Las Tentaciones
Las Tentaciones
Las Tentaciones
I. Definición
12. Bienaventurado. Gr. makários (ver com. Mat. 5:3). Santiago alude a
menudo a las enseñanzas de Jesús (ver p. 516); en este caso quizá el Sermón
del Monte. Aquí parece ampliar el tono enfático de los vers. 2, 9-10. El hombre
que se enfrenta a los problemas de la vida, a veces puede considerarse como
desventurado y tal vez así lo consideren otros; sin embargo, el apóstol quiere
corregir ese concepto con una nueva perspectiva que abarca los resultados de
una fiel paciencia, así como un claro punto de vista de la forma en que
comienzan las pruebas (vers. 14).
Soporta. Gr. hupoméno, "soportar con firmeza" (ver com. vers. 3). Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia. (Santiago 1: 1-3).
Sumo gozo. Es decir, un gozo puro. Las pruebas y las dificultades de la vida
no deben abrumar, desanimar ni chasquear al cristiano maduro, quien lo
soporta todo con fe y esperanza, "como viendo al Invisible" (Heb. 11:27). El
gozo y el valor del cristiano no se basan en las circunstancias externas que con
frecuencia pueden ser sumamente desagradables, sino en la fe en la
providencia soberana de Dios y en una comprensión inteligente de la forma en
que él trata a los seres humanos. Las filosofías humanas, ya sean religiosas o
seculares, quizá preparen a los hombres para enfrentarse filosóficamente a las
dificultades, con un espíritu tranquilo y paciente; pero el cristianismo enseña a
los hombres a estar gozosos en tales circunstancias debido a una comprensión
inteligente de las causas del sufrimiento y mediante su fe en Dios.
Diversas. O "varias". Las "pruebas" a las cuales está sujeta la humanidad son
múltiples, particularmente los cristianos.
Tentación. Gr. peirasmós, "prueba" (ver com. vers. 2), lo que implica cualquier
situación que ponga a prueba la fe o el carácter Peirasmós incluye aflicciones,
como enfermedades, pobreza o calamidades, y también la insinuación directa
al pecado. Este versículo pone énfasis en la bendición que acompaña a una
firme resistencia que capacita a una persona para salir ilesa de sus pruebas.
Corona de vida. Es decir, la corona que es vida o que consiste de vida. Ver
com. Apoc. 2: 1 0. La vida eterna será la recompensa de la paciencia fiel en
medio de los problemas actuales de la vida. Este don de vida eterna (Rom.
6:23) es la corona o don supremo de todas las dádivas. Es cierto que la vida
eterna comienza cuando una persona permite que el Espíritu Santo rija su
conducta; pero esta "corona de vida" en realidad será concedida
definitivamente a todos los redimidos al mismo tiempo, cuando Cristo venga
por segunda vez (ver com. Juan 3:16; 11:25; 2 Tim. 4:8; 1 Juan 5:11-12).
Dios. La evidencia textual favorece (cf. p. 10) 526 la omisión de esta palabra;
sin embargo, es claro por el contexto que Dios es el que ha prometido. Nuestro
Señor promete personalmente la dádiva de la vida eterna a todos los que
prefieren aceptar el plan divino de salvación (ver com. Juan 3:16).
A los que le aman. Claramente se revela al hombre el requisito para la vida
eterna. La fe en Dios (Rom. 3:28; 4:5, 13) y el amor hacia él son dos
características estrechamente relacionadas que forman la base de la sincera
respuesta del hombre al ofrecimiento divino de salvación. No podemos amar a
Dios a menos que estemos dispuestos a confiar plenamente en él y a creer que
la manera de vivir que nos prescribe es la mejor para nosotros.
13. Tentado. Gr. peirázo, "probar", "poner a prueba", que aquí se usa en el mal
sentido de inducir al mal (ver com. vers. 2-3). Santiago aclara que los
sufrimientos, las pruebas y dificultades que enfrenta cada cristiano, nunca se
deben entender como que Dios los permite con el propósito de inducir al
hombre a pecar. Dios permite que le sobrevengan pruebas a los seres
humanos, pero nunca con el propósito de que alguno se rinda ante ellas. El
propósito de Dios es semejante al del refinador que echa el mineral en el crisol
con la esperanza de obtener un metal puro, no con la intención de amontonar
escoria. Sin embargo, Satanás tienta con la intención de causar la derrota y
nunca de fortalecer el carácter de un hombre (ver com. Mat. 4: l). "El
sufrimiento es infligido por Satanás, pero... Dios predomina sobre él con fines
de misericordia" (DTG 436).
No diga. La idea de que los dioses originaban las tentaciones del hombre y los
pecados consiguientes, prevalecía especialmente entre los griegos en los días
de Santiago e indudablemente, hasta cierto grado, también se había difundido
en el pensamiento de los cristianos. Esta clase de acusación fue la que
nuestros primeros padres levantaron contra Dios después de su pecado (Gén.
3:12-13). Adán acusó a Dios de crear a Eva como su esposa, y ésta a su vez,
acusó al Señor de colocar la serpiente en el huerto del Edén. La advertencia de
Santiago es oportuna en todos los tiempos, para que un hombre -indirecta y
quizá inconscientemente- no acuse a su Hacedor de crear las insinuaciones al
pecado con las cuales se enfrenta diariamente.
No puede ser tentado. Gr. apéirastos, "no tentado", "que no puede ser
tentado". Santiago muestra que es inconcebible que Dios tiente a los hombres
a pecar. El no puede ser tentado con el deseo de tentar a los seres humanos
para que hagan lo malo. Dios concede a los hombres libre albedrío, pero no
por esto debe culpárselo por las malas acciones que los seres humanos
puedan cometer por disfrutar de ese privilegio. Santiago absuelve en forma
terminante a Dios de ser el originador de cualquier insinuación para que alguno
peque.
Concupiscencia. Gr. epithumía, "deseo", "sed", "anhelo" (ver coro. Mar. 4:19).
El origen de toda tentación es la "sed" del hombre por lo que es malo. Cada
persona tiene sus propios anhelos, que surgen de su temperamento y sus
experiencias; pero el hecho de que existan estas malas concupiscencias
internas, no niega la existencia y la actividad de un tentador exterior que busca
aprovecharse de nuestras malas tendencias (cf. Juan 14:30; ver com. Mat.
4:1-3). Satanás y sus huestes maléficas son los verdaderos instigadores de la
tentación (Efe. 6:12; 1 Tes. 3:5). Ellos pueden tentar al hombre a pecar; pero
sus tentaciones no tendrían fuerza alguna si no hubiese dentro del hombre un
deseo de responder a esa atracción. "Ningún hombre puede ser obligado a
pecar. Primeramente debe ser ganado su propio consentimiento; el alma debe
proponerse el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar a la
razón o la iniquidad triunfar sobre la conciencia" (MJ 65). La naturaleza de la
tentación, así definida, elimina cualquier posibilidad de que sea Dios quien
decreta las tentaciones de los hombres, o de que Satanás sea en realidad el
responsable por las caídas morales del hombre. El hombre cae ante la
tentación debido a un deseo de satisfacer un anhelo particular que es contrario
a la voluntad de Dios.
Seducido. Gr. deleázo, "atraer con carnada o cebo", "inducir". Así como el pez
es atraído a su destrucción por la carnada del anzuelo, así también los
hombres son cebados para caer en el pecado debido a la carnada del engaño y
los halagos del pecado. La fuerza y el poder del pecado no prevalecerían si no
fuera por la astucia y la seducción del pecado. Esto es evidente cuando se
repasa la triste historia de los pecados de hombres y mujeres, comenzando con
Eva y Adán y llegando hasta nuestros días (ver com. Gén., 3:1-6).
EXTERIOR.
Si proviene de las sugestiones del mundo o del demonio. Muchas de las
tentaciones que sufrimos en el transcurso de nuestra vida provienen de las
sugestiones e insinuaciones del demonio y del mundo.
Así, nos dice San Pablo: “Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a
las acechanzas (insidias) del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la
carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los
dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están
en las alturas (aire).” (Ef. 6:11-12). Sin embargo debemos tener claro que el
demonio no tendría ningún poder sobre nosotros si nuestra carne estuviera
bajo el dominio del Espíritu Santo. El oficio propio del demonio es tentar, es
decir, buscar como apartarnos del camino emprendido a toda costa y por todos
los medios, y tendrá mayor eficacia si encuentra en nuestros corazones
debilidades y tendencias al pecado que no hemos sabido poner a muerte por
medio de la mortificación y la purificación de nuestro corazón. El demonio sabe
que sólo puede invitarnos a pecar por medio de la tentación, ya que no nos
puede obligar a hacer algo que no ha sido aprobado por nuestra voluntad. Dios
nos ha dado la libertad para escoger “el bien o el mal.” La decisión final es de
nuestro corazón. Somos enteramente responsables de cómo respondemos
ante las tentaciones y no podemos hacer responsable de nuestras caídas a
nadie más que a nosotros mismos.
Es por esta razón que debemos poner nuestra atención en las tendencias de
nuestra carne, porque éstas, como vimos, son las que utiliza el demonio para
tentarnos. Todo lo que proviene de nuestro propio corazón, de nuestra
inclinación al mal. Así nos lo decía Jesús: “Porque del corazón salen las
intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre” (Mt. 15:19-20). En
nuestro corazón se libra una gran batalla entre la luz y la oscuridad; entre la
gracia y el pecado; entre Dios y el demonio. Es por esto que debemos poner
vigilancia a nuestro corazón y conocer profundamente nuestras inclinaciones al
pecado y nuestras imperfecciones para poder, en el momento preciso, atajar la
tentación cuando se presente y saberla combatir con sabiduría.
Estos pasajes bíblicos nos indican varias verdades importantes, las cuales
debemos entender para poder realizar una verdadera adoración. Satanás sabe
que desarraigando estas verdades del corazón y de la mente de cada individuo
podrá obtener adoración, aunque sea de manera inconsciente por parte de
cada adorador y de cada adoradora. Las palabras de Jesús son: “El que no es
conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. (Mateo 12:
30). Veamos cuales son estas verdades:
Sobre esta verdad teológica tan inherente para el ser humano, existen varios
autores que con la sana intención de aclararla y el claro objetivo de dar a
conocer sus opiniones sobre la misma, han escrito y han puesto en circulación
sus indagaciones y conclusiones finales. Comparto contigo, amado lector,
estos sentires para que puedas ver y aprender que aun en la forma diferente de
decir una verdad teológica es posible encontrar grandes y valiosos aportes que
te facilitan responder ciertas cuestiones que reflexionando sobre una sola
opinión sería difícil para la razón humana comprender. Aunque debes siempre
tener presente que las cosas espirituales se disciernen con una mente
espiritual, influenciada por el poder del Espíritu Santo; no con una mente
carnal, influenciada por los placeres de la carne; la cual en cierto punto puede
entorpecer e impedir profundizar sobre la Palabra de Dios y conocer sus
divinos designios para ti y para mí como hijos e hijas de Dios. “Y nosotros no
hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios,
para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos,
no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el
espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”. (1 Corintios 2:
12-15).
Aunque es cierto que esta luz plena de la verdad no brilló sobre estos textos
del Antiguo Testamento, previos a la revelación contenida en el Nuevo
Testamento, y que la comprensión precisa de las diferentes personas de la
Deidad no fue tan fácilmente discernible sólo por los pasajes del AT, la
evidencia inicial de la existencia de Cristo, en el tiempo de la creación, como
colaborador con su Padre, se halla en la primera página de la Biblia. Estos
textos no ofrecen dificultad para los que creen tanto en la inspiración del AT
como del NT, en vista de que una parte explica la otra y que ambas se
ensamblan armoniosamente como las piedras de un bello mosaico. No sólo los
vers. 26 y 27 indudablemente contienen indicios de la actividad de Cristo como
la segunda persona de la Deidad en la obra de la creación, sino que el vers. 2
menciona al Espíritu Santo como colaborando en la misma obra. Por lo tanto,
tenemos fundamento para declarar que la primera evidencia del sublime
misterio de la Deidad se encuentra en la primera página de la Biblia, misterio
que se presenta con luz más clara cuando la pluma de la inspiración de los
diferentes autores de los libros de la Biblia fue movida a revelar más
plenamente esta verdad.
A nuestra imagen.
"El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior,
como en el carácter" (PP 25). Esa imagen se hacía más evidente en términos
de su naturaleza espiritual. Vino a ser un "ser viviente"*, dotado de libre
albedrío, una personalidad autoconsciente.
Moisés, que nos ha dado otros ejemplos de su habilidad poética (Exo. 15; Deut.
32, 33; Sal. 90), fue el primero de todos los escritores inspirados que se refirió
a las admirables obras de Dios con palabras poéticas. Cuando había llegado
en su registro al punto de narrar la creación del hombre, la corona de la obra de
Dios en esta tierra, dejó el estilo narrativo ordinario y empleó poesía.
A su imagen.
Es digno de notarse el uso del singular "su". El plural del vers. 26 revela que la
Deidad posee pluralidad en la unidad, al paso que el vers. 27 hace resaltar que
la pluralidad de Dios no niega su unidad.
Varón y hembra.
Se introduce un nuevo elemento en la información dada en cuanto a la creación
del hombre al mencionar la diferencia de sexo. Las dos palabras "varón" y
"hembra" son traducciones de adjetivos hebreos que indican el sexo de dos
individuos. La bendición de la fertilidad pronunciada sobre los animales (vers.
22) implica que también deben haber sido creados con diferencias sexuales,
pero no se menciona este hecho. Probablemente existía una razón especial
para mencionarlo en relación con la creación del hombre. Esa razón puede
deberse a que únicamente en el hombre la dualidad de sexos culmina en la
institución de un santo matrimonio. Este versículo nos prepara para la
revelación concerniente al plan de Dios para la creación de la familia que se
presenta en el cap. 2.
Y los bendijo Dios.
Las bendiciones de Dios conferidas a los seres vivientes el día anterior fueron
repetidas al fin del sexto día con adiciones especiales apropiadas para el
hombre. Dios "los" bendijo, no "lo" bendijo. Esto indica que la creación de Eva
debe haber ocurrido antes de que terminara el sexto día y que las bendiciones
y responsabilidades que les fueron conferidas fueron compartidas por ambos
de igual manera.
Les dijo.
Existe una diferencia entre los premios a las bendiciones de los vers. 22 y 28
que es digna de notarse. La bendición para los animales fue pronunciada en
forma indirecta 229 -"Dios los bendijo, diciendo"-, al paso que la bendición para
la raza humana se presenta directamente con las palabras "les dijo". Como
seres inteligentes, podían escuchar a Dios y recibir comunicaciones. Este
versículo contiene la primera revelación de Dios al hombre.
Fructificad.
En primer lugar, la bendición del Creador se refería a la propagación y
perpetuación de la especie, bendición que nunca ha sido rescindida por Dios y
que es el origen de los miles de millones de seres humanos que ahora llenan
todos los continentes del mundo. La comisión divina ha sido entendida por
diversos comentadores como que indicara que la reproducción de los seres
humanos no debiera continuar interminablemente, sino que había de cesar
cuando la tierra estuviera llena de seres humanos y de sus súbditos
irracionales.
Sojuzgadla.
Esta revelación también contiene instrucciones en cuanto al deber y destino del
hombre de regir las obras de la creación terráquea, comisión expresada casi
con las mismas palabras como las del consejo divino registrado en el vers. 26.
La única diferencia es la palabra adicional "sojuzgadla", que concede al hombre
el derecho de utilizar para sus necesidades los vastos recursos de la tierra,
mediante labores de agricultura y minería, investigaciones geográficas,
descubrimientos científicos e invenciones mecánicas.
Toda planta.
Luego se hizo provisión para el sustento del recién nombrado monarca y de
sus súbditos. Sabemos por el registro divino que el hombre había de comer
tanto de los productos del campo como de los árboles. En otras palabras,
cereales, frutas oleaginosas y las otras frutas. Los animales habían de comer
"toda planta verde": verduras y pasto.
Puede el Demonio también ofrecer una felicidad oculta detrás del pecado,
insinuando además que nada malo nos sucederá. Que además podemos
arrepentirnos y que Dios es misericordioso. A estas alturas de la tentación,
todavía está el alma en capacidad de detenerse, pues la voluntad aun no ha
consentido. Pero si no corta enseguida, las fuerzas se van debilitando y la
tentación va tomando más fuerza.
Luego viene el momento de la vacilación. “Vio, pues, la mujer que el fruto era
bueno para comerse, hermoso a la vista y apetitoso para alcanzar la sabiduría”.
Sobreponerse aquí es muy difícil, pero no imposible. Sin embargo, el alma ya
está muy debilitada ante el panorama tan atractivo que le ha sido presentado.
“Oyeron a Yavé que se paseaba por el jardín al fresco del día y se escondieron
de Yavé Adán y su mujer. Pero Yavé llamó a Adán, diciendo: '¿dónde estás,
Adán?'"
La idea que nos hacemos de Satanás está condicionada por nuestro modo de
entender la tentación. San Ignacio de Loyola, por ejemplo, indica a Satanás
como "el enemigo del género humano", definición esta que alude a la hostilidad
de la tentación contra el auténtico bienestar del hombre en cuanto individuo y
en cuanto miembro de la sociedad. La exclusión de Satanás del paraíso
terrestre y el hecho de que esté "abandonado a sí mismo" caracterizan a la
tentación como el propósito de alejar al hombre de la comunión con Dios,
induciéndole a buscar una existencia falsamente independiente. Satanás, como
símbolo de una existencia personal absolutamente cerrada en sí misma y
alienada, en conflicto con cualquier otra existencia, refleja el carácter nihilista
de la tentación, que no atribuye valor a nada, sino a la propia obstinación.
También refleja la separación entre Dios y el "propio pequeño dios" personal.
Santo Tomás, siguiendo a San Agustín, distingue en toda tentación una doble
dimensión: Por un lado está constituido por una inclinación desordenada hacia
una creatura; es, así, “conversio ad creaturam”, conversión hacia la creatura.
Por otro lado implica una separación de Dios, fin último del hombre; es, así,
“aversio a Deo”: aversión respecto de Dios.
COLAPSO MORAL
1. Ideas Ilusorias.
La tentación puede entenderse también en términos de colapso, hundimiento y
disolución. Lo que los individuos, la sociedad y la cultura han construido
lentamente con gran fatiga, puede hundirse por el solo hecho de haber cedido
a la tentación de ideas ilusorias. ¿Pueden los valores auténticos, tan
fatigosamente conquistados, sostener el paso exorbitante del placer carnal, de
la riqueza y del poder? Existe la tentación de considerar la religión como un
consuelo ilusorio para las almas más débiles, como una especie de opio que
los ricos proporcionan a los pobres para amansarlos, como una proyección
mítica hacia el cielo de la excelencia del hombre. Al principio no a todas las
religiones se las declara ilusorias, sino solamente a alguna en concreto: así, no
todos los preceptos morales se rechazan como ineficaces e inútiles: no toda
verdad es rechazada, sino sólo algunos tipos de metafísica. a los que se liquida
como simples patrañas. Pero a partir de este mismo momento, la eliminación
de una parte genuina del todo significa que una totalidad anterior ha sido
mutilada, que un cierto equilibrio se ha roto y que todo lo demás se falseará en
el intento de compensar lo que falta'. La creciente disolución inducirá a los
hombres a una mayor división, incomprensión, desconfianza, miedo, hostilidad,
odio, violencia. Impulsará a los hombres al escepticismo intelectual, moral y
religioso; minará la base de la autotrascendencia intelectual, moral y religiosa.
2. La Desesperanza.
La tentación del pecado es de manera implícita una tentación a la
desesperanza: a abandonar la esperanza rechazando voluntariamente tanto
nuestra consciente y reconocida dependencia de nuestros semejantes y de
Dios como nuestro deber de buscar la perfección y la salvación en armonía con
ellos. La tentación puede asumir la forma de la indiferencia moral (pereza), que
esquiva el esfuerzo necesario para seguir a Cristo y prefiere su propia visión
del mundo, sus propios valores, a los revelados en Cristo por la gracia de Dios.
Los que pierden la esperanza han cedido a la tentación de vivir exclusivamente
para sí mismos; rechazan arbitrariamente la posibilidad de volver a cifrar su
esperanza en Cristo; se rebelan por tener que depender de alguien para su
realización personal. En definitiva, toda resistencia a la gracia ofrecida es una
forma de desesperanza; es también una forma de idolatría, en la que el hombre
se comporta como pequeño dios de sí mismo, fundando en sí mismo todas sus
esperanzas.
EL CAMINO DE LA MUERTE
Jesús utilizó alguna vez las imágenes del "camino" y de la "puerta" para
describir el sendero del hombre hacia la perdición o hacia la salvación. En los
Hechos de los Apóstoles, los cristianos se definen como los seguidores de un
"camino". El antiguo texto cristiano de la Didajé empieza con estas palabras:
"Hay dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte, y la diferencia
entre ambos es muy grande" (>Itinerario espiritual III, 1].
Pues bien, al igual que hay muchos tipos de error, mientras que la verdad es
sólo una, así el número de las puertas o caminos posibles abiertos a la
perdición es infinito, mientras que los caminos de la vida se funden todos en
uno: amar a Dios con todo el corazón, con toda elalma, con toda la mente y con
todas las fuerzas, y amar a los demás en Dios. Los caminos de la felicidad
definitiva (paraíso) y de la infelicidad definitiva (infierno) se refieren no sólo al
estado final y eterno de la autoconciencia del hombre, sino también al estado
interior de esta autoconciencia aquí y ahora. El reino de Dios y el reino de
Satanás son realidades presentes, y los diversos caminos que conducen a
ellos se refieren a ciertos modos, respectivamente auténticos o falsos, de
pensar, de desear y de actuar en el mundo. En este sentido, la tentación es
una incitación a una existencia falsa, a todo lo que en el hombre se opone a
Cristo y lleva al rechazo definitivo y duradero de las exigencias propias del
verdadero yo, del yo inteligente, racional, responsable y capaz de amar.
1. La Sensualidad.
La tentación puede entenderse como incitación al camino de la muerte, que
Bernard Tyrrell describe como "puertas del infierno" en su análisis
fenomenológico de la existencia inauténtica. La tentación de la sensualidad
empuja al hombre a la búsqueda del placer y a esquivar el dolor por encima de
todo; a vivir ateniéndose únicamente a lo que le agrade, a la
autocondescendencia y al hedonismo; a vivir dominado por el deseo y por el
miedo, y no por lo que constituye un valor y un significado auténtico.
2. La Posesividad.
La tentación de la codicia, posesividad, ofrece una amplia gama de
articulaciones. Se está dominado por el deseo de poseer objetos materiales, de
tener personalidad, audiencia, seguidores, fama. Todo esto a que el avariento
se aferra hace presa en él y domina como un ídolo su conciencia personal.
Esencialmente carente de confianza en Dios, el codicioso no sabe comprender
que el acto fundamental del hombre consiste en dejar que sea Dios quien lo
realice, en dejar que el reino de Dios venga a él. Al no permitir que le llegue el
reino de Dios, acaba por no poseer nada: "Al que no tiene, aun lo que tiene se
le quitará" (Mc 4,25).
3. El Intelectualismo.
El intelectualismo es la tentación que incita a buscar la propia gloria y la
autorrealización en la posesión del saber. Mediante la posesión del saber, el
intelectualista intenta conquistar el poder sobre los demás, y lo usa como arma
para humillar o rebajar a los otros, elevándose a sí mismo. No considera la
verdad como algo que ha recibido gratuitamente y que, por lo tanto, debe
transmitir gratuitamente, sino más bien como "su" saber, separándose así de
todos los demás hombres.
4. El Egocentrismo.
El egocentrismo es la tentación de transformar en absoluto la propia persona o
la de los demás. Las corrientes actuales de la psicología, de la filosofía y de la
religión, que insisten sobre el hecho de que el hombre y no Dios es el centro y
señor de las cosas, están librando realmente una batalla en favor de la
personolatría, el culto de la persona. La conciencia egocéntrica no llega a
percibir el Fundamento del Ser. La conciencia interpersonal concentra su
atención en la interacción entre el yo y los demás. No es capaz de captar el
trasfondo sin el cual nunca podría aparecer el primer plano. El centro de interés
constituido por la interpersonalidad de los individuos tienta al hombre a ignorar
la verdad de lo que él es verdaderamente. El egocéntrico se toma a sí mismo y
a los demás seres humanos como única fuente de amor, de esperanza y de luz
en el mundo. El egocentrismo tienta al hombre en dirección a un "sistema de
vida", ilusorio, ignorante, obnubilado y enfermo, que puede curarse tan sólo por
la aceptación del Dios trascendente, en el que todas las cosas subsisten y son.
Todas las "puertas del infierno" son otras tantas tentaciones de idolatría. El
hombre sensual hace un ídolo de sus propios sentidos. EI hombre posesivo
transforma en ídolo el tener, mientras que el intelectualista idolatra sus propios
esquemas, sus ideas y sus hipótesis.
5. Monoteísmo Radical.
Todos estos ídolos quedan eliminados por el monoteísmo radical: el
reconocimiento existencial explícito de que sólo Dios es absoluto y de que
todas las cosas creadas se valoran, se juzgan y se aman a la luz del Amor-
Inteligencia en que tienen existencia. El monoteísta radical se da cuenta de que
el amor del prójimo va inseparablemente unido al amor de Dios; pero adora a
Dios únicamente y sabe que sólo mediante el don del Espíritu de amor,
difundido en su propio corazón, puede amar a los demás con fidelidad,
perseverancia, abnegación y compromiso real. Las bienaventuranzas expresan
el espíritu del monoteísmo radical, tal como lo entendió Jesús en su misión
curativa e iluminadora, así como el poder de Dios, que libera al hombre de la
tendencia espiritualmente fatal a hacerse absoluto, de buscar la salvación de la
propia vida, que, como avisó Jesús, terminaría por perderla.
EL YO AUTOCREADOR
3. El Autoengaño.
El éxito en la vida espiritual no puede quedar suficientemente asegurado sólo
con un buen comienzo y con un ímpetu vigoroso. Exige vigilancia y cuidados
constantes para no caer víctimas del propio autoengaño en una atmósfera de
ambigüedad y de oscuridad que acabe en el pecado manifiesto. San Ignacio de
Loyola, en sus Ejercicios espirituales, advierte que el espíritu del mal atrae y
tienta a los hombres con objetos de suyo indiferentes, lo que equivale a decir
que de ninguna manera son pecaminosos. El espíritu del mal intenta cercenar
la libertad de los hombres, ofuscándolos con la ilusión de una libertad mayor.
Bajo la apariencia de bien, busca enajenar de Dios el corazón y la mente
humanos. En consecuencia, la vida debe ser controlada para que sea
auténticamente cristiana; una vida en la que el sujeto es consciente de lo que
tiene lugar en el interior de sus pensamientos y de sus deseos.
4. Apetitos Desordenados.
Muchas tentaciones arrancan del desorden de nuestros apetitos naturales: el
impulso instintivo a extender la mano hacia todo lo que es o parece ser bueno
para nuestra naturaleza en términos de comida, bebida, amistad, reputación,
éxito, amor, respeto, afecto, etc. Nuestras necesidades, ya se ha advertido, son
otras tantas oportunidades para el diablo. Cada una de ellas es una expresión
particular de nuestro deseo de crecer o de conservar nuestra vida o, en el caso
del apetito sexual, del deseo de preservar la vida de la especie. En estas
mismas necesidades, todas de por sí portadoras de vida, existe una
ambivalencia que las puede pervertir, convirtiéndolas en instrumentos de
muerte. Sin vigilancia, autodisciplina y autocontrol, nuestras necesidades
fundamentales pueden apartar de Dios nuestra mente y nuestro corazón.
El hombre es tentado a cometer los pecados propios del ambiente en que vive.
Los pecados, unidos de alguna forma entre sí, tientan al hombre tanto porque
provocan la imitación como porque suscitan una reacción igualmente
pecaminosa. El impulso a la búsqueda del propio bien individual y terrestre,
excluyendo toda norma superior, constituye sólo un aspecto de la tentación
como fuerza que inclina a los hombres a pecar y les impide construir una
auténtica vida humana. Hablando de la división del hombre, el Vat. II afirma:
"Conocieron a Dios, pero no le glorificaron como a Dios. Oscurecieron su
estúpido corazón... y prefirieron servir a la criatura, no al Creador" (GS 13).
Satanás tienta a Jesús para hacerle abandonar el tipo de papel mesiánico que
tenía intención de desarrollar como mesías paciente. Satanás invita a Jesús a
buscar otro modo de cumplir su misión. Esta misma tentación se presenta en
formas diversas a lo largo de todo el curso de la vida pública. La familia le
anima a realizar milagros en días de fiesta (Jn 7,1-4). Los escribas y los
fariseos intentan forzar su ministerio para adaptarlo a sus nociones
preconcebidas de salvación de Israel (Jn 7,10ss). Sus discípulos insisten en
que no vaya a Jerusalén para que no le maten (Mt 16,21-23; Lc 9,22). Por
último, su misma humanidad rechaza en Getsemaní el sufrimiento y la muerte
inminentes (Le 22,42ss). En la superación de todas estas tentaciones, Cristo
decide libremente adherirse a su misión en el modo predispuesto por la infinita
sabiduría de su Padre.
El modo en que Satanás se dirige a Cristo para tentarle representa tanto los
modos equivocados con que Cristo habría podido buscar la salvación de los
hombres como las falsas fuentes de salvación que los hombres mismos van
buscando en el curso de su vida.
1. LA PRIMERA TENTACIÓN - La primera y la segunda tentación (en el orden
de Mateo 4,1-11; cf Lc 4,1-13) comienzan con la expresión "Si tú eres el Hijo de
Dios...". Esto indica que se trata de tentaciones mesiánicas, con las que se
rechazan las ideas mesiánicas que ellas mismas representan. La primera
tentación de transformar las piedras en pan corresponde a la propuesta de un
"evangelio social", dirigido exclusivamente a la mejora de las condiciones
materiales de vida. Esta perspectiva es desechada como inadecuada, porque
la vida que Cristo ha venido a comunicar no puede reducirse al puro y simple
bienestar del cuerpo ni a la vida vegetativa y sensitiva; ello sería olvidar que la
persona vive más propiamente en su pensamiento, en su amor y en su libertad.
La necesidad de proveer al sustento necesario para la vida tienta al hombre a
dejarse absorber excesivamente por el problema de la seguridad material.
Arriesgar o incluso sacrificar la salud física, y hasta la vida, para salvaguardar y
desarrollar el propio nivel verdaderamente personal de vida no es un
comportamiento común, sino que exige amplitud de miras y valor. El temor a
cualquier peligro que pueda amenazar la propia seguridad y prosperidad
corporal tienta al hombre a olvidar los valores personales más auténticos. La
respuesta de Cristo de que el hombre vive también de la palabra que viene de
la boca de Dios afirma el primado de los propios intereses espirituales. La
misma afirmación aparece explícita en el discurso de la montaña: "Buscad
primero el reino y su justicia y todo eso se os dará por añadidura" (Mt 6,33). La
palabra de vida que sale de la boca de Dios es la fuerza creadora que gobierna
próvidamente nuestra vida material hasta en sus mínimos detalles; pero
constituye una fuente de vida todavía más rica cuando, en la revelación, actúa
para alimentar las profundidades personales del vivir humano. El hombre está
tentado a perder la perspectiva justa; la respuesta de Cristo pone de relieve
una falsa jerarquía de Satanás y de los valores humanos.
J. Navone
El consagrado, de manera particular, ha hecho una elección por Dios y por sus
cosas y un compromiso en el servicio de los demás. Ha entregado su corazón
totalmente a Dios y ha abandonado su antigua manera de vivir para hacerlo
ahora respondiendo al llamado de Dios. Por esta entrega total al servicio de
Dios, experimentamos en nuestras vidas tentaciones que nos tienden a llevar al
desánimo y cansancio.
El cansancio: pensar que se trabaja en vano; que los esfuerzos no dan fruto;
que es inútil todo lo que hacemos... Nos lleva al desánimo.
Los juicios: dejándonos seducir por nuestro orgullo y juzgamos a los demás
en todas sus acciones. Podemos pensar que nosotros lo hacemos mejor....
El ser intolerante con los demás: cuando se trabaja con las personas
podemos tomar la posición de intolerancia, no sobrellevando las debilidades de
nuestros hermanos sino, por el contrario, convirtiéndonos nosotros en grandes
pesos para sus corazones.
Fue el mismo Jesús quien nos dio la “fórmula” para prevenir las tentaciones, en
el momento en el que su Corazón estaba siendo traspasado espiritualmente,
en el momento en el que el demonio “regresó” para tentarle. “Velad y orada
para que no caigáis en tentación” (Mt 26:41)
Vigilancia: Debemos andar con gran cuidado y vigilancia sobre nuestro propio
corazón, sobre sus movimientos y afectos; sobre nuestros pensamientos y
deseos, sobre nuestras palabras y acciones, sobre nuestros sentidos e
imaginación y estar en guardia contra nuestros enemigos exteriores, el mundo
y el demonio. El demonio nunca se cansa de buscar la oportunidad propicia
para hacernos caer en tentación y es por esto que nosotros nunca podemos
dejar de estar en plena vigilancia. Huir de todas las ocasiones que pudiesen
convertirse en ocasiones peligrosas. Tener un dominio de nosotros mismos,
especialmente el sentido de la vista y la imaginación por donde entran todas las
cosas al corazón.
FRUTOS:
“Las tentaciones son muchas veces utilísimas al hombre, aunque sean graves
y molestas, porque en ellas es uno humillado, purificado y enseñado”
(Imitación, Lib. I cap. XII).
• Sobriedad
• Dominio Propio
Una cosa hay que tener bien clara: disponemos de todas las gracias, o sea,
toda la ayuda necesaria de parte de Dios para vencer cada una de las
tentaciones que el Demonio o los demonios nos presenten a lo largo de nuestra
vida. Nadie, en ningún momento de su vida, es tentado por encima de las
fuerzas que Dios dispone para esa tentación.
Esto es una verdad contenida en las Sagradas Escrituras: “Dios que es fiel no
permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas; antes bien, les dará al
mismo tiempo que la tentación, los medios para resistir” (1 Cor. 10, 13).
Las tentaciones son pruebas que Dios permite para darnos la oportunidad de
aumentar los méritos que vamos acumulando para nuestra salvación eterna. La
lucha contra las tentaciones es como el entrenamiento de los deportistas para
ganar la carrera hacia nuestra meta que es el Cielo (cfr. 2 Tim. 4, 7).
Las tentaciones sirven para que los seres humanos tengamos la posibilidad de
optar libremente por Dios o por el Demonio. También sirven para no
ensoberbecernos creyéndonos autosuficientes y sin necesidad de Cristo
Redentor.
¿Qué hacer ante las tentaciones?
En primer lugar tener plena confianza en Dios, tener plena confianza en lo que
nos dice San Pablo: nadie es tentado por encima de las fuerzas que Dios nos
da. Junto con cada prueba, Dios tiene dispuesto gracias especiales suficientes
para vencer. No importa cuán fuerte sea la tentación, no importa la insistencia,
no importa la gravedad. En todas las pruebas está Dios con sus gracias para
vencer con nosotros al Maligno.
Otra costumbre muy necesaria para estar preparados para las tentaciones es la
vigilancia y la oración. Bien nos dijo el Señor: “Vigilen y oren para no caer en la
tentación” (Mt. 26, 41). Vigilar consiste en alejarnos de las ocasiones peligrosas
que sabemos nos pueden llevar a pecar.
Ahora bien esta lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra fuerzas
sobre-humanas, como bien nos describe San Pablo (Ef. 6, 11-18). Por eso hay
que armarse con armas espirituales: confesión y comunión frecuentes, que son
los medios de gracia que nos brinda el Señor a través de su Iglesia. Pero no
olvidar, por encima de todo, la oración, la cual nos recomienda el Señor
directamente y nos recuerda San Pablo también: “Vivan orando y suplicando.
Oren todo el tiempo” (Ef. 6, 18).
Una de las gracias a pedir en la oración, para estar preparados para este
combate espiritual, es la de poder identificar la tentación antes de que nuestra
alma vacile y caiga.
Poder ubicar de inmediato, por ejemplo, una tentación de orgullo. “¡Qué bien lo
haces! ¡Qué competente eres!”, puede insinuarnos sutilmente el demonio. ¡Tan
sutilmente que parece un pensamiento o una idea propia! Parece muy lógico y
hasta lícito este pensamiento para levantar la “auto-estima”, según esa nefasta
prédica del New Age.
Y recordar siempre que tenemos todas las gracias necesarias para el combate
espiritual. San Pablo refiere lo siguiente: “Y precisamente para que no me
pusiera orgulloso, después de tan extraordinarias revelaciones, me fue clavado
en la carne un aguijón, verdadero delegado de Satanás, para que me
abofeteara. Tres veces rogué al Señor que lo alejara de mí, pero me respondió:
‘Te basta mi gracia’” (2 Cor. 12, 7-9).
Durante la tentación, orar con mucha confianza y resistir con la ayuda que Dios
ha dispuesto.
“No nos dejes caer en tentación”, nos enseñó Jesús a orar en el Padre Nuestro.
La oración impide que el demonio tome más fuerza y termina por despacharlo.
Sabemos que tenemos todas las gracias para ganar la batalla. Porque ... “si
Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom. 8, 31).
Los tres tipos de tentación por los cuales el ser humano está expuesto son:
Cuerpo, Alma, Espíritu. Nuestro Señor sufrió estas mismas tres tentaciones
cuando el Espíritu Santo lo llevó al desierto.
Los tres tipos de tentacionLa Biblia nos dice en Hebreos 4: 15: “Nuestro Sumo
Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una
de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó”. Nueva
Traducción Viviente (NTV)
Al diablo se le resiste con la Palabra de Dios, a la tentación hay que huirle. Ese
fue el caso de José y la esposa de Potifar, ella lo sedujo y el salió huyendo
(Génesis 39).
Cada día que venga la tentación debemos de identificar en cual área estamos
siendo tentados, en el cuerpo, en el alma o en el espíritu.
Dios nos ama tanto que siempre nos da una salida a la tentación: “No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios
10:13
Introducción:
A. Todos somos tentados de muchas maneras cada día. Si vamos a perseverar
hasta alcanzar la corona de vida que cristo nos promete, tendremos que
aprender como vencer las tentaciones.
B. Pero a pesar de las tentaciones, podemos ser “mas que vencedores”
(Rom.8:37).
C. No tenemos que pecar. Por medio de la palabra de Dios podemos aprender
a vencer las tentaciones. El poder de Dios nos ayudara.(Filp.4:13) “Todo lo
puedo en cristo que me fortalece”
Tentaciones: Pruebas.
E. Diagrama:
DESEOS -->Atrae-->Seduce-->Pecamos-->Morimos
Satanás aprovecha
DESEOS— Atrae->Seduce->Pecamos->morimos
Conclusión:
A. El problema de las tentaciones es grave, y las consecuencias serán mas
graves, si no aprendemos a vencer las tentaciones.
B. No podemos evitar que un pajarito o mal pensamiento pase por nuestras
mentes, pero lo que si podemos evitar que este pajarito haga nido y ponga
huevitos.
C. Podemos vencer las tentaciones por el poder de Dios.
1. (Fil.4:13)
2. (Sant.4:7).
Los tres tipos de tentación por los cuales el ser humano está expuesto son:
Cuerpo, Alma, Espíritu. Nuestro Señor sufrió estas mismas tres tentaciones
cuando el Espíritu Santo lo llevó al desierto.
Los tres tipos de tentación. La Biblia nos dice en Hebreos 4: 15: “Nuestro Sumo
Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una
de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó”. Nueva
Traducción Viviente (NTV)
Al diablo se le resiste con la Palabra de Dios, a la tentación hay que huirle. Ese
fue el caso de José y la esposa de Potifar, ella lo sedujo y el salió huyendo
(Génesis 39).
Cada día que venga la tentación debemos de identificar en cual área estamos
siendo tentados, en el cuerpo, en el alma o en el espíritu.
Dios nos ama tanto que siempre nos da una salida a la tentación: “No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios
10:13
Formas de la tentación
Jesús y sus discípulos muchas veces se enfrentaron cara a cara con este tipo
de tentación y pruebas de pensamiento enfermizo:
Mateo 16:1
“Llegaron los fariseos y los saduceos para tentarlo, y le pidieron que les
mostrara una señal del cielo.”
Mateo 19:3
“Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole: —¿Está
permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”
Mateo 22:18
“Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis,
hipócritas?”
Mateo 22:35
“Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo:”
Marcos 8:11
“Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal
del cielo para tentarlo.”
Marcos 10:2
“Se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarlo, si era lícito al marido
repudiar a su mujer.”
Marcos 12:13-15
“Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que lo
sorprendieran en alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron: —Maestro,
sabemos que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras
la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios.
¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? Pero él,
percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis? Traedme un
denario para que lo vea.”
Lucas 11:15-16
“Pero algunos de ellos decían: —Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa
fuera los demonios. Otros, para tentarlo, le pedían señal del cielo.”
Juan 8:3-6
“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en
adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron: —Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en el acto mismo de adulterio, y en la Ley nos mandó Moisés
apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Esto decían probándolo, para
tener de qué acusarlo.”
Hechos 20:19
“Sirviendo al Señor con toda humildad, con muchas lágrimas y pruebas que me
han venido por las asechanzas de los judíos.”
1 Pedro 4:12-13
“Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido,
como si alguna cosa extraña os aconteciera. Al contrario, gozaos por cuanto
sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la
revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.”
Los deseos carnales son otra vía por medio de la cual alguien puede ser
tentado:
Santiago 1:13-15
“Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque
Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es
tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte.”
1 Timoteo 6:9
“Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y
perdición.”
En esta categoría la fuente de la tentación son los propios deseos del hombre;
es decir, viejos deseos del hombre que lo han seguido a través del tiempo,
tales como el deseo de ser rico. Observe lo determinante de los pasajes
anteriores: ellos no dicen que cuando usted es atraído por sus propias
pasiones y es seducido, tal vez caiga en tentación. ¡No! Lo que ellos dicen es
que tú definitivamente serás tentado. De igual manera, ellos no dicen que si tú
deseas ser rico, quizás caerás en una trampa. ¡No! ¡Lo que ellos dicen es que
con toda seguridad caerás en una trampa, la misma trampa que lleva a los
hombres a la destrucción y la perdición! Como Pablo también nos dice:
Gálatas 5:17
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la
carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais.”
Romanos 8:7
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se
sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden.”
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre
siembre, eso también segará, porque el que siembra para su carne, de la carne
segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna.”
Romanos 13:11-14
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño,
porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando
creímos. La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las
obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día,
honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no
en contiendas y envidia. Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no
satisfagáis los deseos de la carne.”
Efesios 4:20-24
“Pero vosotros no habéis aprendido así sobre Cristo, si en verdad lo habéis
oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad
de la verdad.”
2 Corintios 10:4-5
“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas, 5 derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo.”
Y Proverbios 4:23
“Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.”
Gálatas 1:8
“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente
del que os hemos anunciado, sea anatema.”
Incluso si un ángel del cielo –y obviamente ese sería un ángel caído, un ángel
de la oscuridad, como exactamente lo es Satanás— baja y comienza a predicar
un evangelio diferente al que Pablo, por revelación de Jesucristo, recibió y les
predicó, este sería un ángel maldito. Obtener información del terrero espiritual
no es suficiente. Esta información también tiene que proceder de la fuente
correcta del terreno espiritual. De lo contrario, es una tentación y un ataque del
demonio. Y para conocer la procedencia de la información, usted tiene que
evaluarla según la única medida válida: la medida de la Palabra de Dios.
3.- El Espíritu.- Finalmente el sucio diablo intenta que Jesús abuse de la fe,
intenta convertir su propia entrega y amor a Dios en motivo de abuso, que lo
único que hace es apartar de Dios; Jesús sale bien librado y no se deja
enredar, pero cuántas personas se encuentran hoy enredadas de un profundo
abuso de su fe, “tirándose al vacío” irresponsablemente asegurando que Dios
los va a salvar; Jesús respondió que eso era tentar a Dios.
No podemos olvidar que aunque el enemigo tiene pocas trampas, sabe
presentarlas muy bien y en el momento más oportuno, ese momento es muy
similar al de Jesús en el desierto, normalmente es cuando nos encontramos:
¿Cuáles son las 6 tentaciones más comunes que de forma distinta atraen
a hombres y mujeres?
¿Cuáles son las 6 tentaciones más comunes que de forma distinta atraen a
hombres y mujeres?
Las señoritas Lujuria, Ira, Avaricia, Envidia, Pereza, Vanidad y Gula
Un estudio muestra que la pereza, la mentira o las drogas y el alcohol tientan
por igual a hombres y mujeres. Pero hay otras 5 tentaciones que afectan más a
las mujeres, y sólo una que afecta más a los hombres.
Hay 5 aspectos que tientan más a las mujeres (o al menos, que las mujeres
declaran más en las encuestas).
-Gastar más dinero del que se tiene o se puede permitir: Hombres 32%;
mujeres 39%. Diferencia: 7 puntos.
Y hay sólo un aspecto en el que los hombres son más tentados que las
mujeres: la pornografía
Así, la mayor diferencia entre las tentaciones que asaltan a unos y otras es el
consumo de porno (mucho más frecuente en hombres que en mujeres),
seguido por el "preocuparse demasiado" (que en lenguaje religioso podría
llamarse "perder la paz"), que afecta mucho más a las mujeres. Las otras
diferencias oscilan entre los 6 y 8 puntos, y el margen de error del estudio es
de 4 puntos.
Otras 7 tentaciones que estudia el sondeo dan porcentajes casi idénticos para
hombres y mujeres (indicamos primero el masculino y después el femenino)
-Expresar ira y perder los modales con alguien por escrito en internet: 10-12%
-Abusar del alcohol o de drogas: 12-11%
Hay que especificar que los encuestados comentan las tentaciones que han
tenido, no si han caído en esas prácticas.
Por así decirlo, para cubrir todo el mercado, el demonio necesita diversificar,
porque mucha gente es inmune a muchas tentaciones.
Grabar artículo
Imprimir artículo
Escribir comentario
Enviar a un amigo
Hermanos y amigos que el Dios verdadero (Padre, Hijo y Espíritu Santo) les
bendiga a todos en este año nuevo, Mateo 28:19; en esta oportunidad
expondremos el tema: ¿Qué es una tentación, cuántas clases hay y cómo
vencerlas?, esperando les sea de edificación, enseñanza e información.
Bien, comenzamos diciendo que una tentación es el deseo que tenemos por
las cosas prohibidas por la sociedad o por la ley de Dios, también podríamos
decir que son las cosas que nos ofertan que nos atraen, pero sabemos que nos
pueden hacer daño si las tomamos. Santiago 1:12.
Ahora bien, hay muchas clases de tentaciones, como puede ser el dinero mal
habido, el sexo fuera del matrimonio o con personas que ya tienen su cónyuge,
el deseo de vengarnos u ofender a quienes creemos merecerlo, etc.
Por otro lado, las tentaciones pueden también ser deseos perversos contrarios
a lo que Dios establece en su palabra que se produce en nosotros los seres
humanos a través de la codicia del cuerpo carnal, según Santiago 1:12 al 14.
Mis queridos lectores, no debemos tentar a Dios, cuando sabiendo que somos
débiles, nos metemos en ambientes donde podemos caer en las tentaciones.
Usted es débil con la bebida, aléjese de los lugares donde se está tomando y
cuando le venga el deseo ore a Dios de rodillas y verá los resultados positivos
y esto aplíquelo también en lo sexual y cualquier área que le impida obedecer a
Dios. Debemos correr del ambiente negativo, como son los programas y
revistas pornográficas, el coro de amigos cuándo están en parranda, las
amiguitas sociales que nos quieran seducir, etc., abandónelos y sustitúyalos
por la lectura bíblica, oiga las emisoras cristianas, congrégese en una iglesia
con los hermanos en Cristo y envuélvase en una nueva vida agradable a Dios y
disminuirán las tentaciones en su vida. Génesis 39:7 al 12.
Así que, usted no tendrá tentanción las 24 horas y si en los momentos que las
tenga, aplica lo que Dios le manda, vivirá una vida satisfactoria, obteniendo los
beneficios espirituales que Dios le dará y por si fuera poco, una vida de
santidad y de mantenerse así, la entrada al Reino de los Cielos, pueda que al
principio le sea difícil adaptarse al cambio, pero en poco tiempo se dará cuenta
que sí se puede con Cristo al frente. De morir cayendo en tentaciones hay
condenación eterna en un lugar de tormento llamado el Infierno por cuando nos
dejamos arrastrar del reino de las tinieblas y su príncipe. Es mejor que nos
ocupemos en vencer las tentaciones por nuestro bienestar material y espiritual
eterno, pero recuerde hay cosas que nos toca hacerlas a usted y a mí votar los
cigarrillos, la botella de alcohol, las revistas pornográficas. Nosotros somos lo
que debemos deshacernos de todo eso y cuando vengan los deseos, ahí es
que debemos orar a Dios para lograr el éxito o alejarnos de las tentaciones. La
gloria es de Dios y alábalo si puede… Mateo 26:41; 1ra. 6:9 y 10, Juan 3:36.
Podríamos definir la tentación como aquella atracción hacia algo que, si somos
sinceros, realmente “queremos hacer”. Lo más difícil de la tentación es que,
tiende a contar con nuestra complicidad, y es allí donde radica su extraña
fuerza porque pareciera que la tentación trae integrada una convincente
colección de excusas aparentemente irrefutables.
Tentaciones
Tentaciones
Para que podamos considerar algo como una tentación, debe ser algo que nos
atrae fuertemente y que nuestro cuerpo parece desearlo irresistiblemente. De
esto podemos concluir que, lo que es una tentación para mí, no lo es,
necesariamente, para otro cristiano. Por ejemplo, una botella de licor podría
constituirse en el objetivo de una tentación de un cristiano que antes de
conocer a Jesucristo haya tenido problemas con el consumo excesivo de
licores, tanto así que, podría hacerle sudar de deseo y provocarle temblor y por
su mente fluirían atropelladamente las más variadas excusas para impulsarle a
ingerir ese líquido: “no me voy a emborrachar, porque según la Biblia, los
borrachos son los que no entrarán en el Reino de los Cielos”, “Un poco sólo
sirve de alimento ó para matar algunos parásitos porque el alcohol es
medicinal”, Etc. Pero esa misma botella de alcohol que tortura a un ex-bebedor,
no le provoca la más mínima emoción ni atracción a alquien que no tuvo ese
problema con el alcohol, sin embargo, a este último puede que las tentaciones
le lleguen de una forma más violenta que al bebedor y en cuestiones que,
aparentemente sean más comprensibles que la simple atracción a una bebida.
Cada uno considerará más peligrosas sus propias tentaciones porque apelan a
sus debilidades.
Para saber cuál debe ser nuestro proceder ante una tentación, primero
debemos reconocer que se trata de una tentación y no de un deseo nuestro.
Por decirlo de otra forma: Resulta fácil sentirse estúpido peleando contra uno
mismo y eso es lo que creen haber entendido aquellos que promueven “la
libertad” de acción sin esa molesta “coacción” que los fanáticos de la Biblia
pretenden ejercer sobre ellos. En realidad, todos quisiéramos darnos “nuestros
gustos” de vez en cuando o muy frecuentemente.
Resumiendo, para no complicar las cosas, cada uno tiene sus propios
principios, pero no deja de estar claro que hay cosas que no convienen y cosas
que esclavizan, a todas ellas, lo que nos empuja se llama TENTACIÓN. Todas
aquellas cosas que convienen porque nos benefician y benefician a los demás,
son las que otro tipo de tentación pretenden evitar que hagamos. Pero si no
queremos que el asunto sea muy difícil de comprender, veamos que la
tentación, muchas veces nos impulsa a hacer aquellas cosas prohibidas por la
ley de los hombres y con eso tenemos un gran trecho recorrido, porque la
norma no se queda únicamente en lo prohibido por los hombres en sus leyes
sino, principalmente, en lo que Dios ha dejado establecido en su palabra
escrita, la Biblia.
No hay excusa ante una tentación, sólo nuestra obligación de decidir si caemos
en ella o no. En realidad queremos caer, esa es nuestra elección natural, sin
embargo, nuestro espíritu clama a Dios por ser rescatado y si pedimos el
auxilio de Dios con nuestra boca, es infalible la intervención divina porque hay
promesa de por medio: No seremos tentados más de lo que podamos soportar.
También, el cristiano, que es aquel que ha decidido seguir a Cristo, debe tener
presente que en Jesucristo, somos más que vencedores, pues la victoria está
con él.
Analizando las tentaciones a las que fue sometido Jesús, debemos notar que,
antes de reaccionar a cada una de ellas, él se apoyó en lo escrito, diciendo:
“Escrito está” como introducción a sus respuestas.
Porque se nos dice de Jesús que siendo como Dios no se aferró a ello sino que
tomó forma humana para sufrir como nosotros y así mostrarnos que, siendo
como somos, podemos permitir que el poder de Dios fluya en nosotros para
vencer en las pruebas. A Jesús no se le podía ofrecer el llegar a ser como
Dios, pero esa es, precisamente, la tentación más efectiva en el mundo, “la
oferta de ser o llegar a ser como Dios“, porque, según relata la escritura, el
mismo demonio pretendió tal cosa y “ha de saber” lo atractivo que eso resulta y
ha encontrado creativas formas de disfrazar esa tentación, la tentación más
común en la que han caído aquellos que, si analizan la doctrina de “su religión”,
les ofrece igualarles a Dios, ya sea en la figura del Padre o en la figura del Hijo.