Unidad 2 RASPA
Unidad 2 RASPA
Unidad 2 RASPA
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Contenido
1. El sistema agroproductivo en la fitósfera. ..................................................................... 3
1. 1. El subsistema agua-suelo. ........................................................................... 3
Agua del suelo ..................................................................................................................................4
Contenido hídrico del suelo. ............................................................................................................5
Primera aproximación al cálculo de lámina de riego. ......................................................................7
Estado energético del agua del suelo. Potencial de agua. ...............................................................8
Contenidos hídricos referenciales. ................................................................................................ 10
Curvas de retención hídrica .......................................................................................................... 10
1. 3. El sistema agua-suelo-planta-atmósfera ................................................... 12
El estrés hídrico. ........................................................................................................................... 12
Respuesta de los cultivos a la humedad edáfica disponible. ...................................................... 13
Umbral óptimo de riego o umbral crítico. .................................................................................... 14
El suelo: reservorio de la humedad aprovechable total. ............................................................ 15
2. Cálculo de la lámina neta y bruta de reposición......................................................... 16
3. Cálculo del intervalo de riego. ...................................................................................... 17
4. Referencias bibliográficas. ........................................................................................ 18
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LAS RELACIONES AGUA-SUELO-PLANTA-ATMOSFERA: BASE PARA EL ABORDAJE A
LA PROBLEMÁTICA DEL RIEGO Y EL DRENAJE.
La temática que se desarrolla en este documento de guía y apoyo didácticos, es de una implicancia
decisiva para el manejo de los sistemas agroproductivos e integra conocimientos adquiridos en disciplinas del ciclo
básico y otras como Edafología, Climatología y Fisiología, para estar en condiciones de comprender los fenómenos
de interés agronómico y forestal que ocurren en el sistema integrado por los subsistemas Agua, Suelo, Planta y
Atmósfera, para luego aprender a manejar las variables que intervienen en los procesos de aplicación y eliminación
de agua en situaciones de déficit y excesos hídricos, constituyendo las bases del Riego y el Drenaje.
Como se ha visto, las disciplinas Riego y Drenaje tienen un mismo objetivo: regularizar el régimen de
humedad del suelo, la primera aplicando agua al suelo cuando ocurre déficit hídrico y la segunda eliminando agua
en exceso, ya que los desequilibrios hídricos constituyen una circunstancia espacio-temporal mientras se va
cumpliendo el ciclo del agua en el Planeta.
Es fundamental identificar las relaciones que se establecen en la fitósfera, entre el suelo, el agua, las
plantas y la atmósfera. Este conocimiento implica medir y estimar las principales variables que participan en los
procesos físicos, químicos y biológicos, que interactúan permanentemente en un escenario dinámico y complejo.
Los infinitos escenarios posibles, desde un enfoque sistémico, pueden explicarse con unos pocos casos
indicadores. Desde el punto de vista del tamaño y complejidad de los escenarios donde se manifiestan las RASPA,
pueden identificarse tres, asociados a niveles de competencia del trabajo de la ingeniería hidrológica, de riego y
drenaje.
En los tres escenarios ocurrirán las mismas RASPA, pero las metodologías de estudio y la tecnología de
manejo deben adaptarse a los objetivos propuestos, relacionado con el tamaño, el impacto ambiental, la
representatividad, la variabilidad, la heterogeneidad, el presupuesto y otros factores políticos, sociales y
económicos.
El enfoque dado en este documento es el tratamiento de las RASPA en el escenario menor, a nivel de las
unidades de riego y drenaje en los establecimientos agroproductivos.
Se trata de un sistema complejo, dinámico, donde se cumplen la mayoría de los fenómenos físicos,
químicos y biológicos que involucran a los elementos que lo componen (agua, suelo, planta y atmósfera), que a su
vez, por la complejidad de las relaciones que se establecen entre las variables que caracterizan dichos fenómenos,
pueden ser considerados subsistemas.
Para cumplir con los objetivos didácticos cognitivos y actitudinales propuestos en el abordaje de estos
contenidos temáticos, se irán considerando primero las relaciones agua-suelo, luego las relaciones agua-suelo-
planta y por último las relaciones agua-suelo-planta-atmósfera, para alcanzar la integración temática que permita
aplicar la metodología de manejo de las variables que caracterizan el gran sistema, que responden a las preguntas
clásicas de la problemática del riego y del drenaje, que son cuánto y cuándo regar y drenar. Cómo hacerlo se
desarrollará al estudiar métodos y sistemas de riego y drenaje.
Conceptualmente, la respuesta a cuánto regar la dará la estimación de la lámina de agua que se repone del
consumo evapotranspirativo del cultivo, denominada lámina neta de reposición (Ln) y la respuesta a cuándo regar,
estará dada por el intervalo entre riegos (Ir), que atiende la periodicidad de entrega de la Ln.
1. 1. El subsistema agua-suelo.
El suelo está integrado por una mezcla porosa de partículas minerales, orgánicas, aire y agua con
sustancias en disolución. Las partículas minerales y orgánicas forman la matriz sólida del conjunto, mientras que
el aire y la solución salina ocupan, presentando una dinámica espacial y temporal, la porosidad que conforma el
arreglo de la fracción sólida.
Entre las propiedades del suelo que determinan su capacidad de retención y movilidad hídrica, las de
mayor incidencia son la textura, la estructura y la porosidad, que establecen un conjunto de fuerzas originadas por
procesos fisicoquímicos resultantes de las interacciones entre las fracciones sólida y líquida.
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La mayor o menor actividad fisicoquímica de las partículas inorgánicas de suelo, caracterizadas por la
textura, que puede considerarse una propiedad constante del suelo, dependerá de su constitución mineralógica y
de su superficie específica.
La estructura refiere al armazón tridimensional definido por el arreglo entre las partículas primarias arena,
limo y arcilla, que a su vez forman partículas compuestas denominadas agregados, separados entre sí por
superficies débiles. Entre ambas partículas quedan formados espacios vacíos denominados poros, siendo de mayor
diámetro los que se establecen entre los agregados que los originados entre partículas primarias.
El tamaño, la cantidad y la distribución de los poros, están condicionados por la estructura. Como las
fuerzas de unión de las partículas primarias son débiles, los agregados pueden destruirse con relativa facilidad por
múltiples factores degradativos como las labranzas inadecuadas o excesivas, el impacto de las gotas de lluvia, la
pérdida de materia orgánica, la compactación y la sodicidad. Por lo dicho, se interpreta que la estructura es una
propiedad del suelo muy variable.
La porosidad total está integrada por el volumen de macroporos, que contribuyen en mayor medida a la
aireación y al movimiento del agua del suelo y por el volumen de microporos, donde ocurre mayoritariamente al
almacenamiento de la humedad edáfica. El número, tamaño y distribución de los poros depende de la textura y del
grado de agregación relacionado con el contenido de materia orgánica, de coloides inorgánicos y con la
compactación.
P = porcentaje de porosidad
δap = densidad aparente, en g/cm3
δr = densidad real, en g/cm3. Tratándose de la densidad de la fracción sólida, puede
tomarse el rango δr=2,5-2,7 g/cm3 representativo de los suelos minerales.
La porosidad estará ocupada, con una dinámica asociada a los factores que determinan la marcha de los
procesos de intercambio de materia entre los componentes del sistema A-S-P-A, por la fase líquida (solución del
suelo) y por la fase gaseosa (aire del suelo), que incluye el vapor de agua.
La humedad total del suelo está contenida en varios lugares, retenida por fuerzas de distinta naturaleza
físico-química. Muchas clasificaciones del agua del suelo han sido propuestas, jerarquizando criterios basados en
la cantidad, el tipo de unión, la movilidad, la utilidad o aprovechamiento por parte de las plantas.
Briggs (1897), citado por Baver (1959) propuso tres clases de agua del suelo:
gravitacional (la sumatoria de fuerzas de retención hídrica son menores que la ejercida por la gravedad, por lo que
es agua libre que drena, saliendo del espacio poroso). Es disponible para las plantas.
capilar (agua sostenida por el suelo, localizada alrededor de las partículas formando una película continua y en los
espacios capilares, donde prevalecen las fuerzas de tensión superficial) Es disponible para las plantas.
higroscópica (agua fuertemente retenida por fuerzas de atracción de las partículas coloidales, que pierde su estado
líquido, moviéndose solamente en estado gaseoso por gradientes de tensión de vapor. No es disponible para las
plantas.
Desde fines del siglo XVIII hasta la actualidad, los físicos de suelo han avanzado con los estudios del
agua del suelo, enfatizando sobre todo en dos aspectos:
a) determinar y estimar el contenido hídrico por unidad de masa y de volumen, aplicable al estudio y manejo del
riego y drenaje relacionado con el almacenaje y reposición y evacuación del agua del suelo.
b) determinar y estimar la energía total y tipo e intensidad de fuerzas de retención de la humedad edáfica, relacionado
con la respuesta fisiológica y económica de los cultivos a déficit y excesos hídricos.
Briggs y Shantz (1912) introdujeron el concepto de coeficiente de marchitamiento como la clase de agua
si bien capilar, no disponible para la absorción vegetal. Widtsoe y Mc Laughlin (1932) propusieron tres clases de
agua capilar en función de su movilidad (agua a capacidad capilar máxima o contenida a capilaridad de saturación,
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agua a capacidad de capilaridad óptima y agua en el punto de capilaridad lenta, las tres clases disponibles para las
plantas.
Bouyoucos (1936), citado por Baver (1959) clasificó el agua del suelo en función de su punto de
congelamiento, en cuatro clases:
Tschapek (1966) propuso una clasificación basada en la localización del agua dentro de los cristales, en
la superficie de los cristales y en los poros formados entre cristales y entre sus agregados, luego de tratar extensa
y rigurosamente sus propiedades, funciones, estado energético, relaciones con otros procesos y con los seres vivos,
entre algunos aspectos físicos, químicos y biológicos. Es una clasificación muy interesante desde lo conceptual:
1. Agua combinada químicamente.
2. Agua combinada físicamente.
3. Agua libre.
Inmóvil prácticamente, ubicada en poros de diámetro menor de 0,2 micrones. Es agua de los contactos entre
cristales, pelicular y de hinchazón.
Móvil capilar, localizada en poros de 0,2 a 5,6 micrones de diámetro.
Móvil gravitacional, en poros mayores a 5,6 micras de diámetro.
Para fines de riego y drenaje, pragmáticamente se define contenido hídrico W del suelo a la cantidad de
agua que es evaporada en estufa a 105 °C de temperatura hasta constancia de peso, interpretando que dicha cantidad
de agua es la aprovechable por las plantas en base a la capacidad de absorción de sus sistemas de raíces.
1) De tal manera, el contenido hídrico gravimétrico W puede calcularse por la diferencia de la masa de
una muestra de suelo húmedo que ha sido secada en estufa, relativa a la masa seca, de acuerdo a la ecuación (2).
Dónde:
Como Msh - Mss = Ma = masa del agua en gramos, evaporada a 105 °C, W (%) significan gramos de
agua cada 100 g de suelo seco.
Ejemplo: Msh = 82,4 g y Mss = 65,5 g, entonces W(%) = 25,8 % que significa que el suelo contiene
25,8 g de agua cada 100 g de suelo. La Ma = 16,9 g
2) Otra forma de expresar el contenido hídrico es mediante una relación volumétrica, que exprese la
cantidad de agua en volumen respecto del volumen total de suelo, entonces:
Dónde:
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Vt = 100 cm3 de suelo.
Se está expresando una cantidad de cm3 de agua contenida en 100 cm3 de suelo.
a) La densidad aparente de un suelo es la relación entre el masa del suelo seco y el volumen total que ocupa, entonces:
a = Mss/Vt (4)
Dónde:
Como Msh - Mss = Ma, la ec (2) puede escribirse Wg(%) = 100 (Ma/Mss) , entonces
Como Ma = Va debido a que puede asumirse que la densidad del agua = 1 g/cm3, igualando las ec (5) y
(6) se obtiene:
Ejemplo: con los valores ya dados de a= 1,23 g/cm3 y Wg(%) = 25,8 %, operando (7) queda:
Wv(%) = 31,73 % significa que el suelo contiene 31,73 cm3 de agua cada 100 cm3 de suelo.
b) Dados a= 1,23 g/cm3 y Wg(%) = 25,8 %, primero se opera la equivalencia 25,8 g de agua = 25,8 cm3 de agua,
debido a que la densidad del agua =1 g/cm3.
Luego se opera la equivalencia 100 g de suelo = 81,3 cm3 de suelo, de acuerdo a la densidad aparente.
Hasta aquí se tiene la siguiente relación: 25, 8 cm3 de agua contenidos en 81,3 cm3 de suelo, por lo que, para
alcanzar la relación volumétrica y porcentual deseada, se opera:
25,8 cm3 de agua--------------- 81,3 cm3 de suelo
x cm3 de agua------------------ 100 cm3 de suelo
Quedando 31,73 cm3 de agua en 100 cm3 de suelo, o sea Wv (%) = 31,73
3) Una tercera forma de expresar un contenido hídrico como una relación volumétrica y porcentual, es
utilizando el concepto de lámina, profundidad o altura de agua, ya que la mayoría de los fenómenos hidrológicos
utilizan la dimensión lineal (mm) para expresar cantidades de agua, por ejemplo la precipitación, la evaporación,
.la evapotranspiración, la infiltración, el escurrimiento, etc.
Una lámina es el cociente entre un volumen y una superficie, cuyo resultado es una longitud que
representa una altura o una profundidad.
Si se divide en la ec. (3) el numerador y el denominador por una superficie unitaria (cm2), no se alteran
las magnitudes y queda:
Se mantiene entonces una relación porcentual y volumétrica, que significa que en un espesor o
profundidad de 1 dm de suelo estará contenida una lámina, altura o profundidad de x mm de agua.
Siguiendo con nuestro ejemplo, Wv (%) = 31,73 significa, que el suelo contiene una lámina de agua de
31,73 mm cada dm de espesor o profundidad de suelo. En realidad, las dimensiones de la lámina de agua pueden
ser las mismas de la profundidad de suelo.
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Resumen de las relaciones numéricas y dimensionales presentadas.
Primera aproximación al cálculo de lámina de riego.
En la Figura se muestra la distribución relativa de las tres fases que componen el suelo. (es un cubo)
a c=a+d
d
Aire
D b b
Agua
Sólidos
D
δ = densidad del agua = 1 g/cm3
δr = densidad real = 2,65 g/cm3
δa = densidad aparente, en g/cm3
Lám = d (5.3)
δa = b . δr / D (5.4)
Ws(%) = c . / b . r (5.6)
d = W . b . r / 100 (5.7)
y
d = Wv . D / 100 (5.8)
7
Wv (%) = W . a / (5.9)
Sustituyendo (5.9) en (5.8) se construye la ecuación ( 5.10) que permite calcular la lámina de agua cuando
la humedad del suelo está expresada en peso:
En la práctica, como para el agua se toma = 1 g/cm3 , la ec. para calcular láminas queda:
d = W . a . D / 100 (5.11)
donde la dimensión de la lámina d estará dada por la dimensión de la profundidad de suelo D, expresada en mm,
cm o m, de acuerdo a conveniencia.
Ejemplo: Un contenido hídrico gravimétrico de 25,8 % de un suelo con a= 1,23 g/cm3 referido a un espesor de
perfil del suelo, tendrá las siguientes láminas equivalentes:
D d
40 cm 12,69 cm
4 dm 1,269 dm
0,4 m 0,1269 m
100 cm 31,734 cm
100 mm 31,734 mm
1 dm 0,31734 dm
En las RASPA que ocurren en la fitósfera, de interés para el Riego y Drenaje, la dinámica del agua se
manifiesta en un sistema continuo. El flujo se manifiesta desde una posible zona saturada de humedad en el suelo
cercano a superficie, debido a ascensos del acuífero freático o condiciones de anegamiento e inundación, pasando
por la zona insaturada del suelo, los pelos absorbentes de las raicillas, los tejidos epidérmicos y xilemáticos de la
raíz, tallo y hojas, hasta la cámara subestomática y luego la atmósfera, por lo que es necesario unificar conceptos
y terminología para abordar aspectos de energía libre y de potenciales energéticos de distinta naturaleza.
La energía libre es la capacidad de realizar trabajo en condiciones isotérmicas y constancia de presión.
La energía libre total o absoluta de una unidad de masa de agua del suelo se mide en relación a una base arbitraria
de valor cero, que es el agua libre. Lo medible es una diferencia o variación de energía libre F, considerada
positiva cuando puede concretar trabajo hasta llegar al nivel de base y negativa cuando requiere la inversión de
trabajo para llegar al nivel base.
Como en suelos normales, bien drenados, el agua libre gravitacional se presenta en períodos cortos, F
será siempre negativo. Su magnitud expresa la fuerza requerida para extraer agua del suelo.
El potencial de agua del suelo, energía libre equivalente o potencial hídrico total (), aumenta cuando su
valor se vuelve más negativo, mientras que el máx = 0, que corresponde al agua pura y libre. La cantidad de
para generar un determinado trabajo o su negativo, el trabajo para quitarle agua al suelo, es una función de la
cantidad de agua residual.
Hillel (1971) precisa que la Asociación Internacional de la Ciencia del Suelo definió el como la cantidad
de trabajo que debe ser efectuado por unidad de masa de agua, con el objeto de transportar, reversible e
isotérmicamente, una cantidad infinitesimal de agua desde un reservorio de agua pura, situado en una elevación
específica y bajo presión atmosférica, hasta el agua del suelo.
Los componentes principales del son:
= g + m + o + p (8) donde
El agua en el suelo está retenida por tres tipos de fuerzas, adhesión, cohesión y adsorción iónica. Las
fuerzas de adhesión forman una película de moléculas en la superficie de las partículas y las fuerzas de cohesión
(unión agua-agua) agregan más moléculas a la capa molecular existente. Las fuerzas de los contraiones adsorbidos
por la carga eléctrica superficial, inducen una presión osmótica en las moléculas de agua cercanas a la superficie
de los sólidos.
La suma de las fuerzas de adhesión y cohesión genera la presión capilar, que más rigurosamente, por su
valor siempre negativo, se denomina tensión o succión capilar.
La sumatoria de las tres fuerzas (adhesión, cohesión e iónica) generan la tensión o succión de humedad
en el suelo, que como depende de la matriz del suelo y no del soluto (salvo en suelos salinos), se llama tensión o
succión matriz ó mátrica de humedad del suelo.
La tensión capilar o succión matriz se mide a través de la altura a que ascendería el agua en un tubo
vertical de diámetro capilar, en equilibrio con el peso del agua. Está dada por la siguiente ecuación:
La succión matriz es una función del contenido hídrico y la representación gráfica de esta relación, origina
las curvas características de humedad del suelo, también denominadas curvas de retención hídrica, que explican la
correspondencia entre la cantidad de agua que contiene un suelo y su estado energético. Para el rango de
humedades de mayor incidencia en la respuesta fisiológica y económica de los cultivos, en riego y drenaje, se
considera que están retenidas entre m = 0 y m = - 15 bares.
El aumento logarítmico del m con la disminución aritmética del W es común para la mayoría de los
suelos, aunque para algunos el cambio es gradual mientras que para otros presenta inflexiones.
Los suelos arenosos presentan poros grandes, que se vacían sin requerir esfuerzos considerables,
quedando el agua residual retenida en la superficie de las partículas formando una película adherida, que para ser
removida requiere mayor trabajo y este cambio abrupto de la succión provoca una inflexión en la curva
característica. Los suelos francos y arcillosos tienen curvas de retención hídrica más suaves, sin inflexiones,
graduales. Este comportamiento lo explicó Zylstra (1969) dependiente de dos factores: a) la distribución del
tamaño de los poros y b) los efectos osmóticos de la doble capa difusa coloidal. En las texturas más finas, la
variación del tamaño de los poros y la superficie específica coloidal son mucho más importantes que en las texturas
gruesas.
Pero existen otros factores que determinan la relación m - W, además de la textura, como la densidad
aparente, la temperatura y presión, la estructura y los factores que establecen los fenómenos de histéresis, que
determinan que para un mismo suelo, existan dos curvas de retención hídrica, una cuando el suelo se humedece y
otro cuando se seca. Para un mismo W, el m es mayor cuando dicho W ocurre durante el proceso de desorción
que cuando el suelo se está humedeciendo (Figura 1). Como correlato, para una misma tensión mátrica, un suelo
retiene mayor cantidad de agua si se está secando que si se está mojando.
El principio más generalizado que propone una explicación al fenómeno de histéresis, es el denominado
“cuello de botella”, que se basa en la incidencia de la interconexión existente entre poros de distinto diámetro,
donde los mayores están unidos mediante poros más pequeños y de la curvatura de la interfase agua-aire en
condiciones insaturadas.
Por último, además de la histéresis, es probable que en suelos arcillosos con alta proporción de minerales
expandibles, las contracciones e hinchazones provocadas por los fenómenos de absorción-desorción pueden
generar cambios en la porosidad y tamaño de poros, difícilmente reversibles, que provocarían una desviación de
las curvas características de retención hídricas, efecto sinergizado por una proporción significativa de materia
orgánica.
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Figura 1. Efecto de histéresis
En la literatura técnica es frecuente encontrar que algunos contenidos hídricos reconocidos como puntos
de equilibrio, sean considerados constantes de humedad del suelo, aunque en realidad no sean constantes, tal como
lo comprueba la evidencia de los datos de campo obtenidos bajo distintos manejos agronómicos, debido
principalmente a alteraciones en las propiedades de los suelos a causa de dicho manejo, sobre todo en la densidad
aparente, que refleja cambios en la porosidad.
De todos modos, para caracterizar las relaciones agua-suelo y utilizar la información para programar,
operar y evaluar sistemas de riego, se considera que durante un ciclo de cultivo, dichos contenidos hídricos no
varían significativamente.
Esos puntos de equilibrio de la relación agua-suelo, que se toman como contenidos hídricos referenciales
son:
a) Contenido hídrico a saturación Ws: representa la máxima capacidad de almacenamiento de agua de un suelo,
cuando ésta ocupa la totalidad del espacio poroso. Aunque la disponibilidad de agua para las plantas es máxima,
debido a su carácter efímero, no es tenida en cuenta para programar y operar riegos, siendo fundamental para el
estudio, proyecto, operación y evaluación del drenaje. Se corresponde con un Ψm = 0 y un Ψ total que es función
de la Ψo, dada por la salinidad de la solución del suelo.
b) Contenido hídrico a capacidad de campo Wc: representa la máxima capacidad de retención de agua en condiciones
de libre drenabilidad. Convencionalmente se asocia con un Ψm = - 0,3 bar = - 0,3 atm = -30 kPa, aunque han sido
medidos Ψm = -0,1 bar para suelos arenosos y Ψm = -0,5 bar para suelos arcillosos. En rigor, no se trata de un
punto sino de un rango de humedades retenido a sus correspondientes tensiones matriciales. El Ψ total del agua
del suelo a la Wc estará dado por la sumatoria de Ψm + Ψo.
c) Contenido hídrico a marchitez permanente Wm: representa el límite inferior para que las plantas puedan extraer
agua del suelo. Se considera que esta situación ocurre cuanto Ψm = - 15 bar = 1.500 kPa, aunque como en el caso
de Wc, no se trate de un punto y menos que todas las plantas tengan la misma restricción sobre el esfuerzo de
retención de – 15 bar, ya que se reconocen muchas especies que pueden extraer agua a tensiones mayores. De
todos modos, debido a la necesidad de la ingeniería de riego de establecer un rango de humedad disponible para
las plantas, este surge de la diferencia entre Wc y Wm, definidos como los contenidos hídricos que los suelos son
capaces de retener con succiones matrices de –0,3 y –15 bares, respectivamente. El Ψ total del agua del suelo a la
Wm, estará dado por la sumatoria de Ψm + Ψo.
Este tipo de gráficas permiten caracterizar la dependencia entre el contenido hídrico del suelo y la tensión
matricial a la que el agua está retenida.
En la Figura 2 se presentan curvas características correspondientes a suelos de texturas finas, medias y
gruesas, a modo de generalización. Puede observarse que la curva del suelo arenoso muestra una marcada
inflexión, mientras que en los suelos arcillosos, el incremento del Ψm en función de la disminución del W es
gradual.
10
60
50
40
C h
o í
n d 30
t r
e i
20
n c
i o
d 10
o %
0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
15
14
13
12
Tensión matriz (bar)
11
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50
El umbral de riego Ur o umbral crítico Uc, es un criterio de manejo del riego, con bases fisiológicas y
económicas que se relaciona con la sensibilidad de los vegetales al déficit hídrico. Varía con la especie vegetal y
con las etapa fenológicas y es independiente del tipo de suelo. Puede expresarse en términos de contenido hídrico
Wur, en términos de Ψmur y en porcentaje Ur (%), con rango entre 0 y 100 %, para establecer una fracción de la
diferencia Wc – Wm. Esta última es la forma más generalizada de utilización del Uc =Ur .
Resumiendo:
Wc – Wm = HAT = Humedad aprovechable total = Agua útil
Wc – Wur = HAC = Humedad aprovechable de fácil consumo. Es la cantidad de agua
que optimiza el rendimiento fisiológico de los cultivos y por lo tanto en la cantidad de agua
que debería reponerse con el riego.
Wur – Wm = HAR = Humedad aprovechable residual. Es la fracción de la HAT que queda
en el suelo.
HAT = HAC + HAR
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En la Tabla 3 se presentan valores medios orientativos de Wc, Wm y δap relativos a seis clases texturales.
Entre paréntesis figuran los intervalos más frecuentes.
1. 3. El sistema agua-suelo-planta-atmósfera
El flujo continuo de agua entre el suelo y la atmósfera se manifiesta primero en estado líquido por las
distintas estructuras celulares y tisulares de la raíz, tallo y hojas. En los espacios intercelulares del mesófilo foliar
se produce la evaporación a expensas de energía calórica disponible y en equilibrio con el medio externo, para
finalmente pasar las barreras que ofrecen la mayor resistencia, los estomas, ya a favor del gradiente de presión de
vapor creado entre el aire y la interfase agua-aire celular, producido principalmente por la radiación solar directa
y difusa, que genera el poder evaporante de la atmósfera, motor del flujo.
Los gradientes de Ψh son diferentes en el continuo hídrico, siendo muy grande en el estado gaseoso. Si
bien con un sentido práctico se establece que el agua útil del suelo aprovechable por las plantas es la diferencia
entre Wc y Wm, realmente la disponibilidad de agua depende de la capacidad de absorción del sistema de raíces
y de la facilidad con que el agua pueda moverse, tanto en el suelo como en la planta, venciendo las distintas
resistencias que se oponen al flujo.
La velocidad del movimiento de agua hacia las raíces es una función del Ψ total de agua del suelo y de la
conductividad hidráulica K, a su vez función del contenido hídrico y de las propiedades del medio poroso y del
agua.
La morfología, estructura, patrón de distribución, profundidad, densidad y dinámica de crecimiento y
reposición de las raíces, condicionan la absorción de agua para un mismo estado energético disponible. Muchos
trabajos demuestran la selectividad de la absorción debida a la actividad de tramos del sistema radical dentro del
perfil del suelo con distintos Ψ, o la disminución de la marchitez frente a incrementos en la densidad y/o
profundidad de raíces. Ciertas especies e incluso variedades presentan un comportamiento distinto de la absorción
para un mismo suelo y condición hídrica, explicados por razones anatómicas o de dinámica de raíces, que permiten
equilibrar más rápido o en condiciones energéticas más favorables, el retardo de la absorción respecto de la
transpiración.
El estrés hídrico.
La respuesta orgánica de las plantas al conjunto de alteraciones metabólicas determinadas por agentes de
variada naturaleza, intensidad, duración, época de ocurrencia, como temperaturas anormales, condiciones físicas
y químicas del suelo desfavorables, déficit hídrico, patógenos, se denomina estrés.
A largo plazo, el déficit hídrico reduce el crecimiento y la producción de los cultivos más que otras causas
de estrés, debido fundamentalmente al retraso de la absorción respecto de la transpiración, situación controlada
más por los factores internos de la planta (estructura y superficie externa, extensión, dinámica y eficiencia de las
raíces, resistencias al flujo por distintas barreras, estomas, cutina, etc.) que por los factores externos (humedad,
temperatura, viento, Ψ agua del suelo). En términos generales, es más importante el balance interno del agua en
la planta que fuera de ella en la relación absorción-transpiración.
Es muy clara la causa del déficit hídrico, pero la forma en que se desarrolla es más complejo, afectando
negativamente el conjunto de funciones fisiológicas como la fotosíntesis, la respiración y otras reacciones
metabólicas, que pueden alterar la anatomía vegetal, influir sobre el crecimiento, la reproducción, la formación de
frutos y semillas y las alteraciones en la nutrición mineral.
Agronómicamente, el conjunto de alteraciones determinadas por el estrés hídrico establece el efecto de
mayor relevancia que es la respuesta en la producción de calidad y cantidad de cosecha.
Los avances en los estudios fisiológicos del estrés hídrico permiten identificar procesos biofísicos y
bioquímicos, pero dada la dinámica del estado hídrico de la planta, con las influencias microambientales y edáficas
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y la regulación fisiológica compleja de la misma planta, hacen que los efectos de la falta de agua no sean
experimentalmente cuantificables con facilidad.
Los efectos más visibles del estrés hídrico son la disminución del tamaño de las plantas, del IAF y de los
rendimientos cuantitativos. Otros efectos son las alteraciones en la composición química de los productos y en las
características cualitativas del rendimiento.
Los principales efectos del déficit hídrico se reconocen en el crecimiento y desarrollo, en la fotosíntesis,
en la respiración, en la translocación de fotosintatos, en la fijación simbiótica del nitrógeno, en la absorción y
transferencia iónica y en la actividad enzimática.
Respuesta de los cultivos a la humedad edáfica disponible.
Integrando los aspectos temáticos que se han desarrollado hasta aquí, surgen dos criterios que se
complementan para abordar la caracterización de la respuesta de los cultivos al agua disponible en el suelo:
La producción vegetal depende fuertemente de la relación fotosíntesis-transpiración, condicionada por el balance
hídrico que regula la planta, en un flujo continuo desde el suelo a la atmósfera.
El riego y el drenaje proponen regularizar el régimen de humedad del suelo, con los objetivos de disminuir el
riesgo de pérdida parcial o total de cosecha y estabilizar los rendimientos fisiológicos y económicos en altos
niveles, relacionados con la disponibilidad de humedad en el rango óptimo, tratando de maximizar el beneficio
neto de la actividad agroproductiva.
Además de adecuada disponibilidad hídrica, para alcanzar los rendimientos óptimos e incluso los máximos
potenciales genéticos, deben satisfacerse otros requerimientos de los cultivos (térmicos, nutricionales, de
protección de enfermedades y plagas, etc.) Por lo tanto, generalmente se vincula la respuesta a la humedad del
suelo con los niveles de fertilización, ya que ambos factores de producción, agua y macronutrientes, tienen la
mayor incidencia en la respuesta.
Una herramienta poderosa para caracterizar la respuesta de los cultivos es la obtención de información
experimental de campo de niveles de producción asociados con niveles de humedad y fertilización en las distintas
etapas fenológicas, generando funciones de producción o de respuesta en la forma de modelos matemáticos
sencillos. Con esta información pueden tomarse decisiones técnicas para la programación optimizada del manejo
del riego y para evaluar económicamente el proyecto. (Génova y Palacios, 1985).
Taylor (1972), citado por Grassi (1990), elaboró principios generales sobre la producción de los cultivos bajo
riego:
Todos los cultivos son más sensibles al w que a la concentración de agua en la zona radical.
Ningún cultivo necesita riego cuando el agua del suelo es adecuada para satisfacer las necesidades de
evapotranspiración, que a su vez son controladas por condiciones atmosféricas.
Todos los cultivos son más sensibles al w reducido (alta succión) en algún período de crecimiento que en otros.
Así también Taylor (1972) fue uno de los pioneros en analizar la respuesta de los cultivos a diferentes
condiciones de humedad del suelo, clasificándolos de la siguiente manera:
Cultivos de producción vegetativa. (verduras de hoja, forrajeras como la alfalfa, algunos cultivos industriales como
la menta). La mayor producción en calidad y cantidad se obtiene con altos m del agua del suelo.
Cultivos de producción de frutos. Los frutales correlacionan alta producción con alto m, siendo especialmente
sensibles a bajos niveles hídricos durante el período de cuaje y crecimiento de los frutos. Después de la cosecha,
deben existir las condiciones favorables de humedad que aseguren el crecimiento del siguiente año.
Cultivos de producción de raíz y de tubérculos. Remolacha, zanahoria, papa. Responden en forma similar a los
anteriores, siendo su etapa crítica el inicio de la etapa de acumulación de reservas.
Cultivos de producción de granos. Los cereales de grano fino responden al m durante la etapa de crecimiento
vegetativo, siendo su período crítico el comienzo de la espigazón.
Cultivos de producción de semilla. Buena disponibilidad hídrica durante el período de crecimiento asegura buenas
respuestas, pero a partir del cuaje, durante el período de maduración, es conveniente reducir el w para limitar el
crecimiento.
Doorembos y Kassan (1986) realizaron una recopilación de las respuestas de 26 de los principales cultivos a
nivel mundial, dando una información general sobre los requerimientos hídricos, la relación entre suministro de
agua y rendimientos, la relación entre el decremento relativo del rendimiento con el déficit de evapotranspiración
relativa, la absorción de agua por las raíces, el programa de riego, los métodos de riego y la asociación de calidad
y rendimiento. En realidad, los autores propusieron una metodología para cuantificar la respuesta de los cultivos
al agua, en base al siguiente modelo:
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Ya = rendimiento real cosechado, en kg/ha.
Ym = rendimiento máximo cosechado, en kg/ha.
ky = factor de respuesta de rendimiento
Eta = evapotranspiración real del cultivo, en mm/día
Etm = evapotranspiración máxima del cultivo, en mm/día
El modelo tiene aplicación en la planificación, diseño y operación de programas de riego, ya que fue
construido en base a que el déficit hídrico y los resultados del estrés hídrico sobre la planta, tienen un efecto sobre
la Eta y sobre el rendimiento, pudiendo ser cuantificado mediante la relación Eta/Etm. Cuando el requerimiento
hídrico del cultivo se satisface con el suministro de humedad disponible, Eta = Etm, mientras que si es insuficiente,
Eta < Etm.
Por otro lado, el déficit hídrico puede alcanzar un punto donde el crecimiento y el rendimiento son
afectados, dependiendo de la especie vegetal y del período del ciclo en que ocurra. Esta pérdida de rendimiento se
puede evaluar mediante la evapotranspiración relativa Eta/Etm en la medida que pueda determinarse la relación
Ya/Ym bajo diferentes regímenes de suministro de agua. Si no existen restricciones económicas ni limitaciones
ambientales, cuando se satisfacen los requerimientos hídricos del cultivo, se cumple que Ya = Ym, de lo contrario,
Ya < Ym. Por último, los valores del coeficiente o factor de respuesta de rendimiento de cada cultivo, surgen de
la recopilación de información de investigaciones que ofrece la bibliografía y son dados por Doorembos y Kassam
(1986).
Para programar riegos, es necesario identificar el nivel más bajo de contenido hídrico, antes de regar, que
aún permite satisfacer la Etm. Dicho nivel se denomina umbral óptimo de riego Ur o umbral crítico Uc. Se trata
del límite inferior de humedad disponible, debajo del cual, la respuesta productiva del cultivo se aleja de la óptima,
el rendimiento disminuirá respecto del máximo.
Como se observa en la curva de retención hídrica de la Figura 21, el Ur constituye un punto coordenado
de la misma, tanto un contenido hídrico umbral de riego Wur como un potencial, tensión o succión matriz umbral
de riego ur. Pero también puede expresarse como un porcentaje de la humedad disponible total, p (Wc - Wm),
con un rango de variación entre 0 y 100% y si se expresa como fracción del agua útil, el rango es 0 < p < 1, donde
p = Ur.
200
180
Tensión mátrica (kPa)
160
140
120
100
80
60
40
20
0
0 10 20 30 40 50
Contenido hídrico (%)
Figura 21 Umbral óptimo de riego: punto coordenado de una curva de retención hídrica.
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La fracción umbral está dada por la HAC, que constituye la cantidad de agua que se deja consumir por la
planta antes de aplicar otro riego, para satisfacer la Etm y por lo tanto que se cumplan tanto Eta = Etm como Ya
= Ym
Si el suelo tiene una humedad Wm, el Ur = 1, mientras que si el suelo está a Wc, el Ur= 0. En el primer
caso habría que reponer toda el agua útil, totalmente consumida, hipotéticamente se habría alcanzado Wm, la HAC
= HAT. Cuando el suelo tiene una humedad actual coincidente con Wc, no requiere riego, el límite inferior de
humedad es nulo.
La capacidad máxima de almacenamiento de humedad aprovechable que posee un suelo, estará dado por
los contenidos hídricos referenciales Wc y Wm, por la ap, para una determinada profundidad o espesor del perfil
del suelo.
Expresado en términos de lámina de agua, dicha capacidad se calcula con la ec. 29
75 20 %
100 10 %
Figura 24. Relación entre el patrón de distribución de raíces y la extracción de agua del suelo.
Suponiendo que se forman cuatro áreas de igual profundidad, cada una representando la cuarta parte de
la profundidad total de raíces. La absorción mayor se verifica en el área más superficial, correspondiente al primer
cuarto, con un 40%, le sigue el segundo cuarto, con el 30% de la absorción, quedando las dos últimas áreas con
una absorción del 20 y 10 %, respectivamente. Por lo tanto, prácticamente en la mitad de la profundidad total del
sistema radical, ocurre el 70% de la absorción.
La profundidad máxima que alcanzan las raíces, son una función de la genética de la especie, aunque está
condicionada por las características físicas del suelo y la acción de limitantes como compactación, falta de
aireación, altos niveles freáticos, etc. La distribución de la humedad disponible también condiciona la profundidad
final del enraizamiento.
Muchas veces en la práctica, con fines de riego, es más conveniente diagnosticar la profundidad del
sistema radical y la distribución de la extracción de humedad, indirectamente midiendo los contenidos hídricos del
perfil del suelo, ya que será un excelente indicador de la presencia y actividad de las raíces. Existen en la
bibliografía datos recopilados de experimentaciones realizadas y también modelos de crecimiento de raíces.
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2. Cálculo de la lámina neta y bruta de reposición.
Se denomina lámina neta de reposición de agua de riego (dn), a la cantidad de agua que se aplica al suelo
para reponer el consumo evapotranspirativo del cultivo, que disminuyó la humedad aprovechable disponible,
dejándolo en condiciones de máxima retención, a Wc.
La dn puede calcularse en base a diagnósticos o a pronósticos. Cuando se conoce la humedad actual del
suelo, Wac, habrá que calcular la diferencia Wc – Wac. Cuando se estima la dn requerida, se utiliza el criterio de
Ur, calculando la cantidad de agua a reponer mediante (Wc – Wm) Ur.
Deben considerarse las dni parciales de cada estrato u horizonte i del suelo, ya que de acuerdo con su
textura, variarán los Wc, Wm y δ ap. La dn total será la sumatoria de las dni de cada capa. Por lo tanto, la ecuación
(31) permite calcular la lámina neta de reposición, para un cultivo cuyas raíces exploren más de un horizonte o
estrato:
Si se monitorea la humedad del suelo para definir la cantidad y oportunidad de riego, se conocerá por
mediciones directas o indirectas, la Wact. Cuando se cumpla Wact = Wur, habrá que regar una lámina neta, que
se calcula con la ec. 32:
Cuando se programa el primer riego de la temporada (riego de asiento), puede obtenerse la dn a partir del
Wact conocido, de lo contrario puede ignorarse el Wact y aplicar la lámina equivalente al almacenaje de agua del
suelo Walm. Las láminas netas podrán calcularse con las siguientes ecuaciones:
En las ecuaciones para calcular dn, se consideran constantes, respecto del tiempo durante la temporada
de riego, los valores de Wc, Wm, δap y consecuentemente Walm, mientras que son variables en el tiempo, las
magnitudes de Wact, Ur y D. La Wact estará asociada con el balance hídrico del suelo, Ur variará con la Etm y
con la sensibilidad al déficit hídrico del cultivo según la etapa fenológica en que ocurra el déficit y D dependerá
principalmente del crecimiento de la planta durante su ciclo.
Una vez calculada la dn, que reemplaza la cantidad de agua del suelo consumida por la Et, es necesario
asegurar que dicho volumen se almacene en el suelo, pero cuando sea derivada esa dn, mediante distintas formas
de aplicación de agua al suelo, deberá considerarse que existen ineficiencias en la aplicación del agua, intrínsecas
de cada método de riego, por lo que en realidad, deberá aplicarse una lámina de agua mayor que la dn, que satisfaga
dichas ineficiencias, denominada lámina bruta de reposición, db.
Los métodos de riego (surcos, amelgas, aspersión estacionaria, aspersión continua, microaspersión,
goteo), están asociados a máximas eficiencias de aplicación de agua, que es la relación entre la cantidad de agua
que efectivamente queda almacenada en el perfil del suelo donde es máxima la actividad de extracción de las raíces
y la cantidad de agua que fue derivada al área de riego.
Muy preliminarmente, a efectos de considerar en forma general las eficiencias de aplicación de agua
posibles con los distintos métodos de riego, pueden tomarse, orientativamente, los siguientes valores, que en
realidad sufren las variaciones lógicas de la operación de riego, con varios factores que inciden en el logro de las
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eficiencias, como estado del suelo, pendientes, infiltración, percolación profunda, escurrimiento, evaporación,
diseño y disposición del equipamiento, relación de tiempos de riego, caudal, presiones operativas, viento,
superposición de láminas aplicadas, etc.:
Por ejemplo, mediante riego por amelgas de un alfalfar, se propone reponer una dn = 30 mm, por lo que
la db = 30 mm / 0,6 = 50 mm
Es común que en las zonas de riego, rigurosamente no se disponga de agua cuando las plantas más la
necesiten, ya que las entregas de agua a los usuarios regantes está condicionada por factores físicos, administrativos
y legales. En estos casos, se deberá ajustar el programa de riegos a los turnos de entrega de agua.
Generalmente, el Ir se estima asumiendo que la dn será consumida por el proceso de Et, por lo que se
calculará de acuerdo a la ec. 36.
Para programar riegos por aspersión autopropulsados, el Ir conviene expresarlo en horas, que ajusta más
con el manejo del equipo de riego (enrolladores, pivote central).
Cuando se planifican riegos en zonas húmedas y la precipitación constituye una fuente de agua
importante, si la calidad de la estadística climática lo permite, pueden estimarse precipitaciones efectivas Pe
asociadas con una determinada probabilidad de ocurrencia. En esos casos, puede estimarse el Ir con la ec. 37.
Evidentemente, a nivel de proyecto, es de esperarse que la ocurrencia de Pe alargará los Ir, por un doble
efecto, uno asociado con la suma de agua disponible y otra, que cuando ocurren las lluvias, disminuye la Etc,
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aunque esta situación no se considere salvo que se estén midiendo las variables que determinan la Et y por lo tanto
se disponga de valores de Etc en tiempo real.
En las dos páginas siguientes, se desarrolla una aplicación de la metodología propuesta y la utilización de
algunos modelos, para el cálculo de láminas netas y brutas de reposición e intervalos de riego.
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