Ficha Teórica 13 HTU El Teatro de William Shakespeare
Ficha Teórica 13 HTU El Teatro de William Shakespeare
Ficha Teórica 13 HTU El Teatro de William Shakespeare
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Para una cronología de la vida y la producción de William Shakespeare, ver Rolando Costa Picazo,
“Cronología shakesperiana”, en su Introducción a El Rey Lear (Buenos Aires, Colihue Clásica, 2004, pp. XIX-
XXVI)
muy distantes de la historicidad contemporánea por el antisemitismo y la violencia de
género presentes en la subjetividad interna de las piezas respectivamente.
Esto se debe al hecho de que un mismo objeto, una misma palabra, es leída de dos
maneras absolutamente diferentes según el anclaje histórico por las diferencias del punto
de enunciación. El concepto “rey” para Shakespeare era muy diferente a lo que nosotros y
nosotras, nacidas y criadas en Argentina en el siglo XXI, podemos pensar. Así como el
texto siempre se resignifica en el cuerpo del actor que lo enuncia (pensemos las
diferencias entre un Hamlet interpretado por Laurence Olivier, Denzel Washington o
Norma Aleandro), así el sentido de una obra se sostiene en el anclaje histórico del sujeto
enunciador. Como vimos en la unidad I, el teatro no es solamente forma, sumatoria de
signos, estructura. Es también trabajo y concepción. Por lo tanto, para abordar la
producción shakespeara, la cátedra considera indispensable la comprensión de la
cosmovisión isabelina.
En el eje de la historicidad entran los procesos de reescritura; de esta manera, un clásico
no es ya un texto que enuncia un saber universal, sino por el contrato se trataría de un
texto que contiene una provocación que nos obliga a plantear algo para transformarnos en
contemporáneos de nosotros mismos. Estamos invirtiendo los términos. Ya no
hablaríamos de la universalidad, sino de la puesta en práctica frente a una estimulación,
por la que nos vemos compelidos a hacer algo. Podemos relacionarnos con Shakespeare
sin reconocernos contemporáneos. Reconocerse contemporáneo implicaría instalar una
lectura que nos diferencie de lo anterior, y no ya que nos universalice.
Este trabajo sería una labor de deconstrucción. Retomando a Derrida, lo que proponemos
es preguntarles a las palabras por su campo de referencia, pues no habría tal cosa como un
campo de referencia universal. Cuando decimos “amor”, estamos referenciando esa
palabra con un campo de experiencia propio. Cuando un inglés del siglo XVII dice
“amor”, su campo de referencia es otro, porque es otra su experiencia.
En términos de Tillyard, la figura que construye Shakespeare se recorta sobre un fondo que no
es otro que la cosmovisión isabelina; un sistema de creencias que por más que comienza a ser
cuestionado por el renacimiento, sigue siendo sólidamente férreo. Éste tiene como principal
característica la consideración de un orden político indisociado del orden cósmico, articulado
alrededor de tres aspectos: una cadena, un conjunto de correspondencias y una danza. El
universo está, entonces, ordenado según un sistema fijo de jerarquías, pero modificado por el
pecado del hombre y por la esperanza de su redención. En este sentido, la Inglaterra isabelina
es muy similar a la Inglaterra medieval. El Oren está constituido por una estructura fija,
jerárquica que se ve modificada por el pecado y por la redención. Cuando el Pecado
interviene en el Orden, se produce el Caos, lo que incluye invariablemente una pérdida
irreparable. El mundo shakesperiano es un mundo bajo amenaza.
El Orden isabelino se pone de manifiesto en la certeza de que cada partícula de la creación es
un eslabón de la Cadena del Ser y cada eslabón, salvo lo de los extremos, es simultáneamente
mayor y menor que los demás. La Cadena, por su puesto, empieza con Dios e incluye todo lo
que existe.
1. ángeles: clase puramente espiritual y racional, unidos al hombre por el entendimiento
2. hombre: tiene existencia, vida, sentimiento y entendimiento
3. animales superiores = caballos, perros, etc.
4. animales que tacto, memoria y movimiento, pero no oído = hormigas
5. seres que tienen tacto pero no oído, memoria o movimiento = moluscos y parásitos
6. la existencia y vida: los vegetales
roble > zarza
7. la mera existencia, la clase inanimada: los elementos, líquidos y metales.
Como vemos, hay también una diferencia de virtud (eslabones). Esto quiere decir que dentro
de cada clase hay un primate.
Esta cadena del ser hacía vívida la idea de un universo relacionado, donde ninguna de sus
partes era superflua, y la función del hombre dentro de la cadena del ser era unir los distintos
elementos de la creación.
Como dijismos, también existen una serie de correspondencias. Por ejemplo:
Correspondencias = los 1ros de cada clase
Fruta Flor Piedra Metal Pez Ave Bestia Hombre
Manzana Rosa Diamante Oro Delfín Águila León Rey
Más arriba afirmamos que la función del hombre dentro de la cadena del ser es la de unir los
distintos elementos de la creación. Su propio cuerpo está compuesto por los cuatro elementos
y regido por los principios sublunares, lo que hace que exista una correspondencia física entre
macrocosmos y microcosmos. Es su facultad de razonar la que separa al hombre de las bestias
y lo une a Dios, desde sus dos partes: el ENTENDIMIENTO y la VOLUNTAD. Esta es la
base de la ética isabelina. Por lo tanto, el principal enemigo está dentro del hombre mismo y
el gran desafío es “conocerse a uno mismo”
Finalmente, desde los griegos la creación se presentaba como un hecho musical, pero existía
además la noción de que el universo creado se hallaba en estado de música, que era una danza
perpetua. La armonía de los planos y del cosmos se manifiesta con la imagen de una música
armoniosa y de una danza. Si algo se rompe dentro de ese orden, se altera la totalidad. Y hasta
que se reconstituya, se produce una enorme pérdida.
La mejor evidencia de esta cosmovisión, la encuentra Tillyard en el Acto II Escena III de
Troilo y Crésida (ca. 1602), cuando Ulises afirma
Los cielos mismos, los planetas y este globo terrestre observan con orden invariable las
leyes de categoría, de la prioridad, de la distancia, de la posición del movimiento, de las
estaciones, de la forma, de las funciones y de la regularidad; y por eso este esplendoroso
planeta, el sol, reina entre los otros en el seno de su esfera con una noble eminencia; así, su
disco saludable corrige las malas miradas de los planetas funestos, y, parecido a un rey que
ordena, manda sin obstáculos a los buenos y a los malos astros. Pero cuando los planetas
vagan errantes, en desorden, en una mezcolanza funesta, ¡qué plagas y qué prodigios
entonces, qué anarquías, qué cóleras del mar, qué temblores de tierra, qué conmociones de
los vientos! Fenómenos terribles, cambios, horrores, trastornan y destrozan, hienden y
desarraigan completamente de su posición fija la unidad y la calma habitual de los Estados.
¡Oh! Una empresa padece bastante cuando se quebranta la jerarquía, escala de todos los
grandes designios. ¿Por qué otro medio sino por la jerarquía, las sociedades, la autoridad en
las escuelas, la asociación en las ciudades, el comercio tranquilo entre las orillas separadas,
los derechos de primogenitura y de nacimiento, las prerrogativas de la edad de la corona, del
cetro, del laurel, podrían debidamente existir? Quitad la jerarquía, desafinad esa sola cuerda
y escuchad la disonancia que sigue. Todas las cosas van a encontrarse para combatirse; las
aguas contenidas elevarían sus senos más alto que sus márgenes y harían un vasto
pantano de todo este sólido globo; la violencia se convertiría en ama de la debilidad, y el hijo
brutal golpearía a su padre a muerte. Cuando la jerarquía está ahogada, ha ahí el caos que
sigue a su ahogo.
Un poco más adelante en esta misma escena Edmundo (hijo bastardo de Gloster) se burla
de esta concepción, enunciando una versión más antropocéntrica de la organización del
mundo, anclada fundamentalmente en la voluntad política del hombre a través de una
mirada moderna, maquiavélica.
La estupidez del mundo es tan superlativa que, cuando nos aquejan las desgracias, normalmente
producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la luna y las estrellas…
Orden natural impuesto por Dios o Desorden caótico impuesto por los
legitimidad divina / inexorable hombres o legitimidad de lo posible
/contingente
Idealismo cristiano, cosmovisión teocéntrica Pragmatismo realista, cosmovisión
isabelina antropocéntrica (Maquiavelo)
Rey como autoridad legítima Tirano como usurpador
Naturaleza jeráquica: deber, respeto, Saber como poder, astucia, artificio:
obligación de sujeción a esa jerarquía irreverencia y no sujeción a jerarquías
Fidelidad, amor Volubilidad, especulación
Bien, Verdad, Justicia (conexión divina) – Mal, Falsedad, Injusticia (desconexión
Ley del Padre divina, antropocentrismo) – Ley del Hijo
Rebelde
Lo estatuido, lo tradicional Lo nuevo, lo cambiante
Honor que da poder Poder que impone honor
Univocidad del ser Duplicidad del parecer
Legitimidad auténtica Bastardía
Parquedad – sabiduría Locuacidad – ingenio