Marx y La Tecnologia
Marx y La Tecnologia
Marx y La Tecnologia
Universidad
del Valle
DOCUMENTOS DE TRABAJO
. No. 183
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
Y ECONÓMICAS
KARL MARX, UNA VISIÓN DEL TRABAJO Y LA TECNOLOGÍA1
Carlos Mejía2
Resumen
El propósito de este documento de trabajo consiste en controvertir mediante el uso
de evidencias documentales diversas críticas hechas en distintas épocas y lugares
a la obra de Karl Marx, centrándose particularmente en la obra de Jon Elster, uno
de sus críticos más incisivos. Partiendo de su consideración sobre lo que denomina
oscurantismo en las Ciencias Sociales, el texto debate en torno de si el pensador
de Tréveris desconocía las diferencias individuales en el proceso de trabajo, de si
buena parte de su obra intenta explicar la existencia de la sociedad a partir del
denominado determinismo tecnológico, presente en la exposición de sus teorías
sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y de la tecnología, de si Marx olvidó
tratar el tema de la relación entre religión y capitalismo o si sus escritos eludieron la
problemática de la acción colectiva de los empresarios y los capitalistas. El texto
intenta arrojar alguna luz sobre el tema.
Abstract
The purpose of this working paper is to dispute, through the use of documentary
evidence, several criticisms made at different times and places to the work of Karl
Marx, focusing particularly on the work of Jon Elster, one of his most incisive critics.
Based on his consideration of what Elster calls obscurantism in social sciences, the
paper discusses whether the Treveris thinker did not know the individual differences
in the working process, whether much of his work attempts to explain the existence
of society from the so-called technological determinism which are present in his
CIDSE.
DOCUMENTO DE TRABAJO No.183
_________________________________________________________________________
theories on the development of productive forces and technology, whether Marx
forgot to address the issue of the relationship between religion and capitalism, or if
his writings avoided the problem of collective action of entrepreneurs and capitalists.
The paper aims at shedding some light on the subject.
Resumo
O objetivo deste documento de trabalho é controverter, através do uso de fontes
documentais, diversas críticas feitas em distintas épocas e lugares, à obra de Karl
Marx. Para tal fim, este documento foca-se particularmente, no trabalho de Jon
Elster, um dos seus críticos mais incisivos. A partir da sua ideia do que ele chama
obscurantismo nas Ciências Sociais, o texto discute: 1) se o pensador de Tréveris
desconhecia as diferenças individuais no processo do trabalho; 2) se muito do seu
trabalho tenta explicar a existência da sociedade, a partir do denominado
determinismo tecnológico, evidente em suas teorias sobre o desenvolvimento das
forças produtivas e da tecnologia; 3) se Marx esqueceu de abordar a relação entre
religião e capitalismo ou se seus escritos evitaram o problema da ação coletiva de
empresários e capitalistas. O texto tenta lançar alguma luz sobre o assunto.
Introducción
econométrica, del tipo del que condujo a la quiebra en 1998 de la firma norteamericana
Long Term Capital Management y cuya crítica apunta a ciertas vertientes teóricas de
la economía y la ciencia política (Elster, 2012: 160) y un oscurantismo blando que se
basa en proposiciones no falsables, ajeno a los estándares científicos de
argumentación y prueba empírica, siendo ejemplos de esta forma de oscurantismo el
marxismo de Marx y de Alain Badiou, las teorías del postmodernismo de Bruno Latour,
el estructuralismo de Claude Levi-Strauss, el funcionalismo de Pierre Bourdieu y
Michel Foucault, el psicoanálisis de Jacques Lacan y los estudios culturales en la
versión de Edward Said (Elster, 2012: 159 - 160).
En ese orden, en el seminario de Bogotá, Elster, yendo más allá de sus conocidos
reparos, manifestó su extrañeza porque en las universidades aún se enseñará a
autores como Marx, punto de vista difícil de aceptar, sobre todo cuando se advierte
cierta ligereza en su crítica del autor.
Más tarde, en la versión del 2002 del citado seminario Elster anunció que: “ya no
soy marxista sí es que alguna vez lo fui” 3 y, años después, mientras escribía Going
to Chicago (Elster, 1997: 9-13, 20-21), parafraseando a Eric Hobsbawm, le dijo
adiós a todo aquello.
De cualquier modo, como apuntó Jacques Derrida a comienzos de los años noventa
al declararse marxista cuando ya casi nadie lo era, la vieja idea de prescindir de
Marx, renovada como el agua de los ríos, parece provenir de la terquedad del
espectro, que, pese a haber muerto, continúa vagando y presidiendo la procesión
de sus propios funerales. Funerales que periódica y religiosamente se le prescriben,
(Derrida, 1995: 49). Dice Derrida:
investigación en Ciencias Sociales y Estudios Políticos, jueves 16 de octubre de 2002, sesión interna
vespertina. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
Ambivalencia que se repite en un texto de Scott Lash y John Urry, quienes al evocar
una conocida reminiscencia parsonsiana con la frase ¿Quién lee hoy a Marx?,
escriben que sus monstruosas obras sobre la sociedad industrial han ido a parar al
basurero de la historia, para afirmar a continuación, que se trata del primer analista
de la modernidad, alguien que a la asombrosa edad de 30 años, dicen, logró captar
su dinámica en la expresión de todo lo sólido se desvanece en el aire, además de
explicar desde el volumen 2 del denostado Das Kapital, dedicado al tema de la
circulación del capital, aspectos clave de la sociedad contemporánea, presentes en
los flujos globales de capital-dinero, capital-mercancía, capital constante y capital
variable, este último, como se sabe, en la forma de fuerza de trabajo, (Lash & Urry,
1998:13-52).
Aun después de que los no marxistas aquí citados, han mostrado la vigencia de
Marx en la interpretación de la dinámica del capitalismo, contra toda evidencia, uno
de sus últimos biógrafos, el académico norteamericano Jonathan Sperber, en un
trabajo editado en inglés en 2013, insiste en que se trata de una figura decimonónica
que, como intérprete de la sociedad industrial del siglo XIX, debe permanecer
confinado en el pasado. Al respecto dice:
En otro sentido y mostrando una doble vigencia de Marx, plantea Pierre Bourdieu
que la lucha por el monopolio del comentario legítimo de El capital no sería tan
encarnizada si en ella no se ventilara el inmenso capital simbólico que representa
el marxismo, como única teoría del mundo social eficiente a la vez en el campo
político y en el campo intelectual (Bourdieu 2001, 139). Aunque Elster parece
dominar parte del campo intelectual mencionado, quizá no ha saldado
completamente sus cuentas teóricas con Marx. Sobre el tema dejaremos indicadas
a continuación algunas glosas marginales.
Hegel observó en 1821 que, en la división del trabajo, la labor del individuo se vuelve
más simple y mayor su habilidad y que esta forma cada vez más mecánica de
producir, permite que el hombre sea eliminado y ocupe su lugar una máquina
(Hegel, 1988: 273), en tanto que Alexis de Tocqueville, luego de su viaje a los
Estados Unidos en 1835, anotó que el refinamiento de la división del trabajo vuelve
al obrero débil, limitado y dependiente, de modo que mientras el arte progresa, el
artesano retrocede (Tocqueville, 1969: 277-278).
4/ Las otras premisas se refieren a que Marx asume que las materias primas están libres y
gratuitamente disponibles, que la producción tiene lugar sin el concurso de medios producidos de
producción y que los tipos de trabajo son igualmente tediosos y desagradables (Elster, 1994: 67).
funciona con plena independencia de él y a cuyas leyes tiene que someterse sin
voluntad (Lukács, 1985: Vol. 2: 13-14).
No obstante, Marx, con apenas 25 años, había abordado el tema de las diferencias
individuales en el trabajo, por vez primera en 1843 en la Crítica de la filosofía del
Estado de Hegel, luego desde Adam Smith en los Manuscritos económicos y
filosóficos de 1844, volvió sobre el punto en La Miseria de la Filosofía en 1846 y,
posteriormente, en el primer volumen de El capital en 1867, examinó de forma
penetrante el asunto.
En la Crítica de la filosofía del Estado de Hegel, de forma general Marx censura que
Hegel olvide que la esencia de la «personalidad particular» no consiste en la barba,
la sangre o la naturaleza abstracta de los seres humanos, sino en su ser social,
siendo los asuntos del Estado, apenas formas en que existen y actúan las
cualidades sociales del hombre, que sólo como individuo puede ser ciudadano
(Marx, 1968: 30-31, 97).
Más adelante dirá que el nacimiento apenas da al hombre una existencia individual,
como individuo natural, pero que es su nacimiento social, -un producto social
originado en el consentimiento general-, lo que lo sitúa en una u otra posición social.
Así, en este sistema, es la naturaleza la que hace ojos y narices, mientras el
consentimiento general, produce reyes o senadores. Tratándose de reyes, el
nacimiento y el cuerpo físico resultan decisivos, de ahí el orgullo de la nobleza por
su sangre, sus antepasados y por la historia natural de su cuerpo,
Marx dirá que en el modo de producción capitalista los distintos trabajos son
igualados por la subordinación del hombre a la máquina o por la división extrema
del trabajo, desplazándose la personalidad humana a un segundo plano, dado que
ahora es el péndulo del reloj, la medida exacta de la actividad relativa de dos
obreros, como lo es de la velocidad de dos locomotoras. Aquí, afirma, el tiempo lo
es todo, el hombre no es nada, a lo sumo, la cristalización del tiempo, siendo tal
nivelación del trabajo, apenas un hecho de la industria moderna (Marx, 1987: 21).
que los obreros sólo pueden distinguirse entre sí por la cantidad de tiempo que
emplean en el trabajo. Diferencia cuantitativa que se convierte en cualitativa, porque
el tiempo invertido en el trabajo depende parcialmente de causas materiales, como
la constitución física, la edad, el sexo y de causas morales como la paciencia, la
impasibilidad y la asiduidad. 5 (Marx, 1987: 21). He ahí otra muestra temprana del
reconocimiento de las diferencias individuales.
5/ Cursivas mías.
Afirma Ure que todo perfeccionamiento de la máquina busca prescindir del trabajo
del hombre o disminuir su precio, sustituyendo la labor de obreros varones y adultos
por la de mujeres y niños de ojos vivaces y dedos ágiles, o el de obreros diestros
por obreros sin calificar. Así, si la división del trabajo en la sociedad engendra las
especialidades y las distintas profesiones, la división del trabajo dentro del taller
mecánico conduce a que el trabajo pierda allí todo carácter de especialidad. Marx
observa que, al cesar todo desarrollo especial, se deja sentir el afán de
universalidad y la tendencia al desarrollo integral del individuo porque el taller
mecánico suprime las profesiones aisladas y, con ellas, lo que denomina idiotismo
del oficio (Marx, 1987: 94-96).
mencionada, Heilbroner señala que este aparece como un instrumento cuyos nexos
hacia atrás y hacia adelante terminarían provocando un salto de un nivel de
capacidad tecnológica a otro, fenómeno que la experiencia histórica no ha
demostrado, como se evidencia en la planificación económica en las antiguas
repúblicas soviéticas (Heilbroner, 1996: 92).
Religión y capitalismo
En el mencionado Making sense of Marx Elster reconoce con reserva que Marx
relacionó los procesos productivos con la religión, por lo menos con referencia al
acápite de los Manuscritos de 1844 sobre el trabajo alienado, en donde este afirma
que cuanto más pone el hombre en Dios menos retiene para sí, y que encuentra,
Pero lo decisivo en este tema es el énfasis con que Elster presenta la afinidad entre
religión y capitalismo, que resulta de comparar La ética protestante y el espíritu del
capitalismo de Weber y La formación de la clase obrera en Inglaterra de E. P.
Thompson con El capital de Marx, respecto del papel jugado por el calvinismo, el
metodismo o el puritanismo y la doctrina de la predestinación en la tendencia a
ahorrar y a acumular capital, punto en que coinciden Weber, Thompson y Marx
(Elster, 1985: 509).
Por ello sorprende que en su trabajo posterior sobre Marx, publicado en inglés
apenas un año después, en 1986, y traducido al español como Una introducción a
Karl Marx, Elster, al destacar de nuevo la obra de Weber sobre la función del ahorro
del empresario puritano o calvinista en el alivio de la tensión sicológica producida
por la duda de la salvación de su alma, declare sin más que Marx difícilmente
hubiera aceptado ese argumento porque terminaría asignándole un excesivo poder
explicativo a la religión en el desarrollo del capitalismo (Elster, 1992: 74-75).
Como se sabe, Marx fue uno de los primeros teóricos que logró captar la compleja
y escurridiza relación entre religión y capitalismo dejando además testimonio
suficiente de ello. En 1859, analizando la Aritmética Política de William Petty,
economista y aventurero inglés del siglo XVI, observa que este defiende la libertad
de conciencia como condición del comercio y cita sus afirmaciones: «porque los
pobres son laboriosos y consideran al trabajo y a la industria como un deber para
con Dios, con tal de que se les permita pensar que ellos, que tienen menor riqueza,
tienen mayor ingenio y comprensión en cuestiones divinas, cosa que consideran un
atributo especial de los pobres». Añade Petty que el comercio no está fijado a
ninguna clase de religión, sino antes bien, siempre a la parte heterodoxa del todo
(Marx, K. [1859] 2008, 38 n.17).
“El culto del dinero tiene su ascetismo, sus renuncias, sus sacrificios: la
frugalidad y la parsimonia, el desprecio por los placeres mundanos,
temporales y fugaces, la búsqueda del tesoro eterno. De aquí deriva la
conexión del puritanismo inglés o también del protestantismo holandés con
la tendencia a acumular dinero”. (Marx [1857-1858] 2001, 167-168)
Esta idea fue planteada por Marx en 1857-58, en los Grundrisse, unos 46 años antes
de la aparición de La ética protestante y el espíritu del capitalismo y unos 12 años
antes de que la formulara Dilthey en 1870 en la biografía de Schleiermacher (Gil
Villegas, F. 2011, 24-25). Aparece también en El capital:
Pero Marx refuta a Elster apenas al comienzo del Primer manuscrito de 1844:
Marx dice en el tercer volumen del El Capital: «De lo dicho se desprende que cada
capitalista de por sí, al igual que la totalidad de los capitalistas de cada esfera
especial de la producción, se hallan interesados, no solo por simpatía general de
clase, sino directamente por motivos económicos, en la explotación de la clase
Marx presenta distintos ejemplos de tipos de acción colectiva de los patronos: unos
empresarios en Dublín, los patrones panaderos, presentaron decidida oposición al
movimiento de los panaderos contra el trabajo nocturno y dominical, por medio de
la persecución a los oficiales que promovían agitaciones sometiéndolos finalmente,
de modo que, en Limerick, Ennis, Tipperay y Cork este movimiento fracasó por la
oposición de los maestros panaderos y de los maestros molineros. En Dublín, dice,
estos maestros desplegaron su resistencia más rabiosa, persiguieron a los oficiales
que figuraban a la cabeza del movimiento y, sometiendo a los demás, los obligaron
a plegarse al trabajo nocturno y dominical (Marx, 1973: Vol. I.: 196).
Conclusiones
Desde finales del siglo XIX ha habido innumerables intentos por refutar distintos
aspectos de la vasta obra de Marx, la suerte de esos empeños ha sido variopinta,
aunque destaquen en esa tarea, particularmente, los trabajos de Eduard Bernstein
(1898) y de Leszek Kolakowski sobre las principales corrientes del marxismo (1978).
No obstante, el intento académico mejor logrado es el de Jon Elster a cuyos
principales textos sobre Marx hace referencia el presente documento de trabajo, ello
es así porque se trata de un académico formado bajo los cánones más estrictos y
exigentes de la ciencia social occidental y porque su conocimiento de la teoría
marxista es producto de una vasta experiencia académica y teórica que lo condujo
a examinar la obra de Marx a partir de diversos enfoques, los primeros asociados a
una profunda simpatía por el autor del cual se va distanciando a partir de los años
80 del siglo XX, hasta considerar al comienzo del siglo XXI que el marxismo y la
enseñanza de Marx constituyen formas de oscurantismo orientadas en contra de la
racionalidad y del pensamiento científico.
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