10-Conferencia 28
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La terapia analítica.
En esta conferencia Freud retoma lo que había dejado en la última parte de la conferencia sobre la transferencia. Y nos
referimos a la sugestión. Sugestión hipnótica y la sugestión (término relativo) o la transferencia en la terapia analítica.
Hay una forma de distinguir la terapia hipnótica de la terapia analítica: la terapia hipnótica funciona como cosmética
en tanto que la terapia analítica opera como una cirugía. Freud dice que para que una terapia sea eficaz debe reunir
tres elementos: que sea rápida, que sea confiable y que no sea desagradable para el enfermo. En la hipnosis falla uno
de los elementos, tal vez el más importante: no es confiable. Los resultados no perduran y si se aplica muy a menudo
se corre el riesgo de caer en una dependencia. Además, con la hipnosis se puede hacer un trabajo “ínfimo”. Pero es
interesante destacar las diferencias que señala Freud:
Si bien podríamos pensar que en psicoanálisis también está hablando de sugestión, en un párrafo aclara que desde el
psicoanálisis “…hemos reconducido la sugestión a la transferencia. Dice: en psicoanálisis trabajamos con la
transferencia misma, resolvemos lo que se le contrapone, aprontamos el instrumento con el que queremos intervenir.
Así se nos hace posible sacar muy diverso provecho del poder de la sugestión; está en nuestras manos: no es el
enfermo el que por sí solo se sugiere lo que le viene en gana, sino que guiamos su sugestión hasta el punto mismo en el
que él es asequible a su influencia”.
Otra de las diferencias a destacar es que en cualquier otra terapia la transferencia queda intacta, no se la cuestiona; en
tanto que en el psicoanálisis es un elemento esencial del tratamiento: se la desmonta y justamente el tratamiento no
se basa en la sugestión sino en la superación de las resistencias.
Luego Freud describe el mecanismo de la curación. Seguramente hemos leído o hemos escuchado que Freud proponía
como un estado de salud de un sujeto, que pudiera hacer dos cosas: amar y trabajar. A partir de ahí nos describe el
proceso de curación, el neurótico no puede gozar (disfrutar) y producir. No puede gozar (disfrutar) porque su libido no
está dirigida a ningún objeto real y no puede producir porque tiene que gastar una gran cantidad de energía en
mantener a la libido en estado de represión y defenderse de su asedio. Sanaría si el conflicto entre su yo y su libido
tocase a su fin, y su yo pudiera disponer de nuevo de su libido.
La tarea terapéutica consiste en “desasir”, quitar, desligar la libido de sus provisionales ligaduras sustraídas al yo para
ponerla de nuevo al servicio de este. La libido está ligada a los síntomas, que le procuran una satisfacción sustitutiva, la
única posible por el momento. Para solucionar los síntomas hay que remontarse hasta su génesis, hasta el conflicto del
cual nacieron, es preciso renovar este conflicto y llevarlo a otro desenlace con el auxilio de fuerzas impulsoras que en
su momento no estaban disponibles. Esta revisión del proceso represivo solo en parte puede consumarse en las
huellas mnémicas de los suceso que originaron la represión. La pieza decisiva del trabajo se ejecuta cuando en la
relación con el médico, en la “transferencia”, se crean versiones nuevas de aquel viejo conflicto, versiones en las que el
enfermo querría comportarse como lo hizo en su tiempo, mientras que uno, reuniendo todas las fuerzas anímicas
disponibles (del paciente), lo obliga -lo lleva? lo conduce?- a tomar otra decisión.
Esquematizando:
desasir la libido de sus provisionales ligaduras sustraídas al yo para ponerlo de nuevo al servicio de este
resolver una nueva versión de aquel viejo conflicto que se instala por medio de la transferencia
Vemos entonces que hay dos fases: una es desasir la libido de los síntomas y la segunda es llevarlas al campo de la
neurosis de transferencia para poder resolverla. El cambio decisivo, dice Freud radica en que se elimine el circuito de
la represión en este conflicto así renovado, de suerte que la libido no puedo sustraerse nuevamente al yo mediante la
huida al inconsciente.
Cabe señalar, que la segunda enfermedad (la neurosis de transferencia) es producida artificialmente, por el dispositivo
analítico.
Más adelante, Freud vuelve a insistir en la importancia de la interpretación de los sueños en psicoanálisis. Y lo que nos
parece importante para destacar es que aquí le da el mismo estatuto que los actos fallidos y a las ocurrencias libres,
para poder descifrar el sentido de los síntomas. Y con respecto a los sueños, señala que no hay diferencia entre los
sueños de los neuróticos y los de las personas no neuróticas. Siguiendo su desarrollo, señala que así como sucede con
los sueños, en una persona sana también ha realizado represiones y hace un cierto gasto para mantenerlas, que su
sistema del inconsciente oculta mociones reprimidas, aunque investidas de energía, y que una parte de su libido ya no
está disponible para su yo. Por tanto, dice, también la persona sana es virtualmente neurótica, pero el sueño parece
ser el único síntoma que ella es capaz de formar.
Luego vuelve a insistir sobre el sueño diciendo que no podemos desasirlo de sus vínculos con los síntomas neuróticos
(…) tenemos que suponer que realmente nos muestra colocaciones libidinales e investiduras de objeto preexistentes.
Freud afirma que la terapia analítica es joven. Si tenemos en cuenta que la Comunicación Preliminar que Freud
escribe junto a Bleuler fue en 1895, en el momento en que está pronunciando esta conferencia, el psicoanálisis tiene
poco más de 20 años. Ciertamente es una teoría joven. Pero tenemos que destacar que aún hoy, con más de 100 años
de diferencia las críticas coinciden. Lo llamativo (al menos hoy) es que gran parte de sus detractores no conocen la
teoría o la conocen de oídas. No se han tomado el trabajo que abordar la teoría o de hacer un análisis.
Para que un análisis tenga éxito hay muchos factores que intervienen. En varias ocasiones Freud habla de dos
términos: la disposición constitutiva (que hoy podríamos llamar carga genética) y la historia del sujeto -fue lo que él
llamó las series complementarias-. Yo agregaría lo que el sujeto decide hacer con esa historia vivida y ahí ponemos en
juego el vencimiento de las resistencias, las internas, las del sujeto. Pero Freud también habla de condiciones
externas. Está haciendo referencia al entorno del paciente, a sus familiares. En la actualidad, salvo en el caso de niños
y de adolescentes, en general no tenemos contacto con familiares de los pacientes. Cuando un familiar se pone en
contacto conmigo y me habla del posible paciente -mayor de edad-, lo invito a que sea él mismo quien se ponga en
contacto conmigo. Pero, a pesar de eso, puede suceder que algún familiar consiga el teléfono del analista y se ponga
en contacto con él. Seguramente a comienzos del siglo XX las cosas no eran así; de hecho, Dora es paciente de Freud a
pedido de su padre. Es el padre de Dora quien contacta con Freud para que la trate.
El entorno familiar o afectivo del paciente puede influir en el análisis, pues, como lo señala Freud hay cambios en el
paciente que pueden alterar el supuesto equilibrio del entorno familiar. Digo “supuesto” porque en muchas ocasiones
ese equilibrio es a costa de la neurosis de un integrante de la familia.
Freud se propone tomar en tratamiento solamente pacientes independientes de otros en los asuntos esenciales de la
vida, si bien señala que no siempre es posible.
Finaliza esta conferencia haciendo una crítica a la estadística para determinar que un método es efectivo. Esa crítica
está fundamentada en cuanto a la dificultad de establecer parámetros comparativos en función de la heterogeneidad
de los pacientes que hacen análisis.
Por último, destaca que muchas de las crítica señalan daños producidos por el psicoanálisis se reducen, en lo esencial,
a transitorias manifestaciones de agudización de conflictos cuando el análisis se hace torpemente o cuando se lo
interrumpe por la mitad. Y para tener en cuenta: señala la importancia del manejo de la transferencia, lo que,
insistimos, pone de relieve la dimensión ética del psicoanálisis.