El himno exalta a la madre como una figura sagrada comparable a la imagen de Dios, destacando su inmensa ternura que representa la dicha suprema en la tierra. Además, reconoce la abnegación de la madre al soportar las cruces con buena voluntad, teniendo su frente como un símbolo de luz y su pecho como cáliz de amor. Finalmente, el himno pide honrar a la madre con laureles y palmas, elevando por ella plegarias fervientes.
El himno exalta a la madre como una figura sagrada comparable a la imagen de Dios, destacando su inmensa ternura que representa la dicha suprema en la tierra. Además, reconoce la abnegación de la madre al soportar las cruces con buena voluntad, teniendo su frente como un símbolo de luz y su pecho como cáliz de amor. Finalmente, el himno pide honrar a la madre con laureles y palmas, elevando por ella plegarias fervientes.
El himno exalta a la madre como una figura sagrada comparable a la imagen de Dios, destacando su inmensa ternura que representa la dicha suprema en la tierra. Además, reconoce la abnegación de la madre al soportar las cruces con buena voluntad, teniendo su frente como un símbolo de luz y su pecho como cáliz de amor. Finalmente, el himno pide honrar a la madre con laureles y palmas, elevando por ella plegarias fervientes.
El himno exalta a la madre como una figura sagrada comparable a la imagen de Dios, destacando su inmensa ternura que representa la dicha suprema en la tierra. Además, reconoce la abnegación de la madre al soportar las cruces con buena voluntad, teniendo su frente como un símbolo de luz y su pecho como cáliz de amor. Finalmente, el himno pide honrar a la madre con laureles y palmas, elevando por ella plegarias fervientes.