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Modelo Demanda de Particion Sin Hijos

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MODELO DEMANDA DE PARTICION SIN HIJOS

CIUDADANO:

JUEZ DISTRIBUIDOR DE PRIMERA INSTANCIA  EN LO CIVIL, MERCANTIL,

TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO LARA SU

DESPACHO.-

Yo, xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx, Venezolano, mayor de edad, titular de la Cédula de Identidad

Personal N° xxxxxxxxxxxxxxx, abogado en ejercicio,, e inscrito en el Inpreabogado bajo el N°

xxxxxxxxxxxx y a los efectos de dar cumplimiento con lo establecido en los artículos 174 y

ordinal 9° del artículo 340 ambos del Código de Procedimiento Civil (CPC), fijo

como DOMICILIO  PROCESAL en XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX;  E-Mail:

XXXXXXXXXXXXXXXXX, procediendo en este acto en mi carácter de apoderado judicial

de la ciudadana XXXXXXXXXXXXXXXXX, venezolana, mayor de edad, divorciada, de este

domicilio y titular de la cédula de identidad No. V- XXXXXXXXXXX, carácter el mio que se

evidencia del poder debidamente autenticado ante la Notaria Pública XXXXXXXX del

Municipio XXXXXXXXXXXXXX del Distrito Capital, en fecha XXXXXXXXXXX (XX) de

XXXXXXXXXXX de dos  mil XXX (20XX), quedando anotado bajo el Nº .., Tomo ..   de los

libros de autenticaciones llevado por la mencionada Notaria, que acompaño al presente libelo

en original, distinguido con la letra “A”; ante usted, muy respetuosamente ocurro para exponer

lo siguiente:

TÍTULO -I-

CAPITULO I

DE LOS  HECHOS (quaestio facti)

 Mi representada XXXXXXXXXXX, contrajo matrimonio civil con el ciudadano

XXXXXXXXXXXX, mayor de edad, de este domicilio, titular de la cédula de identidad

Nro. V- XXXXXXXXXXXXXX, ante la  Jefatura Civil XXXXXXX, en fecha XXX (--) del

mes de ---- de dos XXXXXXXXX (XXXX), cuya acta se encuentra inserta bajo el N° XX, libro

XXX- folio XX, según consta en la copia certificada del  Acta de Matrimonio que anexo a la

presente identificada con la letra “B”.

Durante la Vigencia de la mencionada unión los cónyuges adquirieron en fecha xxxxxxxxxxx

(xx)  de xxxxxxxxxx de mil novecientos noventa y xxxxxxxxxxx (xxx) según documento

protocolizado en la Oficina Subalterna del Primer Circuito de Registro Público del Municipio

xxxxxxxxxxxxx del Estado xxxxxxxx, quedó notado bajo el Nro. xx, Tomo xxx, Protocolo

Primero, un (1) inmueble constituido por una parcela de terreno y la casa sobre ella construida
ubicada en la Sección Segunda de la ciudad xxxxxxxxxxxxxxxx, en jurisdicción de Municipio

xxxxxxxxxxxx, Distrito xxxxxxxxxxx del Estado xxxxxxxxxxxxx que está distinguida con el

N° .xxxxx, el cual tiene una superficie de xxxxxxxxxxxxxxxxx metros cuadrados con

xxxxxxxxxxxxxxxx centímetros cuadrados (xxxxxxxxxxxx mts2) y sus linderos

son Noroeste: Parcela Nro.xxxxxxxxxxxxxx según una línea recta en treinta y cuatro metros

veinte y cinco centímetros cuadrados (34,25 mts), Sureste: Parcela Nro. xxx según línea recta

en treinta y seis metros cincuenta y cinco centímetros (36,55 mts), Noreste:Parcelas Nro. ...

y ...según una línea recta de xxxxxxxxxxxxxx metros xxxxxxxxxxxxxxx centímetros

(xxxxxxxx mts) y Suroeste:  Calle  xxxxxxxxxxxx según consta línea recta en

xxxxxxxxxxxxxx metros (xx mts), según consta en la copia certificada del documento de

propiedad identificado con la letra “C”.

Posteriormente, dicho matrimonio quedó disuelto mediante sentencia definitivamente

firme proferida  por la el Juzgado XXXXXXXXXXXXX del Niño y del Adolescente de la

Circunscripción Judicial del Estado XXXXX, tal y como consta de copia certificada de

sentencia de fecha xxx de xxxxxxxxxxx de xxxx, aunado al hecho que fue ordenada la

liquidación de la Comunidad Conyugal que existió entre los cónyuges, según consta en la copia

certificada de la Sentencia que anexo a la presente identificada con la letra “D”.

Es el caso respetado Juez,  el ex cónyuge de mi representada, se ha negado a liquidar de

forma amistosa la comunidad conyugal y además desde el decreto de disolución del vínculo

matrimonial actualmente con Sentencia Firme, el ciudadano xxxxxxxxxxxxx, se ha quedado en

posesión y usufructo en forma exclusiva del inmueble producto de la comunidad de bienes

conyugales constituido por el indicado bien inmueble que sirvió de hogar para la pareja, en

detrimento de los derechos e intereses de mi representada, quien no ha recibido ninguna

retribución por el derecho de propiedad que le corresponde, todo ello a pesar de sus exigencias

para proceder a la liquidación de la comunidad común, tal como lo contempla la ley y lo ordena

la sentencia citada. Ahora bien en fecha reciente mi representada se trasladó al inmueble, para

tratar de persuadir a su ex esposo de su actitud de no querer vender o cancelar la parte que le

corresponde a mi representada, agotando así toda vía amistosa de partir el bien perteneciente a

la comunidad conyugal.

CAPITULO II

DE LAS PERTINENTES CONCLUSIONES (Ord.5º art.340 C.P.C)

Respetado Juez, la presente pretensión de PARTICION Y LIQUIDACION DE LA

COMUNIDAD CONYUGAL es admisible y procedente por las siguientes razones:


PRIMERA: Se evidencia del acta de Matrimonio la fecha del inicio de este, a los fines de

probar si el inmueble a partir objeto de la pretensión se adquirió durante la existencia

SEGUNDA: Con la Sentencia de fecha xxx de xxxx de xxx, proferida por el Juzgado

________________________________se prueba que quedò disuelto el matrimonio Civil  y

además consta la orden judicial de liquidar de la Comunidad Conyugal.   

TERCERA: En virtud que para en fecha xxxx (xx)  de xxxxxxxxx de mil novecientos noventa

y xxxxx (199xx), en que fue adquirido el inmueble objeto de la partición de bienes de la

comunidad conyugal (cuyas características particulares y linderos constan en el capitulo I,

titulo I del presente libelo) mediante el documento protocolizado por ante la  Oficina

Subalterna del Primer Circuito de Registro Público del Municipio xxxxxxxx del Estado

xxxxxxx (hoy denominado Registro inmobiliario del Primer Circuito de Registro Público del

Estado XXX), quedó notado bajo el Nro. xx, Tomo xx, Protocolo Primero, este inmueble

inexorablemente forma parte de la comunidad de gananciales, correspondiéndole el cincuenta

por ciento (50%) para cada uno de los ex cónyuges, tal y como lo establece el artículo 148 del

Código Civil.

CAPITULO III

DEL DERECHO  (quaestio iuris)

Fundamentamos el ejercicio de la presente demanda por Partición y Liquidación de la

Comunidad Conyugal en disposiciones de derecho que a continuación indicamos:

Según el Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, la partición

puede definirse de la siguiente manera:

"Partición. El concepto genérico conocido es el de división o reparto en dos o más partes o

entre dos o más partícipes. II Más en especial en el mundo jurídico, la distribución o

repartimiento de un patrimonio -singularmente la herencia o una masa social de bienes- entre

varias personas con iguales o diversos derechos sobre el condominio a que se pone fin."

Entendiéndose la partición de bienes comunes, como el proceso de separación de éstos que

tiene por finalidad otorgar a cada una de las personas, que tiene derechos sobre los bienes

indivisos, la parte material o porción que realmente le corresponde.


Nuestro Código Civil establece respecto a la comunidad de gananciales o comunidad conyugal

de bienes que:

“Artículo 156. Son bienes de la comunidad:

1º. Los bienes adquiridos por Título oneroso durante el matrimonio, a costa del caudal común,

bien se haga la adquisición a nombre de la comunidad o al de uno de los cónyuges.

2º. Los obtenidos por la industria, profesión, oficio, sueldo o trabajo de alguno de los cónyuges.

3º. Los frutos, rentas o intereses devengados durante el matrimonio, procedentes de los bienes

comunes o de los peculiares de cada uno de los cónyuges”.

Acerca de esta Comunidad Conyugal o Patrimonio Común la doctrina compilada en la obra

Código Civil de Venezuela, editada por la Universidad Central de Venezuela (p.355; 1996),

expresa:

“En el régimen patrimonial matrimonial de la comunidad de gananciales, al lado de los bienes

propios o exclusivos del respectivo cónyuge adquiriente, existen otros que pertenecen en

común de por mitad a ambos esposos, independiente de cuál de ellos los haya habido. Son esos

los bienes gananciales”.

“Se consideran comunes en principio y por regla general, todos los bienes que los esposos

adquieren conjunta o separadamente durante el matrimonio, por actos a título oneroso (López

Herrera, supra 34, p.465)”.

Existe como consecuencia del Matrimonio una comunidad de gananciales y en virtud de esta,

una presunción de existencia de ella sobre los bienes adquiridos por los cónyuges a título

oneroso, ya sea de forma conjunta o separadamente, al respecto observamos que la citada obra

precisa que (p.355):

“A falta de toda convención rige la comunidad legal; los bienes adquiridos durante el

matrimonio se presumen que pertenecen a la sociedad conyugal y ésta es una presunción legal

de copropiedad. De modo, que si no consta la anterior procedencia de los bienes al matrimonio

o su adquisición durante éste, pro donación, herencia o legado, éstos pertenecen de por mitad a

los esposos en el concepto de bienes comunes o gananciales (Castillo Amengual, supra 26, p.

235)”
Aunado a lo anterior, precisa la doctrina en análisis de la normativa sustantiva al respecto,

cuales son los bienes que pertenecen a la comunidad patrimonial conyugal, precisando que

(pp.355-356):

“Se habla de una comunidad de gananciales, porque en ella se incluyen no sólo las

adquisiciones hechas durante el matrimonio a expensas del caudal común (art. 156, ord. 1º),

sino también las hechas o producidas por el trabajo, profesión, industria o arte de cualesquiera

de los cónyuges (art. 156, ord. 2º) o las derivadas de los frutos, rentas e intereses de cada

cónyuge (art. 156, ord. 3º), así como las donaciones hechas con ocasión del matrimonio (art.

161). Y se dice que ella es ilimitada, pues además de que no entran los bienes que ya

pertenecieran, por cualquier título oneroso o gratuito a cualquiera de los cónyuges antes del

matrimonio, no entran tampoco en esa comunidad los que cada uno de los adquiera por

herencia, legados o donaciones hechas a título personal al respectivo cónyuge, aunque estos

eventos ocurran durante el matrimonio, o los que entre al patrimonio particular de ese cónyuge

por subrogación real con otro de tales bienes propios de él (por permuta, retracto con dinero de

su patrimonio, dación en pago para extinguir un crédito personal de ese cónyuge, u otra causa

lucrativa que precede al matrimonio, compras hechas con dinero precedente de otros bienes del

propio adquiriente), ni tampoco otros bienes adquiridos por otros títulos que resulta justo

excluir de la comunidad, tales como indemnizaciones por accidentes personales, seguros de

vida, de daños personales u otros derechos personalísimos (art. 151 y 152). A ello habría que

agregar todavía, los bienes donados o dejados en testamento conjuntamente a los cónyuges con

designación de la parte que corresponde a cada uno, o en su defecto, de por mitad, según lo

establecido en el artículo 153 y que se califican como bienes propios de los cónyuges (Melich,

supra 36, pp. 231 y 232)”.

Siguiendo el mismo orden de ideas, dispone el artículo 768 del Código Civil, lo siguiente:

“Artículo 768.- A nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y siempre puede

cualquiera de los partícipes demandar la partición.”

En este sentido, el autor patrio Abdón Sánchez Noguera, refiere lo que de seguida se

transcribe: 

“…El artículo 768 del Código Civil consagra a favor del comunero el derecho de acudir a los

órganos jurisdiccionales para demandar la partición, en virtud del principio de que “A que

nadie puede obligarse a permanecer en comunidad”.


La partición constituye por ello el instrumento a través del cual, de mutuo acuerdo o

mediante juicio, se hace posible la división de las cosas comunes para adjudicar a cada

comunero la porción de los bienes comunes, conforme a la cuota que a cada uno corresponda

en las mismas...” 

Así mismo, al referirse a quien está legitimado para intentar y sostener un juicio de partición de

comunidad, dicho autor sostiene lo siguiente: 

“…Legitimados, tanto activos como pasivos para proponer la demanda y para ser propuesta en

su contra, serán todas y cada una de las personas que sean titulares de los derechos de cuya

partición se trate. Sólo basta tener atribuida la condición de comunero para que pueda obrar

como demandante o ser llamado al juicio como demandado…” 

En resumen, se desprende que el único requisito exigido por la Ley para demandar la partición

de una comunidad de bienes, es que ambas partes de la controversia, tanto el demandante como

el demandado, deben tener el carácter de comuneros de la comunidad objeto del litigio, lo que

en el presente caso nuestra condición queda acreditada con la sentencia de divorcio que se

acompañó marcada “XX”.  

Respecto al procedimiento a aplicar para dicha partición es el ordinario, al observar el artículo

183 del Código Civil que establece que:

“En todo lo relativo a la división de la comunidad que no esté determinado en este Capítulo, se

observará lo que se establece respecto de la partición”.

 El procedimiento de partición, por su naturaleza, es un juicio que se rige bajo la normativa

jurídica contenida en el Capítulo II, Título V, Libro Cuarto del Código de Procedimiento Civil.

Al efecto el artículo 777 del Código de Procedimiento Civil, dispone que:

"La demanda de partición o división de bienes comunes se promoverá por los trámites del

procedimiento ordinario y en ella se expresará especialmente el título que origina la

comunidad, los nombres de los condóminos y la proporción en que deben dividirse los bienes.

Si de los recaudos presentados, el Juez deduce la existencia de otro u otros condóminos,

ordenará de oficio su citación." 

CAPITULO IV
DE LA  PRETENSIÓN  (Petitum)

Por todas las consideraciones de hecho y derecho anteriormente expuestas, en nombre y

representación de la ciudadana XXXXXXXXXXXXXX, antes identificada, ocurro ante su

competente autoridad, en su carácter de ex cónyuge y comunera, Ut retro identificada, para

demandar, como en efecto demandamos en este mismo acto, por PARTICION Y

LIQUIDACION DE LA COMUNIDAD CONYUGAL, al

ciudadano XXXXXXXXXXXXXX, al inicio identificado, en su carácter de ex cónyuge y

comunero, con fundamento legal en  las Normas legales Ut retro transcritas, para

que convenga o en su defecto a ello, mediante sentencia definitiva sea declarado por este

Tribunal:

PRIMERO: En la partición del bien inmueble adquirido para la comunidad de gananciales, en

fecha ... (..)  de ... de mil novecientos noventa y ...(199.) según documento protocolizado en la

Oficina Subalterna del Primer Circuito de Registro Público del Municipio

XXXXXXXXXXXXXX del Estado XXXXXXXXXXXXXXXXX, quedó notado bajo el

Nro. .., Tomo .., Protocolo Primero, cuyos linderos, medidas y demás determinaciones se

señalaron anteriormente y aquí se dan por reproducidos.

SEGUNDO:  En la fijación del valor del inmueble objeto de la solicitud de Partición de

Comunidad de Gananciales y una vez fijado el valor del inmueble, se proceda a la venta del

mismo, consignándose a nuestro representado, el Cincuenta por Ciento (50%), del precio que

resultare, de acuerdo al Derecho que evidentemente le corresponde, conforme al procedimiento

establecido en Ley Adjetiva Civil.

TITULO -II-

DE LA MEDIDA CAUTELAR DE PROHIBICION DE ENAJENAR Y GRAVAR

SOBRE EL 50% DEL INMUEBLE A PARTIR


En lo atinente a la función preventiva no es exclusiva ni excluyente de la tutela cautelar,
antes por el contrario, “todos los órganos del Poder Público tienen la posibilidad de adoptar
las medidas necesarias para evitar el acaecimiento de un evento o una situación lesiva del
Estado de Derecho” como acertadamente apunta Ortiz – Ortiz, R. (2001, p. 161).
En ejercicio de esta función, el órgano jurisdiccional esta facultado y es su deber
preservar los bienes de una comunidad mediante el otorgamiento de medidas preventivas
cautelares, las cuales en la doctrina procesal, es mayoritaria la opinión de que el fundamento de
las medidas cautelares es la dilación o demora del proceso (Periculum in Mora), y es que este
tipo de medidas buscan garantizar que la decisión final pueda hacerse efectiva, sin embargo
debemos entender que no es la demora o duración del proceso lo que hace inefectivo un
derecho cierto, puesto que el proceso es un cuerpo dialéctico de actos procésales que siguen un
cause procedimental establecido, el cual por el contrario valida una sentencia de merito; ya que
cada una de sus etapas buscan crear convicción en el juez para declarar el derecho que
corresponde al accionante o en su defecto desestimar su pretensión, es así que la duración del
proceso de cognición o declarativo es un mal necesario, que garantiza el debido proceso, en
este sentido la duración del proceso no significa un peligro en sí, y por lo tanto no tendría por
que dictarse medidas destinadas a eliminar dicho riesgo, ya que es naturaleza del proceso evitar
la sumariedad y lograr el máximo de certeza.

En razón de dicha premisa nosotros creemos que el fundamento de las medidas cautelares

se halla en un aspecto subjetivo más que objetivo, ya que los sujetos procésales principales

como son el demandante y el demandado, quienes deberían actuar en un proceso agotando

todos los mecanismos legales e instrumentos jurídicos y acatar el fallo definitivo una vez

emitido, no lo hacen; ya que en su gran mayoría la parte perjudicada con la decisión final, o

quienes intervienen en el proceso sin tener derecho ejerciendo la contradicción, tienden a actuar

de mala fe, para evitar que dicha sentencia se haga efectiva dilatando el proceso a través de

medios impugnatorios, mientras que por otro lado realizan actos jurídicos destinados a

disminuir el crédito, garantía o disponer de bien materia de discusión, de tal forma que una vez

consentida la sentencia de merito o quedar firme por efecto de ser frustrado los medios

impugnatorios, y obtenido un resolución que constituye titulo ejecutivo, el cual se hace efectivo

en un proceso ejecutivo, procediéndose a ejecución de la sentencia, ya sea de manera forzosa,

no se halla el bien o lo encuentra en poder de otro. Ello debido a que el nuestro ordenamiento

acoge el aforismo fe de que la buena fe se presume y la mala fe se prueba, ya que las partes que

intervienen en un proceso muy por el contrario de actuar con probidad en todo acto que realizan

y ciñéndose a la ley, tratan de eludir mediante medios ilegítimos sus cargas, es por ello que

para una mejor compresión de las medidas cautelares y lo que persigue en el proceso, es

necesario entender con claridad que su fundamento no se halla en la demora de por más natural

e imprescindible de todo proceso, sino en la mala fe de las partes, ya que la medida cautelar va

estar dirigida a mantener un status quo en un bien o derecho materia de discusión en un

proceso, haciendo indisponible por parte del titular del bien, logrando así eliminar el riesgo o

peligro de la inefectividad de la decisión definitiva de un proceso.


El acceso a la justicia, como se ha expresado, no sólo se refiere a la posibilidad de ocurrir
ante los Tribunales para hacer valer pretensiones, sino que comprende el desarrollo del debido
proceso, la obtención de una decisión congruente, fundada en el ordenamiento jurídico y su
ejecución.

En efecto, explica Ortiz, R. (1997) “la función jurisdiccional, además de tener como misión
reservarse la solución de conflictos y evitar la justicia particular, también está dirigida a la
satisfacción concreta – material o potencial – de los intereses individuales” (p. 5).

Siguiendo el criterio del citado procesalista venezolano, la misión de la jurisdicción


consiste en satisfacer los intereses de los particulares de manera efectiva, por lo que habrá de
emplear todos los medios pertinentes, orientados a garantizar el acceso a la justicia, pues la
cabal defensa de las garantías constitucionales y la correcta administración de justicia, no se
agotan con la eficacia formal que adquiera el proceso, sino que es menester alcanzar la eficacia
material, es decir, la plena satisfacción de los intereses particulares.

Desde esta perspectiva, ante el riesgo manifiesto de ver burlada la decisión judicial, el
legislador instituyó las medidas cautelares, para proteger los derechos subjetivos del
solicitante. Al respecto, opinan Pico y Junio (1997) que “sin las medidas cautelares, las
resoluciones judiciales se convertirían en meras declaraciones de intenciones, relegándose la
efectividad de la tutela judicial a la voluntad caprichosa de la parte condenada” (p. 76).

En efecto, durante el transcurso de un proceso tan prolongado en el tiempo como el


venezolano, es factible que ocurran diversas circunstancias que hacen nugatorio el derecho de
quien resulte ganancioso. Sobre el particular, Grande, citado por Ortiz, R. (ob cit)

Por más que se simplifiquen las formas del proceso ejecutivo, no puede la tutela
jurisdiccional responder de una forma tan fulmínea, que impida que, entre el
momento en que el demandante acude a la justicia y el momento que ella provee,
transcurra un lapso que en ciertos casos haga menos provechosa y hasta ineficaz la
providencia. (p. 8).

Vistas de este modo, las medidas cautelares cumplen una función instrumental, por cuanto
se destinan a la protección del efectivo cumplimiento de la sentencia, para satisfacer en
plenitud, las pretensiones de los ciudadanos. Así lo explica Carnelutti, F. (1944) al señalar
que las medidas cautelares no son independientes, sino que tienen un carácter tutelar, destinado
a garantizar el buen fin de la causa principal.

La tesis así esbozada, permite definir las medidas cautelares como toda providencia
judicial tendiente a obtener la protección o amparo del derecho controvertido, en el momento
que resulte amenazado por la tardanza natural del proceso de cognición. En otros términos, la
efectividad de la tutela judicial está garantizada por las medidas cautelares, toda vez que ellas
no sólo persiguen el aseguramiento de las resultas del juicio para el ganancioso, sino la
concreción de la justicia.

De esta manera, la negativa infundada del órgano jurisdiccional para decretar medidas
preventivas, apareja sin duda, la privación del derecho Constitucional de acceso a la justicia,
pues las medidas cautelares garantizan inmediatamente el derecho cuya protección se invoca y,
mediatamente, la ejecución eficaz e íntegra del fallo. Sobre este particular, exponen Hussein y
Hernández:

El sistema cautelar busca conservar el espíritu de confianza en el poder judicial, al


encontrarse respaldado en un Estado de derecho que tiene como finalidad preservar
los derechos de tal forma que cuando se dicte la sentencia, esta pueda tener todavía
una vigencia y generar una sensación de justicia en sus destinatarios, puesto que al
garantizar los efectos de la sentencia resultante no se puede alegar que la tutela
judicial no ha sido efectiva. (p. 80)

Ahora, el sentido teleológico de las medidas no justifica su decreto por voluntad del juez,
sino que como consecuencia del principio dispositivo, es potestativo de las partes solicitarle a
aquél, se sirva dictarlas, para asegurar su derecho. La discrecionalidad del juzgador, en lo
concerniente a las medidas cautelares, sólo alcanza la determinación de los requisitos
establecidos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil y verificados éstos, deberá
decretar la medida solicitada.

Las condiciones requeridas para la procedencia de las medidas cautelares, de acuerdo con
el prenombrado artículo, son dos. En primer lugar, es necesario probar el “riesgo manifiesto de
que quede ilusoria la ejecución del fallo” (periculum in mora) lo cual exige una pendente litis,
pues la norma se refiere a la sentencia que ha de resolver el juicio principal. Vale la pena
recordar que sobre el particular existen excepciones, verbigracia, en materia de derecho de
autor, donde se anticipa la cautela en virtud de la inminencia del peligro de desaparición la cosa
objeto de la medida.

En segundo término, se debe acompañar un medio probatorio que permita constituir una
presunción grave del derecho que se reclama (fumus bonis iuris) elemento fehaciente o
suficiente para estimar como posible y cierto el derecho del solicitante.

Ossorio, M. (1974) enseña que “en sentido civil, son llamadas presunciones legales las
establecidas por la ley para dar por existente un hecho, aún cuando en la realidad pudiera no
haber sido cierta” (p. 604); en otras palabras, son consecuencias lógicas extraídas de un hecho
conocido, a los fines de establecer uno desconocido. De conformidad con la ley adjetiva
vigente, la presunción de un derecho que se reclama y las circunstancias que fundamentan la
solicitud, tiene que ser grave, de manera que el Juez debe extraer de los medios probatorios
acompañados, la suficiencia del argumento del peticionario, sin obviar la responsabilidad que
tiene al decretar la medida.

El juzgador debe valorar las pruebas presentadas y de acuerdo a su convicción, decretará


las medidas típicas (embargo, secuestro o prohibición de enajenar y gravar) o, utilizando su
poder discrecional y atendiendo a los hechos planteados, dictará medidas cautelares
innominadas, pero en este caso los extremos de ley se amplían, requiriéndose la existencia
(además de las condiciones expuestas ut supra) el periculum in damni, es decir, el fundado
temor de un peligro de daño inminente e inmediato, referido a la lesión que pueda sufrir una de
las partes, por el comportamiento de la otra (artículo 588, parágrafo primero, Código de
Procedimiento Civil).

Cumplidos los requisitos y no obstante la petición de parte, el Juez, en su condición de


director del proceso, dictará la medida limitándola, si fuere exorbitante, a los bienes
estrictamente necesarios para garantizar las resultas del juicio, evitando que los daños
provocados por la no coetaneidad entre el momento de interposición de la demanda y el
pronunciamiento definitivo (sentencia) hagan ineficaz la tutela judicial, como expresa Tesauro,
G. citado por Ortiz, L (1998) “las medidas cautelares se revelan como un instrumento
fundamental e inexcusable de cualquier sistema jurisdiccional” (p. 41).

Al respecto, por tratarse de un juicio de Declaración de Concubinato, me permito acotar lo


establecido en la sentencia emanada de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
en fecha 15 de julio de 2005, Exp. No. 04-3301, con Ponencia del Magistrado Jesús Eduardo
Cabrera, referida al decreto de medidas cautelares en el presente proceso indica.
“…Omisis…

Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el género “unión estable” debe tener, al igual que
éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del Código Civil, correspondiente al
concubinato pero aplicable en la actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es el de la
comunidad en los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se trata de una
comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible en esta materia, por
las normas del régimen patrimonial-matrimonial.
Diversas leyes de la República otorgan a los concubinos derechos patrimoniales y sociales en
diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio de la Sala, es un indicador que a los concubinos se
les está reconociendo beneficios económicos como resultado de su unión, por lo que, el artículo
77 eiusdem, al considerarlas equiparadas al matrimonio, lo lógico es pensar que sus derechos
avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del matrimonio, reconocidos puntualmente en otras
leyes. La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6) otorga a los concubinos
pensión de sobrevivencia; la Ley del Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de
los Funcionarios de la Administración Pública Estadal y Municipal, otorga a la concubina
derechos a la pensión de sobrevivencia (artículo 16-3); las Normas de Operación del Decreto
con Rango y Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo (artículo 130), así
como las Normas d Operación del Decreto con Rango y Fuerza d Ley que Regula el
Subsistema de Viviendas (artículo 34) prevén al concubinato como elegibles para los préstamos
para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social (artículo 7-a) otorga a la concubina el
derecho a una asistencia médica integral; la Ley Orgánica del Trabajo (artículo 568) da al
concubino el derecho de reclamar las indemnizaciones que corresponderán a su pareja
fallecida, e igual derecho otorga el Estatuto de la Función Pública (artículo 31).
Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los concubinos: ahorro,
seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la Ley de Impuesto sobre la Renta lo
reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala, conduce a que si se va a equiparar el concubinato
al matrimonio, por mandato del artículo 77 constitucional, los efectos matrimoniales
extensibles no pueden limitarse a los puntualmente señalados en las leyes citadas o en otras
normas, sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que bastante de ese
patrimonio está comprometido por las leyes referidas.
Tal comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración judicial, finaliza
cuando la unión se rompe, lo cual –excepto por causa de muerte- es una cuestión de hecho que
debe ser alegada y probada por quien pretende la disolución y liquidación de la comunidad. A
juicio de la Sala, y como resultado natural de tal situación, quien demanda la disolución y
liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las providencias del artículo 174 del
Código Civil, en el supuesto en él contemplado.
Ahora bien, como no existe una acción de separación de cuerpos del concubinato y menos una
de divorcio, por tratarse la ruptura de la unión de una situación de hecho que puede ocurrir en
cualquier momento en forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil resultan
inaplicables, y así se declara; sin embargo, en los procesos tendientes a que se reconozca el
concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas preventivas necesarias para
la preservación de los hijos y bienes comunes.”

Con respecto a la transcrita decisión, en cuanto a la posibilidad de dictarse medidas preventivas


necesarias para la prevención de los bienes comunes, asumo que estas medidas deben regirse
por el sistema legal que impera sobre las medidas preventivas contempladas en el artículo 588
del código de Procedimiento Civil, esto es, que para su decreto deben examinarse si se cumplen
los requisitos a que se contrae el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, es decir, el
peligro grave de que resulte ilusoria la ejecución de la sentencia definitiva (periculum in mora)
y la presunción grave del derecho que se reclama (fumus boni iuris), por lo que paso a
examinar los requisitos de procedencia de la presente solicitud.

1.- Con respecto a la presunción del buen derecho, como el acta de nacimiento de nuestro hijo
marcado “XXX”, QUIEN FUE CONCEBIDO ANTES DEL MATRIMONIO Y
DURANTE LA UNION ESTABLE DE HECHO, así como el justificativo de testigos
también consignado en la presente demanda marcado “xxxxxx” de la existencia de dicho
concubinato enumero a continuación los bienes sin perjuicio de otros existentes que desconozca
en la actualidad a saber los siguientes:

se observa de la copia certificada del acta de la partida de nacimiento de nuestro menor hijo
marcada “___” mi concubino manifiesta además de que es su hijo ambos teníamos un mismo
domicilio en la Avenida Bolívar Parque Residencial Las carolinas Torre d. Apto D-1-1,
Cabudare conjugada con el Justificativo de ____ testigos acompañado que declaran conocer la
existencia de una unión estable de hecho con apariencia de matrimonio entre los ciudadanos
LORENA BRIZUELA YEPEZ y WILFREDO DE JESUS PEREZ MARTOS, asi como los
documentos QUE ANEXO MARCADOS _______ AL ___________ de los actos de
enajenación que ha realizado sin mi consentimiento para burlar mis derechos patrimoniales
concubinarios, y del patrimonio simulado que ha creado EDDYMAR ELENA PEREZ
MARTOS, con dinero proveniente de nuestra unión concubinaria y conyugal, que aportan
indicios suficientes para apreciar dicho requisito, por lo que considero lleno el extremo de
presunción del derecho que se reclama o Fomus Boni Iures Y solicito sea apreciado por este
Tribunal.

En cuanto al Periculum in mora, es menester señalar que desde antes de la separación de


hecho entre mi representada y el ciudadano XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX éste
valiéndose de su cedula de identidad con estado civil soltero, y burlando mis derechos
patrimoniales derivados del matrimonio ha realizado sendas ventas, sin el consentimiento ni
autorización de ella, incluso desde el año XXX ha formado un patrimonio simulado, es decir,
adquirido con dinero de su propio peculio, pero beneficiando a su hermana
XXXXXXXXXXXX, quien tal como será demostrado, no tiene la capacidad económica para
adquirir dichos bienes, sino que las mismas son ventas simuladas entre ambos hermanos para
perjudicar los derechos e intereses de XXXXXXXXXXXXXXX.

Es asi como en relación a la verificación del elemento periculum in mora, ha sido criterio
reiterado por la doctrina y la jurisprudencia, que su verificación no se limita a la mera hipótesis
o suposición, sino a la presunción grave del temor al daño por violación o desconocimiento del
derecho si éste existiese, o por los hechos del demandado durante la tramitación del juicio
tendentes a burlar o desmejorar la efectividad de la sentencia esperada. En el caso que nos
ocupa, considero, que siendo que en la adquisición de bienes antes identificados parte de una
comunidad matrimonial, ha efectuado siendo de estado civil soltero, tal situación cual
constituye prueba fehaciente para demostrar las posibilidades de traspaso, enajenación,
ocultamiento o dilapidación que ésta pudiera efectuar sobre los indicados bienes inmueble sin
necesidad de autorización alguna de mi parte; prueba de ello lo es los vehículos, motos que
vendió sin mi autorización el cual anexo copia marcada “XXX” donde se verifica la venta, así
como copia de la cedula de identidad marcada “XXX” de estado civil SOLTERO se
determinan así los motivos o indicios suficientes que conllevan a la presunción del peligro en la
mora o el riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo, y siendo éste requisito
indispensable para proceder al decreto de las medidas cautelares, de conformidad con lo
establecido en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil solicito muy respetuosamente
de este digno tribunal sea decretada la siguientes medidas a los fines de evitar que mientras
dure el juicio el ciudadano XXXXXXXXXXXXXXXXX, siga enajenando u oculte, dilapide
los bienes a favor de un familiar o tercero, y así burlar los derechos e intereses patrimoniales de
mi representada, como concubina y luego esposa, solicito sea acordada con carácter de
urgencia las siguientes medidas cautelares:
PRIMERO: Medida de prohibición de enajenar y gravar sobre el cincuenta por ciento (%0%
de los derechos de propiedad que me corresponden sobre un (1) inmueble constituido por un
XXXXXXXXXXXXXXXXX destinado a vivienda familiar signado con el Nro.
XXXXXXXXXXXX, de la Torre “D”, ubicado en el Primer Piso de la referida Torre del
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, en jurisdicción del Municipio
XXXXXXXXXXXXX, Distrito (hoy Municipio) XXXXXXXXXXXXXX del Estado Lara.
El apartamento objeto de esta venta tiene una superficie de XXXXXXXXXXXXX (XXX
Mts2), consta de tres (3) habitaciones con sus respectivos closet en madera, dos (2) baños,
Sala-comedor, cocina-oficios y recibidor, , y se encuentra dentro de los siguientes linderos
particulares: NOROESTE: Con XXXXXXXXXXXXXX”; SURESTE:
XXXXXXXXXXXXXXXX; NORESTE: XXXXXXXXXXXXXXXXX” y SUROESTE:
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX. Le corresponde en uso exclusivo y privativo dos (2)
Puestos de Estacionamiento contiguos distinguidos con los Nos. XXX y XXXXX, con un
área total de aproximadamente XXXX Mts2, ubicados en el Estacionamiento XXX y cuyos
linderos sonXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, el cual le corresponde un
porcentaje de participación sobre las cargas y beneficios de la comunidad total del Conjunto
Residencial XXXXXXXXXXXXXXXXXXXX de UN ENTERO CON CINCUENTA Y SEIS
CENTESIMAS POR CIENTO (1,56%). El Documento de Condominio el cual se encuentra
registrado por ante la Oficina Subalterna de Registro del Municipio Autónomo
XXXXXXXXXXXXXXXXXXX (Hoy Registro Inmobiliario del Municipio
XXXXXXXXXXXXXX) en fecha XXXXXXXXXXXXXX, quedando inserto bajo el Nro.
XXXX, Tomo XXXX, Protocolo Primero, Folios 1 al 28, Cuarto. Trimestre del año
XXXXXXXXXXXX, y le pertenece a XXXXXXXXXXXXXXXX, por haberlo adquirido
según consta de documento debidamente protocolizado por ante la Oficina Subalterna de
Registro del Municipio Autónomo XXXXXXXXXXXX, Estado Lara, de fecha
XXXXXXXXXXXX, bajo el Nro. XX, folios 1 al 4, Tomo XXXX, Protocolo Primero,
Primer Trimestre del año XXXXXXXXXXX. Este inmueble si bien fue adquirido durante el
matrimonio constituye la vivienda donde vive mi representada, y el cónyuge
XXXXXXXXXXXXX, le ha amenazado en diversas oportunidades con desposeerla y venderlo
en caso de demanda judicial, y existe el temor fundado de que lo haga debido a los negocios
jurídicos de enajenación ya realizados a terceros y a su hermana XXXXXXXXXXXXXXX, de
que traspase la propiedad del mismo, y deje a su esposa sin vivienda.

CUALQUIER OTRO BIEN PERTENECIENTES A LA COMUNIDAD, y cualquier otra


medida típica o innominada

TÍTULO -III-

DE LA ESTIMACIÓN  DE  LA  DEMANDA

 (ordinal 4º del artículo 340 C.P.C.)

Conforme con lo establecido en los artículos 39 de nuestra  Ley  Adjetiva  Civil, y a los efectos

de fijar la competencia por la cuantía y la admisibilidad del Recurso de Casación, estimamos la


presente demanda en la cantidad de XXXXXXXXX MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.

XX.000.000, 00), equivalentes a XXXXX U.T., según Gaceta Oficial Nº xxxxxxxxxxx de

fecha xxxxxxxxx, a Bs.xxxx, 00 U.T.

TITULO -IV-

DE LA CITACIÓN  PERSONAL  (in faciem)

Solicito muy respetuosamente al ciudadano Juez, que al ser admitida la presente

demanda, se ordene en el respectivo auto de admisión, la  citación personal, conforme con lo

establecido en el artículo 218 del Código de Procedimiento Civil, de la Parte Demandada

ciudadano xxxxxxxxxxxxxxx., ut supra identificado, en  la siguiente dirección: ....

_________________________________.

TITULO -V-

DE LA ADMISIÓN

Por último, solicito con todo respeto al ciudadano Juez, que  la  presente  demanda

de PARTICION Y LIQUIDACION DE LA COMUNIDAD CONYUGAL, sea admitida por

el Procedimiento Ordinario de conformidad con el artículo 777 y siguientes del Código de

Procedimiento Civil y sea  sustanciada conforme a Derecho y  declarada con lugar. Es justicia

la que espero, en la ciudad de xxxxxxxxxxxx, a la fecha de su presentación.

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