María Ángeles Vitoria. Positivismo
María Ángeles Vitoria. Positivismo
María Ángeles Vitoria. Positivismo
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Positivismo
Autor: María Ángeles Vitoria
Índice
1. Características generales
3. El positivismo comtiano
4.2. El neopositivismo
5. Bibliografía
5.2. Estudios
1. Características generales
Con el término “positivismo” se suele indicar una corriente de pensamiento de
carácter filosófico-cultural, dominante en Europa durante buena parte del siglo
XIX, particularmente en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia. El movimiento
alcanzó también Estados Unidos y América latina. Debe su nombre a Saint-
Simon —que lo usó por primera vez en el Cathéchisme des industriels,
publicado en 1823—, pero fue precisado y popularizado, sobre todo, por
Auguste Comte (1798-1857), que es considerado el padre del positivismo.
Por otra parte, el conocimiento de las leyes no tiene otro sentido que hacer
posible la previsión racional de los hechos futuros, permitiendo el dominio sobre
las cosas: conocer para prever y dominar. El propio Comte hace notar la filiación
baconiana de estas ideas, al recordar la identificación que estableció el filósofo
inglés entre ciencia y poder (scientia et potentia in unum coincidunt). La
especulación positiva no pretende ser contemplación de la verdad, visión de las
cosas, sino posesión de la ley de sucesión de los fenómenos para dominar el
curso de los acontecimientos naturales. El único valor de la ciencia consiste,
entonces, en proporcionar la base teórica para la acción del hombre sobre las
cosas. En el positivismo, el conocimiento científico ha quedado reducido
a técnica, a instrumento de poder [Comte 1973: 76-77].
Para muchos de los filósofos e intelectuales del siglo XIX, la física newtoniana
era la forma definitiva de la ciencia y, por eso, la imagen verdadera del mundo.
Se pensaba que el desarrollo científico iba a consistir en su aplicación a los
diferentes ámbitos (incluido el humano). Toda la realidad parecía estar regulada
por leyes mecánicas, de tal modo que, conociéndolas, se podría determinar con
precisión el pasado y el futuro. El éxito de la ciencia newtoniana —interpretado
ideológicamente— acabó por transmutar lo que en realidad era un método válido
(mecánica) en una filosofía mecanicista. El positivismo hizo suya esta visión
mecanicista y determinista de la realidad, y difundió la idea de un progreso
humano y social imposible de detener, pues la ciencia disponía —a su entender
— de los instrumentos capaces de solucionar todos los problemas.
Por otra parte, la revolución industrial, que comenzó a finales del siglo XVIII, y
la difusión del liberalismo económico, produjeron la condición miserable del
proletariado, la explotación laboral de los menores de edad y los desequilibrios
sociales. Como la Revolución no había conseguido establecer un nuevo orden
político, se hacía necesario reorganizar de nuevo la sociedad y las instituciones.
En esta coyuntura, aparece una línea de reformadores, los llamados socialistas
utópicos (Saint Simon, Fourier, Proudhon), y también un movimiento de
restauración —el tradicionalismo— que propugnaba la vuelta al pasado.
3. El positivismo comtiano
La variedad de actitudes y de planteamientos que se acaban de describir,
constituyen el humus en el que nace el positivismo comtiano. Su contexto es
primordialmente el enciclopédico, con una extremada valoración de la ciencia y
con grandes preocupaciones de reforma social.
Más allá de los autores concretos, a finales del siglo XIX y comienzos del XX,
en los ambientes universitarios de la Sorbona, dominaba una filosofía
materialista y positivista que Raïssa Maritain describe con viveza en Les
grandes amitiés, y Jacques Maritain, de un modo más reflexivo y analítico
en Antimoderne.
Por lo que se refiere a la teoría del conocimiento, Mill piensa que la verdad de
toda proposición ha de reconducirse a sus fundamentos de hecho, que se
captan en las sensaciones elementales. Opta por la lógica inductiva, rechazando
la lógica aristotélica de la deducción. Los procesos demostrativos son siempre
de un particular a otro, sin poder alcanzar nunca algo universal que trascienda la
experiencia.
***
En síntesis, puede decirse que, en los últimos decenios del siglo XIX, el
positivismo creó un clima cultural del que dependieron muchas manifestaciones,
tanto en el campo del arte, como en el de la literatura, la filosofía, la historia, el
derecho y las ciencias. Más allá de los autores concretos, en su mayoría
secundarios, el positivismo se propagó difusamente. Uno de los ámbitos que
merece destacarse es el del derecho. Por positivismo jurídico se entiende la
corriente de pensamiento jurídico que pone como único fundamento del derecho
los ordenamientos vigentes, prescindiendo de toda referencia metafísica. Lo
único cognoscible en este campo sería el derecho positivo existente y los otros
que históricamente han existido. De ahí que los derechos no se basen en el
reconocimiento de una ley natural. Una consecuencia de este planteamiento es
que no existen derechos que correspondan al hombre en cuanto tal; los
derechos y la justicia quedan reducidos a lo establecido por la ley positiva,
negando a la persona humana todo derecho que no le sea concedido por la
autoridad. Dentro del positivismo jurídico surgieron distintas corrientes, pero la
tendencia que llevó a sus últimas consecuencias la aplicación del positivismo al
derecho fue la sostenida por Hans Kelsen (1881-1973) y otros autores como A.
Merkl y F. Schreier.
4.2. El neopositivismo
En el siglo XX, la visión cientificista propia del positivismo fue reformulada por
el Círculo de Viena con los recursos de la lógica matemática y de la filosofía del
lenguaje. Su precedente más inmediato está en la tradición empirista de Ernst
Mach (1838-1916). La epistemología de este autor considera que la ciencia se
refiere sólo a los fenómenos tal como se presentan en la experiencia, de tal
modo que pretender alcanzar una realidad más allá sería una aspiración
“metafísica” imposible de realizar. La perspectiva de Mach, además de
fenomenista, es instrumentalista, al afirmar que la ciencia tiene como único
objetivo la “economía de pensamiento”, es decir, la formulación de teorías que
no pueden considerarse verdaderas o falsas, sino solamente útiles con vistas a
la predicción.
5. Bibliografía
5.1. Obras citadas
Agazzi, E., Scienza e fede, Massimo, Milano 1983.
5.2. Estudios
AGAZZI, E., Cento anni dalla morte di Comte. Dal positivismo di Comte al
neopositivismo, «Rivista di Filosofia neoscolastica» 1957, 385-422.
HAWKINS, R.L., Auguste Comte and the United States, 2 vol (1816-1853; 1853-
1861), Harvard University Press, 1936-1938.
POZZO, G.M., Il problema della storia nel positivismo, Cedam, Padova 1972.
JAKI, S.L., The Road of Science and the Ways to God, Scottish Academic
Press, Edinburgh 1980.