorizan el
ingreso para hablar con el interno porque aseguran estar en la obligación de hacer
un procedimiento de permiso con la Jefatura de Prensa del INPEC en Bogotá.

Por lo tanto, no se puede hacer el primer contacto con el condenado. Sin embargo,
ese día a las doce del medio día en Pereira, barrio Ciudad Jardín, se entrevista a la
mamá del interno. Durante una hora y cuarenta minutos se indaga sobre la
relación con el abogado asesinado, la infancia del hijo, sus hábitos y su versión de
los hechos. La mujer de apellido Vargas prefiere no hablar sobre el día del
asesinato.

Esa noche se revisa el material en la grabadora y se escriben nuevas preguntas de


acuerdo con la primera entrevista.

3.4 La búsqueda del lugar

El miércoles 14 de noviembre a las ocho de la mañana se hace una nueva llamada


para contactar a la esposa del condenado. Se acuerda cita para el siguiente día en
el Centro Comercial Victoria.

De esta forma, el miércoles se realiza el viaje en busca del Alto de las Camelias,
lugar cercano a la finca donde se cometió el asesinato. Se hace un recorrido por la
avenida La Romelia - El Pollo y luego se sube hacia la montaña donde se puede
observar la ciudad de Pereira.

Gráfico 3: Panorama observado desde el sector conocido como la vereda La Esperanza.

Se hace una breve exploración con vecinos del sector los cuales entregan
información escueta sobre la finca. Se pregunta sobre el señor asesinado
obteniendo algunos comentarios.

103
Finalmente, se hace un recorrido a pie hacia una de las fincas. Aunque aparece
como propiedad privada, no hay inconvenientes con el ingreso, por lo cual se hace
trabajo de campo. Se observan detalles como el acceso vehicular y la cercanía
entre lotes y viviendas.

En la noche del miércoles se revisa el contenido del cuestionario que se realizará a


la esposa.

3.5 Entrevista y acceso a documentos

La cita para la entrevista con la esposa del interno es en la tarde del jueves 15 de
noviembre.

Durante el trascurso del día se realiza una visita al Palacio de Justicia de Pereira
para solicitar las audiencias grabadas, en las cuales se incluyen las declaraciones
de testigos, perito en balística y médico. Además, se presencia una audiencia de
imputación sobre otro caso, con el objetivo de ver los procedimientos que se
realizan normalmente en un juicio.

Grafico 4: Palacio de justicia de Pereira

A las cinco y media de la tarde se presenta el encuentro con la esposa del


condenado. Durante dos horas se realiza entrevista en la cual se busca identificar:
Relación, tránsito por varias cárceles del país, rectificación de información obtenida
por otras fuentes, indagación personal sobre hábitos de ambos, versión de los
hechos, entre otras especificidades.

3.6 Contacto con la procuradora y otros avances

El 16 de noviembre se realizó un repaso del material obtenido. En los videos


conseguidos se pudo observar el fallo de primera instancia, la orden de captura,
entre otros procedimientos importantes para la crónica roja.

104
En la tarde se realizó entrevista a la procuradora 152 de Pereira para que hablara
sobre el nuevo Sistema Penal Acusatorio (2005) y cómo este afecta la manera de
realizar una investigación. Finalmente, se consulta material literario y periodístico
con el objetivo de tener ejemplos presentes para narrar posteriormente.

El sábado 17 de noviembre se regresa a Bogotá, aunque se concreta una


entrevista con el interno en su permiso de setenta y dos horas que tendrá el 23 de
noviembre.

3.7 Tramo final

El 20 de noviembre se realiza búsqueda en la hemeroteca de la Biblioteca Luis


Ángel Arango con el fin de averiguar menciones, durante marzo y abril, sobre el
acontecimiento en el periódico regional La Tarde. Se obtiene únicamente una
publicación del día 3 de abril de 2005.

El 23 de noviembre a las 6:15 pm, durante el permiso de 72 horas, se realiza


entrevista al condenado: se aclaran algunas dudas, se reconstruyen los hechos y
se revelan versiones no registradas por las otras fuentes.

Comienza el proceso de escritura con una nueva revisión de información. Se


establece la estructura del relato.

En realidad este breve informe jamás podría expresar los diferentes retos que el
periodista judicial debe enfrentar cuando realiza la reportería necesaria para su
producto. Sin embargo, es un intento por mostrar una bitácora sobre el proceso de
investigación.

La inmersión es sin duda alguna uno de los elementos fundamentales si lo que se


pretende es una investigación amplia con una gran cantidad de fuentes. Aunque la
libreta de apuntes esté llena de información, también se debe tener en cuenta la
aseveración de Alberto Salcedo: “el mejor dato nunca está en la libreta de apuntes
ni en la grabadora. Es el que se te aparece espontáneamente cuando te sientas
frente al computador”. Cuando hay tanta información, escoger qué contar también
es un desafío.

La narración de no ficción es probablemente lo más complicado porque no es algo


que se aprende de momento, requiere trabajo y lectura. Por último, la crónica roja
presentada a continuación espera contribuir al rescate del género. Pretende ser fiel
al modelo planteado y confía cumplir con las expectativas de ser un periodismo
narrativo de violencia.

105
LAGUNAS DE ALCOHOL Y SANGRE

Carlos Andrés Londoño López

“Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario,
la hacen más profunda”

Gustave Flaubert

Boca abajo, sobre un charco de sangre casi seco de color rojo oscuro y negro, se
encuentra el abogado Wilson Collantes Rodas, totalmente rígido y pálido a pesar
de su tez morena. Descansa sobre él una silla blanca y azul Rimax sin espaldar. A
23 cm de su mano derecha, reposa un revólver marca Ruger calibre 38 Special con
la empuñadura forrada en una cinta blanca.

Es medio día en Dosquebradas, municipio de Risaralda a dos kilómetros de la


ciudad de Pereira. A esa hora, el cielo se encuentra despejado y el sol se pone
encima provocando una temperatura cercana a los 24°C.

Un proyectil de arma de fuego ha perforado los huesos del cráneo y fragmentos


del cerebro han quedado expuestos. El manchado oscuro producido por pólvora
que no hace combustión rodea el orificio de entrada, a aproximadamente 5 cm de
la oreja derecha.

Es 26 de marzo de 2005, Sábado Santo. En Colombia normalmente este tiempo se


utiliza para vacaciones y descanso. Por eso Jhon Alejandro Londoño Vargas está
allí.

Trata de abrir una puerta, está cerrada. Acaba de despertarse y la resaca le


produce una sed insaciable que lo dirige a otra puerta que da a un baño y luego a
la cocina. Detrás de él cuatro perros: dos siberianos, un labrador y un pastor
alemán salen apresurados por el encierro. Desesperados.

Toma algo de agua, empieza a prepararse cereal y mira el reloj. Tiene ‘guayabo’,
pero se extraña del silencio. No escucha a Wilson. Sale de la cocina y lo ve tirado
en el suelo, los perros lo olfatean y se le acercan, como si esperaran alguna
reacción de su dueño. Luego lo olvidan como si él no estuviera allí.

Alejandro está asustado. Se desespera, grita, lo sacude, toma el teléfono fijo:

−¿Dónde está Lina? −pregunta mientras llora. Ni siquiera saluda.

Silencio.

106
−William, llame a Lina. Dígale que suba con una ambulancia –entre sollozos−
Wilson está herido. Yo creo que está muerto.

−Espere, espere que ya le estoy marcando a Lina –responde William, su primo.

Alejandro cuelga. Al instante el teléfono timbra, no alcanza a sonar cuando él ya


ha contestado.

−¿Qué pasó? −es lo primero que escucha Alejandro. Es Lina Marulanda, la esposa
de Wilson Collantes

−Por favor, suba, suba a la finca.

−¿Qué pasó?

−¡Wilson, Wilson! –grita y llora.

− ¿Qué pasó?

−Wilson está en el piso.

− ¿Qué pasó, hijo? ¿Respira? –responde con tranquilidad.

−No. No respira –se apura a contestar Alejandro.

−¿Le dio un coma diabético o qué?

−No, él tiene sangre en la cabeza.

−Tranquilo, ya voy para allá.

Cuelgan.

Lina Marulanda, 33 años, delgada, cabello negro y largo hasta la espalda. Esposa
de Wilson Collantes desde el 19 de julio de 1995, deja inmediatamente la sede del
Seguro Social donde disfrutaba de la piscina.

En el camino llama a su amiga y fiscal Martha Flores para que le ayude con los
procedimientos y al señor Evelio Giraldo, propietario del Mirador de las Camelias,
cercano a la finca de Collantes, para que la suba hasta el lugar de los hechos en su
camioneta.

Mientras tanto la policía recibe la información de que hay un herido en el sector de


la vereda La Esperanza cerca a Las Camelias. Una unidad va en camino.

107
Un hijo con varios padres

Jhon Alejandro Londoño Vargas tenía 21 años cuando sucedieron los hechos.
Ahora tiene 28. Es aficionado a las novelas de conspiración o misterio. Su cabello
es corto, sus cejas grandes y abundantes.

Nació en Pereira. Su infancia no tiene elementos trascendentales que lo hayan


marcado, o al menos él no los recuerda. Estudió en el colegio Deogracias Cardona
y se graduó en el año 2002. Perdió el grado octavo.

Su mamá se llama Liliana Vargas, nació en Tuluá pero a los 9 años ya vivía en
Pereira. Cuando habla lo hace con desparpajo, ironía y espontaneidad:

−Donde yo fuera bien mala, bien matona ya me había echado tres al buche de
esos asquerosos y me iba a pagarlos −dice Liliana molesta al referirse a los jueces
que condenaron a su hijo. Es morena, viste una falda azul oscuro, un saco agua
marina y repetidamente utiliza la expresión “ay, niño” para referirse a los demás.
Tiene una mancha en la ceja derecha.

Liliana conoció al papá de Alejandro mientras trabajaba en un restaurante. Era un


señor casado, gerente del aeropuerto Matecaña de Pereira. “Yo era una mocosa de
17 o 18 años” y él tenía más de 30. Solo vivieron cuatro años juntos en el barrio
Gama, cerca al centro comercial Unicentro de Pereira.

Liliana Vargas se fue a vivir con un mafioso, Néstor Giraldo Zapata. Estuvo 4 años
con él y disfrutó de lujos que provocaron cierto resquemor en parte de su familia.
Durante ese tiempo ella dejó la ciudad.

−A mis siete años mi mamá se fue para la costa y me dejó al cuidado de una
prima de ella que se llamaba Lina Marulanda −cuenta Alejandro. Es frecuente verlo
con camisetas. Pesa 60 kg, es delgado y mide un metro con setenta centímetros.

“Yo era la hermana mayor de cuatro hermanos, me dediqué al cuidado del niño, a
enseñarle a caminar, a hablar, a cuidarlo todo el tiempo. Desde recién nacido se
dedicó a ser mi hijo”, confiesa Lina Marulanda. En ese momento ella estudiaba en
la Universidad Libre de Pereira y Wilson Collantes era su profesor.

Lina Marulanda siempre lo cuidó, incluso cuando su mamá todavía estaba con él
ella lo dejaba en la casa. Por eso Alejandro siempre la vio como una figura
maternal.

Wilson, 56 años, además de profesor era un abogado reconocido en Pereira. Fue


juez penal e hizo parte del Colegio de Abogados Penalistas. Tenía un buen salario

108
que no dependía de la universidad sino de sus defensas judiciales. Un
temperamento fuerte y machista. Dos hijos adultos de un matrimonio anterior.

−Recién nosotros nos casamos Wilson tenía conocimiento del niño, a él le


gustaban los niños hombres. Alejandro tenía 10 años, recuerdo que la primera vez
lo llevamos al circo y compaginaron muy bien −dice Lina

Con la ausencia temporal de su mamá, Alejandro encuentra en Wilson Collantes


una nueva figura paternal. Paseaban a la Costa y se mantenían juntos.

En diciembre de 1997, cuando el niño tenía 13 años viajaron a Ecuador en carro.


Estuvo cerca de un mes con ellos dos y poco a poco se fue convirtiendo en el hijo
que no tuvieron nunca. Wilson le daba dinero a Alejandro, fue su padrino de
confirmación, le pagó el colegio, lo acompañó en el grado y siempre estuvo
pendiente de él.

−Ellos me decían que me fuera a vivir con ellos. Es que en la casa de ellos yo tenía
mi cuarto y en la finca yo tenía mi cuarto −asegura Alejandro. Cuando habla se
pueden ver unos dientes blancos, casi perfectos. Recuerda en ese momento que
Wilson Collantes le pagó el tratamiento de ortodoncia.

Alejandro vivía como una persona de clase media, estudiaba sin problemas,
pasaba 15 días con su mamá y 15 días con la familia Collantes Marulanda. Alguna
vez llegó a estar 6 meses con ellos.

Santiago José Vargas es su hermano, tiene 20 años actualmente. Aunque no


tienen el mismo papá, crecieron juntos y gozan de una buena relación. Según su
mamá, Santiago se tatuó la letra J por su hermano.

La vida de Alejandro había sido tranquila, sin antecedentes penales, no lo


recuerdan como un joven problemático, aunque dicen entre risas que era noviero.
Él mismo lo acepta. Como la mayoría de los jóvenes tomaba alcohol. Fumaba
bastante aunque ahora lo ha dejado.

−Alejandro fue muy buen estudiante, era alegre, tomaba trago con Vicentico –dice
su mamá, que ha sacado un cigarrillo Premier.

Hace dos días, Alejandro estaba en la Penitenciaria San Bernardo de Armenia.


Ahora está en la casa de su novia en un permiso de 72 horas. Se quita la camisa
por el calor. Fuera de la habitación una niña hace ruidos inocentes. En 2012
completa siete años de estar privado de su libertad.

109
“Muerte de abogado fue un homicidio”

El 2 de abril del 2005 muere el Papa Juan Pablo II a los 84 años. Al día siguiente el
diario La Tarde de Pereira abre su publicación con la foto del sumo pontífice. En la
sección judicial aparece una noticia, columna derecha:

“Lo que inició como la investigación de un suicidio, tomó un rumbo inesperado. La


muerte del abogado Wilson Collantes fue establecida como un crimen sin resolver

En primera instancia, las autoridades hablaron de un suicidio, pues el hombre


presentaba un impacto en la cabeza y las características de la escena del crimen
indicaban que había sido el abogado, quien (se) había disparado.

Sin embargo, el informe de Medicina Legal indicó a las autoridades y los mismos
familiares que no se trataba de una autoeliminación, pues el cadáver presentaba
más de un tiro, uno de ellos en la espalda, lo que descarta de plano el suicidio”.

La noticia termina con un clamor de justicia. Aunque el proceso no fue seguido por
el diario, sí presentó las partes más significativas.

Paulina Jiménez, pareja de Alejandro, y Liliana Vargas comentan que diferentes


rumores aparecieron con la noticia:

Algunos diarios sensacionalistas comenzaron a especular con una relación


homosexual entre Wilson Collantes y Alejandro Londoño. También sobre relaciones
del abogado con narcotraficantes. Otros finalmente dedujeron que el móvil del
asesinato era un amorío entre Lina y Alejandro.

Nunca se comprobaron esas hipótesis y debido a la importancia de la persona que


había muerto, el acontecimiento revivió la cultura oral; lo convirtió en el chisme de
moda.

En la finca de los perros

Orlando Agudelo López tiene cabello negro, bigote y camisa blanca. Nació en 1967
y lleva 14 años trabajando como Intendente de la Policía Nacional en Pereira,
ahora en el municipio de Dosquebradas. “Soy el que dirige y orienta a las patrullas
de vigilancia que salen al servicio”, explica.

El 26 de marzo de 2005 se encontraba en el turno de la mañana, entre las 6:30


am y las 2:00 pm.

Recibe una llamada cerca de las 12:35 pm

110
−Vaya rodando hacia el sector de Las Camelias que se reporta un 935 X 915 –le
ordenan en la Central de Radio del comando del departamento.

Orlando sabe que eso significa un herido con arma de fuego. Por eso avisa a su
conductor, Javier Hernández González.

Él es moreno de pelo corto, viste camisa azul y tiene orejas grandes. 40 años tenía
en ese momento y llevaba 18 años trabajando en la estación de policía
Dosquebradas.

Inmediatamente toman su vehículo marca Kia y se dirigen al lugar.

El Mirador de las Camelias es cercano al barrio Parque Industrial y a la avenida La


Romelia – El Pollo. Se encuentra en el sector conocido como vereda La Esperanza.
Desde allí se visualiza la ciudad de Pereira y para subir se requiere de un automóvil
tipo camioneta porque tiene un recorrido empinado.

Debido a la panorámica los nombres de las fincas están acompañados de la


palabra ‘mirador’. La carretera es áspera y angosta, hacia los lados se observan
agricultores que recogen frijol. Más adelante se ven siembras de café y plátano.
Algunas charcas se notan en el recorrido y un lago se ve en la parte inferior.

Las Camelias es solo el inicio de un recorrido mucho más empinado hacia la finca
del abogado Wilson Collantes conocida como el Mirador de Nerón y Luna.

“Cuando nos aproximamos al Mirador de las Camelias, nos hicieron señas que
siguiéramos a dos vehículos tipo campero. Empezamos a andar tras ellos, o a
seguirlos porque ellos fueron los que puntearon la ida. 800 metros más adelante el
Kia se salió de la huella y el carro se quedó estancado”, declaró Orlando Agudelo.

***

Minutos antes Lina Marulanda había estado allí. Dejó su carro en el restaurante de
Las Camelias. Evelio Giraldo la esperaba en su campero Toyota gris. Se quitó un
short y se puso una sudadera. Su hermana Beatriz la acompañaba. Lina iba en
uno de los camperos que la policía siguió.

Estancados en la subida, los policías gastaron cerca de 25 minutos para salir. Un


vecino del sector los ayudó y les indicó donde quedaba la finca. Su nombre no era
muy popular pero la mayoría la conocían por su propietario.

Wilson Collantes era un fanático de los perros, los quería como a una persona.
Tenía cuatro: el primero que tuvo fue un lobo siberiano llamado Nerón; luego

111
consiguieron a Luna, un pastor alemán; después nació Paco, otro siberiano
cachorro de Nerón, y finalmente un labrador, Scott.

−Quería darle una tierrita al perro −dice Alejandro sobre el origen de la finca. En
ésta les tenía un cuarto especial con camarotes y además del concentrado les daba
comida.

Los vecinos del sector no recordaban el nombre de la finca pero allí estaba
delatada su pasión, sus perros le dieron el nombre: El Mirador de Nerón y Luna.

Finalmente, los policías llegan a la finca. Al hacerlo observan dos camperos


estacionados en el interior. Piden permiso para entrar y acomodar el automóvil Kia.

−Entramos y la sorpresa era que ya no era un herido −cuenta Orlando Agudelo

Javier toca el cuerpo, lo siente rígido e informa al sargento. Con rapidez se


preocupan por acordonar el área, su función principal es preservar la escena del
crimen.

Lina se encontraba allí.

−¿Qué sucedió?

−No, él se suicidó −le responde Lina. Se encuentra sentada en un comedor, en el


pasillo, cercano al cuerpo sin vida.

−Tenga la amabilidad se retira −le pide Agudelo apurado−. Usted no debe estar
acá, contamina el lugar de los hechos.

Lina pedía verlo y preguntaba por un reloj.

−No lo puede tocar, no lo puede ver−insistía Agudelo−. Hágaseme un lado.

Lina se aleja un poco pero insiste en hablar con el sargento

−Necesito agua, ¿tiene un cigarrillo?

−No.

Con rapidez llamaron a la estación 100 para que enviaran personal del C.T.I y
pidieron la unidad de levantamiento. También llegó el Cuerpo de Bomberos
Voluntario que pretendía recoger un herido pero el sargento Agudelo les pidió que
se retiraran, pues se trataba de un muerto.

112
−¿Lo puedo cremar? –preguntó Lina varias veces. La insistencia era sospechosa.
Un cuerpo que sufre muerte violenta deber ser enterrado por si son necesarios
estudios posteriores.

−No –le respondió Javier Hernández.

Luego de acordonar el área con un lazo, pues no llevaron cinta para aislar, Javier
aprovechó para acercarse a Alejandro, que se movía por la casa con impaciencia.

−Por favor, no le pregunte mucho que él está asustado −interrumpió Lina.

−Tranquila, yo solo necesito sus datos.

En el segundo piso de la casa, la escena del crimen era protegida por el sargento
Agudelo. Cerca al cadáver, sobre una mesa plástica Rimax de color azul,
continuaban las dos botellas vacías de whisky Buchanans 18 años, consumidas la
noche anterior, dos ceniceros con una gran cantidad de pavesa, una chapuza café,
un candado y una hielera. Debajo de la mesa una botella de soda Clausen.

El lago hemático estaba prácticamente seco.

Pereira: una ciudad de paso

Pereira es una ciudad en desarrollo. La más grande de lo que se conoce como el


Eje Cafetero, el cual completan Armenia y Manizales. Tiene 488.839 habitantes y
su infraestructura ha progresado notablemente. El viaducto que conecta a la
ciudad con Dosquebradas se impone como una construcción novedosa.

La ciudad vive con el imaginario colectivo, poco favorable, de la promiscuidad:

“Es que somos bien salados, pa’ rematar preciso tenemos el único Bolívar
desnudo”, comenta un pereirano con gracia.

Tiene un clima agradable, con poco frío y diferentes atractivos turísticos. Se posa
en la cordillera central de los Andes y sobre el valle del rio Otún. A pesar de su
crecimiento urbano, tiene más de 7 mil hectáreas de café.

Es la ciudad de paso obligado para ir de Medellín a Cali y viceversa. Dos ciudades


que cuentan con una tradición infortunada respecto a los carteles de la droga.
Pereira siempre ha sido la “parada” en el camino, lo cual irremediablemente le
provocó un microtráfico que la ciudad padece todavía.

El asesinato se cierne sobre la ciudad. Según cifras suministradas por el DANE, en


la ciudad se presentan 51 asesinatos por cada 100 mil habitantes. Hasta julio de

113
este año se tenían cifras de 133 homicidios en el área metropolitana. Es decir que
en promedio 19 personas murieron cada mes. Como si el asesino bogotano Campo
Elías Delgado, que mató 20 personas en el restaurante Pozzeto, cometiera la
misma masacre en Pereira cada mes.

Liliana Cardona, funcionaria del C.T.I. que participó en la investigación del caso
Collantes, a la fecha del suceso, es decir, de enero a marzo de 2005, ya había
realizado 40 inspecciones a cadáver por muerte violenta y no solo ella realiza esas
diligencias.

La noche del 25 de marzo de 2005

Lunes 21 de marzo en la noche. Llamada telefónica.

−Listo, yo mañana voy para la finca –le dice Alejandro a Wilson, que lo había
llamado dos días antes a invitarlo a pasar la Semana Santa. Su relación, a pesar de
la edad de Alejandro, continuaba siendo la de padre e hijo.

A medio día del martes 22, Alejandro llegó a la finca donde tenía su habitación.
Además de ellos dos solo los acompañaban Nerón, Scott, Luna y Paco, los cuatro
perros que Wilson mimaba.

Durante esos días ambos se dedicaron a descansar: Wilson dormía y Alejandro, fiel
a su pasión, miraba películas o jugaba algún videojuego en su habitación. A la
hora de la comida preparaban algo y hablaban en el corredor del segundo piso
donde se encontraba el cuarto de los perros y la cocina.

−Nos tomábamos cualquier traguito, nos fumábamos un cigarrillo y


conversábamos normal −recuerda Alejandro.

A solo diez minutos de la finca quedaba Pereira.

Wilson Collantes durante esos días bajó varias veces a comprar alimentos. La
Semana Santa transcurría con tranquilidad.

Desde diciembre de 2004 Lina no vivía con Wilson porque se habían separado. Ella
solía llamar a preguntar cómo estaban y Alejandro contestaba el teléfono la
mayoría de veces.

“Nosotros estábamos en un receso como pareja, se suponía que el domingo de


resurrección nos encontrábamos arriba con ellos”, contó Lina.

114
Viernes 25 de marzo cerca de las 9:00 pm.

Lina llamó, preguntó como siempre por ellos.

−¿Qué van a hacer ahorita?

−Acabamos de comer, yo me voy a encerrar a ver películas, me imaginó que


Wilson se va a acostar.

Alejandro se despide y cuelga. Vuelve al corredor.

−Vaya abajo al bar y traiga la botella de whisky que está iniciada −le dijo Wilson−
Hay dos botellas de las mismas, una entera y otra que se le sacó un trago no más,
traiga la que ya está abierta.

Alejandro asiente.

−Súbala para que nos tomemos un trago.

Alejandro bajó al bar, la idea de tomar era por esa época una tentación juvenil
frecuente. Cuando vuelve, Wilson está organizando la mesa, el equipo de sonido y
la música. Una luna llena, blanca y redonda ilumina todo el sector de la vereda La
Esperanza.

“Esto va pa’ largo”, pensó mientras miraba sorprendido.

Se sirvieron un trago con hielo de la botella Buchanan’s 18 Scotch whisky color


café, 40% de volumen de alcohol. Conversaron toda la noche. La primera botella
se acabó rápido.

−Quiere acostarse a dormir o nos tomamos la otra –preguntó Wilson.

−Tomémonos la otra.

“Ya estábamos súper borrachos”, asegura Alejandro.

Subió la otra botella. La música, sin ser escandalosa, seguía sonando.

La sombra se toma el resto de la historia. Una laguna, recuerdo perpetuo de


Alejandro, es su complemento. La segunda botella fue consumida pero luego de
eso, nadie recuerda nada. Wilson no puede hacerlo porque amaneció muerto y
Alejandro, hoy en la cárcel, asegura no saber qué pasó.

−A mí el whisky me hace daño, me borra el casete −es su defensa.

115
***

¿Qué terminó de pasar esa noche? Es la pregunta infinita imposible de contestar.


Mucho se especula, pero la verdad se desvaneció y si alguien la sabe carga con
ella.

Guillermo Fajardo parece ofrecer una versión alternativa. Tiene una finca a 80
metros del Mirador de Nerón y Luna. Fue compañero y amigo de Wilson. Subió
entrada la noche con su esposa para complacer a su nieta.

Sin tener una razón aparente está nervioso, no puede conciliar el sueño. Escucha
un silbido incómodo.

Se levanta y realiza pequeñas rondas de vigilancia. Se sienta en una banca cercana


a la malla que divide los predios y mira hacia la finca.

Los disparos estallan en la madrugada del sábado santo y rompen con el silencio
de la temporada religiosa. Dos o tres disparos, una pausa y se repiten. Guillermo
no se asusta, fue militar durante seis años. Al contrario, agudiza el oído y reconoce
por el sonido que se trata de armas diferentes.

−Percibía un arma semiautomática tipo pistola que disparaba más que la otra y al
instante sonaba otro disparo tipo revólver −asegura.

Los disparos venían de allá, estaba seguro. Trató de reconocer si había vehículos
de alguien más, pero solo se encontraba el Toyota Montero verde de Wilson
Collantes. Una música suave se colaba en el aire. Su curiosidad le permitió
identificar un murmullo:

−Percibí una voz de mujer y había un interlocutor hombre que hablaba en tono
fuerte y embriagado.

No pudo entender qué decían.

Nadie logró comprobar que otra persona estuvo allí.

En busca de la verdad

Sábado 25 de marzo, 1:00 pm aproximadamente.

El cielo raso está agujerado y algunos pedazos de teja destrozada evidencian los
disparos.

116
Liliana Cardona llegó a la finca el Mirador de Nerón y Luna. Ella es la encargada de
coordinar el Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía (C.T.I.) conformado por
el técnico Bernardo Cortes, el investigador Hernán Valencia, el funcionario de la
Sijin Antonio Donoso y Abelardo Campos.

−Nosotros utilizamos el método en espiral. Teniendo en cuenta que el cadáver es


la evidencia número uno. Partimos desde allí, de adentro hacia afuera –explica
Cardona.

Exploraron el lugar aislado, tomaron fotografías y recogieron evidencias: se


encontraron vainillas del revólver cerca al cadáver; el perito en balística Olav
Fernández aseguró que por lo menos dos armas fueron disparadas la noche
anterior.

Martha Flórez, fiscal amiga de la familia, llegó a la finca.

Prefirió no acercarse a ver a Wilson Collantes, se mantuvo en el corredor.

−No hay que buscarle más a esta situación –sugirió Martha Flórez−. El doctor
Wilson se suicidó y eso ya se veía venir porque él tenía inconvenientes con el
trago.

Nadie responde.

Cuando estaban por terminar, Liliana Cardona observó con mayor detalle el cuerpo
en el suelo. Una mancha de sangre, imperceptible antes, dio un giro completo a la
investigación.

Eran pequeños rastros de sangre en su lomo. Decidieron levantar la camisa, al


hacerlo, identificaron una herida. Un orificio de bala justo en la espalda.

Descartado el suicidio.

***

El Protocolo de necropsia 2005p-05030700255 realizado por el médico Pablo


Tadeo confirmó el crimen.

Encontró una segunda herida en la espalda, en la región escapular derecha. La


bala que quedó alojada en la región pectoral izquierda pudo provocar muerte
inmediata:

“Penetra el tórax en la parte derecha, atraviesa de lado a lado el pulmón derecho,


luego llega a la cavidad cardiaca, atraviesa el ventrículo derecho, sale de la

117
envoltura que tiene el corazón que se llama pericardio y se aloja en el músculo
intercostal, en ese sitio se recupera un proyectil dorado”, informó el médico.

La bala recuperada era de una pistola calibre 9mm. No coincidía con el revólver
Special 38 junto al cadáver. Un arma estaba desaparecida y ahora se buscaban
sospechosos.

Los integrantes del C.T.I. temieron un asesinato. De inmediato le practicaron una


prueba de absorción atómica a Alejandro Londoño, único testigo en el lugar de los
hechos.

Se buscaban rastros de elementos químicos propios de la pólvora en sus manos.


La prueba dio positiva: se encontró bario, antimonio y plomo. Alejandro dice no
recordar nada sobre haber disparado. Aunque admite que en su laguna alcohólica
pudo hacerlo.

Armas siempre había en la finca; Wilson Collantes era un aficionado a ellas.


Incluso tenía una colección antigua e inservible, y una escopeta de caza.

Pero el revólver Ruger 38 y la pistola 9mm eran las armas que comúnmente
estaban sobre la mesa. La última jamás apareció, se presume que con ella el
abogado fue asesinado.

Se realizó el velorio y el cuerpo fue enterrado en el cementerio La Ofrenda vía


Armenia. Las investigaciones se prolongaron por varios días mientras los
involucrados lo consideraban un caso cerrado.

***

En los exámenes hechos al cuerpo se encontró que tenía un segundo grado de


alcoholismo, exactamente 243 mg de alcohol etílico en sangre. Este registro
corresponde al equivalente de una de las botellas de whisky. El perito planteó que
normalmente con esa concentración el sujeto se encuentra cerca de la anestesia
general.

El Acta 152 de Inspección a cadáver hecha por el C.T.I. aseguró que la escena del
crimen había sido modificada, se encontraron huellas de arrastre y elementos
alterados.

***

118
El 9 de abril de 2005, 14 días después del acontecimiento, la fiscal Nancy Ramírez
Pulgarín pidió que se expidiera orden de captura contra Jhon Alejandro Londoño
Vargas.

Alejandro se encontraba en la finca junto con su novia Paulina Jiménez.


Colaboraba con la justicia, desprevenido y sin pretensiones.

Indicó paso a paso sus movimientos el día del suceso mientras las autoridades
competentes lo grababan. Terminaron y bajaron al restaurante Las Camelias. Era
la una de la tarde.

−Antes de irse debe hablar con esos dos señores que están allá –, le informan
mientras señalan una camioneta.

Los dos sujetos que no vestían con ningún uniforme se acercan y le leen sus
derechos.

−Debe venir con nosotros –, le indican.

−Hágame un favor –, susurra Alejandro. No me coloque las esposas que aquí me


conocen.

Acceden.

−Llame a Lina –, alcanza a decirle a Paulina. Pensó que al ser abogada ella podría
ayudarlo.

Alejandro se sube a la camioneta, está confundido y preocupado.

Nunca sospechó que luego sería condenado a 23 años de cárcel por homicidio
agravado y porte ilegal de armas.

Consecuencias de estar allí

La sala está llena, las sillas ocupadas y unas cincuenta personas de pie se
amontonan en la entrada de Juzgado Primero Penal del Circuito.

Alejandro tiene una camiseta negra que termina en un borde azul claro, parece
tranquilo, tiene un jean azul y unas zapatillas blancas. Tose antes de comenzar la
audiencia.

Mientras se le enuncian los derechos, se pone erguido, su mano derecha la apoya


sobre la mesa y se toca el codo de la izquierda, tiene los pies abiertos y la mirada
impávida. Sin titubeos.

119
−Sí −es lo único que dice cuando acaba la juez. Un monosílabo silencioso apenas
expandido por el micrófono en frente.

Un momento después reanuda.

−Deseo continuar con el juicio −, responde luego de que la juez Consuelo López le
pregunte si prefiere aceptar los cargos a cambio de una rebaja de pena.

La fiscal 18 Nancy Pulgarín, delegada ante los jueces penales del circuito, usa una
camisa negra con una flor amarilla. Tiene el pelo corto y sobre la frente su cabello
se separa en dos. Es segura y luce arrogante.

Alejandro mueve el pie, con algo de impaciencia, mira rápidamente a la fiscal y


continúa con las manos ahora sobre su quijada. Su abogado Héctor Hincapié, a su
lado, mueve algunos papeles.

El 25 de julio de 2005 se dio inicio al juicio oral. Los días anteriores Alejandro
Londoño tuvo medida de aseguramiento intra-mural en la cárcel de varones La 40
de Pereira. Su caso es particular porque a pesar de no encontrarse ninguna prueba
en su contra fue declarado culpable.

Alejandro nunca vulneró su derecho a guardar silencio.

Cuando conversamos en su permiso de setenta y dos horas asegura que si lo


hubieran tomado como sospechoso ese día, le habrían practicado la prueba de
alcoholemia, y según él, encontrarían que estaba borracho.

−Cómo mínimo Alejandro sabe qué pasó en esa finca –, argumenta la fiscal Nancy
Pulgarín. Por miedo, porque se siente involucrado, porque sabe, porque disparó, lo
cierto es que estuvo allí. Estuvo solo con la víctima y es el único que sabe qué
paso. Atrás la multitud presta atención concentrada.

Alejandro dice tener un vago recuerdo en el cual esa noche Lina Marulanda le
quita los zapatos y le acomoda los pies en la cama de la habitación de los perros,
donde despertó. Pero nunca lo dijo, mintió sobre la versión real y nunca pensó en
cambiarla. Esa es su carga.

−Que el señor Jhon Alejandro es buena persona, yo no lo dudo. Pero es que a las
personas no se les juzga porque sean malas personas. Nosotros tenemos un
derecho penal de acto no de autor –arremete la fiscal.

Mira con tranquilidad.

120
Ahora, sin remordimiento, Alejandro sostiene una versión en la cual mientras los
agentes de policía solucionaban el problema del vehículo atascado, Lina Marulanda
sacaba veinte millones de pesos de la habitación de Wilson Collantes y los
guardaba.

Después ve la pistola 9mm y se la entrega a un escolta del señor Evelio Giraldo,


propietario del Mirador de Las Camelias, con la excusa de que el arma no tenía
salvoconducto.

Nunca dio esa versión y la declaración se convierte en un rumor más, imposible de


comprobar 7 años después. Él escogió guardar silencio con la confianza de que las
acusaciones no progresarían, pero se equivocó.

***

Alejandro Londoño Vargas fue declarado culpable, principalmente, bajo el indicio


de presencia en el lugar de los hechos. No se le comprobó que disparara al
abogado. Pero estar allí, como único testigo, lo convirtió en el posible autor. El
Juzgado Primero Penal del Circuito, el 11 agosto de 2005, lo sentenció en primera
instancia a 17 años y ocho meses de prisión.

El 27 de septiembre de 2005, luego de presentar el recurso de apelación, el


Tribunal Superior Del Distrito de Pereira Sala de Decisión Penal modificó el fallo en
segunda instancia y lo condenó a 23 años y 6 meses. Al considerar que no era un
homicidio simple sino agravado, puesto que Alejandro Londoño actuó contrario a
los deberes que las relaciones sociales le imponían con la víctima. Que fuera casi
su padre aumentó su condena.

Esa mañana del 27 de septiembre, Alejandro usaba vestido de paño azul y un saco
claro de cuello tortuga debajo. Esta vez se veía ansioso, quizá preocupado. 45
minutos duró la lectura del fallo.

Justo cuando el Magistrado Vicente Rodríguez Feo leyó la pena, Alejandro, que
siempre había conservado la calma, perdió el control, se venció sobre sí mismo, se
tocó la cabeza con desespero, miró al abogado defensor en busca de alguna
respuesta pero este, a su lado, ni lo percibió. Las manos sobre sus orejas, como si
no quisiera oír, mostraron su derrota.

121
Siete años después

Afuera de la habitación donde Alejandro Londoño conversa conmigo, está Paulina


Jiménez, su novia.

Paulina lo ha esperado a lo largo de estos siete años y piensa que podrá hacerlo
por los años que quedan. Es psicóloga profesional, muy delgada. Tiene los ojos
negros y el pelo largo.

A pesar de la situación es alegre y espontánea. Se ríe de su relación con Alejandro


y suelta una carcajada cuando habla de Daniela, su hija. Ella nació el 15 de febrero
de 2007.

Cuando era bebé, Daniela fue a ver a su papá a la Penitenciaría pero no ha vuelto
a hacerlo. Ella no sabe que él es un interno: “Su papá debe viajar muy seguido y
por eso no puede estar en la casa”. Los permisos de 72 horas que le ha dado el
INPEC, son el regreso de ese viaje.

Alejandro Londoño se ganó una beca dentro de la cárcel y estudió a distancia


hasta graduarse en el 2011 de Administración de Negocios Internacionales en la
Universidad de Quindío. Ha sido profesor en todas las cárceles por las cuales lo
han trasladado: Armenia, Pereira, Acacias y Calarcá.

Los tres parecen haber normalizado la condena; Alejandro pretende presentar un


recurso de revisión y de rebaja de pena aunque sigue estudiando, Paulina lidera
trabajos psicológicos en grupo para Ecopetrol y Daniela con cinco años entra a
primero en el colegio Calasanz de Pereira.

En el sector del Mirador de las Camelias, la población olvidó el suceso o nunca se


enteró. La profesora del Centro Educativo La Esperanza, cercano al Mirador de
Nerón y Luna, solo sabe que “ese señor se suicidó”.

La temperatura en Pereira sigue cerca a los 24°C, aunque ahora llueve con
frecuencia.

Ayer ha habido un allanamiento a las cuatro de la mañana a una propiedad de un


narcotraficante. En la cartelera de juicios del Palacio de Justicia de Pereira hay dos
acusados por homicidio agravado y porte ilegal de armas. El periódico registra el
caso de Martín Sánchez, un reciclador que recibió un disparo en el pómulo derecho
y perdió su vida. La violencia no da tregua.

La madrugada del sábado santo de 2005 continúa siendo un misterio, Alejandro


estuvo allí y por la prueba de absorción atómica disparó un arma, pero no

122
recuerda haber asesinado a su figura paternal. Una laguna de alcohol es la sombra
sobre el recuerdo.

A Lina Marulanda se le abrió una investigación por los comportamientos que tuvo:
insistencia en cremarlo, posible interés por el dinero del abogado e intimidaciones
jamás comprobadas hacia Alejandro. Pero esta quedó archivada. El caso de la
muerte de Wilson Collantes nunca esclareció, tiene un condenado pero, tal vez, no
un asesino.

123
CONCLUSIONES

El arte de narrar lo criminal

La investigación periodística siempre deja rastros y “’La chica mala del periodismo’:
aproximación a la crónica roja” los dejó de una manera permanente y continua. La
violencia, a pesar de ser parte del “paisaje”, es un fenómeno que al verlo de cerca
estremece.

Por ello, la crónica roja es uno de los retos más interesantes del periodismo actual;
los alcances de la perversidad y la maldad dejan por un momento esa sensación
de lejanía para instalarse en la cotidianidad, y se acumulan a diario crímenes que
necesitan de algún narrador que no los escoja de acuerdo con el número de
disparos, la cantidad de cuchillazos o la fama de los involucrados.

Si alguna vez Tomas De Quincey habló sobre el “Asesinato Como una de Las Bellas
Artes”, quizá, encontró en él una estética provocadora. Un abismo que invita a
saltar.

Es en esa línea indefinible donde se diferencian quienes cometen el crimen y


aquellos que lo narran. Seguro los periodistas hacen parte del segundo grupo.
Aunque algunos profesionales del sensacionalismo hayan llegado al límite de
provocar las noticias que luego presentan con escándalo y espectáculo.

El periodismo judicial se ha visto relegado en las secciones de la prensa y ha


perdido el protagonismo que tuvo en algún momento. Ahora solo se toma las
páginas, cuando un gran suceso ocupa la agenda pública y la atención se cierne
sobre la aberración criminal.

Aún así abundan tabloides con ese tipo de noticias; contenidos deseados por la
sociedad: las personas definitivamente quieren saber qué le pasó a los otros, cómo
murieron. La cercanía con la muerte crea un reparo en la vida.

Sin embargo, esa narración no se debe realizar a cualquier precio. La crónica roja
merece volver al periodismo narrativo, dejar la superficialidad al hablar de la
violencia o la locura y encontrar una belleza descriptiva en lo horrible y espantoso,
no para legitimarlo sino para provocar una reacción en una sociedad que se
acostumbró a la tragedia.

Hay que dejar de subestimar el género rojo porque es este el encargado de narrar
la criminalidad, de convertirlo un arte narrativo que produzca satisfacción por la
manera cómo se escribe pero dejé perplejo por los contenidos que transmite. “La

124
figura de la muerte, en cualquier traje que venga, es espantosa” dijo Cervantes,
pero por qué no ponerle el traje adecuado para que todo la miren, aunque al final
todos la odien.

Investigación y curiosidad

Escribo esta última parte en primera persona porque quiero referirme a las
consecuencias que tuvo este proyecto en mi formación personal.

A pesar de que a lo largo de mi carrera me he enfrentado a diferentes retos, sin


duda alguna haber escogido al periodismo judicial para el final lo ha hecho más
complejo aunque gratificante.

La investigación es uno de los elementos que más resalto de este proceso por
la época en que vivo. Con frecuencia vemos como una noticia es publicada en
un medio de comunicación mientras montones de periodistas, gracias al
Internet, se sientan frente al computador y transcriben los mismos contenidos.

Creo que la plataforma digital es una oportunidad para expandir los contenidos,
pero pienso que estos últimos merecen un proceso de investigación serio. He
presenciado de primera mano la gama de grises que Juan José Hoyos presume
se encuentran en las historias.

Es incalculable la cantidad de obstáculos producidos en la reportería:


prohibiciones, mentiras, pretensiones y zonas oscuras. Seguro cada uno de
éstos será un precedente para nuevas investigaciones

Finalmente, quedo enganchado a uno de los géneros periodísticos más


polémicos de la historia de las publicaciones. Seguro de que se puede hacer
algo productivo con este y pretendo que este proyecto sea una evidencia
plausible.

125
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Grafico 3: Panorama observado desde el sector conocido como la vereda La


Esperanza, fotografía tomada por Carlos Andrés Londoño López

Grafico 4: Palacio de justicia de Pereira, tomado de:


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%20pereira

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