La Mayordomía Cristiana Wayne Gute...
La Mayordomía Cristiana Wayne Gute...
La Mayordomía Cristiana Wayne Gute...
INTRODUCCIÓN
En cualquiera sesión relacionada con la obra del Señor, sea del consejo local de una iglesia o de
los cuerpos superiores, al tratar nuevos proyectos siempre se oye el mismo refrán. ―No se puede
porque no hay fondos‖. ―Es imposible por falta de recursos económicos‖. ―Pues, está muy
escasa la caja‖. Pero en tales ocasiones, tal vez sería correcto decir, ―ahora no hay fondos
disponibles para tal obra‖. Esto significa que recursos, sí, hay. Pero, por uno u otro motivo,
estos recursos no han sido entregados para los usos del Señor. Por eso, se cree conveniente un
estudio acerca de la mayordomía cristiana.
Al desarrollar el tema, se tomará en cuenta las tres grandes divisiones arriba indicadas. Pero
estas divisiones serán divididas en secciones más breves que esperamos se presten al uso del
pastor, obrero o encargado para impartir a su iglesia o congregación. Reconocemos que el
presente estudio no es el primer esfuerzo que se ha hecho para presentar el tema de la
mayordomía, ni tampoco será la ―última palabra‖. Pero, por otro lado, reconocemos que unos
estudios que se han publicado no se ajustan en todo a las Escrituras. Si el presente estudio sirve
para estimular a mis amados hermanos a ser fieles mayordomos del Señor, el esfuerzo de
preparar estas notas será ampliamente premiado.
LECCIÓN 01
OBSERVACIONES GENERALES
Siendo que el tema que vamos a estudiar es muy extenso, conviene al principio definir el
término ―mayordomía‖. Según el diccionario, la mayordomía es la carga de un mayordomo, o
su trabajo. El mayordomo es el siervo mayor de una casa grande, o de una finca. Se entiende
que el mayordomo no es el mero dueño de las cosas que cuida, sino que es un siervo. Él, sí,
cuida de las cosas de su patrón, pero las cosas no son suyas. Recibe salario tal como cualquier
empleado que no tenga igual privilegio. El joven José, hijo de Jacob, nos provee un gran
ejemplo o ilustración de lo que significa la palabra ―mayordomo‖.
A. “Así halló José gracia en sus ojos [Potifar], y le servía. Y él [Potifar] le hizo a José
mayordomo de su casa, y entregó en su poder todo lo que tenía. . . . Y dejó todo lo que
tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que
comía‖ (Génesis 39:4,6). Frente a la tentación, vemos la comprensión que José tuvo de
la carga que tenía: ―Y él no quiso [pecar con la mujer], y dijo a la mujer de su amo: ‗He
aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, . . .y ninguna cosa me
ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este gran mal,
y pecaría contra Dios?‘‖ (Génesis 39:8-9).
Entonces, vemos que el mayordomo (si es fiel) maneja las cosas de otro, y respeta los
límites puestos por su patrón. Y en el día señalado está en el deber de entregar cuentas a
su amo de su mayordomía. Nota: Parece que todos conocemos como es el trabajo del
mayordomo de una finca, que nos provee otra ilustración de la palabra.
1
B. Requisito para ser mayordomo: La fidelidad
CONCLUSIÓN:
Concluimos que nuestra mayordomía es el trabajo de cuidar y usar todo lo que el Señor nos ha
dado. Esta carga no es solamente las cosas materiales que Dios nos ha dado, sino también
incluye nuestro cuerpo, nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra familia, y aun, el santo evangelio
de nuestro Señor. Tendremos que entregarle cuentas a nuestro Señor del uso de todo lo que él ha
puesto bajo nuestro cuidado y responsabilidad. Así vemos que el estudio de la mayordomía
cristiana abarca mucho más que solamente las ofrendas. Estamos seguros que si uno es fiel
mayordomo de su cuerpo, de su tiempo, y del evangelio, también lo será de las cosas materiales
que ha recibido del Señor.
2
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA
Lección 02, Dios es el Dueño y Dador de todo
Por Wayne Gute
INTRODUCCIÓN
Nunca llegaremos a comprender los deberes que cada cristiano tiene como mayordomo si no
reconocemos que Dios es el Creador, el Señor y el Dueño absoluto de todo. Es de notarse que
una de las características de la apostasía es negar ―a Dios el único Soberano, y a nuestro Señor
Jesucristo (Judas 4). El cristiano verdadero reconoce la soberanía de Dios en todos los aspectos
de la vida, confesando con su boca y testificando con sus hechos que Jesucristo es su Señor.
Ya que el Señor es el Dueño absoluto de todo, también es el Dador de todo lo que vemos y de lo
que tenemos. Como nos dice Pablo, ―¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1 Corintios 4:7).
Así que, conforme a su santa voluntad, el Señor reserva para sí el derecho de dar o no dar, y aun
de quitar lo dado. La pura verdad es que él sostiene y da muchas cosas a muchísimas personas
quienes ni reconocen sus providencias ni le dan las gracias (Mateo 5:45; Romanos 1:21), no
sabiendo que son dadas para guiarles al arrepentimiento (Romanos 2:4).
Pero, más que todos los demás, el cristiano debe reconocer al Señor como el Dueño y el Dador
de todo. Porque no solamente hemos recibido bendiciones materiales, sino también espirituales,
como expresa Pablo en Efesios: ―Dios. . .que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo‖ (Efesios 1:3).
En esta lección veremos los testimonios de varias personas que testifican que Dios es el Dueño
y el Dador de todas las cosas.
3
C. EL TESTIMONIO DE DAVID COMO REY, al ofrendar para el templo
―Bendito seas tú, oh Jehová Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo hasta el siglo.
Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder, la gloria, y el honor; porque todas las
cosas que están en los cielos, y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú
eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti; y tú dominas sobre
todo. En tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a
todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.
Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer
voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te
damos‖ (1 Crónicas 29:10-14).
El primer capítulo del libro de Job nos revela cuán grandes fueron las posesiones
materiales de Job. Pero, en un solo día perdió todo. Mas su testimonio fue: ―Desnudo
salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito‖ (Job 1: 21).
Aunque Job era rico, era hombre maduro, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
No confiaba en sus riquezas, sino en el Dios vivo y verdadero. Reconoció que Dios le
dio todo, y que tuvo el derecho de quitárselo, tanto como tuvo en dárselo al principio.
E. EL TESTIMONIO DE SANTIAGO
Santiago 1:17 nos hace entender que todo don y toda dádiva son de Dios, sea cosa
material o espiritual. Dios es la fuente de toda clase de bendición.
CONCLUSIÓN
Concluimos que Dios es el hacedor y el dueño de todo, y a quién quiere él da sus bendiciones.
Pero, no hay ninguna persona que no haya recibido bendiciones de lo alto. “Él da a todos todas
las cosas”. Dios puede hacer esto porque es Dueño de todas las cosas. También, tiene el
derecho de quitar las cosas cuando quiera hacerlo.
A los cristianos, Dios también les ha dado toda clase de bendición espiritual. ―El que no
escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas?‖ (Romanos 8:32). En vista de todo esto, estamos en el deber de usar todo
lo que el Señor nos da para su honra y gloria. Somos mayordomos de Dios. Si somos fieles, nos
pondrá aun más. Si somos infieles, puede ser que suframos la pérdida hasta de lo que ya
recibimos.
4
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA
Lección 03, Trabajando y conservando
Por Wayne Gute
INTRODUCCIÓN
Si es cierto que Dios da a todos todas las cosas, entonces, ¿cómo es que no todos tienen por
igual? ¿Por qué hay ricos y pobres? ¿Por qué es que unos tienen grandes posesiones, y otras
pocas? Tal vez no podemos saber todas las razones, pero la Biblia nos señala varias.
¿Por qué hay pobres? Hay personas pobres porque no piden de Dios (Santiago 4:2). Hay otras
que, sí, piden a Dios, pero con mala intención, para gastar en sus propios placeres (Santiago
4:3). Hay otras que son pobres porque no trabajan; son haraganes. ―No ames el sueño, para que
no te empobrezcas; abre tus ojos, y te saciarás de pan‖ (Proverbios 20:13). Hay otras que son
pobres porque no usan ni conservan bien lo que el Señor les da (Proverbios 6:6-11). Pero, sobre
todo, tenemos que reconocer que hay pobres de veras, que por sus circunstancias, no pueden
mejorar su condición.
¿Por qué hay ricos? Hay personas ricas que lo son porque honran a Dios, como por ejemplo,
Job. Pero, hay ricos que así son por robar, oprimir y engañar a los pobres (Santiago 5:1-4;
compare Zaqueo [Lucas 19:1-9]). Hay ricos que tienen el dinero como su dios (Mateo 6:24) y
sirven al dinero y no a Dios.
En esta lección veremos dos cosas: (1) Que Dios nos manda a trabajar para ganar la vida, y para
tener para dar a otros. (2) También, nos manda cuidar lo que él nos da como el fruto de nuestro
trabajo. Dios, sí, es el Dador de todo. Pero esto no significa que no tengamos que trabajar.
1. A Adán: Génesis 3:17-19. Dios mandó a Adán a trabajar para ganar la vida.
―Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra. . .‖
(Génesis 3:19). Como parte de la maldición, vinieron las espinas, etc... Dios no
le da las cosas al hombre así no más. Tiene que arar, sembrar, limpiar, cosechar,
etc.
2. A los israelitas: Éxodo 20:9. En los diez mandamientos, vemos que el Señor
mandó a los israelitas a trabajar seis días y descansar un día.
3. A los cristianos (por medio de Pablo): 2 Tesalonicenses 3:6-12. Algunos en esta
iglesia tenían la costumbre de no trabajar, sino de comer de los bienes de los
demás hermanos. Esto no convenía. Más bien, les fue prohibido. Pablo les puso
buen ejemplo: ―Ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con
afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no
porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para
que nos imitaseis. . . .Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma‖.
5
B. ¿CÓMO DEBEMOS TRABAJAR? Dios manda y bendice la diligencia en el
trabajo.
1 Timoteo 6:18-19 (compare vv. 9-10). No trabajemos para hacernos ricos, sino en
buenas obras, usando nuestros bienes y ganancias para el mismo Señor (compare
Proverbios 23:4-5).
1. El ejemplo del Señor Jesucristo (Juan 6:12). Después de haber dado de comer a
más de 5,000 personas, el Señor mandó a sus discípulos lo siguiente: ―Recoged
los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada‖.
2. El consejo del sabio (Proverbios 28:23-27). Aconseja al ganadero la diligencia
en el cuidado de sus animales.
CONCLUSIÓN
Concluimos que aunque Dios es el Dueño y Dador de todo, él espera que nosotros
trabajemos para ganar la vida. Él espera que nosotros trabajemos para tener para dar a
los verdaderos necesitados. Quiere que laboremos con diligencia, reconociendo que él
es nuestro patrón celestial. Anhela que conservemos el fruto de nuestro trabajo, gozando
pongamos el dinero como nuestro Dios, y que no trabajemos para ser ricos, porque el
amor hacia el dinero es la raíz de todos los males. Nos exhorta a ser ricos en buenas
6
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA
Lección 04, Las ofrendas que debemos dar a nuestro
Señor
Por Wayne Gute
todo. Sabemos que el Señor nos ha dado todo lo que tenemos, sea en lo material o en lo
obra de nuestras manos. Por ejemplo, el Señor nos manda las lluvias, hace crecer las
semillas y las hace multiplicar. No podemos hacer una lista que abarque todas las
bendiciones que hemos recibido de él. En las lecciones que siguen, veremos que cada
cristiano tiene un deber para con su Dios. Habiendo recibido todo ―de gracia‖, también
El apóstol Pedro nos dice que nosotros somos un ―sacerdocio santo, [llamados] para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo‖ (1 Pedro 2:5). Por esta razón,
lo que ofrendamos al Señor toma el aspecto de un sacrificio. Es ―sacrificio‖ también porque nos
cuesta algo. Son sacrificios ―espirituales‖, porque por dichos sacrificios (u ofrendas) estamos
adorando a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24). Son sacrificios, porque se ofrecen
directamente al Señor, no al hombre. No ofrecemos sacrificios de animales ni de pájaros sobre
un altar, como hicieron los sacerdotes judíos. Tampoco, somos llamados a ofrecer el sacrificio
de la misa, como hacen los sacerdotes católico romanos. Ni ofrecemos el copal, ni la sangre de
gallo o chompipe, como acostumbran los sacerdotes paganos.
Consideramos en primera línea cuáles son los sacrificios u ofrendas; luego, pensamos cómo
dárselas a nuestro Dios.
7
a. La ofrenda de nuestras alabanzas (Hebreos 13:15). ―Así que,
ofrezcamos a Dios, por medio de él [Jesucristo], sacrificio de alabanza,
es decir, fruto de labios que confiesan su nombre‖. El Señor busca a los
que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:23). ¡Alabemos a Dios!
i. Alabemos a Dios por medio de la oración: 1 Timoteo 2:1-4; Efesios 6:18; Filipenses 4:6-7;
Mateo 6:9-13.
ii. Alabemos a Dios en los cultos públicos: Hebreos 10:25
iii. Alabemos a Dios por medio de los cantos: Efesios 5:18-20;
Colosenses 3:16; Salmos 40:1-3.
8
B. El Señor acepta la ofrenda del corazón limpio (Isaías 1:15-20). Los
israelitas trajeron sus ofrendas de acuerdo con lo ordenado, pero
ofrendaron con manos ―llenas de sangre‖. Así, estemos a cuentas con el
Señor, al ofrecerle ofrenda (sea de canto, oración, cuerpo o bienes).
Isaías 1:18 y 1 Juan 1:9; 1 Timoteo 2:8 (manos santas).
C. El Señor acepta la ofrenda del creyente que se lleva bien con sus
hermanos.
Mateo 5:23-24 claramente declara la necesidad de estar en paz con
nuestros hermanos al traer nuestra ofrenda. Es el sentido de 1 Timoteo
2:8, de ―levantar manos‖ en oración, sin ira y sin contienda. Nota: Dirá
un hermano, ―Ah, pues, puesto que no puedo reconciliarme con ‗aquél’,
no voy a llevar mi ofrenda‖. Aquí no se encuentra excusa por no dar su
ofrenda. Antes bien, se halla consejo divino para llevar una vida cristiana
de felicidad.
CONCLUSIÓN
Concluimos que como creyentes el Señor nos ha hecho sacerdocio real, con el trabajo de
ofrecerle sacrificios que le agraden. Los tres sacrificios que pide de cada cristiano son: (1) su
alabanza, por medio de cantos, oraciones y cultos públicos; (2) sus bienes, las ofrendas
materiales y (3) su cuerpo, entregado en sacrificio vivo para los usos del Señor. El Señor mira
como ofrenda su pueblo, no cuanto da (Marcos 12:41), y más le interesa al Señor la condición
espiritual de su hijo que la cantidad de su ofrenda. Él no necesita nada (Hechos 17:25), pero
sabe que su pueblo sí necesita aprender que ―más bienaventurado es dar que recibir‖ (Hechos
20:35). Y por medio de la mayordomía cristiana, ¡el Señor nos ofrece esta gran oportunidad!
9
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA
Lección 05, La ofrenda de nuestra cuerpo
INTRODUCCIÓN
―Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta‖ (Romanos 12:1-2).
Este ruego se basa en las grandes cosas que el Señor, en su misericordia, ha hecho por nosotros.
Él nos mostró su misericordia al salvarnos del castigo del pecado (Romanos 1-3); al irnos
salvando del poder del pecado (Romanos 5:1-8:17) y nos salvará de la presencia del pecado
(Romanos 8:18-30). ¡Estas son ―las misericordias de Dios‖ en que Pablo fundamenta su ruego
Entonces, el entregar nuestro cuerpo será un acto de gratitud a nuestro Señor. ―De
gracia recibisteis; dad de gracia‖. Será un acto de amor para con nuestro Dios, quién
nos amó primero. Porque es una verdad que si el cristiano entiende que era pecador
que merecía el mayor castigo de Dios por haberse rebelado y pecado contra él y si
comprende que Dios en su gran amor y misericordia lo perdonó, lo justificó y lo
salvó por amor del Señor Jesucristo, entonces estará dispuesto a agradar a Dios y
hacer lo que él le mande. Porque surgirá en su corazón una gratitud profunda para
con el que le amó y se entregó a sí mismo por salvarle y darle vida eterna. Entonces,
la ofrenda del cuerpo, tanto como las demás ofrendas, es una expresión de gratitud a
Dios.
10
¿Qué significa la presentación del cuerpo al Señor?
11
CONCLUSIÓN
Concluimos que el sacrificio u ofrenda de su cuerpo es algo que está al alcance de cada
cristiano. El cuerpo puede ser entregado, o a Satanás para el pecado, o a Dios para la
justicia. Queda con el que posee el cuerpo decidir a quién va a servir. Es ofrenda voluntaria a
Dios, y le agrada al Señor todo creyente que entrega su cuerpo a él en sacrificio vivo,
poniéndose bajo las órdenes de Dios. El que lo hace hallará por experiencia, más bien,
comprobará por su propia experiencia, que la voluntad del Señor es buena, agradable y perfecta.
Cada cristiano es mayordomo del cuerpo que tiene. El Señor dice: ―Comprados sois por precio;
no sois vuestros. Glorificad pues, a Dios, en vuestro cuerpo, y en vuestro espíritu, los cuales son
de Dios‖ (1 Corintios 6:19-20). Finalmente, recordemos lo que nos dijo Pablo en 2 Corintios
5:10: ―Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea
malo‖. Así, tendremos que dar cuenta al Señor por el uso del cuerpo que recibimos de él.
NOTA: Para un estudio detenido de este tema, sugerimos el librito, La voluntad de Dios por G.
Christian Weiss.
INTRODUCCIÓN
En todas las lecciones que siguen, estudiaremos los distintos aspectos de la mayordomía de las
cosas que el Señor ha puesto en nuestras manos. En las lecciones anteriores, hemos visto que:
La Biblia señala tres usos principales para las ofrendas y son: (1) Construcción de templos y
compra de instrumentos para el ministerio, (2) ayuda a los necesitados o pobres y (3) sostén de
los ministros de la Palabra. Hallamos en las Escrituras dos métodos principales para ofrendar
que son: (1) el diezmo y (2) la ofrenda voluntaria. En los estudios o las lecciones que siguen,
estudiaremos en su orden estos temas.
12
EDIFICIOS E INSTRUMENTOS PARA EL SERVICIO DEL
SEÑOR
¿Habrá apoyo en las Escrituras para recoger ofrendas para la compra de algún mueble o
instrumento para el servicio del Señor? Sí. hay. Lo mismo hay para ofrendas en pro de la
construcción de templos. Si existe, aunque casi todo este apoyo se encuentra en el Antiguo
Testamento, ya que en la iglesia en el principio no existía la necesidad de templos (recuerde que
al mero principio se reunían en el de Herodes). Después los hermanos se congregaban en casas
propias (Hechos 12:12; Filemón 2).
Ahora, gozamos de la libertad de culto y el Señor nos concede el privilegio de reunir dinero,
uniendo así nuestras fuerzas para la edificación de templos, la compra de instrumentos, etc.
Pero, ni los templos bien adornados, ni los equipos de sonido, ni los instrumentos musicales, ni
cualquier otra clase de equipo pueden servir de substituto de las vidas puras, rectas y santas de
los hermanos. ¡El Señor habita en su pueblo, no en templos hechos de manos! Ahora pasemos a
la consideración del tema. . .
a. Las ofrendas para el templo fueron iniciados por el rey David (1 Crónicas
29:1-5; 22:1-3). Notamos que David hizo todo lo que pudo para hacer un
templo que nunca vio. Dios le dio el diseño para el templo, pero él no tuvo la
satisfacción de verlo ya hecho. Sin embargo, por la fe, apartó una gran ofrenda
para este fin.
13
CONCLUSIÓN
De estas citas, concluimos que al ofrendar para la construcción de templos y para la compra de
sus instrumentos, estamos cumpliendo la voluntad del Señor. Dios acepta tales ofrendas, como
ofrendas a él. La manifestación de su aceptación de tales ofrendas fue la venida de su presencia
visible, manifestada en el tabernáculo y el templo de Salomón. Todos podemos tomar parte,
ofrendando bienes y manos de obra. Dios también se manifestará en nuestros templos, no por
ser bien ordenados y adornados, sino porque su pueblo ―es fiel, adornando la doctrina de Dios
nuestro Salvador‖, con buenas obras (Tito 2:10).
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA:
Lección 07, Usos de las ofrendas (segunda parte)
Ayuda a los necesitados
Por Wayne Gute
INTRODUCCIÓN
Ningún estudio de las ofrendas debe pasar por alto el privilegio de ofrendar para ayudar a los
necesitados. Los capítulos 8 y 9 de 2 Corintios, donde el apóstol Pablo enseña los grandes
principios de la ofrenda bajo la gracia, son relacionados a una colecta que se hizo para los
pobres entre los discípulos en Jerusalén.
―A los pobres siempre tenéis con vosotros‖, dijo el Señor Jesús a sus discípulos. Pues, siempre
hay quienes podemos ayudar. Y al ayudarles, hacemos bien y recibimos recompensa del Señor.
14
CONCLUSIÓN
Concluimos lo siguiente en cuanto a la ayuda que se da a los necesitados:
(1) El Señor quiere que ayudemos a las personas con verdadera necesidad.
(2) El Señor quiere que reconozcamos que siempre habrá menesterosos entre nosotros.
(3) El Señor promete bendecir a aquellas personas que así ayudan a los necesitados con
bienes, medicinas, ropa, u otra ayuda.
(4) El Señor ha usado a los hermanos de las primeras iglesias para ponernos ejemplo cómo
nosotros debemos ayudar a los demás hermanos.
(5) El Señor nos enseña a también ayudar a los pobres entre los incrédulos (Gálatas 6:9-10).
(6) Al dar a los pobres damos testimonio palpable que tenemos fe y amor.
(7) El dar a los pobres requiere mucha sabiduría, porque hay personas engañadoras, que
aparentan la pobreza para lograr limosnas.
INTRODUCCIÓN
La doctrina del sostén del ministerio sagrado se encuentra en 1 Corintios 9:5-14. Hay quienes
dicen que las Escrituras no apoyan el concepto de un ministerio pagado, pero esta porción
desmiente semejante error. Otras porciones ilustran los principios señalados en estos versículos.
Los ministros fieles del Señor no son ―asalariados‖. Existe una gran diferencia entre ―predicar
para recibir salario‖ y ―recibir salario por predicar‖. El verdadero pastor tiene cuidado por el
rebaño del Señor.
Esto quiere decir que ―los que predican el evangelio, que ganen su vida del
evangelio‖. O, en otras palabras, ―los que predican el evangelio deben recibir su
pago de los que aceptan el evangelio‖. O, como expresa Pablo en Gálatas 6:6, ―El
que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye‖.
II. LOS EJEMPLOS DADOS POR EL MISMO SEÑOR, enseñando por qué los
obreros y pastores deben recibir su pago en lo material.
15
B. El recibir recompensa es un derecho común. El que trabaja en algo espera
sostenerse con su trabajo (1 Corintios 9:7).
1. El soldado --- no pelea a sus propias expensas. Recibe de su gobierno
alimentación, ropa, cuarto, armas, dinero, etc.
2. El labrador --- el que planta su viña espera comer de su fruto.
3. El ganadero --- espera comer carne de res y recibir leche de sus
vacas, lana de sus ovejas y huevos de sus gallinas.
Los levitas no tenían herencia en Israel. Fueron sostenidos por las ofrendas del
pueblo (Levítico 6:6, 26; 7:6, 31-32). La mayor parte de la carne ofrecida en
holocaustos y una buena parte de los granos recibidos en el tabernáculo o
templo fueron dedicados al sostén de los sacerdotes y levitas.
CONCLUSIÓN
Concluimos que los pastores y obreros que reparten los bienes espirituales deben ser sostenidos
en lo material (Gálatas 6:6; 1 Corintios 9:11; Romanos 15:27). El que ministra la palabra de
Dios tiene el derecho de recibir su ayuda, su sostén y el de su familia como fruto de su
ministerio.
Los que señalan el ejemplo de Pablo, el hacedor de tiendas, están mirando a una excepción
apostólica, no a la norma para la iglesia cristiana. En los últimos versículos de 1 Corintios 9,
Pablo explica por qué él trabajó con sus manos, sosteniéndose a sí mismo en el ministerio:
―¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio
de Cristo, para no abusar mi derecho en el evangelio, por lo cual, siendo libre de todos, me he
hecho siervo de todos, para ganar a mayor número‖ (1 Corintios 9:18-19).
Muchos hermanos encuentran más fácil ofrendar para la construcción de templos o para la
compra de aparatos que ofrendar con regularidad para el sostén de su ministro. Pero, el sostén
del pastor u obrero deber ser el punto número 1 en el presupuesto de cada individuo, iglesia y
congregación. ¡Amén!
16
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA: Lección 09,
Métodos de ofrendar (primera parte)
El diezmo
Por Wayne Gute
INTRODUCCIÓN
En las lecciones anteriores aprendimos que es el deber de cada cristiano ofrendar para sostener a
la obra, y que las ofrendas deben ser ocupadas en (1) proveer los instrumentos y edificios
necesarios para la obra, (2) ayudar a los necesitados en la comunidad evangélica y fuera de ella
y (3) sostener a aquellos que dedican todo su tiempo al ministerio sagrado.
Ahora, en los estudios que siguen, veremos que el Señor quiere que haya orden en nuestra
mayordomía y que él enseñe métodos para lograr el sostén sistemático del santo ministerio. El
método señalado para los israelitas fue el diezmo, un sistema legal. El sistema adoptado por los
cristianos fue la ofrenda voluntaria. Siendo mayordomos cristianos, para el manejo de nuestros
bienes, los dos sistemas se prestan.
Si analizáramos todos los detalles del tema, el estudio del diezmo podría ocupar mucho tiempo.
Hacerlo no es el propósito de este estudio, sino presentar, a grandes rasgos, los puntos
sobresalientes.
I. EL DIEZMO: SU DEFINICIÓN
B. Jacob prometió los diezmos de todo lo que Dios le diera (Génesis 28:20-22)
Los prometió voluntariamente.
A. Hebreos 7:5: Los levitas tomaron los diezmos según la ley. Fue requisito legal que
cada israelita diezmara. Ahora, como no estamos bajo la ley (a Dios gracias) sino
bajo la gracia, el ministro cristiano no goza de este derecho de exigir (o tomar) los
diezmos de los hermanos, como una exacción legal. Lo puede señalar como una
meta, pero no un requisito.
17
un método bonito para ofrendar, aunque no estamos bajo la ley.
Para la obra, puede dar la décima parte de sus cosechas (y en
algunas iglesias lo hacen así). O puede apartar la décima parte de su
terreno y dar toda la cosecha de esa parcela. Lo mismo, puede
apartar la décima parte del aumento de su rebaño o la décima parte
de las ganancias de sus animales. O, si quiere, puede vender el
―diezmo‖ y traer el precio como ofrenda.
Vemos la seriedad del asunto cuando apreciamos que el autor clasifica a los que
no diezman como ―robadores‖ y también como personas ―de poco provecho‖.
La verdad es que cada creyente que (1) no se entrega al Señor, es decir, su
cuerpo y (2) que no ofrenda fielmente todo lo que pueda, se constituye
mayordomo infiel, y hasta cierto punto ―robador‖.
CONCLUSIÓN
Concluimos que el diezmo puede ser un ejemplo para calcular la ofrenda proporcional, pero que
la iglesia no lo puede exigir de sus miembros. A los hermanos, podemos recomendarles el
diezmo como sistema para ofrendar. Y estamos seguros que si cada hermano y hermana
diezmara, habría suficientes fondos para cubrir todas las necesidades de la iglesia, ¡y aún más!.
Lo que recomienda el diezmo para muchos hermanos en esta época de la gracia es que Dios
bendice al que diezma.
Pero, el cristiano no debe limitar sus ofrendas al diezmo. Hay unos que pueden dar más. ¡Y el
Señor les recompensará! Consideremos el ejemplo que sigue:
Un hermano, con esposa y cinco niños Un hermano, con esposa y dos hijos.
Es jornalero y recibe mensualmente Es maestro y recibe mensualmente
Un total de $100.00. Un total de $1000.00.
Su diezmo es $10.00 Su diezmo es $100.00
Su sostén es $90.00 para 7 personas Su sostén es $900.00 para 4 personas
18
LA MAYORDOMÍA CRISTIANA: Lección 10,
Métodos de ofrendar (segunda parte)
La ofrenda voluntaria
Por Wayne Gute
INTRODUCCIÓN
El ofrendar para la obra del Señor de una manera voluntaria nos presta una buena oportunidad
de poner a prueba lo que el Señor Jesús dijo: ―Más bienaventurado es dar que recibir‖ (Hechos
20:35). El ofrendar es algo que tenemos que aprender, como aprendemos a orar, a testificar o
como aprendemos verdades bíblicas. El ofrendar es una gracia, y podemos crecer más y más en
ella, por medio de experimentar las bendiciones que el Señor nos derrama por serle fieles en
cuanto a las ofrendas. Jesús dijo: ―Más bienaventurado es dar que recibir‖, pero con dificultad lo
creemos. Sin embargo, cuando uno comience a ofrendar, empieza a aprender esta preciosa
verdad. También aprenderá que Dios no permite que le falte una cosa que necesite. Dios provee
para el dador alegre. El verdadero cristiano desea agradar a su Señor y en su corazón siente el
deseo de ofrendar.
El Señor promete bendecir al cristiano que ofrenda de buena voluntad. ―Hay quienes reparten, y
les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El
alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado‖ (Proverbios 11:24-
25). ―Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra‖ (2 Corintios 9:8).
Al enseñar la mayordomía en nuestras iglesias, deseamos algo más que ofrendas. Anhelamos
que los hermanos aprendan que ―más bienaventurado es dar que recibir‖. 2 Corintios 8 y 9
proporcionan la enseñanza neotestamentaria respecto a las ofrendas voluntarias. Primeramente,
veremos el texto y sus lecciones y después señalaremos las aplicaciones prácticas a nuestra
situación actual.
19
medio de persecución y de ser muy pobres (Pablo dice, ―profunda pobreza‖),
ellos dieron según sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas. Rogaron a los
apóstoles a recibir su ofrenda. En cuanto a los recursos, era gente pobre, pero en
lo que se refiere a generosidad, amor y gozo eran ricos. Era gente agradecida
(Romanos 15:26-27).
E. La cantidad de la ofrenda debe estar de acuerdo con los ingresos que uno
reciba, es decir, debe ser proporcional (2 Corintios 8:13-14; 1 Corintios
16:2).
A. Los hermanos tuvieron una meta. Ésta fue el propósito de enviar una ofrenda
a los necesitados en Jerusalén (Romanos 15:26). Sin duda, supieron de la
necesidad por un aviso apostólico. Alguien tomó la iniciativa. Compare 2
Corintios 8:6.
20
d. Nota: Compare los requisitos de administradores de los
bienes en Hechos 6:3: ―varones de buen testimonio, llenos del
Espíritu Santo, y sabiduría‖.
2. Tito. V. 23. Compañero de Pablo y conocido por los corintios.
3. “Nuestros hermanos”. ―Mensajeros de las iglesias‖ de Macedonia
y Acaya. V. 23
4. Hermanos corintios con carta credencial. 1 Corintios 16:3
5. Pablo mismo. 1 Corintios 16:4; Romanos 15:25-28
6. El propósito de todo este cuidado se halla en los versículos 20-21.
―Procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del
Señor, sino también delante de los hombres‖. He aquí, un punto
muy importante. La iglesia o congregación debe usar muchísimo
cuidado en la selección de su tesorero.
CONCLUSIÓN
Concluimos que la ofrenda cristiana es ofrenda voluntaria. El ofrendar es una gracia, una
evidencia de la obra del Espíritu Santo en el corazón humano. Es algo que uno hace como
demostración de su gratitud al Señor, revelando la sinceridad de su profesión de fe y su amor
para con su Dios. El privilegio de ofrendar es universal, algo que pertenece a todos, tanto a
pobres como a ricos, según su capacidad y deseo. El Señor espera una porción de lo que ha dado
a sus hijos, no porque lo necesite, sino para que ―fruto abunde en cuenta de ellos‖ (Filipenses
4:17). Bajo la ley, esta porción fue el diezmo, mas los hijos de Dios, bajo la gracia, no deben
estar conformes en dar menos. El Señor sabe premiar al dador alegre con gozo y aún aumentar
su capacidad de ofrendar. Y el que ofenda glorifica a Dios y su santo evangelio.
INTRODUCCIÓN
La mayordomía cooperativa. Muchos de los aspectos de la mayordomía son netamente
particulares o individuales, como vemos en las expresiones como ―cada uno de vosotros ponga
aparte algo‖, ―cada uno dé como propuso en su corazón‖, etc. Pero ―ninguno de nosotros vive
para sí, y ninguno muere para sí‖, dice Pablo, de tal manera que la mayordomía tiene su aspecto
cooperativo y es necesario la colaboración de cada hermano. Ilustraciones es esta verdad son:
(1) la colecta para los pobres, y (2) la construcción del tabernáculo y edificación del templo.
Ahora, tomando los principios de 2 Corintios 8-9, vamos a sugerir un plan de mayordomía para
que una iglesia o congregación ponga en práctica dichos principios. El plan aun puede adaptarse
a familias o individuos que quieren ser metódicos y buenos mayordomos de los bienes que han
recibido.
21
I. LA IGLESIA DEBE TENER UNA META: Esta meta puede llamarse el
presupuesto
22
III. ANIMANDO A LA IGLESIA: ¿Cómo?
CONCLUSIONES
El propósito del presente estudio has sido de dar una discusión amplia y completa en cuanto al
tema de la ―mayordomía cristiana‖. Reconocemos que no hemos logrado este fin, porque hemos
dejado por un lado la mayordomía del tiempo (Efesios 5:16) y la mayordomía del evangelio (1
Tesalonicenses 2:4; 1 Corintios 4:1-2, etc.). Dejamos que los lectores desarrollen estos puntos.
Nosotros, los cristianos, tenemos el alto privilegio de ser mayordomos del Señor. Que seamos
fieles en el cumplimiento de todo lo que el Señor no ha encomendado — en el uso de nuestro
cuerpo, tiempo y bienes. Toda mayordomía cristiana tiene como fin el alcanzar a las almas
pérdidas y edificar a la iglesia del Señor. ¡Que el Señor nos ayude!
¡¡¡AMÉN!!!
23