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Un Acercamiento Al Libro de Moisés 2021.06.30

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Un acercamiento al libro de Moisés 1

UN ACERCAMIENTO AL LIBRO DE MOISÉS

AUTOR: ÓSCAR EDUARDO PECH LARA

Privada Toltecas No. 9, Santa Clara Coatitla, Ecatepec, Estado de México

Teléfono: 55 74 38 6664

Correo: alterpech@gmail.com
Un acercamiento al libro de Moisés 2

INTRODUCCIÓN

El Libro de Moisés es uno de los textos que conforman la Perla de gran

precio, el cual es uno de los libros sagrados de la Iglesia de Jesucristo de los Santos

de los Últimos Días. Como dice la Guía para el Estudio de las Escrituras (GEE), el

Libro de Moisés es un:

Libro de la Perla de Gran Precio que contiene la traducción inspirada que


hizo José Smith de los primeros siete capítulos de Génesis.

El capítulo 1 contiene el registro de una visión en la que Moisés vio a Dios,


quien le reveló todo el plan de salvación. Los capítulos del 2 al 5 son un
relato de la Creación y de la Caída del hombre. Los capítulos 6 y 7
contienen una visión acerca de Enoc y su ministerio sobre la tierra. El
capítulo 8 contiene una visión de Noé y el gran Diluvio.”

Orígenes del libro

Conforme José Smith traducía el Libro de Mormón, de 1823 a 1829, él iba

descubriendo algo más que la historia de los lamanitas y nefitas. La doctrina

contenida en el libro hacía que surgieran preguntas en su interior. Por ejemplo, en

tres diferentes partes, el texto del Libro de Mormón indicaba que se habían

perdido “muchas partes claras y preciosas” de la Biblia. Y cuando uno lee Doctrina

y Convenios, uno se da cuenta de que José Smith continua mente recibía

instrucciones con respecto a lo que originalmente decía la Biblia. Nosotros, los

miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, “Creemos

que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde esté traducida correctamente;

también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios”. Y de hecho,

cuando José Smith terminó de traducir el Libro de Mormón, prácticamente de


Un acercamiento al libro de Moisés 3

inmediato se le pidió que iniciara con la traducción de la Biblia, con el fin de

restaurar algunas de esas partes claras y preciosas que a lo largo de sus numerosas

traducciones había perdido. Esa labor desafiaba la opinión predominante de

aquellos días: Que la Biblia contiene la palabra infalible de Dios, según se halla en

el venerado texto de la versión en inglés del Rey Santiago.

La traducción de la Biblia de José Smith

Esta traducción no se llevó a cabo de la forma tradicional. Es decir, el Libro

de Mormón fue traducido de planchas antiguas escritas en la América

precolombina hacia el idioma inglés. Pero para traducir la Biblia, José no consultó

textos griegos, o hebreos. Tampoco utilizó obras lexicológicas para crear una nueva

versión en inglés. Más bien, utilizó una versión del Rey Santiago de la Biblia como

punto de partida e hizo adiciones, correcciones y modificaciones siguiendo

simplemente la guía del Espíritu Santo. Es decir, por revelación tradujo del inglés

al inglés, corrigiendo, eliminando o añadiendo lo que le dictaba el Espíritu Santo.

Vale decir, más que seguir un texto antiguo, originario, José Smith simplemente

restauró, mediante la revelación, las verdades importantes que no estaban

incluidas en la Biblia contemporánea pero que sí estaban en la Biblia original.

José Smith trabajó diligentemente en su traducción desde el verano de

1830 hasta julio de 1833. Consideraba que este proyecto era un mandato divino y se

refería a él como “una ramificación de mi llamamiento”. No sabemos exactamente

cuál era el procedimiento. Sabemos que al principio trató de ir página a página.

Más adelante su trabajo como traductor no tuvo ese rigor sistemático, de tal

manera que, aunque se imprimieron fragmentos en publicaciones de la Iglesia

antes de su muerte, lo cierto es que la traducción de José Smith de la Biblia no se

publicó durante su vida. Él nunca consideró que su traducción fuera una obra

terminada.
Un acercamiento al libro de Moisés 4

Con todo, sin la traducción de la Biblia, el libro de Doctrina y Convenios

no sería el mismo que conocemos. Muchas secciones de Doctrina y Convenios

surgieron a causa de la traducción inspirada de la Biblia; el proceso de traducción

sirvió como catalizador directo de muchas revelaciones que figuran en ese libro, el

cual contiene más de doce secciones que surgieron directamente del proceso de

traducción o que contienen instrucciones para José y otras personas en cuanto a

ella.

EL LIBRO DE MOISÉS

El libro de Moisés es la traducción que hizo José Smith desde Génesis 1:1

hasta Génesis 6:13. Como ya se dijo, El libro de Moisés es la traducción inspirada

que hizo el profeta José Smith de los primeros capítulos de Génesis y, por lo

mismo, quien escribe estas palabras sugeriría que se leyeran ambos textos

cotejándose el uno y el otro. Esa comparación ayuda a que se perciban semejanzas,

diferencias, y ―en mi humilde opinión― ayuda a recibir un testimonio de la

veracidad de dicho libro.

El autor del Libro de Moisés

El libro contiene “las palabras de Dios, las cuales habló a Moisés” (Moisés

1:1) y que le mandó que escribiera (véanse Moisés 1:40; 2:1). Sin embargo, “por

motivo de la iniquidad” (Moisés 1:23), muchas de las palabras y verdades claras y

preciosas que escribió se tergiversaron o perdieron y, por lo tanto, no se

preservaron en el Libro de Génesis que conocemos en la actualidad (véanse Moisés

1:41; 1 Nefi 13:26–28). Por consiguiente, el Señor prometió que levantaría otro

profeta en los últimos días para que restaurara las palabras de Moisés a fin de que

“de nuevo [existan] entre los hijos de los hombres” (Moisés 1:41; véanse también 2

Nefi 3:5–11; Traducción de José Smith, Génesis 50:26–33 [en el Apéndice de la


Un acercamiento al libro de Moisés 5

Combinación triple]). En cumplimiento de dicha promesa, el Señor reveló los

escritos de Moisés al profeta José Smith.

¿Cuándo y dónde se escribió?

No sabemos con exactitud cuándo recibió Moisés las revelaciones que se

hallan en el libro de Moisés ni dónde estaba al escribirlas. No obstante, sabemos

que las sucesos que se describen en Moisés 1 ocurrieron después de que Moisés vio

la zarza ardiente (véase Moisés 1:17; véase también Éxodo 3:1–4:17), pero antes de

que volviera a Egipto para librar a los hijos de Israel del cautiverio (véase Moisés

1:25–26). Se ha planteado que es posible que Moisés haya escrito lo que se halla en

Moisés 2–8, que corresponde a sus escritos que están en Génesis 1:1–6:13, en algún

momento del siglo XV a. C. Puesto que todos los acontecimientos que figuran en

Moisés 2–8 sucedieron antes de la época de Moisés, él se valió de la revelación

(véase Moisés 2:1) y quizás de otros anales (véase Abraham 1:31) a fin de

escribirlos.

Los escritos que se encuentran en el libro de Moisés se revelaron al profeta

José Smith mientras éste trabajaba en la traducción o revisión inspirada de la

versión del rey Santiago de la Biblia, entre junio de 1830 y febrero de 1831 (véanse

los encabezamientos de capítulo de Moisés 1–8).

¿Por qué es necesario este escrito?

El mundo está plagado de textos innecesarios, así como de textos

ilustrativos que pasan ignorados por la humanidad. Una parte de mí teme que este

texto entre dentro de ambas categorías, pero hay algunas cosas que me hacen

escribir este texto. Primero, la certeza de que, como se dice acerca de la Biblia (el

subrayado es mío):
Un acercamiento al libro de Moisés 6

Y después que se quitaron estas cosas claras y de gran valor, va entre todas las
naciones de los gentiles; y luego que va entre todas las naciones de los
gentiles, sí, aun hasta el otro lado de las muchas aguas que has visto, entre
los gentiles que han salido del cautiverio, tú ves que —a causa de las muchas
cosas claras y preciosas que se han quitado del libro, cosas que eran claras al
entendimiento de los hijos de los hombres, según la claridad que hay en el Cordero
de Dios— a causa de estas cosas que se han suprimido del evangelio del Cordero,
muchísimos tropiezan, sí, de tal modo que Satanás tiene gran poder sobre ellos. (1
Nefi 13:29).

Si el Libro de Moisés se restauró no en los días del Nuevo Testamento,

sino en nuestros días, es porque debe ser de gran valor para nosotros. Por otra

parte, Como dijo el erudito en Literatura Harold Bloom, con doctorado en textos

antiguos hebreos, “El así llamado Libro de Moisés y el Libro de Abraham son los

dos más sorprendentes y abandonados libros de las escrituras Santo de los Últimos

Días”; punto de vista con el que coincidía H. W. Nibley. Específicamente, yo en lo

particular creo que el Libro de Moisés será vital en el futuro, como una norma para

la edificación de la ciudad de Sión.

Hagamos pues, capítulo a capítulo y desde mi capacidad y entendimiento

personal, un acercamiento a este texto, el Libro de Moisés. Porque de eso se trata:

yo solo soy Juan Pueblo, y estas palabras son solo mi personal punto de vista, hasta

donde mi conocimiento y capacidad me permiten acercarme a este texto. Este

escrito no es una publicación de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los

Últimos Días, ni pretende tener un valor o ser una voz oficial de la misma.
Un acercamiento al libro de Moisés 7

CAPÍTULO UNO

LA MANERA EN QUE INICIABA LA BIBLIA

Dice Josep Martínez Garrido (un erudito en la Biblia) que ésta no es otra

cosa que un libro escrito a lo largo de miles de años por diferentes autores y que,

por lo mismo, en dicho libro podemos ver la evolución de la teología judeo-

cristiana. Vale decir, que no existen Dios ni satanás, pero que si leemos con

cuidado la Biblia, podemos ver cómo los judíos fueron creando a ambos personajes

a lo largo de las generaciones. Desafortunadamente la Biblia, tal como la tenemos

hoy día, en buena medida se presta para sustentar esa teoría. Y una de las razones

que esgrimen eruditos como Martínez Garrido, es el hecho de que Satanás, o el

diablo, o como lo queramos llamar, no aparece sino hasta el Libro de Job. En todo

el pentateuco y en los primeros libros de la Biblia, tal como los tenemos ahora, no

aparece Satanás. Quien tienta a Eva es, simplemente, una serpiente mítica que

habla. Y claro: pocas cosas podrían convenir más a Satanás, que el hecho de que no

se le mencione en la Biblia. Como dice en 2 Nefi 28 21-22:

Y a otros los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal, de modo que
dirán: Todo va bien en Sion; sí, Sion prospera, todo va bien. Y así el diablo
engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno.

Y he aquí, a otros los lisonjea y les cuenta que no hay infierno; y les dice: Yo
no soy el diablo, porque no lo hay; y así les susurra al oído, hasta que los
prende con sus terribles cadenas, de las cuales no hay liberación.
Un acercamiento al libro de Moisés 8

El mejor arma de Satanás es hacernos creer que no existe Satanás; que no

hay mal, que no hay consecuencias de nuestros actos, que somos meros animales

pensantes. Y por eso es vital el primer capítulo de Moisés, el cual sería de facto el

primer capítulo de la Biblia, pero que en algún momento fue eliminado. Dicho

capítulo inicia con una visión que tiene Moisés, en la que Jehová le habla, tomando

el lugar del Padre por investidura divina de autoridad, y le dice “He aquí, tú eres

mi hijo”. Este concepto de gran valor: que somos hijos de Dios, nos da todo un

marco referencial que nos ubica en lo que somos, y cuál es nuestro papel en el

universo, y lo que se espera que logremos. No somos meros animales inteligentes.

Somos hijos de Dios, y hay un propósito en nuestra existencia.

Ahora, en cuanto a la antigüedad de este capítulo en particular, (no faltará

quien diga que es una mera invención del profeta José Smith) este texto tiene una

suerte de huella digital muy particular, que lo acredita como un texto muy antiguo.

Mark J. Johnson, en Chiasmus in Moses1 nos muestra eso: este capítulo cuenta con

una buena cantidad de quiasmos, figura literaria común en la antigua literatura

hebrea, y que se desconocía cuando el libro fue publicado. De hecho, si vemos el

Libro de Moisés como un todo, queda claro que en él hay un esquema; una

estructura. En el mismo se nos muestra el plan de Dios de una manera muy

objetiva:

 Capítulo 1. Somos hijos de Dios. El propósito de la existencia

humana.

 Capítulos 2 y 3. La creación

 Capítulo 4. La caída

 Capítulo 5. La Expiación

 Capítulo 6. La necesidad de los primeros principios y ordenanzas

del evangelio.
Un acercamiento al libro de Moisés 9

Es un libro increíblemente didáctico y perfectamente estructurado que nos

guía, capítulo a capítulo, por lo que es el plan de salvación de nuestro Padre,

mientras nos cuenta la Historia de los primeros habitantes de esta tierra.

La vida de Moisés

Volvamos a Moisés. Para cuando se escribió este libro Moisés tenía

ochenta años de edad. Los primeros cuarenta años de su vida había vivido la vida

de un príncipe en Egipto. El apóstol Pablo nos enseña acerca de Moisés, en

Hebreos 11:24-27:

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de


Faraón, escogiendo ser afligido con el pueblo de Dios, antes que gozar de
los placeres temporales del pecado. Teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía la mirada
puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto, no temiendo la ira del
rey, porque se sostuvo como si estuviese viendo al Invisible.

Por sus convicciones, Moisés había vivido como un pastor a lo largo de

otros cuarenta años, y en ese ínter había sido ordenado al sacerdocio por parte de

su suegro, Jetro. Todo lo que aprendió de liderato dentro de la Iglesia, lo aprendió

de su suegro, y en ese sentido vale mucho la pena leer Éxodo 18.

Así que Moisés ―por la fe― pasó de ser un príncipe, a ser un mero

converso de la religión de sus ancestros, a tener esta revelación singular en que

habla con El Padre Celestial mismo. Entonces la presencia de Dios se apartó de

Moisés. A fin de que Moisés pudiera soportar la presencia del Padre, había sido

cubierto por la gloria de Dios y al quedar a solas cayó a tierra, sin fuerzas. Por

muchas horas (v. 10) Moisés no pudo recuperar sus fuerzas naturales y entonces él,

el príncipe de Egipto, el discípulo del único hombre que poseía el sacerdocio en


Un acercamiento al libro de Moisés 10

toda la tierra, se dijo a sí mismo: “Por esta causa, ahora sé que el hombre no es

nada, cosa que yo nunca me había imaginado”. (v. 10).

Ahora, momentos antes el Señor le había enseñado que todos nosotros

somos hijos de Dios. ¿Cómo podía ahora Moisés decir que los seres humanos no

somos nada? Yo creo que aquí se aplica lo que dice en Éter 12:27: “Y si los

hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad. Doy a los hombres debilidad para

que sean humildes…” Somos nada cuando contemplamos la eternidad. Somos de

gran valor, cuando vemos nuestra relación con Dios, porque para Él somos de gran

valor.

“Y aconteció que cuando Moisés hubo pronunciado estas palabras, he

aquí, Satanás vino para tentarlo, diciendo: Moisés, hijo de hombre, adórame”. (v.

12). En su astucia, Satanás aquí dio un doble golpe: por una parte, tentó a Moisés a

desobedecer al Señor pero, para lograrlo, hizo algo que hace con frecuencia con

nosotros: trató de que Moisés olvidara quién era. No le dijo: “Moisés, hijo de Dios”,

sino “Moisés, hijo de hombre”. Todos enfrentamos continuamente tentaciones y,

para vencerlas, ayuda muchísimo el recordar quiénes somos. Como está escrito: “A

medida que continúes enfrentando las dificultades de la vida, recuerda que

cuentas con una gran protección al saber quién eres, por qué estás aquí, y a dónde

vas”. (Élder Russell M. Nelson, Liahona, enero 1981, p. 86). En el v. 13 vemos que

Moisés era consciente de ello: “Y sucedió que Moisés miró a Satanás, y le dijo:

¿Quién eres tú? Porque, he aquí, yo soy un hijo de Dios, a semejanza de su

Unigénito. ¿Y dónde está tu gloria, para que te adore?” Moisés no solamente

aprendió sobre Dios. Aprendió sobre sí mismo, su relación con Él, y su lugar

dentro del plan, y todo ello es una gran lección para nosotros.

Comentar versículo a versículo todo el libro de Moisés extendería

muchísimo este escrito, así que no hablaré de las cosas que aprendemos de
Un acercamiento al libro de Moisés 11

encuentro entre Satanás y Moisés en los vv. 13 a 24. Basta decir que una vez que el

enemigo común es derrotado, Moisés tiene de nuevo una visión. De hecho, si ese

primer capítulo faltante del Génesis hubiera terminado allí, sería suficiente para

nosotros: saber que somos hijos de Dios, que Él (y Satanás) son reales, que

continuamente estamos en una lucha entre el bien y el mal, y la manera en que

Moisés (y nosotros) podemos vencer al mal, es más que suficiente.

La visión del universo

Con todo, en los siguientes versículos hay todavía más conocimiento.

Como decía, Moisés tiene una segunda visión. Ahora, ¿Qué es tener una visión?

Una Visión es un tipo particular de revelación. Vaya, si una revelación es toda

comunicación de Dios con Sus hijos sobre la tierra mediante la Luz de Cristo y el

Espíritu Santo, una visión es revelación visual de algún acontecimiento, persona o

cosa mediante el poder del Espíritu Santo. No es algo que uno perciba con los ojos

físicos. De hecho, Moisés dice: en 1:11:

Pero ahora mis propios ojos han visto a Dios; pero no mis ojos naturales,
sino mis ojos espirituales; porque mis ojos naturales no hubieran podido
ver; porque habría desfallecido y me habría muerto en su presencia; mas
su gloria me cubrió, y vi su rostro, porque fui transfigurado delante de él.

Vale decir, una visión es percibida con los ojos de nuestro espíritu; como

dice en D. y C. 76: 12 (el subrayado es mío): “fueron abiertos nuestros ojos e

iluminados nuestros entendimientos por el poder del Espíritu, al grado de poder ver y

comprender las cosas de Dios”. De alguna manera se abren nuestros ojos

espirituales, sí, pero esto no es solo una cuestión espiritual: tiene que ver también

con el intelecto, ya que fueron “iluminados nuestros entendimientos”. Pero no solo

es una cuestión cognitiva y espiritual; también influye el aspecto físico. Muchas

veces, a fin de poder tener una revelación, se requiere aguzar el oído, fijar la vista,

mirar atentamente (3 Nefi 11:5). En este caso en particular, Moisés tuvo que “fijar
Un acercamiento al libro de Moisés 12

los ojos” (1:27). “Y sucedió, mientras la voz aún hablaba, que Moisés fijó los ojos y

vio la tierra, sí, la vio toda; y no hubo partícula de ella que no viese, discerniéndola

por el Espíritu de Dios”. Y entonces vio muchos planetas, y cada uno “se llamaba

tierra, y había habitantes sobre la faz de ellas”.

Para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Santos de

los Últimos Días no hay ninguna duda al respecto: hay un sinfín de planetas

creados por nuestro Padre, a través de Su Hijo. Leemos en 1:32-33: “Y las he creado

por la palabra de mi poder, que es mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad.

Y he creado incontables mundos, y también los he creado para mi propio fin; y por

medio del Hijo, que es mi Unigénito, los he creado”.

Para los que gustan de la literatura de ciencia ficción, esto puede ser

desmoralizador, pero la idea es esta: hay un plan de salvación, y éste aplica a todo

el universo. Los planetas habitados en el universo son poblados por hermanos

nuestros, creados a imagen y semejanza de Dios, tal como nosotros. Pero no

solamente eso: en Alma 34:10 leemos que la Expiación de Jesucristo es infinita y

eterna. Infinita, porque abarca todo espacio en el universo. Eterna, porque abarca

el pasado, el presente y el futuro. Todo el universo creado por el Padre a través del

Hijo, es redimido por la Expiación de Cristo, el Hijo de Dios.

El sentido de la existencia

Vale la pena subrayar tres últimos conceptos cierran este capítulo, en tres

diferentes versículos:

39 Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la

inmortalidad y la vida eterna del hombre.

Se podrían escribir libros enteros acerca de este simple versículo. O en

otras palabras: muy probable este simple versículo resume todo lo que Dios ha
Un acercamiento al libro de Moisés 13

revelado al hombre a lo largo de la historia de la Tierra. Nos muestra que Dios

tiene un propósito y obra de acuerdo con él. Nos enseña que nuestra vida tiene un

sentido; nos enseña que todo lo que hace el Padre se centra en lograr que

alcancemos tanto la inmortalidad, como la vida eterna. Sin que se le mencione,

resalta el papel fundamental de Jesucristo dentro del plan de Dios, dado que la

inmortalidad la logramos a través de la Resurrección que Cristo, que venció la

muerte física y, de la misma manera, logramos la vida eterna (vivir para siempre

con Dios, como familias) a través de la Expiación del Redentor. Insisto: libros y

libros se podrían escribir de este versículo, que le da un sentido a todo, y por eso

Satanás no quería que estuviera en la Biblia.

40 Y ahora, Moisés, hijo mío, yo te hablaré acerca de esta tierra, sobre la

cual te hallas; y tú escribirás las cosas que yo hablaré.

El concepto es muy significativo. ¿Cómo escribió Moisés el libro de

Génesis? Dios se lo dictó palabra por palabra, y acaso esa fue su capacitación para

la obra que lograría, de liberar y dar una ley a los hijos de Israel. Y el último

concepto:

41 Y en el día en que los hijos de los hombres menosprecien mis palabras y

quiten muchas de ellas del libro que tú escribas, he aquí, levantaré a otro semejante

a ti, y de nuevo existirán entre los hijos de los hombres, entre cuantos creyeren.

El Señor le indicó a Moisés que estas partes claras y preciosas serían

quitadas de la Biblia, y acaso eso estuvo bien: en Su gran sabiduría, el Padre da a

cada generación de personas, la cantidad de luz que dicha generación está

dispuesta a recibir. Somos increíblemente privilegiados de que este libro haya sido

restaurado en nuestros días, porque allí hay conocimiento que es vital para las
Un acercamiento al libro de Moisés 14

circunstancias que nosotros ―y nuestros descendientes, como veremos en los

siguientes capítulos― viviremos en el futuro.


Un acercamiento al libro de Moisés 15

CAPÍTULO DOS

LA CREACIÓN DE LA TIERRA

Conforme los hijos crecen, hacen preguntas que a veces pueden ser

incómodas, o difíciles de responder, y uno como padre responde siempre con la

verdad, pero no siempre con toda la verdad. La respuesta que uno da a sus hijos

dependerá de la edad del hijo, su nivel de desarrollo o madurez, su disposición

para comprender, etc. Y lo mismo sucede entre nuestro Creador y nosotros.

Tenemos al menos cuatro registros diferentes de lo que fue la creación. Todos y

cada uno es ligeramente diferente, y la razón es obvia: en cada registro de la

creación se destacan elementos diferentes, dependiendo de a qué pueblo,

dispensación, circunstancia y nivel espiritual se encontraba dicho pueblo. Lo

importante es que, pese a las diferencias, no hay contradicciones entre esos

diferentes relatos. Con todo, vale la pena tener en cuenta lo siguiente: “El relato de

la creación de la tierra, tal como se describe en Génesis, en el Libro de Moisés y

como se relata en el templo, es la creación física de la tierra, de los animales y de

las plantas”. (Doctrina de Salvación, tomo I, p. 71). Vale decir, que el Libro de

Abraham no encaja en este grupo: en él se nos habla de la creación espiritual, la

cual fue anterior a la creación física. El capítulo dos de Moisés es el equivalente a

Génesis 1, y a Abraham, capítulo 4.

¿Qué es lo que aprendemos en este segundo capítulo? Que Jesucristo, bajo

la dirección del Padre, creó la Tierra y todo ser viviente que en ella hay. También
Un acercamiento al libro de Moisés 16

aprendemos que Dios, nuestro Padre Eterno, creó a Adán y a Eva a Su imagen, que

los unió en matrimonio y que les mandó multiplicarse y henchir la Tierra.

En general yo sugeriría que ambos textos se leyeran al mismo tiempo. Las

semejanzas en los versículos, nos dan información, pero las diferencias son las que

construyen el conocimiento. Pongo un simple ejemplo:

Génesis Moisés
1 En el principio creó Dios los cielos y la 1 Y sucedió que el Señor habló a
tierra. Moisés, diciendo: He aquí, te revelo lo
concerniente a este cielo y a esta tierra;
escribe las palabras que hablo. Soy el
Principio y el Fin, el Dios Omnipotente;
he creado estas cosas por medio de mi
Unigénito; sí, en el principio creé los
cielos y la tierra sobre la cual estás.
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, 2 Y la tierra estaba sin forma, y vacía; y
y las tinieblas estaban sobre la faz del yo hice que la obscuridad viniera sobre
abismo, y el Espíritu de Dios se movía la faz del abismo; y mi Espíritu obraba
sobre la faz de las aguas. sobre la faz del agua, porque yo soy
Dios.

Yo no sé si se alcanzan a ver con claridad dichas diferencias: En Génesis es

Dios (el Padre) quien crea el mundo y da la impresión de que, una vez creada, la

tierra estaba desordenada. En Moisés no es así: quien crea la tierra es El Padre a

través del Hijo), pero crear no significa formar algo de la nada, sino que la tierra

era material sin forma, vacía, y crear significa eso: dar forma a los elementos

organizándolos.

No solo eso: en Génesis, una vez creada la tierra, “el Espíritu de Dios se

movía sobre la faz de las aguas”. La imagen es oscura y un poco perturbadora;

difícil de entender. Se presta para creer que Dios es espíritu, o que su espíritu es

independiente de Él y que, de alguna manera, se paseaba sobre los océanos. Por su


Un acercamiento al libro de Moisés 17

parte, en Moisés aprendemos que, una vez creada la tierra, el Espíritu de Cristo

obraba sobre la faz del agua, y se nos explica que la razón de ello es porque Él,

Cristo, también es un Dios; es parte de la Trinidad. El Espíritu de Cristo (o Luz de

Cristo), aprendemos en la GEE, es la “Energía, poder o influencia divinos que

proceden de Dios por medio de Cristo y que dan vida y luz a todas las cosas. Es la

ley por la cual se gobiernan todas las cosas tanto en el cielo como en la tierra (DyC 88:6–

13)”.

Tanto en Moisés como en Génesis a cada uno de los períodos de la

creación se le llama días. Aquí vale la pena recordar que estos “días” no tienen que

ver por fuerza con nuestra manera de medir el tiempo. Como explicó el presidente

Russell M. Nelson: “La creación física en sí se organizó durante etapas ordenadas

de tiempo. En Génesis y en Moisés, a estas etapas se les llama días, pero en el libro

de Abraham, a cada período se le llama ocasión y vez. Ya sea que se le llame un

día, una ocasión o vez, o época, cada una de las fases consistió en un período entre

dos eventos identificados, o sea, una división de la eternidad” (“La Creación”,

Liahona, julio de 2000, pág. 103). Muchos siglos más adelante el apóstol Pedro

enseñó que la manera de medir el tiempo para nuestro Padre no es la misma que la

nuestra. En 2 Pedro 3: 8 leemos: “Pero, oh amados, no ignoréis esto, que para el

Señor un día es como mil años y mil años como un día”. Muestra de ello es que el

padre le dice que Adán que no coma del fruto el árbol de la ciencia del bien y del

mal, “Porque el día en que de él comieres, de cierto morirás”, y en efecto, a partir

de que Adán prueba del fruto, vivió 930 años. Murió, en el tiempo del Señor, en el

mismo día en que comió del fruto. ¿Cuánto duraron, entonces, los siete días de la

creación? No lo sabemos. Podrían ser eones, o años, o incluso seis días como los

nuestros: no hay por qué limitar el poder de un Dios omnipotente.


Un acercamiento al libro de Moisés 18

Por otra parte, en Moisés 3:2,3 se nos dice que el séptimo día, Dios

descansó y bendijo dicho día. Yo tengo para mí que esos dos versículos deberían

de darnos algo en qué reflexionar. Si el Creador del universo necesitó descansar un

día, y bendijo ese día, con mayor nosotros, como un simple acto de gratitud,

deberíamos guardar santo ese día. Finalmente, como siempre, los mandamientos

no son una restricción; nos son dados a manera de bendición; para nuestro

beneficio. Dedicar un día de la semana a detener nuestro ritmo de vida, a fin de

poder reflexionar, acercarnos a Dios, a lo sagrado, es una bendición enorme. Luego

tenemos estos los versículos 4 y 5 (como siempre en los versículos, el subrayado es

mío):

Y ahora bien, he aquí, te digo que estos son los orígenes del cielo y de la
tierra, cuando fueron creados, el día en que yo, Dios el Señor, hice el cielo
y la tierra; y toda planta del campo antes que existiese en la tierra, y toda
hierba del campo antes que creciese. Porque yo, Dios el Señor, creé
espiritualmente todas las cosas de que he hablado, antes que existiesen físicamente
sobre la faz de la tierra. Pues yo, Dios el Señor, no había hecho llover sobre la
faz de la tierra. Y yo, Dios el Señor, había creado a todos los hijos de los hombres;
y no había hombre todavía para que labrase la tierra; porque los había creado en el
cielo; y aún no había carne sobre la tierra, ni en el agua, ni en el aire;

Vale decir, lo que se dijo anteriormente tiene que ver con la creación

espiritual de las cosas, minerales, vegetales o animales; la creación espiritual de

todo lo que tiene vida, porque todo lo que está vivo se compone de esos dos

elementos, el espíritu y el cuerpo. Como dice en D. y C. 88:15: “Y el espíritu y el

cuerpo son el alma del hombre”. Y entonces, una vez realizada esa creación

espiritual, viene la creación física o corporal de la tierra. El orden de la creación

física es diferente de la creación espiritual. Primero se creó al hombre (v. 7).

Después se creó el reino vegetal (v. 9).


Un acercamiento al libro de Moisés 19

Aquí algo muy interesante. Cito el final del v. 9: “…Y yo, Dios el Señor,

también planté el árbol de la vida en medio del jardín, y asimismo el árbol de la

ciencia del bien y del mal.” Hay dos cosas que vale la pena subrayar: Primero,

dejar claro algo que no sé ni cómo se coló al imaginario popular: que Adán y Eva

habían comido una manzana y por ello habían sido castigados. Y no: claramente se

señala que en el jardín de Edén había dos árboles que hoy día no están en la tierra.

El primero era el árbol de la vida, el segundo el del conocimiento del bien y del

mal. El profeta Lehi nos ilustra al respecto: “…era menester una oposición; sí, el

fruto prohibido en oposición al árbol de la vida, siendo dulce el uno y amargo el

otro. Por lo tanto, el Señor Dios le concedió al hombre que obrara por sí mismo. De

modo que el hombre no podía actuar por sí a menos que lo atrajera lo uno o lo

otro”. (2 Nefi 2: 15-16). Por supuesto, no tenemos muchos detalles como para

afirmar esto, pero parecería que el árbol de la ciencia del bien y del mal era así:

apetecible, aunque sus consecuencias (la entrada de la muerte física y espiritual al

hombre) no lo fueran tanto, mientras que el otro árbol era lo opuesto: era amargo

al gusto, y por eso Adán y Eva no probaron de él, aunque sus consecuencias (la

inmortalidad) a algunos puedan parecer muy deseables.

Ahora, un aspecto más. Como se le mostró a Moisés, antes de la creación

de esta tierra, Dios había creado mundos sin fin. No sabemos si en todos los

mundos hay todos los ecosistemas, pero parece que cuando hablamos de una

“creación”, no estamos hablando de partir de cero en cada nueva tierra. El

versículo lo dice claramente: “…Y yo, Dios el Señor, también planté el árbol de la

vida en medio del jardín, y asimismo el árbol de la ciencia del bien y del mal.” No

habla de “crear”, o “formar”, sino de plantar algo que ya existía de antemano en

alguna otra esfera. Regresemos a Moisés 3: 15-17:


Un acercamiento al libro de Moisés 20

Y yo, Dios el Señor, tomé al hombre y lo puse en el Jardín de Edén para que
lo cultivara y lo guardara. Y yo, Dios el Señor, le di mandamiento al
hombre, diciendo: De todo árbol del jardín podrás comer libremente, mas
del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. No obstante, podrás
escoger según tu voluntad, porque te es concedido; pero recuerda que yo
lo prohíbo, porque el día en que de él comieres, de cierto morirás.

El v. 15 es muy claro: el trabajo es parte inherente al plan del Padre. No es

algo que haya venido con la caída, sino que Adán fue puesto en el Jardín de Edén

para cultivarlo, para trabajar en él, porque es a través de la práctica que

aprendemos. Finalmente, el hecho claro de que el mismo día que Adán comiera,

iba a morir.

La tercera cosa en ser creada fueron los animales (vv. 18-19) y, finalmente,

la creación culmina con la creación de la mujer (vv. 21-24). Aquí conviene recordar

las palabras del presidente Spencer W. Kimball: “El Señor… [unió] a Adán y a Eva,

Su primer varón y Su primera mujer en esta Tierra, y efectuó una ceremonia santa

de casamiento para unirlos como marido y mujer. Ellos eran muy diferentes en su

constitución y debían desempeñar funciones diferentes. No bien hubo efectuado la

ceremonia, Él les dijo: ‘Multiplicaos; y henchid la tierra y sojuzgadla; y tened

dominio’ (Génesis 1:28)” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W.

Kimball, 2006, pág. 213).

No me he querido detener mucho en esta etapa, la Creación. Doy por

sentado que el lector tiene estas cosas claras en su mente, y yo quiero avanzar en

este tema tan prontamente como se pueda. Solo quiero agregar una cita, para

terminar: “En su magnificencia, el planeta Tierra es parte de algo aún más

grandioso: es parte del gran plan de Dios. Abreviando, la Tierra se creó para que

las familias fuesen”. (Russel M. Nelson en “La Creación”, pág. 104). Este es un
Un acercamiento al libro de Moisés 21

concepto que no debemos olvidar: El sagrado plan de nuestro Padre fue elaborado

pensando en función de familias. Como está escrito: “La familia es ordenada por

Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno”.


Un acercamiento al libro de Moisés 22

CAPÍTULO TRES

LA CAÍDA DE ADÁN Y EVA

Una vez más: yo siempre sugeriría que se leyeran al mismo tiempo

Génesis y Moisés, cotejando semejanzas y diferencias versículo a versículo: es así

como construimos conocimiento. Mientras mayor sea la diferencia, es más grande

lo que aprendemos. En nuestra Biblia, tal como la tenemos actualmente, en Génesis

tres faltan los primeros cuatro versículos de este capítulo, a saber:

1 Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has
mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el
principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y
redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola
alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra.

Este versículo define perfectamente bien lo que para el Padre quiere decir

“el principio”. El principio no quiere decir el origen de esta tierra. Cuando en las

escrituras se habla de “el principio”, se refiere a una existencia previa a nuestra

vida mortal, en donde existíamos como espíritus, en la presencia de Dios. Allí

Lucifer presentó un plan diferente al de nuestro Padre. Un plan que no era de

salvación, sino que implicaba que nuestro tránsito por la tierra sería mucho más

seguro y más fácil: eliminar el albedrío del hombre a fin de que el mismo no

pudiera pecar. Ahora, ¿Cómo se le quita el albedrío a los hombres? Hay varias

maneras: Se podría eliminar una oposición a todas las cosas: quitar lo malo, lo
Un acercamiento al libro de Moisés 23

desagradable, lo doloroso. O bien, se podría eliminar la ley, a fin de que todo ―lo

bueno y lo malo― fuera permitido y tuviera el mismo valor. Una tercera opción

sería eliminar el conocimiento del bien y del mal, de tal manera que la humanidad

fuera como niños pequeños, en una inocencia permanente, sin nunca llegar a una

edad de responsabilidad. O, finalmente, simplemente eliminando la capacidad de

decidir, con una ley tan severa, que impidiera que los hombres pudieran elegir lo

malo. Si nos ponemos a reflexionar en cualquiera de estas opciones (o alguna otra,

si la hay), todas tienen una gran carencia: cierto, pueden proteger al hombre en

contra del pecado, pero ninguna de ellas le da genuino crecimiento. Para que exista

genuino desarrollo, es preciso que el ser humano tenga albedrío. El profeta José

Smith declaró:

Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los


apóstoles y profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado,
se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que
pertenecen a nuestra religión son únicamente dependencias de esto.
(Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 141.)

Esta declaración es fundamental: el plan de Dios tiene como eje la

Expiación de Cristo, sí, pero tiene por cimiento ese principio sagrado: el del

albedrío. En la batalla que hubo en los cielos antes que la tierra fuera hecha, Dios

prefirió que una tercera parte de sus hijos se perdiera, antes que privarles de su

albedrío. Y precisamente en los siguientes versículos el Padre Eterno le sigue

explicando a Moisés el principio del albedrío moral y lo que aconteció en esa

existencia premortal:

2 Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el


principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para
siempre.
Un acercamiento al libro de Moisés 24

3 Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir
el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también
le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi
Unigénito;

4 y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para
engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él,
sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz.

Por supuesto, entre los versículos tres y cuatro se dio la batalla en los

cielos de que habla Juan en el Apocalipsis, capítulo 12. Ahora, creo que vale la

pena detenernos aquí para hablar de la palabra que marqué en negrillas, por la

relevancia que esto tendrá más adelante. Un aspecto que va a estar muy marcado

en el Libro de Moisés es la paternidad. Como ya hemos dicho, una manera natural

de vernos a nosotros como hijos de hombres. Simples seres humanos o, incluso

peor, “animales inteligentes”. Y lo primero que el Padre le enseñó a Moisés es que

eso no es cierto. No somos “animales racionales”, no. Somos hijos de Dios. Cuando

nos vemos desde esa perspectiva, hemos dado el salto cualitativo desde el

materialismo, hacia ese nivel superior, una perspectiva espiritual y eterna de la

existencia humana; un nivel en el que ejerceremos nuestro albedrío moral para

envilecernos, o para crecer. Vale decir, una vez que tomamos conciencia de ser

hijos de Dios, si nosotros lo permitimos, Satanás, puede envolvernos en sus

mentiras, engañarnos, cegarnos y llevarnos cautivos según su voluntad, si nosotros

no estamos dispuestos a escuchar la voz del Padre. Entonces nos volvemos hijos de

Satanás. En ese sentido es sumamente ilustrativo el capítulo 8 de Juan, Todo el

capítulo, que tiene que ver con este tema: el linaje espiritual, el ser un hijo de Dios,

o un hijo del convenio (un hijo de Abraham, decían los judíos), pero Jesús

responde lo siguiente:
Un acercamiento al libro de Moisés 25

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis
hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la
verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de sí mismo
habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. (Juan 8:44)

Por otra parte, como veremos más adelante, cuando alguien toma

conciencia de ser un hijo de Dios, está en una posición tal, que puede nacer de

Dios, o nacer de nuevo, como lo define la GEE: “Ocurre cuando el Espíritu del

Señor efectúa un gran cambio en el corazón de una persona, de manera que ya no

tiene más deseos de obrar mal, sino de seguir las vías de Dios.” Y es entonces

cuando se aplican las palabras del rey Benjamín:

Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados
progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha
engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han
cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él
y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas. (Mosíah 5: 2-7).

Ahora, esto es vital porque más adelante este va a llegar a ser un trasfondo

social en los siguientes capítulos del Libro de Moisés, como llegará a ser un

trasfondo social, político y económico en nuestras vidas, porque el Libro de Moisés

tiene que ver con la manera en que se edificó la ciudad de Sion, y dicho texto fue

restaurado en nuestros días, porque en los mismos volveremos a edificar la ciudad

de Sión, y viviremos circunstancias semejantes.

Volvamos al texto. De nuevo, en los siguientes versículos notamos muchas

diferencias:

Génesis Moisés
1 Ahora bien, la serpiente era astuta, 5 Ahora bien, la serpiente era más
más que todos los animales del campo astuta que cualquiera de las bestias del
Un acercamiento al libro de Moisés 26

que Jehová Dios había hecho, la cual campo que yo, Dios el Señor, había
dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha hecho.
dicho: No comáis de ningún árbol del
huerto? 6 Y Satanás incitó el corazón de la
serpiente (porque se había llevado a
muchos en pos de él), y procuró
también engañar a Eva, porque no
conocía la mente de Dios, de manera
que procuraba destruir el mundo.

7 Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios ha


dicho: No comeréis de todo árbol del
jardín? (Y hablaba por boca de la
serpiente).

Y así, cuando se eliminó de la Biblia el versículo seis, se eliminó de la

misma toda la doctrina de la caída en el Antiguo Testamento. Dejo la definición de

la caída en la GEE:

El proceso mediante el cual el hombre se volvió mortal sobre esta tierra.

Cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido, sus cuerpos se hicieron

mortales, esto es, sujetos al pecado y a la muerte. Adán fue la “primera carne”

sobre la tierra (Moisés 3:7). Las revelaciones de los últimos días aclaran que la

Caída es una bendición para la humanidad y que se debe honrar a Adán y a Eva

como los primeros padres de todo el género humano.

La Caída era un paso necesario en el progreso del hombre. Dios, sabiendo

que ocurriría la Caída, ya en la vida preterrenal había dispuesto lo necesario para

que hubiera un Salvador. Jesucristo vino en el meridiano de los tiempos para

expiar la Caída de Adán y también los pecados individuales del hombre, con la

condición de que este se arrepienta.


Un acercamiento al libro de Moisés 27

No ahondo más en la doctrina de la caída. Quiero creer que tú, amable

lector, atenta lectora, la conoces bien y, si no es así, siempre puedes contactarme y

con gusto la explico en detalle.

Una de las grandes bendiciones de tener el Libro de Moisés es que

podemos tener una visión clara y panorámica de ese maravilloso rompecabezas

que es el plan de salvación. El plan de Dios implicaba una creación, una caída, una

redención y, para que ésta funcionara en nuestra vida, era necesario que hubiera

ordenanzas y convenios que recibiríamos de manera gradual conforme a nuestro

progreso espiritual, a fin de que pudiéramos perfeccionarnos a fin de poder

regresar a la presencia del Padre.

Por otra parte, vale la pena mencionar que gracias a la versión del Libro de

Moisés tenemos una percepción clara de que la serpiente no es un animal mítico,

sino que de facto era más astuta que el resto de las bestias que el Señor había

creado, que Satanás se había llevado a muchos animales en pos de él (pienso en las

moscas y los mosquitos, por ejemplo), pero que de tal manera la serpiente estaba

cercana a Satanás, que él se posesionó de ella y habló a Adán y a Eva a través de la

boca de la serpiente. Ahora, y para terminar este capítulo, ¿cómo te imaginas tú

que era vivir en el Jardín de Edén? Por favor hazte una imagen mental antes de

pasar al siguiente párrafo.

Ya vimos que Adán y Eva habían sido puestos en Jardín para cultivarlo y

cuidarlo. Cierto: no había cardos, sequías, enfermedades, cansancio (Moisés 4:24-

25). Se trabajaba dentro de un ecosistema muy agradable ¿Pero qué otra cosa

hacían Adán y Eva? Si consideramos que la gloria de Dios es la inteligencia (D. y C.

93: 36), es evidente que en sus ratos libres Adán y Eva no estaban ociosos.

Continuamente aprendían. ¿Qué? Más adelante veremos que al ser expulsados del

jardín, Adán y Eva sabían leer y escribir (6:46); sabían coser y diseñar ropa (4:13).
Un acercamiento al libro de Moisés 28

Adán no era un ser rústico, salvaje. Era un hombre culto y refinado, como

corresponde a quien ha sido enseñado por el Padre mismo.


Un acercamiento al libro de Moisés 29

CAPÍTULO CUATRO

ORDENANZAS Y CONVENIOS

Yo no me puedo imaginar la tristeza de Adán al salir del paraíso y conocer

el polvo, la mugre, el hambre, el cansancio, la enfermedad, la pobreza, la

necesidad. Eso ha de haber sido un golpe fuertísimo. Yo no sé si al principio ellos

como pareja lloraron mucho. O si en algún momento Adán y Eva se recriminaron

el uno al otro por causa de su situación, pero sinceramente no solamente no lo

creo, sino que creo que ambos han de haber velado por el bienestar físico y

emocional el uno del otro. Me explico: en muchas partes de las Escrituras se nos

indica que Adán, en su estado premortal no era otro que el arcángel Miguel. Vaya,

no era cualquier persona. Era un ser grandioso y poderoso desde antes de nacer, y

Eva no era un ser menor. Yo tengo para mí que deberíamos sentir un hondo

respeto por ellos dos, nuestros grandiosos ancestros, y este capítulo del Libro de

Moisés nos hablan de esos primeros años fuera del Jardín de Edén.

Ahora, si en el capítulo anterior faltaban los primeros cuatro versículos a la

Biblia con respecto al Libro de Moisés, en este capítulo cinco faltan los primeros

quince versículos, los cuales nos dan mucha luz en cuanto a lo que fue la vida de

Adán y Eva en este mundo caído donde vivimos. Todo el shock de ser echados del

jardín, la angustia, el dolor, se encuentran en el sólido estoicismo con el que

simplemente empezaron a trabajar y a comer el pan con el sudor de su frente. Para

mi gusto es maravilloso ver la entereza de Adán, y todavía más la de “Eva, su

esposa”, quien “también se afanaba con él”.


Un acercamiento al libro de Moisés 30

Las ordenanzas nos llevan a Cristo

Entonces ―y esto es muy importante― ellos tienen una primera

generación de hijos e hijas. El tiempo pasa, los hijos crecen y empezaron a

separarse en parejas y ellos a su vez engendraron hijos. Fue así como la tierra se

fue poblando. Adán y Eva habían sido expulsados del Jardín, pero ellos

continuaron orando a Dios. La voz del Señor les habló desde el jardín de Edén,

5 Y les dio mandamientos de que adorasen al Señor su Dios y ofreciesen las


primicias de sus rebaños como ofrenda al Señor. Y Adán fue obediente a
los mandamientos del Señor.

6 Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo:


¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el
Señor me lo mandó.

7 Entonces el ángel le habló, diciendo: Esto es una semejanza del sacrificio


del Unigénito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad.

8 Por consiguiente, harás todo cuanto hicieres en el nombre del Hijo, y te


arrepentirás e invocarás a Dios en el nombre del Hijo para siempre jamás.

Yo creo que esto es vital: usualmente una ordenanza es el medio a través

del cual recibimos un convenio. Adán había recibido una ordenanza, pero no un

convenio. Una vez que recibe una instrucción, la ordenanza cumple su función: la

de mantener en la memoria el contenido del convenio. Las ordenanzas en ese

sentido son una bendición, porque son una ayuda para continuamente recordar el

significado de los convenios que hemos hecho. Adán todavía no había hecho

convenios, pero esta ordenanza la ayudaba a “ha[cer]todo cuanto hicier[a] en el

nombre del Hijo, y [a arrepentirse e invocar] a Dios en el nombre del Hijo para

siempre jamás”
Un acercamiento al libro de Moisés 31

Entonces Adán recibió el Espíritu Santo, y entendió que las ordenanzas

habilitan la Expiación en nuestra vida. No sé qué pueda parecer esto para el lector,

pero para mi gusto, esta es una escena gloriosa: Adán recibe un mandamiento. No

entiende por qué o para qué sirve, pero él obedece con una fe perfecta, y cuando el

ángel le pregunta que por qué lo hace, dice: “No sé, sino que el Señor me lo

mandó” y, cuando el ángel le explica, entonces Adán entiende que todo lo que ha

hecho tiene un propósito, que su vida tiene un sentido y entonces (vv. 10 y 11)

Adán y Eva entienden que la caída tenía un propósito, que todo era para su

beneficio y el de nosotros, su descendencia, y entonces se registra la maravillosa

oración de gratitud de ambos a causa de la transgresión en el Jardín, porque ambos

entienden la función de la caída en el contexto de todo el plan de salvación, y

agradecen por haber caído.

La primera generación de hijos

Todos tenemos muchos roles sociales en esta vida. Incluso ellos dos. Eran

pareja, eran hijos de Dios, eran siervos del Señor, pero también eran padres de

familia. En los vv. 12-13 leemos:

12 Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, e hicieron saber todas las


cosas a sus hijos e hijas.

13 Y Satanás vino entre ellos, diciendo: Yo también soy un hijo de Dios; y les
mandó, y dijo: No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que
a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales,
sensuales y diabólicos.

Y de nuevo, no podemos imaginar el dolor de esta pareja, al esforzarse con

todo su corazón por criar buenos hijos, y que absolutamente ninguna de esa

primera generación de hijos se salvara. Con todo, hay un hecho allí que me

impresiona muchísimo: el que Satanás simplemente dijera: “No lo creáis”, y eso

bastó para que ellos no lo creyeran. Y me impresiona no solo por la increíble


Un acercamiento al libro de Moisés 32

capacidad de convencimiento de nuestro enemigo común, sino porque al menos yo

en mi vida he sentido ese poder de convencimiento muchas veces en mi vida.

Ahora, ¿por qué Adán y Eva no cayeron? Porque ya habían caído en una ocasión.

Ya habían decidido que ellos no iban a caer; habían ―como diría el apóstol Pedro

miles de años después― procurado hacer firme su vocación y elección (véase 2

Pedro 1: 10) y acaso esa una de los principales recursos que tenemos para vencer

en la lucha continua entre el bien y el mal: el decidir de antemano que no vamos a

escuchar la voz del maligno, y determinar no ceder, con toda nuestra voluntad.

La segunda generación de hijos

El tiempo pasa. Para el versículo 16 ha pasado mucho tiempo. Adán y Eva

vuelven a concebir un hijo. Un hijo que va a ser el primero de su segunda

generación de hijos.

16 Y Adán y Eva, su esposa, no cesaron de invocar a Dios. Y Adán conoció a


Eva, su esposa, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un
varón del Señor; por tanto, tal vez este no rechace sus palabras. Mas he
aquí, Caín no escuchó, y decía: ¿Quién es el Señor, para que tenga que
conocerlo?

Por lo que leemos aquí, el nombre “Caín” fue seleccionado por Eva y se

nos dice expresamente que en la raíz etimológica del idioma adámico, “Caín”,

quiere decir “posesión”, y que el anhelo de Adán y Eva era que su hijo se

consagrara al Señor. Es evidente que ese deseo no superficial, ni pasajero. Es claro

que Adán y Eva hicieron todo lo que pudieron para criar a su hijo de tal manera,

que él conociera al Señor, pero en la respuesta de Caín es clara la soberbia, el

orgullo, el autoritarismo con que contesta, cuestionando, y que se verá de nuevo en

ese: “¿Soy acaso yo, el guarda de mi hermano?”. Con todo, es claro que Caín llegó

a tener el sacerdocio: por una parte, porque oficiaba sacrificios y, por otra, porque

podía dialogar con Dios (véase D. y C. 84:22).


Un acercamiento al libro de Moisés 33

Caín ya es un adulto que es poseedor del sacerdocio, pero va en un camino

acelerado hacia la apostasía. Vive con una actitud crítica ante el evangelio, para

cuando Adán y Eva conciben de nuevo y nace Abel. Si ponemos atención, el tema

siguen siendo las ordenanzas, su propósito, su validez. En la Biblia, tal como la

tenemos actualmente, los hechos se desarrollan de la siguiente manera:

2 Y después dio a luz a su hermano Abel. Y fue Abel pastor de ovejas, y


Caín fue labrador de la tierra.

3 Y aconteció, andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una
ofrenda a Jehová.

4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y


miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;

5 mas no miró con agrado a Caín ni a la ofrenda suya. Y Caín se ensañó en


gran manera y decayó su semblante.

Por su parte, en el Libro de Moisés aprendemos que es Satanás quien le

indica a Caín que haga un sacrificio. La ofrenda de Abel fue bien recibida porque

era exactamente el tipo de ofrenda que el Señor había requerido. El ofrecer las

primicias de los rebaños era un símbolo del sacrificio del Cordero de Dios (Moisés

5:7). Como enseñó el profeta José Smith:

El profeta José Smith enseñó: ““Por la fe en esta Expiación o plan de


redención, Abel ofreció a Dios un sacrificio aceptable de las primicias del
rebaño. Caín ofreció del fruto de la tierra, y no fue aceptado, porque no
pudo hacerlo con fe; no podía tener fe ni podía ejercer una fe que se
opusiera al plan celestial. Para expiar por el hombre, era necesario el
derramamiento de la sangre del Unigénito, porque así lo disponía el plan
de redención; y sin el derramamiento de sangre no había remisión; y en
vista de que se instituyó el sacrificio como símbolo mediante el cual el
hombre habría de discernir el gran Sacrificio que Dios había preparado, no
se podría ejercer la fe al ofrecer un sacrificio contrario, porque la redención
no se pagó de esa manera, ni se instituyó el poder de la Expiación según
ese orden. Por consiguiente, Caín no pudo haber tenido fe, y, lo que no se
Un acercamiento al libro de Moisés 34

hace por la fe, es pecado. Pero Abel ofreció un sacrificio aceptable


mediante el cual recibió testimonio de que era justo, y Dios mismo le
testificó de sus dones [véase Hebreos 11:4]”. (Enseñanzas del Profeta José
Smith, pág. 63).

Nosotros no podemos alterar o determinar la naturaleza de los convenios

o las ordenanzas. Éstos son fijados siempre por el Padre. De hecho es significativo

que en Libro de Moisés, 5:20, 21: “Y el Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda;

mas no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Ahora bien, Satanás sabía esto, y se

alegró”. Entonces viene un diálogo sumamente significativo entre el Señor y Caín.

En pocas partes de las Escrituras el Señor habla de una manera tan directa.

22 Y el Señor le dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado? ¿Por qué ha decaído
tu semblante?

23 Si haces lo bueno, serás aceptado; y si no haces lo bueno, el pecado está a


la puerta, y Satanás desea poseerte; y a menos que escuches mis
mandamientos, te entregaré, y será hecho contigo según la voluntad de él. Y
tú te enseñorearás de él,

24 porque desde ahora en adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás


llamado Perdición; porque también tú existías antes que el mundo.

Es importante entender dónde estaba originalmente Caín, para entender

hasta qué grado estaba cayendo. Los hijos de perdición, son los hijos de Caín. Caín

no podía calificar para entrar en esa categoría si no negara el Espíritu. No podía

negar el Espíritu si los Cielos no le hubieran sido abiertos. Esto no habría podido

suceder, si no tuviera el sacerdocio. Vaya: A veces pensamos que la historia de

Caín y Abel es solo una pelea por celos entre dos hermanos, que se sale de control.

Y no, no es exactamente así. Es la historia de un hermano que llega a ser Perdición,

porque desde el principio (i.e., desde la vida premortal) Caín era tan malo como
Un acercamiento al libro de Moisés 35

Lucifer, pero fingió apoyar el plan del Padre solo para poder tener un cuerpo.

Mutatis mutandis, la relación que existe entre el Padre y el Hijo, sería la relación que

existiría entre Satanás y Caín, y esto es tan importante que Moisés nos narra todo

esto en detalle. En los siguientes capítulos la caída de Caín se precipita todavía

más: Caín se encoleriza (v. 26). Deja de escuchar al Señor. Deja de escuchar a Abel,

quien le llamaba al arrepentimiento y era su ejemplo. Y no solo eso, sino que se

casa con una de sus sobrinas, vale decir, una de las hijas de sus hermanos que no

había querido obedecer el evangelio. Una mujer que “ama[ba] a Satanás más que a

Dios”. (v. 28).

Las ordenanzas del mal

Volvamos al v. 24: “Y tú te enseñorearás de él, porque desde ahora en

adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás llamado Perdición; porque

también tú existías antes que el mundo.” Satanás (y Caín) fueron mentirosos desde

el principio (i.e., desde la vida premortal). De alguna manera ambos son el padre

de todas las mentiras. Son hábiles en engañar, en usurpar, en coptar la verdad. El

presidente Joseph Fielding Smith describió uno de los métodos de Satanás:

“Satanás es un hábil imitador, y a medida que se da al mundo en abundancia la

verdad genuina del evangelio, empieza él a esparcir la moneda falsificada de la

doctrina falsa”. (En (“Satanás, el gran impostor”, Liahona, octubre de 1971, pág. 32).

Nuestro Padre Celestial nos da revelaciones (es decir, comunicación espiritual de

Espíritu a espíritu), y lo mismo hace Satanás. Por supuesto, a la comunicación

Divina le llamamos “revelación”, mientras que a la comunicación de enemigo

común les llamamos “tentaciones”. De la misma manera, nuestro Padre nos da las

ordenanzas y convenios que nos permiten volver a Su presencia. Pero lo que nos

enseña Moisés es que Satanás también tiene poder, y también revela sus propios
Un acercamiento al libro de Moisés 36

convenios a sus seguidores, con el propósito de degradar, aprisionar y envilecer a

toda alma. Leemos en los siguientes versículos:

29 Y Satanás le dijo a Caín: Júrame por tu garganta, y si lo revelas morirás; y


juramenta a tus hermanos por sus cabezas y por el Dios viviente, a fin de que no
lo digan, porque si lo revelan, de seguro morirán; y esto para que tu padre
no lo sepa; y este día entregaré a tu hermano Abel en tus manos.

30 Y Satanás juró a Caín que obraría de acuerdo con sus mandatos. Y todas
estas cosas se hicieron en secreto.

31 Y Caín dijo: Verdaderamente yo soy Mahán, el maestro de este gran


secreto, a fin de que yo pueda asesinar y obtener lucro. Por tanto, Caín fue
llamado Maestro Mahán, y se gloriaba de su iniquidad.

32 Y Caín salió al campo y habló con Abel, su hermano. Y aconteció que


mientras estaban en el campo, Caín se levantó contra Abel, su hermano, y
lo mató.

Estos versículos son sumamente ilustativos: Caín hace convenios que de

alguna manera tienen un carácter sagrado (pero inverso): hacen juramentos

secretos “por el Dios viviente”, pero los hacen con propósitos malignos. Es el

origen de las combinaciones secretas, o sociedades secretas: personas que se

asocian a fin de protegerse para asesinar y obtener lucro. Entonces Caín es

reconocido entre sus hermanos mayores de la primera generación como un

Maestro Mahán. ¿Qué es ser un Maestro Mahán? Es ser el dueño de ese secreto que

permite convertir la vida humana en riqueza, propiedad u honores. ¿Quiénes son

Maestro Mahán en nuestros días? Los altos directivos de sociedades secretas,

partidos políticos, grupos de narcotraficantes, secuestradores, terroristas, partidos

políticos los cuales frecuentemente, como Caín, se gloría[n] de su iniquidad.

Ahora, uno podría preguntarse: ¿qué hace esto aquí? ¿Por qué lo incluyó

Moisés en su registro? Primero, creo, para advertirnos. Para que tengamos cuidado
Un acercamiento al libro de Moisés 37

de no caer en estas sociedades secretas. Por otro lado, hay una enseñanza

particular ahí. En el siguiente versículo, leemos:

“33 Y Caín se glorió de lo que había hecho, diciendo: Estoy libre;

seguramente los rebaños de mi hermano caerán en mis manos”.

Una y otra vez me ha tocado ver esto a lo largo de mi vida: alguien se deja

sujetar a la voluntad del diablo, y cuando está más en el cautiverio (porque el

pecado esclaviza), en medio de su engaño, atrapado para su destrucción, irónica y

paradójicamente exclama: “¡Estoy libre!”. A consecuencia de su asesinato Caín

recibe una maldición de parte del Señor. Él, que era agricultor, ya no cosecharía

abundantemente. Tampoco podría convivir con los hijos de Adán. Caín se queja de

que quien lo vea lo va a matar. El Señor le responde:

40 Y yo, el Señor, le dije: Quienquiera que te mate, siete veces se tomará en


él la venganza. Y yo, el Señor, puse una marca sobre Caín, para que no lo
matara cualquiera que lo hallase.

41 Y Caín fue desterrado de la presencia del Señor, y con su esposa y muchos


de sus hermanos habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén.

Nos queda claro que su castigo no es la inmortalidad. Claramente en estos

versículos citados se le dice que nadie lo va a matar, pero no que no va a morir. Es

claro que podía morir de una enfermedad, de viejo, de un accidente, etc. Así que

Caín y quien simpatizaba con él, viajan hacia el Este de Edén. En los siguientes

versículos pasan cinco generaciones entre los descendientes de Caín. En Génesis 4:

19 y ss., leemos:

19 Y Lamec tomó para sí dos esposas; el nombre de una era Ada, y el


nombre de la otra, Zila.

20 Y Ada dio a luz a Jabal, el que fue padre de los que habitan en tiendas y
crían ganados.
Un acercamiento al libro de Moisés 38

21 Y el nombre de su hermano era Jubal, el que fue padre de todos los que
tocan arpa y flauta.

22 Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de metal y de


hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama.

23 Y dijo Lamec a sus esposas:Ada y Zila, oíd mi voz,esposas de Lamec,


escuchad mis palabras:A un hombre maté por mi heriday a un joven por
mi golpe.

24 Si siete veces será vengado Caín,Lamec en verdad setenta veces siete lo


será.

En el Libro de Moisés esta historia un tanto oscura se nos explica en

detalle:

49 porque Lamec había hecho un pacto con Satanás, a la manera de Caín,


por lo que él llegó a ser Maestro Mahán, dueño del gran secreto que
Satanás administró a Caín; e Irad hijo de Enoc, habiendo descubierto el
secreto de ellos, empezó a divulgarlo entre los hijos de Adán;

50 por lo que Lamec, lleno de ira, lo mató; no como Caín a su hermano Abel,
con el fin de obtener lucro, sino por causa del juramento.

51 Porque desde los días de Caín hubo una combinación secreta, y hacían
sus obras en la obscuridad, y conocía cada cual a su hermano.

52 Por tanto, el Señor maldijo a Lamec y a su casa, y a todos los que habían
hecho un pacto con Satanás, porque no guardaron los mandamientos de Dios
y desagradó esto a Dios y no los ministró; y sus obras eran abominaciones,
y empezaron a esparcirse entre todos los hijos de los hombres. Y esto
estaba entre los hijos de los hombres.

De nuevo, vale la pena subrayar que Moisés registró todo esto con el

propósito de advertirnos en cuanto al peligro de unirnos a estos grupos secretos

que se juramentan, los cuales se reconocen entre ellos mismos por saludos o señas
Un acercamiento al libro de Moisés 39

secretas; y para marcar que así como hay pactos, convenios y ordenanzas con Dios,

hay quien los realiza con Satanás.

Con todo, a partir de este momento hay algo que destaca en el resto del

libro. En el resto del texto vamos a tener tres autores: Adán, Enoc y el mismo

Moisés. Y los tres van a poner especial énfasis en el aspecto social de aquellos años,

y que tienen un parangón con nuestros días. Porque por algo se nos cuenta de lo

que aconteció en ese entonces: porque todo ello tiene una aplicación a nosotros. Es

sumamente significativo que en los siguientes cuatro versículos hay una frase que

se repite, versículo a versículo: “Los hijos de los hombres”. Los siguientes tres

versículos nos permiten entender con claridad qué debemos entender por “Los

hijos de los hombres”:

55 Y así empezaron a prevalecer las obras de tinieblas entre todos los hijos de
los hombres.

56 Y Dios maldijo la tierra con penosa maldición; y se llenó de ira contra los
inicuos, contra todos los hijos de los hombres que había creado;

57 porque no querían escuchar su voz, ni creer en su Hijo Unigénito, aquel que él


declaró que vendría en el meridiano de los tiempos, que fue preparado
desde antes de la fundación del mundo.

Los hijos de los hombres son el hombre natural (véase Mosíah 3:19);

aquellos cuya mente es carnal y cuya vida es mundana. Si tuviéramos que plantear

una clasificación entre los hijos de Adán en aquellos días, dividiríamos a la

humanidad en los siguientes cinco grandes grupos:

1. Los hijos de Dios. Por una parte están los hijos de Dios, vale decir,

aquellos que hacen convenios con Dios y se esfuerzan por vivir de toda

palabra que sale de la boca de Dios.


Un acercamiento al libro de Moisés 40

2. Los hijos de los hombres, a saber, aquellos que no quieren escuchar la

voz del Señor, ni creer en su Hijo Unigénito.

3. La sociedad de Caín. Ellos son los que vivían en sociedades secretas,

en gran maldad, tratando de ser todos el Maestro Mahán, asesinando,

oprimiendo, robando, saqueando y, sobre todo, siempre seduciendo a

los hijos de los hombres y a los hijos de Dios para que se unan a ellos.

4. Conversos arrepentidos. Ahora, estas divisiones no son permanentes

ni inamovibles: el capítulo finaliza diciéndonos que Adán velaba por

su descendencia, y se esforzaba (vv. 58 y 59) por predicar el evangelio a

su posteridad

5. Gigantes. De la misma manera, más adelante veremos que algunos de

los hijos de Dios perdieron su alta condición, apostataron, y formaron

otro grupo social, todavía peor que los anteriores. Moisés los llama

“gigantes”. Yo no sé si ellos serán hijos de perdición. No se nos dice

mucho acerca de ellos, pero ya volveremos con ellos más adelante.

Una cosa queda muy clara en este capítulo: las ordenanzas y los convenios

(con Dios o con el enemigo) potencian nuestra vida, y nos conducen a la vida

eterna y a la exaltación, o nos llevan a la miseria, al engaño y a la destrucción.

Somos sumamente bendecidos de que en Su inmensa misericordia nuestro Padre

bendiga nuestra vida con convenios y ordenanzas. Sin ellos, estaríamos en un

mundo triste, desolado, sin ninguna esperanza. Moisés tuvo muy claro esto y en su

registro añadió aquellas partes de la historia que reforzaban estos conceptos.


Un acercamiento al libro de Moisés 41

CAPÍTULO CINCO

CÓMO VIVIR EL EVANGELIO EN UN MUNDO

DEPRAVADO

En nuestra Biblia faltan los primeros siete versículos y medio de este

capítulo. Inicia así: “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó

Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo…” Es un poquito como si volviera a

iniciar Génesis, y hace alusión a un texto perdido: “El libro de las generaciones de

Adán” pero ―hasta donde alcanza mi conocimiento― a la fecha los eruditos no

han escrito nada acerca de ese libro. En el capítulo 6 del Libro de Moisés, por su

parte, las cosas son un poquito diferentes:

1 Y Adán escuchó la voz de Dios, y exhortó a sus hijos a que se

arrepintieran.

Vale decir, este versículo es vínculo entre el capítulo anterior y este, pero

de inmediato el relato de Moisés va a tomar un giro diferente, ya que nos introduce

a la cuarta generación de hijos de Adán y Eva, una vez que Caís se pierde y Abel

muere. De hecho, los siguientes dos versículos son los dos últimos del capítulo 4 de

Génesis:
Un acercamiento al libro de Moisés 42

Génesis Moisés
25 Y conoció de nuevo Adán a su 2 Y Adán conoció de nuevo a su esposa,
esposa, la cual dio a luz un hijo, y llamó la cual dio a luz un hijo, y él le dio el
su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) nombre de Set. Y Adán glorificó el
me ha concedido otro hijo en lugar de nombre de Dios, porque dijo: Dios me
Abel, a quien mató Caín. ha designado otra descendencia en vez
de Abel, a quien Caín mató.

26 Y a Set también le nació un hijo, y 3 Y Dios se reveló a Set, el cual no fue


llamó su nombre Enós. Entonces los rebelde, sino que ofreció un sacrificio
hombres comenzaron a invocar el aceptable, como lo hizo su hermano
nombre de Jehová. Abel. Y también a él le nació un hijo, y
lo llamó Enós.
4 Entonces empezaron estos hombres a
invocar el nombre del Señor, y el Señor
los bendijo;

Hay una serie de diferencias, pequeñas pero sustanciales, en ambos libros.

En Génesis es Eva quien le pone nombre a Set. Set es una especie de consuelo para

ella como madre, por causa de la muerte de Abel. Son las palabras de una mujer

que anhela un hijo. En cambio, en el Libro de Moisés quien le da nombre a Set (en

hebreo: “Aquél que es colocado para ocupar el lugar de”), es Adán, y lo hace no en

función de llenar el hueco que deja un hijo, sino en función de un linaje sacerdotal;

son las palabras de un profeta que anhela una descendencia justa; un hombre cuyo

mayor deseo es levantar posteridad al Señor. Set ocupa el lugar que Adán habría

querido que ocuparan Caín, si hubiera sido digno; o el lugar del justo Abel, si no

hubiera sido asesinado. En el Libro de Moisés, Adán piensa con una perspectiva

mucho más amplia que lo que los traductores de la Biblia le asignaron a Eva.

De la misma manera, en el v. 26 da esa impresión que tienen algunos

eruditos, de que la Biblia es un texto que registra la evolución paulatina de la

religión hebrea. Génesis 4:26 parecería marcar el momento histórico en que un


Un acercamiento al libro de Moisés 43

grupo de personas antediluvianas empiezan a adorar el nombre de Jehová. Lo que

vemos en Moisés es que por fin la descendencia de Adán empieza a caminar por la

senda de la rectitud. Nos muestra que finalmente Adán tuvo una descendencia que

hizo convenios con el Señor. Una de las cosas que nos muestra el Libro de Moisés

es el interés que tenía Moisés en tener un linaje de hombres fieles, dignos

poseedores del sacerdocio, y de cómo se estableció la Iglesia en sus días, y en ello

hay un modelo. Como está escrito en D. y C. 107 (el subrayado es mío):

41 Este orden se instituyó en los días de Adán, y descendió por linaje de la


siguiente manera:

42 De Adán a Set, a quien Adán ordenó a la edad de sesenta y nueve años; y


tres años antes de la muerte de Adán, este lo bendijo, y recibió la promesa de
Dios, por conducto de su padre, de que su posteridad sería la elegida del Señor,
y que sería preservada hasta el fin de la tierra;

43 porque Set fue un hombre perfecto, y su semejanza era la imagen expresa


de su padre, al grado de que se parecía a su padre en todas las cosas, y
solamente por su edad se podía distinguir entre uno y otro.

44 Enós fue ordenado a la edad de ciento treinta y cuatro años y cuatro meses,
por mano de Adán.

45 Dios llamó a Cainán en el desierto cuando este tenía cuarenta años de


edad; y encontró a Adán mientras viajaba al país de Shedolamak. Ochenta y
siete años tenía cuando recibió su ordenación.

46 Mahalaleel tenía cuatrocientos noventa y seis años y siete días de edad


cuando fue ordenado por mano de Adán, quien también lo bendijo.

47 Jared tenía doscientos años de edad cuando recibió su ordenación por mano
de Adán, por quien también fue bendecido.

48 Enoc tenía veinticinco años de edad cuando fue ordenado por mano de
Adán; y tenía sesenta y cinco años, y Adán lo bendijo.

49 Y Enoc vio al Señor y anduvo con él, y estuvo delante de su faz


continuamente; y caminó Enoc con Dios trescientos sesenta y cinco años, de
manera que tenía cuatrocientos treinta años de edad cuando fue trasladado.

50 Matusalén tenía cien años de edad cuando fue ordenado por Adán.
Un acercamiento al libro de Moisés 44

En estos versículos hay dos elementos que sobresalen. Por una parte, el

hecho de que Adán en persona se encargó de ordenar al sacerdocio a sus

descendientes, como debe hacer todo padre de familia digno todavía. Por otra

parte, el hecho de que estamos hablando de la época de los patriarcas, y que Adán

dio su bendición patriarcal a todos sus descendientes. Adán murió unos cien años

antes de que la ciudad de Sión fuera llevada al cielo y por ello no alcanzó a conocer

a Noé, pero a todos sus descendientes fieles los ordenó al sacerdocio, y les dio su

bendición patriarcal. Ahora, no hay que olvidar que la inmensa mayoría de los

descendientes de Adán eran denominados “los hijos de los hombres”. Eran seres

mundanos. Los miembros de la Iglesia dignos eran los menos. Con ello en mente,

volvamos al capítulo 6 de Moisés. En los vv. 5 y 6 leemos:

“Y se llevaba un libro de memorias, en el cual se escribía en el lenguaje de


Adán, porque a cuantos invocaban a Dios les era concedido escribir por el
espíritu de inspiración; y poseyendo un lenguaje puro y sin mezcla, enseñaban a
sus hijos a leer y a escribir”.

A diferencia de lo que piensan muchos eruditos, Adán “Era un ser

inteligente, creado a imagen de Dios, poseedor de sabiduría y conocimiento, con el

poder de comunicar sus pensamientos en una lengua oral y escrita, la cual era

superior a las que ahora encontramos en la tierra… Adán hablaba la lengua del

Altísimo en la cual se expresan los ángeles, y esa lengua fue la que él enseñó a sus

hijos”. (Doctrina de salvación, T. I, pp. 91 y 92). Acaso vale la pena la pena hacer

notar que en este libro, El libro de las generaciones de Adán, se les permitía escribir “a

cuantos invocaban a Dios”. (v. 5), pero los vv. 3 y 4 nos dejan entrever que fue la

enseñanza diligente de Adán para con Set y Enós la que hizo que desde “entonces

empezaran estos hombres a invocar el nombre del Señor”. Etimológicamente


Un acercamiento al libro de Moisés 45

“invocar”, es mucho más que simplemente “orar”. Implica hacer propio un hábito,

una ley, o bien doctrinas, principios o ideales; hacer que algo sea parte inherente a

uno por voluntad propia. Me imagino que por eso es que dice en Romanos 10:13:

“Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”. Puede ser que

quien escribe estas palabras esté equivocado, pero creo entender que “invocar”, en

el contexto de estos versículos, quiere decir: “Estar completamente convertido”. Y

entonces, lo que sigue es Moisés, citando directa y literalmente el Libro de las

generaciones de Adán, así que estos versículos que siguen son el texto escrito más

antiguo de la historia de la humanidad, escrito iniciado por Adán mismo. Principia

en el v. 8 y, aunque Moisés no indicó en qué parte termina su cita de este libro, este

fragmento parece terminar en el v. 23. Ahora, hay que decir que en estos versículos

hay principios tan sagrados, que no se deben poner por escrito. Con todo, hay

algunas cosas que vale la pena resaltar de esta joya de la humanidad. Unos poco

ejemplos:

Primero, destaca (V. 10), que en esta historia no aparecen Caín y Abel. El

primero porque no fue digno, el segundo porque murió y fue un eslabón roto en la

cadena de poseedores del sacerdocio, porque este libro es un registro de los

poseedores del poder de Dios. En buena medida este libro es la línea de autoridad

del sacerdocio de la Iglesia en la dispensación de Adán. Es un registro de cómo se

da una continuidad entre los siervos del Padre en los días de Adán.

Segundo, en los vv. 13 al 15 hay cosas de gran valor: Set es muy consciente

de que él es la cuarta generación de los hijos de Adán, y que todos han caído en la

apostasía. Adán predicó a sus hijos sin tener ningún éxito. Absolutamente todos se

habían perdido. Unos habían caído en la categoría de “los hijos de los hombres”, y

otros ―aliados a las combinaciones secretas― habían caído más bajo todavía. De

nuevo: cuando Moisés escribió esto, él era consciente de que ese conocimiento sería
Un acercamiento al libro de Moisés 46

quitado de la tierra, pero que sería restituido en nuestros días (Moisés 1:23). Moisés

era consciente de que estaba escribiendo para ser leído en nuestros días (Moisés

1:41). De hecho, cuando Adán describe cómo era la vida en sus días, casi parece

estar describiendo nuestros días (como siempre, los subrayados son míos):

Y los hijos de los hombres eran muchos sobre toda la faz de la tierra. Y en
aquellos días Satanás ejercía gran dominio entre los hombres y agitaba sus
corazones a la ira; y desde entonces hubo guerras y derramamiento de sangre;
y buscando poder, el hombre levantaba su mano en contra de su propio
hermano para darle la muerte, por causa de las obras secretas.

(Moisés 6:15).

Aquí hay varias cosas que vale la pena destacar: que está hablando no de

los hijos de Dios, sino de “los hijos de los hombres”. De las personas del mundo;

del hombre natural. Que ese tipo de persona abundaba en la tierra. Que era un

mundo violento, donde Satanás tenía gran poder sobre ellos. Que era un mundo

violento, donde las guerras no eran extrañas. Finalmente algo singular: en español

el versículo tiene un hipérbaton singular. En inglés, vale decir, en la traducción

original, queda claro que todo esto era por causa de las obras secretas, las cuales

venían por el deseo de tener poder. Y en medio de esa sociedad en aquellos días,

tan parecida a la nuestra, Set tiene el desafío de establecer la palabra de Dios en su

generación. La manera en que lo hace no persiste en nuestra Biblia actual, pero sí

en el Libro de Moisés, y asombra por su belleza y sencillez. Dice Adán acerca de su

hijo Set (y todo este escrito es solo para compartir este versículo, que considera de

un inmenso valor):

“Set vivió ciento cinco años, y engendró a Enós, y profetizó todos sus días y

enseñó a su hijo Enós conforme a las vías de Dios; por tanto, Enós también

profetizó”. (Moisés 6:13).


Un acercamiento al libro de Moisés 47

Si quieres que tu hijo viva el evangelio, pese a que viva en un mundo

depravado, es simple: enseña por precepto y por ejemplo, y tu hijo seguirá tus

pasos. Si quieres que tu hijo sea un profeta, sé tú mismo un profeta, y mantente

muy cerca de tu hijo, de tal manera que la influencia del mundo nunca sea más

poderosa que tu propia influencia.

Ahora, una generación después Enós se da cuenta de la necesidad de que

se dé una congregación del pueblo de Dios y se reúnen todos en una tierra

prometida (v.17). Finalmente, este fragmento que Moisés nos comparte del Libro

de memorias de Adán termina con estas palabras, después de hablarnos de varias

generaciones de varones justos:

21 Jared vivió ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc; y vivió Jared
ochocientos años después de engendrar a Enoc, y engendró hijos e hijas. Y
Jared instruyó a Enoc en todas las vías de Dios.

22 Y esta es la genealogía de los hijos de Adán, que fue el hijo de Dios, con el
cual Dios mismo conversó.

23 Y fueron predicadores de rectitud; y hablaron, profetizaron y exhortaron a


todos los hombres, en todas partes, a que se arrepintieran; y se enseñó la fe a
los hijos de los hombres.

Todos estos versículos nos dan un marco histórico y social que nos sirve

de contexto: los hijos de Dios (v. 22) vivieron en un mundo y circunstancias

semejantes a las nuestras. Ellos se preocuparon por vivir el evangelio en sus

hogares, tal como deberíamos de estar haciendo nosotros con el programa de

estudios Ven, sígueme, y entonces se consagraron a congregar a los hijos de los

hombres (v. 23) a fin de rescatarlos de su condición perdida y caída. Yo no sé,

generosa lectora, amable lector, qué te parece este capítulo del Libro de Moisés,

pero a mí me parece impresionantemente actual, sobre todo porque todo lo que


Un acercamiento al libro de Moisés 48

hemos visto no es sino un prólogo para lo que sigue: el establecimiento de la

ciudad de Sion, y tengo para mí que es por eso por lo que Moisés lo escribió para

nosotros: porque en un futuro no tan lejano nosotros tendremos ese enorme

desafío, de edificar la ciudad de Sion.

Y es así, en esas circunstancias, que llegamos a quien en el futuro edificará

la ciudad de Sion: Enoc. Enoc era un jovencito de 65 años (si consideramos que

antes del diluvio la gente vivía más de 800 años, pues sí, era de verdad muy

jovencito), cuando escuchó la voz del Señor que le llamó. Como siempre, llama la

atención que primero le llamó por su nombre. Luego le compartió un principio. Le

llamó: “hijo mío”. No solo le estaba recordando quién era y el valor que tenía Enoc,

sino le estaba marcando esa constante diferencia en la sociedad de aquellos años

entre “los hijos de Dios” y “los hijos de los hombres”. Entonces, acto seguido, el

Señor le describe a Enoc la sociedad en la él estaba viviendo:

27…Estoy enojado contra este pueblo, y mi furiosa ira está encendida en


contra de ellos, pues se han endurecido sus corazones, y sus oídos se han
entorpecido, y sus ojos no pueden ver lejos;

28 y durante estas muchas generaciones, desde el día en que los creé, se han
desviado, y me han negado y buscado sus propios consejos en las tinieblas; y en
sus propias abominaciones han ideado el asesinato, y no han guardado los
mandamientos que yo di a su padre Adán.

29 Por consiguiente, se han juramentado entre sí, y a causa de sus propios


juramentos han traído la muerte sobre sí mismos; y tengo preparado un
infierno para ellos, si no se arrepienten;

Una sociedad llena de soberbia, con miopía espiritual, insensible,

infatuados en su orgullo, creyendo que ellos sabían más que el Padre, hundiéndose

cada vez más en las combinaciones secretas. De nuevo, una sociedad demasiado

semejante a la nuestra.
Un acercamiento al libro de Moisés 49

Por supuesto, cuando Enoc recibió su llamamiento se sintió inadecuado.

¿Cómo podía ser él el mensajero del Padre, si era demasiado joven, despreciado

por todos ellos, y siendo tartamudo? (v. 31). A diferencia de Enoc, Nefi dijo: “Iré y

haré”. Pero aquí es el Padre el que le dice a su siervo “ve y haz” (v.32), y Enoc tuvo

la increíble fe de creer las palabras del Padre, y fue e hizo.

Con casi todos los profetas hay una constante: la manera en que las

personas reaccionan ante sus palabras van cambiando conforme él les transmite su

mensaje. En el caso de Enoc, primero “todos los hombres se ofendían por causa de

él” (v. 37). Pero Enoc era un maestro extraordinario. Escucharlo era todo un

espectáculo: la gente dejaba a sus sirvientes al cuidado de las tiendas (v. 38) y

subían a los lugares altos (i.e., los lugares sagrados) para escucharlo. Decían: “hay

una cosa extraña en la tierra; ha venido un demente entre nosotros”. La traducción

en español es singularmente inadecuada. En inglés no dice “demente”, sino “wild

man”, y las referencias de pie de página remiten a Ismael y Juan el Bautista. A

hombres indómitos, no dementes. Es decir, la audiencia de Enoc no pasa de la

ofensa a la burla, sino de la ofensa a un intrigado asombro. No solo eso, sino que al

escucharlo, "el temor se apoderó de todos los que lo oían” (v. 39), hasta que uno

entre la audiencia se atreve a hacerle un par de preguntas. El hombre se llama

Mahíjah, y tenemos que entender que el nombre era una suerte de título. MHWH

(en hebreo no hay vocales) tiene diferentes sentidos, que nos pueden dar no solo

una etimología y significado al nombre, sino incluso una evolución en la

personalidad de este maravilloso converso de Enoc: “Golpeado de Dios”; “sabio”;

“poderoso”. No sabemos nada de este converso, pero libros apócrifos como 1 Enoc

más adelante lo pondrán a él como compañero de Enoc, lo cual hace sentido

porque, como está escrito, “Por boca de dos o de tres testigos se establecerá toda

palabra”. (2 Corintios 13:1) .


Un acercamiento al libro de Moisés 50

Y este converso va a hacer una simple pregunta: “Dinos claramente quién

eres y de dónde vienes”. Enoc, como todo gran maestro, responde la pregunta

puntualmente, pero en su respuesta incluyó cuatro elementos fundamentales del

plan de salvación: la creación (v. 44); la caída de Adán (v. 48); la Expiación (v. 52) y

las ordenanzas y convenios (v. 53). Desafortunadamente, Moisés nos da un muy

breve resumen de lo que fue la predicación de Enoc. Allí nos hace falta una

transcripción completa, el tono de voz, el espíritu con que fue dada esa clase, pero

nos indica Moisés que “Y al hablar Enoc las palabras de Dios, la gente tembló y no

pudo estar en su presencia”. (V. 47). Enoc ya había predicado antes, ya tenía una

incipiente fama, pero esta predicación en particular va a marcar la diferencia, va a

hacer que los hijos de los hombres empiecen a tener un cambio genuino en su

corazón, a fin de que lleguen a ser hijos de Dios.

Otro fragmento del Libro de memorias de Adán

Insisto: no tenemos el registro completo de esta clase de Enoc, pero la

pequeña parte que tenemos de ella es una perla de gran precio. Dice Enoc: “Porque

hemos escrito un libro de memorias entre nosotros, de acuerdo con el modelo dado

por el dedo de Dios; y se ha dado en nuestro propio idioma”. (Moisés 6:46). Y, así

como atrás Moisés citó parte de El libro de memorias de Adán, ahora es Enoc quien

―para dar su clase del evangelio― cita un fragmento de otra clase del evangelio,

pero es un fragmento extraordinario. El texto que cita Enoc es asombroso, porque

es un diálogo (o una clase dada por el Señor a Adán) y que muestra el nivel de los

diálogos que se dieron entre el Señor y el primer hombre.

Este nuevo fragmento del Libro de Memorias inicia con una pregunta

hecha por Adán a Jehová: “¿Por qué es necesario que los hombres se arrepientan y

se bauticen en el agua?” (Moisés 6:53). En otras palabras, ¿Por qué son necesarios
Un acercamiento al libro de Moisés 51

los primeros principios y ordenanzas del evangelio? Veamos parte por parte la

respuesta del Señor a Adán.

53 …Y el Señor le contestó: He aquí, te he perdonado tu transgresión en el


Jardín de Edén.

54 De allí que se extendió entre el pueblo el dicho: Que el Hijo de Dios ha


expiado la transgresión original, por lo que los pecados de los padres no
pueden recaer sobre la cabeza de los niños, porque estos son limpios desde
la fundación del mundo.

55 Y el Señor habló a Adán, diciendo: Por cuanto se conciben tus hijos en


pecado, de igual manera, cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus
corazones, y prueban lo amargo para saber apreciar lo bueno.

56 Y les es concedido discernir el bien del mal; de modo que, son sus
propios agentes, y otra ley y mandamiento te he dado.

57 Enséñalo, pues, a tus hijos, que es preciso que todos los hombres, en
todas partes, se arrepientan, o de ninguna manera heredarán el reino de
Dios, porque ninguna cosa inmunda puede morar allí, ni morar en su
presencia; porque en el lenguaje de Adán, su nombre es Hombre de
Santidad, y el nombre de su Unigénito es el Hijo del Hombre, sí, Jesucristo,
un justo Juez que vendrá en el meridiano de los tiempos. (Moisés 6:54–57).

Parecería que Adán llevaba esa carga en su interior: la de sentirse culpable

por su transgresión en el Jardín de Edén. Parecería que Adán no tenía clara la

diferencia entre pecado y transgresión, de allí que se extendiera ese dicho entre el

pueblo. Y no solo eso, sino el hecho fundamental de que los hombres serán

juzgados por sus propios pecados, y no por la transgresión de Adán. Ahora, en los

vv. 55 a 57 se nos muestra un proceso por el que pasamos todos los mortales si

hemos de volver a la presencia de Dios:


Un acercamiento al libro de Moisés 52

Transgredimos (v.
55)

Empleamos
Nacemos de nuevo
nuestro albedrío
(v. 57)
(v. 56)

Nos arrepentimos
y hacemos
convenios (v. 57)

El élder Bruce R. McConkie, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó

que la frase “se conciben tus hijos en pecado” del versículo 55 significa que

“[nacemos] en un mundo de pecado”, un mundo en el que existe la iniquidad, la

que influye en nosotros en nuestro estado caído (véase A New Witness for the

Articles of Faith, 1985, pág. 101). Como dijo el hermano de Jared: “Por causa de la

caída nuestra naturaleza se ha tornado mala continuamente”. (Éter 3:2) y por ello

es que, como dice el v. 55, “cuando empiezan a crecer, el pecado nace en sus

corazones”, y esto se aplica a todos los seres humanos que llegamos a la edad de

responsabilidad: nos es dado discernir, y somos nuestros propios agentes. Según

los versículos 54–55, cada uno de nosotros es responsable por sus propios pecados.

En otras palabras, somos nuestros propios agentes. Esto nos coloca en una posición

singular. Es cierto, todo siervo del Señor tiene como una de sus metas máximas el

llegar a ser solamente un instrumento en las manos del Señor; llegar a tal grado de

santificación, que uno pueda entregar el corazón a Dios (Helamán 3:35); al punto

que la nuestra voluntad sea absorbida en la voluntad del Padre (Mosíah 15:7). Pero
Un acercamiento al libro de Moisés 53

al mismo tiempo, debemos buscar conscientemente llegar a ser nuestros propios

agentes. En otras palabras, tenemos que encontrar el equilibrio perfecto entre la

sumisión y el compromiso anheloso dentro del plan de nuestro amoroso Padre.

Entonces, según los versículos 56–57, si nosotros logramos ese equilibrio,

de emplear adecuadamente nuestro albedrío con el propósito de arrepentirnos,

podemos heredar el reino de Dios y, quien no emplee de esa manera el albedrío,

según el versículo 57, deberá permanecer inmundo. No puede “morar allí, ni

morar en su presencia” (creo que vale mucho la pena reflexionar en el sentido de

esa oración). Por motivo de la expiación de Jesucristo todos seremos redimidos de

la Caída y llevados nuevamente a la presencia de Dios para ser juzgados. Sin

embargo, únicamente aquellos que se hayan arrepentido de sus pecados podrán

morar o permanecer en la presencia de Dios. (Véase Helamán 14:15–19 y 2 Nefi

2:10.)

Entonces, “¿Por qué es necesario que los hombres… se bauticen en el

agua?”. Porque desde la vida premortal se estableció ese paso (el arrepentimiento)

y ese símbolo de muerte y resurrección (la ordenanza del bautismo) a fin de

habilitarnos el regresar a la presencia de Dios. Esa es la primera parte de la

respuesta: a largo plazo, esa es la razón por la que usted, lector, lectora, necesita

bautizarse. Pero hay algo más: A corto plazo, en la vida cotidiana, ¿por qué es que

las personas necesitan bautizarse? Ahora, vale la pena tener en cuenta que esto es

un diálogo entre el Señor y Adán. La respuesta que el gran Jehová da a Su profeta.

Y eso hace que la respuesta sea tan significativa, porque vemos el nivel del diálogo.

Y es sumamente significativo, porque ese diálogo fue el medio de enseñanza de

Enoc a sus investigadores. Las palabras del Señor:

58 Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus
hijos, diciendo:
Un acercamiento al libro de Moisés 54

59 Que por causa de la transgresión viene la caída, la cual trae la muerte; y


como habéis nacido en el mundo mediante el agua, y la sangre, y el
espíritu que yo he hecho, y así del polvo habéis llegado a ser alma
viviente, así igualmente tendréis que nacer otra vez en el reino de los
cielos, del agua y del Espíritu, y ser purificados por sangre, a saber, la
sangre de mi Unigénito, para que seáis santificados de todo pecado y
gocéis de las palabras de vida eterna en este mundo, y la vida eterna en el
mundo venidero, sí, gloria inmortal; (Moisés 6:58–59).

El señor le enseñó a Adán que hay una analogía entre el nacimiento físico

y el nacimiento espiritual.

Elemento Nacimiento físico Nacimiento espiritual


Se rompe la fuente y el Inmersión en las aguas
pequeño brota de entre el del bautismo
Agua
líquido amniótico

Se rompe la placenta y Somos limpios mediante


hay sangrado la sangre expiatoria de
Sangre Cristo, derramada en el
Getsemaní

Es el momento en el que Ello nos purifica y


el espíritu entra en el permite que recibamos el
cuerpo del niño y será un don del Espíritu Santo
Espíritu ser viviente hasta que
haya cumplido su tiempo
de vida.

Vale decir: Sí, necesitamos bautizarnos para poder alcanzar la vida eterna

a largo plazo, pero a corto plazo debemos nacer de nuevo para poder ser

santificados de todo pecado y heredar la vida eterna. Nacer de nuevo implica

permitir que muera el viejo hombre y nazcamos como nuevas criaturas. Como
Un acercamiento al libro de Moisés 55

enseñó el apóstol Juan acerca del momento en el que el Salvador venció al mundo,

al dar Su vida por nosotros en la cruz:

6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua


solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da
testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el
Espíritu Santo; y estos tres son uno.

8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la


sangre; y estos tres concuerdan en uno. (1 Juan 5: 6-8)

Es decir, que la tabla anterior la podríamos también presentar de la

siguiente manera:

Elemento Muerte de Cristo La Trinidad

Cuando murió Cristo, el

centurión traspasó su El Padre, que testificó del

Agua costado. Del mismo Hijo cuando Éste salió de

brotaron dos elementos: las aguas del bautismo.

por una parte el agua.

Cuando la lanza penetró


El Hijo, que nos salva a
Sangre el costado del Señor,
través de Su sangre
también brotó sangre.

En ese momento el Señor El Espíritu Santo, que lo

Espíritu entregó el espíritu. recibimos cuando

nacemos de nuevo.
Un acercamiento al libro de Moisés 56

El Señor quería que a Adán le quedara muy claro que nacer de nuevo es

un privilegio enorme; es el proceso espiritual por el cual nacemos a las cosas del

Espíritu y perdemos gradualmente nuestro deseo de quebrantar los mandamientos

de Dios. A fin de entender mejor en qué forma el bautismo en el agua se relaciona

con nacer de nuevo, vale la pena considerar esta declaración del élder David A.

Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles:

“Comenzamos el proceso de nacer de nuevo al ejercitar fe en Cristo, al

arrepentirnos de nuestros pecados y al ser bautizados por inmersión para la

remisión de los pecados por alguien que tiene la autoridad del sacerdocio” (“Os es

necesario nacer de nuevo”, Liahona, mayo de 2007, pág. 21). Es decir, que al

bautizarnos guardamos el mandamiento que nos dio nuestro Padre. O como se le

enseñó a Adán:

60 porque por el agua guardáis el mandamiento; por el Espíritu sois


justificados; y por la sangre sois santificados;

61 de manera que se da para que permanezca en vosotros; el testimonio del


cielo; el Consolador; las cosas pacíficas de la gloria inmortal; la verdad de
todas las cosas; lo que vivifica todas las cosas; lo que conoce todas las cosas
y tiene todo poder de acuerdo con la sabiduría, la misericordia, verdad,
justicia y juicio. (Moisés 6:60–61).

De nuevo: la respuesta de El Padre a Adán indica el nivel del diálogo entre

ambos. Es simbolismo sobre simbolismo, y un nivel de conceptos teológicos que es

impresionante. Trataré de parafrasear el v. 60: “porque cuando uno cumple con

recibir el bautismo, uno guarda el mandamiento [dado por el Padre]; entonces uno

recibe el Espíritu Santo, que nos justifica [i.e., ser justificados significa “recibir el

perdón de los pecados y ser declarado sin culpa” (Guía para el Estudio de las

Escrituras, “Justificación, justificar”; scriptures.lds.org)]. ; y por la sangre expiatoria


Un acercamiento al libro de Moisés 57

de Cristo es que uno puede ser santificado.” Y acaso no huelgue explicar que ser

santificado significa que una persona “se libra del pecado y se vuelve pura, limpia

y santa mediante la expiación de Jesucristo” (Guía para el Estudio de las Escrituras,

“Santificación”; scriptures.lds.org).

Como dijo el presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia: “La

recepción del Espíritu Santo es el agente limpiador que actúa, al tiempo que la

Expiación les purifica… Al contar con Su compañía, ustedes tendrán la seguridad

de que la Expiación tiene efecto en su vida” (“Come Unto Christ” [discurso de una

charla fogonera en la Universidad Brigham Young, 29 de octubre de 1989], pág. 4;

speeches.byu.edu).

Yo no sé si para este momento no nos hemos perdido, pero la respuesta

simple y llana del Señor a Adán es: “Adán, tú y tu descendencia necesitan

bautizarse, para poder tener el don del Espíritu Santo en su vida. Sin él, no hay

manera de que ustedes puedan tener una plenitud de felicidad en su existencia. Es

por eso que quiero que se bauticen: porque quiero que ustedes sean felices en la

vida terrenal, pese a las circunstancias que tengan que atravesar”.

Y por eso es que el Señor termina esta clase a Adán con dos conceptos. El

primero en el v.62: “Y ahora bien, he aquí, ahora te digo: Este es el plan de salvación

para todos los hombres, mediante la sangre de mi Unigénito, el cual vendrá en el

meridiano de los tiempos.” Y el segundo concepto es tan profundo como la

explicación de por qué debemos bautizarnos:

Y he aquí, todas las cosas tienen su semejanza, y se han creado y hecho todas las
cosas para que den testimonio de mí; tanto las que son temporales, como las
que son espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas que están
sobre la tierra, cosas que están en la tierra y cosas que están debajo de la
tierra, tanto arriba como abajo; todas las cosas testifican de mí. (Moisés 6:63).
Un acercamiento al libro de Moisés 58

Esta declaración hecha a Adán deja una tarea a toda la humanidad: este

mundo es una suerte de libro que tenemos que aprender a leer, porque

absolutamente todo lo que nos rodea es un símbolo o una sombra del plan de Dios.

A continuación Adán fue bautizado y recibió el sacerdocio. Lo recibió sin

imposición de manos, porque en su condición telestial y como primer hombre

sobre la tierra, ningún ángel o persona podía administrarle el bautismo ni

imponerle las manos. Entonces, una vez que “Adán, nuestro padre” (v. 64) fue

ordenado al sacerdocio, el Señor le dijo: “He aquí, eres uno en mí, un hijo de Dios; y

así todos pueden llegar a ser mis hijos. Amén.” (Moisés 6:68). Aquí hay dos cosas

sumamente importantes: En primer término, Adán ha ascendido. Ya no es solo un

hijo de Dios. Ahora es también un hijo de Dios, si se entiende lo que quiero decir.

Son categorías homónimas, pero el salto cualitativo es enorme. En segundo

término, esa promesa que el Padre le dijo allí a Adán con respecto a su

descendencia, Enoc lo estaba diciendo a la audiencia que lo estaba escuchando, y

Moisés nos lo está diciendo a nosotros, específicamente a ti, amable lector,

generosa lectora: mediante la fe, el arrepentimiento y las ordenanzas del evangelio,

tú puedes llegar a ser un hijo o una hija de Dios, y tú puedes vivir el evangelio,

aunque estés en medio de un mundo depravado.


Un acercamiento al libro de Moisés 59

CAPÍTULO SEIS

EL ESTABLECIMIENTO DE SION

El capítulo seis del Libro de Moisés termina con ese fragmento del Libro

de memorias de Adán. En el capítulo siete, Enoc continúa con su predicación. Una

vez que terminó de citar el diálogo entre el Señor y Adán, le marcó a su audiencia

el contraste que había entre los hijos de Dios (aquellos que habían nacido de

nuevo), y los hijos de los hombres.

Y sucedió que Enoc continuó sus palabras, diciendo: He aquí, nuestro padre
Adán enseñó estas cosas, y muchos han creído y han llegado a ser hijos de
Dios; y muchos no han creído y han perecido en sus pecados, y con temor
esperan, atormentados, que se derrame sobre ellos la ardiente indignación
de la ira de Dios.

Y con ello terminó Enoc su predicación. O al menos esa es la parte que fue

registrada de su mensaje. Un versículo divido en dos partes. Por una parte,

aquellos que han nacido de nuevo, los hijos de Dios, y por otra parte aquellos hijos

de Adán que no creyeron, murieron en sus pecados y que, en el mundo de los

espíritus, “con temor esperan, atormentados, que se derrame sobre ellos la ardiente

indignación de la ira de Dios”. Esta descripción de un tormento en un lugar de

espera es sumamente significativo, y más tarde vamos a volver a ello.

Por otra parte, el versículo Dos ya es otra predicación, donde Enoc nos

narra que “Mientras viajaba y me hallaba en el lugar llamado Mahújah, clamé al

Señor, y vino una voz de los cielos que decía: Vuélvete y asciende al monte de
Un acercamiento al libro de Moisés 60

Simeón”. En un ensayo sumamente interesante, Could Joseph Smith Have Borrowed

Mahijah/Mahujah from the Book of Giants?, Jeffrey M. Bradshaw y Matthew L. Bowen

demuestran que en el manuscrito original (de puño y letra del profeta José Smith)

se leía: “Mientras viajaba y me hallaba con Mahújah, clamamos al Señor, y vino a

nosotros una voz de los cielos que decía…”. Bradshaw y Bowen confrontan o

cotejan este capítulo del Libro de Moisés con arcaicos textos apócrifos, en donde se

ve que Mahíjah y Mahújah (en hebreo no se escriben las vocales, por lo que ambos

nombres se escriben igual: MHJH) son la misma persona: es el converso de Enoc

que más adelante fue su compañero misional, el cual aparece mencionado en un

libro apócrifo, El libro de los gigantes, como un compañero de Enoc. Toda esta

evidencia está fuera de las Escrituras. En el Libro de Moisés tal como lo tenemos

impreso hoy día, da la impresión de que Enoc actúa siempre solo y que el Señor le

habla solo a él: “y el Señor me dijo: Ve a los de este pueblo y diles: Arrepentíos, no

sea que yo venga y los hiera con una maldición, y perezcan”. (Moisés 7:10). Con

todo, la idea de Bradshaw y Bowen hace sentido: por lo general el Señor utiliza dos

testigos, no solo uno.

En los vv. 10 y 11 Enoc nos dice en primera persona cómo fue que él

recibió el mandato de ir a predicar el evangelio. Con todo, en los vv. 12 y ss.

Moisés toma de nuevo la palabra y nos da un resumen demasiado breve de lo que

fue el ministerio de Enoc, y que seguramente duró mucho tiempo:

12 Y sucedió que Enoc continuó llamando a todo pueblo al arrepentimiento,


salvo al pueblo de Canaán;

13 y tan grande fue la fe de Enoc que dirigió al pueblo de Dios, y sus


enemigos salieron a la batalla contra ellos; y él habló la palabra del Señor,
y tembló la tierra, y huyeron las montañas, de acuerdo con su mandato; y
los ríos de agua se desviaron de su cauce, y se oyó el rugido de los leones
en el desierto; y todas las naciones temieron en gran manera, por ser tan
Un acercamiento al libro de Moisés 61

poderosa la palabra de Enoc, y tan grande el poder de la palabra que Dios


le había dado.

14 También salió una tierra de la profundidad del mar, y fue tan grande el
temor de los enemigos del pueblo de Dios, que huyeron y se apartaron
lejos y se fueron a la tierra que salió de lo profundo del mar. (Moisés 7: 12-
14)

El pueblo de Canaán no podía recibir las bendiciones del evangelio porque

eran descendientes de Caín. Con todo, en el v. 13 nos enteramos de que ya Enoc ha

formado todo un pueblo de santos que son “el pueblo de Dios”, dirigidos por él, y

que esto ha tenido tal efecto, que incluso hay enemigos de los santos; que sufren

persecución, al grado que hay una serie de batallas entre los hijos de Dios y los

hijos de los hombres. También nos enteramos que Enoc, ese hombre que era un

jovenzuelo tardo en el habla, se ha desarrollado y ahora, a su palabra, tiembla la

tierra, los leones rugen y hace temer a naciones enteras. El v. 14 incluso menciona

algo significativo. Si bien es cierto que en aquellos años todavía no se había

dividido la tierra (estamos hablando de los tiempos de la pangea), no todos los

continentes estaban sobre el nivel del mar. Sabemos que El Jardín de Edén estaba

“hacia el Oriente”, y que estaba cerca del condado de Jackson, en Misuri (D. y C.

116) pero surge esta nueva tierra (no sabemos qué tan grande era) y se volvió el

hogar de los enemigos del pueblo de Dios. ¿Quiénes eran los enemigos del pueblo

de Dios? No lo sabemos exactamente, pero sabemos que entre ellos había gigantes.

Gigantes contra el pueblo de Dios

En los siguientes versículos se nos da una información un poco

desconcertante:

15 Y los gigantes de la tierra también se quedaron lejos; y cayó una


maldición sobre todo el pueblo que pugnaba contra Dios;
Un acercamiento al libro de Moisés 62

16 y de allí en adelante hubo guerras y derramamiento de sangre entre ellos;


mas el Señor vino y habitó con su pueblo, y moraron en rectitud. (Moisés
7: 15-16).

Estos dos versículos forman un paralelismo de antítesis:

 A. Y los gigantes de la tierra también se quedaron lejos;

 B. y cayó una maldición sobre todo el pueblo que pugnaba contra Dios;

 A. y de allí en adelante hubo guerras y derramamiento de sangre entre

ellos;

 B. mas el Señor vino y habitó con su pueblo, y moraron en rectitud.

Según el v. 15 había gigantes en la tierra. De alguna manera, se da a

entender que ellos son parte de los que luchan en contra del pueblo de Dios. Y

parecería (v. 16) que incluso había guerras entre esos pueblos (incluidos los

gigantes) mientras que el pueblo de Dios habitó en rectitud, y la influencia del

Señor habitó con ellos. ¿Pero quiénes eran estos gigantes?

Anaquim, Nephilim, Gibborim

En varias partes del Antiguo Testamento se habla de gigantes. Con todo,

vale la pena mencionar que en la Biblia hay diferentes tipos de gigantes, y entre

ellos no hay nada en común. Unos son los que poblaron la tierra antes del diluvio,

y otros muy diferentes los que habitaron la Tierra Santa después del mismo. De

hecho, en la Biblia hebrea tienen incluso nombres diferentes. Los gigantes

prediluvianos son conocidos como los gibborim; mientras que los gigantes

postdiluvianos son conocidos como los anaquim (es decir, los descendientes de

Anac, o anaceos). De los terroríficos anaquim se nos dice mucho en el Antiguo

Testamento. Citaremos solo dos versículos: “También vimos allí gigantes, hijos de

Anac, raza de los gigantes; y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y
Un acercamiento al libro de Moisés 63

así les parecíamos a ellos”. (Números 13:33); “Porque solo Og, rey de Basán, había

quedado del resto de los gigantes que quedaron. He aquí su cama, una cama de

hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella era de nueve

codos, y su anchura, de cuatro codos, según el codo de un hombre”.

(Deuteronomio 3:11); o tenemos incluso la descripción física de Goliat (1 Samuel

17: 4-7). Como una singularidad, vale la pena decir que de casi todos estos gigantes

posteriores al diluvio se dice que eran “enormes y grandes”. Vale decir, una cosa es

grande de tamaño, y otra muy diferente el ser grandioso.

Por otra parte, de los gigantes anteriores al diluvio se nos dice que eran

“gibborim”, palabra hebrea que puede traducirse como “grandiosos y fuertes”, o

“varones de renombre”. A veces se les llama “nephilim”, que puede traducirse

como “seres caídos”. Un nephilim gibborim es, simplemente, un hombre poderoso

y perverso: alguien que fue hizo convenios y luego se unió a las combinaciones

secretas. De estos gigantes mencionados en el Libro de Moisés no hay

absolutamente nada que nos haga pensar que eran seres de gran tamaño, sino que

más bien eran hombres que habían sido grandiosos espiritualmente; que habían

sido de “los hijos de Dios”, pero que habían apostatado, habían caído, y ahora eran

enemigos de la verdad y, como todos los apóstatas a lo largo de la historia, ahora

luchaban en contra del pueblo del Señor y que, repito, se habían unido a las

combinaciones secretas. Si consideramos a estos “gigantes” no como seres míticos

sino bajo esta óptica, entonces el versículo con el que inicia este capítulo 7 toma un

significado completamente diferente: “y muchos no han creído y han perecido en

sus pecados, y con temor esperan, atormentados, que se derrame sobre ellos la

ardiente indignación de la ira de Dios”. (Moisés 7:1). Acerca de estos gibborim,

más adelante el Padre le dice a Enoc:


Un acercamiento al libro de Moisés 64

Mas he aquí, sus pecados caerán sobre la cabeza de sus padres. Satanás será
su padre, y miseria su destino; y todos los cielos llorarán sobre ellos, sí, toda
la obra de mis manos; por tanto, ¿no han de llorar los cielos, viendo que estos
han de sufrir?

Mas he aquí, estos que tus ojos ven morirán en los diluvios; y he aquí, los
encerraré; he preparado una prisión para ellos. (Moisés 7: 37-38)

No deja de ser muy significativo que Moisés se refiera a los gibborim y

hable de la posibilidad de salvación para ellos, incluso cuando diga que ellos son

peor que los hijos de los hombres. Dice que “Satanás será su padre”. Por otra parte,

es evidente que estos versículos no se perdieron. Miles de años después el apóstol

Pedro los leería y haría referencia a ellos en su primera epístola. Parafraseándolos,

Pedro dijo, y es indudable que se refería a Moisés 7:

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en el espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus
encarcelados, los que en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez
esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el
arca, en la cual pocas personas, a saber, ocho, fueron salvadas por agua. (1
Pedro 3: 18-20).

El establecimiento de Sion

Quien escribe estas palabras tiene la fuerte impresión de que este es un

texto escrito a manera de contraposiciones o contrastes: vemos continuamente lo

que hacen los gibborim, y a continuación lo que hacen los hijos de Dios, o

viceversa. Moisés quería que tuviéramos muy clara las consecuencias opuestas que

vienen cuando seguimos al Señor, y cuando no queremos obedecerle. Esos eran

tiempos muy difíciles (es decir, tan difíciles como los nuestros) en donde el mundo

se alejaba cada vez más de las normas del Señor, mientras los hijos de Dios se
Un acercamiento al libro de Moisés 65

esforzaban por ser uno con él. Ese contraste muy marcado entre esas dos

sociedades se ve claramente en los siguientes versículos:

16 y de allí en adelante hubo guerras y derramamiento de sangre entre ellos


[es decir, entre los gibborim]; mas el Señor vino y habitó con su pueblo, y
moraron en rectitud.

17 El temor del Señor cayó sobre todas las naciones, por ser tan grande la
gloria del Señor que cubría a su pueblo. Y el Señor bendijo la tierra, y los
de su pueblo fueron bendecidos sobre las montañas y en los lugares altos,
y prosperaron. (Moisés 7: 16-17).

Esto debería ser motivo de profunda reflexión para nosotros. Más

adelante, en una visión que le fue dada a Enoc vio nuestros días, y los llamó “los

días de iniquidad y venganza”. Los días de Enoc eran sumamente semejantes a los

nuestros. Como dice el v. 16: vivimos en tiempos de “guerras y derramamiento de

sangre”. Los videojuegos, las películas, la literatura contemporánea, todo ello es

una continua oda a la violencia, pero se espera que nosotros moremos en rectitud.

Es terrible que Moisés no nos haya dado más detalles, pero en los siguientes dos

versículos vemos un trabajo de muchos años; un trabajo que no sabemos qué o

cómo lo hizo Enoc. Simplemente se nos dice:

Y el Señor llamó Sion a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y


vivían en rectitud; y no había pobres entre ellos.

Y Enoc continuó su predicación en justicia al pueblo de Dios. Y aconteció


que en sus días él edificó una ciudad que se llamó la Ciudad de Santidad,
a saber, Sion. (Moisés 7: 18-19).

Mucho se podría escribir acerca de la edificación de Sión, pero escapa al

propósito de este texto. Basta saber que Sión es un lugar y un tipo de población: los

puros de corazón. Muy significativamente se ha dicho en esta dispensación


Un acercamiento al libro de Moisés 66

(estableciendo ese mismo tipo de contraste que vemos en todo el Libro de Moisés):

“Por tanto, de cierto, así dice el Señor: Regocíjese Sion, porque esta es Sion: los

puros de corazón; por consiguiente, regocíjese Sion mientras se lamentan todos los

inicuos”. (D. y C. 97:21) y, por supuesto, la única manera que tenemos de llegar a

ser Sion será cuando tengamos unidad de sentimientos (uno en corazón); unidad

en nuestras metas como sociedad (unidad de voluntad); vivamos en rectitud y,

finalmente, exterminemos la pobreza entre nosotros. No sabemos cuánto tiempo le

llevó a Enoc edificar la ciudad de Sión. Sabemos que cuando inició su predicación,

no había un grupo de gente buena: acaso solo su familia inmediata. Sabemos que la

única herramienta que empleó para edificar Sión, fue una continua enseñanza

eficaz. Eso, y un amor enorme por Dios y por sus semejantes. No tenemos más

detalles acerca de cómo fue edificada la ciudad de Sión. Sabemos que, una vez que

estaba construida o establecida, Enoc tuvo una visión del futuro en donde “vio, y

he aquí, con el transcurso del tiempo, Sion fue llevada al cielo. Y el Señor dijo a Enoc:

He allí mi morada para siempre”. (v. 21) y, como contraparte, la humanidad que

permanece en la tierra sigue envileciéndose y degradándose:

24 y una generación sucedía a otra; y Enoc fue enaltecido y elevado hasta el


seno del Padre y del Hijo del Hombre; y he aquí, el poder de Satanás se
extendía sobre toda la faz de la tierra.

25 Y vio que descendían ángeles del cielo; y oyó una voz fuerte que decía:
¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra!

26 Y vio a Satanás; y este tenía en su mano una cadena grande que cubrió de
obscuridad toda la faz de la tierra; y miró hacia arriba, y se rio, y sus ángeles se
alegraron.

De nuevo, en el texto vemos una continua serie de contrastes: Los hijos de

los hombres se degradan, mientras los hijos de Dios son llevados al cielo. El

versículo 26 nos muestra una imagen sorprendente: Satanás y los ángeles caídos se
Un acercamiento al libro de Moisés 67

ríen y se alegran por el envilecimiento y superficialidad humanos y, como

contraparte, a continuación siguen versículos perturbadores de llanto, que veremos

a continuación.

El llanto ante la perversión

El v. 27 nos indica que incluso una vez que Sión fue llevada al cielo,

Matusalén, hijo de Enoc, siguió la obra de predicación de su padre, y cada persona

que se arrepentía era llevada al Cielo, a Sión.

El llanto del Padre

Pero nuestro Padre, desde el cielo miró al resto del pueblo, hundiéndose

en el pecado, y lloró. Enoc vio esto y se quedó asombrado. “¿Cómo es posible que

tú llores, si eres santo, y de eternidad en eternidad?” (v. 29). La respuesta de Dios,

el Eterno Padre, muestra Su enorme amor por la humanidad. Le explica cómo con

amor Él creó a la humanidad. Posteriormente les dio instrucción. Después de ello

les dio albedrío, y les dio el mandamiento expreso de amar a Dios y amar a sus

semejantes, “mas he aquí, no tienen afecto y aborrecen su propia sangre” (v. 33).

El llanto de los cielos

No solo el Creador lloró sino que, como Él mismo dijo, “todos los cielos

llorarán sobre ellos, sí, toda la obra de mis manos; por tanto, ¿no han de llorar los

cielos, viendo que estos han de sufrir?” (v. 37). “Por esto, pues, llorarán los cielos,

sí, y toda la obra de mis manos” (v. 40). Por el contexto, queda claro que este llanto

de los cielos no es otra cosa que el diluvio. Es decir, que el diluvio no fue el castigo

iracundo de un Dios intolerante y estricto, sino el duelo de los cielos, el llanto que

sufría el cielo mismo por la maldad humana. Esto planteó para Enoc (y para

nosotros) una perspectiva singular de las creaciones de Dios. Los cielos son seres

vivientes que sienten, que sufren, y que se duelen de la maldad humana.


Un acercamiento al libro de Moisés 68

El llanto de Enoc

Cuando Enoc contempló estas cosas que él nunca había considerado (que

Dios, el Eterno Padre sufre por la maldad y el desamor de Sus hijos, y que a los

cielos son seres vivientes a los que les duele la maldad humana, Enoc empezó a ver

a la vida y la humanidad desde una perspectiva diferente. Nos es dicho:

Y aconteció que el Señor le habló a Enoc, y le declaró todos los hechos de los
hijos de los hombres; por lo que Enoc supo, y vio las abominaciones y la
miseria de ellos, y lloró y extendió sus brazos, y se ensanchó su corazón
como la anchura de la eternidad; y se conmovieron sus entrañas; y toda la
eternidad tembló. (Moisés 7:41)

La visión continuó. Enoc vio el diluvio, la destrucción de toda la

humanidad salvo ocho personas. Entonces “Enoc sintió amargura… y lloró por sus

hermanos, y dijo a los cielos: No seré consolado” (v. 44).

El lamento de la tierra

Entonces Enoc tiene una visión más, en la que descubre que la tierra

también es un ser viviente, y que también a nuestra madre tierra le duele nuestra

iniquidad:

Y sucedió que Enoc miró a la tierra; y oyó que venía una voz de sus
entrañas, y decía: ¡Ay, ay de mí, la madre de los hombres! ¡Estoy afligida,
estoy fatigada por causa de la iniquidad de mis hijos! ¿Cuándo descansaré
y quedaré limpia de la impureza que de mí ha salido? ¿Cuándo me
santificará mi Creador para que yo descanse, y more la justicia sobre mi
faz por un tiempo? (Moisés 7:48).

Esta doctrina, de que la tierra es un ser viviente, es bien conocida como

parte del evangelio. El diluvio fue el bautismo por inmersión de nuestro planeta; la

Segunda Venida, cuando ella sea rodeada por fuego será su bautismo del Espíritu

Santo y fuego y, como dice la sección 88 acerca de este planeta:


Un acercamiento al libro de Moisés 69

Por tanto, es menester que sea santificada de toda injusticia, a fin de estar
preparada para la gloria celestial; porque después de haber cumplido la
medida de su creación, será coronada de gloria, sí, con la presencia de Dios
el Padre; para que los cuerpos que son del reino celestial la posean para
siempre jamás; porque para este fin fue hecha y creada, y para este fin
ellos son santificados. (Doctrina y Convenios 88:18-20).

Nuestra madre tierra morirá, resucitará, y heredará la gloria celestial o, en

otras palabras, todos los herederos a la gloria celestial vivirán en este planeta.

Ahora, vale la pena insistir ante este hecho: Moisés escribió este testimonio de Enoc

sabiendo que con el paso del tiempo se perdería, pero que llegaría a nosotros en los

últimos días. En buena medida, él escribió para nosotros. ¿Por qué escribió estas

palabras Moisés de El Padre, los cielos, la tierra y Enoc mismo llorando por la

maldad? La respuesta que se nos ocurre es esta: porque quería que no nos

acostumbráramos a la maldad. Enoc asciende a un nivel más alto, y desde allá no

es tolerado el pecado, y Moisés quiere que de alguna manera nosotros sintamos a

profundidad esta verdad: “el reino de Dios no es inmundo, y ninguna cosa impura

puede entrar en el reino de Dios” (1 Nefi 15: 34); él anhelaba que nosotros

ascendiéramos también a ese nivel, y que no nos acostumbremos al pecado, a la

maldad y a la violencia de nuestros días, a fin de que se cumpla en nosotros lo que

está escrito:

Ahora bien, ellos, después de haber sido santificados por el Espíritu Santo,
habiendo sido blanqueados sus vestidos, encontrándose puros y sin
mancha ante Dios, no podían ver el pecado sino con repugnancia; y hubo
muchos, muchísimos, que fueron purificados y entraron en el reposo del
Señor su Dios. (Alma 13:12).

Quien escribe estas palabras no puede dejar de pensar en el proceso de

conversión. Particularmente en el caso de Alma hijo. Cuando uno despierta a su


Un acercamiento al libro de Moisés 70

condición pecaminosa quisiera ser destruido: “mis iniquidades habían sido tan

grandes que el solo pensar en volver a la presencia de mi Dios atormentaba mi

alma con indecible horror” (Alma 36:14). Pero, una vez que se arrepintió y fue

justificado, vio “Dios sentado en su trono, rodeado de innumerables concursos de

ángeles en actitud de estar cantando y alabando a su Dios; sí, y mi alma anheló

estar allí”. (Alma 36:22). Así es con todos: hay una parte dolorosa en la conversión,

pero si uno persiste en esta lucha ante Dios, entonces viene una parte cuyo gozo es

simplemente indescriptible. Y lo mismo pasa con Enoc. Esta serie de visiones es

―por decirlo así― un sube y baja espiritual. Ver el pecado, sus consecuencias, la

miseria humana y, por otra parte, el gozo de ver el futuro glorioso, la venida del

Mesías, el establecimiento de Sion y, más adelante, de la Nueva Jerusalén, todo ello

llevaba a Enoc a alternativamente a regocijarse o a llorar, con una tristeza

insoportable. Al final, se nos dice que Enoc elaboró dos preguntas: “Y Enoc lloró

otra vez y clamó al Señor, diciendo: ¿Cuándo descansará la tierra? Y Enoc vio al

Hijo del Hombre ascender al Padre, y se dirigió al Señor, diciendo: ¿No vendrás

otra vez a la tierra?” (Moisés 7: 58-59). La respuesta del Señor a Enoc es que Él

volverá a la tierra en nuestros tiempos; “en los días de iniquidad y venganza” (v.

60); cuando la mente de los hombres esté cubierta de tinieblas, y cese de haber

comunicación entre los cielos y los hijos de los hombres. Entonces, fiel a este estilo

de contraposiciones que parece ser típico de Moisés, se establece una comparación

por oposición entre los hijos de los hombres y los hijos de Dios en estos últimos

días: “y habrá grandes tribulaciones entre los hijos de los hombres, mas preservaré a mi

pueblo”. Parecería que en estos últimos días cada vez hay menos grises: o uno sigue

el estilo de vida de los hijos de los hombres, y recibe tribulaciones como pago, o

uno vive de acuerdo con lo que implica ser un hijo de Dios, y uno verá milagros

que le ayudarán a ser preservado en los últimos días.


Un acercamiento al libro de Moisés 71

Un nuevo cántico

Entonces el Señor da una revelación a Enoc acerca de nosotros, de estos

últimos días. Se trata de un cántico especial. Tan especial, que aparecen variantes

de él en el libro de Salmos y en Doctrina y Convenios. Acaso vale la pena comparar

las tres versiones.

Moisés 7: 61-64 Salmo 85 Doctrina y Convenios


84:96-102
61 y llegará el día en que Coré. 96 Porque yo, el
descansará la tierra, pero Omnipotente, he puesto
antes de ese día se 1 Fuiste apropicio a tu mis manos sobre las
obscurecerán los cielos, y tierra, oh Jehová;volviste naciones para azotarlas
un manto de tinieblas de bla cautividad a Jacob. por sus iniquidades.
cubrirá la tierra; y
temblarán los cielos así 2 Perdonaste la iniquidad 97 Y se derramarán
como la tierra; y habrá de tu pueblo;todos los plagas, y no serán
grandes tribulaciones pecados de ellos cubriste. quitadas de la tierra hasta
entre los hijos de los Selah que haya cumplido mi
hombres, mas preservaré obra, la cual se ha de
a mi pueblo; 3 Quitaste todo tu acortar en justicia,
enojo;te apartaste del
ardor de tu ira. 98 hasta que me conozcan
todos los que quedaren,
4 aVuélvenos, oh Dios de desde el menor hasta el
nuestra salvación,y haz mayor, y sean llenos del
cesar tu ira contra conocimiento del Señor, y
nosotros. vean ojo a ojo, y alcen sus
voces, y al unísono canten
5 ¿Estarás enojado contra este nuevo cántico,
nosotros para diciendo:
siempre?¿Extenderás tu
ira de generación en
generación?

6 ¿No volverás a darnos


vida,para que tu pueblo
se regocije en ti?
Un acercamiento al libro de Moisés 72

7 Muéstranos, oh Jehová,
tu misericordia,y danos
tu salvación.

8 Escucharé lo que
hablará Jehová
Dios,porque hablará apaz
a su pueblo y a sus
santos,para que no bse
vuelvan a la insensatez.

9 Ciertamente cercana
está su salvación a los que
le temen,para que habite
la gloria en nuestra tierra.

El Señor de nuevo ha
traído a Sion;
el Señor ha redimido a su
pueblo, Israel,
conforme a la elección de
gracia,
la cual se llevó a cabo por
la fe
y el convenio de sus
padres.

100 El Señor ha redimido


a su pueblo,
y Satanás está atado, y el
tiempo ha dejado de ser.
El Señor ha reunido en
una todas las cosas.
El Señor ha bajado a Sion
desde lo alto.
Ha hecho subir a Sion
desde abajo.
Un acercamiento al libro de Moisés 73

62 y justicia enviaré desde 10 La misericordia y la 101 La tierra ha estado de


los cielos; y la verdad verdad se encontraron; parto y ha dado a luz su
haré brotar de la tierra la justicia y la paz se fuerza;
para testificar de mi besaron. y la verdad está
Unigénito, de su 11 La verdad brotará de establecida en sus
resurrección de entre los la atierra, entrañas;
muertos, sí, y también de y la justicia mirará desde y los cielos le han
la resurrección de todos los cielos. sonreído;
los hombres; y haré que y está revestida con la
la justicia y la verdad gloria de su Dios,
inunden la tierra como porque él está en medio
con un diluvio, a fin de de su pueblo.
recoger a mis escogidos
de las cuatro partes de la
tierra a un lugar que yo
prepararé, una Ciudad
Santa, a fin de que mi
pueblo ciña sus lomos y
espere el tiempo de mi
venida; porque allí estará
mi tabernáculo, y se
llamará Sion, una Nueva
Jerusalén.
63 Y el Señor dijo a Enoc: 12 Jehová dará también 102 Gloria y honra, y
Entonces tú y toda tu ael bien,
poder y fortaleza,
ciudad los recibiréis allí, y y nuestra tierra dará su sean atribuidos a nuestro
los recibiremos en fruto. Dios; porque en él
nuestro seno, y ellos nos 13 La justicia irá delante abundan la misericordia,
verán; y nos echaremos de él, la justicia, gracia, verdad
sobre su cuello, y ellos y nos pondrá en el y paz,
sobre el nuestro, y nos camino de sus pasos. para siempre jamás.
besaremos unos a otros; Amén.

64 y allí será mi morada,


y será Sion, la cual saldrá
de todas las creaciones
que he hecho; y por el
espacio de mil años la
tierra descansará.
Un acercamiento al libro de Moisés 74

No deja de ser asombroso que los tres textos coinciden en líneas generales:

calamidades para los hijos de los hombres en los últimos días, la bondad del Señor

al recordar a Su pueblo, dicha bondad manifestada a través del surgimiento del

Libro de Mormón y de la restauración del sacerdocio, lo cual llevaría al

establecimiento de la ciudad de Sion en los últimos días.

Quien escribe, sugiere que esta tabla sea estudiada con gran detenimiento

verificando todas y cada de las referencias de pie de página que se hallan en los

libros canónicos. Si uno lo hace de esta manera, uno se da cuenta de lo siguiente: a

pesar de que los tres bloques de Escritura hablan de los mismos sucesos, cada uno

de ellos lo hace desde un punto de vista diferente, con una perspectiva diferente,

haciendo énfasis en acontecimientos diferentes:

1. Enoc tenía la vista puesta en el momento en el que la madre tierra

finalmente tendrá paz; en el momento en el que se establezca la

Nueva Jerusalén y la Sion de Enoc venga de nuevo a la tierra, justo

antes de la Segunda Venida.

2. Coré, en el Salmo 85, tenía puesta la vista en el momento en el que

el Señor perdonara al Jacob de los últimos días de su castigo de

siglos, i.e., estaba hablando del florecimiento lamanita, y del

momento en el que las naciones lamanitas finalmente se acercarían

al Señor y serán una parte importante en la edificación de Sion.

3. En Doctrina y convenios, por su lado, se habla del futuro de Israel,

i.e., del futuro de los santos de los últimos días, sean éstos lamanitas

o no; del momento en el que los santos establezcan la ciudad de

Sión y reciban gloria, honra, poder y fortaleza que los proteja de las

plagas que asolarán al mundo en los días por venir.


Un acercamiento al libro de Moisés 75

Finalmente, este capítulo siete de Moisés termina con la advertencia de las

plagas y tribulaciones que padecerán los hijos de los hombres en el futuro y,

después de ello Sion, el pueblo del profeta Enoc, es llevado al cielo a descansar de

los pesares de esta vida hasta que sea la Segunda Venida del Señor.
Un acercamiento al libro de Moisés 76

CAPÍTULO SIETE

UNA ADVERTENCIA PARA NUESTROS DÍAS

El presidente Ezra Taft Benson dijo, respecto al libro de Helamán: “Al

esperar la Segunda Venida del Salvador, el registro de la historia nefita, poco antes

de Su visita, revela muchos aspectos similares a nuestros días” (Liahona, julio de

1987, pág. 2). Y la misma declaración puede decirse del capítulo ocho de Moisés.

Habla de circunstancias semejantes a las que todavía no vivimos, pero viviremos.

Es un libro que nos será fundamental en el futuro.

El capítulo ocho del Libro de Moisés inicia con 14 versículos que no están

en el Génesis actual. En ellos aprendemos que Los justos que constituían Sión

fueron llevados a los cielos, sí, pero también que el Señor cumplió con el convenio

que había hecho con Enoc de que mantendría a un poseedor del sacerdocio sobre

la tierra hasta el diluvio. Y así es como hubo varias generaciones de patriarcas

justos: Matusalén, Lamec, Noé, y luego sus tres hijos justos. En ese sentido hay una

pequeña corrección en cuanto a lo que dice la Biblia:

Génesis 5:32 Moisés 8:12

Y siendo Noé de quinientos años, Y Noé tenía cuatrocientos cincuenta


engendró a Sem, a Cam y a Jafet. años, y engendró a Jafet; y cuarenta y
dos años después, engendró a Sem de la
que fue la madre de Jafet, y a la edad de
quinientos años, engendró a Cam.
Un acercamiento al libro de Moisés 77

En el Génesis da la impresión de que los hijos de Noé son una suerte de

trillizos, mientras que en el Libro de Moisés queda claro que Jafet era el

primogénito pero que, por razones que no se nos explican (como con Efraín y

Manasés), al menor le tocó la primogenitura.

De ángeles y de gigantes

Por otra parte, algo en lo que se ha insistido mucho en este escrito, es que

es conveniente leer el Libro de Moisés teniendo muy en cuenta el contexto social.

Específicamente vale mucho la pena leerlo bajo estos dos conceptos: “Hijos de

Dios” e “hijos de los hombres”. En ese sentido, el v. 13 es fundamental, sobre todo

porque viene a poner en claro una mala lectura que se le ha hecho a la Biblia por

siglos. Leemos en Moisés: “Y Noé y sus hijos escucharon al Señor, y obedecieron, y

se les llamó los hijos de Dios”. Así que si se nos hiciera la pregunta: ¿quiénes son

los hijos de Dios? La respuesta es muy fácil: aquellos que escuchan la voz del

Señor, y que la obedecen. ´

En Génesis los siguientes versículos dicen lo siguiente:

Y acaeció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz


de la tierra y les nacieron hijas, y viendo los hijos de Dios que las hijas de
los hombres eran hermosas, tomaron para sí esposas, escogiendo entre
todas.

Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre,


porque ciertamente él es carne; y serán sus días ciento veinte años.

Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se


unieron los hijos de Dios a las hijas de los hombres y les engendraron
hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de
renombre. (Génesis 6:1-4)
Un acercamiento al libro de Moisés 78

Los cuatro versículos han dado para muchas malas interpretaciones.

Primero, que “los hijos de Dios” (i.e., los ángeles) desearon a “las hijas de los

hombres” (i.e., las humanas) y que tuvieron hijos con ellas. Segundo, que Jehová se

enoja y dictamina que los hombres ya no van a vivir entre ocho y nueve siglos, sino

solo ciento veinte años. Tercero, que de esa unión monstruosa entre ángeles y

mortales, nace una nueva raza de seres, a saber, gigantes. Nada más lejos de la

verdad. Veamos los mismos versículos en el Libro de Moisés:

14 Y cuando estos hombres empezaron a multiplicarse sobre la faz de la


tierra, y les nacieron hijas, los hijos de los hombres vieron que estas hijas
eran bellas, y tomaron para sí esposas, según su elección.

15 Y el Señor dijo a Noé: Las hijas de tus hijos se han vendido; por lo que, he
aquí, mi ira está encendida en contra de los hijos de los hombres, porque
no quieren escuchar mi voz.

16 Y aconteció que Noé profetizó y enseñó las cosas de Dios, aun como fue
en el principio.

17 Y el Señor dijo a Noé: No luchará mi Espíritu con el hombre para


siempre, porque él ha de saber que toda carne morirá; sin embargo, serán
sus días ciento veinte años, y si los hombres no se arrepienten, mandaré
las aguas sobre ellos.

18 Y en aquellos días había gigantes sobre la tierra, y buscaron a Noé para


quitarle la vida; mas el Señor fue con Noé, y el poder del Señor reposó
sobre él. (Moisés 7:14-18).

El versículo 14 es sumamente significativo. Noé no solo es padre de tres

hijos, sino que cada uno de estos hijos a su vez es padre de hijas. Ellos trataron de

criar a sus hijas en el camino correspondería a una hija de Dios: a una jovencita que

vive de toda palabra que sale de la boca del Señor, pero estas jovencitas (que aparte

de mundanas eran muy hermosas) prefirieron casarse con los hijos de los hombres,

es decir, con varones mundanos, atraídas por cosas mundanas. Por ello es que el

Señor se enoja y le dice a Noé que “Las hijas de tus hijos se han vendido” (v. 15).
Un acercamiento al libro de Moisés 79

No solo eso, sino que el Señor le dice a Noé que los días de los hombres

serían 120 años, vale decir, no que los hombre tendrían un promedio de vida de

120 años de ahí en adelante, sino que tenían ese lapso de tiempo para arrepentirse,

o el diluvio vendría sobre ellos. Noé y sus tres hijos tuvieron ese tiempo para

construir el arca y para predicar el arrepentimiento. No deja de ser muy

significativo que ni una sola de las nietas de Noé se arrepintió y quiso subir al arca.

Ni uno solo de los bisnietos de Noé fue digno de salvarse aunque, como se dice en

el Libro de Moisés, eran considerados “varones de renombre”.

Finalmente, está el hecho de que así como “los gigantes” buscaron acabar

con el pueblo de Enoc, de la misma manera esos mismos “gigantes” (y no son seres

mitológicos de gran tamaño, sino personas que habían sido sacerdotes que habían

sido “gigantes espirituales” pero que habían apostatado y que ahora luchaban en

contra de la verdad) buscaron quitarle la vida a Noé, pero éste fue protegido por el

poder del sacerdocio (v. 18).

En los siguientes versículos el Señor le manda a Noé que salga a predicar

el evangelio a los hijos de los hombres (v. 20), pero ninguno se arrepintió:

Y también, después de haberlo escuchado, vinieron ante él, diciendo: He


aquí, nosotros somos los hijos de Dios; ¿no hemos tomado para nosotros a las hijas
de los hombres? ¿No estamos comiendo, bebiendo, y casándonos y dando en
casamiento? Nuestras esposas nos dan hijos y estos son hombres poderosos,
semejantes a los hombres de la antigüedad, varones de gran renombre. Y no
hicieron caso de las palabras de Noé.

Y Dios vio que la iniquidad de los hombres se había hecho grande en la


tierra; y que todo hombre se ensoberbecía con el designio de los pensamientos de
su corazón, siendo continuamente perversos. (Moisés 8: 21-22).

Curiosamente, aquí se da una inversión sumamente singular. En la Biblia

se dice que los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, y que de allí
Un acercamiento al libro de Moisés 80

nacieron los gigantes. Aquí vemos que las hijas de los hijos de Dios se envilecieron,

se unieron a los hijos de los hombres, y que ellos usurparon ese nombre,

llamándose a sí mismos “los hijos de Dios”, y que ahora llamaban a sus esposas

“hijas de los hombres”. Este versículo es todo un discurso sobre la importancia de

no casarse fuera del evangelio. La salvación temporal y espiritual usualmente va

de por medio. Es lamentable pensar en que ninguna de las nietas de Noé se salvó;

en que todos sus biznietos fueron “hombres de renombre” según el mundo, pero

ni uno solo salvó su alma. Como está escrito: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre

si ganare todo el mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre

por su alma?” (Mateo 16:26)

Y, por su parte, el v. 22 nos habla de la condición espiritual de la sociedad

en la que vivieron Noé y sus hijos: en medio de una degradación tal, que por ello la

gente fue destruida en el diluvio. El libro termina en los siguientes cuatro

versículos. Fiel a su estilo de contrastes y contraposiciones, Moisés nos muestra

dos grupos completamente opuestos. Por una parte, la justicia y perfección de Noé

y sus tres hijos (así como de sus esposas, pese a que no son mencionadas) y, por

otra parte, la sociedad de los hijos de los hombres, completamente corrompida y

llena de violencia, sí, muy cercana a nuestros días:

Y así Noé halló gracia ante los ojos del Señor; porque Noé fue un hombre
justo y perfecto en su generación; y anduvo con Dios, así como sus tres
hijos, Sem, Cam y Jafet.

La tierra se corrompió delante de Dios, y se llenó de violencia.

Y miró Dios la tierra; y he aquí, estaba corrompida, porque toda carne había
corrompido su camino sobre la tierra.

Y dijo Dios a Noé: Ha llegado para mí el fin de toda carne, porque la tierra
está llena de violencia; y he aquí, destruiré a toda carne de sobre la tierra.
(Moisés 8: 27-30).
Un acercamiento al libro de Moisés 81

¿Por qué José Smith no nos dio el resto del capítulo seis de Génesis?

Porque lo que seguía era la construcción del arca, y esa parte no nos serviría

mucho a nosotros. Cada uno de nosotros, por decirlo así, debe construir su arca en

esta vida. Vivimos tiempos complicados. Tiempos en los que se necesita que cada

familia haga de su hogar un arca para sobrevivir al diluvio de inmundicia en que

vivimos. ¿Veremos de nuevo un diluvio que salve a los justos? En cierto sentido sí.

Como dijo el élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce Apóstoles, Dios

intervino “cuando la corrupción llegó al punto de destruir el albedrío; por lo que,

en justicia, no se podrían haber enviado espíritus aquí” (We Will Prove Them

Herewith, 1982, pág. 58).

Y por supuesto, eso no quiere decir que el diluvio fuera un acto de castigo

y furia divinos. El presidente John Taylor explicó que “truncándoles la vida [Dios]

evitó que propagaran sus pecados entre su posteridad y los degeneraran, y

también les impidió seguir pecando” (“Discourse Delivered by Prest. John Taylor”,

en Deseret News, 16 de enero de 1878, pág. 787).

Pero, volviendo a cada uno de nosotros, el Libro de Moisés es muy

singular. En él no existen grises: todo es o blanco o negro, y en nuestra sociedad las

cosas se han vuelto así: si uno empieza a ver las cosas en escalas de grises, sale del

terrenos seguro, y corre el severo riesgo de perderse en todas las perversiones que

nos rodean hoy día, como si fueran, sí, un nuevo diluvio. Un nuevo tipo de

diluvio. Como enseñó el Presidente Gordon B. Hinckley, particularmente a esa

nueva droga, la pornografía:

Imagínense que se hallan en medio de una furiosa tempestad, que aúlla el


viento y que nieva copiosamente. Nada pueden hacer para detenerla; pero
sí pueden vestirse como es debido y buscar refugio, y la tempestad no
surtirá ningún efecto en ustedes… La pornografía es como una furiosa
tempestad que destruye a personas y a familias, y que aniquila totalmente
Un acercamiento al libro de Moisés 82

lo que una vez fue sano y hermoso. (Gordon B. Hinckley, Un mal trágico
entre nosotros).

Vivimos tiempos muy complicados, pero si amamos a Dios lo suficiente,

podemos llegar a ser hijos de Dios, como Noé y sus hijos, podemos edificar Sión en

nuestros hogares, como Enoc. Podemos criar a nuestros hijos para que no se

pierdan, como Set. Podemos ser fieles a nuestros convenios, aunque no

comprendamos todas las cosas, como Adán. Sí, el Libro de Moisés nos enseña

muchas cosas en cuanto al tipo de vida que debemos vivir en estos últimos días.

Santa Clara, Ecatepec, 1 de junio de 2021 ― 30 de junio de 2021.

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