Consenso DBT y Enf CV SAC
Consenso DBT y Enf CV SAC
Consenso DBT y Enf CV SAC
Vocales
Comité Asesor
Las opiniones, pautas o lineamientos contenidos en los Consensos o Recomendaciones han sido diseñados y planteados
en términos genéricos, a partir de la consideración de situaciones concebidas como un modelo teórico. Allí se describen
distintas hipótesis alternativas para arribar a un diagnóstico, a la definición de un tratamiento y/o prevención de una
determinada patología. De ningún modo puede interpretarse como un instructivo concreto ni como una indicación ab-
soluta. La aplicación específica en el paciente individual de cualquiera de las descripciones generales obrantes en los
Consensos o Recomendaciones dependerá del juicio médico del profesional interviniente y de las características y cir-
cunstancias que se presenten en torno al caso en cuestión, considerando los antecedentes personales del paciente y las
condiciones específicas de la patología por tratar, los medios y recursos disponibles, la necesidad de adoptar medidas
adicionales y/o complementarias, etc. La evaluación de estos antecedentes y factores quedará a criterio y responsabili-
dad del médico interviniente en la decisión clínica final que se adoptará.
1
Directores: Dr. Mariano Aníbal Giorgi (SAC) - Dr. León E. Litwak (SAD)
Co-Director: Dr. Hugo Sanabria (SAC)
Secretarios: Dr. Augusto Lavalle Cobo (SAC), Dra. Carla Musso (SAD), Dr. Emiliano Salmeri (SAC) - -
Autores
Revisores
Por la Sociedad Argentina de Diabetes
Dra. Susana Salzberg
Dr. Cristian Suárez Cordo
VOL 88 SUPLEMENTO 9
OCTUBRE 2020
Índice
REFLEXIONES PRELIMINARES........................................................................................................ 1
METODOLOGÍA ................................................................................................................. 1
EPIDEMIOLOGÍA E IMPACTO SANITARIO............................................................................. 2
a. Epidemiología de la Diabetes Mellitus..................................................................... 2
b Epidemiología de las complicaciones cardiovasculares en el paciente con
Diabetes Mellitus.................................................................................................... 2
c. Implicaciones sanitarias........................................................................................... 2
DEFINICIONES ................................................................................................................... 4
a. Definición de Diabetes Mellitus............................................................................... 4
b. Glucosa alterada en ayunas y tolerancia alterada a la glucosa................................. 4
c. Pesquisa de Diabetes Mellitus................................................................................. 4
d. Tipos de Diabetes Mellitus....................................................................................... 5
e. Seguimiento metabólico del paciente con Diabetes Mellitus ................................... 6
ESTRATIFICACIÓN DE RIESGO............................................................................................. 7
a. Estratificación de riesgo cardiovascular en el paciente con Diabetes Mellitus............ 7
b. Pesquisa de isquemia miocárdica silente.................................................................. 8
TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO DE LA HIPERGLUCEMIA.......................................... 10
a. Plan alimentario...................................................................................................... 10
b. Actividad física........................................................................................................ 11
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LA HIPERGLUCEMIA................................................ 12
a. Objetivos glucémicos: intensivo vs. conservador...................................................... 12
b. Mecanismo de acción y seguridad cardiovascular de los fármacos........................... 12
– Sulfonilureas..................................................................................................... 13
– Metformina...................................................................................................... 13
– Tiazolindinedionas............................................................................................ 14
– Inhibidores DDP-4............................................................................................. 14
– Agonistas del receptor GLP-1............................................................................ 15
– Inhibidores del cotransportador SGLT-2............................................................. 16
– Insulinoterapia.................................................................................................. 17
c. Algoritmos de manejo de la hiperglucemia de acuerdo con el riesgo cardiovascular. 19
d. Cirugía metabólica en el paciente con Diabetes Mellitus.......................................... 22
CONTROL DE FACTORES DE RIESGO................................................................................... 25
a. Hipertensión arterial................................................................................................ 25
b. Dislipidemia............................................................................................................ 26
– Estatinas........................................................................................................... 26
– Ezetimibe.......................................................................................................... 27
– Fibratos............................................................................................................. 27
– Inhibidores de PCSK9........................................................................................ 28
c. Antiagregación plaquetaria..................................................................................... 29
d. Enfoque multifactorial............................................................................................ 31
CARDIOPATÍA ISQUÉMICA.................................................................................................. 34
a. Síndromes Coronarios Agudos................................................................................ 34
– Epidemiología de Diabetes Mellitus en Sindromes Coronarios Agudos............... 34
– Tratamiento del Sindromes Coronarios Agudos en Diabetes Mellitus................. 34
a) Tratamiento de la hiperglucemia................................................................. 34
b) Estrategia de tratamiento coronario invasivo vs. conservador....................... 35
REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 85 SUPLEMENTO 3 / 2017
Abreviaturas
REFLEXIONES PRELIMINARES
Este Consenso sale a la luz en medio de una de las peores crisis sanitarias globales de los últimos cien años. El
SARS-CoV-2 y su manifestación clínica, COVID-19, han provocado una disrupción en cómo médicos y pacientes
nos relacionamos. Si bien se trata de una enfermedad infecciosa, una de las características más notables es que
su mortalidad se acrecienta en pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles y, en particular, con ante-
cedentes de diabetes y enfermedad cardiovascular.
En tal contexto, entonces, creemos que cobran más relevancia las recomendaciones vertidas en este
documento, que apuntan a identificar y proteger a estos pacientes, al tiempo que se vuelve prioritaria la
implementación, más allá de los enunciados, de políticas concretas de prevención cardiometabólica.
Grado de redomendación
Clase I Condiciones para las cuales hay evidencia y/o acuerdo general en que el tratamiento/procedimiento es beneficioso, útil y eficaz
Clase II Evidencia conflictiva y/o divergencia de opinión acerca de la utilidad, eficacia del método, procedimiento y/o tratamiento
IIa El peso de la evidencia/opinión está a favor de la utilidad/eficacia
IIb La utilidad/eficacia está menos establecida
Clase III Evidencia o acuerdo general de que el tratamiento método/proceimiento no es útil/eficaz y en algunos casos puede ser perjudicial
Nivel de evidencia
A Evidencia sólida, proveniente de estudios clínicos aleatorizados o de cohortes con diseño adecuado para alcanzar conclusiones
estadísticamente conectadas y biológicamente significativas
B Datos procedentes de un único ensayo clínico aleatorizado o de grandes estudios no aleatorizados
C Consenso de opinión de expertos
METODOLOGÍA
Este consenso es el fruto de la voluntad de dos Sociedades Científicas que han reconocido la necesidad de comple-
mentar el enfoque sobre una misma problemática: la de los pacientes con Diabetes Mellitus (DM) y con enfermedad
cardiovascular (ECV), o bien que están en riesgo de sufrirla. Tanto la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC)
como la Sociedad Argentina de Diabetes Mellitus (SAD) tienen una reconocida trayectoria en la producción de
guías de práctica y documentos de consenso, aunque cada una tiene prácticas y culturas de trabajo diferentes.
En consecuencia, la primera tarea que se afrontó fue la de acordar, no solamente el temario y el abordaje de los
diferentes asuntos, sino también modalidades de trabajo comunes: objetivo general del documento, forma de
analizar y evaluar el peso de la información, definir los niveles de evidencia y determinar los grados de recomen-
dación. Se acordó adoptar la modalidad utilizada por la SAC en todos los documentos producidos por el Área de
Consensos y Normas, expuestos en la siguiente tabla:
Los expertos que colaboraron en la redacción del Consenso fueron seleccionados e invitados a participar con el
acuerdo unánime del grupo de Directores y Secretarios, pertenecientes a ambas Sociedades Científicas. Se convocó
a colegas con trayectoria reconocida en las disciplinas abordadas para el análisis de la evidencia y la redacción de
las recomendaciones. Todos los aspectos metodológicos y las recomendaciones finales de este documento fueron
definidos por consenso entre el grupo de Directores y Secretarios del Consenso.
El proceso de consolidación de la información fue lento: desde la decisión de ambas sociedades hasta la
redacción de este documento, el campo del manejo de la DM y la enfermedad cardiovascular sufrió profundas
transformaciones que trascienden la aparición de nuevos agentes terapéuticos. Lo que se ha desarrollado es un
nuevo modelo de abordaje que es, utilizando las palabras de la Dra. Alicia Elbert, transdisciplinario. Esto ha
implicado esperar y poder entender y “procesar” toda la información surgida en estos años. Este documento,
que pretende asistir a los médicos en la práctica diaria, ha intentado adoptar esa nueva mirada integradora.
2 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
c. Implicaciones sanitarias
La información presentada previamente ilustra la carga de enfermedad que enfrentamos en nuestro país a causa
de la DM. En este sentido, el proceso de concientización sobre el problema, liderado por la Sociedad Argentina de
Diabetes Mellitus y otras organizaciones no gubernamentales, ha dado como resultado que el Estado aborde este
problema de modo más integral. La sanción de la Ley 23753 (modificada en 2018) brinda un marco de referencia
(más allá de los cuestionamientos que naturalmente surgen a todas las normas legales, que son perfectibles)
para todos los actores involucrados.
Las exigencias financieras que afrontan los diferentes actores integrantes del muy fragmentado sector de salud
de nuestro país hacen que muchos de los recursos diagnósticos y terapéuticos de reconocido valor científico estén
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 3
más allá de la capacidad de pago del sistema. Es decir, no siempre estarán disponibles o serán accesibles para
todos los pacientes. Esto exige que aquellos que estamos involucrados en el cuidado de los pacientes utilicemos
con la mayor racionalidad posible los recursos disponibles. La diversidad de los escenarios asistenciales (público,
privado, seguridad social) en los que los médicos nos desempeñamos implica que no necesariamente exista dis-
ponibilidad o accesibilidad a los recursos que se recomiendan en este documento y su uso estará condicionado,
por lo tanto, a la realidad de medio donde se efectúa la atención. Ejemplo de esto es el uso del ultrasonido para
la pesquisa de ateromatosis subclínica para estratificar el riesgo en los pacientes con DM. El valor (utilidad en
el sentido de capacidad de brindar un beneficio clínico) está reconocido en la literatura médica; sin embargo, el
recurso no siempre está disponible y, por lo tanto, se deberá estratificar el riesgo con otras herramientas, también
de gran valor pronóstico.
Uno de los temas más complejos, desde el punto de vista de la provisión de servicios de salud a los pacientes
con DM es el grado de cobertura que se les otorga a los medicamentos innovadores (p. ej., los inhibidores del
cotransportador sodio-glucosa tipo 2 [inhibidores SGLT2], o los antagonistas del péptido símil glucagón tipo 1
[antagonistas GLP-1]) o nuevos desarrollos de fármacos ya utilizados (análogos de insulinas, por ejemplo lispro,
glargina, degludec). Muchos de estos fármacos, que en los últimos años han demostrado tener un perfil de eficacia
y seguridad relevantes (es decir, agregan valor), pues reducen eventos cardiovasculares y renales, todavía pueden
no estar accesibles a todos los pacientes. Es por ello que, ante una indicación precisa, si bien la primera intención
de tratamiento debería orientarse a utilizar un determinado medicamento, es posible que no exista acceso a él
en una proporción importante de pacientes, por lo cual se deberá elegir otra opción terapéutica.
En este sentido, el desarrollo de evaluaciones de economía de la salud locales contribuirá sustancialmente a
definir el precio de los recursos en función del valor que aportan a los pacientes.
En conclusión, la epidemia de DM está instalada y sus consecuencias cardiovasculares, en términos de muerte,
enfermedad y discapacidad, son alarmantes. Es tarea de todos los involucrados afrontar sistemáticamente la
evaluación y tratamiento de los pacientes con DM para reducir esta carga de enfermedad.
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4 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
DEFINICIONES
– Presencia de síntomas característicos de DM (poliuria, polidipsia y pérdida de peso) junto a una glucemia plasmática aislada (en cual-
quier momento del día y sin considerar la última ingesta) ≥ 200 mg/dL.
– Glucemia plasmática en ayunas ≥ 126 mg/dL (posterior a un ayuno de 8 horas).
– Glucemia plasmática obtenida a las 2 horas de la ingestión de 75 g de glucosa anhidra disuelta en 375 cm3 de agua en el contexto de
una prueba de tolerancia oral a la glucosa ≥ 200 mg/dL.
En ausencia de hiperglucemia franca, estos criterios deben ser confirmados nuevamente repitiendo alguna
de las determinaciones.
La hemoglobina glicosilada, corrientemente utilizada para guiar el manejo y ajustar el tratamiento no es un
criterio que la SAD aconseje para el diagnóstico, debido a la falta de estandarización de la medición en muchos
laboratorios en la Argentina. Otras sociedades internacionales proponen un valor ≥6,5% como criterio diagnóstico.
Tanto la GAA como la TAG son, por un lado, factores de riesgo para el desarrollo de ECV y, por otro.
Cconllevan un riesgo aumentado de desarrollo de DM (4% por año en GAA y 9% por año en TAG). Las per-
sonas que presentan glucemias entre 100 mg/dL y 110 mg/dL sumadas a factores de riesgo para el desarrollo de
DM pueden también requerir controles más cercanos.
Grado de Nivel de
recomendación evidencia
En el resto de la población, la pesquisa de DM debería comenzar luego de los 45 años de edad. Si los resul-
tados son normales, debería repetirse cada 3 años, pero se puede acortar el período de tiempo dependiendo de
los resultados iniciales y del nivel de riesgo. Los estudios diagnósticos deberían ser la glucemia en ayunas o la
PTOG con 75 g (3, 4).
Cabe remarcar que la presencia de enfermedad cardiovascular, como por ejemplo el antecedente de interna-
ción por síndrome coronario agudo como insuficiencia cardíaca, se asocia a un mayor riesgo de desarrollar DM,
el cual empeora el pronóstico, por lo que se debe estar atento a la pesquisa rutinaria de DM. Por otra parte, la
presencia de síndrome metabólico, o bien la de algunos de sus componentes, genera un riesgo aumentado tanto
de ECV como de DM.
Grado de Nivel de
recomendación evidencia
- DM tipo 1
Representa menos del 10% del universo de pacientes con DM y está mediada generalmente por la presencia de
autoanticuerpos, lo que deriva en la destrucción progresiva y rápida de la masa celular beta. Los marcadores
de este proceso incluyen autoanticuerpos contra las células del islote (ICA), autoanticuerpos contra el ácido
glutámico descarboxilasa (GADA), contra la insulina (AAI) y los anticuerpos antiirosina fosfatasa (IA2). Estos
pacientes tienen predisposición a padecer otras enfermedades autoinmunes tales como enfermedad de Graves,
hipotiroidismo, enfermedad celíaca, enfermedad de Addison, anemia perniciosa y vitiligo. Se asocia a polimorfis-
mos del antígeno leucocitario humano (HLA). Ocurre comúnmente en la infancia y adolescencia, aunque puede
presentarse a cualquier edad. Presenta bajas concentraciones de péptido C. Algunas formas de DM tipo 1 no tienen
etiología conocida, por lo que se consideran idiopáticas, y también se presentan con insulinopenia con tendencia
a la cetosis pero sin evidencia de autoinmunidad. En adultos puede aparecer una forma clínica de instalación
más lenta denominada LADA (en inglés, Latent auto-immune DM in adults) con grado diverso de insulinopenia.
- DM tipo 2
Esta presentación clínica, que abarca aproximadamente al 90% de pacientes con DM, implica una disminución
en la sensibilidad periférica y hepática a la insulina y un déficit relativo en su secreción en relación con el grado
de insulinorresistencia. Es una enfermedad poligénica y se asocia con predisposición genética. Desde el punto de
vista fisiopatológico muestra mayor diversidad de mecanismos, que van desde la insulinorresistencia con déficit
de acción de insulina hasta la insulinopenia agravada por la disminución de la sensibilidad periférica. Otros
mecanismos involucrados son: un menor efecto incretina, un aumento en la secreción de glucagón, una mayor
reabsorción de glucosa a nivel del túbulo proximal renal, alteraciones a nivel de neurotransmisores, etc. La obe-
sidad, y en especial la abdominal, se presenta en un porcentaje muy elevado de pacientes. Suele asociarse con
dislipidemia e hipertensión arterial. El riesgo de padecer DM tipo 2 aumenta con la edad, obesidad, sedentarismo,
DM gestacional previa y aspectos epigenéticos. Hoy en día se consideran también como factor predisponente los
cambios en el microbioma.
- DM gestacional
Definida como glucemia alterada en ayunas o tolerancia alterada a la glucosa con comienzo durante el embarazo.
El diagnóstico se efectúa ante la presencia de glucemia en ayunas entre 100 y 125 mg/dL en 2 días diferentes
(durante la misma semana) y/o cuando la glucemia a las 2 horas postsobrecarga con 75 g de glucosa anhidra es ≥
140 mg/dL, determinación que se sugiere efectuar entre las semanas 24 y 28 de gestación. Si bien esta condición
revierte en la mayoría de los casos al momento del parto, el antecedente de DG constituye una subpoblación
de mujeres con alto riesgo de desarrollar DM posteriormente. Entre un 5 y un 10% de estas pacientes pueden
desarrollar DM en el período posparto y alrededor de un 50% durante los 10 años siguientes.
6 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
BIBLIOGRAFÍA
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ESTRATIFICACIÓN DE RIESGO
Recomendaciones
– El abordaje inicial del riesgo CV se debe basar en la tabla de predicción de la región B de las Américas de la
OMS (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B [Figura 1]).
– Se consideran de ALTO RIESGO (equivalente a categoría de 20 a 30% de la tabla) los pacientes con DM
de ≥10 años de evolución con algún otro factor de riesgo asociado y sin daño de órgano blanco (Grado de
recomendación I, nivel de evidencia C).
– Se consideran de MUY ALTO RIESGO (equivalente a categoría de ≥30% de la tabla) los pacientes con DM
con: 1) Enfermedad cardiovascular previa (evento sintomático o asintomático coronario, cerebrovascular o
vascular periférico en cualquier territorio), 2) Ateromatosis subclínica asociada (presencia de placas en algún
territorio vascular, score de calcio coronario elevado, índice de tobillo brazo <0,9), 3) Daño de órgano blanco
(proteinuria, aclaramiento (clearance) de creatinina de ≤30 mL/min, retinopatía, hipertrofia ventricular iz-
quierda o lesiones tróficas en miembros inferiores) (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
8 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
– En pacientes con ALTO o MUY ALTO RIESGO no es preciso utilizar la tabla de estratificación (Grado de
recomendación I, nivel de evidencia C).
– En pacientes con riesgo bajo e intermedio por tabla (categorías de menos de 20%) podría ser de utilidad pesquisar
ateromatosis subclínica, si estuviera disponible (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
– En pacientes con DM sin evento cardiovascular previo se sugiere una evaluación cardiovascular, al menos una
vez al año y, de ser posible, realizada por un médico especialista en cardiología (Grado de recomendación
I, nivel de evidencia C).
previamente la búsqueda con una valoración de riesgo? ¿El riesgo debe medirse con puntajes de riesgo, con es-
tudios complementarios o con ambos?
Si bien no se puede recomendar la pesquisa asintomática de isquemia en este tipo de pacientes, es posible
que exista algún nicho de pacientes con DM que se beneficien del tamizaje temprano de enfermedad coronaria
subclínica. En este sentido, el estudio DIAD encontró predictores independientes de presencia de isquemia en
estudios evocadores y que se relacionan con el sexo masculino, valores de creatinina, disfunción autonómica car-
díaca, enfermedad vascular periférica (EVP) y el nivel de C-LDL. Por su parte, el estudio BARDOT (16) también
identificó parámetros independientes de riesgo de isquemia silente citando nuevamente el sexo masculino y la
presencia de EVP, agregando la duración de la DM, el tabaquismo, HTA y valores de BNP elevado, agregando
algo de valor a la propuesta anterior. En efecto, este trabajo demuestra que la presencia de hasta uno de dichos
predictores implica una tasa de anomalía de pruebas evocadoras del 3,2%, cifra que se eleva al 20,7% en caso de
tener 2 de ellos y a 47% si el paciente tuviera tres o más de ellos. Esta circunstancia hace pensar que la detección
de isquemia silente desempeña un papel en este tipo de pacientes pero que nuevos estudios serán necesarios para
aclarar tal incertidumbre. En consonancia con lo que hemos mencionado, las recomendaciones más recientes
dan soporte a la pesquisa de isquemia en pacientes con alto riesgo (8, 17).
Recomendaciones
– La pesquisa de isquemia silente en pacientes con DM y alto riesgo cardiovascular podría ser de utilidad (Grado
de recomendación IIb, nivel de evidencia B).
BIBLIOGRAFÍA
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10 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
a. Plan alimentario
La terapia nutricional (TN) está recomendada para todos los pacientes con DM y enfermedad CV y deberá ser
individualizada para lograr los objetivos del tratamiento. Para ello, se deben tener en cuenta las metas recomen-
dadas por la ADA y las recientes recomendaciones de la Sociedad Española de Arteriosclerosis 2019 (1).
La TN en pacientes con DM2 logró descensos del 1 a 2% en la HbA1c dependiendo de la duración de la en-
fermedad (2). Si bien debe prescribirse individualmente, la recomendación de porciones de alimentos saludables
suele ser suficiente. Dado que es frecuente la coexistencia de dislipidemia e hipertensión arterial, la TN debe
tener en cuenta los parámetros cardiometabólicos para asegurar el éxito de la intervención.
Múltiples planes alimentarios han demostrado reducción del riesgo cardiovascular (3). Varios estudios
prospectivos de cohortes demuestran los beneficios de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades
cardiovasculares y en la reducción de las tasas de mortalidad cardiovascular. Los estudios EPIC y HALE han
confirmado la asociación epidemiológica entre la adherencia a la dieta mediterránea y una menor mortalidad
por cualquier causa. El Lyon Diet Heart Study fue el primer estudio de intervención en concluir que el patrón
de dieta mediterránea era una estrategia no farmacológica eficaz en prevención secundaria para disminuir los
eventos clínicos coronarios en pacientes que habían sobrevivido a un infarto de miocardio. El estudio PREDIMED
realizado en individuos de alto riesgo cardiovascular, pero sin antecedentes de enfermedad vascular isquémica,
demostró que una dieta de tipo mediterráneo conseguía una reducción del 30% en la incidencia de enfermedades
cardiovasculares.
El valor calórico total (VCT) depende del peso, la talla, el sexo, la edad, la situación biológica y el grado de
actividad física del paciente. En DM2, más del 80% presentan sobrepeso u obesidad, por lo que en estos casos se
recomienda la pérdida de peso para mejorar la insulinorresistencia (4). En este contexto, las dietas con restricción
de grasas se han mostrado eficaces en reducir la enfermedad cardiovascular (5,6).
El aporte proteico ideal debe representar entre un 10 y 20% del VCT en pacientes con DM sin enfermedad
renal (7). Con filtrado normal, el consumo debe ser el normal, es decir, 0,8 a 1 gramo por kg de peso teórico ,
aunque en el curso de una caída del filtrado glomerular deberá reducirse la cantidad de proteínas a no menos de
0,6 gramos por kg de peso teórico por día.
En materia de hidratos de carbono, no existe evidencia concluyente sobre la cuantificación por lo que tanto
el conteo de hidratos como la estimación por porciones son estrategias válidas para lograr el control glucémico.
Los carbohidratos recomendados son los provenientes de vegetales, frutas, granos, legumbres y sus productos.
Los hidratos de carbono de bajo índice y carga glucémicos exigen menor secreción de insulina y de glucagón,
mejorando la insulinorresistencia y la insulinopenia (8,9).
Los edulcorantes no calóricos y los azúcar-alcoholes son seguros consumidos en las cantidades diarias reco-
mendadas (RDA). La indicación de fibra dietética y granos enteros en los pacientes con DM es igual que para la
población general: se encuentra en el orden de 25 g/día. El mayor beneficio lo adquiere por enlentecer la absorción
de los carbohidratos. La utilización de fructosa presente en la fruta puede mejorar el control glucémico, pero, si se
utiliza fructosa como endulzante, su consumo puede sugerirse en 0,12% del VCT. Resulta importante aclarar que
debe evitarse el consumo para reducir el riesgo del aumento de peso y empeorar el riesgo cardiometabólico Los
edulcorantes no nutritivos y los edulcorantes hipocalóricos se usan para reducir el total de calorías y carbohidratos.
No hay evidencia concluyente sobre la ingesta total de grasas, por lo que las metas deben ser individualizadas,
siendo la calidad de grasas lo más importante para tener en cuenta. En DM2, las dietas mediterráneas, ricas en
ácidos grasos monoinsaturados (MUFA), mejoran los lípidos plasmáticos y los factores de riesgo de enfermedad
cardiovascular (Nivel de evidencia B). Los ácidos grasos omega 3 (EPA y DHA) de pescados grasos y omega 3-ácido
linolénico (ALA) se recomiendan por su efecto beneficioso sobre las lipoproteínas y la prevención de ECV. Las
grasas saturadas, el colesterol dietario y los ácidos grasos trans se recomiendan en igual magnitud que para la
población general. Los estanoles y esteroles vegetales pueden reducir el LDL-colesterol con una ingesta diaria
de 1,6 a 3 gramos. Las bebidas alcohólicas no deben ser indicadas específicamente pero, si el paciente opta por
su ingesta, se debe aclarar que su consumo aumenta el riesgo de hipoglucemia especialmente en quienes reciben
ADO secretagogos. La recomendación de ingesta de sodio en DM es la misma que para la población general:
debe ser menor de 2300 mg/día (Nivel de evidencia IB). En caso de hipertensión arterial concomitante, deberá
indicarse una reducción adicional personalizada.
Recomendaciones
– El plan de alimentación del paciente con DM debe ser individualizado, con reducción calórica en pacientes
con exceso de peso corporal (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Se deben indicar hidratos de carbono de absorción lenta, restricción de grasas saturadas, proporciones ade-
cuadas de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas y proteínas acorde con la función renal (Grado de
recomendación I, nivel de evidencia B).
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 11
b. Actividad física
El concepto actividad física representa todos los movimientos que incrementan el uso de energía (caminar, subir
escaleras, etc.), mientras que con ejercicio se hace referencia a la actividad física estructurada. La incorporación
de ambos como parte del cambio de estilo de vida implica una mejoría en el control de la glucemia y de los demás
factores de riesgo CV al tiempo que previene el desarrollo de DM en personas con intolerancia oral a la glucosa (10).
Acorde con las recomendaciones de la Sociedad Europea de Cardiología de 2019 (7) se recomienda una actividad
física de moderada a vigorosa, en combinación de ejercicio aeróbico y resistencia, ≥150 minutos por semana para
la prevención y el control de la DM tipo 2. Los programas con intensidad moderada de entrenamiento que utilizan
pesos ligeros y con numerosas repeticiones, pueden ser útiles para mantener y aumentar la fuerza muscular
del tren superior. No obstante, en personas con DM, se debe tener precaución, si presenta alguna complicación
crónica en un estadio avanzado que pueda contraindicar el ejercicio de resistencia, como por ejemplo HTA no
controlada, neuropatía autonómica, retinopatía proliferativa no tratada, historia de lesiones en pies, etc. (1).
Es importante destacar que los pacientes tratados con insulina, sulfonilureas o meglitinidas pueden desarrollar
hipoglucemia durante el ejercicio o luego de él,por lo que en ocasiones se vuelve necesario un ajuste de la dosis o
la suplementación con hidratos de carbono (11). Por lo tanto, es importante tener presente algunos lineamientos
generales, útiles en la regulación de la respuesta de la glucemia a la actividad física (Tabla 1).
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Recomendaciones
– Mantener un adecuado control glucémico (HbA1C <7%) con el objetivo de reducir el riesgo de complicaciones
microvasculares (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Objetivos glucémicos más o menos estrictos deberán individualizarse de acuerdo con las características y
comorbilidades de los pacientes (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
– Se recomienda evitar el desarrollo de hipoglucemia (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
capacidad de generar fallo de bomba y probable aumento de infarto de miocardio, y una tendencia al aumento
de mortalidad cardiovascular, trabajos que motivaron a la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados
Unidos, en 2008, a exigir seguridad cardiovascular a todos los fármacos antidiabéticos futuros. Ello generó una
serie de estudios que marcaron grandes avances con respecto al entendimiento de la seguridad cardiovascular
de los nuevos fármacos antidiabéticos. En los próximos apartados se mencionan los principales aspectos de efi-
cacia y seguridad cardiovascular de los grupos farmacológicos utilizados, pero excede el propósito de este texto
la descripción pormenorizada de la farmacología clínica y la farmacovigilancia de cada uno.
Sulfonilureas
El mecanismo de acción de estos fármacos se centra en la estimulación de la secreción de insulina mediante la
unión de receptores específicos de la célula β, que deriva en el cierre de canales de K+ dependientes de ATP con
la consiguiente apertura de los canales de Ca+ dependientes de voltaje y la exocitosis de los gránulos de insulina.
Los canales de ATP están compuestos de dos subunidades, la Kir 6.2 y el SUR, que es el sitio de unión a las SU.
Los SUR1 se encuentran predominantemente en las células β, los SUR2A en el músculo cardíaco y los SUR2B en
el músculo liso. La apertura de los canales de K + dependientes de ATP en el miocardio se considera protectora
durante períodos de isquemia. Por lo tanto, las SU no selectivas, con afinidad para estos canales a nivel cardíaco,
podrían inhibir este mecanismo protector (9).
Dentro de esta familia de fármacos debemos diferenciar las más antiguas de las modernas SU, sobre todo
la gliclazida, que se caracteriza por generar un menor aumento de peso, posee una mayor selectividad por los
receptores de la célula β y una menor tasa de hipoglucemias cuando se la compara con el resto de la familia por
presentar una unión más reversible al receptor (10-12). Otro efecto beneficioso de la gliclazida es que posee pro-
piedades de scavenger (barredores) de radicales libres, lo que podría proteger a la célula β de la apoptosis mediada
por radicales libres (12). Algunos estudios evidenciaron que la gliclazida posee propiedades antiateroscleróticas
mediadas por la activación de la proteína quinasa activadora de AMP (AMPK), aunque se desconoce el impacto
clínico. Por otra parte, al no poseer metabolitos activos, se pueden utilizar con filtrados renales más bajos que
el resto de la familia. La glibenclamida, por un lado, es menos selectiva e hipotéticamente puede actuar también
a nivel miocárdico, sumado a que poseen una unión al receptor que revierte lentamente con mayor riesgo de
desarrollar hipoglucemia (13) La glimepirida, si bien al igual que la glibenclamida es menos selectiva sobre los
canales SU, parecería no incrementar eventos vasculares. La seguridad cardiovascular de la glimepirida fue
evaluada en el estudio CAROLINA. El ensayo clínico que reclutó 6033 pacientes no observó aumento de eventos
cardiovasculares con glimepirida en un seguimiento a 6,3 años en comparación con linagliptina. Un metaanálisis
de 13 estudios con SU y 14 agentes antidiabéticos orales sin SU (16.260 pacientes), evidenció reducciones com-
parables en HbA1C entre las SU, pero el riesgo de hipoglucemia fue inferior con gliclazida en comparación con
glipizida (OR 0,22, IC: 0,05 a 0,96), glimepirida (OR 0,40, IC: 0,13 a 1,27) y glibenclamida (OR 0,21, IC: 0,03 a
1,48). Con respecto a la seguridad cardiovascular, la gliclazida parece no asociarse a un mayor riesgo de eventos
cardiovasculares. Por ejemplo, los resultados de mortalidad cardiovascular evidencian que, usando la glibencla-
mida como comparador, el riesgo relativo para gliclazida fue de 0,60 (95% IC 0,45-0,84), para glimepirida de 0,79
(0,57-1,11), para glipizida de 1,01 (0,72-1,3) y 1,45 (0,88-2,44) para clorpropamida (14). Por lo tanto, debemos
considerar este grupo de fármacos como una familia heterogénea, evitar el uso de glibenclamida en general y
de requerir el uso de estos grupos farmacológicos, utilizar SU con un perfil más seguro y con menor riesgo de
hipoglucemia como la gliclazida o glimepirida, sobre todo en pacientes con ECV establecida (15).
Metformina
Ejerce su acción principal a nivel hepático, inhibiendo la neoglucogénesis y la glucogenólisis a través de su acción
sobre el complejo 1 de la cadena respiratoria mitocondrial y la consecuente activación de la proteína quinasa acti-
vadora de AMP (AMPK), su mecanismo de acción más importante. Disminuye la glucemia, favorece el descenso de
la hiperinsulinemia, mejora el perfil lipídico, el peso corporal y el aumento de la fibrinólisis. Recientemente se ha
mencionado que la metformina podría aumentar la síntesis del GLP-1, generando así un efecto secretagogo indirecto
a nivel pancreático. No produce hipoglucemia. Se elimina por vía renal (90%) y correlaciona en forma estrecha con
el filtrado glomerular (16). El estudio DM Prevention Program (DPP) demostró inicialmente que la metformina
en pacientes con tolerancia alterada a los hidratos de carbono y glucemia alterada en ayunas disminuye la inci-
dencia de DM en un 31% comparado con placebo (17). Recientemente, 14 años después de la aleatorización de
este estudio, se midió el contenido de calcio coronario y los resultados evidenciaron que la metformina disminuyó
el contenido de calcio coronario de forma significativa en hombres, comparado con la rama asignada a placebo o
a cambios en el estilo de vida(18). Con respecto a la seguridad CV de la metformina son numerosos los estudios
observacionales que asocian su uso con un impacto favorable en end points cardiovasculares. Sin embargo, son
pocos los ensayos clínicos que han confirmado estos hallazgos. El más representativo es el estudio UKPDS que
mostró en la rama de tratamiento asignada a metformina, durante la investigación e incluso en una extensión
luego de 10 años de finalizada, beneficios cardiovasculares asociados con su uso; en él se observó una reducción
14 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
significativa del riesgo para cualquier end point relacionado con DM del 21% (p = 0,01), para IAM del 33% (p =
0,005) y para muerte de cualquier causa del 27% (p = 0,002). Este beneficio a largo plazo de la metformina fue
evidenciado en pacientes con sobrepeso (19). Por su elevada eficacia en descender la HbA1c, por su seguridad en
términos de efectos adversos, por su bajo costo y su probable impacto cardiovascular beneficioso, se considera a
la metformina como el fármaco de primera elección al momento del diagnóstico de la DM tipo 2. También puede
ser indicada a pacientes con glucemia alterada en ayunas o tolerancia alterada a los hidratos de carbono, ya que
en este grupo ha demostrado retrasar o prevenir el diagnóstico de DM (en especial en pacientes menores de 60
años, índice de masa corporal [IMC] mayor de 35, o en mujeres con antecedentes de DM gestacional). Otro grupo
para considerar son las mujeres con síndrome del ovario poliquístico, ya que logra mejorar la resistencia a la
insulina propia de esta entidad. No está recomendada su indicación para el tratamiento de la insulinorresistencia
sin disglucemia, ni para el tratamiento del sobrepeso u obesidad (20).
Tiazolindinedionas
La rosiglitazona y la pioglitazona interactúan con receptores nucleares PPAR gamma (peroxisome proliferator-
actived receptor), estimulando la transcripción de proteínas que regulan el metabolismo de los hidratos de carbono
y de los lípidos, por ejemplo de los GLUT 4 (en músculo y en tejido adiposo), de los ácidos grasos, de moléculas
proinflamatorias como el TNF-α y la IL-6, etc. (21,22). Sin embargo, los efectos pleitrópicos no pueden ser con-
siderados un efecto de clase, ya que la rosiglitazona fue asociada, en algunos metaanálisis, con un incremento
del riesgo CV (23), pese a que varios estudios posteriores no verificaron esta hipótesis (24). De todas maneras, la
EMA (European Medicines Agency) ha determinado suspender su comercialización (25), la FDA ha notificado
una alerta sobre su indicación y la Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica
(ANMAT) sugiere su venta bajo receta archivada y la instrumentación de un plan de farmacovigilancia para
este fármaco (26), aunque la evidencia posteriormente publicada no confirmó esa sospecha. Un metaanálisis
publicado en 2017 analizó 9 estudios aleatorizados y controlados para evaluar la relación entre pioglitazona y
enfermedad CV. Los resultados evidenciaron que el agregado de pioglitazona a la terapia estándar reduce el punto
final combinado de eventos cardiovasculares mayores (MACE, por sus siglas en inglés) en un 17% en pacientes
con DM tipo 2. Sin embargo, diversos eventos adversos relacionados con el uso de estos fármacos –como mayor
riesgo de internación por insuficiencia cardíaca y edema asociado a retención hidrosalina, fracturas y aumento
de peso– limitan en muchas ocasiones su uso (18,27).
Inhibidores DPP-4
Son fármacos de administración oral que, al inhibir a la enzima dipeptidil peptidasa-4 (DPP-4), evitan la degra-
dación de GLP-1. Su eficacia en términos de reducción de HbA1c oscila entre 0,4 y 0,8%. Su efecto sobre el peso
suele ser neutro y, por lo general, son fármacos bien tolerados. En lo que respecta a los resultados cardiovascu-
lares de estos estudios podemos mencionar el estudio SAVOR (28) con saxagliptina que enroló pacientes tanto
en prevención primaria como secundaria que resultó no inferior a placebo para el objetivo combinado de MACE;
sin embargo, se observó un aumento de las hospitalizaciones por insuficiencia cardíaca. Por su parte, el estudio
EXAMINE (29) con alogliptina incluyó pacientes más agudos puesto que tenían antecedentes de internación por
síndrome coronario agudo dentro de los 15 a 90 días previos. En esta población también se evidenció la no infe-
rioridad con respecto a tratamiento estándar para MACE y un aumento no significativo de las hospitalizaciones
por IC. El estudio TECOS (30), que puso a prueba la sitagliptina en 14.671 pacientes en prevención secundaria,
también resultó no inferior con relación a su grupo control en su objetivo combinado de muerte CV, IAM, ACV
e internaciones por angina inestable, pero resultó neutro en internaciones por IC. En el estudio CARMELINA
(31), que evaluó la eficacia y seguridad de la linagliptina en una población con alto riesgo cardiovascular y con
alta prevalencia de insuficiencia renal, se evidenció no inferioridad en términos de eficacia ni aumento de eventos
cardiovasculares. Podríamos resumir que son fármacos seguros desde el punto de vista cardiovascular, excepto
el mayor riesgo de internación por insuficiencia cardíaca observado exclusivamente con saxagliptina. (Figura 1)
y la presencia de efectos adversos extremadamente muy infrecuentes, como enfermedad inflamatoria intestinal,
pénfigo y artralgias.
Los agonistas de los receptores de GLP-1 (glucagon like peptide-1), a través de un mecanismo dependiente de
la glucosa, aumentan la secreción de insulina y reducen la de glucagón. Por el momento se dispone de formula-
ciones de administración subcutánea y existen importantes diferencias en la estructura farmacológica y tiempo
de duración de su efecto entre los distintos fármacos que conforman este grupo, las cuales podrían explicar los
diferentes efectos farmacológicos y clínicos entre ellos. Los fármacos de este grupo –además de generar una
reducción en la HbA1c– producen entre otros efectos positivos pérdida ponderal (2-4 kg), en parte por acción
directa a nivel del sistema nervioso central reduciendo el apetito, reducción de la presión arterial por efectos
natriuréticos y modificaciones a nivel lipídico (reducción TG y aumento C-HDL). Estos fármacos fueron extensa-
mente evaluados en estudios de seguridad cardiovascular. El estudio ELIXA (32) aleatorizó pacientes que habían
experimentado dentro de los 6 meses previos un evento coronario agudo y, si bien no pudo demostrar superio-
ridad frente a placebo, sí resultó no inferior en el combinado de muerte, ACV, IAM o internaciones por angina
inestable. En contraste con estos resultados, un año después se presentó el estudio LEADER (33) con liraglutida,
que incluyó pacientes en prevención primaria (19%) y secundaria (81%) y alcanzó superioridad con respecto a
placebo en el combinado de muerte CV, IAM no fatal y ACV no fatal (reducción 13% p = 0,001). Particularmente,
liraglutida redujo significativamente la muerte CV (22% p = 0,007) y la muerte por cualquier causa (15% p =
0,02), sin efectos sobre las internaciones por IC. En este sentido, el semaglutida en el estudio SUSTAIN-6 (34)
con una población en un 83% en prevención secundaria también demostró reducir con significancia estadística
el compuesto de MACE en un 26% (p = 0,02), el compuesto de MACE ampliado con revascularización periférica
o coronaria, internaciones por angina inestable o IC y el compuesto de muerte de cualquier causa, ACV e IAM.
En el análisis de cada componente en forma individual, la molécula redujo la necesidad de revascularización en
un 35% (p = 0,003) y la incidencia de ACV no fatal 39% (p = 0,04) sin reducción en internaciones por IC. Por su
parte, albiglutida en el estudio HARMONY (35) fue capaz de disminuir significativamente el MACE, el MACE
ampliado con revascularización y el IAM, sin influencia en ACV y mortalidad total ni CV. Por último, el estudio
REWIND (36), a diferencia de los anteriores, evaluó una población principalmente en prevención primaria (69,5%).
En él, dulaglutida fue superior a placebo con una reducción del 12% en MACE (p = 0,026), observándose además
una reducción en ACV no fatal 24% (p = 0,017) sin impacto en mortalidad total o CV. De esta manera, se puede
apreciar que los arGLP-1 no parecen integrar una clase homogénea a la hora de evaluar los resultados. Por otra
parte, entre los arGLP-1 con efecto favorable desde el punto de vista cardiovascular, los resultados observados
son independientes del manejo de los factores de riesgo; su impacto clínico es mayor en poblaciones con DM con
eventos previos (Figura 2).
16 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
Insulinoterapia
El empleo correcto de la insulina depende de una serie de cuidados que deben ser tenidos en cuenta por el médico
tratante y el paciente, sobre todo en la prevención y el tratamiento de las hipoglucemias. Es de gran importancia
recordar que la insulina debe guardarse refrigerada. Luego de abierto el frasco o de comenzado el cartucho, no
debe ser utilizada más de 28 días, ya que existen diferencias sustanciales de su actividad si se la utiliza por más
tiempo. La insulina de uso diario puede estar a temperatura ambiente (hace menos dolorosa la aplicación), pero
debe ser protegida de la luz (42). La insulina es una proteína de bajo peso molecular. En la gran mayoría de los
países se la envasa en concentraciones de 100 UI/mL, aunque para situaciones especiales de insulinorresistencia
puede obtenerse en concentraciones de 200, 300 o 500 UI/mL. Las insulinas pueden ser clasificadas por su origen
y por su tiempo de acción. Las insulinas humanas son producidas por tecnología de ADN recombinante (43).
18 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
Insulina y seguridad cardiovascular: los resultados del estudio ORIGIN realizado con insulina glargina
U100 utilizada para conseguir niveles normales de glucosa plasmática en ayunas durante más de 6 años tuvo un
efecto neutro sobre los eventos cardiovasculares y cánceres. Se observó aumento de hipoglucemia y leve aumento
de peso (44). El estudio DEVOTE demostró menor incidencia y tasa de hipoglucemia severa y severa nocturna
con insulina degludec vs. insulina glargina U100 (45). Estos hallazgos son consistentes con los resultados de los
estudios SWITCH.
Hipoglucemias: el tratamiento con insulina incrementa el riesgo de hipoglucemias, razón por la que, en
paciente con ECV o elevado riesgo cardiovascular, se deben evitar dado que pueden desencadenar varias respues-
tas que involucran múltiples vías de estrés y activación del sistema nervioso simpático que conduce a efectos
hemodinámicos, proinflamatorios, y efectos proaterotrombóticos, además de aumentar el potencial de arritmias
cardíacas(46). También estimula un aumento de la aldosterona plasmática a través de la activación del sistema
renina-angiotensina, que por la activación del receptor mineralocorticoide puede exacerbar la disfunción endotelial.
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 19
NOTA: Queda a consideración del médico tratante verificar las regulaciones, incluido el acceso a los medicamentos
aplicables para cada tipo de cobertura de salud.
triple ´
(considerar iniciar
tempranamente
fármacosfármacos
con con
beneficio CV)
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
triple
Si no se alcanzan objetivos
Manejo de la hiperglucemia del paciente con DM tipo 2 con insuficiencia cardíaca con fey <40%
– En pacientes con insuficiencia cardíaca con fracción de eyección (FEY) <40% (determinada por ecocardio-
grafía) que se encuentren en clase funcional II-IV (NYHA), se indica comenzar tratamiento con cambios en
el estilo de vida asociados a un iSGLT-2 (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– En este grupo de pacientes se definieron 3 grupos a partir de los niveles de A1C iniciales: 1) A1C inicio <7,5%,
2) A1C inicio 7,5% y 9% y 3) A1C inicio >9%.
,
´
triple ´
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
triple
Si no se alcanzan objetivos
Por último, se sugiere considerar en pacientes con terapia dual o triple (que no incluyan dentro de ella fár-
macos con beneficio cardiovascular demostrado) y adecuado control metabólico con enfermedad cardiovascular
aterosclerótica, rotar a fármacos con beneficio cardiovascular demostrado: iSGLT2 o arGLP1
´´
triple ´´
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
triple
Si no se alcanzan objetivos
Si no se alcanzan objetivos
mantener su hemoglobina glicosilada por encima de 8% por un año a pesar de tratamiento adecuado, IMC entre
30-34,9 kg/m2, tener perímetro de cintura abdominal mayor de 102/88 cm (hombres/mujeres, respectivamente),
con péptido C en ayunas mayor de 1 ng/dL, que demuestre compromiso y adherencia al tratamiento, que tenga
posibilidad de seguimiento adecuado y que la indicación parta del especialista en enfermedades endocrinometabó-
licas con acuerdo del equipo quirúrgico tratante (53). A su vez, entre los pacientes que cumplan con los criterios
básicos se debe analizar la presencia de criterios mayores o menores para poder hacer la indicación formal de
cirugía metabólica. La indicación de cirugía está recomendada para aquellos que reúnan al menos dos criterios
mayores o uno mayor asociado con al menos dos menores (Cuadro 1).
Criterios mayores
Hipertensión arterial sostenida (TAS/TAD >139/89 mm Hg) *
Dislipemia (CT/LDL/TGL/CnoHDL >200/ > 100/ >150/>100 mg/dL) *
Antecedentes de enfermedad microvascular o macrovascular
SAHOS moderada a severa
Criterios menores
Insulinemia de ayuno >20 μcU/mL #
Espesor íntima-media ≥1 mm
Antecedentes heredofamiliares de enfermedad cardiovascular presente
Esteatosis hepática no alcohólica
*Con tratamiento o sin él; #En pacientes no tratados con insulina.
Resulta importante destacar que la cirugía metabólica es una herramienta más en el tratamiento de pacientes
con DM. Considerando que la DM y la obesidad son enfermedades crónicas, se aconseja continuar en el posope-
ratorio con medicación tanto oral como inyectable para evitar recidivas y reganancia de peso.
Recomendaciones
– Se recomienda en pacientes con IMC igual a 40 kg/m2 (IMC >37,5 en asiáticos) o mayor, independientemente
del nivel de control de glucemia o complejidad del tratamiento, y en pacientes con IMC entre 35-39,9 (IMC
32,5-37,4 kg/m2 en asiáticos) con hiperglucemia inadecuadamente controlada a pesar de los cambios del estilo
de vida y el tratamiento médico óptimo, asociado a 2 criterios mayores o 1 mayor y dos menores (Grado de
recomendación IIa, nivel de evidencia B).
– Considerada en pacientes con IMC 30-34,9 kg/m2 (27,5-32,4 en asiáticos) con hiperglucemia inadecuadamente
controlada a pesar del tratamiento médico óptimo, ya sea por vía oral o inyectable, incluyendo insulina (Grado
de recomendación IIa, nivel de evidencia B).
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a. Hipertensión arterial
La hipertensión arterial es una comorbilidad frecuente en pacientes con DM, con una prevalencia que depende
de varios factores entre los que se destacan: tipo de DM, edad, presencia de obesidad y etnia(1). La prevalencia
de HTA en pacientes con DM tipo 1 se aproxima al 30% y, en pacientes con DM tipo 2, al 60%. En pacientes con
DM tipo 1, la presencia de HTA potencia la instalación y el empeoramiento de la nefropatía, mientras que, en
pacientes con DM tipo 2, usualmente coexiste con otros factores de riesgo cardiometabólicos. Si bien no se dispone
de recomendaciones absolutas en cuanto al uso de monitoreo ambulatorio de la presión arterial (MAPA) en los
pacientes con DM, existe un consenso entre expertos en cuanto a su utilidad, particularmente para caracterizar
el patrón nocturno de PA(2). El patrón “non dipper” es común en los pacientes con DM y es un fuerte predictor
de eventos CV. Refleja alteraciones en la función autonómica, además de estar asociado al SAHOS, sobre todo
en presencia de obesidad. Otro dato importante que aporta el MAPA consiste en la HTA sistólica durante el
sueño, la cual puede predecir futuro desarrollo de microalbuminuria. Por otro lado, el patrón de HTA oculta
puede llegar a estar presente en el 50% de los pacientes con DM tipo 2. El tratamiento intensivo de la HTA en
pacientes con DM reduce el riesgo de complicaciones macrovasculares y microvasculares. Se ha demostrado que
reducir la PAS a valores <140 mm Hg disminuye el riesgo CV. Por otro lado, la reducción a niveles de PAS <130
mm Hg reduce el riesgo de ACV y la progresión de retinopatía y albuminuria en grupos determinados (jóvenes
con elevado riesgo de complicaciones con retinopatía, albuminuria y DM tipo 1), siempre que estos niveles de PA
sean tolerados por el paciente (3). Los resultados de los estudios ACCORD y HOT avalan la recomendación de
objetivo de PA <140/90 mm Hg en pacientes con DM (4,5). Los inhibidores del sistema renina-angiotensina son
de particular valor, especialmente en pacientes con HTA y DM con alto riesgo CV, presencia de macroalbuminuria
y microalbuminuria y deben ser utilizados como fármacos de primera línea(6,7). El tratamiento combinado de
IECA con ARA II se asoció con un incremento de eventos adversos (hiperpotasemia, síncope y disfunción renal)
(8), por lo cual no está recomendada su utilización en forma conjunta. Existe evidencia que demuestra que la
combinación de IECA con antagonistas cálcicos es superior a la de IECA con tiazidas. El objetivo principal del
tratamiento es alcanzar la PA recomendada, para lo cual se indican como fármacos de primera línea los IECA
o ARA II. Seguramente se requiera la combinación de otros fármacos a fin de alcanzar el objetivo terapéutico,
para lo cual se aconseja la combinación con calcioantagonistas, diuréticos tiazídicos o símiles (indapamida);
eventualmente, si fuera necesario o si existiera otra comorbilidad como arritmias, enfermedad coronaria o IC,
se podría agregar un betabloqueante con perfil metabólico seguro.
Recomendaciones
– El control de la HTA en pacientes con DM disminuye el riesgo de eventos cardiovasculares (Grado de re-
comendación I, nivel de evidencia A).
– Los pacientes con PA >120/80 deberían ser tratados con cambios en el estilo de vida (Grado de recomen-
dación IIa, nivel de evidencia B).
26 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
– En pacientes con PA >140/90 mmHg se deberá adicionar, a los cambios en el estilo de vida, terapia farmaco-
lógica (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– El objetivo de PA con el tratamiento es <140/90 mmHg (Grado de recomendación I, nivel de evidencia
C).
– La PAS <130/80 mmHg puede ser apropiada en ciertos pacientes con DM (jóvenes con albuminuria, + 1
factor de riesgo cardiovascular), si es bien tolerada por el paciente (Grado de recomendación I, nivel de
Evidencia C).
– La terapia no farmacológica consiste en descenso del peso corporal si el paciente tiene sobrepeso/obesidad,
dieta DASH y actividad física (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– La terapia farmacológica debe incluir IECA o ARA II pero no ambos fármacos combinados (Grado de reco-
mendación I, nivel de evidencia B).
– Generalmente se requieren 2 o más fármacos para el control de la HTA en el paciente con DM, como IECA
o ARA II, antagonistas cálcicos o tiazidas en dosis máximas. Deberán monitorearse la función renal y los
niveles de potasio (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– En DM pregestacional con HTA crónica, el objetivo de tratamiento es 129-110/79-65 mm Hg (Grado de
recomendación IIb, nivel de evidencia C).
b. Dislipidemia
Las secciones correspondientes a la fisiopatología de la dislipidemia en DM mellitus y al abordaje del estudio
lipídico se encuentran desarrolladas en el documento anexo.
tratamiento hipolipemiante, buscando una mayor reducción del C-LDL en los pacientes con DM que presenten
un perfil de riesgo más elevado (23).
Ezetimibe
El ezetimibe interactúa con el transportador intestinal de esteroles Niemann-Pick C1-like 1 (NPC1L1) inhibiendo
selectivamente la absorción intestinal del colesterol biliar y dietario. Mediante este mecanismo reduce la carga
de colesterol en los QM, induce una mayor expresión de receptores hepáticos de C-LDL y disminuye los niveles
plasmáticos de C-LDL 24,25. Un análisis agrupado que incluyó más de 21.000 sujetos demostró una reducción
promedio ajustada del C-LDL de 23% a favor del tratamiento combinado con respecto a la monoterapia con es-
tatinas. Sin embargo, la respuesta hipolipemiante del ezetimibe es heterogénea y la variabilidad interindividual
marcada 26). Ciertos pacientes son hiperrespondedores y logran reducciones del C-LDL sustancialmente mayores
que el descenso promedio habitual (27). Un estudio de cinética de lipoproteínas demostró que los pacientes con DM
tipo 2 y enfermedad coronaria tienen aumentada la absorción intestinal de colesterol. Varios estudios genéticos
efectuados más recientemente encontraron una mayor expresión del ARNm del NPC1L1 y menor expresión del
ARNm de los transportadores ABCG5 y ABCG8 que expulsan colesterol desde el enterocito a la luz intestinal. Se
podría concluir que los pacientes con DM tipo 2 tienen sobrerregulada la absorción intestinal de colesterol 28-31.
Estos hallazgos fundamentan la mayor reducción de C-LDL, C-no HDL y apolipoproteína B que se observó al
asociar estatinas con ezetimbe en pacientes con DM tipo 2 cuando se comparó la respuesta con la de pacientes
sin DM 32). El estudio SANDS demostró que la reducción intensiva del C-LDL (<70 mg/dL), en individuos con
DM tipo 2, producía una regresión del espesor íntima-media carotídea similar, independientemente del esquema
hipolipemiante utilizado (estatinas o estatinas + ezetimibe) (33).
Hasta el momento no se diseñó un estudio clínico específico con el objetivo de evaluar el beneficio adicional
del agregado de ezetimibe al tratamiento con estatinas en pacientes con DM tipo 2. Dos ensayos clínicos que
incluyeron un apreciable número de pacientes con DM tipo 2 pueden ayudarnos a responder a este interrogante,
a pesar de las limitaciones metodológicas que tienen los análisis de subgrupos. El SHARP fue un estudio alea-
torizado doble ciego que incluyó 9270 pacientes con IRC (2094 DM tipo 2), que evaluó el beneficio clínico de la
reducción intensiva del C-LDL con ezetimibe 10 mg y simvastatina 20 mg comparado con placebo. La reducción
proporcional y absoluta del riesgo fue numéricamente mayor en la subpoblación de pacientes con DM tipo 2
(22% vs. 14% y 4,2% vs. 1.5%, respectivamente); sin embargo, no se demostró heterogeneidad entre subgrupos
(34). El estudio IMPROVE-IT incluyó 18.144 pacientes (4933 DM tipo 2) hasta los 10 días posteriores de haber
sufrido un síndrome coronario agudo, aleatorizados a recibir 40 mg de simvastatina/placebo o 40 mg de simvas-
tatina combinada con 10 mg de ezetimibe con un seguimiento de 7 años. Los pacientes con DM tipo 2 tratados
con ezetimibe y simvastatina tuvieron menor riesgo de sufrir un IAM (HR 0,76; IC 95%: 0,66-0,88), un ACV
isquémico (HR 0,61; IC 95%: 0,46-0,82), o el punto final combinado de muerte CV, IAM o ACV (HR 0,80; IC
95%: 0,71-0,90) al compararlos con pacientes sin DM (P de interacción: 0,028; 0,031 y 0,016, respectivamente)
(35). Por último, en un subanálisis del IMPROVE-IT, se observó que los pacientes con DM tipo 2 y enfermedad
polivascular constituye un fenotipo vascular maligno con un riesgo de eventos cercano al 10% año. En este sub-
grupo, la reducción de riesgo absoluto fue mayor y el número necesario de tratar de solo 11 pacientes (36). El
IMPROVE-IT demostró la seguridad del ezetimibe en pacientes con DM tipo 2, sin constatarse incremento en
la tasa de eventos adversos musculares, hepáticos, vesiculares ni cáncer con respecto al placebo. Solo se observó
un leve aumento en la incidencia de ACV hemorrágico (0,9% vs. 0,4%) (27, 34) En conclusión,, diversos estu-
dios (genéticos, fisiopatológicos, metabólicos y de beneficio clínico) posicionan al ezetimibe como el tratamiento
hipolipemiante suplementario de elección en pacientes con DM tipo 2 que no alcanzan la meta de C-LDL con
estatinas. En algunos pacientes con DM tipo 2 y enfermedad vascular, dislipidemia combinada, niveles elevados
de C-no HDL y/o apolipoproteína B, podría considerarse como terapia combinada desde el inicio del tratamiento.
Fibratos
Los fibratos son fármacos que ejercen su función básica disminuyendo los niveles de TG. La única indicación
aceptada para la utilización de fibratos como compuesto no asociado a estatinas es en casos de hipertrigliceri-
demia severa (mayor de 500 mg/dl), para prevenir pancreatitis aguda (37). Algunos autores proponen un punto
de corte mayor, por encima de 885 mg/dl, como indicación de fibratos para prevención de pancreatitis (38). La
combinación de fibratos y estatinas se ha evaluado en población de pacientes con DM en el estudio ACCORD, no
demostrándose un beneficio en prevención de eventos CV. Sin embargo, el análisis de subgrupo preespecificado
demostró beneficio clínico en aquellos pacientes con niveles de TG mayores dde 204 mg/dL y de C-HDL menores de
34 mg/dL (39). El estudio FIELD, en un análisis de subgrupo similar, demostró los mismos beneficios, agregando
clara mejoría en cuanto a la microangiopatía (retinopatía, neuropatía y nefropatía) (40). Cabe mencionar que
la combinación de estatinas y fibratos conlleva un riesgo aumentado de miopatía y elevación de transaminasas,
estando contraindicado el gemfibrozil en combinación con estatinas (no así el fenofibrato) (41). Por último, el
estudio PROMINENT con pemafibrato se encuentra en curso, evaluando pacientes con DM bajo tratamiento con
28 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
estatinas con niveles elevados de TG y bajos de C-HDL. Este ensayo brindará valiosa información con respecto
al lugar de los fibratos en el manejo de la dislipidemia en población de pacientes con DM (42). En conclusión,
podemos afirmar que el agregado de fibratos a estatinas, en pacientes con DM, hasta la fecha no ha demostrado
evidencia de beneficio clínico en cuanto a la prevención de enfermedad CV aterosclerótica, por lo cual no se puede
recomendar a tal fin. El agregado de estos fármacos podría considerarse en pacientes diabéticos que combinen
hipertrigliceridemia con C-HDL bajo (43).
Inhibidores de PCSK9
La proproteína convertasa subtilisina kexina tipo 9 es reguladora del metabolismo lipídico. Su mecanismo de
acción radica en su interacción con el receptor de LDL. La PCSK9 circulante se une al rLDL en la membrana
de los hepatocitos. Esto modifica el destino del rLDL de su vía normal de reciclado a la superficie de la célula y,
en su lugar, lo dirige a degradación lisosomal (51). Por lo tanto, a mayores niveles de PCSK9 circulante, mayor
degradación del rLDL, lo cual reduce el número de dichos receptores de superficie en el hepatocito aumentando
los niveles plasmáticos de C-LDL (52).La utilización de anticuerpos monoclonales totalmente humanizados
contra PCSK9, capaces de interferir con la unión de esta proteína y el rLDL, ha demostrado ser un efectivo
mecanismo hipolipemiante (53). Los iPCSK9 generan una reducción del C-LDL del 55%, del colesterol total del
36%, del C-no HDL del 52%, de la apolipoproteína B del 46%, de la lipoproteína (a) del 30% y de los TG del 16%.
Se informa también un aumento del C-HDL del 7% y de la apolipoproteína A-I del 6% (54,55). Por otro lado,
cuando se asociaron con estatinas, los iPCSK9 alcanzaron una disminución de C-LDL del 54-74% comparados
con placebo, y 26 a 46% comparados con ezetimibe (56). El estudio FOURIER fue el primer ensayo clínico en
demostrar reducción de eventos CV con la aplicación de un iPCSK9 (57). Este estudio incluyó 27.564 pacientes
con enfermedad CV aterosclerótica y niveles de C-LDL de más de 70 mg/dL a pesar del uso de estatinas de alta
o moderada intensidad. Fueron asignados al azar a recibir evolocumab (140 mg cada 2 semanas o 420 mg men-
suales) o placebo. A las 48 semanas, los participantes del estudio con evolocumab habían logrado una media de
C-LDL de 30 mg/dL, con 42% de los pacientes alcanzando un C-LDL de menos de 25 mg/dL. Esto se tradujo en
una RRR del 15% (IC 95% 8-21%; P <0,001) para el punto final compuesto primario (muerte CV, IAM, ACV,
internación por angina inestable o revascularización coronaria) y el 20% (IC 95%: 12-27%; P <0,001) para el
punto final combinado secundario (muerte CV, IAM, ACV). La magnitud del beneficio con evolocumab en el
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 29
estudio FOURIER basado en el descenso de C-LDL por mg/dL es, en gran medida, consistente con los beneficios
cardiovasculares documentados en el análisis combinado de ensayos anteriores con estatinas. Por lo tanto, los
resultados del ensayo FOURIER refuerzan y amplían la hipótesis “cuanto más bajo, mejor” al demostrar los
beneficios CV de disminuir el C-LDL a niveles inferiores a los de cualquier estudio previo. En el mismo sentido,
el estudio ODYSSEY OUTCOMES aleatorizó la utilización de alirocumab 75 mg cada 2 semanas contra placebo,
en una población de 18.924 pacientes dentro del año de haber sufrido un evento coronario agudo y con niveles de
C-LDL mayores de 70 mg/dL (58). Alirocumab redujo la incidencia del punto final combinado primario (9,5% vs.
11,1%, HR: 0,85; IC 95%: 0,78-0,93; p <0,001). Un aspecto interesante de este estudio es que alirocumab demos-
tró mayor eficacia en aquellos pacientes con un C-LDL basal mayor de 100 mg/dL. Se observó que el 28,8% de
los pacientes del estudio padecían DM tipo 2, los cuales mostraron, en un análisis preespecificado de subgrupos,
que presentaban el doble de beneficio comparados con aquellos pacientes sin DM (59). Coincidentemente, un
análisis post hoc de los estudios ODYSSEY observó que aquellos pacientes pertenecientes a grupos de alto riesgo
(por ejemplo la DM) tienen mayor beneficio del agregado de alirocumab (60). Dado el costo de estos fármacos,
algunos documentos postulan que a pesar de su probada eficacia clínica, su costo-efectividad es discutida (61).
Por este motivo deben adaptarse las indicaciones de estos fármacos a las dificultades de acceso y costo de cada
paciente, tratando de reservarlas para aquellos de mayor riesgo.
DM sin otros factores de riesgo CV o daño de órgano blanco <100 mg/dL o reducción del 50% <130 mg/dL
DM con factores de riesgo CV o daño de órgano blanco <70 mg/dL o reducción del 50% <100 mg/dL
DM + enfermedad CV < 70 mg/dL o reducción del 50% <100 mg/dL
Razonable < 55 mg/dL
Recomendaciones
– Se recomienda utilizar estatinas como fármacos hipolipemiantes de primera línea, en los pacientes con DM
para lograr el objetivo terapéutico de C-LDL (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Debe agregarse ezetimibe como herramienta complementaria a las estatinas, en caso de no alcanzarse el obje-
tivo terapéutico en pacientes con DM y enfermedad cardiovascular establecida (Grado de recomendación
I, nivel de evidencia A).
– El agregado de ezetimibe asociado a las estatinas podría ser beneficioso para alcanzar el objetivo terapéutico
en pacientes con DM en prevención primaria (Grado de recomendación IIa, nivel de evidencia C).
– En los pacientes con DM y enfermedad cardiovascular establecida debe considerarse el agregado de un iPCSK9
cuando no se ha logrado el objetivo terapéutico, con la máxima dosis tolerada de estatina y el agregado de
ezetimibe, especialmente cuando los niveles de cLDL son >100 mg/dL (Grado de recomendación I, nivel
de evidencia A).
– Se recomienda el uso de fibratos en pacientes con hipertrigliceridemia mayor de 500 mg/dL para reducir el
riesgo de pancreatitis. El tratamiento deberá instaurarse de inmediato, cuando los valores de triglicéridos
superen los 885 mg/dL (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
– La adición de fibratos al tratamiento con estatinas debe considerarse en pacientes con DM que persistan con
HDL <35 mg/dL y triglicéridos >200 mg/dL (Grado de recomendación IIb, nivel de evidencia B).
– No se recomienda el uso sistemático de ácidos grasos omega-3 en todos los pacientes con DM (Grado de
recomendación III, nivel de evidencia A).
– El agregado de altas dosis de omega-3 éster de eicosapentil purificado podría ser de utilidad para la reducción
del riesgo CV en pacientes con DM e hipertrigliceridemia leve a moderada (Grado de recomendación IIb,
nivel de evidencia B).
c. Antiagregación plaquetaria
La activación plaquetaria cumple un papel fundamental en el proceso aterosclerótico y aterotrombótico. Es por
ello que su inhibición ha sido objeto de estudio en numerosas poblaciones. En la actualidad la función de los
antiagregantes (en especial la aspirina) en prevención primaria está en profunda revisión. En muchos países se
recomienda no utilizarla (62), incluso en pacientes con DM sin enfermedad CV.
30 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
Recomendaciones
– Está indicado el uso de aspirina en bajas dosis (rango de 75 a 162 mg/día) en pacientes con enfermedad car-
diovascular establecida (prevención secundaria) (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– El uso de aspirina en bajas dosis (rango de 75 a 162 mg/día) en pacientes con DM sin enfermedad cardiovas-
cular establecida (prevención primaria) podría ser recomendado en individuos seleccionados de acuerdo con
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 31
el riesgo cardiovascular, el riesgo de sangrado y la opinión del paciente (Grado de recomendación IIb,
nivel de evidencia B).
– En sujetos en prevención primaria con alergia documentada a aspirina puede utilizarse clopidogrel, con las mismas
consideraciones hechas en el apartado previo (Grado de recomendación IIb, nivel de evidencia C).
d. Enfoque multifactorial
Los pacientes con DM tipo 2 están en alto riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares, incluida IC. En
los últimos años hemos asistido a un cambio en el paradigma de los objetivos del tratamiento de los pacientes
con DM tipo 2: antes de 2008, el objetivo era la HbA1c “cuanto más baja mejor”; en 2008 surge el concepto
de evitar hipoglucemia y generar menos ganancia de peso y, finalmente, en 2017 se prioriza la valoración de los
factores de riesgo CV como PA y lípidos, aconsejándose lograr un buen control glucémico pero con agentes que
brinden seguridad y eficacia cardiovascular.
La enfermedad CV y los factores de riesgo para la enfermedad aterosclerótica son las principales causas de
morbilidad y mortalidad en las personas con DM y representan la mayor contribución a los costos directos e
indirectos de la enfermedad. En todos los pacientes con DM, los factores de riesgo cardiovasculares deben ser
evaluados sistemáticamente. Estos factores de riesgo incluyen HTA, dislipidemia, tabaquismo, antecedentes
familiares de enfermedad coronaria prematura y albuminuria.
Se observan grandes beneficios cuando se abordan simultáneamente los múltiples factores de riesgo asociados
a la DM. El STENO-2 es un estudio clásico de tratamiento multifactorial intensivo en pacientes con DM tipo 2.
Evaluó 160 pacientes daneses con DM tipo 2 y microalbuminuria, tratados de forma intensiva y multifactorial
y seguidos durante 7,8 años. La intervención fue dirigida a controlar factores de riesgo modificables a través
de cambios en estilo de vida e intervención farmacológica individualizada. El resultado obtenido mostró que
el control intensivo multifactorial de la glucemia, la PA y los lípidos en pacientes con DM tipo 2 aumentó su
esperanza de vida, redujo los eventos cardiovasculares y los eventos microvasculares en alrededor del 50% en
el grupo de intervención constatándose una ganancia de vida media de 7,9 años, debido fundamentalmente a
la reducción o retraso en la aparición de la enfermedad CV (70). Más recientemente, en una cohorte nacional
sueca, los autores evaluaron la asociación entre el exceso de riesgo de muerte y eventos cardiovasculares entre
los pacientes con DM tipo 2, de acuerdo con el número de variables de factores de riesgo que lograran encuadrar
dentro de los niveles deseables de las pautas terapéuticas, en comparación con los controles emparejados por
edad y sexo (71). En los análisis complementarios, fueron estimados la fuerza de las asociaciones entre diversos
factores de riesgo y los riesgos incrementales de muerte y los resultados cardiovasculares asociados con la DM.
La conclusión del estudio fue que los pacientes con DM tipo 2 que tenían cinco variables de riesgo dentro de
parámetros deseables (adecuado control de PA, C-LDL, HbA1C, no fumadores y albuminuria negativa) parecían
tener poco o ningún exceso de riesgo de muerte, IAM o ACV, en comparación con la población general. Diversos
factores pueden contribuir a reducir el riesgo CV en pacientes con DM tipo 2. Las modificaciones en el estilo de
vida son la piedra angular en el manejo de la DM tipo 2 y para el control de los factores de riesgo cardiovascular.
A su vez, los beneficios vasculares derivados de la reducción de lípidos con estatinas y la reducción de la PA
son considerablemente mayores que los logrados con la reducción de la glucosa en pacientes con DM tipo 2 (72)
Dada la creciente prevalencia de obesidad, la DM tipo 2 se diagnostica con mayor frecuencia en adultos jóvenes y
adolescentes. Esta es una tendencia preocupante porque estos individuos tienen peores perfiles de riesgo (índice
de masa corporal, lípidos y niveles de glucemia) al momento del diagnóstico en relación con aquellos pacientes
diagnosticados a edades más avanzadas. Por lo tanto, es probable que estos sujetos puedan presentar un riesgo
relativamente mayor de mortalidad y morbilidad cardiovascular en comparación con los de mayor edad, tal como
demostraron Naveed Sattar y cols. en un estudio realizado utilizando la Swedish National DM Registry cuyos
resultados llevaron a concluir que “el control de los factores de riesgo debe ser más agresivo en las personas que
desarrollan DM a edades más tempranas” (72).
A manera de conclusión podemos decir, entonces, que la intervención debe efectuarse sobre TODOS los fac-
tores de riesgo, no solamente sobre la glucemia, en especial si estamos frente a adultos jóvenes con diagnóstico
de DM tipo 2 y sosteniendo el tratamiento a lo largo del tiempo.
Recomendaciones
– En todo paciente con DM debe efectuarse una intervención sobre los diferentes factores de riesgo, no solamente
sobre la glucemia, a fin de reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares y microvasculares (Grado de
recomendación I, nivel de evidencia B).
32 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
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CARDIOPATÍA ISQUÉMICA
a) Tratamiento de la hiperglucemia
Mucho se ha discutido si simplemente se trata de un marcador de un paciente más grave o si la hiperglucemia
genera daño per se. Los avances en el entendimiento de la fisiopatología de la hiperglucemia en situaciones car-
diovasculares agudas así como también algunos ensayos clínicos aleatorizados y estudios observacionales han
comprobado el impacto negativo de la hiperglucemia y la importancia de su manejo adecuado. Ciertas solucio-
nes con insulina como la solución de GIK (insulina-glucosa-potasio) no han demostrado ser eficaces en reducir
complicaciones debido a que dichos algoritmos se basan en administrar altas dosis de insulina y, por lo tanto, de
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 35
glucosa, agua y potasio (con la consiguiente sobrehidratación) con la idea de mejorar la utilización de glucosa
por el miocardiocito (14). Sin embargo, con dichos algoritmos los pacientes persistieron hiperglucémicos por
la sobrecarga de glucosa administrada. En cambio, los protocolos de insulinoterapia que intentaban controlar
la glucemia y minimizar el riesgo de hipoglucemia han demostrado beneficio tanto en pacientes que cursaban
un SCA como el posoperatorio de cirugía cardiovascular. De acuerdo con la evidencia actual, obtener controles
glucémicos entre 140-180 mg/dL ha demostrado tener un adecuado riesgo-beneficio. Se sugiere utilizar insulina
endovenosa en goteo continuo mediante protocolos validados en pacientes críticos y esquemas de insulina basal
e insulinas rápidas para pacientes no críticos (15). Véanse protocolos en material suplementario.
Recomendaciones
– Suspender medicación antidiabética no insulínica en todo paciente con DM internado (Grado de recomen-
dación I, nivel de evidencia B).
– Mantener valores de glucemia entre 140-180 mg/dL en todo paciente con DM previa o sin ella internado por
patología cardiovascular, en especial si se trata de pacientes que cursan internación por síndrome coronario
agudo, o en contexto del perioperatorio de cirugía cardiovascular(Grado de recomendación I, nivel de
evidencia B).
– Objetivos más estrictos entre 110-140 mg/dL pueden ser apropiados para pacientes seleccionados, estables,
en áreas no críticas, siempre que se eviten riesgos de hipoglucemia significativa (Grado de recomendación
I, nivel de evidencia C).
– En pacientes en áreas críticas, inestables o sin ingesta alimentaria se sugiere utilizar insulina endovenosa
en goteo, utilizando protocolos validados (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– En pacientes estables con ingesta oral se sugiere utilizar simultáneamente insulina basal e insulina prepran-
dial para optimizar el control glucémico (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– Se recomienda la implementación de protocolos para manejo y prevención de la hipoglucemia en todas las
Instituciones (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– Realizar medición de HbA1c en pacientes con DM o hiperglucemia >140 mg/dL a la admisión, si no fue
realizada en los 3 meses previos, debido a que permite guiar el tratamiento antidiabético al alta o sospechar
neodiagnóstico de DM (Grado de recomendación I, nivel de evidencia C).
como dosis de carga y 10 mg como dosis de mantenimiento) alcanzaba para obtener mayor inhibición plaquetaria
que la doble dosis de clopidogrel (600 mg de carga y 150 mg de mantenimiento) (30). En el subgrupo de 3416
pacientes con DM del estudio TRITON-TIMI 38, quienes recibieron prasugrel tuvieron una menor incidencia del
punto final combinado de muerte CV, IAM o ACV (12,2% versus 17,0%; HR: 0,70; P <0,001), diferencia que se
observó tanto en pacientes que requerían insulina (14,3% versus 22,2%; HR: 0,63; P = 0,009) como en aquellos
no la requerían (11,5% versus 15,3%; HR: 0,74; P = 0,009); esto se produjo fundamentalmente a expensas de
una reducción en el IAM, sin que hubiera más episodios de sangrado (2,6% versus 2,5%; HR: 1,06; P = 0,81)
(34). En el estudio PLATO que comparó pacientes con SCACEST y SCASEST de los cuales el 60% recibieron
ATC, en el subgrupo de 4662 pacientes con DM el evento combinado de muerte CV, IAM o ACV fue menor en
el grupo tratado con ticagrelor en comparación con clopidogrel, diferencia que fue significativa solo en aquellos
con HbA1c sobre la media del 6% (HR: 0,80, 95% CI: 0,70-0,91) con similar incidencia de sangrado (HR: 0,98,
IC 95%: 0,86-1,12) (35). En resumen, en los pacientes con DM se describen menores tasas de eventos en quienes
reciben prasugrel (en pacientes tratados con ATC) y ticagrelor (en pacientes con y sin ATC). Los inhibidores de
GPIIb/IIIa demostraron beneficio en pacientes con DM y SCASEST, pero estos estudios fueron realizados en la
era previa a los antiagregantes actuales, por lo que debería evaluarse su utilidad en este nuevo contexto.
Recomendaciones
– En pacientes con DM con SCACEST se debe realizar reperfusión, preferentemente con ATC primaria (Grado
de recomendación I, nivel de evidencia A).
– La estrategia del tratamiento en los pacientes con SCA debe ser independiente del antecedente de DM (Grado
de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Se prefiere la estrategia invasiva dentro de las 72 horas en pacientes con SCASEST y DM (Grado de reco-
mendación I, nivel de evidencia A).
– En la decisión de la estrategia de revascularización de un SCASEST deben tenerse presente las características
clínicas y la anatomía. Se recomienda la valoración con puntaje (score) EuroSCORE II y Society of Thoracic Sur-
geons (STS) y el puntaje SYNTAX en un Heart Team (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Se sugiere control de la función renal a las 48 horas del procedimiento para diagnóstico de nefropatía por
contraste (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– La doble antiagregación plaquetaria debe ser realizada con aspirina más prasugrel o ticagrelor en lugar de
clopidogrel (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– En pacientes tratados con ATC por IAM se prefiere el tratamiento con ticagrelor o prasugrel sobre el trata-
miento con clopidogrel (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Deben evaluarse el riesgo isquémico y el hemorrágico para la decisión del tratamiento antiplaquetario (Grado
de recomendación I, nivel de evidencia A).
Tratamiento farmacológico
Debido a que existen pocos estudios que evaluaron el tratamiento farmacológico específicamente en pacientes con
DM y enfermedad coronaria, la mayoría de la información proviene de análisis de subgrupos. El tratamiento debe
focalizarse en intensificar el control de los factores de riesgo, con objetivos más estrictos. Las recomendaciones
específicas para el manejo de estos se detallan en las secciones correspondientes de este Consenso. Asimismo,
el uso de los fármacos antidiabéticos en pacientes con eventos cardiovasculares previos y que han demostrado
beneficio, en términos de reducción de eventos cardiovasculares, se presenta en la sección correspondiente al
algoritmo. El tratamiento específico de la enfermedad coronaria/isquemia es similar al de los pacientes sin DM.
Sin embargo, considerando que se trata de una población de mayor riesgo de eventos, el beneficio absoluto es
mayor y en consecuencia el número necesario para tratar (NNT) menor (36). El tratamiento con betabloquean-
tes parece limitado a pacientes que tienen enfermedad coronaria estable y DM pero con infarto o insuficiencia
cardíaca previos (37-39). No hay evidencias de disminución de la mortalidad en pacientes sin eventos previos.
Tratamiento antiagregante
Si bien es discutida actualmente la profilaxis con aspirina, los pacientes con DM constituyen un subgrupo
de riesgo que, si tienen asociada una enfermedad vascular, se benefician con este tratamiento antiagregante;
por otro lado, en los pacientes con DM que presentan enfermedad coronaria crónica se describe una menor
respuesta a la antiagregación con dosificación tradicional con aspirina (40). Esto se refleja en una inadecuada
respuesta antiagregante con una única dosis diaria (41). Se ha sugerido que la utilización de más de una dosis
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 37
diaria sería una estrategia correcta para disminuir la reactividad plaquetaria, más eficaz que aumentar la dosis
en una única toma (42). Sin embargo, no existe actualmente ninguna recomendación en este sentido. Además
de las alteraciones de la coagulación y las plaquetas estudiadas, Bath y cols. sugieren que la formulación y su
consecuente absorción tienen un papel clave. Por ello se sugiere utilizar aspirina sin cubierta entérica (43). En
pacientes intolerantes a aspirina se sugiere el tratamiento con clopidogrel. En quienes han presentado un SCA
hasta 3 años antes, se podría evaluar el tratamiento con doble antiagregación con aspirina y ticagrelor 60 mg
cada 12 horas, especialmente si el evento ocurrió 1 año antes y el paciente fue tratado con doble antiagregación
sin complicaciones de sangrado, durante los 12 meses anteriores acorde con los resultados del estudio PEGA-
SUS. Este estudio mostró mayor beneficio en pacientes con DM (10,1% en 90 mg c/12 horas vs. 10,0% en 60 mg
c/12 horas vs. 11,60% en placebo) comparados con no pacientes sin DM (6,77% en 90 mg c/12 horas vs. 6,68% en
60 mg c/12 horas vs. 7,83% en placebo) (44). El estudio COMPASS (Cardiovascular Outcomes for People Using
Anticoagulation Strategies) incluyó 10.341 pacientes con DM y se observó una reducción en el objetivo primario
compuesto (MACE) (HR: 0,74, IC 95%: 0,61-0,9; p = 0,002) con el tratamiento con bajas dosis de rivaroxabán 2,5
mg dos veces al día, asociado a aspirina en pacientes con antecedentes de un evento coronario alejado a expensas
de un incremento en la incidencia de sangrados mayores (HR: I,69, IC 95%: 1,33-2,15; p 0,0006) (45). El estudio
THEMIS, que evaluó pacientes con DM y enfermedad coronaria estable, reveló una reducción de MACE del 10%
(HR: 0,90; IC 95%: 0,81-0,99; p = 0,04) en el grupo asignado a ticagrelor asociado a aspirina, respecto del uso
de aspirina sola. Al igual que en el estudio COMPASS, se evidenció un aumento en la incidencia de sangrados
mayores (HR: 2,32, IC 95%: 1,82-2,94; p <0,001) (46).
Recomendaciones
– El tratamiento farmacológico antiisquémico no difiere del que se indica en pacientes con enfermedad coronaria
sin DM (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– El tratamiento con betabloqueantes queda reservado para pacientes que tienen enfermedad coronaria estable
y DM con infarto o insuficiencia cardíaca previos (Grado de recomendación IIa, nivel de evidencia B).
– Se recomienda tratamiento antiagregante con aspirina en todos los pacientes con enfermedad coronaria y
DM con dosis habituales de 100 mg/día (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Se recomienda la utilización de aspirina sin cubierta entérica (Grado de recomendación IIa, nivel de
evidencia B).
– En pacientes con DM e infarto previo o ATCpuede considerarse el uso de doble antiagregación plaquetaria
prolongada con ticagrelor 60 mg cada 12 horas o clopidogrel 75 mg en pacientes con alto riesgo isquémico o
bajo riesgo de sangrado (Grado de recomendación IIa, nivel de evidencia B).
– En pacientes con DM y enfermedad cardiovascular con alto riesgo isquémico, en especial aquellos con ar-
teriopatía periférica y bajo riesgo de sangrado, puede considerarse el empleo de rivaroxabán en dosis bajas
(Grado de recomendación IIa, nivel de evidencia B).
Estrategias de revascularización
Revascularización vs. tratamiento médico
En enfermedad coronaria estable, el estudio BARI 2D aleatorizó2368 pacientes con DM a tratamiento médico
o revascularización por CRM o ATC. El método de revascularización fue elegido de acuerdo con el criterio del
médico responsable. Entre los pacientes tratados con ATC, solo el 20% tuvieron intervención en múltiples vasos
y se utilizaron BMS en el 56% de los procedimientos. En el grupo tratado con CRM, el 94% recibieron un by-
pass de mamaria interna con un promedio de 3,0 anastomosis. En el seguimiento promedio de 5,3 años no se
observaron diferencias en la sobrevida (88,3% en el grupo revascularización vs. 87,8% para tratamiento médico;
IC 95%: -2,0 a 3,1; p = 0,97) ni en eventos cardiovasculares mayores (77,2% vs. 75,9%; p = 0,7). Los pacientes
tratados con CRM tuvieron igual sobrevida pero menos eventos cardiovasculares mayores que los asignados a
tratamiento médico. Un 42% de los pacientes asignados a tratamiento médico recibieron alguna revascularización
antes de los cinco años (47).
BARI (ATC c/balón) 1997 / 5 años 353 34,5 vs. 19,5 1,8 (0,003)
EAST (ATC c/balón) 2000 / 8 años 59 39,9 vs. 24,5 1,6 (0,23)
CABRI (ATC c/balón) 2001 / 4 años 125 22,6 vs.12,5 1,.8 (0,15)
RITA-1 (ATC c/balón) 1998 / 7 años 62 6,9 vs. 24,2 0,3 (0,09)
ARTS (BMS) 2005 / 5 años 208 13,4 vs. 8,0 1,6 (0,27)
SoS (BMS) 2008 / 6 años 14 17,6 vs. 5,4 3,5 (0,15)
ARTS II (DES) 2011 / 5 años 367 9,0 vs. 8,6 1,0 (0,91)
CARDIA (DES) 2010 / 1 año 50 3,2 vs. 3,2 1,0 (0,97)
SYNTAX (DES) 2011 / 3 años 452 13,6 vs. 8,7 1,6 (0,11)
FREEDOM (DES) 2012/5 años 1900 16,3 vs. 10,9 (0,049)
HR: hazard ratio
Los estudios ARTS I y II incluyeron 367 pacientes con DM. Se compararon en forma no aleatorizada 159
pacientes con enfermedad de múltiples vasos tratados con DES, la cohorte histórica de 96 pacientes tratados con
CRM y 112 pacientes tratados con BMS del ARTS I. No se observaron diferencias significativas de mortalidad
entre los tres grupos. El IAM fue mayor en el grupo de BMS (BMS 11,0%, CRM 5,2%, DES 4,8%, p = 0,04 para
DES vs. BMS y p = 0,76 para DES vs. CRM) y la necesidad de nueva revascularización fue menor en el grupo
de CRM (DES 33,2% vs. CRM 10,7%, p <0,001) (48). El estudio CARDIa (Coronary Artery Revascularization in
DM) aleatorizó a CRM o ATC a 510 pacientes, con enfermedad de múltiples vasos o de un vaso pero compleja. Un
tercio de los pacientes del grupo ATC recibió BMS y el resto DES. A 1 año de seguimiento el punto final combi-
nado de muerte, IAM y ACV fue 10,5% en el grupo CRM y 13,0% en el grupo ATC (HR: 1,25, IC 95%: 0,75-2.,09;
p = 0,39), la mortalidad global fue 3,2% y las tasas del evento combinado de muerte, IAM, ACV y nueva revas-
cularización fueron 11,3% y 19,3% (HR: 1,77, IC 95%: 1,11-2,82; p,=,0,02), respectivamente. Los resultados a 5
años (no publicados) muestran similar mortalidad pero menos IAM y nueva revascularización a favor de la CRM
(49,50). En el subgrupo preespecificado de pacientes con DM del estudio SYNTAX (que incluyó 452 pacientes),
la necesidad de nueva revascularización fue menor para la cirugía (ATC 35,3% vs. CRM 14,6%; P <0,001 HR:
2,01,IC 95%: 1,04-3,88) pero la mortalidad global (ATC 19,5% vs. CRM 12,9%; P = 0,065), el ACV (ATC 3,0%
vs. CRM 4,7%; P = 0,34) o el IAM (ATC 9,0% vs. CRM 5,4%; P = 0.20) y el punto final combinado de muerte,
infarto o ACV fueron similares (ATC 23,9% vs. CRM 19,1%; p = 0,21, HR: 1,27-95%, IC: 0,84 -0,92) a 5 años de
seguimiento. La mortalidad cardiovascular fue menor con la cirugía (CRM 6,5% vs. ATC 12,7%, HR: 1,62 95%, IC
1,03-2,55; p = 0,035), especialmente en los pacientes que requieren insulina. Se observó un gradiente creciente
de eventos en relación con la mayor complejidad anatómica de los pacientes. Dividos en tercilos de acuerdo con
el puntaje de SYNTAX, la necesidad de nueva revascularización fue mayor en los tres subgrupos, pero el evento
combinado de muerte, IAM o ACV solo fue mayor en los pacientes de mayor complejidad anatómica (SYNTAX
mayor de 33) (51). A tener en cuenta para el análisis de este estudio está el hecho de que los DES utilizados
(Taxus) tuvieron una tasa de trombosis aguda y subaguda elevada y de que la doble antiagregación plaquetaria
se realizó con aspirina y clopidogrel, fármaco que ha demostrado elevada resistencia el pacientes con DM. El
estudio FREEDOM aleatorizó 1900 pacientes de los cuales el 83% tenía enfermedad de tres vasos. En el 51%
de los casos se utilizaron stents con sirolimus y en el 43% con paclitaxel, ambos DES de primera generación. Al
cabo de un seguimiento promedio de 3,8 años la mortalidad global (18,7% vs. 26,6%; p = 0,005) y el IAM (6,0 vs.
13,9%; p = 0,049) fueron menores en el grupo CRM. El ACV (2,4% vs. 5,2%; p = 0,03) fue menor con la ATC y
la mortalidad cardiovascular fue similar (CRM 6,8% vs. ATC 10,9%; p = 02) (52). Si bien la tasa de eventos fue
mayor en los pacientes con DM que requieren insulina, la ventaja de la CRM se mantuvo para todos (53). En la
interpretación debe considerarse que la mayoría de los pacientes tenía síndromes coronarios estables, que hubo
poca inclusión de mujeres, que el grupo quirúrgico tuvo más insuficiencia renal aguda y que nuevamente la
doble antiagregación se realizó con clopidogrel. Una revisión de 11 estudios aleatorizados que incluyeron 11.518
pacientes mostró una diferencia en la mortalidad de todas las causas a 5 años en pacientes con DM y enferme-
dad de múltiples vasos sometidos a CRM versus ATC (10 vs. 15,5%, HR: 1,48; 1,19-1,84; p = 0,0004) (54). El
resultado favorable de la CRM con respecto a la ATC puede encontrar explicación en la mayor complejidad de
las lesiones en pacientes con DM que predisponen a mayor tasa de reestenosis y necesidad de reintervenciones.
Sin embargo, también debe considerarse que hubo una alta tasa de revascularización con puentes mamarios a
la arteria descendente anterior (entre 81 y 100%), lo que mejora la permeabilidad en el mediano y largo plazo, y
que se trató de pacientes con riesgo operatorio bajo-intermedio (Euroscore promedio de 3,5) (55). Los pacientes
con DM, con lesiones menos complejas y lesión de uno o dos vasos, pueden ser adecuados candidatos a ATC.
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 39
Recomendaciones
– En pacientes estables con enfermedad coronaria de múltiples vasos, la revascularización puede reducir los
eventos cardíacos adversos (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
– La CRM es la modalidad preferida de revascularización en pacientes con DM y enfermedad de múltiples vasos
(Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– La ATC puede considerarse en los pacientes de menor complejidad anatómica (SINTAX bajo y con lesión de
uno o 2 vasos) (Grado de recomendación IIa, nivel de evidencia B).
– Los stents farmacoactivos de nueva generación deber ser utilizadas cuando la opción de revascularización es
la ATC de pacientes con DM (Grado de recomendación I, nivel de evidencia B).
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42 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
Entre los pacientes con insuficiencia cardíaca, la prevalencia de DM es mucho mayor que en la población general.
En diferentes ensayos aleatorizados oscila entre 11 y 40%, y en registros poblacionales entre 25 y 45% (1-3). La
incidencia de insuficiencia cardíaca es mayor en los pacientes con DM. En el estudio UKPDS, una hemoglobina
glicosilada menor del 6% se asoció a una incidencia de insuficiencia cardíaca de 2‰ por año, y una mayor de
10% a 12‰ por año (4). La incidencia de IC aumenta de 8 a 16% por cada 1% de aumento en la hemoglobina
glicosilada (5). En el registro de Framingham, las personas con DM tuvieron mayor riesgo de desarrollar IC
que aquellos sin DM (6), con riesgo relativo de 2 para los hombres y 5 para las mujeres (en los menores de 65
años, riesgo relativo de 4 para los hombres y 8 para las mujeres). La relación que existe entre IC y DM va más
allá de la estadística (7). Los pacientes con IC, cuando tienen DM, presentan mayor compromiso funcional. En
ellos, las pruebas de esfuerzo ofrecen peores resultados (8). La tasa de internación por IC es mayor que en los
no diabéticos y la mortalidad también lo es. Esto ha sido confirmado en diferentes estudios poblacionales, entre
ellos los de Rotterdam, Framingham y Olmsted County (9-11). Un reciente estudio de cohorte con casi 2 millones
de pacientes y un seguimiento mediano de 5,5 años revela que la IC es la segunda manifestación más común en
pacientes con DM luego de la enfermedad vascular periférica (12) En un metaanálisis de 7 estudios clínicos y
10 estudios observacionales que incluyó 39.505 pacientes con IC, de los cuales aproximadamente el 24% tenían
DM, el riesgo relativo para mortalidad fue 1,28 y el riesgo relativo para hospitalización 1,36 (13). El peor pro-
nóstico de los pacientes con DM se puede atribuir a diferentes causas: mayor prevalencia de factores de riesgo
(14), mayor extensión y severidad de enfermedad coronaria (15), la presencia de una miocardiopatía específica
(16,17), con la coexistencia de dos fenotipos diferentes (cardiopatía diabética con fracción de eyección deprimida
o conservada) que responden a diferentes mecanismos fisiopatológicos (18), y al hecho de que los pacientes con
DM suelen estar subtratados, lo cual contribuye a la mayor mortalidad (19,20).
Tratamiento
a) Tratamiento de la Insuficiencia Cardíaca en los pacientes con Diabetes Mellitus.
Los diuréticos tiazídicos pueden generar hiperglucemia (21), pero ello no proscribe su uso (22). Los antagonistas
de la aldosterona no presentan diferencias en reducción de mortalidad entre pacientes con DM y sin DM (23).
El riesgo de generar hiperpotasemia es mayor en los pacientes con DM cuando empleamos antagonistas de la
aldosterona, si bien ello no se extiende a formas graves (potasemia >6 mEq/L) o a la necesidad de suspender
la medicación si el control del ionograma es frecuente (24). Los IECA y los antagonistas de la angiotensina II
generan igual reducción de mortalidad en pacientes con DM o sin ella cuando se emplean en IC (25,26). Tanto
los IECA como los antagonistas disminuyen la incidencia de DM en pacientes con IC o hipertensos (27-31). Este
efecto puede deberse a acción directa sobre el páncreas o a un efecto periférico con vasodilatación –e incremento
por lo tanto de la captación de glucosa en la periferia– y disminución de los niveles de angiotensina II. Comparado
con enalapril, el empleo de sacubitrilo valsartán en el estudio PARADIGM se asoció a igual reducción del punto
final primario muerte cardiovascular u hospitalización por IC en pacientes con DM o sin ella, si bien hubo una
tendencia a mayor reducción de la mortalidad total en los no diabéticos (32). En un análisis post hoc del referido
estudio, el empleo de sacubitrilo valsartán mostró un mejor control glucémico y menor necesidad de nuevo uso
de hipoglucemiantes orales o insulina respecto del empleo de enalapril (33). Respecto de los betabloqueantes en
el contexto de la IC, aunque significativa en ambos casos, la disminución de mortalidad es mayor en los pacientes
no diabéticos que en aquellos con DM: 28% frente a 16%. Esto podría contribuir a explicar el peor pronóstico que
tienen los pacientes con DM a pesar del tratamiento betabloqueante (34). El carvedilol, en el estudio COMET,
al ser comparado con metoprolol, demostró superioridad en cuanto a reducción de mortalidad en pacientes con
DM y sin ella y reducir un 22% la incidencia de nueva DM (35). Un metaanálisis de los estudios de carvedilol vs.
placebo en el contexto de IC sugiere igual efecto de reducción de mortalidad en diabéticos y no diabéticos (36).
La hipoglucemia en los pacientes tratados con betabloqueantes es un efecto adverso poco común, más frecuente
en los diabéticos tipo 1 y fundamentalmente cuando son lábiles. Por eso, el temor a ella no debe ser un obstáculo
para su utilización.
no se vio el mismo resultado. En el estudio aleatorizado ORIGIN, el empleo de insulina glargina no apareció
asociado a mayor riesgo de insuficiencia cardíaca (39). Las sulfonilureas son secretagogos y actúan cerrando
canales de potasio ATP-dependientes. Se ha mencionado una serie de riesgos cardiovasculares asociados al uso
de sulfonilureas: aumento de tamaño del infarto, disminución de preacondicionamiento y efecto proarrítmico;
todos estos efectos adversos se deben fundamentalmente a las sulfonilureas de primera generación. Algunos
fármacos más modernos, como por ejemplo la glimepirida, parecen no actuar en los canales cardíacos, razón por
la cual el riesgo cardiovascular sería menor (40). En estudios observaciones, las sulfonilureas, al igual que la
insulina, han sido vinculadas a mayor mortalidad y mayor riesgo de generar insuficiencia cardíaca (41), mientras
que en otros no se ha visto esta asociación. Pero vale la misma observación que hicimos antes para la insulina:
no se trata de estudios aleatorizados. La metformina (42) disminuye la gluconeogénesis y la absorción intestinal
de glucosa, aumenta la sensibilidad a la insulina y la captación periférica de glucosa. Una reciente revisión sis-
temática de 9 estudios observacionales con 34.000 pacientes con DM e insuficiencia cardíaca revela que la met-
formina se asocia a reducción de mortalidad respecto del tratamiento control (fundamentalmente sulfonilureas):
23% vs. 37% con OR 0,80 (IC 95%: 0,74-0,87, p <0,01). No se vio en esta revisión incremento de riesgo en pa-
cientes con peor función ventricular o disfunción renal (43). El riesgo de acidosis láctica (9 por 10.000 personas
por año) aumenta en posinfarto agudo de miocardio, insuficiencia cardíaca avanzada o insuficiencia renal. Por
eso, a pesar de la precaución que existe con respecto a su uso, es una medicación segura, y toda la evidencia
observacional sugiere no solamente su seguridad sino también su ventaja respecto de otras intervenciones hipo-
glucemiantes La reciente Guía de la Sociedad Europea de Insuficiencia Cardíaca considera el uso de metformina
en los pacientes con insuficiencia cardíaca como una indicación IIa C (44). Las tiazolidindionas aumentan la
incidencia de insuficiencia cardíaca (45), tanto la pioglitazona (46) como la rosiglitazona (47). Diferentes metaa-
nálisis confirman que existe un riesgo incrementado de desarrollar insuficiencia cardíaca con el uso de tiazoli-
dinedionas. El más completo (48) considera 29 estudios con 20.254 pacientes, y una incidencia de insuficiencia
cardíaca de 5,3% vs. 3,7%, con un OR 1,59 (IC 95%: 1,34-1,89, p <0,0001), más alto con rosiglitazona que con
pioglitazona (OR de 2,7 vs. 1,5, respectivamente). Este incremento del riesgo no se traduce en diferencia en
mortalidad. Las recientes guías de práctica clínica proscriben el uso de este grupo de compuestos en todo pacien-
te con insuficiencia cardíaca CF II a IV (44,49). Los inhibidores de la DPP4 o gliptinas han demostrado una
relación variable con la incidencia de insuficiencia cardíaca. En el estudio SAVOR-TIMI 53 (50) con saxagliptina
hubo exceso de riesgo de presentar insuficiencia cardíaca en el seguimiento, sobre todo en pacientes con niveles
más altos de NT-proBNP al inicio del estudio. En el estudio EXAMINE con alogliptina también se verificó ten-
dencia al aumento del riesgo de insuficiencia cardíaca (51). En cambio, en el estudio TECOS (52), el uso de sita-
gliptina no se tradujo en exceso de riesgo. Un metaanálisis de 54 estudios (53) con 74.737 participantes señala
tendencia a exceso de riesgo de insuficiencia cardíaca, sin alcanzar el criterio estricto de significación estadística
(RR 1,10, IC 95%: 0,99-1,23; p = 0,06). Analizados los fármacos en forma individual, la saxagliptina se asocia a
aumento significativo de riesgo (RR 1,21, IC 95%: 1,03-1,44), y las otras gliptinas no. Un análisis retrospectivo
de casi 1.500.000 pacientes con DM de diversas cohortes de Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido (54) pone
en entredicho el mayor riesgo atribuido a las gliptinas, al señalar que su uso, comparado con el del otros hipo-
glucemiantes, no incrementó el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca entre los pacientes con an-
tecedentes de dicha patología o sin ellos. Otro grupo de fármacos es el de los inhibidores del cotransportador 2
sodio-glucosa (SGLT2), presente en túbulo contorneado proximal (55,56). Básicamente inhiben la reabsorción
renal de sodio y glucosa, por lo que bajan los valores de HbA1c, generan balance calórico negativo, reducción de
peso y tensión arterial, disminuyen la albuminuria, los niveles de ácido úrico, la rigidez y resistencia vascular y
ejercen protección de la función renal. Otro mecanismo que se postula es la inhibición del intercambiador sodio-
hidrógeno 1, con lo que disminuyen la entrada de sodio al interior de la fibra miocárdica y por lo tanto su dispo-
nibilidad para ser intercambiado con calcio, con lo que baja la entrada de calcio y se genera un efecto cardiopro-
tector (57). Tres grandes estudios han sido llevados a cabo con gliflozinas en pacientes diabéticos tipo II con
enfermedad aterosclerótica establecida o factores de riesgo para su desarrollo: el estudio EMPA-REG con empa-
gliflozina (58), el estudio CANVAS con canagliflozina (59) y el estudio DECLARE con dapagliflozina (60). Un
metaanálisis reciente (61) considera en total 34.322 pacientes (7020 de EMPA REG, 10.142 de CANVAS y 17.160,
de DECLARE). En total, el 60,2% tenía enfermedad vascular establecida y el 39,8% solo factores de riesgo (FR).
En forma global, las gliflozinas se asociaron a una reducción de la incidencia de eventos adversos cardiovascu-
lares mayores, un compuesto de muerte de origen cardiovascular, infarto agudo de miocardio no fatal y acciden-
te cerebrovascular no fatal, con un HR 0,89, IC 95%: 0,83-0,96. Sin embargo, la reducción se dio específicamen-
te entre los pacientes con enfermedad instalada (HR: 0,86), y no en aquellos con solo factores de riesgo (HR: 1).
Al analizar por separado cada uno de los componentes del punto final combinado, se demostró reducción signi-
ficativa de la mortalidad cardiovascular del orden del 16% y del IAM no fatal del orden del 11%, sin efecto sobre
la incidencia de ACV no fatal. Hubo mayor coincidencia entre ambas fuentes de pacientes en la reducción de la
incidencia del punto final mortalidad cardiovascular u hospitalización por insuficiencia cardíaca (HIC), a expen-
sas fundamentalmente de este último componente. Las gliflozinas se asociaron a un HR de 0,76 (IC 95%: 0,69-
44 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
0,84) entre los pacientes con enfermedad vascular, y de 0,84 (IC 95%: 0,69-1,01) en aquellos con solo factores de
riesgo. También fue común la incidencia de un punto final combinado de eventos renales, definido en forma no
uniforme, pero consistente en un aumento marcado de la creatinina, la entrada en diálisis o la muerte de origen
renal. En los pacientes con enfermedad vascular, el HR fue de 0,56 (IC 95%: 0,47-0,67), y, en aquellos con facto-
res de riesgo, de 0,54 (IC 95%: 0,42-0,71). En dos grandes registros poblacionales, CVD Real 1 y 2 (62,63), se ha
evidenciado también la asociación del uso de inhibidores SGLT2 con la disminución de la hospitalización por
insuficiencia cardíaca. El estudio DAPA HF (64) recientemente publicado demostró, en 4744 pacientes con in-
suficiencia cardíaca y fracción de eyección media de 31%, una reducción significativa de un punto final combi-
nado de mortalidad cardiovascular y empeoramiento de la insuficiencia cardíaca (HR: 0,74, IC 95%: 0,65-0,85),
reducción de la mortalidad cardiovascular y de la mortalidad total (HR: 0,83, IC 95%: 0,71-0,97). Los hallazgos
fueron similares en pacientes con DM (un 42% de pacientes con DM conocidos y un 3% adicional que fue diag-
nosticado durante el estudio) y pacientes sin DM. Se abre –a partir de estos resultados– un nuevo panorama para
el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Nuevos estudios en insuficiencia cardíaca con fracción de eyección
reducida y preservada en los que se testean diversas gliflozinas contribuirán a definir el papel de las gliflozinas
más allá de la DM. Con los análogos de los receptores de GLP-1, por último, no se ha visto efecto específico sobre
la incidencia de insuficiencia cardíaca. Un metaanálisis reciente (65) considera 8 estudios aleatorizados. En 5 de
ellos se testearon agonistas GLP 1 (ELIXA con lixisenatida, EXSCEL con exenatida, SUSTAIN 6 con semaglu-
tida, HARMONY con albiglutida y LEADER con liraglutida), y en 3, gliflozinas (EMPA-REG Outcome con em-
pagliflozina, CANVAS con canagliflozina y DECLARE con dapagliflozina). En total fueron incluidos 77.242 pa-
cientes, el 55,6% de ellos en los estudios con agonistas GLP 1. La edad media osciló entre 60 y 65 años, la pro-
porción de mujeres entre 28 y 40%. La proporción de pacientes con enfermedad aterosclerótica establecida fue
73,1%, pero varió entre el 41 y el 100% según los criterios de inclusión. La prevalencia de insuficiencia cardíaca
fue 16,3%, (entre 10 y 24% según los estudios). El efecto de ambos tipos de fármacos sobre la incidencia de even-
tos vasculares mayores fue similar: HR: 0,88, IC 95%: 0,84-0,94 para los agonistas GLP 1 y HR: 0,89, IC 95%:
0,83-0,96 para las gliflozinas. El efecto se concentró en los pacientes con enfermedad vascular establecida, en los
que la reducción alcanzó el 14% y fue similar con ambas familias de fármacos, mientras que, en aquellos pacien-
tes con solo factores de riesgo, el efecto fue nulo (hallazgo también común a ambos tipos de agentes). Tanto los
agonistas GLP 1 como las gliflozinas redujeron significativamente el riesgo de IAM: un 9% los primeros, un 11%
las gliflozinas, sin evidencia de heterogeneidad entre ambos fármacos. De igual modo ambos redujeron el riesgo
de muerte cardiovascular: un 12% los agonistas GLP 1, un 16% las gliflozinas. Solo los agonistas GLP 1 dismi-
nuyeron el riesgo de ACV un 14%, mientras que no hubo reducción significativa con las gliflozinas. En cambio,
estas últimas disminuyeron significativamente el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca un 31%.
Recomendaciones
– El tratamiento de la IC en pacientes con DM debe ser igual al de los pacientes sin DM (Grado de recomen-
dación I, nivel de evidencia A).
– Los inhibidores SGLT2 son fármacos de primera elección para tratar pacientes con DM con IC o con enferme-
dad cardiovascular establecida y riesgo incrementado de presentar IC (Grado de recomendación I, nivel
de evidencia A).
– La metformina puede emplearse en pacientes con DM e IC y función renal sin deterioro severo (Grado de
recomendación IIa, nivel de evidencia C).
– No deben emplearse tiazolidindionas en pacientes con DM e IC, o propensos a presentarla (Grado de reco-
mendación III, nivel de evidencia A).
– No debe emplearse saxagliptina en el tratamiento de pacientes con DM con IC, o propensos a presentarla
(Grado de recomendación III, nivel de evidencia B).
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Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 47
La importancia de las alteraciones vasculares del paciente con DM está determinada por su elevada prevalencia,
alta carga de morbimortalidad y elevados costos en salud (1).
Epidemiología
Las tasas de prevalencia publicadas de enfermedad arterial de miembros inferiores (EAMI) varían ampliamente
dependiendo del tiempo de evolución de la enfermedad como del control glucémico y de los factores de riesgo en
las poblaciones estudiadas (2).
La EAMI del paciente con DM tiene algunas características particulares: son generalmente pacientes más
jóvenes, con mayor IMC y más comorbilidades cardiovasculares. A su vez presentan una rápida progresión y
la expresión topográfica predominantemente es distal y bilateral. Además, las paredes arteriales suelen estar
más calcificadas, con mayor presencia de oclusiones totales. La neo-angiogénesis, como la capacidad de generar
circulaciones colaterales compensatorias, es menor en estos pacientes (3). La presencia de neuropatía periférica
incrementa el riesgo de desarrollar úlceras y amputaciones, por lo cual debe ser valorada rutinariamente. Del
mismo modo requieren especial atención la corrección de anormalidades ortopédicas y otras alteraciones del pie
(onicomicosis) que puedan favorecer el desarrollo de un pie diabético.
Presentación clínica
La claudicación intermitente es el síntoma clásico de la EAMI; sin embargo, puede no ser la presentación habitual
del paciente con DM si tiene asociada polineuropatía sensitiva. Además, el dolor neuropático puede confundirse
con la claudicación intermitente. En algunas ocasiones, los pacientes pueden debutar con isquemia crítica sin
que la claudicación aparezca como aviso previo. Esta última forma de presentación es la manifestación clínica
más grave. Dos cualidades caracterizan al paciente con ICMI: la presencia de enfermedad multisegmentaria, por
un lado, y ser pacientes de alto riesgo quirúrgico con baja expectativa de vida, por el otro. El aumento en la pre-
valencia de DM se ha asociado a un incremento en la incidencia de isquemia crítica. En lo que respecta al riesgo
cardiovascular, estos pacientes tienen una posibilidad tres veces mayor de desarrollar un SCA, ACV e incluso
muerte CV en comparación con los pacientes con claudicación intermitente. La sobrevida libre de amputación
es del 50% al año, el 25% sufre una amputación y un 25% fallecerá de causa CV (4,5).
Diagnóstico
Luego del interrogatorio y el examen físico se debe confirmar el diagnóstico e intentar estimar el grado de seve-
ridad y distribución de la enfermedad en las arterias de miembros inferiores. Dada la frecuencia de pacientes con
DM asintomáticos o con síntomas atípicos es necesaria una evaluación más objetiva con las pruebas diagnósticas.
Pruebas de imágenes
El ultrasonido es el método de primera línea para diagnosticar, localizar y cuantificar la EAMI. Sin embargo,
debe tenerse en cuenta que es menos precisa en pacientes con DM ya que tiene menor sensibilidad en el territorio
infrapatelar y en las zonas de placa calcificada por la sombra acústica que se genera. La angiorresonancia mag-
nética permite evaluar segmentos largos de la anatomía vascular desde el abdomen hasta el tobillo y el calcio no
limita el método. Sin embargo, también disminuye su eficacia en el territorio infrapatelar y no puede utilizarse
48 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
contraste con gadolinio en pacientes con filtrado glomerular <30 mL/min (constituye una contraindicación ab-
soluta para este método). La angiotomografía computarizada presenta un rendimiento diagnóstico menor en el
trayecto infrapatelar. Por otro lado, las lesiones altamente calcificadas son difíciles de valorar en forma correcta.
La angiografía digital es, en general, el patrón de referencia; hoy en día conserva su lugar en el diagnóstico de
aquellos pacientes en los que se estima que se realizará una intervención terapéutica endovascular.
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
Medición del índice tobillo-brazo
– La medición del ITB está indicada como prueba no invasiva de primera línea para detectar y diag- I B
nosticar enfermedad arterial de las extremidades inferiores
– Ante la presencia de un ITB >1,4 en personas con diabetes o de edad avanzada, debe utilizarse otro I B
método diagnóstico
– La medición del ITB con ejercicio debe considerarse en caso de pacientes con síntomas atípicos Iia B
sugestivos de EVP de los MMII con el fin de confirmar el diagnóstico y cuantificar la gravedad
– Se recomienda la utilización de ecografía Doppler color como método diagnóstico de primera línea I B
para confirmar y localizar la enfermedad arterial de los MMII
– La utilización de ultrasonido y TAC o RMN se recomienda para localizar lesiones arteriales en los I B
MMII y definir la estrategia de revascularización
– La indicación de angiografía queda reservada para aquellos pacientes en los que se planea un Iia c
procedimiento de revascularización
MMII: Mienbros inferiores. TAC: Tomografía axial computarizada. RMN: Resonancia magnética nuclear.
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La DM triplica el riesgo de ACV isquémico a 10 años, incrementando el riesgo tanto para el ACV lacunar como
el de gran arteria, predominando clásicamente la primera clase (1-3). Este riesgo es mayor cuando coexiste con
HTA (Tabla 1).
Tabla 1.Cociente de riesgos (hazard ratio) para la incidencia de ACV isquémico dependiendo
de antecedentes de HTA y DM (4)
Entre los factores vinculados al aumento del riesgo, la DM puede acelerar la ateromatosis por vías inflama-
torias a través de la producción de radicales libres y la inhibición de la óxido nítrico sintetasa, exponiendo el
endotelio a estrés por cizallamiento (5). Por otra parte, la hiperglucemia y la DM tienen repercusiones diferentes
en el resultado del ACV isquémico y hemorrágico (6). La hiperglucemia al ingreso se asocia con un peor resulta-
do clínico y un mayor riesgo de muerte hospitalaria en pacientes con ACV tanto isquémico como hemorrágico,
mientras que la DM aumenta el riesgo de muerte hospitalaria en pacientes con ACV hemorrágico, pero no en
pacientes con ACV isquémicos.
Control glucémico
El correcto control de la DM es fundamental en la reducción del riesgo de estos pacientes. Así, los pacientes con
HBA1c >7% presentan mayor mortalidad; es por eso que, mediante modificaciones en el estilo de vida y la far-
macoterapia, se busca adecuar el control glucémico con un objetivo para la HBA1c ≤ 7% planteándose objetivos
inferiores a 6,5% en pacientes seleccionados siempre que se minimice el riesgo de hipoglucemia (7).
Presión arterial
Las recomendaciones generales sobre el manejo de la presión arterial están citadas en el capítulo correspondiente.
Se deben conseguir cifras de PA <140/90 mm Hg, aunque en sujetos con DM es probable que se beneficien de un
control más estricto. El estudio ACCORD BP (8) demostró que un mayor control con PAS <120 mmHg reduce el
riesgo de ACV isquémico en un 41% en pacientes con DM y factores de riesgo CV, a expensas de un aumento del
riesgo de insuficiencia renal (número necesario para generar un daño –NNH: 50). Un metaanálisis de 31 ensayos
que incluyó 73.913 individuos con DM (9) demostró que una reducción más intensa de la PA no redujo la tasa de
IAM pero disminuyó significativamente el riesgo de ACV. Otro metaanálisis (10) determinó que, en pacientes con
DM tipo 2 y/o alteración de la glucemia en ayunas y/o alteración de la tolerancia a la glucosa, el tratamiento con
un objetivo de PAS de 130 a 135 mm Hg es aceptable. Sin embargo, con objetivos más estrictos (<130 mm Hg)
se observó heterogeneidad en la afectación de órgano blanco, ya que el riesgo de ACV siguió disminuyendo, pero
no hubo beneficio con respecto al riesgo de otros eventos macrovasculares y microvasculares (cardíacos, renales
y retinianos), mientras que el riesgo de eventos adversos graves aumentó. Por lo tanto, se recomienda lograr
cifras de PA <140/90 mm Hg; un tratamiento más intensivo con objetivos menores debe destinarse únicamente
a pacientes seleccionados y con un estricto seguimiento clínico.
Fibrilación auricular
La DM es uno de los factores que, combinados, aumentan el riesgo de ACV en pacientes con FA, sumando un
punto en la puntuación de CHA2DS2-VASc (11).
Tratamiento antidiabético
En pacientes con DM y ACV relacionado a aterosclerosis se aconseja, luego de la metformina, indicar agentes que
hayan demostrado una reducción significativa en los eventos vasculares ateroscleróticos en los ensayos clínicos.
Estos agentes son los iSGLT2 y arGLP-1 (véase sección de algoritmos de manejo de hiperglucemia en el paciente con
DM). Los ensayos clínicos aleatorizados que evaluaron seguridad cardiovascular con estos grupos farmacológicos
tuvieron como criterios de inclusión el antecedente de ACV y se observó, en estos pacientes con eventos previos,
disminución de eventos cardiovasculares combinados. Por otra parte, algunos arGLP-1 como dulaglutida en el
estudio REWIND y semaglutida en el estudio SUSTAIN han demostrado, en análisis secundarios, reducción de
ACV. Algunos metaanálisis realizados a partir de los ensayos clínicos con arGLP-1 han descrito este impacto sobre
ACV (12, 13). Es importante resaltar que no contamos aún con estudios diseñados específicamente para evaluar
el efecto de estos agentes en pacientes con ACV previo. La pioglitazona (una tiazolidindiona) también demostró
reducción de eventos cardiovascular tanto en pacientes con DM con eventos previos (estudio PROACTIVE) como
en pacientes sin DM con insulinorresistencia y ACV isquémico previo (estudio IRIS) (14). Sin embargo, algunos
eventos adversos relacionados con las glitazonas limitan su uso.
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La DM incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular y también el de sus complicaciones. Los pacientes con
DM están expuestos a experimentar eventos arrítmicos ventriculares y supraventriculares, así como también
episodios sincopales de causa no arrítmica. En esta sección repasamos los aspectos salientes de estos temas.
a. Fibrilación auricular
La FA es la arritmia sostenida más frecuente de la población general y genera una mayor morbilidad y mortalidad
(1). El estudio Framingham ha demostrado que la DM es un predictor independiente para el desarrollo de FA
(OR 1,4 hombres y 1,6 mujer) (2). Huxley y cols. también mostraron un incremento del RR de FA de 1,24 (1,06-
1,40), con una incidencia de FA/aleteo auricular del 14,9% versus 2,5% en el grupo control (3-5). Asimismo, los
pacientes con DM suelen presentar obesidad, lo que contribuye a un mayor riesgo de FA; una adecuada estrategia
de control de medidas higiénico/dietéticas permite que disminuya su incidencia(6). En relación con el mecanismo,
no existe una explicación sencilla para dicha relación, por lo cual se sugieren varias hipótesis fisiopatológicas.
Primero, la fibrosis auricular desempeña un papel preponderante para el inicio y perpetuación de la FA. En este
sentido, el estrés oxidativo en pacientes con DM se encuentra incrementado y consecuentemente los aniones
superóxido, promoviendo la fibrosis auricular. Andersen y cols. han observado un aumento del estrés oxidativo
mitocondrial en la aurícula de pacientes con DM, lo que permite sostener esta hipótesis(7). Segundo, la glicosilación
no enzimática de las proteínas y su unión a receptores de factores de crecimiento de tejido conectivo producen
un aumento de la fibrosis auricular(8). Tercero, la disfunción autonómica producto de la DM es un trastorno
conocido que conduce a un aumento del estrés catecolaminérgico cardiovascular(9). En este sentido, la misma
disautonomía se convierte en un factor que predispone al desarrollo de FA. Otro mecanismo relacionado con el
desarrollo de FA es la alteración en la conducción intraauricular e interauricular. Chao y cols. estudiaron a 228
pacientes con DM que requerían ablación de FA con navegador tridimensional, y observaron que los pacientes
presentaban menor voltaje auricular que un grupo control, y una mayor tasa de recurrencia arrítmica luego de la
ablación(10). Estos hallazgos demuestran un compromiso intrínseco eléctrico auricular asociado con la DM. Con
respecto a los niveles de glucemia existen controversias acerca de si los pacientes con hiperglucemia sostenida o
con picos de glucemia, o bien los que se encuentran bajo tratamiento hipoglucemiante intensivo o no, son más
o menos propensos a desarrollar FA. La glucemia pareciera ser un marcador de enfermedad más que un factor
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para el desarrollo de FA. Un punto importante a considerar es que la relación entre DM y FA se asocia con un
aumento de eventos tromboembólicos, principalmente una mayor incidencia de ACV (11). De hecho, la DM se
considera un marcador de riesgo tromboembólico en todos los puntajes de riesgo (CHADS2, CHA2DS2VASC).
Este hecho resulta relevante a los fines de una terapéutica anticoagulante preventiva. La DM es una enferme-
dad que se encuentra asociada a otras enfermedades CV y hace posible una superposición de mecanismos para
el desarrollo de FA sin que pueda hallarse una única causa determinante. Con respecto al tratamiento de la FA
en pacientes con DM, no existe una terapéutica distinta de la referida en las guías de recomendación de FA de
la Sociedad Argentina de Cardiología, teniendo presente que el control estricto de la DM permitiría una menor
incidencia de la arritmia(12).
b. Arritmias ventriculares
La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en pacientes con DM y la DM es casi un sinónimo
de aterosclerosis y enfermedad coronaria. La alta incidencia y extensión de la enfermedad coronaria en estos pa-
cientes implica una elevada incidencia de arritmias ventriculares y muerte súbita cardíaca. En el Paris Prospective
Study I, la presencia de DM incrementó 1,82 veces (IC 95%: 1,04-3,17) el riesgo de muerte súbita, ajustado por
otros factores de riesgo conocidos(13). La muerte por enfermedad coronaria también está incrementada en casi 4
veces y este riesgo crece ante la mayor duración de la DM(14). En un metaanálisis de 14 estudios observacionales
que analizaron más de 5000 pacientes, la presencia de DM duplicó el riesgo de muerte súbita(15). En pacientes
con DM con FEVI >35% la incidencia de muerte súbita es similar a la de pacientes sin DM con FEVI <35%(16).
Si bien esta asociación se basa principalmente en la extensión de la enfermedad coronaria en los pacientes con
DM, otros mecanismos pueden intervenir en este incremento del riesgo de arritmias ventriculares y muerte sú-
bita. Algunos estudios han informado prolongación del intervalo QT y alternancia de la onda T en pacientes con
DM. Estos trastornos de la repolarización ventricular son conocidos predictores de eventos arrítmicos malignos
y muerte súbita y pueden generar un sustrato para arritmias ventriculares independiente del antecedente de
IAM previo(17,18). La neuropatía diabética es otro factor que predispone a la aparición de arritmia ventricular
al generar un desequilibrio autonómico con predominio del tono simpático(19). Además de favorecer un sustrato
arritmogénico, la DM puede también participar como gatillo de episodios arrítmicos. Las oscilaciones en el es-
tado glucémico podrían actuar como disparadores de arritmias ventriculares. Tanto niveles elevados de HbA1c
como episodios de hipoglucemia han sido asociados con episodios espontáneos de arritmia ventricular (20-22).
En resumen, la DM se asocia a mayor incidencia de arritmia ventricular más allá de la esperada por la mayor
incidencia de enfermedad coronaria.
c. Síncope
El síncope y la DM están íntimamente asociados, dado que las lesiones que provoca la DM en los grandes nervios
a lo largo de la enfermedad llevan al síncope. La neuropatía autonómica es una complicación frecuente de la DM.
Esta neuropatía es causada por el deterioro de la regulación autonómica de las fibras nerviosas que regulan la
frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco, la contractilidad miocárdica y la dilatación y la constricción de los vasos
sanguíneos. Esto causa un gran rango de trastornos entre los que se incluye el síncope. La neuropatía diabética
es una neuropatía de grandes nervios y la primera manifestación de ella es la afección del nervio vago, que es
responsable del 75% de la actividad parasimpática. La consecuencia de la denervación de los nervios eferentes
simpáticos es la hipotensión ortostática que es un causante muy común de síncope en diabéticos. El tilt test pue-
de ser útil para diagnosticar esta hipotensión ortostática dado que hay varios patrones distintos recientemente
descritos (23).
El tratamiento de la hipotensión ortostática incluye medidas generales como la ingesta importante de agua,
evitar cambios posturales bruscos, evitar ejercicios que aumenten la presión abdominal y evitar fármacos que
puedan provocar hipotensión.
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a. Nefropatía
La alta incidencia de DM constituye un problema para la salud mundial debido al riesgo asociado no solo al
desarrollo de ERC y de enfermedades cardiovasculares sino también a la muerte prematura(2).
La DM tipo 2 podría ser clasificada como integrante de los síndromes cardiorenales secundarios (tipo 5), ya
que es una condición sistémica que puede causar disfunción simultánea del corazón y del riñón(3).]
En la actualidad ha quedado claro que solo considerando el control glucémico no logramos abordar la compleja
naturaleza e interacciones que presentan estos pacientes, constatándose que ese abordaje parcial ha generado
un alto nivel de insatisfacción en cuanto al alcance de las metas terapéuticas y no ha logrado evitar o retardar
la progresión de las complicaciones(4,5). Los mecanismos de progresión de daño en ambos órganos, corazón y
riñón, son complejos considerando que los eventos cardiovasculares son altamente dependientes de la regulación
del contenido de sodio y agua; del mismo modo, las alteraciones de los riñones dependen directamente del flujo
sanguíneo y la presión generada por el corazón estableciéndose un círculo vicioso de progresivo deterioro más
allá del órgano que lo inicia.
Se debe considerar que tanto el aumento de la albuminuria como la caída de la función renal, se asocia en
forma independiente al aumento de riesgo de todas las causas de morbimortalidad CV, tanto en la población
general como en pacientes con DM(6). Frente a la presencia de ERC corresponde conocer su clasificación actual
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para encarar las modificaciones del tratamiento de la DM. La clasificación de la enfermedad renal se basa en
la evaluación de la función renal y la albuminuria; la primera se evalúa a través de la creatinina sérica y/o las
aplicaciones del aclaramiento (clearance) de creatinina o del filtrado estimado por fórmula (MDRD 4 abreviada
o CKD-EPI en caso de filtrado ≤60 mL/min/1,73 m2). La albuminuria debe ser evaluada desde el diagnóstico de
la DM tipo 2; su recolección puede ser realizada en muestra aislada de la mañana expresándose en albuminuria/
creatininuria (mg/g) o en orina de 24 horas y se debe confirmar con dos muestras patológicas antes de considerarse
significativa para ser tratada. De obtener valores normales, solicitar en el seguimiento al menos una vez al año
(7). Según la evaluación clínica individualizada del paciente se podrá optar por realizar dicho control con mayor
frecuencia. Durante el desarrollo de la ERC, la caída del filtrado glomerular por debajo de 60 mL/min/1,73m2 se
denomina insuficiencia renal (IR), el cual puede clasificarse en estadios 3, 4 o 5. Si se constatan los valores en
forma estable por tres meses se considera insuficiencia renal crónica (IRC). En estas etapas progresivamente
pueden aparecer otros factores de riesgo adicionales, como alteraciones metabólicas y humorales por la toxicidad
urémica, anemia, desequilibrio en el metabolismo fosfocálcico y/o acidosis que repercuten también en la evolución
y riesgo de morbimortalidad cardiovasculares(8).
Albuminuria mg/g
A1 A2 A3
Riesgo relativo Normal 10 Moderado Severo
F por filtrado Levemente
I mL/min/1,73 m2
L <10 10-29 30-299 300-1999 ≥2000
T
Alto >105
R G1
ENFERMEDAD Óptimo 90-104
A
RENAL* Medio
G2 60-89
D
O G3 Medio-
45-59
a moderado
INSUFICIENCIA G3 Medio-
RENAL severo 30-44
b
G4 Severo 15-29
G5 Falla renal <15
*ER se denomina a cualquier alteración del sedimento estructural o histológica
Bordó bajo, claro moderado, intermedio alto, oscuro altísimo aumento de riesgo cardiovascular y/o renal
alterando el valor de HbA1c, lo que no permite realizar un seguimiento adecuado con este método. Tampoco está
avalado en IRC el uso de fructosamina (11). Por ello se destaca la importancia del automonitoreo para ajustes
de tratamiento (12). La IR modifica, además, la farmacocinética y farmacodinamia de algunos fármacos, por lo
que abordaremos los cambios que debemos considerar al utilizarlos (13,14).
Metformina: se considera el fármaco de primera elección para los pacientes con DM tipo 2 y ERC (15). Se
debe contraindicar su uso con un filtrado menor de 30 mL/min/1,73 m2 y pero puede emplearse con precaución
con filtrados de entre 30 y 45 mL/min/1,73 m2 (16,17).
Sulfonilurea: la mayoría de las normas y algoritmos actuales han mantenido las sulfonilureas al reconocer
que son agentes de bajo costo y eficaces en la reducción de la glucemia. Sin embargo, se alerta sobre el riesgo de
hipoglucemia y, en algunos casos, de un mayor riesgo cardiovascular (18), a pesar de que la NKF habilita el uso de
glipizida y gliclazida sin cambios en IRC sin diálisis, aunque debemos considerar el mayor riesgo de hipoglucemia
en relación con la caída del filtrado. No todas las sulfonilureas son iguales: la gliclazida presenta menor riesgo de
hipoglucemia comparada con otras, pero en caso de no disponer de otra opción la recomendamos preferentemente.
Glinidas: ofrecen menor riesgo de hipoglucemia que las sulfonilureas y menor duración de acción, pero son
útiles para la hiperglucemia posprandial. Nateglinida es metabolizada por el hígado y un metabolito activo se
excreta por riñón; la repaglinida no presenta metabolitos activos. En estadio de IRC, utilizar repaglinida y ajustar
la dosis según la respuesta y el riesgo de hipoglucemia.
Glitazonas: si bien son fármacos que no requieren ajuste en los pacientes con ERC y no aumentan el riesgo
de hipoglucemia, debemos evaluar costo/beneficio a causa de sus efectos adversos como fracturas, retención de
líquido y edemas; debe ser utilizada con precaución en pacientes con proteinuria o deterioro del filtrado o en
ambos casos, y contraindicada especialmente con riesgo de insuficiencia cardíaca (19).
Acarbosa: se elimina un 2% por riñón; se sugiere evitar su uso con filtrado <30 mL/min/1,73 m2.
Contraindicada
56 REVISTA ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA / VOL 88 Suplemento 9 / 2020
Inhibidores DPP-4: por tratarse de fármacos seguros, sin riesgo de hipoglucemia, pueden ser utilizados en
IRC en todos los estadios (20). Tienen un efecto moderado sobre la HbA1c, algunos han demostrado disminuir la
albuminuria. Debe considerarse el ajuste de dosis que se excretan por vía urinaria en el caso de la saxagliptina,
la vildagliptina y la sitagliptina, no así en el de linagliptina o teneligliptina, que no necesitan ajuste de dosis.
Debemos considerar que el estudio CARMELINA realizado con linagliptina incluyó pacientes con IRC constitu-
yendo el estudio con más pacientes en estos estadios y confirmó la eficacia y seguridad de este grupo de fármacos
así como la disminución de la albuminuria (21). Todos los estudios con i-DPP4 mostraron efectos neutros de no
inferioridad con respecto a los resultados de eventos cardiovasculares y renales.
Agonistas de GLP1: liraglutida y dulaglutida son fármacos que han demostrado no solo beneficios cardio-
vasculares sino también disminución significativa de albuminuria y de algunos compuestos renales. Tanto el
estudio LEADER en pacientes con eventos CV previos en su mayoría como el estudio REWIND con dulaglutida
en pacientes con factores de riesgo confirmaron estos beneficios (22,23).
Inhibidores de SGLT-2: este grupo mostró en los estudios EMPA-REG y CANVAS un efecto beneficioso
en eventos cardiovasculares, así como en eventos renales tanto sobre la reducción en la caída de filtrado como
en la disminución de la albuminuria (24,25). El estudio DECLARE confirmó estos beneficios en pacientes con
eventos CV, así como en aquellos con factores de riesgo (26). El estudio CREDENCE evaluó canagliflozina en
pacientes con IRC y albuminuria mostrando consistencia en los resultados tanto en eventos CV, en disminu-
ción significativa de insuficiencia cardíaca, como en protección renal y disminución de albuminuria, y mostró
seguridad también en su uso en este subgrupo de pacientes (27). Resultados tan contundentes plantean la
elección de este grupo farmacológico en los pacientes con DM tipo 2 y ERC. Vale aclarar que existen diferen-
cias entre los iSGLT-2 disponibles para su uso en insuficiencia renal en la Argentina. La dapagliflozina está
contraindicada con filtrado glomerular <60 mL/min/1,73 m2, la canagliflozina está habilitada para ser usada
en estadio 3A ≥ 45 mL/min/1,73 m2 y la empagliflozina hasta estadio 3A y 3B, o sea, hasta 30 mL/min/1,73 m2.
Dapagliflozina (oral) 10
Sugerimos su uso
Uso habitual Ajuste dosis Contraindicada
Consenso de Manejo del paciente con Diabetes Mellitus y Patología Cardiovascular 57
Insulina: en la IRC existen cambios metabólicos que alteran la sensibilidad o el requerimiento de la insulina
o ambos. Se debe considerar individualizar el algoritmo glucémico que presente el paciente evitando como primer
objetivo el riesgo de hipoglucemia. En caso de hallarse en tratamiento sustitutivo deberán considerarse también
las modificaciones que cada uno de los tratamientos genera en el perfil glucémico. Si bien todas las insulinas
pueden ser usadas, si no se alcanzan los objetivos terapéuticos se sugiere el uso de análogos por el menor riesgo
de hipoglucemia en los pacientes que presenten ese riesgo (Recomendaciones II a).
Recomendaciones
– En pacientes con IRC estadios 3-4-5 se sugiere HbA1c <7% minimizando el riesgo de hipoglucemia (considerar
las condiciones clínicas asociadas a ER que puedan alterar la correcta interpretación de la HbA1c) (Grado
de recomendación IIa, nivel de evidencia C).
– Debido a las dificultades en la interpretación adecuada de HbA1c en pacientes con IRC se sugiere considerar
los valores del automonitoreo glucémico para el ajuste del tratamiento (Grado de recomendación IIa,
nivel de evidencia C).
– No se recomienda el uso de fructosamina para el seguimiento metabólico (Grado de recomendación III,
nivel de evidencia C).
– Se debe considerar el uso de i-SGLT2 en pacientes con ECV e IRC estadio 3 debido al impacto sobre la pro-
gresión de la ER y la albuminuria (evaluar las recomendaciones locales para el uso de iSGLT-2 de acuerdo
con clearance de creatinina) (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
– Se debe considerar el uso de agonistas de los receptores de GLP1 en pacientes con ECV e IRC en estadios 3-4
debido a su impacto predominante sobre la albuminuria (Grado de recomendación I, nivel de evidencia A).
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