El Selibato
El Selibato
El Selibato
De entrada, es bueno aclarar que gran parte del sistema eclesiástico romano
es una mala copia del sacerdocio veterotestamentario de Israel; decimos
mala, uno, porque estamos en el tiempo de la gracia del Señor, y dos, por la
gran cantidad de agregados paganos heredados de los anteriores imperios
(babilónico, medo/persa y griego).
Nadie está llamado a emitir juicio contra su prójimo, eso es cierto, pero sí a
confrontar sus actos con lo que dice la Biblia. Jesús afirma: «Por sus frutos
los conocerán…» (Mateo 7:15-23), eso significa que los frutos de cada
quien hablan por sí mismos de la calidad de persona y cristiano que es; se
nos permite juzgar los frutos, pero no al árbol (pecador), pues esa es tarea
del Señor. Como existe una larga tradición de celibato obligatorio y anti
bíblico, es natural que ahora la jerarquía católica busque justificar el
producto de tan errática práctica.
"Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse
como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es
casarse que estarse quemando. Pero a los que están unidos en
matrimonio,
mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido" (1ª Cor.
7:8-10)
"...pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y
cada una tenga su propio marido..." (1ª Cor. 7:2)
Para evitar "quemarse", volverse locos (¿No fue el jesuita Díaz Alegría
quien dijo que el celibato obligatorio era "una fábrica de locos"), para
evitar entre otras cosas la extendida fornicación, la pedofilia, la
pederastia, etc. en el seno del clero. Deducimos también de este texto que
la continencia (el celibato) no es un mandamiento, sino un DON que Dios
da a
quien Él quiere.
1 Corintios 7:32
Versículos Conceptos
Mas quiero que estéis libres de preocupación. El soltero se preocupa por las
cosas del Señor, cómo puede agradar al Señor;
1 Corintios 7:1
Versículos Conceptos
En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no
tocar mujer.
1 Corintios 7:7
Versículos Conceptos
Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante,
cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera y otro de otra.
1 Corintios 7:26
Versículos Conceptos
Creo, pues, que esto es bueno en vista de la presente aflicción; {es decir,} que
es bueno que el hombre se quede como está.
1 Timoteo 3:2
Versículos Conceptos
Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio,
prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar,
1 Timoteo 4:1-3
Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos
apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas
de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la
conciencia; prohibiendo casarse {y mandando} abstenerse de alimentos que
Dios ha creado para que con acción de gracias participen {de ellos} los que
creen y que han conocido la verdad.
Apocalipsis 14:4
Versículos Conceptos
Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos
{son} los que siguen al Cordero adondequiera que va. Estos han sido
rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero.
Mateo 19:10-12
Los discípulos le dijeron*: Si así es la relación del hombre con su mujer, no
conviene casarse. Pero El les dijo: No todos pueden aceptar este precepto,
sino {sólo} aquellos a quienes les ha sido dado. Porque hay eunucos que así
nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que fueron hechos
eunucos por los hombres, y {también} hay eunucos que a sí mismos se
hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar {esto,}
que {lo} acepte.
En nuestro primer artículo sobre el celibato, prometimos aportar los
argumentos utilizados a favor y en contra en los diversos textos sagrados.
De rigor es que empecemos la investigación por el más antiguo de todos
ellos, el Antiguo Testamento. Y la cuestión es: ¿es la hipótesis del celibato
aceptable según los cánones del Antiguo Testamento? Un vistazo a vuela
pluma del gran libro de los libros apunta en contra de ello. El gran
patriarca Jacob tiene doce hijos y de cuatro mujeres diferentes, dos de ellas
hermanas y las otras dos, esclavas de las hermanas. El amado
rey Salomón “tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y
trescientas concubinas” (1Re. 11, 3). Muchos son los pasajes bien
conocidos del Antiguo Testamento en los que observamos
como Yahveh procede a una actuación bien personal para evitar que sus
hijos más queridos (Abraham, Elcaná), queden marcados con el estigma
de la falta de descendencia.
Cuando el Levítico expone la regla de la pureza que debe observar
el sacerdote del Templo, no hace la menor referencia a ninguna continencia
de tipo sexual. Lo más parecido que dice al respecto es que los
sacerdotes “no tomarán por esposa a una mujer prostituta ni profanada, ni
tampoco una mujer repudiada por su marido” (Lv. 21, 7). Algo más estricto
se muestra con el sumo sacerdote, pero todo aquello a lo que le obliga es a
tomar “una virgen por esposa” (Lv. 21, 13).
Buena prueba de que en el sacerdocio judío no se exige el celibato,
es la maldición que Yahveh emite a Aarón ante una falta cometida por éste:
“Tú y tus hijos cargaréis con las faltas de vuestro sacerdocio” (Nu.
18, 1).
Existe en el Libro de los Números un tipo de consagración especial
a Dios, el llamado nazireato (ver Nu. 6, 1), no necesariamente definitivo sino
que puede tener una duración determinada, el cual incluye una serie de ritos
purificadores tales como no beber vino ni bebidas embriagantes, ni pasar
navaja por la cabeza, ni acercarse a cadáver aunque fuera el del padre o la
madre... Pues bien, dicho rito no incluye ningún tipo de prescripción sexual.
Saliendo del Antiguo Testamento pero sin irnos muy lejos, -nos
quedamos en la otra obra magna, junto con la Biblia, de la literatura clásica
judía, el Talmud- una sentencia del rabino Eliazar ben Hircano declara que
el que se niega a tener descendencia es comparable a un asesino (Talmud
de Babilonia, yebamot 63b).
Dos son los pasajes más frecuentemente citados para argumentar a
favor del celibato en el Antiguo Testamento, pero ninguna de ellos hace
gran servicio a los que buscan valerse de ellos. El primero acontece
cuando Moisés, informado por Yahveh de que en tres días va a recibir las
tablas de la Ley, ordena a su pueblo de una manera que se antoja algo
caprichosa pues no conocemos otro episodio similar en el Antiguo
Testamento: “no os acerquéis a vuestra mujer” (Ex. 19, 15). Pero se trata
de una abstención temporal, con fecha de caducidad por cierto, muy
próxima, el día que recoja las tablas: tres días de abstinencia, pues, ni uno
más. El segundo es el episodio en el que el mismo Dios advierte a su
profeta Jeremías: “no tomes mujer, ni tengas hijos ni hijas” (Jr. 16, 2), si
bien el versículo finaliza diciendo “...en este lugar”, lo que lo convierte casi
en un contrargumento, al referir la inconveniencia de tomar mujer al lugar y
no al hecho en sí: es decir se trata más de una penitencia para el lugar que
para el receptor de la orden.
De hecho, es preciso convenir que la exigencia de la pureza sexual
-que no de otro tipo- para llevar a cabo determinados actos rituales por una
casta especial llamada de sacerdotes o de cualquier otra manera, procede
en el cristianismo más bien del legado clásico del que también es tributario,
que de su herencia hebrea. A modo de ejemplo, el
griego Demóstenes señala que antes de tomar contacto con objetos
sagrados, el que lo hiciera había de observar continencia sexual durante un
número determinado de días. El culto de no pocas deidades clásicas se
encomendaba a vírgenes: así Artemisa, Atenea, Dionisos, Hércules,
Poseidón, Zeus, Apolo y otros. El grado extremo de esta conducta se
producía entre los sacerdotes de Cibeles que, como
informan Juvenal u Ovidio, procedían a la autocastración ritual. Imbuido de
ese ansia extremo de pureza sexual, uno de los grandes cristianos de la
Patrística, nada menos que Orígenes, también procederá a la
autocastración.
Pero esto no ha terminado, amigo lector. Y aún es mucho lo que nos
queda por añadir a esta serie, por lo que una vez más, le invito a estar
atento, para obtener todas las claves de una cuestión que como la del
celibato sacerdotal, se halla siempre tan de rabiosa actualidad, y no sólo,
como pudiera pensar alguno, estos días. Que en esto como en tantas otras
cosas en la Historia, no hacemos más que dar siempre vueltas a las mismas
cosas.