5 Dion Casio - Historia Romana LXI-LXX
5 Dion Casio - Historia Romana LXI-LXX
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Historia Romana
Toda vez que de los libros anteriores (I al LX) existe ya una traduc
ción al español, que es accesible tanto en formato de papel (Edición
de la Editorial Gredos ISBN 9788424927271) como en formato elec
trónico en diversas bibliotecas digitales, hemos decidido afrontar la
traducción de aquellos libros para los que no existe un texto accesi
ble, que conozcamos, en español. La edición española de Gredos,
por cierto, está basada también en la edición bilingüe greco-inglesa
arriba reseñada.
El traductor,
Antonio Diego Duarte Sánchez-2014
Murcia (España)
ÍNDICE
Prólogo
Biografía
Obra
Dion cuenta (lxxii.23) que, tras una breve obra sobre los sueños y
portentos que presagiaron la ascensión al trono imperial de Septi
mio Severo, emprendió la redacción primero de una historia de las
guerras desencadenadas tras la muerte de Cómodo y después la de
la Historia romana (Ρωμαϊκή Ιστορία), obra para cuya composición
empleó diez años en recoger material sobre acontecimientos ante
riores a la muerte de Severo (211) y otros doce en redactarla.
Bibliografía
Dion Casio. Historia Romana. Obra completa. Madrid: Editorial Gre
dos. ISBN 9788424927271.
Libros I–XXXV (Fragmentos). 2004. ISBN 9788424927288.
Libros XXXVI–XLV. 2004. ISBN 9788424927295.
Libros XLVI-XLIX. 2011. ISBN 9788424919535.
Libros L-LX. 2011. ISBN 9788424920968.
ome.html
http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Cassius_Dio/H
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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Del Libro LX
4a Mitrídates, rey de los íberos [de la Iberia situada en el este y sudeste de la actual
República de Georgia, en el Cáucaso.-N. del T.], habiendo sido derrotado en una
guerra contra un ejército romano y desesperando de su vida, rogó
que se le concediera una audiencia para que no se le ejecutara
sumariamente o se le llevara en la procesión triunfal. Cuando se le
concedió su petición, Claudio le recibió en Roma, sentado sobre una
tribuna, y le dirigió palabras amenazantes.
11 Una
vez que Claudio se recuperó, Nerón dirigió la carrera de
caballos en modo magnífico y se casó por entonces con Octavia -lo
que fue otra circunstancia que llevó a que se le considerase llegado
a la edad adulta-.
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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112 Había un tal Marco Salvio Otón que había llegado a ser tan
íntimo de Nerón, por la similitud de su carácter y su complicidad en
el crimen, que ni siquiera fue castigado por decirle un día: "¡Tan
cierto como que puedes esperar verme un día César!" Y lo que
obtuvo de ello fue la respuesta "Ni siquiera te veré cónsul" Y fue a él
a quien el emperador entregó a Sabina, mujer de familia patricia,
tras separarla de su marido,1 y ambos disfrutaron juntos de ella. 3
Agripina, por lo tanto, temiendo que Nerón pudiera desposar a la
mujer (pues ahora estaba empezando a sentir una loca pasión por
ella), se arriesgó a la más impía de las acciones, como si no fuera lo
bastante evidente para ella que había empleado sus halagos, besos y
miradas impúdicas para enamorar a Claudio con sus artificios, trató
de esclavizar al mismo Nerón de una forma similar. 4Que esto
sucediera realmente entonces o que fuese una invención que
cuadraba a su carácter, no lo puedo asegurar; pero afirmo como un
hecho aceptado por todos que Nerón tenía una meretriz que se
parecía a Agripina , a la que era particularmente aficionado a causa
de ese mismo parecido; y cuando jugaba con la propia muchacha, o
mostraba sus encantos a los demás, decía que había tenido
comercio carnal con su madre.
13 Cuando llegaron a Bauli [la actual Bacoli, cerca de Nápoles.-N. del T.], él ofreció
durante varios días los más costosos festines en los que trataba a su
madre con toda clase de muestras de afecto. Si ella estaba ausente,
él fingía sentirse apenado, y si ella se encontraba presente él le
prodigaba sus caricias. Insistía en preguntarle qué deseaba y le
otorgó muchas cosas, aun sin ella pedirlas. 2 Habiendo llegado las
cosas a este punto, él la abrazó al final de la cena, sobre la
medianoche, y apretándola contra su pecho besó sus ojos y manos,
exclamando: "Que tengas fortaleza y buena salud,2 madre. Por ti
vivo y por ti gobierno". La dejó luego a cargo de Aniceto, un liberto,
aparentemente para llevarla a su casa en el barco que él había
dispuesto. Pero el mar no soportaría la tragedia que se había de
representar sobre él, ni aceptaría la falsa acusación de haber
cometido el acto abominable; y así, aunque el buque se partió y
Agripina cayó al agua, ella no pereció. A pesar de la oscuridad, estar
saturada por las fuertes bebidas y que los marineros empleasen sus
remos con tanta fuerza que mataron a Acerronia Polia, su
compañera de viaje, no obstante logró llegar a salvo a la costa. 4
Cuando ella llegó a su casa, aparentó no darse cuenta de que
aquello era una conjura y lo mantuvo en secreto, pero rápidamente
envió noticia a su hijo de lo sucedido, calificándolo como un
accidente, transmitiéndole la buena noticia (como suponía que
sería) de que estaba a salvo. Al oír esto, Nerón no se contuvo sino
que castigo al mensajero como si hubiera venido a asesinarlo a él,
enviando de inmediato a Aniceto y a los marineros contra su madre, 5
pues no confiaría a los pretorianos el darle muerte. Ella, al verlos,
supo a lo que habían venido y, saltando del lecho, rasgó su vestido,
exponiendo su abdomen y gritó: "¡Golpea aquí, Aniceto, golpea
aquí, pues este llevó a Nerón!".
2.2 Del mismo modo, en muchos sitios se pudo leer esta inscripción:
"Orestes, Nerón, Alcmeón, todos matricidas". E incluso de pudo
escuchar en boca de mucha gente: "Nerón mató a su madre"; 3 pues
muchos informaron de que ciertas personas habían hablado así, no
tanto para destruirlas como para servir de reproche a Nerón. Por eso
él no admitiría ninguna acusación sobre esto, tanto por que no
deseabaque el rumor lograra así mayor crédito, como porque por
aquel tiempo sintiera desprecio por cuanto dijera el pueblo. 4 No
obstante, en medio de los sacrificios que se ofrecieron en honor de
Agripina, dando cumplimiento a un decreto, el Sol sufrió un eclipse
total y se pudo ver las estrellas. Además, los elefantes que tiraban
del carro de Augusto, cuando entraron en el Circo y llegaban a la
altura de los asientos de los senadores, se detuvieron en aquel lugar
y rehusaron seguir más allá. 5 Y se produjo otro incidente en el que
cualquiera habría reconocido la mano de los dioses; me refiero al
rayo que cayó sobre la cena de Nerón y la quemó completamente,
como si la hubiera aferrado una arpía.
4 "Pero, para decir la verdad, somos nosotros los que nos hemos
hecho responsables de todos estos males al haberles permitido
poner el pie en la isla en vez de haberlos expulsado de inmediato
como hicimos con su famoso Julio César; sí, y entonces no hicimos
trato alguno con ellos mientras aún estaban lejos, sino como hicimos
con Augusto y con Cayo Calígula, cuando incluso convertimos en
algo formidable el intento de navegar hasta aquí.2 Como
consecuencia, aunque habitamos una isla tan grande que aunque
esté rodeada por el mar casi se podría llamar un continente, y
aunque poseemos un auténtico mundo para nosotros y estamos tan
separados por el océano de todo el resto de la Humanidad que
pudiéramos creernos habitando en una tierra distinta o bajo un cielo
diferente, y que algunos del exterior, hasta los más sabios de ellos,
no lleguen a saber con seguridad qué nombre nos damos, no
obstante todo ello, nos hemos visto despreciados y pisoteados bajo
los pies de hombres a los que nada les preocupa excepto lograr
ganancias. 3Sin embargo, hasta en esta última jornada, aunque no lo
hayamos hecho antes, compatriotas, amigos y parientes -pues os
considero a todos como parientes, ya que habitáis una sola isla y
sois llamados por un mismo nombre-, cumplamos, digo, con nuestro
deber mientras aún recordamos qué es la libertad, para que
podamos dejar a nuestros hijos no solo su nombre, sino también su
realidad. Porque, si nos olvidamos por completo del feliz estado en
que nacimos y crecimos, qué harán ellos, criados en cautiverio?
171 Este estado de cosas no duró un solo día, sino varios días y
noches por igual. Muchas casas quedaron destruidas por falta de
quien ayudara a salvarlas, y muchas otras fueron incendiadas por los
mismos hombres que llegaron para prestar ayuda; pues los
soldados, incluyendo a los vigilantes nocturnos, poniendo su mirada
en el pillaje, en vez de apagar los fuegos iniciaban otros nuevos.2
Mientras tales escenas ocurrían en diversos lugares, un viento
atrapó las llamas y las llevó indiscriminadamente contra todos los
edificios restante. Consiguientemente, nadie se preocupó más por
bienes o casas, sino que los supervivientes, quedándose donde
pensaban que estaban a salvo, contemplaron lo que parecía ser un
cierto número de islas de fuego dispersas, o muchas ciudades
quemándose todas al mismo tiempo. 3No hubo ya más duelo por las
pérdidas personales, sino que lamentaban la calamidad pública,
recordando cómo ya una vez la mayor parte de la Ciudad había
quedado arrasada de aquel modo por los galos.
28 1 Los extremos de lujo con los que llegó a satisfacerse esta Sabina
los expondré en los términos más breves. Hizo que se colocaran
calzas doradas en las mulas de su tiro; también hizo que fueran
ordeñadas diariamente quinientas burras recién paridas para que
ella se pudiera bañar en su leche.
3
Así pues, tal fue la ocasión; por supuesto, disfrutaron de un
suntuoso banquete. Tras todo ello, Nerón cantó a la lira, condujo
también un carro revestido del uniforme de los Verdes y llevando un
casco de auriga. 4 Esto hizo que Tirídates se enfadara con él y que
empezara a alabar a Corbulón, en quien hallaba solo la siguiente
falta: que soportara el servir a un amo como aquel. En verdad, no
trató de ocultar aquel sentimiento al mismo Nerón, pues le dijo un
día: "¡Oh Amo, tienes un excelente esclavo en Corbulón!". 5 Mas este
comentario no fue entendido. En los restantes asuntos, halagaba al
emperador y se congraciaba con toda habilidad, con el resultado de
que recibió toda clase de regalos, que se dice alcanzaron un valor de
doscientos millones de sestercios [dos millones de sestercios en la traducción italiana;
cincuenta millones de dracmas en la traducción francesa y el original griego.-N. del T.],
obteniendo permiso para reconstruir Artaxata. 6 Y aún más, se
llevó con él de Roma a muchos artesanos, proporcionándole Nerón
algunos y convenciendo a otros mediante ofertas de grandes
salarios. Corbulón, sin embargo, no dejó que todos ellos cruzaran a
Armenia, sino solo aquellos que le habían sido entregados por
Nerón. Esto provocó en Tirídates tanto que le admirase a él como
que despreciara al emperador más que nunca.
1
contempló un día una exhibición de pancracio en la que
a Tirídates,
uno de los contendientes, tras caer al suelo, estaba siendo atacado
por su oponente. Cuando el rey vio esto exclamó: "El combate no es
justo. No es justo que se ataque a un hombre que ha caído". 2
Tirídates reconstruyó Artaxata y la llamó Neronia. Vologeso, sin
embargo, aunque convocado varias veces, rehusaba presentarse
ante Nerón y, finalmente, cuando llegó la última de las invitación, se
sintió molestó con él y le envió una carta con la siguiente
contestación: "Te es mucho más fácil a tí que a mí el atravesar tan
gran superficie de agua. Así pues, si vienes a Asia, podremos
disponer dónde nos podremos encontrar el uno con el otro". Tal fue
el mensaje que finalmente escribió el parto.
hermano Macareo, desconocedores ambos de que el incesto estaba prohibido.-N. del T.].
3
Ninguno de ellos se comportaba, en modo alguno, de una forma
digna de un romano. En vez de eso, debido al mucho dinero que les
repartía, ofrecían oraciones para que él pudiera ofrecer muchas de
tales interpretaciones, de manera que ellos pudieran recibir aún
más.
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22 1.1 Así era la vida llevada por Nerón y así fue el modo en que
gobernó. Relataré a continuación cómo fue depuesto y expulsado de
su trono.
2 Este Víndex reunió a los galos, que habían sufrido mucho, y aún lo
hacían, las numerosas aportaciones forzosas de dinero a manos de
Nerón. Subiendo a una tribuna hizo un largo y detallado discurso
contra Nerón, diciéndoles que debían rebelarse contra el emperador
y unirse al orador para atacarle, 3 "porque, -como dijo- había
saqueado a todo el mundo romano, porque había destruido a la flor
de Senado, porque había cometido estupro con su madre y la había
asesinado, y porque ya no mantenía siquiera la apariencia del
imperio. 4 Muchos asesinatos, robos y ultrajes, cierto es, han sido
perpetrados a menudo por otros; pero en cuanto a los otros actos
cometidos por Nerón, ¿cómo podrían hallarse palabras para
describirlos? Yo los he contemplado, amigos y aliados míos,
creedme; yo he visto a ese hombre (si es un hombre el que se ha
casado con Esporo y ha sido entregado en matrimonio a Pitágoras),
dentro del teatro, o sea, en la orquesta, a veces sosteniendo la lira y
vestido con la túnica suelta y borceguíes, y a veces coturnos [calzado con
suela de madera o corcho, que llegaba hasta la pantorrilla y era empleado por los actores en la
4.1Víndex, al ver esto, quedó tan abrumado por el dolor que se dio
muerte a sí mismo.
4.a Como la rebelión continuase, Víndex se dio muerte a sí mismo,
pues sentía gran dolor debido al peligro de sus soldados y fue
humillado por el Destino al no haber sido capaz de alcanzar su
objetivo en una empresa de tanta magnitud como era el
derrocamiento de Nerón y la liberación de los romanos. Esta es la
verdad del asunto; sin embargo, tras ello muchos infligieron heridas
a su cuerpo, dando así la falsa impresión de que ellos mismos lo
habían matado.
Libro LXIV
Año 821 desde la fundación de la ciudad -68 d.C.-. Cónsules: Tiberio Catio Asconio
Silio Itálico y Publio Galerio Tracalo, hasta abril. Nerón Claudio César Augusto
Germánico, por quinta vez entre abril y junio, sin colega. Cayo Bélico Natalis y
Publio Cornelio Escipión Asiático.
Año 822 desde la fundación de la ciudad - 69 d.C.-. Cónsules: Servio Sulpicio Galba,
por segunda vez, y Tito Vinio.
4.a Así mismo, a los esclavos que habían sido culpables de cualquier
acto o palabra contra sus amos, los entregó a estos para que los
castigaran.
4 Por estos actos recibió elogios; por otra parte, al portar una larga
espada al costado durante todo el camino, viejo y débil de los
nervios como estaba, provocó muchas burlas.
5.2 Galba había vivido setenta y dos años y veintitrés días, de los
cuales gobernó nueve meses y trece días. Pisón pereció tras él,
pagando así la culpa por haber sido nombrado César.
9 Por lo que más le odiaban, sobre todo, era porque había puesto a
la vista que la magistratura imperial estaba a la venta y había dejado
la Ciudad a merced de la audacia de gentes sin escrúpulos; también,
porque tenía al Senado y al pueblo en poca estima, 2 y había
convencido a los soldados de que podían matar y nombrar al César.
Aún más, había llevado a los soldados a un estado tal de osadía e
indisciplina, mediante sus regalos y sus atenciones excesivas, que en
una ocasión se abrieron paso en palacio, todos portando sus armas
como estaban, mientras cierto número de senadores se
encontraban allí, cenando con Otón; finalmente, se precipitaron en
la misma sala del banquete, matando primero a los que trataron de
estorbar su avance. 3 Incluso habrían dado muerte a todos los de la
habitación, si los invitados no hubieran saltado y se hubiesen
ocultado a la sazón. Incluso por estas conductas recibían dinero los
soldados, como si su acto se debiera a su devoción por Otón. Por
aquel tiempo, además, fue capturado un hombre que pretendía ser
Nerón; su nombre era desconocido para Dión [recordemos que estamos
leyendo un resumen de la obra original de Dión Casio.-N. del T.]. Finalmente, fue
castigado.
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Libro LXV
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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Libro LXVI
Año 823 desde la fundación de la ciudad - 70 d.C.-. Cónsules: Tito
Flavio Sabino Vespasiano, por segunda vez, y Tito Flavio Sabino
César Vespasiano.
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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Libro LXVI
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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5 Tras esto, partió hacia la Galia y saqueó algunas de las tribus, más
allá del Rin, que disfrutaban de derechos por tratados -una
actuación que le llenó de orgullo como si hubiese logrado un gran
triunfo-; y elevó la paga de los soldados, quizás con motivo de esta
victoria, ordenando que se entregaran a cada hombre cuatrocientos
sestercios en lugar de los trescientos que habían estado recibiendo
[cien dracmas en lugar de setenta, en la traducción francesa y en el griego original.-N. del T.]. Más tarde lo
pensó mejor y, en vez de disminuir la cuantía de su paga, redujo el
número de soldados. Ambos cambios produjeron gran daño al
estado, pues hizo que el número de sus defensores fuera demasiado
pequeño y, al propio tiempo, demasiado caros de mantener.
4 A continuación efectuó una campaña en Germania, regresando
sin haber divisado siquiera al enemigo en parte alguna. Mas ¿por
qué debiera seguir y mencionar los honores que se le concedieron
en esta ocasión por tal hazaña, o vez tras vez a los otros
emperadores que no fueron mejores que él?2 Pues se concedieron
exclusivamente para que tales gobernantes no sospecharan, como
habrían hecho de haber sido pocos e insignificantes, que el pueblo
no los consideraban en poco, con su consiguiente enfado. Y aún
poseía Domiciano esta cualidad, peor que todas las demás, la de
querer ser adulado, y le disgustaban igualmente ambas clases de
hombres: los que lo adulaban y los que no; a los primeros porque lo
hacían y a los segundos porque le parecía que lo despreciaban. No
obstante, él fingía complacerse con los honores que le votaba el
Senado. Sin embargo, estuvo a punto de condenar a muerte a Urso
porque no se mostró complacido con los actos de su reinado; más
tarde, a petición de Julia, le nombró cónsul.
3 Sin embargo, envaneciéndose por su propia necedad, fue elegido
cónsul durante diez años consecutivos y censor perpetuo, siendo el
primer y único hombre, tanto ciudadano particular como
emperador, al que se le concedió este último honor; recibió también
el privilegio de emplear veinticuatro lictores y de vestir las vestiduras
triunfales siempre que entrase en la Curia. 4 Cambió el nombre del
mes de octubre por domiciano, pues había nacido en aquel mes.
Creó dos facciones más entre los aurigas, denominando a una
"dorada" y a la otra "púrpura". Acostumbraba a hacer muchos
regalos a los espectadores mediante pequeñas bolas; y en una
ocasión les ofreció un banquete mientras seguían en sus asientos,
proporcionándoles por la noche vino que fluía desde distintos
lugares. 5 Todo esto, naturalmente, proporcionaba places al
populacho, pero se convertía en la ruina de los poderoso; pues,
como él no tenía fondos con los que cumplir con estos gastos,
asesinó a mucho hombres, arrastrando algunos ante el Senado, pero
presentado acusaciones contra otros cuando ni siquiera estaban
presentes en Roma. Llegó incluso tan lejos como para quitar de
medio a algunos mediante la administración insidiosa de veneno.
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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distancia de ciento setenta pies unos de otros [51 metros.-N. del T.], están
unidos por arcos. ¿Cómo, entonces, podría nadie dejar de
asombrarse por el gasto hecho en ellos? ¿o por la forma en la que
cada uno de ellos fue colocado en un río tan profundo, en aguas tan
llenas de socavones y con un fondo tan limoso? Pues era imposible,
desde luego, desviar el cauce por ninguna otra parte. 3 He hablado
de la anchura del río; pero la corriente no mantenía siempre una
anchura uniforme, sino que a veces cubría hasta dos y tres veces más
terreno; pero el punto más estrecho, y el único en aquella región
apropiado para la construcción de un puente, tenía al anchura
mencionada. 4 Sin embargo, el mismo hecho de que el río, en su
descenso, se contrae aquí desde una corriente ancha a un canal de
tal estrechez, tras lo cual vuelve luego a expandirse en un cauce
mayor, lo hace aún más violento y profundo, y esta característica se
debe tener en cuenta al estimar la dificultad para la construcción del
puente. 5 Este trabajo es, pues, una nueva prueba de la grandeza del
ánimo de Trajano, aunque el puente ya no nos es de utilidad, pues
solo quedan en pie los pilares, sin medio de cruzarlo, como si
hubieran sido erigidos con el único propósito de demostrar que nada
hay que el ingenio humano no pueda alcanzar. 6 Trajano construyó el
puerto porque temía que alguna vez, cuando es Danubio estuviera
congelado, la guerra pudiera ser llevada contra los romanos desde el
otro lado, y deseaba facilitar a sus tropas el acceso al otro lado por su
medio. Adriano, por el contrario, temía que facilitara también el
paso a los bárbaros, una vez hubieran sobrepasado a los que
guardaban el puente, hacia Mesia, de forma que eliminó la
superestructura [este capítulo, y la arqueología fluvial así lo ha ido confirmando, nos describe un puente
con pilares de piedra que soportaba una superestructura de madera sobre la que podían circular vehículos y personas y
bajo la que podían navegar embarcaciones fluviales comerciales y militares.-N. del T.].
rey de los heniocos y los maquelones. En Elegeia [la actualIlijeh.-N. del T.],
en Armenia, recibió a Partamasiris, 3 sentado sobre una tribuna en el
campamento. El príncipe le saludó, se quitó la diadema de la cabeza
y la puso a sus pies; luego permaneció allí, en silencio, esperando
recibirla de vuelta. En ese momento, los soldados lanzaron un
fuerte grito y proclamaron imperator a Trajano, como si se tratase
de alguna victoria. 4 (la denominaron una victoria incruenta y sin
lucha, al ver al rey, un descendiente de Arsaces, un hijo de Pacoro y
sobrino de Osroes, en pie delante de Trajano y sin diadema, como
un cautivo). El grito aterrorizó al príncipe, que pensó que aquello se
había hecho para despreciarle y destruirle; 5 y se dio la vuelta como
si fuese a huir, pero al verse rodeado por todas partes le pidió la
gracia de no verse forzado a hablar delante de la multitud. A
continuación se le introdujo en la tienda de Trajano, donde no
obtuvo ninguna de las cosas que deseaba.
201 Por tanto, se precipitó fuera de la tienda y de allí hasta fuera
del campamento; mas Trajano envió a buscarle y, ascendiendo
nuevamente al tribunal, le ordenó que dijera delante de todos qué
era lo que deseaba. Y esto lo hizo para impedir que alguno,
ignorante de cuanto se había dicho en la conferencia privada, dijera
algo distinto. 2 Al escuchar esta orden, Partamasiris ya no guardó
silencio más tiempo, sino que habló con gran franqueza, declarando
entre otras cosas que él no había sido derrotado o capturado, sino
que había venido voluntariamente en la creencia de que no se le
causaría ningún daño y que se le devolvería el reino, como Tirídates
lo había recibido de Nerón 3 Trajano dio unas respuestas ajustadas a
todas sus palabras, declarando en particular que no entregaría
Armenia a nadie, pues pertenecía a los romanos y habría de tener
un gobernador romano. 4 No obstante, permitiría que Partamasiris
se dirigiera a donde deseara. Y así, mandó salir al príncipe junto con
sus compañeros partos, dándoles una escolta de caballería para
asegurarse de que no se aliarían con nadie y darían comienzo a una
rebelión; ordenó, no obstante, que todos los armenios que habían
venido con el príncipe permanecieran donde estaban, en razón de
que ya eran sus súbditos.
211 Dejando guarniciones en los sitios adecuados, Trajano llegó a
Edesa, donde vió a Abgaro por vez primera. Ya que, aunque Abgaro
había enviado anteriormente legados y regalos al emperador en
numerosas ocasiones, él mismo, primero con una excusa y luego con
otra, no había hecho acto de presencia; y este mismo fue el caso de
Manno, el gobernante de la región vecina de Arabia, y de Esporaces,
el de Antemusia. 2 En esta ocasión, sin embargo, inducidos
parcialmente por los consejos de su hijo Arbandes, muchacho joven
y guapo que gozaba, por ello, del favor de Trajano, y en parte por su
temor a la presencia de este último, se fue a encontrar con él sobre
el camino, presentándole sus excusas y obteniendo el perdón, 3 pues
tuvo un poderoso intercesor en el muchacho. Luego, hízose amigo
de Trajano y le ofreció un banquete; durante la cena hizo que su hijo
interpretara varias danzas bárbaras.
221 Cuando Trajano hubo llegado a Mesopotamia, Manno le envió
un heraldo y Manisaro también despachó legados para pedir la paz,
pues Osroes estaba haciéndole la guerra, y mostrándose dispuesto a
retirarse de las zonas de Armenia y Mesopotamia que había
conquistado. Trajano replicó que no le creería hasta que viniera a él,
como había prometido hacer, y confirmara sus palabras con sus
actos. 2 Sospechaba también de Manno, más aún cuanto que este
rey había enviado una fuerza auxiliar a Mebarsapes, rey de
Adiabene, quien en aquella ocasión lo había perdido todo a menos
de los romanos. Por lo tanto, tampoco en esta ocasión esperó
Trajano que se acercaran, sino que se dirigió en su dirección, hacia
Adiabene. Fue en tales circunstancias como Singara [de ubicación todavía
desconocida, pero probablemente próxima a las montañas de Sinyar, en el noroeste del actual Iraq y próximas a la
frontera con Siria.-N. del T.] y otras plazas fueron ocupadas por Lusio sin lucha.
3 Adenistra era un puesto bien fortificado al que se había enviado a
Sentio, un centurión, como legado ante Mebarsapes. Fue hecho
prisionero allí por este último; pero después, ante la llegada de los
romanos, se puso de acuerdo con algunos de sus compañeros de
prisión y se deshizo con su ayuda de sus ataduras, dio muerte al
comandante de la guarnición y abrió la puertas a sus compatriotas.
231 El Senado votó para él todos los honores habituales en gran
abundancia, otorgándole además el título de Optimus, El Más
Excelente [la expresión solía ser OPTIMVS PRINCEPS, el mejor de los príncipes.-N. del T.]. Él siempre
marchaba a pie con las filas y columnas de su ejército, atendiendo al
orden y disposición de las tropas durante toda la campaña,
dirigiéndoles a veces en una formación y a veces en otra y vadeando
todos los ríos junto a ellos. 2 A veces, incluso, hacía que sus
exploradores dieran informes falsos para que los soldados pudieran
al tiempo realizar maniobras militares y perder el miedo, dispuestos
a cualquier peligro. Tras capturar Nisibis y Batnae, se le concedió el
nombre de Pártico; pero él se enorgullecía mucho más con el título
de Óptimo que con todos los demás, en tanto se refería más a su
carácter y costumbres que a sus hechos de armas.
241 Mientras el emperador se detenía en Antioquía, se produjo un
terrible terremoto; muchas ciudades sufrieron daños, pero
Antioquía fue la más desafortunada de todas. Como Trajano estaba
pasando allí el invierno, había muchos soldados y civiles que se
habían dirigido allí desde todas partes, fuera para tratar asuntos
legales, en embajadas, por negocios o por curiosidad; 2 no hubo
nación ni pueblo que se librase; y así, en Antioquía, todo el mundo
bajo gobierno romano sufrió el desastre. Se habían producido
muchas tormentas y vientos desacostumbrados, pero nadie habría
esperado nunca que de tales males se derivaran de ellos. 3 Llegó en
primer lugar, de repente, un gran estruendo, al que siguió un
tremendo temblor. Toda la tierra se levantó, y con ella se elevaron
los edificios por los aires; algunos fueron desplazados solo para
colapsar y romperse en pedazos, mientras otros fueron agitados de
un lado para otro, como si estuviesen en medio del mar, y volcaron,
extendiéndose los restos sobre una gran superficie, incluso en
campo abierto. 4 El crujido de las maderas que se quebraban, unido
a las tejas y piedras que se rompían, resultó completamente
aterrador; y se levantó una increíble cantidad de polvo, de forma
que resultaba imposible que nadie viese nada, ni pronunciar u oír
una palabra. En cuanto a la gente, incluso muchos de los que
estaban fuera de las casas resultaron heridos, 5 siendo arrebatados y
arrojados violentamente sobre la tierra como si cayeran desde un
acantilado; algunos fueron mutilados y otros murieron. Hasta hubo
algunos casos de árboles arrojados por los aires, incluso con sus
raíces. El número de los que quedaron atrapados en las casas y
perecieron es incalculable, pues una multitud falleció por la misma
fuerza de los escombros que caían y gran número se asfixió en los
derrumbes. 6 Los que yacían con una parte de sus cuerpos
enterrados bajo las piedras o maderas sufrían terriblemente, no
pudiendo ninguno prolongar su vida ni acelerar su muerte.
25 1 No obstante, se llegó a salvar a muchos de ellos, como era de
esperar en tan incontable multitud, pero de estos no todos
escaparon ilesos. Muchos perdieron piernas o brazos, otros
sufrieron fracturas de cráneo y aún otros vomitaban sangre; Pedón,
el cónsul, fue uno de estos, muriendo enseguida [Marco Pedón Vergiliano, cónsul
en 115.-N. del T.].2 En una palabra, no hubo clase alguna de violencia que
no soportasen entonces aquellas gentes. Y como los dioses
continuaran el temblor durante varios días y noches, las gentes se
vieron en una situación desesperada y desamparadas, algunos
aplastados o pereciendo bajo el peso de los edificios que los
aplastaban, 3 y otros muriendo de hambre, si por casualidad
resultaba que quedaban vivos en un lugar despejado donde las vigas
estaban inclinadas y dejaban así un espacio, o en una columnata
abovedada. Cuando se hubo finalmente detenido la plaga, uno que
se aventuró a avanzar sobre las ruinas vio a una mujer aún viva. No
estaba sola, sino que estaba con un niño; ella y su hijo habían
sobrevivido alimentándose con su leche. 4 La arrastraron fuera y la
revivieron, así como al bebé, y luego buscaron por los otros
montones sin ser capaces de encontrar en ellos a nadie que siguiera
con vida, excepto a un niño que estaba mamando del pecho de su
madre, que estaba muerta. Según iban extrayendo los cadáveres,
no podían ya sentir alegría alguna ni siquiera por haber ellos
escapado.
5 Tan enormes fueron las calamidades que abrumaron a Antioquía
en aquel momento. Trajano escapó a través de una ventana de la
habitación en la que se encontraba. Cierto ser, de estatura
sobrehumana, llegó hasta él y lo guió para salir, de forma que
escapó sólo con unas pocas heridas leves; y, como los temblores se
extendieran durante varios días, él vivió fuera de las puertas [de la
ciudad.-N. del T.], en el hipódromo [ el traductor inglés, contra lo que hicieran el francés y el
italiano al usar "Circo", mantiene la traducción literal del original griego "ἱπποδρόμῳ", y así lo hacemos nosotos.
Hasta el propio monte Casio se agitó tanto que sus cumbres
N. del T.]. 6
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DIÓN CASIO
HISTORIA ROMANA
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Año 117 dC
Cuando llegó
aún se conserva y que había diseñada por el mismo Adriano, con una calabaza.-N. del T.].3
muchos.
5 Otros rasgos que la gente veía reprensibles en él eran su rigurosa
exactitud, su curiosidad y su entrometimiento. Empero,
compensaba y corregía estos defectos con su cuidadosa supervisión,
su prudencia, su munificencia y su competencia; por otra parte, no
dio comienzo a ninguna guerra y puso fin a las que ya estaban en
marcha; y a nadie privó injustamente de su dinero, mientras que a
otros muchos -comunidades y ciudadanos particulares, senadores y
caballeros- otorgó grandes sumas. 2 En efecto, no esperaba a que se
le hicieran peticiones, sino que actuaba en todos los casos de
acuerdo a las necesidades de cada uno. Sometió a las legiones a la
más estricta disciplina, para que, aunque fuertes, nunca se
insubordinaran ni se comportaran con insolencia; y ayudó a las
ciudades, aliadas y sometidas, con la mayor magnanimidad. 3 Había
visitado muchas de ellas -de hecho, más que cualquier otro
emperador- y las auxilió prácticamente a todas, proporcionándoles
suministro de agua a unas, y a otras puertos, alimentos, obras
públicas, dinero y honores diversos, según las distintas ciudades.
121 Fundó en Jerusalén una ciudad sobre el lugar donde había sido
arrasada, llamándola Elia Capitolina, y en el sitio del templo del dios
levantó un nuevo templo a Júpiter. Esto llevó a una guerra de no
poca importancia y larga duración, 2 pues los judíos consideraban
intolerable que razas extranjeras se asentaran en su ciudad y que se
estableciesen allí ritos religiosos forasteros. Lo cierto es solo
permanecieron tranquilos mientras Adriano estuvo cerca, en Egipto
y Siria, excepto en la medida en que fabricaban a propósito armas
de baja calidad para proporcionarlas y que fueran rechazadas por los
romanos, pudiendo entonces ellos emplearlas; sin embargo, en
cuanto se alejó entraron en abierta rebelión. 3 Sin duda, no se
atrevían a enfrentarse en campo abierto con los romanos, sino que
ocupaban las posiciones ventajosas del territorio y las fortificaban
con minas y murallas, para poder disponer de lugares donde
refugiarse siempre que fueran rechazados y poder reunirse bajo
tierra sin ser detectados; perforaban tales pasajes subterráneos
desde arriba y a intervalos para proporcionarles aire y luz.
13 1 Al principio, los romanos no les hicieron caso. Pronto, sin
embargo, toda Judea se había levantado y los por todas partes
provocaban los judíos disturbios, dando muestras de gran hostilidad
hacia los romanos, en ocasiones en secreto y otras en actos
abiertos; 2 muchas naciones extranjeras se les unieron en su afán por
obtener ganancias, y casi podría decirse que toda la tierra se levantó
por aquel motivo. Entonces, finalmente, Adriano envió contra ellos
a sus mejores generales. El primero de estos fue Julio Severo, que
fue enviado desde Britania, donde era gobernador, contra los judíos.
3 Severo no se aventuró a atacar a sus enemigos en ningún lugar en
campo abierto, a la vista de su número y su desesperación; en vez
de ello, los interceptó en pequeños grupos gracias al número de sus
soldados y de sus oficiales subalternos, logrando, a base de
arrinconarlos y privarlos de alimentos, asegurarse su derrota con
comparativamente poco peligro, agotarlos y exterminarlos.
14 1 De hecho, muy pocos de ellos sobrevivieron [en el texto inglés esta primera
frase es la última del capítulo 13. Sin embargo, como tanto en el original griego, como en las traducciones francesa e
italiana es la que inicia este capítulo, hemos decidido conservar la fidelidad al texto griego original, pues no altera en
Cincuenta de sus más importantes fortalezas
absoluto el orden de lectura.-N. del T.]
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