El Periodo Precerámico
El Periodo Precerámico
El Periodo Precerámico
C)
Introducción:
Hace unos 10.000 años atrás, gran parte del territorio peruano ya estaba poblado por grupos
humanos que ocupaba los diferentes pisos ecológicos propios de nuestra peculiar geografía.
En la costa norte encontramos a la tradición lítica de Paiján.
En la sierra norte a los habitantes de las cuevas de Lauricocha y Guitarrero.
En la sierra central los cazadores – recolectores de los abrigos rocosos de Telarmachay,
Panaulauca y Pachamachy.
En la sierra sur en la cueva de Pikimachay.
En la costa extremo sur a la denominada “cultura” Chichorro.
Para la región de Ica las investigaciones sobre los primeros pobladores son escasas. La mayoría
fueron efectuadas durante la primera mitad del siglo pasado por estudiosos como Alberto
Casavilca, Fréderic Engel y William D. Strong. Los sitios descubiertos por estos investigadores
fueron posteriormente visitados por otros arqueólogos que agregaron más información sobre
dichos sitios.
Sin embargo, también se han dado aportes más recientes sobre el tema, como los del Proyecto
Arqueológico Palpa, dirigido por Markus Reindel y Jhony Isla de la Misión Arqueológica
Italiana, a cargo del Giusepe Orefici, y de Duccio Bonavia y Claude Chauchat. Investigaciones
en proceso, como la del Proyecto Nasca Tardio de Kevin Vaughn y Moises Linares; y del
Proyecto Bajo Rio Grande de Burkrad Vogt y Peter Kaulicke vienen registrando ocupaciones
probablemente relacionadas al periodo que nos interesa.
A partir de los trabajos mencionados presentamos aquí, una visión panorámica resumida de las
primeras ocupaciones humanas en la región de Ica dadas durante poco más de 5.000 años. Sus
protagonistas fueron los antecedentes de aquellos que varios siglos después formaron
sociedades o culturas regionales con alto grado de desarrollo social y cultural como Paracas
(800- 200 a.c), Nasca (200 a.C – 750 d.C) e Ica-Chincha (1.100 – 1.476 d.C).
Sobre su uso existen muchas teorías, algunos afirman que están probablemente
relacionadas a la caza de mastodontes, tigres dientes de sable y megaterios o perezosos
gigantes, fauna extinta del Pleistoceno y del Holoceno temprano propia de la zona donde
fueron ubicadas. Sin embargo, Chauchat cree que estas puntas fueron como lanzas para
cazar peces, pues su punta muy delgada no permitía cazar animales de piel más dura.
Entre las muestras de herramientas de piedra recolectadas por Frederic Engel en los años
1950 en un lugar al sur de Pozo Santo, se encontraron puntas de proyectil bifaciales
manufacturadas en una técnica similar a la del Paijanense, según sostenía Bonavia y
Chauchat quienes estudiaron los artefactos. Recientemente, Jahl Dulanto redescubrió el
sitio confirmando la existencia de artefactos de la industria lítica del sur de Ica.
Por lo tanto, los artefactos líticos de Pozo Santo serían las primeras evidencias claras de
los pobladores primigenio de la regio Ica.
Ambas cuevas habían sido habilitadas en su interior y frente ellas, en la bajada hacia la
playa, se habían acumulado gran cantidad de desperdicios. La entrada de una de ellas
media 7m de ancho por 3 m de alto y 4 m de ancho y 2.50 m de alto la otra. Engel excavo
dos pozos de sondeo, uno en el interior y el otro en la terraza exterior de las mismas. En
la capa más profunda de los basurales encontró núcleos y esquirlas de piedra,
conjuntamente con huesos de aves, valvas de moluscos y otros. Los restos de una de las
excavaciones de Engel revelaron una edad de 6.835 a.C
6. SANTA ANA: Cosiste en un conchal de 100 m norte – sur x 300 m este – oeste y 50 cm
de altura que contiene predominantemente valvas de mancha. Otras evidencias en
superficie incluyen carbón, fogatas, huesos de lobo marinos, así como también
fragmentos de mates, hojas de totoras y lascas retorcidas de cuarcita. Con evidencias los.
El sitio, que se ubica en el lado norte de la desembocadura del rio Grande de Nasca, fue
descubierto por Frederic Engel quien encontró, además, restos de una choza con postes de
madera y un entierro humano, obteniendo una datación de aprox 2.720 a.C.
8. CONCHALES DE OTUMA: Según sostiene Frederic Engel, hace aprox 4.000 años, en
la zona donde se ubican las Salinas de Otuma, 15 kilómetros al sur de la Península de
Paracas, hubo un levantamiento del nivel del mar el cual ingreso unos 4 kilómetros en la
zona continental formando una laguna muy similar a la que hoy existe en Laguna Grande.
A fines del Arcaico (1.600 a 1.800 a.C) los recurso que contenían la laguna fueron
explotados por los antiguos habitantes de la zona. Muestra de ello son los 31 conchales
que se ubican alrededor bordes la antigua laguna conteniendo mayormente conchas de
abanico. Se asume que la carne de las conchas era secada con sal y luego llevada a
asentamientos en los valles. En los conchales también se encontraron desperdicios de
comestibles, maderas, cañas, restos de sauce, algarrobo y objetos domésticos como eres
entrelazadas, artefactos de hueso y un dardo de obsidiana. Hubo, además, varios tipos de
conchas marinas, restos de delfines, y huesos de lobo de mar, de aves marinas y de
ballenas. Un hallazgo relevante adicional fueron las primeras telas entrelazadas de
algodón. Una pequeña aldea se asentó en el noreste de la laguna.
Resumen:
De acuerdo a lo anteriormente expuesto, las características generales de las primeras
ocupaciones humanas en la región e Ica se pueden resumir de la siguiente manera:
- La industria textil fue a base de fibras de plantas silvestres como el junco, la totora y
enea, plantas que crecen alrededor de fuentes naturales de agua; a fines del Arcaico se
agrega el algodón. Con estos materiales los que tejieron a mano sus ropajes y esteras
para diversos usos, incluyendo el funerario. De otro lado, las fibras obtenidas de cactus
se emplearon para fabricar redes de pesca e hilos para acertar cuentas de collar y pulsera
con cuentas de conchas marinas y de semillas. Estos objetos usados como ornamentos
personales y se les encuentra con frecuencia acompañando a los difuntos.