Villavicencio Rios. Libertad Sindical
Villavicencio Rios. Libertad Sindical
Villavicencio Rios. Libertad Sindical
Capítulo 1.
Breve reseña histórica
La libertad sindical es uno de los principales ejes del segundo gran paquete de
derechos fundamentales que alcanzan consagración constitucional (razón por la
cual se los ha denominado derechos fundamentales de segunda generación). Tras
el reconocimiento al máximo nivel jurídico de los derechos y libertades civiles y
políticos con que se inauguró el capitalismo liberal, los derechos económicos y
sociales alcanzaron una alta consideración a partir de 1917 en América (Constitución
de Querétaro) y 1919 en Europa (Constitución de Weimar), cuando el liberalismo
dejó paso al Estado Social de Derecho. Desde entonces es uno de los pilares
principales del «nuevo contrato social» que empezó a extenderse en el mundo
desde la primera postguerra mundial, y se generalizó a partir de la segunda
postguerra mundial, a tal punto que se ha considerado por una autorizadísima voz
que «la formación de los sindicatos, es decir, la organización de los trabajadores,
es la contrapartida de la acumulación de capital» (Kahn-Freund 1987: 275).
Su juventud entre los derechos constitucionales nos indica que estamos frente a
una libertad menos clásica y rica en tradición jurídica que aquellas provenientes
de la primera constitucionalización; sin embargo, hay que resaltar que la libertad
sindical «poco a poco ha logrado acomodarse sin complejos de inferioridad ni de
aislamiento» (Ghezzi y Romagnoli 1992: 39). Su origen, dinámica y justificación
histórica reposan en la necesidad de amortiguar las consecuencias de la
contraposición de intereses y de la desigual distribución de poder entre el capital y
el trabajo, implícita en el sistema capitalista, a partir de la actuación y representación
colectiva de los trabajadores. La aplicación de las reglas del mercado a las relaciones
de trabajo evidenció el sometimiento absoluto de los trabajadores a los intereses
de los empresarios, con la secuela de miseria y condiciones de vida infrahumanas
cuyas dimensiones dieron origen a la denominada «cuestión social». Tengamos
siempre presente que nos encontramos frente a «una relación entre un detentador
de poder (sobre personas y cosas) y quien no detenta poder alguno, que se origina
en un acto de sumisión, que en su dinámica produce una situación subordinada,
por más que la sumisión y la subordinación puedan ser disimuladas por esa
indispensable ficción jurídica conocida como contrato de trabajo» (Kahn-Freund
1987: 52). Y ello, bajo las recién inauguradas reglas de libertad de empresa y
trabajo, igualdad formal, autonomía de la voluntad, proscripción de grupos
intermedios, abstencionismo estatal, etc., sólo podía dar paso al predominio
absoluto y sin escrúpulos del «más fuerte».
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
Esto generó una inmediata respuesta de los perjudicados, que buscaron coaligarse
y actuar conjuntamente para que alguna parte de sus intereses fuera tomada en
cuenta a la hora de definir el estatuto jurídico que iba a regir su relación de trabajo,
y, por tanto, sus condiciones de vida. La lógica liberal no se compadecía con la
irrupción cada vez más generalizada de estos sujetos colectivos por lo que pasó a
proscribir y penalizar su creación y actuación, dando lugar a la primera etapa de la
evolución jurídica de este instituto: el período de la prohibición. La primera y
arquetípica norma que recoge el espíritu de la época es la ley francesa Le Chapelier,
de 1789, que vedaba y castigaba penalmente cualquier tipo de gremio, corporación
o asociación que intentara representar intereses de grupo, especialmente de
artesanos y de trabajadores por cuenta ajena. Son también muy importantes
históricamente las Combination of Workmen Acts británicas aprobadas en 1799 y
1800, que declaraban la ilegalidad de todas las coaliciones (combinations) de
trabajadores que tuvieran por objetivo regular las condiciones de trabajo. Una
idea clara del fundamento de tales prohibiciones se puede extraer de la Exposición
de Motivos de la Ley Le Chapelier cuando sostiene que «debe, sin duda, permitirse
a los ciudadanos de un mismo oficio o profesión celebrar asambleas, pero no se
les debe permitir que el objetivo de esas asambleas sea la defensa de sus pretendidos
intereses comunes; no existen corporaciones en el Estado, y no hay más interés
que el particular de cada individuo y el general; no puede permitirse a nadie que
inspire a los ciudadanos la creencia de un interés intermedio que separe a los
hombres de la cosa pública por un espíritu de corporación».
1
Ya que sino, en gráficas palabras de De la Cueva (1981: 250), «el Estado se habría transformado
en una gran colonia penitenciaria» al sancionar y excluir a un numeroso colectivo de sus
ciudadanos por el sólo hecho de buscar defender sus intereses económicos y sociales ante la
abstención estatal en tal terreno.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
Combination Laws Repeal británica, que derogó las antes mencionadas Combination
of Workmen Acts y eliminó las prohibiciones y penalizaciones que atenazaban a la
libertad sindical, dejándola en el plano de las conductas aceptadas aunque no
promovidas, en aplicación del principio de que lo que no está prohibido está
permitido. La segunda mitad del siglo XIX traerá consigo las principales normas
europeas dirigidas a despenalizar el fenómeno sindical (Francia en 1864, Alemania
en 1869, Italia en 1891); abriendo de este modo una etapa de transición que
culminaría en el último período de la evolución jurídica de la libertad sindical: su
reconocimiento como derecho por el ordenamiento jurídico a partir de la Trade
Union Act inglesa de 1871.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
huelga, seguridad social, que son juzgados básicos quizá porque, a pesar de su
dimensión inmediatamente laboral trascienden el puro ámbito del Derecho del
Trabajo para contribuir a la definición de una forma democrática de organización
social y de distribución del poder en su seno (De la Villa Gil, García Becedas y
García-Perrote Escartín 1991: 64).
Ello se reafirma en las opiniones de los grandes maestros del Derecho del Trabajo
contemporáneo que -como Verdier, Giugni o Lyon-Caen- han sostenido sin paliativos
y respectivamente, que «la libertad sindical es un denominador común de los
regímenes democráticos», que «la efectividad del orden democrático puede ser
medida por la eficacia de la libertad sindical», o que «no hay democracia sin libertad
sindical» (vid. Ermida Uriarte y Villavicencio Ríos 1991: 28). Por ello, también
resulta constatable el hecho de que todos los regímenes autoritarios han desconocido
o restringido al máximo el ejercicio de los derechos colectivos de los trabajadores
enmarcados en la libertad sindical; lo que nos permite afirmar que a menor espacio
para la libertad sindical mayor grado de autoritarismo, o, si se quiere, a mayores
restricciones a la libertad sindical mayor certeza del carácter autoritario del régimen.
2
Sobre el particular, véase Rodríguez-Piñero, Bravo-Ferrer y Villavicencio Ríos (1994).
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
(o sus déficit de democracia, si se quiere).3 El Perú tal vez sea una de las muestras
más claras de este doblez, puesto que, como veremos a lo largo de este trabajo,
desde 1979 la libertad sindical es una de las piedras angulares del modelo
constitucional de relaciones laborales; y, sin embargo, las normas de desarrollo
han reducido su espacio de actuación hasta confines en los que muy difícilmente
pueden reconocerse sus manifestaciones esenciales, llevándonos a gozar del
dudosísimo prestigio de estar considerados en el extremo más intervencionista de
la región (Ermida Uriarte 1987a: 17 y ss.).
3
No en vano, un académico tan señalado como Grandi (1990: 404), ha sostenido que «el
desarrollo de la libertad sindical (y de los derechos sindicales) es un efecto paralelo de los
procesos de madurez de los sistemas de libertad, así como de liberación y democratización de
los ordenamientos autoritarios y totalitarios».
4
Puesto que, como en el caso del Derecho Internacional Público, precisa el autor citado, sólo un
amplio consenso puede garantizarle a la ley una tasa suficientemente elevada de observancia
espontánea; no siendo raro que la falta de tal consenso conduzca a una desaplicación generalizada
de la nueva normativa.
5
La baja efectividad o la inaplicación frecuente de las normas referidas al Derecho Sindical es un
carácter genético de esta disciplina, puesto que son normas que se estructuran sobre un
conflicto permanente de intereses; en el cual, además, el sujeto pasivo mayoritariamente de los
derechos consagrados se encuentra en posición subordinadora del sujeto activo beneficiario.
En este sentido, se puede concordar con Giugni (1996: 14) la afirmación de que sólo un amplio
consenso puede garantizar a la ley una tasa suficientemente de observancia, lo que resulta
difícil cuando la norma jurídica se construye sobre una contraposición de intereses.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
La guerra con Chile señala el punto de ruptura a partir del cual la reestructuración
económica que se produjo implicó el surgimiento y posterior desarrollo de relaciones
de trabajo propiamente capitalistas.
6
No nos olvidemos que desde su origen Derecho del Trabajo latinoamericano fue predominantemente
heterónomo, debido principalmente a su tardía e insuficiente industrialización, la tradición jurídica
romanista y el autoritarismo recurrente de nuestros sistemas políticos, con su correspondiente
obsesión por controlar lo sindical (Ermida Uriarte 1992: 26).
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
La respuesta del Estado peruano ante el movimiento sindical de esta época fue
exclusivamente oficial, represiva e intervencionista. No se reconoce jurídicamente
el derecho a constituir sindicatos sino hasta la Constitución de 1933, donde se lo
engloba en el derecho general de asociación (artículo 27), creándose recién, por
7
Este derecho, exigido formal y constantemente por 105 trabajadores desde 1905, fue
conquistado por primera vez en el Perú, por tal número de obreros del muelle y dársena del
Callao, el 10 de enero de 1913.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
Así, este Decreto Supremo regulaba la representación obrera ante el patrón (tres
delegados elegidos a principios de cada año); establecía un arbitraje obligatorio
para solucionar los reclamos; señalaba las condiciones y los requisitos para la
legalidad de la huelga (decisión mayoritaria de la Asamblea con asistencia de las
3/4 partes del personal, votación secreta, aviso de huelga a la Intendencia Policial,
con el nombre y domicilio de los huelguistas y con 24 horas de anticipación,
renovación del acuerdo de huelga cada cuatro días), regulaba el lock-out (en caso
de conflicto bastaba con que el empleador cursara una comunicación a la policía,
señalando las causas de la clausura y su duración, además de la nómina de
trabajadores que quedarían sin empleo); establecía un conjunto de sanciones y
prohibiciones para los trabajadores (se consideraba delincuentes comunes a aquellos
que individual o colectivamente, con hechos o amenazas, impidan el libre ejercicio
de la industria, el comercio y al trabajo, disposición en el mejor estilo liberal); y
creaba en la Intendencia de Policía una sección encargada de registro estadístico
de huelgas y cierres.
Esta norma y las posteriores, que se dieron bajo la misma concepción, nos ilustran
sobre el tratamiento que se dio desde el Estado al fenómeno sindical, siendo sus
elementos constantes: la proscripción de los sindicatos y su control político posterior
a través del registro; el intervencionismo absoluto en materia de reclamaciones
colectivas con el establecimiento del arbitraje obligatorio directo, sin posibilidad
de trato directo entre las partes; encuadramiento policial y represivo de la huelga;
y proscripción absoluta de sindicación, negociación colectiva y huelga para los
trabajadores estatales. Todo ello dentro de un marco de sucesivos regímenes
autoritarios, caracterizados por una fuerte represión política.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
Esta situación se va a revertir en los años de la dictadura del General Odría (1948-
1956) por la fuerte represión al movimiento sindical, que llevó a la proscripción de
sus principales organizaciones, y en los del segundo gobierno de Prado (1956-
1962) por la puesta en práctica de un modelo de «negociación política» que impulsó
el movimiento sindical controlado por el APRA, bajo los principios del «sindicalismo
libre» y que basó su eficacia en la amenaza de extensión del conflicto a un gobierno
temeroso de un golpe militar; el que, por tanto, debía intervenir presionando a los
empresarios para que acepten las demandas mínimas de los trabajadores. Todo
ello dentro de una dispersión absoluta en materia de normatividad sindical.
Hay que señalar que las empresas estatales o con participación estatal se encuentran
sometidas al régimen laboral de la actividad privada, según lo dispone el artículo
20 del Decreto Legislativo 216, con la excepción de aquellas que a fecha de su
dación (12 de julio de 1981) tuvieron un régimen distinto. El Decreto Supremo
375-82-EFC, que reglamenta esta norma, convierte a la excepción en regla, en el
caso de las empresas de derecho público, disponiendo en su artículo 59, que las
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
Creemos que esta exclusión general de las empresas públicas atenta contra lo
dispuesto en el Decreto Legislativo comentado y resulta inconveniente, puesto que
establece una mixtura de regímenes, sin causa objetiva, para estas empresas
(que en lo individual siguen sometidas al régimen de la actividad privada),
demostrando un interés de limitarles sus derechos colectivos. Esta exclusión sólo
podría realizarse formalmente por ley, y aun en ese caso tenemos serias dudas
sobre su validez dado que constitucionalmente se distingue, para estos efectos,
entre los trabajadores de la administración estatal y los de las empresas estatales.
En el caso de los trabajadores estatales la situación era mucho más grave aún,
puesto que tenían prohibido expresamente el derecho de sindicación, a pesar de
que la vigencia formal del Convenio 87 había derogado a la Ley 11377 en ese
punto, dada su jerarquía legal y el hecho de que era una norma especial y posterior.
No va ser sino hasta la Constitución de 1979, y gracias a la ola generalizada de
conflictos laborales que protagonizaron los trabajadores del Estado, que este va a
reconocerles expresamente su derecho a la libertad sindical (artículo 61 y
Decimoséptima Disposición General y Transitoria que ratifica el Convenio 151 de
la OIT), debiendo señalarse, como excepción, que al magisterio se le reconoció
este derecho en 1964, a través de la Ley 15215 (artículo 21, incisos g) y l) y
artículo 22).
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Para un análisis detallado de tales disposiciones constitucionales y del régimen legal aplicable
a la libertad sindical hasta 1992, véase Villavicencio (1988).
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
En los años 90, las relaciones colectivas de trabajo fueron objeto de una regulación
global que fue llevada a cabo por el Poder Ejecutivo, a través del Decreto Ley
25593 (Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo; LCRT, en adelante), que se dictó
en julio de 1992; es decir, tres meses después del golpe de Estado del 5 de abril de
ese año. Esta norma fue reglamentada el mismo año, a través del Decreto Supremo
011-92-TR. Las características generales de esta regulación son las siguientes:
- Es una regulación heterónoma y que no fue negociada con los actores del
sistema de relaciones laborales, que se aprobó cuando el Parlamento estaba
cerrado por el golpe de Estado, sin ninguna discusión ni siquiera consulta a las
organizaciones sindicales y empresariales.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
- Es una regulación que por primera vez trató sistemáticamente los tres institutos
que conforman la autonomía colectiva, por lo que resulta más coherente que
la regulación precedente. En tal sentido, la LRCT supera la dispersión normativa
existente sobre el particular, que llevaba a que convivan un Decreto Supremo
de 1913 (del 28 de enero, que regulaba la huelga), otro Decreto Supremo de
1961 (el 011, que regulaba la organización de sindicatos) y un tercer Decreto
Supremo (006-71-TR, que regulaba la negociación colectiva). La coherencia
de la regulación de los tres institutos no sólo trasunta una disciplina más
homogénea, sino que se expresa en la misma visión restrictiva y controlista
que la informa.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
En fin, se trata de una regulación muy detallada que abarca casi todos los aspectos
del nacimiento, vida y muerte de una organización sindical, que además tiene un
claro sesgo restrictivo que contrasta con la sola comparación de frente a las reglas
aplicables a cualquier asociación, que resultan bastante más laxas que las aplicables
a un sujeto llamado a cumplir un papel constitucional de incuestionable
trascendencia. Y este carácter reglamentarista y limitativo resulta contrario al
mandato constitucional (de las Constituciones de 1979 y 1993) que a la vez que
señalan la necesidad de intervención estatal imponen el signo promocional de esta
intervención. Así tenemos que tan solo tres artículos se dedican a protección y
facilidades libertad sindical, en tanto que 37 se dedican a reglamentar la existencia
y límites en los que debe moverse el sujeto sindical. Ello nos muestra la óptica
invertida del legislador (Sanguineti 1994: 295), que por mandato de la Constitución
debió hacer exactamente lo opuesto: concentrarse en el establecimiento de garantías
y facilidades para el surgimiento y la actuación eficaz del sujeto colectivo, a la par
que ocuparse de instituciones centrales en un modelo de libre sindicación como la
mayor representatividad sindical y empresarial, que no le ha merecido más que
una mención tangencial al legislador.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
iv) en cuanto al alegato sobre el artículo 11, inciso a), que impide a las
organizaciones sindicales dedicarse a cuestiones de política partidaria, el
Comité solicita que esta prohibición sea claramente limitada a las cuestiones
puramente políticas, que no entran en el campo de aplicación de los principios
de la libertad sindical;
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Sobre el particular, véase el Informe 291 del Comité de Libertad Sindical, recaído en los casos
1648 y 1650.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
vii) en cuanto al alegato relativo al artículo 24, que requiere para ser miembro
de la junta directiva ser miembro activo del sindicato (inciso b)), y tener una
antigüedad no menor de un año al servicio de la empresa (inciso c)), el
Comité solicita que la legislación permita a los trabajadores ejercer sin trabas
el derecho de sindicación y de libre elección de sus dirigentes;
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
xiii) en cuanto al alegato sobre el artículo 68, que faculta al poder ejecutivo a
suspender una huelga cuando ésta se prolongue en el tiempo o asuma
características graves por su magnitud, el Comité considera que la legislación
no debería impedir el pleno ejercicio del derecho de huelga, y que en tales
circunstancias debería limitarse a establecer un servicio mínimo en consulta
con los interlocutores sociales;
10
No hay estadísticas que incluyan en ambas tasas a los trabajadores públicos, que duplicarían
tales rubros si tomamos en cuenta que el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación
(SUTEP), supera los 100.000 afiliados.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
Gráfico 1
Evolución de los registros sindicales a nivel nacional
En tercer lugar, para tener una cabal idea de la afectación concreta de la libertad
sindical y la tutela colectiva consecuente, debemos examinar cómo ha venido
evolucionando la negociación colectiva en el Perú, y los datos son verdaderamente
elocuentes, como se puede ver en el Gráfico Nº 2.
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
Gráfico 2
Pliegos de reclamos presentados y convenios colectivos
registrados por años 1985 - 2008, nivel nacional
Al respecto, hay que indicar que la caída observada, digna de la montaña rusa
más reputada, ha llevado a que las organizaciones sindicales, en ejercicio de sus
facultades de actividad, suscriban sólo 419 convenios colectivos en 2008, lo que
significa tan sólo el 17% de los 2.441 suscritos el 1988.
La caída radical, que tiene su punto máximo el año 1992, que fue cuando se aprobó
la LRCT, pero no se puede cuantificar totalmente porque los datos para tal año en
el Gráfico Nº 2 corresponden sólo a Lima Metropolitana. De todos modos, viendo la
relación entre Lima y el resto del país en este rubro, en el mejor de los casos
podría estar alrededor de los 350 convenios.
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Capítulo 1. Breve reseña histórica
Todo ello deja una imagen clara de la peor década, no sólo para la democracia
política y los derechos fundamentales, sino también para la libertad sindical, como
no podría ser de otra manera, dada la interdependencia entre los derechos civiles,
políticos y laborales.
Cuadro 1
Registros sindicales
1993 - 2008 nivel nacional
REGISTROS SINDICALES
AÑOS
1993 80 160 3 -
1994 89 100 8 -
1995 46 87 5 -
1996 72 52 1 -
1997 67 47 - -
1998 79 47 - -
1999 68 37 3 -
2000 85 38 3 -
2001 80 89 4 -
2002 91 114 2 -
2003 95 147 1 -
2004 72 86 4 -
2005 121 118 1 -
2006 106 123 10 2
2007 158 196 10 -
2008 219 203 6 1
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La libertad sindical en el Perú: fundamentos, alcances y regulación
En todo caso, en el Cuadro Nº 1 se puede ver con claridad que el peso estructural
recae sobre organizaciones que como máximo tienen un ámbito empresarial, y si
a ello sumamos el crecimiento de los delegados de personal, la conclusión que cae
por su propio peso está referida al excesivo grado de descentralización del
sindicalismo peruano. Más aún, la presencia cada vez mayor de la representación
no institucional a nivel empresarial e infraempresarial viene fortaleciéndose de
manera consistente, por lo que no sólo estamos hablando de un nivel de
descentralización muy agudo sino que en nuestro sistema de relaciones laborales
los delegados de personal comienzan a compartir el rol protagónico con los
sindicatos; lo que no trae consigo buenas noticias para el procesamiento más
racional y eficiente del conflicto laboral ni para la institucionalización de la
representación social.
Los datos vuelven a ser muy elocuentes. En primer lugar, el nivel fundamental de
la estructura negocial peruana ni siquiera es el de empresa, sino que son los
ámbitos infraempresariales; y decimos ello porque tan sólo tienen ámbito
empresarial los 85 convenios de sindicatos únicos y los cinco celebrados por
delegados de obreros y empleados. El resto, con la excepción de los convenios
suscritos por federaciones, de los que hablaremos posteriormente, son acuerdos
de obreros o de empleados, con los sindicatos o delegados correspondientes, por
lo que se trata de convenios de categoría dentro de una empresa. Estadísticamente,
entonces, a nivel empresarial solamente se suscribe el 19% de convenios, en
tanto que el 80% se refiere a un nivel infraempresarial.
El 1% restante lo dan los cuatro convenios suscritos por federaciones de los cuales
sólo uno es de rama (construcción civil), en tanto que los tres restantes corresponden
a negociaciones de empresa que son llevadas a cabo por una federación (en el
sector de telecomunicaciones). Sobre este particular, incluso hubo que librar una
40