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Origen D Elos Esclavos de Valencia

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PROCEDENCIA DE LOS ESCLAVOS NEGROS

EN VALENCIA (1482-1516)

por Vicenta Cortés Alonso

La procedencia de los esclavos negros en los reinos ibé-


ricos es un tema que, por su contenido, interesa no sólo a
la historia de los reinos peninsulares, sino que, también pue-
de ofrecer noticias para la propia historia de Africa. El hecho
de la trata, del traslado de grandes masas de población afri-
cana a otros continentes, primero a Europa y luego a América,
es un fenómeno espectacular, atrayente, pero no bien conocido,
sobre el que existen lagunas importantes para algunos peno-
dos y para bastantes aspectos (estadísticos, sociales, cultura-
les). La bibliografía sobre el tema crece cada día, pero es
mucho lo que está por hacer, debido, precisamente, a que la
documentación está muy dispersa y no ha sido utilizada toda
hasta el momento.
En un apartado tan sustancial como es el de las cifras,
el de las cantidades de negros sacados de su propia tierra,
manejamos todavía cálculos aproximativos obtenidos por re-
ferencia a los datos que se poseen de períodos y zonas frag-
mentarios ya estudiados. Por ello, cualquier nueva aportación
sobre el particular puede ayudar a futuros cómputos mas
exactos, tanto cuantitativos como cualitativos. La lectura de
124 Vicenta Cortés Alonso EREAA: 7]

los resultados del recuento de Philip D. Curtin (1), en el que


pone al día todos los datos que conocemos sobre este trasiego
humano, nos ha movido a ampliar los que publicamos hace
años sobre el apartado concreto de los negros en el mercado
esclavista de la ciudad de Valencia, emporio mediterráneo
de la floreciente corona de Aragón, en el tránsito de la Edad
Media a la Moderna (2).
La normativa del Reino de Valencia exigía que los escla-
vos llegados, cualquiera que fuera su color, credo o tierra,
fueran declarados de buena guerra, para lo que se les sometía
a un interrogatorio ante el Bayle real. Una vez declarados
legítimos, se cobraba el impuesto sobre su venta- En el regis-
tro del primer acto y en el recibo del segundo, vamos a en-
contrar suficiente información como para podernos dar una
buena idea de todos los incidentes de la trata (3), puesto
que allí vamos a ver las causas de la presa de los esclavos,
sus nombres, las tierras de donde eran arrebatados, quiénes
los metían en los buques y a qué puertos iban arribando en su
ruta de cautiverio. Vale la pena saber qué cantidad y de dónde
llegaron a Valencia los negros, durante el reinado de don
Fernando y doña Isabel (4).

(1) The Atlantic Síave Trade. A Censas. Madison-London. 1969, 338 Pp.
Muy valiosa puesta al día de la investigación y sus resultados. Al analizar
el autor la bibliografía existente> señala la escasez de trabajos para el
período inicial.
(2) Se trata de nuestro estudio: La esclavitud en Valencia durante el
reinado de los Reyes Católicos (169-1516), Valencia, Excmo. Ayuntamiento,
1964, 546 pp., donde se contienen las fichas de 1.602 documentos, sobre
los que vamos a basar nuestro trabajo actual.
(3) La serie documental de Eaylía General conserva las declaraciones
tomadas a los esclavos presentados ante el Bayle, en las cuales los cau-
tivos relataban su vida a fin de dar a conocer la razón de su cautividad.
Aparecen bajo el titulo Presentaciones y confesiones de cautivos. El fu,,-
cionario encargado de la Hacienda real era el Mestre Racional, en cuyos
libros de Cuentas aparece el epígrafe Rebudes de del,na~nents, jutja,nents
e passages de serrahins, que incluye los recibos de todos los esclavos,
no sólo de los sarracenos.
(4) La fecha de 1482, que apuntamos en el título, corresponde al pri-
mner año de una presentación de un negro. Ninguna de ellas, la primera
y la última, significan el comienzo y fin del negocio, pues el tal se inicia
con las navegaciones portuguesas hacia las costas de Guinea y continúa
en el mercado valenciano en los reinados de sus descendientes.
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 125

1. Lugares de origen.

La determinación del origen de los negros que llegan a


las costas europeas o americanas es de gran interés. No sólo
porque ayudará a saber sus características físicas y tempe-
ramentales, nociones que influían en el precio de la mercan-
Cía y en el aprecio de los compradores, sino también porque
íos esclavos eran portadores de una cultura que, transmitida
y mezclada con la de las poblaciones locales, hay que conectar
con las de las comunidades de origen. Importa mucho, pues,
tratar de averiguar quiénes eran y cuánto valían estos esclavos.
El nombre de sus reinos de origen puede ayudamos a ir re-
construyendo una cadena cortada en el momento del embarque,
cuyos nuevos eslabones están en el folklore afro-americano.

1.1. Morería.

Los espafioles habían conocido los esclavos negros desde


antiguo, pues los árabes los habían traído consigo en sus dis-
tintas oleadas invasoras. Negros y mulatos formaban en las
filas musulmanas. Cuando se van reconquistando los territo-
rios, muchos de estos negros son tomados junto a los musul-
manes. Luego, la lucha o el corso en el Mediterráneo van a
seguir proporcionando cautivos de color negro, pero de reli-
gión y cultura musulmanas. Son los que aparecen como moros
negros en la documentación valenciana (5). Algunos de ellos,
conseguida su liberación, pagaban la licencia para volver a
Berbería, su tierra de origen (6).
Estas formas de vida no se interrumpen con el cambio de
dinastía ni de siglo, de tal manera, que en el período que nos
ocupa, hallamos varios casos de negros moros naturales de
Berbería, que eran declarados esclavos de buena guerra. Ge-
neralmente estos esclavos tenían nombres musulmanes y eran

(5) Tenemos noticia de venta de una mora negra en 1415, Archivo dci
Reino de Valencia (ARV), Cuentas del Mestre Racional (CMR), libro
8, f. 41. En años sucesivos se siguen vendiendo ante el Mestre Racional.
(6) En 1421, por ejemplo, una vieja mora de Berbería pagaba la II-
cencia para ir del Reino a Argel ARV, CMR, libro 9, f. 90. Se repiten
los casos a lo largo de los años.
126 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

apresados por barcos corsarios o en las campañas castellanas


en el norte de Africa. De Morería o Berbería tenemos a un
Ah (7), un Geviro (8), un Abdala (9). De tierra de Granada
aparece un hombre de 30 años llamado Macot (10), el cual,
no habiendo sido conquistada la capitalidad, estaba en pa-
rangón con los de la Morería. De las ciudades africanas f a-
mosas tenemos a Axa, de Tremecén (11); Barqua, de Trípoli
(12); Abdulcacim, de Túnez (13); Asim, de Argel (14);
Mubarich y Mubarica, ambos de OrAn (15); Auzar, Ah, Zara
y Azmet, de Cabo de Ager (16).
No de todos los asientos tenemos tantos detalles, pues a
veces sólo se cita genéricamente la procedencia y se apunta
una testa (cabeza). El total de los negros moros contabilizados
es de veintiocho individuos, formado por dieciocho varones,
seis mujeres y cuatro esclavitos menores de 12 años.
Estos cautivos, por la circunstancia de su estancia o naci-
miento en tierra de moros, podemos considerarlos impreg-
nados ya de la cultura musulmana y, por tanto, ajenos al
medio aborigen del que procedían genéticamente.

1.2. Navegaciones y nuevas gentes.

La llegada de negros de Sudán a través de los árabes se


ve ampliada, a mediados del siglo xv, como consecuencia de

(7) Mo de 1492, negro de 20 años (documento 133). Hacemos refe-


rencia a la colección de documentos de nuestra obra antes citada.
(8) En 1494, siete años (D. 438).
(9) En 1510, este moro negro era ajustado por cautivo del rey y era
vendido a un particular (D. 1.114).
(10) Ea 1491 (D. 170).
(11) Había sido cautivada en Orán y en 1515 se vendía en Valencia.
Tiene 40 años CD. 1.502).
(12) Esta, luego de cautivada en la presa de 1510, había sido bautizada
con el nombre de catalina (D. 1.151).
(13) De 25 años, en 1491 (D. 162).
(14) De 30 años, apresado por gente de Mazalquivir cuando iba en
un carro a Orán, llevado a Córdoba y de allí a Valencia, en 1509 (D. 944).
(15) De 30 y 20 años, apresados en 1509 en la toma de la ciudad. La
mujer se dice oriunda de Negrería y criada en Orán (D. 1.023, 1.103).
(16) El primero, de 35 años; y el segundo, de 25, en 1508 (111. 893); la
mujer, de 30, en 1508 (D. 925); y el cuarto, de 16, en 1509 (D. 1.098).
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 127

las navegaciones dc los portugueses y los castellanos a lo


largo de las costas africanas del Atlántico. En muchos de los
ajustes que se hacían ante el Mestre Racional de Valencia van
apareciendo, sin referencia a su procedencia mogrebí, nume-
rosos esclavos que no sabemos si serán oriundos de Senegal
y Sierra Leona, pues no se apunta en los documentos su filia-
ción. El primer asiento en que aparece el nombre de Guinea
corresponde al año 1457, en que hacía ocho años que se
había construido la fortaleza de Arguin, al sur del Cabo
Blanco (17).
Esta denominación corresponde a la imprecisa tierra de
GamA de los portugueses, a la que se acogen grupos lingúísti-
cos bien definidos de la nomenclatura negrera, entre los que
se encuentran los Jalofes y los Beafara, entre otros. Los que
tienen la sola filiación de su procedencia guineana comienzan
a aparecer en 1489, con presentaciones de uno o varios indi-
viduos, hasta 1495. Entonces se produce un corte en su llegada,
que se reanuda en 1502, para continuar modestamente hasta
el fin de los días de don Fernando (18).
El grupo que más destaca por su cuantía, como decimos,
es el de los Jalofes, los Wolof, de la costa al sur del río Se-
negal. Con ellos debieron tener contacto los musulmanes
desde antiguo, pues el primer esclavito que hallamos en nues-
tras cuentas, en 1.483, se llamaba Ah, y el segundo Amet (19).
Unos años más tarde aparece otro nombrado Ah Narmal (20).
En 1490, era una mujer llamada Axa (21). Algo más ade-
lante se vendían tres hembras, Aulia, con su hijita María,
y la joven Axa (22).
A partir de 1489 comienzan a llegar ricos cargamentos
de negros Jalofes muy bozales, es decir, incapaces de hablar
otra lengua que la suya propia, en lotes de más de cien perso-

(17) Se trata de un negro de piernas torcidas, que el mercader Nico-


lás Torosano no pudo vender y quería enviar a Ibiza ARV, cMR, libro
14, f. 174. Luego se suceden estas ventas.
(18) Puede consultarse el gráfico núm. 1.
(19) Se venden estos dos muchachitos de 8 a 10 años (D. 40, 41).
(20) Este tenía seis años, 1489 (D. 85).
(21) Una hembra de 25 años.
(22) La madre tenía 30 años y la niña uno y medio; la joven, 18. Lle-
gaban de Lagos en 1509 (D. 1.092).
128 Vicenta Cortés Alonso (REAA: 7]

nas, procedentes del asiento del Río de los Esclavos que el


rey de Portugal había concedido en 1486 al mercader flo-
rentino Marchione (23). Esta es la primera irrupción notable
de la trata en su nueva faceta multitudinaria. Solamente los
negros presentados por su factor, el mercader Césaro de Bar-
chi, durante diez años, suman la cifra de 2.004 negros. Otros
mercaderes y particulares presentaron también negros Jalofes
en el mercado valenciano, pero lo hicieron en cantidades pe-
quelias, lo que pone de manifiesto que los florentinos contro-
laban bien su monopolio. Baste comparar la cifra antedicha
de Barchi, con el total de 2.452 Jalofes de que tenemos no-
ticia.
Hay que esperar a 1507, para encontrar al mercader de
Valencia Luis Morcíl quien, con algunos compañeros suyos,
presentaba en la ciudad un cargamento de 110 Jalofes, pre-
sentación con la que se acaba la llegada a la ciudad de tales
envíos al por mayor de la mercadería de dicho grupo étni-
Co (24).
Al mismo tiempo que se realizaban los ajustes de grandes
cantidades, las operaciones de menudeo seguían su rutina
normal de entrega de una o dos piezas por operacion.
A esta zona guineana pertenece también el grupo Bañul,
otras veces transcrito Banyul y considerado en una ocasión
tierra de Jalof, de donde son traídos negros en 1502 y 1513
(25). A la misma zona se atribuyen los Campza, de donde
encontramos una mujer en 1495.
La imprecisión de los datos geográficos es grande, pues
los Sapi, que se dan como de Guinea en 1497, aparecen luego
en lo que hoy conocemos como Sierra Leona. Se presentan
negros de Sapi en 1502 y 1514 (26).

(23) Sobre el aspecto comercial de este trato, puede verse nuestro


trabajo «La trata de esclavos durante los primeros descubrimientos (1489-
1516)., Anuario de Estudios Atlánticos, Madrid-Las Palmas, 1963, núm. 9,
pp. 2349.
(24) De ellos se dice en el recibo que hablan sido traídos de Portugal,
sin referencia a mayorista alguno con almacén en Africa.
(25) Es un asiento de 1502 y dice .Banyul, tierra de negros de Jalof.
(11). 610). Curtin se ocupa de los Banyun. p. 253, y en 1850 los sitúa al sur del
río Gambia.
(26) D. 497. Curtin los identifica con los Temne, p. 185.
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 129

Como guineanos aparecen los Beafer, Brafara o Brafera,


llegados en 1513 y 1515. Junto a ellos, los Berbesi, Besbise,
Berbeni o Barbexi, que aparecen en 1509, 1513, 1514 y 1515
(27).
Otra localización de la época, que puede corresponder
a la Costa de Oro, es la de Gogoli o Cogoli, de Goma y de
Quoguona, que pueden relacionarse con los Gurma, Cotocoli
y Konkonuba (28>. De los primeros hay llegadas en 1506,
1508 y 1509; de los segundos, en 1514, y de los terceros,
en 1515. De Gambia, tal vez los Gambe, de los que hay un
joven llamado Pedro, en 1516.
En el interior estaba el territorio de los Mandinga, del que
llegaban a Valencia en 1419 los dos primeros ejemplares.
Dos más en 1494 y otro al año siguiente, con un corte hasta
1502, en que se reanuda el envío de una a siete personas
hasta el final del período que estudiamos.
Por referencia a otros trabajos podemos situar en la zona
de Sierra Leona a los Capi, Jalonga, Bula e Hibo. Los Capi
aportan en 1497 con un joven llamado Juan; un grupo de ni-
ños en 1505; otro gran grupo de 121 de Capi y «otros lugares
de Negrería», en 1512; tres niños en 1513 y dos en 1515.
No sabemos si el hecho de que Capi figure concretamente
diferenciado en este asiento se debe a que hubiera mayoría
de participantes o que eran ellos mejor conocidos que los
de otras zonas cuyos nombres resultaban menos familiares
a los oídos de los funcionarios valencianos.
Los Jalonga llegan en 1506 y 1509, con sólo dos repre-
sentantes.
Los Bula, con un mozo de 16 años, en 1514 (29>.
Cuatro muchachas Hibo eran vendidas en 1515 (30). La
denominación Remini, de la que hay un negro llamado Juan,
en 1507, debe estar relacionada con ellos (31).
Junto a estas procedencias de territorios, tenemos que

(27) Son del grupo Serer, del Senegal, Curtin, Pp. 97-98.
(28) Los cita Curtin, p. 187, al tratar de las antiguas denominaciones.
(29) Si éstos son los Bola, que cita Curtin, p. 253, pertenecen al grupo
Bram.
(30) Estos deben ser los Ibo, del grupo Temne, Curtin, p. 245.
(31) Curtin habla de los Theminy, que son Temne, p. 245.

9
130 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

considerar las que van vinculadas en los documentos a los


puertos de embarque, como eran Cabo Verde, San Jorge da
Mina y Santo Tomé, en cuyas factorías lusitanas se recogían
negros de las zonas costeras y del interior, para ser llevados
a la metrópoli, desde donde se repartían más tarde a los
demás reinos cristianos. La fortaleza de San Jorge estaba
establecida en 1482, como apoyo a la actividad mercantil en
el golfo de Guinea, y de ella llegaban los Jobu, Mina y Senis.
De los Jobu conocemos una negra llegada en 1514. Los Mina,
cuyo nombre nace de la denominación de la Mina de Oro,
también llamados Amina y por los anglosajones Elmina,
aparecen por primera vez en 1503, en compañía de elementos
Mandinga, Nafora y Terranova (32). Esta misma promiscui-
dad de origen en un lote, es una muestra de que San Jorge
era un centro colector de esclavos. Diez años más tarde llega
un joven llamado Juan, de 27 años.
Los Senis, Senich o Cenich aparecen pronto, en 1492,
con una mujer. En 1502 es un joven llamado Sebastián, de
16 años- Al siguiente alio se presentan tres muchachitos Senich
en compañía de tres Mandinga. La serie se termina en 1505,
con la venta de una madre con su hijita de un año (33).
Esta misma condición de embarcadero hay que atribuir
a la filiación de Cabo Verde, de donde hay un negrito de
13 años, en 1506; un joven, una niña y un adulto alparga-
tero, en 1507, y una mujer en 1514 (34).
Santo Tomé, el establecimiento fundado en 1486 en la
isla que domina el golfo, aparece como un provisor de gentes
de tierra de Ambu, Calabar, Ebu, Sopo y Terranova. De la
primera de estas tierras, de Ambu, tenemos un niño de nueve
años llamado Juan Garrido, en 1506, como único represen-
tante (35). De la costa de Calabar, frontera a la isla, nom-

<32) Curtin, pp. 102-106. La denominación Mina de Oro aparece, como


Guinea, en las patentes para navegar la ruta que se conservan en el Ar-
chivo General de Sirnancas. Pueden verse los documentos de la época
publicados en el Catálogo del Registro General del Sello.
<33) No aparece este nombre en otras obras, y en los documentos
valencianos se detalla «de tenca de Senis, terra de negres*.
(34) curtin, p. 103, asf lo apunta también, atendiendo a la nomen-
clatura hispánica.
<35) Tal vez sean los Ambundu que incluye Curtin p. 100, entre los
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 131

brada también Calaban y Caragan, nos ofrecen los papeles


una mujer, Catalina, en 1508; un joven de 20 años, en 1510;
y un mozalbete de 13, en 1516. Los de Ebu sólo tienen una
pieza en el mercado, Juana, de 20 años, en 1514. De los de
Sopo, llegaron en este mismo año un joven llamado Domingo,
otro Fernando, una muchacha Inés y otro joven Juan. Al
año siguiente, llegaba una jovencita llamada Gracia. Los de
Terranova, como ya hemos dicho, llegaban mezclados con
piezas de otros paraderos. En 1503, un joven y un negrito.
En 1505, Pedro y Juan, de 16 años, mezclados con otros de
Jalof. En 1507, el niño Antonio y el joven Juan Marco. En
1515, un joven llamado Ah, bautizado Melchor. En 1516, la
negra Catalina, de 28 años (36).
De la costa de Malagueta, Managueta o Manoguera, apa-
recen un muchachito en 1505, una mujer en 1506, y otro
muchachito en 1507.
El reino de Benin fue un buen aprovisionador de piezas
de esclavos. De tal procedencia encontramos negros desde
1502, en que presentan un hombre muy bozal. Dos años más
tarde se repite la suerte con dos varones y una niña, y así
siguen apareciendo de una a cinco piezas anuales.
Llegados los navegantes a las bocas del Congo y conocidas
las costas de Angola, sus habitantes van siendo expedidos a
los mercados mundiales. Con el apelativo de Congo, llega
una joven Francisca, de 22 años, en 1514. De Mavicongo,
Malicongo, Nanicongo o Mavigongo, hallamos más represen.
tantes, a saber tres varones y un niño, en 1513, un joven y
dos muchachitos en 1515.
Estas son localizaciones que hemos podido situar en este
vasto territorio de Negrería. Pero la lista no termina con ellas,
pues hay otras muchas tierras de negros cuyo emplazamiento
desconocemos. Por orden alfabético hay que señalar: los de
Ado, de donde llega en 1516 una mujer llamada Margarita;
de Apollo, de donde hay una negra en 1496; de Balangua,
un joven en 1513; de Bayo o Bayou, de donde llega en 1514

grupos de congo-Angola.
(36) Los Terranova los sitúa Curtin, p. 97, en la parte oriental de la
costa de Guinea.
132 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

un joven, en 1515 una nina y en 1516 un niño; de Bayocena,


en 1506, un negro de 22 años; de Biasa, en 1516, una niña
llamada Leonor; de Bica, en el mismo año, una joven llamada
Maria; de Bobuba, en 1502, un negrito; de Bocana, en 1515,
un joven negro; de Bongu, en 1507, un negro y una negra; de
Cabo, en 1500, una negra, y en 1510 otra; de Caser, en 1507,
un lote de seis negritos, varones y hembras; de Celien, en 1506,
una joven de 20 años; de Cimy, en 1514, un negro; de Ciquo,
en el mismo año, María, de 12 años; de Cobo, en esta misma
fecha, dos mujeres llamadas Elena y Catalina; de Coro, en
1515, un joven llamado Juan; de Dapar, al año siguiente,
una niña llamada Axa; de Gaga, en 1515, un negrito llamado
Adrián; de Gerna, el mismo año, una muchacha; de Giafa,
en 1514, un muchachito llamado Francisco; de Hancón, en
1515, una niña llamada Catalina; de Hiqua, en 1513, una
joven llamada Margarita; de Hireo, en 1515, dos muchachos
de 15 años; de Imem, en 1502, un hombre de 30 años; de
Jafara, en 1509, seis negros de distintas edades; de Jasa,
en 1514, una negra llamada Juana; de Lema, en 1515, Juana,
de 12 años; de Lexa, en 1514, Felipa, de 18 años; de Llama,
al año siguiente, una negra de 16 años; de Lobo, en 1516,
una joven llamada María; de Macor, el mismo año, una niña;
de Madurga, en 1504, un negrito de 12 años; de Manico, en
1513, un negrito llamado Cristóbal; de Manseya, en 1494,
un negro y una negrita; de Meguera, en 1515, un negro de
14 años; de Moqua, en 1514, una negra; de Nafora, en 1503,
una negra de 18 años; de Oranca, en 1515, una negrita de
13 años llamada Catalina; de Orson, en 1507, un joven de
18 años; de Ovagua u Ovegua, en 1514, una negra de 22 años,
y en 1516, una de 18; de Singa, en 1510, un negro; de Tam-
ba, en 1508, Juan Blanch, de 28 años; de Tibani, en 1514,
un hombre de 40 años llamado Vicente; de Valmive, en el
mismo año y presentación, un negrito de ocho años; de Via-
sala, en dicho año, un joven bautizado Jorge; y de Xula o
Xulla, en 1506, dos negros de 20 y 25 años (37).

(37) La simple lectura de los nombres Biosa, Giafa y Viasala, nos


hacen pensar en Beafra; Bayou en Banyul; Manico en Manicongo, pues
bien pudieran ser malas interpretaciones de los escribas de la curia de
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 133

Esta larga y tediosa enumeracíon nos parece necesaría


porque no son muchos los datos que conocemos sobre tierras
de negros en esta época, y consideramos que estas trans-
cripciones valencianas y las fechas de su aparición, pueden
contribuir a aclarar las noticias manifestadas en otras fuentes
documentales y cartográficas contemporáneas, tanto para fijar
la situación como para unificar la nomenclatura.
Pero no termina aquí la historia de los negros, pues como
las navegaciones siguieron hacia oriente en busca de la India,
vamos a ir encontrando gentes negras del ámbito índico, como
es el caso de varias piezas de Calicut o Calcuta, tal un mu-
chachito de 12 años, traído de Portugal en 1504 (38); otro de
10 enviado desde Galicia en 1507; uno loro casi negro de
20 años y otro negro de 22, presentados en 1515 (39); al
año siguiente comparecía Pedro, de color loro (40). En este
momento, no hay distinción racial entre las gentes de tez
oscura procedentes de Africa y Asia, aunque antropológica-
mente pertenezcan a grupos distintos y definidos. Pero hay
que hacer notar que, en la apreciación del siglo xvi, todos te-
nían una misma categoría y sufrían una misma suerte. Y esto
interesa mucho como característica de la institución de la
esclavitud, que no marca más frontera que la de la declara-
ción de la presa como de buena guerra.

1.3. Cronología de la llegada.

Como nota general se puede decir, que la presentación


en el mercado valenciano de piezas de Africa, va siguiendo
los hallazgos de las naves lusitanas y las declaraciones del
monopolio regio. El ejemplo más patente lo constituye el de
la llegada dc pocas piezas de negros Jalofes en 1483 y 1484

Valencia, de tales topónimos. Pero hemos preferido considerarlos por


separado, y así se reseñan en el cuadro Tierras de negros.
<38) Se llamaba Satme y fue apresado por árabes, que lo vendieron
a un mercader cristiano que lo lleva a Portugal, donde lo bautizan con
el nombre de Antonio.
(39) Su nombre original era Rumera, lo bautizan con el de Roque. El
segundo se llamaba Neyne y le ponen Francisco.
(40) Apresado por la armada del rey de Portugal, hacia dos años,
junto con otras 50 personas y llevado a Lisboa.
134 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

y la masiva a partir de 1489, como resultado del asiento de


Marchione, como ya apuntábamos anteriormente. Hasta 1507
tenemos noticias de estos cargamentos filiados. Pero bien
pudiera ser que los otros grupos numerosos, que entran desde
1509 hasta el fin del reinado, sin más distintivo que su pro-
cedencia portuguesa, sean también de este asiento (41). El
lote de 1512, de negros de Capi y de otros lugares de Ne-
greria, podría ser de la exclusiva de Sierra Leona, concedida
a Joao de Lila y Joao de Castro.
Los de Benin aparecen algunos años más tarde del estable-
cimiento de relaciones con el rey, pues los hallamos en Va-
lencia, en 1502, por primera vez. Los del Congo, a cuyas
aguas habían llegado los portugueses en 1508, empiezan a
ser vendidos en 1518. No aparece entre los miles de negros
ajustados hasta 1516 ninguno de Angola. Sin embargo, ha-
bían tenido tiempo de recorrer muchas millas marinas gentes
negras del Indico, desde 1504. Podemos conjeturar que se
necesitaba algún tiempo para que el trato se estableciera,
que los negros admitieran las transacciones y que se prove-
yeran de mercadería con qué complacer a los lusitanos. Los
nuevos mercados, estando en buena explotación los recién des-
cubiertos, no entrarían inmediatamente en competencia (42).

2. Un camino que pasa por Portugal.

Tras una larga polémica entre los monarcas de Castilla


y Portugal, las rutas africanas al sur de las Canarias, que-
daron en manos de los segundos (43). Esto significa que, co-
mo patrimonio de la corona, todos los beneficios que del

<41) Puede ser, también los otros asientos concedidos por la corona
a Francisco Martins en los Ríos de Guiné, de 1509-1512, y en el Senegal.
de 1511-1513; a Joao de Fonseca y Antonio Carneiro en Santo Tomé, de
1504-1506; a Joao de Lila y Soao de Castro en Sierra Leona, de 1510-1513.
según vemos en A escravatura, subsidios para a sua historia, de Edmundo
Correia Lopes, Lisboa, 1941, pp. 48.49.
<42) Un Angola aparece en la lista que ofrece James Lockhart en su
Spanish Peru, 1532-1560, Madison, 1968, p. 173, y se incluyen en los censos
de Curtin de 1526-50, pp. 100-101.
(43) Doña Isabel escribía en 1475 que «los reyes de gloriosa memoria,
mis progenitores, de donde yo vengo, siempre tuvieron la conquista de
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 135

comercio se desprendieran, iban a estar regulados por el rey.


El sistema de asientos para la traida de negros es el estable-
cido desde el primer momento, pero la empresa se conocía
como «el trato del rey de Portugal» (44), y los propios com-
pradores sabían cuáles eran los métodos de ese trato, pues
una dama sevillana decía que había comprado su esclava
Violante a un genovés que se encargaba de hacer el negocio
por el rey (45).

21. El monopolio real.

Esta situación determina el paso obligado de los negros


por Portugal, como etapa inicial europea. El monarca tenía
establecida una oficina, la Casa dos Escravos, en que se re-
gistraban las llegadas de cautivos negros, puesto que las pie-
zas estaban sujetas a un impuesto por cabeza. De la informa-
ción de estas series tenemos cifras y procedencias, pero las
primeras (en lo que han publicado los autores que han estu-
diado el tema) por su cuantía nos parecen muy inferiores
a lo que realmente se debía mercadear (46).
Los datos proporcionados por las confesiones y los reci-
bos valencianos, no hacen más que conformar esta realidad.
Tanto los mercaderes como los esclavos, declaran que la mer-
cancía llegaba de Portugal, siendo Lisboa y Lagos los dos
puntos de referencia más frecuentemente citados. De los ne-
gros llegados de Jalof, en 41 de las presentaciones se asegura
que las naves venían del vecino reino; de los de Guinea, sucede
en ocho casos; en los de Benin, son 18 las veces que atestí-

las partes de Africa y Guinea..,>. como copiamos en nuestro trabajo «Al-


gunos viajes de las gentes de Huelva al Atlántico (1470-1488)», publicado
en el Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1968, p. 566.
<44) Así lo declaraban en 1505 los mercaderes valencianos Galcerán
Raudor y Fernando Fuster al presentar 33 negros bozales traídos de
Lisboa (D. 788).
(45) Beatriz de Rivera presenta en 1506 a una niña de 10 años, que
trae para su servicio (1). 828).
(46) En nuestro trabajo citado sobre los mayoristas negreros, nota
núm. 23, ya apuntábamos que solamente los esclavos consignados en va-
lencia, superaban los cálculos que puedan hacerse con las cantidades
que aquí encontramos, Opus cit, p. 39.
136 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

guan la vía portuguesa; los de Negrería, en cuatro ocasiones,


al igual que los de Morería; los originarios de otras tierras
menos conocidas, en 23 casos.
Era una esclava reconocida, pues en muchas declaraciones
antecede su paso por Lisboa a su entrada en Castilla y, de
ésta, al reino de Valencia. Tal sucede a unos negros de Benin,
de Mandinga, de Guinea, de Seni, de Cabo Verde y de Caía-
bar (47), de Buguodar, de Terranova.

23. Otros navegantes.

Las gentes de la costa atlántica castellana habían parti-


cipado siempre en la aventura africana. Sus navíos habían
ido, al igual que los portugueses, a las pesquerías y racias
de las tierras de moros y de negros, por ello, cuando ya esta-
ha establecido el trato lusitano, no se quedaban al margen
de estas empresas, si bien tenían que hacerlo de segunda
mano. Los marinos y comerciantes de Cádiz y del Puerto de
Santa María, por tanto, aparecen frecuentemente en los asien-
tos de la administración de Valencia. Una carabela portuguesa
llegaba en 1511 «por vía de Cádiz», y dos años después
traían de Portugal un negro y otras mercaderías desde el
Puerto (48). En otras ocasiones, los puertos de Málaga y Al-
meria. Las más de las veces, la única indicación es la de
venir de Castilla.
Cuando los esclavos habían cambiado de varios amos, la
ruta de entrada era la terrestre, procedentes de Orihuela,
Toledo, Medina y otras ciudades y villas de la corona de
doña Isabel.
Supuesto el primer eslabón lisboeta, con la sola indica-
ción de la vía castellana, tenemos consignadas 21 presenta-
ciones de negros de Jalof, 14 de Benin, 16 de Mandinga,
cuatro de Guinea, dos de Negrería, seis de Morería, y 19 de
los lugares de menor importancia.

(47) Pueden verse los D. 560, 578, 722, 876, 893, 1.088 y 1.365.
(48) Lleva esta carabela dos negras muy bozales, al mercader valen-
ciano Bartolomé Monfort (D. 1.197). En 1513. en la carabela de Pero
Sanchiz llegaba Juan de 15 años (D. 1343).
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 137

Es de notar que, cuando se trata de cargamentos numero-


sos, en casi todos los casos viene consignada la procedencia
portuguesa, si no aparece también el origen de las piezas

2.3. Estadística.

Del estudio de las gráficas compuestas a base de los datos


que hemos recogido, se desprende que el comercio de negros
se va a caracterizar por la irregularidad de las transacciones
en el mercado de Valencia, que presenta una curva de gran-
des oscilaciones. Esta es una peculiaridad que viene determi-
nada por lo aleatorio de la recolección de las piezas de los
grandes cargamentos.
Las ventas de menudeo, de los mercaderes al por menor
o de los particulares que pedían o se desprendían de sus ne-
gros, tiene un alcance pequeño que oscila entre un individuo
y las 60 piezas anuales (49). La irrupción de los lotes de
los asentistas o de los grandes mercaderes de esclavos, rela-
cionados o no con los monopolizadores de Guinea, Santo
Tomé o San Jorge da Mina, va a suponer el alza de los totales
anuales a cantidades que sobrepasan los 100, 200, 300, 400
y 500 negros por año, llegando a la cumbre en 1495 con la
cifra de 640 piezas.
En el período de 1482 a 1516 que nos ocupa, teniendo
en cuenta que para cinco años no tenemos datos, la media
de entrada de negros sería de 170 esclavos anuales (50). Esta
cantidad es bastante alta, pues si pensamos que esta era la
oferta para uno de los tres miembros de la corona de Aragón,
podemos sospechar que los puertos de entrada de la de Castilla
recibirían una cantidad semejante por lo menos. El tratar de
hacer un cálculo probabilístico a base de estas cifras seguras
resulta temerario, pues las cantidades que podrían resultar
de multiplicar dicha suma por el número de reinos penin-
sulares, daría como resultado un total bastante superior al
estimado por Deerr y Luttrell, que, basándose en los informes
de Cadamosto y de los registros de impuestos de Lisboa, dan

(49) Véanse los años 1482, 1483. 1490 y 1499 a 1508.


<50) Carecemos de datos para los años 1485 a 1488 y 1498.
138 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

de 1458-60 una media de 700 a 800 negros, de 1486-93


unos 442, y de 1511-13 unos 506 (51). En tal caso, para el
segundo período, Valencia sola casi cubre la mitad de la
media anual, y casi recibe el total en 1493, al presentarse
ante el Mestre Racional 424 negros- Tratándose de un reino
alejado de los centros de remisión, hay que pensar que los
más cercanos peninsulares (descontado ya el caso de las islas
atlánticas, Madeira, Canarias y Azores), como eran las pro-
pias metrópoli y Castilla, recibirían un contingente mayor de
esclavos. Por tanto, las cifras que nos dan los autores portu-
gueses deben ser rectificadas y aumentadas. Lo mismo pode-
mos decir del tercer período, de 1511-13, pues en esos anos
en Valencia se presentan la mitad de la media calculada
para las salidas totales (52).
Los negros aparecen catalogados por su sexo, edad, pro-
cedencia y condiciones. Estos son datos muy valiosos para
nosotros y con ellos podemos reconstruir su propia historia
y ver las necesidades del mercado. La llegada de grandes
grupos nos priva de la descripción de la mayoría de estos
informes, pues, excepto en un caso, no se hace distinción del
porcentaje de varones y hembras que los componían. Sólo en
la presentación de 1512, de 121 negros, se aclara que eran
88 hombres y 33 mujeres. No llegan a estar en la proporcion
de uno a tres, que es la recomendada en los envíos a las Indias,
pero no sabemos si esto es un hecho fortuito y, así, no nos
atrevemos a aplicar la norma a los demás lotes grandes. El
total de estos negros mezclados es de 4.170, el resto, los 963,
se reparten en tres categorías según la nomenclatura de las
tasaciones: varones, hembras y niños. Estos, cuya edad tope
eran los 12 años, anunciados como esclavitos, algunas veces
se consignaban en grupos, sin alusión al sexo, como un tipo
standard de mercancía, y eran muy solicitados por los com-
pradores.

(51) Curtin, PP. 17.18.


(52) Siempre hemos hecho hincapié en la modestia de las cifras de
la documentación lisboeta, como decimos. Si no existía fraude en estos
registros de la Aduana, hay que pensar que es el contrabando el que
puede explicar la diferencia y, entonces, la falsedad de las guias de los
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 139

Encontramos un total de 459 varones, 255 hembras y 249


esclavitos. Todos juntos ascienden a 5.133 piezas.

3. Los negros.

Por su posición geográfica, las tierras de negros no esta-


ban en contacto directo con el mundo mediterráneo. Este he-
cho, como ya dijimos, no era obstáculo para que sus habitantes
comparecieran en los mercados de esclavos, en los buques
mercantes, o en las tropas mercenarias de los diversos estados
de sus riberas. Las rutas comerciales musulmanas, que se
adentraban en cl desierto para cambiar la sal y las telas por
el oro y el marfil, durante los reinados de los emperadores
de Ghana, Malí y Shongay, habían rescatado esclavos también.
Estos esclavos, llegados al mar, habían entrado en la proble-
mática de la racia y piratería y, como los propios musulma-
nes, aparecían en los mercados valencianos, catalanes, mallor-
quines, genoveses o sicilianos. Maymo, negro de Orán, de 20
años, contaba al Bayle, en 1503, que iba en una barca de
remos a cautivar cristianos, cuando una nave vizcaína lo
apresó y fue llevado a Almería y a Cádiz, donde lo vendieron
(53). A este ejemplo de corso fracasado podemos unir el
malaventurado viaje de Casim, de 30 años, que en 1509 se
dirigía de su tierra, Argel, a OrAn, en un caro que fue apre-
sado por gente de Mazalquivir y fue vendido en Córdoba
(54). 0 el de Mubarich, prendido en la toma de OrAn y envia-
do por un soldado de su padre en Valencia (55). Y el de

patrones y mercaderes se llevaría a cabo en otros lugares, problema


administrativo de difícil solución.
<53) Maymo era huérfano y soltero (D. 670). Semejante es la historia
expuesta por el patrón de la barca, Nicolás Rodríguez, de Sevilla, que
viniendo en 1500 cargado de trigo de Málaga, entre el Cabo de Gata y Al-
mería, habla tomado una barca de moros de Orán, entre los que figu-
raba un negro <D. 526). En una galeota apresada en 1504, de los 20 moros
tomados por el patrón, Bartolomé Tarrago, figuraba Maymo ben Mahomet,
de 26 años, de Argel (D. 736).
<54) D. 944.
(55) D. 1.023. Triste es el relato de la vida de Ginés, contado en 1512,
diciendo que 20 años hacía había sido apresado en la Goleta de Túnez, su
patria, y llevado a Sicilia, de allí a Alicante, donde lo compró un espar-
140 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

Mubaricha, de la que se dice su origen de Negrería, pero


criada en Orán, también apresada allí (56).
Algunos cautivos negros decían en sus declaraciones que
habían sido apresados por árabes; como hacía en 1506 el
muchachito Juan, de Jalof, que en su tierra había sido apre-
sado y conducido luego a Cádiz (57); y la negra María, de
Benin, que hacia 1508 había sido prendida por moros que
la llevaron a Portugal, en donde había vivido 8 años (58).
Estos incidentes eran el acontecer posible de las relacio-
nes entre los reinos cristianos y musulmanes. Las peleas en
tierra y los robos en mar. Pero con la apertura de la ruta
directa a Negrería, van a desaparecer los intermediarios mu-
sulmanes como proveedores exclusivos.

11. Aventura africana.

Las técnicas de prendimiento conocidas y practicadas en


el Mediterráneo se continuaron, como es natural, en el Atlán-
tico. Son muchos los negros que en sus declaraciones afir-
maban haber entrado en cautividad por haber sido apresados.
En unos casos, sin especificar quiénes habian sido los apren-
sores, como sucede con varios Jalofes: Leonor y Juan, en
1506; Margarita, en 1507 (59); Juan, en 1508 (60); Juan
y Francisca, en 1509 (61); Roque y Nicolás, en 1512 (62);
Francisca, en 1514 (63). De Benin hallamos a Lopo, en 1505,
y Gracia, en 1509. Los Mandinga son: Francisco, en 1502,

tero con el que vivió 12 años, hasta que lo vendió a un vecino de Murcia,
Alonso de Molina, que lo presentaba ahora (D- 1.304).
(56) Esta la presenta un mercader <1). 1.103).
(57) D. 813.
<58) D. 1.531.
<59) Esta fue apresada con otro hombre y llevada, con todos, a Por-
tugal, mientras su marido e hijos quedaban en la tierra (D. 856)-
<60) Este joven. de 25 años, había sido apresado cuando niño y llevado
a Portugal, y luego vendido en Córdoba, de donde lo traían <IX 902).
<61) Ambos con una declaración semejante <D. 928, 934).
<62) A Roque lo llevaron a Lagos, donde lo crió y bautizó un Juan
Alvarez (D. 1.260).
<63) De 30 años, apresada de pequeña y vendida en Toledo (D. 1.4V).
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 141

y Catalina, en 1514 (64). Un negro de Guinea en 1504 (65).


De Sapi, en 1502, presentan a una negra de 17 años, llamada
Isabel. Lo mismo cuenta otra Isabel de Menegueta, traída
en 1506. Inés, de Celien, lo dice en el mismo año (66). Y
también Pedro, de Bayocena; en 1507, otro Pedro decía
haber sido capturado con sus padres en Orson. Cristóbal, lle-
gado en 1513, lo había sido en Capi.
Otros cautivos decían en sus declaraciones que los pren-
dedores eran portugueses, es decir, los dueños de la trata, a
los que podemos atribuir, sin pecar de demasiada osadía,
las capturas anteriores no especificadas. Juan de Jalof con-
taba, en 1504, que había sido apresado con su mujer y vendido
por unos portugueses a un mercader. Catalina, de Calabar, en
1508, decía que había sido apresada por un capitán portu-
gués que la había llevado a su tierra, y allí pasó a Cartagena,
Murcia y Valencia con distintos amos (67).
Pero esto, no constituye novedad, hay que dar un paso
más para que la consecución de esclavos tome un tinte peculiar.
Esto se produce cuando los propios negros entran en el ne-
gocio. Sabemos que en las comunidades africanas, las gue-
rras tribales producían esclavos al vencedor, que eran mano
de obra y objeto de prestigio. Esta institución encajó a la per-
fección en la trata, pues fue la excusa para llenar los sollados
de los buques negreros. La antigua costumbre se practicó
ahora, no para buscar servidores, sino para proporcionar
piezas a los mercaderes. Como consecuencia de la gran peti-
ción de esclavos, las rencillas entre los distintos reyezuelos

<64) Tenía 30 años, habla sido apresada con tres hermanas y llevada
a Lepe, luego a Sevilla, de allí a Cádiz, y de allí a Valencia en la carabela
de Alonso Rodríguez Noguero (D. 1.395>.
<65) Apresado con otros en su tierra, lo llevan a Portugal, luego a
Sevilla, donde micer Simón Bonsenys, hace dos meses lo remitió a Cádiz
a micer Simón Verde, mercader florentino, que lo manda a micer Bau-
tista Bargueriny y Compañía, cuyo procurador, micer Jerónimo Icufaldi,
mercader sienés, lo presenta (D. 722). Este joven, soltero y huérfano, nos
proporciona valiosas noticias sobre las rutas comerciales y sobre la red
de mercaderes italianos interesados en la trata.
<66) Habla sido apresada con una hermana y llevada a Portugal,
mientras el padre y la madre quedaban en su tierra <IX 821).
(67) D. 725 y 893.
142 Vicenta Cortés Alonso IIREAA: 7]

se multiplicaron y, de rechazo, estas historias aparecen en


las declaraciones tomadas ante el Bayle a todo lo largo del
reinado que estudiamos.
El primer declarante es un Mandinga, bautizado Rodrigo,
de 24 años, que en 1503 aseguraba que había sido apresado
por su rey negro, que lo vendió a unos cristianos, los cuales
lo llevaron a Portugal. Este es el caso más duro de compren-
der, pues era el propio monarca el que hacía negocio con sus
sujetos. Otro paisano suyo, Diego, de 11 años, declaraba en
1509 que en guerra con otros negros fue tomado prisionero
y vendido a cristianos que lo llevaron a Portugal. La historia
de esta etapa de la travesía es como una cantinela. Leonor,
también Mandinga, decía en 1513, que la habían apresado
otros negros, los cuales la vendieron a blancos que la trajeron
al Puerto. Aquí la información es más somera y generaliza-
da, pues la mujer sólo conoce a sus apresores como blancos,
y el camino es directo a Valencia (68).
Luego del primer Mandinga, uno de Jalof. En 1505, se
presentaba un lote de negros del conde Diego Hurtado de
Mendoza, entre los que destacaban Francisco, de Jalof, y Juan,
de Terranova (69). Al año siguiente, comparecía Dionís, de
22 años, con el mismo relato. En 1507 era Francisco. En
1514, Jerónimo, de 33 años, relataba que hacía poco más
de un lustro que había sido prendido con su mujer y un hijo,
llevados a Portugal, Cartagena, Murcia y Orihuela, en donde
quedaban estos como esclavos (70).
De Benin nos cuenta los mismo en 1513 Catalina (71).
De Gogoli, comparecía en 1506 un joven llamado Juan. De
Terranova, el Juan citado más arriba y otro que llegaba en
1507, nombrado Juan Marco. De Buguodar llegaba en 1513

<68) IX 684, 1.074 y 1.355.


<69) El primero, de 30 años, había sido apresado en su tierra por
otros negros, y de allí llevado a Portugal y Sevilla. El segundo, de 16,
había sido cautivado cuando pequeño y no sabía si aún vivían sus padres
(IX 756).
<70) D. 837, 884 y lAOS.
<71) Fue vendida por negros a cristianos, que la llevan al Puerto,
donde la compra un marinero del Grao de Valencia, que la presenta
<D. i.378).
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 143

un hombre llamado Juan, de 40 años. De Tibani, eran Vicente,


de 40 años, que hacía 18 que perdió su libertad por guerra
entre tribus y fue vendido a Juan de Luna, capitán de Cabo
Verde, con el que había vivido hasta el momento de la presen-
tación. Es decir, que su estancia en un puerto de paso, como
lo era la isla de Cabo Verde, había durado casi la mitad de
su vida (72).
El predimiento significaba, como vemos, un desarraigo
de la tierra y de la familia violento, forzado y, en muchos
casos, alevoso. Se perdía para siempre el hogar, la lengua
y el mundo espiritual.

3.2. El bautismo y la lengua.

En dos grandes grupos podemos dividir los esclavos que


llegaban al mercado. Por un lado, los de los grandes lotes,
bozales e innominados; por otro, los que habían adquirido
un nombre y unos conocimientos básicos del mundo ibérico
o musulmán. Los primeros aparecían, verdaderamente, como
piezas, como partes de un gran rebaño y a merced de los
mercaderes. En esta categoría están, como ejemplo, todas
las presentaciones de los Jalofes de Césaro de Barchi. Pero,
en las ventas de menudeo los hallamos bozales también, dc
todas las procedencias. Por lo general, figuran con sus nom-
bres nativos —si no habían recibido uno cristiano todavía—
o con ambos a la vez. Esta información es de mayor interés,
pues un estudio linguistico podrá ayudar a fijar localizacio-
nes que, de otro modo, tal vez sería imposible esclarecer (73).
Bien pronto comparece, en 1495, una negra Gamba y aho-
ra Maria, oriunda de Jalof, «que no confiesa por ser muy
bozal». En 1503 eran los niños Perico y Nicolás. Un año
más tarde, el hombre Juan y el niño Stona. En 1505, la joven-
cita Catalina, un niño Juan de seis años y otro de 10 años
sin nombre alguno. La negra Catalina y su hijita Francisca,
llegaban en 1506. Dos muchachitos, Bautista y Catalina, apa-
recen en 1509 a petición de un honrado maestro zapatero.

<72) 13. 836, 887, 1.365 y 1.392.


(73) Hemos recogido estos onomásticos aborígenes en la lista núm. 2.
144 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

Los de Benin son Govar, en 1502, negro de 35 años; la


mujer Corsa y el varón Beya, en 1507; en 1509 son la joven
Beatriz, un grupo de ocho negros llamados Abdia, Acini, Abro
(tres), Ama2a, Eju y Usonia, y otro formado por Equa y Adde.
Dc Mandinga llegan bozales en 1503 los muchachos Piga,
Ana y Jangua, el joven Zamba y el adulto Gerro. En 1507,
el hijo del caballero Francisco de Peñarroya, que estaba al
servicio del rey de Portugal, le enviaba a su padre al negro
Jorge. También presentaban a un joven llamado Antonio.
Al año siguiente, comparecía la joven Zamba, bautizada Ca-
talina. En 1509, la muchachita Soria. El último ejemplo de
este origen, presentado en 1514, no tiene nombre alguno-
El joven guineano Pedro llegaba en 1504 y la negra Mo-
bariqua, en 1509.
De Saxi, aparece en 1503 una mujer llamada Juana, y al
año siguiente un negro de 40 años nombrado Juan, y Luisa,
de 30 años.
Bohich era un negro de Barbusa, vendido en 1504.
De Jalonga está Lorenzo, de 50 años, en 1506. En el mis-
mo año, Jorge y Juan, negros de Xula. Dos negros de Cabo
Verde, Bartolomé y Gracia, en 1507. En el propio año, la
muchachita Sarra y el joven Natere, de Bongú.
Sin determinación de origen, como mucho su procedencia
de Portugal, encontramos al joven Zamba y los niños Penguena
y Zamba en 1505. Un muchacho, Pedro, en 1509. En 1516,
presentaba un tendero una negrita de cinco años muy enferma.
Otros varios aparecen con sus nombres aborígenes, sin
que se les tache de bozales, lo que debemos entender como
que sabían lo necesario para atender su trabajo.
Vemos que muchos de estos bozales se reseñan con nom-
bres cristianos. La razón es el bautismo que recibían de los
mercaderes o de sus amos. La ceremonia de imposición del
nombre podía quedarse en eso solamente, pero hay algunos
negros que hacían constar su condición de bautizados y daban
cuenta de quién y cuándo habían recibido el sacramento. Es
decir, que adquirían una nueva lengua: la portuguesa, cas-
tellana o valenciana, según la naturaleza del dueño que los
compraba, y eran convertidos a una nueva fe.
Esta condición reconocía el negro de Jalof, Francisco, a
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 145

quien había bautizado en Lisboa su amo, el fraile Juan (74).


A Isabel, oriunda de Sapi, la bautizó un amo de Salamanca
(75). Al muchachito de Senis, Cristóbal, llegado en 1503,
lo habían hecho cristiano en Portugal; en 1504, contaba Pedro,
de Jalof, que su amo de Orihuela; a la negrita Antona, de
Barbesí, la habían hecho en Cabo Verde, en 1509, al traer-
la (76).
Los nombres que imponían a estos esclavos eran, por lo
general, los de los miembros de la familia real o los de más
devoción en el santoral de la época. Abundan los nombres
Juan, Francisco, Pedro y Antonio, entre los varones, y los
de Catalina, María, Isabel y Juana, entre las hembras (77).
En cuanto a los nombres aborígenes, aparecen algunos
comunes a regiones diferentes, aunque próximas, como es
el caso de Zamba y Gomba, que se aplican indistintamente
a mujeres y hombres y, además, a negros de Jalof y de Man-
dinga. Por ello, algunas de las piezas llegadas de Portugal
o sin origen ninguno que lleven estos nombres, bien pueden
ser atribuidas a una de estas dos tierras de negros.
323. Duro viaje.

Dadas las condiciones de su captura, forzada y violenta,

<74) Luego lo habla vendido a otro que lo envía por mar a Valencia,
en 1494 <D. 326).
<75) La habla comprado de un mercader de Lisboa y, luego, la vende
a uno de Medina del Campo, que la revende al valenciano Luis Vicent,
en 1502 (13. 588).
<76> 13. 659, 723 y 1.031.
(77) Juan <54), Francisco <33), Pedro (27), Antonio <24), Cristóbal <12),
Jorge (12), Fernando (10), Diego <5), Gonzalo (5), Sebastián <5), Rodrigo
<~), Luis <3), Alonso (2), Alvaro (2), Bartolomé (2), Eduardo <2), Ginés
(2), Jerónimo (2), Miguel <2), Nicolás <2), Roque (2), Simón <2), Adrián (1),
Alfonso <1), Arnau <1), Bautista <1), Cosme <1), Dionis <1), Domingo (1),
Jaime (1) Joaquín <1>, Lope <1), Lorenzo (1), Manuel (1), MartIn (1), Mel-
chor <1), Tomás (1), Tristán (1> y Vicente <1). En total son 219. Catalina
<46), María (26). Isabel (20), Juana (17), Beatriz (7), Margarita (7), Gracia
(6), Francisca (5), Magdalena <5), Inés <5), Felipa (4), Leonor (4), Ana
<3), Antonia <3), Constanza (3), Bárbara (2), Cecilia (2), Elena (2), Espe-
rama <2), Jerónima <2), Menda <2), Violante <2), Benedicta <1>, Bolonia
(1), Bonagracia (1), Cativa <1). Castellana (1), Clara (1), Clemencia (1),
Eva <1), Ginebra (1), Prudencia <1), Luisa <1)), Lucía (1) y Paula <1). Son
en total 188.

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146 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

y la separación de todo lo conocido que suponía la venta a los


mercaderes portugueses, la travesía de los esclavos desde sus
tierras hasta la península ibérica, no debía ser un viaje fácil
y cómodo. Pensemos, que además, las condiciones de la nave-
gación en la segunda mitad del siglo xv y principios del xvi, no
podían ofrecer ningún descanso en aquellas naves pequeñas
e inseguras, ni siquiera a los viajeros ordinarios, cuanto me-
nos a unos cautivos. Pero, lo que debemos tratar de averiguar
es cómo se realizaba este transporte, pues pensamos que, en
aquellos momentos, no se había llegado a la perfección en
el negocio que supone el bien conocido plano del buque ne-
grero tan divulgado por la bibliografía sobre el tema (78).
Los mercaderes transportarían sus esclavos en las condi-
ciones que les ofrecieran mayor ganancia, sin duda alguna,
pero las naos y carabelas utilizadas eran las mismas del trá-
fico general, las mismas que transportaban mercadurías, tro-
pas o botín de guerra. Por tanto, el espacio y la distribución
de los bultos y las personas, no se había calibrado todavía
en una forma tan atroz como en un navío de la trata atlántica
en su momento de auge.
Esta afirmación parece corresponder a las noticias, y las
que hay son significativas, que hablan del buen estado en que
llegaban los negros. De algunos esclavos se dice que estaban
enfermos o eran débiles. Estas tachas en una mercancía, re-
percuten en el precio, y lo vemos reflejado en los recibos
del impuesto sobre la valoración de las piezas. Así, cuando
el mercader Francisco Esparta presentaba en 1482 ocho ne-
gros, por cinco de ellos pagaban 110 libras, pero «una negra
con una pierna rota, un cojo y otro enfermo», eran ajustados
en 45 libras solamente (79). Un joven muy bozal, traído por

(78) Está ampliamente reproducido el plano del buque Brookes, pre-


parado por el comité antiesclavista de Wilberforce, pero esta embarca-
ción corresponde al último período de la trata. Podemos verlo en Sins
of tite Fatiter. A Study of tite Aliando Siave Traders 1441-1807, de James
Pope-Hennessey, New York, 1968, 268 Pp. Como en casi todos estos libros,
los comienzos dcl trático quedan despachados en escasas seis páginas.
En el libro de George Kay, La fraile des noirs, París, 1968, 283 Pp.. tam-
bién aparece el plano del navío, y los primeros momentos se describen
en unas diez páginas.
<~~) 13. 20.
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 147

un mercader de Mallorca, originario de Mandinga, se esti-


maba en 1507 en seis ducados, por ser débil y tuerto; en
1513, uno de dos negritos de la misma tierra, llamado Juan,
estaba enfermo; por Elena y María, negritas traídas de Por-
tugal, en 1516, se pagaban 30 libras, por ser malas y dé-
biles (80).
Dejando de lado las presentaciones al por menor, en las
que muchos de los esclavos habían pasado por varias manos
antes de llegar a Valencia, debemos ver cuál es la situación
de los que llegaban casi directamente de Negrería, con escala
en Lisboa, en unas condiciones que eran raíz de la trata en-
caminada ya a América. No tenemos noticias de la mortalidad
que afectaba a los negros en la travesía, pero sí las tenemos
una vez que desembarcaban, pues a los mercaderes les con-
venia que las piezas desaparecidas no figuraran en los ajustes
en el momento de cobrar los impuestos. Para ello, presen-
taban justificación testifical que hiciera descontar las bajas
de los registros.
En ninguna de las presentaciones de los Jalofes de Barchi
aparecen estas bajas de piezas fallecidas. El primer caso lo
hallamos en 1507 en una presentación de 110 negros, también
de Jalof, en que se habían muerto dos de los traídos por Luis
Morell y sus socios (81). En 1512, el mercader lisboeta Fran-
cisco Rodríguez desembarcaba 101 negros, de los cuales había
uno enfermo que encargó al portalero del Portal de Cuarte.
A los 15 días moría el negro, y el portalero y un guantero
vecino iban a testificar ante el Bayle la defunción (82). Dos
años más tarde, un vecino de Sevilla, presentaba 27 negros, de
los cuales seis estaban enfermos (83). Los restantes casos
son de 1516. Miguel Juan Valentí había llevado 130 negros,
pero presentaba también los testimonios de la muerte de 15
de ellos, por lo que tributaba sólo por los 115 supervivientes

<80) D. 847, 1.379 y 1343. Estos dos se estimaban en 30 libras, precio


idéntico al pagado tres años después por las dos negritas. Por otra tam-
bién enferma, pero de 5 años, se pagaban 10 libras (D. 1332).
<81) 13. 872.
<82) 13. 1309.
<83) Eran 14 hombres y 13 mujeres, que traía de Portugal para vender
(13. 1.414).
148 Vicenta Cortés Alonso [REAA: 7]

(84). Dos mercaderes, Pedro Orni y Jorge Rodríguez, presen-


taban 66 negros y el descargo de la muerte de tres de ellos,
quedando su cuenta en 63 piezas (85).
Aunque no se trate sólo de negros, queremos citar otro
caso de defunción de esclavos, porque nos puede servir de
referencia. En este mismo año de 1516, el doncel Miguel
Arbues y Calcena, presentaba 88 esclavos, 85 de la «isla
del Brasil» y tres negros, de los que perecían 23 piezas (86) -

Vemos que, las pérdidas sufridas por la mercancía eran


bastante pequeñas atendiendo al largo viaje. No sabemos
si las que estuvieran en peores condiciones habían sido eli-
minadas antes del desembarco, pero no parece probable,
puesto que los enfermos figuran entre el conjunto de todos
los lotes y, además, que no todos los enfermos estaban muer-
tos en el momento de finalizar las formalidades aduaneras-
Las proporciones son de dos de 110, uno de 101, 15 de 130
y tres de 66, entre los llegados de Africa. Cuando la travesía
era mucho más larga, como en el caso de los brasileños, el
porcentaje aumenta su tenor, y de 88 son 23 los desaparecidos.
Hay que suponer que los mercaderes tratarían de soste-
ner a las piezas el mayor tiempo posible en buen estado, pues
las cartas de venta incluían entre las tachas que las invali-
daban, las de las enfermedades que padeciera el esclavo
antes del momento de la transacción. Por muy solicitados que
estuvieran los esclavos, los compradores tampoco iban al
mercado para regalar su dinero.
Por fin, queremos hacer referencia a otra posible causa
de enfermedad, proporcionada por los propios documentos.
En dos ocasiones se califica a los esclavos de «malalt de mal
de sentiment», afección que creemos puede referirse al trauma
que en los negros se producía al verse separados de su tierra,

<84) Presenta como testigos al enterrador y un marinero para 10 ne-


gros, y al marinero para cuatro negras y un negro <13. 1.528).
(85) El Bayle del Grao, declaraba que en el puerto habían quedado
cinco negros enfermos, de los que había visto muerto uno. El mesonero
del hostal del Camello y un huésped del mismo, testificaban que en la
casa habían muerto un negro y una negra (13. 1.570).
<86) Estaban alojados también en el hostal del Camello, y son el hos-
talero y el mismo huésped que en el caso anterior, los que declaran
haber visto sacar a enterrar 23 esclavos <13. 1.596).
[REAA: 7] Esclavos negros en Valencia 149

y que aparece posteriormente en toda la literatura de la trata.


Sentimiento o pena que los inducia incluso a matarse o a
lanzarse al agua para perecer. De tal enfermedad estaba
aquejada una Beatriz de 20 años, que en 1507 no quiso com-
prar nadie por estar débil y enferma, y cinco negritos que
llegaban en 1510 de Benin (87).
3.4. Por todos los reinos y de toda condición-

Este largo enumerar presentaciones, separar tierras y nom-


bres, explicar situaciones y avatares, nos viene a mostrar el
hecho de la universalidad de la institución esclavista. Los
proveedores y los solicitantes no ponían reparos a la mer-
cancía, una vez que había sido declarada de buena guerra
y se había pagado el impuesto al rey. Negros de Orán, Benin
o Calicut, bozales o hablando portugués, árabe o castellano,
eran bien recibidos en el mercado. Venían en naves lusitanas,
del Reino o de Venecia, para ser vendidos por sus dueños
de Toledo, de Mallorca o de Lagos. No importaba. Aquel
negro se bautizaba, se le enseñaba su quehacer y se le sacaba
partido. Si no convenía, si había necesidad de dinero fresco.
se volvía a llevar ante el oficial real para ponerlo en circu-
lación de nuevo. Si era bueno y trabajador, aquel Zamba o
Glauglau podía convertirse en un miembro inferior de la
familia, al que se daría libertad o moriría en la casa, dejando
como recuerdo alguna cancioncilla de Negrería, enseñada
a los niños.
No sabemos mucho de estos restos del paso de los negros
por los distintos reinos ibéricos, pues apenas aparecen sus
imágenes en la iconografía de los reyes Baltasar de la Ada-
ración de los Magos, o quedan retazos de su paría en las
coplas y canciones burlescas de los siglos xvi y XVII.
Pero nos parece importante comenzar con esta búsqueda
penosa y difícil de los principios de una travesía que perma-
nece todavía en la nebulosa de la leyenda.
Departamento de Antropología y Etnología de América.
Universidad Complutense de Madrid.

<87) A Beatriz la ajustaron en sólo 7 libras, 10 sólidos <D. 879 y 1115).


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