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Actividad N 6 - Pedro Páramo (Primeros Fragmentos)

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Lengua y Literatura – 4to año

Prof. Facundo Barisani – Master College

Actividad n° 6 – Pedro Páramo, de Juan Rulfo (primeros fragmentos)

Luego de leer las primeras treinta páginas de la novela responder individualmente o en parejas:

1. ¿Qué oposiciones encuentra Juan Preciado entre la imagen de Comala que su madre le había
transmitido y la que ven sus ojos?

2. Además de un arriero que conoce en el camino a Comala, ¿quién es el personaje con el que Juan
conversa durante su llegada a la ciudad?

3. Al enterarse de la relación que los une, ¿cuál es la reacción que ambos personajes manifiestan?

4. ¿Cuál es la importancia del retrato que la madre le da al protagonista en el relato?

Sumar la lectura del texto crítico “Otro territorio mítico: Comala y sus muertos” y responder:

5. ¿En qué sentido puede aplicarse el concepto de huérfano al personaje de Juan preciado? Si ese
término solo alude a la carencia de padres, ¿podrían ser Juan P¨reciado y las almas en pena que rondan
Comala huérfanos en otro sentido? ¿A qué sectores sociales en particular podría aplicarse ese término
en relación con la historia de México?

6. Rastreen en la novela fragmentos en los que se evidencie cómo Rulfo conserva en la escritura de la
voz de sus personajes el habla de los campesinos en México. Transcriban 2 o 3 de ellos.

7. Transcriban dos o tres pasajes de la novela en donde se haga alguna alusión a características propias
del infierno.
Lengua y Literatura – 4to año
Prof. Facundo Barisani – Master College

Respuestas:
1. Juan Preciado se dirige a Comala para buscar a su padre, llamada Pedro Páramo, que vive en
dicho pueblo. Juan Preciado había idealizado el pueblo ya que su madre le había prometido y
narrado que el pueblo era maravilloso, una llanura llena de verde y con mucho ruido. Pero, en la
medida que el protagonista se acerca al poblado, este se encuentra un paisaje desolador, aterrador
y agobiante. Encuentra que no hay ruido, que incluso escucha sus propios pensamientos y, no
hay personas, ni siquiera palomas; además de que hay un calor infernal, la tierra está seca y no
hay un solo animal, exceptuando un caballo que aparece de noche.
2. El arriero que encuentra en su camino, es su medio hermano, Abundio Martínez, hijo de Pedro
Páramo. Este arriero conduce a Juan Preciado hacia la posada de Eduviges Dyada, una mujer
cuya función en la historia es precipitar los hechos y acontecimientos relacionados con su madre,
Dolores Preciado y, su padre, Pedro Páramo. Inclusive es la posadera del pueblo de Comala.
Luego de llegar a “la casa que está cerca del puente”, la posada de Eduviges Dyada, ambos se
encuentran.
3. Pero tienen reacciones opuestas. El protagonista en un inicio la considera una mujer loca por
la avanzada edad que tiene, viendo un rostro demacrado por el tiempo. Por otra parte, Eduviges
tiene una reacción totalmente contraria, ya que se alegra que llegase el hijo de su mejor amiga y
casi un hijo suyo, por cierto incidente con Pedro Páramo. Eduviges le prepara una cama y un
espacio para que pueda dormir y descansar, le proporciona cierta comodidad y le relata la
historia de su madre y su padre.
4. Antes que nada, en ningún momento la madre, Dolores Preciado, le entrega el retrato a Juan
Preciado, su hijo. Lo más posible es que el cuadro o retrato ejemplifique la idea de un pasado
idealizado, la necesidad de conserva un retazo del pasado de forma clara y precisa, como toda
fotografía, es un pedazo del pasado hecho imagen. Al protagonista le sirve para tener cerca de él,
la calidez de su madre y sus palabras, teniéndola cerca en su corazón y una manera de no
olvidarse de quien fue ella, ya que su padre ni siquiera el rostro le conocía. Por lo tanto, podemos
suponer que su importancia versa sobre tener la cara de su madre presente y, llevarla consigo
mismo en ese viaje al pasado de Comala.
“Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas;
hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único.
Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería”
5. El concepto se podría aplicar a Juan Preciado en la medida que se refiere a una persona sin
padres, a pesar de que el tiene una madre, o la ausencia de su padre adinerado de Pedro Páramo.
También es huérfano de apellido y de bienes, ya que nunca fue reconocido por su padre y
también el unico tesoro o herencia recibida es la calidez del amor materno. Mientras que su
padre no recibe nada, ni siquiera recibe la historia de sus antepasados, por lo que podría ser, Juan
Preciado, huérfano entendiendo a que no recibe ninguna identidad paternal, por lo que debe
iniciar un recorrido hacia un pueblo mítico, buscando entre los espíritus del pasado.
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Asimismo, los sectores sociales que podrían aplicarse esto es el campesinado o las clases bajas
urbanas del territorio mexicano. Durante la obra, siempre se señala a los campesinos como ellos
mismo que se ayudan, teniendo dificultades económicas y sociales; para ejemplificar es el caso
de María Dyada, una mujer pobre con 10 hijos, que busca la absolución del padre Rentería por el
suicidio de su hermana Eduviges Dyala. En este sentido, durante toda la historia de México, el
campesinado y toda la población mestiza, fue el sector más vulnerable frente a los hacendados,
como se ejemplifica con la tiranía de Pedro Páramo.
6. En este primer fragmento, podemos hallar las actividades diarias de la vida campesina,
reflejadas en la voz de la abuela de Pedro Páramo. Además de las penurias económicas
cotidianas que puede sufrir el campesinado.
“Abuela, vengo a ayudarle a desgranar maíz.
—Ya terminamos; pero vamos a hacer chocolate. ¿Dónde te habías metido? Todo el rato que
duró la tormenta te anduvimos buscando. […]Dices bien. Aunque con los gastos que hicimos
para enterrar a tu abuelo y los diezmos que le hemos pagado a la Iglesia nos hemos quedado
sin un centavo. Sin embargo, haremos un sacrificio y compraremos otro. Sería bueno que
fueras a ver a doña Inés Villalpando y le pidieras que nos lo fiara para octubre. Se lo
pagaremos en las cosechas.”1
En este segundo fragmento, podemos observar la vida supertisciosa del campesinado y, al mismo
tiempo la religión que poseen. Esto se debe a que la ciencia médica no estaba en cada rincón de
los pueblos campesinos y, si existía era muy costosa como para financiarla; por lo que siempre se
recurria algún “curandero”.
“Inocencio Osorio. Era provocador de sueños. […] . Y a tu madre la enredó como lo hacía
con muchas. Entre otras, conmigo. Una vez que me sentí enferma se presentó y me dijo: «Te
vengo a pulsear para que te alivies». Y todo aquello consistía en que se soltaba sobándola a
una, primero en las yemas de los dedos, luego restregando las manos; después los brazos, y
acababa metiéndose con las piernas de una, en frío, así que aquello al cabo de un rato
producía calentura. Y, mientras maniobraba, te hablaba de tu futuro. Se ponía en trance,
remolineaba los ojos invocando y maldiciendo; llenándote de escupitajos como hacen los
gitanos. A veces se quedaba en cueros porque decía que ése era nuestro deseo. Y a veces le
atinaba; picaba por tantos lados que con alguno tenía que dar.”2
7. El ejemplo más llamativo de representación del infierno, aparece al inicio de la obra,
señalando que el el pueblo Comala, es caliente como el averno. Esto empieza a señalar el viaje
que empieza el protagonista, palabras oidas desde su propio medio hermano.
“—Sí, y esto no es nada —me contestó el otro—. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando
lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno.

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Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su
cobija.”3
El segundo fragmento, es una descripción muy gráfica de la situación en la que se encuentra el
protagonista, a pesar de encontrarse con una guía en este infierno, Eduviges; este no está excepto
de almas en penas gritando, además de un silencio profundo y una oscuridad insondeable.
“Dormí a pausas.
En una de esas pausas fue cuando oí el grito. Era un grito arrastrado como el alarido de
algún borracho: «¡Ay vida, no me mereces!». Me enderecé de prisa porque casi lo oí junto a
mis orejas; pudo haber sido en la calle; pero yo lo oí aquí, untado a las paredes de mi cuarto.
Al despertar, todo estaba en silencio; sólo el caer de la polilla y el rumor del silencio. No, no
era posible calcular la hondura del silencio que produjo aquel grito. Como si la tierra se
hubiera vaciado de su aire. Ningún sonido; ni el del resuello, ni el del latir del corazón; como
si se detuviera el mismo ruido de la conciencia. Y cuando terminó la pausa y volví a
tranquilizarme, retornó el grito y se siguió oyendo por un largo rato: «¡Déjenme aunque sea
el derecho de pataleo que tienen los ahorcados!».”
El tercer fragmento que es muy señalador que es el infierno o, al menos el limbo, es cuando
podemos apreciar el diálogo entre los vivos y los muertos, además de que no pueden salir del
mismo pueblo donde están y, están condenados a vagar por la nieblas.
“—No. Ella me sigue queriendo —me dijo—. Lo que sucede es que yo no pude dar con ella.
Se me perdió el pueblo. Había mucha neblina o humo o no sé qué; pero sí sé que Contla no
existe. Fui más allá, según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo a contártelo a ti, porque
tú me comprendes. Si se lo dijera a los demás de Comala dirían que estoy loco, como siempre
han dicho que lo estoy.
—No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto. Acuérdate que te dijeron que ese caballo te iba a
matar algún día. Acuérdate, Miguel Páramo. Tal vez te pusiste a hacer locuras y eso ya es otra
cosa”4

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