Astivera y Ambrosini Resumnes
Astivera y Ambrosini Resumnes
Astivera y Ambrosini Resumnes
Cap. 1
Lenguaje y realidad.
Lo propio del pensamiento mágico o primitivo es la idea de que existe una conexión natural e
inmediata entre el nombre y la cosa nombrada. Así, tememos nombrar a alguna persona
indeseable por miedo a convocar su presencia, o evitamos mencionar una enfermedad por temor
a contraerla, como si el nombre y la cosa representada por ese nombre fueran lo mismo.
Platón sostiene que el conocimiento no puede referirse a lo que se ofrece a los sentidos o cosas
sensibles, a lo que todo el tiempo cambia "como si caminara", pues tal conocimiento conduciría al
relativismo; por ello es preciso suponer que el conocimiento estricto o absoluto necesita referirse
a entidades absolutas que no cambian, a las que llamará Ideas. Según Platón, términos universales
como los nombres comunes ("mesa", "casa"...), los adjetivos ("bueno", "bello"...) o los sustantivos
abstractos ("virtud", "belleza", "bien"...) no se refieren directamente a las cosas individuales que
se ofrecen a los sentidos (esta mesa concreta, este hombre concreto, este cuadro bello
concreto...) sino a entidades universales como la Belleza, el Bien, el Hombre. Estas entidades o
Formas son lo que tradicionalmente se denominan esencias de las cosas que - desde el punto de
vista platónico- están "separadas" de las cosas individuales, las cuales participan o imitan a dichas
Formas (la mesa concreta es una mesa porque de algún modo participa de la Idea de Mesa...)
Aristóteles llamará más tarde "argumento desde las ciencias" a esta demostración, que se puede
resumir del siguiente modo:
c). luego la ciencia no se puede referir a las cosas sensibles sino a entidades que no cambian
(entidades que Platón llamará "Ideas o Formas").
Otro elemento a tener en cuenta en el análisis de los lenguajes es la diferencia entre uso y
mención. No hacer esta distinción nos conduce a paradojas y perplejidades. Hay uso del lenguaje
cuando nombramos entidades extralingüísticas, por ejemplo cuando afirmamos "el caballo es
blanco". En cambio, cuando el enunciado se refiere a objetos lingüísticos o a propiedades
predicables del propio lenguaje, allí hay mención y es necesario recurrir al señalamiento de los
distintos niveles del lenguaje que pueden estar involucrados y a la noción de metalenguaje. En
tales casos se usan comillas para señalar aquellas porciones del lenguaje que resultan
mencionadas. Para el análisis de los signos lingüísticos recurrimos al metalenguaje. Si afirmamos
"La oración 'el caballo es blanco' es verdadera", ahora es necesario mencionar la oración 'el
caballo es blanco' indicando con ello que predicar la verdad o falsedad implica adoptar un criterio
que es lingüístico y que no dice nada de modo directo sobre la realidad. Lo mismo ocurre cuando
alguien afirma " 'mesa' tiene 4 letras" puesto que aquí nos referimos a la palabra "mesa" y no al
objeto mesa.
La distinción entre uso y mención es fundamental. En la Edad Media dio lugar a la llamada teoría
de las suposiciones. Entre éstas había, en efecto, dos que nos interesan aquí particularmente: la
llamada suposición formal (suppositio formalis) y la llamada suposición material (suppositio
materialis). Se decía que una expresión estaba en suppositio formalis cuando se refería a la
entidad, tal como en:
Dios es omnipotente
Se decía que una expresión estaba en suppositio materialis cuando se refería al nombre de la
entidad, tal como en:
Dios es monosílabo
En nuestra convención:
"Dios" es monosílabo
En nuestra actual terminología, la distinción entre uso y mención está basada en la llamada teoría
de la jerarquía de lenguajes. Consiste esta teoría en distinguir entre un lenguaje, usualmente
llamado lenguaje objeto y el lenguaje de este lenguaje, usualmente llamado metalenguaje. El
metalenguaje es el lenguaje en el cual hablamos acerca del lenguaje-objeto. Para hablar de un
lenguaje necesitamos, en efecto, siempre otro lenguaje. Si escribimos:
Aquí tenemos una expresión en ia cual 'es verdadero' es afirmado de 'los cuerpos son pesados'. 'Es
verdadero' pertenece, pues, a un metalenguaje: el metalenguaje del lenguaje-objeto en el cual se
enuncia que todos los cuerpos son pesados. El lenguaje-objeto es siempre un lenguaje inferior al
metalenguaje. Sin embargo, 'inferior' no debe entenderse aquí en un sentido valorativo; designa
simplemente el lenguaje del cual se habla y especifica su posición en el universo del discurso. El
lenguaje-objeto lo es, en efecto, sólo con relación al metalenguaje, y éste sólo con relación a
aquél. Por otro lado, un metalenguaje se llama inferior con respecto a otro metalenguaje en que
se habla de él. Así, el metalenguaje al cual pertenece el enunciado:
La Semiótica.