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902-Texto Del Artículo-1936-1-10-20161111

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CRISIS DE LA CIVILIZACIÓN

OCCIDENTAL CAPITALISTA
Y MOVIMIENTOS
ANTISISTÉMICOS

Agustin Lao-Montes
Universidad de Massachusetts

140 Resumen:
En este texto el autor presenta una definición
de la crisis de la civilización occidental, indaga
en sus orígenes y propone una relación con la
colonialidad del poder y la modernidad capitalista.
Explora de la crisis sus expresiones culturales,
ecológicas, alimentarias y energéticas, así como sus
implicaciones en la democracia liberal frente a la
Nueva Ola de Movimientos Antisistémicos.

Palabras Claves:
Globalización, capitalismo, crisis, descolonización,
antisistémico.

Ilustraciones por: Andrés Reina G


“Cuando a los Estados Unidos le da catarro a nosotros nos da pulmonía”
Maurice Bishop

“Cada expresión de la Civilización Occidental es a la vez una expresión de Barbarie”


Walter Benjamin

“Sin lucha no hay progreso”


Frederick Douglass

En la oración que abre el clásico del pensamiento des/colonial Discurso sobre el


Colonialismo, el intelectual Afro-Caribeño,Aime Cesaire declara que “Una civilización
que se prueba incapaz de resolver los problemas que crea es una civilización
decadente.”1 De inmediato añade que “una civilización que decide cerrar sus ojos
a sus problemas más cruciales es una civilización enferma” y que “una civilización
que usa sus principios para trampa y engaño, es una civilización muriente.” Cesaire
escribía esto en 1955, luego de la gran depresión de los años 30 y de dos grandes
guerras de occidente, y en el contexto de una ola ascendente de movimientos
en Asia, África y el Caribe por la descolonización de los imperios europeos que
imperaban desde el largo siglo XVI. Hoy día, 55 años más tarde, podemos decir que
fue una aseveración profética si lo consideramos como pronóstico de la crisis actual
de la civilización occidental capitalista.
141
A contracorriente de las promesas de pronta recuperación
que escuchamos de presidentes como García en Perú y
Obama en los Estados Unidos, las imágenes cotidianas y
más mediáticas de millones de personas desempleadas,
desterradas, familias sin hogar, hambrunas y epidemias
masivas, violencias múltiples (étnico-racial, religiosa,
sexual, doméstica, geo-política, genocidios, guerras);
expresan una condición de malestar profundo que
caracterizamos como crisis. Los síntomas de crisis global
se componen con movilizaciones y huelgas generales desde
Francia, Grecia, Irlanda e India, hasta Martinica y Portugal,
y con despidos masivos en Puerto Rico y Cuba. A la vez
salen al relieve 20 millones de desamparados en Pakistán
producto de una serie de inundaciones y casi un país entero
en la calle en Haití muchos sufriendo del cólera luego de
un terremoto devastador, ambas situaciones resultantes
de desastres alegadamente naturales que son al menos
parcialmente causados por la crisis ecológica y exacerbados
por intervenciones militares del imperio estadounidense.
A estas calamidades sumamos los genocidios en Darfur y
Rwanda, mas el destierro masivo que ha dejado un resto
de más de 4 millones de desplazados en Colombia, la gran
mayoría Afrodescendientes e Indígenas.
En este artículo haremos una especie de mapeo del
momento actual y sus diversas interpretaciones, con
el fin de caracterizar y explicar, a grosso modo, esta
coyuntura de crisis global para así esbozar y analizar las
resistencias y luchas que emergen como alternativas.
Para esto es necesario comenzar explicando que
entendemos por crisis, para luego deslindar distintas
teorías de su carácter, emergencia, temporalidad, y sus
posibles escenarios de resolución.

¿Qué es la Crisis? Crisis como Categoría Político Epistémica

Cuando hablamos de crisis nos referimos a una situación insostenible, que requiere
cambios sustantivos, y nuestro argumento es que no solo la economía y la política
sino también las lógicas culturales, éticas, epistémicas, y ecológicas del sistema-
mundo moderno/colonial capitalista se encuentran sumidas en esta condición. La
palabra “crisis” se deriva del griego significando “ese momento liminar en el que
se decide el desenlace de una dolencia, en el que el cuerpo escenifica el ‘juicio
final’ a partir del cual se impone definitivamente la enfermedad o la salud.”2 En
su filología griega, Krisis –“decisión”– procede de Krio –“yo separo, decido,
juzgo”– y de ambos se desprende “crítica”. Una crisis, pues, es esa situación en
la que se dirime el destino y se revelan los límites de un organismo vivo o una
estructura compleja. Por ende estar en crisis significa una coyuntura crítica en la
que se decide la suerte del sistema mismo. Lo contrario de krisis es kairos, que
142 en la filosofía griega y romana era la “oportunidad”, el “momento justo”, la grieta
temporal de la intervención divina. La krisis es también nuestro kairos. Por eso,
en un artículo titulado Mi nombre es crisis, el teólogo de la liberación Frei Betto
dice “Mi nombre deriva del griego krisis, discernir, escoger, distinguir, en fin
tener ojos críticos. Tengo familiaridad también con el verbo acrisolar, purificar.
Contra lo que supone el sentido común, no soy, en sí, negativa. Formo parte de
la evolución de la naturaleza. Tengo dos caras.”3 Por ende, las crisis sistémicas
se deben entender como momentos de grandes riesgos y sufrimientos para la
mayoría de la humanidad, largas coyunturas de hambrunas, desempleos, guerras,
violencias múltiples, perdidas de vida y recursos; pero también como periodos
de emergencia de nuevos modos de vida y de insurgencia de movimientos y
alternativas libertarias y de equidad. En ese sentido se podrían entender tanto a
partir del concepto naturista de “crisis curativas” como a través de la noción de
Schumpeter de “destrucción creativa” ya que implican tanto destrucción de lo viejo
como creación de algo nuevo.

En resumen, el concepto crisis representa condiciones en la cuales se imponen


transformaciones estructurales ya que las formas y normas fundamentales de
funcionamiento de un sistema social no solo no funcionan bien, pero lo que es peor
generan situaciones de caos, malestar colectivo, carencias, violencias y resistencias.
¿De donde surgen históricamente estas situaciones de crisis?, ¿cuál es su carácter?,
¿Cuáles son sus dinámicas principales?, ¿qué hacer?
Teorías de las Crisis y sus Implicaciones Políticas

La cuestión de las crisis constituye un campo político epistémico clave en la teoría


crítica y en perspectivas políticas tanto radicales como reformistas. Dentro de
las tradiciones marxistas y social-demócratas, podemos hablar de teorías de las
crisis como un hito tanto en las maneras de teorizar el capitalismo como en las
políticas en aras de la creación ya sea de un capitalismo reformado (con cara más
humana) o de proyectos socialistas y/o poscapitalistas. Por ejemplo, en los debates
marxistas de la segunda y tercera internacional, uno de los temas nodales fue cómo
explicar las crisis del capitalismo y que implicaciones dichas explicaciones tenían
para las estrategias de lucha, procesos de cambio, y proyecto histórico. En dicho
contexto, un contrapunto revelador es por un lado el “socialismo evolucionario” de
Bernstein y la tesis de que el sistema va a caer por sus propias contradicciones; en
contraste, por otro lado, tanto con el espontaneísmo de Rosa de Luxemburgo, y
el vanguardismo partidista de Lenin, que convergían en entender la resolución de
la crisis a partir de la agencia histórica de los sujetos (individuos, colectividades,
organizaciones) a pesar de sus grandes diferencias. Es decir, tanto para Lenin como
para Luxemburgo, la agencia colectiva en aras de transformación revolucionaria
(ya sea a través de movilización de masas como en el concepto de Luxemburgo de
huelga general, o de organización de partido de vanguardia en el caso de Lenin) es
gestión imperativa en contextos de crisis. En contraste, las teorías de crisis como
derrumbe económico y debacle histórico (como en Grossman y Kautsky), tendían
a minimizar la importancia de las acciones colectivas y objetivizar (o reificar) tanto 143
el carácter de la crisis como sus implicaciones políticas y posibles resoluciones. Esta
forma de ver la crisis y sus posibilidades e implicaciones, también tiende a ofrecer
explicaciones economicistas sobre el carácter y dinámica de las crisis sistémicas.

Al contrario, en este escrito esbozaremos los elementos para una analítica más
compleja de la cuestión de la crisis en general y particularmente de la crisis actual
donde se expliquen sus múltiples mediaciones, patrones y contingencias. Para esto
es necesario explicitar rápidamente algunos asuntos teóricos de fondo que orientan
este análisis de las crisis recurrentes del capitalismo y de la crisis actual en particular.
Colonialidad del Poder y Modernidad Capitalista

Para entender la crisis actual a profundidad es necesario un marco analítico


claro, complejo y flexible, que nos permita ahondar en sus raíces de fondo, a la
vez que nos facilite la posibilidad de indagar en sus matices y contradicciones.
Aquí haremos un análisis breve de lo que denominamos crisis de la civilización
occidental capitalista a partir de la analítica de la colonialidad del poder, perspectiva
teórico-política cuyo autor inicial es el intelectual peruano Aníbal Quijano. ¿Que
entendemos por colonialidad del poder? Quijano lo define como “un patrón de
poder”, es decir un entramado de relaciones que articula de manera compleja y
desigual una multiplicidad de formas de dominación, explotación y conflicto en
relación a la organización y apropiación de seis ámbitos fundamentales de la vida
social: autoridad, comunicación, naturaleza, sexo, subjetividad, y trabajo. Dichos
elementos están entrelazados a la vez que representan dimensiones particulares
del espacio y proceso social. Otra estrategia de representación conceptual de la
colonialidad del poder es como entrelace de cuatro regímenes modernos/coloniales
de dominación, explotación y conflicto: capitalismo, racismo, imperialismo, y
patriarcado.

El patrón de poder moderno/colonial debe entenderse


como un proceso histórico-mundial que nace junto
con la modernidad capitalista y que caracteriza
fundamentalmente el proceso de globalización que
surge en el largo Siglo XVI en el contexto de la
144 conquista de las Américas, el comercio esclavista
trans-Atlántico y la institucionalización del sistema
de plantaciones, la emergencia de imperios europeos
modernos y eventualmente un orden geopolítico basado
en un sistema de naciones-estado, y la emergencia
de la ideología de occidente como marco discursivo
para darle sentido a las nuevas formas de dominación
tanto religiosas y lingüísticas como culturales y
epistémicas, lo cual implico la emergencia de nuevos
modos de identificación e inter-subjetividad. Es en
esta coyuntura histórico-mundial del largo siglo XVI
cuando emerge el capitalismo centrado en el Atlántico,
junto a las invenciones simultaneas de las Américas,
África, y Europa en cuanto categorías geo-históricas
continentales y regionales, que se crean las formas de
clasificación y estratificación racial que conjugadas con
las nuevos modos de explotación del trabajo subyugados
a las dinámicas de acumulación de capital en el naciente
mercado mundial, y con la redefinición del poder
patriarcal, que se origina el patrón de colonialidad del
poder que continua primando mundialmente hasta hoy.
Denominamos las formas modernas de la dominación
usando el sustantivo colonialidad para significar y
acentuar no solo su origen colonial pero sobre todo la
continuidad de estas jerarquías de poder y formas de
desigualdad (económicas, geopolíticas, epistémicas,
etno-raciales, sexuales, etc.) en el largo plazo de la
historia de la modernidad capitalista.

Entendemos el poder no solo como dominación o como


poder sobre, sino también como poder para y poder
como capacidad e impulso vital humano tomando la
definición de Enrique Dussel en su filosofía política de la
liberación.4 En este sentido la cuestión del poder no solo
se refiere a luchas contra regímenes de dominación sino
también a modos de auto-afirmación y auto-creación de
los sujetos históricos5 que construyen formas de vida
distintas y alternativas al paradigma de vida moderno/
colonial y aquí está el meollo de lo que denominamos
nueva política de descolonialidad y liberación.

Esta discusión nos lleva a caracterizar más precisamente


nuestro objeto de análisis que es la condición presente
como crisis de la civilización occidental capitalista.
145

Crisis Civilizacional del Patrón de Poder Moderno/Colonial Capitalista

Como resultado de esfuerzos colectivos de intelectuales-activistas sobre todo de


América Latina y África, recientemente se sumo el rubro “Crisis de Civilización
y Paradigmas Alternativos” como uno de los ejes transversales para el Foro Social
Mundial a llevarse a cabo en Dakar, Senegal en Febrero, 2011. Hemos sido parte
de este esfuerzo y entendemos que la manera más general y sintética que podemos
caracterizar el momento presente es como una crisis de la Civilización Occidental
Capitalista en su fase de globalización neoliberal, es decir una crisis del paradigma
de vida moderno/colonial en sus múltiples dimensiones. Es decir, más que una
simple crisis económica, hay problemas en todas las aristas del patrón de poder. Por
eso es una crisis de un modo de vida con sus formas de economía, política, ecología,
ética y conocimiento, ética, y subjetividad. Es una crisis de la modernidad capitalista
que ha sido el patrón civilizacional dominante por más de 500 años.

Aquí cabe aclarar el sentido preciso que usamos el concepto de civilización dado
que es una categoría polivalente y muchas de sus acepciones son contrarias al
significado que le invertimos. Hay dos sentidos generales y relacionados del concepto
de civilización que aquí rechazamos; por un lado la idea normativa de civilización
en tanto grado superior de desarrollo cultural cuya cúspide alegadamente es la
“Civilización Occidental” (como en la conocida oposición de “Civilización” contra
“Barbarie” que tan influyente ha sido en los imaginarios occidentalistas); y por
otro lado el concepto geo-histórico de civilización A la vez, hay un elemento ideológico en la idea de
(común en las humanidades, antropología e historia) civilización occidental en la medida que pretenda ser
como un continente humano de cultura que divide una forma cultural abarcadora y excluyente de otras,
las geografías y poblaciones humanas como campos aun en su misma orbita histórica principal. Es decir, los
civilizacionales distintos y excluyentes. Ambas discursos, practicas, y formas de subjetividad de corte
nociones de civilización son pilares ideológicos de lo occidental siempre han co-existido con otras formas
que llamamos Civilización Occidental Capitalista. El culturales, aun en los espacios considerados claramente
primero como categoría clave del episteme moderno/ occidentales como el continente Europeo y los Estados
colonial que construye “Occidente” como espacio Unidos. Por ende, es importante reconocer por un
histórico-cultural de superioridad ética, política, lado la hibridez y la inter-culturalidad que constituye
epistémica, económica, étnico-racial y estético- cualquier escenario histórico-cultural (incluyendo el
cultural al resto del mundo y por ende su racionalidad “occidental”); y por otro lado, el carácter constitutivo
de vida como el fin último de la historia humana. de las modernidades (y no-modernidades) coloniales
El segundo, fundamento de nociones esencialistas y periféricas de los modos de economía, gobierno,
y hasta fundamentalistas de acuerdo a las cuales las ética, estética, conocimiento, cultura, y subjetividad
culturas son compartimientos delineados de vida de la civilización occidental moderna; para entender
histórica que sirven de base para tipologías étnico- y valorizar las luchas y acciones colectivas de los
raciales que dividen la humanidad en segmentos en subalternos en las gestas históricas en aras de
base a tipologías tales como Huntington en su libro democracia, igualdad, des/colonialidad y liberación.
El Choque de Civilizaciones.6 En otras palabras, entendemos el poder y la cultura
como procesos de relación social en donde las lógicas
Al contrario, aquí usamos el concepto de civilización de ganancia desmedida, competencia, fragmentación,
occidental capitalista para referirnos a las lógicas alienación, y dominación (étnico-racial, epistémica,
dominantes de economía, gobierno, conocimiento, cultural, política, económica) de la civilización
146 estética, y subjetividad que surgen y se mantienen a occidental capitalista, siempre han sido desafiadas
partir de la emergencia del patrón de poder moderno/ y parcialmente remplazadas por otras lógicas
colonial imperante en los procesos de globalización fundamentadas en principios como la reciprocidad,
que emergen en el largo siglo XVI. En este registro, la solidaridad, horizontalidad, y comunitarismo que
civilización occidental capitalista significa una lógica implican proyectos alternos y alternativos de vida, en
civilizacional (es decir, un paradigma de vida) regido este sentido de civilización.
por la búsqueda desmedida de ganancia, relaciones
mercantiles de competencia, formas de gobierno que Cerramos esta parte retomando el planteamiento
separa jerárquicamente gobernantes y gobernados, de Cesaire con el que abrimos el artículo. Nuestro
y valorizaciones estético-culturales y epistémicas argumento principal en esta monografía es que la crisis
que afirman la superioridad de los sujetos y culturas actual tiene las características de ser la más profunda
Europeas y Eurodescendientes sobre el resto de y definitiva debido a que trastoca todas las aristas,
la humanidad. En esta definición la civilización todos los procesos fundamentales de la modernidad
occidental capitalista denota una serie de discursos capitalista y su patrón de poder moderno/colonial.
y prácticas culturales y formas de subjetividad que Es por esa razón que la caracterizamos como una
resultan fundamentales para la configuración y crisis de la civilización occidental capitalista en su
reproducción del patrón de poder moderno/colonial conjunto, y por ende declaramos con Cesaire que
que denominamos colonialidad del poder. marca la decadencia de dicha matriz societal. Antes de
elaborar y demostrar mínimamente dicho argumento
Lo que llamamos civilización occidental se refiere a las necesitamos tanto una mirada histórica como una
lógicas culturales y formas de subjetividad (identidad, problematización de lo que han sido los procesos de
conocimiento, psicología) hegemónicas y dominantes crisis del capitalismo histórico.8
en el sistema-mundo moderno/colonial capitalista.7
Crisis Recurrentes y Crecientes del Capitalismo Histórico

Los procesos político-económicos del patrón del poder, que sobre todo en sus
aspectos de economía-política y geo-política denominamos capitalismo histórico,
han sido azotados por crisis globales al menos desde la primera globalización
propiamente dicha en el siglo XIX. Tanto las causas como la temporalidad de dichas
crisis son asuntos ampliamente debatidos. Desde perspectivas radicales y marxistas
uno de los argumentos más comunes es a partir del economista ruso Kondratieff
quien planeo a principios del siglo XX un análisis de los ciclos de larga duración del
capitalismo en base a ciclos que duran alrededor de 50 años divididos en un periodo
ascendente de crecimiento (Fase A) y un periodo descendiente de crisis (Fase B).
Kondratieff fundamento sus ciclos en el comportamiento de los precios y por eso
ha sido criticado no solo como economicista sino también por tener una reducida
lógica macroeconómica.9 Sin embargo, Ernest Mandel y David Gordon elaboraron
argumentos de corte socio-histórico donde los ciclos de aproximadamente 50 años
por un lado se nutren de una dinámica macroeconómica más compleja (teniendo
en cuenta factores como la organización del trabajo, el cambio técnico, la tasa de
ganancias, y los niveles de actividad económica y demanda efectiva), y por otro
lado se fundamenta en análisis socio-histórico de fenómenos como luchas de
clase, acciones colectivas, guerras y revoluciones. Nuestro análisis es afín a los
planteamientos de Gordon y Mandel, como también de los argumentos de la
escuela regulacionista y Giovanni Arrighi de que las crisis cíclicas del capitalismo
son productos de complejas constelaciones de factores que no solo incluyen las 147
dinámicas económicas sino también determinantes de tipo político como son las
luchas sociales, las políticas estatales y las relaciones geo-políticas entre estados
y otros actores transnacionales (como la Organización Mundial de Comercio).10
Esto nos lleva a periodizar el capitalismo histórico tanto en base a periodos de
hegemonía mundial de potencias imperiales-Holanda en el siglo XVII, Gran Bretaña
en el siglo XIX, y Estados Unidos a mediados del siglo XX; como también de
patrones históricos de acumulación-del mercantilismo Holandés en el siglo XVII,
al imperialismo de libre comercio del siglo XIX, hasta el giro del Keynesianismo
Global como respuesta a la crisis de los 1920s-30s al Neoliberalismo Global y sus
crisis a finales del siglo XX y principios del XXI. No podemos desarrollar esta
periodización en este artículo, pero va a informar nuestro análisis de la crisis tanto
en sus dimensiones económicas como políticas y culturales.

Los debates en relación a las causas de las crisis recurrentes del capitalismo son
directamente pertinentes para la explicación de la crisis actual. Como vimos
rápidamente, al menos desde el marxismo de la segunda internacional ha habido
debate vivo sobre la causas de las crisis del capitalismo y que implican estas para
la teoría y praxis política. Un conocido debate es entre el atribuir las crisis al
subconsumo o la carecía de demanda agregada en la economía (Rosa Luxemburgo),
en contraste a verla como una ausencia de inversión productiva debido a la tendencia
a la caída en la tasa de ganancias (Bukharin), dilema que está presente hasta el día de
hoy. Abordaremos este debate más adelante en el contexto de discutir las dinámicas
de la crisis actual.
Para entender la crisis actual es necesario destacar dos atributos generales de las
crisis recurrentes del capitalismo histórico; por un lado su carácter cíclico y por
otro lado el que su magnitud y profundidad es cada vez mayor. Si partimos de
mediados del siglo XIX podemos identificar crisis cíclicas desde la crisis de 1870s, la
depresión de los 1930s, y la crisis presente que emergió en los 1970s. Pero además
de ser recurrentes dichas crisis son cada vez mayores tanto en su escala espacial
y profundidad de efectos, como en las aéreas de la vida social que afectan. A este
carácter creciente de las crisis del capitalismo histórico lo caracterizamos como una
tendencia secular a ser cada vez mayor y por ende a desafiar la capacidad del sistema-
mundo moderno/colonial capitalista de recuperarse y reestructurarse.

Raíces y Temporalidad de la Crisis Actual

Hay diferentes modos de entender y explicar la crisis


presente. La narrativa dominante en los medios de
comunicación masiva, los centros de poder político y
económico, y en el mundo académico, es verla como
una crisis financiera, de corto plazo y en cada país, que se
puede solucionar relativamente rápido a partir de mega-
inyecciones de fondos de parte del estado con el fin de
restablecer las condiciones de rentabilidad del capital y
por ende la salud de la economía en general. Este tipo de
148 análisis es producto de un sentido común que combina
las herramientas de análisis de la economía neoclásica
que asume el capitalismo como única alternativa de
resolver la vida material (producción, distribución, y
consumo), con miradas a corto plazo y a escalas simples
(locales y nacionales).
En contraste, los análisis marxistas y radicales de la
crisis actual la entienden como un problema más
fundamental, de larga duración, y de carácter global,
pero aun tendiendo a enfocar en lo económico. Aun
si solo se ve la crisis en su dimensión económica, su
temporalidad es mucho mayor que el debacle financiero
y de bienes raíces de los Estados Unidos en el 2008. Lo
mismo se puede argumentar de otras crisis financieras
de tipo similar, como las que ocurrieron en México en
los 1980s, en Asia del Este en los 1990s y Argentina en
el 2001, y que aquí las analizamos como sintomáticas
de problemas mayores relacionados a la financiarización
de patrones de acumulación no solo en escenarios
nacionales sino también a escala mundial. Pero antes de
entrar en una discusión más detallada de las dinámicas
de la crisis presente, es imperativo historizarla.
Si usamos la periodización elaborada tanto por La crisis económica de los 1930s se resolvió por
Arrighi como por Wallerstein, veremos que entre los mediación de una serie de procesos entre los que
1870s y el momento presente han ocurrido por un se destaca la adopción de las políticas económicas
lado tres crisis económicas mundiales (1870, 1930s, aconsejadas por el economista Británico Keynes, que
1970s hasta ahora) en conjunción con tres olas de perseguían estimular la economía a partir de políticas
movimientos antisistémicos; y por otro lado la caída fiscales de inversión estatal y emisión de dinero, para
de dos imperios hegemónicos (primero el Británico promover actividad económica y elevar el nivel de
y después el Estadounidense) acompañadas por una empleo con el fin producir la demanda necesaria para
cantidad sin precedentes de guerras, revoluciones, y resolver la crisis de realización (o venta) de productos,
gestas por la descolonización. Si concentramos en el que según su análisis era la causa principal de la crisis.
siglo XX y lo que va del XXI, resalta primero el periodo El keynesianismo que impero desde la crisis mundial
de guerras, revoluciones, movimientos mundiales anterior no fue norma sino excepción en el modus
por reivindicaciones sociales y nacionales que corrió operandi del capitalismo histórico. El estado interventor
aproximadamente entre 1914-1945. Algunos de los a favor del desarrollo económico (en América Latina el
hitos de esta era fueron la revolución soviética y la estado desarrollista y populista), el estado benefactor
revolución Mexicana, dos grandes guerras entre las en aras de empleo pleno y consumo colectivo (sobre
potencias europeas, la gran depresión de 1930s, una todo en los países del centro), fue producto tanto de
suerte de globalización de movimientos comunistas y estrategias para lidiar con la crisis económica, como
socialistas (junto con anarco-sindicalistas en el caso de de las luchas históricas de los ciudadanos y sobre todo
la guerra civil española), la emergencia de movimientos de las clases subalternas demandando extensión del
por la autodeterminación nacional, y el surgimiento del sufragio a través de derechos sociales y políticos. Las
Pan-Africanismo como una fuerza política y cultural en dimensiones políticas de aquella crisis variaron desde
escenarios mundiales. el surgimiento del Fascismo como forma de gobierno 149
y fuerza continental en Europa, el Nuevo Trato en los
Estados Unidos, la oficialización de partidos social-
demócratas y sus sindicatos en Europa, y la división
del mundo entre el “Bloque Occidental” (básicamente
Europa y los Estados Unidos) y el “Bloque Soviético” de
acuerdo a los términos iniciales de la guerra fría.

Otra ola de movimientos sociales comenzó a mediados


de los 1950s-tres cuyos referentes claves fueron: 1) la
primera reunión de la conferencia de países no-alineados
en Bandung, Indonesia en 1955; 2) el movimiento de
liberación negra en los Estados Unidos (1956-1970s) y;
3) la revolución cubana (1959); y que tuvo se termino
inmediato en los 1970s. El clímax de esta coyuntura
histórico-mundial que se ha catalogado de “revolución
en el sistema-mundo moderno”,11 fue en enero 1968
con la ofensiva de Tet dirigida por Viet-Nam del Norte,
la huelga general en Francia de obreros y estudiantes,
y el escalamiento de una constelación de movimientos
que incluyeron luchas anti-guerra, de estudiantes
y “minorías raciales” en los Estados Unidos; fueron
detonantes fundamentales de lo que entendemos como
crisis sistémica del patrón de poder.
El conjunto de ideologías, discursos, políticas de gobierno, y formas de explotación del
trabajo y acumulación de capital, que denominamos como neoliberalismo son producto
de un conjunto de estrategias económicas, políticas, e ideológicas para reestructurar
las condiciones de rentabilidad del capital y poder occidental como respuesta a una
severa crisis de acumulación y legitimidad en el sistema-mundo moderno/colonial
capitalista. Los procesos de globalización que describimos como neoliberales también
son en gran medida estrategias de restructuración de las condiciones de rentabilidad
del capital a través de la elaboración de un nuevo paradigma de desarrollo capitalista
en base a una revitalización y redefinición de las doctrinas del liberalismo económico
que imperaron a finales del siglo XIX, la era del imperialismo de comercio libre
bajo hegemonía Británica. La emergencia de la doctrina y las políticas neoliberales
a finales de la década de los 1970-dos marcadores siendo las políticas económicas
de los “Chicago Boys” en el Chile de la dictadura de Pinochet y la crisis fiscal de la
ciudad de Nueva York-marco una nueva era que contrarrestó parcialmente la crisis
tanto económica como política: abriendo mercados, facilitando mayor explotación del
trabajo, redefiniendo el rol del estado más claramente a favor del capital, y articulado
proyectos ideológicos imperiales para occidente y el capital global.

A la misma vez, el capitalismo neoliberal ha sido confrontado por movimientos y


movilizaciones a través del mundo desde rebeliones populares espontaneas como el
Caracazo en el 1989 y nuevas luchas armadas como el levantamiento Zapatista de
1994 (que conscientemente coincidió con la firma del tratado de libre comercio de
América del Norte-NAFTA), hasta movimientos sociales de desocupados (como los
Piqueteros en Argentina), campesinos (como los Sin Tierra en Brasil) y de la nueva
150
clase obrera (como Conserjes por la Justicia de trabajadores inmigrantes Latinos
en Los Ángeles, California). Dos ejemplos principales de como confluyen y entran
en coalición estos movimientos son las demostraciones masivas y militantes contra
organizaciones del capital transnacional comenzando por las movilizaciones contra la
Organización Mundial de Comercio en Seattle, Washington, EEUU en Diciembre de
1999 y los procesos de Foro Social a partir del Foro Social Mundial en Porto Alegre,
Brasil en Enero de 2001, como veremos más adelante. Ahora regresamos a explorar la
economía-política de la crisis presente.

Perspectivas de Economía-Política
de la Crisis Presente

Hay un importante debate en cuanto a la economía


política de la crisis actual. Aquí concentraremos en la
teoría marxistas y radicales que son las que intentan
formular explicaciones de fondo. Planteamos de entrada
una postura contra la reducción tanto de lo económico
a lo financiero como también critica de la reducción de
la crisis a sus dimensiones de economía política. A la
misma vez, reconocemos el significado fundamental de
la economía política del capitalismo para entender el
carácter, dinámica, y profundidad de la crisis.
A pesar de las diferencias hay tres elementos claves que recuperamos de las teorías
marxistas y radicales de la crisis: que son sistémicas, que tienen una recurrencia
cíclica, y que son de carácter creciente o secular. Las crisis del capitalismo no son
simples fluctuaciones en los ciclos de negocio sino producto de sus contradicciones
políticas y económicas y de intentos de restructuración del patrón de poder. En el
sentido estricto económico son crisis de rentabilidad del capital (o sea de ganancias) lo
cual implica disminución en los niveles de inversión acompañados por crecimiento del
capital financiero, destrucciones masivas de capital, desempleo masivo, marginalidad
y hambre para las masas trabajadoras, los sectores populares y los campesinados.
Caracterizamos su aspecto económico como una crisis de acumulación de capital a
escala mundial que comenzó a principios de los 1970s, cuyos síntomas más patentes
fueron la subida de los precios del petróleo en 1973, el déficit fiscal del estado imperial
estadounidense a partir de la guerra de Viet-Nam, y la combinación sin precedentes
de inflación y estancamiento que se llamo stagflation. Este momento marco una
tendencia de: disminución tasa de ganancias, desempleo estructural, reducción de
salarios reales, empobrecimiento creciente y masificación de la marginalidad social.
Este momento marco una tendencia de larga duración a bajar la tasa de ganancias,
desempleo estructural, reducción de salarios reales, erosión de la forma salarial trabajo
(trabajo excedente/vidas desechables), nueva esclavitud y nuevas servidumbres,
empobrecimiento creciente y masificación de la marginalidad social dinámica que
persiste con sus altas y bajas hasta hoy día.12

En contraste a los análisis de los economistas neoclásicos y keynesianos, los 151


marxistas y radicales no ven la situación actual como una recesión de corta
duración sino como expresión de una condición persistente de problemas
económicos que comenzó en la década de los 1970s. Las diferencias son en las
causas principales, la dinámica de la crisis, el rol del estado y los actores sociales,
sus implicaciones políticas, y los proyectos y horizontes de futuro. Visto desde
al ángulo macro-económico hay cinco explicaciones generales encontienda en el
campo de la economía-política marxista y radical:

1) Un análisis marxista clásico de la crisis de acumulación de capital explicada en base a la


tendencia a la caída en la tasa de ganancias provocada por un aumento en la composición
orgánica de capital-es decir menos “trabajo vivo” realizando producción y mayor “trabajo
muerto” objetivado en medios de producción.13 A pesar de las “contratendencias” (por
ejemplo por sobre-explotación del trabajo o apertura de mercados), la tendencia mayor
sigue siendo a la caída en la tasa de ganancias, y esto se afirma en situaciones de crisis
cuando cae el capital productivo y asciende el capital financiero.14
2) Un análisis “subconsumista” de acuerdo al cual la causa principal de la crisis es la carencia
de “demanda efectiva” que provoca una “crisis de realización” de las mercancías que
tiene como consecuencia un descenso del nivel de actividad económica y por ende
un circulo vicioso de escasez de inversión, producción, y consumo.15 Dicha dinámica
dirige la actividad económica a un exceso de especulación financiera sin necesariamente
intentarlo.
3) Una explicación en base a un exceso de producción en relación a la capacidad de
rentabilidad del capital, lo que se describe como una crisis de sobre-acumulación que
tiene como resultado destrucción de capitales (desde planta física y espacio urbano hasta
mercancías) con la consecuente baja en inversión productiva, trabajo, y consumo.16
4) Una interpretación de la crisis en base al estancamiento estructural en el nivel de salarios
a partir de la incepción del neoliberalismo y la enorme ofensiva de la burguesía contra
la clase trabajadora que esto represento, partiendo de la premisa que su eje central es
los Estados Unidos. De acuerdo a este argumento la causa económica principal de la
crisis es la carencia de aumento en los salarios reales en los EEUU a partir de los 1970s,
esto asociado a la emergencia de un patrón de capitalismo financiero especulativo que
provoco la crisis financiera reciente.17
5) Un análisis multifactorial de la crisis entendida como resultado de una diversidad
de fuentes de desequilibrio y disfuncionalidad que potencialmente existen en varias
dimensiones de la economía política del capitalismo incluyendo: sobre-acumulación de
capital, falta de demanda, aumentos salariales relativos a las ganancias, desproporciones y
destiempo en varios renglones de la economía entre los cuales se cuentan: temporalidad
del cambio tecnológico ligado a la oferta y demanda de medios de producción, carencia
de correspondencia entre cadenas de mercancías, lugares de producción y patrones de
consumo, y erosión relativa de mercados sobre todo de recursos naturales y materias
primas.18 Aquí plantearemos una versión de esta vertiente que entiende la crisis como
resultado de una multiplicidad de contradicciones en el sistema-mundo moderno/
colonial capitalista, como veremos más adelante.

Algunos de los análisis hechos por marxistas occidentales como Robert Brenner y
Alex Callinicos,19 parten de perspectivas Américo-Eurocéntricas que conciben los
problemas económicos y las guerras de occidente como fuerzas motrices de la crisis
global. Siguiendo una lógica similar el economista marxista francés Gerard Dumenil
argumenta que las causas principales de la crisis actual “son los desequilibrios de la
trayectoria económica de Estados Unidos, la aceleración de mecanismos financieros
152
basados en un endeudamiento “insostenible” y el financiamiento de los desequilibrios
de la primera potencia por parte del resto del mundo”.20

En contraste, analistas de la modernidad capitalista en como sistema-mundo,


entre ellos Samir Amin, Giovanni Arrighi, e Immanuel Wallerstein, entienden la
crisis como un fenómeno global en su conjunto a la vez que tienden a conjugar
las dinámicas económicas con fenómenos geo-políticos (imperialismo, hegemonía
mundial, guerras) y luchas históricas (movilizaciones, movimientos antisistémicos,
revoluciones). A partir de esta óptica Amin arguye que el “sistema capitalista entro
en crisis a partir del 1968 (crisis política y erosión de la legitimidad de sus discursos)
y de 1971 (abandono de la convertibilidad en oro del dólar).” A esto añade que la
“crisis actual no es más que una etapa (ciertamente nueva) de esta larga crisis, que se
remonta por tanto al comienzo de los años setenta. Esta larga crisis se produce por
un marcado debilitamiento de las tasas de crecimiento y de inversión que no han
vuelto a alcanzar nunca (e insisto en ese “nunca”) los niveles que habían alcanzado
en la post-guerra.” También analiza la erosión relativa de las fuentes naturales de
materias primas y productos (como el agua, el oro, el petróleo), el aumento de la
“acumulación por expropación” (expropiación de comunidades de sus territorios y
de campesinos de sus tierras para crear nuevas fuentes de ganancia, recolonización
de espacios urbanos para vivienda y negocios rentables para el capital), y el dominio
del capital financiero como hitos de la crisis presente. Amin concluye que “Es
necesario reunir todas las dimensiones de esta importante crisis sistémica en un
análisis integrado” a la vez que formula los dilemas históricos y políticos de la crisis
en una fórmula de “Socialismo o Fascismo” donde un factor decisivo será “como
responderán al desafío los estados y los pueblos del Sur”. Sin negar sus virtudes,
el análisis de Amin se queda en los límites de la economía política a la vez que
la alternativa política que plantea reduce la riqueza de las luchas presentes a una
formula de socialismo tercermundista.

Uno de los análisis más complejos y de mayor riqueza de la economía política de


la crisis del sistema-mundo capitalista es el de Giovanni Arrighi quien a pesar
de fallecer en el momento mismo del debacle financiero de 2008 contribuyo de
forma significativa a su comprensión. Arrighi al igual que Wallerstein, ven la crisis
de acumulación en relación a la crisis de hegemonía del imperio estadounidense, y
ambos realizan análisis magistrales de los avatares y contradicciones económicas y
geo-políticas del periodo actual. Aquí queremos destacar tres elementos del análisis
de Arrighi: primero, su argumento de que en cada ciclo sistémico de acumulación
emerge como dominante el capital financiero una vez el capital productivo entra en
una crisis de ganancias;21 segundo que las crisis sistémicas implican situaciones de caos
en el capitalismo histórico tanto en las condiciones económicas como en la estabilidad
política lo que quiere decir intensidad de guerras, olas de movimientos antisistémicos,
y perdida de hegemonía mundial, todo lo cual ha desembocado en procesos de
reconfiguración del sistema en su conjunto a partir de la agencia histórica de nuevos
poderes hegemónicos (Holanda en el siglo XVII, Gran Bretaña en el siglo XIX, y
Estados Unidos en el Siglo XX); tercero, que tanto los requisitos de acumulación de 153
capital (la lógica económica) como de hegemonía imperial (la lógica geo-política) de
reproducción del sistema son cada vez mayores y por ende en cada crisis se hace más
difícil superar el caos y reconfigurar las condiciones de rentabilidad y hegemonía.
Esto último implica que “cada centro emergente de su serie es de mayor escala y
ámbito territorial que sus precedentes” y que “la expansión del capitalismo mundial
se ha basado en la formación de organizaciones capitalistas dirigentes cada vez más
poderosas”.22 En general, estamos de acuerdo con estos tres argumentos de Arrighi,
aunque los consideramos insuficientes tanto para entender la crisis como para crear
alternativas. El argumento del carácter creciente de las crisis y por ende de mayor
dificultad en la recuperación y restructuración, que ya había sido planteado aunque
solo de manera incipiente en Marx, es clave tanto para caracterizar la condición actual
como para elaborar alternativas de futuro como veremos más adelante.

Una de las interpretaciones más influyentes del capitalismo contemporáneo


en general y de la crisis presente en particular es la de David Harvey, quien es
sus últimos libros ha sido influenciado por la analítica de Arrighi. Para nuestros
propósitos en este articulo resaltaremos tres de sus planteamientos principales:
primero, el argumento de la centralidad de la acumulación por desposesión como
estrategia clave en el paradigma neoliberal de globalización capitalista; segundo, la
importancia del espacio y la territorialidad en los procesos tanto de acumulación
de capital como de poder imperial; y tercero, la concatenación de una pluralidad de
procesos en la causación de la crisis actual.
El concepto de “acumulación por desposesión” se deriva del de “acumulación
primitiva de capital” que postula Marx para explicar el surgimiento del capitalismo
como modo de producción dominante a través de procesos de mercantilización de la
tierra y creación de fuerza de trabajo subyugada al capital por medio de expropiación
de tierras comunes y pequeña propiedad campesina. Aunque ahora dicho concepto
suelte asociarse a Harvey, su lógica tiene una historia más antigua en las teorías
latinoamericanas de la dependencia, para analizar los procesos de expropiación
de tierras, creación de fuerzas de trabajo, y apropiación de recursos naturales que
han caracterizado toda la historia del capitalismo sobre todo en las periferias.23 La
contribución de Harvey es vincular la acumulación por desposesión al capitalismo en
su fase neoliberal y sus crisis. La siguiente cita resume sus argumentos con claridad
y detalle: “El Capital Financiero y la acumulación por desposesión han cobrado
históricamente muchas formas diferentes, incluida la conversión de distintos tipos de
derechos de propiedad (comunal, colectiva, estatal, etc.) en derechos de propiedad
exclusivos; los procesos coloniales, semicoloniales, neocoloniales e imperiales de
apropiación de activos y recursos naturales; y la supresión de alternativas al uso
154
capitalista de los recursos humanos y naturales. Aunque en el modus operandi de
estos procesos haya habido mucho de contingente y azaroso, es preciso afirmar
que el capital financiero y el sistema de crédito han sido importantes palancas
de desposesión, mientras que los Estados, con su monopolio de la violencia y su
definición de la legalidad, han sido protagonistas decisivos.”24 Desde esta perspectiva,
la acumulación por desposesión articula una serie de vectores del capitalismo
neoliberal, es decir, significa un proceso que liga el ascenso del capital financiero
con modos contemporáneos de apropiación de recursos naturales, expropiación
de la tierra, sobre-explotación del combinado de estado, imperio, y capital. Esta
lógica también articula los análisis de Harvey sobre la apropiación del espacio como
estrategia capitalista de aminorar crisis y producir ganancias, con su economía política
del nuevo imperialismo estadounidense. En este sentido, un componente importante
de la crisis actual es la erosión de la opción de crear fuentes de ganancia a través de
“arreglos espaciales” por medio de actividades como la construcción de ambiente
urbano y la apertura de mercados exteriores. Otra contradicción clave, es entre la
lógica de acumulación de capital y la lógica territorial del poder imperial que tiende
a desviar recursos a favor de lo militar y en contra de la recuperación económica,
lo que se profundiza en tiempos de crisis. Aquí se revelan aspectos significativos de
la crisis a la vez que tanto su análisis del imperialismo y de los significados socio-
históricos del espacio (sobre todo la cuestión urbana), como las alternativas políticas
que formula, son planteados desde una óptica estrictamente marxista donde priman
las clases sociales en detrimento de otras formas de dominación y lucha.
El tercer elemento a discutir en relación a Harvey es su análisis de la crisis actual
como proceso de fuentes diversas que es determinado por mediaciones múltiples.
Harvey realiza un detallado análisis de como la crisis financiera del 2008 en los
Estados Unidos, a la que califica como “madre de todas las crisis”, la culminación
de una serie de crisis financieras y comerciales particulares entre las cuales destaca
la de el Este de Asia en 1997, Rusia en 1998, y Argentina en el 2001, y que
ahora avanza cual “cascada de una esfera a otra y de una localización geográfica
a otra.”25 También traza la crisis actual a los 1970s presentando una trayectoria
desde la elevación de los precios del petróleo por el cartel de la OPEC en 1973 en
conjunción con las crisis fiscales (el ejemplo clave el de la ciudad de Nueva York)
estatales y el “crash” de los mercados globales de propiedad en la misma era; hasta
la conversión de la deuda en un problema mayor a partir de la circulación de los
petrodólares a través de préstamos desmedidos otorgados principalmente por el
gran capital financiero a países dependientes que no ostentan el poder occidental
que terminaron crónicamente endeudados, todo esto desembocando en la crisis
del dólar y las políticas de ajuste estructural administradas por el Fondo Monetario
Internacional. Harvey define las crisis como “una condición en la cual la producción
y reinversión del excedente son bloqueados” (y por ende) “el crecimiento para y
aparece como una sobre-acumulación de capital que es devaluado o destruido”.26
En la crisis actual esto ha implicado la disminución e informalización del trabajo
junto a la emergencia de un patrón de ganancia donde prima especulación financiera
que no está sustentada en producción de riqueza, por lo cual tarde o temprano
hubo de llegar a sus límites. Dicha dinámica es catalizada por una serie de “barreras 155
potenciales a la acumulación” desde problemas y conflictos entre capital y trabajo,
precariedad de demanda y mercados, exacerbación de competencia económica
y geo-política entre poderes dominantes, hasta “crisis de proporcionalidad” entre
distintas fases de producción y circulación del capital. En fin, el análisis de Harvey
historiza y complejiza las dimensiones de economía política de la crisis actual, pero
su óptica no avanza mucho mas de las lógicas económicas y geo-políticas, lo que es
afín con su reduccionismo de clase al plantear alternativas de proyecto histórico y
por eso su propuesta política no articula una visión más allá de las propuestas de
redistribución de riqueza y poder del socialismo del siglo XX.

En general coincidimos con el tipo de interpretación que


realiza Harvey de la crisis actual en la cual se analizan
una diversidad de fuentes que causan la caída en la tasa
de ganancias y los niveles de actividad económica lo
cual tiene como consecuencia un capitalismo de casino,
o sea un patrón de acumulación sustanciado en finanzas
y especulación. Sin embargo, nuestra interpretación
de las crisis cíclicas y crecientes de la modernidad
capitalista, y particularmente de la que encaramos
ahora, transciende los instrumentos de análisis de
la economía política. Como bien dice el intelectual
cubano Fernando Martínez Heredia, hay que superar el
economicismo y “colocar la crítica revolucionaria en el
plano de la totalidad del sistema”.27
Crisis del Patrón de Poder Moderno/Colonial & Critica
de la Economía Política

Concebir la condición presente como una crisis del patrón de poder en su conjunto28
supone un análisis más complejo de las formas del capitalismo en su fase de
globalización neoliberal, como también una crítica de la economía política en tanto
discurso principal para entender la crisis y crear alternativas colectivamente. En
esa vertiente, enfatizaremos algunos rasgos del capitalismo contemporáneo a partir
de la caracterización que hace Aníbal Quijano de la crisis actual, lo que también
implica una crítica de la economía política, si esta se asume como una analítica de
procesos político-económicos desarticulados de otros fenómenos fundamentales en
la vida social (culturales, éticos, epistémicos, ideológicos, etc.). Nuestra crítica de
la economía política, también envuelve transcender el “capitalocentrismo”, o sea
mirar la modernidad capitalista y sus múltiples dimensiones mayormente a través
del prisma de la lógica del capital, junto con la tendencia a reducir lo económico
(la producción y reproducción de la vida material) como derivado de la dinámica
capitalista.29

Uno de los pilares principales del análisis que hace Aníbal Quijano de la crisis actual
del patrón de poder es su caracterización y diagnostico de las formas presentes de
organización y explotación del trabajo en relación a la nueva revolución tecnológica
y a la tendencia secular a la caída de la tasa de ganancias. Quijano argumenta que el
capital ha logrado una capacidad productiva tal que necesita mucho menos trabajo
vivo en relación a la fuerza de trabajo existente en el planeta lo que tiene como
156 consecuencia un patrón constante de desempleo estructural que es una de las causas
de la crisis de rentabilidad del capital (debido a la carencia relativa de producción
de riqueza), a la vez que es una de las razones principales que explica la emergencia
de nuevas formas de servidumbre y esclavitud, como también de la creciente
precarización y flexibilización del trabajo asalariado junto con la informalización
del trabajo social en el capitalismo actual. Dicha dinámica también apunta hacia
el desarrollo de un patrón de acumulación basado en el capital financiero, una
especie de capitalismo de casino donde el sector financiero ya no es coyuntural
sino estructural. La financiarización de las instancias dominantes de la economía
mundial converge con la nueva revolución tecnológica que facilita la creación de
formas virtuales de dinero y mercados de especulación sin sustento productivo que
desembocan en nuevos tipos de crisis que se expresan como “gigantescos fraudes
financieros”. Quijano argumenta que, “el capitalismo colonial/moderno ya no
produce, ni producirá, más empleo, ni más salario, salvo precarizado y flexibilizado,
ni más servicios públicos, ni más libertades civiles. Todo lo contrario. Por eso, la
esclavitud y la servidumbre están en plena re-expansión, con su perversa ética
social ahora explícita de nuevo, siempre al servicio del capitalismo, y por todo esto
requiere el máximo control de la subjetividad y de la autoridad.”30
En resumen, para Quijano la “crisis raigal” implica una reconfiguración del patrón
de poder en todas sus aristas desde la explotación del trabajo y los procesos de
acumulación de capital, hasta los regímenes políticos, las prácticas culturales, los
modos de comunicación y conocimiento, y las formas de subjetividad. La crisis realza
los elementos despóticos del patrón de poder (tanto en los centros metropolitanos
como en regiones y países subordinados) lo que conlleva a la erosión definitiva de
las formas democráticas de la modernidad capitalista y a una “reconcentración del
poder” y “privatización del estado”, todo lo que indica la emergencia de formas
institucionales y culturas políticas de corte autoritario e incluso neofascista. A escala
mundial estas reconfiguraciones del poder político se expresan en la constitución de
lo que Quijano denomina bloque imperial global, para significar el accionar conjunto
de instituciones del capital transnacional como el Fondo Monetario Internacional
y la Organización Mundial de Comercio, con los estados metropolitanos y las
corporaciones transnacionales. Dicho bloque imperial global dirigió a partir de la
derrota histórica de los procesos revolucionarios a finales de los 1970s, un proceso
de intensificación de la globalización del capitalismo con vocación de colonizar,
mercantilizar y privatizar todas las aéreas de la vida incluyendo los espacios
públicos, las producción intelectual, los recursos naturales básicos, y la corporalidad
humana. Quijano postula tres procesos claves en dicho patrón de globalización:
“una reconcentración mundial del control de la vida pública a escala global”, “la
157
reprivatización del control de la autoridad colectiva”, y “la recolonización del control
de los recursos de producción y del capital en su conjunto”.31 Esto a su vez se asocia a
la profundización de las resistencias y provoca crisis de legitimidad y gobernabilidad
que exacerban la situación de caos sistémico.32 Toda esta dinámica le otorga un nivel
central a las luchas epistémicas (por sentidos, memorias, valorización de saberes y
experiencias) que definen el carácter de la subjetividad y los horizontes de futuro.
En esta vena, Quijano argumenta que “los deseos y necesidades de poder y de lucro
de los controladores de este poder son, cada vez más, ilimitados y perversos. Todo
recurso es, en ese sentido, instrumental para esos fines. Eso lleva a la destrucción
de nuestra casa común, el planeta, y a matarnos entre nosotros”; y concluye que “de
ese modo, en su fase actual este patrón de poder es el mayor peligro global” y que
“el actual nuevo período implica el conflicto más profundo del capitalismo colonial/
moderno y nos coloca a todos en una auténtica encrucijada histórica.”33

Esta valorización que hace Quijano de la era presente como crisis raigal del patrón
de poder moderno/colonial, nos lleva a profundizar las distintas dimensiones de
la crisis actual. ¿Cuáles son sus expresiones claves?, ¿qué hay de particular en esta
crisis?, ¿cuáles son las posibilidades de restructuración de la modernidad capitalista
y su patrón de poder? , ¿cuáles luchas surgen en este contexto?, ¿qué perspectivas
de futuro se van construyendo en el camino?
Peculiaridades de la Crisis Actual

Como ya hemos argumentado, las crisis del sistema-mundo moderno/colonial


capitalista son recurrentes y crecientes. Como también hemos dicho, la crisis actual
es la de mayor escala y profundidad que este sistema ha experimentado, y por eso
se cuestiona la capacidad que pueda tener el sistema de revivir sus condiciones de
rentabilidad y crecimiento. Varios de los analistas de la crisis actual la entienden como
terminal dado que el capital en su fase de globalización neoliberal ya ha intentado
colonizar todo el planeta, se acaban los espacios de mercado que abrir, el trabajo se
ha precarizado, y la burbuja financiera ya estallo. Pero también hemos planteado que
la crisis consiste en mucho más que sus dimensiones de economía política. De hecho,
la peculiaridad principal de la crisis presente es que es real y efectivamente una crisis
de la civilización occidental capitalista en sus múltiples dimensiones y lógicas diversas.

En lo que sigue de este articulo enfocaremos en cinco dimensiones adicionales de


la crisis actual, las cuales denominaremos como crisis ecológica, epistémica, ético-
cultural, política, y de inter-subjetividades. Como bien plantea Francois Houtart,
“lo que especifica la situación presente, si se compara con otras crisis financieras, en
particular la del 1930, es la convergencia de varias crisis, de alimentación, energía,
y climática, combinadas con las consecuencias sociales de pobreza, desempleo y
migraciones.”34 Más aun como argumenta Jorge Bernstein, “es muy difícil pronosticar
el ritmo de la crisis en curso sobre todo porque no tiene precedentes en la historia
del capitalismo; su carácter sistémico, su pluralidad (económica, energética, militar,
institucional, tecnológica, ambiental, ideológica) y las interrelaciones entre sus
158
diversas componentes le confieren un comportamiento errático, casi (pero no
totalmente) impredecible.”35 En esta exploración de las múltiples dimensiones de la
crisis actual, comenzaremos por una de sus vertientes más peligrosas y con mayores
implicaciones para la integridad del planeta y para la supervivencia misma de la vida
misma, la cuestión ecológica.

Crisis Ecológica, Alimentaria, Energética & Nueva Política Ecológica

Una de las dimensiones más críticas de la crisis civilizatoria actual es la ecológica. El


llamado “cambio climático” es una especie de eufemismo para denominar el debacle
ambiental causado por la acumulación en el tiempo de las injurias que el paradigma
de desarrollo productivista y extractivista que prima en el capitalismo histórico
ha causado en la ecología planetaria. La emisión indiscriminada de gases tóxicos
alimentado por un modo de producción donde la naturaleza es vista como terreno para
la apropiación y explotación y como fuente de ganancia, la revitalización de la minería
a costa de la erosión y mercantilización de recursos vitales como el agua junto con la
amenaza a las formas de vida ancestrales de comunidades indígenas, afrodescendientes
y campesinas, y la insistencia de los poderes occidentales (bajo el recalcitrante liderato
de los Estados Unidos) de continuar con esa racionalidad económica que cada vez
destruye más el ambiente y pone en peligro la vida misma del planeta, componen lo
que definimos como una severa crisis ecológica.
Uno de los síntomas más notables de la crisis ecológica que ahora se le llama
“calentamiento global” es el resultado del efecto acumulativo de más de 200 años
de una civilización industrial que no escatima en la emisión de sustancias toxicas y
de manera insensible no le importa como esto daña al orden natural ya que sus fines
principales son la producción desmedida de mercancías y la búsqueda de ganancias.
Los gases de efecto invernadero se han venido acumulando en el globo terráqueo
desde la llamada revolución industrial pero las mayores concentraciones han
ocurrido en el contexto de la globalización neoliberal. El calentamiento global junto
con otras formas relativas de “cambio climático” como “el niño”, son manifiestos en
fenómenos como la reducción de las masas glaciales que podrían eventualmente
causar tsunamis en varias partes del mundo, y en las enormes inundaciones a través
del planeta que están causando un resto de muertes y destrucción agrícola. La lista
de calamidades que han sido resultado de una combinación de factores histórico-
sociales y “naturales” es enorme desde inundaciones catastróficas en Pakistán,
derrumbes urbanos en Rio de Janeiro y el Cuzco, desastres mineros en Chile,
derretimiento de cerros nevados junto con sequia de ríos y lagos en Bolivia y Perú,
y terremotos en Haití, hasta huracanes gigantescos en las Antillas y Nueva Orleans.
En fin, la civilización capitalista occidental está destruyendo el planeta y hay un
consenso global creciente de que hay que tomar medidas radicales al respecto como
claramente lo demostraron las cumbres en Copenhaguen y Cochabamba. Aquí es
importante subrayar el liderato de Evo Morales en la cumbre de Copenhaguen y
destacar que su rol en este contexto como primer Presidente Indígena de Bolivia
revela el carácter protagónico de los movimientos indígenas en la conciencia 159
ecológica que informa los nuevos paradigmas de emancipación.36

La crisis de acumulación también ha implicado un aumento


significativo de las estrategias del capital transnacional para
obtener mayores ganancias a través de la agroindustria y
la minería, lo que ha implicado intentos de colonización
de territorios relativamente fuera de su control tales
como el Pacifico Colombiano y las tierras ancestrales
de comunidades indígenas en la región Andina, para
explotarlos con megaproyectos como el establecimiento
de plantaciones de palma africana y la extracción de oro.
Estas iniciativas, promovidas por estados como el de
Colombia y Perú, son desafiadas por movimientos sociales
de Afrodescendientes, Indígenas, y Campesinos que se
oponen a la colonización de sus territorios ancestrales por
el capital transnacional a la vez que afirman su identidad
étnico-racial y promueven una política ecológica que
promueve formas de economía en armonía con el ambiente
y en base a modos comunitarios de autogobierno. Esta
conciencia ecológica es un componente clave en las nuevas
culturas políticas de los movimientos antisistémicos en
la época presente, una suerte de “nuevo sentido común
contrahegemónico” como le llama de Sousa Santos.37
La cuestión ecológica se refiere directamente a la crisis alimentaria provocada por
una conjunción de la nueva “revolución verde” con el grave desequilibrio ambiental
y la hiperinflación del capital financiero. En otras palabras, la mecanización de
la producción agrícola, la agroindustria a gran escala, y el modelo extractivista
y exportador, junto con las políticas neoliberales de libre mercado a favor de las
corporaciones transnacionales del agrocomercio, han tenido como consecuencia
el empobrecimiento, desplazamiento y destierro de las masas campesinas del
mundo y la desnacionalización de la producción agrícola, lo que se agrava con la
financiarización de la economía y con los desastres ecológicos. Esta dinámica apunta
hacia la profundización del hambre, la desnutrición, y la alimentación tóxica debido
a la proliferación de semillas transgénicas y la agricultura química promovidas por
el gran capital agrícola sobre todo de los Estados Unidos. El año pasado, debido
al aumento del precio de los alimentos, el número de hambrientos crónicos subió
de 840 millones a 950 millones. Estudios de organismos de paz revelaron que con
24 mil millones dólares/año —apenas un 2,6% del presupuesto militar total— se
podría reducir a la mitad el hambre del mundo. Con 12 mil millones —un 1,3%
del referido presupuesto— se podría asegurar la salud reproductiva de todas las
mujeres de la Tierra. Aquí es importante ver claramente la relación entre el gran
capital agrícola (cuyo ejemplo más visible son la complicidad para monopolizar tanto
producción como comercialización y finanzas por la agroindustria estadounidense,
sobre todo por la Corporación Monsanto), con las políticas estatales de abrir
mercados que promueven la inmiseración y expropiación de los campesinos y por
ende desempleo y pobreza, la erosión de la tierra, y la producción de alimentos
nocivos a la salud. Estas condiciones han servido de base para el crecimiento de
160 los movimientos campesinos como vemos claramente en la coalición mundial Vía
Campesina y en grandes organizaciones como el Movimiento de los Sin Tierra en
Brasil que enuncian un nuevo discurso de poder campesino, soberanía alimentaria,
y armonía ecológica que articula una nueva racionalidad no solo económica sino de
vida colectiva para todo el planeta.

La crisis ecológica revela de la forma más nítida y profunda todas las contradicciones
del patrón de poder en esta era. Como bien lo pinta Edgardo Lander, “este patrón
está en guerra sistemática con la vida misma en todas sus expresiones- el agua,
la pesca, la tierra, las semillas, los bosques, la biodiversidad genética- lo cual no
es sostenible.”38 A dicha situación responden y ofrecen alternativas una fuerte
constelación de movimientos ecológicos pero los poderes estatales y del capital
transnacional responden a las resistencias “con racismo y militarización” y con
supuestas “soluciones tecnocráticas y de mercado”. Por su parte, Elizabeth Peredo
Beltrán, sintetiza claramente el significado fundamental de la cuestión ecológica en
el contexto de la crisis actual cuando escribe:
“Hablar de la crisis climática es hablar de la crisis del sistema capitalista o más bien
de la crisis del mundo a raíz del sistema capitalista y del colonialismo que durante
siglos explotaron sin límites los recursos naturales, las culturas de los pueblos, sus
saberes y conocimientos y las fuerzas de trabajo de miles de millones de personas,
de aquellas que sostienen con su esfuerzo y sus energías la vida de las sociedades
del mundo. Así, el cambio climático que a estas alturas puede considerarse como uno
de los mayores crímenes cometidos contra la humanidad y contra la Madre Tierra,
es el síntoma más claro y paradigmático de una crisis civilizatoria que ha tocado
límites.”39 Tocando el mismo tambor, afirma el intelectual cubano Gilberto Valdés
Gutiérrez, “La aspiración es por la justicia, la equidad, pero no desde el paradigma
liberal-democrático, sino desde un verdadero y significativo transito civilizatorio-
cultural, de un nuevo modo de relacionamiento social y con la naturaleza.”40

La severidad de la dimensión ecológica de la crisis de la civilización occidental


capitalista ha colocado la política ecológica en el centro de los debates claves tanto
ético-políticos como epistémicos. A propósito de la implicación de fondo de la
crisis ecológica Lander argumenta que en este “nuevo momento histórico de crisis
terminal del patrón de poder” hay “un nuevo sentido del tiempo” donde la velocidad
de la crisis avanza rápidamente junto con peligros inminentes con posibilidad de
daños irreparables, lo que crea urgencia y necesidad tanto de redefinir las categorías
de análisis como de actuar con la mayor rapidez posible. Dicha condición apunta
hacia una estrategia epistémica de “redefinir las categorías y el sentido común”
como las nociones de “bienestar, riqueza, y progreso” correspondiente a una nueva 161
“relación entre los seres Humanos y el resto de la vida”. Redefinir las relaciones
sociales entre los seres humanos, y de los humanos con otras formas de vida y
con el resto del cosmos, de relaciones de apropiación, competencia y explotación,
a relaciones de armonía, reciprocidad y complementariedad son algunas de las
premisas principales de la política ecológica. Estos principios de política ecológica
se oponen a la racionalidad occidental capitalista y suponen una crítica de sus
categorías, valores, discursos, y practicas fundamentales como son las nociones
occidentales de “progreso” y “desarrollo”.41

Una de las características claves de los nuevos discursos críticos y de las alternativas
de futuro que se construyen desde abajo es el cuestionamiento de los paradigmas
occidentales de “progreso” y “desarrollo”. Los imaginarios “pos-desarrollistas” que
informan la nueva ecología política no es una creación de intelectuales radicales
occidentales, es en gran medida producto de las racionalidades de vida que no han
podido ser colonizadas por la civilización occidental capitalista como se expresa en
la conciencia ecológica profunda de los movimientos Indígenas y en movimientos
Afrodescendientes como el Proceso de Comunidades Negras en Colombia que
abogan por una forma existencial que conjuga propiedad colectiva, derechos
humanos múltiples, afirmación de identidad étnico-racial y cultural, autogobierno
comunitario, y etno-desarrollo sustentable con armonía ambiental y social, en lucha
contra los megaproyectos corporativos y políticas estatales de corte neoliberal.42
Dichas políticas ecológicas vernáculas se combinan con las versiones más críticas y
radicales de la política verde occidental, como por ejemplo la propuesta de Elmar
Alvater de un “socialismo solar” que contrasta con el contrasentido de un “socialismo
petrolero” que alguna vez se ha escuchado en Venezuela. Aquí se revela uno de los
pilares de la crisis ecológica que es la cuestión energética. Esto nos plantea una
serie de preguntas: ¿Cómo remplazar las fuentes fósiles como forma principal
de provisión de energía? ¿Qué implicaría todo esto para los nuevos patrones de
acumulación de capital, modos de consumo, y maneras de definir necesidades y
estilos de vida? ¿Cuáles son las implicaciones políticas mas generales de lo que
hemos definido como critica de la economía política y nueva política ecológica?

Crisis Política: Democracia Liberal & Hegemonía Imperial

La dimensión más estrictamente política la podemos definir como una doble crisis,
por un lado la erosión definitiva de la democracia liberal representativa, y por otro
lado pérdida de hegemonía imperial.43

Comenzamos con la crisis de la democracia liberal representativa que ha servido


desde el siglo XVIII tanto de ideología hegemónica del estado moderno como de
forma política paradigmática de los estados metropolitanos. A pesar de que en
los discursos liberales se postula una ecuación entre capitalismo y democracia, el
archivo histórico demuestra que el carácter despótico del poder burgués ha sido
transformado en formas políticas democráticas a partir de las luchas históricas de
l@s subaltern@s en aras de recursos, representación, y reconocimiento. Desde
las llamadas revoluciones burguesas a finales del siglo XVIII (la revolución Francesa
y la guerra de independencia que constituyo los Estados Unidos), las formas
162 democráticas de la modernidad han sido producto de luchas históricas, sin dejar de
configurar regímenes de poder que subordinan sectores de la ciudadanía y sujetan
poblaciones subalternizadas (otredades coloniales, étnico-raciales, sociales, sexuales
y de género). Los sujetos que han sido excluidos y marginalizados de los beneficios
de la ciudadanía moderna (derechos, participación, y pertenencia plena a una
comunidad política) han luchado históricamente tanto por la extensión del sufragio
ciudadano (mujeres, sujetos negativamente racializados, otredades sexuales), como
por la proliferación de los derechos (civiles, políticos, sociales, culturales, sexuales) y
por la democratización de la democracia (representativa, participativa, deliberativa)
a escalas locales, nacionales, regionales, y globales.

Esta relación entre tendencias despóticas en el poder burgués (capitalista, racial,


y patriarcal) y las luchas históricas de los sectores subalternos le ha dado un
carácter contingente e inestable a la forma política paradigmática de los centros
del poder occidental que es la democracia liberal representativa. Las coyunturas
histórico-mundiales de crisis sistémicas y olas de movimientos antisistémicos se han
caracterizado por un lado por el salto al relieve de los modos mas despóticos del
poder burgués (como el racismo europeo de los 1930s junto con las dos grandes
guerras de occidente en la misma época), y por otro lado por la emergencia de
grandes movilizaciones, movimientos y revoluciones (como la revolución Mexicana,
revolución Rusa y revolución China a principios del siglo XX, y los movimientos
Pan-Africanistas y comunistas en los 1930s).
Desde la perspectiva de la colonialidad, la otra cara de la modernidad, los sujetos
coloniales han protagonizado luchas histórico-mundiales por libertad, justicia, e
igualdad en el ámbito de lo político, al menos desde la revolución haitiana (1791-1804)
que fue la revolución social más profunda de la llamada “Era de las Revoluciones”,
la única que simultáneamente fue anti-colonial y anti-esclavista a la vez que afirmo
la negritud como una identidad positiva y como premisa para la constitución del
sujeto nacional. En el mundo colonial, donde diferentes olas de luchas por la
descolonización transformaron en “neocolonial”, “dependiente”, o “periférico” a
estos espacios en relación a los centros de poder occidental,44 la democracia liberal
tiende a ser más débil y vulnerable a los vaivenes de los procesos de acumulación de
capital y las luchas históricas.

Argumentamos que la crisis actual conlleva a una erosión definitiva de las formas
democráticas de la modernidad capitalista tanto en los centros de poder occidental
como en los espacios subordinados. Para este efecto convergen una serie de factores
incluyendo: la centralización del poder político en el ejecutivo en detrimento de la
representación y participación ciudadana en los escenarios nacionales, la formación de
un bloque global imperial donde se toman decisiones claves para el mundo al margen 163
del escrutinio de los ciudadanos, y la pérdida de capacidad y voluntad de los estados
de servir como agentes efectivos en la redistribución de poder y riqueza.

Una de las características de la organización del poder político en la era de la


globalización neoliberal es una combinación de mayor concentración del poder
ejecutivo en detrimento de la participación ciudadana, junto un giro participativo
hacia el gobierno local. Esto ha implicado una serie de paradojas en la organización
política entre la cuales podemos destacar el entrejuego de mayor participación local
con menor incidencia publica en los escenarios nacionales. Esta contradicción entre la
socialización relativa del poder local y la centralización y privatización del la autoridad
estatal se corresponde a la des-nacionalización del poder a través del establecimiento
de estados neoliberales que tienen a servir de agentes globalizadores para las
fracciones exportadoras y financieras de las burguesías criollas a la vez que responden
y sirven a instituciones del capital global como corporaciones transnacionales y el
Fondo Monetario Internacional. Una de las consecuencias de esta condición político-
económica es que los estados cada vez tienen menor voluntad y mayor dificultad en
proveer bienes públicos como educación y salud, y de resolver problemas de desigualdad
social como desempleo y hambre, situación que se agrava en las actuales condiciones
de crisis. Este conjunto de factores también exacerba las tendencias autoritarias en los
estados modernos que crecientemente pierden la capacidad y voluntad de garantizar
derechos civiles y políticos. Este tipo de fenómeno es conceptualizado por Boaventura
de Sousa Santos en términos de la relación entre varias vertientes del “fascismo social”
con las formas neoliberales de la democracia política.45
Otra de las paradojas de los estados capitalistas en la era neoliberal y su crisis,
tanto en los centros metropolitanos como en las semiperireferias y periferias, es
la combinación de reconocimiento de derechos culturales y étnico-raciales con la
perdida de políticas sociales a favor de la redistribución de riqueza y poder. Esto
implica una disyunción entre las dos formas de justicia postuladas por la politóloga
feminista Nancy Fraser, es decir entre la política de reconocimiento cultural y la
política de redistribución de riqueza y poder.46 El neoliberalismo maduro (después
de más de una década) a partir de los 1990s incorporo tanto el multiculturalismo
como principios políticos de “participación”, “empoderamiento de base”, y “poder
local” a sus discursos y prácticas de gobierno. A la misma vez, en la medida que
las instituciones que organizan la autoridad política se reconfiguraron para facilitar
más directamente el poder de las clases dominantes y el restablecimiento de las
condiciones de rentabilidad del capital, tendieron a tornarse cada vez más en contra
de las políticas de bienestar social y redistribución de riqueza. Dichas tendencias se
han exacerbado severamente con la crisis actual. Una de los hitos contradictorios
de esta dinámica política es la co-existencia de un multiculturalismo neoliberal
que defiende y formula políticas de reconocimiento cultural (como la declaración
de Colombia como un estado multicultural y pluriétnico en la constitución
del 1991) con la carencia de políticas de redistribución de poder y riqueza que
podrían beneficiar tanto a los sectores étnico-raciales subalternos (en este caso
especialmente Afrodescedientes e Indígenas) como a los problema de desigualdad
cultural, política, y social de la sociedad en su conjunto.

En el ámbito de lo político los procesos de globalización neoliberal también se


164
traducen en proliferación de las crisis fiscales del estado y normalización de la
corrupción como medios de enriquecimiento de las clases políticas. Si sumamos la
des-nacionalización de economía y estados, junto con la privatización de lo público y
la centralización del poder, se dibuja un perfil político que pinta una forma de poder
cada vez más despótico. En este registro, la crisis de las mediaciones e instituciones
políticas de la democracia liberal representativa pueden representarse como una
combinación perversa de un estado mafioso con un capitalismo de casino.47

En conclusión, todo esto expresa una crisis de la forma misma de la nación-estado


moderno/colonial revelada por la erosión de la democracia liberal burguesa traducida
en la centralización del poder, la creciente conversión de la política electoral en
simulacro más-mediático (sobre todo en los Estados Unidos) y la crisis de legitimación
demostrada en la caída en la participación electoral, y la emergencia de formas locales
y extra-estatales de organización de autoridad política como también en el poder del
capital transnacional sobre las naciones-estado especialmente en la periferia.
Crisis de Hegemonía del Poder Imperial

Si analizamos lo político desde sus aspectos formales e institucionales podemos


distinguir cuatro escalas: local-regional, nacional, regional-supranacional y global.
A escala mundial, la crisis se caracteriza por carencia de hegemonía combinada
con perdida creciente de la soberanía relativa de los estados-nación sobre todo
en la periferia. La ola de movimientos antisistémicos de los 1960s-70s marco el
principio del final de la hegemonía yanqui en el sistema-mundo moderno/colonial
capitalista. Dicha crisis de hegemonía es a la vez causa y efecto de la crisis de la
economía mundial y el estado moderno. Aquí se conjuga la erosión de la democracia
liberal representativa con la perdida de hegemonía global del estado imperial.
En esta sección analizaremos dos aspectos de la crisis del poder imperial, el cual
desglosaremos en sus dimensiones políticas y económicas.
165
Desde el ángulo económico la perdida de hegemonía estadounidense se perfila
desde finales de los 1960s cuando comienza el déficit fiscal ligado a la guerra de
Viet-Nam y en los inicios de los 1970s con la caída del dólar y el desmoronamiento
del orden financiero creado en 1945 en Bretton Woods en conjunto con el ascenso
de Japón y Alemania como competidores serios en el escenario económico mundial.
La emergencia de la Unión Europea como entidad política y económica con su
propia moneda en competencia favorable en relación al dólar junto al surgimiento
del Este de Asia como la región con mayores tasas de crecimiento en los 1980s, dio
inicio a procesos de regionalización que contrarrestaron la hegemonía económica
norteamericana. La profundización de la crisis global del capitalismo neoliberal que
estalla con la crisis financiera del 2008 consolida las tendencias a la regionalización
de mercados regionales como MERCOSUR y viabiliza proyectos anti-imperialistas
alternativos como el ALBA y su Banco del Sur. En palabras del economista peruano
Oscar Ugarteche, “La crisis estadounidense, iniciada en 2007 y que se transformó
en crisis global en 2008, está jugando un papel en la dinámica de la integración en
América Latina. En las últimas dos décadas el comercio intrarregional ha crecido
más que el extra regional y hay en marcha dentro del MERCOSUR y entre el
MERCOSUR y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) un impulso de integración
económico real que se ha visto afectado por esta crisis.”48 A la vez, la Unión Europea
impulsa la organización de un Fondo Monetario Europeo como respuesta tanto a
la crisis financiera global generada desde los Estados Unidos como a la insistencia
de ese país de continuar sus políticas de no regulación del gran capital financiero.
La pérdida de poder económico se conjuga con la primacía de militarización y
guerra en lo que se ha denominado como el nuevo imperialismo estadounidense.49
Como decía sarcásticamente Arrighi, “Estados Unidos, mientras derroca regímenes
delincuentes, primero en Afganistán y ahora en Iraq, es el país más endeudado del
mundo (lo que le conduce a una) dominación sin hege-money.”50 Es decir, la estrategia
bi-partidista de jugar la carta militar para ganar otro “Siglo Americano”, se ha
convertido en una táctica de “dominación sin hegemonía” a la vez que ha exacerbado
la crisis económica del país-imperio. Como demuestran Stiglitz y Bilmes en su libro
The Three Trillion Dollar War, la guerra de Iraq solo ha beneficiado a las corporaciones
punta del complejo militar-industrial, mientras la guerra ha sido financiada a costa
del endeudamiento crónico de los EEUU, la carencia de recursos dedicados a la
inversión productiva junto a la inflación del capital financiero, y la falta de provisión
de bienes públicos. Así, la ofensiva guerrerista imperial articula las dimensiones
económicas y políticas de la crisis de hegemonía.

El militarismo imperial estadounidense manifiesta una voluntad inútil de recobrar


una hegemonía perdida para siempre, lo que le envuelve en una dinámica de guerra
perpetua y violencias entretejidas que expresan una vertiente constante en el
patrón de poder moderno/colonial a través de su larga duración.51 Las tecnologías
de terror imperial estadounidense que se han ensayado y elaborado a través de la
historia de América Latina y el Caribe, como la contrainsurgencia, las múltiples
violencias clandestinas, y la tortura, se han desarrollado en el llamado “medio
oriente” donde ahora se ejecuta una especie de “presente colonial” especialmente en
Afganistán, Iraq, y Palestina.52 Sin embargo, la ofensiva guerrerista no ha producido
166 las victorias militares esperadas, a la vez que ha aportado al deterioro creciente del
liderato político-diplomático de los Estados Unidos en la comunidad internacional
y a su crisis económica, es decir a su pérdida de hegemonía.

Muchas personas a través del planeta invirtieron esperanzas en que la elección


de Barrack Obama, el primer presidente negro, un intelectual del derecho
constitucional que triunfo con una retorica de cambio, podría transformar de alguna
manera el rol de los Estados Unidos en el mundo. Preguntarse por qué el presidente
Obama terminó continuando la política anti-democrática de encarcelamiento sin
juicio en Guantánamo y el Acta Patriótica, ahondando la guerra en Afganistán,
escalando la presencia militar en América Latina, continuando con el Director del
Pentágono de George W. Bush, esgrimiendo los discursos y políticas de la “guerra
contra el terror”, y nombrando varios de los arquitectos del régimen de especulación
financiera que desemboco en la crisis de 2008 revela más de la naturaleza del
poder imperial y de la crisis actual del patrón de poder que del carácter político de
Obama. Los economistas renacidos de ser neoliberales a devenir neokeynesianos
como Paul Krugman y Joseph Stiglitz critican el programa de “estimulo económico”
de Obama por no proveer suficiente fondos para la recuperación, pero como hemos
argumentado a través de este escrito, el problema es mucho más de fondo. Las
políticas de Obama son sintomáticas de como la combinación de la crisis económica
con la erosión de la democracia liberal representativa y la pérdida de hegemonía
apuntan hacia las formas más autoritarias del poder imperial. La política imperial
de mano dura es indicadora de la perdida de hegemonía como se demostró con la
bienvenida a Cuba en la última conferencia de la Organización de Estados Americanos
y el fuerte rechazo a las bases militares yanquis en Colombia en la última cumbre
de UNASUR. Los intentos fallidos de renovación de la hegemonía norteamericana
llevan a una política maquiavélica de imposiciones diplomáticas y militarismo que
sostienen una dinámica de desarticulación del orden político internacional a la vez
que una erosión de la democracia liberal en el campo político estadounidense.

Más allá de la perdida de la hegemonía estadounidense, la crisis actual representa


una crisis de la hegemonía occidental y de las culturas capitalistas. En este sentido, la
era presente se podría caracterizar con el concepto gramcsiano de interregno como
un periodo transicional donde no hay un hegemón, existe un caos en el sistema-
mundo, y más aun cuando hay una crisis raigal en el patrón de poder moderno/
colonial. Ahora nos detendremos brevemente primero en las dimensiones éticas
y subjetivas de la crisis, para luego discutir rápidamente sus aspectos epistémicos.

Dimensiones Culturales, Éticas, Epistémicas,


y Subjetivas de la Crisis Actual

Las dimensiones políticas de la crisis civilizatoria se corresponden a el deslinde de


dos tipos de crisis que plantea el intelectual boliviano Luis Tapia, por un lado el
malestar en la estabilidad de las instituciones del poder dominante como el estado y
la economía; y por otro lado en su desafío y cuestionamiento a partir de las practicas 167
emancipatorias de muchos movimientos sociales y espacios subalternos contra
las formas patriarcales, de alimentación, de explotación, organización política,
ecología, y de producción de conocimientos que dominan la vida social de nuestra
región y el mundo.53

Lo político se corresponde a las dimensiones culturales, epistémicas, éticas


y subjetivas de la crisis del la civilización occidental capitalista. En este registro
se integran la crisis de valores, de proyectos de vida, de modos de producción y
comunicación de conocimientos, y de formas de identidad y subjetividad imperantes
en la civilización occidental capitalista. Esto es en parte resultado del fracaso de
los modelos de desarrollo socio-económico, ecología, y organización política de
la modernidad capitalista como también de sus lógicas culturales hegemónicas
con sus elementos éticos, estéticos, cognoscitivos, e identitarios. En este sentido
planteamos que la liberación de historias, memorias, conocimientos, y modos de
vida no-occidentales es un síntoma positivo de esta crisis.

Una de las peculiaridades y novedades de la crisis actual es su severidad en tanto


crisis de las estructuras de conocimiento de carácter eurocéntrico-occidentalista,
en las formas hegemónicas que también conceptualizamos como “colonialidad del
saber”.54 Su contraparte en la búsqueda de justicia epistémica se ha convertido en
uno de las características y reclamos principales de una nueva ola de movimientos
antisistémicos que surgen como actores protagónicos en los procesos crecientes de
des/colonialidad del poder y el saber produciendo un nuevo episteme y racionalidad
de vida. Cada vez más las comunidades subalternas, los espacios de movimiento
social, y los escenarios de nueva izquierda se afirman como “insurgencias político
epistémicas” que politizan la cuestión del conocimiento como uno de los campos
de lucha principales y por ende uno de los flancos más débiles de la civilización
occidental capitalista. La “insurrección de los saberes subyugados” toma diferentes
formas desde la reivindicación de “pensamiento propio”Afrodescendiente e Indígena,
hasta reclamos de reconocimiento de los movimientos sociales como productores
de teoría y saber sistemático y la reivindicación de la “investigación activista” y la
“investigación acción colaborativa” a través de diálogos y “ecologías de saberes”.55
Todo esto implica tanto “cambiar la geografía de la razón” (como reza el lema de la
Asociación de Filosofía del Caribe) como redefinir los referentes del conocimiento
critico más allá del pensamiento occidental. En fin, la des/colonialidad del saber se
ha convertido en objetivo político y práctica principal de una nueva constelación
de movimientos antisistémicos que construye cotidianamente nuevos modos de
producción y comunicación de conocimientos.

En la misma vena fluyen las dimensiones culturales de la crisis. Una de las


características de la coyuntura actual es la proliferación de “guerras culturales” que
desafían y proponen alternativas a la llamada “alta cultura” y a la cultura corporativa
mass-mediática occidental en todos los ámbitos de la vida social desde lo estético
y los saberes hasta la sexualidad y las culturas políticas. Esto implica una suerte
combinada de culturas emergentes desde industrias culturales vernáculas politizadas
(como la Champeta en Colombia, el Afro-Funk en Brasil, y el Hip-Hop Cubano),
hasta diversos movimientos culturales, que juntas conforman tanto la afirmación del
valor de culturas ancestrales y culturas populares como la insurgencia de culturas
168 de des/colonialidad y liberación. Estas corrientes culturales van componiendo
políticas culturales y culturas políticas que van dando forma a lo que de Santos
denomina como un “nuevo sentido común”.56

El surgimiento de nuevos lenguajes, géneros culturales y discursos críticos, está


asociado a la afirmación de valores y modos de subjetividad que desafían lo ética
capitalista y los estilos de vida promovidos por la civilización occidental. La
emergencia de valores pos-capitalistas y de imaginarios políticos pos-liberales
van vinculados al surgimiento de lugares de vida alternos y alternativos a las
culturas y modos de vida dominantes. Estos espacios vitales van nutriendo tanto
de comunidades subalternas (Afrodescendientes, Indígenas, campesinas, márgenes
urbanos) como de espacios de movimiento social (étnico-racial, social, feminista,
juvenil, etc.) que en conjunto van constituyendo “contra-públicos subalternos”.57

La crisis ética de la civilización occidental capitalista no es solo de valores sino más


aun de convivencia, modos de vida, e intimidad, en fin de inter-subjetividad. La
crisis existencial de sentidos y horizontes de vida se expresa en los altos índices de
suicidio, drogadicción, violencia domestica, y declaraciones de aburrimiento y falta
de esperanza en muchos jóvenes sobre todo en los centros occidentales. Santiago Alba
Rico en su artículo Crisis capitalista: la racionalidad del abismo señala “entre los años
1997 y 2005, más de 150.000 campesinos se han suicidado en la India, despojados
de sus tierras o arruinados por las grandes multinacionales de la alimentación, con
Monsanto a la cabeza” y añade que “en los últimos seis meses, se han suicidado 9
millonarios en todo el mundo; es decir, una media de 1 millonario cada 20 días”
mientras que “desde el año 1997, sólo en la India se ha suicidado un campesino cada
32 minutos” concluyendo que si “Los ricos se suicidan: es que hay una crisis del
capitalismo. Los pobres se suicidan: es que hay sencillamente capitalismo.”58 En suma,
la crisis exacerba las patologías de la vida cotidiana en la modernidad capitalista.

En el terreno de la subjetividad la crisis actual se manifiesta como desafío de


fondo a las definiciones y formas occidentales de la identidad, el yo, y el ser.59
Las categorías moderno/coloniales de identidades étnico-raciales subalternizadas
tales como “indio” y “negro”, también sirven de base para la re-afirmación positiva
de subjetividades politizadas capaces de promover tipos de comunidad y modos
de vida a contrapunto de las formas dominantes en la civilización occidental
capitalista. La hegemonía ético-política, epistémica, y estética del yo occidental,
definido como hombre blanco, heterosexual, propietario, y letrado en la tradición
europea; se corresponde a la emergencia de movimientos (ecológicos, étnico-
raciales, feministas, culturales, intelectuales) que desafían todas las aristas del
patrón de poder moderno/colonial que produce este sujeto como paradigmático.
En este sentido, en el corazón de la nueva ola de movimientos antisistémicos hay una
nueva cultura política que busca no solo transformar las estructuras de sentimiento,
saber, y poder, sino más aun la des/colonialidad del sujeto y la re-invención de las
subjetividades. En este contexto, las luchas por la producción, definición y ejercicio
de la subjetividad se tornan claves. Como afirma Quijano, “nunca como hoy para
los que controlan este patrón de poder fue tan absolutamente necesario el tener el 169
control de la producción de subjetividad, memoria, identidad, y conocimiento”,
a lo que suma que esto implica “des/colonializar la subjetividad” y “descapitalizar
nuestras mentes y sentimientos”.60

La des/colonialidad de la subjetividad en sus múltiples dimensiones (existenciales,


afectivas, cognoscitivas) tiene variedad de avatares desde luchas por defender
territorios y racionalidades de vida ancestrales como afirman muchas comunidades
Afrodescendientes e Indígenas, hasta la construcción de nuevas identidades y
subjetividades, tipos de comunidad, y modos de vida en armonía social y ambiental,
como lo expresa claramente el concepto de permacultura.

En resumen, todo lo argumentado demuestra el fracaso de los modelos de


desarrollo socio-económico, ecología, y organización política de la modernidad
capitalista, como también de sus lógicas culturales hegemónicas con sus elementos
éticos, estéticos, cognoscitivos, e identitarios. En realidad, vivimos la mayor y más
profunda crisis de la civilización occidental capitalista, que bien podría ser su crisis
terminal y definitiva ya que se cuestionan sus fundamentos mismos al implosionar
sus tendencias más perversas y por la insurgencia de alternativas civilizatorias.
Crisis Societal y Nueva Ola de Movimiento Antisitémicos

Es imperativo entender las crisis en relación a las luchas y acciones colectivas


que denominamos movimientos antisistémicos para significar olas de luchas
con vocación y/o efectos de desafiar y transformar el patrón de poder. La crisis
sirve de marco y contexto para la emergencia de nuevos focos de resistencia,
subjetividades políticas, trincheras de lucha, proyectos y horizontes de futuro los
que el Sub-Marcos denomina como la “La Cuarta Guerra Mundial” cuyas primeras
expresiones se pueden trazar de forma diversa, al Caracazo de 1989 en Venezuela,
al levantamiento Zapatista de enero de 1994 en el sur de México, o a las protestas
contra la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Diciembre de 1999,
en Seattle, Washington en los Estados Unidos, hasta los procesos de Foro Social
y cumbres de pueblos y movimientos de carácter diverso. Es decir, la crisis del
patrón de poder también ha implicado la emergencia de nuevos sujetos sociales
de transformación histórica que a partir de una pluralidad de identidades políticas
y culturales han presidido una diversidad de luchas que confrontan y desafían la
modernidad/colonialidad en sus múltiples dimensiones. Dichos sujetos se articulan
y expresan en una constelación de movilizaciones, luchas campanas, movimientos,
espacios y organizaciones que conceptualizamos como movimientos societales con
efectos des/coloniales, o movimientos antisistémicos.

La crisis civilizatoria se caracteriza por desafíos variados desde una pluralidad de lugares y perspectivas al
patrón de poder a partir de las practicas emancipatorias de una amplia gama de movimientos sociales y espacios
subalternos contra las formas patriarcales, de alimentación y consumo, de explotación, organización política,
170 ecología, y de producción de conocimientos que dominan la vida social desde escala locales y regionales hasta
el nivel global. En esta coyuntura de crisis y transformación no es suficiente hablar de movimientos sociales
sino más aun de movimientos societales, acciones colectivas que tengan la capacidad de provocar cambios a
nivel de la sociedad en su conjunto con vocación y/o potencial de llegar a ser de carácter antisistémico no solo
en su intencionalidad sino por sus efectos. Los movimientos sociales en tanto acciones colectivas y campos de
acción y comunicación con vocación y capacidad de alterar el status quo pueden ser de intencionalidad, alcance,
y efectos pro-sistémicos o antisistémicos. La crisis también tiende a promover movimientos de derecha con
sus culturas de “populismo autoritario” como el que se expresa en el Tea Party en los Estados Unidos y las
acciones colectivas anti-inmigrantes en Europa.61 En contraste, usamos la noción de movimientos societales
tanto para distinguir movimientos indígenas que representan otras formas de sociedad y racionalidades de vida
(ecológicas, económicas, autogobierno)62, como la capacidad conjunta de los movimientos sociales de producir
transformaciones significativas en el orden social y por ende de poner en jaque el patrón de poder moderno/
colonial.63 Este efecto de des/colonialidad de la nueva ola de movimientos sociales profundiza el sentido de
lo antisistémico en la medida que desafían y subvierten todos los modos y mediaciones del poder moderno/
colonial desde sus espacios subjetivos hasta sus estructuras globales. A propósito del carácter cambiante del
significado de los movimientos antisistémicos, escribe Gilberto Valdés Gutiérrez, “lo antisistémico actúa como
horizonte de sentido de las resistencias y luchas del presente… un desafío integral a las formas de dominación
múltiple del capital y a la civilización que ese engendro a nivel planetario. Se trata de un potente esfuerzo
de ruptura radical con la lógica de dominación y sujeción del capital en todas sus modalidades, desde lo
económico-productivo hasta lo simbólico-cultural.”64
A contracorriente de la tendencia a abandonar la idea de revolución como vestigio antiguo, proponemos
redefinirla como des/colonialidad en todos los ámbitos y a todo nivel y en tanto proyecto de liberación
profunda. Como argumenta Mary Louise Pratt, uno de los móviles iniciales del concepto de movimiento
social fue el de remplazar el de revolución.65 Proponemos rescatar revolución como categoría ético-política
despojándola de su connotación leninista como “guerra de maniobra” para tomar el palacio de poder, de manera
más afín a la noción gramsciana de “guerra de posiciones” que guía la idea de “bolsillos de resistencia” como
las trincheras inmediatas de las luchas contra el capitalismo neoliberal y el nuevo imperialismo que postula el
Sub-Comandante Marcos.

En esta perspectiva revolución denota transformación radical, un proceso de


interrelación de múltiples cambios que ocurren simultáneamente donde ninguno
prima necesariamente sobre el otro. Para un cambio tener carácter revolucionario
ha de tener efectos críticos de carácter antisistémico, es decir, ha de subvertir e
impactar la transformación del patrón de poder a varios niveles a la vez que ha
de apuntar hacia nuevas formas de poder sin dominación. Además, el concepto
occidental de revolución ha sido cuestionado y en parte remplazado por categorías
no-occidentales como Pachakutik que implican transformaciones más profundas
y fundamentales en el orden cósmico y por ende en todos los ámbitos de la vida
planetaria. En este sentido revolución significa un proceso sostenido y profundo de
forjar des/colonialidad, una mutación constante y creciente en áreas fundamentales
tales como el trabajo, el sexo, la autoridad, y los imaginarios, todo lo cual
supone tanto develar y revelar como transgredir y reemplazar el patrón de poder
imperante. En este sentido la des/colonialidad necesariamente implica un proceso 171
de democratización de todas las esferas de lo social desde el ensamblaje institucional
(las fábricas, las universidades, las familias), hasta los modos de producción y
comunicación de conocimiento, organización de la autoridad (estado, comunidad
política), y producción de subjetividades.

Aquí analizamos la des/colonialidad como un proceso a largo plazo que va a la par


con la colonialidad del poder. En este registro la des/colonialidad es un proceso,
una tendencia clave en el sistema-mundo moderno/colonial capitalista que resulta
del efecto combinado de las luchas cotidianas, las múltiples resistencias, y las
diversas formas de organización que componen los movimientos antisistémicos.
En dicha acepción la des/colonialidad no es simplemente un evento de tomar y
reemplazar el estado colonial por un estado nacional, pero un proceso complejo
y desigual con el fin y efecto de desmantelar las diversas formas de dominación
y explotación del patrón de poder moderno/colonial. En este sentido hablamos
de la des/colonialidad del poder, lo cual significa la creación de nuevas formas de
poder donde no prime ni la dominación ni la explotación. Dicho objetivo de poder
sin dominación supone el desmantelamiento de todas las formas de la colonialidad
del poder desde las estructuras globales de distribución de riqueza y la geo-política
imperialista, hasta la estructura eurocéntrica y occidentalista de autoridad del
conocimiento y las jerarquías étnico-raciales y patriarcales en todas sus expresiones
y a todo nivel. Es por eso que invocamos la des/colonialidad en una pluralidad de
campos tales como la economía política, el saber, la cultura, y la subjetividad. En este
sentido la des/colonialidad se convierte en significante principal del entramado de
luchas que se entremezclan de forma compleja y muchas veces contradictoria en contra de los modos diversos
de dominación y explotación, y a favor de formas más plenamente democráticas y socializadas del poder
social. La des/colonialidad es tanto un proceso de lucha continua contra la colonialidad del poder en todas
sus expresiones, como una articulación practica de formas de poder alternos y alternativos, y en este sentido
se perfila como una política de liberación. Los gestores y actores principales de la des/colonialidad en tanto
proceso son las organizaciones democráticas y los movimientos sociales que luchan por vías diversas a favor
de la justicia social en su diversidad de definiciones y combinaciones, y por la libertad en el sentido concreto
y profundo del concepto. En principio los agentes inmediatos de las luchas diarias por la des/colonialidad son
sujetos de carne y hueso que luchan en contra de los diversos modos de dominación y a favor de alternativas
democráticas en diversas trincheras de vida, que se pueden identificar desde los centros de trabajo y los
espacios institucionales del poder, hasta los espacios más íntimos de la cotidianidad y la subjetividad.

Algunos movimientos como los Zapatistas en México, y el Movimiento de los


Campesinos sin Tierra en Brasil han logrado integrar en su seno una pluralidad de
luchas por la des/colonialidad, por la socialización y democratización del poder.
Dichos movimientos les llamamos antisistémicos ya sea por su intencionalidad o
por sus efectos de subvertir y de alguna manera también transformar el patrón
de poder imperante. De esta manera podemos hablar del longue duree (o la
larga duración) de las luchas por la des/colonialidad a la vez que subrayamos sus
momentos cumbres, como los ejemplos de las revuelta Amerindias de Tupac
Amaru y Tupac Khatari (un intento a gran escala de revolución indígena) y la
revolución Haitiana (lidiada por esclavizados negros y que fue la revolución social
más profunda de su época), el abolicionismo que fue el primer movimiento social
global, la revolución soviética junto con la revolución mexicana a principios del
172 siglo XX, los movimientos des/coloniales en África, Asia y el mundo Árabe hacia
mediados del siglo XX, la emergencia de nuevos movimientos sociales en los 1960s,
y finalmente la nueva ola de movimientos antisistémicos por justicia y paz hoy día
que actúan y se articulan tanto a nivel global como local y que convergen en los
Foros Sociales a nivel local, regional y mundial.

La des/colonialidad emancipatoria también la podemos entender como un proyecto,


como un horizonte a seguir. En América Latina, esgrimiendo posturas anti-
imperialistas y en contra de la dependencia político-económica y la subordinación
cultural hablábamos en los 1960s de una segunda independencia, hoy podemos
platicar de una nueva y definitiva política des/colonial. En tanto proyecto la des/
colonialidad no es un mero ideal, pero si un horizonte de metas de justicia social
y democracia radical que ha de estar enraizado en las luchas y aspiraciones del
presente.
Des/Colonialidad, Liberación & Nuevas Racionalidades de Vida

Algunos también caracterizarían la condición presente como una crisis de


alternativas.66 Ahora se suele hablar del posneoliberalismo, pero con frecuencia sin
una memoria histórica de fondo y sin un horizonte utópico alternativo. La nueva
ola de movimientos antisistémicos, que en parte da continuidad a los movimientos
de los 1960s-70s (ecológicos, feministas, diversidad sexual, étnico-raciales) a la vez
profundiza los desafíos y prolifera los reclamos e identidades políticas; ya derroto, en
praxis y teoría, las declaraciones triunfalistas que sentencian el “fin de la historia” a
la vez que afirman que no hay alternativas al capitalismo, proclamadas por ideólogos
del llamado “consenso de Washington” durante el clímax del paradigma neoliberal de
globalización capitalista.

En esta región que desde finales del siglo XIX se le ha llamado Latinoamérica, que
mas allá de nombrarla con Martí Nuestra América, ahora denominamos Nuestra Abiayala
y Nuestra Afroamérica, se construyen alternativas diariamente desde los cambios en
lo intimo y en las relaciones de género y sexualidad, las pequeñas trincheras de
autogobierno comunitario y economía popular y solidaria, hasta los difíciles y
contradictorios procesos de gobiernos de izquierda, que en su conjunto y a pesar
de sus contradicciones van tejiendo redes des/coloniales que van construyendo
futuros posibles. Lo que denominamos como una nueva política de des/colonialidad y
liberación en América Latina, es un proceso complejo y desigual, lleno de obstáculos,
contradicciones, y de cuestiones abiertas e inciertas. Esta es una temática vital en 173
nuestro quehacer colectivo de construir conocimiento critico en el caminar de crear
alternativas en el contexto de esta crisis de la civilización occidental capitalista, que
debería ser motivo de otro artículo enfocado en sus tensiones y perspectivas centrales,
pero para cerrar este escrito levantaremos alguna cuestiones claves. Primero voy a
esbozar tres asuntos centrales para luego formular cinco preguntas claves.

Un primer tema fundamental es que hacer, en vista de la crisis de lo que llamábamos


“socialismo actualmente existente”, con la carencia de discursos unificadores de las
luchas diversas a partir de proyectos comunes de emancipación. Entre las respuestas
se encuentra el llamado “Socialismo del Siglo XXI” donde se realza tanto la cuestión de
la “democratización de la democracia”, como también la necesidad de transcender el
obrerismo del socialismo de los siglos XIX y XX, integrando reivindicaciones étnico-
raciales, sexuales, ecológica, y de género. A la misma vez, el socialismo del siglo XXI
es en gran medida un discurso oficial de gobiernos que formulan y ejecutan, al menos
parcialmente políticas neo-desarrollistas/pos-keynesianas incapaces de promover
los cambios radicales de política ecológica, autogobierno comunitario, y desarrollo
auto-sostenible, inspirados por racionalidades pos-capitalistas y pos-liberales, que son
impulsados por los movimientos antisistémicos. En este registro, uno de los grandes
dilemas es como crear e implementar estados real y efectivamente pluri-nacionales de
corte inter-cultural y des/colonial en países como Bolivia y Ecuador.67 En Bolivia se
van forjando, a pesar de serias dificultades y contradicciones, en gran medida a partir
de racionalidades Indígenas de gobierno, economía, y cultura; una nueva constelación
histórica que se denominado “socialismo comunitario”. En esta vena, otro gran
desafío es como construir socialmente y traducir institucionalmente la democracia
sustantiva, es decir la creación de formas de ciudadanía y comunidad plenamente
democráticas sustentadas por principios de igualdad sustantiva, reciprocidad, y
deliberación colectiva, de una racionalidad política que envuelva una formación de
poder sin dominación y una nueva hegemonía que conjugue en armonía el principio
de la libertad individual con el principio de la autoridad localizado en la comunidad.

La ausencia de cualquier discurso maestro de emancipación junto con la proliferación


de reivindicaciones y movimientos con sus respectivas subjetividades políticas, han
orientado la formación de nuevas cultura políticas que tienden a respetar la pluralidad
de diferencias, integrar el disenso como expresión democrática, y asumir el debate
de diversidad de perspectivas y proyectos como parte integral de los procesos de
transformación histórica. Todo esto implica tanto re-definiciones de los deslindes
entre izquierdas, centros, y derechas, como también la emergencia de multiplicidad
de políticas y proyectos de cambio radical. Un ejemplo significativo es el contraste
entre las izquierda des/coloniales manifiestan en los movimientos Indígenas que traen
categorías propias de sus prácticas comunitarias e imaginarios políticos (como “mandar
obedeciendo”) y de sus racionalidades de vida (como “buen vivir”), a contrapunto de
las nuevas políticas radicales y expresiones del pensamiento crítico occidental como
“la idea de comunismo” en Badiou y/o el proyecto de lo común en Hardt y Negri.68
Aquí cabe decir que las tradiciones de Pan-Africanismo Radical y Marxismo Negro
han planteado políticas radicales y pensamiento crítico acentuando la centralidad
del racismo y el colonialismo en la modernidad capitalista y sus alternativas desde
principios del siglo XX.69 El negociar políticas radicales, pensamiento crítico y
racionalidades de vida entre (pos) modernidad y des/colonialidad es uno de los
174 grandes retos que tenemos hoy.

Un segundo tema central ligado al primero es como vislumbrar el horizonte de


futuros posibles a la vez que lo vamos construyendo en el camino. En este registro, la
des/colonialidad liberadora se puede ver como utopía en el sentido de Bloch y como
utopística en el sentido de Wallerstein, es decir, como una estrella del norte que guie
nuestras luchas presentes hacia claros objetivos de cambio radical, como un proyecto de
liberación múltiple que a partir de las construcciones de futuro contenidas en nuestras
prácticas nos conduce hacia la construcción de nuevas formaciones y relaciones de
poder sin dominación ni explotación. Pero esta política de la esperanza y su horizonte
de fututo ha de estar enraizado en las posibilidades y potencialidades del presente, lo
que implica una doble tarea constante de análisis crítico y praxis transformadora. En
esta época de crisis profunda y probablemente definitiva, el principio de la esperanza
se torna más concreto e inmediato, se actualiza por medio de la mayor potenciación
de la capacidad de los sujetos de accionar y desarrollar conciencia histórica.70

El tercer asunto que quiero levantar para concluir este articulo es el gran reto de
cómo construir “unidad compleja” dado el carácter plural de las luchas presentes
y por ende la gran diversidad de identidades y movimientos que las expresan y
articulan. Hoy día las luchas son clara y explícitamente múltiples, a la vez que los
actores de cambio y sus reclamos plurales, lo que hace más difícil el desafío de
articular bloques contrahegemónicos que puedan construir y mantener espacios
sociales fundados en principios de igualdad, reciprocidad, libertad, paz, y vida; en
contraste a las lógicas de desigualdad, competencia, opresión, violencia, y muerte
que imperan en la civilización occidental capitalista. Aquí el desafío es conjugar las
cadenas de la colonialidad que corresponden a las distintas pero entrelazadas esferas
de injusticia (social, étnico-racial, genero, sexualidad, ecología, etc.), hilando
lazos de solidaridad para ir tejiendo luchas, identidades y movimientos en una
suerte de “unidad compleja”.71 Esta tarea de entretejer nudos de opresión con hilos de
liberación es similar pero distinta a la propuesta de Laclau y Mouffe de articular una
nueva hegemonía aumentando cadenas de equivalencia, porque no se trata de un
significante flotante con referente vacio sino de un patrón de poder, una totalidad
de carácter heterogéneo pero articulado.72 Tocando un tambor afín, Boaventura de
Sousa Santos, ha propuesto y ensayado una metodología de “política de traducción”
vinculada a una “ética de articulación” que busca construir coaliciones entre distintas
luchas y movimientos para articular un “nuevo sentido común” para “reinventar la
emancipación” y forjar bloques contrahegemónicos en aras de un proyecto político
epistémico que llama “epistemologías del sur” y “cosmopolitismo subalterno”.73
Este planteamiento es similar y traducible a nuestro argumento de conceptualizar
las nuevas racionalidades de vida encarnadas en los movimientos antisistémicos de
carácter anti-capitalistas y pos-liberales como una nueva política de des/colonialidad
y liberación.

Concluimos haciendo cinco preguntas fundamentales del tipo que solemos debatir
constantemente en espacios de construcción colectiva de conocimiento crítico y 175
alternativas de vida, que varían desde asambleas comunales y caracolas zapatistas
hasta conferencias universitarias. Estas preguntas y sus respuestas van conformando
en el caminar una problemática común para reinventar la emancipación y crear
colectivamente una nueva política de des/colonialidad y liberación.
1) ¿Qué significa y como construir formas justas, igualitarias, y plenamente democráticas del poder? Como conjugar el
poder constituyente con la institucionalidad política, lo que Dussel representa como potentia y potestas usando el lenguaje
de Spinoza. ¿Necesitamos refundar el estado y/o crear nuevas formas de institucionalidad y comunidad política? ; ¿qué
significa y como se construye en términos concretos el “buen gobierno” y el “mandar obedeciendo”?
2) ¿Cómo traducir en proyectos de país/región/lugar y en políticas concretas la nueva racionalidad de economía, ecología,
convivencia y gobierno connotadas por principios ético-políticos anti-capitalistas, no-occidentalistas, pos-liberales como
Suma Kawsua (o “Buen Vivir” en Quechua) y Unbutu en lenguaje surafricano? , ¿cómo construir economías y ecologías de
armonía entre todos los entes existentes a pesar de (y en relación con) los impulsos neo-desarrollistas y pos-keynesianos
de los mismos gobiernos que declaran el socialismo del siglo XXI? , ¿cómo conjugar en práctica y teoría la política de lo
posible con la utopía como horizonte de futuro?
3) ¿Qué estrategias de transformación radical se pueden perseguir a corto, mediano, y largo plazo, sin perder de vista las
severas dificultades y contradicciones que implican los procesos de des/colonialidad del poder dentro de un sistema-
mundo moderno/colonial en condiciones de crisis raigal?
4) ¿Qué implicaciones tienen las transformaciones profundas que supone esta crisis raigal para los modos de producción,
pedagogía, y comunicación de conocimiento crítico? ¿Cómo traducir los saberes e imaginarios anti-capitalistas y pos-
liberales en nuevas racionalidades de vida y nuevas formas de poder sin dominación?
5) ¿Qué modos de supervivencia y espacios de convivencia son cerrados por el entrejuego de violencias que desatados por
la crisis? A contrapunto, ¿qué nuevas formas de lucha resistencia y “re-existencia” se abren a partir de las estrategias de
reinventar comunidad y vida que se abren a partir de las luchas, movimientos, y espacios alternos y alternativos que se van
construyendo en el camino?74
En resumen, en su definición como momentos de malestar múltiple y profundo,
las crisis son periodos de enormes sufrimientos, riesgos y dificultades, pero como
épocas insostenibles que demandan cambios fundamentales también pueden ser
eras de grandes transformaciones con el potencial de producir un contrato social
más justo e igualitario, coyunturas donde podemos dar a luz futuros posibles,
donde estamos más aptos para crear fuertes suertes de liberación. La crisis abre la
posibilidad de potenciar plenamente nuestras capacidades como sujetos históricos.
En este sentido la crisis representa un momento crítico de auto-creación de
la sociedad y auto-afirmación de los sujetos con potencial de construir formas
más justas e igualitarias de convivencia capaces de transformar radicalmente la
condición humana. Nuestro gran reto es construir ese nuevo pacto social y modos
de existencia colectiva e individual dándole contenido concreto y positivo al buen
gobierno y buen vivir desde nuestras múltiples trincheras de lucha y dimensiones
de vida. En este sentido, un modo de recrear el quehacer critico latinoamericano
en el contexto del espectáculo de los bicentenarios, es el vislumbrar y reinventar
América Latina como un proyecto de des/colonialidad del poder, desde cada sujeto,
desde cada lucha y reivindicación, desde cada lugar, para así ir tejiendo futuros de
liberación con autentica vocación de corazonar al mundo.

176
Notas

1
Ver Cesaire (1955). La traducción es mía.
2
Las citas proceden de Betto (2009)
3
Betto, ibid.
4
Ver Dussel (2007)
5
Ver Zemelman (2007)
6
Ver Huntington (1998). Para una critica clara y profunda ver Mamdani (2005).
7
Nuestro concepto de Civilización Occidental Capitalista es cercano a la manera en la cual Braudel (1992) y Wallerstein (1996)
entienden el capitalismo como una economia-mundo que corresponde a una forma historica de civilización.
8
El concepto de capitalismo historico fue acunado por el sociologo estadounidense Immanuel Wallerstein (1996) para desarrollar
un analisis mas historizado integrando elementos de las teorias del capitalismo sobre todo de Marx y Braudel.
9
Wallerstein (1996, 2010) ha utilizado los ciclos de Kondratieff para elaborar un analitica de las crisis en base a una logica
macroeconomica mas compleja que se enmarca en un analisis de sistema-mundo que integra lo economico con lo cultural y lo
politico.
10
Ver Aglietta (2001), Arrighi (1999), Gordon (1980), y Mandel (1972, 1978, 1995).
11
Ver Arrighi, Hopkins, y Wallerstein (1999).
12
Estos fenómenos de carácter creciente y permanente los llamamos tendencias seculares para significar el carácter creciente
de las crisis a medida que avanza la historia del capitalismo. Las crisis cíclicas que tienden a ocurrir periódicamente en contextos
que combinan bajas significativas en las tasas de acumulación de capital con la emergencia de movimientos antisistémicos y alta
concentración de guerras y violencia cada vez representan retos mayores y las condiciones de restructuracion son cada vez mas
dificiles.
13
El economista marxista pakistano Anwar Shaik ha sido uno de los defensores mas importantes de este argumento desde los 1970s.
En relacion a la crisis actual Shaik argumenta que “Las causas son la baja productividad y competitividad estadounidense, y la baja
participación de los asalariados en el Producto Bruto Interno.” Ver entrevista con Anwar Shaik http://criticadelae conomia.blogspot
.com/2009/ 05/la-actual- crisis-es- la-primera- gran.html 177
14
Este argumento del remplazo de capital productivo por capital financiero no se formula con certeza en Karl Marx sino en Fernand
Braudel (1992), Giovanni Arrighi (1999), y Anibal Quijano.
15
Este tipo de argumento se formula claramente en el análisis que hace Immanuel Wallerstein (2010) de la crisis reciente. En sus
propias palabras, “El colapso económico en el cual estamos en medio de encontrarnos no es nada más que la expresión de los límites
de la elasticidad de demanda.”
16
Este es el tipo de análisis realizado por Samir Amin (2009) y Andre Gunder Frank (1980), y tambien influye las interpretaciones
de Arrighi (1999) y Harvey (2010).
17
Este tipo de análisis es principalmente argumentado por los economistas marxistas estadounidenses Rick Wolff y Stephen Resnick.
Ver Wolff (2009).
18
Uno de los expositores principales de este argumento hoy día es el geografo marxista David Harvey (2010).
19
Segun Brenner (2009) “El principal origen de la crisis actual está en el declive del dinamismo de las economías avanzadas desde
1973 y, especialmente, desde 2000. El crecimiento económico en los EEUU, Europa occidental y Japón se ha deteriorado seriamente
en cada ciclo en términos de indicadores macroeconómicos muy estándar: PIB, inversión, salarios reales, etc.”Tambien ver Callinicos
(2010).
20
Ver Dumenil and Levy (2011).
21
Aquí observamos de nuevo que el análisis de Arrighi de las causas del descenso significativo de actividad del capital productivo se
formula en términos de sobre-acumulación de capital.
22
Ver Arrighi (2007).

23
Samir Amin (2009) utitiliza un concepto similar que es el de “acumulacion por expropiacion”. Tambien podemos ver ese tipo
de analisis en varios de los teoricos de la dependencia incluyendo Andre Gunder Frank y Ruy Mauro Marini entre los cuales hay
diferencias profundas, incluyendo. Para una critica del uso no suficientemente preciso y riguroso de este concepto en Harvey vease
la tesis doctoral de Rajesh Bhattacharya (2010).
24
Esta cita se toma de la presentacion del concepto que hace Arrighi (2007).
25
Ver Harvey (2010). Todas las traducciones fueron hechas por mi.
26
Harvey, ibid.
27
Martinez Heredia citado en Valdes Gutierrez (2010)
28
Para acortar la expresion del concepto de “patron de poder moderno/colonial”, con frecuencia
simplemente nos referimos al “patron de poder”
29
La critica de la economia politica es un concepto que Marx desarrola en El Capital para significar
como las categorias de la economia politica como “mercancia” y “trabajo” encubren su caracter
social en la vision superficial de su apariencia. Esta lectura del Marx maduro es continuada por
Negri (1996). Para un analisis de la crisis desde esta perspectiva ver Meszaros (2010). La nocion
de “capitalocentrismo” fue acunada por Gibson-Graham (2006). Planteando la critica desde
una perspectiva de Estudios Culturales, Grossberg (2010) propone “rescatar la economia de los
economistas”.
30
Este tipo de analisis se lo hemos escuchado ha Quijano en varias conferencias incuyendo el
encuentro internacional organizado por la Catedra America Latina y la Colonialidad del Poder de la
Universidad Ricardo Palma en Lima, Agosto 3-5, 2010. Ademas ver Quijano (2000, 2001).
31
Ver Quijano (2001).
32
Aquí estoy importando la idea de “caos”, un concepto de Arrighi para caracterizar los periodos de
crisis como condiciones históricas donde el sistema-mundo entra en un caos en su funcionamiento
general que implica la necesidad de buscar vías de reconfigurarlo.
33
Estas dos citas proceden de mis notas de la presentacion de Quijano en la conferencia de Instituto
Pensamiento y Cultura en America Latina (IPECAL) en la Ciudad de Mexico, Noviembre 5-7, 2010.
34
Ver Houtart (2009). La traduccion es mia.
35
Ver Bernstein. (2009).
36
Esto no quita las contradicciones entre el gobierno presidido por Evo Morales y sectores del
movimiento indigena como tampoco las tensiones en la cumbre de Cochabamba que expresan los
graves retos y problemas que confrontan los gobiernos que declaran el socialismo del siglo XXI a
la vez que siguen siendo estados capitalistas perifericos en un sistema-mundo moderno/colonial
capitalista en una era de crisis.
37
Ver Sousa (2006).
38
Estas citas proceden de notas que tome de la presentacion de Lander en el encuentro internacional
de la Catedra America Latina y la Colonialidad del Poder en Lima, en Agosto 3-5, 2010.
178 39
Ver Peredo Beltrán (2009).
40
Ver Valdes Gutierrez (2010).
41
Lander, ibid. Tambien ver Escobar (2010), y Martinez Alier (2004).
42
Ver Grueso, Rosero y Escobar (1998), y Escobar (2008).
43
Aqui asumimos lo politico como una dimension propia que a la vez esta entrelazada con otras
dimensiones de lo social-historico. La especificidad de lo politico y sus articulaciones con lo
economico, lo social y lo cultural es un tema harto debatido. Ver especialmente Dussel (2007),
Mouffe (2005), Ranciere (2007), y Tapia (2008, 2009).
44
La razon por la cual coloco comillas en cada una de estas palabras es que cada una de ellas resulta
ser de alguna manera problematica. Sin embargo son las palabras claves con las cuales tenemos
familiaridad y por eso las usamos aqui aunque con reparos y cautela.
45
Para un deslinde claro de esta relacion ver Sousa. Dos analisis importantes de las formas de estado
en la era neoliberal son Sassen (2010) y Jessop (2008).
46
Ver Fraser (1997).
47
Tilly (1992) plantea una analogia entre los inicios del estado moderno y los modos de
funcionamiento de la mafia.
48
Ver Ugarterche (2009).
49
Es interesante observar que despues de que muchos remplazaron la categoria imperialismo con
globalizacion, a partir del 2001 con las intervenciones militares en Afghanistan y luego en Iraq
se revivio el analisis del poder imperial y emergio una literatura sobre el “nuevo imperialismo
estadounidense” tanto critica como apologetica. Entre los textos mas notables estan, Ferguson
(2004), Harvey (2005), y Mann (2003).
50
Ver Arrighi (2007)
51
Ver Dussel (1992), Maldonado Torres (2008), y Tortosa (2003).
52
Ver Grandin (2007), Gregory (2004), Mamdani (2005)
53
Este parrafo se escribe en base de una presentacion de Luis Tapia en un encuentro organizado
por el Programa Democracia y Transformacion Global y el Proyecto Movimientos Sociales y
Transformaciones Democraticas en el Siglo XXI en America Latina en Lima, Peru entre mayo 25 y
junio 3, 2010.
54
Ver, Castro-Gomes y Mendieta (1998), Lander (2005), y Walsh, Shiwy & Castro-Gomez (2002).
55
Existe una amplia gama de esfuerzos para construir estos modos de produccion y comunicación
de conocimientos y sus metodologias y pedagogias. Entre much@s otr@s ver, Hale et al (2008), y
Leyva et al (2010). Para el concepto de “insureccion de saberes subyugados” ver Foucault (1980).
Para el concepto de “ecologia de saberes” ver Santos (2008). El concepto de “investigacion accion
colaborativa” lo desarrolle a partir de mi practica de trabajo con ( y como parte de) los movimientos
Afrodescendientes en las Americas y a partir del conceptp de “investigacion accion participativa” de
Fals Borda.
56
Ver Santos (2006)
57
Para la nocion de contra-publicos subalternos ver Fraser (1997).
58
Ver Alba Rico (2009)
59
Mientras Maldonado Torres (2008) formula su nocion de la “colonialidad del ser” desde una optica
filosofico-existencial, nuestro analisis enfatiza en la dimensiones vivenciales de la des/colonialidad del
sujeto y la inter-subjetividad de manera mas afin a los rasgos psicoanaliticos en la obra de Fanon como
tambien a la hermeneutica del sujeto historico de Zemelman.Ver Fanon (2009), y Zemelman (2007).
60
Esta cita procede de notas que tome de la presentacion de Quijano en la conferencia de IPECAL en
la ciudad de Mexico, Noviembre 3-5, 2010.
61
El concepto de populismo autoritario fue acunado por Stuart Hall para analizar la cultura politica
que sostuvo el regimen neoliberal de Margaret Thatcher en Inglaterra.
62
Asi lo plantea Luis Tapia (2008, 2009).
63
Asi lo plantean Anibal Quijano (2005) y Raul Zibechi (2007).
64
Valdes Gutierrez (2010) formula un concepto de la complejidad del poder muy afin a nuestro
concepto de colonialidad del poder. 179
65
Ver Pratt (1998).
66
En contraste, ver Houtart (2001), quien como uno de los intelectuales organicos mas importantes
de la nueva ola de movimientos antisistemicos ha sido organizador del Foro Social de las Alternativas.
67
Ver Santos (2010), y Walsh (2009).
68
Para el debate sobre “La Idea de Comunismo” en la orbita occidental de pensamiento critic over
Costas Douzinas y Zizek (2010). Para la discusion sobre lo comun ver Hardt y Negri (2009). Una
articulación clave de los imaginarios políticos indígenas es La Sexta Declaracion de la Selva Lacandona.
69
Ver, entre much@s otros: Boyce Davis (2008), James (2006), y Robinson (2000).
70
Ver Bloch (1977),Wallerstein (1998), y Zemelman (1992a, 1992b, 2007)
71
Lugones (2003).
72
Ver Laclau y Mouffe (1985). Nuestro argumento esta informado por el concepto de heterogeneidad
histórico-estructural de Quijano.
73
Ver Santos (2006, 2008, 2010).
74
El concepto de re-existir lo aprendimos del intelectual colombiano Adolfo Alban.
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